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"Discutís señores, una cuestión vital: digo mal, no debe calificarse de cuestión,
pues la libertad del hombre no puede ponerse en duda, ni en contradicción,
mucho menos en Venezuela, donde tantos años se ha dado el grito de libertad,
y donde tanta sangre se ha derramado por alcanzar para todos ese bien
inestimable. La esclavitud es, señores, como dijo el gran Bolívar, la infracción
de todas las leyes, la violación de todos los derechos. Venezuela, pues que se
gloria de haber sido la primera en Suramérica que reconociese el gran principio
de la soberanía popular, origen y fuente de toda autoridad: Venezuela no debe
aparecer más a los ojos del mundo entero, con la horrible mancha de la
esclavitud. ¿Qué derecho justo se alegará, señores, para conservar por más
tiempo este título de ignominia que nos legaron las generaciones pasadas?.
Acordaos, honorables Representantes, que sin la igualdad perecen todas las
libertades, todos los derechos; y que con la esclavitud no hay igualdad.
El 24 de Enero de 1848
Allí murieron los diputados Juan García, Francisco Argote y José Antonio
Salas. Santos Michelena resultó herido y murió poco después.
Para mayor ironía, por Ley de 14 de marzo de 1849 José Tadeo Monagas
declara el 24 de enero de cada año junto con el 5 de julio, «grandes días de la
independencia y de la libertad de los venezolanos», considerando, con
respecto al primero, que «el 24 de enero de 1848, agotado el sufrimiento bajo
una nueva y odiosa tiranía que rebosaba en abusos y pretensiones
retrogradantes y destructoras, supo el pueblo espontánea y valientemente
recobrar su dignidad sosteniendo los fueros de su libertad».
Los historiadores de las más variadas tendencias consideran los hechos del 24
de enero, como acontecimientos de la mayor importancia. En efecto, estos
episodios dieron origen a una nueva correlación política entre los partidos
antagónicos y entre los caudillos Páez y Monagas, que fueron los principales
protagonistas en la crisis. Entre las consecuencias de estos, hechos, debemos
señalar las siguientes:
Gual y España.
En uno de estos periplos por Haití, Chirino tuvo contactos con los seguidores
de Brion, quienes le dan a conocer el proceso liberador en esa isla del Caribe,
los procesos independentistas, la implantación de un gobierno igualitario y la
abolición de la estructura esclavista, así como de los principios de igualdad
impulsados por la Revolución Francesa.
A su regreso al estado Falcón, Chirino toma contacto con José Caridad
González, nativo del Congo y muy versado en los ideales revolucionarios de la
Francia del Siglo XVIII. Juntos protagonizan el levantamiento del 10 de mayo
de 1795.
Esta rebelión fracasa. Chirino fue traicionado por un amigo esclavo y hecho
prisionero en agosto de 1795, juzgado por la Real Audiencia es condenado a
la horca, -condena cumplida el 10 de diciembre de 1796- y su cuerpo
desmembrado.
A pesar del fracaso de la insurrección, la misma tuvo grandes repercusiones
porque llamó la atención de las autoridades coloniales sobre la existencia de la
injusticia que se cometían en las haciendas y en las minas contra la clase
humilde y es considerada como el movimiento que inspiraría más tarde los
intentos de independencia de José María España y Pedro Gual, teniendo
dentro de la sociedad venezolana, de finales del Siglo XVIII, un impacto
político, social y económico que sacudiría las conciencias de la ilustración en
Caracas.
Juan Andrés López del Rosario. Conocido como “Andresote”. Negro esclavo
venezolano que luchó por la igualdad de los negros y los aborígenes, contra la
esclavitud. Organizó un movimiento conocido en la historia como la Rebelión
de Andresote.
Síntesis biográfica
Nativo de Valencia, estado Carabobo, hijo de un afrodescendiente y de una
indígena. Fue un zambo esclavizado en una hacienda de Yagua, propiedad de
un portugués.
Trayectoria
Luchó por la igualdad de los negros y de los aborígenes contra la esclavitud y
la injusticia de los españoles y de la compañía Güipuzcoana, en donde una
clase dominante quería mantener sus privilegios a toda costa matando y
castigando a todo aquel que no le obedeciera, no pagando el salario y
manteniendo esclavizado tanto a los negros como a los aborígenes.
Estableció un lugar en donde la rebeldía de los aborígenes Caribes,
Ciparicotos, Jiraharas y Arawacos era notable, lo cual aprovechó para curtirse
más y ayudar a organizarlos.
Rebelión de Andresote
El movimiento de Andresote es uno de los primeros organizados contra los
españoles y en éste convergieron aborígenes, negros, zambos, mulatos y
blancos criollos en una lucha en común, descontentos por los altos impuestos
que les imponían las autoridades de la Güipuzcoana y por la explotación del
hombre por el hombre.
La lucha de Andresote se circunscribe en los movimientos de preindependencia
iniciados por el negro Miguel de Buría en Yaracuy, el levantamiento del
negro Guillermo en Barlovento y el del heroico José Leonardo Chirino en la
sierra de Coro en Falcón. “Los esclavos deben ser libres como sus abuelos de
Guinea”.
A pesar de que su insurrección en el valle del Yaracuy iba dirigida contra los
funcionarios de la Compañía Guipuzcoana que ponían obstáculos al
contrabando entre la costa y la isla de Curazao; su levantamiento tuvo éxito al
principio pero se vio obligado a abandonar la lucha. Con algunos seguidores,
se embarcó en una balandra holandesa y ocurrió entre 1732 y 1735, en la
región del río Yaracuy y las tierras vecinas hasta el mar, zona que se había
convertido en centro importante del contrabando que hacían los holandeses
desde Curazao.
El gobernador de la provincia, bajo la presión de la Guipuzcoana, envió tropas
contra Andresote, para reducirlo y acabar con el contrabando en la zona. Pero
Andresote mantuvo en jaque, por varios meses, a las fuerzas del gobierno y
destruyó en repetidas oportunidades las tropas enviadas contra él.
En 1734, destruyó casi en su totalidad una fuerza de más de 300 soldados
enviados para combatirlo. El gobierno se vio en la necesidad de organizar una
expedición más numerosa, de 1.500 hombres, y después de varios meses
consiguieron disolver las partidas de Andresote y apresar numerosos
partidarios suyos, principalmente indios, mulatos, negros, muchos de los cuales
fueron condenados a pena de muerte. No pudieron, en cambio, apoderarse de
Andresote, quien gracias a la ayuda de los contrabandistas, pudo escapar a
Curazao.
La rebelión de Andresote logró mantenerse tanto tiempo, gracias al apoyo que
recibió de su levantamiento tuvo éxito al principio pero se vio obligado a
abandonar la lucha. Con algunos seguidores, se embarcó en una balandra
holandesa y nunca regresó a [Venezuela]]. Pero en las montañas
del Yaracuyquedó el foco de la sublevación que sólo llegó a ser dominada
gracias a la colaboración que misioneros capuchinos prestaron a las
autoridades.
BOVES EL UROGALLO
Durante los años 70 del pasado siglo lograron gran éxito de crítica y público las
novelas históricas del escritor y psiquiatra venezolano Francisco Herrera Luque
(1927-1991). Boves el urogallo (1972) se adentra en la personalidad de uno de
los personajes más denostados de la historia de Venezuela. El caudillo realista
José Tomás Boves, ya terriblemente esbozado en la clásica Las lanzas
coloradas(1931) de Arturo Uslar Pietri ―otra muy recomendable novela―,
acabó a sangre y fuego con el segundo intento de república de su país. Fue
recordado como “León de los Llanos”, “Hijo del Diablo” o “Cólera de Dios”,
aunque Herrera le inventa otro sobrenombre, el de un ave silvestre de tierra
originaria, las Asturias de España.
Sin embargo, las raíces ibéricas de Boves no tienen mayor profundidad. El
temible héroe encarna la causa de España, pero cambió de niño esta patria por
unos Llanos de Venezuela de los que llega a soñarse rey. Desprecia al
monarca español, pero odia a muerte a la República que lo ha escarnecido y
rechazado, y transforma la guerra en una revancha personal. Este
resentimiento lleva al catire (rubio) Boves, en nueva paradoja, a erigirse en el
caudillo de la igualdad racial, que dirige su ejército de negros y mestizos contra
los orgullosos criollos, los “mantuanos” descendientes de los conquistadores,
corazón del rígido sistema de castas colonial y, al mismo tiempo, alma
originaria de la independencia. Boves apenas es consciente de que su
venganza representa la de una masa de marginados: a su cólera ciega le sirve
de lúcido intérprete su capellán, el padre Llamozas, y su amante Inés la hace
aparecer en sus dimensiones más nobles y compasivas.
Boves asciende a coronel por su arrojo y crueldad, y, por encima de este grado
“civilizado”, a caudillo absoluto. En torno a él, se dibuja en historias y
personajes secundarios de todas las castas el pasado (y, en buena medida, el
presente) de un país que pronto estará en llamas, donde la “guerra a muerte”
no habrá de perdonar a realistas ni patriotas.
A la psicología de Tomás Boves se opone el libertador Bolívar, un secundario
recurrente y enigmático al que solo conocerá el lector por sus actos exteriores.
El ascenso de uno de los dos rivales se suele traducir en el declive del otro. Sin
embargo, la definitiva caída de Boves aparece menos como consecuencia del
enemigo que de los propios afanes que lo consumen. Su feroz deseo de
libertad personal lo va distanciando de España, del rey, de sus propios amigos;
el pacífico intervalo de vida amorosa viene rodeado de presagios fatales.
Boves, finalmente, muere como el urogallo en manos del cazador, poseído de
amor y víctima de su propio orgullo; sin embargo, muere triunfante.