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Adela Cortina -Etica sin moral bi 9. DEMOCRACIA COMO FORMA DE VIDA* A mediados de! presente Siglo la filosofia Politica segiin voces autorizadas, habia dejado de existir, Y' Curiosamente, una de las causas de su fallecimients consistia, para algunos politélogos, en el COnsengg alcanzado por las democracias occidentales en torno a la superioridad de esta forma de gobierno frente a cualquier otra ', Desde e] punto de vista de |g Tefle. xin, el modelo democratico aparecia comparativa. mente como justo ¢ igualitario; desde Ja Praxis, la vajj. dez de la democracia frente al totalitarismo fascista y frente al Namado «socialismo real» parecia indiscuti. ble. Investigar de nuevo sobre la legitimidad de Jas distintas formas de gobierno Tesultaba, pues, una tarea superflua, encaminada al cabo a mostrar la superiori- dad de Ja democracia. El término «democracia», af menos, habia dejado de ser problema. Sin embargo, en nuestro momento la filosofia polfti- ca es una de las ramas mas boyantes de la filosofia, precisamente entendida como reflexion sobre la demo- cracia, porque Ja puesta en marcha de semejante for. ma de organizacié6n ha sacado a Ja luz un gran nimero de ambigtiedades. La primera de ellas consiste en Frecordarnos que no existe un tinico concepto de demo- cracia, excepto la abstracta afirmacién de que se trata * Este capitulo constituye una reformulacién del trabajo que con el titulo «La demoeracia como modelo de organizacién social ycomo forma de vida» aparecié en iglesia Viva, n.° (33 (1988), pp. 41-54, ' Vid., por ejemplo, P. H. Partridge, «Politica, filosofia, idcolo- gla». en A. Quinton, Filosofia politica, FC. México, 1974, pp. 52-83. Para una revisién de la Postura que aquf mantengo, ver A. Contina, Erica aplicada y democracia radical, caps. 6-9, 254 Biel «gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pue- y bio». En cuanto descendemos al terreno de lo concre- fo, NOS percatamos de que no nos las habemos con una fesencia inmutable, que recibe historicamente diversas Formas, sino con una forma de organizacién sdlo ca- hacterizable desde una determinada teoria; una teoria que tiene a su base una concepcién del hombre y de su realizacion en la vida social. En este sentido, las dis- rintas versiones de la teoria clasica de la democracia, Definir la democracia resulta hoy, pues, imposible sino es en el contexto de alguna de las teorias elabora- das sobre ella. Baja la amplisima Caracterizacién «go- bierno del pueblo, por el Pueblo y para el pueblo», se va acogiendo un buen numero de especificaciones, que han ido naciendo Sucesivamente por reflexién ¥ critica sobre un modelo anterior. Curiosamente, a un mode- lo «reatista», empefiado en describir en exclusiva Jo que fos hombres son, ha solido suceder un modelo morati- zador, defensor de un mayor numero de posibilidades en el hombre y afanoso Por indicar cémo debe ser una sociedad verdaderamente democratica. A este modelo : moralizante vuelve a suceder —por la conocida ley del péndulo— uno realista, y la cadena continua. Se dice —y parece bastante acertado— que lo que los realistas ganan en factibilidad to pierden en desea- bilidad: sus modelos describen lo que hay de un modo acertado, pero no despiertan el deseo de consiruir una q ? Para una clara exposicion de estas teorias, ver C. B, Maepher- Son, La democracia tiberal y su época, Alianza, Madrid, 1982; W, N. Nelson, La justificacion de la democracia, Ariel, Barcelona, 1986; D. Held, Models of Democracy, Polity Press, Cambridge, 1987. Para el cardeter polisémico del término «democracian, ver también ei tra- * bajo de 1. Sotelo, «Una reflexién sobre ta democracian, en varios autores, Sociedad civil y Estado, pp. 43-54. 255

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