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roblemas linguistica | general emile benveniste 192 edaon veintiuno. — J > Elexraordinarlo auge de Ia lingiistica en tas aitimas dacadas es un fendmeno afotunado que merece la mayor ctencién. No s6lo se multiplica el caudal de datos disponible, continuando los estuerzos fundadores del siglo pasado, sino que la agudeza de los anéilsis reinterpretaciones y 1a magnitud de las visiones sintéticos han dilatado el Ambito de Ia linguistica hasta ponerlo en contacto fecundo con otras disciplinas Elprotesor Benveniste ha estado siempre atento alas tendencias e Interpretaciones de ia linguistica general y en numerosos arficulos las ha sometide a juicios certeros, Lo presente obra recoge una seleccién de trabajos en los mds diversos rumbos de Ia linguislica, y al lado de libros més sistematicos ayudar a adauirir idea justo del estado actual de esta ciencia. Ya se trate de resumir el logro cldsico de F. de Saussure, de indagar hasta dénde puede hablarse de lenguae en los animales, de interpretaria forma verbal del pertecto, de segulr el rast ala palabra “civillzaci6n”, de examinar las pretensiones de akjuna “tilosofia del tenguaie” o de desmenuzar ung incursién treudiana per el campo de Ialengua, el protesor Benveniste luce una erudicién, una sobriedad yuna claridad rigurosa que cualquier lector serio puede dishutar y a kas que la linguistica actual debe mucho, hoy que ha liegado a ser la més rradura de las la madas ciencias del hombre. B478 WLU 1 > siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. siglo veintiuno de espaiia editores, s. vortada de anhelo hemnande. primera ediciin en espanol, 1971 cecimonovena ediciéa en espaol, 1997 © siglo xxi editores, 3. de cx isbn 958-29-0028.0 (obra completa) isbn 958-23-00304 (vol. 1) primera edicion en francés, 1986 © éditions gallimard, paris, Francia tinulo original: provmes le lingwssique pinnate derechos reservados canfarme ala ley impreso y hecho en méxico/printed and made in mexice INDICE Prefacio xa xv xv xv svt “ TRANSFORMACIONES DE LA TANGUISTICA Tendencias recientes en lingiistica general Ojeada al desenvolvimiento de la lingiistica Saussure después de medio siglo LA. COMUNICAGION Naturaleza del signo lingiistico Comunicacion animal y lenguaje humano Categorias de pensamiento y categorias de lengua Observaciones sobre la funcién del lenguaje en el descu- Drimiento freudiano ESTRUCTURAS ¥_ ANALISIS “Estructura” en lingiistica La clasificacién de las lenvas Los niveles del andlisis linguistico FUNCIONES. SISTACTICAS La construccién pasiva del perfecto transitive La frase relativa, problema de sintaxis general EL HOMBRE EN LA LENGUA Estructura de las relaciones de persona en cl verbo La naturaleza de los pronombres De la subjetividad en el lenguaje La filosofia analitica y cl lenguaje Los verbos delocutives LEXICO ¥ CULTURA xvm Civilizacién. Contribucién a la historia de la palabra [vn] 49 56 63 75 2 99 1s, 133 161 172 179 188 198 209 PREFACIO Los estudios reunidos en esta obra han sido elegides entre otros muchos, mas técnicos, que el autor ha publicado en los iltimos afios. Si aqui los presentamos como “problemas”, es porque en con- junto, y cada uno por su lado, aportan sendas contribuciones a la gran problematica del lenguaje, que es enunciada en los principales temas tratados: son consideradas las relaciones entre lo biolégico y lo cultural, entre la subjetividad y la socialidad, entre el signo y dl objeto, entre el simbolo y el pensamiento, y también los proble- mas del andlisis intralingtistico. Quienes descubran en otros dom nios la importancia del Ienguaje verdn asi cémo aborda un lingtista algunas de las cuestiones que se plantean y acaso adverticin que la configuracién del lenguaje determina todos los sistemas semidticos. ‘A aquéllos habra paginas que les podran parecer dificifes. Que se conyenzan de que él lenguaje es por cierto un objeto dificil y de que el andlisis del dato linguistico se consuma por vias arduas. Como las demés ciencias, la lingiistica progresa en razon directa de la complejidad que reconoce en las cosas; las etapas de su desarrollo son las de esta toma de conciencia. Por lo demés, habrA que com- penetrarse de esta verdad: que la reflexién acerca del lenguaje s6lo és fructuosa si apunta ante todo 2 las lenguas reales. El estudio de estos organismos empiricos, histéricos, que son las Tenguas, sigue siendo el ‘inico acceso posible a Ia comprensién de los mecanismos. generales y dcl funcionamiento del lenguaje, En los primeros capftulos hemos esbozado un panorama de las in- dagaciones recientes sobre Ia teoria del lenguaje y de las perspectivas que abren. Pasamos en seguida al problema central de la comunica. cién y a sus modalidades: naturaleza del signo lingiistico, caracteres diferenciales del lenguaje humano; correlaciones entre las categorias lingiiisticas y las del pensamiento, papel del lenguaje cn la explora- cién del inconsciente. La nocién de estructura y la de funcién son objeto de los ensayos siguientes, que se ocupan sucesivamente de las variaciones de estructura en las lenguas y de las manifestaciones i tralingiisticas de algunas funciones; en particular las relaciones de la forma y del sentido son vinculadas con Jos niveles del andlisis. 2 1 2 PREFACIO Consagramos una serie distinta a fenémenos de sintaxis: buscamos constantes sintacticas a través de tipos linglisticos muy variados, y planteamos modelos especificos de ciertos tipos de frases por reco- nocer como universales: frase nominal, frase relativa. “EI hombre en el lenguaje” ¢s el titulo de la parte siguiente; es la impronta del hombre en el lenguaje, definida por las formas lingiisticas de la “‘subjetividad” y las categorias de la persona, de los pronombres y del tiempo: En compensacién, en los ultimos capitulos es el papel de la significacién y de la cultura el que es realzado; estudiamos los métodos de la reconstruccién seméntica, asi como la génesis de al- gunos términos importantes de la cultura moderna. La unidad y la coherencia del conjunto se desprenden de este panorama. A propésito nos hemos abstenido de toda intervencin retrospectiva en la presentacién como en las conclusiones de los dis- tintos capitulos. De otra suerte hubiéramos tenido que afiadir a cada uno un postscriptum a menudo dilatado: ya en lo tocante a la docu: mentacién, para sefialar por ejemplo los més recientes desenvolvi- mier:tos de las inyestigaciones tebricas; ya a titulo de historiadores de nuestra propia indagacién, para exponer la acogida que merecié cada uno de estos textos, e indicar que la “Naturaleza del signo linguistico’ (p. 49) provocd vivas controversias e hizo surgir una prolongada serie de articulos, que nuestras paginas sobre ¢] tiem po en el verbo francés han’ sido prolongadas y confirmadas por las estadisticas de H. Yvon sobre el empleo de los tiempos por los escritores modernos, etc, Pero ast habriamos iniciado otras. tantas inyestigaciones nuevas, Ya habra otras ocasiones de volver sobre es- tas importantes cuestiones y tratarlas de nuevo. Los sefiores P. Verstraeten y N. Ruwet han tenido la amabilidad de desear la publicacién de esta compilacién, Reciban aqui nuestro agradecimiento por haber ayudado a constituirla. Be I Transformaciones de la lingiiistica capfruLo a TENDENCIAS RECIENTES EN LINGUISTICA GENERAL* En el transcusso de las iiltimas décadas, la lingtiistica ha conocido un desenvolvimiento tan répido y extendido tan lejos de su dominio, que un resumen, aun esbozado, de los problemas que aborda toma- tia proporciones de libro 0 se desecarfa en una enumeracién de tra- bajos. Con sélo querer resumir lo avcriguado, se Menarian paginas en Jas que acaso faltara lo esencial. El acrecentamicnto cvantitativo de la produccién lingiistica es tal, que no basta un grueso volu- men de bibliografia anual para inventariarla. Hoy dia los principales paises ticnen sus érganos propios, sus colecciones y también sus mé todos. Fl esfuerzo descriptivo ha sido levado adelante y extendido al mundo entero: la reciente reedicién de las Langues du monde da idea del trabajo cumplido y del que falta por realizar, mucho mas considerable. Los atlas lingiiisticos, los diccionasios, se han multipli- cado. En todos los sectores la acumulacién de los datos produce obras cada vez més voluminosas: una descripcién. del lenguaje infan- til en cuatro volimenes (W. F, Leopold), una descripcin del fran- cfs en siete volimenes (Damourette y Pichon) son apenas ¢jem- plos. Hoy por hoy, una revista importante puede consagrarse exclusivamente al estudio de las lenguas indigenas de América. En Africa, en Australia, en Occania se emprenden indagaciones que en- riquecen considerablemente el inventario de las formas lingilisticas. Paralelamente, el pasado lingiifstico de la humanidad es explorado sistemdticamente, Todo un grupo de antiguas lenguas de Asia Me- ‘nor ha sido ligado al mundo indoeuropeo, modificando su teoria, La restitucién progresiva del protochino, del malayo-polinesio comin, de ciertos prototipos amerindios, permnitité quizé nuevas agrupacio- nes genéticas. Pero aun si pudiéramos dar de estas investigaciones una lista mas detallada, resultaria claro que el trabajo procede muy desigualmente: por aqui se prolongan estudios que habrian sido igua- les en 1910; por alld se Nega a rechazar cl nombre de "lingiistica” + Journal de Peychologie, P.UF., Paris, enero-junio de 1954. 6] 6 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUiSTICA por anticuado; por otra parte se consagran voliimenes enteros a la sols nocién de “fonema”. Es que la multiplicacién de los trabajos no revela inmediatamente, antes enmascara, las transformaciones profundas que sufren desde hace algunos deccnios el método y el es- piritu de la lingitistica, y los conflictos que hoy la desgarran. Cuan- do se han abjerto los ojos a la importancia de lo que est cn juego y alas consccuencias que los debates prescntes pueden tener para otras disciplinas también, se siente uno tentado a pensar que las discusiones sobre las cuestiones de método en lingiistica acaso no fueran sino cl prcludio de una revisién que englobaria por éltimo todas las ciencias del hombre. De ahi que insistamos sobre todo, en ténminos no técnicos, en los problemas que hoy ocupan el centro de las investigaciones de lingiistica general, en la idea que los lingitistas se hacen de su objeto y en el rumbo que siguen sus exploraciones, Por lo demés, la recopilacién publicada en 1933 por el Journal de Psychologie con’el titulo de “Psychologie du langage” manifestaba ya una espléndida renovacién de los puntos de vista tedricos y de las afirmaciones doctrinales. Alli constaban las primeras exposicio- nes de principios que, asi los de la “fonologia”, han penctrado ant pliemente hoy dia cn la ensefianza. También asomaban conflictos que de entonces ac han conducido a rcorganizaciones, tal la distin- ciéa entre sincronia y diacronfa, entre fonética y fonologia, abolida al ser mejor definidos los términos en cuestién. Ciertas convergen- cias acercaban teorias independientes. Cuando, por ejemplo, Sapir sacaba 2 luz la realidad psicolégica de los fonemas, hallaba por su cuenta una nocién que Troubetzkoy y Jakobson se dedicaban a ins- taurar por su lado, Pero entonces no era posible prever que, en un sector cada vez. mas vasto de la lingiiistica, las indagaciones se ende- rezarian, al menos en apariencia, opuestamente a las metas que la lingitistica persiguiera hasta entonces. ‘A menudo ha sido subrayado el caricter exclusivamente histori co que daba su caracter a la lingiifstica durante todo el siglo sax y principios del xx. La historia como perspectiva necesaria y la suce- sividad como principio de explicacién, la fragmentacion de la lengua en clementos aislados y 1a biisqueda’de leyes de evolucién propias de cada uno: tales eran los caractcres dominantes de la doctrina lingiistica. Se roconocfan, si, principios de muy otra naturaleza, como el factor analégico, que puede trastornar la regularidad de la evelucién, pero en la practica ordinaria la gramdtica de una lenguz consistia en una tabla del origen de cada sonido y de cada forma. ‘TENDENCIAS RECIENTES EN LINGUSTICA GENERAL 7 Era consecuencia, a la ves, de la inspiracién evolucionista que pe- netraba en aquel entonces todas las disciplinas, y de las condiciones en que}. linguistica nacié. La novedad del punto de vista saussu- riano, uno de los que més nondamente han actuado, fue adquirir conciencia de que el lenguaje en si mismo no incluye ninguna di- nsién histérica, que es sincronia y estructura, y que no funciona sino en virtud de su naturaleza simbélica. No es tanto la conside- racién histérica la que es por cllo condenada, sino cierta manera de ‘atomizar” la lengua y mecanizar Ja historia, El tiempo no es el fac- tor de la evoluciéiy; es nada més ¢l marco, La raz6n del cambio que afecta a tal o cual clemento de la lengua est4 por una parte en la naturaleza de los ~iementos que la componen en un momento dado, por otra en las relaciones de estructura que hay entre dichos elemen- tos. La verificacién bruta del cambio y la f6rmula de correspondencia que la resumen ceden ei lugar a un andlisis comparado de dos esta- dos succsivos y dc los arreglos diferentes que los caracterizan. La diacronfa queda entonces restablecida en su legitimidad, en tanto que sucesidn de sincronias, Esto pone ya de relieve la imprrtancia primordial de la nocién de sistemas y de la solidaridad restaurada entre todos los elementos de una lengua. Estas visiones son ya antiguas, se pueden presentit en la obra entera de Mcillet, y aunque no siempre sean aplicadas, ya no se en- contrarla quion las discutiera. Si a partir de esto se desease caracte- rizar en una palabra el sentido cn que la lingiifstica parece prolon- garlas hoy, podria decirse que seftalan el comienzo de una lingiifstica concebida como ciencia, por su cohetencia, su autonomfa y las orien- taciones que se le asignan. Esta tendencia se distingue ante todo porque se dejan a un lado algunos tipos de probicmas. Ya nadie plantea seriamente la cues- tién de la monogéncsis o la poligénesis de las lenguas, ni, de manera gencral, la de los comienzos absolutos. Ya no se cede tan ficilmente como en otros tiempos a la tentacién de erigir en propiedades uni- versales del lenguaje las particularidades de una lengua o un tipo lingitistico. Es que el horizonte de los lingiistas se ha ampliado. “Todos los tipos de lenguas adquieren titulos iguales como represen- taciones de] lenguaje. En ningin momento del pasado, en ninguna forina del presente, se alcanza nada que sca “original”. La explora- cién de las mds antiguas lenguas que estén atestiguadas las muestra tan completas y no menos complejas que las de hoy; el anilisis de las lenguas “primitivas” revela una organizacién altamente diferen- 8 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUisTICA iada y sistematica, Lejos de constituir una norma, cl tipo indoeu- ropeo aparece mas bien como excepcional. Con razén tanto mayor se dejan las investigaciones dedicadas a una categoria elegida en el ‘conjunto de las lenguas y tenida por ilustrativa de una misma dispo- sién del “spiritu humano”, luego de haber visto cuan dificil es escribir el sistema completo de una sola Jengua y lo falaces que son iertas analogias de estructura descritas por medio de los mismos términos. Hay que otorgar gran importancia a esta expericncia siem- pre crecientc de las variedades lingiisticas del mundo, ‘Se han extrat- do varias lecciones. Ha resultado primero que las condiciones de ‘evolucién no dificren por fuerza segén los niveles de cultura, y que ¢s posible aplicar a Ia comparacién de las lenguas no cscritas los métodos y criterios validos para las lenguas con tradicién escrita Desde otro punto de vista, se advirtié que la descripcién de algunos tipos lingiisticos, en especial las lenguas amerindias, planteaba pro: blemas que los métodos tradicionales no pueden resolver. Ha resul- tado una renovacién de los procedimicntos de descripciin que, de rechazo, se ha extendido a las lenguas que se creian descritas para siempre y que han adquirido nucvo aire. Otra consecuencia: se comienza a ver que el repertorio de las categorlas morfolégicas, por variado que parezca, no es jlimitado. Puede entonces imaginarse una suerte de clasificacién légica de estas categorias que mostrara su disposicién y leyes de transformacién, Por tltimo, y aqui tocamos ccucstiones cuyo alcance va més alla de la lingiiistica, se discierne que las “categorias mentales” y las “leyes del pensamiento” no ha: cen, en gran medida, sino reflejar la organizacién y la distribucién de las categorias lingiiisticas. Pensamos un universo que primero nucstra lengua model6. Las variedades de la experiencia filosofica © epiritual caen bajo la dependencia inconseicnte de una clasifica- cién que la lengua opera por el mero hecho de ser lengua y simbo lizar. He aqui algunos de los temas que descubre una rcfleaidn fami- liarizada con la diversidad de los tipos lingiisticos, pero a decir verdad, ninguno ha sido ain explorado a fondo. Decir que la lingilistica tiende a hacetse cientifica, no es sélo insistit en Ia necesidad de rigor que es comin a todas las disciplinas, Se trata ante todo de un cambio de actitud hacia el objeto, que se definiria por un esfuerzo de formalizarlo. En el origen de esta ten- dencia es reconocible una influencia doble: 1a de Saussure en Euro- pa, la de Bloomfield en América. Por lo demés, las vias de sus influencias respectivas son tan diferentes como las obras de que TENDENCIAS RECIENTES EN LINGUISTICA GENERAL 9 emanan. Es dificil imaginar contraste m4s marcado que entre estas dos obras: el Cours de linguistique générale de Saussure (1916), li bro péstnmo redactado segin notas de discipulos, conjunto de resi- menes geniales, cada uno de los cuales pide una exégesis y alguno alimenia todavia contioversias, que proyecta la lengua en el plano de una scmiologia universal, que abre panoramas a 10s que el pensa- miento filosdtico de hoy apenas cmpieza a despertar; Language de Bloomfield (1933), vuelto ‘vademécum de los Jingiiistas estadouni- denses, textbook enteramente acabado y madurado, notable tanto por su decision de despojo filosdfico como por su rigor técnico. No obstante, Bloomfield, aunque no se teficra a Saussure, ciertamente ubiera suscrito el principio saussuriano de que “la lingiistica tiene por Unico y verdadero objeto la lengua considerada en si misma y por si misma”, Este principio explica las tendencias que muestra por doquier la linguistica, aunque no justifique atin las tazones por las que se quiere auténoma ¥ los fines que con ello pessigue, ‘A través de las diferencias de escucla, entre los lingtistas que tratan de sistematizar sus itinerarios, aparecen las mismas preocupa- ciones, formulables en tres cuestiones fundamentales: 1] ;Cual es la tarca del lingiista, a qué accede y qué deseribird bajo el uouibre de lengna? Es ¢} objeto mismo de la lingiiistica lo que es puesto en tela de juicio. Z] gCémo seri-descrito este objeto? Hay que forjar instru: mentos que permitan aprehender el conjunto de los rasgos de una Iengya en el conjunto de las lenguas manifestadas y describizlos en términos idénticos. ¢Cudl ser entonices el principio de estos proce dimientos y estas definiciones? Esto muestra la importancia que adquiere la téenica lingiiistica, 3] Para el sentimiento ingenuo del hablante, como para el linguista, el lenguaje tiene por funcién "decir alguna cosa”. jQué es exactamente csa “cosa”, en vista de la cual el lenguaje es atticulado, y cémo deslindasla con respecto al lenguaje mismo? Queda planteado el problema de la significacién E| solo enunciado de estas cuestiones muestra que el lingiista quiere deshacetse de los apoyos 0 nexos que hallaba en marcos ya establecidos 0 en disciplinas vecinas. Rechaza toda visién @ priori de la lengua para construir sus nociones dircetamente sobre el obje- to. Esta actitud debe acabar con la dependencia, consciente 0 no, en que se hallaba la lingfistica con respecto a 1a historia por una parte, a cicrta psicologia por otra. Si la ciencia del lenguaje tiene que elegirse modelos, ser en las disciplinas matematicas 0 deduc- tivas que racionalizan por completo su objeto reduciéndolo a un 10 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUISTICA conjunto de propiedades objetivas provistas dc definiciones constan tes. ES decir, se tormard mas y més “formal”, al menos en el sentido dle que e! lenguaje consistiré ‘en la totalidad de sus “formas” obser- vables. Partiendo <¢ la expresién lingiifstica nativa, se procede por via analitica 2 una descomposicién estricta de cada enunciado en sus elementos, y luego por anilisis sucesivos a una desco:nposicién de cada elemento en unidades cada vez mis sencillas. Esta opcra- cién tendré por fin deslindar las unidades distintivas de la lengua, y ya hay aqui un cambio radical del método. [in tanto que otrora la objetividad consistia en la aceptacidn integra de lo dado, lo cual acarreaba a Ja vez la admisién de la norms gréfica para las lenguas escritas y €: registro minucioso de todos los detalles articulatorios en Jo tocante a textos orales, hoy en dia se aspira a identificar los cle- mentos en tanto que distintivos en todos los niveles del andlisis. Para reconocerlos, Jo cual en ningiin caso es facna fAcil, se aprovecha el principio de que en una lengua no hay mas que diferencias, que la Tengua hace funcionar un conjunto de procodimientas discriminato: rios. Sélo son desgajados los rasgos dotados de valor significativo, apartando, luego de especificarlos, los que no representan sino varian tes. Se opaa entonces una gran simpiificacién y se hace posible asi reconocer la organizacién interna y las leyes de ajuste de tales rasgos formales, Cada fonema o morfema se vuelve relativo a cada uno de los demés, por ser a la vez diferente y solidario; cada no delimita a los otros, que a su vez lo delimitan, siendo distintividad y solida- ridad condiciones conexas. Estos elementos se ordenan en series y muestran en cada lengua disposiciones particulares. Es una estruc- tura, cada ana de cuyas piezas recibe su razén de ser del conjunto que ‘sirve para componer. Estructura es uno de los términos esenciales de Ia lingiiistica mo- dema, uno de los que tienen todavia valor programitico. Para quic- nes la emplean con conocimiento de causa, y no s6lo para no desen: tonar con el gusto del dia, puede significar dos cosas bastante dife rentes. Se entiende por estructura, particularmente en Europa, a disposicién de un todo en partes y la solidaridad demostrada entre las partes del todo que se condicionan mutuamente; para la tayorfa de Jos lingiiistas estadounidenses ser4 la reparticién de los elementos tal como se verifica, y su capacidad de asociacién 0 de sustitucién La expresiin de lingiistica estructural recibe interpretaciones dif. rentes, bastante diferentes, en todo caso, para que las operaciones ‘TENDENCIAS RECIENTES EN LINGI/iSTICA GENERAL aT de ella desprendidas no tengan el mismo sentido. Con el nombre de estructura, un “bloomfieldiano” describira un arreglo factico, que segmentard en elementos constituyentes, y definird cada uno de éstos por el lugar que acupe en el todo y por las variaciones y las sustitu- ciones posibles en ese mismo lugar. Rechazara por maculada de teleologia la nocién de equilibrio y de tendencia que ‘Troubetzkoy agrega a la de estructura y que, no obstante, se ha revelado fecunda. Inclusive es el unico principio que hace comprender la evolucién de los sistemas lingtisticos. Un estado de lengua cs ante todo re sultado de cierto cquilibrio entre las partes de una estructura, equilibrio que no desemboca jamés, sin embargo, cn una simetria completa, probablemente porque la disimetria esta inscrita en el principio mismo de la lengua en virtud de la asimetria de los érganos fonadores. La solidaridad de todos los elementos hace que todo lo que afecte a un punto comprometa el conjunto ce las relaciones y produzca tarde o temprano una nueva disposicién, En adelante el analisis diacrénico consiste en plantear dos estructuras succsivas y deslindar sus relaciones, mostrando qué partes del sistema anterior eran afectadas 0 amenazadas y cémo s¢ preparaba la solucién reali zada en i sistema ulterior. De esta suerte se resuelve el conilicto tan vivamente afirmado por Saussure entre diacronfa_y sincronia, Esta concepcién de Ja estructura organizada en totalidad se completa por la nocién de jerarquia entec los elementos de la estructura, En: contramos una notable ilustracién en cl andlisis hecho por R. Jakob- son de la adquisicién y la pérdida de los sonidos del lenguaje por ot nifio y el afésico, respectivamente: los sonidos adquirids en dltimo té:mino por el nifio son los primeros que pierde el afisico, y los que el afésico pierde al final son los que el nifio articula primero, por ser inverso el orden de desaparicién a] de adquisicién. En cualquier caso, un anilisis asi concebido sélo es posible si el lingiista est en condiciones de observar integramente, controlar 0 hacer variar a su gusto el juego de la lengua que describe, Solamen- te las lenguas vivas, escritas 0 no, ofrecen un campo bastante vasto y hechos bastante seguros para realizar la investigacién con rigor exhaus- tivo. Se concede preponderancia a las lenguas habladas. Esta condi- ci6n se ha impuesto a algunos lingilistas por razones cmpiricas. Para otros, en América, ha sido ante todo la necesidad de notar y analizar Jenguas indias, dificiles y yariadas, lo que ha sido precisamente el unto de partida de una revisién de los métodos descriptivos, y lue- go de la doctrina general. Pero poco a poco la renovacién se extiende 12 TRANSFORMACIONES DE LA LINGWISTICA a ha descripcién de las lenguas antiguas. Incluso se torna posible reinterpretar, a la luz de las nuevas teorfas, los datos suministrados por el método comparativo. ‘Trabajos como los de J. Kuritowicz sobre la reconstruccién de las fases indoeuropeas muestran cuanto se puede esperar de un analisis orientado asi, Un maestro de la lin- guistica histérica, J. Vendryes, habla asimismo a favor de una lin. Bulstica “estética”, que seria un inventario comparativo de los recursos que las diversas lenguas ofrecen a iguales necesidades de expresi6n Se comprende que el tipo de estudio que predomina en estos iilti- mes afios sea la descripcién sistemstica, parcial o total, de una len: gua particular, con un escrépulo técnico que nunca fue tan minu- cios0. Pues e] lingiista se siente obligado a justificar sus procedi- micntos de cabo a rabo. Adelanta un sparato de definiciones que debe legitimar 1 estatuto que confiera a cada uno de los clementos definidos, y las operaciones son prescntadas explicitamente de ma- neta que contintien siendo verificables en todas las etapas del proce: Gimiento. Resulta una refundicién de la terminologia. Los térmi- nos empleados son tan especificos que e] lingiiista enterado logra reconocer desde las primeras lineas la indole de la inspiracién de un estudio, y hay discusioncs que no son inteligibles para quienes sus- terten un método mds que si son traspucstas antes a su propia no- menclatura. Se exige a la descripcién que sea explicita y coherente y que el andlisis sea conducido sin consideracién de la significacion, ‘inicamente en virtud de criterios formales. Es sobre todo en los Estados Unidos donde han sido afirmados estos principios, y han sido motivo de prolongadas “tiscusioncs. En un libro reciente, Me- thods in structural linguistics (1951), Z. $, Harris los ha reducido a una especie de codificacién. Su obra detalla paso a paso los proce dimjentos que deslindan los fonemas y los morfemas segan las condiciones formales de su areglo: distribucién, alrededores, susti tucién, complementaridad, segmentaci6n, correlacién, etc., ilustrada cada tna de las operaciones por problemas particulares tratados con tun apatato cuasimatemdtico de signos graficos. Parece dificil ir més lejos por este camino. Se logra’ al menos establecer un método ixico y constante? El autor es el primero en convenir que son posi- bles otros procedimientos, y que algunos incluso setian mas econémi cos, en particular cuando se hace intervenir la significacién, de modo qué acaba uno preguntindose si no tendra algo de gratuito semejan- te despliegue de cxigencias metodologicas. Mas se observara sobre todo que el trabajo del lingiista apunta de hecho al discurso, asi TENDENCIAS RECIENTES EN LINGUISTICA CENERAT. 13, milado implicitamente a la lengua, Este punto, fundamental, de- biera ser discutido a la par con la concepcién particular de la estruc- tura admitida por los partidarios de este método. Esquemas de distribucién, por rigurosamente establecidos que estén, no constitu- yen una estructura, ni mas ni menos que inventarios de fonemas y morfemas, definidos por segmentacién en cadenas de discurso, no representan tampoco la descripcién de una lengua. Lo que recibi- mos es, de hecho, un método de transcripcién y de descomposicién material aplicada a una lengua que seria representada por un con- junto de textos orales, cuya significacion el lingiista pasaria por ignorar. Subrayemos bien esta caracteristica que, mas ain que el tecni- cismo particular de las operaciones, es propia del método: queda ad- mitido, por principio, que el andlisis linguistico, para ser cientifico, debe abstraerse de la significacién y vinculaise dnicamente a la definicién y a la distribucién de los elementos. Las condiciones de rigor impuestas al procedimiento exigen que se elimine este elemen- to inaprehensible, subjetivo, inclasificable, que es la significacién 0 él sentido, Lo tinico que se podré hacer sera cerciorarse de que tal enunciado conviene a tal situacién objetiva y, si la recurrencia de la situacién provoca el mismo enunciado, se los correlacionaré. La re- lacién entre la forma y el sentido es reducida, pues, a la relacién entre la expresin lingiistica y a situacién, en los términos de la doctrina conductista, y asi la expresién podra ser a la vez respuesta y estimulo. La significacién se reduce practicamente a cierto condi- ionamiento lingiistico. En cuanto a la relacién entre la expresién y el mundo, es un problema que se deja a los especialistas en el uni- vetso fisico. “IE] sentido (meaning) de una forma lingtiistica —dice Bloomfield— se define como la sittiacién en que el hablante la entin- cia y la respuesta por ella evocada en el oyente” (Language, p. 139) YY Harris insiste en la dificultad de analizar las situaciones: “Hoy por hoy, no hay ningin método para medir las situaciones sociales y para identificar tinicamente las situaciones sociales como compues- tas de partes constituyentes, de manera que podamos dividir el enun ciado lingiiistico que sobreviene en dicha situacién social, 0 que a ella cortesponde, en segmentos correspondientes a las partes consti- tuyentes de la situacién. De manera general no podemos, hoy por hoy, confiar en alguna subdivisi6n natural o cientificamente contro: lable del campo semintico de la cultura local, porque no existe por el momento técnica para semejante andlisis completo de la cultura 14 TTRANSFORMACIONES DE LA LINGifSTICA ‘en elementos discretos; al contrario, es el Jenguaje el que es una de nuestras fuentes principales de condcimiento sobre la cultura (0 s bre ‘cl mundo de la significacién’) de un pueblo y sobre las dist ciones o divisiones que en ella se practican” (op. cit, p. 188). Es de temerse que, de generalizarse este método, la lingiiistica no pueda ‘nunca entrar en contacto con ninguna de las demas ciencias del hombre ni de la cultura, La segmentacién del enunciado en elemen- tos discretos no conduce més a un anilisis de la lengua que la seg- mentacién del universo fisico o una teoria del mundo fisico. Esta manera de formalizar las partes del enunciado corre el riesgo de pa rar en una nueva atomizacién de la lengua, pues la lengua empirica + el resultado de un proceso de simbolizacién de varios niveles, cuyo andlisis ni siquiera se ha intentado aén; lo “dado” lingiistico no ¢s, considerado ast, un dato primero, del cual no habria més que disociar las partes ‘constituyentes; es ya un complejo cuyos valores resultan, unos, de las propiedades particulares de cada elemento, otros de su disposicién, otros mds de la situacién abjetiva. Son concebibles, pues, varios tipos de descripcién y varios tipos de for- tualizacién, pero todos deben suponer necesariamente que su objeto, Ja lengua, esta informado de significacién, que merced a esto se halla estructurade, y que esta condicién es esencial para el funcionamien- to de la lengua entre los otros sistemas de signos. Es dificil concebir qué darfa una segmentacién de la cultura en elementos discretos. En una cultura, como en una lengua, hay un conjunto de simbolos cuyas relaciones se trata de definir. Hasta aqui la ciencia de las culturas se mantiene vigorosa y deliberadamente “sustancial”, ;Po- dran deslindarse en e] aparato de la cultura estructuras formales del tipo de las introducidas por Lévi-Strauss en los sistemas de paren- tesco? Problema del porvenir. En todo caso, se advierte cuan ne- cesario seria, para las ciencias, en conjunto, que operan con formas simbélicas, una investigacién’ de las propiedades del simbolo. Las investigaciones iniciadas por Peirce han quedado en dl aire, y es gran listime. Es del progreso en el andlisis de los simbolos de don- de podria esperarse normalmente una comprensién mejor de los procesos complejas de la significacién en la lengua, y también pro- bablemente fuera de ella. Y como este funcionamiento ¢s incons- ciente, como inconsciente ¢s la estructura de los comportamientos, psicélogos, socidlogos y lingtiistas asociarfan con provecho sus ‘esfuerzas en tal indagacién, La orientacién que acabamos de caracterizar no es la tinica que TENDENCIAS RECIENTES EN LINGUISTICA GENERAL 15 mereaca hacerse constar. Se han afirmado otras concepeiones, igual- ‘mente sisteméticas. En la psicolingiistica de G. Guillaume, la es- tructura lingiistica es planteada como inmanente a la lengua rea- lizada, y la estructura sistematica va descubriéndose a partir de los hhechos de empleo que la explicitan. La teoria que L. Hielmslev, en Dinamarca, promueve con ¢] nombre de “glosematica” es construc- cién de un “modelo” l6gico de lengua y un cuerpo de definiciones ms que un instrumento de exploracién del universo lingiistico. La idea central es aqui, a grandes rasgos, la del “signo” saussuriano, donde la expresién y el contenido (que responden al “significante” y al “significado” saussurianos) se plantean como dos pianos correla- tivos, cada uno de los ctiles tiene una “forina” y una “sustancia”, Aqui el camino va de la lingiifstica hacia la ldgica. Y a este respecto se advierte lo que pudiera ser una convergencia entre disciplinas que todavia se desconocen no poco. En el momento en que lingitistas deseosos de rigor intentan apropiarse las vias y aun el aparato de 16- gica simb6lica para sus operaciones formales, resulta que los légicos empiezan a atender a la “significacién” lingiistica y, a la zaga de Russell o Wittgenstein, se interesan cada vez més en el problema de la lengua. Sus caminos se cruzan, mas que se encuentran, y los légicos preocupados por el lenguaje no siempre hallan a quién ha- blar. A decir verdad, los lingiistas que quisieran garantizar al estu- Gio del lenguaje un estatuto cientifico se vuelven de preferencia hacia las matematicas, buscan procedimientos de transcripcién antes que un método axiomatico, ceden con facilidad acaso excesiva al atrac- tivo de ciertas técnicas recientes, como la teorla cibemética o la de Ja informacién, Mas fructuosa tarea seria reflexionar acerca de los modos de aplicar en lingistica algunas de las operaciones de la lég- simbélica, El légico escruta las condiciones de verdad que deben satisfacer los enunciados en que la ciencia cobra cuerpo. Recusa por equivoco el lenguaje “ordinario”, por incierto y flotante, y anhela forjarse una lengua enteramente’simbilica. Mas el objeto del lin- giiista es precisamente este “lenguaje ordinario” que toma como dado y cuya estructura entera explora. Seria interesante utilizar pro- visionalmente, en el andlisis de las clases lingifsticas de todo orden que determina, los instrumentos elaborados por la légica de los conjuntos, para ver si entre estas clases se pueden plantear relaciones tales que sean justiciables de simbolizacién légica. Al menos se ten- dria asi alguna idea del tipo de légica que subyace en la organizacién de una lengua, se veria si hay una diferencia de naturaleza entre los, 16 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUISTICA tipos de relaciones propios del lenguaje ordinario y los que caracte- tizan e} Jenguaje de la descripcién cientifica, 0, en otros términos, cémo el lenguaje de la accién y e! de Ja inteligencia se comportan uno hacia ef otto, No basta verificar que el uno se deja transcribir a una notacién simbélica y el otro no, 0 no inmediatamente; sigue en pie el hecho de que uno y otro proceden de la misma fuente y que comprenden exactamente los mismos elementos bisicos. Es la Jengua misma la que propone este problema Estas consideraciones nos alcjan mucho en apariencia de los temas de investigacién que la linguistica se imponia hace unas dé cadas, Pero estos problemas son de todo tiempo, aunque sea hoy cuando empiecen a ser abordados. Par el cantratio, en los nexos que los lingaistas buscaban entonces con otros dominios, hallamos hoy dia dificultades que apenas sospecharon, Meillet escribia en 1906: “Habré que determinar a qué estructura social responde wna estruc- tura lingiistica dada y cémo, de una manera general, Jos cambios de estructura social se traducen por cambios de estructura lingiiistica.” Pese a algunas tentativas (Sommerfelt), este programa no ha sido cumplido, pues, precisamente a medida’ que se pretendia comparat de modo sistemdtico lengua y sociedad, aparecian discordancias. Se averigué que Ja correspondencia entre una y otra era sin cesar turbuda por el hecho considerable de la difusién, asi en la lengua como cn la estructura social, de suerte que sociedades de igual cultura pueden tener lenguas heterogéneas, como lenguas muy vecinas pueden servic de expresién a culturas enteramente desemejantes. Llevando més lejos Ja teflexién, se han cncontrado los problemas inhcrentes al anilisis de la lengua por una parte, de fa cultura por otra, y los de la “‘signi- ficacién” que les son comunes —en una palabra, los mismos que tra- jimos a cuento antes. Esto no quiere deci que el plan de estudios indicado por Meillet sea irrealizable. El problema ser més bien des cubtir la base comtin a la lengua y a la sociedad, los principios que tigen las dos estructuras, definiendo primero las unidades que, en tina y en otra, se prestarian a ser comparadas, y poner dc relieve su inter- dependencia. Hay naturalmente maneras més faciles de abordar Ja cuestién, pero que en realidad la transforman; por ejemplo el estudio de la impronta cultural en la lengua. Ein Ja practica, no se sale del Iéxico. No se trata entonces ya de la lengua, sino de la composicién de su vocabulario. Se trata, por Jo demis, dc un material muy sico y, contra Jas apariencias, bastante poco explotado, Disponemos ahora de reper- TENDENCIAS RECIENTES EN LINGUISTICA GENERAL 7 lorios amplios que alimentarén numerosos trabajos, en particular el dliccionario comparativo de J. Pokorny, o el de las nociones, por C. D. Buck, cn cl dominio indocuropeo. El estudio de las variaciones cn las significaciones histéricas es otre campo prometedor, Han sido consagradas importantes obras a la ‘‘semAdntica” del vocabulario en suis aspectos tebricos asi como sociales o histéricos (Stern, Ullmann). La dificultad es desgajar de una masa creciente de datos empiricos las constantes que permitirian construir una teoria de la significacion cxica, Estos hechos parecen retar sin cesar a cualquier previsibilidad. Desde otro punto de vista, la accién de las “creencias” sobre la expre- sin propone numerosas cuestiones, algunas de las cuales han sido studiadas: le importancia del tabi linguistico (Meillet, Havers), las modificaciones de las formas lingiisticas para sefalar Ja actitnd’ del ablante hacia las cosas de que habla (Sapir), la jerarquia ceremo- nial de las expresiones, sacan a la luz la acci6n compleja de los comportamientos sociales y de los condicionamientos psicolégicos en el empleo de la lengua. Tocamos aqui los problemas del “estilo” en todas sus acepciones. En Jos iiltimos afios se han ocupado de los procedimientos del estilo studios de tendencias harto diferentes, pero igualmente notables (Bally, Cressot, Marouzeau, Spitzer, Vossler). En la medida en que tina indagacién de este género pone en juego, conscientemente 0 no, ctiterios a la vez estéticos, lingitisticos y psicolégicos, hace intervenit ala vez la estructura de la lengua, su poder de estimulacién y las teacciones que provoca. Si los criterios son atin con demasiada fre- cnencia “impresivos”, hay por lo menos el empefio de precisar el mnétodo aplicable a estas contenidos afectivos, a la intencién que los suscita tanto como 2 la lengua que proporciona el instrumento. Se toma el rumbo de los estudios sobre el orden de las palabras, sobre la alidad de los sonidos, sobre los ritmos y la prosodia no menos que los recursos léxicos y gramaticales de la lengua. También aqui la psi- cologia tiene mucho que contribuir, no s6lo en virtud de los valores de sentimiento que el anilisis implica sin cesar, sino también por las técnicas destinadas a objetivarlos, tests de evocacién, investigaciones acerca de la audicién coloreada, sobre los timbres vocales, ete. Es todo un simbolismo que lentamente vamos aprendiendo a descifrar. Asi se aprecia por doquier un esfrerzo por someter la lingiiistica 1 métodos rigurosos, para desterrar el poco més o menos, las cons- trucciones subjetivas, el apriarisma filoséfica. Los estudios lingiiisticos se vuelven sin cesar més dificiles, por el hecho mismo de estas exigen- 18 TRANSFORMACIONES DE LA LINGU{STICA cias y porque los linguistas descubren que la lengua es un complejo de propiedades especificas que han de describirse mediante métodos que deben ser forjados. Tan particulares son las condiciones propias del lenguaje, que de hecho es posible afirmar que no existe una es- tructura de ls lengua sino varias, cada una de las cuales scria ocasién de una lingiiistica completa. Adquirir conciencia de esto tal vez ayude a ver claro en los conflictos actuales. Ante todo, el lenguaje tiene de eminentemente distintivo el estableccrse sicmpre en dos pla- nos, significante y significado. E] solu estudio de esta propiedad cons- titutiva del lenguaje y de las relaciones de regularidad 0 de desarmo- nia que acarrea, de las tensiones y de las transformaciones que resul tan en toda lengua particular, pudiera servir de fundamento a una linguistica Pero el lenguaje es también hecho humano; ¢s, en el hom- bre, el lugar de interaccién de la vida mental y de {a vida cultu- ral y, a la vex, el instrumento de esta interaccién. Otra lingiiistica podria cstablecerse sobre los términos de este trinomio: lengua, cul- tura, personalidad. El lenguaje puede también scr considerado como encerrado cn un cuerpo de cmisiones sonoras articuladas que consti- tuirdn la materia de un estudio estrictamente objetivo. De este mado la lengua seri objeto de una descripcién exhaustiva que procederd por segmentacién de lo dado observable, Por cl contrario, puede con- siderarse que eite lenguaje realizado en enunciaciones registrables es manifestacién contingente de una infraestructura oculta. Es entonces la busqueda y e} esclarecimiento de este mecanismo latente lo que seria objeto de la lingiifstica. 1 lenguaje admite asiinismo ser cons tituido en estructura de “juego”, como un conjunto de “figuras” pro- ducidas por las relaciones intrinsecas de clementos constantes. La lingitistica se volverd entonces la teoria de las combinaciones posibles entre cstos clementos y de las leyes universales que las gobieman. ‘También parece posible un estudio del lenguaje, en tanto que rama de la semiética general, que cubrisfa a la vez ta vida mental y la social. FB lingiiista tendré entonces que definir la naturalcza propia de los simbolos lingifsticos con ayuda de una formalizacién rigurosa y de una metalengua distinta, Esta enumeracién no es exhaustiva ni puede serlo. Acaso vean ¢] dia otras concepcianes. Solamente deseamos mostrar que, detrés de las discusiones y las afirmaciones de principio que acabamos de resumir, hay a menudo, sin que todas los lingiistas lo vean claro, tuna opéién previa que determina la posicién del objeto y la natura- TENDENCIAS RECIENTES FN LINGU{STICA GENERAL 19 lezz del método. Es probable que estas diversas tcorias coexistan, aunque en uno u otro punto de su desenvolyimiento tengan por -crza qu encontrarse, hasta e] momento en que se impenga el cstatuto de Ja lingifstica como ciencia —no ciencia de los hechos empiricos sino ciencia de las relaciones y de las deducciones—, recuperando la unidad del plan en la infinita diversidad de los fenémenos lingitisticos. capiruLo 1 OJEADA AL DESENVOLVIMIENTO DE LA LINGUISTICA? 1 En el curso de los tltimos afios, en los estudios tocantes al Lenguaje y a las lenguas han ocurrido cambios considerables y cuyo alcance tebasa incluso el horizonte, vastisimo y todo, de la linguistica. Estos cambios no son comprensibles en bloque; se escabullen en su mani- festaci6n misma; a la larga han tomado mucho més engorroso el acceso a los trabajos originales, que se erizan de una terminologia cada vez mds técnica, Es un hecho: se tropieza con gran dificultad al leer los estudios de los lingiistas, pero atin mas para comprender sus preo- cupaciones. A qué tienden, y qué hacen con lo que es bien de todos los hombres y no deja de atraer su curiosidad: el Jenguaje? Da la im- presién de que, para los lingtistas de hoy, los hechos del lenguaje se trasmutan en abstracciones, se vuelven los materiales inhumanos de construcciones algébricas o sirven de argumentos para aridas discw- siones de método; que la linguistica se aleja de las realidades del len- guaje y se afsla de las demds ciencias humanas. Pues bien, es todo lo contrario. Se aprecia al mismo tiempo que estos métodos nuevos de la lingiistica adquieren valor de ejemplo y aun de modelo para otras disciplinas, que los problemas del lenguaje interesan ahora a especialidades muy diversas y cada dia mas mumerosas, y que una corriente de indagaciones arrastra a las ciencias del hombre hacia el trabajo con el mismo animo que inspira a los lingilistas. De ahi que acaso sea Gtil exponer, tan scncillamente como se pueda en este campo dificil, cémo y por qué la lingtistica se ha transformado de esta manera, a partir de sus principios, Comencemos por observar que la linguistics tiene un doble objeto, es ciencia del lenguaje y ciencia dé las Tenguas. Esta distin. cidn, no siempre establecida, es necesaria: el lenguaje, facultad hu- 2G. R. Académie des Inscriptions et bellestettres, Libraitie C. Klincksieck, Parts, 1963, 20 EL DESENVOLVIMIENTO DE LA Linciiisrica 2 mana, caracteristica universal € inmutable del hombre, ¢s otra cosa que’ las lenguas, siempre particulares y variables, en las cuales se realiza. Es de las lenguas de lo que se ocupa el lingiiista, y la lin- gliistica es ante todo la teorfa’ de las. lenguas. Pero, situandonos como lo hacemos aqui, veremos que estas vias diferentes se entrela- zan con frecuencia y por fin se confunden, ya que los problemas inf nitamente diversos de las lenguas tienen en comin poner siempre en cuestidn, aleanzado cierto grado de generalidad, el, lenguaje. Todos saben qué la linguistica occidental nace en la filosotia griega. Todo proclama tal filiacién. Nuestra terminologia lingiiistica std constituida en gran parte por términos griegos adoptados directa- mente o en su traduccién latina, Pero el interés que los pensadores griegos concedicron bien pronto al lenguaje era exclusivamente filosé- fico. Razonaban sobre su condicién original —el lenguaje, ges natural © convencional?—, mucho més que estudiaban su funcionamiento, Las categorias que instauraron (nombre, verbo, género gramatical, etc.) descansan sicmpre sobre fundamentos légicos o filoséficos. Durante siglos, de los presocraticas a los estoicos y alejandrinos, y luego en el renacimiento aristotélico que prolonga el pensamiento griego hasta el fin de la Edad Media latina, la lengua sigue siendo objeto de especulacién, no de observacién, Nadie se ha cuidado tonces de estudiar y de describir una lengua por si misma, ni de ve ficar si las categorfas fundadas en gramatica griega o latina tenfan validez general. Semecjante actitud no cambié nuda hasta el si glo xvm. AI principio del siglo 20x se apre una fase nueva con el descu- brimiento del sdnscrito. Se descubre a la vez que existe una rela- cién de parentesco entre las lenguas lamadas en adelante indocuro- peas. La lingiiistica se elabora en los marcos de la gramatica com- parada, con métodos que se hacen cada vez mis rigurosos a thédida que hallazgos o desciframientos favorccen esta ciencia nueva con con: firmaciones de principio y acrecentamientos de dominio. La labor cumplida en el curso de un siglo es amplia y bella. El método puesto a prueba en e] dominio indoeuropeo se ha tornado ¢jemplar. Reno- vado hoy, conace nuevos éxitos. Pero hay que ver que, hasta los primeros decenios de nucstro siglo, la linguistica consistis esencial- mente en una genética de las lenguas, Se fijaba por tarea estudiar la evolucién de las formas linguisliéas. Se plinteaba como ciencia his- térica, y su objeto cra por doquier y’ siempre una fase’ de la historia de las lenguas 22 ‘TRANSFORMACIONES DE LA LINGUISTICA No obstante, en medio de estos éxitos, algunas cabezas se in- quietaban: zcuél es la natuzalcza del hecho Jinguistico?, ;cud} es la realidad de la lengua?, es verdad que no consiste mas que en el cainbio?, pero geémo, cambiando, sigue siendo ella misma?, jc6mo funciona entonces ¥ cudl es Ja relacién entre sonidos y sentido? La lingtiistica histérica no ofrecia ninguna respuesta a estas cuestiones, por no haber tenido nunca que plantearlas. Al mismo tiempo se preparaban dificultades de orden muy diferente, pero igualmente temibles. Los Jingiiistas comenzaban a interesarse “or Jas lenguas no escritas y sin historia, en particulze por las lenguas indigenas de América, y descubrian que los marcos tradicionales empleidos para Jas lenguas indoeuropeas no resultaban policables aqui, Se trataba de categorias absolutamente diferentes que, al escapar a una des- cripcién histérica, obligaban a éaborar un nuevo aparato de detini- ciones y un nuevo método de anilisis Poco a peco, a través de mas de un debate tedrico y bajo la inspiraci6n del Cours de linguistique générale de Ferdinand de Saus- sure (1916), se precisa una nocién ueva de Ja lengua. Los linguis- tas adquieren conciencia de la faena que les incumbe: estudiar y deseribir mediante una técnica adecuada la realidad lingtiistica actual, no mezclar ningén presupuesto tedrico o histérico a la des- cripciOn, que deberd ser sincrénira, y analizar la lengua en sus ele- mentos formales propios. La lingifstica entra entonces en su tercera fase, Ja de hoy. Toma por objeto no Ja filosofia del lenguaje ni a evolucién de las formas lingiiisticas, sino ante todo Ja realidad intrinseca de la lengua, y tiende a constituirse como ciencia, formal, rigurosa, sistemitica. Con ello yuelven a ponerse en tela de juicio la consideracién histérica y Jos marcos instaurados para Jas lenguas indoeuropeas. Tornandose descriptiva, la lingbistica concede igual interés a todos Jos tipos de lenguas, escri:as 0 no, y a ello debe adaptar sus métodos. Se trata en cfecto de saber en’ qué consiste una lengua y_cémo funciona. - Cuando los lingliistas comenzaron, a la zaga de F. de Saussure, a considerar Ja lengua en si misma y por si inisma, rcconocieron este principio que legaria a ser cl principio fundamental de Ja Jin: giiistica_modema: “que la.lengua forma un sistema. Esto és vélido para toda lengua, sea cual fuere la cultura en que sea empleada, o el estado histérico en que la tomemos, De la base a la ciispide, desde Jos sonidos hasta las formas de expresién mds complejas, la lengua EL DESENVOLVIMIENTO DE LA LINGU{STICA 23 ¢s una disposicién sistematica de partes. Se compone de elementos formales stticulados en combinacioncs variables, segin ciestos prin- cipios de estructura, He aqui el segundo término dave de la linguis- tica, Ja estructura, Por ello se entiende en primer término la estruc- tura del sistema lingiiistico, descubierta progresivamente a_ partir de esta observacién: qué tina lengua no comprende jamés sino un nGmero reducido de elementos basicos, pero que dichos elementos ‘au si mismos se prestan a gran cantidad de combinacioncs. Ni si quieta se llega a ellos sino es cn el seno de tales combinaciones. Ahora, el andlisis metédico Heva a reconocer que una lengua no se queda mds_que con una parte pequefia de las combinaciones, hharto numerosas en teorla, que resnltarian de estos clementos mi nimos libremente acoplédos. Esta restriccién perfila cicrtas confi- Buraciones especificas variables segin los sistemas lingiiisticas con- siderados. Es esto ante todo lo que se entiende por estructura: tipos particulares de relaciones que articulan las unidades de determina- dlo nivel. Cada una de las unidades de un sistema se define ast por el conjunto de las relaciones que sostiene con las otras unidades, y" por ls oposiciones en que participa; es una entidad relativa y opositiva, Alecia Saussure. Se abandona pues la idea de que los datos de la lengua valen por si mismos y son “hechos” objetivos, magnitudes xabsolutas susceptibles de ser consideradss aisladamente, En realidad las entidadcs lingiiisticas no se dejan determinar mas que en el inlesior del sistema que Tas organiza y las domina, y las unas en relacidn con Jas otras. No yalen sino en.tanto-quc.clementos de una estructura. Es primero que nada cl sistema el que hay que deslindar y dleseribir. Se elabora asi una teorls de la lengua como sistema de siguos y como arreglo de unidades jerarquizadas. Parcceria que una representacidn tan abstracta nos alejase de lo que se Hama’ realidad. Muy al contrario, correspond a la expe riencia lingiifstica mis concreta, Las distinciones.obtenidas por el sundlisis concuerdan con las que practica instintivamente el locutor. Sv ha podio mostrar experimentalmente que los fonemas, es decir los sonidos distintivos de la lengua, son realidades psicolégicas de las coniles se logra bastante ficilmente que tome conciencia el locutor, pus oyendo sonidos en realidad identifica fonemas; reconace como Variuntes del mismo fonema sonidos a veces bastante diferentes, y (aubién como participantes de foncimas diferentes sonidos que’ se dirian préximos. 4 TRANSFORMAGIONES DE LA LINGtfsTICA Ya aqui se ve cuanto difiere esta concepcién de la lingitistica de Ja que imperaba antes. La nocién positivista del hecho lingitistico es sustituida por la de relacién. En lugar de considerar cada ele- mento en st y de buscar la “causa” en un estado més antiguo, se considera como parte de un conjunto sincrénico; el “atonismo” deja el sitio al “estructuralismo”. Aistando en lo dado linguistico segmen- tos de naturaleza y extensién variables, se apartan unidades de varios tipos; hay que catacterizarlas por niveles distintos, cada uno de los cuales hay que describir en términos adecuados. De ahi un gran desenvolvimiento de la técnica de anilisis, pues toclos los itincrarios deben ser explicitos En efecto, las unidades de la lengua participan de dos planos: sintagmdtico, cuando se las considera en su relacién de sucesién material en el seno de la cadena hablada; paradigmdtico, cuando son planteadas en relacién de sustitucién posible, cada una en su nivel y en su clase formal. Describir estas rclaciones, definie estos planos, cs referitse a Ta estructura formal de la lengua; y formalizar asi la descripcién es —sin paradoja— hacerla mis y mas concreta, reduciendo la lengua a los elementos significativos de que se cons. tituye Ginicamente y definiendo estos elementos por su mutua relc- vancia, En lugar de una serie de “acontecimientos” singulares, innu- merables, contingentes, obtenemos un niimero finito de unidades y podemos caracterizar una estructura linglistica por su reparticién y sus combinaciones posibles. Se ve claramente, al proceder al andlisis de sistemas difcrentes, que una forma linguistica constituye una estructura definida: 1] es una unidad de globalidad que envuelve partes; 2] esas partes estén en una disposicién formal que obcdece a determinados principios cons- tantes; 3} To que da a la forma el caracter de una estructura es que las partes constituyentes cumplen una funcién; 4] por tltimo, estas par- tes constituyentes son unidades de cierto nivel, de suerte que cada unidad de un nivel definido se hace subunidad del nivel superior. ‘Todos los momentos esenciales de la lengua tienen caracter dis. continuo y hacen intervenir unidades discrctas. Puede decirse que la lengua se caracteriza menos por lo que expresa que por Jo que dis. tingue en todos los niveles = Distincién de tos lexemas que permite establecer el inven tario de las nociones designaclas. Distineion de los morfemas que suministra el inventario de las clases y subelases formals FL DESENVOLVIMIENTO DE LA LINGHiSTICA, 25 —Distincién de los fonemas que da el inventario de las distin. ciones fonolégicas no significativas. —Distincidn de los “merismas” o rasgos que ordenan los fone- mas cn clases, Esto es lo que hace que la lengua sea un sistema donde nada significa en si y por vocacién natural, sino donde todo significa en fuucién del conjunto; 2 estructura confiere su “significacién” 0 su funcién a las partes. Es también lo que permite la comunicacién indefinida: por estar la lengua organizada sistemAticamente y por funcionar segin las reglas de un cédigo, el que hubla puede, a partir de win mimero muy restringido de elementos basicos, constituir sig- nos, luego grupos de signos y, finalmente, una varicdad indefinida de enunciados, todas identificables por quien los percibe, puesto que en €l se halla depositado e! mismo sistema, Se ve cémo las nociones de sistema, de distincién, de oposicién, se sosticnen apretadamente y traen, por necesidad ‘légica, las de dependencia y solidaridad. Hay una solidaridad de los miembros de tuna oposicién, de suerte que si uno de ellos es afectado, el estatuto del otro se resiente y como consecuencia el equilibrio del sistema sutfre, lo cual puede conducir a reequilibrarlo creando wma oposi- cidn nueva en otro punto. Cada lengua ofrece a este respecto una sitwacién particular, cn cada momento de su historia. Esta conside- tacién reintroduce hoy en lingiiistica la nocién de evolucién, especi- ficando la diacronia como Ja relacién entre sistcmas sucesivos. El enfoque descriptivo, la conciencia del sistema, cl affn de Tlevar cl anilisis hasta las unidades elementales, la eleccién explicita de los procedimientos, son otros tantos rasgos que caracterizan los tra. hhajos lingiisticos modemnos. Cierto que en la practica hay mmero: sas divergencias, conflictos de escuelas, pero nos atencmos aqui a los principios mds generales, y los principios son siempre més inte- resantes que las escuclas, Se descubre al presente que esta concepcién del lenguaje tuvo sus precursores. Estaba implicita cn quien los descriptivistas moder nos reconocen como primer antepasado, el gramético hindtt Panini, (uc a mediados del siglo rv antes de nucstra era codificé la lengua védica ea formulas de ciemplar densidad: descripcién formal, com- pleta, rigurosa, sin mancha de ninguna interpretacién cspeculativa 0 mistica. Pero también hay que hacer justicia a precursores que no eran graméticos y cuya obra subsiste, generalmente anénima, fun- chimental y sin reconocimicnto, tan presente en todos Jos instantes 26 TRANSFORMACIONES DE LA LINGWISTICA de nuestra vida que ni se nota: quiero hablar de los inventores de nuestros alfabetos modemos, Que haya podido ser inventado un alfabeto, que con un niimero escaso de signos grificos “= pueda poner por escrito todo lo que se pronuncia, esto sin mas demuestra ya la estructura articulada del lenguaje. E! alfabeto latino, el alfa- beto armcnio, son ejemplos admirables de notacién que lamaria- mos fonemitica. Un analista modemo casi no tendria nada que cambiarles: las distinciones reales estan reconocidas, cada letra co- rresponde sicmpre a un fonema, y cada fonema es reproducido por una letra siempre igual. La escritura alfabética dificre ast en su prin: cipio de la escritura china, que es morfemitica, o de la cuneiforme, que cs sildbica. Quiencs han combinado tales alfabetos para notar los sonidos de su lengua han reconocido por instinto —fonematistas avant Ia lettre— que los sonidos variados pronunciados se reducian a un numero bastante limitado de unidades distintivas. Los lingiiistas modernos no operan de otro modo cuando tienen que notar las lenguas de tradicién oral. ‘Tencmos en estos alfabctos los més anti guos modelos de andlisis: las unidades grificas del alfabeto, y sus combinaciones en gran némero de agrupamientos especificos, dan la imagen més cercana de la estructura de las formas lingtisticas que reproducen. 1 No es sélo la forma lingiifstica 1a que participa de este andlisis; hay que Considerar paralelamente la funcién del lenguaje La lengua reproduce la realidad. Esto hay que entenderlo de la ‘manera mis literal: 12 realidad es producida de nuevo por media- cién del lenguaje, El que habla hace renacer por su discurso cl acontecimiento y su experiencia del acontecimiento, El que oye capta primero el discurso y a través de este discurso cl acontocimiento reproducido, Asi la situacién inherente al ejercicio del lenguaje, que 6 la del intercambio y del didlogo, confiere al acto del discurso una funcién doble: para cl locutor, representa Ia realidad; para el oyente, recrea esta rcalidad. Esto hace del lenguaje el instrumento mismo de la comunicacién intersubjetiva. Surgen aqui en el acto graves problemas, que dejaremos a los filésofos, en especial cl de Ta adecuacién del espiritu a la “realidad”. Por su parte, el lingiista estima que no podria existir pensamiento sin lenguaje, y que en con- ¥1. DESENVOLVIMIENTO DE LA LINGHISTICA, a swcuencia el conocimiento del mundo esté determinado por Ja cx presién que recibe. El lenguaje reproduce el mundo, pero sometién- Holo a su organizacion propia, Es logos, discurso y r2z6n al tiempo, voino vieron los griegos. Lo es por ob hecho mismo de ser Ienguaje wliculado, consistente en una disposicién orginica de partes, en una asificacién fonnial de los objetos y de los procesos. El contenido wor trasmitir (0, si se quiere, el “pensamiento”) es descompuesto asi segdn un esquema lingiistico, La “forma” del pensamicnto es configurada por la estructura de la lengua. Y Ja lengua a su_vez revcla en el sistema de sus categorlas su funcién mediadora, Cada locutor no puede ponerse como sujeto sino implicando al otro, a su pareja, que, dotado de la misma lengua, comparte cl mismo r¢- pertorio de formas, la misma sintaxis de enunciacién y Ja misma manera de organizar el contenido. A partir de la funcién lingiiistica, y cn virtud de lz polaridad yorti, individuo y sociedad no son ya iécminos contradictorios sino términos complementarios Es, en efecto, en y por la lengua como individuo y sociedad se determinan mutuamente, El hombre ha sentido sicmpre —y los poetas a menudo cantado— cl poder fundador del lenguaje, que justaura una realidad imaginaria, anita las cosas inertes, hace ver lo que atin no ¢s, devuelve aqui lo desaparecido, Por eso tantas mitologias, al tener que explicar que en la aurora de los tiempos haya podido nacer alguna cos: de nada, planteen como principio qrcidor del mundo esta esencia inmaterial y soberana, la Palabra. No hay, por ciertu, poder urs elevado, y todus Tus poderes del hon bre, sin excepeién —piénsese bien—, proceden de éste. La sociedad no cs posible mds que por la lengua; y por la lengua también el individu. El despertar de la conciencia en el nifto coincide siempre con el aprendizaje del lenguaje, que lo introduce poco a poco como iudividuo en la sociedad. Pero zcul es, puss, la fuente de este poder misterioso que reside cu la lengua? zPor qué el individuo y la sociedad estén, juntos y por igual necesidad, fundados en Ja lengua? Porque el lepguaje representa la forma més alta de una facultad que es inherente a la condicién humana, la facultad de simbolizar. Fintendamos por esto, muy ampliamente, la facultad de repre- aentar lo seal por un “signo” y de comprender el “signo” como re- presentante de lo real; asi, de establocer una relacién de “sign acién” entre una cosa’ y algo otro. Considerémasla primero en su forma més general y fuera del 28 TRANSFORMACIONES DE LA LINcUisTICA lenguaje, Emplear un simbolo es esta capacidad de retener de un objeto su estructura caracteristica y de identificarla en conjuntos dife- rentes, Lo que es propio del hombre, y que hace de él un ser racional, 6 esto. La facultad simbolizadora permite en efecto la formacién del concepto como distinto del objeto concreto, que no es sino un ejemplar. Aqui esta el fundamento de la abstraccidn, al mismo tiem: po que el principio de la imaginacién creadora. Ahora bien, esta capacidad representativa de csencia simbélica que esti en la base de las funciones conceptuales, no aparece mas que en e hombre. Se despierta muy pronto en cl nifio, antes que cl lenguaje, en el alba de su vida consciente. Pero falta en el animal Hagamos, no obstante, una excepcién gloriosa a favor de las abejas. Segtin las observaciones memorables de K. ven Frisch, cuando una abeja exploradora ha descubierto en su vuelo solitario una fuente de alimento, retorna a la colmena a anunciar su hallazgo bailando sobre tos alveolos una danza particular, bulliciosa, y describiendo ciertas figuras, que se han podido analizar; indica asi a las otras abejas, que corretean tras ella, a qué distancia y en qué direccién estd el alimento. Estas echan entonecs a volar y sin falla Ilegan a la meta, a veces muy alejada de la colmena. Observacién dd mayor alcance, que parece sugerir que las abejas se comunican entre si por un simbolismo particular y se trasmiten verdaderos mensajes. Debemos vincular este sistema de comunicacion con el funciona- miento tan notable de la colmena? La vida de los insectos sociales esupone determinado nivel de las relaciones simbélicas? Ya es mucho I mero hecho de poder plantcar 1a cuestién, Quedamos, vacilautes y fascinados, en las lindes de un inmenso problema: zpodri el hom bre, por primera vez, venciendo la barrera biolégica, echar un tazo al interior de una sociedad animal y descubrir el principio que 1a organiza? Hecha esta reserva, ¢s posible mostrar con mayor precisién dén- de esté la diferencia que separa al hombre del animal. Cuidemos mucho, primero, de distinguir dos nociones que muy a menudo se confunden cuando se habla del “lengvaje animal”: la seal y el simbolo Una sefial es un hecho fisico vinculado a otro hecho fisico por tun nexo natural o convencional: reldinpago que anuncia tormenta; campana que anuncia la comida; grito que anuncia el peligro. El animal percibe la seiial y es capaz de reaccionar a ella adecuada- mente, Pucde ensefidrscle a ideniificar sefiales variadas, es decir a EL DESENVOLVIMIENTO DE LA LINCUISTICA » unir dos sensaciones por la relacién de 1a scfal, Los famosos reflejos condicionados de Pavloy Jo muestran bien. E] hombre también, en tanto que animal, reacciona a una sefial. Pero utiliza ademas el simbolo que es instituido por el hombre; hay que aprender el sen- tido del simbolo, hay que ser capaz de interpretarlo en su funcion significante y no solamente de percibirlo como impresién sensorial, pues el simbolo no tiene relacién natural con lo que simboliza, Ei hombre inventa y comprende simbolos; el animal no. Todo sale de esto. El desconocimiciito de osta distincién acartea toda clase de confusiones 0 de falsos problemas. A menudo se dice que el animal “ensefiado” comprende la palabra humana. En realidad el animal obedece a ls palabra porque se le ha ensefiado a reconocerla como sefial; pero jamas sabr4 interpretarla como simbolo. Por la misma razéni, el animal expresa sus emociones, no puede nombrarlas. No puede hallarse comienzo 0 aproximacién al lenguaje en los medios de expresidn empleados por los animales. Entre la funcién sensor motriz y la funcién representativa, hay un umbral que sélo la huma- nidad ha franqueado, Pues el hombre no ha sido creado dos veces, una sin lenguaie, otra con él. La emergencia de Homo en la serie animal puede haber sido favorceida por su estructura corporal o su organizacién ner- viosa; se debe ante todo a su facultad de representacién simbélica, fuente comin del pensamiento, del lenguaje y de la sociedad. Esta capacidad simbélica cst en e) fundamento de las funciones conceptuales. F] pensamiento no es otra cosa que este poder de construir representaciones de las cosas y de operar sobre dichas re- presentaciones, F's por esencia simb0lico? La transformacién simb6- lica de los elementos de la realidad o de la experiencia en conceptos es c] proceso por cl cual se consuma cl poder racionalizante del espi ritu, EI pensamiento no es un simple refleje del mundo; categoriza Ja realidad, y on esta funci6n organizadora esti tan estrechamente = EI pensainiento simbélico cs el pensamiento a secas. El juicto exea los simbolos.'Fodo pensamiento es simbélico. ‘Todo. pensoiniento constraye.signot al anismo tiempo que cosss. El pensamiento, haciéndose, desemboca inevitable mente én el simbolo, puesto que su fonnulacion es, en logue, simbolica, pucste que las imdgenes con que constituye los gripos de cosas son sus. simbolos, puesto que opera siempre sabre imbotos, no srido en el fondo sind slmbolos les Eosas sobte las que opera, aun cuando tenga el aie de operat dicctamente Sobre Tas cosas. ¥ estos simbolos los ovdena en un mundo de simbolos, cn un Sistema de signos, segin telaciones y lejes.” H. Delacroix, Le langoge et Ta pensée, p. 603, 30 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUISTICA, asociado al lenguaje que se puede sentir la tentacién de identificar pensamiento y lenguaje desde este punto de vista En efecto, la facultad simbélica en el hombre alcanza su reali- zacin suprema en el lenguaje, que es la expresién simbélica por excelencia; todos los demds sistemas de comunicaciones, grificos, de gestos, visuales, etc,, derivan de aquél y lo suponen. Pero el lenguaje ¢s un sistema simbélico particular, organizado en dos planos. Por una parte es un hecho fisico: aprovecha la mediacién del aparato vocal para producirse, del aparato auditivo para ser percibido, Bajo este aspecto material se presta a la observacién, a la descripcién y al re- gisto. Por otto lado, es estructura inmaterial, comunicacién de sig- nificados, que remplaza los acontecimientos 0 las experiencias por su “evocacién”. Tal es el lenguaje, una entidad de doble faz. Por eso el simbolo lingiistico es mediatizante. Organiza el pensamiento y se realiza en una forma especifica, torna la experiencia interior de tun sujeto accesible a otro en una expresién articulada y representa- tiva, y no por una sefial como un grito modulado; se realiza en una lengua determinada, propia de una sociedad distinta, no en una emisién vocal comin a la especie entera. El lenguaje ofrece el modclo de una estructura relacional, en el sentido nis literal y comprehensivo al mismo tiempo. Relaciona en el discurso palabras y conceptos, y produce asi, en representacién de objetos y de situaciones, signos, distintos de sus referentes mate- tiales, Instituye esas transferencias analégicas de denominaciones que Hamados metaforas, factor tan podcroso del enriquecimiento con- ceptual. Encadena las proposiciones en el razonamiento y se con vierte en itil del pensamiento discursive. Por diltimo, el lenguaje es el simbolismo més econémico. A dife- rencia de otros sistemas representativos, no solicita ningiin esfuerzo muscular, no acarrea traslacién corporal, no impone manipulacién Taboriosa, Imaginesnos qué tarea seria representar a los ojos una “creacién del mundo”, si fuera posible figurarla en imagenes pinta- das, esculpidas 0 de otro género, a costa de un trabajo insensato; vveamos entonces cn qué sé convierte la misma historia cuando se realiza en el relato, sucesién de ruiditos vocales que se desvanecen no bien emitidos, no bien percibidos, pero toda el alma se exalta, y las generaciones los repiten, y cuanta vez la palabra desplicga el acontecimiento, vuelve a comenzar cl mundo. Ningin poder igua- Jard nunca a éste, que hace tanto con tan poco. La existencia de tal sistema de simbolos nos descubre uno de RL DESENVOLVIMIENTO DE LA LINGUISTICA 31 los datos esenciales, acaso el més profundo, de la condicién huma- na: no hay relacién natural, inmediata y directa entre el hombre y el mundo, ni entre el hombre y el hombre, Hace falta un interme- diario, este aparato simbélico, que ha hecho posibles el pensamiento y el lenguaje, Fuera de la esfera biolégica, la capacidad simbélica es la capacidad més especifica del ser humano. Sélo falta extraer la consccuencia de estas reflexiones. Al plan- tear al hombre en su relacién con le naturaleza o en su relacién con el hombre, por mediacién del lenguaje, planteamos la sociedad. No es coincidencia historica sino encadenamiento necesario. Pues cl Ienguaje se realiza siempre en una lengus, en una estructura lin- giistica definida y particular, inseparable de una sociedad definida ¥ particular, Lengua y sociedad no se conciben una sir sa otra. Una y otra son dadas. Pero asimismo una y otra son aprendidas por el ser humano, que no tiene de ellas conocimiento innato. El nifio nace y se desarrolla en la. sociedad de los hombres. Son seres humanos adultos, sus padres, los que le inculcan el uso de la palabra. La adquisicion del lenguaje es una experiencia que va a la par en el nifo con la formacién del simbolo y la construceién del objeto. Aprende las cosas por su nombre; descubre que todo tiene un nom- bre y que aprender los nombres le da la disposicién de las cosas, Pero descubre también que él mismo tiene un nombre y que merced a dl se comunica con sus alrededores. Asi se despierta en él la con- ciencia de] medio social en que estd inmerso y que conformara poco a poco su espisitu por mediacién del lenguaje, ‘A medida que se vuelve capaz de operaciones intelectuales més complejas, queda integrado a la cultura que lo circunda. Llamo cul- tura al medio humano, todo lo que, mas alla del cumplimiento de las funciones biolégicas, da a la vida y a la actividad humana forma, sentido y contenido. La cultura es inherente a la sociedad de los hombres, sea cl que fuere su nivel de civilizacién, Consiste en una multitud de nociones y prescripciones, también en prohibiciones es- pecificas; lo que una cultura prohibe la caracteriza al menos tanto como lo que prescribe. EF mundo animal no conoce prohibicion alguna. Ahora, este fenémeno humano, la cultura, es un. fenémeno enteramente simbélico, La cultura sc define como un conjunto muy ' complejo de representaciones, organizadas por un cédigo de rela ciones y de valores: tradiciones, religién, leyes, politica, ética, artes, todo aquello que, nazca donde nazca, impregnard al hombre en su conciencia mas honda, y que dirigir4 su comportamiento en todas las 32 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUisTICA formas de su actividad —gqué cs pues si no un universo de simbolos integrados en una estructura especifica y que el lenguaje manifiesta y trasmite? Merced a la lengua el hombre asimila la cultura, la per- peta o la transforma. Alora bien, como cada lengua, cada cultura hace funcionar un aparato especifico de simbolos en el cual sc iden- tifica cada sociedad. La diversidad de las lenguas, la diversidad de las culturas, sus cambios, hacen asomar la naturalcza convencional del simbolisino que las articula. Es en definitiva el simbolo el que ata cste vinculo vivo entre el hombre, la lengua y le cultura He aqui, a grandes rasgos, la perspectiva que abre e} desenvol vimiento reciente de los estudios de lingiiistica. Ahondando en la naturaleza del lenguaje, descubricndo sus relaciones con la intcligen cia como con el comportamicnto humano o los fundamentos de la cultura, esta investigacién empieza a esclareccr e] funcionamiento profundo del espiritu en sus recorridos operatorios. Las ciencias ve inas siguen este progreso y cooperan en él por su cuenta inspirin- dose en los métodos y a veces cn Ja terminologia de la lingiistica Todo permite prever quc estas indagaciones paralelas engendraran nuevas disciplinas y concurritin cn una verdadera ciencia de la cultura que fundara la teoria de las actividades simbélicas del hom- dre. Por lo demés, se sabe que las descripciones formales de las enguas tienen utilidad directa para la construccién de las mndqui- nas logicas capaces de efcctuar traducciones, y a la inversa puede es- perarse de las teorias de la informacién alguna claridad acerca del modo como el pensamiento es codificado en el Icnguaje. En el desa- rrollo de estas investigaciones y técnicas, que dardn su impronta a nuestra época, discernimos el resultado de simbolizaciones suce- sivas, cada vez mas abstractas, con fundamento primero y necesario en el simbolismo lingiiistico, Esta formalizacién creciente del pensa- miento nos encamina acaso hacia una realidad mas grande. Pero ni siguiera podriamos concebir semcjantes represcntaciones si la estruc tura del lenguaje no contuviese su. modelo inicial y como su lejano prescntimiento. captiuLo ut SAUSSURE DESPUES DE MEDIO SIGLO* Ferdinand de Saussure murié cl 22 de febrero de 1913. Henos aqui reunidos cincuenta afios después, el mismo dia, 22 de febrero de 1963, para una conmemoracién solemne, en su ciudad, en su uni versidad.? Aquella figura adquiere ahora sus rasgos auténticos y se nos presenta en su verdadera grandeza. No hay hoy lingiiista que no le deba algo, No hay teoria gencral que no mencione su nombre. Cierto mistcrio rodea su vida humana, pronto recogida en el silencio, Es de la obra de lo que nos ocuparemos. A una obra tal, conviene sélo e} clogio que la explica en su génesis y hace comprender su inradiacién ‘Vemos hoy a Saussure muy distinto de como sus contemporineos podian verlo. Toda una parte de si, la nids importante sin duda, no fue conocida hasta despues de su muerte. La ciencia del lenguaje ha sido por ella transformada poco a poco. {Qué es lo que Saussure ha aportado a la lingitistica de su ticmpo, y en qué ha actuado sobre Ja nuestra? Para responder a esta pregunta pudiéramos ir de uno a otro de sus escritos, analizar, comparar, discutir. Sin duda seria necesario tal inventario critico. La bella e importante obra de R. Godel® contri buye ya en gran medida. Mas no es ésta nucstra intencién. Dejando a ottos cl cuidado de describir en detalle esta obra, trataremios de recuperar su principio en una exigencia que la anima y aun la cons- tituye, » Cahiers Ferdinand de Saussure, 20 (1963), Libriie Droz, Ginebra = Hstas_péginas septodcen Jo esencial de sa conferencia prowsnciads Ginebra el $3"de febrero de 1963, por invitacion de li Univerad,paro com rmenarar cl cincuentensno de Ia muete Je Ferdinand. de Soutsure Se han su melo enor canna fy laminae, extramente pense, No debi Jase que ela exposcién fue proyectada para wn pico mis amplio que el de fos Tinghsts. y que Ta crcinstancio exluls toda discon y sum cvayuier enuneado denavads téenico : Set sources munuteites du Court de fnguistique générle de Ferdinand de Saitewe, 195 33 34 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUisTICA En todo creador hay cierta >xigencia, oculta, permanente, que lo sostiene y lo devora, que guia sus pensamientos, le impone tarea, lo estimula en sus desfallecimientos y no le da tregua si trata de esca- bullitsele. No siempre es facil reconocerla en los recorridos diversos, a veces vacilantes, que emprende la reflexién de Saussure. Pero una vez discernida, aclara el sentido de su esfucrzo, y lo sitGa frente a sus antecesores asi como frente a nosotros. Saussure es ante todo y siempre el hombre de los fundamentos. Por instinto se dirige a los caracteres primordiales, que gobiernan la diversidad de lo dado empiricamente, En lo que pertencce a la len- gua presiente algunas propiedades que en ninguna otra parte se en- cuentran. Compérese con lo que sca, la lengua no deja de aparecer como cosa diferente, Pero gen qué dificre? Considerando esta activi- dad, el lenguaje, donde estin asociados tantos factores, biolégicos, fisicos y psiquicos, individuales y sociales, hist6ricos, estéticos, prag méticos, se pregunta: zdénde esta propiamente la lengua? Podria darse a esta interrogacién forma mis precisa reduciéndola a los dos siguientes problemas, que colocamos en el centro de la doctrina saussuriana: J], {Cuiles son los datos bisicos sobre los que se fundard la lin- gilistica y cémo podemos alcanzarlos? 2] gDe qué naturaleza son las nociones del lenguaje y merced a qué modo de relacién se articulan? Discemnimos esta prcocupacién en Saussure desde que entra en la iencia, con su Mémoire sur le sysidme primitif des voyelles duns les langues indoeuropéennes, publicado cuando tenfa veintiin arios y ‘que sigue siendo uno de sus titulos de gloria. 1 genial principiante ataca ino de los problemas mas dificiles de la gramética comparada, tuna cuestién que a decir verdad ni existia antes y que fue el primero en formular en términos propios. Por qué, en un dominio tan vasto ¥ ptometedor, eligié un objeto tan arduo? Releamos e! prefacio. Ex- pone que su intencién era estudiar las formas multiples de a indo- ‘europea, pero que se vio conducido a considerar “‘el sistema de las vo- ccale5 en su conjunto”. Esto le hace tratar “una serie de problemas de fonética y de morfologta, unos que esperan todavia soiucién, al- -gunos que ni siquiera han sido planteados”. ¥ como para disculpar- ‘se de haber tenido que “atravesar las regiones mas incultas de la lingiiistica indocuropea”, agrega esta justificacién tan esclarecedora: “Si a pesar de todo nos aventuranios, bien convencidos de ante: mano de que nuestra inexperiencia se extraviard mds de una vez en el SAUSSURE DESPUES DE MEDIO SIGLO 35 dédalo, es porque, para quienquiera que se ocupe de estos estudios, enfrentarse a semejantes cuestiones no es una teineridad, como tantas veces se dice, sino una necesidad; es la primera escuela por la que hhay que pasar; pues no se trata aqui de especulaciones de orden tras- cendente sino de la busqueda de datos elementales sin los que todo queda en él aire, todo ¢s arbitrariedad e incertidumbre.” Estas iltimas lineas pudieran servir de epigrafe a su obra entera. Contienen el programa de sw investigacién venidera, presagian su orientacién y fin. Hasta el término de su vida, y con insistencia ere- ciente, dolorosamente pudiera decirse, conforme avanza més en su reflexion, va en pos de los “datos clementales” que constituyen el lenguaje, apartandose poco a poco de la ciencia de su tiempo, en la cual sélo ve “arbitrariedad ¢ incertidumbre” —en una época, no obstante, en que la lingiistica indocuropea proseguia con creciente éxito la empresa comparativa. Son ciertamente los datos elementales los que se trata de descu- rir y aun (quisiéramos escribir “sobre todo”) si nos proponemos re- montamos de un estado de lengua hist6rico'a uno prehistérico. De otro modo no puede fundarse en razén el devenir histérico, pues si hay historia, zde qué lo es? Qué es lo que cambia y qué es lo que permanece? ;Cémo podemos decir de un dato lingtiistico tomado en dos momentos de la evolucién que es el mismo dato? ¢En qué reside esta identidad y, ya que es planteada por el lingiista entre dos objetos, cémo lo definiremos? Hace falta un cuerpo de definiciones. Hay que enunciar las relaciones légicas que establecemos entre los datos, los rasgos 0 los puntos de vista desde los cuales los aprehen- demos. Asi ir-a los fundamentos ¢s el solo medio —pero el seguro— de explicar el hecho conereto y contingente. Para alcanzar lo con- creto hist6rico, para volver a colocar lo contingente en su necesidad propia, debemos situar cada elemento en la red de relaciones que Jo determina, y plantear explicitamente que el hecho sélo existe en virtud de la definicién que le atribuimos. Tal es la evidencia que desde e} comienzo se impone a Saussure, a quien no bastar4 su vida entera para introducirla en Ja teoria lingtiistica Pero aun si hubiese podido formular entonces lo que no ense- fiaria hasta mds tarde, s6lo habria incrementado la incomprensi6n © la hostilidad con que tropezaron sus primeros ensayos. Los macs- tros de entonces, seguros en su verdad, no querfan escuchar aquel llamado riguroso, y la dificultad misma del Mémoire bastaba para repeler a la mayoria, Saussure acaso fuera a descorazonarse. Hizo 36 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUISTICA falta una nueva generacién para que lentamente sus ideas se abriesen camino, Fue un destino favorable el que lo condujo entonces a Paris. Recuperd alguna confianza en si mismo gracias a aquella coyuntura excepcional que le permitié hallar a la vez un tutor benévolo, Bréal, y un grupo de jévenes lingtiistas —asi A. Meillet y M. Grammont én quienes su enseianza dejaria profunda impronta, Una nucva fase de la gramética comparada data de estos aitos en que Saussure in- culea su doctrina, al tiempo que la madura, a algunos de quicnes la desenvolverin. Por eso recordamos —no ‘solo para medir la in: fluencia personal de Saussure, sino para cstimar el progreso de las ideas que anuncian— los términos de la dedicatoria que dirigia Mcillet a su maestro Sanssure en 1903 a la cabeza de su Introduct 2 Pétude comparative des langues indo-européennes: “‘cn ocasién de los veinticinco afios transcurridos desde 1a publicacion del Mé- moire... (1878-1903)”. Si solo de Meillet hubiese dependido, el acontecimiento habria quedado sefialado con claridad mayor ain: una carta inédita de Saussure nos informa que Meillet quiso poner primero: “para el aniversario de la publicacién -de lo cual Saussure lo disuadié amistosamente. Pero aun en 1903, es decir veinticinco afos después, todavia no podia saberse cuantas intuiciones clarividentes contcnfa co) Mé- moire de 1878. He aqui un espléndido ejemplo. Saussure discernid que el sistema vocélico del indocuropeo contenia varias a. En lo to- cante al conocimiento puro, las distintas a de) indoeuropeo son objetas tan importantes como las particulas fandamentales en fisica nuclear. Ahora bien, una de estas a tenia la singular propicdad de comportarse.distintamente que sus dos congéneres vocalicas. No pocos descubrimientos han contenzado con una observacién pare- cida, un desacucrdo en un sistema, una perturbacién en un campo, un movimiento anormal en una drbita. Saussure caracteriza esta @ por dos rasgos especificos. Por una parte, no es parienta ni de ¢ ni de 0; por atta, es cocticiente sondntico, es decir, es susceptible de desemperiar ¢] mismo papel doble, vocilico y consondntico, que las nasales o las liquidas, y se combina con vocales. Notemos que Saus sure habla de ella como de un fonema, y no como de un sonido 0 una articulacién. No nos dice cémmo se pronunciaba este fonema, a qué sonido pudiera parecerse en tal o cual sistema observable; ni siquiera si_se trataba de una vocal o de una consonante, La sus: tancia fénica no es considerada. Estamos en presencia de una uni dad algébrica, un término del sistema, lo que dentominari mas SAUSSURE DESPUES DE MEDIO SIGLO 37 tarde una unidad distintiva y opositiva, No podria decitse que ni si- quiera veinticinco anos después de propucsta esta observacion bu icra despertado gran interés. Otros veinticinco afos faltaban para que se impusiera, en circunstancias que la imaginacion més audaz no hubiera concebido. En 1927, J. Kurylowicz, en na lengtia histé rica, el hitita, recién descifrada por aquel entonces, con la forma del sonido que se representa 4, daba con el foncma definido cin- cuenta aflos antes por Saussure coma fonema sondntico indocuro- peo. Esta hermosa observacién hacia penetrar en la realidad 1a enti- @ad tc6rica postulada por el razonamicnto en 1978. Por supuesto, la realizacion fonética de esta entidad como 4 n hitita aportaba 2/ debate un elemento nuevo, pero de naturaleza diferente. A partir de ahi sc han manifestado dos orientaciones en Ja investigacion. Para unos era cosa ante todo de adelantar mas la investigacién todrica, de sacar a luz particularinente en 1a morfologia jindoeuropca los efectos y las combinaciones de cste “cocficiente sonantico”. Resulta hoy dia que este fonema no ¢s tinico, que repre- senta una clase entera de fonemas, desigualmente representados cn Tas lenguas histéricas, y que se aman “laringales". Otros lingtistas insisten por el contrario cn el andlisis descriptivo de estos sonidos; procuran definir la realidad fonética; y como cl nimero de estas latingales es todavia motivo de discusién, de afio cn ao se ven multiplicarse las interpretaciones, que originan nuevas controversias. Este problema ocupa hoy el centro de la teoria del indoeuropco; apasiona a los diacronistas tanto como a Jos descriptivistas. Todo 10 cual atestigua Ta fecundidad de los puntos de vista introducidos por Saussure, ¥ que no han alcanzado su plenitud hasta cstos siltimos Accenios, medio siglo después de haber sido publicadas. Incluso los lingtiistas que ni han leido el Mémoire no dejan de serle tributarios, He aqui, pues, a Saussure adelantindose, muy joven, en su ca rrera, estrella cn la frente. Acogido favorablemente en la Ecole des Hautes Etudes, donde encuentra en el acto discipulos a quienes su pensarniento cncanta e inspira, en la Société de Linguistique, donde Bréal lo designa pronto secrctario adjunto, se abre ante él un facil camino, y todo parece anunciat una larga’ serie de hallazgos: Las esperanzas no se frustran. Recordemos tan sélo sus articulos fundamentales sobre la entonacién biltica, que muestran la profun: didad de sus anilisis y siguen siendo modelos para quicn se dedique a iguales indagaciones, Sin embargo, es un hecho sefalado —y deplo- rado~ por quienes hablan de Saussure en estos afios que bien pronto 38, TRANSFORMACIONES DE LA LINGUISTICA su produccién disminuye, Se restringe a algunos articulos, cada vez més espaciados, y que por lo demas s6lo concede al solicitérselo sus amigos. Regresado a Ginebra para ocupar una catedra on la Unit versidad, deja de escribir casi por completo. No obstante, nunca dejé de’ trabajar. (Qué es, entonces, lo que le impedia publicar? Empezamos a saberlo. Bste silencio esconde un drama que debid de ser doloroso, se agravé con los aitos y no Hlegé a encontrar salida. Toca por un lado a citcunstancias personales, acerca de las cuales {os testimonios de sus familiares y amigos pudieran der algunas luces. Era sobre todo un drama del pensamiento. Saussure se alejaba de su época en la medida misma en que se iba haciendo amo de su propia verdad, ya que esta verdad le hacia rechazar todo lo que por entonces se enscfiaba a propésito del lenguaje. Pero, al mismo tiempo que vacilaba ante aquella revision radical que sentin necesaria, no podia decidirse a publicar la menor nota sin haber asegurado antes los fundamentos de la teoria. Con qué hondura sufria tal turbacién y en qué medida estaba a veces a punto de desanimarse, lo revela un documento singular, um pasaje de una carta a Meillet (4 de enero de 1894), donde, a propésito de sus estudias sobre la entonacion biltica, le confia: “Pero estoy muy harto de todo esto y de la dificultad que hay, fen general, pata escribir diez lineas con sentido comin en materia de hechos del lenguaje. Preocupado sobre todo desde hace mucho por la clasificacién légica de estos hechos, por la clasificacidn de los puntos de vista desde los cuales los tratamos, veo cada vez més la amensidad del trabajo que seria preciso para mostrar al lingiista lo que hace; reduciendo cada operacién a su categoria prevista; y al mismo tiempo la no poca vanidad de todo lo que a fin de cuentas puede hacerse en lingilistica Es en ultimo anilisis tan sélo el lado pintoresco de una lengua Jo que hace que difiera de todas las deinds como pertenecientes a de- tenuinado pueblo con determninados origenes, es este lado casi etno- grafico el que consorva interés para mi: y precisamente ya no tengo el gusto de poderme entregar a este estudio sin segunda intencién, y disfrutar del hecho particular atenido a un medio particular "'Sin cesar, la inepcia absoluta de la terminologia ordinaria, la ne- cesidad de reformarla, y de mostrar para ello qué clase de objeto es la lengua en general, me estropea el placer histérico, aunque no tenga anhelo mayor que no deber ocuparme de la lengua en general "A mi pesar, esto acabara en un libro donde, sin entusiasmo ni SAUSSURE DESPUES DE MEDIO SIGLO 39 pasion, explicaré por qué no hay un solo témino empleado en lin. gistica al que conceda yo un sentido cualquiera. Y confieso que no Sera hasta entonces cuando pueda reanudar mi trabajo en el pun- to en que lo dejé, "He aqui una disposicién tal vez estapida, que explicaria a Duvau por qué, por ejemplo, he dado largas mas de un aito a la publicacién de un articulo que materialmente no ofrecia ninguna dificultad —y sin conseguir por lo demés evitar las expresiones légicamente odioses, ya gue para eso seria precisa una reforma decididamente radical.”* Se ve en qué debate esté encerrado Saussure. Mas ahonda en la naturaleza del lenguaje, menos Jo satisfacen las nociones recibi- das. Busca entonces entretenimiento en estudios de tipologia etnolin- gilistica, pero vuelve siempre a su obsesiéu primera, Quizd también por escapar se lanzard més tarde a una inmensa biisqueda de anagra- mas... Pero hoy vemos qué estaba en juego: el drama de Saussure iba a transformar la lingiistica. Las dificultades con que choca su reflexion van a obligarlo a forjar las nuevas dimensiones que orde narén los hechos del lenguaje. A pattir de este momento, en efecto, Saussure ha visto que es tudiar una lengua conduce inevitablemente a estudiar ol lenguaje. Creemos poder aleanzar directamente el hecho de lengua como una realidad objetiva. La verdad es que no lo captamos sino desde determinado punto de vista, que hay que empezar por definir. Deje- mos de creer que en la lengua es aprehendido un objeto simple, exis- tente por si mismo y susceptible de aprehensién total. La primera tarea es mostrarle al lingiiista “Jo que hace”, a qué operaciones pre- vias se entrega inconscientemente al abordar los datos lingitisticos, Nada estaba mAs alejado de su tiempo que estas preocupaciones légicas. Los lingiiistas andaban por aquel entonces absorbidos en un gran esfuerzo de investigacién histérica, preparando materiales de comparacién y elaborando repertorios etimoldgicos. Estas gran- des empresas —muy titiles, por lo demds— no dejaban lugar a los cuidados tedricos. Y Saussure se quedaba solo con sus problemas. La inmensidad de la faena por realizar, el caracter radical de la re- forma necesaria, podian hacerlo vacilar, desanimarlo por momentos. + Este texto ha sido citado por Godel, op. cit, p. 31, pero atenidndose a una copia defecosa que hay que corregi en varios logares. El pasaje lo repro dhicimos agut spoiendo el ongial, (1965) Ver ahora B. Benveniste, "Lettres de Ferdinand de Sausure & Antoine Mollet”, Cahiers Ferdinand de’ Soeur, 21 (1964), pp. 92135. ce TRANSFORMACIONES DE LA LINGiiSTICA Nw obstante, no renuncia, Piensa en un libro en que dira estas cosas, en donde presentaré sus opiniones y emprender la refundi- cién completa de la teoria, Tal libro no serd escrito jamés, pero quedan esbozos, en forma de notas preparatorias, de observaciones anotadas rapidamente, de borradores, y cuando’ tenga Saussure, para cumplir obligaciones waiversitarias, que impartir un curso de lingitistica general, ‘volvera 2 Tos mismos temas y Jos prolongaré hasta el punto en’ que los conacemos Enconttamos, en efecto, en el lingiista de 1910 e) mismo prope sito que guiaba al principiante de 1880: asegurar los fundamentos de la lingiiistica. Rechaza los marcos y las nociones que ve emplear por doquier, ya que le parecen ajenos a la naturaleza propia de! Tenguaje, ,Cual ¢s esta naturaleza? Se explica brevemente en notas, de étas, ftagmentos de una reflexién que no puede ni cejar ni fi jarse por completo: “Por lo demas hay cosas, objetos dados, que somos libres de considerar luego desde distintos puntos de vista. [ay aqui ante todo puntos de vista, justos o falsos, pero sélo puntos de vista, con ayuda de los cuales son creadas secundariamente las cosas. Resulta que estas creaciones corresponden a realidades cuando el punto de partida es atinado, 0 que no corresponden en caso contrario; pero en ambos casos ninguna cosa, ningun objeto es dado un solo instante en si, Ni siquiera cuando se trata del hecho mas material, mas evi dentemente definido en si en apariencia, como pasaria con una serie de sonidos vocales.” * “He aqui nuestra profesion de fe en materia lingiiistica: en otros dominios puede hablarse de las cosas desde tal 0 cual punto de vista, con la cetteza que se tiene de hallar terreno firme en el objeto sis mo. En lingiistica negamos en principio que haya objetos dados, que haya cosas que continiien existiendo cuando se pase de un orden de ideas a otro, y que se pueda uno por consiguiente permitir considerar ‘cosas’ en varios érdenes, como si fueran dadas por si mismas.” * Estas reflexiones explican por qué Saussure juegaba tan ‘impor tante mostrar al lingiiista “lo que hace”. Deseaba hacer comprender al error en que se ha metido la linguistica desde que estudia el len- guaje como una cosa, como un oxganisino viviente o como una 2 OFS, 12 (1954), 58 2 Ge 5 24954) pp. ST y SAUSSURE DESPUES DE MEDIO SIGLO 41 materia por analizar mediante una técnica instrnmental, si no es que como una libre e incesante creacion de la imaginacién humana. Hay que volver a los fundamentos, descubrir este objeto que es cl lenguaje, al cual no podria compararse nada. 2QUE es pues este objeto, que Saussure erige sobre la tabla rasa de todas las nociones recibidas? Tocamos aqui lo que hay de pri- jordial en Ia doctrina saussuriana, un principio que prestime una intuicién total del lenguaje, totai porque contiene el conjunto de su teoria y porque abarca la totalidad de su objeto. Este principio es que el Tenguaje, se estudie desde el punto de vista que sea, es siempre un objeto doble, formado por dos partes, cada una de las cuales no vale sino por la otra, ‘Agui esti, me paroce, €] meollo de Ja doctrina, el principio de donde procede todo el aparato de nociones y de distinciones que constituira el Cours publicado. En efecto, todo en el lenguaje ha de definitse en términos dobles; todo lleva la impronta y el sello de la dualidad opositiva: —Dualidad articulatoria/actstica, —Dualidad del sonido y del sentido —Duzlidad del individuo y de la sociedad. —-Dualidad de la lengua y de la palabra -Dualidad de lo material y de lo insustancial. —Dualidad de lo “memorial” (paradigindtico) y de lo sintag- miatico. Dualidad de la identidad y de la oposicisn. ~Dualidad de lo sincrénico y de lo diacrénica, etc Y, una vez més, ninguno de los térininos asi opuestos vale por si mismo ni remite a una realidad sustancial; cada uno extrac su valor del hecho de oponerse al otro “La ley enteramente final del lenguaje es, por lo que nos atre vemos a decir, que nunca hay nada que pueda residir en un término, por consecuencia directa de que los simbolos lingtifsticos carezcan de relacién con lo que deben designar, asi que a es impotente para designar nada sin el socorro de b, a éte le pasa lo mismo sin el ausilio de a, 0 que ninguno de los dos vale mas que por su reciproca diferencia, 0 que ninguno vale, ni aun por una parte cualquiera de si (supongo ‘la raiz’, etc.) de otro modo que por este mismo plexo de diferencias eternamente negativas.” * + Ibid, p. 63. 42 ‘TRANSFORMACIONES DE LA LINGIISTICA “Como el lenguaje no ofrece en ninguna de sns manifestaciones una sustancia, sino solamente acciones combinadas 0 aisladas de fuerzas fisiolégicas, psicolégicas, mentales; y coio no obstante todas nuestras distinciones, toda nuestra terminologia, todas nuestras maneras de hablar estén moldeadas por esta suposicién involuntaria de una sustancia, no es posible negarse, ante todo, a reconocer que la teoria del lenguaje tendré por tarea mds esencial desenmaranar qué cs de nuestras distinciones primeras. Nos es imposible conceder que se tenga derecho de clevar una teorfa pasando por alto este trabajo de definicién, pese a que tal manera cémoda haya satisfecho hasta el presente al puiblico lingitistico.” * Cierto: puede tomarse como objeto del andlisis lingiiistico un hecho material, por ejemplo un segmento de enunciado al que no seria vinculada ninguna significacin considerindolo como simple produccién del aparato vocal, 0 aun una vocal aislada. Creer que nos aferramos a una sustancia en tal caso es ilusorio: precisamente no es sino meteed a una operacién de abstraccién y de generaliza- cién como podenios delimitar semejante objeto de estudio, Saus sure insiste: s6lo el punto de vista crea esta sustancia. Todos los aspectos dol lenguaje que tenemos por dados son resultado de ope- raciones légicas que practicamos inconscientemente. Adquiramos conciencia, pues. “Abramos los ojos a la verdad de que no hay un solo aspecto del lenguaje que sea dado aparte de los otros y que se pueda antcponer a los otros como anterior y primordial. De donde sta verificacion: “A medida que se ahonda en la materia propuesta al estudio lingiiistico, se convence uno cada vez mas de esta verdad, que da —serla indtil disimularlo— singularmente que pensar: que el nexo que se establece entre las cosas preexiste, en este dominio, @ las cosas mismas, y sirve para determinarlas.” * Tesis de aire paradéjico, que todavia hoy puede sorprender. Hay lingilistas que reprochan a Saussure complacerse en subrayar para- dojas en el funcionamiento del lenguaje. Pero en verdad es el len- guaje lo més paraddjico que hay en el mundo, y pobres de quienes no Jo noten. Mientras mis se adelante, mds se sentira este contraste entre la unicidad como categoria de nuestra apercepcién de los obje- tos y Ia dualidad cuyo modelo impone ol lenguaje a nuesira reflexién. * Ibid, pp. 55 y 56. * Ibid, p. $7. SAUSSURE DESPUES DE MEDIO SIGLO 43 Mientras més se penetre en el mecanismo de la significacién, mejor se verd que las cosas no significan en razén de su ser-csto sustancial, sino en virtud de rasgos formales que las distinguen de las otras cosas de la misma clase y que nos incurnbe deslindar. De estas opiniones procede la doctrina a la que los discipulos de Saussure han dado forina y publicado. Hoy dia, exegetas escrupulo- sos se dedican a Ja tarea necesaria de restaurar en su exacto tenor Jas lecciones de Saussure, ayudandose de todos los materiales que han conseguido recuperar. Gracias a sus cuidados dispondremos de una edicién critica del Cours de linguistique générale, la cual no sélo nos proporcionari una imagen ficl de esta ensefianza trasmi- tida en su forma oral, sino que permitira fijar con ngor la termino- logta saussuriana. Esta doctrina informa, en efecto, de una u otra manera, toda la lingiiistica tedrica de nuestro tiempo. La accién gue ha ejercido se acrecienta por efecto de convergencias entre las ideas saussurianas y las de otros teéricos. Asi, en Rusia, Baudoin de Courtenay y su discipulo Kruszewski proponian, de manera independiente, una nue- va concepcién del fonema. Distinguian la funcién lingiifstica del fonema de su realizacién articulatoria. Esta enseftanza paraba, en suma, aungue en escala més pequefia, en la distincién saussuriana entre lengua y habla, y asignaba al fonema un valor diferencial, Era el primer germen de jo que ha Mlcgado a ser una disciplina nueva, Ja fonologia, teoria de las funciones distintivas de los fonemas, teo. ria de las estructuras de sus relaciones. Cuando la fundaron, N. ‘Tru- betskoi y R. Jakobson reconocieron expresamente sus precursores en Saussure como en Baudoin de Courtenay. La tendencia estructuralista que se afirma desde 1928 y que luego habria de ser puesta en primer plano, tiene asi sus origenes en Saussure. Aunque éste nunca haya usado en sentido doctrinal el término “estructura” (el cual, ademds, por haber servido de lema a movimientos muy diferentes, ha acabado por perder todo conte nido preciso), la filiacién es indudable, de Saussure a todos los que buscan en la relacién de los fonemas entre si cl modelo de la es tructura general de los sistemas lingiisticos. Acaso sea titil situar a este respecto uns de las escuclas estruct- talistas, la més caracterizada nacionalmente, la escuela estadouni- dense, en tanto que se tiene por descendicnte de Bloomfield. No es lo bastante sabido que Bloomfield escribié del Cours de linguis- fique générale una resefia muy elogiosa, donde, anotando a favor de 4 TRANSFORMACIONES DE LA LINGUISTICA Saussure la distincién entre lengua y habla, concluta: “He has given us the theoretical basis for a science of human speech.” # Por mu- cho quc haya cambiado la linguistica estadounidense, no deja de s- tar ligada a Saussure Como todos los pensamientos fecundos, la concepcién saussu: tiana de la lengua acarreaba consecuencias que no se notaron de momento. Incluso hay una parte de su ensefianza que ha permna neeido casi inerte e improductiva durante largo tiempo. Es la que toca 2 la lengua como sistema de signos, y cl analisis del signo en significante y significado. Habia shi un principio nuevo, el de la unidad de doble faz. Estos dltimos aiios, la nocién de signo ha sido discutida cntre los lingitistas: hasta qué punto aibas fases se corres- ponden, cdmo sc manticne la unidad o se disocia a través de la dia- cronia, etc. No pocos puntos de la teorla estan ain por cxaminar. En patticular, seré cosa de preguntarse si la nocién de signo puede valer como principio de andlisis en todos los niveles. Hemos indi- cado en otro lugar que la frase como tal no admite la segmentacion en unidades del tipo del signo. Pero lo que deseamos subrayar aqui es el alcance de este prin- cipio del signo instaurado como unidad de la lengua. Resulta que a lengua se torna un sistema semiético: “la tarea dol lingiista —dice Saussure— es definir lo que hace de la lengua un sistema especial en el conjunto de los hechos semiolégicos... Para nosotros el problema linguistico es ante todo semiolégico.”* Ahora bien, vemos hoy dia que este principio se propaga fuera de las disciplinas lingtiisticas y penetra en las ciencias del hombre, que adquieren con cicneia de su propia semiética, Lejos de que la lengua quede abo. lida en la sociedad, es la sociedad la que comienza a reconocerse como “lengua”. Hay analistas de la sociedad que se preguntan si dcterminadas estructuras sociales 0, en otro plano, e505. discursos complejos que son los mitos, no habrian de considerarse como signi- ficantes cuyos significados debieran ser buscados. Estas investigacio- nes innovadoras hacen pensar que el cardcter esencial de la lengua, estar compuesta de signos, podria ser comin al conjunto de los fendmenos sociales que constituyen Ia cultura. Nos parece que deberd establecerse una distincién fundamental ‘entre dos drdenes de fenémenos: por una parte los datos fisicos y 8 Modern Language Journal, 8 (1924), p. 319. M4 Cours de Inguistique générale, 1a. ed., pp. 34 y 35: SAUSSURE DESPUES DE MEDIO SIGLO. 45 diolégicos, que ofrecen una natuialeza “simple” (sea cual fuere su complejidad), por mantenerse por entero en cl campo en que se manifiestan y formarse y divessificarse todas sus estructuras en nive- les sucesivamente alcanzados en el orden de las mismas relaciones, y por otra parte los fendmenos propios del medio inteshumano que tienen la caracteristica de no poder ser tomados jamas como datos simples ni definirse en el orden de su propia naturalcza, sino tener siempre que ser recibidos como dobles, en virtud de estar vinculados a otta cosa, sea cual sea su “referente”, Un hecho cultural no es tal sino en’ cuanto que remite a alguna otra cosa. El dia en que cobre forma una ciencia de la cultura, se fondar4 probablemente en este carécter primordial, y elaborara sus dualidades propins a par tir del modelo dado por Saussure para la lengua, sin conformarse a él necesariamente. No escapard ninguna ciencia del hombre a esta reflexién sobre su objeto y sobre su Ingar en cl seno de una ciencia general de la cultura, ya que el hombre no nace en la naturalcza sino cn Ja cultara, Qué extraiio destino e] de las ideas, y cémo a veces parccen te- ner vida propia, revclando o desmintiendo 0 recreando la imagen de su creador. Puede reflexionarse mucho acerca de este contraste: jn vida temporal de Saussure comparada con la fortuna de sus ideas. Un hombre solo en su pensamicnto durante casi toda la vida, impo: sibilitado para enseiar lo que juzga falso 0 ilusorio, sintiendo que hay que refundirlo todo, 0 por lo menos que intentar hacerlo, y par fin, después de no pocos escarceos que no logrin artancarlo del tormento de su verdad personal, comunicando a algunos oyentes ideas sobre la naturaleza del lenguaje que nunca le parecen bastante maduras para ser publicadas. Muere en 1913, poco conocido firera del circulo restringido de sus disefpulos y de unos cuantos amigos, ya casi olvidado por sus contemporincos. Meillet, en la hermosa nota nectolégica que le consagra entonces, deplora que tal vida concluya con una obra incomptcta: “Despucs de mis de treinta avios, las ideas que expresaba Ferdinand de Saussure en su trabajo inicial no han agotado su fecundidad. Y con todo, sus discipulos tienen el sentimicnto de que, ni con mucho, tuvo'en la lingilistica de su ticmpo el puesto que debiera merecer por sus dotes geniales...” ¥ concluia con este pesar hondo: “Produjo el libro de gramatica comparada mas bello que se haya escrito, sembré ideas y adelanté 1 Linguistique historique et linguistique générale, 1, p. 174 46 TTRANSFORMACIONES DE LA LINGiSTICA firmes teorias, dejé su impronta en numerosos alumnos, y no obs- tante no consumé todo su destino.” * ‘Tres afios después de la muerte de Saussure apareeta el Cours de linguistique générale, redactado por Bally y Séchchaye segin notas tomadas por estudiantes, En 1916, entre el estruendo de las armas, za quién podia importar una obra de lingiiistica? Jamas fue mas ierta la expresién de Nietzsche: que Jos grandes acontecimientos Ilegan en las patas de las palomas ‘Hoy en df, cincuenta afios han transcurrido desde la muerte de Saussure, dos gencraciones nos separan de él, zy qué vemos? La lin- giilstica se ha convertido en una ciencia principal entre las que se ‘ocupan de} hombre y de Ja sociedad, una de las mmds activas en Ja investigacién tebrica'y también en los desenvolvimientos técnicos. Pucs bien, esta lingiifstica renovada tiene su origen en Saussure, es en Saussure donde se reconoce y se compendia, En todas las co- rrientes que la atraviesan, en todas las escuclas en que se reparte, s proclamado el papel ‘iniciador de Saussure. Esta simiente de claridad, recogida por algunos discfpulos, se ha vuelto gran luz, que alumbra un paisaje leno de su presencia, Decfamos que Saussure pertenece en adelante a la historia del pensamiento europeo. Precursor de las doctrinas que desde hace Gincuenta afios han transformado la tcoria del leuguaje, a él debemos visiones inolvidables de la facultad més elevada y misteriosa del hom- bre, y al mismo tiempo, al colocar cn el horizonte de Ja ciencia y de la filosofia Ja nocién de “signo” como unidad bilateral, contribuy6 al advenimiento del pensamiento formal en las ciencias de la socie dad y la cultura, y a la constitucién de una semiologia general Abarcando con Ja mirada este medio siglo transcurrida, podemos decir que Saussure consumé bien su destino. Més alld de su vida terrestre, sus ideas irradian mas lejos de lo que nunca hubiera ima- ginado, y este destino pdstumo se ha vuelto como una segunda vida, que en adelante se confunde con la nuestra. 3 Ibid, p. 183, i La comunicacién cariruLo 1 NATURALEZA DEL SIGNO LINGUISTICO* Es de F. de Saussure de quien procede Ja teoria del signo lingiits- tico actualmente afirinada 0 implicada en la mayoria de los trabajos de lingiistica general. Y es como una verdad evidente, no explicita todavia, pero no obstante incontestada de hecho, que Saussure en- sefié que la naturaleza del signo es arbitraria. La formula se impuso en seguida. Toda discusién sobre la esencia del lenguaje 0 sobre las motlalidades del discurso comienza por enunciar el caricter arbitrario del signo lingtistico. El principio es de alcance tal, que cualquier refleaén relativa a cualquier parte de Ia lingiistica tropicza con él por necesidad. Que sea invocado por doquier y siempre tenido por evidente son dos razones para tratar cuando menos de comprender en qué sentido Saussure Jo consideré y la naturaleza de las prucbas que lo manitiesten, Esta definicién, en el Cours de linguistique générale,* es moti- vada por enunciados muy sencillos. Se llama signo “al total cesul- tante de la asociacién de un significante [= imagen actstica] y de tun significado [= concepto]...”“Asf la idea de ‘sceur’ (= hermana] no esta vinculada por ninguna relacién interior a la sucesién de sonidos si-r que le sirve de significante; podria ser representada igual de bien por no importa cud! otra: lo prueban las diferencias entre las Jenguas y la existencia misma de lenguas diferentes: el sig- nificado ‘boeuf’ {= buey] tiene por significante bf a un lado de la frontera y o-k-s (Ochs) al otra” (p. 102). Esto debe* establecer que “el nexo que une el significante al significado ¢s arbitrario”, 0 inas sencillamente que “el signo linguistico es arbittario”. Por “ar- bitrario” el autor entiende que “es inmotivado, es decir arbitrario en relacién con el significado, con el cual no tiene nexo ninguno natural en la realidad” (p. 103). Este cardcter debe pues explicar €l hecho mismo por el que se verifica: saber que, para una nocién, + Acta linguistica, 1 (1939), Copenhague } Citaremas siguiendo la primera edicién, Lausana-Paris, 1916. [49] 50 LA COMUNICACION Jas expresiones varian en el tiempo y en el espacio, y en consecuencia no tiencn con aquélla ninguna relacién nevesar No nos proponemos discutir esta conclusién en nombre de otros principias © partiendo de definiciones diferentes, Se trata de saber si es coherente y si, admitida la biparticién del signo (y la admiti mos), se sigue que dcha caracterizatse el signo como stbitrario. Acabamos de ver que Saussure toma al signo lingiiistico como cons- tituide por nn significante y wn significada. Ahora bien —esta cs lo esencial—, entiende por “significado” el concepto. Declara en términos propios (p. 100) que “el signa linguistico no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen actstica”. Pero asegura acto seguido que la naturaleza del signo es arbitraria porque movtiene con a significado “exo ninguno natural en la realidad”. Es claro que el razonamiento esta falseado por el recutso inconsciente y subrepticio a un tercer témino, que no estaba comprendido en Ja definicién inicial. Fste tercer término es la cosa misma, la reali- dad. Ya puede decir Saussure que la idea de “sceur” no est ligada al significante -; no por ello deja de pensar en la realidad de la nocién, Cuando habla de la diferencia entre bof y orks, se refiere a pesar suyo al hecho de que estos dos términos se aplican a la mis- ma realidad. He aqui pues la cosa, expresameute excluida por prin- cipio de cuentas de lo definicién del signo, entrando por un rodeo e instalando permancntemente la contradiccién. Pues si se plantea en principio —y con raz6n— que la lengua cs forma, no sustancia (Pp. 163), hay que admitir —y Saussure lo ha afirmado rotundemen- te~ que Ia lingifstica es ciencia de las formas exclusivamente. Tan: to mds imperiosa es entonces la necesidad de dejar la “sustancia” sarur 0 becuf fuera de la comprehensién del signo. Ahora, sélo si se piensa en cl animal “boeuf” en su particularidad concreta y “sustan- cial” se tiene fundamento para ju2gar “arbitraria” Ia relacién entre ‘bof por una parte, oks por la otta, y una misma realidad. Hay asi contradiccién entre la manera coma Saussure define el signo lingiiis- tico y la naturalcza fundamental que le atribuye. Parecida anomalia en el razonamiento tan apretado de Saussure no me parece imputable a un relajamicnto de su atencién critica. ‘Mis bien ver'a yo un rasgo distintivo del pensamicnto histérico y relativista de fines del siglo xx, un recorrido habitual en esa suerte de reflexidn filos6fica que es Ia inteligencia comparativa. Se obser van en diferentes pueblos las reacciones que suscita un mismo fen6- meno: la infinita diversidad de las actitudes y de los juicios Neva a NATURALEZA DEL SIGNO LINGiisTICO 51 considerar que aparentemente nada es necesario. De la universal desemejanza se concluye la universal contingencia. La concepcién saussuriana ¢s atin solidaria, en cierta medida, de este sistema de pensamiento, Decidir que el signo lingiistico es arbitrario porque el mismo animal se llama boeuf en un pais, Ochs en otras partes, equi- vale a decir que la nocién del duelo es arbitraria por tener como sim- bolo el negro en Europa, el blanco en China. Arbitraria, si, pero sélo bajo la mirada impasible de Sirio 0 para quien se limite a verificar desde fucra el vinculo establecido entre una realidad obje- tiva y un comportamiento humano y s¢ condene asia no ver en él més que contingencia. Cierto, en relaci6n con una misma realidad, todas las denominaciones tienen igual valor; el que existan es, pues, prueba de que ninguna de ellas puede pretender al absoluto de la denominacién en si, Esto es verdad. Demasiado cierto —y ast poco instructivo. El verdadero problema ¢s profundo por otto ado. Con- siste en dar ccn la estructura intima del fenémeno del que sélo es percibida la apariencia exterior y describir su relacién con el con- junto de las manifestaciones de que depende. Ast con el signo lingiiistico. Uno de los componentes del signo, la imagen acistica, constituye su significante; otro, el concepto, es el significado. Entre el significante y el significado el nexo no es atbitrario; al contrario, es necesario. El concepto (“‘significado”) “boeuf” por fuerza idéntico en ini conciencia al conjunto, fénico (‘significante”) bof. ,Cémo iba a ser de otra manera?.Los dos juntos han sido impresos en mi espfritu; juntos se evocan en toda circunstancia. Hay entre ellos simbiosis tan estrecha que el concepto “poeuf” es como el alma de la imagen acistica bof. El espiritu no conticne formas vacias, conceptos innominados. E] propio Saussure dice: “Psicoldgicamente, prescindiendo de su expresién. por las pa- labras, nuestro pensamiento no es sino una masa amorfa ¢ indistinta. Filésofos y lingiiistas siempre han estado acordes en reconocer que, sin el auxilio de los signos, setiamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y consiante. Tomado en si mismo, el pensamiento es como una nebulosa en donde nada esté necesariamente delimita- do. No hay ideas preestablecidas ni nada cs distinto antes de la aparicién de le lengua” (p. 161). A la inversa, el espftitu no acoge mis forma sonora que la que le sirve de soporte a una representacién identificable para él; si no, la rechaza como desconocida 0 ajena. El significante y el significado, la representacién mental y la imagen aciistica, son pues en realidad las dos caras de una misma nocién 52 LA COMUNICACION ¥ se coniponen como incorporante € incorporado.. Bl significante es Ja traduocién fénica de un concepto; el significado es el correlato mental del significante. Esta consustancialidad del significante y el significado asegura la unidad estructural del signo lingWistico. Tam- bién aqui es al propio Saussure a quien apeamos cuando dice de la lengua: “La lengua es también comparable a una hoja de papel: el pensamiiento es el anverso y el sonido el reverso; no se puede cortar €l anverso sin cortar al mismo tiempo el revers0; igualmente, en a Tengua no podria aislarse el sonido del pensamiento, ni el” pensa- amiento del sonido; habria que hacer una abstraccién cuyo resultado serfa hacer psicologia pura 0 fonologia pura” (p. 163). Lo que Saussure dice aqui de la lengua vale ante todo para cl signo lingitis- tico en el cual se afirman indiscutiblemente los caractcres primeros de la lengua. Se ve ahora y se puede deslindar la zona de lo “arbitrario”. Lo que es arbitrario es que tal signo, y no tal otro, sca aplicado a tal elemento de la realidad, y no a tal ‘otro. En este sentido, y s6lo en &te, & permisible hablar de contingencia, y sera menos para dar una solucién al problema que para seftalarlo y dejarlo por el mo- mento. Pues se trata, ni més ni menos, que del famosv poe 0 @tox?, y sélo pucde decidirse por decreto. Es, en efecto, traspuesto a términos lingUfsticos, problema metafisico del acuerdo entre el espiritu y el mundo, problema que acaso el linglista esté un dia en condiciones de abordar con fruto, pero que por ahora valdri mas que deje. Sentar la relacién como arbitraria cs para cl lingitista una manera de defenderse contra esta cuestin y también contra 1a so- lucién que el sujeto parlante le aporta instintivainente. Para cl sw jeto parlante, hay entre la lengua y la realidad adecuacin compieta cl signo cubre y rige la realidad; mejor: es esta realidad (nomen ‘omen, tabties verbales, poder magico del verbo, ctc.). A decir ver dad, el punto de vista del sujeto y el del lingtista son tan diferentes a este respecto que la afirmacién del lingtista en cuanto a lo arbi trario de las designaciones no refuta cl sentimicnto contrario de) sv: jeto hablante, Pero, sca como fuere, Ja naturaleza del signo lingiis tico no es rozada siquiera, si se le define como lo hace Saussure, ya que lo propio de tal definicién es, precisamente no considerar m gue la relacién del significante con el significado. E] dominio de to arbitrario es relegado asi fuera de la comprehensién del signo lin Bliistico Es bastante vano entonces defender el principio de la “arbitra: NATURALEZA DEL SIGNO LINGUiSTICO 53 riedad del signo” contra la objecién que podria derivarse de las conomatopeyas y palabras expresivas (Saussure, pp. 103-104), no s6lo porque su csfera de empleo sea relativamente limitada y porque la expresividad sea un efecto esencialmente transitorio, subjetivo y a menudo secundario, sino sobre todo porque, aqui tambi¢n, sea la que sca la realidad pintada por la onomatopeya o la palabra expre- siva, la alusion a esta realidad en la mayoria de los casos no es in- mediata y sdlo se admite por una convencién simbélica andloga a Ja que acredita los signos ordinarios del sistema. Volvemos a en- contrar, asi, la dlefinicin y los caracteres validos para todo signo. La arbitrariedad no existe tampoco aqui sino en relacién con el fendmeno 0 el objeto material y no interviene en la constitucién propia del signo. Ahora hay que considerar brevemente algunas de las consccuen- cias que Saussure ha extraido del principio discutido aqui, y que tienen extensas repercusiones. Por ejemplo, muestra admirablethen- te que puede hablarse a la vez de la inmutabilidad y de la mutabili- dad del signo: inmutabilidad porque, siendo arbitratio, no puede ser puesto en tela de juicio en nombre de una norma razonable; muta bilidad porque, siendo arbitrario, siempre es susceptible de alterar- se. “Una lengua cs radicalmente impotente para defenderse contra Jos factores que mueven, instante tras instante, la relacién cntre significado y significante. lis una de las consecuencias de la arbi- traricdad dal signo” (p. 112). El mérito de este andlisis no dismi- nuye en nada, antes aumenta, si se especifica mejor la relacién a que se aplica, No es entre significante y significado donde la rela- cién al mismo tiempo se modifica y permanece inmutable, sino en- tre signo y objeto; ¢s, en otros términos, la motivacién objetiva de la designacién, sometida, como tal, a la accién de diversos factores histéricos. "Lo que Saussure demuestra sigue siendo cierto, pero acerca de la significacién, no del signo. Otro problema, no menos importante, que cs afectado directa mente por la definicién del signo, es el dei valor, donde Saussure piensa encontrar una confirmacién de sus puntos de vista: "...la eleccién que recurre a tal segmento zcustico para tal idea es per- fectamente arbitraria. Si no fuera éte el caso, la nocién de valor perderia algo de su cardcter, puesto que contendria un elemento iinpuesto desde fuera. Pero de hecho los valores permanecen ente- ramente relativos, y he aqui por qué el vinculo entre la idea y el sonido ¢5 radicalmente arbitrario” (p. 163). Vale la pena repasar 54 ‘LA COMUNICACION sucesivamente las partes de este razonamiento, La eleccién que re- curre a tal segmento acistico para tal idea no es arbitraria en ma- nera alguna; este segmento actistico no existiria sin la idea corres- pondiente y viceversa. En realidad Saussure piensa siempre, por mucho que hable de “idea”, en la representacion del objeto real y en el caricter evidentemente no necesario, inmotivado, del nexo que une el signo a la cosa significada, La prueba de esta confusién yace en la frase siguiente, en la cual subrayo el miembro caracter's- tico: “Si no fuera dste el caso, la nocién de valor perderia algo de su carécter, puesto que contendria un elemento impuesto desde fuera’. Es por cierto “un elemento impuesto desde fuera”, o sea la realidad objetiva, lo que este razonamiento toma como ej¢ de refe- rencia. Pero si se considera el signo en si mismo y en tanto que portador de un valor, la arbitrariedad queda necesatiamente climi- nada, Ya que —la dltima proposicién es la que encierra con mayor claridad su propia refutacién— es harto cierto que los valores per- manecen enteramente “telativos”, pero se trata de saber c6mo y en relacién con qué. Planteemos ahora mismo esto: el valor es un elemento del signo; si el signo tomado en si mismo no es arbitrario, como se cree haber demostrado, se sigue que el cardcter “relativo” del valor no puede depender de la naturaleza “arbitraria” del signo. Como hay que prescindir de la conveniencia del signo a la realidad, ‘con mayor tazbn no debe considerarse el valor mas que como un atributo de la forma, no de la sustancia. Desde ese punto y hora, decir que los valores son “relativas” significa que son relativos Los tunos con respecto a los otros. Ahora bien, sno es ésta justamente la prueba de su necesidad? Ya no se trata aqui del signo aislado, sino de la lengua como sistema de signos, y nadie ha concebido y descrito la economia sistemética de la lengua con la intensidad de Saussure, Quien dice sistema dice ajuste y adecuacién de las partes en una estructura que trasciende y explica sus elementos. Alli todo ¢ tan necesario, que las modificaciones del conjunto y del detalle se condicionan reciprocamente. La relatividad de los valores es la mejor prueba de que dependen estrechamente uno del otro en la sineronfa de un sistema siempre amenazado, siempre restaurado Es que todos los valores son de oposicién y no se definen mis que por su diferencia, Opusstos, se mantienen en mutua relacién de necesiad, Una opasion et por fuerea de ls cost, subtenda de necesidad, como Ia necesidad da cuerpo a la oposicién. Si la len- gua es otra cosa que un conglomerado fortuito de nociones erriticas NATURALEZA DEL SIGNO LINGUISTICO 55 y de sonidos emitidos al azar, es por cierto que hay una necesidad inmanente a su estructura como a toda estructura, Parece, pues, que la parte de contingencia inherente a la lengua afecta a la denominacién en tanto que simbolo fonico de la reali- dac y en su relacién con ella. Pero el signo, elemento primordial del sistema lingiistico, encierra un significante y un significado cuyo nnexo debe ser reconocido como necesario, por ser estos dos compo- nentes consustanciales uno de otro. El cardoter absoluto del signo Eingitstico asi entendido rige a su vez la necesidad dialéctica de los valores en constante oposiciGn, y forma el principio estructural de la lengua. Es tal vez el mejor testimonio de la fecundidad de una doctrina el que engendre la contradiccién que la promueve. Res- taurando Ia verdadera naturaleza del signo en el condicionamiento interno del sistema, se afianza, mis allé de Saussure, el rigor del persamiento saussuriano, caviruLo v COMUNICACION ANIMAL Y LENGUAJE HUMANO* Aplicada al mundo animal, la nocién de lenguaje s6lo tiene curso por abuso de términos. Es sabido que ha resultado imposible hasta la fecha establecer que haya animales que dispongan, asi fuera en forma rudimentaria, de un modo de expresién que tenga los carac- teres y las funciones del lenguaje humano. ‘Todas las observaciones serias practicadas sobre las comunidades animales, todos los intentos tealizados por medio de variadas técnicas para provocar 0 controlar una forma cualquiera de lenguaje asimilable al de los hombres hksn fracasado. No parece que los animales que emiten varindas voces manifiesten, en ocasion dle tales emisiones vocales, compoxtamientos de los que pudiéramos inferir que se trasmitiesen mensajes “habla dos”, Las condiciones fundamentales de una comunicacién propia- mente lingtistica parecen faltar en los animales, asi sean superiors. De otra manera se plantea el asunto en el caso de las abejas, © cuando menos hay que considerar que pudiera plantearse. Todo hace creer —y el hecho ha sido observado desde hace _mucho-. gue las abejas tienen modo de comunicarse entre ellas. La prod giosa organizacién de sus colonias, sus actividades diferenciadas y coorclinadas, su capacidad de reaccionar colectivamente ante situa ciones imprevistas, hacen suponer que tienen Ja aptitud de inter- cambiar verdaderos mensajes. La atencién de los observadores se ha dirigido en particular al modo como las abejas son advertidas cuando una de ellas descubre una fuente de alimento. Por ejemplo, la abeja recolectora que en su vuelo halla una disolucién azucarada que sirve de cebo, la prueba en el acto. Mientras se alimenta, el experimen- tador la’ marca. Vuelve ella entonces a la colmena.” Instantes des- pués se ve llegar al lugar de marras un grupo de abejas, entre las ‘cuales no figura la abeja marcada, si bien todas proceden de la col mena de éta. Tiene que haber advertido a sus compafieras. Incluso ¢ preciso que hayan recibido informes precisos. ya que sin guia Ile + Diogine, 1 (1952). [56] COMUNICACION ANIMAL ¥ LENGUAJE HIUMANO 57 gau al lugar, 2 menudo muy distante de la colmena y siempre fuera del campo visual. No hay error ni vacilacién en la bisqueda: si la recolectora eligid una flor entre otras que pudieran atraerla igual- mente, las abejas que la siguen iran a dicha flor y descuidarin las otras. "Al parecer la abeja exploradora designé a sus compaiieras el lugar de donde vino, Pero spor qué medio? Este fascinante problema desafié largo tiempo a los observado- res. Debemos a Karl von Frisch (profesor de zoologia en la Univer- sidad de Munich), merced a experiencias que lleva adelante desde hace unos treinta ‘afios, haber establecido los principios para una solucién, Sus investigaciones han dado a conocer el proceso de la comunicacién entre las abejas. Observé, en una colmena transpa- reate, el comportamiento de la abeja que retorna después de descu- brit botin, En medio de gran efervescencia, la rodean de inmediato sus compafieras, que le tienden las antenas para recibir polen del que trac, 0 ingerir néctar que regurgita. Seguida entonces por sus compafieras, la abeja ejecuta danzas, He aqui el momento esencial del proceso y el acto propio de la comunicacién. Segtin los casos, la abeja se entrega a dos danzas diferentes. Una consiste en trazar circulos horizontales de derecha a izquierda, y Iuego de izquierda a derecha, sucesivamente, La otra, acompaitada de una continua agitacién del abdomen (wagging-dance), imita mas 0 menos !a fi- gura de un ocho: la abeja cone adelante, describe un gito completo hacia la izquierda, vuelve a seguir de frente, da otra vuelta, a la de- recha, y asi sucesivamente, Después de las danzas, una 0 varias abejas abandonan la colmena y se dirigen en linea recta a Ja fuente de alimento que la primera visité. Ahitas, vuelven a la colmena, donde se entregan a nuevas danzas, lo cual provoca numerosas partidas, de suerte que luego de unas pocas idas y venidas cientos de abejas se apifian en donde la recolectora descubriera alimento. si, la danza en circulos y la danza en ocho aparecen como verdaderos mensajes, merced a los cuales es sefialado a la colmena el descubrimiento, Faltaba averiguar Ja diferencia entre las dos danzas. K. von Frisch peus6 que se referia a la naturaleza del botin: la danza circular anun- iaria néctar, la danza en ocho, polen. Estos datos, con sus inter- pretaciones, expuestos en 1923, son hoy en dia nociones corrientes y ya vulgarizadas.’ Bs comprensible que hayan suscitado vivo interés. ® Asi Maurice Mathis, Le pauple des abeitfes, p. 70: “El doctor K. von isch descubsid... el comportamiento de la abeja cebada, al volver a la col 58 LA COMUNICACION Pero, aun demostradas, no autorizaban a hablar de un verdadero lenguaje, Estos puntos de vista han sido ahora completamente renovados por las experiencias que Karl von Frisch llevé adelante, extendiendo y rectificando sus primeras observaciones, Las dio a conocer en 1948 en publicaciones tEcnicas, y las resumié muy claramente en 1950, en un librito que reproducia conferencias pronunciadas en los Est dos Unidos.’ Después de millares de experiencias, con una paciencia y un ingenio sencillamente admirables, loge determinar la signifi- cacion de las danzas. La novedad fundamental cs que no atane como en un principio se crey6, a la naturaleza del botin, sino a la distancia que lo separa de la colmena, La danza en circulo anuncia que ¢l lugar del alimento cae @ poca distancia, dentro de un radio de unos cien metros a partir de la colmena. Entonces las abejas salen de la colmena y se dispersan, hasta dar con él. La otra danza, que Ta recolectora realiza estremeciéndose y describiendo ochos (wagging dance), indica que el punto esté a mayor distancia, superior a cien metros, hasta a seis kilémetros, Este mensaje incluye dos indicacio- nes distintas, una acerca de la distancia propiamente dicha, la otra sobre la direccién. La distancia esta implicita en el nimero de figuras trazadas en un tiempo determinado; varia siempre en razén inversa de su frecuencia. Por ejemplo, la abeja deseribe de nueve a diez ““ochos” completos en quince segundos cuando la distancia es de cien metros, siete si son doscientos metros, cuatro y medio para un Kil6- metro, 'y solamente dos cuando son seis kilémetros. Mayor es la distancia, més enta es la danza, Por lo que respecta a la direccién cn que ha de ser buscado el botin, la sefiala el eje del ocho, con rel cién al sol; segdn sc incline a derecha o a izquierda, este eje indica el angulo que el lugar del descubrimiento forma con el sol. Y las abejas incluso estan en condiciones de orientarse cuando el cielo est cubierto, en virtud de una sensibilidad particular a la luz polarizada En la prictica hay ligeras variaciones de una abeja a otra o de una colmena a otra en la evaluacién de la distancia, mas no en la eleccién de una u otra danza, Estos resultados son’ producto de cosa de tyena, Segin la naturseta det botin pot explolt, milo pon, la abeja cebads Gjeciard sobre for pane de cera tna verdadera danra de demestacsn, pando th condo sat tots de una matena amvcarad, descnbiendo oshos #38 tata a olen” Bfar von Frisch, Bees, ther vis, chemia? senses end language, Comell Univerty Press hace, N.Y 1950 COMUNICACION ANIMAL Y LENCUAJE HUMANO 59 cuatro mil experiencias, que otros zodlogos, escépticos al principio, han repetido en Europa y Estados Unidos, hasta confirmarlas al fin. Hoy por hoy puede uno cerciorarse de que es por cierto la danza, en sus dos variedades, la que sirve a las abejas para informar a las compatieras de sus hallazgos y guiarlas mediante indicaciones relativas a la direccién y la distancia. Las abejas, percibiendo el olor de la recolectora o absorbiendo el néctar que entrega, averiguan de paso la naturaleza del botin. Emprenden el vuelo a su vez y dan de fijo con el sitic. En adelante, el observador est en condiciones de prever, segin el tipo y el ritmo de la danza, el comportamiento de la col- mena, y verificar las indicaciones que han sido trasmitidas ‘No ¢s preciso subrayar la importancia de estos descubrimientos para los estudios de psicologia animal, Quisiéramos insistir aqui en tun aspecto menos visible del problema, que K. von Frisch, atento a describir objetivamente sus experiencias, no ha tocado. Por’ primera vez estainas en condiciones de especificar con alguna precision el modo de comunicacién empleado en una colonia de insectos; y por vez primera podemos representarnos el funcionamiento de un “len- guaje” animal. Acaso sea aitil seftalar con brevedad en qué es 0 no es un lenguaje, y como estas observaciones sobre las abejas ayudan a definir, por semejanza 0 por contraste, el lenguaje humano, Las abejas se presentan como capaces de producir y comprendet un verdadero mensaje, que encierra varios datos. Pueden, asi, regis- trar relaciones de posicién y de distancia; pueden conservarlas en “memoria”; pueden comunicarlas simbolizindolas por diversos com- portamientos sométicos. El hecho notable es, ante todo, que mani- fiesten aptitud para simbolizar: hay ciertamente corespondencia “convencional” entre su comportamiento y el dato que traduce. Esta relacién es percibida por las demas abejas en los ténninos en que les es trasmitido, y se toma motor de accién. Hasta aqui, encontramos en las abejas las condiciones mismas sin las que ningin lenguaje es posible, la capacidad de formular ¢ interpretar un “signo” que remite a cierta “‘ealidad”, la memoria de la experiencia y la aptitud para descomponerla El mensaje trasmitido contiene tres datos, (nicos identificables hasta ahora: a existencia de una fuente de alimento, su distancia, su direccién. Podrian ser ordenados estos elementos de manera un poco diferente, La danza en ciculo indica sencillamente la presencia + Ver el prélogo de Donald R. Griffin al libro de K. von Frisch, p. vi. 60 LA COMUNICACION del botin, implicando que esta a escasa distancia, Se funda en el ptincipio mecanico del “todo o nada”. La otra danza formula en verdad una comunicacién; esta vez es Ta existencia del alimento la que esta implicita en los dos datos (distancia, direocién) expresa- mente enunciados. Se aprecian aqui varias semejanzas con él lenguaje humano, Estos procedimientos ponen en juego un simbolismo ver- dadero, si bien rudimentario, por el cual datos objetivos son tras- puestos a gestos formalizados, que incluyen elementos variables y de “significacién” constante. Por lo demés, la situacién y la funcién son las del lenguaje, en el sentido de que el sistema es vélido en el interior de una comunidad dada y de que cada miembro de ésta se halla en aptitud de emplearlo 0 de comprenderio en los mismos términos. Pero las diferencias son considerables y ayudan a adquirir con- ciencia de lo que caracteriza propiamente el lenguaje humano. Esta, primero y esencial, el hecho de que el mensaje de las abejas consista por entero en la danza, sin intervencién de un aparato “vocal”, en fanto que no hay lenguaje sin voz. De donde otra diferencia, que es de orden fisico. Por no ser vocal sino de gestos, la comunicacion entre las abejas se efectia necesariamente en condiciones que permi ten una percepeién visual, a la luz del dia; no es posible en la oscu- ridad. El lenguaje humano desconoce semejante limitacién. ‘Aparece también una diferencia capital en la situacién en que se realiza la comunicacién, E] mensaje de las abejas no atrae ninguna respuesta de los alrededores, sino determinada conducta, que no es respuesta. Esto significa que las abejas no conocen el didlogo, con- dicién del lenguaje humano, Hablamos a otros que hablan, tal es la realidad humana, Lo cual revela un nuevo contraste. Por no haber didlogo para las abejas, la comunicacién se refiere tan sdlo a cierto dato objetivo. No puede haber comunicacién relativa a un dato “linguistico”: ya por no haber respuesta —reaccién lingiiistica a una manifestacién lingiiistica—, pero también porque el mensaje de una abeja no puede ser reproducido por otra que no hubiera visto por si misina las cosas que la primera anuncia. No se ha advertido, por ejemplo, que una abeja vaya a llevar a otra colmena e] mensaje que hhubiera recibido en la propia, lo cual serfa una manera de trasmisién 0 de relevamiento. Se ve la diferencia respecto al lenguaje humano, donde, en el didlogo, la referencia a la experiencia objetiva y la reac: cién a la manifestacién lingUistica se trenzan libremente y sin limite La abeja no construye mensaje a partir de otro mensaje. Cada una COMUNICACION ANIMAL Y LENGUAJE HUMANO, 61 de las que, alertadas por la danza de la recolectora, salen y van a comer al lugar indicado, reproduce a su retorno la misma informacién, no siguiendo el mensaje inicial sino ateniéndose a la realidad que acaba de verificar. Ahora, el carécter del lenguaje ¢s procurar wn sustituto de la experiencia susceptible de ser trasmitido sin fin en el tiempo y el espacio, lo cual es lo propio de nuestro simbolismo y fun- damento de la tradicién lingiistica Si consideramos ahora el contenido del mensaje, serd facil obser: var que Se refiere siempre y solamente a un dato, el alimento, y que las Gnicas variantes que comprende son relativas a datos espaciales. Es evidente el contraste con la ilimitacién de los contenidos del len- guaje humano. Por aftadidura, la conducta que significa el mensaje de las abejas denota un simbolismo particular que consiste en una calca de la situacién objetiva, de la sola situacién que da ocasién a tun mensaje, sin variacién ni trasposici6n posible. Ahora bien, cn cl enguaje humano el simbolo en general no configura los datos de la experiencia, en el sentido de no haber relacién necesaria entre la re rencia objetiva y la forma lingiiistica. Habria aqui que cstablecer muchas distinciones desde el punto de vista del simbolismo humano, cuya naturaleza y funcionamiento se han estudiado poco. Pero sub- siste la diferencia Finalmente, un cardcter de la comunicacién entre las abejas la opone rotundamente 2 las lenguas humanas. E] mensaje de las abejas no se deja analizar. S6lo podemos ver en él un contenido global, por estar ligada la tinica diferencia a la posicién espacial del objeto rclatado. Mas es imposible descomponer este contenido en sus ele- mentos fomadores, en sus “morfemas”, de suerte que correspond cada uno de éstos a un elemento del enunciado. El lenguaje hu mano se caracteriza precisamente por csto. Cada enunciado se reduce a elementos que se dejan combinar libremente segin reglas definiclas, de suerte que un mimero de morfenas bastante rediicido permite un mimero considerable dle combinaciones, de donde nace la variedad del lenguaje humano, capacitado para decir todo. Un andlisis mas detendido del lenguaje muestra que estos morfemas, elementos de significacién, se resuelven a su vez en fonemas, elementos de articu lacién despoiados de significacién, aéin menos numerosos, cuyo en- sainble selectivo y distintivo suministra las unidades significantes. Estos fonemas “vacos” organizados en sistemas constituyen el fun- damento de toda lengua. Es manifiesto que el lenguaje de las abejas 62 LA COMUNICACION no petmite aislar semejantes constituyentes; no es reducible a elemen- tos identificables y distintivos. El conjunto de estas observaciones hace aparecer la diferencia esencial entre los procedimientos de comunicacién descubiertos en las abejas y nuestro lenguaje. Esta diferencia se resume en el ténnino que nos parece més apropiado para definir el modo de comunicacién empleado por las abejas; no es un lenguaje, es un cédigo de seftales, Resultan de ello todos los caracteres: la fijeza del contenido, la inva- iabilidad del mensaje, la relacién con una sola situacién, la natura- leza indescomponible’ del enunciado, su trasmisién unilateral. No deja de ser significativo, con todo, que este cédigo, énica forma de “Tenguaje” que se haya conseguido descubrir hasta la fecha entre los animales, pertenezca a insectos que viven en sociedad. Es tam- ign la sociedad la que es condicién del lenguaje. No es el menor de los intereses de los descubrimientos de K. von Frisch, aparte de las revelaciones que nos ofrecen acerca del mundo de los insectos, el hecho de que esclarezca inditcctamente las condiciones del lenguaje humano y del simbolismo que supone. Pudiera darse el caso de que cl progieso de las investigaciones nos hiciera penetrar més hondo en Ja comprensién de los resortes y modalidades de este modo de comu- nicacién, pero el haber establecido que existe, y cémo es, y cémo funciona, significa ya que veremos mejor dénde comienza el lenguaje y de qué modo se delimita el hombre 5 [1965,] Para una vision de conjunto de las investigaciones recientes sobre ta comunicacién animal, y acerca del lenguaje de las abejas en particular, ver tun articulo de T. A. Sebeok aparzcido en Science, 1965, pp. 1006 ss ‘CATEGORIAS DE PENSAMIENTO Y CATEGORIAS DE LENGUA* De Ia lengua que hablamos hacemos usos infinitamente variados, cuya sola enumeracién debiera ser coextensiva de una lista de las actvidedes a que puede entregarse el espiritu humano. En su diver- sidad, estos usos tienen, sin embargo, dos caracteres en comin. Uno que la realidad de la Tengua permanece por regla general incons- ciente; aparte el caso del estudio propiamente linguistico, apenas tenemos conciencia débil y fugaz de las operaciones que realizamos para hablar. El otro es que, por abstractas 0 particulares que sean las operaciones del pensamiento, reciben expresién en la lengua. Po- demos decir todo, y decirlo como queramos. De alli procede la con- viccién, tan extendida e inconsciente ella misma como todo lo que conciemne al lenguaje, de que pensar y hablar son dos actividades distintas por esencia, que sc conjugan para la necesidad prictica de Ja comunicacién pero que tienen cada una su dominio y sus posibi idades independientes —en el caso de la lengua se trata de los re- cursos ofrecidos al espiritu para lo que se denomina expresién del peusamiento, Tal es el problema que abordamos sumariamente aqui, sobre todo para poner en luz algunas ambigitedades de las que es responsable la naturaleza misma del lenguaje. Ciertamente, el lenguaje, en tanto que es hablado, es empleado para transportar “lo que queremos decir”. Pero lo que asi Ilamamos, “Jo que queremos decir” 0 “lo que tenemos en mientes” o “nuestro pensamiento”, 0 como quetamos que se designe, cs un contenido de pensamiento, harto dificil de definir en si, como no sea por carac- teres de intencionalidad 0 como estructura psiqutica, etc. Este con- tenido recibe forma cuando es enunciado, y s6lo asi. Recibe forma de la lengua y en la lengua, que es el moide de toda expresién posi- ble; no pitede disociarse de ella ni trascenderla. Ahora bien, esta len- ‘gua esta configurada en su conjunto y en tanto que totalidad. Est, 1 Les études philosophiques, nim. 4 (oct-dic. 1958), P U. F., Pans [63] 64 LA COMUNICACION: ademas, organizada como arreglo de “signos” distintos y distintivos, susceptibles ellos mismos de descomponerse en unidades inferiores de agruparse en unidades complejas. Esta gran estructura, que en cierra estructuras mas pequefias y de varios nivcles, da su forma al contenido de pensamiento, Para hacerse trasmisible, este contenido debe ser distribuido entre morfemas de cierlas clases, dispuestos en cierto orden, etc, En una palabra, cste contenido debe pasar por la lengua y apropiarse de los marcos de éta. De otra suerte el pensa miento se reduce, si no exactamentc a nada, si en todo caso a algo tan vago ¢ indiferenciado que no tenemos medio alguno de aprchen derlo como “contenido” distinto de la forma que la lengua le confiere La forma lingiiistica es, pues, no solamente Ia condicién de trasini sibilidad sino ante todo la condicién de realizacién del pensamiento. No eaptamos cl pensamicnto sino ya apropiado a los marcos de la lengua, Fuera de esto, no hay més quo volicién oscura, impulsién que se descarga cn gestos, mimica. Es decir que la cuestién de saber sil pensimiento puede prescindir de la lengua o rodearla como un obstaculo aparece despojada de sentido, a poco que se analicen con rigot los datos pertincntes. Sin embargo, hasta aqui no se pasa de una rclacién de hecho. Postular estos dos términos, pensarniento y lenguaje, come solidarios y mutuamente necesarios no nos indica cémo son solidari:., por qué serian juzgados indispensables el uno para el otro. Entre un pensa- miento que no puede materializarse sino en la lengua y una lengua que no tiene otra funcién que “‘significar”, se descaria estableccr una relacién especifica, pues es evidente que los términos en cuestién no son simétricos. Hablar de continente y de contenido es simplificar. No hay que abusar de la imagen. Estrictamer e hablando, el pensa- miento no es una materia a Ta que la lengua prestaria forma, puesto que en ningén momento puede ser ima, .ado este “contincnte” vacio de su “contenido”, ni el “contenido” independiente de su “con- tinente”. Entonces 1a cuestién se vuelve ésta, Sin dejar de admitir que et pensamicnto no puede ser captado mas que formado y actualizado en la lengua, ztenemos mancra dc reconocer al pensamiento caracte- res que le sean propios y que nada deban a la cxpresin lingiiistica? Podemos describir la lengua por si misina. Habria que esperar, lo mismo, llegar directamente al pensamiento. Si fucra posible definir &te par rasgos que le perteneciesen exclusivamente, sc veria a la vez cémo se ajusta a la lengua y de qué naturaleza son sus celaciones CATEGORIAS DE PENSAMIENTO Y DF LENGUA 65 Parece itil abordar el problema por la via de las “categorias”, que apatecen como mediadoras. No presentan igual aspecto segin sean categorias de pensamiento o categorias de lengua. Esta discor- dancia misma pudiera iluminamos acerca de su naturaleza respectiva. Por ejemplo, discernimos de inmediato que el pensamienta puede especificar libremente sus categorias, instaurar nuevas, en tanto que las categorfas linguisticas, atributos de un sistema que todo locutor recibe y mantiene, no son modificables al gusto de cada quien; ve- mos ademés otra diferencia: que cl pensamiento puede pretender establecer categorias universales, pero que las lingilisticas son siempre categorias de una lengua particular, A primera vista, esto confirma- tia la posicién precelente e independiente del pensamicnto con res- pecto a la lengua Con tode, no podemos continuar, a la zaga de tantos autores, planteando el problema en térninos asi de generales. Tenemos que entrar cn la conerecién de una situacién histérica, escrutar las cate- gorias de un pensamiento y de una lengua definidos. Sélo con esta Condicién evitareinos las tomas de posicién arLitrarias y las soluciones cspeculativas. Ahora bien, tenemos la buena fortuna de disponer de datos que se dirian preparados para nuestro examen, claborados y_ presentados de manera objetiva, integrados a un conjunto cono- cido: son las categorias de Aristételes. Se nos permitira considerar estas categorfas sin preocupacién de tecnicismo filoséfico, sencilla- mente como inventario de las propiedades que un pensador griego juzgaba predicables de un objeto, y asi como la lista de los conceptos a priori que, segin él, organizan la expericncia. Fs un documento de gran valor para nuestro propésito. Recordemos ante todo el texto escncial, que da la lista més com- pleta de estas propiedades, diez en total (Categorias, cap. 1v):" “Cada una de las expresiones que no entran en una combinaciérr significa: la sustancia; 0 cudnto; 0 cudl; 0 relativamente w qu. dénde; o cudndo; o estar en postura; o estar en estado; 0 hacer; 0 sufir. ‘Sustancia’, por ejemplo, en general, ‘hombre, caballo’; ‘cuanto’, por ejemplo ‘de dos codos; de tres codos’; ‘cual’, por ejemplo “blanco, ins- truido’; ‘relativamente a qué’, por cjemplo ‘doble; mitad; mas grande’; ‘dénde’, por ejemplo ‘cn el Liceo; en el mercado’; ‘cuando’, por ejemplo ‘ayer, el afio pasado’; ‘estar en postura’, por ejemplo ‘est + Seria indtil reprodacir el texto original, puesto que todos los téeminar grie gos son citados luego. Hemos traducido este pasaje literalmente, para comunicar Su tenor general anges del andlisis en detalle 66 LA COMUNICACION acostado; esté sentado’; ‘estar en estado’, por ejemplo ‘esta calzado; esté armado’; ‘hacer’, por cjemplo ‘corte; quema’; ‘sufrir’, por ejem- plo ‘es cortado; es quemado’.” Aristételes plantea de este modo la totalidad de los predicados qué pucden afitmarse del ser, y aspira a definir el estatuto Idgico de cada uno ¢e ellos. Pues bien, nos parece —y procuraremos mostrar- Jo— que estas distincioncs son ante todo categorias de lengua, y que_ de hecho Aristételes, razonando de manera absoluta, topa sencilla- meate con algunas de las categorias de la lengua en que piensa. Por oco que se preste atencién al enunciado de las categarias y a los ejemplos que las ilustran, esta interpretaci6n, no propuesta atin al parecer, se verifica sin largos comentarios. Pasamos revista sucesiva- mente a los diez términos Que otieia se traduzca por “sustancia” o por “esencia”, poco im- porta aqui, Es Ia categoria que da respuesta a la pregunta “zqué?” “hombre” o “caballo”, asi, especimenes de la clase lingiifstica de los nombres, indicadores de objetos, tritcse de conceptos 0 de individuos. Volveremos algo més lejos al término oicia para denotar este pre- dicado. Los dos términos siguientes, xoody y xcuby, forman pareja. Se re fieren al “ser-cudnto”, de donde el abstracto xooéms, “cant-idad”, y al “ser-cudl”, de donde el abstracta xoirns, “cual-idad”. El primero no esta propiamente enderezado a} “nimero”, que no es sino una de las variedades del xooév, sino més generalnente a todo lo que es susceptible de medida; la teoria distingue asi las “cantida des” discretas, corno el mtimero a el lenguage, y “cantidades” conti: nuas, como las rectas, 0 cl tiempo, o el espacio. La catcgoria del xotsv cngloba la “cualidad” sin acepcién de especies. Por lo que toca a las tres siguientes, yds x, xa, xoré, sc vinculan sin ambi giiedad a la “rclacion”, al “lugar” y al “tiempo”, Detengamos nuestra atencién en estas seis categorias en su na: turaleza yen su agrupamiento. Nos parece quc estos predicados no corresponden por cierto a atributos descubiertos en las cosas, sino a una clasificacién que emana de la lengua misma. La nocidn de otcia indica 1a clase de los sustantivos. A xooév y nowy citados juntos responden no solamente la clase de los adjetivos en general, sino especialmente dos tipos de adjetivos que el griego asocia estrecha mente, Ya en los primeros textos, antes del despertar de la rcflexién filosdfica, el griego juntaba u oponia los dos adjctivos ndaot y xovot, ‘CATEGORIAS DE PENSAMIENTO Y DE LENGUA 67 ‘con las formas correlativas 800¢ y olos asi como téa0g y toios.* Eran formaciones bien arraigadas en griego, derivadas una y otra de temas pronominales y la segunda de las cuales fue productiva: ademés de olos, motes, toi0s, tenemos dAdoios, dycias. Es claro asi que es en el sistema de las formas de la lengua donde se fundan estos dos predi- cados necesarios. Si pasamos al noé¢ ti, tras de la “telacién” esté igualmente una propiedad fundamental de los adjetivos griegos, la de proporcionar un comparativo (asi wetov, dado por lo demas como ejeinplo) que es la forma “‘selativa” por funcién. Los otros dos ejem- plos, Sexicewov, fun, sefialan la “rclacién” de manera diferente: es el concepio de “doble” o de “medio” el que es relative por defi- nicidn, en tanto que es la form de evo la que indica la “relacion””. En cuanto a xo, “donde”, y xoté, “cudndo”, implican respectiva- mente las clases de las denominaciones espaciales y temporales, y aqui también los conceptos estin modelados sobre los caracteres ‘de estas denominaciones en griego: no solamente noi y sré se sostienen por la simetria de su formacién reproducida en o8 6te, toi tote, sino que forman parte de una clase que comprende ademds otros adver- bios (del tipo de &10és, xLovaw) o de las expresiones casuales que utilizan la forma del locativo (asi 2v Avsei, év dyop@). No es, por tanto, sin razén como estas categorias se hallan enumeradas y agru- padas como lo estén. Las seis primeras se refieren todas a formas norninales. Es en la particularidad de la morfologia gricga donde encuentran su unidad. Consideradas de esta suerte, las cuatro siguientes forman asimismo tun conjunto: son todas categorias verbales, Resultan para nosotros tanto mas interesantes cuanto que la naturaleza de dos de ellas no parece haber sido corectamente reconocida, Las dos tltimas son inmediatamente claras: novely, “hacer”, con Jos cjemplos réqver, xaie,, “corta, quema”; xéozer, “suftir”, con téuve- ‘to, vaiera, “es cortado”, “es quemado”, manifiestan las dos cate- gorias de activo y pasivo, y esta vez los ejemplos mismos estén elegi- dos de suerte que subrayen la oposicién lingiiistica: es esta oposicién morfolégica de dos “voces” establecidas en numerasos verbos griegas Ja que sc transparenta cn los conceptos polares de norelv y de adaystv. Pero gqué ocurre con las dos primeras categorias, mica y Exew? Ni siquiera la traduccién parece establecida: algunos entienden 3 No tenemos en cuenta agul 12 diferencia de acentuacién entre la serie relative y la interrogativa, Fs an hecho secundario, 68 LA COMUNICACION yew como “tener”. Qué interés tendrd por ventura una categoria como la de fa “postura”” (xciaGau)? ,Es un predicado tan general como los de “activo” y “pasivo”? Fs nada mas de igual naturaleza? ;Y qué decir del tyew con ejemplos como “esta calzado; esta armado”? Los intérpretes de Aristételes parecen considerar que estas dos categorias son episédicas; el filésofo no las formula més que para agotar todas las predicciones aplicables a un hombre. “Aristételes —dice Gom- per2— se imagina un hombre en pie ante él, en el Liceo, por ejem: plo, y pasa revista sucesivamente a las preguntas y las respuestas que podrian formularse a su respecto. Todos jos predicados que pueden ligarse a este sujcto caen bajo uno u otro de los diez encabezados, desde la cuestién suprema —zqué es el objeto aqui percibido? hasta preguntas subalternas relativas a la mera apariencia exterior, como: gqué lleva de calzado o de armas,..? La enumeracién esti concebida para abarcar el maximo de predicados que pueden ser asig- nados a una cosa o a un ser...”* Tal es, por lo que se nos alcanza, la opinién general de los eruditos. De creerles, el filésofo distinguia harto mal Io importante de lo accesorio, incluso daba a estas dos nociones, jucgadas sécundarias, precedencia sobre una distincién como la de activo y pasivo. También aqui nos parece que las nociones tienen un fundamento Jingiiistico. Tomemos primero el xeioBa.. ZA qué puede responder una categorfa légica del vetoOai? La respuesta esta en los ejemplos citados: “@vdxetvas, “estd acostado”; xdBnrau, “esta sentado”. Son dos especimenes de verbos medios. Desde el punto de vista de la lengua, se trata de una nocién esencial, Contrariamente a lo que nos pareceria, el medio es més importante que el pasivo, que de é1 deriva. En cl sistema verbal del griego antiguo, tal como se mantienc atin en la época clisica, la verdadera distincién es la de activo y me- dio? Un pensador griego podia a justo titulo plantear en absoluto tun predicado que se enunciaba merced a una clase especifica de ver- bos, los que no son mas que medios (los media tantum), y que in- dican, entre otras cosas, la “postura”, la “actitud”, Igualmente irre ducible al activo y al pasivo, e] medio denotaba una manera de ser tan caracteristica como los otros dos. No ¢s distinto el caso con el predicado llamado tyew. No debe + Citado, con otras opiniones parecidas, y aprobado por H. P. Couke en el prefacio a su ediciin de las Categorias (Loch Classical Library) 2 Sobre esta cutstién, ver un articulo del fournct de prychologie, 195%), pp. 121 ss CATEGORIAS DE PENSAMIENTO Y DE LENGUA 69 tomarse en el sentido habitual de Eyer, “tener”, un “tener” de pose- sién material, Lo que hay de particular y, a primera vista, de des- concertante en esta categoria sale a luz en los ejemplos: tnodéderat, “estd calzado”, Snhsrat, ‘'esté armado”, y Arist6teles insiste cuando retorna al asunto (en el cap. x del 'I'aiado); a propésito de Exew vuelve a los mismos ejemplos, esta vez en infinito: x6 inoBedéo0as, wb drtioOa. La clave de la interpretacién esta cn la naturaleza de estas formas verbales: tnobéBexau y dirkueeat son perfectos. Son in- cluso, por hablar estrictamente, perfectos medios. Pero la caracteris- tica del medio ya est4 asumida, como acabamos de ver, por xeio8at, cuyos dos verbos testigo, dvdvertar y x48nta, sefialémosle de paso, carecen de perfecto. Tin’el predicado Eyav y en las dos formas esco- gidas para ilustrarlo, es la categorfa del perfecto la que es puesta de relieve, El sentido de Eye.v —a la vez “tener” y, en cmpleo absoluto, “hallarse en cierto estado" se armoniza del mejor modo con la didtesis del perfecto. Sin entrar en un comentario que facilmente se alargaria, considercmos nada més que, para poner de relieve el valor del perfecto en Ia traduccién de las formas citadas, deberemos incloir Ja nocién de “tener” y asi se volverin tnodétexa, “tiene a calzado en los pies”; Grkotw, “tiene sobre st las armas”. Observemos tam- ign que estas dos categorias, tal como las comprendemos, se siguen en la enumeracién y parecen formar pareja, como novelv y xdoxew que vienen en seguida. Hay, en efecto, entre el perfecto y el medio griegos, diversas relaciones a la vez formales y funcionales que, here- dadas del indoeuropeo, han formado un sistema complejo; por ejem- plo, una forma yéyova, perfecto active, va a la par con el presente medio yiwouat. Estas relaciones han creado mds de una dificultad a los gramiticos griegos de la escuela estoica: ora definian el perfecto como un tiempo distinto, el nagaasievos 0 e] xihetos; ora lo ponian con el medio en a clase Hamada weobrms, intermedia entre el activo yeel pasivo. Es seguro en todo caso que cl perfecto no se inserta en el sistema temporal del griego y permanece aparte, indicando, segin el caso, un modo de la temporalidad o una manera de ser del sujeto. A este titulo, se comprende, visto el numero de nociones que no se expresan en griego més que con la forma del perfecto, que Aristé- teles lo haya vuelto modo especifico del ser, ef estado (0 habitus) del sujeto. Es posible ahora trascribir en términos de lengua la lista de las diez categorias, Cada una es dada por su designacién y segnida de su equivalente: odie (‘“‘sustancia”), sustantivo; noody, nowy ("‘cudl; en 70 LA COMUNICACION qué mimero”), adjetivos derivados de pronombres, del tipo del lat qualis y quantus; xoés 1. (“relativamente a qué”), adjetivo compa- rativo; nob (“dénde”), xové (“cudndo”), adverbios de lugar y de tiempo; vetaBar (“estar dispuesto”), medio; tyewv (“estar en estado”), perfecto; xoiety (“hacer”), activo; xdoxetv (“suftir”), pasivo. Al elaborar esta tabla de las “categorias”, Aristételes tenia la in- tencién de sensar todos los predicados posibles de la proposicién, con la condicién de que cada término fuese significativo en estado aislado, no metido em tna ovarkor, en un sintagma, ditiamos noso- tros. Inconscientemente ha tomado como criterio la necesidad em: pirica de una expresién distinta para cada uno de sus predicados Tenia, pues, que hallar, sin proponérselo, las distinciones que la lengua misma manifiesta entre las principales clases de formas, pues- to que es por sus diferencias como estas formas y clases tienen sig- nificacién lingiifstica. Pensaba definir los atributos de los objetos; no plantea més que seres lingiiisticos: es la lengua la que, gracias «a Sus propias categorias, permite reconocerlos y especificatlos ‘Tenemos asi una respuesta a la pregunta planteada al empezar y que nos condujo a este andlisis. Nos preguntamos de qué naturaleza xan las relaciones entre categorias de pensamiento y categorias de lengua, En lo que de vélidas para el pensamiento se les reconoce a las categorias de Aristételes, se revelan como trasposicién de las categorfas de lengua. Es lo que se puede decir lo que delimita y or ganiza lo que se puede pensar, La lengua proporciona la configura- cién fundamental de las propiedades reconocidas por el espiritu a las cosas. Esta tabla de 10s predicados nos informa asf, ante todo, de la estructura de las clases de wna lengua particular. Se sigue que lo que Aristételes nos da por cuadro de las condi ciones generales y permanentes no es sino la proyeccién conceptual de un estado lingiistico dado. Inclusive es posible extender esta abservacién, Mas alla de los tétminos aristotélicos, por encima de esta categorizacién, se despliega la nocién de “ser” que envuelve todo. Sin ser un predicado él mismo, el “ser” es la condicién de to- dos los predicados. Todas las variedades de “ser-tal”, del “estado”, todas las visiones posibles del “tiempo”, etc., dependen de la nocién de “ser”. Abora bien, también aqui es una propiedad linguistica muy especifica la que este concepto refleja. El griego no solamente posee un verbo “ser” (lo cual no es de ningiin modo una necesidad de toda lengua), sino que ha hecho de este verbo usos harto singu- lates. Lo mud6 en funcién légica, la de cépula (el mismo Aristé- CATEGORIAS DE PENSANIENTO ¥ DE LENGUA nm teles observaba ya que en esta funcidn el verbo no significa propia. mente nada, que opera simplemente una synthesis), y_por este he- cho dicho verbo ha recibido una extensién més vasta que cualquier otro, Por afiadidura, “ser” puede tomarse, gracias al articulo, una nocién noninal, tratada como una cosa; permite variedades, por ¢jemplo su participio presente, sustantivado 4 mismo y en vatias especies (xi dv; of Svtes; ta Svea); puede servir de predicado a si mismo, como en la locucién td th jv elvar que designa la esencia conceptual de una cosa, sin hablar de la pasmosa diversidad de los predicados particulares con los cuales se puede construir, mediando Jas formas casuales y las preposiciones... Nunca acabariamos de ha- cer el inventario de esta riqueza de empleos, pero se trata por cierto de datos de lengua, de sintaxis, de derivacién. Subrayémoslo, pues es en una situacién lingiistica asi caracterizada donde pudo nacer y desplegarse toda la metafisica griega del “ser”, las magnificas image- nes del poema de Parménides como la dialéctica del Sofista. La lengua evidentemente no ha orientado la definicién metafisica del ‘ser”, pues cada pensador griego tiene la suya, pero ha permitido hacer del “ser” una nocidn objetivable, que la reflexién filoséfica podia manejar, analizar, situar como no importa qué otro concepto. Que es cosa en este caso, ante todo, de un hecho de lengua, se advertird mejor considerando el comportamiento de esta misma no. cién en una lengua diferente. Conviene escoger, para oponerla al griego, una lengua muy diversa, pues es justamente por la organiza- cién interra de estas categorias como los tipos lingiiisticos difieren mis. Precisemos tan s6lo que lo que comparamos aqui son hechos de expresiin lingtifstica, no desenvolvimientos conceptuales. En la lengua ewe (hablada en Togo), que clegimos para este confrontaci6n, la nocién de “ser”, 0 lo que denominariamos tal, se reparte entre varios verbos.* Hay primero un verbo nye que, dirfamos nosotros, sefiala la iden- tidad del sujeto y el predicado; enuncia “ser quién; ser qué”. El hecho curiose es que nye se comporta como verbo transitivo y rige, como complement en acusativo, lo que es para nosotros un predi- cado de identidad ‘Otro verbo es Ie, que expresa propiamente la “existencia”: Mawu le, “Dios existe”. Pero tiene también un empleo predicativo; le se © Los hechos se hallardn en detalle en D. Westermann, “Grammatik der EweSprache, § 110-111; Werterbuch der EweSprache, 1, pp. 321, 384. 72 LA COMUNICACION emplea con predicados de situacién, de localizacién, “estar” en un sitio, en un estado, en un tiempo, en una cualidad, ele nyuie, “est’ bien’ ele a fi, “est aqui”; ele ho me, “esté en la casa”. Toda de- terminacién espacial y temporal se expresa asi por le, Ahora, en todos estos empleos le no cxiste sino en un ticmpo, el aoristo, que cumple las funciones de un tiempo narrativo pasado y también de un perfecto presente, Si la frase predicativa que incluye le debe ponerse en otro tiempo, como el futuro 0 el habitual, le es remplazado por el verbo transitivo no, “permanecer, quedar”; © sea que segiin el ticmpo em- pleado hacen falta dos verbos distintos, le intransitive o no transi- tivo, para verter la misma nocién, Un verbo wo, “hacer, realizar, producir un efecto” con ciertos nombres de materia, se comporta a la manera de nuestro “‘ser” se- guido de un adjetivo de materia: wo con ke, “arena”, da wo ke, “ser arenoso”; con tsi, “agua”, “ser himedo”, wo tsi; con kpe, “piedra”: workpe, “ser pedregoso”. "Lo que presentamos como un “ser” de na- turaleza es en ewe un “hacer”, a la manera de nuestro “hace viento”. ‘Cuando el prodicado es un témino de funcién, de dignidad, el verbo es du, ast du fia, “ser rey” Por Gitimo, con ciertos predicados de cualidad fisica, de estado, “sex” es expresado por di: por ejemplo di ku, “ser delgado”, di fo, “ser deudor”, O sea que se tienen précticamente cinco verbos diferentes para comresponder aproximadamente a las funciones de nuestro verbo “ser” y “estar” en espanol, por supuesto. No se trata del reparto de una misma {rea seméntica en cinco porciones, sino de una distribucién ie acarrea un arreglo diferente, y aun en las nociones vecinas. Por ejemplo, las nociones de “ser” y “tener” son para nosotros tan distin- tas como los términos que las cnuncian. Pues bien, en ewe uno de Jos verbos citados, le, verbo de existencia, unido a asi, “en la mano”, forma una locucién Ze asi, literalmente “estar en la mano”, gue es el equivalente més usual de nuestro “tener”: ga le asf-nye (lit, “dinero es en mj mano”), “tengo dinero”. Esta descripeién del estado de cosas en ewe comprende cierto grado de artificio. Esté hecha desde el punto de vista de nuestra Tengua, y no, como deberfa, en los marcos de la lengua misma, En al interior de la morfologia 0 de la sintaxis ewe, nada acerca estos cinco verbos entre ellos. Es en relacién con nuestros propios usos line giifsticos como les descubrimos algo en comin. Pero he aqui pre- cisamente la ventaja de esta comparacién “‘egocéntrica’; nos iléstra CATEGORIAS DE PENSAMIENTO Y DE LENCUA 33 sobre nosotros mismos; nos muestra en esta variedad de empleos de 'ser” en griego un hecho propio de las lenguas indoeuropeas, de nin: gin modo una situacién universal ni una condicién necesaria, Ni que decir tiene, 10s pensadores griegos a su vez han actuado sobre Ja lengua, enriquecido las significaciones, creado formas nuevas. Es sin duda ‘de una reflexién filosdfica sobre el “ser” de donde surgid el sustantivo abstracto derivado de elvai; lo vemos crearse en el curso de la historia: primero como teota en el pitagorismo dorio y en Platén, después como otigia, que se ha impuesto. ‘Todo lo que aspiramos a mostrar aqui ¢s que la estructura lingistica del griego predisponia la nocién de “ser” a una vocacién filoséfica. Opuesta- mente, la lengua ewe nos ofrece sdlo una nocién estrecha, empleos particularizados, No sabriamos decir qué puesto ocupa cl “scr” en la metafisica ewe, pero « priori la nocién debe de articularse de muy otra manera Es de la naturaleza del lenguaje prestarse a dos ilusiones en sen- tidos opuestos. Por ser asimilable, consistir en un numero siempre limitado de elementos, la lengua da la impresidn de no ser mas que uno de los trujamanes posibles del pensamiento libre éste, autar- quico, individual, que emplea la lengua como su instrumento. De hecho, si se intentan alcanzar los marcos propios del pensamiento, no se atrapan més que las categorias de la lengua. La otra ilusién & inversa. El hecho de que la lengua sea un conjunto ordenado, que revele un plan, incita a buscar en el sistema formal de la lengua la calea de una “Iégica” que serfa inherente al espicitu, y asi exterior y anterior a la lengua. De hecho, no se construyen asi mas que in- genuidades 0 tautologias. Sin duda n0 es fortuito que la epistemologia moderna no trate ya de constituir una tabla de las categorias. Es més fructuoso con- ‘eebir el espicitu como virtualidad que como marco, como dinamismo que como estructura. Es un hecho que, sometido a las exigencias de los métodos cientificos, e] pensamiento adopta por doquier igua- les cursos, sea cual fuere a lengua que elija para describir la expe- riencia, En este sentido, se torna independiente, no de la lengua sino de las estructuras linguisticas pasticulares. El pensamiento chino bien puede haber inventado categorfas tan especificas como el tao, el yin y el yang: no es menos capaz de asimilar los conceptos de la dialéctica materialista o de la mecinica cudntica sin que sea obstaculo la estructura de la lengua china. Ningin tipo de lengua puede él mismo y por si mismo ni favorecer ni impedir la actividad del pen- 4 LA COMUNICACION samiento. El vuelo del pensamiento est4 ligado mucho mis estrecha. mente a Jas capacidades de los hombres, a las condiciones generales de Ia cultura, a la organizacion de la sociedad, que a la naturaleza particular de la lengua. Pero Ja posibilidad del pensamiento esta Vinculada a la facultad de lenguaje, pues la lengua es una estructura informada de significacién, y pensar es manejar los signos de la Jengua. cariruLo vit OBSERVACIONES SOBRE LA FUNCION DEL LENGUAJE, EN EL DESCUBRIMIENTO FREUDIANO * En la medida en que el psicoandlisis aspira a plantearse como cien- cia, hay razén para pedirle cuentas de su método, de sus pasos, de su proyecto, y compararlos con los de las “ciencias” reconocidas. Quien desee discernir Tos procedimientos de razonamiento sobre los que descansa el método analitico desemboca en una verificacién singular, Del trastorno registrado hasta la curacién, todo ocurre como si no interviniese nada de material. Nada se practica que se preste a una verificacién objetiva. No se va estableciendo, de una induc- cién a la siguiente, esa relacién de causalidad visible que buscamos en un razonamiento cientifico. Cuando —a diferencia del psico- analista— el psiquiatra intenta remitir e) trastorno a una lesién, al ‘menos su itinerario tiene el aire clasico de una biisqueda que se remonta a la “causa” para tratarla, Nada parecido en la técnica analitica. Para quien no conoce el andlisis mas que en las retaciones que Freud oftece (es el caso del autor de estas paginas) y para quien considera menos la eficacia practica, que aqui no estd en tela de juicio, que la naturaleza de los fenémenos y Ios nexos en que son planteados, el psicoanilisis parece distinguirse de toda otra discipli- na, Principalmente en esto: el analista opera sobre lo que el sujeto le dice. Lo considera en los discursos de éste, lo examina en su comportamiento locutorio, “fabulador”, y a través de estos discursos sc configura lentamente para él otro discurso que le tocara explicitar, el dcl complejo sepultado en el inconsciente. De sacar a Juz tal complejo depende el éxito de la cura, lo cual atestigua a su vez que Introduceién al psicoandiiss, 1 (1968) Las telecencias a lor textos de Freud se’hardn con las abreviaturas siguien tes: G. We con el nGmero del volumen para los Gosmmcite Werke, edicion ciorolégiea de los testos alemanes, publitada en Londres, Imago Publichi, SF. para el texto inglés de la Standard edition, en cutso de pablicacién por Hioguth Press; GP. para a texto inglés de los Collected Paper, Hogarth Pres, Londies. (La edicién espafola citada es la de Biblioteca Nueva, Madrid, 3 tomas, 1967-1968.) (75) 76 LA COMUNICACION la induccién era correcta. Asi del paciente al analista y del analista al paciente, el proceso entero es operado por mediacién del lenguaje Es esta relacién la que merece atencién y distingue propiamente este tipo de andlisis. Ensefia, nos parece, que el conjunto de los sin tomas de naturaleza diversa que ¢] analista encuentra y escruta su- ccesivamente son el producto de una motivacién inicial en c! paciente, inconsciente al principio, a menudo traspuesta a otras motivaciones, conscientes éstas y generalmente falaces. A partir de esta motivacién, que se trata de descubrir, todas las conductas de! paciente se iluminan y encadenan hasta el trastorno que, a ojos del analista, ¢s a la vez conclusién y sustituto simbélico. Discernimos aqui, pues, un rasgo esencial del método analitico: los “fenémenos” son gobernados por una relacién de motivacién, que ocupa aqui el lugar de lo que las ciencias de la naturaleza definen como una relacién de causalidad. Nos parece que si los analistas admiten este punto de vista, el es- tatuto cientifico de su disciplina, en su particularidad propia, asi como el caricter especifico de su método, quedarin mejor estable- cides, Hay una sefial neta de que la motivacién carga aqui con la fun- cién de “causa”. Es sabido que el camino seguido por el analista es -enteramente regresivo, y que aspira a provocar la emergencia, en el recuerdo y en el discurso del paciente, del dato factico a cuyo alre- dedor se ordenard en adelante la exégesis analitica del proceso mér- Dido, De suerte que ¢] analista va en pos de un dato “histbrico” escondido, desconocido, en la memoria del sujeto, consienta o no éste en “reconocerlo” ¢ identificarse con él. Se nos podria objetar entonces que este resurgimiento de un hecho vivido, de una expe- riencia biografica, equivale precisamente al descubrimiento de una “causa”. Pero se ve en el acto que el hecho biogrdfico no puede cargar él solo con e] peso de una conexién causal. Primero, porque el analista no puede conocerlo sin ayuda del paciente, tinico que sabe “lo que le ocurri6”, Aunque pudiera, no sabria qué valor atribuir ‘al hecho. Supongamos incluso que, en un universo utépico, el ana- lista consiguiera descubrir, en testimonios objetivos, el rastro de todos los acontecimientos que componen la biografia del paciente: seguiria sin sacar en claro gran cosa, y no, salvo por feliz. accidente, lo esen- cial. Pues si le es preciso que el paciente le cuente todo y aun que hable al azar y sin propSsito definido, no es para encontrar un hecho empirico que no haya quedado registrado en ninguna parte sino en la memoria del paciente: ¢5 que los acontecimientos empiricos EL, LENGUAJE EN ET, DESCUBRIMIENTO FREUDIANO 17 no tienen realidad para el analista mas que en y por el “discurso” que les confiere Ja autenticidad de la experiencia, sin importar su realidad histérica, y aun (1s valiera decir: sobre todo) si el discusso elude, traspone o inventa la biografia que el sujeto se atribuye. Pre- cisamente porque el analista desea revelar las motivaciones més que reconocer ios acontecimientos. La dimensidn constitntiva de esta Diografia es que es verbalizada y asi asumida por quien la narra como suya; sti expresién es la del lenguaje; la relacién del analista con el sujeto, la del didlogo. “Todo antincia aqui cl advenimiento de una técnica que hace del lenguaje su. campo de accién y el instrumento privilegiado de su eficiencia, Pero surge entonces una cuestién fundamental: cual es pues este “lenguaje” que acta tanto como expresa? zEs idéntico al que se emplea fuera del andlisis? yE's solamente el mismo para las dos partes? En su brillante memoria sobre la fincién y el campo de la palabra y del lenguaje en psicoandlisis, el doctor Lacan dice del mé- iodo analitico (p. 103): “Sus medios son Jos de la palabra en tanto que ésta confiere a las funciones de! individuo un sentido; su dominio es el del discurso concreto en tanto que realidad transindividual del sujeto; sus operaciones son las de la historia en tanto que constituye la emergencia de la verdad cn lo real.” A partir de cstas justas definiciones, y ante todo de la distincién introducida entre los me- dios y el dominio, es posible intentar delimitar las variedades del “lenguaje” que estin en jucgo. En primera instancia, encontramos el universo de la palabra, gue es el de la subjetividad. A lo largo de los anilisis freudianos enteros se percibe que el sujeto se sirve de la palabra y del discurso para “representarse” é] mismo, tal como quiere verse, tal como llama al “otro” a verificarlo. Su discurso es llamado y recurso, solicitacién a veces vehemente del otro a través del discnrso en que se plantea desesperadamente, recurso a menudo meatiroso al otro para indi- vidualizarse ante sus propios ojos. Por el mero hecho de la alocu- cidn, el que habla de si misino instala al otro en si y de esta suerte se capta a si mismo, se confronta, se instaura tal como aspita a ser, y finalmente se historiza en esta historia incompleta o falsificada. De modo que aqui e) lenguaje es atilizado como palabra, convertido en esta expresién de la subjetividad apremiante y elusiva que forma la condicién del didlogo. La lengua suministra el instrumento de tun discurso en donde Ia personalidad del sujeto se libera y se crea, alcanza al otro y se hace seconocer por él. Ahora, la lengua es es- 8 LA COMUNICACION Uuctura socializada, que Ja palabra somete a fines individuales e i tersubjetivos, atadiéndole asi un perfil nuevo y estrictamente perso- nal. La lengua es sistema comin a todos; el discurso es a la vez portador de un mensaje ¢ instrumento de accién. En este sentido, las configuraciones de la palabra son cada vez tinicas, pese a reali- zarse cn el interior y por mediacion del Jenguaje. O sea que hay antinomia en el sujeto entre el discurso y Ia lengua. Pero para c] analista la antinomia se establece en un plano muy diverso y adquiere otro scntido. Ha de atender al contenido del discutso, mas no menos, y sobre todo, a los desgarrones del discurso. Si cl contenido lo informa acerca de la representacién que el sujeto se da de la situaciém y acerca de la posicidn que en clla se atribuye, busca, a través de este contenido, uno nuevo, el de la motivacién inconsciente que procede del complejo scpultado, Mas alla del sim- bolismo inherente al lenguajc, percibird un simbolismo especifico que sc constituira, a despecho del sujcto, tanto a partir de lo que omite como de lo que cnuncia. Y cn la historia en que el sujeto se coloca, cl analista provocard la cmergencia de otra justoria, que cx- plicar4 la motivacién, Tomard asi cl discurso como trujaman de otro “Tenguaje”, que tiene sus reglas, sus simbolos y su “sintaxis” propios, y que remite a las estructuras profundas del psiquismo, ‘Al sefialar estas distinciones, que requeririan abundantes desen- volvimientos, pero que sélo el analisia podria precisar y matizar, quisiéramos sobre todo aclarar ciertas confusiones que se correria cl riesgo de establecer en un dominio en donde cs ya dificil saber de qué se habla cuando se cstudia el lenguaje “ingenuo” y en donde las preocupaciones del andlisis introducen una dificultad nueva. Freud lia alumbrado decisivamente Ja actividad verbal tal como se revela cn sus desfallecimientos, en sus aspectos de juego, cn su libre divaga- cién cuando queda suspendido el poder de censura. ‘Toda Ia fuerza anérguica que refrena o sublima el lengnaje normalizado tiene su origen en el inconsciente. Freud ha observado también la afinidad profunda entre estas formas del lenguaje y la naturaleza de las aso ciaciones que s¢ establecen en cl suefio, otra expresién de las motiva ciones inconscientcs. Se vio conducido asi a reflcxionar sobre c! fun: Gionamiento del lenguaje en sus rclaciones con las estructuras infra- conscientes del psiquismo, y a preguntarse si los conflictos que de- finen tal psiquismo no habrfan impreso su huella en las formas mismas del lenguaje Planted el problema en un articulo publicado en 1910 y titulado EL LENGUAJE TN EL DESCUBRIMIENTO FREUDIANO 9 EI doble sentido antitético de las palabras primitivas. En el punto de arranque hay una observacién esencial de su Traumdeutung acet- ca de l2 insensibilidad a la contradiccién que caracteriza a la logica del suefio: “La conducta del suefio con respeto a la antitesis y a la contradiccién es altamente singular. De la contradiccién proscinde en absoluto, como si para él no existiera el ‘no’, y reine en una Unidad las antitesis 0 las representa con ella. Asimismno sc toma la libertad de representar un elemento cualquiera por el deseo con- travio al mismo, resuixando que al enfrentarnos con un elemento capaz de contrario no podemos saber nunca al principio si se halla contenido positiva o negativamente en las ideas latentes”. Pucs bien, Freud creyé hallar en un estudio de K, Abel la prueba de que "la practica indicada de la claboracién del sucfio coincide con una pect- liaridad de las Jonguas més antiguas”. Luego de reproducir algunos ejemplos, pudo concluir: “En la coincidencia entre la peculiaridad de la claboracién de los suetios, expuesta al principio del presente trabajo, y la practica de las lenguas, més antignas, descubierta por los filélogos, debemos ver una confirmacién de nuestca tesis del ca- rdcter regresivo y arcaico de la expresién de los pensainicntos en el suefio. Y 2 nosoteos, los psiquiatras, se nos impone, como una hipd- tcsis irrechazable, la ‘de que comprenderiamos mejor y traduciriamos mis ficilmente el lenguaje de los suefios si conociéramos mejor la evolucién del lenguaje hablado.” * Existe cl riesgo de que la autoridad de Preud haga que esta de. mostracion pase por cosa establecida, 0 en todo caso acradite la idea de que habria aqui una sugestiéu de investigaciones fecundas. Se habria descubierto una analogia entre el proceso del suefio y la se- mantica de las lenguas “‘primitivas”, en las que un mismo término enunciaria una cosa y también su contratio. Parecerfa abierto el ca- mino a una investigacién que buscase las estructuras comunes al len- guaje colectivo y al psiquismo individual. Ante semejante panorama, ho esta de mas indicar que hay razones de hecho que quitan todo crédito a las especulaciones etimolégicas de Karl Abel que sedujeran a Freud. No es cosa aqui ya de manifestaciones psicopatolégicas del Tenguaje, sino de los datos concretos, gencrales, verificables, propor: cionados por lenguas histéricas. No es azar que ningiin linguista preparado, ni en la época en que ® Psicoandlisis aplicado, 1056-7; Collected Papers, wv, 184-191; G. we ants a op es 80 LA COMUNICACION Abel escribia (ya los habia en 1884), ni luego, haya aceptado este Gegensinn der Urworte en su método ni en sus condusiones. Es que si se pretende remontar el curso de Ja historia scmantica de las palabras y restituir su prehistoria, el primer principio de método es considerar los datos de forma y de sentido sucesivamente atestiguados en cada época de fa historia, hasta la fecha mas antigua, y no consi derar una restitucién sino a partir de) punto Gltimo que nuestra indagacién logre aleanzar. Este principio rige otto, relativo a la tée nica comparativa, que es el de someter las comparaciones entre enguas a correspondencias regulares. K. Abel opera sin cuidarse de ‘estas reglas y junta todo lo que sc parece. 1D¢ una semejanza entre una palabra alemana y otra inglesa o latina de sentido diferente 0 contrario, concluye una relacién original por “sentidos opuestos”, desdefiando todas las etapas intermcdias que justificarian la dive gencia, de haber parentesco efectivo, o ccharian por ticrra la posibili dad de dicho parentesco demostranco que tienen diferente origen Es facil demostrar que ningiwna de las pruebas alegadas por Abel puede conservarsc, Para no alargar esta discusién, nos limitaremos a los ejemplos tomados de lenguas occidentales, que pudieran con. fundir a lectores no lingiistas. Abel da una serie de correspoudencias cntre el inglés y el alemén, que Freud recoge como muestra de los sentidos opucstos, entre una Tengua y otra, y entre los cuales se apreciaria una “‘transformacién fonética con vistas ala separacién de los contrarios”. Sin insist por ¢] momento en el grave error de razonamiento disimulado tras esta sencilla obscrvacién, conformémonos con rectificar las confronta- cioncs, E] antiguo adverbio aleman bass, “bien”, esté emparentado con besser, pero no ticne nada que ver con bids, “malo”, al igual que en antiguo inglés bat, “bueno, mejor”, carece de relacién con badde hoy bad), “malo”. El inglés cleave, “hender”, no responde en ale- man a Rleben, “pegar”, como dice Abel, sino’a klieben, “hender” (cf. Kluft). El inglés fock, “cerrar”, no se opone al alemén Liicke, Loch, sino que, por ] contrario, hace juego, pues el sentido antiguo de Loch es “retiro, Iugar cerrado y oculto”. ':] aleman sturam sign fica propiamente “paralizado (de la lengua)”, se vincula a stammeln, stemmen, y no tiene nada en comin con Stimme, que ya significa “voz” en su forma mas antigua, gotico stibna, Asimismo, ef latin clam, “‘sectetamente”, sc liga a celare, “ocultar”, de ningan modo a clamare, ctc. Otra serie de prucbas igual de crroncas extrae Abel de cierlas expresiones que se toman en sentidos opuestos en una EL LENGUAJE EN EL DESCUBRIMIENTO ¥REUDIANO 8l misma lengua. Tal serfa el doble sentido del latin sacer, “sagrado” y “maldito”. Aqui la ambivalencia de la nocién no debiera sorpren- demios ya, Iuego de que tantos estudios sobre la fenomenologia de Jo sagrado han trivilizado su radical dualidad: en la Edad Media, un rey y un leproso eran ambos, al pie de la letra, “intocables”, pero To Sc Sigue que sacer encierre dos sentidos contradictorios; son las condiciones de la cultura las que han detcrminado ante ¢l objeto “‘sagrado” dos actitudes opuestas, La doble significacién que se atri- duye al latin altus, como “alto” y “profundo”, se debe a la ilusién que nos hace tomar por necesarias y universales las categorias de nuestra propia lengua. Incluso en francés [o en espanol] hablamos de la “profundidad” del cielo 0 de la “profundidad” del mar. Mas precisamente, la nocién de altus se evaliia en latin en direccién de abajo arriba, cs decir subiendo desde el fondo del pozo, o Arbol ariba, desde el pie, sin considcrar la posicién del observador, en tanto que “profundo” en francés {o espafiol] se define en direcciones opuestas a pattir del observador hacia el fondo, ya sea el fondo de un pozo © el del cielo. Nada hay de “original” en estas variadas maneras de construir lingiiisticamente nuestras representaciones. Ni tampoco 5 cn “los origenes del lenguaje” donde hay que buscar la explicacién del inglés with-out, sino bien. modestamente en los origenes del glés. Al contrario de lo que Abel creyé —y hay quien sigue creyen- do—, with-out no encierra las expresiones contradictorias ‘con sin”; el sentido propio de with es aqui “contra” (cf. withstand) y sefiala pulsién o esfuerzo en una direccién cualquiera, De ahi with-in, “hacia cl interior’, y with-out, “hacia el exterior”, de donde “afuera, sin’. Para comprender que el aleman wider signifique “contra” y ‘wieder (con una sencilla variacién de grafia) signifique “de regreso”, basta con pensar en el mismo contraste aparente de re- en francés entre re-pousser y re-venir [0 en espaiial re-peler y re-tornar]. No hay €n todo esto ningdn misterio y la aplicacién de reglas elementales disipa tales espejismos. ‘Mas con esto se desvanece la posibilidad de una homologia entre las vias del suefic y los procedimientos de las “lenguas primitivas”. Aqui la cuestion tiene dos aspectos. Uno concieme a la “Jégica” del lenguaje. En tanto que institucién colectiva y tradicional, toda len gua tiene sus anomalias, sus faltas de légica, que traducen una disi- inetria inherente a la naturaleza del signo lingiiistico. Pero no deja por ello la lengus de ser sistema, de obedecer a un plan especitico, y de estar articulada por un conjunto de relaciones susceptibles de 82 LA COMUNICACION cierta formalizacién, El trabajo lento pero incesante que se opera en el interior de una lengua no procede al azar, afecta a aquellas de las relaciones 0 de las oposiciones que son 0 no son necesarias, de suerte que se tenueven 0 multipliquen las distinciones iitiles a todos los niveles de la expresién. La organizacién semantica de la lengua no escapa a este cardcter sistemAtico, Es que la lengua es instrumen- to para ordenar el mundo y la sociedad, se aplica a un mundo con- siderado “real” y refleja un mundo “real”. Pero aqui cada lengua es especifica y configura el mundo a su manera propia. Las distin- ciones que cada lengua manifiesta deben referirse a la légica particu- lar que las sostiene, y no scr sometidas de buenas a primeras a una evaluacién universal. A este respecto, las lenguas antiguas o arcaicas no son ni mas ni menos singulares que las que hablamos nosotros; tinicamente tienen la singularidad que prestamos a los objetos poco familiares. Sus categorias, orientadas de modo distinto que las nues- tras, no por ello dejan de tener coherencia. De manera que es a priori improbable —y el examen atento lo confirma— que tales lenguas, por arcaicas que se las suponga, escapen al “principio de contradiccién” afectando la misma expresién a dos nociones mutua- mente exclusivas o siquiera contrarias. De hecho, seguimos esperan- do que salgan a luz ejemplos serios. Si se supone que exista una lengua en la que se diga lo mismo “grande” y “pequeno”, ser que en tal lengua la distincién entre “grande” y “pequetio” carece lite ralmente de sentido y wo existe la categoria de la dimensién, no que se trate de una lengua que admita una expresin contradictoria de la dimensién, La pretension de realizar semejante biisqueda de dis- tincién sin hallarla realizada demostraria la insensibilidad a la contra- diccién no en la lengua, sino en el investigador, pues es por cierto un propésito contradictorio imputar al mismo tiempo a una lengua el conocimiento de dos nociones en tanto que contrarias, y la expre- sién de ellas en tanto que idénticas. Otro tanto ocurre con la légica particular del snefio. Si caracte- rizamos e] descnvolvimiento de! suefio mediante su total libertad en las asociaciones y Ia imposibilidad de admitir una imposibilidad, es ante todo porque seguimos su itinerario y 1o analizamos en los mar- cos del lenguaje, y que lo propio del lenguaje es no expresar sino lo que es posible expresar. No se trata de una tautologia. Un lenguaje 6 ante todo una categorizacién, una creacién de objetos y de rela ciones entre estos objetos. Imaginar una etapa del lenguaje, tan “original” como se quiera, pero no obstante real © “*historico”, cn EL LENGUAJE EN EL DESCUBRIMIENTO FREUDIANO 83 que determinado objeto fuera denominado como siendo é| mismo y al mismo tiempo no importa cudl otro, y en que la relacién expre- sada fuera la rclacién de contradiccién permanente, la relacién no rclacionante, donde todo seria ello mismo y otro, es imaginar una pura quimera. En la medida cn que podemos auxiliarnos con el testimo- nio de las Ienguas “primitivas” para remontarnos a los origenes de la experiencia lingiistica, debemos cnfrentarnos por el contrario a una extrema complejidad de la clasificacion y multiplicidad de cate- gorias. Todo parece apartarnos de una cosrelacién “vivida” ntre la Togica onirica y la légica de una lengua real. Notemos también de paso que justamente en las sociedades “primitivas”, lejos de que la Jengua reproduzca el tren del suefio, es el suefto cl que es reducido a las categorias de la lengua, en vista de que es interpretado en rela- cién con situaciones actuales y por mediacién de un juego de equi- valencias que lo someten a una verdadcra racionalizacién Tingiistica> Lo que Freud pidié en vano al lenguaje “histérico”, hubiera podido pedirselo, en cierta medida, al mito o a la poesia, Ciertas formas de poesfa pucden emparentarse con cl suefio y sugerir el mis- mo modo de estructuracién, introducit cn las formas normales del lenguaje csa suspensién del sentido que el suefio proyecta en nuestras actividades. Pero entonces seria, paraddjicamente, cn cl surrealismo poético —que Freud, al decir de Breton, no comprendia— donde hubiese podido hallar algo de lo que erradamente buscaba en el len- guaje organizado, En Freud, semejantes confusiones parceen nacer de su constante recurso a los “origenes": origenes del arte, de la religién, de la socie dad, del lenguaje... Traspone sin cesar lo que le parcce “primitive” cn el hombre a un primitivismo de origen, pues ¢ por cierto en la his toria de este mundo donde proyecta lo que podria denominarse una crouologia del psiquismo humano. zEs legitimo esto? Lo que la on: togenia permite al analista plantcar como arquetipico no ¢s tal sino con respecto a lo que lo deforma o reprime. Pero si de esta ropresin se hace una cosa que sea genéticamente coextensiva con la sociedad, ya no cs mas posible imaginar una situacién de sociedad sin conflicto que un conflicto fuera de la sociedad. Réheim ha descubierto cl com- plejo de Edipo cn las sociedades m4s “primitivas”. Si este complejo es imherente a la sociedad como tal, un Edipo libre de casar con su 3 CE. La interpretacién de los suefios, cap. n, p. 306, n. 1: “los libros de Jos suefios’orientales... efectéan casi siempre ls interpretocién guiindose por la similicadencia o analagla de las palabras...” ©. W, wi, p. 103, 8. E, 1%, p. 99. 84 LA COMUNICACION madre es una contradiccién en los términos. Y, en tal caso, lo que hay que nuclear en el psiquismo humano es justamente el conflicto. Pero entonces la nocién de “original” no tiene ya el menor sentido. En cuanto se pone el lenguaje organizado en correspondencia con el psiquismo elemental, se introduce en el razonamiento un dato mnevo que rompe la simetria que se pensaba establecer. El propio Freud ha probado esto, a despecho suyo, en su ingenioso ensayo sobre la negacién* Reduce la polaridad de la afirmacién y de la negacién linguisticas al mecanismo biopstquico de la admisién en si o del rechazo fuera de si, ligado a la apreciacién de lo bueno y de lo malo, Pero también el animal es capaz de csta evaluacién que conduce a admitir en si o a rechazar fuera de si. La caracteristica de Ja negacién lingtiistica es que no puede anular sino Jo que es enun- ciado, que debe plantear explicitamente para suprimir, que un juicio de no existencia tiene necesariamente también el estatuto formal de un juicio de existencia, Asi la negacién es primero admisién, Muy otro es el rechazo de admisién previa que se llama represién. Freud mismo enuncié harto bien lo que la negacién manifiesta: “Una repre- sentacién 0 un pensamiento reprimidos pueden, pues, abrirse paso hasta le conciencia, hajo la condicién de ser negados. La negacién es una forma de percatacién de lo reprimido: en realidad supone ya un alzamiento de la represién, aunque no, desde luego, una acepta- cin de lo reprimido. .. Conseguimos vencer también la negacién imponer una plena aceptacién intelectual de lo reprimido, pero sin que ello traiga consigo la anulacién del proceso represivo mismo.” iNo se ve aqui que el factor lingitistico es decisivo en este proceso complejo, y que la negacién es en alguna forma constitutiva del con- tenido negado, y asi de la emergencia de tal contenido en la concien. cia y de la supresion de la represién? Fintonces lo que subsiste de 1a represién no es ya sino una repugnancia a identificarse con este con- tenido, pero el sujeto no tiene ya poder sobre la existencia de éste También aqui su discurso puede prodigar las denegaciones, mas no abolir la propiedad fundamental del lengtaje: implicar que alguna cosa corresponde a lo que es enunciado, alguna cosa y no “nada”. Llegamos aqui al problema esencial, cuya urgencia testimonian todas estas discusiones y el conjunto de los procedimientos analiti- cos: el del simbolismo, ‘Todo €] psicoanilisis se funda cn una teoria del simbolo. Ahora, el lenguaje no es més que simbolismio. Pero las + GW, may, pp. 1115; C. P., ¥, pp. 181-185; B.N., 1, pp. 11346 EL LENGUAJE EN FL DESCUBRIMTENTO FREUDIANO 85 diferencias entre Jos dos simbolismos ilustran y resumen todas las gue indicamos sucesivamente, Los andlisis profundos que Freud hizo del sitnbolismo del inconsciente iluminan también las vias diferentes por jas que se sealiza el simbolismo del lengnaje. Al decir del len- guaje que ¢: simbélico, no se enuncia aén sino su propiedad mas manifiesta. Hay que afiadir que el lenguaje se realiza necesariamente en una lengua, y entonces aparece una diferencig, que define para el hombre el simbolismo lingistico: es aprendido,’ es coextensivo con Ja adquisicién que el hombre hace del mundo y de Ia inteligencia, con los que acaba por unificarse, Se sigue que los principales de es- tos simbolos y su sintaxis no se separan para él de las cosas y de la experiencia de ellas; debe apropidrselos a medida que las descubre como realidades. A quien abarca en su diversidad estos simbolos actualizados en los términos de las lenguas, bien pronto le aparece que la relacién de estos simbolos con las cosas que parecen cubrir s6lo se deja verificar, no justificar. Con respecto a este simbolismo que se rcaliza en sighos infinitamente diversos, combinados en siste- mas formales tan numerosos y distintos como lenguas hay, el simbo- lismo del inconsciente descubierto por Freud oftece caracteres absolu- tamente especificos y diferentes. Hay que subrayar algunos. Ante todo, su universalidad. Parece, segin los estudios realizados sobre los suefos o las neurosis, que los simbolos que los traducen constituyen un “vocabulario” comtin a todos los pueblos sin acepcién de lengua, por el hecho, evidentemente, de que no son ni aprendidos ni recono- cidos como tales por quienes los producen. Por afiadidura, la relacién entre estos simbolos y lo que relatan puede definirse mediante la riqueza de los significantes y la unicidad del significado, en virtud de gue el contenido esta reprimido y no se libera sino so capa de las imagenes, En compensacién, a diferencia del signo lingiiistico, estos significantes miltiples y este significado Gnico estin constantemente vinculados por una relacién de “motivacién”. Se observaré final- mente que la “sintaxis” que encadena estos simbolos inconscientes no obedece a ninguna exigencia légica, 0 més bien no conoce sino una sola dimensién, la de la sucesién que, como Freud vio, significa asimismo causalidad. Estamos pues en presencia de un “lenguaje” tan particular que resulta de la mayor importancia distinguilo de lo que llamamos ast. Es subrayando estas discordancias como mejor puede situarselo en el registro de las expresiones lingiisticas. “Esta simbélica —dice Freud— no es especial de! suefio, reaparece en toda la imagineria 86 LA COMUNICACION inconsciente, en todas las representaciones colectivas, populares en especial: en el folklore, los mitos, las leyendas, los proverbios, los dichos, los juegos de palabras ordinarios; abi hasta es mas completa gue en el suefio.” Queda asi bien planteado el nivel del fenémeno. En el rea en que se revela esta simbélica inconsciente, podria de- cirse que es a la vez infra y supralingifstica. InfralingUistica, tiene su fuente en una regién més profunda que aquella en que la educe cién instala el mecanismo lingtifstico. Utiliza signos que no se descomponen y que comprenden numerosas variantes individuales, susceptibles a su vez de acrecentarse por recurso al dominio comin de Ja cultura o a la experiencia personal. Es supralingtiistica por el hecho de utilizar signos extremadamente condensados que, en el len- guaje organizado, comresponderian més bien a grandes unidades del discurso que a unidades minimas, Y entre estos signos se establece una relaci6n dinémica de intencionalidad que se reduce a una mo- tivacin constante (la “realizacién de un deseo reprimido”) y que echa mano de los rodeos més singulares. Retomamos asi al “discurso”. Prolongando esta comparacién, to- marfamos un camino de comparaciones fecundas entre la simbolica del inconsciente y ciertos procedimientos tpicos de la subjetividad manifestada en ef discurso. Al nivel de! lenguaje es posible precisar: se trata de los procedimientos estitsticos del discurso. Pues es en el estilo, antes que en la lengua, donde verfamos un término de compa- racién con las propiedades que Freud descubrié como sefialadoras del “lenguaje” onftico. Llaman la atencién las analogias que se esbozan aqui. El inconsciente emplea una verdadera “retdrica” que, como el estilo, tiene sus “figuras”, y el viejo catdlogo de los tropos brindarfa un inventario apropiado para los dos registros de la expre- sién. Por una y otra parte aparecen todos los procedimientos de sustitucién engendrados por el tabi: e] eufemismo, la alusién, la antifrasis, la pretericién, la Iitote, La naturaleza del contenido hard aparecer todas las variedades de la metdfora, pues es de una conver- sién_ metaforica de la que los simbolos del inconsciente extraen su sentido y su dificultad @ la vez. Emplean también lo que la vieja ret6rica ama metonimia (continente por contenido) y sinéedoque (parte por el todo), y si la “sintaxis” de los encadenamientos simbé- licos recuerda algiin procedimiento de estilo entre todos, serd la elip- sis, En una palabra, conforme se establezca un inventario de las imégenes simbélicas en el mito, el suefio, et, se verd probablemente con mayor claridad en las estructuras dindmicas del estilo y en sus RL LENGUAJE EN EL DESCUBRIMIENTO FREUDIANO 87 components afectivos. Lo que hay de intencional en la motivacion gobierna oscuramente la manera como el inventor de un estilo con- forma la materia comén y, a su modo, se libera de ella, Pues lo que se llama inconsciente ¢s responsable de cémo cl individuo construye su persona, de lo que afirma y de lo que rochaza 0 descanuce, y esto motiva aquello, ann Estructuras y analisis capiruLo var “ESTRUCTURA” EN LINGUISTICA+ En dl curso de los iiltimos veinte afios, el ténnino “estructura” ha recibido en lingiifstica una extensién considerable, luego de adquirir valor doctrinal y en cierto modo programético. Por lo demés, no es tanto estructura el término que en adelante aparece como esencial, cuanto el adjetivo estructural, para calificar la lingtifstica, Estructural trajo en seguida estructuralismo y estructuralista. Fue creado asi un conjunto de designaciones* que ahora otras disciplinas toman de la lingifstica para adaptarlas a sus propios valores. Hoy por hoy es imposible recorrer el sumario de una revista de lingiiistica sin topar con alguno de estos términos, a menudo incluso en el titulo mismo del trabajo. Admitiremos sin reparos que no siempre es ajeno a esta difusién el afan de ser “moderno”, que ciertas declaraciones “estruc- turalistas” cobijan trabajos de novedad o interés discutibles. El ob- jeto de la presente nota no es denunciar el abuso sino explicar el uso. No es cosa de asignar a la lingiiistica “estructural” su campo y sus lindes, sino de hacer comprender a qué respondia la preocupacién por la estructura y qué sentido tenia el témino entre los lingiistas que fueron los primeros en tomarlo con tuna acepcién precisa.* EI principio de la “estructura” como objeto de estudio fue enun- ciado, poco antes de 1930, por un grupo restringido de lingiiistas + Sens et usages du terme “structure” dans les sciences humaines et sociales La Haya, Mouton & Co, 1962 o'obstante, ninguno de ests términos Figura todavia en el Lexique de Io lerminologe linguistique de J. Marouzeau, 3a. e., Pars, 1951. Vee una reseha Histerie, bastante general, et]. R. Ftth, “Stegctural Linguists", Transactions of the Philological Society, 1955, pp. 83-103, "En cambio, ni estructural estucturacén tienen cuso en lingutstica + No vamos a Considerar aqul ms que los tabajos en lengua francesa; tanto més neceiano, asi, insstir en que esta terminologla es hoy dia internacional, ro qUe no cofresponde exactamente a las miuas nociones a) pasar de una [rngua'a otra. Ver p. 95, en este mimo sriouo.'No tendremor en cuenta el empleo no téenico del teeming “estructura” por algunos lingustas, por ejem- plo J. Vendiyes, Le Langage, 1923, pp. 631, 408: “La structare grammaticae”. 91) 92 ESTRUCTURAS Y ANALISIS que se proponian reaccionar asi contra la concepcién exclusivamente histérica de la lengua, contra una lingiiistica que disociaba la lengua en elementos aislados y se ocupaba de seguir las transformaciones de é&tos. Existe consenso en considerar que el manantial de este movi- miento estuvo en la ensefianza de Ferdinand de Sanssure en Ginebra, tal como fue recogida por sus discipulos y publicada con el titulo de Cours de linguistique générale* Saussure ha sido Hamado, con raz6n, el precursor cel estructuralisino moderno.* Aparte la palabra, lo es sin duda. Importa sefialar, para una descripcién exacta de este mo- vimiento de ideas que no hay que simplificar, que Saussure jainds empled, en ningim sentido, la palabra “estructura”. A sus ojos, la nocién esencial es la de sistema. La novedad de su doctrina reside ahi, en esa idea, rica en implicaciones que hizo falta mucho tiempo para discemnir y desarrollar: que la lengua forma un sistema. Como {al la presenta el Cours, en formulacién que conviene recordar: “La lengua es un sistema que no conoce més que su orden propio” (p. 43 {p. 70 de la 5a. edicién espafiola, trad. de Amado Alonso, Buenos Aires, 1965]); “la lengua, sistema de signos arbitrarios” (p. 106 (138]); “La lengua es un sistema en el que todas las partes pueden ¥ deben considcrarse en su solidaridad sincrénica” (p. 124 [157)). Y sobre todo, Saussure enuncia la primacia del sistema sobre los ele- mentos que lo componen: “‘cuan ilusorio es considerar un término sencillamente como la unién de cierto sonido con cierto concepto, Definirlo asi seria aislarlo del sistema de que forma parte; seria creer que se puede comenzar por los términos y construir el sistema ha- ciendo la suma, mientras que, por el contrario, hay que partir de la totalidad solidaria para obtener por andlisis los elementos que en- cietra” (p. 157 (19341). Esta iltima frase contiene en germen todo Jo que es esencial en la concepcién “estructural”. Pero Saussure segufa refiriéndose al sistema. ‘Tal nocién era familiar a los alumnos parisienses de Saussure; " © Recordemos que este libro, aparecido en 1916, ¢s una publicacién pés: tuma, En adelante lo citaremos ‘siguiendo la 4a. edicin, Paris, 1949. Sobse la fénsis de In sedaecin, ver ahora R. Godel, Les sovres mantseites dy Cour de linguistique générale de F. de Saussure, Ginebra, 1957. © *Precarsor de la fonologia de Praga y del estructuralisma” (B. Malmberg, aussure et la phonétique modeme”, Cahiers F, de Saussure, xut, 1954, p. 17) Ver también A. J. Greimas, "L’actuslité du saussurisme”, Le francais moderne, 1956, pp. 191 55. "Saussure (1857-1913) ensend en Paris, en la Feccle des Hantes Btudes, de 1881 a 1891 “ESTRUCTURA” EN LINctsTICA % mucho antes de la elaboracién del Cours de linguistique générale, Meillct la enuncié varias veces, sin olvidar vincularla a la ensefianza de su maestro, de quien decia que “durante toda su vida, lo que traté de determinar era el sistema de las lenguas que estudiaba”.* Cuando Meillet dice que “cada lengua es un sistema rigurosamente dispucsto, cen e] que todo se sostiene”,* es para atribuir a Saussure el mérito de haberlo mostrado en el sistema del vocalismo indoeuropeo. Vuelve repetidas veces al punto: “No es jams legitimo explicar un detalle fuera de la consideracién del sistema general de la Jengua en que aparece”;*® “una lengua constituye un sistema complejo de medios de expresiOn, sistema’ en el que todo se sostiene...”** Asimismo, Grammont alababa a Saussure por haber mostrado “que cada lengua forma un sistema en cl que todo se sostiene, en el que los hechos y los fenémenos se gobiernan unos a ottos, y no pueden ser ni aisla- dos ni contradictorios”* Al tratar de las “leyes fonéticas” procia- ma: “No hay cambio fonético aislado... El conjunto de las articu- laciones de una lengua constituye en efecto un sistema en el que todo se sostiene, en €l que todo esta en una dependencia estrecha. Resulta de ello que si se produce una modificacién en una parte del sistema, es probable que el conjunto entero del sistema resulte afec- tado, pues es necesario que se mantenga coherente”. Asi, la nocién de la lengua como sistema era admitida desde mu- cho tiempo atrés por quienes habjan recibido la ensefianza de Saus- ste, primero en gramatica comparada, después en lingifstica gene- ral. Si se agcegan los otros dos principios, igualmente saussureanos, de que la lengua es forma, no sustancia, y de que las unidades de la lengua no pueden definirse sino por sus relaciones, se habrin indi- cado los fundamentos de la doctrina que, algunos affos mas tarde, sacarfa a luz la estructura de los sistemas lingilisticos. Esta doctrina halla su primera expresién en las proposiciones re- dactadas en francés que tres linguistas rusos, R. Jakobson, S. Kar- covsky, N. Troubetzkoy, dirigieton en 1928 al Primer Congreso Inter: 8 Meitlet, Linguistique historique ot linguistique générale, 1 (1936), p. 222. > Ibid, p. 158. 6 Linguistique historique et linguistique générale, 1 (1921), p. 11 2 Ibid, p. 16, ¥ Grammont, Tsité de phonétique, 1933, p. 153. 2s Ibid, p. 167. 34 Taminén invoca la doctrina saussureana el estudio de G, Guillaume, “La Langue est-elle ou n’est.clle pas umn systeme?”, Cahiers de linguistique structurale de FUniversité de Québec, 1 (1952) 94 ESTRUCTURAS Y ANALIStS nacional de Lingiistas en La Haya, con vistas al estudio de los siste- mas de foncmas. Aqucllos innovadores scfialaban por su. cuenta a quiénes tenfan por precursores suyos, Saussure por una parte, Bau- doin de Courtenay por otra. Pero ya sus ideas habfan adquirido for ma aut6noma, y desde 1929 las formulaban en lengua francesa en las tesis publicadas en Praga para cl Primer Congreso de los Filblogos Eslavos."* Aquellas tesis auénimas, que constituian un verdadero manifiesto, inauguraban la actividad del Circulo Lingiistico de Praga, Alli fue donde cl término estructura aparecié con ¢) valor que vamos a ilustrar en varios ejemplos. Dice el titulo: “Problemas de método que emanan de Ta concepcién de la lengua como sistema”, y en sub- titulo: “...comparacion estructural y comparacién genética”. Es preconizado “un método propio para permitir descubrir las leyes de estructura de los sistemas lingiiisticos y de la evolucién de éstos".2” La nocidn de “estructura” estd ligada estrechamente a Ja de “rela cién” en el interior del sistema: “El contenido sensorial de tales elementos fonolégicos es menos esencial que sus relaciones reciprocas en el seno del sistema (principio estructural del sistema fonolégico)” »* De donde esta regla metédica: “Hay que caracterizar el sistema fono légico... especificando obligatoriamente las relaciones existentes en- tre dichos fonemas, es decit trazando el esquema de estructura de la lengua considerada.” ® Estos principios son aplicables a todas las partes de la lengua, aun a las “‘catcgorias de palabras, sistema cuya extension, precisién y estructura interior (rclaciones reciprocas de sus clementos) dcben ser estudiadas en cada lengua cn particular”.* “No pucde determinarse cl lugar de una palabra en un sistema léxico sino después de haber estudiado la estructura de dicho sistema.” * En la compilacin que contiene estas tesis, otros varios articulos de lingtiistas checos (Mathesius, Havrinck), escritos en francés también, contienen la palabra “estructura” 38 Actes du Ter Congrés international de Linguistes, 1928, pp. 36:39, 86. 39 Trawux du Cercle linguistique de Prague, 1, Praga, 1929 » Ibid, p. 8 8 Ibid p. 10, % Ibid., pp. 10-11 2 Ibid, p. 12. Ibid. p26. % Los ‘lingiistas citados participaton extensamente en 1a actividad del Circulo Lingilstico de Praga, por iniciativa de V. Mathesius en particular, lo cual es causa de que a menudo se designe el movimiento como, “escuela de Praga’”. Paca repasar su historia, Ia coleccién de los Travaux du Cercle linguis: “ESTRUCTURA” EN LINGUISTICA 95 En las més explicitas de estas citas se advertiré que “estructura” se determina como “estructura de un sistema”, ‘fal es por cierto el sentido del témino, como Troubetzkoy lo toma algo mis tarde en un articula en francés sobre la fonologia: *? “Definir un fonema es in- dicar su lugar en el sistema fonolégico, lo cual no ¢s pasible més que si se ticne en cuenta la estructura de este sistema... La fonologia, universalista por naturaleza, parte del sistema como de un todo or- ginico, cuya estructura estudia,” * Se sigue que pueden y deben ser confrontados varios sistemas: “Aplicando los principios de la fonolo- gia a muchas lenguas muy diferentes, para sacar a luz sus sistemas fonolégicos, y estudiando la estructura de dichos sistemas, no se tarda cn advertir que cicrtas combinaciones de correlaciones aparecen en Jas lenguas mas diversas, en tanto que otras no existen en ningin lado. He aqui las leyes de la estructura cle los sistemas fonologi- cos...”* “Un sistema fonalégico no es suma mecdnica de fonemas aislados sino un todo orginico cuyos miembros son los fonemas y cuya estructura esté sometida a leyes.” ** Por este lado, el desarrotlo de la fonologia concucrda con el de las ciencias de la naturaleza: “La fonologia actual sc caracteriza sobre todo por su estructuralismo y su universalismo sistemético. .. la época que vivimos se caracteriza por la tendencia de todas las disciplinas cientificas a remplazar cl atomismo por el cstructuralismo y el individualismo por el universa- lismo (en el sentido filoséfico de estos ténininos, entiéndase bien). Esta tendencia se pucde observar en fisica, en quimica, en biologia, en psicologia, en ciencia econémica, etc. La fonologia actual no es pues algo aislado, Forma parte de un movimiento cientifico mas amplio."* Planteada Ja lengua como sistema, se trata, pues, de analizar su estructura, Cada sistema, formado como lo esta de unidades que se condicionan mutuamente, se distingue de los otros sistemas por el tigue de Prague serh una de ls fventesesencises. Ver en pattcular R. Jakobson, “a scuola lingustca di Praga”, La Cultura, xat (1933), pp. 633641, “DIE Abeit der sogenannten “Prager Schule", Bulletin du Cortle lingustque de Copenhague, tu (1938), ppr 68; Prefaco a los Principes de Phondlagie de NUS" Troubetzkoy, trad’ Fancesa. Paris, 1949, pp. save 2 N.Troubetsicy, "La phonolgie actuelle 1985, pp 227246 This p. 233. 3 Ibid. p. 243. 3 Bid, p. 245 2 Bid’, pp. 245.6 ‘Poychologie du langage, Paris, 96 ESTRUCTURAS Y ANALISIS arreglo interno de tales unidades, arreglo que constituye su estruc- tura® Hay combinaciones que son frecuentes, otras més raras, otras, en fin, tedricamente posibles, que no se realizan jamés. Considerar lz lengua (0 cada parte de una lengua, fonética, morfologta, etc.) como un sistema organizado por una estructura por revelar y des- cribir, es adoptar el punto de vista “estructuralista”.* Estas opiniones de los primeros fondlogos, que se apoyaban en descripciones precisas de sistemas fonoligicos variados, ganaton en pocos aiios adeptos bastantes, incluso fuera de! Circulo lingilistico de Praga, como para fundar én Copenhague, en 1939, una revista, ‘Acta Linguistica, bajo la ribrica de “Revista internacional de lingtiis. tica estructural”, En una declaracién liminar escrita en francés, el lingitista danés Viego Bréndal justificaba la orientacién de la revista por lz importancia adauirida en lingiiistica por la “estructura”. A este propésito, se referia a la definicién de la palabra “estructura” en Lalande, “para designar, por oposicién a una simple combinacién de dlementas, un todo formado por fenémenos solidarios, de tal suerte que cada uno depende de los otros y no puede ser el que es sino en y por su relacién con ellos’ Subrayaba también el paralelisno entre la lingiistica estructural y la psicologia “gestaltista” invocando la definicién de la “Gestalttheorie” dada’ por Claparéde: ® “Eista concepcién consiste en considerar los fenémenos no ya como suma de elementos que ante todo cs cosa de aislar, sino como conjuntos (Zusammenhdnge) que constituyen unidades auténomas, manifiestan tuna solidaridad interna y poseen leyes propias. Se sigue que la manera de ser de cada elemento depende de la estructura de! con- junto y de las leyes que lo rigen.” 29 Los timinos “estructura” y “sistema” son adelantados, con diferente re- lacién en el aticulo de A. Mirambel, “Structure ct dualisme de syttme en grec mademe”, Journal de Psychologie, 1952, pp. 30s. Aun de otto modo por W. S. Alien, "Structure 2nd System in the_Abaza Verbal Complex”, Transac: tions of the Philological Society, 1955, pp. 127-176. 29 Esta atitud con respecte a la lengua la studi, desde un punto de vista floséfco, Emst Cassier, “Structuralism in Modem Linguistic”, Word, (1945), pp. 99 ss. Acetcs'de la situacién de la lingulstica estructural ‘en rlaci6n on las demds Gencias humanas, vet ahora A. G, Haudsicout, "Méthde scent fique et linguistique structurale”, L’Année Socioiogique, 1959, pp. 31-48, 28 Lalande, Vocabulaire de’ philosophie, 1, 5. ¥. “Strucie” 3 Ibid, ans. v. “Forme”. 3 Brondal, Acta Linguistica, x (1939), pp. 210. Articulo recogido en sus Fseais de Linguitique générale, Copenhaguc, 1943, pp. 90 ss “ESTRUCTURA” EN LINGUISTICA 97 Al encargarse, después de la desaparicién de V. Brondal, de ta direccién de Acta Linguistica, Louis Hjelmslev define de nuevo, en 1944, el dominio de la lingidistica estructural: “Se entiende por tin- giistica estructural un conjunto de investigaciones sustentadas por tuna hipétesis segin la cual es cicntificamente legitimo describir el enguaje como, esencialmente, una entidad auténoma de dependen- cias internas, o, en una palabra, una estructura... E] andlisis de esta entidad permite deslindar constantemente partes que se condicionan reciprocamente y cada una de las cuales depende de ciertas otras y no seria conccbible ni definible sin estas otras partes. Reduce su objeto a una red de dependencias, considerando los hechos linguis- ticos en razén cl uno del otro.” * Tales fueron los comienzos de “estructura” y “estructural” como términas técnicos. Hoy cn dia, el propio desenvolvimiento de los estudios linguisti- cos* tiende a’escindir el “estructuralismo” en interpretaciones tan diversas, que uno de quienes se dicen seguidores de dicha doctrina no vacila en escribir que “bajo el marbete comin y engafoso de ‘estructuralismo’ aparecen escuelas de inspiracién y tendencias harto divergentes. .. El empleo bastante general de cietios términos, como ‘fonema’ y aun ‘estructura’, contribuye con frecuencia a disimular diferencias profundas.”** Una de estas diferencias, 1a mas notable sin duda alguna, es la que puede apreciarse entre el empleo estado- unidense del término “estructura” y las definiciones que hemos reproducido antes. Por limitarnos al empleo que se hace generalmente de la palabra “estructura” en la lingiiistica europea de lengua francesa, subrayare- ‘mos algunos rasgos susceptibles de constituir una definicién minima. 1 Acta Linguisticn ty, fase. 3 (1944), p. v. Las mismas nociones son desa roolladas en inglés por L. Hjelmslev en wn articule ttulads "Structural Analysis of Language", Studia Linguistica (1947). pp. 69. CE. tamibién los Proceedings of the VIR International Congress of Linguists, Oslo, 1958, pp. 636. 3 Ver una exposicién de eonjunto cn aves arliculo ‘“Tendances récentes en linguistique générale", Journal de Psychologie, 1954, pp. 130 ss (capitlo 1 el presente libro) 2A Martinet, Economie des changements phonétiques, Berna, 1955, p. I. 26 Una instructiva conftontacién de los puntos de vista ofrece A. Martinet, “Structutal Linguistics", en. Anthropology Today, red. Kroeber, Chicago, 1953, pp. 57488. ARCs pueden hallarse vanis definciones recopiladas por Bric P Hamp, A Glossary of American Fechnical Linguistic Usage, Utrecht-Ambercs 1957, sv. “Structure” 98 ESTRUCTURAS Y ANALISIS El principio fundamental es que la lengua constituye un sistema, cuyas partes todas estén unidas por una relacién de solidaridad y de dependencia. Este sistema organiza unidades —los signos articu- Jados— que se diferencian y se delimitan mutuamente, La doctrina estructuralista ensefia el predominio del sistema sobre los elementos, aspira a deslindar Ja estructura del sistema a través de las relaciones de los elementos, tanto en la cadena hablada como en los paradigmas formales, y muestra el cardcter orginico de los cambios 2 los cuales Ta lengua esta sometida, caviruta 1 LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS* Acerca de un tema que requerirla un libro entero para ser expuesto y diseutido de manera adecuada a su importancia, una coaferencia ino puede pretender ni abarcar todas las cuestiones ni fundar un nuevo método, Sélo nos proponemos pasar revista a las teorias prevalecien- tes hoy por hoy, mostrar a qué principios obedecen y qué resultados pueden obtener. El problema general de la clasificacién de las lea- guas se descompone en cierto niimero de problemas particulares de naturaleza variable segiin el tipo de clasificacién considerado. Pero estos problemas particulares tienen en comin el hecho de que, formulados con rigor, cada uno hace intervenir a la vez la totalidad de Ia clasificacién y'la totalidad de la lengua por clasificar. Esto asta para apreciar la importancia de la empresa, las dificultades a ella inherentes y también la distancia que habri entre el fin perse- guido y los medios de que disponemos para alcanzarlo. La primera clasificacién de que se hayan preocepado los lingiis- tas ¢s la que distribuye las lenguas en familias supuestas derivadas de tun prototipo comin. Es la clasificacién genética. Los primeros in- tentos aparecen a partir del Renacimiento, cuando la imprenta per- mitié dar a conocer las lenguas de pueblos vecinos o lejanos. Las observaciones sobre el parecido de estas lenguas condujeron bien pronto a juntarlas en familias, menos numerosas que las lenguas actuales, y cuyas diferencias eran explicadas por referencia a mitos originales. Con el descubrimiento del sinscrito y el comienzo de la gramética comparada, el método de clasificacién ‘se racionaliza y, sin abandonar por entero la idea de la monogénesis de las lenguas, de- fine con precisién creciente las condiciones que ha de satisfacer el establecimiento de una relacién genética. Y hoy los linguistas han extendido al conjunto de las Ienguas los procedimientos verificados por el andlisis de las lenguas indoeuropeas. Han agrupado la mayor 2 Extracto de las Conférences de PInstitut de linguistique de Université de Paris, xt, 19521953, (99) 100 ESTRUGTURAS Y ANALISIS parte de los idiomas en clases genéticas. La obra que describa las Jeaguas del mundo no puede recurrir a otro marco. Y si bien ha sido abandonada toda hipétesis glotogénica, si se juzgan mejor los limi- tes de lo conocible y lo demostrable, no por ello se ha renunciado nia buscar relaciones entre las lenguas de regiones mal exploradas —por ejemplo las de América del Sur—, ni a intentar agrupar en unidades més vastas familias enteras, indoeuropeo y semitico, etc. Osea que no es la ciencia dc las lenguas la que ha pennitido sentar las bases de una clasificacién, sino al contrario, a partir de una clas: ficacién, por ingenua y confusa que fuera, se ha elaborado progresi- vamente la ciencia de las lenguas. Las scmcjanzas apreciadas entre las lenguas antiguas o modernas de Europa fueron el dato primario que condujo a una teoria de tales parecidos. Esta observacion explica en cierta medida los conflictos que bro- tan en toro a este método de clasificacién. Pues es en el seno de tuna lingiistica enteramente genética ¢ histJrica donde se ha desen- wuelto, desde hace algunas décadas, tna lingiifstica general. En vir- tud de que esta lingiiistica general quiere hoy quitarse de encima la perspectiva histdrica y hacer prevalecer el estudio sincrénico de las enguas, a veces se ve llevada a tomar posicion contra cl principio genético de la clasificacion, a favor de otros métodas. Serd intere- sante preguntarse en qué medida estas diferencias doctrinales afectan al problema que consideramos. la que fuerc, una clasificacién debe comenzar planteando sus criterios. Los de la clasificacién genética son de naturaleza his- térica. Se aspira a explicar las similitudes —y también las diferen- cias— que se aprecian, y otras menos aparentes, entre las lenguas de determinada area, por la demostracién de su comin origen. Pro- cediendo a partir dé lo dado, el lingiista emplea un método com. patativo ¢ inductive. Si dispone de testimonios antiguos, inteligibles ¥ bastante amplios, procufa restaurar una continuidad entze los esta- os sucesivos de una lengua o de un conjunto de lenguas. De esta continuidad puede a menudo inferirse que lenguas hoy dia distintas derivan de una lengua inica. Las prucbas de este parentexco con- sisten en similitudes regulars, definidas por correspondencias entre formas completas, morfemas, fonemas, Las correspondencias son or- denadas a su vez en series, tanto mas numerosas cuanto mis préximo sea el parentesco, Para que estas correspondencias sean probatorias, tiene que poderse establecer que no se deben ni a coinaidencias del azar nia préstamos de una a otra de las lenguas consideradas 0 de ‘LA CLASIFICACION DE LAS LENCUAS 101 ambas con rexpecto a una fuente comin, ni al efecto de convergen- cias, Las prucbas serdn decisivas si pueden agruparse en un haz. Asi la correspondencia entre lat. est: sunt, al, ist: sind, fr. e: 86, etc, supone a la vez ecuaciones fonéticas, 1a misma estructura morfoldgica, 1a misma alternancia, las mismas clascs de formas verbales y el mismo sentido, y cada una de estas identidades pudiera subdividirse en cierto nimero de rasgos igualmente concordantes, cada uno de los cuales evocaria paralelos en otras formas de estas’ lenguas. En pocas pala- bras, tenemos aqui una reunién de condiciones tan especificas, que Ia presuncién de parentesco es cosa confirmada. Este método es bien conocido y ha sida puesto a prucba en el establecimiento de mas de una familia, Fstd probado que puede aplicarse asimismo a lenguas sin historia, cuyo parentesco es apreciado hoy, toquen a la estructura que sea. Bloomfield ha proporcionado un hermoso ejemplo en la comparacién de las cuatro principales Jenguas del grupo algonquino central, fox, ojibway, cree, menomini Sobre la base de correspondencias regulares establecié el desenvolvi miento de cinco grupos consondnticos diferentes con segundo ele- mento k en estas lenguas, y restituy6 en algonquino central primitive Jos prototipos ék 5k xk hk nk. Pero habia una correspondencia, Jimi tada a la forma “es rojo”, que alzaba una dificultad: era representada en fox por metkusiwa, ojibway miskuai, cree mihkusiw, menomini mehkon, con sk fox y oji>way correspondiendo anémalamente a hk creo y menomini. Por ests razén, postulé um grupo distinto ¢k proto- algonquino. No fue sino mas tarde cuando tuvo ocasién de cstu- diar un dislecto cree de Manitoba on ol que la forma en cuestion aparecia como mihtkusiw con un grupo -hile distinto de -hk., jus- tificando asi, tardiaments, el -k- supuesto por razones tebricas? La regularidad de las correspondencias fonéticas y la posibilidad de prever algunas evoluciones no se limitan a ningén tipo de len- guas ni a ninguna regién. Ast que no hay razén para imaginar que lenguas “exdticas” o “primitivas” exigieran otros criterios de comparacién que las Jenguas indoeuropeas o semiticas. La demostracién de un parentesco de origen supone un traba- jo a menudo largo y peroso de identificacién aplicado a todos los niveles del andlisis: fonemas aislados, luego ligados, morfemas, signi- ficantes complejos, constuucciones enteras, E] proceso se vincula a * Bloomfield, Language, 1, p. 30, y 1, p. 99, y en su libro Language, 359-360. 102 ESTRUCTURAS Y ANALISIS Ta consideracién de la sustancis concreta de los elementos compa- rados: para justificar la confrontacién de lat. fere- y de sinse. bhara,, debo explicar por qué el latin tiene precisamente f donde el sinscrito tiene precisamente bk, Ninguna demostracién de pa- rentesco escapa a esta obligacién y una clasificacién suma gran néimero de estas identificaciones sustanciales para atribuir su lugar a cada lengua, También aqui las condiciones son vilidas por doquier y resultan necesarias para la demostracién, Pero no podemos instituir condiciones universales en cuanto a la forma que adoptard una clasificacién aplicada a lenguas cuyo parentesco puede ser probado. La imagen que nos hacemos de una familia genética y la posicién que asignamos a las lenguas agrupadas en una familia asi, reflejan en realidad —conviene adquirir concien- cia de ello— el modelo de una clasificacién particular, la de las Tenguas indoeuropeas. Se concederd sin esfuerzo que es la més com pleta y, para nuestras exigencias actuales, la mis satisfactoria. Los lingiiistas tratan, conscientemente 0 no, de imitar este modelo cuan- ta vez intentan definir los agrupamientos de lenguas menos bien conocidas, y tanto mejor si por ello se ven incitados a mostrarse cada vez mas rigurosos. Pero, por principio de cuentas, no es seguro que los criterios empleados en indoeuropeo tengan todos valor uni versal. Uno de los argumentos de mayor peso para establecer la unidad indoeuropea ha sido la semejanza de los numcrales, que siguen reconocibles después de inds de veinticinco siglos. Pero la estabilidad de estos nombres deriva por ventura de causas espeeificas, tales como el desenvolvimiento de la actividad econémica y de los inter- cambios, que se aprecia en el mundo indoeuropco desde fecha muy remota, antes que de razones “naturales” ni universales. De hecho, ocurre que los nombres de mimero sean objeto de préstamo, o hasta que-la serie entera de los numerales sea remplazada, por razones de comodidad o de otra indole* Ademis, y sobre todo, no es seguro que ¢l modelo construido para el indoeuropeo sea el tipo constante de la clasificacién gené tica. Lo que hay de particular en indoeuropeo es que cada una de las lenguas participa en grado sensiblemente igual del tipo comin. Aun dejando lugar a las innovaciones, la reparticién de los rasgos esenciales de la estructura de conjunto es sensiblemente pa- 3 Ves, en igual sentido, las observaciones de M. Swadesh, ff. A. iy, xox (1953), pp 3l se LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 103 reja en las lenguas de igual antigiiedad, segiin se ha confirmado en €l caso del hitita, y segiin podria presumirse por lo poco que se sabe de lenguas como el frigio o el galo. Veamos ahora cémo se reparten los caracteres comunes a las lenguas de una familia, la ‘anti, bien establecida, con todo. El frea banti es dividida’ en zonas geogrificas, y cada una comprende grupos de lenguas que comparten ciertos rasgos fonéticos y gramaticales; en estos grupos se distinguen ciertos agregados, que sé subdividen en dialectas. La clasificacién es enteramente provisional, fundada en una documen- tacién muy desigual. Tomémosla como es, con algunas de las ca- racteristicas que distinguen tales zonas:* Zona noroeste: prefijos monosilabicos; flexién verbal menos de- sarrollada que en otras partes; prefijos nominales de forma par- ticular; ‘Zona norte: Prefijos nominales disilabicos; formacién locativa de tipo prefijal; gran riqueza en formaciones prefijales aumentativas; ‘Zona del Congo: prefijos en general monosilabicos; atmonia vocélica; desarrollo de derivados verbales con composicién desacos- tumbrada de sufijos; sistema tonal generalmente complicado; Zona central: prefijos monosilabicos y disilébicos; clases nomi- nales para aumeatativo, diminutivo, locativo; gran desarrollo de derivados verbales; gran desarrollo de'los ideéfonos; sistema de tres tonos; Zona oriental: fonética relativamente sencilla; sistema de tres tonos; formas verbales simplificadas; formacién locativa intermedia entre prefijacin y sufijacion; Zona nordeste: mismos caracteres, con morfologia més_simpli- ficada, bajo la influencia del drabe; Zona centro-este: establece Ja transicién entre las zonas central y oriental; Zona sureste: prefijos monosilébicos y disilébicos; Iocativo y diminutivos sufijados; sistema tonal complicado; fonética compli- cada con implosivas, fricativas laterales y a veces clicks; ‘Zona centro-sur: transicién entre las zonas central y sureste, con cierto parecido con la zona centro-este: sistema de tres tonos; « Utilizo aqui algunas de Tas indicaciones dispersas cn el excelente resumen de Clement M. Deke, Bantu (Intemational African Institute, 1945). Ver, para mis detalies, Malcolm Guthrie, The Classification of fhe Bantu Lan’ guages, 1948, cuyos resultados no son esencialmente distintos. 104 ESTRUCTURAS ¥ ANALISIS fenémenos fonéticos particulares, implosivas, africadas; prefijos no- minales monosilébicos con vocal inicial latente; ‘Zonas oeste y centroeste: “buffertype” entre las zonas oeste y central, con rasgos de la zona Congo; asimilacién yocdlica ex: ‘trema; subdivisién de las clases nominales en animado e inanimado. Semejante cuadro, aun reducido a algunas indicaciones muy es- queméticas, muestra que en el interior del rea se pasa de una zona a otra por transiciones en que ciertos caracteres se acentdan en un sentido determinado. Pueden ordenarse dichos caracteres en series de uuna zona a otra: prefijos monosilabicos, luego disilabicos, con zonas en que coexisten los dos tipos; desarrollo de los ideéfonos; sistema de tres tonos, luego de tonos miiltiples, Cualesquiera que sean las complicaciones estructurales, de las que estos rasgos sélo ofrecen un aspecto parcial, parece que, desde las Ienguas ‘scmibantiies” del Sudén hasta el zuld, cada zona se definiera en relacién con la zona vecina, antes que por referencia a una estructura comin, Mis caracteristica a este respecto aparece el enlace de las gran- des unidadcs lingiisticas en Extremo Oriente: * del chino al tibetano, del tibetano al birmano, y de ahi a las lenguas del Salwen (palaung, wa, riang), al mon-khmer, hasta Oceania, se disciemen, sin poder- las definir exactamente atin, conexiones de caricter serial; cada uni- dad intermedia tiene algunas relaciones con la precedente y otras con la siguiente, de suerte que, pasando de una a otra, el tipo inicial se aparta bastante y, no obstante, todas estas lenguas guardan “aire de familia”. Los boténicos conocen bien estos “\parentescos por en- cadenamiento”, y es posible que tal tipo de clasificacién sea el vinico utilizable entre las grandes unidades que son témino actual de nuestras reconstrucciones, Si asi tuviera que ser, veriamos acentuarse ciertas debilidades inherentes a la clasificacién genética. Para que ésta sea integral, y en vista de que es histérica por naturaleza, tiene que disponer de todos los micmbros del conjunto en todas las etapas de su evolu- cién. De hecho, sabido es que el estado de nuestros conocimientos se mofa de esta exigencia muy a menudo. De contadas lenguas disponemos de documentacién algo antigua, y cudntas veces defi- ciente. Por si fuera poco, sucede que familias enteras han desapa- ecido, con excepeién de un solo miembro, que se torna inclasifica- 3 Ver, de lo mas reciente, el estudio de R. Shafer sobre el austroasiético, B.S. L, xevut (1952), pp. 1115s. LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 105 ble: tal pudiera ser el caso del sumerio. Incluso donde disponemos de una historia continua y de testimonios bastante abundantes, como en la familia indoeuropea, ya que tal historia continéa aan, puede imaginarse que en determinada etapa futura de la evolucién ya no pueda defimirse la pertenencia genética de las lenguas a su familia: mas que en términos de historia para cada una de ellas, y no ya en términos de relaciones entre cllas. Lo que permite nues- tras clasificaciones es, por cierto, la evolucién bastante lenta de las Tenguas y d hecho de que no cambien idénticamente en tadas sus partes. De ahf la conservacién de esos residuos arcaicos que facilitan Ia teconstruccién de los prototipos. Con todo, aun esos vestigios pueden ser climinados a la larga, y no quedar al nivel de las lenguas actuales ninguna sefial posible de identificacién. La clasificacién no disfruta de sus criterios més que si dispone, al menos de algunas de estas lenguas, de estados mis antiguos, Pero donde falta tal tradicién el lingiista se halla en la situacién que se le presentaria si tuviese que pronunciarse acerca de la posibilidad de parentesco entre cl irlandés, el albanés y el bengali, supuestos en una etapa todavia mds avanzada de su evolucién, Y cuando, para colmo, abar- camos con la imaginacién la cnorme porcién de la historia lingiis- tica de la humanidad que escapa para siempre a nuestros afanes, y de la cual no obstante es resultado Ja reparticién actual de las len- guas, se descubren sin esfuerzo los limites de nuestras clasificaciones presentes y también de nuestra capacidad de clasificar. Todas las ciencias que proceden a partir de lo empiricamente dado para cons- tituir una genética evolutiva estan en las mismas. La sistematica de las plantas no esté mejor repartida que la de las lenguas. Y si en el caso de éstas introducimos la nocién de “parentesco por encadenamien- to", al que recurren Jos boténicos, no nos ocultamos que es sobre todo un medio de mitigar nuestra impotencia en la restauracién de las formas intermedias y de las conexiones atticuladas que organi- zarian los datos actuales. Felizmente, en la prictica, esta conside- tacién no siempre estorba la constitucién de grupos lingiiisticos de relaciones estrechas y no debe impedir el empefo sistematico de reu- nit estos grupos en unidades més vastas, Lo que deseamos subrayar ante todo es que una clasificacién genética no vale, por fuerza de las cosas, més que entre dos fechas, La distancia entre éstas de- pende casi tanto del rigor puesto en el andlisis como de las condi- Giones objetivas de nuestros conocimientos. @uode darse a este rigor una expresién matemitica? A. veces 106 ESTRUCTURAS Y ANALISIS se ha intentado tomar el niimero de concordancias entre dos len- guas como medida de la probabilidad de su parentesco, y aplicar el cdlculo de probabilidades a un tratamiento numérico de estas concordancias, para decidir cl grado, y aun la existencia, de un parentesco genético. B. Collinder cmple6 este método a fin de ave- riguar si el uralico est4 0 no emparentado con el altaico. Mas tuvo que concluir que la eleccién entre parentesco, por una parte, afini- dad 0 préstamo, por otra, sigue siendo “inaccesible al célculo”* Lo mismo de engariosa ha sido la aplicacién de la estadistica a la de- terminacién de las relaciones etre el hitita y las demas lenguas indoeuropeas; los autores de esta tentativa, Kroeber y Chrétien, re conocieron ellos mismos que los resultados eran extrafios e inacep tables.’ Es claro que operando con cotejos concebidos como magni- tudes matemiticas y, acto scguido, considerando que el hitita no wucde scr @ priori sino un micmbro extraviado 0 aberrante de ona familia lingUistica ya establecida de una ver. por todas, se cicrra uno el camino de antemano, Ni el némero de los cotejos que fundan un parentesco genético ni el mimero de las lenguas que participan en tal parentesco pueden constituir datos fijos para un célculo. Hay pues que contar con apreciar grados variables de parentesco entre Jos miembros de las grandes familias lingiiisticas, precisamente como se aprecia entre los miembros de las unidades dialectales pequefias. También hay que prever que la configuracién de un parentesco puede siempre ser modificada a consecuencia de algun descubrimien. to. El cjemplo del hitita es, precisamente, e] que mejor ilustra las condiciones teéricas del probleina. Como el hitita dificre en mdl- ples respectos del indocuropeo tradicional, Sturtevant decidié que esta lengua sélo estaba emparentada lateralmente con el indoeuro- peo, con el cual constituiria una familia nueva denominada “indo- hitita”. Esto equivalia a tomar por una entidad natural el indocuropeo de Brigmann y a telegar a uma condicién especial las lenguas no exactamente conformes con el modclo clisico. Por el contrario, debemos integrar el hitita al indoeuropeo, cuya definicién y_rela- ciones intemas se transformardn por este aporte nuevo. Como indicaremos més lejos, la estructura légica de las relaciones genéti- © B. Collindcr, “La paventé linguistique et Te calcul des_probabittés", Uppsala Universtets drssknft, 1948, 13, p. 24, reproducida on Sprechvernandt. shaft und. Wobracheinlichkett, Uppsala, 1954, p. 182 * Kiosber y Chrétien, Language, xv, p. 695 cf. Reed y Spicer, ibid, xavim, pp. 348 ss LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 107 cas no permite prever el niimero de los elementos de un conjunto. E] solo medio de conservarle a la clasificacién genética un sentido lingiifstico sera considerar las “familias” como abiertas y sus rela- ciones como siempre sujetas a revisidn, ‘Toda clasificacién genética, al mismo tiempo que plantea y gra dia el parentesco entre detcrminadas lenguas, determina cicrto tipo que les es comin. Las identificaciones matcriales cntre Jas formas y los elementos de las formas desembocan en el deslinde de una estructura formal y gramatical propia de la familia definida. De donde se sigue que una clasificacion genética es también tipolé gica. Inclusive las semejanzas del tipo pueden ser més aparentes gue las de las formas. Surge entonces una cuestién: zcusl es el valor del criterio tipolégico en la clasificacién? Mas precisamiente: jpuede fundarse una clasificacién genética exclusivamente en los criterios tipoldgicos? Es la pregunta que habré que plantearse ante la inter- pretacién dada por N. Troubetzkoy del problema indocuropeo, en un articulo sugestivo y demasiado poco tenido cn consideracién.* Troubetzkoy se pregunta: gen qué se reconoce que una lengua € indoeuropea? Se muestra muy escéptico frente a las “concordan- cias materiales” que sc rogistrarian entre la lengua en cuestion y otras para demostrar su parentesco. No hay que exagerar —dice en sustancia— el valor de este criterio, pues no hay acuerdo ni acerca del numero ni acerca de la naturaleza de las comespondencias que decidirian la pertenencia al indoeuropeo de una lengua, ni hay nint- guna que fuera indispensable para probar este parentesco. Concede mucho mayor importancia a un conjunto de seis caracteres estruc- turales que enumera y justifica en detalle. Cada uno de estos rasgos estructurales, aficma, se encuentra también en lenguas no indo- europeas; pero sélo las lenguas indoeuropeas presentan los seis a Ta vez. : Es esta parte de la demostracién la que quisiéramos examinar mis de cerca, a causa de su evidente importancia teérica y préc- tica, Hay aqui dos cuestiones que deben considerarse por separado: 1] Estos seis caracteres, ,s6lo en indocuropeo se dan juntos? 2] Bastarian, solos, para fundar la nocién de indocuropeo? La primera cucstién es de hecho. La respuesta sera afirmativa si y sélo si ninguna familia lingtifstica pose los seis caracteres ® Troubetskoy, “Gedanken ther as Indogermanenproblem”, Acta Lin- guistica, 1 (1939), pp. 81 ss, 108 ESTRUCTURAS Y ANALISIS enunciados por Troubetzkoy como propios de las Ienguas indoeu- ropeas. Para esta verificacién hemos escogido al azar el ospécimen de una lengua con seguridad no indoeuropea. La lengua en cues- tién es cl takelma, lengua india de Oregén, de la cual disponemos de una descripcidn excelente y facilmente accesible debida a Edward Sapir? (1922). Vamos, pues, a enumerar dichos rasgos en los tér- minos en que Troubetzkoy los define, indicando a propésito de cada uno la situacién del takelma: 1, No hay armonia voedlica (Es besteht keinerlei Vokalharmo- nic). Tampoco en takelma se menciona para nada la armonia vo clea 2, El consonantismo de la inicial no es mds pobre que el del inte- rior o de la final (Das Konsonantismus des Anlauts ist nicht armer als des Inlauts und des Auslauts) En takelma, después de dar la tabla completa de las consonan- tes, Sapir hace constar expresamente (§ 12): “Every one of the con- sonants tabulated may occur initially.” La sola restriccién que se- fiala 2 propésito de la ausencia de ~*¥ la anula él mismo cuando aflade que ** no existe més que en ligadura con &, 0 sea que sdlo ks" es una fonema. El consonantismo inicial no trac, pues, apare- jada ninguna deficiencia en takelma. 3. La palabra no tiene que empezar necesariamente por la raiz (Das Wort muss nicht unbedingt mit der Wurzel beginnen). El takelma conoce tanto a prefijacién como la infijacién y la sufijacién (ejemplos, Sapir, $27, p. 55). 4. Las formas no son constituidas solamente por afijos, sino también por alternancias vocdlicas en el interior de los morfemas radicales (Die Formbildung geschieht nicht nur durch Affixe, son- ern auch durch vokalische Alternationen innerhalb der Stammor- pheme) En la descripcién del takelma es consagrado un largo parrafo (pp. 5962) al “vowelablaut” con valor morfolégico 5. Aparte de las alternaneias vocdlicas, las alternancias conso- ndnticas libres desempenan también un papel morfoldgico (Ausser den vokalischen spielen auch freie konsonantische Alternationen eine morphologische Rolle). En takelma, “consonant-ablaut, a rare method of word-formation, © Sapir, “The Takelma Language of SouthWestem Oregon", Hand-book ‘of Amer. ind. Lang, 1. LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 109 plays a rather important part in the tense-formation (aorist and non-aorist) of many verbs” (Sapir, § 32, p. 62). 6. El sujeto de un verbo transitive es tratado como el sujeto de un verbo intransitive (Das Subjekt eines transitiven Verbums erfilrt dieselbe Behandlung wie das Subjekt eines intransitiven Verbums), EI principio se verifica literalmente en takelma: yap’a will k’emdi, lit, “people house they-makeit” = “la gente (yap'a) construye una casa”; gidi alxali yap'a, “thereon they-sit people” “Ia gente se sienta ahi", con lz misma forma yop'a en las dos construcciones.** Se ve asi que el takelma pose juntos los seis rasgos cuya reunién constituia, a los ojos de Troubetzkoy, la marca distintiva del tipo indoeuropeo. Es probable que una indagacién extendida permitiria encontrar casos andlogos en otras familias. La dcfinicién adelantada por Troubetzkoy es, en todo caso, refutada por los hechos, Cierto, para él se trataba ante todo de hallar las marcas estructurales mi- nimas que pudiesen distinguir el indoeuropeo de los grupos vecinos: semitico, caucasico, finougrio, Dentro de estos limites, los criterios parecen justificados. Dejan de serlo si sc confronta el indocuropeo Con tados los otros tipos lingiifsticos. En semejante caso serian pre- cisas caracteristicas sensiblemente més numerosas y especificas. La segunda cuestién era si podria definirse el indocuropeo sobre la base Gnica de un conjunto de caracteres tipoldgicos. ‘Traubetzkoy no llegé a tanto; reconoce que siguen siendo necesarias comespon- dencias materiales, aunque sean poco numerosas. No podemos ‘me- nos que aprobarlo, De otra manera se caeria en dificultades sin sa- lida. Quiérase 0 no, téminos como indoeuropco, semitico, etc., de- notan a la vez la filiacién histérica de ciertas lenguas y su parentesco tipoldgico, No se puedc, pues, conservar a la vez el cuadro histérico y justificarlo exclusivamente con una definicién ahistérica. Las len guas caracterizadas histéricamente como indoeuropeas tienen en efccto, por afadidura, algunos rasgos estructurales en comin. Pero la conjuncién de dichos rasgos fuera de la historia no basta para defi- nir una lengua como indocuropea. Lo cual equivale a decir que una clasificacién genética no se traspone a clasificacin tipolégica ni a Ja inversa. 1» Bjomplos tomador del testo takelma, en Sapie, pp. 294-5. Conviene notar que € takelma admite algunos afies nominals, peto no tiene flexén nominal, y gue practica en gran medida la incorporacidn de los. pronorobces Sujeta y dbjeto. Pero sélo eca cosa de mostrar que también agui eta aplice ble el critero sintéctico de Troubetzkoy. 110 ESTRUCTURAS Y ANALISIS No hay que confundirse acerca de la intencién de la anterior exit ca, Apunta a una afinnacion demasiado categérica de Troubetzkoy, no al fondo de su pensamiento. Queremos tan s6lo que se distingan bien las dos naciones usualmente asociadas en el término de “pa- rentesco lingiiistico”. El parentesco de estructura puede resultar de un origen comin; puede asimismo proceder de desarrollos sufridos por varias lenguas independientemente, inclusive fuera de cualquier telacién genética. Como bien dijo R. Jakobson" a propésito de las afinidades fonoldgicas que se perfilan a menudo entre lenguas sen- cillamente contiguas, “la similitud de estructura es independiente de Ja relacién genética entre Jas lenguas en cuestién y puede indiferen: temente vincular lenguas del mismo origen o de ascendencia dife- rente, La similitud de estructura no se opone, pues, sino que se superpone al ‘parentesco originario’ de las lenguas.” El interés de los, agrupamientos de afinidad esti justamente en que asocian a me- nudo en una misma érea lenguas genéticamente diferentes. Asi el parentesco genético no impide la formacién de agrupamientos de afinidades nuevos; pero la formacién de agrupasnientos de afinida- des no suprime el parentesco genético. Importa no obstante advertic que la distincién entre filiacién y afinidad no cs posible mis que en las condiciones de nuestra observacién actual. Un agrupamiento de afinidad, si se establecié prehistéricamente, nos aparecerd histo ricamente como un indicio de parentesco genético. También aqui la nocién de clasificacién genética tropieza con sus limites. ‘Tan rotundas y marcadas aparecen las diferencias de tipo entre las lenguas del mundo, que los lingiistas han pensado desde hace mnu- cho caracterizar las familias de lenguas mediante una definicién tipo: légica. Semejantes clasificaciones, fundadas en la estructura morfol6- gica, representan un esfuerzo hacia una sistemética racional. Desde Humboldt, y a menudo con su espiritu, pues es sobre todo en Alema- nia donde han sido edificadas teorias de este orden, se ha intentado ilustrar la diversidad de las lenguas mediante algunos tipos princi- pales. Finck? fue el principal representante de esta tendencia, que cuenta ain con adeptos eminentes."* Es sabido que Finck distinguia 3 En su articule sobre las afinidades fonolégicas reproducido como apén dice a los Principer de Phonologie de Troubetzkoy, trad. de Cantineau, p. 353 FN, Finck, Die Haupttypen des Sprachbuus, 32. 00, 1936 (32, ed. identica, 1965) 23 Las categorias de Finck son utilizadas, pero con enriquecimientos, y flexibilizaciones ‘notables, en los escritos de dos’ lingtiistas originales, J. Loh LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS il ocho tipos principales, representados por sendas lenguas caracteristicas y definidos asi: subordinante (turco); incorporante (groenlandés); seriante, anreihend (subiya, bantd); aislanteradical, wurzelisolie rend (chino); aislante-temdtico, stammisolierend (samoano); flexio- nal-tadical, wurzelflektierend (arabe); flexional-tematico, stammflek- tierend (griego); flexional de grupo, gruppenflektierend (georgiano). Cada una de estas definiciones dice, en efecto, algo acerca del tipo registrado y pucde situar sumariamente cada una de las Jenguas en cuestién. Pero semejante cuadra no es ni completo ni sistematica ni riguroso. No figura ninguno de los tipos, tan diversos y comple jos, de las lenguas amerindias ni de la lenguas sudanesas, que parti ciparian a la vez de varias categorias; tampoco son tenidos en cuenta los procedimientos diferentes que pueden realizar una misma es tructura aparente, creando por ejemplo la ilusién de un parentesco de tipo entre el chino y el inglés, Ademis, los mismos términos sitven para caracteristicas que no tienen igual sentido: zc6mo puede hablarse de “rafces” a la veo cn caso del chino y en caso del arabe?, wy cémo se definira entonces una “raiz” en esquimal? En suma, estas distinciones no parecen articularse en una teoria unitaria que legitimara y ordenara.caracteres no homogéneos, tales como raiz, incorporacién, sufijo, tema, serie, flexién, grupo, unos de los cuales atafien a la naturaleza de los morfemas, otros atafien a su dis posicién. Las lenguas son conjuntos tan complejos que pueden clasificarse cen funcién de gran numero de criterios. Una tipologia congruente y comprchensiva deberd tener en cuenta varios érdenes de distinciones y jerarquizar los rasgos morfol6gicos que de ellos dependen, A esto aspira la clasificacién mAs elaborada que se haya propuesto hasta ahora, la de Sapir. ¥ Con profunda intuicién de la estructura lingiis- tica y amplia experiencia de las lenguas mas singulares que hay, las de la América india, Sapir edificd una clasificacién de los tipos lin- Biiisticos de acuerdo con un criterio triple: tipos de “conceptas expre- sados”; “‘téenica” prevaleciente; grado de “sintesis”. Considera primero la naturaleza de los “conceptos” y reconoce cua tro grupos: 1, conceptos de base (objetos, acciones, cualidades, expre- sadas por palabras independientes); 1, conceptos derivacionales, ie nos concretos, tales camo la afijacion de elementos no radicales a uno mann y E. Lewy. Cf. sobre todo, de este sltime, “Der Bau der europaischen Sprachen”, Proceedings of the R. Irish Academy, 1942 Sapir, Language, 1921, cap. v1 112 ESTRUCTURAS ¥ ANALISIS de los clementos radicales, pero sin modificar el sentido del enun- ciado; mr, conceptos relacionales concretos (mimero, género, etc.); yy, conceptos relacionales abstractos (relaciones puramente “forma- les” que construyen la sintaxis). Los grupos 1 y 1v deben hallarse por doquier. Los otros dos (1 y ut) pueden estar presentes o faltar, juntos o por separado. Esto permite establecer cuatro tipos de lenguas: ‘4. Lenguas que poseen solamente los grupos 1 y 1v: lenguas sin afijacién (“simple puresclational languages”) ». Lenguas que poseen los conceptos de los grupos 1, my 1¥: em- pleando una sintaxis puramente relacional, pero también la afijacién y la modificacién interna de las radicales (“complex pureselational languages”). ‘c. Lenguas que expresan los conceptos de los grupos 1 y m: rela- ciones sintdcticas aseguradas por elementos més bien concretos, pero sin que los elementos radicales estén sometidos a afijacién o a modi. ficacién interna (“simple mixed-relational languages”). p. Lenguas que expresan los conceptos 1, 11 y mt: relaciones sin ticticas “‘mixtas” como en c, pero con posibilidad de modificar el sentido de los elementos radicales por afijacién 0 modificacién interna (“complex mixed-relational languages”). Aqui caen las lenguas flexi- vas y muchas de las Jenguas “aglutinantes” En cada una de estas cuatro clases se introduce una cuddruple division segin la “técnica” empleada por la lengua: 4) aislante, bj aglutinante, ¢} fusional, dj simbélica (altenancias vocdlicas), cada una susceptible de evaluacién. En fin, se apreciard el grado de “sintesis” realizado en las unida des de la ‘lengua empleando calificativos tales como: analitica, sin tética, polisintética El resultado de estas operaciones aparece en el cuadro en que Sapir ordené algunas de las lenguas del mundo con su estatuto pro- pio. Se ve asi que el chino representa el grupo a (simple pure-ela- tional): sistema relacional abstracto, “técnica” aislante, analitico. El turco figura en el grupo » (complex pureselational): aprovechamien: io de la afijacién, “técnica” aglutinante, sintético. En el grupo © no encontramos més que el bantd (por lo que toca al francés, Sapir vacila entre ¢ y p), débilmente aglutinante y sintético. El grupo p (complex mixed-relational) comprende por una parte el latin, el agriego y el sinscrito, a la vez fusionales y ligeramente aglutinantes en la derivacién, pero con una pizca de simbolismo y un cardcter sin- tético; por otra parte el drabe, el hebreo, como tipo simbélico-fusional ‘LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 13 y sintético; por dltimo, el chinook, fusional-aglutinativo y ligeramente polisintético, Sapir tenia un sentido demasiado vivo de la realidad linguistica como para presentar esta clasificacién con carécter definitive. Le asigna expresamente un cardcter tentative y provisorio. Tomémosla con todas las reservas que é] mismo solicitaba, Indudablemente se ha ‘hecho un gran pregreso con respecto a las antiguas divisiones, su- arias e inoperantes, en flexivo, incorporante, etc. El mérito de esta teoria es doble: 1] es més compleja que todas las precedentes, es decir més fiel a la inimensa complejidad de los organismos lingtifsticos; tenemos aqui una habil combinacién de tres series de criterios esca- lonadas; 2} entre estos criterios se instituye una jerarquia, que se conforma al orden de permanencia de los caracteres descritos. Se ob- serva, en efecto, que éstos no se hallan por igual sometidos al cam- bio. Es primero a “grado de sintesis” el que es afectado por la evolucién (tr4nsito de Jo sintético a lo analitico); la “téenica” (natu- raleza fusional o aglutinativa de las combinaciones morfolégicas) ¢s mucho més estable y, por dltimo, el “tipo conceptual” exhibe una persistencia notable. Puede pues recurrirse con ventaja a este proce- dimiento de clasiticacién para evocar can alguna precisién los rasgos sobresalientes de una morfologia. Pero la dificultad estd en el ma- nejo de esta clasificacién, menos por su complicacién que a causa de la apreciacién subjetiva que acarrea en no pocos casos. El linguista ha de decidir —gbasindose en qué?— si una lengua es mas bien esto que aquello, por ejemplo si el camboyano es mas “fusional” que el polinesio. El limite entre los grupos c y p permanece indeciso, el pro pio Sapir lo seconoce, En estas matizaciones graduadas a través de Jos tipos mixtos resulta peliagudo reconocer los criterios constantes que asegurarian une definicién permanente. Y Sapir se ha dado clara cuenta: “Después ce todo, las lenguas son estructuras histéricas exce- sivamente complejes. Es menos importanie colocar cada lengua en su cortespondiente cajoncito que crear un método flexible que nos permita asignar 2 cada lengua su lugar, desde dos 0 tres puntos de vista independientes y en relacién con otras lenguas.” Si ni siquiera esta clasificacién, la més comprehensiva y refinada de todas, satisface sino imperfectamente las exigencias de un método exhaustivo, ghabri que abandonar la esperanza de crear una que res- ponda a ellas? gHabré que resignarse a contar tantos tipos como 38 Op. cit, p. 149 Ip. 162 de la traduccién espafiola, 1954] 14 ESTRUCTURAS Y ANALISIS familias genéticas haya, es decir prohibirse clasificar de otra manera que en férminos histéricos? Tenemos cierta probabilidad de ver mejor lo que debe esperarse si discernimos en dénde estén los peros de los tiempos propuestos. Si se comparan entre s{ dos lenguas de origen diferente que estas teorias ponen juntas, se tiene clara sensa- cién de que una analogia en la manera de construir las formas no ppasa de ser un rasgo superficial en tanto que no sale a la luz la estruc- tura profunda. La razén es que el andlisis sc orienta a las formas empiricas y a arreglos empiricos. Sapir distingue con raz6n la “técni- ca” de ciertos procedimientos morfolégicos, es decir la forma material ‘con que se presentan, del “sistema rclacional”, Pero si esta “técnica” ¢s facil de definir y de reconocer de una lengua a ota al menos en algunos casos (por ejemplo si la lengua emplea o no alternancias yocilicas significativas o si los afijos son distintos o fusionados), muy de otro modo van las cosas a propésito del “tipo relacional”, mucho mis dificil de definir y sobre todo de trasponer, porque la descripeién 5 necesariamente interpretacién. Todo dependera entonces de la intuicién del lingitista y de la manera como “sienta” la lengua. El modo de evitar esta dificultad fundamental no sera elegir cri- terios mas y mas detallados y menos y menos aplicables, sino al contrario, reconocer primero que la forma no 6 sino la posibilidad de Ja estructura y asi claborar una teoria general de la estructura Tingiiistica. Claro es que se procedera a partir de la experiencia, pero para desembocar en un conjunto de definiciones constantes endere- zadas, por un lado, hacia los elementos de las estructuras, por otro hacia sus relaciones. Si se llega a formular proposiciones constantes sobre la naturaleza, el niimero y los encadenamientos de los clemen. tos constitutivos de una estructura lingiiistica, se habré obtenido el medio de ordenar en esquemas uniformes las estructuras de las len- guas reales. La clasificacién se realizar entonces en términos idén- ticos y muy probablemente no tendré ningun parecido con las clasi- ficaciones actuales. Indiquemos dos condiciones de cste trabajo, una tocante a sit método de enfoque, la otra a su marco de exposicién. Habré que recurvir, para una formulacién adecuada de las defini- ciones, a los procedimientos de la légica, que parecen ser los tnicos apropiados para las exigencias de un método riguroso, Cierto es que hiay varias logicas, mas 0 menos formalizadas, entre las cuales aun las ms simplificadas parecen todavia poco utilizables por los lingiistas para sus operaciones especificas. Pero observemos que incluso la cla- LA CLASIFICAGION DE LAS LENGUAS 5 sificacién genética actual, en su empirismo, ya esta informada de légica, y que lo primero’ por hacer es adquirir conciencia de ello, para explicitarla, mejorarla. En la simple enumeracién de los esta: dos sucesivos a través de los cuales se eleva uno de una lengua actual a su prototipo prehistérico, se puede reconocer una construccién logica parecida a la que sustenta Jas clasificaciones zoolégicas. He aqui, muy sumariamente, algunos de los principios légicos que pue- den deslindarse de un cuadro clisico, tal como el de las lenguas indocuropeas escalonadas histéricamente. Sea la relacién entre el provenzal y el indoeuropeo. Se descom- pone analiticamente en: provenzal < galorromano < romano co- min < itélico < indoeuropeo, para limitamos a las grandes divisio- nes. Pero cada uno de estos ténminos, por encima de la lengua individual por clasificar, designa una clase de lenguas, y estas clases se disponen jerarquicamente en unidades superiores e inferiores, cada una de las cuales comprende la unidad inferior y est4 comprendida en [a unidad superior, segin una relacién de encajonamiento suce- sivo. La ordenacién es regida por su extensién y su comprehensién respectivas. Resulta entonces que él término individual, el provenzal, tiene la extensién mas débil y la comprehensién maxima, y contrasta en esto con el indocuropeo, que tiene la extensién méxima y la mas débil comprehensién. Entre esos dos extremos cae una serie de cla- ses cuya extensién y comprehensiOn varian siempre en raz6n inversa, pues cada clase posee, a mas de sus caracteres propios, todos los que ha heredado de la clase superior. Una clase intermedia tendrd mas caracteres que la més extensa que la preceda, y menos que la mas intensa que la siga. Resultaria interesante, dicho sea de paso, recons- truir en términos lingiisticos, sobre este modelo explicito, la filiacién de] provenzal al indoeuropeo, determinando qué tiene de més el pro- vyenzal sobre el galorromano comiin, qué tiene éste de mas sobre el romano comin, etcétera Disponiendo asi las relaciones genéticas, se advierten ciertos carac- teres logicos que parecen definir su colocacién. Ante todo, cada miem- bro individual (idioma) es parte del conjunto de las clases jerarquiza- das y pertenece cada una a un nivel diferente. Por el hecho de poner el provenzal en relacién con el galoromano, se le implica como romano, como latino, etc. En segundo lugar, cada una de estas clases sucesivas es al mismo tiempo incluyente € inclusa. Incluye la que la sigue y estd inclusa en la que la precede, entre los dos términos extre- mos de la clase Gltima y de la lengua individual por clasificar: romano 6 ESTRUCTURAS Y ANALISIS incluye galorromano y est4 incluso en itélico. Terceramente, entre las clases definidas por un mismo grado jerdrquico no existe ninguna rela- cién tal que el conocimiento de una permita el conocimiento de otra. Verificar y caracterizar las lenguas itilicas no procura nocién alguna en cuanto a la naturaleza y ni aun en cuanto a la existencia de las lenguas eslavas. Estas clases no pueden regirse, por no tener nada en comén. En cuarto lugar, y en consecuencia, las clases de un con- junto de igual nivel no pueden jams ser exactamente complemen- tarias, puesto que ninguna de ellas informa sobre a totalidad de la que & parte. Puede siempre esperarse, pues, que se agreguen nuevas clases de lenguas a las de un nivel dado. Finalmente, al igual que cada lengua no hace actuar sino a una parte de las combinaciones que permitiria su sistema fonemético y morfematico, asi cada clase —aun suponiéndola conocida integramente— no contiene més que una parte de las lenguas que hubieran podido ser realizadas. Las cla- ses de lenguas, vistas asi las cosas, no son nunca exhaustivas. De esto se sigue que es imposible cualquier previsién a propésito de la exis- tencia o no existencia de una clase de tal o cual estructura. De donde la nueva consecuencia de que cada clase se caracterizar4, frente a las demas del mismo nivel, por una suma de rasgos respectiva- mente ausentes 0 presentes: conjuntos complejas, tales como itilico y céltico, se definirin solamente por el hecho de que tal rasgo del ‘uno esta ausente del otro, y recfprocamente. Estas consideraciones sumnarias dan una idea de la manera como podria construirse el modelo légico de una clasificacién incluso em- pirica, como la de las familias lingiisticas, A decir verdad, la acomo- daci6n légica que se entrevé no parece poder originar una formali zacién muy desarrollada, ni mds ni menos, por lo demés, que el caso de las especies zoolégicas y botdnicas, que es de la misma naturalera. ‘Mis podria esperarse —si bien aqut la tarea sea mucho més ardua y el panorama mis lejano— de una clasificacién que se orientara a Jos elementos de la estructura lingiifstica en el sentido indicado més arriba, La condicién inicial de semejante empresa serla abandonar el principio —no formulado y por ello tanto mas abramador sobre gran Parte de la lingiistica actual, hasta el punto de que parece confun- dirse con la evidencia— de que no hay mas lingiiistica que la de lo dado, que el lenguaje est4 integramente en sus manifestaciones efec- tuadas. Si asi fuera, estaria cerrado definitivamente el camino a toda investigacién profunda acerca de Ja naturaleza y las manifestaciones del lenguaje. El dato lingiifstico es un resultado, y hay que averiguar LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 7 de qué resulta. Una reflexién algo atenta sobre el modo como wna lengua, toda lengua, se construye, ensefia que cada lengua ene por resolver cierto nfimero de problemas, que se reducen todos a Ta cues- tién central de la “‘significacién”. Las formas gramaticales traducen, con un simbolisme que es 1a marca distintiva del lenguaje, la cespues- ta dada a dichos problemas; estudiando estas formas, su seleccién, su agrupamiento, su organizacién propios, podemos inducir la natura- leza y 1a forma del problema intralingtistico al que responden. Todo este proceso es inconsciente, dificilmente accesible, pero esencial. Por ejemplo, hay un rasgo estructural caracteristico de las Tenguas bantiies no pocas otras mds: las “‘clases nominales”. Es posible contentarse ‘con describir su arreglo material, o puede buscérseles el origen. Nu- merosos estudios han sido dedicados a ello. Aqui sélo nos interesara tuna cuestién que afin no ha sido planteada, la de la funcién de seme- jante estructura. Ahora bien, puede mostrarse —y trataremos de hacerlo en otra parte— que todas los variades sistemas de “clases nominales” son funcionalmente andlogos a los diversos modos de expresién del “niimero gramatical” en otros tipos de lenguas, y que procedimientos lingiiisticos materializados en formas muy disimiles han de clasificarse juntos desde el punto de vista de su funcién. En cualquier caso, hay que comenzar viendo més allé de la forma ma- terial y no encerrar toda la lingiilstica en Ja descripcién de las formas lingiifsticas. Si los arreglas materiales que verifica y analiza la linguis- tica descriptiva pueden ser reducidos’ progresivamente a las figuras diversas de un mismo juego y explicados por referencia a cierto némero de principios definidos, se habra ganado un fundamento para tuna clasificacién racional de los elementos, de las formas, y final- mente de los conjuntos lingiiisticos. Nada prohibe pensar, si prolon- gamos con cierta complacencia este modo de ver, que los lingiiistas sabrin entonces encontrar cn las estructuras lingiiisticas leyes de transformacién como las que permiten, en las esquemas operacio- nales de la légica simbélica, pasar de una estructura a una estructura derivada y definir relaciones constantes. Son visiones lejanas, ni que decir tiene, y més bien temas de reflexién que recetas practicas, Pero una cosa es segura: en vista de que una clasificacién integral significa un conocimiento integral, sera merced a una comprensién cada vez mds honda y a wna definicién siempre mis estricta de los signos lingiisticos come progresaremos hacia una clasificacién racio- nal. La distancia por recorrer cuenta menos que la direccién que se haya de tomar, caPirULO x LOS NIVELES DEL ANALISIS LINGUISTICO* Cuando se estudia con espiritu cientifico un objeto tal como el lenguaje, bien pronto se aprecia que todas las cucstiones se plantean a la vea'a propésito de cada hecho lingliistico, y que empiezan por plantearse en relacién con aquello que debe admitirse como hecho, és decir con los criterios que lo definen como tal. El gran cambio ccurrido en lingiifstica reside precisamente en csto: se ha reconocido que el lenguaje debia ser deccrito como una estructura formal, pero que esta descripcién exigia previamente el establecimiento Les Ftudes philosophiques, aim. 1, eneto-marzo de 1963, P. U. F. © La Philosophie analytique, Patis, ‘Editions de Minuit, 1952 (Cahiers de Royaumont, Philosophic, nim. 1). Es lamentable que en la publicacién no conste fen ninguna parte la fecha en que fue este coloquio. (88) TA FILOSOFIA ANALITICA Y EL LENCUATE 189 Asi, estos filésofos son quiza mas aptos para las distinciones lin- giiisticas, y se inclinan mas a ellas, que la mayoria de los filésofos. Para ellos, las lenguas naturales, que los fil6sofos acostumbran estigmatizar por torpes € impropias para el pensamiento, contie- nen en realidad una riqueza de conceptos y distinciones de lo mas sutiles, y desempefian variadas funciones a las que suelen scr ciegos los fil6sofos. Por lo demés, como estas lenguas se han desarrollado para responder a las necesidades de quienes se sirven de ellas, ellos estiman probable que sélo se queden con los con ceptos itiles y las distinciones suficientes; que sean precisas donde sea necesario ser preciso, y vagas donde la precisién no haga falta ‘Todos Jos que saben hablar una lengua tienen sin duda una impronta implicita de estos conceptos y matices. Pero —siempre segin la escuela de Oxford— los fildsofos que se empefian en describir tales conceptos y distinciones, 0 bien no los aprecian bien o los simplifican en extremo. En todo caso, apenas los han examinado superficialmente. Las verdaderas riquezas que ocultan Jas lenguas permanecen sepultadas. Por eso la escuela de Oxford se ha entregado a estudios muy hondos, muy minuciosos del lenguaje ordinario, estudios merced a los que espera descubrir riquezas ocultas y tornar explicitas dis- tinciones de las que no tenemos sino un conocimiento confuso, describiendo las dispares funciones de todas las clases de expre- siones lingtiisticas. Me es dificil describir en términos generales este método. A menudo serdn estudiadas dos 0 tres expresiones, a primera vista sinénimas; se demostrara que no se pueden usar indiferentemente. Seran escrutados los contcxtos de empleo, in- tentando sacar a la luz el principio implicito que preside Ta cleccién? A los fildsofos de otras tendencias toca decir si asi se hace obra filoséfica 0 no. Pero para los lingiiistas, al menos para los que no dan la cspalda a los problemas de la significacién y consideran que el contenido de las clases de expresién les corresponde también, semejante programa est leno de interés. Es la primera vez —le- riendo en cuenta los ensayos anteriores, orientados de otra manera, de Wittgenstein— que filésofos se entregan a una indagacién ahon- dada sobre los recursos conceptuales de una lengua natural y que 3 J. Urmson, op. cit, pp. 19. 190 EL HOMBRE EN LA LENGUA aportan a ello el espiritu de objetividad, la curiosidad y la paciencia requeridos, pues, nos dice el mismo autor, todos los grandes fildsofos o casi han exigido que fueran escrutadas las palabras que se emplearlan y reconocido que una palabra mal interpretada puede cegar. Pero, segin los actuales filésofos de Oxford, nunca se ha reconocido bastante la importancia y la com- plejidad del trabajo que exige tal indagacién previa. Consagran atticulos o libros enteros a estudios que en otro tiempo eran des- pachados en unas cuantas lincas.* Es muy natural entonces remitirse a la exposicién que presenta, en la misma compilacién, el filésofo considerado como “el macstro incontestado de esta disciplina”, J-L. Austin, con e) titulo Perform. atif: constatif ‘Tenemos aqui un espécimen de este tipo de an: sis, aplicado a Jos enunciados Hamados performativos, por oposiciém a los que son declarativos o constativos. El enunciado performativo tiene su funcién, suya, sirve para efectuar una accién, Formular semejante enunciado es efectuar la accién, tal vez, que mo podria realizarse, al menos con tanta precisién, de ninguna otra manera. He aqui ejemplos: Bautizo este barco Libertad. Pido disculpas. Doy a usted ia bienvenida. ‘Le scone a uted hacerlo Decit “prometo”, formular, como se dice, este acto perfor- mative, es el aeto mismo de hace! la promesa..* Pero gpuede reconocerse de seguro un enunciado asi? Austin vacila y al fin niega que se posea un criterio cierto: juzga “exagerada y en gran parte vana” la csperanza de encontrar “algin criterio, sea de gramatica, sea de vocabulario, que nos permitiera resolver en cada caso la cuestién de saber si tal o cual enunciado es performative © no”. Hay, es verdad, formas “normales”, que comprenden como en los anteriores ejemplos un verbo en primera persona del singu- 4 Ibid, p. 21 * Ibid.) pp. 271-28) # bid, p27 LA FILosoFtA ANALITICA ¥ BL LENGUAJE 191 lar, en presente de indicativo, voz activa; o también enunciados en voz pasiva y segunda o tercera persona del presente de indicativo, como: “la mercancia es entregada en Ja tercera ventanilla”. Pero —contintia— las formas “normales” no son necesarias; -.No es en absoluto necesario que un enunciado, para scr performativo, sca expresado en una de las formas llamadas nor- males... Decir “cierre usted la puerta”, como se ve, es tan performativo, tan la realizacién de un acto, como decir “le ordeno a usted que la cierre”, Hasta la palabra “perro”, sola, puede a veces... servir de performativo explicito y formal: con esta pala brita se realiza el mismo acto que mediante el enunciado “‘ad- vierto a usted que el perro lo va a atacar”, 0 bien mediante “se advierte a los extrafios que existe por aqui un perro bravo”. Para volver performativo nuestro enunciado, y sin equivoco, podemos emplear, en ver de la formula explicita, una multitud de expe- dientes més primitivos, como la entonacién, por ejemplo, y el gesto. Ademas y sobre todo, el contexto mismo en el que son pronunciadas las palabras puede volver bastante seguro el modo Como hay que tomarlas, como descripcién, por ejemplo, 0 bien como advertencia. ..7 Todo lo que hay de esencial en este articulo atafie a las “desdichas” del enuncado perfomatve, «tas ctcunstancias que pucden afec tarlo de nulidad; cuando quien lo realiza no esta calificado, 0 carece de sinceridad, o tompe su compromiso. Considerando Tuego el enun- ciado constativo 0 asercién de hecho, el autor observa que esta nocién no es mis segura ni mejor definida que la nocién opuesta, y que est sujeta, por lo demds, a “desdichas” idénticas, En suma, con- luye, “necesitamos quiz4' una teoria més general de estos actos del discurso y, en tal teoria, con dificultad sobreviviré nuestra antitesis Constative Performativo” * De este articulo, nos hemos quedado con los puntos mas sobre- salientes del razonamiento y, de la demostracién, con los argumentos que conciemen a los hechos propiamente lingiiisticos. No examinare- ‘mos, pues, las consideraciones acerca de las “desdichas” légicas que pueden afectar y tornar inoperantes uno y otto tipo de enunciado, * Ibid, p. 274 8 Ibid, p. 279. 192 EL HOMBRE EN LA LENGUA ni tampoco la conclusién a que conducen al sefior Austin, Tenga éste o no raz6n, después de haber plantcado una distincién, al dedi- carse incontinenti a diluitla y debilitarla hasta el punto de tornar probleniitica su existencia, no es por ello menos cierto que es un hecho de lengua el que sirve de fundamento al andlisis en el caso presente, y nos interesa tanto mas cuanto que sefialamos en persona, de manera independiente, la situacion lingiistica particular de este tipo de enunciado. Desetibiendo hace algunos aifos las formas sub- jetivas de la enunciacién lingtifstiea,? indicdbamos sumariamente la diferencia entre yo juro, que & un acto, y él jura, que no es sino una informacién. Los términos “performativo” y “constativo” no habjan aparecido atin? mas no por ello era otra la sustancia de la defini- cién, Se ofrece ast la ocasién de extender y precisar nuestros propios puntos de vista, confrontindolos con los de Austin Hay que delimitar ante todo el campo del examen especificando los ejemplos que se juzgan adecuados. La eleccién de los ejemplos es aqui de primera importancia, pues deben proponerse primero los que sean evidentes, y es de la realidad de los empleos de donde des- lindaremos a naturaleza de las funciones y finalmente los criterios de Ja definicién. No estamos nada seguros de que se puedan dar como probatorios de la nocién de performativo las locuciones citadas antes: Doy a usted la bienvenida — Pido disculpas —Le aconsejo a usted hacerlo. O cuando menos no prueban ya nada hoy: hasta tal punto la vida social Jas ha trivializado. Cafdas al nivel de simples formulas, hay que devolverlas a su sentido primero para recuperar su funcion performativa. Por ejemplo, cuando presento mis excusas, ¢ un reconocimiento publico de yerro, un acto que aplaca una querella, Podrian descubrisse, en férmulas mds triviales atin, resi- duos de enunciados performativos: buenos dias, cuya forma completa cs deseo a usted los buenos dias, es un performativo de intencién magica, que ha perdido su solemnidad y su virtud primitivas. Pero seria una tarca distinta buscar los performativos caidos en desuso para reanimarlos en el seno de conicxtos de empleo hoy abolidos. 2 De la subjetivité dans Je language” (Journal de Paychologi, 1958, p. 267); antes, en este hiro, pp. 199s is [Nvdel Ts El autor dedica aqui uta nota ajustificor los tdaminos “per formativo" y “constativo" en francls. Como slo en patte cs, trasladable al Sano,” prefrinas omit, El lector ys habrd. loco performativo” al santiva ings fancés performance, y “eonstaivd™ al verbo “conta LA FILOSOFIA ANALITICA Y EL LENGUAJE 193 Antes que emprender semejantes exhumaciones, nos interesa clegir performativos en pleno ejercicio y que se presten directamente al anilisis. Puede adelantarse una definicién inicial, diciendo que los enun- ciados performativos son enunciados en los que un verbo declara- tivo-yusivo en primera persona del presente es construido con un dictum, Asi: ordeno (0 mando, decreto, etc.) que la poblacién sea movilizada, donde el dictura es representado por: la poblaci6n es mo- vilizada, Es por cierto un dictum, en vista de que su enunciacién expresa ¢s indispensable para que cl texto tenga calidad de perfor- mativo. Otra variedad de tales enunciados es dada por Ja construccién del verbo con un complemento directo y un término predicativo: Leo proclamo electo — Declaramos a usted culpable — Nombro a X director — Designo a usted mi sucesor — Eneargo a usted esta misién (de donde el titulo de encargado de misién) —Delego a usted como representante mio (de donde cl titulo de delegado) — Os hacernos caballero (donde el verbo hacer es sin duda’un performativo de palabra), o también, sin diferencia: relevo a X de sus funciones; lo dispenso. ..; lo eximo. ..; lo exonero....; etcétera. Esta primera delimitacién permite ya excluir enunciados como: Sé que Pedro ha legado — Veo que la casa estd cerrada, En efec- to: I] saber, ver no son verbos de categoria performativa, como se indicara més lejos; 2] la proposicién Pedro ha Hlegado o la casa estd cerrada no enuncia un dictum sino un factum; 3] el enunciado entero en su empleo efectivo no cumple funcién performativa En desquite, hay que reconocer como auténticos y admitir como perforinativos los enunciados que lo son de manera inaparente, por- que sélo implicitamente se ponen en boca de la autoridad habilitada para proferirlos. Son los que se emplean hoy en e] formulario oficial: El seftor X es nombrado ministro plenipotenciario — La edtedra de botdnica es declarada vacante. No comprenden verbo declarativo (Deereto que...) y se reducen al dictum, pero éste es publicado en un texto oficial, con la firma del personaje de autoridad, y a veces acompafiado del inciso por la presente, O si no, el dictum es referido impersonalmente y en tercera persona: Se decide que... — El Presi dente de la Republica decreta que... El cambio consiste en una simple trasposicién. El enunciado en tercera persona puede siempre ser reconvertido en una primera persona y recuperar su’ forma tipica. He aqui un dominio en que se producen los enunciados perfor- 194 EL HOMBRE EN LA LENGUA malivos: el de los actos de autoridad. Abrimos otro, donde el enun- ciado no emana de un poder reconocido, sino que plantea un com- promiso personal para quien lo enuncia. Al Jado de los actos de autoridad que publican decisiones con fuerza de ley, hay también los enunciados de compromiso relativos a la persona del locutor: juro. .., prometo. .., hago voto. .., me comprometo d...., 0 también: abjuro. .., repudio..., renuncio..., abandono. .., con una variante de reciprocidad: convenimos..., entre X y Y se acuerda que... .; las partes contratantes convienen De cualquier manera, un enunciado performativo no tiene reali- dad més que si es autenticado como acto. Fuera de las circunstancias que lo hacen performativo, semejante enunciado no es ya nada Cualquiera puede gritar en la plaza: “Decreto la movilizacién gene ral”. Al no poder ser acto, por falta de la autoridad requerida, tales palabras no son sino eso, palabra; se reducen a un clamor acioso, nifieria o demencia, Un enunciado performativo que no sea acto no existe. No tiene existencia mas que como acto de autoridad. Ahora, los actos de autoridad son ante todo y siempre enunciaciones pro- feridas por aquellos a quienes pertenece el derecho de enunciarlas. Esta condicién de validez, relativa a la persona enunciante y a la circunstancia de la enunciacién, debe siempre suponerse satisfecha cuando se trata del performativo. Aqui esté el criterio, no en la elee- cién de los verbos. Un verbo cualquiera de palabra, aun el mis comin de todos, el verbo decir, es apto para formar un enunciado performativo si la férmula digo que..., emitida en las condiciones apropiadas, crea una situacién nueva, Tal es la regla del juego. Una reunién de cardcter oficial no puede comenzar hasta que el. presi dente ha declarado: se abre la sesién. Los asistentes saben que es presidente, Esto dispensa de decir: “Declaro que la sesién esta abier- ta”, lo cual seria de regla. Asi, en boca del mismo personaje, la sesién estd abierta es un acto, en tanto que la ventana estd abierta es una verificacién. Es la diferencia entre un enunciado performativo y un enunciado constativo. De esta condicién resulta otra. El enunciado performativo, siendo un acto, tiene la propiedad de ser tinico. No puede ser efectuado més que en circunstancias particulares, una vez y una sola, en una fecha y un lugar definidos. No tiene valor de descripcién ni de prescrip- cidn sino, una vez mis, de realizacién. Por eso va a menudo acom- pafiado de indicaciones 4e fecha, de lugar, de nombres de personas, testigos, etc. en una palabra, es acontecimiento porque crea el LA FILOSOFIA ANALITICA ¥ EL LENGUAJE 195 acontecimiento, Siendo acto individual ¢ histérico, un enunciado performativo no puede ser repetido, Toda reproduccién es un nuevo acto que cumple quien esté calificado para ello. De otra suerte, la reproduceién del enunciado perfonnativo por otto lo transforma necesariamente en enunciado constativo.® Esto conduce a reconocer al perfosmativo una propiedad singu- lar, la de ser sui-referencial, de referirse a una realidad que él mismo constituye, por el hecho de ser efectivamente enunciado en condi- ciones qué lo hacen acto. De ahi viene que sea a la vez. manifes- tacién lingiiistica, puesto que debe ser pronunciado, y hecho de realidad, en tanto que realizacion de acto. El acto se identifica pues con el enunciado del acto. El significado es idéntico al teferente. Es lo que testimonia la cléusula “por la presente”, El enunciado que se toma a si mismo por referencia es por cierto sui-referencial, gHabra que ampliar el marco formal que hemos asignado hasta aqui al enunciado performative? Austin clasifica como performa- tivos los enunciados concebides en imperativo: “‘Decir ‘Cierre usted Ja puerta’ es tan performative como decir ‘le ardeno a usted que la cietre’ "#? Esto pareceria caer por su peso, al ser el imperativo la for- ma por excelencia de la “orden”. En realidad se trata de una ilusién, y que corre el riesgo de crear el peor malentendido acerca de la natutaleza misma del enunciado performativo. Hay que con- siderar més atentamente las inodalidades del empleo lingiiistico. Un enunciado es performative por denominar el acto ejecutado, por el hecho de que Ego pronuncie una férmula que contenga el verbo en la primera persona del presente: “Declaro certada la sesién.” — “‘Juro decir la verdad,” Asi un enunciado performative debe nom- brar Ia ejecucion (performance) de palabra y su ejecutor. Nada parecido en el imperativo. No hay que dejarse engafiar por el hecho de que el imperativo produzca un resultado, que ;Ven! haga en efecto acudir a aquel a quien se dirige, No es el resultado empirico el que cuenta, Un enunciado performativo no es tal en lo que pueda inodificar la situacién de un individuo, sino en tanto que 6 por si mismo un acto. El enunciado es el acto; quien Jo pronuncia cumple tal acto denominandolo. En este enunciado, la forma lin- Biistica esta sometida a un modelo preciso, el del verbo en presente 31 No hablamos, naturalmente, de la multiplicacién material de un enun- ciado petformativo imerced a la imprenta 18 La cita completa esté en la p. 191 196 EL HOMBRE EN LA LENGUA y en primera persona, Muy distintas son las cosas con el imperativo. Nos las vemos aqui con una modalidad especifica del discurso; el imperativo no es denotativo y no aspira a comunicar un contenido, sino que se caracteriza como pragmatico y aspira a actuat sobre el auditor, a intimarle un comportamiento, El imperativo no es un tiempo verbal; no porta ni marca temporal ni referencia personal. Es el semantema desnudo empleado como forma yusiva con una entonacién especifica. Se ve cnionces que un imperativo no eq vale a un enunciado performativo, en raz6n de no ser ni enunciado ni performativo. No es enunciado, puesto que no sive para cons- truir una proposicién con verbo personal; y no es performativo, por el hecho de que no denomina el acto de palabra por realizar. Asi, jven! es una orden, si, pero lingliisticamente es cosa muy distinta de decir: Ordeno que venges. No hay enunciado performativo que no contenga la mencién del acto, a saber, ordeno, mientras que el imperative podria ser remplazado por cualquier otro procedimiento que produjese el mismo resultado, un gesto, por ejemplo, y no tener ya realidad lingilistica, No es pues el comportamiento esperado del interlocutor lo que es aqui el criterio, sino la forma de los cnuncia- dos respectivos. La diferencia resulta de csto: el imperativo produce ‘un comportamiento, pero el enunciado performative es el acto mis- mo que denomina y que denomina su realizador. Rechazaremos por tanto cualquier identificacién de uno con otro. Otro equivalente de] enunciado performativo seria, segin Austin, la advertencia dada por un letrero: “Hasta la palabra ‘perio’, sola, puede a veces... servir de performativo explicito y formal: con esta palabrita se realiza el mismo acto que mediante } enunciado ‘ad vierto a usted que el perzo |o va a atacar’, o bien mediante ‘se advier- te a los extrafios que existe por aqui un perro bravo’. De hecho, también aqui hay que temer los efectos de una confusion, En un letrero, “perro” es una sefial lingiistica, no una comunicacién y ain menos un performativo. En el razonamiento del sefior Austin, el término “advertencia” tiene un papel ambiguo, tomado en dos sen- tidos distintos. No importa qué seal “icénica” o lingiiistica (tablero, enseiia, etc.) tiene un papel de “advertencia”. El daxon de un auto. miévil ¢s lamado “advertidor”. Lo mismo, el letzero “pesto” 0 “perro Dravo” puede de veras ser interpretado como una “advertencia”, pero no por ello deja de ser muy otra cosa que el enunciado exp 3 Antes, p. 191 LA FILOSOFiA ANALITICA ¥ EL LENGUAJE 197 cito “le advierto que...” El letrero es una simple sefial: a usted Te toca sacar la conclusion que quiera en cuanto a su comportamiento, Solo la formula “le advierto que...” (supuesta producida por le autoridad) es performativa de advertencia. No hay que tomar la im- plicacién extralingiistica como equivalente al cumplimiento lingiiis- tico; estas especies participan de dos categorias enteramente diferen- tes. En la sefal, somos nosotros quienes suplimos la funcién de advertencia. Asi, no vemos razén para abandonar la distincién entre performa tivo y constativo. La creemos justficada y necesaria, a condicién de que se la mantenga en las condiciones estrictas de empleo que la auto: rizan, sin hacer intervenir Ja consideracién del “resultado obtenido” gue és fuente de confusién. De no atenerse a criterios precisos de orden lingiistico y formal, y cn particular de no velarse la distincién entre sentido y referencia, se pone en peligro el objeto mismo de la filosofia analitica, que es la especificidad del lenguaje en las cir cunstancias en que valen las formas lingiiisticas que se eligen para estudiarlas, La delimitacién exacta del fenémeno de lengua impor- ta tanto al analisis filoséfico como a la descripcién lingiistica, pues los problemas del contenido, en Jos que se interesa més particu: larmente el filésofo, pro que tampoco desdefia cl lingitista, ganan en claridad siendo tratados en marcos formales. cariTuLo 2m LOS VERBOS DELOCUTIVOS? La expresin puesta como titulo a este articulo no tiene atin curso en lingiiistica, La introducimos aqui para definir una clase de verbos que es cosa precisamente de hacer reconocer en su particularidad y en su generalidad. Los ejemplos en que encontramos tales verbos pro- ceden unos de las lenguas clasicas, otros de lenguas modemnas del mundo occidental, pero no pretenden delimitar un area geografica ni una familia genética. Antes bien, ilustran una similitud de las creaciones morfolégicas que se realizan en un marco cultural poco més 0 menos andlogo. Se vera que aa se trata de hechos raros, sino por el contrario de formaciones frecuentes, cuya trivialidad de em pleo pudo velar la singularidad de naturaléza Un verbo es llamado “denominativo” si deriva de un nombre; “deverbativo” si de un verbo. Llamaremos delocutivos los verbos que, segiin nos proponemos establecer, derivan de locuciones. Sea el verbo latine salutare, “saludar”. La formacién es limpida; satutare deriva de salus-tis, es pues, estrictamente hablando, un deno- minativo, en virtud de una relacién que parece evidente,’ En reali- dad la relacién entre salutare y salus exige otra definicién; pues el salus que sirve de base a salutare no es el vocablo salus sino el de- seo salus! De modo que salutare no significa “salutem alicui efficere”, sino ““‘salutem’ alicui dicere”,* no “efectuar el saludo” sino “decir: isalud!” Hay pues que remitir salutare no a salus como signo nomi nal, sino a salus como locucién de discurso; en otros términos, salutare se refiere no a la nocién de salus, sino a la frmula “salus!”, de cual- Quier manera que se restituya esta férmula en el uso historico del latin. Este estatuto doble de salus explica que se pueda decir a la ver. salute dare “dat la salvacién” (= “salvar"*) y salutem dare 1 Matanges Spite, 1958, pp. 57-63 2 Pliuto, Peso, 501; Seluter dict Toxilo Timarchides. 2 Por ejsmplo, salus st tibt 0 vor Salus ervasnt (PI., Epid., 742), ete «Cie, Ver, n 154 (198) LOS VERBOS DELOCUTIVOS 199 “dar el ‘salud’ (= “saludar”*). Son por cierto dos formas de salus las que aqui se distinguen, y slo la segunda de las expresio- nes salutem dare equivale a salutare. Se ve asi que, a despecho de las apariencias, salutare no deriva de un nombre dotado del valor virtual de un signo lingiiistico, sino de un sintagma en que la forma nomtinal esté actualizada como “término por pronunciar”. Un verbo asi se define pucs en relacién con la locucién formularia de que deriva y seré llamado delocutivo En cuanto se adquiere conciencia de ello, hay que revisar buen uimero de derivaciones verbales consideradas —superficialmente— como denominativas. En la misma familia etimolégica que salutare lopamos con el caso de salvere. Pareceria, no teniendo en cuenta mis que relaciones morfoldgicas, que el adjetivo salvus hubiera pro- ducido dos denominativos verbales: salvare y salvere, Semejante idea seria gravemente errénea. Por poca importancia que se conceda a establecer relaciones exactas, hay que reconocer dos planos distintos de derivacién. E] verdadero y solo denominativo de salvus, “salvo” cs e) presente salvare, “poner a salvo, salvar” (que de hecho no esté atestiguado ds que’ en la latinidad cristiana; su puesto lo ocupa servare en la época clisica). Pero salvere es algo muy distinto de un verbo de estado extraido de salvus. El hecho esencial que hay que ver es que salvere no deriva de salvus sino de la férmula de salutacién salve! (salvete!). Pues este verbo salyere no tiene en realidad mas que una sola forma: el infi- nitivo salyere, que se emplea en las locuciones como jubeo te salvere, “te deseo buenos dias”. Las formas personales son rarisimas; un cjemplo como salyebis a meo Cicerone, “tienes las salutaciones de mi (hijo) Cicerén”,° se denuncia, por la construccién misma salvere ab..., como un giro improvisado. Se sigue que salvere es de hecho la conversién de salve! en la forma gramatical exigida por la sintaxis de la frase inditecta. No existe pues verbo salvere, sino una o dos formas verbales no paradigmatizadas, que trasponen la locucién salve! en referencia de discurso referido, Desde el punto de vista funcional, salyere es un delocutivo, quedado por lo demas en estado embrionario. Un verbo no derivado puede volverse delocutivo en una parte de sus formas si el sentido y la construccién lo llevan a ello, Muy caracteristico es desde este punto de vista el verbo valere, que la 5 Salute data redditaque (Liv., m, 26, 9) #Cic, Att, vy 2 200 EL HOMBRE EN LA LENGUA formula salve, vale evoca bastante naturalmente aqui. Existe, claro est, un verbo valere, “tener vigor; ser cficaz”, que es un verbo de ejercicio pleno en toda la latinidad. Pero hay que dejar aparte un empleo especifico: la férmula epistolar te jubeo valere, El infinitivo valere no es tomado aqui con st. valor normal; te jubeo valere no se deja clasificar con otros empleos de jubeo ++’ infinitivo, tales como te jubeo venire. Aqui valere es el infinitive convertido de valel, de suerte que te jubeo valere equivale a te jubeo: vale! Asi la derivaciér sintactica vale! > valere da a valere en esta expresién una funciér delocutiva. Se pensar naturalmente en la situacién andloga del infinitive griego Khairein. Se tienc por una parte el infinitivo en funcién nor nal: Rhairein tall” eg6 s' ephiemai, “te conceda hacer tn gusto cor todo el resto”; pero khairein en empleo formulario en khairein tim Iégein, “enviar sus salutaciones a alguien”, representa la forina delo- cutiva gue traspone el imperative Khafre, “jsalud!’ La creacién de verbos delocutivos se efectiia bajo la presién de necesidades léxicas, est ligada a Js frecuencia y a la importancia de las formulas prefiadas en cicrtos tipos de cultura. El Jatin ofrece algunos ejemplos muy instructivos en su diversidad. Si, material mente, negare deriva de nec, es en tanto que significa “decir nec” El término bisico es, una vez mas, un término que forma locucién entera, en el caso nec como portador de un juicio negative y que constituye por si solo una proposicién. Otro delocutivo es autiumare que es propiamente “decir autem”, de donde “argumentar; afirmar” Dificil seria concebir que particulas como nec o duterr hubiesen generado verbos derivados, de haber sido tomadas en su funcién Tégica, Sélo en tanto que clementos fonmales de discurso se pres- tan nec o autem a forinar verbos. En vista de que éstos tienen la connotaci6n exclusiva de “dccir...”, son delocutivos en el mas es- tricto de los sentidos. Es sabido que lat, quiritare, “pedir socorro”, se explica literal- mente como “gritar: Quirites!” Tenemos el testimonio de Varrén: “quiritare dicitur is qui Quiritium fidem clamans implorat”,® y por Jo denuis a literatura ha conservado ejemplos de la quiritatio on for ma del llantado: Quirites! 0 porro, Quirites'” Un verbo asi no puede ser mis que delocutivo, puesto que cl término de base no es la desig- * S6f., Ajax, 112 # Varin L. Ly, 7, 9 Ver Schulze, KL.'Schr, pp. 178.58, para numerosas citas, LOS VERBOS DELOCUTIVOS 201 nacién Quirites sino el Namado Quirites! De otra mancra, quiritare, si fuera denominativo, debiera significar “hacer de alguien un quitite™. Se ve la diferencia, Encontrareiios en cste modo de derivacién cl medio de com- prender mejor el sentido de un témino importante del antiguo ritual romano, el verbo parentare, “hacer una oblacién fancbre en memoria de alguien”. La telacién con farens es evidente, pero zedino intcrpretarla? Un parentare denominativo de parens debiera signi- ficar “‘® tratar como parens”, lo cual omite lo esencial; zde qué yen: dria entonces que cl verbo se restrinja a los usos funebres? Nadie parece haber visto siquiera la dificultad. Se resuelve merced a una induccidn que apoyaremos en el texto siguiente. Al morir Rémulo —o mas bien al desaparecer sibitamente—, nos dice Tito Livio, pucblo fue primero presa de terror: deinde, a paucis initio facto, “deum deo natum regem parentemque urbis Romanae sdluere” uni versi Romulum jubent, “entonces, siguiendo el ejemplo de algunos, todos a la v profieren vivas cn honor de Rémulo dios c hijo de un dios, rev padre de Ja ciudad de Roma"2* Quicn Jea atenta- mente este ssaje, en medio de una narracién tan rica en tradiciones auténticas, puede sospechar en la formulacion livia una expresién ciertamnents'tomada de un ritual arcaico. Con ayuda de la expre sion parenstem salvere jubent, nos parece ue debe restaurarse una formula so'cinne que consistia en el Hamado: “parens, salve!” Tito Livio nos conservaria cn sintaxis indirecta la férmula’ misma de la conclamatio. La hipdtesis se vuelve certidumbre cuando vuclve a darse con la expresién cn un episodio célebre; cuando Eneas hace celebrar el aniversario de la muerte de Anquiscs, después de los jue- gos fnebres, cumplidos todos los ritos, derrama flores sobre la tumba de su padre pronunciondo: salve, sancte parens, iterum.!: La concordancia parece decisiva. Este tito cs precisamente el de una parentatio. Aqui reside la explicacién de parentere que debe signi ficar literalmente: “pronunciar la formula salve, parens!” La locu cién se ha reducido a su término esencial, parens, sobre al cual se formné parentare, tipicamente delocutivo.” 18 Liv, 1, 16, 3; cf algunas Iineas mas lejos, Romulus, parens ujus urbio @, 16,6). » Viig., En. v.80, 22 Lg misma felicia entre porenture y porens ha. sido indicada por H. Wagenvoort, Studies in Roman Litercture, Culture and Religion, Leiden, 1956, p. 290, segun el resumen de M. Leumann, Glo¢ta, 36 (1957), pp. 148.9. (Nota ‘en paiebas.) EL HOMBRE EN LA LENGUA s de decir acerca de la relacién entre lat. salus y salutare vale también para francés salut y saluer, asi como para las correspondientes parejas en otras lenguas romances. Se trata de la mism relacién de locucién a delocutivo, y de una relacion que ha de plantearse sincrénicamente, sin cuidarse de la descendencia hhistérica de lat. salutem a fr. salut. Ya no es dificil hoy por hoy colocar en la misma clase fr. merci y (re)mercier (a. fr. mercier). Que remercier sig- nifica “decir merci (gracias)”, lo aprenden los nifios franceses desde la mis tiema edad; ¢s importante, con todo, subrayar Ia relacién con “decir (y no: hacer) merci (aqui: ‘gracia’)”. Pues merci en su sen tido léxico de “gracia” (cf. demander merci) debiera producir un clenominativo (re)mercier en \ sentido de “faire grace, gracier —‘in- dultar’ y afines”, lo cual no ocurre nunca. Sélo merci! como locucién convencional permite justificar (re}mercier, que se caracteriza por ello como delocutivo. Tampoco habria que creer que el empleo de merci! como locucién debiese acarrear necesariamente la creacién de un derivado verbal como remercier. Pudiera recurrirse a expresiones distintas. ‘Tal es por ejemplo la situacién en ruso, donde la férmula spasibo!, “gracias”, no ha producido verbo derivado y permanece independiente del verbo blagodarit’, “remercier, agradecer". En cam ‘io son claramente delocutivos ingl. to thank, al. danken, con res- pecto al sustantivo thank(s), Dank. Ya en gotico la locucién pank fairhaitan (= * Dank verheissen), traduciendo g. khdrin ékhein (Lc, xvu, 9), muestra que park se habia vuelto un témino consa. grado, ya desprendido de pagkjan, “denken” Dado que el término que sirve cle base es tomado en cierto inodo como nombre de la nocién, y no como expresién de la nocién, las enguas modernas conservan la posibilidad, ilustrada antes por lat negore, autumare, de construir un delocutivo sobre una particula, a condicién de que ésta pueda emplearse como locucién. ‘Tendremos asi en inglés to hail, “gritar: hail!”, to encore, “gritar: encore!”, en cstadounidense fo okey, y aun fo yes; en francés bisser, “gritar: bis!”, Se cita en viejo aleman un verbo aberen, “tepetir”, sacado de aber, como latin autumare, de autem, Trataremos igual mente como delocu: tivos fr. tutoyer, vouvoyer, en vista de que significan precisa y solamen- te “decir: tu (vous)”. Es evidente que un denominativo de tu seria imposible: “ta” no es una cualidad que se pueda conferir; es un tér- mino de alocucién, del cual tutoyer —“tutear”— sera el delocutivo. 13 Mencken, The American Language, p. 195. LOS VERBOS DELOCUTIVOS 203 La mayor parte de los verbos citados hasta aqui se refieren a convenciones de la vida social. Las condiciones generales de la cul- tura son panto mas o menos iguales en las diversas sociedades occi- dentales modemnas, y puede parecer natural que encontremos las mismas expresiones en varias lenguas. Pero las similitudes apreciadas pueden resultar o de creaciones independientes 0, por el contrario, de acciones de una lengua sobre otra, No seria indiferente poder precisar en cada caso la naturaleza exacta del proceso. Ahora bien, la definicion aqui ofrecida de los verbos delocutivos pone a menudo en condiciones de realizar las distinciones necesarias. Asi en gético el adjetivo hails, “sano, en buena salud”, tiene un empleo formulario en el término hails, “Khaire! jsalud!”, Pero el verbo derivado hailjan no significa sino “‘curar”; es un denominativo. No hay heiljan, “*saludar”. Es en una frase mis reciente del ger- manico donde aparece un verbo nuevo, a.a.a. heilazzen, a. isl. heilsa, a.a, halettan, “to hail”, que es delocutivo. Fue probablemente creado siguiendo el modelo de lat. salutare. Por su lado, el eslavo concuerda con el latin en la relacién a. esl. celiz (ruso celyi), “salvus”: celovati, “salutare” (ruso celovat’, “be- sar”). Se tratard en eslavo de una creacién independiente? La respuesta x desprende de la definicién misma de delocutivo. Para Ta creacién de un delocutivo celovati, la existencia de un adjetivo celit es una condicién necesaria, si, pero no suficiente; también hace falta qne la forma bisica sea susceptible de un empleo formulario. Ahora bien, tenemos por cierto en eslavo el equivalente de lat. salvus, pero no el de lat. salve! Fs asi sumamente verosimil que la relacién celit:celovati fuera en eslavo calcada del latin, directamente 0 a tra- vés del geménico. Puede plantearse la misma cuestion a propésito de tina concor- dancia parscida entre el armenio y el iranio. Tenemos arm. druat, “elogio, alabanza”, y druatem, “‘saludar, alabar, aclamar”, como lat. salus:salutere, Peto este término viene del iranio (avést. druvatat- “salus”).2* Podia concluirse que el armenio ha tomado del iranio dl presente derivado igual que el nombre. Pero se aprecia que, si el iranio ciertamente ha convertido el nombre driid, “salud”, en formula de salutacisn —medio persa drid abar t3, “salud a ti—, no hay mis que driidén- como verbo delocutivo, Se’sigue que el presente drua- tem fue creado en armenio mismo por derivacién auténoma, 44 Cf, Hubschmann, Arm, Gramm, p. 146 204 EL HOMBRE EN LA LENGUA Son en definitiva los recursos y la estructura de cada sistema lin- gitistico los que deciden esta posibilidad de derivacién verbal como todas las demas. Es instructivo observar deste este punto de vista has diferencias de comportamiento entre las lenguas a partir de una situacién léxica comin, Se encuentra en tres lenguas una expresién de igual sentido: al. willkommen, ingl. welcome, fr. bienvenu. Es el emplco como formula de recepeién el que ha determinado el desarzo- Nlo cn cada dominio, La expresién germdnica estaba tan cstrecha- mente asociada a un rito de recepcién, que sc volvi6, pasada a a. fr. wwilecome, ital. bellicone, el nombre de la gran copa de hospitalidad. Ahora bien, el inglés ha realizado un delocutivo en dl verbo to wel- come, “to say: welcome!”. El alemén no Ilegé tan lejos; no hay verbo “willkommen, sino solamente la locucién willkommen (adj.) heissen, “dar la bienvenida”. En francés, la lengua tropeué con una dificultad que slo ha vencido parcialmente. Del adjetivo bienvenu, claro y otrora descomponible (trds bien venus soiés, siglo xm), re- pugné extraer un delocutivo *bienvenir (quelqu’un), que hubiera sido el equivalente exacto de to welcome (someone). Pero algo se avanz6 en esta direccién creando un infinitive bienvenir limitado al giro se faire bienvenir de quelqu’un. El punto de partida es la expre- sid étre bienvenu (de quelgu'un) tratada como un pasivo, sobre 1h cual se ha establocido un causativo se faire bienvenir, lo mismo que étre bien vu (de quelqu'un) conduce a se faire bien voir (de quelqu’ un), Pero no son sino aproximaciones a un delocutivo que no ha lle- gado a realizarse. Nade es més scncillo en apariencia que el sentido de lat. benedi- cere, “bendecir”, a partir de los dos morfernas que lo constituyen, bene y dicere. Este cjemplo tiene en el presente andlisis un interés propio, puesto que la forma misma conticne dicere v nos hace sospe- char la condicién de un delocutivo. Mas el examen revela una historia harto més compleja y mei.2s lineal, cuya descripcién est por hacer. Nos limitaremos para nnestro propésito a indicar los puntos mas sobresalientes. 1) Hubo un empleo de bene dicere que no se ha hecho constar. Aparece en un pasaje de Plauto: quid si sors uliter quam voles evenerit? —Bene dice! “que ocurtisé si la suerte es otra de la que quieres? —jNada de mal agiiero!”® Aqui Plasto, mediante esta locucién bene dice, imita de seguro gr. euphémei! Nada prucba, por 2 PI, Casins, 345. LOS VERBOS DELOGUTIVos 205 To demés, que este bene dice! haya jams conducido a un verbo bene dicere con cl sentido de gr. euphémein, pues cn griego mismo no existe verbo euphémein, sino tan s6lo un infinitive euphémetn, tras- ‘posicidn del imperative euphémei (euphémeite) en wn giro como ‘euphémein keleuein, “invitar a pronunciar palabras de buen agiiero”, que es la formulacién ritual de “invitar al silencio” 1° 2] Diferente es cl sentido de la férmula bene tibi dico, “te deseo dien”2” Aqui hay que guardarse de creer, como parece hacerse, que bene dicere signifique litcralmente “desear bien”; dicere no esta aqui ‘tomado en absoluto en el sentidc —que por lo demas nunca tuvo— de “desear”. Hay que entender bene como el término régimen de dicere: “bene!” dicere dlicui, “decir: bene! a alguien”. Este bene! es interjeccién de deseo conocida en més de un ejemplo: bene mihi, bene vobis, “ja mi saludl, ja la vucstra!” en Plauto;™ bene nos; ppatriae, bene te, pater, optime Caesar, “ja nuestra salud! ja la tuya, padre de la patria!” en Ovidio,#* etc. Por el hecho mismo de que Jos dos componentes conserven su antonomia, bene dicere no lleg6 a tomar el lugar del auténtico delocutivo que hubiera sido un verbo derivado dircetamente de bene! Podria imaginarse un delocutivo alemdn *pros(ijtieren que darfa la idea. 3] Otra acepcidn, tercera, aparece cuando bene dicere se toma en la lengua clasica por “alabar, hacer el elogio de alguien”; es otra ‘vez un desenvolvimiento debido a una influcncia literaria: bene dicere sitve para traducir gr. eulogein, del todo distinto de euphémein 4) Finalmente, cuando gr, eulogein mismo fue clegido para verter hiebr. brk, fire benedicere (vuelto signo Gnico) el que siguis siendo el equivalente latino, pero esta vez con el nuevo valor judeo-cristiano de “bendecir”, que produjo 4 su ver benedictus, benedictio. Es la nocién moderna. Para acabar de caracterizar este tipo de derivacién verbal, parece itil provenir contra dos confusiones posibles. En primer lugar, hay que distinguir cuidadosamente delocutivos y verbos derivides de 4% Lo eual hemos tenido ocasién de mostrar més en detalle en un atticulo aparecido hace gumos fos (Die Sprache, 1 11949), pp. 11648., sobre lo ex resin griegs euphPmetn per ply Rud, 640; Trin, & Perse, 773, cf. 708, et. » Fass, 1, 635. % Nota én procbas: No he podido ver un attculo de A. Debrunner sobre lat, tlutere publicado en la Festschrift Max Vasmer, Berlin, 1956, pp. 11658, citado en K.'Z., 74, 1956, p. 143, n. 2 24, ete, 206 EL HOMBRE EN LA LENGUA interjecciones: por ejemplo claguer, huer, chuchoter en francés, en inglés to boo, etc. Un delocutivo tiene siempre por radical un signi ficante, que puede ser intercalado en el discurso pero sin cesar de set significante, en tanto que verbos como claquer estén construidos sobre simples onomatopeyas. Aqui la distincién es facil. Un poco més insidiosa seria la tentacién de confundir los delocutivos con los denominados “verbos de deseo” en la gramética tradicional. Segura- mente expresiones como welcome!, salut! sicven para trasmitir un deseo, Pero este trasfondo psicolégico es ajeno al problema. E] delo- cutivo se define no por el contenido intencional sino por la relacién formal entre una locucién y un verho que denota el enunciado de esta locucién. El sentido de la locucién constituyente importa poco La diferencia resalta con claridad si se compara el “verbo de deseo” por excelencia, que es desear, con un delocutivo como saludar. La pa- Jabra deseo no es una férmula de deseo; es un sustantivo como cual- quer otro, y el verbo derivado desear es un simple denominativo, en lanto que salud es por cierto un sustantivo, pero también, con la forma jsalud!, una {érmula de saludo; de ahi que saludar, que fica “decir: jsalud’’, se lame delocutivo. También habré que cla sificar como delocutivos franceses sacrer, “decir: saeré...!”, pester, “decir: peste!” El rasgo esencial indicador de un delocutivo es que se halla con su base nominal en la relacién “decir. ..”, y no en la relacién “hacer...” que es propia del denominativo. No es el menos instruc- tivo de los caracteres de esta clase +l mostramos un signo de la lengua derivando de una locucién de discurso y no de otro signo de Ia lengua; por este hecho mismo, los delocutivos sern sobre todo, en el momento de ser creados, verbos que denoten actividades de discurso, Su estructura tanto como las razones que los Haman a la existencia Jes asignan una posicién particularisima entre las demas clases de derivados verbales. VI Léxico y cultura caPiruLo xvii CIVILIZACION. CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LA PALABRA? ‘Toda la historia del pensamiento modemno y los principales logros de la cultura intelectual en el mundo occidental estén vinculados a la creacién y manipulacién de algunas decenas de palabras esenciales, ‘cuyo conjunto constituye el bien comiin de las lenguas de la Europa occidental. Apenas comenzamos a discernir el interés que tendria el describir con precisidn la génesis de este vocabulario de la cultura moderna, Semejante descripci6n no podria ser mas que la suma de miiltiples trabajos de detalle, consagrados a cada una de estas pala- bras en cada una de las lenguas. Tales trabajos escasean aun y quienes los emprenden sienten en carne propia, sobre todo en el caso del francés, la penuria de los eximenes léxicos mds necesarios. En un estudio bien conocido, Lucien Febvre esboz6 brillante- mente la historia de uno de los términos més importantes de nuestro léxico moderno, la palabra “civilizacién”, y el desenvolvimiento de Jas nociones tan fecundas que a é] se asocian, entre fines del siglo xvut y mediados del xex. Lament6 también las dificultades que sc en- ‘cuentran para fechar exactamente la aparicién de la palabra en fran- cs. Precisamente por ser “‘civilizacién” una de esas palabras que inculcan una visién nueva del mundo, importa precisar tanto como se pueda las condiciones en que fue creada. Apenas a aquella fase de los primeros empleos se restringe esta contribucién, que aspira sobre todo a extender el problema y a enriquecer la documentacién. Febvre no encontré ejemplo seguro de civilisation antes de 1766. Poco después de la publicacién de su estudio, nuevas precisiones y ejemplos anteriores fueron aportados, por un lado, por Ferdinand Brunot, en una nota sucinta de su Histoire de la langue francaise,’ + Extracto de Hommage 2 Lucien Febvre, Pass, 1954. Civilisation. Le mot et Tidée (Publications du Centre International de Synthése}, Parfs, 1930, pp. 1-55. Presentado al Centre de Synthése en mayo ae 1929 3 Histoire de la langue frangaise, t. vt, 1* parte, 1930, p. 106. Da como [209] 210 LEXICO Y CULTURA por otto lado por Joachim Moras, que consagré a la nocién de civi- lizacion en Francia una monografia detallada* Pueden agregarse otros datos, derivados de nuestras lecturas propias, Parece ahora muy probable que los més antiguos ejemplos de la palabra estén en los escritos del marqués de Mirabeau. Dificil resulta fepresentarse hoy en dia la celebridad y la influencia del autor del ‘Ami des hommes no solamente en el circulo de los fisiécratas, sino en el mundo intelectual entero, y durante largas décadas hasta el primer cuarto del siglo xx cuando menos. Para apreciar su accién, tenemos los testimonios fervientes de aquellos de sus contemporineos gue abrazaron apasionadamente su doctrina. Asi Linguet quien, en su Théorie des lois eiviles (1767), cita codo con codo “el Ami des hommes, el Esprit des lois y igure ote obs publicadas por genios superiores”. Asi también el abbé Baudeau, cuya Premigre Introduc- tion d la philosophie économique (1771) va firmada “Un discipulo del Ami des hommes”. Mas fue también, mucho més tarde, en 1814, cuando el muy hicido Benjamin Constant quien, en un escrito directa- mente vinculado al objeto de este estudio, De Pesprit de conquéte et de usurpation, dans leurs rapports avec la civilisation européenne, se Tefiere a “dos autoridades imponentes, M. de Montesquieu y el marqués de Mirabeau”,* Y no obstante, quien lea hoy a Mirabeau se pasmara de que los excesos y extravagancias del autor no perjudi- casen entonces a la boga del economista y del reformador. A estos defectos tan notorios sera sensible hoy dia el historiador de la lengua; l galimatias, la verba vulgar, la incoherencia de las metéforas y la confusién enfitica del tono parecen expresién natural de un pensa- miento de seguro audaz y vehemente. Pues bien, es en aquella de sus obras que consagrd su nombre de una vez por todas donde se encuentra, por vez primera, la palabra civilisation. Con fecha 1756, pero en realidad 1757,* aparecia, sin nombre de autor, el Ami des hommes ou Traité de la population, primer ejemplo un pasaje de Turgot que L. Febvee climiné (op. cit,, pp. 4-5) como debido probablemente a Dupont de Nemours. * Ursprang und Entwicklung des Begriffs der Zivilisation in Frantreich, (1756-1830), Hamburgo, 1930 (Hamburger Studien zu Volkstum und Kultur der Romanen, 6) © Ed. de 1814, p. 53, 0.1 © Esto lo ha establécido G. Weulersse, Les manuserits économiques de! Francois Quesnay et du marque de Mirabeau aux Archhes nationales, Paris, 1910, pp. 19-20, que muestra que “Ia obra fue compuesta enteramente, y sin, duda aun impresa €n 1756, pero no apatecié hasta 1757" CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LA PALABRA 2 que conocié de inmediato el triunfo. Hacia la mitad de la primera parte leemos: “Con harta raz6n los Ministros de la Religién ticnen el primer rango en una sociedad bien ordenada. La Religién es sin contradiccién el primero y mas stil freno de la humanidad; es el primer resorte de la civilizacién; os predica y recuerda sin cesar a confratcmnidad, dulcifica nuestro corazén, etc.” * 1.a palabra reaps rece mis adelante cn Ja obra, Se encuentra ci los escritos posteriores de Mirabeau. Asi en su Théorie de Vimpét (1760); “El ejemplo de todos los Imperios que precedieron al nuestro y que recorrieron el cfreulo de la civilizacién seria en detalle una prueba de lo que acabo de adelantar” (p. 99).* Un testimonio atin poco conocido de la pre- dileccién de Mirabeau por este término lo revelé el inventario de sus papeles y merece ser recordado aqui, no obstante que la fecha que sc le atribuye disminuya su valor para nuestro propésito, Mirabea dejé en borrador el comienzo de una obra que, para hacer juego con L’Ami des hommes ou Traité de la population, habria de titu- satse L’Ami des femmes ou Traité de la civilisation. 'Weulersse sittia este esbozo “hacia 1768, sin duda”. Es listima que no se pueda fechar mas exactamente este texto singular, conservado en las Archives Nationales. Quien tenga la curiosidzd de consultarlo encontrar un manuscrito® con cinco péginas y media de prefacio y diez paginas, ‘inicas redactadas, del tratado propiamente dicho. Dard el tono este detalle: después de un preambulo en forma de invocacién, el texto comienza con el titulo siguiente: “Tratado de la civilizacién, Pri- mera parte, primera edad. Capitulo 1. El tartamudeo.” Por extra- vagante que sea, sembrado de reflexiones y de digresiones del mas estrambético estilo, este fragmento contiene sin embargo varios env pleos instructivos de la palabra que era objeto propio del discurso. Los enurnerarcmos todos: “Ella (= la simplicidad) sabr4 guiarme por las vias de la civilizacién” (p. 1); “se trata de saber cusl de los dos sexos influye mas sobre Ja civilizacién” (p. 2); “la extirpacién + No fue difel montane hasta Mitsbeas, pues ete passe es citado en Ja segunda ediin del Dictionnaire de Trévous. La refercis figura ahora en sueea edtiba del Diccionario ctinolbgico de Bloch-Wartburg pero. con fecha Jneraets (1735, en loga de 1957) v con vn coor el thulo de fa bra (L’Ams de Thomme en vez de L'Aral det hommes, 1 No creemos de uted peti aqul 10s ctaplos dados por J. Moras acre. ca de Misbzau, nls Ge! bbe Baud en la Epes fu coyen cades 9a por L. Febvee'y por Moras Desi M. 780, alm. 3, EV manustito fue setalado por G. Weulesre (op. cit, p-3). J. Moras n0 fo aprovechs por capita 212 LEXICO Y CULTURA de estos prejuicios es lo que producen los conocimientos aportados por la civilizacién” (p. 4); “la gente decente guarda su decencia y su corazdn para su conducta, y su civilizacién y su agudeza para la sociedad” (ibid.); "la civilizacién y el uso los obliga (sic) a depre- ciarse en la sociedad” (ibid.); y sobre todo este pasaje que ¢ una definicién: “Admiro a este respecto cuanto nuestras ideas de indaga- ciones falsas en todos los puntos Jo son al respecto de lo que consi- deramos la eivilicacién. Si preguntase ala mayoria en qué hacen consist la civilizaci6n, me responderian que la civilizacién es la dul- cificacién de las costumbres, la urbanidad, ta cortesta, y los conoci- mientos divulgados de manera que se observen las buenas formas y ocupen el lugar de leyes de detalle; todo esto no me presenta sino a mascara de la vistud y no su faz, y la civilizacién no hace nada por la sociedad si no le da el fondo y la forma de Ja virtud” (p. 3)2° Resulta de estos empleos que, para Mirabeau, “civilizacién” es un proceso de lo que hasta entonces se denominaba police, un acto ten- diente a volver més policés cl hombre y la sociedad, ef esfuerzo por hacer que los individuos observen espenténeamente las reglas de la conveniencia y transformar en el sentido de una mayor urbanidad os habitos de la sociedad. Es por cierto asi como lo entienden también los autores que, a partir de 1765, utilizan a su vez el término civilisation, en general bajo la inspiracidn de Mirabeau, Los estudios antes citados ya han expucsto textos de Boulanger, de Baudeau y de Dupont de Nemours, que cs insti] reproducir aqui. Agregaremos algunos ejemplos tomados de Linguet, Théorie des lois eiviles ou Principes fondamentaux de la société (Londces, 1767): “Haremos ver en lo que sigue que esta des- dicha es inevitable. Se debe a Ja civilizaciin de los pueblos” (1, p. 202); “Son éstos los dos primeros titulos del Cédigo original de Jos hombres, en la época de su civilizacién” (nm, p. 175); “Me com: plazco en descnmaraiar en los alrededores e} rastro de los primeros pasos dados por los hombres hacia ia civilizacién” (n, p. 219); “Para... hacer de los instramentos de la fertilidad los del lujo, sélo hacia falta un poco més de civilizacién, que no pudo tardar” (n, p, 259). Aqu{ civilisation designa e] proceso colectivo y original que hizo salir a la humanidad de la barbarie, lo cual encamina ya hacia 2° Los pasajes en bastardilla estén subrayados en el ms. original "1 Ke eb Goieo potsje ctado por Brunot [op. of.) con una tefcenda dif tente (p, 190) que'o bien se refiere a otra edicién, o <5 inenacta CONTRIBUCION A LA SEORIA DE LA PALABRA 213 Ja definicién de “civilizacién” como estado de la sociedad civilizads, de Ta cual en adelante menudearin los ejemplos. Puede preguntarse por qué civilisation tardé tanto en nacer, cuando que civiliser y eivilisé eran desde mucho tiempo atts de uso cortiente. Es poco probable que este proceso haya sido estorbado por la existencia de civilisation como témino de prictica judiciaria (“hecho de volver civil un proceso criminal”), que nunca debid de tener gran extension. Mas bien habri que pensar en dos razones principales. Una es la escasez, cn aquella época, de palabras en isation y la lentitud de su multiplicacién. Por mucho que diga J. Moras, no hubo a mediados del siglo xvnr mas que un numero reducid{simo de creaciones de este orden antes de la Revolucién en las listas de F, Gohin ™ y de A. Frangois * apenas se cncuentran fertilisation, théscurisation, temporisation, organisation (cteada éta antetiormente, pero que no cobré vida hasta entonces) y, en fin, nuestra civilisation, Bien poca cosa cs ante los 70 términos, més 0 menos, en ité creados durante cl mismo periodo.* En tan men- guado contingente, incluso, la mayor parte de las palabras conservan 41 sentido exclusive de “acto” (as{ fertilisation). Para pasar a la nocién de “estado”, a la que llega en seguida civilisation, s6lo puede citarse organisation, en “la organizacién de los vegetales”, y luego las organizaciones caritativas”. E} hAbito nos ha hecho insen- sibles al caricter excepcional que bien pronto adquirié el empleo de civilisation entre los demas derivados en -isation. Aparte de esta productividad, canija entonces, de una clase de abstractos de aspecto técnico, debemos considerar, para explicar la aparicién tardla de civilisation, la novedad misma de Ia nocién y los cambios que impli- caba en la concepcién tradicional del hombre y de la sociedad. De la barbarie original a la condicién presente de] hombre en sociedad, se descubria una gradacién universal, un lento proceso de educacion y afinacién en una palabra, un progreso constante cn el orden de lo que la civilité, término estatico, no bastaba ya para expresar y que no habia més que Tamar eivilisstion para definir juntos €l sen- tido y la continuidad. No era solamente una visién hist6rica de la sociedad; era también una interpretacién optimista y decididamente no teolégica de su evolucion que se afirmaba, a veces a despecho de 4 Les transformations de ta langue froncaise pendant la deuxitme moitié du aviie siecle, Pats, 1902, pp. 2665s. 3» Tit deta longue (de 7. Bronot) tvs, 2® part, p. 1320. % Gohin. 9” a 214 LEXICO Y CULTURA quienes la proclamaban, y aun si algunos, ante todo Mirabeau, seguian contando la teligién como el primer factor de la “civili- zacion” Mas, como noté Febvre,** la palabra tiene una historia paralela y apcoximadamien:e contemporinéa en Inglaterra, donde las condi- ciones son curiosamente parecidas: civilize y civilized son antiguos; civilization como término de procedimiento est atestiguado desde comienzos del siglo xvut, pero civilization en el sentido social data de mucho més tarde, Tratindose de una nocién destinada a pro- pagarse ampliamente y en una época de contactos estrechos entre los dos paises, esto plantea la cuestidn de la anterioridad del uno © el otro en los primeros einpleos, y de posibles acciones reciprocas. Es cosa ante todo de fijar 1a fecha de aparicién de civilization en inglés. El excelente New English Dictionary (N.E.D.) asigna al primer ejemplo la fecha dle 1772, en las conversaciones de Boswell con el doctor Johnson. En tal caso, la cuestién de la prioridad del francés 0 del inglés, que Febvre dejé indecisa, se decidiria rotunda mente a favor del francés, en el que civilisation habia nacido quince aiios antes, en 1757. ‘Tal cs en efecto la conclusion de J. Moras guicn, no obstante lecturas dilatadas, no pudo encontrar en inglés civilization antes de 1772* De todas maneras, la solucién no puede cobtenerse con tal sencillez, y nuevas precisiones tendran interés aqui. Hay que ver cémo se presenta la palabra en el texto dado por el N.E.D. como el més antiguo y leer entero el pasaje de Boswell invo cado parcialmente en el articulo del diccionario: “On Monday, March 23 (172), 1 found him (= Dr. Johnson) busy, preparing a fourth edition of his folio Dictionary... He would not admit civiliza tion, but only civility. With great deference to him I thought civilization, from to civilize, better in the sense opposed to barbarity than civility, as it is better to have a distinct word for each sense, than one word with two senses, which civility is, in his way of using it” El pasaje es interesante a més de un respecto, Boswell tiene conciencia de una diferencia ya instaurada entre civility en el sen- tido de “civilidad, cortesfa” v civilization, contrario de “barbarie”. Arguyc, a no dudarlo, a favor de una palabra que ya estaba en uso, ¥ no por un neologismo de su invencién, puesto que es cosa de incor- porarloa un diccionario. As, lo habia leido, y probablemente Johnson 28 1,, Febvie, op. cit, pp. 758. 19 Op. cit, pp. #458. CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LA PALABRA as también, aunque a éste le repugnase aceptarlo. Si algo hay que con. cluir sobre este empleo en Boswell, es que otros autores ya lo habian admitido. Tal inferencia es confirmada indirectamente por Ja rapidez misma del éxito de civilization. Desde 1775 el diccionario de Ast (citado por el N.E.D.) registra civilization, “the state of being civilized; the act of civilizing”. Al affo siguiente se tropieza con ejemplos como éstos (el N.E.D. no cita ninguno). En un libelo de Richard Price en ocasién de la guerra contra América: “...in that middle state of civilization, between its first rude and its last refined and corrupt state”. Y sobre todo en la célebre obra de Adam Smith, An Inquiry into the Nature and Causes of Wealth of Nations (1776), donde, sin biisqueda sistemitica, hallamos en unas cuantas paginas estos jem: plos: “It is only by means of a standing army, therefore, that the Civilization of any country can be perpetuated or even preserved for any considerable time” (mr, p. 310); “as the society advances in civiliza- tion” (1, p. 312); ‘the invention of firearms, an invention which at first sight appears to be so pernicious, is certainly favorable to the permanency and to the extension of civilization” (n, p. 313). & sabido que Adam Smith pas6, cn compafiia del duque de Buccleugh, cerca de un afio en Paris, entre fines de 1765 y octubre de 1766, y frecuenté asiduamente el citculo de los fisicratas, Quesnay, Turgot, Necker, etc. Acaso se familiacizara con Ja palabra “civilizacién” en- tonces, novisima ain, pero nada permite afirmarlo. La aparicién con soltura de civilization bajo la pluma de Adam Smith en 1776, en unz obta que requirié una elaboracién de varios anos, prueba en todo caso que no puede hacerse remontar apenas a 1772 la creacién de la palabra, La verdad es que otros la habian empleado antes de la mencién hecha por Boswell, Aqui la informacién del N.E.D. anda coja. Nos ha sido relativamente facil descubrir ejemplos de civilization algunos aos antes de 1772. Aparece, ante todo, un ato antes, en 1771, en Ja obra de John Millar, profesor de la'Universidad de Glasgow, Observations Con. cerning the Distinctions of Ranks in Society, obra que fue traducida al francés sobre la segunda edicién, con el titulo Observations sur les 1 Observations on the Nature of Civil Liberty, the Princibles of Govern ment and the Justice end Policy of the War with America, Dublin, 1776, p. 100 216 LEXICO Y CULTURA commencements de {a société (Amsterdam, 1773)2* John Millar anuncia desde el prefacio su propésito de estudiar “the alterations produced... bythe influence of civilization and regular government” (p. vm). He aqui los ejemplos reunidos 2 lo largo de la obra: *\. among nations considerably advanced in civilization and refine- meat” (p.4); “the gradual advancement of society in civilization, opulence and refinement” (p. 37); “being neither acquainted with arts and civilization nor reduced under subjection to any regular government” (p. 50); “the advancement of a people in civilization” (p. 63); “the same effects of civilization are at length beginning to sere {p..76); “the progress of a people in civilization and refine- ment” (p. 101); “the advancement of a people in civilization and refinement” (p. 153, titulo de cap. rv); “the advancement of a people in civilization and in the arts of life” (p. 178); “the progress of civilization” (p. 190); “‘the influence of civilization upon the temper and dispositions of the people” (p. 203). Pero en 1771, J. Millar parece manipular civilization de una ma- nera tan libre ya, que se vacila al querer pensar que fue el primero en usar la palabra. Y en efecto, le hemos encontrado un precursor que, cuatro afios antes, empleaba la palabra y habfa puesto en realce la nocién. Se trata de otro escocés, Adam Ferguson, profesor de filosofia moral en la Universidad de Edimburgo, en la obra titulada ‘An Essay on the History of Civil Society (Edimburgo, 1767).” Ya en la pagina 2 asienta el principio que gobierna Ja evolucién de las sociedades humanas: “Not only the individual advances from infancy to manhood, but the species itsdf from rudeness to civilization.” La palabra reaparecerd miltiples veces més adelante en la exposicién: “We are ourselves the supposed standards of politeness and civiliza- tion” (p. 114); “it was not removed by the highest measures of civilization” (p, 137); “our rule in measuring degrees of politencss and civilization” (p. 311); “in the progress of civilization” (p. 375); “in the extremes of civilization and rudeness” (p. 382) W Esta taduccién fue mencionada nada us por L.. Febvee, op. cit. pp. 9 y 22. En la traduccién francesa, siempre es civilisation la que vierte la palabra Ingksa, a mds de ser usada a veces (p. 154) incluso donde el texto inglés dice refinement "W'Fue publicada una traduccin francesa en 1783 (la advertencia del editor safirna que para entonces ya lievaba cerca de cinco afos impresal, Histove de I sccidté chile, trad. Bergier. E] traductor usa por doquier civilisation. Es menos itil que en el caso de la versién francesa de Ia obra de Millar reprodicie ejemplos. CONTRIBUCION A LA HISTORIA DE LA PALABRA 217 ‘También aqui se pregunta uno si Adam Ferguson no tomarla por ventura la palabra de alguien més. Pero nuestras lecturas no han conseguido Tlevarnos mas atrés. No parece que ninguno de los fild- sofos de quienes Ferguson pudiera ser tributario, en especial Hutche- son, Hume, Locke, haya empleado civilization. No obstante, para dar por sentada una certidumbre, asi fuera negativa, seria precisa una lectura exhaustiva de estos autores copiosos, y un examen atento de las publicaciones filosbficas e histOricas inglesas y escocesas entre 1750 y 1760, més o menos. Hasta el punto a que hemos conseguido conducir la indagacién, la primera mencién impresa de civilization es de 1767, diez afios después del primer ejemplo de civilisation en Mirabeau. Fundindonos en tales fechas, deberiamos asignar defini- tivamente al escritor francés la prioridad hist6rica. Quedaria enton- ces por averiguar si esta diferencia de fecha implicaria por necesidad que la palabra francesa fuera calcada al inglés, y quién fue el agente de la transferencia, No parece, por lo demés, que Ferguson pudiera inspirarse en Mirabeau; nada prucba siquiera que lo leyese. Por el contrario hay razones para pensar que el término de civilization pudo aparecer en sus escritos, 0 en su ensefianza, antes de 1767. Hallamos una indicacién en este sentido en una carta de David Hume a Adam Smith, fechada el 12 de abril de 1759, para recomen: darle “our old friend Ferguson” para un puesto en la Universidad de Glasgow. Hume escribe a favor de su amigo: “Ferguson has very much Polished and improved his treatise on Refinement and. with some amendments it will make an admirable book, and discovers an elegant and a singular genius." * Ahora bien, una nota de Dugald- Stewart nos informa que aquel tratado On Refinement se publicd en 1767 con el titulo de An Essay on. the History of Civil Society. Era pues, en 1759, el estado inicial de la obra que hemos mencionado antes. De haberse conservado ¢} manuscrito de aque primer trabajo, valdria la pena verificar si Ferguson empleaba ya en él civilization. En caso afirmativo, resultaria cuando menos verosimil que Ferguson inventase por su cuenta (si no es que lo hubiera encontrado en un autor anterior) el término, y que en todo caso la historia de civiliza 2° En todo caso, esté claro ahora que Boswell, excocés y que habia estudiado en Edimburgo, tenla todas los razones para estar fauiliazado en 1772 con un termina que los cursos de Ferguson debieron de hater conocer. "Carta citada por Dugsld-Stevart en $9 biografia de Adam Smith, publ- cada a pracipio de la complain pistma Faye on Philsphicd! Sujets, 1795, poral 218 LEXICO Y CULTURA tion en inglés, al menos en sus principios, en 1759, no dependicra de una influencia francesa. Serfa necesaria una investigacién. Otro indicio de igual sentido podria inferirse de una publicaci6n mucho mis tardia del propio Ferguson. En 1792 public6, en los ocios de su retiro, un compendio de las lecciones que diera en la Univer sidad de Edimburgo sobre los principios de la moral y la politica: Principles of Moral and Political Science, being chiefly @ Retrospect af Lectures delivered in the College of Edinburgh (Edimburgo, 1792). Tiene varias oportunidades de usar civilization (1, 207, 241, 304; , 313), pero para aquella fecha la palabra no tenia nada de insélito, Hay que atender a uno de estos ejemplos: “The success of commercial arts, divided into parts, requires a certain order to be preserved by those who practise them, and implies a certain security Of the person and property, to which we give the name of civilization, although this distinction, both in the nature of the thing, and deriva- tion of the word, belongs rather to the effects of law and political establishment on’ the forms of society, than to any state merely of lucrative possession or wealth” (1, p, 241). La expresién “. . to which wwe give the name of civilization” es asnbigua: zes 1 “nosotros” del uso comén?, 0 el del autor que crea una nueva expresién? Habria que intentar establecer la fecha de primera redaccién de este ensayo, si es que subsisten todavia los manuscritos de Ferguson, para deci- dir si se tefiere 0 no a un vocablo de su propia invencién. ‘Terminaremos con esta sugerencia de nuevas investigaciones, que habrin de realizarse en Inglaterra, tnicas que podrin elucidar el punto que seguiremos dejando en suspenso: si “civilizacién” fue inventada dos veces, en Francia y en Inglaterra, independientemente y hacia la misma fecha, o si fue el francés el ‘inico en introducirla en dl vocabulario de la Europa moderna. impreso en inar-co impresores prol.atrio de san francisco nirn. 67 €p. 04320-méxico, df mil ejemplares ysobrantes 25 cle febrero de 1997

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