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En una lejana comarca había un aguador que tenía dos vasijas grandes que colgaban de los dos extremos de

un palo que él sostenía sobre los hombros. Una de las vasijas tenía una rajadura; la otra estaba en perfectas
condiciones. Esta última siempre llegaba llena de agua, mientras que la rajada llegaba medio vacía. Eso ocurrió
día tras día durante dos años. El pobre criado nunca llegaba con más de vasija y media de agua a la casa de su
amo. Desde luego, la vasija que estaba en perfectas condiciones se sentía orgullosa de sus logros, contenta
porque cumplía a cabalidad con su razón de ser. En cambio, la vasija defectuosa se sentía avergonzada por su
imperfección, deprimida por no poder llegar sino a la mitad del objetivo para el que había sido creada.

Al cabo de esos dos años en que se había considerado un rotundo fracaso, la vasija imperfecta, al llegar a la
orilla del arroyo, le dijo al criado que la llevaba:

—¡Qué vergüenza la mía! ¡Cuánto lo siento!

—¿Y eso por qué? —le preguntó el criado—. ¿Por qué te sientes avergonzada?

—Porque durante estos dos años no he podido llegar con más de media porción de agua por esta maldita
rajadura que me obliga a derramar la mitad a la orilla del camino. Por mi culpa no puedes aprovechar
plenamente cada viaje.

El criado se compadeció de la vasija rajada, y con ternura le dijo:

—De regreso a la casa del amo, quiero que te fijes en las hermosas plantas de lindas flores que están creciendo
a la orilla del camino.

En efecto, mientras subían la cuesta, la triste vasija se dio cuenta de que el sol brillaba sobre las flores silvestres
a la orilla del camino, y esto sirvió para animarla un poco. No obstante, al fin del camino volvió a sentirse mal
por haber derramado la mitad del agua que llevaba, y de nuevo le pidió disculpas al criado.

—¿No te diste cuenta de que sólo había flores en el lado del camino que te corresponde a ti? —le preguntó
el criado—. El otro lado se ve desnudo. Yo siempre he estado consciente de tu defecto, pero he ido sacándole
provecho. Por el lado tuyo del camino sembré semillas de plantas que dan hermosas flores, y todos los días al
volver del arroyo, tú las has ido regando. Ya llevo dos años de estar recogiendo estas hermosas flores para
adornar la mesa de mi amo. Si no hubiera sido porque eres exactamente como eres, él no habría podido
disfrutar de la belleza y del perfume de esas flores.

Esta fábula nos recuerda el refrán que dice: «Tenemos este tesoro en vasijas de barro.» 1 El refrán procede
de la pluma de San Pablo, que luego explica cómo el poder de Dios se perfecciona en nuestra debilidad
humana. «Por eso me regocijo en mis debilidades —concluye Pablo—; porque cuando soy débil, entonces soy
fuerte.» 2

Lo cierto es que todos, como vasijas de barro que somos, tenemos nuestros defectos. Pero si se lo permitimos,
el Señor les sacará provecho a esas imperfecciones, y con ellas adornará y perfumará la casa de nuestro Padre
celestial.

1 2Co 4:7

2 2Co 12:7-10

El barro y la vasija de agua del alfarero


SPEAKER: APOSTOL FERNANDO ORTÍZ

MARZO 05, 2015

14210

El Señor nos compara con ovejas porque necesitamos de un pastor. Nos compara con semillas y con tantas
cosas, como con pámpanos. También nos compara con barro, pero no con cualquier barro, sino con barro en
manos del alfarero.

¿Quién es el alfarero divino? Cristo, ¿Quiénes somos el barro? Nosotros. Ahora, ¿quién escoge a quién?, ¿Es
el barro que escoge al alfarero o el alfarero que escoge al barro? El alfarero, Él te escogió.

2da. a los Corintios 4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de
Dios, y no de nosotros.

Romanos 9:21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de una misma masa un vaso para
honra y otro para deshonra?

Hay quienes ignoran que tenemos un tesoro. ¿Cuántos tienen a Cristo adentro?, ¿Cuántos tienen al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo? Entonces, tenemos dentro un tesoro. Nosotros tenemos el verdadero valor y está
dentro de nosotros, se llama Jesucristo.

Ignoran que tiene ese tesoro y viven por eso de forma miserable. Hay otros que saben que lo tienen, pero se
les olvida la otra parte, dónde está ese tesoro, que es en vasos de barro. El vaso de barro tiene el valor adentro,
pero realmente lo que vale es lo que está dentro, y luego eso le da valor a lo que está afuera, que somos
nosotros, en otras palabras, nuestro valor se llama Jesucristo.

Además, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros. Cuánta gente ignora esta verdad y
cree que el poder es de ellos. La clave está en saber que tenemos un tesoro de Dios adentro. Si tienes a Cristo
tienes ese tesoro, pero lo segundo, en vaso de barro. Lo tercero, tenemos ese poder, pero ese poder de
excelencia no es de nosotros, sino es Dios en nosotros.

El alfarero utiliza diez elementos para hacer una vasija de barro. Es un proceso en el que intervienen el
alfarero, el barro, la vasija de agua, la rueda, el fragmento de una vasija cóncava y otros elementos. Antes de
hacer una vasija de barro el Alfarero ya sabe lo que va a hacer.

Si supiéramos cuanto tuvo que pagar Dios para que fuéramos barro en Sus manos.

Mateo 27:7-8 Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los
extranjeros. Por lo cual aquel campo se llama hasta el día de hoy: Campo de sangre.

El precio que tuvo que pagar Cristo fue su sangre. Nuestro precio no es cualquier precio, valemos más que
oro, más que plata, la sangre de Jesús. Para estar siendo moldeados por las manos de nuestro Alfarero Divino,
Él tuvo que pagar un precio muy alto, su propia sangre. El hombre comenzó en la mente de Dios, en Su
corazón, pero también usó barro, usó polvo.

En Adán todos pecamos, la paga del pecado es muerte. Todos somos pecadores. Viene Cristo y paga el precio
de sangre. Por más que hayamos hecho para ofender a Dios, El hizo algo más grande para salvarnos.

El barro está ahí, no vale nada, barro sucio, asqueroso, pero lo que le da valor es el Alfarero. El Alfarero no ve
barro, ve una vasija que Él ya pensó en su mente, no nos ve como éramos, él nos ve como Él nos diseñó.

Del campo del alfarero al proceso del barro, y luego a la rueda; pero para llegar ahí había que mojar el barro.
Entonces ponerlo en la rueda del alfarero.
Jeremías 18:1-2 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te
hare oír mis palabras.

La iglesia es la casa del Alfarero, no es iglesia de hombres, es iglesia de Cristo, porque Él la compró con Su
sangre. Allí oímos las palabras, allí nos habla Dios. Uno sale lleno de lo que va a ver o a oír a la iglesia.

Jeremías 18:3-4 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro
que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.

El Alfarero no tomó otro barro, ni tiró el que se echó a perder, por que valoraba el barro, porque sabía que lo
había comprado a un precio muy alto. El Alfarero no nos desecha, vuelve a hacernos de nuevo con la misma
masa, porque valemos demasiado, valemos más que oro, valemos más que plata, valemos la sangre de Jesús.

La gente les pone el valor a las cosas de acuerdo a lo que ame, por lo que se sienta apasionado. ¿Y qué precio
le dio el Señor al barro? El Señor pagó un alto precio por nosotros, Él nos ama, es apasionado con nosotros,
no abandonó la obra de Sus manos.

El barro se amasa y se pisa para hacerlo dócil. El Señor muchas veces permite que hombres cabalguen sobre
nuestra cabeza.

Salmos 66:10-12 Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata.
Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga. Hiciste cabalgar hombres sobre nuestra
cabeza; pasamos por el fuego y por el agua, y nos sacaste a abundancia

PASOS PARA QUE EL BARRO ESTE EN LA RUEDA

1. El campo del alfarero, fue un campo comprado a precio de sangre.

2. Recolección del barro.

3. Hacer polvo del barro.

4. Se pone a secar al Sol.

5. Se le echa el agua.

6. Se amasa.

7. Lo ponen sobre la rueda.

8. Comienza a moldearlo. Si se echa a perder lo hace de nuevo.

9. Proceso del pulido.

10. Diseños exclusivos donde pone su sello.

11. El horno final.

Lo que permite que lleve el sello y la firma del alfarero y no se rompa, es llevarlo al horno final para que se
seque y esos diseños perduren.

Nosotros tenemos un precio alto. El Alfarero divino, el Alfarero real nos hizo y por eso tiene que poner un
sello, y conoce el Señor a los que son suyos. Eso tiene un sello.

2a a Timoteo 2:19 Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son
suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.
El alfarero no comienza a trabajar el barro hasta que lo hace polvo, porque son los alfa y omega, son el
principio y fin. Comenzó el hombre del polvo para volver a serlo. Si pierde o falla lo vuelven a hacer de nuevo,
lo tiene que deshacer para hacer una vasija mejor.

No es el barro que escoge al alfarero, es el alfarero que lo escoge con un propósito. El barro más dócil no es
el que se amasa, sino primero se pisotea. El barro tiene que ser amasado de forma enérgica, para que no
tenga vacíos ni áreas sin la cantidad necesaria de agua.

Job 38:38 ¿Cuándo el polvo se ha convertido en dureza, y los terrones se han pegado unos con otros?

Job 42:5-6 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto, me aborrezco, y me arrepiento en
polvo y ceniza.

Hasta que no nos hacen polvo nuestro yo, nuestro orgullo, nuestra autosuficiencia, de su forma, de su
religiosidad, de sus conceptos, Dios no comienza a trabajar.

Génesis 2:7 Entonces Jehová Dios formo al hombre en el polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida,
y fue el hombre un ser viviente.

Génesis 3:14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste maldita serás entre todas las bestias y
entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.

Aquí está hablando de la serpiente antigua que se llama Satanás. Sin Cristo uno es puro polvo y eso es lo que
se come el Diablo. Pero también si la gente se queda solo en el proceso y se aleja de Él. El alfarero cuando
hace polvo tiene algo bueno para el barro.

EL ALFARERO QUE SE HIZO BARRO Y VASIJA POR AMOR A NOSOTROS

Nuestro alfarero divino, para ser alfarero también se hizo barro. Y él fue la vasija de barro que tuvo que ser
deshecha.

Job 19:25 Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo;

La victoria de Jesús es que Él venció a Satanás en la cruz del calvario cuando ocupó nuestra naturaleza, pero
también por cuanto era el Hijo de Dios, resucitó de entre los muertos. Jesús es 100% Dios y 100% hombre.

Romanos 1: 4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de
entre los muertos.

En la resurrección de Jesús de entre los muertos intervinieron El Padre, el Espíritu Santo y Él mismo, porque
el mismo Jesús dijo yo tengo poder para entregar mi vida y para volverla a tomar, por tanto, Jesucristo no es
una creación, es Dios.

Juan. 1:1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Juan. 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito
del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Lo que quiere decir que El moría siendo Dios; pero la gente no lo miraba así.

Isaías 53:3-5 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y
como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras
enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas
él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y
por su llaga fuimos nosotros curados.
Simbólicamente cuando el barro está siendo hecho polvo, es molido, pues Él fue molido por nuestros pecados.

Mirando los dobles oficios de Jesús, vemos que Él fue el Sembrador y también la Semilla que cayó a tierra y
murió para dar fruto. Somos el fruto de Su aflicción. Es el Pastor, pero también el Cordero mudo que fue
llevado al matadero. Es el Alfarero Divino y también la Vasija que tuvo que ser desecha, para que nosotros
fuéramos reconstruidos.

Nosotros éramos barro sin valor, vasijas sin valor, pero Él fue la vasija, se hizo hombre y entró en la categoría
de polvo, pero como era el Hijo de Dios, cuando murió no encontraron polvo, resucitó al tercer día.

El barro para ser moldeado y darle la forma que el alfarero diseñó necesita de agua, no solo para el amasado
sino en la rueda. La mano del alfarero tiene que estar húmeda juntamente con el barro. Si tiene mucha agua
se daña, si tiene poca agua se daña. Si tiene mucha agua está muy blando y no soporta el proceso; pero si
tiene poca agua se raja, se cuartea.

El alfarero experimentado mide la humedad del barro con el tacto de su mano, si está muy seco o muy húmedo
se echa a perder.

Si no tenemos agua nos quedamos polvo y la serpiente come polvo, pero no una masa preparada por Dios, en
las manos del Alfarero.

Juan 7:37-38 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzo la voz, diciendo: Si alguno tiene
sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Cristo es el Hijo, el Unigénito, el Primogénito del Padre, aquel que era el Verbo y que se hizo carne. Todo fue
creado por medio de Él y para Él, todas las cosas en Él subsisten. Ese es nuestro Señor.

El agua representa a Jesús, Él es el agua viva, pero también representa la Escritura, la Palabra de Dios. También
representa a Dios Espíritu Santo.

Cuando uno acepta a Jesús, inmediatamente comienza esa agua y el Espíritu Santo a trabajar en nosotros.
Dice la Palabra que con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación, y Jesús
dijo que el que lo confesare delante de los hombres, Él lo va a declarar o confesar delante de Su Padre, pero
que al que lo niegue delante de los hombres, Él lo va a negar delante de Su Padre.

Entonces necesitamos venir al conocimiento de la Palara, al Espíritu Santo, pero también dejar entrar a Jesús,
Él es el agua de vida. Si ya llegaste a Jesús ¿por qué te secas? Porque se necesita la Palabra, se necesita al
Espíritu Santo. Si se pierde la comunión con el Espíritu Santo uno se seca.

Juan 4:13-14 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que
bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de
agua que salte para vida eterna.

¿Cómo adquirimos del agua del Señor? Dice la Palabra que no os embriaguéis con vino, en el cual hay
disolución, antes bien sed llenos del Espíritu Santo. ¿Y cómo podemos ser llenos del Espíritu Santo, del agua?
Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en
vuestros corazones.

Colosenses 3:16 La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, ensenándoos y exhortándoos unos a
otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos
espirituales.

¿CÓMO ADQUIRIMOS EL AGUA DEL SEÑOR?


Hebreos 10:22-25 Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones
de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de
nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor
y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos;
y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Se acerca el día de Cristo, cuando el Señor viene por Su amada, pero también el día de Jehová, siete años de
ira para el mundo nunca vistos. Esta es la enfermedad del último tiempo, barro seco, barro que se echó a
perder, barro que le cayó agua sucia, agua extraña por andar buscando doctrinas extrañas.

Isaías 45:9 ¡Ay del que pleitea con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo
moldea: ¿Qué haces?; o tu obra: ¿No tiene manos?,

CONCLUSIÓN

El secreto del barro consiste en que tenga la cantidad necesaria de agua. Además de un amasado enérgico,
para que no tenga vacíos ni partes más húmedas o secas que otras. El valor nuestro no está en nosotros
mismos, sino en el Alfarero que nos tomó para hacer una obra de arte.

El Alfarero Divino tuvo que pagar el precio más alto, para comprar el campo de dónde saca materia prima, el
barro. Valemos demasiado, no es el barro que escoge al alfarero, es éste que lo escoge con un propósito.

El barro más dócil no es el que se amasa solamente con las manos, sino que primero hombres lo pisotean con
los pies. No nos están humillando, nos están preparando para ser dóciles. Si nos humillamos bajo la mano
poderosa de Dios, Él nos va a exaltar. El inicio del trabajo con el barro es tomarlo para hacerlo polvo, al igual
que el material del que fuimos hechos. Si te preguntas, ¿por qué Dios me tuvo que deshacer? es porque te
está haciendo de nuevo.

Dile: Señor no quiero dañarme por tener poca o mucha agua, dame la necesaria. Estoy en tus manos. Tú eres
el Alfarero que sabes cuándo me falta agua o cuándo necesito más.

Si hay personas que están pasando por una situación muy particular, es algo grande que Dios está haciendo
contigo. Uno le pone precio a lo que ama, a lo que valora, a lo que le apasiona; y nuestro precio es el más alto.

Uno de los pasajes que más ilustran algunos atributos divinos que queremos resaltar es la ilustración de la
casa del alfarero. Allí fue enviado Jeremías de parte de Dios, que le dijo: "Levántate y vete a casa del alfarero,
y allí te haré oír mis palabras" (Jeremías 18:2).

EL PORQUE BARRO Y NO ORO U OTRO MATERIAL

Jeremías se movió a la casa del alfarero donde se fabricaban precisamente vasijas de barro. Allí vio al alfarero
trabajando en el barro con los instrumentos y herramientas. Y mientras el alfarero daba los toques finales o
el toque maestro con gran esmero éste iba formando, pero aquella vasija se echó a perder en sus manos. Sin
embargo, este alfarero no se desalentó, tampoco tiró a la basura aquella vasija. El alfarero simplemente entró
al proceso repetitivo, para curar y hacer que este material superara aquella falla o aquel problema, lo cual
hizo; siendo el resultado una vasija nueva, una mejor vasija.
La Palabra que dijo el profeta, de parte de Dios, fue: "¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh
casa de Israel? dice Jehová" (Jeremías 18:6). ¿No podré yo hacer lo mismo contigo hijo mío, quien quiera que
seas, a cualquier hora, donde te encuentres?

LA SOBERANÍA DEL ALFARERO SOBRE EL BARRO

Los atributos que sobresalen aquí antes de todo es la soberanía del alfarero sobre el barro. Soberanía
significativa, que el barro es propiedad del alfarero. No solamente su propiedad física, sino su propiedad en
términos del propósito del ideal con que trabaja. De manera que tiene la autoridad y soberanía de tomar ese
material y volverlo a hacer a su manera. Para que un mejor elemento salga de sus manos, tenemos un Dios
“paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca (se pierda), sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Una y otra vez nos somete a su misericordia, con sus manos trata con nosotros
cambiando y procesando el material, porque busca sacar algo positivo para su gloria, por ello trabaja con
paciencia, porque Dios es perseverante.

Cuando Dios tiene un propósito con el hombre, no importa cuánto crea que se ha alejado la persona, Dios se
le revela a través de un sueño, o le habla a través de alguien por un consejo, o por la Palabra del Señor. El
Señor está persiguiendo y caminando detrás del perdido, porque Él está perseverando para alcanzarlo. Él no
se desalienta con nosotros, mientras estemos dando, aunque sea una pálida luz, algo saca de nosotros. No
podemos desechar a quien Dios no ha desechado.

¿CUÁL SERÍA LA PRIMERA VASIJA DE BARRO QUE DIOS HIZO, PORQUE ÉL ES EL ALFARERO?

“¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? “Dios es un alfarero experto. Un día
cuando no había nadie en la tierra, me refiero al hombre, Dios comenzó a trabajar, y lo que vio fue el polvo
de la tierra y lo convirtió en barro. “Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en
su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2:7); y el barro abrió los ojos, comenzó a
respirar, los sistemas se vivificaron, y el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios. Hecho del barro
resultó una hermosa vasija. Luego preparó otra vasija igual la cual puso al lado de Adán. Y cuando Adán vio
aquella vasija la amó, le puso nombre, y dijo: " Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta
será llamada Varona, porque del varón fue tomada” (Génesis 2:23).

¡Qué vasijas hermosas había creado Dios en el huerto! Pero muy pronto se echaron a perder. Encontramos
que el diablo atacó, sembró cizaña, sembró dudas (Génesis 3). Pocos días después, el hombre que amaba
mucho a su esposa y que le había dado el título de varona, ya no la reconoce, sino que utiliza otro tono cuando
dice: "la mujer que me diste" (Génesis 3:12). Ahora la situación cambia y se deteriora la relación. La vasija
empieza a echarse a perder, todo eso ocurre, pero Dios no se da por vencido porque Dios es bueno.

HAY ALGUNOS MATERIALES DE UN VALOR INTRÍNSECO, DE UN VALOR ENORME

Si hablamos de materiales, hay algunos de un valor intrínseco, enorme, por ejemplo: el oro. Si le dan un pedazo
de oro, aunque no tenga forma usted lo valora porque es oro. Un joyero lo funde y hace algo de muchísimo
valor porque el material tiene un valor intrínseco, aunque no tenga forma alguna. El material precioso tiene
un valor propio. Si a usted le dan una joya muy hermosa forrada en piedras preciosas, pero le dicen que es de
fantasía, aunque sea muy elaborada, si la dejara olvidada usted no la sentiría mucho, porque no es genuina.
Pero si olvidara una prenda de oro, trataría de recuperarla por el valor que ella tiene, por el valor del material.
Con el barro y la vasija es lo contrario, porque el material mismo de donde proviene la vasija (el barro) aporta
todo el honor y el reconocimiento al alfarero.

El que ve un vaso de barro dice: ¡qué lindo, que formas tiene, que fino lo preparó el alfarero, que lindas líneas
y que colores! Pero no dice: ¡qué precioso el material!, porque el material es barro y seguirá siendo barro. El
mismo barro que usted se limpia y sacude de sus zapatos, material que nadie quiere y que no tiene valor
intrínseco, tiene valor de acuerdo al trabajo del artista, en ese caso, el alfarero. Nuestro valor no es de nuestra
naturaleza porque somos polvo, somos barro, somos tierra, pero la mano del Omnipotente nos tocó, nos
tomó e hizo la diferencia. Por tanto, no nos puede tocar el gusanillo del orgullo, es allí donde el que trata de
jactarse le está restando la gloria a Dios, y nadie peleó con Dios y le fue bien.

El origen del material de donde provenimos, nos debe recordar de donde nos sacó el Señor. El Señor, no está
mirando si esta vasija tiene diez títulos académicos o si es una persona que no conoce de letras. El Señor no
está calificando el material, porque el material siempre será el mismo. Nunca debemos de caer en el error de
creer que la intelectualidad es lo que esta Obra necesita para hacer que las cosas funcionen mejor. Dios le
puede dar a un intelectual grandes cosas que de la misma manera se las puede dar a un analfabeto. Nunca
podremos ponerla dentro de la Obra del Señor como una prioridad, cuidémonos de ese detalle tomando
siempre cuenta de dónde Dios nos sacó. En la Obra de Dios, no importa si Dios te hizo pastor, o presbítero, un
gran predicador, un gran evangelista, o un hombre de muchos recursos, siempre recuerda que eres polvo y
barro en las manos del Omnipotente.

EL ALFARERO TRABAJA CONTINUAMENTE CON EL BARRO

El proceso de una vasija nos recuerda a un alfarero trabajando continuamente. Cuando Jeremías llegó a casa
de este hombre lo halló trabajando en la rueda, trabajando con sus instrumentos. El material mismo nos dice
que Dios está trabajando en el presente con el hombre hasta llegar a la estatura de Cristo, porque es necesario
que así sea. El alfarero es capaz de trabajar una y otra vez con el material (con nosotros). Él produce una
mezcla de tierra, agua y fuego, y en ese proceso es que precisamente Dios está trabajando continuamente
con el hombre (el barro). Si a veces necesitas agua, te viene el torrente de la Palabra y el torrente del Espíritu.
Si necesitas fuego, Dios te mete al horno de la Shekhiná de Jehová, al horno de tu prueba y dificultad, de tu
lucha y enfermedad, de tu padecimiento y debilidad, o de tu crisis en donde opera el fuego de Dios
endureciendo el barro y la vasija.

A pesar de las mil imperfecciones del barro, Dios está viendo más allá del material. Usted ve un montón de
barro deforme y no ve nada más. Pero ¿qué ve el artista alfarero? ¿Qué ve el maestro alfarero? No está viendo
ese montón de barro deforme, y no lo ve a usted con sus discapacidades espirituales. Cuando el alfarero toma
en sus manos ese barro deforme, ya tiene algo en mente acerca del futuro de ese barro. Para el que llegue
solamente a mirar, será solo un pedazo de barro lo que verá, pero el alfarero dice: "estarás siendo útil en una
alacena, estarás en la vitrina de un palacio porque voy a hacer de ti una vasija fina, voy a hacer vasijas de
honra”.

EL ALFARERO TIENE UN IDEAL Y UN FUTURO PARA NOSOTROS

Y para lograr ese ideal usa la rueda y el torno. La rueda da vueltas, es decir, la disciplina humana, las
revoluciones diarias de nuestra vida donde pasamos la experiencia una y otra vez hasta que el barro toma
forma con la repetición de las experiencias, las cuales nos fortalece. No tienes que parecerte a nadie, tú debes
y puedes ser tú con ese talento que Dios te dio o esos cinco talentos que Dios te dio, ubícate y comienza a
trabajar para la gloria de Dios. Cuando hablamos de futuro hablamos de esperanza, y es lo que tenemos. Dios
es perseverante y aunque aquella vasija que hizo primero se echó a perder, ahí había una vasija perfecta; Dios
nos dio una vasija más perfecta que nuestro modelo, este es Jesucristo.

Mantengámonos en la rueda donde Dios va sacando finura, va quitando lo duro, removiendo la piedra,
puliendo asperezas y perfeccionando el material. Nunca puede faltar el toque maestro de su mano, donde
está ese borde, ese vivo que se hace alrededor y ese perfil, porque ése es el toque de su mano. Sus manos
preciosas y poderosas son las que nos han dado el perfil que tenemos, el perfil de Cristo.
¿Quién somos en realidad?

"Pero tenemos este tesoro en vaso de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, no de nosotros," -
2Cor.4:17

De todos los materiales con que se pueden a ser las cosas, el apóstol Pablo guiado por el Espíritu Santo
comparado al ser humano con el barro, y no es casualidad.

El barro es un material extraordinariamente especial ya que sus características son inigualables. Por ejemplo,
en el tiempo de antes el material de las cosas denotaba la clase social o económica de una persona. Si una
persona tenía materiales de oro se consideraba rico (muchos reyes solían tener así), la gente, en estructura
social debajo de ellos tenía cosas de plata y así disminuía el valor del material como de la clase. De manera
que hasta abajo de esta estructura, estaba el barro. La gente más pobre usaba materiales de barro, dándole
al barro una degradación.

Somos invaluables

En este ejemplo podemos ver que a Pablo compararnos con un vaso de barro da entender de que nosotros
no somos tan especiales o un objeto de lujo. En pequeña ironía somos hechos del mismo material que el barro,
lodo. (Gn 1:7 "Entonces Jehovah Dios formo al hombre del polvo de la tierra, y soplo en su nariz aliento de
vida, y fue el hombre un ser viviente.") No somos hecho de oro, o de diamantes, nuestro cuerpo físico no
resplandece ni es invencible. Pero gloria a Dios por esto porque somo la obra optima del Dios. Dios no ha
hecho a su semejanza, perfectos, con todas la características y cualidades necesarias para vivir. Y quizás si
fuéramos hechos diamantes y rubís nos envaneciéramos de nosotros mismos. Si aun siendo del polvo de la
tierra nos envanecemos y creemos que somos lo mejor.

Somos frágiles

El barro es frágil. En cualquier caída o golpe el barro se quiebra o se parte. ¡No somos nosotros igual! En
cualquier problema o frustración nos quebramos. Nos quebramos en llanto, quejas, enojos, depresiones, etc.,
Y esto es normal (Juan 16:33 "Estas cosas os he hablado para que tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción;
pero confiad, yo he vencido al mundo.") El llanto y la ira son formas de expresión del ser humano. Pero hay
que tener cuidado. No hay que vivir siempre en llanto o en ira. Jesús paso dolores más grandes que nosotros
-- todo el peso del pecado en su máximo peso. Lo soporto, venció, y fue recibido en gloria. Nosotros también
podemos vencer en El. Además, (2Coritios12:9 "Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se
perfecciona en la debilidad.") Es en nuestros momentos difíciles que Dios hace grandes cosas con nosotros.

Pero, a pesar de esto, las cualidades del barro van más allá que esto.

Somos una Obra de un Arduo y Largo Proceso

Para que el barro sea formado lleva un arduo y largo proceso en el cual el barro es pasado por el fuego varias
veces para que quede perfecto. Nuestra vida hetera es el proceso arduo y largo. En la cual pasamos por fuego
varias veces. Pero, (Filipenses 1:6 "estando persuadido de esto; que el que comenzó en nosotros la buena
obra, la perfeccionara hasta el día de Jesucristo;") Esto es tan cierto después de caídas y tropiezos somos más
fuertes! Y de esta manera Dios nos va perfeccionando.

Tenemos Características Especiales

Después de hecho, el barro tiene algunas cualidades que superan las cualidades de otros materiales
incluyendo el oro. El agua, en algunos lugares calurosos, se pone en vasijas de barro, y aunque este la hora
más caliente del día, el agua esta fresca. No fría, pera a una temperatura fresca que la hace rica. Algunas hoyas
de cocinar son hechas de barro y estas les dan un sabor exquisito a ciertas comidas típicas tales como el mole.
No somos cualquier cosa Dios nos ha dado todo lo que necesitamos y más. (2Timoteo 1:7 "Porque no nos ha
dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio.")

Nuestro Tesoro es Cristo

¡De manera que el barro es una substancia extraordinariamente especial en la cual se le compara al ser
humano en las manos de Dios! ¡Y lo más hermoso es que dentro tenemos el tesoro más grande que es Cristo!

("Pero tenemos este tesoro en vaso de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, no de nosotros,"
-2Cor.4:7)

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