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COMBATE ESPIRITUAL, POR EL V. P. D. LORENZO ESCUPOLI, DEL ORDEN DE LOS PP. CLERIGOS REGULARES DE SAN CAYETANO. FRADECEDO BBL ITALIANO POR D. DAMIAN GONZALEZ DEL CUETO, y Feducido a la pureza del original por el padre D. BAMON GUNINEL, del mismo érden. NUEVA EDICION CORREGIDA CON ESMERO. TOMO I. Con aprobacion del Ordinario. LIBBEBIA BELIGIOSA. Mayo de 1880. Vos hodie contra inimicos vestros pugnam committi- tis: non pertimescat cor vestrum, nolite metuere, nolite cedere, nec formidetis eos quia Dominus Deus vester in ‘medio vestri est, et pro vobis conira adversarios dimica— bit, ut erwat vos de periculo. (Deuter. xx , 3 et 4). Vosotros entrais hoy en batalla contra vuestros enemi— 0S: no desmaye vuestro corazon, no os intimideis, no volvais pié atrés, ni les tengais miedo; porque el Sefior Dios vuestro esta en medio de vosotros, y peleara por vosotros contra los enemigos , para sacaros del peligro. ELOGIOS DEL COMBATE ESPIRITUAL, sacados de las obras de san Francisco de Sates, Obispo de Ginebra, y su discipulo el Ilmo. Camis. El Combate Espiritual es uno de aquellos li- bros excelentes, cuyo solo titulo es su mayor elogio. Los hombres mas eminentes del siglo xvii se han derramado en sus alabanzas ; pero la mayor prueba de su excelencia y precio, son las que ha merecido de san Francisco de Sa- les, el cual lo proponia como unica instruccion alas almas que aspiraban 4 la perfeccion cris- tiana, como se vera en los honresos elogios.que este gran Santo le hace, especialmente en sus cartas. En el libro de Ja Introduccion 4 la Vida Be- vota, llamado comunmente Ja Philotea, en la parte segunda, capitulo xvi, encomienda el Santo la leccion del Combate Espiritual, y le propone con algunos libros de Santos Padres, y 1 T. 1L.— Xvi. VI de autores muy ilustrados, y que fueron dotados de grande sabiduria en materia de espiritu. En las cartas del mismo Santo, parte primera, libro 1, carta 32, instruyendo’a una viuda enel modo de servirse de la imaginacion para medi- tarla dice: El libro del método de servir d Dios es muy bueno; pero confuso,.y'no 08 conviene : el Combate Espiritual trae con mejor orden, mejor claridad , y con distinction , lo necesario para vuestro provecho.- En la carla 55, dando algunos consejos 4 una viuda, dice: El Combate Espiritual es un gran libro: yo quince afios que le llevo continuamente en el bolsillo, nunca le he leido sin sacar algun provecho. En la misma parte, libro im, carta 46, prescri- biendo algunos ejercicios de devocion 4 una sefiora casada, dice en el fin: Leed frecuente- mente el Combate Espiritual , yo os encomiendo mutho este libro. En la segunda parte, libro rv, carta 94, escri- biendo 4 una viuda, y exhortandola 4 la sim- plicidad y pureza de corazon, y 4 no desear con robrada eficacia verse libre de las tentaciones, ladice: Amada hija mia, leed el capitylo xxix (en la presente obra es Lix) del Combate Espiri- tual, que es mi libro favorecido y privilegiado: yo hé diez y ocho aitos que le Wevo siempre con- migo, y no le leo jamds sin fruto y provecho. Vil Julio 24 de 1607. Esta carta se registro en los Pprocesos de la beatificacion y canonizacion del Santo. . : En la misma segunda parte, libro v, carta 48, exhortando 4 una Religiosa Abadesa 4 la paz interior , dice: Amada hija mia , leed los capi- _tulos xv , xvi yxvui del Combate Espiritual , y unid su doctrina é lo dicho: y esto basta por ahora. En el mismo lugar , carta 75, escribiendo 4 una sefiora viuda, y consolandola en la muerte de un hijo suyo, dice: Conviene que hagamos una vez en la semana un ejerctcio particular de querer y amar mas vigorosamente la voluntad de Dios ; esto es, mas tiernamente y mas amorosa- tmente que ninguna cosa del mundo; y esto no so- lamente en los accidentes que nos parecen tole- rables , sino tambien en los mas insufribles. Vos hallaréis un no sé qué para este intento en el Combate Espiritual ; que es et libro que tantas neces 08 he encomendado. Hija mia, para decir Ja verdad , esta doctrina es alta ; pero Dios , que nos la dicta y ensena en este libro, es altisimo. El Iustrisimo Seior Don Pedro Camis, Obis- po de Belley , en el libro que intituld : E) Espi- ritu de san Francisco de Sales, parte tercera, seccion x1i, que se titula del Combate espiri- tual, dice: Este libro todo de oro (habla del libro de la Imitacion de Cristo) ewcede & toda alaban- Vat za; pero con todo esto no era este el libro que aconsejaba mas nuestro Padre, sino el Combate Espiritual: este era su libro privilegiado y fa- vorecido. El mismo autor en la parte séptima, seccion vil, que tiene por titulo: De los libros de Devo- cion, dice: Tres libros pequefios de devocion eran los que nuestro Santo tenia en alta estima- cion: el primero era el Combate Espiritual: este, hermanas mias , es el libro de que tantas veces os he hablado : este es el libro que os encomendé tan particularmente el mismo Santo , y que en- comendaba con particular estudio d sus discipu- los , confesdndoles que lo habia ilevado consigo diez y siete aftos, continuos , leyendo todos los dias algun capttulo , y siempre con nuevas luces del cielo. EI mismo autor en el libro citado, parte de- cimacuarta, seccion xv, que tiene por titulo: Consejo & un Director espiritual, dice: Yo le pregunté un dia gquién era su director 6 maes- tro de espiritu? y me respondié , sacando ‘del bolsillo el Combate Espiritual : Este es el que con la divina asistencia me ha gobernado desde mi juventud : este es mi maestro en las cosas de esptritu y dela vida interior. Después que sien- do estudiante en Padua un Padre Teatino me did noticia de él, y me aconsejé le leyese , he se- guido su parecer y me hatlo muy bien conél. Fue 1x compuesto por una persona muy grave de agtella Tlustre Congregacion, que oculté su nombre par- ticular , y le dejo correr con el de su Religion, que se sirve de él en la misma forma que los VV. PP. de la Compafiia de Jesus del libro de los Ejercicios de su Santo P. Ignacio de Loyola. Nora Hemos suprimido algunas citas de san Francisco de Sales por creer bastantes las que van puestas, y tambien las de los otros au- tores que se han esmerado en elogiar el Combate Espiritual para no fastidiar 4 nuestros lectores. ( Nota de les Editores). Google XI AL SUPREMO CAPITAN © J gloriosisimo triunfador JESUCRISTO, HISO DE MARIA SANTISIMA Y SENOR NUESTRO. Siempre agradaron, Seftor, 4V.D.M. los sacrificios y ofrendas que los mor- tales hacen con pura intencion de vues- tra santisima gloria: por esta razon os ofrezco este breve tratado del Comba- te Espiritual. No me desanima que la ofrenda sea pequeiia : porque no igno- TO que sois aquel sublime Sefior que se deleita en las cosas humildes y despre- cia las grandezas del mundo, sti ambi- ~ cion y sus vanidades. Pero, ,cdmo pudie- xu rayo, sin grave delrimento mio, y sin que se me imputase 4 culpa, dedicarle 4 otro que 4 V. D. M., Rey del cielo y de la tierra? Los documentos de este libro salieron de vuestra escuela, y vuestra es su doctrina ; pues nos ensefiais y man- dais que -~ Desconfiando de nosotros , Confiemos en Vos, Combatamos, y oremos. Ademis , en todo el Combate se necesita de un cabo experimentado que guie los escuadrones, y anime los soldados, que tanto mas valerosamente pelean , cuanto creen mas invencible al capitan, debajo decuya bandera militan; y gno tendréne- cesidad de un valeroso y experimentado caudillo este Espiritual Combate? A Vos, pues, poderosisimo Jestis , escogemos por nuestro capitan, todos los que estamos resueltos 4 combatir con nuestras pasio- nes , y 4 vencer 4 nuestros enemigos: 4 xn Vos, digo, que habeis vencido al mundo y al principe de las tinieblas, y con vues- tra preciosisima sangre y sacratisima pasion y muerte habeis fortalecido la fragilidad de los que valerosamente pe- learon, y peleardn hasta la fin del mun- do. Cuando disponia, Sefior; y ordenaba este Combate, me ocurrian 4la memoria aquellas palabras de vuestro vaso de elec- cion: Non quod suficientes simus cogita- re aliquid & nobis, quasi ex nobis‘; que sin Vos y sin vuestra asistencia, no po- demos tener un solo pensamiento que sea bueno; ,cémo, pues, podrémos solos pe- lear con tantos y tan poderosos enemigos, yno caeren las ocultasredes que tienden, ni en los lazos * que para nuestra ruina disimuladamente nos arman? Vuestro es, Sefior, este Combate por todas razones; porque, como he dicho, vuestra es su 1 Cor. m, 5. 2 Psalm. cxxxix, 6. . XIV doctrina, y vuestros son los que militan en esta espiritual milicia , entre los cua- ._ les estamos alistados los Clérigos Regla- res Teatinos; y asi postrados todos 4 vuestros sacratisimos piés , os pedimos que acepteis ésta ofrenda, y recibais este Combate , moviendo siempre , y esfor- zando nuestra flaqueza con el auxilio de vuestra gracia actual, para pelear gene-. rosamente ; estando, como estamos cier- tos, que combatiendo Vos en nosotros *, Y con nosotros, alcanzarémos la deseada victoria , para gloria vuestra y de vues- tra madre, Maria santisima nuestra Se- flora. Vuestro mas humilde siervo, redimido con vuestra preciosisima sangre, Lorenzo Escupoli, C.R. t Judit. v.—S. Ciprian. ad Martir, et Gonfess. epist 8. COMBATE ESPIRITUAL. PRIMERA PARTE. Non coronabitur, nisi qui legitime certaverit. (1 Timot, 11, 25). CAPITULO I. En qué consista la perfeccion eristiana, y para adquirirla es necesario pelear y combatir; y de.cuatro cosas que.se re quieren para este Combate. Si deseas, 6 hija muy amada en Jesu- cristo, legar al mas alto y eminente gra- do de la santidad y de la perfeccion cris- tiana, y unirte de tal suerte 4 Dios, que yengas 4 ser un mismo espiritu con él, que es la mayor hazaiia y Ja mas alta y gloriosa empresa que puede decirse é ima- ginarse, conviene que sepas primeramen- Google te — 16 — te en qué consiste la verdadera y per- fecta vida espiritual. Muchos, no atendiendo 4 la gravedad de la materia, creyeron que la perfeccion consiste en el rigor de la vida, en la mor- tificacion de Ja carne, en los cilicios, dis-’ ciplinas, ayunos, vigilias y en. otras pe- nitencias y obras exteriores. Otros, y particularmente Jas mujeres, cuando rezan muchas oraciones, oyen mu- chas misas, asisten 4 todos los oficios di- vinos, y frecuentan las iglesias y comu- niones, creen que han Ilegado al grado supremo de la perfeceion. Algunos, aun de los mismos que pro- fesan vida religiosa, se persuaden 4 que la perfeccion consiste Gnicamente én fre- cuentar el coro, en amar la soledad y el silencio, y en observar exactamente la disciplina regular y todos sus estatutos. As{ los unos ponen todo el ‘fundamen- to de la perfeccion evangélica en estos: Jos otros en aquellos 6 semejantes ejerci- cios; pero es cierto que todos igualmente een —17— % se engaiian , porque no siendo otra cosa las mencionadas obras que 6 disposicio- nes y medios para adquirir la santidad, 6 frutos de la santidad misma, no pue- de decirse que en semejantes obras con- sista la perfeccion cristiana y el verdadero -espiritu. . No es dudable que son medios muy poderosos para adquirir la verdadera per- feccion y el verdadero espiritu, en los que las usan con prudencia y con discre- cion para fortificarse contra la propia ma- licia y fragilidad, para defenderse de los asaltos y tentaciones de nuestro comun enemigo ; y en fin, para obtener de la, misericordia de Dios los auxilios y socor- ros que son necesarios 4 todos los que se ejercitan en la virtud, y particularmente 4los nuevos y principiantes. Son tambien frutos del Espiritu Santo -en las personas verdaderamente espiritua- les y santas, las cuales afligen y mortifi- can su cuerpo para castigar sus rebeldias pasadas contra el espiritu, y para humi- . — 18 — Marlo y tenerlo sujeto 4 su Criador : vi- ven en la soledad y en una entera abs- traccion de las criaturas para preservarse ‘de los menores defectos y no tener con- versacion sino en el cielo (Phil. m, 20) con los angeles. y bienaventurados : oca- panse en el culto divino y en las dbyenes obras : vacan 4 Ja oracion, y meditan en Ja vida y pasion de nuestro Redentor, no por curiosidad, ni por gustos 6 consele- ciones sensibles,'mas por conocer mej6r la bondad y misericordia divina y la in- gtatitud y malicia propia; por ejercitarse mas cada dia al amor de Dios y al odio .de si mismos, siguiendo con la-cfuz: y con la renunciacion (Matth. xvr,.24) de la propia voluntad, los pasos del Hijo de Dios: frecuentan los Sacramentos sin otro fin que el del honor y gloria de Dios, y de unirse mas estrechamente con sy di- vina Majestad, y de cobrar nuevo vigor y fuerza contra sus enemigos. Lo contrario sucede é las almas imper- fectas, que ponen todo el fundamento de — 19 — su devocion en las obras exteriores, las cuales muchas veces son causa de su per- dicion y ruina, y les ocasionan mayor da- fio que los pecados manifiestos : no por- que semejantes obras no sean buenas y loables en si mismas; sino porque se ocu- pan de tal suerte en ellas, que se olvidan enteramente de la reforma del corazon, y de velar sobre sus movimientos; y dején- dole que siga libremente sus inclinacio- nes, lo exponen 4 las asechanzas y lazos, del demonio; y entonces este maligno es- piritu viendo que se divierten y apartan del verdadero camino, no solamente las deja continuar con gusto sus acostumbra- dos ejercicios, pero lena Ja imaginacion de quiméricas y vanas ideas de las deli- cias y deleites del paraiso, donde pien- san algunas veces que se hallan ya entre los coros de los angeles, como almas sin- gularmente escogidas y privilegiadas, y que sienten 4 Dios dentro de si- mismas. Usa tambien del artificio de sugerirles en” Ja oracion pensamientos sublimes, curio- — 20 — "sos y agradables, 4 fin de que imagimdn- dose, como san Pablo, arrebatadas al tercer cielo (1, Cor. xi, 2), y persua- diéndose 4 que no son ya de esta baja region del mundo, vivan en una abstrac- cion total de si mismas, y en un profun- do olvido de todas aquellas cosas en que deberian mas ocuparse. Mas en cuéhtos errores y engaiios vi- van envueltas semejantes almas, y cudn ,léjos se hallen de la perfeccion que va- mos buscando, se puede reconocer facil- mente de su..vida y de sus costumbres; porque en todas las cosas grandes 6 pe- quefias desean ser siempre preferidas 4 los demés : son caprichosas, indéciles y . obstinadas en su propio parecer y juicios y siendo ciegas en sus propias acciones, tienen siempre los ojos abiertos para ob- servar y censurar las ajenas, y si a]guno las toca, aunque sea muy levemente, en la opiion y estimacion que tienen cork cebida de si mismas, 6 las quiere apar- tarde aquellas devociones en que sa ocu- — 21 — pan por costumbre, se enojan, se turban y se inquietan sobremanera; y en fin, si Dios para redueirlas al verdadero cono-. emmiento de si mismas, y al camino de la perfeceion, les envia. trabajos, enferme- dades y persecuciones (que.son:las prue- bas mas céertas de la fidelidad de sus sier- ves, y que no suceden jamés sin érden . 6 permision de su providencia) entonees descubren su. falso fondo, y su interior corrompido y gastado de la soberbia; porque en-cualquiera sucesos tristes y ale- gres, felices 6 advyersos de esta vida, no quieren conformar su veluntad con la de Dios, ai humiHarse debajo de su divina mano, ni rendirse § sus adorables juicios, no menos justos que impenetrables : ni sujetarse, 4 imitacion de su santisimo Hi- jo, 4 todas Jas criaturas, amando 4 sus perseguidores como. 4 instrumentos de Ja bondad divina, que cooperan 4 su mor- tifeacion , perfeceion y. eterna salud. De aqui nace el hallarse siempre ‘en-un funesto y:evidente peligro de perecer ; 2 T. 1L— Xvi. So porque como tienen viviados y oscure- eidos los ojos con el amor propio y ape- -tito de la propia estimacion, y se mirdn siempre con ellos 4 si mismas, y 4.sas obras exteriores, que de si son buenas, se atribtiyen muchos grados de perfeecion; y llenas de prosuacion y.seberbia censur ran-y condenan 4 los.demés; y 4 veces las deslumbra y ciega.de tal -suerte.su orgullo, que es necesaria una gracia ex- traordinaria del cielo para convertirlas y sacarlas de su engaiio, pues como mues- tra cada dia la experiencia, con mas fa- cilidad se convierte y se reduce al bien el pecador manifiesto , que el-que-se ocul- ta y eubre con el magto de la virtud. De todo jo referido podr&s, hija mia, cémprender con claridad que la vida es- piritual no consiste en alguno de estos ejereicios y obras exteriores; com que sue- Je confundirse la santidad, y: que.son mu- chos{es que en este punto se dejan Pree: cupat de grandes errores. * Si quieres, pues; entender-en qué eon~ — 23 — siste el fondo de la verdadera piedad, y toda la perfeccion del oristianismo, sabe que no consiste en otra cosa, que en co- nocer la. bondad y:la grandeza infinita de Dios, y la bajeza y propension de nues- tra naturalega al mal:en amar & Dios, y aborrecernos 4 nosotros:mismos: en sn- jetarnos no solamente :4 su divina Majes- tad, sino tambiea 4 todas las criataras por-su amoz::.en renunciar enteramente nuestra propia voluntad, 4 fin de seguir siempre la suya; y. sobre todo-en. hacer todas estas cosas Gnicamente por la hon- ra y gloria de Dios, sin otra intencion: 6 fin que agradarle, y porque:su divina Ma- jestad quiere y merece ser amado y ser- vido de sus criaturas. Esta es aquella-ley de amor que -el Espiritu Santo ha grabado en los cora- zones de los justos (Deut. v4, .5.— Matt. xx, 37): esta es aquella abnegacion de si.mismo. y-crucifixion del hombre .inte- rior, tan encomendada .de Jesucristo en el, Exangelio.(sMatt. xvini): este es su yu- — wh go suave y su peso leve (Matt. xt, 22): esta es. aquella perfecta obediencia: que este divino Maestro nosha ensefiado siem- pre con sus palabras y con sus ojemmplos (Phileph. 11). Si aspiras, pues, hija mia, no sola- mente & la santidad, sino 4 la perfeccion de la santidad, siende forzoso para ad- quirirla en este sublime grado combatir todas las inclinaciones viciosas, sujetar los sentidos 41a razon, y desarraigar los vicios, lo cual no es posible sin una apli- cacion infatigable y continua, conviene que con 4nimo pronto y determinado te dispongas y te prepares 4 esta batalla; porque la corona no se da sino 4 los que combaten generosamente (11, Timoth. 11, 28). Pero advierte, hija mia, que asi como esta guerra es la mas dificil de todas, pues . combatiendo eontra nosotros mismos , somos combatidos de nosotros’ mismos (1. Petr. 11), asi la victoria que se alcan- za es la mas agradable 4 Dios, y la fas — B— gloriosa al vencedor : porque quien con valor y resolucion mortifica sus pasiones, doma sus apetitos,y reprime Hasta los menores movimientos de su propia yolun- tad, ejecuta una obra de mucho. mayor mérito dlos ojos.de Dios, que siconser- vando alguna de ellas viva en su corazon, afligiese y maltratase su cuerpo con los mas Asperos cilicios, disciplinas, 6 ayu- nase con mas austeridad y rigor que los antiguos anacoretas del desierto, 6 con- virtiese 4 Dios millares de pecadores ; por- que aunque no es dudable que Dios es- tima y aprecia mas la conversion de una alma considerando este ejercicio en si, que la mortificacion de un apetito 6 deseo desordenado; no obstante ta no debes poner tu principal,cuidado en querer y ejecutar lo que segun su naturaleza es mas noble y mas excelente, sino en obrar lo que Dios pide y desea particularmen- te de ti: y es constante, que Dios se agra- da mas de que trabajes en mortificar tus pasiones, que si dejando viva en tu co- — 6 — razon una sola con voluntad y adverten- cia le sirvieses en cualquiera otra cosa, aunque fuese mas considerable y de ma- yor epnsecuencia. Ya, pues, que has-visto, hija mia, en qué o#nsiste la perfeccion cristiana , y que para adquirirta es necesario que te deter mines 4 una continua guerra contra ti misma, conviene que te proveas de cua- tro cosas, como de armas seguras y ne- cesarias para conseguir la palma y que- dar vencedora.en esta espiritual batalla: estas son, la desconfianza de nosotros mis- mos, la confianza en Dios, el ejercicio y la oracion, de las cuales tratarémos clara y sucintamente con la ayuda de Béos en tos capitules siguientes. . - « CAPITULO HI. . De la destonfianza de si mismo. La desconfianza propia, hija mia, nos es tam neceseria en el combate espiri- 0 aes tual, que sin esta virtud no’ solamente no podrémos triunfar de nuestros enemi- gos, pero ni aun vencer Ja menor 6 la mas leve de nuestras pasiones. Esta verdad debes imprimir y grabar profundamente en tu espiritu; Porque aunque verdaderamente no somos sino un puro nada, no obstante no dejamos de concebir una falsa estimacion de no- sotros mismos, y persuadiéndones sin al- gun fundamento 4 que somos algo, pre- sumimos vanamente de. nuestras propias fuerzas. . Este vicio, hija mia, es un funesto y monstruoso efecto de Ja corrupcion de nuestra naturaleza, y desagrada mucho — alos ojos de Dios, el cual desea siem- pre en nosotros un fiel y profundo cono- cimiento de esta verdad : que no hay vir- tud ni-gracia en nosotros que no proceda de su -bondad, como de fuente y origen de todo bien, y que de nosotros no pue- de nacer algun pensamiento que le sea agradable. — — 28 — Pero si bien esta importante descon- fianza de nosotros mismos es un don del cielo, que Dios comunica 4 sus escogi- dos, ya con santas inspiraciones, ya con Asperos castigos, ya con violentas y cési insuperables tentaciones, ya con otros medios que nos son ocultos ; no obstan- te, porque su divina Majestad quiere que hagamos de nuestra parte todo el esfuer- zo posible para adquirirla, te proppngo cuatro medios, con los cuales, ayudada del socorro de la gracia, infaliblemente la alcanzards. EI primero es que consideres tu vileza y tunada, y reconozcas que con tus fuer- zas naturales no eres capaz de obrar al- gun bien por el cual merezcas entrar en el reino de los cielos. El segundo, que: con fervor y humil- dad pidas frecuentemente 4 Dios esta vir- tud; porque es don suyo, y para obte- nerla debes desde luego persuadirte, no solamente 4 que no la tienes, sino tam- bien 4 que nunca podrés adquirirla por — 99 — ti_ misma. Después postréndote en la pre- ~ sencia del Sefior se la pedirés con fe viva ‘de que por su infinita bondad se dignara concedértela; y si perseverazes constan- te en esta esperanza por todo el tiempo que dispusiere su providencia, no dudes Ja alcanearés. E] tercer medio es que te acostumbres poco 4 poco 4no fiarte de ti misma, y 4 temer las ilusiones de tu propiejuicio, la violenta inclinacion de nuestra natu- raleza al pecado, la formidable multitud de enemigos que nos cercan de todas par- tes, que son sin comparacion mas astu- tos y fuertes que nosotros, que saben transformarse en Angeles de luz (11 Cor. x1, 14), y ocultamente nos tienden lazos en el camino mismo del cielo. El cuarto medio es que cuando caye- sesen alguna falta, entres mas vivamen- te en la consideracion de tu propia fla- queza, y entiendas que Dios no permite nuestras caidas sino solamente-4 fin de que alumbrados de una nueva luz nos — 30 — conozcames mejor y aprendamos 4 me- nospreciarnos como viles criaturas, y con- ° cibamos un sincero deseo de ser menos- preciados de los demds. Sin este menosprecio, hija mia, no esperes adquirir jamés perfectamente la desconfianza de ti misma, la cual se fun- da en. la verdadera humildad, y en un conocimiento experimental de nuestra mi- seria ; porque es cosa infalible y clara, que quien desea unirse con la soberana luz y verdad increada, debe conocerse bien 4 si mismo, y no ser como los so- berbios y presuntaosos, que se instruyen con sus propias caidas, y solo empiezan 4 abrir los ojos cuando han incurrido en algun grave error y desérden de que va- namente imaginaban que podrian defen- derse, permitiéndolo Dios asi 4 fin de que reconozcan su flaqueza, y con esta fu- nesta experiencia vengan 4 desconfiar de sus propias fuerzas. Pero Dios no, se sirve ordinariamente de un remedio tan dspero para curar su — 31 — presuncion, sino cuando los remedios mas faciles y suaves no han producido el efec- to que su divina Majestad pretende. Su providencia permite que el hombre caiga mas 6 menos veces, segun ve que es ma- yor y menor su presuncion y soberbia: de manera, que si alguno no se hallase tan exento de este vicio como lo fue la bienaventurada Virgen Maria nuestra Se- jiora, es constante que no-caeria jamas en alguna falta. Todas Ias veces, pues, que cayeres, recurre sin tardanza al humilde conoci- miento de ti misma, y con ferviente ora- cion pide al Sefior que te dé su luz para que te conozcas tal cual eres verdadera- mente 4 sus ojos, y no presumas de tu virtud ; de otra suerte no dejaris de rein- cidir de nuevo en las mismas faltas, y por ventura cometerds otras mas graves, que causarén la pérdida de tu alma. — 32 — * CAPITULO IL. De la confianza en Dios. Aunque la.desconfianza propia.es tan importante y necesaria en este combate, como hemos mostrado, no obstante, si se halla-sola esta virtud en nosotros y no tiene otros socorros, serémos facil- mente desarmados y vencidos de ‘nues- tros enemigos. Por esta causa es necesa- rio que 4 la desconfianza propia aiiadas una entera confianza en Dios, que es el autor de todo nuestro bien, y de quien solamente debemos esperar la victoria; porque asi como de nosotros que nada somos no potlemos prometernos sino-fre- cuentes -y peligrosas caidas, por cuyo motivo debemos desconfiar siempre de nuestras propias fuerzas; asi con, el so- corro y asistencia de Dios conseguirémos grandes victorias y ventajas sobre nues- tros enemigos, si convencidos perfecta- — 38 — . mente de nuestra flaqueza,armamos nues- tro corazon dé una viva. y generosa .con- fianza en su infinita. bondad. Cuatro: son los:medios con que nen adquirir esta-excelente virtud. El primero es pedirla con areas al Sefior, 08 5 El segundo considerar y mirar con los ojos de la-fe la omnipotencia y: sabidu- ria infinita de aquel Ser soberano, 4 quien nada es imposible ni dificil, y que por susuma bondad y por el exceso.con que nos ama se halla pronto y dispues- to 4 darnos cada: hora y cada instante todo lo-que nos es necesario para Ja vida espiritual, y para la entera victoria de nosotros mismos, como recurramos 4 sus brazos con filial confianza. _Cémo seré. posible que este dulce y amable Pastor, que-por el espacio de treinta y tres afios ha corrido tras la oveja perdida y descaminada (Zuc. xv, 7) con tanto ‘sudor, sangre y costa suya, para reducirla y traerla de los despeiaderos:y — 34— veredas,,peligrosas 4 un camino. santo. y seguro, de la perdicion 4 la:salud., .del dafio al remedio, de Ja maverte 4 la vida? gcémo seri posible que este Pastor idi- vino, viendo que :su -ovejuela le busca. y le sigue.con Ja obediencia de sus precep _ tos, 6 4 lo menos con un deseo sincero, bien que imperfecto y taco, de.obéde- cerle, no yuelva 4 ella sus pjos de vida y de misericordia, no oiga sus gemidos, y no la recoja-amorosamente y la ponga sobre sus divinos hombros , alegréndose con los dngetes del cielo de que vuelva a‘su:redil y ganado, y: deje el pasto ve- nenoso y mortal del mundo por el suave y regalado de-la virtud? Si con tanto ardor y diligencia busca la dracma del Evangelio (idem., 18) que es la figura del-pecador, ,cdémo- seré po- sible que abandone: 4 quien como ove- juela triste y afligida de ao ver 4 su pas- tor lo’ busea y Jo Mama?- . .gQuién. pedré persuadirse 4 que Dios, que. llama eontinuamente 4 la puerta de nuestro corazon (Apoc. in, 21) gpn de- seo de entrar en é] y comuniearse 4 noso~ tros, y colmarnos de sus dones-y gracias, hallando-la ‘puerta abierta, 'y viendo que le pedimos que nos. honre. con.su. visita, no se dignaré de poncoeerno el toe que deseamos?- El tercer medio para adquérin esta san- ta confianza es recorrer con la memoria fas verdades y oréculos infalibles de la divina Escritura, que nos aseguran clara Y expresamente que los que esperan y confian en Dios no caerén jamés-en la confusion (Psalm 1, 17.—Ecel. 1, 41). El cuarto y altimo medio con que jun- tamente podrémos adquirir la desconfian- za de nosotros mismos y la confianza en Dios, es que cuando nos resolyiéremos 4 ejeoutar alguna obra buena, 6 4 comba- tir alguna pasion viciosa, antes de em- prender cosa: alguna, pongamos los: ojws de una parte sobre nuestra flaqueza, y de la otra sobse el poder, sabiduria y bondad infinita de Dios ; y templando el — 36 — temor gue nace de nosotros con Ja segu- ridad y confianza que Dios nos inspira, nos determinarémos 4 ebrar..y. combatir generosamente. Con estas armas, unidas Ala oracion, como dirémos en. su lugar, serds caparz, hija mia, de obrar cosas gran- des, y de conseguir insignes victorias. . Pero si no observares esta regla, aun- que te parezca que obras animada de una verdadera confianza en Dios, te hallaras engafiada ; porque es tan natural en el hombre la presuncion de si mismo, que insensiblemente se mezcla con la confian- za que imagina que tiene en Dios, y con la desconfianza que cree tener de si mismo. Para alejarte, pues, hija mia, cuanto te sea posible de Ja presuncion, y. para obrar siempre con las dos virtudes que son opuestas 4 este vicio, es-necesario que la consideracion de tu flaqueza yaya delante de la consideracion de la omnipotencia de Dios ; y que la una y la otra precedan 4 todas tus oor = — 37 — CAPITULO IV. Como podrémos conocer si obramos-con la desconfianza de-nosotros mismos, y con ta confianza en Dios. Muchas veces imagina y cree una alma presuntuosa que ha adquirido la descon- fianza de si misma y la janza en Dios; pero este es un esate te no se conoce bien sino cuando se cae en algun pecado, porque entonces si ¢] alma se inquieta , si se aflige, si se desalienta y pierde la es~ peranza-de hacer algun progreso en levir- tad, es sefial ¢vidente de que puso su con- fianza, no en Dios, sino en si misma; y si fuere grande su tristeza y desesperacion, es argumento claro de que confiaba ‘mu- cho en si y poco en Dios. Porque si ¢l que'desconfia mucho de sj nrismo y confia mucho en Dios comete al- guna falta, no ¢ maravilla, no se turba, ® ni se entristece conociendo que su caida 3 T. 1.—XVII. — 38 — es-efecto natural de su-flaqueza, y del po~ co cuidado que ha tenido de establecer “ su confianza en Dios, antes bien con esta experiencia aprende 4 desconfiar mas de ‘sus propias fuerzas, y confiar con mayor humildad en Dios; y detestando sobre to-, dias las cosas su falta, y.las pasiones de- sordenadas que la ocasionaron, con un dolor quieto y pacifico de la ofensa de Dios, yuelve 4 sus ejercicios, y persigue 4 sus enemigos com mayor animo y reso- lucion que antes. Esto seria bien que considerasen algu- nas personas espirituales, que apenas caen en alguna falta se afligen y'se turban con exceso, y muchas veces mas por librarse de la inquietud-y pena qne les causa su amor propio, que por algun otro motivo, buscan eon impaciencia 4 su director 6 padre espiritual, al cual deberian recur- rir principalmente para lavarse de sus pe- cados por el sacramento de la penitencia, y fortalecerse contra su8 recaidas por el de la Eucaristia. ' — a _— CAPITULO 1 v. Del error ‘de. algunas personas que tienen 4 la pusilanimidad por virtud. Es tambien una ilusion muy comun el atribuir 4 virtud Ja pusilanimidad y la in- * quietud que ‘se-siente después del pecado, porque aunque ta inquietud que nace del pecado sea acompafiada de algun dolor, no obstante, siempre procede de una se- creta presuncion y soberbia, fundada en la confianza que se tiene de las propias fuerzas. Ordinariamente ‘las almas pre- suntuosas que por juzgarse bien estable- cidas en la virtud menosprecian los peli- gros y tentaciones, si vienen 4 caer en alguna falta, y 4 conocer por experiencia su fragilidad y. miseria, se maravillan y se turban de su caida como de una cosa nueva; y‘viendo derribado el apoyo en el que vanamente se habian confiado, pier- den el 4nimo, y como pusilénimes y flacas _— 40 —. se dejan domjnar de la tristeza y de la desesperacion. Esta desgracia, hija“mia, no sucede ja- © ands 4 las altnas ‘Humildes que no presu- ‘men de si mismas y se apoyan tinicamente -en' Dios ; porque_cuando: caen en alguna falta, aunque sientan grande dolor de ha- berla cométido , no se maravillan ni se * inquietan , conociendo cen fa luz de la verdad que las ilumina, que su caida es un-efecto natural de su inconstancia y de su flaqueza. Reet et ‘CAPITULO VI. De otros _avisos ‘importantes para adgiui- rirla desconfianza de a mismo y ia con- fianza en Dios. Como toda la fuerza de que necesita- mos para vencer 4’ nuestros enemigos, depende de la desconfianza de nosotros mismos y de la confianza en Dios, me -ha aprecido darte algunos nuevos avisos, — i — que:son muy tiles y necesarios para ob- tener estas virtudes. | - Primeramente, hija mia, has de tener por verdad indubitable, que ni con todos Jos talentos 6 dones, ya.scan naturales, ya adquiridos,. ni con. todas las gracias. gratditas, ni con la inteligencia de toda la sagrada Escritura, ni con haber ser- vido 4 Dios por largo espacio de tiempo, y estar acostumbrado 4 servirle, te ha- llards capaz de cumplir Ja voluntad Di- vina y de satisfacer 4 tus obligaciones, si la mano poderosa de Dios con especial proteccion no fortifica tu-corazon en cual- quiera ocasion que se te presentare, 6 de hacer alguna buena obra, 6 de vencer al- guna tentacion, 6.de salir de algun peli- gro, 6 de sufrir alguna cruz y tribulacion. Es necesario, pues, que imprimas pro- ’ fundamente en tu corazon esta importan- te verdad, y que no pase dia alguno sin que la medites-y consideres; y por este medio te alejarés y preservarés del. vi- cio de la presuncion, y no te atreverds 4 oe confiarte temerariamenté en tus propias fuerzas. En lo que toca 4 Ja confianza en Dios, has de creer constantemente que es muy facil 4 su poder vencer todos nuestros ene- migos, sean pocos 6 muchos (1, Reg. XIV, 6), sean fuertes y aguerridos, 6 flacos y sin experiencia. De este principio fundamental inferirés como consecuencia precisa, que aunque un alma se halle Hena de todos los pe- cados , imperfecciones y vicios imagina- bles, y después de haber hecho grandes esfuerzos para reformar sus costumbres, en lugar de hacer algun progreso en la virtud sienta y reconozca en si mayor in- clinacion y facilidad al mal : no obstante, no por eso debe perder el animo y la con- fianza en Dios, ni abandonar las armas y los ejercicios espirituales, sino antes bien combatir siempre. generosamente; porque has de saber, hija mia, que en esta pe- lea espiritual no puede ser vencido quien no deja de combatir y de confiar en Dios, —B— cuya asistenci@y socerro no falta jamis 4 sus soldados , bien. que algunas -veces permite que sean herides. Combatamos, pues, con congtancia hasta-el fin, que en esto consiste la victoria; porque los que combaten por el servicio de Dies, y en él solo ponen su confianza , hallan siempre para las heridas que reciben un remedio pronto y eficaz , y cuando menos piensan ¥en su enemigo 4 sus pits. CAPITULO VL. Del ejercicio y buen uso de las potencias, y primeramente del entendimionto, y ne- cesidad que tenemos de guardarlo de la ingnorancia y de la curiosidad. Si en el combate espiritual no tuvié- semos otras armas que la desconfiapza de nosotros mismos y la confianza-en Dios, no. solamente no podriamos vencer nues- tras pasiones, mas caeriamos en frecuen- tes y graves faltas. Por esta causa es ne- — hk — cesario afiadir 6 estas virtiffes el ejercisio y buen uso de nuestras potencias, que es la tercera. cosa que hemes propuesto co- mo medio necesario para adquiric la per- feogion, Este ejercicio consiste principalmeste en ‘eglar bien el entendimiento y volun- Elentendiméento debeconservarse siem pre libre y‘exeato de dos grandes vicios que suelen pervertirlo: el uno es la igno- rancia , la cual le impide el conocimiento de la verdad, que es su propio objeto. Es . necesario, pues, iluminarlo de tal suerte con el ejercieio, que vea y conozca con claridad lo: que se debe hacer para. puri- ficar el alma de las pasiones -desordena- das, y adornarla de las virtudes. Esta baz se alvanza por dos inedios : el primero y mas importante es la oracion, y pidiendo al Espiritu Santo que se dig- ne infundirla en nuestros corazones; y no dudes , hija mia-, que el Seftor te la co- Municaré abundantemente siempre que AB ’ verdaderamente lo, busques y desees cam- plir su divina ley, y-sujetes tu propio jui- cio al de tus superiores 6 padres espiri- tuales. 7 . - E] segundo es una aplicacion continua 4 considerar y examinar bien las cosas que se presentan para eonocer si son buenas 6 malas, juzgando desu bondad 6 de su malicia, no por ta exterior apariencia en que se presentan 4 los sentidos. (1 Reg. xvi, 7), ni segun la opinion del mundo, sino segun le idea que nos da el Espiritu Santo. Esta consideracion y. ex4men nos hard conocer con evidencia que lo que el mundo ama y busea’con tanto ardor es ilusion y mentira : que los honores y pla- ceres de la tierra no son otra cosa que va- nidad y alliccion de-espiritu (Eccles. 1): que tas injurias y los-oprobios son para nosotros ocasiones de verdadera gloria, y las tribulaciones de verdadero contento: que el-perdonar y hacer bien 4 nuestros enemigos es magnanimidad, y una de las acciones que nos hacen mas semejantes 4 * — % — Dios : que vale mas despreciar el mundo, que poseerlo : que es mayor generosidad y grandeza de dnimo obedecer con gusto por amor de Dios 4 las mas viles criatu- ras, que mandar 4 principes grandes: que el humilde conocimiento de nosotros mis- mos debe. apreciarse mas que las ciencias mas sublimes ; y Gltimamente , que el yen- cer y mortificar los, propios apetitos, por pequefios que sean, merece mayor alaban- za que conquistar muchas ciudades, ven- cer grandes ejércitos con las armas, obrar Milagros y resucitar muertos. CAPITULO Vit. De las causas quenosimpiden el juzgar rec- tamente de las-cosas, y de la regla que © se debe observar para conocerlas bien. La causa porque no. juzgamos recta- mente.de las cosas, es porque apenas se presentan 4 nuestra imaginacion, nos de- jamos Hevar 6 del amor, 6 del odio de — ellas: y estas.pasiones ciegas que pérvier- ten la razon, nos las desfiguran de tat suerte , que nos parecen. diferenjes de lo que verdaderamente son en si mismas. Si quieres , pues , hija mia , preser- vartede un engafiocomun y tan_peligroso, es necesario que estés siempre advertida y sobre aviso, para tener, cuanto te fuere posible , ‘Ja voluntad libre y purificada de la accion desordenada de cualquiera cosa. Y cuando se te presentare algun obje- to, deberdés considerarlo y examinarlo bien con el entendimiento , antes que la voluntad se determine 4 abrazarlo, si fuere agradable, 6 aborrecerlo si fuere contrario 4 tus inclinaciones naturales; porque entonces el entendimiento , no hallindose preocupado de la pasion, que- da libre y claro-para conocer la verdad, y discernir el. mal encubierto con el ve- lo de un bien aparente, del bien que tie- ne la apariencia de un mal verdadero; pero si la voluntad primero se inclina 4 — 8,.— amar 61 objeto 6 aborrecerlo-, el enten- dimiento. queda tncapaz de conocerlo co- mo es verdaderamente en si, porque la pasion se lo desfigura de suerte ; que la abliga 4 formar una falsa idea: y repre- sentaéndolo entonces segunda vez 4 la vo- luntad en.todo diferente de lo que es, esta potencia ya movida ¥ excitada, pasa 4 amarlo 6 aborrecerlo con mayor vehe- mencia que antes; y no puede guardar re- glas ni medidas, ni escuchar la razon. ‘En esta confusion y desérden , el en- tendimiento se obscurece mas cada ins~ tante, y representa siempre 4 la yolun- tad el objeto, 6 mas odioso, 6 mas amable que antes; de suerte, que si no se observa muy exactamente la regla que dejo escrita , que es muy importante en este ejercicio, las dos mas nobles fa- cultades del alma vienen 4 caminar siem- pre como dentro de an circulo de erro- res en errores, de*tinieblas en tinieblas, de abismo en abismo. Guérdate-, pues; hija, con todo cui- = i ~ dado del afecto dtebrdettad de Jas cosas, -antes de examinar yreonocer lo que son verdadéramente en si mismas con la luz de la razon, y prin ente con la so- brenatural que el itu Santo. te co- municare , 6 por si mismo, 6 por-medio de tu fire espiritual. Pes hire hija t mia, que este aaa = as necesario en algunas/Obras ‘iores que de si son buenas, qué en s loables, porque en, seme- porque, ae ‘ 4s! e nuestra parte: mayor » ho 6 de indiscrecion. Cony ie empefies. en ella~ciegan nte y xion 5 porque una sola cireuns- ; ministerios y ejercicios mas yosantos. a nist ee * ic tial NE nae occ mee tas; como lo acredi- fuahd que se perdie~ > CAPITULO IX. De otro vicio de que debemos guardar el entendimiento para que pueda conocer lo que es util. El otro vicio de que debemos defender y guardar nuestro entendimiento , esla curiosidad ; porque cuando lo llenamos de pensamientos nocivos , impertinentes y yvanos, lo inhabilitamos enteramente para unirse y aplicarse 4 lo que es mas propio para mortificar nuestros apetitos desordenados , y para llevarnos 4 yerda- dera perfeccion. Por esta causa; hija,mia, conyiene que estés como muerta 4 las cosas terre- nas, y que no procures saberlas ni inves- ligarlas, si no son absolutamente necesa- rias, aunque sean licitas. Restringe y récoge cuanto pudieres tu entendimiento , y no le permitas que s¢ derrame vanamente en muchos objetos. Goegle Hazlo cemo estupido para todos los co- nocimientos profanos : no dés jamas la oreja 4 las nuevasyque correm > los suce- sos y diversas reyoluciones del mundo no hagan en tu espiritu. mas impresion que si fuesen® imaginaciones 6 suefios. Aun en el deseo. de saber las cosas del cielo has de procurar tambien ser humil- de y moderada ; no queriendo saber otra cosa que 4 Jesucristo crucificado (1 Cor. u, 2), su vida'y su muerte, y lo que desea y pide particularmente de ti. De las demds cosas no tengas algun cuidado 6 solicitud , y de este modo agradaras a este diyino Maestro, cuyos verdaderos discipulos no buscan yi dessa saber si- no lo que puede contribuir 4 su aprove- chamiento, y serles de. algun socorro para servirle y hacer su yoluntad. Cualquiera otro deseo, inquisicion 6 cuidado, es amor propio, soberbia espiritual , 6 lazo del demonio. Si ti, hija mia, observas estos avisos te libraras de muchas asechanzas y*en+ _ I ( sale sLFOOQK : —32— =~ =, Baiios ; porque laserpiente antigua , vieni- do en los que abrazan con fervor los ejer= cicios de Ia vida ‘spiritual una voluntad firme y constante , los combate de parte del entendimiento, 4 fin de ganar por esta noble potencia 4 la voluntad, y ha- cerse sefior de estas dos potencias. Con este fin-suele inspirarles en la -oracion pensamientos sublimes y sentimientos ele- vados, principalmente si son espiritus vi- vos , agudos, curtosos y faciles, prontos 4 ensoberbecerse y enamorarse de sus pro- pias ideas , para que ecupdndose con de- leite en el discutso y consideracion de aquellos puntos en que falsamente se per- suaden: que tiesen con Dios las mas inti- mas comunicaciones, no cuiden de puri- ficar su corazon, ni-de adquirir el cono- cimiento de si mismos, ni la verdadera mortificacion : de donde nace , que Ieno de presuncion y vanidad se formen un ido- lo de su entendimiento, y acostumbrén- dose poco 4 poco 4 no censultar en todas tas cosas sino 4 su propio juicio, vienen oh . . _ pers dirse que no nece=: ; siti 6 di na, 7 sitan nsejo-6 direccion ajeni : ‘ar J Este es un mal. ari de Ja volur eerie ta soberbia dela voluntad econocida P por el ente remediarse rdenes de aquél eect as-4 quien esté fir 5 ee es mejor om en oe 281 a ee es falsa T. 1.—XVII. er. ean ionte que a. , Google a — Bh — y torcida g qué seré de todo lo demas? ~ Procura, pues, hija mia, oponerte des- de luego 4 un Yicio tan pernicioso antes que se apodere de tu alma. Acostimbrate & sujetar tu juicio al ajeno, 4 no sutili- zar demasiado en las cosas espirituales, & amar aquella simplicidad evangélica que . tanto nos encomienda el Apdstol (1 ad Corinth. 1.—ad Eph. vt.—ad Col. 11), y serds incomparablemente mas sabia que Salomon. ” GAPITULO X. Del ejercicio de la voluntad y del fin 4 que debemos dirigir.todas nuestras acciones, ast interiores como exteriores. Después de haber corregido los vicios del entendimiento, es necesario que cor- rijas los de la voluntad’, reguléndola de tal suerte, que renunciando 4 sus pro- pias inclinaciones se conforme enteramen- te con la voluntad divina. — 5 — : Pero advierte, hija mia, que no basta® querer y’procurar las cosas que son mas : agradables & Dios, sino que es necesario res amos de conibati y ja prépia natu- raleza, la cual como infecta y depravada por el pecado, es tan inclinada 4 si mis- ma, que en todas las cosas, y tal vez en las espirjagates. con mas ‘cuidado que en las demés, bypca su propia satisfaccion y deleite, alimenténdose de ellas sin recelo ni escrapulo, como de un manjar.salu- dable y nada sospechoso. De donde nace, que cuando se nos ofrece y presenta la si ejercitar alguna obra, luego ae ios y la queremos, no como movidos de la voluntad de Dios, ni 4 fin solamente de agradarle, sino por el gus- satisfaccion que hallamos algunas ve- - hacer Jas cosas que Dios nos manda. Este engafio es tanto mas oculto y menos — 56 — advertido , cuanto. es mejor en si misina “Tascosa que queremos. Hasta en Jos de- - seos de unirnos.4 Dios y de poseerlo sue- Jen mezclarse 1o$ engafiog,d del amot propio; porque en desear poseer a 3s miramos io yal bien ue nos, que § 5 ria y. Sab yoluntad, que es el tinico aman y lo buscan, ; hacen profesion de guardar su ‘divina ley. Para evitar este peligroso lazo, que es de grande impedimento en. el camino de la perfeccion, Jacostambrarse 4 no que- rer ni. ol "cosa alguna sino segun la impresion 6 ulso del Espiritu Santo, y con in’ encion | ura de honrar y agra- dar tnicamente a Dios, que debe ser el Prt ‘principio y el ultimo fin de todas nuugstras acciones, observards esta regla. Cuando se te presentare la ocasion de ejercitar alguna buena obra, no inclines tu voluntad 4 quererla, sin haber levan- tado primeramente el espiritu 4 Dios, para — 67 — saber si 68 voluntad suya que la hagas, y examinar si la quieres puramente por \ agradarle. De este modo tu voluntad pre- venida y regulada por la de Dios, se in- clinaré 4 querer lo mismo que Dios quie- re, por el unico motivo de agradarle Y procurar su mayor gloria. De la misma suerte te gobernarés en las.cosas-que Dios no quiere; porque an- tes de repelerlas 6 desecharlas, deberds elevar tu espiritu 4 Dios para conocer su voluntad, y para teneralguna certeza de que repeliéndolas y desechandolas podrés agradarle. Pero es bien que adviertas, ne mia, que son grandes y muy poco conocidos los artifictos y engafios de nuestra natu- raleza corrompida;, la cual buscdndose siempre 4 si misma con especiosos pre- textos, nos hace creer que en todas nues- tras obras no nos proponemos otro fin que el de agradar 4 Dios. De aqui nace que lo que abrazamos 6 repelemos solo con el fin de satisfacernos y contentarnos . — 58 — ’ & nosotros mismos; Ros persuadamos 4 que no lo. abrazamos ni lo repelemos sito por et deseo de agradar 4 Dios, 6 por el te- mor de ofenderle. El-remedio mas esen« cial y propio de este mal consiste en ta pureza de corazon, que todos los que se empefian en este espiritual combate de- ben proponerse por fin, desnudéndose del hombre viejo para yestirse del nuevo-( Col. m, 9 y 10). El modo de usar y poner en practica | este divino remedio, es que en: el prin- cipio de tus acciones procures desnudar- te siempre de todas las cosas en que se mezcle algun motivo natural y bumano, y no te determines 4 obrar 6 4 repeler cosa alguna, si primero no te sintieres movida y guiada de la pura voluntad de Dios. Si en todas tus operaciones, y particu- larmente en las interiores del alma, y en Jas exteriores que pasan prontamente, no pudieres sentit siempre la impresion ac- tual de este motivo, procura 4 lo menos tenerlo virtualmente, coaservando en el fondo-del alma un verdadero y sincero de- seo de no agradar sino solamente 4 Dios. Pero en las acciones que duran algun espacio de tiempo, no basta que en el principio dirijas tu intencion 4 este fin; es necesario tambien que la renueves mu- chas veces, y que procures conservarla en su primera pureza y fervor; porque de otra manera podrés fieilmente caer en los lazos del amor propio, que prefiriendo en todas Jas cosas la criatura al Criador suele encantarnos-de suerte, que en bre- ve tiempo nos hace mudar inadvertida- mente de intencion y de objeto. EI siervo de Dios que en este punto no vive muy advertido y con cautela, em- pieza ordinariamente sus. obras.sin otra intencion 6 fin que de agradar 4 Dios; pero después poco 4 poco y sin eanocerlo, se deja inducir y llevar 4 la vanagloria : porque olvidandose de Ja divina yolun- tad, se aplica y se aficiona 4 solo el pla- cer y gusto que halla en su trabaje, y — 60 — no mira sino Ja utilidad 6 Ja. gloria que le puede resultar ; de manera, que-si el mismo Dios le impide el.pregreso de su obra con alguna enfermedad 6 accidente, 6 por medio de alguna criatura, se tur- ba, se enoja y se inquieta, y 4 veces mur- mura, ya contra este, ya contra aquel, por no decir contra el mismo Dios. De donde viene A. conocerse con claridad, que su intencion.no era recta y pura, y que nacia de un mal. principio ;-porque cualquiera que obra por el moyimiento de-la gracia, y ¢on intencion pura de agradar 4 Dios, no se inclina 6 se afi- ciona mas 4 un ejercicio que 4 otro; y si desea alguna cosa, no pretende obte- nerla, sino en el modo y en el tiempo que Dios quiere; .sujeténdose siempre 4 las érdenes de su providencia, ¥ quedando en cualquier suceso, 6 favorable 6 contra- rio, igualmente tranquilo y contento ; porque no quiere ni desea sino solamente el cumplimiento de la yoluntad divina. Por esta causa, hija mia, debes estar — 64 — siempre muy recogida en ti misma, pro- curando-dirigir “todas tus acciones 4 un fin tan.excelente-y tan noble: y si algu- na vez, pidiéndols ast la disposicion inte-" rior de tu alma te movieres 4 obtar bien por el temor de las penas del infierno, 6 por la esperanza de la gloria, podras tam- bien en esto:proponer por Ultimo ‘fin et agrado y -voluntad de Dios, que quiere que no te pierdas ni te eondenes, sino que entres ela posesion dela bienaven- turaiza de-su gloria. ‘No se puede facilmente decir ni com- prender cuén eficéz.y poderosa es la vir- tud. de‘este motivo ;.pues cualquiera ac- cion, agaque sea vilisima en si misma, si se hace puramente per Dios, es de ma- yor-excelencia y precio queinfinitas otras, aunque sean-de mucho valor y mérito-en si mismas, si se.obran con otro fin. De este principio-nace, que una pequefia K- mosna. dada ‘d-un. pobre por sola la hon- ra y gloria de Dios, es sin-comparacion mas agradable 4 sus ejos, que si con otro — 62 — fin nos. despopisemos de todos nuestros bienes, aunque nos moviésemos 4 esto por la esperanza de los bienes del cielo: bien que este movimiento-sea muy loable en si mismo, y digno de que.nos lo pro- pongamos. Este santo ejercicio de hacer todas nues-_ tras obras consolo el finde agradar 4 Dios, te pareceré dificil en los-principios ; pero con el tiempo se te haré no solamente fé- cil, sino gustoso si te acostumbras 4 bus- car & Dios, y 4 desearlo con los mas vi-~ vos afectos del corazon, como 4 tu tinico y perfectisimo bien , que por si mismo me- rece- que todas las criaturas lo busquen, Jo sirvan y lo, amen sobre todas las cosas. Y advierte, hija mia, que cuanto mas continua y profundamente entrarés en la eonsideracion de su mérito. infinito, tanto mas tiernos. y frecuentes serén los .afec- tos de tu corazon 4 este divino objeta, y por-este medio adquirirés mas facil y bre- vemente la costumbre de dirigir todas tus acciones 4 su honor y gloria. = Ga Ulumamente te .aviso, que para ad-* quirir un motivo:tan exeelente y eleva~ do, ‘se lo: pidas con oracion importusa 4 . Dios, y consideres los innumérables be- neficios que te ha hecho y te hace con-- tinuamente Por puro amer y sin algyn in- terés suyo. « CAPETULO a De algunas consideraciones-que mueven la veluntad 4 querer en todas las cosas ed agrado de Dios. Para inglinar mas ficilmente tu volun~ tad 4 querer en todas las cosas el agrado y honra de Dios , deberds considerar que su bondad infinita te ha prevenido con sus beneficios y misericerdias , améndote, honrandute y oblighadote en diversos mo- dos. En la crescion, ferméndote de pada é su imagen y semejanza , y dando ‘el-ser 4 todas las demés criaturas para que te sis- —— 64 — ‘van (Gen 1). En-la redencion:, enviando no un dngel’, sine su-unigénito Hijo (He-- breor. 1, 2.—1 Joan tv, 9), para res- caterte, no 4 precio de plata ni de oro, que son cosas corruptibles, sino de su propia sangre (i Petr. ry. En Ja Eucaris- tia , ofreciéndote en este inefable y au- gusto Sacramento el cuerpo de‘ su unigé- nito amado, en comida‘y alimento de vida: eterna (Joan. v1). Después de esto , no “hay hora ni mo- mehto en que no ‘te conserve y te pro- teja contra el furor y envidia-de tus enemigos, y en que no te combata por ti.con su divina-gracia. 1 No.son estas, hija mia, sefiales y pruebas evidentes del amor que te tiene-este inmenso ysoberano Dios? eQuién podré comprender hasta donde llega la estimaciony aprecio que esta Ma- jestad infinita hace de nuestra vileza y miseria , y hasta.donde.debe llegar nues- tra gratitud y reconocimiento con un Se- for tan.alto y liberal, que ha obrado y —~ -obra . por nosotros cosas tan Brandes, y maravillosas? Si los grandes. de la tierra se‘ juzgan obligados 4 hentar 4 los que los honran, aunque sean de humilde-condicion, ;qué debera hacer nuestra yileza con el sobe- rano Rey del universo, que nos da tan- tas sefiales de su amor y de-su estima- cion? «ow Sobre todo , hija mia., debes conside~ rar y tener siempre en la memoria , que esta. Majestad infinita. merete por si mis- ma que la amemos , la honremos y sir- vamos puramente por agradarle. _ CARITULO XdI- Que en ol hombre. hay muchas voluntades me se hacen continuamente guerra. e Dos voluntades. se se e halisn en el hom- bre: la una ‘superior , la otra inferior : la primera llamamos comunmente razon: 4.la segunda damos nombre de apetito de — 6 — carne , de sentido y de pasion ; pere co- mo hablando propiamente ; el-ser del hombre consiste principalmente en.la Fa- zon , cuando queremos alguna cosa con . jos primeros movimientos del apetito sen- sitiwo , no se entiende que verdaderamen- te la queremos ,-si después no la quiere y la abrazala voluntad superior. Por esta causa toda'nuestra guerra es- piritual consiste-en que la voluntad su- perior y racional, estando,como en meé- dio de la volantad divina y de Ja volun tad inferior , que es el apetite- sensitivo; se halla igualmente combatida de la una y de ka otra; porque Dios de una parte, y la carne de ta otra, 1a solicitanrconti- nuamente , procurando cada una atraerla 4 si, y sujetarla 4 su obediencia. Esto causa tina pena indecible:4 los que habiendo contraido malos hébitos en su juventud , se resuelven finalmente 4 mudar de vida , y 4 romper las cadenas que tos tienen en ta esclavitud del mun- doy de la carne, pare Consagrarse en — 67 — teramente al servicio de -Dios ; - porque entonces su voluntad superior se halla poderosamente combatida 4 un mismo tiempo de 1a-voluntad divina , y del ape- tito: sensitive, y son tan fuertes y tan violentos les golpes que recibe de una y de otra parte, que no puede resistirlos sin mucha pena y trabajo. / No -padecen este eombate y lucha in- terior los. que-se an habituado ya en la -virtud=6 -en el vicio, y quieren vivir siempre de la manera qhe han vivide; porque las almas habituadas en 4a virtud, se conforman.fécilmente. eon la voluntad de Dios;-y has que-ha corrompide el vi- cio, ceden sin resistencia 4 1a sensuali- dad. . _ Pero ninguno presuma que podré ad- quirlr las verdaderas virtudes , y servir.d - Dios .como convienre , ‘si no se determina generosameate 4 -hacerse fuerza y violen- cia 4 si mismo., y- 6 sufrir y vencer la pena y-contradiecion que se siente ea .re~ nunciar no solamehte 4 los mayores pla- — 68 — ceres -del smpado , sino tambien -4 los mas pequefios, 4 que antes tenia.pegado el corazon con afecto terreno. ~ De‘aqui procede ordinariamente que .sean tan peces los- que Ilegan-4.un alto grado de perfeccion; porque después de haber sujetado los mayores vicios, y ven- cido las mayores dificultades, pierden el 4nimo y no- quieren continuar en hacerse fuerza 4 simismos, bien que no-tengan ya.que sostener sind. muy faciles. y. lige- ros gombates para destruir algunas flacas reliquias-de su prepia voluntad; y.saje- tar algunas. pequefias pasiones , que for- tificandese-de dia.en dia -mbs, se apo- deran finalmente de si corazon. « Entre estos se hallan muchos, por ejemplo, que si hien.ne roban-los bienes ajenos, aman no obstante .apasionade- * mente los propos : si-.no. procuran ‘cen medios ilieitos los henores del munda, no -Ies aborrecen como: deberian , ni de- jan de desearles; y.algunas:veces de pre~ teaderles por otros. caminos que juzgan eg. — legitimos: guardan rigurosamente los ayu- nos de obligacion; pero no quieren mor- tificar la gula, absteniéndose de manja- res exquisitos y delicados: son. castos y continentes ; pero no dejan ciertas con- versaciones y platicas de.su gusto , que son de grande impedimento para los ejer- cicios de la vida espiritual, y para la in- tima union con Dios. Como estas conyersaciones y platicas son peligrosas para todo género de per- sonas , y principalmente para los que no _ temen las consecuencias funestas, con- viene que cada uno ponga particular cui- dado en evitarlas ; porque de otra mane- ra ser4 imposible que no haga todas sus obras con tibieza de espiritu, y que no mezcle en ellas muchos intereses, imper- fecciones y defectos ocultos, y.una vana estimacion de si mismo, y deseo desor- denado de ser aplaudido del mundo. Los que se descuidan en este punto, no solamente no hacen algun progreso en ° el camino de la perfeccion , sino que re- 5 T. L.—xvil. a troceden con eviderite peligro de recaer en sus Vicios antiguos , porque no aman “ni buscan la verdadera virtud , ni agra- decen el beneficio que el Sefior les hizo en librarlos de la tirania del demonio; y no conociendo como ignorantes y ciegos el infeliz y peligroso estado en que se ha- Ilan , viven siempre en una falsa paz y en . una seguridad engafiosa. Aqui debes observar, hija mia , una ilusiontanto mas digna de temerse , cuan- to es mas dificil de descubrirse. Muchos de los que se entregan 4 la vida espiritual, améndose con exceso 4 si mismos (si es que puede deécirse que se aman 4 si mis- mos) eligen los ejercicios que se confor-". man mas con su gusto , y dejan los que se oponen 4 sus propias y naturales in- clinaciones y apetitos sénsuales , contra los cuales deberian emplear todas sus fuer- zas en este espiritual combate. Por esto, hija mia, te exhorto 4 que te enamores ‘de las penas y dificultades que ocurren en el camino de la perfeccion ; porque a —1— cuanto fueren mayores los esfuerzos que hicieres para vencer las primeras dificul- tades de ka virtud, seré mas pronta y se- gura la victoria; y si te enamorares mas de las dificultades y penas del combate, que de la victoria misma ,'y de los fru- tos de la victoria, que son las virtudes, conseguirés mas breve y seguramente lo que pretendes. CAPITULO XIII. Del modo de combatir la sensuahdad , y de los actos que-debe hacer la voluntad pa- raadquirir el hdbito de las virtudes. Siempre que la yoluntad superior y ra- cional fuere combatida por una parte‘de la inferior y sensual, y por otra de ta divi- na, es necesario que te excites de muchas manerds para que prevalezca enteramen- teen ti la voluntad divina, y consigas la palma y la victoria. : Primeramente , cuando los primeros —72— movimientos del apetito sensitivo se le- vantaren contra la razon, procurarés re- sistirlos yalerosamente ,- 4 fin de que la voluntad superior no los consienta. Lo segundo, cuando hubieren ya cesa- do estos. movimientos , los excitarés de nuevo en ti, para reprimirlos con a mayor impetu y fuerza. : Después podrés Iamarlos & tercera ba- ‘talla para acostumbrarte 4 propulsarlos con un generoso menosprecio. Pero advierte, hija mia, que en- estos dos modes de excitar en ti las propias pa- * siones y apetitos desordenados, no tienen lugar los. estimulos y movimientos de la earne, de que hablarémos en otra parte. Ultimamente, conviene que formes actos de virtud contrarios 4 todas las pasiones que pretendes vencer y sujetar. Por ejam- plo: ta te hallas por ventura combatida de los movimientos de la impaciencia; si procuras entonces recegerte en ti misma, y consideras lo que pasa en tu interior, Verds sin duda que estos movimientos que eas nacen y se forman en dl apetito sensitivo, procuran introducirse en tu voluntad , y ganar la parte superior de tu alma. En este caso , hija mia , conforme al primer aviso que te he dado, deberés ha- cér todo el esfuerzo posible para detener el curso de estos movimientos , 4 fin de que tu voluntad no Ilegue jamés 4 con- sentirlos, y no te retires del combate has- ta tanto que tu enemigo vencido y pos- trado se sujete 4 la razon. Pero repara en el artificio y malicia del demonio. Cuando este espiritu maligno ve que resistimos valerosamente alguna pa- ston violenta, no solamente deja de exci- tarla y moverla en nuestro corazon; pero si la halla ya encendida , procura extin- guirla por algun tiempo , 4 fin de impe- dir que adquiramos con una firme consis- tencia la virtud contraria, y de hacernos caer después‘en los lazos de la vanaglo- ria, ddndonos 4 entender con destreza, que como valientes y generosos soldados hemos triunfado en poco tiempo de nues- — 4— tro enemigo. Por‘esta causa, hija mia, conviene que en este caso pases al segust- do combate, reduciendo 4 tu.memoria-y despertando de nuevo en tu corazon los pensamientos que fueron causa de tu im- paciencia; y apenas hubieren excitado al- gun movimiento en la parte inferior, pro- curarés emplear todos los esfuerzog de la voluntad para reprimirlos. Pero como muchas veces sucede , que después de haber hecho grandes esfuerzos para resistir y rechazar los asaltos del ene- migo, con la reflexion de que esta resis- tencia es agradable 4 Dios, no estamos seguros ni libres del peligro de ser. ven- cidos en una tercera batalla: por esto con- viene que entres tercera vez ea el comba- te contra el vicio que pretendes vencer y sujetar, y concibas contra. él no’ salamen- te aversion y menosprecio , sino abomi- nacion y horror. En fin, para adornar y perfeccionar tu alma con los hébitos de las virtudes, has de producir muchos actos interiores, que — 7% — sean directamente contrarios 4 tus pasio- nes desordenadas. Por ejemplo : si quie- res adquirir perfectamente el habito de la paciencia, cuando alguno menospre- cidndote te diere ocasion de impaciencia, -no basta que. te ejercites en los tres com- bates de que hemos hablado para vencer la tentacion ; es necesario demas de es- to, que ames el menosprecio y ultraje que recibiste ; que desees recibir de nuevo de la misma persona la misma injuria; y fi- nalmente, que te propongas sufrir mayo- res. y-mas sensibles ultrajes y menospre- cios. ; La razon porque no podemos perfec- cionarnos en la virtud sin los actos que son contrarios al vicio que deseamos cor- regir , es porque todos los demds actos, por muy frecuentes y eficaces que sean, no son capaces de extirpar la raiz que pro- duce aquel vicio. Asi, por no mudar de ejemplo, aunque no consientas 4 los mo- vimientos de la ira y de la impaciencia, cuando recibes alguna injuria, mas antes — 7 — bien Ios resistas y los combatas con las armas de que hentos hablado ;_persuddete, hija mia, que si no te acostumbras 4 amar al oprobio, y 4 gloriarte de las in- .jurias y menosprecios, no llegards jamés 4 desarraigar de tu corazon el vicio de la impaciencia, que no nace de otra cau- sa en nosotros, que de un temor exce- sivo de ser,menospreciados del mundo, y de un deseo ardiente de ser estimados: porque, en fin, mientrasesta viciosa raiz se conservare viva en: tu alma, brotaré siempre, y enflaqueciendo de dia en dia tu virtud, Hegara con el tiempo 4 opri- mirla de manera, que te hallardés en un continuo peligro. de caer en los desér- denes pasados. No esperes, pues, obtener jamés el verdadero hdbito de las virtudes, si con repetidos y frecuentes actos de las mis- mas virtudes no destruyes los vicios que les son directamente opuestos. Digo con actos repetidos y frecuentes, porque asi como se requieren muchos pecados para —|—-7— formar el hébito vicioso, asi tambien.se requieren muchos actos de virtud para producir y formar un h4bito santo y per- fecto, y enteramente incompatible con el vicio. Y afiado, que se requiere mayor numero de actos buenos para formar’ el habito de la virtud, que de actos peca- minosos para formar el del vicio; porque los hbitos de la virtud no son ayudados como les del vicio de Ja naturaleza cor- rompida y viciada por el pecado. Demis de esto te advierto, que si la virtud , en que deseas ejercitarte , no pue- de adquirirse sin algunos actos exterio- res conformes 4 los interiores, como su- cede en el ejmplo ya propuesto de la paciencia, debes ne solamente hablar con amor y dulzura‘al que te hubiere ofen- dido y ultrajado, sino tambien servirlo, agasajarlo-y-favorecerlo en lo que pudie- res: y aunque estos actos, ya interiores, 6 ya exteriores, sean acompafiados de tan- ta debilidad y flaqueza de espfritu, que te parezca que los haces contra tu volun- SS tad, no obstante no dejes de continuar- los; porque aunque sean muy débiles y flacos, te mantendrén firme-y constante en la batalla, y te servirén de un socor- ro eficaz y poderoso para alcanzar la vic- toria. . Vela, pues, hija mia, con atencion y cuidado sobre tu interior, y no conten- téndote con reprimirlos movimientos mas fuertes y violentos de las pasiones, pro- cura sujetar tambien los mas pequeiios y leves; porque estos sirven ordinariamen- te de disposicion, para los otros, de don- de nacen finalmente los habitos viciosos. Por la negligencia y descuido que han tenido algunos en mortificar sus pasio- nes en cosas faciles y ligeras, después de haberlas mortificado en las mas dificiles y graves, se han visto, cuando menos lo imaginaban, mas poderosamente asal- tados de los mismos enemigos, y venci- dos con mayor dajfio. : Tambien te advierto , que atiendas 4 mortificar y quebrantar tus. apetitos en —m— las cosas que fueren licitas-.,. pero no ne- cesarias; porque de esto te seguirén gran- des bienes, pues podrés vencerte mas facilmente en los demis. apetitos desorde- nados : te harés mas experta y fuerte en las tentaciones: te librarés mejor de los engaiios y lazoa del demonio, y agrada- rds mucho al Seftor. Yo te digo; hija mia, lo que siento; no dejes de practicar es- tos santos: ejercicies que te propongo, y de que verdaderamente necesitas para la reformacion de tu vida interior; pues si los practicares, yo te aseguro que alcan- zarés muy en breve una. gloriosa victoria de ti misma, harés.en poco tiempo gran- des progresos en la virtud, y vendrds 4 ser sdlida y verdaderamente espiritual. Pero obrando de otra suerte y siguien- do otros ejercicios, aunque te parezcan muy excelentes y santos, y experimentes con ellos tantas delicias y gustos espiri- tuales que juzgues que te hallas en per- fecta union y dulces coloquios con el Se- fior, ten por constante y cierto que no — 80 — alcanzarés jamas virtud ni verdadero es piritu; porqueel verdadero espiritu, como dijimos ‘en el-capitulo primero, no con- siste en los ejercicios deleitables , y que lisonjean & la naturaleza,, sino en los que lo crucifican con sus pasiones y deseos desordenados. De esta manera, renova- do el hembre interiormente con los hé- bitos de las virtudes evangélicas, viene 4 unirse intimamente con su Criador y su Salvador crucificado. Es tambien indubitable y cierto, que asi como los h4bitos viciosos se forman . 6n nosotros.con repetidos y frecuentes ac- tos de la voluntad superior, cuando cede 4 los apetitos sensuales ; asi las virtudes cristianas se adquieren con repetidos y frecuentes actos de la voluntad, cuando se conforma con la de Dios, que excita y Hama continuamente al alma, ya 4 una virtud, ya‘ otra. Como la voluntad, pues, no puede ser viciosa y terrena por gran- ‘des esfuerzos-que haga el apetito inferior Para corromperla, sino consiente; asi no — si — puede ser santa y-unirse can Dios por fuer- tes y eficaces que sean las inspiraciones ‘de:la divina gracia que la excitan y. lle- man, si no coopera no solamente con'les actos interiores, sino tambien con los ex- teriores si fuere necesario. “CAPITULO XIV. De lo que se debe hacer cuando la volun- tad supersor parece vencida de la a rior, y de otros enemigos. Si alguna yez te pareciere que tu yo- luntad superior se halla muy flaca para resistir 4 la inferior, y 4 otros enemigos, porque no sientes en ti 4nimo -y resolu- cion bastante para sostener sus asaltos, no dejes de mantenerte firme y constante en la batalla, ni abandénes. el campo; perque has de persusdirte siempre 4 que te hallas victoriosa, mientras no receno- cieres claramente que cediste y te dejaste vencer y sujetar; pues asi como nuestra — 32 — volantad superior no necesita del con- sentimiento del apetito inferior para pro- ducir sus actos, asi aunque sean muy vidlentos y fuertes los asaltos con que la combatiere este enemigo doméstico , con- serva siempre el uso de su libertad, y no puede ser forzada 4 ceder y consentir si ella misma no quiere; porque el- Criador le ha dado un poder tan grande y un im- perio tan absoluto, que aunque todos los sentidos, todos los demonios-y todas las criaturas conspirasen juntamente contra ella para oprimirla y sujetarla, no obs- tante podria siempre querer 6 no querer con libertad lo que quiere 6 no quiere tantas veces, y por tanto tiempo, en el modo, y para el fin que mas le agra dase. “Pero si alguna vez estos enémigos te asaltasen y combatiesen con tanta violen- cia que tu voluntad ya oprimida y can- sada no tuviese vigor ni espiritu para producir algan acto contrario, no pier- das el 4nimo ni arrojes las armas; mas — 83 — sirviéndote en este caso de la lengua, le defenderés, diciendo: no me rindo no" quiero ni consiento, como suelen hacer los que halléndose ya'oprimidos, sujetos y dominados de su enemigo, no pudien- do con la ‘punta de la espada, lo hicieron con el pomo: y asi como estos desasién- dose con industria de su contrario se.re- tiran algunos pasos para volver sobre su enemigo y herirlo mortalmente, asi ta . procurards retirarte al conocimiento de ti misma que nada puedes, y animada de una. generosa confianza en Dios, que lo puede todo, te esforzarés 4 combatir y vencer la pasion que te domina, diciendo entonces: Ayudadme, Seftor, ayudadme, Dios mio: no abandoneis & vuestra sierva, no permitais que yo me rinda 4 la tenta- Podras tambien , si el eriemigo te diere tiempo, ayudar la flaqueza de Ja voluntad Hamando en su socorro al entendimiento, y fortificindola con diversas considera- ciones que sean propias para darla aliento — 8% — y animarla-al combate; como, por ejem- plo, si halléndote afligida de alguna in- justa persecucion 6 de otro trabajo, te sintieses de tal suerte tentada y comba- tida de la impaciencia, que tu voluntad no pudiese ni quisiese sufrir cosa alguna, procurarés .esforzarla y ayudarla con la consideracion de los puntos siguientes, 6 de otros semejantes. Primeramente, considera si mereces el mal que padeces, y si ti misma diste la ocasion y el motivo; pues si te hubiere sucedido por. culpa tuya, la razon pide que toleres y sufras pacientemente una herida que té misma te has hecho con tus propias manos. 2. Mas cuando no tengas alguna culpa en tu daiio, vuelve los ojos y el pensa- miento 4 tus desérdenes pasados, de que todavia no te ha castigado Ia divina Jus- ticia, ni ti has hecho la debida peniten- cia; y viendo que Dios por su misericor- dia te trueca e) cestigo que. habia de ser, 6 sas largo en el purgatorio, 6 eterno en — 8 — ‘el inferno, en otro.mas’ ligero.y mas breve, recihelo no solarhente-con pacien= cia sino tambien eon alegria y con ren- dimiento de gracias. 3. Pero si-te pareeiere que has heche mucha penitencia, y que has ofendido poco 4 Dios. (cosa-que debe estar siem- pre-muy léjos de tu pensamiento) debe- rés consWterar que en el reino de los cielos no se entra sino por la puerta es trecha de las tribalectones Y de ‘la cruz (Actor. x1v. 21). ~ 4. Gonsidera asimismo, queaun cusn~ do pudieses entrar por otra puerta, la ley. sola del amor deberia obligarte 4 es- coger siempre la de fas tribulaciones, por no apartarte un punto de la imitacion del - Hijo de Bios y de -todos sus escogidos, que no han entrado en la bienaventaranza de la gloria sino por medio de las espi- nas y tribulaciones. 5. Mas lo que principalmente debes mirar y atender, asi enesta como’en cual- quiera Otra ocasion, es la voluntad de T. L=-—-XViI. — %& — Dios, que por el amer que fe tiene se . deleita y.complace indeciblemente de ver- te hacer: actos: herdieos de virtud, y cor- responder 4 su amor con estas pruebas de tu yalor y fidelidad. Y ten por cierto, que cuanto. mas grave fuere Ja persecu- cion qué padeces, y mas injusta de_ parte de su autor, tanto mas estimaré el Sefior tu fidelidad y constancia, viengo que en medio de tus. aflicciones adoras sus jui- cigs y te sujetas &-su providencia, pn la cual todos Jos sucesos, aunque hos pa- rezcan muy desordeaados , tienen regla y érden perfectisimo. . CAPITULO Xv. De algunas advertencias importantes para saber en qué modo se ha de pelear, con- tra qué .enemigos se debe combatir, y con qué virtud pueden ser vencidos. "Ya has visto, hija mia,,el modo en que debes combatir para vencerte 4 ti _—~#7— misma , y adornarte de las virtudes. Aho- ra conviene que sepas que para conseguir: mas facil -y prontamente. la: yictoria, no te basta combatir y mostrar tu valor una sola vez ; mas es necesario que vuelyas — edda dia 4 la batalla, y renueves el com- bate priticipalmente contra el amor pro- pio, hasta tanto que vengas 4 mirar camo. precioso#ty amables todos los. desprecios y disgustos' que. pudieren venirle - del nrando. : - -Por Ja inadvertencia ¥ descuido que se tiene comunmente en este combate , su- cede muchas vores que las -victorias-spn dificiles, imperfectas,.raras y de poca duracion. Por esta eauga te aconsejo, hi- ja mia, que pelees con esfuerzo y reso- lucion , y que no te excuses con el pre- texto de tu flaqueza natural; pues si te faltam las fuerzas , Dios te las dara como se las pidas. Considera demas de esto, que si es grande la multitud y el furor de tus ene- migos, es. mayor infinitamente la bondad — 8 — de Dios y el amor -que te tiene; y que son mas los dngeles-del cielo y las ora- ciones de loa santos que te asisten y com- baten en tu defensa. Estas consideracio~ nes han animado de tal suerte & muchas mojeres sencillas yflacas, que han podido veneer toda la sabidurta del mundo, re- sistir 4 todos les atractivos de ta carne, y trianifar de todas las fuerzas detinfierno. Par esta causa‘no debes desmayar ja- més, 6 perder el 4nimo en este combate, aunque te parezca que los -esfuertos de tamtos enemigos son dificiles de vencer, que-la guerra no tendré fin sino con tu vida, y que te hallas de todas partes ame- nazada de una suina e4si inevitable; por- que es bien que sepas que ni las fuerzas ni los artificios de nuestros enemigos pueden hacernos algun dajio sin la-per- mision de nuestro divino Capitan por cu- yo honor se combate, el cual nos-exhorta y llama & la pelea; y no solamente no permitir4 jamés:que los que conspiran & tu perdicion logren su.intento, mas antes = 89 bien combatira por ti, y cuando: sera de su agrado te dard la victoria con grande fruto y ventaja tuya, aunque te ta dila- te hasta el tiltimo dia de tu vida. Lo que-desea, hija mia, y pide dni- camente de-ti, es que combatas gene- rosamente, y que aunque salgas herida muchas veces no dejes jamds las armas ni huyas de la batalla. Finalmente, para excitarte 4 pelear con resolucion y cons- tancia,-considerarés que esta guerra es inevitable, y que es forzoso 6- pelear 6 morir ; porque tienes que luchar contra enemigos tan furiosos-y obstinados que no podrés tener jamés paz, ni tregua con ellos. CAPITULO XVI. Del modo-en que el soldade de Cristo debe presentarse al combate por la mafiana. La primera cosa que debes hacer cuan- do despiertas es abrir los ojos del alma, y considerarte como en un campo de ba- talla.en presencia de tu enemigo y en la necesidad forzosa, 6.de corfibatir, 6 de perecer para siempre. Imaginate que tie- nes delante de tus ojos 4 tu enemigo; esto - es, al vicio 6 pasion desordenada que de- seas domar -y vencer, y que este mons- truo furioso viene 4 arrojarse sobre ti para oprimirte y vencerte. Represéntate al mismo tiempo que tienes 4 tu diestra “4 tu invencible capitan Jesucristo, acom- pafiado de Maria y de José , y de:muchos escuadrones de dngeles y bienaventura- dos, y particularmente del glorioso arcén- gel san Miguel ; y 41a siniestra 4 Lucifer con sus ministros, resueltos 4 sostener con todas sus fuerzas la pasion 6 vicio que pretendes combatir, y 4 usar de todos los artificios y engafios que caben en suma- | licia para rendirte. Asimismo te imaginarés que oyés en el fondo de tu corazon una secreta voz de tu angel custodio que te habla de esta suerte : Este es el dia en que debes hacer —s1— Yos ultimos esfuerzos para vencer este « enemigo , y todos los demds que copspi- ran 4 tu perdicion y ruina: ten 4nimo y constancia: no te dejes yencer de algun vano temor 6 respeto; porque tu capitan Jesucristo esté 4-tu lado contodos loses- cuadrones del ejército celestial para defen- dérte contra todos los que tehacen guer- ra, y 00 permitir4 que prevalezcan contra tisus fuerzas ni sus artificios. Procura es- tar firme y constante: hazte fuerza y vio-~ lencia , y sufre 1a pena que sintieres en violentarte y vencerte. Da voces al Seiior desde lo mas intimo de tu corazon: invo- ea continuamente 4 Jesis y Maria: pide 4 todos les santos y bienaventurados que te socorran y asistan; y no dudes que alcanzarés la victoria. Aunque seas flaca y estés mal habitua- da, y tus enemigos te parezcan formida- bles por su nimero y por sus fuerzas, no temas; porque los escuadrones que vie- nen del cielo para tu socorro ¥ defensa, son mas fuertes y numerosos que los que zo envia of inferno para quitarte la vida de la ggacia. El Dios que te ha. criado. y re- dimido es todopoderoso, y tigns sin.com- paracion mas deseo de salvarte que el demonio de perderte. ' Pelea, pues, con valor, y entra desde luego con esfuerzo y resolucion en el em- peiio de vencerte y mortificarte 4 ti mis~ ma; porque de la continua guerra contra tus malas: inclinaciones y, haébitos vicio- sos, ha de nacer finalmente la victoria, y aquel gran.tesoro con que. se compra el reino de los cielos, donde el alma se une para siempre con Dios. Empieza, pues, hija mia, 4 combatir en el nombre del Sedior, teniendo por espada Y por-escudo la desconfianza de ti misma , la confianza en Dios , la oracion y.el anes en tus potencias. Asistida de-estas. armas provocarés & la batalla 4.tu enemigo, esto es, aquella pasion 6 vicio dominante que hubieres resuelto combatir y vencer, ya con un generoso menosprecio , ya con una firme — 93 — resistencia, ya con actos repetidos de la virtud contraria , ya finalmente con atros medios que te inspirard ef cielo- para- ex- terminarlo de tu corazon. No descanses aGi dejes la pelea hasta que lo hayas do- mado ¥ vencido enteramente; y merece- rés por tu constancia la corona de lds manos de Dios, que-con toda la Iglesia triunfante estaré mirando desde el cielo tu combate. Vuelvo 4 advertirte , hija mia, que no desistas ni ceses de combatir, atendiendo 4 la obligacion que tenemos de servir y agradar 4 Dios, y 4 la netesidad de pe- lear; pues no. podemos excusar Ja bata- Ha, ni salir de ella sin quedar muertos 6 heridos. Considera que cuando como re- belde quisieses huir de Dios y darte 4 las delicias de la carne, te seria forzoso 4 tu pesar el combatir-con infinitas contrarie- dades, y sufrir grandes amarguras y pe- nas para satisfacer 4 tu sensualidad y 4 tu ambicion. ;No seria una increible lo- cura elegir y abrazar penas y afanes que — 4% — nos inducen y llevan 4 mayores penas y afames, y aun 4 los tormentos eternos, y huir de algunas ligeras tribulaciones que se acaban presto, ynosencaminan yguian 4 una eterna felicidad , y nos aseguran el ver 4 Dios para siempre y gozarte? CAPITULO XVI. _ Del érden que se debe guardar en el com- bate contra las pastones y vicios. Imperta mucho, hija mia, que-sepas el drden que se debe guardar para com- batir como se debe, y no acaso y por costumbre como hacen.muchos, que por esta causa pierden todo .el fruto de su trabajo. a : EI érden de combatir contra tus vicios y malas inelinaciones es recogerte dentro de ti misma, 4 fin de examinar con cui- dado cudles son ordinariamente tus de- seos y tus aficiones, y reconocer cudl es Ja pasion que reina en ti corazon; y 4 — 9 — esta particularmente has de: deelarar la guerra como 4 tu mayor enemigo. Pero si el maligno espiritu, haciendo diversion, te: asaltare:por otra pasion 6 vicio, debe- ras entonces acudir sin tardanza 4 donde fuere ritayor y mas urgente la necesidad, y volverés después 4 tu primera empresa. . _ CAPITULO XVIII. De .qué manera deben reprimirse los mo- vimientos repentinos de las pasiones. ~ Si no estuvieres acostumbrada 4 repa- rar y resistir los golpes repentinos de las injurias, afrentas y demds penas. de esta vida, conseguirdés esta costumbre, pre- viéndolas con el discurso y prepardndote de léjos 4 recibirlas. El modo de preveerlas es, que después de haber examinado la calidad y natu- raleza de tus pasiones, consideres las per- sonas con quienes tratas, y los lugares y — % — ocasiones donde te hallas ordinariamente ; y de aqui podras facilmente conjeturar to- do lo que puede sucederte. Pero si bien en cualquiera accidente improviso te aprovecharé mucho el ha- berte precaucionado contra semejantes motivos y ocasiones de mortificacion y pena, podrds no obstante servirte tambien de este otro medio. Apenas émpezares 4 sentir los prime- ros golpes de alguna injuria, 6 de cual- quiera otra afliccion, procura levantar tu espiritu 4 Dios, considerando que este ac- cidente es un golpe del cielo, que su mi- sericordia te envia para purificarte , y pa- ra unirte mas estrechamente 4 si: y des- pués que hayas reconocido que su bondad inefablé se deleita y complace infinita- mente de verte sufrir con alegria las mea- yores penas y adversidades por su amor, vuelve sobre ti misma, y reprendiéndote dirds: ; O cudn flaca y cobarde eres! gpor qué no quieres ti sufrir y Uevar una crux, que te envia, no esta, 6 aquella persona, —7F — sino tu Padre celestial? Después mirando la-cruz abrazala, y recibela no solamente con sumision, sino con. alegria ,. dicien- do: ;Q cruz que el amor de mi Redentor crucificado me hace-mas dulce y apetecible que todos los placeres de los sentidos! Une- me desde hoy estrechamente contigo, para que por ti yo pueda unirme estrechamente con el que me ha redimido, muriendo entre sus brazos. Pere si prevaleciendo en tila pasion en los principios, no pudieres levantar el co-- razon 4 Dios, y te sintieres herida, no por esto desmayes., ni dejes de hacer todos Jos esfuerzos posibles para vencerla, im~ plorando el socorro del cielo. Después de todo esto, hija mia, el ca- mino mas breve y seguro para reprimir y sujetar estos primeros movimientos de las pasiones es quitar la causa de donde pro- ceden. Por ejemplo: si por tener puesto tu afecto en alguna cosa de tu gusto, ob- servas que te turbas, te enojas y te in- quietas cuando te tocan en ella, precura _— 98 — desnudarte.de este afecto y gozarés de un perfecto Teposo. Mas si la -inquietud que sientes prove- de , no de amor desreglado 4 algan ob- jeto de tu gusto , sino de aversion natural 4 alguna persona, cuyas menores accio- nes te ofenden y desagradan, ef remedio eficaz y propio de este mal es que-& pe- sar de tuantipatia te esfuerces 4 amar esta persona, no solamente porque esuna cria- tura formada de la mano de Dios, y redi- -mida con-la preciosa sangre de-Jesucristo de la misma suerte que ta, sino tambien porque sufriendo con dulzura y paciencia sus defectos, puedes hacerte semejante 4 tu Padre celestial, que con todos es ge- neralmente benigno y amoroso. (Matt. v, 45). — 99 — CAPITULO XIX. Del modo en que se debe combatir contra el vicio deshonesto. - . ‘Contra este vicio has de hacer Ja guer- ra de un-modo particular, y con mayor resohicion y esfuerzo que contra los- de- més vicios. Para combatislo como convie- he, es necesario que distingas tres. tiem- pos: .. - 2 + EI primero, antes de la tentacion. El segundo , cuando te hallares .ten- tada. El tercero, después que se-hubiere pa- sado la tentacion. 1. Antes de la tentacion tu pelea ha de ser contra las causas y personas que suelen ocasionar esta tentacion. Primera- mente has de pelear no buscando ni aco- metiendo 4 tu enemigo, sino huyendo cuanto te.sea posible de cualquiera cosa 6 persona que te pueda ocasionar el mas — 100 — minimo peligro de caer en este vicio : y cuando, 6 la condicion de la vida comun, 6 la obligacion del oficio particular, 6 la caridad con.el prdjime, te obligaren 4 la presencia y 4 la eonversacion de tales ob- jetes, procurards contenerte severamente dentro de aquellos limites que hace incul- pables la necesidad, usando. siempre de palabras modestas y graves, y mostrando un aire mas serio y austero que familiar - y afable. No presumas de ti misma aunque en todo-el discurse de tu vida no: hayas sen- tido los penosos estimulos de la carne, porque el espiritu de la impureza suele hacer en’una hora Io que no ha podido en muchos aiios.“Muchas yeces ordena y dispone ocultamente sus maquinas para herir con mayor ruina y estrago; y nunca es mas de recelar y de temer que cuando mas se disimula y da menos sospechas de si. d La experiencia nos muestra cada dia _ que nunea es mayor el peligro que cuando — 101 — se contraen 6 se-mantienen ciertas amis- tades en que no se descabre algun mal, por fundarse sobre razones y titulos es- peciosos, ya de. parenteseo.,, ya de grati- tud, ya de algun otro motivo honesto, ya sobre el mérito y virtud de la persona que _se ama ; porque con las visitas frecuentes 'y largos-razonamientos sé ‘mezcla insen- siblemente en estas amistades.el veneno- so-deleite del sentido ; y penetrando con , un pronto y furesto progreso hasta la me- dula del alma,-obscurece de- tal suerte 4 la razen,, que vienen finalmente 4 tenerse por-cosas muy leves el mirar inmodesto, las expresiones tiernas y amorosas, las pa- tabras libres, los donaires y los equivo- cos, de donde nacen tentaciones y caidas muy graves, > Huye, pues, hija, de la mas minima somnbra de este vicio, si quieres conser- varte inocente y pura. No te fies de tu vir- tud, ni de las resoluciones 6 propdésitos que hubieres hecho de morir antes que ofender 4 Dios : porque si el amor sen-_ 7 T. L—XVm. — 102 — sual que se enciende en estas conversa- ciones dalces y frecuentes.se apodera una vez de tu corazen, no tendrés respeto & parentesco, por contentar y satisfacer-tu pasion : serén indtiles y- vanas todas las exhortaciones de tus amigos : perderés ab- solutamente el temor-de Dios, y el fuego * mismo del infierno no seré capaz de ex- tinguir tus llamas impuras. Haye, huye, sk no quieres ser sorprendida y presa, y lo que mas es, perder la vida. 2. Huye.de la: ociosidad, procura vi- vir con cautela , y ocuparte en pensamien- tos y en obras ‘convenientes 4 tu estado. 3. Obedece con. alegria 4 tus superie- res y ejecuta con prontitud las-cosas que te ordenaren, abrazando con mayor -gus- to las que te humillan y son mag contra~ rias 4 tu voluntad y natural inclinacion. 4. No hagas jamés juicio temerario del prdjimo, principalmente en este vicio; y sé por desgracia hubiere.caido en algun — desérden, y fuere manifiesta y pabbica.su caida, no.por eso le menospreeies ¢ le in- — 103 — sultes: mas compadeciéndote de su-fla- queza, proctra apfivecharte de su caida bumilléndote 4 los ojos de Dios, cono= ciendo y tonfesando que no eres'sino pol- vo y-ceniza:, implorando-con humildad y fervor el socorro de su gracia. y huyendo ; ,desde entonces con mayor citidada de to- do.comercie,y comunicacioren que pueda haber la ménor sombra de peligro. - Advierte, hija mia,-que.si fudres foil y pronta en juzgar mal- de hermanos ¥ en -despreciarlos, Dios te corregiré 4 tu ¢os- ta permitiendo que eaigas en. las mismas faltas que condenas, para que asi vengas & conocer tu-soberbia, y hwmilada pro- cures el remedio de uno y otro visio. Pero.aunque no caigas en algnna de estas faltas, sabe, hija mia, que si con- tindas en formar juicios temerarios con- tra el prdjimo, estarés siempre en eviden- ‘te-peligro de perever. wk Ultimamente, en las consolaciones y gustes sobrenaturales que recipieres del Sefior, guérdate de admitir en tu espi- — 104 — ritu. algun sentimiento de complacencia 6..de vanagloria,, persuadiéndote 4 que has Ilegado ya al colmo de la'perfeccion, y que ‘tus ‘enemigos no se hallan’ya en es- tado de hacerte guerra, porque te parece que los miras con menosprecio, aversion y horror; pues si em esto no fueres-muy - cauta y advertida caerés con facilidad. En cuanto al- tiempo de la tentacion conviené considerar sila causa de donde procede es interior 6 exterior. 5 Por, causa exterior entiendo la curio- sidad de los ojos y de las orejas, la de- licadeza y lujo de los vestidos, las amis- tades sospechosas y los razonamientos que incitan 4 este vicio. La medicina ex estoxcasos es el pudor y la modestia que tienen cerrados los ojos y las orejas 4 todos Jos objetos que son capaces de manchar la imaginacion; pero el principal remedio es la fuga como dije. ~ La interior procede, 6.de la vivaci- dad y lozania del cuerpo, 6 de los pen- — 105 — samientos de la mente-que nos.vienen de nuestros malos hiditos, -6 de Jas. suges- tiones del demonio. La vivacidad y lozania det-cuérpo se ha-de mortifitar-con los ayunos, con-las disciplinas, con -los cilicios, con tas vi- gilias y con otras austeridades semejan- tess mas sin exceder toslimites de la dis- crecioh y de la obediencia. . Por Jo que mira 4 los pensamientos, sea cual fuere la causa é principio de donde naeieren, los remedios y preser- vativos son estas: la ocupacion en los ejercicios que son ‘propios de tu estado, Ja.oracion y meditaeion. . La oracionse ha de hacer en esta for- ma. Apenas te vinieren semejantes pen- samientos y empezares 4 sentir su impre- sion, proeura luego recogerte dentro de ti misma, y poniendo los ojos en Jesu~ cristo, le dirés: ;O mi dulce Jestis, acu- did prontamente 4 mi socorrd para, que yo no caiga en las manos de mis enemi- gos! Otras- veces-abrazando ‘Ia cruz de —106— . donde pende tu Sefior, beserés repetidas veces las sacratisimasHagas de sus piés, diciendo con fervor y confianza : ; O tla- gas adorables! ; O Uagasinfinitamente san- tas imprimid: cuestra figura en este im- puro y miserable corazbn, preservdndome de vuestra ofensa. La meditacion, hija mia, yo no qui- siera. que en el tiempo en-que abindan las tentaciones de los deleites carnales, fuese sobre ciertos puntos que algunos - libros egpirituales proponen por remedios desemejantes tentaciones, como por ejem- plo, el considerar la vileza de este vicio, su insaciabilidad, los disgustos y amar- guras que le acompafian, ydas ruinas que ocasiona en la hacienda, en el honor, en la salud y en la vida: porque no siem- pre este es medio seguro para-vencer la tentacion, antes bien puede empefiarnos mas en el peligro; pues ‘si el entendi- miento de una parte arroja y deshecha es- tos pensamientos, los excita y llama por otra, y pone 4 la voluntad en peligro de — 107 — ‘deleitarse con ellos y de consentir en el deleite. Por esta causa el medio mas seguro para librarte. y defenderte de. tales pen- samientos, es apartar la imaginacion, no solamente de los’ objetos impuros, sino tambien de los que les son contrarios; porque esforzéndote 4- repelerlos por to que les son.contrarios, pensards en ellos aunque no quieras, y conservards sus imé- -genes. Conténtate, pues, en estes casos con meditar sobre la. pasion de Jesucris- to; y si mientras te ocupas en este santo ejercicio volvieren 4 molestarte y afligir- te con mas vehemencia los mismos pen- samientos, no por esto pierdas el 4nimo ni dejes la meditacion, ni para resistir- tes te vuelvas contra ellos, antes bien menosprecidndoles enteramente como si no fuesen tuyos, sino del. demonio, per- severarés constante en meditar con toda la atencion que te fuese posible ‘sobre Ja muerte de Jesucristo; porque no hay me- dio mas poderoso para arrojar de noso- — 108 — tros eLespiritu inmundo, aun cuando es- tuviese resuelto y determinado 4 hacernas perpetuamente la guerra. Coneluirds-después tu meditacion con esta peticion, 6 con otra semejante: ;0 Criador y Redentor mio! libradme de mis enemigos por vuestra infinita bondad, y por los méritos de vuestra sacratisima pa- sion. Pero gudrdate. mientras dijeres esto de pensar en el vicio de que deseas de- fenderte, porque la. menor idea sera pe- ligrosa. Sobre todo no pierdas el tiempo en dispufar contigo misma para saber si con- sentiste 6 no consentiste 4 la tentacion; porque este género. de exémen és una in- vencion del demonio que con pretexto de un bien aparente, 6 de una obligacion quimérica , pretende inquietarte y hacerte timida y desconfiada, 6 precipitarte en algun deleite sensual con estas imagina- ciones impuras de que ocupa tu espiritu. Todas las veces, pues, que en estas tentaciones no fuere claro el consenti- — 109 — miento, bastard que descubras brevemen-_ te 4 tu padre gspiritual lo que supieres, quedando después quieta y sosegada con su parecer, sin pensar mas, en semejante cosa. Pero no dejes de descubrirle con fidelidad todo el fondo de tu corazon; sin ocultarle jamés alguna cosa, 6 por vergiienza, 6 por qualquiera otro respe- © to; porque si para vencer.generalmente 4 totlos nuestros enemigos es neeesaria la humildad, ,cudnta necesidad tendré- mos de esta virtud para librarnos y de- fendernos de.un vicio que-es cési siem- pre pena.y castigo de nuestro orgullo? Pasado. el tiempo de la tentacion, la regla que deberés guardar es esta : aun- que goees de una profunda calma y de un perfecto sosiego, y te parezca que te hallas libre y segura de semejantes ten- taciones, procura no obstante tener lé- jos de tu pensamiento los objetos que te las causaron, y no las permitas que vuel- van dentrar en tu espiritu-con algun co- lor 6 pretexto de virtud, 6 de otro bien — 110°-— ‘imaginado; porque semejantes pretextos son engaiios de nuestra naturaleza cor- rompida, y lazos del demonip que se transforma en dngel.de luz (11 Cor. x1, 14) para inducirnos en las tinieblas ex- teriores que son las del infierno. CAPITULO XX. Del modo de pelear contra el vicio de la pereza. Importa mucho,. hija mia, que hagas la guerra 4 la pereza, porque. este vicio no solamente nos aparta del camino-de la perfeccion, sino. que nos pone entera- mente en las manos de los enemigos de nuestra salud. Si quieres no caer en la misera servi- dumbre de este‘ vicio, has de huir de.to- da curiosidad y afecto terreno, y de cual- quiera ocupacion que no convenga 4 tu estado. Asimismo serés:‘muy diligente en corresponder 4 las inspiraciones del cie- — if1 — lo,.en gjecutar las érdenes de tus supe- riores, y en hacer todas las cosas en el tiempo y en el modo que elles desean. No tardes ni un breve instante en cam- plir lo que se te hubiere ordenado, por- que la-primera dilacion 6 tardanza oca- siona lasegunda, y la segunda la tercera y las demés, 4 las cuales el sentido se rinde y cede mas facilmente que 4 las primeras, por haberse ya aficionado al placer y dulzura del descanso; y ast, 6 la accion se empieza muy tarde, 6 se de- ja-como molesta y pesada. De esta suerte viene 4 formarse en no- sotros el hdbito de Ia pereza, el cual es muy dificil“de vencer, si la vergienza de haber vivido en una suma negligencia y descuido no nos obliga, en fin, 4 tomar la resolacion de ser en- lo venidero mas la- boriosos y diligentes. Pero advierte, hija mia, que la pere- za es un'veneno que se derrama en to- das las potencias del alma, y que: no so- lamente inficiona la voluntad, haciendo — 112 — que-aborrezca el trabajo, sino tambien el enfendimiento , cegindole para que no yea cuén vanos y mat fundados son-los propésitos de los negligentes y perezo- sos; pues lo que deberian hacer luego y con diligencia, 6 no lo hacen jamas, 6 lo - prolongan y dejan para otro tiempo. - - Ni basta que se haga con prontitud la - obra que se ha de hacer, sino-que es ne- cesario hacerla en el tiempo.que pide la calidad y naturaleza de la misma obra, y.con toda la diligencia y cuidado que conviene, para darle toda Ja perfeccion posible; porque, en fin, no es diligencia, sino una pereza artificiosa.y fina. hacer con precipitacion las cogas, no cuidando de hacerlas. bien, sino de concluirlas pres- to, para eptregarnos después al reposo en que teniamos fijo-todo el pensamien- to. Este desérden nace ordinariamente de no considerarse bastantemente el valor y precie de ana buena obra, cuando se ha- ce en su propio. tiempo, y con dnimo resuelto § vencer todos los impedimen- — 113 — tos y dificullades que epone el’ vicio de la‘ pereza 4 los nueves soldados que co- mmienzan 4 hacer guerra ‘4 sus pasiones y vicios. >. a Considera ; pues, hija mia, que una:so- la -aspiracion , una oracion jaculatoria, una reflexion, y ki menor demostracion _ de culto y de respeto 4 la Majestad divi- ma, es de mayor precio y valor que todes los-tesores del mundo; y cada vez que el hombre se mortifica en alguna cosa, los 4ngetes-del cielo le fabrican una bella co- Tona en. recompensa de la victoria que ha- ganado sobre si-misma. . Considera, al contrario, que Dios qui- ta poco 4 poco. sus-dones y gracias 4 los tibios y perezosos, y las aumenta 4 los - fervorosos y diligentes, para hacerlos en- trar después en la alegria y gozo de su bienaventuranza. . ~ Pero si en el principio no te. sintieres * con fuerza y vigor bastante para sufrir las dificultades y penas que se_presentan. en el camino de la perfeccion, es necesario — 114 — ‘que procures ocultartelas con destreza .4 ti misma, de suerte que te-parezcan me- nores que suelen figurarselas bos perezo- sos. Por ejemplo: si para adquirir una virtud necesitas de ejercitarte en repeti- dos y frecuentes actos y combatir, con muchos y poderesos enemigos que se opo- nen 4 tu intento, empieza 4 formar estos actos como si hubiesen de ser pocos los que has de producir; trabaja. como si tu trabajo’no hubiese de durar sino muy bre- ve tiempo; y combate 4 tus enemigos el uno después del otro, como si no tuvieses sino uno solo que combatir y vencer, po- noniendo toda tu confianza en Dids, y es- perando que con el socorro de su gracia serds mas fuerte-que todos ellos. Pues si obrares de esta suerte, vendrés 4 librar- te del vicio de la pereza, y 4 adquirir la virtud contraria. - Lo mismo practieards en la oracion. Si tu oracion debe durar una hora y te pa- rece largo este tiempo, propone solamen- te orar medio.euarto de hora, y pasando — 115 — de este medio cuarto- dé hora & otro, no te ser4 dificil ni penoso et llenar fixalmen- te,la hora entera. Pero si al segundo-6 ter- cero medio cuarto de hora sintieres dema- siada repugnancia y pena, deja-entonces el ejercicio para no aumentar tu desabri- miento y disgusto ; porque esta interrup- “cion no $e causaré algun daiio si después vuelves 4 continuarlo. Este mismo métedo has de.observar en las obras exteriores y mentales. Si.tuvieres diversas cosas que hacer, y por parecer- femuchas y muy dificiles sientes inquietud y pena, comienza siempre por la primera oon resolucion, sin pensar en las demés; porque haciéndolo asi con diligencia, ven- drds & hacerlas todas con menos trabajo y dificultad de lo que imaginabas. Si no procuras, hija mia, guardar es- ta regla, y no te esfuerzas 4 veneer el trabajo y dificultad que nace de la pere- - za, advierte que con el tiempo vendré 4 prevalecer en ti de tal manera este vicio, que las dificultades y penas que son in- woe Te — 116 — separables de los primeros ejercicios de la © virtud; no solamente te molestarén cuan- do estén presentes; ‘sino que desde Iéjos te causarin disgusto y congojas , porque estarés* siempre con un continue temor de ser ejercitada y combatida de tus enemi- g08, y en.la misma. quieted vivirds inguie- ta y turbade, : Conviene, hija mia, que ‘oper que en- este vicio hay- un veneno oculto que opri- me y desteuye no solamente las primeras semillas de-las virtudes, sino tambien las — virtudes que estan ya formadas : y que co- mo fa carcoma roe y consume insensible- mente la madera , asi este vicio roe y consume insensiblemente la medula de ja vida espiritual; y por este medio suéle el demonio tender sus redes y lazos &- los hombres y particularmente 4 los que aspi- ran‘ la-perfeccion. Vela, pues, sobre ti misma déndote 4 la oracion y 4 las buenas obras, y no aguar- des 4 tejer el paiio de la vestidura nupciat pata cdando ya habias de estar veatida y — 117 — adornada de ella para salir 4 recibir el es- poso (Matt: xx y xxw). Acuérdate cada dia que quien te data mafiana no te promete.la tarde; y que quien te da la tardeno te asegura la mafia- na. (Véase en Ia 2." part. trat. 4.° cap. XIV). Emplea santamente cada hora del dia como si fuese la ultima; ocdpate toda en agradar 4 Dios, y teme siempre la estre- cha y rigurosa cuenta que le has de dar’ de todos los instantes de tu vida. Ultimamente te advierto, que tengas por perdido aquel dia en que aunque ha- yas trabajado con diligencia y concluido muchos negocios, no hubieses aleanzado muchas victorias contra tu propia volun- tad y malasinelinaciones , ni‘hubieres ren- dido gracias y alabanzas 4 Dios por sus beneficios; y principalmente por el de la dolorosa muerte que padecié por ti, y por el suave y paternal castigo que te da, si por ventura te hubiese hecho digna del tesoro inestimable de alguna tribulacion. T. Xvi. — 118 — CAPITULO XXL. Cémo-debemos gobernar los sentidos exte- riores, y servirnos de ellos para la con- templacion de las cosas divinas. Grande advertencia y-‘continuado ejer- cicio pide el gobierno y buen uso de los sentidos exteriores ; porque el apetito sen- sitivo, de donde nacen todos Jos movi- mientos de la naturaleza corrompida, se inclina desenfrenadamente 4 los gustos y deleites, y no pudiendo adquirirlos por si mismo, se sirve de los sentidos como de instrumentos propios ¥ naturales para traer 4 si los objetos, cuyas imagenes im- prime en el alma: de donde se origina el placer sensual, que por la estrecha co- municacion que tienen entre si el espiri- tu y la carne, derraméndose desde luego _ en todos’ los sentidos que son capaces de. aquel deleite , pasa después 4 inficionar ¢omo un mal contagioso las potencias del — 119 — : alma, y viene finalmente 4 corromper to- do el .homBre. Los remedibs. con que podris preser- varte de un mal tan grave son estos: Estar4s siempre advertida y sobre avi- so de no dar mucha libertad 4 tus senti- dos, y de no servirte de ellos para el de- leite, sino solamente para buen fin, 6 por alguna necesidad 6 provecho ; ysi por ven- tura, sin que td lo adviertas, se derra- maren 4 yanos objetos para buscar algun falso-deleite , recégelos. luego y réglalos de suerte que se acostumbren 4 sacar de los mismos objetos grandes socorros pa~ ra la perfeccion del alma, y no admitir otras especies que las que pueden ayudar- la para elevarse por el conocimiento de las cosas criadas 4 la contemplacion de las grandezas de Dios; lo cual podrds practi- car en esta forma: . Cuando se presentare 4 tus sentidos al- gun objeto agradable , no consideres lo que tiene de material , sino miralo con los ojos del alma; y si advirtieres 6 hallares — — 120 — en él alguna cosa que lisonjee y agrade 4 tus sentidos, considera que nd‘la tiene de si, sino que la ha recibido de Dios, que con una mano invisible lo ha criado, y le comunica toda la bondad y hermosura que en él admiras. Después te alegrards de ver que este Ser soberano é ipdependiente, que es-el ini- co autor de tantas bellas calidades que te hechizan en las criaturas, 1as contiene to- das en si mismo con eminencia, y que la mas excelente no es mas que una sombra de sus infinitas perfecciones. _ Cuando vieres 6 contemplares alguna obra excelente y perfecta de tu-Criador, considera su nada, y fija los ojos del en- tendimiento en el divino Artifice que la dié el ser, y poniendo en €1 solo toda tu alegria, le dirds: 10 esencia divina, ob- jeto de todos mis deseos, y unica felicidad mia, cudnto me alegro de que ti seas el principio infinitode todoel ser y perfeccion de las criaturas! De la misma suerte cuando vieres ér- — 121 + boles, plantas, flores 6 cosas semejantes, considera que Ja vida que tienen no la tie- tien de si; sino’ del espiritu que no- ves y * que las Vivifica ; y podrésdeeirle : Vos sois, Seftor, la verdadera vida, de quien, en quien y por quien viven y crecen todas las cosas: 10 viva alegria de mi corazon! Asimismo de. la vista de los. anima- les levantarés el pensamiento 4 Dios que les ha dado ef sentido y. movimiento, y le dirés ;O gran Qos ; que moviendo to- das las cosas en el mundo, sois siempre inurdvil en Vos mismo! ;Cudnto me ale- geo ‘de-vuestra perpetua estabilidad y fr- meza!l © . Cuando sintieres quese inclina tu afec- - to 4 la belleza de las criaturas, separa luego Jo que ves de lo que mo ves ; deja el cuerpo, y ¥uelve el pensamiento al espiritu..Considera que todo lo que pa- -rece hermoso 4 tus ojos, viene de un principio invisible, que es la hermosura increada, y te dirds 4 tf misma: Estos no son sino destellos 6 arroyuelos de aquella — 122 — fuente increada, 6 gotas de aquel piélago infinito de donde.manan todos los bienes. 10 cémo me alegro enelo tntimo del co- razon pensando en la eterna belleza, que es origen y owusa de todas las bellezas cria- das ! Cuando vieres alguna persona en quien resplandeciere la bondad, ta sabiduria, Ja justicia 6 alguna otra virtud, distin- gue igualmente lo que ‘tiene de si mis- ma, de lo que ha recibido del cielo, y dirés 4 Dios: 7 O rigquisimo tesoro de to- das las virtudes! Yo no puedo explicar la alegria gue siento cuando considero que no hay algun bien que no proceda de Vos, -y que todas las perfecciones de las criatu- ras son nada en comparacion de las vues- tras. Yo os qlabo y bendigo, Seftor, por este y por todos los demds bienes que os habeis dignado de comunicar 4 mi prd- jimo. Acordaos, Senor, de mi. pobreza,.y de la necesidad que tengo de tal y tal virtud. : Cuando hicieres alguna cosa, conside- — 123 — ra que Dios es la primera causa de aque- a obra, y que ta no eres sino un vil instrumento; y leyantando-el pensamien- to 4 su divina Majestad, le dirés: ;O soberano Seftor del mundo! Ya reconoz- - 9 con alegria indeeible, que sin Vos no puedo obrar cosa alguna, y que Vos sois el primero g el principal artifice de to- das. : Cuando comieres de alguna vianda que sea de tu gusto, hards esta reflexion, que olo el Criador os capaz de darle este gus- to que hallas, y que te es tan agrada- ble; y poniendo en é! solo todas tes de- licias, te dirds & ti misma: Alégrate, al- ma mia, de que como fuera de Dios no hay verdadero ni sdlido contento ; ast en solo Dios puedes verdaderamente deleitar- te en todas las cosas. Cuando sintieres algun olor suave y agradable no te detengas en el deleite 6 gusto que te causa; mas pasa con el pen- samiento al Senor, de quign tiene su ori- gen aquella fragancia, y con una inte- — 14 — rior consolacion le dirés : Haced, Dios y “seftor mio, que ast como yo me alegro que de Vos proceda toda suavidad, ast mi al- ma desasida de los placeres sensuales no tenga cosa alguna que la impida el elevar- . sed Vos, como el bumo de un agradable incienso. Finalmente, cuand6 oyeres alguna sua- ve armonia de voces 6 instrumentos, vol- viéndote con el espiritu 4 Dios, dirds : 10 Seftor Dios mio, cudnto me alegro de vuestras infinitas perfecciones, que unidas» forman una admirable armonta-y concier- to, nd solamente en Vos mismo, sino tam- bien en los dngeles, en los cielos y en to~ das las criaturas! — 125 — a " capiruto XXII. Cémo podrén ayudarnos las cosas sensi- bles para la meditacion de los misterias de ba vida y pasion de Cristo patito Seflor. - : Ya te he mostrado , hija mia, cémo podrds elevarte de la consideracion de las cosas sensibles 4 la contemplacion de las grandezas de Dios. Ahora quiero enst- fiarte el niodo de servirte de estas mis- mas cosas para meditar y considerer los sagrados misterios de la vida y de la pa- sion de Jesucristo nuestro Redentor. _ No hay cosa alguna en el universo que no pueda servirte_para este efecto. -Considera en todas las cosas 4 Dios comio finica y primera causa que les ha dado el ser, la hermosura y la excelen- cia que tienen. Después admirarés su bon- dad infinita ; pues siendo tnico principio y sefior de todé to criado; quiso humi- — 126 — Nar su dignidad y grandeza.hasta hacerse hombre y vestirse de nuestras flaquezas, y sufrir una muerte afrentosa por nues- tra salud, permitiendo que sus mismas criaturas le crucificasen. Muchas. cosas podran representarte particular y distintamente estos santos - misterios , como armas, cuerdas, azotes, columnas , espinas , cafias, claves, tena- zas, martillos, y otras cosas que fueron . instrumentos de la sacratisima pasion. * Los pobres albergues nos redueirén é la memoria el establo (Luc. 1) y pese- bre en que quiso nacer el Sefior. Si llue- ve podrémos acordarnos de aquella divina Iluvia de sangre que en el huerto ( Idem xxu1) salié de su sacratisimo cuerpo y reg6 la tierra. Las piedras que miréremos nos servirén de imagenes de las que se rompieron en su muerte. La tierra ‘nos representaré el movimiento que entonces hizo ( Matth. xxvut). El sol las tinieblas que lo obscurecieron ( Mare. xy , 33). Cuando viéremos el agua’ podrémos acar- —1277— - darnos de la qué. salié de su sacratisimo costado (Joan. xix, 34) ; y Jo mismo di- go de otras cosas. semefantes. Si bebieres vino 4 otro licor,, acuér- date de la hiel y vinagre ( Matti. xxvu), que. 4 tu divino.Salvador presentaron sus enemigos. Si te deleitare la suavidad y fragancia de los perfumes, figirate en tu imaginacion el hedor delos cuerpos muer- tos que sintié en el Calvarie. Cuando te vistieres , considera que el Verbo eterno se vistié de nuestra carne para vestimos de su divinidad (Philip. a). Cuando te desnudares, imaginate que lo ves desnu- do (Matth. xxvir) entre las. manos de los verdugos para'ser azotado y morir en la cruz por nuestro amor. Cuando oyeres algunos rumores 6 gritos confasos , acuér- date de las voces abominables de los ju-. dios , cuando amotinados contra el Se- fior gritaban que fuese crucificado (Lue. xxu, Joan. xix); Tolle, tolle: crucifige, crucifige. Todas las yeoes que sonare el reloj pa~ — 138 — ra dar las horas, te representarés la con- goja, palpitacion y angustias mortales que.sintié en su torazon Jests en el huer- to., cuando: empezé.4 temer-los crueles tormentos que se le preparaban; 6 te figurarés que oyes los duros. golpes de les martillos que los soldados le dieron cuan- do le clavaron en Ia cruz. En fin, en cual- quiera dolores y penas que padecieres 6 vieres padecer 4 otro, considerarés que son muy leves en comparacion de las in- comprensibles .angustias que penetraron y afligieron el cuerpo y el alma de Je- sucristo en el curso de su pasion. CAPITULO XXHI. De otros medos de gobernar nuestros sen- tidos segun las vcasiones que se ofre- cieren. Después de haberte mostrado como po- demos levantar nuestros espiritus de las cosas sensibles 4 las gosas de Dios, y 4 — 129 — los misterios de .la vida de Jesucristo, quiero tambien ensefiarte otros miodos de que podemos servirnos para diversas.me- ditactones , para que asi como son dife- Tentes los gustos de las almas , asi ten- gan muchos y diversos manjares con que puedan satisfacer 4 su devocion. Esta va- riedad ser4 de grande utilidad y provecho, no solamente para las personas sencillas, sino tambien ‘para las mas espirituales ; . - porque no éedas van por un mismo ca- mino 4 Ja perfeccion, ni téenen-el espi- ritu igualmente prento y déspuesto para ‘Tas mas altas especulacignes. No temas que tu espfritu se embarace y confunda -con esta diversidad de cosas, si te gobiernas con la: regla de la discre- cion , y con-el consejo de quien te guia- re en la vida espiritual , cuya direccion deberds seguir siempre , asi en estas co- mo en todas las demés advertencias que te -daré. Siempre que mirares tantas cosas her- mosas y agradables 4 la vista., y que es- . — 130 — tén en e] mundo en grande aprecio -y estimacion, considera que todas son vi- lisinaas y como de barro en comparacion de las riquezas y bienes celestiales, & que solamente ‘(despreciando el mundo ) debes aspirar de todo corazon. Cuando miras el sol , imagina y pien- sa que tu alma, si se halla adornada de la gracia, es mas hermosa y resplande- ciente -que el sol y que todos los astros del fiemamento ; pero que sin el adorno y hermosura de la gracia es mas obscu- ra y abominable que las mismas tinie- blas del infierne. Alzando los ojos corporales al cielo, pasa adelante con los del entendimiento hasta el empireo, y considera que es lu- gar prevenido para tu feliz morada por una eternidad , si en este mundo vivieres cristianamente. Cuando oyeres cantar los péjaros, acuérdate del paraiso donde se cantan in- cesantemente 4 Dios himnos y cdnticos de alabanza ( Apoc. xix); y pide al mismo — #31 — tiempo al Sefior qte te haga digna de alabarle eternamente en compania de los espiritus celestiales. Cuando advirtieres que te deleita y hechiza Ja belleza de las eriaturas, ima- gina que debajo de aquella hermosa apa- riencia se oculta la serpiente infernal, pronta 4 morderte para inficionarte con- su veneno y quitarte Ja vida de la gra- cia s y con santa indignacion la dirds :. Huye, maldita serpiente , on vano te ocul- tas para devorarme: Después yolviéndote . 4 Dios le dirés: Bendito seats, Seftor, que os habeis dignado ‘de descubrirme mi enemigo y de salvarme de sus asechanzas. Después retirate 4 lag Ilagas de tu Re- dentor como 4 un asilo seguro , y ocupa tu espiritu con los dolores i incomprensi- bles que padecié en su sacratisima carne para librarte del pecado , y hacerte odto- sos los deleites sensuales. Otro medio quiero ensefiarte para de~ fenderte de los atractiyos de las hermo- suras criadas; y es, que pienses y consi- — 132 — deres ,qué vendrén & ser después de la muerte estos objetos que te parecen aho- ra tan hermosos? Cuando caminares, acuérdate que con cada paso que das ‘te acercas 4 la muerte. El vuelo de un pajaro, el curso de un tio impetuoso, te advierten que tu vida corre y vuela con mayor velocidad 4 su fin. En las tempestades de vientos, relém-i pagos y-truenes, acuérdate del tremendo dia del juicio; y postréndote profunda- mente en presencia de Dios, le adorarés pidiéndole con humildad que te conceda gracia y tiempo para disponerte y prepa- rarte, de suerte que puedas comparecer con seguridad entonces delante de-su al- tisima Majestad. En la variedad de accidentes 4 que esté sujeta la vida humana, te ejercitarés de esta manera. Si, por ejemplo, te hallares oprimida de algun dolor 6 tristeza, si pa- decieres calor 6 feo 6 alguna otra inco- modidad, levanta tu espiritu al Sefior, y — 133 — adora el drden inmutable de su providen- cia, que por tu bien-ha dispuesto que en aquel tiempo padezcas aquella pena 6 tra- bajo; y reconociendo: con alegria el amor tierno y paternal que te muestra, y la oca- sion que te da de servirle en lo que mas Je agrada, dirés dentro de tu corazon: Ahora se cumple verdaderamente en mi la voltuntad de Dios, que tan benigna y anio- rosamente dispuso en su eternidad que yo padeciese esta mortificacion. Sea para siem- pre bendito y alabado. Cuando sé despertare en tu alma algun buen pensamiento, vuélvete luego 4 Dios, y reconociendo que debes 4 su bondad y misericordia este favor, le dards con hu- mildad las gracias. Si leyeres algun libro espiritual y de- yoto, imaginate que el Sefior te habla en aquel libro para tu instruccion, y recibe sus palabras como si saliesen de su divina boca. ; Cuando miras la cruz, considérala co- mo el estandarte de Jesucristo tu capitan, T. L—xvi. — 134 — y entionde que si te apartas de este sa- grado estandarte, caerés en las manos de tus mas crueles enemigos ; pero si lo si- " gues constantemente, -te -harés. digna de entrar algun dia‘en triunfo en el cielo car- ~gada de gloriosos despojos. - Cuando vieres alguna imégen de Maria santisima, ofrece tu corazon 4 esta Ma- dte de misericordia, muéstrale el gozo y alegria que sientes de que haya cumplido siempre con tanta diligencia y fidelidad Ja voluntad divina : de que haya dado al mundo 4 tu Redentor, y lo haya susten- tado de'su purisima leche ; y en fin, dale muchas bendiciones y gracias por {a asis- tencia y socorro que da 4 todos-los que la invocan en este espiritual combate con- tra el demonio. . Las imégenes.de-los Santos te repre- sentarén 4 la memoria aquellos dignos y generosos soldados de Jesucristo, que eombatiendo valerosamente hasta la muer- te, te han abierto.el eamino que debes se- “guir para llegar 41a glorja. — 135 — Cuando vieres alguna iglesia, entre otras devotas consideraciones , pensa- rés que tu alma es templo vivo de Dios (1 Cor. mi.—u id. vi.), y que como e3- tancia.y morada suya, debes conservar- la pura y limpia. . . En cualquier tiempo que se tocare la campana para la salutacion-angélica, po- drés hacer alguna breve reflexion sobre las palabras que preceden 4 cada Ave Maria. . En el primer toque 6 sefial ‘dards grae cias 4 Dios de aquelle célebre embajada Tus. 1) que envié 4 Maria santisima, y fie el principio de nuestra salud. En elsegundo te congratularés con esta pu- risima Sefiora de la alta dignidad 4 que la-sublimé. Dios,-en recompensa de su profundisima humildad. En el gercero adorarés al Yerbo encarnado (Joan. 1), y al mismo tiempo dards 4 su bienayen- turada Madre y al arcdngel san Gabriel el honor y culto que merecen. En cada uno de estos toques ser4 bien que incli- — 136 — nes un poco la eabeza en sefial de re- verencia, y particularmente.en el dl- timo. < ; A mas de-.estds breves meditaciones, que podrds ‘practicar igualmente’en to- dos tiempos, quiero, hija mia, ensefiarte otras de que pedrds servirte en la tarde, en la majfiana y en el mediodia, y per- . temecen al misterio de la pasion de nues- tro Sefior; porque todos estamos obliga- dos 4 pensar frecuéntemente en el cruel martirio que entonces padecié nuestra Se- fiora, y seria en nosotros monstruosa in- gratitud el no hacerlo. A la tarde representarés el dolor y pena de esta purisima Sefiora por el su- dor de sangre, prision en el huerto y angustias interiores de ‘su santisinio Hijo en aquglla triste noche. Por la mafiana tompadécete de la aftic- cion que tuvo cuando con tanta ignomi- nia presentaron su amado Hijo 4 Pilato y 4 Herodes, y cuando lo condenaron 4 muerte y obligaron 4 Ilevar Ja cruz so- — 137 — bre: sus .espaldas para ir al lugar del su- plicio. . Al mediodia considera aquella espa- da de dolor que penetré el alma de esta Madre afligida por la crucifixion y muer- te del Seiior, y por la cruel lanzada que recibié ya difunto en su. sacratisimo cos- tado. : . Estas piadosas reflexiones sobre los do- lores y penas de nuestra Sefiora, las po- drés hacer desde la tarde del jueves has- ta-el mediodia del sébado; las otras en los otros dias. Pero en estos. seguirés siémpre tu devocion particular, segun te sintieres movida de los objetos exterio- res. . , Finalmente, para explicarte en pocas palabras ‘¢l-modo con que debes usar de los. sentidos, sea. para. ti regla inviola- ble el no dar‘entrada en tu corazon al amor 6 4 la aversion natural de las co- sas que te se presentaren, reglando de tal suerte todas tus inclinaciones por la voluntad diyina, que no te determines — 138 — 4 aborrecer 6 amar sino lo que Dios quir- re que aborrezcas 6 ames. Pero advierte, hija mia, que aunque te’ doy todas estas reglas para el buen uso y gobierno de tus sentidos; no obs- tante, tu principal ocupacion ha de ser siempre: estar recogida dentro-de. ti mis- ma con el Sefior, el cual quiere que te ejercites interiormente en combatir tus viciosas inclinaciones, y en producir ac- tos frecuentes’ de virtudes contrarias. So- lamente te las ensefio’ y propongo para que sepas gobernarte én las ocasiones en que tuvieres necesidad, porque has de saber que no es medio seguro para apro- vechar en la virtud el sujetarnos 4 mu- chos ejercicios éxteriores, que aunque de si son loables y buenos, no obstante mu- chas veces no sirven'sino de embarazar el espiritu, de fomentar-el amor propio, de entretener Ia inconstancia , y de dar lugar 4 las tentaciones del enemigo. — 139 — 2 CAPITULO XXIV.. Del modo de gobernar la lengua. La lengua del hombre para ser bien gobernada, necesita de freno que la con- tenga dentro de las reglas de la sabidu- ria y de la direecion cristiana; porque todos +somos naturalmente inclinados 4 dejarla correr y discurrir libremente de Jas cosas que agradan y deleitan 4 los sentidos. - EI hablar mucho nace ordinariamente de nuestra soberbia. y presuncion; por- que persuadiéndonos 4 que somos muy entendidos y sabios,.y enamordndonos de nuestros propios conceptos, nos es- forzamos con sobradas réplicas 4 impri- mirlos en los animos de los demas, pre- tendiendo dominar en las conyersaciones, y que todo el mundo nos escuche como 4 maestros. No se pueden explicar con pocas pa- — 14 — labras los dafios que nacen de este de- testable vicio, La locuacidad ‘es madre de la pereza, indicio de ignorahcia y de locura, ocasiona Ja detraccion y la men- tira, entibia.el fervor de la deyocion, for- tifica las pasiones desordenadas , y acos- tumbra la Jengua 4 no decir sino palabras vanas, indiscretas y ociosas. No te alargues jamés en discursos y . razonamientos prolijos con quien no te oye con gusto para no darle enfado « y haz lo mismo .con quien te escucha cor- tesanamente para no exceder los términos de la modestia. : Huye siempre de hablar ¢ con sobrada eficacia y con alta voz, powque ambas cosas son odiosas, y. muestran mucha presuncion y vanidad. No hables jamds de ti mismo, de ts cosas, de tus padres 6 de tus parientes sino cuando te obligare la necesidad; y entonces lo harés muy brevemente y con toda la moderacion y modestia posible, y site pareciere que alguno habla sobra- — 1M — damente de si-y de sus cosas, no. por eso lo menospreeies; pero guérdate de imp tarlo , aunque sus palabras.no se dirijan sino 4 la acusacion y al menosprecio de si mismo, y 4 su propia confusion. “Del préjimo y de las cosas que le per- tenecen no hables jamés, sino. cuando se ofreciere 1a ocasion de confesar su mé- rito y su virtud para no defraudarle de la-aprobacion 6 alabanza que se le dehe. Habla con gusto dé Dios, y: particu- larmante desu amor y desu bondad in- finita. Pero temiendo. que puedes errar en esto y uo hablar con Ia dignidad que conviene, gustarés mas de escuchar con- atencion lo. que otros dijeren, conser- vando sus palabras en lo intimo de tu corazon. . En cuante 4 Jos discursos 6 razona- mientos profangs, si legaren 4 tus oidos, no los permitas que entren en tu cora- zon; pero si te fuere forzoso escuchar al que te habla para responderle,.no dejes de dar con el pensamiento una breve vis- 3 — 142 — ta al cielo donde reina tu Dios, -y desde donde aquella alta y soberania Majestad no se desdefia.de mirar tu prefunda ba- jeza. . Examina bien todo lo que quisieres decir antes que del corazon pase 4 la. Jen- gua. Procura usar en esto de toda la cir- eunspeccion posible; porque muchas ve- ces se fian inadvertidamente 4 la lengua algunas cosas que deberian sepultarse en el silencio, y no pocas palabras que'en la conversacion parecen buenas y-dignas de decirse, seria mejor suprimirlas; lo cual se conoce claramente pasada la oca- sion del razonamiento. : La virtud del silencio, hija mia, es un poderoso escudo en el combate espiri- tual, y los que Je guardan pueden: pro- meterse con seguridad grandes victorias; porque ordinariamente desconfian de si mismos, confian en Dios, tienen mucho atractivo. para la oracion, y una grande inclinacion y facilidad para todos los ejer- ticios de-la virtud. — 143 — Para aficionarte y acostumbrarte al si- lencio, considera 4 menudo, los grandes bienes que proceden de esta virtud, y los males infinitos que nacen de la locuacidad yde la destemplanza de. la lengua (Epist. Cat. Jacob. u1,.2 y sig.) ; pero si quie- res adquirir en breve tiempo esta: virtud, procura callar aun cuando tuvieres oca- sion 6 motivo de hablar ; con tal que tu silencio no te cause ti 6 al prdjimo algun perjuitio. Huye sobre-tode de las conver- saciones profanas ; prefiere la. compaiifa de los Angeles, de los Santos y del mismo Dios, 4 la de los hombres. Acuérdate, fi- nalmente, de la dificil y peligresa guerra que tienes dentro y.fuera de ti misma, porque viendo cudnto tienes que-hacer pa- ra defenderte de tus enemigos, dejarés sin dificultad las conversaciones y discprsos inttiles. ° — 144 — -CAPITULO XXV. Quepara combatir bien contra los enemi- gos, debe el soldado de Crista huir cuan- to_le fuere posible de las inguietudes y perturbaciones del corazon... Asi como cuando hemos perdido la paz del corazon, debemos emplear todos los esfuerzos posibles.para recobrarla ; asi has de saber, hija mia, que no puede ocurrir en el. mundo accidente algune que deba. quitarnos este inestimable tesoro. De los pecados propios no es dudable que debemos dolernos ;-pero con ua do- lor tranquilo y pacifico como muchas ve- ces he dicho. Asimismo justo es que nos compadezcamos de otros.pecadores, y que 4lo menos interiormente lloremos su des- gracia ; pero nuestra compasion, como nacida puramente de la caridad, ha de ser libré y exenta de toda inquietud y perturbacion de énimo. m— 145 — En 6rden & los males particulares y pa- blicos 4.que estamos sujetos en este mun~ do, como son, las enfermedades, Jas he- ridas, la muerte, la pérdida de los-bienes, de los-parientes y de Jos amigos; la peste, la‘ guerra, los incendios y otros muchos accidentes tristes y trabajosos que ‘los hombres aborrecen como contrarios 4 la naturaleza, podemos siempre con el so- corro dela gracia no solamente recibirlos sin repugnancia de la mano de Dios, sino tambien abrazarlos con alegria y conten- to, consideréndolos, 6 como. castigos sa- ludables para los peeadéres, 6 como oca- siones de mérito para los justos. Pof estos dos fines, hija mia, suele Dios afligirnos ; pero es constante, que mientras riuestra voluntad estuviere resig- nada en Ja suya, gozarémos de una per- fecta paz y quietud interior entre todas las amarguras y contrariedades de esta vi- da. Y has de tener por cierto, que toda inquietud desagrada 4 ‘sus divinos ojos; porque de cualquiera naturaleza que sea, — 146 — nunca se halla sin alguna imperfeccion, y procede siempre de una mala raiz, que.es el amor propio. Proeura, pues, hija mia, acostumbrar- te 4 prever desde léjos todos los aeciden- tes que puedan inquietarte , y prepérate en tiempo4 sufrirlos con paciencia. Consi- dera que los males presentes no son efecti- vamente males ; que no son capaces de prt varnos de los verdaderos bienes , y que ‘ Dios los envia 6 los permite por los dos fines que hemos dicho, 6 por otros que nos son: ocultos ; pero que no pueden de- jar de ser siempre muy justos. Conservando de esta suerte un espiritu siémpre igual entre los diversos atéiden- tes de esta vida, aprovecharés mucho y hards grandes progresos en la perfeccion ; pero sin esta igualdad de espiritu todos tus ejercicios serén indtiles y de ningun © proveeho. Demés de esto, mientras tuvie- res inquieto y turbado el-corazon, te ha- Harés expuesta 4 losinsultos del enemi- 80, y no-podrds en este estado descubrir — 147 — Ja senda y verdadero camino de la vir- tud. EI demonjo procura con todo esfuerzo desterrar lapaz de nuestro corazon; por- que sabe que Dios habita en la paz,.y que la paz es el lugar en.que suele obrar co- sas grandes. De aqui nace que no hay ar- tificio de que no se sirva para robarnos este inestimable tesoro,. y & este fin. nos inspira. diversos deseos que parecen bue- nos y son yerdaderamente .males, cuyo engafio se puede facilmente conocer entre otras sefiales-en que .nos quitan la paz y quietud del corazon. Para remediar un dafio tan grave, con- viene-que cuando el enemigo se esfuerza 4 excitar en ti.algun nuevo deseo, no le dés entrada en tu corazon sin qye prime- ramente, libre, y desnuda de todo afecto de-propiedad y querer, ofrezcas y presen- tes 4 Dios este nuevo deseo; y confesando tu caguedad:y tu ignorancia le pidas con eficacia. que con su divina luz te haga co. nocer si viene de su Majestad 6 del ene- — 148 — - migog y-recurre tambien cuando pudieres al consejo de tu padreespiritual. Aun, cuando, estuvieses cierfa y ‘segura Je que el deseo que se forma’en tu cora- zon es un mavimiento del Espiritu Santo, no debes penerlo en obra sin haber mor- ~ tificado ‘primero tu demasiada vivacidad; porqué una buena obra, 4 la cust preve- de esta mortificacion, es mas perfecta-7 mas agradable:4 Dios que si se hiciese con un ardor y-.ansia natural; y muchas yeoes Ja. buena, obra Je agrada menos que esta moftificacion. : De esta suerte desechando y repetiendo los deseos no buenos; y no efectuando los buenos sino después de haber repeimido los movimientos de Ja naturaleza, conser- vards libre le todo peligro y en una tran- quilidad perfecta. la roca de-tu corazon. Para conservar es@paz y tranquilidad ‘del corazon, conviene tambien que lo de- fieadas y guardes de ciertas reprensiones 6 remordimientos interiores contra ti mis- ma, que si bien:(porque nos acusan de — 149 — ‘alguna verdadera falta) nos parese. que vienen de Dios, no obstante, no vienen sino del demonio. De sus frutos conoce- rés la raiz (Matth. vu) de donde -pro- ceden. Si los remordimientos de. concien- cia te humillan, si te hacen mas diligente y fervorosa en el :ejercicio y practica de jas buenas obras, y no disminuyen tu con- fianza.en la divina misericordia, debes re- cibirlos con gratitud y reconogimiento co- mo favores del cielo; pero si te inquietan, te turban y te confunden, ‘si te hacen pu- silénime, timida y perezosa en él bien, de- bes creer que son sugestiones del enemi- go, y asi-sin darles oido proseguirés tus ejercicies. Mas como fuera de todo esto nuestres inquietudes nacen.comunmenteé:delos ma- Jes de esta vida, para que puedas defen- derte y librarte de eétos golpes.las de ha- cer dos cosas. La primera.es considerar qué-es lo que estos males pueden destruir en nosotros, si es el amor de la perfeccion 6 el amor 10 T. XVI. — 150 — prop: si no destrnyen sino-el amor pro- pio, que es nuestro capital enemigo, no debemos quejarnos , sino antes bien acep- tarlos con alegria y reconocimiento, como gracias que Dios nos hace y como socor- Tos que nos envia ; pero si pueden apar- tarnos de la perfeccion y hacernos abor- recible y odiosa la virtud, no por esto debemos desalentarnos ni perder la paz del corazon, como luego verémos en el siguiente capitulo. La otra eosa es, que levantando tu es- piritu 4 Dios, recibas indiferentemente to- do lo que te viniere de su divina mano, persuadiéndote 4 que las mismas cruces que nos presenta son para nosotros fuen- tes y manantiales de infinitos bienes que entonces no apreciamos porque no los co- necemos. — 161 — CAPITULO XXVI. De lo que debemos hacer cuando hemgs re- cibido alguna herida en el combate es- piritual. Cuando te sintieres herida, esto es, cuando conocieres que has cemetido al- guna falta, 6 por pura fragitidad, 6 con reflexion y malicia, no por esto te des- animes 6 te inquietes ; mas volviéndote luego 4 Dios Je dirés con una humilde confianza: Ahora, Dios mio, acabo de mos- . trar lo que soy; porque, ¢ qué podia.espe- rarse de una criatura. flaca y ciega como yo, sino caidas y pecados? Gasta después un breve rato en la con- sideracion de tu peppia vileza y sin com fundirte, endjate contra tus pasiones vi- ciosas, y principalmente contra aquella que fue causa de tu caida, y proseguirds diciendo: No hubiera yo parado aqut, Dias — 162 — mio, s pgr vuestra-bondad infinita Vos no me hubiérais socorrido. Aqui le darés muchas gracias, y aman- dole mas fervorosamente admirarés su in- finita clemencia; pues siendo ofendido de ti; te da su poderosa mano para qae no caigas de nuevo. -En fin, llena de confianza en su mise- ricordia, le dirés : Obrad Vos, Seftor, co- mo quien sois : perdonadme las ofensas que os he hecho: no permitais que yo viva un solo instante apartada de Vos: fortifi- cadme de tal suerte con uuestra gracia que yo no os ofenda jamds. _ Hecho esto, no te detengas en pensar si Dios te ha perdonado 6 no; porque esto no es otra cosa que soberbia, inquie- tud de espfritu, pérdida de tiempo en- gafio del demonio, que con pretextos especiosos procura causarte inquietud y pena. Ponte libremente en las piadosas manos de tu Criador., y continia tus ejer- cicios con la misma tranquilidad que si no hubieras cometido.alguna falta; y aun- o — 153 — que hayas caido muchas veces en un mis-* mo dia, no te desalientes ni pierdas ja- més la confianza en Dios ; practica lo que te he dicho en la segunda, en la. tercera y en la Gltima vez como en la primera. Concibe un grande menosprecio de ti mis- ma.y un santo horror del pecado, y es- fuérzate 4 vivir en adelante con mayor cuidado y cautela. Este modo de combatir contra el de- monio agrada mucho al Sefior; y reco- nociendo este astuto enemigo que no hay arma tan poderosa para quebrantar su orgullo, y.desarmar los-ocultos lazos que siembra en el camino del espiritu, como este santo ejercicio, no hay artificio de que no se valga para obligarnos 4 que lo dejemos; y muchas veces logra su inten- to por nuestra inadverteneia y descuido en velar sobre nosotros mismos. Por esta causa, hija mia, cuanto ma- yor fuere la repugnancia y dificultad que sintieres en el uso'de un ejercicio tan importante, tanto mayores han de ser — 154 — ‘tus esfuegzos para violentarte-y vencerte _ 4, ti misma. ’ Y-no te contentes con practicarlo una sola vez; mas repitelo muchas veces, aun- que no hayas cometido sino una sola fal- ta, y si después de tu caida te sintieres inquieta, confusa y desconfiada, la pri- mera cosa que has de hacer es recobrar Ja paz del corazon y la confianza; des- pués levantards tu espiritu al Sefior, per- suadiéndote & que la inquietud que se sigue 4 la culpa, no tiene por objeto su ofensa sino el dato propio. EI modo de recobrar esta paz es, que por: entonces te olvides enteramente de tu caida, y consideres Gnicamente la ine- fable bondad de Dios, que esté siempre pronto y dispuesto 4 perdonarnos las mas enormes faltas, y no olyida ni omi- te medio alguno para Ilamarnos, para atraernos y unirnos 4 sf, para santificar- nos en esta vida, y para hacernos etérna- mente bienaventurados en Ja otra. Des- pués que con estas 6 semejantes conside- — 155 — raciones hubieres calmado tu espiritu, podras volver. 4 la de tu caida, y hards lo que-te he dicho. En fin, en el sacramento de Ja Peni- tencia, que te aconsejo frecuentes muy & menudo, reconoce y examina todas tus faltas, y con nuevo dolor de la ofensa de Dios, y propssito de no ofenderle mas, Jas declarards sinceramente 4 tu padre es- piritual: CAPITULO XXVII. Del érden que guarda el demonio en com- batir , ast d los que quieren darse & la virtud, como 4 los que se hallan en la servidumbre del pecado. Has de saber, hija mia, qye el demo- nio nada desea con tanto ardor como nuestra ruina > ¥ que no combate con to- dos de una misma suerte. Para empezar, pues, 4 descubrirte algunos de sus arti- fickos y engaios, te representaré diferen- — 156 — tes estados y disposiciones del hombre. Algunos se hallan esclavos del pecado; ¥ no piensan en romper sus cadenas. Otros desean salir de esta esclavitad, pero nunca empiezan. la. empresa. Otros se:persuaden 4 quesiguen el ca- mino de la.perfeccion,, y andan. muy apar- tados. Otros, en fin, después de haber Ne- gado 4un grado muy alto de virtud, vie- nen 4 caer con mayor ruina y peligro. De todos discurrirémos en. los capitules siguientes. CAPITULO. XXVIHL. De los artificios que usa el demonio para acabar de perder é los que tiene ya en. la servidumbre del pecado. Cuando el demonio llega 4 tener un alma en la servidumbre del pecado, .no hay artificio de que no se valga para ce- garla mas, y divertirla de cualquier pen- — 187 — samiento que pueda inducirla al conoci- miento del infeliz estado en que se ha- Ha. No se contenta este espiritu de ini- quidad con removerla de les pensamien- - tos y buenas inspiraciones que: la Haman & la conversion; mas procura empefiarla en las ocasiones. y la tiende continua- mente: peligrosos lazos, & fin de que cai- ga de nuevo en ef mismo pecado 6 em otros mas enormes : de donde nace que destituida de.la divina luz, aumenta. de dia en dia sus desérdenes, y se endure~ ce mas-en el pecado. De: esta suerte cor- riendo continuamente sin algun freno 4 la perdicion, y precipitéadose de tinie- blas en tinieblas, y de abismo en abis- mo, se aleja siempre mas del camino de la salud; y multipliea sus caidas, si Dios no fa detiene con un milagro: de su gracia. EI remedio mas eficaz y pronto para el que se halla en tan triste y funesto estado es, que reciba sin resistencia las inspiraciones divinas que le Haman de las “— 158 — tinieblas 4 la luz, y del vieio 4 la vir- tud, y que clame fervorosamente 4 su Criador : ;Ah Seftor, asistidme, asistidme: aeudid prontamente 4 mt socorro: no permitais gue yo viva mas tiempo sepul- tada en la sombra de la muerte y del pe- cado! Repita muchas veces estas 6 seme- jantes palabras, y si le fuere posible, acuda luego 4 su padre espiritual para pedirle ayuda y consejo contra su ene- migg; pero si no pudiere ir luego 4 su padre espiritual, recurra prontamente 4 un Crucifijo, postrandose 4 ‘sus sacrati- simos piés con el restro en tierra ; y al- guna vez 4 Maria santisima, implorando su misericordia y su ayuda: y sabe, hija mia, que en esta diligencia consiste:la victoria, como yerds en el capitulo si- guiente. — 189 = CAPITULO XXIX. De las invenciones de que se sirve el dex monio para impedir la entera conver- sion de los que hallandose convencidos del mal estado de su conciencia desean corregir y reformar su vida; y de dén- de nace gae los buenos deseos y resolu- ciones muchas veces no tengan efecto. Los que conocen el mal estado de su conciencia, y desean mudar de vida, se dejan ordinariamente engaiiar del demo-- nio con estos artifieios : Después, después, maitana, mafiana : quiero primeramente . desembarazarme de este negocio, y despues me daré con mayor quietud al espiritu. Este es um ‘azo en que ban-caidoy caen continuamente innumerables almas ; pe- ro no se debe atribuir la causa de esta infelicidad sino 4 su suma negligencia y descuido; pues en un siegocio en que se | interesa su eterna salud, y-el honor y — 160 — gloria de Dios, no recurren con pronti- tud 4 aquella arma tan poderosa; Ahora ahora; ¢y para qué después? Hoy, hoy; cy por qué mafana? Diciéndose 4 si mismo: 4 Quién sabe si-yo.veré el dia de maiiana? Mas cuando yo tuviese de esto una indubitable certeza, ges querer sal- varme el diferir mi penitencia? ges que- rer alcanzar la victoria el hacer nuevas he- ridas ? Para evitar, pues, esta funesta ilusion, y la que he tocado en el capitulo preee- dente, es necesario que el alma obedez-- ca con prontitud 4 Jas, inspiraciones del cielo, porque los propésitos solos mu- chas veces son, ineficaces y.estériles; y asi infinitas almas quedan engafiadas con buenas resoluciones por diversos motivos. E] primero, de que tratamos arriba , es porque nuestres propésitos no se fundea en la deseonfianza propia, y en la con- fianza en Dios;.y nuestra grande sober- bia no permite que-conozcamas de dénde procede. este engafio y ceguedad.. La luz — 161 — para alcanzar este conoeimiento, y el re- medio para curar este mal, vienen de la bondad de Dios, el cual permite que cai- gamos, 4.fin de que instraidos y adoc- trinados con nuestras propias caidas , pa- semeos de la: confianza que ponemos en nuetras fuerzas 4 la que debemos poner tnicamente en su gracia, y de un orgu- Ho cési imperceptible 4 un humilde co- nocimiento de nosotros mismos; y asi, si quieres que tus buenas resoluciones y propésitos sean eficaces, es .necesario que sean constantes y firmes; y no pueden serlo si no tienen por fundamento la des- confianza-de nosotros mismos, y la con- fianza en Dios. El segundo, porque cuandé nos mo- vemos 4 formar estos buends deseos y resoluciones, nos proponemos tinicamen- te la hermosura y la excelencia de la vir- tud, que por si misma atrae poderosa- mente las voluntades mas flacas, y no consideramos los trabajos que cuesta el adquirirla; de donde nace que 4 la me- — 162 — nor dificultad una alma timida y pusilé- nime se acobarda y se retira de la. em- presa. _ Por esta causa, hija mia, conviene que te enamores mas de las dificultades que cuestan las virtudes, que de las virtudes mismas, y que alimentes tu voluntad de estas dificultades, prepardndote 4 vencer- las segun las-ocurrencias; y sabe que cuanto mas generosamente abrazares es- tas dificultades, tanto mas facil y libre- mente te vencerds 4 ti misma, triunfards de tus enemigos, y adquirirés las vir- tudes. . El tercero, porque nuestros propésitos muchas yeces no miran 4 la virtud y 4la voluntad divina, sino al interés propio, el cual suele suceder en las resoluciones que se forman cuando abundan las: con- solaciones y gustosespirituales, pero prin- cipalmente er las que se forman en el tiempo de Jas adyersidades y tribulacio- nes, porque no hallando entonces algun alivio 4 nuestros males, hacemos propé- + — 163 — sitos de darnos enteramente 4 Dios, y de no aplicarnos sino 4 los ejercicios de la virtud. Para no caer en- este inconveniente, procura en el tiempo de las delicias y gustos espirituales ser muy circunspecta y humilde en los propdsitos y resolucio- hes, y particularmente en las’ promesas y votos} mas cuando te hallares atribu- lada, todos tus ‘propésitos se han de di- rigir dnicamente 4 llevar con paciencia la cruz que el Sefior te envia, y 4 exal- tarla, rehusando todos los consuelos y alivios de la tierra, y aun del cielo. No has de pedir ni desear otra cosa sino que la mano poderosa de Dios te sostenga en tus males, para que puedas tolerarlos sin algun menoscabo de la virtud de la pa- ciencia, y sin desagrado de Dios. — 164 — - CAPITULO XXX. Del engate de algunos que pionsan que es- tan en el camina de la perfeccion. Vencido ya el enemigo en el primero y segundo asalto, reeurre al tercero , el cual consiste en hacer que nes olyidemos de las pasiones y vicios:que actualmente nos combaten, y.nos ocupemos en deseos y vanas ideas de una perfecoion imagi- ~ naria y quimérica, 4 que sabe muy bien que no Ilegarémos jamés. De aqui nace el que recibamos conti- nuas y peligrosas»heridas, y no pense- mos on aplicar el remedio; porque estos deseos y resoluciones quiméricas nos pa- recen verdaderos afectos y con una se- creta vanidad nes pérsuadimos 4 que he- mos llegado ya 4 un alto y eminente gra- do de santidad. De esta suerte, no pu- diendo sufrir la menor pena ai la menor injuria, gastamos indtilmente el tiempo . — 165 — en formar con la meditacion vanos pro-. positos ‘de sufrir los mayores tormentos, y aun las mismas penas del purgatorio por amor de Dios: y como ‘er esto la par- te inferior no siente repugnancia, como en cosa-que aun estd por venir, nos atre- vemos 4 compararnos con los que verda- deramente sufren grandes trabajos -con una paciencia invencible. - Para evitar este engafio, es’ necesario que te determines 4 combatir y pelear con los enemigos, que efectivamente y de cerca te hacen guerra; y por aqui ven- drés 4 conocér si tus resoluciores han si- do aparentes 6 verdaderas, flacas 6 fir- mes, timidas 6 generosas, y caminards 4 ta virtud y. 4 Ia perfeccion por la senda real y verdadera que | han seguido todos los: Santos. x . Mas con los enemigos queno acostum- bran molestarte; no te acansejo te em- pefies de antemano, si no es cuando re- celas probablemente que dentro de breve ” tiempo te han de asaltar; en tal caso, 11 T. t.—xvi. — 166 — para que te halles prevenida y fuerte, ser& licito anticipar algunos propésitos. ‘Pero nunca reputes per efectos tus re- soluciones aunque por algun.tiempo te - hayas ejercitado en las virtudes con la regla debida :. antes bien procura ser eau- ta y humilde, y receléndote de ti misma y de tu flaqueza, y confiando Gnicamen- te en Dios, recurre frecuentemente 4 su bondad, y pidele te fortalezca- en el com- bate, y te preserve de los peligros , par- ticularmeaté de Ja menor presuncion y confianza de ti misma. Con estas prevenciones, hija mia, aun * que no-podamos ‘vencer-algunos defectos leves, que muchas veces permite Dios en nosotros para, que ‘nos humillemos y ‘no perdamos el bien que hubiéremos adqui- rido con nuestras byenas obras, nos se- ré licito proponernos un grado mas alto de perfeccion. e : _ — 167 — CAPITULO XXXI. Del engaito y de la guerra que nos suele hacer ¢l demonio para que dejemos el camino que nos lleva 4 la virtud. ‘El cuarto artificio de que sa sirve nues- tro enemigo para engafiarnos, cuando re- conoce -que caminamos derechamente 4 la virtud, es inspirarnos diversos deseos buenos, 4 fin de que dejando los ejerci- cios de la virtud que nos soir propios y convenientés, nos empefiemos insensible- mente en el yicio. . Por ejemplo: si una persona enferma sufre su mal con paciencia,: este enemi-' go de nuestra salud, temiendo que de esta manera podré adquirir el hébito de esta virtud, le propone otras rhuchas obras buenas que pudiera ejercitar en otro es- tado, y la induce con sagacidad 4 que se persuada y crea que’si tuviese salud ser- — 168 —: viria mejor 4 Dios, y seria mas util pa- ra si y para el projimo. Apenas ha excitado en ella los vanos deseos de recobrar la salud, los encien- ‘de y aumenta en su corazon de tal suer- te, que viene 4 inquietarse y alfligirse, porque no puede conseguir lo que quie- Te: y como al paso que sus deseos se van aumentando crece su inquietud y desd- sosiego, viene el demonio 4° conseguir su intento; porque finalmente, la induce 4 que lleve con impaciencia-su enfermedad,- mir4ndola como impedimento de las bue- has obras, que desea ejecutar con pre- texto de adelantarse en la virtud. Después de tenerla en-este estado, con- la misma destreza le quila de la memo- ria el fin del servicio de Dios y de ja bondad de Jas obras; y la deja con solo el deseo de verse libre de la enfermedad, y porque no le sucede conforme quiere, se perturba de modo que viene 4 poner- se impaciente de todo punto; y asi de la virtud que deseaba practicar ,-viene 4 caer > a — 169 — insensiblemente en el vicio contrario. El modo de preservarte de este enge fio es que, cuando te hallares en algun’ trabajo atiendas con mucha adverten- cja 4 no dar entrada en tu corazon 4 se- mejantes deseos; porque por no poder- los ejecutar en aquella ocasion, proba- ‘blemente te han de inquietar. Conviene ‘hija mia, que en estos casos te persua- das con-un verdadero sentimiento de hu- mildad y resignacion, que euando Dios te sacase del estado penoso en que te ha- Ilas, todos los buenos deseos que conci- bes‘ ‘ahora no tendrian entonces por tu natural instabilidad el efecto que ta te figuras; 6 que 4 lo menos imagines y pienses que el Sefior, por una secreta disposicion de su providencia, 6 en cas- tigo de tus pecados, no quiere que ten- gas'la complacencia y gusto de hacer aquella buena obra, sino que te sujetes y rindas 4 su voluntad, y te humilles de- bajo de su suave y poderosa mano. Asimismo, hija mla, cuando te vieres — 170 — obligada, 6 por érden de tu padre ‘espi- ritual, 6 por alguna otra causa 4 inter- rumpir tus devociones ordinarias , 6 & alis- tenerte por algun tiempo de la santa Comunion, no te dejes abatir y dominar de la melancolia y tristeza, sino renun- cia interiormente 4 tu propia voluntad, y conforméndote con la de Dios, te dirds 4 ti misma: Si Dids, que conoce.el fondo de mi alma, no viese en mi ingratitudes y defectos, yo no, seria privada.ahora de la santa Comunion: sea su nombre eterna- mente bendito y alabado, pues se digna-de descubrirme por este medio mi indignidad. Yo creo firmemente, Seftor, que en todas las aflicciones que Vos me enviais, no que- reis ni deseais de mé otra cosa sino que, sufriéndolas con paciencia, y con deseos de agradaros, os ofrezca un corazon siempre rendidod vuestra voluntad, y siempre pron- to & recibiros, d fin de que, entrando Vos en él, podais Uenarlo de consolaciones es- pirituales , y defenderlo contra todas las fuerzas del infierno que os lo procuran ro- — 171 — bar. Haced, 6 Criador y Salwador mio, haced de mt lo que sea mas agradable 4 wuestros ojos. Sea vuestra divina voluntad ahora y siempre mi apoyo, mi manjar y sustento. La unica gracia que os pido es que, mi alma purificada de todo lo que des- agrada ‘é vuestros ojos, y adornada de todas las virtudes, se vea en- estado que pueda no solamente recibiros, sino sino’ tam- bien ejecutar todo lo que fuere de vuestro divino beneplécito- el ordenarme. : Si guardares estos preceptos, puedes es- tar cierta y segura que los buenos deseos que tuvieres, y.no puedes poner en obra, ya procedan puramente de la naturaleza, ya vengan del demonio 4 finde hacerte aborrecible y adioga la virtud, 6 ya te los inspire Dios para hacer prueba de turesig- nacion en su divina voluntad ; siempre te serén ocasion y motivo para hacer algun ‘progreso en el camino de la perfeccion, y para servir al Sefior en el modo que le es mas agradable ; y en esto, hija mia, consiste la verdadera devocion. — 172 — Advierte tambien, que cuando'para cu- rarte de alguna dolencia, 6 librarte de alguha incomodidad, usares de aquellos remedios inocentes y licitos de que suelen servirse los Santos y siervos de Dios, no lo hagas con deseo y demasiada voluntad de que las cosas sucedan segun tu incli- nacion y gusto ; mas usalos porque Dios quiere que Jos usemos:en nuestras dolen- cias, y porque no sabemos si por estos medios 6 por otros mejores, su divina Ma- jestad ha resuelto librarnos de nuestros males. oo Si no te gobernares de esta manera, todo te sucederé muy mal ; porque: seré muy posible que no consigas lo que de- seas apasionadamente, y entonces caerés con facilidad en et vicio de la impacien- cia, 6 cuando no caigas, tu paciencia se~ r4 siempre acompafiada de muchas imper- fecciones que la harén-menos agradable 4 Dios, y disminuirén mucho tu mereci- miento. : Finalmente, quiero descubrirte un se- — 173 — creto artificiode nuestro amor propio que suele siempre encubrirnos y ocultarnes nuestros defectos aunque sean muy visi- bles. Por ejemplo: cuando un enfermo se aflige con exceso de su dolencia, di- simula esta imperfeccion con el celo de algun bien aparente,.diciendo que su irf- quietud no es verdaderamente impacien- cia, sino un justo sentimiento de que su enfermedad sea el castigo de sus pecados, 6 de que incomode 4 fatigue 4 los que le ” asisten. Lo mismo sucede 4 un ambicioso que se aflige y se inquieta porqae no ha po- dido obtener el honor 6 la dignidad 4 que aspiraba ; pues no atribuye su inquietud & su vanidad, sino 4 otros motivos de que en otras ocasiones.no revibia alguna pena 6 disgusto. >Asimismo’ un enfermo suele mostrar mucha compasion. de los que le sirven; pero apenas se halla libre de sus males, no se duele ni se compadece de ellos cuan- do los ve sufrir‘las mismas incomodida~ — 174 — des con -otres enfermos. De donde se re- eonpce con evidencia, que su impaciencia no nace de la pena y molestia que oca- siona & los demds, sino de un’ secreto horror con que mira las cosas que son contrarias 4 su voluntad. * Si quieres, pues, hija mia, no caeren estos y en otros errores, es necesario que te determines 4 sufrir con paciencia , co- mo te he dicho, todas las cruces,. pena~ lidades y trabajos que te eee en este mundo. , CAPITULO XXXII. Del ultimo -asalto y engafto con.que. pro- cura el demonio. que las mismas. virtu- des nos sean ocasiones de ruina. Hasta en las virtudes adquiridas no deja de tentarnos con sus engaiios la an- tigua. serpiente para perdernos. Una de sus mas sutiles estratagemas es servirse de nuestras propias virtudes ‘para indu- — 175 — cirnos 41a complacencia y estimacion-de nosotros mismos, 4 fin de que caigamos después en el vicio de Ja soberbia y de la vanagloria. Para huir de este peligro debes com- batir siempre y mantenerte firmeen el verdadero conocimiento de ti misma,re- . conociendo que nada sabes, ni-nada pue- des,-y que no hay en ti sino miserias y defectos, y que no mereces sino. la cane denacion eterna. Procura imprimir en ‘tu espiritu esta importante verdad, para servirte de ella en las ocasiones, como de una especie de fortificacion, de donde no debes salir jamés, y si te vinieren algunos pensa- mientos de.presuncion y de-vanagloria, resistelos .y combételos- como enemigos peligrosos que - conspiran 4 tu. perdicion y tuina. ~~ Para adquirir an Perrine conocimien- te de ti misma, te has de servir de este modo. Todas las veces qué hicieres re- flexion sobre ti misma y sobve~tus obras, — 176 — considera solamente lo que es propio tuyo, sin mezctat lo que es de Dios y de su gra- cia, fundando siempre el juicio que for- mares de ti sobre lo que tienes pura- mente de ti misma. Si consideras, hija mia, el tiempo que ha precedido 4 tu nacimiento, hallarés que en tedo aquel abismo de eternidad no has sido sino.un puro nada, y que no “hes obrado ni podido qbrar la menor cosa para merecer el ser que tienes Si vuelves los ojos al tiempo en que subsistes por sola la bondad y misericor- dia de Dios, ,qué serias ta sin el bene~ ficio de la conservacion? ; Qué serias ta sino un puro nada? Porque no es duda-. ble que si Bios por solo. un momento te dejase,.al instante volverias 4 la-nada de donde te sacé su mano omnipotente. Es, pues, indubitable, que no consi- derando sino solamenté lo que te perte- nece y es propio tuyo en el ser natural, no debes-estimarte & ti misma , ni desear que los demés gstimen. — 177 — Ea le que toca al ser sobrenatural de la ‘gracia y ol ejercicio de las hyenas obras, no tienes tampoco causa alguna para et- soberbecerte ; porque sin el socorro del. cielo, ,qué- mérito puedes td adquirir, 6 qué bien. puedes obrar. por ti misma? Por otra parte, si consideras 4a mul- titad de pecados, 6-que has.cometido 6 que pudistes cometer, y hubieras sin du- da cometido si Dios no te hubiese pre---. servado, hallards que tus iniquidades por la miultiplicacion, no solo de los dias y de los aiios, sino-tambien de Jas accio- nes y matos hébitos {porque un. vicio Ila- ma 4 otro vicio) hubieran Ilegado 4 ni- mero c4si infinito, y t# hubieras -hecho semejante 4 los mismps demonios. Todas estas consideraciones te inspi- rarén un grande meénosprecio de ti mis- . ma, y te harén reconocer: las infinitas obligaciones que debes 4:Dios, atribu- yéndote 4 ti solamente Jo que'es tuyo, y no quitandp 4 su infinita hendad la glo- ria que se le debe. — 178 — Pero advierte, hija mia, que er el jui- cio que hicieres de ti misma y de tus- obras, has de procurar siempre que no entre cosa alguna que no sea justa y ver- _ dadera; porque aunque te aventajes en el conocimiento de tu miseria 4 otros que deshumbrados del amor ‘propio con- ‘ciben una yana estimacion de si mismos, td serés siempre mas culpable que todos cellos si con todo el conocimiento. que tie- nes de tus defectos deseas pasar por santa en la opinion y juicio de los hombres. Para que este conocimiento, pues, te libre de la vanagloria y te haga agra- - dable 4 los ojos del que es padre y mo- ‘delo de los humildes, no basta, hija mia, que te desprecies 4 ti misma como indig- na de todo bien y digna- de todo mal; _es necesario que desees tambien ser des- preciada del mundo, que aborrezcas las alabanzas. y ames los vituperios, y qué en las ocasiones que se ofrecieren ejer- cites con guste los mas viles servicios y ministerios. — 179 — No hagas caso jams de lo que se di- r 6 se pensaré de ti cuando te vieren abrazar estos humildes ejercicios. Oci- pate en ellos Gnicamente por ‘mp- tivo de tu propio abatimient as “No por una cierta presuncion de dnimo y soberbia oculta, con que muchas veces con color de generosidad cristiana sye- len menospreciarse los discursos de los hombres, y sus. opiniones y juicios. “Si sucediere, pues, alguna vez que los demés te amen, te honren y te estimen como buena, y alaben en ti algupageay”. . lidades y gracias que has recibidp.:4 cielo,.procura recogerte luego dente@y de timisma; y fundéndote en los printipios de verdad y de justiciaque quedan esta- blecidos, dirés 4 Dios de todo corazon : - Seftor, no permitais jamds que yo 08 usur- po vyestra gloria, atribuyendo 4 mis pro- pias fuerzas lo que no es sino un puro efecto de vuestra gracia: Tibi laus, honor et gloria: mihi confusio {1 Paral. xxix. Dan. 1%): Para Vos, Seftor, sea la ala- — 180 — banza, «para Vos la honra y gloria, ‘y para mi el oprobio y la confusion. Des- pués, volyiendo el pensamiento 4 fa per- sona que te alaba, dirds interiormente : ¢ Qué motivo puede tener este hombre para alabarme? ¢ Qué bondad, qué perfeccion ha visto en mt? Solo Dios es bueno, y solumente sus obras son’ perfectas. Humi- Iandote de esta suerte y dandote 4 Dios (Math. xxi), te defenderds de la vani- “dad y merecerés ‘de dia -en dia Eis dones y gracias. Siporyentufa la memoria de tus bue- nas obras produjere. alguna vana tom- placencia en tu corazon, procura repri- mirla luego, mirando estas buenas obras, no como cosas suyas, sino de Dios, y diciendo cor-humildad, como si habla- ras con ellas: Yo no sé verdaderamente cé- mo habeis sido concebidas en mt corazon, nicédmo habeis salido de este abismo de” corrupcion y de iniquidad ; porque no puedo ser yo el que os ha formado. Dios solo es el que por su bondad os ha produ- » — 181 — cido y 08 ha conservado ; y asi d él solo reconozco por vuestro Padre y principal autor: 4 él solo se deben las gracias; a él solo- quiero yo darle y es justo que se le dén todas las alabanzas. Después de esto considera, que todas las buenas abras que has heche en todo el curso de tu vida, no solamerte no han correspondido 4 la abundancia de luces y auxilios que se te-han comunicado pa+ ra conocerlas y practicarlas, sino que tambien han sido acompaiiadas de mu- chos defectos; y que no se halla en ellas aquella pureza de intencion, aquel fervor y aquella diligencia con que debian ser “ejercitadas. Pues si las examinas con la atencion que conviene, antes te causarén confusion y vergiienza que complacencia y vanagloria, porque.es constante que las gracias que recibimos de Dios puras y perfectas, las deslucimos y amancilla- mos con nuestras imperfecciones en to- das nuestras obras. Compara tambien tus acciones con las 12 T. L—XvVIL. — 182 — de les santos y siervos-de Dios, y te aver- gonzarés de la suma diferen¢ia que hay de las unas 4 las otras, reconociendo con claridad que las mejores y las mayores de todas tus obras san de muy baja liga y valor en comparacion de las de los san- tos. Y si después pasas 4 compararlas con los trabajos de Jesucristo, cuya vida no fue otra cosa que una perpetua cruz, aun euando no consideres la dignidad infini- ta de su persona, 'y solamente atiendas 4 la grandeza de sus penas y al.puro amor con que las ha sufrido , reconocerds.con evidencia que todo cuanto has obrado y padecido en el curso de tu vida es de nin- guna consideracion. - : En fin, si levantas los ojos al cielo para considerar la soberana Majestad de Dios, y los servicios que merece, enten- derés con claridad que todas tus buenas obras deben mas inspirarte el temor que Ja vanidad. Por esta causa en todas tus obras, aunque te parezcan muy perfectas y santas, debes decir siempre con un ver- . — 183 — dadero y profundo sentimiento.de humil- dad: Deus propitius esto mihi peccatori (Lue. xvut, 13). Tened, Ser isericor- dia de mi, que soy wna. grand pecadora. Guérdate tambien, hija mia, de des- cubrir con facilidad los dones y gracias que has recibido de Dios: porque esto desagrada siempre 4 su Majestad, como lo declaré el mismo Sefior en el caso y doctrina que se sigue. Habiéndose apare- cido un dia 4 una sierva suyg en'la for "ma de un nifio, y sin algund’séfiat de su divinidad , esta dichosa alma ‘be pidts con simplicidad que dijese la salutacion an- gélica (Luc. 1, 18). Hizolo luego el Se- fior; pero después de haber dicho: Ben- - dita eres entre todas las mujeres, se de- tuvo, porque no quiso.afiadir lo que. re- ‘dundaba en alabanza suya; y rogdndola esta bendita alma que prosiguiese, des- aparecié el celestial Nifio, dejéndola Ile- na de consolacion, y convencida de la importancia de la humildad con el ejem- plo que acababa do darla. - . * — 184 — Aprende, pues, 4 humillarte en todas tus obras, wnirdndolas como espejos que te representan maravillosamente.tu nada. Este, hija mia, es el fundamento de to- das las virtudes; porque como Dios en el principio del mundo crié de nada 4 nues- tro primer padre, asi funda ahora todo el edificio espiritual sobre el condcimien- to. de- esta verdad, que de nosotros mis- mos nada somos. De suerte, que cuarito mas profundamente nos abatimos y nos hamillamos, tanto mas sé levanta el edi- ficio (Vide D. Agust. serm. 10 de verb. Do- mini): y dla medida que vamos cavando en la tierra de nuestras miserias y descu-" brimos el fondo: de nuestra nada, el di- vino Arquitecto pone las piedras sélidas y - firmes-que sirven para la fébrica del edifi- cio. No te persuadas jamés, hija mia, 4 que puedes humillarte ni abatirte tanto cuan- to es necesario, antes bien has de creer que si pudiese darse infinito en la criatu- ra, lo seria tu fregilidad y bajeza. Con este conocimiento puesto en préc- — 185 — 5 tica, lograrémos todo el bien que se pue- de desear; pero sin él serémos poco me- nos que nada, aunque hagamos todo lo que hicieron los santos, y aunque este- mos siempre éeupados en la contempla- cion del mismo Dios. 1.0 divino conocimiento que nos ha-- ce felices en Ja tierra, y gloriosos en el cielo! ;O maravillosa luz que sales de las tinieblas de nuestra nada, para iluminar nuestras almas y Jevantar nuestros espi- -ritus & Dios! +0 piedra preciosa no co- nocida, que brillas entre las inmundicias de nuestros pecados! ;O nada, cuyo solo conocimiento nos ‘hace sefiores de todas las cosas! Yo no podré jam4s encarecer y pon- derar bastantemente el valor y precio de esta perla evangélica. Si quieres honrar 4 la Majestad divina, debes menospre- ciarte 4 ti misma, y desear que todos te menosprecien. Si quieres que Dios sea glorificado en ti, y ser td glorificada en él, conviene que te humilles y te suje- — 186 — tes 4 todo el mundo. .Si quieres unirte con su infinita bondad, huye de la gran- deza y de la elevacion; porque Dios se aleja de los que se remontan. Elige siem- pre el ultimo lugar, y obtigards 4 Dios 4 que descienda de su mismo trono (Luc. xiv, 10.) para buscarte, para abrazarte y unirte consigo; y tanto mayor seré la benignidad con que te admitiré en sus “ brazos, y el amor eon que te uniré con- sigo, cuanto mas ta te envilezcas 4 tus ojos, y desees ser menospreciada de to- dos. Si Dios, que por tu-amor se hizo el Ultimo de los hombres, te inspirare estos humildes sentimientos, no-dejes.de dar & su bondad infinita las debidas gracias; ni de reconocerte obligada 4 los que con injurias y menosprecios te ayudan 4 con- ~ servarlos. : Pero si no obstante todas estas consi- deraciones tan poderosas en si mismas, Ja malicia del. demonio, nuestra ignd- rancia y nuestra’ viciosa inclinacion pre- — 187 — valecieren.en nosotros de suerte que no dejen de inquietarnos los deseos dela pro- pia exaltacion, entonces deberémos hu- millarnos mas profundamente. 4 nuestros ojos, viendo per experiencia cudén poco nos hemos adelantado en el camino del espiritu, y en el verdadero conocimiento de nosotros mismos, pues no podemos librarnos de estos importunos deseos que tienen su raiz en nuestra vanidad y so- berbia. De esta suerte harémos del ve- neno antidoto, y nuestro remedio del mal mismo. . €APITULO XXXII. . De algunos avisos importantes para mor- + tificar las .pasiones y adquirir nuevas virtudes.. Aunque te he dado diferentes. docu- mentos y reglas para ensefiarte el modo de vencerte 4 ti misma, y de adornarte de las virtudes, todavia quiero afiadir en — 188 — este lugar algunas advertenvias .impor- * tantes. - Primeramente, si quieres llegar 4 una sdlida piedad, y adquirir un perfecto do- minio de ti misma, no te Aficiones 6 in- clines 4 aquellos ejercicios espirituales que tienen determinados los dias de la semana ; esto es, un dia para una vir- tud, los otros dias para las otras. El 6rden que debes observar es entrar desde luego & combatir las pasiones que te hubieren hecho mas cruda guerra y: que mas te afligen y te atormentan al presente, y trabajar al mismo tiempo con todas tus fuerzas en adquirir en un gra- do eminente las virtudes contrarias 4 es- tas: pasiones predominantes ; pues si Ile- gares 4 poseer estas virtudes, adquirirés con proatitud y facilidad todas las demés ; porque las virtudes se hallan de tal suer- te unidas y eslabonadas entre si, que basta poseer una perfectamente para ob- tenerlas todas. Lo segundo, no te prescribas ni te — 189 — propongas jams tiempo determinado para adquirir una virtud. No digas, yo emplearé tantos dias, tantas semanas, ‘tantos afios ; mas eomo un nuevo soldado que-no ha visto todavia la cara: del enemigo, com- bate y pelea siempre, y con continuas victorias procura abrirte el camino 4 la perfeccion. No te detengas ni estés un solo momen- tu sin hacer algun progreso en el camino de la virtud ; porque el parar en este ca- mino, no es tomar aliento, fuerza 6 des- canso, sino volver atrds, y quedar mas flaco y cansado. Por parar 6 detenernos en el camino de fa virtud entiendo yo el persuadirnos & que hemos Ilegado ya al colmo de la per- feccion, y el hacer poeo caso asi de las ocasiones, que nos convidan y Ilaman 4 nuevos actos de virtud, como de las fal- tas ligeras. Por esta causa conviene que seas fer- vorosa y solicita, para no perder la menor ocasion que te se presentare de ejercitar — 199 — la virtud. Ama, pues, y abraza de to- ‘do corazon las ocasiones que inducen 4 la virtud, principalmente cuando se hallan acompafiadas de alguna dificultad, porque los esfuerzos que bicieres para vencerla formardn en breve tiempo, y establece- ran en tu alma los hdbitos virtuosos. Ama tambien 4 los que te presentan estas oca- siones,. y solamente procurarés huir con velocidad y presteza de las que puedan inducirte-4 las tentaciones de la carne. Lo tercero, serdés prudente, discreta y moderada en Jas virtudes, cuyo ejercicio. puede causar dafio al cuerpo ; como son las disciplinas, cilicios, ayunos, vigilias, meditaciones y cosas semejantes, porque estas virtudes se han de adquirir poco 4 poco y por grados, como luego dirémos. En las demés virtudes que son pura- mente interiores, y consisten en amar 4 Dios, en aborrecer el mundo, en menos- preciarte.4 ti misma, en detestar el pe- eado, en ser dulce, paciente, en amar 4 tus enemigos, no es necesario guardar me- — 191 — didas y reglas para adquirirlas, ni subir por grados 4 su perfeccion, antes debe- ras esforzarte 4 producir y ejercitar los actos en ef modo mas excelente y perfec- to que te sea posible. Lo euarto, dirige todos tus pensamien- tos, todos tus deseos y todos tus cuida- dos 4 vencer la pasion que combates, y 4 adquirir la virtud contraria. Esta victo- tia ha de ser todo tu.amior y todo tu te- soro, miréndola como la cosa mas venta- josa para ti, y mas agradable 4 Dios. Si comes 6 ayunas, si trabajas 6 des- cansas, si velas 6 duermes, si estés en casa _6 fuera de ella, si vacas 4 la vida contem- plativa 6 41a activa, no has de tener otro fin que el de vencer esta principal pasion, y el de adquirir. la virtud contraria. Lo quinto, aborrece generalmente to- dos los placeres y comodidades del cuer- po; pues de este modo no te combatirén sino muy flacamente los vicios, los. cua- les reciben todo su vigor y fuerza de los atractivos del deleite. — 192 — Pero si al mism® tiempo que te ocupas en hacer guerra 4 algun'‘vicio 6 deleite particular, buscas otros placeres terrenes, sabe, hija mia, que aunque estos placeres no sean sino culpas ligeras, no obstante serd siempre duro y dspero tu combate, y muy incierta y dudesa Ja victoria. Procura tener siempre muy presentes estas palabras de la Escritura: Qui amat Gnimam suam perdet eam, et qui adit ani- mam suam in “hoe mundo, in vitam eter- nam custodit eam (Joan xm, 25). El que ama su alma la perderd; mas el que abor- rece su alma en este. mundo, la conservar ré para la vida eterna. Et similiter: De- bitores sumus non carni, ut secundutm car- nem vivamus: si enim secundum carnem ” viveritis, moriemini; si autem spiritu fac~ ta carnis mortificaveris, vivetis(Rom. vu, 8, 12 y 131). Nosotros no somos esclavos de la. carne para vivir segun la-carne : por. que si viviéreis segur la carne, moriréis; mas si por el espiritu hiciéreis morir los he- chos de la carne, viviréis. — 193.— Ultimamente , hija mia, seré conve- niente, y por ventura necesario, que ha- gas una confesion general con todas las disposiciones que se requieren para ase- gurarte mas de una perfecta reconcilia- cion con Dios, que es la fuente de los auxilios y gracias, el. autor de las vic- torias, y el distribuider de las coronas. CAPITULO XXXIV. Que las virtudes se han de adquirir poca 4 poco y por grados, ejercitandose pri- mero en una virtud y después en otra. Aunque‘el verdadero soldado de Cris- _ to, que aspira 4 la mas_-alta perfeccion, no debe poner limites 4 su aprovecha- miento espiritual, conviene no obstante moderar y reprimir con la prudencia al- gunos indiscretos fervores deespiritu ; que abrazados con demasiadocalor en los prin- cipios, nos abandonan después y nos de- jan sin fuerzas en medio de la guerra. — 194 — Por esta causa, demas de lo que dejo advertido en érden al modo de reglar los ejercicios exteriores, conviene, hija mia, que sepas que las virtudes interiores tam- bien se adquieren poco 4 poco y por gra- dos. De esta.suerte se echan los funda- mentos de una piedad sdlida y constante, ¥ en poco tiempo- se gana mucho. Por ejemplo: para adquirir la pacien- cia no debemos ejercitarnos ordinaria- mente en desear las adversidades, y en alegrarnos 6 gloriarnos con ellas, si pri- mero no hemos pasado por los grados mas bajos de esta virtud. Asimismo no debe- mos abrazar de una vez todas la virtudes, 6 aplicarnos 4 muchas juntamente, sino ejercitarnos primero en una virtud y des- pués en otra, si queremos que el hdbito virtuoso eche profundas raices en el al- ma;- porque con el ejercicio continuo de una sola virtud, en cualquiera ocasion re- curre 4 ella la memoria.con mayor pron- titud; el entendimiento-busca con mayor industria y delicadeza nuevos motivos pa-- . - — 195 — ra adquirirla, y la voluntad se inclina con mayor actividad y eficacia 4 conseguirla: lo cual no sucederia si estas tres poten- cias se hallasen ocupadas 4 un. mismo tiempo en el ejercicio de muchas vir- ~ tudes. Demis de esto, los, actos en érden 4 una sola virtud por la conformidad y semejanza que tienen entre si, vienen 4 ser con este uniforme ejercicio menos di- ficiles y laboriosos ; porque el uno llama y ayuda al otro su semejante, y con esta semejanza y conformidad. hacen mayor impresion en nosotros, hallando el cora- zon ya preparado y dispuesto para reci- bir los que de nuevo se preducen. Estas razones no -podrén dejar. de pa- recer eficaces y.convincentes , si considé- ras que el que se ejercita bien en una virtud, aprende insensiblemente 4 ejer- citarse en todas las dem4s, y que una virtud no puede perfeccionarse sin que al mismo tiempo se. perfeccionen las otras, por la inseparable union que todas tie- — 196 — nen entre si , como rayos que proceden de una misma divina luz. CAPITULO XXXV. De i medios para adquirir las virtudes, y cémo debemos servirnos de ellas por algun tiempo para aplicarnos é una sola virtud. Sobre todo lo que dejo advertido, de- bes tambien saber, hija mia, que para Iegar 4 una eminente y sélida virtud, es necesario que tengas un corazon grande y generoso, y una voluntad resuelta , in- variable y firme para .vencer las contra- dicciones, penas y dificultades que se ha- Han en este camino. Es necesario asimis- mo que tengas, una inclinacion y afecto particular 4 la virtud. Esta inclinacion se adquiere considerando frecuentemente cudn agradables son las virtudes 4 Dios, cudn nobles y excelentes son en si mis- mas , y cudn itiles y necesarias para no- — 197 — : : sotros ; pues en ellas empieza y acaba toda la perfeccion cristiana. Hards todas las mafianas eficaces pro- pésitos de ejercitarte en ellas segun las ocasiones que probablemente se te pueden ofrecer en aquel dia, y te examinaras muchas veces para reconocer si has eje- cutado fielmente tus propdsitos y buenas resoluciones , y para renovarlas.con ma- yor eficacia y fervor. Deberds observar particularmente esta regla con la virtud que te hubieres pro- puesto, y de que tuvieres mayor nece- sidad. ‘ Aplicarés'4 esta virtud todas las re- flexiones que hicieres sobre los ejemplos de los santos, y todas tus meditaciones sobre la vida y pasion de Jesucristo , que son utiles y tan importantes en todos los * ejercicios espirituales : lo mismo hards de las ocasiones que se te ofrecieren, aun- que 'sean entre si diversas como dirémos abajo. : Procura acostumbrarte de suerte 4 los 13 . T. 1L.—Xvi. — 198 — actos de las virtudes asi exteriores como interiores, que lHegues finalmente 4 eje- cutarlos con aquella misma prontitud y facilidad con que antes haciaslos que eran conformes 4 tus apetitos, Acuérdate de lo que te dije en otra parte , que los ac- tos mas.contrarios 4 las inclinaciones de la naturaleza son-los mas propios y efi- caces para introducir en el alma el hé- bito de la virtud. Las sentencias de la sagrada Escritura, pronunciadas con la boca 6 con el cora- zon como se debe , tienen virtud y fuerza maravillosa para ayudarnos en este santo ejercicio ; por esta causa conviene que tengas muchas en la memoria., que se ordenen 4 Ja virtud que deseas adquirir, y que las repitas muchas veces al dia, particularmente cuando se excita y mue- ve la pasion contraria. Como por ejemplo: si deseas adquirir la virtud de la pacien- cia, podrds servirte de las palabras’ si- guientes 6 de otras semejantes. Filii patienter sustinete tram , que su- — 199 — pervenit (Baruc. Iv, 23): Hijos’, Wevad © con paciencia la ira de Dios, que castiga vuestros desdrdenes. Patientia pauperum non peribit in fi- nem (Ps. vi, 19): La paciencia de los po- bres no serd privada para siempre del bien que espera. Melior est patiens viro forsi, e& qui do- minatur animo suo expugnatore urbium (Prov. xvi, 32): El hombre pacient? me- jor es que el fuerte y valeroso; y el que sabe dominarse 4 si mismo valé mas que un conquistador de ciudades. In patientia vestra pussidebitis animas vestras (Luc. xxi, 19): En vuestra pa- ciencia poseerdis vuestras almas. Per patientiam curramus ad propositum nobis certamen (Hebr. xu, 1): Corramos de suerte en este campo, que por la puciencia génemos el premio que Dios nos propone. Para to mismo podrés tambien afiadir las aspiraciones siguientes: yCudndo, Dios mio, se hallaré armado mi corazon con el escudo de la paciencia? | . — 200 — ¢Cudndo, Dios mio, por contentaros su- friré con dnimo alegre y tranquilo.cualquie- ra penalidad 6 trabajo? . ii O dichosas tribulaciones, -pues me ha- cen semejante d mi Redentor Jesucristo, Ueno de penas y de aflicciones ! 7 O vida de mi alma! ¢ Viviré yo alguna vex contenta y gozosa, por vuestra gloria, entre las tribulaciones? Feliz seré yo, si con Uamas de las tri- bulaciones me abraso en deseos de sufrir otras mayores. De estas breves oraciones podrés ser- virte, y.de otras que sean conformes al progreso que hicieres en la virtud, 6 que te dictare tu devocion. . Estas oraciones se llaman jaculatorias, porque son como flechas encendidas que se tiran al. cielo y tienen la virtud de le- vantar nuestro corazon y el de penetrag el de Dios, si van acompafiadas de dos circunstancias que son como dos alas : la una es el conocimiento del gusto que re- cibe Dios de vernos ocupados en el ejer- — 201 — cicio de las virtudes: la otra un eficaz deseo de adquiririas por solo el fin de agradar 4 su divina Majestad. CAPITULO XXXVI. Que en el ejercicio de la virtud se ha de caminar siempre con continua -soli- citud. Entre las cosas que sirven para adqui- rir las virtudes cristianas, que es el blanco que nos ‘hemos propuesto , una de las mas importantes y necesarias es procu- rar siempre adelantarnos en el camino de la perfeccion ; porque no se puede parar en este camino sin volver atrés (D. Greg. part. 3. Pastor cure, admonit. 35). La ~ razon es, porque desde que cesamos de shacer aetos de virtud, la violenta incli- nacion del apetito sensitivo, y los objetos exteriores , que lisonjeani los sentidos , no dejan de excitar en nosotros movimien- tos desordenados ;-y estos movimientos — 202 — destruyen 6 4 lo menos enflaquecen los hébitos de las virtudes : fuera de que esta negligencia no8 priva de muchas gracias y dones que pudiéramos merecer del Se- fior , si pusiésemos mayor cuidado y so- licitud en nuestro progreso espiritual. Es muy diferente , hija mia, el cami- - no espiritual y del cielo, del -material y de la tierra; porque en este, aunque pare y se detenga el caminante , nada pierde de lo andado ; pero en el camino espi- ritual , si se detiene y para, aunque sea por poco tiempo , pierde mucho. Demés de esto , la fatiga del peregri- no del mundo se aumenta con la conti- nuacion del movimiento corporal ; pero en el camino del espiritu cuanto mas se adelanta y se camina , mas fuerzas se co- bran, y se siente mayor vigor; porque, con el ejercicio virtuoso, la parte infe~ rior, que con su resistencia hace el ca- mino 4spero y penoso , viene & debilitarse y enflaquecerse; y la parte superior don- de reside la virtud , se repara , se resta- - — 203 — blece y se fortifica mas. De donde nace, . que al paso que nos adelantamos en el bien , se va disminuyendo ngiestra pena y dificultad, y 4 esta misma proporcion crece y se aumenta tambien el gusto y dul- zura interior con que Dios templa y sua- viza las amarguras de este camino. De esta suerte caminando siempre con alegria de virtud en virtud , llegamos fi- nalmente 41a cumbre del monte ( [sai 11, 2), al colmo de la perfeccion, y 4 aquel estado dichoso y bienaventurado en que “el alma empieza 4 eéjercer sus funciones espirituales , no solo sin amargura y dis- gusto, sino con un contento y jubilo ine- fable; porque como se halla ya victoriosa de todas sus pasiones , y superior 4 las criaturas y 4si misma , vive dichosamen- te en el seno de Dios , y goza entre sus penas y trabajos de un dulce y bienaven- turado reposo. — 204 — CAPITULO XXXVII. “Que siendo necesario continuar siempre en el ejercicto de las virtudes, no he- mos de huir de las ocasiones que se nos ofrecieren para conseguirlas. Hemos mostrado con claridad que en el camino de la perfeccion es necesario andar: siempre sin parar. Para observar bien esta regla, conviene que estés siem- pre advertida y vigilante, para wo per- - der ocasion alguna que se te ofrezca de ejercitar las virtudes. Gudrdate, hija mia, de huir de las cosas que son contrarias 4 las inclinaciones de la naturaleza cor- rompida, pues por ellas solamente se lle- ga 4 las mas herdicas virtudes. Por no salir del ejemplo que hemos propucsto si deseas adquirir el habito de la paciencia, conviene que no huyas 6 te retires de las personas, acciones y pen- — 208 — samientos que suelen moverte 4 la im-— paciencia; conviene que te acostumbres 4 tratar y conversar con todo género de personas, aunque sean molestas y pesa- das; conviene que estés siempre dispues- ta y preparada 4 sufrir todo lo que pu- diere causarte mayor.pena 6 disgusto: de otra manera no llegarés jamés 4 adqui- rir la virtud de la paciencia. De la misma suerte, si alguna ocupa- cion te fuere pesada y onerosa, 6- por si misma, 6 por Ja persona. que te la ha en- cargado, 6 porque te divierte de otra ocupacion que seria mas de tu gusto, no dejes por eso de abrazarla con ale- gria, y de continuarla con perseverancia, aunque sientas alguna inquietud 6 tur- bacion en tu espiritu, de que pudieras librarte dejénd@da enteramente ; porque de otra manera nunca aprenderés 4 pa- decer, ni tu quietud seria verdadera, por ho ‘proceder de 4nimo ‘purificado de las pasiones, y adornado de das virtudes. Lo mismo te digo de tos pensamien- — 206 — tos molestos , que 4 veces turban y afli- gen el espiritu; porque no debes arro- jaclos enteramente de ti, pues con la pena que te causan, te acostumbran 4 la tolerancia ‘de las cosas contrarias. Y ten por cierto, hija mia, que quien te ense- fiare lo contrario, te ensefiaré mas 4 huir de la pena que sientes, que 4 conseguir la virtud que deseas. — Bien es verdad que al soldado nuevo Y poco experimentado, le conviene go- bernarse con. mucha prudencia y destre- za en estas ocasiones, peleando con el enamigo, 4 veces de léjos, y 4 veces de cerca, segun fueren mayores 6 menores las fuerzas de su virtud y de su-espiritu; pero nunca debe volver enteramente las espaldas, y abandonar el campo de ma~ nera que huya de todo leque puede cau- sarle inquietud y disgusto, porque aun- que por entonces nos preservésemos del peligro de caer, no obstante quedariamos ~ después mas expuestes & los golpes de la impaciencia, por no habernos armado y — 207 — fortificado con el ejercicio y uso de la virtud contraria. : Estas advertencias no tienen lugar en el vicio de la carne, de que hemos tra- tado ya particularmente en otra parte. CAPITULO XXXVIIL Que debemos abrazar con gusto todas las ocasiones que se nos ofrecieren de com- batir, para adquirir las virtudes, y principalmente aquellas que fueren mas dificiles y penosas. — No me contento, hija mia, con que no huyas de las ocasiones que se te pre- sentaren de combatir, para adquirir las virtudes : quiero tambien que las busques y las ‘abraces con alegria, y que las que te causaren mayor mortificacion y pena, te sean mas agradables como mas pro- vechosas. Nada te pareceré dificil con el socorro de la gracia, principalmente si : — 208 — procuras imprimir bien en tu corazon las consideraciones siguientes. : ’ La primera es, que las ocasiones son los medios esenciales y propios para ad- quirir las virtudes. De donde nace que cuando pedimos 4 Dios las virtudes, le pedimos juntamente los medios para ob- tenerlas , pues de otra manera nuestra oracion seria indtil y de ningun fruto; . porque vendriamos 4 contradecirnos ma- nifiestamente 4 nosotros mismos, y ten- tar 4 Dios; el cual no acostumbra dar la paciencia sin las tribulacienes, ni la hu- mildad sin los oprobios. Lo mismo sucede con las demés vir- tudes, las cuales-son frutos de las adver- sidades que Dios nos envia. Estas adver- sidades deben ‘sernos tanto mas preciosas y amables , cuanto fueten mas dsperas y penosas ; porque los grandes esfuerzos que deben emplearse para sufrirlas, con- tribuyen y sirven maravillosamente para formar en nosotros los habitos de las vir- ~ tudes, —209-— Son tambien muy estimables y precio- sas las ocasiones de mortificar nuestra voluntad, aun en las cosas pequefias y leves, porque aunque las victorias que conseguimos contra nosotros mismos en las grandes ocasiones sean mas glorio- sas, no obstante, las que alcanzamos en jas pequefias son incomparablemente mas frecuentes. La segunda consideracion que ya he- mos tocado es, que todas las cosas que suceden en este mundo vienen de Dios para nuestro heneficio y provecho ; por- que, aunque hablando propiamente no pueda decirse que algunas de estas co- sas, como nuestros pecados 6 los ajenos, vienen de Dios, que aborrece la iniqui- dad. es-cierto no obstante que vienen de Dios, en cuanto los permite, y pudien- do absolutamente impedirlos, no los im- pide. Mas por lo que mira 4 las afliccio- nes que nos suceden 6 por culpa nuestra, 6 por la malicia de nuestros enemigos, no se puede negar que son de Dios, y — 210 — que vienen de su mano, y que aunque verdaderamente condene la causa, no obstante su voluntad es que los sufra- mos con énimo paciente, 6 porque son medios muy propios para santificarnos, 6 por otros justos motivos que nos son ocultos. Estando , paes , persuadidos y ciertes que para cumplir perfectamente su divi- na -voluntad, debemos sufrir com gusto -toges los males que nes causan nuestros enemigos, 6 que nosotros mismos nos causamos con nuestros pecados: el de- cir, como por excusar y cubrir su impa- ciencia suelen decir muchos, que Dios siendo infinitamente.jysto, no puede que- rer-lo que proceds de un mal principio, no es otra cosa que querer dorar con un vano pretexto la propia falta, y rehusar la cruz que su divina Majestad nos pre- senta, y que no podemos negar. que es voluntad suya que la llevemos con tole- rancia. Demés de esto, hija mia, conviene que — 211 — * entiendas y sepas, que Dios se deleita mas de vernos sufrir constantemente Jas persecucionés injustas de los hombres, principalmente de aquellos que hemos, obligado con nuestros fayores y benefi- cios, que de vernos tolerar otros peno- sos accidentes, asi porque la soberbia de nuestra naturaleza se reprima mejor con Jas injurias y malos-tratamientos de nues- tros enemigos, que con las penas y mor- tifioaciones voluntarias , como porque su- friéndolas con paciencia hacemos yerda- deramente lo que Dios pide y desea de nosotros, y es de su honor y de su glo- ria; pues conformamos nyestra voluntad con la suya en una'cosa en que resplan- decen igualmente su bondad y su poder, y de un fondo tan malo y tan detesta- ble, como es el pecado, cogemos exce- lentes frutos de virtud y de santidad. Sabe, pues, hija mia, que apenas-nos ve el Sefior resueltos y determinados 4 obrar de veras, y 4 emplear todos nuestros es- fuerzos para adquirir las sdlidas virtudes, * _ 212 — nos prepara el cdliz de las mas fuertes tentaciones y de los mas dsperos traba- jos, y asi conociendo el amor infinito que nos tiene, y la ardiente y misericordio- sa solicitud con que desea nuestro bien espiritual , debemos recibir con alegria # con rendimiento de gracias el caliz que nos ofrece, y beberlo hasta la ul- tima gota; porque. la: composicion de la - bebida esté hecha de mano de quien no puede errar, y con ingredientes tanto‘mas saludabies para el alma, evuanto son mas desagradables y amargos 4 nuestro pa- ladar. . CAPITULO XXXIX. Como se puede practicar una misma vir- tud -en diversas ocasiones. Ya has visto, hija mia, en uno de los capitulos: precedentes , que’es mas atil para nuestro aprovechamiento aplicarnos por algun tiempo 4 una sola virtud, que — U3 — abrazar muchas juntamente, y que en esta virtud particular debemos excitar- nos siempre que se presentare la ocasion. Atiende ahora y oliserva la favilidad con que esto ‘se’ puede ejecutar. Podyé sucederte en un thismo dia, y por venture en una misma hora, que te Teprendan de und accion buena y loable en si misma, 6 que por otra causa mur- muren de ti: que te nieguen con aspe- reza una pequefia gracia que hayas pe- dido : que se epnciba-una falsa sospecha de ti: que te dén alguna comision odio- “sa : que te sirvan viandas mal sazonadas: que te sobrevenga alguna enfermedad;-6 que finalmente te halles oprimido de otros males mas sensibles y graves de ‘los in- numerables que se hallan en esta mise- rable vida. . ; Entre tan diversos “y penosos acciden- tes podrés sin duda ejercitar diferentes virtudes; pero conforme 4 la regla que te he dado, te seri mas util y provecho- so aplicarte dnicamente al: éjercicio de 14 T. L—xvu. — 24.— aquella virtud,de que entonces tuvieres mayor necesidad. Si esta virtud de que necesitas fuere la paciencia, 4 no debes pensar sino en sufrir constantemente y con alegria to- dos los males que te. sucedgn.y ta pue- den suceder. .Si fuere la hugildad , te imaginarés en todas tus penas que no hay castigo algnno, que-pueda igualar 4 tus cylpas..Si fuere la obediencia , pro- curarés rendirte can prontitud 4 la vo- ? luntad de Dios, que te cagtiga confornte ‘mereceg., y sujetarte asimismo por su amor, no solamente 4 las criaturas ra- cionalgs, sino tambien 4 las que no te- niendo ni razon ni vida, no. dejan de ser instrumeptos de.su justicia. Si fuece la pobreza, te esforzards 4 vivir contenta,’ aunque tq” halles privada de todos los. hienes y de todas.las dulzuras de esta vida. Si fuere la caridad , harés todos los actos de amor de Dios y ‘del projimo que te fueren Posibles, coasiderando que el prdjimo te-da, ocasion de- multiplicar tus a — 216 -— merecimientos cuando ejercita th pacien- eia ; y que Dios, que te envia é permi- te todos los males que te affigen , no tie- ne otro fin que tu mayor bien espiritual. Todo esto que té digo en érden al mo- do de ejercitar en diversos accidentes y ocasiones ig: Virtud que fuere mas: nece- saria, muestra al mismo tiempo el mo- do de ejercitarla en.una sola ocasion, como en una larga enfermedad, 6 ap:otra afliccion y pena-que te furase mucho tiempo ; pués se podrén entonces produ- cir tambien los actos de aquella virtud** de que tuviéremos-mayor necesidad. CAPITUEO XL. Del tiempo que debemos enplear en ad- quirir cada virtud, y de las sefiales dé nuestro aprovechamiento. No se puede determinar generalmente el tiempo que debemos emplear en el ejercicio de cada virtud ; porque esto de- — 216 — pende precisamente del estado y dispo- sicion. en que nos hallamos, del progre- so que hacemos en la vida espiritual, y de la direccion del que nos guia y go- bierna; pero es constante, que si nos aplicamos con todp el cuidado, diligen- cia y solicitud que conviene, gproveoha- rémos mucho en pocas semanas. Es sefial-indubitable y cierta de nues- tro aprovechamiento, cuando en la se~ quedad, oseuridad y angustias del alma, .y en la privacion de las consolaciones y_ gustos espirituales, continuamos constan- temente los ejercivios ‘de la perfeccion. Es tambien sefial no menos evidente, cuando la concupiscencia vencida y su- jeta 4 la razon, no puede impedirnos con sus contradiccianes que nos ejercitemos en la virtud ; porque 4 la medida que se enflaquece y debilita la concupiscencia, se fortifican y se arraigan en el alma las virtudes. Por esta causa, cuando no se siente ya alguna contradiccion 6 rebel- dia en la parte inferior, podemos pro- — 217 — meternos y asegurarnos que hemos ad- quirido el habito de la virtud ; y cuanto mayor fuere la facilidad en producir los actos, tanto mas perfecto ser&el habito. Pero advierte, hija mia, que no. de- bemos persuadirnos jamés 4 que hemos Hegado 4 un grado eminente en la vir- tud, 6 que hemos triunfado enteramen- te de alguna pasion, aunque después de duros y prolijos combates no sintamos ya sus asaltos y movimientos ; porque aqui tambien puede. tener Jugar Ja astu- cia del. demonio, y el artificio de nuestra naturaleza, que suele disfrazarse por al- gun tiempo. De donde nace, que muchas veces, por una soberbia oculta, tenemos por virtud lo que es verdaderamente vi- cio. Fuera de que, si consideramos el grado de perfeccion 4 que Dios nos Ila- ma, aunque hayamos hecho grandes pro- gresos en la virtud, reconocerémos que todavia no hemos entrado en sus con- fines. : Por esto, hija mia, ti debes como — 218 —~ nueva guerrera continuar siempre tus ejercicies ordinarios , como si empezases 4 practicarlos, sin dejar que legue 4 en- tibiarse tu primer fervor. Considera que es mejor y mas atl aprovechar en la virtud, que examinar escrupulosamente si has aprovechado ; porque Dios, que es el que solamente conoce lo intimo de los corazones, des- cubre 4 unos este secreto, y lo oculta 4 otros, segun los ve en estado, 6 de hu- millarse, 6 de ensoberbecerse; y por es- te medio, este Padre infinitamente bueno y sabio, quita 4 los flacos la ocasion de su ruina, y obliga 4 los otros 4 que crez- can en las virtudes. Asi, aunque una al- ma no vea 6 conozca el progreso que ha- ce en‘la perfeccion, no debe por esto dejar sus. ejercicios; porque lo conoceré, cuando sera del gusto y beneplacito di- vino dérselo 4 conocer para mayor bien suyo. : — 219 — CAPITULO XLI. - Que-no debemos desear con. ardor librar- nos de los trabajos que sufrimos con paciencia, y de qué modo debemos re- glar nuestros deseos. : Site hallares en alguna aflitcion 6 tra- bajo, y lo sufres con paciencia , guardate de escuchar las exhortaciones del demo- nio 6 de-tu amor propio, que procuran excitar en tu corazon deseos de librarte -de-esta pena; porque tu impaciencia te causar4 dos‘ grandes-daiios. El primero, que aunque entonces no pierdas entteramente la virtud de la pa- ciencia , seré no obstante una disposicion para el vicio contrario: el segundo, que tu paciencia seré imperfecta y défectuosa, y no obtendré de Dios el premio y la re- compensa, ‘sino solamente por el tiempo que la hubieres ejercitado ; siendo cierto, que sino hubieras deseado el alivio, an- — 220 — tes bien.te hubieres resignado en su divi- na ydluntad, aunque tu pena no hubiese durado sino un cuarto de hora, el Sefior la reconoceria y recompensaria como ser- vicio de mucho tiempo. Toma,,pues, por regla general en todas las cosas, el no querer. hacer sino sola- mente lo que Dios quiere, y dirigir 4 este fin todos tus deseos, como al tnico blan- co ‘4 que debes encaminarlos. Por este medio llegaran 4 ser justos y santos, y en cualquiera accidente triste 6 alegre que te suceda, no solamente gozarés de una perfectay verdadera paz, sino tambien de un perfecto y verdadero.contento , porque’ como nada sucede en este mundo sino. por érden y disposiciondela providencia divi- “ na’, si ta no quieres sino solo lo que quie- rela divina providencia, vendrés: siempre & tener lo que deseas; pues ninguna cosa sucederd sino segun tu voluntad.” Este documento, hija mia, no tiene lugar en los pecados propios 6 en los aje- nos, Jos cuales siempre detesta y aborre- — 221 — . ce Dios, sino solamente en las aflicctones y penas de esta vida, por violentas y pe- netrantes que sean, 6 procedan de tus pecados.é de otro principio; porque esta es la cruz con que Dios suele favorecer & sus thas {ntimos amigos. : Esto mismo se debe entender respecto de aquella parte de pena y afliccion que en ti quedare, ¥ que es voluntad de Dios que padezcas después de haber buscado algun lenitivo 4 tu pena, y aplicado 4 este -fin aquellos medios que de si son licitas.y: buenos, de que te puedes muy bien seryir sin salir de la mano de Dios, ni del érden que tiene puesto; como en el uso de estos medios te gobiernes por su divina voluntad, sirviéndote de ellos, no por libertarte de tu pena, sino porque Dios quiere que los usemos en nuestras necesidades., y porque 4 este fin los ha ordenado su providencia. — 222 — CAPITULO XLII. ; / 5, Del modo de defendernos de los artificios del demonio, cuando procura engaiar- nos con devociones indiseretas. Cuando’ la serpiente atitigua ve que caminamos derechamente, y con Yivos y bien ordenados desées 4 la perfeccion, reconociendo que no puede atraernos 4 si con engafios declarados, se transfigura en Angel de luz (a, Cor. xt), y entonces con pensamientosdevotos, conceptos agra- dables, con sentencias y textos de la sa- grada Escritura, y ejemplos de los mayo- res santos, nes solicita y persuade im~ portunamente 4 que con fervor indiscreto procuremos remontarnos sobre la capa- cidad y medida de nuestro espiritu, para precipitarnos después en un abisme de males. Por ejemplo: este astuto enemigo nos incita que castiguemos dsperamente el a cuerpo con disciplinas, abstinencias, ci- licios y otras mortificaciones semejantes:; pero el fin que se propone su malicia es, 6 que persuadiéndonos 4 que hacemos cosas grandes, nos Henemos' de vanaglo- ria, lo cual sucede particutarmente 4 las mujeres; 6 que quebrantados con penf- tencias rigorosas y supériores & nuestras fuerzas. quedemos inhabiles para Jas bue- nas obras; 6 que no pudiendo sufrir los trabajos de una vida austera y penitente, cobremos hastio y aborrecimiento 4 los ejercicios espirituales; 6 finalmente , que resfriéndonos en la virtud, busquemos con mayor ardor y apetito que antes los placeres-y vanos divertimientos del mando. {Quién podré contar el nfimero sin. nd- mero de los que siguiendo con presun- cion de espiritu el impetu de un fervor indiscrete y precipitado, y'excediendo con los rigores exteriores la capacidad y me- ‘ dida de su propia virtud, cayeron infe- lizmente en el lazo que se habian tendido & si mismos con sus propias manos, ha- — 224 — ciéndose risa y juguete de los demonios? Es constante, hija mia, que semejantes almas se hubieran preservado de un mal tan grave, si hubiesen considerado que estos ejercicios-de mortificacion,-si bien son Utiles y provechosos 4 los que tienen flerza y robustez de cuerpo y humildad de espiritu , requieren: siempre tempéra- mento conforme: y proporcionado 4 la calidad: y naturaleza de cada uno. No- todos , hija mia, pueden practicar las mismas austeridades que han practi- cado algunos grandes santos ; pero todos pueden imitar 4 los mayores santos en muchas cosas. Podemos formar en nues- " tro.corazon deseos ardientes y eficaces de participar-de las gloriosas coronas que obtienen los verdaderos soldados de Je- suoristo en los combates espirituales : po- demos 4 su imitacion y ejemplo menos- preciar el mundo y menospreeiarnos 4 nosotros mismos , amar el retiro y el sie lencio , ser humildes y caritativos con to- dos, sufrir pacientemente las injurias,. — 22s — hacer bien & los que nos hacen mal ; evi- tax los menores defectos , que son cosas de mucho mayor mérito 4 los ojos de Dios que todas las paniitencias y mace- raeiones del cuerpo. ; : Tambien te advierto que en los prin- cipios siempre es mejor usar de modera- cion en las penitencias exteriores-, 4 fin de que puedas.aumentarlas después , si fuere necesario,. que por querer obrar mucho, ponerte en peligro de no poder después obrar nada. Este documento, hija mia, te doy en el presupuesto de que te hallas libre del engafio en que incurren algunos, que pasan en el mundo por es- . pirituales y devotos , log cuales seduci-. dos de la naturaleza y del amor- propio, *cuidan con tan exacta y escrupulosa pun- tualidad de la salud del cuerpo ,. que te- men perderla con Ja mas Jigera mortifi- cacton exterior: no hay cosa en que tanto se ocupen , ni de que hablen con tanta frecuencia, como del régimen de vida que deben guardar ; tienen-en la eleccion de . 226. — . los manjares una suma deKicadeza, que no sirve sino de enflaquecerlos y debili- tarlos; prefieren ordinariamente-los que * lisanjean mas.el gusto y son mas agrada- - bles al paladar , & los. que.son mejores y nitas provechosos para el estémago; y con todo esto si hubiésemos de creer-lo que dicen, eu fin no es-otro que tener vigor y fuerza para servic mejor 4 Dios. Este es el pretexto can que disfrazan: Y cubren su sensualidad; pero verdade- “ramente su.intento no es otra que unir yconcordar dos enemigosirreconciliables, que son la carne y el espiritu (Galat. v, 17): de lo cual resulta infaliblemente la ruina del-uno y del-otro; pues en un mis- mo tiempo e] uno pierde la salud, y el otré la. devocion. Por esta causa un mo- do de vida menos delicado, menos escru- puloso y menog:itquieto, es siempre el mas facil, el nggs util y ef mas seguro, como sea atfe por las reglas de la , Pevidencia que te. tengo dadas; porque no siendo todas bas complexiones igualmen- — 227 — te vigorosas y fuertes, no som todas igual- mente capaces de sufrir los mismos tra- bajos. Y afiado,- que conviene usar. de discrecion -y regla, no solamente para _ moderar los ejersicios exteriores , sino ‘ tambien para adquirir Jas virtudes inte- Tiores, como ya lo mostré en otro capi- tulo (Cap..34), explicando el modo de adquirir estas virtudes por grados. CAPITULO XLII. Cudn poderosas sean en nosotros nuestra mala inclinacion, y la instigacion del demonio, para inducirnos 4 juzgar -te- merariamente del préjimo, y del modo de hacerles resistencia. La vanidad Y propia estimacion pro- ducen en nosotros un desérden mas per- judicial que el juicio temerario , el cual nos hace concebir y formar tna baja idea del prdjimo. Como este vicio nace denues- tra soberbia, se sustenta y fomenta tam-= — 298 — bien con nuestra soberbia; y 4 la inedi- da que crece y se aumenta en nosotros, nos hacemos presuntuosos y-vatios, y sus- _ ceptibles de las ilusiones y engaiios del * demonio, porque venimos 4 formar in- #ensiblemente tanto mas alta opinion de nafptros mismos, cuanto es mas baja. la que concebimos de los otros, persuadién- donos 4 que nos haHlamos libres de. las imperfecciones Que jes atribuimos, Cuando el enemigo de nuestra salud © reconoce en nosotros esta maligna dis- posicion, usa de todos sus artificios para hacernos vigilantes y atentos en: observar y examinar los defectos ajenos. No.es creible cudnto se esfuerza 4 ponernos y representarnos cada instante delante de los ojos.algunas ligeras imperfecciones de questros hermanos, cuando no puede ha- cer que obsetvemiog defectos Braves ycon- . siderables. ~ Pero- py tuto enemigo es tan ruina, y tan aplicado ra pefdicion, no seamos nosotros — 229 — menos vigilantes y atentos en descubrir y en evitar sus lazos. Apenas. te repre- sentare algun vicio.6 defecto del prdjimo, procura desechar- este pensamiento ; y si continuare en persuadirte y solicitarte 4 formar algun; juicio injurioso , gudrdate deescuchar sus sugestiones malignas. on- sidera que ti no tienes Ja.autoridad: ne- cesaria para juzgar; y que aun cuando la tuyieses, tii no eres capaz de formar juicio recto; halléndote cercada de infi- nitas pasiones , y muy inclinada 4 pensar mal de la vida y de las acciones de los otros sin justa causa. Para remediar eficazmente un mal tan peligroso, te advierto, que tengas tu es- piritueenteramente ocupado de tus pro- pias miserias ; porque hallards-tantas co- sas que corregir y reformar dentro de ti — misma, que no tendrés tiempo ni. gusto para pensar en Jas de a 6 no ‘pensards en ellas, sino 6rden de una santaydiscreta caridad. Puera de ques si te ocupas en considerar tus propios — T. L—XVIL. — 230 — defectos, curarés facilmente los ojos in- teriores del alma de cierta especie de ma- lignidad , que es la fuente y origen de todoslos juicios temerarios, porque quien juzga sin razon que su hermano esté su- — jeto 4 algun vicio, puede pensar de si misrho con fundamentfo que padeceel mis- mo defecto; pues siempre juzga un hom- bre vicioso que los demés son sus seme- jantes. Todas las veces, pues, que fe sintie-. res pronta y dispuesta 4 condenar ligeta- mente las acciones de alguna persona, te debes vituperar interiormente 4 ti misma y darte-esta justa reprension: ;O ciegay presuntuosa! ¢ Cémo eres ti tan temeraria, que te atreves 4 censurar las acciones de tu prdjimo, cuando tienes los mismos y aun mas graves defectos? Asi, convirtiendocon- tra timisma tus propias armas, en lugar de herir y ofender 4 tus hermanos cura- rds tus propias Ilagas. Pero si la falta que condenamos es ver- dadera y pablica, excusemos por caridad — 2331 — al que la ha cometido: creamos que tie~ ne algdnas virtudes ocultas, que por ven- tura no hubiera podido conservar si Dios ~ no hubiese permitido en é! esta caida: creamos que an pequeio defects qut Dios le deje por algun tiempo, acabaré de des- truir en él la estimaciony buen concep- to en que se tiene 4 si mismo; que sien- do menospreciado se haré mas humilde, y q#e por consiguiente su ganancia seré mayor que su pérdida. Mas si el pecado es no solamente pé- blico, sino enorme, si el pecador es impe- nitente, endurecido y obstinado, levan-. temos nuestro espiritu al cielo; entremos en los secretos juicios de Dios; considere- mos que muchos-liombres después de ha- ber vivido largo tiempo en la iniquidad, han venido 4 ser grandes santos; y que otros al contrario, que habign Ilegado al grado mas sublime de la perfeccion, han caido infelizmente en un abismo de de- sdrdenes y de miserias. Con estas reflexiones comprenderés, hi- at _ ~ — 232 — ja mia, que no debes temerte menos 4 ti misma que & los-demés;. y que si sientes eni tiinclinacion y facilidad 4 juzgar favo- rablemente.del prdjimo, el Espiritu San- to es q@ipn te da esta feliz-inclinacion; y que al contrario, cualquiera desprecio, avergjon 6 juicio temerario. contra el pré- jimo nace Gnicamente de la propia malig- nidad, y. de la sujestion del demonio. Si alguna imperféccion, pues, 6-defecto aje- no hubiere hecho enti alguaa impresion, no descanses ni sosiegues hasta tanto que la hayas desterrado enteramente de tu. corazon. . CAPITSLO XLIV.. : De la oration. Si-la desconfianza de aosotros mismos, la confianza en Dios y el buen uso de nues- tras potencias son armas necesarias en el combate espiritual, como hasta aqui se ‘ha mostrado, la oracion, que es la cuar- — 233 — ta cosa'y arma propuesta,'es mas indis~ pensable y precisa; pues por la oracion obtenemos de Dios no solamente las vir- tudes, sino generalmente todos los bienes de que tenemos necesidad. Este-es ef ca- nal ‘por donde-se nos comunican todas las gracias que recibimos del Cielo: con la oracian, si, la ejercitares como debes, pon- drés la espada.en mano de Dios, para que combata por ti y te alcance la victoria. Para servirnos como-conviene-de un me- dio tan esencial y tan importante , convie- ne que observemos fas reglas siguientes. En primer lugar debemos tener un ver- dadero deseo de servir 4 Dios con fer- vor; y en el modo que le es mas agrada- ble. Este deseo se encenderé facilmente en nuestro corazon, si consideramos tres cosas: la primera es, que Dios merece infinitamente ser servido y adorado 4 cau- sade la excelencia de su ser soberano, de su bondad, de su hermosura, de su sabiduria, de su poder, y de todas sus perfecciones inefables; la segunda es, que — 234 — este mismo: Dios se hizo hombre, y traba- j6 continuamente por el espacio de.treinta’ y tres afios por nuestra salud, y curd con sus propias marios las Ilagas horribles de nuestros pecados, ungiéndolas y lavén- dolas, no con aceite y vino, sino con su sangre preciosa (Lue. x, 34.—Apoc. i, 5), y su carne purisima, toda despedazada con los azotes, con las espinas y con los cla- vos ; la tercera es, que nada.nos importa tanto como el guardar su ley, y cumplir todas nuesteas obligaciones, pues este es el unico medio de hacernos sefiores de no- sotros mismos, victoriosos del demonio, é hijos de Dios. : Lo segundo, debemos tener una fe viva, y una firme confianza de que Dios no nos negaré los auxilios necesarios para servir- le con perfeccion, y para obrar nuestra salud. Una alma ltena de esta santa con- fiariza, es como un vaso sagrado, donde Ja divina misericordia derrama los tesoros de su gracia; y cuanto mayor es la con- fianza, tanto mayor es la abundaricia: de — 236 — las bendiciones celestiales que: atrae so- bre si con la oracion. Porque, 4cémo se- ré posible que un Dios, 4 quien nada es dificil, deje de comunicarnos-sus dones, cuando su bondad misma nos solicita y persuade & que selos pidamos, y nos pro- mete su Santo Espiritu (Zuc. x1, 13), como se lo pidamos con fe y con perse- verancia? : Lo tercero, debemos entrar siempre en la oracion por solo el motivo 6 fin de ha- cer Jo que Dios quiere, y no lo que no- sotros queremos: de-manera, que no he- mos de aplicarnos jamés 4 este santo ejer- cicio, sino sclamente porque Dios nos lo manda, wi debemos desear ser oidos , si- no en cuanto fuere-de su divino beneplé- Cito; en fin, nuestra intencion ha de ser unir y conformar nuestra voluntad con la divina, sin pretender jamés inclinar ta di- vina 4 la nuestra. La razon es, porque nuestra voluntad , como inficionada y per- vertida del amor propio, yerra muchas veces, y no sabe lo que pide ; pero la vo- — 236 — * luntad divina no puede errar, siendo esen* cialmente justa y santa ; y.asi debe ser la regla de cualquiera otra voluntad.-Ten- gamios, pues, particular cuidado de no pe- dir & Dios sino las cosas que son de’su agrado; y si-hubiere algun motivo 6 fun- damento para temer que lo que deseamos no es, conforme 4 su yaluntad, no selo pidamos sino con una entera sumision’ 4- las érdenes de su providencia.-Pero si las cosas que deseamos: al¢anzar no-pueden dejar de serle agradables, como Jas vir~ “tudes, piddmoslas mas por agradarle y por servirlo que por cualquiera otra con~ sideracion, aunque sea muy espiritual. Lo cuarto , si deseamos obtener lo que pedimos,, conviene que nuestras obras se conformen con:nuestras-palabras : convie~ ne que antes y después deta oracion pro- curemos con todas nuestras fuerzas ha- eernos dignos de la gracia que deseamos alcanzar; porque el ejercicio de la ora- cion debe andar siempre unido y acom> pafiado eon el dela mortificacion interior, — 237 — pues seria tentar 4 Dios pedir una virtud y no aplicar los medios para conseguirla. Lo quinto, antes de pedir 4 Dios cosa aiguna , debemes darle muy rendidas gra- cias por todos. los ‘beneficios que hemos recibido de su bondad. Podrémos decirle: Senor y Dios-mio, que después:de habernie eriado me -habeis redimido.por vuestra mi- sericordia, y me habeis librado- infinitas veces del furor dé mis enemigos, ayudadme y socorredme ahora; y olvidando mis in- gratitudes pasadas, no me negueis la gra cia que os pido. Y si cuando deseamos obtener cigar virtud en- particular, fuéremos tentados del vicio contrario, ‘no dejemos de ala- bar y bendecir & Dios por la ocasion que nos da de ejercitar-esta virtud, porque no es este, hija mia, un favor pequefio. Lo sexto, como la oracion recibe-toda su eficacia y fuerza de la suma bondad de Dios, dé los méritos de la vida, y de la pasion de su unigénito Hijo, y de las promesas que: nos ha hecho de oirnos (Je- — 238 — rem. xxxut, 3}, podrémos concluir siem- pre nuestras peticiones con alguna de las - oraciones siguientes: Yo os pido, Sefor, que por vuestra divina misericordia me otorgueis esta gracia. Concededme por los méritos de vuestro unigénito Hijo lo que 0s pido. Acordaos, Dios mio, de vuestras promesas, y oid mis rueges. © “ Algunas veces podrémos pedir tambien las gracias que deseamos por los méritos de la Virgen santisima -y de-los santos; porque es grande el poder que tienen en el cielo, y Dios se deleita de honrarlos 4 propércion del honor y gloria que le han dado. en el curso de su vida mortal. Lo séptimo, conviene tambien perse- verar en este ejercicie, porque el Todo- poderoso no puede resistir 4 una humilde perseverancia en la oracion; pues si la importunidad de la Viuda.del Evangelio pudo doblar y vencer la dureza de un juez inieuo (Luc. xvm, 5), gcémo podrén nuestros ruegos dejar de mover un Dios infinitamente bueno? Y asi, aunque el — 239 — Sefior tatde en oirnos, y nos parezca que no quiere escucharnos, no debemos per- der 1a confianza que tenemos en su iafi- hita.bondad , né dejar de continuar la ora- cion; porque su diviria Majestad tiene en ‘un grado infinito todo lo que es necesa- rio para poder y para querer entiquecer- nos y colmarnos‘de sus beneficios ; y' si de nuestra parte no hubiere alguna fal- ta, podrémos estar.ciertos y seguros de . que obtendrémos infaliblemente la gracia que le pedimos, 4 otra que nos sea mas til y provechosa, y por ventura ambas gracias juntamente. ' Sobre todo , debemos estar siempre. ad- vertidos en este punto, que cuanto mas nos pareciere que el Sefior no nos escucha ni admite nuestros ruegos, tanto mas he- mos de procurar humillarnos y concebir menosprecio y odio de nosotros mismos ; pero en esto, hija mia, debemos gober- narnos de suerte que , considerando nues- tras miserias, no perdamos jamés de vis- ta su divina misericordia, y que en lu- Sanne gar de disminuir nuestra confianta; la aw- mentemos en nuestro corazomsobre el fijo conocimiento de que cuanto mas viva y constante fuere en nosetres esta virtud, cuando se-halla-combatide, tanto mayor seré nuestro merecimiento. - Finalmente, no dejemos jamés de dar _4& Dios humildes y rendidas gracias. Ala~ bemos y bendigamos iguatmente su sabi- duria, su bondad-y su caridad, ya nos niegue 6 ya nos conceda la gracia que le pedimos; y en cualquiera suceso procure~ Mos conservarnos siempre. tranquilos, contentos, y enteramente vendidos & su providencia. - , CAPITULO XLy. Qué cosa sea oracion mental. Oracion mental es una elevacion del espiritu 4 Dios, con actuat 6 virtual sti- plica de lo que deseamos. La actual se hace cuando con palabras — 2 — mentales se pide 4 Dios alguna gracia en estadésemejante forma : Seftor y Dios mio,+ concededme esta gracia 4 honor y gloria vuestra ; 6 de este otro:modo : Dios mio,” creo firmemente que seré de vuestro agra- do, y de vuestra gloria, que yo os pida y aleance esta gracia : citmplase , pues, en mé vuestra voluntad divina. : Cuando te hallares combatida de. tus enemigos, orarés asi: Ayudadme presto, Dws mio, para queno me rinda 4 mis enemigos; 6 de este modo: Dios mio, re- fugio mio, fortaleza mia, pues veis mi fra- gilidad y flaquexa, socorredme prontamen- te para que no caiga. . . Si continuare la batalla, contingda en orar de la misma forma resistiendo siem- pre animosamente al enemigo-que te ha- ce la guerra. . Después que se-hubiere pasado lo fuer- te del combate, vuélvete al Sefior, y pi- diéndole que considere de una parte las fuerzas de tu enemigo, y de la otra tu su- ma flaqueza, le dirés: Veis agut, Seitor, — 22 — ovestra criatura: veis aqui la obra de vues- tras manos: veis agud el alma que: Vos ha- beis redimido con vuestra preciosa sangre, mirad como vuestro. enemigo os la procu- ra robar para perderla. A Vos, Dios mio, recurro, en Vos solo pongo mi confianza; porque Vos solo sois infinitamente. bueno, tnfinitamente poderoso: Vos conoceis mi debilidad y la prontitud con que caeré en manos de mis enemigos, ‘sin el socarro de ouestra gracia. Ayudadme, pues, 6 dulee esperanza. mia, unica fortaleza de mi alma. La sdplica virtual se hace cuando ele- vamos nuestro espiritu 4 Dios para obte- ner alguna gracia, representéndole nues- tra necesidad, sin decir ni hacer otra consideracion ; como cuando yo elevo la mente 4 Dios, y en su presencia reconoz- co que de mi mismo no soy capaz de de- fenderme del mab, ni de obrar el bien; y encendido de un ardiente deseo de ser- virle , fija la vista en su bondad, esperan- do su socorro con humildad y confianza. Este conotimiento de mi flaqueza, este — 93 — deseo de servir 4 Dios, y este acto de fe, producido en su divina presencia, es una oracion que virtualmente pide lo que ne- cesito ; y cuanto mas puro fuere el co- nocimiento, cuanto mas abrasado el de- seo, y cuanto mas viva Ia fe, tanto ma- yor ‘seré la eficacia de la oracion. para obtener la gracia que deseo. ~ Hay tambien otra especie de ofacion virtual mas reducida y breve, la cual se hace con una simple vista del alma, que expone 4 los ojos del Sejior su indigen- cia para que la socorra; y esta vista no es otra cosa que un técito recuerdo y st- plica de aquella gracia que antecedente- mente le hemos pedido. Es necesario, hija mia, que te acostum- bres.& esta especie de oracion, y que te la hagas muy familiar para servirte de ella en cualquiera tiempo y lugar; porque la experiencia te mostrardé, que asi como no hay cosa mas facil, asi no hay cosa mas Util ni mas excelente. — 244 — CAPITULO XLVI- De la oracion por via de meditacion. Si quieres detenerte en este santo ejer- cicio de Ja oracion por algun espacio de tiempo, como por media hora 6 por una hora éntera, afiadirds la meditacion de la vida y pasion’ de Jesucristo , aplioando siempre sus santisimas accignes:4 la vir- tud que deseas adquirir. ; Como por ejemplo, si deseares obtener la virtud de la paciencia, meditards en al- gunos puntos del misterio .de los azotes. El primero, como después de haber da- do Pilato la sentencia, fue el Sefior arre- batado con violencia ,-por aquellos minis- tros de la iniquidad, y Ilevado con gritos y baldones al lugar destinado para la fla- gelacion.- : El segundo, como con impaciente -y ° apresurada rabia le despojaron aquellos crueles verdugos de todos sus vestidos, — 245 — i quedando descubiertas y desnudas 4 la vis- ta de aquel ingrato pueblo sus purisimas carnes. El tercero, como aquellas inocentes manos, instrumentos de su piedad y mi- sericordia, fueron atadas 4 una columna con dsperos cordeles. Elcuarto, como aquel sagrado y hones- tisimo cuerpo fue azotado por los verdu- gos con rigor tan inhumano, que corrié su divina sangre por el suelo, rebalsdn- dose en muchas partes con abundancia. El quinto, como los golpes continua- dos y repetidos en una misma parte au- mentaban -y renovaban sus Ilagas. Mientras meditares sobre estos puntos 6 sobre otros semejantes, propios 4 ins- pirarte el amor de la paciencia, aplicaras primeramente tus sentidos interiores 4 sentir con la mayor viveza que pudieres los dolores incomprensibles que sufrié el Sefior en todas las partes de su sacrati- simo cuerpo, y en cada una en parti- calar. . 16 T. L—XvVU. —~ 26 —. De aqui pasarés 4 las angustias de su alma santisima, meditando profundamen- te la paciencia y mansedumbre con que gufria tantas aflicciones, sin que jamés se apagase aquella ardiente sed que tenia de padecer nuevos tormentos por la gloria de su Padre, y por nuestro bien. Considérale después encendido de un vivo deseo de que ta sufras con gusto tus aflicciones ; y mira, como vuelto 4 su eterno Padre, le ruega que te ayu- de 4 llevar con paciencia no solamente la cruz que entonces te aflige , sino todas © Jas demés que quisiere enviarte su provi- dencia. . ’ Movida de estas tiernas y piadosas con- sideraciones, confirma con nuevos actos Ta resolucion en que estés de sufrir con &nimo paciente cualquiera tribulacion. Después, levantando tu espiritu al Pa- dre eterno, dale rendid as gracias de que haya enviado al mundo su unigénito Hi- jo, para que padeciese tan crueles tor- Wentos, y para que intercediese por ti: — WI — pidele, en fin, que te conceda la virtud de Ja paciencia por los méritos y por la inter- cesion de su santisimo Hijo. CAPITULO XLVII. De otro modo de orar por el camino de la meditacion. Tambien podrés orar y meditar de esta otra manera. Después que hubieses considerado | aten- tamente las penas de tu divino Salv@dor, y la alegria con que las toleraba , ‘pasa- ras de la consideracion de sus dolores y de su paciencia 4 otras dos consideracio- nes no menos necesarias. Bn La una seré de sus méritos infinitos: la otra del contento y gloria que recibié su eterno Padre de la puntual y perfecti- sima obediencia con que puso en ejécu- cion sus diyinos decretos. Ambas cosas representarés humilde- mente 4 su divina Majestad, como dos — 248 — razones poderosas para obtener la gracia que deseas. Esto mismo podras practicar no sola- mente en todos los misterios de la pasion del Sefior, sino tambien en todos los.ac- tos interiores 6 exteriores que su Majes- tad hacia en cada misterio. CAPITULO XLVIU. De un modo de orar fundado en la inter- ceston de Marta santisima nuestra Se- 18ra. A mas de los sobredichos hay otro mo- do de orar y meditar, que se dirige par- ticularmente 4 Maria santisima , levan- tando el espiritu primeramente 4 Dios, después al dulcisimo Jesus, y ditimamen- te 4 su gloriosisima Madre. Levantando el espiritu 4 Dios consi- derando dos cosas. La primera, el singular amor que tuvo ab eterno & esta purisima Virgen, aun — 249 — antes que Ja hubiese sacado de la nada. La segunda , la eminente santidad de esta Sefiora, y las herdicas obras que ejercité desde el instante de su Concep- cion hasta el de su muerte: Sobre el primer punto meditards en la forma siguiente : Reméntate primero con el pensamien- to sobre Ja esfera y jurisdiccion de los tiempos , y de todas las criaturas; y en- trando en el abismo de_la-eternidad , y de la‘misma mente de Dios, pondera la complacencia y satisfaccion con que aquel sumo bien consideraba, 4 la que destina- ba para ser Madre de su Unigénito ama- do: y.en virtud de esta satisfaccion y contento inefable , pidele con seguridad que te conceda gracia y fortaleza para vencer y destruir 4 tus enemigos, y par- ticularmente al que entonces te hiciere guerra. Después te representarés las virtudes y las acciones herdicas de esta Virgen in- comparable; y ofréciéndolas 4 Dios, 6 — 230 — todas juntamente, 6 cada una en particu~ lar, pedirds en virtud de ellas 4 su bondad infinita las cosas de que tuvieres necesidad. Vuelve luego el espiritu 4 su Hijo santisimo y-tréele 4 la memoria el vir- ginal vientre que le sirvié de albergue y purisimo télamo por el espacio de nueve meses ; Ja humildad y profunda reveren- cia con que apenas salié 4 luz le adoré la Virgen, y reconocid por verdadero hombre y verdadero Dios , Hijo y Cria- dor suyo; la compasion y ternura con que le vid nacer pobre, despreciado, y desco- nocido en un pesebre; el amor con que Je recogié en sus brazos; los ésculos sua- visimos que le did; la purisima leche con que lo aliments; y las fatigas , tribula- ciones y pénas que en el curso de su vida mortal padecié por su causa. Represéntate bien tedas estas cosas; y no dudes , hija mia, que con tan efica- ‘ces y poderosas_eonsideraciones le hards uma dulce violencia para que te oiga y te conceda lo que.le pides. — 351 — Vuélvete, en fin, 41a Virgen santisima, y acuérdale que entre todas las mujeres fue escogida y predestinada de la’bondad y eterna providencia de Dios para ser Madre de gracia y de misericordia , y abogada de los pecadores, y que después de su bendito Hijo no tenemos otro mas poderoso y seguro asilo que el de su pa- trocinio. Represéntala tambien aquella inefable verdad tan constante entre los Doctores , y confirmada con tantos pro- digios y maravillas , que ninguno la ha inyocado jamés con viva. fe, que no ha- ya sido ayudado y socorrido en su nece- sidad. Ultimamente , ponle 4 Ia vista las aflic~ ciones y penas que padecié su santisimo Hijo por nuestra salud, 4 fin de que te obtenga de su infinita bondad la gracia de que te aproveches de ellas para su gloria y satisfaccion. — 282 — CAPITULO XLIX. De algunas consideraciones para que con fe y seguridad acudamos al patrocinio de la Virgen -Maria. ‘Si deseas recurrir con seguridad y con- fianza en cualquiera necesidad 6 trabajo 4 la proteccion de la Virgen Maria, po- drds servirte de los motivos y considera- ciones siguientes : Primero, la experiencia muestra que un vaso que ha tenido dentro de si algun li- cor aromético y precioso, conserva su fragancia , aunque se haya sacado el li- cor del vaso , principalmente si lo ha te- nido dentro de si por mueho espacio de tiempo , y si ha quedado en el vaso al- guna: parte del licor precioso. Asimismo, el que ha estado cerca de un fuego gran- de, conserva por mucho tiempo el calor después de haberse retirado del fuego. Pues si esto, hija mia, sucede con cual- — 233 — quiera licor precioso , .y con cualquiera grande incendio, que no son sino de vir- tud corta y limitada , 4 qué dirémos- no- sotros de la caridad y de la misericordia de esta purisima Virgen, que por el es- pacio de nueve meses ha Ilevado dentro de sus entrajias, y lleva siempre en su. co- razon al Hijo tnico de Dios, la caridad increada, cuya virtud no tiene limites? Si’ es imposible que el que se acerca 4 un grande incendio no participe del calor de sus llamas, 4 cémo podrémos persua- dirnos 4 que quien se acerca al fuego de la caridad, que arde en.el corazon pu- risimo-de esta Madre de misericordia, no sienta sus admirables y divinos efectos ; Y que no reciba mas fayores, beneficios y gracias de su piedad, cuanto con mas frecuencia, fe y confianza acudiere 4 su patrocinio ? 2. Ninguna pura criatura amé jamés tanto 4 Jesucristo, ni fue tan conforme 4 su voluntad como su santisima Madre. Pues si este divino Salyador, que se sa- — 254 — crificé por Ia-salud y remedio de tos pe- cadores, nos ha.dado su propia Madre, paré. qae fuese nuestra Madre comun, nuestra abogada y nuestra medianera, 4cémo podra esta Sefiora dejar de entrar en sus sentimientos , y olvidarse de so- corrernos ? Recurre, pues, hija mia, con seguri- dad 4 esta piadosisinra Madre en todas tus necesidades : implora con confianza su misericordia ; porque es una fuenteina- gotable de bondad, y un manantial peren- ne de gracias, y suele medir sus favores y beneficios por auestra fe y confianza. CAPITULO L. De un modo de-meditar y orar por medio de los Angeles y de los bienaventurados. Para merecar la protescion de los An- geles-y. Santos del cielo, usarés de dos medios. EI primero sera levantar tu-espiritu al Padre eterno, y representarle las alaban- — 235 — zas que le da toda la corte celestial y los trabajos, persecuciones y tormentos que han padecido los Santos en la tierra por su amor; y pedirle después, en vir- tud de las pruebas ilustres que le dieron estos gloriosos predestinados de su fide- lidad, amor y constancia, que te conce- da la gracia de que necesitas. El segundo seré invocar 4 estos bien- aventurados espiritus, pidiéndoles que te ayuden 4 corregir- tus vicios,-y 4 vencer todos los enemigos de tu salud ; pero par- ticularmente que te asistan en el articu- lo de la muerte. Algunas veces admirarés las gracias sin- gulares que han recibido del Sefior, ale- grandote de sus excelencias y dones, co- mo. si fueren propios tuyos, y compla- ciéndote con un santo jubilo de que Dios les haya comunicado mayores ventajas y privilegios que 4 ti, porque asi ha sido de su beneplécito y agrado; y tomarés de aqui ocasion y motivo para alabarle y bendecirle. — 286 + Mas pera que puedas hacer este santo ejercicio con mejor érden y con menos trabajo, dividirés segun los dias. de la se- mana los diversos.érdenes de los bian- aventurados en esta forma : El Domingo invocarés los nueve Coros : de los Angeles. Et Lunes san Juan Bautista. El Martes los Patriarcas y Profetas. El Miércoles los Apéstoles. - -El Jueves los Mértires, El Viernes los oo y.demés Con- fesores. El Sébado las Virgenes y. las demés Santas. Pero sobre todo, hija mia, no te ol- vides jams de implorar frecuentemente el patrocinio y socorro. de Maria santisi- ma, que es la Reina de todos los Santos y nuestra principal abogada, y el de ta Angel Custodio, del arcéngel san Miguel, y de los demés Santos 4 quienes tuvieres particular devocion. No dejes pasar dia alguno sin -que pi- — 267 — das 4 Maria, 4 Jests y al Padre eterno que: te concedan al bienayenturado san José , esposo dignisimo de la mas pura de las Virgenes, por-tu principal aboga- do.y protector, y recurrirés después 4 es- te glorioso Santo con-mucha fe y confian- za, pidiéndole humildemente. que te. re- ciba en su proteccion y amparo. Son, hija mia, infinitas las maravillas que se cuentan de este gran Santo, y mu- chos los favores y gracias que han recibi- do de Dios los que en sus necesidades, asi espirituales como corporales, lo han invocado, principalmente. cuand6 han ne- cesitado de Ja luz del cielo y de un di- rector invisible para aprender 4 orar y meditar bien. Si Dios, hija mia, considera y atiende tanto 4-los demds Santos, y tanto -favo- rece:4 los hombres por su intercesion, por haberle servido. y glorificado -en el mundo, ¢ qué condescendencias: no: usa- r4 con este admirable Patriarca, 4 quien el mismo Dios honré de tal manera en | — 288 — la tierra, que quiso sujetarse 4 él, y co- mo Padre obedecerle y servirle?: ( Luc. u, 51). CAPITULO LI. De diversos sentimientos afectuosos que se pueden sacar dela meditacion de la pa- sion de Jesucristo. Todo lo que he dicho arriba en érden al modo de-orar y meditar sobre la pa- sion del Sefior, no se dirige sino 4 pedirle favores y gracias; ahora, hija’'mia, quie- ro ensefiarte el modo de sacar de Ja mis- ma pasion diversos afectos. Por ejemplo, si te propones por obje- to de tu meditacion la.crucifixion de Je- sucristo, podrds entre otras maravillosas circunstancias de este misterio, conside- rar las siguientes : Primeramente, el inhumano modo con que en el monte Calvario lo desnudaron , 4e sus vestiduras las impias y crueles ma- — 259. — nos de los judios, arrebaténdole con tan- to furor la timica que tenia pegada en las llagas, que renovaron todas las de su sa- cratisimo cuerpo, y le afiadieron nuevo dolor sobre el de sus heridas. 2. La sacrilega violencia con que le arrancaron lq corona de espinas ,- rasgdn- dole las heridas ; y la. desmedida cruel- dad con que se la volvieron 4 fijar en la cabeza, abriéndole Ilagas sobre Hlagas. 3. Como para fijarlo en el arbol de la cruz, como al mas facineroso de los hom- bres, penetraron 4 martilladas con duros y agudos clavos sus sagradas manos y piés, rompiendo con impiedad las venas y ner- vios de aquellos miembros divinos que ha- bia formado el Espiritu Santo. 4. Como no alcanzando 4 los barre- nos que habian formado en la cruz aque- Ilas sacratisimas manos que fabricaron los cielos, tiraron de ellas con inaudita cruel- dad para ajustarlas con los barrenos, que- dando la fabrica de aquel santisimo cuer- po, en quien. estaba unida la Divinidad, — 260 — tan disuelta y desconcertada que se le pudieron contar todos los huesos (Psal. xx, 18). 5. Como estando pendiente de aquel duro lefio, y sin otro apoyo que el de los clavos, se dilataron con un dolor indeci- ble las heridas de su sagrado cuerpo con su misma grayedad y peso. Si con estas consideraciones, 6 con otras semejantes, deseas excitar en tu co- razon afectos del divino amor, procura, hija mia, pasar con la meditacion 4 un sublime conocimiento de la bondad infini- ta de tu Salvador, que por tu amor quiso padecer tantas penas ; pues 4 la medida que se fuere aumentando en ti este cono- cimiento., creceré tu amor. Deeste mismo conocimiento de la suma bondad y amor infinito de Dios, sacaras una admirable disposicion para formar ac- tos fervientes de contricion y dolor de ha- ber ofendido tantas veces y con tanta in- gratitud 4 un Sefior, que con excesos tan grandes de caridad y misericordia se sa- — 2614 — crificé por la satisfaecion de tus ofensas. Para formar y producir actos de.espe- ranza, considera que el Sefer en sujetar- se al rigor.de tantos. tormentos, y 4 la - ignominia y oprobio de la craz, no tuvo otro fin que exterminar el pecado del mun- do , librarte de Ja tirania del demonio; expiar tus culpas particulares y reconci- liarte con su eterno Padre (1 Joan. 1), para que puedas recurrir con confianza 4 su misericordia en todas tus necesidades. Si depués de haber considerado sus pe- nas. consideras sus grandes y maravillo- sos efectos, si observas y adviertes que con su muerte quitd los pecados de todo el mundo (Heb. 11), satisfizo la deuda de Ja posteridad de Adan (Rom.-v), aplacé” Ja ira de su eterno Padre (Bphs vi.—Co- los. 1), confundié las potestades del in- fierno, triunfé de la muerte misma (Osee xu), y Ilendé en el cielo las sillas de los Angeles rebeldes (Ps. ctx), tu do- — lor se convertird en alegria, y esta ale- gria se aumentaré en tu corazon con la 17 ' T. 1.—XVII. — 262 — memoria de la que causé 4 toda la san- tisima Trinidad, 4 la bienaventurada Vir- gen Maria, 4 la Iglesia Triunfante y 4 la Militante , la grande obra de la reden- cion del mundo. . Pero si quieres concebir un vivo do- lor de tus pecados, aplica todos los pun- tos de tu meditacion al tnico fin de per- suadirte que Jesucristo no tuvo para pa- decer tantos tormentos otro’ motivo que el de ,inspirarte un odio saludable de ti misma y de tus pasiones desordenadas , principalmente de la que te induce 4 ma- yores faltas, y desagrada mas 4‘su infi- nita bondad. Si quieres entrar en sentimientosy afec- tos de admiracion, considera ;qué cosa puede haber mas digna de maravilla y de asombro, que ver al Criador del univer- ~ so, al autor mismo de la vida, morir & manos de sus criaturas? que ver la Ma- _ jestad-suprema ultrajada y envilecida, la justicia condenada, la hermosura en que se miran los cielos escupida y desfigura- — 263 — da, el objeto del amor y de Ia conipla- eencia del etertio Padre hecho el objeto del odio de los pecadores, la luz inacce- . sible (1 Timot. vt, 16), abandonada al poder de las tinieblas, la gloria, la feli- cidad increada sepultada en el oprobio y en Ja’ miseria. Para moverte y ejercitarte 4 la com- pasion de este Salvador divino, penetra por las ilagas-exteriores ‘del cuerpo las interiores de su alma santisima; y si por aquellas sintiere tu corazon grandisima pena, maravilla seré que por estas no se haga pedazos de dolor. Esta grande alma veia claramente 1a divina Esencia como ahora la ve en el cielo : conocia cor altisima luz de amor la adoracion y culto que merece de to- das las criaturas: representébansele al mismo tiempo los pecados de todas las naciones, de todos los siglos, de todos los estados, de todas las condiciones, y distinguia con la vivacidad de su divina penetracion el: namero , el peso , la ca- — 264 — lidad y Jas circunstancigs de todos y de cada une de ellos; y como amaba 4 Dios cuanto podia amarle una alma unida al Verbo , 4 proporcion de este amor era el odio que tenia 4 los -pecados, y a la medida dé este amor y de-este odio era el dolor que causaban en aquella alma santisima las ofensds contra aquetla Ma- jestad infinita:-y como ni la bondad de Dios nila malicia del pecado se pueden conocer enteramente sino de Dios , nin- gun entendimiento humano ni angélico puede formar una justa idea de cuén gran- de, cudn intenso y cudn incomprensible fuese el-dolor que afligia la mente , el espiritu y el alma de Jesucristo. A mas de esto, hija mia, como este adorable Salvador amaba sin tasa ni me- dida 4 todos los hombres, 4 proporcion de este excesivo amor era su dolor y amar- gura por Jos pecados que habian de di- vidirlos y separarlos de sualmia santisima. Sabia que ningun hombre podia cometer algun pecado mortal sin destruir la ca- — 265 — ridad y la gracia , que es el vinculd con que estén unidos espiritualmente con él todos los justos: esta separacion era al alma de Jesucristo mucho mas sensible y dolorosa , que lo es al cuerpo la de sus miembros cuando se apartan de-su lugar propio y natural ; porque como el alma es toda espiritual, y de una natu- raleza mas excelente y perfecta que el cuerpo , es mas capaz de sentimiento y dolor. Pero la mas sensible de todas sus aflicciones fue la que ocasionaron los pe- cados de tedos los réprobos, que no pu- - diendo reunirse con ¢I por la penitencia, habian de padecer en eJ infierno eternos tormentos. . Si 4 la vista de tantas penas sientes que tu corazon se mueve 4 la compasion de tu amado Jests, entra mas profundamen- te en Ja consideracion de sus aflicciones, y hallarés que padecié dolores'y penas incomprensibles, no solamente por los pecados que efectivamente has cometido, sino tambien por los que no has cometi- — 266 — do jamas ; porque es constante, que Je- sucristonos merecié y alcanzé de su eter- no Padre el perdon de los unos, y la preservacion de los otros, con el | precio infinito de su sangre. No te faltarén, hija mia, otros moti- vos y consideraciones para condolerte-con _ tu afligido Redentor; porque no ha ha- bido ni habré jamas algun dolor en cria- tura racional que no lo haya sentido en si mismo , pues las injurias, las tenta- ciones, las ignorancias, las penitencias, _las angustias y tribulaciones de tedos los hombres afligieron mas vivamente el al- ma de Cristo, que 4 los mismos que las padecieton, porque vid perfectamente to- das las aflicciones de los mortales, gran- des ¥ pequefios, espirituales y corporates, hasta el mas minimo dolor de cabeza; y con su inmensa caridad quiso padecerlas é imprimirlas todasen su corazon este pia- dosisimo Sefior. 4 Pero quién podra encarecer 6 ponde- rar dignamente cudn sensible le fueron las — 267 — penas y dolores de su Madre santisima? Porque en todos los modos y por todos los respectos que padecié Cristo, padecid igualmente y fue afligida esta Sefiora; y aunque no tan intensamente y en aquel grado, fueronno obstante acerbisimas sus penas y sobre toda comprension (Luc. u, 35). Estas penas renovaron las Ilagas inter- nas de. Jestis , penetrando como otras tan- tas flechas encendidas de amor su dulci- simo corazon. Por esta causa solia decir con santa simplicidad una alma muy fa- vorecida de Dios, que el corazon de Je- sus le parecia un infierno de penas volun- tarias, donde no ardfa otro fuego que el de la caridad. Mas en fin, ,cuél es la causa y origen de tantos tormentos? Nuestros pecados. Por esto, hija mia, el mejor modo de compa- decernos de Jesucristo crucificado, y de mostrarle la gratitud y reconocimiento que le debemos, es dolernos de nuestras in- fidelidades puramente por su amor, abor- — #8 — Tecer y detestar el pecado sobre todas las cosas, y hacer guerra continua 4 nuestros vicios como 4 sus mas mortales enemigos, 4 fin de que desnuddndonos del hombre. viejo y vistiéndonos del nuevo, adorne- mos nuestras almas con las virtudes cris- tianas, que son las que forman su belleza y perfeccion. CAPITULO LII. De los frutos que podemos sacar de la me- ditacion de la Cruz, y de la imitacion de las virtudes de Jesucristo. Los fratas, hija. mia, que debes sacar de la meditacion de la Cruz, son: EI primero, que te duolas con amar- gura de tus pecados pasados, y te aflijas de que aun vivan y reinen en ti las pasio- nes desordenadas, que ocasionaron Ia do- lorosa- muerte de tu Sefior. El segundo, que pidas 4 Jesucristo cru- cificado el perdon de las ofensas que le — 269 — has hecho, y Ja gracia de un odio salu- dable de ti misma para que no le ofen- das mas, sino antes bien le ames y le sir- vas de todo tu corazon en reconocimiento de tantos dolores y penas como ha sufri- do por tu amor. E] tercero, que trabajes con coftinua solicitud en desarraigar de tu corazon to- das tus viciosas inclinaciones, por peque- fias y leves que sean. El cuarto, que con todo el esfuerzo que pudieres, procures imitar las virtudes de este divino Maestro, que murié, no so- lamente por expiar nuestras culpas, sino tambien por darnos el ejemplo de una vi- da santa y perfecta (1 Petr. mu, 21). Quiero, hija mia, ensefiarte un modo de meditar, de que podrés servirte con mucho fruto y proyecho para este fin. Por ejemplo, sideseas, entre las vir- tudes de Jesucristo imitar particularmen- te su paciencia herdica en los males y tribulaciones que te suceden, considera- rds los puntos siguientes : . — 270 — EI primero, Io que hace el alma afli- gida de Cristo miranda 4 Dios. El segundo, lo que hace Dios miran- do al alma de Cristo. El tercero, lo que hace el alma de Cris- to mirandose 4 si misma y 4 su sacrati- simo cuerpo. El cuarto, lo que hace Cristo mirdn- ‘donos 4 nosotros. El quinto , lo que nosotros debemos hacer mirando 4 Cristo. Considera, pues, Jo primero, como el alma de Jestis absorta y transformada en Dios, contempla con admiracion aquella esencia infinita.é incomprensible’, en cu- ya presencia son nada las mas‘nobles y excelentes criaturas (Isai. xi, 13 y sig.); contempla, digo, con admiracion y asom- bro, aquella esencia infinita en un esta- do, en que sin perder nada de su gran- deza y de su gloria esencial, se humilla y-se sujeta 4 sufrir en la tierra los mas indignos ultrajes por el hombre, de quien no ha recibido sino infidelidades, inju- — 271 — rias y menosprecios: y come adora‘d aquella suprema Majestad, le tributa mil alabanzas, bendiciones y gracias, y se sa- crifica enteramente 4 su divino benepli- cito. Lo segundo, mira después: lo que hace Dios con el-alma de Jesucristo : conside- ra como quiere que este Hijo Gnico, que es el objeto de su amor, sufra por noso- tros y por nuestra salud las bofetadas, las contumelias, los azotes , las espinas y la cruz: considera la complacencia y sa~ tisfaccion con que Jo mira colmado de oprobios'y de dolores por tan alta y tan gloriosa causa. Lo tercero , represéntate el alma de Jesucristo, que conociendo en Dios con la altisima luz de su entendimiento esta complaeencia y satisfaccion , el amor inti- mo y ardiente con que la ama, ya por sus infinitas perfecciones, ya de los bienes infinitos que le-ha comunicado , le obli- ga 4 sujetarse enteramente con prontitud . y con alegria 4 su valuntad ( Philip. 1. ) — 272 — _ | Qué lengua podré ponderar el ardor ton . que desea las aflicciones y penas!’ Esta grande alma no se ocupa ‘sino-en bus- ~ car nuevos modos y caminos de pade- cer; y no hallando todos los que desea y busca, se entrega -libremente (Joan. x, 19), con su inocentisima carne al arbi- trio de los hombres mas crueles y de los demonios. Lo cuarto , mira después 4 tu amado Jesus , que volviéndose 4 ti con ojos Ile- nos de migeriegrdia, te dice dulcemente: Mira, hija, el estado d que me han redu- cido tus desordenadas inclinaciones y ape- titos: mira el exceso de mis dolores y pe- nas, y la alegria con que los sufro, sin otro fin que el de ensefarte la paciencia. Yo te exhorto y te pido por todas mis pe- nas, que abraces con gusto la cruz que te presento, y todas las demds que te vinie- ren de mi mano. Abandona tu honor 4 la calumnia, y tu cuerpo al furor y rabia de los perseguidores que yo eligiere para ejer- — citarte y probarte,. ya sean despreciables — 273 — y viles, ya inkumanos y formidables..; O si supieses, Inja, el placer y contento que me dard tu resignacion y tu paciensia ! ¢ Pero cémo puedes. ignorarlo, vienda es- _ tas llagas que yo no he recibido sino sola- . mente a fin de adquirirte con el precio de mi sangre las virtudes con que quiero ador- nar y enriquecer tu alma, que amo Yy es- timo mas que mi propia vida ? Si yo qui- se reducirme & tan triste y penoso estado por (wamor, ¢ por qué no querrds th su- frir un leve dolor por aliviar los mios, que son extremos ? ¢ Por qué no querras curar las Uagas que me ha ocasionado tw impaciencia, que es para mi un tormento mas sensible y dolaroso que todas las llagas de mi cuerpo? Lo quinto, piensa después bien quién esel que te habla.de esta suerte; y ve- ras que es el mismo-Rey de la gloria, Cristo Sefior nuestro, verdadero Dios y verdadero hombre. Considera la grarde- za de sus tormentos y de sus oprobios, que serian penas muy rigurosas para los — 9h — mas facinerosos delincuentes. Admirate de verle en niedio de tantas aflicciones, no solamente inmédvil y paciente, sino Ileno de alegria, como si el dia de su pasion . fuese para él un dia de triunfo ; y como el fuego, si se le echa poca agua se en- ciende mas, asi con los grandes trabajos y tormentos, que 4 su caridad superabun- dante le parecian pequefios, se le aumen- taba el deseo de padecerlos mayores.- - Pondera en tu interior, que todo es- to ha obrado y padecido, no por fuerza (Joan. x, 18), ni por interés, sino por pu- ro amor, como el mismo Sejior lo dijo, y 4 fin de que 4 su imitacion y ejemplo (1 Petr. 1, 21), te ejercites en ta vir- tud de la paciencia. Procura, pues, com- prender bien lo que pide y desea de ti, y la complacencia y gusto que darés con el ejercicio de esta virtud. Concibe’ des- pués deseos ardientes de llevar, no solo con paciencia, sino tambien con alegria, la cruz que te envia, y otras mas graves Y pesadas, 4 fin de imitar mas perfecta- — 275 — mente 4 Jesucristo crucificado ;-y de ha- certe mas agradable 4 sus ojos. Represéntate todos los dolores y todas las ignominias de su pasion, y admirdn- dote de la invariable constancia con que © la sufria, avergiiénzate de tu flaqueza : mira.tus penas en comparacion de las que padecia por ti como penas imaginarias, persuadiéndote 4 que tu paciencia no es ni aun sombra de la suya. Nada temas tanto como el no querer sufrir y padecer algo por tu Salvador ; y cualquiera pen- samiento que te viniere sobre este punto, deséchale luego como una sugestion del demonio. Considera 4 Jesucristo en la cruz como un libro espiritual (Galat. ur), que de- bes leer continuamente para aprender en él la préctica de las mas excelentes vir- tudes. Este es un libro, hija mia, que se puede justamente Hamar libro de vida (Beli, xxv, 32.—Apoc. m, 5), que 4 un mismo tiempo ilumina e! espiritu con los preceptos, y enciende la voluntad eon — 276 — los ejemplos. El mundo esta Heno de in- numerables libros; mas cuando se pu- . diesen leer todos, nunca se aprenderia tan perfectamente 4 aborrecer el vicio y 4 amar la virtud, como considerando un Dios crucificado. Pero advierte, hija mia, que los que se ocupan horas enteras en Horar la pa- sion de nuestro Redentor y en admirar su paciencia, y después cuando les suce- de alguna tribulacion 6 trabajo se mues- tran tan impacientes como si no hubie- sen pensado jamds en Ia cruz, son seme- jantes 4 los soldados poco experimenta- dos, que mientras estén en sus tiendas se prometen con arrogancia la victoria, y después 4 la primera vista del enemigo dejan las armas y se entregan ignominio- samente 4 la fuga. : {Qué cosa puede haber mas torpe y miserable que mirar como en claro es- pejo las virtudes del Sefior, amarlas y admirarlas , y después cuando se nos presenta la ocasion. de imitarlas , olvi- “— 277 — darnos de ellas totalmente , 6 .no esti- tmarlas? CAPITULO LI. Del Santisimo Sacramento de la Euca- _ ristia. » Hasta ahora , hija mia, he trabajado en proveerte , como has visto , de cua-’ tro armas espirituales, y ensefiarte el mo- . do de servirte de ellas para vencer 4 los enemigos de tu salud y de tu perfeccion. Ahora quiero mostrarte el uso de otra arma mas excelente , que es el Santisi- mo Sacramento de la Eucaristfa. Este augusto Sacramento., asi como excede en la dignidad y enla virtud 4 todos los demés Sacramentog, asi de todas las ar- mas espirituales es la mas terrible para los demonios. Las cuatro primeras reci- hen toda su fuerza y virtud de los méri- tos de Cristo y de le gracia que nos ha adquirido con el precio de su sangre; 1 T. L.—Xvir. 7 — 378 — pero esta ultima contiene al mismo Je- sucristo, su carne, su sangre, su alma y su divinidad. Con aquellas combatimos 4 nuestros enemigos con la virtud de Je- sucristo; con esta los combatimos con el. mismo Jesucristo , y el mismo Jesucristo los combate en nosotros y con nosotros; porque quien come la carne de Cristo y bebe su sangre, est4 con Cristo y Cristo con él (Joan vi, 87). - Mas como puede comerse esta carne y¥ beberse esta sangre en dos maneras: esto es , realmente una vez cada dia, y esptritualmente cada hora y cada mo- mento, que son dos modos de comulgar muy provechosos y santos, usards del se- gundo con la mayor frecuencia que pu- dieres , y. del primero todas las veces que tuvieres la permision. — 279 — CAPITULO LIV. — Del modo de recibir dl Santisimo Sacra- menta de la Eucaristia. Por diversos motivos y fines podemos - recibir este divino Sacramento; pero para recibirlo con fruto se deben observar al- gunas cosas, esto es, antes de la comu- nion , cuando estamos para comulgar, y después de haber comulgado. - Antes de la comunion (por cualquiera fin 6 motivo que se reciba), debemos siempre purificar el alma con el Sacra- mento de la Penitencia, si reconocemos en nosotros algun pecado mortal. Des- pués debemos ofrecermes de todo cora- zon y sin’alguna reserva 4 Jesucristo, y consagrarle toda el alma con sus poten- eias , ya que en eit Sacramento se da _ todo entero 4 nosotros este divino Re- dentpr , su sangre, su carne , su divini- dad, con el tesoro infinito de sus mere- . — 280 — cimientos ; y como lo que nosotros le ofrecemos es poco 6 nada, en compara- cion de lo que 4 nosotros nos da, debe- mos desear tener cuanto le han ofrecido todas las criaturas del cielo y de la tierra, para hacer de todo 4 su divina Majestad una oblacion agradable 4 sus ojos. Si quisieres recibir este Sacramentocon el fin de obtener alguna victoria contra tus enemigos, empezarés desde la noche del dia precedente , 6 cuanto antes pu- dieres, 4 considerar cudnto desea el Hi- jo de Dios entrar por este Sacramento en nuestro corazon , 4 fin de unirse con no- sotros, y de ayudarnos 4 vencer nuestros apetitos desordenados. Este deseo es tan ardiente en nuestro Salvador , que -no hay espiritu humano capaz de compren- derlo. Pero si quisieres formar algunaidea de este deseo , procura”imprimir bien en tu alma estas dos cosas: la primera , la com- placencia inefable que tiene la Sabiguria encarnada de estar con nosotros ; pues oo esto Hama sus mayores delicias (Prov. vir, 34): la segunda es el odio infinito “que tiene al pecado mortal , ‘asi por ser impedimento de la intima union que de- sea tener con ndsotros , como por ser di- rectamente opuesto 4 sus divinas per- fecciones ; porque siendo Dios sumo. bien, fuz pura y belleza infinita , no puede de- jar-de aborrecer infinitamente el pecado que no es otra cosa que malicia , tinie- blas , horror y corrupcion. Este odio del Sefior contra el pecado es tan ardiente , que 4 sola su destruc- cion se ordenaron todas las obras del vie- joy nuevo Testamento, y particularmen- te las de la sacratfsima pasion de su uni- génito Hijo. Los santos mas iluminados ‘aseguran, que conséntiria que su dnico Hijo yolviese 4 padecer , si fuese nece- sario, mil muertes por destruir en no- sotros las menores calpas. Después que con estas dos considera-. ciones hayas reconocido, bien que imper- fectamente , cudnto desea nuestro Salva- , = asa) dor: entrar en. nuestros corazones, 4 fin de exterminar enteramente de nosotros nuestros enemigos y los suyos , excitarés en ti fervientes deseos de recibirle por este mismo fin; y cobrando dnimo y es- fuerzo con la esperanza de la venida de tu divino Capitan , llamar4s muchas ve- ces'con generosa resolucion 4 la batalla - la pasion dominante que deseas vencer, _” ¥ harés cuantos actos pudieres de la vir- , tud contraria’ Esta, hija mia, hadeser_ tu principal ocupacion por la tarde y por la mafiana., antes de -la. sagrada comu- nion. : Cuando estuvieres ya para recibir el cuerpo de tu Redentor, te representarés por un breve instante las faltas-que hu- bieres cometido desde la dltima comu- nion; y-4 fin de concebir un vivo dolor de todas, te imaginarés que las has co- metido con tanta libertad , como si Dios no hubiese muerto en una cruz por- nues- - tra salud zy considerando que has’ pre ferido un pequefio placer, una ligera sa- — 283 — tisfaccion de tu propia voluntad 4 Ja obe- diencia que debes 4 Dios , y 4 su honor y gloria, te confundirds dentro de ti mis- ma , reconocerés tu ceguedad., y detes- tardés tu ingratitud ; pero viniendo des- pués 4 considerar , que aunque seamos muy ingratos, infieles y rebeldes , no obs- tante, este inmenso abismo de caridad quiere darse 4 nosotros , y nos convida 4 que.Jo recibamos, te acercarés 4 él con confianza , y-le abrirds tu:corazon pa- ra que entre en él, y lo posea como se- fior absoluto, cerrando después todas sus puertas para que no-se introduzca algun afecto impuro. E Después que hayas reeibido la comu- nion, te.recogerds luego dentro de ti mis- ma (Matth. v1, 6), y adotando con pro- funda humildad y reverencia al Sefior, le dirds : Bien veis , unico bien mio, con cudnta facilidad os ofendo: bien veis el im~ " perio que tiene sobre mi esta ciega pasion. y cudn flacas y débiles son mis fuerzas para resistirla y sujetarla. Vuestro es, Seftor, . — 284 — el prigcipal empeio de combatirla; y si bien . yo debo tener alguna parte en la pelea; no obstante de Vos solo espero la victoria. Volviéndote después al Padre eterno, le ofrecerés en accion de gracias, y para obtener alguna victoria de ti misma, el inestimable tesoro que.te, ha dado en‘ su mismo unigénito Hijo, que tienes dentro de ti, y tomards, en fin, la resolucion de -cambatir generosamente contra el ene- migo que te hiciera mas cruda guerra, esperando con fe la victoria; porque ha- ciendo de tu parte lo que pudieres , Dios no dejaré de socorrerte. CAPITULO LV. .€émo debemos prepararnos para la comu- nion, & fin de excitar en nosotros et amor de Dios. Si quieres , hija mia, que el Sacra- > mento dé la Eucaristia produzca en ti sentimientos y afectos de amor de Dios, —, 285 — acuérdate del intimo anior que Bios te ha tenido; y desde la tarde que prece-_ deré 4 tu comunion, considera atenta- mente que este Sefior , cuya majestad y poder no tienen limites ni medidas, no contenténdose de haberte criado 4 sua imagen y semejanza , y de haber enviado al mung ,su unigénito Hijo para que expiaséeysculpas con ‘los trabajos con- tinuogade treinta y tres afios, y con upa muerte no menos acerba que ignominiosa en una cruz, te lo ha dejado en este di- vino Sacramento para que sea tu sustento y tu refugio en todas tus necesidades. Considera ‘bien, hija, cuén grande, . cudn singular , y cudn perfecto es este amor en ‘todas sus circunstancias. . 1. Si miras y atiendes 4 su duracion,* hallards que es eterno, y que no ha te- nido principio , porque asi como Dios es eterno en su divinidad , asi es eterno el amor con que decreté en su altisima mente el darnos 4 su unico Hijo de un modo tan admirable. — 286 — Con esta .consideracion, lena de unm jabilo interior , le diras : ;Es posible que en aguel abismo de eternidad era mi pe- queitez tan estimada y tan amada de Divs, que se dignaba de pensar en mi antes de $odos los siglos, y deseaba con tan inefa- ble caridad darme por alimento la carne y la sangre de su tinico Hijo! 2. No hay amor en las criaturas, por vehemente que sea, que no. tenga su “término: solamente el amor con que Dios nos ama no tiene limites ni medida: queriendo , pues, aquel sumo bien satis- facer plenamente 4 este amor, nos en- vid desde el cielo 4su misme Unigénito, igual: 4 él.en todo, y de una misma sus- tancia y naturaleza, y asi tan grande es el amor como el don, y tan grande el don como el amor, siendoel uno y el otro, infinitos y sobre toda inteligencia criada. . 3. Si Dios nos ama con tanto exce- 80, :no es por fuerza 6 por necesidad., sino solamente por’su intrinseca bondad, - ys que naturalmente jo inclina 4 colmarnos de sus beneficios. ~ 2. Si atierdes al motivo de tan gran- de amor, no hallards otro que su infini- ta liberalidad; porque de nuestra parte no precedié ni pudo preceder mérito al- guno que moviese 4 este inmenso Sefior & ejecutar con nuestra vileza tan grande exceso de amor. 5. Si vuelves el pensamiento 4 la pureza de este amor , verés claramente que no tiene como los amores del mun- do alguna-mezcla de interés: Dios , hija mia , no necesita de nosotros ni de nues- tros bienes (Psalm. xv, 24) porque tie- ne dentro de si mismo, sin dependencia de nosotros, el principio de su felicidad y de su gloria. Si derrama sobre noso- tros sus bendiciones, fo hace Gnicamente por nuestra utilidad, y no por la suya. Ponderando en lo intimo de tu corazon estas cosas, diras interiormente: g Quién hubiera cretdo ; Seftor ; que un Dios infint- tamente grande como Vos, hubiese puesto — 288 — su amor en una criatura tan vil y tan despreciable como yo ? {Qué pretendeis Vos, 6 Rey dela gloria? ¢ Qué podeis esperar de mi, que no soy sino polvo y ceniza? Pero ya descubra bien, 6 Dios mio, & la luz de vuestra encendida caridad, que solo un motivo teneis, que mas claramente me ma- nifiesta.la pureza de vuestro amor. Vos no pretendeis otra cosa en daros y comunica- ros enteramente 4 mt en este Sacramento, _ sino transformarme.en Vos, d fin de que yo viva en Vos, y Vos vivais en mi, y de que con esta union intima, viniendo yo a ‘ser una misma cosa con Vos, se trueque _wn corazon todo terreno , como el mio, en un corazon toda espiritual como el vuestro. Después de esto entrards en sentimien- tos y afectos de admiracion y de alegria, de ver las sefiales y pruebas que el Hijo de Dios te da de su estimacion y de su ‘amor , y persuadiéndote 4 que no busca . ni pretende otra cosa que ganar tu cora- zon’y unirte consigo, desasiéndote de las criaturas y de ti misma, que eres del — 289 — . ; namere de las mas viles criaturas, te ofrecerés enteramente 4 su Majestad en holoeausto, 4 fin de que tu memoria, tu entendimierito, tu voluntad y tus senti- dos, no obren con. otro movimiento que con el de su amor, ni con otro fin que con el de agradarle. : Considerando después que sin sugracia nada es capaz de producir en nosotros: Jas disposiciones necesarias para recibirlo ' dignamente en la Eucaristia, le abrirés tu corazon, y procurards atgaerlo con jaculatorias breves , pero vivas y ardien- tes ; como son las que siguen: O manjar celestial! ;cudndo Uegard la hora en que yo me sacrifique toda 4. Vos, no con otro fue- go que con el de vuestro amor! ;Cudndo, 6 amor increado, 6 pan vivo, cudndo Ile- gard el tiempo en que yo viva unicamente en Vos, por Vos y para Vos! ; O mand del cielo, vida dichosa, vida eterna, cudndo vendrdé el dia venturoso, en que aborre- ciendo todas las viandas y manjares de la tierra, yo ne me alimente sino de Vos! ;O — 299 — sumo bien mio, unica alegria mia, cudndo Uegard este dichoso tiempo! Desasid, Dios mio, desde ahora, desasid este corazon de las criaturas; libradlo de laservidumbre de sus pasiones y de sus vicios ; adornadlo de euestras virtudes; extinguid en él cualquie- ra otro deseo que el deseo de amaros, ser- viros y agradaros. De este modo yo os abri- ré todo el corazon, os convidaré y aun usa- ré, si fuere necesario, de una dulce violencia para atraeros. Vos vendréis, en fin, entra- réis y os comunicaréis 4 mi, 6 unico tesoro mio, y obraréis en ‘mi alma los admirables efectos que deseais. En estos tiernos y afec- tuosos sentimientos , podrds , hija mia , ejercitarte por la tarde y por la mafiana para prepararte 44a comunion. Cuando se acerca el tiempo de comul- gar , considera bien 4 quién vas 4 reci- bir; y advierte , que es el Hijo de Dios, de majestad tan incomprensible , que en su presencia tiemblan los cielos ( Job xxv, 11) y todas las potestades : el Santo de los Santos, el espejo sin tacha — 291 — (Sapient. va, 26), la pureza increada en cuya comparacion son inmundas todas las criaturas (Job xv , 15— xxv), aquel Dios. humillado , que por salvar los hom- “bres, quiso hacerse semejante 4 un gu- sano de la tierra (Psalm. xx1, 7), ser _ despreciado, escarnecido, pisado, es- cupido y-crucificado por la ingratitud y detestable malicia de los hombres. Aquel inmenso y omnipotente Sefior, que es Arbitro de la yida y de la muer- te ( Eceli. x1, 14) , de todo el universo; Y por otra parte , que ta de tu propio caudal y fondo no eres sino -un puro na- da, que por tus pecados te has hecho in- ferior & las mas viles criaturas irraciona- Jes , y que en fin mereces ser esclava de fos mismos demonies. * Tmagina y piensa , que en retorno y re- cambio de los beneficios y obligaciones infinitas que debes 4 tu Salvador , lo has ultrajado cruelmente , hasta’ pisar con execrable vilipendio la sangre que der- ramé por ti, y fue el precio de tu reden~ = 992 — cion. Con todo esto su caridad siempre constante y siempre inmutable, te llama y te convida 4 su mesa (Jerem. xxx1), y alguna vez te amenaza con enfermedad mortal para obligarte 4 que vengas 4 ella (Luc. xtv). Este Padre misericordioso es- ta siempre pronto 4 recibirte ; y aunque 4 sus ojos comparezcas cubierta de lepra , coja, hidrépica, ciega , endemoniada, y lo que es peor, llena de vicios y de petados, no por esto te cierra la puerta ( Isai.rx, 11), ni te vuelve las espaldas. Todo lo que pide y desea de ti es: 1.° Que tengas un since- ro dolor de haberle tan indignamente ofen- dido. 2.° Que aborrezcas y detestes sghre todas las cosas, no solamente el peeado mortal sino tambien el venial. 3.° Que es- tés aparejada y dispuesta 4 hacer siempre su voluntad , y que en las.ocasiones que se ofreciere la ejecutes prontamente y con fervor. 4.° Que tengas después una firme confianza de que te perdonard todas tus culpas, te purificaré de todos tus defectos, y te defenderd de todos tus enemigos. — 293 — . Confortada con este amor inefable del Seiior, llegaras después & comulgarte con un temor santo y amoreso , diciendo:. Yo no soy digna, Senor, de recibiros, porque 0s he ofendido muy gravemente, y no he lorado como debo. vuestra ofensa, ni dado alguna satisfaccion 4 vuestra justicia. No soy digna, Senor, de recibiros, porque no soy totalmente purificada del afecto de las culpas veniales. No soy digna, Senor, de recibiros, porque aun no me he entregado de todo corazon 4 vuestra obediencia y voluntad. Pero ; 6 Dios mio, rinico bien y esperanza mia! ¢ A dénde iré yo, si me retire de Vos? 3 Léjos de Vos, en dénde hallaré yo la-vida? ; Ah, Seftor! No os olvideis de vuestra bondad , acordaos de vuestra palabra , hacedme digna de que ~os reciba dentro de mi pecho con fe y con amor. Con temblor me acerco & Vos; mas tambien con confianza; vuestra divinidad que toda entera se oculta en vuestro Sa- cramento , me llena-.de un miedo religioso ; pero al mismo tiempo vuestra infinita bon- 19 T. 1.—Xvin. — 294 — dad, que en este mismo misterio derrama con una especie de profusion todos sus te- Joros , me anima con una confianza filial. Después que hubieses comulgado, en- trarés luego en un profundo recogimien- to, y cerrando la puerta de tu corazon ( Hatth. vt), no pienses sino en tratar y conversar con tu Salvador , diciéndole estas, 6 semejantes palabras: O sobe- rano Senor del cielo, gquién ha podido obligaros G descender desde vuestro tro- no @ wna criatura pobre, miserable, ciega y desnuda como yo ? El Seiior te respon- deré luego: El amor. Ta le replicarés: 10 amor increado! gqué pretendeis y de- seais de mi? Ninguna otra cosa, te res- ponder, sino te amor. Yo no quiero, hija mia, en tu corazon otro fuego que el-de la caridad: este fuego victorioso de los ar-- dores impuros de tus pasiones abrazard 4 tu voluntad ( Deut. iv), y me hard de ella una victima de agradable amor: esto es lo que deseo y he deseado siempre de ti. Yo quiero ser todo tuyo, y que tii seas to- — 295 — 5 da mia ; porque esto no podré ser mien- tras que, no haciendo de ti aquella resig- nacion en mi voluntad ; que tanto me agra- da y me deleita , estuvieres pegada al amor de ti misma, é tu propio parecer , al de- seo de la libertad y de la vanagloria del mundo. - — - Nada , pues, hija mia, pretendo y quie- ro de tt, sino que te aborrezcas d ti musma, fin de que puedas amarme ; que me des tu corazon (Prov. xxmt), para gue yo pueda unirlo con ol mio ; que fue abierte para ti.en ta cruz (Joan. xix, 34). Bien ves, hija mia, que yo soy de infi- nito precio (1 Cor. ¥1); ¥ no. obstante es tanta mi bondad que solo quiero apreciar- me en lo mismo que vales: cémprame, pues, querida hija mia : cémprame, pues, no te cuesta mas que el. darte enteramente & mi. Yo quiero que é mi solo me busques, en mi solo pienses , 4 mi solo me escuches, me mires y me atiendas d fin de que yo sea el tinico objeto de tus pensamientos, de tus deseos; que no obres sino solamente — 296 — en im, y para mi;..que tu nada llegue & sugnergirse enteramente en mi grandeza in- fnita., para que de esta suerte ti halles on mi toda. tu felicidad y contento, y yo halle en ti complaceneia y descanso. Finalmente, ofrecerés al eterno Padre su unigénito amado, primero en accion de gracias, después por tus propias ne- cesidades, por las de toda la santa Igle- sia y de todos tus parientes , y de aquellas personas 4 quienes tienes alguna obliga- cion, y por las. almas del purgatorio , uniendo este ofrecimiento con el que el mismo Salvador hizo de si mismo.en el rbol de la cruz (Lue. xxut, 46), cuan- do cubierto de llagas y de sangre se ofre-- cid en holocausto 4 su Padre por la re- dencion del mundo:-y-asimismo le podrés ofrecer todos les sacrificios que en aquel dia se ofrecieren 4 Dips en Ja Santa Igle- sia Romana, — 297 — CAPITULO L¥I. © De la Comunion espiritual. Aunque no se puede recibir. el Sefior sacramentalmente sino una sola vez al dia, no obstante se puede recibir espi- ritualmente como dije arriba, cada hora y cada momento. Este es un bien, hija mia., de que solamente puede privarnos “ nuestra negtigencia 6 culpa; y para que ‘comprendas la excelencia y fruto de esta comunion espiritual, sabe que algunas veces seré mas Util al-alma y mas agra- dable ‘4 Dios, que muchas comuniones ‘sacramentales , si se reciben con tibieza y sin la debida preparacion. Siempre que ta; hija mia, estuvieres dispuesta para esta especie de comunion, el hijo de Dios estaré pronto 4 darse y comunicarse 4 ti para ser tu alimento. - Cuando quisieres prepararte & recibir- Jo de este modo , levanta tu espiritu al — 268 — Sefior, y después que hayas hecho algu- na reflexion sobre tus pecados, le mani- festarés un verdadero y sincero dolor de tu ofensa. Después le pedirés con pro- fundo respeto, y con viva fe, que se dig- ne de venir’ 4 {tu alma, y que derrame en ella nuevas bendiciones y gracias , para eurarla de sus flaquezas, y fortalecerla ~ contra la violencia de sus enemigos. Asimismo, siempre que quisieres mor- tificar alguna de tus. pasiones, 6 hacer algun acto de virtud,.te serviras de esta ocasion para preparar tu corazon al Hi~ jo de Dios , que te lo pide continuamen- te; y volviéndote después 4 él, pidele-con fervor que se digne de venjr 4 ti, como médico , para curarte , y como protector, para defenderte , 4 fin de que ninguna co- sa le. estorbe 6 le impida el poseer tu co- razon. Acuérdate tambien de tu ultima co- munion sacramental ; y encendida toda en el amor de.tu Salvador, le dirés; ¢ Cudndo Dios y Seftor mio, volveré é recibiros den- — 209 — tro de wi pecho? ¢ Cudnde Ilegard este di- choso dia? Pero si quieres disponerte en mejor y mas debida forma para esta co- munion espiritual , dirigirés desde la tar- de antecedente todas las mortificaciones, todos los actos de virtud ; ¥.demés bue- nas obras que hicieres, al fin de recibir espiritualmente 4 tu Seiior. Considerando cudén grande es el bien y felicidad del alma-que comulga digna- mente , pues por este medio recobra las virtudes que ha perdido, vuelve 4su an- tigua y primera hermosura , participa de los preciosos frutos y méritos de la cruz, y -hace, en fin, una accion muy agradable al eterno Padre , el cual desea que todos gocen.de este divino sacramento. Procu- ra excitar en tu.corazon un deseo ardien- te de recibirlo, por contentar y agradar 4 quien con tanto amor desea comuni- carse 4 ti; y enesta disposicion le dirés: Sefiar , ya que no me es permitido reci- . biros hoy. sacramentalmente , -haced 4 lo menos por vuestra infinita bondad , que purificada de todas mis imperfeceiones , ¥ curada de todas mis dolencias y enforme- dades, yo merezea recibiros espiritualmente cadadiay cada horadel dia, é fin de que ha- — Udndome fortificada con nueva gracia, re- sistq.animoscmente & mis enemigos, y prin- eipalmente al que ahora-por agradaros ¥ contentaros hago particularmentelaguerra. CAPITULO LVI. Del modo de agradar 4 Dios. Siendo de Dios todo-el bien que prosee- mos.( Epist. Cath. Jacob. 1,17) y obra- mos , es muy.justeque le rindamos con- tinuas acciones de gracias por todas las buenas obras que hacemos , por todastas victorias que alcanzamos de nosotros mis- mos, y por todos los beneficios comunes y particulares que recibimos de su mano. Para que podames satisfacer propia y ” debidamente & esta obligacion., hemos de eensiderar el fin- que mueye al Seior 4 — 301 — . derramar con tanta liberalidad sobre no- sotros sus bendiciones y gracias; porque este conocimiento nos ensefiaraé el modo en que quiere. que le mostremos nuestra gratitud y reconocimiento. Como sw fin principal en los favores-y misericordias que nos reparte , es exaltar su gloria y atraernos 4 su servicio , hards desde lue- go esta reflexion dentro de ti misma: 10 con cudnto poder , sabiduria y bon- dad se ha diynado Dios de hacerme este beneficio! Después considerando que en ti no hay verdaderamente alguna cosa que merez- ca semejante gracia, sino antes bien mu- chas ingratitudes y culpas que te hacen indigna , dirs al Sefior con profundisima humildad: ; Es posible, Seftor , que con tanta bondad y misericordia os dignois de poner tos ojos en la mas vil y abomina- ble de todas vuestras criaturas , y colmar- la de vusstros favores y benefieios? Sea vuestro nombre bendito y alabado por | to- dos los siglos de los siglos. aoa Finalmente , viendo que en-retorno de tantos beneficios no te pide otra cosa sino que. ames y sirvas 4 tu bienheohor , con- cebirdés grandes sentimientos de amor per un ‘Dios tan bueno, y deseos fervientes de hacer en-todas las cosas su divina vo- luntad ; 4 cuyo fin afiadirés un sincero ofrecimiento-¢e ti misma en el modo que verés en el capitulo siguiente.- CAPITULO .LVIIL. - Del ofmecimionte. Para que este efrecimiento sea muy agradable 4 Dios ,- se han de observar-dos circunstancias : la primera es, que haya de unirse y acompafiarse cor los ofteci- mientos que hizo Jesucristo 4 su eterne Padre em el curso de su vida pasible y mortal : ta + que nuestro corazon * esté desasido enteramente del amor de las. _ Griaturas, “of En drden 4 la primera has de saber que : — 38 — mientras vivia el Sefior en. este valle de lagrimas, ofrecia 4 su Padre celestial no . solamente su persona y sus acciones par- tigulares , sino tambien todes los hombres y todas sus obras. Conviene, pues, hija mia, que juntemos nuestros ofrecimien- tos con los suyos para que con esta union los suyos santifiquen 4 los nuestros. En cuanto 4 la segunda, importa mu- -cho examinar bien antes de hacer este sa- crificio de nosotres mismos , si_nuestro corazon tiene alguna adhesion 6 apego 4 las criaturas ; y si reconocgiéremos que no esté libre y exento de toda aficion impura-y terrena, debemos recurrir al Se- fior y pedirle que rompa nuestros lazos, a fin de que no haya cosa alguna en.no- sotros que nos impida el ser enteramente suyos. Este punto, hija mia, es muy importante , porque ofrecernes 4 Dios, estando asidos 4 las criaturas , es hurlar- nos'en alguna manera de Dios; pues como entences no somos sefiores de nosotros mismos , sino esclayos de aquellas cria- — 304 — turas a quienes hemos entregado nuestro - corazon , venimos 4 ofrecer 4 Dios una cosa que no es verdaderamente nuestra, sino ajena: de donde nace que aunque muchas veces nos ofrecemos 4 Dios , co- me siempre nos ofrecemos de esta ma- nera, no solamente no crecemos en las virtudes ; sino antes bier caemos en nue- vas imperfecciones y peeados. - Bien pedemos algunas ‘veces ofrecer- _ nos 4 Dios , aunque tengamos atgun ape- go & las cosas-del mundo ; pero esto ha de ser solamente 4 fin de que su bonded infinita nos inspire la aversion. y disgusto de las criaturas , y podamos después sin algun estorbo entregarnos 4 su servicio. Importa macho tepetir este ofrectmiento con frecuencia y ferver. Sean , pues, hija mia, puros todos nuestros.ofrecimientos : no tenga en ellos - alguna parte nuestra propia voluntad: no atendamos ni & los bienes de la tierra, ni 4 4os del cielo: miremos solamente 4 la voluntad de Bios : adoremos 4 su pro- — 395 — videneia , y sujetémonos ciegamente a sus _ érdenes y disposiciones : sacrifiquémoale - todas nuestras inclinaciones , y olvidén- donos de todas las cosas criadas , digé- mosle: Veis aqui, Dios y Criador mio, que -yo os ofrexce y consagro todo lo que. tengo : yo sujete y rindo enseramente mi voluntad 4 la, puestra , haced de mé lo que fuere-de vuestro diwino agrado , usi en la vida.camp en la muerte ; ast en el tiem- po como en la eternidad. . Si estos afectos y sentimientos fueren sinceros y verdaderos , y te nacieren del corazon, lo cual conocerés facilmente, sucediéndote cosas contrarias y adversas, adquirirés-en breve tiempo grandes me-~ recisitientos, que son tesoros infinitamen- te mas preciosos que todas las riquezas de la tierrra : serds toda de Dios ,.y Dios seré todo tuyo , porque Dios se da siem- pre 4 los que se renuncian a si.mismes, y 4 todas las criaturas por su amor. Esto, hija mia, es sin duda un poderoso medio “para vencer todos tus enemigos ; porque — 906 si con este sacrifieio yoluntario ‘Hegas A ‘unirte dé-tal suerte con Bios , que seas - toda de Dios , y Dios reciprocamente ‘sea todo tuyo; ¢ qué enemigo hobra que-sea capaz de ofenderte ? Pero descendiendo & mas distinta y particular especificacion de-este punto, siempre que quisieres ofrecer 4 ta Dios alguna obra tuya , como ayunes , oracio- nes, actos de paciencia-, ¥ otras acciones meritorias , conviene que desde lnego te acuerdes de les ayunos , oraciones y ac- cionés santes de Jesucristo , y poniendo toda tu confianza en el valor y mérito de elias , presentes ast fas tuyas al Padre eterno. Pero si quieres ofrecerle los tor- mentos y penas que sufrié nuestro Re- dentor en satisfaccion de nuestros peca— dos ; podrés hacerlo de este modo 6 de otro semejante. Represéntate en general 6 en particn- lar , los desérdenes de: tu vida pasada; y halléndote convencida que-por ti misma no peedes aplacar Inira de Dios , ni sa- —~ 307 — tisfacer su justicia, recurre 4-la vida y pasion. de ty Salvador: acuérdate que cuando oraba, ayunaba, trabajaba y ver- tia su sangre , todas estas aceiones y pe- nas ofrecia 4 su eterno Padre, 4 fin de ob- tenernos una - reste recongikacion con su Majestad di : Vos veis, le decia, Padre mio celestial y eterno, que confor- méandome cun vuestra voluntad, satisfagileu- perabundantemente (Ps. cxxix) i vees- ” tra justicia per los pecados y deudas. de N. Sea, pues, de vuestro divino agrado el _ perdonarle y recibirle en el mimero de vwes- tros escogidos. Conviene, hija mia, que entonces jun- tes tus ruegos con los de Jesucristo, y pidas al Padre eterno que use contigo de misericordia por los méritos de la pasion de su santisimo Hijo. Esto podras prac- ticar siempre que meditares sobre la vida 6 muerte de nuestro Redentor , no sola- mente cuando pasares de un misterio 4 otro , 3ino tambien de un ‘acto de cual- quier misterio 4 otro, y de este modo — 308 — de ofrecimiento te podras servir , ya rue- gues por ti, 6 ya ruegues por otros. CAPITULO LIX. De la devocion sensible, y de la’ sequedad del espiritu. ~ La devocion sensible procede 6 de la naturaleza, 6 del demonio, 6 de-la gra- cia. De los efectos que obrare 6 produje- . Teen ti, podrés, hija mia, conocer fa- citmente su origen; porque si-no produce la enmienda y reformacion’ de tu vida, puedes justamente temer que proceda del demonic 6 de Ja naturaleza, principal- mente si te inclinas y te aficionas con ex- ceso al gusto y dulzura que te causa, y vienes 4 concebir mejor opinion de ti misma. : Sietpre , pues , que sintieres Heno tu corazon de consolaciones y gustos espi- rituales , no pierdas el tiempo en exami- nar la causa de donde proceden ; procu- — 309 — ra solamente tener tu nada delante de los ojos, conservando siempre un grande abor- recimiento. de ti misma y desnuddndote de toda inclinacion 6 afecto particular & cualquiera objeto criado , aunque sea es- piritual ,.no busques sino solamente 4 Dios , ni desees sino solamente agradarle; porque de este modo, aunque Ja dulzura 6 gusto que sientes proceda de un mal principio , mudaré de naturaleza , y em- pezar4 4 ser un efecto de la gracia. La sequedad del espiritu puede igual- mente proceder de las mismastres causas. 1." Del demonio que suele servirse de este medio para resfriarnos en el servicio- de Dios, divertirnos del camino de la vir- tud , y aficionarnos 4 los vanos placeres del mundo. 2." De la naturaleza corrompida que nos precipita en muchas imperfecciones y laltas, nos hace tibios y negligentes , y . nos inclina poderosamente al amor de los bienes de la tierra. 3."__ De la gracia por diversos fines, 6 20 T. L—Xvm. — 310 — para avisarnos.que seamos mas. diligen~ tes en apartar de nosotros cualquier afec- to, propension y ocupacion que no sea el mismo Dios, y que no le tenga por fin: 6 para que conozcamos por experiencia que todo nuestro bien procede ( Epist. Cath. Jacob. 1v ) de su infinita bondad, 6 para que en adelante hagamos mas es- timacion de sus dones , y seamos mas humildes y cautos en-conservarlos , 6 pa- Tra que procuremos unirnos mas estrecha- mente con su divina Majestad , con una total abnegacion de nosotros mismos , y de los gustos y dulzuras espirituales 4 que aficionada nuestra voluntad-, que divide al corazon, que el Sefior quiere todo para si( Prob. xxn1 ):.y finalmente, porque su divina Majestad se complace por nuestro bien , y por nuestra propia utilidad , en que combatamos con tedas nuestras fuer- zas , valiéndonos del auxilio.de su gracia. Siempre , pues , hija mia, que sintie- res alguna sequedad en tu espiritu , en- tra dentro de ti misma ,.registra con los — 311 — ojos de la consideracion toda tu concien< cia, y mira que defecto hay en ella que te haya privado de la devocion sensible, y precura corregirlo.y enmendarlo luego, no por recobrar el gusto sensible de la gracia,, sino por desterrar de tu corazon todo lo que ofende y desagrada 4 Dios. Pero si después de un exacto y dili- gente exdmen de tu conciencia , no ha- Hares en ti defecto alguno, no pienses mas en la devocion sensible , procura so- lamente adquirir la yerdadera devocion, ja cual consiste en resignarse enteramen- te en la voluntad de Dios. No dejes ja- minds tus ejercicios espirituales , sino an- tes bien contindalos con constancia, por infructuosos que te parezcan , bebiendo con gusto el céliz de amargura que te ofrece tu Padre celestial. Y si sobre la sequedad interior que padeces , y te hace como insensible 4 las cosas de Dios , sientes tambien tu espi- ritu embarazado y leno de tan obscuras tinieblas , que no sepas 4 que determi — 312 — narte , ni qué partido 6 consejo abrazar en esta confusion , no por esto , hija mia te desalientes , antes bien procura estar siempre unida con la cruz que‘el Sefior te envia, despreciando todos los alivios humanos , y todos los vanos consuelos que pueden darte el mundo y las criatu- Tas. No descubras tu pena sino: solamente 4 tu padre espiritual, 4 quien deberés manifestarla , no por hallar alivio 6 con- suelo sino instruccion: y luz para saber sufrirla con una entera y perfecta resig- nacion en la divina voluntad. : No frecuentes las comuniones , ni em- plees las oraciones y otros ejereicios es- pirituales , 4 fin de que el Sefior te libre de la cruz, sino solo 4 fin de que te de fuerza y vigor para estar y permanecer en ella: & su ejemplo , y 4 su mayor ho- ‘nor y gloria hasta 1a muerte. Si la obscuridad y turbacion de tu es- piritu no te permitieren orar y-meditar como solias , ora y medita siempre en ls — 313 — “ mejor forma y modo. que pudieres; y si no pudieres obrar con el entendimiento, suple este defecto con los afectos de la vo- luntad y. con las palabras: hablando con- tigo misma y con tu Sefior, sentirés en .ti maravillosos efectos de esta santa préc- tiea , y tu corazon cobraré grande vigor - y aliento , para no desmayar en las tri- bulaciones. Dirés, pues , en estos casos, hablando contigo misma : 4 Quare tristis es , anima mea, et quare conturbas me? (Psalm. x11, 5) 10 alma mia, gpor qué. estés ti tan tris- te, y por qué me causas tanta inguietud y pena? Spera in Deo : quoniam adhuc con- ftebor ili salutare vultus mei, et Deus mous: Espera en Dios; porque yo confe- saré aun sus olabanzas, pwes es mi Sal- vador y mi Dios. Ut quid Domine reges- sisti Jonge ; despicis in opportunitatibus, in wribulatione? (Psalm. rx, 22). Non me derelinguas usquequaque ( Psalm. cxvim). ¢De dénde nace , Seftor , que Vos 08 ha- yais alejado de mi? g Por qué me menos- — 314 — preciais, cuando necesito mas de vuestra asistencia? No me desamparéis de todo mto. ¥ acordéndote de los sdlidos senti- mientos: que Dios inspiré 4 su amada Sa- ra, mujer de’ Tobias , en el tiempo de sus tribulaciones, dir4s como ella con vi- va y alentada voz: Hoc autem pro certo habet omnis , qui te colit , quod vita ejus, si in probatione fuerit ; coronabitur: st autem in tribulatione fuerit , liberabitur: et si in correptione fuerit, ad misericor- diam tuam venire licebit. Non enim delec- taris in perditionibus nostris: quia post tempestatem tranquillum facis , et post la- crymationem, et fletum; escultationem in- fundis. Sit nomen tuum Deus Israel bene- dictum in secula (Tobie xut, 3). Dios mio, todos los que os sirven, saben, que si son probados en esta vida con las aflicciones, serdn coronados : que si gimen con el peso de sis penas, seran algun dia libres y exen- tos de toda tribulacion : si vos los casti- gais con Justicia , podran recurrir @ vues- — 315 — tra misericordia; porque Vos no gustats de vernos perecer. Vos hacgis que suceda la calma 4 la tempestad , y la alegria al Uanto. ; O Dios de Israel! sea vuestro nom- bre bendito y alabado en todos.los siglos. Represéntate tambien 4 tu divino Sal- vador , que en el jardin y en el Calvario se vid desamparado de su eterno Padre en la parte inferior y sensitiva ; y llevan- do la cruz con él, dirés de todo corazon’ ( Math. xxv, 42): Fiat voluntas tua: Hagase vuestra goluntad , y no la mia. De este modo, hija mia, juntando el ejer- cicio de la paciencia con el de la oracion adquirirés infaliblemente la verdadera de- yocion , por el sacrificio voluntario que harés de ti misma 4 Dios ; porque como ya he dicho , la verdadera devocion con- siste Gnicamente en una voluntad pronta y determinada 4 seguir. 4 Jesucristo con la cruz, por donde quiera que nos lla- mare ; en amar 4 Dios porque merece ser amado ; y en dejar, si fuere necesario, & Dios por Dios. — 316 — &i guuchas personas que se dan 4 la ‘vida espirituat y devota , especialmente las mujeres, midiesem por esta devocion _ y ho por la sensible su aprovechamien- to , no serian engafiadas. de si mismas , ni del demonio ; ni murmurarian con im- piedad , como suelen contra-Digs , que- jéndose con detestable ingratitud de la gracia y singular favor que las hace de probar su paciencia ; antes se aplicarian 4 servirle con mayor fervor y fidelidad, sabiendo que su providgncia misericor- diosa ordena 6 permite todas las cosas para su gloria y para nuestro bien. Es tambien muy petigrosa la ilusion que padecen algunas mujeres, las cuales si bien aborrecen verdaderamente el pe- cado , y ponen todo el cuidado y diligen- cia posible en evitar las ocasiones , no obstante, siel espiritu.inmundo las mo- lesta con pensamientos deshonestos y abo- minables , y con visiones torpes y horri- " bles , se afligen , se turban y pierden ef 4nimo, porque creen que Dios las ha des- - — 7 — amparado enteramente ; no pudieado par- suadirse 4 que el Espiritu Santo quiera habitar en une alma llena de pensamien- tos tan imparos; y asi preocupadas de estas falsds ideas se abandonan de tal suerte 4 la tristeza y 4 la desesperacion, que csi vencidas de la tentaoion , pien- san en dejar sus ejereicios espirituales y en volverse & Egipto ( Mim. x1v, 4). Este error nace comunmente de no comprender semejantes almas el fayor in- signe que Dies las hace en permitir que sean tentadas, pues las reduce por este medio al conocimiento de si mismas, y las obliga y fuerza 4 recurrir como nece- sitadas de socorro 4-su bondad infinita , en que se desoubre claramente su anor- -me ingratitud ; pues se lamentan y due- len de lo mismo que-deberia dejarlas re- conoeidas y obligadas 4 su divina mise- ricordia. ' Lo que en semejantes casos debemos hacer, hija mia, es considerar bien las inclinaciones perversas de nuestra natu- : — 318 — raifia corrompida; porque Dios, que conoce lo que nos es mas util y saluda- ble quiére que comprendamos bien nues- tra infeliz facilidad y propension al peca- do , y que sin su asistencia y socorro nos precipitariamos en la mas funesta y formi- dable de todas las desgracias. Después de- bemos excitarnos 4 la confianza en su di- vina misericordia , persuadiéndonos fir- memente 4 que pues nos hace ver el peli- gro, desea y pretende.atraernos y unirnos mas estrechamente 4 si cen la oracion: de lo cual le darémos las mas rendidas y humildes gracias. Pero volviendo 4 los pensamientos tor- pes y deshonestos , has de advertir , hija mia, y tener por regla segura, que se disipan mejor con un humilde sufrimien- to de la pena y mortificacion que nos causan, y con la aplicacion de nuestro a@piritu 4 algun otro objeto, que con una resistencia inquieta y forzada. — 319 — CAPITULO LX. Del exdmen de la conciencia. Tres cosas debes considerar , hija mia, en el exémen de tu conciencia : la pri- mera , las faltas que hubieres cometido en el dia: la segunda las ocasiones de que se originaron: la tercera , la disposicion en que te hallas de comenzar de veras 4 corregir tus vicios y adquirir las virtudes contrarias. En cuanto 4 las faltas cometidas, ob- servarés lo que dejo advertido en el capi- tulo xxvr, que contiene todo lo que de- bemos hacer cuando hubiéremos caido en algun pecado. Por lo que mira 4 las ocasiones de tus caidas, procurards evi- tarlas con todo el cuidado y vigilancia posible. En fin , para enmendar y corregir tus defectos y adquirir las virtudes que te fal- tan, fortificarés tu voluntad con la des- — 320 — confianza de ti misma, con la oracion y con frecuentes deseos de destruir tus vi- ciosas inclinaciones y de adquirir hébitos buenos. Si te pareciere que has eonseguido al- . gunas victorias contra ti misma, 6 que has ejecutado-algunas buenas obras, guér- date de pensar mucho en ellas si no quie- res perder el mérito y el fruto, y que se introduzca insensiblemente en tu corazon -algun sentimiento geulto de presuncion y de vanagloria. Procura en estos casos poner todas tus obras, tales cuales fue- ren, en las manos de la misericordia di- vina , y no pienses sino solamente en sa- tisfacer y cumplir con mayor fervor que nunca todas tus obligaciones. No te elvides do rendir & Dios humil- des acciones de gracias por todos los s0- corros que en esté dia has recibido de su fivina mano. Recondcelo por anico autor de todos los bienes (Epist. Cath. Jacob.1), y alaba y magnifica particularmente su . miséricordia , porque te ha librado de — 341 — tantos enemigos , ya visibles y manifies- tos-, ya invistbles y ocultes; porqte te ha inspirado buenos pensamientos , te ha dado ocasiones de ejercitar las virtudes y héchote en fin otros muchos beneficios que no conoees. CAPITULO LXI. Cémo en este, combate espiritual debemos perseverar hasta la muerte. Entre las cosas que son necesarias en este combate, la mas principal es la per- severancia , que es la virtad con que de- bemos Splicarnos sin intermision ni des- canso 4 mortificar nuestras pasiones, que nunca Ilegan-4 morir mientras vivimos, antes bien brotan y crecen siempre en nuestro corazon , como un campo férti} de malas yerbas. - Es locura el pensar que podemos dejar de combatjr mientras vivimos , porque esta guérra no se acaba sino‘con la vida; i == 9900" y cualquiera que rehusare la pelea , per- der& infaliblemente la libertad 6 la vida. Tenemos que luchar con enemigos irre- conciliables , de los ouales no podemos esperar jamés paz ni treguas; porque es implacable y continuo el odio que nos tienen , y nunca es mayor el peligro de nuestra ruina que cuando nos fiamos de su amistad. Pero si bien son muchos y formidables los enemigos que de todas partes nos cer- can, no obstante, hija mia, no te es- pantes ni de su ntimero, ni de sus fuer- zas; porque en esta batalla solamente puede quedar vencido quien quisiere ser- lo; y toda la fuerza y poder de ruestros enemigos esté en las manos del Capitan por cuyo honor y gloria hemos de com- batir , el cual no solamente no permiti- r4 que te ofendan ni que seas tentada so- bre tus fuerzas (1 Cor. x, 13), mas to- marélas armas en tu favor y defensa; y como mas poderoso que todos tus contra- tios , te dar& infaliblemente la victoria, — 323 — como combatiendo ta en su compaiiia vi- gorosamente no pongas la confianza en tus propias fuerzas , sino en su poder y bondad. : Mas si el Sefior tardare en socorrerte. y te dejare en el peligro, no por eso pier- das el dnimo ni la confianza; cree firme- mente que su divina Majestad dispondré las cosas de suerte , que todo lo que pa- rece que impide le victoria, se convierta en beneficios y ventaja tuya. Sigue, pues, hija mia, constante y ge- nerosamente 4 este celestial y divino Ca- pitan que por ti se expuso 4 la muerte, y muriendo vencié el mundo. Combate animosamente debajo de sus insignias, no dejes las armas hasta tanto que hayas destruido 4 todos tus enemigos ; portwue si dejares vivo uno solo, si te descuida- res de corregir una sola de tus pasiones 6 vicios, esta pasion 6 vicio seré como una paja en el ojo, 6 como una flecha en el corazon , que inhabilitandote para la pelea retardaré tu triunfo. — 32 — " CAPITULO LXIL. Del modo de prevenirnos contra los ene- migos que nos dsaltan 4 la hora de la muerte. Aunque toda nuestra vida no es sino una continua guerra (Job. vat, 1 ) en este mundo, es cierto no ebstante que la princi- pal y mas peligrosa batalla ser4 la altima, porque de ella depende nuestra vida 6 nuestra muerte eterna (Eccli., x1). Para no peligrar , pues, egtonces con dafio irreparable, procura ejercitarte en este combate ahora que Dios te concede el tiempo y las ocasiones ; porque solo quien combate valerosamente en la vida, puede esperar ser victorioso en la muerte, por la costambre que ha adquirido de ven- cer 4 sus mas formidables enemigos. Ade- més, piensa frecaentemente y con atenta consideracion en’ la muerte, porque de esta suerte cuando estuviere vecina, te — 325 — causaré menos espanto, y tu espiritu - estar4 mas sereno, libre y pronto para la batalla (Eccles. 1). Los hombres entregados 4 los placeres del mundo, huyen de esta consideracion por no interrumpir el gusto que perci- ben de las cosas terrenas, porque como estén asidos voluntariamente 4 ellas, les servirian de grande afliccion considerar Jas habian de dejar algun dia; y asi no se disminuye en ellos el afecto desorde- nado, antes va siempre en aumento y cobra nuevas fuerzas: de donde proviene que les causa grande afliccion dejar esta vida y los deleites mundanos, siendo ma- yor la pena en aquellos que los gozaron mas tiempo. Mas para prepararte mejor 4 este ter- rible paso del tiempo 4 la eternidad , ima- ginate: alguna vez que te hallas sola sin algun socorro entre las angustias y con- gojas de la muerte; considera atentamen- te las cosas de que hablaré en los cap- tulos siguientes, que son las que enton- 21 T. LXV — 396 — ces podrén causarte mayor afliccion y pena, y-no te olvides dedos remedios que te propongo, 4 fin de que puedas servirte de ellos en esta‘ltima extremidad ; por- que conviene que aprendas 4 hacer bien lo que no has de hacer sino una'sola vez, si no quieres cometer una falta irrepa- rable que causaré. tu infelicidad eterna. CAPITULO LXill. De cuatro géneros de tentaciones con que -nos asalta el demonio 4 la hora de la muerte; y primeramente de la tentacion contra la fe, y del modo de resistirla. Con cuatro tentaciones peligrosas sue- len principalmente asaltarnos nuestros enemigos en 1a hora de la muerte. 1. Con. dudas sobre las cosas de-la fe. TI. Con pensamientos de desesperacion. 1H. Con pensamientos de vanagloria. IV. Con diversos géneros de ilusiones de que estos espiritus de las tinieblas — 327 — transforméndose en angeles de luz se sir- ven para engafiarnos. Por lo que. mira 4 la primera tenta- cion, si el enemigo te propone algun ra- zonamiento falso 6 argumento sofistico, gudrdate de disputar con él. Conténtate solamente con decirle con una santa in- dignacion: Vete, malignoespiritu, padre de la mentira , que no te quiero escuchar ; 4 mi me basta el creer cuanto cree la santa Iglesia Catélica Romana. No te detengas jamds en los pensa- mientos que te vengan sobre la fe; y aunque te parezcan favorables y verdade- ros, arrdjalos de ti como sugestiones dal demonio , que pur este medio pretende embarazarte y confundirte empefidndote insensiblemente en la disputa. Pero si tuvieres tan ocupado tu espiritu de estos pensamientos que no puedas repelerlos, procura mantenerte invariable y firme en creer lo que cree la santa Iglesia Catdli- ca Romana, y no escuches ni las razo- nes ni las autoridades mismas de la Es- — 328 — critara que te alegaré el enemigo; por- que aunque te parezcan claras y eviden- tes , serén no obstante truncadas 6 mal citadas , 6 mal interpretadas. Si el maligno espiritu ( Apoc. xu), te preguntare : Qué es lo que cree la Igle- sia Romana? No le dés alguna respuesta ; mas persuadiéndote 4 que su intento no es otro que sorprenderte y seducirte so- bre alguna palabra ambigua , forma sola- mente en general un acto interior de fe; y si quieres quebrantar su orgullo y au- mentar su despecho , respdndele : que la santa Iglesia Romana cree la verdad; y si replicare: ;cudl es esta verdad? No le respondas otra cosa, sino que es lo que la Iglesia cree. . Sobre todo, hija mia, procura tener unido tu corazon con la cruz, y di 4 tu divino Redentor: O Criador y Salvador mio, socorredme presto, y no os aparteis de mi para que yo no me aparte de la verdad que Vos me habeis ensertado; y pues me habeis hecho la gracia de que haya — 329 — nacido en vuestra Iglesia, hacedme tam- bien la de que yo muera en ella para vues- tra mayor gloria. ® CAPITULO LXIV. De la tentacion de la desesperacion, y cd- mo podrémos defendernos. de ella. _ La segunda tentacion del enemigo de nuestra eterna salud es un vano terror 6 espanto, que nos infunde con la repre- sentacion y memoria de nuestras culpas pasadas, para precipitarnos en JS deses- peracion. Si te hallares, hija mia, amenazada de este peligro, ten por regla general, que la memoria de tus pecados seré un * efecto de la gracia, y te serd muy salu- dable si produce en ti sentimientos de humildad , de compuncion y de confian- za en la divina misericordia; pero si te causare inquietud , desconfianza y pusi- lanimidad, aunque te parezca que tienes — 330 — grandes motivos y fundamentos para per- suadirte 4 que estis reprobada, y que ya no Jay para ti alguna esperanza de salud, recondeela luego por sugestion y artificio del demonio, y no pienses enton- ces sino en humillarte, y en confiar mas qite nunca en Ie bondad y misericordia de Dios; que de este modo eludiiis sodas Jas estratagemas del enemigo, le vence- réo con sus propias armas y dards %l Se- for honor y gloria. €onviene, hija mia, que tengas un vivo dolor de haber ofendido 4 esta bondad infinita, siempre que te acordares de tus culpas pasadas ; pero conviene tambien, que le pidas perdon con una firme con- fianza en los méritos de tu Salvador; y -aunque te parezca que el mismo Dios te dice en lo secreto de tu corazon que tino eres del ntimero de sus escogidos (Joan. x), no por. eso dejes de esperar em su mise- Ticordia ; antes bien le dirés con humildad Y confianza: Mucha razon teneis , Dios mo, para reprobarme por mis pecados ; — 3314 — pero ye la tengo mayor en vuestra infini- ta ‘piedad-, para esperar que me perdoneis. Yo os pido, pues, Seftor , que ocompa- dexcais de esta miserable criatura vuestra, que si bien merece por su maticia la con- denacion eterna, estd no obstante redium- da con el precio infinito de vuestra sangre. Yo qatiero stlwarme, Redentor mio , para bendeciros y alabaros eternamente on vues- tra gloria : toda mi confianza estd en Vos. Fo me pongo enteramente en vuestras ma- nos: haced de milo que fuere de vuestro agrado, porque Vos sois mi tinico-y abso- luto Seftor : y aunque me querais quitar la vida eterna, siempre he de tener en Vos vivas mis esperanczas. si CAPITULO. LXV. De la tentacion de vanagloria. La tercera tentacion es la vanagloria. Nada temas tanto , hija mia , eomo-el @jarte inducir 4 la menor complacencia — 332 — de ti misma y de tus obras. No te glo- ries jamés sino en el Sefior, y reconoce que todo el bien que hay en ti lo debes 4 los méritos de su vida y de su muerte. Conserva siempre, mientras te dure la vida, un grande odio y menosprecio de ti misma. Humillate hasta el polyo con la reflexion ‘de tu miseria y tu nade, y rinde incesantemente 4 Dios acciones de gracias, como autor de todas las hue- nas obras que hubieres hecho. Pidele que te socorra en este peligroso asalto ; pero no mires jamés el socorro de su gracia como precio de tus merecimientos, aun cuando hubieses conseguido grandes vic- torias de ti misma. Permanece invaria- blemente en un temor santo, y confiesa ingenuamente que todos tus cuidados se- rian indtfles, si Dios, que es toda tu esperanza, no te asistiese y ampadrase con: su proteccion ( Psalm. xvi, 8)> Con estas advertencias , hija mia, si puntualmente las observares , triunfarés facilmente de todos tus enemigos ; y te — 333 — abrirdés el camino para pasar con alegria 4 la celestial Jerusalen. CAPITULO LXVI. Del asalto de las, ilusiones y falsas apa- riencias en la hora de la muerte. Ultimamente, hija mia , si nuestro co- mun enemigo, que no se cansa jamés de molestarnos y afligirnos, transforméndo- se en Angel de lua(u, Cor. x1,) se es- fuerza 4 seducirte con ilusiones y falsas apariencias, procura mantenerte firme y constante en el conocimiento de tu nada; y dile animosamente : Retirate , infeliz, vuelve, vuelve 4 las tinieblas de donde has salido; que yo no soy digna de que Dios nte favorezca con visiones celestiales , ni nece- sito de otra cosa que de la misericordia de mi amado Jess , y de los ruegos de Marta santisima, del glorioso san José y de los demds Santos. . Y si te pareciere por muchas, y casi — 334 — evidentes sefiales , que-fuesen apariciones celestiales, no por esto dejes de repe- lerlas de ti; y no tomas que esta resis- tencia tuya, fundada en et conocimiento de tu miseria , desagrade al Sefior ; por- que si fuesen cosas suyas, bien sabré manifestarlo , para que no dudes, y no te suceda algun mal: pues el que da su gracia 6 los humildes ( Epist. Cath. Ja- cob, 1v, 6), no los priva de ella. cuando se humillan. Estas son, hija mia, las armas mas comunes de que usa el demonio contra nosotros en el. iltimo combate; pero de- mas de esto suele tambien asajtarnos par- ticularmente por aquella. parte que reco- noce mas flaca en nosotros; porque es- tilia y observa todas nuestras inclinacio- nes, para. hacernos caer por nuestras mismas inclinaciones en el pecado. Por es- ta causa, antes que Ilegue la hora de esta grande y peligrosa batalla, debemos. ar- Mlarnos bien y pelear esforzadamente con- tra nuestras pasiones mas violentas y que — 335 — , mas nos dominan, para que con mas fa- cilidad y menos trabajo podamos resis- tirlas y vencerlas en aquel tiempo formi- dable que ser el fin de todos los tiempos. Pugnabis contra eos usque ad interces- sionem. (1 Reg. xv, 18). FIN DEL TOMO PRIMERO. Barcelona 2 marzo de 1850. Reimprimase : Bertran , Vicario General Gobernador. peas a TABLA DE LOS CAPITULOS DE ESTE TOMO. ‘ ee Blogios del Combate Espiritual. Al Supremo Capitan y gloriosisimo triunfador Jesu- cristo, hijo de Maria aantisima y Sefior nuestro. CAP. I. Ha qué consiste la perfeccion cristiana, para adquirirla es necesario pelear y combatir: y de cuatro cosas que se requieren para este com- bate. CAP. Il. De 1a desconfianza de si mism« CAP. III. De la confianza en Dios. y CAP. IV. Como podremos conocer si obramos con la desconfianza de nosotros mismos, y con la con- fianza en Dios. . CAP. V. Del error de algunas personas que tienen 4 la pusilanimidad por virtud. CAP. VI. De otros avisos importantes para adquirir la desconfianza de si mismo y la conflanza en 08. CAP. VII. Del ejercicio y buen uso de las potencias , y primeramente del entendimiento, y necesidad que tenemos de guardarlo de la ignorancia y dela curiosidad. CAP. VIII. De lag causas que nos impiden el juzgar rectamente de las cosas, y de la regla que se debe observar para conocerlas bien. CAP. IX. De otro vicio de que debemos guardar el entendimiento para que pueda conocer lo que es util. CAP. X. Del ejercicio de la voluntad, y del fin 4 que debemos dirigir todas nuestras acciones , asi inte- rlores como exteriores. CAP. XI. De algunas consideractones que mueven 1a Folantaa 4 querer en todas las cosas el agrado de CAP XII, Que en el hombre hay muchas voluntades ue se hacen continuamente guerra. CAP. XIII. Del modo de combatir 1a sensualidad, y de Pag. v. 40 43° 46 5a — 338 — Jos actos que debe hacer la voluntad para adqui- rir el habito de las virtudes. CAP. XIV. De lo que sedeke hacer cuando la volun—- tad superior parece vemctda de la inferior, y de otros enemigos. CAP. XV. De algunas advertencias importantes para saber en qué modo se ha de pelear, contra qué enemigos se debe combatir , y con qué virtud pue— dea ser vencidos. CAP. XVI Del modo en que él gotdado de Cristo debe resentarse al combate por la mafiana. CAP. XVI. Del érden que se debe guardar en el com- date contra las pastones y viclos, CAP. XVII. De qué manera deben reprimirse los mo- vimientos repentinos de las pasiones. . CAP. XIX. Bel modo en que se debe combatir contra el vicio deshonesto. ae CAP. XX. Del modo de pelear contra el vicio de la pereza. CAP. XXI. Cémo debemos gobernar los sentidos exte- 1 81 tiores , y servirnes de ellos para la contemplacion a de las cosas divinas. CAP. XXIT. Cémo podran ayudarnos las cosas sensi- bles para la meditacion de los misterios de la vida y pasion de Cristo nuestro Sefior. CAP. XXIII. De otros modos de gobernar nuestros sentidos , segun las ocasiones que sé ofrecieren. CAP. XXT¥. Del modo de gobernar la lengua. CAP. XXV. Que para combatir bien contra los enemt- gos debe el soldado de Cristo huir cuanto le fuere posible de las inquietudes y perturbaciones del ~ corazon. CAP. XXVI. De lo qué debemos hacer cuando hemos recibido alguna herida en el combate espiritual. CAP. XXVII Del 6rden que guarda el demonio en combatir , asi 4 log que quieren darse ala virtud, como 4 los que se hallan en la servidumbre del pecado. CAP. XXVIH. De los artificios que usa el demonio 125 128 39 1a 13 1335 para acabar de perder & los que lene ya en la ser- 38 vidumbre del pecado. CAP. XXIX. De las invenciones de que se airve el de- monio para impedir la entera conversion de los que hallandose convencidos del mal estado de su conciencla , desean corregir y reformar su vida, y de dénde nace que los buenos deseos y resolucio- 139 nes Jnuchas veces no tengan efecto. — 339 — CAP. XXX. Del engafio de alganos que pionsan que selaniee eu camo de ba Freccion a : CAP. XXXI. Del engaiio ¥ dela guerra que nos suele 164 hacer el demonio para que dejemos el camino que Aer nos leva 4 la virtud. CAP. XXXII. Del ultimo asalto y engaiio con que pro- cara el demonio que-las mismas virtudes nos sean ocasiones de ruina. CAP XXXII. De algunos avisos importantes para mortificar las pasiones y adquirir nuevas virta- Vik lea. 1 CAP. XXXIV. Que las virtudes se han de adquirir poco 4 poco y por grados, ejercitandose prime- To en una virtud y después en otra, CAP. XXXY. De los medios para adquirir las virtu- de3, y como debemos servirnos de ellas por algun tiempo pata aplicarnos 4 una sola virtud. CAP. XXXVI. Que en el ejercicio de la virtud se ha de caminar siempre con continua solicitud. CAP. XXXVII. Que siendo necesario continuar siem- ee en el ejercicio de Jas virtudes, no hemos de uir de las ocasiones que se nos ofrecieren para conseguirlas, A CAP. XXXVIII. Que debemos abrazar con gusto todas las ocasiones que 8¢ nos ofrecieren de combatir pa- 201 ra adquirir las virtudes, y principalmente aque- an las que fueren mas difictles y penosas. CAP. AKI, a rast Como-se puede practicar una misma as virtud en diversas ocasiones. CAP. XL. Del tiempo gue debemos emplear en adqui- tir cada virtud , y de las sefiales de nuestro apro— vechamiento. P. XL]. Quenodebemos desear con ardor librarnos de los tri que sufrimos con paciencia, y de 16 modo debemos reglar nuestros deseos. CAP. XLII. Del modo de defendernos de los artificios del demonio cuando procura engafiarnos con devo— ciones indiscretas. CAP. XLII. Cuan poderosas sean en nosotros nuestra mala inclinacion, y la instigacion del demonio, ara inducirnos 4juzgar temerariamente del pré— imo, y dél modo de hacerles resistencia. CAP. XLIV De la oracion. CAP. XLV. Qué cosa sea oracion mental. CAP. XLVI. Dela oracion por via de meditacion. 215 219 20 he CAP. XLVIi. De otro modo de orar por el camino de a la meditacion. — 340 — CAP. XLVI. De un modo de orar, fundado en Ia in~ tercesion de Maria santisima Nuestra Sefiora. CAP. XLIX De algunas consideraciones para que con fe y_ seguridad acudamos al patrocinio de la Vir— gen Maria. CAP. L. De un modo de meditar y orar por medio de wt los Angeles y de los bienaventurados. CAP. LI. De diversos sentimientos afectuosos que 80 pueden sacar de la meditacion dela pasion de Je— sueristo. cap. LIL. De Jos frutos que podemos sacar de la me— ditacton de la Cruz, y de la imitacion de las vir— tudes de Jesucristo. a LIII. Del santisimo Sacramento de la Eucaris— 3 38 a. CAP. LIV. Del modo de recibir el santisimo Sacra— py mento de la Eucaristia CAP. LY. Cémo debemos prepararnos para la comu— nion a fin de excitar en nosotros el amor de Dios. CAP. LVI. De la comunion espiritual. CAP. LVII. Del modo de agradar a Dios. CAP. oa Del ofrecimiento. CAP. LIX. De la devocion sensible, y dela sequedad dei fed iritu. CAP. LX. Del examen de la conciencia. CAP. LXI. Cémo en este combate espiritual debe- mos perseverar hasta la muerte. ey LXII. Del modo de prevenirnos contra los ene— migos que nos asaitan a la hora de la muerte. CAP. Aa De cuatro Géneros de tentaciones con que nos asalta el demopio 4 la hora de la muerte ; Sas primeramente de 1a tentacion contra la fe, y de modo de resistirla. CAP. LXIV. De la tentacion de la desesperacion , ve como podrémos defendernos de ella. CAP. LXV. Dela tentacton de vanagioria. CAP. LXVi. Del asalto de las ilusiones y falas apa— Tiencias en la hora de Ja muerte. FIN DEL INDICE. 8k 291 300 302 308 319 321 iat 333

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