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osofas fil ° Ez EA a ex o Ta 32 aa om oe Las Las filésofas Las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento Feminismos Consejo asesor: Giulia Colaizzi: Universidad de Minnesota / Universitat de Valencia Marfa Teresa Gallego: Universidad Auténoma de Madrid Isabel Martinez Benlloch: Universitat de Valéncia Mercedes Roig: Instituto de la Mujer Mary Nash: Universidad Central de Barcelona Verena Stolcke: Universidad Autonoma de Barcelona Amelia Valcdrcel: Universidad de Oviedo Direceién y coordinacién: Isabel Morant Deusa: Universitat de Valéncia Titulo original de la obra: Le Filosofe. Le donne protagoniste nella storia del pensiero Traduccién de Ménica Poole Disefio de cubierta: Carlos Pérez-Bermtidez Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra esta protegido por la Ley, que establece penas de prisidn y/o multas, ademas de las correspondientes indemnizaciones por dafios y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren ptiblicamente. en todo o en parte, una obra literaria, artistica © cientifica, 0 su transformacién, interpretacién o ejecucién artistica fijada en cualquier tipo de soporte 0 comunicada através de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacién. N.LP.O.: 378-96-047-5 © 1994, Liguori Editore S.r.1., Napoli Ediciones Catedra (Grupo Anaya, S. A.), 2000 Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid “Depésito eal: M. 34.390-2000 ISBN: 84-376-1440-6 Printed in Spain Impreso en Lavel, S. A. Pol. Ind. Los Llanos, C/ Gran Canaria, 12 Humanes de Madrid (Madrid) Giulio de Martino y Marina Bruzzese Las filésofas Las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento Apéndice “Pensadoras espafiolas”, de Alicia H. Puleo SEGUNDA EDICION EDICIONES CATEDRA. UNIVERSITAT DE VALENCIA INS’ ITO DE LA MUJER. Prefacio La tematica de la presencia y de la especifidad de lo femenino ha influido, con una intensidad siempre creciente, en los aparatos conceptuales y metodolégicos de numerosos sectores de las cien- cias humanas: de la historia de géneros a la antropologia, del psico- andlisis a la teoria politica, de la pedagogia a la filosofia. En Italia, al igual que en otros pases occidentales, se ha registrado en los dl- timos afios un marcado interés cientifico, unido a una fuerte aten- ci6n editorial por los temas de la historia y del pensamiento de las mujeres. Esta nueva tendencia ha conducido, por encima de las modas, a una reflexién profunda sobre las estructuras epistemol6- gicas y disciplinares de varios campos del saber y ha requerido una gestion mas prudente de las fuentes, una interpretacién més precisa del léxico y de los modelos teéricos, en resumen, un nuevo anilisis del orden del discurso cientffico y didactico. Las filésofas propone una sintesis divulgativa de los resultados de las investigaciones hist6ricas y filos6ficas de las grandes pensadoras de la cultura occi- dental, del mundo antiguo y del actual. Escogidas entre disciplinas dispersas y en distintos 4mbitos de interpretaci6n, Las filésofas son enmarcadas hist6ricamente y propuestas a través de perfiles biogra- ficos esenciales y un resumen de los temas principales de su pensa- miento. Nos movemos en un 4mbito historiografico que esta en continua evolucién —en particular en lo que se refiere al pensa- miento femenino de la Antigiiedad y del medievo— privilegiando materiales ¢ informaciones basicas respecto a lineas de juicio y de anilisis teérico y apuntando hacia un discurso propedéutico de su- cesivos estudios disciplinares e interdisciplinares mas exhaustivos. 7 En el texto, subdividido segin un esquema cronoldgico clasico y con una firme trama hist6rica e histérico-filosGfica, estan indica- das, al término de cada apartado, las Referencias bibliogrdficas ne- cesarias para posteriores estudios y se presentan antolégicamente pasajes extraidos de las obras de las autoras. Las filésofas, remi- tiendo a una noci6n extensa de la filosofia como reflexién sobre las formas y las mediaciones simbélicas, hace referencia a mujeres que han dejado huella de su pensamiento y de su acci6n en diversos campos de la historia de la cultura, como la religi6n, la literatura, la politica, la pedagogia y la filosofia strictu sensu, y propone proble- mas historiogrficos y tedricos diversificados en las distintas épo- cas. Partiendo de la cronohistoria de las autoras, se abordan una hipotética, pero sugestiva, prospeccién del dualismo originario de lo masculino y de lo femenino en el mito, la manipulacién de los arquetipos de la feminidad en el mundo cristiano y medieval, el re- nacimiento platonizante de un pensamiento de la “superioridad” femenina en la primera edad moderna, la participacién de las muje- res en el pensamiento ilustrado y los procesos de desconstrucci6n del campo disciplinar del saber actual. Introduccién 1. Los ORIGENES 1.1. La mujer en la Prehistoria Una red policroma de “dioses, demonios, héroes y habitantes del Hades” [Platén, Republica, 392a], he aqui la mitologia griega desde los mitos arcaicos y homéricos hasta las tardias reelaboracio- nes alejandrinas. Una red que nos ofrece un vastisimo cuadro sim- b6lico sobre el significado de la feminidad en la civilizacién egea. La presencia femenina en el mito es notable: diosas, heroinas, ninfas, etc., podriamos contar més de un millar en las distintas reli- giones. Si se examinan las primeras estatuillas votivas descubiertas por los arquedlogos y que se remontan a un intervalo de tiempo comprendido entre el Paleolitico Superior (25000 a.C.) y la Ila- mada Edad del Rin (8000 a.C.), que constituyen los primeros vesti- gios de vida religiosa, vemos que la mayoria son representaciones de figuras femeninas. Esta amplia presencia mitolégica y arqueoldgica de la figura de la mujer, que en el pasado indujo a algunos estudiosos a ver en la misma la prueba de la existencia de una sociedad primitiva de tipo matriarcal, no es entendida como la proyeccién directa de una realidad social de “predominio femenino”, sino mas bien como la representaciOn ambigua y polisémica del tema de la relacién entre Jos sexos para unos fines y usos sociales diversos. Al igual que no existe un nexo directo entre mitologia e histo- 9 tia, tampoco lo hay entre representaci6n artistica y estructura so- cial. Puesto que el mito y el arte primitivo son una fuente informa- tiva ambigua, la arqueologia y la antropologia, junto a la etnoar- queologia (que analiza las huellas fisicas de los comportamientos sociales de los pueblos primitivos para construir modelos utiliza- bles por Ja arqueologia) han tratado de dar respuestas mas verosi- miles a las cuestiones relativas al papel de las mujeres en las so- ciedades prehistdricas. Los resultados a los que se ha llegado son los siguientes: en una amplia edad anterior a la escritura, que abarca desde el 25000 a.C. (Paleolitico y Mesolitico) hasta el VII milenio a.C. (Neolitico), las comunidades humanas se aseguraban la supervivencia por medio de actividades como la caza, la pesca, la recoleccién de frutos y bayas. Los humanos practicaban el nomadismo, mantenian relaciones mondgamas y no se reproducian con particular frecuencia. En esta sociedad, las mujeres estaban dedicadas a la reproducci6n de la es- pecie, a la educacién de los hijos y, también, a las actividades de recoleccién. De ellas dependia la creacién de los lazos maternales y familiares; la relacin econémica y social con los hombres era de paridad en el marco de un notable intercambio de los roles y de una igualdad sustancial entre los sexos. A partir del vil milenio a.C., con la introduccién gradual del arado en la agricultura y de la domesticacién de los animales, las costumbres se transformaron de un modo radical: las comunidades humanas se hicieron sedentarias, el nimero de hijos aumento, y la divisién entre los sexos dio un giro de 180 grados. Aunque, como parece probable, la agricultura es ideada e introducida por las mu- jeres, que ya estaban familiarizadas con el mundo vegetal, fueron los hombres quienes asumieron el control sobre el cultivo, la cria de ganado y la propiedad de los terrenos y de los animales. La ob- servacién del comportamiento de los animales en cautividad permi- tié esclarecer el papel del macho en la reproducci6n y atribuir al macho humano un papel primario en la procreaci6n. En la edad del bronce, durante casi tres mil afios (4000 a.C.), la mujer se vio gradualmente marginada de las actividades econé- micas principales para dedicarse exclusivamente a la generacién, que Ileg6 a ser intensa, a Ja crianza de los hijos y al tratamiento ar- tesanal de los productos animales secundarios y vegetales (produc- cién de quesos, alimentos, hilados y tejidos, etc.). Los roles socia- les se diferenciaron cada vez mas hasta que, en el siglo Vil a.C. 10 (Edad del hierro), el proceso de instauracién de una sociedad fir- memente patriarcal puede considerarse no sdlo concluido, sino cul- turalmente arraigado. 1.2. Las mujeres en los mitos: procreadoras, magas, artesanas Los antropdlogos atribuyen al mito una funcidn “tedrica”, la descripcién simbélica y explicativa de la realidad, y a las leyendas, relatos sobre sucesos y personajes concretos, una funcién “pro- tohistorica”, La forma te6rica del mito es explicada por medio de la légica de la metamorfosis, es decir, del intercambio de las identi- dades. En la mitologia, originalmente, la mujer desempefiaba muchas funciones, pero era la misma feminidad la que se presentaba como algo multiforme: una clase de atributos diversos y contradictorios a la vez para nosotros. He aqui cémo en una poética pagina mitol6- gica escrita por Pettazzoni (1948) se describe la creacién de la pri- mera mujer: Tomé la redondez de la luna, el enroscarse de la serpiente, el enmarafiamiento de la liana, el temblor de la hierba, la esbel- tez del junco, el perfume de las flores, la liviana movilidad de las hojas, la mirada del cabritillo, la benigna alegria del rayo de sol, la ligereza del viento, las lagrimas de las nubes, 1a delica- deza de las plumas, la timidez de un pajaro, la dulzura de la miel, la vanidad del pavo real, la elegancia de la golondrina, la belleza del diamante, y la agitacién de la t6rtola. Affadié tam- bién las dotes del hombre: vida y sentimiento, voluntad y ca- racter, espfritu y alma... Las prerrogativas de las diosas son muy diversas, pero pueden agruparse en dos categorfas, las sexuales y las técnico-magicas. En los mitos relativos al origen del mundo, los cosmolégicos, las mujeres-diosas, las diosas-madres aparecen como generadoras, como aquellas que han dado origen tanto a dioses como a hombres. Son elementos del cosmos y de la naturaleza que poco a poco son divinizados en figuras femeninas. De esta manera, un cosmos se- xualizado es capaz de generarse a si mismo y a los seres vivos. En mitos posteriores, en los que la creacién del mundo ya se ha producido, las mujeres-diosas comparecen como portadoras de técnicas y como magas o curanderas. Si la naturaleza en cuanto fe- 11 menina era capaz de producir metamorfosis, ahora es la mujer maga quien las crea: Isis, maga y sabia, depositaria de la ciencia al- quimica. En los mitos més recientes vemos a Deméter y a Ceres, que eran diosas de la agricultura, Diana, de Ja caza, Atenea de distintas técnicas (arado, hilado, forja de armas), Igia que tutelaba el arte de la medicina al igual que la asiria Ishtar; la egipcia Seshat era la diosa de la escritura, las Musas representaban a las artes, etc. Las sacerdotisas de estas diosas, ademas de desempefiar las funciones relativas al culto, probablemente eran depositarias de conocimien- tos y técnicas ttiles a toda la colectividad. Sobre la base de estas figuras mitolégicas y de los hallazgos étnico-arqueolégicos, podemos plantear la hipotesis de que los mi- tos cosmogénicos se refieren a la realidad femenina del Paleolitico y del Mesolitico. En el Neolitico, las mujeres ain desempefiaban un complejo papel de reproducci6n social. Las actividades de recolecci6n, asi como la fabricacién de vasos de uso sagrado, tenfan su significado. A través de los mitos agricolas y de fertilidad sabemos que las mujeres desempefiaron actividades agricolas y educativas, artesa- nales (hilado, tejido, ceramica), que fueron herboristas, criadoras y curanderas, que conocieron las técnicas de obstetr: En resumen, parece que existié una relacion de equilibrio sustancial en la divi- sién de los roles econémicos y sociales entre hombres y mujeres. A partir de la edad del bronce y de la instauracién de una so- ciedad explicitamente patriarcal, asistimos al declive gradual de la presencia femenina en las actividades econdmicas y en el ejercicio de técnicas y de conocimientos socialmente relevantes, incluso la magia parece escapar a su control. En los mitos, esta situacién pa- rece estar reflejada en forma de lucha y conflicto entre dioses de distinto sexo. El mito exalta la feminidad y, por tanto, la diferencia y el conflicto entre los sexos, pero se propone dominar la diferen- cia convirtiéndola en una jerarquia. Los hombres, pues, acaparan casi todos los aspectos de la vida comunitaria y las mujeres se encaminan a una lenta marginacién, tanto mas grave cuanto que la sociedad humana occidental, en Gre- cia, se aprestaba a dar un gran salto hacia delante con el descubri- miento del poder del conocimiento. 12 Referencias bibliogrdficas Margaret Ehrenberg, La donna nella Preistoria, Milén, Mondadori, 1992. Georges Devereux, Donna e mito, Milan, Feltrinelli, 1984. Patricia Monaghan, Le donne nei miti e nelle leggende. Dizionario delle Dee e delle Eroine, Como, Red Edizioni, 1987. 2. LA MUJER Y LA AUTORIDAD El término de autoridad alude a la funcién ordenadora y nor- mativa tipica de esos roles sociales a los que se confia la tarea de gobernar y de dirigir la vida de una comunidad. La autoridad confiere poderes particulares al que reviste el pa- pel, por ejemplo, de rey, sacerdote, juez, médico, profeta o jefe mi- litar, y atribuye, por el contrario, obligaciones y limitaciones a la li- bertad de los que estan sujetos a la misma..De la nocién de autori- dad surge la de autor, aquel que, en un cierto contexto, es Ja fuente de un discurso, de una ley, de una decisi6n, de un acto. Como consecuencia, la autoridad es el fundamento de los or- denamientos politicos, religiosos, juridicos, militares, y, por tanto, en sentido lato, civiles de una determinada sociedad. La autoridad es la responsable de emanar, garantizar y hacer respetar estos con- juntos de normas, de prohibiciones y de licitudes en virtud de las cuales una sociedad puede existir, perdurar en el tiempo, defen- derse de sus enemigos internos y externos. Constantemente, la investigacién hist6rico-cultural, juridica y antropoldgica ha sefialado, cémo, excluyendo las épocas prehistéri- cas, en la casi totalidad de las formaciones econémico-sociales consolidadas en la historia de las civilizaciones, el papel de la mu- jer ha sido de subordinacién manifiesta a las diversas formas de au- toridad, y casi nunca de protagonista o intérprete de unos y otros de los roles que han sido expresién de la misma. La exclusién de las mujeres de la vida politica, de la instruccién y de la creacién artis- tica determin6 la contraposicién entre papeles femeninos y pode- res, saberes y técnicas que estaban reservados a los hombres. Las mujeres estaban confinadas en aquellos 4mbitos de la civilizacién material de los pueblos en los que se empleaban técnicas pobres, en los que no se acumulaban riquezas, en los que no estaban en juego papeles de prestigio. Frente a una contribucién importante para la vida econémica y para la vida familiar y cotidiana de la comuni- 13 dad, las mujeres eran inducidas a la mera sumisi6n a la autoridad en todas sus formas: desde el rey hasta el sacerdote, desde el padre hasta el esposo. En el dmbito de la religion, determinante en el mundo antiguo y medieval, debido a que los ordenamientos religiosos fueron la cuna de todos los ordenamientos sociales posteriores, la mujer ha asumido un papel bastante variado, desde el protagonismo indiscu- tible hasta la marginacién. En efecto, mientras la autoridad reli- giosa ha coincidido con la autoridad politica, las mujeres han sido mantenidas al margen. Pero cuando, después de la evolucién so- cial, los papeles religiosos, politicos y culturales se diferenciaron, las mujeres pudieron entrar en el campo religioso con mayor fuerza y encontrar en ello una relaci6n positiva con la autoridad que les habia sido negada en otros campos. La historia de las mujeres puede interpretarse en Occidente —en otros lugares el camino se ha interrumpido varias veces 0 ni siquiera ha comenzado— como la historia de la desaparaci6n gra- dual de las barreras interpuestas entre las mujeres y las formas de la autoridad. Primero en el campo religioso, después en el pedag6- gico, en el econdmico y artistico, y, finalmente, en el politico y cientifico, las mujeres han podido desempefiar papeles de mayor incidencia en la vida social. Pero a un proceso, que puede definirse como “igualador”, que ha Ievado a las mujeres a interiorizar y a imitar roles y competencias pensadas, en principio, para los hom- bres se ha asociado, con una fuerza cada vez mayor, un proceso “diferencial” que ha conducido a las mujeres a poner en juego con- cepciones de la autoridad distintas de las tradicionales. La visi6n tradicional de la autoridad estaba basada en el mo- delo del padre: jefe de la tribu, de la familia, de la milicia y del culto. Un padre cuestionado por sus descendientes masculinos, a su vez en lucha por la sucesi6n. Esta configuracién primitiva de la autoridad, explicada por Freud y por el psicoandlisis, pero pre- sente tanto en la vida civil como en la cultural y religiosa, se ha transformado lentamente en una configuracién més abstracta y falsa. Tanto la sociedad cristiana (la Gnica autoridad verdadera es un dios trascendente e infinitamente bueno) como la laica e ilus- trada (igualdad, libertad, fraternidad) han establecido una concep- cién “formal” de la autoridad, una concepcién “impersonal” de la misma. Para los cristianos la autoridad es divina y, por tanto, su- prapersonal, para los laicos es fruto de la ciencia, de la justicia, de las leyes y, como consecuencia, fruto de un procedimiento e im- 14

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