You are on page 1of 23
EL GRAN BURUNDUN BURUNDA HA MUERTO Una de la vidas més efimeras y hasta cferto. punto intrascendentales en las creaciones del espiritu humano, es la de Jas obras literarias latinoamerican: Existen, sin, embargo, excepeiones que por su persistencia han sido eatalozadas ‘Ya como creaciones “elasicas” de la lite- yra_del hemisterio. Es el caso, por ejemplo, de “La Voragine” del colombia no José Bustacio Rivera, “Don Segun Sombra” del argentino Guiraldes, “Dofia bara” del venezolano Gallegos y “El sefior Presideite” del guatemalteco guel Angel Asturias. Una obra colombiana Uegaré préxima- mente a colocarse, en el aspecto de st divulgacién en otros idiomas, al lado de Jos clasicos latinoamericanos. Se trata de “El Gran Burundiin Burundd ha muerto’ de Jorge Zalamea, escrita hace varios afios en la Argentina. Los circulos euro- eos apreciaron con rapidez el valor uni- versal de la obra y realizaron las prime= ras traducciones, que han llegado cuatro idiomas: al francés, por Francis de Miomandre; al aleman, por Erici Avendt —Premio Nacional—; y al grie- 0, presentado por una de las figuras mas importantes de la Mteratura del presente siglo, Nikes Kazantzakis, quien escribié el prologo. En el curso de pocas 5% nas Ia obra de J. Z. serd vertida al inglés Por una editora londinense, La Organizacién Continental de tos Festivales del Libro, se enorgullece de presentar la primera edicién popular de esta gran obra, ORGANIZACION CONTINENTAL DE LOS FESTIVALES DEL LIBRO COMPANIA GRANCOLOMBIANA DE EDICIONES S. A. Representante autorizado de la Organizacién Continental de los Festivales del Libro. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. . Y la luz en las tinieblas resplandece; ‘mas las tinieblas no la comprendieron. SAN JUAN, 14, 4 5. | Ese tirano ecuyo sélo nombre ampoila | nuestra lengua. SHAKESPEARE. Sélo quiero que me quede una voz in- . i articulada, como la naturaleza concedié a los animales, con que en vez de palabras forme gemidos, y suspiros en vez de que- jas. LOPE DE VEGA. SOTELASYGeigees seaeryados oa a Raltore etpoamercan 8. : ihenilae satan a MORE Mecano | (ubloteca Basica de Cultura’, segulda de eallseatives de nucios 1 ete ee SSRN ch cade’ pate, de, Armtien ting, “navn SORNG fe Gnu Seni, nies selord bthnogce ne INGUNA crénica de la gloria de sus actos, seria tan IN conwincente ante las generaciones venideras como le minuciosa y veridica cescripcion dei cortejo que ponderé su poder en Ja hora de su muerte. ‘Pues cada uno de los pasos de aquella lujosa y luctuo- sa procesion, obra fue de su ingenio, simbolo de sus desig- ios, eco de’su insigne borborigmo. ‘A las dos de Ja tarde, Jas Iglesias Unidas dieron fin su fnuda disputa de simbolos y ritos con una bendicin unanime sobre su atatid de plomo. Que bajé entonces las escalinatas de Ja Basilica Unio- nista sobre los enlutados hombros de la Administracién. ‘Lo colocaren en el carruaje, pesado de alegorias pero aligerado por cabezeantes penachos. : ‘Los Consejeros Supremos cerraron la puerta de bise- lados cristales. E) Cancilier, embarazado en su rigida dalmatica de vitela, dio la orden de marcha con el “toc” de su baston- zuelo de plata. Se inicid el desfile varios kilémetros mas alld de Ia Basilica. ;Tan extenso era el poder del Difunto! j¥ tan diversos los signos de su mando! Pero antes de deseribir esta marcha, esta marcha triunfal y finebre, hay que decir —para que toda la ver- dad resplandezca-- que también Ja naturaleza se hallaba de luto. Sobre la avenida més ancha y mas larga del mun- do —trescientos ochenta metros de lo primero, ciento dig Ciséis idlometros dz lo segundo, para ser exactos—, cerni- Se todo aattel dia una incontinente llovizna. Y se humillé @l cielo en sus nubes hasta confundir las fuentes del agua 9 pura con el hollin d i exhala el cubil de tes hombreg ws Y ot &#S050 mador que altaneria del hedor urbano . ¥ el veja i = ontabularon, Dues, para fraguar una esnccie de bine x pediongo la avenida mas ancha y més larga A lo largo de la cual, a la wont 38 , a las dos de la tarde, comenzé a sptitse lento y mudo paso el luctuoso, el Iujoso corlejo A cuya cabeza andaba el Cuerpo de Zapadores. (Comienza a revelarse aqui i hin, (Comiens se aqui el genio del Extinto: su- Coren gsist©, Pasmo del ‘buen sentido, padre de la con- cords, Zapadores tenfan por rosiro una atrufada jeta de gerdo, sin otros ojos que la ciclépea pupila de neon que Hluminaba, sordida, la visera del easco: Casco & prucbaty Gerrumbamientos y tan solido que basiaba un’ testarazo lr las mas duras rocas subterraneas, Cubsiance los uniformes del triste color Jel yoluntad y ofrecer entonces una polvo. Podian henchirse a a, elusiva ¢ irreductible resistencia {as confracciones del subsusio, Los bombachos panteloaes sSealustaban en los tobillos bajo Ia cafia de una especie de Gees de Acero que permitian a los Zapadores et tujo fe convert en un trabajo répido y eficaz de A los hombres i que trabajan bajo la tierra, fazan muchos peligros: el mas grave cate elds ia ee Gacion de gates melilicos que eorroen los pmones, Nise » hacen i imag de icor Soc SERS 2 saltar de los ojos lagrimas de icor . Pero el Difunto fue més cauto i _ ste el Dif sto que el mine: ie Jo, Sabia las vias del _f25i conocia los Tagclinates del “agua presumia de petrégrafo, pero no creia en la belleza de lag felglactitas y opmaba que nada es tan peligroso para un hombre ajo la terra come el entemecerse mirando, cn la ad, le carbunclo de una 7 pensar inesperadamenie en Ja alegria de una vettaha com uuyos cristales golpea el sol en sti ponieni - mtrarré iesge fi sus Pare contrarresiar aquellos riesgos, para inmunizar a doranagtderes, el Gran Brujo recurtié ala contramagia turas del propio poder que - zaba. En las entrafias de la tierra, en el Ieberisto es 10 de sal, hierro y marmaja, los hombres de cuerpo cléstico ¥ de Dupila de ne6n eimanaban su propio grist, aterrori- Zando a la misma rova. E iban quedando inertes, yertos, a Su moroso paso los duices topos de azulada pelambre, las gordas o escudlidas ratas que también son dulces en su mirada pesquisidora, los acorazados armadillos que son {i midos y de enirafia ian blanda como aspera su apariencia; Jos hurones de aguzado hocico y rosados deditos de nino; las golosas mangostas cubiertas de ceniza. Y todas las bes- tias ‘que son blandas, babosas y asustadizas. Be manera que cuando los Zapadores del Gran Des- tructor abrian bajo Ja tierra la mina que los eondujera por sorpresa hasta los campamentos enemigos 0 a los centros vitales de las ciudades asediadas, —su furor bélico se veia permanentemente estimulado por la taciturna heeatombe de las furtivas bestezuelas miopes. Ahora, los Zapadores avanzaban sorda, pesada y len- tamente por la avenida, abriendo un tinel’en la nicbla y la luvia para que desfilasen, tras ellos, los Territoriales. Los eascos de éstos eran también de acero. Pero esta~ ban barnizados de verde, y de noche se encendian con breves chispas que Imitaban ingeniosamente el luminoso parpadeo de las luciérnagas. "Por obra de minuciosa seleccién, los rostros de los Te rritoriales eran idénticos entre si, como cabezas intercam- biables: grandes peras sin gracia, lividas y pecosas; con ‘ojos planos, incolorcs y acuosos, como. dos ieves magulla- dures, Nariees y boca desaparecian bajo el dispositive an- tigds que se desprendia de las ocultas barbillas a manera de una rugosa trompa de paquidermo. ‘Los uniformes de los ‘Territoriales eran de una tela ve- getal del color de la hojarasca podrida y la purriela. Algén insidioso atractivo t2ndrian estos uniformes para las bes- tias del campo, pues cuando los Territoriales andaban en campania 0 redlizaban batidas contra los bandoleros que coniradecian el Nuevo Orden, —corderillos, liebres, ter- neras y cabras les andaban a la zaga, tratando de mordis- quear con sus belfos felpudos y sus anchos dientes lucien~ fes la tela color de hoja seca. ¥ cuando los Territoriales fingian yacer entre los pastos ‘0 en los rincones nemorosos como grandes coagulos de purriela, no tardaban en preci~ pitarse sobre ellos mintisculas hordas de hormigas color de Ininio; regimientos de escarabajos preciosamente capara~ zonados de acero azul, de lameante cobre, de oro quema~ do, y zigzagueantes vanguardias de lagartijas. Y moscas uw é Ivas cabezas de ornitélo~ multicolores danzaban frenéticamente sobre ellos con su I. Chupado el tuétano &, Jas calves caberas 6 dio las musica de pifanos diminutos. Pero toda bestia del campo | gos y ornitémanos, e| Gran Burundin Burands Co ve Pagaba con la vida aquel breve contacto con el uniforme i Ja _estup i Genes finales para, 2 aersnences de Ge los Territoriales, Que ast cumplian con la taction aon gun sus infalibles caicules, fendtia dos, conseeuencias, de “tierra arrasada", Y satisfacian los ocultos prumtos adi i fneateuiable ‘easceadencia politica: primera, demostrat 1a Gren ‘Matador, : invlsbuieed de. sus auto-aviadores, segunda, suministrar En el orden del desfile correspondia el tercer lugar al ~ i un suplemento suculento y g1 arma predilecta del Insigne Borborista: los aviadores in- bernados. . visibles, la cristalina policia del cielo, los transparentes En el dia y 1a hora sefialados para elpasolae el ta tos silvestres —especie escogida por razones eminentemen- te técnicas, secundariamente augurales y 1 in aes arias, ascendicron, invisibles, sobre la ciudad hasta cinco uadro ia-1 isc 5] in irones de policia-nylon. an ret cielo la Ilegada —rauda, rauca— de las a angeles'de la Administracién. La milenaria ambicién del hombre de volar por si juismo, en contacto directo con las mareas del viento, ha bia sido tinalmente alcanzada bajo el regimen provides. cial del ahora Caudillo de los Difuntos, Envueltos en una tripa que participaba a la vez de la Cantendo las tres énades, madre! Jigereza del celofan y lu fortaleza del supernylon, los i hombres volantes eran invisibles en el éter sin dejar de ser videntes. El gran preservative color de cielo y cams Hado de cirros que los conienia, confundiase con 1a altnée. fera sin que el interno feto destructor perdiese la exacta Punteria de sus minisculas ametralladoras. En Ja insuperable crénica del Gran Burundin-Burun- ga ~finalmente hay que pronuneiar su nombre, iy que los Glelos y los siglos lo repitan como el eco de un larga eres fol nada superé a la delicada, a la poética escenogratia que imaginara para ensayar y ‘probar la invisibilidad de sus policias celestes. Con Ja adjetiva minuciosidad de los estadistas, cone voed a los ggos mas reputados del pais para prec TSP CUI e1Tp Ta Fhe ag TebUades del pals capital las hordas migratorias de las aves nortefias. Sin sorprendena de nada, establecié el Radon de las especies; se enterd de : Ja densidad de las bandadas; de la altura y la velocidad ao su vuelo; de la resistencia de los cuellos y 1a envergadug ge Jas alas; del peso y calidad de Ja carne; de la mayor 6 menor malicia que tivieran | ¥ fue al cacr de la tarde, cuando en el rescoldo cobrizo jonia solar pareceria inas dificil distinguir el aceito- oS Bulle marron de los plumajes y cuando las palmendas patas amarillas comienzan a surgir del tiblo vientre para Eminorar la velocidad del vueloy preparer, el vibrante Contacto con, Jos pantanos ya proxiinos, fue 2 ees cua Go se cumplio la inexorable previsién del Gran Cinegista. Co sf SNokda pura, a horda hasta entonces Infeuibie, en gu ruta, la horda simpre puntual a ta cita con Ja vids, 20 con la muerte invisible, s aa tea oa alr an sono viento musical’ en sofda Tluvia; de alada geometria, en Garg ZO ip grat, se derumbaon at ves 6 : ‘os hombres. bre Goran -—iflapi~ sobre is tles vorsinosas y las e rrazas; cayeron —iflap!— sobre los tes SRluos por les ifs en Tos patios; cayeron —iflap!— sobre = . sf de la pesadilla; los pajaros pilotos que guian como encomiendas’ postales pea a.Je alada tribu por los senderos'mas pragicise Gar yeaae I Giyeton ==iflap! sobre los bances y sabre fas istesias 2o- por las comareas més tibias del aire | go gruesos escupitajos; cayeron —iflap!— sobre os ande- ¥ como sus, seeretas debilidades y sus muy ocullos hes y en mitad de las calles como dese panicos necesitaban sliviarse de vez “en cuando con da re de ; eayeron —iflap!— sobre las ancas Bronce ge fos cabalios que otan, inmoviles, bajo Jas i 0 sr nalgas de los inmoriales y sobre, 1a ‘stig gus porate no legaran Mogae Jos, iempos en, que diesen los altos Hee ae yasuculevia liuvia de anades, en vez de Tegocijar 13 gpelacién a poderes sobrenaturales, hizo venir tambien a Su-palacio a un_extraviado anispicé que Toiniaio en Tos ‘Searetos de Ta onion ee ‘ornitomancia y le indicé las hecatombes mas propicias, mientras paseaba sus engarfiados dedos ve. losos por entre las entrafias todavia palpitantes de ‘wn desventrado anade. 12 el corazén de los cit 6 i oi ora ciudadanos, los sumié en incomprensible Ni el hombre i gue busca en su i an y tabaco para ofrecézsetas, entre el neuror de hae aig ASUS escudlidas hijas; ni la mujer que se detiene larga. ponte ante Ja, vitsing de, las flambierias, csperando ae }oca se conv leche para su mamoncillo; ni el nifo que roe un Lotge ssomado al ventanuco de sti buhardiltay “nila “Goncella Guva boca se hace més pequefia cuando piensa ‘en ‘tox hos Rejos de fruta que podrian rescatarse ~si no se fuese tan orgullosa, @ tan timida— de los cubos de la basure; ni el freiane due se alimenta mirando el eromo de una nati onl primer aninetoiony SUS cM even, opose clears des ani concen Ja reproducia jugosa, viva: = Hirer nes eaue anhela chupar una espina de peseado para que no mucra ia fHerna ¢ Impaciente llama que golpea sus ingles; y nisi os sin duefio, ni los, in pelo, ni las a , ato cormejas desplumadas, ni jos buitres de cuello shngsor mas aun: i siguiera Jos burdcratas que se alimentaron iem= pre con Jag viandas caldas del efelo de In Administracion; mag igdavia: tampoco los policfas que se nutren de carne paqgul aa Y bomen ocd a ojos en la descomposicion a 7 , nadie quiso ree . pd es oe tronchado; nadie pensé que ge pudicee ose ne aque! los cuerpos reventados; nadie, nadie ci nek que el vuelo se detuviese on el puchere * cone entras el Gran Burundd 5 ao tin-Burunda espex palacio.umn.himno de regieldos, la ciudad, oseuramente se fidaria con Ja horda asesinada, gemia sordamente, balaba lestimeramente, sin atreverse @ gramar como aeago fo ny: in s silvestre i to secidente de ouslyes es en el momento de su imprevisto Pero el Gran Burundi rea 0, c1, Gran Burundin-Burunds. se sok. Y Laualee pian, Nyt le Se gible. eal eficaz. ;Va pasaria la inapetencia Por la avenida avanzab: tos Fo !8 avenida zaban los Autoaviadores enyuel- {05 en Gl cendel de sus fléceidos unitormes de celotan y Tras ellos, con la and: i los, ladura furtiva d i on, sanguinarias pero asustadizas, en cerrados pelsiotes olicia Urbana y Rurel det Gran Pesguisante 14 | | Esta no vestia uaiforme, no: sino trajes civiles, ané- nimos trajes civiles un poquitin pasados de moda y casi hhunea ajustados en.su medida a los cuerpos que cubrian- Gnas veces, demasiado estrechos para clertos pechos de gorila y ciertas naiges excesivas y equivocas; otras, dema- Sado amplios para jos hombros caidos y los muslos en- fecos_ de los hominieacos. De sus ajadas ropas se des- prendian —-con cierta nauseabunda regularidad— vaha- Fadas de moho ¥ gesolina, de sudor y de semen, de caq Hes y irjas flatulencias, de papel sellado y resobada miga Ge pan. Superpuestos hedores que acababan por iundirse én un relente abominablemente dulzin de cadaverina. ‘Pampoco usabar. cascos guerreros, sino gorras, bom. pines y los deshormados sombreros blandos de la pequenia purguesia. Y como no se cubrian el rostro con mascaras anugas, ni usaban barboquejo, ni visera, ni anteojos, ofre- cian toda la faz demuda, Que era arma eficaz en manos del Gran Terrorista, ues los ojos —que eran coagulos de pus, 0 revento~ nes de sangre, o lividas ostras Verdinosas—, tenian esos rapidos guifos solapados que petrifican la dulce entrada de las mujeres y hacen nacer el yerto vendaval del miedo €n los testicylos de fos hombres mas cabales. Pues los ce= hicientos labios sin bisel sabian alargarse, cerrados, en la sonreida mueca que desata inesperadamente el llanto, de Jos nifios; o, si eran protuberantes y amoratados, fruncirse con la gula’ del impotente que espanta aun a las mas, vie~ Jas rameras. Pues ax Jas mejillas"y en las mandibulas y hasta en las mismas orejas, tenian de repente subcuténeas contraceiones que eran como la deglucién de todas las co- Gieias, como el baboso saboreo de todas las concupiscen- fia; peor aun y mas temible: como el azoro que divide Gl criminal entre su crueldad y su cobardia. Pues los ros- {ros todos tenian esa cerosidad sudorosa de quienes ace- chan tras el ojo de las cerraduras; de quienes buscan en ~ Ja cosquilla erotica el camino de la fatal confidencia; de quienes pasan la lengua cirrosa por el engomado de los SNonimos; de quienes brindan a la salud del amigo conde- nado de antemano; de quienes reciben todavia caliente el pan que amasara la madre anciana, cuando han ido a su Basa para arrestar al hijo que se oculta en’ el granero. Pasaban por la gran avenida soslayadamente, palpan- do con una secreta y feroz angustia el revolver que lle~ Vaban bajo la axila, la manopla hundida en los Dolsillo- nes del saco, el vergajo que les envaraba los pantalones, ja matraca que les goipeaba el trasero, el punal que les 18 fGigab2 sobre el ombligo como una yerta cruz, Aterrado idantitinaiaenah aterido el corazén bajo la placa que lee ‘aba, pero embriagados en la contradictory eae ciencia de su irremediable i i cieneia de ‘ediable ignominia y de su omnipotente ‘Tras ellos venian, reb s n, Lebosantes de bendiciones com dxbol on el ‘desperiar de sus aves, las Vencrables deren s de las Iglesias Unidas. ° “seas Un patio largo de cien metr: : metros y ancho de trei - cen eaegaes Plata, per Beslitos, bonzos, snctisfancs, de Ia terea Hovizna’al Magno Capitulo, 0% Smparaba fe el envés del palio y primor por Santas Mujeres Unificadas, af largo, enue yore. cuerpo de un hombre ondeaba al'paso procecnal, balando mudam : de cordero mente por Ja entreabierta jeta de su cabeza diciones. Si, de reo} . Si, 0, atisbaban as i de tra sus grandes Vientres —sf gordos<: ose yng geen or efane gia, Pills en sus cuellos gallinaceos —~si tacos Wolteaban yay janez# hacia el carruaje finebre, se ies Uda autorieg in los ojos en el éxtasis de la consen- jada exterior los distingut: i, a exte istingufa entre si, is rgaaeppere Snel Ne cpuabn Fatt conado deo Patriarcas y lamas; coptos y ulemas hee iscanos; ni el rosario dec no: "uescos al Gilicio'de nudos con el de espinoet 16 quisidor habian hecho tregua en la disputa de las victi- mas. La codorniz del azteca, el cordero primogénito del judio, el babilano buey babildnico, el gallo negro de los romanos, el ocelado leopardo de Jos bantis y, desde luego, el Cristo... verfan ahora su sangre expiatoria sobre la misma, unica, ara. 1 Gran’ Burundin-Burund4 los habia unificado. ¥ ya nada los distinguia entre si Los habfa unificade en torno a dos cosas, mu un rodillo de oraciones y una escudilla petitoria. jCémo no icar al Gran Cismatico, descubrider a tra- Ys de tantos siglos de desollamiento, ‘de empalamiento; @ través de tales husmos de carne hereje; a pesar de tanios aullides de enrolado, de escaldado, de’escalpado, que las ynuiltiples Iglesias podrian unificarse con solo darles el conjunto monopolio de la escudilla y el rodillo! simples; A diferencia, pues, de la Policia y a semejanza de las Fuerzas Armadas, que antes se detallaron, los Sacerdotes de las Iglesias Unidas vestian un uniforme. Largas y hol- gadas timicas color de azafran, sobre las cuales era fécil discernir la sombra o la mancha de cualquier veleidad politica; pero tan inocentes y generosas en sus pliegues, que iodo perseguido se sintiera tentado a buscar en elias el re- fugio ultimo de la confesién ante Dios, ante lo que cre- yera ser su Dios sobre la tierra: jcandidez y vanidad del pobre! Y de su confesién resultaban luego las huellas espiri- tuales en.su proniuario policiaco. Reducidos, finaimente, a un comtin denominador, des- filaban como simples buhoneros de la plegaria, como tai- mados mendicantes los que antes fueran Grandes Extor- sionadores de Ja Vida Terrenal, Grandes Hmpresarios dei Infierno, Grandes intercesores’ del Purgatorio, Grandes Parceladores del Paraiso Ultraterreno. Y hasta Grandes Parteros del Limbo. {Qué maestro de ceremonias mareé las distancias? Entre Zapadorgs y Territoriales, entre Autoaviadores y Poliefas, entre ésios y las Jerarquias Eclesidsticas, la Eeparacién habie sido. rigurosa: doscientos metros entre cada sorda mase. Pero he aqu: que entre el palio de las Iglesias Unidas y la carroza funeraria, se abria el inesperado, horrendo y a la vez comico margen de un kilémetro de soledad iT Ala mitad del i a Graf pi,imitad del cual, venia el caballo de batalla del iVivo! iBello! iTodo é1 negro! iodo é! luclentet iodo é1 luciente, sin es! r Sin sudor en el pecho! ‘rella-en Ja frentel on pronunciadas venas en el cuello y las ingles! i jUn cabalio! Un caballo que recordaba su desconcertada misericor- dia cuando blandamente se levantaba y caia s ‘br - mos a gees plates Santa? chartaneie cio peso del hombre a horcajadas. Un caballo que sc sore prendia de los sordos rezongos que el azote de las ramas en su rostro arrancaba a quien se alzaba sobre su alzadu= ra, Un caballo al que la mano de quien se creia su dueno sui $e, Baseaba morosamente sobre sus duras, partes— causgba fastidio. Un caballo que’ desdefiara ser Cénsul. term uaGist@nciamicnto en el cortejo era, sin duda, de- erminacion suya, ;Qué manera de morder y de cocear tu. Viera si alguno de jos palafreneros de la Administracis pretendiese acortar las distancias! men iDanzaba sobre la avenida! Como finos crétalos, sus “breves casco: repidueteaban “sobre cl pavimento; donosamente’ dobiaes jas rodillas para mejor trenzar los pasos; su enareado cue= flo. marcaba el mudo compas de la danza, dibujado tam= ign en el aire por el vuelo de las crines 'y el lujoso vai vén de la peinada cola. Meneaba apenas el'anca, pero todo su gran cuerpo luciente danzaba. ° {ego rela! evantaba la fina testa angular; Je te1 ~ expec egos en stole ta etlin; se levantaban y bajaban sobre sus grandes dientes amarillos los suavisimos belfos y, en lentisima progresion geométrica, sus divoreiadas mandibulas convertlan el mas agudo de los angulos en un 4ngulo recto. La rosada bisec~ ‘riz de a lengua, palpitaba en su muda alegria. [ous rise! in el tinel de niebla y de Novizna urdido sol cortejo, esa risa era un berbiqui. Lo horadaba todo. For los agujerillos que abria, era posible entrever ain ‘un 18 : mundo en que les orugas no temiesen a los Zapadores; en que las liebres no tomasen a los Territoriales por rabanos; en que los pajaros no tronchasen sus cuellos contra nubes_ de nylon; en que las mujeres no pariesen Policias; en que jos hombres no pasasen por el rodillo para caer en la es- cudilla. ‘Tanta risa tenia el Caballo de batalla del Gran Bu~ rundiin-Burundé, que le bajaba de la cabeza allanera al pecho enjuto y de alli se propalaba a las finfsimas manos Obligandolo, si, obligandolo en 1a embriaguez de la alegria, a dimitir de su propia dignidad y belleza para competir con los corceles circenses. Pues cayé en la flor de hacer de sus manos batutas que quisieran dar otro ritmo al des- file. Su propio ritmo. jNo je cabia al animal tanta risa en el cuerpo! Hasta tuvo la humildad —jo la insolencia?— de fingir- se tambor mayo: femenino de la banda de un colegio de ‘Arkansas; se puso entonces vertical sobre las patas trase- ras, exhibié su casto vientre, puso de relieve sus lustrosas vergiienzas y comenz6 a manear en el aire como si ju- gase en él con la verga —joh blasfemia!— del Gran Fa- Fiseo. Nuevamente pisfaba sobre el pavimento y, a pesar de la distancia, dé la niebla y de Ja Hovizna, era posible adivinar que sé refa pensando en que, finalmente, tras de sus ancas, venia muerto cl partero_de_tantos_cadtverss. Y que, dé ahore en adelanta, acaso fuese posible hundir Ja jeta golosa en esas pasturanzas en las que hay que pe- jear con suaves festarazos la flor del trébol al celoso agui- jon de la avispa. A quinientos metros ‘de las ancas del alegre caballo, venia ef carruaj2 fénebre. Bajo las rhortuorias cimeras y los plafiideros panachos, entre columnas saloménicas, in- geniosas alegorias ¢ historiados cristales, yerto yacia en su atatid de plomo el autor de tanta grandeza, el inventor de tan asombrosos artificio: aSera menester detallar aqui las desusadas y desmesu- radas empresas del Gran Burundiin-Burunda? Que vengan sus guardias de asalto, sus tropas de cho- que, los jefes de su policia, las cuadrilias seleccionadas de sus eaciques, su mercenario’ Estado Mayor. Que vengan sus amarillos secerdotes, sus amoratados verdugos, sus verdes delatores, sus negros matones, sus rojos escribanos, sus azules exactores, sus blancos sepultureros... y embo- cinen todos ellos sus trompas hacia ei cielo. ag ¥ cuando su trompeteria haya creado el universal, ex- pectante silencio, que se congreguen en torno al féretro 19s millones de sus vasallos y, sopesando bajo las vesti- duras sus calabacines de casttados, en bestial coro aiiilen, rulan, chifien, jadeen, ladren, grazhen, ronquen, balen, ca. caren, relinchen, tosan, berreen, roznen, bufen, croen, zumben, eructen,’ rebuznen, mujan, verraqueen, ‘chillen, himplen, piten, grufian, venteen, trihen, mayen, cloqueen’ pien, gargariceh, crotoren, gafian, silben, voznen, ganguccn, resuelien, pujen, gorjeen, parpen, bramen, y ululen... cn péstumo homenaje y detallada necrologia’del Gran Char— Jatén que comenzaba a hacer la felicidad de los pueblos con la abolicion de la palabra articulada. 20 | L in del cortejo que tras el carro fi- nebre venia, servira para decir —en parte, al menos— otra copia de las benéficas maravillas imaginadas y reali- zadas por Burundir-Burunda en los afios de su -hegemo- nia. Pero no se seguiré —si se ha seguido— con el debido respeto la lectura de estos anales, mientras no se sepa cual de entre sus obras eminentes fue la que mejor legitimd para los siglos su titulo de Gran Reformador. Ni se con- cebiria todo el hercismo superador de su empresa, si se ignorasen algunos antecedentes de su vida. Pues es lo cierto que, en la mayoria de los casos, el Reformador es hijo de sus propios vicio: aL GOO Ie grandeza de los actos burundunianos pudo justifi- car a Jos escultores que dieron a la apariencia fisica de su avasallante modelo, la enjuta belleza que parece ser propia de la estatua, Pues visto en carne y hueso —no en mérmoles ni bronces—, el personaje fue patizambo, corto de muslos, de torso gorilesco, cuello corto, voluminosa ca- beza y chocante rostro. Tenia al sesgo la cortadura de los Pparpados y globulosos los saltones ojos. El breve ensor- tijado del cabello y la prominencia de Jos morros, le da- ban cierto cariz negroide. Y cuando hubiese querido pre- sumir de romano por el peso de la nariz y el vigor de la mandibula, quién sabe qué internos humores le abullo- naron la frente, le agrumaron la carne en las mejiilas, le desguindaron la nariz y le tornaron vultuoso todo el ros- tro. __ fan notorias desventajas no impidieron, empero, que hiciese carrera Burundtn. La comenzé —como fantos grandes hombres y a di- ferencia de unos,pocos de ellos—y en menesteres mas mez~ quinos que humildes. Tuvo, por ejemplo, el prurito de re- volver y clisauear ropas sucias; fue cleptémano de car- tas intimas y Champollién de documentos ajenos; disci- pulo de Dionisio el siracusano, se hizo perito en escuchar tras de las puertas y aojar por las cerraduras; le puso casa al chisme y abrié garito a la calumnia; le oftecié incienso al Diablo Cojuelo, oro a la Celestina y mirra a Yago, Pero el hombre tenia su malicia y, en vez de inspec- tor de aleantarillas, Jo diputaron Caton. No Mevé, pugs, la ropa sucia a la lejfa doméstica ni eché Jos pasauines al fuego. Con el hediondo saco a la espalda, se presenté a los lugares en que los hombres vo- ciferan, ;¥ fes gan6 sin remedio con los redafios del cinico! Hablaba como se sufre una hemorragia o se padece un flujo. Hablaba como se vacia una carreta de grava. Como 22, revienta una granizada. Como se vuelca un rio en cata- rata, Hablaba el Gran Burundin-Burunda como su nom- bre jo indica. . Durante largos afios, parecié no tener ambicién distin- ta a la de habla:; ni gluse ocupar otros puestos que los que permiten hablar; ni dio otro testimonio de su vida que el de la palabra; y cuando los auditorios se iban a dormir, todavia tenia Burundin que palabrear con el pa- pel... pues también era escribidor el Elocuente. Como hay quienes destruyen con una lima, con una piquela, con una tea, con una cuchilla, —Burundin des- truia con Jas palabras. Destrufa de preferencia, claro esta, Jo que con las palabras se forma y de ellas se alimenta: honra, fama, reputacion, prestigio. ‘Todas esas cosas tanto mas preciosas cuanto mas vulnerables; todas esas cosas de que se nutren los hombres y se visten, 'y sin las cuales vie- nen a ser como pobres hestias hambrientas y desolladas; todas esas cosas sobre las cuales se asienta el amor, s¢ edifica la paz, se establece la justicia y se ensancha la vida; todas esas cosas que, en si mismo esplendor, ni son comprobables, ni mensurables, ni comparables, ni defen- dibles. Todas’ esas cosas... ‘A la manera de ciertas bestezuelas rampantes y sub- terrneas que hacen del propio desmonte del camino que se van abriendo su_alimento, Burundiin convertia en gra- sas las famas que demolia. ¥ cuanto mayor era la escom- brera que formaba, tragaba y digeria, tanto mas amplio el sendero que per‘oraba ante su creciente y malsana obe- sidad y tanto mis nauseabundo el que iba cegando a sus espaldas. iEntendié jemés alguien la estrategia de Burundin? La empachante presencia de su atatid, un atatid en que hubiese cabido una familia entera —joh, supertragén de cosas inmateriales!— nos veda discutir aqui los secretos de su rabia, mas devoradora que la de la espada. Pero fue indiscutible el triunfo de su palabra: uno cualquiera entre los innumerables dias de la vida, todo, en torno_de Burundiin, fue escombro, El gorgojo’ habia carcomido Ja viga maestra de la fe. y derrumbado la casa ante el estélido asombro de quienes no se pereataron —ni en el suefio ni en la vigilia— de los minusculos chasqui- dos, del arenoso desmoronamiento, del rechinante espol~ voreo, del apenas crepitante desmigajarse del alma de la madera. 23. menester extirpar ‘de_sus_costumbres la mas vana y peli- fu ig hablarsé entre si, la de comunicarse sus co- a jores, Su8 THepIa: ¥ salté entonces el Gran Burundin-Burundé sobre Ja escombrera. Salté sobre Ios cascotes como un aleteante y berrean- te papagayo de fabula. ~ (La verdad histérica nos obliga a anotar aqui una inconveniencia: tan repentino, estruendoso y catastrético fue el derrumbamiento de la ‘casa, que el propio Burun- cin —su demoledor— tuvo un momento de panico. De tal manera que cuando el papagayo brincé sobre las ruinas, hubo quien observase que las plumas de su cola habian enriquecido sus variados colores en la aceitosa paleta de su. propio excremento. {Pero las tornasolaba ya él sol del triunfo, y parecié nueva gala la inmundicia!) Los grandes reformadores suelen ser hijos de sus pro- pios vicios, Ya un poco antes de su glorioso advenimiento a la escombrera, algo comenz6 a marchar mal en el aparato vocal de Burundiin. Todavia no hemos podido establecer exactamente si fue'la parcial insénsibilidad de un pala dar estragado, 0 cierta ataxia mandibular, o una especie de bisojismo de los labios, 0, acaso, algiin engrosamiento 9 hipertrofia de la lengua; 0, tal vez, un complejo desas juste de lengua, labios, mandibula-y paladar, —lo que vino a impedir impertinente o providencialmente, jquién lo sa- bra nuneal, que continuara fluyendo la palabra por la ahora torcida boca del Gran Parlanchin. Que dio en Ja flor, entonces, de abominar de Ia pa- Jabra: En _el camino de sus hondas meditaciones, le cayé so- wbre la frente cancerosa 1a centella de la revelacion: si las bestias son més déciles y mas felices que los hombres, es porque no participan de'la maldicién de la palabra articu= jada. Si se quiere, pues, hacerles dichosos y mangos, ¢3 osa:_la ‘bardes tem S Imaginaciones, sus Torpes ideas, sus enfermizos’sentimientos, sus engafiosos stenios, sus int ciertas aspiraciones, sus imperdonables quejas y protestas, su torpe sed de amor. ; Que chillen si tienen hambre; que tosan si tienen frio; que bramen si estan en celo; que gorjeen si estan dicho. sos; que ronquen si dormidos; que cacareen si despiertos: que rebusnen si entusiastas; gafan si codiciosos y grufian si coléricos, pero que no hagan indecente inventario entre 2 unos y otros de sus deseos ni se estimulen sediciosamente en ellos fomentandolos con palabras. . Y seran entonces mas deciles para con quien les ra- cione el hambre, les administre el suefio, les reparta la fatiga, les mida el reposo y les controle 1a brama. En un inesperado rapto de ternura, rumiando su re- forma el Gran Burundin-Burunda se decia: “iQue yuel- van a ser como las bestias del campo y yo los redimiré de su angustia!” ‘Tras Ja revelacién, la meditacién, Cémo alejar a los hombres de la palabra? ;Cémo perstiadirlos de su_pernicie? ;Cémo enmudecerlos para desbravarlos y ensefiarles la dicha muda? EL Gran xtirpador tenia ideas que cualquier hombre de accion le envidiaria. ¢Por qué no, por ejemplo, la abla~ cién universal de la lengua? ;Acaso no era ésta’—aparte de la creeien‘e incomodidad que proporcionaba al propio Burundiin— vehjeulo de yenenos, espia de uno mismo, Hama para los demas, traidora del, interés propio, usur- padora del ajeno, plaga de Babel, microbio pestilencial del espiritu? . oe Pero moderé el Gran Burundén-Burunda los impetus de su genio para refocilarse en una idea mas sutil y que, en cierto grado, podria armonizar la reverencia qué antes tuviera y el rencor que ahora sentia por la palabra. Y fue delegar ‘en ella misma la tarea de menospreciarse y des- truirse. ‘Como todos Ios que han ido a las plazas de los burgos para echar a rodar por elias los dados cargados de 1a ora- toria, el Gran Tahur, sabia hablar.a la manera-del pueblo. Y conocfa Ja sabiduria popular, al menos en su letra. “Que podria se? de dos filos, como’ el hacha alunada del ver- dugo”, —pensaba el Reformista, sin que su engrosada len- gua alcanzase a humedecer con la espuma verdosa de su gula los prominentes y biselados Jabios. Las grandes méquinas —con bielas de mercurio y ne- gros Todillos aceitosos— del Ministerio de la Propaganda, comenzaron a emitir entonces millones y miliones de Iu jogas hojas que s6lo Hevaban impresas, entre los amphos mérgenes ominosos y en una agorera tinta negra con visos violetas, muy escasas palabras. Y esa yoz fantasmal que croa tras las redecillas de tela, de celofin o de plastic de los amplificadores de las radios y berrea por las bocinas de ae 25 los altoparlantes, se trabé —como en un viejo disco de graméfono— en la repeticién de esas mismas palabras. Y se alzaron sobre los campos, en la cima de los aicores, so- bre el costillar oxidado de jas grandes cordilleras, en los claros de las sierras agrifadas de pinos, a la linde de Jos Ientos rios legamosos y a Ia vera de los caminos, vallas que reiteraban con los’colores mas crudos y las iuces mas hirientes esas mismas palabras. Y los pies tropezaban en Jas calles con las letras de las mismas palabras, Y ani- daban los pajaros en arboles cuyos troncos hablaban esas mismas palabras. Y si se levantaban los ojos al cielo, unas pubes cursivas ‘repetian esas mismas palabras sobre el azul acongojado. Y en los cinematograios, en las plazas Publicas, en los ‘confesonarios exudantes de las iglesias, en los vagones de los ferrocarriles, en los muros de los restaurantes, entre los yertos marmoles de las bancas, en. Jos cosos en’ que la muerte se viste de luces, en los jardi nes infantiles, en los patios de los cuarteles, en las ofici= nas del jurista, en los lavaderos de las pobres mujeres, so- bre los ‘andamios y sobre las playas, én los cafés, en los salones, en las aldobas color naranja de los burdeles, en Jos paramos y en el desierto, en alta mar y entre las are~ nas o las nieves en que por fin cree el hombre estar a so- las. en los despintados labios conyulsos de las hembras y_entre los bolsilles del traje, se encontraban las mismas, escasas, palabras: las palabras suicidas. A los que tienen menosprecio de la inteligencia, se les repe “iPalabras, palabras, palabras!” A los que tienen el escripulo de su integridad, se les repetia: “En bocas cerradas no entran moscas”, A los cobardes y 2 los timidos, se les repetia: ‘i silencio es oro”. A los que son pedantes en la estupidez, se les repetia: “A palabras necias, oidos sordos”, A.los que tienen intenciones oculias, se les-repetia: ““@] que mucho habla mucho yerra”. A.los que quisieran ser fervorosos, se les repetia: “Quemadas se vean tus palabras”. A Jos que quisieran tener fe, se les repetia: “Vale mas él silencio de un ‘necio que la palabra de un sabio”. A los avaros, se les repetia: “Bseatimar las palabras”. A los cavilosos, se les repetia: 26 “La mejor palabra es 1a que esté por decir”. A los confiados, se les repetia: “Palabra de boca, piedra de honda’ A los testarudos, se les repetia: | “A dos palabras, tres porradas’ A los precavidos, se les repetia: “Palabra suelta no tiene vuelta”. los codiciosos, se les repetia: . “Lo que entra por un oido sale por otro”. ‘A los que s6lo anhelan seguridad, se les repetia: “Palabras y plumas, el viento las ‘tumba”. ‘A los que cuerian amor, se les repetia: “Palabras de santo, ufias de gato”. Asi, interminablemente, infatigablemente, la palabra se combatfa a si misma. ¥ comenzé a ser Ja palabra para los hombres una in- irusa, ¥ muchos de ellos, la enorme mayoria de ellos, pen- saron que lo que los usaba y desgastaba y envejecia no era otra cosa que la palabra. Si permaneciesen mudos, no se darian; si dejasen de ofr, no compadecerian. ¥ acaso el no dar y el no compadecer les hiciese durar mas! Un vasto siencio de rumiantes, indicé al Gran Burun- din-Burund que, una vez més, habia acertado. Pero hubo quienes creyeron que no hay Iujo en la vida semejante al de compensar el desgaste de quien se entrega con Ja riqueza que recibe de quien, a su vez, se despoja. Hubo quienes creyeron que es mas bello el cre~ pusculo’ que les tife las mejillas si, al egar a la puerta de su casa, pueden decirle a su vecino: “Qué hermosa se ha puesto, ‘de repente, Ia tarde”. Y quienes pensaron que una palabra claramente dicha puede rescatar a un nifio de los siibitos terrores que le hacen abrir los labios en un grito mudo mientras tiemblan sus lagrimas en las pesta- Has. Y quienes, a la sombra de un sauce, quisieron con- vertir el oleaje de su sangre en un tierno’susurrar de pa- labras para que el cuerpo amado se abra con el consen- timiento del alma. Y quienes, en la miseria y el despojo, se consolaron hablando palabras de justicia. Y quienes, queriéndose gobernar mejor a si mismios, desearon apala- rar un mejor gobierno para todos. ¥ quienes, por amar tanto a la vide, quisieron impedir su corrupeién propo- niendo palabras de concierto. * Conira esos tales Burundtin-Burundé fue implacable. 27 Contra clios creé sus Zapadores, organizé sus Terri- toriales, inventé la legion de sus Angeles Invisibles, fo) mo su Policia, unifico a lag Iglesias y movilizd a otras fuerzas de las que se hablara luego. 'Y ahora no era ya solamente su ira de tartamudo lo que Je movia a Ja cruzada; era también el consentimiento de millones de hombres que habian renunciado a la pa- labra para no desgastarse vanamente. La represién.del Gran Sacrifieador no admitié limites, En todo tiempo, ta bestia humana fue horrible de ver en la hora de su furor. E incontables sus destueciones en el espacio. Pero. “Dios “es ‘imparcial en nuestra lucha”, —anticipaba Genghis Khan al enfrentarse a los poderosos moscovilas “Dios esté con nosotros”, proclamaba Burundun al per- seguir a los desvalidos. Partes mas nobles cercenaba el cuchillo de obsidiana de Huichilopoztli que la navaja marranera de Burundi. Ritualmente buscaba aquél el corazén para ofrecerlo, exen: fo en el aire mas puro, a un tenebroso entusiasmé. Bes- tialmente abria ésta la ‘ancha brecha por la que se vuel- can glogloteantes los intestinos azulencos y verdinosos en una sucia ofrenda que rechazaria todo idolo. Alvarez, de Toledo y Juan de Vargas sabfan que en el magro de Jos espaiioles se cobraria la injuria hecha al gordo de los flamencos. Burundiin no ignoraba que nada tenian que temer sus ejércitos mecanizados en el ojeo de labriegos sin més escudo que la costra de su miseria. La emboscada de Cajamarca iue el envite desesperado de un centenar de hombres contra treinta miliares. De une a trescientos la proporcién aceptada por los alucinados. Las emboscadas de Burundin invertian los términos: cien cazadores, cien oteadores y cien perros de presa tras la traza de un solo siervo —y sus crias— que atin preferia gemir con palabras y no con balidos. Los empalados de Kahir-ed-Din, el de las, barbas co- brizas, podian decirse en su desgarradora agonia que eran el rescate de la sangre fraternal vertida en Rhodas. Los desollados de Burundi sélo sabian que el hijo habia su- perado a su padre —Shylock de vereda y feriante de mila- grerias— con esta otra mas tragica, aunque mas rapida, manera de robarle Ja piel a las gentes. El Conde y Seftor Rolando descontaba que por cada aldea catélica que incendiasen los “hijos de Dios”, Mon- trevel harfa que los de la Iglesia Romana arrasasen’ veinte 28 - rotestantes. La malicia de Burundin habia he- {ho linbodtble ia sepresaiia de los pueblos que hablan con- jue rugen. i ; ‘re Wad grandes reldurig de, 1a Inquisicion no temian os- tentarse en el marco de Ios balcones, os altozanos y las arquerias de las plazas publicas, rebosantes ‘de especta- Gores, sin gcultarse, como Jes de Burundiin, en la desierta Yereda y el olvidado atajo en que se tambalean las choz de los hombres inermes y solitarios. Ni a i toda mal- Pero no, No hay parangén posible. Pues en tod dad, en lado vieio, en todo ciimen laien una pasidn, una ambicion, un_extraviado deseo de que las, cosas cambie! de gue 14 vida cambie. ¥ en Burundin solo resollaba un resentimiento: su balbuciente furor de tartamudo. Pues todo reformador es parte de sus propios vicios. 2 QUE fuese Burundsin e1 primero en perestarse de que la tia humana, la angustia que Ia scompafia y la SES as ete ae a funciona plea , le hazafia de su inteligencia; qu convenciese a gran parte de sus gobernados d enfie prudge,residfa la Unica posiblidad de vegetar Deldurands, r de su talento politico e inmarcesibi on de su Ministerio de la Pr ro donde dio a tor i ropaganda. Pero donde di tal medida, donde Hevé st sia fae su propio estilo a maestria, f en Ja tarea’de crear Jo: ‘neon oF tated de crear los instrumentos de la represin con- 4A, quiénes ofende 1a palabra? anaf,los incapaces de fervor, a los que care y de. fervor, ce - ginacién, alos que jamés se hablavon a Si inismos, lea gue nurica eae a Jas cosas el sacramento del , & los que ignoran la comparacién, a los que pe- gan 9 la bestigs y 2 los mifios cuando no’ entienden 5 7 quieren ganar fama, a 1 merfan confesarse, @ los i fan la’ dblecion esarse, ‘que siempre esperan la delacié © Ja denuncia, a ios que no ti com etree fentes, a los que no saben qué hacer con ta likened eae temerosos de la Justicia, a los que no pueden trascerder oe Jn sengacion a 1a emocidn, a los que ada Tener see eee 3S mocién, a los que hada tienen qué d aun Arbol, a un céntaro ‘oa una abel que fastidia n ) 8 un a abeja, a los ii et silbo ge un péjaro,'a Tos que cuando Jevantan el sostre re su piel el picotear de las es trellas, a los que no escuchan las historias apasionades qu " fas historias apasionad narran los lefios en la chimenea, a I "se taponan los 2 s , a los que olds para no oir fos relatos devise del ‘intone 8 _ Alo no tienen Dios, ni amada, ni amigo, ni hij pi siguiera una bestia que ies pida con inundados os a caricla de una palabra. a esos tales recurrié a fuerte S05, fates FeeurTiS Burundiin para organizar sus 30 La yesea de su violenta voluntad prendié fuego en el petrificado callo de Jos tartajosos del espiritu. ‘Pero como a la ira ciega de los estdlides hay que po- nerle una carnada suculenta, un estremecido cebo vivo, a Jos ineapaces de crear, les autoriz6 ei exterminio; a tos que no podrian emular, les impartié autoridad; a los im- Potentes en la amoroso conquista, les bendijd la viola idn; a los que lenian manchas en’su origen, Tes permitio que abozalaran_a los limpios; a los que vivian en Ja z0z0- Brante espera de una condena, les ofrecié su remisién en el crimen; a los iracasados, les deparé la irfa_venganza contra los_cabales 'Y necesitaba Burundiin jefes —siguiera fuese de nom~- bre y apenas sobre el papel— para estas tropas de asaito. Jefes politicos y militares y eclesiésticos y econémicos y hasta intelectuales. . ‘Hurgando en él viejo saco‘de las infamias y en la an- cha alforja de las malicias, dio abasto a todo. “A los poli- ficos —tarea f4ci— les persuadio de que vale mas una emision de billetes que una emision de principios; a los militares, Jes ensefié la estrategia del contrabandista y la {etica del cuatrero, que son menos peligrosas y més pin- giles que las de su oficio; a los clérigos, ya se dijo que Gon el rodilio y 12 escudilla los saco del purgatorio de sus incertidumbres acerca de la voluntad de Dios; a los finan- Gistas no tuvo que manejarlos: lo manejaban ellos. (iY el Burundin-Burunda ereia no saberlo!) A los intelectua~ jes... bueno, mas adelante se hablara de esos postillones de la’pluma, de eros jaleadores de la oratoria. ‘Con este personal inicié la represién. Necesitaba ua chispa: Ia produjo. Necesitaba una vena abierta: la abrié. Sabia que bastaria el cabrillear de la llama y el dulce y_espeso olor de 1a sangre, para que Hera” Neca tard GEahciente Ge sis crdénes, Bajo Bs TSENeSS estrecnos.y en las empedernidas entrafias de los hombres sin imaginacién ni palabra, se desentumeceria Ja antigua bestia: de sus fauces babosas surgiria otra vez cl bramido en gue el terror se convierte en célera y de huevo el colmillo y la zarpa encontrarian el_camino de la sangre. su sucesion, sospechaba siquicra la ciniea malicia con cue el Mixtificader convirtiera a ufos presuntos, guerreros en viles contrabandistas de veniaja; unos héroes de profesién en asesinos ids mailites en guindillas; a unos manienedores del honor en oder. — : shut so eh esearabajo pelotero, desfilaban ahora los Ma- ios Generales, los Coroneles, los = apa fs Geom eat Gece at: seabunda bolita que el Insigne Corruptor pusiera rm engafiarlos y cebarlos. pata ¥ iemblaba el suelo. bajo eu paso marcial! A cuyo ritmo y amparo concertaban ei suyo los do- Hentes que venian en pos. iEl Partido! , iEL PARTIDO! EL PARTIDO! : a los triunfos romanos se De la misma manera que e daba puesto desiacado 2 los jefes vencidos para que su peor Haoién redundase en mayor gleris tris < Rabla dispueste que ias primeves tlas del Partido se reser~ vvasen en el desfile » los anclanos de ta tribur, sarmentosos © adiposos sobrevivientes de una Gpoca abolide, que dirfan & Tas promociones moves como. hasta, la propia. seneet puede nodiin sus erpores si se Olrece en clemplanizante sspeetaculo de escainio, . : i ae sectileban, pucy, on primer términ log Grandes Cons- titucionalistas, 1os Grandes Juriscongultos, los Grandes L Bisladores, eoronadas sus cabezotas de sabihondos con capi- Totes hechos con el pergamino de Jas Pandectas y cubiertos fos eucrpos con camisolas de,bufén formadas, con reia70s remiendos de ordenanzas, decretos, , deyes, reales ¥ preseripciones, y adornadas con gorgueras he: has ‘con, los papelotes rizados de Cédigos y Digestos. Su erudite distrez fervitia para recordar que tainbien ta palobra excrita vuela con el viento como -25 cenizas de un hogar sin Lecho y que el papel impreso puede hallar mejor empleo en hx ias de papel y tinicas de lundticos fs Jumanistas, los Historiadores, los "Prag ellos venian los Humanistas, los Hist res, los Gramilicos y los Escoliastas que legaton a edad mas due 35 madura bajo el execrable régimen de 1a palabra articulada, Para remision y anatema de su antigua profesion de eseri- bas, estos valetosos supervivientes habian sometido —para decirlo todo, por ingeniosa iniciativa de Ios mas jovenes intelectuales de la reforma burunduniana y no sin el per= suasivo estimulo de la policia— sus labios antes pecadores una disiensién similar a la que emplean las coquetas del Giangé, sdio que en vez de los platillos de aquellas atra- Yentes damiselas, los arrepentidos letrados usaron moldes ¥ cufias que convirtiesen sus bocas en trompas, jetas, morros -¥ hocicos. Con Jo que les fue facil competir ventajosaien- te con el resto de sus conciudadanos en el nuevo arte del gafiido, en la flamante sintaxis del rebuzno, en la alegre ortologia del cacareo. Hecoica y a Ja vez discreta manera de trasladarse, sin notorio desmedro, de las Academias de Ta Lengua, la Historia y la Jurisprudencia a las cuadras y corrales reservados por el benévolo Burundiin a quienes antaho estimularan sus moceriles hazafias de pico-de-ore, En Ja tercera fila del Partido, otros rezagados testigos de Jos tiempos anteburundianos: los Grandes Caciques, los Grandes Munidores, los Grandes Prestimanos de In baba. ra era elecioral. Tan anacrénicos e intitiles ya como el con lar de colmillos del mohicano, la nariguera de oro del ine ca, el abigarrado escaupil del tlascalteca, ef einiuron de os calpos del apache, la boleadora del pampero, el manto de plumas del azteca, el penacho de guerra del Sioux, la dens fada méscara-del Caballero Tigre o los dibujos en achio! del goajiro, Sin empleo ya, pero simbolizando todavia el Gran Fraude que precediera y facilitara la Gran Reforma, Tras esta vanguardia de pedagégico esca: ancianos de la tribu —sntafio proceres, hogatio locos de mesa y trono—, desfilaba el Partido: el auténtico, el sin hexos con el pasado, el impoluto, el todo él purifiedo, co. rroborado y unificado por la sangre vertidas nuevo Mitras multicéfalo. Vestian sus miembros azules camisas de corte militar, cruzadas sobre los abombados pechos por los correajes qué sostenian, sobre los flancos, el revolver y la porra: sus itae frumentos de comunicacion y persuasién. Los pantalones, fambién azules, embutidos en altas botas lucientes, Y baie Ia visera de la gorra azul, los sovados rostros con frialdod de yeso, sin facciones, con’ slo un numero donde otros suse Jen llevar la nariz. imeros, centenares de ntimeros, millares de mimeros: una viva aritmética, la suma en marcha de la mos, 36 io, tras los 7 bio er erttcenteeeremgrenrecrmaenenenyneenter rer Impecable isocronia y sineronfa, de los_movimientos, inalierable progresion del paso, exacta marcaci Flor del pueblo mudo: . ae P primera generacién que no aprendié a oe ons labios Ios vocablos m eendoe ae eee ners eee ynateTaa; primera nifer sin vidas preguntas; primer : Teseencia que no balbuceo las palabras del amon, Bt eui6 al ensuefio con las riendas del lenguaie, my fers jee conformidad en los s6tanos y en Jas buharditlas de los cons- piradores que tienen el corazén puro, el alma tera ¢ in quieto el entendimiento; ni busco a Dios imprecan strellas. . ponte estrrgizes de consentimiento previo, criatiras de, agrogs bn, et ¢ subordinacién: una yerta e incontenil cece ie sanige blancuzcos que asediaba con sw zala migidez toda vida que quisiera ser Hbre, Marchaban sin saber siguiera a quién seguian, ni a n Vian, ni 2 ide donde venian. Co- in precedian, ni adénde iban, ni de dénd 2h, Com aasaPeece. tees ein! ns Be agtherts ole se engéndran a si mismos infinita e int! ente, como el] tiempo si el tiempo nc tuviera testigos, como ee a pacio sobre si mismo en Ia ignorancia de lo que contiene. A su paso cig re mudo, no hal murallas “que Bra pavorosa su marcha de Ja nada a la nada! ‘Tan espantable ere, que resultaba un alivio contemplar a quienes tras el Part.do desfilaban. ce aac No gustaban éstos de Ja gstentacién y huian de Ja di- ferencia. Su luto era el gris. Su nombre 8. A. Su h ostia el cupén. Su amor el dividendo. Su eae ja ce I. guile, el haber sido precursores del Orden Mudo. ” oe ‘Si, tendrian que reconocerles que habian sido jos pri meros'en impedir que se propalasen esas cosas indecentes ue los hombres se diven entre si cuando les pess, al ano dhecer, el alma: que se quedé el vecino sin empleo pore fariullé unas palabras; que en el pueblo tal no se vende més leche porque no pagan Jos nuevos precios; que. em 1 fRbrica de preservalivas y en la mprenta em que se imprie men los grandes textos de la pornogratia exigen ol certi- i ‘omuni6n para entregar él sobre con la pags; EY Gideo'de la mutans 19 mataron en Ja guerra remota, en 37 que los dragones de papel bom! e engulle ardeo; que en les lierras def esta n a los aviones de i, 0 del salitre, 0 del petroleo, 0 del café, o de la bauxita, o del platino, o del uranio, puntos suben las acciones industriales, Desfilaban las grises t1 sfilab: ises tropas S. A., entrecr ‘ gable fogue: blo & retada burun C anejor candidato —y- am: Pero éstos eran apenas la vanguar: nete, pregunta irato— qué tueren por la hambruna tantas gentes como ndose una y otra vez quién seria e rematase a caba- fa gonial R i a ee ade POF ellos y puesta en prac- ica por el Gran Burunddn-Burunda, ada y ja de una tropa mas las eminencias detris del trono, el dias is la cruz, los empresarios auténtics de la gvan tile duniana. ‘on sus glabres rostros, sus jos ingenuos, sus recias jnandibulas y sus trajes de corte impecable, eran el argues tipo 4 lel nuevo “uomo universale’: aquellos que se alimentan con la ¢: nacides muertos de la Mon, arne de los recién igolia Exterior y del Mysore, de Las Hurdes y de Lime Hurde: nerick, de : y Amazonas; aguelios que sien acclones eat Coed, et las prostitutas-nifias de Napoles, de ios inos; que hacen per ‘en el comercio de gitones atenionses y de las viejas rameras ¥ rie rameras de Hamburgo; los th is palacios con el cascots re do de ‘los slum dinenses y neoyor gue bee de los slums" Jon- iddicas donaciones ara que 7 fl ara que el pian, Ja malaria, la leishmaniosig y el bocio Pongal el ojo labora 1m sobr su mendigo ejecuciones; los ‘ altas mesetas sir Gurioso y temo de Jos guanacos; forios pera converlir en vieio el vi que mueve a las estrelias y a los homb: la hamaca de obreros y a todo Je niegan ya cebas cién de sus cuantia de la iuberculosos; aquellos que pa: sus’ pechos multicolor d Goraciones, los que tienen su seemliee ae ek agente de’ desalucios y Jas hojas de coca en las Jas conde- de cabecera y su que trafican’ con n mas testigos'que los que financian i¢jo afan de amor res; los que tejen ie su propio ocio con la baba amarilia de sus todo tienen tarifa 2; los mismos que hablan a stis man- con trocitos de papel cifrados y busean ia admira~ 2s y el consentimiento de esadaj los mismos que m los pilotos de ios pueblos por el cohecho Dios "p 38 2 financian Ia guerr: 7 ay la pai para que sus previstas alten aupen; aguellos que creen col: or la hendidura de los cepos petit sus ezposas en la wean la derrota a y el soborno; los 7, 1a revolucién y ativas les engor~ een el reind de orios. No tendria términe esta erdnica veraz si hubiésemos de censar la otalidad de los institutos que formaban atin par- te del cortejo. Pues’mucho habria que decir, por ejemplo, de las $o- ciedades cientificas que en un momento critico para Ia éed= homia burundiana: cuando estuvo a punto de fracasar la industria de los nuevos armamentos que harfan invencibles a Zapadores, Territoriales y Autoaviadores—, tuvieron la genial ocurrencia de convertir Jos cadaveres de los lengua- Faces en Ticos depésitos de materias primas: la piel, los - jntestinos y les misculos sirvieron entonces para hacer hi- jidos irrompibies; Jos dientes, las ufias y los huesos, sticos de insospechada resistencia; les grasas, los tartilages, y los cabellos como insuperables cebos de, los superexplosivos; la sangre, en fin, y los residuos intestina~ Jes se reservaron pera erisma bautismal de los reformistas. ‘¢¥ cémo mencionar apenas a los rematadores de fincas, a 10S contratistas de demolicién, a los cambalacheros de muebles, a los falsificadores de herencias, a los parientes postizos, a los adultaradores de actas, registros y escrituras, 2 los vendedores de falsos testimonios, a los acreedores ar tificiales, a todas esas organizadas divisiones de golitlas, traficantes y testaferzos que, al dia siguiente de cada expe- dicién punitiva, se abatfan con negros brincos de cuervos sobre los arrasados pueblos de los rebeldes para hacer el patristic trasiado de sus patrimonies a manos menos atre- vidas y més fieles? Y habria que hacer reverente mencién de Ja Sociedad Protectora del Pudor y la Liga de Ja Decencia, de las Mili- cias cel Hogar y las Palanges Vecinales, aguerri dras femeniles que en su celo apostolico quisic: con Jos sentidos de la vista y el oido lo que el Gx rundtin-Burunda con la palabra: eliminarlos para reducir jas seducciones de] demonio Prometeo y evitar el mayor desgaste de los seres empefiados en obtener siquiera la apa- renfe inmortalidad de los minerales. ¥ algo habria que decir de los domadores de fieras, y; de los pajareros, y de los pedagogos de perros de lujo, ¥ de los amacstradores de bestias circenses, y de los que son Guchos en imitar el reclamo de las aves, y de los domesti- cadores de queionios y de fécidos, y de los encantadores de serpientes, y. de los maestros de alta equitacion, y de Jos cornacas, y hasta de los arrieros, gentes todas promo- vidas a altos Tangos en el Nuevo Orden, por razin de sus significalivos oficies y sus urgentes servicio: para pl 39, GX de los orfeones y de las sociedades corales que pro- Pagaban el arrullante cante sin palabras y la paciticatoca polifonia gutural? e¥ de aquellos feroces sindicatos obreros que.se aman= sargu epentinamente y se precipitaron a jurar la band: Cf el Mistagogo con su nuevo slogan: “La mejor palabra, el pan”? “traces oie Jos, Bsauditas que, abozalados, no acertaban a tragar sus lentejas? e¥ de ios maestros de 1a escuela muda? a¥ de los profesores de la universidad silenciosa? iNo! No tendria término 1a erénica, iAR! pero olvidébamos.. Como hez que tras si perdiesen todas aquellas corpo- raciones castrenses, eclesidsticas y civiles, deviilalon toon, mente los tolerados desechos de Ja palabra: eslabén indis- pensable entre la época fatidica ae Ios lenguaraces y la edad de oro del gafiido: aquellos postillones de la pluma, aquellos jaleadares de la oratorial Hongos de las Tedacciones Periodisticas, piojos de los pasitlos del Congreso, habian sido los sacapruebas en las noches del Escribidor: habian formado la “claque” en los dias del Gran Vociferante. Estafetas del chi ne, lacayos del Tumor, correveidiles de Ja calumni: ‘as del “se dice”, aurigas del escan dalo, husmeadores di sdbanas, correos del andnii mo... diputaron horneros de la fragua en que se reducia a ceni- 2a Ja vieja casa. Y pararon luego ‘en simples none ae gabela. Y ahora, verdes de envidia, amarillos ses de miedo, relegados en la hora dei botin y en a orden del desfile, resultaban idénticos a 5{ mismos, ran... Los que no son paridos sino exudados. Los que nacen del escupitajo de una pluma que se hiende, del descuido de una escoba que se @presura, Los que brotan como una urticaria sobre esas cosas sucias e innominabies que se ol- vidan en lo8 rincones de las casas y que se tornan agria: y mohosas y estorbosas ¥ malolientes en esos rineones: una nata de leche, media naranja mondada, una espina de pes- Gado, un mechén de pelos, un hueso dé aecituras ae elgo~ dén sanguinoso, un troncho de zanehoria, una piltrafa de carne. 40" iyendecillos de Hijos del moho, bastardes del polvo, duende es ra; orin de Jas cuchillas de afeitar, 2 Tos 1a ate fudillas de los botarates; ease, gudot, hedor de Postquue ‘mandan; lividas elimeras de las pesadas ag jos que mandan; : ana. is ést uede ‘es Sana crénica voridien, como es ésig, no se puede sios engendros destilaran: manaban. Como ma sect inca 9 el mngnattuos nauseabundo reseate de la Vide nan 6 limpia y sana. 41 [JNA indescriptible e innumerable masa de carruajes ce- rraba el desfile; furgones de mudanza, camiones, ca~ 1ros rurales, carretilias de mano, plataformas aulomotores en que se hacinaban, no las usuales corenas finebres, sino Tas cosas con las cuales —por prudente o imperiosa ‘deck. sion de los jefes secreios del Partido— el Pueblo Mudo con. iribufa, en Ia muerte del Gran Precursor, a la consolidas clon de su Reforma. Las cosas que hablan: jos grabados antiguos, los retratos de los antepasados, Jes daguerrotipos de los abuelos, las fotografies de los pat ares que todavia alcanzaron a sufrir el azote de Ia palabra; Jos libros: amarillentos y fofos libros de rezost biblicg fon inseripciones geneaidgicas en la pagina de guarda; his. torias, de las haciendas; recopilaciones is memorias de parientes que emigra- ron} cuadernos escolares ga cetas de las épocas de persecucion y clandestinidad; dia- tlos de nifias que murieron premaiuramente y de solterse nas longevas; - Jos muebles: los que engendran fantasmas en los dés- Vanes, o presiden, bajo un forro reverencial, los salonc }2 silla en que pontifieaba, blasfemando, el abuelo proces; 12 cama en que murid,el guerrillero herido; el espaio que sizvid de espectador y tensor a los ensayos que hico la fabuela antes de la audiencia en que ganaria con sus palas ras la libertad de unos rehenes indiscretamente queridos; el vieio piano confidencial; el caballete en que un tio loce pintaba los horrores de su’ época; el escritorio del panfle. tista; el reclinatorio del varon quieto; los badles akitos de uniformes desgarrados y ensangrentados —no impolutos ¥ Telucientes como los dé hogafio—, de crinolinas y verdu, gados que eran fortalezas que s6lo se rendian al mimo de la palabra; de-boas blancos y negros que servian para dist 42 “cm mnnenme io nn eee ative ¥ iguar a erueldad de una negativa y muidoroso el hommbro que, a la vez, ocul irvié par Fr is que Jos cachivaches: la copa que si my pare oe ee aba una pin heroic ¥ secrota; el elo} con Miners $taureles ce bronce 4: sefia6 Ta hora de las, partidas si; gilosas; la caja de rapé en. aut ulaban Je lima y $i fercieme one ela dh, areal te as pa fen que una arrebaia: nella Tevé, bajo Cate Sages te dees fn eI fy Nino Jestis dc ada, ae as suplicas calen, como un hacha, en sus cronies lensitios: 1a ola, que sabe congregar a 10s, hom: eon. el 4 Tent yapores; la damaju 3 er sucuiento de sus yap Sapsajuana 2g ete ft se oi alge Ge Ceentras. desnuda 13s belleza de Ja madera, pero te fie mientras des as de Ja maders, pe fi 3 que la desfigurar 0 S iat de la cosechia, pero estride en 1a colera de la escasez; fh chucks que, se perfuma cortando Jos lenos par 1 lar, peso que tanbién sabe coriar las cadenas: el yugo gue los Bucy ct Soeptan eon lenion teataranos de protesta indolent stnea se intentaria calzar entre las as ‘ Fone eo imondar que invita, Olorosa al sudor vegetal de He ie Seguay, Sorel fubicae couteo de Ta vila, . j las peponas que z jos isis gouma; ios teatsos infantis y Ta casas de cuando, $e 19s ae Guyos muros de carton hay que nablez Dara que el juego adguera sentido; los nacimienips que Bato Sinén y se deciden a vivir cuando se sueltan_ iman y' se decide c e suetian golondrinal de los. vilancicos; Tos rebeldes monststos Seluhe y aserrin que no quieren dormirse sh cante una nana. .¢ hablan. mular Je risa, amor hacer mas rosado y taban y ofrecians Las cosas; todas, todas Jas cosas 4 QUE eran entionco! iQué suntuosos funerales! iQué promisoria cosecha! ‘yecioesntesgmmnme entero enmernennneeemne aso 1a carroza itinebre bajo el arco A\ Iss seis de la tarde, pi AA que da acceso. la plazoleta del cementerio. zn el timpano del arco, un Cronos, salvaje, calcinada et rencterommente triste; as Iuengas barbas en inmovil ot ross ajo el yerto soplo de Jos afios en recurrente tugs. tarpiot, piedra de la eslatua roida, carcomida, cariada, por Toda Pia edad; verulosa como Jos huesos de una imple cl mal otia de cuyos excesos no queda otro vestigio. Des. cable Pee ta estate, morbo de sus escaras, 1a intolerable conde eye una muda eternidad de cal, de mondos huesos, amenaza Ge huesos dispersos en un desierto de ceniza, 6 Geria leche fosil, bajo wn cielo que nesreara de Puro sol, aeristro ruido en el espacio que el freir de su 1u2. Las tropas formaban cuadro shora en torno a la vasta plazoiola: al fondo, log. Auloaviadores; a la derecha, tes plazoletgcrea: aia izquierda, los Zapadores; eubriendo 10s gos flaneos del arco, Ja Poli¢ia; al pie del atco, las-Iglesias nidas. WS. tre todos ellos, un gran espacio ileso: una paging ‘en Fiano: una ancha pagina de losas marméreas: Un va ce fignar.. ;No! llenc vai pues en mitad de aquel a; fo por tijo estaba el caballo. Se habia apoderado de aqucl 19 GaPeomo ua Descubridor se apodera de una caleta; co” baldio ‘Conquistador —y sus crines le eran casco— S¢ Bp0 ro nT Oentre de 1a indigena; como, se apodera un Fro” dere del Visedra caliente en que sus ples no pueden holgar vo sobre la cual crepita sui espiritu. sopte primera vez, no hizo el caballo gala de sf mismo. wan duedo era de aquello! {Y de todo! sted Ge quis, Legado al centro de la plazoleta, bined i fog) fuesen sus hierros de nobleza, sus en él sus patas, col RSL Sw Rigre’ Ja tierra; pero tras este gesto de orgullo, 45 a | i i | | corrigiéndose a s{ mismo, se de la cabeza el si Sei ab lemAn_ducal ‘el pomposo” El Ministerio de 1a Propaganda habia hecho crigir al una especie de atril, de gran facistol stems e je atrl, de gran 1 de cemento en-el nel que ec ¥golemnisimo acto— se romperian los tee : ci fan I t 8 $e. los de ese Hbro de negras, IS que ence- rraba el cadg todavia vin bro de negras, mortuorias a Sie Gi aa ene gman inda, para ex- por Ia muerte, cons Finanza y en el Sinai Dr oes alr ac Brajestuoso despojo al etapa: para exes a 1 incerti- Mientras meros en Ia joreracittOs, graves, acongoj: n jerarau » acongo: Hg desea soe tee ahora frent den tran Ein eo & | facisto allo. se dio vi fei Spee de ele tad en transite indieando Gos fo Gefuerzos de la solemne tudana ee de Ja ang Beh tt cae tea Draenei cedioron hast el area Hess rada changad Ton sobre Ia eta, en mia n 2 plazoleta, en raltad Ge ae ogee atatid, el Canciller 9" el eabalio, © Sa hos Maret d enes el Con le fi dere Gh dt fina despreceupacts el lacre de un indiscutible tester cnt i ao vanté entonces i ces la cubierta del atada ot Caneliter te tad de Ia ‘plaza, id con los respetuo- aes : F Salo, avecinado Podian vetio, ibait ‘a venta’ {elem To, fo estaban ples vocales, con el mer sofgeetin, exe gemnir de pas al ver, al tercioratse, nda Sino ube Smuerto— el Gran iente, yaela alli un gran papaseyor , un enorme papagay: bid a las rs egundin-Burunda Su enazadoramer ‘ fa 46 Papagayo, un volu- 0, todo él" henchido, arrestee eee jes impresos, de gacetas, de Gicos, de cronicas, de anales, rehenchido y aforzado de pat correos de ultramar, de peri eer teseguunes, de almaiaques, de diarios oficiaies, Ppsguitmeros en percatarse —vagamente, desde luego, on Heer de conciencia, desde uego— de que aquella, i 5 , era una adverten= hebre humorada, aque! salvaje vejamer nebre jriman, una amenaza, ia amenaza de algo, inmediato Gia; Peckible, inreparable que se estaba fraguando alli 7% aco eo uinel de tiebla y de Hovizna, sobre las tuber rie a fos paragtias chorreantes, bajo el crepusculo Bt ¥, bale Jorup se precipitaba sobre la tierra como una csiant pia de bifalos, —fueran fos miembros de la ‘Administraci6n, pia de birtrnediatos colaboradores del Gran, Ausent®, del S aio, del desaparecido, dél metamorfoseado, del abolido “Buran, Tors errores que Has SES BURST jos 0 encadenados en sus conciencias, enivarey Ban dormides Gro los humores amarilios en el cuerpo de} Gestada, ¥ ef panico los sacudio, Jos vaio, tos persiguic apestado, 3° Nau espucia, barriendolos, dispersindoles. Gon su fuga, cundié el espant to, Se alerré el Partido de aquella farsa en que no habia tomado parts fe; se aterrd el aquella fore de vaquella ireta griega en cuyo ,henchido Eotado M2¥eapel alentaban diabolicos ejércitos de beta, ¥ Viento Ce alerraror. las Iglesias Unidas de aquel milagre gue ne *i gba previsto por ninguna profecia y que ning Ue ne ere tumaria jamas; se-aterro el pueblo mude al cone gue de nuevo se enderezaba en sus entrafias 1a, 258 sentir ave Gelabra para gritar cosas de asomibro, y de re ralche y de negacion y de espanto. Se aterré, 61 sh rcito, proche ¥ de cfg crmadas del Gran Burunddn-Burund& desaparecido. Boreror, el panico, del Ejéreito se expresé como siera” pre: disparando, Creyendo que la répida lengua Pero, de pre dies ios redimiria, a Ja distancia, del encuentro £7) el rostro de ott 8h, pero sorprendido Ge ver que su enemigo: Victima, no es nada ds, ver 2"Gn hombre, su semejante. ¥ comensaron, £20 0 nits besa sin jetes, ya sin nada ni nadie, azotidos dentro Rami soraza de solédad por el miedo, a disparar. uy coraza cto aun: mas desconcertante mixtificacion: ands cetravegante misterio: sus balas aleanzaban, a fas get nds Ge hua saliando sobre las tumbas, escondiéndose 5 gue huieh sales sipreses, saltando, Huyendo, escondién las tumetipiendo esto era 10 insoportable— las balas oh dose. jaldas, en sue hombres, en su coraz6n, sin, que TAN on sus obra cosa que un agua chirle, .. Bra contra las altas fantasmas grises del at nase de sus’ como si disparasen erent ~ los perros, Suefio, o.contra-mufiecos de aserrin, como’ si disparasen: en © ype feria. .. no mataban a nadie, no moria nadie Bl eace acto no eraiya de sangre sino de agua chirle, come al Gran Burundin-Burundé no era otra cosa ya que cope angus también en el ejército el espanto. ¥ se dese ands. Huyeron, todos: los poderosos y los humildes, Ios iner= Jos mecloss meados, Tos Vicjos y los jévenes, los avisados 7 facia los campos-desiertos en donde ni siguiess Vay @n® S gaued ag neta concha del ataiid, bajo el gélido soplo de aguel definitivo crepisculo, el gran papagacc ae papel Periodico parecia resoliar asmatico gitonces el caballo se irguié de nuevo sobre sus patas « Giaseras, agit alegremente las erines, mosita los aban gientes en una muda sonrisa y echo @ andar, pot ia weg da més larga y mas ancha del mundo, hacia 1a braded oe donada por entre los carros; los camiones les ‘vagones, las carretas colmadas de cosas, de innumeras cosas sie anoke INo le cabia al-caballo ta risa en el cuerpo!’ Buenos Aires, Febrero de 1952, 48 -

You might also like