You are on page 1of 14
COLOMBIA COLONIAL INTRE LA COHESION Y LA DISOLUCION: LA FAMILIA ESCLAVA EN EL AREA URBANO-REGIONAL DE SANTAFE DE | BOGOTA, 1700-1750. ESTUDIO PRELIMINAR Rafael Antonio Diaz Diaz! Paralelamente a la imposicién o eleccion gar que habité la familia esclava al interior | de nombres y apellidos, la constitucién de —_de la esclavitud, del andlisis de una tipologia } familias esclavas significé un mecanismo li- familiar, de la familia esclava como espacio gado a los procesos sociales de codificacién, “integra cién”, relacion y aculturacién de los esclavos y afromestizos libres. La problemitica de la familia esclava, a pesar de su innegable importancia para la comprensién de la cotidia- nidad afrocolonial, ha mere- cido muy poca atencién por parte de la historiografia’, En este articulo haremos una pri- mera incursién en el tema, por cierto no muy exhaustiva dada la carencia de estudios y la naturaleza fragmentaria de la informacién que dispone- José Manuel Groot. “Paisaje de la Sabana” s: f. mos. Nos ocuparemos del lu- 1 Profesor-lnvestigador, Departamento de Historia y Geografia, Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad i Javeriana. K 2 Klein Herbert S, La esclavitud africana en América Latina y el Caribe.Version espafiola de Graciela Sénchez Allbornoz. Madrid, 1 Gnico trabajo que conocemos para Colombia colonial sobre el t6pico de a familia cexclava es el Chandler, David Lee. i american Research ReviewXVI. 2 (1981), 107-131, referido bisicamente al periodo 1750-1826, etapa terminal de ba | esclavitud neogranadina. El reciente libro de Hancfeldt, Christine. Paying the price of freedom. Family and labor among Lima‘s slaves, 1800-1854. Berkeley and Los Angeles, sity of California Press, 1994, esta basado en la | nucls) ya To largo de ese hilo conductor analiza I ndo las conexiones entre el ambito urbano de smily bonds and the bondsman: The slave ly in colonial Colombia”, en:Lat y vehiculo del etno-mestizaje y de estudiar, hasta donde nos es posible, la dificil condi- cién social de las familias inmersas en la escla- vitud, especialmente en lo concerniente a las relaciones intrafamiliates ¢ interfamiliares. Un aspecto que inicialmente llama la atencién es la profunda contradiccién en- tre la esclavitud y el matrimonio de escla- vos, expresada, en el contexto de la sociedad colonial hispanoamericana, por el hecho de que el “libre albedrio” de los contrayentes era notoriamente afectado e intervenido por los derechos de la propie- dad esclavista. Ademas, ni el matrimonio, ni la constitucién de entidades familiares, principios rectores de la teologia cristiana euro-occidental, le conferian a los esclavos la posibilidad de obtener la libertad: desde 1527, la ley establecié que “los esclavos no sean libres por haberse casado””’. Entonces, considerando al matrimonio catélico como el tinico tipo de enlace conyu- gal aceptado por la sociedad colonial y que de por si definia y legitimaba tanto la des- cendencia como los poderes de custodia le- gal sobre la parentela, estamos de acuerdo con Patterson cuando afirma que, en este caso, “por definicién” el matrimonio de es- clavos es incompatible con la esclavitud’. Esta aseveraci6n tiene importantes repercu- siones en el lugar que ocupaba la familia es- clava dentro de la esclavitud. Si bien es cierto que los duefios recono- cieron las uniones consensuales ¢ institucio- nales de los esclavos, aquéllos siempre estu: vieron en la disposicién de hacer cumplir sus derechos de propiedad, asi como lo expresd una santaferefia en 1710 al manumitir a una 5a, f. 285v. University Pres, 1982, 187. AGN, Not, v. 126, £497 (Ver abreviatras). AGN, Not.f, v. 159, £ 318 Patterson, Slavery, 56 Patterson, Orlando. Slavery and social death. A comparative study, Palacios Preciado, Jorge, “La esclavitud y a sociedad esclavista”, en: Nueva Histor Pontificia Universidad Javeriana esclava de afio y medio y mantener en la'es- clavitud a la madre: “asistiéndome como me asiste contra la madre el derecho de propi dad”’, Sin embargo, la incompatibilidad en- tre el matrimonio y la esclavitud se proyectaba de una manera més cruda y real en la familia, particularmente en los hijos y por extensién en todos los esclavos. Un presbitero santafe- tefio empleo, en 1738, la conocida formula de que los hijos “siguen el vientre” de la ma- dre esclava para declarar en su testamento la condicién de esclavitud de esta familia’, Asi, la aceptacién de las uniones entre esclavos no significaba la ejecucién de dere- chos tutoriales o de custodia sobre los hijos por parte del padre o de la madre esclava. De esta forma se materializaba lo que Patter- son ha calificado como la “enajenacién del nacimiento”’, Ello derivaba, como veremos, en uno de los mayores dramas experimenta- dos por los esclavos en la sociedad urbano- regional santaferefia: la disolucién de las entidades familiares motivada por la venta separada de alguno o de algunos de sus miembros constitutivos. Bajo estas condi- ciones y atendiendo al “desamparo juridi- co” que los esclavos padecieron por lo menos hasta la primera mitad del siglo XVIII, no estaria lejos de la realidad aseve- rar que las uniones de esclavos y su conse- cuente formacién de unidades familiares en escasas oportunidades recibieron un reco- nocimiento legal. Se puede aiiadir otra contradiccion e in- compatibilidad a las ya aludidas en este te- rreno: el creciente nimero de mulatos esclavos presentes en la ciudad y en las areas turales era responsabilidad de los esclavistas ©, en todo caso, de los blancos, situacién 6n de Leyes de los Reinos de las Indias. Madrid, Impreso por Ivlian de Paredes, 1681, Lib. VII, Tit. V, Ley ‘ambridge, Mass, and London, Harvard de Colombia. Bogoti, Planeta, 1989, vol. 1, 166. Ver también en Jaramillo Uribe, Jaime, Ensayos de Historia social. Bogoté, Tercer Mundo-Ediciones Uniandes, 1989, Vol. I, 31 y ss. la situacion de desigualdad juridica del esclavo en la saciedad ncogranadina, | MEMORIA Y SOCIEDAD fundamentada en el someti- miento sexual ejercido por és- tos sobre las esclavas, en el atractivo sexual que las muje- tes despertaban en sus amos y en la inexistencia de nor- mas que impidiesen el concu- binato’. Los hijos esclavos producto de éstas relaciones de hecho.se hallaban asi ante una paternidad ambivalente: entre la madre esclavizada y el padre propietario, éste ade- mas duefio de su libertad. De manera temprana el fenome- no se manifesté en Hispa- noamérica colonial, pues ya desde 1563 la ley orden que los espafioles deseosos de otorgarle la libertad a sus hijos habidos con esclavas, tuvieran la prioridad o preferencia de compra’. Otro papel de la union y de la familia esclavas en el seno de la esclavitud y per- meado por las contradicciones antes sefia- ladas, radicé en un factor de tipo demografico. A los propietarios les conve- nia, por razones claramente econdmicas de rentabilidad y ahorro, que las esclavas en lo posible engendraran nuevos esclavos y que lograran la crianza de los mismos du- rante sus primeros cinco o diez aftos de vida. De esta manera se podria prever en los propietarios una actitud de motivacion y tespaldo a la procreacion y crianza de es- clavos, maxime cuando ellos mismos parti- ciparon ampliamente en ésta dinamica como padres de un buen ntimero de escla- vos mulatos. Claro es que el ritmo de las tasas de natalidad no dependia de la posi- cién asumida por los esclavistas, sino que en ello intervinieron diversas pautas como el comportamiento de los mismos esclavos 9 En su estudio comparativo de alcances univer Fuente en la Plaza de las Nieves. por ejemplo, la negativa a procrear—, la edad de las madres, el numero de hijos, las condiciones sociales propias de la puericul- tura, las tasas de mortalidad infantil, el gra- do de cohesion o disolucién de las entidades familiares y el establecimiento o ruptura de redes intra ¢ interfamiliares. Precisamente, estos factores son los que se deben considerar cuando se trata de ade- lantar el examen de la tipologia familiar es- clava. Aunque sin considerarlos todos y sin la debida profundidad en algunos de ellos, dado que no se cuenta con la informacion suficiente, adelantaremos unas primeras ob- servaciones en torno al perfil, estructura- cién y modelos de las entidades familiares. Con este fin se construyé una submues- tra procedente de una muestra mayor co- trespondiente a una investigacion mas amplia sobre el sistema esclavista urbano-re- gional de Santafé de Bogoté durante la p mera mitad del siglo XVII''. En total se registraton 417 entidades familiares (fami- lias con hijos, conyuges sin hijos y familias de mas de dos generaciones) que involucra- es, en tiempo y espacio, Patterson, Slavery, 229, encontré que estas prcticas eran generalizadas, con una sola excencin: el caso de ls Gilyak en la Siberia surorienal 10 Recopilacin, Lib. Vi, rt V, ley 6a, f. 285v. 11 Ver Diaz Diaz, Rafael Antonio, “El sistema esch El Colegio de Mexico, Tess de Doctor en Hi reistros notarial. turhano y reba ia, 1995, capitulo I, A gional en Santafé de Bogoti 1700-1750". Mexico, -x0 IL El grucso de la informacion procede de los ron a 1.051 esclavos, lo que indica que sdlo la tercera parte de todos los esclavos (3.164) del universo muestral mayor aparece, en al- gan momento, referenciado a un tipo espe- cifico de entidad familiar. En el drea santaferefia, durante la pri- mera mitad del siglo XVIII, era sorprenden- te, aunque quizds comprensible y explicable, el que las mujeres esclavas en promedio em- pezaron a proctear a partir de una edad bien avanzada, En 156 madres para las que se encontré informacién sobre su edad al mo- mento de tener el primer hijo, se hallé que su edad promedio era de 24 aiios. Ello esta- ria indicando que debieron manifestarse un conjunto de factores negativos que desesti- mulaban el comienzo de Ja maternidad a una edad mas temprana o que quizas se pre- sentaban altas tasas de mortalidad infantil, sobre todo en el primer parto o en los pri- meros afios de vida del primer hijo. Bajo estas consideraciones, fueron mas jovenes las madres rurales con 22 afios res- pecto de las de la ciudad con una edad pon- derada de 25 afios'’, Aunque los datos no Pontificia Universidad Javeriana son contundentes, se podria sospechar que la cotidianidad rural en haciendas y trapiches facilitaba mas la temprana iniciacién de las pricticas sexuales entre los esclavos o entre éstos y los blancos; ello, claro, cuando aqué- llas se materializaban en una procreacion efectiva. En la hacienda de San Lorenzo, pro- vincia oriental de Vélez, Lorenza, mulata crio- lla esclava, engendr6 su primer hijo cuando apenas tenia trece afios de edad’, constitu- yéndose en la madre mas joven de toda la muestra ¢ indicando qué tan pronto los escla- vos rurales emprendian su sexualidad, Tomando en cuenta la edad de la madre en el momento del registro notarial y resefia- da con su o sus hijos, la edad ponderada era de 29 aiios, queriendo esto significar varios hechos posibles. Las esclavas hacia los 29 afios tendian a engendrar su segundo o tercer hijo; la diferencia de cinco aiios entre el pri- mer y segundo parto estaria indicando la pre- sencia de importantes tasas de mortalidad infantil o de condicio- nes sociales poco o nada propi- cias para una fecundidad efectiva mas regulada a intervalos cortos de dos 0 tres afios. En el campo las madres tenian su segundo o tercer hijo a los 27 aitos de edad en promedio, en tanto que las de la ciudad lo hacian a los 30, man- teniéndose en ambos casos la di- ferencia ponderada de cinco aiios entre un nacimiento y otro, aun- que la mujer rural, al parecer y da- do que iniciaba mas temprano su actividad reproductiva, procreaba su segundo hijo a una edad mas joven que su contraparte urbana. En cuanto a los hijos, se ob- serva, en primera instancia, una supe. tioridad numérica de los nifios (137) respec- to de las nifias (110). Considerando que al momento de apatecer registrados con su res- 12 Enel medio urbano se encontré informacion para 76 madres, en el rural para solo 22 y 58 sin especificar la espacialidad; cen su orden, las edades ponderadas de las madres fue de 25, 22 y 24 atios. 13 AGN, Not.2, v. 112 (1747), ff. 90v-91, 8 ‘MEMORIA ¥ SOCIEDAD pectiva madre su edad promedio era de 5.5 afos™’, se tiende a confirmar, entonces, nuestra ob- servacién’” en el sentido de que en los rangos de edades entre 0 y 11615 aftos era mayor el ni- mero de hombres. También se puede colegir que nacfan relati- vamente més nifios que nifias 0 que quizés los primeros resistian algo mas las causas de morbili- dad infantil o de una puericultu- ra dificil en los primeros 5 6 10 afios de vida. ee Pero también los 5.5 aftos de edad promedio en los hijos puede éstar indicando el nivel ponderado de mayor incidencia de las tasas de mortalidad infan- til, lo que de paso explicaria por- que la base infantil (0-10 aiios) de la estructura poblacional fue estrecha du- rante todo el periodo. Desde otro angulo, en. el sentido de la desvinculacién familiar, la edad ponderada de los hijos al momento de ser registrados junto a sus madres ubica el momento en que aquellos ingresaban a un mayor numero de posibilidades de ser sepa- rados de las entidades familiares, lo que ade- mas ayudaria a entender la estrechez en la base infantil de la piramide. La proporcién madre-hijo se encuen- tra en la base de la constitucién de las uni- dades familiares. En promedio, durante la primera mitad del siglo XVIII, las madres vivian con menos de dos hijas al momento del registro: 391 madres —y en menor me- dida padres— convivian con 563 hijos, dando una relacién global ponderada por madre de 1.4 hijos. Indudablemente se perfilaba una entidad familiar reducida y en ello pudieron haber intervenido varios factores. Si los datos son correctos en tér- minos del mercado esclavista y si la propor- 14 Caleulado sobre un total de 247 casos para los que se proporcion6 la edad, diser ios y 6 afos para 110 nitias. Diaz Diaz “El sistema”, Anexo No. 1. 15 Diaz Diaz, “El sistema’, capitulo I. cion era mayor en la realidad de la cotidia- nidad esclava —tornando incorrecta la in- formacién proporcionada por el mercado, entonces se tendria que visuali- zar una profunda dislocacién de la cohe- sion familiar, operada por una alta frecuencia de ventas separadas de los miembros familiares, lo que se comple- ‘mentaria con un comportamiento negativo de las tasas de fertilidad y natalidad debido a una posible elevada incidencia de muerte infantil 6 a condiciones sociales duras y di ficiles de crianza de los hijos. Desafortuna- damente, no poseemos informacién que nos permita calcular tasas netas de naci- mientos y defunciones infantiles como pa- ra lanzar juicios mas certeros acerca de estos topicos. Larelacién campo-ciudad también ofte cié diferencias en este aspecto de la propor cién madrehijo. En el ambiente urbano las madres convivian en promedio con 1.5 hi- jos, mientras que en el contexto rural esa 1ados en 5 afios ponderados para 137 | Pontificia Universidad Javeriana proporcién fue de 1.9 hijos, acercindose a la posesién de dos hijos en promedio en el momento de la inscripcién notarial’®. La mayor proporcién de hijos por madres en haciendas, ingenios, estancias y trapiches parece confirmarse al observar otro tipo de fuentes y otros periodos. Segin una muestra rural alternativa, entre 1638 y 1755, la pro- porcién ponderada alcanz6 los dos hijos por madre, incrementandose de manera im- portante a 2.5 hijos durante la segunda mi- tad del siglo XVIII (1760-1802)'”. Estas diferencias se explicarian, en par- te, por la existencia de un mayor dispositivo femenino urbano ampliando las posibi- lidades de més esclavas con un solo hijo; ademés, es probable sugerir una mayor de- sagregacion de la familia esclava urbana ex- presada en una menor retencién de hijos, especialmente de nifios, constituyéndose asi la poblacién infantil de la ciudad en un tipi- co “ejército de reserva” para las demandas laborales de tipo rural. De Ilegar a ser cierta esta hipdtesis se deberia revisar, al menos para el caso de Santafé de Bogota, el argumento de que los esclavos urbanos constituian la élite de la poblacién esclava al disponer de mejores condiciones de vida frente a los del campo. Tal situacién de supuesta favorabilidad se desprendia del hecho de que los esclavos do- mésticos asentados en las ciudades repre- sentaban, a su vez, simbolos de estatus, poder y privilegio para sus detentadores. Igualmente se proyecta la idea de que el es- clavo urbano tenia mayores opciones de ob- tener su libertad al trabajar para su amo mediante el sistema del alquiler, tiempo que aquél utilizaba alternativamente para hacer se a ingresos adicionales'®, La vision de los esclavos urbanos como una élite viene apa- rejada con el concepto de la esclavitud “im- productiva” acufiada por Mellafe y que se refiere a todos aquellos esclavos, princi- palmente de las ciudades, comprados con fines suntuarios o que llegaron a tal condi- cién por accidentes de trabajo o por deba- cles econémicas de los propietarios. “Los fenémenos de la esclavitud improductiva y del vagabundaje”, opina Mellafe, fueron los que mds contribuyeron a caracteri: zar socialmente a muchas ciudades indianas, en el sentido de mostrar una gran masa de poblacién inactiva, una especie de clientela pa rasitaria y ociosa'®. No obstante, el establecimiento de las reales condiciones de vida de este tipo de esclavos no puede circunscribirse a aquellos fines practicos, utilitaristas, para los que eran empleados, sino que es imprescindible adentrarse en la mas recdndita realidad de la cotidianidad y de la estructura social escla- va, aspecto en el que sobresale, entre otros, los desafios que enfrentaron la cohesién y la estabilidad de la familia esclava. Lo cierto es que iniciada In segunda mi- tad del siglo XVIII se empezaron a gestar versas condiciones sociales y juridicas de far vorabilidad en la conformacién, estabilidad y cohesién de los matrimonios y la familia es lava, como lo plantea Chandler, aunque de su parte con cierta exageracién en defender y argumentar el paternalismo colonial”, Contrariamente, en este terreno se ob- servaba en el drea santaferetia de la prime- ra mitad del siglo XVII un panorama diferente e, incluso, critico. A partir de la primera muestra de 3.164 esclavos, apenas 16. Seencontré informacion urbana para 192 hijos y 127 madres y datos rurales para 101 hijos y 54 madres. 17 Seggin la muestra alternativa, para el periodo 1638-1755 se ubicaron 65 hijos por 33 madres, en tanto que entre 1760 y 1802 fue de 292 hijos por 115 madtes. Sobre as fuentes tiizadas en esta muestra ver Diz Dia, “El sistema’ anexo no. segin Chandler, *Family", 114, en el territorio rural (haciedas y minas) neogranadino entre 1750 y 1726 existian 2.47 pormadres cuyas edades se ubicaban en el rango de los 30 a 34 aos. 18 Ver Mérer, Magnus, “The history of race relations in Latin America: some comments on the state of research’, en: Latin American Research Review 1, 3 (summer 1966) 31 19 Mellafe, Rolando, La esclavitud en Hispanoamérica. Bucnos Aires, EUDEBA, 1964. 78:79. 20. Vease Chandler, “Family”, 118, 120, 122, 126.127. MEMORIA Y SOCIEDAD una tercera parte de ellos, es decir, 1.051 individuos, aparecian en algan momento formando parte de una entidad familiar (padre, abuela, madre, hijo) o como cényu- ges’; para las otras dos terceras partes de la poblacién, Ja mayoria relativa, no existia algun tipo de referente familiar 0 no se re- conocia ningun tipo de unién consensual. Los enlaces consensuales o instituciona- les de esclavos eran un hecho manifiesta- mente negado y ocultado por los datos del mercado, lo que revela una aguda pre- disposicién en esta materia por parte de los esclavistas. Sdlo el 8% de los esclavos aparecen como cényuges y/o cabezas de fa- milia, padres y madres viviendo conjunta- mente, en una poblacién de 1.302 esclavos con mis de 16 afios de edad en adelante y tedricamente aptos para conformar enlaces © familias””. Los matrimonios de esclavos reconocidos por cualquier via se manifesté tan sélo en 4 de cada 100 esclavos aptos, lo que arrojaba virtualmente una tasa nula de nupcialidad’’, siendo de igual manera poco representativos los matrimonios en- tre esclavos y libres. Para comprender mejor estos fendme- nos es preciso analizar la conformacién y naturaleza de las unidades familiares escla- vas. En ello se deben contemplar, inicial- mente, dos factores: el tamafio de la familia esclava y el tipo de cabeza de familia que se encontraba al frente de la entidad familiar. La familia esclava en el espacio santa- ferefio evidencié un tamafio promedio de 2.5 miembros”, significando que no se al- canz6 el minimo ideal nuclear de tres miembros: padre-madre-hijo; en otras pala- bras, los hijos esclavos debieron enfrentar- se a la dura realidad de no convivir con uno de sus dos progenitores, fundamental- mente, como veremos, con su padre escla- vo, libre o blanco espafiol; en otros términos, la socializacién temprana de los nifios esclavos discurria sin la presencia del padre. El tamaiio promedio de la fami- lia esclava se ajustaba mds a la realidad ur- bana”, aunque en el medio rural el incremento a 3.1 miembros ponderados” se traducia, como tendencia, en que las fa- milias rurales fueran referenciadas en una mayor frecuencia con sus dos cabezas de familia. En realidad, los dos espacios compar- tian el hecho de un notorio ausentismo de la figura paterna y de una constante refe- rencia a la materna, constituyéndose el fe- némeno en una de las primeras pruebas palpables de la incompatibilidad entre la familia esclava y la esclavitud o entre ésta y el matrimonio, pues ya anotabamos el bajo perfil en la frecuencia de las relaciones ins- titucionales entre esclavos. Sin lugar a dudas, la familia esclava en. la ciudad y en el campo se formé y se es- tructuré en un ambiente de profunda y Después de 1760, este porcentaje se habria inerementado al 58% de los esclavos de minas y haciendas, segin la muestra plementaria. De 954 esclavos el 58%, es decir, 553 esclavos formaban parte de alguna entidad familiar como conyuges, Esto contrasta abruptamente con la situacin posterior a 1750, donde Chandler, “Family”, 110, encontr6 que para un 90% Bowser, Frederick P, “The african in colonial Spanish America: reflections on research achievements and priorities", en: Latin America Research Review VII, 1 (1972), 256, hallé una situacion parecida ya que menos del 10% de los esclavos generacionales, que implicaron a 1.022 esclavos, lo que dda como resultado un promedio de 2.6 miembros por familia. Diar Diaz, “El sistema", Anexo No. 1 En la ciudad se logro registrar 127 familias con 326 esclavos, dando un famafio promedio de 2.6 miembros. Cf. en Bronner, ‘America: research trends", en: Latin American Research Review XX1, 1 (1986), 38-40, algunas observaciones preliminares sobre el matrimonio, la familia su tamaito y las escalas sociales de aquélla, a padres e, incluso, abuelas y abuelos. Diaz Diaz, “El sistema", Anexo No. 2. n de la poblacion esclava se sefalaba su estado matrimonial 2B ‘peruanos estaban ligados por el sacramento del matrimonio. 24 Setotalizaron 392 “unidades familiares” entre fails y fs 25 Fred, “Urban society in colonial Spa ‘en el contexto urbano hispanoamericano. 26 En haciendas, rapiches y estancias registramos 54 familias con 167 esclavos, para una media por familia de 3.1 miembros. Entre 1638 y 1755, segin la muestra rural complementaria, fue igual el nimero de miembros ponderados por familia, Diaz Diaz, “El sistema’, Anexos I y 2 ry Pontificia Universidad Javeriana constituidas”®; éste panorama se encontraba dominado por la ma- dre y un solo hijo como tipo de familia prevaleciente en el orden del 62%, seguido de lejos por una madre y dos hijos con el 17%. La matrifocalidad constituyé una realidad mucho més aguda en la ciudad con el 95% de los casos registrando a una madre 0, en menor medida, a una madre generacional (abuela) como cabe- zas de familia; igualmente, era ele- vada la participacién porcentual del tipo de familia de la madre con un solo hijo. En el medio ru- ral se presentaba una situacion si- milar, aunque no con porcentajes tan contundentes como los de Santafé de Bogota”. En contraste, durante la pri- mera mitad del siglo XVIII consti- tuyé una rareza, sobre todo en Santafé de Bogota, el registro de la familia nuclear compuesta por los dos padres, comio cabezas de fami- lia, y uno o varios hijos entre 2 y 5-, conviviendo juntos. De la pri- mera muestra se conformé una Las indigenas de Santafé desempefaron oficios domésticos en las casas de los blancos, marcada matrifocalidad’’, colocando asi el papel de la mujer en el primer plano de la cotidianidad 'esclava. De manera contun- dente, la mujer madre fue referenciada co- mo tinica cabeza de familia en 93 de cada cien entidades o “unidades” familiares submuestra de 392 unidades familiares, de las cuales sdlo 28 familias, o sea el 7%, co- rrespondian al tipo nuclear. De este ultimo ntimero de familias se asign6 la espacialidad para 18: seis en el medio urbano con un niimero mayor (127) de familias y el doble 27 Para otras regiones se ha planteado la. misma caracterizacion; por ejemplo, Zuluaga, Francisco, “Cimarronismo en el suroccidente del antiguo virreinato de Santafé de Bogots”, en: Pineda, Alvaro y Wiliams, Raymond, comps, De fieciones yy realidades. Perspectivas sobre literatura e historia colombianas. Bogots, Tercer Mundo Universidad de Cartagena, 1989,349, tipifica como matrilocal y matrilineal la sociedad cimarrona y afrocolonial del valle del Patia y particularmente del Palenque de El Castigo, en la zona suroecidental del Valle del Cauca, Russell Wood, A.J. The black man in slavery ‘and freedom in colonial Brazil. New York, St. Martin's Pres, 1982, 181-182, coneluye que, en el Brasil colonial, los hhogares de esclavos tendian a ser matrilocales, por lo que era mas comin la prictica de vender al hijo junto con la madre, antes que con el padre. Hiinefeldt, Christine. Paying the price of freedom. Family and labor among Lima's slaves, 1800-1854, Berkeley and Los Angeles, University of California Press, 1994, 205, asevera para el caso de Lima que as mujeres esclavas constituyeron “los vinculos primarios entre ls esclavos en las esferas mas intimas de la vida", aunque, por este hecho, no se puede calificar como matrifocal a la familia esclava. 28 De 392 familias ~exchayendo conyuges sin hijo, en 363 (93%) la madre fue registrada como la tinica cabeza de familia. 29 Ena ciudad de 127 familias 121 (95%) exhibieron a una madre como cabeza de familia; 82, el 65%, la integraban una madre y un solo hijo. En las zonas rurales, de 54 familias 42 (78%) tenfan a la madre como tinico referente y 23 famil 1 43%, correspondieron al tipo de una madre y un hijo. Diaz Diaz, “El sistema", Anexo No. 1. 12 i | : | 1 | e 5 i MEMORIA Y SOCIEDAD en el ambito rural con un niimero menor (54) de entidades familiares. Acorde con ello, el medio rural facilité mas la posibilidad de que se estableciera el modelo de familia tipo nuclear. De acuerdo a la muestra rural alternativa, entre 1638 y 1755 se ubicaron 34 familias en haciendas, minas y trapiches de la sabana, Tocaima, Guaduas, Vélez y el Choc6, encontrandose que la mayoria, el 62%, correspondian a fa- milias nucleares, que muy posiblemente se entretejian, a diferentes niveles, mediante vinculos ampliados de consanguinidad y de parentesco. Después de 1760 y hasta 1802, segin una muestra de la misma naturaleza procedente de regiones como Tocaima, Honda, Citcuta e Ibague, la frecuencia pon- derada de familias nucleares y extendidas o generacionales se increment sustancial- mente a un 74%, por lo que crecié a 3.8 miembros el tamafio de la familia, siendo, en consecuencia, mayor el porcentaje (58%) de esclavos que vivian en alguna unidad fa- miliar © matrimonial”. Se observa asi co- mo, desde 1750 en distintas regiones coloniales, mejoraron las condiciones de creacion y cohesién del matrimonio y la fa- milia esclavas”. Una de las explicaciones relevantes que bien podria explicar este fendmeno rural ra- dicaba en la existencia de cuadrillas agrarias y mineras que hacian factible, tanto a su in- terior como con cuadrillas vecinas, la crea- cin extendida o ampliada y permanente de redes consanguineas y de parentesco”. 30 Diaz Diaz, “El sistema”, Anexo No. 2. 31 Sobre este proceso véase Chandler, “Family En oposicién y dadas las condiciones so- ciales de la vida urbana entre las que se con- taba el margen menor de agrupamiento de esclavos por unidad doméstica, es probable que en la ciudad Ia constitucién y dinamica de la familia esclava se haya manifestado de una manera mas fragmentaria, lo que no obs- ta para prever la presencia de vinculos intra- familiares ¢ interfamiliares de algtin tipo, aun- que obviamente no bajo el mismo contexto desarrollado en el campo. De hecho, el pano- rama del matrimonio y la familia en la socie- dad urbana colonial era critico y desafiaba la normatividad teolégica segin una primera conclusién de balance formulada por Bron- ner, quien concluye que “pocos espaiioles americanos vivieron con arreglo al ideal de casa poblada, que frecuientemente los espafio- les de las clases altas eludieron las cargas del matrimonio y que la familia se desarrollé mas fragmentada y fragil a medida que se descen- dia hacia los niveles mas bajos (de la escala social), en donde “ni atin conceptos como el de patriarcado y matrimonio se pueden dar por supuestos””». En efecto, para el caso de Santafé de Bogoti Vargas Lesmes anota que, en términos generales, era menor la propor- cin de la poblacién indigena y mestiza que se unia en “santo matrimonio” y que “el amancebamiento era la constante, a pesar del aparente celo que demostraban tanto curas como autoridades civiles para cambiar ésta si- tuacién”™ A ello contribuys, en alguna me- dida, el costo de las obvenciones parroquia- les, lo que en situaciones de precariedad eco- némica muy posiblemente desestimulé la institucionalizacién © formalizacién de las 32 Enel contexto de las cuadrillas de minas este sistema ha sido designado con el nombre de troncos para el caso del pacifico miner afrocolombiano. Véase Fi Instituto de Genética Humana (Univer sobre algunos elementos estructurales de la familia esclava brasileiia”, io, 1988), 5, encontraron que para 1801 en la localidad brasilenia de Lorena, en Sao tuna mayor frecuencia de esclavos casados a medida que eran més grandes los planteles o cuadrillas de las econémica y social 11 (eneroj Paulo, ex plantaciones. ina S. de, La saga del negro. Presencia africana en Coloml id Javeriana), 1993, 77-83. Da Costa, Iraci del Nevo y $ Bogors, es, Robert W., "Nota : HISLA. Revista Latinoamericana de Historia 33. Bronner, "Urban society’ 39. Al final de su argumentacion Bronner cita a Morner, “Economic factors’, 364, quien opina que cl estudio y a confirmacion o no de este planteamientoestéabierto a Investigaciones Futuras, ya que considera como 34 Vargas Lesmes, Julian, La soci 1a” la informacion urbana de la que se dispone en el campo de la fan iad de Santafé colonial. Bogoti, CINEP, 1990. 348. y el matrimonio, 13 \ { | | i Pontificia Universidad Javeriana Hacienda “Canoas", entre la margen izquierda del rio Bogota, la hacienda "Fute” y el Salto de Tequendama. uniones consensuales, sobre todo entre los indigenas, quienes debian pagar los respecti- vos derechos; entre los esclavos esta situacién pudo haber sido mas cadtica si se considera el hecho de que sus duefios, supuestamente, pagaban directamente, o que sus esclavos les solicitaban el dinero, con lo que se afiadia un elemento més a la predisposicion de los pro- pietarios. : Bajo estas condiciones urbanas y las ya senaladas para las zonas rurales, fenémenos como la matrifocalidad, la ausencia paterna, la baja frecuencia de matrimonios y el esta- blecimiento de familias nucleares y/o am- pliadas dinamizaron procesos endogimicos y, sobre todo, exogamicos de relaciones so- cio-raciales, apuntalados ademas por situa- ciones donde prevalecian los hijos naturales, ilegales o extramatrimoniales, el concubinato o la cohabitacion y, muy posi- blemente, la existencia de mas de un padre por familia®’. 35. Seguin Klein, La esclavitud 112; “No escascaban las mujeres con prole de ue el recambio ocurriera entre el primero y el segundo de los hijos; el padre de éste los siguientes.” 36 Diaz Diaz, “El sistema’, capituoll 14 En este contexto, la poblacién esclava, como ya he observado en otra parte”, se desdoblé demogrificamente al entrecruzar- secon el blanco espafiol, dando como resul- tado la prevalencia del sector mulato y mulato criollo. Mas alla del mestizaje entre estos dos extremos raciales de la sociedad urbana y regional, que dicho sea de paso no significaba para los mulatos ninguna posibi- lidad de mejoramiento en su estatus social, las practicas exogimicas entre grupos racia- les “vecinos” también se hicieron presentes y se incrementaron desde la segunda mitad del siglo XVI, especialmente entre la pobla- cién libre. Un buen ejemplo de ello lo cons- tituyé el padrdn o censo de negros, mulatos, indios y mestizos libres efectuado en 1664 con fines tributarios en la region oriental de ‘Vélez; se observa alli un mosaico racial y re- gional ampliado de familias y madres solte- ras que articulaban a negros y mulatos con indigenas 0 mestizos; entre los cientos de casos se encontraba Lucas de Lara, negro ates padres. Lo corriente era, sin embargo, imo solia ser ef que engendraba ‘MEMORIA Y SOCIEDAD horro, quien habia formado un hogar de seis hijos con Augustina, india natural del distante y frio pueblo de indios de Paipa, en a region centro-oriental de Tunja””. Desde 1700 en el territorio santaferefio la poblacién esclava no exhibié una marca- da exogamia hacia grupos como los indige- nas y mestizos; esa posibilidad parece haberse incrementado en los afromestizos li- bres, como lo demuestra el caso del padron de Vélez de 1664. Con una regularidad ma- yor en Santafé de Bogoti, el patron domi- nante de mestizaje lo constituyé el cada vez creciente numero de mulatos esclavos; tanto en la ciudad como en general para toda la muestra de 417 unidades familiares, los mu- latos pricticamente se constituyeron en las dos terceras partes de las familias esclavas. Un hecho notorio acd es lo que se podria designar como una especie de “exogamia re- vertida”, es decir, el entreveramiento de los mulatos en las familias como padres, ma- dres, cényuges 0 hijos al lado de bozales, negros y negros criollos, lo que indudable- mente entro a reforzar la experiencia endo- gimica de éstos tiltimos. La imbricacion al interior de los grupos. de esclavos sin mezclas raciales no dejé de ser importante, aunque menor respecto del mes- tizaje mulato. De cada 100 entidades familia- res 0 matrimoniales 28 correspondieron a re- laciones endogimicas, con una frecuencia mayor en las zonas rurales; quizas, el mayor grado de concentracién de esclavos en las unidades agrarias propicié que los esclavos practicaran relaciones mas cerradas. Asi, las uniones de esclavos y la familia esclava, a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, no sdlo cumplieron su papel como potenciadores interraciales, sino que se convirtieron en el vehiculo demogrifico mas importante de crecimiento relativo de la poblacién en el contexto de un periodo 37 AGN, Colonia, Miscelanea, v.54, ff. 12 38 AGN, Colonia, Testamentarias de Antiogui de transicion y de una poblacion en proceso de estabilizacién demografica. Si bien la reproduccién de los esclavos fue auspiciada por los esclavistas movidos basicamente por razones econémicas de ahorro y rentabilidad, por otro lado fueron agudamente reacios a coadyuvar para que el matrimonio y la familia se tornaran en enti- dades cohesionadas y estables en tiempo y espacio; esta situacién al parecer se desen- volvié de una forma mas critica en la ciudad tespecto de las areas rurales, donde se ma- nifestaron condiciones de una relativa favo- rabilidad. Laactitud de los esclavistas al igual que la de las instancias oficiales dejé entreverar la apreciacién de que eran importantes y convenientes las uniones de hecho y de de- recho y las redes familiares establecidas por os esclavos, especialmente si la afectacién o separacion de tales vinculos podia generar situaciones de rebeldia individual y colecti- va. En 1614, ante la posibilidad de deshacer los palenques en la zona de Zaragoza, se ex- presaba con cautela si convendria se vendiesen (los esclavos rebel- des) en junto 0 por partidas dividiéndolos en diversos duefios por capitantas y parentelas 0 conserudnidolos juntos (en) unién, parentesco conformidad... lo cual se convenia se mirase con mucha advertencia y particular circuns peccitin para la seguridad y quiet de aquella tierra ‘Aunque no de manera frecuente, algu nos propietarios o compradores condiciona- ron la venta de esclavos a “la entrega de las mujeres de los esclavos” o a la no separacién de los cényuges “mirando la conservacién del matrimonio”®. Pero, quizas, la separacion de madres e hijos revelé uno de los mayores dramas que dejo al descubierto la fragil situacién en que 132v y Tributos, leg 10, ff. 2211-228r. v.2, £954, 39 AGN, Not-1, v. 150 (1732), f.244r y Not.2, v. 112 (1747), £ 54v 15 Cargadores esclavos en Santafé se debatia la familia en el seno de la esclavi: tud. La mulata Micaela al observar como era vendida sin su hija de un aiio de edad entrd en “total desazén en servir al dicho compra: dor, por el amor de madre que le asistia, (y) prorrumpi6 con que se huiria si no vendian a su nuevo amo a dicha su hija”, lo que en efecto se ejecutd™. Notese que la fuga o la huida podian tornarse, en estos casos, en mecanismos radicales de resistencia, situa cidn ya advertida tempranamente con los es- clavos rebeldes de Zaragoza. Pero también las actitudes de rebeldia generaron la des- Pontificia Universidad Javeriana membracién familiar como la negativa de la esclava Gertrudis a servirle a su propietaria, una viuda santaferena, quien opto por ven- derla con su hijo menor separandola de sus otros cuatro hijos.”. En 1818, el sindico procurador de Medellin denunciaba el co- mercio “vergonzoso” de niios esclavos ha- cia el Caribe via Santa Martha, calificndolo ademas como una “escandalosa separacién con que rompiendo los vinculos mas dulces de la naturaleza se arrancan los hijos de la compania de sus padres”, Las aspiraciones de los esclavos de con: traer matrimonio y de reunirse nuevamente con sus padres chocé abiertamente con la predisposicién asumida por los duefios; en algunos casos, estas confrontaciones fueron dirimidas por el procurador de pobres, en- cargado de apersonarse de las reclamaciones, denuncias y aspiraciones de los esclavos. En. 1743 este funcionario abogs, en nombre de la negra Maria Ignacia, natural de Cartagena, para que su duefa, una santaferena, la ven- diese a un Cartagenero quien poseia al negro esclavo con el que deseaba casarse; ademas, la esclava manifestaba su deseo de ver a sus padres residentes en Cartagena de Indias” El panorama del matrimonio y la fami lia esclavas hasta aca descrito y analizado de: ja planteado unas primeras luces, pero también son mas los interrogantes y las in- quietudes que afloran o quedan sin resol- ver. Los datos proporcionados por el mercado son parcos en lo concerniente a la dinamica y complejidad de las relaciones in- tere intrafamiliares y es que a juzgar por los mismos se visualiza una situacion global di: ficil y critica en el terreno de la cotidianidad de la familia y el matrimonio. Lo que subyacia en el complejo panora- ma de la familia esclava era la precariedad y lentitud con la que, por lo menos hasta 1750, 40 AGN, Not.1, v. 162 (1740), f. 98. El subrayado es nuestro. Ver otros casos de separacin madre-hijo en Not.1, v. 151 (1732), f. 380v-382r, v. 150 (1732), ff 48r-49v; Not.2, v. 111 (1746), ff 120r-121r, 41 AGN, Not.2, v. 100, agosto 29 de 1711. 42 AGN, Anexo, Eselavos, v. 3, f. 363. 43 AGN, Not.2, v. 110, ff. 92°93. 16 | I MEMORIA Y SOCIEDAD anduvo el ordenamiento juridico y canénico en lo que hacia referencia a la supuesta obli- gatoriedad que tenian los esclavistas de pre- servar y legitimar el matrimonio y la familia. Seria sdlo hasta 1789 cuando la Corona pafiola intentaria homologar un corpus juridi- co que regulara la vida de los esclavos y sus telaciones con los propietarios; en ese afio se promulgé la “Real Cédula sobre educacién, trato y ocupaciones de los esclavos”. El capi- tulo VII establecia que “los duefios de escla- vos deberain evitar los tratos ilicitos de los dos sexos, fomentando los matrimonios, sin im- pedir el que se casen con los.de otros due- fios”™*, Es interesante hacer notar que en la Instruccién brillaron por su ausencia los asuntos relacionados con la familia esclava. Sin embargo, tales disposiciones quedarian en entredicho al decidirse, cinco aitos des- pués, en 1794, la suspensién de “los efectos” de la Real Cédula, debido basicamente a la presion ejercida por los esclavistas y otras ins- tancias oficiales; entre las “representaciones” contra la Instruccién se encontraba la de los propietarios de esclavos con asiento en Tocai- ma, probablemente la region esclavista mas importante del mercado santafereno”’. En un contexto mas amplio de la colec tividad y mentalidad colonial se manifestaba alternativamente un contrapunteo, una am- bigdedad y una colisién entre lo que precep- tuaban las normas canénicas y oficiales y las practicas asumidas por hombres y mujeres, yen nuestro caso en particular por esclavos, libres y propietarios. Al respecto Lavrin pre- cisa que el didlogo entre la norma y los hechos, muchas veces contradictorio, de la conducta personal se establecié porque, al aceptar el concepto de pe. cado, la gente no dejaba de cometerlo ni de intentar su encubrimiento. Concluye que en este contexto “el indi- viduo... tomaba una decisién haciendo caso omiso de las restricciones espirituales o ins- titucionales, o las manejaba para su propio beneficio™® Entre los esclavos, sobre todo en aque los menos aculturados 0 aparentemente aculturados, Ia supervivencia y puesta en practica de un bagaje cultural afticano en asuntos como la sexitalidad, las uniones y la organizacion de la familia, pudo haber acen- tuado Ia heterodoxia de los comportamien- tos individuales y grupales. ABREVIATURAS AGN: Archivo General de la Nacién (Santafé de Bogota, Colombia). Not.1: Notaria la. Not.2: Notaria 2a. Not.3: Notaria 3a, Fuentes primarias + Archivo General de la Nacisn. Seccién Colonia. + Miscelinea Real Hacienda Reales Cédulas Testamentarias Antioquia Tributos * Seccién Notarias (la., 2a., y 3a). 44 AGN, Colonia, Reales Cédulas, v. 29, £. 61. El texto completo de la Real Cédula en ff. 571-65¥. 45. Resolucion del Consejo de Indias suspendiendo “los efectos" de la Instruccion de 1789, ManuelSangre sobre piel negra. La esclavitud quiteiia en el contexto borbonico. Quit (Coleccion Mundo Afro, 1). 211-221. La referencia a la representacion de Tocaima, del itado por Lucena Salmorsl, Ediciones Abya-Yala, 1994. “Reino de Santafé”, en 211. 46 —Lavrin, Asunci6n, “Introduccién: el escenario, los actores y el problema®, en: Lavrin, Asuncion, coord, Sexualidad y ‘matrimonio en la Améri hispénica;siglos XVEXVII, México, Grijalbo, 1991, 21 7 ( \ \ { i \ { | \ \ Pontificia Universidad Javeriana BIBLIOGRAFIA BOWSER, Frederick P. “The african in colonial Spa nish America: reflections on research achie- vements and priorities”, en: Latin America Research Review VII, I (1972), 77-94. BRONNER, Fred. “Urban society in colonial Spanish ‘America: research trends’, en: Latin Ameri- can Research Review XXI, 1 (1986), 7-72. CHANDLER, David Lee. “Family bonds and the bondsman: the slave family in colonial Co- lombia’, en: Latin American Research Re- view XVI, 2 (1981), 107-131. DA COSTA, Iraci del Nero y Slenes, Robert W. “Nota sobre algunos elementos estructurales de la fa: mila esclava brasilefa”, en: HISLA. Revista Latinoamericana de Historia econémica y ____ social 11 (enerojulio, 1988), 311. DIAZ DIAZ, Rafael Antonio. “El sistema esclavista ur- bano y urbano-regional en Santafé de Bogo- ta”. México, El Colegio de México, Tesis de Doctor en Historia, 1995, FRIEDEMANN, Nina S. de. La saga del negro. Pre- sencia africana en Colombia. Bogots, Ins tituto de Genética Humana (Universidad __Javeriana), 193. HUNEFELDT, Christine. Paying the price of free- dom. Family and labor among Lima’s slaves, 1800-1854. Berkeley and Los Ange- les, University of California Press, 1994, JARAMILLO URIBE, Jaime. Ensayos de Historia so- cial. Bogoté, Tercer Mundo-Ediciones Uniandes,'1989, 2 vols. KLEIN, Herbert S. La esclavitud africana en Amé- rica Latina y el Caribe. Version espafiola de Graciela Sanchez Albornoz. Madrid, Alianza, 1986. LAVRIN, Asunci6n. “Introduccion: el escenario, los ac- ‘ores y el problema’, en: Lavrin, Asuncién, coord., Sexualidad y matrimonio en la América hispénica; siglos XVIL-XVIIL México, Grijalbo, 1991, 13-52 LUCENA SALMORAL, Manuel. Sangre sobre piel negra. La esclavitud quitefia en el con- texto borbénico. Quito, Ediciones Abya-Ya- la, 1994. (Coleccion Mundo Afro, 1). MELLAFE, Rolando. La esclavitud en Hispanoamé- ica. Buenos Aires, EUDEBA, 1964. MORNER, Magnus. “Economic factors and stratifica- tion in colonial Spanish America’, en: His- panic American Historical Review LXII, 2 (May 1983), 335-369. MORNER, Magnus. “The history of race relations in Latin America: some comments on the state of research", en: Latin American Research Review 1, 3 (summer 1966), 17.44. PALACIOS PRECIADO, Jorge. “La esclavitud y la so- ciedad esclavista”, en: Nueva Historia de Colombia. Bogoti, Planeta, 1989, vol. 1, 153-174. PATTERSON, Orlando. Slavery and social death. ‘A comparative study. Cambridge, Mass, and London, Harvard University Press, 1982 RECOPILACION. Recopilacion de Leyes de los Reinos de las Indias. Madrid, Impreso por lian de Paredes, 1681, 7 vols. RUSSELL WOOD, A,}.R. The black man in slavery and freedom in colonial Brazil. New York, St. Martin's Press, 1982. VARGAS LESMES, Julian. La sociedad de Santafé colonial. Bogots, CINEP, 1990. ZULUAGA, Francisco. “Cimarronismo en el surocci- dente del antiguo virreinato de Santafé de Bogota”, en: Pineda, Alvaro y Williams, Ray- mond, comps, De ficciones y realidad. Perspectivas sobre literatura e histor colombianas. Bogoté, Tercer Mundo: Uni- versidad de Cartagena, 1989, 337-351 HOO0009OOO 18

You might also like