Professional Documents
Culture Documents
‘odjo8 ac]
oquaturtaour unsure
eyeY ON PTT ap wI99 ‘osid Jo us OpeIIDs equISo 250f
‘eyzanb 1s ‘Ig
“ou ord
‘eruy v A exO]] BDA BEAD "Ou ord ‘opnagqe eT
-9f1Z) ‘OIA OT OpuENd OANyap ds BIDITN{ 2p UOZeIOD Ty]
“suy[io sesatuord ap oust] gparede sepeiop
seme] woo uOKivur OXeNd. ap WNGTE UP “Ueqeosnq onb
ogt
oy 4a anb uosarpuasduios A opepmns vod voreleq eT
orodos [ap equa ule un ostarp viarpn{ ‘oruosd acy
‘uvqeiadso anb of ap epee osod ‘sopnopze so10
Kedor:pensn of uorenuosug "epowg ey ap souolvs soy
“estaaz v uOIEZUatHOS ‘epanbsng ey EqeaT Dey Osg FOLLY
orodor un A zny ap ensow yy cures eun vite seuady
coxaisne redny uN vag “eLOT,] OP FT ‘exIO PTE UOIeSse
-pnbey erusop Wye aruaur
-a1uaprag ‘opesoarnbe ons fo ua ueqeas aonb ap erano
oyp a8 tiorn{ ovoid osod ‘restaar & uorezadurg ‘ezaid
bun v 1eSoq} easey souoIoeargey sey sepor 10d aaazq op
faxO58T UN UOATOTFY “Sof 9p epNusop pephisoars ey wos
expuoidios as osduroig “eperquiose ox of e2eTN/
“eBrp aa anb ssonb 98% ~-enBueyp ‘epour
-9o seur oO] op adored aur vasa FUT Wy ‘—9S0{ grpuodsar—
of oata apuop seENy [2 ars} ou anbrod oso s129¢7—
‘oonse|d ap vroinay
un opuraueagy ‘eI9T[N{ QUaUIOS— jay Bs~D gAD!—
onuopr ered soure,
+—9s0{ ofp— epeu seqey ep aqop ou mnbe 1oq—
-omnas ‘{ex9ua8 vordusyy oysay eIqey o1peu odwor oso
opor amueinp & operodo viqey 9s ep vy onb opsop seueut
-9s seun opesed uerqey &4 onbiod ‘soauoyuns sousstun sns
ap wires amuowiayqegorg “eso vy ap aured vqeussoy onb
BIDBIvY “OLAJOAUD SOT OPEIIUEDUOS oIURIDIFUISAP L JOJO
ug ‘peyhoyrp wis 90 uossIpnd 4 exquinued vy v vor
~eaquanasope, 28, sofo. 80°] 3opepexpy US, v,OFMy PISTOLHubo una pausa con ruido'de heladera qué sé abria
y de agua que [lenaba un vaso.
—Esperame ac4 un momentito, que yo busco la re-
vista de tejido y vuelve —dijo la mujer después de
unos instantes-—. Vos tomé el agua tranquil, Manuel,
no hay ningén apuro.
Julieta le peg6 un codazo a José y le susurré:
—Esa es mi prima Rita, que no tiene ningéin apuro,
Pudieron ver los pies pasar hacia la pieza de Raquel
yal rato volver a la cocina. Y pasar una vez mas. Cuan-
do escucharon el ruido del depésito del bafio, com-
prendieron dénde estaba la prima Rita...
Advirtieron que los visitantes permanecian un rato
“Apenas salicto; Volviezon a abril caja, Sentada**
en el piso, Julieta pas6 las paginas del album con-emo-
cién. En la primera hoja estaban los padres de Flora,
que eran sus bisabuelos. Hasta ese momento nunca los
habia visto, Eran fotos retocadas y colorcadas, de esas
que cambian un poco las expresiories de la gente. De
todas maneras, Julieta pensé que la mujer parecia fa-
talmente amarga. Por supuesto que jamas podria caer-
le simpatica, después de leer las cartas de Flora. Adn
asi, le parecié objetivamente desagradable y estirada.
Seguian las fotos de unas chicas. Apenas las vio, Julie-
ta estuvo segura de quiénes eran. Realmente parecian
‘muy distintas.
La mayot.(evidentemente se trataba de Anita) era
hermiosa, tenia un porte femenino al extremo. El rostro
angelical con cierto toque de fragilidad y una sonrisa
muy suave. Se detuvo en ese aspecto de calma. Por eso
creyé reconocer su aire familiar, A lo mejor, por ese sig-
no minimo, Flora insistia en [amarla igual.
Su abuela, en cambio, tenia un aspecto cnérgico.
Aparecia en posturas definidas, con el rostro anguloso y
una mirada firme. Comprendié que estaba viendo a la
sefiorita Flo y quiso més. Sc incliné para observar me-
jor. Bsas fotos serian de la misma época que las cartas.
Un poco antes, tal vez. Observé que las cejas de su abue-
la eran gruesas como las de ella, pero tuvo que recono-
cer que dentro del conjunto no se parecian demasiado.
en Ia‘cocina, Después escucharon: los pasos, la luz se
apagé y la puerta volvié a cerrarse con lave. Asi como
Hegaron, se fueron. Eso fue todo... ee
Por las dudas, se quedaron debajo de la cama unos
minutos mas. José prendié la linterna, ilumiiné a Julie-
ta y lanz6 una carcajada.
—jCasi, casi, changuital —dijo en un tono bur-
Jén—. Qué sustol, jzeh?! Tu prima no nos descubrid
por un pelito,
Julieta segufa acostada abrazando la caja, con las me-
jillas rojas de miedo, excitaci6n y de aguantar la risa que
largé toda de golpe contagiada por José. Y estuvieron
riéndose debajo de la cama, hasta que el polvillo de va-
rios dias les provocé una tos frenética.
132 133ser
olaq ‘ngwo [pp eo199 eqeasa anb ooueg [9 Ua gIUAs ag
ofary o1d ‘vze]d ey e weSary orsandsip wiquy opoduryy,
‘vyos OWE UN FeIS9 9p PepIssdau ET ENUDg “QUTUARD “eI
-uano aszep ulg ‘ours 4 9sof ap orpidsap as w11]N{
opiiroapeut ise9 opursed ‘uy 10d
‘gs0{ A “seiungord seidoad sns zeny un Spe us opuvosng
seor[N{ osouTTIS OLMDsURN wpSNA ap afer [aL
“vrop ap voUoUr ey UOD UOONy as “““opey UNBupE uo
tuyaso ou 028g anb seasondsox sey onb 0919 —reo1]dxa
ouaiut-— 9s0{ ‘oso op wen os ou onb aoared ayy—
estos vun ozysop & solo soy ofeq seuade exorqn(
“opueosng mines
A exp ono z0aoa souopod ‘eanBuvyp ‘ouong ‘K—
:oltp 9] ‘sesoo sey
e se1fanA aprep ap vio ou ouoo 4 ‘nuoWTTeUT equarnbso
zrot]n{ anb esopisinbur epezur eun3ye eqeloxre 9s0{ ‘op
sues ua zaa aq epered ey vasey sopeypes uoreuTETE:)
“onuns eo nb
oy any 089 ‘sousus of Jog “eIoFTN{ ap sezewredso sey Ae TT
uo opuezi99 ‘worotfes & opemtuoous eIqeY OT OWED OPOr
worefoq]-reBny ns uo vprouod v o1Ajoa A ele> eT 94399 LIF]
-n{ ‘osnpuoaut eprepanb anb o8je rydum.eqy ap wo
-esuos vURIIXD E] HOD “spUN asreIOUTDP LeEIpod OU EK,
: ‘uum woo soa aonb ep |
-eu { a810[ OyoNge, [9,, OUFO? JZ. B OPHDJex URTqeY as ard 3
rel
-wrois ‘opdurafs 10g ‘vango{uos eso ex191 sod ueqeyps saa
-UapIad sozec] ‘S2UDLeIZIPsWL OYDesop onb *vd9] apr
vun ony org “L4O],| 2p OpLeW Jo ‘ojaNge Ns Oprs eASIq
-nq nunyg anb op eiseauey ey oprua eigey orusuour
un3ye uo onb opsosay “eunry] wiprurey ey vo NWUTYS ¥ sou
ow oypnus £ varuy e eqeuoruour omotns0p unsure
oxod ‘seaseo se] uo soquosoad sosquiou sop 2p ounsye
2A vgeiadso wistpNf “epeu UO UOOUD ou OsOd ‘sajad
-ed soy voreaioueyy ‘es0py op afedinbo Jo uoo opepueur
wiqey, of jonbey anb eysoo19 omn$os onb vpeasidsop
ue) ero pureur ns [eI07, TSN] O20 UNSTe Ud Oo “ese Ns
ud S}USteprudiop exer sp reuyurssy vaed ozry OT eIDTT
“nf ‘orayBns ¢, zepryoour vy us uMgye > svAaq] 22 ou anb
aog?,, ‘oprea vzo nb opuvorpur ordumsxoaut Py 2s0f
a o8fe vavayey 1s our
-09 exg “12a oprpod exqey onb of woo equzuvsye ou aonb
onuys A seyerZo10y sey 294 eNO QstAdy, {soUDUT [e ‘09
“od up? gsoprr{durmo opexSoy eiqeyy? gsouans soyjanbe
sopor zered & opt uerqey opugpy? greyserqatiO pp
vSeugi5 ue ouvzea Janbe op spndsap exo}, woo gTEINI0
HH? suedorimur sop enadar ‘seyjany ap esuasne
esa ‘odurop Jp ua ores aso anb orpuasdusos K errr e
OrAjOA erOUDs eso A Wuru Ise> YOLIAIUL vUTed LT ap OPT
eqr0ues effonbe ouaus sour sorrea opesed uersqepy ‘S01
~oy eru9) eure ns snbsod ‘za, v0 anb eungye orsta eq
-PY O] Is J V-OaNge Ns v o1UMN! eIAOL 9p epHIsaa ‘TOAEUT
erop] PUN WOD oRUODUD 28 ‘eUIBed LUN, vIpINA TEP TV,la mochila sobre el asiento y Se éstiré. Alargé todo el
cuerpo para que la tristeza se desparramara. Porque
cuando se le juntaba en el pecho, entonces, salia en esos
ataques de Hanto que no podia paras, Miré el arbol y
volvié a pensar en Flora. Recorrié con Ia mirada las
curvas mansas y esas raices gruesas, que salian de la
tierra como si quisieran lanzarse a caminar. Pens6 en
esa sensacién de queret moverse y sentirse atrapada.
Pero... gera Flora 0 ella? Tuvo la impresi6n ‘de volver
en el tiempo. Reflotar ese caos de sentimientos que la
dejaba estaqueada en medio de la nada. A lo mejor, era
ella la que estaba atrapada, la que no lograba moverse
en el mundo. ¥ si los sentimientos no eran quietos?
2 si ella tenia que seguirlos en sus movimientos para
acomodarlos una y otra vez? Tal vez, las cosas no eran
definitivas. BEE di
Ahora mismo, alo mejor, estaba un poco triste, pero
también un poco feliz, Julieta se acordé de los minutos
que habia pasado escondida con José y una sonrisa se le
dibuj6 por dentro. Y es0 no cambiaba nada, porque to-
davia tenia cierto gusto a decepcién en Ia boca, Atin,
hubiera querido encontrar algo... para saber. Las cosas
no podian ser perfectas, parecia. “De todas maneras”,
pensé, “esto es un buen hallazgo”. Al menos ahora sa.
bia que las respuestas no eran solo para Flora. Tampo-
co el motivo de su interés cra simple curiosidad. De a
poquito espiaba en sus ganas. Aunque lo que viera no
136
fuera ‘lo’ que esperaba. O lo que los demas esperaban.
Era su paisaje. Sencillamenite eso.
Arrojé una tiltima mirada al ombé. Casi no podia
ver el ciclo entre tantas hojas de la copa. Levanté la
mochila y caminé hacia el departaménto. Con paso
firme y destino seguro esta vez.
Flora estaba asomada por la ventana. Un haz de luz
entraba y la inundaba. Millones de particulas blancas
danzaban a su alrededor. Fl resplandor no parecia mo-
lestarla. A lo mejor, trataba de florecer en.la primavera
que se aproximaba. A Julieta le gusté Ja idea. Buscé una
silla y se senté a su lado. Flora seguia inmutable, tran-
itando vaya a saber qué pensamientos en qué lugares
recénditos.
—Julicta a¢aricié su mano-miuy. suavemente. Apenas
rozando, Y la sintié tibia.
—¢Qué pasé con Shimiu, Flo? —pregunté con voz
tcnue asomando entre Ios labios.”
—Salié con el abuelo, Anita... Salié con el abuelo...
sali6...
Julieta sonrié y saludé a Gladis quie aparecia:
— {Todo bien? —pregunté a la mujer.
—Todo bien, Juli, zy vos?
—Como siempre, mucho trabajo para el colegio
contesté Julieta, y pas6 a la cocina donde, afortu-
nadamente, habia un plato esperandola.
137of
“sopeprrentiwur sey 10d orp ay as Bxoye anb asi, “vu0
-o1( 2p vapt “-aeusope ered soy eun A 1909 exed O8]e
reat] anb Aepy ““'semoy, opmppur “*'sopor y “IS—
{S09TYD SO] Spode TeITAUT v eA K?—
089 opor £ vxoy anb easey anb
‘opuepins zeasa v va ugnb anb -s920u09 vy UR ses |
-ord v oaprequiog yy A eyo ap Eure YT ¥ OUOJDIO? 10d
oueyy a elora rar ap epeorqnsop ey anbiod ‘ore —
guelep 91 soa y?
“—eisrpn{ quiseysnyus as— 3s onb ourBeun sy—
° 7 i : as i
gst seq? —ostur
~-¥] eyeUy=oVUDIUT OT IS eIUT Stir ELF eT Zou? ‘jou, |
-ong 9ii{! ““-osturzod orp 9] pure ns afib uo aur £ or
-er un oovy QULeT] SP “sopos vied oyUETpNaso op wp [>P. |
vasoHy BUN Joy B BA BIYOS **saqus OU soa ‘yyyy—
“eaorpn{ osunBo1d— zeasory 9G?
veypeuy,
aiuodor op osorsqur as— Zersory ey e eIpua?— |
‘o8uodnsig—
“s900U09 of anb 294: |
bun “ooreduns aiuvaseq oxed ‘oxex osty> un sq—
‘vpeu v opora auat ay ou anb ‘ya 59
oud aasTA, *——vaat]N{ Offp— aiuvaseq opnde ay~y—
“980{ uoo-yea onb A ‘—vyyeuy ouyaroq]— oueng—
a ---eazaro tasondsax vunSury “eq
-vosng anb of iei1u05ue opexSoy erqey ou‘peprear wa
‘anb gordxo ay sondsaqy ‘sestruos uors1araur anb say]e:
Sel
-op soy ua oamap as 4 anbey Bp ep op ese ef v aletA [2
o1quosap ‘esorBeitios urea edns eUUTED ¥s2 GOD "BIOL NY
jgsed anb zaa un ap surenu0.!
juorenug? jeseo ey uorenuosug? gaaseuTue af? —
:pepisormo op eaoy nqease vyjeuy ‘sepmbuen 1e]q
-ey uvzipnd anb ved vzaid vy v resed v omaur eT
-o8je exeypod
“sos spjoaty easey onb exranb ou 1s "ye op oauaurerepour
-ur ypreoes anb eiqey anb orprap eiarpn{ ‘eypTaey ns op
sorquiatur soy sopoa sod ‘eprpaussap pepryrqeure van woo
‘orunBoad 91 A sipeyp e opnyes anb uo wouvw wy -wuns
ardap eres opusiuod £ solo soy sepues8 opuariqe ex]
& eqeutzpnoss ow, ‘sepesrur 4 sorsoB ud eqrunresop
98 OuIgD TDA Opng “eDUSIOeduH ap eqepsogsep anb orp
-uorduyoo aqueysur py ‘opeSaq] eiqey onb w8yure ns wv 11q
“pax v ores ‘onuope Be ap ofe.n ¥] eITEUY Op Z0A eT
.gjqeuozer votyp,, bun
ered operseeuacy solo] operseurap opusk eqeasey “1g TEU
seiqadid pop esLUDID Ud OpEpeIsUT vIqey os vUEUTIEY
hs ap svureo sey 10d epraouruos ts 4?!-euy ap opis erqey
anb exatdns anb ayqisod vzo easey 4 ‘opor vrepsoo07 794
yea 4, Zou gnb 10g? Zouryour asof ap a129dso eur? ‘opy
~roarp onrfota an ero ‘tolaur of Y Zaqes UTA? “nUNYS
v reosng eppod A ‘-uarg erre3so sg “Ig J20U09 ered
eum exp unSpy ‘ye asreponb vzorsyosd vxop,q onb orp
~U3qUD IsvD J ‘Of,] EITOUDS ET PP SOTONGE Soy ap wSLD ET UD
Qsuad A seapr sey & asTEUOpURQE P OTATOA ‘OPI SLA,Justo ch ese momento soné elteléfono. Era Sofia. Y
la fiesta. Un salto a su propio tiempo. Un encuentro
consigo misma lejos de esa abuela que habia aparecido
sdibitamente en su vida. Que la habia atrapado en los
laberintos de su memoria descascarada. Una celebra-
cién de su propia primavera.
Después de charlar un rato mas sobre Ia fiesta,
Analia se fue. Julieta no dijo nada, pero le habia gus.
tado la idea de hacer una flor. Siempre disfrutaba de
transformar un poco el mundo. Ensay6 convertir dis.
tintos papeluchos en pétalos, fabricar pequefios estam-
bres, tallos erguidos y hojas de delicadas nervaduras,
dibujadas una por una. También podria hacer un pe-
quefio insecto posado...
Pas6 toda la tarde entre tijeras, hojas de seda, alam.
bres, témperas, pinceles. Al final, hizo unos diminutos
paquetes de algodén que impregné de su perfume fa-
vorito y deposits con toda suavidad dentro de cada
flor. Entonces, armé un ramo que colocé en un jarrén,
sobre Ja mesa de luz. Exactamente junto al vasito con
Jos dientes de Flora.
Julieta salié de su cuarto con satisfaccion. Todos es-
taban de buen humor aquel dia. Paula la recibié en la
cocina con una enorme sonrisa entre los pelos despei-
nados. Sergio, tirado sobre la alfombra, hacia reir a Ni-
colas escondiéndose detras de una servilleta y volvien-
doa sali. ¥ Flora... estaba mirandolos, Julieta se acercé
140
pata observar stis"Gjitos arrtigidos yy, si, algo como un
mohin risucfio asomaba en sus labios. Nunca habia
visto a su abuela tan para afuera, tan conectada. Podria
jurar que su rostro reflejaba algo de lo que pasaba en-
tre Sergio y Nicolas. Estaba segura de que percibia y
disfrucaba de aquella escena.
La cena también fue un buen momento. Paula se
habia esmerado en la comida. Un afortunado pollo do-
minaba una fuente, entre papas crujientes y doradas. Y
hablaron sin gritos, ni confusiones. Simplemente deja-
ron deslizar palabras amables. Cuando terminaron de
comer, levantaron Ia mesa y cada uno se retiré a su ha-
bitacién, Paula ayudé a Flora a cambiarse, la acompa-
fi6 a la cama‘y se fue.
Julieta, que ya estaba acostada, mir6 a su abuela. La
mir6, como todas las noches, mientras se ponia los ta-
pones en los ofdos. Por eso, lo tinico que pudo hacer fue
sorprenderse, cuando vio que se incorporaba y se acer-
caba al ramo de flores. 2
—iNo, Flo! —le dijo intentando no asustarla, pero
tratando de evitar que desparramara todo por el piso.
Y no. Su abuela, con las manos apoyadas sobre la
almohada, acercé la nariz con dificultad a las flores
blancas y dijo:
—Ay, Anita, cortadas no duran nada. La abuela no
quicre que’ las corten. No quicre. No le gusta. Olé,
Anita, olé.
141‘opryay
oqusrumuasard un wos orsso191 as odzono ns ‘o1ue
-suy UN Tog "VUBIUDA eT B OALIAL EAPIS BT UD IN “9T91 eT Op
UOTT!S [2 UO PIO] v OFA OU A IUD asTEp UTS ONG
-ueqeuedusose vy anb sofrare
soy ap sesrx sey A eryoaua ey anb orqn are Jap pepoasy
B] UOD “epeu op asTepsOE UTS BSED Ns v OLATOA VIDTTN(
‘ugiqure fox ood un A uggng 00d
un erg ‘sorod soy s0d vrs a] anb vroussoAaua vyjonbe
A sadurais ows ‘opueyqey odzano Ja wod “epuor Yj ap
onuao Je ugrsod wun gismbuos squourpoey “operd
-suy squsurfeax oruaBuran’ op eyes toeyy A sopepye sor
-eIU2UWIOD EqEI[Og JournY uang Anus dp equasa asof
‘opunur [2 opor & of3eqU09 UOrSIAArp op eaND UA,
‘odura Ja opor ueqeaurorq soarq> soy £ souors308 our
-09 teqearoonar SeOTYD SBT “BOS ap EIST eT .0189]O> Jo
tra sepreqp se] gelngo euuion ojos un ‘SiudmNBs ep YT
td
“ope] vaTFoUas ‘etreueUr ease] —
ropnyes J ovens pop see syy 123
-sinbuos ered afqixay erAyoa as odrono aso anb grqiozad
wjarpn{ ‘oy{duso> 10d epeasooe sepanb vasey ‘queued
-ua] svunges sey anus gzi[sop 98 vio] op odion9 [3
“erepp eyes 20a ey easnS
-ue eunSupu eqeuose ou ope] as9 10d anb ex9 91q 919
P OFDIqQoy
ap O1,, forisdhs us8rews Jaus vypay ey OADT vIOT_NL
‘srpeyy epereg &] ap ovoruaur
-99 yp ua eangndos euenst9 er
-iqiax A opeprsen pros odan>
P anb oorunuros aruaurejos
‘ugperepop eunSiu rezyj¥or
opuenb vq ou erry eT
epeyfey ary anb us ovuawi0ur
Jp easey os9d9p JP apsap seI0y,
sesod opranosuen uersqey,
seuade anb ussai8ns sasuss0y
SODIP9UI SOT] ‘PEP> ap SOUR gT
ap “aunzey euy ap eueren
pg “ugsaTeu ye onun{ epra urs
opeyjey any eastina uaaof eun
ap diana fq ‘wDHOU >1qUIT
-o1 vun sod epeuraysuos o2sia
vy as sa]oereD wUNg ap UO!
-viqod vy ‘epeBnupeur esq
“epeyqnu
BISIA BT UOD ‘saTeUOSIaduN svauT] set OINSIg “NITES u
T y Bae
-eaSo] ou Zon eT “eID B 9340997 Jo Bp199] opnd ON
9A ¥ eqezust09 uainb
e'vponge ns tod A‘oasta wiqey vounu uotnb eeauy 10d
oroupqis us ou0]] A oAa| Or[-ozeIp ap a170394 un dxgos,Armaba y‘desarmabia Ios juegos de sentidos. Y con to-
da facilidad movia a Flora como comodin, Ella misma
cambiaba de posicién todo el tiempo en un baile loco
de posibilidades.
Lo que su abuela habia descubierto de si misma‘en
Ciénaga del Quebrachal fue una conquista, que podia
sumarse a otras. ¥ los suefios, sospeché Julieta, a lo me-
jor podian cumplirse de muy diversas formas. No se
pierden, solo se transforman... Dénde habia escucha-
do aquello? Era una idea hermosa, Ella. misma era
parte de todo y de aquel. cumplimiento de sucfio pos-
tergado 0 actualizado o renovado.
Sentada en la cama, de espaldas a la puerta, no per~
cibié que Paula habia cntrado. La vio parada repenti-
namente y escuch6 que preguntaba:
— éMe invitan? i oe oo
Flora la mir6. Julieta pudo pescar ese movimiento y
después escuchd que decia:
—Veni, Paulita, veniii...
Julieta escuché sorprendida cémo Flora Ilamaba a
su mama. Decia su nombre sin equivocarse esta vez.
Paula se acercé despacio y se sent6. Cruzdndose so-
bre Flora, acaricié la mano de Julieta que sostenia el
album abicrto.
—Nace tanto que no yeo esas fotos —dijo—. Qué
bueno que la abuela las trajera, zno, Juli? Asi las mira-
mos juntas y te cuento.
152
Fulieta la ‘mir6 con los djos Llenos de Hagrimas y la
abrazé muy fuerte.
El tiempo del descubrimiento ¢ vertiginoso. Por
€s0, Julieta no supo que habjan pasado tantas horas
dentro de la habitacién. No percibis que la tarde esta-
ba cayendo y no imaginé que Paula Lllegaria,
Pero eso también le permitié que la tomara por sor-
presa. ¥ lo disfruité. Si repasaba con detenimiento, podia
ver que habjan salido buenas cosas de Jo inesperado.
Ese encuentro en su habitacin fue misteriosamen-
te perfecto, si lo perfecto existe. Titadas sobre almoha-
dones en el piso, Julieta y Paula hablaron sin apuro,
micntras Flora las contemplaba. Unas veces, hundida en
algtin pensamiento profundo; otras, con un gesto casual.
Julietd eché a volar el secreto de Las cartas, sin r0-
deos. ¥ se sintié ligera como el viento. Libre y desanu-
dada. Deslizandose entre los pliegues del tiempo con
comodidad. Acariciando el fondo’ de su historia de la
mano de su mamé. No hubo tropiezos, ni razén para
ocultamientos. Dejé caer las preguntas naturalmente.
De ese modo, suupo que Paula conocia la historia de
Anita. Flora la habia contado muchas veces, mientras
regaba amorosamente una planta de jazmin del Cabo,
que daba las flores de la ofrenda y crecia en medio del
patio interno de la casé. Una que se secé al mismo
tiempo que la memoria de Flora,
153Saye eu) anue uLjqes ou onbsod somarunsqnosap
soupy sns oper ap reap aruapnsd odaz5 wiaynf
Isv vysary EUN eIDEY OsT>
[pp uae anb 73 ersunnrd vy erg -pepreroa uo o1ur
“YP OpeuTar ns ap eqeinzysic] BULOUD vsjog eUN UA soy
-EIUDUIRLLIO sayferap soy wIBODx K vIS9Iy LT 21GOs sopNdeIO
equi[os ‘sind [ap esPOpraoVNS LT LID LAOS ‘sepedojos ses]
A soaquiou urs soi91598 ‘safesuoty UoD soryjaded weqejon
‘orBo]oo Jo us “seTe UO UETUIA oIquIaFIdes ap seIp sor]
-o1SoJo9 Jo eDEY
zur] os 4 soxoy svy orreBy “oaes uN op oIUEAd] 25
“vip op epedayy v] woo ssopuysiss Syou ap
seurep set orfo A eysoye3 vy op pored ey eruoo epedode
esyeq ey OX (ZeETISIXY?) "EIOTJ ap sopaNe soy ap seo
vy 8 o89T] A Jos yo 10d sepeyonbess exzon op sores seun
yod ourureg “soyqeSrure sofeuosrad £ sox0joo op sore
-ed uoo soonoxe sofered orzxo00y ‘opurizodsop seuode
‘Tye eiseraey ey ap omnposqe Osturad [> woo opFENUTIUOD
opuvjuazur ures ey ud os UN gpanb ag ‘uor3 uN ap
pyyueIUDA vy opsop svasta OwIOD soUdsPUTT OD grrodsap
as A sorey> sousns soun oan; eiarpn{ ‘eydou vyjanby
“opy v2r0UAs YT ‘ostD Opoa ua ‘K vIOP,] ‘eIoTTN{ wae
oredso un ueso sears seq ‘ofg] A eT] 21309 oaUDUTE|Os
vIpaons osoypaesew osmuanous yo onbsog “war oanase
A purist exra19 woo sur ey A eronge vred ersoIsTY
PT Qeg ‘sUDINFIP OBPE uo, oANpour as, yurEUT Ng “oprlq
Ent. .
wSt
cum wiqey caustoU! Jo “e[Neg ap wpesuo ey op Hired
\-orunsip opis vyqey eur] Jo onb onqnosacy efange ns
uo A ‘pueU ns ud ostiad wiar]N{ “OsmTWWIOp ep sary
-easty equaso vk epruts Py ab soy
-aigap ered wporede ou o1819g 1s ‘opmnos uessIqNT]
-eyprusey ns A nur
-iqg werrasorede onb guiSeur ise ‘Tes &] ap Opeyeg OFF
p eqroieur prize earAes wun x “pepsea ap ‘eqeaso sy yor
oy opuens ug1sows ap o1118 un o8ad wiarnf ‘seperseds
seiouorayer A soaund op svoury ax1u9 vqeusosy ‘seuonb
-od Anu sera] ua-eporede axquiou [9 ‘opejeuos seuode
eqeasey re8ny [2 gosnq A edews un ofery, ‘guuseismaus os
A seareo serourtad sey ap soyexred sounSye 949] epned,
‘enuy 9p of ap sandsap raja ou OpIpIoep kIq
-vyy vxopy onb uoreXnpouoo seaun! ‘ssouoaty 720u09 &
opeSaly erqey so] ou anbrod ‘sopangesrq sms op epett eq
-es oN “ouels] aiquiou Janbe op opusrBrswe wiByeasou
ap ouor o1z919 gooag] “stusuIMBeA reproDar OADID ETE
‘saxon stood Anus seZnq jonbe opeuorusw wigey er
ope Teyperga’D pop w8eug1D ap uoreyqny UgquIry,
-spurou “eypnoss ap roe] 9 Tog ‘TeUL Jo 10d
adoyeS ye ares vred svjo sey o1qos opeauous eiqey 9s onb
p8uy Jap optreyonoso uorsInBs ‘s1uesqo ON ‘opesed eq
-eq anb of epneg e ood 91 A eauono orp as yanbey “Ip
Up) “slUaWTeax O]FeIUOD UTS ‘sexoUEUT [wap PUY BF TP
oaezar jp opHiazor eigey efpnge ns anb odns uarqureL,Y por otro lado, ahora que su mana sabia, habian que-
dado guardados en su mundo privado,
José ganaba terreno entre los compaiieros. ‘Con al-
gunos chispazos de vez. en cuando, aunque suavizados
por el enorme trabajo con que desarrollaba cada esce-
na. El mismo se pudo correr del lugar del “extranjcro”
a.una zona indefinida.
156
Ei dia de ta fiesta, Analia invir6 a Julieta a su casa.
Planearon prepararse juntas. Después su nami las Lle-
varia, por supuesto: 5
EI sAbado era el dia elegido. Se vistieron cuidando
cada detalle. Se miraron largamente al espejo. No les
hizo falta hada madrina, ni zapatitos de cristal, para
sentirse especiales. Subieron a la carroza (el auto de
Analia era una nave espacial impecable, tan apropiado)
y arribaron al sal6n de las flores.
Sofia habia hecho un excelente trabajo. Del techo
pendian racimos florales y cada tanto una mariposa
transparente. Hacia un costado, contra la pared, habia
una mesa vestida con un mantel blanco. Sobre ella, en
un jarrén estirado, estaban las damas de noche. Julieta
pudo verlas apenas entré. Y lo disfruté. En algunos rin-
cones habia velitas aromaticas. Y un halo de esplendor
se desprendia de cada objero,o de cada mirada,
157ost
ey ‘spur o8pe rooeyy ap *z9a yer 0+
{ anb ooipur oy viarpn{ op eisuopnad yy ‘sarreur pq
-orBojoo ye o89]] TU snqmuMU9 [e Iqns ou soUNy [z
‘opie vy sod su ‘euvueur ey e IN ‘oruasard
as OU Org “S999A SLO OUIOD ‘eIEITBSOIGOs eT A SE-TEP
rod 9sof vroserede aonb opuesodsq “ye oamass uaiq
-tuer eior[n{ ‘aqua¥ ap ouaTy as vzeyd ey ‘oSurwWop [y
epqey ap oduran era
12P
ezaqeo ns op sosoduren soprrsosar soso op aedeaso va
-ed vurea ey Uo exPONA OIP 9g "BIOTA BP OUTISEP [> OPTD02
wiqeey maray axqos ye2ej vlanou vpjanbe our “sausw