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Querido Pepe:

He leído con detención tu carta, y lo primero que me sorprende es su inusitado nivel de violencia contra el actual
jefe de carrera. A Juan Pablo, lo conozco hace muy poco, por lo tanto, lo que escribo no es una defensa directa,
sino una declaración de buenas conductas que creo necesario destacar en este escenario de constante
desprestigio.

En principio, hay puntos que concuerdo en tu relato. Creo, sin embargo, son puntos que de manera colectiva son
muy solucionables. La comunicación, o la elección de ayudantes, creo que son cosas que pueden ser colectivas,
dado que tienen insumos mixtos de aula y jefatura que es muy sano que convivan.

Hay otros puntos, mucho más de fondo que discrepo, y son justamente los que hablan de un “desconocimiento”,
de una mirada obtusa, de un “desprestigio” para nuestra escuela.

Mi diagnóstico es muy claro: Creo que el primer año de la facultad está en una crisis hace mucho tiempo. Eso se
debe al formato de talleres, y al profesorado que los imparte.

Pienso que el taller introductorio es un curso que debe entregar pequeñas líneas de certeza a los estudiantes,
cierta claridad y nociones que le ayuden a mantenerse en pie en la primera instrucción de su vida profesional. En
consecuencia, hacerlo entrar a 6 talleres, todos diferentes, todos con directrices, contenidos, temas, miradas,
aciertos y fallas; todas ellas distintas, es centrar al estudiante en una confusión tal, que difícilmente será capaz de
asentar conocimientos transversales en el universo de estudiantes que cursan el taller 1. Tan diverso es el
panorama, que los profesores de segundo año, saben que de tal o cual taller vienen fallas de este u otro tipo.

La pérdida de energía en la nivelación en segundo y tercer año, es un error estratégico de la escuela.

En relación al profesorado, efectivamente hay muchos que forman parte de ese compadrazgo al que refieres. Son
docentes que llevan años haciendo el mismo curso sin cambiar sus contenidos, sus programas, no cambian el
nivel donde imparten clases (se mueven con comodidad entre un semestre u otro), y justamente hace un tremendo
daño a la escuela el que no se muevan, salgan, se preparen, que muestren sus competencias con obra, con
publicaciones, con investigación. Creo que la universidad es una sana mezcla entre equipos lucidos de
investigación, docencia, y desde luego de arquitectos que trabajen haciendo obras de calidad que le permitan
dignificar su posición en la Universidad.

Es cosa de mirar la lista y darse cuenta que la mitad no debiera estar en la Escuela. Con todo respeto.

Dicho esto, que me parece de fondo, me permito decir que lo que se ha hecho en la jefatura, es una gestión aun
tibia de lo que se debiera hacer. Creo que el taller 1, debiera ser transversal (o al menos grupos mas transversales),
con un set de profesores que permita combinar conocimiento de aquellos que llevan tiempo en la escuela, como
tú por ejemplo, y otros con ideas renovadas de enseñanza, como jóvenes que son el aporte que la escuela necesita.
Pienso que la manera de ejercer docencia en primer año debe ser oxigenada: yo pase hace 20 años por primer
año, y lo que se enseña es exactamente lo mismo. No quiero decir con ello que este mal, pero si me muestra el
poco nivel de discusión y frescor ideológico que entra en el debate de la formación en los talleres introductorios.

Juntar dos profesores para hacer un taller es algo que se hace en todo el mundo. Un taller con dos profesores
para 40 alumnos versus dos de 24, es un intento por que, al menos 40 alumnos tengan conocimiento transversal
en el área más débil de la escuela, antes que, dos grupos de 24, que pueden salir con la misma formación que
no va a responder la debilidad de la transversalidad a la que refiero. El fraccionar los talleres buscando “calidad”,
es responder bien, algo que no viene al caso.

En la UC, yo imparto el Taller 1 en conjunto con Rodrigo Pérez de Arce, y tenemos 100 alumnos. Somos 5
profesores. Lo que logramos es que el conocimiento de los estudiantes de primer año sea básico, basal,
fundacional, y por lo tanto garantizar que todos lo reciban con el mismo criterio. No solo eso, el taller dos, lo toma
Teodoro Fernández (y equipo), y también tiene 100 alumnos. Es como un árbol. En la medida que el alumno
avanza, puede tomar caminos y diversificar su conocimiento. Por muy obvio que parezca lo que voy a decir, es
que en la medida que el alumno va entendiendo de lo que trata la carrera, puede tomar decisiones y diversificar
su conocimiento, o bien ponerlo a servicio de algo específico.

El insistir en los feudos atomizados en primer año me parece un error. El agrupar me parece que tiene sentido.
Creo que la Escuela de la Universidad de Chile, debe encontrar su propio formato, su manera de impartir este año
tan determinante, pero sin duda debe solucionar el conflicto generado al producir estudiantes con conocimiento
absolutamente dispar al ser formados en una plataforma a mi entender mal planteada y con equipos que no están
preparados para impartirla.

Esto que menciono es dar un norte a la escuela y su formación. Definir qué vamos a hacer, elegir la gente y
trabajar. Como es lógico, habrá resistencia al cambio. En general el que resiste al cambio es el que no puede
cambiar, y no tiene herramientas para volver a generar lo que cree de otra forma. Eso define a mi entender un buen
profesor.

Complementariamente, creo que eso debe ir acompañado de una evaluación seria de los profesores, que permita
que salgan los que no están al nivel. Desde luego, aspectos como el espacio, el número de mesas por alumno,
son aspectos importantes pero muy simples de organizar si la instrucción es la correcta.

En relación a la semana de taller y la entrega, me parece mal planteada la figura del show, y la semana misma de
trabajo: en consecuencia, creo que es una necesidad académica que los talleres entreguen en conjunto.

Dado que existe el problema serio de la discontinuidad de conocimientos en el taller fundación, una manera que
permite palear esto es la muestra conjunta. Que los estudiantes vean el nivel del resto, comparen, analicen, y
discriminen. La entrega conjunta sirve, a parte, para ver el nivel de contenidos de los equipos docentes, y ver de
manera empírica los equipos que deben salir del nivel, o salir de la Universidad. Si eso sacrifica un día de trabajo,
lo veo como un asunto muy fácil de sobrellevar.

Dada la experiencia, creo que debe fijarse este día como fecha fija en el calendario, y los talleres con anterioridad
planificarla.

Cerrando esta idea, se pronuncia con insistencia en tu carta la palabra calidad. Me pregunto insistentemente
porque nuca he visto profesores de taller 1 de la Fau en ninguna entrega de otras Universidades, en Charlas, en
instancias donde se discuten estos temas. La Utem desarrolló recientemente un ciclo muy interesante donde
ningún profesor estuvo presente. Lo triste es que había de todas las universidades, incluidos alumnos y profesores.
Se hace una cuenta pública del taller 1 en la UC, que es abierta. Es muy concurrida y nuevamente, para mi
sorpresa, nunca he visto un profesor de la Escuela, pero si a Juan Pablo. Y así con muchas instancias.

Imagino que se entiende que no es necesario referenciar la enseñanza de la Escuela a otras Escuelas, pero
considero fundamental saber que se hace, para valorar lo bueno y tomar distancia de lo malo.

La calidad se le debe exigir al profesor. El nivel de los estudiantes de la Universidad, me atrevo a decir con absoluta
propiedad, dado que he hecho clases en casi todas las escuelas del país, es el mejor nivel de Chile. Solo necesitan
tutela. Nada más. Eso no tiene que ver con corregir hasta las 10 de la noche, o hacer ir a los estudiantes los
sábados, es claridad, dirección, saber qué hacer. Creo que eso es lo más débil de nuestra escuela. Trabajar sin
norte, sin rumbo, es algo muy peligroso.

Hay otros temas de forma, como por ejemplo las convocatorias abiertas. Me parece que es fantástico que se
hagan. Domingo Arancibia tomó la titularidad en un taller, Patricio Arias desarrollo un interesantísimo curso de
materiales, y Claudia Silva, ex directora del MOP, también entró a aportar. Todos ellos elegidos legítimamente. Lo
digo porque Patricio Arias trabajó conmigo en la Bienal de Venecia construyendo el Pabellón Chileno, y lo motivé
a que presentara sus antecedentes. Resultó elegido dentro de cientos de participantes. Te puedo garantizar que
ningún compadrazgo facilitó su elección. De más está decir que es lógico que son procesos complejos. Si hay
errores hay que corregirlos. Pero llamar a estas convocatorias me parece correcto.

De la misma forma la comunicación debe mejorar. Pero eso se hace también de manera binominal. Nosotros en
la UC, tenemos reunión de coordinación todos los lunes. Los cinco profesores, más los profesores de
representación. Con ello planificamos lo que se va a hacer la semana subsiguiente. En consecuencia, es lógico
que existan cosas que fallan en la Escuela si estas reuniones existen dos o tres veces en el semestre, pero hay
que mejorarlas también dando requerimientos desde al lado del profesorado. Somos nosotros muy responsables
en eso.

Un buen ejemplo de una clara mejora en términos de la comunicación, es que los profesores presenten el taller
en una sesión abierta, donde los alumnos elijan democráticamente el taller por contenidos. Eso nunca se hizo, y
si se intentó hacer, nunca resulto. Ahora veo afiches, información en web, redes sociales (que son las plataformas
que ven los estudiantes) y la presentación se desarrolló a auditorio lleno.

Termino por mencionar que esta carta no es una defensa de nadie, es una respuesta a tu análisis que me parece
aun epidérmico, y atiende a cosas muy superficiales. Considero que el primer año de la escuela está en una
profunda crisis de ideas, de contenidos, y lo peor que nos puede pasar es seguir igual. Que ingrese Sebastián
Rozas, Domingo Arancibia, o Paulina Fernández, que sus ideas se crucen con las de profesores con experiencia
como tú o como la Mariana, va a ayudar muchísimo.

Esta carta te la mando con mucho afecto, en el ámbito de la discusión que se hace necesaria en la Escuela.
Discrepar y acordar es parte de la vida, y por cierto que dar una opinión, como lo dices, jamás debiera ser un
agravante para tomar represalias en una plataforma de ideas como es la universidad.

Copio esto a quien le pueda interesar

Te dejo un abrazo.

Tomás.

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