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6 as aninicas para designar la caracteristica estética redondeada y flexi- ble de muchas tradiciones escult6ricas del sur de México, utilizindose al mismo tiempo en el sentido que aqui apli- camos, como nombre de una civilizacién que se originé cen la actual provincia de Tabasco en el Il milenio a.C. Hace mis de 3.000 afios, los constructores de la ciudad de La Venta eligieron sitios cerca de manglares y selvas taopicales, donde pudieran explotar una variedad de eco- sistemas. Las marismas, lenas de presas acudticas, atrafan Jos colonizadores. La torrider-y la humedad no pueden inhibir la imaginacién eivilizadora. Los monticulos para Jjulas y calabazas, en zonas dragadas del pantano, se con virtieron en los prototipos de las plataformas ceremonia~ les, ziguratsy «pitimides», Se dseiaron canales para criar pescado, dispuestos en forma de cuadricula, A finales del I milenio a.C., la ciudad ahora conocida como San Lo- renzo disponia de grandes depésitos y sistemas de desa- aie, integrados en un trazado de caleadas, plazas y mon- ticulos artificiales. ‘Con frecuencia, los olmecas han sido ensalzados ‘como fundadores de la ecivilizacién madre» de las Amé&- ricas por los creyentes en la teoria dfusionista de la civili- zacién, que, en pocas palabras, viene a decir que la civi- lizaci6n es un logro tan extraordinario que solo unos ‘pocos pueblos con talento pueden reclamar el mérito de haberlainspirado, antes de que se extendiera por el ejem- plo y la transmisién a otros pueblos con menor inventiva. Esta teorfa ¢s, casi con seguridad, false; los olmecas for- rmuban parte de la compleja historia de una constelacién de civilzaciones que emergieron en lugares muy separa dos. No obstante, parece innegable que la influencia ol- ‘maeca se extendié en Mesoamérica y tal vez. mis lejos, ENTRE COLONTZACIONES. ” afectando a comunidades que ya experimentaban histo- vas propias similares. ‘La imagen de los olmecas esti definida por las gran- des cabezas escilpidas, talladas en piedra y en cohumnas de basilto, que pueden llegar a pesar hasta cuarenta toncla- dhs, y faeron acarreadas o arrastradas a dstancias de hasta 160 kilémetros. Algunas tienen miscaras como de jaguar, © cabezas rechonchas con ojos oblicuos, labios separados yy gesto fifo y autoritario; gobermantes chamanes, tal vez, con el poder divino de la autotransformacién. Para los Fitos que estas figuras sugieren, los olmecas construyeron plataformas escalonadas, posiblemente precursoras 0 tal ver solo ejemplos primitivos de los monticulos angulosos yy hs opiramides» que se convirtieron en las construccio- nes momumentales caracteristicas de casi todas las civiliza- ciones indigenas del Nuevo Mundo. Los gobernantes o!- ‘mecas eran enterrados con los disfraces que utilizaban en ‘vida ~mandibulss de caimin, ojos de jaguar, en cimaras con columnas, junto a los cuchills de jade 0 los aguijo- nes de pastinaca [pez del onen de ls rayas] con los que, supuestamente, sacrificaban a su propia gente en actos de propiciacién de un tipo también habieual en ls tradicio- Fes indigenas posteriores. ‘Tras una sedad oscura» de logros reducides, con poca ‘evidencia que la ilumine, la civilizacién en la regién ol- imeca se reanudé con Jos mayas, cuyo gran periodo de construccién de ciudades y arte monumental duré apro- sximadamente desde el siglo mt al x d.C. Los mayas pros- peraron en tierras bajas tropicales y en espesas selvas que, 2 primera vista, parecen adversas a la construceién mont ‘mental; Ingares donde el trabajo es fatigoso, donde el te- rreno es inestable y donde no abundan alimentos huma- nos que crezcan naturalmente. Sin embargo, la resplan- decientes crestas de los templos mayas ain se alzan por ma de la jong en las tierras bajas de Guatemala y , anunciando al viajero, como pretendian en st tiempo sus disefiadores, el tamaiio, riqueza y grandeza de las populosss ciudades-estado, que competian intenst- mente unas con ote: el encanto de sus mercados, la fuer- 7 disuasoria de sus ejézcitos. La eivilizacién maya, ade iis, se adapt6 a una varicdad de entoraos dispares, Con algunas modificaciones, prendié en ks abruptat terres al: tas de Guatemala y en la seca meseta de Yucatan, casi con tanto éxito como en las tieras bajas, amas y himedas Los mayas maniféstaron de manera espectacular algu- nas de las tendencias comunes de ls civizaciones nativas americanas deste Ios olmecas en adelante. Sus sociedades eran jerarguicas y hieritieas, gobernadas por oligarquias cuyas cualficaciones disintivas eran la destreza en la gue nra y el acceso al mundo divino, Sus zeyes tenian el poder chamnico de comunicarse con los dioses y los antepasa- dos; sus rettatos, grabados en Kipidss y expuestos en las grandes plazas donde se reunfan sus silbditos, los repre- sentan con distiacesdetficos 0 celebrando rituals de derra- rmamiento cle sangre ideados para inducir visiones, Eran sanguinarios y competitivos: conpetitivos en el comer- cio y en la guerra, que, para la mayoria de ls comunida- des, parece que era casi comstante. En las guersas se uti zaba el factor terror; en los textos abundat pasajes en los que se presume de los prisioneros sucriicados, En el arte aparecen con bastante frecuencia escenas de sactificios, que ineluyen tozturas hasta la muerte y desevartizamien- Por encima de todo, los nay as eran un pueblo urba- no, Su sistema de organizacién eran ls ciudades-estado, {que a veces emprendian expansiones territoriales y otras veces entablaban estrechas alianzas, pero seguian sin cons- situic wn imperio. Posiblemente, eran demasiado equi- polentes para ello. La forma nortnal de vida era urbana: las poblaciones eran densis y las ciudades prolifcas. Todo lo importante ocurria en las ciudades; el campo estaba para apoyarlas y mantenerlas. Las ciudades tenian ni- dleos de edificios monumentales para alojar a la oligar- {guia celebrarritos de propiciaciOn de los dioses y soli- daridad civica, Estaban rodeados pot mercados y miles veces, muchos miles de viviendas de campesinos, ‘eonstrucciones no permanentes de cafas y estacas, y un paisaje adaptado a Ia agricultura intensive: pequefios campos llamados smilpast, excavados 0 dragados entre canales que se utilizaban para el riego y Ie piscicultura En los campos se sembraba la tefada de alimentos basicos de los nativos americanos: maz, judias y calabazas, més ‘otros productos complementarios, segiin la vegién 0 lo- calidad, Algunos se dedicaban a cultivos rentables, como el eacao, del que se abrenia la bebida de lujo que se ser via en los rituales y banquetes y que tenia gran deman- da, En el siglo vim, en Tikal ~una de las ciudades mis grandes y poderosas de la constelacién maya, la figura de una vaina de cacao era el simbolo y el glifo del nom- bore del rey Ah Cacau, que al reconvertir la economia a Ja produccién de cacao puso fin a una crisis ecol6gica y al declive econémico, En la actualidad, cuando cl sol esti al oeste y dora la fachada del gigantesco templo donde se le enterrs, atin se puede percibir el enorme contorno desgastado de su imagen, modelada en la fu chada del templo. #0 as aNcénicas Los mayas poseian un rasgo distintivo resulta tenta- dor decie un . Resulta dificil rebatir est ‘opinién; de hecho, le compartian muchos misioncros de 1b época colonial, En México central, a mediados del si- lo xvi, la Iplesia se estremecié de temor a que los nue~ vos cultos enmascararan pricticas paganas; surgieron dii- das incluso respecto de Ta pureza de la yeneracién de Nuestra Sefiora de Guadalupe, una supaesta aparicién de la Virgen a un joven pastor indio en el emplazarnien- to de un santuario precristiano, que habia demostrado fa santidad y la gracia divina de la tierra mexicana en el de~ cenio de 1530, En 1572, estalé en Yucatin sano de los peores casos registrados de violencia misionera, cuando el superior de la misién ffanciscana se convencié de que algunos de sus feligreses ocultaban idolos. Los informes gue le alertaton procedian de confidentes nativos, moti vados probablemente por el odio y la rivalidad tradicio~ nales entre comunidades indigenas, més que por amor a la verdad, En la persecucién que se desencadené fueron torturados miles de indios, y murieron 150. En 1609 se dio un caso similar en Huarochist (Pert), cewando un pértoco fite condenado por aplicar excesiva violencia contra los reincidentes de st grey. Entre los do~ cumentos que reuni6 figura la historia de un revelador trauma. Don Cristébal Choque Casa, dirigente indigena © hijo de un personaje local, declaré que unos treinta o r aménicas CoLONIALES. ® ‘euarenta afios después de que su pueblo fuera oficial- mente convertido por una fervorosa misién jesuita, l se dlrigia a una cita amorosa en el santuario abandonado de tun dios tribal cuando fue atacado por el diablo on forma ale murciélago, Exorciz6 el lngar recitando el padrenues- tro en latin, y ala mraftana siguiente convocé a sus paisa nos nativos para advertiles de que no debian acudir al santuario, bajo pena de ser denunciados al cura pérroco, eco aquella misma noche Ie sobrevino un sueiio en el que € mismo se sentia irresistiblemente atraido al sitio tmaldito, y compelido a hacer una offenda de plata al lis, Esta historia evoca uma viva imagen de las conse~ ‘uencias de la sconquista espiritualy: antiguos santuatios, tan abandonados que solo resultan adecuados para mur idligos y fornicadores; poderes perdurables, tan amena- ‘adores que hasta pueden hechizar Jos sueios, incluso los tle un pecador tan suficientemente adoctrinado como para poder recitar el pater noster en latin. ‘Datante el resto del periodo colonial, la erradica dle las devociones precristianas en Perit corti6. a cargo dle textixpadoress profesionales. En casi todo el resto del tnundo hispanoamericano, cada nueva generacién de clézigos revivia las frustraciones y desilusiones de sus pre~ slecesores: los ndios parecfan incapaces de olvidar los a~ tiguos ritos de propiciacién de la naturaleza. Recuerdo aque hace pocos afios, en un museo de Ciudad de Guate~ tnala, casilegué a convencerme de la teoria de que la re- ligién colonial era ssineréticay, al contemplar un cuadro «le la Virgen pintado por un artista indigent del siglo xvit y percatarme de que el marco, tallado con todas ls vol las y flortuzas que cabria esperar de una mano barroca, ¢n realidad representaba una miscara de Chaac, el rostto cs ‘as aninrcas el dios de Ia Muvia de los tiempos anteriores a Ia con- ‘quista. Sin embargo, lo adecuado ao es comparar Ia reli~ ‘gién colonial con la del pasado indigena -o no solo con, ella, sino con la religién de Europa en la misma época, donde el disgusto del clero ante Jo inapropiado de la reli- {gi6n epopular» era igual de grande. A los ojos de un de~ voto, Europa era igual que las Indias, lena de gente sin evangelizar en las zonas rurales remotas o en las ciudades sin raices. El eristanismo del campo ameticano era defi- Gente de un modo similar al del campo europeo, defor- mado por la ansiedad por sobrevivir en este mundo, que impedia preocuparse debidamente por la silvacién en el proximo. Ritos para atraer lava, eliminar plagas, evitar epidemias y librarse del hambre empujaron a las Exccitu- ras y los Sacramentos a rincones desatendidos de Ia vida cotidiana, A medida que avanzaba la Edad Moderna y comenzaban a sentitse los efectos de la Reforma y la Contrarreforma, cl clero y los legos educados adquirie~ ron criterios de conciencia doctrinal cada vez mis eleva~ dos, experiencias cada vez. mas profundas de la autocon- ciencia cristiana. Las expectativas que tenian para su grey auinentaron en la misma media, lo que explica su con- timua y renovada insatsfaccién, Mientras tanto, habia tanta variedad en el cristianismo de los indios de Hispa~ noamérica como en el de los europeos de Angloumérica, Ta refigidn africana ~aunque variaba mucho de un si- tio a otro, moldeada segtin tradiciones conteadictorias por la influencia del protestantismo y el catolicismo, res- pectivamente- siempre tuvo denominador convén: fue siempre africana, Brasil es Ia zona mejor documentada y, en mi opinién, presenta en este aspecto un perfil earacte- rfstico, All, en tiempos coloniales, la vocacién artistic y Awiinicas COLONIALES.. 8 la devocién religiosa de los negros se ceniraron por igual en ls imagenes de culto, Las coftadias negras solian pa- ‘galas, Estas cofradias eran insttuciones vitales para la so~ ciedad colonial en general, que integraban a los desarrai- gados, renovando su sentido de identidad y pertenencia a tun colectivo. Eran afin mis importantes para los negros, ‘que cran colonos ala fserza, trasladados trauméticamente ‘aun entorno alienante, Las coffadias Ios acogian y tecon- fortaban en un mundo de blancos. Fran organizaciones volitiles, «creadas y disncltas con extraordinatia rapidezs, segiin ha dicho uno de sus mis destacados historiadores. Pero en términos generales siguieron erecicndo, En El Salvador, a principios del siglo xvit, habia registradas oficialmente seis hermandades negras de Nuestra Sefiora del Rosario, y cinco mis para mulatos. En 1789 se les habian afiadido once coffadias negras mis. En Rio, du- rante el mismo periodo, el niimero de asociaciones de ‘ste tipo casi se triplicé, ‘Las hermandades negra, fomentadas por la Iglesia, y sobre todo por los jesutas y los franciscanos, eran inco- rregiblemente subversivas. Para los guardianes de la es- Iructura de poder colonial, su eleccién de patrones celes- es, a los que sacaban en procesién por las calles y eneraban en santusrios, era muchas veces reivindicativa ya veces desafiante, San Elesbaan, por ejemplo, era wn nuertero vengador, un emperador negro de Abisinia, n cruzado que encabez6 una expedicién para vengar la nnatanva de cristianos por un gobernante judio de Yemen 1 525, Es facil reinterpretarlo como un simbolo de re- ncia a los capitalists conversos. Probablemente, los Jrstitas que promovieron su culto solo conocian la ver- ‘int bizantina de su leyenda, que le presentaba falsamen- te como un modelo de ortodaxia cristiana, que presun- tamente se hizo ermitafio después de enviar su corona de foro camo exvoto a Jerusalén. Benedicto de Palermo, po- siblemente el patrén favorito de las cofradias negras, ad- Guirié gran populasidad tras su beatificaciGn en 1743 Nacido en 1543, hijo de esclavos, se hizo ermitaiio en st jjuventud para escapar de los insultos que Te dicigtan pot ser negro; después, ya ordenado franciscano, lego a ser guardian de su conwento y tras su muerte hizo milagros. Santa Ifgenia era una apécrifa virgen negra, exhumads por eruditos de la Contrarreforma en textos del siglo vt, ‘con el propésito de presentar la conversién de Ftiopfa {como un logro de los tiempos apostélicos. Se suponia aque era tna hija del rey que rechaz6 una propucsta de ratrimonio del sucesor de su padre y ressté los ech 708 de los magos de su pretendiente con la ayuda de otras doscientas virgenes. Los sacerdotes fomentaron su culto porque encarnaba el triunfo de la fe sobre la magi, ls que se suponfa que los negros eran prociives. Pero tam ‘ign tenia un aspecto subversivo, al santificar Ja virgin dad en una sociedad de esclavos en la que las mujeres de seaban ser estériles, Fl culto a la Madre de Dios estaba ands cercano en espfritu a las religiones de fecundidad sw ppuestamente tradicionales entre los emigrantes de Aftica, ¥y resultaba mis cohezente con los intereses de los propie: tarios de esclvos, que querian que su ganado humano sx reprodujera, El catlicismo negro era un excitante, no un opiiceo, Una escena muy repetida en imigenes es la de un Judas blanco, atormentado en el inferno por torture doves negros. Entre Jas seivindicaciones de Jos rebeldes inogros de 1798 figaraba I igualdad de rato para las co fiadias de negeos y de mulatos. AMERICAS COLONIALES. 7 Desde fuego, el catolicismo negro del perfodo colo- tual era diferente del de los blancos. Los amos no permi- ttun que los esclavosassticran a misa, oficialmente +a causa del olore, pero en realidad para mantenerlos fuera del al- tance del clero peligrosamente radical. Las coftadias blan- ‘ay vilipendiaban a ls negras, «con sus guitarras y tambo- ‘con sus prosticutas miestizas» y con sas pretensiones vwiicionarias, somo si no fueran diferentes de la gente Iianca y honrada». Los negros fugitivos que se echaban al one para formar sus propias comunidades y teinos in- ilependientes fueron oficialmente excomilgados; a jerar~ religiosa sola rechazar sus peticiones de capellanes. 11 vangelizacin en Brasil comenzé antes de Ja Contra nnefiema, cuando el clero atin se conformaba con niveles tuperficiales de adoctrinamiento. Continué en una €poce de ereciente sensbilidad catlica Tas tradiciones nativas de lun posibles conversos, a los que no siempre se exigia que slyuraran de toda su cultura para poder hacerse cristanos. Hisacerdote mulato Antonio da Vieira, que Hegé a ser ca jellin real, importé emiscaras y somajas para demostrar a Jos paganos que la religion eristiana no era trister. Como senecuencia parcial, el catolicismo braslefio es uwna defi- ‘wwi6n-paragaas que abarca una desconcertante gama de tniilos de devocién, con diversas y_profundas raices. uns atreverfamos a decir raciales? «Mis que reemplazar- 1a, cl catolicismo se superpuso a la religion afficanae, dijo ogee Bastde, que dedieé su vida a estudiar los efectos. los misioneros practcaban con los esclavos sla ilusién de tua catequesise, segiin la gran socidloga brasilefa de la re~ lyin Nina Rodrigues. Lo que se tomuba del erstanis- ny no era la doctrina, sino la apariencia, hay quien dirfa que un scarmufajes, con el que el paganismo eludié fa a as ansinicas persecucién. Tal como ha explicado la sacerdotisa de ms ccumba Maria José, los esclavos sustituyeron Jas imégenes del dios toruba Orixa por imigenes de Cristo, ¥ los por tugueses pensaban: «Qué esclavos tan estupendos, no ha cen mis que rezar a Jesucristo». Asi pues, la religion negra cra distintiva y —desde el punto de vista clerical deficien te, Fuera de las colonias ibéricas ~y sobre todo en las in sglews y holandesas, donde las plantaciones eran inaccesi bles para las Srdenes religiosas, la infiaevangelizacion ea aiin més acusada, En cuanto a ba religién de los americanos blancos de tiempos coloniales, su gran rasgo comiin ~aunque no constante~ era el entusiasmo. Su manifestacién més co racteristica fue tal vez el ogran despertare de los resurgi~ rientos evangélicos en las colonias britinicas a mediados el siglo xvi; una reacci6n contra el racionalismo rel «gioso convirtié en idolos populares a predicadores ferviert tes como Jonathan Edwards, cuyo propésito no era «pro- ‘veer las cabevas, sino conmover los corizones. Los eriticos se quejaban de que «os gritos, Jos desmayos, las convul siones y cosas parecidas» habfan sustituido a la litorgia en congregaciones weria, sobria y solemnemente fuera de sus cabalese. Esto era indecoroso, pero quedaba santfi cado por el entusiasmo, En el culto eatblico no existia wn cequivalente exacto, aunque en el mundo catélico del s glo xvi hubo un movimiento paralelo que abogaba por los sermones carismaticos y las manifestaciones emocio- nales por parte de la congregacién, No obstante, el entu~ siasmo que lo inspir6 tuvo simrlitudes muy préximas en las regiones espafiolas de América Yes que las primeras colonias de la mayoria de las potencias europeas se fundaron en una época apasionante AMJxicas COLONIALES. » dle la historia de a cristiandad europea: una época de evanigelizacién, El clero eatblico y los predicadores pro- testantes estaban empeiiados -a pesar de sus diferencias sii un proyecto comén: difundir una conciencia cristiana ‘ugrandecida, catequizar a los tebafios mal evangelizados ile fas soledades rarales desatendidasy las nuevas aglome~ turiones urbanas, donde Ia iglesia medieval habia estado awente o inerte, Muchas colonias fteron creadas por -0 fellas se infitazon— refugiados de la persecucién re- Iyiosa, que se tomaban su fe muy en serio: eatdlicos y orestantes radicales en Norteamérica, judaizantes en les twlonias ibéricas, Hasta los laicos mis testarudos podian resultar vulnerables al entusiasmo religioso en la turbu- lonta atmdsfera de un Nuevo Mando en el que todo pa~ tevin posible se podia crear una nueva iglesia a partir de «eto, sin la corrupci6n y las tergiversaciones que habjan dlesvirtuado las ensefianzas de Cristo en el Viejo Mundo. Colin y Cortés ~ninguno de los cuales habia dado mu- thas miesteas de interés por la religi6n en su vida ante- tor tuvieron visiones de una nucva era de restatracion spostélica en las tierras que conquistaron. La forma més extrema de entustasmo, el milenatis- tu, €8 en algunos aspectos la religiosidad caracterstica fas Américas. Se puede detectar en las religiones indi evas precristianas: en México central, casi todos los pue- Mos celebraban ritos de renovacién de la tierra por el Icgo cada 52 afios y cultivaban mitos de la inmolacién Jwriddica del mundo en un horno divino. Pero para estas ¥yottas cultuzas indfgenas que conocemos, el tiempo era «ailico, Elfin del tiempo “tal como los cristianos lo ima- uuban, como la culminacién de un progreso lineal era alwolutamente inimaginable. Los ut6picos tranciscanos * as amtinicas introdujeron el milenarismo cristiano en ¢l Nuevo Mun do en el siglo xvi. La mayoria de los primeros misione ros procedian de unos pocos conventos fianciscanos ie Andalucia, donde se seguia una tradicién particular den (20 del franciscanismo, conocida como la tradicién espi ritual. Su principal interés era el mantenimiento del es piritu del fandador, y no la adhesin formulista 0 farisaics alas reghs. Pero dentro de este espiritualismo tenfa mu ccha fuerza una mentalidad profética, introducida en a orden gracias a la influencia de un abad siciliano del si lo xu, que fue uno de los pioneros del uso de la Biblia para la adivinacién. Sus seguidores estaban obsesionados por la inminencia del fin del mundo, que, segin ereian, iia precedido por el destronamiento del Anticristo en tuna guerra cOsmica, que inauguraria Ia sera del Fspfrieu Santor, ‘A partir de entonces, ls fantasias quiliastas™ volvic ron locos a unos cuantos, a intervalos frecuentes. Mis frecuentes, creo yo, en el Nuevo Mundo que en el Vie Jjo. Lope de Aguirre se veia a si mismo como la encarna i6n de la ira de Dios. Un contemporineo suyo, el fan ciscano fray Francisco de la Cruz, se autoproclamé papa universal y emperador de los tiltimos dias, El fervor de los espiritualistas se combin6 con los vestigios de predis, posicin al milenarismo heredados de la tradici6n ind gena. En 1541, en México, un jefe nahua Hamado dow Martin Ocelotl anuncié el segundo advenimiento, en carnado en él mismo. En 1579, en Paraguay, un jefe guarani, Obers cl Resplandeciente, emprendi6 una re © Nienai, qu tia en sina do Crit ea err drat nl io anes dl oc Final. dl) aménicas COLONIALIS... on belién con un mensaje similar. En Perd, ef movimiento llamado Inkarti conservé fantasmagSricos recuerdos del Innperio inca durante la época colonial y hasta fos tiem- pos modernos, y los combiné con expectativas de la Ne~ ua de un silhimo emperador del mundos. -ELlenguaje mesianico ha sido moneda corriente en la tetérica politica latinoamericana. Simén Bolivar, Augus- tw César Sandino, Vietor Rasil Haya, Abimacl Guemin (e atchiterrorista del movimiento Sendeto Luminoso) y twatos de personajes menores han sido saludados como Inauguradores del milenio, En Ja imaginacién de los que Jeveneran como hévoe, el revolucionario campesino me~ icano Emiliano Zapata oregresarie de Ja tumba, como Arturo, Carlomagno o Cristo, para renovar ef mundo, ‘Mientras tanto, Norteamérica hered6 tradiciones si- ilares, complementadas con las fotmas originales de lenarismo que surgieron en el protestantismo. Dado aque, en general, el milenarismo se consideraba herético 0 telacionado con herejias, incluso en los entornos protes- luntes, se hizo frecuente en América, empujado hasta all por la persecucién y nutrido alli por a tolerancia. Fl ana~ haptismo, cl fundamentalismo biblico del fin del mundo yl sectas inventadas por enloguecidos profetas quiliastas fueron influencias formativas en la génesis de Estados Unidos. Los fandadores de Massachusetts tenfan la vision ale un refagio para aquellos que Dios se proponia salvar de Iu destrucci6n generals. John Cotton predijo que el fin dle! mundo Uegaria en 1655. Increase Mather creyé oir tGmo «se disparaban los cafiones mortiferos de Dios ‘ontemplando el cometa de 1680. Los shakers se autode- twuminaban «Sociedad Unida de Creyentes en el Segun- do Advenimiento de Cristo». Los adventistas, los mor- ‘mone, los testigos de Jehova, los adeptos de la Danza ih los Espiritus y cientos de sectas mis que han mantenidn vivo el milenarismo en los siglos posteriores a la inde pendencia han sido mantenedores de una gran tradic americana, Lo nuevo y lo vg las Améscas colonilesen la historia mundial La historia conjunta de las Américas ¢s importante debi do al impacto que ha ejercido el continente en el mands ‘Si marcamos en un mapa {a difusién de la influencia v1 fen algunas zonas y durante el xvi en la mayoria de elas. Este hecho no se debe tomar como una prueba de que Jos colonos espatioles fueran motalmente superiores a los ‘otros, En casi todas ls regiones que colonizaron o domi~ hnarom, necesitaban a sus indios como mano de obra y para mantener en fancionamiento lz antigua agriculeura Jntensiva; por Io tanto, se esforzaban por mantener vivos a los nativos y lamentaban amargamente los brotes de fepidemia que mataban a sus ttabajadores y tributaries Tos expafoles culpaban a los indios de mosir con dema- sada facilidad, En zonas donde los nativos eran ms una tmolestia que una ayuda, Jas autoridades expats que- AMGNICAS COLONTALES. 01 brantaron con frecuencia sus propias normnas de adminis- tmacién, En Chile, a principios del siglo xvu, el goberna~ dor Garcia Ramén no tuvo reparos en declarar tina gue- 1a de exterminio contra los mapuches; el intento qued6 frustrado, no solo porque el clero se opus, sino también porque no dio resultado Pata muchos pueblos, cuando comenz6 la recupera~ cin demogrifica era ya demasiado tarde. En la mayor parte de las Anuillas, l poblacién indfgena ya habia sido ‘exterminada y su cultura habfa desaparecido, En cual- ‘ier caso, la matanza de cindioss se reanudé después de In independencia en algunas reptiblicas otrora espaftolas; cn el sur de Argentina, el exterminio sistemtico, desco- nocido en tiempos coloniales, fare introducide por el ge- neral Roca en el decenio de 1880. Al otro lado de los Andes, aproximadamente al mismo tiempo, una implaca- bie politica de guerra total, aunque no explicitamente yenocida, transformé el sur de Chile, aunque esto oc 1ri6 después de que un enloquecido terrateniente francés tle Dordofa intentara conquistar la Araucania, primero ppara Francia y despnés como teino privado para él mis- imo, alegando que los nativos tenian derecho a la autode- lwrminacién y que Chile eno tenia derechos y sus leyes ‘ran ineficaces, Los aparentemente indémitos mapuches habian imantenido wn estado independiente ~gandndose Ia ad- iiraci6n de roménticos y liberales~ durante toda la épo- colonial. Cuando Chile se rebel6 contra Espatia, los ‘napuiches revelaron una lealtad a la Corona espatiola we antes habia pasado inadvertida, La nueva y débil re- piiblica era incapaz de imponer su dominio en la Arau~ tania, el territorio indio jamés conquistado, entre el 102 as AMERICAS Bio-Bfo y la regidn de Valdivia. Sin embargo, durante ol tercer ctatto del siglo x1x, Chile adquirié los medion + el motivo para un enffentamiento definitivo. Una exple sin demogrifica mundial dispar6 Ia demanda de nitts tos y cobte de Chile, y generé el dinero con el qu comprar sinstrumentos de imperios: cafiones de acer 4 ammetralladoras Gatling, El ferrocarsil desgarxé territors: virgen. Los colonos —cayo ndimero aumentaba a medida ‘que salfan excedentes de la sobrepoblada Europa 1011 vvaron la presiém sobre las tierras indias. La guerra stall a finales del decenio de 1860. Durante gran parte del decenio siguiente, los proyectos chilenos se vieron ols taculizados por la guerra en otros frentes, contra Pert Bolivia. Los indios lograron una serie de impresionautes victorias defensivas, comparables a las victorias con «l ‘iltimo aliento de otras victimas del imperialismo otras regiones del mundo y en el mismo perfodo: la hu ‘gy muchas veces triunfante resistencia indigena duran te las guerras maories; el triunfo de sioux y cheyenirs en Little Big Horn; la victoria zuli en Isandhhwars Pero, como todas esas victorias, las de los mapuches tu vieron un efecto breve, La estrategia chilena de acorralir «sus adversarios al otro lado de fronteras fortificadas empujéndolos poco a poco a un territorio indefendible En 1883 fueron derrotados y confinados en una pequ fia reserva dentro de sus antiguas tierras. Aun asi, sale ron mejor parados que sus homélogos de Argentina Norteamérica, que fiteron exterminados © sometidos + desmoralizadoras migraciones forzadas, En las zonas de colonizacion_predominantement britinica 0 de dominio «angloy, os boyantes niveles de ‘mogrificos anteriores ala conquista jams se han recupe AMERICAS COLONIALES. 103 tush, excepto en el sudoeste de Estados Unidos, que an- {tv fue espatiol. Las colonias inglesas dependian de la tmuno de obra importada ~con contrato 0 esclavizada-, ‘le modo que podian petmitirse masacrar a sus indios o ‘mpujatlos hacia el ocste. Tenfan una ideologia de exter ‘la medida, Ellos eran el nuevo Israel. Los indios ‘tun los sincircuncisos, a los que habia que tatar como el antiguo Israel trat6 a Moab, Edom y Filistea: golpein- dlolos sin piedad. Los ingleses, indiferentes a la dsciplina tlovical, rata vez suftieron Los remordimientos de con lencia de estilo espatiol acerca de la justicia de su pre- seucia en América o de la moralidad de sus guertas. La ute que dejaba su tierra sin explotar a fondo o sin cer- ‘ar merecia perderla, La verdadera propiedad solo se de- tmwsttaba con la Kinea de la cerca o las marcas del arado. | indios de les zonas de expansién britinica eran de- usiado pobres para que valiera la pena explotasios y que yaran tributo, Resultaba mis econdmico despojarlos y ‘wnuituitlos por granjeros blancos o esclavos negros. La tinwa colonia donde se modificé este razonamiento fue |b ineipiente Pensilvania. Alli se combinaron considera ies morales y materiales que favorecian «nia politica tle amistosa colaboracién con los indios. Gracias ala ele- ‘vals moralidad cudquera de los fandadores, se pagaron evios supuestamente justos por las tierras adquitidas a 4h itivs, a los que se animaba a permanecer en a fron | como amortiguadores contra tribus hostiles o impe~ Hos europeos rivales, Pero este equilbrio de eamor y ‘eunenso» estaba condenado a romperse en el siglo xvu 4 sumentar la presi6n de Ia poblacién blanca, que acabé telusondo los limites del estado que los findadores ha- nau concebido. 10 as aséacas En toda la América britinica, los pueblos nativos fue~ zon una fuente de contficto entre los hombres de la fron tera y los representantes de la Corona, que deseaban la proteccién de las naciones indias samortiguadoras» y el beneficio que representaba una concentracin relaiva- mente densa de mano de obra blanca, que se disper al expandit ls fonteras. En cambio, desde el punto de vista de la mayoria de los sGbditos coloniales, Ios indios ‘eran meros impedimentos a la apropiacién de tierras EL mejor método para tratar con ellos era el genocidio, En 1637, un explicito intento de exterminat a todo un pueblo -los pequot de Nueva Inglaterra~ quedé a medio concluir en una matanza en cl rio Mystic, donde, se- gin informs el gobernador, se podia ver a las victimas siéndose en el fuego, que los chorros de sangre apaga- bane. Hasta el nombre mismo de la tribu quedé proscri- to, En 1675, enfrentindose a la politica oficial, un colo- no descontento, Nathaniel Bacon, declaré la guerra en Virginia, con li explicta intencién de acabar con todos los indios, tanto amistosos como hostiles. Este tipo de atrocidades fue caracteristico de finales del siglo xv, un perfodo de creciente tensién que también provocé vio- Tentos enfientamsientos en las zonas colonizadas pot Espa~ iia en Florida y Nuevo México- entre las colonias, cada vez mayores, y los amenazados nativos. En términos de pérdida de vides por ambas partes, el peor de estos episo- dios fire Ia guerra del Rey Felipe, que tuvo lugar en Nueva Inglaterra en 1675-1676. Iniciada por un jefe al- gonguino que se ls ingeni para reunir una coalicén in- dia mis amplia de lo habitual en un intento de frenat la expansin blanca, este movimiento de resistencia amiena- 26 con invertr la direcei6n del exterminio; durante unos AMénrcas COLDNIALES. Ms, pocos meses, la presencia blanca corrié verdadero peli- 0, basta que el bando de los colons reclut6 a tribus ttaidoras del interior para restaurar el equilibrio a favor del hombre blanco. Los representantes de a Corona britinica hicieron ruevos intentos de modifcar la politica fronteriza a favor de los indios en el siglo xvmt, cuando la competencia con el imperio francés hizo aumentar el valor de la amis~ tad y la sumisién de los nativos, Pero cada victoria sobre los franceses y cada aumento de la seguridad acfan que sumentara la fricién en las fronteras indias, que a veces provocaba violentas contramedidas por parte de las auto- tidades coloniales y matanzas de indios por los ingober- nables colonos. El genocidio se reanud6 en los Estados Unidos independientes hasta el decenio de 1890, cuando se hurtaron las élhimas tierra indias que valfan la pena se dleclaré oficialmente «cerradar la ffontera y se enterrd @ los muertos de Wounded Knee, Cuando Estados Unidos se decidié por fin a contar sus indios, en 1910, habta 266.000; segin los célculos mis fidedignos, esto repre- sentaba probablemente menos del 10 por ciento de la poblacién de la misma zona en el siglo xvi. En Brasil se aplicaron prieticas similares durante més tiempo atin. Alli los problemas de fos nativos se exacer- baton en la época colonial, ya que las leyes permitian que fiteran esclvizados. Segin un eileulo coetineo, solo en cl 1fo Negro se esclaviz6 a tres millones en los cien afios interiores a 1750. El 35 por ciento de las comunidades nativas brailefias registradas en 1900 habian desaparecido hnacia 1960. Las despiadadas expulsiones, ls expropiacio- nes destructvas y las masaeres no reconocidas continua- ron hasta después de 1980. Durante este decenio, el gran 106 tas aséatcas economista Walt Rostow estuvo de profesor visitante en imi college de Oxford. En las comidas solfa molestarme con su insistencia en la superior htumanidad de los brasi~ lefios respecto de los demas latinoameticanos, debida ala tradicién portuguesa. Por fin se me acabé Ja paciencia sDisculpe ~dije-, pero zacaso los brasilefios no masacran a sus indios?» eBueno... ~respondié, haciendo una pausa para masticar un bocado de veaw d la cme-, masicran a tunes pocos.» Todo multiculturalismo tiene sus limites, Brad, una de las primeras y ejemplares democracias plu- ralistas det mundo, durante mucho tiempo hizo wna ex- cepcién con sus indios, ; ‘El desastre demogrifico contribuy6 a difindir por el hhemisferio nuevas pricticas econémicas: ranchos, planta- ciones con esclavos, minas, trabajo asilariado, comercio de gran aleance. Los ranchos fueron una novedad muy potente, porque podian transformar la ecologia de vastas regiones y porque las Américas offecian mucho terreno propicio. Las zonas interiores del Viejo Mundo, en las Que se inspiraron, eran mindsculas en comparacién con clos: ticrras marginales para crfa de ganado en Extrema ‘dura y estrechas cafadas de trashumancia para pastores, que crazban Castilla. En el Nuevo Mundo, los ranchos, ‘ocupaban enormes extensiones de pradcra, pampa y ser tao, Antes de la izrupein det colonialismo europea, era ‘an modo de vida casi desconocido, Aunque en muchas fneas del hemisferio precolonial proliferaban formas de vvida acusticas, habia pocos animales terrestres adecuados ppara la ganaderia; solo se habia conseguido con las lamas ¥ vieutias de los Andes, y exo a escala relativamente pe- (queia y limitada. Para el desarrollo de la ganaderia para alimento, es imprescindible disponer de Gerras margini~ les, inadecuadas para el cultivo de plantas alimenticias; fuera de Jas punas las praderas de altura— de los Andes, habia pocos lugares donde este tipo de entorno albergara a una especie domesticable y explotable. El carnero ci~ marrén de las Reocosas, como ya se ha dicho, habria po- dido resultar muy til en Norteamérica, pero parece que su habitat normal era demasiado alto y fifo para que lo ccuparan, a no ser temporalmente, los pucblos que vi- ‘vian en esas regiones. En otras zonas habia a mano cier~ ‘wos, bisontes, caribites, bueyes almizcleros y guanacos, ‘pero nunca en las proximidades de pueblos con medios 0 ‘motivos para domesticarlos, Y sila rancheria fue posible gracias a nuevas razas de ginado procedentes de Europa, las nuevas tecnologias ‘europeas transformaron la minerfa, La explotacién loca- Tizada de lavaderos de metales y minas poco profundas ddej6 paso ala extraccién a gran escala en minas profiin~ as, y de minerales que requerian fandicién a altas tom~ peraturas 0 materiales para las amalgamas que antes eran inobtenibles. Igual que con los ranchos, las oportunida- des eran inmensas, en comparacién con el Viejo Mun~ do, En el siglo xv1, las Américas se llenazon de buscado- res de «El Dorado: el fabuloso reino rebosante de oro, que Cartier buscé en el San Lorenzo, Coronado en Kanses, Raleigh en la Guayana.... A medida que el mito de El Dorado y otros semejantes tban perdiendo credibi~ lidad, sc encontraron verdaderas riquezas en los lechos de los rios 0 en la tierma: en el siglo Xv1, las «montaias de platar de Zacatecas y Potosi, y ls esmeraldas de Esme~ raldas; en el xvi y el xvm, el oro yy Jos diamantes de ‘Minas Gerais; en el xx, las fibres del oro de California y Alaska; y entre estos casos espectaculares, innumera- 08 Las AMERICAS bles fiebres del oro locales. La mineria aporté Jos medio y los focos para el desarrollo de economias salarialcs Poco a poco, los salarios sustituyeron a Jos sistemas «le tributo, servidumbre, esclavitud y agricultura de subsis tencia, que proporcionaban la mano de obra para lt economias preeuropeas. Con el tiempo, en lugar de ‘mundo en el que cada sociedad tenia su propio siste el hemisferio se convirti6, més o menos consistente mente, al capitalismo uniforme. Bl comercio de largo alcance, a una escala inimagi rable antes de las conquistas europeas, expandié la zon de intercambio cultural hasta abarcar todo el hemisferio, En general, se suele pasar por alto que en el Nuevo ‘Mundo colonial se mantuvieron intactas muchas pautas de intercambio precoloniales; los comerciantes europeos se unieron a las comunidades de mercaderes ya existen tes, extendiendo el aleance © aumentando el yolumen del wrafico, fomentando To que los aventureros del océa. no Indico lamaban «comercio en zonas, consistente en intercambios locales o regionales que nunca llegaban Europa. En la Norteamérica colonial, el comercio de pieles de ciervo y castor prolongaba la prictica precolo- nial. Los «oureurs des bossy los tramperos con traje de ante encajaron en una estructura ya existente, que co- nectaba los territorios de caza con las rutas comerciales yy tibutarias. Los hurones, ageicultores y comerciantes {que no necesitaban cazar excepto como ejercicio tradi- ional y complemento dietético, fueron los intermedia- rios del comercio de pieles de principios del siglo xvi, abasteciendo a los compradores franceses de Quebec. Hacia 1620 entregaban de diez a doce mil picles al aio. Hace unos afios encontré un fascinante documento de Ansinicas COLONIALES. Ww have mas de cuatro siglos, de Ia Venezuela colonial, Ha- Ins ido a parar, por extrafio que parezca, al Registro Pa- Iiiwo de Londres, es de suponer que por mediacién de ‘uw barco pirata inglés que debié de apoderarse del buque tirtvo en el que, hacia 1594, se levaban los documentos 1 Fxpatia. Expbica cémo los mercaderes espavioles partici- quban en un ptovechoso comercio en canoa de telas lo~ tales, medicamentos naturales y tintes 2 lo largo de la ‘onta de Venezucla en el decenio de 1590. De manera si- ilar, la economfa que mantenfa a los conquistadores de Yucatin no eta el comercio transocednico de articulos {weciosos, sino una prolongacién del antiquisimo comer- {up con México central, basado principalmente en el ca- 140 para el consumo en Ciudad de México. Por supuesto, la actividad espafiola no se limitaba a cmpresas modestas de este tipo, signiendo las pautas tra- tlvionales. La monarguta hispinica fue una gran inau- yuradora de nucvas rutas comerciales intraamericenas Nuevas ciudades,findadas en Tugares donde antes nunca Jhubia babido asentamientos importantes, sobre todo en las sostas del Pacifico y el Atlantico, se convirtieron en ima- is para el abastecimiento de productos alimenticios, te iilos de algodén y materiales de consteucci6n, La con- awista de Prd, de 1527 2 1533, exigié uma nueva ruta transcontinental a través del istmo de Panamé, que se convieti6, como la alternativa abierta mis adelante desde olivia al Atdntico por el Rfo de la Plata, en una impor- lunte artetia del imperio espafiol para el transporte de plata, Las nuevas explotaciones mineras en remotas tie- tras del interior estaban atendidas por rutas para carava~ ‘as de mulas, que la civilizaciones indgenas nunca ha-~ ban necesitado, La conquista de gran parte de Chile 10 1s amtintcas smediados del siglo xv estimulé la creacién de una nueva yy heroica ruta maritima, aguas adentro del Pacifico, para superar la cortiente de Humboldt; los veleros tardaban, mis en Hegar de Lima a Concepcién que de Sevilla a Santo Domingo. Ta lenta pero inexorable expansi6n de las fronteras espafiolas puso en contacto regiones que antes no se conoctan; la conexién entre México y Perd es el caso nis llamativo, porque parece increible ~pero es cierto— due las civilizaciones de esas zonas no hubieran tenide {jams coptactos mutuos significativos antes de la Lega ‘da de los espaiioles, Aunque las zonas que los espafioles ocuparon en Nuevo México, Arizona y Texas habian mostrado en el pasado algunas sefiales de influencia cultural mexicana, California fue un descubrimiento totalmente nuevo, donde las misiones espaftolas del si- ‘glo xvii emprendieron por primera vez iniciativas de asentamiento y agricultura, que convittieron la regién en un potencial socio comercial para otros territorios de la monarquia, Antes de Ia llegada de los espafioles, Jos mercaderes imdigenas habrian podido navegar por el Amazonas y el Orinoco, pero, segin nuestros conoci- rmientos, nunca lo hicieron. Aquellas potentes y miste~ riosas rutas fluviales no se explotaron plenamente como atterias de comercio hasta bien entrado el siglo xvi, tras Jos esfuerzos de exploradores heroicos como Pedro Teixeira, que en 1639 demostré guc el Amazo- nas se podia navegar vio arriba desde el Atlintico hasta las proximidades de Quito; 0 como Miguel de Ocho- gavia, wel Colin del Apures, que en 1647 celebré su propia hazafa en una copla Llegué, vi, vend! y reresé con gloria del Orinoco, cristal rajados y miedos calmados A Dios dedico agradecido mi maravilosa historia, «4 vosotas lectoes, as ganancas del mend Tradicionalmente, los historiadores del nuevo come cio inaugurado por cl imperio espafol se han centrado en el comercio transocednico que cambié el mundo: la carrera de Indias, que conectaba Espaiia con Amética e inyect6 un torrente de oro y plata en [a economfa europea, tan dependiente de las especias; los asientos de los traficantes de esclavos, que Hevaron. a otros comer- ciantes europeos a las costas espatiolas del Caribe y co- nectaron Tas Américas con Affica; y la ruta del galeén de Manila, que cruzaba cada afio el Pacifico hasta Acapulco, fzcilitando el intercambio directo de plata mexicana por rmamufacturas chinas. Pero desde el punto de vista de la bistoria americana, las nuevas empresas intraamericanas eran mas importantes; as rutas conectaban zonas del he~ tisferio previamente separadas, haciendo posible pensar fen una extensi6n cada vez més grande como un todo {inico. En Norteamérica, 1os taficantes de pieles ~aun- que el destino final de sus mercancfas fuera, con abruma~ dora preponderancia, ol mercado curasiético~ desarrolla- ron también el scomercio en zonar, prolongando poco a poco sus rutas de suministro cada vez més al interior. Ha cia el final del periodo colonial, el aprovechamiento del sistema fluvial Missisippi-Misouri como nueva ruta ‘comercial convirtié fa cuestién de Lwisiana en wn asun- to vital y dio lugar a una sorprendente proliferacién de reclamaciones de soberania, hasta que fueron zanjadas en 1803 a favor de Estados Unidos. m2 as aninicas La tendencia del comercio a entrelazar partes de las ‘Américas en constante crecimiento se accleré en el pe- réodo poscolonial. La famosa experiencia de Richard Henzy Dana en su To Years Before the Mast (1840) ilustra Ta notableiniciativa que enlazé California y Nueva Ingla~ terra por mar, Tras un viaje alrededor del continent pa- sando por el Cabo de Hornos ~una ruta particularmente dura que obligaba a los marineros 2 tirar con todas sus fuerzas de las vergas para virar contra el viento-, extien- den picles en la playa cerca de Los Angeles y asisten a la boda de un hombre de negocigs yanqui, de talante her- rético y sombrero de copa, con tina encantadora sefiori- 1a; asf fue como California emper6 a conectarse cultural yy comercialmente con la vida de Estados Unidos, antes de que el continente se pudiera crazar por tierra con se- ‘gutidad y confianza, Fl entrelzzamiento y fusion de las ‘Américas continué con los pioneros ~exploradores, cien- SBicos, wamperos, jesuitas, mormones y mineros~ que laboriosamente abrieron rutas transcontinentales ¢ inter- fluviales a prineipios del siglo x1x. Les siguieron as cara~ vvanas y Jos prospectores ferroviarios. Cuando las rutas comerciales erecen, se producen ttansferencias bidticas, Los intercambios ecoldgicos que acompafiaron y siguieron al colonialismo recorricron las ‘Américas de lado a lado y atravesaron el océano. En la actualidad se cultivan las mismas variedades de maiz en Dakota del Norte, México y Argentina. Los pavos, des- conocidos fuera de Mesoamérica en la época de la con ‘quista, se han convertido en el plato del Dia de Accién de Gracias de Estados Unidos. Los pimientos picantes hhan conguistado los paladares del norte, Los ingredientes caracteristicos de la cocina mexicana ocupan cada vez ansinicas COnONIALES. 18 nis territorio culinario, Bl chile es la marca distintiva de ‘esta cocina; el maiz-y los fijoles, sus simbolos lids; las 1s aportan las amarras; una pelicula de queso ¢ su ‘bandera, FI chile con carne es su plato emblemitico. El chile forma parte de la historia de la americanizacién de ‘América, levada a cabo con el repertorio de ingredientes anteriores a la anexiém americana del sudoeste y que, des- de entonces, ha conquistado poco a poco a Tos conquis tadores. EI mend del intereambio ecolégico incluye los ca- cahuetes, originarios de Pend, donde ya se cultivaban a principios del III milenio a.C. Casi con seguridad, llega- ron a Norteamérica por tna ruta tortuoss: primero, los porttigueses los llevaron a Africa occidental y después ze gresaron al Nuewo Mundo como alimento en Jos barcos nnegreros. A principios de la segunda mitad del siglo x1x, ‘un agrénomo affoamericano, George Washington Car- ver, se dio cuenta de sus posibilidades como respuesta a tuna de las grandes carencias del mundo: la falta de grasa, que escaseaba debido al gran aumento de la demanda de tina poblacién mundial cada vez mayor y a Ja floreciente industria de las municiones, que necesitaba nuevos mé- todos de engrasar los eartuchos. Carver ides métodos de prensaje para extraer su alto contenido de accite y siste- ‘mas para aprovechar las semillas enteras como alimento, En la actualidad, Estados Unidos es el tercer productor del mundo, detrés de China y la India, Bl estado de Geor- gia domina la industria en un pafs en el que la mantequi- lla de cacahuete es un manjar reconfortante, que se as0~ cia con la seguridad de la infancia y el amor materno, El hecho de que Jimmy Carter fuera un cultivador de e3- cahuetes contribuyé a su imagen de persona tratable y de 1 TAS AMERICAS confianza durante su campaila para las elecciones presi- denciales de 1976, cuando los anuncios de televisién le presentaban con st cosecha entre las manos. Los tomates, que eran de origen andino y ficron esenciales en la deta de lx antigua Mesoamérica, también tuvieton que intro ducirse en Norteamérica via el Viejo Mundo; no llega~ ron hasta el siglo xxvm, Pero, gracias en gran parte a la popularidad del ketchup de tomate como aderezo pant perritos calientes y hamburguesas, ahora son el segundo ‘vegetal mis importante, por volumen consumido, en Es- tados Unidos. Solo las patatas los superan; y esta es otra planta de culkivo sudamericana una de las mis antiguas ‘del mundo, derivada de un tubérculo andino y gue puc- de que se empezara a culivar hace diez mil afios- qui necesité agentes europeos para llegar a Nortcamérica, EL equiv colonial En conjanto, el efecto de la experiencia colonial consis 186 en hacer que las Américas se parecieran mis unas ‘otras, no en distanciarlas. El colonialismo introdujo uns capa de autoridad politica ~el dominio extranjero~ que ‘era similar en todos los sitios donde se estableci6; nunca Jamis en la historia registrada habia existido un orden politico tan uniforme en wn area tan grande de las Amé ricas, Aport6 una religidn comin, pues el cristinismo, ya fuera en la version protestante © en la catélica, ent considerablemente uniforme, en comparacién con el pa ganismo que le habia precedido, Los intrusos europe difindieron tecnologias eficaces para creat tiqueza y ha cer ha guerra, Introdujeron pricticas econdnicas com anéntcas covomiauss. 5. nes, un sistema de escritura comtin, convenciones y ri- tuales piblicos uniormes, ideas consistentes sobre la it~ fancia y el matrimonio, el parentesco y la consinguini- dad, la amistad y la enemistad, la guerra y la paz, el amor y la muerte, Segiin nuestros conocimientos, ninguna de ‘estas cosas abia sido uniforme antes en las Américas. AS pues, hacia el final del periodo colonial, los rasgos comu- nes de Ia historia de las Américas seguian siendo nota- bles; de hecho, mis notables que Ia diferencia, em a5- jectos importantes. ‘Las colonias espafiolss formaron una nueva y vasta & (rucrura para el intercambio cultural. En los dos primeros siglos de presencia espafiola Ibo abundantes evidencias inateriales de la difusién de la cultura desde los centros hist6ricos de las Américas hacia el exterior. Aparecicron iglesias jesuitas en la Amazonia y en el Chaco. Surgieron cindades espatiolas en las profimndidades del Cono Sur, que munca habia conocido ta civilizacién urbana. En el siglo xvnr brotaron misiones franciscanas y presidios mi- lates a lo largo de Ia costa de California y en la frontera ilesértca con Ja pradera norteamericana, y agentes espa- foles negociaban la sumisi6n de pacblos nativos tan nor~ teilos como los mandén del alto Missouri y tan surefios ‘como os bilches de la otra orilla del Bio-Bio. Fl caste llano se convirtié en una perdurable lengua franca usada fn la mayor parte del hemisferio. En comparacién, An~ loamérica era una empresa modesta y precaria, Antes del siglo xx, sus adquisiciones teritoriales a expensas de los espafioles fueron muy escasas: Jamaica y otras pocas ws del Caribe y, mis adelante, Florida. ¢Cuindo y mo cambié el equilibrio de poder y potencial a favor dle los anglos? z¥ por qué y como se produjo la gran di- 16 1s amtinicas vergencia del siglo x1x, que lanzé a Norteamérica, y en particular a Estados Unidos, a una frenética carrera hacia el dominio, no solo del hemisferio sino, con el tiempo, del mando? El sentido comin dirige la investigacion ha- cia el turbulento periodo de transicién que puso fin a la época colonial 4 La época de la independencia El giro al interior Ex el siglo xvm, la forma y el carécter del imaperialismo europeo en las Américas se transformaron a causa de lo {que yo Hamo el egiro al interiors: la decisién de abrir ls tierras interiores del continente. En las colonias espaiio- ths, este proceso habfa comenzado mucho antes, y a esca~ kk bastante grande, En las de Inglaterra, Francia y Portu- wal, hasta entonces solo se habian dado primeros pasos uy titubeantes, En el siglo xvi las cosas se igualaron. Hasta entonces, Norteamérica habia resultado relati- ‘vamente dificil de poblar. Casi todos los intentos de fun «lar colonias en Norteamérica en el siglo xvi habfan fra- rasado. Las fundadas en el siglo xvi tardaron mucho tiempo en dar el paso decisivo hacia la viabilidad: la re~ hnovacién de la poblacin gracias a tasas de natalidad sos- {enibles. No podian depender, como hacia la mayoria de lis primeras conguistas espaiolas en América, de los ni- veles de las poblaciones nativas para mantenerse viables, Aunque no existen cileulos del tamaio de la poblacion hndigena de Nortcamérica en la época del contacto —las etimaciones mis cretbles y documentadas oscilan entre tos y cuatro millones-, no cabe duda de que la mitad torte del hemistetio estaba escasamente poblada. Y Ia po~ Hacién que habis no se prestaba bien, por falta de vo 8 as ansdincas cacién sedentatia, a servir de mano de obra para impe- ios coloniales, como habian hecho para Espaiia las gran- dies y densas poblaciones nativas de Mesoamérica y los Andes. Al principio, la inmigracin no podia compensar el déficit, Hasta la segunda mitad del siglo xvu, la mayorfa de los inmigrantes de Virginia masieron sin éxito apre~ lig 5 on mgmt ts dh Rane siempre baja. Pocos colonos Ilegaban a superar los cincuenta afios. Los pantanales de Virginia, donde se fundaron los primeros asentamientos permanentes a partir de 1607, cran tan in- salubres que del primer centenar de cofonos solo treinta y¥ ocho segufan vivos nueve meses después del desembar- co. De los tres mil primeros solo quedaron oon doscientos después de una sangrienta guerra con los nati~ vos en 1622, La poblacién no emperd a aumentar de manera natural hasta unos cincuenta aos después del Primer ssentamiento. El paso decisvo fue acompafado por un aumento de la fasa de inmigracién, que se triplicd en cl periodo de 1650 a 1670, aproximadamente. El entorno de Nueva Inglaterra cra menos host; sDotado de gracia y provisto de medios», como dijo un colono puritano. A partir de 1630, los colonos pudie cultivar lo suficiente para mantenerse, y el crecimiento natural mantuyo la poblacién en aumento. Pero como ca recia de productos que dieran dinero, la regién presentab ‘pocos alicientes para los inmigrantes: en todo el siglo xt solo Hegaron 21,000, y en cantidad decreciente, ya que sol un tercio de ese total legs después de 1640. Estos proble ‘mas eran generales en las colonias del noste. En Nuevs Holanda solo habfa cinco mil personas cuando la colons fiacas6 en 1664. Nueva Francia recibi6 menos de eustic [ 1A EPOCA DE LA INDEPENDENCIA 19 ‘mil inmigrantes en Ta segunda mitad del siglo xv, Frane cia, aunque en los primeros tempos tenia una poblacidn bastante densa seysin los criterios eutopeos, nunca fue ca Paz de hacer salira muchos colons Por consiguiente, los fianceses fteron incapaces de imitar alos xpafioles y portugueses en la ceacién de gran. des imperios continentales en el interior americane, Los Ohio, Estos datos son importantes porque, a la larga, la vara con que se ha medic el éxito de la colonizacién de ‘América ha sido la actividad en el interior del continen. te; esta es la direccién que toma sla ruta del imperios, Las tlonias que se quedaron aferrads als cosas nunca pu tlcron ser plenamente americanas; tendian a seguit sien. tlo puestos avanzados de Furopa o los margenes de civil. saciones ocesnicas. ‘Los imperios maritimos europeos estaban destinados, lurde 0 temprano, a avanzar hacia el interior, siguiendo ly tlreecién del imperiatismo tradicional. Porque la dife- ‘eta entre un imperio maritima y un imperio tervestre ‘mis que una mera cuestiOn de situacidn 0 de caracte. wacién o clasifcacién geogesfica. Los imperios marti. tues son imperios comerciales, que siempre procuran ca. tuslizar ya veces contiola. Los imiperios de tier adentvo Intentan ademis, 0 sobre todo, controlar la produccién, Colin se planted un sistema comercial cuando descubrig. |. Fspafiols, imaginando una colonia mercantil europea luo I eutela de Castilla, dedicada al comercio de algo. thn, Taea y etclavos. En realidad, ninguno de estos pro- luo era abundante, En lugar de es0, la politica econé. 10 TAS AMERICAS mia se concentr6 en las minas de oro de la isla, La gue~ 11a de conquista de Colén, entre 1495 y 1496, se puede considerar, aunque a pequefa excala, como el primer ‘paso hacia Ia creacién del imperio territorial espatil. La conquista de México represent un paso decisive hacia un nutevo tipo de imperialisto: la adquisicién de vastos tetritorios en el interior. Las conquistas de los de- cenios de 1530 y 1540 en Perit y Colombia ficron tam- bign, esencialmente, imperios de tierras alts; y la adqui- siciGn de Paraguay lev6 a los espaiioles muy lejos rio arriba, hasta las profisndidades del continente, A medi dos de siglo, el impezio espafiol no era una mera aventu~ ra amatitimar y mucho menos «costeray, como as que fundaron casi todos los estados europeos, sino que extrafa importantes recursos en tributo y plata de tierras muy in- teriores, En 1598, los conquistadores de Nuevo México, cen si ignorancia de la geografla norteamericana, creian estar adguitiendo una provincia con ficil acceso al Pacili- co; en realidad, aiadieron a la monarquia otra zona inte rior. Mientras tanco, ls drdenes religiosas, sobre todo lox jesuitas en la zona més central de Sudamérica, empeza- ron a explorar para Fspafia otro vasto imperio terrestre ccon una gean poblacién nativa ‘Otros imperios europeos en las Américas, sin la veo. taja de poder explotar una mano de obra local compara ble a la de los territorios espafioles, endieron al principio a penetrar muy moderadamente tietta adentzo; perms necieron cerca de las costas para ampliar las zonas eu Jas que podian cultivar los productos que ellos mismos introdujeron: azdicar en el Caribe, tabaco en Virginia, arroz en las Carolinas y trigo en casi todas partes. A veess se podian conseguir resultados expectaculares en un esp i {UA POCA DE LA INDEPENDENCIA nm «io redacido: en el siglo xvnt Ja colonia francesa de San- to Domingo ocupaba solo la mitad de la isla La Espatiola, lo que dificilmente se puede considerar un imperio de tierra adentro en términos de tamafio, pero era una isla de Wintschafitswunder, que durante algim tiempo se con- Virtié en el mayor productor mundial de café y azicar. El primer producto local de Brasil que atrajo la atencién co- mercial a gran escala fre el campeche. El azGcar lo des- plazé al poco tiempo, pero se trataba de un cultive que costaba mucho trabajo plantar, cosechar y refinar, que ab= sorbia capital y exigia muchos trabajacores especializados, Solo resultiba adecuado para enclaves costeros, donde se podia cultivar con buenos resultados y embarcar con fa- ‘ilidad, y por si solo munca habria inducido 2 los planta~ ddores a crear un extenso dominio territorial en el inte- tior de Brasil. De maneta similar, si Portugal empezé a interesuse por el interior de Brasil fue debido al interés espaiiol por navegat el Amazonas a principios del siglo xvm. Pero la atencién portuguesa se fie centrando cada ver mids en Brasil a medida que avanzaba el siglo y se reestructuraba sw imperio, Fatigado por largas guerras con los Pafses Ba Jos y Espaiia ~y atin mis importante, presionado e inti- tnidado por el auge de estados asiiticos indigenas tan di- suasoriamente poderosos como el de los mongoles, el de fos shoguns Tokugawa y el de los safawies en la época del sha Abbas-, Portugal se retiré de la mayorfa de sus puestos avanzados soberanos en Oriente. Brasil se con= virtis, ofaute de micuxs, en Ia joya de la corona de un iimpetio que ahora era compacto. Casi toda la costa bra- ileia estaba 2 menos de dos meses de tavesia desde Lis- boa o los puertos esclavistasafticanos. Aun asi, el Estado 1m. as AMERICAS tardé en asumir los riesgos y el coste del imperialismo tierra adentro, Bl imperio interior siguié siendo en gran medida tn asunto de negreros y rancheros privados hasta después de 1680, cuando empezaron a acumularse ls it~ formes de hallazgos de oro y diamantes en el interior profimmdo, A principios de la segunda mitad del sigh, Ia actividad agresiva habia hecho retroceder a os puestos avanzados espafioles aproximadamente hasta J linea de la actual fiontera idiomética, Aunque el imperio terrestre espatiol en el Nuevo Mundo era macho més extenso, cl de Portugal era, en algunos aspectos, niis extraordinario, hhabiéndose formado en ambientes hostiles, donde habia poca mano de obta itil y donde la mayor parte de li mano de obra existente tenia que ser capturada, esclavi vada y reubicada ala fuerza, Para entonces, la tentacién del interior habia seduci- doa Inglaterra y Francia, que intentaron imitar el impe- rio continental de Espafia en el Nuevo Mundo. El int perio britinico en el interior american tenia una imagen caracteristica, debido a su numerosa poblacién inmigran- te y al entusiasmo con ue, a partir de 1760, Jos colonos se desplazaban para ocupar ol interior, El de Francia en Luisiana era poco mais que un contorno en el mapa; los franceses del siglo seus, a pesar de la densidad de su po- blacién nacional, eran reacios a emigras. Aun asi, antes de fa retirada francesa en 1763, ambos estados reclama- ban, aunque no llegaran a ejercerlo en la realidad, el con trol de grandes fanjas del interior de Norteamérica. En parte, se trataba de una apropiaci6n preventiva y espect Jativa, pensada para excluir a Espafia de zonas con posibi- lidades pricticamente desconocidas. El giro tierra aden tro, que enfocé la vision hacia el interior del continente, LA EPOCA DU LA INDEPENDENCIA ca hizo que las oligarquias coloniales dejaran de prestar aten- ‘in a Furopa y la desviaran hacia posibles nuevos impe- propios. ‘Ot consecuencia fue que Inglaterra se enconteé con un imperio continental totalmente nuevo, en el gue tuna sociedad totalmente nueva cobré forma de pronto cn el tercer cuarto del siglo xvi, A medida que se am- pliaba el horizonte colonial, la inmigracién se disparé, Un impresionante aumento de poblaci6n —hasta casi dos millones y medio, multiplicindose por diez en tres gene- riciones~ llené un mundo en desarrollo y wna ftontera en expansién, Entre mediados del siglo xvi y el estallido de la Revolucién americana, las poblaciones de Georgia yy Carolina del Sur se tripficarons la de Virginia se dupli- ‘6, Aproximadamente desde 1760, una oleada de colo- thos escal6 los Apalaches hasta su mmuevo Canaéns, entre el Ohio y el Susquehanna, reocupando el teritorio de los primeros habitantes conocidos de América (véase p. 36). Michel-Guillaume de Crévecoeur, que se convertira en cl primer anatomista de la identidad americana indepen dliente cvando esceibié «What is an American?s, se ima- inaba a sf mismo uniéndose a Jas masas de inmigrantes aque se diriggan a las tierras salvajes de Pensitvania donde s#e levantaba un prodigioso nimero de cass, los eainpos se cultivaban, esa gran extension de laboriosidad se abria 41.un pueblo audaz e infatigables, En 1769, cuando se imauguré la oficina del catastro en Fort Pitt, se registraron 2.790 solicitudes en el primer dia, Diez nil familias vi- vian en esta frontera en 1771, Muchos de los scorazones y mentes» en los que se fragué la Revolucién pertene- sian a recién legados, sumergidos en un fermento de apasionantes posibidades. La América britinica era una colonia en proceso de cambio, que tronaba de inestabili- dad, La América independiente fue, en gran medida, una nacién de recién llegados. Mientras tanto, Nueva Inglaterra se asemejaba, sin imitacién consciente, a las colonias espaitolas mis remo- tas en zonas poco pobladas, como el Chile subaraucano 0 Ia regién del sio de la Plata. Los esclavos se adaptaban mal al clima y eran demasiado catos para su economia. Nue- ‘va Inglaterra prosperd gracias a una especie de extorsiGn: subsidios y suministros arrancados a los nativos mediante amenazas de guerra, Se salvé de la extincién prematura gracias a sv condicién maritima. Los colonos agricultores hhacian maravillas con los terrenos rocosos, que posterior :nente fueron abandonados para set susttuides por moli- nos o devueltos al bosque, 2 medida que se abr y mejores tierras de cultivo ms al oeste. Pero los habitan tes de Nueva Inglaterra nunca pudieron participar plena ‘mente en el gio al interior. Las barreras montafiosas y las fronteras con estados rivales cerraban a sus colonias mati timas el paso al interior. Estaban mejor equipados pars tuna economia de empresas maritimas. La empobrecids tierra interior impulsé el trabajo y la creacién de riquezs hacia el mar, hacia las pesquerias de bacaluo y ballenas y «el comercio de largo alcance. En cierto sentido, ese fue cl precio del éxito; a principios del siglo xvm, Is poblaci6n dle Nueva Inglaterra excedia a la capacidad de ls colonin para producir alimentos. La vocacién comercial susttuy ala vocacién agricola con la que habian llegado los pa ares fundadores ‘Sin embargo, los habitantes de Nueva Inglaterra, as ‘manera, por mar, se fiteron distanciando de la emadte pi tia», Inglaterra, tanto como los colons ¢ inversores qu LA BPOCA DE LA INDEPENDEWCIA 15 se dirigian tierra adentro por el Ohio se distanciaban por tierra. Porque el océano conducia al mundo. La tecnolo- fia naval, que mejoraba constantemente, abria sin cesar nis regiones del planeta al comercio, ya fuera lentamen- te, a base de pequetios avances, 0 a saltos repentinos, como la invencién de un método para medir la longieud 4 finales del siglo xvm. Poco a poco, a lo largo del siglo, ¢star constreftido por un imperio se fue convirtiendo en una gran desventaja para un pueblo comerciante. Los en- frentamientos de Nueva Inglaterra con Gran Bretaiia se centraron cada vez mis en cuestiones de libte comercio y libertad marftima, y en disputas acerca de la definicién de contrabando, Los grandes actos simbélicos de resistencia que precedieron a lz guetra revolucionaria fueron sinci- dentes» portuarios que pusieron de manifiesto estas cues tiones mediante actos de desobediencia civil: el motin del Té de Boston en 1774 y la toma del Gaspée en la ba hia de Providence en 1772. jMaldita sea vaestea san- rel, gritaban los respetables comerciantes que aborda~ ron e incendiaron este barco dedicado al control de la pirateria El estado de tas ates Segiin algunos latinoamericanos, as artes son el fnico dimbito de actividad civilizada en el que nunca han per- ido su antigua supremacta sobre los yanquis. En el sc lo xv y durante la mayor parte del xvut, los antiguos centros de civilizacién mantuvieron sin dficultad so pro- «hiccién artsica bajo el dominio expaiiol. Angloamérica to tenia ninguna de las ventajas de tradiciéngangpivacién 6 as amiiaicas yy iqueza en las que se basaba dicha produccién, Carecia de vida cortesana. En 1540, el virrey de Nueva Espaila ya rmancenfa un estudio de epintores aztecas». La poesia de sor Joana Inés de la Cruz, la mejor escritora del pertodo colonial en todo el Nuevo Mundo, cont6 con el apoyo de los virreyes de su época. En México y Peri se funda~ zon universidades y se importaron imprentas a los pocos afios de la legada de los conquistadores. En Ja segunda tmitad del siglo xvm, cuando la economia nacional de Es- palia experiment6 dolorosas contracciones previas a un inevo ¥ modesto parto, México y Pert offecieron mer- cados para las obras, invendibles de otro modo, de los ge~ niios de la escucla de Sevilla, Los contactos transpacificos {que llevaton a las colonias espafolas muestra de las artes de Oriente, en especial de China y las Filipinas, enrique cieron atin mis el patrimonio. ‘Pero sera injusto comparar las artes de as ineipientes colonias inglesas con las de los asentamientos espatioles, relativamente antiguos ¢ inmensamente mas ticos. Mejor seria hacer la comparacién con Brasil. Antes del siglo x1x, |as mis impresionantes penctraciones de la civilizacion en nuevas zonas tavieron Iugar en el sur del eontinente, y Brasil fie el caso mis notable. En 1500, Pedro Alvares Cabral dedic6 esta tierra a la Santa Cruz. Brasil parecia bendito. Los primeros jesuitas que Hlegaron —la primera ‘isin en ultramar de la compatifa~ encontraron en Ba- hia las huellas de santo Toms. Sin embargo, durante los dos primeros siglos de colonialismo hubo poco dinero ppara el arte, La penetracién colonial era superficial y las fuentes de riqueza escasss la madera al principio, y la in- dustria del aztcar después, abrazada a la costa. Las tients interiores de las colonizs portuguesas y de las efimneras LA BOCA DE LA INDEPENDENCIA m colonias bolandesas quedaron abandonadas a los indios yy sus perseguidores, los traficantes de esclavos:de Sie Paulo, Las artes indigenas ~trabajos plumatios, miscaras, pintura corporal no eran apreciadas por los colonos, pero incluso en este perfodo el pats Hev6 a cabo una pe- quella evolucién en la historia del arte, gracias a fos dus tradores y grabadores de la lora, la fauna y la vida nativa, {que presentaron alos artistas europeos un nuevo reperto~ rio de imigenes y una visién de abundancia y salvajismo sin precedentes. Ei tamafo y la riquera del pats erecieron poco a poco encl siglo xvu. La politica y el comercio abrieron el inte~ rior, primero como reaccién a las incursiones espafiolas por el Amazonas, y después cuando los competidores ho- Iandeses y natives expulsaron al imperio portugués de casi todas sus posiciones asiéticas. El proceso se hizo explosivo durante cl «siglo de oro», a partir de 1690, cuando el oro y los diamantes sustiuyeron al anicar como emmonoculti- yor de Brasil. En una tierra rebosante de rigueza comen- 26 uma era de ambiciosa demanda de arte de calidad, Parte del dinero se invirto en servicios y manufacturas briténi- as, esimulando Ia epeimera revolucion industrial. Otra parte fae a parara la India y China, para sufragat el per- rmanente déficit de la balanaa de pagos de Occidente con Oriente. Se invirtié mucho en dorar altares y Gnanciae la creatividad de escultores y pintores. En 1766 se prohibie~ ron los trabajos en ozo y plata pata proteger alos artesanos portugueses, pero ya se habfa esiblecido una tradicién autéctona, con artesanos nativos formados por los francis~ ‘eanos ¥ jesuitas ~como los que hicieron en Grao Para un altar que tenia fama de ser «comparable a cualquiera de fos de Lisboa y sobre todo, mulatos y negros. us AS AMERICAS Por aclamacién universal, el mejor de todos ellos fue el minusvilido mulato Aleljadinho, nacido hacia 1732, hijo ilegitimo de un carpintero portagués y su esclava, ‘Tras una juventud supuestamente alocada, que podtia ser tuna ficcién piadosa, Dios le castig6 con la lepr, la dis- twofia muscular, la parlisis parcial y la pérdida de los de~ dos de los pies. Tall6 obras maestras para las fachadas de las iglesias de Minas Gerais, com un cincel atado a los de~ dos semiparalizados. Su estilo alictivo y sinuoso Hleg@ a la culminacion en sus Gltimas esculturas, una serie de doce profetas en Congonhas do Campo. La animacién, emo~ cién y detalles decorativos habrian sido imposibles para Jas manos lisiadas del escultor, de no ser por Ia esteatita local, que es blanda cuando se extrae de las canteras y se ‘endurece al exponerse al aire. Lo que Aleijadiaho fie para la escultura lo fae el avo Manuel da Cunha para la pintura, Nacido en Rio en 1737, fie enviado a Lisboa para formas su talento ma- tural y regresd para decorar las iglesias de Rio con esce- znas de animado patetismo: los tnilagros de San Francisco, fl descendimiento de la cruz... Pint muchos retratos haicos, convirtiéndose en el primer negro, el primer bra~ silefio, que sobresalié en este campo. ‘Sin embargo, a medida que fa generacién de Cunha y ‘Aleijadinho envejecfa, el equiibrio de la excelencia artis tica entre las mitades latina y anglo de Jas Américas iba ‘cambiando, o haciéndose mis igualado, El tercer cuatto del sigho xvut fue un periodo de maduracién asombrost mente ripida de las artes en las colonias continentaes in- ‘gles, sobre todo Ia pintura Ia orfebreria Ia arguitecta fa. A ptincipios de siglo xvi estaba de moda construir con madera y hacer que pareciera piedra. En la segunda {LA $POCA DE LA INDEPENDENGIA, ra rind del siglo, ningtin propietario que se rexpetara ha- bria construido su mansi6n con un material tan modest. ‘Un visitante de la afinca» de John Browsi en Providence (Rhode Island) declar6 que se parecta a ealgunas residen- cas nobilarias de Inglaterrae y que espera a todo lo que yo he vistov. Jorge HII encontré en América a uno de sus mejores pintores de corte, Benjamin West. Se dice que Jacques-Louis David pregunt6 una vez por qué todos los ‘mejores pintores ingleses eran americanos. La explica- ‘én es prossicamente econ6mica: durante el mismo pe- iodo, la actividad comercial de las colonias del norte y la productividad basada en los esclavos de las del sue convir~ tieron a Angloamiérica en una de las sociedades mis ricas per cépita del mundo, Fl florecimiento de ls artes estuvo fecundado por Ia multplicaci6n de patrocinios. Después de la época colonial, mientras Estados Unidos seguia en- riqueciéndose ¢ importando y creando mis arte, las anti- ‘quas colonizs espafolas parecieron estancarse, Eliza Lynch Hlev6 el primer piano a Asunci6n. Chile no ay6 el ciclo completo de las sinfonias de Beethoven hasta 1913. Hacia la independencia Si el siglo xvmi fre un perfodo crucial en la dfsion de hiotas uniformes por todo el hemisferio y en la iguala- ‘ign del estado de las artes, no fie menos importante en f intercambio de ideas politicas. Por todo el continente te difandieron los mnsmos conceptos Ia soberanfa popu- lar, las virtudes del republicanismo y 1a ciudadania, «los erechos del hombre y del ciudadanor, la dignidad colo- ly el imperio de las constituciones eseritas las leyes 10 As anticas codificadas. Se convirtieron en ideas comunes a las colo- nias espatiola ¢ inglesas y en el vocabulario de wn discus so comin spanamesicanor. Adquirieron carne y sangre fen guerras revolucionarias de independencia, que entre 1776 y 1829 sliberarone Estados Unidos y gran parte del resto de la América continental, pero no Canadé ni el Caribe, con excepcién de Haiti. Aunque las evoluciones tuvieron resultados muy diferentes, las causas fueron milares: ls resentidas oligarquias locales se resistian a la reciente interferencia de los entrometidos gobiernos de sus smadres patrias», Las aspiraciones de los evolucionarios americanos no tenian nada de original. Las demandas de exencién fiscal no habrian escandalizado a un noble frondeur de mediados del siglo xvir. Que las instituciones representativas «del pueblov compartieran, como minimo, la soberania con la Corona era un principio de los whigs ingleses y Jos &l6~ sofos radicales. Los minulemen [milicianos de la Revo~ lucién] de Lexington Green se irguieron hombro con hombro con las sombras de los ejércitos de ciudadanos idealizados por el humanismo del Renacimiento, Al len- sguaje de los derechos y la repiblica se le puede seguir I pista hasta remontarse @ los eseritos de los commomvealth- ‘men de la Revolucién inglesa, en las colonias inglesa, y a [a tradici6n de Los comuneras en las de Espatia, pero ambos tenfan orfgenes comunes més remotos en el civismo del Renacimiento y la inspiracién de la antigua Roma. ‘Los principios revolucionarios fueron difundidos por todo el hemisferio por lectores de Rousseau, Maquiave Jo y Tom Paine, y defendidos en parte pot soldados de fortuna reciutados en Gran Bretafa, Iranda y Alemania Los padres de Ja patria que contrataton a estos volunta LA €POCA DE LA INDEPENDENCIA 131 rips estaban, en algunos casos, tan saturados de prece- dentes europeos que idearon constituciones eomo la de la primera repiiblice de Colombia, descrita por el acla- mado fiandador de la nacién como «un templo griego sobre un pedestal gético». En el aspecto intelectual, fue- ron revoluciones fraguadas en Europa. La ret6rica oficial de las revoluciones estaba tomada de Europa, y sus lide~ 16s se inspiraban en imagenes de si mismos sacadas del Viejo Mundo. Es importante tener esto en cuenta, porque en cierto aspecto sc ha exagerado la influencia del Viejo Mundo sobre el Nuevo en tiempos coloniales. La idea predomi- nante, ampliamente discutida y bastante aceptada por los historiadores, es que en las primeras etapas del desa- rrollo del gobierno colonial, al donde se asentaban los ceuropeos el colonialismo eliminaba el modelo caciquil de América y lo sustieufa por pricticas eudaless, deriva~ das de Europa, Desde Inego, es cierto que algunas colo- nas solo de europeos, donde las habia, estaban adminis- tradas con métodos habituales en Europa, por paladines aristécratas con apabuillantes poderes sobre el papel y solo tuna lejanisima Corona que les pusierafreno: los scapitaes generaise del Brasil portugués, los virreyes espaioles, el baronet de Nueva Escociay, los lords propietarios de Delaware y Maryland, y el resto de similares dignatarios pomposos que ejercfan de mediadores con ct poder europeo en las Américas. Pero no fue asi como funcioné el imperilismo blan- co en la mayoria de los lugares donde los pueblos indige- tas seguian predominando y doncle se mantuvieron en la {poca colonial los modos de vida tradicionales de tiem- thos precoloniales, En estos casos, as relaciones politicas reed As ANMfiucas con el hombre blanco dependian de la colaboracién con las éites respectivas, de Ia utilizacion de aliados y delega~ dos nativos, 0 de lo que yo llamo el sefecto extranjero», pata referirme al modo en que algunos pueblos, debido 4 rasgos culturales muy extendidos en reas del Nuevo ‘Mundo, respondian con deférencia o sumisi6n al extran= jjero que legaba de lejos; por eso, frailes desarmados pu- ‘dieron destronar fdolos en México y aun asi mandar en. las comunidades que invadian; los esuitas pudicron sedu- cir Jos guaranies con la misica como arma mis potente; yal eine. AGn ahora no hay grandes ciudades en la Patagoni@ ni en la ‘pampa, no hay fascinantes centros de cultura y ambici6n ‘ivica como los gue hacen tan maravilloso el Medio Oeste norteamericano. El viajero se sigue sinendo en tuna frontera; fos habitantes contindan una tradicién de afectado embarazo por su propio aislamiento, compar tiendo la vergtienza de Nora Mackinnon, una joven no~ via en tna estancia de la Patagonia hacia 1950, que cuan~ do recibia la visita de Ia mujer de un director intentaba ‘mantener las apariencias vistiéndose para Ia cena y ha~ ciendo que un criado mal preparado sirviera las verduras 4+Una patata asada en un envoltorio de sedan. Las praderas angentinas siguieron siendo cl hogar de los rumiantes, hasta hace poco no se ba empezado gradualmente & ex plotar a gran escala el maiz y el trigo. Todavia ¢s na pra dera de rancheros, con pocos mercados importantes en Jas cercanfas, ye] procesamiento de carne sigue siendo la industria principal. “Historias parlelasen las Américas del sigh xix Pero incluso en el siglo xrx, probablemente se ha exage- rado la divergencia de la historia de Estados Unidos con respecto a la pauta hemisférica. Se puede poner a prueba selectivamente mediante unas cuantas comparaciones en Ambitos que normalmente se da por supuesto que son divergentes, Las éreas clave se pueden caracterizar como: la red de dependencia, que, en contra de lo que se suele |. suponer, no fue un problema pecubar latinoamericano; ia {AS Anite Ja constante conquista de la frontera, que no fue una pre- rrogativa norteamericana, sino un tema en la historia de casi todos los estados continentales; la suerte corrida por los pueblos americanosmatios yo agos communes de la religién popular americana. Vale la pena considerarlas tuna a una, empezando por la dependencia, ‘Casi todos los intentos de explicar el estancamiento de América Latina acaban reduciéndose a una cvestion de clpa: silos latinoamericanos suffen un parén en su desa- rollo, ¢s culpa suya por ser latinos 0 catélicos © ambas ‘cosas. El stemperamento» y Ja disposicion mental —ta adiccién a un autoritarismo incompatible con la demo- craciay hos a hs ibertades economia os han man- tenido atrasados. La teoria alternativa més aceptada se li- mit simplemente a invert Ia culpa, Fuera de Estados Unidos y Canad is Améies oe Sco por jependencia, con su desarrollo atrofiado por una serie de Soros colonies y neocoloniaes. Al imperialismo de las potencias europeas ~principalmente, Espaia y Por tugal- le sucedi6 el simperialismo econémicos britinico 1egemonta grit Fe po aad ena con loshechos.Abnae da ante el periodo colonial las colonias eran claraments dependientess, en algén grado, de los que tomaban lis decisiones en Ia metrépoli, sto no fic la causa del ret s0 econdmico. En la mayor parte de las Américas, el de 1inio colonial coincidi6 con la época de la navegacién « vela, Las comitnicaciones a través del AtKintico eran lew tas e impredecibles. Resultaba dificil integrar econdsni camente los imperios, y Ia producci6n geogrificamente especalizada de muchos artieulos con gran demanda es impracticable. Aungue, por lo general, las potencias me INDEPENDENCIA: LA NUEVA DEPENDENCIA 163 teopolitanas procuraban poner limites a lag industrias co- foniales, en favor de sus propias manufacturas, esto era dificil de conseguir en la prictica, Los britinicos lo hicie- ron en la India en el siglo xrx, pero aquello ocurrié en. tuna época de industrializacién, cuando las industrias bri- tnicastenfan las ventajas de la producciém mecanizada y, a medida que avanzaba el siglo, del tansporte immpulsado or vapor. Estas ventajas eran inexistentes durante cl periodo colonial de las Américas. Las colonias espatiolas comerciaban muicho més entre si que con la madre patria (aunque en el caso de Brasil la situacién era diferente: las diversas provincias tenfan poco contacto unas con otras y casi todo el trifico hacia el exterior se sola canalizar a través de Portugal). La relaci6n colonial era un estimulo, ins que un motivo de inhibicion, para la creacin de in- sdustrias autéctonas, Lo que ahora se lamaria sustitucion de importaciones era entonces normal; ls importaciones que no se podian producir satisfactoriamente in situ ten dian a ser las que se transportaban a través del Pacifico desde Filipinas ~sedas chinas y especias y productos far~ iactuticos de las esl de ls expeciasy~, y no manufac turas de Espafia. Por otra parte, las colonias del Nuevo Mundo oftect- an una amplia y valiosa gama de productos primarios 0 semielaborados que los mercados del Viejo Mundo no podian obtener en ninguna otra parte: plata, azécar, al~ odin, tabaco, maderas duras, chocolate, cochinilla, ba- talao salado, productos de ballena. Estas mercancfas ga~ rantizaban que la mayoria de las colonias tuvieran casi siempre un balance comercial favorable y que pudieran scumolar capital para la inversién. Ademis, el colonialis- mo estimulé la economia al introducir macvos métodos ie as axsfacas de ereacién de riqueza: ranchos, mineria a gran escala, plantaciones y un ingente nfimero de escavos para traba~ Jar en ells; también aport6 una ted comercial y de incer~ ‘cambios de gran aloance, inimaginable antes de la Ilegada de los europeos. Las enfermedades que legaron al Nuevo ‘Mundo junto con ¢l resto del paquete colonial hicieron cestragos en la mano de obra indigena, pero los efectos ‘econémicos freron ambiguos. A casi todas las comunida~ des indigenas les result6 dificil adaptarse a las nuevas ‘oportunidades econdmicas de la época colonials en cual- aquier caso, su trabajo representaba una parte relativamen- te pequefi, Los esclavos importados compensaron parte de la pérdida de poblacién y se podian concentrar alli donde resultaran mis ities. Los millones de muertes fo- ‘mentaron las actividades econdmicas, con mano de obra reducida (lo cual, en teorfa, deberia haber incluido la ‘mecanizacin). La muerte puede resulta provechose, En general, la época colonial debe considerarse una gran fuente de progres econdmico ¢ innovaci6n en todas las “Américas. Las mejoras técnicas y la acurnulaci6n de eapi- tal, prerrequisitos univessales del crecimiento econémi- co, se dieron con una abundancia sin precedents. Las formas de dependencia del siglo x1x fancionaron de un modo muy diferente desde finales del decenio de 41820, cuando casi todo el hemisferio habia eonsolidado h independencia. Seria ingenuo suponer que se habia errs dicado el colonialismo. Las ites de la época de ta inde pendencia se convirtieron en imperialstas de sus propios territorios interiores, sojuzgando y explotando a los pue bblos indigenas. El capitalimo europeo intervino eon in versiones que llevaban compromisos aparejados. Pero, ws ‘vex mis, este ximperialismo econémicor fue una historia INDEPENDERCIA: LA NUEVA DEPENDENCIA. 165 comin experinnentada por ls Américas en su gonjunt no se puede ior pats explet a suet paral co rida por una parte concteta. En todo caso, Estados Uni- dos tao a wena de air grande versione brtncas para su inffaestructura industrial, por delante del resto de las Américas. Durante el perfodo 1870-1914, Estados Unidos y Canadé fueron, con diferencia, los principales destinos de inversién extranjera per cipita en todo el = ‘Grn Brea gue, crosanene, ie sempre una ante fuente de capital para otxos paises, posi- tect cles ie pda nicos en el suyo- posefa grandes fianjas de las Américas « finales del siglo nex y prncpis dl x, que repnesent ban mis de la mitad de la inversion extranjera en América Latina y ima proporciéa afin. mayor en Estados Unidos. la fiebre de inversion briténica en oportanidades esta- dlounidenses durante la colonizacién del «salvaje Oester acabé con muchas fortunas y abastecié de forraje satirico a Dickens en Martin Chuzziewit y a Trollope en The Way We Live Now, Las raroncs de esto deben investigarse mis, pero no es aventurado suponer que fos inversores briténi- ¢os tenfan un prejuicio culearal a favor de las oportunida- tes norteamericanas. En cualquier caso, las relaciones de dependenci exer pr todo ol hemisero. En los Exados Uniden ile posguerra, el Sur tenia una relacién de dependencia von al Norte, una situacién que se prolongé durante tie aos después de la guerra civil. Siel resultado de la stverra hubiera sido diferente, o siel Norte no se hubiera sventurado a teconquistar el Sur, ahora podria haber en Norteamérica ua gran estado eanglo» con wn sistema de dependencia parecido al patrén clisico: una élite rica y 166 as aMtéaucas relativamente reducida de consumidores que despilfarran recursos en importaciones de Injo, con pocos incentivos para diversfcarse o industrilizarse; una clase racialmen- te diferenciada de pobres, condenados a a pobreza por el texcedente de mano de obra; un patron de exportaciones sumamente vulnerable ¢ inestable, basado en unos pocos caltivos clave: y dependencia respecto de los comercian- tes y embarcadores extranjeros, con Ia consiguiemte y abundante sangria en los beneficios del comercio de ex- portacién, Algunos de los productos de la époce de la in dependencia eran diferentes, pero cl Viejo Mundo seguia necesitando al Nuevo, y ahora mis que munca, para obte- nner productos que antes no se habian explotado a fondo, como café, caucho, guano, cobre, nitratos, Jana, cuero, sal, carne enlatada y ~a finales de siglo carne congelada, Excepto en las mentes fantasiosas, ela diplomacia de las caiioneras» influyé muy poco en las politicas econdmicas ide los paises americanos y en lz imposicién de condicio- nies comerciales injustas. La fontera inidos tampoco fue el tinico imperio de elabo fn ppm Acti an sil tenia un imperio a sa puerta: un interior de promesr. $n explot,habiado por nativos presindibles. También Brasil tenfa su propio imperio informal de ultramar: en tre sus dependencias figaraban Angola ~el principal pro veedor de esclavos~ y durante algin tiempo el misma Portugal. Los sucesivos gobiernos portugueses tem gue Brasil se apoderase de las colonias portuguesas qu" INDEPENDENCIA: LA NUEVA DEPENDENCIA 167 auedaban en Africa y Oriente. Brasil resistié la tentacién, pero solo porque segui teniendo un vasto interior pro pio en espera de exploracién y explotacién, «Con res- ecto a las colonias de la costa de Africa -declaré el pri- mer gobernante del Brasl independiente, no queremos ‘ninguna; ni en ninguna otra parte; Brasil es lo bastante grande y lo bastante productivo para nosotts, y nos con formamos con lo que la Providencia nos ha dado.» En pocas palabras, el interior de Brail ra un imperio, y la selva su ffomtera. Ahora los historiadores aplican la teorfa de la fiontera a la historia latinoamericana; ya en 1970 fue el tema de una obra pionera de Alissit Hen nessy, Pero la idea de que la frontera ¢s un fenémeno peculiar o particilar de Norteamérica signe teniendo i fluencia. Las historias de Estados Unidos y Canad pare ‘con adaptarse a Ja teoria de la fontera, Son paises exten S08, anchos, con costas may separadas. Para ambos, Ia foja de la nacibn estaba en el terrtorio salvaje de centro, que los pioneros y colonos tenian que eruzar. Las historias de los que abrieron los caminos se convirtieron en los mi tos nacionales predilectos, grabados en las retinas por la «edad dorada» de Hollywood. En esta ticrra peligrosa, «no hay tiempo que perder, si que jadelantels, La vasta fon- tera era un cutioso tipo de entomo moral y social. Las faereas de la ley presentaban serios defectos morales, con pistoleros profesionales reciclados como shelf de pue- blo o «pinkertouse, mientras Ios Ui $. marshals (comisatios Dficiales) hacian visitas fsgaces. Los conflictos eran fie~ tuentes con los indios, personajes ideals de tragedia, que Inspiraban piedad y miedo alternativamente; 0 entre eva queros y granjeross, que deberian haber sido amigos; o ‘tre vaqueros y ovejeros; 0 entre los que reclamaban tie- ‘mis legalmente y los que las usuxpaban en carreras mal capitate por los derechos de propiedad; 0 en ligios pot los derechos sobre el agua y los corredores del ferro- ‘aril; 0 en los enfientamientos con Jos omnipresentes fo~ rafidos. Los focos de combate eran evanescentes: el cireu~ lo de carreras, que reemprendia la marcha -si los indios lo permitian al amanecer: el fuerte de la caballeria, que cambiaba de situacién con cada nueva crisis; el pueblo fionterizo, que se podia transformar en un spueblo fantas~ rma» con vertiginosa rapidez. Historias de corta duracién, como las de las compaiias de diligencias y la del Pony Express, adquicieron un magnetismo. desproporcionado en la mitologia creada por las novelas de diez centavos y las peliculas de serie B. Aqui la destreza, el herofsmo y la ayuda mutes exan imprescindibles para la supervivenci y no digamos para la victoria. : sea hioisocipé todo el psi formative de Américas independientes, desde el decenio de 1790, cuando la exploracién transcontinental empez6 a desc brie las rutas, hasta el decenio de 1890, cuando los ex: tremos de América quedaron unidos por un abundant Itifico ferroviario a lo largo de casi todas las rutas explo tables y la América interior se llend de nuevos modos d vvida que la hacian culturalmente consistente aunque no uniforme- con lis costas, Frederick Jackson Tucnet, aque tal vez sea el historiador més influyente que ha co nocido Estados Unidos, convirtié el mito en una especiv de ciencia, Las fronteras eran social e institacionalmente creativas porque atrafan a las vanguardias y abrian br cchas entre la metr6poli y las marcas fronterizas: brechis igeneracionales, porque los jévenes se jban a la fronters, brechas sociales, porque la Frontera atrafa a Los inadapts INDEPENDENGIA: LA NUEVA DEPENDENCIA 169 dos y a los emprendedores; brechas de riqueza, porque 1a frontera era una tierra de oportunidades; brechas poli- ticas, porque la frontera era dura y se cultivabs el indivi- ualismo aunque se valorara el orden, reconciliando el radicalismo y el conservadurismo y fomnentando el parti- cularismo y la democracia porque no se podia hacer otra cosa. Las fronteras dejaban atris a los gobicrnos y las aristocracias centrales. A su vez, estos efectos modifica- ron el antiguo mundo de la costa este, manteniendo a América joven y vinculindola a los ideales fronterizos de amor a la libertad, la democracia y la solidaridad, Por supuesto, habia més de lo que se ve a simple vista, y sobre todo en cuatro aspectos. En primer higar, la his. toria americana no fire un «Drang nach Westen» unili- neal; fue més bien una cuadricula. Estaclos Unidos tam bign se construyé a base de movimientos del sur al norte, voscilaciones culturales a través de las fronteras con Hispa- noamérica, HE. Bolton, pionero del estudio de este importante hecho, nunca consiguié sacar de las mentes tmericanas el modelo de Jackson de la construecién de ‘América, pero supervis6 mis tesis doctorales que ningin toto historiador americano. Gracias en parte, sin dud, a 4k actual rehispanizacién demogeifica de gran parte del sudoeste norteamericano, la investigacion sobre las tierras lronterizas es ahora una gran industria dentro de los estu- tios histéricos, que est? generando algunos de los mejo- es trabajos del mundo, Resulta revelador ef mapa de la expansion hacia el norte de las misiones y peesidios, en ‘wea historia casi sin interrupciones que comen2é con la onguista de Nuevo México en 1598 y se ha reanudado ‘em nuestros tiempos con la migracién a través de la fron- tena i as ansinicas En segundo hagas, segin a teoria de la ffontera, esta es tuna historia de brechas generacionales y cultivo de men- talidades distintivas, pero Ja cruda realidad de la frontera es una historia de expropiaciOn a los pueblos indigenas y de sangrienta resclucién de los contenciosos fronterizos. Oficialmente, la ffontera fue siempre una zona seiialada en las erénicas como de homogeneizacién cultural. La tinica excepcién fuseron los indios, y hasta en este punto el gobierno estadounidense tuvo vacilaciones, oscilando centre politicas de segregacién y de integracién, En 1872, clsecretario del Interior expuso el futuro que prevefa para les indios, ensalzando «nuestro deber de coaccionatios, si es necesario, para la adopeién y prictica de nuestros habi- tos y costuinbress, y aunque el gobierno federal revisé de ver en cuando la politica de integracién forzosa ~sobre todo en los decenios de 1930 y 1960-, las cultura indige- nas distintivas haa ido declinando en la prictica casi asta Ia extincién, En la actwalidad, la expresién sderechos in- dios suele significar el derecho a gestionar casinos de jue~ campos de golfy galerkas comerciales. © rece ngs eon bn més sel siendo una frontera desde el punto de vista europeo. Los ‘nmigrantes forjaron conciencias nacionales contra todo pronéstico en lugares sorprendentes: barcos balleneros, caravanas de carretas, autobuses escolares, clases noctur- ‘nas, campamentos militares, campos de béisbol, puestos de perritos calientes. Aunque Estados Unidos y Canadi eran los mayores imanes para la inmigracin hasta que Es tados Unidos empez6 a introducir estictos controles en <1 decenio de 1890, casi todas las repablicas continentales 'y Cuba experimentaron grandes aumentos netos de po- Dlacién a finales del siglo xxx y principios del xx. En Bra INDRPENDENGIA: LA NUEVA DEPENDENCIA 171 sil, Uruguay y Argentina, la procedencia de los recién Hle- gados era tan variada como en Canadé y Estados Unidos, Por iltimo, la frontera no era tinicamente norteame- ricana, El efecto frontera caracteriz6 1a formacién de ‘otros estados americanos. A lo lango de estas piginas he ‘mos tenido algunas visiones fugaces de como continué la expansi6n de las fronteras en la época de la independen- cia: la de Argentina en la pampa y la Patagonia, la de Chile en la Araucania, la de Brasil en la Amazonia y la de México en sus fuchas de los silos 2x y xx por el ‘control de sus propios territorios indios, al norte y al sur, donde los yagui y los mayas, respectivamente, libraron Jangas guerras contra el Estado, En muchos de estos casos Y en otros similares, el proceso implicé la explotacién de entoros antes subexplotados y su adaptaci6n a nuevas actividades econdmicas. Siguieron dindose casos espec- taculares de efecto frontera hasta bien entrado el siglo xx, ‘evando comunidades inmigrantes recién Megadss intro- dujeron moos de vida distintivos, moralidades austeras, formas no convencionales de organizacién familia: los mennonitas en el Chaco, os ut6picos japoneses en la sel- va brasleia, los galeses refigiacos del imperialismo tinico on la Patagonia, los racistas sarios» que pretendfan preservar su pureza en tierras demasiado remotas ¢ inde~ seadis para que los molestaran all, Los pueblos del otro lado de las frontenas La frontera era un mundo nuevo y salvaje con habitan- tes, La historia de las Américas del siglo xrx es, en parte, tuna historia de enfientamientos entre estos pobladores y SS as aninncas Jos nuevos estados en expansi6n. Era una lucha desigual, que siempre se zanjaba a favor de Ios invasores. Pero eso 10 quiere decir que se debs contar como wna fibula con ziomaleja, En el conficto no hbo pucblos superiors ni inferiotes, ni gonadores puros ni simples vivimas. La his- toria de la conguista de las praderas a costa de sus pobla- dores nativos, por ejemplo, se entiende mejor como un chogue de imperialismos competidores: ienperialists in dligenas contra imperialists legados de fuera En sealidad, las historias de la pradera norteamericana ¥ de las praderas sudamericanas empezaron a converget ‘cuando los europeos introdujeron el ganado vacuo y vino, mulkiplicando las reservas disponibles de carne. Por lo menos igual de importantes fueron los caballos ue los europeos llevaron a la pampa y a la gran pradera; Jos pueblos nativos los adoptaron y adaptaron a ellos sus modos de vida. El resultado fue el auge de culturas caza- doras mis eficientes, de sociedades pecuarias y de depre~ dadotes imperialstas capaces de controlar grandes franjas de pradera. Surgicron primero en la pampa, a mediados del siglo xvi, cuando algunos caciques locales empera ron a aprender lecciones de mando a gran escala de los araucanos, los impresionantes guerreros del sur de Chile que mannavieron una independencia efectiva fuera del aleance del imperio espaol. En los ros Negro y Colors do, Cacapol, sel Atila de la Pampas, convirti6 su cargo cle Jefe de guerra elegido en una monarquia hereditaria Con su hijo Cangapol el Bravo, organiz6 un lucrative trifico de picles de guanaco, reunié harenes de un tania fio adecuado a su condicién de caudilo, levant6 a mile de guerteros, amenaz Buenos Aires ¢ impresioné a los Jemitas que lo visitaron INDEFENDENCIA: 1A NUBVA DEPENDENCIA 473 ‘A Binales de siglo, un fendmeno similar se hizo visible en la gran pradera: el auge de los sioux. Antes hablan sido tun pucblo de los bosques, convertido en el siglo xvi al nomadismo y 2 la vida a caballo. Conguistaton les Coli nas Negras su calmacén de carne arrebatandoselar a los kiowa, los cheyennes y los crow, com una ideologia de violencia y le ayuda del gran aliado microbiano dal iim. Perialismo modemno: la viruela. Hicieron presa en el mundo sedentario del alto Missouri. El hombte blanco 20 intzodujo el imperialismo en las Grandes Llantas, lle 89 como competidor de un imperio sioux que ya estaba cobrando forma, El resultado era predecible. Los impetiaisas indige- bas de la pampa y de la ptadera se enfrentaron a una teeo nologia militar insuperable; a finales del siglo xx, ef desfase tecnolégico a favor de los sinstrumentos del n- Petion estaba en su valor maximo. Fl general John Pope Jur6 exterminar por completo a los sioux como a mee niacos 0 ficras salvajese; resultaron sorprendentemente Ulifciles de derrotar en el campo de batalla, pero fueron ‘plistados por consuncién: sus tierras fueron desgarrades Dor los ferrocarriles, sus reservas fragmentadis, sus co. Imrmnidades hostigadas con masacres ejemplares. A los su Dervivientes se Los compré con limosnas de ganado, Una ‘tusldad similar resolvié et problema correspondiente tu Argentina. Domingo Faustino Sarmiento ya baba tlecidiedo en el devenio de 1840, antes de la formulacion te darwingsmo, que los pueblos indigenas de Argentina ‘rtaban condenados a sdesaparecer de la fur de la Tiernan ‘causa de la competencia de los blancos. En el decenio tk 1880, las ametraladoras det general Roca cumpliceon protec, Mientras tanto, estaban cayendo as ditimas fronteras en el norte boreal y en el sur anttico del hemistetio. ‘Ademis de ls pracers, los entornos naturales que se repi- ten con mis similitud en ambas mitades de las Américas son la tundra y la taiga. América es un hemisferio asimé- ‘rico, La mayor paree de su tierra esté al norte, pero la ma- ‘yor parte de su poblacién vive hacia el sur. La principal ‘yan es climética. Norteamériea se decanta hacia el fio. El continente parece ensancharse y expandirse hacia fuera al fcercarse y penetraren el Artico, pero se estrecha y 8 exti- rn al acercarse al Antistico, Los énicos habitantes de los hrielos del continente viven en ef norte. Pero en el extre= ‘mo sur de la Patagonia y en reas de la Tierra del Fuego hay un mundo de matorral fito y abedules enanos que ad mite la comparacién directa con los correspondientes eco- sistemas de Norteamérica. Fs una zona relativamente pe uefa, relativamente mis expuesta, ett mis extension de fu territorio, a contactos con las culturas de Jos entornos vvecinos. Mientras que la tundra notteamericana esti den- samente acordonada por bosques boreales, en el sur hay uy poco de esto, Como de costumbze, el norte tiene 4 monopolio de la caza mayor terrestre. El caribat y el buey lmizclero —los imanes que atrajeron a los pueblos cazado~ res a ests ltitudes~ son un factor muy importante ent la cculeura material de Jos pueblos de habla atabaska que pre- dominan en el extremo norte de los bosques boreales, en comparacién con el guanaco, que hast la Uegada del ga tnado europeo era la principal fuente de proteinas de los pobladores de la Tierra del Fuego y la Patagonia. En algu- nos lugares del norte habia cobte y hiesto meteérico para hacer utensilios. AIK donde los recursos lacustres y mari- nos complementaban al bosque, Nosteansérica, en las in- INDEPENDENGIA: LA NUEVA DEPENDENCIA. 175 mediaciones del paralelo 55, offecia mis abundancia a sus habitantes tradicionales que el mundo equivalente del sus. ‘Los exttemos fifos y poco poblados dél hemisferio tienen una cosa mis en comin. Son imanes para el estu~ dio: en el norte, en busca de la explicacin y desetipcién de los primeros pobladores del hemisferio; en el sur, por {que fue alli donde Darwin encontré a los foe comenzé a reflexionar sobre el lugar del hombre en la evolucién, Los fueguinos llamaron la atencion de Dar- swin por su indiferencia al fifo, que afrontaban desmados a temperataras que obligaban a Tos europeos a ponerse to das las capas de ropa que tuvieran; esto le hizo preguntas se si su metabolismo se habia adaptado a su entorno, De ser asi, lo hizo muy pronto; los mis antiguos testimonios arqueolégicos de asentamientos humanos en la Tierra del Fucgo se han encontrado a altitudes de mis de seis- cientos metros sobre cl nivel del mar. En las zonas coste- ras mis favorecidas, las temperaturas de invierno tondan cl punto de congelacién, y las de verano ascienden hasta 25 grados, un clima menos extremo que el de Nueva York y mucho mis favorable que el del sur de la Patago- nia. La Tierra del Feego tiene inviernos menos riguro~ sos, mis Hluvia, pastos mis verdes, guanacos mis gordos. ‘Basindose en sus observaciones en la Tietta del Puc 0, Darwin formulé la opinién de que «cuando dos razas se encuentran, actian exactamente como dos expecies de animales, Compiten una con otra». La historia posterior de Ia isla dlustra Kigubremente su conviccidn de que en ‘estos encuentros las . Sin embargo, para las dos generaciones siguientes hubo un nuevo enemigo: el ecomunismo internacionals, © la politica sovietica, que parecia dispuesta a procurarse feuds en las Américas. La actitud estadounidense hacia ‘América Latina parecfa imitar a la de Rusia en Buropa oriental: ali habia espacio para ssatélites» cuya libertad 190 Las AmEtcas para comerciar con materiales estratégicos o establecer alianzas militares se podia coartar mediante tratados co- lectivos y bilaterales. John Foster Dulles, el «guerrero frion que dio forma a ia politica exterior estadounidense durante el mandato de Eisenhower, estaba obsesionado por el miedo a «despertarse una mafiana y leer en Jos pe~ riddicos que en América del Sur habia ocurrido lo mis imo que ocurri6 en China en 1949», El peligro surgi ~al menos, tal como fo veia el norte— cuando en Guatemala tun gobicmo de izquierda moderada se negé a devolver a Ja gigamtesca corporacién mulkinacional estadounidense United Fruit Company las propiedades nacionalizadas. En 1954, la CIA organizé um golpe de Estado y propor- cioné armas a sus titeres. Guatemala se convirtié en un subordinado décil, pero los resultados fueron moralmen- te lastimosos: la extincin de la democracia, la perpetua~ vida de feroces dictaduras de derechas, Ia incubaci6n de feroces guerrillas de izquierdas. Esta fue la pauta comin de los estados victimas del paternalismo gringo. Hizo a Estados Unidos impopular en su «patio trasero». En 1958, ‘cuando el vicepresidente estadounidense Richard Nixon, etigido en portavoz. del anticonmmismo, visité Lima, sus aguardaespaldas sacaron las pistolas para protegerlo del xe- sentimiento de la moltitud de las alles. ‘Cuba complicé fas cosss. Alli, en 1959, los guerrille- 10s lograton tomar el poder del Estado, ‘Todos los torpes intentos estadounidenses de desestbilizar el socialismo y organizar invasiones ffacasaron. El molesto lider, Fidel Castro, era un showman nato con una visién austera~ mente ut6pica pare st pais. En su juventud haba coque~ teado con el sueiio americano, sofiando con jugar al béisbol en los Yankees, y pensaba que la tinica manera de EL SIGLO AMERICANO 1 hacer Cuba Libre era mezclando ron con Coca-Cola: ca- nalizando la ayuda americana con fines igualitarios. Pero hh indiferencia estadounidense ante el mal gobierno de Cuba, que dejé el campo en manos de los caciques y las calles en manos de los gingsteres, le hizo inclinarse hacia ssoluciones socialistas. Convirtié Cuba en un «modelo de socialismos que exhibié ante el mundo y reeomendé con insistencia, sobre todo a Africa y América Latina Fomenté los movimientos guerrilleros en otras repibli~ cas, En 1962 permitié que se construyeran en Cuba ba- ses rusas, con verdadero peligro de alterar el equilibrio mundial de poderes al poner todo Estados Unidos al alcance de la potencial fuerza nuclear soviética. El presi- dente estadounidense John T. Kennedy se sumié en una isis, iniciando un bloqueo insostenible. Por suerte para a, los tusos ~emaricones sin cojonese, se quejé Castro le regalaron el triunfo, aceptando a todos los efectos que las Américas eran zona de influencia estadounidense a cambio de la retirada de los misiles estadounidenses de Targuia, Castro se qued6 sin colmillos, aunque continué tratando de morder a Estados Unidos con sti mordacidad desdentada, Se mantuvo impasible ¢ inamovible, una mo- lestia permanente y un permanente recordatorio del fra~ caso de Estados Unidos. ‘A causa de Cuba, todas las demis posibles sfichas de domind+ comunistas en el tableto americano se convir- tieron en cuestiOn prioritaria de la politica estadouniden- se durante el resto de la guerra fia. En 1964, un golpe de Estado inspirado por Estados Unidos hizo caer en Bolivia aun gobierno reformista que se habia atrevido a nacio- nalizat las minas de estafio. En 1965, 20.000 soldados es- tadounidenses invadieron la Repéblica Dominicana para wm. sas anténscas pararle los pies a um presunto «segundo Castros, Estados Unidos financié las conspiraciones que derrocaron a los inquiendistas electos Jodo Goulart en Brasil y Salvador Allende en Chile, En el decenio de 1980, después de un coqueteo que parecia funcionar, a administracién Rea- gan se volvié contra el idiosincrisico régimen sandinista de Nicaragua; mas adelante, los sandinistas demostraron, su credibilidad democritica al aceptar la devrota electo- zal, Mientras tanto, los invasores estadounidenses habian puesto fin a la «Repiiblica Popular de Granadao. Tas cre= denciales de Estados Unidos como paladin de Ia demo- cracia y guardiin de los derechos humanos estaban man- chadas por las aytcas a regimenes de extrema derecha y 1a subversion de los de izquierdas. El habito intervencio- nista era dificil de eliminas. Todavia en 2001 fa CIA estu- vo implicada en un intento fallido de derrocar al régimen inguierdista del venezolano Hugo Chavez, Pero para en- tonces, los intereses, caractersticas de la politica estadou- nidense en América Latina, habfan cambiado. En dio decenio del siglo xx, con la amenaza commnista desvane- cia y la Unién Sovietica disuelta, Estados Unidos seguia implicado en la politica del hemisferio, pero ahora con ‘una agenda diferente: intentar encajar América Latina en el snuevo orden mundiale estabilizando la democra- cia; librar una eguerra a la drogar aplastando a los ebaro- nese del narcotrifico y atacando a sus aliados politicos. De hecho, la proclamaci6n del enuevo orden mundial, que requeria los servicios de Estados Unidos como poli- cia global, obligé 0 animé a macvas intervenciones ¥ pa- recié amunciar un nuevo perfodo de injerencias america- ‘nas atin mas amplias ¢ incisivas BL SIGLO AMERICANO 3 Del postimperialismo a ta contacolonizacén Un rasgo curioso para mi, el mis curioso~ de esta Inga historia de imperialismo y semiimperialismo estadouni- dense en las Américas es que durante mucho tiempo coincidié con un periodo en el que el papel de Esticos Unidos en el mundo era el de cruzado antiimperialists. Que el pais se autoasignara esta fanciéa es una de las eapsformaciones mis notables, pero menos investigadas, de la historia americana, Ocurrié de improviso, en alg ‘momento entre la intervenci6n en la Revolucién mexi- cana, tna aventura que dus6 hasta prineipios de 1917, y Inentrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mun~ dial, en abril del mismo afio, que fue anunciada por el presidente Wilson con argumentos no imperiales ¢ in luso antiimperiales. Aquel aio tuo lugar el ilkimo acto de engrandecimiento territorial de Estados Unidos: la compra, a todos los efectos forzada, de las islas Virgenes. Seguramente, nunca en la historia ha habido waa poten cia que haya ganado tantas guerras y como consecuencia de ells haya adquirido tan poco tetrtorio o exigido tan ppocas compensiciones como Estados Unidos a partir de 1917 Se tian propuesto numerosas explicaciones para la repentina autotransformacién del oporsunista imperial en propagandista antiimperial, En parte se debi6 a la influencia del idealismo personal de Wilson, y en parte a las circunstancias de la intervencién de Estados Uni- dios en una guerra europea, que tenia que justficarse ante el electorado estadounidense en términos calcula dos para atraer a a mayoria antiimperialista ya los mi- llones de evadidos de los imperios del Viejo Mundo. 14 as ausicas También se debi6 un poco al fracaso de la intervencién_ estadounidense en el embrollo mexicano, y otro poco a los efectos 2 largo plazo de la obra de intelectuales antiimperialisias como Thoreau y Mark Twain, cuyo timero habia crecido en proporcién directa a la cuota norteamericana de sa carga del hombre blanco». Otros argumentos menos convincentes consideran que el an- tiimperialismo estadounidense no necesita explicacién, ya que forma parte de una tendencia inherente 0 una tradicién que impregna toda la historia norteametica- nna, segain Ia cual la democracia es necesariamente an- ‘iimperialsta. Una vez que Estados Unidos renunei6 al imperiais- smo, se aferré al nuevo programa con extraordinaria con sistencia, Habiendo sido paladin del principio de auto- determinacién, durante los decenios de 1920 y 1930 se retir6 de casi todos los terrtorios que habfa ocupado sin consentimiento, En 1934, incluso, la Ley de Reorganiza-

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