I. ELECCION Y PERSONALIDAD
MIGO mio:
Te repito lo que tantas veces te he dicho, o mAs bien te
lo grito: aut-aut * ; un solo aut, que interviene para corre-
git, no es cuficientemente esclarecedor, pues nuestro tema
es demasiado importante para que uno se pueda conformar
con una de sus partes y demasiado consistente en si mismo
para que se lo pueda poseer parcialmente. Hay circunstan-
cias en la vida en las que seria absurdo y hasta insensato
aplicar una alternativa, un aut-aut; pero también se en-
cuentran personas cuya alma es demasiado disoluta para
comprender lo que significa tal dilema y cuya personali-
dad esta privada de la energia necesaria para decir con pa-
sién: aut-aut. Esas palabras siempre me han impresionado
mucho y atin me impresionan, sobre todo cuando las pro-
nuncio asi, pura y simplemente, pues contienen la posi-
bilidad de desencadenar los contrastes mas terribles. Pro-
ducen sobre mi el mismo efecto que una formula de exor-
cismo, y mi alma se vuelve singularmente grave, a veces
casi turbada. Pienso en mi primera juventud cuando, sin
* Aut-out, expresién latina que equivale a “o lo uno o Io otro”. La con-
servamos en su forma original porque expresa 1a alternativa que acecha constante-
mente ala persona, y por ser a la vez como un leitmotiv que da titulo a la obra
(Enten-Eller) de donde ha sido extraido el presente estudio, que constituye per
fi una unidad auténoma, (N, de le E.)ch Dl mye
1 BLECcION ¥ PERSONALIDAD.
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comprender muy bien qué es elegir en la vida, escuchaba
con infantil confianza lo que decian los mayores yy aun
cuando no tenia mas que seguir las directivas de otro al
elegir, ese momento adquiria para mi caracter solemne y
augusto. Pienso en momentos posteriores, cuando me en-
contraba en una encrucijada y mi alma maduraba en Ja
hora de la decisién. Pienso en muchas otras circunstancias
de la vida, menos importantes para mi, pero no indiferen-
tes, en las que debia elegir; pues, a pesar de que sdlo hay
una circunstancia en la cual esa palabra alcanza su signi-
ficado absoluto, es decir, cuando de un lado hay verdad,
justicia y santidad, y del otro deseos e inclinaciones, pasio-
nes sombrias y perdicién, también es importante, sin em-
bargo, elegir con justeza cuando se trata de cosas en las que
la eleccidn es mas o menos inofensiva, poner la mano sobre
la conciencia para no tener que batirse dolorosamente en
retirada hasta el punto del cual se ha partido y agradecer a
Dios si lo unico que hay que reprocharse es haber perdido
el tiempo. En el lenguaje corriente empleo esas palabras
como lo hacen otros y, por supuesto, seria pedanteria ab-
surda renunciar a ellas; sin embargo, a veces pienso que las
he empleado respecto de cosas completamente indiferen-
tes. Ellas se despojah entonces de la pobre vestimenta en
tanto yo olvido las ideas insignificantes a las cuales se apli-
caban, y se presentan ante mi con toda su dignidad, en
traje de oficiante. Como un funcionario publico que se
presenta habitualmente vestido de civil-y no se distingue
de la muchedumbre con la cual se mezcla, asi se compor-
tan esas palabras en el lenguaje corriente; pero si ese fun-
cionario pone en evidencia toda su autoridad, entonces se
distingue de los demas. Esas palabras se presentan, pues,
como aquel funcionario que sélo veo en ocasiones solem-