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Spinoza. La fuerza de los afectos Cada cual gobiema todo segin su afecto. Spinoza He contemplado los afectos humanos, como son el amor, el odio, Ia ira, I envidia, la gloria, la misericordia y las dems afecciones del alma, no como Vicios de la naturaleza humana, sino como propiedades que le pertenecen como el calor, el ft, la tempestad, el trueno ¥ otras cosas por el estilo a la naturaleza del aires.’ Este pértafo del Traxado polices el que mejor resume el ugar que focupan en el pensamiento de Spinoza lo que él llama «afectos» o vemociones del alma>. Los afecios son algo intrinseco a la naturaleza humana, tan inevitables como el respirar, el erecer y el mori. Verlos de otra forma, como algo nocivo’ que debe ser reprimide, es partir de un supuesto cequivocado. Es una concepeién coherente con la ucha que mantuvo el flésofo durante toda Su vida contra los prejuicios y las ideas establecidas ¢ incorporadas sin mas escrutinio al acervo de los conocimientos heredados y aceptados como indiseutibles. Entre ellos, la idea de que somos seres duales, compuestos de un alma y un cuerpo que disputan entre sf para constituirse cada tno de ellos como tinico soberano. Para Spinoza, tal duslismo es una de las muchas imaginaciones que engaftan y ocultan las reglas del proceder humano. Nil alma es la materia pensante, sede de la raz6n, ni el cuerpo, una materia extensa sometida a todo tipo de pasiones que deben ser dominadas por una voluntad ‘poderosa. Mas allé del dualismo que domina a la fllosofia desde Platon, la Filosofia de Spinoza se propone ser racionalista y cmotiva al mismo tiempo y entender la personalidad humana como un continuo en el que los afectos y la razén se complementan. La Woluntad de rigor inteleetual que recone la Frica, el designio de tatar los actos y los apetitos hhumanos geomeétricamente, «como si fuesen liness y puntos», no es obstéculo para que Spinoza considere que los afectos son parte de nuestra naturaleza, por lo que es equivocado pensat que podamos dejar de sentir o de tener pasiones. No hay jerarquia entre el alma y cl cuerpo ni superioridad de aquélla sobre éste. El alma y el cuerpo son como las dos earas de una moneda, rmodos o expresiones de una sola sustancia. Una sustancia que es el todo porque es, nada més y nada menos, que la naturaleza y Dios. Efecivamente, para Spinoza, Dios, la tnica causa de sf, se expresa de distintos modos. El cuerpo es un modo que expresa la esencia de Dios en tanto que es tuna «cosa extensa>. El alma expresa esa misma esencia en tanto que es una cosa pensante, yo hace forméndose una idea del cuerpo y de las afeceiones que el cuerpo recibe, Asi, Spinoza resuelve les dos reelidades, res cogitans y res extensa, que tantos problemas le habfan planteado a Descartes, sosteniendo que no son dos realidades, sino dos modos de expresisn, dos atributos, de una nica sustancia que s la naturaleza y es ‘A.es05 cuerpos, que se forman una idea de si mismos, les mueve el deseo, que es la esencia del homie y su afeecién primaria. Movido por el deseo, el sex humano aspita y ambiciona casas, se relaciona con otros cuerpos y se ve afectado por ellos. El alms, por su parte, se forma una idea de esas afecciones y las nombra o ealifica como amor, esperanza, envidia, odio, compasion. Ast, por medio de esas ideas, vamos conociendo las cosas exteriores ¥ conociendo all mismo tiempo las modificaciones que éstas obran sobre nuestwo cuerpo. Al encontrarnos con otos cUexpos, experimentamos la violencia, la muerte, la infamia, el dolor, la alabanza o el vituperio. Pero este primer conocimiento de nuesto ser y el del mundo no siempre es adecuado, Suele ser un conocimiento confuso, en la medida en que es fruto de la imaginacién, de la memoria de experiencias pasadas 0 de creencias aprendidas. En sf mismas, las ideas no pueden ser falas porque, como todo lo que ocurre, se siguen de la necesidad de la naturaleza. Pero pueden ser inadeetiadas y enganosas cuando’ ignoramos la causa que las produce, Por ejemplo, .® En resumen, con frecuencia, las ideas y las palabras que nombran los afectosreflejan mds la contextura de la imaginacién que la de a naturaleza de las cosas. Lo que se impone es, pues, entender los afectos 0 emociones del alma, no sdetestarlos y ridiculizarlos». Los afectos no repugnan a la zazén, puesto que forman parte de la necesidad de a naturaleza. Lo que fala es la forma de conocerlos. Todo lo que ocurre es necesarlo y seria absurdo que mos propusiéramos cambiar el mundo. Lo que si podemos hacer es percibirlo de otra forma. Anteriormente a la Hxca, Spinoza habla eseito un Trerado para la reform del enerdimienso, ¥ no abandoné munca ese proyecto de reforma. El objetivo de Ia Htica seré explicar esa condicion catectiva» del ser humano no para eliminarla, que es imposible, sino para reconducirla y gobernarla desde la raz6n, esto es, camlando no los hechos que nos afectan, sino la manera de apreciarlos. El alma no es vista como la vietima de un cuerpo sometido a unas afecciones que debe vencer por la fuerza de la voluntad. Alma y cuerpo no pueden oponerse la una al otro porque ni el alma tiende a elevarse hacia lo mejor ni el cuerpo a extraviarse hacia lo peor. Aunque se suelen contraponer Spinoza y Descartes porque aquél quiso acabar con las dos sustancias mente y cuerpo- que Descartes habfa establecido, ambos fildsofos eoineiden, sin embargo, en comegir el concepto escoldstico de materia, segin el cual el cielo tendria la cualidad de azul, el agua la de humedad y el ajo el olor a ajo. Los cartesianos refutaron la idea de que la cualidad perceptible por los sentidos esté en la sustancia y la trasladan, en cambio, a la mente, que es la que percibe el azul del cielo, la humedad del agua y el olor del ajo. Cuando Spinoza trata de distinguir las ideas apropiadas de las que no lo son, esté hablando de esa capacidad de construir, desde el pensamiento, las causas adecuadas del odio, del miedo o del amor. Las ideas que nos hacemos a partir de los afectos pueden engafarnos porque «cada cual juzga de las cosas segtin la disposicién de su cerebro, 0, més bien, oma por realidades las afecciones de su imaginaci6n>,* es decit, que las ideas que tenemos de los ‘cuerpos externos indican més bien la constitucién de nuestro propio cuerpo que la naturaleza de los cuerpos exteriores. Es por ello que convendra ejercitar el pensamiento para deslindar lo que proviene de nosotros de lo que realmente ocurre, las imaginaciones nuestras de las causas ‘adecuadas de los afectos. Los afectos solo son perjudiciales -solo son pasiones- cuando proceden de ideas inadecuadas, las cuales evitan que nos formemos «una idea clara y distintas de los mismos. 1a diferencia entre la idea adecuada y la idea inadecuada es basica porque de ella depende que los afectos sean pasiones 0 acciones, es decir, que disminuyan nuestra potencia de actuar o la aumenten. Un sentimiento es una pasién mientras no nos formamos de él «tna idea clara y distinta> ‘© una «idea adecuada. Ahora bien, équé es una idea adecuada? Una idea es adecuada cuando se forma sin la intervencién de causas extetiores, cuando no requiere de experiencia ninguna para ser concebida. Las ideas de un triangulo, de una esfera, de un cono, con las propiedades de las mismas, son ideas adecuadas y verdaderas, pues no necesitamos para formarlas la concurrencia de nada exterior. Son ideas fabricadas exclusivamente por la razén, Pero las afecciones son causadas por algin cuerpo que estd fuera de nosotros: el perro que ladra y nos asusta, el mendigo que pide limosna y nos mueve a la compasién 0 al desprecio, el ordenamiento legislative que nos amenaza ‘con el castigo. Transformar las ideas inadecuadas en ideas adecuadas es el objetivo de la ética para Spinoza. £Cémo hacerlo? No anulando el afecto que las ha producido, sino cambiando la idea del mismo. «No es por medio de ninguna modificacién de los hechos de su vida como el hombre logrard salvarse y liberarse, sino por su capacidad de apreciarlos en su justo valor, por su capacidad de comprender que su vida verdadera esté en otra parte, por encima de lo que acontece, en lo ‘eterno, explica con nitidez Alain en un libro imprescindible sobre Spinoza.’ Las ideas claxas no eliminan las pasiones, pero las despojan de Jo que en ellas hay de nosotros. Lo que distingue al sabio del ignorante es el cambio del punto de vista. El ignorante acta por miedo, mientras el sabio actia para evitar contradicciones, porque intenta comprender desde la razén y despreocuparse de los hechas. Es importante insistir en la enmienda que se propone Hevar a cabo Spinoza de una concepeién de los afectos o de las pasiones como algo que solo es causa de desorden y desviacién para la ‘conducta. Las pasiones no son esos vicios en los que los hombres caen por su propia culpa o desidia, ‘como afirmaron con vehemencia los pensadores escolésticos. Las pasiones no son. vicios, sino efuerzas» que pueden potenciar o disminuir la accién. Hay que comprender la fuerza de los afectos yy el poder que tiene el alma para moderarloss. Mas que demonizar las pasiones sin mas, lo que conviene es ver cémo podemos seconvertitlas @ fin de que nos ayuden a vivir en lugar de destruimos. Los afectos pueden generar «servidumbres (como ampliamente se dice en la Parte IV de la Htica), pero también poseen energia afirmativa que est4 en nuestra mano aprovechar. En principio, los afectos son inevitables, pero de nuestra capacidad de entenderlos depende padecerlos 0 disttutarlos. Pussto que son inevitables, Jos afectos no son ni buenos ni malos. Se siguen de Ja esencia ‘humana, que es el deseo, lo que Spinoza denomina la ley del conauus 0 del «esfuerzo», segiin la cual ccada cosa se esfuerza cuanto esté a su alearce por peiseverar en su ser».° Deseamos cosas ¥, por e50, nos movemos, actuamos e interactuamos con otxos sexes. Lo que nos mueve es el deseo lo esencial en nosotros~ y no una mente que, al razonar, funciona como el motor del cuerpo. De hhecho, el bien y el mal no existen fuera de nosotros. «No deseamos las cosas porque son buenas, sino que son buenas porque las deseamos», reza una de las proposicianes més repetidas y citadas de Spinoza. Tanta fuerza tienen los afectos en nosotros que las razones para actuar en un sentido o en otro son estériles si ellas mismas no van acompafiadas de deseos movidos a su vez por los afectos. ‘Cuando mas afectado esta el cuerpo, més poder de obrar tiene, puesto que, en tal caso, la mente tiene, asimismo, més riqueza de pensamiento, «Cada cual gobierna todo segtin su afecta», escribe el fil6sofo, para dar a entender no que estamos movidos por fuerzas irracionales que nos sobrevienen sin queterlo, sino que, en la ausencia de sentimientos, no harfamos nada, estarfamos desprovistos de motivos para obrar.

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