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TRABAJO DE INVESTIGACIÒN:
“EL POPULISMO PENAL”
INTEGRANTES:
Mayta Rios, Diego Alexander
Laureano Salinas, Cristian Gerver
Lizama Benites, Jessica
Palacios Acuña, Michael Henry
DOCENTE:
López Figueroa, Mario
AULA:
B4_4
CURSO:
DERECHO PENAL III
2019
I.NACIMIENTO DE LA TEORIA “EL POPULISMO PENAL”
A mediados del siglo XVIII, el filósofo y jurista italiano Cesare Becaria publicaría “De
los delitos y las penas” y con ello se daría inicio a un nuevo modelo penal que otorgara
garantías a aquellas personas que violaran el contrato social, teniendo en cuenta que el
contexto europeo de aquellos años era cruel, arbitrario e irracional, Becaria va proponer
en su obra que el poder punitivo se funden con ciertos principios y características que han
sido adoptadas en nuestro ordenamiento jurídico actual. Han pasado tres siglos, y vale
reflexionar si a pesar de contar con códigos penales modernos aún no se adolece de
aquellos tintes del sistema punitivo antiguo.
A finales del siglo XX, más exactamente en 1995 el criminólogo inglés y profesor en la
Universidad de Cambridge, Anthony Bottoms va acuñar un concepto que va generar
mucho debate en años sucesivos hasta llegar hasta nuestros días, “Populins punitives”
(Proaño, 2012, pág. 117), cuya fiel traducción del inglés seria “Populismo punitivo” pero
también conocido, aunque con leves diferencias como “Populismo penal”.
Dicho concepto propuesto inicialmente por el criminólogo ingles tiene ya casi 25 años y
con él un continuo debate generado tanto en la literatura sociológica del derecho, pero
sobre todo en la criminología. En dicho artículo se identificaba el populismo criminal
como una tendencia dentro de las existentes de transformación de la política penal
(Proaño, 2012, pág. 117), el criterio político- criminal entendido sobre la necesidad de
la pena, es consubstancial y también un límite básico a la facultad de sancionar del Estado
(Bustos y Hormazabal, 2006, pág. 541). Nos referimos entonces a una tendencia
marginal, oportunista que aparece y desparece conforme a las coyunturas aprovechada
por políticos de turno que responden reclamos de la población con medidas inmediatas y
la larga deficientes pues los problemas agudos de las crisis de inseguridad ciudadana no
solo en nuestro país y en la región sino a nivel mundial es son efectos de la pobreza y
falta de adecuada educación.
No debe sorprendernos entonces que nuestro legislativo tome medidas inmediatistas,
creando nuevos tipos penales como el feminicidio, agravando penas de otros como en el
sicariato y violaciones sexuales de menores, que sin ponernos a reflexionar parecieran
medidas justas pues a nadie en su sano juicio se pondría a defender dichas atrocidades,
pero el problema es más profundo si es que se quiere resolver en verdad dichos males.
No debemos titubear al afirmar que el accionar de nuestras autoridades ha traído como
consecuencia una sobrecriminalizacion, debido al gran número de nuevos tipos penales,
así como el incremento de las penas. Esto ha sucedido debido a la errónea idea de gran
parte de la sociedad que la mayor cuantía de las penas disuade a los sujetos de cometer
hechos ilícitos, empero, esto no se puede corroborar en la realidad, ya que, los índices de
delincuencia se mantienen o incluso se han elevado pese a las medidas jurídicas tomadas.
Con lo dicho entonces, parecería ser que no solamente se explica la emergencia del
populismo penal, por el hecho de que hay algunos políticos profesionales que han
politizado la cuestión del delito y encuentran en ella un escenario en el cual competir
política y electoralmente y obtener ventajas, apostando a la promoción de medidas e
iniciativas de tendencia política.
II. EXPONENTES DEL POPULISMO PENAL
En el último decenio del siglo XX e inicios del s. XXI la Sociología y Criminología
Crìticas anglosajonas fueron el marco académico en el que surgió el término populismo
punitivo. Concretamente fue A. Bottoms el primero en utilizarlo en su obra The
Philosophy and politics of punishment and sentencing (1995), seguido por otros autores
Garland. (2001), Roberts (2003) y Pratt (2007). Todos ellos entendían por populismo
punitivo la utilización electoralista del Derecho Penal.
-Anthony Bottoms: Reconocido criminólogo inglés, en un artículo de 1995 esboza la
noción de Populism Punitiviness (Punitividad Populista), en esa obra Bottoms atribuye el
populismo punitivo a las elevadas tasas de criminalidad y a las inseguridades, ansiedades
e incertidumbres relacionadas con lo que él y posteriormente Garland denominaran
modernidad tardía, el mentado autor pretendía explicar porque el gobierno adopta
políticas represivas y porque las mismas son bien recibidas por el público.
Bottoms identifica lo que él llama Populism Punitiviness como “una tendencia dentro de
las existentes de transformaciones de la política penal, no la única ni siquiera la más
importante, pero siempre pensada en los países de Inglaterra y más en general de los
países de lengua inglesa. Se trata de una tendencia más marginal, oportunista, que aparece
y desaparece de acuerdo a las coyunturas1” (Proaño, 2012, pág. 1), es a partir de ese texto
que se da comienzo a un debate acerca de cómo juega una lógica o una estrategia populista
en el campo penal contemporáneo y también se dan una serie de contribuciones por parte
de autores que trataran de explorar esta dimensión.
-David Garland: En su libro “La Cultura del Control” (2001) asume que bajo la idea
del populismo punitivo se dan dos fenómenos el de populismo y el de punitivismo, que
son relativamente autónomos, aunque estén relacionados entre sí. Garland argumenta que
existe una corriente relativamente populista en la política penal, ya que la voz dominante
en la política penal ya no es de los expertos, ni siquiera la de los operadores, sino la del
publico sufriente y mal protegido. Garland afirma que estamos asistiendo a un giro
punitivo que es responsable de promover:
“Condenas más duras y un mayor uso del encarcelamiento, leyes del tipo ‘tres strikes y
estás afuera’ y que prescriben condenas mínimas obligatorias, ‘la verdad en la condena’
y restricciones en el uso de la liberación condicional; leyes que impulsan ‘prisiones sin
adornos’ y ‘prisiones austeras’; retribución en los tribunales juveniles y encarcelamiento
de niños; (…) las políticas de tolerancia cero y las normativas contra los comportamientos
antisociales. Existe actualmente una larga lista de medidas que parecen dar cuenta de un
giro punitivo en la penalidad contemporánea” (Garland, 2001, pág. 142).
-Julian Roberts: En el año 2033 existe un libro escrito por diversos autores de lengua
inglesa entre los que se destacan Julian Roberts quien vincula el concepto de populismo
punitivo:
1
Uno de los primeros aportes a esta literatura fue el realizado por Anthony Bottoms (1995), quien en su
artículo sobre las políticas penales y la filosofía del castigo esboza la noción de “populismo punitivo”,
afirmando que es uno de los componentes principales de estas políticas, conjuntamente con
preocupaciones e intereses acerca de los derechos humanos, las comunidades y las formas de
managerialismo.
“A la tendencia de los políticos de sacar ventajas electorales en torno a la penalidad en
situaciones en las que el finalismo político-electoral prima sobre la efectividad de las
propuestas punitivas. Incluye, además, como parte del concepto determinadas propuestas
político-criminales que buscan únicamente lanzar mensajes de “mano dura” a la opinión
publica despojándose de una solución más compleja que proponga hacer frente a la
criminalidad”. (Neto, 2010, pág. 262)
Este libro es en donde se pretende rastrear el desarrollo de esta tendencia en la política de
justicia penal a nivel internacional comparando cinco realidades nacionales, todas ellas
de lengua inglesa: Australia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña, Estado Unidos y Canadá.
-Jhon Pratt: La contribución más reciente es el importante libro de Jhon Pratt del año
2007, llamado Penal Populism, afirma que la punitividad populista está ganando terreno
y que un nuevo eje del poder penal ha emergido bajo los auspicios de un programa político
neoliberal “en el que la indiferencia del público está dando lugar crecientemente a la
intolerancia y a reclamos de manifestaciones aún mayores de castigo y represión”
(Matthews, 2016, pág. 2). Pratt observa este proceso en términos de un público ansioso
que plantea cada vez más demandas ante una burocracia estatal reticente. Pratt hace
referencia a la introducción de las cadenas de forzados, los registros de pedófilos y nuevas
formas de estigmatización como ejemplos perturbadores de la introducción de formas de
castigo más “ostentosas y emotivas”.
III. CONCEPTO
De vez en cuando se produce un crimen que sacude a la sociedad. Las circunstancias que
envuelven al delito: las características del agresor, cómo lo perpetra y quienes son las
víctimas son de una magnitud tan obscena que hacen estremecer a la población. Es
entonces cuando periódicos y noticieros escarban en los hechos para dar a conocer toda
la información que sea posible, y cuánto más se sabe, más horrorizado e inseguro se siente
el ciudadano. 2Los especialistas dan su opinión sobre lo acontecido y la formas de
evitarlo; si no es posible evitarlo, crea la fórmula justa para compensar a la víctima.
De un día para otro surgen datos y estadísticas, nadie sabe bien de dónde, pero que
presagian un futuro muy oscuro y se culpa a quien sea: al Gobierno, al Gobierno anterior,
a las empresas, a los padres, a los jóvenes, a la inmigración. Cada cuál elabora su
razonamiento, pero se busca un culpable y se le exige responsabilidad por no haber
actuado antes.
Es por eso que el populismo penal es la estrategia que despliegan los actores políticos y
penales que consiste en calmar el clamor popular en contra de la impunidad mediante
llamados al aumento de las penas, el endurecimiento de los castigos, la disminución de la
imputabilidad penal juvenil, y una serie de leyes que posteriormente, a la hora de la
implementación, no tienen un impacto real en la prevención y disminución del delito. El
2
El jurista dominicano Eduardo Jorge Prats define el populismo penal como la estrategia desplegada por
los actores políticos y funcionarios del sistema penal para, con el pretexto de combatir la inseguridad y el
crimen, crear en la conciencia ciudadana la necesidad de aplicar medidas de mano dura, como un
aumento de las penas y los tipos penales (de lo considerado delito), aun a costa de reducir las garantías
constitucionales frente a los abusos del poder.
populismo penal es considerado anti garantista ya que propugna la disminución de las
garantes y sólo crea la ilusión de que soluciona los problemas vía la intervención penal.
Las víctimas de este populismo penal son los sospechosos habituales: Los acusados de
fraude bancario, corrupción, narcotráfico, y violencia intrafamiliar. También en los
últimos años la propuesta de pena de muerte y el retiro del Perú de La Corte
Interamericana de Los Derechos Humanos.