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/Macario Doetor Erazo 120 Colonia Doctores México 06720, D.F. Tel 55 88 7272 Fax. 57 61 57 16 TL TED MACARIO ( Autor: B. Traven . Traduccién del inglés: Rosa Elena Lujan Disefio de portada: Perla Alejandra Lopez Primera edicién: © 1969 por R. E. Lujén ISBN: 968-403-015-0 Segunda edicién: © 2003 por Selector S.A. de C.V. ISBN: 970-643-644-8 Sexta reimpresién. Marzo de 2005 Copyright © Julio 2003, Selector S.A. de C.V. Derechos de edicién reservados para el mundo Sistema de clasificacién Metvil Dewey Traven, B., 1890-1969 Macario / B. Traven; trad. Rosa Elena Lujén Cd. de México, México: Selector, 2003. 112 p. ISBN: 970-643-644-8 1. Literatura mexicana. 2. Novela rr CT ‘Caracterfsticas ttpogriticas axegeradat conforum a in ley. Prokfbide la reproducciéu parcial o total de la obra sin antortzaciéa de los editores. Inpreso y encandernade en México. Printed and bound in México a een racer SLL TE Wl Macario era lefiador en aquel pueblecito. Padre de once hijos andrajosos y hambrientos, no deseaba riquezas, ni cambiar por una casa bien construida el jacal que habitaba con su familia. Tenia, eso si, desde hacia veinte afios, una sola ilusién. Y esta gran ilusién era la de poderse comer a solas, gozando de la paz en las profundidades del bosque y sin ser visto por sus hambrientos hijos, un pavo asado entero. Nunca logré Ilenar su est6mago hasta satis- facerse. Por el contrario, siempre se sentia prd- ximo a morir de hambre. Pese a lo cual, todos los dias del afio, sin descontar los domingos y 8 B. TRAVEN dias festivos, tenia que dejar su hogar antes de que amaneciera para ir al bosque, del que regresaba al anochecer con una carga de lefia a la espalda. Aquella carga, que representaba todo un dia de trabajo, la vendia por dos rea- les... y a veces por menos. Sélo durante el tiempo de aguas, cuando practicamente no tenia competencia, y mejor atin en los dias sefialados, como por ejemplo el dia de los Fieles Difuntos, en que la deman- da era mayor por parte de los fabricantes de velas y de los panaderos, que horneaban toda clase de panes de muerto y calaveras de azticar, llegaba a conseguir que le dieran hasta tres reales por su carga de leiia, Tres reales constituian una fortuna para su esposa, conocida en el pueblo como ‘‘La Mujer de los Ojos Tristes’’. Ella, de modo mas mar- cado que su marido, producia la impresién de que se iba a desvanecer de hambre. Cuando Macario llegaba a su hogar, al ano- checer, tiraba la carga, con un suspiro revela- dor de su agotamiento. Tambaleandose, tro- MACARIO 9 pezando, llegaba hasta el interior de la choza y sin hacer ruido se dejaba caer sobre una si- llita primitiva que uno de los nifios acercaba rapidamente a la mesa, igualmente tosca, so- bre la que Macario extendia ambos brazos ex- clamando: —jAy, mujer, qué cansado estoy y cuanta hambre tengo! gQué hay de comer? Su mujer contestaba: —Frijoles negros, chile verde, tortillas, sal y té limén. La cena era siempre la misma, sin varia- cién alguna. El conocia la respuesta de su mujer desde mucho antes de llegar a su casa y hacia la pre- gunta simplemente por decir algo y para que sus hijos no le consideraran como a una sim- ple bestia de carga. Cuando aparecia la comi- da, servida en jarros y cazuelas de barro, él ya se habia quedado profundamente dormido, por lo que su mujer tenia que despertarle di- ciéndole: —Macario, la comida esta en la mesa. 10 B. TRAVEN —Demos gracias a Dios por las mercedes que nos dispensa a nosotros, pobres pecadores —musitaba él—, e inmediatamente empezaba a comer. No habia tomado los primeros bocados cuando se percataba de que todos sus hijos le vigilaban con la esperanza de que no comiera mucho y dejara algo para que ellos pudieran repetir, ya que siempre su racién era insufi- ciente. Entonces dejaba de comer y se concretaba a beber el té limén. En cuanto vaciaba el jarro, murmuraba con voz plaiiidera: —Oh, Sefior, si por lo menos una vez en mi pobre vida pudiera comerme entero un guajo- lote asado, moriria feliz y descansaria en paz hasta el dia del Juicio Final. A menudo no decia tanto y se conformaba con murmurar: —|Oh, Sefior; concédeme, aunque sea una sola vez, todo un pavo para mi solo! Tantas veces habian escuchado sus hijos aquel lamento que ya no le prestaban aten- MACARIO ll cién, considerandolo como una forma de dar gracias después de la cena. Sabian que las mis- mas posibilidades de que su padre gozara de un pavo asado eran las que existian de que po- seyera mil pesos oro, aun cuando hubiera ro- gado toda su vida por ellos. Su mujer, la compafiera mds fiel y abnega- da que hombre alguno pudiera desear, sabia que su esposo no comia tranquilo y suficien- temente mientras sus hijos lo vigilaran con ojos hambrientos, deseando hasta el ultimo de sus frijoles. Esto la apesadumbraba, pues te- nia buenas razones para considerarle como un buen marido, con cualidades que ni siquiera podia sofiar que encontraria en otro. Macario nunca pegaba a su mujer. Traba- jaba tanto como a un hombre le es posible ha- cerlo, y solamente los sdbados en la noche solia reservarse dos centavos para beberse un tra- guito de mezcal que ella misma compraba en la tienda, porque sabia que obtendria el doble de la cantidad que a él le darian por el mismo precio en la cantina del pueblo. 12 B. TRAVEN Percatdndose del excelente esposo que te- nia, de lo mucho que trabajaba para mantener a su familia y de lo mucho que amaba a sus hijos, la mujer empez6 a ahorrar hasta el ulti- mo centavo de los pocos que ganaba lavando ropa y desempefiando trabajos pesados para otras mujeres del pueblo, que gozaban de ma- yores posibilidades que cella. Después de ahorrar sus centavitos durante tres largos afios, que le parecieron una eter- nidad, pudo hacerse del pavo mas gordo que encontr6 en la plaza. Reventando de gozo y sa- tisfaccién lo llevé a su casa cuando los nifios estaban ausentes y lo escondié en forma tal que nadie pudiera descubrirlo. No dijo ni una sola palabra cuando Ilegé su marido rendido, agotado, hambriento y como siempre rogando al cielo por su pavo asado. Aquella noche hizo que los nifios se acosta- ran temprano. No temia que su marido se die- ra cuenta de lo que ella preparaba, porque el hombre se quedarfa como siempre profunda- mente dormido en la mesa, de donde se levan- MACARIO 13 tarfa como sonambulo para dejarse caer, pri- vado de sentido, sobre el catre. Si en alguna ocasién una cocinera preparé un pavo para una buena comida poniendo en ello todo su amor, toda su habilidad, asi como todos sus buenos deseos, fue en aquélla. La mujer trabajo con devocién durante toda la noche a fin de que el pavo estuviera listo antes del amanecer. Macario se levanto para iniciar su trabajo diario y se senté a la mesa para tomar su pobre desayuno. Nunca se ocupaba de dar los bue- nos dias, ni tenia costumbre de que su mujer se los diera. Si algo faltaba en la mesa o si no hallaba el machete-y las cuerdas que necesita- ba para su trabajo, murmuraba alguna pala- bra sin abrir apenas la boca. Como sus exigen- cias eran escasas, a pesar de que se expresaba con palabras muy limitadas, las absolutamente necesarias, su mujer le comprendia perfecta- mente sin incurrir jamas ni en la mas leve equivocacién. —Hoy es tu santo, esposo querido. Felicida- 14 B. TRAVEN des. Toma, aqui tienes el pavo asado que du- rante tantos afios has deseado y por el que tanto has rogado. Llévatelo a lo mds profundo de la selva para que nadie te moleste y puedas comértelo solo. Ahora, date prisa antes de que los nifios lo vayan a oler y se enteren de que lo tienes, porque entonces no podrias dejar de compartirlo con ellos. Anda, corre. El la miré largamente con sus ojos cansa- dos. “Por favor” y “gracias” eran términos que jamas empleaba. En cuanto.a la idea de ceder un pedacito del pavo a su mujer, no tuvo ca- bida en su cerebro, porque su mente, acos- tumbrada a albergar no mas de un pensamien- to cada vez, estaba ocupada en aquel momento en el que su esposa le habia sugerido de correr con su pavo antes de que los nifios lo descu- brieran. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. VI Comieron juntos, y fue aquélla una comi- da alegre, salpicada de flores de ingenio y de chistes jugosos por parte del huésped, asi como de grandes risas y carcajadas por parte del an- fitrién. —Sabe usted, compadre? —dijo Macario—. Al principio me desconcerté porque la figura de usted no esta de acuerdo con la idea que tenia formada de los muchos retratos que he visto de usted en la iglesia. Esa caja de caoba, que lleva usted colgada del cinturén con un reloj dentro, me confundié y me di- ficulté el que lo reconociera prontamente. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. MACARIO 41 de ahora en adelante, el tiempo carecera de importancia. Se lo pido, porque habra usted de saber que mi reloj de arena fue deshecho por la bala de un cafidn britanico y creo justo obtener a cambio de él un cronometro inglés”. —Ah, entonces crondémetro le llaman uste- des a un relojito de esta clase. No sabia eso tampoco —interrumpié Macario. —Si —dijo su acompafiante, sonriendo con sus dientes desnudos—. La unica diferencia es que un cronémetro es cien veces mds exac- to que cualquier reloj comun. Bueno, compa- dre. Dénde ibamos otra vez? —En que le pidio usted al capitan del bar- co su cro... —...ndémetro, correcto. Bueno, y asi cuan- do le pedi que me diera ese precioso reloj, él me explicd: “Vaya, no podia usted pedirme nada mejor, ya que ese cronémetro es de mi propiedad particular y puedo hacer con él lo que me plazca. Si perteneciera a la compafiia naviera me veria precisado a negarle ese com- pafiero tan util. Est4 perfectamente ajustado. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 46 B. TRAVEN sitantes, gverdad? —le pregunté en el curso de su conversacién. —Cierto. gCémo lo sabe usted, compa- dre? —Yo tengo que saber todo lo que ocurre en el mundo. Porque has de saber, Macario, que en cierta forma, yo soy el jefe de la Poli- cla secreta de... de... bueno. tu sabesa quien me refiero, porque el caso es que no me esta permitido mencionar su nombre. ¢Re- conociste a esos dos visitantes? —Desde luego, o gcree usted acaso que soy un hereje? Su huésped continud: —El primero era ese que tantas dificulta- des nos causa, el Demonio. —Ya lo sabia —dijo Macario convencido—. Ese tipo puede presentdrseme bajo cualquier disfraz, el que guste, que de todos modos lo conozco. En esta ocasién traté de engafarme, presentandose vestido como un charro, pero cometié algunos errores en su disfraz, como pasa a todos los que no son auténticos, por aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 50 B. TRAVEN para crear o transformar alguna cosa. Usted no es mas que un servidor obediente del Su- premo Juez. Tampoco tiene usted dinero para comprar algo, porque ni siquiera tiene bolsi- Nos en su traje o lleva algun morral consigo. Es cierto que he tenido el mal corazén de negar a mi mujer un bocado del pavo que ella preparé para mi con todo su amor. Tuve el mal corazén de hacerlo porque siendo delga- da como es, no se ve ni en una pequefiisima parte tan hambrienta como usted, Tuve vo- luntad suficiente para no darles a mis pobre- citos hijos, siempre deseosos de comer, algu- nos bocados de mi pavo, porque a pesar de lo hambrientos que estan, ninguno esta ni en una pequefiisima parte tan hambriento como usted. —Vamos, compadre, vamos —dijo el hués- ped, haciendo visibles esfuerzos por sonreir con los labios que no poseia—. No le des tan- tas vueltas al asunto. Eres en verdad muy in- genioso, Pero dime la verdad, no temas lasti- marme. Tu dijiste, cuando empezaste a ha- aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. MACARIO 55 Al terminar de hablar se levanté, camind unos veinte metros, miré al suelo, seco y are- noso por aquella época del aiio, y dijo: —Compadre, trae acd tu guaje; si, esa bo- tella que tienes y que parece hecha de una rara calabaza, pero antes tira el agua que hay en ella. Macario obedecid y se aproximd adonde el visitante lo esperaba. Este dio unos siete gol- pes con el pie sobre la tierra y se mantuvo quieto durante algunos minutos, al cabo de los cuales broté de la tierra seca y arenosa un chorro de agua cristalina. —Dame tu guaje —orden6 el forastero. Se acereo al chorro de agua y Ilend el recipiente de Macario, operacién para la que se necesité algun tiempo, porque el gollete del guaje era muy estrecho. Cuando estuvo Ileno, el visitante se arro- dillé, golpeé la tierra con una mano e hizo desaparecer el agua. Después dijo: —Volvamos al sitio donde comimos, com- padre. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 60 B. TRAVEN que desempefio. Nada ha cambiado y nunca cambiara respecto a la actitud de los mortales. Cuida bien el don que te doy. Macario escuchaba atentamente todas las advertencias. Su acompafiante continudé hablando: —Algo mas, compadre: recuerda que esta medicina es la compensacién por el medio pavo que me diste. Pronto desearas un pavo entero tan ardientemente como lo has desea- do durante los ultimos veinte afios. Porque tu deseo atin no ha quedado satisfecho. Y si de- seas comprar otro sin esperar varios afios mas, tendras que curar a alguien para conseguir el dinero necesario para comprarlo, —Nunca habia pensado en ello —admitié Macario—; pero necesito tener un pavo entero para mi solo, pase lo que pase, 0 moriré como el mas desgraciado de los hombres. —Desde luego, pero después deseards tam- bién otras cosas. Todos los mortales desean probar y hacer muchas cosas antes de marchar- se de este mundo. Ahora otra cosa, compadre; aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 66 B. TRAVEN mer ni por un instante que su esposa obrara con precipitacién tirando el precioso liqui- do—. Ayer bebi en el arroyito. Dame el guaje lleno como esta. Camino del bosque y a una regular dis- tancia de su casa, que era la ultima en aquel lado del pueblo, escondiéd el guaje entre la maleza, enterrandolo. Aquella noche regresé con la mayor carga de buena lefia que habia conseguido en mu- chos meses. Fue vendida en tres reales al pri- mer intento que los hijos mayores hicieron por lograrlo. La familia se sintis poseedora de un millon. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. MACARIO 7 comerian aquella noche debido al terrible es- tado mental en que su madre se hallaba. Macario dio la vuelta, se dirigié a la puer- ta y salié sin saber ni qué hacer ni a donde ir. La aglomeracién en su casa no le permitia permanecer en ella. Estaba rendido de la dura jornada, tanto que sentia que las rodillas se le doblaban. Camino automaticamente por la vereda que conducia al bosque, para encon- trar la paz que necesitaba. Al llegar al sitio en que por la mafiana habfa enterrado el gua- je, buscé el punto exacto, lo sacéd y con una rapidez de movimientos olvidada hacia mu- chos afios regresé al jacal. —Denme una taza con agua limpia —orde- né en voz alta al abrir la puerta. Su mujer se apresuré a cumplir sus deseos como si le hubieran inyectado nuevas espe- ranzas y en un segundo estuvo de vuelta con un jarrito lleno de agua. ~Ahora todos ustedes dejaran el cuarto. Salgan y déjenme solo con mi hijo. Veré qué puedo hacer. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 76 B. TRAVEN lo esperaré, pensando mientras en lo que pue- do hacer por su esposa. .. Ramiro trajo el frasquito. —¢Qué vas a hacer con esa botellita, Ma- cario? —pregunté con curiosidad. —Ya vera usted. Vaya a casa y espéreme alli. Necesito ver a su mujer para decir si pue- do curarla o no. Nada le ocurrira mientras llego, no se preocupe. Entre tanto, necesito salir al campo y buscar algunas hierbas que conozco. Salidé, buscé su guaje, llendé hasta la mitad el frasquito de cristal con la medicina, volvidé a esconder el guaje y se dirigié hacia la tien- da de Ramiro, instalada en una de las tres casas de laurillo del pueblo. La mujer se hallaba proxima a morir, su estado era el mismo que aquel en que Ma- cario habia encontrado a su hijito. Ramiro le miré interrogante. Macario le pidid que lo dejara solo con la enferma. Ramiro obedecié, no sin sentir celos de su joven y bella esposa, bella a pesar de hallarse aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. MACARIO 81 ducirlo a humillarse ante el modesto lefiador, unico que podia administrarla y salvar la vida de su esposa. Al darse cuenta del hecho y no obstante la lentitud con que su mente tra- bajaba, Macario tuvo la visién de lo que po- dia alcanzar olvidando su oficio de lefiador y dedicandose unicamente a la aplicacion de su medicina. Naturalmente, la quintaesencia de un futuro feliz era para él la posesién ili- mitada de pavos asados. Al tratar de dividir la gota en dos, Macario se volvié a su compafiero en busca de consejo. Este hizo un signo aprobatorio con la cabeza. Dos dias después la esposa de Ramiro se habia recobrado totalmente, tanto que ella misma comunicé a su esposo que estaba se- gura de que el nifio no habia sufrido lo mas minimo a causa de su enfermedad. Ramiro entregé a Macario con gran rego- cijo las diez monedas, no solo sin regatear un apice, sino agregando mil gracias. Invité a toda la familia a su tienda, en donde todos, esposo, esposa e hijos, tomaron tanto de lo aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 88 B. TRAVEN Ultimos cinco afios, ocasiones en que la posi- bilidad de perderla le habia llevado a consi- derar lo insoportable que para él seria esa pérdida. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 92 B. TRAVEN garé al alto tribunal de Ja Inquisicién, bajo el cargo de hechiceria y de pacto con el Dia- blo por lo que serés quemado vivo publica- mente en la Alameda. El Virrey se detuvo para espiar la impre- sidn que su amenaza causaba a Macario. Este palidecié, pero nada dijo. —¢Has comprendido bien lo que te he di- cho? —pregunté el Virrey. —He comprendido, Alteza —dijo Macario brevemente con un ligero temblor, y hacien- do una torpe reverencia. —Ahora, yo, personalmente, te llevaré jun- to a nuestro nifio enfermo. Sigueme. Entraron al cuarto del nifio, al que dos hermanas de la caridad vigilaban impotentes, tratando sdlo de que estuviera cémodo. La madre no estaba presente. Se hallaba, por orden del médico de cabecera, confinada en sus habitaciones. El nifio descansaba sobre una camita de madera fina, pero sin grandes adornos. Macario se aproximé al enfermito y miré aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 96 B. TRAVEN habia dejado que tomara a dos de sus niete- citos, sin la menor protesta. Pero en esta ocasién todo era diferente. Si fracasaba serfa quemado vivo en la plaza publica, acusado de hechiceria y de tener pactos con el Diablo. Sus hijos, que gozaban todos de elevada posicién, caerian en desgra- cia por la condena que la Santa Inquisicién le impondria y que era la mas infamante muerte que podia sufrir un cristiano. Todas las propiedades que posefa y que pensaba que heredasen sus hijos y nietos, le serian confis- cadas como bienes mal habidos, para pasar a manos de la Iglesia. No le importaba perder una fortuna que nunca habia tenido gran importancia para él, pero lo que le preocupaba sobre todo era la felicidad de sus hijos y mas que la de ellos, la de su mujer, en quien pensaba intensa- mente en aquel terrible momento de su vida. Ella se volveria loca de pena cuando supiera lo que le habia ocurrido a él en aquella gran ciudad, tan lejana de su hogar, al sentirse in- aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 102 B. TRAVEN —No, usted no debe, usted no puede ¢Me oye? {No puede Ilevarse al nifio! —grité Ma- cario desesperado—. ;Piense en mi desgracia y en la deshonra de mi familia! No puede usted Ievarselo. Yo se lo impediré. Su compaiiero nuevamente movi6 la cabe- za sin decir palabra. Entonces, con movimiento resuelto, Ma- cario tomé la cama y la hizo girar violenta- mente de manera que su antiguo huésped quedara parado a los pies. Pero éste desapa- recié por dos segundos para aparecer como un relampago nuevamente a la cabecera. Otra vez Macario dio vuelta al lecho y otra vez el extraiio personaje aparecié a la cabecera. Loco de desesperacién, Macario daba vuel- tas y mas vueltas a la cama como si fuera una rueda, pero en cuanto se detenia para tomar aliento, miraba a su convidado parado a la cabecera. Entonces recomenzaba su loco jue- go, con el que crefa poder engafiar al que in- sistia en llevarse al nifio. Era demasiado para aquel hombre viejo aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Macario es la singular aventura 0 desventura de un hom- bre humilde, hambriento, que al dar satisfacci6n al mayor de- seo de su vida —comerse en soledad un pavo entero— recibe poderes sobre la vida y la muerte. A partir de ese momento, Macario vive experiencias extraordinarias. Macario, obra considerada como uno de los mejores textos de Traven, ha encontrado una entusiasta acogida en todo el mundo. tualidadshitonial DR.ERAZO 120 COL. DOCTORES 06720 MEXICO, D.F. TEL: (62) 55 88 72 72 FAX: (52) 57 6157 16 www.selector.com.mx e-mail: info@selector.com.mx

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