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Resumen

Jesús Andrés Pabón

Programa de Filosofía, primer semestre.

Asignatura de Taller de Redacción

Fuera de lugar: ¿cuáles son las sillas, los puestos y las posiciones de los hombres y
pelaos en Cartagena de Indias?

La problemática social de las pandillas juveniles en La Popa y otros sectores de


Cartagena son tan graves como los que tiene el mismo cerro. Preguntarnos por los
principales protagonistas de estas pandillas nos puede permitir identificar un asunto de
género como una de las raíces del problema. Por ser macho los hombres se enfrentan para
dominar a otros hombres, mujeres y territorios, el cual es el rol que les ha dado la
sociedad patriarcal y machista.

El modelo hegemónico de masculinidad tiene nombre para los que encajan y desencajan
él: los hombres deben demostrar hombría mediante la violencia y fuerza, y no deben
mostrar debilidad ni sentimientos; los que hagan lo contrario se les llama maricas. A las
mujeren que desencajan se les llama machorras. Entonces, ser hombre implica que deba
asumirse una masculinidad que se convierte en un factor de riesgo para los hombres y
mujeres.

Para la mayoría de hombres la vía dialogaba en la resolución de conflictos no cabe.


Importa enfrentarse para demostrar fuerza y para ello se organizan ejércitos legales e
ilegales. Para cortar de raíz este problema hay que ver la conexión entre el machismo y
el militarismo. Estos se han desarrollado juntos. Los hombres hacen las guerras
mundiales, las confrontaciones internacionales, el conflicto armado interno y las guerras
urbanas. Incluso muchos prestan servicio militar para ir a la guerra y mediante la libreta
militar demostrar orgullo por haber estado en el ejército de machos.

Tener que guerrear siempre plantea el ser hombre como un factor de riesgo para los
mismos hombres, pero también para las mujeres y el mundo en general, porque la guerra
y violencia afecta a la vida en todas sus formas.

Se deben fortalecer ideas de ser hombre donde este no sea violento y guerrero; a la crítica
de este modelo; a la construcción de nuevos conceptos y práticas de vivir donde ser varón
signifique fraternidad, justicia y equidad entre hombres, mujeres y el entorno. Solo así se
podrá destruir el modelo patriarcal machista y el problema de pandillas.

Por ser tan profundo el problema, en su solución deben participar principales agentes de
formación como la casa, familia, barrios, instituciones educativas y medios de
comunicación, los cuales son los que sustentan y transmiten el machismo, pero que
también pueden y deberían contribuir en la construcción de nuevos conceptos y prácticas
de masculinidad más liberadoras.

Nuevos pelos absorventes a la raíz del problema

La mayoría de pandilleros de la Popa en Cartagena son hombres afropopulares; personas


negras que intentan realizarse en contextos de machismo; en escenarios históricos de
marginación, discriminación, etc. y aislamiento a nivel ambiental, político, social...

Estas son las raíces del problema de las pandillas; se desarrollan en sitios marginados de
la ciudad, en invasiones hechas por gente pobre que no le importa vivir en zonas de alto
riesgo. Estos pandilleros no logran tener oportunidades para ser personas de bien y tener
trabajo. Se encuentran inmersos en la ilegalidad incluso antes de nacer, viven sin ley,
consumen sustancias y realizan actividades ilícitas, hacen trampa cuando juegan y no les
importa traicionar a la mujer o al amigo; no tienen privacidad en sus casas; viven en la
ley del Monte; deben sobrevivir donde lo ilegal es legítimo, justo y necesario.
Las pandillas y sus efectos son frutos de esta cultura de ilegalidad y violencia enraizada
que está decuidada comunicativa, cultural, económica, moral, política y socialmente.

El problema de La Popa no es solo ambiental, sino que también se encuentra en las


relaciones con la naturaleza; relaciones entre hombres, hombres y mujeres, niños,
jóvenes, adultos y adultos mayores; e incluso con Dios, que se encuentra como un ser
lejano, castigador y poco comprometido con su pueblo.

También el riesto de derrumbe físico, social y moral de la Popa es un problema de la


ciudad y sociedad cartagenera, y de las autoridades distritales que han evidenciado el
desarrollo del fenómeno sin hacer nada. Pero además de considerar en la problemática de
las pandillas el asunto del género y del contexto adverso, se debiera de revisar la
conexión entre el asunto de las identidades y culturas juveniles, y el pandillismo, para
avanzar en su comprensión y solución.

Pandillas de pelaos

Las pandillas son las únicas experiencias sociales que le dan a los jóvenes pandilleros
sentido a la vida. A esa edad se desea compartir rasgos comunes en un grupo, en donde se
reconozca lo que se es, sabe, tiene y puede. Se desea afecto, protección; llevar la
contraria, protagonismo, ser rebeldes; usar códigos, estéticas, conductas para encontrarse
y diferenciarse. Se busca llamar la atención mediante las pandillas, y lo logran opacando
otras formas organizativas y comunicativas más amplias y de mayor impacto positivo
que, mediante propuestas comunitarias, tienen el fin de construir vida y paz desde el arte,
el folclor, la literatura, la música, el baile, el deporte, la prática ecológica y espiritual. Es
así porque en este país se necesita armarse, gritar, hacer revueltas para ser visto, oído o
atendido.

Las pandillas intentan satisfacer la necesidad humana fundamental de la identidad. Los


jóvenes, para realizarse como hombres jóvenes afropopulares, conforman pandillas. Así,
las pandillas son el resultado de la realización no adecuada de las necesidades juveniles.

El problema de las pandillas es que mata a los jóvenes y quienes se interpongan en su


intento de satisfacer necesidades juveniles, porque son satisfactores de tipo destructivo.
Esto también implica el significado que los jóvenes le dan hoy a la vida y la muerte. Ser
joven significa que la muerte no existe, que es lejana; o por otro lado, que está en el
propio hombro, y que por tanto no hay mañana ni futuro. De cualquier manera, a la
muerte no se le teme, y depende de la misma cultura ilegal si llega o no.

Se necesitan nuevos sentidos sobre la muerte y sobre la vida; sobre ser hombre, ser joven,
ser afrodescendiente, que nos libere de la violencia del machismo, la marginación, la
discriminación, etc, pero tambien del adultocentrismo, que desacredita sobretodo a los
jóvenes de poder llevar las riendas del mundo. Se necesitan nuevos sentidos y prácticas
que reconozcan como seres humanos a la gente que ha sufrido violencia por la privación
de los derechos humanos.

Se necesita reforestar el cerro de vida y hacerlo florecer; llenarlo de oportunidades


educativas y laborales, de formas organizativas que resten a las pandillas; de encuentros y
convivencia de los jóvenes y los demás.

Para que la Popa y su gente pueda vivir en paz, se necesita que toda la ciudad le preste
atención a los 'machos pelaos y mondaos', que mire el panorama completo de la sociedad
y participe donde están las raíces de los problemas.

Referencia bibliofráfica:

Díaz Acevedo, Carlos. (2008). Pandillas de machos, pelaos y mondaos: las raíces del
problema en el cerro de la popa en Cartagena. En Fuera de lugar. ¿Cuales son las sillas,
los puestos y las posiciones de los hombres y pelaos en Cartagena de Indias? (49).

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