COLABORACIONES
“Mrs. Fenwick, Un olvido histérico?’’
AUTORES: Pique Angordans, J., Camaiio Puig, R., Cuesta Zambrana, A., Benavent Garcés, A.
La historia dela enfermeria
es todavia, al menos para no-
sotros, algo que se nos presen-
ta como mis o menos distan-
te, remoto. Por un lado, por-
que de poco podemos jactar-
nos a nivel de historia de la
profesién en nuestro pais, en
base a la ausencia de estudios
histéricos propiamente dichos,
¥ por otro, porque la que nos
llega de fuera, principalmente
de los paises anglosajones, vie~
ne prevedida, como santo y se-
fa, dela figura de Miss Floren-
cce Nightingale. A este respec
to, la literatura local, quiza in-
fluenciada por la bibliografia
fordnea, principalmente briti-
nica, se deshace en elogios ha-
cia esta figura sefiera de la en-
fermeria.
El presente trabajo, en cier-
to modo, viene a ser un inten-
to de desmitificacién, de poner
algunos puntos sobre las ies de
la historia de la enfermeria y,
al propio tiempo, de dar a
nocer otro personaje también
significativo, Mrs. Bedford
Fenwick, quien, aunque unos
afios mas joven que Nightinga-
Ie, tuvo un papel importantis-
timo en esa historia que nos
viene Iegando por entregas,
pero que poco a poco preten-
‘demos dar a conocer a los pro-
fesionales que se interesan por
estas temas. Pensamos que,
por un lado, nuestro enfoque
tiene algin elemento de just
ia reivindicativa hacia Mrs.
Bedford Fenwick y, por otro,
replanteamos unos postulados
que se han venido mantenien-
do durante mucho tiempo.
Florence Nightingale nos ha
sido presentada como principal
fuerza motriz en la profesiona-
lizacion de la enfermeria, a
partir de una formacién secu-
larizada. Y estos mismos plan-
teamientos, a menudo no det
todo exactos, son los que nos
han inculcado durante la for-
macin que todos los enferme-
ros hemos tenido hasta hace
poco. La verdad es que hay
mucho que decir sobre Nigh-
tingale y la enfermeria como
profesién. El largo camino in-
ciado hacia la profesionaliza-
‘cin de Ia enfermeria fue sem-
brado de obstéculos, tanto por
parte de los profesionales de a
‘medicina, para quienes la en-
fermera no debia ser mas que
su ayudante, como por parte
de las propias enfermeras,
‘gunas de las cuales se oponian
aque la enfermeria adquiriera
este status.
En el siglo XIX, Fiorence
[Nightingale se planted la nece
sidad de formacién estructura-
dda para las futuras enfermeras
yasi llevar a cabo una serie de
‘cambios en la estructura que
hnasta ese momento habia teni-
do la enfermeria. Habia que
forjar personas de “‘caracter”™
—"Todo esfuerzo en la forma-
cin y organizacion debe pro-
yectarse hacia el desarrollo de
su cardcter", dirfa en una oca~
sién€—, para lo cual pens6
‘que era necesaria una forma
cién adecuada de las candida-
tas, todoello sin olvidar, segiin
sus propias palabras, ‘la im-
portante dependencia del tra-
bajo sobre unas reglas claras y
cientificamente definidas""®.
jin embargo, no deja de sor-
prendernos que en su esquema
de la formacién necesaria pa-
ra las futuras enfermeras la pa-
labra clave noes precisamente
“profesién”, sino una palabra
‘con un contenido mucho més
abstracto: ingale habla
‘constantemente de la enferme-
ria como de una “vacacién”
Las palabras que dirigia a un
‘amigo suyo, en 1889, son alta-
mente significativas: “Cuando
hhace muchos afios empecé a
planificar un futuro, mi propia
idea no era la de organizar un
hospital, sino la de organizar
una Religion”).
‘Su actividad fue enorme y es
obligado destacar que fund6 la
primera Escuela de Enferme-
ria en Inglaterra (1860), en el
St. Thomas Hospital. Sin em-
bargo, alli, junto con sus
cipulas, marcaron la profesién
de enfermeria con los princi-
ppios de su propia clase —es de-
cir, basada en una sociedad
victoriana en la que la mujer
se vela relegada a la imagen
imperante de si misma: acien-
tifica, delicada y_sentimen-
tal— A todo esto habria que
sumar la existencia de un des-
nivel cultural que las mujeres
de esa época padecian, con la
excepcidn de Nightingale y al-
guna de sus discipulas mis
aventajadas. Este problema
cultural ha hecho que la mu-
jer en general haya permane-
‘ido alejada de la participacidn
‘en actividades sociales, cultu-
rales y laborales. A través de
Ja educacién que se impartia,
se inculcaba el concepto de fe~
minidad y el sexismo de la so-
ciedad victoriana, reforzdndo-
se asi la adquisicién de actitu-
des idealmente femeninas, con
Jo cual se contribuia a la “‘pro-
fesionalizacién” de unas su-
puestas funciones femeninas
naturales, en las que se estable-
cia la obediencia absoluta alos
varones (médicos) y una devo-