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Buenas tardes

El Presidente me dio un mandato central, una prioridad: cuidar a los argentinos; especialmente
durante el período electoral que muchas veces en nuestro país está rodeado de tensiones
financieras y cambiarias.

En términos prácticos, la instrucción del Presidente tiene objetivos concretos: que no suban
más el dólar y la inflación, ya muy elevados, porque erosionan los ingresos y los ahorros de los
argentinos, en especial de las familias de ingresos medios y bajos, que tienen menos
herramientas para protegerse. Sin mencionar la repercusión negativa de esa incertidumbre
sobre la actividad, el empleo y la pobreza, que a todos nos angustia.

Todas las fuerzas políticas queremos ganar las elecciones. Pero eso no es excusa para poner en
riesgo el bienestar de los argentinos. Tenemos que coincidir en preservar la estabilidad como
un objetivo prioritario, no negociable, no subordinado a ningún interés partidario. Ni siquiera
en campaña. Un colega experimentado del gabinete provincial que orgullosamente integré
hasta hace unos días me dio una vez una lección: a un hombre de Estado le pueden faltar
algunas virtudes, pero no una: LA PRUDENCIA. Porque hay 45 millones de personas que
pueden verse afectadas por sus palabras y sus actos. Cualquier imprudencia sale cara.

No existe épica de hombres mesiánicos ni funcionarios omnipotentes. Tampoco la


autoindulgente contracara del chivo expiatorio que algunos prefieren usar para eximirse de
responsabilidades públicas. El éxito o el fracaso son siempre colectivos. Está demostrado que
tener al mejor del mundo no alcanza para ganar el Mundial. Pero cuando no lo ganamos no es
porque Messi no canta el himno. No fallan los 11 que les toca estar en la cancha, falla el
sistema. En un sistema de gobierno republicano nadie puede solo. Ni un presidente, ni un
gobernador, ni un diputado, ni un juez. Es un sistema de funciones interdependientes. Porque
así está sabiamente diseñado por la Constitución de Alberdi para garantizar pesos y
contrapesos que sumen controles y eviten excesos. En el proceso electoral, los equipos de los
candidatos en campaña también pasan a formar parte del sistema. Porque sus opiniones,
promesas, proyectos, discursos, tweets, conferencias, dan señales sobre el futuro. Que los
mercados, que no son monstruos agazapados para comerse a los desprevenidos, sino la suma
de las decisiones individuales de millones de ahorristas e inversores, ponderan en sus
decisiones e inciden, por ejemplo, en el valor del dólar y del riesgo país e influyen sobre el
crédito, la inflación, el empleo, la actividad y, sobre todo, la pobreza. Que es lo que todos
queremos cuidar.

Ningún Gobierno puede solo. Sin vocaciones totalitarias, ni siquiera debería intentarlo. Más
aun durante un proceso electoral. Necesitamos la concurrencia de todas las fuerzas políticas
para garantizar la estabilidad. Si la oposición no quiere, el Gobierno no va a poder.

Podemos analizar cómo llegamos hasta acá. Algunos atribuirán la suma de todos los males a la
presunta mala praxis del Gobierno actual; en el polo opuesto, otros al futuro inferido a partir
de una experiencia pasada. Casi sin matices, la culpa es del otro. ¿La verdad? No creo que al
ciudadano de a pie le importe mucho quién tiene razón. Más bien creo que quiere saber cómo
lo vamos a cuidar desde hoy, 28 de agosto, hasta el 27 de octubre, o hasta el 24 de noviembre
si hay ballotage. Y qué herramientas le van a quedar al que le toque cuidarlo a partir del 10 de
diciembre, sea reelecto el actual Presidente o gane otro candidato. Gane quien gane, no
podemos dejarlo sin herramientas. Al fin y al cabo, ningún gobierno es eterno. El progreso es
que el siguiente pueda construir sobre el legado del anterior.
El 10 de diciembre termina este mandato presidencial. Hace 91 años, casi un siglo, que un
presidente no peronista no puede terminar su mandato en tiempo y forma. Ese es un fracaso
colectivo, pero de la dirigencia, no de la ciudadanía. Hace 91 años que le debemos esa
NORMALIDAD a nuestros ciudadanos, que miran absortos cómo especulamos con su
tranquilidad. Si la voluntad popular no llegara a acompañar al Presidente Macri a lograr la
reelección, la sucesión institucional en tiempo y forma será un mérito conjunto, quizás en
partes iguales, entre el presidente entrante y el saliente.

Tras las elecciones primarias, entramos en un escenario económico y financiero complejo. La


dinámica de los meses previos donde la inflación iba convergiendo persistentemente a niveles
más bajos y la actividad había comenzado a mostrar una recuperación parsimoniosa, trocó en
un escenario de mayor tensión cambiaria en la primera semana y en una suba pronunciada del
riesgo país.

Por eso, como la estabilidad cambiaria es un instrumento central para preservar los ingresos
de los sectores medios y bajos, el Banco Central reforzó su estrategia de flotación administrada
para evitar oscilaciones bruscas o tendencias irracionales de la moneda.

Pero simultáneamente, tras las elecciones primarias la tasa de renovación de las tenencias
privadas de las letras de corto plazo (Lecaps y Letes, en pesos y en dólares, respectivamente),
que antes del 11 de agosto venía renovándose a un ritmo promedio del 88% de los
vencimientos, cayó abruptamente en los últimas dos licitaciones a niveles inferiores al 10%
(7% en la del 15 de agosto y 5% en el día de hoy) , evidenciando la falta de interés de los
inversores de mantener su tenencia en ese tipo de activos.

Esa dinámica sembró dudas sobre el cumplimiento del programa financiero previsto para el
último cuatrimestre de 2019, que estaba basado en una razonable renovación de los
vencimientos del período, como ocurre en todos los países del mundo, incluido en la Argentina
hasta antes de las PASO.

En ese marco de incertidumbre, para cuidar los ingresos y los ahorros tenemos que poder
acordar entre todas las fuerzas políticas una campana protectora sobre el sistema financiero y
cambiario. No por los bancos o el mercado. A río revuelto nadie gana más que los
especuladores y los prestamistas. Sino por los ingresos y los ahorros de las familias de ingresos
medios y bajos, que son los que menos pueden protegerse de la volatilidad y la inflación

A tal fin, propusimos un diálogo constructivo con todas las fuerzas políticas que compiten en la
arena electoral de octubre. Nos pusimos de acuerdo en pilares básicos que este Gobierno ha
predicado durante todo su mandato, aunque quizás insuficientes: la necesidad del equilibrio
fiscal (porque el déficit siempre, siempre, lo pagan los ciudadanos y no los ministros ni los
legisladores) o la importancia de que las estadísticas públicas digan la verdad; y también
recibimos algunas propuestas de las fuerzas opositoras respecto a cómo transitar el camino
electoral.

A pesar de la buena voluntad de los representantes de todos los partidos, cuya concurrencia al
diálogo reconozco y valoro, la dinámica de los últimos días demostró que ese consenso verbal
y público no es suficiente.
Hace falta darle al diálogo un marco institucional que despeje las dudas sobre la capacidad y
voluntad de pago de la deuda argentina, no solo la deuda de corto plazo que venza en lo que
falta del año 2019, sino también la del próximo mandato presidencial, a fin de despejar las
exigencias financieras del período 2020-2023, y que el presidente que ostente el poder, pueda
desplegar sus políticas económicas sin una excesiva carga de deuda.

A tal fin, el Presidente Mauricio Macri me ha instruido a que resolvamos el problema de corto
plazo para garantizar la estabilidad electoral; pero también el de mediano y largo plazo, para
no dejarle “un problema al que sigue”, sea él mismo u otro candidato, para que pueda
desplegar sus políticas sin la restricción de liquidez de vencimientos de deuda inminentes o
demasiado elevados

Bajo la noción de que la Argentina no tiene un problema de solvencia sobre la capacidad de


pago de su deuda, que es perfectamente sostenible en un marco de políticas económicas
consistentes de equilibrio fiscal y externo, pero sí sobre la liquidez de mediano plazo que
incide en la inestabilidad actual y corta el financiamiento voluntario del mercado. Vamos a
implementar cuatro iniciativas tendientes a aliviar la carga financiera en el corto y en el
mediano palzo:

. Extender los vencimientos de la deuda de corto plazo, donde la refinanciación de pasivos


aparece condicionada por la incertidumbre electoral, en pesos y en dólares (usualmente
conocidas como Letes y Lebacs) solo para los inversores institucionales, no para las personas
humanas, que cobrarán la totalidad de sus acreencias a su vencimiento en tiempo y forma tal
como está previsto en el título original. Para ser claro: las personas humanas, lo que antes
conocíamos como personas físicas, o sea el ciudadano de a pie, dispondrá al vencimiento la
totalidad de su acreencia con los intereses correspondientes, en la moneda prevista y en la
fecha prevista. Ese grupo representa al 90% de los tenedores de esos títulos. El otro 10%, que
son solo inversores institucionales, bancos, compañías de seguros, también percibirán el pago
completo de capital e intereses con una extensión de plazos de entre …. y …. meses

. Asimismo, para despejar las exigencias financieras del período 2020-23, y que el mandatario
que gane en las próximas elecciones pueda desplegar sus políticas económicas y sociales sin
excesivos condicionantes financieros, elevar a la consideración del Congreso un proyecto de
ley que promueva un canje voluntario de deuda bajo jurisdicción local, sin quita de capital ni
intereses y con la sola extensión de plazos.

. Iniciar un proceso de canje de los bonos bajo legislación extranjera, bajo las cláusulas de
acción colectiva, con el mismo fin de extender los plazos de vencimiento, sin quitas de capital
ni intereses, a fin de completar un perfil financiero menos exigente para el período 2020-23,
que genere alivio financiero para la concreción de políticas económicas y sociales que inserten
al país en un sendero de crecimiento sostenido. A tal fin en el día de mañana invitaremos a los
bancos a acercar propuestas…

. Asimismo, además de haber cumplido estrictamente con todas las metas fiscales y
monetarias del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para dar continuidad al acuerdo
vigente, hemos propuesto a ese organismo internacional iniciar el diálogo, que
inexorablemente deberá concluir en el próximo mandato, para reperfilar los vencimientos de
deuda con ese organismo internacional

De este modo, el Gobierno procura despejar el horizonte financiero argentino de corto,


mediano y largo plazo, no solo de este mandato sino también del próximo, para disipar los
riesgos de incumplimiento hoy implícito en las cotizaciones de los papeles argentinos,
influenciados por el estrés de liquidez de corto plazo y no por reales fundamentos de solvencia
de la deuda argentina.

Con esta estrategia procuramos alcanzar varios objetivos simultáneos:

1.Brindar al Banco Central todas las herramientas necesarias para garantizar la estabilidad
cambiaria y financiera. Al aliviar el programa financiero se descomprime una eventual fuente
de demanda sobre las reservas, que hoy ascienden a más de USD 57.000 millones, asegurando
así la disponibilidad de reservas para defender el peso de todos los argentinos durante todo el
período electoral.

2. Abordar de raíz la causa subyacente de la desconfianza actual de los inversores, referida a la


liquidez para enfrentar los vencimientos de corto y mediano plazo

3. No “pasar el problema al que sigue”, dado que también se prevé descomprimir el perfil de
vencimientos del próximo mandato, a fin de poder desplegar un programa de gobierno sin
condicionantes financieros demasiado exigentes

4. En la deuda de corto plazo dar un tratamiento preferencial a todas las personas humanas,
que dispondrán íntegramente de la totalidad de sus acreencias en la fecha de vencimiento
prevista en el título correspondiente

5. En la deuda de mediano y largo plazo, que hoy cotizan en valores muy deprimidos, dar la
posibilidad de un upside en la medida que el mercado evalúe que la extensión de plazos
mejore las expectativas de cobro

6. Dar un marco institucional al consenso que necesita la Argentina en el Congreso Nacional,


donde concurren todas las fuerzas políticas, para que definan el horizonte financiero argentino
del período electoral y del próximo lustro. Por supuesto, los funcionarios del Ministerio de
Hacienda estaremos a disposición de las comisiones de Finanzas y de Presupuesto y Hacienda
del Congreso para explicar la naturaleza y los detalles del proyecto y consensuar los horizontes
y condiciones que decida la mayoría parlamentaria, así como de la Bicameral permanente de
seguimiento y control de deuda exterior.

Así, aun reconociendo que los resultados económicos del actual programa han sido inferiores a
los esperados, especialmente en materia de inflación y empleo, pretendemos que el punto de
partida del próximo mandato sea más sólido para recuperar el crecimiento sostenido, a partir
de haber recuperado los equilibrios gemelos en los frentes fiscal y externo, un tipo de cambio
competitivo y un perfil de vencimientos más despejado para el nuevo horizonte que se inicia el
próximo 10 de diciembre

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