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Qué Es El Capitalismo Moderno?

El comercio ha existido desde los inicios de la civilización, solo después de la revolución


industrial surge el capitalismo como sistema económico.

Atravesando un paso gradual de la acumulación de capital a una fase de desarrollo y


crecimiento sostenido. Que empezaría con la diversificación de las actividades productivas
industriales, financieras, agrícolas, comerciales y de servicios, desarrollo y progreso
tecnológico y científico adaptado a los procesos productivos, incrementando, diferenciandoy
especializando las actividades empresariales, generando mayor disponibilidad de productos y
mejoras en la calidad de vida.

El capitalismo moderno
El capitalismo moderno es un sistema socio-económico que desciende del provecho de la
propiedad privada sobre el capital como herramienta productiva, constituido por relaciones
empresariales afines a actividades de inversión y de creación de beneficios, relaciones
laborales autónomas y asalariadas.

Bajo este sistema las empresas bajo la forma de empresa privada, llevan a cabo la producción
de bienes y servicios y dependen de un mercado de consumo para obtener recursos,
mediante el intercambio de los mismos, realizado mediante el comercio libre.

El sistema económico donde se llevan a cabo no solo la producción, sino el intercambio


de bienes y servicios, tanto de las empresas como de los agentes individuales, a través de
diversas transacciones, que se ven intervenidas por el mercado y los precios en el mismo.

El capitalismo es acogido en la actualidad por muchos países en busca del desarrollo de su


economía. En ocasiones suele utilizarse el término de economía mixta, para hacer referencia
al sistema capitalista que consiente determinada intervención del estado, lo cual es
predominante en las economías de los países industrializados.

Características del capitalismo


Libertad de mercado
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El mismo se rige por la libre competencia basado en la ley de oferta y demanda. Bajo éste
ámbito se fabrican, venden y compran cualquier cantidad de bienes y servicios demandados
por la sociedad.
La intervención gubernamental es mínima
El Gobierno actúa como ente regulador, su actividad se basa en la gestión de la defensa
nacional, garantizar el cumplimiento de los contratos y forjar el respeto a la propiedad
privada.

Libre orden de precios


Los precios con los cuales se intercambian los bienes y servicios, se forman y regulan por la
interacción de las leyes de la oferta y la demanda.

Libre empresa y contratación


Cualquier persona con los recursos económicos necesarios puede crear y abrir cualquier tipo
de empresa legal y la misma está en libertad de conseguir los recursos humanos y económicos
necesarios para su desempeño.

Desigualdad social
La desigualdad social es una característica que se ve a largo plazo en este sistema económico,
esto puede conllevar a la desigualdad de oportunidades que conduce a situaciones de
dominio ejercida por el empleador sobre el empleado.

Diversidad socioeconómica
En el sistema capitalista se pueden encontrar diversas clases sociales, la clase dueña del
capital y la clase obrera que lleva a cabo el trabajo. Estas convergen en una estratificación
social que depende de la capacidad adquisitiva de los individuos de las diferentes posiciones
sociales.

Movilidad social
En capitalismo las sociedades pueden alcanzar la movilidad social que se propongan alcanzar,
solo es necesario esfuerzo y trabajo, es decir luchar por mejorar su nivel de vida y una mejor
escala social y conseguirla.

Crecimiento económico
La especialización en las diversas áreas productivas genera el aumento de la producción, que
trae consigo el aumento de la circulación de capital y estimula el ahorro en la sociedad,
aumenta la riqueza y se genera la inversión.
Incremento de ganancias
En el sistema capitalista, la inversión se enfoca en la obtención de utilidades económicas. Sin
embargo, actualmente las empresas se preocupan por el bienestar social y se han percatado
que de esta manera se obtienen mayores ganancias.

HISTORIA DEL CAPITALISMO


Capitalismo (siglo XVI) este modelo económico surgió en Europa como consecuencia de la
caída del feudalismo. Dicho modelo económico fue tomando fuerza hasta que logró
imponerse en esa época. Su esencia radica en la acumulación de capital como eje de la
vida económica. La titularidad de los recursos de producción es de carácter privado. Las
decisiones financieras se toman en función de la inversión de capital y con el fin de
competir en los mercados de consumo. La clase social dominante en este modelo recibe
es denominada la burguesía capitalista. Realmente definir el capitalismo es tarea difícil.
El liberalismo, por ejemplo, entienden al capitalismo como un sistema donde la
producción, la comercialización y los valores de bienes y servicios resultan determinados y
ajustados por alguna forma de libre mercado. En el capitalismo todos los sectores
propenden a actuar de acuerdo a sus intereses: el capitalista, quien es dueño de los
recursos, amplia su beneficio por medio de la acumulación y reproducción del capital; el
trabajador, entonces, cumple con su labor para recibir una retribución material; y los
consumidores buscan obtener la mayor satisfacción y utilidad de los productos a la hora
de adquirirlos.

Claramente hay una gran diferencia entre el feudalismo y el capitalismo, lo esencial es


que la fuerza de trabajo de los obreros se compra y no existe una relación moral/paternal
que obligue a las personas a trabajar de forma esclavista. Del mismo modo, el capitalismo
difiere de otro modo económico que tiene existencia en la actualidad, el socialismo, la
diferencia entre estos dos radica en la manera de entender la propiedad privada. En el
capitalismo la propiedad privada tiene un lugar primordial, a su alrededor se regulan
todos los demás elementos que lo forman; la libertad de las empresas, el interés propio
como motivación principal, sistema de precios, reducida interferencia del estado en el
mercado y la competencia.
Algunos estudiosos han cuestionado la idea de que el capitalismo es el único sistema
económico que ayuda a que el ser humano se desarrolle siguiendo las exigencias de su
naturaleza: racional y libre, siguiendo la idea de que en el capitalismo el ser humano tiene
el derecho a la vida y a la propiedad. Es válido afirmar que sin estos derechos los
integrantes de la sociedad no podrían ejercerse ninguno de los otros derechos. La filosofía
capitalista ha sido ampliamente cuestionada porque su deseo de acumulación provoca
que los grandes capitalistas exploten a sus trabajadores.

El capitalismo concibe al ser humano como una mercancía. Por otro lado, las riquezas que
se logran obtener de manera colectiva básicamente son propiedad privada del capitalista.
Lo anterior ha provocado en el mundo grandes índices de desigualdad en todos sus
niveles. El dinero queda en manos de unos pocos que como si fuera cosa del destino
siempre seguirán siendo más ricos y los trabajadores difícilmente podrán superar su
condición socioeconómica. Realmente las condiciones del intercambio de bienes y
servicios, las bases del mercado, el grado de competitividad y medidas que el estado toma
en base al mercado económico son las que más afectan y promueven la desigualdad.

Karl Marx fue uno de los científicos sociales que más estudió el capitalismo. Básicamente
este gran filósofo y economista alemán del siglo XIX, afirmó que el capitalismo es
radicalmente inestable, y que a largo plazo se iba a autodestruir por los colapsos que cada
vez serian mas fuertes. Posteriormente, surgiría una revolución popular, la cual
engendraría un sistema comunista que sería más productivo y mucho más humano. Marx
denunció que el capitalismo del siglo XIX era injusto, pero actualmente muchos de sus
defensores aseguran que le ha permitido a otros sectores de la sociedad emerger.
Por su parte, un colega de Marx el filósofo alemán Walter Benjamin escribió Capitalismo
como religión (1921) contiene una crítica profunda al capitalismo. Se expone que el
capitalismo es un dogma inhumano: la identificación del pecado y la culpa religiosa y la
deuda impuesta por el capitalismo. Así como personas particulares han hablado en contra
del capitalismo también lo han hecho desde corrientes ideológicas como la del ecologismo
argumenta que es un sistema basado en el crecimiento y la acumulación constante por lo
que resultara insostenible, y que acabaría por agotar los recursos naturales del planeta, la
mayoría recursos no renovables.
Debemos mencionar que, el capitalismo se muestra en diversas formas, y cada uno tiene
ciertas disparidades en el tema del mercado, el Estado y la sociedad. Por supuesto, todas
comparten características como la producción de bienes y servicios por beneficio,
retribución de recursos basada principalmente en el mercado, y estructuración en base a
la acumulación de capital. El capitalismo en su versión más pura es conocido como el
laissez faire. Otros defensores del capitalismo han adoptado visiones del capitalismo más
moderadas y más matizadas con respecto a su implementación. Sus vertientes son:
mercantilismo y proteccionismo, laissez faire, capitalismo corporativo, economía social de
mercado y economía mixta. El mercantilismo y el proteccionismo hace mucho fueron
abandonados, aunque tuvieron su auge durante los siglos XVIII y XIX.

ADAM SMITH

Antes de él, se decía que la gente tenía discusiones económicas,


mientras que, tras él, se discutía de economía, ya que Smith es el
primero que aplica a este ámbito los principios de la investigación
científica.

Buena parte de las páginas de este tratado las dedica el autor a la


defensa y explicación de la existencia de una norma natural para la
economía, así como otro tipo de naturaleza más específica, la
naturaleza humana.

Smith, en esta obra, fue el primero en aplicar los principios de la


investigación científica al campo de la economía

Naturaleza humana e individualismo


Smith postula que la tendencia principal de todo ser vivo no es otra
que el amor a sí mismo y la búsqueda consciente de su propio
bienestar. En lo que respecta al ser humano y sus sociedades, el autor
defendía la idea de que la persecución, cada uno, de su propia
felicidad no tenía como consecuencia sólo la mejora de sus
condiciones de vida, sino que suponía, también, una mejora a nivel
social. Es decir, ganaba el individuo y ganaba el conjunto.

Smith establece que cada hombre es responsable de sí mismo y que


no ha de tener otro freno para alcanzar sus objetivos que su propia
capacidad. Nadie tiene derecho a despojarnos de lo que es nuestro y
nadie tiene derecho a despojarnos de lo que es el fruto de nuestro
trabajo. Por ello, nuestro trabajo es la más importante de nuestras
propiedades, pues es el fundamento común de todas las demás que
poseamos.

Siendo una faceta de nuestra vida tan importante, Smith estima


que debemos tener la libertad para ejercer el trabajo que
prefiramos y que ése es un derecho primordial. Nadie puede
obligarnos a hacer un trabajo que no queremos hacer y nadie puede
exigirnos la propiedad del fruto de nuestro trabajo.
Hay quienes han querido ver en esta actitud individualista un egoísmo
radical, en el peor sentido del término. Nada más lejos de la verdad.
Smith no defiende que sea legítmo pisar o atacar a los demás a fin de
triunfar. Tampoco el ignorar a quien necesita ayuda. Lo que defiende
su sistema es que nadie puede obligarnos a entregar lo que es
nuestro si no es ése nuestro deseo. Pueden pedírnoslo, pueden
persuadirnos, o podemos hacerlo porque queremos nosotros
mismos; pero nadie puede obligarnos. No hay nada malo en ejercer
la caridad, el problema es que cuando se hace bajo coacción ya no
es tal. No puede haber caridad si no hay voluntad detrás, y esa
tergiversación es la que ataca esta filosofía.

Smith sostiene que existe una “naturaleza” de la economía y que para


que sea próspera, nuestra actividad ha de respetar sus reglas.

Smith fue un gran crítico del trabajo esclavo, argumentando que


cuando el trabajador observa que una mayor y mejor labor redunda
en su propio beneficio, será más productivo. Algo que, además, se
traducirá en una mayor creación de riqueza. Es decir, una mejora
tanto individual como social, pues la riqueza no es un juego de suma
cero. La riqueza no está limitada. No es un árbol con un número
limitado de frutos al que el primero en llegar se queda todo. Es un
concepto que se crea y que no tiene más límite que la capacidad
productiva de los que en ella participan.
Respecto a la economía, Smith defiende que, lo mismo que una
naturaleza humana, existe una naturaleza de la economía, que
regula y mantiene un orden en la misma y que el autor denomina
“mano invisible de la competencia”. Éste es el modo en que los
mercados se autorregulan. Para que la economía sea próspera,
hemos de respetar dicho orden y sus reglas.

El papel del estado

Smith nos dió en este libro los principios que han de seguirse en la
economía política, es decir, el papel que juega el estado en la marcha
de la economía, como “arquitecto” de la misma. Y la principal
característica de su modelo es que el estado ha de dar libertad a los
ciudadanos para producir y comerciar. “Dejad hacer, dejad pasar”
(Laissez faire, laissez passer), es el lema del capitalismo, alqo que,
dicho sea de paso, no ocurre hoy, pues en los sistemas actuales
(mixtos) la libertad está regulada por los estados y las instituciones
internacionales.

Para que exista esa libertad es necesario que el estado limite su


papel en la economía. Debe intervenir en ella lo menos posible,
desregulándola. Su labor ha de ser únicamente la de crear las
condiciones para que el flujo comercial se desarrolle lo mejor posible,
lo que significa garantizar el orden interno y externo de los países y
mercados, resolver los conflictos entre los ciudadanos (sistema
judicial, para proteger sus derechos ante robos y agresiones) y crear
las infraestructuras necesarias para que el comercio se produzca
fácilmente. Nada más.

https://blogs.herdereditorial.com/la-otra-h/2018/05/15/adam-smith-capitalismo/

John Maynard Keynes.


Keynes fue el primero de los economistas burgueses que reconoció abiertamente que el
Capitalismo estaba enfermo, y que exigía para su funcionamiento medidas económicas activas por
parte del Estado. Pero antes de llegar a esa conclusión, Keynes remueve los cimientos teóricos de
la concepción neoclásica. Considera que el optimismo sobre las ventajas de la libre empresa y el
libre mercado a ultranza del que hablan los economistas ortodoxos no se extrae de los hechos, o
de la realidad, sino de una hipótesis incompleta introducida en aras de la simplicidad. Las
“complicaciones” reales que niegan la proclamada simplicidad y que a decir de Keynes ignoran en
su conjunto los economistas ortodoxos son las siguientes:

1) “Cuando las unidades eficientes de producción son grandes en relación con las unidades de
consumo. 2) Cuando los gastos generales o costos comunes están presentes 3) cuando las
economías internas tienden a la agregación de la producción, 4) cuando el tiempo necesario para
el ajuste es largo, 5) cuando la ignorancia prevalece sobre el conocimiento y 6) cuando los
monopolios y las concentraciones interfieren en la igualdad de la negociación. – y sentencia –
{…} dejan para un estadio posterior su análisis de los hechos reales”.[2] Considera además que
“para muchos de estos economistas cuando la hipótesis simplificada no corresponde con precisión
al hecho concluyen que representa lo que es “natural” y por tanto ideal. Consideran la hipótesis
simplificada como salud, y las complicaciones adicionales como enfermedad”[3] Es también en El
Final del Laissez Faire, donde encontramos el siguiente ataque al pensamiento neoclásico: “No es
verdad que los individuos tengan una “libertad natural” sancionada por la costumbre de sus
actividades económicas. No existe un convenio que confiera derechos perpetuos sobre aquello que
tienen o sobre aquellos que adquieren. El mundo no se gobierna desde arriba, de manera que no
siempre coinciden el interés privado y el social. No es una deducción correcta en los principios de la
economía que el interés propio sea generalmente ilustrado, mas a menudo los individuos que
actúan por separado persiguiendo sus propios fines son demasiado ignorantes o demasiado débiles
incluso para alcanzar estos”.[4]

Con estas consideraciones generales, Keynes no podía suscribirse a la economía neoclásica porque
simplemente él no creía en los supuestos automatismos del mercado, cuestión esta que, en
definitiva, constituye el núcleo duro metodológico y casi ideológico de las concepciones
económicas neoclásicas.
Keynes reconoce en cierto modo el carácter contradictorio del régimen capitalista, y además, a
fuerza de lógica y de simple sentido común, se percata de que no era un régimen absoluto, ni
tampoco una estructura natural para el desenvolvimiento de la sociedad humana. Es obvio que
aún pensando así, no anula ni niega su posición clasista. Defendía el Capitalismo ante el Socialismo
y en definitiva toda su obra científica estuvo encaminada a replantear lo que él mismo llamaría la
técnica del Capitalismo Moderno por medio de la acción colectiva. En su concepción, la esencia del
Capitalismo es la dependencia de un intenso atractivo por hacer dinero y por los instintos de amor
al dinero de los individuos como principal estimulo de la máquina económica. Según él, se pueden
hacer adecuaciones en el mecanismo económico sin llegar a afectar la esencia del capital. Es
interesente además como Keynes no da a este principio del dinero y su anhelo como motor
impulsor de la sociedad una presencia universal o suprahistórica “No toda nación, y no todo
momento histórico da al deseo de dinero el mayor peso en la vida social y económica” Se le puede
ver como una frase menor, pero si se quiere también, como una negación de las tesis absurdas de
los historiadores burgueses que ven el capital y la racionalidad económica hasta en la lanza del
salvaje prehistórico y sus actos semi -salvajes.

http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/fyc/fyc_4_13.html

Joseph Schumpeter y el futuro del capitalismo

Luego de Keynes, el economista austríaco fue el más influyente del siglo XX. Desde su

concepción de empresario como innovador a su pronóstico de muerte del sistema.

Schumpeter define al capitalismo como un método de transformación


económica, y destaca su carácter evolutivo y no estacionario.

El término “destrucción creadora”, lo utiliza para aludir al carácter


evolutivo del capitalismo mencionado anteriormente. Es decir, la
evolución se manifiesta entre otras cosas, con la apertura de nuevos
mercados y el desarrollo de la organización de la producción. Esto
genera una “revolución” de la estructura económica destruyendo lo
antiguo y creando elementos nuevos. Es un proceso de destrucción
por la introducción de innovaciones ya que las empresas que no se
adaptan a las nuevas condiciones no van a sobrevivir; y es un proceso
creador porque va a difundir sus beneficios a toda la economía.
Schumpeter agrega que el proceso de destrucción creadora, es un
hecho esencial para el capitalismo. En eso consiste el capitalismo y en
eso debe también vivir cada creación capitalista.

Schumpeter destaca la actividad innovadora, aquella que tiende a


constituir posiciones de cuasi-monopolio en favor de los empresarios
innovadores, y éste también es un importante estímulo a la
innovación. Con el transcurrir del desarrollo capitalista, se hacía más
evidente que las posiciones de monopolio permanecían, se
reforzaban y asumían un papel cada vez más relevante en las
economías capitalistas

El autor menciona que la existencia de posiciones monopolistas no


excluye de hecho la competencia. La lucha competitiva que resulta
relevante es la que se explica mediante la introducción de
innovaciones. Es una competencia creada por las nuevas mercancías,
por las nuevas técnicas, por las nuevas fuentes de aprovechamiento,
por el nuevo sistema organizativo, entre otras cosas. Este tipo de
competencia es mucho más eficiente que el otro (que se explica
mediante reducciones de precios), debido a que opera no únicamente
cuanto tiene lugar de modo efectivo, sino también cuando es una
permanente amenaza. En muchos casos a la larga resultará un
comportamiento similar al cuadro de la competencia perfecta. A su
vez, este tipo de competencia tiende a eliminar los eventuales
poderes de monopolio gozados por empresas menos eficientes.

La existencia de posiciones de monopolio cumple algunas funciones


positivas. Por una parte, los beneficios obtenidos por las empresas,
mediante prácticas monopolísticas, pueden ser condiciones
necesarias para incentivar la innovación y la posibilidad de introducir
la innovación. Los monopolios no representan un obstáculo al
progreso técnico, sino más bien un estímulo. Por otra parte, la rigidez
en los precios, obtenida con prácticas monopolistas, puede tener
efectos positivos en los períodos de depresión. Una mayor flexibilidad
en los precios puede agravar las situaciones depresivas, aumentando
la incertidumbre, sin favorecer una reorganización de la actividad
productiva sobre bases más apropiadas a las exigencias a largo plazo,
por ello no favorece una recuperación del proceso de desarrollo
económico.

Schumpeter reconoce que la competencia perfecta es imposible en


las condiciones industriales modernas, pero rechaza la afirmación de
que por este motivo, la empresa en gran escala tiene que ser
aceptada como un mal económico e inseparable del progreso
económico. Aunque también reconoce, que la gran empresa ha
llegado a ser el motor más potente de este progreso y de la expansión
a largo plazo de la producción total. Además, la competencia perfecta
no puede ser presentada como modelo de eficiencia ideal. Por ello es
que el autor dice, “ Es, por tanto, un error basar la teoría de la
regulación estatal de las industrias sobre el principio de que se
debería forzar a las grandes empresas a funcionar como funcionaría la
industria respectiva en una situación de competencia perfecta”.

Como citar este artículo:

Dario B. "Schumpeter" [en linea]


Dirección
URL: https://www.zonaeconomica.com/schumpeter1 (Consultado el
23 de Ago de 2019)

El comercio ha existido desde los inicios de la civilización, solo


después de la revolución industrial surge el capitalismo como sistema
económico.

Atravesando un paso gradual de la acumulación de capital a una fase


de desarrollo y crecimiento sostenido. Que empezaría con la
diversificación de las actividades productivas industriales, financieras,
agrícolas, comerciales y de servicios, desarrollo y progreso
tecnológico y científico adaptado a los procesos productivos,
incrementando, diferenciando y especializando las actividades
empresariales, generando mayor disponibilidad de productos y
mejoras en la calidad de vida.

l capitalismo moderno es un sistema socio-económico que desciende


del provecho de la propiedad privada sobre el capital como
herramienta productiva, constituido por relaciones empresariales
afines a actividades de inversión y de creación de beneficios,
relaciones laborales autónomas y asalariadas.

Bajo este sistema las empresas bajo la forma de empresa privada,


llevan a cabo la producción de bienes y servicios y dependen de un
mercado de consumo para obtener recursos, mediante el intercambio
de los mismos, realizado mediante el comercio libre.

El sistema económico donde se llevan a cabo no solo la producción,


sino el intercambio de bienes y servicios, tanto de las empresas como
de los agentes individuales, a través de diversas transacciones, que se
ven intervenidas por el mercado y los precios en el mismo.

El capitalismo es acogido en la actualidad por muchos países en busca


del desarrollo de su economía. En ocasiones suele utilizarse el
término de economía mixta, para hacer referencia al sistema
capitalista que consiente determinada intervención del estado, lo cual
es predominante en las economías de los países industrializados.

John Maynard Keynes:


Como se ha observado, para la teoría neoclásica, es en el mercado de trabajo donde se
determinan el precio real del trabajo y el nivel de empleo. Según Keynes, la situación del mercado
de trabajo depende directamente de la situación que prevalece en el mercado de bienes y en el de
la moneda, debido a la aplicación del principio de la demanda efectiva. Por ello, la secuencia
neoclásica de los procesos se invierte y Keynes afirma que “es la propensión a consumir y el monto
de las nuevas inversiones lo que determina conjuntamente el volumen de empleo, y es el volumen
de empleo lo que determina de manera única el nivel de los salarios reales, y no a la inversa.” 42
De esta manera, inversamente al pensamiento neoclásico, Keynes afirmaba que la baja en los
salarios nominales no era solución al desempleo, sino que, contrariamente aumentaría el
desempleo involuntario, pues al disminuir la demanda efectiva, también disminuiría la producción
y consecuentemente la demanda de fuerza de trabajo.

John Maynard Keynes (5 de junio de 1883 – 21 de abril de 1946)


fue un economista británico, considerado como uno de los más
influyentes del siglo XX.1 Sus ideas tuvieron una fuerte repercusión
en las teorías y políticas económicas.
La principal novedad de su pensamiento radicaba en considerar que
el sistema capitalista no tiende al pleno empleo ni al equilibrio de
los factores productivos, sino hacia un equilibrio que solo de forma
accidental coincidirá con el pleno empleo. Keynes y sus seguidores
de la posguerra destacaron no solo el carácter ascendente de
la oferta agregada, en contraposición con la visión clásica, sino
además la inestabilidad de la demanda agregada, proveniente de
los shocks ocurridos en mercados privados, como consecuencia de
los altibajos en la confianza de los inversores. La principal
conclusión de su análisis es una apuesta por la intervención pública
directa en materia de gasto público, que permite cubrir la brecha
o déficit de la demanda agregada.1 Está considerado también como
uno de los fundadores de la macroeconomíamoderna.
Keynes fue un personaje muy polifacético. Además de ser un
economista teórico que cambió la consideración de
la macroeconomía en el siglo XX, desempeñó también múltiples
puestos en el mundo económico, fue profesor en la Universidad de
Cambridge desde 1908, editor del Economic Journal desde 1912,
secretario de la Royal Economic Society, alto funcionario de la
Administración británica y negociador internacional en nombre
de Inglaterra en diferentes ocasiones. También trabajó en el sector
empresarial, en la dirección de inversiones de una compañía de
seguros y de asesor financiero del King's College, del Banco de
Inglaterra y del propio gobierno británico. Dentro también del mundo
de la economía, fue gran aficionado a la historia económica y
biógrafo de grandes economistas. Fuera del mundo económico,
durante sus estudios en la Universidad de Cambridge se interesó
por las matemáticas, estadística, filosofía, literatura y solo
finalmente por la economía. Fue también director y principal
accionista del Teatro de las Artes de Cambridge y mecenas
del grupo de Bloomsbury, coleccionista de pintura moderna y
bibliófilo de literatura científica. Fue primer barón Keynes.

Las teorías de Keynes fueron tan influyentes, aun siendo


disputadas, que hoy en día todo un subcampo de
la macroeconomía llamada economía keynesiana continúa
desarrollando y discutiendo sus teorías y sus aplicaciones. John
Maynard Keynes se interesó en diversos campos de la cultura y fue
una figura central del llamado grupo de Bloomsbury, conformado por
prominentes artistas y escritores del Reino Unido. Sus ensayos
autobiográficos Two Memoirs se publicaron en 1949.

LA TEORÍA DEL CONSUMO Y DE LOS CICLOS EN


THORSTEIN VEBLEN
CONSUMPTION AND CYCLES' THEORY IN THORSTEIN VEBLEN

Alberto José Figueras*, Hernán Alejandro Morero**


*
Doctor en Economía, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina, [alfi@eco.unc.edu.ar]
**
Economista, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
Nacional de Córdoba, Córdoba, Argentina, [hernanmorero@eco.uncor.edu].

Fecha de recepción: 21 de febrero de 2011, fecha de modificación: 8 de junio de


2012, fecha de aceptación: 4 de marzo de 2013.

Thorstein Veblen (1857-1929) fue uno de los fundadores de la economía


institucional norteamericana. Este artículo presenta su teoría del consumo basada
en los hábitos expuesta en la Teoría de la clase ociosa, y su teoría de los ciclos
económicos y las crisis expuesta en la Teoría de la empresa de negocios. Para
situarlas en contexto se esboza una síntesis de su pensamiento y de sus críticas a la
economía ortodoxa.

[Palabras clave: Thorstein Veblen, institucionalismo, consumo, cicloseconómicos,


clase ociosa, empresa de negocios; JEL: B15, B30]
Es constante la tendencia a considerar el nivel pecuniario
actual como punto de partida de un nuevo aumento de
riqueza, y a su vez esto da un nuevo nivel de suficiencia.
Veblen (1899)

La economía institucional "original" es una escuela de pensamiento


estadounidense derivada de la obra de Thorstein Veblen (18571929) y de otros
autores, como John Commons, Clemence Ayres y Wesley Mitchell, que concebían
el sistema económico como parte del entramado institucional que forma parte de
la cultura humana y determina el comportamiento en sociedad. Thorstein Bunde
Veblen, nació en 1857, en Cato, Wisconsin. De ancestros noruegos, estudió en
Carleton College, una escuela confesional que le imprimió fuertes convicciones
morales. Recibió su formación económica en Johns Hopkins University, donde fue
discípulo de John B. Clark. A los 27 años se doctoró en Yale y siete años después se
incorporó a Chicago, donde organizó el departamento de Economía y editó
el Journal of Political Economy. Después ocupó cargos en Standford y Missouri.
Dedicó los últimos años de vida académica a la New School for Social Research, y
murió en agosto de 1929, en California, semanas antes del inicio de la Gran
Depresión. Pese a cierta fama en el momento de su muerte, su trayectoria
académica es un ejemplo del "marginado", del que disiente del enfoque
dominante.

Este artículo esboza la teoría del consumo basada en los hábitos que expuso en
la Teoría de la clase ociosa (1899), y la teoría de los ciclos económicos y las crisis
que desarrolló en la Teoría de la empresa de negocios (1904). Para ponerlas en
contexto, en la segunda sección se hace una breve síntesis de su pensamiento.
Pero como buena parte de su perspectiva teórica se interpreta mejor después de
entender sus críticas a la economía ortodoxa, en la primera sección resumimos su
punto de vista crítico.

CRÍTICA A LAS PREMISAS CLÁSICAS Y NEOCLÁSICAS

Las críticas de Veblen a las premisas de la economía "recibida" se exponen en


cuatro artículos que escribió entre 1898 y 19091. Puesto que Veblen, igual que
Keynes, llamó clásica a la economía anterior -clásica y neoclásica-, las englobamos
como críticas a la economía ortodoxa y las sintetizamos en cuatro apartados.

Leyes naturales y fenómenos sociales

Para Veblen, la idea del precio de equilibrio esconde la idea de que se trata de un
designio de orden natural, al que calificó de "tontería superficial". Pensaba que el
orden natural era una concepción determinista y sostenía, en cambio, que el
desarrollo social no tiene una finalidad y no se puede predecir con exactitud. Un
institucionalista posterior comentó:

Veblen sustituyó [...] la ansiosa búsqueda de seguridad que siguió al pesimismo de


Ricardo. Ricardo había previsto un sino desagradable para la mayoría de la
humanidad. Sus seguidores esperaron contra toda esperanza que ello no sucediera.
Veblen se situó por encima de la discusión. La suerte humana era algo con lo que
no quiso identificarse, aunque sólo fuese por adoptar una postura. Pero también
expuso claramente su criterio de que cuantos hablasen de progreso eran en su
mayoría idiotas o impostores (Galbraith, 1958, 69).

En otras palabras, para Veblen el cambio social no tiende a un fin predeterminado


y se opone al determinismo. Sostenía que nada prueba que la humanidad avance
hacia una meta o de acuerdo con una meta o una ley natural. Y criticó a los
historicistas, por buscar leyes del desarrollo social. Una crítica que también dirigió a
Marx.

Egoísmo y hedonismo ubicuos

Veblen criticó a la economía ortodoxa por basarse en una psicología deficiente.


Consideraba que los seres humanos se guían por instintos y hábitos; el egoísmo es
apenas uno de ellos. Para él, el lugar que ocupaba el hedonismo en la disciplina
económica era una forma "elusiva" de estudiar la complejidad de las motivaciones
humanas. En esto también divergía de Marx, para quien el hedonismo se ajustaba a
la actitud burguesa. Veblen atribuía el uso de este supuesto básico a la pereza
intelectual.

No criticó el uso del egoísmo en el análisis de la realidad social per se, sino la
importancia excesiva (su ubicuidad) que le atribuía la economía recibida. Y se
esforzó por demostrar que el comportamiento humano obedecía a diversos
móviles o motivaciones: la emulación, el instinto de trabajo eficaz, la curiosidad
ociosa, el instinto de auto-conservación o depredador, la inclinación parental.
Según el tipo y el tema de análisis, hacía más énfasis en uno o en otro.

El hombre como autómata

Veblen señaló que la economía recibida concebía al hombre como un ente pasivo
sometido a fuerzas externas, como un calculador instantáneo de dolores y
placeres. Sujeto a fuerzas que lo dejan inerte y no lo alteran, el individuo solo
reacciona a cambios del ambiente. Así, en "Por qué la economía no es una ciencia
evolutiva" argumentó que, conforme a la concepción hedonista, el hombre es un
"calculador instantáneo de placeres y dolores que oscila [...] merced al impulso de
estímulos que lo desplazan por la superficie, pero que lo dejan intacto. Sin
antecedente ni consecuente" (Veblen, 1898).

Así, mostró una gran limitación de la economía recibida, la de considerar al hombre


como ente ahistórico. La historia no lo cambia, ni él puede cambiar la historia. Es
un calculador aislado del contexto. Solo reacciona, como un autómata, a las
variaciones del ambiente.

Errónea concepción del cambio

Para Veblen, la disciplina económica acogía una visión primitiva del cambio, basada
en "analogías mecánicas". La explicación usual, implícita en el análisis de estática
comparativa, es que los desplazamientos se deben a fuerzas exógenas, de modo
que el análisis recurre a la cláusula protectora ceteris paribus. En esos términos, la
variación continua de los parámetros no permitiría conocer el punto de equilibrio
de llegadani derivarlo del estado de equilibrio inicial. Además, incluso bajo la
cláusula ceteris paribus, los fenómenos sociales no tienden al reposo, están en
movimiento continuo.

Dicha visión simplista no permitía entender ni explicar el cambio (a lo sumo algunas


de sus manifestaciones), y Veblen optó por concebir el cambio social como la
coevolución entre instituciones y hábitos, como veremos en la siguiente sección.

LA CONCEPCIÓN DE VEBLEN

A diferencia de otros pensadores "radicales", Veblen se ocupó menos de las


relaciones sociales y más de los móviles humanos (que definen mentalidades y
conductas), y se centró en dos aspectos: las motivaciones de los consumidores y el
cambio social. En el estudio de las motivaciones recalcó la búsqueda de estatus o
estima social (y de autoestima), la fuente del "consumo ostentoso" (un concepto
que retomarían R. Merton, P. Bourdieu y J. Braudillard). En el estudio del cambio
acogió una visión que estaba en boga en su época: el darwinismo (A. Marshall hizo
un intento similar)2. Aplicó al análisis de las instituciones el concepto de "selección
natural" (aunque remarcó que no avalaba el darwinismo social de Spencer).
Inspirado en la visión darwiniana, optó por un enfoque multidisciplinario de la
economía que combinaba la sociología y la antropología.

Lo que más le interesaba era el estudio del comportamiento regulado por


instituciones, a las que concebía como un "conjunto de hábitos o ideas
establecidas"3, una concepción que no encaja en la actual definición sociológica del
término. Se podría decir que para Veblen una institución es una manera de "hacer"
o de "pensar". El objetivo de su obra es explicar el cambio, la "evolución" social, en
la que el cambio técnico es esencial.

Veblen criticó el "modus operandi" de la teoría neoclásica porque era estático y


deductivo. Negó validez a los supuestos de sus deducciones, como el de una
"conducta racional". Y puso en cuestión su campo de estudio: no se trataba de las
propiedades asignativas de los precios en condiciones de equilibrio sino del
impacto continuo de los cambios técnicos y de los gustos, de la aparición y el
cambio de las instituciones y de sus efectos sobre el comportamiento humano.

Veblen adoptó, entonces, un enfoque sicológico más amplio. El hombre actúa


guiado por cinco instintos4: el de trabajo eficaz5 (Smith sostuvo algo similar en
su Teoría de los sentimientos morales, y mucho antes Cicerón); el de emulación o
tendencia a seguir la conducta del grupo de referencia e imitar la de los pares; el de
curiosidad ociosa o inclinación al saber desinteresado; el de inclinación paternal
(preocuparse no solo por el propio bienestar presente, sino también por el
bienestar futuro de la descendencia), y el de autoconservación, si se quiere un símil
del egoísmo convencional.

Para delinear el enfoque general de Veblen (gráfica 1), señalemos que las
"instituciones" se apoyan en los instintos, mientras que el cambio y los problemas
sociales se derivan del juego entre instituciones. El comportamiento humano es
guiado, en distinta medida según el caso y las circunstancias, por los instintos
mencionados y se manifiesta, dependiendo del proceso socio-histórico, en ciertos
hábitos. Estos se cristalizan en instituciones, que son obra a la vez de los individuos
y de la sociedad. Es decir, las instituciones en sentido amplio se basan y se
modifican de acuerdo con las circunstancias materiales y, a través de la formación
de propensiones colectivas o patrones de comportamiento social, afectan y guían
el comportamiento individual, que no es optimizador, sino rutinario y basado
en hábitos. Pero, asimismo, y este es el aspecto fundamental de su esquema
conceptual, las instituciones que forman las propensiones colectivas se forman y
modifican en la interacción entre el comportamiento de los individuos y las
circunstancias sociales: estructura y agencia se codeterminan, coevolucionan.
Aunque, como veremos, las instituciones también forman parte de un proceso de
coevolución mutua, es decir, de la interacción con otras instituciones y estructuras
de la sociedad.
La visión vebleniana del cambio social es entonces una visión evolutiva del cambio
institucional. En oposición a la visión mecánica convencional, Veblen pensaba que
el cambio institucional y económico es resultado de la coevolución, la
codeterminación o interrelación entre el comportamiento individual y las
instituciones, las cuales poseen una dinámica propia (gráfica 2). En el análisis del
capitalismo de su época identificó dos tipos de "instituciones": tecnológicas y
pecuniarias, ambas basadas en los instintos, aunque en las primeras prima el
instinto del trabajo eficaz y en las segundas el instinto de emulación, en la forma
histórica de emulación pecuniaria. Una de sus distinciones principales fue la
dicotomía entre aspectos instrumentales (o tecnológicos) y pecuniarios (o
ceremoniales)
Las instituciones tecnológicas (a las que llama industriales, "procesode la máquina",
sirven al interés económico no valorativo) incluyen las artes mecánicas, los
métodos de producción y organización, los inventos, etc., y son la fuerza motriz de
la sociedad; mientras que las instituciones pecuniarias (relacionadas con la
propiedad) son un resultado sedimentado del cambio técnico, y aunque suelen
mirar al pasado, influyen en el uso de la tecnología, obstaculizándola o
estimulándola. Esta interrelación solo se mantiene "corto tiempo", pues a largo
plazo la tecnología es dinámica, supera los obstáculos pecuniario se impone el
cambio. El proceso técnico está a cargo de los técnicos, obreros e ingenieros, es
decir, de quienes intervienen directamente en el proceso productivo (lo que evoca
a los "industriales" de Saint-Simon), entre quienes predomina el instinto de trabajo
eficaz. Las instituciones patrimoniales están en manos de los empresarios
accionistas o financistas, entre quienes predomina la emulación pecuniaria, la
búsqueda de ganancias6.

Además, Veblen utiliza el concepto de "preconcepciones", que difiere del obrar


instintivo y es un resultado evolutivo que podría tener afinidades con las categorías
sintéticas a priori de Kant, pues indica la manera de entender el mundo que sirve
de guía para la acción individual, aunque no son consustanciales a la mente
humana sino formadas y moldeadas en la evolución social. Las instituciones
sociales (hábitos de pensamiento predominante) dan lugar a preconcepciones
sobre la realidad y el comportamiento social. En suma, los instintos, las
propensiones sociales y las preconcepciones determinan la conducta individual.
Por último, cabría señalar un paralelismo entre las instituciones tecnológicas de
Veblen y las fuerzas productivas de Marx, o entre instituciones ceremoniales y
relaciones de producción. No obstante, Veblen subraya la influencia recíproca
mientras que Marx ve una relación unidireccional entre estructura y
superestructura. A pesar de la similitud del papel de los aspectos pecuniarios y las
relaciones de producción con respecto al cambio técnico, la visión evolutiva y sin
finalidad del cambio social de Veblen es muy distinta de la visión hegeliana de
Marx; también cabe señalar que la teoría del valor vebleniana nada tiene que ver
con la marxista7.

Sería interesante contrastar la visión de Veblen y la de Marx, pero esto supera el


alcance del artículo. Basta señalar que Veblen criticó la visión marxista en dos
artículos sobre la economía socialista, uno escrito en 1906 y el otro en 1919. El
primero critica a Marx y el segundo a los socialdemócratas alemanes. Veblen
rechazó la teoría del valor trabajo, el concepto de explotación y la explicación
marxista de la lucha de clases. Podría parecer paradójico que una corriente
neomarxista, la Escuela de la Regulación Francesa, reconozca en el
institucionalismo norteamericano una de sus fuentes de inspiración.

EL CONSUMO EN LA TEORÍA DE LA CLASE OCIOSA

En su Teoría de la clase ociosa, obra de 1899 que lo lanzó a la fama, Veblen estudió
en detalle las prácticas de consumo, la formación de gustos y su relación con la
aparición de instituciones sociales como la propiedad privada y la clase ociosa. Allí
planteó que no siempre se compra mayor cantidad a precios menores y que se
puede comparar a precios mayores "por emulación". Idea que llevó a que en 1950
Harvey Leibenstein introdujera en el análisis microeconómico ortodoxo el "efecto
Veblen" (el hecho de que algunos consumidores demanden menos cuando baja el
precio de un bien), un "efecto" que simplifica en demasía la teoría del consumo de
Veblen.

Esta obra estudia la aparición y posterior aceptación social de la clase ociosa y de la


propiedad privada. Más precisamente, "el lugar y el valor de la clase ociosa como
factor económico en la vida moderna" (Veblen, 1899, 7). Como factor económico,
la clase ociosa influye notablemente en los patrones y hábitos de consumo de toda
la sociedad. El autor desarrolla una teoría del consumo basada en la emulación y el
instinto de trabajo eficaz que contrasta con la visión del consumidor autómata que
supone la optimización de la utilidad con previsión perfecta 8.Veblen mostró que a
lo largo de la historia han surgido diversas formas de distinción valorativa entre
clases sociales y entre tareas (industriales y no industriales).
En su análisis del presente -y observando permanentemente el pasado- entrevé
una serie de etapas históricas. Una etapa primigenia, el estadio más bajo de
desarrollo cultural o "salvajismo primitivo", caracterizada por la ausencia de
jerarquías económicas, donde la propiedad no es un rasgo dominante del espíritu
humano. En esta fase, la de mayor duración relativa, se forjaron muchos hábitos
que aún siguen arraigados en el comportamiento humano. La etapa de la cultura
bárbara9, que consta de dos fases consecutivas: en la primera, o intensidad de los
actos de barbarie sino la difusión de una disposición mental el estadio predatorio,
domina el espíritu belicoso y el egoísmo se torna la nota dominante; en la fase
avanzada o cuasi-pacífica hay una observancia formal de la paz y el orden y una
coerción y un antagonismo de clases matizados por los métodos comerciales
modernos. Por último, en la cultura industrial o pecuniaria moderna, las formas de
distinción valorativa son de índole pecuniaria y en las relaciones humanas priman
las formas "pacíficas" de distinción. Si bien el germen de la clase ociosa y de la
propiedad privada se halla en la cultura bárbara, es en la etapa de la cultura
pecuniaria moderna cuando la clase ociosa alcanza su máxima expresión y llega al
culmen la institución de la propiedad privada.

En la introducción (capítulo I), Veblen argumenta que la primera forma de


propiedad estuvo asociada a las hazañas y trofeos de guerra. Esta primera forma
surgió con la captura de mujeres como trofeo de guerra, como medio de poner en
evidencia la fortaleza y de mostrar un resultado ostensible y perdurable de las
hazañas. La propiedad nació, entonces, para hacer visible la distinción valorativa
entre personas y grupos, que incentiva conductas de derroche social de recursos,
como se verá a continuación10.

Para Veblen, la reputación o prestigio de una persona guarda relación con los
patrones o estándares sociales asociados a la proeza o la hazaña individual, las
señales a partir de las cuales se cataloga y se estima socialmente a una persona.
Mientras que en las etapas bárbaras primitivas los trofeos obtenidos en las hazañas
guerreras predatorias eran los exponentes convencionales de prepotencia y éxito,
en las sociedades industriales la acumulación de bienes se vuelve la señal más
importante y eficaz de proeza individual. Así, la fuerza pecuniaria es la base de la
buena reputación; la propiedad se vuelve progresivamente el sostén convencional
de honorabilidad y estima social.

En el capítulo II, señala que a medida que la actividad industrial desplaza a la


actividad depredadora, la acumulación de riqueza o de cosas remplaza a la
propiedad de personas como base de la reputación de clase y la estima individual 11.
Ello ocurre, en parte, porque el alcance y la frecuencia de las oportunidades para
distinguirse con base en la eficacia depredadora son cada vez menores, y en parte,
porque las oportunidades para distinguirse a través de una agresión industrial y de
acumular propiedad por métodos cuasi-pacíficos aumentan considerablemente12.
Así, la adquisición pacífica de bienes se instituye como base convencional de la
reputación, y la propiedad privada aparece con total claridad, junto con la clase
ociosa. "La aparición de una clase ociosa coincide con el comienzo de la propiedad"
(ibíd.,30).

En los estadios superiores de la cultura bárbara en Europa y el Japón feudales, la


clase ociosa aparece perfectamente desarrollada. La distinción de clases es clara y
en el aspecto económico se manifiesta en la distinción de las tareas de cada clase.
Las clases altas están exentas de toda ocupación "laboriosa" y tienen reservadas las
tareas honoríficas (como la guerra o el gobierno). Las clases inferiores están
excluidas incluso de sus actividades subsidiarias (como el cuidado de armas) y solo
se ocupan del trabajo manual, de lo relacionado con la consecución de los medios
de vida.

Si bien la diferenciación en el consumo como distinción valorativa se remonta a la


fase bárbara inicial, el consumo de bienes como muestra de fortaleza pecuniaria es
posterior. Es un fenómeno eminentemente moderno porque la lucha pecuniaria
tiene sentido solo cuando hay un excedente, el cual es particularmente evidente
con el advenimiento de la sociedad industrial. La distinción valorativa se manifiesta
entonces en el consumo13, porque

Si, como se supone a veces, el incentivo para la acumulación fuese la necesidad de


subsistir o de comodidad física, sería concebible que en algún momento futuro con
el aumento de la eficiencia industrial se pudiera satisfacer el conjunto de
necesidades económicas de la comunidad; pero como la lucha es sustancialmente
una carrera en pos de la reputación basada en la comparación valorativa, no es
posible aproximarse siquiera a una solución definitiva (ibíd., 38-39).

Si el medio más eficaz para lograr estima social (y autoestima) es mantener (y


elevar) cierto tipo de consumo, el ser humano se embarca en la carrera pecuniaria
para lograr la estima social y personal14. Por otro lado, como también tiene cierta
propensión al trabajo eficaz, y desagrado por el trabajo inútil, el instinto del trabajo
eficaz refuerza el proceso de emulación pecuniaria (o búsqueda de éxito). Así,

tiende más y más a modelarse como esfuerzo para superar a los demás en los
resultados económicos logrados. El éxito relativo, medido por una comparación
favorable con los demás, se convierte en el fin del esfuerzo que se acepta como
legítimo y, por tanto, la repugnancia por la futilidad se coliga en buena parte con el
incentivo de la emulación. Viene a acentuar la luchapor la respetabilidad pecuniaria
al extender a todo fracaso […] una nota de desaprobación (ibíd., 41).

El esfuerzo encaminado a un fin se convierte, en primera instancia, en un esfuerzo


por acumular bienes. Lo que, en el capitalismo de principios del siglo pasado, se
manifiesta en un esfuerzo por mantener ciertos estándares de consumo y emular a
la clase superior.

En el capítulo III, Veblen desarrolla la idea de que, al ser deshonroso, el trabajo


manual obra como contraparte en la consecución de estima, lo que lleva a hacer
ostentación de hábitos "ociosos". Los hábitos decorosos, como los modales
convencionales de la clase alta son expresiones de ocio, por cuanto demuestran
que se dispone de suficiente tiempo libre para adquirirlos y perfeccionarlos. Veblen
remarca que el término ocio, "como aquí se emplea, no comporta indolencia o
quietud. Significa pasar el tiempo sin hacer nada productivo: 1) por un sentido de la
indignidad del trabajo, y 2) como demostración de una capacidad pecuniaria que
permite una vida de ociosidad" (ibíd., 51).

El ocio se debe poner de manifiesto mediante prácticas formales y ceremoniales,


como los modales y la buena educación. Estas prácticas cumplen la función de
mostrar que, debido a la posición pecuniaria de la persona, ha podido cultivarlas.
Conjuntamente, las personas allegadas deben hacer gala de esa vida de ocio; esa es
la función del personal doméstico y de los criados, que practican un "ocio vicario",
es decir, un ocio al que están obligadas ciertas personas, pero que no satisface su
confort físico sino el de quienes sirven. El ocio vicario es un acto de consumo
conspicuo de servicios ajenos15, y el ocio ostensible, es decir, el "comportamiento
ocioso" (como los modales en la mesa), genera pautas de consumo conspicuo (usar
más de media docena de cubiertos), que hacen ostentación de diversos grados de
derroche.

En el capítulo IV analiza la evolución de las instituciones asociadas al ocio y el


consumo conspicuos en las distintas etapas de la historia. Y aclara el significado
que da al término "derroche":

En el lenguaje de la vida cotidiana la palabra lleva consigo una resonancia


condenatoria. Lo utilizamos aquí a falta de una expresión mejor que describa
adecuadamente el mismo grupo de móviles y fenómenos […] A la luz de la teoría
económica el gasto en cuestión no es ni más ni menos legítimo que ningún otro. Se
le llama aquí "derroche" porque ese gasto no sirve a la vida humana ni al bienestar
humano en conjunto, no porque sea un derroche o una desviación del esfuerzo o el
gasto, considerado desde el punto de vistadel consumidor individual.

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