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Henri Lefebvre SINTESIS DEL | PENSAMIENTO DE MARX Nota Preliminar de Antonio Pérez Gonzdlez «Vi un cielo nuevo y una nueva terran.» HOGAR DEL LIBRO Bergara, 3 Bareelona-2 (Apoe., 21,1) ‘Titulo original: POUR cONNAtTRE tA. PEXsth © Bonoas, eovteuR, Paris 1966 © De esta edicién y presentacién, ‘by Hocar per Lingo, Barcelona, 1982 Versién castellana de Jordi Sort ‘Tura Portada diseflada por Jordi FoRnas Primera edjeién de E. Nova Terra, 1971 Segunda edicién de E. Nova Terra, 1976 ‘Tercera edicién de Hogar del Libro, setiembre 1982 Reservados los derechos ISBN: 84-7279-1378 Depésito legal, B. 26.135- 1982 pe Kar. MARx Impreso en Espafia : Printed in Spain 4g, socrma "e+ Arquincdes, s/n. nave 3 - L'Hoeplalet del Lt. (Barcelona) Nota preliminar HENRI LEFEBVRE 0 UNA AVENTURA DIALECTICA ePuede ain ef marxismo reivindicar su cualidad de fer- mento critico, de metodologia abierta y creadora, en ét seno de una civilizacién pluralista en consiante mutacién? det marxismo. Resulta muy dificil, précticamente imposible, condensar de modo satisfactorio la trayectoria intelectual y vital de Lefeb- vre en unas pocas cuartillas; habremos, pues, de limitarnos a lo esencial y acentuar sus perfiles més significativos. Y en ese sentido cabrd sefalar, en primer lugar, que el fildsofo ¥ socidlogo francés se sittia por conviccion y vocacién en las 1 antipodas de quienes conciben ef marxismo como un sistema cerrado de verdades intangibles, como wna ortodoxia ideo- 1eica, impermeable a ta critica y a la novedad; eh este as pecto Lefebvre es cl antisistenticn y et hetcrodoxo por excelencia. Es, en suma, el hombre que escribe: Lo verda derancnte marsista es io pensar que el marxismo tiene una importancia absoluta, que.el marxismo lo determina todo y todo to prevé. Lo eidealistas seria creer que et marxismo hia sido necesario Y suficiente para gue la historia se cunpla cambiando de curso. Lo objetivamente dialéctico y marxista ¢s limitar el alcance del marxismo como tal (como dialéc- tica del devenir y de la praxis) y admitir que el marxismo no es 1a historia ni destruye todas tas opciones». (3). O ef howe bre que se confiesa en estos términos: «A mi entender, ol marxismo se transforma. No es superado desde fuera, se ste pera a si mismo y se transfornse por dentro... EL marxismo muestra una rita, la abre, pero el camino se construye por si mismo, Esta formula me gusta mucho, No hay en ella nada {gue se parezca a ta idea de una via real trazada de anttemano ‘Ast, pues, seguimos dentro de la esjera del marsismo aunque podamos admitir la iipdtesis de que un dia el conocimiento del hombre nistOrico y social puede diferenciarse det persa- iniento ie Marx tanto coma la relatividad de Einstein se dife- rencia de ta fisica newtoniana» (2). ‘asi encuadrada jundamontalmente, ta aportacién de H. Le- febure ata problemdtica contempordnea del marxismio se des. taca como el fruto de una large 9 compleia aventura dialéctica, nunca acabada, siempre en marcha y siempre abierta a nuc- vas inquietudes, religadas en todo imontento a lo vivido, a tas pulsiones det mundo concreto, al vulcanismo de to social, @ las tensiones profundas enire tas esiructuras y los acon: tecimientos, Su vida y su obra, marcada en profundidad por la fecunda alianza del filésofo y el socidlogo que en él con viven, aparece como un ensamblaje dialéctico del ser y el que hacer actividad mititante, reflexin directa sobre ta praxis, trascendencia de la biisqueds tedrica~ que confiere a su testimonio especial validez y autenticidad. 1 La some ete reste, 2 yolty La Nef, Paris, 125. Beith! Mae atest Wie 9, pp, 4 Como es ldgico, una aventura intelectual de este Lipo, pre: cisamente porgue es dialéctica por esencia y por definicidn, nv sélo no excluye {as contradicciones, sino que las exige y las asimila para integrarlas —y eso es 10 fundamentat— en una mds antiplia perspectiva, ta de una intencionatidad orien: tadora y wt esfuerzo racional de comprensin de ta realidad y de elavoracitn tedrica y conceptual de esa misma reatidad viva; son est intencionatidad ¥ ese esfuerzo, y sdlo eltas, tos que deben servir de punto de referencia y de foco ituminador para valorar y dar sentido a aguellas Contradicciones. Para Lefebvre, como para todos cnantos vechazan la idea de que tas verdades histévicas puedan ser definidas carismdticamente y por real decreto ex cada momento, esas verdades sélo pueden descubrirse gracias a un compromiso libre, oritico y exigente con la realidad fluyente de ta histori on marcha, zon la plena concientcia de que ese compromiso implica ruptue ras x fensiones, dleseubrimieltos y puntos muerios, capacidad imaginativa y abortura de espiritu para acoger elementos y aportaciones que owes no fisurabat ex el propio harizonte mental Si se tienen en cuenta estas premisas, ta fécil tarea de dofinir ta trayectoria de Lefebvre como una linea quebrada, marcada por el conjlicto y ta contradiccién, no podré servir ya para acusarle det pecado mortal de incortsecuencia, si es ge puede considerarse pecado lo que otro marxista edificils como Lefebvre, el polaco L. Kolakowski, define en estos térmi- nos: «La inconsecuencia, ex cuanto forma de una actitud hue mana individual, es simplemente una suma de incertidumbres gue tno ticne on reserva en su conciencia, 0 et otras pala- bras, el sentimicnto permanente que tiene uno de que puede equivocarse 0, por lo menos, de que el adversario puede tener razén» (3). En cualquier caso, esa constancia de la contradic. cidn y el conflicta servird, por et contrario, para comprender mejor al fil6sofo y sociélogo francés y el seritido profundo de su vasta aventura intelectual. Dentro de ella caben a diver. 303 ntiveles, colierente y complementariamente, el Lefebvre neoexistencialista y promarxista de la etapa 192328, niembro de un pintoresco cendculo det que tanibién formabar parte (3) Eloge de Pinconséquence, ehrgumentsy trimestre de 1962, pp. 16. Stree G. Politzer, P. Morhange, G. Friedmann y N. Guterman, et Lefebvre autor de uaa de las mejores introducciones al ma ferialismo dialéctico que se han escrito, Logique formelle, lo- gique dialectique, y el Lefebvre del Manifeste différentialiste de 1970; el militante det partido comunista francés durante intds de veinticinco aitos! y el hombre decepcionado que ai salir de ese partido et 1958 escribié el balance de su larga ex- Periencia on wa obra rica, densa y htmanisina, La somme et le reste; el Lefebvre que a repuiindientes hace su autacritica (4) ¥ el que se somete, aunque sea condicionalmente, a la moda estalinista cuando escribe su Contribution 3 lesthétique; ef eritico apasionada de la filosotia existencialista en 1946 (Liexis- tentialisme) y ef no menos apasionado debelador de ta inter- protacion esiructuratista del marxismo en estos tiltimos afios (Position: contre les technocrates); ef autor de libros diddo- ticos como Pour connaitre la pensée de Marx y Pour connaitre Ja pensée de Lénine y el socidlogo que analiza sobre él terreno la . El marxismo tae ate fetta wi re cha bien determinada (1848: el Manifiesto, o 1859: Critica de la economia politica y puesta en marcha de El Capital). Més todavia, Al ser estas obras de juventud obras dé transicion, influidas por las ideologias anteriores (aunque se manifieste en aquéllas una critica de éstas), la atencion que se preste a estos textos volverd a exponer a fos mar- rare a influencias y los librard sin defensa a los sidedlogos» burgueses que hoy inter widedlogos veteae que hoy intentan apoderarse de es- Segiin dicha tendencia, ta filosofia ya no tiene existen- cia propia, porque ya no tiene existencia independiente (de la ciencia, de la accién) porque tampoco tiene ya exis. tencia especulativa. En el marxismo 1a filosofia ha que- dado fusionada —por obra de Marx, en los trabajos de la madurez— con la ciencia, hasta perderse en ella, Y ast, ciertos marxistas han rechazado con acritud to- das Jas investigaciones propiamente filosdficas inspiradas en las obras de juventud de Marx. En especial, han ti dado de weohegeliano» a todo reexamen, a toda elabora- cién de los temas hegelianos considerados por Marx: 1a tcoria de Ia alienacidn, la del chombre total», ¢ incluso las Investigaciones sobre fa formacién en la historia, desde el namie ris i ic a if pens wontogriego, a fas principales nociones de Ia filo- wg fei tu cs ORS lt a Lomo puede verse, esta actitud va ligada com la inter- pretacion dogmitica y sectaria del marxismo, que lo separa de las demds corrientes del pensamiento, anteriores 0 ex teriores a él, y lo presenta como absoluto y radicalmente nuevo. Por el contrario, otros intérpretes det marxismo se es fuerzan, por asi decirlo, en hacer retroceder la fecha de su formacion: la hora H en que aparecié como wn bloque, plenamente constituido. Descubren el materialismo dialéctico —surgido del pen- semiento anterior y de influencias cuales la de Minerva salida del cerebro de Jitpiter— en las mismas obras de ju- ventud. Y si no lo encuentran en ia tesis doctoral de Marx, por lo menos lo descubren en los Manuscritos de 1844. Contra estas dos tendencias, parece indispensable que volvamos a formular y a sostener con la mayor fuerza po- sible la posicion definida en la primera edicién de este libro. La segunda tendencia suprime los problemas, la com- pleja historia del marxismo, su formacion viva, Acepta tna interpretacion del marxismo cerrada y sectaria, y sdlo se preocupa por fechar de otra manera su milagrosa consti- tucidn. Para ella, el marxismo surgid stibitamente, enird en la historia de una manera extrahistérica. Al querer ha- cer de Marx y Engels los portavoces de la historia o del proletariado, se les atribuye (con inconsciencia) una sor- prendente genialidad individual. De este modo, ¢ incluso sin darse cuenta, se sustrae al marxismo de sus propias nociones fundamentales, de sus propias «categorias» (acti- ras necctaco subrayer Is importensia de Jor elusios ¢ invetigasiones sobre I fsaz por cinta se eneuentran sntre Rowoiros iGs01%. que. ck fSrsin por princto a abtud neqava,eapcto. axon inenigacons, Sc cuene eat” actitad con. arguments bien preseolados! 1a fecha contra ln sco Issa y cl hsgellsna. So enlilien le sacolnticn todo ext sobre problemas tomo el de a Uverid’y te necsida, ef de la eausalidad yl dstrminiano, a E"wolo Gecko de planfear ator probiemas ar salen de hegcimo, de ruplira fo las chenciate (C8. Uak, Sobre lor etanories de Ta dladeice materailta, ernst 1996 mom. 13) : : sa 8. No’ piso por nds aur sentir 3 ni polésles con et smarxita iaano 1. Gusttri en ell Connporancos 954, nds. 26, 55, 34, a ome los notable. aeiculos ‘Uo Fasano TeoLinrr an altcaseltan “(anio" 195), acta renta traducidos en eLa Nouvelle Critiques (ebro 1933), y do Costa” Leno int (einsslen, enced 1955). 28 tud que, con wi poco de reflexién, se encuentra absurda y al mismo tiempo natural porque descuida, precisamiente, el estudio y la elaboracién de estas categorias). De hecho, el andtisis histérico —en funcidn de los tex fos y del scontexto» social— encuentra en las obras de ju. ventud, ante todo y por encima de todo, los gérmenes del materiatismo dialéetico. ¢Qué son los gérmencs? Ya son el desarrollo ulterior, el ser vivo del futuro; pero todavia no son este ser vivo. Se afirman y desarrollan en los sue cesivos momentos por los que atraviesan, etapa por etapa ¥ sdlo en un momento determinado legan a ser el ser ver. daderamente constituido, el ser que aparece como tal, que nace y surge de la vida que le rodea con su propia vida. Pero, por otro lado, dado que esta realidad viva ha nacido } se ha formado en un «medio», ese pueden atribuir a éste @ sus «influencias», las ctapas recorridas? Es un punio de vista abstracto, faito de vida. En resumen, la segunda tendencia, pese a la mayer am- plitud aparente de sus preocupaciones, equivale a la pri- ‘mera. No plantea ningtin problema nuevo, a no ser un pro- blema «filolégico»: wna cuestion de fecta. Contra la primera tendencia se puede sostener que no sdlo constituye una interpretacién estrecha del marxismo sino que esteriliza la investigaciOn histérica y mds atin la investigacion filoséfica. El estudio de ias obras de juventud no transforma la interpretacidn del marxismo. No permite en absoluto de- preciar las obras cientificas y sustituir la ciencia (econ mica, politica, histérica) por la filosofia. Sin embargo, este estudio permite profundizar singular- mente el marxismo como filosofia (0, si se quiere, el tado filossfico del marxismo: teorta del conocimiento, metodo- iegia, concepcion del mundo, de la naturaleza y del hom- re). A nuestro parecer, pues, las obras de juventud toman de ia filosofia anterior (idealista con Hegel; materialista con Feuerbach) nociones fundamentales. Desde el primer momento, estas nociones aparecen transformadas. Adquie- ren un sentido nuevo, concreto, histdrico, humano, cuando antes se perdian en la abstraccion especutativa. Se liberan, pues, de la abstraccién renovando su sentido y su campo 29 de aplicacién. Por ejemplo, la nocién de praxis (prdctica social), la de alienacion, ta de «hombre totaly. La interpretacion estrecha (sectaria) que separa el mar- xismo de sus fuentes y que al mismo tiempo separa al marxismo constituido de su formacién e historia pierde, de este modo, tna riqueza filosdfica infinitamente preciosa. El marxismo entero queda mutilado. Al fusionar unita- teralmente 1a filosofia con la ciencia se termina por no comprender cdmo esta ciencia se liga con a filosoffa; como se ha enriquecida con la aportacién de ta filosofta (es de- cir, cémo pasaron a la obra econdmica, histdrica y politica de Marx tos temas filosdficos ). A nuestro entender, pues, conviene poner plenamente de relieve los temas filosdficos contenidos en las obras de juventud. Hay que promover estos temas, desarrotlarlos de nuevo. EI hecho de que fitésofos no marxistas 0 adversarios del marxismo se preocupen de estos temas no demuestra sino una cosa: que los marxistas se han equivocado al abandonarios. Ast, por ejemplo, no constituye ningdn ar- gumento el hecho de que ciertos vexistencialistass e incluso ciertos fildsofos cristianos hablen de la alienacin humana. Si hubiese que tener esto en cuenta, habria que aceptar que et socialismo se habria visto comprometido por el he- cho de que los nazis discurriesen sobre su propio «socialis mo». O también, que por el hecho de que tantos idedlogos hablen desconsiderablemente de la Libertad y mixtifiquen esta nocidn haya que renunciar a la teoria marxista de ta Libertad. Nosotros creemos que lo vdlido es precisamente to con- trario. La posibitidad de interpretaciones divergentes de 1a alienacidn muestra ta profunda actuatidad de dicha no- cidn y prueba que ésta expresa o «refleja> filosdficamente los problemas profundos deta vida humana, La posibilidad de una interpretacion idealista y metafisica de esta nocién muestra que los marxistas deben recuperar su propio do- minio y continuar a su modo a elaboracion y concreta apli- cacion de la misma a ta realidad humana prdctica, cott- diana. Del mismo modo, la gran conjusién y obscuridad crea. das en torno a ta nocién de «totalidad» y de hombre total 30 unicamente demuestran que en este importante punto pro- sigue la discusién entre el marxismo y el antimarxismo: fa lucha entre el materialisnio dialéctico y el idealismo, En este caso se nos abren perspectivas y problemas Proplamente filosdficos. ¢Qué sentido vivo, critico y cons- tructivo hay que dar hoy a nociones como la de practica social, la de alicnacion fienana, ia de «hombre total»? No entra en nuestro proyecto plantear y resolver aqui estos problemas, Un estudio sobre el pensamiento de Marx Presenta forzosamente sus limites, impuestos a la vez por los Iinsites materiales de 1a obra y por las limitaciones de Su programa. No estudiaremos ni ta obra de los continua. dores de Marx ni las posibilidades de nuevos desarrollos del marxismo, Bastard con mostrar, a grandes rasgos, que el pensa- miento de Marx sigue siendo vivo, no sélo porque se en- cuentra en el centro de todas las preocupaciones de la época (politicas, econdmicas, y también filoséficas) sino también porque existe un marxismo vivo que lucha a la vez contra el marxismo vulgar y contra los externos ad: versarios de la corriente marxista. Abril 1955 Introduccién Capftulo 1 LOS PREJUICIOS CONTRA EL MARXISMO Hay que remontarse a los primeros tiempos del cris: tianjsmo 0 a la época de las guerras de religin —aunque el marxismo no tenga nada en comin con una nueva re- ligién— para encontrar en la historia una doctrina tan atacada, tan calumniads, tan perseguida como Io es actual- mente la de Karl Marx. Una encarnizada lucha «ideolégica» se libra en torno a este gran pensador. Esta lucha «ideolégicas no es mas (que una manifestacién y un aspecto de luchas de clases y |luchas politicas mds vastas, a escala de todo el mundo mo- demo. Las «pasiones» (es decir, los intereses) econémicos ly politicos explican la violencia de esta lucha, su cardcter falternativamente pérfido y brutal. Es sabido que, al printipio, la cfencia de la naturaleca suscité 1a inquietud y hostilidad de los poderes estable- tides. La condena de Galileo, que «pretendia» demostrar lque la Tierra gira sobre si misma, todavia est4 en Ia me- moria de tades. Por lo dems, esta condena no fue sino lun episodio —el mas conocido— de una larga, tenaz y dra- Imatica Iucha de Ios sabios por fa libertad de la razén y por el conocimiento cientifico. En aquella época se les re- brochaba la simpiedad» de Ja ciencia; que no explicaban lodas las cosas por la «voluntad de Dios» y la «Providen- biar. También en aquel caso la lucha ideoldgica encubria lina lucha politics. ¢Quién paralizaba la naciente ciencia ie Ja naturaleza? ¢Quién se oponfa a sus progresos? Los oderes establecidos de origen medieval, Jos poderes que Inds tarde scrian derrotados —cuando la Gran Revolucién 35 de 1789-1793— por los grandes principios de ésta: la Razén y Ia Libertad. Sin embargo, la reaccién contra los primeros fisicos o quimicos raramente tavo 1a misma violencia que ha reves- tido la persecucién de los marxistas en nuestra época, en Ja Alemania hitleriana por ejemplo. Por qué? Porque el vinculo entre los objetivos de la lucha politica y los de la clencia naciente era entonces menos claro y menos inme- Giato que hoy. El marxismo quiere ser esencialmente —y es~ Ia ciencia de la sociedad y de ta historia. Ahora bien, | este conocimiento cientifico de la sociedad se enfrenta directa y expresamente con ciertos «poderes establecidos», Jos que representan la burguesfa y el capitalismo; mucs- tra que su dominacién pierde toda razén de ser y que sera reemplazada por una organizacién nueva, mas racio- nal y mas libre de la sociedad. De aqui el odio que suscita y difunde la habil propaganda de estos «poderes estabieci- dos» contra una doctrina que, de por si misma, se pre- senta exclusiva y simplemente como cientifica, con argue mentos y pruebas racionales y que para hacerse compren- der sélo apela a fa razén. La campatia permanente contra Marx y el marxismo se traduce, a nivel «inferior», en las grandes calumnias in- cansablemente repetidas por periddicos y oradores de los ‘idos cantimarsistass. Desde 1860 (cs decir, desde hace un siglo) se repite que Karl Marx vivid opulentamente en Londres, haciéndose mantener por aquellos a quienes.pretendia defender, los trabajadores. Lo cierto es que ~como veremos mas ‘ade- lante— Marx vivid exiliado en Londres, en plena miseria, pero con una dignidad inigualable, enteramente consagrado a su obra cientifica. Otra baja calumnia, El amor de Marx por su mujer, Jenny von Westphalen —que lo merecfa— fue de una pro-| fandidad y belleza tales que esta pareja deberia tener un| sitio entre las mas célebres. La «novela amorosa» de Karl] y Jenny est4 a la altura de las mejores. Y Marx (que a la| azén tenia 26 afios y acababa de casarse) pensaba proba blemente en su mujer cuando escribfa en 1844 estas. nota bles lineas: Pieja, demasiado variada “apa a los limites de toda posible iene «En la relacion de} hombre con i¢ muje fine oS» slarva de ta votuptuasted deo oerada pace Leah en la que el homore existe is cauito a ft isterio de esa su retaclon se area Tae, » manifiestamente— Y S@ revele el hombre con ta mujer. Del canter esta relacion se sigue hasta gi et hounbre se ha co el Se Sigue hasta gué puto of 0 hombre s : Rasta gut bre se ha cont hombre con la mujer ta r ano con et ser humano, en e el comportamiento natin ‘ural del hombre Guano y fasta qué punto su ser bumano gue Punto su naturaleza humana se jig con También se revela en 1 se revela ¢) asta qué punto la necesidad del hombre st 10 el otro ser humano, ser una necesidad expresa sin Ja mu Jos m Que la mujer sea tratady in Bare More y responsable, respetada y ainade oon SF cei gue en Rece UE todavia hoy s@ pueda leo a marvising, [25 Partidarios del socialismo’ cientifng 2 rc iy «com — quic id manisia munistas»— quieren la ecomunidad de Aun nivel «super angie ive ; uperiom a campafa antimarxista emptea grams . Las contradiceiones 103 Polemistas. Ora pretenden demostear mee ay neta oa wa sino un conjunto de temas de fone batbeeth =. los Lad «agitadores» politicos 0, simplemente, ni lel marxis! 2 den demostrar que la realidad humans cs devanciade asizdo com. ¥ que por ello precisamente, ex. 36 a7 0 durante largo yrado el marxism¢ tiempo, después de haberle dado de lado com desdén, los juristas «oficle Coouomisias, historiadores, socidlogos,¥ Toor se han dedicado a refutarle, Pero ba resultado que 10s hochos han verificado ciertos argumen'os sobre todo, nectias previsiones sacadas dt ta obra de Marx, especial- ciorins Brio que se refiere a Jas crisis, a las STTEr, a las memialsiones de 1a sociedad contempor ine Par esto, des- co algunos afos, el estilo ha cambiado: no se Te teen marxismo sino que se le supera; SS 1 sas lejos que Marx; se es mas socialista ave {y, més humane y 4s a pmistay; se desea la libertad y el progres) ‘con ayOr imtensidad que ét mismo —y sin él, ef decir, contra él ensidat “Inodo, los adversarios del marxisino, Vegan a embrollar 1a euestion, a impedir ave 10s aoe podrian enten- cmibrolMare consigan entenderlo ¢ incluso ue intenten hacerlo. Ln primera regla para comprender el pensamiento de Marg & la gue prescribe Descartes, es decir, la primera ‘covitar cuidadosamente sa del Método, regla de todo método cientifico: Iq precipitacion y la prevencions (Discur: 1{ parte); eliminar los prejuicios (les prevenciones) y Pro" Oars) pronunciarse demasiado a prise, ote de haber legado a comprender «tan clara y distintamente» que ya no haya raz6n algui dndas ta coestidn de na para «porter om gue se trata, “i Maxismo es una ciencia y, por ello, no tens este mmtiqdo racional de examen y estudio, Més atin: lo exige- todo remnds, importa no olvidar que el marisme pro pone una teoria yuna explicacidn Ge lo que ocurre a nues- pone Mededor, en la vida cotidiana, en 18 sociedad y en la Poedjdad Inumana tal come pueden ser comprobadas por rea de nosotros. Para comprender marxismo, 10 aren es dejar de lado los prejuicios que Pare cada tno difte) tros puedan kaberse ligado a 18s propiss experien- de nosomanas y sociales, sin dejar de lade estes sismias experiencias sino. al contrario, Teasumigndolas, profundi- ce rere comprendiéndotas y elevandolas al rang? de co nocimiento. Después de haber igno Capitulo IE MARXISMO Y PATRIA. MARXISMO Y RELIGION Uno de los may E yyores errores ne que se pueder spl a ae es atin ee popiilarizadas, eae ena de ciertas formulas concisas, popularizada enudo pasan por restimenes de su Ante todo, hay », hay que relacionar estas | con su contexto; so de este mado ciguieren st plone sem, | eo que, a veees, resulta ser el contrario d Siguel gue se les pee generalmente. be etter ec lax y Enj ‘bi a MAE g EAE eseibieron en el Manifesto Commis [Baas axe fos protetarios no tienen patrias, ae done ensamlento, esta frase significa que la «clasi ser burguesia) niega a Ja clase obrera el agar gue merece ea Ia sacién, No puede concedésselo porgue Prevende dominar y poscer la nacién como su propied: pane 848, esta teoria correspondia a aera ne Nencla, & una reivindicacion profunda de los ee el mixing sentido, oor afos antes, foto “Auguste Comte babia podido escribir que el proletartado modermo scamoados Aa eas odes n Ja nacién, como los némadas ‘omada aisladamente, ‘a ente, esta frase parece signiti los proetaios no quieren, no deben Toner pattlas even ree ° gue se ha fomnadalduicarie’ ituckal|tesai! i¢ de los. que i Me tam os, que se inspiran i SES te eee ee sarios del marxismo, satisfechisimos de oe 39 ccasién que se les brindaba, Sin embargo, Marx y Engels ost” precisado muy bien cl sentido de st formula: tos comunistas que quieren abolir Pero los proletarios no tienen ‘niente, arrebatar fo que et poder polt se 6] mismo en ol sentido «Se ha reprochada a ta patria, ia nacionalidad. patria’ 10 se les puede, por consis! No poseert. Et protetariado debe conquistar wo eronstituirse ert clase nacional, const nee. eciont: todavia es vactotal, pero ye NO de la burguesia...» pero han debido pasar tres cuartos de si ‘estas frases —de las que 8 podria decir, si no se trainee de una ciencia, de una so Pralagia, que fucron «proféticasy descubran toda la Ti queza de su sentido. Marx ¥ Engels dijeron que él prole aasAio industrial y et wueblo, cl conjuti™ de los trabaja- Gores tenfan que «conguistar 1a nacionatidads (para ibe corse, para hacer progresar ab conjante social}, del mismo vas que deben «conquistar la democi*erts (Mauifiesto). fo Gisse avanzada, progresiva, no ache dejarse int presionar por el nacionalisiag ‘purgués y ligarse por un ju- Presanto de fidelidad con Ja eoncecion capitalista de 1a patria y con las instituciones qe fa representan, ni apar- Pare de ia nacionalidad. Debe conguis sr constifuirse et vevnidn, renovando profundamente 12 nacionalidad. Es exac- tamente 10 comtrario de 16 que st queria hacer decir ny Engels cuando se les atribuia 1a negaciGn brutal de Ia patria y de la nacion Ror to demas, Marx y Engels insisten el hecho de que al superar el estrecho punto ‘de vista del nacionalismo Surgués, los represcntamies politico’ ide las clases progre- burauc®, maran posicion sobre todas 13s cuestiones inter Sacionales, y que, en todos estos problemas, su posicién Serd igualmente progresista. Los verdaderos demécratas, fos verdaderos representantes del proletariade en los dite rentes paises estaran riecesariames’® de acuerdo para de rertgnde una gran politica mundial, de democracia y de progreso. Entre los proletarios de los diferentes paises, pro trentes de sa misién y de su future, puede existir eonguna razéa profunda yduradera dé desacuerdo, no por Hs eusiosa, glo y todavia mds para que 0, | que suprimen prutalmente las fronteras sino pact s a imen 01 nte las fronteras sino parque 4: acque de’ arrollay iame it | atrollan ampliamente Jos intereambios matctialcs y e los pueblos y, sobre: o7 trate soaeie J y, sobre todo, porgite 10 se pr pouei nl pueden proponerse domitar a otros pucbios.. «Una accién com ; cin combinada, ins civilizados, ¢ . por to menos de tos : {det porate 28 toa de tas condiciones oie Ia explomcidn a ), Bn la medida en que se Aarau eee cae individtio por otro, también se Hird ae 7 eign os una nacion por otra, Con el ant peaches lases dentro de lan 5 mismo idad reci nacidn, desaparecerd tiaad reciproca entre las naciones..» (Manifesto, fa oat \ Marx y Engels indi gels indican de @ é a este modo cémo tismo los trapajadores vs necosariamente nigadg Goa oa politica internacional bien defini, poponicndose hive: racks de todas Tas naciones y de todos los trabajadores ja mundial contra los opr cambio, el neompauibie combio, el nacionalismo burgués es inedemseciote cont ot politica mun lal de verdadra grande, La bunguesia fe prime a) pueblo y suscia Ja lucha contra tia on toa el sedis nipnein pce acamnene e burguesias na. es que luchan entre si o se sirve nas de las ots Bajos int por den see ast cam fa Bus guesia se convierte en clas i ase que 5 guesia se conver jase decadente, en clase que se vi 2jen a Yeamos otro efemple de una férmula m: rigada, ecto sentido hay Fizada, cuyo recto sentido hay que buscarlo En una de sus pri 1a de sus primeras obras ta we p ras —la Contribucié; ariica ue ta filsofia del derecho de yegela Marx es gue ela religidn es ef opio det pueblo ect ed " eee Cian presenta en el sentido de que Seatin Marx, ol B embriaga de religién, c aol para oliar ss pens, 9 que 2 welembringe con este tosco exctante para que olvide sus revi oe Ys gran misin politica eee S cierto que esta intel cones ete. erpretacién no es in i con el pensamjonto de Mars, Pero so spostodents ee sutil. Releamos Ja pagina enters: ae xista vulea- in separarla 4a «El hombre hace la religién y no la religién al hom- bre. La religion es la conciencia que el hombre tiene de si, cuando todavia no sé ha encontrado a si risa 0 cuter do ya se ha perdido, Ahora bien, el hombre es el mundo del hombre, el Estado, ta Sociedad. Este Estado y esta So- ctedad producen la religidn, conciencia falseada del mundo porque es un mundo falseado. La religién es ta teorla ge- neral de este mundo, su enciclopedia, su Idgica popular, su “pundonor” espiritualista, su exaltacidn, su sancién moral, su complemento solemne, su tema general de consuelo y de justificacién... La miseria religiosa es, a la vez, la ex presion de la miseria real y la protesta contra esta miseria real. Es el suspiro de la criatura agobiada, ef alma de un mundo sin alma y el espiritu de un mundo sin esplritu Es el opio del pueblo... La critica de la religion es, pues, el principio de una critica de este valle de idgrimas que la religién rodea de su aureola, La critica arranca las flores imaginarias que cubren las cadenas del hombre, no para que soporte cadenas sin ornamentos y sin suefos, sino para que sé las sacuda y recoja ta flor viva. La critica desen. gafia al hombre para que piense, actie, plasme su realidad como un hombre que ha tegado a ta edad adulta...2 El texto, en su conjunto, muestra claramente que para Marx la religion no Se reduce a una tosca excitacién «es- piritual», No le reprocha que carezea de belleza sino que aporte una belleza ilusoria a la vida, que deje la vida real en la fealdad, sin cambiarla, No le reprocha que careaca de alma y de espiritu sino que no sea mas que alma y es- piritu —alma de un mundo sin alma, espfritu de un mundo sin espiritu— y de alejar al hombre de sf mismo, disimu: Iando sus cadenas bajo una capa de flores. Es natural que la «criatura agobiada» suspire hacia el ciclo. El marxismo no tiene, pues, nada en comén con un anticlericalismo simplista; no propone que se persiga la religién, Al contrario, Asi, por ejemplo, Engels, comen- tando €l pensamiento de Marx, reprochaba a la Comuna de 1871 et haber querido suprimir ta religién. Algunos communards —los blanguistas y no los marxistas— ha- ban propuesto un decreto en este sentido. Engels se burla de esta manera de atransformar los hombres en aleos por 42 orden det muftir. Sefiala 2. que, cen primer tugar, ( tchas Srdenes sobre et papel sin que so cane medio de favor «que las persecuciones son el ‘mejor las convicciones» (Engels, Observac, hes sobre el programa de los refugiados blanguistes 898 aban sin reservas lag la Comuna, especial- a a el Estado y la inde. pendencia de la enserianza con respecto Is veligin §..8€ dicidid la Séparacion de la Iglesia fuprestn del presupuesto de eultos, ‘a aorateeorn Ues Bienes del clero; el 8 de abril, se decidis quitter de tae fa Gebas, 108 simbolos religiosos y todo aquelfo que cae on Mea cane la conciencia individual de cada uno.. purguosng ana consistis en realizar unas reformas que la nec, "ePublicana hnbia abandonado... pero qué eran por ayonis para a libre expansién del protetariado, como, jemplo, las medidas inspiradas en'el principio de que indica : gue las medidas 0 Comune se timitaban a destruir el poder polite, eon “Los curas fueron dedacios Set S ron devueltos a ta vida priv yalusen de tas donaciones de tos ereyentes, conno’ sue pre- sa. imag dos PSst0leS. Los establecimientos de ensehaw. xa 5 de cualquier intrusion de ia Iglesia o del Fe 1 6 Gbrieron gratuitamente al pueblo, La instruccion Para gue Precisemos todavia mis el i : pensamiento de een it @ etnies de ars tr Gioia re Sar Js Teligion, y ésta critica es «la primera com Garon de toda criticas. ¢Cémo critcatla? Expiicéndota mostrando con la experiencia histérica cémo y por que iGiatura agobiadas busca el consuelo en un tis alld, Bi sis de las conciencias reales de la vida humana exelic a la proyeccién que hace el hombre dle su propia iniagen, de sus propias preocupaciones en las brunias fantasticas del mas all. Pues, «no es la conciencia la que determina la vida sino la vida la que determine la concienciay (Marx- Engels, La ideologia alemana, 1845). No obstante, el and- lisis de las condiciones de vida no es nada facil. Bl hom- bre vive en condiciones complejas: biolégicas (raza), geo- graficas (clima, tierra y producciones naturales), técnicas (los instrumentos), econémicas y sociales (el modo de cm- plear los instrumentos, el modo de cooperacién, las relacio- nes sociales), histéricas, juridicas, politicas (las institu- ciones, la forma de Estado, los acontecimientos, ctcétera). Por esto es dificil «deducir las formas religiosas de las formas de vida», aunque «este método es el tinico reat: mente cientifico» (Marx, El Capital, t. UII, pag. 9 de la traduccién francesa Molitor, versién espafiola de W. Ro- ces, FCE, 1959), Esta ciencia seré una obra larga y dificil: la religion (sc trata de la religién en general, y no del cris. tianismo y del catolicismo en especial) conservara cierto prestigio hasta el dia en que «las condiciones de la vida practica y cotidiana del hombre que trabaja se expresardn en wna relaciones racionalesy, pues la vida social «sdlo se despoja de su velo mistico y nebuloso el dia en que apa- rece en su conjunto como el producto de hombres libre- mente asociados, que ejercen un control consciente y pla- nificado» (El Capital, 1, 66467) Por consiguiente, la religién tienc un fundamento pro- fundo, primero en la necesidad de consuclo, de espfritu, de alma y de belleza por parte de la «criatura agobiada», pri- vada de alma, de espiritu y de belleza; luego en la igno- rancia y la impotencia en que se encuentra el hombre res- pecto a su propia vida social. La opresién y la explotacién, ja ignorancia y la impotencia: ésta es la doble raiz de la moral y de la religion segtin Marx. Y no se trata de per- seguir la religién sino de cambiar la situacién en que se encuentran los seres humanos: de conocer y explicar el . La vida de Marx lo demuestra tan bien como la de Descartes 0 Pas: Mom pero, gpuede ser muicit [a ciencia en su conjunto? S| In uiencia, desde un punto de vista general, fuese «desinte- 1 eee. ia imsmanidad se habria «desinteresado» de 1a Mnsia desde hace mucho tiempo, La verdad no se puede separar de {a aplicacién técnica, Es indudable que la Sepa pusca la verdad y nunca se sabe por adelantado Gué investigaciGn, qué ley, qué teoria aleanzard la aplica, oan técnica mas ‘itil. Por esto cada uno de nosotros debe Sbordar et estudio de Ja ciencia con su razén, a fin de co- spear la verdad. Pero el carécter de la verdad cientifica to se ve alterado por él hecho de que sirva —poraue «in- 48 teresen—, porque no es estéril. Antes al contrario, Si una roma del conocimiento resultase perfectamente estéril, se atrofiaria; Ja aplicacién prictica verified y fecuda I teo- xia, sin au tarle su caracter de biisqueda de lo verdadero. eat cientifico sc aplica utilmente, porque un conocimiento cientifico digno de este ni "es obj con ig jombre es objetivo y verdadero; y si hay individuo: ( i tee iy si hay 5 —los sabjos— que Ik incluso a sacrificar su vida a la i ién, con un des. i a a la investigacién, con un des- interés supr “mo, es porque el conocimicnto cientifica re- preseuta para la humanidad un interés supremo, La ver- iad y la utilidad, el interés y el desinterés sélo se oponet en la abstraccién, ; i sod 3a €8 Cwactamente Ia situacém deta sociologia cient fica de | maraismo Ha surgido de una investigacién des- interesada, objetiva, pero correspond a unos «intereses»: tos iroplie , a expres, Pero estos intereses superan infi ente los de los individu i . aitamente 105, € incluso los de grupos «Muy bien —quiza se insi insistiré—, pero el cas y e . 0 de ciencia Social y al de la ciencia de la naturaleza no se fie len confundir.,. Esta claro que aunque t S eon al todos los hombre: se “desinteresen” de la cienci: io ia de Ja naturaleza except e , acurale: 0 une, a dltimo trabaja para toda la humanidad. En a bio a socidlogo marxista saca de su estudio conclusiones avorables a Jos trabajadores; la politica marasta es una re eee, clase expresamente centrada en la “clase obre- a ; defiende o refleja, como se quiera, sus intereses ; es, or tanto, una doctrina de clase; se siti en un punto de vi clase; geémo pu: jetiva e i oe é puede ser, entonces, objetiva e im- Marx respondid ya a es é ta argumentacié oni ara respond ‘gumentacidn en una de sus «La liberacidn de ta clase oprimi fi ; primida entrafia ta creaci ta una nueva sociedad, La condicion de la ioasoe ae la clase trabajadora es ta abolicién de todas las clases, del mismo modo que ta condicion de ta Uberactén det Tercer ae fae ee de todos los estados» (del antiguo igimen: nobleza, clero, is i- cézimen Tercer Estado) (Misdre de la Phi- 49 ‘Anterioymente, en La ideologia atemana, Marx y Engels habian mostrado ya que Io clase nueva, ascendente, desti- nada a transformar Ya vieja sociedad «aparece como repre- ventante de toda la sociedad», La clase trabajadora leva see misma el futuro de la humanidad. Por eso dicha cla- Se y sus representantes buscan la verdad objetiva y uativer Saf no epese a ques represcten sus aspiraciones, sus inté- Teses, su accion propia, sino porgue los representan... La burguesia y la pequefia burguesfa tuvieron la misma aspiracién cuando actiaron contra es feudales © hicieron Se olucién. de 1789-93. En aguel mortento sus aspire. Sones tenian fundaments. Representaban verdaderaments el progreso de toda la sociedad: el progrese. ‘economics, See ercluso cientifico. Sus teorias —los Enciclopedis- seetpor ejemplo— defendian la Razén y ta Ciencia. sae 25) Pomramente Ios portadores de la verdad, de la objet void, de la untiversalidad, Naturalmente, aquellos te6ricos, Hidcofos o sablos creyeron que haban alcanzado defintt esos Ia Razin, la universalided, cl conocimiento. Se forjaron una ilusién y detuvieron In labor del pensamiento del conocimiente 2 nivel de sus propias ideas, tanto més, esfadas cuanto que eran las de su Epoca, ¢s decir de si cave, una clase que no estaba destinada a suprimir @ 10 last, Memnas sino a convertirse en una pueva clase domi oe we, Daban, pues, a sus ideas «la forma de Ja uniter satnde, pero S60 la forme. Esta forma correspondia, @ hechos precisos: a su lucha contra el Estado monérquico } sus tradiciones, a la extensién de las relaciones mundia- {2 durante el siglo xvnt, al hecho de que el Tercer Estado es amucho mas nsmeroso que la nobleza feudal, ¥, final- cro en a ia rilusién de los idedlogose que, concebian las Maen 'ge gua tiempo sin conocer su relacién precisa, con tte y, por consiguiente, crelan que formulaisan. verdades este YONGE La ideologia alemana. Oeuvres philosophiques de Marx, t. VE, pp. 195, 196). Paro. desde’ entonces ta situagién ka cambiado E) er. con Hatado, la barguesia (cuyos, tedticos del sigle XV! ceian haber alcanzado verdades fuwmanas, wriiver sake de- finitivas) ba vevelado su naturaleza de Jase domirante, JF después su decadencia como tal clase ‘dominante. Tena revelacién se ha operado lentamente, tanto en Ia 30 ee eS oun oe en la filosofia o la literatura. _ Ademas, n el periodo en que esta 1 cié yo ge manifestaba en Ia concienie’y as dass «...mo hay que hacerse la id: Z la idea estrecha de que el prit foes de la ‘pequefia burguesia es querer hacer Geeunfar i interés egoista de clase. Sino que ésta,eree mds bien que see aes particulares de su liberacién son las nies conicones generales que permiton salvar a sie la lucha de clases. Tampoco ha: it tue imagir Pucden estar separades de estos iltimos por una distan- ear debido ‘a su cultura, Lo que les convierte en e es de la pequena burguesia es que, i ; * ia es que, intelec- Luataens, mo pueden ir mis ald de fos limites que ella wperar en su vida: se ven tedricantente i ae mente impul- sao hacia los mismios problemas y soluciones a que tia se ve rdctcamante impulsada por sus ifeests erin 14 sitwacién social...» (18 Bru aa parte, E. S.1., 1928, p. 57). eter Lo que explica 10s limite i 0 phic Ss 2s de las ideas san los /fmit bropios de una époce —de una clase, mas que un wcgots » deliberado 0 que una ementira de clase»; 3 Ic x le clase»; no hay «ver- dades Eine Sélo existe la verdad, el conocimiento ob. fave al que el pensamiento humano Jlega a través de tirubens, per sucesivas aprosimaciones. Y¥ el grado de esta : n viene definido por la época y el lugar, por .s ciase dominante, por sus limites s Fates La veread Fs ‘el conocimiento ‘objetivo gon incompletos, abstractos, unila- rales, mientras una clase histérica sélo se se obj , mie ¥ propone obje- vos, limitados, mientras no tiene mas que ‘aspiraciones ¥ metas estrechs, En camsbo, el protetariado modem, que no quiere convertirse en una nueva clase dominante sino superar y abolir Ia estructura de clase de la sociedad, su- Bera los limites de esta sociedad; es capan,—en, la per: Sona es tedrioos yy en primer Jugar, en la del propio Viars— de dax un decisivo salto hacia adelante en el c cimiento de la sociedad. eden ai to demas, cuando una clase social dectina, su rela- ny la de su eidcologia> con la verdad y la objetividad 5A man. Ast, por ejemplo, en sus comienzos —en 1a Sect de Adam Smith y de Rieardo— 1a economia poli tea descubrid en el marco de 1a sociedad capitalista, st criticarla, sin analizarla completamente, clerto niizpero CF Verdades (leyes). Estos grandes economistas expusieron 7 Nonatomia» de la sociedad burguesa sin Hegar 4 poner ‘Garo su fisiologia, su funcionamiento real (cf. la car Marx a Weydemeyer, 3 de marzo de 1852). Pero, mas tarde: « de clases marcé el final de la economia cier- wyiea fours: ya ng se trataba de saber si tal 0 cual he. cho era verdadero, sino si era dtl 0 perjudicial pare & Oe pital, cémodo 0 incdmoda, subversivo 0 no. La juves tt Fién desinteresada fue substituida por 1a polémica subve™ Gionada, la investigacion cientifiea imparcial [ue reenih © ‘ada por ia mala conciencia y las intenciones aporoe’ (Prefacio a la segunda edicién de 2? Capital). clase obrera, sus cambio, los representantes de la r ria S Set ars er Sricos, tenderin a revelar mas verda 1 gresivamente los limites de Ia cultura y del pensariien’e Se la clase dominante, no gracias a una brusca revelacion 6 por el hecho de ser no politica, y esta pseudoobjetividad entraiia y permite los mayores engafios. Todo hecho, toda idea que se enfrente contra el régimen, contra lo existente, tiene un cariz «partidistas, tendencioso, no objetivo. Todo lo que entra en el marco de lo existente parece obvio y natural, una realidad acceptable por todos. La obra de Marx contiene el mas minucioso anilisis de estas apariencias, que él denomina mixtificaciones. El mandismo muestra —de una manera precisa, en cada caso particular, en cada situacién— la relacién entre idea y ac- cién, entre teoria y practica. Incluso —y sobre todo— cuando esta relacién escapa a los que tienen dicha idea, © cuando Ia disimulan. 7 Después de haber aclarado de este modo el sentido ob- jetivo (profundizando y no aboliendo la idea de objeti- vidad) y las consecuencias practicas de todo pensamiento, Marx y el marxismo presentan una doctrina de la accién, sin renunciar en modo alguno al conocimiento cientifico Al contrario, fa unidad de la teoria y la préctica, hasta en- tonces velada o inexpresada, tanto en el conocimiento como en la accion, aparece en el centro del pensamiento de Marx. Es la clave de béveda del edificio. Marx no describe esta unidad. No es su «punto de vista» particular. La constata, toma conciencia y conocimiento de la misma y la erige en verdad -suprema, legitimamente, como hace todo hombre de ciencia que constata un conjunto de hechos y saca de ellos una ley general, Capitulo IV EL MATERIALISMO MARXISTA La doctrina de Marx se presenta expresamente como un materialismo. Esta palabra molesta a mucha gente; permite forjar juicios sumarios y fomenta un prejuicio desfavorable con- tra el marxismo. Ademas, el término «materialismo» ha servido de base para propagar una interpretacién radicalmente falsa de la doctrina marxisia, A veces, esta interpretacién ha sido aceptada y adoptada por hombres cultas (aunque, en rea- lidad, se trata de hombres que no han leido ni intentado Jeer a Marx. Y cabe preguntarse si merecen el titulo de «cultos». ¢Puede Mamarse «culto» o siquiera «instruido» al hombre que en pleno siglo xx ignora una doctrina cuyo papel mundial ¢ importancia histérica van en aumento cada dfa?), Segiin esta interpretacién, Marx habria reducido todas las acciones humanas a méviles interesados; a Jos méviles més bajos, mds vulgares, a intereses y necesidades mate- riales. El materialismo de Marx significaria que toda ac- cién humana esta dirigida por consideraciones materiales, Las ideas no tienen, pues, ninguna realidad; los motivos estéticos, morales, rcligiosos, son simples ilusiones. En la historia y la sociedad, todo se explica por tendencias ali menticias: beber, comer, comprar 0 vender las cosas que permiten satisfacer estas necesidades. Esta serfa, segin dichos criticos, ta dltima palabra del «materialismo his- térico» de Marx. En el fondo, esta interpretacién no difiere en mucho a de los ataques que anteriormente hemos denunciado y que se sitian 2 un nivel muy bajo del pensamiento: ei més leve examen revela en ella una falta total de imparciali- dad y un tono profundamente «tendencioso». Los que la sosticnen no se contentan con jgnorar a Marx; sustituyen el verdadero marxismo por un pscudomarxismo simplista, para poder adoptar acto seguido un aire asqueado o bien para abrumar a esta caricatura con aplastantes «refutacio nes». Los que aceptan esta interpretacién sin informarse mAs a fondo se dejan engafiar, 0 son ya un poco cém- plices. a) Cuando La Rouchefoucauld intenta demostrar que todos los sentimientos humanos «se pierden en el interés como los rios en el mar> los historiadores de Ia literatura no atribuyen a este gran esctitor la bajeza que él denuncia en las acciones humanas. La Rouchefoucauld es conside- rado un analista profundo y distinguido. Y no sin razén. Se le hace a su teoria el honor de discutirla detalladamente. Esta teorfa, caracterizada por un pesimismo radical, no slo afirma que toda virtud, tode desinterés se reducen, en! los individuos, a intereses privados, sino también que la virtud es el vicio habil, el vicio disfrazado, enmascarado y, por lo mismo, mucho mas activo bajo su mascara. De hecho, lo que muchos atribuyen a Marx, bajo el nom- bre de «materialismo», es Ia teoria de La Rouchefoucauld. Lo que ocurre es que por tratarse de Marx y del marxis- mo —y no ya de aquel gran scfior refinado y sutil que fue La Rouchefoucauld— se le atribuye la bajeza denunciada al que la denuncia. Y se hace como si se viese en este materialismo una doctrina degradante y degradada. 5) La Ronchefoucauld no fue el tinico en pretender que toda accién humana se explica por intereses individua- les y privados. La expresién més clara de esta doctrina —unida, por lo dems, a un optimismio que la eleva de nivel y amplia su horizonte— se encuentra en el inglés Bentham. Ahora bien este fildsofo aparece como una figura repre- sentativa y portavoz de la burguesia (inglesa). Sin embar- g0, su teorfa no carece de elementos o aspectos «progre- sistas». Afirma, en efecto, que el interés general (el interés social) puede y debe coincidir con el conjunto de los inte- reses individuales. Este optimismo resulta bastante facil 02 | | € incluso falso en lo que se refiere a la sociedad capitalis. ta (burguesa), en la que, precisamente, el interés general (social) esta sometido a intereses privados que se cubren con la mdscara del interés general y que, mas que servirlo, se sirven de é]. No obstante, la tesis de Bentham anuncia las grandes lineas de una sociedad en Ia que se armonizan xintereses» de todo tipo (cf. La sagrada familia, I, pagi- nas 237-240), De todo ello se desprende que la reduccién de todos los méviles humanos a los intereses y a las nece- Sidades individuales est4 esencialmente ligada a una teo- ria de la época burguesa y capitalista —del capitalismo to- davia préspero, ascendente, liberal— que los criticos atri- buyen al marxisruo. ©) Ahora bien, la tesis de Marx, el «materialismo mar. Xistax, difiere radicalmente de las teorias precedents, La Rouchefoucauld y Bentham sostenfan un materialismo mo- ral. Querian mosirar (uno desaprobandolo, el otro apro- bandolo) que el egoismo es el motor de todas las acciones humanas. Suponjan, pues, que el gran principio de toda actividad, estrictamente individual, solamente consiste en la bisqueda del placer y en Ja huida ante el dolor. En cambio, el materialismo histdrico de Marx muestra que todos los grandes acontecimientos histéricos han es- tado condicionados por grupos sociales y han sido obra de estos grupos, 0 de hombres que (con mayor 0 menor claridad y habilidad) representaban a dichos grupos: las clases sociales, las masas. El materialismo histérico muestra que si los individuos pueden ser desinteresados, y con frecuencia lo son, los grupos sociales —las clases— ni lo son ni pueden serlo, pues estos grupos se encuentran ante problemas (eintere- Ses») que son para ellos cuestiones de vida o muerte, Tomemos un ejemplo. Cuando un grupo social, una na- cidn, debe defender sus cintereses» (reales 0 ficticios; fic- ticios en el sentido de que un interés privado o un interés de clase a menudo pasa yor ser un interés general y na- cional), gqué ocurriria si el hombre politico que representa esta nacién se mostrase «desinteresado» y abandonase la defensa de sus intereses? Levantaria contra él una verda- dera ola de indignaciéa. Seria calificado de etraidor» y se- tia reemplazado por un mejor defensor del interés na- 6 cional. Y, tarde 0 temprano, se descubriria que habia ser- vido a ciertos intereses, aunque no a los de su pais. Los grupos, los pucblos y las naciones no pueden ser desinteresados. Todo 10 que es «morals y, a menudo, emo- tivo y magnifico a escala individual —ei desinterés— apa- rece'a escala colectiva como cobardia o traicién, es decir, como la suprema inmoralidad. Del mismo modo, hemos visto més arriba que la labor cientifica, desinteresada a escala individual, no puede sexio a escala social y colectiva. ; El fundamento de la confusién entre el materialismo moral y el materialismo histérico es la confusién (torpe 0 voluntaria) entre el plano individual y el plano social, El individuo aislado, el elemento «privado», con una clara conciencia de sus intereses personales, es un pro- ducto relativamente tardio de la evolucién social. Cabe decir, ademds, que este aislamiento es aparente en gran parte, porque el individuo que se cree aislado y que lo esta en cierta medida no por ello deja de participar en la vida social de una nacién, de una clase, etcétera. El indi- viduo «producto de la disolucién de tas formas de la so- ciedad feudal» y, por otra parte, expresién de una socie- dad en la que el individuo «parece separado de todo vincu- Io naturals aparecié en el siglo xvimt, «0 como un resul- tado histéricey sino como la condicién natural del hom- bre. Sin embargo, «cuanto més nos remontamos en la his- toria, mds se nos aparece el individuo como perteneciente a un todo» (familia, tribu, comunidad natural). Y s6lo en el siglo xvii, en la sociedad burguesa, las relaciones s0- ciales aparecieron «al individuo como un simple medio para sus fines privados...» : ; Por lo demas, la época que produjo este punto de vista, el del individuo aislado, result6 ser, precisamente, una época en que las relaciones sociales alcanzaron un grado muy elevado de desarrolle y complejidad... (Marx, Intro- duccién a ta critica de la economia politica). Marx se guarda, pues, muy bien de generalizar el punto de vista del individuo egoista, que él explica histéricamen- te mostrando su cardcter burgués y mostrando también su ilusiéa y sus contradicciones. El individuo que se cree aislado participa en actividades sociales; y estas activi- 6 dlades sociales son altamente complejas, Vemos, pues, que cl individuo que se cree aistada pero que no ha huido, | como Robinson, a una isla desierta— es miembro de gnu. Pos sociales y de comunidades: clase, nacién. ¢Qué es Ia clase? Este hecho social, la clase, no apa rece con una evidencia inmediata y simple. Otros hechos sociales la disimulan y enmascaran y, por cllo precisa. mente, las clases adquieren progresivamente conciencia de si, La misma clase obrera adquiere conciencia de clase en el curso de las duras pruebas que sufre. No esta excluido que, en ciertas condiciones histéricas, esta conciencia pue- de oscurecerse o degradarse (la clase obrera alemana bajo el hitlerismo parece haber dado un triste ejemplo de ello) | No estando ni pudiendo estar aislados, los individuos siem. pre tienen un papel y funcién definidos en la divisidn del | trabajo (es decir, en la organizacién de la sociedad, en la | que cada miembro cumple su propia funcién, mds'o me- os especializada y necesaria para el conjunto). Los indi- viduos que se encuentran en tas mismas condiciones de existencia forman una clase. Al principio, sobre todo, cuan- do se forma una clase, los individuos que Ia constituyen pueden no saberlo, bicn porque sigan todavia separados (como los «burgueses» en las pequefias ciudades Tivales, durante la Edad Media), bien porque se hagan la compe. tencia (como los obreros que buscan trabajo antes de estar organizados y a veces incluso después de estarlo). «Los in- |dividuos sdlo constituyen una clase en su lucha comin contra otra clase»; esta lucha que s¢ les impone por sus |ondiciones de existencia, refuerza la clase y la revela a si misma. «En io dems, se enjrentan como enemigos en (8 concurrencia» (La ideotogia alemana, I, 224). Esta cot currencia enmascara y puede disimular en todo momento la realidad de clase, tendiendo a paralizar la conciencia de clase. Esta y aceptan un ideal sin cxaminarlo de cerca, porque sirve a sus propésitos. Finalmente —y por encima 4 todo— hay que analizar de dénde provienen las «ideas» y los evaloresx a que se entrega el individuo o de que éste Se sirve, segtin los casos. En efecto, si el idealismo individual es a menudo sin- cero y emocionante, las clases nunca son eidealistas», en el seittido de que nunca son desinteresadas. Por consi guiente, cuando una clase —en especial una clase dominan- te— se pretende idcalista y desinteresada, hay muchas po- sibilidades de que ésta (en la persona de sus representan- tes mas hicidas o mas habiles) encubra con ta mascara del ideal unos fines muy reales, demasiado reales, (Asi, por ejemplo, en nuestra época el chumanismos, inscrito en la orden del siglo, sirva de pretexto y de mascara para unas intrigas y unos fines politicos que nada tienen de humanis- tas.) De este modo, la clase dominante llega a presentar sus Fines, sus inteseses, de una forma que los hace aceptables, en primer lugar para todos los individuos que la compo- n nen (y que se dejan engaflar mds 0 menos sinceramente), ¥ después para el mayor niimero posible de individuos de las clases oprimidas. Para obtener este resultado, particu- larmente cuando se trata de una clase decadente, cuya dominacién se ye amenazada, el «ideal» debe parecer lo amas grande, bello y noble posible (basta recordar las decla- maciones del fascismo). Teniendo en cuenta una dura y larga experiencia, el materialismo hist6rico analiza, pues, todos los ideales con un libre esptritu critico. La clase hoy ascendente, la clase obrera, lucha por un ideal social y humano, que coincide con sus intereses in- mediatos 0 duraderos. ‘Ahora bien, se trata de un ideal sin idealismo (y esto es lo que distingue a la clase obrera ascendente de la bur: guesia ascendente o decadente). Este ideal nace de la rea- lidad, de las necesidades, de las aspiraciones, de las posi- ilidades de la vida moderna, No sc presenta como si pro- viniese de algo entcramente exterior y superior a Ia vida real, a la practica social. No tiene necesidad alguna de transmutarse en declaraciones nobles y revestirse de un prestigio misterioso. No tiene necesidad alguna de seducir ni de imponerse. Esta es, pues, la situacién actual. En el idealismmo decla- matorio de la clase decadente, el anélisis descubre intere- ses brutales, inmediatos, materialisimos. Este idealismo oculta un materialismo sdrdido: el del gran capital. Lo cual no impide que el idealismo en cuestiOn sea todavia eficaz: si no lo fuese, sus promotores ya lo habrian abandonado. (Aunque es cierto que no pueden manifestar demasiado en puiblico el cinismo de su conciencia privada.) Pero hay to- davia un gran niimero de individuos sinceramente conven- cidos, 0 seducidos 0 engafiados por este idcalismo. ‘A su vez, el «materialismor de Ja clase obrera, repre- sentado tedricamente por el materialismo histérico, signi- fica en primer lugar la necesidad de comprender, la nece- sidad de analizar, el recelo provocado por la experiencia, es decir la libre y racional actitud critica frente @ todo idealismo. Por encima de todo, no excluye, sino que in- cluye el ideal fiumano: cl ideal de la liberacién y de la realizacién del hombre, Este ideal se afirma sin ilusién, n sin engaiio, sin mixtificacién, sin i a a segur i este sentido se Hama y es materia eee a pea 15 Ooreros reclaman un aumento de salarios, una serie de publicista: is 4 cubran y denuncien su «mi Srdidos: Bere ony r «materialismo s6rdido», P medida en que acttian in fessor ae n por los intereses de li cir por conquistar condicio: ee i mes hi is ic wan poe tel deslsheeae lumanas de existencia, ac- in otras palabras: el interés di : le clase clase wascendente (el interés de la clase entera y el ideal or el que acttian sus individuos més clarivi : 2 a larividentes) in- side nj ¢l primero es el punto de apayo real del segundo, la verdad del primero, su 40 e y expresién superior. a Mera a una clase descendente, cl interés ‘de clase Hy dGcel po tienen nexo alguno en la ‘razén y la verdad Fae are Para presentar unos fines reales que son muy diferentes de su aspecto aparente. Es un ideal idea. Hele e8, dees, um ideal bajo el cual el andliss descubre ixtificaciones Peri eae ceereree tay ificacianes (mds 0 menos cons- reais histérico significa clarividencia, Su teo- xia da uo vezla rictica: por debajo de lo que dicen las debajo de lo que piensan dest mi hay que descubrir lo que son analizando lo que hacen” y el ideat de ta Capitulo V FINALIDAD DE ESTE LIBRO Estos primeros contactos con el pensamiento de Marx Mmuestran ya que su estudio exige cierta atencién, cierto esfuerzo del espiritu, En efecto, se trata de una ciencia y no de literatura © de propaganda fécil. El maraismo no es, como parecen creerlo algunos, una coleccién de temas de agitacion poli- tica ni una simple descripcin de la clase obrera. Es un andlisis que exige Ia intervencién de la Razén. Por lo demés, el marxismo puede exponerse y estudiar- se a diferentes niveles. A nivel superior, es tan dificil hacerse marxista como hacerse fisico 0 quimico. El estudio de la doctrina, el ma- nejo de sus principios (de su método) exigen afios. de re- flexién y de experiencia. El que quiere «hacerse marxista> en este sentido —es decir, el que no quiere contentarse con saber definir el marxismo sino que desea poscer a fondo la sociologfa cient{fica y emplear eficazmente su mé- todo— debe abordar el estudio del marxismo como se aborda el de las matemiticas o la quimica. Evidentemente, debe leer a Marx y Engels. Este librito no tiene la ambicién de dar un conocimiento completo del marxismo i de reemplazar la lectura de las obras. Por ello determinaremos en seguida su finalidad: a) Son pocas las obras francesas que presenten el mar- xismo en conjunto, a un nivel que no sea ni el de los espe cialistas ni el de Ja «vulgarizacién», tal como se dice. EI pensamiento de Marx y st doctrina tienen una pro- digiosa riqueza de aspectos, como veremos. B Las obras francesas publicadas hasta la fecha sdlo pre. sentan (a un nivel mas 0 menos elevado) uno u otro, de sersaM agpectes de ta teoria: el econdmico o el filosotico, el moral 0 el politico. Hay cabida, pues, para un libro que se sitia ® en nivel media’ (oi el de Tos elementos mas simples ni el de Ja es, pecializaci6n) y que presenta el conjunto dk Ja doctrina aeeemanera mais concentrada posible. Se dirige partion ie a an aquellos que sin ser «marxistas» disponen de Jarmemt agar necesavia y suficiente para abordar de modo fructifero su estudio global. $) El pensamiento de Marx es bastante diffeil de OF tar on sue obras, porque Marx no expuso sus descubri mientos en un «Tratado» general ‘La mayor parte de las abras de polémicas. TF isismo pensamiento de Marx (y de Engels) se formé a thee de las luchas ideoldzicas y politicas. Se precisé en ajo momento contra una posicion doctrinal © politict. Coda paso del pensamiento marxista fue aconpatiade de Cacs Utica y, a menudo, de una «autocriticar, eS decir waa Unfiea de su propia posicién. Asi, al final de su primers Saventud, contra el idcalisino de sus amigos (los «jovenes hegelianose) y contra sa propio idealismo del perfodo an- reir, Marx precisa y formula su materialismo. Pero cote erie’ materialismo sumario y simplista del Silésofo Feuce, fra fl materialism que ellos mismnos habfan cultivado sin adoptarlo completamente, Marx y Engels defienden la atop Hae que el ser humano es aativo, de que con su Prach iden ot mnodifica la naturaleza y su propia navuraleza ¥ de que hace, de este modo, su historia en unas condiciones Qrerminadas (pero cambiantes). Asi formulan el matte fismo histdrico (1844-85), ercétera. Todos estos descubri- seeatos y todas estas formulaciones se hicieron contre Tinos pensadoses (Bauer, Stirner, Feuerbach ‘Didhring) que Meeie entonees han caido un poco en el olvide y gue de ses ber sido por Marx y los marxistas habrian ¢aid0 to" tamemte en ¢l. No ee tan facil como se sucle creer desprender ¢l ver” dadero pensamiento de Marx (y de Engels) de ta forme polémica, Esta forma y la carencia de una exposicin ge Marx (y de Engels) son % neral han dado lugar a confusi i ral t jones, a interpretaciones ereé- neas, a numerosas deformaciones, Bste iibro quiere ser una ga del lector que le parila borat con mayor falas y utlidad las obras de Marx (y de Engels, procuréndole ya ac contenido de cada u puincpales ore! maron dal conjinia, tO US OWS pee pemaamiento de Mars y Engels no slo fue wn s sn lucha y accién —un pensamienta que Ps a se ngendré en el curso ‘de sus luchas=- sino. tambien un pensamiento en movimiento. con and fi de vida, su doctrine fue enriquesiéndose 8 PrOgTesOs; se preciso y transformé. Des . Después de Ja muerte de Mors, Engels continué ta obra comin, ¥ sin Sntroducir em Ia doctrina modificaciones incompat ples con Jas adquisiiones anteriores —al contraria, protund iola—, aporté una importante contribuci6n ¥ 7 rrollos esenciten teeta eet eee Muchos masxistas, 0 y xistas, 0 «aprendices marsistas», len y an oe 3 Enso gin preommparse de la fecha y lugar r a estudiada en el desarroll i clon de su pensamient eee in pensamicnto en movimiento sélo > puede estudiarse comprenderse en su propio movimilente i ste libro quiere aportar tambign wna puntualizacion; auiere situar Jo ms exactamente posible cada una de Tas gba de ars en a formas del marslamo, de rnodo que mueda integrarla en su contes e] movimni al estor pueda mntexto, en el movintien- Esta puntualizacién es i lizacién es tanto mas necesaria cuanto que algunas obras importantes de Marx (y de, Engel) solo hace unos quince afos que ce an encottrado y publiado Manusoritos econdmicorilosfions de 1844, La ideolopa alemana; Critica de la filosofia del Derecho de Hegel) y su tTaduceiém al frances es muy reciente. A a aporiacion de estas obras al marxis yriacion de es s smo es de una importancia capital. Pero, cpermiten hablar de una «vision nueva» del marsismo, come indican los editores alemanes ndshut y Meyer en su aTntroducciéna (trad. francesa, ‘endo fragmientos de ostas obras (trad or por N. Gatun y'H betebve) eh SEuPaes Soe, Sue ecient Qeuvres philosophiques de Marx, t. VI, p. XIE)? Esta afir- macién —que se propone transformar 1a comprensién del marxismo, «renovary al Marx de ta madure2, al economista ae Fi Copiial, mediante el Marx de fas obras de juventud, el filésofo— parece muy contestable. Mae adelante intentaremos mostrar que las obras filo- sdficas, que datan de la juventud de Marx, aclaran cop aoa tun ta formacién de Su pensamiento y la sociologia Bentitiea de £1 Capital, sin dar una evisiéa nuevas y sin fermitir la substitucién de 1a ciencia econémica, his'6. rica y «sociolégica» establecida por Marx en EI Capital por Una filosofia martista, Se mostraré cdma y por qué la Ita de Marx est epvuelta en la teoria de BI Capital, porque se integrd perfectamente en ella en el curso del Qesarrollo vivo de su pensamiento. ‘Hey una filosofis marxista, pero el marxisimo no es una filosoffa en el sentido tradicional del término. En las obras juveniles de Marx se encuentra un examen atento Gel pensamiento y de la actividad frumanas y de todos sus problemas. Pero ¢l marxismo no se reduce a este examen; no se reduce a ura «teoria de! conocimiento» o a un «hu Re lnismon filosofico. Es initil y faiso intentar (como se Je hecho muchas veves cop mas o menos sinceridad y for tuna) esta nueva interpretacién del ‘marxismo; al contra: rio, la obra filosdfica se incorpora a la ciencia y adquiere io, ha sui verdadero sentido. E} marxismo es wna sociale Sha cienifica que comporta una historia, una teoria econé aiica, una politica cientifica. Es wna «concepeion del mun. Yon, es decir, lo que se llama todavia una «filosotias. Pex dors Fhosofia vo se separa de fa ciencia, de Ia préctica, de ja accion. ‘Ef metodo es el alfa y el omega, el punto de partida y el punto de Ilegada del marxisino. {Que es un miedo? En el trabajo del pensamie'o ciektifico, el método desempetia el mismo papel ue el ins framento en el trabajo manual. El trabajador debe aprer der a servirse de su jnstrurmento, y debe ‘utilizarlo con agh figec, teniende en cuenta las cosas a que se aplica, Adem, un instrumento —un utillaje— siempre se puede mejorar y perfeccionar, ‘pore comprender el marxismo, hay que poser algunas 7B Seo oe oo eC eet nociones de sa método; una vez adquiri xétodo; iidas és : for podrd perfeccionarse en el empleo del cored ies sudiando fa obra de Mars. na Los que siempre buscan objeci ‘ n objeciones (y tienen razés buscartas pues éstas permiten elucidar completamente ie problemas) divin sin duda: «Fs un cizculo vicioso, Se epee se fi méiodo estudiando la obra de Marx y para ier la < comprender la obra de Marc ya hey que comprender sn Se trata, en efecto, de una especi et , especie de los obje- tos materiales al entrar en contacto con ellos. Intentemos que nuestros misculos o un motor hagan un esfuerzo sin encontrar resistencia alguna, sin chocar con ningiin obstéculo: no podremos. E] motor en el vacio se aceleraré; Jos mmésculos no podrin producir su esfuerzo, Una fuerza s6lo puede actuar si encuentra otra fuerza que le tesista, Examinemos la ofilla del mar 0 de un rio, La accién del ‘agua roc’ el continente o el margen del rio. La tierra re- siste, rechaza —més 0 menos— Jas olas y las corrientes. Y fa forma de la orilla resulta de su accién reciproca. Considercmos ahora un trabajo humano facilmente ob- servable, por ejemplo el del ceramista. El barro gira so- bre el torno; Ia mano del ceramista penetra en st masa, y et muevo objeto surge del encuentro entre Ia masa y la mano. Examinemos del mismo modo los sentimientos huma- nos. Alguien —un hombre o una mujer— puede encontrar- se en un estado apacible, tranquilo, un estado que corre: ponde a la ausencia de toda pasién o a Ja plenitud feliz de una pasién, No existe, pues, contradiccién 0 existe, en todo caso, en forma virtual o superada y dominada. Pero el periodo en que aparece la pasién —el amor, por ejem- plo— y el periodo en que esta pasion desaparece son pe- riodos de turbacién, de diferencias reales y sentidas, de diferencias que se agravan, de antagonismos y paroxismos, ¢s decir, de contradicciones. En estos perfodos, nada més frecuente que una mezcla de amor y odio, de inquietud y de deseo, Sélo esta turbacién y esta mezcla hacen inte- Tesantes a los seres humanos para el observador. Los no- velistas, los autores teatrales, sélo toman como persona aL jes de sus novelas o de sus dramas a estos seres, en esos momentos. ¥ los personajes mas interesantes y mas trégi- cos son precisamente aquellos en que la contradiccién es Mevada a su punto més alto, Son los «conflictosr tragicos ; el Cid de Corneille o la Hermione de Racine (en Andro- ‘mague) son los ejeraplos més célebres. ‘Veamos ahora un caso en que el ejemplo tiene un ca- racter més general, La vida y la muerte (0, como dicen Jos fildsofos, el ser y la nada) se oponen, estén en lucha incesante, Constantemente, en todas partes, la vida lucha contra la muerte y la muerte destruye a los seres vivos. Es evidente que la muerte es inconcebible sin los seres vivos que suprime. Pero ya no es tan evidente que la vida no pueda existir sin la muerte. Y, sin embargo, gno es cierto que vivir es nacer, crecer, desarrollarse? Ahora bien, un ser vivo no puede crecer sin cambiar, sin transformarse, sin dejar de ser constantemente lo que era. Para hacerse hom- bre hay que dejar y perder la infancia. Todo lo que se in- moviliza degenera y retrocede. Después del nacimiento, después de la madurez —punto culminante de la vida— viene la decadencia. Avanzar en la vida es aproximarse ne- cesariamente a la muerte, porque es envejecer. Todo ser vivo lucha, pues, contra la muerte, porque leva su muerte en si mismo, Y asi vive, cambia, produce algo nuevo o saca algo nuevo de s{ mismo. Para que el grano de trigo pro- duzca un nuevo tallo tiene que perecer en Ia tierra. No son mas que unos ejemplos, unas ilustraciones, pero suficientemente demostrativos. «Céntradiccién» no significa «absurdidad» sino movi- miento 0, como dicen los filésofos, «devenir», Decir que s6lo el devenir puede ser fecundo es repetirse. Por tanto, contradiccién significa también «fecundidad» (gla produc- cién de nueves seres en la vida biolégica no resulta, pre- cisamente, de la relacién entre los elementos machos y hembras?). Es posible que esta ley del devenir no guste. Uno puede sofiar en otro mundo en el que aquélla no seria Ia ley de todas !as cosas o el doloroso principio de toda creacién También se puede desviar la mirada, Nada més sencillo. Une se contenta con proclamar la absurdidad del mundo. bien los aspectos o elementos de la realidad se toman 2 Separadamente y se deja de fe verlos contradicciones (muchas gue pasan por eee aie gue leva al conocimiento, y oforefemplo, yo Puedo considerar separadamente el mar inente, el valle y el rio, Pero entonc i cada uno de estos elementos es sf ro. note a t racias al otro. Puedo ol- vidar que los rios han abiey - 2 ; to los valles; ent tasiaré y exclamaré: «; 0) sgnitica es In Pre. : + {Qué grande y magnifica es |; videncia! | Qué armonioso es e ies! el mundo! {Dios ha prepa- ee Para que Jos rfos puedan desplegar pad su curso!» Al omitir las rel: las cosas, las sustituiré por explicaciones inaganiee aes , Por explicaciones imaginari Suponen, todas ellas, el error inicial: consi parada Ly ss ? considerar separada- mente los aspectos 6 elementos de ic aspe un todo, prescindii Jas contradieciones que operan en este todo'y cue dance ara su movimiento, on 1 método marxista ‘todo marx propone al pensamiento hum: fetes mas dificil, ante ta cual siempre habia Pe na comprender el movimiento de las cosas, es , render las cosas en movimi x las relaciones de las r itando la’ rapture 9 an ‘ealidades, evitando I: deformacién de estas relaciones, comprendicnds 61 ‘lones, es decir, com i ce eeaconet €n sus contradicciones, eee occu dt eliminar ta contradiccién rechazéndola desde- samente hacia el absurdo, hay que situaria plano en la investigacién y' el i mundo, 1a ano | pensamiento, El mundo, I historia —esta mezcla de contradicciones— dejan de a ecer entonces como un eaos de absurdidades. Y nuestro er cee ere Auestra situacién actual se comprenden: cardcter y sentido profundo: el alumbram i : mi bare de er sociedad y del nuevo hombre.” e ste es el progreso decisivo, el d , el paso adelante ol arxismo hacia una Razén mas profunda, steer omprenda I “hacii gue. comp lo que hasta ahora rechazaba hacia lo ab. Este método se Hama di ic ‘ 1 ialéctico, de la palabra gri ae origen también a Ia palabra edidlogen. Los eriegos an este nombre a la confrontacién, en’ c rea I , en el curso de una discusién, de tesis e ideas contradictorias, La palabra 83 ha cambiado algo de sentido, porque se trata de descubrir las contradicciones en la realidad, a través de una inves tigacién precisa, y no de confrontar simples ideas en un «didlogo» verbal. Sin embargo, en la utilizacién moder- na de la palabra «dialéctica» subsiste lo esenicial del sen- tido primitivo, lo cual legitima su utilizacién. Este primer esbozo del método permitiré abordar el es- tudio de las obras de Marx, estudio que, a su vez, permi- tira precisar y profundizar la idea de la dialéctica. En el curso de esta profundizacién, el lector comprobara.y veri- ficaré que se trata realmente de un método cientifico, in- disolublemente ligado a unas adquisiciones decisivas en el dominio de la ciencia sociolégica y también en el de las ciencias de la naturaleza. El lector comprobara que este método no se limita a aportar un «punto de vista» nuevo, una «perspectiva» ori ginal, sino que se impone necesariamente a todo el que jere comprender la realidad. La profundizacién del método permitiré también verif car su cardcter universal, Al aplicarlo primero al anélisis de la sociedad moderna, al verificarlo con este andlisis, al extenderlo luego a la historia, a todas las estructuras so- ciales y a las ciencias de la naturaleza, el método dialéctico muestra que es capaz de ir mds lejos: se aplica al pensa- miento, al arte, al hombre, a la vida entera. Aporta una nueva conciencia de la vida y del mundo, una lucidez re- novada que abarca verdaderamente lo real, el conjunto de lo real, comprendiendo tanto la vida cotidiana como la vida estética 0 moral. Al ser profundizado y verificado por cada aplicacién, pero distinguiéndose de cada aplicacién particular —como debe de hacerlo un método racional y universal— el mé- todo dialéctico aparecerd en toda su verdad. Es un método que refleja objetivamente lo esencial en todo devenir. FE] método dialéctico no aporta un «sistema» o una aueva «doctrina», ni tampoco un simple «punto de vista», Permite adquirir nuevas verdades y orientar el pensamien- to en la accidn € incluso en la vida practica. Esta verdad del método sélo apareceré claramente al final del estudio, desprendida en sus conclusiones, pero de- mostrada por el conjunto y por ¢l desarrollo global. a pepmemmanreieree PRIMERA PARTE La vida y la obra de Marx, desde el principio hasta el “Manifiesto" Capitulo I PLAN DE ESTE ESTUDIO La obra y el pensamiento de Marx no se pueden sepa- rar de su accién, de sus luchas, de las polémicas que sos- tuvo contra Ins eidedlogoss de su tiempo. Esta accién, estas luchas, estas polémicas no pueden comprenderse, a st vez, al margen de los acontecimientos en que Marx intervino y de las condiciones hist6ricas en que vivid. Para seguir el desarrollo de su pensamienta, para en- contrar su movimiento, en una palabra, para comprender la formacién del marzismo se impone un procedimiento de ‘exposiciom: referir brevemente 1a vida de Marx, mos- trar cémo aparecié cada obra en su lugar y en su tiempo, para responder a unos problemas precisos; situar cada obra en el conjunto. No hay que creer que el «marxismo» surgié completo y sedondo del pensamiento de un individuo genial Hamado Karl Marx o de Jas circunstancias econdmicas y polfticas del siglo xix. El andlisis y la historia encuentran en Ja vida y en la obra de Marx las «influencias», como se dice, mas com- pleias y multiples. El marxismo? Es una confluencia de ideas y de corrientes. Los historiadores que estudian —con tazén-— los antecedentes y origenes de las grandes doctri- nas han dedicado ya compactos volumencs a estas «in- fluencias». Nosotros resumiremos aqu{ sus trabajos, pero antes plantearemos una cuestién previa. El hecho innegable de que Marx conocié y, en cierto a sentido, acepté diversas ideas y doctrinas de su época pue- de interpretarse en dos sentidos distintos. Algunos historiadores (los adversarios del marxismo y también ciertos pseudomarxistas) dicen encontrar en estos antecedentes ideoldgicos una explicacién del marxismo que reduce 0 suprime su originalidad, Marx conocié la filosofia alemana de su tiempo y fue discipulo y continuador de Hegel (hegeliano «de izquierda»); conocié las obras del ma- terialista Ludwig Feuerbach, «sufrié la influencia» de los socialistas franceses Saint-Simon, Fourier, Proudhon, y de socialistas ingleses: Owen. Finalmente, conocié las obras de los economistas ingleses, Petty, Smith, Ricardo. De esta suma de influencias surgié una doctrina que sélo era nue- va en apariencia, Ia resultante casi mecdnica de estos ante- cedentes. Asi, por ejemplo, Andler, en su Commentaire historique au «Manifeste communistex, se dedicé a reducir, mediante el estudio de sus «origenes», la originalidad del marxismo, legando incluso a calificarlo de banal (cf. p. 71). En el curso de su obra, por lo demas, acumulé los errores de interpretacién y las apreciaciones falsas, acusando, por ejemplo, de «composicién verbalista e inorgénica» a una de las obras esenciales de Marx, Misére de la philosophie (ci. p. 35). ¥ esto a pesar de que Andler se decia «socialista» y se consideraba «objetivo». Otros historiadores le siguieron o le acompaiiaron por esta via. Asi, por ejemplo, Bréhier en su gran Histoire de la philosophie y Brunschvicg en su libro La conscience occidentale hablan muy poco de Marx y quieren ver en él un polemista, un pensador «mas vigoroso que original». La verdad difiere totalmente de esta interpretacion ten- denciosa y parcial con apariencia de . Con las ideas liberales y democraticas Uegades de Fran- cia se propagaban también las de los primeros socialistas, los Saint-simonianos. En 1835 se publicé en Tréveris un vigoroso follcto de Ludwig Grall, que declaraba: «Las cla- ses privilegiadas y las clases trabajadoras, profundamente separadas por intereses diametralmente opuestos, se en frentan entre si...» Es imposible que el joven Marx, alumno del liceo de Tréveris hasta 1835, no tuviese conocimiento de este es crito, Sélo por este hecho, podemos considerar a Saint- Simon una de las «fucntes» del marxismo, mas que a Jos restantes socialistas ut6picos franceses. Es, pues, facil de comprender que Marx dijese siem- pre que él no habia «inventado» la lucha de clases, y que afirmase constantemente que habia recibido esta nocién de los teéricos e historiadores franceses. Capitulo UE MARX Y EL JUDAISMO. Sabjdo es que los hitlerianos sacaron mucho partido del origen <étnicos de Karl Marx en sus ataques contra el cjudeo-maraismo>. Es conveniente, pues, definir cual fue la actitud de Marx frente al judaismo. Uno de sus primeros articulos estuvo dedicado a «la cuestién judia», Este escrito, que marca una etapa impor- tante de su pensamiento, juzga con tanta severidad al ju- daismo —como religion e ideologia— que dificilmente se puede ver en él una apologia de la tradicin judia. Su te- sis es la siguiente: los judios quieren, con raz6n, eman- ciparse; legar a ser ciudadanos y hombres como los de- mds, hacerse reconocer y aceptar como tales, Desgracia- damente, el judaismo no es simplemente una religign, una aideologfay. Esta religién tiene un fundamento econémico y Social. Es la religion de un grupo o de una casta —resto de una nacionalidad dispersa— que se dedicé al comercio, I antisemitismo no es, pues, un simple hecho cideolégico», sino que también tiene un fundamento econémico y social ; es un fenémeno de concurrencia. La concurrencia entre Jos no judios y los judios se traduce sérdidamente en una ideologia; es una querella de tenderos. Por consiguiente, ni la emancipacién religiosa, ni la emancipacién politica en la democracia burguesa liberal pueden resolver la cues- tidn judfa, Sélo puede resolverla una doble transforma cién. Por un lado, es preciso que toda la sociedad se li- bere del poder del dinero; pero, por otro lado, es necesario que los judios dejen de querer el dinero y de buscar a 98 través de éste un poderio y una libertad que tarde o tem- prano se vuelven contra ellos mismos. En otras palabras: ‘si quieren «asimilarses y «emanciparse» de verdad no se deben proponer asimilarse a la burguesia ni encontrar la libertad a través del Estado y dentro del Estado politico de Ja burguesfa, ni siquicra de la burguesfa liberal. Deben asimilarse al pueblo trabajador y a la sociedad que crear ei pucdlo. Si no marchan en este sentido, equivocan el ca- mino y contribuyen a mantener las condiciones de su des- ventura, «No busquemos el secreto det judio en su religién sino mds bien el secreto de esta religion en el judio. ¢Cudl es la base temporal det judatsmo? La satisfaccién dé las nece- sidades temporates y el egoismo. ¢Cudl es el culto tempo- ral del judio? Et trdfico. ¢Cudt es su Dios temporal? Et dinero. Al emanciparse del trdfico y del dinero, at emanci- parse del judaismo real y practico, nuestra época se eman- ciparia a si misma...» Para quien sepa entenderlo, este texto habla el rudo len- guaje de la franqueza y de la libertad critica. No es ni anti- semita ni filosemita. Marx determiza objetivamente —en el sentido ms profundo de la palabra— las condiciones del fin del judaismo, Esta libre actitud critica demuestra que no se puede explicar la obra de Marx por el judaismo, y que la expresién «judeomarxismo», adoptada por toda la Teaccién politica y, especialmente, por los hitlerianos, no es mds que una vulgar calumnia, Marx se formé mas con- tra el judaismo que de acuerdo con él. Los hitlerianos se ridiculizaron tanto al cexplicar» la obra de Marx por el judaismo como al cexplicar» la fisica de Einstein por su raza y al oponer la «ciencia ariay a la «ciencia judiar. Capitulo IV MARX ESTUDIANTE. SU MATRIMONIO A finales de 1835, el joven Karl Marx Universidad de Bons Pata estudiar derecho, ait & 18 ntr6 en Jos circulos Jiberales, estrecha: vig Por la policia. Los miembros del Club de los Poo ses Aue forms parte Karl Marx (pues escribia poemas y tenia Ja intenci6n de dedicarse a la literatura) se reclutaban entre los hijos de la burguesia liberal. En la primavera de 1836 estas {ia violento conflicto entre estos clubs independien. y el Korps Bor ion ari i tes y el Korps Borussia, una organizacién aristocrética y Karl Marx se batié en duelo con un mi y recibié un corte debajo del ojo izquierae ent KOrPs Los que pretenden que el pensamiento marxista no tiene en cuenta Ja individualidad harfan bien en leer las casing que veinte aftos mas tarde envié Marx a Lassalle sobre In cuestién del duelo. El honor de tipo feudal y el principio del duelo —escribia Marx— no tienen base alguna, Pero dada Ja estrechez de la vida en las condiciones burguesas puede ocurrir que la individualidad sie se pueda mani, festar a través de formas anticuadas. Marx nunea se pronuncia, nunca juzga un acontecimien: to sin examinar la situacién y sin analizar las multiples relaciones que esta situacién implica; es un método que fanto se aplica a los act , tanto ae aplica (0s ya los hombres como a los he. En 1836, Karl Marx —tenfa entonces dieci fios— se prometié secretamente con Jenny von Westpholen Por parte de su madre, Jenny descendia de los condes 7 jombre que se encuentra a menudo en Ja his- ened gu abuclo paterno, inspirador y conse- jero del duque de Brunswick, habia demostrado poseer wn jenio militar. verde eVon Westphalen pertence’a, pues, a una «cla se» social diferente a la de Karl Marx. Sin embargo, Lud wig von Westphalen, el padre de Jenny, no compartia Jos prejuicios aristocréticos. Su cultura era inmensa (para cone Juistarlo, Marx le dedicé su tesis doctoral Yaméndole xami- $b paternals). Habla sido subprefecto francés en el dep so ento del Elba, pero en 1813 se habfa unido a la causa ue Prusia, sin abandonar completamente el jiberatismo- fese 2 la oposicion del resto de su familia, Ludwig von Westphalen consintié, en 1831, 2l matrimonio de stt hij el joven Marx. Eee sory eo tonia Cuatro abs iss que st prometido, Reine ba en Tréveris por su belleza, Muchos aitos mds tarde, los efsculos mandaaos do Tréveris todavia se acordaban de i icantadas y de «la reina %, pre cna 9 ns xntenar que 1a bella, rica y noble hija de un consejero del got i fe enamorase de in estudiante pobre, de porvenit incierto, isic atractivo... le famniliz o sieadre de Marx le esciibi6, @ propésito de su no viazgo: ificio ir iable; muestra ‘efenny hace par ti un sacrificio inaprecial a una abnegacion que séto la fria razon puede valorar debi damente, Nunca dehes olvidarlo.» Ludwig von Westphalen y Hirschel Marx murieron arr tes del matrimonio, La oposicion de la farnitia Von Wiest phalen se hizo entonces categdrica. Un hermanastto. Ct Jenny, Ferdinand, conversido en jefe de ta reaccién clerical de Renania, iniciaba una brillante carrera politica que 17% § lievarle hasta el ministerio del Interior en Berlin. ¢ pensaba de los amores y proyectos de su hermana? No es ificil adivinarlo... : dite aaivita en Ia «novela» de Jenny y Karl; tod0 conse buye a darle el ms emotivo, el més enovelesco» ¥ €} Pe eromantico> de los caracteres. En i842, a los veinticuat B afios, Karl Marx empez6 su vida de revolucionario. Des- pués de desaparecer su padre, se querell6 con su madre (que murié mucho més tarde, después de haber pronun- | ciado una frase digna de perdurar como ilustracién de lo | que son los malentendidos en las familias burguesas: «Karl habria hecho mejor en acumular un buen capital, en vez de escribir libros sobre el capital..,») Se encontraba, pues, virtualmente proscrito, sin familia, sin profesién determi- nada. jCudntas muchachas, en aquellas condiciones, ha- rian roto el noviazgo! | _ Pese a la violenta oposicién de su familia, pese al por- venir (© a la falta de porvenir, en lenguaje burguds) que le ofrecia su prometido, Jenny conservé su amor y fue fiel a la promesa, El matrimonio de Karl Marx y Jeany von Westphalen se celebré el 23 de junio de 1843 en Kreuz- nach. El amor y.la ternura impregnaron no sélo la época de su «novela» y de su noviazgo, sino toda su vida, Por una suerte tinica en la historia, Marx habia encon- trado en una amiga de la infancia Ja compafiera que nece- sitaba. Jenny Marx supo acompafiar y sostener a su marido en todas sus luchas; nunca decayé su confianza en él, En el curso de las pruebas més duras, le rode de afecto, fue la confidente de sus pensamientos, le ayudé en sus inves- tigaciones y compartié sin quejas su vida, En los Archivos Secretos del Estado prusiano en Ber- lin, se ha encontrado un documento muy curioso: el in- forme de un confidente de la policia que en 1853 consiguié | entrar en el circulo de amistades de Marx, en Londres. Bl informe describe la vida familiar de Marx y de su ; Mujer: «Marx es de talla mediana; tiene 34 afios; sus cabellos empiezan a blanquear; es de fuerte contextura, Luce una espesa barba; sus grandes ojos, penetrantes y brillantes, tienen algo de demontaco; se tiene en seguida la sensacién de estar ante un hombre lleno de genio y energia. Su supe- rioridad intelectual ejerce entre los que le rodean un po- der irresistible... Es un hombre de costumbres totalmente | irregulares... No tiene nunca una hora fija para levantar- see irse a la cama; con frecuencia pasa noches enteras 99 stn dormir y @ mediodia se tiende sobre un divdn y duer- me hasta la noche, sin preocuparse de las personas que entran y salen de su casa como de un motino. Su esposa, hermana del ministro de Prusia, es una mujer culta y agradable que se ha acostumbrado a la miseria y se ha adaptado a ia vida bohemia. Ha tenido dos hijas y un hijo, todos muy hermosos... Cuando se entra en casa de Marx S¢ encuentra una nube de humo tan espesa que uno tiene que avanzar a tientas, como en una caverna... Nada de esto molesta a Marx y a su esposa; te reciben con amabi- lidad, te ofrecen una pipa, tabaco, un refresco. Su con versacion, inteligente » agradable, acaba por compensar los defectos domésticos, por hacer soportable Ia falta de comodidades... Este es el cuadro fidedigno de la vida fa- miliar del jefe comunista Marx...» Todos los documentos (cartas a Weydemeyer, a Engels, recuerdos de Licbknecht, de Lafargue, etcéfera) confirman este cuadro y nos muestran —en lo que el confidente pru. siano Hamaba la «vida bohemia» de Marx— una completa libertad de maneras y pensamientos, una temnura constan- te, una alegria y una cordialidad, una salud moral y un equilibrio que resistieron a todos los golpes del destino. Neo es imitil subrayar desde ahora este lado humane de Marx. En las Hojas dispersas. que publicé en 1895, su hija Eleanor cuenta que cada miembro de Ja familia tenfa un apodo pintoresco. Su mujer lamaba a Karl Marx «cl Moro», a causa de su tez morena. Sus hijos le lamaban «Diablo» u «Old Nick», Eleanor cuenta que «el Moro» era un caballo maravilloss «..Mi hermano y mis hermanas Io uncian a menudo aun sillén, y se sentaban en él. Escribié algunos capitulos del “18 Brumario” haciendo de caballo de sus tres hijos, gue 10 fustigaban con un létigo...» Pese a la miseria y a las persecuciones, la familia man- tuvo siempre un tono cordial y alegre. Cantaban cancio- nes negras, bailaban, hacfan excursiones al campo, se pa seaban montados en asnos. Marx y su mujer, que tenian 100 una cultur igi cultura y uma memoria prodigiosas, podian recitar fantos enteros de la Divina Comedia 0 escenas de Shen Respeare (recuerdos de Liebknecht). La familia Marx rom: | fen erdadero eulto a Shakespeare. En uno de los ma- tos de 1844, la critica del di i larga cita de Shakespeare: | “™*T® émpleza con una «[Oro! ;Oro Precioso, brillante! Ti haces bi gro i fs, late! 78 aes anf ne | [0 viejo, vatiente lo covarde... Este esclavo amarillo annda | Lyonine los votos, bendice al maldito, hace adorar fa lepra | Palida, confiere a les bandidos titutos, honores » conside, raciones haciéndoles sentar en et banco de los senadores; por él la viuda desotada se desposa de nuevo. ;Maldite metal!...» (Timén de Atenas.) cee | El pensador 6 la fi | ue esboz6 la figura del hombre total, y que | Propuise esta idea a Tos esfuerzos del hombre hacia la'tibre i cién de s{ mismo, conocié i | Zealaacion de personalmente la pleni. Poseys el amor, alcanzé el conocimiento y mostré si , Yalor en la accién. Ademas, conocié la amistad perfects, In oe jeugdticn Engels, realizando en esta amistad un sucfio antiguo: dos hombres geniales se encontraron uni su genio y su pensamiento. fecal Capitulo V MARX ¥ LA FILOSOFIA Volvamos a tomar él hilo, en 1837, de la biografia inte- lectual de Kar} Marx. En dicho afio se matricula gn la Facultad de Derecho de Berlin y sigue el cursa de antropologia de Steffens, el cur- so de derecho penal del profesor Gans —hegeliano liberal y algo saint-simoniano— y, finalmente, el curso del célebre fundador de la Escuela Historica del’ Derecho, el reaccio- nario adversario del hegelianismo (cuyo lado revolucio- nario habla presentido) Karl von Savigny. En Berlin, Marx encontré Ja opresién y la tiranfa pol tica sin oposicién y casi sin velos, Era la época en que un censor oficial (con el que Marx , chocé més tarde como directors de la «Rheinische Zeitung») prohibfa una traduccion de Le Divina Comedia de Dante con este comentario: «No se deben hacer comedias sobre las cosas divinas». En Berlin, cl estudiante de diecinueve afios abandoné | sihitamente 1a poesia y el estudio especializado del dere- cho: acababa de descubrir 1a filosofia. Intentando poner un poco de orden en sus ideas juridicas escribié a su, pa- dre que «...sin un sistema filosdfico, no se puede compren- der nada>, Este tipo de correspondencia y, sobre todo, la carta que escribié a su padre el 10 de noviembre de 1837 (Werke, Gesamtausgabe, I, pp. 213-221), da interesantes precisiones sobre esta primera crisis intelectual, 103 «La poesia no podia ni tenia que ser mds que un acom- panamiento, Tenta que estudiar derecho, pero me atraia sobre todo Ia filosofia...» Poco tiempo antes, y pese a una secreta resistencia, se sintié «idealista» (filoséficamente hablando). Se lanzé al mar de los sistemas filos6ficos «con la firme intencidn de encontrar una naturaleza espiritual tan necesaria, concreta y Sdlidamente fundamentada como ta fisica... y de bus- car ia idea en ta realidad». Al principio no le gusté Ia «grotesca y dspera melodia» del idealismo hegelianc. Pero al escribir un didlogo titulado «En el punto de partida ne- cesario de ta filosofia» sintié que su obra, su hijo, «lo ka: bia puesto, como una sirena pérfida, en’ manos del ene- migo>. T2sla erisis intelectual, este paso del realismo juridico al idealismo de Hegel le hizo enfermar. Durante su enfer- medad, siguié leyendo a Hegel. A finales de’1837, Marx era hegeliano —pero no sin re- ticencias, sin reservas, sin problemas propios—, sin de jar de sentir «como un obstdculo ta oposicion entre to ideal y lo real» y sin renunciar a buscar «la idea en Ia rea licad>, En qué consistia, pues, este idealismo hegeliano? 2) La filosofia liberal y optimista del siglo xvitr, fun- dada en la hipétesis de una armonia entre el individuo y la sociedad (entre el interés privado y el interés general), entre los sentimientos y la Razén, etcétera, fue substitui- do, hacia fines de siglo y comienzos del xix —con Kant y sus continuadores, Hegel principalmente— por una teoria muy diferente. Desde el punto de vista histérico, esta nueva filosofia no se puede separar de la época revolucionaria. Los fil6so- fos asistieron a las conmociones del periodo. Los alemanes, en particular, vieron desaparecer la vieja Alemania pa- triarcal y medieval, sentimental, sofiadora, poética y musi- cal; pero limitada, estrechamente compartimentada en pe- quefios estados feudales. El naciente capitalismo y la bur- guesia resquebrajaban por todas partes a los cuadros anti- guos. Francia habia hecho su revolucién; Alemania aspi- Taba confusamente a la suya, que le habria aportado a la 104 vez la unidad nacional y la libertad politica. Los filésofos fueron los portavoces de estas aspiraciones, y la filosofia alemana revela los objetivos —pero también la impoten- cla practica y politica— de la burguesia liberal y demo- cratica del pais. Los filésofos empezaron por descubrir el progreso. En Ja vida moral, en el conocimiento, en Ja vida social, el es- piritu humano se manifiesta mediante un movimiento. Hay una historia y no la repeticién pura y simple del pasado, el estancamiento indefinido, Pero este progreso no se realiza apaciblemente, siguien- do las leyes de una armonia preestablecida. Se realiza a través de miitiples contradicciones. Hegel sustituyé el op- timismo facilén del siglo xvi1t por una filosofia que estu- dia, ante todo, las contradicciones de la vida, del pensa- miento, de la sociedad, para encontrar el movimiento —el devenir, el progreso— que se opera a través de ellas. Es esto lo que se llama la dialéctica hegetiana, 5) cEn qué consiste el idealismo hegeliano? Hegel coloca en Ja cumbre de su doctrina filoséfica la Idea absoluta. La Tdea hegeliana es un Dios laico. Es una especie de espiritu puro que no sélo existe antes que cl mundo, antes que cl cspiritu humano, sino que los ha creado a los dos. El fildsofo privé a su Dios de la mayoria de los atributos del Dios tradicional de los tedlogos. Le privé de sus céleras y sus bondades, le privé de voluntad 2Qué le dej6? El condcimiento, en el sentido que tiene esta palabra en el pensamiento cientifico. La idea es la Ciencia absoluta, el conocimiento perfecto. Cierto que los tedlogos decian que «Dios lo sabe todo», que es «omnisciente», péro Je atribuian también todo tipo de facultades comparables alas nuestras: la de engendrar como un padre, la de en. colerizarse y castigar o recompensar, etcétera. La Idea no es mds que una ciencia «pura». Pero, ¢como- puede existir la Ciencia antes que los hom- bres, antes que los pensamientos de estos hombres que buscan y alcanzan el conocimiento, antes que las cosas y los objetos que conoce la Ciencia? Aqui es donde hay que comprender las paradojas del idealismo. La Idea, dice Hegel, existe antes que nosotros, antes que 105 la historia del pensamiento y de la civilizacién, antes que el mundo. Pero es inconsciente, Sélo puede tomar concien- cia de sia través de las contradicciones: chocando contra obstdculos, entre conflietos. ¢Qué hace, pues? Crea el mun- do, La naturaleza, el mundo, el hombre y su historia son algo distinto» a la Idea pura y estén incluso en contradic. cida con ella. La Materia se opone al Espiritu. Pero, preci sainente a través de esta contradiccién —a través de todas las contradicciones de Ja naturaleza, del hombre, de la his- toria— la Idea toma conciencia de si misma. Se manificsta en los pensamientos humanos y, sobre todo, en el cono- cimiento, en Ja ciencia humana. E] motor de la historia, de la vida social, de Ja vida moral y politica, de la biis- queda de la verdad es, pues, para Hegel, esta famosa Idea. El devenir y todas sus contradicciones se explican por ta Idea, El mundo y Ja naturaleza son el resultado de una exteriorizaciéa, de una alienacion de la Idea que, acto se guido, se reconquista, vuelve a encontrarse, Tegresa 2 si misma habiendo adquirido, finalmente, conciencia de sf ‘Desde el primer momento, esta tesis parece singular- mente paraddjica. ¥ Jo es. Es muy probable que todos los estudiantes se sientan algo sorprendidos y molestos al exe: minarla, Asi Je ocurrié exactamente al joven Marx. El idea- Jisma hegeliano da la impresién de que resbala, de que todo se invierte, ¢Cémo puede ser inconsciente una Idea? 2Cémo puede existir la Ciencia absoluta antes que los es- piritus humanos que hacen la ciencia? ¢Cémo puede una Tdea inmaterial crear la materia y la naturaleza? {No es absurdo y contradictorio prestar a una eldea> inconsciente el eéleulo profundo que parece exigir 1a conciencia: crear el mundo para tomar conciencia de sf? ‘Se tiene la impresiOn de que esta teorfa de Ia Idea pura —este idealismo— se aleja demasiado del sentido comin, de la practica de la vida real, para que podamos admi- tirla. También se tiene la impresién de que esta teorfa de la contradiccién es a su vez contradictoria. ‘Mas adelante veremos que esta impresién es justa y que Marx superé el idealismo seflexionando sobre ella. ‘Ahora bien, conviene sefialar que la «paradoja» hege- liana no es més extrafia ni inadmisible que la «paradoja> de la teologia tradicional. También la teologia supone que 106 un espiritu puro, una existencia puramente inmaterial —Dios— ha creado la materia. Y no puede decirse que la teorfa adquiera més claridad por el hecho de atribuir a este espfritu unas pasiones que son las de los seres de carne y hueso —cdlera, belleza, deseo de gloria o de venganza, placer en hacerse adorar, eteétera—. Se dirige a la ima. ginacién. El Dios que envia angeles o hace brillar el arco iris no carece de poesia, Pero poesia no siempre quicre decir verdad. Filos6ficamente hablando, la teologia tradi- cional es un idealismo. Hegel se content6 con depurar este idealismo y con atribuir a su Dios filoséfico inicamente lo que hay de més «espiritualy en nosotros: el deseo de verdad, el conocimiento. Cuando se habla (y se hace con frecuencia) de las «gran- des ideas» que «mueven al mundo» —Ia idea de justicia, la idea del amor, etcétera— se es hegeliano, se acepta un hegelianismo vago y degenerado, pero sin ninguna modi- ficacién esencial. La «paradoja» del idealismo es aceptada, pues, por muchos espiritus. Todos los metafisicos, en es- pecial todos Jos filésofos puros, invierten el orden natural de las cosas. Ponen e] carro delante de los bueyes, el Esp- rity delante de los espfritus, la Ciencia delante de los cien- tificos} el fin de Ja historia, de la cultura, del hombre preexiste —segin ellos— a la historia, a la cultura, al hom- bre reales. Como escribieron irénicamente Marx y Engels cuando iniciaron, en La Sagrada Familia (1845) el proceso contra el idealismo: el padre se explica por el hijo, el co- mienzo por el final. Por lo demas, el idealismo hegeliano se presentaba mas como una teoria del devenir contradictorio, de \a histaria, de lo real que como una teologfa laicizada. Pero el fildsofo Hegel, que levaba en su cabeza y en su pensaniiento ta aldea» pura, se arrogaba por ello a de- recho de juzgar la historia y de determinar lo que era real y lo que era no real. Por el solo hecho de pretender llevar en si mismo la Idea, es decir, el Conocimiento absolute —definitive y com- pleto—, pretendia dar en su «sistema» filos6fico el conoci miento completo, definitivo, acabade de todas las cosas. Por este solo hecho, detenfa en él y en su época Ia his- toria humana y el progreso del conocimiento. 107 La teoria del devenir contradictorio se convertia, pues, (por una curiosa contradiccién) en la apologia del tiem- po, de la época, de la «realidad» existente en aquella época, Y esta paradoja no lo es menos que la paradoja del idealismo: el fildsofo Hegel, tras formular su esistema> reflexionando sobre las contyadicciones de una época re- volucionaria, se habia convertido en un reaccionario, en el filésofo oficial dei Estado prusiano, en el gran patrén de Ja ensefianza y en el apologista de este Estado turénico. Ahora bien, desde 1837, bajo la influencia de Gans, cierto mimero de estudiantes y fildsofos jévenes habian descubierto esta «paradoja», esta contradiccién del hege- Jianismo. Al volver a ponerse en marcha el movimiento democratico en Europa y Alemania, estos jévenes encontra- ban inadmisible que el hegelianismo hiciese una apologia del inmovilismo, del conservadurismo, en vez de prolon- garse —a través de las contradicciones de la €poca— en un nuevo movimiento de ideas y de accién, No creian que la consecuencia de la dialéctica fuese el statu quo, la con- servacién de las instituciones feudales, de los particularis mos feudales, del clericalismo oficial. Al contrario, saca- ban de ella nuevas fuerzas para elaborar tm pensazniento ritico Estos «jévenes hegelianos» 0 temenie en versl6n easteane, Allanza Ector Mntié, 1988," (N- dot 7.) 331 presién de un trastorno revolucionario de las relaciones sociales y de las instituciones politicas a fines del siglo xv1ir y comienzos del xix. La contradiccién hegeliana expresa en €l plano filosético las contradicciones hist6ricas, practicas que desembocaron, en Evtopa, en la crisis decisiva del sistema feudal y en su sustitucién por la sociedad burgue- sa, con sus instituciones propias (sus «superestructuras» juridicas, politicas, ideoldgicas). Para el historiador, el gran problema que plantea el hegelianismo es descubrir cémo y por qué esta expresién, en el plano més vasto —-¢l del pensamiento filosdfico— apa- tecid en Alemania, pais econémica y politicamente atrasa- do, que no habia tenido ni tendria mas adelante su revo- lucién democratica (burguesa) y que recibia el impulso de fuera, de Francia y de las guerras napoleénicas, Nosotros sélo podemos responder a este vasto proble- ma con una indicaci6n. Creemos que los grandes pensado- res alemanes (Goethe, Kant, Hegel) comprendicron per- fectamente las dificultades de su pueblo, de su pais, de st cultura, La historia y los acontecimientos les arrastraban, pero la sacudida no venia de dentro. A ellos, escritores 0 filésofos alemanes, les incumbia pues una misién y una responsabilidad inmensas ante su pueblo: deducir las en- sefianzas de la historia, para petmitir a Alemania sacar partido de ellas. Se atribuyeron, pues, un papel pedagé- gico, en el sentido mds amplio y mas noble. EI pensamien- to aleman debia sacar la Ieecién de Io que Francia habia vivido, de 10 que Napoleén acababa de realizar, como una fuerza irresistible, un Weltgeist, un espiritu del mundo cie go y genial a la vez. Esto explica, a nuestro parecer, el papel gue desempefié en la literatura y en la filosoffa alemanas la nocién de aprendizaje. Las grandes novelas de juven- tud de Goethe pertenecen al género del Bildungsroman. Un joven se educa en contacto con la vida. © bien fracasa, encerrado en los limites de la sociedad feudal-aburguesada © burguesafewdalizada (Werther). O bien consigue salir de estos limites, romper las trebas y trivnfar (Wilhelm Meister). Fausto (Ly IL parte) es también un inmenso poe- ma drarndtico sobre la educacién del hombre por Ia vida y por si mismo, acompafiado de un esfuerzo titénico por comprender y resolver las contradicciones, por exponer 132 las soluciones. Los dos Fausto deben entenderse como obras maestras de la pedagogia, del arte didactico (de don- de el carécter extrafio, potente y algo pesado, bastante pa- recido al estilo filos6fico hegeliano, del segundo Fausto). Los grandes alemanes recibieron, pues, de los materia- listas franceses, de Diderot y, sobre todo, de Helvétius, y de Rousseau, el yasto problema de la educacién. ¢Cémo educar a los hombres, a los pueblos, a los individuos, a los adolescentes para que consigan la felicidad y la expansién totales? Tambign Feuerbach quiso asumir esta funcién de ense- fanza, en cl sentido més elevado. ¢¥ qué queria mostrar, ensefiar a los alemanes? Precisamente esta figura del hom- bre plenamente desarrollado, completo, total. Este {ue también cl vasto problema —cuya importancia comprendian— que Marx y Engels resolvieron, profundi- zéndolo, con la famosa tesis IJ] sobre Feuerbach: la teoria materialista del cambio de las circunstancias y de los hom- bres mediante la educacién wolvida que las circunstancias son transformadas por el komibre y que el educador tiene que ser educado a su vez». La teoria de la omnipotencia de la educacién, tesis de la burguesfa revolucionaria ascen- dente y de su humanismo activo, encuentra asi sus limites (cf. en La Sagrada Familia el parrafo sobre el materialis- mo francés del siglo xvitt). El cspiritu especulativo alemén, signo de fuerza y de debilidad a la vez, Hegaba ast a concebir la vida de los hombres, de los pucblos y del hombre en general como un inmenso aprendizaje: una autoeducacién. La educacién en general, la del pueblo alemédn en particular, debfa realizar- se, pees, proponiendo la imagen y la figura (filoséfica o literaria) de la autocducacién. Este cs el proyecto, el programa de la Fenamenologia del Espiritu: de Hegel. Concibe el espicitu del hombre (cl hombre visto «espiritualmente» y traspuesto en espiritua- lidad) como un vasto proceso de autoeducacién. E] hombre joven, que sus educadores tradicionales (los sacerdotes, los ilésofos superados) no consiguen conducir a la cima de la vida, debe experimentar por si mismo las dificultades, resolver los problemas y atravesar, superdndolas, la infan- cia, la adolescencia, la primera juventud, para alcanzar la 133, plena madurez, Del mismo modo, los pueblos, partiendo dc la ingenuidad, la inconsciencia, atraviesan toda clase de peripecias y crisis y, escapando a todos los peligros, alcan- zan la conciencia y la libertad. Finalmente, el Espiritu atraviesa toda Ja historia, la anima con su aliento, se pier- de en ella y vuelve a encontrarse a través de los numerasos estadios, ctapas, «figuras» de su desarrollo, La epopeya del Espiritu, una vez mostrada al pueblo —y ante todo al pue- blo alemén— le ensefiara su propia historia. Hegel se veia a si mismo como el maestro de su pueblo. Se atribuia esta misién hist6rica, Ello explica una cierta pesadez pedagégica, no carente de humor, como la pesadez minuciosa de muchos maestros altamente dotados. Cuan- do su gran adversario Kierkegaard le trata de professor publicus (oponiéndole la filosofia «privada», la riqueza sub- jetiva e interior del individuo), toca realinente el nudo de la cuestién. Su ironfa contiene, involuntariamente, el mayor de los clogios. Al mismo tiempo, capta una de las raices psicoldgicas e histéricas de lo que convirtié al dok- tor y professor Hegel, al final de su vida, cn un entusiasta pariidario de Prusia y de la politica reaccionaria, después de haber expresado en el plano filoséfico la época revo- fucionaria. Esto nos da la ocasién de aclarar un malentendido que, todavia hoy, pesa sobre el pensamiento marxista. El marxismo se constituyé a partir del hegelianismo, contra él, invirtiéndole (en el sentido més preciso de la palabra: poniéndole de cabeza abajo, de modo que lo que estaba abajo subié arriba y lo que estaba en el punto de partida se convirtid en ef punto de Ilegada: ef pensamien- to, la conciencia, el Espfritu, que Hegel colocaba en el origen de la historia y de su autoeducacién). Por ello el pensamiento marxista, en su conjunto, y de- Jando aparte @ 10s clisicos, ha manifestado una gran d2s- ‘confianza frente el hegelianismo. Ya hemos hecho alusién a esta desconfianza. En Francia se ha expresado reciente- mente cn ciertos textos de inverosimit incomprensiéa y de sectarismo increible? 2. Ct, ela Nouvelle Critlayes, mim. 20: «La burguesta yuelve @ Hegel. No tiene nada de exiraio que ta burguesla moriburida se vuelve con emociéa hacia el efempto hegellano de una Hasofia del Estado y de una fosofla de ta Historia que quieren reduelr a a sorpldumbre a la clase escendente. 134 tra consecuencia es que el pensami i Asintilado dificilmente la ensenance hegeliana y lo que ee gan los clasicos del marxismo— habia de valido en el he- gelianismo y tenfa que pasar al marxismo. Més de on Joven marxista se ha hecho una facil reputacién de rigor quando no de originalidad, «luchando» contra el neohepe. La Légica de Hegel, estudiada pero no anslizada expli tamente por Mars y Engels, ha sido tratade prot dae largo tiempo, con cierto desdén por muchos marxietas X esto pese a que uno de los clasicos, uno de los maestros del marxismo, Lenin, estudié escruputosamente la I6gica hhegeliana y le dedicé varios de sus Cuadernos filoséficos, Una vez admitido este hecho histérico y filusdties — se ha puesto de merce proscribir con indignacién la Fenomenologia del Espititis Pero, en realidad, el «origen» histérico del marxismo (especificando lo que entendemos agui eI gui con esta palabra, fubrayando nuevamente que Marx nunca siguié pasivamon, wa Hegel) se encuentra en la Fenomenologia del Espiritu. nm esta obra Marx comprendié, capté, la dialéctica, pare extraerla de ella y ponerla de pic. ei «Es muy freciiente en Hegel que dentr i a ro de su i. cin {fapecilativa 46 una exposicion real que capta lecosa af mismas (La Sagrada Familia, texto reproducid: los Cuadernos de Lenin sobre esta obra de Marx Engels: cf: también Morceaux choisis de Mars, Gallimard, ed. 193%, P29, y Mega, LIL, pp. 227 y ss). F farx tomé de la Fenomenologia det Espiritu i tomé 1 iri la noci | 2 categorie filoséfica de Ia atienacién. Pero le dio prone Haggitide nuevo, un sentido concreto, humano, practice, En Hegel —nunca se insistira bast " s tante en ello— es fa Idea Ta que se enajena (y el hombre sélo se enajena como soporte de la Idea, manifesténdola y participando en su | SPopeya cSsmica y en sus dramas histéricos). La Tdea, en sly por sf puramente espiritual, se enajena en las coras: 135 fa Naturaleza, en primer lugar; después el hombre, como ser sensible y activo; luego las midltiples obras del hom- bre y, sobre todo, sus obras materiales. El objeto, el cuet- po, el producto, la cosa, siempre es por consiguiente él ene- igo, auncjue —-segiin Hegel— siempre haya que pasar por 4. Ei hombre que piensa, el espizitn, el «sujeton negador Ge la cosa: dste es el elemento profundo, el motor del drama. Dentro de su exposicién especulativa, Hegel muestra (paradéjicamente) al hombre real, activo, trabajador. Lo Thuestra atrapado en un terrible devenir, terriblemente Complejo. Los hombres crean, producen, inventan: cosas, Instramentos, obras, ideas, instituciones, Lo que producen y crean se vuelve contra ellos y se converte en e) centro Jc contradicciones desgarradoras. La realizacién del hom breen las obras y productos es también su scparacion de ei mismo: 1a contradiccion destruye sin cesar cada momen: fo histérico y, para recuperarse, obliga al hombre a ir mas Iejos, a una mayor profundidad. He este modo, Hegel nos muestra, dentro de la cons: truccién abstracta, al hombre concreto, social, practico, y su drama? la Tealizacién de si mismo (las cosas en que a hombre se realiza) cs también la «desrealizacién» de sf mismo. La objetivacién (en los productos y las obras) es jambién «desobjetivacién». El trabajo creador es también la pérdida del hombre y el camino hacia {a infelicidad, la abyecci6n, la servidumbre; hacia Ta alfenacién, La produc: Gion del hombre por s{ mismo y por su propio trabajo es, Ssi, un proceso histérico inmenso, que va del hombre pri mitivo al hombre civilizado, de la infancia a la madurea, He la sensacidn a la plena conciencia, Pero, a través de foda clase de obstéculos, de desgarramientos, de contra: jeciones y de lachas. Por consiguiente, también a través de etapas, de «momentos» histéricos. La negetividad, la SGntradiccion dialéctica es, por tanto, el motor de este vast proceso: la historia del hombre total o la historia total det hombre. ‘Sin embargo, Hegel transcribié de wn modo extraordi- nariamente abstracto las realidades concretas, Jas «condi- Giones humanas» reales que caracterizaba. (Ast, por ejem plo, en el Zamoso fragmento sobre El Amo y el Esclavo, 136 Faas el enicleo real» est envuelto en un caparazén abstracto, 8 ast Puede decirse, tan duro que los intérpretes idealis. se rompen los dientes cu: i me spen os dientes cuando quieren quebrario para | ligar especulativamente las etapas (los « » de ta conciensia, de ln historia, del Hombre ¥ de au aliens cién con Ja dea pura, Hegel muestra cémo esta Idea las atraviesa y las supera. Las niega, pero de manera especu- lativa a su_vez. La «negatividad» hegeliana sdlo opera en Ja abstraccién, sobre el papel. De hecho, deja intacto en la practica, e incluso en el pensamiento, aquello que su- pera. Lo respeta. Todas las etapas superadas subsisten, co existen en el pensamicnto filosofico y en Ja Idea. Nada es aniquilado de manera concreta, viva. Asf desaparece todo lo que ha habido de revolucionario en la historia humana E] drama del desarrollo humano pierde mucho de su pro- fundidad al convertirse en «espirituals, Por ejemplo, la filosofia supera la religi6n; la niega; y, sin embargo, la con- serva tal como era, La filosofia reemplaza Ja religién all convertirse en una especie de religién. Del mismo modo, Ia filosofia «supera» el Estado y 10 conserva, sin ninguna ceca via, LO mio ocure, en fin, con la propiedad Hegcl y el hegelianismio caen, de este balismo especulativo y reaccionario. El lcmdtge Fiesek contiene una especie de brujeria, una doble operacién mé- gica, En primer lugar, hace salir lo real de lo abstracto (de la «Idea» pura) mediante un milagro metafisico, una encarnacién misteriosa. El pensamiento abstracto, encar gado de la realidad concreta —a pesar de ella, por asi de- irlo~ la abandona y de este modo pasa por suministrador de la Verdad. El concepto y la Idea son tomados por «su- jetos»; el fildsofo que quiere representar metafisicamente Ja Conciencia humana personifica la Idea fuera de esta conciencia (y se presenta, al mismo tiempo, como repre- sentante, en persona, de la Idea). : a Con una maestria de sofista (ésta es la expresién utili 5. Sobre ene panto ves, expiants, ,eigealnente, Marx et fa Liber, por Esler Tots Callin; Cctves 1841 cingodacelgen fe cael ston, Paris, 1985, teadaceién y comenition 66 108 txtor 137 vada en La Sagrada Famitia) Hegel presenta la sucesién de Jas ideas en su cabeza como una creacién del mundo por Ja Idea. Y acto seguido suprime con el pensamiento, en nombre de la misma Idea, todo aquello que le disgusta en Ja historia y en Ja realidad. Y conserva cuidadosamente lo que le conviene, reservindose el derecho superior de com: prenderlo y de dominarlo mediante 1a filosofia. ‘De este modo, la Feonenologia, después de haber es- tablecido los «fundamentos materiales, sensibles, objeti- vas, de las diferentes formas alienadas de la conciencia hu- ‘manias (especialmente las selaciones entre el amo y él es- clavo) se contenta con comprenderlos. En consecuencia, los comprende completamente. Y, sobre todo, los deja tal como son en Ja realidad; sélo los supera mediante y en el pen- samiento, idealmente. Sdlo los considera bajo el éngulo de la teoria pura; los vincula al Sistema, deformandolos para hacerlos entrar en el conocimiento metafisico que ja Idea pura adguiere de si misma a través de la historia. Hegel coloca el mundo al revés. Toma el mundo que se encuentra en su pensamiento (pensamiento repleto de visiones concretas y de conocimientos reales) por un uni- verso mds real que el mundo material. Cree liberarse de este mundo real con Ja sola fuerza de la conciencia, median: te una contemplacién especulativa que le abandona a si mismo tal como es, en su penosa realidad. En Hegel habla, pues, un cierto lado idealista que presagiaba el idealismo ‘le los «jévenes hegelianos»; y cuando éstos creian des- drrollar el lado profundo (esotésico) de Hegel no hacian més que aislar y desarrollar el lado més superficial de su idealismo, Los filésofos «criticoss, que se crefan audaces y revolucionarios eran, de hecho, tan conservadores como Jos eviejos hegelianos» y como el mismo Hegel. Esto no impide que el idealismo hegeliano sea objetivo, repleto de conocimientos. E incluso se puede decir —como hizo Lenin en sus Cuadernos— que, en cierto sentido, el aspecto mas idealista —Ia teor!a del desarrollo objetivo Ge in Ideo— es también el més materialista, el mas pré- ximo al materialismo dialéctico. El entcleo racional» y objetivo del idealismo hegeliano se pierde. Asf, por ejemplo, Hegel concibe el trabajo como ja esencia activa del hombre real. Tiende a situarse, pues, 138 ce en el punto de vista de la moderna economia politica. Pero no va muy lejos por este camino. Se queda en el din- tel de] estudio del trabajo concreto y de la ciencia econé- mica, No deduce sus nociones esenciales, que es lo que hhace Marx en los textos de 1844, aclaréndolas, precisamen- te, a la luz de la nocién hegeliana de alienacién. Esta no- cién contenia implicitamente una ertica de la motafisca farx Ja separa, la vuelve contr: is Mar a sep273 ‘a la metafisica y la especu- La historia nos muestra Ia alienacién del trabajo tw- mano; ¢l dinero, el capital, el Deneficio del capitalista o Ja repta del rentista y del propietario de tierras son for- mas de esta alienacién, pues estas rentas y beneticios pro- vienen del trabajo. E] hombre debe librar el producto de su trabajo 0, por lo menos, una parte de este producto, al detentador de los medios de produccién. Y se convierte 41 mismo en mercancia. No sélo el producto del trabajo escapa al hombre y se hace ajeno a é] sino que tambien el mismo hombre y lo humano se hacen ajenos a si mis- mos, hasta lo mas profundo de su ser. La humanidad se rompe, se desgarra; aparecen clases enemigas, y la reali- dad de Jas clases, sus contradicciones se manifiestan en la vida y en Ja conciencia enteras. De este modo, la teoria hegeliana de la alienacién ofrece el principio de una critica de ia realidad econdmica y de la economia politica como ciencia de esta realidad. Recf- procamente, la realidad econémica y las nociones funds- mentales (las «categorias») de esta realidad y de su cono- cimiento aportan un fundamento concreto —una «base 2 la teoria filoséfica de la alienacién. ‘As{ se opera Ia fusién de los elementos del pensamiento marxista, que los transforma profundamente. (El término «sintesis», empleado a menudo, se justifica a condicién de que se explique la transformacién radical de los elementos PO 220 i a oun asamp tae ene vo ee ote Core 8 eae ous ee game st ora ocr Peet a a pee Pen at ee te ee woe eas 139 y su «superacién» por Ia sintesis. Del mismo modo, se pue- den emplear las palabras (tesis XI y tiltima) ; “ Ai separacse de la especulacién idealista, el materia- lismo moderno se liga al conocimiento y a la accién, es decir, a la toma de posicién y de partido ante los pro- de la vida. ae oT naterlaliomo histérleo (es decir, la sociologia cienti- fica) se ha formado, pues, mediante Ia unidad del materia. i idealismo. oe utendamors ben ea 10 que a esta férmula se retire y precisemos su sentido para evitar las interpretaciones tor- Pes 0 tendenciosas. : ; Marx y Engels no tomaron el de la igualded ideal de los seres humanos, De este modo, vole a coor on el idealism, precisamente ex el punto en que el materialismo comunista ve «la necesidad y Ia condicidn, a fa vez, de una transformacién» (Deutsche cologie, ibid., p. 164). ; ree etidnd Ge este ricalismo y de este materialismo tos transforma completando su tendencia, su movimiento in- temo. Los Hibera de sus Iimites, de su ledo negativo, de su unilateratidad. Los une en su propio nombre. Por eso el materialism histdrigo no se debe considerar_ como una invencién personal de Marx ni como la simple expresién de fa concieneia de clase del proletariado, sino como una exigencia del pensamiento objetivo, del ‘movimiento del pensamiento humano y de su propreso en el sigo 30x. 7 ponio de Marx y de Engels consistié en haber captado ple- namente las dos caras, los dos aspectos, los dos términos #21 piv ios unieron —resolviendo de este modo el problema de Ja cieneia historiea y del conocimiento en el dominio de Ia realidad humana— fue para enriquecerlos. ¢C6mo? Meafante un contacto con los hechos, con Ta experiencia social, con al conocimiento ya adquirido en este dominio El contacto con los hechos econémicos y sociales y Ya cr 150 tica de la economia politica, esbozada por Engels, fueron decisivos. De este modo, ta filosofia idealista pero ya obje. tiva de la alienacién pasé a ta ciencia nacicnte del hombre hist6rico, al igual que el materialismo filoséfico mds audaz, En esta ciencia, la filosofia se supera, se transforma, pier. Ge su abstracci6n y se realiza a un nivel superior. El filé. sofo se convierte en historiador, en economista, en socié. logo, y deja de creer en cl poder de los filésofos, deja de Pensar que una modificacién de la conciencia provocara cl hundimiento del mundo existente (cf. Deutsche Ideoto- gie, t. VIE, p. 11), En 1846, Marx y Engels decidieron publicar una pun- tualiaacién clara y neta sobre todas estas cuestiones. Que. rian atacar en su sector central y decisivo la filosofia que estaba de moda por entonces, el idealismo degenerado, en Fegresién respecto al de Hegel, segun el cual el individua- lismo subjetivo, anarquizante la conciencia individual de sit responde a todo, basta para todo, Marx y Engels trabajaron juntos desde septiembre de 1845 hasta agosto de 1846. Les results imposible encom. trar un editor. EI manuscrito fue abandonado «a [a critica roedora de ios ratones», Fue La ideologia alemana, encon- trado por Riazanov e integramente publicado en 1932: cons. tituye la primera exposicién del materialismo histérico. La mitad de la obra esta dedicada a la refutacién de Stirmer, tedrico del individualismo anarquizante. Marx se encarnizé contra él, lo despedaz6, mostrando que bajo el «pensador audaz» no habia mas que un filisteo, uno de los Pilares de la vida de café berlinesa, embrutecido por la cerveza y profundamente satisfecho en su egofsmo, De ma- hera mucho peor que la de Hegel, Stirner disuelve e] mun- do real no ya en ideas, ni siquiera en ela conciencia», sino en su «yo» (cf. op. cit., t. VI, p. 181), Se comprende, hasta cicrto punto, que los editores de la epoca se negasen a publicar el libro: la parte dedicada a Stirner tiene Ia misma pesadez masiva que las obras an. teriores de Marx. El lector se pierde en una polémica que Presupone, con demasiada frecuencia, el conocimiento del autor criticado. La profundidad, la modernidad (més actual gue nunca en 1956) de esta polémica sélo se descubre gra- Sualmente. El lector que quiera encontrar en la critica de 151 Marx a Stirner los elementos de una critica del indivi dualismo contempordneo y un anélisis penctrante de Ja in- dividualidad concreta hard bien en abordar pacientemente la lectura de la obra, penetrando lentamente en los reco- vecos de la discusién. La parte dedicada a Feuerbach, seguramente redactada por Engels y Marx, expone de modo notable e) materialis- mo histérico. «Los hombres son los productores de sus representacio- nes, de sus ideas; los hombres reales, activos, condiciona- dos por él desarrollo determinado de las fucreas producti- vas... La conciencia es et ser consciente; ef ser de Ios hom- bres es su proceso vital. Si los hombres y sus condiciones aparecen invertidos en las ideologias, coro en una cdmara obscura, es debido al proceso histdrico vital, exactamente igual como la inversion de los objetos en la retina se debe a un proceso fisicos (cf. op. cit, VI, p. 157). Las ideas, Jas interpretaciones idealistas no son, pues, falsas sino que estan invertidas. E] materialismo hist6rico comprende las ideas ; las tiene en cuenta como otros tantos documentos, y las explica buscando sus condiciones. De este modo, al contrario del idealismo germanico que pre- tende descender del cielo, el materialismo histérico parte de los hombres realmente activos; las reflexiones y las ideas de los hombres se comprenden a partir del proceso de su vida (social). La moral, la religién, la metafisica no tienen una his- toria independiente (cf. p. 158), pues la tnica historia es la del hombre, es decir, fa de los hombres en el conjunto de sus relaciones. «No es la conciencia ta que determina la vida sino la vida la que determitia la conciencia». ~Qué hacen los idealistas de la historia? La niegan o la trasponen. Del mismo modo que separan el pensamicnto de los sentidos y el alma del cuerpo, separan Ja historia de Ios datos de jas ciencias naturales y del estudio de las téenicas; no ven el «lugar natal» de 1a historia en la tosca y terrestre vida material sino en las nubes vaporosas del ‘cielo. En la medida en que se ocupan de la historia, la con- vierten en un «sujetor o en un «Principion aparte y dicen: 152 «La Historia hace que... ta Historia jucgard... la Historia no admite que».,.Pero lo cierto es que 1a Historia no hace nada, no quiere nada, lo admite todo; lo cierto es que el hombre es el que hace, vive, quiere, combate. No es la «Historia» la que utiliza a los hombres como una provi. dencia, para sus fines. La Historia no es nada mas que el hombre que persigue sus propios objetivos, es decir, los hombres, los individuos en sus relaciones (cf. La Sagrada Familia, passim). Es preciso, sobre todo, no confundir —como hacen los idealistas— la historia conjunto de hechos con la historia conjunto de conocimientos. Los hechos preceden al conocimiento cientifico de los mismos. ¢Qué son los hechos histéricos? Son relaciones, y No una nube de andcdotas. ¢Qué relaciones? Disimulan una realidad misteriosa? En absoluto. El «misterion es una categoria del idealismo; los ingenuos idealistas que caen en la trampa de las ideologias «canonizan» lo que se les ofrece: la Historia, el Individuo, la Conciencia... Estos idealistas lo scanonizan» todo —incluso la impiedad— pero sobre todo se canonizan a ellos mismos. Las relacio- nes histéricas son relaciones sociales, coneretas y sin nin- gun trasfondo: las relaciones de los individuos en su ac- tividad viva. «Cuando se representa el proceso, la historia deja de ser una colecciéu de hechos muertoss..., como en los realistas y empiristas, «0 una accidn imaginaria de su jetos imaginarios», como en los idealistas, La especulacién debe ceder el puesto a la ciencia. De este modo, la filosofia independiente (especulativa) pierde su condicién de exis- tencia, Sin embargo, la filosofia subsiste como «resumen de tos resultados universales que pueden extraerse del exa- men del desarrotto histérico» (Marx y, sobre todo, Engels precisaron estos resultados mucho mds tarde: teorfa del conocimiento, teoria del humanismo, metodologia). Estos resultados, tomados aisladamente, no tienen ningun valor. Es absurdo utilizarlos como un esquema que reemplaza la historia cientifica. No debemas, pues, remontarnos a unos . : La ilusidn ideolégica tiene otro aspecto. La conciencia va retrasada, Se representa el presente mediante formas anteriores, Este atraso de la conciencia se explica por el hecho de que unas relaciones y unos intereses ya supera- dos por las fuerzas productivas quedan durante largo tiem- 158 po en posesiGn de un’poder tradicional, inmovilizado, «co- sificado> en relacion con los individuos en el derecho, en l Estado, en la estructura de las clases. La contradiccion entre la ilusién ideolégica y la realidad corresponde, pues, @ una contradiccién en la realidad. Hie cEsta contradiccién entre las fuerzas productivas y ta forma de las relaciones se ha manifestado varias veces en {a historia —sin trastornar hasta ahora sus jundamentos mediante una revolucién y tomando diversas formas 5 bordinadas: luchas de clases, choques de ideas, contradic ciones en la conciencia, luchas politicas, etcétera, Desde un punto de vista limitado, se puede tomar una de estas formas por el fundamento de dichas revoluciones; esto es fanto mds facil cuanto que ios individuos que han iniciado las revoluciones se han hecho, a su vez (segdn su grado de eulture y segtin el grado det desarrollo histérico) itusiones sobre su propia actividad. Todas las tuchas de ta historia tienen su fundamento Profusdo cn ta contradiccién entre las fuerzas productivas ¥ la forma de las relaciones...» Dejemos de lado el desarrollo de 1a teorfa (paso de la civision del trabajo al intercambio, al comercio, al capi. tal); en La ideologia atemana este desarrollo es confuco. En las cuestiones econémicas y politicas no hay que pedir al libro mas que un primer esbozo de la doctrina. En él s6lo se expresa con precisién la teoria general del materialismo histérico. En qué consiste exactamente? «Esta concepcién de la historia se basa en et estudio del proceso de la produccién en su desarrollo, tomanda como punto de partida la produccién de la vida, investi. ganda el modo de distribucion ligado al modo de produc- cidn ¥ producido por él; es decir, concibiendo la Sociedad civil en sus diferentes grados como el fundamento de la historian..., de modo que se puedan seguir en su génesis: Jas formas de ta conciencia y se capte la accion reciproca de estos diversos aspectos de la historia (cf. op. ci, VI, pagina 184), " 159 Las condiciones de la actividad (condiciones de la acti- vidad individual y, al mismo tiempo, trabas o limites de esta actividad —ef. p. 233) producen en ef desarrollo histérico una serie ininterrumpida de formas de intercam- bio, de distribucién, de comercio. Su vinculo histérico se debe a que en cada progreso del poder humano sobre la naturaleza y, por consiguiente, en cada progreso de la ac- tividad individual, hay que reemplazar las relaciones pre- cedentes por nuevas relaciones. «Este desarrollo se pro- duce naturalmente.» Obsérvese bien esta formula. Es ca- pital. (Op. cit,, p. 234.) La veremos reaparecer, tanto en el importante prefacio de El Capital como en las obras de los principales continuadores de Marx. El desarrollo histérico es un proceso natural y debe es- tudiarse como tal, es decir, objetivamente, cientificamente. éQuiere ello decir que se efectia sin conciencia, sin ideas? En absoluto. Ya hemos mencionado la objetividad profundizada que se encuentra incluso en Ja ciencia mo- derna de la naturaleza y que no hace abstraccién del «si jeto» en beneficio de un objeto bruto, exterior, mecdnico. En el proceso natural del desarrollo social nace y se des- arrolla la conciencia real de los hombres reales a través de sus multiples ilusiones «ideoldgicaso. Hagamos una comparacién. El desarrollo social puede y debe estudiarse como el de un nifio (haciendo salvedad, claro esta, de las innumerables diferencias). Si alguno quie- re explicar al recién nacido, sus gritos y sus movimientos, sus balbuceos posteriores recurriendo a las nociones de «alma, Pensamiento, Idea, nos’ encontramos ante una plena manifestacién de la locura del idealismo metafisico. Sigamos el orden real: en primer lugar el cuerpo del_niti después su conciencia. Vemos nacer y crecer su conciencia con el crecimiento de su organismo, su movilidad, su a cidn, su poder sobre los objetos que le rodean, y, después, con el Ienguaje y la inteligencia. Este desarrolio de! nifio se puede observar, estudiar. Es un proceso natural. Y cuan- to mds existe objetivamente este nifio, como organismo ac- tuante, mAs existe para si mismo «subjetivamente», como conciencia. El uno incluye al otro; pero la existencia ob- jetiva, material, precede y condiciona la existencia -subje- tiva, la conciencia. ¥ cuando el nifio llega a los primeros 160 balbuceos, a los primeros titubeos de la inteligencia, cuan- do empieza a entontrar placer en las {abulas o los cucntos de hadas y, a veces, en la invencién de narraciones en las | ue 41 desempefia un papel, no estamos obligados a creer | lo que dice o piensa de si mismo, aunque nos parezca en- cantador. El desarrollo del hombre actual y de su conciencia se producen «naturalmenter, es decir, sin un conocimiento verdadero (pero no sin conciencia), hasta el momento en que el pensamiento cientifico surge de este desarrollo; es tun pensamiento formado ya por el estudio cientifico de la naturaleza y se aplica finalmente al proceso social: lo co- noce y, por ello, es capaz de dirigirlo «de acuerdo con un Plan de conjunton (cf. ibid.). El proceso social deja de ser | entonces «nattrat» para convertirse en «racional.: por lo | demés, la razén y el conocimiento surgen del proceso na- | tural al llegar a cierto grado de su desarrollo. _ Esta concepcién entraiia la extensién de la ciencia «ob- jetiva al dominio de los hechos humanos (sociales). Por esto Marx y Engels insisten con tanta fuerza en Ia unidad del hombre y de la naturaleza, en Ia unidad de la ciencia de la naturaleza y de la ciencia del hombre. La relacién del hombre consigo mismo no es mas que e! otro aspecto, el otro polo de la relacién del hombre con la naturaleza. Del mismo modo, la explotacién del hombre, por el hombre (la division social en clases) fue una consecuencia de Ia division del trabajo, es decir de la explotacién sistemitica de la na- turaleza por el hombre; y esto ha sido asi hasta la época actual, en que sinultdneamente surgen las condiciones de la libertad y las del conocimiento racional del hombre. Ahora erapieza la edad adulta de Ja humanidad. Termina la | prebistoria del hombre: Ilega a su fin la historia natural de la especie humana y cede poco a poco el lugar a la | verdadera historia, consciente, «planificada», organizada, La conciencia —el instinto consciente— se ha convertido en conocimiento y razén. Este nuevo grado, este salto ade- ante implica una profunda transformacién; una «revo- lucién» completa, |, Hasta Marx y Engels, los historiadores se ocupaban so- | bre todo o exclusivamente de los motivos ideoldgicos (sub- | Jetivos) de las acciones histéricas, sin buscar la génesis de 161 | estos méviles, es decir, sin captar la ley objetiva del des- arrollo y del excadenamiento histérico de los hechos y de las relaciones. La historia era mera descripciéa, conjunto de anécdotas sin ligaz6n entre si; aparecia como un caos de iniciativas o de violencias absurdas, como una nube de he- chos. No iba mas alla de a apariencia (ideolégica), hacia Ja realidad que se manifiesta a través de la apariencia (el ‘«fendmeno») y Ia explica, No era una ciencia sino el bal- buceo infantil de la conciencia naciente, Los historiadores idealistas hacfan caso omiso de las masas. Las despreciaban expresamente; asi ocurria en el caso de los jévenes hegelianos, unos individualistas que pretendian ser «de icquierda». Al examinar el conjunto de los hechos hist6ricos y sociales, Marx y Engels pudieron es 163 el taller, la manufactura, es decir, Ia méquina dentro de la organizacién del trabajo+ Por lo demas, est claro que las relaciones de produc- cidn acitian perpetuamente sobre las fuerzas productivas y sélo pueden separarse de éstas para y mediante el ané- lisis. En 1859, Marx dejar deliberadamente de lado Ia cues- tion del individuo. Escribira: «En la produccién social de su existencia, los hombres contraen relaciones deterinina- das, necesarias, independientes de su voluntad>. La ideo- logia alemana muestra mejor cémo acttian los individuos y cémo las condiciones de su actividad acaban por sepa- rarse, por «cosificarsen fuera de ellos, para determinarlos. b) zQué ocurre en el materialisma histérico con la teoria de la alienacién, que constituia Ja preocupacién cen- tral de los Manuscritos de 1844? En la Deutsche Ideologie la palabra calienacién» des- aparece. De modo general, en el curso de sus polémicas y para no dejar ningtin flanco descubierto frente 2 Ia critica ad- versaria, Marx y Engels tomaron todas las precauciones; pero, como reconocid Engels més tarde (cf. carta a Bloch, 1890), a veces fueron demasiado lejos en esta di reccién. En Le ideologia alemana se esfuerzan por no uti- lizar el vocabulario filoséfico. Si lo utilizan en alguna oca in es irénicamente, Por ejemplo, escriben que «Esta ex teriorizacién del hontbre para kacerse entender por los fildsofos, slo puede superarse en ciertas condiciones», Después de lo cual, Marx y Engels muestran a los filésofos, que las condiciones de esta superacién no son tedricas sino préetieas: el mundo nat terial), : "el daha contra 1a filosofia idealist, contra Ia filosofia materialista, contra la filosofia especulativa en general, pero después de haber integrado en el materialismo hist rico, transformindolos, los descubrimientos de estas filo OTT metafisco iealista Heyel comprendié la ley del des- arrollo humano, El hombre se crea a s{ mismo a través de contradicciones, a través de momentos histéricos y de etapas que son «inhumanas»: que son fo otro de lo hie mano, la alienacién. iste fue el magnifico fruto del idea lismo filos6fico y de Ja filosofia clésica. Marx y Engels re cogieron este friito, sin olvidar que Feuerbach habia ind- cado e) «sujeto» real de) proceso: el hombre vivo, carnal, 166 gue se desarralla aliendadose y se aliena desarrolléndose. Marx y Engels recogieron también este fruto del materia. | lismo filoséfico, | __No se podia seguir hablando, entonces, de filosofia pura, La actitud filosdfica era contemplativa. Esta actitud, Consecuencia lejana de la divisién del trabajo, corresponde a una actividad mutilada, unilateral: el pensamiento puro, {El materialismo histérico la supera, pero la leva-a su plenitud, La filosofia siempre ha querido alcanzar la obje- tividad, la necesidad, la universalidad del pensamiento, sit eficacia. La filosofia siempre ha querido prescindir de las apariencias para alcanzar la realidad. El materialismo his. t6rico realiza las ambiciones de los filésofog. Al superar la filosofta especulativa, eleva la filosofia a un nivel Supe- rior* c) La reflexién sobre el Individuo (op. cit., tomo VI, Pp. 220-245) da preciosas indicaciones que permiten ver un aspecto del materialismo histérico que Marx y Engels aban- -donaron mas tarde. Ia filosoffa pura, obra del filésofo aislado, es inevita- blemente individualista. La ideotogia alemana critica, Pues, a Ia vez ol individualismo materialista (Feuerbach) y el in, dividualismo jdealista (Bauer, Stimner), Esta obra tiende hacia una teoria del individuo con- creto. E] hombre en general y su alienacién no son mas abstracciones. El individuo se encuentra en el punto de partida y en e] punto de Iegada del proceso histético. «Las fildsofos se han representado como un ideal, bajo el nom. bre de hombre, al individu que ya no esté sometido a la division del trabajo», sin preguntarse cémo se puede stt perar la divisién del trabajo y No perder su jado positivo y progresivo. Han expresado abstractamente las contradic. clones entre los deseos de los hombres y la verdadera con. dicién hurnana, El proceso histérico y real va de la animalidad primi- tiva a Ja era de la abundancia, de la conciencia y de la lie bertad. La alienacién es un aspecto de este proceso que aparece especialmente (en La ideologia alemana) como! la allenacién del individu, Ha habido una «reificacién» de las 2 Ch eCoatee hombre de 1s flbstos, 1d, p. 127, p. 295, ps 24, ete 167 j caneeeeeeneemneeeen ee ec relaciones sociales respecto a los individuos; y, sin em Dargo, sélo existen unos individuos que no son unos, «tin dose indefinidamente repetidos, unas conciencias aisladas, {nos «yo» inefables, a la manera de Stirner; son serek Jeales, situados en cierto nivel del desarrollo humano y Vinculados por unas relaciones complejas, cambiantes, com cneGo10 pueden vivir en la vida colectiva de la especie fitnana, en una comunidad, Hay tienen que «stibyusnr> Toe poderes alienados, «reificados>, existentes fuera de HOS, para reintegrarse a la comunidad de unos individves libre } conscientemente asociados.’ Es ue exigencia inmediata 1 in vida individual. El individuo moderno quiere v debe Querer superar la separacién entre su vida «privadéy, trictamente individual, y su ‘vida social, pablica, subordi- tnd a la especializacién, a los grupos estrechos de aye forma parte, 2 su lucha contra otros individuos, (cone rrencia). Se divide para si en individuo 0 conciencia perso- vee Gavima, estrictamente privada) ¢ individuo accidenta’ (jeterminado por las circunstancias exteriores). Abo‘ aerermara vida ‘waccidental» es precisamente la vida soci} gel individuo, es decir, forma parte de su esencia y la Gfa wpersanal» ano os a su vez accidental, deterrminada por el azar y las circunstancias? Hasta ahora, en las sociedades divididas en clases, los ioteiaces personales y particulares se han desarrollado al intron de los individuos y de las personas, convirtiéndose vom intereses de clase que adquieren independencia frente “rina wersonos individuales, y en esta autonomla forman ia forma de intereses generales, entrando luego en. conflicto porrr ndividuos reatess, La suma de 10s intereses ingly secs aparece los individuos como superior i su indivi: dualidad y, en este marco, las mismas actividades perso- nales se alienan, se «cosifican», Se convierten en condue- tas automnaticas, exteriores @ las persanas (las «costurn- Facey Se diria que existen, incluso en los individuos, unas floceas externas «que detcrminan a los individuos, tos do- minan, les parecen sazradas», Estas costumbres, estas ome Thotes que el individuo toma por lo que hay de mas Pro sch p. 2% <1 tito del Jaoiguo ene comunise 10 gue er comsanses & Piuttanante deta mrestn toto 1 gue exe naependiy ‘uetan producto del enviguo & Fern og intividuos» ¥ que NO eS mds iorcto de Tos Individuosy 168 } | fundo y de mas personal en sf mismo —y que lo son, en cierto sentido, pero siendo accidentales en felacion ‘con im ividualidad humana verdaderamente desarrojlada plena—, provienen de la clase. " rca Race ol Seviavaliata, Stener par ejemplo? So xto de criticar lo «sagrado», lo toma en bloque | rechaza en bloque, sin andlisis ; c« enero at Dade 7 a lisis ; con ello convierte al i widuo, despojado de tod i Sates ; Io contenido, en. v0 do» y canoniza el «yon, ae vad’ corprende que el «interés generals y el «interés pri- ge ena la forma ilusoria y alienada del proceso forma de la alienaciéa intima del individuc : : indivi a dos aspectos inseparables del mismo faint) os espectos momemténeos de la alienaciin, i individuo aislado, el Unico de Stirner, , tirner, es : to como cl Hombre en general, anaes et arr bout aoe comprender la historia, imagi- pensadores como otros lérigos) one ros tantos «clérigos», que domina su vida con s i luego quiere dominar fs. Ta historia es la obra a los dems. La histori de los clengos Y Stn emds. istoria es la obra os. Y Stirncr, teérico del individualisimo Seer ae llega a identificar a Robespierre tie Just —eclérigos» ambos— con Inocencio III i actin = a gorlo VILL, «Toda individuatiddd desaparece>, pues, antec i vacio y abstracto, ante el «(nica (cf. ¢ & VIL pp, 153-158) icaueai ee El individuo de Stirner er no difiere mucho del ¢Hom a de Feuerbach; Robinson ahandonade en la pura ne turleza, en una isla desierin del Pacifico individuo desarrollado, recuperado « i i a lo de la alienacic cansciente de sus relaciones con los demés Snaiigncs > le estas relaciones no es una abst 16) ones | raccién Lear ee preerss histérico y el sentido del eae: va Stitner, Marx y Engels esbova : obra, una. notable teorfa del falismo y de ia aliens 7 indivi i Obra, na. nota fividualismo y de la aliena- 4, Delamos age! do Indo ete aspect vcs AME A008 Ito mpc limo, puss ewe ene sei At hein alc 30) Sropeuenees nde Schainmos todavia sn ie Deiiche Ideologie 1 bellants ee ae te i lsie wane Reon Go Est eee ‘lama Burge y Timiad ‘de ta iste alemana, va fancls pordus no mucde vober'provins 9 anqucir ft pats oe. 169 Eee see cece De todos modos, se ve hasta qué punto carece, de base ‘eproche que tan a menudo se hace a , a see teGe deja de lado los problemas del individuo y de jencia. 7 to ositames una vez. mis aque el smaraismo se ha de com imiento, en su conjunto y in render op Su ado. Pe as, el marxismo no difiere exto aislado. Por lo demés, el ms 9 cael Mere ninguna de las demas doctrinas, pasadas, Dre sentes o futuras. Capitulo XI EL RETORNO A LA ACCION, LAS POLEMICAS CONTRA LOS COMUNISTAS UTOPICOS Y EL REFORMISMO A partir de 1846, las ideas de Marx y Engels son claras y manifiestas. Después de este periodo de intensa medita- cién, se disponen a volver a Ja acci6n, a la accién elucidada por Ja teoria. Del materialismo histérico se deduce una nueva rela- cién de 1a doctrina socialista (comunista) con el movie miento obrero, Este no puede aparecer ya como algo for- tuito, como algo procedente de unas «ideas» que habrian podido surgir en cualquier época. El movimiento obrero se define histéricamente como movimiento de la clase oprimida hacia su liberacién, hacia el socialism; como forma més 0 menos consciente de la lucha de clase del pro- letariado contra ta burguesia. Por otro lado, el socialism y el comunismo, definidos por el movimiento histérico ‘como etapas superiores de este movimiento, no pueden aparecer ya como reconstrucciones imaginarias de Ia so- ciedad, en nombre de un ideal moral 0 estético. Las reivindicaciones y las aspiraciones politicas de la clase obrera adquieren entonces un sentido preciso en la historia, La teorla —comprendido el mismo materfalismo histérico— proviene de fuera del movimiento de la clase obrera y no es su emanacién, pero lo estudia teéricamente ¥ debe unirse a él practicamente. Para Marx y Engels se trataba, pues, de entrar en rela- cién con las organizaciones Obreras, de convencerlas para ganarlas a la sociologia y a la historia cientfficas, las tini- cas que elucidaban el movimnienta y el objetivo de este mo- Im «Cuando nos hubimos puesto de_acuerda con ‘osotros mismnos, nos pusimos a trabajar» (Engels). Aban- jonando a la «critica roedora de los ratones» el manus: srito inédito de La ideologia alemana, buscaron contacto “on los obyeros, Inmediatamente se levant6 una barrera sntre ellos y la clase obrera: el comunismo tosco y elemen- fal y sus disigentes, principalmente Weitling, Weitling era hijo natural de un oficial francés y de wna lavandera alemana; era sastre de oficio, fildsofo y poeta. jimiento, En aquella época era mucho mas conocido que Marx y muy querido por los obreros. Se habia refugiado en Suiza de: pués del frustrado golpe del 12 de mayo de 1839 en Pari En Suiza baba sido encarcelado en 1843 por propagar el comunismo y hibia sido entregado a Prusia como cleset- fon Al set iberado se trasladd a Londres donde fue reci- pido triuafalmente, Hajia escrito un libro titulado La hu- manidad tal » como e& y tal como deberia ser, titulo que indica perfectamente el tono idealista, utdpico y morali- jador del contenido. Después fund6 en Paris la «Liga de Tos Justos» y cre6 en toda Europa pequefios circulos, sen- timentales y romanticamente conspicadores 2 la vez. Daba sien doctrina el nombre de «comunismo igualitario». Em- briagado por st éxito ¢ influencia, se consideré a sf mismo al Mesias de Ia ciase obrera. Queria establecer inmediata- fnente 1a igualdad absoluta, la justicia completa mediante Tha subversién inmediata y total de la sociedad. Coma ac tién prdctica, se propuso desde 1843 Ia constitucién de ung Gspecre de ojéreito de forajidos, de hombres expulsados He (eeeSeiedads y deseosos de vengarse de ella. Se jactaba de que con 40.000 hombres podia transformar toda Europa y establecer el comunismo igualitario. ‘En la «Asociacién de obreros alemanes» de Londres se inicid una lucha encarnizada entre Weitling y Marx (entre aL cormunismo primitivo y el comunismo cientifico). La dis- cusiéa empez6 por carta (cf. carta de Marx a Proudhon, $ de mayo 1846). Marx habia constituido «comités de co- rrespondencia» en Bruselas, Paris v Alemania, en relacién ton a Asociacin de Londres, y estos comités le servian para dar a conocer el materialismo histérieo y para recoucy Pironmaciones sobre los hechos sociales y la situacién cel proletariado en los diferentes paises. . In E130 de marzo de 1846 sc celebré una sion del comite de Bruselas. Marx y Weiting tomaron ta palabra. Engels, «alto, esbelto, quiso iniciar la discusion con la distincién y la seriedad inglesas» (coms mas tarde. Anvenkov, «Messager d'Europe», 1880, y «Neue Zeit», mayo de 1883), Mars, con von «cortante > metdlica» le quitd la palabra y pidié, no sin cierta brutalidad, que Weitling ex- pusiese inmediatamente los argumentos ¥ los fundamentos practicos de la agitacién revolucionaria. Weitling, que al Jado de Marx parecia adelicado» (Annenkov), explicé que «era insitil crear nuevas teorias, que los obreros debian covtar tinicamente con sus propias juerzas, desconfiar de los tedricos y de los inselectuates». Marx le interrumpié —sigue contando Annenkov— declaré que «era engafar al pueblo agitarlo sin fundamen. tar su actividad en bases solidas. Dirigirse a los obreros sin tener ideas cieatificas era transformar 1a propaganda en un juego absurdo, sin escripules; esto suponta, por wt lado, un apdstol absurdo, ardiente y excitado; y, por otro lado, unos asnos absurdos que le escuchaban con ta boca abiertar. Hay que eaplastar» el comunismo artesano, uté- pico, filosdfico, continué implacablemente Marx, ¥ «dé rare el grupo. eer eee Dijo tambitn que el comunisma no podia i inmediatamente, cn eualguier lugar y en euslquier momen: to, mediante la violencia destructora, la voluntad arbitra- tia o cel poder del ideal; que el socialismo y el comunismo exigian unas condiciones historicas determinadas; que en Alemania, especialmente, antes era preciso que la burgue- sia liberal tomase ¢l poder; que la tarea de la préxima revolucién europea seria barrer los restas del feudalismo y preparar el camino de la democracia y su desastollo; gue era imposible seltar por encima dew perode his Weitling intenté contestar diciendo que | isi abstractos no Mevaban a ningtin sitio. Mar eo tee secu lp mesa con tant fuerza que todo Se Pus a tem «jLa ignorancia nunca ha servido a nadie!» 173 ee La sesién termind. Weitling habfa sido derrotado ante los obreros de Bruselas. Nunca se lo perdoné a Marx y se dedicé a forjarle una reputacién de orgullo desmesurado y de intelectualismo abstracto. : Cabe decir que esta polémica sigue siendo plenamente de actualidad. El obrerismo, el izquierdismo, el sectarismo (como se dice en el vocabulario politico), el odio a la inte- lectualidad y el desprecio de la teoria cientifica siguen acompafiando todavia las ultimas supervivencias del co- munismo primitivo, Los «matamoros» de la accién despre- cian la reflexién, el estudio, la lectura de libros «abstrac- tos». Pero en la préctica, resultan ser unos incapaces... Asadamos, para ser justos, que desde hace elgunos aiios, el obrerismo —siempre vivo en Francia, sobre todo en provincias— ha perdido terreno, pese a algunas reapa- riciones brutales y ridiculas (como la de Ja teorfa de la «ciencia proletaria>). : ‘Marx tuve que enfrentarse en muchas ocasiones con los cextremistas». Los comunistas de Londres protestaron contra Marx y la earrogancia de los sabios», Marx no cedié y sometié a una critica implacable Ia informe mezcla que constitufa la doctrina de la «Liga». En una serie de cartas explicé que ano se trataba de la realizacién de un sistema utdpico sino de una participacién consciente en el proceso histdrico de revolucién social que esid teniendo lugar ante nuestros propios ojos» (cf. en Herr Vogt, publicado en 1860, p. 36). Las orfticas de Marx dieron en el blanco ‘buscado. La Liga de Paris, que se habia convertido en una sociedad se- creta y conspirativa, decayé. El centro del pensamiento comunista se trasladé a Londres, donde los dirigentes (Schapper y Moll) sentfan que se aproximaba un periodo revolucionario que podia «determinar el futuro del mundo durante sigloss. Comprendieron con Marx que habia llega- do el momento de tomar posicién, de organizar el mo miento comunista, de darle un programa y de fijar su téc- tica, Durante el verano de 1846, el «comité de correspon- denciar de Londres —que estaba en relacién directa con ‘Marx— hizo una propuesta en este sentido, En noviembre de 1846, el comité de direccién de la «Liga de los Justos» 174 Janz6 una circular pidiendo a todas las «comunidades» que enviasen un delegado a Londres el primero de agosto de 1847. Uno de los dirigentes de la «Liga» de Londres, Moll, se traslads en febrero de 1847 a Paris, donde residia Engels, y fue luego a Bruselas, donde se encontraba Karl Marx. Moll invité a Marx a ingresar en Ja «Liga», para darle un nuevo impulso. Llevaba el encargo de decirle que tanto él como sus amigos comprendian perfectamente que habia que liberarse del utopismo, de Ja actividad conspirativa y de las sociedades secretas, para entrar en la vida politica con un programa te6rico. Marx, que se habia mantenido cuidadosamente al mar- gen de las sociedades secretas y no habia querido ingresar en la «Liga de los Justos» comprendié que habia legado el momento propicio. En marzo de 1847 ingresé en ella. El Congreso se inauguré el primero de junio de 1847, Engels asistié como delegado de la «comunidad» de Paris. Por falta de dinero, y quizd también para quedarse a la ex: Pectativa, Marx no fue a Londres. La «Liga» cambié totalmente su organizacién. Tomé el nombre de «Federacidn de los Comunistas». Engels exigié, en nombre suyo y de Marx, una completa democracia inte. rior; los miembros responsables tenian que ser elegidos y ademds revocables con una nueva votacién. Consideraban que con esta medida se pondrfa fin a las veleidades cons- Pirativas. El primer articulo de los nuevos estatutos afir- maba: «EI objetivo de la Liga es el derrocamiento de ta burguesta, la supresion de la sociedad antigua, basada en os antagonismos de clases, el establecimiento de una nueva sociedad sin clases»... Los estatutos debian someterse a la aprobacién de las «comunidades» locales y convertirse en definitivos después de un nuevo congreso, La comuna o comunidad de 20 miembros era la base de la organizacién. La antigua divisa de la Liga era: «Todos los hombres son hermanos». Marx declaré que habia muchos hombres Ge los que no queria ser hermano. Engels propuso una nue. va consigna: «;Proletarios de todos los paises, unios!» Esta consigna figuré en a cabecera del tinico mimero de la revista que el Congreso habia decidido publicar y que aparecié en septiembre de 1847. 175 Pese a disponerse a entrar —con brillantez— en Ia lu- cha politica, Marx no abandonaba el trabajo teérico: Ta profundizacién del materialismo histérica. Lo demuestra su correspondencia. Una carta a Annekov de 1846 contiene una notable formulacién de la teoria: «cQué es ta sociedad?,.. El producto de las actividades reciprocas de tos hombres. ¢Es libre el hombre de escoger fal © cual forma social? En absoluio. Dado un punto de terminado de la evolucién de las fuerzas productivas de ta humanidad tendremos una forma correspondiente del comercio y del consumo. Dado tin punto determinado en et desarrollo de la produccién tendremos una forma corre: pondiente de la estructura social, una cierta organizacion ve ta familia, de tos oficios y de tas clases; en wna palabra: sna cierta sociedad civil, Dada esta sociedad civil, tendre- inos wna situacion politica correspondiente, que #0 serd ids que Ia expresiOn oficial de esta sociedad civil, Es importante afiadir que tos hombres no disponen a voluntad de sus fuertas productivas —fundamento de su historia— pues toda fuerta productiva es una fuerza ad quirida, producto a su ver de una actividad anterior. De etre modo, las fuerzas produictivas son el resultado de ta cnorgia préctica de las seres humanos, pero esta encrgia préstica estd determinada a si vez por tas circunstancias. vor et hecho de que cada generacién se encuentya ante las fuerzas adquiridas por ta generacién precedente, se ed una continuidad en la historia de ta humanidad, se crea una historia de ta huranidad. Las formas econdmicas en que los hombres producen, consuen, intercambian son transitorias ¢ histéricas. Gracias a las {uerzas productivas adquiridas los home bres transformant su modo de produccidn y, con 1, todas tas relaciones scondmicas que correspondian a dicho modo de productién...» La «carta a Annenkov», citada con mucha frecuencia pero fuera de su contexto ‘histérico, muestra muy bien a Eué pumto preciso habia ezado Marx en 1646, Tnsiste en Ja felacién de las «generaciones», en el hecho de que cada generacién encuentra ante si el Tesultado de 1a actividad 176 —e e de las generaciones precedentes. En it car ssbouado una explicacién de iinag ees misma hecho; @ada egeneraciény : palabras, ias ideas —-y Ins instituciones~ Iecadee ee oo Predeoesores historicos, antes de transformeciag, de modo que siempre hay un atraso de la. conciencia... {Ex on Intuiefon del pensamiento marxista, una ‘ea formalada ae 20 la teoria era el resultado de un esfuerzo de Mars para formular su pensamiento de modo accesibte s tarde, Marx enconir6 tnos fundamentos més profun- dos para explicar la objetividad dat proceso histérico, | itusdonesy el airaso de Ja conciencia fe larx dedicaré més tarde un escrito especi: is Ios relaciones de la produccion y de it detribucions Los «socialistas» reformistas que creen resolver el «problema social» modificando imicamente la distribucién de los pro- dactos (mediante la Jegislaci6n, Ia creacién de cooperativas de consumo, etcétera) pecan por ignorancia. Es verdad que en 1846 el pensamiento de Masx parece suministrar una dase a esta interpretacién: si las relaciones sociales y cl modo de distribucién coinciden, se ponen tas relaciones sociales de acuerdo con las fuerzas productivas modifi- cando la distribucion- ‘Marx profundiz6 y precisé myis tarde su pensamiento, especialmente en el curso de una paléznica contra los socialistas reformistas (no revolucionarios) y en primer lngar contra Provdhon, a importante carta a Anncnkov —~ya citada— indi tia etc inlesi dis ute palesuca Sur eal eet «El sefior Proudhon ha comprendido mi fen que omibees fabsivan tos todos, fa tela, 108 patos, la soda, Lo que el sefor Proudhon no ha cotprendido es que los hombres producen también sus relaciones sociales. Ha comprendido todavia menos que las hombres —que pro- ducen las relaciones sociales correspondientes a su pro- duccién mateyial— producen también 1as ideas, las cate- gorlas, es decir, las expresiones ideales y abstractas de es- tas mismas relaciones sociales, Por consiguiente, las ca- tegorias son tan poca eternas cara las relaciones que ex- 1. Cf. te edicign Gland oe ta Criuce seg ®t # fin Gian ge a Crue de te econo pote, a Soa dt im presan. Para el sefior Proudhon, es cambio, las abstraccio- nes y las cdtegorias son las causas iniciales. A su entender, son ellas —y 0 los hombres— tas que hacen ta historia. Dado que, segiin él, las categorias son las fuerzas deter- minantes, no hay necesidad alguna de transformar la vida practica para transjormar las categorias. Al coutrario: hay que modificar las categortas y en consecuencia cambiard Ta vida real...» Por sus escritos y por su contacto directo con Marx en Paris, Proudhon fue ciertamente uno de los «origenes» del pensamiento marxista, A su vez, Marx «le infecté» de he- gelianismo. Proudhon quiso servirse, entonces, de In dia Téctica y expuso su doctrina social en su Systdme des con- tradictions économiques, ou philosophie de la misére. Marx sintié siempre estima por Proudhon y le atri- buy6 un lugar importante en la historia del socialismo. Examinando una vez més el proudhonismo en un articulo del «Sozial-Demokrat» de 1865, escribié: «Su primera obra, “Qu'est-ce que la propriété?” es, con mucho, la mejor. Los socialistas franceses, cuyas obras co- nocia, no solo habian criticado la propiedad sino que la habian suprimido utdpicamente. En su libro, Proudhon es @ Saint Simon y a Fourier aproximadamente lo que Feuer- bach es a Hegel. Comparado con Hegel, Feuerbach es po- bre. Pero, después de Hegel, marcé una época porque acentud los puntos desagradables para la conciencia cris- tiana, importantes para-el progreso de la critica filosofica y dejados por Hegel en una penumbra mistica», Pero, a partir de este momento —dice Marx— Proudhon se coloca, para juzgar a la sociedad, en el punto de vista del pequeno burgués. Pese a la aparente audacia de su formula dialéctica, «La propiedad es el robo», no hace ningin andlisis histérico de la propiedad. Confunde la propiedad romana, la propiedad feudal, la propiedad capi- ialista, en una formula abstracta, Olvida que el robo, como yiolacin de la propiedad, presupone la propiedad (Marx, en el articulo mencionado). s Cuando Proudhon quiso, en Philosophie de la misdre, 178 precisar su doctrina y aplicar la dialéctica hegeliana a las cuestiones econémicas y sociales, ¢cémo lo enfocé? En cada relacién econémica y social, Proudhon distin- Gti0 edialécticamente» dos aspectos: uno bueno y otro malo. Ve, pues, toda la historia —ironiza Marx (Misore de la philosophie, cap. I, 4.* observacién)— igual como el Pequefio burgués ve a los grandes hombres: Napoledn ha hecho cosas buenas, pero también cosas malas. Proudhon Se cree hegeliano, pero olvida lo mas importante: el mo. vimiento objetivo de 1a historia que se realiza, para Hegel, con la lucha de los dos extremos de la contradiccién, con el nacimiento de algo nuevo, surgido de esta lucha; de modo que no hay un «lado bueno» que aceptar y un «lado malo» que rechazar sino una lucha que se debe proseguir, Proudhon olvida que el proletariado, «lado maton de la sociedad burguesa, es tambiéie su «lado buenon, puesto que implica la posibilidad practica de abolir esta sociedad, Proudhon no comprende el papel histérico del proletaria. do, No comprende la accién. Busca f6rmulas literarias cho. cantes, pomposas y vacias; cuando dice «por un lado... Por el otros se cree que es dialéctico, pero no es mas que una contradiccin él mismo, una «contradiccién viva» (Marx) que se bambolea entre el capital y el trabajo, en- tre la economia politica (burguesa) y el comunismo. Juega con sus propias contradicciones, las convierte en brillan- tes paradojas segun las necesidades de su vanidad, Pone en marcha todo el aparato de la dialéctica, pero gpara llegar @ qué? Al triste reformismo: a la idea de que se puede suprimir el «lado maton de la sociedad burguesa, el prole. tariado, mediante la institucién del crédito gratuito para los obreros, mediante un «banco del pueblo», etcétera? Es cierto que en Philosophie de la misére Proudhon no entra todavia en el pretendido «realismo» del Crédito gra. tuito y del «Banco del Pueblo». Es todavia un utopista, pero presenta su utopia bajo un revestimiento filosdfico ¥ cientifico, Proudhon establece que el valor de las mercanclas se debe tinicamente a la cantidad de trabajo requerida para su produccién. Ingenuamente, presenta como una teorfa 2. Bx conoctda ae 1852. soluslén aire Froudhon y et Bonaparte, despute 179 reyolucionaria, como una teoria del futuro, los resultados de la anatomia de la sociedad burguesa expucstos cient ficamente por Ricardo desde 1817, continuando la obra de Adam Smith. FE En sus Principios de economia patitica, Ricardo planted el problema mds profundo: el del verdadero origen de los ingresos que se reparten los propictarios del suelo, los capitalistas y los trabajadores. En las primeras paginas de su Hbro escribid: «No es Ia utilidad fa que mide el valor de cambio (de una mercancia), aunque le sea absolutamente indispert- sable. Las cosas reconocidas como iitiles obtienen su vator de cambio de dos fuentes: la rareza, la cantidad de trabajo necesaria para adquirirlas. ete ee ecee ater ag aa eeaetaestE rareza. Tales son, por ejemplo, las esculturas, tos cuadros, etcétera. Este valar depende tinicamente de los que tienen deseos de po- seer estos objetos, dé sus posibitidades, de sus gustos, de sus_caprichos. La mayor parte de los objetos que se desea poser son fruto de la industria... Cuando hablamos de mercancias, séla pensamos en aquellas mercancias cuya cantidad puede aumentarse con Ia industria del hombre, cuya produccién es fomentada por la concurrencia A Es unt punto doctrinal de la mayor importancia en ¢co- nomia politica. Pues no hay nada que haya dado Iugar a tantos errores como el sentido vago y poco preciso que se da a la palabra valor». De acuerdo con este principio, Ricardo mostré la exis- tencia de trabajo acumulado en el capital. Demostré que el salario y el beneficio (capitalista) tienen movimientos de alza y de baja, en proporcién inversa el uno respecto al otro, sin influir en el valor del producto. 5 En vez de profundizar este andlisis y de examinar las condiciones histéricas en que el producto del trabajo hu- mano toma la forma de una mercancia y deja de ser «va lor de uso» para tomar un «valor de cambio», Proudhon se imagina alcanzar una verdad eterna, una «categoria» 180 \ | | econdmica absoluta. Hace la «sintesis» de Ja utilidad y del cambio en io que Mama ct «valor constituidor. Ademis, Proudhon se deja influir por los cconomistas vulgares, que no son sabios ni investigadores sino simples apologis. tas del orden social establecido. Estos apologistas siempre han querido demostrar que Ja sociedad actual (capitalista, burguesa) esté regida por leyes econémicas cternas, inmutables y buenas. Si esta re gida por leyes eternas, esta sociedad tiene que ser eterna. Se explica por la esencia inmmutable de toda sociedad, se. gregada en cl curso de la historia y aparecida, finalmente, en cl siglo xIx, Sestin estos ecanomistas, la ley fundamental natural, inmutable, buena y justa al mismo tiempo— de esta sociedad es el intercambio de equivatentes. En el mer- cado todos reciben bajo otra forma el equivalente exacto de lo que han aportado; a cambio de su trabajo, el obrero reeibe cl precio de este trabajo, su equivalente én dinero: cl salario. A cambio de su actividad y de su espiritu de iniciativa, el empresario capitalista recibe el beneficio, A cambio del riesgo que consiente en corer, el prestamis. ta de capitales recibe el interés, Salarios, beneficios ¢ in- terés son, pues, el singresa» de cada individu, es decir, Io que le corresponde (con toda equidad, con toda justicia, segiin la simple ley de las equivalencias) sobre el conjunto de las riquezas de la sociedad. Ahora bien, nuestro socialista Proudhon admite, sin eri- ficarla, sin intentar comprenderla, la teorfa burguesa de las equivalencias; pero, como que se pretende socialista, la interpreta a su manera. Una-cantidad de trabajo equivale al producto creado por esta cantidad de trabajo, Toda can- tidad de trabajo (por ejemplo, una jornada) equivale a otra cantidad de trabajo; cada trabajador recibe el producto de otro. Los intercambios estan y deben estar presididos por una iguaidad perfecta, la de fas equivalencias. De esta jgualdad cconémica ya realizada (en el orden capitalista) hay gue sacar las consecuencias politicas y morales, Nos permite deteyminar la «justa proporcidn» en que los obre. ros deben participar en los productos. Deben recibir e equivalente de su trabajo, pero el capitalista roe sin cesar esta parte legitima y econémicamente «legal»; cl capita- lista es una especie de estafador... 18 En un importante eapitula de Misdre de la philosophic, Marx muestra cémo Proudhon resbala de Ia ciencia a la utopia y cémo esta utopia oculta Ta aceptacién del mundo contra el cual pretende levantarse: el mundo capitalista. Por ejemplo, el producto de dos horas de trabajo de Durand no equivale al producto de dos horas de trabajo de Dupont o de Dufort. Esta mezcla entre la «ley de las equivalencias» de Ya economia vulgar y la teoria cientifica del valor da lugar a verdaderas absurdidades. Fl valor de un producto determinado puede medirse por dos horas de tun trabajo que no es el de Duipont ni el de Dufort (indi- viduos de fuerza y de capacidad desiguates) sino del tra: bajo social medio. Este trabajo social medio correspondc ‘a la productividad del conjunto social considerado, al ni- vel alcanzado por las Fuerzas productivas. Tomemos un ejemplo preciso y sencillo. Recurriremos ‘a unos hechos econémicos elementales, superados desde hace mucho tiempo, envueltos por hechos mucho mas com- plejos: estamos hablando de 1a época, ya lejana, del arte- sanado y de la produccién simple de mercancias. Un za- patero (Dupont) fabrica un par de zapatos en 10 horas; otro (Dufort) fabrica el mismo par en 20 horas. ¢Diremos que el «valor» de este trabajo s¢ mide por cl tiempo de tra- bajo empleado? Si decimos esto cacremos en una absurdi- dad. Diremos que 20 = 10. Proudhon cae en ella. Y todos los economistas adversarios del socialismo y del marxis- mo reprochardn a Marx este absurdo durante un siglo, cuanda la cierto es que inicié sus trabajos econémicos con Ja critica de la absurdidad en cuestién. La verdad cs la si- guiente: el valor mercantil del par de zapatos esta deter- minado por of tiempo de trabajo necesario, en efecto, pero por el tiempo de trabajo social medio. Si reducimos la so- ciedad —por hipétesis y por abstraccién— a los dos artesa nos, comprobaremos que dos pares de zapatos exigen 30 ho- ras de trabajo; esta cifra esta determinada por los ins- trumentos de que disponen, por su habilidad, etestera, En consecuencia, cada par de zapatos vale 15 horas de trabajo social medio. Pero entonces es absurde praclamar el igualitaristno. Si afirmo que Durand y Dupont tienen derecho a la misma retribucién por el mismo producto desfavorezco al buen 182 trabajador en provecho del malo. Bajo el pretexto de or- ganizar Ya distribucién, quiero imponer la nivelacién por abajo. Impido ef desarrollo de las fuerzas productivas. Pero, ges ni siquiera concebible esto? Para conocer el va- lor de su producto, es preciso que Durand y Dufort lo ofrez- can en el mercado, lo valoren en términos monetarios, en dinero. El dinero es la tinica medida comin de las mercan- cfas que se puede concebir. Si, por ejemplo, me propongo dar a cada trabajador una especie de certificado que ates- tigiie que ha trabajado tantas horas y que tiene derecho al producto de este tiempo de trabajo, no sabré ni siquiera cudles son las mereancias que corresponden socialmente a este tiempo de trabajo. Sélo la moneda puede desempe- fiar este papel de intermediario entre los trabajadores in- dividuales. Si imaginamos cl caso de una sociedad en que figuran trabajos muy diferenciades -—caso de la sociedad moderna— Ia absurdidad salta a los ojos. {Voy a dar a un artesano un bono de trabajo de 10 horas, por ejemplo, que le conferird derechos sobre el producte de 10 horas de trabajo en una fabrica ultramoderna? Con ello se \ie- garia a un absurdo cada vez mayor: el par de zapatos pro- ducido por un artesano «eguivaldrias a un automévil. Mas exactamente, se puede decir que esta utopfa no conduce a nada: el sistema de intercambios se hundiria; el conjunto de las relacjones sociales, en vez de transformarse en el sentido de un pragreso, se descompondria.. La utopia reformista de Proudhon, con su aparato edialéctico» y «filosdfico» no es sino una utopfa artesana y cottesponde todavia al comunismo tosco y elemental, a su deseo de nivelacién. Es conveniente subrayar aqui que el igualitarismo de Proudhon y 1a utopfa de la «justa participacién» en los pro- ductos del trabajo o del «justo salarior estin lejos de ha- ber perdido su influencia. Muchos obreros creen todavia que el patrono capitalis- tas una especie de ladrén que acapara en beneficio suyo tuna parte del producto del trabajo... La waudazs resis de Proudhon (la propiedad es et robo) conduce de hecho al reformismo, Se cree que basta con tomar medidas legales 0 moralcs para que cese esta cstafa que tanto perjudica a los trabajadores 183 Desde Misére de la, philosophie Marx muestra que el capitalista no es un estafador ni un ladrén, Individealmen- te considerado, puede ser perfectamente un hombre ho- esto. E\ capitalista paga el trabajo segtin ¢l valor que tiene en el mercado de trabajo. Pero la concurrengia entre los obreros siempre hace caer este «valor del trabajo» hacia el minimo vital. Es asi como el capitalista realiza un beneficio, aunque sea individualmente konesto, moral, vir- iuoso y bueno. Lo que Se impugna no es pues el capitalista individual sino el sistema, con sus leyes internas. Y no es on la moral ni con yeformas juridicas como se transfor mar el mundo, Hay que suprimirun sistema econémico en el que el trabajo y el trabajador se convierten en mer- cancigs. Por esto hay que suprimir progresivamente Ia mer- cancia misma, lo cual plantea problemas incomparable- mente més vastos que vn problema de moral o de Ie; lacién, Cuando los reformistas reclaman para el obrero el « pro- ducto“integro de su trabaja> caen en la pura demagogia, falta de sentido. O bien esto quiere decir: los zapatos para cl zapatero, el pan para el panadero, etcétera, Io cual es ridiculo; 0 bien quiere decir: «el valor integro del trabajos. Pera con le palabra «valor se admiten ya todas las velacio- nes sociales que s¢ pretende combatir. En el régimen ca- pitalista, el «valor del trabajo» o su «precio natural» o su justo precio» es el salario. Es decir, se acepta en otros términos la teoria burguesa de los singresos» y de las sequivatencias», ‘Sefialemos aqui un punto de extrema importancia, En Misére de la philosophic se puede encontrar una critica del reformismo, un esbozo de la teoria del salario y del capital, pero sdlo un esbozo. En ‘este bro todavia no se aclara cl misterio de la sociedad capitalista, el misterio del régimen de salario E] benetficio capitalista se explica, principalmente, por la competencia que se hacen los obreros entre sf: esta com petencia hace bajar cl precio del trabajo en el mercado al minimo vital. Aunque Marx escriba: «E? salario, es decir, el valor relativo 0 el precio del trabajo estd determinado por el tiemipa de trabaja necesaria para praducir toda to que se requiere para la conservacién de las energias del 184 Sa ee SSR obrero. Al ser el trabajo una mercancta, se mide como tal por el tiempo de trabajo necesario para producir ef trabajo ‘mercancia», no percibe todas las consecwencias ¢ impli ciones de este analisis. La teoria de ta plusvalia, clave del andtisis del capital, no se encuentra en «Misdre de la philosophie». La confusion —imds aparente que real— que en clla persiste no excusa a ciertos intérpretes de haber creido encontrar en la obra de Marx una «leys a la que Ferdinand Lassalle dio el nombre —el célebre nombre— de ley de bronce det salario, Los partidarios de Is «ley de bronce» fueron 0 son a veces —pero cada vez menos— revolucionarios. Como que se proponen acabar con un sistema que consideran rigidc, brutal, aplastante come un logue, quieren una accién revolucionaria inmediata, rigida, brutal a su vez. Son mas ablanquistas> que marxistas. En nombre de Ia «ley de bronce» se promuncian, por ejemplo, contra la accién obrera por los aumentos de sala- rio, pretendiendo que estos aumentos no significan nada; que la ley rige coustantemente; que un «ciclo infernal» anula el efecto de los aumentos de salasio, que cl capita lismo se aprovecha de ella sin restriceién hasta el final Pero, al parecerles imposible Ia accién revolucionaria ~brutalmente transformadora de este destino implaca- ‘ble—, estos revolucionarios se transforman en puros y sim ples reformistas. Por ojemplo, al comprobar el papel de Ia competencia entre los obreros se dedican a limitarla mediante los sindicatos y reducen la accidn obrera a esta preocupacién, legitima en sf misma pero de objetivos li mitados, Mas adelante veremos como Ferdinand Lassalle, que se creia marxista revolucionario, se convirtié cn vulgar tefar mista, Tenemos, pucs, tres observaciones importantes: a) El pensamiento de Marx todavia no est plenamente fijaclo en 1846. La teoria del capital se precisa lentamente. EI pensamiento politica se distingue todavia mal de dos posiciones que analizaremos mas adelante: el blanquismo —0 teorfa de la toma del poder mediante un golpe de fuer- za revolucionario en cualquier momento— y la teorla de ca 185, la «revolucién permanenter, segin \a cual el protetariade puede proseguir —sin detenerse, sin etapas intermedias— su accién revolucionaria hasta el socialismo y el comu- nismo. Marx toma posiciou contra el reformismo; ef sentida politica preciso de esta posicién se presiente, pero sin de- finirse bien todavia, Seran necesarios los acontécimientos de 1843, la publicacién del Manifiesto y la accién concreta para que esta definicion se concrete. 4) El vocabulario marxista no esti todavia definido. Como sefala Engels en su «Prefacior de 1884 a Misére de Ia philosophie: «En esta obra el lenguaje no coincide con et del “Capi- tal”; todavia se habla del trabajo como de ura mtercancia, de la compra y de la venta del “trabajo” y no de ta “fuerza de trabajo".» Mas adelante veremos mejor a qué corresponde esta importante diferencia de vocabulario. Digamos solamente que muestra que la teorfa de 1a plusvalia no estd formulada todavia. c) En esta obra, Marx reacciona con vigor —con un vigor a veces excesivo— contra Ia filosofia. El titulo lo indica suficientemente. : El resultado de ello es un cierto oscurecimiento del pensamiento filosdfico, de la Idgica, de la dialéctica como tal. EI pensamiento de Marx sigue siendo dialéctico. ¢Podia ser de otro modo? Marx, formado por el hegelianismo, solo encuentra en los hechos otras tantas confirmaciones de su pensamiento; por ello, en Misére de la philosophic sigue peusando dialécticamente. Analiza las contradicciones en los hechos. Las analiza en el pensamiento de Proudhon, mostrando sin cesar que el método seguido por Provdhon no es verdaderamente dialéctico. Proudhon separa los as- pectos contradictorios de lx realidad, en vet. de analizarlos en sus relaciones y en sus acciones reciprocas. Después de haberlos separado, les da apelaciones morales a meta- fisicas: el «lado buenoy y el «lado malo» de las cosas; 186 cree captar verdades eternas; no comprende el movimien to, la lucha intima y profunda de las fuerzas contradic. torias de las clases, la fecundidad de esta lucha, el hist6rico salto adelante hacia una sociedad nueva, etcétera. Pero al mismo tiempa —y esto es lo que da cierta oscu- ridad a Misére de la philosophie— Marx no sélo ataca la tialéctica falsa y abstracta de Proudhon y Hegel, sino que ataca toda la teoria dialéctica, En la medida en que pode- mos comprender y clucidar este oscuro plmto, parece que para Marx las contradicciones sociolégicas ¢ histéricas (en primer plano las clases, Ios fendmenos de concurrencia, ct- cétera) son esencialmente hechos «empiricamente observa: bles». No hay, pues, necesidad alguna de ligarlos expresa- mente con una teorfa gencral sobre el conocimiento y el método de pensamiento, Basta con observar y vincular los hechos —como hace cl fisico, por ejemplo— sin otra preocupacidn, sin «presuposiciones» filos6ficas. Misére de la philosophie muestra que Marx poseia ya una enorme documentacién sobre la historia del capitalis- mo, sobre el paso del capitalismo comercial y manufac- turero (inicios del capitalismo hasia el siglo xvim1) al ca- pitalismo industrial; sobre la concentracién de los capi- tales. Posela también una enorme documentacién sobre la historia del proletariado, reclutado al principio entre los vagabundos arruinados por la crisis de Ia economia y de la sociedad al final de la Edad Media. Por primera vez en el pensamiento moderno, Marx traza las grandes lineas de esta historia del protetariado y muestra la inmensidad de su sangriento y oscuro drama, desde Jos talleres de tra- ‘bajo forzado (workhouses) de la época de Enrique VIU (que hizo ahorcar 2 70.000 «proletarios») y del «buen rey» Enrique TV, hasta les grandes fabricas madernas. Marx muestra cémo a partir de una inmensa masa de vagabun- dos obligados al trabaja forz0s0, el proletariado se ha con- vertido objetivamente en una clase y, luego, en una clase consciente de si misma, de su conflicto con la clase domi- nante, de su misién. Para él se trata de hiechos hist6ricos y de relaciones con- cretas entre estos hechos. Al plantearse la cuestién del mé- todo, Marx se burla sarcdsticamente del hegelianismo y de su dialéctica. No ve en ella mas que una «razén imperso- 337 nal separada del individua» (cf. cap. 1, Metafisica de la economia politica, primera observacidn) «cEs de extrariar guie todas las cosas, en tiltima abstrac: cidn —pues hay absiraccion y ng andlisis— se presenten en estado de categoria ldgica? es de extranar que al de- jar derrumbarse poco a poco toto to que coustituye la individualidad de una casa, que at hacer abstraccién de las materiales de qué se compone y no de la forma que ta distingue se legue a no tener mds que un simple cuerpo? ¢Oue al hacer abstraecion de los limites de este cuerpo nos gquedemos pronto sin nada mds que un espacio? ¢Oue al hacer abstraccién de las dimensiones de este espacio ter- minemos por no tener mds que la cantidad pura, la catego- ria légica? A fuerza de absiraer... se llega a tener como suibstancia las categortas [dgicas... Asi como a fuerza de abstraccién hemos transformado todas las cosas en cate’ gorias ldgicas, no tenemos mas que hacer abstraccidn de todo cardcter distintivo de los diferentes movimientos para Wegar al movimiento en estado abstracto, al movimiente puramente formal, a ta fdrmula puramente lbgica del mo- vimiento. Si uno’ encuentra en las categorias légicas ta substancia de todas las casas, se imagina que encontrard ent la formula tdgica del movimiento el método absolute... Es éste el método absoluio de que habla Hegel, en estos términos: "El método es ta fuerza absoluta tinica, supre- ma, infinita, ala cual ningtin objeto puede resistir; es la tendencia de la razén a encontrarse otra vez, a reconocer- se a si misma en todas las cosas..."» ¢Qué ha hecho Proudhon? Ha seguido a Hegel. Asf como Hegel personifica la Razén y el Método, él ha «personifi cado» Ja Sociedad; le atribuye unos objetivos, unas inten- ciones, unas «sintesis» largamente madtrados por su «pro- pia inteligenciar, Las categorias econdmicas «no son mds que las abstrac: ciones tedricas» obtenidas mediante la observacién y el and lisis de las relaciones sociales, pero Proudhon, «como ver- dadero fildsofo, tonta las cosas al revés y no ve en las rela- ciones sociales mds que las encarnaciones de estos princi 188 pios, de estas categortas», Para di, la circulacién de la san- gre serfa una consecuencia de Ia teoria de Harvey, En qué consiste, pues, este métado? En la abstraccin del movimiento: es el movimiento en estado abstracto, la formula logica de todo movimiento, es decir, el movimiento de Ja razén pura en la cabeza del filésofo. «cEn qué consiste ef movimiento de ta razén pura? En que se pone, se opone, se compone, se formula conio tesis, antitesis, sintesis, 0 se afirma, se niega y niega su nega- tidn, — des- cribe en sus memorias la alegria y Ia felicidad de Marx en aquellos afios, junto a una mujer como Jenny, «tan armo- niosa por su fisico como por sus cualidades sentimentales y espirituales» (S. Born). Sin embargo, la situacién material de Marx —cuyos dos primeros hijos (Laura y Edgar) ha- bian nacido en septiembre de 1845 y en diciembre de 1846, respectivamente— era ya penosa. (Es necesario decir que después de su matrimonio habia rechazado algunas pro- posiciones que le habrian asegurado una «brillante ca- rreras?) ; El segundo congreso de ia stiga de los Comunistas» tenia que reunirse en ¢l otofio de 1847; se habla convenido que el congreso examinaria un programa politico preciso. Engels redact6, bajo 1a forma de un catecismo, con pre- guntas y respuestas (forma muy extendida entonces entre los grupos de comunistas, impregnados todavia de una extrafia religiosidad), un resumen del socialismo cientifico. Pero Engels no se sintié satisfecho de su trabajo. 4 | | | | El grupo parisino de la Liga designé a Engels como re- presentante suyo en el Congreso de Londres; el de Bruse. las designé a Marx. Este fue a Londres representando tam. bign a la «Asociacién Democratica» de Bruselas en el com gteso de jos «Fraternal Democrats» que se celebré el 19 de noviembre de 1847. Al dia siguiente se inauguré el congreso de los comunistas. Marx tomé la palabra para mostrar que Ja revolucién europea estaba a punto de empezar y que la caida de la sociedad antigua era la primera condicién para «la fundacion de una nueva sociedad que no se base ya en los antagonismos de clasen, En el terreno politico pedia, Pues, a los comunistas que se aliasen con los demécratas en la inminente accién revolucionaria. En nombre de la «Asociacién Democratica» y, por consiguiente, de los «Fra ternal Democrats», propuso un congreso general de todas las organizaciones demooraticas; su proposicidn fue acep. tada y se fijaron la fecha y el lugar de la celebracién, Este Congreso internacional debia celebrarse en Bruselas el 25 de octubre de 1848, pero no llegé a tener lugar porque la re- Volucién europea fue mas rapida y le gané por pies, E] congreso comunista de Londres duré diez dias, Y du- Tanto estos diez dias Marx y Engels hubieron de multipli- car los esfuerzos, las ensefianzas, las atenciones para con los antiguos miembros de la «Liga de los Justos» para di- sipar la desconfianza contra los «sabios» y los eprincipios abstracts», Finalmente, alcanzaron su objetivo: hacer per- der a la Liga todo caricter conspirativo. La Liga seguia siendo una «sociedad secreta», 3. que eta ilegal en la ma yoria de los paises europeos. Pero esta forma momenténea Ao contenia ya ninguna doctrina secreta, ninguna iniciacion misteriosa a una especie de religién humanitaria, ninguna ideologia de secta. La Liga se convertia explicitamente en una organizacién politica mas o menos clandestina — incl. so en Ja liberal Inglaterra— con un programa politico; es decir, se convertfa en un partido. La sede del Comité Central se fijé en Londres; pero Marx se convertia en su dirigente tedrico. Se le encargd, Junto con Engels, la redaccién de un programa politico, lo mas rdpidamente posible. No se sabe si Engels legd a 'so- meter a la consideracién del Congreso su «catecismo co. ‘munista»; s6lo se sabe que los londinenses manifestaron en 195 varias’ ocasiones su descontento, en ci curso’ de‘los tieses que siguieron, llegando incluso a pensar en tomarmedidas contra el sciudadano Marx» porque el programa no estaba listo ex el plazo que se habia fijado. ‘Marx partié del texto de Engels, pero lo modificé pro- fundamente. El Manifiesto es, pues, obra comtin de Marx y Engels, ¥ resulta imposible separar sus respectivas aportaciones. Pero la redaccién definitiva —es decir, el movimiento, las formulas, el vigor y la fuerza del escrito— se debe tnica- mente a Marx. Engels lo dijo y lo repitié uma y otra vez, rindiendo homenaje a su amigo. El manuscrito fue enviado a Londres hacia el primero de enero de 1848. : En aquel momento, la gran crisis revolucionaria ya ha- bia empezado. En noviembre de 1847 los acontecimientos se habian iniciado en Suiza. Recordemos brevemente las circunstancias. El Consejo Federal suizo habia decidido expulsar a los jesuitas. cantones reaccionarios se Ievantaron contra esta decision ¥ constituyeron el Sonderbund o liga separatista, Todas las grandes potencias apoyaron al Sonderéund y le prometie- ron ayuda militar, Afortunadamente, el jefe de los demé- cratas suizos, Axenbein, era un hombre enérgico. Sabia que la revuelta rugia en Italia: «Si los extranjeros se me- ten en nuestros asuntos —dijo— envio un ejército a Lom- bardia y proclamo la Republica italiana», Las tropas aus- trfacas, concentradas en la frontera suiza, no se movieron. El Sonderbund, privado del apoyo efectivo de la reaccién europea, fue vencido répidamente. El congreso democré- tico y el congreso comunista de Londres recibieron, con la alegtia que se puede imaginar, la noticia de la caida de Lucerna, capital de los cantones reaccionarios, y del Son. derbund. La accién enérgica de los demécratas de un pequefio pais libre habia hecho retroceder a las grandes potencias de la Santa Alianza reaccionaria. El prestigio de éstas —principalmente el de Austria— disminuy6 fuertemente. En enero de 1848, los demécratas se sublevaron en cl sur de Ttalia. La revolucién de 1848 empezaba... Una crisis econémica —relativamente profunda para la 196 época— habia, preparado la. conmosién eurgp: a a; la.;propaganda de-los.liberales, de los ee Jos, comunistas. Durante. el_invierno 1847-1848: las fabricas se. cerraron en todas Jas. regiones industriales; en el sec- {or fentil sobre tedoyel Paro, fue considerable y la miseria : Lavcrisis afecto-duramente a Bélgica, donde los scupaban.ya.el-poder desde las. eleceiones eed Saige mostraron.su.incapacidad, ante ios nuevos problemas.plan, feados por Ja -crisis’ econ6mica,; Los. demécratas radicales yla «Asociacién, Democratica»,de Bruselas;(es’ decir, Marx) fomaron-la.direccién del movimiento, politico. Marx y- En, gels esperaban,ver de un momento.a.otro.el «umdimnientap de todas las ciudadelas.de la zeaccién europea, en_primer lugar.el imperiaaustriaco. sconstruido,.cpn. fragmentos robados a voleos. (Hungria, Italia, etcétera)— y después Ja Rusia zarista. Poco a poco se.cumplian, todas las, condicio- hes para un hundimiento gigantesco, .para,,un-gran salto adelante en la historia, del'mundowy.)y.. - La noche del.24 de febrero —cyenta Stephan Born—, guando, el-tren que venja de la frantera francesa entré. en la estacion de Brusclas, el jefe de, trem grité:La bandera ‘ola ondea en Valenciennes, Los jéxtaes exilados alema: "S Que se encontraban- alli er i 2 nea se enconraban all eh espera de notices eutaron: ~. Pero tos. acontecimientos de Paris tuvieron en, Byuselag un contragolpe imprevisto. Los. liberales hicieron creer .a los-demécratas que iban a «hacer ta-revolucidn por arti. ba», proclamando ellos mismos la Reptiblica, Mientras dus raban las conversaciones, el. gobierno. liberal.concentro al. rededor, de: Bruselas. varios regimicntos de.trapas seguyas. M:cuando los diputades demécratas declararon.en.la CA. mara,que la libertad, que, habla, partide,de Paris, ibaa Ik gar. Bruselas. los, ministras. respondieron .con arrogancia que ya estaba alli. Los demécratas habjan..sido, engafiados, se habian buzlado de ellos. See La noche del 27 al 28 de febrero, los demécratas inten- taron, celebrar imanifestaciones pero fueron dispersados por Jas fuerzas armadas. El gobierno «liberal» establecié una lista de emigrados demécratas gue debfan ser expul- sados. Naturalmente, en la lista figuraba Marx, dirigente 197 de la «Asociacién Democritica>. La orden de expulsién le fue comunicada el 3 de marzo de 1848 y fue detenido in- mediatamentc, También fue detenida Jenny Marx bajo la acusacién de vagabundeo y encerrada con fas prostitutas. Cuando la Ievaron ante el juez de instrucci6n éste se ex- trafié de que no hubiesen detenido también a sus hijos. Las protestas de la prensa de izquierda —en Francia y en Inglaterra, sobre todo— y los telegramas que aflufan de todas partes obligaron a los «liberales» belgas a re- troceder, a dejar en libertad a Jenny Marx y a conducir a Marx hasta la frontera francesa. Esto se hizo a través de un incesante movimiento de tropas. Los regimientos belgas que habian paralizado el movimiento democritico se diti gian hacia la frontera francesa. Para consolidarse y susci- tar un movimiento patridtico y antidemocratico, los libe- rales belgas propagaban el rumor de que los so : | cledades secretas, Gesamtausgabe, NII, pp. 300301)..EUMa- | nifigstatestablece tentifiaamente.laiposibilidad. yi sidad demi transformacisn: socialydovta’ qui. Ja-revolt cién.politiea 20.3, mas.que:tna-etapat y whmaedions jo! | stheQudves! un-romunista:en.elusentidg: moierna,sie. le par | labra?. cQué see. sex; comunista-en’ losisiglos:x1s y,xX,.60 da época del desarrollo de la técnica, de la gramindiktriag-EI | Manifiestodetine-racionalmense oh sentido!deda palabra. Ser, camutista no.es teher ung opinién escogidd entre ofras) | segitn elsazanide, lasypreferencias:): déclas eircunstabsiass | noes lampoca iina;cualidad innaterde, cievtos individuoss que serian comunistas como se es rubio 0 morén6jlcoma se: nace igon.ojob azules.u, ojosonegrosicNa, es: tener lavpre- tensign deaportan unstemedio a:todos:los. males huriianos | mediantestwnai filantropip:generaligada; um humanitarismo vunrstefio. generoso, bt iediante tui subversion, total, s@Ser-comuatista :es, esencialmente, -adoptar .lavactitud cigntifica anté las problémas de:la sociedad, y.del-hombres La tomandesposiéigmissdepartides -antecias -realidades | saéialesy chumanas:no-es:afiadidardesde: fucra:ai swestudie racionak ciektifice) objetivo: Est spclaiga:en-éli(es larly jdtin s avgyhoy olf swEL :Mdnifiesto disipddas.restantes interpretationés dela palabra (kcostmnistar ilo-suprinie-la genetosidad.o elideal 201 de justicia, sino que los subordina al pensamicnto cientf- fico, como pasiones legitimas y buenas, a condicién de que estén orientadas por la razén. El que examina racionalmente, cientificamente las rea- lidades sociales y humanas, sin prejuicios, sin prevencio- nes, se convierte en comunista; Io es ya, aunque no Io sepa. Reciprocamente, el que se dice comunista sin conocer 0 sin intentar conocer racionalmente los hechos humanos, me- rece muy mal el titulo. El comunismo no es un eestado», habia escrito Marx tres afios antes de redactar el Manifiesto, «sino que es uz1 movimiento». EI comunismo no es, pues, un eestado> de cosas que se puede instaurar innediatamente con una especie de de- creto, ni un «estado» en el que cicrto némero de indi duos, dotados de una voluntad o de una combatividad ma- yores, podran instalar algin dia a la humanidad. Ei comunismo es una etapa de Ja historia. Esta etapa, este momento de la historia humana, se comprende cuan- do se estudia el movinuento hist6rico. El sociélogo (cienti- fico) comprende entonces cémo avanza este movimiento hacia el comunismo, tan necesariamente como el nifio avan- za hacia la edad adulta, siempre y cuando siga creciendo y desarrollindose. Nada nos dice que cl comunismo sea la ultima etapa de Ia historia. Es probable que solo sea una forma mo- mentanea de Ya evolucién humana; pero es Ia etapa supe- rior que se pueda concebir y prever cientificamente en la actualidad. 7 Marx no se preocupa de Jo que seri el comunismo en detalle. No es ni quiere ser un profeta, un augur. Las pre~ visiones cientificas atribuyen una parte a Ja iniciativa, a la invencion, a la libertad humana. Mas cxactamente, amnues- tran que la parte de éstas sera cada vez mayor en relacién con la actual y llegaré a ser predominante bajo el comu- nismo. Los hombres del periodo comunista inventarén su modo de vida con una libertad que sélo pode:nos anunciar y prever de modo general, no en forma detallada. Por ejem- plo, podemos decir que el comunismo supone un grado muy clevado de poder humano sobre Ja naturaleza, una enorme produccién material, que liberara a los hombres 202 ‘eaux etme de las preocupaciones materiales que hasta aquel momen- to limitaron su Kbertad y aprisionaron st vite Podemos decir que esta era de libertad supone que los gigantescos medios técnicos y materiales de produccién no pertencce. Fin ya a individnos en propiedad plena (privada), Sin esta condicién, los ssedios de libertad se transformen en medios de servidural haber léuneado of etediovdel eomaniorion Se enauoitrw toda -en estado (exiqoeitmbs! Ba; opestlooty abauroe verona: Ruse bOvIUCH UR epaSn ® econ coma tneblen pitino Hoan einen a sas shui soe steer ah an de la historia; sélo aparece como un signo revelador del comienzo de una nueva época; si se realiza, esta realizacién llega a su hora y no se debe a la fuerza tinica del ideal, @) La burguesia ha tenido una misién histérica, No se trata, pues, de condenarla en bloque, abstracta- mente, en nombre de la moral. Ha edesempenailo en la historia. un papel esencialmen- te revolucionario», transformando todas las relaciones so- ciales. «Ha destruido las retaciones feudales,: patriarcales, idilicas», para no dejar subsistir entre los hombres més vinculo que el «duro: pago al‘contado». En: las aguas: gla- ciales del cdlculo egoista «ha ahogado el éxtasis religioso, al honor. caballeresco; el. sentimentalismo pequeia ‘bur, gués...3, Re ‘ «Ha sustituido® las. numerosas: libertades, tan costosa- mente conquistadas, por Ja. unica: eimplacable libertad. del comercio,» La burguesia ha levade a cabo. una obra.gigan: tesca:. ha» revolucionado.:sin cesar: «los instrumentas de trabiajo,: es: decir, slasrelaciones sociales». Precisamente porque ha’ desarrollado-Jas fuerzas-productivas ha trans, formado todas.las condiciones ‘antiguas de la-vida humana: «Desde su aparicién; la'burguesia ha creado;unas:fuerzas productivas nids:numerosas y colosales: que. todas tas’ ge: neraciones. anteriares:juntasn. Ha invadido..el rounde: en- tero, ha arrastrado. a.los:puebios ms atrasados) hacia, ¢l comercio, la industria y- el. capitalismo; iba: Pendo.ch: mer- eido mundial: 35s: ta Este. desarrollo: econémico -ha. deterntinado grandes transformnaciones-polfticas: «Los medios \de-produccién,’y de cambio; sobre.los que:se:ha-edificadosla: burguesta;, se crearon en el interion de:la sociedad:fewdaliAl.legar a'cier: to-grado. de desesrallo.deiestos medios de-produccioniy de cambio, las condiciones en que producta\eintercambiaba laisociedad feudal, la:organizacién feudal de le agricaltsra y-de-la!manufactura er ung palabra: el régimen:de: pro; ‘piedad feudal—idejaron deicorréspohder:a las fucrzas:pros divetivas. on-pleno. desarrollo..Frenaban:ila ‘produccién' eri vez de-propiciarla, Habla’ que romper: estas-cadena rampierons: 1 1 ret 3 Bmsucuganiapareeiéila libtetconcutrecia|¢otida cons. titudidn Social'y/politita corvespondiente: laLayobravrava: 209 lucionaria de la burguesia en el dominio econdmico tuvo Su coronacién en la revolucidn politica» (la de 1789 en Francia). b) Sin embargo, la mision histérica de la burguesia ha terminado. La burguesia «se parece al mago que ya no sabe domi- nar las fuereas infernales que ha desencadenado». Las crisis de superproduccién, paradoja nueva en Ja historia, «con su retarno periddico, plantean cada vez mds ta cues- tidn de ta existencia de la sociedad burguesa». Las fuerzas productivas son ya demasiado poderosas para ésta; las ac- tuales rclaciones sociales (es decir, las relaciones de pro- piedad) se han convertido a su vez en trabas para el mevi- miento, «Las armas de que sé ha servido la burguesia para derrotar al feudalismo se vuelven hoy contra ella misma.» También ha producido a los hombres que marie- jaran estas armas: 19s proletarios, «la clase de los obreros modernos, que 3610 viven a condicién de encontrar tra- bajo y sdlo lo encuentran si el trabajo incrementa el ca- pital». Se ven obligados a venderse cada dia; sufren todas Jas fluctuaciones del mercado; son cada vez mas explota. dos, mds reducidos a Ja condicién de’ simples apéndices de la maquina; sélo reciben como «precio de su trabajo», el coste de produccién de esta mercancia —el trabajo—, es decir Jo justo para mantenerla en vida. «Ahora bien, al desarrollarse, la industria aumenta el nimero de los ‘proletarios», os concentra en masas cada vez més considerables. Su fuerza aumenta y toman con- ciencia de ella, al tiempo que el conjunto del proletariado adquiere una homogeneidad cada vez mayor, porque la uti- lizacion generalizada de las maquinas nivela las condiciones de vida. La «clase obrera se organiza conto clase, es decir, como partido politicon. En la sociedad burguesa, la Iucha tiende, pues, a ha- cerse perpetua; se vive en pie de guerra. Las colisiones entre la burguesia y los feudales, entre las fracciones de la burguesia de un mismo pais, entre las burguesias de di- ferentes paises, entre la burguesfa y los trabajadores se entremezclan, se multiplican, se agravan. En el curso de estas muiltiples Juchas, en Jas que desempeiia necesaria- mente un papel —un papel cada da mayor—, el proleta- 210 riado se educa politicamente. La vieja sociedad se descom- pone. Solo el proletariado «es una clase verdaderamente revo- lucionaria», «Las condiciones de existencia de la vieja so- ciedad estan ya abotidas en las condiciones de existencia del proteiariado.» Es su negacién real. No puede consti- tuirse, pues, en nueva clase dominante. «Los proletarios sdlo pueden apoderarse de las fuerzas productivas socia. les aboliendo el modo de apropiacién propio de éstas y, por consiguiente, todos los modos de apropiacién vigentes has- ta nuestros dias...» El Manifiesto habla explicitamente de los modos de apropiacidn, de las reélaciones juridicas de propiedad y no de la simple distribuci6n de las rique- zas, de los «ingresos». _En conclusion, esta claro que la burguesia es cada vez mas incapac de mantenerse como clase dominante y de imponer a la sociedad, como ley suprema, sus propias con. diciones de existencia, «No puede seguir reinando porque ya no puede asegurar @ su esclavo ni siquiera una existencia compatible con su esclavitud.» La existencia de la burguesia resultard incom. patible con la de la sociedad. «La condicién esencial de existencia y de supremacia de la clase burguesa es ta acumulacion dé la riqueza en mae nos de los particulares, 1a formacién y el incremento del capital: la condicion de existencia det capital es el trabajo asalariado. Et trabajo asalariado descansa en ta competen- cia de los obreros entre st. El progreso de la industria... reemplaza el aislamiento de tos obreros, resultado de su competencia, por una unién revolucionaria mediante la asociacion, Asi, el desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesia el terreno sobre ef que ésta ha establecido su sistema de produccion y de apropiacion, La burguesia produce ante todo sus propios sepultureros Su hundimento y la victoria del protetariado son igualmen- 1e inevitables.» Si esto es asi, equé hacen los comunistas (es decir, los que comprendei Ia historia y quieren Ievar hasta el fin el movimiento histérico)? au ~1ecSuscobjétivos politicos no déscansai «th ideds, én‘ pri cipios inventados 0 descubiertos por tal a cual reform dors, Son:lavéxpresién ‘del movimiento" histérico ‘que se desarrollaanite muestros ojos,"que tiéhde ‘a’ modifitar las relaciones de propiédad y que; sobre’ toto, destruye cada diacla- propiedad’ adquiritia.‘con' el ‘ahorro, ef ‘trabajo'y el métitonla del pequefio“agricultor y el “pequefidburgugs. Ast-comovla Revolucion fraticesa, ‘por’ ejemplo, “abolié la propiedad feudalven, beneficio'de' la’ propiedad’ burgiesa, clitasgo distintivo” del comuiiisnié ‘es 1a aboliciéri-de"'la propiedad: burguesa:'Bsta es «la'iiltima'y mas perfezta ex. presiOn' det modo'de produccién”y'de’ upropiacidn basado en ios antagonismos de Clasé;'en ld'explotacién de tinds por otros», es decir, en la propiedad privada:‘La burguésta, qué se funda en esta‘propiedad privada, la esta aboliendo pai la mayorsparte de los mietmbros'de*la ‘sociedad que ella domina/isiste-es' el movithiento hist6rico. ¢Cémo reprochar pues a los comunistas que quieran “dbolir ‘lo’ que-ya esta en’caminoide:ser abolido? <7 280s) ene ww, La “burguesiatpretende que el’comunismo’ quiere supri- miv.el fundamento: de: la libertad, -de' Ix-uctividad, de "la independencia individual. Ahora ‘bien; <én'la sociedad ditt gquesa el capital es independiente y personal, mientras que ebindividuo. quetrabaja es ‘dependiente’y estéprivado de personalidads:” (Esta sugestiva’ formula “introduce “en’ eb Manifiesto, sittmingan' vocabulario filosdficd o'cientifico es pectil; 1a-teorial de laalienacioi'y eel ferichismd,.) ‘eB svtavabolicin*deveste ‘estado de costs 1“que' ta bur? gucsta dentivtcta como la abvlicimae ld individualidai'y libertadiwSe that; efectivamente) de abolir la individiltit dad ta inideperdenteia, Ic ‘ pi onp fs aves wv ve Cudndo' el -trabajo “ya"to'se*putde ednWertlc én eapitat oh dinéiofien serita'We'la tleyra, es deci’ th ‘podek Socfal miondpolizable'o" sea; cuatido a\propiedad individtial’ He se puede transformar ya en propicdad burguesa'se'declara que el individuo esta suprimido. Se confiesa, con ello, que ceranidloechable'detiidividud' S616. jel tindividuo pYopietaii6t! Ahora bicit) «el Yedrintnismd! no" gira’ e nadie el poder de apropiarse de los prodiietoss6éiates Soto tite el poder; de::someter.,¢l- tebaja' ajekoicomvayatia: devesta apropiacién». La concepeién interesada de la burguesia 1é haceverigir en. Jeyes-eternas.de Ja nanitdleza-y'de Ia razén unas relaciones sociales transitorias, histdricas, surgida dewun.modo.de producciém y de’propiedad transitdr hatha a _, «ha historia demuestra que las i Sé transformant’ con’ las! condiciones de yila familia couckbidos por'ta brirgitestit, ta'nacién y ef Es: tao se’ traéasfo¥ntardr' Cont el ‘désarroite’ econdmico' y so: cial, con et predominio politico de Ja clase obrera y can'la Suiptesidi dé las: clases" 00"! 9 one EPs las instityctones ida."El individuo _ La primera etapa del, moyimiento en, que cooperan,cons- cientemente los comunistas es la conguista-de, la-democra- cia y. de'la nacién, por el, proletariadg, Bete utilizaré dicha supremacta, js. 0 ; ne raeetiartanrre rw paraarrancar poco. a poco:todo'el-capital:de manos. de la burguesia; parin centealizar:todosilos, medias, de. prov ducciénren: manos del,Estada;es. decir, dels praletariad organizado ren clase. dominante— 9hparaiaumeptarilo:md: rapidgmente, posible, la.cantidad dé-las fuertas productivas, Ab principias‘estacsdloi se podrdeatizan con,aina violacién despotica.del:derecha.da propiedad y delorégimencburgués day produccibtyes devins;con la-axppeiénsdé; medidas que bajo.6l punto de vista econdricotpatecern insuficientese insostenibles,pero.que,cen slicutso zdebimavimiento,stiisos brepasarecpsi: isonsindispensahlesscamanedios transforman; radicalmante iadoval modoidenproduacionit stubs 201 109 2 rt ntré estas smedidas-dé teansicion{hadia el"sdoielismn6 ysel.comunisnio),.el Manifieivo entimarse: +16 290 ‘mrlacsupresiénadevlanrenta dela: tietve(erifa des propietarios.deb suctenquevived sin wabdjarle}your by ai-suelaimpueste: progresivbisubre ln hereticta’ GApits nastaillegav-atswaboliciOny of # .wesisu.i .2otlo ob sear -clssilaiconfiseactém! dé tosibienes"deitps-etrigiadbs’y* baldeszscs16 Faoptia bhno a2 .ouio BbSD tai dierlarcontyMlizacish atdlcrluito? de dosiniedios de teins ag porte, de la gran produccién industrial en manos del nuevo Estado; — el trabajo obligatorio para todos («quien no trabaja no coma»); — el apoyo a la economia agricola por todos los me- dios, para desarrollarla y eliminar las diferencias entre la ciudad y el campo; — Ia educacién publica y gratuita de los nifios, abolien- do el trabajo infantil en las fAbricas, pero combinando la cducacién y la instruccién teériegs con la préctica y la tec ica, Con estas medidas de transicién se llega a una nueva etapa de la sociedad; ésta se transforma en una asocia- cién libre; el libre desarrollo de cada uno se convierte en Ia condicién del libre desarrollo de todos: «Los antagonismos de clase desaparecen finalmente en el curso del desarrollo, toda la produccion se concentra en manos de tas individuos asociados y entonces el poder pti blico pierde su cardcter politico». El Estado, poder organi zado de una clase, desaparece con las clases. Se llega, en- tonces, al comunismo propiamente dicho. Los comunistas deben someter a una critica perpetua las ideologfas que nacen de cierta conciencia del problema planteado por la historia pero que tienden a desviar, a detener o a hacer retroceder ¢! movimiento. Esto es parti- cularmente aplicable a todas las utopias, a todas las for- mas de «socialismo» pequelo burgués 0 reaccionario (que pululan en Europa desde 1848). Al basar su accién en un anilisis cientifico de la historia, los comunistas deducen todo lo que constituye la originalidad, la independencia historica, el movimiento politico propio de la clase obrera. En sus relaciones con los demas partidos que pretenden representar a la clase obrera, hacen prevalecer los inte- reses generales y superiores del proletariado en su con- junto. «Represenian siempre y en todas partes los intere- ‘ses del movimiento total.» Por consiguiente, se distinguen claramente de los demis partidos de oposicién, aunque sin separarse de ellos. Luchan, a la vez, por los intereses inme- diatos de la clase obrera y por el futuro del movimiento. En cada caso, en cada situacién, en cada pafs, buscan los mejores medios para alcanzar estos fines. Quieren reunir 214 alrededor de la vanguardia del proletariado y de las masas proletarias —despertadas, poco a poco, a la conciencia po- litica— las mas vastas masas, incluyendo en ellas a las frac- ciones de la clase dominante que se separan de ésta porque comprenden que el proletariado es el portador del futuro (especialmente a los idedlogos de procedencia burguesa que llegan a comprender te6ricamente ¢l movimiento hist6- rico en su conjunto). En resumen: «Los comunistas apoyan, en todos los paises, todos los movimientos revolucionarios contra el orden social y po- litico existente.» En todos estos movimientos, plantean la cuestién de la propiedad —sea cual fuere el grado de evolucién a que haya Ilegado— como cuestién fundamental de] movimiento. Finalmente, los comunistas «laboran por Ja unién y el acuerdo entre los partidos democrdticos de todos los paises». Teniendo en cuenta todo lo precedente, ¢qué se debe buscar en el Manifiesto de 1848? . No hay que buscar en él una doctrina perfectamente definida y acabada, ni unos principios o axiomas de los que sdlo cabria deducir las consecuencias y que serian autométicamente aplicables a todas las circunstancias his- téricas. Hay que leer Ia obra de Marx con espiritu marxista, es decir, sin aceptat verdades absolutas y eternas —esto es, metaffsicas y exteriores al devenir—, sino tinicamente analisis moment4neos, mas 0 menos profundos, del mo- vimiento y de las leyes objetivas de este devenir. El Manifiesto fue una expresi6n profunda del movi imiento histérico. Descubrié su orientacidn, la esencia de éste: la marcha hacia el comunismo. El fin’ de la sociedad burguesa se incluyé en la ley del devenir histérico. Con férmulas poderosas y concisas, Marx mostré y de- mostré unos hechos hist6ricos de incalculable importan- cia: el proletariado, su estructura social, su misién histé- rica, su independencia politica y, por consiguiente, la po- 215 sibilidad de una politica basada en esta independencia res- peeto a la burguesia dominante. a No hay que buscar en el Manifiesto anticipaciones acer- ca de lo que sera cl comunismo, ni formulas que determi- nen por adelantado las coridiciones-de la: nueva revolucién. El Manifieste capta y determina el movimiento. en su esencia profunda, pero en funcién-de las ‘circunstancias, de los fendmenos hist6ricos de 1848, y. también. en funcidn del pensamiento marxisia de entonees, de:aquella :etapa conereta de su desarrollo. Esto significa que no hay que buscar en el Manifiesto 16 que no contiéne ‘ni pucde contéfier, Sighifica también que no hay que dejar de ilumihar 1o5'léxtos tel“ Manijtesro ‘con otros textos posteriores de Marx y Engels y' de’ sus com tinuadores. ©/-Bl marsismo, ‘loctriita, del! nrabimiento y ddctting en mgvimiento;no'se puede defini munca estéticamente, Bere esto: no significa’ que:se:pueda°Interpretary: «revisars ‘ar: Ditrariamente lovesencial,"lo yalailquiridosHay'queleap: tailo: eit-8u trovintiento. ita ee vas Heras EI Manifiesto da los elementos de la estrategia polition dela clase’ obrefatisus ob jeticds- tefanoye las etapastiniter- medias y los medios, las alidizas}, 105-etierhigos: politicos 'e ideoldgitodix aniirios es Ee ny taseat Soe en EI-Manifiestoond contiene laspalabras'«dictadtire dat proletariadow, Esta expresién aparcet!en: uvia‘burta'a’ Wey Aamheyéry cue yai hemios: vitado: Ebel vesultadoe tree periencia de los afios revolucionarios de 1848-18502 "Mieirx cariprendid -iyie”el ‘movimivintd: previste: pesperadddebe- ria-comportar +0; mbjoredicho} habiers debido cbimbot* tar—iunacdliscontinuidad:inds profinda que 4a qué-Habie previsto ini¢ialmente: Esto sevdebla -anlaneobardiaiziah ta traicion o aula pasivitiad de iasiclases no prwietarias F-tieet bién:a Ja: vidlenciaManifidsto ho analiz: idozedmpletorla Werisis reyolicidndniaxz Estacnocisivsd< présente’ dé ined “poco difercngiadds:Gontiene, destin imodostontachy! diversas a8 elementos, existentes ya en Jos escritos anteriores, a saber a) La nocion de una crisis econdmica, que «plantea ta cuestin de la existencia de la sociedad burguesa>. 5) La nocidn de una crisis social, a causa de la concen- tracién creciente y del empobrecimiento cada dia mas com- pleto de la clase obrera. ©) La nocién de una crisis potitica, que permite el de- rrocamiento del poder burgués. Las relaciones entre estos diferentes elementos no se revelaran en toda su complejidad hasta mas tarde: a ta luz de los acontecimientos y de Ia profundizacién, por Marx, de su propia teoria, En cl inomento del Manifiesto y en él Manifiesto €\ pro- ceso revolucionario no aparece todavia con todos sus pro- dlemas y toda sv amplitud, Pese a creer que la edificacién del comunismo depende de miJtiples condiciones y que sélo puede ser la culminacién de un periodo histérico, Marx parece pensar que esta edificacién esta cerca, Parece imaginar, después de la toma del poder politico por el pro- letariado —aprovechando una crisis europea—~ parece ima~ ginar, decimos, una marcha continuz hacia el comunismo, sin interrupciones, sin retrocesos momentineos. Parece pensar, pues, todavia, en un perfodo de «revalucidn perma nente>, constituido, en primer lugar, por una revolucin politica y después por una transformacién social continua y répida mediante Ja conquista politica det Estado. Solo el estudio del capitalismo, cuando éste haya resta- blecido ta situacién después de la sacudida de los afios 48, permitiré a Marx profundizar y diferenciar estas nociones fundamentales. En El Capitai, particularmente, desarro- lard el andlisis de ta crisis econémica. La linea general, lo esencial del Manifiesto permanecera; pero las afirma- ciones que contiene en este marco general serén reexami- nadas y profundizadas (;no revisadas'). Al leer el Manifies‘o, no hay que olvidar, pues, que fue escrito diez afios antes que la Critica de la economia po- lifica y quince aiios antes que el tomo I de El Capital. Rsta Wtima obra es la que contiene verdaderamente el anélisis, y el coniocimiento cientifico del capitalismo: de su estruc- tura, de su movimiento interno, de la situacién del prole- tariado, de sus posibilidades polfticas. 217 | Capitulo 1 1848 - 1850 Marx legé a Paris (marzo de 1848) en pleno romanti- cismo revolucionario, en plena exaltaci6n. Los emigrados alemanes, particularmente, organizaban una «legion», Crefan que bastaria la aparicién de Ia Legin revoluciona- ria en Alemania para que ésta se sublevase un4nimemen- te contra sus opresores. Friamente, racionalmente, Marx se opuso a este inten- to. Con la revolncién no se juega,-pensaba. Los gestos ro- ménticos, el herofsmo ostentoso y gfatuito, al intervenir arbitrariamente en la situacién politica, la complican y la paralizan, porque permiten el despliegue de las maniobras del enemigo, Siguiendo las consignas de Marx, los comu- nistas quedaron al margen de la famosa Legion. Marx les conjuré a permanecer en Paris y a ponerse al lado de los combatientes en la nueva lucha, que le parecia inevitable. Su razén fria indigné a aquellos hombres movidos por sus visiones apocalipticas. Le lamaron «traidor» y «co- barde» y hubo de romper con las organizaciones democré- ticas alemanas, aunque siguié conservando excelentes re- laciones con los demécratas franceses mas avanzados. El primero de abril la Legién salié de Paris con gran pompa, pero sin un objetivo preciso, sin programa, En el primer choque con las tropas de los principes alemanes resulté aniquilada. El mismo dia, la mayor parte de los miembros de la Liga de los Comunistas salicron también de Paris para en- trar en Alemania sin ruido, aisladamente, pero con un ob- jetivo y um programa: animar y ditigir la accién revolu- cionaria del pueblo alemén. 219 ‘Marx regres6 a Colonia; Engels se dirigié hacia Wu- perthal;,otros se instalaron en Berlin, en Breslau, en Ma- guncia. En todas partes se esforzaron por dar un nuevo impulso:a/las asociaciones obreras existentes, crear otras nuevas y, sobre todo, por unir a los demécratas, a Ids so- cialistas, a 108 comtunistas, contra el enemigo comin: el poder feudal y militar de los principes. La insensata accién de la Legién complicaba y agrava- ba singularmente la situacién, Los reaccionarios hablan sa- bido utilizarla para provocar un pénico inmenso. Los ale- manes del sur y del’ oeste ya se veian invadidos: sus ciudades iban a ser incendiadas, sus campos desvastados pot los «republicanos».: Durante, algin.tiempo,.la.palabra srepiiblica>sdlo esperté un_sentimiento de, horror, des- pués de haber suscitado-a, principies de 1848 un inmenso entusiasmo. ine ba. : Los: reptblicanos, los. sqcialistas, los comunistas, con- fundidos en una misma reprobacién,.fueron. presentados como los enemigos del:pais y.del pueblo, La prensa reac- cionaria iba ena de falsas noticias-sobre Ja barbarie y la Ferocidad de los:republicanos, y estas, falsedades, encon- traban eto. incluso entxe ekiproletariado, Estas.fucron las consecuencias de un-fallo politico debide al romanticismo revolucionario'y alas ilusiones.de personas-valerosas pero carentes, de doctrina.. mt sailed te Pet ‘Junto. con. sus corresponsales. en Colonia. Gottschalk y Willich— Marx se’ puso manos. a la-obra para.enderezar la situacién. aoe 5 wow ~. La Asociacién ,Obrera fundada : por. Gottschalk adqui- rié un amplitud e: influencia .considerables. Arfinales: de junio; la: Asociacién contaba con ocho mii miembros. Los reaccionarios de,Colonia se inquietaron y su prensa. inicid una violenta.campafia: Tiana ae ater Esto Jo escribfa Marx en funcion de un andlisis preci: so de la situacién en Alemania. Segtin él, el proletariado debia ser el aliado de la burguesia liberal mientras ésta jugase un papel revolucionario contra los feudales. AL Tespecto, la situacién de los obreros alemanes era —segin Marx— snuy diferente de la de los franceses, porque en Francia la Bastilla ya se habfa tomado, Por un lado, apo- yaba en su periédico la insurrecoién parisina de junio, ‘pero por otro lado evitaba en Alemania todo acto y toda consigna que pudiesen «lanzar en flecha» al proletariado aleman, Sin embargo, Marx no desaprovechaba ninguna ocasién de elevar la conciencia de los obreros alemanes para que Iegasen a ser capaces de «volver en contra de ia burguesta las condiciones politicas que ésta instituiria ai tomar el poder», En el marco general de la estrategia definida por e] Manifiesto, Marx daba el ejemplo de ana tdctica muy gil, muy compleja, basada en una aprecia- cién de fas fueszas en presencia y de los multiples aspectos de la situacién. En mas de una ocasién, las cabezas dog- méticas, «unilaterales» —incapaces de captar el movimien- fo— iban a tachar de incoherencia y de duplicidad la tdctica marxista. Es facil ver que nada es mas coherente ni més claro que esta tactica, con una condicién: que se asigne a la rezén humana la funcién de comprender el movimiento y los aspecios contradictorios de la realidad y no la funcién de afirmar y de repetir con obstinacién unos principios abstractos. Con Marx, los «principios» de Ja politica y de la estrategia, aplicados hasta entonces in- conscientemente por los grandes hombres de accién, se hicieron conscientes y concretos; se clevaron a un nivel superior, La politica dejé de ser in «maguiavelismon para convertirse en una ciencia, basada en Ia sociologia cien- tifica (economfa y andlisis de las fuerzas sociales). Marx velaba por la alianza con los burgueses liberales, pero no les ahorraba las criticas. Cabe decir gue las ne- cesitaban. En septiembre de 1848, Engels escribia ya que Ja revolucién democrdtica-burguesa, entraba en Alemania en un «éoimprender qué’ sino habia una revo- lueinvalemana*habria, a lalarga, una interminable con- trarrevoliucién *alemavia(un ‘larga sbonapartismo» a es cala de toda’la ‘riacidri“alemana) y, por éllo, “abandonaron alos‘ revoluciottarios’ vieriéses.°Ei' ptlinero de noviembre, lds tropas de}sempersilor ‘de Austria énitraron otra ve en Viena. Algunos ‘dias mas’ tarde; los soldados del rey de Prusia expulsaban sincontemplaciones al Parlamento de Berlin: > : : 1 Era el momento de pasar a la aéciGi; Los demécratas s@ colocaron, con una dignidad solemne, «en ef terreno de fa legdlidad», Ex cambio, Marx Ulané a ‘los renanos a em- pufiar las-armas’"El 18'de noviembre pidi6 al Comité de Josdemécratas renanos que dectétase, a la vez, la huel- ga: de ‘mpuestos, ‘la movilizacién, la constitucién de Co- mités de Salvacién Publica, Ja depuracién administrativa. Pero la" agitacién- fue apagada ‘por la noticia de que los parlamentarios, sin querer organizar Ja resistencia, se ha- bian dejado ‘dispersar. . vo ma «Hemos asistida a la lucha entre ta vieja burocracia feudal y la moderna sociedad burguesa, entre la sociedad corporativa y ta sociedad de la libre concurrencia, entre Ia sociedad basada en ta propiedad territorial y la socie- dad industrial, entre 1a sociedad de ta religion y la de la ciencias, Pero la burguesfa democrética alemana habia hecho traicién, por temor al movimiento que ella misma debie- ra haber puesto en marcha para cumplir su misin y al- canzar sus propios objetivos. Entreveia, después de su propia revolucién, otra revolucién més profunda, Los acontecimientos de Francia la habjan hecho temblar. El retraso relativo de Alemania respecto a los grandes paises industriales de la época explicaba esta traicién, pero mds Ja explican los hechos politicos de 1848. Los liberales no habian tenido ni confianza en el pueblo ni confianza en si mismos, Habfan reducido el movimiento revolucionario aun proyecto maquiavélico y tosco a la vez: apoderarse clegalmente» de los puestos de direccién administrativos. Al dejar subsistir, de este modo, a la burocracia feudal, tenian que fracasar Corzosamente, Los feudales, por su parte, habjan dejado actuar a los liberales durante cierto tiempo, para canalizar y desanimar, a Ja vez, al movi miento popular. Cuando leg el momento, expulsaron a los liberales que —objetivamente y fuesen cudles fueren sus intenciones y personalidades— les habfan servido, En Alemania la revoluciéu ya sdlo podia hacerse contra la burguesia (Cir. el discurso de Marx ante el jurado, cuan- do el proceso de los comunistas de Colonia, el 9 de julio de 1849; cfr. también Revolucion y contrarrevolucion en Alemania, opisculo escrito por Engels y firmado por Marx. ‘Sin embargo, Marx sostenfa la idea de que la revolu- cién alemana serfa «republicana y social», y no proleta- ria y socialista, y menos aim, comunista. Esta reptiblica social proclamaria el sufragio universal, destruirfa el po- } der de la aristocracia feudal y financiera, liberaria a los campesinos de todas las cargas feudales, favoreceria el desarrolle de la industria, centraljzaria el crédito por me- 25 dio de un banco del Estado. No se tratarfa, todavia, de abolir la propiedad privada de los medios de produccién ni de suprimir las clases y los antagonismos de clase. Esta revolucién republicana y social profundizaria, Uevarla a término —sin los liberales burgueses ¢ incluso contra ellos— Ia revolucién democratico-burguesa. Seria un Es- tado en el que los obreros y los campesinos, los pequefios burgueses, las clases medias obtendrian lo maximo. Asi se crearfan las condiciones para dar un auevo paso adelante: la democracia socialista. A finales de 1848, Marx puso el acento —en la «Neue Rheinische Zeitungs, que seguia publicéndose— sobre las reivindicaciones de fos obreros. Se volvia nuevamente ha- cia Francia, esperando off el «canto del gallo galo», Su ar- ticulo del primero de enero de 1849 terminaba con estas palabras: «Sublevacién de ta clase obrera francesa y guerra mun- dial: éstas son las perspectivas para 1349». Sin embargo, no se pronunciaba por presentar «can: didaturas obreras» indepencientes en las elecciones para la nueva Asamblea prusiana (instituida por la constituciéa falsamente liberal del 5 de diciembre de 1848). Si habfa que desbordar a la burguesia liberal ¢ incluso romper con ella, en cambio, serfa desastroso romper con los demé- cratas pequefios burguescs avanzados, por débiles y va cilantes que fuesen. La tactica de los comunistas seguia orienténdose hacia una revolucién politica (quebrar el ab- solutismo, la burocracia, la reaccién feudal, el poder de los seffores feudales, de los latifundistas, de los barones de las finanzas) y no hacia una transformacién social inmediata, «Destruir al Estado feudal»: esta consigna seguia siendo valida en las nuevas condiciones creadas por la traicidn de los burgueses liberales. Por ello Marx decia a los obreros en su periédico: «Vale mds sufrir en ta sociedad que con la industria crea las condiciones de una nueva sociedad que volver a una sociedad caducas, t | Los cextremistas» y Gottschalk intentaron de nuevo destruir el ascendiente de que gozaba Marx entre los obreros: «¢Por qué debemos verter nuestra sangre? ¢Hemos de precipitarnios —como usted anuncia, sefior predicador— en el purgatorio capitalista para escapar al infierno me- dieval y llegar mds tarde al nublado cielo de yuestra doc- trina comunista?», respondié Gottschalk. Era la misma pregunta que habia hecho Weitling; la que més tarde ha- ria Bakunin. Los extremistas ya habian dado la respues- ta: «jTomemos en seguida el poder y vaydmonos a dor- irl Esta carta abierta de Gottschalk a Karl Marx —publi- cada en su pexiédico— sigue teniendo un gran interés por- que muestra muy bien la posicién de todos los extrer tas, de los «sectarios», de los izquierdistas. Se dicen obre- ros y proletarios de corazén, y Io son sinceramente. Como ya hemos visto a propésito de Weitling, desconfian since- ramente de la abstraccién: necesitan 1a prdctica, lo in- mediato, No comprenden ni pueden comprender verdade- ramente el marxismo. «Usted no toma en serio la liberacidn de tos oprimidos. La miseria del obrero, el hambre del pobre sélo tienen para usted un interés cientifico», continuaba Gottschalk. Con ello expresaba claramente el punto de vista del hombre de accién inmediata, para quien toda abstraccién es conde- nable, sea cicntifica 0 metafisica, Segin Gottschalk, al proletariado le importa poco que la socicdad sea medieval © moderna, desde el momento en que no es comunista. E] proletariado debia hacer inmediatamente su revolucién, instaurar el comunismo mediante la revolucién perma: nente. La Asociacién obrcra se escindié on egottschalkianos» y marxistas. Sin embargo, la reaccién prusiana se hacia mas dura. En las alturas, se excitaba a los soldados contra los obre- ros, contra la prensa demoeratica, contra la «Neue Rheini sche Zeitung» y contra el mismo Marx. En una ocasién, dos suboficiales se presentaron en casa de Marx, preten- diendo que se Jes habia insultado en un articulo, Marx Jes recibié vestido con un batin, de cuyo bolsillo sobre- 21 salfa ostensiblemente la culata de un revélver. Los milita- res, que ya habfan sacado sus sables, se calmaron en. se guida y se retiraron discretamente. A principios de 1849 la izquierda habia recobrado fuer- vas, Bajo la influencia de elementos avanzados —aunque no «gottschalkianos»— la Liga de los Comunistas se re- constituy6, contra el parecer de Marx; pero este era de- masiado realista para no tener en cuenta este sintoma de una nueva orientacién y de un movimiento més avanzado. El 14 de abril de.1849, Marx y los «marxistas» se salieron de las asociaciones democréaticas, en las que todavia se en- contraban con los liberales. Para el 6 de mayo convocaron un congreso de las asociaciones obreras renanas. Marx volvié a ingresar en Ja Liga de los Comunistas. Era la rup- tura con los demécratas. En mayo de 1849, la revolucién alemana levé a cabo un intento supremo. Dresde se su- blevé (sabido es que Richard Wagner fue uno de los com- batientes); le siguieron e] Palatinado, el ducado de Ba- den, los obreros renanos de Elberfeld. El gobierno prusia- no concentré en Colonia sus tropas mas seguras. E] 16 de mayo de 1849 comunicé a Marx la orden de expulsién. E118 de mayo ge publicé, impreso en rojo, el tiltimo ni- mero de la «Neve Rheinische Zeitung». En la primera pé- gina reproducia un poema de Freiligrath: Auj der Lippe den Trot und den zuckenden Hohn In der Hand den blitgenden Degen Noch in Sterbend rufend: die Rebellion! So bin ich in Ehren erlegen. (En Ios labios el desafio y el desprecio palpitante, en las manos la centelleante espada, gritando hasta la muerte: jrebelion! Asi he sido vencido con honor...) Marx y Engels se dirigieron hacia Alemania del sur. En Francfort la izquierda de la Asamblea Nacional se negé a llamar a las tropas revolucionarias de Baden y del Palatinado, La situacién de la insurreccién era desespe- rada, pero los demécratas del Parlamento todavia se preo- cupaban de permanecer dentro de Ia legalidad. Por otro 228 lado, los jefes militares de la insurreccién se negaron a seguir los consejos de Marx, que Hamaba a tomar la ofen- siva en direccién de Francfort, a ocupar dicha ciudad y a obligar a la Asamblea Nacional a tomar el camino de Ia insurreccién. Las gentes de Baden y del Palatinado hactan la revolucin a escala de Baden y del Palatinado. Desalentado, Marx volvié a Paris, esperando encontrar apoyo entre Jos demécratas franceses. A su vez, Engels entré como oficial en el ejército de Baden. Los «gottschal- kianos» habian exhortado a los obreros a no tomar las armas, con el pretexto de que lo que estaba en juego no Jes interesaba, El «izquierdismo» utépico, mas abstracto —con sus pretensiones inmediatas— que la teoria de Marx, se transformaba objetivamente en traiciéa. La insurreccién alemana fue aplastada, sector tras se tor, porque no pudo realizar la unidad, Engels combati: hasta el final y tuvo que refugiarse en Suiza junto con su unidad, una de las mejores del ejército revolucionario. Capitulo TIE LA REACCION EUROPEA Marx se encontraba en Paris en el preciso momento en que el cuerpo expedicionario enviado a Italia por el go- bierno francés surgido de la revolucién de 1848 restable- cia en Roma el poder absoluto del Papa y libraba a los republicanos a manos de la Inquisicién, Marx no podia admitir que esta situacién egaria a es- tabilizarse. Su correspondencia (carta dei primacto de agosio de 1849 a Weydemeyer) muestra que creja en un sesurgimiento del movimiento revolucionario, Ya hemos visto anteriormente (a propésito del Manifiesto de 1848) que la teorfa de la crisis revolucionaria no estaba toda- via establecida clara y distintamente en su pensamiento, Crefa en una crisis econémica y politica general, perma- nente o casi permanente. Es un hecho que Marx se equi- vood en 1849. No era infalible; los que convierten estos errores en otros tantos argumentos para reprochar a los ‘as una «fe> absurda en el pensamiento de los grandes teéricos harfan mejor en estudiar con los verda- eros marxistas cémo y.por qué estos grandes tedricos se equivocaron. Ei error de Marx tenia un sentido, Pre- cisamente, Marx desarrollé su doctrina reflexionando so- | bre su error y sobre cl conjunto de los hechos y aconte- cimientos de aquellos afios. Sélo permanecié un mes en Paris. El 19 de julio, la | policia politica le asigné una «residencia vigilada», Van- \ nes (Morbihan), pero Marx prefirié salir hacia Londres, a | donde Megé el 29 de agosto de 1849. | Tomé contacto en seguida con los antiguos emigrados 2 y con Ios nuevos, que afluian de iccos Ios puntos de Euro- pa hacia fa vieja Inglaterra, todavia profundamente tbe- ral (pese @ la reciente derrota politica de los «cartistas»). Marx se ocupé activamente del Comité de Ayuda a los Refugiados y, sobre todo, volvié a encargarse de Ja direc- cién de la Liga de los Comunistas. En marzo de 1850 se redacté una importante circular, firmada por el Comité Central de la Liga (Marx, Engels, Bauer, Ecarius, Pfainder, Schapper, eteétera). Este documento constituye wn com promiso entre Marx y los «izquicrdistase, representados por Willich (amigo de Gottschalis, pero que habia partici: pado en la accién y se habia distinguido en el ejército de Baden). Este compromiso se hacia en funcién de un andlisis de la situacién, Marx seguia esperando una nueva ¢ inminen- te subida de la ola revolucionaria en Europa. Anunciaba para 1850 una agravacién de la crisis econémica y, por tanto, de la crisis politica. Los liberales habia sido elimi. nados por su propia traicién; sdlo quedaban, pues, en es cena, como clases revolucionarias, Ja pequefa burguesia y el proletariado. «Mientras que la pequeita burguesia democrdtica quie- re terminar la revolucién lo mds rdpidamente posible, nuestra tarea es hacer ta revolucién permanente, hasta que todas las clases mds o menos poseedoras sean apartadas, hasta que el proletariado conquiste él gobierno, hasta que ja asociacién de los proletarios (no solo en un pais sino en todos los paises del mundo) haya progresado lo sufi- ciente para hacer cesar la concurrencia entre los proleta tHos, hasta que en tas manos de tas proletarios se haya concentrado tas fuerzas productivas mds importantes...» En el curso del nuevo movimiento revolucionario, Jos obreros deberian —scgtin e! documento— organizarse de modo independiente. «Junto al nuevo gobierno oficial, deben crear sus pro pios gobiernos obreros revolucionarios, en forma de con Sejos, de presidencias, de asociaciones, de clubs 0 comités obreros, para que los gobiernos democrdticos burgueses 22 | pierdan inmediatamente todo medio de accién sobre tos obreros y se vean en seguida vigilados y amenazados por unas auioridades que tengan detrds suyo toda ta masa de los obreros.» 7 Esta circular se envié en marzo de 1850. En abril se constituy6 la Sociedad Universal de los Comunistas Re- volucionarios, extension de la Liga, (Con su compromiso con los izquierdistas, Marx habia reconocido que se ha- ‘bia equivocado en 1848 al promunciar ja disolucion de ésta por iniciativa personal.) El primer articulo de Jos estatu- tos decia asi «El objetivo de la asociacién es el derrocamiento de todas tas clases privitegiadas, sometiéndolas a la dictadu- ra del proletariado y manteniendo ia revolucién perma nente hasta la realizacién del comunismo, que debe ser Ia tiitima forma de ta familia humana, _ Los miembros de la sociedad se comprometian, me- diante juramento, 2 hacer desaparecer las divisiones de nacionalidad, guiados por el «principio de la fraternidad republicana», La Sociedad tomaba una forma conspirativa y secreta, ‘Marx conservaba, pues, la tesis de que la revolucién spernianentes debsa desartollarse siguiendo unas tases histéricamente determinadas por ¢] desarrollo de las fuer- vas productivas: en primer lugar, la burguesia democrati- ca «radical» y los pequefios burgueses avanzados, después l proletariado. Con esta importante reserva, el compromi- so era una aceptacién de las posiciones de los izquierdis- tas, inclusive ea la forma de la organizaciéa. Estos documentos tienen un interés considerable para la historia del pensamiento marxista: a) Demuestran que la teoria de las crisis no estaba todavia a punto (y sélo Itegé a estarlo en los afios suce- sivos, con los trabajos preparatorios de El Capital). Lo que hemos dicho mds arriba a propésito de las obras eco- némicofiloséficas y de! Manifiesto mismo encuentra aqui su clara y compleia confirmacién. 4) Crisis permanente y revalucién permanente fueran dos nociones solidarias ¢ igualmente erréneas. Al abando- nar una de ellas, con la profundizacién de su teoria, Marx tenfa que abandonar Idgicamente la otra. Sabido es que la consigna de «revolucién permanentes es el principio dogmatico de cicrtos «izguierdistas». Bs muy importante, pues, sefialar que Marx lanz6 esta con- signa por un error de andlisis y a causa de un mal com- promiso con los izquierdistas, basado en este error. c) ¢Puede decirse que la consigna de (18 Brumario, ESL, 1928, p, 22). En sustancia, este libro examina Jas condiciones del bonapartismo, fenémeno politico moderno de extrema im- portancia.? Los liberales emplean sin discernimiento las palabras «cesarismo», «dictaduras, «poder personal». No determi- nan los contenidos histérices, muy diferentes, que exis- ten bajo unas formas aparente y superficialmente parect- das, ¢Se puede explicar de la misma manera el «poder personal» de los césares romanos, de los monareas del siglo xvii y de Napoleén I? ¢Cuél es la diferencia entre la «dictadura» de los jacobinos revolucionarios y la de Napoleon? Los demécraias, sean historiadores, sean po- liticos, no se plantean claramente estos problemas; todo se confunde, para ellos, en la nocién del «poder personal». Ahora bien, cl bonapartismo tiene unos rasgos distin- tivos, que Marx analiza en su libro. a) En primer lugar, supone una crisis revolucionaria abortada, Esta crisis se desarrolla, en general, dentro de las formas de la democracia. En efecto, s6lo dentro de la forma politica de Ja democracia Jas luchas (luchas de clases, Iuchas entre las diferentes fracciones de la clase 0 de las clases dominantes) pueden adquirir toda su am- plitud. La democracia se acerca, pues, con mayor o menor rapidez, a un momento decisivo. O bien se profundiza re- volucionariamente y cl poder pasa a los elementos més avanzados (lo cual supone una transformacién e incluso un cambio de sentido cn la democracia, a saber: que la clase dominante sea reducida a un papel sectndario ¢ in- cluso al silencio, con medios que dependen de la intensi- 1. Desde entonces, Engels (@f, La crisis do ta vivienda) caracteiz6 el sel- nado ‘de Bismarck como una variedad del bonapartismo, Sabldo es que el fas lomo ¥ el hidorsmmo ‘uviron mds de un punto es comdn con ests fendmeno patties, 240 dad de la lucha); 0 bien, al Hegar el momento decisivo, el ala activa de Ia democracia es aplastada. Entonces 1a reaccién politica se impone. Pero esta reaccién se encuen- tra cogida entre contradiccioncs: ha Iegado al poder den tro de la forma democratica. Pero mediante la violencia y por ello desconfia de Ja democracia: «busca un hombres que por su prestigio y su autoridad personales sepa impo- ner al pueblo una politica conservadora que éste no quie- re pero que ha sido incapaz de rechazar. Asi, en febrero de 1848, los republicanos tomaron el poder aprovechando una crisis politica de la monarqufa constitucional. Inmediatamente, los demécratas avanza- dos y el projetariado socialista quisieron desarrollar la de- mocracia politica en un sentido social. Ante la resistencia, cada vez mds encarnizada, de la-burguesfa liberal Uegada | al poder, estos elementos avanzados intentaron una se- gunda revolucién y se dejaron aplastar por sus aliados de la vispera. Los burgueses liberales, inquietos, estorbados por su propia victoria, ham suscitado, 0 permitido, la fuk minante ascensién de Napoleén el pequefio, el «principe- presidente», (Qué cualidad tenia? Su nombre. ¢Cudl era su obra politica? Un folleto demagégico sobre la «extin cién del pauperismo», Meno de promesas vagas, de decla- maciones filantrépicas y ¢socialistas».. 4) En su esfuerzo por conservar.y consolidar el po- der, la reaccién politica reclama, pues, el apoyo de cle. mentos dudosos: militares, ambiciosos, aventureros, de: clasados de todo tipo (comprendidos los elementos surgi dos del Lumpen-proletariado o «protetariado en harapos», como dice Marx, sicmpre dispuesto a venderse para toda | clase de tareas sérdidas y bajas: policia, provocacién, et- eétera). Estos elementos dudosos desbordan répidamente a la clase dominante. Una vez que ésta ha destruido a la par- te viva y animada del organismo democrético, ¢cémo pue- | de resistir? | Esto quiere decir que diferentes. Hay, pues, leyes especificas. Por ejemplo, A andlisis del modo de produccién capitalista muestra que es un erégimen», un modo de produccion «histéricamente determinado de forma especifica», con tna cierta base que corresponde a un nivel determinado de las fuerzas produc- tivas y de sus formas de desarrollo, Es, precisamente, este caracter especifico lo que le convierte en histérico y tram sitorio. Tiene sus leyes especificas, estudiadas en El Capi: zal, Pero estas leyes son las leyes de su devenir, de sus contradicciones especificas. Y son estas contradieciones Jas que le dan sus leyes, por ejemplo, la ley del valor (que abarea el vinculo dialéctico entre el valor de cambio y el valor de uso, con las formas especificas que toma en el 254 varse del desarrollo histérico del capitalismo, desde su periodo comercial hasia su crisis general). Las leyes especificas, en una «csfera» (dominio, perio- do, régimen o «estructuras) determinada no se separan, pues, de las leyes universales del devenit, que son leyes objetivas (en e] sentido profundo del término) de la dia- léctica. Lo relativo no se separa de lo absoluto; el momen- to o el clemento, de la totalidad. Reexaminemes las nociones o categorias fundamenta- les del materialismo histérico y mostremos, con Mars, st vinculo dialéctico. #1 método objetivo, concretamente empleado, empieza por prescindir de ciertos puntos de vista que parecen jus- tificados y objetivos pero gue en realidad son limitados y no llegan a lo esencial. Parcce correcto y objetivo, con- creto y real empezar por el estudio de la poblacién (que es, eféctivamente, el «sujeton de toda In actividad social), Sin embargo, la poblacidn no es mds que una abstraccién, y una abstraccién que no leva hacia lo conereto y lo esencial si se deja de lado las clases de que se compone. ¢Estudiaremos las clases? Pero las clases mismas (note- mos bien estas consideraciones desarrolladas por Marx en su Iniroduceién a ta critica de la economia politica) son abstracciones vacias si se prescinde de las relaciones so- ciales de produccién y de las fuerzas productivas. Para conocer las clases en un modo de produccién determinado hay que analizar, pues, los elementos en que descansan: eh capital, el régimen de salerios, por ejemplo, lo cual su- pone el cambio y el valor de cambio, los precios, la divi- sidn del trabajo y su historia... «Si empezase por ia poblacién seria, pues, una repre- sentacidn cadtica.» El verdadero método objetivo alcanza, a través del anilisis, categorfas o nociones abstractas ale- jadas de lo conereto en apariencia, pero que, en realidad, son las «determinaciones simples» cnvueltas en lo con- creto, La ciencia se encuentra, pues, ante un falso con- ereto, que hay que alejar; ante la abstraccin vacfa, que hay que climinar; y, finalmente, ante la verdadera’ abs- traccién, plona, rita, objetiva. ¥ de abi vuelve metodolégi- amente hacia lo concreto. El investigador que utiliza Ia dialéctica objetiva volveré a lo concreto. Rehard el cami- 255 tio en sentido inverso. Volveré a encontrar la poblacién, pero esta vex no con la representacicn cadtica de un todo sino con una rica totalidad de determinaciones» (subraye- mos cl empleo de la nocién 0 categoria universal de to talidad). Toda vida social (o préctica social) comporta dos ele- mentos o aspectos intimamente ligados, que sélo cl and- isis aisla para mejor determinar su vinculo interno: las relaciones de Ios hombres con la naturaleza, y las rela- ciones de los hombres entre si. Como ya sabemos, Marx Hama fuerzas productivas al primer conjunto de relacio- nes. Al analizarlo, se ve que este poder practico de los hombres que viven naturalmente en sociedad comporta, a su vez, diversos elementos: los datos de la naturaleza (el suelo, la fertilidad natural o ya conquistada por el hombres, los recursos de la flora y de la fauna, etcétera) las técnicas y los instrumentos, su puesta en accién, la organizacién del trabajo y su divisién técnica. El estudio de las fuerzas productivas corresponde, en parte por lo menos, a las ciencias de la naturaleza propiamente dichas (geograffa, fisica y quimica, etcétera). En cuanto a las relaciones de los hombres entre sf, cabe decir que van estrechamente ligadas con las fuerzas productivas: dependen de éstas, estan determinadas por éstas. ¢C6mo separar Ia divisién social del trabajo de su division técnica? Sin embargo, las relaciones sociales de produccién no coinciden con las fuerzas productivas. Si coincidiesen, si se identificasen con ellas, no habria movimiento dialéc- tico. La necesaria correspondencia entre las relacioues de produccién y las fuerzas productivas seria permanente, per- petua, La economia politica estaria regida por leyes no dialécticas: por «armonias econémicas». 0, tambi economia politica estaria al margen de la historia y del devenir, y la historia, suponiendo que se admitiese su rea- lidad, estarfa sobreafiadida desde fuera a la economfa y sus leyes. Hist6ricameate hablando, las relaciones de produccién, que corresponden, por un lado, a las fuerzas productivas ya su diverso grado de desarrollo, tienden, por otro lado, a alejarse, a diferir, a entrar en contradiccién con ellas. 256 | Ast, de 1a divisién técnica del trabajo surge la diferencia de los trabajos materiales ¢ intelectuales, de las funciones de ejecucién préctica y de direccién o administracién, et. |cétera. La diferencia se acentita necesariamente y se con- | vierte en oposicidn, en contradiccién latente, y después en contradiccién profunda y antagonismo. Las clases se for- man en el devenir histérico de las relaciones de produc- cién. Comportan la oposicién de las clases dominantes y de las clases econémicamente explotadas. Y esto en un proceso de prodigiosa complejidad. |_, El modo de produccién esté caracterizado, pues, por la clase dominante en cierto momento ce la historia, en unas. relaciones de produccién determinadas, sobre una base determinada, con un nivel determinado de las fuerzas pro- duetivas. Marx y los marxistas hablaron, pues, del modo de producciéa esclavista, feudal o capitalista (0, también, del erégimen> o de la cestructura»). E] término «modo de produecién» designa el conjunto 0 la fotalidad de estos dos elementos: las fuerzas produc. tivas, las relaciones de produccién, Se trata de una «tota. lidad> dialéctica, porque el andlisis muestra, a la vez, la anidad de los elementos y sus contradicciones, De este modo, la formiacion econémicosocial ex un pro- eso hist6rico, el del desarrollo de Ia sociedad y del hom. bre, de la civilizacién tomada en su totalidad. Las fuerzas productivas son el elemento esencialmente activo, mévil de este desarrollo, el elemento que provoca cambios en las relaciones y en el modo de produccién, en la eestruc- tura social» La ley fundamental descubieria por Marx, fa ley de la correspondencia necesaria entre las relaciones de produc- cidn y las fuerzas productivas debe comprenderse dialéc. ticariente y no légica o metafisicamente. Es decir, el acuerdo necesario se opone a una tendencia perpetua al \desacuerdo; la unidad se restablece en la contradiccién, |después de una lucha, resolviendo a contradiccién. No se trata de una unidad o de una necesidad légicas, sino de tuna unidad y de una necesidad dialécticas. (En los traba. Jos sobre dichos puntos fundamentales, los marxistas cacn |constantemente en esta confusién, de consecuencias te6- ricas y précticas extremadamente graves.) H 251 Volvamos a examinar el citado texto de Marx. Mien- tras las contradicciones entre las relaciones sociales y el modo de produccién permanecen latentes, en estado vir- tual, por asi decirlo, la sociedad permanece dentro de un modo de produccién determinado, Cambia, pero sin que este cambio produzca una discontinuidad, una ruptura, un salto cualitativo. En este marco relativamente estable, las relaciones de produccién se expresan en relaciones de propiedad; y la clase dominante (cuya dominacién viene formulada juridicamente por estas relaciones de propie. dad) produce, en funcién de unas circunstancias histéri cas prodigiosamente complejas, las «superestructuras» ju- ridicas, politicas, religiosas, artisticas, ideolégicas que corresponden a la base sobre la cual se establece su do- minacién. Las superestructuras corresponden, pues, por un lado (y al mismo tiempo) a la base, a las fuerzas pro- ductivas y relaciones de produccién, y a las exigencias de la clase dominante, que quiere establecer, 0 consolidar, o mantener su dominacién. Asi se instauran los «regimeness | politicos, las formas del Estado, las ideologias mas o me- nos vastas y eficaces. ‘Sin embargo, esta inmensa labor que construye sobre Ia «base» unos edificios més 0 menos magnificos no puede detener la historia. Las fuerzas productivas aumentan, in- visible o visiblemente, con los descubrimientos técnicos © cientificos, con los conocimientos (que no forman parte de la superestructura sino que reflejan objetivamente la realidad material, practica y, ademds, contribuyen no a mantener las superestructuras y la base sino a remover| las superestructuras modificando la base). Llega un momento en que la contradiccién entre las re laciones de produccién y las fuerzas productivas, entre las superestructuras y la’ base (que se ha modificado mis ‘© menos) se ahonda, hasta estallar. { fundamentales, las que minan la base de la sociedad exis- tente. Toman ‘conciencia de los problemas que plantea la vida misma (la vida social, la practica social), En todos |los momentos de Ja historia, pero sobre todo en los mo- meatos de crisis (de un régimen, de una «estructura», de ‘un modo de produccién) las formas de conciencia no pue- den comprenderse fuera de las contradicciones de la vida material y de Ios conflictos entre fuerzas productivas y re- laciones de produccién. Se trata de resolver Ios proble- lmas 0, al contrario, de impedir que aparezca y se abra ca- Imino la solucién objetiva, es decir la solucion que Iresiableceria la unidad y la correspondencia necesaria en- tre las fuerzas productivas y las relaciones de produccién. Es decir, la conciencia y las ideas nunca estan inactivas. ‘Al contrario. De modo perpetuo (y perpetuamente mévil), pero sobre todo en los momentos de transformacién, las lideas van précticamente en uno u otro sentido; bien en el sentido indicado por la solucién concreta de los problemas yplanteados, bien en sentido contrario. Bien en el senti- do de Ia historia, es decir, del devenir, de la tendencia lobjetiva, del movimiento que atraviesa las contradiceiones ly tiende hacia la solucion, bien contra la corriente. La crisis sélo estalla cuando se han desarrollado todas lias fuerzas productivas que pueden contener unas deter- Imiradas relaciones de produccién. Ademas, los problemas humanos son planteados por las contradicciones reales y lconcretas. «Por eso —dice Marx— la humanidad sdlo se plantea tos problemas que puede resolver», porque el pro- Jblema sdlo surge cuando aparecen ya las condiciones ob. jetivas de su solucién, Todo problema consiste en una contradiccién objetiva; por eso la solucién ya se esboza Jen él objetivamente (es otro de los sentidos de la objetivi- dad profundizada). Entonces, como dice Marx, las relaciones de produc-| El movimiento de Ia conciencia esté implicado, en- cin, surgidas de las fuerzas productivas materiales como |We-to en el de las fuerzas productivas y de la base pero su forma social, se convierten en trabas suyas. Con este|% 2S SU «excrecencias; refleja objetivamente el devenir cambio de la base Ia superestructura queda transformada, |ialéctico, contribuyendo a ¢l, insertndose en él como A través de las superestructuras, las ideas e ideologfas, |" realidad activa, los hombres reales, vivos, sociales, toman conciencia|, Pero tanto en la superestructura como en la base este —con mayor 0 menor rapidez— de las contradicciones |"evenir es contradictorio. Esto quiere decir que el andli- sis discerniré un doble movimiento en las ideas y en las 258 259 ideologias. En un sentido, ciertas ideas reflejaran mds 0 menos objetivamente los problemas, las soluciones, el de- venir, la realidad movil. De este modo, tenderén —direc- tamente o no— a restablecer la coherencia y el acuerdo entre la base y la superestructura y dentro de ta base misma. Otras ideas, en cambio, irén en un sentido con- trario: agravarén los desacuerdos y las contradicciones, Jos disimularén, ocultarén 1a realidad, consolidarén con mixtificaciones mas 0 menos conscientes y vastas las su- perestructuras, las instituciones y las ideologias de clase. Serdn también «reflejos», pero mutilados, disfrazados res- pecto a la realidad objetiva (practica, social y natural); serdn reflejos de la clase dominante o declinante, de sus aspiraciones, de sus ilusiones de clase. EI método dialéctico reconoce el papel fundamental de las contradicciones en toda su realidad cambiante y viva; el pensamiento, armado con este conocimiento, s¢ dedica metédicamente a descubrir las contradicciones reales en vez de decretar por adelantado que toda contradiccién es jlusion o absurdidad. Se dedica, pues, metédicamente a determinar las relaciones de todos los elementos y aspec- tos de la realidad, en ver de concebirlos separadamente. Al aislar los seres, al considerarlos separados los unos de los otros, es evidente que sus Iuchas y contradicciones re- sultan incomprensibles, porque toda lucha es una relacién y, segtin la dialéctica, las relaciones més profundas y mas jatimas son conflictos 0 entrafian un conflicto. Finalmente, el método dialéctico se csfuerza por captar el movimiento de todas las cosas a partir de Ia raiz de este movimiento y en su tendencia profunda, ‘Aclararemos estas ideas con ayuda de algunos ejem- plos sencillos (ya utilizados mas arriba): el continente y el mar, el rio y el valle no pueden concebirse cl uno sin el otro, el uno al margen del otro; su lucha incesante de- termina el trazado de la costa o de las orillas; esta lucha fisica —el uno royendo, el otro resistiendo— es esencial para la realidad y, por consiguiente, en la comprensién de la realidad. Es una relacién profunda, interna, sin la cual no se puede comprender nada. Lo mismo cabe decir del hombre y la mujer, del proletariado y la burguesia, etcé- tera, La dificultad es que, a primera vista, parece dificil 260 | admitir que el conflicto (la contradiccién) comporte una unidad. Sin embargo, no hay rio sin valle, no hay valle sin rio, etcétera. Hay que sefialar y hacer hincapié que, en su lucha, los seres en conflicto no tienen fronteras absolu- tas, demarcaciones claramente delimitadas, Lo misma ocu- rre con la vida y la muerte, elementos contradictorios su- premos, siempre en lucha encarnizada, pero siempre en transicién 1a una a la otra, sin demarcacién absoluta. Es imposible vivir sin matar a otros seres vivos; y cada ser vivo se encamina hacia su muerte y mucre un poce a cada instante por el solo hecho de cambiar y envejecer. La dialéctica puede empezar, pues, por comprobar er piricamente las contradicciones como hechos; pero debe Megar en seguida a la esencia profunda ocultada por los hechos. Ast eleva esta comprobacién al nivel de un mé todo racional mas flexible, m4s amplio que los antiguos métodos cientificos. Es notable que Marx, en el preciso momento en que volvia a encontrar explicitamente la dialéctica y determi naba (en sts grandes Mineas) su relacién con el materialis- mo histérico anteriormente descubierto, entreviese su ap! cacién a todas las realidades. Sobre estos importantes puntos, he aqu{ un texto poco conocido de dicha época, en e) que Marx resume de modo condensado y profundo sus descubrimientos: «Produccién, medios de produccién y relaciones de produccién. Formas de Estado y de propiedad en su re- lacién con las relaciones de produccién y de distribucién. Relaciones juridicas. Relaciones familiares. Nota bene. En lo que se refiere a los puntos que se deben mencionar aqui y que no deben omitirse: J. La guerra se desarrolla antes que ta paz (habria que exponer): cémo por la guerra y en los ejércitos, etcé- tera, ciertas relaciones econdmicas —el trabajo asalariado, Ia maquinaria, etcétera— se han desarrollado antes que dentro de la sociedad burguesa. Del mismo modo, la re- lacion entre 1a productividad y los medios de comunica cidn es particularmente visible en el ejército. 2. Relacidn de la historia idealista hasta nuestros dias con la historia realista, Especialmente la pretendida histo- 261 ria de ta civiligacién, la vieja historia de la religién y de los Estados. ; De paso se puede decir algo de las diferentes maneras como se ha escrito la historia hasta ahora. Manera pre- tendidamente objetiva. Subjetiva (Moral o de otro tipo). Filosdfica, 3. Hechos secundarios y terciarios - En general, re- laciones de producciin derivadas, transmitidas, no primi tivas. Aqui entran en juego las relaciones internacionales (a tratar). ot 4. Sobre el materialismo de esta concepcidn. cidn con el materialism naturalista, 5. Dialéctica de los conceptos. - Fuerza productiva (medios de produccién) y retaciones de produccién; dia léctica, cuyos limites se han de determinar y que no su- distincion real. ed 4 relacién desigual entre el desarralio de ta prow duccién material x, por ejemplo, la produccidn artistica. En general, el concepto del progreso no debe concebirse con ta atstraccién habitual. En el arte, etcétera, esta des- proporcidn todavia no es tan importante ni tan dificil de captar como en las relaciones practicas sociales, por ejem- plo ta relacién de ta cultura de los Estados Unidos con ta de Europa. El punto propiamente dificil que debe discutir- se aqui es el de saber cémo las relaciones de produccién, en tanto que relaciones juridicas tienen un desarrollo de- sigual (?). Por ejemplo, ta relacién det derecho romano privado (es menos cierto en el derecho penal y en el de- recho ptiblico) con la produccién romana. 7. Esta concepcién aparece como un desarrollo nece- sario, Pero justificacién del azar. Varia. (La libertad y otra cosa todavia.) (Influencia de los medios de comunicacién.) La historia universal no siempre aparece, propiamente ha- blando, en la historia como resultado de ta historia uni- vet punto de partida (debe tomarse) naturalmente - Rela. 1, Avec co por sept gue coy tog tn ad 0 ins Tova, Grovlna) a wulgaat al forma, al volver cata a a Fimo icy List de ax. Colin Cack’ba vtlado ‘aroliments Ta astocien Fecha at or Mare y que adgulere on Bl Coplal ‘un satdo precio Gor we Bie proces 262 Sg en la determinacion natural : razas, etcétera... En el arte se sabe que hay determinados pertodos de Hlorecimienta que no tienen relacion alguna con el desa- rollo general de ta sociedad ni, por consiguiente, con Ia base material, 1a osamenta, por asi decirlo, de la organiza. cin social. Por ejemplo, los griegos comparados con los modernos 0 con Shakespeare. - En lo que se reficre a cier. tas formas de arte, la epopeya por ejemplo, se admite que no se pueden producir en st forma cldsica, que marca una época en el mundo, cuando aparece la produccién artisti- a como tal; es decir, que en el dominio del arte, ciertas manifestaciones importantes sdlo son posibles en un gra. do inferior del desarrollo del arte, - Si esto es cierto de la relacién entre las diferentes formas de arte en el do. minio del arte en si, es menos sorprendente que ocurra Jo mismo en la relacién del dominio total del arte con el desarrollo general de la sociedad, - La dificultad consiste Unicamente en expresar en general estas contradicciones. Cuando se especifican, se explican. Tomemos, por ejemplo, {a relacién del arte griego y después del arte shakespe. riano con el presente. Sabido es que la mitologia gricea no sélo era el arsenal del arte griego sino también su te- rreno. La concepcidn de la naturaleza y de los bienes so- ciales, que estd en el fondo de ta imaginacién griega y, por consiguiente, del (arte) griego, ges posible con las magui- nas automdticas, con los ferrocarriles, con las locomotoras ¥ con el telégrafo eléctrico? ¢Qué es Vulcano al lado de Roberts y Cia, Jupiter al lado del pararrayos y Hermes frente al Crédito Mobitiario? Toda mitologia domefa, do. mina y moldea las fuerzas de la naturaleza en Ia imagina. cidn y por ta imaginacin; por ello desaparece cuando es tas fuerzas son realmente dominadas. - ¢Qué es Fama al lado de Printing House Square? El arte griego supone la mitologia griega, es decir, la naturaleza y la forma de la sociedad ya moldeadas de modo inconscientemente artis- tico por ta fantasia popular. Estos son sus materiales. No una mitologia cualquiera, ni cualquier elaboracién incons. cientemente artistica de la naturaleza. (Esto comprende todo lo que es objeto y, por consiguienie, también la so- ciedad.) La mitologia egipcia no podia ser el terreno o el subjetivo y objetivo, tribus, 263, seno materno del arte griego. Pero, en todo caso (se necesi- taba) una mitologia. Por consiguiente, el arte griego no podia, en ningun caso, nacer en un desarrollo social que ‘excluyese toda relacién mitolégica con la naturateza, toda relacién productora de mitologia con ella, que exigiese al artista una imaginacién independiente de la mitologia Por otro lado: ges posible Aquiles con la pdlvora y el plomo? O, en general, ces posible “La Iiada" con ta prensa y la mdquina de imprimir? ¢No desaparecen nece- sariamente los carttos, las leyendas 9 la musa con la tipo- grafia? No desaparecen las condiciones necesarias de la poesia épica? Pero ta dificultad no consiste en comprender que el arte griego y la epopeya estdn ligados a ciertas formas de desarrotio social. - La dificultad consiste (en comprender) que puedan darnos todavia satisfacciones estéticas y que, en cierto sentido, se les considere todavia como una nor- ma y un modelo inaccesibles. Un hombre no puede convertirse en nifio sin caer en la infancia. - Pero, eno goza con la ingenuidad del nifio y no debe aspirar él mismo a un nivel superior, a reprodi cir su verdad? En la naturateza infantil, del capitalista se identifica con su sed de nuevos beneficios. Habria mucho que decir sobre Ia tendencia de los economistas a idealizar el beneficio, | bautizdndolo con nombres morales (como «abstinencias). La parte de capital que el capitalista puede consumir y | la que puede invertir son determinadas ademés por facto | res independientes de su voluntad: la situacién de su ne- | gocio y de los negocios cn general, cl estado del mercado, | | { eteétera. Finalmente, cabe decir que la abstinencia no crea nada, Harpagon también se «abstenia» y no «consu- mia» su capital. @Proviene quiz4 el beneficio de la posesién de maqui- nas y utillaje por el capitalista? En cierto sentido ¢s ver- dad. El capitalista s6lo realiza un beneficio vendiendo mercancias producidas por medio de un utillaje que po- see, en el que ha invertido sus capitales y que usa en el curso de la produccién. Pero, gen qué sentido el utillaje in- terviene en esta produccién? Por si mismas, las maquinas son inertes; no son mas que el producto de un trabajo pa- sado. Para emplearlas se requiere un trabajo vivo. ¢¥ no producen un beneficio precisamente porque permiten em- plear este trabajo vivo? Marx establecié minuciosamente que sdlo cl desgaste de Ia méquina pasa, con una equiva. Iencia rigurosa, al valor del producto. (En términos capita listas: la amortizacién figura en los gastos de produccién), m2 2p La utilizacién de la maquina no tiene, pues, el poder mé- gico de crear valor y beneficio. EI enigma sigue planteado. Este es, segdin Marx, el «misterio social» que se oculta tras las apariencias sim- ples y armoniosas de la vida econémica. Para explicar el beneficio, la superproduccién, las crisis, hay que traspasar el velo de las apariencias, Hegar hasta la esencia del capi- talismo, desyclar sus secretos, poner de relieve sus contra- dicciones y sus complejas y profundas leyes. El método dialéctico es, pues, indispensable para conocer el capita- lismo. En efecto, para explicar estos hechos es suficiente y necesario que los intercambios de equivalencias oculten y disimulen intercambios no cquivalentes; que haya cosas iguales cn un sentido o bajo un aspecto, pero desiguales en todo Jo demas. Sélo el método dialéctico puede admitir y descubrir estas contradicciones en la realidad econémi- ta, histérica, social. Pero, volvamos a lo dicho anteriormente. El valor de uma mereancfa se determina objetivamente por la canti- dad de trabajo social medio que representa. Simplificando al extremo: si un primer zapatero necesita 10 horas para confeccionar un par de zapatos y si un segundo zapatero necesita 20 horas, el par valdré 15 horas de trabajo social medio; el dinero —cuyo valor también estA determinado por su coste de prodecién, cs decir, por la cantidad de trabajo social medio necesario para extraerlo, transportarlo y acu- harlo— es el equivalente general de todas las mercancias. Dicho en otros términos: el intercambio mas simple nos muestra una igualacién de dos realidades desiguales en si mismas, Los trabajos de los dos zapateros, y mas to- davia los de Ios albaiiiles, de los carpinteros, etcétera, son cualitativamente desiguales. Para que los productos ‘puc- dan intercambiarse es suficiente y necesario que los diver- ‘sos objetos, resultados materiales de los trabajos diferen- ciados, resulten equivalentes en cierto aspecto. Este aspec- to, necesariamente cuantitativo, que se abstrae y se separa de los productos en el intercambio, no es otro que el tiempo de trabajo, En este aspecto, los productos resultan comparables, conmensurables. Bajo la presién de la con- currencia se opera una confrontacién en el intercambio, es decir, un ajuste de los tiempos de trabajo exigidos por 273, los innumerables productos. La utilidad, la rareza, los deseos psicoldgicos de los consumidores, la oferta y la demanda tienen cierta eficacia; pero acttian sobre los pre- cios, no sobre los valores. Esta operacién no tiene nada de excepcional. En la nu- meracién mas simple ya se abstrae de los objetos un as- pecto cuantitativo que permite compararlos. Al enumerar: «dos piedras, dos corderos, dos aldeas», se aplica, median- te una abstraccién legitima, el mismo nombre de nimero a realidades muy diversas. Ahora bien, entre la abstraccin «mercancia> y la abstraccién «itimero» existe una dife- rencia muy profunda. Esta ultima se efectiia consciente e intencionadamente por los que aprenden a contar 0 saben ya hacerlo. En cambio, la abstraccién «mercancta, valor de cambio» se efectita sin el control de la conciencia clara de los interesados, al margen dc su voluntad, y, por con- siguiente, como un proceso natural y objetivo; se efectia en él mercado, bajo la presién de la concurrencia, es de- cir, bajo el poder de fuerzas sociales extrafias a la con ciencia y a la voluntad de los individuos. Desde que terminé el comunismo primitive y la comu- nidad patriarcal —con los progresos de la técnica, de la productividad del trabajo y de su divisién— los individuos se han visto obligados a : un equilibrio automatico tendia a establecerse en la produccién y cl intercambio, puesto que la produc~ cién y el intercambio tendian hacia una especie de armo- nia cuantitativa La economia vulgar (burguesa) vio este aspecto, pero sélo éste. Ahora bien, el capitalismo tiene otro aspecto. También él es, como el intercambio simple de mercancfas, pero en un grado superior, intercambia de no equivalen- tes. En él se manifiestan, pues, fuerzas de desproporcién y de ruptura. No s6lo es armonia o equilibrio. Contiene un conflicto interno entre fuerzas que tienden al equilibri y fuerzas que tienden al desequilibrio. Bajo el punto de 219 vista filoséfico, entra en la alienacién humana, Bajo el punto de vista econdmico, el proletariado (humillado y reducido al pape! de clase explotada y privada de los me dios de producciéa) es incapaz de comprar y consumir la masa de lo que produce. De ahi la tendencia a la super- produccién, tendencia perpetua, pero que debe manifes tarse en el tiempo bajo la forma de rupturas momenténeas del equilibrio entre la produccién y el consumo. La contradiccién fundamental no se presenta entre la produccién y el consumo (que existe pero es secundaria y derivada) sino entre el cardcter socialmente productivo del trabajo y la apropiacién privada de los productos del tra- bajo (el caracter individual y privado de la propiedad c pitalista de ios medios de produccién). De esta contradic- cin esencial, primera en la historia y en la teoria, sur- gen una serie de conflictos que Marx analiza detalladamen- te: son conflictos econdmicos (entre la produccién y el consumo), sociales (entre clases, entre el proletariado y la burguesfa) y politicos (constitucién de un aparato de Es- tado y lucha de clases para apoderarse del Estado), Las crisis periédicas manifiestan el conflicto interno en- tre las fuerzas de equilibrio y las de ruptura, El ciclo eco- némico manifiesta una superproduccién al principio Iaten- te, pero que termina por estallar; la crisis, las mercancias invendidas, la destruccién de los stocks y de una parte del utillaje, el paro forzoso, etcétera, son ios rasgos cono- cidos de las clasicas crisis ciclicas. La crisis, al disminuir la produccién, la retrotrae al nivel exigido por las po: bilidades del consumo. Se inicia entonces un perfodo «nor mal» de equilibrio, de animacién econémica y de prospe- ridad, que dura algunos afios, hasta que vuelven a estallar la crisis y la depresi6n, etcétera. En otras palabras: fa ten- dencia interna del capitalismo al equilibrio sélo se mani- fiesta en y a través de ta crisis. Ella es la que restablece este cquilibrio. Lo que parece «anormals es, en realidad, necesario, indispensable para to «normals. E] momento de la animacién econémica es, en realidad, el momento en gue las fuerzas de desequilibrio y de ruptura empiezan a actuar en profundidad. El momento de la crisis ciclica es aquel en que se resuelve la contradiccién y en el que las fuerzas de equilibrio se imponen, momenténeamente, so- 280 bre el desequilibrio, momentineo a su vez. Esta es Ia acci- dentada dialéctica del capitalismo, revelada y disimulada a la vez por estos hechos superficiales, las apariencias. Este andlisis, abstracto todavia, de las contradicciones y de las crisis permite penetrar més profundamente en la esencia de los fenémenos. El capitalismo no produce para satisfa- cer las necesidades humanas sino para obtener un bene- ficio. El capitalismo produce por producir. Los capitales se invierten y se acumulan de preferencia en Ia esfera de la produccin de los medios de produccién (sector I, en la terminologia de Marx). Es Jo que se lama industria pesa- da: la gran industria; su creacién, ha marcado el creci- miento del capitalismo, ba animado y anima todavia la coyuntura, Su predominio ha provocado y provoca, en el capitalismo, la tendencia a la superproduccién y a la crisis. Tiene, con mucho, la més alta composicién orgénica del capital. En ella se realiza con mayor rapidez la concentra. cién prevista por Marx (la formacién de los monopolios), El sector II (produccién de los bienes de consumo) le esta subordinado. Para que no haya crisis, es preciso que los dos sectores mantengan unas proporciones que Marx ha de- terminado, Pero esto exige un plan. Al no existir el plan, la desproporcién —la crisis— es inevitable. Capitulo 1 SENTENCIA DE MUERTE. \ CONTRA EL CAPITALISMO Podrfa ocurrir, pues, que las fuerzas de equilibrio res- tableciesen regularmente, a travds de las crisis, la estabi- lidad interna del sistema y las proporciones entre los sec- tores I'y II, asi como la «adaptacién» de la produccién 1 «poder de compra». En el punto a que hemos Hlegado en nuestro andlisis, podria ocurrir que este restablecimien- to automdtico, ajeno a la voluntad y a la accién de los hombres y de los Estados, fuese la Jey suprema, la ley «na- tural» y “«econémica» del capitalismo. En este caso, la economfa marxista no diferirfa esencialmente de la eco- nom(a clisica o vulgar (burguesa). Aportaria una contribu- cién importante a la teoria de las crisis ciclicas, pero no significaria sentencia alguna de muerte contra e] capitalis- mo. Este sistema escaparia a la gran Icy dialéctica que afirma que toda realidad aparecida en el tiempo (es decir, toda realidad), después de haberse desarrollado y de haber madurado a través de sus contradicciones, movida por ellas, debe desaparecer para dejar el Iugar a otra cosa. Pero la parte de El Capital que acabamos de resumir brevemente no agota la obra de Marx. Marx afiade a la teoria de las crisis ciclicas una teoria m4s profunda, me- nos conocida todavia: la de la crisis general del sistema. Vamos a esbozarla rapidamente. Empezaremos dando al- gunas definiciones. Marx llama cuota de explotacién a la relacién pv/v en- tre la plusvalia y el salario. Si un obrero hace 6 horas de trabajo (social) y su mantenimiento se cubre en 3 horas 283 (de trabajo social medio), 1a cuota de explotacién es del 100%. Llama cuota de ganancia a la relacién-py/c + v (en la que ¢ designa al capital constante). La cuota de ganancia difiere de la cuota de explotacién porque tiene en cuenta Ia composicién orginica del capital, la amortizacién de! uti- ie. Es evidente que estas expresiones sélo adquieren su pleno sentido a escaia de toda la sociedad, cuando v de- signa la suma de los salarios pagados a la clase obrera, pv la plusvalia global de la clase capitalista y ¢ el conjunto del capital social invertido en la industria, Pero también ienen sentido en lo que se refiere a cada empresa, a cada empresario, a cada asalariado. Permiten, de este modo, determinar la reiacién entre los capitales y los salarios in- dividuales, por un lado, y por otro la totalidad de la so- ciedad capitalista —con las clases— y el futuro de esta sociedad. En primer luger, Marx establece que la cuota de ganan- cia fiende hacia un promedio en cada momento de Ia so- ciedad capitalista. Asi como la sociedad comercial simple ola sociedad manufacturera que ya utilizaba un utillaje ha- cian surgir sin la voluntad ni la conciencia del hombre ciertos promedios sociales —los valores de cambio—, la sociedad industrial y el capitalismo desarrollado hacen sur- gir la cuota media de ganancia. Por esto, a escala del ca- pitalista individual y de la empresa considerada aislada- mente, la ganancia no depende, en apariencia, del trabajo puesto en movimiento y de la cuota de explotacién. Esta ganancia depende de la suma global invertida en el nego- cio, ei utillaje y los «avances» de salarios. Dos empresas, con un capital global de mil millones, una de las cuales exige 900 millones de inversion en utillaje y la otra sélo 600 millones (el resto de los capitales se invierte en los salatios) darén aproximadamente la misma ganancia, por ejemplo 100 millones, si la cuota media de ganancia es en aguel momento del 10 %. gCémo procede en la prdctica el capitalista? Calcula sus egastes de producciéns, incluyendo en ellos la amorti- zacién y el interés del capital invertido, la suma «adelan- tada» en salarios y afiade aproximadamente la cuota me- 284 dia de ganancia, Naturalmente, intenta vender su producto por encima de esta suina y realizar un «superbeneficiow. Se niega a vender por debajo de ella; y s a hacerlo, considera que vende con pérdidas. Rehace por cuenta propia y con palabras diferentes, empiricemente, la suma que Marx analiza en términos cientificos, con los nombres de «capital constante», «capital variable», «plus- vaifa> y cuota media de ganancia. En otras palabras: la cuota de ganancia resulta ser in- dependiente de la composicién organica del capital. Esto exige que nunca, 0 casi nunca, coincida el precio de una mercaneia con su valor, Los raros economistas no marxis- tas gue han estudiado hasta este importante punto la obra de Marx Ie han reprochado una contradiccién. Su teorfa se- ria contradictoria, es decir, absurd (objecién formulada, especialmente, por Gide y Rist en su Histoire des Doctrines économiques, p. 547). Pretenden que Marx fundamenté el valor en el trabajo y acto seguido admitié que las leyes del valor jamés fun- cionan. Estos economistas no vieron que dicha contradic- cin reside en el mismo capitalisino, y que la teorla de Mars, Iejos de ser incoherente, da cuenta, del modo mids coherente, de las contradicciones del régimen. El valor de- termina el precio, y el precio casi nunca coincide con el valor, como ya hemos sefialado. El sistema supone el i tercambio de equivalentes, pero nunca, o casi nunca, se in- tercambian equivalentes, Autométicamente, la plusvalia global producida ‘por la explotacién del conjunto del proletariado (del proletariado como clase) se distribuye para cl conjunto del capitalismo (de la burguesfa como clase) bajo la forma de la ganancia media, La concurrencia de los capitales (que se dirigen hacia aquellas ramas de Ia produccién en que la inversién es mas facil y més inmediatamente rentable y, con ello, hacen tender automdticamente la cuota de ganancia hacia el promedio social) realiza el «ajuste» de las ganancias en un momento dado. La oferta y Ia demanda de capitales s6lo explican, por lo demas, la distribucién de Ia plusvalia, no Ia plusvalia en si. «Si las mereancias se venden segtin sus valores, resul- tan unas cotas de ganancia muy diferentes en las diversas 285 se ve obligado” esferas de la produccién, segin Ia composicién orgénica de los capitales invertidos. Pero el capital se aleja de las esferas con cuota de ganancia débil, para dirigirse hacia las que tienen una cuota de ganancia més elevada. Por medio de su emigracién y de su inmigracién incesantes, en una palabra, por su distribucién entre las diferentes esfe- ras de la produccién segtn el alza o el descenso de las cuotas de ganancia, el capital establece una proporcién tal entre la oferta y la demanda que Ia ganancia media resulta la misma en las diferentes esferas de la produccién, y los valores se convierten en precios de produccidny. (El Capi- tal, t. TH, IL, p. 93. La economia capitalista contiene, pues, dos elementos reguladores. En primer lugar, en la circulacién de las mer- cancias, cada producto: reemplaza en seguida o es reem- plazado en seguida por un producto «eguivalentes; el con- junto forma, pues, una especie de gigantesca ronda, en la que cada punto cambia constantemente pero cuya forma permancce estable o tiende a aumentar regularmente, A continuacién, la circulacién de los capitales tiende a igualar las cuotas de ganancia y a formar una cuota media de ganancia, que surge estadisticamente, globalmente, del conjunto de las ganancias capitalistas. De este modo, cada capitalista puede ajustar aproximadamente sus pretensio- nes al estado del mercado, durante el periodo llamado «normals; puede determinar su precio de produccién y su parte «egituma» o regular de la plusvalia global. Sin que cl capitalismo individual conozca las leyes del capitalismo, consigue insertar de modo aproximado —sobre todo cuan- do los azares del mercado le favorecen— su empresa cn el conjunto, Puede constituir una contabilidad individual, mientras el conjunto funciona de modo aproximado: las ganancias son proporcionalcs a los capitales invertidos. Pero el reguiader, la «cuota media de gananciae, surgida de la concurrencia de los capitales y de la igualacién de las cuotas de ganancia, no se corresponde con el regulador «intercambio de equivalentes». Si las mercancias se inter- cambiasen segin su valor, si el capitalismo consistiese en intercambios de equivalentes, no se formarian unas cuotas medias de ganancia. La sociedad capitalista permaneceria, pues, dividida en ramas de produccidn separadas, cosa in- 286 concebible, La ley del valor, tomada aisladamente, sélo funciona en un periodo histérico determinado: el del ca- pitalismo comercial. Cuando unas ramas de produccién in- dustrial de composicién orgénica diferente entran en rela- cidn, cuando Ia sociedad capitalista forma un todo, la ley del valor —sin desaparecer— es, por asi decirlo, encubierta, disimulada y, en cicrto sentido, obstaculizada por Ia for macién de la cuota media de ganancia. El edificio no pue- de ser armonioso y estable. Las crisis periédicas lo purgan de sus excesos (en superproduccién), le sirven de remedio y lo sanean momentancamente, no sin dolores; pero a tra- vés de estos restableciiientos momentaneos debe manifes- tarse poco a poco un desequilibrio mas profundo y mas grave: una enfermedad crénica, incurable. Consideremos la férmula py c+y Para que la cuota media de gananeia ¢ aumente, es ne- cesario y suficiente que el numerador’ de esta fraccién aumente, o que el denominador disminuya. Ahora bien, el capitalista individual esta obligado —bajo la presién de la concurrencia o de las reivindicaciones obre- ras— a mejorar su utillaje. En la carrera general en pos del beneficio no puede gozar de un largo reposo. Es im- posible dejar a los compctidores Ia ventaja del progreso téenico. Si los obreros se niegan a dejarse explotar con mayor intensidad, la respuesta es una transformacién de la maguinaria que acelera el trabajo y acrece su produc- tividad, pero disminuye relativamente ia mano de obra em- pleada, etcétera. Los esfuerzos del capitalista individual dan como resultado, a cscala social, un aumento del fac- tor c, que se encuentra en el denominador de la fraccién. Ademés, c atsmenta en relacién con v. Si los capitalistas individuales intentan hacer bajar el factor v (salarios), aumentan momenténeamicnle sus ganan- cigs individuales, pero a escala social agravan la superpro- duccién porque la suma v de los salarios disminuye en rela- cién con el conjunto de los valores producidos. Ademés, 287 suscitan también el movimiento reivindicativo y revolucio- nario de la clase obrera mediante la pauperizacién (relati- va y absoluta). Si intentan aumentar el factor py (intensificando el tra- bajo, incrementando el niimero de horas, eteétera), chocan también con la resistencia de los obreros: suscitan su con- ciencia y su accidn de clase. Esta formula contiene la sentencia de muerte del capi. talismo, al tiempo que fundamenta objetivamente la rea- fidad de las clases y de su lucha. Indica, principalmente, una tendencia a ta baja de la cuota media de ganancia que significa su desaparicién in- evitable y necesaria por el solo hecho de que el utillaje pro- gresa y el factor c aumenta cn valor relativo y absoluto en la fraccion. 7 Naturalmente, esta agonia y esta muerte del capitalis- mo, inevitables y necesarias, no estén determinadas me- cAnicamente. La {6rmula marxista permite prever la des- aparicién del capitalismo, pero no fecharla de modo con- creto diciendo: «Tal dia, a tal hora, cl capitalismo se hun- diras, La ley indica solamente una tendencia histérica. La ley especificamente econdmica en apariencia es, en realidad, una ley dialéctica ligada a las leyes universales del deve- ir; muestra que las contradicciones internas del capita- lismo lo empujan hacia su final en el curso de una historia compleja. Conforme a lo que sabemos del marxismo —doc- trina y método— Ia ley no se aisla ni designa hechos ais- lables, Lo econémico no se separa de Jo histérico, de jo politico, ni tampoco de la vida practica de los hombres, ni de las leyes universales del devenir. El capitalismo ha conseguido, hasta cierto punto, pa- liar el efecto de su icy interna; por ejemplo, abriendo cons- tantemente, por fa fuerza, nuevos mercados, Al aumentar la masa general de las ganancias, el efecto de la baja ten- dencial y relativa de la ganancia se enmascara. Es una de las razones profundas de a lucha cada vez més encarni- zada que libran entre si los capitalistas por los mercados, es decir, una de las razones profundas del imperialismo, fenémeno politico esencial del mundo moderno. Sin embargo, la ley acttia en profundidad, Las conver- 288 saciones y las publicaciones de los capitalistas estan Nenas de variaciones sobre el mismo tema: «Antes los negocios eran mis faciles; rendfan més, los dividendos altos no eran tan raros como hoy, etcéiera. En su manera ciega e ignorante de registrar los efectos de una ley decisiva. Por otro Iado, la ley sélo produce efectos si el capit lismo choca con la resistencia de Ja clase obrera (pues sin esta resistencia el factor pv compensa con su aumento la tendencia proveniente del crecimiento del factor c), La f6rmula tiene, pues, incidencias complejas de orden histérico y préctico. Significa, por un lado, una lucha de clases cada vez mds encarnizada entre el capitalismo y las clases oprimidas. La decadencia del capitalismo no ‘esta | marcada por «una» contradiccién sino por un complejo con- | junto de contradicciones. Se dirige hacia su muerte y su re- emplazamiento por wna estructura social coherente, a través de wna crisis general y de numerosas contradiccioncs cam- biantes, que acttian las unas sobre las otras. Pues las fuer- was productivas ya exigen otras relaciones de produccién (dentro de otras superestructuras), La «base» ya se transfor- ma, Las relaciones capitalistas de produccién y la accién de la clase burguesa ya traban las fuerzas productivas. Es facil comprobar cémo el método dialéctico y la so ciologfa de Marx permiten hacer previsiones, lo cual con- firma su caracter objetivo y cicntifico. Quién puede decir que el mundo moderno no responde a los andlisis de El Capital? Estos andlisis determinan las grandes Iineas, los marcos generales dentro de los que se mueven las fuerzas (on relacién y se ejerce la accién conjugada de las masas (clases) y de los individuos. «Cuando et proceso de transformacion ha descompues- to suficientemente, en el fondo y en ta forma, la vieja so- ciedad; cuando los obreros se han convertido ert proletarios y sus condiciones de trabajo en capital; cuando el modo de produccidn capitalista se basta a st mismo, la socializa- cidn progresiva del trabajo y la transformacidn correlativa de ta tierra y de los demds medios de produccién (porque son explotados socialmente) y, por consiguiente, la expro- piacidn de los propietarios privados revisten una forma nueva, 289 El expropiado ya no es el obrero que trabaja para st mismo, sino el capitalista que explota a los trabajadores. Esta expropiacion se efectia mediante el juego de las leyes internas de la misma produccién capitalista: mediante fa centralizacién de los capitales. Cada capitalista mata a muchos otros. Junto con esta centratizacién, se desarrollan en una escala cada vez mayor la forma cooperativa del proceso de trabajo, fa aplicacion razonada de la ciencia a ta técnica, la explotacion sistemd- tica del sucio, ta transformacién de los medios particulares de trabajo en medios que sdlo se pueden utilizar en comtin, Ia entrada de todos los pueblos en la red del mercado mun- dial y, por consiguiente, el cardcter internacional del ré- gimen capitalista. A medida que disminuye el ndmero de los grandes ca- pitalistas que acaparan y monopolizan tas ventajas de este proceso, se ve aumentar la miseria, la opresién, 1a esclavi- tud, 1a degradacion, la explotacién; pero también aumenta la rebelidn de Ia clase obrera, una clase que crece sin ce- sar y se encuentra disciplinada, unida, organizada por el mecanismo del proceso de produccién capitalista. El monopolio de! capital se convierte en una traba para el modo de produccién que se ta desarrottado con él y por él. La centraligacion de los medios de produccién y ta Socializacién del trabajo Megan a un punto en que no se adaptan ya al envoltorio capitatista y lo hacen estallar. Suena entonces la tiltima hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados...» Es también la hora en que el proceso natural de la his- toria y de la economia se ve reemplazado por una organi zacién racional —por un plan— basada cn el conocimiento del proceso natural, de su movimiento, de sus contradic. ciones. Es, finalmente, el momento en que se tiende a superar la alienacién del hombre, por la cual se ha librado a sus propios productos sociales, que funcionan autométicamen- te al margen de su pensamiento y de su control. Las leyes objetivamente dialécticas de la historia y de la economia, ciegas hasta entonces, son finalmente conocidas y amino radas. La necesidad es reemplazada por la libertad. 290 EL andlisis de Marx va de lo abstracto (fundamentado, objetivo, dialéctico) a Io conereto, El Capital formula Ine leyes generales del capitalismo de la libre concurrencia Permite, de este modo, estudiar las modalidades concretas de este capitalismo en tal o cual pais y, también, las trans. formaciones histéricas del capitalismo a escala mundial. La obra de Marx no es todavia mas que una introduccién, Capitulo I DIALECTICA Y SOCIOLOGIA CIENTIFICA. LA ACCION POLITICA. EL ESTADO El capitalismo tiene, pues, leyes y puede ser objeto de juna_ciencia. Si estas leyes fuesen Ieyes «econémicas» de eguilibrio, si dispusiese de un automatismo regulador, ten- deria la estabilidad. Sabemos que no es asi y que estas eyes son leyes dialécticas histéricas. En Ia hipétesis de un aparato esponténeo y de un auto- matismo interno de regulacién, el Estado séio tendrfa un ipapel negativo: apartaria a las iniciativas perturbadoras de leste orden «inmanente» del capitalismo. Asi es como la burguesfa concibié y construyé en su bette époque su Estado democratico y liveral. Sin conocer las verdaderas léyes internas del «régimen» y de la «estruc- Itura> que constitufa en beneficio suyo, concebia unas leyes moniosas, inmutables, eternas. Su Estado debia limitar- Se a «supervisar» el funcionamiento de estas leyes. Desgraciadamente, este Estado fue en seguida algo muy ltistinto, y lo ha sido cada vez més. El liberalismo mas 0 lmenos sincero no fue, entonces, mas que la apariencia ideoldgica de un Estado de clase. Este Estado de clase era inevitable, segiin el andlisis y las previsiones de Marx: era preciso restablecer sin cesar con medios represivos y violentos en beneficio de los capi. {alistas un corden» constantemente amenazado por fucrzas lde perturbacidn y de «desordens, Era preciso detener, por todos los medios, un movimiento que tendia a la transfor- Imacién del capitalismo, hacia su conversién en otra estruc- tura social, y detenerlo en beneficio de la clase capitalista. Las fuerzas productivas tendian (por la «superproduccién> 293, misma y a través de las crisis) a desbordar Ja estructura capitalista: habia que detener el devenir. ‘La clase dominante responde necesariamente a las ini ciativas revolucionarias con una actividad politica, con una represién que necesita el aparato del Estado. Las exigen- Gas administrativas se mezclan con las necesidades poli ficas en la constitucion de este aparato que [a burguesia segrega literalmente, segin sus necesidades. El andlisis de la base econémica desemboca, pucs, ¢n ‘un anélisis cientifico de la superestructura politica. El and lisis de la formacién econdmicosocial, en Su historia con creta, entrana un estudio del Estado como coronacién del edificio. "Asi Karl Marx descubre que la actividad politica no ¢s una forma superior de la moralidad, como habja creido Hegel (apologista, en este caso, del «orden establecide>), El fstado no representa una conciencia de la sociedad sino una conciencia de clase. No hay Estado sin un gobierno que busque la solucién a los problemas generales que se plantean en un sentido definido por 1a clase dominanté- Br interés general encubre y disimula, bajo la apariencia de una comunidad ilusoria, unos intereses de clase. En cl Estado democrético moldeado"por Ja burguesia ésta no puede impedir cierta participacién de las masas y Ge la clase obrera en la vida politica: se las arregla para que esta participacion sea lo mas ilusoria y aparente po- ble. Reduce al minimo el derecho de clegir a los amos, Jn eficacia del sufragio universal. Y cuando se siente ame- wivada suprime el suftagio universal. El Estado no sélo te segregado por una especie de proceso natural, segiin las cecosidades de la clase dominante, sino que en Ia medida tn que la organizacion politica permite Ia expresion de las Seivmdicaciones de los opritnidas el poder econdmico —el Tinero interviene y restablece por todos los medios —co- crupeién o violencia mercenaria— Ia situacién de los opre sores. FI Estado democratico presenta, pues, una dialéctica interna? contiene una apariencia y una realidad. Para pe netrar en sui esencia son indispensables una vigilancia pe petua y un andlisis teérico unido a una experiencia préc ea AI mismo tiempo, revela y disimula una contradiccién: 294 la lucha de clases. En un serttido, no és ma! ic dura de ia burgucsla: Bn otro sentido pero simltanes mente— permite el despliegue de la lucha, es decir, per- salte ciertas victorias de 1e8 oprimidos, Estos deben ‘icken. des, or tanto, la replica y la democracia burgusas, no | Bor sf anisms, sino por las posibilidades de accién que 5 La democracia burguesa y las libertades | Uibertad de expresion y de prensa, libertad de opinion y de voto) se vuelven necesariamente contra ella; permiten la | Palin aean cientifica y la expresién de aquellos descu- | Brimientos que prevén ia desaparicién del régimen y que | muestvan sus taras; autorizan la organizaci6n de las fuer- | zas revolucionarias (sindicatos, partidos). Llega, pues, un | momento en que la democracia cambia de sentido.’ No | quiere esto decir que desaparezca: se profundiza; tampoco quiere decir que se suprima: se supera. Se convierte en | democracia proletaria, es decir, en poder del proletariado | cobre la burguesta), Todo Estado comporia tina dictadu- ra; lo tnico que cambia es el sentido de la dictadura, pce la ictadra significa coercién, accién eficaz sobre “aeons y las cosas para orientarlos en un sentido La dictadura de la burguesia estaba disii je velo de una comunidad ingorla: a interés genera, £2 de tadura del proletariado, analizada y prevista por Mars, es una dictadura abierta, no disimulada, sobre la burguesia Su grado de coercién cs cxactameute proporcional a las «reacciones» violentas de la burguesia para conservar sus privilegios.* AL dejar de defender un pretendide «interés general», comtin a los opresores y a los oprimidos, esta dic- tadura restablcce Ja verdadera comunidad de aquellos que contribuyen activa y efectivamente a la vida social, que srean, que producen, que trabajan. Se trata, pues, de la _fspansiga y plenitud de la democracia, de Is transiciOn his- rica —a través del socialismo— hacia el comunismo. El | Estado se convierte en un instrumento para la transforma. 1. a Gictudurs det proletarlado puede tomar, por comsiguiente, formas mds © menos vjolentas y 10 excloye otras formas, [ear wets eta ormas, mds O mones pacifiess, do teenal- 295 cién del mundo. Una vez haya cumplido su papel, desapa- recerd, Hemos visto que el andlisis tedrico y la experiencia po- Utica mostraron, poco a poco, a Marx ja verdadera estruc- tura del Estado y el proceso de su transformacién, En plena juventud, el examen de una cuestién con- creta (Ia legisiacin sobre los robos de lefa en los bosques de Renania) le descubrié el cardcter de clase de la super- estructura juridica, de la jurisprudencia, del sistema pro- cesal, def conjunto de las instituciones. En las conclusiones de Miseria de 1a filosofia enuncia las grandes I{neas de su teoria, contra Proudhon (segiin el cual el movimiento social podfa y debia liberarse en seguida de la politica): «Después de ta caida de ta vieja sociedad, gexistiré una nueva dominacién de clase enyuelta en un nuevo poder po- Utico? No... La clase obrera substituird, en el curso de su desarrolio, al viejo orden de la sociedad civil por una aso- ciacién que excluird las clases y su antagonismo; no habrd ya mds poder politico, propiamente hablando, porque el po- der politico es simplemente la forma oficial det antagonis- mo de las clases en ta sociedad civil. Sire embargo, ef antagonistio entre et protetariado y ta burguesia es una lucha de clase contra clase, una lucha que levada a su mds alta expresién provoca una revolu- cidn completa... No se diga que el movimiento politico excluye et movi- miento social. Jamds ha habido un movimiento politico que no haya sido al mismo tiempo social. Las evoluciones sociales sdto dejardn de ser revolucio- nes politicas en un orden de cosas en el que ya no habré clases ni antagonismos de clases, Hasta entonces, en vispe- ras de cada reconstruccién general de la sociedad, la ultima palabra de la ciencia social serd siempre: El combate 0 la muerte, la lucha sangrienta o 1a nada» (George Sand). «La fuerza es la partera de las sociedades... También es un poder econdmico», dice El Capital. mS La experiencia de los afios 48 permitié a Marx desarro- ar y precisar su andlisis. Sabjdo es que el término «dicta dura del protetariado» aparecié en 1852 (carta a Weyde- meyer del 12 de marzo de 1852) En el momento de los estudios sobre El Capital, y pos- teriormente, nuevos acontecimientos y nuevas experien- clas enriquccieron y concretaron Ja teorfa marxista del Es- tado. Ya hemos sefialado que esta teoria no puede sepa- rarse de las experiencias politicas que Ja motivaron. Capitulo TV VUELTA A LA ACCIO! LA PRIMERA INTERNACIONAL Durante los afios 1857-1860, Marx conocié a un hombre prodigiosamente dotado y que, tras declararse discipulo suyo, se lanz6 a las pcores aventuras por no haber com- prendido las caracterfsticas profundas de la vida politica y la esencia de clase del Estado. Ferdinand Lassalle habia formulado la «ley de bronces, exageracién de la teoria marxista del salario, convertida en una «ley econdmica> mecdnica que reducia a la clase obrera, sin esperanza al- guna, a un minimo absoluto de subsistencia, y exclufa toda reivindicacién parcial y toda lucha sindical. (En cambio, las leyes dialécticas sélo expresan —como hemos visto— movimientos, tendencias). Ferdinand Lassalle, orador brillante, dramaturgo, filé- sofo, hombre de mundo, elegante y cortejado, no supo evi- tar ciertas trampas. Se dejé maniobrar por Bismark. En 1863, invité a los obreros alemanes —mediante una «carta abierta»— a liberarse del capital sin entrar en la lucha politica, es decir, haciéndose capitalistas a su vez. Lassalle queria fundar asociaciones obreras de produccién y, con este objetivo, querfa pedir la ayuda del Estado. Bis- imarck le alentaba secretamente, para desviar a los obreros de la accién politica y, al mismo tiempo, para impedir que apoyasen la oposicién parlamentaria en el Reichstag, y para integrarlos_en su politica imperial. Con motivo de una ridicula intriga sentimental, Ferdi- nand Lassalle hallé una muerte tan absurda como sus con- cepciones politicas. Murié en un duelo el 30 de agosto | de 1864 299 SEGUNDA PARTE el «Manifiesto» al «Capital» ... .. 19 Te eB Manifiest0® wooo Soo 2a . 440-1690 . oa ee ee C : yeaccign ero} fe erie naa Tsao Brumano de Luis Bonaparte 2B ‘oleccién Nova Terra De 1852 a Ia «Critica de la economia politica»... 245 TERCERA PARTE. Z 67 Seana gi de of Capital. Leon Titulos publicados én esta coleccién: 11, Sentencia de muerte contra el capitalismo 283, UI. Dialéctica y sociologia cientifica. La accion pol ESTRATEGIA DE LA ACCION NO-VIOLENTA ry ft Seaham ee ame aren ARES aaa ty, Vues a ia aecién, La Primera fmeSinacional © 239 Jean-Marie Mutter V. Las tiltimas obras de Marx ine E] autor, desde 1970, se ha entregado plenamente al VI, Les ultimos afos 13 servicio de la no-violencia, y todas sus actividades enciusiones w. « “ deere ree aaa estén a tal fin encaminadas. Nadie podra acusar al ibliogratia ». ; ats feileae i autor de este libro de utépico ni de dejarse Mevar por iiusiones quiméricas. Por el contrario, ha conse- | ‘guido el primer manval de la revolucién no violenta. 2. EL MAESTRO DE BARBIANA, 3a. edicién Miguel Marit ¢Quién era ¢l maestro de Barbiana? Carta a una Inaestra es un Kbro que ha preocupado bastante, y que ha molestado inclusive. Es un libro que nos Teveld la existencia y Ja labor de una escuela de un pueblecito de montatia. Este libro de ahora nos des- cubre su figura, ¢s una biografia ideol6gice, el pro- ceso humano de Lorenzo Milani. 3. SOPHIE 0 LOS MALES DE LA DISCRECION Jaume Vidal Alcover He aqui una perfecta novela de intriga que ha alcan- zado ya tres ediciones en cataldn, y que en esta tre- ducci de Francisco Romero Comas resulta una auténtica creacién, 4 ESTUDIOS DE HISTORIA CONTEMPORANEA, 3a. ed. Manuel ‘Tuiién de Lara Con Ja admirable maestria de} profesor Tufién de Lara, se ofrecen unos trabajos sobre «La rebelion de los sargentos de La Granja en 1836», la «Primera Repiiblica>, un ensayo sobre las «Dos Espafias», la sinstituciOn Libre de Ensefianza», la «Segunda Repti blicas, Ja «Cultura espaficia a partir de 1939> entre otros. LOS PRECURSORES DE MARX, 2a. ed. Jacqueline Russ Importante estudio que aporta datos sobre unos hombres cuyo pensamiento es un anillo imprescin- dible en la cadena de la revolucién social y cuyos puntos de vista habian sido precipitadamente des- cartados con el anatema de utépicos. INTRODUCCION A LOS FILOSOFOS, 2a. ed. Joaquin Maristany del Rayo Profundo y riguroso estudio sobre la cuestién de la filosofia en la Universidad, de la cual algunos aspec- tos, sélo en apatiencia triviales: ese da alguna ver dad en la experiencia o historia de los filésofos?, gsaben ellos realmente lo que quieren?, gpor qué Son los filésofos tan oscures?..., sufren, entre noso- tros, precipitada sentencia. 7, LAS JUVENTUDES SOCIALISTAS UNIFICADAS DE. CATALUNA ANTE LA GUERRA Y LA REVOLUCION (1936-1939), 2a. ed. Ramén Casters No es un libro politico, sino un tibo de historia, Nazario Gonzélez, Catedratico de Historia Contem- porénea, nos explica en el prélogo por qué esta obra constituye un triple valor: Un capitulo de la Univer- sidad espafiola, un enfoque original de 1a Historia Contemporanea y una aportacién especialmente en- riquecedora de nuestro inmediato pasado, En preparocign: LA EMPRESA ESTATAL SOVIETICA Emilio Soldevilia MUNDIALIDAD Mariano Bordas Piferrer

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