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“Asiste

Asiste a aquellos
que ya no están en donde estaban
y aún no han llegado hacia donde van.”
NOR HALL

Seminario de Psicología Transpersonal:

Psicología y Espiritualidad:
Sobre el “no encajar en el mundo”
y la búsqueda de Sentido

Docente:
Lic. Virginia Gawel

www.centrotranspersonal.com.ar

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1
. Módulo 1:

.Ser fiel a sí mismo: hacia un


vínculo sano consigo y con otros

Ítems a desarrollar en este Módulo:

Nota: Algunos de estos ítems se abordarán en estas páginas, otros en las


clases on line. Que les acompañen en el Camino!...

Transpersonalidad: pensarse verticalmente. Actitudes autoactualizantes:


prácticas de Oriente y de Occidente para ampliar la conciencia de Sí. Su-
peración de límites: más allá del Ego, y para fortalecer el Ego. Subper-
sonalidades y Esencia: reconocimiento de las partes de sí más cercanas al
Núcleo. Los paramitas en la Psicología del Budismo. El humano autorrea-
lizante: dejar de mentirse para ser auténtico hacia los demás. Vínculos
verdaderos y autenticidad. Conciencia ampliada y “felicidad”. La práctica
del Contento (Santosha). Evolución espiritual y cerebro.♣

"Estoy convencido de que gran parte de lo que en la actualidad


llamamos psicología no es más que el estudio
de las tretas que utilizamos para evitar
la ansiedad que produce una novedad absoluta,
intentando convencernos a nosotros mismos
de que el futuro será semejante al pasado."

ABRAHAM MASLOW

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2
El camino de autorrealización

Entrenarse en el trabajo
sobre sí mismo desde el paradig-
ma Transpersonal va generando
paulatinamente un modo de mi-
rar la realidad bajo una óptica di-
ferente. Y un aspecto esencial de
esa nueva mirada es concebirlo todo en términos de procesos evo-
lutivos: ver cada fenómeno como una expresión de la evolución de la
Conciencia (así, con mayúsculas). La Conciencia (entendiendo por ello, si
vale la simplificación, el Fundamento de todo lo que Existe) va desple-
gándose (des-plegar = desenvolverse algo que está replegado sobre sí
mismo, convirtiéndose la potencia en acto).

Esto significa que la Creación no terminó “en el séptimo día”:


prosigue. Y lo hace teniéndonos a cada uno de nosotros por coprota-
gonistas (co-creadores!) Asumir conscientemente ese rol de co-crea-
dores implica una responsabilidad existencial: la de aprovechar la vida, y,
de ese modo, que nuestra existencia a su vez sea provechosa respecto de
esa realidad co-construida: lo más digna posible para todos los seres sin-
tientes. Nadie está solo: el trabajo que hago sobre mí beneficia a la Red
en la que estamos incluidos…

Ver entonces la realidad en término de procesos significa intuir, per-


cibir…

- Que todo participa de un camino de desarrollo hacia algo cada vez


más complejo.
- Que en ese “todo” está incluida la Humanidad, con sus avances y
retrocesos a lo largo de la historia, impulsada por una fuerza que la
obliga a desplegar Conciencia (en gran medida a través del ensayo y
error, y teniendo el dolor como importante agente de cambio).
- Que, obviamente, en ese proceso macro que implica la evolución de
la Humanidad, está inscripto lo micro: nuestro propio proceso evo-
lutivo, con sus ensayos y errores, con sus propias batallas y plagas,
con sus descubrimientos, sus Apocalipsis, sus Génesis...

Poder acceder a la comprensión de esta noción fundamental enmar-

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ca todo lo que podamos enunciar sobre nosotros mismos o sobre los pro-
cesos de cualquier otra persona: le da un contexto proveedor de otro
sentido (o, si se quiere, de otro Sentido, así, con mayúscula). Ese Sentido
es, sobre todo, indispensable para poder transitar los momentos críticos
de la vida que, si están carentes de ese contexto, pueden resultar de una
aridez insoportable.

Quizás sea innecesario aclararlo, pero estoy hablando de algo que


no es mera “filosofía intelectualosa”: por el contrario, saber por sí mis-
mo, desde lo hondo, que esto es una verdad, -más allá de cuánto alcance
a asimilarla el intelecto- puede producir una fuerte conmoción en la sen-
sibilidad, y brindar soporte interno para atravesar las propias crisis, para
acompañar a otros en las suyas, y también para asumir con mayor for-
taleza el dolor de ver los desatinos de la Humanidad a lo largo de toda su
historia, (y particularmente los que se cometen en nuestra propia con-
temporaneidad).

Enmarcar la percepción de los fenómenos en este contexto permite


vislumbrarlos más desapegadamente, sin ahogarse en sus aspectos crí-
ticos, teniéndose mayor paciencia a sí mismo y a sus contemporáneos
(aunque no siempre sea fácil sostenerla!). Y ese desapego, lejos de man-
tenernos indiferentes, puede ser justamente el que nos posibilite tener un
rol bien activo al respecto, tanto en nuestro propio proceso evolutivo
como en el proceso social, siendo un agente de cambio respecto del
medio en el cual nos movemos: un agente que ayude a conducir ese pro-
ceso por los carriles más sensatos, desde la conciencia.

Un terapeuta que ejerza la práctica clínica teniendo un entrena-


miento en esta mirada de la realidad, podrá ofrecerle a sus pacientes una
visión que les ayude a concebir sus propios procesos en términos de
evolución, ponderando el valor de lo aprendido, y dándoles fuerza para
sobrellevar con inteligencia los puntos críticos que les toque atravesar.
Tanto Jung como Assagioli con frecuencia citaban la metáfora de una
planta que hubiese quedado encerrada en un recinto con poca luz: para
proveerse de los nutrimentos del sol, su crecimiento estaría dirigido a
procurarse la luz de cualquier hendija; se retorcería, pero siempre
estirándose en toda su posibilidad por alcanzar
esa luz. Así es la Con-ciencia humana, tratando
de abrirse paso a través de los impedimentos. Y
con frecuencia son esos mismos impedimentos
los patrocinadores de su empeñoso crecimiento!

A nivel gráfico, el símbolo más recurrente


para expresar estas nociones es el de la espiral:
un punto virtual en su centro, y una expansión

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hacia el afuera que conlleva aparentes retrocesos, los cuales, vistos en
perspectiva, forman parte del avance, pues ese avance no es en línea
recta. Así evoluciona todo lo que crece: una persona, una pareja, una
empresa, un país, la Humanidad toda... el Universo? (“Como es arriba es
abajo”, decía la Tabla Esmeraldina...)

Cuando llevamos este concepto a la efí-


mera vida humana, concebir el despliegue de
la Conciencia nos induce a barajar la posi-
bilidad de que una sola vida sea hartamente
insuficiente para que ese despliegue pueda
darse en su totalidad. Es por ello que la ma-
yoría de las Tradiciones de Sabiduría han
planteado como algo nuclear la continuidad
de ese desarrollo evolutivo a lo largo no de
una, sino de cientos de vidas, a través de la
reencarnación. Esto no significa que quien ad-
scribe a lo Transpersonal tenga que “creer”
en la reencarnación, pero sí implica una invi-
tación a abrir la mente para contemplar esa posibilidad desprovisto de los
condicionamientos aprendidos, e investigarla por sí mismo.

INVITACIÓN A LA PRÁCTICA: Quisiera invitarle a impregnar estas


ideas con su propia experiencia interna. Dentro de un momento,
por favor cierre los ojos, dejando que su mente se vuelva poco
a poco atenta a sus contenidos, apoyándose en una respiración
consciente, profunda.

Cuando lo sienta oportuno, busque en su memoria el diseño de esta


espiral en vías de despliegue, dentro de su propia biografía: momentos
en los que pareció que su vida iba hacia un franco retroceso (hacia un
supuesto abismo?) para luego reencauzarse en dirección ascendente...
Momentos en los que todo pareció carecer de Sentido, para luego re-
cuperarlo en una nueva dimensión...

La tarea que le propongo es registrar lúcidamente aquellas ins-


tancias de su vida en las cuales tuvo la clara sensación de “sin salida”, de
no saber cómo seguir, de que la vida terminaba, o de que todo lo que in-
ternamente había logrado se perdía en inevitable retroceso... Con-
cientice cómo experimentó esos momentos, tantos como hayan sido.
Luego, intente observar cómo se encaminaron esas instancias que pa-
recían carentes de resolución, de continuidad. ¿Qué pasó con Usted du-
rante ese proceso? ¿Quién fue Ud. después de ese período de desaliento o

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desorientación? ¿Qué pérdidas hubieron? ¿Qué ganancias? Por favor, ano-
te todo aquello de lo cual se dé cuenta.

Quizás Ud. esté en este mismo momento en un punto en que pa-


rezca que su vida está estancada en algunos aspectos, o retrocediendo
“irremisiblemente”. Véalo entonces en este contexto. Y, si puede, dé un
paso más: siéntase acompañado por todos nosotros, pues su camino in-
dividual está inscripto en el proceso colectivo de la Humanidad, y es par-
ticularmente cercano al de aquellos que nos empeñamos en colaborar
con el propio proceso, dándole espacio, siendo conscientes de él.

Si Ud. es terapeuta, el poder tener esta certeza dentro de sí le ha-


bilitará para acompañar a sus pacientes en los momentos críticos: a sos-
tenerlos desde otra perspectiva, con menor dolor, con mayor conciencia...

 Pensarse a sí mismo verticalmente

Desarrollar una visión Transpersonal respecto de sí mismo y de la


realidad considerándola en términos de despliegue evolutivo tendrá en-
tonces una implicancia relevante. Estirando ahora
verticalmente esa espiral, grafiquemos los procesos
de evolución con la imagen de la derecha, pero, por
favor otórguele desde su percepción tres dimensio-
nes (como si Ud. la observara desde arriba, de modo
que el punto central estuviera bien alejado, allá
abajo, y las curvas más externas estuvieran más
cerca de Ud.). Puede hacerlo?

Bien: el punto central de allá abajo represen-


taría, dentro de un despliegue evolutivo, lo menos evolucionado de ese
despliegue (lo más primitivo). Por ende, hacia afuera y hacia arriba se
ubicaría lo más evolucionado (lo más consciente, lo menos primitivo).

Éste es un patrón dinámico de la evolución de la Conciencia, de


modo que todos los seres sintientes (como les llama el Budismo) recorre-
mos esa espiral ascendente hacia planos más complejos. Pero ahora
“congelemos” ese patrón dinámico para verlo estructuralmente, como
si le sacáramos una foto a ese movimiento vivo y perpetuo.

Si esa espiral representase a la totalidad de seres humanos que hoy


habitan este planeta, hacia abajo se ubicarían aquellos cuya conciencia
está menos evolucionada; en cambio, quienes tienen mayor grado de
conciencia de sí y de la realidad se estratificarían hacia arriba. De modo
que podrán comprender mucho de lo que pasa allá abajo... porque ya

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estuvieron allí! Pero también percibirán que no pueden ser compren-
didos por quienes aún no ascendieron hasta su propio escalón... porque
aún no han llegado allí!

Demos un paso más, juntos: si ahora, aplicando este gráfico a lo in-


dividual, concebimos que esta espiral pudiera representar nuestra es-
tructura psicológica interna, veremos que también dentro nuestro
estamos organizados de esa manera: si bien cada uno de nosotros tiene
un nivel evolutivo promedio, hay partes nuestras que son más evo-
lucionadas que otras. El Trabajo sobre sí mismo implica que los aspectos
más evolucionados brinden ayuda, por así decir, a aquellos aspectos
propios más primitivos, menos conscientes. Tal como en una sociedad
sinérgica las personas menos lúcidas podrían ser asistidas en su madu-
ración por otras con mayor grado de conciencia, si aplicamos este prin-
cipio a lo intrapsíquico, estaríamos hablando de un trabajo de auto-
asistencia.

Del mismo modo, ejercer la psicoterapia desde este enfoque impli-


cará alentar en el paciente esa misma dinámica psíquica: así como el te-
rapeuta tiene las condiciones necesarias para ayudarle en su proceso,
homólogamente dentro del paciente mismo hay instancias más evolu-
cionadas capaces de autoasistir a aquéllas que aún no están lo sufi-
cientemente desarrolladas. La tarea será acompañarle a que haga con-
tacto con esas partes de sí más sólidas.

Un terapeuta que trabaje desde el enfoque Transpersonal, más que


distinguirse por el hecho de aplicar una técnica u otra, se reconocerá por
ejercer su tarea sin perder de vista esta dimensión vertical, tanto
respecto del paciente y de su entorno, como de sí mismo y, también, de
la Humanidad toda. (Ken Wilber y otros autores desarrollan esta idea de
un modo muy complejo y rico. Más adelante lo veremos juntos, se-
guramente.)

UNA PROPUESTA: Aquí, transitando junto a Ustedes estas no-


ciones tan importantes. Esta última idea es muy preciada para
mí: acompañar al otro a que cuente consigo mismo me
parece vital en el ejercicio terapéutico, y también, por supues-
to, en la propia vida.

Quisiera invitarles a que cada uno de Ustedes, durante esta se-


mana, procure llevar consigo este modo de “mirarse a sí mismo ver-
ticalmente”. Si bien no siempre es fácil distinguir qué es lo más y lo
menos evolucionado dentro de sí mismo, con frecuencia salta a la vista
que un patrón de conducta, una emoción, una manera de concebirse y

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concebir la realidad, es más tosca, menos madura, menos inteligente (en
el profundo sentido de la palabra).

La actitud que este enfoque de la Psicología invita a ejercer respecto


de esos aspectos personales menos crecidos, es la de una franca acep-
tación. Mecánicamente, en cambio, cuando advertimos partes nuestras
que preferiríamos no tener, lo que hacemos con frecuencia es avergon-
zarnos, enojarnos con nosotros mismos, justificarnos o bien... actuar
reactivamente en sentido opuesto, “queriendo cambiar” eso que me
desagrada ver en mí mismo. Ese “querer cambiar” implica un forcejeo
interno, y ese forcejeo, lejos de propiciar una transformación genuina,
retrasa la toma de conciencia.

Cuando acompaño a una persona en la tarea de autodescubrirse, al


llegar a ver aspectos menos evolucionados de esa persona procuro in-
vitarla a que conviva con esa parte de sí sin combatirla: eso es
aceptar. Cuando uno ve, y de inmediato “quiere tapar” lo que ha visto,
generando un acting, la visión plena de ese aspecto de sí mismo queda
interrumpida. Por ende, esa parte de sí indefectiblemente va a vol-
ver a salir, pues no ha sido realmente trabajada, transformada. Y ese
“querer tapar” sólo es una estrategia (también inmadura) para conservar
cierta imagen de mí mismo ante mí y, eventualmente, ante otros.

Cierro la idea con esto: cuando estoy ante una


parte de mí, y puedo aceptarla, ese lugar de mí
desde donde puedo aceptarla YA ES algo más
evolucionado en mí. Desde allí, entonces, puedo
ejercer una actitud autoasistencial para con esa
otra parte mía que necesita crecer... Nuestro queri-
do Carl Rogers cita a Ferguson diciendo:

“Cuanto mayor es la complejidad de un sis-


tema, mayor es su potencial de autotrascendencia: sus partes co-
operan en su reorganización.” (1)

 Actitudes autoactualizantes

El proceso de autorrealización no sucede por sí mismo (por lo me-


nos no en una buena parte de ese proceso): requiere de una disposición
tal que colaboremos con él. También el modelo terapéutico que pro-
pone este enfoque incita a que el paciente tenga una actitud activa en
su propio proceso. Esa actitud activa en el día a día no puede ser re-
emplazada por las intervenciones del terapeuta ni por una mayor can-

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tidad de sesiones: el corazón del proceso está en manos de su pro-
tagonista.

Quisiera compartirle nuestra visión sobre las siete actitudes que


Maslow destaca como esenciales para esa colaboración consciente, de-
nominándolas conductas encaminadas a la autorrealización. Si bien
fue Maslow quien las enunciara tan explícitamente, coinciden con lo que,
de un modo u otro, expresan antiguas Tradiciones de Conocimiento al ha-
blar del proceso de despertar hacia la Conciencia. Veámoslas juntos...

1) Aprender a entregarse al momen-


to, dejándose absorber por él “desinteresa-
damente”. Esto implica entrenarse en ese
tipo de atención que permite vivenciar ple-
na y concentradamente, tal como un niño
se entrega a su juego, pero con concien-
cia. Propiciarse a sí mismo actividades que
inviten a experimentar esos estados es un
acto de inteligencia para consigo mismo, pues en esos instantes es más
simple hacer contacto con lo esencial de sí.

2) Aquí me permito citar a Maslow textualmente: “Consideremos la


vida como un proceso de elecciones sucesivas. En cada instante existe
una elección progresiva o una elección regresiva. Podemos orientarnos
hacia la defensa, la seguridad o el miedo; pero, en el lado opuesto, está
la opción de crecimiento. Elegir el crecimiento en lugar del miedo doce ve-
ces al día significa avanzar doce veces al día hacia la autorrealización. La
autorrealización es un proceso continuo”. (2)

El último punto está indicando con claridad que la autorrealización no


es un estado final al cual hay que arribar, sino más bien como un gerun-
dio: ir siendo cada vez más lúcido, más auténtico, más conectado con el
propio núcleo esencial...

3) Aún en lo más simple, revisar muy internamente si cada cosa que


se elige es algo que uno mismo realmente decide. El proceso de des-
pliegue del Sí Mismo implica reconocer las voces introyectadas desde
el afuera (particularmente de los padres y de los mandatos sociales).
Maslow coincide con Rogers y la mirada Humanista-Transpersonal en ge-
neral: aprender a escucharse, profundamente, es una tarea indispen-
sable, y parte del discernimiento que todos necesitamos ejercer.

Escucharse es parte de un entrenamiento continuo, e implica la


práctica del discernimiento (viveka, en la Psicología del Yoga). Y ha-

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cerse trampas respecto de qué voces internas son propias y cuáles son
mandatos sociales o de crianza es más fácil de lo que uno podría ima-
ginar!...

4) Algo tan simple y tan difícil como ser sinceros. Ser sinceros, au-
ténticos, es fundamental para que el Sí Mismo tenga lugar en la inte-
racción con la vida. Cada vez que acallamos esa sinceridad, nuestra iden-
tidad esencial se ve mancillada. Y ser sincero implicará un acto con fre-
cuencia valeroso, en el cual tomamos responsabilidad respecto de lo
que realmente pensamos y sentimos. En este sentido, dice Maslow bella-
mente: “Cada vez que uno se responsabiliza, hay una realización del sí
mismo.” (2)

La práctica de la veracidad es sumamente importante en el Ca-


mino interior, pero no en relación a lo “pecaminoso” de la mentira, sino
respecto de que la veracidad implica una lealtad para con ese principio
rector esencial. La mentira interna causa división en vez de integración.
De modo que la práctica de la veracidad no es simplemente un precepto
moral, sino fundamentalmente un principio de sanidad psicológica sin la
cual el proceso de autorrealización quedaría abortado.

Claro está que la práctica de la sinceridad puede con frecuencia re-


sultar poco agradable socialmente. Escuchamos a Maslow otra vez?: “Si a
los pacientes, jóvenes o viejos, no se les puede enseñar a prepararse
para ser impopulares, los consejeros harán bien en renunciar inmediata-
mente.” (2) Contundente, verdad?

5) Puesto que la autorrealización implica desplegar todo el potencial,


es indispensable tener perseverancia en desarrollar los propios ta-
lentos, muchas veces a través de un entrenamiento arduo, en cualquiera
de las aptitudes que se tengan. En la Psicología del Budismo este atributo
interno es traducido como vigor: el empeño que se necesita para llegar a
ser Amo de sí mismo (una de las seis funciones trascendentes o para-
mitas cuya práctica conduce al “retorno a Casa”)

Es interesante citar que en la filosofía


del Budismo Nyngma se enuncia que existe
una vía regia hacia la Felicidad. ¿Cuál es?
Raramente llegaría uno por la lógica a hallar
la respuesta (y menos un occidental!). Esa
vía regia es la disciplina. Pero la disciplina
entendida no en un sentido militar, superyoi-
co, insanamente autoexigente. En esta acep-
ción, “disciplina” significa algo muy bello: se
traduciría como “ser discípulo de uno mis-

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mo”. Y eso implicará poner vigor en aquello en lo cual uno cree. Es
muy claro...

6) Crear las condiciones en la propia vida para que puedan tener lugar
las Experiencias-Cumbre, tal como Maslow denominó a aquellos estados
de conciencia despejada, de bienaventuranza, de gracia... Como lo señaló
Krishnamurti, estos estados no pueden fabricarse, pues no se accede a
ellos por ningún tipo de maniobra ni manipulación. Pero sí pueden ge-
nerarse las variables que ayuden a que la conciencia no esté atosigada
de contenidos. Podríamos sintetizarlo con la expresión “crear espacio
dentro de sí”.

Dado que el concepto referido a las Experiencias-Cumbre es fundamen-


tal en el enfoque Transpersonal, vol-
veremos a él más adelante, en el
marco de la descripción de los Esta-
dos de Conciencia Ampliada.

7) ...Y aquí viene otra expresión


muy interesante de Maslow: trabajar
para que el Sí Mismo se abra paso en
nuestra estructura psicológica implica-
rá desenmascarar la patología.
¿Qué es lo que esto quiere decir? Es-
cuchemos a Maslow: “Quiere decir identificar las defensas, y, después de
haberlas identificado, significa encontrar coraje para renunciar a ellas.
Esto es doloroso porque las defensas se erigen contra algo desagradable.
Pero vale la pena renunciar a las defensas.” (2)

Esto puede resultar sorprendente... ¡y a la vez de una extraordina-


ria coherencia! Cuando en este mismo Seminario veamos cuáles son los
mecanismos de defensa que se tienen en cuenta en este enfoque, re-
sultará aún más clara la tarea.

Para completar la noción que le esbozara en el punto 5, digamos


que los paramitas se definen en el Budismo del siguiente modo: esa
palabra originaria del idioma pali significa "haber llegado a la orilla opues-
ta". En el Budismo, el mundo de un mortal común que está sujeto a la
ilusión se compara con "esta orilla", mientras que el de un Buda o aquel
que está iluminado, se equipara con "la orilla opuesta". Las prácticas de
quien trabaja sobre sí mismo se comparan con el proceso de cruzar la
orilla de la ilusión a la orilla de la Iluminación.

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Los seis paramitas, entonces, son aquellas prácticas que se deben
efectuar para lograr la iluminación, por lo cual podían definirse igualmente
como “actitudes autoactualizantes”. Si bien también se les define como
Virtudes Ilimitadas, en verdad esas virtudes devienen de un ejercicio
consciente de las actitudes que conducen a ellas. Veamos una breve des-
cripción de las seis:

1) Generosidad (Dana): Se entiende por ello no sólo una actitud en


el orden de lo material, sino fundamentalmente dar de sí, a partir
de la compasión. Su grado máximo es otorgar el mérito de la propia
evolución a la ayuda de los demás seres sintientes.

2) Pureza (Sila): Entendida como buena conducta, rectitud. El Bu-


dismo Mahayana considera de mayor importancia la práctica ac-
tiva de actitudes rectas que
la mera abstención del
mal, de modo que no se
trata de reprimirse pasiva-
mente, sino de imprimir en
el mundo una huella devi-
niente de esta actitud. La
práctica de la Pureza

3) Paciencia (Kashanti): No
sólo respecto de los eventos
de la vida, sino también
acerca de las propias limitaciones y, sobre todo, de las de aquellos
que pueden menos. La paciencia permite transitar ante lo que se
presenta sin estar dominado por la atracción o el rechazo (raga-
dvesa).

4) Vigor (Virya): Tal como dijéramos, im-plicará ser tenaz, mantener


firmemente las resoluciones que hacen al Camino, sin desalentarse
ante la adversidad y las dificultades propias de la evolución.

5) Meditación (Dhyana): Quizás éste sea el más complejo de los


conceptos, pues hace no sólo a la práctica de la observación de los
contenidos internos, sino fundamentalmente acceder a la porción
del Todo, que es nuestro Núcleo, y dejarse absorber en ello.

6) Sabiduría (Prajña): También éste es un concepto muy profundo,


pero al menos digamos que la práctica de la Sabiduría requiere de
mantener activa la de los restantes cinco paramitas.

En algún otro momento volveremos a los paramitas. Pero, indepen-

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dientemente de ello, le sugiero mantener consigo estos seis conceptos y
explorarlos por sí mismo, más allá del intelecto...

PARA OBSERVAR JUNTOS: Para que una práctica se incorpore a la


vida cotidiana de modo que se convierta en un “automatismo
consciente” (si vale la paradoja) generalmente requiere de un
propósito consciente sostenido en el tiempo. Esto es, una actitud de
atención voluntariamente direccionada para observar algo en par-
ticular (pues si lo queremos observar “todo” muchas veces terminamos
en una confusa maraña de observaciones dispersas).

Por eso es tan importante en el trabajo sobre sí, -y también en el


que podemos darle a un paciente cuando trabajamos clínicamente desde
este enfoque-, pesquisar algo en particular que quisiéramos observar in
situ (allí donde se dé, ¡“en vivo y en directo”!). Practicar esa observación
sobre algo puntual y determinado durante un tiempo libremente pau-
tado, generalmente siembra la disposición a poder observar ese rasgo o
mecanismo, más adelante, allí donde se dé, aún sin propósito previo, por
el solo hecho de haberse entrenado para distinguir ese rasgo o me-
canismo en particular. Esa autoobservación pautada y puntual es la
que se asienta en la sana disciplina sobre la cual recién le comentaba.

Hay un aforismo Zen que viene a cuento, y que dice: “Primero uno
es inconscientemente torpe;después, uno es conscientemente torpe; más
tarde uno se vuelve conscientemente hábil; y finalmente uno deviene in-
conscientemente hábil.”

Le propongo que desde hoy,


durante una semana exacta, esté pe-
culiarmente atento a aquellos mo-
mentos del día en los que deba to-
mar una decisión, ya sea que se
trate de algo de cierta envergadura
como de algo nimio. Esos momentos
pueden servirle como verdaderos in-
terruptores para a encender la luz
de la conciencia. Teniendo en cuen-
ta lo que Maslow describe respecto de
las decisiones hacia el crecimiento en contraposición con aquellas que
tienden a la seguridad, verifique:

a) ¿Desde qué parte de sí está tomando esa decisión (una parte insegura,
ansiosa, arrogante, sensata, emprendedora, rutinaria...)?

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b) ¿Qué emociones experimenta cuando está por tomar su decisión, y
luego de haberlo hecho?

c) Si observa el plano de los pensamientos, antes de tomar cada decisión


hay un futuro imaginario que se construye dentro, como prefigurando
las consecuencias que esa decisión acarreará (tanto sea respecto de
qué elgiremos para almorzar como de si cambiaremos o no de tra-
bajo!). Observe esa cadena de pensamientos con tanto desapego co-
mo le sea posible. Sea un científico de sí mismo. Y si se trata de
una decisión importante mantenga bajo la luz de su conciencia todos
estos contenidos internos, como en una meditación, sosteniendo una
Atención Plena que abarque tan profundamente como le sea posible...

d) Anote durante esta semana aquello de lo cual se haya dado cuenta.

Cultivar un propósito puntual, por otra parte, es lo que permite


chequear en qué medida a uno lo invade el olvido de sí: mientras me
propongo algo tan vago como “autoobservarme siempre”, es más fácil
engañarme a mí mismo. Pero cuando me propongo, por ejemplo, ob-
servar qué contenidos internos se mueven cada vez que tengo que tomar
una decisión (o sea, algo puntual y concreto), es posible que, al final del
día... constate que no recordé en absoluto tener en cuenta la pauta que
yo mismo me había propuesto! Veamos qué le sucede durante estos días
con este propósito (siempre y cuando quiera volverlo propio!).

 Actitudes autoactualizantes

Maslow observó en sus investigaciones que había mujeres y hom-


bres que, hacia el final de sus vidas, parecían haber desplegado sus po-
tencialidades en muy alto grado, aunque sin haber concientizado en sí
mismos el impulso hacia lo Trascen-
dente. En cambio, otras personas sí
habían despertado a la realidad de al-
go vinculado con lo Sagrado, bajo sus
distintas concepciones. Maslow les lla-
mó, respectivamente, autorrealizado-
res “no-trascendentes” y “trascenden-
tes”. Creo importante abordar estos
conceptos pues a la hora de observar
la realidad humana pueden oficiar de
buenos ordenadores.

Los “autorrealizadores no-trascendentes” serían aquellas personas


que saben sacar provecho de sus propios talentos, y hacen fructificar sus

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vidas en virtud de ello. Están más volcados hacia el exterior, y pueden
llegar a desplegar un modo relativamente equilibrado de vivir sus vidas.
Son asertivos, de firmes propósitos, y capaces de concretar aquello que
sueñan. Sin embargo no sienten el impulso hacia el vivenciamiento del
Misterio (por decirlo de algún modo): son personas plenas, con un fuerte
sentido de su “Yo”, claridad respecto de lo que quieren o no quieren,
quizás multitalentosas, pero muy terrenales. Y es muy importante dis-
tinguir que sus motivaciones están ligadas a ese plano de la realidad, y no
a lo transpersonal.

Sin embargo, hoy en día, con la profusa difusión de temas vincula-


dos a la espiritualidad y a la pseudo-espiritualidad (en mucho mayor gra-
do que en los tiempos de Maslow!) aquellos que se desempeñen en el rol
de terapeuta desde este enfoque tendrán que constatar si quien tienen
enfrente es una persona que realmente está comprometida en un proceso
de autoconocimiento, o si solamente ha ido “adornando” su mente con
múltiples conceptos y “técnicas” que poco o nada tengan que ver con un
real trabajo sobre sí. (¡Al ego con frecuencia le encantan estas cosas,
pues otorgan un lustre social que resulta sumamente interesante!)

¿Cuáles son las características


que distinguen a las personas autorrea-
lizantes que buscan lo trascendente? Si
bien esta lista no es exahustiva, valdría
citar:

 Una alta valoración de las Experien-


cias-Cumbre (aquéllas en las cuales la
conciencia se amplía, se esclarece, co-
mo más adelante describiré).

 Una facilidad para comprender “el lenguaje del Ser” (como Maslow,
cuya foto le comparto arriba, le llamara): el de los símbolos, las pará-
bolas, las comunicaciones no verbales, la poesía...

 Paralelamente a la visión llana y práctica de los asuntos de la vida,


tienen una capacidad (permanente o alteranante) para ver su dimen-sión
sagrada, y el sustento vital que permite comprender que todo es Uno
(conciencia unitiva).

 Están motivadas por valores que hacen a lo esencial, al Ser (o sea,


están metamotivadas): la bondad, la belleza, la necesidad imperiosa de
comprender, la vocación de servicio... eso es lo que mueve su conducta.

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 Son más sensibles a la Belleza (no necesariamente a la belleza con-
vencional) y se ubican ante el mundo con un criterio estético, con ánimo
de embellecerlo armónicamente.

 Tienen una habilidad para ver la potencia de lo que le rodea, es decir,


aquello que podría llegar a ser, con lo cual suelen disponerse a fomentar
su despliegue.

 Con frecuencia perciben la realidad desde cierta capacidad de asom-


bro, que el conocimiento intelectual no agota.

 En relación a su participación en el mundo, no se contentan con la pa-


ga (que sí suele ser suficiente para la persona autorrealizante sin ten-
dencia a lo trascendente). Necesita de una metapaga (hermoso término,
¿verdad?) que vaya más allá de la remuneración monetaria percibida por
una tarea. Esto es: sensación de ser útil a una causa, verificación de que
alguien pueda crecer por su ayuda, posibilidad de expresión de la propia
identidad esencial, conocimiento de la intimidad humana, etc.

 Pueden ser post-ambivalentes en su concepción de la realidad. Vea


qué bella es, también, esta expresión: habla de la capacidad de integrar
lo aparentemente opuesto, a partir de un nivel de conciencia más de-
sarrollado. Horizontalmente el ser humano se debate entre lo bueno y lo
malo, entre rechazar y sentirse atraído, entre apreciar y detestar... Este
tipo de personas puede experimentar sin grandes conflictos ambas po-
sibilidades a la vez, en vez de oscilar de una a otra.

 Frecuentemente las personas con estas características parecen reco-


nocerse entre sí, aún desde el primer encuentro, generando fácilmente
cierta familiaridad, una suerte de intimidad esencial.

 Suelen trascender a su propia cultura, pues se resisten a la culturi-


zación por parte de la sociedad: las costumbres culturales, las modas, las
ideas “de la mayoría”, con frencuencia no inciden en su propio criterio
respecto de cómo se ve a sí mismo y a la realidad, ni tampoco en cuanto
a lo que elige para sí... por más publicidad
que le vendan!

Podríamos señalar, por supuesto, mu-


chas otras características (algunas de las
cuales aparecerán en otros temas que desa-
rrollaremos dentro de este mismo Seminario).
Y, de hecho, enseguida veremos al menos un
rasgo más, que quiero tratar por aparte. Pero
antes...

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EJERCICIO DE INTEGRACIÓN: Es muy posible que mientras Ud. iba
recorriendo esta lista de características de quienes tienden a au-
torrealizarse hacia la trascendencia se haya sentido identificado
con más de una de ellas. Si es así, le pedimos entonces que:

a) Señale en cada uno de esos ítems un rango de 1 a 10 en el cual


se ubicaría a sí mismo.
b) Si se contempla a sí mismo verticalmente (como le proponíamos
al inicio de este Módulo) seguramente observará que las carac-
terísticas que se enuncian en esta lista se corresponderían con la
zona superior de ese modelo vertical. ¿Qué características perso-
nales opuestas ofician de contrapeso en la banda inferior de su
identidad, puntualizándolas en cada ítem?

Verse a sí mismo ejercer sus propias zonas menos evolucionadas,


sabiéndose capaz de experimentar su opuesto más elevado, puede gene-
rar un dolor importante: como una sensación de autotraición. Sin em-
bargo, el trabajo sobre sí mismo estará determinado en mayor medida
por el modo en que uno se vincula con esa banda inferior, que con su
“desaparición” o anulación. Es decir: el tema no es que dejemos de
sentir lo que sentimos desde nuestras partes menos crecidas, sino
que haya algo más desarrollado de sí que sea capaz de no auto-hosti-
garse por ello, de ser sanamente compasivo con esas partes de sí. El de-
seo de erradicarlas no hace sino aumentar el conflicto y otorgarles
fuerza... En cambio, un trabajo serio y sensato hace que cada parte de sí
vaya ocupando la dimensión y el espacio que le corresponde.

 Autorrealización y “felicidad”

Me encantaría decirle que la autorrealiza-


ción lleva a la Felicidad. Y quizás esto sea cierto
en última instancia, cuando hablamos de una
Bienaventuranza que está lejos del ser humano
promedio, o bien brindada como una Gracia para
sutiles momentos en que percibimos diáfana-
mente la realidad de la Vida. Y también sea
cierto respecto de un tipo de felicidad que más
cabría llamar contento, -tal como le dicen los
sabios taoístas-. Profundicemos un poco más...

El materialismo espiritual que más usualmente se difunde (y mu-


chas veces bajo el erróneo nombre de Psicología Transpersonal!) conserva
“buena prensa” gracias a que promete un cierto tipo de Felicidad que,

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según el criterio con el que coincido, al menos, tiene un asentamiento
bien preciso: la imaginación (o, si se quiere, la ilusión). “Hermandad”
instantánea, determinados sahumerios, mudras, mantras, asanas, pos-
turas del Tantra o “pensamientos positivos” parecen ser los salvocon-
ductos hacia algo que todo ser humano anhela desde su raíz: salir del
dolor.

Es común observar, sin embargo, que a quienes viven una Búsque-


da sentida y profunda estas fórmulas instantáneas para la Felicidad... ¡no
le funcionan! (No sería raro que Ud. también fuera uno de ellos...) ¿Por
qué esto es así? (O, dicho de otro modo: ¿estará Ud. “fallado”?? Y, en ese
caso, ¿nosotros también???)

Si me permite la brevedad del argumento, diría que esa “Felicidad”


autogenerada por sugestión se corresponde con una fuerte búsqueda
que se ejerce desde lo superficial de sí mismo (ser “interesantemente
espiritual”), o bien desde la desesperación. Legítima, por cierto, pues vivir
en este mundo no es nada fácil. Sin embargo, fomentarla sólo conlleva a
acrecentar la confusión, la inmersión en el sueño...

Pero... entonces ¿qué? ¿Sólo se crece sufriendo??!! Calma, calma...


Escuchemos un poco más a Maslow:

“Tengo la vaga impresión de que los autorrealizadores tras-


cendentes son menos ´felices´ que los sanos [es decir, los autorre-
alizadores no-trascendentes]. Pueden tener más vivencias extáticas,
más transportes y experimentar momentos de ´felicidad´ (un tér-
mino demasiado débil) más intensos que los felices sanos. Pero a
veces tengo la sensación de que son igualmente propensos, o tal
vez más, a sentir una especie de tristeza cósmica o tristeza-del-Ser
a causa de la estupidez de la gente, su autoderrotismo, ceguera,
crueldad mutua y falta de visión. [...] Es posible que éste sea el
precio que esa gente tiene que pagar por su visión directa de la
belleza del mundo, de las posibilidades de santidad de la naturaleza
humana, de la no-necesidad de tanto mal humano...” (2)

Si investigamos los registros autobiográficos de quienes han hecho


públicos sus tránsitos de Búsqueda (Jung, Herman Hesse, Huxley, y tan-
tos otros) encontraremos instancias de profundo dolor, casi torturante,
vinculado con esto que Maslow tan claramente enuncia. Comprender y
aceptar ese precio referido a la evolución de la conciencia puede, para-
dójicamente, ayudar a que ese nivel de dolor sea más dignamente sobre-
llevable.

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De hecho, dentro de la Psicología Transper-
sonal hay investigaciones muy interesantes sobre
las depresiones que devienen de la evolución de la
conciencia, y que resignifican la Psicopatología,
ampliando sus fronteras. Y en este punto, tanto
en el trabajo sobre sí mismo como en la tarea te-
rapéutica de acompañar a otros, es sumamente
importante estar alertas respecto de cuándo esta
modalidad de sufrimiento se neurotiza, convir-
tiéndose en un cierto regusto vinculado a tan “re-
finado” dolor...

Bien podría uno decir: “Entonces, ¿para qué


tanto trabajo sobre sí, si de todos modos se sigue
sufriendo?” Y sería un planteo muy válido. Ante esto tendríamos dos co-
sas para decir: la primera es que el proceso de evolución, cuando se da
dentro nuestro, no puede evitarse (o al menos no puede hacérselo sin
grandes costos, también altamente dolorosos). La segunda es que, si bien
el sufrimiento acompaña todo el tránsito del despliegue de la Conciencia,
no es un dato menor saber que cuanto más evolucionada es una persona
más nobles son los motivos de su dolor, menos egoicos, con frecuencia
más legítimos (o al menos con menor incidencia de lo imaginario). A
medida que un ser humano evoluciona, entonces, se va despojando de
sufrimientos inútiles, dejando espacio para que el contento del cual ha-
blábamos pueda manifestarse, a partir de una actitud más madura, más
sabia...

UNA PROPUESTA: Aquí Virginia, acompañándole a hacerse pre-


guntas... No sé si por razones genéticas o del espíritu (¡o qui-
zás ambas!) podría decir que mi temperamento tiende a
lo
dramático. De modo que ha sido para mí un desafío vital lidiar con la afi-
nidad por el sufrimiento (¡y por rodearme de sufrientes!). El dolor inútil
del que recién hablábamos me es muy conocido.

Pero también encuentro he ido forjando dentro de mí la posibilidad


de experimentar cotidianamente cierto contento esencial por lo sim-
ple. Creo que el terapeuta que se dispone a trabajar desde este enfoque
necesita explorar sus propias maneras de hacer contacto con él. Parte
de su tarea en el acompañar a otros en sus procesos será ayudarles a
encontrar sus modos personales de crear contento.

Ese contento también podría concebirse verticalmente: desde un ni-


vel más básico, más primitivo, hasta otros en los que su fundamento es

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cierta Bienaventuranza (o, como se le dice en el Yoga, Ananda). En esos
instantes la percepción puede ser la de estar en consonancia con la Vida,
con el Tao (el Orden que sostiene todo cuanto existe).

Le pido en este instante que,


ni bien termine de leerme, cierre sus
ojos y trate de convocar a su memo-
ria momentos en los que recuerde
haber experimentado ese contento.
Una característica que esos instan-
tes suelen tener en común es la
simplicidad: instantes sencillos, en
los que estamos participando de algo
que, por su naturaleza, nos llena
con muy poco. Cada uno de noso-
tros tiene, en función de su constitu-
ción interna, sus maneras personales de experimentar ese contento:
ciertas tareas que nos despejan o nos conectan con la creatividad, el
contacto con la Naturaleza, la actividad del cuerpo, la contemplación de la
belleza, el ejercicio de una habilidad personal... Primero le pregunto:
¿cuáles son sus modos íntimos de acceder a ese contento? Y luego: ¿qué
espacio tiene ese tipo de actividad en su vida cotidiana?

Darles espacio a esas actividades es, fundamentalmente, sostener


el contacto con una parte vital de sí mismo. Por eso es que cuando de-
jamos de darles espacio solemos sentirnos mustios, como una rama des-
gajada del árbol. Y es que esa parte nuestra es, quizás, la que más está
conectada con la Vida.

En todas las Tradiciones que hacen a la Filosofía Perenne, de un


modo u otro se invita a la práctica de la sencillez voluntaria. Nuestra
época, sin embargo, tal vez sea la más alejada de esa sencillez. Una de
las expresiones que me he guardado de Thoreau es quizás la más breve
suya, congruentemente con su significado: “Simplifica! Simplifica!!”

Le invito, entonces, a que se responda a sí mismo estas preguntas:

1) En los últimos años, su modo de vivir, ¿ha ganado en sencillez, o lo


ha vuelto más asfixiante y complejo?

2) Más allá de que pueda parecerle hoy utópico, ¿de qué maneras via-
bles podría simplificar su vida en aquellos puntos en los que se
siente presionado, asfixiado (si así fuera)?
3) ¿Qué actividades que siente vitales para su interioridad hoy no tie-
nen espacio en su vida? ¿Hay alguna manera en que pueda darles

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ese espacio, al menos esporádicamente, hasta incorporarlas como
parte natural de su cotidianeidad?

Si Ud. trabaja con pacientes, tener en cuenta estas mismas pregun-


tas puede ser vital respecto de su progreso en el trabajo sobre sí mismo.
Es difícil que nazca algo nuevo cuando no hacemos espacio para que su
germen se desarrolle. Todo lo que nace necesita un huevo, un útero.
La primera tarea es crear ese lugar de anidamiento...

 Algo más…

Cuando Maslow habló de las personas autorrealizantes no se refirió


exactamente a aquellas que seguían una práctica de orden transpersonal,
sino a individuos que, a su propio modo, trataban de hacer con sus pro-
pias vidas algo que valiera la pena...

Sin embargo, viene bien recordar una vez más las palabras que él
enunció con tanta claridad, enunciando por primera vez en la historia la
palabra “transpersonal”:

Le acompaño en esa Búsqueda, entonces: estamos en un mismo


Camino... ♣

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BIBLIOGRAFÍA CITADA:

1) "El camino del ser", de Carl Rogers. Ed. Troquel, Buenos Aires, 1989.
2) “La personalidad creadora”, de Abraham Maslow. Ed. Troquel, Buenos Aires, 1991.
3) “El hombre autorrealizado”, de Abraham Maslow, Ed. Troquel, Buenos Aires, 1989.

ILUSTRACIONES DE ESTE MÓDULO:

 Pág. 5: Antiguo grabado Hindú.


 Pág. 8: "Prayers for the Earth", de Karen Pierre.
 Pág. 9: "Inspiración", de Alfonso Rosas.
 Pág. 10: Antiguo grabado del Budismo.
 Pág. 11: “Lakota and the Criator”, de William Brooks.
 Pág. 12: Antiguo grabado budista.
 Pág. 14: “The rainbow”, de Don Tatro.
 Pág. 18: "Dolor", de Cali Rezo.
 Pág. 19: “Regocijo”, de Carolina Whillis.♣

El material didáctico de este Seminario está amparado bajo derechos de autor.


Su reproducción por medio de clases orales o escritas está resguardada bajo la
misma Ley. Se permite su reproducción parcial siempre que se cite la fuente.

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