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El adolescente del siglo XXI está inmerso en una crisis de identidad consigo mismo y
con el entorno. Por un lado, tiene problemas para encontrarse a sí mismo, demostrarse
independiente y con un papel en la sociedad y, por otro, para explorar el mundo exterior
y adoptar nuevas formas de pensar y de sentir. En nuestra cultura occidental el joven
requiere grandes períodos de preparación hasta incorporarse al mundo laboral y se
mantienen en un período de moratoria en el que no se es un niño pero tampoco se es
un adulto y no encaja bien en ninguno de los dos mundo. Nuestros adolescentes viven
en esta etapa de una forma indefinida, angustiados, intentando resolver multitud de
problemas y buscando su lugar, es decir, buscando su identidad.
Los ritos de paso propios de la cultura juvenil, que marcan el tránsito a la vida adulta,
han ido multiplicándose y disolviéndose, siendo cada vez más inespecíficos, siempre
marcados por el grupo de iguales y de una profunda resistencia a la tradición.
“Lo que le pasa a los jóvenes en términos generales es un reflejo de lo que pasa en el
país, por ello no se puede hacer una reflexión de México sin sus jóvenes”, señaló el
académico.
Nota del editor: María Teresa Uriarte es coordinadora del departamento de difusión
cultura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
¿Qué hacer en cultura en un país que tiene 6 millones de analfabetas? ¿Llevar cultura
a los grupos indígenas de México? O mejor aún, establecer en el sistema educativo de
los estados en que se hablan lenguas indígenas la obligatoriedad en los niños de
aprender al menos los conceptos básicos de esas lenguas, que son marginadas y no —
como debieran— un medio de valoración de la riqueza cultural que tiene nuestro país,
de la cual hacemos gala continuamente y que en realidad no han sido más que un
instrumento de discriminación.
La estimulación del hemisferio derecho del cerebro está comprobado que genera un
incremento de la creatividad que se refleja en todas las facetas de la actividad cerebral,
no solo en la relacionada con las artes sino con las matemáticas, las ciencias o la
economía. Diferentes universidades en el mundo incorporan al quehacer cultural como
parte de su currículo.
Estoy convencida de que la enseñanza de las artes como parte integral de la vida
escolar es factible con base a los números de egresados de las escuelas de arte que
hay en el país. Un sistema nacional de enseñanza de coros y de música es algo que
también puede iniciar relativamente pronto.
Más antigua que la misma Tenochtitlan, la población de Iztacalco, fundada en 1309, fue
un importante puerto de tránsito para las canoas y trajineras que surcaban el Canal de
la Viga para proveer de alimentos a la ciudad de México. Su conformación urbana
original, a base de chinampas y canales de agua, se traduce hoy en día en sus calles y
estrechos callejones de trazo irregular. Iztacalco significa “casa u horno donde se
procesa la sal”, lo que hace referencia a las aguas salinas del lago de Texcoco que
rodeaban al islote. Durante su largo peregrinaje por la cuenca de México, los mexicas
establecieron su penúltima residencia en el islote de Iztacalco, antes de fundar
Tenochtitlan.
En Iztacalco las leyendas son parte del patrimonio intangible. Doña Clara Hernández
nos habló de la mítica Llorona: “Dice mi esposo que le salía una muchacha muy bonita
vestida de blanco, que iba caminando por el centro en la noche. Todos los
trasnochadores la veían y ella los invitaba a seguirla. Entonces varias personas se
perdieron. Esa joven se metía de pronto a una casucha en un rancho llamado Siete
Árboles, y allá iban los muchachos, y pudieron verla sin ropa, desnuda, pero después
se convertía en una calavera con el pelo largo. Muchos murieron del susto, los que
sobrevivieron pudieron contar este hecho”.
a) Plaza de las tPocos sitios en México concentran tanta historia como Tlatelolco. Las
ruinas de lo que solía ser el mercado más importante del imperio mexica, hoy forman
parte de la llamada Plaza de las Tres Culturas, sitio de encuentro entre las diferentes
etapas históricas y constructivas de México: la prehispánica, la colonial y la moderna.
Acontecimientos históricos
La Plaza de las Tres Culturas ha sido escenario de algunos de los momentos más
desgarradores de la historia de México.
Años más tarde, la mañana del 19 de septiembre de 1985, un terremoto de 8.5 grados
Richter devastó la Ciudad de México, dejando miles de víctimas mortales entre los
escombros de los edificios derrumbados en la unidad habitacional de Tlatelolco, justo
frente a la Plaza de las Tres Culturas
La mitología de este sitio hace alusión a dos envoltorios sagrados otorgados por el dios
Huitzilopochtli a las tribus de los mexicas – tenochcas y los mexicas – tlatelolcas
durante su peregrinaje, desde la legendaria ciudad de Aztlán hasta el Valle de México,
en busca de la tierra prometida.
Uno de los envoltorios contenía una piedra resplandeciente, mientras que el segundo
cubría un par de palos para producir fuego; posteriormente, Huitzilopochtli asignó a
cada una de las tribus su respectivo envoltorio. Fue así como le ordenó al bando en
posesión de la piedra, la fundación de Tlatelolco, mientras que el segundo se encargo
de edificar Tenochtitlán.
Zona arqueológica
Cuando los españoles llegaron por primera vez a este sitio, quedaron maravillados por
la organización y la variedad de productos que se comercializaban en Tlatelolco. Los
cronistas europeos narran la existencia de autoridades indígenas dentro del mercado,
cuya función consistía en solucionar los conflictos mercantiles entre compradores y
vendedores. También hacen referencia a la utilización de semillas de cacao como
moneda de cambio.
El Zócalo más allá de ser la sede del poder político, económico y religioso de México,
así como de ser un espacio donde se mezclan el pasado indígena y virreinal, con más
de 4 siglos de historia, es también el lugar donde el pueblo de México se reúne para
celebrar fiestas o manifestaciones y han ocurrido hechos históricos de importancia; en
el virreinato se realizaron proclamaciones de virreyes o sublevaciones como la de 1692
y en la época independiente se realizaron celebraciones del día de la Independencia, y
el espacio fue tomado por el Ejército de los Estados Unidos en 1847. El siglo XX
presenció hechos como la toma de la plaza como parte de la Decena Trágica, múltiples
manifestaciones políticas, celebraciones de asunciones presidenciales, eventos anuales
multitudinarios como el Grito de Dolores y el desfile conmemorativo de la Revolución
mexicana así como hechos relevantes del Movimiento Estudiantil de 1968. A partir de
19971 la plaza dio paso a un mayor número de celebraciones populares de tipo cultural,
deportivo y del entretenimiento, principalmente conciertos masivos.
La plaza, al ser parte del Centro Histórico, está considerada como Patrimonio Cultural
de la Humanidad.
Origen del nombre
En la zona poniente del lago de Texcoco inicia una suave pendiente que da inicio a la
Sierra del Monte de las Cruces en cuya confluencia con las aguas del lago se presentó
una elevación rocosa alargada de poniente a oriente llamada Cerro del Chapulín o
Chapultepec en náhuatl este cerro era aparte del Peñón de los Baños los únicos
promontorios elevados del centro del Valle de México en la zona centro ya que al sur se
encontraban los aún mayores de la sierra de Santa Catarina y al norte los de la sierra
de Guadalupe; en las laderas de la sierra se presentaba un fenómeno un poco inusual
ya que las tierras estaban formadas por deslizamientos de arena, la cual retenía pocos
nutrientes y era al parecer pobre para la agricultura y el crecimiento espontáneo de
plantas, esta pobreza parece ser el motivo por el cual el señor de Azcapotzalco permitió
a los mexicas asentarse en la zona donde vivieron con penurias aunque con la ventaja
de tener fuentes de agua dulce que brotaban en la zona sur del cerro de Chapultepec.
Aunque los primeros rastros de actividad humana en Chapultepec se remontan a hace
más de tres mil años.
Ya bajo el control mexica la zona de Chapultepec fue cuidada por los mexicas al ser su
principal fuente de agua dulce, junto con los acueductos provenientes de Coyoacán y
Xochimilco, la cual conducían por un acueducto que corría a lo largo de la hoy llamada
Avenida Chapultepec, estos crearon una zona protegida alrededor del cerro en la cual
fueron creando un bosque con la plantación de árboles y especies vegetales
provenientes de otras zonas del imperio. Este acueducto se basaba en la gravedad y se
alimentaba de varios manantiales los cuales eran conducidos a pozas para permitir
regular el flujo por el acueducto, de estas pozas el hoy llamado Baño de Moctezuma es
el único ejemplo que existe y cerca de él se halla el único manantial que aun existe en
las faldas del cerro. En la misma época se construyó en la cima del cerro un adoratorio
del cual poco se sabe pero se conoce que en las rocas de las faldas se esculpieron las
figuras de varios gobernantes y principales mexicas como el caso de Moctezuma
Ilhuicamina y Tlacaélel, estas obras fueron dirigidas y financiadas por el Huey Tlatoani
de Texcoco Nezahualcoyotl al cual le fue permitido vivir en el Bosque.
7.COMO PROTEGER LOS PATRIMONIOS CULTURALES
Hoy día, el país cuenta con experiencias como las del Fondo Nacional para la Cultura y
las Artes, que ha canalizado el interés del sector empresarial respecto de esta tarea,
actuando como gestor ante él para la obtención de recursos y como mecanismo
financiero encargado de hacer deducibles de impuestos las aportaciones que las
propias instituciones culturales gestionan ante la iniciativa privada; el Fondo Nacional
Arqueológico, como modelo de una acción estratégica, tendente a modernizar campos
específicos del estudio y la preservación de nuestro patrimonio y llevar a cabo trabajos
de rescate y conservación de largo alcance; la Comisión Nacional para la Preservación
del Patrimonio Cultural, que promueve la organización y participación de la sociedad
civil a nivel estatal, municipal y local para la protección del patrimonio de las
comunidades respectivas; canales como el Programa " Adopte una Obra de Arte", que
propone a futuros mecanismos un modelo de participación de las comunidades en la
recuperación y conservación de bienes específicos determinados por ellas; la
Federación Mexicana de Asociaciones de Amigos de los Museos, que con su
fortalecimiento refleja la acción creciente de estas agrupaciones de la sociedad civil en
la preservación, el incremento y la difusión de nuestro patrimonio cultural; así como
muchos otros mecanismos que hacen posible la participación de todos los sectores de
la sociedad en el cuidado de su patrimonio.
Hoy más que nunca, ante la plena conciencia de la vastedad y pluralidad de nuestro
patrimonio cultural, y frente al acrecentamiento del sentido de pertenencia, de
compromiso hacia las generaciones futuras y del símbolo permanente que ese
patrimonio es de nuestra aspiración a subsistir como una nación unida en la diversidad,
y consciente de su historia, su conservación entraña una participación colectiva,
democrática, que refleje puntos de vista plurales y, sobre todo, los de las comunidades
a las que por tradición y proximidad pertenece en primer término el patrimonio.
Sólo con esa colaboración las instituciones y hombres de cultura, comprometidos con
esta tarea, podrán hacer frente a antiguas y nuevas necesidades que en los más
diversos terrenos se presentan, desafiando la creatividad y la capacidad de trabajo de
quienes reconocen en el patrimonio cultural una base firme y un punto de referencia
esencial en la evolución y el avance de México.
1. EL PAPEL DE LOS JOVENES EN SU COLONIA, BARRIO
Los jóvenes son un factor determinante en el cambio de las sociedades en todos los
rubros. En lo económico, lo educativo, la salud, la ciencia y la tecnología, entre otros,
este sector de la población busca participar activamente con el objetivo de transformar
su presente y, la energía que en ellos se encuentra, es indispensable para los
proyectos que requieren de urgente aplicación, como los que tienen que ver con el
medio ambiente.
La mitad de la población en México tiene 26 años o menos, uno de cada cuatro que
vive en el país tiene entre 15 y 29 años y, hay 92 hombres por cada 100 mujeres entre
los 25 y los 29 años de edad. En las colonias, las escuelas, los deportivos, en las redes
sociales, los jóvenes están marcando un precedente de compromiso con la naturaleza.
Es deber de la población adulta apoyar y conducir el impulso juvenil hacia planes de
conservación ambiental, hacia políticas de desarrollo, que repercutirán en una mejor
calidad de vida. La juventud es observadora de su hábitat y es sensible a los problemas
ambientales.