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Yo quiero decir algo, porque ése fue un debate que nos marcó a todos, a mí
quizás más singularmente. En ese debate hubo, si no me equivoco, cerca de 18
diputados de nuestro bloque que votaron en contra de la posición del gobierno.
Deben haber sido 18 y muchos de ellos están hoy aquí. Nunca se me ocurrió a mí
ni a ninguno de los integrantes de nuestro bloque, ni a ninguno de los integrantes de
nuestro gobierno, poner un manto de sospecha sobre el voto de cada uno de esos
diputados y lo saben los diputados que votaron en contra.
Muchos de ellos al otro día estaban reunidos dentro de nuestro bloque. No hemos
tomado ningún tipo de sanción y podríamos haber intentado, hasta para
autojustificarnos, diciendo que “se fueron porque les ofrecieron”, “les dieron”,
“pusieron la Banelco verde”... No dijimos nada.
Ninguno de los miembros de nuestro bloque opinó en ese sentido. Por supuesto
que nos dolió su actitud, pero desde el punto de vista político. Nunca pusimos un manto
de sospecha.
Digo algo más, algo que señalé en una de las otras sesiones: si parte de esos
diputados que ingresaron por nuestra lista estuviesen hoy sentados en el bloque del
Frente para la Victoria, la situación de mayoría en esta Cámara sería absolutamente
distinta.
Entonces, me parece una muy mala práctica política –y lo digo con respeto que
cuando se está a punto de perder una votación se busquen justificaciones en cuestiones
que no tienen nada que ver con la política.
Cuando nos pasó lo de la 125 aunque todos nos dicen que somos un espacio
político no reflexivo, que no tenemos tendencia a la autocrítica, hicimos la autocrítica.
Por eso ninguno de los diputados que después se fueron del bloque en diferentes
momentos recibieron ningún tipo de discriminación ni sanción del bloque. Se fueron
cuando quisieron, por los motivos que quisieron. Sí hicimos la autocrítica de por qué
hubo 18 diputados de nuestro bloque que votaron en contra de la posición mayoritaria
del bloque en ese proyecto de ley.
Ahora resulta que porque hay diputados que no están, hay sospechas. A nosotros
también nos faltan tres diputados propios: uno que estaba sentado, se le murió el padre
y se tuvo que volver a Misiones. Me refiero al diputado Llera.
Hay dos que están de viaje. Quince días atrás, antes del fallecimiento de Néstor
Kirchner, en una reunión de bloque pedimos a todos nuestros diputados que no viajen.
Dijimos más: utilicé una palabra más vulgar, diciendo que están todos en cuarentena, de
aquí a fines de noviembre para evitar que nos falte un diputado. Hubo dos diputados
que se fueron: son viajes personales, no autorizados por la Cámara.
Pero tampoco voy a salir a hacer una persecución pública sobre esos dos
diputados ni tampoco voy a decir que hubo alguien que les pagó el viaje para que no
estén en esta sesión.
Creo que no hay que victimizarse cuando a uno no le salen las cosas todo lo bien
que espera. Las respuestas hay que buscarlas en otro lugar; hay que pensar de otra
manera.
Por otra parte, quiero decir con absoluta sinceridad –todos somos dirigentes
políticos y llegamos a esta Cámara con nuestra historia y nuestra trayectoria que nadie
habla con quien cree que le va a dar como respuesta una negativa contundente. Si se
habla con alguien es porque al cruzarlo en algún pasillo pudo haber dicho: “No estoy
muy de acuerdo”, “Podríamos flexibilizar” o “Podríamos tener una mirada distinta”.
Esa situación se puede plantear porque uno tiene una relación de amistad,
porque se forjan relaciones más cercanas entre diputados de distintos bloques o porque
uno tiene más confianza para hablar de determinadas cosas con algunas personas. Pero
poner un manto de sospecha sobre lo que ha pasado en esta sesión es una farsa. Lo digo
con absoluta tranquilidad y honestidad.
Otro comentario que deseo realizar es sobre el jefe de Gabinete. Uno no puede
decir que tiene la verdad absoluta, pero casi aseguraría que no ha hablado con ningún
diputado de esta Cámara. Miento; en realidad habló con uno. Fue hace una semana –yo
estaba presente y lo hizo para preguntarle qué opinión tenía sobre el presupuesto. Ese
fue el tono de la conversación.
En mi opinión resulta absolutamente lógico que el señor jefe de Gabinete llame
por teléfono a un diputado para preguntarle qué opina del presupuesto. Personalmente
lo hice con la mayoría de los bloques. ¿Cómo no lo voy a hacer si vengo acá a tratar de
ganar una votación? ¿Cómo no le voy a pedir a los diputados que se van que vuelvan y a
los que no se fueron que se queden? Esta es la lógica de la tarea de cualquier presidente
de bloque.
Por lo tanto, creo que nos encontramos ante una fenomenal maniobra para evitar
lo que ya dije que quisieron evitar cuando solicitaron el cuarto intermedio, es decir, que
se discuta el presupuesto general de la Nación. Nosotros queremos que el presupuesto se
discuta y por eso hemos estado presentes a lo largo de esta sesión que lleva más que un
tiempo considerable y aspiramos a que se vote en el día de la fecha.
A mediados del año 1988 el doctor Alfonsín envió el presupuesto de ese ejercicio
–en esa época no se enviaban los presupuestos con anterioridad- y pudo tener la
cantidad de votos necesarios para que ese presupuesto se aprobara.
En verdad lo que veníamos a buscar en esta sesión era encontrar una alternativa
parlamentaria que nos permitiese dar a la presidenta la posibilidad de que termine el
último año de gestión de su primer mandato con una norma presupuestaria
absolutamente genuina y transparente.
Este presupuesto no tiene ninguna otra cosa distinta a los presupuestos de los
años anteriores, y tan mal no le ha ido a la Argentina. Yo no pretendo que reconozcan
que a la Argentina le ha ido bien, pero tan mal no le ha ido en estos siete años.
En enero, febrero y marzo de este año nos criticaron muchísimo por el dictado de
los decretos de necesidad y urgencia por el uso de las reservas. ¡Ahí está incluido en el
proyecto de ley de presupuesto el pedido de autorización para usar las reservas para el
pago de los servicios de la deuda! ¡Ahí está la cantidad de obras públicas que se han
hecho y se están diseñando a lo largo y a lo ancho del país!
Estoy convencido de que es una muy mala señal institucional que este Congreso
no le de su presupuesto a la presidenta de la Nación. Voy a decir algo que pido no tomen
a mal. ¿Cuál era la diferencia o la coincidencia entre la oposición de 1987 a 1989, de la
oposición de 1997 a 1999 y la actual? La oposición del peronismo en 1987 pensaba que
podía ser gobierno en 1989; la Alianza en 1997 pensaba que podía ser gobierno en 1999,
pero me parece que ustedes no creen que puedan ser gobierno el año que viene.
(Aplausos.) Entonces, les importa poco la idea de mantener las pautas mínimas
macroeconómicas institucionales para que se desarrolle la Nación. (Aplausos.)