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Universidad de Lima

Programa de Estudios Generales


Curso de Filosofía

Introducción a la epistemología
© Prof. Ricardo Braun

La tierra es redonda. Si nos preguntamos acerca de la veracidad de esa aseveración diríamos que “estamos
seguros o sabemos que la tierra es redonda”. Probablemente no diríamos que “suponemos que la tierra es
redonda” o que “la tierra es redonda” sea una cuestión de opinión. Tenemos una actitud de seguridad acerca
de este conocimiento. Pero qué diríamos si nos preguntáramos acerca de las bases que tenemos para afirmar
que la tierra es redonda. Puede ser que digamos que hemos leído desde pequeños acerca de la redondez de la
tierra. O que hemos visto fotografías tomadas desde el espacio. Sin embargo, ninguno de nosotros hemos
tenido la oportunidad de ver la tierra desde el espacio. De manera que nuestro conocimiento de la redondez
de la tierra se debe, al menos en parte, a la confianza en las afirmaciones de otras personas que consideramos
confiables. Por ejemplo, confiamos en la autoridad de algún científico de la NASA y no tanto en el
compositor de la marinera limeña titulada “La redondez del mundo”. En suma, al menos algunas de nuestras
creencias a las que denominamos “conocimiento” se fundamentan en lo que afirman determinas personas.

Sin embargo, creencias que tomamos como conocimiento no siempre resultan ser verdaderas aun cuando son
compartidas por muchas personas. En el pasado se creía que la tierra era plana, que los hombres eran más
capaces intelectualmente que las mujeres, o que había personas que eran ¾ de un ser humano. Cabría
preguntarnos, entonces, si lo que consideramos conocimiento verdadero en nuestros días no resultará tomado
como falso en los siglos venideros. Por esta razón surge la pregunta por la fundamentación de lo que
denominamos “conocimiento verdadero” o simplemente “conocimiento”.

La epistemología es la rama de la filosofía que estudia el problema de la fundamentación del conocimiento.


Algunas de las preguntas que intenta contestar la epistemología son: ¿cómo distinguimos el conocimiento
verdadero del falso?, ¿en qué se basa el conocimiento verdadero?, ¿qué diferencia puede establecerse entre
conocimiento, creencia y opinión?, ¿podemos tener certeza en el conocimiento de las cosas?

La palabra epistemología proviene del vocablo griego επιστεμε (episteme) que significa conocimiento. Por lo
tanto, la epistemología es el estudio de la fundamentación del conocimiento. En este sentido, la
epistemología nos invita a cuestionarnos acerca de lo que decimos que conocemos y nos exige buscar las
bases de nuestros conocimientos.
Por ejemplo, ¿sabemos qué hicimos ayer en la tarde? Si lo sabemos, ¿en qué basamos este conocimiento?
Uno podría afirmar que se “acuerda lo que hizo ayer”, es decir, tendría una experiencia de la memoria actual
que se supone que es una replicación de la experiencia que se tuvo ayer. Pero, ¿no es posible que haya un
error en nuestra memoria? ¿Es posible que una persona tenga una memoria que no corresponda a un hecho
real? ¿Acaso no nos ha pasado que hemos creído que hicimos algo en el pasado basándonos en nuestra
memoria y resultó que no había ocurrido? Supongamos que decidimos confiar en nuestra memoria sobre la
tarde de ayer. El conocimiento de lo que sucedió en la tarde de ayer se basa en la confianza que se atribuye a
la exactitud de la memoria actual.

Este cuestionamiento no es nuevo. En el diálogo Teeteto de Platón ya encontramos la preocupación por este
problema.

La creencia acerca de la confiabilidad de la memoria podría ser infundada, como nos ocurre cuando
pensamos que nos estamos acordando correctamente de algo y resulta que estamos equivocados. Sin
embargo, a pesar que nuestras memorias pueden darnos datos equivocados, decidimos confiar en ellas, como
cuando la persona del ejemplo decide confiar en lo que la memoria le representa de lo que hizo ayer en la
tarde. La pregunta que nos podemos hacer es: ¿cómo decidir confiar en la memoria y cuando no?

Muchas personas consideran que es una perdida de tiempo estar preguntándose por la fundamentación de
cada conocimiento y sienten que no podrían vivir tranquilamente si estuvieran cuestionándolo todo. Sin
embargo, hay áreas del conocimiento que tomamos mas en serio y nos gustaría saber si las fuentes y
fundamentos son confiables. Saber con seguridad o no la existencia de agujeros negros no parece ser un
asunto que mortifique a la mayoría de personas pero si pudiese afectarnos la incertidumbre acerca del efecto
del uso de pesticidas en la agricultura o de los edulcorantes artificiales a nuestra salud. Nos gustaría saber si
es posible predecir el comportamiento de la bolsa de valores si tenemos pensado invertir en ella.

En el campo de las ciencias, la historia, el periodismo, la psicología, la sociología, la medicina y la


administración de la justicia, entre otros, hay un interés en saber como son las cosas en realidad y poder
distinguir entre lo verdadero o lo falso. Por ejemplo, en un juicio penal, las indagaciones acerca de la
culpabilidad de una persona acusada tienen por objeto conocer si esa persona realizó un acto que esta
tipificado como delito penal. Las partes demandante y demandada no esperan una indagación en el ámbito
de opinión, sino esperan esclarecer lo que realmente sucedió. La diferencia entre el conocimiento de lo que
sucedió puede acarrear la permanencia o no de la persona acusada tras las rejas.

No todas nuestras creencias provocan las mismas actitudes en nosotros. Tenemos creencias que las
consideramos verdaderas sin cuestionarlas. Otras producen actitudes de duda o inseguridad. La
epistemología precisamente busca cuestionar todas nuestras creencias, particularmente aquellas que
consideramos indubitables o a las que nos sentimos muy apegados, v.g. nuestra creencia en una divinidad.
Las creencias que están acompañadas de un alto valor de afectividad pueden provocar creencias dogmáticas.

Tenemos una creencia dogmática cuando el contenido de nuestra creencia no es cuestionado en absoluto y
nos parecería absurdo o equivocado dudar de ella. Podemos identificar una creencia dogmática cuando no
estamos dispuestos a cuestionarla o si nos irrita o enfurece siquiera dudar de esa creencia. Generalmente a
las personas no les gusta que se cuestionen sus creencias dogmáticas.

La epistemología, sin embargo, aspira a cuestionar los fundamentos de todos nuestros conocimientos, por
más afecto o sensación de convicción que les tengamos. No hay conocimientos sagrados o tabúes que no
puede ser examinados. El hecho de que se hayan cuestionados algunos conocimientos en particular, ha
permitido que entendamos mejor el mundo. En efecto, el cuestionamiento de la dogmática creencia en la
tierra plana llevo a que empezáramos a considerar a la tierra redonda y a dejar nuestro puesto de centro del
universo. En otras palabras, sin cuestionar nuestras creencias por más obvias que parezcan no podríamos
haber hecho ningún progreso en nuestro conocimiento personal y del mundo que nos rodea.

¿Qué es conocimiento?

Podemos encontrar un punto de partida acerca de la definición de conocimiento en Platón (circa 427-348
a.n.e). En el dialogo Teeteto, Platón busca definir conocimiento así:

Sócrates: Querido amigo, si fueran lo mismo la opinión verdadera, con relación a los tribunales, y el saber, el
juez más eminente no podría emitir correctamente un juicio sin el saber. Pero en las presentes circunstancias,
una y otra cosa son diferentes.

Teeteto: Estoy pensando ahora, Sócrates, en algo que le oí decir a una persona y que se me había olvidado.
Afirmaba que la opinión verdadera acompañada de una explicación es saber y que la opinión que carece de
explicación queda fuera del saber.

En términos contemporáneos, esta definición llamada “la tesis del Teeteto” sostiene que conocimiento es
creencia verdadera justificada. La definición platónica implica que no podemos decir que “conocemos acerca
de algo” por el solo hecho de creer firmemente en ello. Por mas que resulte ser verdadero aquello en lo cual
creo, la justificación no puede deberse a la actitud de creencia que pueda tener una persona. Un ejemplo: yo
puedo creer genuinamente que con optimismo pero sin medicinas me voy a curar. Ahora bien, resulta que me
curo sin utilizar medicinas. Parecería que hay una conexión entre mi optimismo y recuperación. Pero esa
puede ser una creencia que Platón consideraría injustificada. El contraejemplo más sencillo lo podemos
encontrar en los casos de personas que creen que se van a curar, viven como que se van a curar, y sin
embargo no se curan. En otras palabras, la actitud hacia el contenido de nuestras creencias no justifica su
veracidad, y en consecuencia, no constituiría “conocimiento” en la definición platónica. Una posible
respuesta a mi actitud como paciente es sostener que “no tenía conocimiento acerca de la enfermedad ni de
su cura”, y que por lo tanto, no habría justificación para la creencia que tenía.

La creencia en algo por sí misma no constituye un objeto de estudio de la epistemología 1. La creencia para
ser objeto de la epistemología es la relación de la actitud de creer con una proposición que puede ser o bien
verdadera o falsa. Las creencias entonces pueden ser verdaderas o falsas. Puedo creer que “hoy es martes” y
resultar que sea verdadero o no que hoy sea martes. Por lo tanto, si la persona X cree que “hoy es martes” y
resulta que en efecto hoy es martes, diremos que X tiene una creencia verdadera. De acuerdo a la tesis del
Teeteto, sin embargo, no basta con que la creencia sea verdadera sino además la creencia debe estar
justificada. En consecuencia, el conocimiento es distinguible de cualquier tipo de creencia en que tiene
justificación. Entonces, podemos tener muchas creencias pero sólo algunos conocimientos.

Esta visión acerca del conocimiento como creencia verdadera justificada nos ha acompañado por muchos
siglos. Nótese que para que una creencia sea verdadera entonces tenemos que tener certeza, puesto que otra
forma de creencia sería una “opinión probable”. Hasta el siglo XX podemos encontrar en pensadores como
Bertrand Russell (1872-1970) que defienden esa definición. Siguiendo el esquema de Dancy (1985, 22)
podríamos resumir esta postura así: Una persona “p” conoce “x”, si y sólo si:

1. x
2. p cree que x,
3. Lo que cree p está justificado.

Como son tres proposiciones, esta definición de conocimiento también se le conoce como la “definición
tripartita”. La proposición (1) indica que “x” es verdadera (se está afirmando “p”. La (2) indica la relación de
“p” con la proposición “x” resulta que si p conoce x, p tiene que creer que “x”. Nótese que (2) se lee “cree
que ‘x’”, es decir, cree en una proposición representada por “x” como cuando digo que “creo que hoy es
jueves” (creo en la proposición “hoy es jueves”)

1
La psicología, sociología u otra ciencia social podría darnos una explicación acerca del porqué de algunas creencias que
sostenemos.
Sin embargo, en los años ’60, el filósofo Edmund Gettier propuso el siguiente problema 2. Utilizando
contraejemplos Gettier demuestra que puede haber casos de creencias que pueden ser verdaderas y
justificadas, es decir, satisfacen condiciones 1, 2 y 3, y sin embargo, no son casos genuinos de conocimiento.
Gettier quiere llevarnos a la conclusión que la definición arriba mencionada de conocimiento es falsa o
requiere más condiciones o requiere una reconceptualización. Veamos la ilustración que utiliza Gettier:

Rosa postula a un trabajo, pero tiene la creencia justificada que “Pedro conseguirá el trabajo”. Ella
tiene también la creencia justificada que “Pedro tiene diez monedas en su bolsillo”. Aplicando la
regla lógica de la transitividad de la identidad 3, Rosa concluye que “la persona que conseguirá el
trabajo es la que tiene diez monedas en el bolsillo”.

Sin embargo, Pedro no consigue el trabajo; Rosa, en cambio, es contratada. Pero resulta que Rosa
tiene también diez monedas en su bolsillo. De manera que la creencia que “la persona que tendrá el
puesto tiene diez monedas en el bolsillo” está justificada y es verdadera. Pero no podríamos llamar a
esto “conocimiento”.

En este caso, la creencia verdadera justificada es resultado de la inferencia de creencias falsas justificadas.
Por eso sus críticos reclaman una definición de conocimiento que sea creencia verdadera justificada
pero que no dependa de premisas falsas.

Veamos otro ejemplo que es una adaptación del propuesto por Dancy (1985, 25). Supongamos que José está
viendo por televisión el clásico U-Alianza de este año. Observa que al final del segundo tiempo el score es
Alianza 2-Universitario 1. José entonces cree justificadamente que Alianza ganó a la U. Esto lo infiere del
hecho que ha visto el partido y ha visto el marcador final a favor de Alianza. Lo que no sabe José es que en
el segundo tiempo, la transmisión falló y se presentó una grabación del partido del año pasado. Pero mientras
se pasaba la grabación en el estadio Alianza estaba también ganando a la U por 2 a 1. Diríamos
consecuentemente que la creencia de José es verdadera y también coincidiríamos que está justificado en
creer que Alianza ganó a la U. Pero no podemos afirmar que José sabe que Alianza ganó a la U (recordemos
que su análisis depende de una grabación del año anterior).
En estos ejemplos, se puede ilustrar la tesis de Gettier. Una creencia verdadera justificada fue el resultado de
la inferencia proveniente de creencias justificadas pero falsas. En último término Gettier quiere sostener que
puede haber situaciones en las cuales una creencia puede ser justificada y verdadera, y al mismo tiempo no
la tomaríamos como conocimiento.

2
Edmund Gettier (1963). Is Justified True Belief Knowledge? Analysis, v. 23
3
La regla lógica de la transitividad de la identidad se lee: “Si a=b, y b=c, entonces a=c”.
En vista de los problemas que suscitan ejemplos como los sugeridos por Gettier, a través de la historia del
pensamiento, se ha tratado de buscar fundamentos y criterios para determinar lo que se puede denominar
conocimiento. Algunos filósofos han optado por modificar la definición de conocimiento de tal modo que el
conocimiento siga siendo una creencia justificada verdadera pero que no dependa de falsas premisas. Otros
filósofos han preferido descartar la posibilidad de justificar aquello que llamamos conocimiento y han
abrazado alguna forma de escepticismo. El escepticismo es la creencia que el conocimiento es imposible.
Esta creencia es basada en la convicción que puesto que inclusive nuestros mejores métodos para conocer el
mundo no nos proporcionan certeza, es mejor suspender el juicio antes de depender en resultados dudosos de
nuestra razón o experiencia.

Podemos hacer una breve visita a las diferentes posiciones que han caracterizado la búsqueda de estos
fundamentos. En general se conocen estas posiciones como teorías epistemológicas.

Racionalismo

La tesis básica del racionalismo es la afirmación que la sola razón humana es la fuente del conocimiento. El
modo que la razón obtiene conocimiento es empezando por principios absolutamente ciertos que
intuitivamente reconocemos como verdaderos. Tales principios son los axiomas como los de la geometría o
proposiciones tautológicas de la lógica. Como ejemplos tenemos, “Los triángulos tienen tres lados”, “El todo
es mayor que la parte”, “Una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo”.

Los racionalistas afirman que estos principios no son aprendidos a través de la experiencia, sino son
implícitos en la noción misma... de “razón”. Por ejemplo, no se necesita ver un triángulo o medirlo para
saber que tiene tres lados o que la suma de los ángulos internos es 180°. Del mismo modo, la verdad de las
tautologías lógicas no es resultado de la experiencia sino del análisis racional de los términos involucrados,
como cuando no tengo que experimentar para saber que “todo soltero es no-casado”. Por ello, afirman los
racionalistas que estos conocimientos son anteriores (a priori) a cualquier experiencia sensorial que
tengamos o pudiéramos tener.

Para la mayoría de racionalistas nacemos con algunas ideas, la tesis de las ideas innatas, que son dadas a
nosotros como parte de nuestra dotación racional.

Empirismo
Los empiristas en contraste creen que el conocimiento proviene en último término de la experiencia y no del
uso de la razón aislada. Lo que sabemos del mundo y de nosotros es siempre conocido después de la
experiencia (a posteriori).

Sólo las proposiciones que son resultado de la observación componen el sistema del conocimiento. Aun
cuando en general los empiristas admiten que no se puede tener conocimiento certero cuando es obtenido por
la experiencia, al menos es un tipo de conocimiento y no simplemente las definiciones tautológicas que es lo
único que los racionalistas parecerían obtener como resultado del ejercicio racional.

Como es de esperar, los empiristas niegan la teoría de las ideas innatas y sostienen que el conocimiento es
producto de la experiencia sensorial acompañada de experiencias mentales, como serías las emociones y la
sensación de mis propios dolores, alegrías, etc. Las ideas, en todo caso, siempre han sido originadas por
alguna experiencia o combinación de experiencias.

La mayoría de empiristas admitiría que las verdades matemáticas y lógicas son verdades, pero no
constituyen conocimiento alguno, son simplemente tautologías, como la proposición “a=a” que es verdadera
pero no nos proporciona conocimiento sobre el mundo o sobre nosotros mismos.

Idealismo

Esta postura considera que todo lo que percibimos del mundo externo e interno es una construcción mental.
No hay una realidad independiente de nuestras construcciones mentales. Por ejemplo, las verdades
matemáticas no tienen necesariamente una referencia al mundo externo.

Realismo
El realismo es una forma de empirismo, que sostiene que lo que los sentidos nos muestran, es la verdad.

La forma elemental de realismo es el denominado “realismo directo” o también conocido como “realismo
ingenuo”. De acuerdo a esta versión los sentidos son confiables y nos proporcionan una visión del mundo
correcta.

Una versión más sofisticada es llamada “realismo representativo” que sostiene que los sentidos no nos
proporcionan acceso a las cosas directamente. Aceptan que los sentidos nos pueden engañar, pero las
sensaciones que tenemos de las cosas son representaciones de aquello que es real. Algunos también adoptan
tesis como la del perspectivismo, es decir, los sentidos nos proporcionan datos del mundo, pero en una
perspectiva que puede variar de acuerdo a nuestros puntos de vista observacionales.

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