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Jubileo también deriva del latín jubilaeum: júbilo
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Jubileo en el Nuevo Testamento
Este aspecto religioso es potenciado por Jesús que, siguiendo la línea de los profetas de
Israel, se presenta como aquel que ha venido a proclamar un año de gracia del Señor (Lc 4,
9), un Jubileo.
En Cristo se ofrece la verdadera y definitiva libertad que pretendía la legislación levítica al
mandar el Año Jubilar al Pueblo de Israel. En efecto, la profecía de Isaías que lee Jesús en
la sinagoga de Nazareth habla del anuncio de la Buena Noticia a los pobres, de la liberación
de los cautivos, de dar vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos. De esta forma, bien se
puede decir que es el Señor Jesús el Jubileo de Dios y esta vez no sólo para Israel, sino
también para el resto de la humanidad. Efectivamente, San Lucas narra cómo después de
decir que ese tiempo profetizado por Isaías (61,1-2) comenzaba con Él, Jesús hace una
referencia a la viuda de Sarepta que había refugiado al profeta Elías (1 Rey 17,1-9) y a la
curación de Naamán el sirio (2 Rey 5, 14), haciendo notar que ambos eran de pueblos
paganos y, sin embargo, Dios no dejó de obrar su liberación en ellos.
Algunos datos históricos de los Jubileos
La Iglesia Católica desde la experiencia de los Apóstoles tuvo muy en claro que el Señor
tenía en sus designios otorgar el perdón de los pecados a través de ella que, a su vez
siempre está necesitada de purificación (Cfr. LG 8)
A lo largo de su historia fue realizando de distintas maneras esta misión hasta llegar a la
práctica de la absolución de los pecados en la confesión individual ante un sacerdote. Por
otro lado, la reflexión teológica comenzó a distinguir entre pecado y pena. Siendo el primero
la falta cometida; ésta era absuelta por el Sacramento de la Penitencia. Sin embargo la
pena era el castigo merecido por los pecados cometidos a causa del mal realizado en la
comunidad y en las personas perjudicadas por las malas acciones. La pena era pagada en
esta vida con prácticas penitenciales fuertes, o por los infortunios que la misma falta o la
simple existencia humana trae, o después de la muerte en el purgatorio.
Así mismo, como en la mayoría de las religiones de la humanidad, tuvo en gran estima las
peregrinaciones, sobre todo las realizadas a Tierra Santa. Éstas a causa de las guerras,
sobre todo con pueblos islámicos, fueron cada vez más peligrosas, pasaron luego a ser
armadas y finalmente se suspendieron. A partir de entonces se puso como meta principal la
Ciudad de Roma, por ser ésta donde Pedro Pablo entregaron el máximo testimonio de
Cristo muriendo mártires.
Fundamentalmente con estos elementos, la peregrinación a Roma y el Sacramento de la
Penitencia, el Papa Bonifacio VIII convocó el primer Jubileo de la Iglesia en 1300 ofreciendo
el perdón de los pecados y de la pena a través de una Indulgencia Plenaria.
Inicialmente se había pensado en ofrecer esta gracia cada 100 años, pero al poco tiempo el
lapso de tiempo se fue abreviando cada vez más y el lugar de peregrinación dejó de ser
únicamente Roma.
Así, junto a los Jubileos comunes u ordinarios, ofrecidos cada 25 años, se comenzaron a
ofrecer otros extraordinarios, el primero de ellos fue promulgado por León X en 1518. Con
Pablo VI se abrió el planteo de otros lugares de peregrinación fuera de las grandes basílicas
de Roma y se facultó a las Diócesis la capacidad de brindarlos en sus territorios.
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El Jubileo de nuestra Prelatura
Es así cómo llegamos a nuestro Jubileo Diocesano, celebrado con motivo de la creación de
nuestra Prelatura, acaecida el 8 de Septiembre de 1969, hace cincuenta años atrás.
Ciertamente al convocarlo nuestro Obispo, se trata de un Jubileo Diocesano, es decir atañe
a quienes nos encontramos dentro del territorio de nuestra Prelatura y no a la Iglesia de
todo el mundo.
Como en todo Jubileo dentro de la Iglesia, están ofrecidos los dones espirituales de la
Misericordia de Dios a través de la obtención de las Indulgencias Plenarias, pero también se
insiste en un espíritu de conversión. De esta forma los católicos del Valle Calchaquí no han
de contentarse con la remisión de pecados y penas (como quien se aplica un
quitamanchas), sino que han de plantearse un cambio de vida.
Más todavía, la conversión a la que nos invita Dios en este tiempo especial de gracia y
misericordia a la Iglesia que peregrina en los Valles, no se centra solamente en la conducta
individual de los cristianos, sino en el testimonio comunitario de los católicos ante los
desafiantes cambios culturales que se producen en el mundo y en nuestra tierra. En efecto
en la Carta de Convocatoria nuestro Padre Obispo Demetrio Jimenez expresa lo siguiente:
Esperemos y trabajemos entonces para que bajo el manto de María del Rosario, La
Sentadita, Patrona de toda esta porción del Pueblo de Dios este Jubileo comience a abrir y
ahondar un zurco de Evangelización con el color y el calor de nuestra cultura vallista.
P Flavio Quiroga
Parroquia de San Carlos
Prelatura de Cafayate
Agosto de 2019
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Consultas
Alonso Schöekel, L. “Biblia del Peregino”. EGA, Mensajero, Verbo Divino Basauri (Viscaya)
25 de Enero de 1998. Tomo I
Jimenez D. Carta Convocatoria al Jubileo Diocesano de al Jubileo de la Prelatura de
Cafayate 18/02/18
O´Grady D. Historia de los Jubileos. Ed San Pablo 1999 Madrid (España)
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Índice
Jubileo en el Antiguo Testamento 1