You are on page 1of 8

LAS FUNCIONES DE LA

CRIMINOLOGIA
RESUMEN

I. CRIMINOLOGIA, DEFINICION:

Cabe definir la Criminología como ciencia empírica e interdisciplinaria que se


ocupa del estudio del crimen, de la persona del infractor, de la víctima y del control
social del comportamiento delictivo, y trata de suministrar una información válida,
contrastada sobre la génesis, dinámica y variables principales del crimen
─contemplando éste como problema individual y como problema social─, así
como los programas de prevención eficaz del mismo y técnicas de intervención
positiva en el hombre delincuente.

II. EL METODO DE LA CRIMINOLIGIA: Empirismo e Interdisciplinariedad:

Empirismo:

La Criminología es una ciencia del «ser», empírica; se sirve de un método


inductivo, empírico, basado en el análisis y la observación de la realidad.

Que la Criminología pertenezca al ámbito de las ciencias empíricas significa, en


primer lugar, que su objeto (delito, delincuente, víctima y control social) se inserta
en el mundo de lo real, de lo verificable, de lo mensurable, y no en el de los
valores.

La Criminología pretende conocer la realidad para explicarla. Se aproxima al


fenómeno delictivo sin prejuicios, sin mediaciones, procurando obtener una
información directa de éste.

Interdisciplinariedad:

El principio interdisciplinario se halla significativamente asociado al proceso


histórico de consolidación de la criminología como ciencia autónoma.

Son muchas las disciplinas científicas que se ocupan del crimen como fenómeno
individual y social. La biología, la psicología, la sociología (todas en el campo
criminal), con sus respectivos métodos, enfoques y pretensiones han ido
acumulando valiosos saberes especializados sobre aquél. Ahora bien, el análisis
científico reclama una instancia superior que integre y coordine las informaciones
sectoriales procedentes de las diversas disciplinas interesadas por el fenómeno
delictivo; que elimine posibles contradicciones internas e instrumente un genuino
sistema de «retroalimentación», según el cual cada conclusión partículas se
corrige y enriquece al contrastarse con las obtenidas en otros ámbitos y
disciplinas.

III. EL OBJETO DE LA CRIMINOLOGIA: Delito, Delincuente, Víctima y Control Social


a. La criminología se ocupa del delito. Pero el delito interesa también, a otras
ciencias, disciplinas y ramas del saber. Existen, en efecto, numerosas nociones de
«delito». El Derecho Penal, la Filosofía y la Ética, la Sociología, etc.

Para la Criminología el delito se presenta, ante todo, como «problema» social y


comunitario, caracterización que exige del investigador una determinada actitud
(empatía) para aproximarse al mismo.

La Criminología ha de contemplar el delito no sólo como comportamiento


individual, sino, sobre todo, como problema social y comunitario, porque, según
pusieron de relieve Oucharchyn-Dewitt y otros, un determinado hecho o fenómeno
debe ser definido como «problema social» solo si concurren en él las siguientes
circunstancias: que tenga una incidencia masiva en la población; que dicha
incidencia sea dolorosa, aflictiva; persistencia espaciotemporal; falta de un
inequívoco consenso respecto a su etiología y eficaces técnicas de intervención
en el mismo y conciencia social generalizada respecto a su negatividad.

Es un problema «de» la comunidad (no solo del sistema legal), nace «en» la
comunidad y en ella debe encontrar fórmulas de solución positivas.

b. La Criminología se ocupa del delincuente: de la persona del infractor; que alcanzó


su máximo protagonismo como objeto de las investigaciones criminológicas
durante la etapa positivista.

En la moderna Criminología, el estudio del hombre delincuente ha pasado a un


segundo plano. El centro de interés de las investigaciones se desplaza
prioritariamente hacia la conducta delictiva misma, la víctima y el control social.

Pero más significativo es la imagen que profesa del hombre delincuente: con qué
prototipo de criminal se opera en la Criminología, porque son muchas y
controvertidas las concepciones que se sustentan sobre el delito y el delincuente.
Cuatro respuestas son paradigmáticas, si bien hoy no concitan ya el necesario
consenso científico: la clásica, la positivista, la correccionalista y la marxista.

El mundo clásico partió de una imagen sublime. El dogma de la libertad hace


iguales a todos los hombres (no hay diferencias cualitativas entre el hombre
delincuente y el no delincuente) y fundamenta la responsabilidad: el absurdo
comportamiento delictivo sólo puede comprenderse como consecuencia del mal
uso de la libertad en una concreta situación, no a pulsiones internas ni a
influencias externas.

Para el positivismo el infractor es un prisionero de su propia patología


(determinismo biológico) o de procesos causales ajenos al mismo (determinismo
social). La filosofía correccionalista, ve en el criminal un ser inferior, minusválido,
incapaz de dirigir por sí mismo ─libremente─ su vida, el hombre delincuente
aparece ante el sistema como un menor de edad, desvalido. El marxismo, por
último, responsabiliza del crimen a determinadas estructuras económicas, de
suerte que el infractor deviene mera víctima inocente y fungible de aquellas: la
culpable es la sociedad.

c. La víctima del delito disfrutó del máximo protagonismo durante la justicia primitiva,
siendo después drásticamente «neutralizada» por el sistema legal moderno.

La Criminología tampoco ha exhibido sensibilidad alguna por los problemas de la


víctima del delito, pues entra exclusivamente su interés en la persona del
delincuente. El Estado ─y los poderes públicos─ orientan la respuesta oficial al
delito en criterios vindicativos, retributivos (castigo del culpable), desatendiendo
las más elementales exigencias reparatorias. Las siempre escasas inversiones
públicas pareen destinarse siempre al penado (nuevas cárceles, infraestructura,
etc.), como si la resocialización de la víctima no fuera un objetivo básico del
Estado «social» del Derecho.

Por ello, la Victimología ha llamado la atención sobre la necesidad de formular y


ensayar programas de asistencia, reparación, compensación y tratamiento de las
víctimas del delito: 1o programas de asistencia inmediata; 2o programas de
reparación o restitución a cargo del propio infractor (restitución); 3o programas de
compensación a la víctima; y 4o programas de asistencia a la víctima-testigo.

d. El control social del delito como objeto de la criminología: la moderna Criminología


se preocupa, también, del control social del delito, sin duda por su orientación
cada vez más sociológica y dinámica. No se limita a detectar la criminalidad y a
identificar al infractor, sino que crea o configura la criminalidad: realiza una función
«constitutiva».

Por control social se entiende el conjunto de instituciones, estrategias y sanciones


sociales que pretenden promover y garantizar dicho sometimiento del individuo a
los modelos y normas comunitarias. Para obtener la conformidad o adaptación del
individuo a sus postulados normativos (disciplina social) se sirve la comunidad de
dos clases de instancias o portadores del control social: instancias formales e
instancias informales. Cuando las instancias informales (la familia, la escuela, la
profesión, la opinión pública, etc.) del control social fracasan, entran en
funcionamiento las instancias formales (la policía, la justicia, la administración
penitenciaria.)

Los agentes del control social formal no son meras correas de transmisión de la
voluntad general, sino filtros al servicio de una sociedad desigual que, a través de
los mismos, perpetúa sus estructuras de dominación y potencia las injusticias que
la caracterizan.

El control social penal es un subsistema en sistema global del control social;


difiere de éste por sus fines (prevención o represión del delito); por los medios de
los que se sirve (penas o medidas de seguridad); por el grado de formalización
con que interviene. No obstante, cualquier análisis comparativo de los diversos
sistemas de control, de partir de dos premisas: la globalidad del control social y la
relativa intercambiabilidad de todos sus elementos.

El examen pormenorizado de la actuación del control social ─de sus instancias


formales e informales─ constituye uno de los objetivos metodológicos prioritarios
del «labelling approach». Este ha resaltado tres características del control social
penal: su comportamiento selectivo y discriminatorio (el criterio del estatus social
prima sobre el de los merecimientos objetivos del autor de la conducta); su función
constitutiva o generadora de criminalidad (los agentes de control social no
«detectan» al infractor, sino que «crean» la infracción y etiquetan al culpable como
tal); y el efecto estigmatizador del mismo (marca al individuo, desencadenando la
llamada «desviación secundaria» y las «carreras criminales»).

La efectividad de un concreto sistema de control social penal es un tema


problemático. No se debe olvidar, por último, que el incremento de las tasas de
criminalidad no es consecuencia directa del fracaso del control social, sino de
otros factores. Antes bien, el control social falla porque el crimen (debido a otras
causas) aumenta.

IV. FUNCIONES DE LA CRIMINOLOGIA

La función básica de la Criminología consiste en informar a la sociedad y a los


poderes públicos sobre el delito, el delincuente, la víctima y el control social,
aportando un núcleo de conocimientos más seguro y contrastado que permita
comprender científicamente el problema criminal, prevenirlo e intervenir con
eficacia y de modo positivo en el hombre delincuente. Su metodología
interdisciplinaria permite, además, los conocimientos obtenidos sectorialmente en
los distintos campos del saber por los respectivos especialistas, eliminando
contradicciones y colmando las inevitables lagunas. Ofrece pues, un diagnóstico
cualificado y de conjunto sobre el hecho criminal.

1. Núcleo de conocimientos, esto es, saber sistemático, ordenado, generalizador: y


no mera acumulación de datos o informaciones aisladas e inconexas.

La Criminología, como ciencia, es una fuente dinámica de información; del mismo


modo que el quehacer del criminólogo es siempre provisional, inacabado, abierto a
los resultados de las investigaciones interdisciplinarias, nunca definitivo.

Criminología como ciencia, es una ciencia práctica, preocupada por los problemas
y conflictos concretos, históricos, y comprometida en la búsqueda de criterios y
pautas de solución de los mismos.

La vocación práctica de la Criminología sugiere una reflexión final: el criminólogo


teórico debe esforzarse por aportar no ya conocimientos útiles, sino practicables,
pensando en los muy diversos destinatarios de los mismos y en su aplicación a la
realidad por los operadores del sistema.

2. El propio rol de la criminología hadado lugar a un fecundo debate científico e


ideológico.

Podrá parecer obvio que el destino final de la Criminología es la lucha contra la


criminalidad; o si se prefiere una formulación bastante más técnica y menos
agresiva: el control y prevención del delito. Sin embargo, la propia doctrina
criminológica ha discutido desde sus inicios si dicho cometido pertenece o no al
objeto específico de esta disciplina.

Tradicionalmente incluso gozó de ciertos predicamentos la tesis contraria.


Partiendo de su naturaleza de ciencia empírica, pudo mantenerse que a la
Criminología corresponde sólo la explicación del fenómeno delictivo, el análisis y
descripción de las causas del mismo, pero no las estrategias científicas, político-
criminales o políticas idóneas para combatirlo, competencia esta última de los
poderes públicos.

La doctrina criminológica oficial en los países socialistas reprocha la denominada


criminología burguesa precisamente por el «conformarse con explicar el crimen en
lugar de extirparlo». En consecuencia, y de acuerdo con el pensamiento oficial y
ortodoxo de los países socialistas, la criminología no debe resignarse a aportar
explicaciones teóricas del crimen, sino que ha de combatirlo.

La criminología pretende un control razonable del delito, su total erradicación de la


sociedad es una meta inviable e ilegítima. Eliminar por completo la criminalidad
sólo sería posible acudiendo a técnicas de control alternativo, pero con ello
entramos en el peligroso mundo de la utopía.

La criminología es una ciencia empírica, pero la actividad criminológica, la


investigación, la praxis no es funcionalmente neutra para el sistema legal. Las
diversas actitudes criminológicas oscilan, en consecuencia, entre un amplio
espectro desde la legitimación del status quo a la crítica directa de los
fundamentos del orden social. El criminólogo, como científico, ha de buscar la
verdad, recabando para sí la posibilidad de criticar incluso las bases del sistema
legal y su funcionamiento: no es un mero observador o testigo de la realidad.

3. La información sobre el problema criminal que puede aportar la criminología,


válida y fiable, tiene un triple ámbito: la explicación científica del fenómeno criminal,
de su génesis, dinámica y principales variables; la prevención del delito; y la
intervención en el hombre delincuente.

a. La formulación de impecables modelos teóricos explicativos del


comportamiento criminal ha sido el cometido prioritario asignado a la
criminología, de acuerdo con el paradigma de ciencia dominante en los países
de nuestro entorno cultural. En los países socialistas interesa más prevenir el
delito que explicarlo, más transformar la sociedad (capitalista) criminógena
que elaborar modelos teóricos explicativos. Hasta tal punto importa
transformar la sociedad ─y no formular modelos teóricos explicativos del
crimen─ que según Lekschas la criminología es una disciplina auxiliar de la
jurisprudencia dirigida a la mejor implantación de la sociedad socialista: un
elemento parcial de la dirección de la sociedad, un momento parcial de la
gestión de la sociedad socialista.

No cabe duda, sin embargo, que la formulación y desarrollo de modelos


teóricos explicativos del comportamiento criminal es un objetivo científico de
primera magnitud. Que no se puede abordar rigurosamente el problema de la
criminalidad sin un conocimiento previo de su génesis y dinámica, ignorando
que se trata de un fenómeno muy selectivo.

b. La prevención eficaz del delito es otro de los objetivos prioritarios de la


criminología. El conocimiento científico (etiológico) del crimen, de su génesis,
dinámica y variables más significativas, debe conducir a una intervención
mediata y selectiva capaz de anticiparse al mismo, de prevenirlo,
neutralizando con programas y estrategias adecuadas sus raíces.
Naturalmente, se trata de una intervención eficaz, no de una intervención
«penal», ya que esta última, por su elevado «coste social» y nocivos efectos,
debe ser siempre subsidiaria, de acuerdo con el principio de «intervención
mínima».

Es obvio que cabe prevenir el delito no solo contramotivando al infractor


potencial con la amenaza del castigo, sino de otros muchos modos, con
programas que incidan en diversos componentes del selectivo fenómeno
criminal: el espacio físico, las condiciones ambientales, el clima social, los
colectivos de víctimas potenciales, la propia población penada, etc.

c. Por último, la criminología puede suministrar, también, una información útil y


necesaria en orden a la intervención del hombre delincuente. Asistimos, sin
duda, a la crisis de la denominada «ideología del tratamiento», al clamoroso e
inevitable fracaso de los programas de resocialización del delincuente.

En consecuencia ─y para garantizar una intervención rehabilitadora del


delincuente─ corresponden a la criminología tres cometidos: Primero,
esclarecer cuál es el impacto real de la pena en quien la padece, para que la
privación de libertad sea sólo eso: privación de libertad y nada más que
privación de libertad. Pero privación de libertad digna, de acuerdo con los
parámetros culturales mucho más exigentes de nuestro tiempo. Que no
incapacite definitivamente al penado y haga inviable su posterior retorno a la
comunidad una vez cumplido el castigo. Segundo, diseñar y evaluar
programas de reinserción, entendiendo esta no en sentido clínico e
individualista, sino funcional; programas que permitan una efectiva
incorporación sin traumas del ex penado a la comunidad jurídica, removiendo
obstáculos, promoviendo una recíproca comunicación e interacción entre los
dos miembros (individuo y sociedad). Tercero, mentalizar a la sociedad de que
el crimen no es sólo un problema del sistema legal, sino de todos. Para que la
sociedad asuma la responsabilidad que le corresponde y se comprometa en la
reinserción del ex penado. De suerte que el crimen se comprenda en términos
comunitarios: como problema nacido en y de la sociedad a la que el infractor
perteneció y sigue perteneciendo.

4. Criminología, Política Criminal y Derecho Penal:

La evolución de las ciencias penales y criminológicas apunta, de hecho, hacia este


modelo integrado, impuesto por la necesidad de un método interdisciplinario y por
la unidad del saber científico. La política criminal, en cuanto disciplina que
suministra a los poderes públicos las opciones científicas concretas más
adecuadas para el eficaz control del crimen, ha servido de puente eficaz entre el
Derecho Penal y la Criminología, facilitando la recepción de las investigaciones
empíricas y su transformación en preceptos normativos. Por ello, es hoy opinión
dominante que la Criminología, la Política Criminal y el Derecho Penal son tres
pilares del sistema de las ciencias criminales, inseparables en interdependientes.
La Criminología está llamada a aportar el sustrato empírico del mismo, su
fundamento científico. La Política Criminal a transformar la experiencia
criminológica en opciones y estrategias concretas asumibles por el legislador y los
poderes públicos. El Derecho Penal a convertir en proposiciones jurídicas,
generales y obligatorias, el saber criminológico esgrimido por la política criminal
con estricto respeto de las garantías individuales y principios jurídicos de
seguridad e igualdad propios de un Estado de Derecho.

En efecto, una respuesta científica al crimen exige un proceso lógico que consta
de tres momentos o fases: explicativo, decisional y operativo o instrumental.

You might also like