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Este libro es producto y continuidad de una serie de preocupa- Oaxaca 2006-20016

ciones comunes para pensar en torno a la violencia del capitalismo.


Una exhortación a reflexionar sobre las constelaciones del
surgimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca

O A X A C A 2 0 0 6 - 2 0 1 6 . Antagonismo, subjetividades y esperanza


(APPO) en el año 2006; para mirar, 10 años después, tanto las
rupturas como la continuidad de posibilidades de experiencia
política de la esperanza; subjetividades antagónicas y comba-
tivas al capital. Como señalan Michael Löwy y Gustavo Esteva
en el prefacio y epílogo, correspondientes a sus contribuciones
a estos esfuerzos de reflexión sobre la violencia cotidiana: las
luchas en Oaxaca son parte de experiencias del pasado, accio-
nes de esperanzas que se actualizan en el presente.
DEMOCRACIA

“En 2016, 10 años más tarde [del surgimiento de la APPO], vuelven


las ametralladoras de la reacción a derramar la sangre del pueblo
oaxaqueño. pasan los años, cambian los gobiernos, cambian los
presidentes, cambian los partidos, cambian los discursos: lo que
sigue igual es el odio de las clases dominantes, de las camarillas
parasitarias en el poder, hacia los maestros de Oaxaca. Este libro,
entonces, no es sólo una reflexión acerca del pasado, una discu-
sión amplia y plural acerca de las lecciones de la experiencia de
la comuna del 2006. Es también un acto de solidaridad concreta,
intelectual y política con los luchadores de hoy, con los maestros
que enfrentan, en las calles y las plazas de Oaxaca, la furia de
los aparatos represivos del estado”.
MICHAEL LÖWY, CNRS, EHESS, PARÍS

“En 2006, acciones y movilizaciones empezaron y se concen-


traron en la ciudad de Oaxaca. los pueblos se sumaron poco a
poco, hasta que se formaron las APPOS regionales y empezaron
a tomar iniciativas. El 27 y 28 de noviembre el foro estatal indí-
gena tuvo lugar bajo acoso militar y policiaco, y reveló tanto
OAXACA
2006-2016
lucidez como compromiso. El contraste con 2016 es claro. Se
observa en las regiones el vigor principal de iniciativas, blo-
queos y movilizaciones. De ahí viene el impulso que les da otro
rumbo: no es ya de los maestros, sino de los pueblos, aunque
se les ofrece solidaridad. Hay padres y comunidades que exi-
gen terminar el paro, pero también escuelas con mantas que
revelan otra postura: ‘maestro, no te queremos aquí; te quere-
Antagonismo, subjetividades
y esperanza
mos en la lucha’. y encuentros de autoridades que proclaman
abiertamente: esta lucha no es ya de los maestros, sino de los
pueblos. Y nadie puede anticipar hasta dónde quiere llegar”.

GUSTAVO ESTEVA, UNIVERSIDAD DE LA TIERRA, OAXACA


PRÓLOGO Michael Löwy / EPÍLOGO Gustavo Esteva

Universidad
Autónoma EDUARDO BAUTISTA MARTÍNEZ • MANUEL GARZA ZEPEDA
Benito Juárez
de Oaxaca FERNANDO MATAMOROS PONCE • ALFONSO GALILEO GARCÍA VELA
TERCERA DÉCADA

COORDINADORES
Esta investigación, arbitrada por pares académicos,
se privilegia con el aval de la institución coeditora.

303.6097274
OA11

Oaxaca 2006 – 2016 : Antagonismo, subjetividades y esperanza / coordinado por


Eduardo Bautista Martínez, Manuel Garza Zepeda, Fernando Matamoros y Alfonso García Vela;
prólogo Michael Löwy ; epílogo Gustavo Evela -- 1ª ed. -- México : Universidad Autónoma
Benito Juárez de Oaxaca : Miguel Ángel Porrúa, 2016
253 p. : 17 × 23 cm. -- (Las ciencias sociales. Tercera década)

ISBN 978-607-524-097-8

1. Movimientos sociales -- México -- Oaxaca -- Siglo XXI. 2. Conflictos sociales -- México -- Oaxaca.
3. Oaxaca -- Política y gobierno

La publicación de este libro se financió con recursos del Programa


de Fortalecimiento de la Calidad en Instituciones Educativas
(PROFOCIE), 2015

Primera edición, diciembre del año 2016

© 2016
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA BENITO JUÁREZ DE OAXACA

© 2016
Por características tipográficas y de diseño editorial
MIGUEL ÁNGEL PORRÚA, librero-editor

Derechos reservados conforme a la ley


ISBN 978-607-524-097-8

Diseño de portada: Judith Romero


Fotografía: Luis Alberto Cruz Hernández

Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta


del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la
autorización expresa y por escrito de GEMAPorrúa, en términos de
lo así previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso,
por los tratados internacionales aplicables.

IMPRESO EN MÉXICO PRINTED IN MEXICO

LIBRO IMPRESO SOBRE PAPEL DE FABRICACIÓN ECOLÓGICA CON BULK A 80 GRAMOS

w w w. m a p o r r u a . c o m . m x
Chihuahua 34, Progreso-San Ángel, Álvaro Obregón 01080, CDMX
Índice

PRÓLOGO.
LA COMUNA DE OAXACA.
AYER Y HOY
Michael Löwy ............................................................................................................... 5

INTRODUCCIÓN
Eduardo Bautista Martínez
Manuel Garza Zepeda
Fernando Matamoros Ponce .......................................................................................... 7

DOMINACIÓN SOCIAL, REBELIÓN Y ESPERANZA:


UNA CRÍTICA A LAS FORMAS DEL CAPITAL
Alfonso Galileo García Vela ......................................................................................... 23

OTROS MUNDOS POSIBLES.


EN TORNO A LA CRÍTICA DE LA CIUDADANÍA
Y LOS MOVIMIENTOS DE INSUBORDINACIÓN SOCIAL
Sergio Tischler ........................................................................................................... 35

¿CÓMO PENSAR LAS CONSECUENCIAS DE LAS LUCHAS SOCIALES?


PARA UNA CRÍTICA DE LA CATEGORÍA MOVIMIENTOS SOCIALES,
UNA DÉCADA DESPUÉS DE LA INSURRECCIÓN OAXAQUEÑA
Manuel Garza Zepeda ................................................................................................ 49

ESTADO DE EXCEPCIÓN: DERECHO Y ESPERANZA


EN LA EXPERIENCIA DE LA APPO
Fernando Matamoros Ponce ........................................................................................ 73

A PROPÓSITO DE LA APPO: NARRATIVAS Y SUJETOS.


LA REVOLUCIÓN EN EL CAPITALISMO “TRIUNFANTE”
Francisco Javier Gómez Carpinteiro ............................................................................ 99
Estado de excepción: derecho y esperanza
en la experiencia de la APPO*
Fernando Matamoros Ponce

MOTIVACIONES…

Este trabajo se inscribe en el contexto de profundas reestructuraciones del


dominio del capital y se enfoca sobre la violencia y ciega barbarie en México.
Reflexionamos sobre la experiencia de la Asamblea Popular de los Pueblos de
Oaxaca (APPO) de 2006, la cual impulsó una serie de preguntas e investigacio-
nes en el posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humani-
dades (ICSyH) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP); preo-
cupaciones para comprender la época de cambios, época del capitalismo
global caracterizada por transformaciones mediadas por una administración
autoritaria. Para escribir sobre la importancia del pasado, las motivaciones se
incrementaron con solicitudes de debate y enriquecimiento teórico en diver-
sos espacios institucionales como el Instituto de Investigaciones Sociológicas
(IIS) de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, y pasajes alter-
nativos de “producción de la palabra” en este mismo estado. En el marco de
cooperación privilegiado con el Centre de Recherches Interdisciplinaires
Démocratie, Institutions et Subjectivité (CriDIS) de la Université Catholique
de Louvain, Belgique y el posgrado de Sociología de la BUAP, la publicación de
este texto compartió temas y preocupaciones internacionales sobre la subje-
tividad, experiencia, violencia, democracia, autonomía y movimientos socia-
les en el mundo moderno.

* Una versión más corta de esta reflexión sobre la violencia y la esperanza de los movimien-
tos sociales fue publicada en un libro colectivo coordinado por Lucia Linsalata, con un prefacio
mío y de Raquel Gutiérrez, Lo comunitario-popular en México: desafíos, tensiones y posibilidades,
Puebla, ICSyH-BUAP, 2016. Otra versión remodelada fue publicada en el Centre Recherches Inter-
disciplinaires Démocratie, Institutions et _Subjectivité (CriDIS) de la Université Catholique de
Louvain, Bélgica.

73
Así, se conjugan reflexiones sobre 10 años después de la APPO, alrededor del
concepto “experiencia”, “estado de excepción” con el derecho; por cierto, dis-
cusiones propuestas por Walter Benjamin en sus tesis sobre el concepto
de historia y retrabajadas por Giorgio Agamben (2003). Como el “Ángel de la
historia” de Benjamin, entonces miramos el pasado para redescubrir en los
interiores del objeto de la violencia la fuerza de la autoorganización de la es-
peranza. Como sugirieron los zapatistas en mayo de 2015, en el Encuentro
Internacional sobre Pensamiento Crítico, queremos ser parte de las posibili-
dades de la “fuerza razón” desde la teoría crítica para enfrentar la violencia y
alertar sobre tendencias catastróficas de la “hidra capitalista”. Así, un denomi-
nador común en la palabra y escritura quiere destacar habilidades del pasado
para producir y actualizar, diría Jacques Rancière (2012), capacidades estéti-
cas y éticas de imaginarios de disenso y ruptura institucional para reapropiar-
se de capacidades artísticas y políticas espaciales en conflictos del “derecho e
institución de lo común” (Dardot y Laval, 2014): terrenos de lucha para la
gestión democrática de asuntos públicos.

INTRODUCCIÓN

En 2006 se manifestó en Oaxaca un conjunto de piezas sociohistóricas del


ajedrez político de una población caracterizada, dialécticamente, tanto por las
desigualdades de la pobreza creciente1 como por la esperanza. Mediadas ins-
titucionalmente por determinaciones conceptuales del mercado de la cultura
y la violencia, estas singularidades convergieron subjetivamente con una
sensación común: la conceptualización mitológica de los conceptos de justi-
cia, libertad y democracia están alienados, subsumidos por la administración
del derecho del sistema dominante, fetichizados por los discursos del “fin de
la historia”, la globalización y la mundialización de la economía capitalista.
En esa fecha, el choc producido por el encuentro de esas experiencias estruc-

1
Julie Godin (2015: 9, 10) señala que los informes Oxfam y OCDE (2015) y Crédit Suisse (2014)
muestran que las desigualdades entre ricos y pobres han crecido en los últimos 30 años. Según el
Crédit Suisse “En 2014, 1 por ciento de los más ricos del mundo concentraban 48 por ciento de las
riquezas mundiales; dejando 52 al 99 por ciento de la población restante (Oxfam, 2015)”. Según el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2015), en 2014 en México,
66.8 por ciento de los habitantes de la entidad de Oaxaca vivía en condiciones de pobreza. La po-
blación en situación de pobreza extrema en el país ha ido en crecimiento en los últimos años: en 2010,
39.8 millones de personas; en 2012, 41.8 millones; y, en 2014, 43.9 millones de seres viven en la
desesperación de la miseria constante.

74 • Fernando Matamoros Ponce


turó una mónada local que desafió los poderes del Estado y sus formas de la
democracia. Así, podríamos decir que la configuración del frente reivindica-
tivo de la APPO, puso de relieve una crítica al “ornamento de masas” determi-
nado por el exterior que se manifestaba, paradójicamente, con un odio a la
democracia, pero con el sentimiento de la necesidad de otras relaciones
sociales y políticas. Al igual que Rolando Cordera Campos (2016) afirma que
“la pobreza no es noticia, los números, sí”; hoy nadie puede negar que el
conjunto de singularidades temporales, entre montañas y urbanización, ha
producido una subjetividad basada en particularidades y temporalidades ima-
ginarias alternativas a la crisis estructural e institucional de la dominación
capitalista.
En este sentido, Geoffrey Pleyers (2010) ha mencionado que los nuevos
movimientos sociales, llamados altermundialistas, han producido la “vía de la
subjetividad” desde la vida cotidiana y la autonomía de la “experiencia vivida”.
Como creatividad política, generada en las situaciones singulares, enfrentan
la violencia de la globalización que, según Pleyers, “destruye las identidades, las
particularidades, las memorias, los conocimientos prácticos y los saberes”.
Entonces, desde la “vía de la razón” (Pleyers, 2015), o fuerza racional, en los
acontecimientos podemos constatar que esos movimientos rechazan las for-
mas tradicionales de la política. Pero no es por falta de perspectivas de lo
político o porque sean “lagunas de movimientos inmaduros”, como se ha
criticado a estos movimientos que se niegan a entrar en los canales conocidos
de la política y sus partidos políticos. Por el contrario, las resonancias nacio-
nales y mundiales, que han producido con sus discursos y formas organiza-
cionales desde la subjetividad de la vida cotidiana, demuestran mutaciones
importantes alternativas a las crisis de la política.
En efecto, si miramos sus formas de organización autónoma, desde una
perspectiva epistemológica de la dialéctica, miramos que las nuevas formas
de participación política en el mundo contemporáneo son expresiones de una
crítica a las condiciones establecidas por la racionalidad instrumental del ca-
pitalismo. Centradas en formas organizacionales simbólicas de la historia,
manifestadas mediante la producción de alegorías mitológicas, tradiciones y
usos y costumbres, los componentes sociales imaginarios han producido o
actualizado una subjetividad que defiende, desde la autonomía de la vida coti-
diana y experiencia vivida, una creatividad que enfrenta críticamente la vio-
lencia de la globalización que “destruye las identidades, las particularidades,
las memorias, los conocimientos prácticos y los saberes”. Como veremos en

Estado de excepción • 75
este texto, esto no es un azar multiculturalista posmoderno, sin lucha de cla-
ses, ni política concreta. En realidad, si miramos las “herencias” imaginarias
del pasado y su actualización en las formas de resistencias (Scott, 2000), estos
movimientos configuran entrecruzamientos de una vieja tradición barroca de
creatividad artística y estética representadas en rituales, fiestas, bailes, cantos
y risas con santos patrones que se alejan de las redes del poder y las lógi-
cas capitalistas (Echeverría, 2013), produciendo símbolos y alegorías cultura-
les dialécticas de resistencia.
Así, este trabajo tiene por objetivo mirar en los pasajes oaxaqueños líneas
de fuga, con el fin de desenterrar, metodológicamente, ambivalencias icónicas de
la dialéctica: utopías escondidas en imágenes oníricas, reposando en las re-
presentaciones. Entonces, no nos interesan los precios de los objetos fetichi-
zados y alienados, significados por los especialistas del consumo, aun cuando
son importantes en las cuentas del mes. Lo que sí nos interesa es subrayar
que, en la domesticación de una ciudad, con espectadores y consumidores
del mercado turístico-cultural, existen empatías del sujeto del pasado en el
presente con las experiencias milenarias de imaginarios alternativos a las
instituciones del poder: el “alma” en los objetos que se identifica con las elu-
cubraciones significantes y significadas del habla interior, negatividades de la
cultura en la modernidad neoliberal.

“ESTADO DE EXCEPCIÓN”
EN LA GENEALOGÍA DEL CONFLICTO

Ese año 2006, la ocupación político-temporal de territorialidades oaxaqueñas,


mediante barricadas barriales y sectoriales de sindicatos, estudiantes, profe-
sores, indígenas, tanto mujeres y hombres como niñas y niños, recurrió a
experiencias de luchas acumuladas en Oaxaca; y puso en aprietos el derecho
del sistema ideológico del mercado multicultural. En el ajedrez político nacio-
nal, las particularidades de estos movimientos se conjuntaron con las resis-
tencias de La Otra Campaña zapatista en la coyuntura de las elecciones pre-
sidenciales (Matamoros, 2006: 39-50).
Nadie puede negar que la situación creada localmente, puso de manifiesto
que el “estado de excepción” de la globalización es la violencia. Pero, también, que
las motivaciones no estaban determinadas solamente por la represión desa-
tada por las fuerzas de la policía y militares, sino justamente por las alter-
nativas producidas por imaginarios de la experiencia y su subjetividad que se
oponen a las consecuencias económicas de las políticas de la globalización.

76 • Fernando Matamoros Ponce


Así, podemos resaltar que por el carácter dialéctico de la violencia como lucha
de clases, Walter Benjamin (2007) destacó, en su VIII tesis sobre el concepto de
historia, que las dinámicas del “estado de excepción”2 serían justamente la
regla en las tradiciones de luchas por la emancipación. Entonces, lo importante
no es detenerse, frenarse o embarcarse en la violencia. Tampoco, denunciar
el carácter asesino de la represión. Si la vivimos y sentimos en carne propia
y espíritu, lo que interesa sería la fuerza de la razón; justamente, lo que es-
tructura la violencia es su carácter inventivo y en sus posibilidades de libera-
ción. Entonces, no se niegan los contenidos de la violencia, sino que se afir-
man como centro las posibilidades de la razón creadas por la historia en las
luchas por la emancipación.

La tradición de los oprimidos nos enseña que el “estado de excepción” en que


ahora vivimos es en verdad la regla. El concepto de historia al que lleguemos
debe resultar coherente con ello. Promover el verdadero estado de excepción se
nos presentará entonces como tarea nuestra, lo que mejorará nuestra posición en
la lucha contra el fascismo. La oportunidad que éste tiene está, en parte no insig-
nificante, en que sus adversarios lo enfrentan en nombre del progreso como
norma histórica (Benjamin, 2007: 28).

Podríamos decir que la producción de esperanza y utopía ha creado es-


pacios de resistencia en la guerra del mercado, como los zapatistas, que ma-
duraron el “estado de excepción” con concepciones y propuestas nacionales
e internacionales, preparando “el tiempo del arco y la flecha” (Subcomandante
Marcos, 2003), para cambiar el mundo (Rodríguez Lascano, 2005: 21-31).
En esos procesos de la lucha oaxaqueña, ante el “suicidio” de la soledad en
lo local, resonó el eco de la “Sexta declaración de la Selva Lacandona” (Rodrí-
guez Lascano, 2005). Dentro de la llamada “Cuarta guerra Mundial” (Subco-
mandante Marcos, 2001), singularidades de mitos y tradiciones, producidas
tanto por el lenguaje como en las representaciones del “estado de excepción”,
se insertaron en experiencias de resistencia enmarcadas internacionalmente
por la globalización.
No es algo mecánico, pero sí lo común de lo humano. De junio a noviem-
bre, en Oaxaca, las tensiones, a pesar de ser contradictorias, desarrollaron en
un escenario de historias a contrapelo una experiencia que enfrentaría los
poderes de la administración política nacional. Las singularidades que se ex-

2
Giorgio Agamben (2003) desarrolló estas problemáticas políticas del “estado de excepción” en el
derecho público y lo jurídico.

Estado de excepción • 77
presaron durante esos meses, en la particularidad espacial producida en las
barricadas, fueron la exigencia de inhabilitación del gobernador Ulises Ruiz.
Sin embargo, el conflicto temporal de agravios recurrentes en la historia oaxa-
queña mostró que el conglomerado de subjetividades negativas, contradicto-
rias en las acciones de las masas, tenía raíces profundas en el “estado de
excepción”. Es decir, si el ornamento de masas que se manifestó se centraba
en la consigna que “se vaya Ulises”, también demostró lo profundo de la crisis
del sistema neoliberal. De la exigencia de inhabilitación de un gobernador, el
entrecruzamiento de subjetividades, contradictorias, fue extendiéndose na-
cional e internacionalmente con reivindicaciones contra la injusticia del siste-
ma y sus modalidades de corrupción. Estas expresiones demostraron que las
responsabilidades del gobernador estaban también inmiscuidas con la forma
moderna de administración del sistema político-culturalista del mercado
mexicano.
Si situamos históricamente el escenario de la ciudad, podemos constatar
que la represión de la madrugada del 14 de junio de 2006 contra los profesores
de la Sección XXII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE), parte integrante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE), no fue únicamente dirigida contra “malos profesores” que
impedían el movimiento de turistas en el centro cultural de la capital oaxa-
queña, “joya” del patrimonio de la humanidad. A pesar de la propagación de
los medios de comunicación privados contra los que llamaban “los maistros”,
bárbaros del pasado, manipulados por agentes exteriores, pudimos observar
el despliegue de un montaje de discursos e imágenes alusivo a la moderniza-
ción y la crisis del mercado de la educación, sostenido por una estrategia
policiaca y militar con armas de fuego y gases lacrimógenos, supervisada y
protegida por helicópteros.
Esta situación conflictual del derecho de huelga, acompañada por accio-
nes de ocupación de espacios públicos, puso de relieve que la violencia dis-
cursiva de las instituciones interviene mediante una suspensión del “Estado
de derecho”, establecido a su vez, paradójicamente, por las negatividades que
cuestionan esas reglas del derecho. Si los maestros reivindicaban su derecho
de huelga, suspendido por los discursos de violencia, el Estado calificaba esa
situación del derecho como una violación a las reglas en rigor. Sentenciando
las prácticas de lucha de los maestros, el Estado demostró que las luchas de
los oprimidos expresaban el “estado de excepción” como la regla del derecho
y la violencia. Esta situación de conflicto, entre el derecho positivo y el dere-
cho natural de los oprimidos a expresar sus condicionamientos sociales,

78 • Fernando Matamoros Ponce


reveló que la contradicción objetiva de los condicionamientos materiales de
la sociedad capitalista y las resistencias de los oprimidos, es el verdadero
“estado de excepción”. Ante esta lucha, el Estado puso de manifiesto la violen-
cia de fines del derecho: mantener la estabilidad de una sociedad, dejando de
lado los fines naturales del derecho a una vida sin violencia. No solamente las
reivindicaciones del derecho natural a la vida fueron tratadas con indiferen-
cia, sino que, estos condicionamientos del “estado de excepción”, la huelga y
la ocupación de espacialidades, se transformarían en abono para la represión
al derecho consciente a la existencia de condiciones dignas de vida.
Podríamos decir que las políticas salariales objetivas del derecho adminis-
trador de reglas sociales, se deslizaban hacia una evaluación educativa y
cuantitativa del trabajo magisterial, lo cual correspondería al aumento sala-
rial. Quien se opusiera a las reformas y reglas establecidas por el derecho,
sería descalificado como flojo por no querer ser valorado por auditorías
independientes, supuestamente autónomas de la corrupción institucional,
incluyendo al sindicato coludido con el sistema político. Con el proyecto de
evaluación nacional al magisterio, puesto en práctica 10 años después de la re-
presión contra los maestros y la APPO, podemos, hoy, inferir que no solamen-
te las demandas laborales preocupaban a las instituciones políticas, y empresas
privadas de la educación, sino que las hostilidades se dirigían, a mediano y
largo plazo, contra un sector sindical que se oponía a las lógicas de privatiza-
ción de la educación. Incluso, la violencia, el autoritarismo y la política del
miedo sigue su curso en el derecho establecido. El 13 de mayo de este año
2016, el titular de la Secretaría de Educación Pública anunció que la ausencia
huelguística sería castigada: no será pagado el día de huelga y a la tercera
falta los maestros rebeldes que insistan en la lucha serán despedidos.
Por estas razones, la reflexión de categorías sobre el pasado del presente
es importante para comprender los contenidos de la represión y las posibili-
dades de producción de actividades del derecho natural. Como consecuencia
de la oposición inmediata y mediata a las políticas laborales y perspectivas de
privatización educativa en 2006, la represión se desató contra la Sección XXII
del magisterio. Sin embargo, ante la violencia organizada del Estado, múltiples
organizaciones3 sociales, sindicales y políticas, con diversas cualidades secto-
riales y comunitarias, manifestaron su repudio a los mecanismos del derecho
3
Manuel Garza Zepeda (2014) subraya que varios libros señalan 300 organizaciones partici-
pantes en la APPO. Sin embargo, menciona que en la relatoría del 20 de junio de 2006 aparecen 365
representantes de 85 organizaciones. Garza Zepeda encontró la relación donde se menciona “una lista
de 67 organizaciones; y es la correspondiente a la asamblea del 16 de junio, en la que se convocó a la
instalación formal de la APPO”.

Estado de excepción • 79
y violencia capitalista. Esto tampoco se debió a una casualidad en las condi-
ciones oaxaqueñas. No fue un respaldo espontáneo. Correspondió a relacio-
nes sociales del derecho en las subjetividades de actores de una sociedad. El
magisterio tiene lazos profundos con las comunidades donde se desenvuelve,
con las familias, niños y jóvenes. Ya que en Oaxaca se confrontan las condi-
ciones de sobrevivencia en el atraso y la miseria, también el sindicato exigía
al Estado solucionar problemáticas sociales y geográficas en zonas con difi-
cultades de desarrollo. No solamente se exigían mejores salarios para los
profesores en “zonas marginadas”, sino también apoyos para los estudiantes.

EL DERECHO MÍTICO DE LA VIOLENCIA


Y LA VIOLENCIA PURA DEL DERECHO FUNDADOR

En el entrecruzamiento de problemáticas de la sociedad y la actualización del


“estado de excepción”, surgido en la situación del 17 de junio, la APPO fue ge-
nerando una serie de valores éticos, como medios, muy cercanos a la funda-
ción del derecho. En este proceso, generado por reivindicaciones sociales
contra la represión, se acumuló una serie de subjetividades ligadas a la crítica
de políticas neoliberales de privatización, valiéndose de valores fundado-
res del derecho, ligado a la paz y justicia.
Las perspectivas de la APPO en su desarrollo ulterior iluminaron críticas
sobre el destino del fundamento de una violencia jurídica, que les pertenecía
por derecho natural. Así, para llevar a buen fin las motivaciones profundas
de la sociedad oaxaqueña, lo que se ha conceptualizado como “movimiento
de movimientos”, transformó a Oaxaca en una comuna autogobernada por
una democracia “desde abajo”, fortalecida por las autonomías del derecho
que enfrentaban el destino de la violencia cotidiana. Si la justicia es el princi-
pio de toda finalidad social “divina y sagrada”, el poder es el principio de la
fundación estructural mítica del derecho. Las fronteras entre el derecho del
Estado-capital y los ciudadanos chocaban con las posibilidades de fundación
de otras condiciones nuevas del derecho. Los tres poderes institucionales-
míticos (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) fueron responsabilizados por la
violencia. El gobernador Ulises Ruiz se escondía, pero denunciaba, discreta-
mente, en los medios de comunicación, un complot de fuerzas exteriores
contra el derecho establecido. Miembros del Congreso se reunían clandesti-
namente en hoteles y espacios privados. Las puertas del Poder Judicial esta-
ban clausuradas, pero se reflexionaba sobre cómo detener la fuerza del dere-
cho de los insurrectos, quienes innovaban diferentes formas de representación

80 • Fernando Matamoros Ponce


organizativa participativa. Por unos meses, la ciudad fue ocupada y se “derri-
tió el peso del plomo” de policías, militares y paramilitares. El “estado de ex-
cepción” instaurado por esta situación de leyes no escritas de los rebeldes
manifestó prácticamente una crítica a las fronteras fijas y definidas del dere-
cho. Las diversas singularidades en acción produjeron una espacialidad alter-
nativa utópica. Develaron caminos entreabiertos del derecho de transgredir,
al mismo tiempo que la expiación (satisfacción) como posibilidades de la
aplicación escrita de otro derecho.
La potencia de la APPO en su entrecruzamiento de singularidades y diver-
sas fuerzas insurrectas, vinculadas a la subjetividad de condiciones misera-
bles de la vida cotidiana, fue produciendo espacialidades comunicativas de
disenso, alegría y sueños del derecho. El combate desarrollado por las comu-
nidades se extendió como rebelión contra el espíritu de las prescripciones
míticas del derecho establecido. Avanzó en caminos obstaculizados por inter-
venciones policiacas y paramilitares, coacción, represión, una violencia orga-
nizada por los medios privados de comunicación, y por controles y amenazas
en las carreteras.
En medio de estas tensiones espirituales del derecho, indígenas, estu-
diantes, maestros, profesores, sindicalistas, artistas, mujeres y hombres de
todas las edades, habitantes de barrios pobres organizados en la APPO, ocuparon
la ciudad en un ambiente de esperanza y utopía. Bajo formas democráticas,
desde abajo, los distinguió el ingenio de risas y solidaridades, de cantos crea-
tivos e innovación acumulada en tantas experiencias diversas de sueños y
utopías, que trascendieron nacional e internacionalmente. Aún con las dife-
rencias históricas, por la densidad de sueños, Michael Löwy (2008) comparó
este movimiento con las Comunas de París (1871) y de Barcelona (1936-1937),
ya que con su práctica utópica establecían la clausura de los tres poderes en
el estado de Oaxaca, pero también una actualización histórica de resistencias
y luchas de emancipación.

Todos aquellos que luchan por otro mundo, liberado de la dictadura del Capital y
los hombres de Estado, les deben mucho. Ustedes resucitaron los espectros de
ojos de coral que acechan el sueño de los poseedores […] Ustedes son la punta
del diamante del sueño, la punta de la obsidiana de la utopía, la punta de esme-
ralda de la revuelta (Löwy, 2008: solapa).

Estado de excepción • 81
¿Cuáles serían los significados de la punta de obsidiana de la utopía o de la
punta de esmeralda de la revuelta? ¿Las tensiones creadas por la experiencia
en Oaxaca fueron la manifestación contundente de las contradicciones exte-
riores e interiores de la violencia desplegada por los deseos de justicia y liber-
tad en la sociedad? Creemos que la violencia fundadora del derecho mítico
demostró que los condicionamientos de las utopías en el “estado de excep-
ción” siguen manifestándose. La represión contra el derecho no escrito de
dignidad y vida, configurada en las masas que se conglomeraron en las barri-
cadas de la ciudad, puso de relieve que la fuerza era la interrelación del suje-
to crítico contra el derecho de la sociedad capitalista integrada en las subjeti-
vidades del derecho y sus gobernantes.
Si la violencia mítica que nos imponen nos obliga a vivir en la violencia de
su derecho, el derecho a la vida digna es legítimamente destructor de ese
derecho mítico. Si la primera nos impone fronteras, obligaciones del derecho
establecido, la segunda, sin límites, es destructora de esos límites. Las cons-
telaciones históricas demuestran que si la violencia mítica del derecho impo-
ne la culpa y el castigo, la violencia divina del derecho natural moviliza la
dignidad para limpiar la culpa de la revuelta legítima. Así, para no ser inmo-
vilizado por el derecho mítico, los sueños e imaginarios vuelven a movilizarse
para impedir, otra vez, el castigo sangriento.
Para sobrevivir a la exigencia del sacrificio impuesto por la violencia míti-
ca del “estado de excepción”, el derecho no escrito a la violencia se positiva con
sentimientos, inspiraciones y motivaciones a la revuelta pura, que acepta el
sacrificio: “no matarás”. Desplaza las negatividades contra el derecho que
castiga y mata, para no ser sacrificados mediante la represión del derecho
mítico neoliberal moderno. Entonces, la mirada más allá de la violencia inme-
diata del derecho mítico es para reivindicar, otra vez, la más alta manifes-
tación de la violencia pura del derecho de los hombres a la vida digna. La cual,
a pesar de todo, sigue siendo libre espiritualmente, se mueve para no ser
ligada al mito bastardo del derecho cínico de la violencia.
Entonces, si vemos más allá de la represión, es para no quedarnos pos-
trados ante el cinismo de administradores alienados por el derecho mítico. Si
miramos más allá de la violencia inmediata del derecho mítico, es para reivin-
dicar, otra vez, la más alta manifestación de la violencia pura del derecho de
los hombres a la vida digna, la cual, a pesar de todo, sigue siendo libre espi-
ritualmente. Se mueve para no ser ligada al mito bastardo del derecho cínico
de la violencia del poder autoritario y fascista de la represión policiaca y
militar, que protege los intereses mundanos de los capitalistas. Desde luego,

82 • Fernando Matamoros Ponce


esta reflexión no nos impide rechazar toda violencia mítica discrecional del
derecho. Pero, al mismo tiempo que establecemos una crítica al derecho con-
servador del statu quo, a la administración de la violencia cotidiana de la
explotación y miseria de grandes poblaciones, la población oaxaqueña reivin-
dicó la soberanía de la crítica para volver a soñar con los orígenes del derecho
contra la violencia: la emancipación soñada durante milenios.

LO QUE VALE LA PENA: DERRUMBAR LOS MUROS DE LA CONDENA

¿Para qué seguimos reflexionando sobre la historia de los vencidos? ¿Para


torturarnos sobre las experiencias de dolor, reiterando las contradicciones de
actores de la historia, incapaces de liberarse de la subjetividad de los poderes
del fetichismo de las mercancías y el poder establecido? Como un detective
en medio de normas y leyes, ¿valdría la pena seguir inspeccionando dónde
está el asesino? ¿Servirá de algo volver al lugar del crimen para mirar cómo
los asesinos se reproducen técnicamente? ¿Serán confusiones esquizofré-
nicas las preocupaciones de tristeza por la continuidad de un mundo en guerra,
catástrofe y violencia? ¿Qué motivaciones o constelaciones de la crítica del
pasado se actualizan con el detective en las configuraciones del objeto de la
ciudad y la conciencia del sujeto? ¿Qué se multiplica con las transformaciones
y qué se rompe con las palabras y acciones en la ciudad?
Creemos que pensar los procesos históricos acumulados en la experien-
cia cotidiana de las negatividades al derecho del capital, permite reflexionar
sobre los contenidos de verdad, tanto en los procesos del crimen como en los
ejemplares tatuados por las identificaciones del mercado del trabajo en la vida
dañada. Es decir, no pensamos para describir los procesos como formas de
lucha cotidiana contra la violencia, sino para encontrar posibilidades de ima-
ginarios que se movilizan contra la fuerza de lo empírico que nos inmoviliza.
Pensamos importante hacernos estas preguntas epistemológicas críticas
para considerar, ¿por qué valdría la pena ensuciarnos al excavar en los inte-
riores de los documentos de la historia de la violencia? ¿Por qué nuestro ca-
minar por las calles de una ciudad nos lleva a acariciar sus muros con nues-
tra mirada? ¿Qué nos recuerdan del sujeto vencido los años anteriores? Esas
preguntas sobre el memorial de agravios nos permiten actualizar bellezas de la
experiencia. Los recuerdos y fantasmas de la historia son como iluminacio-
nes dialécticas. Se reflejan en los cristales de la violencia estructural y política
de los aparadores del “patrimonio de la humanidad” mercantilizado. El cami-
nar en la soledad nos puede servir para percibir esas iluminaciones mesiánicas
de sentimientos de melancolía sobre lo trágico, imágenes radicales flaneando

Estado de excepción • 83
al lado de la tristeza de las falsas evidencias cronológicas de la historia de los
vencedores. Así, como lo señala Daniel Bensaïd (2010), las bifurcaciones tem-
porales del pasado actualizan compromisos con tragedias de la radicalidad
alegremente melancólica; ponen de relieve la necesidad de reinventar el pasado
para actualizar las motivaciones e inventar acciones contra la violencia del
derecho mítico. Y esto no es nuevo, es parte de las miradas románticas a con-
tra corriente de la modernidad (Löwy y Sayre, 1992).
Por esto, transitar en las articulaciones culturales fragmentadas en la ex-
periencia del lenguaje de la cosa misma, significa introducirse en las inte-
rioridades del pensamiento para desenterrar, mediante la acción, esas posibi-
lidades de la experiencia acumulada en los progresos actuales de la violencia
del mercado: comidas y bebidas tradicionales; danzas, dioses, santos y san-
tas, mestizos mesoamericanos y cristianos liberadores; medicinas y brujerías
en la actualización naturista de las plantas; “flores del pavimento” (putas) en
sus modalidades de imágenes falseadas por las agencias del mercado; indíge-
nas multiculturalistas y otras manifestaciones de las múltiples personalida-
des en los cuerpos y subjetividades del andar histórico de las culturas.
Con estas hipótesis, aun cuando mis afirmaciones puedan parecer tauto-
lógicas, resulta imprescindible penetrar los laberintos de la historia de tantas
emociones y de tantas luchas entrecruzadas con sus muertos y muertas desa-
parecidos en los discursos civilizatorios. Esta mirada dialéctica de las imá-
genes permite abrir ese panorama romántico de una historia a contrapelo.
Reconoce en los espacios formales de víctimas y asesinos las racionalidades
estructurales de la injusticia. Nos permite conjuntar en los umbrales motiva-
ciones e inspiraciones que se manifiestan en las cercanías de impaciencias de
esperanzas dañadas, experimentadas en cuerpos y subjetividades.
En otras palabras, conjurar la historia y su violencia permite invocar ma-
terialidades interiores que dieron vida a las esperanzas, relaciones culturales
de resistencia en los mitos de la comunidad. Como en el pasado, esos titanes
y/o héroes desafiaron a los dioses. ¿Eran o son locos, neuróticos, esquizofré-
nicos y/o psicóticos? Sueñan otro mundo, otras riveras donde abrevar, otras
ilusiones en medio de la tormenta de la crisis capitalista. ¿Eran o son como
niños? Lloran en sus cunas y hamacas, mirando a la luna que acumula lágri-
mas de milenios. Los adultos creen que gritan por necesidad, hambre o en-
fermedad, y les dan de comer para confirmar sus propias necesidades. Afir-
man: “tenía hambre o le dolía algo”. Pero, junto a las necesidades, existe la
dialéctica de los instintos del placer, una manifestación contra el instinto de
muerte. Esos gritos proféticos imploran los sentidos divinos de la historia, y

84 • Fernando Matamoros Ponce


al penetrar los dolores del lenguaje vemos que más de uno escribió y gritó
sobre el dolor cotidiano.
Sin embargo, lo que resulta aleccionador es observar que la creación de
caminos y brechas permitió renovar experiencias críticas al fetichismo y alie-
nación del mercado, historias sepultadas en/por la continuidad del poder, in-
cluyendo significaciones artísticas que inventan nuevas formas de hacer
(Certeau, 1990), para recrear la cultura de la vida contra la muerte. Aunque
las articulaciones de la experiencia del lenguaje se han debilitado en la aliena-
ción del mercado, no obstante, éstas siguen siendo modalidades sociocultu-
rales, tesoros de alimentos y bebidas en relaciones de felicidad con el otro.
Como la risa del teatro en los escenarios, en tanto expresión crítica de deseos
e imaginarios contra la formalidad categórica de nombres y nacionalidades en
el papel formal del registro civil y formas de lo político establecido, podemos
decir que la experiencia acumulada en las subjetividades se actualiza en las
diversas modalidades de las dificultades del presente.

En nuestros libros de cuentos está la fábula del anciano que en su lecho de muerte
hace saber a sus hijos que en su viña hay un tesoro escondido. Sólo tienen que
cavar. Cavaron, pero ni rastro del tesoro. Sin embargo, cuando llega el otoño, la
viña aporta como ninguna otra en la región. Entonces se dan cuenta de que el
padre les legó una experiencia: la bendición no está en el oro, sino en la laborio-
sidad […] La cosa está clara: la cotización de la experiencia ha bajado y precisa-
mente en una generación que de 1914 a 1918 ha tenido una de las experiencias
más atroces de la historia universal […] Entonces se pudo constatar que las gentes
volvían mudas del campo de batalla. No enriquecidas, sino más pobres en cuanto
a experiencia comunicable […] No, raro no era. Porque jamás ha habido experien-
cias tan desmentidas como las estratégicas por la guerra de trincheras, las econó-
micas por la inflación, las corporales por el hambre, las morales por el tirano […]
Una pobreza del todo nueva ha caído sobre el hombre al tiempo que ese enorme
desarrollo de la técnica […] Sí, confesémoslo: la pobreza de nuestra experiencia
no es sólo pobre en experiencias privadas, sino en las de la humanidad en general.
Se trata de una especie de nueva barbarie. ¿Barbarie? Así es de hecho. Lo decimos
para introducir un concepto nuevo, positivo de barbarie. ¿Adónde le lleva al bár-
baro la pobreza de experiencia? Le lleva a comenzar desde el principio; a empezar de
nuevo; a pasárselas con poco; a construir desde poquísimo y sin mirar ni a dies-
tra ni a siniestra. Entre los grandes creadores siempre ha habido implacables que
lo primero que han hecho es tabula rasa […] Nos hemos hecho pobres. Hemos ido
entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad, con frecuencia

Estado de excepción • 85
teniendo que dejarla en la casa de empeño por cien veces menos de su valor para
que nos adelanten la pequeña moneda de lo “actual”. La crisis económica está a
las puertas y tras ella, como una sombra, la guerra inminente […] En sus edifica-
ciones, en sus imágenes y en sus historias, la humanidad se prepara a sobrevivir,
si es preciso, a la cultura. Y lo que resulta primordial, lo hace riéndose (Benjamin,
2002b, III: 65-67 y 70).

Para nosotros, esta mirada teórica epistemológica participa del intento de


una actualización extraordinaria de esfuerzos de luchas en la vida cotidiana
del presente. No solamente abre una perspectiva de profundización teórica de
la experiencia en el objeto, con sus dimensiones particulares, participando
en la totalidad; sino que permite rescatar la acumulación de sensibilidades
del trabajo-sujeto estético y artístico en las transformaciones de la humanidad.
Así, en los momentos de desesperación que nutren la esperanza, lo mara-
villoso de la experiencia del pasado y sus lenguas procede a un reacomodo
de perspectivas del proyecto político. Para enfrentar las magias negras de las
imágenes impuestas por el vencedor, los actores de la rebelión producen
lo extraordinario, posibilidades que rompen la rutina de la cotidianidad de la
explotación.
En otras palabras, cuando las imágenes de palabras y conceptos de la
experiencia se vuelven formas de dominación (justicia, libertad y democracia
o amor, solidaridad y reconocimiento social), transformadas en instituciones,
tenemos que voltear hacia los imaginarios del pasado para cuestionar los
mitos. Esos ideales regresan a través de los recuerdos. Se movilizan a través
de acciones del imaginario. Así, en la construcción de andamios del pensa-
miento, se rescata lo que quedó aplastado en los discursos dominantes que
inmovilizan los contenidos de verdad de las representaciones producidas. Por
lo tanto, las reflexiones metafóricas de los recuerdos, incluyendo la “risa”,
danzas y rituales “primitivos” de “santos niños appos” y “vírgenes de las barri-
cadas”, fueron una actualización del pasado en el presente de las luchas de la
APPO. En los bordes de la racionalidad empírica de sus demandas, y a pesar
de crear incomprensiones teóricas, o condenas al exilio permanente, sirvie-
ron para demostrar cuáles eran o son esas posibilidades de continuidad en
la historia vacía y homogénea. Rescataron aquellos aspectos que aún valen la
pena en la experiencia enterrada por los discursos de la modernidad y la mi-
litarización cotidiana para producir una ruptura con posibilidades del derecho
y la cultura por y para la vida; preocupación central que produce un sitio
para otras relaciones, más allá de la barbarie de la historia de la humanidad.

86 • Fernando Matamoros Ponce


El carácter destructivo sólo conoce una consigna: hacer sitio; sólo una actividad:
despejar. Su necesidad de aire fresco y espacio libre es más fuerte que todo odio
[…] El carácter destructivo no está interesado en absoluto que se le entienda.
Considera superficiales los empeños en esa dirección. En nada puede dañarle ser
malentendido. Al contrario, lo provoca, igual que lo provocaron los oráculos, ins-
tituciones destructivas del Estado […] El carácter destructivo tiene la conciencia
del hombre histórico, cuyo sentimiento fundamental es una desconfianza inven-
cible frente al curso de las cosas (y la prontitud con que siempre toma nota de que
todo puede irse a pique). De ahí que el carácter destructivo sea la confianza misma.
El carácter destructivo no ve nada duradero. Pero por eso mismo ve caminos por
todas partes. Donde otros tropiezan con muros o con montañas, él ve también un
camino […] Como en todas partes ve caminos, está siempre en la encrucijada […]
Hace escombros de lo existente, y no por los escombros mismos, sino por el ca-
mino que pasa a través ellos. El carácter destructivo no vive del sentimiento de
que la vida es valiosa, sino del sentimiento de que el suicidio no merece la pena
(Benjamin, 2002a, IV: 73-75).

BOHEMIAS E IMAGINACIÓN EN LA PRODUCCIÓN


DE ESPACIALIDADES NEGATIVAS

Afirmamos que “la lengua determinó en forma inequívoca que la memoria no


es un instrumento para la exploración del pasado, sino solamente el medio”
(Benjamin, 2002a: 73). Es decir, en el interior de los objetos de la historia, in-
cluyendo los procesos dialécticos de las imágenes, se encuentran, también,
posibilidades de esfuerzos utópicos de luchas de la humanidad. Las obras
artísticas del hacer, comida, teatro, artes plásticas, fotografía, cine, etcétera,
aunque fetichizadas por el mercado, tienen ese instinto del placer del valor de
uso como utopía (cfr. Echeverría, 1998). Con Kierkegaard (2015), pensamos
que lo maravilloso del conocimiento del objeto es justamente esa intelección
de relaciones entre la dialéctica, el mito y la imagen. Rebasar las apariencias
y el miedo, sacar del fondo de los recuerdos las motivaciones que permiten
andar en la historia, nos permite comprender que no es la tristeza de los po-
bres lo que maravilla, sino las invenciones melancólicas de la liberación en la
comunión de la comunidad comunicativa. Así, en el sufrimiento cotidiano del
caminar incierto en la actualidad de cuerpos y subjetividades dañadas, cuan-
do creemos que ya no hay salidas, justamente, esta desesperación permite
pensar que los gritos de los profetas (Bloch, 1980), locos y poetas tienen el
sentido genial de milenios contra la barbarie.

Estado de excepción • 87
Aun cuando desde niños nos obligan y vigilan a ser-y-estar, ser adultos
antes de ser niños, comportarnos cuando ingerimos líquidos de los dioses
(mezcal, pulque, vino…), la disonancia de la imperfección es lo que marca la
realidad humana, pues no poseemos el objeto del deseo, sino mediante su
contrario. Finalmente, lo no percibido de manera nítida por la racionalidad del
objeto siempre está como algo fundamental en el fondo del pensamiento dia-
léctico negativo del derecho. Desde luego, el consumo del mezcal y otras
drogas como el hongo alucinógeno (Teonanácatl), o el peyote en otras regiones
del centro y norte de México, se vuelve, también, práctica de comunidad del
sujeto en ruptura con el mundo. Walter Benjamin menciona una primera impre-
sión del consumo del haschisch como un alejamiento del mundo, un pliegue de
posibilidades de sueños e imaginaciones utópicas:

Bienestar ilimitado. Fracaso de los complejos neurótico-obsesivos. Se abre el “ca-


rácter” amable. Todos los presentes se irisan hacia lo cómico. A la par que las
auras se interpenetran. […] Se anda por los mismos caminos del pensamiento que
antes. Sólo que parecen sembrados de rosas (Benjamin, 2002c: 49-51).

Más adelante, en la segunda impresión, su experiencia lo lleva a reflexio-


nar sobre su placer y su lucha en la soledad; pero lo molesta, ya que no pue-
de hacerlo solo. Insiste en la esperanza de acercarse a lo nuevo con el otro,
al éxtasis de estar fuera del mundo, pero con los otros.

La gran esperanza, la propensión, el anhelo de acercarse en la embriaguez a lo


nuevo, a lo intacto, apenas puede esta vez lograrse en el rápido aleteo, sino más
bien cuesta abajo, en una peregrinación ensimismada, relajada, ociosa, perezosa.
[…] Se acrecienta la molesta simultaneidad de la necesidad de estar a solas y de
querer permanecer junto con los otros […] Se siente que el abandono al guiño
ambiguo del Nirvana sólo es posible muy a solas y en profunda calma, y se nece-
sita, sin embargo, la presencia de los otros como figuras en relieve que se despla-
zan quedamente en el pedestal del propio trono (Benjamín, 2002a: 55).

En otras palabras, ya que la historia está llena de proyectos, controlables


o incontrolables, coherentes y/o incoherentes, la importancia de la autorre-
flexión crítica sobre los movimientos del pasado, incluyendo individualidades
dañadas en la bohemia del consumo de las drogas, consiste en mirar en los
entrecruzamientos de la vida cotidiana las posibilidades representativas del
pecado como disonancia para crear lo Nuevo.

88 • Fernando Matamoros Ponce


No mencionaré la diversidad de las naturalezas, que molesta tanto a los psicólogos
(lo melancólico tiene sobre todo el sentido de cómico, y de fastuoso, y de idílico;
lo disoluto tiene de ordinario un sentido moral y, frecuentemente, el incrédulo es
un espíritu religioso); les recuerdo que, simplemente, miramos la salvación a tra-
vés del pecado […] Mi melancolía es la amante más fiel que haya conocido. Qué
habría de sorprendente que la amara de igual manera […] La vejez realiza los
sueños de la juventud. Témoin Swift: en su juventud hizo construir una casa de
locos, cuando deviene viejo entrará en ese lugar […] ¡Y si todo fuera equivocación
en el mundo, si en realidad, la risa fue hecha de lágrimas! Hay momentos en que
experimentamos un sufrimiento infinito cuando vemos un ser solo en el mundo.
Así, el otro día vi una joven pobre que entraba sola a la iglesia para hacer su
comunión.4 […] Yo digo de mi tristeza lo que los ingleses dicen de su casa: mi
tristeza is my castle (es mi castillo) (Kierkegaard, 2015: 11-13).5

En este sentido, queremos seguir con Marcel Proust (1999) nuestra bús-
queda melancólica y/o romántica a contracorriente de la modernidad de imá-
genes dialécticas de la experiencia acumulada. Esta misma correlación fue
experimentada por la APPO, en la cual se reflejó la violencia del fetiche-valor
de la mercancía, y nos permitió mirar en la magia del mercado aquellas moti-
vaciones imperceptibles que precedieron el advenimiento del movimiento de
los movimientos. Bien, evidentemente resulta imposible describir en este
trabajo por lo menos 3 mil años del genio pagano de la imaginación creadora
en la ruptura metodológica mesoamericana con el cristianismo (Matamoros,
2015), incluyendo las obras artísticas del sujeto en el paleolítico.
Sin embargo, cabe destacar que, desde el descubrimiento y conquista
de América, el pensamiento crítico de la violencia desatada por los proce-
sos de colonización creó una serie de sentidos a contrapelo de la historia
dominante; sentidos que, en la producción de representaciones aprovecha-
bles para la vida, produjeron espacialidades barrocas (Echeverría, 2013); por
ejemplo, vírgenes paganas como la Virgen de Guadalupe u otros santos patro-
nes locales. Así, basándose en Maurice Merleau-Ponty (1942), Bolívar Eche-
verría subraya que la producción de la vida siempre toma opciones en medio
de una serie indeterminada de cosas. No obstante, el centro de las decisiones
siempre se mueve para transformar en placeres el mundo del dolor.
4
“El diario del 28 de abril de 1839 (Pap. IIA 400) complementa este pasaje: ‘y vi un viejo que tenía
a toda su familia muerta; transportaba bajo el brazo, en un ataúd, un nieto, su última consolación; poco
tiempo después lo vi en el cementerio, como una cruz sobre la tumba de la familia” (Kierkegaard, 2015:
54, trad. Fernando Matamoros Ponce).
5
Trad. Fernando Matamoros Ponce.

Estado de excepción • 89
El comportamiento humano, entendido como un actuar de manera libre en una si-
tuación dada, tiene su núcleo en el instante de la elección como decisión o toma
de partido. En el instante de la elección se pone en práctica la capacidad de intro-
ducir la determinación en medio de una serie indeterminada de cosas, es decir, de
tomar partido por unas para tal o cual efecto, y de descartar las otras. Determina-
tio negatio est, como decía Spinoza aplicando el principio del tertium no dutur: toda
afirmación de una posibilidad implica la negación de las demás; no hay cómo
comportarse ante las cosas del mundo sin adjudicarles a todas, aunque sea con
validez efímera, una de las dos categorías: aprovechable o desechable, sustancial
o accesorio (Echeverría, 2013: 173).

Así, desde hace 500 años se crearon en estas territorialidades múltiples


representaciones placenteras que se reflejan en las instituciones, y esto nadie
lo puede negar. Por ejemplo, el consumo de pulque permitía comulgar con la
naturaleza de la diosa Mayahuel.6 La Virgen de Guadalupe, conocida también
como Tonantzin (La abuela del monte Tepeyac) y otras vírgenes paganas (como
en 2006 la Virgen de las Barricadas, representación aparecida en Oaxaca),
reflejan imágenes dialécticas del choc de la Conquista y las esperanzas conte-
nidas en su interior.

Los historiadores de la vida cotidiana prefieren cada vez más una historia indicia-
ria, desconfiada de los documentos y descifradora de huellas, porque una y otra
vez se topan con una discrepancia que no tiene nada de inocente entre lo que una
época dice que es y lo que ella es en realidad, entre lo que ella pretende hacer
formalmente y lo que ella hace en efecto, aunque lo haga informalmente (Eche-
verría, 2011).

Caso por caso, podríamos mirar los límites del pensamiento racional que
niegan necesidades internas del sujeto en las múltiples modalidades locales,

6
Como representación lunar, la diosa Mayahuel es relacionada metabólicamente con lo femenino,
el agua, la lluvia, la vegetación y ciclos temporales de fecundidad. Es representada con 400 tetas que
riegan el pulque, jugosos líquidos lechosos, que nutren a la humanidad. “Según la leyenda, una noche
Ehécatl-Quetzalcóatl, el viento cósmico, viajó al cielo para visitar a la joven virgen, Mayahuel. Mientras
dormía Mayahuel a lado de sus dos hermanas y abuela (una Tzitzimime o demonio de estrellas),
Quetzalcóatl le susurró al oído y le convenció a bajar a la tierra para convertirse juntos en un árbol de
dos ramas. Cuando se despertó su abuela y vio que Mayahuel ya no estaba, viajó a la tierra con un
grupo de demonios para encontrar a su nieta […] Después de irse, Quetzalcóatl rescató unos restos del
cuerpo de Mayahuel y los quemó. De estos restos creció el primer agave. Los huesos de Mayahuel botá-
nicamente pueden referirse a los rizomas, tallos modificados subterráneos que quedan bajo el suelo y,
aun cuando las plantas madres son cosechadas o terminan su ciclo, de estos órganos emergen nuevos
vástagos (Valenzuela Zapata y Gaytán, 2005).

90 • Fernando Matamoros Ponce


regionales y nacionales de las instituciones. Pero, al mismo tiempo, podría-
mos decir que el imaginario produjo estas representaciones para ocultar, en su
interior, antes de ser domado totalmente, lo que nos parece esencial: el disen-
so del placer contra la violencia de la necesidad bajo la norma y la ley del
precio en el valor de uso. Pero, al mismo tiempo, esta mirada dialéctica abre
posibilidades de la palabra y representación en lo político, frente a los tiempos
furiosos de la tormenta de la crisis: acciones con escasas magnitudes, pero que
desatan transformaciones gigantescas. En otras palabras, como señala Bolívar
Echeverría (2013), si los datos de la cultura dejan de ser vistos como una
sustancia, y se viven como los códigos de convivencia, entonces las identida-
des son evanescentes como identidades históricas, pues la cultura “al mismo
tiempo que determina los comportamientos de los sujetos que la usan o
‘hablan’, está siendo hecha, transformada, modificada por ellos” (Echeverría,
2013: 173).
Como afirma Cornelius Castoriadis (1975: 8), el imaginario al que nos re-
ferimos es el movimiento interior de la imagen de, es creación ex nihilo. Es for-
mación incesante y esencial en la producción de nuevas figuras, formas e
imágenes espaciales y temporales que dan sentido a sueños y aspiraciones de
las preguntas de algo: ¿por qué, para qué, cuándo y cómo trabajamos en el
mundo? En otras palabras, la mirada que durante la bohemia inspecciona
como el detective violando leyes: cuál es el lugar del crimen, dónde viven los
asesinos, es una elucidación sobre lo abstracto del pasado y el dolor del pre-
sente concreto, tan indisociable de imaginarios utópicos de políticas disidentes.
Todo pensamiento y representación imaginaria en la sociedad correspon-
de a procesos de abstracción de la crítica de la sociedad y la historia. Así, por
ejemplo, Walter Benjamin (2011a: 32) nos recuerda que, en la temporada de
Baudelaire y de Marx también, no solamente existía la crítica de los misera-
bles al impuesto del vino, el aumento del precio en los líquidos embriagantes,
sino también una crítica desde la embriaguez poética, ocasionada en el con-
sumo durante el cual sobresalen proyectos espirituales y sociales del alma del
vino.7 Walter Benjamin destaca en las imágenes dialécticas de la poesía de
Charles Baudelaire estas dimensiones del choc del vino en la producción ex
nihilo, algo creativo en las mónadas de los miserables.

El vino le abre al desesperado sueños de venganza y de gloria futura. Así, en “El


vino de los traperos” [poema de Baudelaire] encontramos: Se ve a un trapero que
viene, sacudiendo la cabeza,/ tropezando, golpeándose con los muros como un

7
“L’âme du vin”, en Le vin, en Baudelaire, CIV (1961).

Estado de excepción • 91
poeta,/ y, sin tener en cuenta a los guardias, sus súbditos,/ desahoga su corazón
en gloriosos proyectos./ Pronuncia juramentos, dicta leyes sublimes,/ abate a los
malvados, levanta a las víctimas,/ y bajo el firmamento como un dosel suspendido/
se embriaga con los esplendores de su propia virtud (Baudelaire, en Benjamin,
2011a: 47).

Benjamin nos impulsa para mirar en la bohemia del flâneur algo que se
mueve, ir más allá de la pieza-litro-vino-precio como algo rígido, para valori-
zar la ilación sagrada, divina y espiritual inmediata que existe entre la poesía
y el alma misma del vino. En su trabajo sobre el pensamiento alegórico de
la poesía, señala cómo se fue desplazando la pluma de Baudelaire, quien resca-
taba las interioridades del vino. Para Benjamin, es fascinador cómo la rebelión
de los miserables se fue abriendo paso con este líquido sagrado. En su primer
ensayo del poema “El vino de los traperos” (“Le vin des chiffonniers”, Baude-
laire, 1961: CV; 101), el alma de Baudelaire busca posibilidades de las motiva-
ciones del vino, heredada por los dioses.

[En su primera redacción del poema destaca]: “Así reina el vino por sus benefi-
cios,/ y en el gaznate humano canta sus hazañas./ Grandeza de la bondad de Aquel
que nos nombra,/ que, habiéndonos dado el dulce sueño,/ quiso añadir el vino,
hijo del Sol,/ para calentar el corazón y para calmar el sufrimiento/ que soportan
esos desgraciados que en silencio mueren”. [En una segunda versión —1852— es-
cribe:] “Para apaciguar el corazón y para calmar el sufrimiento/ que soportan esos
inocentes que en silencio mueren/ Dios les había dado el dulce sueño;/ y añadió
el vino, sagrado hijo del Sol”. [En una tercera recapitulación poética de 1857, el
sentido social de la rebeldía pagana se profundiza:] “Para ahogar el rencor y acu-
nar la indolencia/ que soportan esos viejos malditos que mueren en silencio,/
Dios, preso de remordimientos, había creado el sueño;/ el Hombre añadió el vino,
sagrado hijo del Sol”. (Baudelaire, en Benjamin, 2011a: 47.)

¿La violencia del fetiche de los precios, valor de cambio, impulsa un choc
a las potencialidades poéticas del objeto (vino)? Confusamente, no sabemos
si es el alma del vino (valor de uso) o el valor de cambio, impuesto por el fe-
tiche del dinero, lo que genera el conflicto entre el sueño y la realidad aliena-
da por el mundo del mercado. Sin embargo, Bolívar Echeverría señala que
el rescate de la imagen dialéctica en el valor de uso viene de Marx (2008),
quien refiere el impuesto al vino como coincidencias materiales entre el mundo
urbano y el campesino en Las luchas de clases en Francia de 1848-1850.

92 • Fernando Matamoros Ponce


La clave que Benjamin nos ofrece para descifrar en el secreto de la cotidianidad
moderna se encuentra en esta descripción de lo peculiar del conflicto que habita
en el trato más “natural” del hombre con el mundo. El mundo moderno es el
“mundo de las mercancías”, mundo que —perversamente— abre y prohíbe al
mismo tiempo, en un solo gesto, el acceso del ser humano a toda la riqueza [crea-
dora] que el trabajo ha sabido sacar de la naturaleza. En él, el placer hedonista es
a un mismo tiempo lo más preciado y lo más impedido, lo más exaltado y lo más
postergado […] El sacrificio que consiste en una sacralización represiva del con-
sumo en tanto que disfrute puro. Sorprendido y fascinado por todo lo que en
el mundo moderno es promesa de abundancia y libertad, Benjamin es también el
gran desencantado de la modernidad capitalista, el que es capaz de leer la volun-
tad utópica que la etiqueta del precio pretende acallar en el valor de uso de las
mercancías (Echeverría, 1998: 59-60).

Otro ejemplo de los sueños en las materialidades sociales de los objetos,


es el fenómeno religioso. Permite destacar la importancia del sentido en las
afinidades electivas entre el placer y la magia del fetiche de los objetos. Si
queremos entender de manera rígida la imagen religiosa de una cruz, per-
demos de vista las conexiones que existen entre las formas y las palabras
que constituyen la cruz y el sacrificio (esperanza) de Cristo. En otras pala-
bras, si nos quedamos en la superficie de los objetos sagrados de la religión,
perdemos de vista el “sentido único” de hilos que entretejen nuestra admira-
ción por la teología-política y las relaciones sociales en los personajes de la
historia.

Soñé que me encontraba en México con una expedición científica […] En una
gruta enorme y con bóveda gótica se celebraba la misa de acuerdo con un rito muy
antiguo. Entramos y vimos el momento cumbre: el sacerdote alzaba un fetiche
mexicano hacia una imagen de madera de Dios Padre colgada a gran altura en la
pared de la cueva. La cabeza de Dios se movió por tres veces, de derecha a iz-
quierda, en negación (Benjamin, 2011b: 17).

Al exponer las posibilidades sustanciales de deseos y aspiraciones, esta-


blecidas en la pieza textual del objeto como conocimiento de la experiencia
negativa del sujeto, se pueden rescatar las relaciones intrínsecas del pensar
y el hacer algo nuevo. Por eso, “así como la tierra es el medio en el que yacen
enterradas las viejas ciudades, la memoria de los conflictos y utopías son el
medio de lo vivido” (Benjamin, 2002a, IV: 175). Por lo tanto, la memoria de

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luchas de resistencia, justicia y libertad es el médium por donde se actualizan
imágenes solidarias con metafísicas del pasado. ¿Serán articulaciones o com-
binaciones de afinidades electivas del sujeto de la historia que valgan la pena
en los contextos anteriores? Las referencias a la investigación histórica y la
insistencia a buscar el sentido de la cultura permiten rescatar motivaciones
profundas de incertidumbres históricas. Por esto, Siegfried Kracauer mencio-
naba que muchos historiadores rastrean puntos esenciales de la historia del
hombre, pero muchas veces, quizá por miedo a las racionalidades impuestas
por las amenazas al castigo de la violencia, no afirman sus motivaciones. Toma
el ejemplo de otros pensadores que, en la búsqueda de la felicidad, se queda-
ron en las formas autorizadas por las instituciones de la dominación.

En el caso de Erasmo, el camino intermedio era la ruta directa a la utopía: el ca-


mino de lo humano. No por azar era amigo de Tomás Moro […] La pregunta es si
el propio Erasmo sabía adónde lo conduciría el camino seguido por él. Su mensaje
apuntaba hacia un abismo: ¿alcanzó a calcular sus profundidades? En uno de sus
Coloquios hace que Eusebio, su protagonista, ensalce el poder divino y logre con-
mover a autores antiguos tales como Cicerón y Plutarco, y que luego sugiera
“quizá, el espíritu de Cristo está más extendido de lo que llegamos a comprender”.
[…] Esta ampliación del Cristianismo a meta virtual de todas las luchas no cristia-
nas de mérito le permitió reconciliar su devoción por “San Sócrates” con su fe en
la transustanciación, y proclamar la cualidad cristiana de sus preocupaciones
humanísticas. Concebía lo humano a que aspiraba como un fruto de la libertad
cristiana […] Deben de haber cosas que quedaron sin ser dichas… ¿cosas dema-
siado peligrosas para ser reveladas, quizá? Para aventurar una suposición respecto
de lo que para siempre será su secreto […] Erasmo hubiera arribado a conclusio-
nes que lo llenaban tanto de miedo que prefiriera mantenerlas guardadas en su
corazón […] llevado hasta sus últimas consecuencias, su verdadero designio era
demoler de una vez por todas la pared de las causas fijas con sus dogmas y dis-
posiciones institucionales (Kracauer, 2010: 61).

MÁS ALLÁ DE LO EMPÍRICO


DE LA HISTORIA DE LOS VENCEDORES

Quizás así sucedió y sucede en los esfuerzos por encontrar al asesino de las
aspiraciones utópicas de la APPO. Unos se esfuerzan con el historicismo para
establecer relaciones empíricas y causales de la revuelta, y terminan repitiendo
la historia sin las materias sustanciales de los sujetos: formas concretas de

94 • Fernando Matamoros Ponce


sueños e imaginarios en las barricadas luchando contra la violencia. Desde
luego, unos aún inconscientemente, otros bien conscientemente, se mueven
en estas voluntades, se revuelcan con los acontecimientos dolorosos y san-
grientos, dañando o escondiendo las motivaciones profundas de la revuelta.
Haciendo de los datos un hecho histórico, vuelven otra vez, en el desencan-
tamiento, a hechizar los himnos de los vencedores. En ese proceso legitimador
de “comisiones” gubernamentales de la verdad, dejan de lado la esencia que
motivó el entrecruzamiento de singularidades en la espacialidad oaxaqueña.
Otros más, sin pompas ni trompetas, como Walter Benjamin (2005), reme-
moran con los recuerdos las intenciones contradictorias de los actores. Sitúan,
en la producción de una nueva situación los cantos y guelaguetzas alternati-
vas que, por ejemplo, en las manifestaciones de 2006 crearon ecos cruzando
los puentes del arcoiris de sueños entre pasado y presente. Deliberadamente
y conscientemente queremos poner de relieve, con la escritura de la conme-
moración de la experiencia rotunda de la Comuna de Oaxaca, esos fragmen-
tos brillantes de puntas de esmeraldas. Actualizaciones de iluminaciones del
tiempo mesiánico de la salvación. Esperanzas para salir, escapar del ethos
totalitario realista del conformismo militante; y generar posibilidades en los
pliegues de la imagen negativa contra la consistencia del mundo.
Sí, quisimos en este trabajo mirar cómo las constelaciones de nuestra
época pueden ser partícipes de una sinfonía de épocas anteriores. Así, por un
lado, dejamos la tristeza y la melancolía y actualizamos contenidos de verdad
de la revuelta del pasado en el presente. Por otro lado, con nuestros cuestio-
namientos al tiempo vacío, lineal y homogéneo de la violencia del capital, re-
memoramos posibilidades del tiempo lleno del sujeto en la lucha de clases de
la historia; segundos que rebosamos diariamente con las esperanzas de los
vencidos. Pero, nos preguntamos: ¿por qué esta terquedad de seguir mirando
la duración de las derrotas? Pues, el caso del memorial de agravios en Oaxaca
nos permite pensar que en la escala de 10 años, o en el instante de un segundo
de la historia, se confunde la figura de la historia del totalitarismo. Pero, al
mismo tiempo, se ponen al orden del día suspiros de la palabra de la criatura
oprimida como “estado de excepción”. Esperanzas que se actualizan, median-
te múltiples lenguajes del pensamiento crítico, movilizan otra vez en la
tormenta la palabra, representaciones de la emancipación y el derecho. Como
dicen los zapatistas del siglo XXI: “Es su tiempo, dijeron, que el corazón que
somos abra la palabra, que hable y escuche” (Sup Galeano, 2015: 12).
Así, para dejar de ser deseos en la soledad de singularidades y autono-
mías, múltiples subjetividades solitarias se mueven con la historia en viajes

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utópicos para comunicar imaginarios para el cambio. Como la magia de los
artistas, sin reconocimientos, como locos viajeros, gritando en la inmensidad
de la melancolía del cielo, crean, producen temporalidades y espacialidades
prohibidas.

Como tantos profetas en la historia, captan las constelaciones de lo humano y sus


luchas. Los lenguajes solitarios son reales, el poder del arte es imaginar las cons-
trucciones de resistencias y rebeldías contra lo autorizado. Pero, para que existan,
necesitan la comunicación, razón de su existencia, elaboración lenta, pero segura
de los dibujos y líneas de demarcación del mundo donde vivimos y el unir-verso-
naturaleza que deseamos: lo nuevo emerge en el lento trabajo del Creer como
elaboración comunal, otra posibilidad que las metralletas y cañones: el diálogo
como alteridad y re-conocimiento de los otros [nosotros] (Matamoros, 2008: 30).
Puebla, Puebla, mayo de 2016

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