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¡Quejas!
¡Y amarle pude! Al sol de la existencia
se abría apenas soñadora el alma...
Perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa;
como la hoja en el árbol vacilé.
José Joaquín de Olmedo nació y murió en Guayaquil, Ecuador (1780 – 1847). Político y escritor,
formó parte del primer triunvirato de gobierno. Doctorado en Leyes, fue vicepresidente de
Guayaquil durante el mandato del general Flores. Fue diputado de las Cortes de Cádiz y
embajador de la Gran Colombia en Londres. En poesía escribió cantos e himnos inspirados en
modelos clásicos. Destacamos: “La victoria de Junín: canto a Bolívar”; “Al vencedor flores
vencedor en Miñarica”; “Canción indiana”. También hizo una traducción en verso de las tres
epístolas del “Ensayo sobre el hombre” de Pope.
LA VICTORIA DE JUNÍN
La victoria de Junín: Canto a Bolívar, es un canto extenso de 906 versos en que Olmedo canta
a la independencia y a sus héroes, glorifica a Bolívar al concluir la batalla de Junín y anuncia la
victoria del general Sucre en Ayacucho, a través de la aparición del inca Huayna-Cápac, último
que poseyó íntegro su imperio. En la composición de esta oda a “La victoria de Junín”, el autor
se basó en modelos clásicos, como los de Homero, Virgilio, Ovidio y Píndaro, tomando de ellos
los elementos mitológicos y bucólicos. La obra fue primero escrita en prosa, bajo un meditado
plan que incluía el anuncio de la gran victoria de Bolívar, la invocación del poeta, la batalla que
evoca la guerra de Troya, un himno triunfal, la aparición del inca Huayna-Cápac que recuerda
la auténtica raíz de América y los sufrimientos a que fueron sometidos los indígenas con la
llegada de los españoles. Aunque el propio autor no se lo haya propuesto categóricamente, el
jefe indígena es el verdadero héroe del canto, así lo entendió el mismo Bolívar, quien llegó a
objetarle al autor que no le hubiera dado un realce merecido al inca: “Usted ha trazado un
cuadro muy pequeño, para colocar dentro un coloso que ocupa todo el ámbito y cubre con su
sombra a los demás personajes. El inca Huayna-Capac parece que es el asunto del poema; él es
el genio, él es la sabiduría, él es el héroe, en fin”. Otro defecto que se le señala a Olmedo es el
de haber exaltado la victoria de Ayacucho, ante la poca materia que halló en la batalla de
Junín. Pero la oda no pierde sus rasgos de epopeya, es un vibrante canto a las armas
victoriosas de América. Son versos pulidos, armoniosos y musicales:
“Las soberbias pirámides que al cielo
En muchos pasajes del canto es notable que Olmedo quiso hablar a través de la figura Inca:
A pesar de algunos defectos en la composición, este poema entre lírico y épico constituye una
unidad plena de entusiasmo patriótico y una hermosa carta glorificadora de la gesta
independentista en tierras americanas.