El documento argumenta que el diálogo es fundamental para construir una sociedad democrática. Señala que las democracias latinoamericanas tienen carencias como sistemas polarizados, partidos poco creíbles y altos niveles de corrupción. Explica que una cultura democrática requiere valores como igualdad, libertad y tolerancia, y que el diálogo es crucial para la participación ciudadana y la toma de decisiones representativas. Concluye que el diálogo puede equilibrar posiciones, evitar rupturas y fomentar la convivencia pac
El documento argumenta que el diálogo es fundamental para construir una sociedad democrática. Señala que las democracias latinoamericanas tienen carencias como sistemas polarizados, partidos poco creíbles y altos niveles de corrupción. Explica que una cultura democrática requiere valores como igualdad, libertad y tolerancia, y que el diálogo es crucial para la participación ciudadana y la toma de decisiones representativas. Concluye que el diálogo puede equilibrar posiciones, evitar rupturas y fomentar la convivencia pac
El documento argumenta que el diálogo es fundamental para construir una sociedad democrática. Señala que las democracias latinoamericanas tienen carencias como sistemas polarizados, partidos poco creíbles y altos niveles de corrupción. Explica que una cultura democrática requiere valores como igualdad, libertad y tolerancia, y que el diálogo es crucial para la participación ciudadana y la toma de decisiones representativas. Concluye que el diálogo puede equilibrar posiciones, evitar rupturas y fomentar la convivencia pac
Utilización del dialogo como ejercicio fundamental
en la construcción de la ciudadanía de una sociedad
democrática
Las crisis económicas, sociales y políticas que observamos
en los países de América Latina y sus múltiples consecuencias en los derechos de los ciudadanos, ponen en evidencia las carencias y
debilidades del sistema
democrático. Estas democracias aún no han podido resolver el decir de ciudadanía de las personas que se encuentran con serios tropiezos cuando tratan de hacer llegar sus demandas a quienes deberían representar sus intereses de acuerdo con las normas establecidas. Como resultado, vemos países totalmente polarizados, partidos en dos, donde los pobres liderazgos políticos no dan para hacer gobernables esas democracias. Las democracias latinoamericanas tampoco han podido quedar fuera del control de los partidos políticos, cada vez menos creíbles, los cuales se rigen por colectivos centralizadores del poder, en un paradigma del siglo pasado, con grandes índices de corrupción, que vienen perdiendo prestigio y legitimidad de su accionar. Cultura democrática. Una cultura política es democrática cuando las relaciones entre gobernantes y gobernados, ciudadanos, organizaciones y Estado se sustentan en valores como la igualdad política, la libertad, la tolerancia, el pluralismo, la legalidad, la participación, y por supuesto, el diálogo.
Fortalecer la cultura política democrática implica, entre
otras tareas, consolidar el ejercicio del diálogo como forma de hacer política. El régimen democrático debe fundamentar cada vez más su existencia en una
revalorización de la política, entendida, principalmente,
como un medio para el establecimiento de pactos y acuerdos. Como dice la filósofa alemana Hannah Arendt, la política representa la experiencia de compartir un “mundo común” por parte de la diversidad de una sociedad. En este sentido, las posibilidades del diálogo se encuentran determinadas por la capacidad de los distintos actores para enfrentar situaciones conectivas mediante la negociación. La democracia plantea la forma de organización y de solución de controversias desde dos supuestos: la participación y la representación. Es en este punto donde el diálogo social y la democracia son conceptos indisolubles; no hay democracia sin participación y no hay diálogo sin tomar la representación como forma social para la toma de decisiones; ambos conceptos, unidos a los elementos anteriormente mencionados y al respeto irrestricto al Estado de Derecho, permitirán una convivencia democrática más desarrollada. el diálogo contribuye a equilibrar las
diferentes posiciones, y a evitar la ruptura de reglas y de
los procedimientos a través de los que se desarrolla la convivencia pacífica entre ciudadanos con iguales derechos y obligaciones”; remitámonos al caso de Honduras. Los conflictos son intrínsecos a la democracia; ella debe asegurar los diálogos y los acuerdos para mitigar los posibles peligros que estos conllevan. En este contexto es que la democracia necesita consensos para obtener mayor cohesión social, respetar los derechos humanos, procurar la paz social, legitimar las políticas públicas y alcanzar mayores niveles de gobernabilidad.