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Otros títulos de la colección

Manuales /Manuals (Ars Alimentaria) MARGA SERRA ARS ALIMENTARIA “Los TCA constituyen un problema
emergente en las sociedades occidentales.
Sistemes agroalimentaris. TRASTORNOS DEL Han alcanzado una especial relevancia

MARGA SERRA
Cap a solucions integrades i sostenibles
COMPORTAMIENTO en las tres últimas décadas, tanto por su

ALIMENTARIO
Jessica Duncan i F. Xavier Medina (eds.) creciente incidencia como por la gravedad
Les fires i els mercats com a eines de promoció de la patología asociada y la resistencia al
ENFOQUES PREVENTIVOS

TRASTORNOS DEL
Soledad Morales Pérez i Marta Flores Gil de Bernabé tratamiento; hoy constituyen la tercera
Reflexions sobre les alimentacions contemporànies enfermedad crónica entre la población
Los trastornos del comportamiento alimentario (TCA) son
F. Xavier Medina (ed.) enfermedades mentales relacionadas con un comportamiento femenina adolescente y juvenil en las
patológico hacia la ingesta de alimentos, por la obsesión del sociedades desarrolladas y occidentalizadas.

COMPORTAMIENTO
Agricultura ecològica i sostenibilitat
Ariadna Benet i Mònico (ed.) control del peso, que se traduce en la alteración de la imagen Algunos investigadores la han calificado
corporal y una baja autoestima, entre otros síntomas. como epidemia, debido al aumento de
Som el que consumim
su incidencia y prevalencia. Según el

ALIMENTARIO
Soledad Morales Pérez (ed.) Se trata de un trastorno muy complejo donde interaccionan
muchos factores: genéticos, sociales, familiares, de personalidad, Diccionario de la Lengua Española
Turismo del vino. Análisis de casos internacionales culturales.... (Espasa-Calpe, 1992), epidemia es una
F. Xavier Medina, Damià Serrano, Jordi Tresserras
(eds.) enfermedad que se propaga algún tiempo
Los TCA más conocidos son la anorexia nerviosa y la bulimia
por un país, acometiendo simultáneamente

ENFOQUES PREVENTIVOS
La antropología de la alimentación en España: nerviosa, pero existen otros con elevada prevalencia, como
perspectivas actuales por ejemplo, el trastorno por atracón o los trastornos del a un grupo de personas. Una epidemia

MARGA SERRA
Luis Cantarero (ed.) comportamiento no especificados (TCANE). cuenta con unas vías de difusión, un medio
que las propaga y favorece, unos agentes
Cuerpo, salud y comida. Los TCA tienen graves consecuencias biológicas, nutricionales,
Aspectos socioculturales de la nutrición que transmiten la enfermedad y una
psicológicas, familiares y sociales. Afectan especialmente a
David Fornons (ed.) y Alicia Aguilar (ed.) población susceptible de padecerla.”
adolescentes de 12 a 24 años, y el 90%-95% de los sujetos afectos
Vi, política i espectacle. Procés de patrimonialització de algún tipo de TCA son mujeres.
de la cultura de vi a la DO Alella Marga Serra
Joan Ribas Serra En estas enfermedades es muy importante la detección
precoz, ya que en sus fases iniciales suelen pasar inadvertidas.
Alimentación y migraciones en Iberoamérica El diagnostico y el tratamiento adecuado son básicos. La
F. Xavier Medina (ed.) prevención, sobretodo en edades tempranas, es la clave para
disminuir la incidencia de la enfermedad. El contenido de este

TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO


ALIMENTARIO
libro es un recorrido por todos estos aspectos, ofreciendo al
Podéis consultar nuestro catálogo en lector una visión abierta e informadora sobre los TCA.
www.editorialuoc.com

Marga Serra

Doctora por la ULPGC y licenciada en


Ciencias Biológicas por la UB. Su actividad
docente e investigadora está relacionada
principalmente con la Educación Nutricional
y los Trastornos del comportamiento
alimentario. Forma parte del equipo docente
del Máster Universitario Nutrición
y Salud de la UOC. ISBN: 978-84-9064-224-5

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Trastornos del
comportamiento alimentario

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Trastornos del
comportamiento alimentario
Enfoques preventivos
Marga Serra

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Director de la colección Manuales (Ars alimentaria): F.Xavier Medina

Este libro cuenta con el apoyo académico y técnico de la Cátedra UNESCO de Alimentación, cultura
y desarrollo de la UOC

Diseño de la colección: Editorial UOC


Primera edición en lengua castellana: abril 2015
Primera edición digital: mayo 2015

© Marga Serra, del texto


© Diseño de la cubierta: Natàlia Serrano
© Editorial UOC (Oberta UOC Publishing, SL), de esta edición, 2015
Rambla del Poblenou 156
08018 Barcelona
http://www.editorialuoc.com
© Imagen de la cubierta: «Bodegón musical con dulces», Ferdinando de Caro
(Escuela napolitana del siglo XVIII). Colección particular, Barcelona.
Fotografía: Josep M. Solé.

Realización editorial: Carrera Escartín, S.L.

ISBN: 978-84-9064-788-2

Ninguna parte de esta publicación, incluyendo el diseño general y de la cubierta, puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmi-
tida de ninguna forma ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación, de fotocopia o por otros métodos,
sin la autorización previa por escrito de los titulares del copyright.
Autora

Marga Serra
Doctora por la Universidad de las Palmas de Gran Canaria y licenciada en
Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona. Postgrado en Dietética
y Nutrición por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y Máster en
Nutrición humana y calidad de los alimentos por la Universitat de les Illes
Balears (UIB). Es miembro de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria
(SENC). Su actividad docente e investigadora está relacionada principalmente
con la Educación Nutricional y los Trastornos del comportamiento alimentario.
Forma parte del equipo docente del Máster Universitario, Nutrición y Salud, de la
Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Autora del libro Júlia, aprenc a estimar-me.

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Ars Alimentaria

La alimentación es uno de los aspectos más ricos de la cultura


y de la sociedad. Desde esta premisa inicial, el Departamento
de Sistemas Alimentarios, Cultura y Sociedad de la UOC,
conjuntamente con la Cátedra UNESCO de Alimentación,
Cultura y Desarrollo, ha desarrollado una línea editorial sobre
alimentación, entendida como hecho transversal, que afecta a
todos los aspectos y a todas las etapas de la vida.
Esta colección nace con una voluntad interdisciplinaria,
abierta y desmitificadora. Por un lado, la de dar información
clara y precisa sobre los diversos aspectos que rodean el hecho
alimentario.
Por otra parte, se pretende ofrecer los máximos puntos
de vista posibles sobre una temática que dista mucho de ser
unidimensional.
La alimentación es un universo de conocimientos, de leyes y
de reglas, al mismo tiempo natural y sociocultural; un lugar de
encuentro y de síntesis de lo biológico, lo económico, lo social y
lo cultural. Mucho más allá de los tópicos, la alimentación queda
situada, sin duda, dentro del marco de las relaciones sociales de
los individuos y de los grupos.

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© Editorial UOC Índice

Índice

Capítulo I. ¿Qué son los trastornos del comportamiento


alimentario?....................................................................................... 15

Capítulo II. Principales TCA....................................................... 19


1. Anorexia nerviosa..................................................................... 19
1. Bulimia nerviosa........................................................................ 20
2. Trastorno por atracón.............................................................. 20
3. TCANE....................................................................................... 21

Capítulo III. ¿Es una enfermedad nueva?


Breve historia.................................................................................... 23

Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA.................... 27


1. Anorexia nerviosa..................................................................... 27
1.1. Pautas para el diagnóstico de la anorexia nerviosa
(CIE-10):........................................................................... 30
2. Bulimia nerviosa........................................................................ 31
3. Trastorno por atracón.............................................................. 34
4. Avoidant/restrictive food intake disorder........................................ 36
5. Trastorno de la conducta alimentaria no especificado
(TCANE).................................................................................... 37
5.1. Criterios diagnósticos de los TCANE.......................... 38
6. Pica ........................................................................................... 41
7. Ortorexia..................................................................................... 42
8. Vigorexia..................................................................................... 42
9. Síndrome de ingesta nocturna (comedores nocturnos)...... 43

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© Editorial UOC Los trastornos del comportamiento alimentario

Capítulo V. Poblaciones especiales. Embarazo y TCA....... 45

Capítulo VI. Los TCA en adultos.............................................. 47

Capítulo VII. Epidemiología....................................................... 49

Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA...... 53


1. Factores predisponentes........................................................... 53
2. Factores precipitantes............................................................... 54
3. Factores de mantenimiento..................................................... 54
4. Edad. Sexo. Adolescencia........................................................ 55
5. ¿Y por qué adolescentes?......................................................... 56
6. Factores genéticos..................................................................... 59
7. Obesidad..................................................................................... 60
8. Factores familiares..................................................................... 62
9. Ejercicio físico y TCA.............................................................. 65
10.  La influencia de los amigos.................................................. 66
11.  Personalidad y trastornos asociados................................... 68
12.  La baja autoestima................................................................. 70
13.  Dietas de adelgazamiento..................................................... 72
14.  La imagen corporal................................................................ 73
14.1. Influencias del pasado.................................................... 75
14.2. Influencias cercanas........................................................ 77
15.  Abuso sexual y TCA.............................................................. 79
16.  Maltrato físico......................................................................... 80
16.1. El bullying como factor desencadenante
de los TCA........................................................................ 80
17.  Factores socioculturales........................................................ 82
17.1. Ideales estéticos............................................................. 82
17.2. Belleza............................................................................... 89
17.3. Otras sociedades............................................................. 91

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© Editorial UOC Índice

Capítulo IX. Detección de los TCA.......................................... 93


1. Eating Attitudes Test (EAT-40)
(Garner y Garfinkel, 1979)...................................................... 95
2. Eating Disorders Inventory (EDI-2) (Garner et al.,
1998) ........................................................................................... 96
3. Autoconcepto Forma 5 (AF5) (Musitu y García, 1999)..... 99
4. Eysenck Personality Inventory (EPI) (Eysenck
y Eysenck, 1990)........................................................................ 100
5. ChEAT (versión infantil del EAT-26; Children Eating
Attitudes Test)............................................................................ 101
6. BULIT (test de bulimia)........................................................... 101

Capítulo X. Diagnóstico de los TCA........................................ 103

Capítulo XI. Tratamiento de los TCA...................................... 111


1. Principios generales del tratamiento...................................... 111
2. Áreas básicas de salud.............................................................. 112
3. Estadios del paciente................................................................ 117
4. Hospitales de día....................................................................... 119
4.1. Criterios de inclusión para el tratamiento de
hospital de día.................................................................. 120
5. La hospitalización...................................................................... 122
6. Pisos terapéuticos...................................................................... 124
7. Tratamiento especial para las familias de los enfermos
de TCA........................................................................................ 125
8. Tratamientos psicológicos empleados en los TCA
(según Lechuga y Gámiz, Trastornos de la Conducta
Alimentaria 2, 2005, 142-157)................................................. 127
8.1. Objetivos terapéuticos.................................................... 128
8.2. Ejemplos de tratamientos psicológicos:
psicoterapia de grupo y psicoeducación...................... 132

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© Editorial UOC Los trastornos del comportamiento alimentario

Capítulo XII. Abordaje nutricional en los TCA..................... 137


1. El abordaje nutricional en la anorexia................................... 137
2. El abordaje nutricional de la bulimia..................................... 141
3. Consejos para comer con regularidad.................................... 143
4. Tratamiento dietético de los trastornos por atracón........... 146

Capítulo XIII. Pronóstico de los TCA...................................... 149

Capítulo XIV. Diagnóstico diferencial de los TCA


(adaptación de Guía Salud, www.guia.salud.es)............................. 151

Capítulo XV. Complicaciones de los TCA.............................. 153

Capítulo XVI. Internet y los TCA.............................................. 159

Capítulo XVII. La prevención de los TCA.............................. 167


1. La prevención primaria............................................................ 168
1.1. Prevención de los TCA en la escuela........................... 168
1.2. Algunos programas preventivos en España................ 178
2. Detección precoz en los centros educativos.
¿Qué hacer?................................................................................ 184
2.1. ¿Qué hacer ante la sospecha de un caso de
anorexia o bulimia en el aula?........................................ 186
2.2. ¿Cómo actuar en el aula si tenemos algún caso
de anorexia o bulimia?.................................................... 187
3. Desarrollar estilos de vida saludable...................................... 188
4. Fomentar el ejercicio físico...................................................... 197
5. La preocupación por el peso................................................... 200
6. Enseñar a ser críticos con la publicidad y las
manipulaciones de las imágenes con programas
informáticos. La belleza........................................................... 203

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© Editorial UOC Índice

7. Promover una imagen corporal positiva............................... 208


8. Promover una autoestima saludable....................................... 210
9. Adolescencia. Los cambios. Identificar
las emociones y los sentimientos............................................ 215
10.  Educar la asertividad............................................................. 218
11.  Prevención de los TCA en las familias............................... 220
12.  Prevención de los TCA en las áreas básicas de salud...... 221
13.  Prevención de los TCA en el deporte................................ 230
14.  Prevención de los TCA en los medios de
comunicación y las instituciones............................................. 232
15.  Prevención de los TCA en las farmacias........................... 235
16.  Prevención de los TCA en las empresas. ..........................
Marketing social.......................................................................... 237
17.  La prevención de los TCA y las asociaciones................... 239
18.  La prevención en grupos de ayuda..................................... 242
19.  La prevención secundaria y terciaria................................... 246

Capítulo XVIII. Los TCA y las leyes


(adaptación de http://trastornsalimentaris.gencat.cat)................ 249

Bibliografía........................................................................................ 253

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© Editorial UOC Capítulo I. ¿Qué son los trastornos del comportamiento ...?

Capítulo I
¿Qué son los trastornos del comportamiento
alimentario?

Los TCA (trastornos del comportamiento alimentario) son


trastornos mentales caracterizados por un comportamiento
patológico frente a la ingesta alimentaria y una obsesión por el
control de peso.
Los TCA constituyen un problema emergente en las socie-
dades occidentales. Han alcanzado una especial relevancia en las
tres últimas décadas, tanto por su creciente incidencia como por
la gravedad de la patología asociada y la resistencia al tratamiento;
hoy constituyen la tercera enfermedad crónica entre la población
femenina adolescente y juvenil en las sociedades desarrolladas y
occidentalizadas.
Algunos investigadores la han calificado como epidemia,
debido al aumento de su incidencia y prevalencia. Según el
Diccionario de la Lengua Española (Espasa-Calpe, 1992), epi-
demia es una enfermedad que se propaga algún tiempo por un
país, acometiendo simultáneamente a un grupo de personas. Una
epidemia cuenta con unas vías de difusión, un medio que las
propaga y favorece, unos agentes que transmiten la enfermedad
y una población susceptible de padecerla.
Este tipo de trastornos se caracterizan por una serie de sínto-
mas que derivan de un elevado nivel de insatisfacción corporal
juntamente con la existencia de ideas distorsionadas referentes al
comer, al peso y a la imagen corporal. Son enfermedades multi-
factoriales: factores genéticos, familiares y sociales y culturales.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Entre los factores personales destacan la baja autoestima, el


alto nivel de autoexigencia y de perfeccionismo, miedo a madu-
rar, a crecer. La anorexia, por ejemplo, tiene mayor incidencia y
provoca serias alteraciones emocionales y restricciones alimenta-
rias muy severas para perder peso.
Entre los factores familiares también debemos mencionar los
posibles conflictos, la incomunicación, la autoexigencia sobre el
cuerpo y el sobrepeso de la madre.
Entre los factores sociales y culturales debemos destacar los
modelos sociales que favorecen el culto a un cuerpo delgado, la
influencia de la publicidad y de la moda.
Otros factores influyen en la precipitación de esta enfer-
medad, como por ejemplo la práctica de dietas para adelgazar,
problemas personales relacionados con el estrés y también otras
patologías psiquiátricas as ociadas.
Por sexo, 9 de cada 10 enfermos son chicas, solamente un
10 % son chicos. Los estudios de seguimiento de la evolución de
la enfermedad una vez han trascurrido entre 5 y 12 años desde
su inicio indican:

–– Alrededor del 50 % de los pacientes están completamente


recuperados y normalizados.
–– Alrededor de un 25 % mantienen síntomas como alteracio-
nes menstruales, oscilaciones excesivas de peso, etc.
–– Alrededor de un 20 % siguen con el trastorno.
–– Alrededor del 5 % mueren.
–– Alrededor del 20 % de los enfermos suelen evolucionar
hacia la bulimia nerviosa.

Estos datos se refieren a pacientes de todas las edades.


Cuando estos pacientes son adolescentes, la evolución satisfac-

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© Editorial UOC Capítulo I. ¿Qué son los trastornos del comportamiento ...?

toria de la enfermedad aumenta alrededor del 80 %. Esto supone


la necesidad de tratar la anorexia y la bulimia cuanto antes y con
la máxima intensidad.
Por una parte, es preciso conocer con la mayor exactitud posi-
ble la frecuencia de los trastornos alimentarios en nuestro país.
La epidemiología en la población general es imprescindible para
la planificación y provisión de recursos sanitarios. La importancia
de la precisión en los estudios epidemiológicos es necesaria para
establecer programas preventivos eficaces.
Por otra parte, es importante sensibilizar a la comunidad
educativa del riesgo de los TCA. También es necesario realizar
una detección precoz y dar herramientas pedagógicas útiles a los
educadores para que realicen una prevención eficaz.

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© Editorial UOC Capítulo II. Principales TCA

Capítulo II
Principales TCA

1. Anorexia nerviosa
El trastorno del comportamiento alimentario más común es
la anorexia nerviosa. Se manifiesta con diferentes síntomas, entre
ellos destaca la pérdida de peso, generalmente pueden llegar a
pesar un 15 % menos de lo que les corresponde. Otro síntoma
muy evidente es el miedo irracional a engordar, y a la vez, un
deseo obsesivo por adelgazar, todo ello acompañado con dietas
severas o ayunos autoimpuestos. Además, existe una distorsión
de la imagen corporal, se «ven» gordos a pesar de estar por deba-
jo del peso normal. A veces, esta distorsión es solamente parcial,
creen que una parte de su cuerpo es demasiado amplia, o grande.
Todo ello va acompañado por una preocupación desmesurada
por el peso y la figura, una práctica de ejercicio físico excesiva
con la única finalidad de perder peso.
En algunos pacientes se observa que no tienen la menstrua-
ción durante varios ciclos consecutivos. Les cambia el carácter, se
vuelven más irritables, se aíslan de sus amigos y familiares.
Durante las comidas, prefieren comer solos y empiezan a
restringir algunos alimentos, como por ejemplo los hidratos de
carbono, a veces los cárnicos.
Pueden llegar a poner en peligro su vida, tal como veremos
más adelante.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

1. Bulimia nerviosa

Igual que en la anorexia, se caracteriza por que los pacientes


tienen una preocupación extrema por el peso y la figura y también
distorsión de la imagen corporal. Se manifiesta principalmente por
ciclos de atracones repetitivos, seguidos de conductas compensa-
torias, con la intención de compensar los atracones. Estas conduc-
tas pueden ser vómitos, abusos de laxantes, diuréticos o realización
de dietas muy estrictas, también en algunos casos estos atracones
se alternan con la práctica de un ejercicio físico intenso.
Estos atracones se realizan a escondidas, en un corto espacio
de tiempo y frecuentemente por la tarde o noche. Durante el
atracón, las personas tienen una sensación de pérdida de control,
es decir, de no poder parar de comer. Después, sienten un gran
remordimiento y un sentimiento de culpa.
El aspecto físico es aparentemente saludable, suelen tener un
peso normal, en algunos casos sobrepeso, debido a esto se hace
difícil la detección precoz.

2. Trastorno por atracón

El trastorno por atracón se manifiesta por períodos de voraci-


dad con atracones, con pérdida de control, pero a diferencia de la
bulimia, las personas con trastorno por atracón no realizan con-
ductas compensatorias, o sea, no se provocan el vómito ni toman
laxantes, pero sí que mayoritariamente realizan dietas muy estric-
tas, pero recuperan el peso de forma muy rápida. Normalmente
estos pacientes tienen sobrepeso u obesidad. En muchas ocasio-
nes son personas que presentan depresión y ansiedad.

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© Editorial UOC Capítulo II. Principales TCA

Más adelante en otro apartado trataremos los criterios diag-


nósticos para estas enfermedades.

3. TCANE

Por último, el TCANE es una denominación que se da a una


serie de trastornos del comportamiento alimentario que no cum-
plen los criterios diagnósticos de la anorexia y bulimia nerviosas.

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© Editorial UOC Capítulo III. ¿Es una enfermedad nueva? Breve historia

Capítulo III
¿Es una enfermedad nueva? Breve historia

• Entre los años 98 y 138 d.C., Soranos describe ya la anorexia


y la amenorrea en la mujer, sin relación aparente entre ellas
como se da hoy en día.
• Galeno, en el año 155 d.C., describe un cuadro de emaciación
(adelgazamiento morboso) en el que el paciente era incapaz de
comer, lejos de la anorexia nerviosa, aunque en consonancia
con algunos de los síntomas de ella.
• Entre los años 700-1000 d.C., santa Virgofortis, hija del rey de
Portugal, que ayunó y rezó a Dios rogándole que le arrebatara
su belleza para así ahuyentar la atención de los hombres, pasó
a España siendo invocada con el nombre de Santa Liberata,
y adoptada en algunos países de Europa como santa patrona
por aquellas mujeres que deseaban verse libradas de la aten-
ción masculina.
• Nos preguntamos si muchas de las santas que ayunaban en la
actualidad serían diagnosticadas como enfermas de TCA. Tal
como la describe el profesor Josep Toro, la santa anorexia la
sufrían algunas santas, como Liduina de Shiedam, una santa
del siglo XIV, con síntomas parecidos a los actuales en un cua-
dro anoréxico, o santa Catalina de Siena, que fue anoréxica, así
se describe en sus escritos y murió a los 34 años. ¿Qué tienen
en común con las personas anoréxicas actuales?
–– Una voluntad inflexible.
–– Una capacidad de rebeldía contra los demás.
–– Negación total del cuerpo y del sufrimiento.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– El aparente conflicto materno.


–– El mantenimiento de una actividad intensa sin sentirse
fatigadas.
––
• En el siglo XVI aparecen las primeras descripciones en tér-
minos clínicos. Uno de los primeros observadores fue Simón
Porta.
• En el siglo XVII los datos aparecen dispersos. Pero los cua-
dros descritos destacan por su exageración y falta de rigor
científico. No obstante, R. Morton en 1694 describió en su
libro A Treatise of Consumption la «consunción nerviosa»,
que se considera la primera descripción clínica de dicho tras-
torno.
• La descripción del cuadro de miss Duke por Morton (1694) es
la siguiente: «[...] después de muchos cuidados y sufrimientos
espirituales, de una supresión de la menstruación y sin signos
de clorosis, decayó el apetito y la digestión. La musculatura se
debilitó y el semblante comenzó a palidecer, síntomas habi-
tuales en la consunción del cuerpo. Este decaimiento pareció
acentuarse bastante en aquella notable ola de frío que hubo el
invierno siguiente, sobre todo porque con sus estudios noc-
turnos y lecturas apasionadas de libros a los que se entregó, se
expuso día y noche a la inclemencia del aire, que era extraor-
dinariamente frío, sin faltar tampoco una ostensible alteración
del sistema nervioso».
• En 1747 destaca Robert Whytt, a propósito de casos de ano-
rexia registrados como alteraciones de las conductas alimen-
tarias de origen nervioso.
• En 1750 se describe como una «enfermedad de las vírgenes»
con amenorrea, alteración mental y disminución del apetito que
se denominó clorosis por el color verduzco de las pacientes.

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© Editorial UOC Capítulo III. ¿Es una enfermedad nueva? Breve historia

• EN 1874, W.W. Gull utilizó por primera vez la expresión ano-


rexia nerviosa, en una conferencia pronunciada en Oxford,
como «un estado mental morboso por alteraciones centrales y
hereditarias». Casi simultáneamente se produce la descripción
de la enfermedad a cargo de Laségue, calificándola de inani-
ción histérica y considerándola, al igual que W.W. Gull, una
enfermedad psicógena, aunque se dudaba en un principio si
podía tener un origen orgánico.
• Freud, en el año 1893, describe un caso de anorexia tratado
con hipnosis, y un año más tarde describe dicha enfermedad
como una «psiconeurosis de defensa» o «neurosis de la ali-
mentación con melancolía», cuyo objeto era el rechazo de la
sexualidad.
• A partir de 1900 hay algunas aportaciones que se acercan más
a los casos de anorexia actuales, ya que aparece la hipótesis
sobre la real o supuesta falta de apetito de las pacientes o el
hecho de no ingerir alimentos de forma voluntaria. A pesar de
las influencias analíticas de esta época, se abandona la creencia
histérica de la anorexia y se diagnostica como una enferme-
dad fisiopatológica, combatida con tratamientos endocrinos
hormonales.
• A partir de los años treinta, la anorexia nerviosa se estudió
ya como una enfermedad con un componente psicológico
importante, en lugar de centrarse en el origen físico, como el
hormonal.
• López Ibor, en 1954, asocia la anorexia con su componente
depresivo.
• Selvini Palazzoli, en 1963, hablará de una especie de psicosis
monosintomática y King describirá la anorexia diciendo que
ya se puede hablar de una entidad nosológica definida. Por

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

otra parte, Kahattar, en 1964, relaciona la anorexia con la


melancolía.
• 1965, en el Simposio de Göttingen, se explica el carácter
multidisciplinar de la enfermedad y Tours, en 1966, sigue la
línea de que la enfermedad es un trastorno pluridimensio-
nal. Cuatro años después, Flórez Tascón, en la misma línea,
defiende que se trata de un trastorno bajo el síndrome de las
tres «A»: anorexia, amenorrea y adelgazamiento.
• A partir de los años setenta es cuando los trastornos de la
conducta alimentaria serán tratados como alteraciones de la
conducta alimentaria de origen multicausal.
• En general, a partir de la década de los sesenta estos cuadros
de anorexia adquieren una identidad propia, al aumentar su
incidencia y definirse más claramente como desórdenes de
naturaleza psicológica, social y multicausal. Citado por D.M.
Garner y P.E. Garfinkel (1980), J. Toro (1989) y G. Morandé
(1990).
• Entre 1970 y 1980 se realizarán múltiples estudios de origen
endocrinológico, epidemiológico y de tratamientos varios con
antidepresivos; a partir de este momento las teorías se diver-
sifican y los abordajes terapéuticos se encaminan a las teorías
familiares de Selvini Palazzoli.
• Entre 1980 y 1985 prosiguen los estudios de seguimiento de
pacientes de tipo endocrino, investigando los casos de pacien-
tes de otras razas y estableciendo modelos de tipo biopsico-
social.
• Actualmente, existen muchas investigaciones y estudios de los
factores genéticos implicados en los TCA.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

Capítulo IV
Criterios diagnósticos de los TCA

Los trastornos más conocidos son la anorexia y la bulimia,


pero existen muchos otros que describiremos a continuación.
Para poderlos clasificar contamos con dos guías de clasificación
de los trastornos alimentarios:

–– CIE-10 (OMS). La guía de clasificación internacional de enfermeda-


des y problemas de salud (CIE) llevada a cabo por la OMS, que
ya va por la décima edición desde que se publicó en 1992 y
es utilizada especialmente por los profesionales europeos.
–– DSM-IV-R. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos men-
tales (n.º IV, revisado). Publicado en 2002. Recientemente,
se acaba de publicar el DSM-V.

1. Anorexia nerviosa

La palabra anorexia viene del griego clásico orexia, «falta de


apetito», y del latín nervus, «nervioso». Según su definición, se
trata de un trastorno de inapetencia de origen nervioso, lo que
no es exacto, puesto que el enfermo de anorexia sí tiene hambre,
lo que le ocurre es que su percepción desfigurada y su pánico por
la comida lo lleva a no alimentarse.
La anorexia nerviosa es un trastorno en el que hay una inca-
pacidad voluntaria severa y prolongada para comer, con una

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

pérdida de peso marcada y un cuadro de síntomas asociados muy


particular.
«La anorexia nerviosa es un trastorno del comportamiento
alimentario caracterizado por una pérdida significativa del peso
corporal (superior al 15 %), habitualmente fruto de la decisión
voluntaria de adelgazar. El adelgazamiento se consigue supri-
miendo o reduciendo el consumo de alimentos, especialmente
“los que engordan”, y con cierta frecuencia mediante vómitos
autoinducidos, uso indebido de laxantes, ejercicio físico desme-
surado, consumo de anorexígenos y diuréticos, etc.».
Las características diagnósticas básicas de la anorexia nerviosa
según el DSM-IV-R son:

–– Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima


del valor mínimo normal, considerando la edad y talla.
–– Miedo intenso a ganar peso, a convertirse en obeso, incluso
estando por debajo del peso normal.
–– Alteración de la percepción del peso o la silueta corporal,
exageración de su importancia en la autoevaluación o nega-
ción del peligro que comporta el bajo peso corporal.
–– En las mujeres pospuberales, presencia de amenorrea (tres
ciclos consecutivos).

Tipos:
–– Restrictivo.
–– Compulsivo/purgativo (presencia de atracones/purgas).

Según la actualización del DSM-V, se observan los siguientes


cambios.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

Texto extraido integramente de Jauregui Loberta (2012).

La expresión «rechazo a mantener un peso mínimo...» desaparece, que-


dando del siguiente modo: restricción de la ingesta energética con relación a
los requerimientos que lleva a una significativa pérdida de peso teniendo en
cuenta la edad, sexo, etapa de desarrollo y salud física. El peso significativa-
mente bajo se define como un peso que es inferior al mínimo normal o, para
niños y adolescentes, menor del mínimamente.
El término «rechazo» es eliminado por su imposibilidad de «demostrar-
lo» y por sus connotaciones negativas en muchos casos al implicar «intención».
Con el nuevo texto se enfatizan las conductas más allá de las intenciones.
La expresión «temor o miedo a ganar peso» se matiza. En el nuevo
texto aparece: intenso temor a ganar peso o convertirse en obeso, o conducta
persistente que interfiere con la ganancia de peso, incluso estando con un peso
significativamente bajo.
Muchos pacientes niegan ese temor (incluso afirman su deseo de «ganar»
peso). De nuevo se hace más hincapié en las conductas que en discursos e
intenciones.
Con relación a la imagen corporal se indica: alteración en el modo en que
uno experimenta su peso o forma corporal, inadecuada influencia de dicho
peso o forma en la autoevaluación o persistente falta de reconocimiento de la
gravedad del actual bajo peso.
Otro cambio sustancial es el hecho de que la amenorrea deja de ser un crite-
rio de diagnóstico. Se trataba de un criterio no válido para prepúberes, mujeres
posmenopáusicas, mujeres que toman ACO y varones. Es preciso recordar
que con independencia de dicho «antiguo» criterio, pacientes con dicho síntoma
presentan una peor salud ósea que quienes no lo cumplen. Por último, aunque
en muchos casos resulta difícil reconocer claros subtipos (restrictiva-purgativa),
se aconseja que se haga para el episodio actual teniendo en cuenta lo acontecido
en los últimos tres meses.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

La tasa de mortalidad de la anorexia se sitúa alrededor del 6 %


en estudios prospectivos tras unos 10 años de seguimiento, y se
debe a la elevada tasa de suicidios y a las complicaciones médicas
(Crow et al., 1999; Toro, 2000).

1.1. Pautas para el diagnóstico de la anorexia


nerviosa (CIE-10):
Según el CIE-10, los criterios diagnósticos son:

a) Pérdida significativa de peso (índice de masa corporal de


menos de 17,5).
–– La pérdida de peso está originada por el propio enfermo:
–– Evitación de consumo de «alimentos que engordan» y uno
o más de uno de los síntomas siguientes:
–– Vómitos autoprovocados.
–– Purgas intestinales autoprovocadas.
–– Ejercicio excesivo.
–– Consumo de fármacos anorexígenos o diuréticos.

b) Distorsión de la imagen corporal que consiste en una psi-


copatología específica caracterizada por la persistencia con el
carácter de idea sobrevalorada intrusa, de pavor ante la gordura o
la flacidez de las formas corporales, de modo que el enfermo se
impone a sí mismo permanecer por debajo de un límite máximo
de peso corporal.

c) Trastorno endocrino generalizado que afecta al eje hipo-


talámico-hipofisario-gonadal manifestándose en la mujer como
amenorrea y en el varón como una pérdida del interés y de la

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

potencia sexual (una excepción aparente la constituye la per-


sistencia de sangrado vaginal en mujeres anoréxicas que siguen
una terapia hormonal de sustitución, por lo general con píldoras
contraceptivas). También pueden presentarse concentraciones
altas de la hormona del crecimiento cortisol, alteraciones del
metabolismo periférico de la hormona tiroidea y anomalías en la
secreción de insulina.

d) Si el inicio es anterior a la pubertad, se retrasa la secuencia


de sus manifestaciones, o incluso esta se detiene (cesa el creci-
miento, en las mujeres no se desarrollan las mamas y hay ameno-
rrea primaria; en los varones persisten los genitales infantiles). Si
se produce una recuperación, la pubertad suele completarse, pero
la menarquía es tardía.

Además, en la clasificación de la CIE-10 se utiliza el término


anorexia nerviosa atípica para ser aplicado en aquellos casos que
presentan un cuadro clínico característico pero en los que no se
detecta uno o más de los criterios diagnósticos de anorexia ner-
viosa, como amenorrea o pérdida significativa de peso. También
se pueden incluir aquí, como señala la OMS, los enfermos que
tengan todos los síntomas pero en estado leve.

2. Bulimia nerviosa

El término bulimia nerviosa se utilizó a finales del siglo XIX


y fue recuperado por Russell en 1979 para describirlo como un
cuadro clínico individualizado, aunque lo consideró una variante
de la anorexia nerviosa.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Sus características diagnósticas básicas consisten en atracones


y métodos compensatorios inadecuados para evitar la ganancia
de peso, que se producen al menos un promedio de dos veces a la
semana durante un período de 3 meses; y en una autoevaluación
excesivamente influida por el peso y la silueta corporal.
Según el DSM-IV-R los criterios diagnósticos son:

–– Presencia de atracones recurrentes. Un atracón se caracteriza


por: a) ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo
(por ejemplo, en un período de 2 horas) en cantidad superior
a la que la mayoría de las personas ingerirían en un período de
tiempo similar y en las mismas circunstancias; b) sensación de
pérdida de control sobre la ingesta del alimento (por ejemplo,
sensación de no poder parar de comer o no poder controlar
el tipo o la cantidad de comida que se está ingiriendo).
–– Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repe-
tida, con el fin de no ganar peso, como provocación del
vómito; uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u
otros fármacos; ayuno y ejercicio excesivo.
–– Los atracones y las conductas compensatorias inapropia-
das tienen lugar, como promedio, al menos dos veces a la
semana durante un período de 3 meses.
–– La autoevaluación está exageradamente influida por el peso
y la silueta corporales.
–– La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso
de la anorexia nerviosa.

Tipos:
–– Purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el indi-
viduo se provoca regularmente el vómito o usa laxantes,
diuréticos o enemas en exceso.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

–– No purgativo: durante el episodio de bulimia nerviosa, el


individuo emplea otras conductas compensatorias inapro-
piadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recu-
rre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes,
diuréticos o enemas en exceso.

El cambio más relevante se centra en la frecuencia de episo-


dios bulímicos para su categorización. El DSM-IV exigía «dos
a la semana en los últimos tres meses», pero las características
clínicas de quienes tienen menor frecuencia (por ejemplo, «un
episodio semanal») son similares. Por ello se reduce dicha fre-
cuencia a «un episodio a la semana en los pasados tres meses».
Se han eliminado los subtipos.
Según la CIE-10, las pautas diagnósticas para la bulimia ner-
viosa son:

a) Preocupación continua por la comida, con deseos irresisti-


bles de comer, de modo que el enfermo termina por sucumbir a
ellos, presentándose episodios de polifagia durante los cuales con-
sume grandes cantidades de comida en períodos cortos de tiempo.
b) El enfermo intenta contrarrestar el aumento de peso así
producido mediante uno o más de uno de los siguientes méto-
dos: vómitos autoprovocados, abuso de laxantes, períodos inter-
valares de ayuno, consumo de fármacos tales como supresores
del apetito, extractos tiroideos o diuréticos. Cuando la bulimia
se presenta en un enfermo diabético, este puede abandonar su
tratamiento con insulina.
c) La psicopatología consiste en un miedo morboso a engor-
dar, y el enfermo se fija de forma estricta un dintel de peso muy
inferior al que tenía antes de la enfermedad, o al peso óptimo
o sano. Con frecuencia, pero no siempre, existen antecedentes

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

previos de anorexia nerviosa con un intervalo entre ambos


trastornos de varios meses o años. Este episodio precoz puede
manifestarse de una forma florida o por el contrario adoptar una
forma menor o larvada, con una moderada pérdida de peso o
una fase transitoria de amenorrea.

Como en la anorexia, la CIE-10 fija también el diagnóstico de


bulimia nerviosa atípica.
La mortalidad de enfermas de bulimia es de un 0,38 %. Tras unos
10 años de evolución, la recuperación total se constata en el 50 %
de los casos. Alrededor de un 11-20 % siguen cumpliendo criterios
diagnósticos de bulimia nerviosa (Keel et al., 1999; Toro, 2000).
Una vez superado el trastorno recaen alrededor del 30 %, este
riesgo de recaída declina progresivamente trascurridos los 4 pri-
meros años tras la aparición del trastorno (Toro, 2000). 

3. Trastorno por atracón

El trastorno por atracón se caracteriza por episodios de inges-


ta compulsiva de forma recurrente. Tiene muchas similitudes con
la bulimia nerviosa. La diferencia principal es que la persona que
sufre un trastorno por atracón no realiza conductas compensa-
torias (vómito autoinducido, abuso de laxantes y/o diuréticos,
ayunos, ejercicio físico excesivo, etc.).
En muchas ocasiones pueden presentar depresiones o sín-
tomas depresivos. Una de las consecuencias más habituales del
trastorno por atracón es sufrir sobrepeso u obesidad, con los
riesgos que ello conlleva para la salud: diabetes, hipertensión,
colesterol, etc.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

Criterios para diagnosticar trastorno por atracón:

Presencia de atracones recurrentes. Un atracón se carac-


teriza por:
–– Ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo (por
ejemplo, en un período de 2 horas) en una cantidad muy
superior a la que la mayoría de las personas ingerirían en
un período de tiempo similar y en las mismas circunstancias.
–– Sensación de pérdida de control sobre la ingesta del ali-
mento (por ejemplo, sensación de no poder parar de comer
o no poder controlar el tipo o la cantidad de comida que
se está ingiriendo).
–– Los atracones tienen lugar al menos una vez a la semana
durante un período de 3 meses.
–– NO existen conductas compensatorias.

Este último criterio es el que marca la mayor diferencia entre


el trastorno por atracón y la bulimia.

En un estudio realizado por Abraham (1982) en Sydney, en el


que el número de pacientes era 32, se hallaron 12 desencadenan-
tes de la práctica de atracones; veámoslos:

–– 91 % ansiedad.
–– 84 % el hecho de comer algo que puede engordarlos.
–– 78 % estar solos.
–– 78 % ansia de determinadas comidas.
–– 75 % pensar en comidas.
–– 72 % volver a casa (al volver de clase o trabajo o tras estar
fuera).
–– 59 % sentirse aburrido y solo.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– 44 % sentirse hambriento.


–– 44 % tomar alcohol.
–– 25 % salir con alguien del sexo opuesto.
–– 22 % comer fuera.
–– 2 % ir a una fiesta.

4. Avoidant/restrictive food intake disorder

En el DSM-V aparece como «nuevo» trastorno. Se trata de


un trastorno en que la comida o la ingesta son evitadas hasta el
punto de que los requerimientos nutricionales no se cubren con
la consiguiente pérdida, importante, de peso. Se observa sobre
todo en niños y se considera diferente de la anorexia nerviosa y
la bulimia nerviosa. En el DSM-V se define así:
Alteraciones en la alimentación o la ingesta (que pueden
incluir, pero no se limitan a ello, la disminución del interés
hacia la comida o comer en general; evitación asociada a las
características sensoriales de los alimentos; preocupación cre-
ciente hacia las diversas consecuencias o desventajas de comer),
manifestaciones que pueden incluir el fracaso o la incapacidad
repetida para cubrir las demandas energética y nutricional idea-
les y las necesidades, que están relacionadas con uno o varios
de los siguientes:

–– Considerable pérdida de peso (que puede también estar


asociada con falta de aumento de peso, o un irregular cre-
cimiento y peso en el caso de los niños).
–– Presencia de diferentes deficiencias nutricionales en el
paciente.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

–– Dependencia de alimentación enteral.


–– Interferencia o perturbación en el funcionamiento psico-
lógico adecuado.

Los siguientes factores también deben ser tomados en consi-


deración:

–– No hay datos que apoyen la falta o escasez de alimentos


disponibles, o cualquier otra creencia o práctica cultural
que pueda explicarlo. En todo caso, estas creencias/prác-
ticas no son responsables del desarrollo de la enfermedad.
–– Las alteraciones en los patrones de alimentación no solo
se producen durante los episodios de trastornos como la
anorexia o la bulimia. Asimismo, no hay pruebas de otros
trastornos por los que se vería afectada la forma del cuerpo
o el peso.
–– Las alteraciones en los patrones de alimentación no se
asocian con otros trastornos mentales o médicos (fuente:
http://www.dsm5.org/Pages/Default.aspx).

5. Trastorno de la conducta alimentaria


no especificado (TCANE)

Los trastornos alimentarios subclínicos, parciales, atípicos o


no especificados constituyen un problema de importancia cre-
ciente, al afectar a entre un 5-10 % de adolescentes (Dancyger
y Garfinkel, 1995; Cotufo et al., 1998; Santonastaso et al., 1999).
El DSM-IV-R (APA, 2000) incluye dentro de los TCA, junto
a la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, la categoría de tras-

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torno de la conducta alimentaria no especificado (TCANE) para


codificar los trastornos que no cumplen los criterios para un
trastorno específico de la conducta alimentaria.
La adolescencia es una etapa de la vida muy crítica para sufrir
un TCA. Hasta un 20 % de adolescentes seleccionados al azar
puntúan por encima del punto de corte en cuestionarios que
detectan alteraciones en actitudes y comportamientos alimenta-
rios Por otro lado, según datos publicados, hasta un 33,5 % de
chicas adolescentes estudiantes de secundaria se consideran a sí
mismas obesas, y un 60 % intentan perder peso.
La mayoría de adolescentes que tienen alteraciones de la con-
ducta alimentaria no cumplen todos los criterios diagnósticos. La
pérdida de peso, uno de los criterios diagnósticos de la anorexia
nerviosa, no está presente necesariamente en adolescentes jóve-
nes con este desorden en la intensidad que marca el criterio del
DSM-IV, o bien el peso está dentro de los límites normales.

5.1. Criterios diagnósticos de los TCANE

Los criterios diagnósticos de los TCANE se reservaron para


grupos heterogéneos con TCA que no cumplían estrictamente los
criterios diagnósticos ni de anorexia nerviosa ni de bulimia ner-
viosa, pero no por ello puede ser malinterpretado como trastorno
alimentario de menor significancia clínica. También es importante
resaltar que el cuadro clínico de los pacientes con TCANE puede
ser también grave y necesitar un ingreso hospitalario.
Se podrían dividir en dos grandes grupos: los que tienen simi-
litudes con la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa pero que
no cumplen todos los criterios diagnósticos, y los que presentan
un cuadro clínico muy diferente.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

Referente al primer grupo, tienen síntomas muy similares al


trastorno antes descrito, pero no cumplen todas las característi-
cas diagnósticas esenciales: se podrían definir como trastornos por
debajo del umbral. Entre estos casos podríamos encontrar anore-
xias que no presentan infrapeso o bulimias cuya frecuencia de
atracones no es suficientemente elevada.
Raich y otros investigadores de TCA coinciden en que en
todas las clasificaciones diagnósticas se hallan las siguientes
conductas alimentarias: dietas extremas o ayuno, episodios de
sobreingesta o bien una combinación de ambos. En casi todas las
descripciones aparece una preocupación por el peso y la figura,
percepción alterada del peso y de la imagen corporal, y en todos
los trastornos en que predominan los atracones aparece un sen-
timiento de falta de control sobre la ingesta.
Veamos a continuación algunos ejemplos de TCANE:

1) En mujeres se cumplen todos los criterios diagnósticos


para la anorexia nerviosa, pero las menstruaciones son regulares.
2) Se cumplen todos los criterios diagnósticos para la anore-
xia nerviosa, excepto que, a pesar de existir una pérdida de peso
significativa, el peso del individuo se encuentra dentro de los
límites de la normalidad.
3) Se cumplen todos los criterios diagnósticos para la bulimia
nerviosa, con la excepción de que los atracones y las conductas
compensatorias inapropiadas aparecen menos de 2 veces por
semana o durante menos de 3 meses.
4) Empleo regular de conductas compensatorias inapropiadas.

Cabe advertir que en el nuevo DSM-V trastornos como pica


y rumiación, incluidos antes como «trastornos de la infancia y
adolescencia», se proponen ahora en el capítulo de los TCA.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

El capítulo de TCANE (EDNOS en su abreviatura ingle-


sa) se propone cambiarlo por FEEDING AND EATING
CONDITIONS NOT ELSEWHERE CLASSIFIED, con las
siguientes propuestas:

–– Anorexia nerviosa atípica: aun con significativa pérdida de


peso, este se mantiene normal o incluso por encima de la
normalidad.
–– Bulimia nerviosa subumbral (de baja frecuencia o limitada
duración): episodios bulímicos con frecuencia inferior a
una vez a la semana y/o 3 meses.
–– Binge Eating Disorder (BED) subumbral: episodios de atra-
cón con frecuencia inferior a una vez a la semana y/o 3
meses.
–– Trastorno purgativo: conductas purgativas recurrentes para
influir en el peso o la forma corporal (vómitos provocados,
diuréticos, otros fármacos, laxantes, todo ello sin atraco-
nes). El autoconcepto está indebidamente influido por la
forma corporal o el peso o hay un intenso temor a ganar
peso o estar obeso.
–– Síndrome de ingesta nocturna (Night Eating Syndrome):
episodios recurrentes de ingesta nocturna, en forma de
ingesta tras despertarse de noche, o excesivo consumo de
alimentos tras la cena. Hay conciencia y recuerdo de la
ingesta. Se trata de un trastorno no explicado mejor por
alteraciones vigilia/sueño o por normas sociales. Suele
asociarse a malestar y afectación en el funcionamiento del
paciente. Tampoco se enmarca en el BED, otros trastornos
mentales o abuso/dependencia de sustancias, ni en otras
enfermedades médicas o efectos de medicamentos.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

6. Pica

La pica es otro TCA, que se caracteriza por la ingesta de


sustancias no consideradas como alimentos. Las sustancias inge-
ridas pueden variar, entre ellas las más frecuentes son papel, tiza,
jabón, pinturas, plantas, algodón, etc.
Se considera una conducta inapropiada para el nivel de desa-
rrollo el hecho de llevarse estos productos a la boca a partir de
los 18-24 meses. Antes de esta edad, se experimentan estos com-
portamientos de manera habitual como un modo de exploración,
desarrollo madurativo adecuado para conocer el mundo que les
rodea.
Se desconoce su prevalencia y se presenta igual en ambos
sexos. Cuando el trastorno se desarrolla en la adultez, suele aso-
ciarse a algún déficit intelectual.
Suele verse asociado con enfermedades del espectro autista,
el TOC (trastorno obsesivo-compulsivo) o el trastorno por evi-
tación/restricción.
La intervención en esta patología debe hacerse rápida y
tempranamente para poder remitir el problema lo antes posi-
ble. Es evidente que la salud del paciente puede quedar muy
dañada debido a las intoxicaciones, infecciones parasitarias,
atragantamientos, perforaciones estomacales y obstrucciones
intestinales.
A continuación se exponen otras patologías que no están
todavía incluidas entre los TCA.

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7. Ortorexia

La ortorexia es un espectro sindrómico poco definido e insu-


ficientemente estudiado que consiste en la preocupación extrema
por los alimentos pretendidamente saludables y exentos de con-
taminantes. Esta entidad puede relacionarse con las preocupacio-
nes obsesivas por la salud, con los temores hipocondríacos a las
enfermedades y, en cierto modo, con actitudes culturales ligadas
a la dieta y a los alimentos. Es cierto que pueden presentar ano-
malías restrictivas de la dieta y pérdidas ponderales, pero no se
pueden considerar casos atípicos o incompletos de la anorexia
nerviosa.

8. Vigorexia

Esta entidad se caracteriza por la preocupación excesiva por


buscar la perfección corporal a través de ejercicios específicos,
lo que supone una gran insatisfacción ante la propia imagen cor-
poral, la práctica de un ejercicio exagerado, las dietas especiales
ricas en proteínas y los alimentos especiales, hasta el grado de
generar dependencia, así como el consumo de sustancias dopan-
tes, que pueden perjudicar la salud. Se trata de una entidad por
el momento poco definida y emparentada con la obsesividad, el
perfeccionismo y la dismorfofobia.

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© Editorial UOC Capítulo IV. Criterios diagnósticos de los TCA

9. Síndrome de ingesta nocturna


(comedores nocturnos)

Los afectados interrumpen el sueño y en esa situación o esta-


do presentan sobreingestas. No está definido si estos cuadros
son debidos a un TCA o si se trata de personas afectadas de
anomalías primarias del sueño.

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© Editorial UOC Capítulo V. Poblaciones especiales. Embarazo y TCA

Capítulo V
Poblaciones especiales. Embarazo y TCA

El problema que presenta un diagnóstico de TCA en el emba-


razo deriva de la complejidad de discernir entre sintomatología
digestiva y cambios fisiológicos en los hábitos dietéticos propios
de la gestación y la clínica que caracteriza a las pacientes con
un TCA. Otro aspecto que aún lo complica más es la alteración
psicológica que puede acompañar a una paciente gestante como,
por ejemplo, trastornos psicosomáticos, ansiedad, náuseas,
depresión... que van acompañadas casi siempre con un cambio
de conducta. Estas alteraciones de conductas son más frecuentes
en embarazos no deseados, embarazos de alto riesgo, embarazos
mediante técnicas de reproducción asistida.
Pueden existir alguna sospecha que la gestante está sufriendo
un TCA. Algunos de los signos y síntomas que puede ayudar al
ginecólogo son: ganancia o pérdida de peso inadecuada, existen-
cia de antecedentes personales de anorexia o bulimia nerviosa,
hiperémesis gravídica que no responde a las medicinas estable-
cidas para esta finalidad... en estos casos es conveniente realizar
una anamnesis más profunda.
El tratamiento para estas pacientes debe ser controlado y con-
siderado como un embarazo de alto riesgo, debido a que estamos
ante dos sujetos, la madre y el feto. Para ello es muy importante la
estrecha colaboración entre diferentes profesionales de la salud,
familia y paciente.
Como objetivo terapéutico debe establecerse un tratamiento
multidisciplinario que consiste en una ingesta de dieta adecuada,

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

renutrición y realimentación, promover ganancia de peso ade-


cuada, ayudar a conseguir un recién nacido sano, adoptar hábitos
alimentarios sanos, tratar las complicaciones médicas y terapias
psicológicas y psiquiátricas.
Con el parto no termina el problema, al contrario. Son pacien-
tes que tienen alta incidencia de depresión posparto y pueden
aumentar las recaídas o agravarse el TCA. Por otra parte, debe
controlarse la alimentación de la madre ya que necesita unos
requerimientos nutricionales especiales para la lactancia.
Finalmente, debe controlarse el recién nacido, valorando la
exploración neurológica, su estado nutricional y el vínculo afec-
tivo entre madre e hijo.

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© Editorial UOC Capítulo VI. Los TCA en adultos

Capítulo VI
Los TCA en adultos

Los adultos también pueden sufrir un TCA. En muchas oca-


siones son mujeres maduras con un alto índice de insatisfacción
corporal. Se sienten fracasadas en muchos aspectos: labora-
les, familiares, fracasos amorosos, síndrome de nido vacío, no
admiten las modificaciones corporales que produce el paso del
tiempo. En estos casos, también es más probable encontrar pro-
blemas laborales, económicos o sociales como factores de man-
tenimiento o, en ocasiones, como desencadenantes de los TCA.
En algunas personas adultas obesas o con sobrepeso debe
estudiarse si existe algún trastorno por atracón asociado. Estas
personas acostumbran a ir solas a la consulta médica. Además, la
independencia económica del paciente adulto permite un acceso
más fácil a fármacos perjudiciales o tóxicos, por ello se debe
hacer énfasis en sus antecedentes personales tóxico-farmacológi-
cos o de alcohol, con la finalidad de detectar problemas de abuso
o mal uso de sustancias.
Es importante valorar sus antecedentes de enfermedades psi-
quiátricas, psicológicas o incluso la presencia de algún TCA en
su época de adolescentes.
Se debe tener en cuenta la existencia de constituciones del-
gadas, no patológicas y establecidas de manera armónica con el
desarrollo.

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© Editorial UOC Capítulo VII. Epidemilogía

Capítulo VII
Epidemiología

A pesar de los numerosos trabajos realizados hasta la fecha,


la investigación epidemiológica de los TCA todavía se encuentra
en la fase de determinar la incidencia y la prevalencia en muchas
poblaciones y la comparación de estos datos, sobre todo con los
obtenidos hace décadas. La metodología que se utilizaba antes
era solamente a partir de los ingresos hospitalarios.
El profesor Toro, psiquiatra del Hospital Clínico de Barcelona,
aporta unas reflexiones interesantes en una de sus publicaciones,
cuando habla del posible aumento de los TCA en los últimos 30
años:
–– No se pueden realizar comparaciones de los datos actuales
con momentos anteriores porque no existían estudios epi-
demiológicamente correctos.
–– La oficialización, difusión y modificaciones de los crite-
rios diagnósticos de la APA permiten el diagnóstico de un
mayor número de casos.
–– Anteriormente no se trataba a estos pacientes desde la
psiquiatría.
–– Los reingresos de los casos graves pueden tergiversar la
elevada frecuencia.
–– La sobrevaloración pública y médica de incluir pacientes de
TCA que en épocas anteriores no se incluían o se diagnos-
ticaban con otras enfermedades.
–– Mayor número de expertos de TCA también puede elevar
el número de casos.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Los estudios que se han realizado los podemos clasificar en


dos grandes grupos. El primer grupo serían los estudios con
cuestionarios como instrumento de detección. En el segundo
grupo estarían los estudios de dos fases, en la primera se utiliza
un instrumento o cuestionario que permite identificar la pobla-
ción con riesgo, es decir, aquella que muestra una puntuación
elevada del cuestionario, y en la segunda se lleva a cabo una
entrevista clínica a las personas anteriormente detectadas.

Tabla 1. Estudios españoles sobre la prevalencia con cuestionarios como instrumentos


de detección de trastornos alimentarios.
Autor y lugar Edad Estudios Número Instrumento Población
muestra muestra de riesgo (%)
Toro et al. (1989) 12-19 7.º y 8.º 848 v EAT-40 9,8 m
Barcelona EGB, 706 m 1,2 v
COU,
BUP

Raich et al. (1991) 14-17 BUP, FP 1.263 m EAT-40 7,3 m


Cataluña 1.155 v 2,6 v

Carbajo et al. 13-15 Escolares 225 m EAT-40 12,4 m
(1995) Reus

Saiz-Martínez 13-21 ESO 401 m EDI 8,8


et al. (1999) 415 v 17,7 m
Asturias 1,1 v

Gil et al. (2007) 12-16 ESO 836 m EAT-26 11


Andalucía 805 v 14,84 m
8,07 v

Calado (2008) 14-17 ESO 568 m EAT-26 13,6 m


España 547 v 6,6 v

  Los estudios efectuados en nuestro país encuentran porcen-


tajes similares de población en riesgo (Tabla 1). En todos los
estudios referenciados se utilizó el Eating Attitudes Test (EAT)
como instrumento de cribado, salvo el trabajo de Asturias que

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© Editorial UOC Capítulo VII. Epidemilogía

utiliza el Eating Disorders Inventory (EDI). Posteriormente en el


capítulo están explicados.
En uno de los primeros estudios, Toro y su equipo encontra-
ron que el 9,8 % de las mujeres y el 1,2 % de los varones ado-
lescentes encuestados presentan un riesgo potencial de TCA. En
cambio, Raich en una investigación realizada en diversas ciudades
del nordeste catalán y utilizando un umbral superior a 34 puntos
halló que un 7,3 % de las mujeres y un 2,6 % de los hombres
adolescentes estudiados de entre 14 y 17 años presentaban riesgo
de TCA. Más tarde, en esa misma población, Carbajo et al., en un
estudio llevado a cabo con una muestra de mujeres adolescentes,
detectaron que un 12,4 % de la muestra estudiada presentaba
riesgo potencial de padecer algún TCA.
Basándonos en estudios de dos fases realizados en España
en la población de mayor riesgo, mujeres en la franja de edad de
12 a 21 años, se obtiene una prevalencia del 0,14 al 0,9 % para
la anorexia nerviosa, del 0,41 al 2,9 % para la bulimia nerviosa
y del 2,76 al 5,3 % en el caso de TCANE. En total, estaríamos
hablando de unas cifras de prevalencia de TCA del 4,1 al 6,41 %
(Rojo y Rodríguez Cano).
En el caso de varones adolescentes, aunque existen menos
estudios, obtenemos una prevalencia de 0 % para la anorexia, del
0 al 0,36 % para la bulimia y del 0,18 al 0,77 % para los TCANE,
con una prevalencia total de 0,27 a 0,90 %.
Estas cifras se asemejan también a las presentadas en la
Revisión Sistemática de la Evidencia Científica (RSEC) (2006)
que reporta prevalencias en el oeste de Europa y EE.UU. (0,7 a
3 % de TCANE en la comunidad, 1 % de bulimia en mujeres y
0,3 % de anorexia en mujeres jóvenes).

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

Capítulo VIII
Factores que pueden provocar un TCA

En este libro se comenta en diferentes apartados que los fac-


tores que pueden causar un TCA son multifactoriales, y que en
cada uno de los pacientes pueden variar.
Hay tres tipos de factores que pueden provocar un TCA: los
factores predisponentes, precipitantes y de mantenimiento.
Los factores predisponentes son los que se encuentran pre-
sentes antes de la aparición del TCA y que aumentan el riesgo de
su desarrollo sin hacerlo inevitable.
Los factores precipitantes, tal como su nombre indica, indu-
cen a que la enfermedad aparezca. Son los que marcan el inicio
de la enfermedad. Muchas veces son los acontecimientos vitales
estresantes para la persona.
Por último, los factores de mantenimiento son aquellos que
actúan una vez ya ha aparecido la enfermedad. Provocan que la/
el enferma/o no se cure y, a medida que la enfermedad evolucio-
na, le resulte cada vez más difícil salir de ella.

1. Factores predisponentes

–– Genéticos.
–– Edad (13-20 años).
–– Sexo femenino.
–– Trastorno afectivo.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Introversión/inestabilidad.
–– Nivel social medio-alto.
–– Familiares con trastorno afectivo.
–– Familiares con adicciones.
–– Familiares con trastornos de la ingesta.
–– Obesidad materna.
–– Ideales estéticos dominantes.

2. Factores precipitantes

–– Cambios corporales-emocionales en la adolescencia: físi-


cos, poca aceptación del cuerpo, sexualidad, emociones
cambiantes.
–– Relaciones grupo-familia.
–– Separaciones y pérdidas.
–– Rupturas conyugales de los padres.
–– Obesidad previa.
–– Críticas respecto al cuerpo.
–– Enfermedad adelgazante.
–– Acontecimientos vitales estresantes.
–– Práctica de actividades físicas que exigen estar delgadas.

3. Factores de mantenimiento

–– Consecuencias de la malnutrición.
–– Interacción familiar.
–– Aislamiento social.

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

–– Cogniciones distorsionadas.
–– Actividad física excesiva.
–– Iatrogenia.

A continuación se realizará un análisis más profundo de algu-


nos de los factores que pueden provocar un TCA desde el punto
de vista de algunos investigadores expertos.

4. Edad. Sexo. Adolescencia

Por lo general, se acepta que la anorexia nerviosa se inicia en


el rango de edad comprendido entre los 10 y los 25 años, situán-
dose la edad de inicio más frecuente entre los 13 y los 18 años y
siendo poco común en la primera década de la vida o pasada la
treintena.
La relación entre mujeres y varones viene a ser de 9-10:1, pues
casi todos los estudios epidemiológicos constatan que el 90-95 %
de los sujetos afectos de algún tipo de TCA son mujeres.
Respecto a la bulimia, la investigación epidemiológica es más
compleja, debido a la reciente delimitación nosológica del cuadro
y a los diferentes resultados que se obtienen según los criterios
diagnósticos empleados y el tipo de escalas, cuestionarios, auto-
test, entrevistas, etc., que se utilicen. Todos los datos apuntan a
que es más frecuente en mujeres adolescentes y adultas jóvenes,
estando la edad media de aparición alrededor de los 20 años y
siendo la proporción mujeres-varones, al igual que en la anorexia
nerviosa, de 10:1.
Por último, con respecto a la población diana, además del
sexo femenino y la raza blanca se han identificado grupos de

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

alto riesgo para los TCA, siendo estos en su mayoría colectivos


sometidos a ideales estéticos de delgadez y de lucha continua
para mantener el peso, como las gimnastas, modelos, azafatas,
bailarinas, actrices, deportistas de élite, etc.

5. ¿Y por qué adolescentes?


Luis Rojo (1998) define la adolescencia de esta manera: «La
adolescencia es un período marcado por importantes cambios
físicos y psicológicos. En este período, el grupo de iguales es
crucial para el adolescente, necesita sentirse aceptado por él, y
en especial, por el grupo del sexo contrario. Finaliza la etapa
de la niñez y comienza su desarrollo en el mundo como adulto.
Muchos adolescentes proyectan en su cuerpo los problemas
e inseguridades que esta etapa vital plantea. El traslado de los
conflictos a la corporalidad puede llevarles a sentir sus cuerpos
como una envoltura incómoda de llevar y a la búsqueda de solu-
ciones inadecuadas. Las dietas, el moldeado del cuerpo como
estrategia para mejorar la valoración de los demás y la propia es,
especialmente en la adolescencia, una estrategia arriesgada. Hay
quien queda atrapado en ella. Centrado en cambiar y controlar
su cuerpo, desatiende otros atributos personales positivos y deja
al margen temas que le resultan más angustiosos. El reencuentro
consigo mismo, con su auténtico yo, se predice demasiado difícil
y doloroso».
Los cambios psicológicos que se producen en la adolescencia
están íntimamente ligados a los procesos biológicos que se ini-
cian en la pubertad.

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

La adolescencia es a nivel fisiológico el cambio más violento


e intenso que produce el ser humano a lo largo de su vida. Estos
cambios, tal como hemos comentado, repercuten a nivel físico y
a nivel psicológico.
Las condiciones biológicas a las que los adolescentes se ven
sometidos son las siguientes:
Del cerebro (desde el hipotálamo a la hipófisis) parte una
señal hormonal que estimula los ovarios y los testículos, que
comienzan a segregar sus respectivas hormonas —estrógenos y
progesterona en la mujer y andrógenos en el varón—, lo que a su
vez provoca las caracteres sexuales primarios: agrandamiento del
pene en el varón y del útero y la vagina en la mujer.
Se inicia así el desarrollo sexual que afecta al cuerpo del niño
y de la niña, apareciendo los caracteres sexuales secundarios.

En el chico:

–– Aparece el vello pubiano y axilar.


–– Crece la barba.
–– Cambia la voz.
–– Hay una ligera ginecomastia temporal.
–– Comienza a activarse el aparato reproductor.
–– Aparece el deseo sexual.

En las chicas:

–– Hay un desarrollo progresivo de las mamas.


–– Aumenta el depósito de grasa en diferentes partes del cuerpo.
–– Crece el vello pubiano y axilar.
–– Aparecen las menstruaciones y la ovulación.
–– Aparece el deseo sexual.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

También se han de destacar otras diferencias particulares


entre los dos sexos: en el varón se desarrolla más la masa mus-
cular y la cintura escapular, en la mujer se desarrolla la pelvis y
aumentan los depósitos de grasa en las caderas. Ante este último
cambio será muy importante insistir en los aspectos de preven-
ción primaria, que desarrollaremos más adelante.
Además de este cambio físico, hemos de tener en cuenta los
cambios emocionales a que se ven sometidos.
Arminda Aberastury (1980) lo define como la normal anorma-
lidad del adolescente. Efectivamente, esta conmoción emocional
está íntimamente ligada al cambio hormonal que se inicia en los
púberes. También se van añadiendo las modificaciones que se
generan en el ámbito familiar y social.
«Las contradicciones, la confusión, la ambivalencia, el sufri-
miento y las fricciones con el entorno, así como el entusiasmo, el
idealismo, las alegrías y los descubrimientos más sorprendentes,
serán por todo esto postas casi ineludibles que determinarán la
hoja de ruta del adolescente en este viaje hacia la “creación de sí
mismo” con un “cuerpo nuevo” al que todavía debe adaptarse»
(Guelar y Crispo, 2000).
Otro aspecto que debe destacarse es que en los adolescentes,
además de todos los cambios mencionados: físicos, psicológicos,
sexuales, se produce un alejamiento de la dependencia familiar y
en contrapartida aumentan las relaciones extrafamiliares, que se
van forjando marcadas por la inestabilidad y las fluctuaciones.
En el entorno social los amigos pasan a ser desde este momento
su entorno más deseado. En esta edad se forman nuevos grupos,
nuevos ideales y cambios rápidos que rompen en algunos casos
drásticamente con la niñez. Los jóvenes ya no se identifican con
la familia y sí con el grupo de amigos, y es más, necesitan conti-
nuamente su aprobación. Se dejan llevar de los gustos, deseos y

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

maneras de actuar y vestir de los amigos, incluyendo por supues-


to una influencia notable en la manera de comportarse. Hay una
tendencia a la comparación entre ellos, y el aspecto físico, el peso,
la talla de ropa, son elementos básicos de comparación. Estas
comparaciones en el aspecto físico pueden ser factores desen-
cadenantes de un TCA. Se trata de datos observados durante la
investigación de mi tesis, leyendo muchas de sus agendas-diario,
tan características en estas edades.

6. Factores genéticos

El estudio de una posible transmisión genética de cualquier


característica personal se lleva a cabo mediante diferentes pro-
cedimientos: determinación de tasas de prevalencia en árboles
genealógicos de probandos y controles.
La investigación de los factores biológicos se ha centrado princi-
palmente en los factores genéticos y las alteraciones neurobiológicas.
Los estudios realizados en familias muestran una mayor fre-
cuencia de TCA entre los familiares de personas con TCA que
entre los controles, con lo cual concluyen que debe haber una
vulnerabilidad familiar para estos trastornos.
En la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta
Alimentaria se explica que los estudios de casos y controles
mediante la genética molecular han obtenido asociación positiva
entre la presencia de determinados polimorfismos y una mayor
vulnerabilidad a padecer anorexia nerviosa. Los más estudiados
son el sistema serotoninérgico (5-HT; regula el apetito, la res-
puesta al estrés, la conducta sexual, la sintomatología obsesiva,
el humor, etc.), dopaminérgico y neurotrofinas (especialmente

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

BDNF, NTRK2 y NTRK3). Igualmente positivos han sido los


hallazgos en los cromosomas 1, 2 y 13. Sin embargo, estos resul-
tados hasta el momento no son concluyentes. La genética parece
explicar entre el 60 y el 70 % de la vulnerabilidad en el caso de la
anorexia nerviosa. En el caso de la bulimia nerviosa, la presencia
de la susceptibilidad se encuentra en el cromosoma 10.
A pesar de las dificultades metodológicas que conlleva realizar
estos estudios, la conclusión general es que en las familias de las
pacientes anoréxicas aparecen casos de TCA, incluyendo anorexia
nerviosa, con significativamente mayor frecuencia que en las familias
de controles.
Los estudios de pedigríes dan pistas acerca la existencia de
factores genéticos en la causalidad de un trastorno, pero por si
solos nada prueban. La mayor prevalencia de TCA en familias
de pacientes anoréxicos puede ser debida a la trasmisión tanto
genética como ambiental familiar. Son los estudios de gemelos y
de adoptados los que deben aclarar el enigma (Toro, 2004).

7. Obesidad

Podemos considerar que actualmente la obesidad está aumen-


tando. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la
obesidad y el sobrepeso han alcanzado caracteres de epidemia a
nivel mundial. Más de 1.000 millones de personas adultas tienen
sobrepeso y, de ellas, al menos 300 millones son obesas.
El Estudio enKid (Serra et al., 2003) en la población infantil y
juvenil (2-24 años) sitúa la obesidad en el 13,9 % y el sobrepeso
en el 26,3 %. En este grupo de edad la prevalencia de obesidad
es superior en varones (15,6 %) que en mujeres (12 %).

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

Las mayores cifras se detectan en la prepubertad y, en concre-


to, en el grupo de edad de 6 a 12 años, con una prevalencia del
16,1 %.
Estudios más recientes, como por ejemplo Aladino (2014),
realizado por el Ministerio de Sanidad, revela un aumento de
la obesidad infantil en los últimos años. Esto es preocupante,
por una parte, porque si no se pone remedio, los niños obesos
se convierten en adultos obesos y ya sabemos que la obesidad
conlleva muchos problemas de salud. Por otra parte, la obesidad
infantil provoca insatisfacción corporal en la niñez y en la adoles-
cencia, y consecuentemente, se pueden desarrollar algunos TCA.
Así pues, se debería potenciar ya a temprana edad un estilo de
vida saludable, con una alimentación equilibrada y la práctica de
ejercicio físico.
Previamente, en el estudio realizado por Sánchez-Carracedo et
al. (1996) se observó una prevalencia de obesidad en adolescen-
tes de ambos sexos con edades comprendidas entre 15-17 años
de un 15 %. Se observó una correlación positiva significativa
entre el incremento del IMC (índice de masa corporal) y riesgo
de TCA.
Algunos investigadores han demostrado en sus trabajos que
un porcentaje de mujeres adultas con bulimia nerviosa y mujeres
con crisis de sobreingesta ha padecido sobrepeso durante su
infancia y adolescencia.
Una presión social excesiva sobre el sobrepeso aumenta el
riesgo de adopción de regímenes perjudiciales e incluso de des-
órdenes alimentarios graves. El peso, la dieta y la actividad física
están íntimamente relacionados.
Muchas preadolescentes y adolescentes se consideran obe-
sas o con sobrepeso y tienen un IMC bajo o normal. Esto lo
demuestran algunos estudios realizado por la comunidad cientí-

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

fica. Lo más preocupante es que esta autopercepción falsa se está


detectando en escolares de enseñanza primaria. Muchos estudios
coinciden en que hasta un 45 % de los niños de primaria desean
ser más delgados.
Esta percepción falsa de obesidad o sobrepeso de niñas y
preadolescentes es preocupante. Realmente los modelos estéticos
actuales son muy dominantes en todos los rangos de edades y
en todas las clases sociales. En países subdesarrollados está más
vinculada a las clases sociales más altas. A pesar de ello, el pro-
totipo de belleza actual, de extrema delgadez, se extiende por los
medios de comunicación y por internet, y estas imágenes llegan
a casi todas las partes del mundo.

8. Factores familiares

La dinámica familiar ha estado implicada no solo en la perpe-


tuación de los trastornos de la conducta alimentaria sino también
en su desarrollo.
Según los investigadores en este campo existen tres modelos
de ambientes diferentes que pueden ser una de las causas de
desarrollo de un TCA.

1) Ambiente familiar desestructurado: las familias en las que


no existe una estructura estable y segura tienen mayor riesgo de
desarrollar un TCA en alguno de los miembros, sobre todo en
aquellos que de manera individual tienen más riesgo, como las
chicas adolescentes.
2) Ambiente familiar sobreprotector: aquellas familias en las
que la comunicación y la dinámica familiar es excesivamente

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

rígida, controladora y exigente pueden influir en el desarrollo de


un TCA, sobre todo en aquellos miembros con mayor vulnera-
bilidad individual, como las chicas adolescentes.
3) Experiencias vitales estresantes: cambios traumáticos en la
estructura familiar como, por ejemplo, la muerte de uno de los
miembros, la separación traumática de los padres, la inmigración,
pueden aumentar la probabilidad de TCA.

A veces incluso pueden sumarse diferentes comportamien-


tos familiares. Minuchin, un investigador de TCA, proporcionó
aportaciones importantes sobre este tema: el modelo familiar que
con frecuencia se encuentra en el entorno de muchas anoréxicas
se caracterizaría por la sobreprotección, el alto nivel de aspiracio-
nes, la rigidez, la frecuencia de los conflictos, la tendencia a invo-
lucrar al niño en los conflictos parentales y en general un estilo
de relación en el que, al no reconocer los límites individuales, los
miembros de la familia no pueden desarrollar un sentimiento de
autonomía.
Ingelmo, en sus publicaciones, nos plantea otro modelo
familiar preocupante. El grupo familiar gira en torno a la figura
materna y el padre es «inexistente», en todos los aspectos. Como
consecuencia, suele delegar en la madre la totalidad de las tareas
familiares, centrándose en su trabajo. Para los hijos la figura
paterna no es significativa, y todo ello puede desencadenar con-
ductas problemáticas, entre ellas un TCA.
Otros estudios, realizados por diferentes investigadores, coin-
ciden en que las familias de pacientes con bulimia nerviosa, en
comparación con las de sujetos control, son más conflictivas,
desorganizadas, críticas, menos cohesionadas y con menor capa-
cidad para establecer relaciones de confianza y de ayuda entre
sus miembros.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Otro tipo de influencias son que en el seno familiar se vivan con-


ductas obsesivas relacionadas con las dietas, la apariencia física, etc.
Un primer estudio liderado por Leung demostró la existencia
de un modelo familiar que relacionaba las relaciones familiares
disfuncionales, preocupaciones personales por el peso y la apa-
riencia física y problemas personales por el cuerpo y la auto-
estima, por un lado, y el desarrollo de síntomas alimentarios y
psiquiátricos, por el otro. Intervinieron 918 mujeres con edades
comprendidas entre 12 y 17 años. Se debe tener en cuenta que
estas adolescentes eran de población no clínica y que las evalua-
ciones de las características familiares se realizaron a través de las
propias adolescentes. Los resultados demuestran que un modelo
familiar determinado puede potenciar ciertas vulnerabilidades
tanto a sufrir TCA como otros trastornos psiquiátricos a través
de dos vías relacionadas entre sí. Una de las vías nos indica que
la preocupación familiar por el peso y la apariencia física contri-
buiría a la insatisfacción corporal de las hijas. Esta insatisfacción
daría lugar a síntomas de TCA. Otra de las vías que demuestra
este estudio es que una familia disfuncional contribuiría directa-
mente a provocar una autoestima negativa, e indirectamente, esta
podría provocar el desarrollo de síntomas de TCA.
De todas formas, Steiger y Toro advierten que: «[...] nues-
tros hallazgos sugieren que debemos ser cuidadosos en inferir
cualquier papel causal directo de las influencias familiares en el
desarrollo de los TCA, basado en observaciones que constatan
correspondencias padres-hija en actitudes alimentarias o en ras-
gos psicopatológicos. Según estos resultados, tal corresponden-
cia existe, pero resulta inadecuada para explicar un desarrollo de
un TCA clínico».
La familia también actúa como un factor de mantenimiento.
Es muy observable en la familia de las pacientes que sufren un

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

TCA la aparición de preocupación excesiva, ansiedad que conlle-


va una situación colectiva de estrés, que se va agravando a medida
que la enfermedad avanza. El clima que se genera es altamente
negativo para la enferma ya que se siente observada, reñida,
amenazada, compadecida, sobre todo en la hora de las comidas.

9. Ejercicio físico y TCA

Un elevado porcentaje de pacientes que sufren anorexia ner-


viosa practican actividad física excesiva.
En un principio, la mayoría de enfermas deciden la práctica
de ejercicio físico como un recurso más para reducir el peso
mediante un mayor gasto calórico. Pero se ha observado que una
mayoría de las pacientes practicaban más actividad física antes
de iniciarse el trastorno, e incluso antes de iniciar una dieta res-
trictiva. Esto ha llevado a suponer que la actividad física pudiera
constituir un factor de riesgo para la anorexia nerviosa.
Una vía de explicación ha sido suministrada por la investiga-
ción realizada con ratas. Si se coloca una rata en una jaula con-
vencional y se la somete a una dieta hipocalórica, lógicamente el
animal irá perdiendo peso, y a medida que adelgaza su actividad
física va reduciéndose, aparentemente con el fin de reducir el
gasto calórico y compensar la reducción de la ingestión de ali-
mentos. Pero si en la jaula cuenta con una noria o rueda de movi-
miento, las ratas sometidas a dietas restrictivas tienden a correr
por ellas cada vez más de tal manera que tres de cada cuatro
mueren exhaustas por el ejercicio. Como las ratas no toman la
decisión de adelgazar, se supone que ese curioso comportamien-
to tiene un carácter instintivo, es decir, biológico. Así pues, los

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cambios fisiológicos, bioquímicos, que produce la malnutrición


parecen promover una actividad física desmedida, compulsiva.
Los etólogos señalan que esta actividad corresponde al impulso
de buscar comida, impulso que obligaría a las ratas a cambiar de
territorio a fin de encontrar un alimento que en el ámbito de la
jaula resulta insuficiente para sus necesidades. Pero, además, se
ha constatado que esas ratas desnutridas, una vez entregadas a
su actividad física desmedida, ven reducido su apetito e ingieren
menos comida de la que se les suministra.
Así pues, una vez establecida la malnutrición, esta provoca un
incremento de la actividad física si hay ocasión de practicarla, y
la actividad física suscita una reducción de apetito que, a su vez,
dará lugar a un empeoramiento de la malnutrición.
Se trata de un círculo vicioso que muy probablemente experi-
menten los pacientes anoréxicos.
En tales circunstancias, no nos puede sorprender que muchos
deportistas, especialmente los que se denominan estéticos, pue-
dan incurrir en este tipo de comportamientos. Esto confirmaría
que entre un tercio y un cuarto de mujeres que practican ejercicio
físico sufran algún trastorno alimentario.

10. La influencia de los amigos

Es bien sabido que los adolescentes que se integran en un


grupo tienden a parecerse entre sí en muy diversas características,
incluyendo atributos y atractivos físicos y sociales.
Así lo demostró Paxton en sus investigaciones de una pobla-
ción australiana de chicas que oscilaban en torno a los 15 años
de edad. Mediante la técnica de los sociogramas (el sociograma

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

es una técnica de análisis de datos que concentra su atención en


la forma en que se establecen los vínculos sociales dentro de un
grupo) identificaron 79 grupos de amigas. Encontraron que las
amigas de cada grupo compartían niveles similares de preocupa-
ción por la imagen corporal, restricciones alimentarias y prácticas
de conductas arriesgadas para perder peso.
Otros resultados de esta investigación son que las chicas de
los grupos con mayor preocupación por el cuerpo y que realiza-
ban más conductas para perder peso hablaban más con sus ami-
gas acerca de perder peso y dietas, comparaban más sus cuerpos
y creían que habían recibido más críticas de sus amigas a causa
de su peso y su silueta. También creían que sus amigas habían
ejercido un papel muy importante en las decisiones de seguir
dietas de adelgazamiento y percibían que sus amigas estaban más
preocupadas que otras chicas por las dietas y la pérdida de peso.
Otras de las conclusiones del equipo de Paxton fue que las
chicas miembros de un grupo se parecían más entre sí en IMC,
síntomas depresivos y niveles de autoestima.
Las críticas en estos grupos de iguales son muy frecuentes.
En edades tempranas, niñas de 7 a 9 años ya tienen en cuenta
los comentarios de sus amigas y compañeras acerca de la estética
corporal y sobre todo suelen grabar en sus mentes las críticas
sobre su aspecto físico. Pero es en la adolescencia, especialmente
entre las chicas, muy vulnerables a su cambio corporal, cuando
se sufrirá con mucha intensidad cualquier comentario negativo
que se realice sobre su persona. También la comparación entre
iguales provoca que las adolescentes que no llegan a adquirir un
cuerpo delgado son en parte rechazadas y criticadas por las pro-
pias compañeras. Esta edad de cambio psicológico, hormonal y
físico provoca una inseguridad y una baja autoestima que muchas
veces puede ser un factor de riesgo de sufrir una anorexia. Otro

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

dato importante a tener en cuenta es que no todas las adoles-


centes se desarrollan a la vez. La menarquía aparece a veces muy
temprana, y esto provoca a las prepúberes un desarrollo «des-
fasado» respecto a sus iguales. Las características de un «cuerpo
de mujer», como por ejemplo crecimiento de los senos, cintura
pélvica más amplia, curvas, pequeños depósitos de grasa, hacen
que estas niñas se sientan todavía más incomodas con su «cuerpo
nuevo» respecto a la mayoría de sus amigas. Les provoca más
inseguridad, más insatisfacción corporal y rechazo en algunas
ocasiones por parte del colectivo.
Son etapas de la vida en las que existe un gran anhelo de
seguir los cánones de belleza establecidos por la sociedad.

11. Personalidad y trastornos asociados

Muchos estudios, entre ellos los realizados por Garner en el


año 2000, han demostrado que ciertas características psicológi-
cas predisponen a la aparición de los TCA: el perfeccionismo, la
rigidez, la escasa empatía, la baja autoestima, los niveles elevados
de ansiedad y el retraimiento social.
En efecto, el riesgo de padecer un TCA es ocho veces mayor
en los niños que tienen una autoestima baja que entre los que
tienen una autoestima alta.
El perfeccionismo es uno de los rasgos que predominan en
la personalidad de los enfermos de TCA. Así lo demuestran dife-
rentes psicólogos. Fairburn, excelente investigadora, citada varias
veces en esta publicación, en un estudio sobre factores de riesgo
en anorexia nerviosa, determinó la existencia de perfeccionismo
en el 61 % de sus pacientes anoréxicas y en el 42 % de las bulí-

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

micas. El perfeccionismo es la característica que parece tener una


relación más fuerte con la anorexia nerviosa, hasta el punto de
estar incluido en los modelos de riesgo.
La ansiedad, el neuroticismo y el comportamiento anti-
social son también características encontradas por dos investiga-
dores catalanes, Canals y Gual. En sus publicaciones comentan
que altos niveles de neuroticismo y bajos niveles de autoestima
pueden ser simultáneamente causas y consecuencias de TCA,
creando así un mecanismo de feedback positivo que perpetúa el
trastorno.
Tanto la anorexia como la bulimia nerviosa pueden presentar
síntomas o cuadros de depresión, aunque no está claro si la
depresión precede al trastorno.
En las chicas bulímicas se discuten las características previas
de la personalidad, confundiéndose las mismas con las presentes
durante el trastorno que, presumiblemente, son consecuencia del
mismo. Son frecuentes la impulsividad, baja autoestima, depen-
dencia, hostilidad, labilidad emocional, etc. Algunas de estas
características se integran dentro de auténticos trastornos de la
personalidad, especialmente el histriónico, el límite y el antisocial
(Toro, 2000).
La impulsividad puede incluso llevar a la paciente a conductas
extremas de consumo excesivo de alcohol, automutilaciones,
consumo de drogas, práctica de sexo sin precauciones.
Otra característica de la personalidad que se ha demostrado
estar asociada a la anorexia es la aleximia. Se manifiesta con una
incapacidad para describir e identificar sentimientos, una activi-
dad imaginativa pobre.
La autoevaluación negativa. Uno de los criterios diagnósti-
cos del DSM-IV es que la «la autoevaluación está indebidamente
influida por la forma y el peso corporales». Fairburn concluyó

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

también en sus estudios que la presencia de autoevaluación nega-


tiva junto con el perfeccionismo son las características de perso-
nalidad que más significativamente (p <0,001) diferenciaban a las
pacientes anoréxicas de las controles sanas y de otras pacientes
psiquiátricas.

12. La baja autoestima

Muy a menudo los seres vivos reflexionamos sobre nosotros


mismos. Las ideas que una persona tiene sobre sí misma configu-
ran su autoconcepto, y la valoración que hace sobre sí misma es
la autoestima, es decir, la manera en que nos pensamos, juzgamos
y valoramos.
Los pensamientos negativos que se generan pueden referirse a
lo que uno hace, a lo que uno piensa de sí mismo como persona,
y también a lo que uno cree que los demás piensan sobre uno
mismo.
Un excelente capítulo del libro de C. Perpiñá sobre imagen
corporal en los TCA nos ayuda a profundizar sobre las represen-
taciones simbólicas de uno mismo, que podemos desglosar en
varias categorías:

–– lo que soy;
–– lo que hago;
–– lo que pienso que soy;
–– lo que los demás dicen de mí;
–– lo que los demás piensan de mí;
–– lo que creo que los demás piensan de mí.

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

Es importante poder analizar estas representaciones una por


una, de esta manera se puede observar que a menudo caemos en
una trampa en estas valoraciones y que en muchas ocasiones son
los orígenes de tener una autoestima baja.
«Lo que soy», de hecho, es una abstracción, intervienen
muchos factores, nunca sabremos en realidad lo que somos. En
muchas ocasiones, nuestro lenguaje interno negativo se equivoca
(«soy poco atractiva» o soy «una estúpida»).
«Lo que hago» está vinculado a lo que soy o lo que pienso que
soy. Si cambio lo que hago repercutirá sobre lo que pienso que soy.
«Lo que pienso que soy» es la valoración que hago sobre mí
mismo. De hecho, es la opinión que tengo sobre mí mismo, en
un momento y circunstancias determinadas.
«Lo que los demás piensan que soy» tampoco es lo mismo
que lo que soy, pueden pensar muchas cosas diferentes, no se
puede controlar ni saber.
«Lo que los demás dicen que soy» es cuando los demás
verbalizan la opinión que tienen de nosotros. Jamás se puede
confundir con lo que realmente soy.
«Lo que yo creo que los demás piensan de mí» es muy
difícil saberlo. No somos adivinos, de hecho, esta representación
simbólica es solamente la opinión que yo tengo de la valoración
que ellos tienen de mí, puede estar totalmente «manipulada» por
mis pensamientos negativos.
Pueden existir muchas confusiones con consecuencias muy
negativas y dañar nuestra autoestima, hasta el punto de modificar
nuestro comportamiento social y sentirnos tristes y deprimidos.
La autoestima baja provoca también sentimientos de inseguri-
dad e incapacidad. Invalida a las personas para expresarse libre-
mente y pondrá barreras a una serie de actividades que les hace
sentirse inseguras como, por ejemplo, ponerse una ropa determi-

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nada, ir a cenar con amigos. Este comportamiento de aislarse del


mundo provocará más limitaciones, y sin darse cuenta, caerán en
un bucle sin salida.
Es importante trabajar todos estos aspectos con los adoles-
centes, es una edad de cambios, de muchas fragilidades, insegu-
ridades y confusiones, en todos los diferentes aspectos: físicos,
psicológicos y sociales.
Para poder mejorar estos aspectos sería conveniente analizar,
uno por uno, los pensamientos negativos que tienen, ponerlos en
duda y someterlos a juicio. A continuación, una vez analizados,
encarar la situación con otros pensamientos más positivos. En el
apartado de prevención veremos algunas actividades para poder
llevar a cabo con ellos.

13. Dietas de adelgazamiento

Es el régimen de alimentación formado por reglas estrictas


que establecen lo que se debe comer, en qué cantidad y durante
cuánto tiempo.
Hay dos elementos importantes a tener en cuenta en esta
definición: por una parte, las reglas estrictas; y por otra parte, la
duración.
Referente a las reglas estrictas, suelen producir estados de
privación que acaban por provocar el abandono del régimen.
Tras romperlas, la persona se siente liberada y come de manera
desaforada hasta que vuelve a adoptarlas. Por otra parte, la dieta
siempre se realiza en un corto período de tiempo, y esto no es
saludable. Sería más interesante realizar una educación de los
hábitos alimentarios y enmarcarlos en un estilo de vida saludable.

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

Las dietas sin control y por razones estéticas son peligrosas,


deben estar recomendadas por profesionales y siempre dentro
del ámbito de la salud. En los últimos años se observa que dife-
rentes sectores de la población se obsesionan por realizar «dietas
milagrosas», monótonas, proteinadas, disociadas; muchas de
ellas, a la larga, pueden provocar problemas graves de salud.
Muchas adolescentes viven en familias dónde más de un miem-
bro está a dieta sin control médico, viviéndose un ambiente enfer-
mizo de culto al cuerpo, donde todos los productos alimentarios
que se compran son lights, «sin», «cero», «bajo en». Estos entornos
son muy negativos para las jóvenes y tienen más riesgo de sufrir un
TCA. Los especialistas recomiendan a los padres y madres de ado-
lescentes que eviten estos comportamientos delante de sus hijos.

14. La imagen corporal

Algunos autores como Baile y sus colaboradores. concluyeron


en sus trabajos publicados en el año 2002 que la concepción
negativa de la imagen corporal, incluyendo las actitudes, los sen-
timientos y las percepciones acerca del propio peso y figura, es
el factor de riesgo modificable más importante para el desarro-
llo de un TCA, debido a que es una de las consecuencias de la
búsqueda de un cuerpo perfecto, condicionada por los modelos
estéticos de delgadez. Posteriormente, esta percepción negativa
del propio peso corporal fue analizada por Gandarillas et al. en el
año 2005, y encontraron que el 36,9 % de las chicas y un 16,7 %
de los chicos se perciben con sobrepeso u obesidad, lo que indi-
ca que la preocupación por el peso o la figura corporal es muy
frecuente en esta población.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

La imagen corporal es la representación de la imagen que cada


cual tiene de sí mismo y también el modo en que uno cree que
lo ven los demás. Muchas veces en la adolescencia y mucho más
acentuado en algunas personas que sufren un TCA, se equivocan
constantemente en la valoración de las dimensiones del cuerpo,
la figura se sobredimensiona y algunas adolescentes son incapa-
ces de reconocer su propia delgadez, tal como se ha comentado
anteriormente.
Existe una reacción negativa hacia su propio cuerpo, dis-
torsionando la imagen, sometiendo al cuerpo a comparaciones
imposibles de las que siempre salen perdiendo, falta concordan-
cia entre el peso que marca la báscula y el aspecto percibido, y
por último se puede llegar a exagerar defectos de la apariencia
totalmente imperceptible por los demás.
En otro orden de cosas, relacionado con esta falsa percepción
se podría también añadir las distorsiones de la información que
el cuerpo nos da sobre el organismo. Por ejemplo, la alteración
de la sensación del hambre o la sensación de plenitud, no saber si
se come por nervios o aburrimiento o cansancio, etc. O también
nunca tener hambre, o todo lo contrario, siempre sentirse lleno.
En los trastornos del comportamiento alimentario, la preocu-
pación por la apariencia física ocupa la mayor parte del tiempo
de las enfermas, y les causa un malestar enorme. Se podrían rela-
cionar más con características afectivo-cognitivas, por ejemplo:
muchas partes del cuerpo se someten a comparaciones imposi-
bles, con una amiga considerada como delgada, una compañera
de clase, una modelo o artista. Siempre se saldrá perdiendo en
esta comparación, ya que los deseos de obtener los muslos de la
amiga o la cintura de la modelo nunca se cumplen.
También se producen reacciones negativas hacia el cuerpo,
aborrecimiento, insatisfacción, odio a ciertas partes del cuerpo,

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

en muchas ocasiones se observa que las enfermas esconden o


disimulan ciertas partes del cuerpo con prendas o ropas mucho
más grandes.
En algunos casos, en mayor o menor grado, la propia auto-
estima depende del peso. Es decir, imaginemos una adolescente
que gana peso; automáticamente, esta adolescente se sentirá
avergonzada, con un gran sentido de culpabilidad y muy frustra-
da. Contrariamente, si pierde peso, a pesar de los problemas que
esto puede causar a su salud, se sentirá mejor siguiendo la falsa
creencia que el hecho de estar delgada aumenta su autoestima y
su integración en la sociedad.
Existe en muchos casos una falta de correlación entre la ima-
gen que tenemos y la sensación de autoestima que padecemos, se
puede dar el caso, como ocurre en los enfermos de TCA, que su
enfermedad se haya producido por falta de autoestima, en cam-
bio son personas agraciadas y envidiadas por sus amigos.
Para poder entender este problema profundizaremos sobre
cómo se forma la imagen corporal.
Existen dos tipos de influencias en la formación:

14.1. Influencias del pasado

Todas las personas tenemos la capacidad de ser conscientes


de nosotros mismos y podemos hacernos una representación de
nuestra imagen corporal, además podemos tomar conciencia de
ella, a diferencia de los animales. Nos individualiza como perso-
nas únicas que somos.
La sociedad, la familia, en general todo nuestro entorno, nos
enseñan a que nos comparemos con algo «ideal». Desde peque-
ños, este aprendizaje es continuo, nos enseñan cómo debería

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

ser uno. Por ejemplo, cuando valoramos si nos gusta un jarrón,


lo compararemos con el ideal de jarrón que hemos construido
durante nuestro aprendizaje. Sin darnos cuenta, también lo apli-
camos al peso, a la altura, al color de la piel, incluso al estilo que
marca la moda, como por ejemplo las zapatillas para el deporte
o la marca del detergente que lava mejor.
Estamos muy manipulados por los medios de comunicación,
es un bombardeo constante de imágenes, frases, situaciones
donde nos inculcan que el cuerpo extremadamente delgado es el
ideal de belleza para todas las mujeres, donde las curvas y redon-
deces no están valoradas como una imagen corporal positiva.
Justamente en una sociedad donde la forma del cuerpo que pre-
domina en las mujeres es el de curvas y grandes constituciones,
típicamente mediterráneas.
Además de esta grave manipulación, nos hacen creer que esta
imagen corporal que se promueve es la mejor en todos los sen-
tidos, nos proporciona éxito social, profesional, incluso familiar.
El aspecto físico es el tema más común de las «bromas» y, en
un grado más acentuado, del mobbing que pueden sufrir muchos
escolares en el colegio. Etiquetas como «barriga cervecera»,
«foca», «dumbo», etc. O en el ámbito familiar «gordi», «vaya pan-
dero», etc.
Al llegar a la pubertad, el cuerpo experimenta muchas trans-
formaciones físicas, psicológicas, sociales, el cuerpo del niño o de
la niña entra en una serie de cambios para convertirse en adulto.
Esta adolescente no entiende lo que le sucede, es más vulne-
rable a las emociones: llora, ríe, le cambia el humor constante-
mente y aparecen múltiples inseguridades en todos los aspectos.
Y cómo no, en su cuerpo, recién estrenado, en el que se siente
insegura, le preocupa.

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

La forma en que se perciba y viva este nuevo aspecto será


crucial en la formación de la imagen corporal. Al igual que en
la infancia, el adolescente se compara con lo que se considera
«modelo estético» incluso con mayor exigencia.
Muchas personas dan gran importancia al aspecto físico,
incluso llegan a pensar que su valor como persona depende
de sus características físicas. Los niños y adolescentes, que han
ido desarrollando un sentido positivo de sí mismos, son menos
vulnerables a lo que «debe ser bello» o a los modelos estéticos
impuestos por la moda o las inseguridades que nos pueden pro-
vocar los otros.
Es importante, pues, que ante determinado aspecto físico
construyamos una imagen corporal positiva, con pensamientos
positivos hacia nuestro propio cuerpo. Contrariamente, si con-
tinuamente estamos preocupados con nuestro aspecto físico, lo
único que vamos a crear es insatisfacción, y se creará una imagen
corporal negativa. Por lo tanto, la imagen corporal que tenemos
de nuestro cuerpo es solamente una representación mental del
mismo.

14.2. Influencias cercanas

A lo largo de la vida, con todas las vivencias, influencias,


creencias y valores formamos un ideal corporal estético. Según
nuestra personalidad, nuestro grado de exigencia, nuestra auto-
estima y autoconcepto, compararemos nuestra imagen corporal
con el ideal corporal estético. También habrá situaciones «de
riesgo» como, por ejemplo, cuando llega el verano y hemos de ir
a la playa, llevar cierta ropa ajustada o no, etc. Si nuestra imagen
corporal se distancia mucho de este ideal corporal, aparecerá un

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dialogo interno con nuestro cuerpo repleto de emociones y pen-


samientos negativos. Si no logramos parar este círculo vicioso
cada vez se hará mayor y estos pensamientos negativos realimen-
tarán la imagen corporal negativa.
Muchas veces sucede que si las vivencias sobre la propia ima-
gen corporal son alteradas es posible que aparezcan distorsiones
en la apreciación de la valoración del tamaño de alguna parte o en
general del tamaño total del cuerpo. Esta falsa apreciación puede
provocar ansiedad, insatisfacción o repulsión, y pueden aparecer
intentos de conseguir un cuerpo ideal realizando cualquier tipo
de dietas o conductas compensatorias.
Las personas con trastornos alimentarios tiene problemas con
cómo representan, evalúan, sienten y viven su cuerpo. El cuerpo
se ha convertido en el valor más importante que tienen como
personas. «Están atrapadas por su pasión, por ese excesivo apego
emocional a un propósito, a una idea, o lo que en términos psico-
patológicos se denomina idea sobrevalorada —de adelgazar—»
(Perpiñá et al., 2000).
Existen múltiples factores que influyen en la insatisfacción
corporal pero los más importantes son tres, que son los que
actúan desde épocas muy tempranas de la vida: familia, amigas y
medios de comunicación. Los tres promueven en la inmediatez
del individuo el cuerpo ideal representado socialmente (Toro,
2004).
Otra de las conclusiones más importantes de este estudio fue
que controlando factores individuales, físicos y psicológicos, la
percepción que una muchacha tiene de las opiniones y conductas
de sus amigas relativas a la imagen corporal y a practicar dietas
junto con la intensidad con que compara su cuerpo con el de
otras chicas, son factores que contribuyen significativamente a
predecir su grado de preocupación por la imagen corporal, la

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restricción alimentaria y las conductas para perder peso de alto


riesgo.
Para acabar este apartado sobre la imagen corporal citaremos
un resumen muy interesante de Pruzinsky y Cash, clave para
entender las características de la imagen corporal. En esta inter-
vienen:

–– Percepciones.
–– Cogniciones.
–– Emociones.
–– Está determinada socialmente.
–– Está continuamente cambiando.
–– Influye en la conducta.
–– Es una experiencia totalmente subjetiva.
–– Ocurre en distintos estados de conciencia.

15. Abuso sexual y TCA

El abuso sexual tiene relación con algunos TCA.


El equipo del doctor Schmidt realizó una revisión de todo lo
publicado sobre las posibles relaciones entre el abuso sexual y
físico infantil y los TCA. Sus conclusiones fueron que no todos
los estudios recogían esta relación entre ambos factores. En los
que sí que la encontraron se referían a pacientes con bulimia
nerviosa y no con anorexia.
Fairburn encontró antecedentes de abuso sexual infantil en el
27 % de pacientes anoréxicas frente al 11 % de controles sanas,
el 35 % de bulímicas y el 26 % de controles psiquiátricos.

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16. Maltrato físico

En muchos estudios se ha observado que el maltrato físico


infantil era un antecedente más frecuente en bulimia nerviosa.
En un estudio realizado por el equipo de Fairbun se pudo demos-
trar que los antecedentes de abuso físico se detectaron en el 27 % de
las anoréxicas frente a solo un 9 % de los controles normales.
El abandono físico y el abuso sexual experimentados en la
infancia quintuplican el riesgo de sufrir un TCA. Estas adversi-
dades pueden influir de una forma significativa en conductas de
riesgo para los TCA como, por ejemplo, ayunos prolongados,
regímenes alimentarios muy rígidos, consumo de fármacos para
adelgazar e incurrir en el vómito provocado.

16.1. El bullying como factor desencadenante


de los TCA

El hecho de sufrir intimidaciones así como burlas no referidas


al cuerpo o al peso parece ser un factor más común en pacientes
anoréxicas que en grupos control. Las investigaciones concluyen
que una muchacha anoréxica tiene el doble de probabilidades de
haber pasado por este tipo de experiencias tan negativas.
Eisenberg et al. observaron que en la población general ado-
lescente se ha encontrado que las bromas y burlas relacionadas
con el cuerpo o peso se asocian con insatisfacción corporal,
autoestima baja, síntomas depresivos y mayor disposición para la
idealización y tentativas suicidas, factores todos ellos facilitadores
del desarrollo de un TCA.
El maltrato entre iguales (bullying) es una de las formas de vio-
lencia escolar. El término bullying, de difícil traducción al castella-

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no con una sola palabra, se emplea en la literatura especializada


para denominar los procesos de intimidación y victimización
entre iguales, esto es, entre alumnos compañeros de aula o de
centro escolar.
Se trata de procesos en los que uno o más alumnos acosan
e intimidan a otro u otros, quienes se convierten en víctimas, a
través de acciones negativas cometidas verbalmente, mediante
contacto físico o psicológico de exclusión. Estas situaciones
constituyen un problema de salud y un factor importante de
riesgo psicosocial para la infancia dadas las consecuencias múlti-
ples y diversificadas en el nivel social, psicológico y biológico. La
violencia y el acoso escolar adoptan diferentes formas que van
evolucionando:

–– Maltrato físico en diferentes grados incluyendo ataques a


la propiedad.
–– Acoso indirecto, cuando se encarga o induce a otro la
comisión del acto.
–– Abusos sexuales, vejaciones, intimidaciones.
–– Maltrato verbal, en forma de insultos, descalificaciones,
comentarios humillantes o racistas.
–– Aislamiento social por el cual se induce al grupo a excluir
a un sujeto de la relación habitual.
–– Ciberbullying, modalidad en la cual la violencia-acoso
se realiza a través de la informática (correos, chats,
Whatsapp, Facebook, SMS, etc.). Algunos expertos afir-
man que el 44 % de los menores que utilizan internet
habitualmente reconoce haber sentido acoso sexual a
través de la red, e indican que un 16 % de los jóvenes con
menos de 18 años acudió a una cita a ciegas, concertada
en internet.

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Los psicólogos Piñuel y Oñate en un macroestudio en el año


2008, realizado con 5.000 alumnos de entre 7 y 18 años de 222
colegios de la comunidad de Madrid, detectaron esta sintoma-
tología: uno de cada tres acosados presenta síntomas de estrés
postraumático manifestado en depresión en el 36 % de los casos,
ansiedad en el 37 %, pánico-terror en el 40 %, introversión social
en el 25 %, cuadros de somatización (vómitos, náuseas, abdo-
minalgias) en el 14 %, disminución de la autoestima en el 36 %,
imagen negativa de sí mismos en el 37 %, e ideas autodestructi-
vas en el 10 %.

17. Factores socioculturales

17.1. Ideales estéticos

La sobrevaloración de la delgadez y otros cambios sociales


que se produjeron en el último tercio del siglo XX tienen un
importante papel en la génesis de los trastornos alimentarios,
son un importante caldo de cultivo que favorece su aparición;
pero no son suficientes para explicarlos. Nos encontramos ante
un fenómeno sumamente complejo en el que confluyen variables
sociales, biológicas y psicológicas.
Los TCA son enfermedades que han aumentado enormemen-
te en las sociedades occidentales. En nuestra sociedad se presen-
ta a la mujer un ideal estético difícil de alcanzar, antinatural, el
prototipo de belleza se traduce en la presencia de una «delgadez
extrema», en muchas ocasiones, se presentan en las pasarelas
de moda cuerpos andróginos en que apenas se marcan las dife-
rencias entre perímetro pectoral y pélvico. «Las redondeces» de

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la propia constitución corporal de la mujer mediterránea están


consideradas como «tallas grandes» y desfasadas de la época
actual. Las adolescentes que presentan esta estructura corporal
tienen muchas veces dificultades para encontrar ropa en las tien-
das especializadas en teenagers, creándoles mucha frustración y, en
consecuencia, insatisfacción corporal que puede provocar más
adelante un TCA.
Al mismo tiempo hay un rechazo a los obesos, desde muy
temprana edad los niños y niñas con un ligero sobrepeso son
rechazados socialmente por sus compañeros de clase y son con-
siderados como enfermos. Estas etiquetas tan negativas como
«gordo», «barriga cervecera», provocan una disminución de la
autoestima en edades cruciales que pueden repercutir en la for-
mación de la personalidad del adulto. Esta estigmatización del
sobrepeso y de la obesidad en nuestra sociedad actual es todo
lo contrario en otras culturas orientales en que la obesidad y el
sobrepeso son signos de prosperidad.
Las influencias socioculturales van encaminadas a reproducir
el mensaje de que la delgadez corporal es sinónimo de belleza,
control de sí mismo, libertad y éxito social. Este mensaje aflora
continuamente. Al día recibimos centenares de inputs relaciona-
dos con él. La publicidad, que nos llega a través de las revistas,
TV, internet, anuncios en la calle, radio, cine, las pasarelas de
moda, las tiendas, sea cual sea el producto que se venda.
Por otro lado, estamos en una generación en que los padres y
madres, incluso abuelos actuales, ya fueron niños, niñas, adoles-
centes que pasaron por la experiencia de ser impregnados por el
estereotipo de la delgadez y, sin darse cuenta, lo trasmiten a las
generaciones que siguen. Debido a esto, los niños interiorizan
ese modelo corporal, mientras siguen contactando con agentes
sociales que remachan continuamente la insatisfacción corporal.

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El psiquiatra Josep Toro, en su libro El cuerpo como delito,


resume los datos más significativos de la relación entre cuerpo
delgado y los TCA:
Desde 1960 hasta 1979 las dimensiones corporales de las
modelos que aparecían en las páginas centrales de Playboy y de las
concursantes de Miss América fueron disminuyendo.
Desde 1950 hasta 1985, las siluetas de las modelos que apare-
cían en las revistas femeninas fueron reduciendo progresivamen-
te sus curvas.
A lo largo de 20 años, desde 1967 a 1987, las modelos contra-
tadas por una agencia londinense que las suministraba a revistas
como Vogue, Cosmopolitan y Woman’s Own, se fueron haciendo
más tubulares: ligero aumento del busto, incremento significativo
de la altura y la cintura, y estabilización de las caderas.
Desde 1950 hasta 1985, las mujeres con sobrepeso práctica-
mente desaparecieron de las revistas femeninas. Por los mismos
años, las concursantes de Miss Suecia pasaron de un peso medio
de 68 a 53 kg.
La relación busto-cintura media de 27 actrices cinematográ-
ficas pasó de 1,34 durante los años 1940-1959 a 1,22 durante
1960-1979.
El 16,7 % de un grupo de modelos muy conocidas de alta
costura presentaban bajo peso y el 83 % restante un IMC inferior
a 17, compatible con anorexia nerviosa.
Por otra parte, están los medios de comunicación. Este mode-
lo de belleza aparece continuamente en ellos, imponiendo la idea
de que el éxito, el triunfo y la valía personal dependen de un
cuerpo delgado y estilizado.
El impacto de la televisión en los TCA es digno de destacar,
ya que sirve de medio de difusión del «estereotipo social» y de
conductas y de hábitos de vida en las adolescentes. La televisión

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pone de manifiesto en sus anuncios y en sus series mujeres del-


gadas y esbeltas sin tener en cuenta las conductas alimentarias de
estas modelos y las asocia a inteligencia, popularidad, atractivo,
éxito profesional y social.
Un estudio de excepción a este respecto es el realizado por
Becker sobre los cambios de los hábitos alimentarios en el archi-
piélago Fiji (Oceanía) desde 1988, en el que se observa que desde
la llegada de la televisión en 1995 se ha producido un aumento
notorio de comportamientos anoréxicos y bulímicos.
Así se demuestra en un estudio en que participaron 700
adolescentes de Barcelona, realizado por el equipo de Martínez
Mallén: el 81 % reconocieron que cuando ven una película se
fijan especialmente en las actrices para comprobar si son gruesas
o delgadas.
Mònika Jiménez, investigadora catalana, también realizó un
estudio sobre la publicidad televisiva de productos light y observó
que existían paralelismos con la anorexia y la bulimia. Los temas
en que coincidían el discurso publicitario y los TCA son: el deseo
de adelgazar disfrazado de cuidado corporal, la búsqueda del
ideal estético, la obsesión por el deporte, la demonización de la
obesidad, el reconocimiento de los otros y la sensación de euforia
por el hecho de estar delgada Por otra parte, la misma investiga-
dora durante tres años analiza cómo los niños y las niñas adaptan
los estereotipos televisivos adultos a su propia realidad llegando
a desarrollar conductas alimentarias restrictivas con la finalidad
de ajustarse al ideal físico esbelto difundido por televisión. Así
mismo, el estudio muestra que existe una predisposición más
grande a los TCA entre los preadolescentes consumidores com-
pulsivos de televisión, ya que el gran número de horas que pasan
ante el televisor coincide con las elevadas puntuaciones obtenidas
en el test de actitudes alimentarias utilizado en la investigación.

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Los juegos y juguetes actuales también promueven la delgadez


y contribuyen a que las niñas interioricen modelos estéticos del-
gados desde muy temprana edad.
Uno de ellos es la famosa muñeca Barbie. Brownell y
Napolitano se entretuvieron en calcular los cambios que debería
sufrir una mujer promedio para parecerse a la famosa Barbie.
Su altura había de incrementarse 60 cm, su pecho 13 cm y la
longitud de su cuello 8 cm. Por el contrario, su cintura debería
reducirse 15 cm. Actualmente, hay empresas que han fabricado
muñecas con medidas corporales «reales», tal es el caso de la
muñeca Lammily.
Referente a las revistas destinadas al público infantil y juvenil,
muchas de las imágenes corporales predominantes son la de una
mujer delgada, activa y que triunfa en todos los aspectos de su
vida: en el trabajo, en los estudios, en las relaciones afectivas, en
las relaciones sociales. Estas revistas pueden crear insatisfacción
corporal en las lectoras adolescentes.
En un metaanálisis de 25 estudios en que se examinaba la
respuesta de las chicas después de exponerlas a imágenes de
cuerpo delgado ideal aparecidas en distintos medios de comuni-
cación (citado en Morris y Katzman, 2003) el resultado fue que
la imagen corporal de las muchachas se volvía más negativa que
tras haber visto imágenes de cuerpos medios o gruesos u objetos
inanimados. Esta imagen corporal negativa era más acentuada en
las chicas menores de 19 años, en cambio no afectaba tanto a las
más mayores.
Otra experiencia similar, realizada por Stice y Shaw, sometía a
las adolescentes a una exposición de 3 minutos en donde había
imágenes representativas del cuerpo delgado ideal que aparecían
frecuentemente en revistas de moda y otra exposición de imáge-
nes neutras. Los resultados también fueron preocupantes ya que

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

las primeras observaciones les provocaban un incremento de


depresión, vergüenza, culpa, estrés, inseguridad e insatisfacción
corporal.
En el mismo sentido destaca una investigación realizada por
el equipo de Field, que encuestó a unas 600 chicas preadolescen-
tes y adolescentes. El 69 % reconocieron que las fotografías de
modelos habían influido en su concepción de cómo debía ser el
cuerpo femenino y que el 47 % deseaba perder peso al contem-
plar tales imágenes.
¿Y qué sucede con las revistas de moda? En población espa-
ñola, el investigador Martínez González, en el año 2003, encon-
tró que la lectura frecuente de revistas de moda hacía 2,1 veces
más probable el desarrollo de un TCA. Esto sucede porque estas
revistas destinadas a la moda potencian claramente la interiori-
zación del ideal corporal delgado al tiempo que incrementan la
insatisfacción corporal.
Ocurre lo mismo con artículos publicados sobre dietas de
adelgazamiento y/o control de peso. Así quedó demostrado en
una investigación realizada por Utter, en Minessota. Hizo un
estudio en un grupo de casi 5.000 adolescentes y obtuvo que
las adolescentes que leen frecuentemente artículos sobre dietas
alimentarias y control del peso, comparadas con las que no lo
hacen, tienen 7,3 veces más riesgo de practicar hábitos alimenta-
rios insanos (ayunar, reducir cantidades de comida, tomar pasti-
llas adelgazantes, vómitos, utilizar laxantes, etc.) además de aso-
ciarse a un mayor malestar psicosocial. Son temas que interesan
a la población en general, y sobre todo a las personas que están
en riesgo de sufrir un TCA. En muchas revistas cuando llega la
época de «la operación biquini» aparece una sección sobre dietas
y trucos para adelgazar. La mayoría de ellas son hipocalóricas o
les faltan nutrientes esenciales como los hidratos de carbono. El

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

seguimiento de estas dietas puede acarrear patologías graves e


incluso pueden actuar como un puente hacia el inicio de un TCA.
Otro de los medios de comunicación estudiados es la radio.
En el amplio estudio realizado por Martínez González se halló
también una relación directa entre el tiempo dedicado a escuchar
radio y el riesgo de TCA.
Internet, actualmente, es el medio de comunicación más
utilizado por los adolescentes. En internet existen páginas pro-
anorexia (pro-ANA) y pro-bulimia (pro-MIA), en las que se hace
apología de estas enfermedades y se defienden como un «estilo
de vida». Cientos de páginas web pro-ANA y pro-MIA frecuen-
tadas, y en muchas ocasiones también creadas, por menores de
edad inundan internet lanzando sus mensajes e instaurando una
especie de nuevo credo en el que «ANA» y «MIA» se convierten
en los modelos a seguir y defender. Esta temática la desarrolla-
mos en un capitulo aparte más adelante.
Otro de los factores que pueden desencadenar un TCA es la
moda. Entre los factores promotores y divulgadores del nuevo
modelo social de delgadez hay que destacar la industria de la
moda. Cada vez más la industria presenta colecciones con un
tallaje más pequeño y con modelos más delgadas. Un ejemplo de
esta presión de la industria queda patente en la creciente decisión
de los modistas y comerciantes británicos de cambiar las hechu-
ras y disminuir el tallaje para vencer la barrera psicológica de las
obesas, así la «talla 42 será ahora una 40». Los desfiles de moda
pueden provocar insatisfacción corporal a muchas jóvenes, al
observar cuerpos con IMC patológicos que son ensalzados por
los periodistas. El mundo de la industria de la moda debería regu-
larse por las instituciones ya que puede provocar insatisfacción
corporal.

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

Figura: agentes sociales que conjuntamente influyen en el establecimiento y la difusión del culto al cuerpo y,
consiguientemente, en el anhelo de delgadez (Toro, 2004).

En la figura anterior se observan los agentes que interactúan


y contribuyen a la elaboración y la interiorización individual del
modelo estético corporal delgado.
El modelo estético corporal establecido culturalmente es sin
duda un importante factor de riesgo predisponente, pero como
sigue actuando durante todo el proceso de TCA también pode-
mos considerarlo como un factor de mantenimiento.

17.2. Belleza

Los ideales estéticos están determinados culturalmente.


Podemos observar una variedad de significados de la belleza en
las diferentes culturas del mundo. Por ejemplo, aquí la calvicie es
un atributo desfavorable, sin embargo, en algunas tribus africanas
poseer la cabeza rapada es un signo de nobleza.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Referente a las formas corporales, en ciertas culturas de


África, en que la comida escasea, el exceso de peso en la mujer es
un atributo deseado ya que se asocia a su capacidad reproductora.
Según Perpiñá et al. (2000), «las personas con trastornos ali-
mentarios y aquellas que están preocupadas con su figura, más
que tener problemas con su cuerpo, lo que tienen son problemas
en cómo representan, evalúan, sienten y viven su cuerpo. El
cuerpo se ha convertido en el valor más importante que tienen
como personas. Están atrapadas por su pasión, por ese excesivo
apego emocional a un propósito, a una idea, o lo que en términos
psicopatológicos se denomina idea sobrevalorada de adelgazar».
Cada cultura nos impone los cánones que debemos seguir.
Los valores sociales que dictaminan lo que es bello suelen definir
también lo que es bueno.
Los cánones de belleza se convierten en unas normas muy
estrictas que el niño cuando crece y recibe todos los inputs ya las
interioriza y, a partir de ahí, ya podrá establecer comparaciones
y estigmatizará o ensalzará a los demás y a uno mismo. Estos
valores son patrón de referencia y mediatizan la percepción que
el individuo tiene de su cuerpo, construyendo su representación
en función del estándar de belleza imperante que, en nuestro
caso, es la delgadez.
Es importante constatar en nuestra cultura y en nuestra época
el establecimiento de la delgadez como ideal de belleza feme-
nina y una marcada asociación con ser atractivo y éxito social.
En un estudio llevado a cabo por Garner y Garfinkel (1980), se
realizó un análisis comparativo de las modelos que aparecían en
las portadas de la revista Playboy desde finales de los años cin-
cuenta. Con su estudio llegaron a la conclusión que las medidas
de pecho, cadera y muslos habían disminuido, y todo ello en un
período de tan solo 20 años.

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© Editorial UOC Capítulo VIII. Factores que pueden provocar un TCA

Stager y Buker (1982) demostraron con varios estudios que


desde la infancia ser grueso u obeso es peyorativo, y que en eda-
des infantojuveniles las personas gruesas son consideradas como
personas sucias, perezosas, deshonestas, glotonas, En cambio, la
persona delgada está considerada como eficaz, madura y contro-
lada (Perpiñá, 1989).
Esta estigmatización del sobrepeso y de la obesidad provoca
que muchas adolescentes empiecen a hacer dietas incontroladas
y que luchen con su propia constitución corporal.
Una larga tradición de la cultura occidental hace que la mujer
esté sometida a cierta pasividad y sea sumisa, es decir, busque
gustar, seducir por la apariencia, ser elegida, contentar, satisfacer,
en oposición al hombre al que se le inculcan otros valores sobre
todo los de conquista y autoafirmación.
Por otra parte, el concepto de mujer actual que sale en los
medios de comunicación, impulsa un ideal femenino que corres-
ponde a un IMC bajo, jóvenes, hiperactivas, que compaginan sus
logros profesionales y académicos con la práctica deportiva y la
seducción social y sexual.

17.3. Otras sociedades

Estudios transculturales revelan que los TCA en países en vías


de desarrollo están en aumento relacionándolos con la expansión
de los medios de comunicación en estos países. A pesar de ello
otros constatan que esta interpretación es simplista y consideran
que se debe más bien al cambio acelerado de la identidad y del
papel de la mujer que provocaría en estas sociedades el fenóme-
no de la globalización (Nasser, 2003).

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

En México, Raich et al. (2001) realizaron un estudio transcul-


tural entre estudiantes españolas y mexicanas, las puntuaciones
del EAT fueron más elevadas en la muestra española pero la
diferencia no llegó a ser significativa. La insatisfacción corporal
fue mayor en las españolas a pesar de que su IMC era inferior al
de las mexicanas.
En un estudio realizado por Eddy y Hennessey (2003) en 200
mujeres de Tanzania no pudieron diagnosticar ningún TCA, es
más, alrededor de la mitad querían ganar peso, superior al actual.
Sin embargo, una pequeña muestra presentaba síntomas de TCA,
con alteraciones de la imagen corporal y miedo a incrementar su
peso, se asoció a que esta pequeña muestra tenía más acceso a los
medios de comunicación.

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© Editorial UOC Capítulo IX. Detección de los TCA

Detección de los TCA

En la actualidad, la detección de un TCA es mucho más rápida


que en épocas anteriores, posiblemente debido a la información
y la formación que se ha proporcionado a los médicos de aten-
ción primaria, pediatras, etc. También a la población en general.
En cualquier caso, si antes se podía tardar un año o dos en acudir
al médico, actualmente, de media, se tarda menos de 6 meses
desde que se detectan los síntomas.
En la anorexia nerviosa hay una serie de signos que pueden
indicar que empieza un TCA, algunos de ellos son:

–– Problemas con la alimentación. Primero hay una negativa a


comer alguna familia de alimentos, por ejemplo el grupo de
cárnicos, en algunos casos afirman que se están volviendo
vegetarianos. Al mismo tiempo, hablan siempre de dietas,
del valor calórico de los alimentos, de recetas lights. A
menudo, recortan de las revistas los consejos para adelga-
zar o se compran libros sobre estos temas.
–– Otro signo detectado son los cambios bruscos de humor,
dominando la tristeza. Además, una retracción en sí mis-
mas y el abandono de sus relaciones sociales. No salen con
sus amigos. Están irritables e inestables.
–– Se quejan de su aspecto físico, no se gustan. Se visten con
ropas amplias y con manga larga incluso en verano.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Generalmente baja el rendimiento intelectual, suspendien-


do más asignaturas y no mostrando interés por mejorar sus
estudios. También la forma física queda afectada.
–– En algunas ocasiones se pueden encontrar laxantes y/o
diuréticos en los bolsos, bolsas, mochilas. O a veces se
encuentran vómitos escondidos. Un comportamiento bas-
tante común después de las comidas es ir al baño.
–– En las chicas, pueden tener retrasos en la menstruación o
se les retira.
–– En los centros educativos se observan desmayos, mareos
sobre todo después del esfuerzo que se realiza en las clases
de educación física.
–– Miedo fóbico al aumento de peso. Le provoca una angustia
desproporcionada, irracional, incontrolable, injustificada e
intermitente.
–– El miedo a engordar se incrementa a medida que disminu-
ye el peso.
–– Distorsión de la imagen corporal. No es una alteración de
la percepción visual, es una distorsión de la representación
mental de su propio cuerpo. La distorsión provoca ansie-
dad y la ansiedad puede superar la propia percepción.
–– Ausencia de conciencia de enfermedad.

Los TCA en los adolescentes, en algunos casos, son difíciles


de pronosticar, debido a que los afectados intentan esconderlos
al máximo.
Para la identificación de posibles personas en riesgo de sufrir
un TCA, se utilizan diferentes cuestionarios o test de cribado
autoaplicados que permiten valorar el riesgo de este tipo de
enfermedades. Todos ellos incluyen preguntas sobre los hábitos
personales de alimentación y dieta, peso, ejercicio, menstruación,

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© Editorial UOC Capítulo IX. Detección de los TCA

percepción de la figura corporal, autoimagen, autoestima, uso de


drogas, relación con la familia y con los demás, entre otras.
Los profesionales de la salud son los que deben pasar los test
e interpretar los resultados. En todos los casos, deben ir acompa-
ñados de una entrevista por el profesional y especialista en TCA.
Los más conocidos son:

1. Eating Attitudes Test (EAT-40)


(Garner y Garfinkel, 1979)

El Eating Attitude Test (EAT-40) es un cuestionario com-


puesto por 40 ítems, con 6 posibles alternativas puntuables de 0
a 3, adecuado para administrarlo a partir de los 12 años de edad
o a partir de la primera menstruación. El EAT es el test que más
se ha utilizado para evaluar TCA en adultos y adolescentes de
diversas culturas (Garfinkel y Newman, 2001). También ha sido
validado a diversas lenguas, entre ellas al castellano (Castro et al.,
1991). Recoge síntomas y conductas patológicas hacia la comida.
Proporciona un índice de gravedad del trastorno, se considera
patológico si puntúa por encima de 30 puntos. Los límites son
de 0 a 120.
Los ítems están agrupados en siete factores: conductas bulí-
micas, imagen corporal con tendencia a la delgadez, uso o abuso
de laxantes, presencia de vómitos, restricción alimentaria, comer
a escondidas y presión social percibida al aumentar de peso.
Es un cuestionario ampliamente utilizado como instrumento
de cribado.
Existe también la versión reducida, EAT-26, también muy
utilizado.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

2. Eating Disorders Inventory (EDI-2)


(Garner et al., 1998)

Otra escala adaptada es la subescala de insatisfacción corporal


del Eating Disorder Inventory (EDI), test original de Garner,
Olmsted y Polivy (1983), y cuya primera adaptación española
fue realizada por Guimerá, Querol y Torrubia Beltri (1987) en
población patológica.
El EDI-2 es un cuestionario de autoinforme muy utilizado
para evaluar comportamientos y síntomas que normalmente
acompañan a los TCA. Es un instrumento de tipo autoinforme,
de fácil aplicación, que ofrece puntuaciones en 11 escalas que son
clínicamente relevantes en el caso de los TCA.
Cuando el punto de corte es de 80 para la puntuación total,
la sensibilidad es del 91 % y la especificidad del 80 %; cuando es
de 105 puntos, la sensibilidad es del 82 % y la especificidad del
89 %.
En un importante estudio español realizado por Tea Ediciones
(Garner, 1998), se adaptó la segunda versión (EDI-2). En la
versión original de 1983 el test incluía 8 subescalas que evalúan
diferentes características psicológicas asociadas a los TCA. En
la segunda versión se añadieron 3 subescalas más, quedando
definitivamente un test de 91 ítems. Algunas de las subescalas
incluidas son: obsesión por la delgadez, bulimia, insatisfacción
corporal, ineficacia... Las escalas se contestan entre 6 opciones
de respuesta, y no se obtiene una puntuación total sino un perfil,
que puede ser contrastado con los obtenidos en población nor-
mal o patológica.
El Eating Disorders Inventory (EDI) es un cuestionario de 64
ítems, evalúa distintas áreas cognitivas y conductuales. El valor de
este cuestionario está en la posibilidad de conocer de forma sepa-

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© Editorial UOC Capítulo IX. Detección de los TCA

rada diferentes aspectos cognitivos y conductuales de la patología


alimentaria. Estas se hallan agrupadas en 8 subescalas distintas:

1) Impulso a la delgadez: intenso impulso a estar más del-


gado (7 ítems).
2) Bulimia: pensamientos o comportamientos bulímicos (7
ítems).
3) Insatisfacción corporal: insatisfacción con el cuerpo,
tanto por su forma general como por algunas partes del mismo
(9 ítems).
4) Ineficacia y baja autoestima: sentimientos de incapa-
cidad general, inseguridad, bajo aprecio o desprecio (10 ítems).
5) Perfeccionismo (6 ítems).
6) Desconfianza interpersonal: incapacidad para mostrar
los sentimientos, desconfianza y dificultad de comunicación con
los demás (7 ítems).
7) Conciencia interoceptiva: grado de dificultad para inter-
pretar las sensaciones corporales relacionadas con el hambre y
la saciedad. Desconfianza en relación con el funcionamiento del
cuerpo y de las emociones (10 ítems).
8) Miedo a la madurez: deseos de volver a la seguridad de
la infancia (8 ítems).

Esta escala para trastornos de la alimentación fue desarrollada


en el año 1983 por Garner et al., y cuenta con una forma revisada
de 1999. Las tres primeras subescalas miden comportamientos y
actitudes hacia la comida, el peso y la imagen corporal; los des-
ajustes expresados en estas áreas no son específicos de la anore-
xia nerviosa, ya que aparecen respuestas similares en grupos de
personas preocupadas por su dieta. Las otras cinco subescalas
evalúan características psicológicas generales asociadas con

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

trastornos alimentarios, que son aspectos fundamentales de la


anorexia nerviosa. Posteriormente, se desarrolló el EDI-2, que
consiste en las mismos 64 reactivos del EDI original, pero ade-
más introduce 27 reactivos adicionales clasificados en otras tres
subescalas: ascetismo, regulación de los impulsos e inseguridad
social. El nivel de estudios requerido para contestarlo es el de
quinto año de primaria.
Cada ítem se evalúa según una escala de seis puntos, se pueden
sumar todas las subescalas para un puntaje global o utilizar cada
subescala por separado; clínicamente posee mayor relevancia el
valor cuantitativo de cada una de las ocho subescalas que la pun-
tuación global. La puntuación total máxima de este cuestionario
es de 192, el punto de corte está por encima de 42 puntos en las
ocho subescalas originales para diagnosticar un TCA.
Hay diversas opiniones en cuanto a la utilidad del EDI, varios
autores sugieren que puede ser utilizado como prueba de tami-
zaje en muestras no clínicas, pero se debe tener en cuenta que su
habilidad para diferenciar entre los tipos de TCA es cuestionable.
Sin embargo, se sugiere que el EDI es capaz de discriminar entre
individuos con TCA e individuos sin padecimientos psiquiátri-
cos.
La puntuación máxima de EDI es de 192. Las respuestas se
puntúan de 1 a 3. La media de los casos de control se sitúa en 28.
En la subescala que mide la imagen corporal el grupo control no
debe superar una puntuación de 9.
Como en el EAT, se cuenta también con una forma reducida,
que puede utilizarse como medida de screening.

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© Editorial UOC Capítulo IX. Detección de los TCA

3. Autoconcepto Forma 5 (AF5)


(Musitu y García, 1999)

Este test amplio y validado se utiliza para la valoración de


la autoestima. Consta de 36 ítems. El autoconcepto es enten-
dido como multidimensional, ordenado jerárquicamente y cada
vez más diferenciado con la edad. Está basado en el modelo
Shavelson, Hubner y Stanton (Shavelson et al., 1976; Byrne y
Shavelson, 1996). En las últimas décadas se ha venido subrayan-
do la importancia del autoconcepto en el bienestar psicosocial
desde diferentes ámbitos de la psicología (Steven, 1996). En el
cuestionario AF5 se evalúan 5 dimensiones (sociales, académico/
profesionales, emocionales, familiares y físicas), con 6 ítems cada
una de ellas.
Según los autores de este test (Musitu y García, 1999) para
seleccionar los ítems que configuran el AF5 se utilizó el proce-
dimiento del juicio de expertos, a partir de un total de 335 ítems
construidos con las definiciones de sí mismos aportadas por 315
sujetos. El proceso de selección siguió tres fases:

1) Se estipularon las dimensiones fundamentales que evalua-


ban los ítems: Académica/laboral, Social, Emocional, Familiar y
Física.
2) Se determinaron qué dimensión o dimensiones evaluaba
cada uno de los ítems.
3) Se seleccionaron 6 ítems para cada dimensión.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

4. Eysenck Personality Inventory (EPI)


(Eysenck y Eysenck, 1990)

Este test permite evaluar dos dimensiones de la personalidad:


neuroticismo y extraversión (con sus dos subescalas, impulsivi-
dad y socialización).
Una revisión bibliográfica hecha por Eysenck (1960) muestra
la solidez y el reconocimiento de la importancia de valorar dos
dimensiones o factores: la extraversión-introversión y el neuroti-
cismo (emotividad o ansiedad) - estabilidad emocional.
Test Scoff (Sick Control One stone Fat Food)
El test Scoff (Morgan et al., 1999) es un test de cribado para
los trastornos del comportamiento alimentario. Es un cuestio-
nario autoadministrado de solamente 5 ítems con respuestas
dicotómicas (SÍ-NO). Cada respuesta afirmativa es valorada con
un punto. El punto de corte propuesto para el cribado en la
población general es igual o superior a 2 puntos.
Las preguntas son las siguientes:

–– ¿Tiene la sensación de estar enferma porque siente el esto-


mago tan lleno que le resulta incómodo?
–– ¿Está preocupada porque siente que tiene que controlar
cuanto come?
–– ¿Ha perdido recientemente más de 6 kg en un período de
3 meses?
–– ¿Cree que está gorda aunque otros digan que está dema-
siado delgada?
–– ¿Diría que la comida domina su vida?

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© Editorial UOC Capítulo IX. Detección de los TCA

5. ChEAT (versión infantil del EAT-26;


Children Eating Attitudes Test)

El ChEAT fue desarrollado por Maloney et al. en 1988. Es


un cuestionario autoaplicable a partir de los 8 años (requiere un
nivel de lectura para responderlo de quinto año de primaria), que
puede ayudar en la valoración de la preocupación por la comida,
modelos de alimentación y actitudes ante la comida en estas eda-
des. Una puntuación total en la escala superior a 20 puntos indi-
caría la posible presencia de TCA. Existe una versión adaptada a
la población española.

6. BULIT (test de bulimia)

El BULIT (Smith y Thelen, 1984) fue diseñado con el obje-


tivo de cubrir algunas necesidades detectadas en el ámbito de la
evaluación de la bulimia, como la distinción entre personas con
bulimia frente a personas sin problemas de TCA; personas con
bulimia frente a personas con otros TCA; y subgrupos de buli-
mia basados en criterios específicos. Consta de 32 ítems (más
4 ítems de carácter informativo relativos a abuso de laxantes y
uso de diuréticos, así como sobre amenorrea) que se distribuyen
en cinco dimensiones (atracones o descontrol de las comidas,
malestar, vómitos, tipo de alimento y fluctuación en el peso).
Existe una versión adaptada a la población española.
Existen otros test o cuestionarios, validados por la comuni-
dad científica, que servirán para detectar si existe una situación
psicopatología conductual: impulsividad, ansiedad, depresión,
cambios de personalidad y obsesión.

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© Editorial UOC Capítulo X. Diagnóstico de los TCA

Capítulo X
Diagnóstico de los TCA

Además de los cuestionarios anteriormente descritos o los


que el terapeuta crea oportuno, el profesional debe realizar una
entrevista clínica que se complementa con la exploración física
psicopatológica y conductual y las exploraciones complementa-
rias, con el objetivo de valorar la existencia de alteraciones somá-
ticas, emocionales, conductuales y cognitivas.
Con la anamnesis del paciente se puede completar su historial
clínico.
Comprende antecedentes familiares y personales, signos y
síntomas que experimenta en su enfermedad, recuerdos, expe-
riencias y comportamientos.
La entrevista individual y familiar es básica para poder hacer
una buena historia clínica y un diagnóstico eficaz.
El terapeuta tendrá en cuenta muchas de las respuestas que
formularán los pacientes. Un aspecto importante es que, a menu-
do, los pacientes de TCA tienden a no ser sinceros o bien a ocul-
tar algunos aspectos por vergüenza o temor a ser diagnosticados.
Por esta razón es muy importante que el terapeuta sea empático
y se gane la confianza de la persona enferma.
La entrevista siempre debe realizarse con la presencia de un
familiar o de una persona de su entorno más próximo.
Durante la anamnesis, se preguntará sobre los siguientes aspectos:

–– Físicos: peso, piel y mucosa, y menstruación.


–– Emocionales: angustia, depresión y aislamiento social.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Conductuales: dietas, ejercicio, atracones, extravagancias


con la comida, hábitos alimentarios personales y familiares,
conductas purgantes e hiperactividad física.
–– Cognitivos: distorsión de la imagen y conciencia de enfer-
medad.

La evaluación de la ingesta alimentaria es primordial, tanto


desde el momento de su diagnóstico como durante la evolución
de su tratamiento.
Conocer exactamente la ingesta de una persona es muy difícil,
a pesar de ello citaremos los métodos más utilizados que sirven
para evaluar la ingesta de los pacientes:

Recordatorio de 24 horas. Se trata de que el paciente recuer-


de con exactitud todo lo que consumió, tanto alimentos como
bebidas, el día anterior. Es un método fácil y el personal que rea-
liza la entrevista ha de ser muy hábil, enseñando fotografías que
representen las raciones de los diferentes platos o recipientes.
Esta interacción constante con el paciente ha de realizarse, ya
que este puede obviar, minimizar o maximizar las raciones de los
alimentos. Es un dato básico para la evaluación de su ingesta. De
todas maneras, este recordatorio puede ser un punto de inicio; es
necesario hacer una evaluación más completa.
Registro alimentario. Es más complicado que el anterior y
exige la máxima colaboración del paciente y de sus familiares.
Consiste en documentar todos los alimentos y bebidas consumi-
das por una persona durante un período de tiempo determinado,
generalmente durante 3, 5 o 7 días. El individuo debe pesar los
alimentos y anotarlos antes de su consumo. Se necesita un entre-
namiento previo del paciente. Este método conlleva muchos
inconvenientes, como los pacientes que comen fuera de su casa,

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© Editorial UOC Capítulo X. Diagnóstico de los TCA

el riesgo de modificar los hábitos alimentarios y consumir ali-


mentos fáciles de pesar, es decir, «engañar», ya que pesar tiene
una gran dificultad. Es un método difícil para que lo realice un
paciente con un TCA.
Registro semicuantitativo. Este método registra la ingesta
mediante la descripción cuantitativa, y así se sustituye el acto
de pesar los alimentos. Para ello, se utilizan medidas caseras o
descripciones de las raciones consumidas. Es importante que el
paciente esté motivado, así como la interpretación del tamaño de
las raciones. Para ello se utilizarán fotografías, modelos de ali-
mentos, etc. Los pacientes tienden a definir la alimentación como
«normal», pero no existe una normalidad objetiva. En la práctica
clínica es más aceptado por el paciente.
Historia dietética. Es el método más apropiado en la prác-
tica clínica. El objetivo es obtener la máxima información sobre
la ingesta alimentaria habitual de los pacientes. El entrevistador
debe «sacar» la máxima información de todo lo que estos comen,
las variaciones diarias de consumo, los métodos culinarios, etc.
Frecuencia de consumo de alimentos. Se trata de valorar
el consumo de una lista de unos 150-200 alimentos que se con-
sumen frecuentemente en el entorno del paciente, en un período
largo de tiempo. Deben responder si se trata de un consumo dia-
rio, semanal, de 3-4 veces por semana o de 1-2 veces por semana
o, por último, un consumo de 1-2 veces al mes. Se utiliza poco en
la práctica clínica, pero sí en estudios epidemiológicos.

Otros aspectos alimentarios que se deben tener en cuenta son:

–– Tipos de cocciones que normalmente dominan en sus


prácticas culinarias, si toman edulcorantes o alimentos des-
natados, preferencias o aversiones alimentarias.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Conocer si el paciente es el responsable de la planificación,


compra, cocinado de los alimentos, o de quién depende.
–– Aspectos del comportamiento alimentario. Si comenta que
nunca consume un grupo de alimentos, preguntarles por
qué. Saber si se trata de una aversión, un mal recuerdo de
la infancia, o si tiene una falsa creencia sobre el alimento. O
por el contrario, si predomina un alimento saber la causa.
–– Si come acompañado o solo, el horario y la duración de
las comidas y el número de comidas que realiza al día.
También es importante saber el lugar donde habitualmente
come: sentado en un sofá, en un restaurante, en la cocina.
–– No se deben olvidar cuestiones relacionadas con el com-
portamiento alimentario. Si tiene hábito de picar entre
horas, si en algunas ocasiones hace atracones y, aunque sea
incómodo, si realiza alguna práctica compensatoria, como
por ejemplo vomitar. Si se preocupa por las calorías de los
alimentos, por la comida sana, etc.

Otros aspectos que formaran parte del diagnóstico serán


el análisis clínico, la exploración física, el electrocardiograma y
otras pruebas complementarias. Respecto al análisis clínico, se
pedirá un hemograma completo, la glucemia, el colesterol total,
los triglicéridos, las enzimas hepáticas (AST, ALT y GGT), iones
(K, Na, Cl, Ca, P y Mg), proteínas totales y albúmina, creatinina
y urea, TSH, T3 y T4 libre, coagulación (TP, TTPa), orina (sedi-
mento y osmolaridad) y perfil hormonal femenino.
Los parámetros analíticos permiten descartar posibles proble-
mas orgánicos debido a la pérdida de peso. Pero debe advertirse
siempre que una analítica normal no descarta nunca un TCA.
En algunos casos ha sucedido que el paciente lo utiliza como un
refuerzo positivo para demostrar que no tiene ningún TCA.

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© Editorial UOC Capítulo X. Diagnóstico de los TCA

Paralelamente, se recogerán los valores de las constantes vita-


les: frecuencia cardíaca, frecuencia respiratoria, tensión arterial,
temperatura corporal.
Otro dato importante es el peso, la talla y el IMC = peso kg/
talla m2. Si el IMC es mayor que 25, se considera sobrepeso; si
está entre 25-18,5, se considera normal, y si es menor que 18,5,
se considera desnutrición. La CIE-10 establece como pauta diag-
nóstica para una anorexia nerviosa un IMC menor que 17,5. En
muchos pacientes con atracones recurrentes o con bulimia, el
IMC es elevado. En los menores de edad, se debe calcular el IMC
y comparar con los percentiles de cada una de las edades y sexo.
Otra exploración complementaria es averiguar el porcentaje
de grasa corporal y también medir los pliegues corporales. Un
pliegue cutáneo mide indirectamente el grosor del tejido adiposo
subcutáneo. La determinación de los pliegues corporales permite
valorar los depósitos de grasa corporales mediante la determina-
ción del grosor del pliegue cutáneo en varios sitios del cuerpo:

–– Pliegue bicipital. Se mide el pliegue vertical en la parte


media frontal del brazo, directamente por encima de la
fosa cubital, al mismo nivel que la marca del punto medio
del brazo.
–– Pliegue tricipital. El brazo debe colgar ligeramente al cos-
tado del cuerpo. Se toma el pliegue a la altura del punto
medio del brazo.
–– Pliegue subescapular. El sitio de medición debe corresponder
al ángulo interno debajo de la escápula y debe tener un ángulo
de 45 º en la misma dirección del borde interno del omóplato.
–– Pliegue suprailíaco. Se mide por encima de la cresta ilíaca,
de 1 a 2 cm en referencia a la línea axilar media, en forma
oblicua y en dirección hacia la zona genital.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Perímetro de cintura. Mediante una cinta inextensible se


mide la cintura de los sujetos. El sujeto debe estar relajado,
de pie y con el abdomen descubierto. Se toma la distancia
vertical entre el borde costal inferior y el borde superior de
la cresta ilíaca, en ambos costados, y allí se coloca la cinta
sin comprimirla; al final de la expiración del sujeto se toma
la lectura de la cintura.
–– Perímetro de la cadera. Mediante una cinta inextensible se
mide la cadera de los sujetos. El sujeto debe estar relajado
y descubrir la zona que comprende la cadera para poder
palpar los trocánteres mayores de la cabeza del fémur. Al
localizarse los trocánteres se coloca la cinta métrica alrede-
dor de estos, en su circunferencia máxima, y se procede a
su lectura.
–– Índice cintura-cadera. Se calcula mediante la fórmula
perímetro cintura (cm)/perímetro de la cadera (cm). La
relación cintura/cadera mayor de 0,85 para las mujeres y
de 0,9 para los hombres es indicadora de obesidad central.
Valores superiores a 1 en mujeres y 0,9 en varones son
indicadores de obesidad ginoide.
–– Índice cintura-talla. Se calcula dividiendo el perímetro de
la cintura (cm) por la estatura (cm). Se ha utilizado como
punto de corte un índice cintura-talla igual a 0,5.

Otras exploraciones que deben realizarse son:

–– Exploración de piel y mucosas y exploración dentaria.


–– Estado de hidratación de la piel y mucosas (pliegue cutá-
neo).
–– Si presentan pigmentación caroténica, uñas frágiles, alope-
cia.

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© Editorial UOC Capítulo X. Diagnóstico de los TCA

–– Es necesario observar si existen lesiones de autoagresión,


cortes, arañazos, etc.
–– También si existen signos de haberse provocado el vómi-
to, como lesiones dentales, caries, o lesiones en la mucosa
bucal, en la faringe.
–– También las petequias, o la hipertrofia de las glándulas
parótidas y submaxilares, o unas duricias que se forman en
los dedos o en el dorso de la mano (signo de Russell).
–– Por último, en según qué pacientes, se realiza una explo-
ración cardiocirculatoria mediante un electrocardiograma,
exploración respiratoria y, en algunos casos, neurológica. 

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

Capítulo XI
Tratamiento de los TCA

El ámbito de tratamiento para los TCA es muy variado.


Abarca desde los distintos niveles de asistencia ambulatoria (el
paciente puede recibir tratamiento médico, asistencia psicológica
o psiquiátrica individual o grupal, así como familiar y asesora-
miento nutricional), pasando por programas residenciales y de
hospital de día, hasta la hospitalización completa.
Para poder derivar al enfermo es muy importante la evalua-
ción completa del paciente y poder analizar cada caso y darle su
adecuado tratamiento.

1. Principios generales del tratamiento

Con independencia del método terapéutico que se utilice,


fundamentalmente se basa en dos aspectos: la renutrición del
paciente y el tratamiento psicológico.
Por lo tanto, definimos los siguientes objetivos:

–– Conseguir una rehabilitación nutricional (recuperación o


mantenimiento de un peso adecuado a la edad y talla).
–– Evitar o tratar las complicaciones orgánicas sobrevenidas.
–– Diagnosticar y tratar los problemas psicológicos y socio-
familiares.
–– Prevenir las recaídas.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Los profesionales que tratan los TCA se encuentran muy a


menudo con un grave problema, que es la falta de conciencia
de enfermedad que presentan algunos pacientes. Prochaska
y Di Clemente denominaron a esta fase etapa de precontem-
plación. Esta fase se caracteriza por la negación del problema.
Escucharemos expresiones como: «este es mi estilo de vida», «no
me pasa nada», «me sienta mal la comida y a veces vomito», «me
harto enseguida», «no tengo hambre» o «soy vegetariana». En
esta fase, la paciente necesita información y feedback, con el pro-
pósito de mejorar su conciencia de enfermedad y la posibilidad
de cambio de conducta. El terapeuta se enfrenta a la resistencia
al cambio y la falta de motivación de la mayoría de los pacientes.
Estos pacientes desean mantener la delgadez extrema, ya que lo
han conseguido en un tiempo determinado y, consecuentemente,
obvian las repercusiones físicas que pueden sufrir. La empatía del
profesional con el enfermo es clave. Debe evitarse la confronta-
ción y establecer un feedback para que pueda reconocer que está
sufriendo un TCA.

2. Áreas básicas de salud

En la mayoría de los casos, es el médico de familia el que tiene


el primer contacto con el paciente de TCA. Los enfermos acuden
a los médicos de familia tras un peregrinaje por diferentes pro-
fesionales de la salud: nutricionistas, psicólogos, dermatólogos...
Los médicos de familia derivarán los pacientes a los centros de
salud mental.
Los profesionales deben contribuir a hacer un diagnóstico
precoz de los TCA. Deben estar sensibilizados con estos tipos

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

de trastornos y derivar, si es necesario, al profesional especiali-


zado ante conductas sospechosas para descartar la existencia de
un TCA.
El protagonismo de los médicos de familia y pediatras es
fundamental; deben tener una formación adecuada sobre estos
trastornos y ser capaces de hacer un diagnóstico lo más precoz
posible y, en consecuencia, tratar o derivar los casos que lo
requieran. Asimismo, el equipo de atención primaria debe ser el
organizador de programas psicoeducativos dirigidos a las fami-
lias, a otros profesionales de la salud, a los profesionales de la
enseñanza y a otros profesionales que puedan estar relacionados
con los TCA.
Los objetivos de los centros de atención primaria y de los
médicos de familia y pediatras son:

–– Informar de forma clara a los pacientes y familiares.


–– Comprometer a las familias en la prevención y el trata-
miento.
–– Hacer un diagnóstico y una evaluación física precoz.
–– Adoptar la decisión del tratamiento in situ o de la deriva-
ción.
–– Instaurar un tratamiento nutricional o farmacológico.
–– Efectuar un control de las complicaciones físicas.
–– Hacer el seguimiento del caso y la prevención de las recaí-
das.
–– Coordinarse con el resto de recursos médicos, sociales,
educativos, etc.

Ante la sospecha de la existencia de un TCA, el primer paso


será informar al paciente y a su familia, siempre contando con la
ayuda del especialista.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Una tarea fundamental del médico de familia es trasmitir al


paciente y a sus familiares la certeza del trastorno, que puede y
debe curarse y que se precisa la colaboración de la familia, con
actitud comprensiva y realista.
En la mayoría de centros hospitalarios, existe un equipo mul-
tidisciplinar de profesionales de la salud para poder tratar a los
enfermos de TCA. Cada centro tiene una organización caracte-
rística, pero se podría generalizar que en la intervención terapéu-
tica destacan tres fases principales.
Según la guía de salud consultada, los objetivos del tratamien-
to en los TCA son los siguientes:

–– Restaurar o normalizar el peso y el estado nutricional a un


nivel saludable para el paciente en el caso de la anorexia
nerviosa. El soporte nutricional podrá ir desde una dieta
basal, si la persona afectada presenta normonutrición, o
bien dietoterapia específica (dieta oral) si coexiste con algu-
na patología asociada, hasta la práctica de una nutricional
artificial (enteral oral o parenteral intravenosa) si existe
una malnutrición energético-proteica grave. En el paciente
ambulatorio, la realimentación habitual incluye seguir una
dieta normal. En el hospital de día, el tratamiento es más
intensivo y prolongado que a nivel ambulatorio. Cuando
el tratamiento ambulatorio o de hospital de día es insufi-
ciente, o el paciente presenta algún problema agudo, está
indicado el ingreso hospitalario.
–– Tratar las complicaciones físicas.
–– Proporcionar educación sobre patrones alimentarios y
nutricionales sanos. Además, se pueden entregar unas
recomendaciones generales sobre los principios de la
dieta equilibrada, en proporción, variedad y frecuencia de

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

alimentos, o más específicas según el tipo de TCA. Con


la educación nutricional se pretende orientar a la persona
afectada y a la familia respecto de la conducta a seguir e
incrementar la motivación del paciente para que coopere
y participe.
–– Modificar/mejorar las disfunciones previas o adquiridas a
consecuencia de los TCA (pensamientos, actitudes, senti-
mientos, conductas inadecuadas, etc.), así como incremen-
tar el peso, reducir/eliminar los atracones y purgas, tratar
la depresión, entre otras variables clínicas de interés. Para
ello se dispone de diferentes tratamientos: terapias psicoló-
gicas, tratamientos farmacológicos o una combinación de
intervenciones.
–– Tratar los trastornos asociados (comorbilidades), tanto psi-
quiátricos (incluyendo las alteraciones del estado de ánimo,
la baja autoestima, la conducta, etc.) como físicos (diabetes
mellitus, etc.).
–– Conseguir el apoyo familiar de la persona afectada por el
TCA y proporcionarle asesoramiento y terapia cuando sea
necesario.
–– Prevenir las recaídas, lo que incluye abordar y prevenir
situaciones que puedan favorecerlas y planificar estrategias
para enfrentarse a ellas. Entre los aspectos que controla-
remos cabe mencionar las variaciones del peso corporal,
la solicitud de dietas y de fármacos por parte del paciente,
el control de los hábitos alimentarios correctos, el uso de
conductas purgativas, la práctica de ejercicio físico excesi-
vo, el control de un correcto desarrollo pondoestatural y
psicomotor, la detección de cualquier desequilibrio emo-
cional o presión ambiental y el control y la atención a la
familia.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Existe también un tratamiento en los casos de TCA crónicos,


así como la atención de los TCA ante situaciones especiales
como el embarazo y el parto.
Veamos un ejemplo en los objetivos en el tratamiento de la
bulimia nerviosa.

Según R. Sánchez Sanz:

1. Restablecer unas pautas nutricionales saludables.


2. Recuperación física:
a) Estabilización del peso.
b) Rehidratación y recuperación hidroeléctrica.
c) Corrección de anomalías secundarias a la bulimia:
i. Reflujo gastroesofágico.
ii. Erosión mucosa del aparato digestivo.
iii. Dilatación gástrica.
iv. Erosión del esmalte dental.
v. Inflamación parotídea.
3. Recuperación del estado mental:
d) Mejorar el estado anímico.
e) Corregir las alteraciones de la personalidad.
f) Evitar el abuso de drogas (incluido el alcohol).
g) Disminuir el nivel de ansiedad provocado por la comida.
h) Restablecer unas relaciones familiares adecuadas.
i) Corregir las pautas de interacción social alteradas.

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

3. Estadios del paciente

Cuando el paciente acude a la consulta del profesional de


la salud, pasa por diferentes estadios, siguiendo el modelo de
Prochaska y Di Clemente. Las fases son:

1) Precontemplación. En esta fase el paciente no tiene con-


ciencia de enfermedad, no reconoce el problema. Es una fase
muy importante, donde el objetivo del terapeuta es explicar el
problema evitando centrar el tema en la comida, hablar de temas
que interesen al paciente, explicar lo que ocurre en otros casos.
2) Contemplación. En la contemplación nos encontramos
con un paciente que sabe que tiene un problema, pero todavía
no se ha planteado que tenga de cambiar, está en una fase de
dudas. El objetivo en este caso es ayudarle a analizar los pros y
los contras, verbalizando cada uno de ellos.
3) Preparación. El paciente quiere solucionar su problema,
pero no sabe cómo hacerlo. Es una fase muy importante para el
terapeuta ya que debe ayudarle a explorar los miedos y plantearle
cómo se pueden solucionar.
4) Acción. El paciente tiene un plan y desea ponerlo en mar-
cha. Se negociará y pactará el plan con el paciente y se describirá
cómo será la vida después de ejecutar el plan de tratamiento.
5) Mantenimiento. Se deben evaluar los cambios que se han
producido durante el tratamiento y las dificultades encontradas,
poner soluciones y seguir adelante.

Algunas veces se pueden recomendar libros de autoayuda


para ayudar a los pacientes en sus logros. Uno de ellos es Deseo
de cambiar de Crisp, Joughin, Halek y Bowyer. A continuación
se propone un modelo (R. Sánchez Sanz) que incide sobre los

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

aspectos más significativos para mejorar: 25 pasos para alejar de


tu vida este problema. Este texto sería interesante leerlo con el
terapeuta, puede servir para desbloquear la comunicación con el
paciente.

25 pasos para alejar de tu vida este problema

Párate y piensa
1. Conócete mejor.
2. ¿Puedes aceptar que puedes cambiar?
3. Toma conciencia de empezar algo.
4. La bulimia te está ayudando a evitar otros problemas.
5. Eres un experto en bulimia, necesitas desarrollar otras acti-
vidades nuevas.
6. Sé sincero, cuidado con las excusas.
7. Necesitas tolerar tus temores y malos sentimientos.
8. Aprende a comunicarte mejor con tus padres; si aprendes
de ellos puedes aprender de ti mismo.
9. Sal con tus amigos, no tengas miedo a hacer cosas.

Aprende a no obsesionarte con el peso


10. Necesitas tu propia identidad. ¡Independízate!
11. Piensa en comer sin angustiarte.
12. Siente el control sobre la comida. Intenta realizar dietas
con todos los nutrientes.
13. Aprende a conocer tu cuerpo, cómo se desarrolla, lo
importante que es para él un peso normal.
14. Debes comer varias veces al día con una ingesta de calorías
acorde a la actividad física.

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

15. Plantéate una disminución de los atracones, debes perder


la costumbre de vomitar y/o usar laxantes, realiza un ejer-
cicio físico adecuado.
16. Haz un diario o registro de tus sentimientos, logros, recur-
sos.
Aprende a vivir
17. Retoma tu vida. Márcate una meta. Necesitas desarrollar
tu propia competencia para conseguir lo que quieres.
18. El camino para conseguir tu objetivo puede ser difícil pero
muy satisfactorio, tu voluntad ha triunfado.
19. Tu tiempo y espacio han «aumentado», ocúpalos con nue-
vas metas.
20. Si vives sin tensión y sin obsesiones tu cuerpo y tu mente
te lo agradecerán.
21. La tentación está ahí, y a veces lo demás no es suficiente;
expresa tus sentimientos y si es necesario pide ayuda.
22. Negocia tus relaciones familiares, marca los límites, integra
con normalidad el afecto y el respeto.
23. La influencia de los demás no debe hacerte dudar de tus
convicciones.
24. Necesitas amigos, la diversidad humana te rescata a ti
mismo.
25. Permite que los demás te ayuden, tú mereces la pena.

4. Hospitales de día

La hospitalización parcial se llevará a cabo mediante los hos-


pitales de día, que se refieren a un modelo de tratamiento que

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

provee de servicios terapéuticos y de hospedería durante 8 a 12


horas al día, y durante 3 a 5 días a la semana.
Generalmente, los hospitales de día están incluidos en unida-
des específicas de tratamientos de TCA o en servicios psiquiátri-
cos de hospitalización completa. Los hospitales de día en TCA
se están utilizando cada vez más con la intención de reducir la
duración de la hospitalización de algunos pacientes, sobre todo
para casos más leves.
Los hospitales de día son una herramienta muy útil para tra-
bajar diferentes aspectos terapéuticos grupales y para pacientes
muy motivados para su curación.
Otro aspecto que cabe tener en cuenta es que los profesiona-
les que tratan a los pacientes en los hospitales de día forman en
un equipo multidisciplinario. La naturaleza multicausal de esta
enfermedad obliga a que sea tratada teniendo en cuenta aspectos
biológicos, psicológicos, familiares y sociales.

4.1. Criterios de inclusión para el tratamiento


de hospital de día

Los criterios de inclusión son:


–– Recuperación del peso. Pérdidas ponderales superiores al
15 % sin complicación física severa. Pérdidas de peso infe-
riores al 15 % con complicación física no severa.
–– Riesgo medio-bajo de suicidio.
–– Control del riesgo de las conductas de purga de intensidad
y gravedad media.
–– Fracaso del tratamiento en el ámbito ambulatorio.
–– Atención a las crisis familiares.

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

En la mayoría de hospitales existen varios programas.

EJEMPLO: En el Hospital de día de Bellvitge (Barcelona) se


están realizando los programas siguientes:
–– Programa de monitorización de comidas: consiste en
monitorizar las comidas tanto por lo que respecta al con-
trol de la dieta como a la atención emocional y afectiva de
los pacientes en el trance de comer.
–– Programa de reestructuración cognitiva: consiste en iden-
tificar los pensamientos distorsionados e irracionales, para
objetivarlos y poder modificarlos.
–– Programa de ergoterapia: se trata de que los pacientes
expresen sus sentimientos y emociones mediante la expre-
sión artística. Entre ellos destacan talleres de actividad
plástica.
–– Programa de habilidades sociales: en este programa se trata
de trabajar técnicas de habilidades sociales dirigidas a la
adquisición de actitudes y conductas que permitan interac-
ciones interpersonales satisfactorias.
–– Programa para el grupo temático: en estas actividades se
abordan temas o situaciones comunes para los pacientes.
Ellos proponen los temas que se quieren tratar y se llevan
a la práctica, identificándose el problema y buscando solu-
ciones mediante la reestructuración cognitiva.
–– Programa de relajación: se aplica la relajación de Jacobson.
–– Programa de imagen corporal: con diferentes técnicas de
vídeo feedback, marcadores de silueta y terapias psicomo-
trices de expresión corporal se pretende que los pacientes
adquieran una experiencia corporal sana, y que acepten su
imagen y la de los demás.
–– Programa de control médico y psiquiátrico.

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5. La hospitalización

La hospitalización de las pacientes con TCA atiende a dos


grandes objetivos: el primero, que es prioritario, es la recupe-
ración somática y ponderal; el segundo sería intervenir en los
aspectos más psicológicos del trastorno.
Existe una serie de criterios clínicos para la hospitalización de
los diferentes TCA. A continuación, mencionaremos los que se
tienen en cuenta para la anorexia nerviosa:
–– Pérdida de peso rápida y severa.
–– Inestabilidad médica.
–– Deshidratación.
–– Disritmia cardíaca (incluyendo alargamiento QT).
–– Trastornos electrolíticos.
–– Inestabilidad fisiológica. Hipotensión. Bradicardia.
Hipotermia (menor de 36 º). Cambios ortostáticos.
–– Complicación médica aguda de la malnutrición: síncope,
convulsión, fallo cardíaco, pancreatitis.
–– Detención del crecimiento y desarrollo.
–– Negativa absoluta a alimentarse.
–– Síntomas psiquiátricos comórbidos severos, depresión,
ideas de suicidio.
–– Atracones o conductas de purga imparables.
–– Ejercicio compulsivo.
–– Anorexia nerviosa de más de un año de evolución.
–– No mejora significativa o deterioro durante un tratamiento
ambulatorio de 12 a 16 semanas.
–– Relaciones adversas destructivas.
A continuación se mencionan los diferentes problemas que
pueden aparecer en los centros de hospitalización de TCA y las
posibles soluciones para resolverlos, según Treasure et al. (1995).

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

Problemas Soluciones

Negativa a comer. •  Movilizar el apoyo del grupo.


•  Establecer unas expectativas firmes.
•  Si se mantiene la negativa tras varias comidas,
proponer alimentación enteral; si aún mantiene
la negativa, aplicarla.
Lentitud de las comidas. •  Retirar la alimentación trascurrido el tiempo
fijado (35 min).
•  Si no hay avances, alimentación separada
en la habitación con supervisión directa de
enfermera.
Ritual de desmenuzar el alimento •  Consejo nutricional.
y contar las calorías. •  Si persiste, alimentación supervisada
individualmente. Detención en progresión de
privilegios.
Esconder comida, pasar comida •  Supervisión directa durante las comidas.
a los compañeros. •  Separarla de las compañeras de mesa.
•  Revisión de ropas, mesita de noche.
Uso excesivo de condimentos. •  Limitarlos.
Dudas sobre el consumo •  Supervisión estricta de las comidas y después
de los alimentos. de las comidas.
Vómitos. •  No entrar en el WC durante 1 hora después de
las comidas.
•  Revisión de pertenencias y bolsas de basura.
•  Ofrecer ayuda para entretenerse esos
momentos.
Ganancia muy rápida de peso. •  Limitar el consumo de líquidos.
•  Valorar presencia de edema.
•  Controlar si recibe alimentos de otras pacientes.
•  Control de ingesta de agua antes del peso.
•  Revisar ropa antes del peso.
Ganancia de peso muy lenta. • Controlar la alimentación.
•  Controlar que no esconde o tira la comida.
•  Controlar que no pasa comida a otras
compañeras.
•  Controlar el ejercicio a escondidas.
•  Controlar uso de laxantes o realización de
vómitos.
Ejercicio. •  Ponerle límites. Comunicarle nuestra sospecha.
Disociación del personal. •  No hablar sobre otros miembros del personal.
•  Fijar claramente roles y responsabilidades.
•  Fluidez comunicativa entre el personal.

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Al ingresar la paciente en una unidad de hospitalización todo


cambia, su autonomía queda limitada y se enfrenta a la parte más
oscura que ella trataba de evitar.
Existe una serie de procedimientos de evaluación y programas
por parte de los facultativos que consiste en una evaluación clíni-
ca: psiquiátrica, psicológica, psicométrica y somática.
Como medidas terapéuticas generales se someterá a los
pacientes a un programa de alimentación y recuperación pon-
deral. Además de estas medidas y programas se realiza una serie
de intervenciones psicoterapéuticas. La alianza terapéutica con
las pacientes es básica para mantener el tratamiento. La mayoría
de pacientes niegan la enfermedad y rechazan todo tipo de trata-
miento y ayuda. Las familias también presentan muy a menudo
resistencias y necesitan una intervención especial.
Los elementos de intervención psicológica en pacientes hos-
pitalizados son varios, como por ejemplo la influencia de los
medios de comunicación y de la publicidad sobre los modelos
estéticos corporales.
La intervención psicológica trata de esclarecer con las pacien-
tes los distintos factores implicados en el comienzo y manteni-
miento de los síntomas, y de mejorar el reconocimiento de la
enfermedad y el carácter de afrontamiento de la enfermedad.

6. Pisos terapéuticos

Los pisos terapéuticos son pisos tutelados por un equipo


multidisciplinar tanto en el ámbito social como en el sanitario.
Tienen como objetivo consolidar una conducta y hábitos ali-
mentarios saludables y, al mismo tiempo, conseguir la autonomía

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

personal y económica, prevenir las recaídas y mejorar la calidad


de vida. Algunas fundaciones y asociaciones ofrecen formación
en el ámbito sociolaboral e de inserción laboral.

7. Tratamiento especial para las familias de


los enfermos de TCA
La familia es un pilar importantísimo en el momento de iniciar
el tratamiento con pacientes de TCA.
Cuando aparece un TCA en un núcleo familiar, todo el entor-
no se siente afectado. Las relaciones, las emociones y los hábitos
cambian, por lo que la familia tiene que estar preparada para todo
ello.
La terapia debe incluir necesariamente a los familiares más
cercanos.
Desde el punto de vista de la alimentación, la familia debe
convertirse en un referente saludable. Es imprescindible promo-
cionar desde casa estilos de vida saludables y empezar de nuevo
una reeducación alimentaria en colaboración con los profesiona-
les de la salud.
Por otra parte, se les ha de ayudar a descentralizar el proble-
ma de la vertiente más física y, en cambio, reforzar los aspectos
basados en la comunicación, la capacidad de saber poner límites
y una sana expresión de las emociones entre los miembros de la
familia.
Es necesario que la familia recupere ese equilibrio y además
aprenda qué hacer cuando la paciente empieza a ir a casa y su
tratamiento está avanzado.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Los miembros de la familia han de recuperar sus vidas y


potenciar la autonomía de la persona que está en tratamiento.
Todo ello no es fácil, para ello existen los grupos de familias.
Son un espacio de encuentro de familias en diferentes fases del
tratamiento, dirigido por terapeutas especializados, donde se
trabajan aspectos conductuales, cognitivos, emocionales y rela-
cionales, problemáticos en las relaciones familiares.
Esta intervención terapéutica da una especial relevancia a la
ayuda y al soporte de grupo. Con las experiencias de otras fami-
lias se trabajan y fomentan aspectos como la expresión adecuada
de las emociones, la mejora de la comunicación y las estrategias
de resolución de conflictos, entre otros.
Algunas asociaciones han editado materiales para ayudar a las
familias de los afectados. Uno de los materiales seleccionados
es el realizado por la Asociación contra la anorexia y la bulimia:
¿Qué le pasa? Lo podemos encontrar en la web de la ACAB (www.
acab.org) en el apartado Publicaciones.
Un fragmento interesante de este material es: «Seamos rígidos
con la enfermedad y comprensivos con la persona. Hemos de
tener en cuenta en todo momento que, por encima de la enfer-
medad, está nuestro hijo o nuestra hija, con quien seguimos
compartiendo la vida, conviviendo y a quien seguimos amando.
Hemos de aceptar los cambios físicos, mentales, emocionales y
sociales que vive nuestro hijo o nuestra hija, propios de la ado-
lescencia y que están latentes en esta enfermedad. No debemos
pretender que nuestro hijo o nuestra hija vuelva a ser el niño o
la niña de antes».

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

8. Tratamientos psicológicos empleados en


los TCA (según Lechuga y Gámiz, Trastornos
de la Conducta Alimentaria 2, 2005, 142-157)

Desde el punto de vista psicológico, el cuadro clínico de los


TCA se caracteriza por:

1) Ansiedad. El rasgo central de la ansiedad es el sentimien-


to de no ser capaz de controlar los procesos futuros. Tanto en
la anorexia como en la bulimia genera una gran ansiedad no
poder controlar su vida, sus ingestas. Según Morandé (1995), «la
frustración de no conseguir un “cuerpo perfecto” potencia este
síntoma que termina siendo incapacitante en muchos casos».

2) Obsesiones. La obsesión por adelgazar constituye un


aspecto básico en los TCA. La diferencia está en que mientras la
anoréxica logra su objetivo, para la bulímica es un objetivo casi
siempre inalcanzado. En la paciente con TCA siempre están pre-
sentes dos ideas obsesivas: peso y comida.

3) Depresión. La tristeza y el cambio de carácter son muy


frecuentes en estas pacientes y pueden ser los primeros síntomas
que detectan las personas de su entorno. En muchos casos, la
inanición lleva aparejada la depresión. Es muy frecuente que al
realimentar a estas pacientes el cuadro depresivo mejore signifi-
cativamente (Toro, 1987). El cuadro depresivo culmina, desgra-
ciadamente, en muchos casos, con intentos de autolisis que son
particularmente frecuentes en bulimia.

4) Distorsiones cognitivas. La distorsión fundamental en


estas pacientes es la de la imagen corporal, y es una de las carac-

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

terísticas más incomprendidas por las personas de su entorno. El


nivel de distorsión no es estable. En pacientes con anorexia este
nivel aumenta conforme la paciente va reduciendo su peso.

5) Baja autoestima. Todas las personas con TCA tienen una


autoestima muy baja. Sus pensamientos automáticos irracionales
son tan abundantes que continuamente están destrozando su
autoestima. Su perfeccionismo también les provoca elevadas
expectativas que acaban siempre en frustración.

6) Falta de autocontrol, especialmente marcada en la buli-


mia. Lacey, citado por Fairburn (1998), ha señalado que «estas
personas tienen un problema de control de los impulsos y su
problema alimentario es una expresión de aquel».

8.1. Objetivos terapéuticos

Según el área psicológica de AETCA y ADANER, los objeti-


vos terapéuticos del tratamiento psicológico son:

La información. La información que se proporciona a los


pacientes es, por una parte, informarles de la sintomatología y
características de la enfermedad para que «tomen conciencia
de la enfermedad» y de las consecuencias físicas y psicológicas
de las dietas drásticas, de los atracones, vómitos y otros tipos
de conductas purgativas. El paciente deberá tener información
adecuada de los terribles riesgos que los TCA conllevan para su
salud, tanto física como mental.

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

Contrarrestar la presión social. Hay que liberar, en la medi-


da de lo posible, a los pacientes de los efectos perjudiciales de
los medios de comunicación, y en particular, de la publicidad
engañosa y sesgada a que se ven sometidas.

La modificación conductual. Se dirigirá a los siguientes


aspectos:
1) Identificación de los factores precipitantes y de manteni-
miento de las conductas problemáticas.
2) Establecer estrategias incompatibles con las conductas
problemáticas. EJEMPLO: Asignar ciertas tareas a realizar en
los momentos en que la paciente suele presentar conductas pur-
gativas.
3) Reorganización de los patrones alimentarios correctos.
4) Fijar metas adecuadas. Las metas que se acuerden con los
pacientes deben ser concretas y realistas, en todo caso de dificul-
tad progresiva, lo que les proporcionará logros que aumenten su
autoestima (Branden, 1995) y seguridad.
5) Establecimiento de un sistema de refuerzos. Los pacien-
tes, en la medida en que vayan consiguiendo metas sucesivas,
recibirán gratificaciones que ayudarán a extinguir las conductas
relacionadas con su enfermedad.
6) Trabajar la intolerancia al cambio de la paciente buscando
moderar su rigidez mental.

La modificación cognitiva. Se deberá centrar en los siguien-


tes aspectos:
1) Un primer objetivo es cambiar el pensamiento pasivo de
estas pacientes con la intención de que se hagan sujetos activos y
asuman su responsabilidad en el tratamiento.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

2) Modificar los pensamientos distorsionados relacionados


con el comer, el peso y los alimentos. Al introducir pensamien-
tos más adaptativos, se reducirá la ansiedad y el malestar de los
pacientes.
3) Identificación y modificación de los pensamientos automá-
ticos irracionales. Estos pensamientos, tan frecuentes, deterioran
continuamente la autoestima de las pacientes y obligatoriamente
hay que sustituirlos por otros más realistas y positivos.
4) Modificación de las distorsiones perceptivas que originan
una imagen negativa del cuerpo. La paciente rechaza persisten-
temente su propio cuerpo, lo que repercute en sus conductas
alimentarias negativas y termina originando un auténtico círculo
vicioso (Toro, 1996).
5) Modificación de los miedos: miedo a no destacar, a perder
el cuerpo delgado, a no ser aceptada por los demás, a engordar,
etc.

Adquisición de estrategias y habilidades de afrontamien-


to. Se trata de corregir las respuestas desadaptativas tanto respec-
to a la comida como a sus relaciones sociales y entorno familiar,
ambas muy deterioradas en estos pacientes:

1) Para modificar los rituales y obsesiones respecto a la comida.


EJEMPLO: Ritual anoréxico (hacer múltiples pequeños trozos
con los alimentos, extenderlos en el plato, jugar con ellos, etc.).
2) Para recuperar las relaciones sociales. En estos pacien-
tes las relaciones sociales se han alterado notablemente con la
enfermedad, se han deteriorado. El aislamiento social es muy
frecuente: los amigos han desaparecido. Trabajar este aspecto es
fundamental.

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

3) Enseñarles a afrontar los problemas cotidianos. Hay que


evitar que la comida se convierta en el «refugio» de la frustra-
ción que le ocasiona su incapacidad para afrontarlos. Hay que
demostrar a la paciente que los problemas se pueden resolver sin
necesidad de adoptar actitudes que amenacen su salud.
4) Mejorar el nivel de expresión de los sentimientos y comu-
nicación con el entorno familiar (Calvo, 2002).
5) Entrenamiento en técnicas de habilidades sociales y de
autoestima que posibilitará la recuperación de estas pacientes.

Prevención de recaídas. No podemos olvidar la enorme


incidencia de recaídas en los TCA. Hay que desdramatizar la
posibilidad de las mismas, pero es imprescindible que establez-
camos estrategias adecuadas para su prevención (Cervera, 1996).
Ello comporta:
a) Determinar las posibles situaciones de riesgo mediante la
identificación de los factores cognitivos, ambientales, etc., que
afectan a los pacientes.
b) Dotarles de habilidades específicas para afrontar de manera
adecuada cada una de las posibles situaciones de riesgo.
c) Establecimiento de un programa de exposiciones contro-
ladas a las situaciones de riesgo. EJEMPLO: A una paciente en
fase de bulimia, que está saliendo de su enfermedad, se la debe
llevar a merendar a una pastelería para que aprenda a controlar
su ansiedad ante el estímulo problema.
d) Analizar las recaídas para extraer posibles aspectos positi-
vos de las mismas que ayuden a prevenir las siguientes.

En resumen, los seis grandes grupos de objetivos terapéuticos


señalados previamente se pueden concretar en dos fundamenta-
les (Rodríguez Cantó, 1996):

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1) Referidos al área somática: alcanzar un estado nutricional


aceptable.
2) Referidos al área psíquica: cambiar las relaciones con la ali-
mentación y con su propio cuerpo, así como normalizar las rela-
ciones de la paciente con su entorno, tanto familiar como social.

8.2. Ejemplos de tratamientos


psicológicos: psicoterapia de grupo
y psicoeducación

A continuación se explican algunas técnicas empleadas en el


tratamiento de los TCA: la psicoterapia de grupo y la psicoedu-
cación.

Psicoterapia de grupo

Las técnicas grupales están siendo consideradas en la actuali-


dad como un componente clave en muchos programas de trata-
miento de los TCA.
Las ventajas observadas en diferentes programas son mayores
que las desventajas, entre ellas citaremos:

–– La universalidad, los pacientes al tener la misma patología


se sienten más cómodos y entendidos.
–– Se observa también una superación más rápida de la resis-
tencia al cambio y de la negación de la enfermedad.
–– Es una etapa intermedia entre el ámbito hospitalario y la
realidad social, facilitando la adaptación social del paciente.
–– Es un tratamiento más económico.

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

A pesar de las ventajas existen también algunas desventajas,


como por ejemplo establecer una sistematización adecuada y un
control de los componentes del programa de tratamiento y la
dificultad de formar grupos homogéneos. También el índice de
abandono es elevado, del orden del 20 al 30 % de los casos.
Existen diferentes tipos de psicología grupal: los grupos
cognitivo-conductuales, terapia interpersonal y los grupos psico-
dinámicos.
En los grupos cognitivo-conductuales, el psicoterapeuta ten-
drá un rol muy activo y dirigirá todas las sesiones. El foco de
atención está en los síntomas del trastorno. Se utilizan técnicas
de resolución de problemas y de reestructuración cognitiva
para afrontar temas como la aceptación de la imagen corporal,
la conducta alimentaria, conductas impulsivas en el caso de la
bulimia.
La terapia interpersonal trabaja de una forma semidirigida y
es un espacio donde los pacientes intercambian opiniones sobre
sus problemas de fondo, para conseguir limitar las emociones
negativas que influyen en los síntomas de los TCA.
Por último, los grupos psicodinámicos son grupos no dirigi-
dos que tienen como objetivo principal conseguir cambios en la
personalidad de los pacientes.

La psicoeducación en el tratamiento de los TCA

En primer lugar, vamos a definir el concepto de psicoeducar.


Psicoeducar no consiste únicamente en «informar» a los
pacientes acerca de la enfermedad que padecen.
La psicoeducación está basada en el modelo médico biopsico-
social y proporciona al paciente un acercamiento teórico a la com-
prensión y el afrontamiento de las consecuencias de su enfermedad.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

La psicoeducación implica brindar información a las personas


sobre sus padecimientos, contextualizando de manera sencilla
y con una comunicación asertiva los distintos aspectos que se
encuentran involucrados en su proceso de salud-enfermedad.
Un elemento fundamental dentro de la psicoeducación
radica en que busca disminuir los niveles de ansiedad que
se pueden generar en los sujetos, a la vez se eliminan mitos,
creencias e ideas erróneas que las personas poseen, y que
pueden dificultar la adquisición de conductas positivas en su
tratamiento.
Con la psicoeducación se pretende proveer de información
al paciente para que pueda controlar aspectos que derivan de
sus creencias falsas sobre temas cruciales de alimentación.
Los cinco objetivos que se establecen con la psicoeducación son:
–– Crear una alianza terapéutica entre el sanitario y el paciente.
–– Proporcionar información.
–– Vincular al paciente con su entorno.
–– Integrar al paciente en el ambiente familiar.
–– Facilitar un seguimiento por parte del equipo terapéutico.

Los métodos psicoeducativos que se utilizan son los siguientes:

Reestructuración cognitiva

Uno de las técnicas de la psicoeducación que se considera de


gran utilidad es la reestructuración cognitiva. Esta técnica tiene
como objetivo identificar los pensamientos desadaptativos, es
decir, los «monólogos internos», y ayudar a modificarlos para
poder controlar también las repercusiones negativas sobre la
conducta y las emociones.

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© Editorial UOC Capítulo XI. Tratamiento de los TCA

Realización de autorregistros

El autorregistro es otra de las técnicas que nos brinda la psi-


coeducación. Es ampliamente utilizada en la modificación de
hábitos alimentarios no saludables de las personas con obesidad
y bulimia. Esta técnica puede permitir a los pacientes identi-
ficar y conocer sus propias conductas desadaptativas y las
dimensiones de estas para un posterior cambio de las mismas.
El fundamento teórico es que el paciente debe entender las
dimensiones de la conducta modificada antes de que el cambio
se inicie.

Autorrefuerzo

Según Albert Bandura, el autorrefuerzo es importante desde


el punto de vista cognitivo del aprendizaje, ya que se considera
que las personas ejercen gran influencia en su entorno y por ende
en su propio aprendizaje.
Con esta técnica se pretende gratificar o penalizar a una per-
sona para incrementar o disminuir una conducta.
Existen dos tipos de autorrefuerzo:
–– Refuerzo positivo: la persona se refuerza con algo que
para ella es deseado, acompañado de la modificación de la
conducta. Por ejemplo, permitir que una persona se com-
pre nueva ropa (con tallas más pequeñas) porque logró la
pérdida de peso.
–– Refuerzo negativo: implica la eliminación de un factor en
el ambiente seguido de la modificación de una conducta
meta. Por ejemplo, personas con obesidad pueden quitar la
foto de alguien obeso que tenían pegada en el refrigerador,
una vez que alcancen la primera meta de pérdida de peso.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

El fundamento teórico es que el paciente debe entender las


dimensiones de la conducta modificada antes de que el cambio
se inicie.

Control del estímulo

El control del estímulo significa cambiar los antecedentes


de la conducta meta.
Por ejemplo, si deseamos realizar intervenciones del control
del estímulo en pacientes que intentan modificar sus hábitos ali-
mentarios podemos actuar de dos maneras: eliminar el estímulo
que provoca la conducta no deseada o establecer nuevos estímu-
los que recuerden a la persona que nuevas respuestas van a ser
reforzadas.
Por ejemplo, en el tratamiento de personas con sobrepeso
sería interesante que el paciente se deshiciera de los alimentos
que no le son saludables como snacks, grasas, etc. O que el acto
de comer se realizara en un ambiente tranquilo, sin prisas, nunca
delante del televisor. Por otra parte también sería interesante
buscar factores reforzadores como poner letreros.

Control de la respiración

Las técnicas de respiración, así como la relajación, son estrate-


gias de gran utilidad en el control de la ansiedad, de las preocupa-
ciones, los miedos, el dolor. Con el apoyo de esta técnica se busca
que las personas logren una mayor autoeficacia, para de este
modo poder controlar más los problemas que se les presenten.

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© Editorial UOC Capítulo XII. Abordaje nutricional en los TCA

Capítulo XII
Abordaje nutricional en los TCA

1. El abordaje nutricional en la anorexia


El objetivo primordial en el tratamiento dietético de la ano-
rexia nerviosa es la recuperación de un peso mínimo saludable,
la normalización de los patrones de alimentación, la instauración
de una percepción normal de la sensación de hambre y saciedad
y la corrección de las secuelas biológicas y psicológicas de la
malnutrición.
La recuperación del peso es el primer paso que debe realizar-
se en el abordaje nutricional en una paciente que sufra anorexia
nerviosa. Esta ganancia de peso debe estar reforzada con las
sesiones del psicólogo.
Siempre hay que utilizar la negociación para incorporar ali-
mentos o aumentar el tamaño de las porciones o la cantidad de
comidas diarias. Se trata de recomendar una alimentación normal,
amplia y variada, buscando el consumo de alimentos protectores.
Se debería evitar el consumo de alimentos light, aunque como los
pacientes los prefieren se aceptan en un comienzo, resaltando sus
características nutritivas.
Con frecuencia es necesario recurrir a suplementos calóricos
cuando no se puede lograr con alimentos la ganancia de peso
necesaria. Las expectativas de ganancia de peso se pueden esta-
blecer en límites de 200-800 g/semana durante la fase inicial
(8-10 semanas).

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

En el plan dietético se aconseja incluir alimentos de los gru-


pos básicos. Estos deben ser aceptados por el paciente e iremos
incrementándolos. Por otra parte, es necesario introducir en la
dieta nuevas fuentes de alimentos excluidos debido a fobias, para
asegurar un aporte seguro de los nutrientes básicos.
En cuanto a los macronutrientes que se aconsejarán, estos
seguirán una distribución normal en las siguientes proporciones:
50-55 % del VCT en hidratos de carbono; 15-20 % del VCT en
proteínas; y 25-30 % del VCT en grasas.
Referente a los micronutrientes, en la mayoría de pacientes
con anorexia se observan carencias de hierro y de calcio. Para
ello, aconsejaremos el consumo de carnes rojas y la combinación
de vegetales ricos en vitamina C, para facilitar su absorción.
La carencia de calcio, en la mayoría de los casos, no es provo-
cada por la ausencia de lácticos, pues es un grupo de alimentos
que aunque sean desnatados no los dejan de consumir. Es debi-
do al bajo consumo de grasas que lleva a una mala absorción de
vitamina D, junto con la baja exposición al sol de las pacientes,
que van tapadas todo el día, cubriendo brazos y piernas, tanto en
verano como en invierno.
La información y la educación nutricional son básicas, tanto
para la paciente como para su propia familia. Debemos erradicar
creencias erróneas que no tienen ningún fundamento científico,
como:

–– Saltarse comidas adelgaza.


–– Los hidratos de carbono engordan.
–– Los alimentos light adelgazan.
–– Los alimentos integrales adelgazan.
–– Beber agua adelgaza.

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© Editorial UOC Capítulo XII. Abordaje nutricional en los TCA

También debemos explicar lo que le puede suceder al orga-


nismo cuando no se ingieren los nutrientes necesarios. Otros
conceptos muy necesarios son que sepan en qué consiste la
dieta equilibrada, los grupos de alimentos, el concepto de ración
alimentaria y la distribución fraccionada de los alimentos a lo
largo del día. En muchas ocasiones debemos explicarles que
es importante la ingesta de alimentos fortificados, así como los
suplementos alimentarios.
También es muy importante pactar con el paciente que modi-
fique ciertos hábitos alimentarios, como el hecho de comer solo.
Se les pedirá que confeccionen un registro diario, en él se deben
detallar los alimentos que come, lo que bebe, con quién y dónde
come, la valoración del hambre en cada una de las ingestas.
Otra cuestión importante es explicarle que podrá sufrir algu-
nas molestias iniciales como constipación, diarrea, distensión
abdominal y dolores de estómago por la disminución de la moti-
lidad gástrica e intestinal provocada por el ayuno, que se aliviarán
cuando establezca hábitos regulares.
La progresión en el contenido calórico se evalúa de manera
individual, es importante realizar la personalización de las dietas.
Se aconseja que en cada visita se converse con el paciente acerca
de sus necesidades calóricas y establecer con buen criterio si se
va a realizar una actividad física. Mientras está en proceso de
recuperación de peso, no debe realizar ninguna actividad física.
Avanzar lentamente le permitirá llevar a cabo los cambios
psicológicos necesarios.
Se debe advertir también al paciente de que al principio puede
producirse también un rápido aumento de peso, provocado por
retención de agua y electrolitos y un aumento de la depleción del
glucógeno hepático y muscular, pero que después se normalizará
todo.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Se sugiere un control semanal al inicio del tratamiento y luego


quincenal, diagramando una curva de peso y vigilando que el
incremento sea gradual.
Si se detiene la pérdida de peso y luego se logran aumentos
paulatinos, el tratamiento se considera satisfactorio.
Los pacientes ingresados debido a una anorexia nerviosa
necesitan un estricto control alimentario, reposar después de
cada ingesta, el control de cualquier actividad física e informa-
ción y educación alimentaria.
Se aconseja pesarlos en ayunas, vigilar que no vayan al baño
después de las comidas. Si se trata de una desnutrición grave se
debe tener en cuenta la corrección hidroelectrolítica para evitar
el síndrome de realimentación.
Según García Camba (2001), el síndrome de realimentación es
un conjunto de trastornos clínicos consecutivo a la depleción de
fósforo que se puede presentar en pacientes desnutridos durante
su realimentación.
Una persona que está en estado de desnutrición se mantiene
gracias al metabolismo de sus reservas grasas, que no son fos-
forodependientes. Cuando comienza la realimentación se inhibe
la lipólisis y el organismo necesita fosfato para la glucólisis. Se
produce una intensa hipofosfatemia que provoca importantes
alteraciones celulares.
Las consecuencias son debilidad muscular, fatiga, náuseas,
vómitos y osteomalacia por resorción del fósforo óseo para
corregir los niveles de fósforo sérico. Un efecto más grave es
la caída del volumen sistólico que, en el marco de un volumen
circulatorio aumentado, puede condicionar la aparición de insufi-
ciencia cardíaca congestiva y falla respiratoria, e incluso provocar
el coma.

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© Editorial UOC Capítulo XII. Abordaje nutricional en los TCA

Este síndrome se puede prevenir iniciando la alimentación de


un modo lento y progresivo, y realizando un análisis de concen-
tración de fosfatos cada 2 o 3 días. La estrategia recomendada es
la siguiente:

–– Identificar a los pacientes de riesgo (con desnutrición o que


no hayan comido en los últimos 7-10 días).
–– Determinar la concentración de electrolitos y corregirla
antes de la realimentación.
–– Realizar controles bioquímicos cada 2 o 3 días durante los
primeros 10 días de realimentación y, posteriormente, una
vez por semana.
–– Aumentar muy lentamente el aporte calórico, a razón de
200-300 kcal cada 3 o 4 días.
–– Vigilar la aparición de edema o taquicardia.

2. El abordaje nutricional de la bulimia

En los pacientes que sufren bulimia nerviosa se observa una


gran oscilación del peso corporal durante el proceso de la enfer-
medad.
Cuando se analiza la ingesta habitual, es decir, la ingesta alimen-
taria, sin tener en cuenta los episodios de atracones, se observa
una ingesta calórica menor que si la comparamos con un grupo
control. Habitualmente, eliminan las grasas y todos los alimentos
o productos alimenticios que ellos consideran «peligrosos».
En cambio, en los episodios en los que realizan los atracones,
en un período muy corto de tiempo, pueden llegar a ingerir ali-
mentos muy calóricos y energéticos llegando hasta 3.000 kcal.

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Debido a este consumo excesivo de alimentos, realizan lo que se


denomina prácticas compensatorias. En estas prácticas o bien se
provocan el vómito, o bien toman laxantes o diuréticos sin tener
necesidad de ello.
Estas alteraciones nutricionales repercuten en el enfermo
de bulimia nerviosa en dos aspectos: por un lado, el déficit de
nutrientes y micronutrientes debido a la restricción de alimentos
básicos para su desarrollo y, por otro, las complicaciones somá-
ticas y las alteraciones electrolíticas que son causadas por las
prácticas compensatorias utilizadas después del atracón.
Tal como se ha mencionado anteriormente en el tratamiento
de la anorexia nerviosa, el abordaje terapéutico debe ser multi-
disciplinar. Este mismo equipo es el que decide si es necesario un
ingreso hospitalario o un tratamiento ambulatorio.
En la bulimia nerviosa, el objetivo principal no es el aumento
de peso del paciente, como se veía en la anorexia nerviosa, ya
que generalmente no es necesario. Lo que se debe normalizar es
el patrón alimentario, que casi siempre está desestructurado, así
como eliminar los atracones y las técnicas compensatorias que
utiliza el enfermo.
Es de gran utilidad la realización, al inicio del tratamiento, de
una encuesta dietética, tal como se ha indicado anteriormente. Es
básica para poder establecer unas pautas nutricionales para mejo-
rar la patología. Es muy importante planificar un horario regular
de comidas, con el fin de evitar períodos prolongados de ayuno.
Uno de los aspectos básicos para poder vencer los atracones
es anotar las ingestas en una hoja de registro. Este autocontrol es
beneficioso, ya que:

–– Aporta información acerca del problema que la paciente


está sufriendo.

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© Editorial UOC Capítulo XII. Abordaje nutricional en los TCA

–– Si el control se realiza de manera adecuada, le ayudará a


cambiar, ya que antes era automática e incontrolada, y tras
los registros será más controlada.
–– También podrá evitar comer de forma compulsiva cuando
se sienta nerviosa o irritable.
–– Otro factor importante es explicarle que aunque fracasara
en anteriores registros, no tiene por qué fracasar con este.
El hecho de llevar a cabo el registro es una actitud positiva
para el cambio.
–– Es posible que sienta cierta vergüenza al leer de nuevo los
registros. De todos modos, para superar los problemas es
importante afrontar la realidad.
–– Otra cuestión que puede surgir es que el registro puede
obsesionar aún más; es posible, pero la preocupación será
más constructiva.

3. Consejos para comer con regularidad

Establecer un horario. Las horas en las que come hay que


respetarlas y no dejarse llevar por sensaciones de hambre u otros
impulsos. No dejar pasar más de 3 o 4 horas entre las comidas y
tentempiés planificados. No saltarse comidas ni tentempiés. Hacer
todo lo posible para no comer entre las comidas planificadas.
¡Si falla y come compulsivamente es importante volver a la
estrategia establecida! ¡Este nuevo patrón es prioritario!
Al comienzo de cada día, marcar las horas en que se va a
comer al principio de la hoja de registro.
En esta etapa lo principal no es qué se come, sino cuán-
do se come.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Al final del día debe hacerse la evaluación de la planificación


y revisar el progreso.

Consejos para comprar y cocinar:


–– Limitar la disponibilidad de comida «peligrosa».
–– Asegurarse de que hay cantidades adecuadas de alimentos
«seguros».
–– Planificar la compra.
–– Limitar la cantidad de dinero disponible para efectuar la
compra.
–– No probar las comidas cuando se cocina.
–– Evitar el contacto innecesario con la comida.

Consejos para comer:


–– Procurar comer siempre en un lugar adecuado.
–– Concentrarse en la comida.
–– Al comer procurar tener al alcance solo lo que se ha de
comer.
–– Practicar alguna medida de autocontrol.
–– Al comer con otros no dejarse convencer para comer más
de lo que se había planificado.
–– Al comer fuera de casa, control de comida y alcohol.

Actividades alternativas:
–– Confeccionar una lista de actividades alternativas.
–– Escribir la lista y llevarla siempre consigo.
–– Si se siente el impulso de comer fuera de lo planificado,
anotarlo en la hoja de registro, tomar la tarjeta de activida-
des y revisarlas.

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© Editorial UOC Capítulo XII. Abordaje nutricional en los TCA

El cálculo de los requisitos energéticos ira encaminado hacia


mantener un peso ideal óptimo, teniendo en cuenta la actividad
física que realiza la paciente.
Se estima que los requisitos medios oscilan entre 25-30 kcal/
kg/día. En la primera fase, no se van a proponer dietas para
perder peso, a pesar de que el paciente esté con sobrepeso. El
objetivo se encaminará a la normalización del patrón de alimen-
tación y a suprimir los atracones y las prácticas compensatorias
derivadas de estos. El paciente debe saber que sería incompatible
con el tratamiento empezar con dietas adelgazantes; en cualquier
caso, para tranquilizar al paciente se le puede indicar que si realiza
una alimentación equilibrada y a la vez elimina los atracones, se
le puede ya regular el peso.
La dieta que deberá seguir ha de ser equilibrada, con una
proporción de nutrientes semejante a la que se pautaría con indi-
viduos sanos. El contenido proteico sería de 1g/kg/día, favore-
ciendo el consumo de hidratos de carbono complejos y la grasa
poli y monoinsaturada.
La comida debe ser variada, incluyendo alimentos ricos en
fibra, para favorecer mayor sensación de saciedad. Deben evitar-
se los alimentos light, «sin» y «bajos en», porque al ser bajos en
calorías pueden favorecer un atracón, debido a la aparición de
hambre en el paciente.
La incorporación de alimentos considerados como «peligrosos»
o «prohibidos» por el paciente debe realizarse cuando el patrón ali-
mentario se haya normalizado. Debe hacerse de forma progresiva
y requiere un entorno social y familiar estructurado y seguro.
Los cambios se realizarán por etapas, es mejor lentamente, y
empezar por lo más sencillo hasta llegar a lo más difícil.
En algunos casos en los que exista mucho descontrol y deses-
tructuración en las dietas, se podría realizar, en una primera fase,

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

una plantilla con menús ya especificados con unas normas de


alimentación fijas.
Pero en los otros casos es muy importante realizar algunas
sesiones de educación alimentaria, explicar los grupos de alimen-
tos, el concepto de ración y la distribución de los alimentos a lo
largo del día. Otra información necesaria es la relacionada con
los efectos nocivos que pueden provocar las prácticas compen-
satorias utilizadas por los pacientes.

4. Tratamiento dietético de los trastornos


por atracón

Muchas de las consultas sobre sobrepeso y obesidad deben


realizarse sobre el patrón alimentario del paciente. Especialmente
en aquellos casos en que existe una oscilación muy marcada en
el peso y en los que se sospecha la existencia de un posible TCA.
Si realmente existen episodios de atracones, debe hacerse un
interrogatorio detallado.
Debe preguntarse la cantidad, los tipos de alimentos que
ingiere durante el atracón, el horario, la frecuencia, la duración,
las situaciones que han desencadenado el atracón y si presenta
posteriormente prácticas compensatorias, como el vómito y la
utilización de laxantes o diuréticos.
En caso de detectarse esta patología, es fundamental la parti-
cipación de un equipo multidisciplinar de psiquiatra, psicólogo,
dietista, etc. Nunca se debe instaurar una dieta sin la colabora-
ción de estos profesionales.
La estrategia de tratamiento dietético debe realizarse bási-
camente con la instauración de una dieta equilibrada, que será

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© Editorial UOC Capítulo XII. Abordaje nutricional en los TCA

hipocalórica si el equipo multidisciplinar lo decide. El objetivo es


mejorar su estado físico y, al mismo tiempo, su estado anímico, su
autoestima y, en general, reducir el número de atracones.
Puede ocurrir que el hecho de realizar una dieta hipocalórica
provoque en algunos pacientes la presencia de atracones. En
cualquier caso, es necesario no generalizar, tratar a cada paciente
de forma individualizada y sobre todo valorar la participación de
cada profesional que integra el equipo multidisciplinar. El pacien-
te debe estar informado sobre los objetivos del tratamiento.
El abordaje nutricional debe enfocarse, por una parte, refor-
zando el concepto de dieta equilibrada, haciendo hincapié en la
realización de tres comidas principales y dos secundarias. Otro
concepto que cabe tener en cuenta es que se cumplan las canti-
dades de cada una de las raciones. Para facilitarlo, se puede dar
por escrito las cantidades en medidas caseras, que ellos puedan
entender, en lugar de expresarlas en gramos. Se debe también
evitar una restricción dietética importante, pero hay que refor-
zar el consumo de alimentos ricos en fibra y así hacer sentir
al paciente más saciado. Se recomienda también la práctica de
ejercicio físico. 

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© Editorial UOC Capítulo XIII. Pronóstico de los TCA

Capítulo XIII
Pronóstico de los TCA

No existe demasiada información sobre la evolución y el pro-


nóstico de la anorexia y bulimia. Turón, en una de sus publica-
ciones, cita algunos de los factores que a priori se consideran de
buen y mal pronóstico, que son los siguientes:

Factores de buen pronóstico:


–– Desencadenante claro.
–– Aparición precoz.
–– Aumento ponderal al inicio del tratamiento.
–– Rasgos conversivos, histriónicos.
–– Estado de ánimo depresivo.
–– Incremento de actividad física antes de iniciar tratamiento.
–– Sensación de hambre.
–– Trastornos menores del tránsito intestinal.
–– Ausencia de antecedentes psicopatológicos familiares.
–– Buena cooperación de los padres y aceptación de la enfer-
medad.
–– Buena inserción social.
–– Diagnóstico y tratamiento precoz.

Factores de mal pronóstico:


–– Aparición o diagnóstico tardíos.
–– Cronificación de hospitalizaciones.
–– Oscilaciones del peso.
–– Conductas bulímicas y purgativas.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Rasgos obsesivos.
–– Negación de enfermedad o de la sensación de hambre.
–– Estreñimiento.
–– Hipocondría o dismorfofobia.
–– Depresión de los padres a causa de la enfermedad de la hija
y poca implicación en el tratamiento.
–– Conflictos conyugales de los padres.
–– Rechazo de la enfermedad por parte de los padres.
–– Mala inserción social.

Los estudios de evolución de estas enfermedades ponen de


manifiesto su grave pronóstico: en la anorexia, a los 5 años de
enfermedad, menos del 50 % de las pacientes están muy mejo-
radas o recuperadas, y el 20 % están igual o peor. Con respecto
a la bulimia nerviosa, hay resultados semejantes. Sin embargo,
estudios de seguimiento a 10 años muestran una reducción sig-
nificativa de síntomas.

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© Editorial UOC Capítulo XIV. Diagnóstico diferencial de los TCA

Capítulo XIV
Diagnóstico diferencial de los TCA
(adaptación de Guía Salud, www.guia.salud.es)

A pesar de la existencia de unos criterios diagnósticos de los


TCA bien definidos, en la práctica clínica se plantean con fre-
cuencia problemas de diagnóstico diferencial con otras entidades
que requieren una evaluación clínica rigurosa.
En relación con la anorexia nerviosa, se ha de hacer el diag-
nóstico diferencial con aquellas patologías que puedan cursar
con pérdida del apetito y pérdida de peso importante, si bien las
características principales de la anorexia nerviosa, como la dis-
torsión de la imagen corporal, el deseo de perpetuar la pérdida
de peso y el miedo a engordar, no están presentes en todos los
casos:

–– Trastornos mentales: depresión, ansiedad, trastornos psi-


cóticos y consumo de tóxicos.
–– Diabetes mellitus.
–– Tuberculosis.
–– Hipertiroidismo.
–– Neoplasias del sistema nervioso central.
–– Otras menos frecuentes: linfomas, sarcoidosis, enfermedad
de Addison, enfermedad celíaca, síndrome de la arteria
mesentérica (a veces puede ser una complicación de la
anorexia nerviosa), sida, intolerancia a la lactosa, panhipo-
pituitarismo, etc.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

En la bulimia nerviosa, el diagnóstico diferencial es más limi-


tado e incluye entidades orgánicas que cursan con hiperfagia y
aumento de peso:

–– Diabetes mellitus.
–– Hipotiroidismo.
–– Síndrome de Kleine-Levin (trastorno idiopático que afecta
sobre todo a hombres de 20-30 años y que cursa con hiper-
somnia e hiperfagia). Lesiones hipotalámicas.
–– Tumores inductores de hiperfagia.
–– Depresión mayor, depresión atípica, trastorno límite de la
personalidad (TLP).

El diagnóstico diferencial de los TCANE se debe hacer con


aquellas patologías en las que pueda existir una pérdida o ganan-
cia de peso y/o una pérdida o aumento del apetito. El rasgo dife-
rencial de los TCANE está en la existencia de una alteración en
el esquema corporal y la focalización excesiva e irracional sobre
el peso y la dieta.
En el trastorno por atracón, el diagnóstico diferencial se debe
realizar con las mismas patologías descritas para la bulimia y con
cuadros de alteración en el control de los impulsos que pueden
cursar con atracones, como los que se dan en el

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© Editorial UOC Capítulo XV. Complicaciones de los TCA

Capítulo XV
Complicaciones de los TCA

Existen una serie de complicaciones asociadas a los TCA. Las


alteraciones pueden relacionarse con el área médica, conductual,
cognitiva, psicológica o social.
A continuación citaremos las más importantes.

En el área médica
Sobre todo complicaciones propias de la misma desnutrición,
en el caso de que exista restricción alimentaria e infrapeso. Entre
ellas destacamos:

–– Hipotermia y deshidratación.
–– Aumento del colesterol.
–– Hipoglucemia.
–– Amenorrea.
–– Retraso de la pubertad.
–– Hipotensión, bradicardia, arritmia.
–– Disminución del tamaño del corazón.
–– Anemia y leucopenia.
–– Diabetes insípida.
–– Insuficiencia renal.
–– Osteopenia.
–– Estreñimiento y obstrucción intestinal.
–– Sequedad de piel, pérdida de cabello y lanugo (vello en el
cuerpo).

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

En los casos de abuso de atracones y vómitos cabe destacar


algunas de las siguientes:

–– Alteraciones electrolíticas graves (hipopotasemia). Riesgo


de neuropatía hipopotasémica.
–– Esofagitis, gastritis.
–– Rectorragias por abuso de enemas y laxantes.
–– Pancreatitis.
–– Prolapso del ano.
–– Inflamación en las glándulas salivales.
–– Caries y erosión del esmalte dental.
–– Adenopatías submandibulares.
–– Crisis convulsivas.
–– Alteraciones menstruales.
–– Problemas de fertilidad.

Alteraciones de la conducta
En los pacientes de TCA, se observa una serie de alteraciones
de la conducta, que vamos a comentar a continuación:

–– Someterse a una dieta rigurosa. La persona selecciona


solo determinados alimentos y/o determinadas formas de
cocción de los mismos, o bien come de todo pero en muy
pequeñas cantidades.
–– Preocupación constante por el peso, sus lecturas solamente
son sobre dietética, acude también muy a menudo a dietistas.
–– Modificación del ritmo de las ingestas. Las personas afec-
tadas por una anorexia comen muy lentamente, trocean los
alimentos varias veces, los esparcen por el plato.
–– Conductas compensatorias como, por ejemplo, provocarse el
vómito, usar laxantes, diuréticos, pastillas anorexígenas, etc.

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© Editorial UOC Capítulo XV. Complicaciones de los TCA

–– Realizar ayunos prolongados.


–– Realizar episodios de atracones.
–– Practicar ejercicio excesivo con el único fin de adelgazar.

Alteraciones cognitivas
En los pacientes de TCA se producen a menudo una serie de
alteraciones cognitivas, entre ellas destacan:

–– Generalizaciones excesivas: de una idea, normalmente refe-


rida a la comida, cuerpo o peso extraen una norma. Por
ejemplo: «Cuando comía pasta estaba gorda, o sea que no
debo volver a comer pasta».
–– Magnificación de las consecuencias negativas: pensar en
consecuencias exageradas relacionadas con la pérdida
de control a partir de un hecho aislado. Por ejemplo: «Si
aumento 1 kg seguiré ganando peso hasta hacerme obesa».
–– Pensamiento dicotómico: pensar en términos absolutos.
Por ejemplo: «Si no puedo organizar mis menús perfecta-
mente, entonces no podré controlar mi alimentación».
–– Ideas de autorreferencia: pensar que el mundo gira en
torno a uno mismo. Por ejemplo: «Cuando voy por la calle
todo el mundo me mira».
–– Pensamientos supersticiosos y sentimientos de ineficacia:
pensar que las cosas no dependen de uno. Por ejemplo:
«Cuando estaba más delgada tenía más amigos».

Alteraciones psicopatológicas
Otras de las alteraciones frecuentes en las personas afectadas
de TCA son las siguientes:

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Alteraciones en la imagen corporal, con distorsiones de su


propia imagen.
–– Alteraciones en las señales internas que envía el propio
cuerpo, como la sensación de hambre, la saciedad, la fatiga
o la debilidad física.
–– Trastornos de ansiedad y, en concreto, fobias varias rela-
cionadas con el miedo a ganar peso y ciertos aspectos de
su cuerpo.
–– Rasgos obsesivo-compulsivos.
–– Trastornos depresivos.
–– Falta de conciencia de enfermedad.
–– Tendencia a la manipulación, engaño y mentiras con la
familia y amigos con el fin de encubrir las alteraciones
conductuales descritas anteriormente.
–– Riesgo de suicidio y conductas autolesivas.
–– Disminución de la atención, concentración y consecuente-
mente del rendimiento.
–– Suicidio.

Alteraciones sociofamiliares
–– Tendencia al aislamiento social. Normalmente disminuye el
interés por el grupo de iguales.
–– Excepcionalmente puede darse una mayor frecuencia de
citas sociales y de vida social.
–– Mayor aislamiento de la familia. Está mayor tiempo ence-
rrado en su habitación.
–– Mayor conflictividad familiar.
–– Mayor dificultad en aceptar las normas y los límites.
–– Se agudizan las dificultades propias del momento evo-
lutivo.

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© Editorial UOC Capítulo XV. Complicaciones de los TCA

Comorbilidad psiquiátrica
Independientemente de la dieta, la presencia de otro diagnós-
tico psiquiátrico es un factor de riesgo para el desarrollo de estos
trastornos (Patton et al., 1999). Kendleer et al. (1991) detectaron
una significativa comorbilidad entre anorexia y bulimia con tras-
tornos del estado de ánimo (depresión mayor y distimia), trastor-
nos de ansiedad (ansiedad de separación) y abuso de sustancias
(alcohol y otros tóxicos).
La bulimia está especialmente relacionada con el trastorno
depresivo mayor (riesgo multiplicado por tres) y con los trastor-
nos de ansiedad (fobia simple y social). Las formas completas de
bulimia se correlacionan con mayor frecuencia con problemas
familiares de alcoholismo, depresión, tentativas de suicidio y
conductas antisociales.

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© Editorial UOC Capítulo XVI. Internet y los TCA

Capítulo XVI
Internet y los TCA

El anonimato de internet ha provocado un fenómeno pre-


ocupante entre las adolescentes enfermas o en riesgo de sufrir
un TCA. Actúa como un refugio virtual donde centenares de
adolescentes, unidas por el ansia de la imperfección, han creado
un universo propio con sus símbolos y su imaginario, sus códi-
gos, su lenguaje. Estas páginas, tan dañinas para las adolescentes,
están camufladas con dos nombres, ANA y MIA.
La mayor parte de la información incluida está diseñada para
mantener la conducta anoréxica y/o bulímica y es a menudo
peligrosa e inexacta. Una chica o un chico que presenten insa-
tisfacción corporal, problemas de autoestima, que hayan sido
víctimas de burlas, que hayan adoptado el ideal de delgadez, que
quizá padezcan de sobrepeso y que además naveguen solos en su
cuarto, pueden encontrar información inadecuada sobre hábitos
alimentarios con un solo clic.
Las comunidades pro-ANA y pro-MIA pasaron relativamente
inadvertidas en sus orígenes. Eran webs de difícil acceso para no
iniciados, pero en el año 2004 la presentadora de EE.UU. Oprah
Winfrey disparó el estado de alerta. En uno de sus programas,
dijo: «Estos sitios de internet son como poner una pistola en
manos de alguien que está deseando suicidarse». A partir de este
momento se empezó a hablar de ese fenómeno y comenzaron a
cerrarse páginas pro-ANA y pro-MIA.
En España, la asociación Protégeles hizo un primer estudio y
junto con el organismo El Defensor del Menor, de la comunidad

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

de Madrid, empezaron a detectar y a denunciar portales y blogs,


realizados en su mayor parte por adolescentes, enfermas de ano-
rexia o bulimia.
Actualmente, la apología de la anorexia y la bulimia no es
considerada un delito. A pesar de ello, en el año 2008, la Fiscalía
de Madrid encargó un estudio sobre las páginas pro-ANA y
pro-MIA a la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía
(BIT). En él se constataba que existía «un número indetermina-
do» de páginas de este estilo en español, abiertas y accesibles a
todo el público. El perfil del usuario medio era el siguiente: mujer
en un 95 %; de entre 14 y 21 años; el 60 % se está iniciando y no
ha llamado la atención de su entorno familiar y social; el 23 %
se encuentra ya en una fase de desarrollo del TCA y reconoce
haber despertado la preocupación de ese entorno; el 17 % dice
encontrarse bajo tratamiento médico y psicológico.
Otros estudios realizados por la Agencia de Calidad de
Internet (IQUA) y la asociación ACAB muestran que estas pági-
nas web aumentaron su presencia entre los años 2006-2011 en un
470 %, siendo el 75 % de los usuarios menores de edad.
Un estudio elaborado por Javier Cuerda de la Universidad de
Alicante analiza la cantidad de resultados que se encuentran con
las siguientes palabras: Cómo no comer, 23.100.000 en el año 2014 y
9.040.000 en el año 2010. Cómo vomitar, 4.830.000 en 2014 y 1.410.000
en 2010. Cómo adelgazar, 11.600.000 en 2014 y 2.140.000 en 2010.
Algunas adolescentes que visitan estas páginas buscan dietas y
se topan sin desearlo con webs pro-ANA y pro-MIA.
Al leer los contenidos suelen pensar: «Yo nunca llegaré a esta
situación, lo mío no tiene nada que ver, eso es mucho más grave»,
pero no saben que la enfermedad empieza en línea ascendente
y, como ocurre en las toxicomanías, se fían de su capacidad de
autodominio.

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© Editorial UOC Capítulo XVI. Internet y los TCA

ESTAS PÁGINAS PUEDEN ACTUAR DE PUENTE


ENTRE LA AFICIÓN A LAS DIETAS Y LOS TCA.
Ante la preocupación de asociaciones de padres y madres,
profesionales de la salud y de la educación, Enrique Rodríguez,
director del informe, fue partidario del cierre de estas páginas,
pero reconoció también sus efectos adversos: «Hay que cerrarlas
porque son perjudiciales. Pero tampoco es seguro que sirva de
algo: las chicas enseguida abren otras y, además, se las encierra
en un gueto, se queda en algo secreto. Y eso tampoco es bueno».
También, en Francia, se aprobó el año pasado una ley rela-
cionada con la autoría de estas webs. El autor responsable de la
web podría arriesgarse a 3 años de cárcel y una multa de hasta
30.000 euros.
Pero algunos profesionales como, por ejemplo, la psiquiatra
Carmen Ponce de León, jefa de la unidad de TCA en el hospital
Quirón (Madrid), no cree que sea eficaz la iniciativa del cierre
sistemático de estas páginas. En una entrevista en el diario El
País, comentaba: «No se puede combatir con armas feudales un
fenómeno de esta complejidad. Creo en la expresión escrita. Es
mucho más poderosa que la oral. Internet podría dar lugar a una
comunicación mejor de la que disponemos. Es una oportunidad
para los terapeutas». Respecto a las autolesiones opinaba que:
«Muchas chicas se cortan en brazos y piernas con la creencia
de que quemarán calorías o porque lo encuentran “liberador”.
La apología de esta conducta sí es un delito ya que se deberían
desactivar las páginas en las que se incita a ello», «Los intentos de
suicidio y las autolesiones son característicos de la enfermedad.
Siempre han existido. Pero ahora se están dando en estadios más
precoces».
Pero quizá la censura no sea el camino, como demuestra un
recientísimo estudio de la Universidad de Maastricht (Holanda)

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

aparecido en el Internacional Journal of Eating Disorders. Los investi-


gadores colocaron un mensaje de advertencia sobre el contenido
de 150 webs que hacían apología de los TCA. El aviso, presente
durante un año, logró disuadir a un tercio de los visitantes pri-
merizos. «Se trata de una estrategia prometedora», concluye el
estudio, porque el cierre de estas páginas «solo tiene un efecto
temporal; pronto reaparecen con otro nombre».

¿Qué podemos encontrar en estas páginas?

1) Autoengaño. Se defienden los TCA como «estilos de


vida» y se niegan a aceptar la enfermedad como tal.
En muchas de sus frases y escritos se puede constatar que
tienen una gran habilidad para mentir y distorsionar la realidad.
Mienten para protegerse, por ejemplo encontramos esta afirma-
ción: «La delgadez le ha potenciado la autoestima que no tenía».
Los mensajes de estos foros alejan aún más a las jóvenes ano-
réxicas de la realidad y todo intento de ayuda lo consideran como
envidia y celos. «Yo no estoy enferma, porque una enfermedad
no se elige, y que se sepa no tengo ningún virus, ni yo ni todas
mis amigas que desde todas las partes del mundo nos apoyamos
y comprendemos...».

2) Tips. Son los trucos y formas de engaño, estos tips están


presentes en todas las páginas. Veamos una muestra de ellos:
–– Tips para engañar al estómago y a la mente: Toma mucha
agua. Cuando tengas hambre coge un cubito de hielo y
mastícalo. Los zumos también congelados. Come en un
plato pequeño. Corta la comida en trocitos muy pequeños.
Mastica muchas veces y muy despacio. Concéntrate en cada

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© Editorial UOC Capítulo XVI. Internet y los TCA

bocado y mastícalo al menos 30 veces. Usa ropa ajustada


cuando comas, así te sentirás hinchada mucho antes.
–– Tips para reforzar la voluntad: Recuerda cómo te sentías
cuando la gente te llamaba gorda. Pega fotos de gente
gorda en la nevera, en tu habitación. Pega junto a tu cama
la foto de una modelo. Que sea lo último que veas al
acostarte y lo primero al levantarte. Nunca te premies con
comida. Antes de comer algo recuerda que estás gorda y
te hace infeliz. Ten siempre presente la palabra: ¡yo puedo!
–– Tips para acelerar la eliminación de grasas y calorías:
Usa especias fuertes: tabasco, pimienta, tu cuerpo podrá
aumentar hasta en un 25 % la habilidad de quemar grasa.
Toma el fresco. Para quemar calorías necesitas oxígeno. Si
no puedes vomitar más, toma agua y repite y repite hasta
que «solo» salga agua. Mezcla dos cucharadas de mostaza
con agua y cuando termines de vomitar tómala.
–– Tips para engañar a los padres: Consigue que te compren
un perro para echarle la comida. Invéntate alergias e intole-
rancias. Quédate despierta hasta tarde, así no desayunarás.
Pásate por la cocina y simula que comes.

3) Estética de las webs. La estética que domina son hadas,


princesas, mariposas, ángeles.

4) Oraciones y credos. Muchas páginas pro-ANA y pro-


MIA contienen secciones en las que se personifica a la enferme-
dad, incluyendo oraciones a ANA (anorexia) y a MIA (bulimia),
cartas y hasta credos. En estas secciones se humilla a la enferma
que padece un TCA, y se le hace delegar su responsabilidad y
entregarse a los mandatos de un ente inexistente, que puede ter-
minar destruyendo a la persona.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

5) Thinspo o thinspiration. Es un apartado donde las usua-


rias tapizan el espacio web con muchas de las modelos a seguir
o de inspiración por su figura. Modelos que están en muy bajo
peso o tienen un trastorno alimentario a deducir por las imáge-
nes. Artistas, actrices que en muchas ocasiones son retocadas con
el Photoshop, o sea que también admiran imágenes que no son
reales.

6) Carrera de kilos. Se integran en un sistema de compe-


tición constante, ya que organizan «carreras de kilos» en las
que intentan bajar el mayor peso en el menor tiempo posible.
Establecen un estatus y una jerarquía en función de los éxitos
que alcanzan. Una usuaria decide plantearse perder el mayor peso
posible en una semana y «reta» a las demás a participar.

7) Wannabe. Son los principiantes, las personas que se están


iniciando en formar parte de estas comunidades pro-ANA y
pro-MIA.

8) Algunas bienvenidas que explican sus objetivos: «¡Esta


es una página a favor de los trastornos alimenticios con el fin de
alcanzar la perfección! No exhortamos ni animamos a nadie a
formar parte de nuestro estilo de vida... sabemos que es difícil y
muy duro... quienes acuden a nosotros es por convicción propia
y no por invitación nuestra... los “wanna be” pretenden ser parte
de nuestra realeza... Nuestra misión es defender nuestro derecho
de ser anoréxicas y/o bulímicas... al igual que defender nuestro
derecho de expresarlo sin tener que ser marginadas y señaladas
como enfermas... queremos compartir nuestro culto y nuestro
estilo de vida... apoyarnos mutuamente para cumplir nuestra
meta única y principal... ¡¡ser perfectas!!».

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© Editorial UOC Capítulo XVI. Internet y los TCA

9) Self Injury. Muestran fotografías de sus lesiones autopro-


vocadas. El self injury es una manera de liberarse de las lesiones
espirituales por medio del daño físico. Suelen lastimarse brazos,
muñecas, muslos, abdomen... en general cada parte del cuerpo que
pueda ser escondida bajo la ropa con el propósito de que sus
familiares no lo descubran.

10) Dietas. El apartado de dietas no puede faltar en estas


páginas web. Las dietas escasean en nutrientes o son altamente
monótonas, muy peligrosas ya que pueden desencadenar una
desnutrición severa en la mayoría de los casos.

11) Frases. La mayoría de las usuarias de estas páginas escri-


ben textos larguísimos, todos tienen un denominador común, la
obsesión por llegar a una perfección inalcanzable, mítica, patoló-
gica. Frases muy frecuentes, como «Quod me nutrit me destruit» (lo
que me nutre me destruye, en latín), que Angelina Jolie se hizo
tatuar en el abdomen, están presentes en sus webs, adornadas
de la estética antes comentada. Otros apartados son el chat, los
fármacos o productos inhibidores del hambre, avatares, libros,
música, etc.

Algunas instituciones, asociaciones y fundaciones también


están presentes en la red para poder educar y prevenir estas
enfermedades. Una de ellas es Motius per donar la talla (https://
www.facebook.com/motiusperdonarlatalla). Es una página de
Facebook con casi 4.500 usuarios, fundada por dos investiga-
doras universitarias, Mònika Jiménez y Marga Serra, la página se
considera un grupo de acción para la prevención de los TCA y
los estilos de vida saludables.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Otra, www.anaymia.com, que forma parte de la Campaña Tú


eres más que una imagen, es una web con un diseño muy similar
a la estética que se emplea en las webs pro-ANA y pro-MIA. Fue
diseñada por la ONG Protégeles, organización de protección de
la infancia que trabaja en prevención y seguridad infantil en las
nuevas tecnologías de la información. Fue la primera campaña
que tuvo como objetivo la denuncia de estas páginas y además
ayudar y prestar apoyo a las menores que se están introduciendo
en este mundo, incluso, una primera atención especializada por
parte de los profesionales especializados en TCA.
Por último, la web www.1espejo1000ventanas.com es un pro-
yecto que nació de la idea de un grupo de pacientes y expacien-
tes vinculados a la Fundación ABB que se unieron para luchar
contra la permisividad que tiene la red a la hora de hablar sobre
trastornos alimentarios y para luchar contra las páginas pro-ANA
y pro-MIA. Su manera de hacerlo fue creando un blog en que
podían escribir y transmitir todas sus experiencias para ayudar a
todos aquellos que estén o hayan pasado por esta enfermedad.
Las asociaciones contra la anorexia y la bulimia (ACAB,
ADANER, etc.) y los portales de salud de diferentes institucio-
nes (Generalitat de Catalunya, Generalitat Valenciana, Ministerio
de Sanidad, Junta de Andalucía, etc.) tienen también un apartado
destinado a esta problemática y en muchos de ellos se pueden
descargar materiales preventivos muy útiles y eficaces para la
prevención de los TCA.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

Capítulo XVII
La prevención de los TCA

Los TCA se consideran en la actualidad trastornos de etiolo-


gía multicausal. Los factores que pueden influir en ellos son muy
variados. Algunos son no modificables o difícilmente modificables,
como cierta predisposición genética, rasgos previos de personali-
dad, aspectos estructurales y dinámicos familiares, e incluso patro-
nes culturales y estéticos que dominan actualmente en nuestra
sociedad; otros, en cambio, son modificables, como los hábitos ali-
mentarios, los conceptos equivocados sobre el peso, las dietas para
adelgazar, aceptar los cambios de la adolescencia, la autoestima, la
concepción negativa de la propia figura o la realización de prácticas
perjudiciales en relación con la conducta alimentaria. Esto ha de
tenerse en cuenta a la hora de desarrollar programas que pretendan
prevenir los TCA, incidiendo sobre los factores de riesgo.
Podemos hablar de tres niveles de prevención: la primaria, la
secundaria y la terciaria.

–– La primaria tiene como objetivo reducir la incidencia del


trastorno (prevenir la aparición de nuevos casos). El méto-
do que se emplea es actuar sobre la vulnerabilidad y los
factores de riesgo.
–– La secundaria tiene como objetivo reducir la prevalencia
(acortar la duración del trastorno y el tiempo que media
entre su aparición y la búsqueda de tratamiento). Los
métodos más empleados se basan en la detección y el tra-
tamiento precoz.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– La terciaria tiene como objetivo reducir las consecuencias


del trastorno. Para ello, la metodología más eficaz está diri-
gida a evitar la aparición de complicaciones.

1. La prevención primaria
Es muy importante dedicar esfuerzos a la prevención pri-
maria de los TCA. Empezamos con dos citas del Dr. Vicente
Turón: «En la sanidad no hay mejor inversión que la aplicada a la
prevención de las enfermedades psíquicas y la promoción de la
salud mental, y es una necesidad que no porque sea difícil resulta
ineludible. Las dificultades no deben impedir una activa política
de prevención».
La prevención primaria es aquella política de salud que esta-
blece programas que pretenden reducir la incidencia (la apari-
ción de casos nuevos) de una patología concreta. La prevención
primaria de los TCA se centra en la reducción o eliminación de
aquellos factores que causan o contribuyen al desarrollo del tras-
torno y en la aparición o incremento de los factores protectores
o de resiliencia.

1.1. Prevención de los TCA en la escuela

Para llevar a cabo la prevención primaria de los trastornos


alimentarios se deben conocer tanto los factores que contribuyen
a su desarrollo como los que podrían evitarlo. Para realizar una
prevención adecuada se debe insistir en la educación de todos
aquellos aspectos que pueden desencadenar la enfermedad. Sería

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

contraproducente tratar de abordar esta problemática informan-


do solamente del desarrollo de esta.
La escuela es el medio ideal para desarrollar programas de
prevención de TCA. Por una parte, porque es el medio que acoge
a la totalidad de la población durante la etapa de la enseñanza
obligatoria; en la escuela se puede ayudar a adquirir unos conoci-
mientos, unos hábitos y unas actitudes favorables de una manera
gradual y sistemática. Por otra parte, porque la escuela acoge a
los niños y a los adolescentes en una etapa muy importante de
su vida en la que están formando su personalidad y todavía están
a tiempo de cambiar e incorporar nuevos hábitos de salud. El
colegio es también un poderoso campo de socialización, en él se
pueden aprovechar las interacciones positivas entre ellos.
La utilización de libros ilustrados para la prevención primaria
en niños de corta edad, en edad escolar, ha sido una experiencia
muy positiva. Lo demuestra el equipo liderado por el profesor
Dohnt con la publicación Shapesville. Es un libro ilustrado en
que los protagonistas son cinco amigos que viven en un peque-
ño pueblo. Son todos de diferentes formas, tamaños y colores,
y además, cada uno tiene un talento único. Anima a los niños
a reconocer sus propias diferencias y a aprender a aceptarse y
aceptar a los otros. Es un libro para reforzar la autoestima de los
más pequeños.
En muchas escuelas trabajan desde muy pequeños la pre-
vención de la anorexia y la bulimia, fomentando y reforzando
la autoestima de los escolares. Es importante que desde muy
pequeños tanto en las escuelas como en las familias se lleven a
cabo actividades de esta índole, fomentando la comunicación.
Es necesario que se investigue más sobre nuevas metodolo-
gías para que la población más vulnerable, infancia y adolescen-
cia, reciba una formación basada en la prevención de los TCA.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

A pesar de ello, después de revisar ampliamente la bibliografía,


existe coincidencia en que la intervención es más eficaz cuando el
equipo docente, desde su trabajo normalizado en el aula, integra
la educación para la salud como un eje transversal.
A continuación, citaremos las reflexiones extraídas literalmen-
te, seleccionadas por el psiquiatra Ruiz Lázaro (2003), básicas
para todo proyecto de prevención primaria en los TCA:

«1) Las actividades preventivas solo son efectivas si se conoce la causa


necesaria o suficiente de la enfermedad que se pretende prevenir.
Esto es especialmente relevante cuando hablamos de los TCA en
los que las causas parecen implicar múltiples factores. Hablar de
“etiología multifactorial”, que es sinónimo de “desconocida”, es
un eufemismo de nuestra “ignorancia” en el terreno de los trastor-
nos alimentarios, es una tautología que puede dar lugar a engaños
y esperanzas irreales. Pero no conocer de forma total y exhaustiva
las causas de los TCA no es excusa para la inactividad, para no
tratar de intervenir sobre los factores de riesgo (predisponentes
y desencadenantes) ya conocidos o que vamos descubriendo.
Además las medidas preventivas tienen más probabilidad de ser
eficaces si no dependen de la modificación de la conducta de los
individuos (Skrabanek y McCormik, 1992), que es crucial si habla-
mos de psiquiatría, salud mental y TCA en la adolescencia.
2) La información no es sinónimo de conocimiento (Turón, 2003).
Es neutra y debe ser valorada de forma crítica. La información de
síntomas no solo es inútil sino que puede ser contraproducente.
Existe el riesgo de la sugestión, la inducción mimética de conduc-
tas de riesgo, si se da solo información a los adolescentes, en edad
de experimentar, emular (Ruiz Lázaro, 2000, 2001, 2002). Se ha
observado en los programas de prevención del uso de drogas y de
los TCA (Paxton, 1993; Mann et al., 1997). Además si únicamente
damos información no podemos modificar las actitudes y las con-
ductas, solo los conocimientos. Por ello las charlas, conferencias o
clases magistrales (metodología didáctica transmisiva), que infor-

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man específicamente sin educar ni formar a los adolescentes, están


totalmente desaconsejadas.
3) El enfoque ha de ser positivo sin mucho énfasis en los aspectos
negativos y de enfermedad, en aumentar la percepción de peligro
o “amenaza” que supone padecer un TCA (Saldaña, 2001).
4) Hay que atender al currículo oculto: la relación entre los pares;
los medios de comunicación (vehículo de modelos de conducta
y de valores); las actitudes de los profesores y sociosanitarios (los
valores patológicos que podemos transmitir); las instalaciones y
servicios de salud.
5) Los programas parecen proteger un corto período de tiempo. De
ahí la necesidad de su continuidad en el tiempo, del seguimiento.
Las campañas aisladas y descontextualizadas están condenadas al
fracaso.
6) Son más eficaces cuando son aplicados en edades infantiles y juve-
niles. La adolescencia temprana parece un excelente momento.
7) El objetivo es modificar los conocimientos, actitudes y conductas.
Para ello es preciso el empleo de técnicas de implicación, una
metodología pedagógica activa, participativa y experiencial, que
responde a contenidos de procedimientos y actitudinales. Es fun-
damental trabajar con la educación formal (académica reglada) y la
no formal (tiempo libre y medios de comunicación), la familia, el
entorno con una visión sistémica, ecológica de acuerdo con nues-
tro modelo de educación para la salud (Ruiz y Ruiz, 1998).
8) Es necesario incluir a los progenitores, los padres como partici-
pantes en los programas de prevención y trabajar las relaciones
padres-hijos, los problemas educativos.
9) Los docentes, tutores o profesores involucrados en los programas
mejoran su rendimiento.
10) Los programas se deben adaptar al contexto, al entorno urbano o
rural, a nuestra realidad sociocultural. No son válidas las fórmulas
de “café para todos”. Deben tener un abordaje educativo global de
los problemas de los adolescentes, aunque vayan dirigidos de for-
ma específica a unos trastornos como son los TCA (lo que facilita
la evaluación de sus resultados). El éxito en las intervenciones se

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basa en tratar simultáneamente múltiples temas de salud mediante


enfoques genéricos.
11) Los programas se enriquecen de la aportación multidisciplinar de
diversos tipos de profesionales del ámbito educativo y de la salud
y las ciencias sociales, de la coparticipación de distintos agentes de
la comunidad. Se recomiendan los equipos multiprofesionales. Es
precisa una formación previa de las personas que llevan a cabo el
programa.
12) El grupo en sí mismo es un factor protector (Malekoff, 1997). De
ahí la conveniencia de educar para la salud en pequeños grupos,
que obliguen a la participación desde lo vivido, la experiencia y
el descubrimiento de todos sus miembros, en centros educativos,
centros de tiempo libre y centros de salud, en la comunidad.
13) A los niños y adolescentes se les debe reducir riesgos y promover
su competencia; enseñar a aceptar un amplio rango de siluetas
corporales; guiar el desarrollo de intereses y habilidades; dotar de
competencias; clarificar valores; educar en una alimentación salu-
dable enfatizando no saltarse comidas y realizar al menos alguna
comida diaria con la familia; enseñar herramientas de asertividad
para resistir las bromas y la presión social de los iguales, a ser em-
páticos, a tener una conducta prosocial; educar sobre el desarrollo
corporal y la afectividad-sexualidad para evitar ansiedades durante
la crisis de la adolescencia; trabajar su autoestima y autoconcepto;
entrenarles en habilidades sociales, de comunicación y de manejo
del estrés; enseñarles a disfrutar del tiempo libre con un ocio salu-
dable sin necesidad de recurrir a tóxicos.
14) Combinar la prevención primaria con la secundaria es una fórmula
que parece interesante.
15) La evaluación rigurosa del proceso y los resultados es fundamen-
tal para demostrar eficacia, efectividad y eficiencia (lo que resulta
decisivo para la financiación y continuidad de los programas). Una
duración suficiente con seguimiento de meses del programa y un
diseño experimental o cuasi-experimental prospectivo aportan una
calidad que es necesaria para modificar no solo los conocimientos
sino las actitudes y las conductas.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

16) Aunque la revisión de Pearson et al. (2002) puso de manifiesto que


pocos trabajos referían un cambio notable de actitudes a corto
plazo, y hay bastantes estudios que resultan ineficaces o incluso
contraproducentes, afirmaciones de algunos autores como Killen
et al. (1993) que dicen que la prevención programada en el área de
los TCA no es apropiada o es desaconsejable parecen prematuras
y basadas en pruebas limitadas y metodologías poco acertadas.
Otras experiencias con más rigor van demostrando su utilidad.
La mayor parte de la prevención primaria realizada en escolares hasta
la fecha ha ido dirigida a modificar la conducta precursora de los
trastornos alimentarios. Los resultados no han sido muy buenos,
ya que no ha habido cambio de conductas pero sí de conocimien-
tos»
(Ruiz Lázaro, 2002).

Se han publicado muy pocos estudios sobre la evaluación de


los programas escolares de prevención primaria. En general, la
mayoría de ellos se centraron, en primer lugar, en impartir infor-
mación sobre los trastornos alimentarios y los efectos adversos
sobre las dietas y otras conductas para controlar el peso y, en
segundo lugar, en desarrollar habilidades a fin de resistir las
presiones sociales para seguir las dietas. Todos los estudios mos-
traron un incremento de los conocimientos con posterioridad al
programa.
Veamos algunos ejemplos internacionales:
Killen et al. (1993) realizaron un estudio controlado de 18
sesiones que, pese al aumento de conocimientos, no produjo
ningún efecto sobre las conductas alimentarias.
Moreno y Telen (1993) utilizaron una intervención mínima
(un vídeo de 6 minutos y medio seguido de media hora de debate,
con 80 niñas de 12-14 años). Midieron sus conocimientos, actitu-
des alimentarias y tendencias de conducta dos días antes, dos días
después y un mes después de la presentación. Observaron una

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mejora de actitudes alimentarias en el seguimiento realizado dos


días más tarde; no obstante, la intervención no produjo efectos
significativamente diferentes a lo largo del tiempo en el grupo
meta versus el grupo control.
Paxton (1993) efectuó un seguimiento a 12 meses, pero tam-
poco halló modificaciones. Su programa consistió en cinco clases
estructuradas que presentaban información para charlar sobre el
control de peso, los factores biológicos y culturales, y la educa-
ción emocional. Este estudio se efectuó con 107 niñas entre 14
y 15 años.
Dianne Neumark-Sztainer et al. (2001) pusieron en marcha
el programa Free to Be Me (Libre para ser yo misma) con 226
niñas de 10 años. En él se las instruyó a no dejarse influenciar
por los patrones de belleza que ven en los medios de comunica-
ción y saber qué hábitos nutricionales son correctos. Después de
3 meses, las chicas estaban más contentas con su cuerpo, cono-
cían y asumían los cambios que se producirían en la pubertad y
se mostraban inmunes a las imágenes de modelos excesivamente
delgadas.
En Verona, Dalle Grave y De Luca (1999) realizaron un
programa de prevención en las escuelas, cuyos resultados han
sido esperanzadores. Tras el programa, se han visto modificadas
algunas actitudes referentes al nivel de autoestima y la preocupa-
ción por el peso corporal. En general, disminuyó la puntuación
del EAT.
Rocco (2001), en el estudio Psychoeducation in the prevention
of eating disorders: An experimental approach in adolescent schoolgirls,
concluyó que una correcta información de los trastornos puede
mejorar los comportamientos alimentarios. Es un tema muy con-
trovertido por otros investigadores.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

Cummings et al. (2001) llevó a cabo un proyecto que fue


evaluado muy positivamente. Una de las conclusiones a la que se
llegó fue la importancia de la prevención.
Zabinski et al. (2001) realizaron un proyecto que se basaba
en el incremento del conocimiento de la viabilidad del tratamien-
to presentada a través de internet. Más concretamente, un IRC
psicoeducacional para la prevención de los trastornos del com-
portamiento alimentario. Demostraron que la tecnología en las
intervenciones podría ser de gran ayuda para reducir los patrones
de los desórdenes alimentarios entre las mujeres de alto riesgo.
Celio et al. (2000) demostraron que una intervención progra-
mada con internet tenía un gran impacto en la reducción de los
factores de riesgo de los desordenes alimentarios.
Baranowski (2001), en Testing the efficacy of an eating disorder
prevention program, llegó a la conclusión de que el programa de pre-
vención podía ser más efectivo cuando se dirigía a chicas mayores
y con mayor riesgo. Por otra parte, animar a las preadolescentes
a comer saludablemente podía ser un paso importante para la
prevención de los TCA a largo plazo.
Dey et al. (1999) basaron su proyecto, Student bodies: psycho-
education communities on the web, en la prevención a través de inter-
net: consistía en el desarrollo de una web y de un programa de
educación para la salud multimedia; los estudiantes trabajaban
aspectos de la aceptación de la imagen además de un contenido
psicológico. Se observó una reducción de las actitudes predispo-
nentes a los desórdenes alimentarios.
En Buenos Aires se está desarrollando un programa de pre-
vención con muy buenos resultados llamado Adolescentes por
la vida (2002). Está orientado a la prevención desde la escuela de
la problemática de salud actual en los adolescentes. El objetivo
principal es hacer «prevención desde y para los adolescentes»,

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intentando que los propios adolescentes se conviertan en «agen-


tes de salud».
Pokrajat et al. (2006) demostraron la eficacia de su programa
de prevención, en Croacia, en una muestra de 139 adolescentes,
en la que se incidió sobre consejos dietéticos y la preocupación
por la imagen y el peso. Se evaluó una semana antes y tras seis
meses. El resultado obtenido en la población femenina fue esta-
dísticamente significativo en la reducción de actitudes relaciona-
das con los TCA y los conocimientos adquiridos, pero no en la
incidencia sobre los hábitos dietéticos de la población masculina.
Rosenvinge et al. (2004), de Tromso (Noruega), demostra-
ron en sus estudios que la información sobre los síntomas de los
TCA puede provocar efectos negativos en los alumnos.
Un estudio realizado por Varnado-Sullivan et al. (2006),
que valoró el contenido y la metodología de la implementación
de programas preventivos de TCA en un target group (n = 347),
dio unos resultados contradictorios: los programas enfocados a
impartir información sobre los TCA y sus consecuencias eran los
más aceptados y se creía muy necesario que tales programas se
ofrecieran en la adolescencia.
Schwart et al. (2007) analizaron los efectos de un programa
educacional de prevención primaria de los TCA, mediante la
visión y discusión de unos vídeos realizados para este fin. Los
resultados obtenidos fueron, por una parte, que aumentaban
los conocimientos sobre TCA y, por otra, se detectaban algunos
efectos contraproducentes tras ver el testimonio de una paciente
recuperada, como en el siguiente comentario: «Las muchachas
recuperadas de TCA eran muy bonitas, me gustaría parecerme
a ellas». Los investigadores concluyeron que sería necesaria una
investigación exhaustiva de todos los programas preventivos
antes de ponerse en práctica.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

La necesidad de formación y entrenamiento en la realización


de actividades eficaces preventivas en TCA de los educadores
fue estudiada por Yager et al. (2005) en Sydney (Australia).
Estos investigadores estudiaron la contribución de los profeso-
res, educadores de salud, psicólogos de los centros educativos y
entrenadores deportivos en la prevención de los TCA, y llegaron
a la conclusión de que el equipo docente, además de impartir los
conocimientos adecuados para cada etapa, también puede con-
tribuir a la modificación de las conductas y ser «piezas clave» en
la educación para la salud del niño y del adolescente.
Los investigadores suizos C. Chamay-Weber et al. (2006)
demostraron que la mayoría de programas de prevención de
TCA no son eficaces a largo plazo. Lanzaron además otra suge-
rencia, una nueva propuesta para incorporar en los programas
preventivos de TCA la prevención de la obesidad, para sumar los
esfuerzos dedicados a la prevención.
Joann D. Long y Kathleen R. Stevens (2004), enfermeras
americanas, publicaron un estudio muy completo en el que se
comparaba una intervención para la prevención de los TCA, que
era una combinación de educación tradicional y otra a través de
internet, con una intervención en la que la educación tradicional
se aplicaba por sí sola. El grupo diana eran adolescentes en el
ámbito escolar. Se obtuvieron mejores resultados en el grupo
experimental de estudiantes que en el grupo control.

Por esta razón, la tarea consiste en diseñar un programa que


integre diferentes conocimientos y estrategias metodológicas de
programas ya consolidados, pero que incluya nuevas estrategias
adicionales, a fin de cambiar las actitudes y conductas que a la
larga se mantienen.

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Los tutores son los vectores ideales para realizar la interven-


ción educativa. El objetivo principal de este proyecto pretende,
por una parte, elaborar todo un programa mediante la realización
de una web destinada al alumnado y, a la vez, una guía didáctica
para el profesorado que le proporcione todas las herramientas
necesarias para llevar a cabo el programa.
Los programas preventivos de mayor éxito son los que han
utilizado una metodología interactiva, como role playing, discusio-
nes, utilización de autorregistros, etc. Los métodos participativos
son los metodológicamente más valorados ya que asimilan más y
mejor el material del programa.

1.2. Algunos programas preventivos en España

En España, cabe destacar algunos programas muy interesan-


tes, todos ellos dirigidos al ámbito escolar con carácter multidis-
ciplinar, participativo y global:
En Getafe, el programa Y tú... ¿de qué vas?, para adolescen-
tes de 12 a 16 años, está enmarcado dentro del modelo biopsi-
cosocial de educación para la salud. Contiene guías de autoeva-
luación y cuadernillos para padres y profesores. Es un programa
con más de 11 años de implantación, ya consolidado. Desde 1997
se lleva a cabo un proyecto de detección precoz y prevención de
trastornos alimentarios con talleres y seguimiento de alumnos
con riesgo detectados en los IES.
En 1997, el Gobierno vasco publicó el manual Taller de alimen-
tación, que se impartió en la ESO como materia optativa. Los temas
que se trabajaron en él eran muy variados y estaban relacionados
con la nutrición, la autoestima, la imagen corporal, la publicidad,

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

los productos adelgazantes o la presión de grupo. Al final del


curso, los alumnos mejoraron su autoconcepto, no se dejaban
engañar por productos milagro para adelgazar y tenían más cono-
cimientos sobre la alimentación sana. (Díaz Ereño et al., 1997).
La Agencia de Salud Pública del Consorci Sanitari de
Barcelona (2002) está realizando el Programa Canvis, que es
un programa de promoción de hábitos alimentarios saludables
para los alumnos de segundo curso de ESO. Su efectividad en
mejorar el patrón alimentario de los jóvenes y sus conocimientos
se demostró en una evaluación del programa en más de 2.500
alumnos en el curso 1999-2000.
El grupo ZARIMA Prevención, un equipo multidiscipli-
nar voluntario que trabaja en la investigación de los trastornos
alimentarios, ha desarrollado un programa comunitario de pro-
moción de salud mental, prevención primaria y secundaria, sub-
vencionado por el Gobierno de Aragón con la colaboración de
la asociación de familiares ARBADA. La intervención consiste
en cinco sesiones semanales de 120 minutos de duración. Se ha
integrado en el horario escolar, con trabajo en grupo, técnicas
de implicación en nutrición-alimentación, imagen corporal,
influencias socioculturales, autoestima-autoconcepto y habilida-
des sociales. Se trabaja con adolescentes, padres y educadores.
Una medida psicológica estandarizada (EAT-26, SCAN con diag-
nóstico DSM-IV, ICD-10) se emplea en los grupos intervención
y control, pre y postintervención. Un año después se hace una
sesión de refuerzo en nutrición e imagen corporal con un vídeo
para los estudiantes, y otra para los padres. Se publica una guía
para la prevención de los TCA de distribución gratuita y se ela-
boran folletos y el vídeo Comer bien, verse mejor. El programa
ha probado su efectividad cuando se ha evaluado científicamente
al año de seguimiento con el empleo de métodos estandarizados.

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Hay una disminución de la incidencia de trastornos alimentarios


y del riesgo para desarrollarlos estadísticamente significativa en el
grupo de intervención y no en el grupo control. Ha sido consi-
derado como el primer programa preventivo que ha demostrado
estadísticamente la modificación de actitudes y la disminución de
la población de riesgo.
El proyecto Promoviendo la adaptación saludable de
nuestros adolescentes del Ministerio de Sanidad y Consumo
(2002) ganó el primer premio en los III Premios de la Sociedad
Española de Medicina Familiar y Comunitaria SEMFYC para
proyectos de actividades comunitarias. Ha vuelto a ganar en
2002 los VII Premios con el nuevo programa Aprendiendo entre
todos a relacionarnos de forma saludable. Las sesiones son de
hora y media, un día a la semana. Se les enseña a los padres los
factores de desarrollo y deterioro del adolescente, cómo mejorar
sus habilidades de diálogo con sus hijos y cómo ayudarles a acep-
tarse, comunicarse y resolver los conflictos. Los adolescentes,
por su parte, aprenden en los talleres a conocerse y a compren-
derse mejor (a sí mismos y a los demás), tener una visión realista
de su cuerpo y de sus propias posibilidades, comunicar mejor
lo que sienten y lo que desean, resistir a las presiones de los
demás, afrontar bien los conflictos interpersonales, planificarse
para lograr sus metas y saber tomar decisiones. Se utiliza una
pedagogía activa, participativa, bidireccional, partiendo de los
preconceptos y buscando el aprendizaje significativo.
El proyecto Dicta, puesto en marcha en la comunidad autó-
noma valenciana, consta de las siguientes fases:
–– En la primera, una sesión de detección precoz en la que
los casos que presenten una sospecha de síndrome parcial
o completo de anorexia o bulimia nerviosas se derivarán,
mediante los padres, a un centro sanitario.

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–– En la segunda, se realizan unos talleres de prevención


primaria de TCA. Son cuatro talleres de aproximadamen-
te una hora y media de duración, en los que se tratan los
siguientes temas: imagen corporal, autoestima, alimenta-
ción y medios de comunicación y publicidad. Estas diná-
micas de grupo abordan los temas fundamentales que son
básicos en la prevención de los TCA.
La realización de la prevención requiere una capacitación pre-
via en línea, por ello la Consejería de Educación otorga un núme-
ro de créditos importante que avalan la calificación profesional.
Podrá ser impartido tanto por profesores como por los tutores
o el propio responsable del Departamento de Orientación del
centro docente.
En el año 2008, un equipo liderado por la Dra. Raich ela-
boró un programa destinado a alumnos de educación secunda-
ria: Alimentación, modelo estético femenino y medios de
comunicación. El programa consta de tres unidades temáticas:
1) El modelo estético femenino. El objetivo es ayudar a
reflexionar a los adolescentes sobre el modelo estético femenino
actual, contribuir a que se cuestione la creencia de que el ideal de
belleza es único.
2) «El modelo estético femenino en los medios de comuni-
cación». Objetivos generales: ayudar a analizar los mensajes de
los medios de comunicación para que los alumnos y alumnas
desarrollen una actitud crítica hacia dichos mensajes; dar a cono-
cer la información oculta y los trucos que utiliza la publicidad
para transmitir y potenciar el modelo estético femenino; ayu-
dar a cambiar falsas creencias transmitidas por los medios de
comunicación respecto a los principales mensajes: la noción de
perfección, la idea de que el cuerpo es modificable a voluntad y
la eficacia de los métodos propuestos para alcanzar estos ideales.

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3) «Alimentación y nutrición». Se pretende corregir falsas


creencias sobre aspectos relacionados con la alimentación y lo
que se considera alimentación equilibrada.
Las presentaciones de cada unidad pueden ser desarrolladas
en una hora y media o dos horas, excepto la segunda unidad, «El
modelo estético femenino en los medios de comunicación», que
incorpora dos actividades, las cuales requieren una hora adicional
cada una. Se trata de las actividades «Análisis de un anuncio» y
«Carta de denuncia a los medios», que deben trabajarse en sesio-
nes separadas cada una. Ambas requieren sesiones adicionales
de grupo en las que puedan supervisarse y ponerse en común
las tareas realizadas. Además, cada unidad incorpora actividades
complementarias sugeridas para trabajar individualmente o en
pequeños grupos. Se considera conveniente que las sesiones
tengan una periodicidad semanal. El programa ha sido evaluado
con adolescentes de 13 años. Los resultados de las investigacio-
nes realizadas sobre la eficacia del programa indican que, además
de las presentaciones, es precisamente mediante la realización de
las actividades cuando los participantes tienen la oportunidad de
analizar y reflexionar sobre los temas tratados y realizar determi-
nadas acciones que tienen un efecto positivo sobre las propias
actitudes y comportamientos relacionados con la alimentación,
el control del peso y la imagen corporal.
Como podemos comprobar, son bastantes las intervencio-
nes, a nivel de prevención primaria, que se han llevado y se
están llevando a cabo en diferentes puntos de España. Aunque
los programas revisados varían en cuanto a tipo de programa
(interactivo/psicoeducativo), población a la que va dirigido
(universal/selectivo), número de sesiones, etc., los contenidos
trabajados, en general, son bastante similares y, en principio, los
resultados obtenidos son, también, bastante optimistas en el

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sentido de que, en aquellos programas en los que se han anali-


zado los resultados, se observa que la intervención ha resultado
eficaz. Esto es, que la intervención consiguió reducir los com-
portamientos y actitudes de riesgo que presentaba la población
sobre la que se intervenía. Sin embargo, no podemos dejar de
lado las limitaciones que presentan la mayoría de los trabajos
analizados referidas a la no existencia de un grupo control y la
ausencia de medidas de seguimiento, fundamentalmente. Para
concluir, podemos constatar que las intervenciones comunita-
rias con programas escolares con un enfoque interdisciplinar
dentro del currículo escolar, teniendo en cuenta el modelo de
la educación para la salud en la adolescencia, puede ser uno de
los caminos para lograr la prevención de los trastornos alimen-
tarios.
Evidentemente, la línea de prevención de los TCA más efec-
tiva ha sido un tipo de prevención multifactorial que consiste en
transformar los factores de riesgo: psicológicos, socioculturales,
etc., en factores de protección. Otros dos factores a tener en
cuenta son la edad y el medio.
A continuación veamos los aspectos que debemos trabajar en
las escuelas en la prevención de los TCA.
En primer lugar, hablaremos de los principales factores de
protección, y cómo se pueden promover en la escuela. Son muy
importantes, ya que actúan como una vacuna preventiva frente
a esta patología. Los principales son: desarrollar estilos de vida
saludables, promover una autoestima saludable, promover una
imagen corporal positiva, y desarrollar un sentido crítico hacia
los medios de comunicación.
Por otra parte, en los programas de prevención de TCA en la
escuela se deben realizar actividades para facilitar la aparición de
las habilidades sociales y la asertividad para el correcto desarrollo

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de los adolescentes mediante un clima abierto y tolerante en el


aula. Promover la autoaceptación y la de los compañeros, aceptar
a las personas tal como son, con sus defectos y sus cualidades.
Promover que los profesionales de los centros educativos reci-
ban información veraz y contrastada científicamente sobre los
TCA, para favorecer una correcta detección.
Actualmente, muchas instituciones de las diferentes comuni-
dades autónomas y ayuntamientos están realizando programas
preventivos de TCA. Por una parte, han elaborado materiales
didácticos con diversa información y actividades que están a
disposición de los usuarios en los portales web. También cabe
destacar los talleres y asesoramientos que se realizan desde las
diversas áreas de salud, o los materiales elaborados por diferentes
fundaciones: por ejemplo, la fundación Mapfre publicó en el año
2008 un material, Vivir en salud, que se encuentra en esta direc-
ción: http://www.vivirensalud.com/pdf/Guiaformacionbulimia.
pdf. La fundación IMA también ha desarrollado un amplio pro-
grama preventivo (http://www.f-ima.org/es).

2. Detección precoz en los centros educativos.


¿Qué hacer?

Los colegios e institutos son lugares específicos donde se


pueden detectar los inicios de un TCA. EN muchas ocasiones,
son los propios compañeros del afectado los que dan aviso a los
profesores o tutores de comportamientos sospechosos. A conti-
nuación se citan unas señales de alarma para que el profesorado
las tenga presentes.

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En cuanto al aspecto físico:


–– El adolescente evita ponerse ropa ajustada y mostrar partes
de su cuerpo cuando es esperable en las circunstancias y
estación del año (clase de gimnasia, verano...).
–– Hace comentarios despectivos respecto a su cuerpo.
–– Suele llevar ropas anchas o jerséis atados al trasero.

En cuanto al rendimiento en clase:


–– Suele perder la atención en clase.
–– Se observa que está más cansada que de costumbre, indica
que se marea o incluso en alguna ocasión se ha desmayado,
coincidiendo con las clases de educación física.
–– Los profesores de educación física deben conocer bien los
síntomas de las personas que pueden presentar un TCA.

En cuanto al comportamiento en el comedor:


–– Puede saltarse la hora de la comida y quedarse en el recreo.
–– Muestra signos de tensión durante la comida.
–– Se queja de que es demasiada comida o demasiado rica en
calorías.
–– Come a un ritmo inferior o mayor al habitual.
–– Come menos de lo habitual.
–– En algunas ocasiones miente diciendo que no se queda a
comer en el colegio porque va a casa de los abuelos, etc.
–– Los monitores de comedor escolar deben conocer bien
el problema y los comportamientos relacionados con las
conductas de riesgo.

En cuanto al comportamiento en el recreo:


–– Pueden conversar frecuentemente sobre quién es la más
delgada de la clase, sobre dietas o formas del cuerpo ideal.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Se observa que ha sustituido de forma sistemática el boca-


dillo de media mañana por fruta.
–– Con el fin de quemar calorías pueden realizar movimientos
repetitivos sin finalidad, dar paseos sin detenerse, no sentarse...

2.1. ¿Qué hacer ante la sospecha de un caso


de anorexia o bulimia en el aula?
–– En primer lugar, compartir nuestras dudas con otros pro-
fesores de la alumna para contrastar nuestra opinión.
–– Si nuestras dudas se confirman, y con el objetivo de valo-
rar la gravedad del problema, deberemos reunirnos con el
tutor o el profesor que tenga más afinidad con ella y con el
equipo psicopedagógico del centro.
–– La persona que tenga más relación con ella deberá hablarle.
Es necesario convencerla de que cuente el problema en
casa si no son conscientes de él.
–– Si no se atreve a hablar con sus padres, dicho profesor
puede ayudarle a hacerlo.
–– En caso de que plantee resistencias, es necesario hacerle
ver la gravedad del asunto y aun en contra de su voluntad
el tutor tendrá que hablar con sus padres y explicarles la
situación.
–– Si los padres rehúsan hablar con el tutor, este podría con-
sultar a un especialista. En algunas ocasiones, los padres
tienen una actitud de negar la situación o minimizarla.
–– En algunas ocasiones son los mismos compañeros los que
detectan algún comportamiento extraño, como por ejem-
plo encontrarle laxantes en la mochila o que siempre sus
temas de conversación preferidos sean sobre dietas, adelga-

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

zar, etc. Siempre se les ha de comentar que la mejor manera


de ayudarle es que lo expliquen a una persona adulta, un
profesor/a, padre o madre...

2.2. ¿Cómo actuar en el aula si tenemos algún


caso de anorexia o bulimia?
Es posible que alguno de los estudiantes que forman parte del
grupo escolar sufra un TCA, en estas ocasiones se debe tener en
cuenta lo siguiente:

–– Si el alumno no está dispuesto a que lo sepan sus compañe-


ros no es conveniente hacer comentarios al respecto. Pero
si es algo que se sabe, puede ser interesante abordarlo de
forma natural siempre que lo desee la persona.
–– La mejor recomendación es tratar al alumno de forma nor-
mal, evitando hablar del tema.
–– Los TCA son enfermedades psiquiátricas, nunca se debe
culpabilizar a la familia ni al propio enfermo, al contrario,
siempre se debe apoyar al máximo.
–– Desde el punto de vista académico es importante permitir-
le cierta flexibilidad en el horario, para que pueda recuperar
exámenes y acudir a las consultas médicas. Algunas veces
el alumno afectado puede tener necesidad de salir del aula,
o sentirse indispuesto, es importante que el profesorado lo
sepa para actuar en estos momentos tan delicados.
–– Es importante estar atentos a las conductas de aislamiento
que pueden ocurrir en la enfermedad. El papel del pro-
fesorado es crucial para darle apoyo y fuerza para seguir
adelante en su recuperación.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

3. Desarrollar estilos de vida saludable

Promover estilos de vida saludables es la mejor arma para la


prevención de los TCA. Es necesario que se ofrezcan programas
interactivos para potenciar la alimentación saludable y fomentar
la actividad física. Está demostrado científicamente que la calidad
de vida mejora y la prevalencia de enfermedades como cáncer,
patologías cardiovasculares o del aparato digestivo disminuyen.
SI se logran mejorar los estilos de vida de las personas, conse-
cuentemente, mejorará también su salud mental, aumentará su
autoestima y los TCA disminuirán.
Para ello, hemos seleccionado algunas actividades a realizar con
la población más vulnerable, los adolescentes: actividades sobre
educación nutricional, enseñar alimentación saludable y equilibra-
da, enfatizando los efectos negativos de las dietas milagro.
Es importante que para trabajar la prevención de los TCA se
conozca en qué consiste la alimentación equilibrada en los ado-
lescentes y los peligros que conllevan las dietas milagrosas para
adelgazar.
A continuación, se ofrece en diferentes textos información
sobre alimentación equilibrada y peligro de las dietas mágicas
para adelgazar. Estos textos se deben explicar con diferentes
metodologías y realizar un debate posterior.

TEXTO 1: La alimentación equilibrada del adolescente


La alimentación ha de ser:

–– Equilibrada.
–– Variada.
–– Suficiente.
–– Satisfactoria.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

Una dieta equilibrada es aquella que contiene todos los alimen-


tos necesarios para conseguir un estado nutricional óptimo, y por
tanto está ajustada a las necesidades individuales de nutrientes.
Una dieta equilibrada debe mantener a la persona física y
mentalmente saludable y prevenir la aparición de enfermedades.
Los diferentes tipos de nutrientes, imprescindibles para una
alimentación saludable, son:

–– Nutrientes energéticos: son los que aportan energía. Son


los hidratos de carbono y lípidos.
–– Nutrientes plásticos: son los que utilizamos para construir
y regenerar nuestro propio cuerpo. Son las proteínas, vita-
minas y minerales.
–– Nutrientes reguladores: son sustancias necesarias que
intervienen en numerosas reacciones químicas del cuerpo.
Son las vitaminas y minerales.
–– El agua es la bebida que se aconseja por excelencia.

¿Cómo ha de ser la alimentación en la adolescencia? La


adolescencia es un momento de grandes cambios físicos, psico-
lógicos y sociales. Es como un volver a nacer, una ruptura con
la infancia. Esta vulnerabilidad hace que la autoestima del ado-
lescente se sienta afectada en un momento en que se necesitan
muchos nutrientes para un crecimiento tan marcado.
Así pues, para que no falte ningún requerimiento nutricional
estas son las recomendaciones en esta etapa:

–– Es recomendable realizar 5 comidas al día: desayuno,


almuerzo a media mañana, comida, merienda y cena.
–– El promedio de kcal es de 2.100 a 2.500 para las chicas, y un
poco más elevado para los chicos, de 2.500 a 3.000 kcal/día.

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–– El desayuno debe ser completo, antes de salir de casa y


luego a media mañana. Se recomienda que estén presentes
los tres grupos de alimentos: los cereales, los lácteos y la
fruta.
–– Los lácteos se deben tomar 3 veces al día, por ejemplo, una
taza de leche, yogur y dos lonchas de queso.
–– Conseguir el consumo de fruta 3 veces al día, sin olvidar
los frutos secos.
–– La ración de verduras debe estar presente en unos 400 a
500 g al día, repartida entre las dos comidas principales:
almuerzo y cena.
–– El aceite recomendable debe ser de oliva, de 30 a 60 g al
día, que se corresponde con 3 a 6 cucharadas al día.

¿Cómo deben ser las comidas principales?:


–– Un alimento con hidratos de carbono: 250 g de patata o
bien 70 a 80 g de arroz o pasta o 90 a 100 g de legumbre
o pan.
–– Verduras o ensalada.
–– Un alimento con aporte de proteína. Para comer de 80 a
100 g de carne, o pescado o huevo, un día pueden tomar
jamón o queso.
–– Los postres deben ser frutas o lácteos.
–– En cada comida es muy importante que haya siempre un
alimento crudo, sea en forma de ensalada o fruta.

¿Cómo haremos las comidas y cenas? En un almuerzo y cena


debe haber siempre:
–– Un alimento rico en hidratos de carbono, por ejemplo,
150 g de patata, 40 o 50 g de arroz o pasta, 50 o 60 g de
legumbre o pan.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

–– La verdura o ensalada que antes hemos dicho.


–– Un alimento rico en proteína, con la cantidad de 60 a 80
g de carne o pescado, o huevo. Dos días podrían tomar
jamón o queso.
–– El postre debe ser fruta o un producto lácteo, siempre
considerando el que se toma para la merienda o desayuno.
–– En cada comida debe haber un alimento crudo, en forma
de ensalada o fruta.

Hay que moderar...


–– Pastelería y bollería.
–– Chucherías.
–– Tartas.
–– Aperitivos: patatas chips, ganchitos, etc.
–– Fritos y salsas muy condimentadas.

Hay que evitar...


–– Bebidas azucaradas, excitantes, con cola o cafeína.
–– Bebidas alcohólicas.

Se debería seguir un modelo de dieta mediterránea. Se ha


comprobado científicamente que una mayor adherencia a la dieta
mediterránea podría prevenir el sobrepeso y la obesidad, enfer-
medades crónicas, cáncer, menos tasa de mortalidad cardiovas-
cular, efecto antioxidante.

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Ejemplo de planificación de una dieta para adolescente:

Lunes Martes Miércoles Jueves Viernes Sábado Domingo

Comida Pasta Legumres y Patata Arroz Pasta Legumbre Patata


Carne blanca arroz Carne blanca Huevo Carne de Pescado Pescado azul
Verdura Pescado Verdura Verdura cerdo Ensalada Verdura
Fruta Ensalada Fruta Fruta Ensalada Yogurt Fruta
Yogurt Fruta

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Cena Legumbres y Patata Cereales/pan Cereal Cereal y Pan/ cereales Pan
cereales Huevo Pescado Pollo patata Ensalada Jamón
Pescado Verdura Verdura y Verdura y Marisco Queso Verdura/
Ensalada Fruta ensalada ensalada Verdura Fruta ensalada
yogurt Láctico Láctico Yogurt y fruta Láctico

Trastornos del comportamiento alimentario

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

ACTIVIDAD: A partir de esta explicación, realiza una propues-


ta «real» de lo que puedes cambiar en tu propia alimentación
diaria. Para ello, confecciona un menú de un día entero, teniendo
en cuenta el desayuno de antes de salir de casa, el desayuno del
instituto, la comida, la merienda y la cena.

TEXTO 2: Peligros de las dietas milagrosas
Según la Asociación de Dietistas y Nutricionistas, el 95 % de
las personas que pierden peso con las dietas denominadas mila-
grosas recuperan el peso perdido, un dato importante es que el
69 % lo recuperan en los 3 meses posteriores a finalizar la dieta.
A esto se le llama el efecto yoyó.
Esto se produce porque los períodos de ingesta excesivamen-
te reducida que conllevan estas dietas ponen en marcha potentes
mecanismos fisiológicos en nuestro organismo para compensar
el período de restricción que se ha sufrido. ¿Y cuáles son estos
mecanismos?
–– Aumentar el apetito hace que al acabar la dieta milagro
comamos más de lo que nuestro cuerpo necesita.
–– Un mayor ahorro energético. Durante el período que se
está realizando la dieta milagro, nuestro organismo reac-
ciona rápidamente al consumo de una cantidad de ener-
gía inferior a la necesaria y como mecanismo de defensa
disminuye el metabolismo para intentar gastar menos y
contrarrestar esa deficiencia energética. Cuando volvemos
a la dieta habitual el metabolismo ha disminuido (se gasta
menos) y al comer más se recupera el peso perdido con
gran facilidad.
–– Al tratarse de dietas desequilibradas y muy hipocalóricas
el organismo reacciona compensando la falta de energía
recibida con un aumento de la destrucción de las proteínas

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corporales como fuente alternativa de energía, lo que pro-


voca una pérdida de masa muscular y una rápida pérdida
de peso.

Riesgos para la salud


Existen muchos riesgos para la salud debido a los efectos
secundarios que estas dietas pueden producir:

–– Deficiencias de proteínas, vitaminas y minerales por la falta


de consumo con los alimentos.
–– Alteraciones gastrointestinales como náuseas, vómitos,
diarreas o estreñimiento.
–– Trastornos metabólicos como cetosis, acidosis láctica o
crisis de gota.
–– Efectos psicológicos negativos como insomnio, ansiedad,
irritabilidad, depresión o la distorsión de la imagen corporal.
Ejemplos de algunas de estas dietas:
Dieta Dukan. Promocionada por el francés Pierre Dukan, ha
sido una de las «fórmulas» más utilizadas por nuestros famosos
en los últimos años. Es una dieta estructurada en diferentes fases
y que promueve, sobre todo, el consumo de proteína de origen
animal (carne, pescado, huevos y lácteos) para conseguir la pér-
dida de peso. No está basada en ningún estudio científico. El
Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación
Española de Dietistas-Nutricionistas (GREP-AEDN) señaló en
2011 que este método «es fraudulento e ilegal, no sirve para adel-
gazar y supone un riesgo para la salud pública».

Dieta Atkins. Es un régimen dietético altamente conocido,


en el que se promueve el consumo de alimentos ricos en grasas
y proteínas y se disminuye el consumo de alimentos ricos en

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

carbohidratos, como pasta, pan, patata, arroz, legumbres, etc. No


hay estudios a largo plazo en los que se hayan podido analizar
los posibles efectos adversos asociados a este tipo de dieta, pero
ninguna sociedad científica recomienda hoy en día seguir unas
pautas dietéticas con estas características. Sus posibles efectos
adversos son:
–– Desencadenar TCA como la anorexia y la bulimia.
–– Producir alteraciones dermatológicas como pérdida del
cabello, fragilidad en las uñas o sequedad en la piel.
–– Aumentar el riesgo de padecer diabetes, osteoporosis y
alteraciones cardiovasculares, renales y hepáticas.
–– Disminuir el rendimiento físico e intelectual (falta de con-
centración, cansancio, etc.).

Dietas hipocalóricas desequilibradas. Estas dietas se


caracterizan por un consumo de energía muy bajo (400-800 kcal/
día) y por una alimentación poco variada de la que se pueden
derivar carencias en determinados nutrientes. Además, suelen
provocar un gran efecto rebote con una disminución de la masa
muscular y un aumento de la masa grasa derivado de la adap-
tación del metabolismo a la disminución drástica de la ingesta
energética mediante una disminución del gasto. La OMS afirma
que estas dietas no son más efectivas en la disminución de peso a
largo plazo que otras estrategias dietéticas más moderadas. Como
ejemplos de dieta hipocalórica desequilibrada tenemos la dieta de
la Clínica Mayo, la dieta gourmet o la dieta cero.

Dietas disociativas. Estas dietas no limitan la ingesta de


alimentos energéticos sino que pretenden impedir su aprove-
chamiento como fuente de energía con la disociación y se basan
en que los alimentos no contribuyen al aumento de peso por sí

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

mismos sino al consumirse según determinadas combinaciones,


por lo que se puede comer de todo pero no durante la misma
comida. Esta teoría es totalmente errónea y carece de fundamen-
to científico ya que el cuerpo es capaz de asimilar los distintos
nutrientes a la vez y los resultados obtenidos solo obedecen a un
menor consumo de energía. Además, este tipo de consumo es
casi imposible porque no existen alimentos que solamente con-
tengan proteínas o hidratos de carbono, sino que los alimentos
contienen los nutrientes combinados. Como ejemplos de dieta
disociativa tenemos la dieta de Montignac, la dieta de Hay, la
dieta de Hollywood o la antidieta.

Otras dietas pertenecen a las excluyentes, se basan en la elimi-


nación de algunos nutrientes, lo que puede producir problemas
de salud irreversibles. Ejemplos:

Dietas proteinadas. Estas dietas pueden producir sobrecar-


ga renal y hepática, cetoacidosis e hipoglucemia. Como ejemplo
de este tipo de dieta podemos señalar la dieta de los astronautas,
o la dieta de la proteína líquida.

Dietas ricas en grasa. Estas dietas, también conocidas como


cetogénicas, pueden aumentar el colesterol, producir estreñi-
miento, o graves alteraciones en el metabolismo. Como ejemplo
de este tipo de dieta está la dieta Atkins.

Monodietas. Estas dietas se basan en el consumo de un


único alimento al que atribuyen propiedades excepcionales, dán-
dole más importancia a los beneficios que ese alimento puede
proporcionar que a una alimentación equilibrada. Ejemplos de
este tipo de dietas son la dieta de la alcachofa o la dieta de la piña.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

ACTIVIDAD: A partir de este texto, tienes que elaborar una


noticia sobre el peligro de las dietas. Esta noticia puede ser en
formato escrito, audio o visual. Puedes imaginarte diferentes
situaciones, como por ejemplo que eres un conductor/a de un
telediario, o que escribes en una revista para jóvenes o que eres
el editor de un programa para jóvenes que se emite por la radio.
Otras actividades relacionadas con la alimentación:

–– Autorrevisión de su propia dieta.


–– Interpretación de la pirámide alimentaria.
–– Buscar y realizar recetas fáciles, divertidas y saludables.
–– Desayunos saludables. Importancia del desayuno.

4. Fomentar el ejercicio físico

OBJETIVO: animar a los adolescentes a evitar el sedentarismo.

ACTIVIDAD: ¡Actívate!
En primer lugar, se les explica las recomendaciones para
realizar actividad física y que escojan cuál de las actividades de
las cuatro modalidades pueden complementar 1 hora al día, en
la escuela y fuera de la escuela (texto 1); y en segundo lugar,
que escojan qué tipo de actividad física les gustaría practicar
(texto 2).

TEXTO 1: se recomienda que los adolescentes realicen activi-


dad física diaria tanto en el colegio o instituto como en forma de
actividad extraescolar.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

Ejercicio aeróbico de intensidad moderada:


–– Ir andando al colegio o en bicicleta, sin utilizar trasporte
público.
–– Caminar por el campo o por lugares destinados a pasear.
–– Subir escaleras, sin utilizar el ascensor.
–– Montar en monopatín.
–– Colaborar en las tareas del hogar, barrer, fregar, o en las
tareas del jardín.

Ejercicio aeróbico de alta intensidad (vigorosa):


–– Montar en bicicleta a un ritmo rápido, en cuesta.
–– Saltar a la comba.
–– Practicar artes marciales.
–– Jugar a fútbol, baloncesto, natación, voleibol, tenis.
–– Subir escaleras rápido.
–– Bailar zumba o de forma intensa.

Ejercicios de fortalecimiento muscular:


–– Realizar juegos que requieran acarrear su propio peso cor-
poral o el de un compañero o compañera.
–– Levantar pesas.
–– Hacer ejercicios abdominales.
–– Hacer flexiones de brazos en el suelo.
–– Escalar.
–– Colgarse de barras u otros objetos.

Fortalecimiento/crecimiento óseo:
–– Saltar a la comba o cualquier otra actividad que implique
saltos.
–– Correr.Practicar deportes: gimnasia, baloncesto, voleibol,
tenis.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

TEXTO 2: de todas estas posibilidades, has de escoger cuál te


gustaría realizar. Escribe en tu cuaderno los impedimentos y las
facilidades para lograr que esta actividad la puedas realizar próxi-
mamente.

–– Ir andando o en bicicleta al centro escolar.


–– Utilizar las escaleras.
–– Correr.
–– Montar en bicicleta.
–– Nadar.
–– Footing.
–– Actividades con amigos/as.
–– Montar a caballo.
–– Gimnasia.
–– Atletismo.
–– Patinar sobre hielo.
–– Escalar.
–– Esquiar.
–– Snowboard.
–– Surf.
–– Navegar o practicar windsurf.
–– Baloncesto.
–– Voleibol.
–– Patinaje sobre ruedas
–– Fútbol.
–– Tenis.
–– Pádel.
–– Frontón.
–– Bádminton.
–– Baile.
–– Artes marciales.

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–– Yoga.
–– Monopatín.
–– Balonmano.

5. La preocupación por el peso


La preocupación por el peso es una constante en la adolescen-
cia. Se ignora el concepto de peso, debido a la mala información
que proporcionan las revistas y a la presión de los medios de
comunicación. No se habla de las diferentes constituciones ni del
concepto de metabolismo.

OBJETIVO: saber lo que es el peso e interpretar las curvas de


crecimiento.

ACTIVIDAD 1: Constituciones diferentes. Todos iguales y


todos diferentes.
Después de una explicación sobre el concepto de peso, tablas,
constitución de las personas, curvas de crecimiento y tablas de
peso, tendrán que interpretar una curva de crecimiento.
Materiales: Curva de crecimiento y texto ¿Sabes lo que es el
peso?

TEXTO (adaptación de Imagen corporal en los TCA). Cuando nos


pesamos, sale un número expresado en kilogramos. Este núme-
ro no solo indica lo que hemos engordado o adelgazado, o la
grasa que tenemos, sino que quedan reflejadas nuestras vísceras,
nuestros huesos, nuestros músculos. El tejido adiposo o graso es
un tejido que nos protege del frío y además protege a nuestros

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

órganos vitales. En algunas ocasiones, se produce un aumento de


este tejido, este exceso se denomina obesidad. La obesidad, pues,
no es exceso de peso, es exceso de tejido graso.
El peso de una persona es oscilante, es decir, puede variar a lo
largo del día de 3 a 4 kg (rango de peso) y además depende del
día del ciclo menstrual en que una mujer se encuentre.
De nada sirve obsesionarnos con un número de peso ni obse-
sionarnos en pesarnos continuamente.
Otra pregunta que nos podemos hacer es si una persona
puede tener el peso que ella quiera. ¿Qué piensas?
Aquí está la respuesta: el color y la forma del pelo, el color de
ojos, la altura, son cualidades individuales que vienen determi-
nadas por herencia genética. Otra característica es nuestro peso
corporal, en condiciones normales, siempre nos moveremos en
el rango anteriormente comentado, a este parámetro lo denomi-
naremos rango de peso natural. Nuestro organismo, que es muy
sabio, impedirá el cambio de peso más allá de este rango, sea por
ingestas excesivas o por deficientes. La tendencia del organismo
a preservar esta energía funciona como un termostato, si le falta
energía reducirá todo a bajo mínimos para evitar gastar energía,
por esta razón muchas chicas con anorexia nerviosa no tienen la
menstruación.
En todas estas dietas rápidas y milagrosas, anteriormente
comentadas, como por ejemplo «Pierda 5 kg en una semana», la
pérdida de grasa es mínima, lo que más se pierde es agua, parte
de tejido muscular y órganos vitales.
Otro concepto a tener en cuenta es que las tablas de peso
que puedas encontrar por internet o en revistas no son fiables.
Primero porque no sabes quién la ha confeccionado ni para qué
tipos de personas. No es lo mismo la población de China que la
población del norte de Europa o la mediterránea.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

La mayoría no tienen en cuenta el «rango natural» que antes


hemos descrito ni tampoco indican la constitución de las perso-
nas, si son de complexión grande, mediana o pequeña. Tampoco
tienen en cuenta la musculatura ni la edad.
Respecto a la edad, los adolescentes nunca las podéis utili-
zar porque aún no habéis acabado el crecimiento. Para ello, los
pediatras y los nutricionistas utilizan las curvas de crecimiento, os
mostramos una a continuación.
Reflexiona sobre estas frases:

–– El peso que tenemos es una característica individual que


viene determinada genéticamente. Es estable a largo plazo.
–– Las dietas de adelgazamiento milagrosas no funcionan.
–– Si una adolescente tiene un peso saludable con su rango
natural, ¿por qué tiene que producirle tristeza, impotencia,
graves enfermedades no alcanzar el canon de belleza que
nos están inculcando?
–– Es más peligroso para nuestra salud física y psicológica
querer acercarnos a unos ideales inalcanzables que apren-
der a vivir con nuestro cuerpo: quererlo tal como es, único
y diferente a los demás.
–– Solo en caso de obesidad o sobrepeso nos pondremos en
manos de un especialista en nutrición para poder alcanzar
un peso saludable.
–– Para mejorar nuestra imagen corporal no hay que trasfor-
mar irracionalmente nuestro cuerpo, sino cambiar el modo
en que nos tratamos y valoramos.
–– Si una persona tiene una imagen corporal negativa, aunque
cambie de peso, seguirá sintiéndose mal consigo misma.
–– Lo más saludable que podemos hacer por nosotros mis-
mos es aprender a aceptarnos, querernos y respetarnos.

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6. Enseñar a ser críticos con la publicidad y


las manipulaciones de las imágenes con
programas informáticos. La belleza

La sociedad actual prioriza como modelo a seguir una imagen


irreal, alejándose de las medidas corporales reales y habituales de
las personas. Además, esta imagen es inalcanzable, ya que sola-
mente la pueden adquirir una minoría de personas, realizando
dietas peligrosas que pueden poner en peligro la salud.
Los medios de comunicación, sobre todo la publicidad, pro-
mueven este estereotipo de belleza y no nos muestran imágenes
reales, sino que muchas veces son imágenes manipuladas digi-
talmente con el objetivo de que las percibimos como reales y
posibles. Por esta razón debemos enseñar a los adolescentes y a
la sociedad en general a ser críticos. De este modo estaremos más
protegidos y no se afectará nuestra autoestima.

ACTIVIDAD 1: La belleza.
Objetivo: reflexionar sobre la belleza. ¿Quién impone los este-
reotipos de belleza?
La valoración de la belleza cambia a través de las diferentes
épocas y culturas.
Lee atentamente el texto y después reflexiona respondiendo
las preguntas siguientes.
Los ideales de belleza no están determinados por factores bio-
lógicos, sino por factores culturales. Existen actualmente muchí-
simos prototipos de belleza. Por ejemplo, la calvicie: en algunas
sociedades africanas, se rapan el pelo para aparentar ser más
nobles, en cambio, en Occidente está considerado como un pro-
blema. Otro ejemplo es el color de la piel, entre los siglos XVII
y XIX, en las sociedades occidentales, la piel pálida y blanca era

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signo de distinción y nobleza, ya que tener la piel más morena


era un símbolo de trabajar en el campo. Para lograr tener la piel
más blanca se utilizaban polvos de arroz y vinagre. Actualmente,
esta apreciación ha cambiado totalmente, un rostro bronceado
es símbolo de un gran poder adquisitivo y se asocia a vacaciones
a lugares exóticos y también tiempo para poder tomar el sol.
Incluso los centros de belleza tienen secciones de rayos UVA,
para lograr esta finalidad.
Respecto a las formas corporales, en ciertas sociedades africa-
nas, en las que no tienen alimentos y escasea la comida, la obe-
sidad de la mujer es un bien deseado porque simboliza un éxito
en la reproducción y así perpetuar la especie. Estas sociedades
veneran a las mujeres con sobrepeso, para ello, cuando llega la
pubertad son sobrealimentadas para estar más preparadas para
tener y criar sus hijos. En cambio en Occidente es totalmente
diferente.
Así pues, observamos que el ideal estético va cambiando
según los países y culturas.
También si realizamos un viaje en el túnel del tiempo obser-
vamos que el ideal de belleza va cambiando. Si nos fijamos en la
Venus de... las estatuillas encontradas simbolizan el prototipo de
belleza en aquellos tiempos, la mujer obesa estaba presente por
las razones antes expuestas.
En la sociedad griega, su canon de belleza no era la mujer,
sino el hombre joven, esbelto y atlético.
En la Edad Media volvió a surgir el ideal de mujer obesa, la
figura reproductora. Hasta el siglo XVIII prácticamente este era
el ideal de belleza, mujeres con grandes pechos, caderas amplias,
curvas muy marcadas, eran consideradas bellas, atractivas, eróticas.
Al entrar en el siglo XX, la mujer con curvas se va reempla-
zando con mujeres más delgadas, alternándose diferentes mode-

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

los de belleza. Por ejemplo, en la época del charlestón, la mujer se


viste de hombre y desaparecen totalmente las curvas, era la época
en que la mujer empezaba a incorporarse al trabajo. Más adelante
las exuberantes Marilyn Monroe o Sofía Loren marcaron otra vez
la moda de las redondeces, alternándose con las formas tubulares
de la modelo Twiggy, que inició una estética muy diferente: cuer-
pos muy delgados, infantiles, sin formas.
Actualmente el ideal estético dominante es el cuerpo extrema-
damente delgado, que según el poder adquisitivo se puede obte-
ner en algunas ocasiones «a la carta». Las operaciones de estética
cada vez son más frecuentes. Uno de los regalos que piden las
adolescentes americanas cuando se gradúan es la operación de
los pechos. Estos cuerpos que persiguen muchísimas mujeres
y ahora también hombres son cuerpos que no son frecuentes
genéticamente en nuestro entorno.
Fijaos también que el prototipo de belleza masculino va osci-
lando. El chico con músculos marcados, muy depilado, sin un
gramo de grasa, es el estereotipo masculino actual.
La pregunta es: ¿por qué seguir modelos estéticos inalcanza-
bles? ¿Realmente vale la pena poner en riesgo la vida para nunca
llegar al ideal estético?
Otro aspecto importante a tener en cuenta es que en muchas
culturas han perseguido el ideal de belleza dañando o mutilando
su cuerpo.
Viajemos a la época de los faraones, los hombres y mujeres
utilizaban sustancias como la malaquita verde o sulfato de mer-
curio para colorear su piel, labios, ojos. Estas sustancias son
altamente tóxicas, incluso pueden provocar la muerte cuando se
absorben a través de la piel y las mucosas.
Ahora viajemos a la antigua China. El ideal de belleza era
tener los pies pequeños. Cuando la niña era muy pequeña, le

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vendaban los pies fuertemente, de forma que los dedos queda-


ban por debajo de la suela hacia atrás. El resultado de esta prác-
tica fue que los pies quedaban con malformaciones, como unos
muñones, y además sufrían dolores muy intensos para el resto
de su vida.
Actualmente, también se observan algunas prácticas dañinas,
por ejemplo, en algunas tribus africanas y brasileñas se introdu-
cen platillos de madera cada vez mayores en los labios, eso les
provoca una desfiguración del rostro y problemas al hablar y al
comer. O las llamadas «mujeres cuello de jirafa» tailandesas de
la tribu padaung: estas mujeres llevan adornos conocidos como
anillos de cuello, bobinas de latón que se colocan alrededor de la
garganta para alargarla. Estas bobinas hacen que las mujeres se
vean como un dragón, que es una figura importante en su cultura
y las protege de los peligros de las montañas y enfermedades.
A pesar de las prohibiciones del gobierno, ellas siguen con esta
práctica ya que les genera muchos ingresos debido al turismo que
les visita. Es altamente perjudicial para la salud de estas mujeres.
Ahora volvamos de este viaje por las culturas y a través del
tiempo. ¿Realmente no estamos maltratando nuestro cuerpo con
estas dietas tan exageradas, con la práctica del vómito, con querer
alcanzar un cuerpo que solamente posee una parte muy pequeña
de la población?
Cuestiones:
1) ¿Crees que la delgadez, al igual que todos los anteriores
prototipos comentados, llegará un momento en que dejará de ser
el canon de belleza dominante?
2) ¿Crees que siempre las mujeres han pretendido ser delga-
das? ¿Por qué ahora?

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3) ¿Qué crees que influye más a la mayoría de personas que


no se sienten a gusto con su cuerpo para querer cambiarlo? ¿Las
amigas, la familia o el sexo contrario?
4) ¿Crees que las mujeres jirafa, los antiguos egipcios, las tri-
bus africanas, con las practicas anteriormente explicadas, maltra-
tan o maltrataban su salud? ¿Actualmente, una persona sometida
a una dieta insuficiente, desequilibrada, puede maltratar su salud?
5) Escribe un eslogan para que todos los adolescentes quieran
más a su cuerpo. ¿Te atreves?

ACTIVIDAD 2: ¿Quién impone la moda? La guerra de las tallas.


Análisis del tríptico: No seas presa de las tallas.
Recurso: http://www.noseaspresadelatalla.com/web/wp-content/
uploads/2012/10/Folleto.pdf. Realizado por la Federación de
Mujeres Jóvenes.

Objetivo: reflexionar sobre la evolución de la moda a lo largo del


tiempo y del concepto de belleza.

ACTIVIDAD 3: La publicidad. Actividad propuesta por la


empresa Dove: Evolution. Es un vídeo muy corto, donde una
modelo se somete a una serie de transformaciones, peluquería,
maquillaje, sesión de múltiples fotografías y la fotografía escogi-
da entre miles, la retocan mediante programas informáticos. Tras
una breve reflexión por parte del educador, se iniciará un debate.
Recursos: https://www.youtube.com/watch?v=iYhCn0jf46U
Objetivo: reflexionar sobre los anuncios publicitarios y las
estrategias que emplean con las imágenes retocadas.

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ACTIVIDAD 4: Disección de un anuncio.


Se pretende lograr que el alumnado adopte una actitud crítica
y reflexiva sobre la influencia de la publicidad en el consumo.
Para ello pondremos a su disposición una serie de anuncios con
actividades que han de realizar siguiendo una metodología de
indagación. Estas actividades están orientadas a que el alumnado
reconozca los códigos de la publicidad e identifique los mensajes
que se transmiten en los anuncios.
Objetivo: conocer los mecanismos de la publicidad. La uti-
lización del cuerpo femenino. Se realizará la observación de un
anuncio de publicidad y deberán responder unas preguntas.

ACTIVIDAD 5: Denuncia, quéjate, grita.


Los alumnos podrán denunciar, quejarse y compartir irre-
gularidades que han visto en tiendas, revistas, anuncios, etc. Se
expondrán en clase y realizarán una denuncia grupal, como por
ejemplo escribir al propietario de una tienda y pedirle que en ella
estén presentes todas las tallas.
Objetivo: mostrar a los estudiantes que existen diferentes vías
de denuncia y de queja ante las varias irregularidades detectadas.

7. Promover una imagen corporal positiva

Tal como se comentó anteriormente la imagen corporal es la


idea que cada cual tiene de sí mismo y también cómo uno cree
que lo ven los demás.
Muchas adolescentes distorsionan las dimensiones de su cuer-
po, reaccionan de forma negativa hacia su cuerpo, formando una
imagen corporal negativa al someter el cuerpo a comparaciones

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imposibles de las que siempre salen perdiendo. Todo ello pro-


voca una disminución en la autoestima ya que esta solamente
depende del peso y del cuerpo.
De hecho es la imagen del propio cuerpo la que hace sentirlas
infelices, no es el propio cuerpo. Por mucho que se manipule el
cuerpo con dietas mágicas o con vómitos autoinducidos, si no
se cambia la forma de pensar y sentir sobre él, si no hay una
autoaceptación del propio cuerpo, seguirán sintiéndose mal con
una imagen corporal negativa. Es importante separar lo que es la
imagen corporal del cuerpo en sí, son cosas distintas.
La actividad que proponemos es el reconocimiento por parte
de los jóvenes de los errores cognitivos de la imagen corporal,
se reparte un texto fotocopiado (adaptado de Cash, Gran y
Perpiñá).
Una vez reconocidos, han de escribir en un papel qué puntua-
ción les ha salido y cómo la pueden mejorar.
Objetivo: promover una imagen corporal positiva.
Texto: Indica con qué frecuencia te suceden estos errores en
tu conversación con tu cuerpo (valoración: 0 = nunca a 4 = muy
a menudo).
1) La Bella o la Bestia. Nuestra valoración o es el todo o nada,
no hay punto intermedio. Me siento gorda o flaca, me siento
guapa o fea...
2) El ideal irreal. Comparar el propio aspecto con el ideal de
belleza del momento: top-model, cantante.
3) Comparación injusta. Comparar nuestro cuerpo con gente
que conocemos y a quien admiramos por su aspecto físico, por
ejemplo la compañera más delgada de la clase.
4) La lupa. Damos una importancia extrema a los defectos
que uno percibe de sí mismo.

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5) La ceguera mental. Minimizar los aspectos físicos propios


que están bien y que todo el mundo ensalza.
6) Expansión de la fealdad. Extender el descontento a todos
los ámbitos de la vida, a partir de algún aspecto que a uno no le
gusta.
7) Juego de culpa. Inferir que el aspecto de uno ha sido la
causa de algo que no se quería que ocurriera.
8) Leer (mal) la mente: si yo lo pienso, los demás también lo
estarán pensado.
9) Predecir la desdicha. Creer que el propio aspecto llevará a
consecuencias negativas en el futuro.
10) La atadura a la belleza. Pensar que la propia apariencia
prohíbe o impide hacer algunas actividades.
11) Sentirse feo/a. Sentirse feo/a es la evidencia de que
uno/a debe ser, de hecho, feo/a.
12) El espejo malhumorado. Generalización de pensamientos
negativos y estados de ánimo, provenientes de sucesos que no
tienen que ver con la apariencia, a experiencias corporales.

8. Promover una autoestima saludable

La OMS define la salud como «estado de completo bienestar


físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones
o enfermedades». Es evidente la íntima relación que existe entre
estar sano y tener una alta autoestima.
También está comprobado que una autoestima saludable dis-
minuye considerablemente la probabilidad de padecer enferme-
dades psicológicas.

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La adolescencia es una época de cambios e inseguridades.


Muchas adolescentes tienen una autoestima baja, y conviene que
en todos los programas escolares existan actividades para refor-
zar la autoestima y el autoconcepto.

ACTIVIDAD 1: El árbol de la autoestima.

Objetivo: promover una sana autoestima.


Conviene que tomemos conciencia de nuestras cualidades y
de aquellos logros de los que podamos sentirnos orgullosos.
El objetivo de este ejercicio es facilitar el reconocimiento
apreciativo de nuestros propios logros y de las cualidades que los
han hecho posibles.
1.º Toma nota de los logros y realizaciones pasadas y actuales
de las que te sientas orgulloso/a. No tienen que ser espectacula-
res. Ejemplo: aprender a usar el ordenador, llevarte bien con los
amigos/as... Haz una lista larga.
2.º Identifica las cualidades propias que han hecho posible o han
contribuido a esas realizaciones. Ejemplo: tenacidad, simpatía...
3.º Dibuja un árbol con las raíces al descubierto. Escribe tu
nombre y, a continuación, el árbol de mi autoestima.
4.º Escribe tus logros en cada una de las ramas y desliza tu
lápiz hasta la raíz y escribe la cualidad que ha hecho posible cada
logro. Ejemplo: logro: ser buen compañero/a; cualidad: genero-
sidad.
5.º Contempla el árbol dándote cuenta de lo que sientes al
contemplarlo, y de lo que el árbol dice acerca de ti. Coméntalo
con alguien de confianza.
6.º Ponlo en tu cuarto como un póster, y contémplalo.

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ACTIVIDAD 2 (adaptada del libro Júlia, aprenc a estimar-me, de


Marga Serra):
Este decálogo para aumentar la autoestima es muy importante
que te lo leas y que intentes interiorizarlo. Para ello escríbelo en
un folio, ilústralo y léelo cuando estés triste o cuando las cosas
no te salgan como tú hubieses deseado.
1) No te compares al resto, ni compares al resto contigo
mismo. Nadie es mejor ni peor. Somos únicos. Siempre habrá
alguien que tenga unas cualidades mejores que tú... pero eso no
significa que sea mejor que tú en todo... No te exijas tanto. No
busques un 10 en todo, la perfección no existe. No seas hipercrí-
tico contigo. Mírate con humor y amor.
2) No te obsesiones con mensajes negativos. Deja de criti-
carte, de verte inferior a los otros, estos mensajes destruirán tu
autoestima. Cuando te vengan a la cabeza frases como «no valgo
para nada», «no soy lo suficientemente...», «nunca llegaré...», «no
tengo...», detente y piensa. ¡STOP! Cámbialos por «trataré de
llegar...», «seré positiva», «me esforzaré para mejorar». Aprende
de tus errores, sé tolerante y sé positiva frente a las situaciones o
cosas que te salgan mal. Saca provecho de tus fracasos.
3) Si perdonas e intentas ser comprensivo con el resto, tam-
bién lo serás contigo mismo.
4) Rodéate de personas que te quieren y déjate querer. ¿Quién
te aprecia a ti? Seguro que encontrarás muchas personas que te
quieren de verdad. Si tú das amor también recibirás.
5) ¿Sabías que tienes muchas cualidades? ¡Solo es cuestión de
mirarte, de escuchar a los demás cuando te las dicen! Repítelas y
toma conciencia de ello.
6) Cuando haya algo que te inquieta, que te preocupa... inten-
ta descifrar por qué estás así. Pon nombre a tus sentimientos, tus
emociones, aunque sean negativas.

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7) Mímate. Regálate un paseo, una charla con un amigo, un


desayuno preferido, escucha tu música favorita...
8) Si el pasado te preocupa, te tortura, te hace sentir culpa-
ble... escríbelo, habla, llora... pero reconoce lo que te pasa. Tienes
que procesarlo, aunque no se pueda cambiar, podemos ir trans-
formando nuestras emociones poco a poco. Piensa que tenemos
un presente y un futuro inmenso.
9) Cambia los «debo» por «quiero», «he decidido», «prefiero».
10) Acéptate como eres, acepta a los demás como son.
Acepta lo que te va sucediendo, no te rebeles. Si te aceptas ya
tienes mucho ganado.

ACTIVIDAD 3: Entrenamiento de la autoestima.


El problema de la baja autoestima es que las personas no se
juzgan con objetividad. Las valoraciones que hacen de sí mismos
son incorrectas. Se tiende a minimizar los aspectos positivos, y al
contrario, se magnifican los negativos. McKay y Fenning propo-
nen un ejercicio para autoevaluarse de forma más objetiva.
1) Obsérvate. Piensa en las diferentes facetas que te definen.
Como estudiante, como amiga, como hija, como hermana, por tu
aspecto físico, por tu personalidad, en tu relación con los demás,
tus habilidades, como deportista. Y por último, la valoración
global de ti.
2) Escribe todas las facetas de tu vida anteriormente mencio-
nadas siguiendo la escala del 0 al 10 (0 muy negativamente; 10
muy positivamente).
3) Utiliza adjetivos o frases muy cortas y describe las caracte-
rísticas que definen cada una de tus facetas.
4) Valora la descripción, marcando como positivos (+), nega-
tivos (-) o neutros (=) cada uno de los adjetivos que has utilizado.

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5) Revisa las autodescripciones negativas teniendo en cuenta


lo siguiente: 1) utiliza un lenguaje que no sea negativo. Elimina
las palabras y expresiones peyorativas y sustitúyelas por otras
mejores. Ejemplos: «gorda como una vaca» por «tengo los mus-
los grandes», «tengo las carnes fofas» por «se podría mejorar la
firmeza de mis muslos» o «soy una inútil» por «en algunas facetas
de mi vida no soy tan hábil como en otras». 2) Utiliza un lenguaje
preciso sin exagerar, que se describa correctamente. 3) Que el
lenguaje sea lo más concreto posible, evitando las generalizacio-
nes del todo o nada, siempre o totalmente. Debemos percibir las
dificultades de forma específica en lugar de problemas globales.
4) Encuentra excepciones y resalta tus habilidades. Por ejemplo:
«mis muslos son horribles» por «mis muslos no me gustan pero
mi pecho está muy bien». Una vez terminada la revisión, haz una
nueva lista de tus aspectos negativos en una nueva versión.
6) Reflexiona sobre tus características positivas. Recupera la
lista de tus autodescripciones, revísala y añade todas aquellas que
aún no has puesto. Es bastante difícil pero te servirá recordar lo
que dicen las personas de tu entorno, las habilidades que te hayan
reconocido, los pequeños logros conseguidos, etc.
7) Una vez terminada la revisión, vuelve a escribir la lista de
características positivas, con frases largas y formuladas con afir-
maciones.
8) Con todas las nuevas aportaciones has de realizar una
nueva descripción de ti mismo, con características reales sobre ti.
La pasas en limpio y si quieres la puedes ilustrar.
9) Asimila la nueva descripción. Cada día, lee lentamente tu
nueva descripción, poco a poco la interiorizarás. Con esta activi-
dad empezarás a construir una nueva forma de pensar sobre ti,
pero no abandones, debes ser muy metódica y hacer este ejerci-
cio diariamente.

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10) A medida que vaya pasando el tiempo, escribe una nueva


descripción sobre ti, utilizando el nuevo lenguaje que has apren-
dido. Es posible que en algunas ocasiones te asalte tu vieja forma
de pensar, en situaciones vulnerables, donde tu autoestima peli-
gra. En estas circunstancias, relee otra vez tu autodescripción. A
veces también te ayudará pensar en las cosas que menos te gustan
de alguien que quieras y que, sin embargo, no por ello le quieres
menos.

9. Adolescencia. Los cambios. Identificar


las emociones y los sentimientos

La adolescencia es una etapa de grandes cambios psicológicos,


físicos y sociales. Los cambios neurohormonales que se dan en la
pubertad provocan muchas modificaciones en esta nueva etapa
adolescente. Algunas, están íntimamente relacionadas con la falta
de autoestima y con la preocupación excesiva por tener un cuer-
po más delgado. La adolescente se vuelve hipersensible, tiene una
gran labilidad emocional, tiene grandes oscilaciones en el estado
de ánimo, todo esto unido a que experimenta cambios bruscos
en su apariencia física y con un desarrollo brusco de su cuerpo.
Esta silueta «nueva» de mujer adulta, con la fijación de depó-
sitos de grasa en lugares muy específicos, el desarrollo de su
cintura pélvica, el desarrollo de las mamas, etc., provoca una eva-
luación de su estética, de la representación mental de su cuerpo.
Esta preocupación constante es muy habitual puesto que en la
adolescencia se produce una estrecha asociación entre valoración
de la imagen corporal y valoración de la autoimagen general
como persona.

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Según como comenta Toro (2004), la adolescente lleva a cabo


la evaluación estética de su cuerpo de acuerdo con el procedi-
miento de evaluación. Comparan el objeto a evaluar, su cuerpo,
con el modelo ideal de cuerpo que han interiorizado. Sucede que
las muchachas adolescentes de hoy han interiorizado un modelo
estético delgado en exceso, puesto que tal es el vigente en nuestra
sociedad y cultura actuales, justamente en un momento en que
su cuerpo está redondeándose, ensanchándose, aumentando de
peso, cuanto más delgado sea ese modelo interiorizado tanto
más probable es que la adolescente experimente algún grado de
insatisfacción corporal, y decida hacer algo para mitigarla. Por
ejemplo, comer menos.
Por esta razón conviene trabajar con las niñas prepúberes y
adolescentes los cambios que van a suceder en su cuerpo, pre-
pararlas y hacerles construir un modelo estético más natural y
adaptado a la población mediterránea.
En la adolescencia se pueden identificar bastantes factores de
riesgo:
1) Una extremada sensibilidad ante la opinión de los demás.
2) Cierta inseguridad respecto a lo que les gusta y sobre lo que
quieren que les lleva a seguir las modas.
3) Cambios físicos que les hacen dudar del aspecto físico.
4) Tiempo libre para consumir mucha televisión y ser el blan-
co favorito de la publicidad.

ACTIVIDAD: ¿Qué me sucede?


Objetivo: ser consciente de los cambios que aparecen en la
adolescencia.
Texto: fragmento del diario de Judith, 13 años.

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«No sé que me está pasando, mi cuerpo está cambiando y no


me siento bien en él. Me estoy hinchando y me da la sensación
de que voy a explotar.
Me siento muy inestable, tanto me siento triste como conten-
ta. En casa tampoco me entienden, mi madre siempre me regaña
porque llego tarde. ¡Qué rollo! Me tratan como si fuese una niña
pequeña y yo ya soy mayor para poder controlar mi vida.
Por otra parte pienso que a Carlos no le gusto. Ayer me dijo
Ana que siempre está riendo las gracias de Carlota, como ella está
más delgada que yo...
Las notas del trimestre no han sido demasiado buenas. ¡Me
caerá una bronca!
Por una parte me gustaría volver a ser niña, jugando con mis
muñecas, sin preocupaciones, pero por otra, ser mayor de una
vez... pero no me siento aún preparada. ¡Uf, qué lío! :((».
1) ¿Qué le sucede a Judith? Haz una lista de cosas que le están
sucediendo.
2) ¿Tienes algunos aspectos en común con Judith? ¿Cuáles?
3) ¿Qué le aconsejarías?
4) Escribe en una hoja de forma personal: ¿Qué cambios
notas respecto a cuando te considerabas una niña o un niño?
a) en tu cuerpo,
b) en tus intereses,
c) en tus ideas sobre las cosas,
d) en las relaciones con tu familia,
e) en las relaciones con tus amigas y amigos,
f) en los ratos de ocio y en lo social,
g) en el mundo del colegio,
h) en tus sentimientos y emociones.

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Haz una lista de sentimientos y emociones que antes no tenías.


En un gran mural que pondréis en la pared, escribid vuestra sín-
tesis. ¿Qué sentimientos consideras positivos y cuáles como una
carga negativa? (poned el signo + en los positivos y el signo - en
los negativos). Haced un diseño de estrategias para desarrollar los
sentimientos positivos y controlar los negativos.

10. Educar la asertividad

Asertividad es la capacidad de hacer valer la propia opinión


ante los demás, es la capacidad de autoafirmar los propios dere-
chos, sin dejarse manipular y sin manipular a los demás. Nos
sirve para relacionarnos de forma eficaz y hábil con los demás.
Hay tres estilos de diálogo o comportamiento: asertivo, pasivo y
agresivo.
Es básico educar para que los adolescentes sean más asertivos,
para que puedan gestionar bien las burlas que a menudo reciben
sobre su cuerpo, la silueta o el peso, y enseñarles a controlar
el estrés negativo que puede surgir en algunas circunstancias o
acontecimientos de la vida: separación de los padres, muerte de
un familiar, desengaños amorosos, problemas académicos, cam-
bios de lugar de residencia, conflictos familiares, etc.
Las metodologías pueden ser muy variadas: análisis de casos,
juegos de rol, etc.

Objetivos:
–– Aprender a relacionarse de forma más hábil y eficaz con
los demás.

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–– Desarrollar estrategias personales para favorecer la aserti-


vidad.
–– Aprender a ser más asertivo frente a los mensajes exterio-
res de la sociedad, como la publicidad.
–– Adquirir seguridad en sí mismo.

Para ello les enseñamos las diferentes técnicas asertivas que


pueden aplicar en algunas de las situaciones cotidianas.

EJEMPLO: En la clase hay un niño bastante obeso. En el


patio, cada día hay un grupo que se ríe de él, le insultan y le man-
dan mensajes ofensivos a su Facebook. Cada día está más triste.
Una parte de la clase ha decidido poner fin a esta situación. No
saben qué hacer, ni qué lenguaje utilizar. ¿Qué harías?
Escribe un texto utilizando algunas de las técnicas asertivas
que te proporcionamos a continuación:
–– Aserción negativa. Dejar de lado el hábito de decir «lo
siento» o «perdona», a fuerza de repetirlos no significan
nada, y utilizar frases del tipo: «Ha sido una tontería por
mi parte», «No debería haber dicho/hecho», «Tienes toda
la razón».
–– Autorrevelación. Proporciona información de lo que uno
siente y piensa y facilita el diálogo con otra persona. Se
pueden emplear mensajes «Yo»: «Yo siento...», «Yo pienso
que...».
–– Banco de niebla. Se utiliza cuando alguien te critica por
algo con lo que tú no estás demasiado de acuerdo, pero no
puedes demostrar que lo que tú crees o piensas es correcto.
Se utilizan los argumentos de la persona que nos critica,
pero sin enfrentarnos a ella. Se usan expresiones del tipo:

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«Es posible», «Seguramente a ti te lo parece», «Seguramente


tienes razón, pero...».
–– Compromiso viable. Trata de conseguir que las dos
personas obtengan parte de lo que desean. No se trata de
ganar siempre; es preferible llegar a un acuerdo cuando sea
posible. La única limitación es el respeto a lo que uno cree
correcto, porque entonces ceder no es ser asertivo sino
todo lo contrario.
–– Disco rayado. Se reduce a repetir una y otra vez lo que se
quiere decir hasta que el otro se convenza de que la mani-
pulación no le sirve contigo. La insistencia es fundamental
para hacer prevalecer la propia opinión. Para que no parez-
ca tan mecánico repetir siempre lo mismo se pueden usar
frases del tipo: «Entiendo lo que me dices, pero...».
–– Interrogación negativa. Está pensada para enfrentarse a
los juicios que otras personas hacen de nosotros. Obliga
al otro a explicar su opinión y deja claro que no la acep-
taremos porque sí. Ante la afirmación de la otra persona
respondemos preguntando: «¿Qué tiene de malo / de raro
/ de estúpido...?».
–– Expresión de desacuerdo y sentimientos negativos.
Un amigo expresa una opinión con la que estoy muy en
desacuerdo: «Hay que ser perfecto para tener éxito y ser
feliz». Al decirle que estoy muy en desacuerdo me llama
estúpido por no compartir su opinión.

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11. Prevención de los TCA en las familias

La familia es clave para poder educar estilos de vida saludables


en sus hijos. A continuación se explicarán algunas estrategias a
tener en cuenta para prevenir los TCA desde casa. Por una parte,
la clave está en la comunicación entre padres e hijos. Diversos
estudios han mostrado que los adolescentes que tienen sensación
de que sus padres se preocupan por ellos y que siempre están
dispuestos a hablar de cualquier asunto, corren un riesgo menor
de padecer TCA.
Así pues, los padres deben escuchar a sus hijos, hablar de sus
problemas, fomentar el dialogo y evitar las discusiones.
¿Qué hacer?

1) Potenciar la autoestima de los hijos, para conseguirlo es efi-


ciente elogiarlos por cómo son y reforzar positivamente todo lo
que tiene que ver con su personalidad y sus habilidades en lugar
de lo que tiene que ver con la apariencia física.
2) Favorecer una imagen corporal positiva, enseñándoles a
aceptar las diferencias entre las personas y a respetar a todo el
mundo independientemente de su aspecto físico.
3) Promover hábitos alimentarios y un estilo de vida saluda-
ble. Hay coincidencia entre diversos investigadores en que los
factores familiares más recurrentes en los casos de adolescentes
que padecían algún tipo de problema relacionado con la ali-
mentación eran la ausencia de comidas familiares y las críticas
y comentarios negativos sobre su peso que se les hacía en casa.
Cuando todos los miembros de la familia comen juntos y con
cierta regularidad, y se muestran respeto entre ellos, hay menos
probabilidades de que adopten malos hábitos para adelgazar.
También para la obesidad. Si en casa se mantiene la tendencia a

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comer más de la cuenta y ser sedentarios, aumenta el riesgo de


engordar. Así pues, es muy importante cuidar la alimentación de
los hijos y estar pendientes de su comportamiento alimentario,
no basta con dejar una pizza precocinada en la nevera. Hay que
intentar hacer una comida al día en familia, convirtiendo la ali-
mentación en un acto social y familiar.
4) Dar herramientas para desarrollar un sentido crítico hacia
los estereotipos de belleza que se difunden en los medios de
comunicación. Para fomentar esto es positivo ver la televisión o
las revistas con los hijos e hijas, y conversar después sobre estos
temas. Explicarles que el concepto de cuerpo perfecto es efímero
y todo el calvario que pasan las modelos para llegar a estar «pre-
paradas» para la pasarela.
5) Fomentar la comunicación en la familia, es importante que
los hijos sientan que son escuchados y que su opinión tiene un
lugar dentro de las conversaciones familiares, de esta manera se
sienten reconocidos y aprenden, al mismo tiempo, que existen
diferentes puntos de vista sobre un mismo tema.
6) Compartir con los hijos actividades de ocio como ver la
televisión, hacer deportes juntos, salir a hacer actividades cultura-
les, leer, navegar por internet, cocinar juntos platos saludables o
tradicionales del lugar, ir al teatro o al cine o ir a caminar juntos.
7) Prepararlos para la adolescencia. Explicarles antes de que
lleguen los cambios físicos, psicológicos y sociales todas las nove-
dades que van a sucederles en la nueva etapa de la adolescencia,
acompañarles durante esta etapa cuando lo necesiten.
8) Predicar con el ejemplo.
A continuación resumimos este apartado en 4 preguntas y
reflexiones para que los padres las tengan en cuenta.

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–– ¿Qué se puede hacer para que sus hijos tomen ejemplo de


los hábitos alimentarios y el ejercicio físico sin que se pre-
ocupen demasiado del hecho de perder peso?
–– Se evitaran los comentarios acerca del peso de cualquier
persona.
–– Predicar con el ejemplo, y demostrar a los hijos que si
los padres hacen ejercicio es para sentirse mejor.
–– ¿Qué cambios se pueden hacer en el entorno familiar para
que los hijos coman de manera más saludable y sean más
activos?
–– Planificar menús más saludables y cenar todos juntos al
menos cuatro veces a la semana.
–– Prohibir ver televisión en las habitaciones de los niños.
–– Comprar más frutas y verduras.
–– ¿Cómo se pueden ayudar a los hijos para que presten
menos atención al peso y se fijen más en las dietas saluda-
bles y el ejercicio físico?
–– Utilizar una estrategia cuando los hijos hablen de dietas
y peso, llevar la conversación hacia las dietas saludables
y la influencia en el tono muscular, el crecimiento, sen-
tirse bien.
–– Cuando los hijos son sedentarios, darles diferentes
oportunidades para que encuentren su deporte favorito.
–– Si en casa se hace alguna broma sobre el aspecto físico,
el peso o insultos, se recordará que en casa están pro-
hibidos.
–– ¿Cómo se puede establecer una buena comunicación con
los hijos y tratar con ellos asuntos relacionados con el peso
y las preocupaciones propias de la edad?

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

–– Cuando los hijos expliquen cosas que para ellos son


muy importantes, se deben escuchar a pesar de que no
se tenga tiempo. Se debe priorizar.
–– Los padres deben mostrarse más predispuestos a con-
versar cada día un rato e interesarse por sus cosas. Por
esto es ideal hacer al menos una comida al día juntos,
por ejemplo la cena, ya que se crea un ambiente relajado,
sin televisión, y cada miembro de la familia puede expli-
car lo que le ha sucedido durante el día. Estos ambientes
de comunicación son preventivos de los TCA.

Preguntas de una hija angustiada por las dietas, el peso


y el ejercicio físico, los comentarios familiares y las res-
puestas de una madre asertiva (adaptación de fragmentos de
Dianne Neumark-Sztainer)

1. «Mamá, necesito ponerme a dieta ya, para la fiesta de mi


cumpleaños».
RESPUESTA: Centrarse en métodos más saludables basados
en hábitos alimentarios y ejercicio físico equilibrados que den
resultados a largo plazo. «¿Sabes Emma, que a menudo las ado-
lescentes que siguen una dieta como la que tú propones acaban
por engordar porque se sienten tan hambrientas que de vez en
cuando comen más de la cuenta? ¿Qué tal si hacemos algún cam-
bio y nos olvidemos de las dietas?».

2. «¿Cuántas calorías hay en un vaso de leche? Creo que voy a


dejar de tomarla».
RESPUESTA: «Emma, la leche tiene la misma cantidad de
calorías que un refresco, pero la diferencia es que el refresco no

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

tiene nutrientes, en cambio la leche está llena de proteínas que te


ayudan a crecer y calcio para que tus huesos sean bien fuertes...».
«Este plato está repleto de calorías. No me lo voy a comer...».
RESPUESTA: La respuesta más eficaz es comentarle un
indicativo de la energía que necesitamos para correr, respirar,
hablar, pasear. O también comentar la importancia de equilibrar
la ingesta con el gasto de energía. «Todas las comidas tienen
calorías, solo necesitamos comer las cantidades adecuadas a lo
que gastamos».

3. «Hoy me han explicado una dieta fantástica, muy baja en


hidratos de carbono. ¿La vamos a hacer, mami?».
RESPUESTA: En esta situación sería muy importante expli-
carle la pirámide alimentaria, muéstrale que en la base de la pirá-
mide se encuentran los hidratos de carbono, y que son «nuestra
gasolina». «Yo no quiero hacer dietas, ¿sabes qué podemos hacer?
Aumentar el consumo de verduras y hortalizas y sustituir los
hidratos de carbono refinados por los integrales. Eso sí, pasemos
de las chucherías y de todos estos productos que son “caprichos”
y que no alimentan. ¿O.K.?».

4. «¿Cuánto tiempo has estado en el gimnasio, mamá? Habrás


quemado muchas calorías, ¿no?».
RESPUESTA: La respuesta mejor es explicarle los beneficios
del ejercicio físico. «He estado una hora, me siento más animada,
con más energía, voy a barrer el jardín».

5. «Estoy muy gorda, necesito ponerme a dieta ya».


RESPUESTA: Indagar el significado de «estoy muy gorda».
¿Se siente sola, triste, tiene poca confianza en sí misma?

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

6. «Este vestido nunca me quedará como a ella» (se refiere a


una fotografía que sale en la revista).
RESPUESTA: «Esta fotografía es una imagen no real. ¿No
sabes que la mayoría de fotografías de las revistas de moda
pasan por un tratamiento de retoques informáticos? ¿Conoces
el Photoshop? Ese vestido lo llevas con mucha gracia, es de tu
estilo, mírate en el espejo y muévete, tienes mucha personalidad».

7. «¿No crees que sería más atractiva si adelgazara un poco?


No me gustan mis caderas».
RESPUESTA: Esta respuesta se puede basar en los cambios
de la adolescencia. Son las hormonas sexuales las responsables
de este cambio. Las caderas no se adelgazan, la pelvis se ensan-
cha, para que el día de mañana seamos madres.

8. «Mi vida sería muy distinta si fuese como ella» (mirando una
imagen de una revista).
RESPUESTA: En esta expresión la adolescente considera
como un ideal la imagen de la revista. Lo primero es hacerle
reflexionar sobre si esta imagen es real, si está manipulada por
ordenador. Otra reflexión es: ¿se puede valorar la vida por una
«imagen» de una revista? Esto solamente es una imagen. Detrás
de esta imagen hay una persona. ¿Conoces la vida de esta perso-
na? Tal vez es una modelo con muchos problemas. ¿No valoras
tu vida?

9. Tu hija siempre come de forma equilibrada. Un día que se


ha excedido en las raciones, de forma muy puntual, comenta:
«Mamá, me siento muy hinchada después de esta comida tan rica,
ahora no me siento bien...».

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

RESPUESTA: «Piensa en la calidad de los platos y lo que


has disfrutado comiendo tu plato favorito. Si piensas que te has
excedido, la próxima vez come más ensalada y no pidas otra
ración de este plato. Quédate con la frase que dijiste: ¡qué plato
más sabroso!».

10. «Eliminemos las grasas de los platos. Debemos restringir


todos los alimentos que contengan grasas».
RESPUESTA: No se pueden demonizar las grasas, lo que se
debe es fomentar una alimentación equilibrada. «Las grasas tam-
bién son necesarias, forman parte de nuestras membranas celula-
res y de otras estructuras. Consumiremos más frutas, verduras y
cereales integrales. ¿De acuerdo?».

¿Qué se puede hacer si en casa se aprecia algún signo o señal


de alarma?
1) Preparar la conversación. Escribir todo lo que se desea
decir. Antes de hablar con ella sería interesante hablar con algún
miembro de la familia, o un profesional sobre TCA.
2) Decidir cuál es el propósito de la conversación antes de
empezar. ¿Qué esperas de ella? ¿Deseas expresar la preocupa-
ción que te provoca esta situación? ¿Quieres anunciarle que vas
a buscarle ayuda profesional? Es importante tener bien claro tus
argumentos. En el caso de que tu hija quiera desviar la conver-
sación retoma el hilo de amabilidad pero debes mostrarte firme.
3) Escoja el momento y el lugar más adecuado. Ha de ser un
momento de tranquilidad.
4) Comente lo que ha visto. A su hija le costará negar la
evidencia. Muchas veces es mejor hablar de ciertos comporta-
mientos y cambios de humor que de pérdidas de peso, ya que
su hija es muy sensible a esta cuestión y a todo lo referente a la

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delgadez. Se debe evitar un tono acusador. Se debe tratar con


mucha delicadeza, ya que ella puede sentir vergüenza o miedo a
ser descubierta. Vamos a ver algunas sugerencias:
Primer ejemplo: «me he dado cuenta de que cada vez dedi-
cas más tiempo al ejercicio. Ayer vi que salías a correr antes y
después de ir a escuela. Además, he oído cómo dabas saltos
en la habitación por la noche. Me preocupa que hagas esto,
temo que no sea ni sano ni divertido. ¿Quieres que hablemos
de ello? ¿Hay algo que te moleste? ¿Cómo te sientes?».
Segundo ejemplo: «Esta semana el lavabo olía a vómito.
Han sido varias veces. Además, ayer después de la cena te oí
vomitar. Estoy preocupada. ¿Estás bien? ¿Quieres que hable-
mos un poco?».
Tercer ejemplo: «He encontrado algunos envases de laxan-
tes en la papelera del baño. Querría saber lo que te pasa.
¿Estás bien? ¿Hay algo que te moleste? ¿Puedo ayudarte?».
5) Mantenga la calma, sobre todo si su hija niega la eviden-
cia o responde airada. Si no quiere decir nada, puede decirle:
«necesito que hablemos de ello, aunque no tiene que ser ahora,
cuando tengas ganas, cuenta conmigo. Vamos a darnos unos días
y volveremos a intentarlo». Procure dejar la puerta abierta y no
dar demasiadas explicaciones. Es mejor conversar durante unos
minutos que dar un portazo entre lágrimas.
6) Ofrézcale ayuda profesional. Es muy probable que su hija
lo rechace, sobre todo si está convencida de que no tiene ningún
problema. Explíquele que, aunque no lo sepa, ese problema exis-
te y es grave. Usted solo sabe que ella se comporta de manera
preocupante. Si no quiere ningún tipo de ayuda, se puede buscar
a alguien que la convenza. Si la situación es más grave, tal vez se
debe insistir más o ir a visitar al profesional sin la compañía de
la hija.

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7) De todos modos, las situaciones urgentes requieren res-


puestas urgentes. Si observa que la situación se agrava la debe ver
un profesional, el médico de cabecera o la sección de urgencias
del hospital más cercano.
8) Una vez se establece la primera visita, el profesional de la
salud, sea el pediatra, el médico de cabecera o el psicopedagogo
de la escuela, seguirá el protocolo establecido para estos casos.

12. Prevención de los TCA en las áreas


básicas de salud

Las áreas básicas de salud han de ser fundamentales para


promover actitudes de prevención, de concienciación social y
familiar en los TCA. Según Turón (2000), informar y educar en
conductas sanas a las pacientes, o posibles y futuras pacientes,
a los padres y a los educadores, es la mejor manera de prevenir
este tipo de trastornos. Los médicos de familia tendrán, pues, un
papel muy especial.
Como objetivos podemos destacar:

–– Ofrecer a la sociedad o a los grupos de riesgo y a su entor-


no una información sobre los riesgos que conlleva la mal-
nutrición o una nutrición desequilibrada.
–– Que adquieran conciencia de los riesgos que comportan las
conductas compensatorias: vómitos, abuso de laxantes, etc.
–– Que sean críticos con la gran cantidad de dietas milagro
que se promueven desde diferentes ámbitos.

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–– Desmitificar los valores sociales que priman la imagen, el


aspecto o el peso como un elemento básico para la autoes-
tima y el éxito social.
–– Promover o colaborar en campañas de prevención de los
TCA.

El médico o las enfermeras de atención primaria son ele-


mentos clave para la prevención de los TCA. Es interesante que
los médicos y el personal sanitario sepan detectar conductas de
riesgo y derivar lo antes posible a las personas con alto riesgo a
centros especializados o a programas preventivos. 

13. Prevención de los TCA en el deporte

Otros de los lugares en los que no debería faltar la prevención


primaria de los TCA son los centros deportivos, gimnasios, etc.
Por una parte, son lugares donde afluyen muchas personas que
quieren cuidarse practicando deporte. Pero este deporte ha de
estar bien enfocado. Debe ser saludable, no encaminado a perder
peso. También en los centros deportivos deben aconsejar sobre
dietas saludables, así como informar sobre la peligrosidad de las
sustancias que algunos deportistas consumen y evitar que en
estos centros deportivos se vendan y se promocione el consumo.
El deporte, y la práctica del ejercicio físico en general, debería
ser una actividad lúdica y promotora de salud, pero si el objetivo
es la pérdida de peso, se transforma en una práctica patológica.
Otro aspecto a considerar muy importante es que en la socie-
dad actual existe muchísima presión para conseguir éxitos en
las prácticas deportivas. Se observa una gran presión por parte

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

de algunos entrenadores, padres y madres para obtener marcas.


Incluso en algunas ocasiones, los someten a dietas muy drásticas
que pueden ser dañinas para los pequeños deportistas.
En estos casos está mal enfocado el objetivo de la práctica
deportiva y en algunos adolescentes y determinados niños esto
puede provocar una gran autoexigencia y, consecuentemente,
desembocar en un TCA.
Existen algunas prácticas deportivas como la gimnasia rítmica,
el ballet y la natación, así como los deportes de alta competición,
que pueden provocar a los jóvenes que los practican problemas
en el comportamiento alimentario.
Esta población que muchos investigadores consideran de alto
riego debería recibir charlas y talleres de prevención de los TCA,
en los que se trabajaran algunos aspectos como, por ejemplo, la
importancia de una alimentación saludable, la asertividad, pro-
blemas que pueden derivarse si no se sigue una dieta saludable y
apropiada para cada práctica deportiva.
En general, es muy importante transmitir el mensaje de que el
deporte debe ser siempre lúdico y destinado a que favorezca la
interacción social y no el conflicto.
En nuestros mensajes no hemos de olvidar a un sector de
la población infantil y adolescente (que desgraciadamente está
aumentando) que es sedentario, no practica ningún deporte y
tiene exceso de peso. Estos niños necesitan, por una parte, edu-
cación nutricional, y por otra, fomentar la práctica deportiva,
poco a poco, pautada. En muchos casos, son niños con un exce-
so de peso convertidos en el blanco de todas las burlas cuando
practican deporte.
Y por último, se debe transmitir el mensaje de que los jóvenes,
los adolescentes y los niños han de disfrutar con el deporte, y que
han de conformarse con los resultados que obtienen.

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Es importante que los entrenadores, profesores de gimna-


sia, instructores, sepan los factores de riesgo de los TCA y que
conozcan a fondo este tipo de patologías y cómo detectarlas.

14. Prevención de los TCA en los medios de


comunicación y las instituciones
En los últimos tiempos ha aumentando el número de mensa-
jes emitidos por televisión, radio, revistas o internet relacionados
con la imagen corporal. Esta mediatización del cuerpo muestra a
la población lo que los estereotipos imperantes dictan reforzan-
do los cánones por los que se puede catalogar un cuerpo como
deseable o no.
Tal como se cita en la web de la fundación IMA, «En dife-
rentes estudios se ha observado que la imagen corporal de las
mujeres es significativamente más negativa después de ver imáge-
nes de cuerpos delgados aparecidas en medios de comunicación
que después de observar imágenes donde aparecen cuerpos con
volúmenes medios, cuerpos gruesos u objetos inanimados (cita-
do por Toro, 2004). Esta tendencia ha sido observada en dife-
rentes constructos psicológicos además de la imagen corporal,
ya que hay evidencias de que existe relación entre la exposición a
imágenes de cuerpos delgados y el aumento en las espectadoras
de depresión, vergüenza, culpa, estrés, inseguridad e insatisfac-
ción corporal (Stice y Shaw, 1994), aspectos implicados de forma
directa en la autoestima de las personas. El impacto negativo de
las imágenes es superior en chicas más vulnerables, considerando
vulnerables a aquellas que presentan grados elevados de insatis-
facción corporal o tienen muy interiorizado el ideal estético de

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delgadez. Además hay evidencias de que esta influencia todavía


es más intensa en población menor de 19 años. Ante estos datos
cabe destacar que las estadísticas actuales apuntan que más de un
65 % de la población española adolescente está insatisfecha con
su propio cuerpo. Esto sitúa a los adolescentes como población
especialmente vulnerable a la influencia de los mensajes trasmi-
tidos desde la publicidad y los medios acerca de la estética y el
cuerpo».
Las diferentes instituciones deberían hacer un correcto control
de la publicidad de productos, dietas y servicios adelgazantes, así
como organizar campañas de educación alimentaria nutricional.
La Fundación IMA, el Colegio de Periodistas de Catalunya y la
Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión elaboraron
en el año 2012 el Decálogo de buenas prácticas sobre el fomento de la
autoestima y la imagen corporal en los medios de comunicación.
Este decálogo de actitudes y tratamiento de la imagen corpo-
ral en los medios de comunicación, que a continuación se cita, es
un nuevo marco de actuación favorecedor de una imagen corpo-
ral más sana y, por ende, un factor de protección de la salud de la
población y, en especial de los grupos más vulnerables.
1) Promover la imagen de modelos corporales realistas que
fomenten la salud.
2) Fomentar la diversidad corporal y el respeto a esta.
3) Evitar la promoción de conductas que pueden ser de ries-
go para desarrollar TCA, especialmente la promoción de dietas
restrictivas y atípicas sin informar de sus peligros para la salud.
4) Promover estilos de vida y hábitos alimentarios saludables,
evitando la difusión de falsos mitos.
5) Promover el fomento de la autoestima más allá del físico.
6) Evitar la proyección/construcción de modelos asociados a
la apariencia física.

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7) Fomentar estilos de vida saludables en la población infantil


en horarios restringidos como método de prevención de TCA y
obesidad.
8) Proteger especialmente a la población adolescente, colec-
tivo más predispuesto a sentirse insatisfecho con el físico y a
incorporar conductas de riesgo.
9) Promover mensajes y contenidos sobre las mujeres no
focalizados en la apariencia física.
10) Mostrar sensibilidad y rigor al tratar los TCA como enfer-
medad.

Los medios de comunicación tienen una importante respon-


sabilidad. Pueden facilitar información correcta sobre nutrición
y actividad física, así como prevenir los TCA. También pueden
proporcionar argumentos críticos sobre la moda estética adelga-
zante y censurar las influencias de la publicidad, modas de vestir
y otras tendencias hacia la extrema delgadez, así como reivindicar
la diversidad en la forma y el peso corporales.
Otro control que se debería ejercer desde las instituciones y
otros organismos es todo lo que se relaciona con el mundo de la
moda. En las pasarelas y en las revistas predominan los cuerpos
muy delgados, en algunas ocasiones cuerpos excesivamente del-
gados de adolescentes que están sufriendo algún tipo de TCA.
En el año 2007, el Ministerio de Sanidad firmó un acuerdo con
los principales diseñadores y fabricantes de ropa para homoge-
neizar las tallas de las prendas de acuerdo con un canon de belle-
za saludable. Uno de los objetivos de este compromiso fue que
una mujer no se compre una falda en una tienda con la talla 40
como la más ajustada a su cuerpo, mientras que en el comercio
de al lado una prenda similar la tenga que buscar de la talla 36.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

También se realizó un estudio antropométrico con 8.500


mujeres de entre 12 y 70 años como modelos, para poder cono-
cer cuáles eran las medidas corporales más frecuentes entre la
población femenina. Sus resultados, sobre el conjunto de medi-
das de perímetro de pecho, cintura y cadera en relación con la
estatura, desvelaron la existencia de tres morfotipos generali-
zados entre la población femenina en España. Son tipos que no
se habían catalogado hasta ahora, ya que la anatomía siempre ha
establecido categorías científicas en función del sexo masculino.
Se pudo establecer que el cuerpo de la mujer española respondía
a tres categorías distintas según su forma anatómica: diábolo,
campana y cilindro.
Este estudio no se aplicó y el objetivo prometido no se cum-
plió. Por otra parte, se aconsejó no usar modelos excesivamente
delgadas en los desfiles de moda, con un IMC mayor o igual a 18.
A lo largo de estos años se ha observado un incumplimiento
de esta acción preventiva en alguna de las pasarelas de este país.
En resumen, para prevenir en el mundo de la moda, se debe-
rían tener en cuenta los siguientes objetivos:
–– Las modelos deberían alcanzar un peso saludable y real.
–– Las tallas de la ropa deberían adaptarse a la población sana
y predominante en una cultura determinada.
–– La publicidad debería utilizar a personas con cuerpos de
tallas variadas.

15. Prevención de los TCA en las farmacias

Una serie de acciones muy frecuentes entre la población ado-


lescente en riesgo de un TCA son, por ejemplo, el abuso de diu-

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réticos, laxantes y fármacos para adelgazar y pesarse con mucha


frecuencia.
Por otra parte, también son muchas las personas que utilizan
las farmacias para preguntar algunas cuestiones relacionadas con
los TCA: padres que observan conductas extrañas, preguntas
sobre dietas para adelgazar, etc.
Por este motivo, los farmacéuticos son un colectivo clave
como agente sanitario cercano al paciente para orientar y ayudar
a muchas personas y a sus familiares.
Algunos estudios han detectado que el perfil más frecuente
de personas que acuden a las farmacias es el de familiares de
mujeres de entre 15-20 años con problemas por un trastorno
alimentario.
Algunos colegios de farmacéuticos han realizado campañas
preventivas, repartiendo trípticos informativos o bien realizando
consultorios específicos en las farmacias.
En el año 2013 el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Burgos
inició una campaña en todas las farmacias burgalesas. Los obje-
tivos de la campaña fueron los siguientes:

1) Trabajar en las farmacias burgalesas en la línea que estable-


ce la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición para la detección
precoz del sobrepeso, la obesidad y los TCA.
2) Aprovechar la farmacia como establecimiento sanitario
cercano a la población, un observatorio de salud con un profe-
sional sanitario al frente, el farmacéutico, que va a resultar clave
en la educación y sensibilización, en atender dudas y derivar
posibles casos a servicios sanitarios.
3) Reforzar la atención farmacéutica de los pacientes diag-
nosticados y en tratamiento farmacológico, así como detectar
y prevenir posibles recaídas ya que es común que se consuman

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plantas medicinales o complementos alimenticios, sin que tenga


conocimiento de ello su médico, con el mismo fin.
4) Ofrecer folletos informativos a la población.

Otro ejemplo: en el año 2002 el Consejo de Colegios de


Farmacéuticos y la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia
llevaron a cabo un proyecto de prevención de los TCA en las
farmacias de Cataluña. Se repartieron más de 180.000 trípticos
que sirvieron de guía para los afectados y sus familias. También
incluían información para los farmacéuticos sobre este tema.

16. Prevención de los TCA en las empresas.


Marketing social

Existen empresas cuyo proyecto empresarial apoya económi-


camente o elabora programas preventivos en algunos aspectos de
la salud de las personas.
Una de las campañas más conocidas a nivel internacional es la
Campaña de Dove® por la Belleza Real.
En el año 2004, teniendo en cuenta los resultados de un estu-
dio realizado por la empresa, se lanzó dicha campaña. Esta cam-
paña se centró en la necesidad de dar a conocer una definición
más amplia del concepto de belleza en las mujeres. Este estudio
constataba que solamente el 2 % de las mujeres se describe
como guapa. Este fue el punto de partida para que Dove iniciara
diversas vías de comunicación para luchar contra los estereotipos
de belleza e invitar a las mujeres a debatir y a discutir sobre ello,
teniendo mucha acogida.

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En 2010, la campaña de Dove evolucionó y surgió el


Movimiento Dove por la autoestima.
La campaña por la Belleza Real fue creada para provocar la
discusión y el debate. Desde 2004 se han sucedido muchos mate-
riales y vídeos preventivos con el fin antes explicado.
Destacamos la publicidad de Dove cuyas protagonistas eran
«mujeres reales», es decir, su aspecto físico no estaba dentro de
los estereotipos habituales de belleza. Además en los anuncios
pedían la participación de los espectadores para que juzgaran a
las mujeres: grandes o impresionantes, con arrugas o maravillo-
sas, y les invitaba a votar en la web de la campaña (www.porla-
bellezareal.com).
La siguientes etapas de la campaña continuaron con el mismo
mensaje, con un anuncio en el que aparecían seis mujeres reales,
con cuerpos y curvas de verdad. Esta fase de la campaña fue
creada para luchar contra el estereotipo de que solo la delgadez
es bella y dirigió a miles de mujeres a la web www.porlabelleza-
real.com para debatir sobre la belleza.
En septiembre de 2006, un nuevo furor mediático estalló
cuando en España se prohibió que las modelos demasiado del-
gadas desfilaran en las pasarelas.
En respuesta, produjo un cortometraje, Evolution, que repre-
sentaba la transformación de una mujer real en una supermodelo,
mostrando cómo se crean las percepciones irreales de la belleza:
maquillaje, Fotoshop, etc. Este corto ha sido de gran utilidad
para profesores y educadores para iniciar debates, discusiones,
foros sobre la manipulación de la imagen.
En febrero de 2007, siguiendo con este compromiso constan-
te de ampliar la definición de belleza, Dove lanzó la tercera fase
de su Campaña por la Belleza Real. Su lema fue «La belleza llega

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

con los años». Esta fase se basaba en que la sociedad cambie su


visión sobre las mujeres y el envejecimiento.
Para demostrar que las niñas son bombardeadas continua-
mente con imágenes inalcanzables e irreales que podrían atacar
su autoestima, la empresa creó Onslaught, un corto que dramati-
zaba el aluvión de imágenes de belleza a las que se enfrentan las
chicas.
Sketches: nuevamente contrasta desde la óptica de otros la
percepción de belleza real frente a la que tienen de sí mismas las
mujeres que participaron, sin saberlo, en este experimento.
Scanner de la belleza: es una aplicación que escanea el recorrido
de lo que ha sido la vida de cada mujer en Facebook y le cuenta
el número de personas y número de veces que los otros han reco-
nocido la belleza de esta mujer, son cifras reales que demuestran
que hay una mujer bella que puede ser feliz y exitosa si confía en
sí misma.
Dove ha llegado a más de 7 millones de chicas con estos
programas y tiene el objetivo de llegar a los 15 millones en 2015.

17. La prevención de los TCA y las asociaciones

Las asociaciones contra la anorexia y la bulimia son organi-


zaciones que tienen un papel muy importante en la sociedad.
Están federadas en un organismo: Federación Española de
Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la
Bulimia nerviosas, el cual está formado por las asociaciones
de diferentes provincias o comunidades autónomas de España y
agrupa a más de 20.000 personas afectadas por la anorexia y la
bulimia nerviosas, así como a sus familias.

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Los objetivos de la federación son:

–– Promover la existencia de soluciones sociosanitarias y


educativas adecuadas y suficientes para la prevención y el
tratamiento de estas enfermedades.
–– Promover códigos de buenas prácticas, tanto para las aso-
ciaciones como para otros colectivos: medios de comuni-
cación, comercio, etc.
–– Sumar los esfuerzos de prevención que ya están realizando
cada una de las asociaciones.

La labor de las asociaciones es muy importante de cara a la


prevención de los TCA. Por una parte, dan a conocer los TCA,
sus consecuencias y riesgos que comportan a la sociedad en
general, informan de los tratamientos que se llevan a cabo en
los diferentes centros hospitalarios y a su vez procuran que las
personas afectadas tengan la atención sanitaria especializada y
de calidad a la cual tienen derecho. Otra de las tareas es ayudar,
orientar y acompañar a las personas afectadas por estas enferme-
dades y su sintomatología, y a sus familias.
Todo ello lo hacen a través de su sede con un contacto direc-
to o a través de la web y las redes sociales, o bien a través de
los medios de comunicación o la presencia en mesas redondas
o actos organizados por las diferentes instituciones, diseñan
estrategias de prevención eficaces orientadas a chicas y chicos,
profesores, educadores y familias.
Por ejemplo, ACAB, Asociación Contra la Anorexia y Bulimia,
ha desarrollado un amplio programa preventivo para los esco-
lares de todos los niveles educativos, junto la fundación IMA.
El programa de prevención se denomina «Cuando no te gustas,
enfermas», y consta de talleres muy atractivos como, por ejemplo,

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Con el cuerpo no se juega. Es un taller lúdico para enseñanza


primaria en el que niños y niñas trabajan el respeto a la diversi-
dad corporal, aprenden a interesarse por la nutrición y descubren
cómo implicarse en la alimentación.
Para los estudiantes de ESO ofrecen el taller Me gusta tal
como soy, es una actividad que permite a los chicos y chicas des-
cubrir, a través de la reflexión y la participación activa, la impor-
tancia de agradarse a sí mismos y sentirse a gusto con su cuerpo.
El gabinete del Dr. Frankenstein es otro taller en el que
permiten reflexionar sobre la relación entre la imagen corporal y
la autoestima. El objetivo es bien claro: sacar conclusiones prác-
ticas para la vida cotidiana.
En Tú das la talla los participantes experimentan en prime-
ra persona la presión social por estar delgado/a y parecerse al
ideal de belleza imperante. El debate y la reflexión posterior les
permite descubrir herramientas para hacerle frente, además de
sensibilizarlos en la lucha contra los TCA.
Para los más mayores, estudiantes de bachillerato y ciclos for-
mativos, cuentan con el taller ¡¿El cuentacalorías?!, actividad de
reflexión sobre las «dietas milagro» y su relación con los TCA.
Los mensajes publicitarios, la valoración social de la imagen cor-
poral... nada se escapará al pensamiento crítico de los chicos y
chicas después de este taller.
Para las familias también tienen actividades preventivas, como
por ejemplo La prevención de los trastornos alimentarios:
un reto para todos, sesión de formación para las familias cen-
trada en la promoción de hábitos y estilos de vida saludables. La
charla ofrece, también, herramientas para que padres y madres
puedan afrontar y prevenir un TCA tanto en niños como en ado-
lescentes. O La operación bikini y otros mitos alimentarios,
charla-debate para reflexionar sobre las llamadas «dietas milagro-

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

sas» y su relación con los TCA. En ella, las pautas alimentarias


y otras cuestiones serán sometidas a discusión. Esto permitirá
mirar con ojos críticos la publicidad y la valoración social que se
hace de la imagen corporal.
Para los profesionales de la educación y la salud, imparten
la actividad La necesidad de sentirnos bien. Se trata de una
formación específica sobre los aspectos básicos de los TCA y
su detección precoz. Se trabaja, también, sobre cómo prevenir
estas enfermedades apostando por los factores de protección:
la buena autoestima, una imagen corporal positiva, los hábitos
alimentarios saludables y el pensamiento crítico hacia la presión
social por estar delgado/a.
También ACAB realiza campañas de sensibilización a través
de los medios de comunicación difundiendo vídeos como el
siguiente: La anorexia no es culpa de nadie (https://www.youtube.
com/watch?v=IL7dLXaOkjo).
Por último, han realizado algunas comparecencias al
Parlamento de Catalunya y al Congreso de Diputados para con-
cienciar a los políticos sobre los riesgos y las causas de los TCA.

18. La prevención en grupos de ayuda

Existen también grupos de ayuda que realizan campañas pre-


ventivas, sobre todo a través de las redes sociales. El objetivo de
todas ellas es la prevención primaria.

1) «No seas presa de la talla». Es un proyecto fundado por


el grupo Mujeres Jóvenes, de la federación que lleva el mismo
nombre. Está formado por chicas jóvenes feministas, de 18 a 30

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

años. Sus objetivos son luchar, reivindicar y trabajar para conse-


guir la igualdad real de oportunidades. Dispone de un espacio
de información, sensibilización, formación y promoción de las
jóvenes. Consta de diferentes apartados: recursos y materiales,
blog, rebélate, distorsión de la imagen, vida saludable, autoestima
y autoidentidad y estereotipos (http://www.noseaspresadelatalla.
com/).

2) «Tú eres más que una imagen». Esta página forma parte
de la Campaña TÚ ERES MÁS QUE UNA IMAGEN, diseñada
por la ONG PROTÉGELES (www.protegeles.org), organiza-
ción de protección de la infancia que trabaja en prevención y
seguridad infantil en las nuevas Tecnologías de la Información
y Comunicación. Tú eres más que una imagen es la segunda
campaña de prevención de la anorexia y la bulimia en internet
lanzada por PROTÉGELES, tras la primera puesta en marcha
en junio de 2004 bajo el título ANAYMIA.COM, anteriormente
explicada en el capítulo de internet y TCA. La primera campa-
ña tuvo como objetivo la denuncia de las páginas pro-anorexia
(pro-ANA) y pro-bulimia (pro-MIA). En esta ocasión el objetivo
es ayudar y prestar apoyo a las menores que se están introdu-
ciendo en este mundo, utilizando las nuevas tecnologías como
herramienta preventiva, e incluso como medio para prestar una
primera atención personalizada a través del trabajo con psicólo-
gos especialistas en la atención a menores con TCA. Al mismo
tiempo, PROTÉGELES está impartiendo charlas y conferencias
para profesores y orientadores en colegios, con el objetivo de
informar sobre el problema, enseñarles a identificar correcta-
mente a alumnos con dichos trastornos, saber cómo dirigirse
a los afectados y cómo comunicarlo a los padres (http://www.
masqueunaimagen.com/).

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

3) «Creciendo con atención y conciencia plena». Es un


proyecto de participación comunitaria de adolescentes y jóvenes
fruto de la colaboración entre el centro de salud Manuel Merino
y el colegio Emperador Fernando de Alcalá de Henares (Madrid).
Está en marcha, desde octubre de 2012, y trata de educar para la
salud a través de la atención y conciencia plena (mindfulness). El
proyecto obtuvo en 2013 el Primer Premio semFYC a Proyectos
de Actividades Comunitarias en Atención Primaria (PACAP)
(http://adolescentes.blogia.com/).

4) «Mujeres para la salud». Es un grupo formado por


mujeres, profesionales de diferentes disciplinas sociales y de la
salud. En 1987 se creó el Espacio de Salud «Entre nosotras»,
primer centro especializado en atención psicológica a las muje-
res. También realizan campañas preventivas sobre TCA (www.
mujeresparalasalud.org).

5) «1espejo1000ventanas». Con la idea de sensibilizar a la


población sobre el aumento de casos de jóvenes con enfermeda-
des relacionadas con los trastornos alimentarios y de llegar a la
población más joven, uno de los grupos con más riesgo de pade-
cer un TCA, se presentó en mayo de 2008 la campaña de blogs
1espejo1000ventanas.com para luchar contra la enfermedad a
través de la red. 1espejo1000ventanas es un proyecto que nació
de la idea de un grupo de pacientes y expacientes vinculados a
la Fundación ABB que se unieron para luchar contra la permi-
sividad que tiene la red a la hora de hablar sobre trastornos ali-
mentarios y para luchar contra las páginas pro-ANA y pro-MIA.
Su manera de hacerlo fue creando estos blogs en los que podían
escribir y transmitir todas sus experiencias para ayudar a todos
aquellos que estén o hayan pasado por esta enfermedad. Los

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

blogs de 1espejo1000ventanas forman parte de una iniciativa con


fines preventivos. Profesionales de la Fundación ABB así como
blogueros supervisan y cuidan que el contenido de los blogs, así
como los comentarios externos, cumplan con los objetivos de
sensibilización y apoyo, en ningún caso como sustitutivo de un
tratamiento. En el año 2010, con motivo de su segundo aniversa-
rio, 1espejo1000ventanas se consolidó como plataforma de lucha
contra los trastornos alimentarios en la red con más de 300.000
visitas. En esta etapa, a petición de los usuarios, se incorporó el
Blog de Padres y la sección de Reflexiones como un espacio de
información profesional para facilitar la comprensión de los tras-
tornos alimentarios (http://1espejo1000ventanas.com/).

6) «Motius per donar la talla» (Motivos para dar la talla).


Es una página de Facebook fundada por dos investigadoras uni-
versitarias, Marga Serra, autora de este libro, y Mònika Jiménez,
profesora de la UPF. El objetivo es concienciar a la sociedad, y
en particular al mundo de la moda, del abismo existente entre las
tallas que se usan en las pasarelas y las utilizadas por la mayoría
de la población. El origen de esta página fue la exclusión de la
Semana de la Moda Femenina de Milán de la diseñadora italiana
Elena Miró, especializada en tallas grandes. A partir de esta noti-
cia ocurrida en el mes de septiembre de 2010, y de la explicación
dada por la organización, que alegó haberla dejado fuera para
mantener alta la imagen de la creatividad y el estilo del prêt-à-
porter, en la página se denuncia que el hecho de considerar mode-
los de belleza cuerpos que tienen poco que ver con la realidad
puede provocar efectos psicológicos importantes, especialmente
entre colectivos vulnerables como los chicos y chicas. A lo largo
de estos años se han realizado diferentes campañas preventi-
vas, implicándose personas conocidas de la cultura, del arte y

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

del espectáculo. Actualmente consta con casi 5.000 seguidores


(https://www.facebook.com/motiusperdonarlatalla).

19. La prevención secundaria y terciaria

Para realizar una buena prevención secundaria debemos ofre-


cer una formación básica a los diferentes profesionales que están
en contacto con la población de riesgo y que pueden detectar un
TCA. Estos profesionales son maestros, profesores, educadores,
monitores de comedores, psicopedagogos de escuelas, farmacéu-
ticos, etc.
También los médicos de atención primaria y pediatras deben
recibir una formación adecuada, ya que pueden actuar lo antes
posible, debido al diagnóstico precoz de un TCA.
Asimismo, es básico tener en cuenta la prevención terciaria
en los centros asistenciales de TCA, desarrollando dispositivos
capaces de seguir la evolución de los enfermos y proporcionando
tratamientos a largo plazo, así como brindando apoyo social a los
enfermos, imprescindible para reducir las posibles discapacida-
des que pueden aparecer en un futuro.
Respecto a la prevención terciaria, desde hace algunos años y
ante el gran número de pacientes a los que se les ha cronificado
el TCA y que son refractarios al tratamiento, cabe plantearse la
posibilidad de crear programas de prevención terciaria cuyas
medidas vayan encaminadas a paliar los síntomas más graves y
las complicaciones más severas.
Estos programas tratarían de pactar con los pacientes algunas
metas más limitadas y aceptar y mantener unas medidas mínimas
para no colocarse en situaciones de riesgo.

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© Editorial UOC Capítulo XVII. La prevención de los TCA

Con el pacto se puede mejorar la calidad de vida de las pacien-


tes. Se basa en:

–– Reevaluación del caso, especialmente el diagnóstico, evolu-


ción y pronóstico.
–– Evolución de la personalidad y estado afectivo.
–– Valoraciones de las posibilidades de éxito terapéutico a
medio plazo.
–– Análisis de las repercusiones negativas de los reiterados
tratamientos anteriores.
–– Pactos con el paciente y la familia para limitar los objetivos
terapéuticos.
–– Reestructurar a la familia bajo estos objetivos.
–– Potenciar la confianza personal sanitario-paciente.
–– Marcar objetivos de calidad de vida y de supervivencia,
nunca de «salud completa».
–– Seguimiento.

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© Editorial UOC Capítulo XVIII. Los TCA y la leyes

Capítulo XVIII
Los TCA y las leyes (adaptación de http://
trastornsalimentaris.gencat.cat)

Anteriormente, se comentaba que muchos enfermos de


TCA no tienen conciencia de enfermedad. Esto provoca que en
muchas ocasiones no vean la gravedad de su patología.
En estos casos, es necesaria la intervención de la justicia para
poder autorizar un ingreso hospitalario o empezar un tratamien-
to para su curación.
Es preciso que el paciente dé su consentimiento tras ser infor-
mado, tal como marca la legislación vigente. El consentimiento
debe emitirlo una persona con la capacidad mental conservada y,
en caso de no ser así, se admite la excepción. Las leyes permiten
excepcionalmente la intervención médica sin consentimiento del
afectado si el enfermo está en situación de riesgo grave inmedia-
to para su salud física y psíquica.
En los TCA y en el supuesto de que el tratamiento requiera
un ingreso hospitalario por el riesgo físico, nos encontraríamos
ante una excepción y, para poder efectuar un ingreso forzoso,
hay dos vías:

–– Solicitar primero la autorización judicial de internamiento


involuntario aportando la documentación necesaria: infor-
mes médicos, analíticas, etc.
–– Ingresar primero al enfermo y el centro sanitario comuni-
cará el internamiento al juzgado competente en un plazo de
24 horas, entonces el juez autorizará o denegará el ingreso.

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© Editorial UOC Trastornos del comportamiento alimentario

En este último supuesto, el Consejo del Colegio de Médicos


de Cataluña ha dictado unas recomendaciones concretas para
orientar sobre la necesidad de ingreso forzoso.

En la anorexia nerviosa:

–– Estado biológico que implique riesgo de complicaciones


previsiblemente graves: nula ingesta de alimentos, espe-
cialmente líquidos; IMC inferior a 14; frecuencia cardíaca
inferior a 40-45; potasio por debajo de 4,5; hematemesis y
rectorragias.
–– Síntomas depresivos importantes con riesgo de suicidio.
–– Conductas autolesivas importantes.
–– Otros trastornos psiquiátricos que dificulten el tratamiento.
–– El paciente se niega a seguir las normas del programa
ambulatorio: frecuencia de visitas, limitación de la actividad
física, alimentación indicada.
–– Comportamiento problemático en casa o conflictos fami-
liares imposibles de controlar ambulatoriamente.
–– El peso no sigue el ritmo pautado en el programa de recu-
peración de peso.

En la bulimia nerviosa:

–– Alteraciones electrolíticas.
–– Alteraciones en el electrocardiograma.
–– Hematemesis reciente.
–– Comportamiento autolítico grave.
–– Trastornos psicopatológicos graves.
–– Desorganización conductual grave.
–– Autolesiones importantes.

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© Editorial UOC Capítulo XVIII. Los TCA y la leyes

Las leyes vigentes son:

–– Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección


Jurídica del Menor, de modificación parcial del Código
Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil. BOE, 17 de enero
de 1996 (n.º 0015)410.
–– Art. 9.3.c de la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica
Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y
Obligaciones en Materia de Información y Documentación
Clínica (BOE n.º 274, de 15-11-2002, pp. 40.126-40.132)406.
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OMC, Revista del Consejo General de Colegios Médicos
de España, 1999 (66): 2.124 y 2.931, sobre el respeto a la
libertad del paciente y la posibilidad de solicitar la interven-
ción judicial en caso necesario405.

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