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4jL, ESPACIO EN EL DfA DEL ODIO, : DEJ. A: OSORIO LIZARAZO ‘Mauricio Vélez Upégui™ Universidad Eatit \Et-via vis tandem voct layata dolore est, ‘Virgilio Exordio, Representacién. verbal de,realidades simuladas cuya matriz, de base es Ja realidad no verbal, el relato literario —0 lo que llamamos también el texto narrativo-, puede serdefinido, al hilo de un fundamento semistico,* como una encrucijada de ‘c6digos signados por relaciones de dependencia recfproca. ‘Tanta fortuna, ha acarreado este terniiaus a quo que muchos estudiosos se han dado. a la tarea.de intentar consolidar los.rudimentos conceptuales de ciertos cédigos, normalmente estimados ancilares respecto de la teorfa general del relato. Angelo, Marchese, por ejemplo, ha demorado sus reflexiones en tomo de la.importancia que, para efectos de intelegibilidad de la narracién, comporta fo, que ha denominado, c6. topoldgico. Cédigo tanto o, més importante que el mismo c6digo proairético 0 de las acciones-, que, ha sido precisamente.el cérligo.en que, otros mds se.han detenido-, ‘sf conceptuado, pretendemos, en Ios pérrafos que siguen, exponer, de ua lado, los elementos teéricos que el autor mencionado acuiia a propésito del cddigo, topol6gico y, de otro, operacionalizarlos en la novela El da del odio, del escritor bogotanoJ. A, Osorio Lizarazo. Operacionalizacién que, en tiltima instancia, esta | Mager en Litrurs Colombiana dela Universidad de Andogula Este wtfulo peice au tba de invesigncin Novelasy,no-vlacines. (Ensayos sobre algunos texas narratives colonbianoi), con el ue op el to, Vou pes de que, hoy por boy dscilin seria del ret, mis reieiementeconoei com el nombre de mamafologia,dstingue dos crientciones bes, ~ a neratologia dela expesin,captaneade, por ast ecco, por los tabajos de Genet, y ln naratologia del eomcenido, eaptaneads, por xt decoy pa los lunbajos de Greimas~, es comin a unos teconocer el carci codificado de esa macropropasci6n, i ‘ ‘5, Banicacién a signficecdn de los preios ds Gone elénico con los cule se treguslan ns designaciones deesias clases absvaciasdeespeco, proponomosreaizauna stl modifcaién sla terminologfcaborada porMarchese. Alo que dl denomin expacio pica nosotros proponemes lamarloheterotdpico y vicevera, Asumimos el redial beter en des sealidos: Jug de apasicién de un principio de recurividod:englobed,respecto de espacio pie, y englobane, respecte fosespacosprstpieoy utdpiea);y segundo, como manifstasin dela transformaco dindmico, Ao de lo extico sbstrcto (eso explicaia que, espcto tel espacio \pico por Io dents lugar de siento As viualidadesmiméGeas-, el haerotsyio presenta una realizacién conerta)y b) no empleamas aqut cl mica homo para refeimos al especie tieo, puesto que reseevamos dicho preijo parm designar ola »-modaldad de funeinamiento que mg ndlante exliarema,. - 6. “Esposibe encontrar Hsteiones conertas del modo de funciona de et lay desriptiva en Dara, Rail. ‘La descripidn" eo: Prada 0, Resto, La naratologta oy, Op. cit, p. 229-244. Parcidaene, Bal fis qi as desrigeions se componen dun tema, que sera el objeto deve, y de uno subtemas, iS Seria Ios componenes del objeto deseo, El conjena e los subtzmas confor fo que ella desorioa la ‘omeaclature, a misma que ast ez se compone de predindoscafiaivas, en log cass en gue indican ‘an rasgo del objet, y de predieados fueionles, en los easos en que indican al aso ofuneién dé. Ea onsecucnci, dos lactones reldicadeseiptival es posble planter en el tema y los ublemas: de ‘nclusdn (indedoie) y de eontgtided (metoniia. Ce: Bal, Mieke. "Deseripeién en: Teorfa de la narrative: una inreducci aa nerravlogta, Mode Cede, 1987, 134140, 109 MeN En una palabra, el espacio hetérotépico es ese espacio en cuyo interior se sctalizan, por parte del narrador, las transformaciones de los estados permanentes, cl espacio que faculta la dindmica de las acciones ~del cédigo proairético— y posibilita el comienzo de la configuracién sintéctita ~actancial, psicolégica y ontolégica~ de los actores comprometidos en la historia. Por lo tanto, en un relato, este espacio, usualmente, como en el anterior, puede ser desglosado en dos vectores: exterior-e-interior.-Y¥-como-en-el anterior-es-el-narrador-quien va definiendo, de conformidad con el entramado de las acciones, los valores semnticos pertinent. ‘Ahora bien, el espacio heterot6pico se abre en dos espacios constitutivos: un espacio (¢),pararépico, y un espacio (d), utdpico. Espacio paratépico quiere decir espacio de mediacién—espacio de prueba, espacio de umbral, espacio representante de un mundo conocido, espacio configurante de un campo semdntico A entre el espacio heteret6pico y el espacio utdpico ~espacio de ejecucién positiva de Ia prueba, espacio representante de un mundo desconocido, espacio configurante de ‘un campo seméntico B~. Dicho més claramente: el relato, por intermedio de un narrador que dirige su discurso a un ‘narratario, define un espacio heterot6pico determinado y a partic de él constituye uma sevie de transformaciones accionales que, salvando diferentes espacios parat6picos, tienen 2 desembocar en la ocupacién y apropiacién de un espacio ut6pico, precisamente el espacio del deseo que motiva la sintaxis accional del personaje hegeménico:del relato. El trénsito desde el espacio ‘parat6pico hacia el espacio ut6pico implica una participacién definitiva, por parte del personaje,-de los contenidos configuradores del segundo espacio, una suerte de ‘mutacin existencial que, o bien determiria su accién de retoro—llevando consigo lo conquistado-,o bien su accién de permanencia e integridad. Es importante anotar que estas consideraciones acerca de Ia dimensién espacial de relato, tal y como son adelantadas por Marchese, corresponden s6lo a aquellos casos en que un personaje no retine la doble condicién de narrador y de actor, es decir, a aquellos casos en que el discurso, desde un yo invisible —no muarcado o implicito-, remite aun él representado que define su esfera de actividad ‘en el interior de. una dimensién espacial recongcible. Con fodo, ello no anula nuestra idea de que es igualmente operacionable en aquellos casos en que el relato exhibe una instancia de enunciacién caracterizada por tener un narrador que, al mismo tiempo, satisface los requerimientos diegéticds propios del actor. El asunto consiste en no perder de vista la identificaciGn, en tas secuencias de la historia, de los roles correspondientes: ya el sujeto ficticio obrando en calidad de narrador, ya ‘obrando en calidad de actor. Y en calidad de uno y otro, al mismo tiempo y en el ‘mismo lugar, a condicién de que, como lectores, aceptemos el contrato mimético que se nos propone.” "7 Ceonzo en vind dsl else impone cota in tl eomspletieto erica: no vislamad por Maichese 1 8 prevsto por Sereno expaco eterotpico, en aquellos relatos que mtstran asimileign de nara- doc eon el acto, puede ser de dor pos: eterotépico propiamente dicho, sel espacio dela enunciacién donde presumimaswbicado al mamadoc no garda identidad con el espacio de in cen donde presimos 10 Ce En sfatesis, creemos qué este elemento de anilisis semiético se torna altamente significativo cuando no sélo es: tratado descriptivamente por la voz. enunciadora, sino ademés cuando ésta deja que el personaje hegeménico hable, casi como si se tratara de un constituyente autGnomo y aitosuficiente. El siguiente cuadro esquematiza lo expuesto e incorporaél componente de lacronotopfa, nocién cuya exposicién y anilisis dejaremos para el final. Aperturas espactates ‘Antes de emprender el andlisis espacial dela novela de Osorio Lizarazo, ‘pérmitasenos reproducir el paratexto con el cual se inicia aquélla: El mis hermoso y perfecto de los mandamicntos, al cual ho procurido cefif Ios: actos dé mi vida, es éste: amar al pueblo sobre todas las cosas. a '¥ no aniarlo con intencién utilitarste, para especular con'su fe ni para exigirle: Tecompensas. Amaflo sincera y profundamenté, aun cuando se obstine en crucificar asus apéstoles y en exaltara quienes le humilian ole engafian. Amatlo “intense y deliberadaments, aunguc lleve en la mano las piedres con que he de Japiéarnos, porque es e! pueblo, porque es el resumen del hombre escamecido, ‘espojado, Iaborioso y puro; porque es el constructor de toda riquezay el” autor de todo progreso, cuyos frutos acaparan unos cuantos-privilegiados, los ccunles Ie mantienen hundido en la. abyeccién, aplastado por la miseria, cbierto de Ilagas, victima de Ia injusticia y del’ egofsmo social.. Y amarlo especialmente porque siempre, en el fondo de su corazén, se agita-una fuerza prodigiosa de odio vindicativo, cuya.cxplosin hard al fin encender iorchas de justia y de reivindicacién capaces de iluminaral twundo, | ~Bajo ia inspiracién de ese inmarcesible mandamiento de amar se ha escrito esta “novela : ' Pronto es posible notaren él—en el pretexto que hace las veces de paratexto— una ‘alusién parédica al texto de la Biblia. En efecto, merced a una efpedita sustitucién de enunciados—“amar al pueblo sobre todas las cosas” en higar de “aniar a Dios sobre todas las cosas-, el contenido del mandamiento mosaico ~y {que resuena, por obra dé Ia alusién, de un modo intertextual queda profundamente alterado, La razén obedece a una toma de partido por parte del autor: frente aun determinismo de:cardcter naturalista, que harfa de fa incapacidad e ineptitud congénitas el fundamento de la animaltzacién del pueblo—y cuya argumentacién probatoria bien podria emprender una sociologia al servicio del capitalismo ubicao al actor, y bomopico,sicabeestablcer oc deIdntidnd entree espacio donde se cloenfa etna ye espacio donde lo hari el acior a donde lo haan ambos ea casa de serel smo sujet, fun eunado encarand finclones diferentes — Osorio Linarzn,J.A. EI dia del od. Bogott:Caros Vlenea, 1979. 239 p, Ba sdeante toss le tas se Ine conform 3 extaedicin, ut opodureasaqy 2102 |. . SOAOLONOUD SOT AC VIONVIESNE 1od9a 1K PEpNID ne Tes ete (ooxtaurvoud 091490) sf oops ose -y eons oc oorban ‘f <—_— _tvuawn «——-o01a9.Lvavd ‘a | rpuouni9yy pdoysious oAwary ony] oping este sonpeley a] 7 sqsonybyy —Bame1099q uoroosounug =n] | : ‘oanueasng siz] seAndyasap Kar jowsyidxr 7 5 SaNOTONNE suogoriue cindy = OOTAQLONTLAN OLOVAST = Poptutnuy-peprreaprarpuy-popEnsos, eT nBO}OKY | pepe elo0g-pepuiniosuy WEL YSONDA, 4 auuqoraue opeds. = OITAQL OID VASA \ _OLV TRE olovdSa Tad VOILOINAS NOIOVINGSTAdaA enmascarado-, Osorio Lizarazo-esgrime un determinismo de carécter social; son. justamente las'atavicas prebendas y privilegios de las clases favorecidas, por la fortuna;1as que han. conducido.a dicha,bestializacién..Por eso.a.lo largo de la novela alternaré el destino infausto del personaje-hegem6nico, Transito ~sfntesis envilecida de esa entidad;vaga.y abstracta:a la que: los socidlogos denominan pueblo-.con la reflexiGn que se propone develar —y de abt, tal vez, a presencia de. ocuciones de espfritu. modalizador como “hundido”, “aplastado”, “cubierto “fondo” y “Tbajo-, gracias a.una mirada escrutadora —y de amplia focalizacién - smarginal-,, los motivos que gravitan sobre Ia consolidacin irredentade esa vi condici6n antihumana que padece-el pueblo. "Y paraello Osorio izarazo se sirve~se servi de una vision dobe: regula, ‘yreguladora, Regulada, puesto que, dadas las implicaciones religiosas que contiene Ja misma alusi6n intertextual ~y que en el curso de la novela mostrardn su eficacia, de tesis-, ellasigue una direccién que podriamos describir como de-abaja hacia arriba la Biblia - los mandamientos - Dios. Expresado més claramente: ante la situaci6n de infamia, ignominia, incomprensién e indolencia sociales que habrén de soportar los actores de la novela, el autores claro en desatender una opcién de. salida que-provenga de los piilpitos religiosos. Eso implica el hecho de que nunca, ene desarrollo de la accién novelesca, ! fildn de lo religioso aparezca ni siquiera como telén de fondo sugerido. Sin embargo, Jo que si va a estar presente es.una especie de punto de-visién que calcarfa, no una aspiraci6n de trascendencia divina, sino una aspiraciénide explosién. social: del. abajo ide:impenitente. miseria.y abyecci6n al arriba de un odio vengativo y voleénico. Y reguladora, puesto que, dada la declaraci6n de amor que el autor confiesa para con el contenido. del mandamiento parodiado, Io que la visién novelesca intentard captar es el viaje de ‘Trinsito por las mArgenes de una ciudad ~Bogot4-, en sus recurrentes intentos abortados, no por escalar la pirimide social - que esto no forma parte de la pobre conciencia social de la que'son tributarios los distintos actores, sino por avanzar, tun paso, un sélo paso ~pero de abajo hacia arriba respecto de la bajeza subterrdnea fen que hacafdo por un-expedito destino disciplinario.... ‘Acuiiamos esta-expresiGn--destina disciplinario~ para sugerit lo siguiente: a poco de intemarse’en los vericuetos de laiaccién novelesca, el: lector puede, inferir una'ley de ‘repeticién'=pero es una ley:que no representa un’ descuido compositivd; sino, antes bien, un efecto: psicolégico, de vasto:“rendimiento-. Palabras més, palabras menos, opera asf: una vez Trénsito es arrojada a las calles, Jas andanzas que realiza por ellas no duran mucho. Pronto es atrapada por un policfa’no importan tas razones aducidas para la capturd~'e intemnada eit un centro de encierro. El centro de encierro es la Central 0 el Centro de Inspeccién. Sanitaria o la Casa de Correccionales. Dirfase que ellos son centros institucionales, pero, en rigor, todos los espacios de la novela, sin excepcién, son, para Trdnsito, centros de encierro. El encietro se fundamenta én un imaginario, ya real, ya 113 simbélico: 1 de la vigilancia, Y ambos, la institucién y el efecto —la vigilancia~ definen un tipo de sociedad: disciplinaria. En este tipo de sociedad, por lo demés propias de las ciudades que ~como Bogoté de los afios 50- todavia estén en proceso de conformacién, lo que interesa es el control. Y la forma t{pica de control es la ficha, el ser fichado. Ser fichado equivale a ser controlado, ser vigilado, ser disciplinado. :Por quién? Por un ojo real la policia~y por un ojo imaginario - el Panéptico-. Por eso Trénsito -y los dems personajes, asfno sea capturada; se sabe vigilada. ¥ esto inhibe Ia esfera de su accién. He ah uno de los logros artisticos deesta novela. A sabiendas o sin saberlo, Osorio Lizarazo ya empezaba aentrever el destino disciplinario que aguarda a todo citdadano, sea de la condici6n y clase que sea? Entonces, al tenor de la teoria expuesta, ze6mo produce sentido osa vision que hemos llamado regulada y reguladora? Veamos: en la novela de marras es claro que sibien el campo—"Lenguazaque”-es el primer referente espacial que se menciona lexemitica y seménticamente~ “sobre su infancia se abria el cielo'sin limites ni excepciones, y sobre su vida-gravitaba una bucélica rutina’”=,"" no constituye con todo el espacio tépico del texto. Entre otras razones, porque conforme va avanzando el despliegue argumental de la novela,-el narrador hegeménico—exodiegético, desde et punto de vista de la participacién narrativa, y comnisciente, desde el punto de vista det saber narrativo~ nos hace saber que el campo es, ni més ni-menos, el espacio ut6pico al cual quiere regresar Trénsito luego de soportar cada una de sus iterativas andanzas. Espacio ut6pico, sin embargo, no muy diferente, en sus contenidos proairéticos, de los demas espacios que la novela plantea, pues incluye el hacer de menudos oficios ~"cuidar de las gallinas y Vigilarles la reproduccién, alimentar atiempo el cerdo negro que engordaba su indolencia en el chiquero, ahuyentar la pajareria que abatia su ruido de alas sobre el grano recién sembrado"=¥ que, metced a un procedimiento de anticipacién irGnica, son los mismos que hard la adolescente cuando empiece su recorrido por las margenes de una ciudad para ella totalmente desconocida. Cierto que el campo, ‘en relacién con la ciudad, pone en marcha los dispositivos accionales que violan, por asf decirlo, la inercia de la sitnacién de partida. No en vano, vemos a madre & hija abandonar la placidez del terrufio que cultivan y desplazarse hasta el mercado de un centro urbano del que apenas conocen algo més que el propio mercado, Con todo, como laaccién presupone e! regreso a la casa campesina, y, pasado wn tiempo, el desplazamiento recurrente a la ciudad, no conviene considerar estas acciones recursivas como las constituyentes del espacio t6pico de la novela. La fina tensién. de dicha recursividad s6lo se romperé cuando Transito sea traida a.la ciudad por su madre para ser entregada como empleada a cualquier persona que ast lo solicite. Folica, Michel. “La disiptina™ en: Vigilaryeaslgar. Mésico: Siglo XX, 1984 p. 139-230 4 En consecuencia, el espaciortépico dela novelas la ciudad misma, Bogoté. Sélo que.no,es,:si asi cabe decir, una ciudad de cuerpo entero la que va.a ser recreada. Es decir, contrario a la ciudad naturalista’ de:un-Zola, que: pretendia capturar hasta el dltimo repliegue del Paris decimonsnico, pero a expensas de la ‘verosimil caracterologia de sus distintos personajes ~por exceso de: estimacién del mundo exterior, Zola ‘ino supo:construir un solo! personaje. conforme a las Jeyes de la'fisiologia 0 de lo que portal cosa entendiera’--;" la ciudad'de Osorio. [Lizarazo 0, iis bien,:1a ciudad que: interesa al:narrador de la-novela no. es'la ciudad que se organiza en torno de un nécleo tirbano definido ~y a partindel cual se va develando ef tejido social correspondiente; sino mejor la ciudad no vista ‘porllos detentadores del poder, la ciudad marginal y escamoteada, vividay “creada” por los desheredados del poderla ciudad de los alrededores que, a modo de antiguo peripoloi; dota a quienes viven en ellade unacarta de ciudadanfa ambigua: se esta yyno’se estii¢n la ciudad, se'es y.no se es deila cindad. En cuanto ciudad presentada ‘en las mérgenes, através de-un‘mecanismo de focalizaci6n de estrecha cobertura, ‘Bogoti permanece aiusente:o,'cuando menos, desprovista de'constituyentes que podrfamos lamar centralesi~en: sentido urbano=.Los actores, por esa:carta de ‘ciudadanfa ambigua de la'que hablamos, no transitan nunca, excepcién hecha del ‘iltimo eapftulo; hacia el centro de la ciudad. No “habiendo" centro, los Fecorridos ino pueden ser radiales; de ahf que devengan contingentes y tangenciales: \» Sin embargo, el ‘cardcter tangential delas andanzas que emprenden los personajes no carece de significacién. Para éllos; 1a ciudad que horadan, la que de todos’ modos recorren, en una duratividad temporal ue prefiere 1o'nocturno, representa, casi sin;falta, la inrdinencia de una'captura policiaca. Misitemprano ‘que tarde, en los personajes brota una timida y primitiva concienciade-que:Ia ciudad és el espacio donde prepondera Ta inseguridad, lo’social insolidario y Ia publicidad delatora. Los agentes qiie encaman semejantes valores seménticos no son otros que-los'que estén al’ servicio del:control y de la vigilancia urbanos. Entonces; estos‘agentes,'garantes de’ lo urbano, paraddjicamente; son los que inhiben,en Tos personajes, laemergencia de a conciencia urbana.’Asi,en lanovela; la ciudad se yergue en ‘contra’ de sus mismos’ciudadanos. Baste el siguiente ejemplo: - 2 , La ciudad miraba con desprecio al Pasco Bolivar y asus habitantes, y lapolicia: se encargaba de expresar Ia'recatada repugnancia colectiva, Sus agentes, inlspirados por el apostélico celo de tratiquilizar alos contribuyentes, recorran os Yerictietos, se'metian en las hondanadas de los cerros, ambulaban, ‘amenazantes,y feroces, por los alrededores de las casas de madera o de las th ldem. pe 9 : fs 12-Vlkeng Ereito, Ler gran cud en: Bea, Bog, Nos, 149-144, mari 1972p. 330. is "Ono Liars: Op cispastiss, i us cuevas escondidas donde se fermentabn Ia chick 0 se ocultaban los productos del latrocinio, y arrastraban hasta los calabozos de la Permanencia al personal més andrajoso del Paseo”. ‘Ahora bien, en tanto que espacio t6pico, esta Bogota marginal, siempre recos-tada sobre la base de los cerros orientales -Monserrate y Guadalupe- y arrinconada hacia el sur cardinal, es contrafda por el narrador a una suerte de ‘Giadricula’cartesiana acas0-cince calles’y cinco carreras-a la redonda, en. un reducido perfmetro que comprende. “barrios” tales como La Perseverancia, La Esmeralda y El Carmen, si descontamos el barrio Alfonso Lépez: donde. vive la seffora Alicia-, en-cuyos segmentos acaece ~;discurre?, ztranscurre?~ la historia contada. Dicho en una palabra: la ciudad que es objeto de focalizacién por parte del narracior ~usualmente siguiendo una direccién de visin que va de abajo hacia arriba~no es més que un apéndice reticular, que no rizomitico, de la Bogota de mediados de siglo. Apéndice, por lo demas, refractario a toda clase de vision policromada. De ahi su tonalidad monocroma: plomiza, diluida en matices.de claroscuro, como si el tinico color fuera, al mismo. tiempo, trasunto fidedigno de la reticula urbana recreada y, por extensidn, calco sutil de la apostura exterior € interior de los distintos personajes. Una Bogota con un minimo:de espacio, precisamente aquel en que la accién, la poca accién novelesca, va a ser narrada.!* Dirfase-de este espacio tépico, ademas, que es:lo mismo;explicito que implicito. Explicito puesto que engloba espacios heterot6picos recurrentes: casas en cuyo interior, a su vez, los espacios se distribuyen ~se territorializan—en atencién alas funciones, sobre todo, en atencién a las funciones que implican lo fisiol6gico orginico del ser humano: comer, dormir, copular; remedos de piezas.en cuyo interior, a su vez, los espacios se distribuyen para anular los espacios, de’ modo ‘que, por inversién de los signos de, contenido espaciales, lo interior se. vuelve exterior, lo privado ~sema configurante del lexema “pieza"~se vuelve pablico, y asi veios dormir, en gesto de inconsiitil promiscuidad, racimos de seres huranos ‘que no se conocen; calles donde la ilusién de mediana libertad se torna vocacién de segura reclusién, pues, por una especie. de. determinismo. policfaco-y esto {que configura un curiosisimo “naturalismo urbano”~ se sale a la calle para en 1M Abundanes poco escibicitentvos— son fos pases espacales que Aipica de os ambienes sais. Salvo en el dime expt adjelivosrelatvos af color de los referentes decritos“y esta por ranges obviag, ja que s aa de Tocalzarta seein incendare a fa que se vebocada Bogoté wn Yee e comical toca dela mvere de Jorge Eiger Galt, x los dems se tornandorinants fa sensacia de enclautramient que generan Tosespciosbabitados, asi como los tonos y matices de cerazén que coadyuvan a prodiiraquels senstc, ‘Vaya algunas lustacines: “ile gisiea del amansse desta i sors” (3); "el repo pene sin press bajo una boveda sombra” (9. 39), "Trinsko vacll6 stemorizaa por fa obscirdad del an” &.5);"lancano es osfiensinies des sii pigs.) "enl ne delta tun ease vapor ensombrecia In ade.” (p. 111) “habia pasado su infancia ext aquellos viet, iyendo sre: tvmeab ete nia con pa spe." ST) 2 Innovelapotan elrasgocromsico el que el narndoramplfa i ganado os 6 En seguida ser guardado en uno de los tantos resguardos oficiales; patios de reclusorio: encuyo ordenamiento’interior lo extensivo espacial se vuelve temporalidad intensivapues ia: percepcién’cde duracién' temporal siempre se aguza’en.el ‘momento en queilos personajes son condenados a la espera; en.fin, todos estos microespacios heterot6picos, que dan la impresiGn de girar sobre sf'mismos, esto %, que'se disponen para conculcar la posibilidad de movilidad’accional, por ‘ende, para ‘contestar” el significado: inmerso en:la: palabra’ “trénsito”, gencran ‘una‘dialéctica significativa en virtud de 1a cual las valencias convencionales det ‘adontro” y del “afuera’*invietten permaneritemente sus certezas ideoldgicas. Ast, pot ejemplo, lacasa, atévicamente lugar de refugio y soguridad, se transforma en espacio de iriseguridad ysinsentido existencial “cuando menos para Trinsito~ asf, por ejemplo, la calle, usualmente lugar de inseguridad, en 'determinados itiometitos —aquéllos en que los mismos personajes'no toleran las “emanaciones mfiticas” que desorenden los cutpos aracimados-se toma espacio que promueve la conisecuci6n de tin nuevo hélito vital: E implicito puesto que, por oposicién end nirada’ db topo hs actualizae] ‘narridot dentro de las covachas, caletas, piezas de latrocinio, bodegones, chicherfas ¥¥ Cuevas ‘efnipotradas eft las faldas’ de’ los cerros' capitalinos'~mirada’ que slo devuelve Ia anonimidad, que no la identidad, de todos sus moradores, “besteziielas jederitas” qué conforrman la capa mds baja de la sociedad, se yergue otra mirada, ‘mefids agida en sus descripciones pero igualmente acechante, cuyo objeto'es sugerir la éxistencia’de Stra ciudad, 1a citidad compuesta de casas de fachadas dignas y ppulcras. que se alinéan, en corredor, désde el sur fasta el norte pasando pot la plaza Boltvar, y'la misma que, por llevar una existencia indiferente e hipéerita, no amerita ‘de parte del narrador mas qué una contemplacién répida pero suficiente para sefialar su condici6n de arquetipo dé meidianfa social. Es como si, en la tentativa de tomarle el pulso a Bogott, el narrador quisiera dejar en claro que sélo se puede conocer verdaderamente la ciudad si se empieza por reconocer aquello que quiere ser ignorado -aquello mismo que socidlogos y antropélogos quieren ignorar~.'s ‘Sed como fuere, este espacio t6pico, que ast exponemos, engloba los demas ‘espacios textuales, espacios quie hemos convenido en redenoininar como heterot6picos. Y noes insignificante que el primer espacio englobado sea el ‘mercado. El mismo que al principio, en el capftulo primero,'es solo mentado y en el capitulo VIII desctito con exhaustive detenimiento. Si juzga con atencién, el leciorn poco descubre que sus dos apaticiones en la novela obedecen a razones 15 : Alvespecto, represen una digresén socioligis del ator “Los mismas scilogosy antropélogos enya Genin se funda en el priucio social, dscubren en fs inviduas que fora ln chusta taasysignos de ‘evident degeneracién, Denuncian sus actos com los efectos de won reresién..Encubren magnameate {lhecho de ques hore plebeyo, de ineeniifidad mor, suet sere tesuliadadesigls de abominacién onsuetadinai y suelenfalsear sus conclsionesestudiando sujloe después de que Ta miseiay Ia eres social lsh desma, uc a inant est depeuperd la slog, de ge sleohol oficial los ba degenerndo {dem p, 105-107. a7 EES diferentes. En el capitulo I, el mercado sirve de escenario, no a una transaccién de, alimentos, sino a una transaccién humana, En efecto, Trénsito, como si fuera uno mas de los objetos que su madre pone ala venta, es literalmente vendida a la sefiora Alicia. Tanto que sea repara como si se tratara de una mercancfa: “Como su madre, envolvfase en un paiolén y cubriase con un absurdo sombrero de fieltro, Una desconocida ascendencia rubia le habfa clarificado la sangre indfgena, y la piel tostada escondia un fondo de blancura que sc atenuaba cn las piernas amoratadas..." "Se trata, pues, dé an comercio singular en el seno de uni espacio apenas referido, Por el contrario, en el capitulo, Vill el narrador, sirvigndose de la ley textual que indicdbamos al comienzo a propésito del acto descriptivo, ilustra el paradigma que interrumpe el continuum narrativo: define el Ti (el mercado), los N ~al sur, la Casa de la Central; al oriente, 1a antigua Torre de Santa Inés; al norte, los comerciantes de baratijas; y al occidente, el grupo de los parias—y los Pr (a Casa de La Central, “sitio de concentracién de rateros y maleantes...";la Torre de Santa Inés, “algunos comercios de oxidada quincallerfa, que confieren al lugar unaspecto de z0co”; al norte, “categorfa inferior de comerciantes”; y al occidente, “donde residen los exhomibres y las exmujeres”-. No més que aquf, en esta especie de descripci6n cartografica, nada se indica acerca de comercios singulares, sino mis bien generales; y comercios més de objetos que de personas. Asf las cosas, de entrada y hasta el final de la novela, el narrador remarea el caricter de reificacién humana en el seno de-una sociedad capitalista, asf como el cardcter de valor de ‘cambio a que queda reducida la condicidn humana y su consiguiente estatuto de “circulante” sin finalidad definida como no sea la dei olio adquirido, no instintivo, que se acummula en la masa amorfa y tentacular-. En sintesis, el espacio heterotSpico del mercado, tal como es descrito en este capftulo, cumple una funcién indicativa, y dilatoria, pero no demarcativa ni omamental.”” 16 fdém, pt ‘ 17 La perspective de focalizaiéa adopts por el narado pan desribir el mercado es ua complejo eemplo ce punto de vista panonimicoy sincrdnco. Sin duds, ef lector percibe que las cosas son vistas desde riba; peo igual percte que, como si el tempo se bubieradetenido, ls cosas se deseiben desde abajo. Lo finer wae consige! efecto de una composicign de lugar que temina por epresenar, de modo unica, Tay avs eras qu compose Ta eartograa de Ia Bogoutrecreada; lo segundo genera unt especie €& ‘unr en mablo en el que quan plismados ls abigvros y dspersos motivos que componen cade was els envleidasporelones de huranidad de que ests configuada el tejda social dela cia Elprimer ~stemento el des stax cardinales- ne foreaamente demarcatlvo, ngue aso pizézca, [No obsttte, respect des economfs general de elu, capt, par el lector, uns funcidn de didasealia: Te ayuda a seguir medianunent ls desplazaienies recusives ~de idasy venidas~ que llevan m eabo sigs de los pecsangjs, A su Ve, el Segundo elemento ~cuadros en reablo~ tampoco es por foera, ‘same, aunque aso pacts, Disfamos ns bien que su funcén es mekivaconal: motiva al ilo de tin elisa desireado~ In stnbla bogie del eompaer de Transit, el Alacra, Sabre la nocién de euadr en retablo, que # nvestio jueio puede esr iniervenida por el principio de “testigo ocular” yenitnessprneple-, ase Gombiich, Emst y Exboa, Didier. "La importanca de le tdii6a” en: Lo ‘ge nx dice la ingen Convefsacioner bree arte yt elencia, Bogot: Norms, 1983p. 71s. sobre fl conceplo de motivacin reais, lease. Tomachevsky, Bovis. “emitica™ en: Teorfa de ta teranra, Madi: Akal Eatores, 1982, . 196-200. us » » Ahora bien, una ver Trinsito,es conducida ala casa de la sefiora Alicia, y de ésta.a la casa de la sefiora Enriqueta, el espacio tépico empicza a definir, por un. ‘neipio de frecuencia iterativa, distntos espacios heterotSpicos que, a la postre, io paratépico ode mediaci6n. En principio, estas dos casas son, mutatis mutandi y por Jo que toca a Trénsito, una sola.casa. Salvo una deseripcién apresurada de las fuenas domésticas que la joven adolescente, debe realizar con abnegada resignacién, el narrador no se detiene mucho en ellas. ‘Tanto que, merced a una elipsis temporal, reduce el tiempo de Ia historia y nos hhace saber qué ya ian pasado dos affos. Dos afios que transcurren sin mayor espesor transformacional para Trénsito: la misma ingenuidad, la misma candidez rubicunda, Ja’ misma impasibilidad irreflexiva anté los desmanes de su patrona y de la arrendadota. Como lector, uno sien{s que la historia, parafraseando a Lukéics, ““progresa sin avancar jams". Bs menester, ala saz6n, romper esta inercia diegética ori algiin inciderite que desoville la historia. Viene, asf, el episodio de la cadenitay casualmente inmotivado pero eficaz “otra cosa es si verosimil 0 no? A’ partir de este momento, Ta fiovela insinia sw’ Iégica de’ composicién: de un lado, un iento menudo impredecible que rebasa la posibilidad de comprensién ‘por parte del’ personaje —incomprensién'que precipita al sujeto-paciente en una “Vordgine” inexorable~; y dé otro, un doble iegistro discursivo, que combina la ratio recta’del persbnaje con la dratio‘oblicua del narrador, quien siempre entra ‘aexplicar lo no comprendido por los mismos personajes."* ‘Ya en la calle, todo el valor-seméntico’inherente al ‘antroponoméstico de ‘Transito empieza a desplegarse ~aun cuando veremos que s6lo en apariencia—. Dicho despliegue involucra una mirfada de pequefios espacios ~de espacios a los cuales se:“entra” y de los cuales se sale-+ regulados por la alternancia de com: posicién. He aqui tin compefidio enumerativo de ellos ~enumeracién que. bien ‘puede tinirse en parejas-: casa de dofia Alicia-calle; calle-hotel; hotel-calle; calle- ‘permanencia; permanencia-inspeccién de policia sanitaria; inspecciGn-calle;calle- plaza de mercado; plaza de mercado-chicher‘a; chicherfa-casa.de misid Duviges; ‘casa de misié Duviges-calle; calle-Divisién de Policfa; Divisién de Policfa-calle dea Estieralda (prostfbulo de dotia Julia); casa de dofia Julia-calle; calle-casade doia Duviges; casa de doia Duviges-chicherfa en, La Pefia; Pefia-Estacién.de Policta; Estacién de Policfa-calles adyacentes al mercado; mercado-bodegén; Bodegén-barrio La Perseverancia; La Perseverancia-chicherfa; chicherfa-caleta 18. Dicho ms clafumente: a novela obedezea un ble régimes discussivo. De uno, l régiment dl étito Ineo oe mare a presencia de un nrradorenirsera persona —réginen dorsnaate parla demis~: eo. regimen el extilodtoodiscero mimedzado que mura Ia presencia dels personales. Senos tantoje pensar que an en este aspect la novela es coherent. Si desde el eomienzo el grado de conciencin soclal dele 1 pricticsmeat ul, rl ff el narador en poner en boa de els parlaméatos ‘eoacieacia social manifest: Ota cosa ee desde i dichos aviamentos ~ de expedito atc ns a fr de i dic sani alazanel sin de tsy0 apodtetico, no aserivo~ nica forms que la rovlatleraf, a juiio de Kundera. 9 CET de Domitila; caleta-calle; calle-casa de Jacinta; casa de Jacinta-calle; calle-casa del obrero andiimo; casa de obrerd-calle; calle-permanencia; permanencia-calle; calle-Hospital La Horta; Hospital- calle; calle-caleta del Alacrén; caleta-calle; y asesinato dé Trénsito en la Plaza de Bolfvar. ‘Como puede observarse, a un espacio cuya representacién semédntica corresponde al adentro, le sigue un espacio cuya representacién semantica corresponde al afuera.Esos son, én iltimas, los “trénsitos” de Trénsito. Por eso su discurrir no transcurre. Y si transcurre -0 da la impresién de que transcurre— no es, sin duda, para generar un real avance de existencia. Y no se da tal avance por dos razones: primera, porque ninguno de los anteriores espacios cobra el matiz topolégico de una auténtica mediacién o umbral. Habria auténtica mediacién si, tomando cualquiera de los términos espaciales citados, pongamos por caso el prosifbulo de dofia Julia, el personaje asumiera e] umbral como el obstaculo que debe salvar ~en rigor, que debe, transgredir- para conquistar, bien un saber determinado que va a posibilitar su itinerancia accional, bien un objeto genérico que va a ser las-veces-de especie de talisman, Pero en Trinsito nunca verios conciencia de que en los umbrales est, contenida una prohibici6n implfcita, 1a misma que determina la trasgresién y su posterior redimensién actancial. Lo que vemos es un sentimiento natural ~de repugnancia, cuando don Pedro inicia la danza digital sobre sus pechos-, desprovisto de una cabal comprensi6n del nuevo papel que las circunstancias le estén sugiriendo que desempefe, ‘Sies notorioel hecho de que en'la altemancia de espacios arriba enumerados Ta calle ocupa un lugar preponderante, entonces la segunda raz6n tiene que ver precisamente con lacalle; pero ahora en relacién con las implicaciones que guarda el o6digo antroponoméstico utilizado por el autor. Porlo que toca.a Trfinsito dicho cédigo, como ya lo hemos insinuado, se apuntala en la figura de una explicita ironfa: ef personaje no transita por fa calle ~lugar de trénsito por autonomasia; y si transita unas cuantas cuadras~ su discurtir pronto es impedido por algdn representante de la fuerza piblica que, a su vez, en el informe que rinde ante su superior inmediato, la lama, irénicamente, “callejera’”~o “nochera’-.De ahi que, para ella, la calle se convierta en un lugar de prueba -0 asf podria serlo~; y como tal, dotado de’ obsticulos actanciales qué salvar: Con todo, los obstéculos que ‘Trénsito debe salvar en la calle no son, con mucho, callejeros~o cuando menos Jos que, por convencién referencial, se Hamarian callejeros-: nadie intenta robarla, nadie intenta violarla, nadie intenta asesinarla. Para ella, en cambio, el iinico obsticulo es la policfa. Sin embargo, munca logra salvarlo, pues Siempre es arrestada. De suerte que forja una inversién: si la calle es espacio piiblico, para ‘Trénsito es espacio privado. Y en dos sentidos: ya porque la priva de recorrerlo, ide transitarlo, ya porque si lo transita la fuerza pitblica le despierta el imaginario dde que la calle es privada -mejor, privativa de ser ambulada a condicién de que cexhiba los signos sociales que la policia exige para ello~ 120 Cobra tanta fuerza el imaginario de la calle como algo privado, como algo que, en privado, habrfa que limpiar de toda clase de impurezas sociales, de toda Glase de desperdicios humanos, que el narrador no economiza las designaciones zoomérficas cada vez.que quiere referirse ala situacidn de Transito 0 la situacién de los dems personajes que la acompafian en sus recorridos intransitables. Citemnios, a: modo de ilustracién, un apretado' mostrario de tales designaciones: “Pudo regresar y acurrucarse en ef umbral como un perto castigado” (p. 22), “después de que todas salieran, se quedaron inm6viles, como un ebafio asustadizo” (@. 34); “los chapas andan encima de uno como piojos" (p. 37); “sobre Trénsito ‘cayé tina pesadumbre insoportable, que la aplastaba contra el suelo como'a un ‘gusano” (p. 45); “al fin, el martiio de sentirse como una pobre bestezuela silvestre tecién capturada” (p. 75); “pero el desdichado sufifa el recelo del animal acosado yy después de cada una de sus rapifias” (p. 79); “durante el dfa tecotria las calles, hhusmeando el suelo,en busca de algin iésiduo” (p. 80); “vivia acosado por Ia autoridad, por los. compafieros huérfanos, por los mismos perros, callejeros” (p. 81); “como una partida de liebres todos trataron de escapar” (p. 91), etc, ¥ algo similar acontece con ef Alacrén, el compafiero de Transito. Sus andanzas por Jacalle atrostran el signo prohibido; pero, a diferencia de lo que ocurre con Trénsito, en el Alacrdn ha habido dprenidizaje dle mediacién: los obstécilos callejeros son burlados ~asf sea episédicamente—, Tanto que, en el submtindo de una ciudad que quiere. ser descrita en términos cinicos ~y de ahi la permanente comparacién que hraceel narrador.con fa vida de los.pertos-, el Alacrdn se convierte -para Trénsito— en el nuevo lazarillo urbano que la gufa por la margenes citadinas de Bogotd. Para uno y otro, en consecuencia, la calle es ef lugar de residencia de toda clase de animales, el lugar privativo de lo animalesco. Lo curioso es que después de ingresar y salir de cada uno de esos espacios que pueden quedar contenidos en la designacién “adentro”, Transito, ineluctablemente, invoca, como espacio de deseo, su casaen el campo, asf como la imposibilidad de reunir los dos pesos con setenta que necesita para emprender el regreso. Lo que quiero decir es que si bien Ta casa de campo es evacada, y evocada como leit motiv, no constituye por fuerza el espacio utépico de que habla la propuesta de Marchese. Este espacio sélo se constituye si y s6lo si es. posible avalar la existencia de espacios,de prueba y transformacién para el personaje. ¥ tales espacios no se dan, 2 pesar de su apareni- te diversidad.” 19." A panirde la ita de la novel, a evocncién ~invocaci6a,optacién~ que hace Trasito de su casa de ‘arrpo =comi lug de deseo en que recor una pris desu antiga flicidad pera sors obsesva. ‘Veamos: “Tene dinero, legaralaesici6n, represar eu eas” (p. 161); “apenas enero sulieiente para parse cia su peeblolograllgnr de alguna manera ala estacdn,burar fs polit y cera la égina siiesra de su oscur biogralic (p. 166); “pong ea cuanto reuier esos pesor con stenta ‘ceflavosregresaria es humid esa rue ys piri de aqua sciedad” (168); "pero ial yer au ado lograca por in revni 0 del pass y volver a su ees (p, 171); "os pesos que ern in base desu 1 NT El dia de los espacios En [a visién evocativa de Transito la casa de campo quedaré, pues, en la distancia, exactamente como un espacio ut6pico que jams podré actualizarse. La raz6n tiltima de este impedimento halla su explicacién en el acontecimiento final de la novela. Dicho acontecimiento no es otro que el torbellino popular y violento que desencadena el asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitén. Por vez primera —y @lfima para alguiios, entre los que se encuentra Transito-, la masa de desheredados humanos que se hian pasado la vida andando por las mérgenes de la ciudad, 0 escondiéndase del, acecho policivo como ratas y_pertos samosos, s¢ desplazan hacia el centro de Bogoté, marcado aquf por la Plaza de Bolivar. La Plaza es el centro que atrae, bajo el fragor de una fuerza colectiva irrefrenable, hombres y mujeres andnimos de todas las edades y de bajfsima condicién- dispuestos a entrelazarse en una unsnime explosién de odio y venganza, acumalada por afios de desatencién, explotacién y vejamen sociales. Esos hombres y mujeres advenidos de todos los Ingares no se conocen entre si, y no se conoceréin; rio han contado con oportunidades de trabajo que dignifiquen su condicién humana, y no contardn con ellas; no han recibido apoyo de un estado que empicza asomar su rostro a un capitalismo naciente, y no to obtendrén; no han recibido una célida ‘mirada de conmiseracién sincera, y'no la recibirén; son, a la sazén, el pueblo, es decir, nadie. Y ahora exhibirén, en la conjuncién unitaria y potente de un mismo espacio ~que es todos los espacios- y de un mismo tiempo -que es todos los tiempos-, el empije primitivo, irreflexivo, atroz y deletéreo de la destrucci6n. En verdad, esa conjuncion hace del acontecimiento unatinidad cronorépica® En cuanto unidad, el acontecimiento cronot6picd, narrado y descrito por el narrador “igualmente en una fusi6n unitaria-, es a la vez formal y sustantivo. Formal, por cuanto fa destruccién de que va a ser objeto Bogotd, acaeceré al mismo tiempo y en el mismo lugar. Fundides en un tiempo-espacio inseparables, los hombres ‘mujeres que provienen de las mérgenes urbanas ~y con ellos Tréinsito y el Alacrén-, portan consigo los objetos indicadores de su vacuidad existencial: sacos vacios para ser llenados de comida y asf alcanzar en un instante de contundente desobediencia civil Ia ilusoria sensaci6n de plenitud intestina; gritos y clamores colectivos cuya ruidosa polifonfa se adelgaza en la univocidad de una solapetici6n: “;Que'muera, qué muera!” ,Qué? La por afios inmévil condicién de opresién y rmanumisia,tsada en el valor del passe de frrocanil basta el pusblo” (p. 189); "si uber aleanzado a ‘ir los dos pesos con setentacentayes que eran la ta desu cembicin’ (p. 195}; "iY tal vezlograra por Fin que layla e regres a su casa ral!” (9,211);,"y aforaba su quieted campesina an imposible y rem acta a poe regresar nines, prqub a vidase obstnakaen neutalizase sus seals abelos” (0.228). Ia intervineocignexencal de Ine relaconestemnporales y espacialesasimiladas etsticamente en Ia tear, a Umeremascronotops (lo que tadusidaliemlent, significa iempo-espacio". Cfe Bat, Mijai. "Formas de tiempo y del cronotop en la novela, (Easayos sobre posta histria)” et: Problenar lieraios¥exécos, La Habana: Ane y Literatur, 1986, p, 268. 12 desidia estatales. Y sustantiva, por cuanto, en un mismo espacio-tiempo, se han de. ‘cruzar, a Ja manera de un caético enmallado, las series natrativas configuradoras de la diégesis de la novela. Justo en la Plaza de Bolivar y a la vez convergen, con imantaci6n centrfpeta, las figuras del Manoeseda, del Ignacio, de la, Cachetada, de Trinsito, del Alacrin y de otros més, para reunirse.y disgregarse, para comunicarse. y-suspender la comunicaci6n, para robar y:consumir lo robado, para asesinar y. ‘pasar por encima de los cuerpos muertos, para agredir y ser festivamiente agredido, en.ondas-de movimiento que.avanzan en, todas.direcciones, hacia aqut y hacia all, sin orden ni concierto, como no.sea.en la concertacién de una sola accion tumultuosa y, vesdnica que tiene por refulgente.decorado el fuego iridiscente de. ‘una ciudad a la que se intenta quemar en el interior de sus mpds sensibles entrafias, Bogoté, entonces, es, la presa.a devorar y,del festin camicero-no deja de pparticipar la misma fuerza pUblica, que ahora, una vez, desanudados los grilletes, dela normativa: imaginaria, se. reconoce a s{ misma como, aliada.de.la misma basura humana. la que antes tanto persiguiera, Por eso, las balas empiezari a zumabar; las detonaciones extienden sobre el. humo vano de Ja conflagracién cl hueco estertor de sus latigazos; los cuerpos czen y son pisoteados como came en putrefaccién; el tiempo parece no discurrir, el espacio cesa de ofrecer consistencia vital; y la masa enfurecida y,orate,crea un carnaval sangtiento'y mortecino. Por cende, 1o-interdicto se profana, se anulan las jerarquias de clase, Jo central —la Plaza--se toma exeéntrico, y, al final, el mundo conocido se vuelveal revés. Cambia Ja fortuna y en uno de sus reveses, Trinsitocae al suelo sacudida por el fogonazo do'un-proyectil perdido que le lacera brutalmente el, cuerpo. Comprende, en el timo momento, minutos antes de haber entrevisto en Ja distancia 1a brumosa figura del Alacrén, que su vida no ha acabado y que st suefio obsesivo —retornar a la casa campesina de sus padres— se ha frustrado definitivamente. En el dia de los espacios, en el espacio de los dfas, en suma, en la cronotopfa de:un acontecimiento que hubo de sacudir la historia reciente de un pais carcomido por a voracidad de una clase privilegiada'y abtlica, Transito deja de transitar luego de haber realizado el tnico trénsito de su corta y dificil existencia. Colofén En fin, qué la novela de Osorio Ligatazo no cumipla a cabalidad—a pesar de las intuiciones que consignamos al comienzo de este ensayo~'la’ propuesta de “Marchese, no significa ni con mucho que aquella esté mal construida o que éstaes insuficiente. Significa no mas qué'unia y.otra estén allf para fecundarse en lo-que sea pertinente y paradistanciarse en lo que sea necesario, Por nuestra parte creemos poder explicar la no conformidad que se presenta entre el final de la novela y el final de la propuesia dé Marchese. Queda claro en la propuesta utilizada que 1a existencia del espacio ut6pico viene concitada’ por'la’existencia de espacios parat6picos precedentes. Y que estos pueden ser considerados como tales a 3 condicién de que incluyan umbrates diegéticos cuya transgresién genera una conseciiente transformacién en la caracterologta de ios personajes. Queda claro, igualmente, que en la novela, aunque hay tn espacio con vocacién de utopfa —la casa'de campo-, no'constitiye real espacio de deseo puesto que los espacios pprecedentes no se han definido en términos de transgresiGn transformacional para ‘Transito. Y es que en la novela no podia ser de otro modo porque, si se nos permite intentar recorrer al revés el trayecto que va de la recepci6n a la produccién textuales, en la intencién del autor real lo que realmente parece importar no es la idea -y hay que hablar en estos términos, habida cuenta de que estamos ante una novela- tesis~ de discurrir, de transcurtir, de transforma, sino més bien la idea de condensar, de acumular, de “revolucionar”, Por eso, tal vez, el empleo recurrente de palabras tales como “vordgine”, “iorbellino”, “revuelta”, etc. Por eso, tal vez, el alegato en favor de una evolucién social, pero mediante unos personajes cuyos comportamientos dan la sensacién de una involuci6n individual. Por eso, tal vez y para terminar, la necesidad de involucrar unos espacios sétdidos, cerrados en sf mismos, sobre sf mismos, donde Ia acci6n se torna inacci6n y, sobre todo, exaccién, yy en los cuales moran unos personajes designados con apelativos zoonémicos ~la pulga, el alacrén, el piojo, el tigre, etc. cuya presunta naturalizacién no es més gue el resultado de tina cultura ciega a las culpas sociales y'a remordimientos de tiltima hota, Como sea, somos de los que creen, como Marchiese, que en la literatura “Ia diggesis misma, el c6digo de las acciones y de las funciones, se desarrolla sobre una isotopfa espacial que el andlisis debe reconocer, bajo pena de empobrecimiento o, directamente, bajo pena de deformacién del sentido global del mensaje" BIBLIOGRAFIA Bajtin, Mijfl. “Formas de iempo y del eronotopo en 1a novela (Ensayos sobre po cen: Problemas literariory estos. La Habana: Arte y Literatura, 1986. histvicay” Bal, Mieke, "Descripein” en: Teoria dela narrativa: una introduceién a (a narratologta, Media: Cétedr, 1987. Dorr, Rail “La deseripeién en: La narratologta hay, Seleccén y presentaci de Renato Pade ropeca. La Hobana: Ane y Literatur, 1989 Escobar Mesa, Augusto. “Reflexiones acerca de Ia literatura sobre la violencia" en: Lingifstica y Literatura: Medellin, NO..17 enero-junio, 1990, p. 92-125. Foucault, Michel, “La’ Vigitar'y castigar. México: Siglo XXI, 1984, Gombrich, Ems y Eribon, Didier, “La importancia de la tradicién’en: Lo que nos dice la imagen. ‘Conversaciones sobre el arte y la ciencia, Bogot: Norma, 1993, ipline DL Marchese, A. Op. city p. 341. 124 GGothot-Merche, Claudine. “El andlisis estructural de 1a narracién” en: La narrarologta hoy: Selec- cidn y presentacign de Renato Prada Oropeza. Op.cit.p. 79-131. ‘Marchese, Angelo, "Las esircturss espactales del relato” en: Lanarrtologia hoy. Op. et. 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