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CONSEJO DE ESTADO

SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

SECCIÓN TERCERA

SUBSECCION C

CONSEJERO PONENTE: JAIME ORLANDO SANTOFIMIO GAMBOA

Bogotá D.C., siete (7) de junio de dos mil doce (2012)

Radicación: 66001233100019990003501 (22277)

Actor: Hernando Gómez Sanint

Demandado: Instituto De Seguros Sociales

Proceso: Acción Contractual

Asunto: Recurso de apelación

Decide la Sala el recurso de apelación interpuesto por el señor HERNANDO GÓMEZ


SANINT contra la sentencia del 3 de diciembre de 2001, proferida por el Tribunal
Contencioso Administrativo de Risaralda, mediante la cual se acogieron parcialmente
las pretensiones de la demanda.

I. ANTECEDENTES

1. Lo pretendido

El 12 de enero de 19991 el señor HERNANDO GÓMEZ SANINT presentó demanda


contra el INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES solicitando se declarara la nulidad
de la Resolución 3892 del 27 de diciembre de 1996, por medio de la cual se dio por
terminado de manera unilateral el contrato No. 503 del 12 de diciembre de 1996, que
se declarara que el demandado incumplió el mencionado contrato y que
consecuencialmente se le condenara a pagar, debidamente indexada, la suma de
$20.000.000 por concepto de los perjuicios materiales causados.

2. Los hechos en que se fundamentan las pretensiones

El 12 de diciembre de 1996 demandante y demandado celebraron el contrato No. 503


en virtud del cual aquel se obligaba a prestar a éste sus servicios profesionales como
médico para atender a sus pacientes hospitalizados y ambulatorios en la ciudad de
Pereira.

1
Folio 19 del c. No. 1.
La duración del contrato se fijó hasta el día 30 de marzo de 1997 y por un valor total
de $13.400.000

Como causales de terminación unilateral solamente se pactaron las señaladas en el


artículo 17 de la Ley 80 de 1993.

El 27 de diciembre de 1996 el Instituto de Seguros Sociales expidió la Resolución No.


3892 dando por terminado de manera unilateral el referido contrato con fundamento
en que Hernando Gómez Sanint lo había incumplido al no prestar el servicio de
manera eficiente y oportuna.

El acto administrativo contiene una falsa motivación porque la queja de los usuarios
no está prevista ni en la ley ni en el contrato como causa para darlo por terminado.

Esa terminación unilateral fue intempestiva porque previamente no se llamó al


contratista para que rindiera descargos y pudiera ejercer su derecho de defensa.

3. El trámite procesal
Admitida que fue la demanda y noticiado el demandado del auto admisorio, el
asunto se fijó en lista y dentro del término el accionado le dio respuesta
oponiéndose a las pretensiones formuladas.

Después de decretar y practicar pruebas y de resultar fracasada una audiencia de


conciliación, se corrió traslado a las partes y al Ministerio Público para que alegaran
de conclusión, oportunidad que sólo fue aprovechada por éste.

II. LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

En sentencia del 3 de diciembre de 2001 el Tribunal Contencioso Administrativo de


Risaralda resolvió decretar la nulidad de la resolución impugnada, condenar al
demandado a pagar la suma de $20.614.191.71 por concepto de perjuicios
materiales y negar las restantes súplicas de la demanda.

Para tomar estas decisiones el Tribunal expuso las siguientes razones:

El artículo 77 de la Ley 80 de 1993 dispone que en las actividades contractuales son


aplicables las normas que rigen los prodedimientos y actuaciones en la función
administrativa y el artículo 35 del Código Contencioso Administrativo prescribe que
la administración debe dar oportunidad a los interesados para expresar su opinión
para luego, con fundamento en las pruebas e informes disponibles, tomar la
decisión correspondiente con su debida motivación.

En este asunto se violó el artículo 29 de la Constitución Política así como las


disposiciones antes mencionadas puesto que al demandante se le privó de la
oportunidad de conocer la acusación, de rendir descargos y de aportar pruebas, lo
que finalmente se traduce en una terminación unilateral y arbitraria del contrato.

Haciendo suya la argumentación que adujo el Ministerio Público, el Tribunal


concluye que el acto acusado, además de violar el derecho de defensa, está
indebidamente motivado porque no señala el bloque de legalidad en el que se
apoya y las razones que aduce no son concordantes con el estatuto contractual.

Como el contrato tiene un valor de $13.4000.000 y el demandante confiesa haber


recibido $800.000, la indemnización se reduce a ordenar el pago de los restantes
$12.600.000 con la correspondiente indexación para quedar finalmente en
$20.614.191.71.

III. EL RECURSO DE APELACIÓN

Contra esta decisión se alzó el demandado.


Dice la recurrente que su inconformidad estriba en que la Resolución 3892
del 27 de diciembre de 1996 se ha calificado como sancionatoria sin serlo
puesto que lo que hizo el Instituto de Seguros Sociales fue dar por terminado
el contrato con fundamento en que el demandante incumplió con sus
obligaciones contractuales.

En estas circunstancias no se violó el debido proceso porque no se trataba


de imponer una sanción y como si fuera poco el contratista tuvo la
oportunidad de interponer contra la Resolución los recursos de ley para
justificar allí la conducta que dio lugar a las quejas.

IV. CONCEPTO DEL MINISTERIO PÚBLICO

El Ministerio Público opina que la sentencia recurrida debe ser confirmada y así lo
solicita.
Fundamenta su solicitud en las siguientes razones:

Según el artículo 1602 del Código Civil los contratos válidamente celebrados son de
obligatorio cumplimiento para las partes y en este caso el Instituto de Seguros
Sociales desconoció sus compromisos al dar por terminado unilateralmente el
contrato pues no existía un motivo válido para ese procedimiento.

La terminación unilateral del contrato está limitada a las causales contempladas en


el artículo 17 de la Ley 80 de 1993 que en este caso no se configuran.

La inasistencia del contratista a una cita sólo daba lugar, según el contrato, a la
imposición de una sanción equivalente al uno por mil del valor del contrato.

Se violó el artículo 29 de la Constitución Política porque no se le permitió al


contratista intervenir en el procedimiento que concluyó con el acto administrativo
demandado.

Habiéndose violado el debido proceso y estando indebidamente motivado el acto


administrativo por no haberse cimentado en una causa legal, la consecuencia es su
nulidad y por consiguiente el demandado es responsable de los perjuicios causados.
V. CONSIDERACIONES

1. En relación con el derecho de defensa esta Corporación ha expresado:

“En las actuaciones contractuales también rige el derecho a que “Quien sea
sindicado tiene derecho a la defensa”, así como la garantía “a presentar
pruebas y a controvertir las que se alleguen en su contra”, del mismo modo
que “Es nula, de pleno derecho, la prueba obtenida con violación del debido
proceso”, pero se requiere hacer dos precisiones.

De un lado, y en armonía con la garantía inmediatamente analizada, la


necesidad de la prueba de los hechos que se imputan es conditio sine qua
non de la validez de la decisión administrativa, porque sólo así se legitima la
misma, y se contrarresta la arbitrariedad y el abuso del poder, que fácilmente
se esconde tras una medida sin soporte en hechos demostrados. En esta
perspectiva, la Corte Constitucional ha manifestado: “En conclusión, en toda
actuación administrativa la apreciación de las pruebas por parte del
funcionario deberá ceñirse a las disposiciones contenidas en el Código de
Procedimiento Civil, en desarrollo del principio constitucional del debido
proceso en actuaciones administrativas.” (sentencia T-011 de 1993)

De otro lado, el derecho de defensa también garantiza que se vincule al


afectado con el procedimiento sancionatorio, para que exponga las razones
que explican su percepción de los hechos investigados. Es tan arraigada esta
garantía, que el Código Contencioso Administrativo ya aseguraba su defensa
desde 1984. Sobre el particular, el art. 28 del C.C.A. protege, incluso, a las
personas que pudieran afectarse con la decisión2, de manera que ordena
hacerlas parte del procedimiento administrativo. Y si esto acontece con los
terceros, con mayor razón aplica para quien es parte3. .

Así mismo, el derecho de defensa no tiene más limitaciones en materia


contractual, y por eso se admite cualquier manifestación suya. Es decir, que
se ejerce mediante la presentación de pruebas, la controversia de las
existentes4, ser oído y que se practiquen pruebas y se controviertan, es decir,

2
Dispone el art. 28 CCA. “DEBER DE COMUNICAR. Cuando de la actuación administrativa iniciada de
oficio se desprenda que hay particulares que pueden resultar afectados en forma directa, a éstos se
les comunicará la existencia de la actuación y el objeto de la misma.

3
Entre otras cosas, la aplicación del CCA al procedimiento contractual, y los demás que se deriven de
él, se fundamenta en el art. 77 de la ley 80: “DE LA NORMATIVIDAD APLICABLE EN LAS ACTUACIONES
ADMINISTRATIVAS. En cuanto sean compatibles con la finalidad y los principios de esta ley, las
normas que rigen los procedimientos y actuaciones en la función administrativa serán aplicables en
las actuaciones contractuales. A falta de éstas, regirán las disposiciones del Código de Procedimiento
Civil.

“Los actos administrativos que se produzcan con motivo u ocasión de la actividad contractual sólo
serán susceptibles de recurso de reposición y del ejercicio de la acción contractual, de acuerdo con
las reglas del Código Contencioso Administrativo.” (Negrillas fuera de texto)

4
Discurre la Corte al respecto, en la sentencia T-796 de 2006, del siguiente modo: “ 6.1. En esta
oportunidad las sociedades… consideran que el Invías incurrió en una vulneración a sus derechos
fundamentales, al resolver los recursos de reposición interpuestos contra los actos administrativos que
liquidaron unilateralmente el contrato de concesión N° 388/97, pues no se les permitió objetar el
dictamen pericial decretado por la administración, y en el cual se basó la liquidación del contrato. Si
bien solicitaron su aclaración o complementación, los peritos se negaron a ello, y además,
tampoco se les corrió traslado de dicha respuesta dada por los peritos.
(…)
“A juicio de la Sala, como lo consideraron los jueces de instancia, la anterior situación trasgrede el
derecho fundamental al debido proceso en cabeza de las sociedades…, por cuanto no pudieron
contradecir el dictamen pericial. En primer lugar, los peritos se negaron a aclarar o complementar el
dictamen pericial rendido sin que la administración hiciera nada al respecto, pues ni exigió que los
peritos cumplieron con su deber ni corrió traslado a las partes para que pudieran pronunciarse
en síntesis, que se respete su derecho de audiencia y defensa, que permita
fijar la posición de la parte, y en general, toda forma de participación en el
procedimiento, que contribuya a defender una posición o postura jurídica”.5

En cuanto a la imposición de sanciones administrativas de plano y el derecho al


debido proceso esta misma Corporación ha dicho que:

“El constituyente colombiano hizo extensivo el derecho al debido proceso a


toda clase de actuaciones judiciales y administrativas (C.P. art. 29). Las
garantías mínimas del debido proceso penal son aplicables, con algunas
atenuaciones, a las actuaciones administrativas sancionatorias. En materia
sancionatoria de la administración, la estimación de los hechos y la
interpretación de las normas son expresión directa de la potestad punitiva del
Estado, cuyo ejercicio legítimo debe sujetarse a los principios mínimos
establecidos en garantía del interés público y de los ciudadanos, entre ellos,
los principios de legalidad, imparcialidad y publicidad, la proscripción de la
responsabilidad objetiva -nulla poena sine culpa-, la presunción de inocencia,
las reglas de la carga de la prueba, el derecho de defensa, la libertad
probatoria, el derecho a no declarar contra sí mismo, el derecho de
contradicción, la prohibición del non bis in idem y de la analogía in malan
partem, entre otras.
objetándolo por error grave, en los términos del numeral 4° del artículo 238 del C.P.C., norma que se
aplicaba al caso concreto dadas las razones desarrolladas en la parte dogmática de esta providencia.

(…)
“Así las cosas, no existe razón válida para que el Invías no haya corrido traslado a la respuesta de
solicitud de aclaración o complementación al dictamen pericial que elevaron las sociedades
accionantes en escrito radicado ante la entidad el 9 de agosto de 2005 (folio 143 a 146 del cuaderno de
primera instancia), sin importar en que sentido lo hayan hecho los peritos, y que en el caso concreto se
traduce en la negativa de proferir la aclaración. Por lo que el Invías al resolver los recursos de
reposición, pretermitiendo el mencionado trámite, desconoció el derecho al debido proceso de las
sociedades actoras, máxime cuando se trataba de un caso en que los peritos se negaron a la aclaración
o complementación solicitada sin que al respecto la administración tampoco tomara alguna decisión.”
5
Sentencia del 23 de julio de 2010 (expediente 16337).
(…)

El principio de legalidad que inspira el derecho penal y administrativo


comprende una doble garantía: la seguridad jurídica y la preexistencia de
preceptos jurídicos (lex previa) que establezcan de manera clara (lex certa)
las conductas infractoras y las sanciones correspondientes. Así sean
admisibles en el ámbito administrativo algunas restricciones en el ejercicio de
los derechos, dada la especial relación de sujeción del particular frente al
Estado -v.gr. existencia de facultades exorbitantes o poder disciplinario-, los
principios constitucionales del debido proceso (C.P. art. 29) deben ser
respetados en su contenido mínimo esencial, particularmente en lo relativo a
los requisitos de legalidad formal y tipicidad.

De otra parte, la legislación preconstitucional contencioso-administrativa


recoge en sus principios orientadores la imparcialidad, publicidad y
contradicción de todas las actuaciones administrativas (D. 001 de 1984, art.
3º). La potestad sancionatoria de la administración debe ceñirse a los
principios generales que rigen las actuaciones administrativas, máxime si la
decisión afecta negativamente al administrado privándolo de un bien o de un
derecho: revocación de un acto favorable, imposición de una multa, pérdida
de un derecho o de una legítima expectativa, modificación de una situación
jurídica de carácter particular y concreto, etc. En tales casos, la pérdida de la
situación jurídico-administrativa de ventaja debe ser consecuencia de una
conducta ilegal y culposa cuya sanción sea impuesta al término de un
procedimiento en el que esté garantizada la participación del sujeto y el
ejercicio efectivo de su derecho de defensa.

(..)

Toda persona tiene derecho a que antes de ser sancionada se lleve a cabo un
procedimiento mínimo que incluya la garantía de su defensa. La sola
exigencia de una certificación secretarial o de una declaración de dos o más
testigos presenciales para sancionar al acusado, prescindiendo de que éste
pueda contradecir la veracidad de las pruebas, constituye una acción
unilateral de la administración contraria al estado de derecho democrático y
participativo y a la vigencia de un orden jurídico justo.

Con fundamento en lo anterior, no es de recibo el argumento según el cual


comprobada la inexactitud de la documentación fundamento de una decisión
administrativa procede automáticamente la imposición de la sanción -en este
caso la cancelación de la inscripción en el registro de constructores-,
quedándole al afectado la posibilidad de ejercer su defensa mediante el
ejercicio oportuno de los recursos de reposición y apelación. Si bien la
presunción de legalidad de los actos administrativos y los principios de
celeridad y eficacia (D.001 de 1984 art. 3º.) podrían respaldar la imposición de
sanciones de plano en defensa del interés general (C.P. art.1), la prevalencia
de los derechos fundamentales (C.P. arts. 85 y 86) y la especificidad del
principio de presunción de inocencia aplicable al ámbito de las actuaciones
administrativas (C.P. art. 29), hacen indispensable que la sanción sólo pueda
imponerse luego de conceder al interesado la oportunidad de ejercer su
derecho de defensa.

En el caso que se revisa por la vía de la apelación la autoridad pública


adelantó una investigación mínima para demostrar la ocurrencia del
presupuesto fáctico de una infracción administrativa -presentación de una
información falsa e inexacta- con lo cual habría cumplido con los principios de
legalidad y tipicidad. No obstante, la no vinculación del interesado al
procedimiento que llevaría a modificar su situación jurídica de favor y
permitirle ejercer los derechos a ser oído y a controvertir las pruebas que
obraban en su contra, desconoce el principio de presunción de inocencia e
invierte la carga de la prueba y termina por colocarlo en situación de
indefensión.

La notoriedad de la infracción y la posible prueba objetiva de la misma no


justifica una sanción que prive de cualquier elemental garantía de defensa al
inculpado, quedando ésta reducida al mero ejercicio posterior de los recursos
administrativos. Estos están instituidos en favor de la administración para
darle la ocasión de enmendar errores con virtualidad de desencadenar la
responsabilidad patrimonial del Estado y no son propiamente una oportunidad
procesal imparcial y previa para el ejercicio del derecho de defensa. Pese a
que la prevalencia del interés general y la eficacia de su protección permiten
la omisión de ciertas formalidades típicas del proceso penal -nombramiento de
apoderado, formulación de pliego de cargos-, deben en todo caso constar
como mínimo en el trámite administrativo las pruebas directas e
incontrovertibles de los hechos imputados y garantizarse el ejercicio de los
medios normales de defensa.

(..)

En consecuencia, carece de respaldo constitucional la imposición de


sanciones administrativas de plano con fundamento en la comprobación
objetiva de una conducta ilegal, en razón del desconocimiento que ello implica
de los principios de contradicción y de presunción de inocencia, los cuales
hacen parte del núcleo esencial del derecho al debido proceso”.6

Se desprende de lo que se ha citado que con anterioridad a la imposición de la


sanción debe concedérsele al interesado la oportunidad para que exprese sus
puntos de vista y ejerza su derecho de defensa y es por esta razón que no es
suficiente que esas decisiones estén debidamente motivadas y que sean

6
Sentencia T-145/93.
notificadas, pues hay un procedimiento de imperativo cumplimiento que debe
surtirse en todas las actuaciones administrativas para garantizar el debido proceso.

Ahora, sobre la terminación unilateral de los contratos el Consejo de Estado ha


expresado:

“En lo atinente a la terminación unilateral del contrato, si bien la ley otorga a las
entidades públicas la potestad de actuar en ejercicio de una facultad exorbitante, les
impone el cumplimiento de presupuestos de forzosa aplicación y a la vez restringe
la medida a los eventos previstos en la misma.

Efectivamente, para declarar la terminación unilateral se requiere i) que la


manifestación de la voluntad de la administración se materialice en un acto
administrativo, ii) que dicho acto debe ser el resultado de un análisis soportado en la
realidad del contrato, es decir, debe estar debidamente motivado y iii) que la causal
que se alegue en la decisión se encuentre enmarcada en los eventos que la ley ha
dispuesto.”7

“Con otras palabras, todo lo anterior significa que la potestad exorbitante que tiene
la Administración de dar por terminado el contrato no es una facultad discrecional
sino que debe cimentarse en las causales previstas en la Ley y por consiguiente en
ningún caso puede soportarse la decisión en una cláusula contractual que no tenga
correspondencia con una causa legalmente prevista.

7
Sección Tercera, Subsección B, sentencia del 6 de abril de 2011, Expediente 19483.
Y como la determinación que haya de tomar la Administración debe verterse en un
acto administrativo, éste no sólo debe ser comunicado sino que además debe ser
debidamente motivado y en su producción ha debido hacerse efectivo el debido
proceso permitiendo la audiencia y la defensa del contratista.”8

2. En lo que atañe a la posibilidad de reclamar perjuicios en los contratos estatales


cuando estos han sido mutuamente incumplidos por las partes, ésta Subsección
dicho lo siguiente:

“Pues bien, siendo todo lo anterior así resulta que tanto demandante como
demandado incumplieron el contrato, el primero al no haber satisfecho las
prestaciones que estaban a su cargo y el segundo al decretar la caducidad con
violación del debido proceso.

Se presenta entonces esa especialísima situación en que ambos contratantes han


de tenerse como incumplidos y por esa razón se siguen las consecuencias que
señala el artículo 1609 del Código Civil, esto es que ninguno está en mora y por
consiguiente ninguno puede pedir los perjuicios ni pedir la cláusula penal pues,
como se sabe, para poder exigir alguna de estas cosas se requiere que el deudor
esté en mora tal como se deduce de los artículos 1594 y 1615 del C. C.”9

8
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, sentencia
del 15 de febrero de 2012, expediente 19730.
9
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, sentencia
del 8 de junio de 2011, expediente 17858. En este mismo sentido: Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección C, sentencia del 21 de febrero de 2011,
expediente 16105; Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera,
Subsección C, sentencia del 25 de julio de 2011, expediente 19150.
Y es que si se tiene en cuenta que la responsabilidad civil o del estado persigue la
indemnización de los perjuicios causados y que en la responsabilidad contractual el
deudor debe estar en mora pues de lo contrario no puede reclamar la indemnización
de perjuicios ni la cláusula penal en su caso, tal como lo pregonan los artículos 1594
y 1615 del Código Civil, es conclusión obligada que si ambos contratantes han
incumplido ninguno de ellos está en mora, pues así lo dispone el artículo 1609 del
Código Civil, y por consiguiente ninguno puede reclamar perjuicios o la pena.

No otra cosa puede deducirse de tales normas que a la letra expresan:

“Artículo 1594. Antes de constituirse el deudor en mora, no puede el acreedor


demandar a su arbitrio la obligación principal o la pena, sino sólo la obligacion
principal…”

“Artículo 1615. Se debe la indemnización de perjuicios desde que el deudor se ha


constituido en mora, o, si la obligación es de no hacer, desde el momento de la
contravención.”

“Artículo 1609. En los contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en mora
dejando de cumplir lo pactado, mientras el otro no lo cumpla por su parte, o no se
allana a cumplirlo en la forma y tiempo debidos.”

3. En el asunto que aquí se revisa por la vía de la apelación es evidente que el acto
administrativo demandado (el que termina unilateralmente el contrato No. 503 del 12
de diciembre de 1996) es nulo por haberse violado en su producción la garantía al
debido proceso toda vez que al señor al contratista no se le comunicó previamente
la intención de la administración de terminar el contrato para que pudiera presentar
descargos, aducir pruebas y controvertir las quejas que contra él se formularon, lo
que implica de parte del INSTITUTO COLOMBIANO DE SEGUROS SOCIALES un
incumplimiento del contrato que celebró con el demandante HERNANDO GÓMEZ
SANINT, sin perder de vista que la causal invocada para ello tampoco corresponde
a una de las legalmente previstas.

Siendo nulo el acto administrativo demandado resulta ahora pertinente analizar si al


demandante le asiste derecho alguno para intentar las pretensión indemnizatoria.

Con las pruebas arrimadas al expediente se demuestra que HERNANDO GÓMEZ


SANINT también incumplió con las obligaciones a su cargo.

En efecto, la queja escrita que presentó LYDA ISABEL NEIRA DE CAICEDO 10 da


cuenta de que el demandante no se presentó el 19 de diciembre de 1996 a una
junta médica que se había convocado para examinar con la presencia de la paciente
NEIRA DE CAICEDO su caso oftalmológico, inasistencia que justificó el contratista
aduciendo que se encontraba en Cartago y que se le había olvidado que debía
concurrir a esa junta médica.

También narra la quejosa que ella y otros pacientes, ante la ausencia del médico,
fueron “despachados tranquila y dulcemente como si no hubiera pasado nada” y que
en consultas anteriores, a las que había sido citada a las 8.00 a. m., el médico
GÓMEZ SANINT “llegaba muy tranquilo después de las 9 a. m., para luego atender
los pacientes a toda carrera, para así poder dar cumplimiento al horario de salida.”

10
Folios 89 y 90 del c. No. 1.
Se pregunta entonces la quejosa en su escrito si “esto es tener Etica profesional?
Hay respeto por la dignidad del paciente? Se está cumpliendo con el juramento de
Hipócrates? Esto es violación de los derechos Humanos?”

En estas circunstancias resulta evidente que el demandante HERNANDO GÓMEZ


SANINT también incumplió las obligaciones que eran de su cuenta.

Esto determina que habiendo él también incumplido, su co-contratante (la entidad


estatal) no se constituyó en mora y por ésta razón HERNANDO GÓMEZ SANINT, a
las voces de los artículos 1609 y 1615 del Código Civil, no puede reclamar perjuicios
y por ende estos no le podían ni pueden ser concedidos.

En consecuencia la sentencia apelada será reformada para revocar la


indemnización de perjuicios que el a quo concedió en el numeral 3º de la parte
resolutiva.

En mérito de lo expuesto la Subsección C de la Sección Tercera de la Sala de lo


Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, administrando justicia en
nombre la de la República de Colombia y por autoridad de la ley,

RESUELVE
PRIMERO: REFORMAR la sentencia apelada para REVOCAR EL NUMERAL
TERCERO DE SU PARTE RESOLUTIVA, quedando por consiguiente así la
decisión:

1. DECLARAR LA NULIDAD de la Resolución No. 3892 del 27 de diciembre de


1996 por medio de la cual el INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES dio por
terminado el contrato No. 503 del 12 de diciembre de 1996, celebrado con el señor
HERNANDO GÓMEZ SANINT.

2. DECLARAR que el INSTITUTO DE SEGUROS SOCIALES incumplió el contrato


No. 503 del 12 de diciembre de 1996 que celebró con el señor HERNANDO
GÓMEZ SANINT.

3. NEGAR LA PRETENSIÓN INDEMNIZATORIA porque el señor HERNANDO


GÓMEZ SANINT también incumplió el contrato.

SEGUNDO: DEVOLVER el expediente al Tribunal de origen.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE


OLGA VALLE DE DE LA HOZ ENRIQUE GIL BOTERO
Presidente Magistrado

JAIME ORLANDO SANTOFIMIO GAMBOA


Magistrado

F.A.

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