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Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan Los buenos tratos a la infancia Parentalidad, apego y resiliencia Rad oedisa contar con cuidadores competentes capaces de satisfacer sus necesida- des y respetar sus derechos. Desde esta perspectiva, en las péginas de este libro planteamos la legitimidad de distinguir la parentalidad 0 «marentalidad» biol6gica de la social, pies el sufrimiento infantil esta siempre asociado a una deficiencia de esta tiltima. La parentalidad social se corresponde con las capacidades que po- see una madre o un padre para atender las necesidades de sus hijos. Se trata de que sean capaces no sélo de nutrirles 0 cuidarles, sino ademas de brindarles la proteccién y la educacion necesarias para que se desa~ srollen como personas sanas, buenas y solidarias. Cuando las madres y los padres tienen esas capacidades, ejercen lo que hemos llamado «una parentalidad sana, competente y bientratanten. Cuando éstas no estén presentes, y las madres y los padres son incapaces de satisfacer las ne- cesidacies de sus hijos y les provocan suftimiento y dafio, hablamos de «ma parentalidad incompetente y maltratanten. Por ello, en nuestro libro, defendemos la idea de que la evaluacién de las competencias parentales es uno de los pilares para proponer cualquier medida tendente a proteger a los nifios y nifias de padres 0 madres biol6gicos que les maltratan: también cuando se trata de deri dir un régimen de visita en una situacién de divorcio 0 evaluar a pa- dres y madres que se ofrecen para un acogimiento familiar o pera adoptar a un nifio onifa. Este libro es una contribuci6n, una propuesta constructiva pera abordar uno de los fenémenos més dolorosos del mundo adulto que conformamos: los malos tratos a nuestros nifios y nifias. Como una for- ma de insistir en la necesidad de seguir buscando alternativas a este fenémeno, en el sexto capitulo presentamos una descripci6n de la eco- Jogfa humana desde la que emergen estos malos tratos y sus conse- cuencias en los nifios y las niffas. En él destacamos especialmente el ca- récter altamente traumético de aquéllos, sobre todo como responsables de los trastornos del apego. Hemos querido terminar con la presen:a- cidn de nuestro modelo de intervencién destinado a tratar el sufti- miento y los dafios que son resultado de los malos tratos, un modelo cuyos ejes fundamentales son ofrecer buenos tratos a los nifios y nifias, asi como promover su resiliencia. Jorge Barudy Maryorie Dantagnan 2 | v of = = 1 El poder de los buenos tratos: bases biolégicas, psicolégicas y sociales Jorge Barudy Uno de los grandes logros de los investigadores de lo humano ha sido demostrar la importancia de las relaciones afectivas y de los cuidados mutuos en la conservacién de la salud psiquica. La constitucién biolé- gica y las experiencias relacionales son fundamentals para las perso- nas, pues se influyen, se complementan y se perturban mutuamente. Gracias a nuestra biologia podemos relacionarnos con los demés. In- cluso en nuestra vida intrauterina, cuando somos un prototipo de mu- jer o de hombre, las relaciones sociales y la afectividad también forjan nuestra biologia en el modo en que los genes se manifestarén. A este respecto, la investigadora Shelley E. Taylor (2002) hace una excelente revision de diferentes investigaciones que han demostrado cémo os buenos cuidados maternales previenen los efectos mérbidos tenciales de un gen. De ésta manera, si la crianza de un nifio o de una nifia se basa en los cuidados y en los buenos tratos, es posible que una enfermedad hereditaria no llegue a hacerse efectiva. Por lo tanto, un contexto de cuidados y de buenos tratos puede explicar por qué en al- gunos nifios, con la misma predisposiciSn genética a contraer una de- terminada enfermedad, la afecciGn se manifiesta ono. En otro Ambito, numerosos autores han encontrado pruebas feha- cientes de que las dinémicas biolégicas, psicologicas y sociales se artic culanen lo humano como piezas de un gran y complejo rompecabezas. ‘Gra armarlo y comprenderlo han sido eséncialés las contribuciones dé 23 varios investigadoras de ciencias diversas (Varela, F,, 1996; Cyrulaik, B,, 1989). Shelley E, Taylor (2002), por ejemplo, sefiala que el descubr miento del genoma humano ha ayudado a trazar un mapa preciso de nuestro organismo. Afirma Taylor en referencia al genoma: «Podemos considerarlo como el plano de una maquina compleja y sofisticada. Se trata de una proyeccién de cémo seré una persona. El mapa genético de Jos humanos 0 de los seres vivos puede ser muy similar, pero cuando la organicidad humana se relaciona con su entorno es cuando los genes se manifiestan de una manera o de otra». Desde 1a vida intrauterina hasta la vejez, el entorno afectivo y so- cial moldea y conforma la expresidn de la herencia genética de manera imperceptible. La investigacién clinica nos ha brindado material sufi- ciente para convencernos de que un entomo de cuidados y de buetos tratos durante nuestra vida facilita la construccién de la herencia ge nética, Uno de los componentes més importantes de las relaciones afectivas D que forjan a una persona sana es el hecho de haber sido atendido, cui- 3}{ dado, protegido y educado en periodos tan cruciales de la vida coro la | infancia y la adolescencia, lo cual determina la capacidad de cuidarse a &{ mismo y de participar en dindmicas sociales para atender las necesi- dades de los demés. Estos procesos, que denominamos «buenos tra- tos», han sido fundamentales para sobrevivir como especie, pues han hecho que surgieran, desde tiempos remotos, dindmicas de colabora- ciGn entre seres humanos y capacidades adaptativas frente a los desatios del entomo. Por otra parte, esto ha sido vil \segurar los cuida- dos de las crias humanas, que nacen inacabadas y para sobrevivir de- penden de los cuidados de los adultos... Nadie puede negar que lasfelaciones afectivas constantes como las que se dan entre progenitores € hiljos eff Familias suficientemente ‘sanas- son vitales para el desarrollo de los nifios, tanto como los ali- mentos y las calorias. En los adultos, por ejemplo, los buenos tratos y la atencién de las necesidades mutuas nos protege de los efectos p:0- vocados por elestrés y las dificultades de la vida cotidiana. Asi, segin muchas investigaciones, un clima conyugal de solidaridad y respeto prolonga las expectativas de vida y promueve la buena salud (Tousig- nant, M., 1995). 4 tT @ f LOS BUENOS TRATOS COMO RESULTADO DEL ALTRUISMO SOCIAL ‘Aunque en nuestra préctica profesional oftecemos atencién terapéutica ‘a personas victimas de la violencia, pensamos, al igual que muchos in- vestigadores, que lo que caracteriza a nuestra c wumana es el jaltruismo y el amor, no la violencia. El concepto de instinto ha sido y es Filizado para legitimar cierto tipo de creencias, Sin embargo, conside- ramos que la necesidad de cuidado y de buenos tratos puede conside- rarse instintiva, pues son fundamentales para proteger y conservar nuestra vida como individuos y como especie. Algunos estudios han demostrado que los nitios y las nifias se preocupan por sus padres des- de muy pequefios e intentan participar de los cuidados a ellos (Stern, D,,1997; Goleman, D,, 1996) ‘A diferencia del «instinto» de alimentarse o de protegerse ~con- ductas que comienzan y acabi individuo-, los cuidados y los buenos tratos son felaciones reciprocas y compleriientarias, provoca- fas por la necesidad, 1aza 0 el peligro y sostenidas por él apeg0, ‘@lafecto 7 la biologia. En situaciones de crisis socialés 6 familiares, ade- S de Fegular la conservaciGn de la vida en grupo, este tipo de con- ductas reduce las manifestaciones orgénicas, psicolégicas y neuroen- docrinas del estrés y del dolor. Los efectos positivos de estas practicas resultan evidentes si observamos la interaccién de las madres sufi- cientemente sanas con sus bebés, sobre todo en niftos y nifias afectados por relaciones de cuidado o por ausencia de elias. Existen suficientes argumentos y testimonios que justifican el hecho de que proporcionar cuidados y buen trato es tan indispensable para la supervivencia como otras funciones vitales. Junto con algunos investiga- dores compatimos la idea de que los se- res humanos somos una especie‘afec- inosa y cuidadora. La biologia, como Gencia de Ta vida, ha permitido que lo concibamos de forma positiva y reco- nozcamos las competencias y capacida- des para producir, proteger y reprodu- Gir la vida mediante ese conjunto de sentimientos, comportamientos y re~ presentaciones que constituyen el amor (Maturana, H., 1990; Varela, F,, 1996), Desde el momento de la con- ccepcién de una nueva crla, en {a infancia, en fa vida adulta y en fa vejez ninguna persona puede sobrevivirsin los cuida- dos de otra. La sanidad fisica ‘y sobre todo mental depende ‘de los buenos 0 malos tratos que reclbamos en nuestra existoncia, 25 una de las manifestaciones més relevantes del «buen trato» y de la ca- pacidad de cuidar alos demés. Los brigen’s del «buen trato» se encuentran en las profundidades de nuestra natiraleza como animales sociales. A primera vista, una ma- nada de antflopes tiene pocas cosas en comtin con una comunidad hu- ‘mana, pero como muchas especies, incluso la nuestra, los antilopes han descubierto que pastar y viajar juntos y organizados es el mejor medo de protegerse de sus predadores. En la organizacién de la manada, ade- més, un pequefio grupo cuida al resto pese al riesgo de ser atrapados mis fécilmente. Se trata de un «equipo» formado por los antflopes mas fuertes, ubicados en una posici6n de retaguardia, que intentan perma- necer en las zonas mas elevadas para detectar la presencia de preda- dores y que sélo se pone en marcha cuando la manada se halla fuerade peligro. Si cada antflope funcionara por su cuenta, seria muy dificil es- capar de sus perseguidores (Maturana, H. y Varela, G., 1984). Los seres humanos presentamos comportamientos sociales andlogos alos de los antilopes, pues nuestra naturaleza social se ha ido perfecc nando durante el largo perfodo de la prehistoria humana. En las 0 dades primitivas, la organizacién en grupos mantenta alejados a los ani- males predadores, y la vida colectiva facilitaba las tareas cle caza, de recoleccién y de defensa del ataque. Los datos arqueol6gicos y antropo- 6gicos ast Io sugieren. Algunos bi6logos han afirmado que si la condi- cin natural de los humanos no hubiera sido el altruismo social y los cuidados mutuos que se derivan, la especie humana Se Rabria exingu do inexorablemente (Maturana, H. y Varela, R, 1984; Cyrulnik, B., 1939; ‘Taylor, SE, 2002). De hecho se han encontrado esqueletos de seres hu- ‘manos primitivos que, pese a tener alteraciones congénitas 0 cicatrices de huesos fracturados, han vivido bastante tiempo para esas épocas. Sin los cuidados de alguien, no habria sido posible (Taylor, SE., 2002). Enel presente, cuando la vida familiar y en comunidad se basa en di- namicas de buenos tratos y de cuidados mutuos, sus miembros gozan de ambientes afectivos nutrientes, reconfortantes y protectores. Varias investigaciones, pero sobre todo muestras experiencias cotidianas, ros han permitido constatar que las buenas compaiiias, los cuidados y la solidaridad hacen la vida més feliz, més sana y duradera. Vivir en redes familiares y sociales que proporcionan un apoyo afectivo y material contribuye al bienestar y, ademés, regulan el estrés y alivian los dolores inherentes al desaffo de vivir. Ante situaciones de estrés y de intensos 26 | dolores provocados por una enfermedad, un trastorno relacional o una agresion externa, podemos encontrar en nuestro grupo las fuentes de zpoyo emocional y los cuidados necesarios para superarlos. Claro que ja familia o nuestros grupos de pertenencia también pueden ser fuente de estrés y suftimiento, pero cuando sus dinémicas fundadoras son los buenos tratos y los cuidados mutuos, los procesos de curacién de enfer- medades fisicas o de traumas psiquicos resultan més faciles. ‘Ademés de ser e] resultado de con- venciones sociales, las relaciones hu | yestras experienciasproe- manas basadas en el (alimenticia) Represion infantil Litertinajeinftit NINOS COMO FUERZA NINOS COMO OBJETO DETRABAJO DECONSUMO_ (@utura mano de obra explotada) (consumistas precoces) Apesar de Jo enunciado, la integracién gradual en la cultura del con- cepto de que los nifios y las niftas son sujetos con derechos, por lo me- znos contenidos en la Convencién Internacional de Derechos del Nifio y dela Nira, mantiene la esperanza de que los adultos seamos capaces de crear otro mundo para todos, en particular para la infancia. Porque laexistencia de un contexto de buen trato para los nifios y nifias depen- de también de las politicas ptiblicas que aseguren la equidad a todas las familias mediante la redistribucién de la riqueza. Pero también hay que asegurar una educacién para le no violencia y politicas sociales basa- das en el bienestar de la poblacién, incluidos los nifios, el respeto de los derechos humanos y el desarrollo de programas destinados a promo- ver formas no violentas en Ia resoluci6n de conflictos familiares y en la romocién de los buenos tratos. 49 ‘LOS BUENOS TRATOS IFANTILES COMO PRODUCCION SOCIAL Seguin nuestro modelo, los factores principales que contribuyen a la existencia de un contexto de buenos tratos para nifios y nifias estén re- presentados en la siguiente ecuacién: EL proceso de los buenos tratos infantiles Recursoscomunitaros Competencas parentales 31. eee eee eslienia Factores contextunles _ Necesidadesinfantes Con esta formula presentamos los diferentes componentes de es:e pro- ceso para mostrar que el desarrollo sano de nifios y nifias es la conse- cuencia del predominio de experiencias de buen trato en su vida. Estos buenos tratos no sdlo corresponden a lo que los padres son capaces de ofrecer, pues también son el resultado de los recursos que una comuni- dad pone a su servicio para garantizar la satisfaccidn de las necesida- des infantiles y el respeto de sus derechos, asi como Ia prozhocién, el apoyo y la rehabilitacién de las funciones parentales. Los RECURSOS COMUNITARIOS Y LA PROMOCION DE LOS BUENOS TRATOS En lo que se refiere al aporte de la comunidad, podemos afirmar que Jos programas destinados a la promocién de los buenos tratos deben contar con Jos recursos especificos que la sociedad pone a dispasicion de las familias para contribuir al buen trato infantil. En este sentido, los profesionales de las diferentes instancias sociales que trabajan con Ia infancia participan de estos procesos si con su trabajo pueden in- fluir positivamente en las competencias parentales, ya sea p7omo- viendo su adquisicién, facilitando sus mejoras o rehabilitandolas cuando sea necesario. Ademés, se puede apoyar a las familias con re- cursos materiales, educativos y terapéuticos para asegurar una cober- tura de las necesidades infantiles y la proteccién de los derechos de los nifios y nifias. 50 Por otra parte, en lo que se refiere a la prevencién secundaria, en el ‘aso de familias donde los padres no poseen las competencias parenta- jesy como consecuencia dastan a sus hijo, los profesionales de los dife- rentes servicios que se ocupan del bienestar infantil deberian, en pri- mer lugar, desarrollar programas espectficos para evaluar estas incompetencias parentales, determinando su recuperabilidad y, en se- undo lugar, evaluar las necesidades especiales de los nifios dafiados porestas incompetencias para proporcionarles el apoyo terapéutico ne- rio. Tin modelo que considere como objetivo el bienestar integral de los nifios y nifias deberd, por lo tanto, responder a tres desafios: Primero, evaluar y aportar recursos terapéuticos y educativos para generar cambios cualitativos y cuantitativos en las competencias de las figuras parentales. ‘Segundo, cubrir las necesidades terapéuticas y educativas singula- res de estos nifios, consecuencia de las incompetencias de sus padres y de los factores socioeconémicos y culturales que han favorecido los alos tratos. Y, tercero, favorecer y proteger los recursos resilientes de los nifios delos padres y también de los profesionales. Esta forma de introducirnos en la prevencién aportando como ‘marco conceptual los modelos de buenos tratos pretende ser un apor- te para seguir contribuyendo al desarrollo de las buenas practicas. En loque se refiere a los nifios y adolescentes en situacién de riesgo fami- liar y social, nuestra tarea es promover su bienestar integral. Por des- gracia les ha tocado vivir en el seno de familias cuyos padres, por sus tragedias infantiles y la falta de apoyo de su comunidad, no desarro- llaron las competencias para cuidarles, protegerles ni asegurarles un desarrollo sano. Ademés, en muchas ocasiones les provocan dafios inreversibles. Hacer frente a la tarea de evaluar las competencias de estos padres y, a partir do datos objetives, praponer las mejores medidas para elnino y programas de rehabi- Itacién parental que parezcan los més adecuados, nos parece en la actualidad una muestra de valentia, pero sobre todo de solidaridad con tados los implicados. A los ‘rimeros, para asegurartes el derecho a una vida sana y sin violencia; a las segun- ds, para proporcionarles los recursos adecuadas para el desarrolio de competen- ‘las parentales, ue por las injustcias de fa vida no pudieron adquiri. 51 Proporcionar recursos a los padres para que mejoren sus capacidades parentales es al mismo tiempo facilitar a los hijos modelos més sanos para la crianza de sus futuros hijos. Sia pesar de los recursos proporcio- nados los padres no pueden mejorar sus competencias, tenemos la po- sibilidad de ofrecer a sus hijos una acogida familiar 0 residencial para asegurarles un desarrollo sano como personas. Si ademas se comple- ‘menta el acompafiamiento de estos nifios con experiencias familiares, esto podrd facilitar la adquisicién de modelos de crianza que podrén permitirles superar en sus propias historias el rol de padres que sus progenitores no pudieron cumplir adecuadamente. En otra perspecti- va, un modelo basado en el buen trato y el bienestar infantil prelende ayudar a disminuir la duracién de los perfodos de inestabilidad en que muchos nifios se encuentran a la espera de medidas que les protejan, ‘una vez que se ha detectado su situacién de riesgo e incluso de desampa- ro, Esto significa asegurarles medidas que garanticen los cuidades que Jos nitios necesitan, pero ademés la continuidad de vinculos significati- vos necesarios para su desarrollo. 52 3 Resiliencia y buenos tratos infantiles Jorge Barudy Elconcepto de resiliencia nace de la constatacién de que algunas perso- nas resisten mejor que otras los avatares de la vida, la adversidad y la enfermedad. A pesar de que esto es un hecho admitido desde hace si- ¢gios, en gran parte no se habia explicado ni mucho menos utilizado pa- ra organizar intervenciones psicoterapéuticas. Durante mucho tiempo se atribuy6 esta caracteristica poco comin a ‘una «constitucir» especial. Ha sido gracias a diferentes investigadores anglosajones y francéfonos que se ha demostrado que estas caracteris- ticas son el resultado de las interacciones entre el individuo y sus seme- jantes, sus condiciones de vida y, por tiltimo, su ambiente vital. Muchos investigadores clinicos nacidos en Latinoamérica, entre los que nos in- ‘dluimos, siempre nos hemos interesado por los recursos personales, fa- miliares y comunitarios movilizados para hacer frente a los desafios de laexistencia. Esto es para crecer, mantenerse sanos y enfrentar expe- riencias trauméticas. Por otra parte, los investigadores franc6fonos que han contribuido a la elaboracién del marco te6rico para explicar la resiliencia reconocen que diferentes conceptos previos han abierto el camino para llegar a es- ta clase de corriente portadora. Asi, hacen hincapié en el concepto de vulnerabilidad desde enfoques biolégicos, psicol6gicos y epidemiol6- gicos. También mencionan los estudios sobre resistencia al trauma y a los sucesos desestabilizadores como las pérdidas y las separaciones, ala capacidad de enfrentarse a las dificultades y a la adaptabilidad 53 (Manciaux, M., Vanistendael, S., Lecomte, J. y Cyrulnik, B., 2093). Lo que resulta interesante para nosotros es la relaci6n entre resiliencia in- fantil y competencias parentales. Los estudios sobre el desarrollo infantil nos ponen en contacto con el maravilloso mundo del desarrollo de habilidades y conocimientos con los que los nifios y nifias van ganando competencias, hasta alcan- zar la madurez. Al poner el foco en el entorno inmediato que facilita este desarrollo vemos en primer plano a los padres, especialmente a las madres. En 1980, el equipo interdisciplinario del Centro Interna- cional de I’Enfance de Bélgica publicé los resultados de un estudio longitudinal sobre el desarrollo infantil donde se demostré la impor- tancia de la competencia materna. En condiciones socioeconémicas equivalentes y a menudo precarias, los hijos de algunas familias tu- vieron un crecimiento, un desarrollo y resultados escolares significa vamente superiores a los de otras familias supuestamente similares, La diferencia se daba en las cualidades maternas sobre intercsmbios afectivos y relacionales con sus hijos, sus capacidades educativas, la organizacién de la vida familiar y la gestion presupuestaria. Estas ma- ares del primer grupo de nifios eran competentes y, sin duda, resilien- tes, y hoy en dia pueden ser consideradas como tutoras de resiliencia para sus hijos, utilizando la denominacién propuesta por Cyrulnik (2003). En esta misma perspectiva, nunca se insistiré lo suficiente en el gran aporte del estudio longitudinal hecho y publicado por E. E, Werner (1989). Aunque el objeto de estudio no fue la resiliencia, las observacio- nes de esta investigadora y su equipo jugaron un papel fundamental en lo que més tarde se llamaria resiliencia. Esta psicéloga estadounidense observé de una manera continuada a un grupo de 698nnifios y nifias na- cidos en 1955 en la isla de Kanai, perteneciente al archipiélago de Ha- ‘wai. Tomando como referencia una serie de indicadores como la pre- sentacién de un alto riesgo de trastornos conductuales, de 201 nifios examinados a la edad de dos afios 72 evolucionaban favorablemente sin intervencion terapéutica, y se hicieron j6venes, adultos, compe- tentes y bien integrados. La autora afirma que lograron «sobreponerse» pese a una infancia dificil y, aunque eran vulnerables, en la practica fueron invencibles 0 al menos resultaron invictos en su recorrido vital. Ademiés, dos tercios de las personas que podrian considerarse como no resilientes en la adolescencia legaron a serlo en la edad adulta, por lo 5h ye al final hubo casi un 80% de evoluciones positivas. Estas observa- ones jugaron un papel importantisimo en el surgimiento de la reali- Gad clinica de la resiliencia, llegando a ser el objeto de investigacién aque es en la actualidad. ?Por otra parte, a los que hemos optado por consagrar nuestras vi- das personales y profesionales a contribuir al bienestar infantil nos re- tribuyen con creces las observaciones cotidianas respecto a las com- etencias de los nifios y de las nifias, Los estudios que han puesto de ranifiesto las compeiencias temprenas ya presentes en la vida in- trauterina nos sirven de marco de referencia para nuestras observa ciones (Brazelton, T.B. y Cramer, B.G., 1990; Stern, D., 1991, 1997; Cy- rulnik, B., 1994). No podemos dejar de sentir admiracién por este constante proceso «creative de los nifios para hacer frente a los desafios del desarrollo y a las dificultades de sus entornos de vida. Pero hay que recordar que ‘muchas de las capacidades de los niftos y de las nifias son capacidades potenciales. Para desarroliarse deben ser acompaftadas no sélo de los nutrientes necesarios, sino del reconocimiento y el estimulo de las in- teracciones permanentes con la madre, el padre, los parientes y los mlembros de su eisloxue familiar y social. Toslo en un clima de afecti> vidad. El reconocimiento de estos recursos en los adultos, sobre todo en los nifios, es un aporte fundamental del mundo de los profesionales a la constitucién de contextos que faciliten la resiliencia. DIFERENTES DEFINICIONES PARA LA RESILIENCIA Como muchos fenémenos relevantes de lo hurmano, hay muchas perso- nas que proponen diferentes definiciones. Este fenémeno también hu- mano puede ser enriquecedor para la practica, siempre y cuando las definiciones no se contradigan unas con otras. En el marco de nuestro modelo de buen trato nos ha parecido im- portante mencionar cuatro de ellas como informacién para los lectores y presentar la quinta, a la que nos adherimos y que aplicamos en mues- tras pricticas terapéuticas. Laprimera es de Goodyer (1995), y enuncia lo siguiente: «Ein general, se admite que hay resiliencia cuando un nifio muestra reacciones mo- 85 deradas y aceptables si el ambiente le somete a estimulos considerados nocivos». En su definicién, dicho autor subraya la capacidad para reac. cionar adecuadamente a los estimulos desfavorables del entoms. Rut- ter (1998), por su parte, plantea que «la resiliencia es un fendmero que manifiestan sujetos jévenes que evolucionan favorablemente, aunque hayan experimentado una forma de estrés que se estima que implica un grave riesgo de consecuencias desfavorables». Esta definici6a pone el acento en la capacidad de mantener un desarrollo favorable pese a los factores de riesgos de su entorno. En su definicién, Vanistendael (2000) afirma que: «La resiliencia es la capacidad de tener éxito de modo aceptable para la sociedad, a pesar de un estrés o de una adversidad que implican normalmente un grave riesgo de resultados negativos». Este autor pone el énfasis en la capaci- dad de mantener un nivel de adaptabilidad adecuada. La tltima de las definiciones es la de Kreisler (1996), quien se refiere a la resiliencia «co- mo la capacidad de un sujeto para superar circunstancias de especial dificultad, gracias a sus cualidades mentales, de conducta y adapta- cién». En esta definicin los recursos personales aparecen como el ele- mento fundamental de la resiliencia. ‘La definicion adoptada por nosotros, y que hemos incluido en nues- tra formula de buen trato, es la propuesta por Manciaux, Vanistendeel, ‘Lecomte y Cyrulnik (2003): «La resiliencia es la capacidad de ura per- sona o de un grupo para desarrollarse bien, para seguir proyecindose enel futuro a pesar de los acontecimientos desestabilizadores, de con- diciones de vida dificiles y de traumas a veces graves», Esta definicién nos parece sobre todo titil, pues su contenido nos ha permitido incorporarla como uno de los objetivos educativos, sociales y psicoterapéuticos de nuestras practicas, tanto en lo que se refiere a las acciones de promocién del buen trato como a las intervenciones desti- nadas a Ja reparaci6n terapéutica del dafio en los nifios de los malos tra- tos o las destinadas a la rehabilitacion de las competencias parentales. Para visualizar los diferentes niveles que participan en la construccién de la resiliencia, hemos adoptado el modelo de «la casita» propuesto por Vanistendael (2000). Este autor sostiene que la resiliencia es como construir una casita, En primer lugar, se encuentza el suelo sobre el que estd construida: se trata de las necesidades bésicas, materiales elemen- tales como la alimentacién y los cuidados de la salud. Luego viene el subsuelo con la red de relaciones mas 0 menos informales: la familia, 56 Jos amigos, los compatieros de la escuela o los colegas del tZabajo. En el coraz6n de estas tedes se asientan los cimientos de la resiliencia de una rsona, st aceptacién incondicional. En nuestro modelo, esta acepta- &6n incondicional equivale al concepto de amor. En la planta baja se ‘encuentra una capacidad fundamental: encontrar un sentido, una co- herencia, a la vida. En la metéfora de este autor, en el primer piso en- contramos las cuatro , que produce dolor y muerte, pero que se legitima a tra- as y discursos. se caltoral dominant, que resi dela economia de mere ee ‘por un neoliberalismo salvaje, intenta imponer valores ooo stas ¢ individwalistas a los nifios a través de los mediios de co- vunicacién. Los nifios y las nifias estén sometidos con frecuencia al pombardeo de una publicidad mentirosa, que les hace creer que on cided solo depencie dela satisfacion de los dasens. Nos parece eviden- fe que este tipo de presiGn influye en los nifios y en la misién educ 7 eto la plobaizaci6n neoliberal en tanto que motto econ co depended a inerorizacion de una idea terrible: el diner y ls Ba- rancias son més importantes quela condicin humana. lriesgo 5 P ‘onsiguiente, devastador: las personas son cosificadas por el dinero. En una cultura del dinero basada en valores de consumo, la presen- cia Ue los ni sobre la Tira os un peligro los pueden ser una carga ‘una causa de incomodidad, un obstculo para a felicidad consumista. LA TRANSMISION DE VALORES EN UNA CULTURA DE BUEN TRATO. La comunicacién de valores colectivos que ensefian a los nifios y a las nifias el respeto a la vida, a los seres vivos y a los derechos humanos de todos y todas es fundamental para que un mundo sin vio- lencia sea posible. En esta sociedad alter nativa por la que luchamos, los nifios y las nifias tendran la posibilidad de integrar una ética que les haga responsables de sus actos tanto de os que debonsentirse dig nos y orgullosos por ejemplo, la cons- tracci6n de relaciones sociales altruistas y solidarias- como de los que producen vio- Jencia y comportamientos abusivos. Tatar bien aun noes tam- bién dari fs utensiios pa- 1a que desarole su capaci- dad de amar, de hacer el bien y de apreciar fo que es ‘bueno y placentero, Para ‘ello debemas ofreceries la pposibitidad de vivir en con- textas no violentos, donde Jos buenos tratos, la verdad xy la coherencia sean los pi- lares de su educacién. rd 5 Familiaridad y competencias: el desafio de ser padres Jorge Barudy De Jos componentes de nuestra formula, las competencias parentales son uno de los factores esenciales que aseguran el buen trato infantil en Ia familia. El buen trato aqut y ahora es el resultado de competencias parentales que, a su ver, son el resultado de expertencias de buen lato fuando nifios. Dado que una historia de malos tratos no facilita el desa- rrollo de competencias parentales, una incompetencia en el ejercicio de Ja funcién parental puede provocar el desarrollo de malos tratos infan- tiles. De ahi nuestro interés en compartir el modelo tebrico que nos per- ‘mite comprender el origen de las competencias parentales y nuestros esfuerzos para confeccionar una guia para evaluar su existencia 0 ca- rencia (Barudy, J. y Dantagnan, M., 1999) con el fin de promoverlas y de ofrecer alos padres ayuda social y educativa. El concepto de «competencias parentales» es una forma seméntica de referirse a las capacidades practicas de los padres para cuidar, prote- gery educar a sus hijos, y asegurarles un desarrollo sano, Las compe- tencias parentales son parte de lo que hemos lamado la parentalidad social para diferenciarla de la parentalidad biolégica, es decir la capaci- dad de procrear o dar la vida a una cria. La mayoria de los padres pue- den asumir la parentalidad social como una continuidad de la biologi ca, de tal manera que sus hijos son cuidados, educados y protegidos por las mismas personas que los han procreado. Sin embargo, para un grupo de nifios y nifias esto no es posible. Sus padres tuvieron la capa- 7 cidad biol6gica para copular, engendrarlos y, en el caso de la madze, paritles; pero desgraciadamente no poseen las competencias para ejer. cer una préctica parental mfnimamente adecuada. Las causas de as in- ‘competencias de estos padres se encuentran en sus historias persona- les, familiares y sociales, En la mayoria de los casos, vernos antecedentes de malos tratos infantiles, medidas de proteccion inadecuadas, institu. cionalizacién masiva, pérdidas y rupturas, antecedentes de enforme- dad mental de uno o de los dos padres, pobreza y exclusi6n social Al observar las causas de esias incompetencias puede existir la ten- taci6n de identificarse con el suftimiento de los padies en desmedro de las necesidades y derechos de sus hijos. Desgraciadamente, los malos ‘tratos como consecuencia de las incompetencias de los padres provo- can graves dafios siempre graves en los nifios, aunque no siempre sean visibles. Esto tltimo explica por qué a menudo nos referimos al dolor de los nifios y nifias maltratados como «el dolor invisible de la infan- cia». Como sefialaremos, los dafios que los nifios sufren son: trastornos del apego y de la socializacién, trastornos de estrés postraumético de evolucién cr6nica, traumatismos severos y alteracién de los procesos resilientes (Barudy, J, 1998). Pero si ademés los nifios no reciben protec- ci6n oportuna y adecuacla, uti tratamientos para reparar estos daiios, puede haber una gran probabilidad de que en la adolescencia el sufti- miento se exprese mediante comportamientos violentos, delincuencia, abusos sexuales, uso de drogas, etcétera. Pero no todo termina aqui, pues actualmente hay suficientes investigaciones y experiencias clini- as para afirmar que los malos tratos en la infancia, junto con los facto- res culturales resultado de la ideologia patriarcal, juegan un pape: pre- ponderante en la formacién de la violencia conyugal, que victimiza y asesina a muchas mujeres. Por otra parte, las tragedias infantiles de los adres que causan los diferentes tipos de malos tratos a sus nifios pue- den ser la base de sus futuras incompetencias parentales. Por Jo tanto, a proteccién de los nifios maltratados y el apoyo terapéutico para la re- paracién de sus carencias y sufrimientos es una forma efectiva de pre- venir lo que se conoce como la «transmisién transgeneracional de los malos tratos» (Barudy, J, 1998). Todos los nifios y nifias, en particular los que han sido victimas de malos tratos, tienen derecho al acceso a una parentalidad social que sea ‘capaz de satisfacer sus necesidades y respetar sus derechos. Por esta ra- z6n hay que evaluar las competencias parentales de todos los miembros 78 familiar del nifio o nifia para determinar al adulto ca- ssa at el ejercicio de esta funcién, protegiéndole, ademés, at ato causado por las personas que le han maltratado. La perma de pa de estos nifios y niffas en sus entomos sociofamiliares debe ser nee ‘s6lo en los casos en que existan adultos protectores, con compe- esas parentales que aseguren un desarrollo sano. Cuando esto no es ve la parentalidad ejecida por otros cuidadores puede compenser fos incompetencias de los padresbiolégcos. nesta perspective] aco- to familiar 0 residencial, a8{ como la adopci6n, debe ser conside- jo como recurso que una comunidad pone al servicio de Tos nifios y hitas para asegurarles una parentalidad social, puesto que los padres biol6gicos ~por sus condicionantes histéricos y sus dificultades actua- Jes no estén en condiciones de garantizar los cuidados y la proteccién west hijos necesitan, Los padres acogedores, 0 los educadores que se Supan de los nifios en centros de acogida, deben ser considerados co- smo dispensadores de una parentalidad social. El trabajo de estas perso- nas, verdaderos tutores de resiliencia (Cyrulnik, B. 2001), no. reemplaza Ia importanca simbslica de los padres biol6gicos al contraro, el er cicio de la parentalidad social implica el respeto incondicional de la liacién de los nifios y la participacién en todas las intervenciones que mantengan un vinculo de los nifios con sus familias de origen. ‘Seguin las caracteristicas de los padres biol6gicos, Siempre gue se pueda hay que fciltar el elericio de una eparentalidad parcial> ( aa get, M,, 2003). En este caso, en su desarrollo los nifios deberén integr Iasingularidad de una vinculacién con sus padres biolégicos y «sus pa- dres sociales» de la forma més equilibrada posible. ELORIGEN Y EL CONTENIDO DE LAS COMPETENCIAS PARENTALES iquisicién de competencias parentales es el resultado de procesos cones dlonde se merclan las posiblidades personales inna mae cadas por Factores hereitarios, con los procesos de aprendizaj inf dos por la cultura y las experiencias de buen trato o maltrato que la tura madre o padre hayan conocido en sus historias familiares, sobre todo en ou infancia y adolescencia Ser madre o padre competentes ima tarea delicada y compleja, pero fundamental para la preservaci de la especie humana, Por ello a naturaleza» ha puesto de su parte to- do para que en la mayoria de las familias sea posible esta funci6n. 79 Una gran parte de la actividad parental se guia por un: i « pilotoautométce, resultado de una suerte de smecinionespontinees algo inconsciente. Los padres bientratantes que fueron sujetos de dina ‘micas sociofamiliares sanas han aprendido a responder a las necesida- des fundamentales de sus hijos e hijas, han sido capaces de satisfacer ‘un conjunto de necesidades miiltiples y evolutivas, cambiantes con el tiempo. Alabordar las competencias de las madres y de los padres nos inte- esa estudiar su relacién con las necesidades infantiles en una coble vertient a) El desafio de la funcién parental implica poder satisfacer las milti- ples necesidades de los hijos (alimentaci6n, cuidados corporales, proteccién, necesidades cognitivas, emocionales, socioculturales, e. cétera), pero dado que estas necesidades son evolutivas, los padres deben poser una plasticidad estructural que les permita adaplarse alos cambios de las necesidades de sus hijos. Por ejemplo, no es lo 1 minme culdas proteero educa a un bebé quea un adolescent 9) Si los padres no poseen las competencias parentales para satisfacer Jas necesidades de sus hijns y ademas les hacen dao, cr muy proba- ble gue Jos nifios, en el momento de intervenir para protegerles y ay irles, presenten. i i ambit aed es pa mertenneceidades, ‘especiales, tanto en el Ambito tera- Silas intervenciones de proteccién son tardies e inade i cuadas, las nece- Sidades serén mayores, lo que obligard a hacer mayores esfuetzos para que los nif y nites se recuperen del dato sufrido, Para determinar las variables que permiten evaluar, 1 valuas, promover y habilitarla parentalidad, es importante distinguir sus componentex las capacidades parentales fundamentales y las habilidades parentales, A. Las capacidades parentales fundamentales Son el conjunto de capacidades cuyo or i ‘ i iyo origen esté determinado por !ac- tores biol6gicos y hereditarios; no obstante, con moduladas por las periencias vitales e influidas por la cultura y los contextos sociales. 1, Lacepacidad de apegarsea los hijos: ncluye los recursos emotivos, cogni- tivos yconductuales que las madres y los padres poseen para apegar- 80 se a sus hijos e hijas y vincularse afectivamente respondiendo a sus necesidades. Las diferentes investigaciones sobre el apego muestran aque los recién nacidos poseen una capacidad innata para apegarse. De esta capacidad depende su supervivencia. Por otra parte, la ca~ pacidad del adulto para responder a sus hijos y apegarse no s6lo depende de sus potenciales biolégicos, sino de sus propias experien- cias de apego y de su historia de vida. Ademés, los factores ambien- tales que facilitan u obstaculizan las relaciones precoces con sus crias son fundamentales en el desarrollo de esta capacidad. Por ejemplo, ja capacidad de apego puede promoverse o reforzarse a través de acompafiamientos psicosociales de los futuros padres an- tes y durante el embarazo, asi como durante el parto y el perfodo que le sigue. Las intervenciones destinadas a fomentar el apego se- iro son de prevenci6n primaria de los malos tratos (Barudy, J., 1998; Cyrulnik, B., 1994). . La empatia: es la capacidad de percibir las vivencias internas de los hijosa través de la comprensién de sus manifestaciones emocionales y gestuales con las que manifiestan sus necesidades. Los padres con esta capacidad pueden sintonizar con el mundo interno de sus hijos y responder adecuadamente a sus necesidades. Los trastomos de la ‘empatfa estén en estrecha relacién con los trastornos del apego, y ‘son una consecuencia en la mayoria de los casos. La prevencién de Jos malos tratos también pasa por promover, en los futuros padres y ‘madres, una vivencia de aceptacién incondicional de los bebés co- ‘mo sujetos con necesidades singulares y con una forma particular de expresarlas. La deteccién precoz de los trastornos de la empatia de los padres y las intervenciones terapéuticas para superarlos es fundamental para la prevencién de los malos tratos infantiles. . Los modelos de crianza: saber responder a las demandas de cuidados de un hijo o una hija, protegerles y educarles, son el resultado de complejos procesos de aprendizaje que se realizan en la familia de origen y también en las redes sociales primarias, influidos por la cul- tura y las condiciones sociales de las personas. Los modelos de ctianza se transmiten de generaciGn en generacién como fenémenos culturales; las formas de percibir y comprender las necesidades de los nifios estén incluidas implicita o explicitamente, lo mismo que 81 Jas respuestas para satisfacer necesidades y maneras de protectin y educacidn. Los déficits en los modelos de crianza, tanto desde un punto de vista cualitativo como cuantitativo, son indicadores de in- ‘competencia parental y casi siempre se vinculan con experiendias de malos tratos familiares durante la infancia de los padres y en expe- riencias de institucionalizacién sin matices familiares. Otro ee fun- damental en la prevenci6n de los malos tratos es promover la paren- talidad bientratante como eje transversal en el curriculum escolar, Por otra parte, las intervenciones educativas para facilitar en los pa- dres y madres con indicadores de riesgo y/o que viven en contextos de riesgo el aprendizaje de modelos respetuosos y eficaces de paren- {alidad es otra forma de prevenir los malos tratos infantiles. 4 La capacidad de participar en redes sociales y de utilizar los recursos coniu- nitarios: es una capacidad fundamental y necesaria para el ejercicio de la parentalidad. Se refiere a la facultad de pedir, aportar y recibir ayuda de redes familiares y sociales, incluso de las redes institucio- nales y profesionales cuyos fines son la promocién de la salud y el bienestar infantil. Dado que la parentalidad es también una prictica social, las instituciones sanitarias, los jardines de infancia y lasinsti- tuciones sociales de proteccién deben conformar redes de apoyas vi- sibles y confiables para contribuir a la parentalidad en las familias. Si la parentalidad bientratante es considerada una prioridad por el Estado, entonces la atribucién de recursos para la promocién y el apoyo de la vida familiar debe ser primordial. ‘La capacidad de los protesionales para considerarse parte de las redes de apoyo de fas familias y promover el funcionamiento de redes naturales (familia extersa, ‘arrates, etcétera)nutritvas, seguras y protectoras para los nif y las nffas es ‘fundamental para apoyar la parentalided. B. Las habilidades parentales Se corresponden con la plasticidad de las madres y los padres, que les permite dar una respuesta adecuada y pertinente a las necesidades de sus hijos de una forma singular, de acuerdo con sus fases de desarrollo. 82 picha plasticidad se basa en las experiencias de vida en un contexto so- galadecuado. La prevencién de los malos tratos también debe entender Secomo el conjunto de acciones destinadas a faciltar los procesos adap- jativos y el apoyo social para hacer frente a situaciones de estrés. La moci6n y rehebilitacion de las competencias parentales como fuentes Fel buen trato infantil abarca el apoyo de las capacidades parentales y el desarrollo de sus habilidades. Asi, el concepto de competencias parenta~ Jes engloba estos dos aspectos, que se mezclan en un proceso dinémico. EL DESAFIO DE SER MADRE O PADRE, LAS FUNCIONES ¥ TAREAS DELA PARENTALIDAD SOCIAL ‘La funci6n parental tiene tres finalidades fundamentales: nutriente, s0- Galizadora y educativa. La primera, la nutriente, consiste en proporcio- nar los aportes necesarios para asegurar la vida y el crecimiento de los hijos. La socializadora se refiere al hecho de que los padres y las macires son fuentes fundamentales que permiten a sus hijos el desarrollo de un autoconcepto o identidad. La funcién educativa, por ultimo, hace re- forencia a que los padres deben garantizar el aprendizafe de los mode- los de conducta necesarios para que sus hijas e hijos sean capaces de convivir, primero en la familia y luego en la sociedad, respetdindose a si mismos y a los demas. La funcién nutriente En los seres humanos, como en todos los mamiferos, los cuidados pres- tados a las crfas necesitan de un reconocimiento mutuo entre los proge- nitores y la progenie, una estructura de parentela, como diria Cyrulnik (2001), porque se trata de un reconocimiento fundamentalmente senso- rial y emotivo, muy diferente a una estructura de parentesco que emer- gede la representacién y dela «verbalidad>. : Laestructura de parentela implica ademés la activacién de mecanis- mos neurobiolégicos que permiten memorizar las seftas respectivas de lamadre y del bebé, Por eso afirmamos que el apego es primariamente sensorial y emocional y que luego se estampa en una representacién. (Cyrulnik, B,, 1994; Barudy, J., 1998; Barudy, J., y Dantagnan, M., 1999). 83 Para que este reconocimiento mutuo ocurra es indispensable ia ints gridad de los canales de comunicacién sensorial, acompafiados de la puesta en marcha de un proceso emocional de familiarizacién, ligado a la impresién de esta experiencia en la memoria. En la vivencia de las madres suficientemente competentes, este reco- nocimiento de su bebé como parte de su mundo se da naturalmente, re- sultado de un instinto. Es posible que ésta sea a razén por la quese de- xnomina instinto maternal ala vivencia organismica de una madre, que la predispone al reconocimiento de su cria, asocidndose con ella para cuidaria y protegerla En las historias infantiles, estas madres han conocido un apego se- guro, es decir, una relacién empatica y nutriente con su propiamedre,o en su falta con una figura maternante de sustitucién. Por otra parte, los nueve meses de gestacién en el titero no alcanzan para asegurar ‘a ma- durez, de la crfa humana. Los nifios necesitan de aportes materiales, afectivos, sociales, étcos y culturales brindados por cuidadores adultos para terminar sus procesos de maduracién biolégica, psicolégice y s0- _Este enunciado tan evidente y poco presente en el mundo adulto ex- plica la dependencia biopsicosocial de los nifior con ous madres y pa- ddres, La asimetria de poder y de competencias entre un adulto y sn ni- Ao es la condicién estructural que permite a una made o a un padre competente entregar los diferentes nutrientes que necesitan sus hijos para crecer y desarrollarse. ‘Nunca esté de més insistr en que las competencies de una madre o un padre no cstin aseguradas por sus capacidades de procrear. La existencla de competensias pParentales depende de sus historias de vida y de las condiciones en ‘curl su funcién, ae Enrelacién con esto tiltimo, somos testigos privilegiados para dar testi monio de la impotencia, la frustracién y la desesperanza que vivencian madres y padres con capacidades para cuidar a sus hijos cuando en el ‘medio ambiente en que viven no encuentran un minimo de nutrientes para hacerlo. Nos referimos de nuevo a las madres afectadas por la po- breza, pero también a aquellas que han sufrido una catastrofe humana que Jas confronta a una situacién de amenaza vital y de carencias extre- 84 yas obliga a emigrar a lugares y regiones desconocidas (Barudy, J. ral, 2000, 2002). La experiencia emocional que permite nutrir y cuidar ‘os hijos esté dada por el apego seguro y la capacidad de empatia que ‘ace de este proceso. En este libro, en varias ocasiones hacemos ré- forencia al apego y la empatia, pues ambos son componentes fund: smentales de la parentalidad y, por ende, de los buenos tratos intrafami ati componente fundamental del apego es la «improntay, que se 2e- fore a como el cerebro de un bebé, modelado por la doble exigencia de gus determinantes genéticos y de las presiones de su medio, adquiere neurolégicamente una sensibilidad nueva y singular del mundo que ibe. Esta sensibilidad le permite incorporar en su memoria las ca- facteristicas sensoriales de su madre, sobre todo en un perfodo sensi- ble, ¥ esté mediada por un determinante cronobiol6gico: la secrecién de acetilcolina, el neuromediador de la memoria, Cualquier molécula anule la secrecién de esta sustancia, como los betabloqueantes, los, triciclicos 0 el hexifenidilo, impiden la impronta (Cyrulnik, B.,2001). El beneficio inmediato de la impronta es la supervivencia de la pro- genie, en la medida en que las crias se vinculan con un adulto que les cuidara y les servird de tutor o tutora de su desarrollo. Tal como hemos expuesto en un capitulo anterior, por biologfa y cultura, este adulto es para beneficio de la cria una madre. Boris Cyrulnik (2001) nos explica que el beneficio diferido de este fenémeno para €l nifio o la nifia sera la preferencia sexual por una persona que evoca sensorialmente a las ca- racteristicas de ese ser humano que impregna su memoria, lo que ade- més le permite, una vez adulto, vincularse con alguien de la misma es- pecie. Pero lo més importante, desde el momento en que el recién nacido se apega de una forma singular a una «madre» nuttitiva, es que elmundo percibido se estructura en un mundo familiar «asegurizante» encl que podré proseguir todos los aprendizajes necesarios para su de- sarrollo. El nifo o la nifia entran en la vida sana por la puerta del apego seguro. ‘Cuando el mundo percibido carece de aportes nutritivos y de cuida- dos, y ademés esté inundado de experiencias de violencia, toda la in- formacién proveniente del medio adopta el contenido emocional de ‘una agresidn, lo cual provoca miedos e inseguridades que entorpecen tuna vinculacién segura con sus figuras de apego y dificultan, o impi- den, los aprendizajes del desarrollo. La puerta de entrada a la vida seré 85 una de las formas de apego inseguro. Un clima de respeto y de cuida- dos aumenta la fuerza de la impronta; las carencias y la sobreestimula- cin por estrés, la reduce. Por otra parte, cuando pasa el periodo més sensible para el apego, los aprendizajes todavia son posibles, aunque se hacen més lentos, pues los neuromediadores y la memoria estén impregnadas de expe. riencias y emociones desagradables. La funcién socializadora y educativa Desde la perspectiva de nuestro modelo, la funcién soci educadora de ia parentalidad se considera con eaten cia das entre sf. La primera es la contribucién de los padres a la construc- cién del concepto de s{ mismo 0 de identidad de los hijos. La segunda corresponde ala facilitacién de experiencias relacionales que sirvan co- mo modelos de aprendizaje para vivir de una forma respetuosa, adap- fada y arménica en la sociedad, an ‘Lu construcct6n del concepto de si mismo Diferentes autores han considerado «el concepto de sf mismo» ~es decir, laimagen que cada persona tiene de st~como el resultado de un proceso donde el nifto o la nifiaintemalizan su mundo social y extemalizan su propio ser (Berger, M. y Luckman, T,, 1986). En esta perspectiva dialécti- «a, la percepcién que la nifia y el nifio tienen de si mismos resulta de la intemalizacién de su mundo cotidiano, que a su vez resulta de la dind- mica relacional entre su estructura biolégica y su medio ambiente. La parte del medio ambiente que nos parece fundamental en la for macién de un autoconcepto sano, positivo y resiliente, es un entorno human de buenos tratos donde los padres son capaces de comun:car le manera permanente mensajes incondicionales de afecto y de que confirman a sus hijos e hijas como sujetos legitimos en. a nee cia recfproca El autoconcepto o percepcién que el nifio o la nifia tienen de si mis- ‘mos juega un papel importante en la estructuracién de su personali- dad. Uno de los principales componentes de la personalidad son los rasgos del nifio 0 de la nifia, unidos por el autoconcepto y afectados por 41. Los rasgos infantiles, a su vez, son cualidades especicas, resultado 86 de los patrones conductuales 0 de adaptacién, como las reacciones ante Jas frustraciones, los modos de afrontar los problemas, las conductas agresivas y defensivas y la comunicacién natural o de retraimiento en presencia de otros. El grado de estabilidad del autoconcepto desempe- fia un papel central en la organizacién de la personalidad. La estabili- dad en la percepcién de s{ mismo permite el desarrollo de rasgos positi- ‘vos como fa capacidad de evaluarse de forma realista, tener confianza en si mismo y una autoestima elevada. Lo contrario desarrolla inferio- ridad e incapacidad, inseguridad y carencia de confianza en s{mismoy produce malas adaptaciones personales y sociales (Dantagnan, M. et al, 1993). ‘Diferentes investigadores han recogido datos para mostrar c6mo los nifios y las nifias se informan sobre s{ mismos a partir de las personas adultas significativas para sus vidas, especialmente sus padies y otros miembros importantes de su entorno familiar y social (Berger, P. y Luckman, T, 1986; Dantagnan, M. et al., 1993; Amar, J., 2003). Por lo tanto, en la formacién de la identidad hay que considerar ademés las evaluaciones que los otros hacen y transmiten a los nifios. Los conteni- dos del autoconcepto se refieren a las ideas que la persona tenga de si misma y a las ideas que la persona cree que los demés tienen de ella (Rogers, 1961). ‘Lo que una madre o padre siente, piensa o hace por sus hijos y la for ‘ma en que lo comunica tendré un impacto significativo en la manera en que una nifia o nifio se concibe a s{ mismo. Estos mensajes estén en es- trecha relacién con lo que el nifto sentiré con respecto a si mismo. Asi, cl autoconcepto refleja cmo una madre o un padre se sienten en presencia de un hijo o de una hija y cémo se lo transmiten. Esto, a su vez, es inter- nalizado por el nifio, y éste puede legar a sentir sobre sf mismo lo que otros sienten sobre él, y estos sentimientos se reactivan ante cada nueva experiencia (Dantagnan, M. et a, 1993). Un nifo o nifia hijos de padres con una parentalidad competente tendrén todas las posibilidades de de- sarrollar una identidad sana y una autoestima elevada. Al contrario, los padres incompetentes y con conductas que ocasionan malos tratos, en vian permanentemente mensajes negativos a sus hijos o hijas, lo que ex- plica un autoconcepto negativo y graves problemas de autoestima. ‘Aeeste respecto es importante recordar que el autoconcepto conlleva ‘unconjunto de actitudes hacia sf mismo, y que se construye a partir de tres componentes (Burns, 1990): 87 a) Los componentes cognitivos del autoconcepto: es lo que un adulto oun nifio ve cuando se mira a si mismo, Corresponden al conjunto de rasgos con los que se describe, y aunque no sean necesariamen- te verdaderos y objetivos, gufan su modo habitual de ser y compor- tarse. b) Los componentes afectivos: son los afectos, emociones y evaluzcio- nes que acompafian a la descripcién de uno mismo. Este compo- nente coincide con lo que Coopersmith (1967) define como autoesti- ma: «la evaluaci6n que hace el individuo de si mismo y que tiende a mantenerse; expresa una actitud de aprobacién o rechazo y hasta qué punto el sujeto se considera capaz, significativo, exitoso y va- lioso», ©) Los componentes conductuales: el concepto que una persona tiene de s{ misma influye claramente en su conducta diaria. E] autocon- cepto condiciona la forma de comportarse. El nifio o la nif se guian en su conducta por las cualidades, valores y actitudes que poseen sobre si mismos. Los nifios suelen comportarse de una forma que ‘concuerde con su autoconcepto. Pero afecta no sélo su conducta; sus Propias percepciones se ven condicionadas por él, como si el nifio vieta, vyera y valorara todo a traves de un filtro. La evolucién del concepto de si mismo Armedida que el nifio crece, obtiene un aumento gradual de sus habili- dades, y se interesa por su medio ambiente, sus caracteristicas fisicas y Jos comportamientos adecuados o inadecuados, que serviran de base para el éxito o el fracaso en la vida. Por eso, el concepto que se tenga de sies de vital importancia para todos los sujetos. Sila persona cuenta con estimulos adecuads, es decir, se desenvuelve en un medio con ca- acteristicas positivas, es posible que su autoestima le permita compor- tarse de manera acertada. En caso contrario, la vision de si mismos sera cada vez més negativa. El concepto que de s{mismo tiene un nifio o una nifa en gran medi- da es producto de su experiencia en el hogar y de la identificacién con ‘sus padres. Esto se vio demostrado claramente en estudios sobre la au- toestima que mostraron que los chicos y las chicas con alta autoestima eran hijos de madres con alto aprecio de si mismas, que aceptaban y apoyaban a sus hijos, prefiriendo las recompensas y el trato no coerciti- vo con ellos (Coopersmith, 1967). 88 Las dos teorfas que nos parecen relevantes para explicar la forma- cién y desarrollo del autoconcepto y que nos permite comprender el impacto de la calidad de la parentalidad en la formaci6n del autocon- cepto son las aportadas por el modelo del interaccionismo simbélico (teoria del espejo) (Berger, M. y Luckman, T,, 1986) y la teorfa del apren- dizaje social (Bandura, 1982). ‘Segiin la teorfa del interaccionismo simbélico, el autoconcepto es consecuencia de las evaluaciones de las personas sobre el entorno pr6- ximo. El individuo se ve reficjado en la imagen que le ofrecen los otros, como siestos fueran un espejo. Llega a ser como los demés piensan que es, Eneste proceso no todos los que rodean al nifio tienen la misma in- fluencia en la formaci6n de su autoconcepto. Asf, en los primeros afios Ia informaci6n sobre sf mismo la recibe casi exclusivamente de los pa- dres y familiares proximos. Sin embargo, a medida que el nifio crece, aparecen otras personas significativas como los profesores, los compa- fieros y los amigos. a segtin Tateoria del aprendizaje social, el nifio adquiere el autocon- cepto mediante un proceso de imitacién con el que incorpora en sus propios esquemas las conductas y actitudes de las personas importan- tes para él Estas teorfas ponen el acento en una actitud pasiva dela for macién del autoconcepto, ya que el nifto se limitaria a recibir influen- cias y evaluaciones, comporténdose, por tanto, como ser pasivo y netamente receptor. Esto ocurre sobre todo en contextos en que el nifio ola niffia no son considerados sujetos activos de una relacién. En con- textos sanos, la realidad es que el nifio o la nifia son sujetos activos, crear tivos y experimentadores. Por lo tanto, los resultados de sus propias ac- ciones y experiencias les sirven también como criterios en la formacién del concepto de sf mismos. La funcién educativa El papel educativo de los padres es algo indiscutible, y como toda tarea humana también esta profundamente influida por los tiempos y la cul- tura. A través de la educacién los nifios acceden al mundo social de la convivencia y de la verdadera autonomia. La educacién sirve para for- mar a un nifio o una nifia a nivel individual, pero sobre todo es el pro- ceso que posibilita pertenecer a un tejido social més amplio, a una so ciedad, a una comunidad. En el marco de estas pertenencias, elnifioo la nifia se preparan para colaborar en la construccién del bienestar co- 89 mein, En este sentido, la integraci6n de las normas, reglas, leyes y tabties, que permiten el respeto de ia integridad de las personas, incluyendo la de los niftos, en las dindmicas sociales, es uno de los logros de una pa- rentalidad competente. Uno de los interrogantes que nos parece necesario responder es cuél ¢s el estilo educativo compatible con una parentalidad sana, bientra- tante, resultado de un modelo de competencias. Para contribuir a dar ‘una respuesta, nos ha parecido importante presentar los diferentes con- tenidos de los procesos educativos, extensivos a otros tipos de relacio- nes que también participan en estos procesos. Nos referimos, por ejem- plo, a los educadores de centros de acogida de nifios y nifias, a los padres de familias acogedoras, a profesores, a responsables 0 animado- es de movimientos infantiles y juveniles. Los contenidos de los procesos educativos Educar a un nifio 0 2 una nifa es ante todo un proceso relacional. Sino hay una vinculacién afectiva, serén deficientes o estardn ausentes. La observaci6n participante de procesos educativos en familias, escuelas y centros de acogida nos han permitido constatar lo que otros autores de- fienden con vehemencia: «Los nifios y nifias aprenden para alguien» (Berger, M,, 1999; Cyrulnik, B., 2000, 2001). En nuestro modelo, tomamos en cuenta cuatro contenidos de los rocesos educativos: a) elafecto ) la comunicacién ©) el apoyo en los procesos de desarrollo y la exigencia de madurez 4) el conirol Segiin la manera en que los padres, profesores 0 educadores operea en cada dominio, estaremos frente a modelos educativos de buen trato 0 de malos tratos. a) Elafecto en los procesos educativos: cuando el carifio y la temuraes- tén presentes, se refleja un modelo educativo nutridor y bientratan- te; en cambio, cuando estén ausentes o son ambivalentes, estamos en el dominio de los malos tratos. b) La comunicacién: si los padres o educadores se comunican con sus hijos en un ambiente de escucha mutua, respeto y empetfa, 90 pero manteniendo una jerarqufa de competencias, nos encontra~ ‘mos en un dominio educativo bientratante. En cambio, la imposi- cién arbitraria de ideas, sentimientos y conductas, o el polo opuesto, es decir, ceder siempre a lo que los hijos opinan o piden, distraerles cambiando de tema o engafiéndoles, es un reflejo de una incapacidad educativa. Estas dos modalidades de comunica- ci6n se presentan en situaciones de malos tratos fisicos y psicol6- gicos. €) Fl apoyo de los procesos de desarrollo y la exigencia de madurey los nifios y las nifias no s6lo necesitan nutrientes para crecer y desa~ rrollarse; ademés, requieren estimulos de los adultos significativos. Los padres educadores o maestros competentes son los que en este aspecto ofrecen apoyo y retos para estimular los logros de los nifios. El reconocimiento y la gratificacién por estos logros también estan presentes. En el caso contrario, se bloquea o perturba el crecimiento y el desarrollo de los nifios, con comportamientos y discursos negli- gentes o que subestiman las capacidades de los nifios. d) El control: la modulacién emocional y conductual es uno de los grandes objetivos de la educacién. Los nifios necesitan ser ayudados para aprender a modular sus emociones 0, en otras palabras, a desa- rrollar una inteligencia emocional (Goleman, D., 1996). Al mismo tiempo, los nifios deben aprender a controlar los impulsos de sus comportamientos, que pueden presentarse cuando desean algo 0 ante la frustracién por no tener lo que quieren. Para adquirir controles internos, los nitios y nifias primero necesitan ‘conocer la experiencia de regularse mediante fuerzas de control exter- no. En nuestro modelo, estas fuerzas de control extemno es lo que cono- cemos como «disciplina». Enel caso de la parentalidad competente, como en la ensefianza y el trabajo educativo de este mismo estilo, el control se ¢jerce de una mane- ra educativa, Esto quiere decir que en cada oportunidad los adultos fa- cilitan lo que les parece favorable: espacios de conversacién o de reflexién sobre las vivencias emocionales y formas de controlar las emociones, asi como formas adaptativas y adecuadas de comportarse cuando se producen transgresiones. La tepetici6n de las faltas va acom- pafiada de una reflexién sobre los efectos en sf mismo y en los demas, asi como el sentido de los castigos y los actos reparativos. 91 El estilo educativo de la parentalidad bientratante Considerando los elementos expuestos anteriormente, podemos afirnar que la parentalidad bientratante presenta un estilo educativo centrado en las necesidades de los nifios y nifias, que siempre son consideracios sujetos de derecho. En este estilo, los padres o cuidadores asumen la res- ponsabilidad de ser los educadores principales de sus hijos, ejerciendo ‘una autoridad afectuosa caracterizada por la empatia y la dominancia. El concepto de dominancia lo hemos tomado prestado de la etologia animal y corresponde a los comportamientos ritualizados con los que Jos adultos mantienen su dominio en una manada (Barudy, J., 1998; Ba- rudy, J. y Dantagnan, M., 1999). Esto sostiene una estructura jerarquiza- da entre padres y crias. En la familia humana, esto se produce con ges- tos, comportamientos y discursos. La dominancia 0 autoridad, vinculada a la idea de competencia, es lo que permite que las crfas re- presenten a su familia como un espacio de seguridad y de proteccién, pero sobre todo como fuente del aprendizaje necesario para hacer fren- te alos desafios de su entomo. En una familia sana, la dominancia exis- te siempre, y esté basada en el respeto mutuo, de tal manera que los ni- fos y los j6venes son considerados segiin su edad y posibilidades cuno actores y actrices coparticipantes de los procesos familiares y sociales ‘en los que estan inmersos. El modelo educativo bientratante y eftoaz En este modelo los adultos asumen de una manera competente ser fuentes nutridoras, agentes de socializacién y tutores educativos. Ellos ‘operan en los cuatro dominios dela siguiente manera: Enel afecto: las relaciones son afectivas y las emociones se expresan y modulan con «inteligencia emocional» (Goleman, D., 1996) En la comunicaci6n: estén siempre presentes, y sus formas y conte- nidos evolucionan con el crecimiento de los niftos, definiendo las rela- ciones como de reciprocidad jerarquizada. En as exigencias de madurez: los adultos actiian estimulando el cre- cimiento y maduracién de los niffos, planteandoles retos adecuados. Animéndolos, reconociéndolos y gratificéndolos por sus logros. Enel control: o realizan mediante comportamientos y discursos que de una forma inductiva permiten la integracién de las normas y reglas necesarias para la convivencia. 92 LOS DIFERENTES TIPOS DE PARENTALIDAD SOCIAL Como hemos afirmado anteriormente, la parentalidad social corres- ponde a la capacidad préctica de una madre o un padre para atender lasnecesidades de sus hijos. No sélo se trata de nutrirles 0 cuidarles, si- no también de brindétles la protecci6n y la educacién necesarias para que se desarrollen como personas sanas, buenas y solidarias. Cuando Jas madres y los padres tienen estas capacidades estén en condiciones de ofrecer a sus hijos lo que hemos llamado «una parentalidad sana, competente y bientratante». Cuando éstas no estén presentes, las ma- dres y los padres son incapaces de satisfacer las necesidades de sus hi- jos y les provocan sufrimiento y dafio. En este caso hablamos de «una parentalidad incompetente y maltratante». La parentalidad sana, competente y bientratante Los padres con este tipo de parentali- dad brindana sus hijosehijas un mode- |] Los hijos e hijas bien tratades lo afectivo de apego seguro, estimulan }) son capaces de resistira las el desarrollo de una capacidad cogniti- |] estrategias de alienacién del va basada en el pensamiento critico y |} pensamiento violento y abu- reflexivo y modelan sus conductas para] sadory pueden participar pro- que sean sujetos sociales altruistas. Los |} gresivamente en la construc hijos y las hijas, a su vez, presentan des- || c/én de un mundo humano de pequefios una capacidad de vincu- |} 48 justo y solidario, respe- larse basada en la confianza y laempa- || {osode lo viviente y de su al- fay en participar en una préctica social |) versidad. reciprocamente solidaria y altruista. Son capaces de amar en el sentido que le da Erich Fromm (1987), es decir, son capaces de dar y recibir de los dems, se sittian criticamente frente a las creencias violentas y abu- sivas y no presentan conductas agresivas. Cuando el universo familiar en el que el nifio o Ia nifia viven se ca~ racteriza por los buenos tratos, se torna en un factor protector para ellos yen una fuente fundamental de resiliencia. Esto es muy importante de Sealar cuando se trata de nifios que viven en condiciones de pobreza y de exclusién social. Muchos autores que estudian el origen de la resi- liencia en hijos e hijas de familias pobres en Latinoamérica insisten en 93 la importancia de una familia estable, célida y unida, donde le madre ofrece un apego seguro a sus hijos y los demas adultos son fuente de apoyo afectivo para los nifios. La existencia de una relacién perma- nentemente afectuosa cori uno o ambos padres y una disciplina ccn- sistente e inductiva, asi como un funcionamiento cotidiano con rutinas y rituales que estructuran Ja dimensi6n espacial y temporal de la viven- ‘ia de los hijos, refuerzan las posibilidades de resiliencia (Balegno, L.et al,, 2003; Rodriguez, C. y Aguilar, M.L., 2003;Amar, J., 2003). ‘La pertenencia a una familia con una parentalidad bientratante ofrece un sentimiento de pertenencia y una seguridad a sus hijos que reduce el estrés psicoldgico severo proveniente de un entorno sodal pobre y desfavorecido, En este sentido, los miembros de la familia extensa pueden jugar un papel primordial; tios, abuelos, padrinos y primos pueden servir de gufas y modelos para los nifios, pero, atin mas importante, ser fuente de seguridad y confianza para superar el citmu- Io de factores de riesgo que les rodea. En efecto, las familias pobres que desarrollan dinamicas de buen trato desarrolian sus propios factoresde proteccién contra los efectos perversos de la pobreza. Los padres de es- tas familias, con la ayuda de sus hijos y a través de una gran capacidad de trabajo, desarrollan con una enorme creatividad diferentes activida- des que les procuran los medios de subsistencia necesarios. Las caracteristicas de la parentalidad bientratante Aportar los cuidados y educaci6n que un nifio 0 una nifia necesita es un desafio para cualquier adulto. Las representaciones dominantes de Ja cultura patriarcal han tratado de imponer la idea de que para que un nifio o una nifia se desarrolle sanamente es necesario una familia con un padre y una madre, imponiendo roles rigidos y funciones estereoti- padas para cada uno. Esto es totalmente contrario a lo que la experiencia y las investiga ciones han demostrado. La relacién entre necesidades infantiles y com- petencias parentales responde al principio de la teoria general de siste- mas conocido como «equifinalidad» (Watzlawick, P, Beavin J. Jackson, D,, 1981). Esto quiere decir que idénticos resultados pueden provenir de sistemas y dinémicas diferentes. Por ejemplo, una madre sola, una pareja de padres biolégicos heterosexual u homosexual, una abuela, unos padres acogedores o adoptivos, interactiian con los hijos en siste- mas diferentes y con dindmicas relacionales singulares en cada uno, pe- of 10 todos pueden producir los mismos cuidados de calidad y asegurar el bbuen trato que un nifio o nifia necesita para crecer sano. Lo decisivo es- td en la naturaleza de las relaciones. Como sefialabamos, ser madre o padre revela importantes desafios. Se trata de responder a las necesidades multiples y evolutivas de los ni- os, lo que implica que los padres biol6gicos o la persona que ejerce la parentalidad social como cuidador o cuidadora deben tener las capaci- dades para ofrecer contextos relacionales caracterizados por: 1) Una disponibilidad miiltiple: los nifios necesitan diferentes espacios re- lacionales para estimular sus diferentes reas de desarrollo; por lo tanto, la funcién parental implica ofrecer a los hijos diversidad de cexperiencias en espacios diferenciados como: =. Espacios afectivos que permitarc los nifios ser sujetos de una rela~ ion. A través de mensajes gestuales, contactos corporales y «cati- cias verbales», el nifio o la nifta recibe la dosis suficiente de men- sajes que le confirman como un sujeto amable, suficientemente valido para ser cuidado, protegido y estimulado en su desarrollo. Estos espacios son posibles cuando los padres y cuidadores poseen capacidades de apego con los niftos y, como consecuenteia de esiu, Ja empatia necesaria para entender el lenguaje con el que expre- ssan sus necesidades. Estos espacios afectivos donde se ritualiza la afectividad pormitiran que el nifio sea capaz de responder con ‘comportamientos de reciprocidad afectiva, lo que reforzara la existencia de estos espacios como momentos deseados y gratifi- cantes para todos. — Espacios fntimos: son los momentos en que el hijo o la hija son con- firmados como una persona singular; espacios de intercambio donde sus rasgos, atributos y capacidades son reforzados al tiem- po que se les ofrece la posibilidad de explorarse a sf mismos est mulando sus potencialidades para superar sus dificultades y re- solver sus conflictos. Una madre o un padre vinculado con sus, hnijos con un apego sano y seguro brindaré estos momentos de ex- lusividad relacional de una forma ritualizada. Y si las circuns- tancias no se lo permiten, aprovecharé momentos de la vida coti- diana para intimar con un hijo o una hija. — Espacios bidicos: las madres y padres capaces de jugar con sus hijos {facilitan vivencias gratificantes y estimulan el juego como uno de los pilares del desarrollo infantil. A través del juego esponténeo 95 Jos nifios aprenden a navegar por los meandros de la realidad, eia- Dorando las primeras hipétesis explicativas de los acontecimien- tos que les aman la atenciGn. Si los juegos infantiles en que el ni- fio o la nifia activan su imaginario son acompafiados por los adultos cuidadores, la comprensién de la realidad se despega po- oa poco de Jas explicaciones fantasiosas para dar cabida a los aportes més racionales y por lo tanto més titiles para la adap: cidn al mundo real. En este sentido, los espacios Itidicos son lu- gares de aprendizaje, arraigados en un recurso natural del desa- rrollo infantil. Al jugar con los nifios y nifias, el adulto esta estimulando uno de los componentes més importantes del desa- rrollo, ser un sujeto activo de la construccién de una realidad com- partida y receptor del apoyo afectivo para comprometerse en el ‘cambio de esa Tealidad cuando es injusta, adversa o violenta. | ‘gar con los nifios es, en este sentido, una actividad con un alto v lor de resiliencia. Por otra parte, hoy nadie discute la importancia dela diversi6n, el humor y cl entretenimiento como estimulos pa- ra el buen funcionamiento de los circuitos neurofisiolégicos desti- nados a modular el efecto del estrés y de las experiencias doloro- sas. Los circuitos de las endorfinas, que modulan el dolor, y los circuitos de la serotonina, que mantienen un buen estado de éni- ‘mo y confianza frente a los desaffos, adversidades y conflictos, se Tubrican con la alegria del juego compartido. Estos espacios lidi- cos son también los momentos indispensables para mantener en buen estado el funcionamiento de los circuitos neurofisiolégiccs. Los espacios de aprendizaje: en relacién con este ambito podemos emitir un axioma aplicable a todos los nifios y niffas: «No se puede no aprender de los adultos». Los nifos se van haciendo sujetos 50- ciales estimulados por lo que ven. En edades més tempranas, los nifios aprenden mas de lo que el adulto hace que de o que dice. ‘Mas tarde, el acceso al pensamiento simbélico y a la palabra agre- ga la posibilidad de aprender de lo que el otto dice. Los padres competentes, y por tanto suficientemente sanos la mayorfa del tiempo, son congruentes, es decir, sus actuaciones son raramente paradéjicas, hacen lo que dicen y lo que dicen tiene fuerza de in- Aluencia porque esté avalado por el ejemplo. Junto con esta cone- rencia, la capacidad de transmitir conocimientos y experienciasen un clima afectuoso y de respeto es fundamental para el aprendiza- je infantil. Es importante insistir en que los nifios aprenden para ellos mismos, pero también para otros. De aqui la importancia de Ja calidad de las relaciones. Esto es relevante sobre todo en el con- texto cultural actual, donde el acceso al conocimiento de la reali- dad est dominado por las imagenes en serie transmitidas por la televisidn y los juegos electrOnicos. El hecho de que las madres y Jos padres sigan defendiendo sus derechos de ser fuentes de aprendizaje para sus hijos es wna forma de resistir al riesgo de su ‘embrutecimiento intelectual, sobre todo si transmiten valores rela- cionados con el respeto de los seres vivos, de lo humano y de lana- turaleza. Por lo tanto, uno de los desafios actuales de la parentali- dad bientratante es que los hijos no sélo adquieran conocimientos, sino que piensen y analicen eriticamente las contradicciones y las. jnjusticias de su sociedad para que encuentren un sentido a sus vi- das en la lucha por la justicia, la paz y la solidaridad. 2) Estabilidad: otro de los componentes de la parentalidad sana y bien- tratante es ofrecer a los nifios y nifias una continuidad a largo plazo de relaciones que aseguren sus cuidados y la protecci6n para preser- varles de loe rieegos del entorno, asf como Ia sovcializacién necesaria pata que sean buenas personas. Esto cobra atin mayor importancia en a hora actual, donde los modelos tradicionales de la familia es- én en crisis y las nuevas propuestas de familiaridad toman mas en cuenta los deseos y las necesidades de los adultos. El aumento cre- ciente de la familia monoparental, donde el padre no se implica en os cuidados cotidianos de sus hijos, es un indicador de este fenéme- no. Afortunadamente, los hijos e hijas de la posmodernidad pueden seguir contando con las fuerzas y las valentias de sus madres, quie- nes les aseguran, incluso en condiciones de mucha dificultad, la do- sis necesaria de estabilidad afectiva para seguir creciendo. Los pa- dres y las madres que, consectientes con sus opciones afectivas de adultos, se permiten experimentar variadas formas de vida en pare- ja, pero que desean tratar bien a sus hijos, tienen la obligacién de en- contrar nuevas formas y rituales para asegurarles esta disponibili- dad, tanto en la cantidad de tiempo destinada a sus hijos como en la calidad de la relacién en los momentos que estén con ellos. Desgra- ciadamente, el modelo econémico dominante dificulta ademés la disponibilidad de los padres, en la medida en que impone como va- lor de éxito la capacidad de los adultos para invertir su tiempo en 7 actividades que les produzcan dinero para consumir o les obliga a adaptarse a las condiciones de trabajo de los dueftos del dinero. La clase patronal, con el argumento de defender la competitividad, im- pone a trabajadores y a empleados una flexibilidad horaria que no toma en cuenta les necesidades de los niftos. Estos imperativos so- ciales atentan contra la accesibilidad de los padres a sus hijos, otro de los componentes de la parentalidad sana y competente. 3) Accesibilidad: es indispensable para asegurar el desarrollo sano de los nifios y nifias. Si un adulto significativo para ellos esta siempre visible, eso implica presencia y disponibilidad. En otras palabras, la madre o el padre que trata bien a sus hijos es capaz de transmiticles que, pase lo que pase, él o ella ser los seres mas importantes y, por Io tanto, estarén siempre accesibles, es decir, ubicables. En estas di- némicas, los padres son visibles para los hijos y viceversa. 4) Perspicacia: la capacidad para percibir y mostrar alegria y satisiac- cién por los cambios con que los hijos muestran el progreso de su desarrollo es otra caracteristica de la parentalidad bientratante. Esto implica que las madres y los padres estén motivados para ser «ob- servadores participantes» de los procesns de crecimiento de sts hi- josy celebren sus logros y los estimulen en sus dificultades. 8) Eficacin: la inmadurez con que las crias humanas nacen explica la de- pendencia de los cuidados y de la estimulacion adecuada de sus cui- dadores para poder desarrollarse sanamente. Como mostrabamos en otro capitulo, la naturaleza ha organizado las cosas de tal manera que los adultos humanos y particularmente las mujeres, como todos Jos mamiferos, tengan los recursos innatos para apegarse emocio- nalmente a sus crias. Pero para que esta experiencia emocional de- sencadene gestos y comportamientos que garanticen los cuidades y la crianza de los hijos se requiere que los padres y madres hayan te- nido acceso a modelos de crianza eficaces durante su infancia y ado- lescencia para poder responder adecuadamente a las necesidades miiltiples y evolutivas de sus hijos, descritas anteriormente kn este libro. 6) Coherencia: los nifios necesitan que los adultos que los cuidan, sobre todo sus padres, sean capaces de ofrecer un sentido coherente a sus actuaciones. La brisqueda de sentido es uno de los motores con que Jos nifios ingresan en el mundo de los significados de los actos, com- 98 portamientos y discursos de los demas. Al integrar estos significa- dos, los nifios dan sentido a sus propios comportamientos. ‘Tratar bien a un nifio o nia es intentar ofrecerle una comunica- cin coherente en la que exista una concordancia entre lo que se dice las palabras- y los gestos, la entonaci6n de la voz y las posturas cor- porales, Esto tiltimo corresponde a lo que se conoce como comunica~ ign analégica, yes la que define la calidad de la relaci6n. Obtener es- ta coherencia e3 un desafio permanente para los padres que quieren ofrecer buenos tratos a sus hijos, y el resultado de sus procesos perso- nales, siempre influidos por las culturas familiares y sociales donde crecieron. Pilares de la parentalidad bientratante @) Las cones adultos son spre personalized, fecvas y espeto- Tae Graton se econcer fos ceeche dbers dela paes do os, Stanenen srpre qe la respnsabldad elo eudados, la educacin yh proline dele alos cera oy Pavreprcntaconee dele ios is comepondn a indgenes posts de » ln dota manera quesus auton loges despistan diatonic Gicyemorsteede ne eeeevanmnenende 6 Lavoxpectatvas ds conducts deo nits tas son consucivas es. : ci, se confia en sus posibilidades y se espera que se comporten adecuadamente. Slat no cure oe analiza as tnwgresiones, coeidrando os contexts y Inseeuntanis en donde ello oeuvre. 4) Seacepany terespeantas frends eno ios neuyendo sobre todola lvurida deer, edd ysnguniades gad a muna obo ro ‘Sten nel cso de ost itunes espela valor aves ea year 9 SMES Cmtncacon es ura catrtcemvnt de ete modo fe bac wat ns converacones se ogunzanespotnennentypermien thorda odstor epee ca {)eonl dee omporamienor ego a tavésdeintervencones induct vesconitentes Cush la canciones son near, se Son respeluonas iasy azonble 4) Portno, ceri de I funci eatin con as earners serie everest un fotema fan onsthaconal nator donde ext ura je Spit cray exp, Por otan Inbound ok fans et car ‘Fete dubai seriou min ergo hei paahace ent alos sat falar En ete contest ie orn, elo Les que modlan os com fortamjerts son encefadas en uc ce reaiones letoan queson pet ‘Reronemente ecardads reorsadara ves econetacones cans Slnicatvas 99 Indicadores de una relacién de buenos tratos de los padres con sus hijos — Las madres y padres competentes ofrecen a sus hijos un apego segu- roy reaccionan con empatfa frente a las demandas de satisfaccién de sus necesidades, pero al mismo tiempo mantienen «la dominancia> o,en otras palabras, la autoridad necesaria para protegerles y edu- catles. ~ La proximidad fisica, las manifestaciones afectivas y las demostra- ciones de ternura son vividas placenteramente. — Los padres tienen un sentimiento de echar de menos a su hijo o hija cuando esté lejos o ausente, pero son capaces de respetar sus proce- sos de autonomia ~ Demuestran explicitamente la alegria y el placer de su presencia, Sontfen, favorecen los contactos fisicos con él y se dan tiempo no s6- lo para hablar, sino también para conversar con sus hijos e hijas. = Manifiestan interés y placer al descubrir como sus bebés se comuni- can conel entorno. Por ejemplo, sonreft, seguir con la mirada, balbu- cear, lorar para obtener lo que necesitan. = Tes emaciona constatar Ins esfirerzos aie hacen para avanvar en el desafio de su desarrollo. Por ejemplo, tratar de moverse en lacuna, intentar sentarse, los ensayos antes de alcanzar la posicién bipeda o caminar... Ms tarde se interesan por la emergencia de la palabra en sus hijos, no s6lo de lo que dicen, sino también las explicaciones que se cons- trayen sobre lo que van descubriendo y sobre los interrogantes que se plantean. — Les protegen en situaciones de peligro y previenen los riesgos imiti- les organizando el entorno. ~ Son sensibles a su sufrimiento emocional. — Los padres conocen a su hijo: sus gustos, sus intereses, sus amigos, sus costumbres, etcétera. — Los padres no sustituyen a sus hijos e hijas, niles dejan solos po: el. éxito profesional, por poseer bienes materiales 0 por sus aficiones deportivas. — Los hijos e hijas tienen una importancia trascendental en sus vidas, y por esto son capaces de respetar sus procesos de diferenciacién, acompafiéndoles en los momentos de progreso y de regresiGn. 100 Manifestaciones de un apego seguro en nifios y nifias entre ocho meses y cinco afios como indicadores de buenos tratos ~ Busca el consuelo de sus padres cuando se siente en peligro, estresa- do o perdido. ~ Elnifio es capaz de acoger a un desconocido y de interactuar con él, pero prefiere a sus padres. ~ Se interesa en juegos y/o actividades en presencia o no de sus pa- dres, ~ No presenta comportamientos de miedo ni de hipervigilancia o de estado de alerta, ~ Es fundamentalmente feliz y sano y le gusta estar en relacién con otros adultos y con sus iguales. ~ Elnifo protesta cuando se le separa de la figura de apego, pero recu- pera facilmente su equilibrio cuando se encuentra en un medio de buenos tratos. = Cuando el padre o la madre se van, puede reaccionaz enfaddndose o expresando sus quejas. ~ Manifiesta alegrfa cuando vuelven o, si la ausencia se prolonga, muestra su enfado (ignora o rechaza el contacto fisico durante perio- dos cortos). — Manifiesta con lloros, sonrisas, vocalizaciones, palabras, etcétera, su deseo de proximidad o de contacto fisico con sus padres. La parentalidad disfuncional, incompetente y maltratante Independientemente de los contextos, a muchos nifios y nifias desgra- ciadamente les toca nacer en familias cuyos padres no poseen las com- petencias parentales para asegurarles un desarrollo sano. Estas incompe- tencias son el resultado de miiltiples factores, entre los cuales tienen especial relevancia las limitaciones orgénicas de los padres y las histo- tias de vida cargadas de pérdidas, rupturas y experiencias trauméticas no elaboradas como consecuencia de diferentes tipos de malos tratos ocurridos en sus familias de origen, pero también en Ja escuela y en otros 4mbitos institucionales. ‘Los factores contextuales como la pobreza y la exclusién social, cuya consecuencia es la no escolarizaci6n o Ja desercién escolar, también es- tin présentes en los antecedentes de estos padres. Muchos de los pa~ dres y madres sin competencias para cuidar de sus hijos, fueron padres 101 adolescentes y no tuvieron el apoyo familiar ni social para hacer frente ala complejidad de la funcién parental. ‘Amenudo, cuando estos padres eran nifios, no tecibieron protec- ‘cién, Quizés, cuando asf ocurrié, no fue suficiente o adecuada. En sus biografias aparece que para paliar los déficits de sus familias fueron in- temnados en instituciones gigantescas y burocraticas, que en. muchos ca 60s correspondian a las instituciones totales descritas por Erving, Gott man (1970). En estos «internados», a pesar de la buena voluntad de algunos cuidadores, era 0 es imposible que reciban los cuidados y la vinculacion reparadora que necesitaban o necesitan. De esta manera, estos padres han crecido en ambientes afectivos carenciales, en relacién con sus necesidades y sin posibilidades de vincularse de una manera personalizada con ningiin adulto. Las malas condiciones laborales d2 los educadores, la violencia institucional, los modelos que privilegian a «domesticacién educativan en lugar de una vinculacién afectiva y comprensiva con los nifios y nifias, as{ como la rotacién permanente d2 Jos adultos que se ocupan de los nifios, explican por qué los ambientes institucionales no brindan ni han brindado a los nifios y a las nifias pro- tegidos en instituciones incompetentes un sentimiento de familiaridad ni un modelo de padre o madre para el futuro. Otra manifestacién de los riesgos de la institucionalizacién para la parentalidad se refiere a las situaciones donde los fundadores de insti- tuciones de acogida de menores se apropian de los nifios y nifias para satisfacer necesidades econémicas, sociales o psicol6gicas, o para po- ner en prictica creencias 0 ideologias que muchas veces estan lejos de los intereses y necesidades de los nifios. En nuestra experiencia hemos conocido varios casos de este tipo. El és frecuente es que todas las motivaciones expuestas existan en una misma situaci6n. En estas condiciones es muy dificil que los nifios al- ‘cancen Ia diferenciacién y la autonomia psicol6gica necesarias para ha- ‘cerse cargo con competencia de sus futuros hijos. Los vinculos creados por la manipulacién psicolégica de estas o estos benefactores son dif cilmente considerados por las victimas como una forma de maltrato institucional, pues los nifios y niftas crean una idealizacién patolégica y una dependencia de estos personajes carisméticos y narcisistas. Esto les dificulta el acceso a una autoestima, a una autoconfianza y a una ident dad diferenciada suficiente y necesaria para ser madres y padres com- petentes. 102 El dramatico pero no excepcional ejemplo que presentamos ilustra estas situaciones: ~ Hortensi, la madre de Eugenia tenia 5afos cuando fe ingresada en un centro de acogida. La nifa pose desde ls seis meses tos los indicadores para pensar que vioia en un entorno familiar cuyos padres no tenant la capacidad de ocuparse de. ella. Los profesionales que conocian la situaci6n sabfan que la madre, que habia ‘quedado embarazada a los 17 afos, consumia droge; ef padre dela nina manifesta- ba comportamientos violentos y en varias ocasiones la madre habia tenido que reft- ‘garse en enea de los vecinose incluso le habia denunciado, aunque luego haba reti- ‘do la denuncia. Cuando Hortensia contaba alrededor de 3 afos, se le detectaron en Ia escuela hells de haber sido golyenda con una cortea, con el cordén de una planchao alg similar Existaon el expediente un parte meédico. A pesar de esto, no fue protegida; se consider6 que exist un vinculo afctivo entre la madre y la hija y “queesta relac6n era lo que ayudabaa ia madre a no consurir droga. La nif vid rasta los 5 aos en este armbiente caéticoy disruptivo. Afortunadamente, una pe- diatra més senstbitizada con respect al dafio de estos contextos en los nifos, deter- mind que el retard de crecimiento y ls trastornos de control de esfintres (se ori- nnabay defecaba de noche y de dia) era el resultado de los malos tratos,consiguiensto ast la medida de proteccion que explica el internamiento de Eugenia, Hortensia fue ingresada en un centro de acogida prtondo euye firwoncianiento es ot resullado de un convenio de su junta direction con la Adwtinistracién encargada de Ia protect infantil. La filsofia de este centro es «arropar» afecticamentea los ni- fos y nfs ofctimas de malos tats y protegeres de Ia inftuencia negation de sts padres biol6gicos. Los miembros dela divectioa pretenden ser sustitutos parentales ty funciona con a iden de que Tos miembros ce sus propias familias deben ofrecer a tates nifias y mifios el amor que munca han tendo. Horlensia crecié dentro de este ‘centro con escaso contacto con su madre biolbgica y 6eadapt6 al funcionamiento institucional sin crear mayores problemas hasta que cumpli6 12 ais, A partir de sa edad comenzb a presentar enormes dificultades para seguir las normas del cen- fro y de laescuela. Entre os 12y los 16 ars se producen varias fegasy, en algunos casos, la policta la recuperé en in cnsa desu madre bioldgica. "Antes de cumplir los 12 aft, Horlensia se mostraba como una nifia pasion y ‘complaciente con una dependencia enorme de Ia persona fundadora del centro que Ia acogia Elia Ia consieraba como su madre y a menudo fos fines de semana los pa- sabe en casa de ésta, asf como sus vacaciones. Cuando la chica comenzé a expresar el sufrimiento con sus problemas de comportamiento, sus fugas, y a buscar com- pulsioamente el contacto con su madre bioldgicn, produjo al mismo tiempo la de- Cepeidn de quienes la habian acogid, Para ellos ya no era ta victima de wna «raala madre», sino wna adolescente «como su madre», adems de mal agradecida e inca paz de aprovechar el anor que se le haba dado. 103 A los 15 ailos Hortensia queds embarazada y de ella nacié Eugenia. Hortensia udo seguir viviendo en el centro hasta los 18 afos; sin embargo, no pudo ocuparse desu hija, La instituci6n, 0 mejor dicho los directors, deciaeron wna «adopci6a de hecho» y Eugenia fue considerada una hija de a familia de a de los responsables de la protecci6n de nifiosy 108 nifias como Hortensia y Eugenia hacia los padres biolégicos, El dafiode estos procedimientos én los nifios es evidente. Nunca est de mas insistir en la necesidad de respetar incondicio- nalmente a las personas, sin confundirlas con sus précticas, especial- mente cuando se trata de un padre o una madre. Estos casos que refiejan la incompetencia crénica y severa de los. profesionales y lo que Hamamos el «secuestro filantrépico», forma invic sible de la violencia institucional, deben reforzar la idea de que es nece- sario proteger a los nifios y nifias de los protectores. Nuestra propuesta de considerar los comportamientos de malos tratos de los padres como, expresién de una incompetencia parental cuyas causas se encuentran en sus historias de vida, nos parece una forma adecuada y util para es- tructurar la parte del proceso terapéutico de las victimas, cuyo objetivo es encontrar un sentido a lo vivido. Incompetencias parentales y malos tratos La presencia de incompetencias parentals siempre estéasociada alos malos tratos infantiles. Segiin nuestro modelo, son un elemento causal relevante. Ne aqui la importancia que adquiere la evaluacién de las competencias parentales, tanto para la prevencién como para la ee cién precoz de los malos tratos. Ademés, en nuestro modelo es el je fundamental para organiza les intervenciones de protecci6n de fos ni- ios y nifias y el contenido de los programas terapéuticos destinados a reparar el dafio provocado por los diferentes tipos de malos tratos. En familias caracterizadas por la transmisién de una cultura demalos tratos, predominan las paradojas constantes en la comunicacién de los padres con sus hijos. Los malos tratos son ejemplos de una comunica- cion patogena y de una incoherencia fundamental dela elec que vine cula los padres con los jos. El iio ola nia reciben wn mensaje morbi do y paradéjico, que se expresa como «eres mi hijo o hija y te maltrato». Por otra parte, al haber una relaci6n de dependencia biol6gica y psicoso- cial con él 0 los agresores, ademés de una ausencia de proteccién, 7 7 fas ylosninios se encuentran ante la imposibilidad de darse cuenta de que les pasa, de que son maltratados. in muchas ocasiones ello los lleva. a desarrollar trastornos del comportamiento, tras lo cual sus padres re- fuerzan susmalos tras, Porelloafirmamos quelos malostratos infant les son uno de los ejemplos mas evidentes de lo que se conoce como doble ‘vinculo (Watzlawick, P. et al., 1997; Bateson, G., 197; Barudy, J., 1998). 105 En este tipo de comunicacién, los hijos no sélo son victimas de lain- ‘coherencia comunicacional («te pego para que aprendas a obedecer» 0 «abuso sexualmente de ti para ayudarte a crecer como mujer»), sino que ademas, implicita o explicitamente, se les obliga a omitir esta inco- herencia. Esto quiere decir que no pueden «metacomunicar» la exoe- riencia y, por lo tanto, pensarla o enunciarla. Todo ejercicio de la parentalidad implica un cierto nivel de incohe- rencia. Por ejemplo, es casi imposible que los padres practiquen to‘al- mente lo que exigen a sus hijos. Siempre es posible que en determia- das situaciones los mejores padres digan a sus hijos cosas que no sienten, 0 que hagan lo contrario de lo que afirman. En las dinémizas de buen trato, estas situaciones son ocasionales, y una vez que el nifio 0 Ja nifia acceden al pensamiento simbélico, siempre tienen la posibili- dad de reflexionar sobre lo que se les comunica, no sélo en relacién con el contenido, pues pueden identificar las incoherencias en la comunica- cin parental. Si ademés el ambiente familiar es el de un sistema seguro y Fespetuoso, el hijo o la hija tienen derecho a hablar de sus percepcio- nes, y los padres a reconocer sus incoherencias. En la dinémica descrita, los participantes de la comunicacién son siempre sujetos, confirmados perianentemente como otro u otra legitimos en la relacién. Las caracteristicas de la parentalidad maltratante Los padres que producen este tipo de parentalidad se vinculan con sus hijos e hijes en un modelo.afectivo de apego inseguro, porque carecen dela capacidad para apottarles los cuidados que necesitan, ser empéti- cos y satisfacer sus necesidades. Por sus experiencias de carencias y malos tratos en la infancia, condicionan expectativas mégicas e irrealis- fas de sus hijos e hijas. Ellos esperan que sus hijos les cuiden y reparen Jos dolores de su vida, 1o que evidentemente ninguin nifio o nifia puede realizar (Barudy, J, 1998). El resultado de esto es que no pueden cuidar a sus hijos adecuadamente y se convierten en negligentes o inadectia- dos en la satisfaccién de sus necesidades. Pero ademés pueden dafar- los de una forma activa mediante golpes, sacudidas o rechazos de he- cho 0 de palabra por sus incapacidades para modular las pulsiones agresivas. A esto se suman dindmicas proyectivas, que consisten en ha- cer pagar a los hijos las frustraciones hist6ricas y el dafio que sus pa dres u otros adultos les ocasionaron cuando eran nifios. La produccién de abusos sexuales también surge en dinémicas similares, pero aqui los 106 padres tienen una incapacidad para modular su pulsién sexual, al mis- ‘mo tiempo que depositan en sus hijas las consecuencias de abusos su- fridos en carne propia, durante la infancia y adolescencia (Barudy,J., 1998). Las ideologias abusivas y los contextos sociales estresantes y ca- renciales sirven de contextos que predisponen a estas manifestaciones de las incapacidades parentales. Las representaciones de los nifios y de las mujeres en las ideologias violentas, presentes en nuestra cultura, sirven de sustrato ideol6gico a estas manifestaciones de sufrimiento © incompetencia parental. La més perniciosa de estas ideologias es la pa- triarcal, que impregna las creencias y las préicticas religiosas, los modé- los educativos, las teorfas psicol6gicas y las précticas politicas. Los con- tenidos patriarcales organizan y condicionan.no sélo el funcionamiento familiar, sino, ademés, la organizaciGn relacional de la vida cotidiana de Ja mayoria de las personas. Sirven de base para que padres incom ppetentes y con comportamientos de maltrato expliquen sus acciones y atribuyan su causalidad a las victimas. El siguiente caso ilustra la reali dad de lo que hemos expuesto: «. En la mayor parte de su infancia, esta persona crey6 que era responsable de cualquier sufrimiento de su madre y que su destino no era vivir, si- rno esperar la hora de la muerte de su madre para morirse por ella o con ella. El pavor a descubrir su verdadera naturaleza explica las difi- cultades de estos padres para aceptar ayuda terapéutica. Al mismo tiempo, dudan profundamente de que algo bueno pueda salir de ellos, ¥ por esta raz6n tienden a estigmatizar y descalificay a sus hijos e hijes. Es muy penoso reflexionar sobre si mismos, cuestionar sus com- portamientos, sus vivencias y sus creencias. Por esto, sus explicacio- nes, con las que intentan dar sentido a sus actos y a los comportamien- tos de los demés, en general son repetitivas,rigidas y estereotipadas. Con frecuencia encontramos creencias racistas, representaciones se- xistas, clasistas 0 diferentes grados de fanatismo religioso Politico. —p m1. b) Anivel afectivo estos padres tienen una baja autoestima. En su fuero interno no se quieren a sf mismos. Por esta raz6n tienen dificultades para vincularse con afectos positives hacia sus hijos. A menudo es- peran que ellos reparen sus vacios afectivos. ¢) Anivel conductual, en concordancia con los trastornos cognitives y afectivos, estos padres tratan mal a los suyos, en particular a los que tienen menos poder. Haciendo esto, no toman conciencia de que es- tén traténdose mal, y prolongan el drama de sus vidas, Las consecuencias de los trastornos de la socializacion en los nifos y nifas Si queremos entender c6mo los trastornos de la socializacién facilitan problemas de identidad en los nifios y nifias, debemos recordar que el autoconcepto infantil también se forma con las evaluaciones de .as personas sobre el entorno préximo. Por lo tanto, existe una gran posi- bilidad de que el nifio crea ser como sus padres dicen que es. Cuando Jos padres no creen en si mismos e internamente se saben incapaces, sin valor y sin autoestima, es comprensible que transmitan a sus hijos evaluaciones negativas. En Ja medida en que los padres son, durante los primeros afios de la vida de un nifio o una nifia, la fuente casi ex- clusiva de informacién sobre s{ mismos, es coherente pensar en el im- acto daitino en la formacién del autoconcepto. Ademés, cuando la estructura y la dindmica familiar es centrfpeta, rigida y cerrada hacia el entomo social, los nitios tienen muy pocas posibilidades de recibir ‘mensajes alternativos que puedan compensat los recibidos por sus padres. Una vez més es importante insistir en el impacto de los conte- nidos abusivos, clasistas y patriarcales de la cultura dominante, que atribuyen caracterfsticas de inferioridad y de maldad a las nifias y a los nifios, sobre todo cuando son pobres. En el caso de las mujeres, de forma implicita o explicita sigue afirmandose la superioridad del hombre sobre ellas. Aunque parad6jicamente, tal como mostramos en el capitulo primero, hay suficiente argumentacién cientifica como pa- ra afirmar que el término «sexo débil» corresponderia més a los hom- bres que a las mujeres. Dado el impacto de la cultura, una nifia de ori- gen humilde tiene més posibilidades de desarrollar una identidad desvalorizada que un nifio perteneciente a una familia de clase favo- recida. m2 1 otra parte, si consideramos los aportes de la psicologia social en lo Serefiere ala teorias del aprendizaje (Bandura, A, 1982), loan fios aprenden en parte imitando los actos de sus progenitores y perso- nas afectivamente significativas. Ast, las creencias y los discursos pa- rentals también se integran en el autoconcepto infantil. Mientras més grande sea la dependencia de sus hijos a sus progenitores, mayor seré \cia a Ja imitacién. : “Mleontaco de lo que se podria crer, ls hijo de padres incomper tenes son més dependientes de estos, en comparacién con los hijos de padres y madres suficientemente competentes. En nuestro libro El dolor invisible de la infancia (Barudy, J., 1998) damos argumentos para com- prender este fenémeno, Las diferentes situaciones de mals tratos que las incompetencias parentales can producen fuerzas emocionales centipetas que dificultan J dferenciacin y la emancipacion de los jos, aumentando el riesgo de imitacion de las conductas de los padres. 3) Deficiencias en la funcion education En las situaciones de malos tratos por incompetencia de los adultos, los sistemas de modulacién emocional y conductual que los nifios necesi- tan se gjercen a través de diferentes formas ce agresion como las ame- nazas, os castgos corporales y las privaciones de libertad, con el obje tivo de provocar temor y miedo en los nifios. O, al contrario, se les manipula psicologicamente ignoréndoles, negdndoles la palabra o in- sulténdoles. Estos procedimienics pueden trace resultados en lo inme- diato, pero dificilmente se transforman en moduladores interes de os hij. Por nto, no felitan la autonomfa aa clifereniacion, mucho ‘menos el desarrollo de una ciudadania responsable para cl futuro. Si consideramos los cuatro contenidos de los procesos educativos enun- Giados anteriormente -1os afectos, la comunicacién, la exigencia de ma- durez y el contol en la parentalidad incompetente podemos dstin- guir dos modelos educativos: el modelo autoritario y el modelo permisivo. Los modelos edlucatives asociados a la parentalidad incompetente 1) Elmodelo autoritario: — Los afectos: las manifestaciones positivas de afecto son escasas 0 nulas. 113 = La comunicaci6n: es escasa; si existe es para transmitit miedo y temor, ~ Elcontrol: es exagerado, con un uso frecuente de amenazas y de manipulacién afectiva. Existe una falta de estimulos y refuerzos positivos. Los castigos son irracionales y exagerados en relacién con las faltas. 2) Elmodelo permisivo : — Los afectos: existe una «intoxicacin afectiva» que puede crear en los nifios la creencia de que son seres infalibles, poderosos y per- fectos, Se manifiesta por un mala modulacién de deseos y fras- traciones, asi como por dificultades de adaptacién social ~ La comunicacién: esta presente, pero no se estructura jerérquica- mente. Se ofrece un marco de comunicacién ilusoriamente iguali- tario en el cual el nifio o la nifia creen que lo que se dice, quiere 0 hace pose el mismo valor que en el adullto. ~ Laexigencia de madurez: en este modelo los hijos y las hijas es- tan prisioneros de una paradoja que se puede resumir en «Pue- des crecer si quieres» o «Debes crecer, pero no madurar, para que no dejes solos a papa y a mama». = Elcontrol: es casi inexistente, ya sea por negligencie, por razones ideol6gicas o por incompetencias de los adultos. A partir de estos dos modelos, podemos encontrar tres estilos educeti- vos asociadlos a las incompetencias parentales: a) Estilo represivo-autoritario b) Estilo permisivo-indulgente ¢) Estilo permisivo-negligente La caracteristica general de estos tres estilos es que no se conocen 0 no se reconocen las necesidades de los nifios y nifias. En la representacién, los nifios no son sujetos de derecho, sino una posesién de los padres. Estos estilos estan asociados a las diferentes formas de incompetencia parental en la familia, oa las incompetencias educativas de las institu- ciones. 14 Estilo autoritario-represivo Corresponde a un estilo centrado en las necesidades, creencias y derechos absolu- tistas de los padres. Las caractersticas de este estilo pueden resumirse en: = Distancia, ausencia 0 fivolidad afectiva. = Lacomunicacion es unidireccional: los adultos tienen el control absoluto de la comunicacién. — Elcontrol parental se ejerce de und manera rigida, inflexible através de les amenazas, castigos corporales, humillaciones y rechazos. = Los padres deciden siempre por los nifos y niias limitando la creatividad y Jos procesos de desarrollo de ésto. = Los adultos estin ebsesionados por el respeto de las normas y no por transmi- tirel significado y el sentido de éstas, = Las representaciones de los nifos y niftas y sus comportamientos son negati- ‘vos, lo cual se traduce en la idea de que «los nites y las nifas se portan mal. = Noexiste un reconocimiento de las capacidades ni de los logros de los nifios 0 nifias. Estilo permisivo-indulgente dle afcividad en alin pret ili o adult no, prea menudo Tovniosy lasts son unos prs asters cesta afi elas pads don adulon a ~ spades ys madres putden esa spon, pron geen autor Ques hp necestn Ls aulos pcan, por fue died peor, clo ifs les raiquenpecmanestemente oro tanto, evan oo so- Fortan la cotontcin ducava cn lin. Es os teas rata so re hablar de un pcaeste flap entenelic del acl en mie Fie une sntxcctn parental = Laois yas screen en un sista donde ro exten nonmas reps Toye cars explcacn, Por oft, pecentan dfetades sa hora de modular enodsnes ycompertanini con grave problemas para conus insirwtaciones — Lew daleo pueden omnia en exes con lo nis las nits sn pe frie jrngu neds nerves Ge dean, ~ Loo nios sis crea conta sin deun poder de capecidades que no ha oprodo dear, oqucles ifn sv aaplacn let dest per sesyatcntomosodalen goer 115 Estilo permisivo-negligente [ate eal arate Ia poretalidad negligent, dnd as niftos yas nas no pueden eos eidados bass ue ncestan)/olosapotsedacetves pan Ineo, aptsseyfanconar nclmedio sol at mrclo ce carci po Carnes fects de todo tipo. ~ Ladies ojos nr dominant ites/as sceden aun coil irterno desis emocones conducts por alta de oy tlencias de control interno. a 7 * ~ Lasadults se comnicin poo con sus jos a comunicacién s super sin contenidos educativos. a ere ~ Los adaltoe no apoyan, sina i reconocen los logos de sis nites ~ Lapermisividad esta norma generazads, ta sel esl dla comer did onegigersa de os adios, de as incomptenis ode las incoherer Giaso docontnstnd de los modelo de canza, na maja dos cass clrestado dls tes tacos. Tipologia de la parentalidad disfuncional, incompetente y maltratante Las historias de malos tratos, pérdidas y desproteccién en la infancia, no permiten que los futuros padres aprendan e integren modelos pera cuidar adecuadamente a sus hijos, asegurdindoles una identidad sana y tuna educacién para integrarse en el mundo social respetandose a si mismos y alos ottos Segiin el grado de incompetencia y la severidad del sufrimiento de sus hijos e hijas, podemos distinguir tres tipos de parentalidad: 1) La PARENTALIDAD MiNIMA No existe un consenso para determinar cules son las competencias mi- nimas que un padre o una madre deben poser para asegurar lo que un nifio o nifia necesita para no pagar con su desarrollo las deficiencias de sus padres. Desde nuestra perspectiva, estas competencias minimas tienen qze ver: ) Con la existencia de recursos de apego, niveles de empatfa y moce- Jos de crianza que, aunque sean imperfectos, muestren que el nifio o nifia son considerados como sujetos con necesidades y derechos. 106 +) La existencia de algunas experiencias de participacién en redes so- ciales, que se manifiestan, por ejemplo, por el intento de ayudar o aportar recursos para la solucién de problemas de los miembros de Ja familia extensa, vecinos 0 amigos. ©) La capacidad para pedir ayuda, como minimo, a los servicios socia- les y sanitarios en lo que se refiete a sus hijos e hijas, es otto indica- dor de la parentalidad minima d) Un minimo de capacidad introspectiva para darse cuenta y asumir los diversos grados de responsabilidad que pueden tener en el ori- gen de los problemas y en el sufrimiento de sus hijos. No se trata de que sean totalmente conscientes, sino de que tengan un mfnimo de capacidad de reflexién para pensar en sus dificultades e incapaci- dades, En el caso de producir malos tratos, que tengan la capacidad de reconocerlos, aceptando que tienen dificultades para modular sus emociones y conductas. e) Un minimo de posibilidades de confiar y colaborar con profesiona- les e instituciones que les quieren ofrecer apoyo y ayuda. Esto impli- ‘ca que los profesionales tengan las competencias para aportar inter- venciones de calidad, con respuestas sociales y terapéuticas coherentes con los problemas que los patltes presentan. Asi como co totalmente legitimo evaluar las competencias parentales conside- rando el interés superior del nifio o de la nia, también lo es la eva- luaci6n de las competencias profesionales. Como hemos enunciado on diferentes secciones de este libro, el maltrato infantil no s6lo lo producen madres y padres con incapacidades, sino también los pro- fesionales que por acciones incoherentes e intempestivas, 0 por omi- sin, crean contextos de malos tratos profesionales e institucionales. ‘Cuando los padres pueden confiar y colaborar con profesionales comprometidos y competentes, indican posibilidades de mejora. Al mismo tiempo, es indicador de un mfnimo de recursos para acom- pair los cambios que sus hijos presentan en su desarrollo, 2) LAPARENTALIDAD PARCIAL, Es aquella en la que los padres y las madres tienen deficiencias importan- tes en los émbitos indispensables para ejercer una parentalidad minima. No obstante, potencialmente poseen el deseo de que sus hijos tengan una vida mejor de la que ellos han tenido e intentan tener. Por ello, a pesar de sus incapacidades, pueden aceptar asociarse con otras personas de suen- 7 torno natural con profesionales para «sacar a sus hijos adelante». En nuestra experiencia, con mas frecuencia son las madres quienes recono- cen sus limitaciones y se muestran abiertas a Ja ayuda exterior; no aban- donan a sus hijos y tratan de cooperar de forma positiva con educadores de centros de acogida y familias acogedoras para cl bien de sus hijos. El desaffo para una intervencién coherente es Jograr con las madres. y padres biolégicos una coparentalidad, es decir, una asociacién con ‘adultos significativos para un nifio o nifia alrededor de las tres finalida- des de la parentalidad descritas anteriormente: cuidados, socializacién y educacién. El logro de un proceso de este tipo depende de las posibi- lidades y recursos de las madres y padres biolégicos y también de los otros protagonistas. En este sentido, la preparacién te6rica y préctica de los profesionales del acogimiento, asf como de los padres acogedores para participar en este modelo, es indispensable, pues implica la for- macion y el acompaftamiento de los profesionales del acogimiento, el apoyo permanente a los padres acogedores y a los biol6gicos. Bste modelo requiere, ademés, de un equipo de profesionales que desde una posicién «meta» pueda mantener la cohesién de las personaé y sistemas implicados y la operatividad diferen- ciada de cada uno. Este equipo es como |) tina dias molodias mds ma un metasistema que nos hace pensar en | raviigsas que los comporta- un/una directora de orquesta que debe |] mientos sociales humancs contar con los recursos de los mtisicos, |) son capaces do realizar respetando sus diferencias para produ cir una melodia placentera. Poder asegurar el bienestar y ef desarralfo de un nifo o nifia ‘como resultado de un trabajo colectve, equivate a producir 3) LA PARENTALIDAD DISFUNCIONAL SEVERA Y CRONICA La presencia de incompetencias parentales severas esta asociada, gene- ralmente, a la existencia de malos tratos cuya gravedad, en muchos ca- 80s, pone en peligro la vida de nifios o les provoca dafios severos en st. integridad, comprometiendo su crecimiento y desarrollo psicosocial. Estos padres no presentan ninguna de las caracteristicas de la paren- talidad competente que enumeramos anteriormente. Lo que los distingue es lo siguiente: a) Son madres y padres ausentes o no disponibles para sus hijos. Pre- sentan serias dificultades para establecer relaciones afectivas y de 118 apego seguro con sus hijos e hijas. Presentan serios trastornos de la empatia y tienen poca disponibilidad para ofrecer momentos de in- timidad. Presentan una gran incapacidad para juger y disfrutat de la presencia de sus hijos. Sus carencias y sufrimientos bloquean sus, posibilidades de brindar experiencias de aprendizaje a su progenie. No valoran sus experiencias y conocimientos ni la de sus nifios. b) Las relaciones y cuidados que ofrecen a sus hijos son inestables, cambiantes y cadticas. Los nifios amenudo se ven confrontados a los comportamientos abruptos, impredecibles ¢ impulsivos de sus pa- dres. Por lo tanto, desde muy pequertos viven en ambientes carga- dos de estrés y dolor. Debido a la ausencia de recursos de protec- ccién, se organizan como experiencias con alto contenido traumatico. ©) Lo anterior se produce también porque estos padres con frecuencia son inaccesibles para sus hijos. No se trata de una ausencia fisica, puesto que a pesar de su presencia, carecen de la empatia necesaria para sentir y satisfacer las necesidades de sus hijos. d) Otra caracteristica de la préctica parental incompetente ¢s la falta de perspicacia para constatar y acompaar los signos de cambio que sus hijos muestran como resultado de su crecimiento. Por lo tanto, no saben ono pueden estimularles o ayudarles a completar sus fases de desarrollo. Esto se manifiesta con atrasos en el desarrollo psico- motor, en el lenguaje, el control de esfinteres, etcétera. ¢) Lo que define las practicas parentales incompetentes son la falta de eficacia de las respuestas en los requerimientos de todo tipo que los hijos e hijas solicitan. Existe un déficit en sus modelos de crianza que explica estas dificultades. Estas se expresan en dominios como no saber calmar a sus hijos, otorgarles carifio, tomarles en brazos 0 res- ponder a sus invitaciones de comunicaci6n. ) Por tiltimo, las respuestas de las madres y padres, asf como en gene- ral sus modelos de comunicacién, son incoherentes y contradicto- rias. Por ello, la relacién que offecen a sus hijos no les aporta seguri- dad ni fiabilidad, sino ansiedad y desconfianza. Las incoherencias como resultado de las incompetencias parentales se expresan en varios ambitos vitales para el desarrollo de los hijos: inco- herencias entre la esencia de las funciones parentales y los actos negli- gentes, de maltrato fisico, abuso sexual o manipulacién psicologica. Entre la comunicacién verbal y la anal6gica, que se expresa en los ges- 119 tos y comportamientos, existen miiltiples paradojas que crean ansie~ dad y confusién. En otras palabras, no hay concordancia entre lo que se predica y lo que se practica. En este sentido, los nifios tienen dificulta- des para desarrollar una identidad sana y encontrar modelos conduc- tuales constructivos para imitar. Las caracteristicas de los padres con incompetencias parentales severas y crénicas Se trata de madres y padres que presentan incompetencias parenteles graves, periédicas 0 permanentes, con una historia familiar y social de maltrato transgeneracional. El ctimulo y la gravedad de las dificultades ue presentan hacen casi imposible el trabajo de rehabilitacién de sus incapacidades. A esto se suma la dimensiGn temporal y la ausencia de recursos y métodos integrales para intentarlo, En lo que se refiere a la dimensién temporal, siempre hay que tener presente que los nifios son seres en desarrollo que necesitan nutrientes y condiciones afectivas y relacionales permanentes para desarrolla-se sanamente, Fsto es lo que hemos denominando buenos tratos. Las ca- rencias, el dolor y el estrés traumético provocan dafto, y éote puede ser irreversible si no se cambian las condiciones de vida de los nifios y ni- fas. Por lo tanto, nada justifica que para darles una oportunidad 2 Jos Padres, u honzar la patria potestad, se sacrifique una vez més a los xi- ios y a las nifias. A este respecto existen situaciones ejemplares, como cuando se plantea rechazar un acogimiento de un nifo pata que su pe sencia sea un incentivo en la cura de la depresién o la toxicomania dela madre. Otro ejemplo todavia mas impresionante es cuando los respon- sables de las medidas de proteccién no protegen y permiten visitas 0 « un nifio a sus padres porque tienen miedo a la violencia ‘expresada por sus amenazas. Este es el tipo de situaciones que nos evo- eel sacrificio de los nifios que se aplicé en tiempos remotos para apla- carla ira de los dioses. La situacién siguiente es una ilustracién extrema de este fenémeno: Se trata de un nito de 4 alos, Su padre asesiné a puftaladas a su madre en su pre- sencia cuando é tenia dos alos y medio, Arrestado y condenado, el padre exige con ‘vehemencia a los responsables de los servicios sociales de protecci6n, a trawés de 5 bogado, wn derecho de visita con ei hijo, Los profesionales de los servicios sociaies de base, una psicéloga y una trabajedora social que acompatan al nifio deseo ase- 120 y- sinato de su madre, se oponen a ta peticién pues no le ven ningtin sentido positivo para el nit; al contrari, y con toda razén, ven un enorme peligro de reactioncién del trastorno de estrés postraumatico que el mifio present6 después de ser testigo de Ios heckos sangrientos. Los padres acogedares tanpoco lo entienden, pero no pueden aponerse porque existe la amenaza velada de que si no cooperan con las técnicos de infancia les pueden suspender el acogimiento del nfo. Las responsables dela tutta del mio argumentan que es de suma importancia que el nifio ramutenga contacto con su padre, porque es su padre. Astellas onan decisiones que tienen que ver con el futuro psicolégico de un nifio, sin tener las competencias para hacerlo, No saben que er los irawmas de esta magnitud hay que evtar todo contacto de ta vicima con el responsable de la agresion. Es lo mismo que obliger a una mujer vilada a rendir visitas a su violadar. Ademés, existe el agravante de que las personas que tomar las decisiones mi siquiera conocen personalmente a a victima, siendo lo rus doloreso que son mujeres profesionales que defienden los derechos de un hombre que mat6 a una madre. Aun as{ no dudan en sacrifice al hijo de esa madre. No saben, no cues- tionan los condicionantes culturales de ginero y se dejan intimidar por el abogado y la fama del asesino de la made. Ellas deciden, pues son las que manda. Cuando los profesionales de los seroicios sociales de base se ven obligados a in- {formar elnino de que tiene que visita as padre, ste reaciona con una crisis de prinico. En medio de sollozas les reprocha haberlo engafiado, que él no quiere verlo, {que le da miedo, Gracias a la insistenca de os profsionales, que om testis ders {a escera, se logra una hora antes del horario fijado pare ta visita que ésta se sus- penda hasta que el nfo esté mais preparado para visita a su padre. Con esta medi- dda, no se cuestiona si es daftina o no; una vez més se le delega al nitto y a Tos profesionales que le acomspanan ta misién de prepararse para el encuentro, Los indicadores de la parentalidad disfuncional severe y crénica Lalista que sigue es el resultado de nuestras observaciones en el segui- miento de familias cuyos padres presentan practicas de malos tratos graves asociados a incompetencias parentales severas y cr6nicas. He- mos organizado la informacién tomando en cuenta los dos ejes de la fenomenologia humana que nos parecen primordiales: las historias de vida y las caracteristicas actuales de los padres. 4) Antecedentes en la historia de los padres: 1. Ausencia de una figura de apego adulta que haya podido ofrecer a estos padres por lo menos un vinculo afectivo estable y de calidad. Las situaciones mas graves corresponden a la ausencia de cuidado- res afectivos en los primeros aftos de vida. 121 2. Historia de malos tratos graves durante la infancia y adolescencia. En muchos casos condujo a una hospitalizacién y los nifios no fue- ron adecuadamente protegidos. 3. Los contextos familiares, escolares o sociales no permitieron que es- tos padres cuando nifios tomaran conciencia de su condicion de vic- timas de malos tratos. Por lo tanto, son objetos de sus historias en li. gat de sujetos, lo que explica la repeticin transgeneracional de los. malos tratos. 4. Historia de socializacién deficiente y/o perturbada. El caos familiar y los mensajes peyorativos y humillantes, asi como la ausencia de una figura de identificacion protectora y cuidadora, explican los frastornos de identidad de estos padres, acompafiados frecuent=- ‘mente de un trastomo limite de la personalidad. 7 5. Antecedentes de incompetencia parental severa y crénica en la fami- lia de origen. Estos padres son hijos de padres incompetentes, pero ademas, a menudo, fueron criados en grandes instituciones para menores carentes de experiencias alterativas de familiaridad. No tuvieron por ello modelos de parentalidad sana para imitar e inte- rar. 6. Pertenencia a contextos fa a jares y sociales disfuncionales y/o ca- renciales. En muchos casos, no slo fueron maltratados en sus fami- las sino tambien en a escuela las insfituciones que debian prote gerles. 7. Historia de pobreza, exclusién y/o marginacién social. 8. Interrupcién y/o dificultades del proceso de transmisién de los mo- delos de crianza contenidos en sus culturas de pertenencia. Este es el caso de muchas familias que han inmigrado alejandose de sus rafces a ‘© que son victimas de la guerra, catdstrofes humanas y/o 9. Intervenciones de proteccién ausentes, inadecuadas y/o incohe- rentes. ) Caracteristicas actuales de los padres: 1, Trastornos del apego con uno o todos de sus hijos o hijas agravados por experiencias de rupturas y pérdidas: En los casos de malos tra- tos fisicos y abusos sexuales, el trastorno que aparece con més fre- cuencia es el del apego desorganizado controlador, tipo agresivo 0 punitivo en el caso de los padres; complaciente y cuidador compu 12 ¥ sivo en el caso de las madres (Main, M. y Solomon, J., 1990). En las situaciones de negligencia es frecuente el apego desorganizado de tipo desapegado. En el maltrato psicolégico todas las combinacio- nes de trastornos son posibles. 2, Trastornos severos de la empatfa: Ausencia de empatfa y tendenciaa icados negatives a los comportamientos 0 verbalizaciones de los hijos. 3, Inteligencia emocional deficiente: Estos padres tienen una gran difi- cultad para reconocer sus emociones. En general, tienen una tenden- cia a reaccionar de una forma agresiva y la emocién predominante esla rabia. Ademés, como tienen poco acceso a la verbalizacién de su mundo interno, dificilmente pueden modular sus emociones. 4, Déficit importante en sus capacidades cognitivas: Se trata de adultos con diferentes grados de deficiencia cognitiva y que ademés tienen dificultades para pensar y reflexionar cuando se trata de encontrar ‘un sentido a las circunstancias de sus vidas y a los comportamientos de sus hijos. El estrés crénico que han conocido explica su tendencia a presentar un pensamiento estereotipado, categ6rico e inflexible. 5, Problemas de salud mental: Estos padxes presentan enfermedades mentales graves y crénicas como psicosis, alcoholismo, toxicomanta y trastornos de la personalidad. Los mas frecuentes son los proble- mas antisociales, los narcisistes, los paranoicos y los trastornos limi- tes de la personalidad. Ademés, tienen depresién grave con senti- mientos permanentes de impotencia y angustia. 6. Violencia conyugal: Son padres que a menudo estén implicados en dindmicas de violencia conyugal donde la mujer, por la asimetria de poder y los condicionantes de género, se lleva la peor parte. Diferen- tes autores han insistido en el cardcter destructor de la personalidad infantil en los contextos de violencia conyugal (Bentovin, A., 2000; Cirillo, $.y Di Blasio, B, 1992; TAMAIA, 2002; Barudy, J.,1998, 2002; Corsi, J. et al., 1995). A pesar de esto, poco o nada se hace desde lo piblico para ofrecer programas terapesticos que permitan que los hijos y las hijes de madres golpeadas puedan recuperarse del dafio suftido. En Barcelona, gracias a la iniciativa de las ONG EXIL y TA- MALIA existe un proyecto que ofrece talleres terapéuticos a hijos de madres victimas de la violencia de género (TAMAIA, 2002). 7. Conflictos graves y permanentes con amigos, vecinos y miembros de sus familias. 123, 8, Escasa capacidad para utilizar y ofrecer apoyo social a Ja comuni- dad. 9. Ausencia de reconocimiento de sus responsabilidades en los da- fos, sufrimientos o problemas causados a sus hijos. 10. Muy poco permeables a la ayuda profesional. U1. Dificultades muy importantes con respecto a su insercién socio- profesional, 12. Ausencia de motivaciones reales para mejorar su situacién. A partir de la descripcién de los miiltiples problemas que presentan es tos padres, es evidente que las intervenciones para transformar las in- competencias severas y cr6nicas en competencias minimas o en una parentalidad parcial necesitan intervenciones multidimensionales, mul- tidisciplinarias, intensivas y de largo plazo. Frente a la incompetencia parental severa y crénica, lo priortario es asegurar ‘a proteccitin de fos nifos y nits ofreciéndotes un medio de acogida (temila o cent de acogida) capaz de proporcionarles los avartes materiales, afectivos y sociales de la funcin parental, Asimisme, fa informacisn necesaria para que integren en su ‘dentidad las contenidos que den sentido a lo singular de su existencia, como ser ‘hijo o hija de padres a quienes fa vida y fa sociedad no les permité adquirir compe- tencias para cuidaries y educartes, pero que gracias al altruismo social humaro ‘otras personas lo estén haciendo solidariamente con ell y con sus padres. 4) LAPARENTALIDAD TOXICA Afortunadamente, corresponde a una minorfa de madres y padres. Aproximadamente el 0,5% de madres y padres implicados en situacio- nes de malos tratos «necesitan» dafiar deliberadamente a sus hijos para resolver sus problemas y conflictos personales. Entre ellos, encontra- mos un grupo de verdaderos infanticidas que «juegan» con la vida de sus hijos para obtener reconocimiento social, salvandoles in extreris, como el caso de las madres y padres que presentan el sindrome de Miinchhaussen por poderes. Este sindrome es un cuadro poco frecuen- teen el que la cuidadora, especialmente la madre, lleva a un nifioo a una nifia a un servicio hospitalario porque presenta sintomas inverta- dos 0 aducidos por ella. El engafio, que se repite con frecuencia, da ori- 12g a hospitalizaciones, a una movilidad considerable y, en ocasiones, a Ta muerte. Hasta ahora se han descrito numerosos casos donde la cui- dadora ha provocado apneas, vomitos y diarreas que no responden a Jos tratamientos, septicemias o hipoglicemias que en varios casos han provocado la muerte del nifio (Randel, A. et al, 2002). 7 Fuera de estos casos espectaculares, existen otras formas de toxici- dad parental. Por ejemplo, los padres y madres que corrompen a sus hi- jos e hijas y les obligan a prostituitse, a bar 0 a asesinar a alguien. Pe- ro ademés existen formas mas sofisticadas de toxicidad parental en las formas severas de violencia psicol6gica. Las investigaciones de Bateson (1977) y Laing (1964) otorgan suficientes elementos para comprender Jos mecanismos por los que una madre o un padre pueden enloquecer 0 desequilibrar gravemente a un hijo o hija, mediante uuna comunica- ci6n patolégica cuya maxima expresién es el doble vinculo. 25 6 La ecologia familiar, social y cultural de los malos tratos infantiles Jorge Barudy Nadie puede desconocer que en el mundo globalizado en que vivimos Jos paises ricos han logrado avances muy importantes ent lus duibilos econémico, tecnol6gico y cientifico. Pero es justo reconocer que el dese- quilibrio econémico mundial es tal que la tiqueza de los ricos es el re- sultado de la pobreza de los pobres. Nos referimos a los paises pobres, pero también a los pobres de los paises ricos. Si bien es cierto que estos progresos han traido mayor bienestar material para los habitantes de los paises privilegiados del planeta, no es menos cierto que este bienes- tar noha ido acompafiado de una mejora en la calidad de vida psicoso- cial de todos sus miembros. : En una conferencia ofrecida en el marco del seminario internacional ‘« tie de fenémenos que siempre han existido pero que no dejan de au ‘mentar, como el hambre, la desnutrici6n, las altas tasas de mortalidad infantil. Pero, ademés, se agregan otros fenémenos, como el de los mi- les dennifios y nifias que cada vez en mayor cantidad se ven obligadosa emigrar a los paises ricos y dejan a sus familias y sus comunidades pa- rasalvara vida de las guerras, el hambre o las enfermedades. Aeestos nifios y nifias que viven en situacion de riesgo por falta de proteccién en los paises ricos, comparables a los nifios de la calle de los paises pobres, se les atribuye el calificativo de «menores no acompaita- dos». Sin embargo, al llamarles de esta manera se mistifica el origen de su situacién, insinuando que el origen de su emigracién esta vinculado una irresponsabilidad de sus padres (Barudy, J. y Dantagnan, M., 1999), Por ello, seria més justo reconocer que son nifios y nifias victimes de este desorden mundial que denunciamos. Pero esto no es todo. Junto con estos fenémenos, tenemos otros de igual gravedad, como los nifios y nifias con sida o huérfanos de padres con esa enfermedad, los nifios y niflas soldados, los nifios y nifias que 128 vyiven en las calles 0 son explotados por el trabajo infantil y la prostitu- cién. ‘ELPAPEL DEL ENTORNO EN EL BIENESTAR INFANTIL .nética y la biologia determinen los limites de la estructura eee caro, la opuaiee del entorno como elemento modulador de lo queen definitivalegaraa er un nto o una nif es us hecho ine discutible. En estos momentos existe suficiente informacién para afir- mar la existencia de un proceso interactivo permanente entre el sujeto biogenético y su entorno vital. Este entorno deja huellas en las viven- cias infantiles, por lo tanto nadie puede negar que los contextos de 7 a, los del pasado y los del presente, influyen en la construccién de la lidad de un nifio o de una nifia. Tanto las relaciones afectivas como la cultura, los contextos er econdmicos, -e incluso la politi- #ten en a vida de um nifio o de una nifia. Por ello, ante cualquier tentativa de explicar la singularidad de un comportamiento 0 atributo infantil como mera expresin de los com- ponentes innatos 0 adquiridos, es Kcito suponer la existencia de un ob- jetivo politico-ideolégico de quien lo afirma. ‘Cuando se insiste en ef cardcter innato de determinades comportamientos o atri- ‘butos infantiles que perturban ef mundo adulto, se debe pensar que el objetivo po- litico es la mistificacién de os factores culturales. Esta y las malas condiciones so- cioeconémices son las que crean entornos desfavorables para los nifas y nifias, ‘que no les permiten el desarrollo de todas sus potencialidades. ymentacién racional para probar lo afirmado corresponde mas a ceca ideol6gicas legjuienes lo afman que ala realidad cient fica de los fendmenos. Desgraciadamente estas afizmaciones pueden ser aceptadas més facilmente por los adultos ~padres incluidos” en la medida en que les proporcionan argumentos que Tos liberan de la res- ponsabilidad de asumir lo que esté ocurriendo con los nifios y nifias en if Ita. i rea Jas afirmaciones reductoras y categéricas que atribu- yen una causalidad biogenética a fendmenos tan dolorosos como el de 129 Jos niftos de la calle 0 el de la delincuencia juvenil son un ejemplo de Ig dicho anteriormente. Las historias de vida de estos nifios y nifias nos proporcionan sufi. ciente informacién para afirmar que sus potencialidades de desarrollo se truncaron justamente debido a los entornos desfavorables de donde nacieron. Desgraciadamente, para muchos de ellos la ecologia uterina les fue desfavorable, pues en el seno materno fueron intoxicados por el alcohol o las drogas que consumian sus madres, o dafiados por las ma- nifestaciones del estrés crénico como consecuencia de la pobreza, la violencia conyugal de los progenitores o la ausencia de apoyo social E] nacimiento y Ta infancia temprana de estos nifios y niffas estén inunda- dos por las influencias dafiinas que ningdin nifio o nifia deberia cono- cer. Negligencia extrema, maltrato fisico precoz y experiencias de abu- 80 sexual son los ingredientes que constituyen sus historias. A esto se agrega la violencia de la no solidaridad y de la indiferencia de los ad:al- tos, muchos de ellos profesionales ~médicos, enfermeras, matronas, Profesores, psicOlogos- que no fueron y no han sido capaces de conec. {arse con el suftimiento manifestado precozmente por estos nifios y ofrecerles apoyo y proteccién. A diferencia de otros ninos y nifias que nacen con estrella, estos ni- fios nacen «estrellados» y el mundo adulto sigue estrellandoles con su Violencia e indiferencia. Estos nifios sobrevivientes del desamor desa- trollan estrategias de supervivencia para obtener como sea los nutrien- tes basicos para no morirse, as{ como una practica de supervivencia que les predispone a desarrollar todo tipo de conductas, afectos y cre- encias para mantenerse vivos. La calle se transforma en su mundo; los robes y el engafio en los comportamientos predadores para sobrevivir, Y las drogas en los analgésicos para resistir tanto dolor acumulado. Por lo tanto, atribuirles a estos nifios y nifias la culpa de lo que les asa invocando factores innatos, no s6l0 es una manifestacién de in- Sensibilidad humana, sino que, io que es mas grave y vergonz0so, e3 una clara manifestacién de cobard{a. Esto denota la incapacidad del mundo adulto para asumir la responsabilidad por el tipo de entorno que esté ofteciendo a sus crias. En vez de asumitlo, opta por dar expl- caciones que hace de los nifios y nifias més desfavorecidos los chives expiatorios de sus incapacidades, injusticias y violencias. De lo enunciado se desprende que los adultos que dominan este mundo deben asumir la responsabilidad ética del mundo que estén: 130 : introducir los cambios estruc- Seep dela damsinaci6n ni del poder tenemos a aes de de que otro mundo es desu teal (pts nontros Eee mundo ea emergiendo ch ar tiples mujeres y hombres, verdaderas gotas de agua pura que jendshan cesaco en la proteccién de a vida y han defendido el amor ia solidaridad. Por ello nos implicemos cada vez més en dinémicas Je buen trato y de convivencia en todos los Ambitos de nues social. \VIOLENCIA SOCIAL Y MALOS TRATOS INFANTILES. Diferentes investigaciones han demostrado que los fenmenos a tencia socal eintrafamilarsiguen presenténdose con una incdencla alarmante. Ademés, las victimas siempre son seres| gueseer- cuentran en desventaja, es decir, en inferioridad de oder con elacin i caso de los: aa les violentan o maltratan. Este es feed alos tatos, de las mujeres vitimas de la violencia — ie ji fcti ituaciones de violenc - areja o de victimas inocentes en situaci e a faces Tas guerras, las represiones politica, eltmreisno 0 a eo" ‘smo ir 105 Cor mati de estado. Estas tiltimas las identifica na Gon de la «violencia organizada», porque son formas ae otenca sistémica producidas por un grupo que violenta a oto desde un Site ma de creencias que legitiman la violencia y que, en Ia mayoria de los casos la hace aceptable a partir de prejuicios raciales, étnicos, rel sol6gicos y sexistas. ; aes de estas diferentes formas de violencia se expr iento. Por otra parte, am san en variadas formas de sufrimient aia nt violentos expresan un sufrimient de vi los poderosos de un sist ‘contextos de violencia instigados por de Fa soda, lo cua origina lo que los investigadores amen 7 co ie la ian jolencia engendra més violen¢ violencia», es decir, que la violencia engendra ; 0,,1982; Corsi, J, 1995; Barudy J 1997; Bentovire Ay 2000). " Permitanme referirme a dos ejemplos: uno histérico y ot nado con el tema de los malos tratos infantiles: 131 El ciclo de la violencia como fenémeno histérico La historia de la humanidad esté Ilena de ejemplos en los que un pue- blo, una comunidad o tn grupo han sido vietnas de una violencis or genizada con diferentes formas de represiGn, tortura, opresin y humi- ci6n colectiva. Muchas veces estas formas de violencia han sido negadas por los grupos dominantesyy los agresores han quedado impu. nes. También ha ocurrido que se ha presionado a las victimas, asus fa milias y a a opinién ptiblica para que participen de una amnesia colec. tiva con al Pretexto de la reconciliacién y de la unidad. La consecuencia ha sido el surgimiento, en el seno de la colectividad dafiada, de grupos que cometen desesperadamente actos violentos y que creen que asi re- paran o vengan el sufrimiento y las injusticias vividas por los su Desgraciadamente, la historia nos ensena que lo inico que acarrei 2s. tas estrategias es més dolor y nuevas violencias que producen nuevas victimas que, a su vez, pueden transformarse en victimarios. Por oo Jaco, a menudo estas formas de violencia contribuyen a que se olvide atin més a los victimarios iniciales y que éstos vean su poder reforzado, acrecen- tando su impunidad, Es muy comin que las personas afines a los antiguos victimarios, incluso ellas mismas, aparezcan en el presente como victimas 0 defensores de las nuevas victi- mas, pero sin asumit la responsabilidad que en el pasado tuvieron en la génesis del ciclo de violencia. ‘No dejaremos nunca de in- sistir acerca del valor tera- péutico de la conservacién de las memorias colecti- vas y del cardcter patoge- ‘no de fa impunidad. EL CICLO TRANSGENERACIONAL DE LA VIOLENCIA FAMILIAR Una de las conclusiones mas relevantes de los programas de investiga-

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