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Editorial Andrés Bello Laas &. ere poner) | Editoria: Andres Bello Darth Magnus Chilocomparte.el :SCOMPARTIR NO TIENE LIMI1 UN DETECTIVE EN EL CLOSET I fantsma del easerén de Nuts ent el screto de E tote Feet bo tuba vio por ners ver hac vets atos, cuando sab calando el vei de Tero eo en el cose’ de so domo. Unt stan blanca, go Tatspreneemengo de inna yle feels unas bolts tshtotinn, Despues apes uh boi") Reamer i figura de'uh Hordre allo Tenia pat cas, bigotes 7 Un pequeta barbs, sonia con tinider y a0 presents Soe aur Heny Wille, detective prvago 3 doa Sela perio 6 tio con el sus nis se 5090, pero 10 Seno que munca se 10 dijo. Leopeo, so Mari, utes fae para que no revere Toc Ai pono tipo de aperecer el fantasma, Leopoldo mui de un repent pare eardaco Aue na ade et tue ban a ira tearo y 6, cons todh 80 cosumbre Tibia abet el coer Ge Felli cn busca de un paraguae ‘hur Henny Wilms fury rej. Feels que él no habia tenon que wer en tamer desu marco 7 Sisie creyo.¥ desde cntonces el fase se tesfon abu gran company consust unis sesivan erica fms y no © perdan ninguna pelea plc en i tle nego de enviar, data Felicia se dics por entero a aio que amo po desstolaren vies Ge Leope do sin sentibe clpae: fer roweas Genta reser Cio istero see psis por dela. My stds abla . cum nas queda iempo en que opel se ete 8 SE apes oe ceca Yeon MOM ee Gat mundo pox SpUEO, alia de ey scene a convtiendo ER sus Gili Esas novelas de misterio te esti ‘com pon i iché hablar sola na hinds Pocono tegpido una tarde Le Jo lst hab veri. ea tain, verde 6S a a fop8 prone continua con et cee am yo, tat de ser la rents su mario etu¥0, VN) hs een wee este es lacocos y 7s 7 See da yaa le imps aesecivesce Perino 1s. ¥ la verdad fue que, Poco ice 0 gue wel es aro a cone wt resto, todos sus veces veri podian pensar de una anciana 2 ee ces gaue otra cosa podian pensar de ee oa cheandoles cisimuladamente oso el aba en 8507 alas pared Gey gue doda Felicia resolv 94 Pi caso erapevaton a respetaa FL CASO DE LOS BILLETES EN EL JARRON Una tarde, cuando dosia Felicia buscaba en el diccionario un sinénimo de tes Tetras para una palabra de su crucigrama, tuno de sus vecinos lleg6 a buscarla. Venia fen un estado de gran agitacién; “Han entrado & robad Se levaron mi dinero! Por favor, vaya 2 ver a laurial el sefior Gonsdlez sudaba copiosamente. Doda Felicia sinrié un agradable cosquilleo bajo su piel —Supongo que no han tocado nada —exclam, con Jos ojos brilantes Acaba de suceder! Recién desperté de mi siesta y sme eaconté con la sorprest —y Comedies aad, mientras Se secaba la frente con un pahuclo- i¥0 56 que Used tonoce al inspector Soto! wm Gatmese, sefor Gone, y vulva janto'a Laura Yo ire dentro de unos minctos 1 tind eae Gonz despa, Fei vis al segundo piso. Anhur Henry Willams ys estaba prepar do: en lo ako de ln escalera fltaban Un sombrero na Pipa humeantey una bufanda escocesa No, Arthur, sivas conmigo, tendris que ser absolu- tamente invisible! 106, qué contrariedad! ee spn ats NAA GENES tas prendas de vestir cayeron al suelo y la PIPS © aco. un cemier ae, dt Felicia carnabs por Sees eon abado, como # Helen calle, con $3 DS Gan pasion coin Y 1 aPEE ce ego aa isa de Tor Com sansamnen i ena ta, eh can Dompungia el 70500 ae : i ‘se apresuro 2 explicar: ca gaa ou wea 3 ° se ‘han llevado los ahorros Cs cat Se tga ted 10 qe 6&2 6 Sei en sch Y se Maeda me apuTi atm mis mess 78 Y see mi onto ones Jos adores chada en un sofi, mirando con aie arp! ia vor tensa un Teve 2ceno IB aoe se minron desconcetados samen Sonat 83 vor ¥ xa eins, gue atone! _ = Oh iene ers. MU ante ncaa, ses ; eee oie mesa de cet stad 8 Fie lores se despa os a (2s ort aparecan boca abajo de pore, eGo de ia chien baba esol snes ¥ te cogs de cig ara, de a taimoni. Las , Fecogiendo dos tarros que luabian catdo al suelo. No es culpa mia, sefors —explicé la muchacha, confundida, —Es el colmo que en estos supermercados tan cxzos tengun una infraestuctura tan precarla —alego nuevamen- te Ia del vestido verde. Bien dicho. Si, no es verdad? —la sefora esta ver. miro con una sonrisa a dons Felicia que no habia abiero la boca, Un sefior de pelo canoso se detuvo al lado de las tres mujeres. —Perdén, das molesto para sacar unos palmitos? a joven comié con dificulad su carro hacia atcis, para dejar espacio al recién llegado. Dota Felicia hizo lo mismo y la mujer del mofo tiante se tropez6 en el carro de la joven, haciendo exer una caja de detergente, unos ‘eo ras, » tomates y una malla de papas que al romperse dejé rodar su contenido por el suelo. —iTodo es culpa mia! dijo el caballero—. Permitan- me ayudar. —-Y se incling, con dificultad, para recoger Ia caja de detergente, Ta joven, dejando su cartera sobre el carro, comenz6 1 perseguir las papas que rodaban por el suelo, El caballe ro canoso devolvi6 el jabén en polvo al cao y dota Felicia se encaminé hacia Tos plétanos que se esparcian ppeligrosamente hacia la mitad del pasillo. Pero leg® tarde: fen ese momento, una sefiora que entraba en busca de ‘conservas resbalaba violentamente con ua pldtano pegado fen su zapato, El pasillo B—de conservas y fritas secas— se trans: formné en un griterfo. Una mujer voluminosa yacia en cl suelo y sobre ella se acumulaban das paquetes de cirvelas secas, pasas, nucces y una bolsa de huesillos. Dofa Peli a, inclinada a su lado, le levantaba le cabeza, mientras « QURINE Hams A SUR SRDS una mane invisible —que en la consi nadie not6— sbfuba una revit para da ne Healer camozo pari a buscar ayuda —imero ocho a aslo Bs. Niner ocho al pasilo 15 ~ana vor reson por todas pen ‘los pocos segundos apareceron un hombre con ett i Go co aso de ag Un ier txmpieado legs recnger ls papas, tomate pltsnos atin diseminados por el corredor, oe entamente Yoh la ama Un euro de hora después, dota Fela, con ts comps dela semana ya hechasy ime un paquee de Old gl Toffee que no exaba en fais, experts fom pats pagar en la ca. Tras lia lego la seora de verde ¥ rote tnt “ie qué casi: nos eunimos todos de nuevo coments com ura soni, En elec, ene cat dead, el ser canoso enter un cheque la oveneta qs hab incad cco Ibo comcaraba a deur st mereaderia sobre a ina trsspondors del meson, Ta pewona delante de dofia Felicia se ret y Ia andana, ayuda pot el fantaama, cst conas el cr, “iQue raider, sehr! coments la taj Yer aque las mercadertasvolsban en mano de la ancana Dota Flic son con cara deine baa respon: or algo, cuando se ccicho um to en Inca de a. “Me robaron la biletera a joven del carro de las dss tadashi con deepen doo de Tn es insates a cabeza del sor canoso despa ssa pore poor el supermercaao, 1EGijety con car moles, taba aa bolea en su sano y amb a supervisor goramo resi « —Habré que anular su compra, seforita —suspic6 la cajera, dirigiéndose a la angustiada muchacha que seguia ttajinando el contenido de su boiso. —iTiene que haber sido cuando dejé mi cartera sobre cl carol ;Cuando se cayeron todas las cosas! —gimié la joven, mirando alrededar con impotencia. Sus ojos se po- son en dofa Felicia y en la sefiora de mono, y las indico can el dedo—: {Ustedes estaban conmigo en ese momento! a actividad de ks cxjas circundantes se detuvo ¥ todas las miradas se concentraron en Ia muchacha, que ‘comenzaba a ponerse histrica: ‘—ifllas estaban conmigo! —insistia una y otra vez en tone agudo, ahora con los ojos lenos de lagrimas, -—]QUE NADIE SE MUBVA DE LAS Calas! ‘—iDebe ser el detective del supermercado! —comentd fexcitadi una sefiora que, un poco mis atcis en la fs, levantaba la cabeza para no perder detalle {a seftors de verde alz6 la vor por encima del barullo. ‘—iBse seftor canoso que acaba de salir también estaba con nosotros... ;Y yo vi cémo tocaba su canera, seforta, ‘cutindo la ayud6 a tecoger las cosas. —iDetengan a ese hombre! grit la seiora de fa fla de ates, adelantindose a codazos, —¥ tan respetable que se veia —lloriques la muchacha (que habia sido robads No se preocupe, sefiorita, pag6 con cheque y regis ‘ramos su celefono —dljo la cajera, para consolaria, "—Confirmaré los datos —aitadi6 el supervisor, con aire preocupado—. No vaya a ser falso el cheque. —¥ se ale}, presuroso, hacia el telefono. Las cajas habian reiniciado su actividad y dona Felicia, a pesar de haber ya pagado y guardado sus compras, ‘segula de pie junto a la joven. Ia sefora del mofo tirnte depositaba su mercaderia fen el meséin, mientras la cajera lea los precios y marcaba. Entre tanto, volvis el supervisor y anuncié que cl pago del setlor canoso estaba en orden y smbién su telefono y —Serd ficil ubicarlo —coment6, ya tranquilo por el cheque En esc momento, la cajera contaba los tarros de pal- mites pars marcar el precio, Entonces fruncio el ced. —Parece que aqui hay una equivocacion, los palmitos valen diez veces mis. De donde cogis estos tarros. schora? De los estantes, pues! —djo ella, molesta, -Aqui hay una equivocacién... los palmitos no valen lo mismo que las arveitas! —aquivocacion? —ahora Ia clienta del moiio se sul furé—, jQuedaban estos seis tarros en el estante de mis amiba, y los seis estaban marcados con et mismo precio! Yo los saqué justamente porque vi jo barato del preeo, 1a cajera se levantd de hombros y comenzo a marca —uscuchaste eso, Gry deayD—susumo el fantasma al coido de dovia Felicia. Y agregO—: EH que tramposo quiere ser, su mirada debe esconder. La anciana asinti. Luego tanquilizé a la joven que atin suspitaba, y le dijo: ‘No te preocupes, hip, Ya vuelvo. sEspérame! YY se fue, casi corriendo, en busca del supervisor. No pasaron ni dos minutos cuando estaba de vuelta con él y hora si~ con el detective del supermercado, La sefiora del mofo tirante atin estaba alegando cuando fue obligada dar vuelia el contenido de su cartera, Y como era de suponer, allf estaba la biletera robada Fie! lector 78 tambien ha tirante? Por qué? fas culpado a la schora del moto EL CASO DEL BIZCOCHO “ARENA” Dota Felicia no tenia hijos, pero sf mu chos sobrinos que gozaban con sus visi- las y nunca dejaban de convidarla a vera neat con ellos, a celebrar acontecimientos familares imporantes 0 simplemente a pasar los dias domingo. Sus dos sobrinas imayores, casadas y con varios hij, vi vian fuera de Santiago: una en ef Nore —en 1a Serena—, ¥ otra en el Sur —en Valdivia—. El sobrino menor y su falta vivian en una parcela en Padre Hunado y dofa Felicis, cuando iba a vistarlos, gozaba preparando mermeladss con los frutos que entre todos Fecolectaban, Ea ver tba camino a Valdivia, a casa de Susana, La sanciana se habla preocupado de comprar dos asienfos en eb, poraue habit convidado al fantasa Te van a encanta los tres nifios —comentaba en voz muy baja doa Felicia al invisile Arthur Henry, insalado jumo a la ventanila—. Pero tendras que tener cuidado con Susana que, aunque encantadora, es una maniitica del ore. ‘qué contrariedad! Tendré que cuidar la ceniza de iG ables tan fuerte, Arthur Heney. Ese seitor gorda me ha mirado tedo el camino de reoj: debe pensar que yo o él necesiamos un buen siquira. Ons En ese momento el bus ente6 en Valdivia Como siempre que ta Felicia Hegaba de vista, Susana habia invitado a ss migas& tomar elt Ta anclans este vez sf part hacen coc “wera Sona cep recente, pies se desesperaba por e daspanamne ‘due esta siempre dfshe en la cocina, = En realidad, tl como Felicia le habia dicho a Anhur Henry, Sisana exagerba ia nota en coanto-2 orden todo tenia que estar impecable y, sobre todo, en’ su higse Legaba a tanto sv afin de limpices, que los Gas de Mavs —due eran bastante seguidos en el Sura pobre suis de jaquecas de puro imaginar que los zapatos ndimedos fe arnaran cl eacrnd. Suse de ao dead a ale sia cl plumero— tenn vn mangute tide « costes bordado Con ls inical correspondiente y colgacos tmbien en's percha contesponciene ¥¥ como tampoto aceptaba un pelo fuera de sa sito, esa tarde Susana, Iuego de secar uno a uno los utensils {gue lt anciana habia Urado para hacer el bizcocho, part ala peluqueria a ed ta Felicia, ayudada por los niftos, puso la mesa: un srantel de encafe el juego dete, con ora sz y dorads suc agin ver 6 abu anciana deo el bicocho sobre la mest del apara dor, en una bandeja de plata redonda, 2 ils a quedar para nosotros, it? —progunts Marga- ‘sia, [a mayor de sus sobrinas. Pes “ Aunque quede, tt esis a négimen —le espondis de inmediato Seb sstidn, el menor. * aa —Sebastdn, sic fs manos inmundas del mantel exclamé Valentina, arreglando las pequetas servilletas bordadss, con la misma meticuloidad de su made, fa bueno que fueran 4 ordensr sus dormiorios, por si una de las amigas de su mamé quiere subir —ies recomend tia Felicia y agregé—: Nosotros vamos 3 i, quieto| decit voy air, a comprar un rollo de peliculas para nuesto paseo de mafana a Niebla. Dota Felicis murmur algo entre dientes, se puso un sombrero de fielto de ala ancha y tom6 su carters —Vuelvo a las cuatro, no toquen nada en el come dos, nfios —recomend6 antes de cerrar kt puerta ‘Tia Felicia estd mAs rara que el afo pasado: se han fijado que anda hablando sola? —se slo Margatta, abrien- do el refrigerador, "Ess a régimen! —le recordé esta ver Valentina {Yo se lo que hago! (Hasta cuindo se meten en mi vidal —respondié Margarita, furibunda, ‘Margarita tenia quince ailos y aunque era mis bien alta, us sesenta y tes kilos se le notban. Se escucharon los pasos de Sebastiin que subia con cestruendo la escalera, tal como era su costume. Woy a estudiar matemiticas, que nadie me moleste! —prité antes de cerrar la puerta. ‘Al poco mito se escucharon unos compases de rap. ‘Abajo, en la cocina, Valentina obligé 2 Margarita a lavar y secar bien el vaso que acababa de user, y s6lo la ddej6 tranquila cuando la vio guardéndolo cn’ Is éltima fepisa del estante. A los pocos minutos seguia los pasos de Su hermano menor rumbo al segundo piso. Cinco minutos més tarde, Margarita entraba también 2 su dormitorio. Ta hora que paso hasta que Susana volvi6 con un peinado de globo y una chasquilla en forma de ola 2 unto de reventar, vanscuni6 plicida. Los nifos se hablan encerrado eada Uno en 64 cuarto, En un momento, uno de ellos bajé en silencio las escaleras y rogres6 a su dormito- fio casi al instante. Lucgo repitio la operacion ‘Lo primero que hizo Susana al volver de la que #2 fue entcar al comedor. Entonces st grto supers l volumen de la misica de Sebastian. = pee ct “iY FL BIZCOCHO “AREA Como no hubo respuesta, Susana respi hondo y se dg al segundo piso, subiendo las esaieras de dos co dos. Cuando legs al pesilo que cabs a la pices los ios, su chasis dela am se meta come npuio de “Sein sc el bizcocho “rena”? — voce er ve. jon, Tes PHEHES 0 arecony sels ojos asada fn Yen ese momento sons el bre Susena palideeo ~ tas visas Por suerte no eran las amigas, sino ta Felicia que volvia de sus compras, * , Qué te pasa, Susana? —fue lo primero que dijo al enfrentarse con la cara pillda y Ia chasquilla curva de si sobrina, —iTu bizcocho... mi bizcocho... el bizcocho! 0b, the cae? art «qe no le venga ti depreston “isn fuego seo, Aljndro! —se enoj Catalina Yo ‘en realidad estve pensando. et, Caalina ajo Amro con vor fie, pero pontndose colorado ya que me dediqué a comes en la computador el escito 4c hicins janine para eller de bani, “uviste que comegt miche? se preocup6 Catal a olvidando po un oat l juego dei Vere —Bastante —respondi6 Amuro, con cara compungida. Catalina miré 2 sus cuatro ‘amigos, examindndolos Oye. sQué bicho te ha picado, Cata? jEstis muy aio Diego. —Dejémonos de tonterias y pongamos milsica, Dis te que tu tis tenia discose —pregunt6 Alejandro, pronun- éiando mucho la ultima palabra, Los muchachos se acercaron al viejo tocadiscos y ‘ontinuaron conversando, escuchando tangos y boleros hhaciendo bromas y riendo hasta la hora de comic En la noche, dofa Felicia interrogé a la muchacha: —Bueno, Catalina, cuéntame, gdescubriste quien era tw admieador anénimo? ‘AY, no, tia Felicia! Por més que los interrogué, no legue a ninguna conclusion —respondi6 ella, decepciona- ‘dam. |No sirvo para detective! 2¥ si yo te dijera que sé cual de ellos fue? —pregunt6 la anciana, con gesto picato Usted? Pero sini siquiera los escuch6 hablae cextrané fa joven, ~Bueno, es que Amhur estaba... es decir, un amigo ‘mio que se liamaba Arthur siempre me decia que para estar, 0 sea, para ayudas, CCaralina fruncié el cefo y mir a dofa Felicia con recelo, Nunca habia dado importancia a las conversaciones fn vox alta que ta anciana sostenia consigo mismne, pero ahora... jetaba diclendo puras incoherencias! —Déjame explicane, querida...—se apresur6 a rect car doa Felicia. Mientras preparaba la cena tenia. la puerta de la cocina entreabiena y, por pura casualiclad, of Parte de una conversacién. TU los estabas interrogando cada uno de ellos te decia lo que habia hecho la mafiana anterior. Bueno, querida, luego de escucharlos y de haber Ieido Ia cara... jes obvia la identidad del autor Como Catalina Ia seguia mirando, muda y con los ‘ojos muy abienos, la anciana rect ‘Quien frases de amor quiera cantar, tenga a bien su buelta ocular El rostro de Ia joven se fuming: —iPor supuesto!;Gomo no lo pensé antes! ;¥ es justo el que yo quetia que fuera! Tia Felicia, usted es un genio! a muchacha dio un salto y abraz6 a la anciana— Y yo ue casi pense que usted’ se estaba volviendo loca rego, con ranguers f ; Loca no, pero genio tmpoco. Porque esta vez, sn la ayuda de Arthur... —dofa Felicia dej6 la frase sin terminar. Catalina la miré de reojo y, levantindose de hombros, suspiré y sali6 coriendo del cuanto: tenia que hacer un llamado urgente por teléfono. Bstimado lector: Cuil de los cuatro muchachos habia escrito el anéni- mo y cémo lo supe dofa Felicia? jésta vex es muy Feil! EL CASO DE LAS DOS CARTERAS ‘Bsa mattana de sibado, dofia Felicia, des ues de dar muchas vuckas, logro en. contrar un lugar donde estacionar el Oldsmobile. Luego de una complicada ‘maniobra, durante la cual aleanz6 a rozar cl parachoques del auto contiguo, detuvo el motor y anuncié a su acompadante: ~Listo, Arthur, hemos llegado! ‘Momentos después la anciana y el fantasma entraban al centro comercial que a esa hora bullia de gente. —,Qué hacemos? Miramos vitrinas nos tomamos tun café?’ —pregunt6 dofa Felicia aspirando el aroma a café recién molido que se respiraba en la galesia, Un jugo, please Entraron a una elegante cafeteria, con sillas de Viena Incadas de blanco y mesas con manteles esaimpados cn rosa y verde 2Qué se va a servit, sefiors? —pregunt6 un moz0 de corbata de humit verde y chaqueta fo —Para mi... un capuchino, por favor, Y pant... mi, también, un jugo de —Pamplemouse. Amo dijo, seiora? —pregunt6 el mazo, confunclido, Dota Felicia enronquecié st vor Jogo de pomelos, por favor. 7 ogueNe maces nasa SORAIBES No tenemos pomelos, solamente naranjas. —10b, qué contrariedad! El'mozo se sobresak6 y la anciana s responder (Es una contrariedad, pero taiga naranjat Ginco minutos después, dema Felicia bebia con delete un cremoso café. Frente a ella disminuia lentamente el conte- nido del vaso de jugo. Hl local estaba repleto y las voces de In anciana y el fantasma se confundian en et barllo En la mesa del lado, dos sefioras muy elegantes se concentraban en. unas gloriosas copas de helados, lenas de frutas, chocolate y una crema que se desiizaba por los bordes. De tanto en tanto intercambiaban unas frases, pero luego volvian 2 su festn, Sus caneras colgaban en los respaldos de las silas y dota Felicia, dstaida, se detuvo en la contemplacion de una de ellas: era un rectingulo de ‘cuero de cocodrlo café oscuro, con un fino cieme dorado ‘en forma de estribo. Ya el moz0 habla traido la cuenta y dota Felica Inurgé en el desorden de su bolso, S206 su billetera y colocé un billete sobre la bandejita de plaqué. En ese ‘momento, una mujer de gran cabellera riba y crespa pas6 muy de prisa entre la mesa de la anciana y la de las dos seftoras que terminabun sus helados. —jla carerat HI goto de Arthur Henry Willams hizo que todas las mujeres del local buscaran sus bolsos. E inmediatamente reson6 otro grito, pero esta vez de una vor femnenina: "—iMi cartera! Mis documentos! (Mi chequeral;Persigan 4 esa mujer fubla! —una de las vecinas de mesa de doa Felicia se habia puesto de pie, y con el rosro descompuesto, sefalaba hacia la pura, —jAnhur, ésta es labor para ti ;ActGal —ordend la apresur6 en © ACQUIRING RALRLS- ASA MAA CORDES luego dott Felicia se puso de pi, tanqullz6 asus wecinas de mesa y said spared cla a gaia, a carer del fantasoa apastaba 3 la gente con invisi- bles empulones. Dott Fale conta detis y teabir los Inproperios dels petonas pasacas a leva yAtjen la ubia con dos caters —gitaba dota Felic, seyuida por tes movos de chaquetas fas hum as verdes En ese momento la rubia entaba en unos grandes almacenes, atetados de compridores, Doria Fella los tes mozosIngresron también al Jagat. En la entrada se encontaron con una promotor de perfumes de miaialda blancs, que agtaba una caters en Si mano, con sre desconcetado “is selon ible se tropez6 con algo al ents ejo caer esta carers siguld comiendol deca con arandes aspen. (Pero est no es Ia caters de piel de coco! Te equivoeate, Artur Henry Es a cater de I Ladronal exdamd fis doaa Felicia, contemplando. el blso negro, que extend la muchacha “fers, elmese, yo no tengo nada que ver con xo; slo me limit a recogera Ta promotors cry que Ia anciana la Increpaba a ola ero nese momento ilegaron los guardias de segur- dad del centro comercilys© hideron Cugo dela cates Dona Telca se acereo 2 uno de los ye jo algo a oi. "len, setons. Puede venir con nosois —contest el hombre. Diew minutos después, dos guardas, un detective doa Felicia, ln visima del fobo yt amiga el Gueto de Jn cafeteria in famasmasilencioso examinaban eh conte sido del bolo nego, exparciso sobre una mesa emo rari f Habia un estuche leno de cosméticos, una billetera con unos pocos pesos y dos fotos de la rubla en traje de bao, acomparada de un hombre en short loresdos, un recibo por cambio de tapillas de un zapatero de Providen- ia, un boleto del metro y tres cartas cerradas, Mientras el inspector examinaba las fotos con una Iupa y el guardia anotaba la direccién del zapatero que estaba en la boleta, sofa Felicia torn los tres sobres, Eran tres cartas cerradas: la primera, escrita con letra imprenta, tint azul y matasellos tan negro que ocultaba la imagen de la estampilla, estaba drigida 2 Norma del Car- men Valdebentio, Carlos Silua Vildésola 4032, Block C, Depto. 201, La Retna. La segunda, escrita a maquina y ditt ‘gida a Gloria Pizarro, Nueva de Iyon 17, Depto. 303, San- fiago, estaba arugada y con una pequeta mancha de aceite, pero con la estampilla de Gabriela Misral sin timbrar y cuidadosamente colocada en una esquina. En ef tercet sobre, escrito también a miquina, se lela Marfa Isabel Cor- ej, Carls Sia Vildésola 2490, Santiago. Ext sobre tenia su estampilla rocién. puesta y una indicacion eserita con pluméa rojo que decta: EXPRESA. Sefors —dijo dofia Felicia, agtando los tes sobres cemados en su mano y dirigiendose a la victim del robo—, recuperari su canera y sus documentos. Hay lineas que ‘matan y que al ladrén delatan. Wa sé donde encontrat @ Ja mje nia! YY, como siempre, dofia Felicia estaba en Jo cieno. E6a noche, Anhur Henry Willams, fastciado porque cen ver de un reconocimiento por su papel en el caso, slo hnabia recibido reproches, se encerré con lave en el clase La anciana demoré varios dias en convencerlo de que se dejara de tonterias y saliera de all. Lo reconquist6 con tuna taza de buen t€ inglés y unos waffles con miel, ® {ogame ex.rs- aa ata comatoes ‘Amable lector: £16 también descubrisie, a través de los sobres, ta Identidad de la culpable? EL CASO DE LAS CUATRO VIUDAS Bl famoso inspector santiaguino Heliber to Soto legs a visitar a dofa Felicia en su casa de NuBoa. Y con voz grave y un leve bailoteo de sus grandes ores anun- «6 el motivo de su presencia —Tengo un caso difiel entre manos, mi estimada amiga, y creo que usted es la persona indicada para ayudarme. Dota Felicia, con los ojos billantes, termind de servir 1a taza de té inglés que habia preparado para el inspector, Y¥ se acomodé a escuchar, junto @ Anhur Henry Willams, en el sofé azul Inspector, somos todo odes... quiero decir, soy toda oidos —dij Ia anciana, —Se trata de Io siguiente —dijo el inspector, girando. sus pulgares y mirando fijo el techo—: hace sels aos bhubo un robo muy importante en Tquique, Un empleado cde una imponadora de la ZOFRI cometi6. un robo de varios millones a su firma. Hl delincuente, en esa oportunt- dad, hie aprehendido y encarcelado, Se penso en ese ‘momento que su esposa habia sido cmplice en la accion, ya que la mujer desapareci6 de Iquique, sin dejar rasta, el mismo dia en que fue tomado preso si) marido, Ahora bien —continus el inspector Soto, tomando un sorbo de té y rascindose una oreja—, este hombre, al que llamaremos Equis Zeta, luego de cinco aaos salis en libertad y se fue de Iquique. Y resulta que la semana pasada un robo de las rmismas caractersticas del de la ZOFRI ocurrié en una empresa de Rancagua. El culpable fue aprehendido y re- ssuk6 ser otra vez nuestro conocido Equis Zeta. Pero en cesta oportunidad el dinero no ha sido recuperado, Equis Zeta sostiene que To dejé abandonado en un taxi, cuando fra perseguido por investigaciones. Nadie lo puede sacar de ese planteamiento, Por supuesto que en ef auto no se enconted el dinero y el taxisia esta fuera de toda sospecha la esposa..? insinu6 dofa Felicia, enarcando ua cei ~Bxactamente, querida amiga, ¥ aqui es donde ne- cesito sa ayuda, El inspector se eché hacia atris en el sillén y miré intrigido ef hundimiento en e! cojin contiguo al de dona Felicia iS? —to animé la anciana, siviéndole més té —En esta misma cuadra viven desde hace seis meses ‘cuatro mujeres viudus. Por pesquisas que hemos efectua do, tenemos la certeza de que entre una de ellas se escon- dela esposs y complice de Equis Zeta ‘Si, las conozcol Son cuatro viudas que decidieron vivie juntas para compartir gastos y penas. $Son muy ama bles y siempre me encuentro con alguna de ellas en cl supermercadol —exclamé dota Felicia, sorprendida, iY podria usted convidarlas a! tomar el t€? Estoy seguro de que nadie mejor que usted lograri hacerlas hablar mas de lo necesario. ¥ yo estaré aqut, por supuesto que escondido, para protegerla —concluya el inspector. —Protegerme? —se escandali la ancia —Sepa que ella, por muy amable que aparente ser, es una mujer peligrosa. Esuvo en la cfeeel, por robo con intimidacion, cuando era una jovencita —le advini6 Soto, moviendo al mismo tiempo ores y cejas eco ras, ® Doha Felicia dio unas pataditas en el aire, hacia la izqulerda, que el inspector interpret6 como un’signo de —iAdmiro su espirita jovial, colegal —Ia alabé Soto. ‘inspector, cocinaré para Usted esos scones que tan- to le gustan —contess ella, siatiéndase en las aubes por quello de "colega”, —Y supongo que las cuatro viudas también los pro- barn —se ri6 el inspector, poniéndose de pie. 1a invitacién fue fjada para dos dias mas tarde. Dofia Felicia, ayudada por Arthur Henry Williams, se afané en amreglar la casa. Coloe6 flores en los jarrones y eociné no sélo scones sino que el Green Apple Pie, segin la receta fa vorita de Arthur Henty. * oQURENE BALES AN A GORALDES A las cinco de la tarde del viemes llegaron las cuatro ‘viudas. El inspector Soto ya estaba escondido en la cocina con la invisible compania del fntasma. Tas cuatro mujeres, Rosa, Margarita, Violeta y Horten- sia, conversaban animacdamente con la dueia de casa “—1Qué amable ha sido usted en invitarnos, dofa Peli cat —exclam Rosa, la mis vieja, mirando esctutadora un ppafito bordado, Hace tiempo que querlamos vistarlal —siguié Mar- aati, de labios y dientes pintados con lipiz labial ro. “Qué agradable es su casal —terci6 Hortensia, una mujer castafa y menuda, que sonreis con dulzura y vestia tuna bata con hunares. Nos preguntibamos si vivia con agin parient; cada vez que pasibamos por aqui escuchiabamos su vox través de la ventana aber —agreg6 Violetz, arrugando ‘sus gjillos inquisidores y moviendo apenas au boca de punto. “Hacia dempo que tenia Ia intencion de invitar a ‘estas auevas y encantadoras vecinas —respondié dona Felicia, mientras empujaba una mesita con ruedas en la ‘que se distribuian el servicio de t, los scones y el Green Apple Pie “iMmro! {Qué delicial —exclamé Rosa, tragando sali- va. Para que Se molesté tanto, vecinal [ais verdad lo que se comenta en el barrio? ;Dicen que usted es detectivel —pregunt6 Violets, decidica a ob- tener respuesta “AS es. Y justamente estoy trabajando en un caso apasionante: un euantioso robo en na empresa exportadors cde frutas —respondié la duetia de casa, apazentando una total tranguilidad, iQue emecionaaantel! —chillé Violeta, sin destrun- cz 94 Bota, Qué interesante, mis bien! —comigis Honensia, muy compuesia—. No sabiamos nada. ,Cémo es que la ota noha slid en a tlewsion ni enos ax? =a polica ha pedi los medioe de combicactn absoluta reserva sobre el caso, part no enforpecer a se. {699 sls cueno a ustedes en forma cone, por lo que les mego que no lo reptan pido dona Feltin con fingida complicdad : Por supuesto, cuente con nuestra discrecion! —exclamé Rost, excita Serco Us tba! —prometi Vielen TY usted tiene que atrpar al Ladson? —preguncs Margarita, la de Ios laos ojos, con grandes aspaventos Tenia en'su mano un scone medio comer la alsa lcea ONO, el ld “Ro, el laden ya esté cncarcelado. Ahora la polica anda en busca del dinero robado.. y de-un pose com pice —explied dona Felicia, y luego sss elf Rosa com en siencio'y con el ceo arugaco. Lue de sorber con ruido, pregunté, inquisidora: : ° Te cual ess papel en el caso? cAyodaré a deseubrir af cOmplce,. que tiene et die ero —explicé dota elica, conando. contiensucamente 1 Green Apple Pi. i que se sabe del complice? —preguess Hones Que es una mujer y_que eF ou eopost Tels ‘ni dsimuladamence a 34 auctor. P=" —Esamos descartadas, somos viudas! i Marga ta, con su gran boca roja abierta, iy de muchos atos! Is sp0y6 Violeta, suspiando —Ouaintos afios hace que murié su martde schore Violet? —pregunts Felis, cual “En diciembre hard der anos Yo cumple ocho ator de soledad on marzo ~siguie Magara. ® cQuEe SALES. ASA mas “Sey Ia més antigua, entonces: voy a completar {tecel Y ain no me conform —Honensia s¢ secé tos ojos con la servileta del te TY usted, sefiora Rosa? —quiso saber la anciana Fe soy Ia viuda mis recience: mi maride muri en lun accidente de auto hace tres aos, Doda Felicia estudio a sus invitadas. Todas comian {60a apetito y habian iniciado un parioteo acerca de cnfe, medades, = %2,sifas; no hablemos mas de la salud —jo rgarita, dando un golpe con sus palmas en los browe el sion, 5;Sigamos con lo del robo! Cuéntenos, dota Felicia, dhubo muentes? se entusiasmd Violeta, phe, Fue solamente una gran pérdide de dinero par la firma y un buen susto para el pobre tanista que, sin sabero, transponé al ladrén iuego de cometido ef atnaco —explicd Felicia, muy calmaca —iltuy! igual que en las peliculast Los ladrones salen Gel banco y se suben a un taxi que justo va passin se adiairé Ross Casi igual —corrgié la anciana detective, con la diferencia de que aqui no hubo asalio 2 mano anmeda gino que un desfatco de un alto empleado a su empress Sélo hay coincidencia en lo del tax TRY qué ass con el xista? :Quedo herider —quiso saber Margarita, fascinaca con la historia, —No, pero fue pieza clave para identificar al ladeén El taxista es un buen hombre y, como en tods auch chica, muy conocido por los vecinas —explicé la duens de casa, ‘nf me encantaria vivir en una eiudad chica, como Chillin, por ejemplo, de donde era mi familia. Eso de salt 4 Ia calle y conocer desde el alcakle hasta ef texists ty encuentro maravilloso —coment6 Violeta, buscando la aprobacion de Hortensta —A mi también, pero mas al sur. Rancagua no me gusta, La encuentro demasiado seca y cahirosa en vorane Io viviria en Puerto Mont! coments Hortensie Fle que es yo, me ita al Nose, 2 Iquique. Dicen sq el lima es bueno para la aeuits.. coment Roce sobindose los nudillos Xo me quedo en Santiago —dijo Felicia; aqut hay accion. —Y afiadi6, seria: cAlguien quiere mas (er 3.20 SseePt6 Margarita, mando el ltimo Sorbo y acercando su taza. Hasta ese momento el silencio s6lo habfa sido inte- ‘rumpido por las voces de las invita. Pero de pronte oa Untineo de cucharay plato legs clarito de la coche, j Bueno, dota Felicia al parecer usted no vive sola, como bien lo suponiamas —dijo de inmediato. Violets mirando hacia la puena de donde provenia el uo >Debe ser Anhur, un gato viejo y calleero que a ‘veces se mete en mi cocina —respondio Felicia Thank you, dear! 1 vor sond junto a un falso ataque de tos de dona Felicia, provocando alarma entre las inviadas que sre sieron de pie para palmoteare ls espalda, Pasado el ineidente, la conversicién retomé su ritmo. —Perdoneme la insistencia, dona Felicia, pero weono Piensa usted descubrir 2 esi mujer complice del ‘cher Flioleta habia vuelto a fruncir su boc y esperabe i, ‘respuesta con interés, fa ta descubri —fue la respuesta de la anciana—. en un pats largo y angesto, conocer mucho delat Por alrosiro, Momentos ms tarde se abrié la puerta de le cocina y l inspector Soto hizo su aparicion en el ving. ¥. sigur, do Ia mirada de dofa Felicia, se acercé a una de las mujeres y le dijo con amabilidad: ‘Si ya terminé su té, le ruego que me acompate. La viuda aludida cambio de actiud y comenz6 a proferir unos insultos que hicieron enrojecer las orejas del Inspector Soto. Astuto lector Cul de las supuestas viudas ena la cémplice y espo- sa de Equis Zeta? Que fuc lo que la delats? EL CASO DEL ROBO EN EL TREN ESPANOL Merci, madame —Aijo of maletero, al recibir las monecas en francos que doa Felicia le dio de propina La anclana abrié su pequefo diccionario ¥ busc6 afanosamente v6mo decir “de nada’, pero cuando encoatss la frase adecuada el muchacho ya se habia ido, —————"_Doia Felicia y Arthur Henry Williams es- taban instalados en el Talgo, el ren-cama espatiol que hace todas las noches el recortido Paris Made. Ella y el fantas- ra habian ganado el famoso concurso “Descife el enigma de la imagen y a Buropa los pasajes", promovido por tele visién. Dotia Felicia, con la ayuda de Arthur, habia descu- bier, en vivo y en directo, los tes enigmas mostrados en ties distintos videos. Y al mes ya estaban en Europa, #lfantasma no habia querido tomar un tour, porque los eencontraba despreciables y habia convencido a su amiga de ue con é no necesita guia. Asi era como habian recomido Londres, donde Arhur Henry Willams habia gozado como nunca en su vida de fantasma, y luego Paris. Evidentemente que, como buen inglés, en lz Citdad Luz Anhur Henry no se sentia tan a gusto y reclamaba por todo, —Hlay que adaptarse a los tiempos, Arthur. Eres un fantasma retrOgrado —habia dicho dona Felicia, frente a la pirimide de eristal del Louvre, Iam sorry, my dear, pero la arquitectura moderna no me gusta; sélo a los franceses se les podia haber ocurr do consinuir esto en el orazin de wn palacto de seiscientos —o Gnico que te falta es decirme que no te gusta Picasso —se enojé la anciana— jEres inereible! Pero en todo exso estas discusiones no habian impe- ido que los dos gozaran de las bellezas de esa ciudad ‘maravilosz. ¥ ahora, camino a Madrid, se preparaban para Vistar El Escorial, donde un pariente espanol de Arthur Henry Williams atin transitabs entre sus paredes, Dota Felicia se dirgié a su camaroce de mujeres y ‘Anhur Henry al de varones. Quedaron de juntarse en 1a cafeteria, a ia hors det desayuno. Antes de separarse, la “anciana consult6 su diccionario y dijo de corde: —Bon soir, mon cher fantéme, et... se cuidadoso —agteg6, sin saber cémo tersinar la frase en francés, Ni siquiora bundiré mi cama, para no despertar sospechas, ma cbérte, Tranquil, dofa Felicia enteé muy sonriente al cama- rote. Sus compatieras de visje ya estaban instaladas: dos jovenes muchachas en bermudas, encaramadas sobre las escalerillas, acomodaban sus mochilas y unas raquetas de tenis en los portamalecas. Sentada sobre el asiento que mis tarde se convertiria en cama, una sefiora volumingsa, con fos ojos muy pintados, examinaba el contenido de st mmaletin de mano ona Felicia mascullé un saludo entre espattoly fran- és ¢ inclind su cabeza. Pero para su alivio, sus tres acom: paantes eran espaailas, las dos muchachas se sentaron frente a dota Felicia, Ya ls mujer gorda y comenzaron a mirar unas fotografias ue se habian tomado frente a la torre Eiffel, Reian, sin Preocuparse de las dos sehoras que tenian al frente Dofia Felicia estaba algo cansada y esperaba con an sias que legara el encargado de bajar los camarotes para acosarse a dormir. Recordaba otro viaje que habia hecho hacia machisimos aos en ese mismo tres eon su din eopoldo abe vacaciones? —pregunté la gorda a dona Felicia Bide vacaciones. —iisied no es espatols, verdad? jlo digo por sv acento! —la sefora gorda mis6 con mds atention @ scompanante Soy chilena ‘Chilena? —exclamé na de is ovenes,mietras re- fsa pelo rio en un moto: Tengo una prima vasea aque vive en Linares se lama Manool Gablondo, a consee™ ‘Dota Felicia nego soniendo y coment que Cle era um pais con mis de doce millones de habitantes. ‘muchisimos vascos en Chile es’ dijo dona Felicia. ¥ ustedes gle qué lugar de Eopata son? “las dos vivimos en Madrid —contet6 Ia joven de pelo conto yeas, —Yo soy de Seva —ajo la gorda, echéndose alte on un abanico negro. fests, qué calor hace! En ese momento ene el acomodador a proparr las lier y las mujeres sieron al paso. Al cabo de unos ‘minutos, y cuando ya comenzaban a infalase para dor, fueron nucvamente interrumpidas por el sobrecargo le ies peda sus pasapotes, pars no’ despertarias et plena noche al eniza ie Foner ~ Se os devolvert mafana —es dip, con amubilidad —Al fin, jas, qué ajeteo! —euepte la gorda sevilla: a evant ese ali, Me mucio de sueio —coment® dof Felis; as dls iimasnoches eis no he domo y ey muy cans Vo igual, hija cansaision! 1 apoyo a mufor ” cute MAILS. NA Mt CEMALDES Comenzaron a desvestise. [as jovenes, en los cama- s0tessperiores,cuchicheaban ¥ se rian Gels gorda que se habia puesto una camisa de donmis lena de vuces ahora se ‘dediceba a embadurnaree la cama con creamy, igual quest esuviera en sv cass 1 espafiola del modo mibio, con tos pies eolgando sobre Ia cabeza de dota Feliciy' se puso a hacet ince sfecisios gimnsticos, rente a eis, y en a fer sobre a sorda, sa amiga hojeaba una revs Bota Felicia, en tanto, ata de sacar el broche de platoo y brllances regalo de Leopoldo que se hala exredado en el ojal de su blosa, Lina vee que f consiio, 6 digi’ al lavamanos, donde tenia su estuche Moree con ls pasta y el eeplo de dienes, y goardo alts joys ego regres a su coma, La sevilana hurgaba tas su pelo y ores para retire unos audonos eas trneparentes tos Je catdadosaroen te guardados en tna aj y luego gs ala ance, Desde este momento, ja, se puede aeabar el snundo y yo no excucharé ai tn pol Dota Felicia asin con la cabeza y apagando la luz de su tera se dspaso a dori. Pero le ones de tba An tenian Anime para mucho rato, eae ds minutes ‘ubis del moto iniaba tina convercacion que ent segelda por las rss de su amiga, Ia morena ce pely como se be de la Mera y se acereo al lavamanos, donde oe ined ee lentes con lergas abciones durante interminabes win tos. Liego ba la ubla, que estaba sobre dofa Felis ero en ver de vsat lesa, puso Un. ple sobre a alin dela ancana, apastindc un mecion de nek ~Cukdado, mi pelo!

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