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Una de las leyes universales más importantes de las que rigen nuestros destinos fue puesta de

manifiesto por Sócrates hace más de dos mil años. Él la llamo “Ley de la Causalidad”. Hoy la
llamamos “Ley de Causa y Efecto”. Ésta es una ley física y mental, y demuestra que para
cualquier efecto en nuestra vida existe una causa. O toda causa tiene un efecto.
Si hay algún efecto en tu vida que te funciona, puedes ir a la causa, identificarla y fijarla; y
mediante repetición, conseguir más de ese efecto deseado. Asimismo, si sufres algún efecto no
deseado, puedes rastrear la causa, eliminarla, cambiarla, y así conseguir mejores efectos o
resultados.
Esta ley es tan simple y tan obvia que nadie se atreve a cuestionarla. El mundo se rige por
leyes, no por casualidades. Todo pasa por alguna razón. Por eso ni el éxito ni el fracaso son
casualidades. Tienen causas específicas, y cuando se repiten esas causas se repiten los mismos
efectos. Así es como funciona el mundo.
Aún así, el mundo está lleno de gente descontenta con sus resultados que hace siempre lo
mismo, piensa siempre lo mismo, dice siempre lo mismo y toma las siempre mismas
decisiones, cada día, y se sorprende de obtener siempre los mismos resultados indeseados.
La ley de causa y efecto apela a tu autoestima. Algunas de las más grandes personalidades de la
Historia gozaron de una extraordinaria autoestima desde la infancia, que aprendieron de sus
padres. No obstante, la mayoría de ellas nacieron y crecieron como lo hemos hecho casi todos:
con sentimientos de inferioridad. Debido a críticas destructivas, o falta de cariño, u otros
errores que pudieran cometer nuestros padres durante nuestra niñez, crecemos con una baja
autoestima, y la creencia de que simplemente no somos lo suficientemente valiosos para
conseguir grandes cosas.
Con una baja autoestima, la mayoría se esfuerza extraordinariamente en conseguir el éxito, y
cuando lo hace, en lo más profundo de si misma, se siente como impostora. Se llama miedo al
éxito. Es un sentimiento íntimo de desmerecimiento muy difícil de borrar, por mucho éxito que
se alcance ahí fuera.
Lo que la gente quiere más que nada es sentirse bien consigo misma. Tú quieres ser feliz, y
positivo, y tener una sensación de bienestar. Por encima de todo eso, lo que realmente quieres
es paz interior, tranquilidad de espíritu. Y sólo puedes gozar de paz interior con la seguridad de
que eres capaz de gestionar eficazmente los requerimientos de la vida, familia, pareja,
relaciones sociales, trabajo, profesión, ocio…
La ley de causa efecto dice que si quieres disfrutar de los efectos de una gran autoestima, es
preciso abrazar las causasde una gran autoestima. Si eres capaz de averiguar qué hacen,
piensan y dicen las personas de gran autoestima, y repites las pautas, eventualmente
conseguirás los mismos resultados, experimentarás los mismos sentimientos, y te convertirás en
una persona de gran autoestima.

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