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Los micoplasmas también dañan el sistema inmunitario de las aves, por lo que
facilitan la acción secundaria de otras bacterias como la E. coli, o los virus
responsables de la bronquitis infecciosa y de la enfermedad de Newcastle,
agravando así el curso de la micoplasmosis. El estrés, el “overbooking” de
individuos en los aviarios, las corrientes de aire y tanto el frío como el calor extremos
son factores que favorecen el desarrollo de esta enfermedad.
Los síntomas más visibles que puede provocar la enfermedad respiratoria crónica
son toses, estornudos, secreciones nasales y aerosaculitis. Además, las aves se
encuentran abatidas, su plumaje se encuentra erizado, y respiran con el pico
abierto. La principal alteración que provoca la sinusitis infecciosa es la inflamación
de los órganos respiratorios, mientras que el síndrome de los sacos aéreos implica
la congestión de estos órganos, abatimiento, inapetencia y la consecuente pérdida
de peso.
Es habitual que la irrupción de esta enfermedad vaya precedida por una debilitación
de las defensas y del aparto inmunológico del ave como consecuencia de que el
clima reinante en el aviario sea húmedo y frío y en el ambiente coexistan corrientes
de aire. Los niveles óptimos de humedad oscilan entre el 65% y 70%, por lo que
una humedad superior a este porcentaje favorece la aparición de agentes nocivos,
hecho que beneficia las infecciones catarrales y la acción patógena de las bacterias.
Los síntomas más visibles que puede provocar esta enfermedad son tumefacción
en la zona inferior ocular, lesión que puede dañar a largo plazo la visión del animal,
edemas en la zona facial, estornudos y secreciones nasales y oculares. Éstas
últimas son las responsables de que, en ocasiones, los párpados de las aves
afectadas se peguen. Esta patología puede provocar un estado general depresivo
en el ave afectada, una considerable caída en la puesta, así como una disminución
en el consumo diario de agua y alimentos. Además, es frecuente que la coriza
infecciosa actúe como agravante de otras infecciones respiratorias.
La colibacilosis aviar es una enfermedad bacteriana que afecta a todo tipo de aves
de todas las edades, principalmente a ejemplares de 4 a 8 semanas de vida. Las
cepas patógenas de la bacteria Escherichia coli son las responsables de esta
compleja enfermedad, cuyo nombre proviene del bacteriólogo austriaco - alemán
Theodore Escherich, quien a finales del siglo XIX descubrió esta bacteria.
Los síntomas varían según el grado de gravedad y el tipo de infección y pueden ser
muy parecidos a los causados por otras enfermedades aviares, por lo que para
obtener un diagnóstico inequívoco es preciso realizar un análisis de laboratorio.
Para prevenir esta enfermedad es preciso extremar los cuidados en nuestro aviario,
mantenerlo ajeno a todo tipo de agentes patógenos, un correcto manejo de las aves,
cumplir un escrupuloso programa de limpieza e higiene y no suministrar ni alimentos
ni agua en mal estado.
La cólera aviar es una enfermedad infecciosa y muy contagiosa que afecta a todo
tipo de aves y, sobre todo, a aves debilitadas. La cólera aviar ya fue registrada en
el siglo XVII y su agente portador es la bacteria Pasteurella multociday su
transmisión se produce principalmente vía respiratoria y a través de heces, agua
contaminada, tejidos y heridas cutáneas, pero nunca se transmite a través del
huevo.
Los síntomas generales más característicos que puede provoca la cólera aviar
destacan depresión, pérdida de apetito y consecuente pérdida de peso, parálisis
producida por la inflamación de las articulaciones, inflamación de las barbas,
respiración dificultosa, diarreas y cianosis de la cabeza y barbilla.
Aviarios cuya concentración de oxígeno sea baja y zonas húmedas en las que haya
materia orgánica en descomposición son enclaves propicios para el desarrollo de
esta toxina, caracterizada por su alto nivel de toxicidad. Por su hábitat natural y por
su contacto permanente con el agua, las anátidas son aves muy susceptibles a
padecer esta infección.