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Creer El Credo
BAJÓ DEL CIELO Y SE HIZO
HOMBRE1
¿UNA EXPRESIÓN MITOLÓGICA?
La expresión del Credo: “bajó del cielo” parece tener un regusto mitológico. Re-
cuerda a las historias de los dioses de Homero que bajaban del Olimpo a visitar
a los héroes a los que querían proteger. Evidentemente, nosotros no hemos de
entender esta expresión en sentido mitológico o local, sino en un sentido teológico
muy profundo: no es que Dios “baje” físicamente - como si Dios no estuviera ya
desde siempre presente en todas partes - , sino que Dios, sin dejar de ser Dios,
puede también pasar a vivir una vida humana, en nuestro mundo, una vida como
la nuestra. Es lo que habitualmente designamos con el nombre de “la encar-
nación” de Dios: Dios se hace hombre como nosotros. El Nuevo Testamento lo
expresa de diversas maneras:
- “Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo único, para que todo el que crea
en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 16).
- “Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios
envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de Él...” (1 Jn 4, 8).
- “...La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios... Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria...” (Jn 1,2.14)
- “Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo. Él, siendo
de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se des-
pojó de sí mismo tomando la condición de siervo, haciéndose semejante a los
hombres; apareciendo en su porte como un hombre cualquiera, se humilló a sí
mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz...” (Fil, 2-5-9).
Hay que notar que este “descenso” y “abajamiento” de Dios, se realiza por amor
a los hombres; para restablecernos en aquel Reino de Dios donde todos poda-
nosotros: esta es la gran lección del miste- verdadera en este mundo de contradiccio-
rio de Navidad. nes, codicias y pecado, en solidaridad real
los que son víctimas de dichas codicias y
Cuando Dios se hace hombre, no lo hace pecado, rechazando de forma efectiva todo
con condiciones o con restricciones es- lo que sea pecaminoso, conduce siempre,
peciales que le eximan de los aspectos de una manera o de otra, a la cruz.
más negativos de la existencia humana.
Se somete en todo a la condición humana Cristo, al “descender” a la condición hu-
“obediente hasta la muerte”. Acepta todo mana, se metió en medio de las contradic-
lo que comporta el hecho de vivir como ser ciones humanas y fue una trágica víctima
humano: los condicionamientos físicos y de las mismas. Si queremos ser sus segui-
materiales (hambre, sed, calor, fatiga...), dores, también nosotros hemos de “des-
los condicionamientos culturales o eco- cender” a la verdadera condición humana
nómicos (los de la sociedad de su lugar y nos hemos de hacer hombres/mujeres tal
y de su tiempo, cultura limitada, medios y como Dios los quiere. No podemos ser
pobres, oportunidades de acción mas bien como fieras que se devoran unas a otras,
escasas...); y, sobre todo, los condiciona- ni como piedras que permanecen indife-
mientos sociales, que le hacen entrar en rentes a lo que pasa. Se habla a menudo
el juego de los intereses (legítimos e ilegí- de una “espiritualidad de encarnación”, o
timos, puros y bastardos) de la gente de de una “opción por los pobres”. Seamos
su tiempo, que le aman y son amados por conscientes de lo que esto implica. Para
Él, le aceptan, le rechazan o le utilizan..., nosotros - que vivimos encopetados en
y finalmente le matan porque no se aco- los humos de querer ser como dioses y
modaba a lo que querían o esperaban, y señores absolutos de todo - implica ”des-
porque les estorbaba. cender”, sencillamente “hacerse hombre/
mujer” a imagen de Aquél que, siendo
“Descendió del cielo” y “se hizo obedien- Dios verdadero, “se abajó” y se hizo hom-
te”. Obediente y sometido a la compleja bre sencillo y pobre, acogedor de todos,
realidad humana, apoyando todo lo que solidario con todos, anulador de las falsas
era verdaderamente humano y rechazan- diferencias que los humanos pecadores
do todo lo que fuera contra el ser humano. establecemos entre nosotros. Pero esta
Y así, de esta manera, obediente también encarnación, este hacerse humano con los
al Padre, dando testimonio “hasta la muer- humanos y para todos los humanos, con-
te” de como el Padre quiere que sea la duce inevitablemente a la cruz. A un hom-
realidad humana. bre así, los que quieren ser dioses entre los
humanos, acaban crucificándolo.
UNA ESPIRITUALIDAD DE EN-
CARNACIÓN CON LOS PIES EN EL SUELO