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Lisseth de León
Carné: 201631981
El delito contra el recurso natural, contenido en el artículo 346 del Código Penal
Estos delitos los ubicamos en el Artículo 81 bis de la Ley de Áreas Protegidas y sus
reformas, Decreto 4-89
Este delito se ubica en la Ley Forestal capitulo II, Decreto 101-96 del Congreso de
la República de Guatemala, Artículo 92, delito en contra de los recursos forestales.
Ley de Caza
ARTÍCULO 29. Delito. Sin perjuicio de lo establecido por el artículo 347 E del Código
Penal y sus reformas y los artículos 81 bis y 82 bis de la Ley de Áreas Protegidas,
Decreto Número 4-89 y sus reformas, comete delito en materia de caza quien sin
contar con la autorización correspondiente incurra en lo siguiente:
f. El uso de armas y medios de captura que no sean los permitidos por la presente
ley y su reglamento.
Sinopsis
4. Anote el nombre del Abogado que defiende las empresas y lo que explica
en sus clases en Harvard sobre los errores del contrario.
Resumen Película
Schlichtmann (John Travolta) era un ambicioso abogado litigante que se ganaba la
vida
defendiendo los intereses de personas afectadas por daños corporales frente a las
grandes compañías que las perjudicaron. Sin embargo, su interés no era tanto el de
hacer justicia sino lograr algún acuerdo millonario que provocara la suspensión de
la demanda y le llenara el bolsillo. Sus enemigos lo tildaban de chupasangre, de ave
carroñera siempre al acecho de cualquier calamidad para sacarle partido. Y no
estaban muy alejados de la verdad. Con esta mentalidad se le midió a un
complicado caso de intoxicación masiva. Ocho familias de Nueva Inglaterra se
quejaban de que la contaminación del río Aberjona por parte de dos emporios
industriales, había ocasionado la muerte por leucemia de varios de sus hijos.
Schlichtmann, consciente de que el caso era demasiado difícil para sacarle partido,
rechazó la oferta en principio, pero luego se dio cuenta de que el par de empresas
involucradas eran susceptibles de ser exprimidas al máximo. Y aunque esa era su
idea inicial, todo cambió. Arriesgando su reputación, su empresa, su fortuna y la de
sus colaboradores, Schlichtmann se enfrascó en una pelea que le sacó todo su jugo
y lo dejó en la calle, todo por su empeño en encontrar la verdad en el asunto, de
ganar la batalla sólo para demostrarse que la dignidad estaba por encima del dinero.
La historia, escrita por Steven Zaillian (ganador del Oscar por el guión de La lista de
Schindler) y dirigida por él mismo, desnuda con detalle el complejo juego del
derecho y los tribunales de justicia, con todo lo que ello implica: la codicia de los
abogados, las influencias de poder, los malabares técnicos del proceso, la
incertidumbre por el veredicto... todo desde el punto de vista de los dos abogados
contrarios: Schlichtmann, quien va narrando en off cómo ejerce su profesión, y
Jerome Facher (Robert Duvall), el abogado defensor cuya experiencia le permite
dominar el proceso desde el principio y, además, le explica al espectador a través
de sus clases en Harvard los errores que comete su contrario. Una acción civil
intenta ser un espejo de las diferencias que hay entre el derecho y la justicia. Y lo
logra, a pesar de que sea un plato suculento para pocas personas, aquellas a
quienes les fascinan los tribunales y los conflictos jurídicos. Con un ingrediente
adicional: la transformación de un hombre que en medio del drama descubre la
verdadera razón de su oficio. Un Dobermann a primera secuencia marca el tono de
lo que será toda la cinta. Un bebé, que ya crecidito se convertirá en uno de los
hampones más peligrosos de la sociedad, recibe de su padrino el día de su bautizo
un revólver. Su alias será el de Dobermann y junto con él un grupo de maleantes
conformará una pandilla de asaltantes sin escrúpulos que no conoce otro mundo
que el de la violencia. Es el mundo elaborado por el director Jan Kounen, quien se
ha servido de una extensa gama de desechos sociales para construir una especie
de Bonnie and Clyde pero mucho más deteriorada. Sus personajes están muy lejos
de la redención, incluidos los agentes de la policía, cuya cabeza visible es aún más
perversa que la de los criminales que persigue. La película transcurre entre sórdidos
lupanares y no tiene otro objetivo que el de provocar una descarga de violencia que
se lleva por delante a cintas como Pulp Fiction.
Nada en Dobermann es agradable a la vista. En medio de una estética decadente
la típica historia de ladrones y policías sucumbe ante una realidad mucho más
aterradora: la de una vida sin remedio. Dobermann y sus secuaces no han
aprendido otro lenguaje que el de las balas. Pero sus persecutores no se diferencian
mucho de ellos. Parecen de la misma estirpe, sólo que el destino los ubicó en el
lado contrario. Con individuos como estos sueltos por ahí es muy difícil creer en la
equidad y la justicia. Tal vez sea esta la lección que intenta impartir Kounen, la de
que en los bajos fondos no hay redención posible. Sin embargo la violencia es tan
desgarradora que, más que agotar, impide una visión más completa del panorama
propuesto. Al fin y al cabo tanta gratuidad termina por ofender, antes que inquietar
al espectador.