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34 Anertes J. Penona problemas de comprensién con dicha categoria y continua presuponiéndola subrepticiamente; sigue pensando que hay que cambiar unas estructuras que oprimen a las mujeres gua mujeres, pero no conczeta en qué consisten ni cusles son esas estructuras. Por ejemplo, reclama de auevo une lucha orga~ nizada de las mujeres no a titulo individual, sino a través de organizaciones civiles con ef objeto de desmoncar lx opasi cién a ERA, y considera que en esa lucha conjunta deben participar todas las mujeres (y los varones dispuestos a elfo) al margen de raza, clase o ideologia, pues encuentra que esa sla Gnica manera de que hagan valer su fuerza. Sin em- bargo, no ansliza qué razones podia haber detris de la opo- sicion a ERA, y sin andlisis de ese tipo se conocen mal las situaciones y se evaliian mal las posibilidades de éxito de de- terminados cursos de accién politica. Por todo ello y para coneluir, cabe afiadir que en el feminismo de B. Friedan late un problema de asimetria entre la potencia de sus propues- tas précticas, la brillantez de ciertos diagnssticos y el corto alcance de sus andlisis tedricos: al ser subrepticia la teoria y estar poco desarrollada, la préctica queda oscurecida, Brauocraria Pateoan, B., La méiica dela feminidad, Madrid, Vicar, 1974. — La segunda fase, Barcelona, Plaza y Janés, 1983. — La fuente de le edad, Barcelona, Planeta, 1994. = Lei fermmes tla recherche d'une quatriéme dimension, Patis, Edi- ttois Denoél, 1969. — Life so Far. A Memoir, New York, Simon & Schuster, 2000. Ewsensreiy, Z., The radical Future of liberal Feminism, Nueva York y Londses, Long Man, 1981. Inccnn, A., Reminise Politics and buman Nature, Totowa, NJ, Rowman and Allan Held, 1983. Roweorian, Sh., Murdo de hombre, conciencia de mujer, Madrid, ‘Debate, Tribuna Feminista, 197. Tons, R., Feminist Thought, London, Routledge, 1992. 2 LO PERSONAL ES POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO RADICAL Alicia H. Puleo 1, OrIGEN ¥ PRINCIPALES RASGOS DEL FEMINISMO RADICAL «Lo personal sigue sigade politico, La ferninista del huevo milenio no puede dejar de ser conscente de que la ‘apresion se ejerce en y a través de sus relaciones més inti- as, empezando por la més intima de todas: la elacién con «1 propio cuerpor', Con estas palabras, Germaine Greer, una de las teministas mas lefdas en todo et mundo, subraya Ta necesidad de retornar a una de las convicciones mis pro~ fiundas y revolucionarias de un movimiento de liberacién, que ha cambiado la faz de las sociedades modernas. Muchas preguntas formuladas por mujeres audaces hace nds de treinta aios siguen siendo ajenas a la mayor parte Wel colectivo femenino: -Nuestros deseos, fantasias, deci- siones, temores € ideales estéticos sobre el propio cuerpo nos pertenecen o son el producto de un sistema de relacio- fies entre los sexos que nos oprime? ¢Otro mundo es posi~ bile, en el que no exista la constante dominacién masculina que no desaparece (y en ocasiones incluso se incrementa) entre los idealistas contestatarios, llimense de izquierdas, okupas 0 antiglobalizacién? Hasta qué punto el conoc Iiento es neutro y objetivo o ha sido configurado con un " Germine Gree, ba mur complet, Bulova, Kis, 200, phe ima uicia H. Puts. 7 Aucia H. Pu seago masculino? zCémo puede conquistarse la verdadera of _. serra uevas generaciones tienen, quizd, cada vez mas di- ficil la tarea de desentratiar la logica de los lazos opresivas porque Ia tendencia de las sociedades de consumo es acer eetee alo que he llamado «patriarcado de consentimiento» tempo que se alejan del modelo coerctivo del antiguo «pa triareado de coercién»?, La represién es suplantada por una aparente libertad en la que los propios individuos, en este ‘aso las propias mujeres, se esfuerzan denodadamente por al cannat las metas prefijadas del sistema (cénones de estética, Seduccién, éxito, etc.). Ya no se apela a la prohibicién. Basta fon el consentimiento no informado 0 alienado, el desespe= ado anhelo que cietra los ojos ante las desventajas del mo= Gelo preconizado por los medios de comunicacién. Tampoco se discrimina por sexo en las leyes. Simplemente se deja ac= tuar la inercia estructural, apenas erosionada por enfatcas ‘liticas de igualdad, no por ello menos necesarias para re= aaa dectctosos efectos de Ja dobie oonada, del desigul tstatus y acceso a los recursos de hombres y mujeres, et, ‘Conviene, pues, volver a reflexionar sobre la dimensién’ litica de nuestros cuerpos ¥ nuestras vidas. No por cast» jad una de las vias de investigaciOn del feminismo radical de total actualidad es el estudio sobre mujeres y salud del Colectivo de Mujeres de Boston lamado Nuestros cwerpos nuestras vidas’. El feminismo radical, 2 Vease Alicia H. Puleo, «Patriarcador palabras le sobre Mujer, Estella, ed. Verbo Divino, ‘ Paka por primers ve en os 70, puede consulta I ms elcion eastellana puesta al dia (Madrid, ed. Plaza y Janés, 2000). PERSONAL E§ POLiTICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO. Anostrado Ia critica al racismo, la relacién entre las razas es politica, la conclusién sera que también lo es la relacién en- tue los sexos. La emergencia del Black Power como inicio de as politicas de la identidad en Norteamérica marcé de ma- ort decisiva la militancia feminista. También en Europa, Jas teorias que circularon al calos de los movimientos de des~ ¢olonizacién fueron muy influyentes (Fanon y Meni, par- ficularmente). Fn Francia, desde finales de los 60, destacan 4os trabajos pioneros de la feminista radical materialista Co- Jette Guillaumin sobre la relacién conceptual entre racismo ¥yexismot, Guillaumin, con sus agudos anilisis, se dedies a tombatir la tendencia tradicional a naturalizar y ontologizar fos rasgos identitarios que resultan de la relacién dialéctica ile dominacién. « En EEUU, cristalizé como resultado de la insatisfacto- fit respuesta dada a las reivindicaciones feministas de las inilitances en el Movement, nombre que recibian dos orga~ fiizaciones: SNCC (Students Nonviolent Coordinating Com- mittee), agrapacién antirracista fundada por estudiantes ne os y blancos en 1960) y SDS (Students for a Democratic iviety), fundada en ef mismo afio por demécratas, social- lemécratas y anticomunistas que privilegiaban el anilisis de {Ih dominacién psicolégica y cultural sobre el de 1a explota~ fain econdmica. En ambas organizaciones, las mujeres ha~ ban conseguido tener una experiencia politica pero termi fuaron encontrando los mismos prejuicios y Ia inmemorial Alvision del trabajo que los jovenes daban por superados en (ules circulos contestatarios. La ruptura entre los sexos se {ploduce de forma clara en 1967, durante la National Confe- “ Se trata de una autora que no ha sido traducida al castellano, Para Wrvultar una compilacion de estos escrtos, véase Guuillaumin, Colette, Pci, Proe and eae, Londesy Nu York, Rowe, 1995 et ler a esta pensadora en su propio idioma, vease C. Guilaumin, Wis, Race ¢ Pratigue du Powveir. Lidée de Nature, Pass, . Coté-fem- Ins, 1992. 40 ‘Auscia H. Porto rence for Jities cuando las resoluciones de los grupos eee ae. cere rajeres apenas foeron coxsideradas por la presidencia dela convencién, Jo Freeman y Shulamith Piz retone, futuras Iideres feministas, pidieron, entonces, para tas muiares el 51 por 100 de representacion en Jos votos pot conti ese porcentaje de la poblacién, Solicitaron tam= bien que la convencin condenara los estereotipos sexistas vehiculados por los medios de comunicacién, el matrimo= no, las eyes de propiedad y divorcio y que se manifestara & favor de la informacion anticonceptiva y del aborto come formas de control de sus propios cuerpes por parte de tnujeres. La presidencia rechazs la peticidn, a¢uciendo ne tener tiempo para debatirla, Evidentemente, no consideraba tesos temas suficientemente «revolucionarios» ¢ «importan: teen, /Tias esta decepcion, o grupo de Chicago publics un manifesto titulado To tbe Women of the Left que Tamaba Ja secesin, ingpirindose en la acitud tomada por los affo ‘ameticanos del SNCC que el afto anterior habian abando= ado el ideal integracionista, acusando a los compaficros. blancos de paternalismo. £1 separatismo de las feministag raadicales surge, pues, de una de las muchas experiencias hiss ferieas de decepciOn con respecto a causas politicas emans {Gpatorias que han negado el reconocimiento y la recipr eres. dad las mui foima de feminismo se define como radi porque sein la etimologia de este témino, se propone bus eee ravz de la dominaci6n, Serd radical en su teoria y tam bién en sus formas interapestiva, tan propias dela pore Ip vio nacer, aflos en que circulaba por Ins calles de Nut York el manifiesto Scum’ de Valérie Solanas, texto subversi ingdlito y unico en que se mezclan Tucidez y locura © Ob de nnd erly marina Spe Me to cineresanteopisclo que por sa olen Pebeasck nism, Fa sido redial elon anfemints pce desacredita Fem roan don pogo de Evia Sturana (Madi, Kir [0 vensowar #s poLinice: #. suRGKUENTO DEL FEMINISMO.. 41 El feminismo radical se diferencia del feminismo liberal roformista que sélo (para escéndalo de muchos, sin em- argo, en aquel momento) pedia la integracién de las mu~ jeres en el mundo capitalista del trabajo asalariado y de la cultura, También se distingue de una izquierda patriarcal que no reconocia la legitimidad de las reivindicaciones de lis mujeres y cerraba los ojos ante el poder masculino ilegt imo existente dentro de los mismos mavimientos revolu- Sonarios. Cabe sefialar que, ademas del trénsito por los movi- Inientos de izquierda, existe un componente sociolégico im- Beant gue disancia ns ada del eminismo liberal edad, Sus militantes songovenes y solteras. De ahi que se Irate de un movimiento mas audaz que reivindica la sexua- lady el aborto, cuestiones que NOW no se habia atrevido i teatar ‘Aunque los ejes temiticos y ‘a forma de abordarlos va- tia mucho entre las diferentes Corrientes y las distintas te6- fica radicales, destacaré algunos puntos comunes: la utili yicién del concepto de patriarcado como dominacién ‘yniversal que otoxge espectficidad a la agenda militante del " goleetivo femenino, una nocién de poder y de politica arm- filadas, la utilizacidn de la categoria de género para recha- Yat los rasgos adscriptivos ilegitimos adjudicados por el pa- iarcado a través del proceso de naturalizacion de las sypsimnidas, un andlisis de la sexualidad que desembocara en ila critica a la heterosexualidad obligatoria, la denuncia de Wi violencia patriarcal, en particular aunque no exclusiva~ ‘mente la sexual, y, finalmente, una sociologia del conoci~ Wiento que sera critica al andracentrismo en todos los émbi- ‘ps, incluidos los de la ciencia, El feminismo radical se separa de Ia izquierda tradicio- ial por su atencién a las relaciones de poder no originadas or fx explotacién econémica. Asi, por ejemplo, Anne Koedt, ‘tn Politics of the ego consideraba gue 12 supeemnacia mascu- Tina tenia su origen en Ta necesidad mascalina de obtener sa- ion psicoldgica del ego, lo cual, posterior y adicional- 2 mente, tenée consecuencias econémicas. La dominacién precedia a la explotacién, El analisis feminista radical de las Telaciones entre los sexos se apoya en la definicién ampli de politica, cormin en la New Left. El poder ya no reside 86 enel Estado o la clase dominante. Se encuentra también en telaciones sociales micro, como Ja pareja. Algunas tedricas, como Kate Millet, acudirin a Max Weber para la definicién de dominio como posibilidad de imponer la voluntad pro= pia sobre otros. Como recuerda Amelia Valedrcel*, a media Hos del siglo x1x, el concepto de patriarcado cambis su signa (de positive e idilico a negativo y explotador), pero solo en los afios 60-70 del siglo xx, con el auge militante y el des= arrollo teérico del ferninismo, el patriarcado sera concebido fen términos de estructura de relaciones de poder. De est manera, el feminismo radical, con su nocién de patria Como sistema politico es una respuesta a las posiciones de la izquierda que consideraba «el problema de la mujer», 0 «da condicion de la mujer», como se solia decir en esa época, como algo secundario que se solucionaria automaticamente con la supresién del capitalismo. El concepto de génera fue introducido para distinguir los aspectos socio-culturales, construidos, de los innatos, biol6= gieos (se%0). Desasrollado por el andlisis feminista como un Sistema de organizacidn social basado en el control y la do= minaci6n sobre las mujeres, género no tiene un caracter me~ Tamente deseriptivo como en algunos usos de la psicolo 6 [a antropologia. Es un elemento critico destinado a fact fitar la desarticulacién de las relaciones ilegitimas de poder: "Ya he sefialado que la tematizacién de la sexualidad se~ para al ferinismo radical del liberal. Las feministas radica= Jes no son las sufragistas puritanas del siglo xix que pedian pudor a fos hombres en Vez de liberacién sexual para todos En aquel ingenioso lema evotes for Women and Chastity f & Amelia Valoincel, Sexo 9 orf. Sobre emujers y poder, Barcelonsy Ancheopos, 1991, pags. 137-138, me ve INAL Es POLITICO: BL SURGINAIENTO DEL FEMINISMO.. 43. », Peto muchas de ellas denuncian la retéri isn sel Sef x \esminos masala een was de Ann Koedt, traia mg, ra " patna lds carne fresca al mercado del sanque no suele reconocerse en Ia historia oficial de las ae feminismo radical fue pionero en considerar la se- lidad como una construccign politica (véase capitulo de lia Amords sobre Shulamith Firestone y capitulo de tileen Barry sobre el feminisgno radical). Antes de que un edo fn Lamos0 yaclamado como Miche! Foucault cri- ara fa chipétesis represiva» o creencia de que la sociedad ‘e limita a reprimir la Mbido, Kage Milletey otras pensado~ ‘fis ferministas radicales habfan identificado la construccin mirinrcal del desea y del objeto del mismo. Algunas femi “fistas radicales se maniféstaron como heterosexuales, es el ‘io de Germaine Greer. Otras, como Kate Millett” en 1970 a un reportaje del Time Magazine produjeron gran escin- ee en su momento, introduciendo claramente el tema de bisexualidad y el Jesbianisino en el movimiento feminista. Esta tematizacién critica de la sexualidad dara origen a lun feminismo lesbiano que considerara que el amor entre nujeres puede y debe ser un acto politico de liberacién. En baseal deal de una sewalidad igualitara, echazaris Ia por- ografia y el sado-masoquisraio entre lesbianas por conside~ turlos patriarcales y tenderdn g dentificar feminismo y les- bianismo, A diferencia de las lesbianas feministas que onsideran su lesbianismo como una opcién sexual entre pe heyla Jeffreys, una de las tedricas del lesbianismy pow ico, criticando lo que considera tendencias esencialistas y liberates dentro del movimiento lésbico de los 90, reivindica | eenfoque construccionista social radical que puede resu- Imirse en el lema de los ahos 70 «Toda mujer puede ser les- 7 Millett narra el esupor y etindalo provocados por esta declara~ ti0n en su obra autobiogrfica. pros flag ene prlogo de Lia Fagg 2" Meme Melba iin en cs aa Aucia Hi. 2uteo bianas®, Esta concepcién levars a Monique Wittig? a afir- mar que las lesbianas no son mujeres porque «mujer» es una categoria que existe en relacién al hombre. Las mujeres no son seres naturales sino productos politicos de la domina- cidn. Por eso, Jas lesbianas, desde esta perspectiva, seran como los cimarrones, aquellos negros esclavos que hufan de las plantaciones caribefias y vivian escondidos en la floresta, libres y liberados de su condicién, La polémica sobre Ia se~ satalidad dividiré profundamente al feminismo en los afios 80, enfrentando a sus diversas tendencias en la caracteriza~ cién de las identidades feminista y lesbiana, la cuestién de Ia ética sexual y el grado de coherencia exigible a la mili- tancia feminista (véase capitulo de Raquel Osborne). El Tema «lo personal es politicos, muy fértil como punto de jartida para un andlisis de la vida cotidiana, dio lugar en Giertos sectores del movimiento a una interpretacién rigida que terminaba invietiendo los términos al introducir un tinico cédigo de condueta y de estilo para la wverdadera fe- minista». La preocupaci6n obsesiva por estos aspectos ter~ minaria por reducir lo politico a lo personal. Las feministas radicalestrabajaron profusamente el tema dela violencia. Susan Brownmiller, en Against our Will, e2~ liza un estudio sociolégico € histérico de Ia violacién como politica patriarcal. Esta obra muestra las potencialidades del enfoque del patriarcado como sistema para superar la vision anecdética y patologizaate de este delito. La violacién no aparece como acto aislado de un individuo enfermo, sino como control patriarcal, particular toque de queda para todo el colectivo femenina que ve reducida su movilidad: habré lugares y horarios en los que no se aventuran las mujeres de- Sheila Jeffreys, La herejtalesbiama, Una perspectiv feminist dela re olin sexual lesbiana, Citedra, 1996, pigs 19. 5 Monique Wittig, fallecida el 2 de enero de 2003, ¢ autora de obras Iierarias (Opsponas, Premio Medicis, 1964, Les guervillres, 1969) y en sayistca (La pense sraigh, 1980, entre otros). PERSONAL £5 POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO... 45 s, Desde una perspectiva social, los fenémenos se en- den también por los resultados que producen. ‘La radical matecialista francesa Colette Guillaumin, por parte, consideraré la violacién y el acoso sexual como ex- jones de una apropiacién colectiva definida como «per- yencia de la clase de las mujeres en su totalidad a la clase os hombres en su totalidad». Esta forma de apropiacién en colisién en ocasiones con la apropiacién privada re- sentada por el matrimonio, institucién en la que una mu~ ppertenece aun hombre determinado. Asi explica Gui- jn la tradicional reticencia de la opinion publica y los a condenar a los violadores si la victima no demues~ set una mujer ehonesta» y el crimen cometido no es sa al honor del marido o, en su defecto, del padre o her- 10. La perspectiva de género permitiré al feminismo no sélo snunciar a discriminaci6n y exclusién sexistas sino tam- ién realizar una revolucién, ain inconclusa, en fa sociolo- ‘del conocimiento, La pertenencia de sexo, como ante- mente la de clase social, pasa a ser una variable a nsiderar cuando se analiza el sesgo del saber". La femi- sta radical Catharine MacKinnon, en un pasaje de su li- Hacia una teorta feminista del Estado, se refiece al andro~ wirismo 0 sesgo masculino de la cultura, de manera sncilla y eloonente: «La fisiologia de los hombres define la yor parte de los deportes, sus necesidades de salud defi- sven buena media la cobertura de los seguros, sus biogra~ disefiadas socialmente definen las expectativas del liesto de trabajo y las pautas de una carrera de éxito, sus srspectivas € inquietudes definen Ja calidad de los concci~ hientos, sus experiencias y obsesiones definen el mérito, su | 1 Nicole-Claude Mathieu, «Notes pour une définition sociologi ages de i Epitome, (97, Recogide = jeClaide Matha, Lanatomspotcigue: Cattgoriations fel Misty Cote-fernmes, 1991 pie ate = 46 Aucia H. Puneo servicio militar define la ciudadania, su presencia define la familia, su incapacidad para soportarse unos a otros —sus werras y sus dominios— define la Historia, su imagen de- fine a dios y sus genitales definen el sexo»!, El desarrollo de la critica al androcentrismo ya en fos 70, como una més, de las vertientes del revolucionario lema de los 70 elo per- sonal es politico», originaré la busqueda de una ginecologia alternativa, menos agresiva e invasiva, més holista, que cris talizara en ese imprescindible manual ya citado Nuestros cuerpos, nuestras vidas y otras obras de similar inspiracién™. a sofisticada epistemologia feminista que cuestiona ac- tualmente e] paradigma cientifico y tecnolégico de Ia Mo- dernidad occidental tiene sus origenes en esa critica radical al androcentrismo. La revelacién del sesgo masculino de la cultura establecers importantes puntos de contacto con el pacifismo y la ecologia y dari lugar al surgimiento de una nueva corriente del feminismo: el ecofeminismo (véase ca~ pitulo sobre Ecofeminismo de este mismo libro). En las iineas que siguen, me referiré a algunos aspectos de la obra de dos importantes figuras del feminismo radical: una de ellas norteamericana, Kate Millett, la otra australiana radicada en Gran Bretafia, Germaine Greer. Mientras que Sexual Politics, el libro que consagré a la primera, es un ej plo del feminism radical racionaliste y constructivist, la evolucién de G. Greer es representativa de algunos sectores, del femninismo radical que, en su critica al androcentrismo de Ia Modernidad, han terminado por idealizar rasgos y con ©. Mackinnon, Hacia una tora feminist dl Bite, Madrid, Ci tedra, 1995, pig. 408, % Entze las traducidas al castellano, véase Sue Wilkinson y Celia Kitzinger (comp) (1994), Mayer y salud. Una pertpectiva feminita, tad, Alicia Séuchez Millet, Barcelona, Peidés, 1996; Paula Brown Doress y Diana Laskin Siegal (Comp. en cooperacién con el Colectivo Editorial dde Boston para ls Salud de las Mujeres, Enuejecer juntas, rad. Elena Manchén, Barcelona, Peidés, 1993; Germaine Greer, EI cambio, Muir, ‘jes y menopausia, trad. Mireia Bofll, Barcelona, Anagrama, 1993. (0 PERSONAL ES POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO. 47 ictas originados por el patriarcado tradicional. La focaliza- Win en estas dos figuras no pretende agotar la riqueza y variedad del feminismo radical Como biew senala ice Echols", la heterogeneidad de puntos de vista exis- te en los afios 70 no se conoce si nos limitamos a una 0 s de sus representantes. Pero esta relectura nos puede ayu- a recordar algunas de las ideas clave de este pensamiento jue ha revolucionado la cultura occidental La «Pocirica sexuat» be Kate Minuet (1934, Sr. Pauts, Minnesora) En 1998, The New York Times incluyé a Kate Millett en lista de los diez personajes que mas han marcado el si- o xx. En efecto, Sexual Politics, publicado en 1969, es ya clisico del feminismo y uno de los mas sugerentes and- is de las relaciones de opresi6n entre los sexos. Un tercio siglo més tarde, su lectura sigue siendo reveladora y muy aconsejable como introduccién al estudio del sistema de gé~ ero. Se trata de un libro que retine critica fiteraria, antro~ tologia, economia, historia, psicologia y sociologia. Esta in- srseccién de saberes recuerda el estilo de la Escuela de rankfurt que inspiraba los movimientos contestatarios de €poca. A diferencia de los maraistas ortodoxos, los frank- anos no se limitaban a sefialar la causalidad infraes- uetural sino que se interesaban por los componentes structurales, en un intento de alcanzar una visidn in- isciplinaria que diera cuenta de la complejidad del fe- meno estudiado y recuperara el potencial revolucionario fe la razén. La superacién del economicismo permite el sarollo de la nocién de dominacién, particularmente Gtil a la critica a las relaciones de opresién de raza y sexo 1 Daring to be bad. Radial Feminism in America (1967-195), Unic ‘of Minnesota Press, 1989. Aucia H. PuLeo Politica Sexual consta de tres partes. Antes de detenerme sobre la primera, que expone la teoria de la politica sexual fen sus aspectos ideolégicos, biologicos, sociolégicos, psico~ Tégicos y econémicos, quiero hacer una breve referencia alas dos restantes. La segunda, titulada «Raices histéricas», exa- ‘ina el perfodo que se extiende entre 1830 y 1930, fase ini- Gal de lo que la autora llama «revolucién sexual», Con esta “itima denominacién se refiere a la primera ola del femi- nismo, nacida de las organizaciones antiesclavistas, al, Wo- nonis movement que se fj como objetivos el acceso de las Inuljeres al sulragio, a Ia educacion superios y al ejercicio de tas profesiones iberales y ottos empleos remunerados. Ana- liza también las polémicas que acompafiaron a aquellas rei- Vndieaciones, Recuerda la teoria de Ruskin de las naturale Yas complementaias que justificaba las trabasa la educacion Ge las mujeres en nombre de su fancién de «teinas» del bo~ ar y la desmitificacin de tales argumentos en le pluma del Fiécofo feminista John Stuart Mill. Asimismo, se detiene en Jos planteamientos de Engels sobze el origen del patriar- cae dela familia y de la prostitucidn para Hevar a eabo una Sevigion de las posiciones marxistas. Con grandes nombres Tela literatura de la época ejemplifica tres tipos de actirud frente a los cambios sociales puestos en marcha por aquel rcimer movimiento ferninista: reatcidn sentimental y caba- Tleresea en Los jardines de las reinas del citado Ruskin; rea tistay revolucionaria en Bernard Shaw, Virginia Woolf, 1b- sen y Dickens, sofadora y ambivalente en Swinburne y Gecge Wilde. En este tercer tipo, el mito de la mujer fatal surgitia de la fantasia homosexual masculina’*. Millett pasa 4 Como interesante desarrollo de estas observaciones de Millet <0 bre ls tnsformaciones dela imagen femenina en el arte decimonénico eiseculay, puede consultarse [a obra del profesor de Literavura compa; sere Beam Dijkstra, dolor de perversdad. La imagen de la miner en a cul vane de fin de sgl, trad. Vicente Campos Gonziler, Madrid Debate, 994, Dikstra se basa explicitamente en Millett pars analiza las repre= PERSONAL ES POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO.. 49) ppués a ocuparse de la contrarrevolucién que se produ a ce n el periodo que va de 1930 2 1960. Centra u atenciéa ef s| nazismo y el stalinismo como reaccién de la politica pa~ ira! ane el avance fens, El picomaisis freudiano ia la oposicién ideolégica frente a ese mismo Tibertad de las mujeres. Progra de La posicién de Ia autora con respecto a las teorias de id se inscribe en la linea abierta por Simone de Beau- jc y produjo agrias discusiones en un periodo caracteri~ pr el interés revolucionario en la conjuncin de mar mo y psicoanilisis. Cuatro afios més tarde, la feminista cialista Juliet Mitchell se opondré alas criticas que Sexual lites hacia al maestro vienés. En el frecuente y encomia- jlo—aunque no siempre posible— esfuerzo por interpretar dogma patriarcal contenido en algiin texto «sagrado» en sentido favorable a las mujeres, Pricoandlisis y feminismo, de J. Mitchell, sostendra que Millett no comprende a Freud jue se mueve en un empirismo que no acepta la exis del inconsciente. Las criticas feministas a las nocio- de cenvidia del pene» y «complejo de castracisrm igno- an, sin Mitchells lyes del inconsciente el deseo y ia y ereerian que, en el nifo, el principi - id esté desarrollado desde el sre iraaste Ea cclotete de tar a Freud y de unir feminismo y psicoanilisis, Mit- afirmaré, contra la interpretacion de Millett, que el icoandlisis es sélo una descripcidn de la sociedad patriar- ‘ho una recomendacidn. Seria meramente descriptivo y Fnormativo. Ofreceria un arma mas contra el patriarcado vez de sex, como lo definia Millett, una politica reactiva ante a los avances del sufragismo. Por mi parte, considero con Freud estamos atin muy lejos de los desarrollos del oanilisis feminista que la teoria de las relaciones obje- Sones picts tris clan de a Majer at enema, vain radar que coms cement carl ctv 3 dlaciones hist6ricas de poder entre los sexos. 50 ‘Aucia H. Puneo tales hizo posible después. Basta una simple lectura de los comentarios epistolares de Freud sobre las propuestas igua- Iitarias de John Stuart Mill o el andlisis atento de algunos fragmentos de su obra para dar la razén a Kate Millett en cuanto a su talante adverso con respecto al sufragismo'®. No seria la primera ni la vlkima ocasién en que la ciencia fun iona como discurso de legitimacidn del orden social entre los sexos. En la tercera parte de la obra que nos ocupa, Millett pre~ senta «Consideraciones literarias» sobre D. H. Lawrence, Henry Miller, Norman Mailer y Jean Genet, autores con cuyos pasajes erdticos habia dado «Ejemplos de politica se- suaby en el primer capitulo. Al hilo de este retorno millet- iano a los novelistas iniciales, me centraré ahora, como ya anunciara, en la «Teorfa de la politica sexual» expuesta en la primera parte, El propésito de Millett es hacer una carac~ ferizacién del patriarcado, aunque reconoce modestamente gue, por tratarse de un comienzo de la investigacién, s6lo podra tratarse de «unos cuantos apuntes» que conformarén tun trabajo «tentativo e imperfecto»'®, ‘Al hilo del comentario de E/ Balesn de Jean Genet, Mi- Jett avanza una tesis fundamental del feminismo radical: el patriarcado es el sistema de dominacién bisico sobre el que fe asientan los demés (de raza, de clase) y no puede haber tuna verdadera revolucidn si no se lo destruye. El patriarcado ‘es definido como «politica sexual, entendiendo por politica sel conjunto de estratagemas destinadas a mantener un si temas"? o «el conjunto de relaciones y compromisos estruc- turados de acuerdo con el poder, en virtud de los cuales un 18 Para un claro poscionamiento del padre del psicoandisis, wéase S. Freud, «Algunas consecuencias psiguicas de Ia diferencia sexual anat6- rican; Obras completas, vol. IIL, trad, Luis Lépez Ballesteros y de la To- re, Madrid, Biblioteca Nueva, 1976, pags. 490-491. Cate Milt Poli sua, Cited, 1997, pi 8 # Ob. cit, pag, 67. PERSONAL ES POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISM. SI ipo de personas queda bajo el control de otro grupo! fuestra leader feminista afade que la polltice ideal eretaja icin y ordena la sociedad de acuerdo a «principio gradables y rationales» pero que, hasta el presente, la pot» real no ha sido otra cosa que dominacién. ‘La relacién entre los sexos es, pues, politica. Es una rel in de poder. Tal como ya he sefalado para el conjunto det asamiento feminista radical, la emergencia del discurso de jancipacién de los affoamericanos y de los movimient Hicolonialistas impregna el conjunto del anilisis, Usili- ido las categorias emancipatorias de la época, Millett ya que las mujeres son colonizadas por el imperiatismo culino, sufren una «olonizacién interier» mis sutil y, por it, més arraigada que otras. Vemos, pues, que aqui s imple la tesis de Celia Amorés que sostiene que el discurso ‘oprimido u oprimida sdlo puede construirse a través de Ereenfcacén™ Ast como los cuernos de ques de lak lucionari: tradas reclamaban igualdad en la Francia revol 1789 denunciando a a nueva «aristocracia masculinay que selufa a las mujeres del espacio democratico inaugurado tras holicién de los privilegios de la nobleza, Kate Millett ve Ja socializacién patriarcal una «colonizacién» y, como tal, ‘maniobra ilegitima de dominacién, A diferencia de algunas tendencias diferencialistas pos- flores del feminismo radical que evolucionarén hacia un isis limitado al mundo de lo simbélico (véase capitulo Raquel Osborne sobre el feminismo cultural), Millett no ce Ja dominacn patsaral a una domesticacionpsico- gica de las mujeres. New York Radical Women”, el grupo ie pertenecia Millett, mantenia la lamada linea pro-wwo- % Ob cit, pag, 68. » Vease Celia Amorés, Tiempo de fominismo, Sobre Feminismo, pro itstrad y postmodernidad, Citedra, 1997 SP NYTW se definia como anti-capitalista, antrracista y en fucha ta la supremacia masculina Aucia H, Potro ‘men que consideraba que las condiciones materiales impi- den una verdadera eleceién a las mujeres, castigando a las rebeldes con soledad, empobrecimiento y privacién sexual. Millett sefila que los hombres poseen todos los resortes del poder: no solo controlan la ideologia del sistema (ciencia, arte, religion, filosofia), sino también la industria, fas finan- zas, el ejército, la policia y el gobierno. Segiin Millett, el patriarcado se rige por dos principios: el dominio del macho sobre la hembra y del macho adulto sobre el joven. Por lo demas, su diversidad es enorme, se adapta a diferentes sistemas econémico-politicos (feuda- lismo, democracia occidental, socialismo real...) y es uni- versal. Aunque suele recurrir a la fuerza (violaciones, exci- sién, prohibicién de] aborto, prostitucién, reclusién, velo, cetc.), el patriarcado se apoya sobre todo en el consenso ge- nerado por la socializacion de género. Sexual Politic afirma fa interrelacién entre estatus, femperamento y rol. El primero, © componente politico, es el determinanté de los otros dos ue son, respectivamente, los elementos psicol6gico y social Ea familia modema con sus roles diferenciados para hom- bre y mujer tiene un importante papel en la reproduccién de estos componentes det sistema, A diferencia de las ex- plicaciones tradicionales sobre los sexos y de algunas teorias Feministas que parten del primatic de lo psicobiol6gico, para Millett el temperamento se halla determinado por el esta~ tus. El sistema patriarcal produce sus individuos, produce genero, Nuevamente surge la comparacién con los anilisis Gel racismo. Millett cita estudios que demuestran que los rasgos atribuidos a negros y mujeres son similares: inteli- _gencia inferior, instintivismo y sensualidad, hipocresia; y que también son parecidas las estrategias del oprimido en cada caso: actitud de insinuar o implorar, técnicas de influencia que explotan los puntos debiles del opresor, deseo de domi- ‘io oculto tras el aparente desamparo o la supuesta igno- rancia. Concluye, entonces, que el colectivo femenino ex- hibe caracteristicas psicoldgicas propias de las minorias discriminadas. La interiorizacién de Ios valores patriarcales PERSONAL ES POLITICO: EL SURGIMIENTG DEL FEMINISMO. a pide Ia autoestima ya que las mujeres se menosprecian y Betiman 2 las demis. Como los miembros de otros grit s oprimidos, las que han tenido éxito y han destacado en, rreno profesional o artistico, suelen declerarse «femeni~ As entendiendo por elo santfeinistas, para subrayar sptacidn del orden patriarcal, De esta manera, se tran sman en ttiles coartadas del patriarcado para negar la dis jinacién de género, En su andlisis de la politica patriarcal, Millett examina jmagen de la mujer en el mito y la religién como lo hi- anteriormente Simone de Beauvoir (véase trabajo de sa Lépez. Pardina en este mismo libro). Sostiene que no Ja ealteridad> de 1a mujer la que crea las relaciones pa- ales. Por el contrario, las relaciones patriarcales hacen la mujer la Otra sobre la que se proyectan significaci de impureza y malignidad, Para ejemplificar este fend- sno, alude a la generalizada interpretacién de la mens- gn como impureza en diferentes pueblos primitivos y las figuras de Eva y Pandora que consagraron la identifi- in dela mujer con el pecado y cl sexo en la tradicion y judeocristiana. ‘oncluye esta caracterizacién del patriarcado con una 1Gibn sobre lo que la autora considera la mayor difi- id que enfrenta el feminismo: «Tal vez la mayor arma k6gica del patriarcado consista simplemente en su uni- alidad y longevidad. Apenas existen otras formas politi~ ‘con las que se pudiera contrastar 0 con relacién a Jas cua~ ‘se pudiera impugnars**, Pero, el mensaje final es imista. Sugiere que un signo de la posibilidad de cambio fa existencia del analisis critico, de la discusién contem- y hasta de los mismos discursos reactivos sexistas. Kate Millett, considerada como la autora del libro ferni- sta més importante después de EY Segundo Sexo, hoy en 2K. Mille, ob. cit, pig. 124 St Aucia H. Potro dia contintia su antigua labor artistica como fotégrafa, pin- tora y escultors y dedica parte de sus energias a luchar por la conservacién de los inmuebles del siglo x1x amenazados ppor Ia especulacion en Nueva York, Gracias « los beneficios econémicos de Millee Farm, su enorme vivero de pinos de Navidad, mantiene una comunidad estival que funciona como taller de creacién para jévenes mujeres artistas (Wo ‘men’s Art Colony Farm). 2A, Aciertos y derivas de Germaine Greer Germaine Greer (Melbourne, Australia, 1939), autora de ensayos feministas de desigual valor que siempre han sido auténticos best-sellers internacionales, salt6 a primera linea del movimiento de liberacién de las mujeres de los afios 70 del siglo xx por una obra en la que denunciaba la profunda misoginia patriarcal: The Female Eunuch (1970). En este }i- bro, argument que nuestra ideologi et fundads en a bi- aridac 1d de los sexos a pesar de que Ia naturaleza no la ofrece de manera tan clara, :Por qué esta bipofaridad es mas marcada en los humanos? La respuesta es rotunda: los roles sexuales no dependen de la biojogia, son creaciones socia~ les. Greer llega a examinar el esqueleto y las formas del cuerpo femenino a la luz de las modificaciones sufridas por el modo de vida distinto de ambos sexos, la esclavitud a los dictmenes del gusto masculino segrin la época y la clase so- cial y Jos simbalismos sexuales asociados al vello y a fa ca~ bellera, El eterno femenino que ataca con acidez es el eu auco femenino, un ser producido por la eulrara patriaccal: joven, sonriente, lampifio, de expresién seductora y sumisa. Este eunuco femenino es el resultado de un largo condicio namiento que comienza en [a cuna. La «civilizacién» re prime ls energiae independenca de ambos seos pero, de ido a la discriminaci6n, este proceso afecta mis a las nifas Greer cita a la ilustrada Mary Wollstonecraft que ya en las postrimerias del siglo xvint habia denunciado la permanente SSONAL ES POLITICO: EL SUROIMIENTO DEL FEMINISMO, 55 piluacia y represién que pesa sobre la infancia femenina. resistencias a la castraci6n son vencidas en las nifias con jlosinas, mufiecas y vestidos. Pero el golpe de gracia llega Ti pubertad, momento en que se exige a las adolescentes eptesion de sus impulsos eréticos al tiempo que descu- {que son miradas despreciativamente como objetos se~ s. Como Simone de Beauvoir, y tras ella Eva Figes y Millett, entre otras cedricas feministas, Greer ataca el cismo de las teorias freudianas sobre la mujer. Sefiala fandador del psicoandlisis y sus seguidores conside- que el masoquismo femenino tenia un fundamento logico sin pensar en la posibilidad de dismninuir la agre~ idad ce! mundo varonil y devolver la sexualidad a las mu- es. El diagndstico no admite réplicas: el psicoanalisis es ‘metafisica pero se lo considera una ciencia. Et ideal de bnegacién del estereotipo de mujer-madre claborado por ne Deutsch no puede corresponder al de una persone Orque remite a un ser sin existencia propia. La mistica de mujer-madre encubre la realidad de que las mujeres que mnuncian 2 todo por la maternidad y ef matrimonio son jus- jente las que mas decepcionadas y tirdnicas se muestran mugs. El altruismo que se predica a les mujeres es im- able, ya que implica la negacién del propio yo. El mor no puede ser identificado con este sacrificio sin per- mujer exige la seguridad a cambio de su auto~ gacién en el matrimonio. Pero, entonces, realiza un co- io porque nunca ha tenido un yo propio. Esta serd la ituucién, senala la autora, mientras la subsistencia de la mu- dependa del matrimonio. Como vemos, en esta primera obra que la hizo famosa, recogfa la tradicidn ifustrada que afirmaba que la ma~ dad no es destino y que las mujeres deben salir al am- ito de lo palico y construir su idencicad ejerciendo la au- ynomia. También pertenece a esta tradicién su paradigma amor. Afirma que, para amar, el yo no debe sentirse de- dado. Cuanto mas nos respetamos, mas amamos a los Aucia H. Pus amigos. Sentimos amor por lo que es similar a nosotros, En= tre hombres y mujeres se han enfatizado las diferencias y Borel ls varones aprecian més a varones de otras cars lugares (se reconocen iguales) que a las mujeres de st en: tomo. La realizacion de la igualdad entre los sexos permi- tird que el ideal platOnico del amor entte guales incluya también Ia heterosexualidad2, Pero, junto a la temética ilusteada, el feminismo de Greer recoge las teorias de Marcuse. Este fil6sofo compartia la te= sis fundamental de Dialekcit der AufBlarung segiin la cual la raz6n instrumental habia dominado la naturaleza externa pagando por ello el precio del sometimiento paralelo de la propia naturaleza del hombre. Segiin esta. perspectiva, era necesaria una reconciliacién con la naturaleza, abandonando, como ya planteara Nietzsche, el errado camino civilizatorio de la negacidn de los instintos de vida. Marcuse comparte con Willem Reich la creencia en los poderes liberadores de Ja sexualidad aunque haya matizado sus afirmaciones a trax vés del concepto de «desublimacién represiva» o utilizacién de la sexualidad como un medio més de control con vistas al ‘mantenimiento del sistema social capitalista, Fiel a la teoria de la sexualidad revolucionaria del freudo-marxismo, Greer critica la represién de la sexualidad femenina favorecida por las feministas liberales del movi- miento NOW (National Organisation for Women) teme~ rosas de un ambito que presenta peligro para las mujeres. 2 La esperanza en un amor igualitaro es claramente expresada en el siglo xvmt, por ejemplo, por el enciclopedistailustrado D’Alembert cuando describe la relacion de pareja en una sociedad futura en que las Laces hayan triunfedo completamente: «Bl amor entre los dos sexos seri para entonces como la amistad més dulee y verdadeta entze los hombres Virtuoso; incluso seré un sentimiento més deicioso an, el complemento y iaperfeccién de la amistad, sentimiento que en intenciGn de fa natura~ Jeza debia hacernos felices y que, para muestra desgracia, hemos sabido icra y corrompere (D’Alembert, De Gouges, De Lambert, La Ihatrax ‘iin obvidads, La polémica de les rexos en el igh XVUI, Alicia Puleo (ed.), Barcelona, Amtaropos, 1993, PERSONAL #5 POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISMO.. 57 cchaza el matrimonio y propone la promiseuidad. La mu f,sostiene, debe ser sexualmente activa. NOW comete un stor al creer que, en aras de la liberacién, conviene que las snujeres repriman su sexualidad y se limiten a salir del ho- us, desarrolléndose laboral y culturalmente. Siguiendo la Wnica comin en la progresia de la época, fuertemente ins~ pee tn las citicas de Wilhem Reich a ia deformacion de los instintos en la estructura capitalista, Greer sostiene que Ih sexualidad es prdctica revolucionaria y provee de energia ra descubrir y crear. La ancestral represin sexual que su re el colectivo femenino es cortelativa de todas las demas formas de represién que le son impuestas. Ahora bien, en relacign a la conceptualizacién de los se~ ‘os, el pensamiento frankfurtiano contenia un micleo pro~ fiindamente ajeno a la tradicién ilustrada. Aunque habia lla~ mado la atencién sobre la dominacién del hombre sobre la ‘mujer y habia mostrado su relacién con el sometimiento de Jos judios, la clave de su pensamiento al respecto no era pre- tistmente igualitarista. Muy por el contrario, manifestando Jo que he considerado una «nostalgia del suelo ontolégico»’® jimilar a la que Heidegger mostrara tespecto a los campe~ sinos y tan agudamente le criticara Adomo, ve en la mujer lt Naturaleza que no ha sido deformada atin por el Lagos Jominador y considera que debe mantenerse fuera de mbitos de poder para preservar el tiltimo lazo no explote or que el hombre mantiene con el mundo orginico. As Horicheimer coincide con Nietzsche en afirmar que, con la obtencién de la igualdad de derechos, las mujeres perderian {o més valioso que posefan, aquello que las distinguia de los hombres: «su. pensamiento no cosificado ni meramente pragmatico»*. Esta concepcién esencialista olvida que, 23 Cf Alicia H. Puleo, Dilética de a sesualidad. Genero y sexo en la Nnefiacntempordnee, Made, Cétedrs, 1992. M. Horheimet 4 la bitgueda del sentido, Salamanca, Siguem 107, pig. 119. 58 ucts HE, Pevzo cuando en el momento de crisis de la raz6n, el yo varonil de Ja angustia existencial vuelve sus ojos hacia la mujer-natu~ raleza creyendo encontrar en ella la anhelada inmediatez, ésta no es ta, sino fa contrapartida de la constitucién de su propio sujeto, un producto formado por los elementos re chazados e hipostasiados de su propia humanidad. En 1974, en una conferencia titulada «Marxismo y fe~ minismo», Marcuse traduce estas convicciones a sus partir culares desarsollos tedricos: las mujeres poseen las cualida~ des de Eros, aquellas cualidades aptas para enfrentarse a la sociedad patriarcal basada en ef principio de ejecucién. Por lp tanto, pedic lz igualdad econdmica, social y cultural es un erzor y alcanzarla seria un fracaso, El colectivo femenino se integraria al sistema al adoptar la competitividad y agresivi= dad masculinas, perdiendo asi st potencial subyersivo. Las mujeres son lo Otro que posee Ja negatividad necesaria para Ja restauracién de los valores de la vida y el reencuentro con ta Narursleza eprimida, Esta negaivided ha de ser preset vada. Ya en EI Eunuco femenino, Greer introduce algunas ideas que comparten esta vision frankfurtiana anclada en una an~ tigua y tradicional naturalizacion de «la Mujer». Examina las afirmaciones de Weininger sobre la incapacidad feme~ nina para disociar pensamiento y sentimiento, su supuesta: tendencia animal a no diferenciar el ego de fo externo, su dificultad para seguir un discurso ligicg, las teorias de Freud: sobre la debilidad del super-yo en las mujeres y termina pre: guntindose si todas estas caracteristicas no serin venta para vencer a Tanatos después de dos guerras mundiales Para Greer, ta fuerza de las mujeres reside en la ignorane y Ja exclusign, A su juicio, las mujeres deberian explotar capacidad de pensamiento lateral creativo, restos det pense iento infantil y salvaje en contacto mis estrecho con Ja rea fidad. La emancipacién no debe ser adopeién del rol maset Jino, pues, en ese caso zquién salvaria las facultades animal de compasion, empatia, inocencia y sensualidad? Las muje ‘ileberian creat una nueva forma de poder femening ERSONAL £6 POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINIEMO... 5D Greer no nos explica cémo ha de ser esa nueva forma. Sélo mcontramtos una breve indicacién cuando advierte sabre la teotacién de adoptar jerarquias masculinas y de formar una ite femenina en las estructuras politicas del movimiento fominista. En los afios 80, estos componentes romintico-vitalistas ddarin lugar a una peligrosa deriva en su obra Sexo y Destino, Tit evolucicn (o, mas precisamente, fa involucign) del pen aiento de Greer que presenta esta obra ¢s sosprendente, Bisa puede ser exlcada como el despligue de pote ‘shlidades inerentes a ciertas categorias ya presentes que tornan fuerza y se desarrollan en fas peculiares circunstan- Wiss historicas de la nueva década, caracterizada por él re- pliczue de la movilizacign contestataria y el retorno occi- Mental a polticas y discursos mas conservadores. La obra se jblica en Londres en 1984 y pretende ser ua alegeto anti- pevialista y una critica sin cuartel a Ja Modernidad. El “feina central es el control de la natalidad, concebido como isidio de la sociedad occidental y genocidio de tas dems, stiene que fa sociedad occidental moderna es profunda- jonte hostil a los nifios. Esta actitud se habria acentuado la sociedad de consumo. Sex and Destiny se caracteriza jor fa total ausencia de andlisis de género y ta aparicién de \egorias sociobiolégicas tanto para explicar las diferencias nie los sexos como las que separan a los paises desarrolla- w de los del Tercer Mundo. s{ anilisis nos permite constacar una profenda contra- a epistemologica en esta nueva entrega de Greer: la iilizacién de criterios explicativos diferentes y excluyentes los dos tipos de sociedad, Ia indstralizada y fa subde- flada, Para fa primera, se acoge fundamentalmente a la nix de la determinacién infraestructural (los_principios (08 y los derechos de los individuos reconocidos por fa jtracion no serian sino reflejo. superestructural del de~ jollo capitalista); para le segunda, adopta categorias bio- jcistas completadas con la sugerencia de una determina- fh superestructural. De esta manera, naturaliza y mistifica 60 Auta H. Pore a los pueblos pobres. La citada contradiccién epistemolé~ igica es coherente, en tiltima instancia, con sus antiguos pos- tulados marcusianos ya gue, a sus ojos, nos encontrasiamos ante dos tipos de sociedades irreductiblemente diferentes: tuna natural y otra deformada por la razén instrumental, rea~ lidades a las que corresponderian criterios distintos de ané~ lisis. Asi, la vieja oposicién de Mujer-Naruraleza y Hom= bre-Cultura se transforma ahora en Mujer-madre-Tercer Mundo y Hombre instrumental-Sociedad industrial ‘La mistificacidn de la condicién de mujeres y nifios del Tercer Mundo no puede ser més completa. Todos los as- pectos de las culturas tradicionales (ritos, vestimenta, divers siones, normas) son presentados como exteriorizacién de un profundo amor a Ia infancia (amor que se ha perdido en Sociedades modernas). Greer elude toda referencia a cruda realidad de la infancia explotada, al tradicional infan= ticidio por deseuido sistematico y a la mortalidad que en ale unos pueblos afecta preferentemente a las nifias como me todo de control de la natalidad posterior al nacimiento través de afios de diseriminacién en la alimentacién y todo tipo de cuidados*. La desaparicién de toda refere al géneto se acompaiia de la afirmacion de la existencia de tuna especie de matriarcado en tales sociedades, En elas mujer-madre tendria an rol fundamental ya que los hij son un «recurso inapreciable». Su papel central en el ambi doméstico le impide envidiar la vida piblica del hombre. discuso diferencias y esenciaita de Greer muestra agi caracteristicas propias de lo que Celia Amorés ha llamadi 2 Para un exhaustivo y cuidadoso cuadeo de estos fendmenos, ‘Marvin Harris, Muerte, sexo y fecundidad. La regulcion demagrafia ex sociedades proindusiriates y en desarrllo, Madrid, Alianza, 1991, Como Gemostrado Ta investigacion comparativa sobre poblacién femenina tnasculina mundial, habra casi cien millones de mujeres més si no ex fiera el deseuida ya desigualdad entre los exos, sobre todo en Asia, em {eres desaparecidasy,en la expesion acunada por Amartya Sen (The Ne York Reotew of Books, diciembre, 1990 PERSONAL ES POLITICO: EL SURGIMIENTO DEL FEMINISM. jeminismos helenisticos»: reivindicacién epictirea del ec dentro de una renuncia estoica y una exaltacién de la Jnimalidad homana que recuerda la de Jos cinicos. La ver~ “Gdera pareja exotica, madre e hijo, aparece totalmente se- cha por los placeres del espacio privado. Se wata de una postura similar al pensazmiento italiano de la diferencia s ‘yual. Segin Greer, para las mujeres de las sociedades tradi- males la maternidad no es opresiva y sélo un punto de ita etnocéntrico se obstina en creer que no se les da otras peiones © que amputaciones sexaales como Ia excisién 0 igencias como la de Hevar el velo son formas de opresion. Frente a la mujer-madre del Tercer Mundo, iiltimo ba- ste frente al avance imperialista y tecnolégico occidental a esperanza de dettner la decadencia de la especie, las identales ostentan una triste figura: s6lo son objeto sexual el hombre. Se hallan muy lejos de la matrona de la fa~ lin extensa tradicional, amada y respetada mas all de su inctivo fisico. El antiguo modelo patriarcal de la mujer- uulre es resignificado por Greer, que lo interpreta unidi- iensionalmente, convirtiéndolo en un ejemplo de indepen- lencia femenina que contrasta con la dependencia icoldgica con respecto ab vacén que s6lo experimentaria la eidental moderna. En los paises desarrollados,la mujer de~ suleria enteramente de Ia aprobacién masculina mientras, stico sin ataduras emocionales al marido, que no es alli iis que un personaje secundario, una sombra insignificante Jido.de la pareja primordial tncestuosa materno- filial Pard completar la evocacién nostilgica, de formas pa~ Iycales més rigidas, la autora sefiala que las occidentates Allan ahora obligadas a vivir su libertad sin la proteccién ppudres, hermanos y maridos. La nueva mujer que ha re~ uizaco su inscripci6n en los pactos patriarcales se halla su- 4 Véase Celia Amorés, Hacia wna erica dela renin patrieral,Baa- ints Antheopos, 1985, pag. 154, a Aucia H.Putes mids en fa inseguridad, amenazada por la violencia sexual y condenada a I soledad en la veer, El cuadro pintado por Greet exhibe tintes siniestros. No brillan en é! los placeres de la auronomia por la que tanto se luchara. Afirma que fa otredad femenina de las sociedades tradicionales es més ventajosa para las mujeres que el esfuerzo por alcanzar la igualdad occidental. Quien esta verdaderamente reprimida es la mujer de la sociedad industrial que ha tenido que de~ formar su auténtico erotismo maternal, profundamente di- ferente al del hombre, para someterse a los dictados del de: sarrollo capitalista que le exigia algo contratio a su prop naturaleza: ser sexualmente activa, ‘La peculiar lectura que hace de Histoire dela sexualité de Michel Foucault le sirve para introducir una importante transformacién en su propia reelaboracién del sujeto lucionario pulsional marcusiano. Si la revolucién sexual de Jos afios 70 no ha sido més que la culminacién de un lento proceso de implantacién de un dispositivo de sexualidad q: Construye un sujeto décil y stil en ef contexto de produc: para investigar qué fragmento debla ser estimulado Gea iplicacién de la ra ‘n instrumental que divide y mide) y haber transmitido al varon un saber de la manipulacién del clitoris que ha per~ initido compatibilizar la sexualidad femenina con fa mascu- lina a costa de una adaptacién y asimilacién de la primera a Je segunda. De esta forma, el orgasmo clitoridiano presen tudo por feministas radicales de los 70 como liberacién con especto al modelo de sexualidad masculino” (aunque no por Greer que se habfa manifestado partidaria def orgasmo ‘viginal) es ahorz ceincerpetado por Greer como una estra~ {epi més de control capitalista que consigue eliminar ese sirtitante exceso de potencig orgismica o inexcrutabilidad en la mujer». Y si antes habia visto en la mujer liberada se~ uilmente al sujeto revolucionario pulsional no consumista, worn lo ve ex la mujer que asume su sextalidad auténtica, ‘decir, la maternidad, rechazando el imperativo social oc- ilental de reemplazar los hijos por orgasmos. Dos obras posteriores nos permiten reconciliaznes en rte con Greer y encontrar, en los rasgos extemporaneos le son propics, un retorno al feministno. Me refiero a Pi cambio. Mujeres, vejex y menopausia (1991) y La mujer ipleta (1996). En el primero, casi quince aftos antes de We comenzaran a conocerse a través de los periddicos fos igros para la salud que entrarian fas terapias hormonales wtitutorias, fas denunci6 como peligrosa manipulacién del ioxpo de las mujeres, instando a enfrentar la menopausia oun periodo de retorno a la libertad que posefamos en inez, antes de adoptar la mascara de Je seduccién del sino Femenino. La mujer completa retoma la linea de E/ tase Anne Koedt, «The Mith of the Vaginal Orgasms, en Anne i Ellen Levine y Anita Rapone, (comps), Radical Feminism, Nueva Gnadrangle Books, 1973. WG. Greer, Sexo y detine, pig, 240. 6a Aucia H. Pur eunuco femenino en. un retrato critico de Ia sociedad del nuevo Milenio. Resultan particularmente interesantes s ~observaciones sobre fa continuidad y la ruptura de fa nu ideologéa pateiarcal contenida en las revistas britanicas pa adolescentes. 2.2, Balance final Una vez pasada la época de Ia isrupcidn del feminisma radical, enfrentadas en ciertos temas clave y desorganizads por la obsesién igualitarista que certeramente analias Je Freeman’, sus tedricas y militantes tomarin diferent rumbos. Algunas, como las pertenecientes al New York dical Feminist fundado por Anne Koedt y Shulamith restone en 1969, se acercariin al feminism liberal que pro ponia reformas concretas, mis facilmente alcanzables q los grandes proyectos utdpicos. Otras, desde la preocup. ion por Ia salud, el rechazo de la guerra y Ja protecciénd Ta Naturaleza, se encaminaron hacia el ecofeminismo ( ase capitulo correspondiente a esta tendencia). Se crearo organizaciones y se disefiaron estrategias para luchar con tra la violencia sexual y el tréfico de mujeres. Algunas t ricas exploraron una fevalorizacion de virtudes y practi tradicionaies femeninas, desembocando en ferninismos d Ja diferencia que practicaron politicas de Ia identida Come he intentado mostrar, los recorridos posteriores ia la exaltacién de tos roles fereninos tradicionales esta ban ya en germen en algunas de las primeras obras. Com ha observado agudamente Celia Amorés, existe «una sidn entre la critica al androcentrismo y las demandas di redisttibucidn hechas en nombre de consideraciones d igualdad» y cuando la primera ocupa la totalidad del pr % Jo Freeman, La tania de la feta de extracturas, Madeid, od. rum de Politica Feminista, 1989, Reedirado en 2001 IRSONAL Es POLITICO: EL SURCIBIENTO DEL FEES. plano, se pierde el aspecto reivindicativo del femi- 0 La idea inicial de sororidad sostenida por el feminismo leal no resisti6 las eriticas de las feministas negras, so- Istas y postmodemnas que insistieron en la plucalidad det ctivo femenino y en la existencia de relaciones de ex- dpacién no s6lo entre los sexos sino ent las mismas mu- | Se superd, asi, cierta ingenuidad propia de los mo- fox de gran cohesién contestataria, al precio de una plida de la unidad y el impulso revolucionario, Pero el debilitamiento y la gran fragmentacién debida 2 jos estos factores, no nos debe hacer olvidar las extraor- 4s aportaciones del feminismno radical y su enorme in- in en todo el espectso de posiciones feministas. Ya en joniento de su aparicion, introdujo una necesaria dosis suacia en las demandas del feminismo liberal. Mas dp, su idea de que el patriarcado es un sistema de domi- diferente al capitafismo dio origen a un feminismo julista liberado de las tesis marxistas sobre «la condicién nenina». Ast, Heidi Hartmann, por ejemplo, elaborard la de adaptaciin det patriarcado a los distintos sistemas forgunizaciéa social, y en particular al capitalismo, en ef se producisian curiosos pactos patriarcales intezclasistas j objcro de mantener la situaciéa de subordinacidn de fas, 1e# (véase capitulo de Cristina Molina Petit). Generé inovimiento de salud y ginecologia alternativas y ayudé ynsformar nuestra visién de la sexualidad y la vida de fas jjres en una rotunda afirmacién de autonomia. Todos los mes Hite, incluso los publicados en los 90°, son deu- 4 directos de sus intensas discusiones sobre el deseo y icticas sexuales. Asimismo, cuando Sally Cline™ en esa Y Celia Acnonss, Tiempo de feminiuma, ed, ct. pigs. 300-301 # Vease, por ejemplo, el interesante Informe Hite sobre la fami, Sn, Paid, 1995, Silly Cline, Mujer celibao y pasién, trad. Ana Martinez, Macbid, dF, 1993. 66 Aucia HL misma década, reivindica la posibilidad de un «celibato af sionado» como acto de libertad en un mundo consumista € el gue Ia sexualidad ha sido convertida en una obligacid podemos pescibir la continuidad de un pensamiento fe masculino de la revolucion sexual. En declaraciones realizadas en el afio 2000, Kate Mi ya no se muestra tan optimista como en los 70 y sos que, en EEUU, el movimiento feminista casi ha desa ido y los derechos sociales y las libertades de las mujem han sufrido un grave retroceso. Sin embargo, creo que perspectiva historica amplia nos permite coneluir que I fransformaciones producidas en el conjunto de las socie des occidentales confirman su hipétesis inicial: aunque: sistema patriarcal hunde sus raices en los origenes de la ht manidad, el cambio es posible. Pero quizas sea mucho Tento y mas sometido « corsi¢ ricorsi de lo que se espe en los felices 60 y 70. Breriocraria AAWV, Daughiers of Beatroir, Londres, Penny Forster 81 Sutton editors, 1988. “Amonés, Célia, Hacia wna critica dela rawén patriarcal, Barcel Anthropos, 1985, 22 ed, 1991 , — Tiempo de firinisma. Sobre feminisma, proyecto ilustrado y moderidd, Macc Cancden 1997 Ecrtots, Alice, Daring to be bad. Redical Feminism in Am (1967-1975), University of Minnesota Press, 1989. Ferman, Jo, La tirana de la fala de estructuras, Madsid, ed. B ‘rum de Politica Feminist, 1989, Reeditado en 2001. 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