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Edward O. Wilson La conduct herencia biolégica? Con su a: claridad caracteristica: se enfrenta a viejos prejuicios y a modernos tos erréneos sobre la relaci6n entre lo como la yactitudes més caracteristicamente ‘cémo los patrones de generosidad, El propésito de completar la revoluci6n darwiniana llevando -entro de la: 0-16-0482-0 Wi sTeseste04s23 ze EDWARD 0. WILSON Traduccién de Mayo Antonio S4ncuez SOBRE LA NATURALEZA HUMANA cn wr FONDO DE CULTURA ECONOMICA Primera edicidin en inglés, 1979 Primera edicin en espanol 1980 Primera reimpresion en Espana, 1983 Segunda reimpresidn en Espana, 1991 Titulo original On Human Nature © 1978, Harvard University Press, Cambridge, Massachussetts D. R. © 1980 Fonpo ve curTura Economica, $. A. DEC. V, Ay. de le Universidad, 975; México, 12. D. F. Fowpo pe CULTURA ECONOMICA, SUCURSAL PARA EsPASA Via de los Poblados, s/n. (Edif. Indubuilding-Goico, 4.°-15). 28033 Madrid ISBN: 84-375-02349 Depésito legal: M. Impreso en Espana Y si estos razonamientos acerca de la na- turaleza humana parecen abstractos y de dificil comprensién, esto no nos permite suponer que son falsos. Por lo contrario, parece imposible que lo que hasta aqui habia escapado a tantos fildsofos sabios y profundos pudiese ser muy facil y obvio. Y por muchos esfuerzos que nos cuesten estas investigaciones, deberemos considerar- nos suficientemente recompensados, no s6lo en ganancia sino en placer, si, por esos me- dios, logramos hacer alguna adicién a nues- tro acervo de conocimientos en materias de tan incalculable importancia. Hume: Investigacién acerca del entendi- miento humano PREFACIO. SOBRE LA NATURALEZA HUMANA es el dltimo libro de una trilogia que se integré sin que yo tuviera concien- cia de la secuencia ldgica hasta que estuvo casi termi- nada. El capitulo final de The Insect Societies (1971) tena por titulo “El prospecto de una sociobiologia uni- ficada”. En él sugeri que los mismos principios de biologia de poblacién y zoologia comparada que han funcionado satisfactoriamente para explicar los rigidos sistemas de los insectos sociales podrian aplicarse punto por punto a los animales vertebrados. Con el tiempo, dije, podremos explicar tanto las colonias de termes como las bandadas de monos rhesus con un simple con- junto de pardmetros y una teoria cuantitativa. Incapaz de resistir la retérica de mi propio planteamiento, me dediqué a consultar la amplia y excelente bibliografia sobre la conducta social de los vertebrados y escribi So- ciobiology: The New Synthesis (1975). En su capitulo final, “E] hombre: de la sociobiologia a la sociologia”, expresé que los principios biolégicos que ahora parecen funcionar razonablemente bien para los animales en ge- neral pueden extenderse satisfactoriamente a las ciencias sociales. Esta sugerencia creé un ins6lito interés y una gran controversia. Los resultados de la publicacién de Sociobiology me evaron a estudiar més ampliamente la conducta huma- na, a asistir a muchos seminarios y a tener intercambios epistolares con cientificos sociales. Quedé més persua- dido que nunca de que habia llegado por fin el mo- mento de cerrar'la famosa brecha entre las dos cultu- ras, y que la sociobiologia general, que es simplemente 9 la extension de la bivlogia de poblacion y la teoria evo- lucionista de la organizacién social, es el instrumento adecuado para ese esfuerzo. Sobre la naturaleza humana 5 una exploracin de dicha tesis. Pero este tercer libro no podria ser un texto o una sintesis convencional de Ja literatura cientifica, Estudiar sisteméticamente la conducta humana es hacer un tema potencial de cada corredor en el laberinto de la mente humana, y por lo tanto considerar no sélo las ciencias sociales sino también las humanidades, incluyendo la filosofia y los procesos del mismo descubrimiento cien- tifico. En consecuencia, Sobre la naturaleza humana no es una obra cientifica; es una obra sobre la ciencia, y acerca de hasta dénde pueden penetrar las ciencias na- turales en Ja conducta humana antes que se transfor. men en algo nuevo. Examina el efecto reciproco que una explicacién verdaderamente evolucionista de la con- ducta humana debe tener sobre las ciencias sociales y Jas humanidades. Sobre la naturaleza humana se puede leer para enterarse acerca de la conducta y la socio: biologia, lo que he documentado cuidadosamente. Pero su parte fundamental es un ensayo especulativo sobre las profundas consecuencias que seguiran cuando la teo- ria social finalmente satisfaga aquella parte de las cien- cias naturales mas relevantes para ella, Sin duda, la opinién sobre los méritos de estos argu- mentos estar tan agudamente dividida como sucedié con respecto a las secciones que tratan de la conducta humana en Sociobiology. A riesgo de ofrecer una ven taja a aquellos cuyas creencias no les dejan mas opeién que el rechazo, deseo decir lo siguiente a otros que estén dispuestos a leer este libro, sin espiritu critico, como un Producto experimental de la ciencia: fécilmente podria estar equivocado en cualquier conclusién particular, res- ecto a las grandiosas esperanzas para el papel de las 10 ciencias naturales, y en la confianza puesta en el mate- Hialismo cientifico. Esta calificacin no representa una falsa modestia sino por el contrario es un intento de conservar la fuerza. La aplicacién no comprometida de la teorfa evolucionista a todos los aspectos de la existencia humana no valdria nada si falta el espiritu cientifico, si las ideas no se construyen para someterse a pruebas objetivas que por lo tanto las hacen mortales, Las cien- s sociales todavia son demasiado jovenes y débiles, y la misma teoria evolucionista atin es demasiado imper- fecta, como para que las proposiciones que aqui se dis- cuten se graben indeleblemente. A pesar de todo tengo la conviccién de que las pruebas existentes las confirman, y asi apoyan la confianza en la investigacién biolégica que forma lo principal de esta exposicién. He disfrutado de la colaboracién de amigos y colegas que proporcionaron ayuda y consejos enormemente titiles durante la preparacién del libro. Por supuesto, ellos no estén de acuerdo con todo lo que he dicho, y los exo- nero de todos los errores que hayan quedado. Sus nom- bres son: Richard D. Alexander, Jerome H. Barkow, Daniel Bell, William I. Bennett, Herbert Bloch, William E. Boggs, John T. Bonner, John E. Boswell, Ralph W. Burhoe, Donald T. Campbell, Artur Caplan, Napoleon A. Chagnon, George A. Clark, Robert K. Colwell, Ber- nard D. Davis, Irven DeVore, Mildred Dickeman, Robin Fox, Daniel G. Freedman, William D. Hamilton, Richard J. Hermnstein, Bert Hélldobler, Gerald Holton, Sarah Blaffer Hrdy, Harry J. Jerison, Mary-Claire King, Melvin Konner, George F. Oster, Orlando Patterson, John F. Pfeiffer, David Premack, W. V. Quine, Jon Seger, Joseph Sheper, B. F. Skinner, Frank Sulloway, Lionel Tiger, Robert L. Trivers, Pierre van den Berghe, Arthur W. Wang, James D. Weinrich, Irene K, Wilson, Richard W. Wrangham. rT Al igual que con mis libros previos, Kathleen M. Horton ayudé en la investigacién bibliografica y escri- bid los sucesivos borradores del manuscrito. Su ayuda ha mejorado la precision y eficiencia de mi trabajo en una medida que no me atreverfa a estimar. EI capitulo I contiene porciones relativamente inal- teradas de mis articulos previos, “The Social Instinct’ (Bulletin of the American Academy of Arts and Scien- ces, 30: 11-24, 1976) y “Biology and the Social Sciences” (Daedalus, 106 (4) : 127-140, 1977) ; los capitulos Vy VII tienen la mayor parte del contenido de “Human Decency Is Animal” (The New York Times Magazine 12 de octubre, 1975); y los capitulos IV y VII con. tienen algunas secciones del capitulo XXVII de Socio- biology. Se aprecia el permiso de los editores para re- producir este material. La autorizacién para citar los trabajos de otros autores se ha obtenido de la University of California Press, la University of Chicago Press, y Macmillan Company; las citas especificas se dan en las notas bibliogrdficas. 12 I. EL DILEMA Estas son las preguntas centrales que el gran filisofo David Hume consideré de indiscutible importancia ~Cémo trabaja la mente?, y mds alld de eso, gpor qué trabaja de esa manera y no de otra?, y a partir de estas consideraciones, gcual es la naturaleza final del hombre? Continuamos volviendo al tema con un sentido de va- cilacién y aun de temor. Si el cerebro es una maquina con 10 mil millones de células nerviosas y la mente puede explicarse como la actividad conjunta de un némero finito de reacciones quimicas y eléctricas, estos linderos limitan el prospecto humano, somos biolégicos y nues- tras almas no pueden volar libremente, Si la humanidad evolucioné de acuerdo con la seleccién natural darwi- niana, las especies fueron creadas por el azar genético y las necesidades ambientales, no por Dios. Todavia se puede buscar la deidad en el origen de las unidades mas extremas de la materia, en las envolturas de electrones (Hans Kiing? tenia razén al preguntar a los ateos por qué hay algo en vez de nada), pero no en el origen de las especies. Por mas que adornemos esa desnuda con- clusién con metéforas € imagenes, sigue siendo el legado filos6fico del {iltimo siglo de investigacién cientifica. No hay modo de evitar esta poca atractiva proposi- cién, Es la primera hipétesis esencial de cualquier con- sideracién seria de la condicién humana. Sin ella, las humanidades y las ciencias sociales serian apenas des- cripciones limitadas de fenémenos superficiales, como la astronomia sin la fisica, la biologia sin la quimica y las ' Hans King, On Being @ Christian, trad. por Edward Quinn (Doubleday, Nueva York, 1976). 13, matemiticas sin el digebra. Con ella, la naturaleza hue mana puede exponerse como objeto de investigacian ple. namente empiric, La biologia puede ponerse al servicio le la.educacién liberal, y nuestro concepto de neuro mismes puede enriquecerse enorme y realmente, Pete hasta donde es verdadero el nuevo naturaliamo, mpefios parecen estar destinados a generar dos gra, des dilemas espirituales. El primero es que ninguna fo me i me oe e los imperativos ereados por su historia genética, Las especies pueden tener un vasto potencial para el pro so material y mental, pero carecen de eualouine oe pésito inmanente o un: “Mla db se t @ guia de agentes mas a allé de ambiente imediato 0 aun un objetivo evolutivo hacia el cual los dirija autométicamente su arquitectura, mor lecular. Creo que la mente humana esta construida di manera que deja encerrada esta compulsién funda. mental y la obliga a tomar opei 5 liga a tomar opciones con un instrun Paramence biolégico. Si el cerebro evoluciond por Is seleccién natural, aun las capacidades para seleccionar juicis extticos y creencias religioss particulares deben aber surgido por el mismo proc Ani b | mism "€50 mecénico. Son adap- faciones directas a situaciones ambientales del ee [3s que evolucionaron las poblaciones humanas anecstra les 0, en el mejor de los casos, construcciones determina. das secundaramente por actividades mas profundas ibles que en alguna ocasi6n f 1 jueron adaptarse a este sentido bioldgico estrieto Ps * Para abarcar dichas opinior i wv fae tds Signe, aren Changing Agenda of Higher Education ting Office, Washington, D. C. Achievement in Education: A” the Tutelage of Nature”, Frontie Nueva York, en prensa}. We wevo Mathews et al, en. The mm (U.S. Goverment Prin- 1977), y en “The American Self-education Society under ts of Knowledge (Doubleday, La esencia del argumento es, entonces, que el cerebro existe porque promueve la supervivencia y multiplica- cién de los genes que dirigen su formacién. La mente humana es un mecanismo de supervivencia y reproduc- cién, y la raz6n es solamente una de sus diversas téc- nicas. Steven Weinberg? ha sefialado que la realidad fisica sigue siendo tan misteriosa aun para los fisicos debido a la extrema improbabilidad de que fuera cons- truida para ser comprendida por la mente humana. Po- demos invertir esa apreciacién para sefialar con una fuerza todavia mayor que el intelecto no fue construido para comprender los atomos 0 aun para comprenderse a si mismo, sino para fomentar la supervivencia de los genes humanos. La persona reflexiva sabe que su vida esta guiada de alguna manera incomprensible a través de una ontogenia biolégica, un ordenamiento mas 0 menos fijo de las etapas de Ia vida. Siente que con todo el empuje, sabiduria, amor, orgullo, ira, esperanza y an- siedad que caracteriza a la especie, a final de cuentas solamente estara seguro de ayudar a perpetuar el mismo ciclo, Los poetas han definido esta verdad como trage- dia. Yeats! la Hamaba la Megada de la sabiduria: ‘Aunque las hojas sean muchas, la raiz es una; A través de todos los falsos dias de mi juventud expuse mis hojas y flores al sol; ahora puedo agostarme para Hegar a la verdad. > Steven Weinberg, “The Forces of Nature”, Bulletin of the ‘American Academy of Arts and Sciences, 29 (4): 13-29 (1976). + 'W. B. Yeats, “The coming of wisdom with time” (1910, en Peter Alt y.R. K. Alspach, eds., The Variorum Edition of the Poems of W. B. Yeats (Macmillan Co., Nueva York, 1957. Reproducido con autorizacién de M. B. Yeats, Anne Yeats, la Macmillan Publishing Company de Nueva York y The Mac- millan Company of London & Basingstoke) 15 El primer dilema, en una palabra, es que no tenemos un sitio particular a donde ir. La especie carece de cual- quier objetivo externo a su propia naturaleza bioldgica. Pudiera ser que en los préximos cien afios la humanidad ensarte las agujas de la tecnologia y Ia politica, resuelva las crisis de energia y materiales, evite Ia guerra nuclear y controle la reproduccién. El mundo puede por lo menos tener la esperanza de un ecosistema estable y de una poblacién bien alimentada, ¢Y qué otra cosa? En todas partes, la gente educada desea creer que més all de las necesidades materiales esté ta satisfaccion y la realizacién del potencial individual. ;Pero qué es la sa- tisfaccién, y hacia qué fines puede orientarse el po- tencial? Las creencias religiosas tradicionales han sido socavadas, no tanto por las humillantes demostraciones de la falsedad de sus mitologfas sino por la creciente conciencia de que las creencias son en realidad meca- nismos que capacitan para la supervivencia. Las religio- nes al igual que otras instituciones humanas, surgen para aumentar la persistencia e influencia de sus practican- tes, El marxismo y otras religiones seculares ofrecen poco mds que promesas de bienestar material y un escape controlado de las consecuencias de la naturaleza hua. na. Ellas también reciben energia del objetivo del auto. mejoramiento colectivo. El observador politico francés Alain Peyrefitte ® dijo una vez con admiracién respecto a Mao-Tse-tung que “los chinos conocian el goce nat cisista de amarse a si mismos en él. Apenas es natural que I se haya amado a si mismo a través de ellos”. Ast, Ia ideologia se inclina ante sus amos ocultos, los genes, y ante un examen riguroso los impulsos més ele. vados parecen metamorfosearse en actividad biolégica, * Alain Peyrefitte, The Chinese: Portrait o| @ People, trad. del francts "por Graham Web (Bobbe Ment’ Necea yank, 16 Los més sombrios intérpretes sociales de nuestra época, tales como Robert Heilbroner, Robert Nisbet y L. S. Stavrianos, perciben a la civilizacién occidental y a la misma humanidad como un todo en peligro inmediato de decadencia, Su razonamiento llega ficilmente a una visién de sociedades posideolégicas cuyos miembros ten- drén una constante regresién hacia el egoismo. EI deseo de poder no se habré desvanecido totalmente —escribe Gunther Stent® en The Coming of the Golden Age— sino que la distribucién de su intensidad se habré alterado drésticamente. En un extremo de esta distribu- ci6n estard Ia minoria de la gente cuyo trabajo conservard intacta la tecnologia que sustenta a la multitud con el alto nivel de vida. En la parte media encontraremos a un tipo, en gran parte desempleado, para quien todavia es significativa la distincién entre lo real y lo ilusorio. . conservara interés en el mundo y buscard satisfaccién en los placeres sensuales. En el otro extremo del espectro estaré un tipo de gente incapaz de ser empleada, para quienes los limites entre lo real ¢ imaginario habran des- aparecido casi por completo, por lo menos hasta el nivel compatible con su supervivencia fisica. Asi, el peligzo implicito en el primer dilema es la ré- Pida disolucién de los objetivos trascendentales hacia los cuales las sociedades puedan orientar sus energias. Estos objetivos, los equivalentes morales de la guerra, se han desvanecido; se fueron uno a uno, como espejismos, a medida que nos aproximabamos. Para buscar una nueva moral basada en una definicién mds veridica del hombre es necesario mirar hacia el interior, disecar la maquina- ria de la mente y volver sobre su historia evolucionista. * Gunther §, Stent, The Coming of the Golden Age: A View of the End of Progress (Natural History Press, Garden City, Long Island, Nueva York, 1969). 17 Pero ese esfuerzo, segiin creo, pondra al descubierto el segundo dilema que es la eleccién que debe hacerse entre las premisas éticas inherentes en la naturaleza bio- légica del hombre. En este punto, permitaseme establecer en términos bre- ves las bases del segundo dilema, en tanto que dejo los argumentos en su favor para el siguiente capitulo: en el cerebro existen censores y motivadores innatos que afectan profunda e inconscientemente nuestras premisas éticas; a partir de estas raices, la moral surgié como instinto. Si esta percepcién es correcta, la ciencia tal vez pronto esté en posicién de investigar los mistnos origenes y significados de los valores humanos, de los que surgen todos los pronunciamientos éticos y gran parte de la practica politica.™ * La idea de la evolucién genética de las _predisposiciones morales por medio de la seleccién natural ha tenido una historia larga aunque relativamente inefectiva. Charles Darwin planteé la posibilidad en The Descent of Man and Selection in Relation to Sex (Londres, 1971), y se enfrenté firme- mente a la opinién sostenida por John Stuart Mill y Alfred Russel Wallace, de que la mente habia sido liberada de la selecci6n natural. Creia que si se exceptuaba la mentalidad hu- mana, quedaria gravemente amenazada la teoria bésica de la evolucién por medio de la seleccién natural; en 1869 escribié ‘a Wallace, el codescubridor de la seleccién natural: “Espero que no haya usted asesinado definitivamente a nuestro hijo” (More Letters of Charles Darwin, ed. por Francis Darwin, D. Appleton, Nueva York, vol. 2, p. 39, 1903). Darwin dedicé mucha atencién a este asunto. En sus notas inéditas de julio de 1838 adopté el punto de vista optimista de que la com- prensin de la evolucién evaria a una moral y més vigorosa: “Dos clases de moralistas: uno dice que nuestra regla de vida es la que produciré la mayor felicidad. —El otro dice que tenemos un sentido moral. —Pero mi opinién une a ambos y les demuestra que son casi idénticos y que lo que ha producide el mayor bien, 0 mejor dicho lo que era necesario para el bien, es el sentido moral instintivo” (pp. 242-243, en 18 Los mismos fildsofos, la mayoria de los cuales care: cen de una perspectiva evolucionista, no han dedicado mucho tiempo al problema Ellos examinan los pre- Howard E. Gruber, Darwin on Man: A Psychological Study of Scientific Creativity, junto con los libros de notas de Darwin anteriores ¢ inéditos transcrites y anotados por Paul H. Barrett, E.P. Dutton, Nueva York, 1974) Herbert Spencer, el mas ambicioso de los evolucionistas del siglo x1x, alegaba ‘la _necesidad de un enfoque no-kantiano, racional, de la ética. (Principles of Ethics, Nueva York, 1896.) Creia que el sistema nervioso humano habia sido modificado a través de millares de generaciones para crear ciertas facul- tades innatas de intuicidn moral, consistentes de emociones que respondian a la conducta recta y errénea, pero que la natu- raleza humana puede conformarse por medio de “‘el riguroso mantenimiento de las condiciones de cooperacién social armo- niosas" (An Autobiography, D. Appleton, Nueva York, vol. 2, p. 8, 1904) “En The Influence of Darwin on Philosophy (P. Smith, Nueva York, 1910), John Dewey concluyé que la teoria evo- ucionista, y especificamente el darwinismo, proporciona los medios para crear una ética cientifica; pero més tarde, en Human Nature and Conduct (Holt, Nueva York, 1922), concedia que las premisas éticas especificas se adquieren culturalmente. MAs recientemente, Antony Flew, en Evolutionary Ethics (Macmillan, Londres, 1967), al intentar refutar la pretensién de Wittgenstein de que la teoria evolucionista es irrelevan- te para la filosofia, extiende la idea de que la conducta ética ha evolucionado y, por lo tanto, esté sujeta a evaluacién em- pitica. En Sociobiology: The New Synthesis (The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1975) y The Social Instinct", Bulletin of the American Academy of Arts and Sciences, 30 (1):11-25 (1976), yo relaciono la evolucién genética de la posicién ética con los principios es- pecificos de la biologia de la poblacién. Gunther Stent, en The Hastings Center Report, 6 (6): 32-40 (1976), discute las promesas y limitaciones de una “ética estructuralista”. El tema es tratado més ampliamente por George E. Pugh en The Biological Origin of Human Values (Basic Books, Nueva York, 19 ceptos de Jos sistemas éticos con referencia a sus conse- cuencias y no a sus origenes. Asi, John Rawls inicia su influyente A Theory of Justice (1971) con una proposi- cién que considera indiscutible; “En una sociedad justa, Jas libertades de igual ciudadania se toman como esta- blecidas; los derechos asegurados por la justicia no estan sujetos a regateo politico o al calculo de los intereses sociales.” Robert Nozick empieza Anarchy, State, and Utopia (1974) con una proposicién igualmente firme “Los individuos tienen derechos, y hay cosas que nin- guna persona o grupo puede hacerles (sin violar sus derechos). Tan vigorosos y amplios son estos derechos, que plantean la pregunta de qué es lo que queda por hacer al Estado y sus funcionarios, si es que hay algo”. Estas dos premisas tienen contenidus un poco diferen- tes, y evan a prescripciones radicalmente diferentes. Rawls permitiria que un rigido control social se encar- gara hasta donde fuera posible de la distribuci6n equi- tativa de las recompensas de Ja sociedad. Nozick con- sidera la sociedad ideal como aquella gobernada por un Estado minimo, con poder solamente para proteger a 1977), una obra importante que combina ideas de ta teoria del contral ratemstice y de In biclogia "ON En términos més amplios, Konrad Lorenz ha sido un pre- cursor en el desarrollo del ‘concepto de la cognoscencia y el Pensamiento como productos evolucionistas de un cerebro es- tructurado. Sus puntos de vista més recientes estén en Behind the Mirror: A Search for Natural History of Human Knowledge (trad. del alemin por Ronald Taylor; Harcourt Brace Jovano- vich, Nueva York, 1977). Una critica favorable de las con- tribuciones de Lorenz, con extensiones originales y una revis hist6rica, es la que ofrece Donald T. Campbell en “Evolu- tionary epistemology”, en Paul Schilpp, ed., The Philosophy of Karl Popper (Open Court, La Salle, Illinois, 1974, pp. 415- 463). Véase también la més populatizada y’descripcién per- sonal de Richard I. Evans, Konrad Lorenz: The Man and his Ideas (Harcourt Brace’ Jovanovich, Nueva York, 1975). 20 sus ciudadanos de la fuerza y el fraude, y totalmente permisible de una distribucién desigual de las recom= pensas. Rawls rechaza la meritocracia; Nozick la acepta como deseable, excepto en aquellos casos en donde las comunidades locales voluntariamente decidan experimen tar con el igualitarismo, Al igual que todos los demas, los filésofos miden sus respuestas emocionales personales ante las diversas alternativas como si consultaran un éraculo mistico. Ese draculo reside en los profundos centros emocio- nales del cerebro, muy probablemente dentro del sistema limbico, un complejo dispositive de neuronas y células que secretan hormonas situadas justamente debajo de la porcién “pensante” de la corteza cerebral. Las res puestas emocionales humuanas y las practicas éticas mas generales basadas en ellas han sido programadas en amplio grado por la seleccién natural después de milla~ res de generaciones. El problema de la ciencia es medir la estrechez de las limitaciones causadas por la progra- macién, encontrar su fuente en el cerebro, y descifrar su importancia mediante la reconstruccién de la histo- ria evolutiva de la mente. Esta empresa sera el com- plemento légico del estudio continuo de la evolucién cultural. EI éxito dard lugar al segundo dilema, que puede enunciarse como sigue: ga cudl de los censores y mo- tivadores debcmos obedecer y cuAles deben ser inhibidos © sublimados? Estas guias son el nucleo mismo de nues- tra humanidad. Ellas, y no la creencia en una espe- Cificidad espiritual, nos distinguen de las computadoras electrénicas. En algtin momento del futuro tendremos que decidir Jo humanos que deseamos permanecer —en este sentido final, biolégico—, porque debemos elegir conscientemente entre las guias emocionales alternativas que hemos heredado. La planificacién de nuestro des- a tino significa que debemos cambiar del control automa tico basado en nuestras propiedades biolgicas a una direccién precisa basada en el conocimiento bioldgico. Debido a que las guias de la naturaleza humana deben examinarse con un conjunto complicado de es- pejos, son un tema engafioso, lo cual es siempre el temor del filésofo. El nico modo de seguirlas es estudiar la naturaleza humana como parte de las ciencias natura- les, en un intento de integrar las ciencias naturales con las ciencias sociales y las humanidades, No puedo con- cebir ningiin atajo ideolégico o formalista. La neuro- biologia no puede aprenderse a los pies de un gurd. Las consecuencias de la historia genética no pueden ser ele- gidas por las legislaturas. Sobre todo, para nuestro propio bienestar fisico por lo menos, la filosofia ética no debe dejarse en manos de los que son simplemente sabios. Aunque el progreso humano puede alcanzarse por la in- tuicién y la fuerza de voluntad, solamente el conocimien- to empirico de nuestra naturaleza biolégica ganado a fuerza de trabajo nos permitira elegir las mejores opcio- nes entre los diferentes criterios del progreso. El desarrollo inicial importante en este andlisis sera la conjuncién de la biologia y las diversas ciencias so- ciales: la psicologia, la antropologia, la sociologia y la economia. Las dos culturas solamente hasta fecha re- ciente han quedado a plena vista la una de la otra. El resultado ha sido una predecible mezcla de aversiones, malos entendimientos, exceso de entusiasmo, conflictos locales y alianzas. La situacién puede resumirse al decir que la biologia se considera ahora como la antidisciplina de las ciencias sociales. Por medio de la palabra anti- disciplina deseo acentuar la especial relacion antagoniea que suele existir entre los campos de estudio de niveles contiguos de organizacién que son los primeros en inter. actuar. En la quimica esta la antidisciplina de muchas 22 ramas de la fisiva; para la biologia molecular, la qui- mica; para la fisiologia, la biologia molecular; y asi en adelante a través de los niveles paralelos de creciente especificacién y complejidad.” En la tipica historia primitiva de una disciplina, sus practicantes creen en la novedad y cardcter nico de su materia. Dedican sus vidas a patrones y entidades especiales, y durante el primer periodo de exploracién dudan que esos fenémenos puedan reducirse a leyes simples. Los miembros de la antidisciplina tienen una actitud diferente. Habiendo elegido como su tema fun- damental las unidades del nivel de organizacion més bajo, digamos los Atomos como opuestos a las moléculas, creen que la disciplina siguiente puede y debe reformu- larse de acuerdo con sus propias leycs: la quimica por las leyes de Ia fisica, la biologia por las leyes de la qui- mica, y asi sucesivamente. Su interés es relativamente estrecho, abstracto y explosivo, P. A. M. Dirac, hablan- do de la teoria del Atomo de hidrégeno, podria decir que sus consecuencias se desarrollarian como simple qui- mica, Algunos bioquimicos todavia creen que la vida “no es mas” que las acciones de atomos y moléculas. Es facil ver por qué cada disciplina cientifica es tam- bién una antidisciplina. Es probable una relacién recipro- ca porque los devotos de los dos niveles de organizacién adyacentes —tales como los Atomos frente a las molécu- las— inicialmente estan comprometidos con sus propios métodos e ideas cuando se enfocan en el segundo nivel (en este caso, las moléculas). De acuerdo con las normas * La idea de la sociobiologia como la antidisciplina de las ciencias sociales fue presentada en mi articulo “Biology and the Social Sciences", Daedalus, 106 (4): 127-140 (1977) ‘Aqui aparecen partes del articulo por permiso de los editores de Daedalus, la revista de la American Academy of Arts and Sciences. 23 actuales podemos defini a un cientifico completo como aquel que estudia tres materias. Su disciplina (la qui- mica en el ejemplo citado), la antidisciplina del nivel inferior (Ia fisica) y la materia para la cual su especia- lidad funciona como antidisciplina (los aspectos fisicos de la biologia). Un experto consumado en el sistema ner- vioso, para dar un segundo ejemplo més definido, serd profundamente versado en la estructura de las células nerviosas aisladas, pero también comprenderd la base quimica de los impulsos que pasan a través y entre estas células, y espera explicar cémo trabajan conjuntamente las eélulas nerviosas para producir patrones elementales de conducta. Cada cientifico que tiene éxito trata de modo diferente cada uno de los tres niveles de fené- menos que rodean a su especialidad. _ EI interjuego entre campos adyacentes es tenso y crea- tivo en un principio, pero con el paso del tiempo se hace plenamente complementario, Consideremos los ori genes de la biologia molecular. A fines del siglo pasado el estudio microseépico de las células (citologia) y el estudio de los procesos quimicos dentro y alrededor. de Jas células (bioquimica) avanzaron con paso acelerado, Su relacién durante este periodo fue complicada, pero en lo general encaja en el esquema histérico que he des. tito. Los psicélogos estaban excitados por las crecientes pruebas de una intrincada arquitectura celular. Habian interpretado la misteriosa coreografia de los cromosom: durante la divisién celular y establecido asi el escenario para el surgimiento de la genética moderna y la biologia desarrollista experimental. Muchos bioquimicos, por otra parte, conservaban una actitud escéptica respecto @ la dea de que existiera tanta estructura a nivel microscé- pico. Pensaban que los citdlogos describian artefactos creados por métodos de laboratorio de preparacién tefido de células para examen microscépico, Su interés 24 estaba en los problemas mAs “fundamentales” de la na- turaleza quimica del protoplasma, especialmente la re- cientemente formulada teoria de que Ia vida se basaba en las enzimas. Los citdlogos respondieron con desprecio a cualquier nocién de que Ia célula fuera una “bo!sa de enzimas” En general, los bioquimicos juzgaban que los citélogos eran demasiado ignorantes de la quimica como para com- prender los procesos fundamentales, en tanto que los citdlogos consideraban los métodos de los quimicos ina- decuados para las estructuras idiosincraticas de la célula viva. La rehabilitacién de la genética mendeliana en 1900 y la consecuente iluminacién de los papeles de los cro- mosomas y genes, en un principio no consiguié provo- car una sintesis, Los bioquimicos, que no veian una manera inmediata de explicar la genética clésica, lo ig- noraron casi completamente. ‘Ambos lados tenian razén, La bioquimica ha expli- cado ahora tanto de la maquinaria celular en sus propios términos como para justificar sus més extravagantes pre- tensiones originales. Pero al consumar esta hazafia, prin- cipalmente a partir de 1950, se transformé parcialmente en la nueva disciplina de la biologia molecular, que puede definirse como una bioquimica que también ex- plica los particulares ordenamientos espaciales de molécu- las tales como la hélice ADN y las proteinas enzimaticas La citologia provocé el desarrollo de una clase especial de quimica y el uso de un conjunto de poderosas nuevas técnicas, entre las que se incluyen la electroforesis, la cromatografia, la centrifugacién de gradiente de densi- dad y la cristalografia de Rayos X. Al mismo tiempo, la citologia se metamorfoseé en Ia moderna biologia ce~ lular. Con el auxilio del microscopio electrénico, que amplifica objetos centenares de millares de veces, ha convergido en perspectiva y lenguaje hacia la biologia 25 molecular. Finalmente, la genética clisica, al cambiar de moseas de la fruta y ratones a las bacterias y virus, ha incorporado la bioquimica para convertirse en wenéticn molecular. - El progreso de gran parte de la biologia fue alimen- tado por la competencia entre las diversas perspectivas y téenicas derivadas de la biologia celular y Ia bioqui, mica, la disciplina y su antidisciplina. El interjuego ha sido un triunfo para el materialismo cientifico, Ha enri- quecido mucho nuestra comprensién de la naturaleza de la vida y creado materiales para una literatura mas pode. rosa que cualquier fantasia de la cultura precientifiea Sugiero que estamos a punto de repetir este ciclo en Ja mezcla de la biologia y las ciencias sociales y que como consecuencia finalmente se uniran las dos culturas de la vida intelectual occidental. La biologia tradicio. nalmente ha afectado las ciencias sociales sélo de modo indirecto a través de manifestaciones técnicas, tales como los beneficios de Ia medicina, los resultados ambiguos de la division genética y otras’ téenicas de la misma dis, ciplina, y el espectro del crecimiento demogrifico, Aun cuando de gran importancia prdctica, estos asuntos son triviales con referencia a Jas bases conceptuales de las ciencias sociales. Los tratamientos convencionales de “bio. logia social” y “problemas sociales de la biologia” en nuestros colegios y universidades presentan algunos for. midables conflictos intelectuales, pero no estin destina. dos al miicleo de la teoria social. Este nicleo es la profunda estructura de la naturaleza humana, un fené- meno esencialmente biolégico que es también el foco principal de las humanidades.10 ® La afirmacién clésica de la disconformidad entre las ci siasy ls humanidader se debe ‘Chater F- Snow, en The ‘wo Cultures and the Scientiic Revolution (Cambridge Us versity Press, Cambridge, 1959). ee 26 Es demasiado facil caer en ef punto de vista opuesto que la ciencia es competente sdlo para generar unos pocos tipos de informacién, que su método frio, claro, apolineo, nunca ser importante para la plena vida dio- nisiaca de la mente, que la devocién empecinada a la ciencia es deshumanizante. Expresando los sentimien- tos de Ja contracultura, Theodore Roszak! sugirié un mapa de la mente “como un espectro de posibilidades, las cuales se mezclan adecuadamente entre si... en un ex- tremo, tenemos las duras y brillantes luces de la ciencia; aqui encontramos su informacién. En el centro tenemos los matices sensuales del arte; aqui encontramos la forma estética del mundo. En el otro extremo, tenemos los tonos oscuros y sombrios de la experiencia religiosa, que se desvanecen en longitudes de onda més alli de toda percepcién; aqui tenemos significado.” No, jaqui encontramos oscurantismo! Y una curiosa subestimacién de lo que la mente puede lograr. Los ma~ tices sensuales y tonos oscuros han sido producidos por la evolucién genética de nuestros tejidos nerviosos y sen- soriales; tratarlos en otra forma que como objetos de indagacién biolégica es simplemente aspirar demasiado bajo. El coraz6n del método cientifico es la reduccién de los fenémenos percibidos a principios fundamentales y que se pueden probar. La elegancia, podemos decir la belleza, de cualquier generalizacién cientifica particular se mide por su simplicidad con relacién al mimero de fenémenos que puede explicar. Ernst Mach,” un fisico y precursor del positivismo légico, capturé la idea con * ‘Theodore Roszak, “The Monster and the Titan: Science, Knowledge, and Gnosis”, Daedalus, 103 (3): 17-32 (1974). 3 Emst Mach, The Science of Mechanics, 9a. ed. (Open Court, La Salle, Illinois, 1942). a una definicién: “La ciencia puede considerarse como un problema minimo que consiste en la presentacién més completa de hechos con el menor gasto posible de pensamiento.” ‘Aunque la percepcién de Mach tiene un encanto in- negable, la reduccién cruda es solamente la mitad del proceso cientifico. El resto consiste en la reconstruccién de la complejidad por medio de una sintesis en expan- sién bajo el control de leyes recientemente demostradas por medio del anilisis, Esta reconstitucién revela la exis- tencia de fenémenos nuevos y emergentes. Cuando el observador desplaza su atencién de un nivel de organi- zacién al siguiente, como de la fisica a la quimica o de la quimica a la biologia, espera encontrar obediencia a todas las leyes de los niveles que estan por debajo. Pero para reconstituir Jos niveles superiores de la organizacién se requiere especificar los ordenamientos de las unidades inferiores, y esto a su vez genera riqueza y las bases de nuevos e inesperados principios. La especificacién con- siste de combinaciones particulares de unidades, asi como ordenamientos espaciales particulares ¢ historias de los conjuntos de estos elementos. Consideremos el siguiente ejemplo simple para la quimica. La molécula de amo- niaco consiste de un Atomo de nitrégeno con carga negativa ligado a un tridngulo de tres 4tomos de hidré- geno de carga positiva. Si los Atomos estuvieran enlaza- dos en cierta posicién, la molécula de amoniaco tendria una carga opuesta en cada extremo (un movimiento di- polo) en aparente contradiccién con las leyes de la si- metria de la fisica nuclear. Pero la molécula se las arregla para funcionar adecuadamente: neutraliza su momento dipolo pasando el tomo de nitrégeno de atrés hacia adelante a través del tridngulo de Atomos de hi- drégeno a una frecuencia de 30 mil millones de veces por segundo. Sin embargo, dicha simetria estA ausente 28 en el caso del azicar y de otras voluminosas moléculas orginicas, que son demasiado grandes y complejas en estructura como para invertirse. Se desintegran, pero no rechazan las leyes de la fisica. Esta especificacién puede no set muy interesante para los fisicos nucleares, pero sus consecuencias repercuten en toda la quimica orga- nica y la biologia. Consideremos otro ejemplo, més relacionado con nues- tro tema, tomado de la evolucién de la vida social de los insectos. En la Era Mesozoica, hace unos 150 millones de afios, las avispas primitivas evolucionaron para pre- sentar el rasgo determinante del sexo lamado haplo- diploidismo, mediante el cual los huevos fertilizados producen hembras y los que se dejan sin fertilizar pro- ducen machos. Este simple método de control pudo haber sido una adaptacién especifica que permitié a las hem- bras escoger el sexo de sus descendientes de acuerdo con la naturaleza de los insectos que podian capturar. Par- ticularmente, las presas pequefias pudieron haber sido asignadas a la descendencia masculina, que requiere me- nos proteina en su desarrollo. Pero cualquiera que sea su causa inicial, el haplodiploidismo representé un evento evolutivo que de modo bastante accidental predispuso a estos insectos para producir formas avanzadas de la vida social. La raz6n es que el haplodiploidismo causa que las hermanas tengan un mayor grado de relacién entre si que el que tienen las madres con las hijas, por Io que las hembras pueden tener un beneficio genético al ser una casta estéril especializada en la cria de sus hermanas. Las castas estériles encargadas de criar a sus hermanos son el rasgo esencial dé la organizacién social de los in- sectos, Debido a su relacién con el haplodiploidismo, la vida social de los insectos se limita casi a las avispas y sus parientes cercanos entre las abejas y las hormigas. ‘Ademés, 12 mayoria de los casos pueden clasificarse ya 23 sea como matriarcados, en que las reinas controlan co- lonias de hijas, 0 como hermandades, en que las hijas estériles controlan a las madres ponedoras de huevos, Las sociedades de avispas, abejas y hormigas han demos. trado tener tanto éxito que dominan y alteran la mayoria de los habitats terrestres de nuestro planeta. En los bos- ques de Brasil, sus fuerzas reunidas constituyen més del 20 por ciento del peso de todos los animales terres- tres, incluyendo gusanos nematodos, tucanes y jaguares. éQuién pudiera haber esperado todo esto de un cono- cimiento de haplodiploidismo? La reduccién es el instrumento tradicional del anali- sis cientifico, pero se le teme y se le resiente. Si la con- ducta humana puede reducirse y determinarse en gran medida por medio de las leyes de la biologia, entonces la humanidad podria parecer menos que dinica y hasta ese punto deshumanizada, Pocos cientificos sociales eru- ditos en las humanidades estan preparados a entrar en dicha conspiracién, y mucho menos a ceder algo de su territorio, Pero esta percepcién, que iguala el método de reduccién con la filosofia de la disminucién, est com- pletamente equivocada, Las leyes de una materia de estudio son necesarias a la disciplina que esté encima, ellas establecen y obligan a una restructuracién mental- mente més eficiente, pero no son suficientes para los propésitos de la disciplina, La biologia es la clave de la naturaleza humana y los cientificos sociales no pueden permitirse ignorar sus rdpidamente establecidos princi- pics. Pero las ciencias sociales son potencialmente mucho mis ricas en contenido. Finalmente absorberén las ideas importantes de la biologia y empezardn a utilizarlas. El estudio adecuado del hombre es, por razones que ahora trascienden al antropocentrismo, el hombre mismo. 30 Il. HERENCIA Vivimos en un planeta de abrumadora diversidad or- ganica. Desde que Carolus Linnaeus empezé el proceso de la clasificacién formal en 1758, los 2odlogos han ca- talogado alrededor de un millon de especies animales y dado a cada una de elas un nombre cientifico, algunos pArrafos en alguna publicacién técnica y un pequefio espacio en los anaqueles de los museos del aa Pero rodigioso esfuerzo, apenas se ha turado un espécimen de una forma desconocida de tiburén gigante, de casi cinco metros de longitud y con tun peso de 800 kilogramos, cuando trataba de tragarse el ancla estabilizadora de un navio de Ios Estados Unidos cerca de Hawai. Mas o menos en esos dias los entomé- logos encontraron una categoria totalmente nueva de ‘moscas pardsitas que tienen el aspecto de grandes arafias rojizas y que viven exclusivamente en los nidos de los murciélagos nativos de Nueva Zelandia. Cada afio los cu- radores de los museos tienen que ordenar millares de nuevas clases de insectos, copepods, gusanos, equino- riapéilidos, pauropedos, hipermastigotes y otras cance recngias ca expedciones alrededor del mundo. Las proyecciones basadas en las investigaciones intensi- vas de habitat selectos indican que el niimero total de especies animales es entre tres y diez millones. La bio- Iogia, como ha expresado el naturalista Howard Evans + Howard E. Evans, Life on a Little-Known Planet (Dutton, Nueva York, 1968). a — en el titulo de un libro reciente, es el estudio de la vida “en un pequefio planeta conocido”, Millares de estas especies son altamente sociales. Las més avanzadas entre ellas constituyen lo que he llamado los tres pindculos de la evolucién social en los animales: los corales, briozarios y otros invertebrados que forman colonias; los insectos sociales, incluyendo hormigas, avis- pas, abejas y termes; y los peces, aves y mamiferos so- ciales. Los seres comunales de los tres pindculos estén entre los principales objetivos de la nueva disciplina de la sociobiologia, definida como el estudio sistemdtico de la base biolégica de todas las formas de conducta social, en todo tipo de organismos, incluido el hombre? La empresa tiene viejas raices. Gran parte de su infor- macién basica y algunas de sus ideas més vitales han surgido de la etologia, el estudio de los patrones gene- rales de conducta de los organismos en condiciones na- turales. La etologia fue iniciada por Julian Huxley, Karl von Frisch, Konrad Lorenz, Nikolaas Tinbergen y unos cuantos més, y ahora la estudian una nueva y vasta ge- neracién de investigadores innovadores y productivos.3 Continda teniendo por principal preocupacién la parti- cularidad de los patrones de conducta mostrados por cada especie, las maneras en que estos patrones adaptan a los animales a los problemas espectficos de su medio ambiente, y las etapas por medio de las cuales un patrén * En Sociobiology, de Wilson, aparece una introduccién a Jos organismos sociales y la disciplina de la sociobiologia. > Una excelente revisién de la etologia moderna, con un de- tallado capitulo sobre los patrones humanos de acci6n fija, se debe a Eibl-Eibesfeldt en Ethology: The Biology of Behavior, 2a. ed. (Holt, Rinehart y Winston, Nueva York, 1977). La sintesis més original y autorizada de la etologia y la pricologia ‘comparativa aparece en Robert A. Hinde, Animal Behavior, 2° ed. (McGraw-Hill, Nueva York, 1970). 32 da origen a otro al sufrir las mismas especies la evolu- cién genética, Cada vez més, la etologia moderna se relaciona con estudios del sistema nervioso y los efectos de las hormonas sobre la conducta. Sus investigadores se han dedicado a profundizar en los procesos de desa- rrollo y aun del aprendizaje que anteriormente eran do- minio casi exclusivo de la psicologia y han empezado a incluir al hombre entre las especies estudiadas con mayor rigor. La etologia todavia ubica su énfasis en el organis- mo individual y la fisiologia de los organismos. En contraste, la sociobiologia es una disciplina més ex- plicitamente hibrida que reine los conocimientos de la etologia (el estudio naturalista de patrones generales de conducta), la ecologia (el estudio de las relaciones de Jos organismos con su medio ambiente) y la genética, para obtener principios generales rélativos a las propie- Gades biolégicas de sociedades enteras. Lo que es verda- deramente novedoso en Ia sociobiologia es la manera en que extrae los hechos mds importantes acerca de la or ganizacién social de su matriz tradicional de etologia y psicologia y los reordena sobre una base de ecologia y genética estudiadas a nivel de poblacién para demos- trar cémo Jos grupos sociales se adaptan al medio am- biente por medio de la evolucién. Solamente hasta los afios mas recientes la ecologia y la genética han llegado a ser lo suficientemente refinadas y vigorosas como para proporcionar dichas bases. La sociobiologia es una ciencia que se basa principal- mente en las comparaciones de especies sociales. Cada forma viviente puede ser considerada como un experi- mento evolutivo, producto de millones de afios de inter- accién entre los genes y el medio ambiente. Al examinar muchos de dichos experimentos rigurosamente, hemos empezado a construir y a someter a prueba los primeros ineipios generales de la evolucién social genética. Ahora 33 est a nuestro alcance la aplicacién de este conocimiento general al estudio de los seres hurnanos. Los sociobi6logos consideran al hombre como visto a través del extremo opuesto de un telescopio, a una dis tancia mayor que la habitual y temporalmente dismi- nuido en tamafio para contemplarlo simulténeamente con todo un conjunto de otros experimentos sociales. Inten- tan situar a la humanidad en su lugar adecuado en un catélogo de las especies sociales de la tierra, Estén de acuerdo con Rousseau‘ en que “Se necesita mirar de cerca para estudiar a los hombres, pero para estudiar al hombre se debe observar desde lejos.” Esta visién macroscépica tiene ciertas ventajas sobre el antropocentrismo tradicional de las ciencias sociales. De hecho, ningtin vicio intelectual es més lesivo que un desafiante antropocentrismo egoista. Recuerdo el modo habil con que Robert Nozick® apoya sus argumentos cuan- do habla en favor de la alimentacién vegetariana. Los seres humanos, sefiala, justifican la alimentacién con carne con base en que los animales que matamos estan demasiado por debajo de nosotros en sensibilidad e in- teligencia como para merecer una comparacién. Se sigue que si los representantes de una especie extraterrestre verdaderamente superior visitaran la Tierra y aplicaran el mismo criterio, podrian proceder a comernos sin re- mordimientos de conciencia. Por la misma razén, los cien- tificos entre aquellos seres podrian encontrar a los seres humanos poco interesantes, con inteligencia débil, con pasiones no sorprendentes, y con nuestra organizacién social considerada como algo que se encuentra con fre- * J.J. Rousseau, Essai sur Vorigine des langues, Oeuvres Post- umes, vol. 2 (Londres, 1783) citado por Claude Lévi-Strauss en La Pensée Sauvage (Plon, Paris, 1964). * Robert Norick, Anarchy, State, and Utopi Nueva York, 1974). 34 (Basic Books, cuencia en otros planetas. Para humillacién nuestra, tal vez enfocarian su atencién en las hormigas, porque estas pequefias criaturas, con su modo haplodiploide de determinacion sexual y sus notables sistemas femeninos de casta, son las tinicas producciones verdaderamente novedosas de la Tierra con respecto a la galaxia. Pode- mos imaginar lo que se escribiria en una bitécora: “Ha ocurrido un descubrimiento cientifico ; finalmente hemos descubierto organismos sociales haplodiploides en la ca- tegoria de uno a diez milimetros.” Entonces los visitan. tes podrian someternos a la indignidad mas extrema para asegurarse de que no nos habian subestimado, si- mularian seres humanos en el laboratorio. Como quimi- cos sometiendo a prueba la caracterizacién estructural de un compuesto organico problematico, integrandolo a partir de sus componentes més simples, los bidlogos ex- traterrestres necesitarian sintetizar a uno 0 dos hominidos, Este escenario de ficcién cientifica tiene implicacio- nes para la definicién del hombre, Los impresionantes avances recientes de los cientificos de las computadoras en el disefio de Ia inteligencia artificial sugieren la si- guiente prueba de humanidad: lo que se conduce como hombre es un hombre. La conducta humana es algo que puede definirse con bastante precisién, porque las sendas evolutivas abiertas a ella no han sido recorridas todas por igual. La evolucién no ha hecho todopoderosa a la cultura. Es un concepto erréneo entre muchos de los marxistas més tradicionales, algunos tedricos de Ja ense- jianza y una sorprendente proporcién de antropélogos y socidlogos, que la conducta social puede modelarse vir- tualmente en cualquier forma. Los ultraambientalistas parten de la premisa de que el hombre es creacién de su propia cultura: “la cultura hace al hombre”, la formula podria continuar, “hace que la cultura haga al hombre”. Esto es solamente una verdad a medias. Cada 35, persona es modelada por la interaccién de su medio am- biente, especialmente su medio ambiente cultural, con los genes que afectan la conducta social. Aunque los centenares de culturas del mundo parecen enormemente variables para aquellos de nosotros que estamos en medio de ellas, todas las versiones de la conducta social huma- na en conjunto forman sélo una diminuta fraccién de las organizaciones de especies sociales que se han dado en este planeta y una fraccién todavia més pequefia de aquellas que pueden imaginarse facilmente con la ayuda de Ia teoria sociobiolégica.* Lo que interesa ya no es si la conducta social humana est determinada genéticamente; sino hasta qué punto Jo est&. Las pruebas acumuladas de que hay un gran componente hereditario son més detalladas e impresio- nantes de lo que suponen muchas personas, incluyendo a los mismos geneticistas. Yo iré mas lejos todavia: esas pruebas ya son decisivas. Una vez dicho eso, permitaseme ofrecer una defini- cién exacta de lo que es un rasgo determinado genética- mente, Es un rasgo que difiere de otros —por lo menos en parte— como resultado de la presencia de uno o més genes distintivos. El punto importante es que la esti- macién objetiva de la influencia genética requiere la comparacién de dos 0 més estados del mismo rasgo. Decir que los ojos azules son heredados no tiene signi- ficado sin otras explicaciones, porque los ojos azules son producto de una interaccién entre los genes y el medio ambiente, principalmente fisiolégico, que produjo la co- “Las cualidades maquinisticas del procesamiento de la in- formacién humana se explican en Allen Newell y Herbert A. Simon, Human Problem Solving (Prentice-Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1972); y George Boolos y Richard Jeffrey, Computability and Logic (Cambridge University Press, Cam- bridge, 1974). 36 - Joracion definitiva de los irises. Pero decir que la dife- rencia entre los ojos azules y los pardos se basa total 0 ‘cialmente en diferencias genéticas, es una afirmacién fignificativa porque puede ser sometida a prueba y tra Gucida a las leyes de la genética, Se busca entonces in- formacién adicional: zde qué color son los ojos de los padres, hermanos, hijos y parientes mas lejanos? Estos datos se comparan con el simple modelo de la herencia ‘mendeliana, el cual, basado en nuestra comprensién de la multiplicacién de las células y la reproduccién sexual, solamente entraiia la accién de dos genes. Si los datos encajan, las diferencias se interpretan como basadas en dos genes. Sino es asi, se aplican esquemas creciente- mente complicados, Se asumen modos de interaccién més complicados y ndmeros progresivamente mayores de genes hasta que se puede lograr un ajuste razonable- mente aproximado. En el ejemplo citado, las principales diferencias entre ojos azules y pardos de hecho se basan en dos genes, aunque existen modificaciones complica~ as que no lo hacen un ejemplo ideal para los libros de texto. En el caso de rasgos mas complicados, en ocasio- nes intervienen centenares de genes, y su grado de in- fluencia puede medirse generalmente sélo de manera aproximada y con la ayuda de técnicas mateméticas re- finadas. A pesar de todo, cuando el anilisis se eva a cabo adecuadamente, deja pocas dudas en cuanto a la presencia y magnitud aproximada de la influencia genética." La conducta social humana puede evaluarse esencial- mente de la misma manera; primero por comparacién con la conducta de otras especies, y después —con bas- * La herencia del color de los ojos se discute en Curt Stein, Principles of Human Genetics, 3a. ed. (W.H. Freeman, San Francisco, 1973). 37 tante més dificultad y ambigiiedad— por medio de e- tudios de las variaciones entre y dentro de poblaciones humanas. El cuadro del determinismo genético surge mas claramente cuando comparamos categorias anima- les selectas con la especie humana.* Ciertos rasgos hu- manos generales se comparten con la mayoria de los grandes antropoides y monos de Africa y Asia, que de acuerdo con la anatomia y la bioquimica son nuestros més cercanos parientes evolutivos vivientes. * Nuestros agrupamientos sociales intimos contienen entre diez y un centenar de adultos, nunca solamente dos, como en ia mayoria de las aves y lemiridos, o en nii- mero de millares, como en muchas clases de peces € insectos. © Los machos son de mayor tamajio que las hem- bras. Esta es una caracteristica de considerable impor- tancia dentro de los monos y antropoides del Viejo Mundo y muchas otras clases de mamfferos. E] nimero promedio de hembras que copulan con machos produc- tivos corresponde con bastante aproximacion a la di- ferencia del tamajio entre machos y hembras cuando consideramos en conjunto muchas especies. La regla tiene sentido: mientras mayor sea la competencia entre los machos por las hembras, mayores serén las ventajas que proporcione el tamafio grande, y menos influyentes serén las desventajas atribuidas a la talla grande, Los hombres no son de tamafio mucho mayor que las muje- res; en este aspecto somos similares a los chimpancés. Cuando la diferencia sexual en tamafio en los seres hu- * RD. Alexander, J.L. Hoogland, RD. Howard, K.M. Noonan y P. W. Sherman, “Sexual Dimorphisms and Breeding Systems in Pinnipeds, Ungulates, Primates, and Humans”, en N.A. Chagnon y W.G. Irons, eds., Evolutionary Biology an Human Social Organization (Duxbury Press, Scituate, Mass., en prensa). 38 nanos sé compara con la curva estimada en otras clases de marniferos, el promedio esperado de hembras por macho productivo resulta ser mayor que uno pero menor que tres. La prediccién es cercana a la realidad; sabe- ‘mos que somos una especie ligeramente polignica * Los jévenes son sometidos a un largo periodo de adiestramiento social, primero por asociaciones estre- chas con la madre, después en un grado creciente con otros infantes de la misma edad y sexo, ® El juego social es una actividad fuertemente desa~ rrollada en Ja que intervienen la prictica del papel que van a desempefiar, simulacros de agresién, practica se- xual, y exploracién. Estas y otras propiedades identifican en conjunto el grupo taxonémico integrado por los monos del Viejo Mundo, los grandes antropoides y los seres humanos. Es inconcebible que los seres humanos puedan socializarse en la forma de los repertorios radicalmente diferentes de otros grupos tales como peces, aves, antilopes 0 roe- dores, Los seres humanos podrian imitar conscientemen- te dichos ordenamientos, pero seria algo ficticio actuado en un escenario, contrario a respuestas emocionales pro- fundas y no tendria posibilidades de persistir més all de una sola generacién, Adoptar con intencién seria, aun en los rasgos generales, el sistema social de una es- pecie no primate seria una locura en el sentido literal. Rapidamente se disolverian las personalidades, se desin- tegrarfan las relaciones y cesaria la reproduccién,? En el siguiente y mas preciso nivel de clasificacién, * La prueba de los efectos destructivos a largo plazo de las experiencias anormales durante el desarrollo temprano ¢3. dis- cutida por Ronald P. Rohner, They Love Me, They Love Me Not (HRAF Press, New Haven, Conn,, 1975) y T. G. R. Bower, A Primer of Infant Development (W H. Freeman, San Fran- cisco, 1977). 39 nuestra especie es distinta de los monos y grandes simios del Viejo Mundo en maneras que solamente pueden ex- plicarse como resultado de un Ginico conjunto de genes humanos. Por supuesto, este es un punto que répida- mente concederé aun el més ardiente ambientalista; ellos estan de acuerdo con el gran geneticista Theodo- sius Dobzhansky! en que, “en un sentido, los seres humanos han cedido la supremacia en la evolucién hu- mana a un agente superorganico o no biolégico entera~ mente nuevo, la cultura, Sin embargo, no debe olvidarse que este agente depende enteramente del genotipo hu- mano,” Pero el asunto es mucho mAs profundo e inte- resante que eso. Hay rasgos sociales que ocurren en todas las culturas que bajo un examen riguroso son tan diagnésticos de la humanidad como son los caracteres distintivos de otras especies animales, tan exclusivos del tipo humano, digamos, como el mosaico de las alas en una mariposa o una complicada melodia de primavera para el zorzal. En 1945, el antropélogo norteamericano George P. Murdock"! hizo una lista de las siguientes caracteristicas que se han registrado en todas las cultu- ras conocidas de Ia historia y la etnografia. Clasificacién por edades, deportes atléticos, adomos corpo- rales, calendario, adiestramiento de aseo, organizacién co- munal, preparacién de alimentos, trabajo cooperativo, cos- mologia, cortejo, danza, artes decorativas, adivinacién, divisién del trabajo, interpretacién de los suejios, educa- % Theodosius Dobzhansky, “Anthropology and the Natural Sciences —The Problem of Human Evolution”, Current Anthro- pology, 4:138, 146, 148 (1963). ® George P. Murdock, “The Common Denominator of Cul- ture”, en Ralph Linton, ed., The Science of Man in the World Grisis (Columbia University Press, Nueva York, 1945), pp. 124-142. 40 cién, escatologia, ética, emobotinica, etiqueta, curacién por Ia fe, fiestas familiares, produccién del fuego, folclore, ta- biies alimentarios, ritos funerarios, juegos, gestos, donacién de regalos, gobierno, saludos, peinados, hospitalidad, cons- trucci6n de vivienda, higiene, tabiies de incesto, reglas de herencia, bromas, grupos familiares, nomenclatura de paren tesco, lenguaje, leyes, supersticiones de la suerte, magia, matrimonio, horas para tomar los alimentos, medicina, obstetricia, sanciones penales, nombres personales, politica de poblacién, cuidado posnatal, usos de embarazo, dere- chos de propiedad, propiciamiento de seres sobrenaturates, costumbres de la pubertad, ritos religiosos, reglas de resi- dencia, restricciones sexuales, conceptos de alma, diferen- ciacién de status, cirugia, fabricacién de herramientas, vir sitas, tejido, y control del tiempo. Pocas de estas propiedades unificadoras pueden inter- pretarse como el resultado inevitable de 1a vida social avanzada o de la inteligencia superior. Es facil imaginar sociedades no humanas cuyos miembros son aun mas inteligentes y estin més complejamente organizados que nosotros, pero que sin embargo carecen de la mayoria de las cualidades enumeradas. Consideremos las posibi- Tidades inherentes a las sociedades de insectos. Los obre- ros estériles son ya més cooperatives y altruistas que la gente y tienen una tendencia mAs pronunciada hacia los sistemas de casta y la divisin del trabajo. Si ademés se dotara a las hormigas con mentes racionales iguales a Jas nuestras, ellas podrian ser nuestros iguales. Sus socie- dades mostrarian las siguientes peculiaridades: Divisién por edades, ritos de antenas, limpieza del cuerpo con Ia lengua, calendario, canibalismo, determinacién de casta, leyes de casta, reglas de fundacién de colonias, or- ganizacién de colonias, adiestramiento de aseo, criaderos comunales, trabajo cooperativo, cosmologia, cortejo, di- visién del trabajo, control de los 24nganos, educacién, es- a catologia, ética, etiqueta, eutanasia, produccién del fuego, tabiies alimentarios, donacién de regalos, gobierno, saludos, rituales de espulgamiento, hospitalidad, construccién de viviendas, higiene, tabties de incesto, lenguaje, cuidado de Jas larvas, leyes, medicina, ritos de metamorfosis, re- gurgitacién mutua, castas de atencién a las crias, vuelos nupciales, huevos nutrientes, politica de poblacién, home- naje a la reina, reglas de residencia, determinacién del sexo, castas de soldados, hermandades femeninas, diferen- ciacién de status, obreras estériles, cirugia, cuidado simbi6- tico, construccién de herramientas, comercio, visitas, con- trol det clima, y aun otras actividades tan ajenas como para hacer di- ficil su misma descripcién en nuestro lenguaje. Si ade- més las hormigas estuvieran programadas para eliminar Ja lucha entre las colonias y. conservar el medio ambien- te natural, tendrian un poder de permanencia mucho mayor que el de los seres humanos, y en un sentido amplio, tendrian una moral més elevada. La civilizacién no esta limitada intrinsecamente a los hominidos, Solamente por accidente se relacioné con la anatomia de los mamiferos bipedos de piel desnuda y las cualidades peculiares de la naturaleza humana, Freud dijo que Dios tenia la culpa de haber hecho una obra irregular y mal acabada. Esto es cierto hasta un grado mayor del que él pretendia: la naturaleza humana es solamente una revoltura entre muchas con- cebibles, Pero si se eliminaran aun una pequefia fraccién de los rasgos humanos diagnésticos, el resultado proba- blemente seria un caos total, Los seres humanos no podrian resistir simular la conducta ni siquiera de nues- tros més cercanos parientes entre los primates del Viejo Mundo. Si por un perverso acuerdo mutuo un grupo humano intentara imitar en detalle los arreglos socia- les distintivos de los chimpancés o los gorilas, pronto se 42 derrumbaria su esfuerzo y regresaria nuevamente a la conducta humana. También es interesante especular que si la gente de algin modo fuera criada desde el momento del naci- miento en un medio ambiente desprovisto de la mayoria de la influencia cultural, ellos construirian los elemen- tos bisicos de la vida social humana ab initio, En poco tiempo se inventarian nuevos elementos del lenguaje y se enriqueceria su cultura, Robin Fox,!? un antropélogo y precursor de la sociobiologia humana, ha expresado esta hipotesis en los términos més. vigorosos posibles. Supongamos, conjeturaba, que levamos a cabo el cruel experimento atribuido en la leyenda al faraén Psamé- tico y al rey Jacobo IV de Escocia, de quienes se dice criaron unifies por control remoto, en total aislamiento social de sus mayores. ¢Aprenderfan los nifios a hablar entre si? No dudo que podrian hablar y que, tedricamente, con el tiempo, ellos o sus hijos inventarian y desarrollarian un lenguaje a pesar de que nunca se les ensefiara. Ademés, este lenguaje, aunque totalmente diferente de cualquier otro conocido por nosotros, serla analizable para los lin- giiistas sobre la misma base que otros lenguajes y tradu- cible a cualquier lenguaje conocido, Pero diré algo mis. Si nuestros nuevos Adan y Eva sobrevivieran y tuvieran des- cendencia —aun en total’aislamiento de cualquier influen- cia cultural—, finalmente producirian una sociedad y ten- drian leyes sobre la propiedad, reglas sobre el incesto y el matrimonio, usos de tab, métodos para arreglar las dispu- tas con un minimo de derramamiento de sangre, creencias sobre lo sobrenatural y practicas relacionadas con ello, un * Robin Fox, “The Cultural Animal”, en J.F, Eisenberg WS. Dillon, eds, Man and Beast: Comparative Social Beha- vior (Smithsonian Institution Press, Washington, D.C. 1971), pp. 273-296, 8 sistema de status social y anétudes de indicarlo, ceremonias de iniciacién para los jévenes, précticas de cortejo inclu- yendo el adorno de las hembras, sistemas de adorno sim- bélico del cuerpo, ciertas actividades y asociaciones reser- vadas para los hombres y de las cuales estarian excluidas Jas mujeres, juegos de alguna clase, una industria de fa- bricacién de herramientas y armas, mitos y leyendas, bailes, adulterio y en diversa medida homicidio, suicidio, homo- sexualidad, esquizofrenia, psicosis y neurosis, y personas que se aprovecharian de estas manifestaciones o las curarian, dependiendo de cémo se les considerara. No solamente son los rasgos bisicos de la conducta social humana tercamente idiosincraticos, sino que, hasta el grado limitado en que pueden compararse con aque- Hos de los animales, tienen semejanza con la mayoria de todos los repertorios de otros mamiferos y principal mente de otros primates, Unas cuantas de las sefiales empleadas para organizar la conducta pueden derivarse Iégicamente de los modos ancestrales que todavia mues- tran los monos del Viejo Mundo y los grandes antro- poides. La mueca de temor, la sonrisa, y aun la risa tienen paralelos en las expresiones faciales de los chim- pancés, Esta amplia similitud es precisamente el patron esperado si las especies humanas descienden de ancestros primates del Viejo Mundo, un hecho demostrable, y si el desarrollo de la conducta social humana retiene atin un pequefio grado de determinacién genética, la hipd- tesis que ahora consideramos. El status del chimpancé merece especialmente nuestra atencién. El creciente conocimiento de estos inteligen- tes simios ha legado a socavar en gran medida el dogma venerable del cardcter tinico del hombre. Los chimpancés son antes que todo notablemente similares a los seres humanos en detalles anatémicos y fisiolégicos. También resulta que estén muy cerca a nivel molecular. Los bio- 44 - quimicos Mary-Claire King y Allan C Wilson'? han “imparado las proteinas codificadas por los genes en 44 Sitios. Encontraron que las diferencias 2cumuladas entre fas dos especies son equivalentes a la distancia genética que separa a dos especies de moscas de la fruta casi shdistinguibles, y solamente de 25 a 60 veces mayor que ja que existe entre las poblaciones caucdsica, negra afri- cana, y japonesa. Las lineas evolutivas de los humanos y Jos chimpancés pueden haberse separado tan reciente- mente como hace 20 millones de afios, un periodo rela- tivamente breve en la escala evolutiva. De acuerdo con criterios estrictamente humanos, los chimpancés son mentalmente retrasados hasta un grado intermedio. Sus cerebros tienen solamente la tercera parte del tamaiio de los nuestrus, y su laringe est& construida fen la forma primitiva simiesca que les impide articular al lenguaje humano. Pero a los individuos puede ense- farseles a comunicarse con sus auxiliares humanos por medio del lenguaje de signos 0 de colocacién de simbo- los plisticos ordenados sobre paneles.!# Los iis brillan- tes de entre ellos pueden aprender vocabularios de 200 palabras en inglés y reglas elementales de sintaxis, que Jes permiten inventar frases tales como “Mary da mi manzana’ y “Lucy cosquillas Roger”, Lana, una hem- bra adiestrada por Beatrice y Robert Gardner en la Universidad de Nevada, ordené a su adiestradora que saliera de Ja habitacién en un arranque de ira sefialan- ™ Mary-Claire King y Allan C. Wilson, “Evolution at wo levels in humans and chimpanzees”, Science, 188: 107-116 (1975). ® Ea capacidad de los chimpancés para aprender el lenguaje se discute en David Premack, “Language and Intelligence in ‘Ape and Man", American Scientist, 64 (6): 674-683 (1976); y Carl Sagan, The Dragons of Eden (Random House, Nueva York, 1977). 45 dole: “Ti, excremento verde.” Sarah, una hembra adies trada por David Premack, memorizs 250 oraciones y uusé muchas de elas, Esos bien educados chimpancés comprenden instrucciones tan complicadas como “Si el rojo esta sobre el verde (y no viceversa) entonces tii tomas el rojo (no el verde)” y “TG insertas banana en paila, manzana en plato.” Han inventado nuevas ex- presiones como “pajaro de agua” para referirse a un pato y “fruta para beber” para la sandia, en esencia las empleadas por los inventores de la lengua inglesa.15 Los chimpancés no se aproximan ni remotamente a los nifios humanos en inventiva y pujanza de su lengua- je. Ademés, falta la prueba de una verdadera novedad lingiifstica: ningan genio chimpancé ha logrado nada equivalente a unir Jas frases “Mary me da manzana” y “a mf me gusta Mary”, para formar la proposicién mds compleja “Mary me da manzana y por eso me gusta.” El intelecto humano es mucho més poderoso que el del chimpancé. Pero la capacidad para comunicarse por medio de simbolos y sintaxis si esta dentro de las capacidades del simio. Muchos zoélogos dudan ahora de la existencia de un abismo lingliistico infranqueable entre los animales y el hombre. Ya no es posible decir, como lo hizo el destacado antropélogo Leslie White! en 1949, que Ja conducta humana es conducta simbélica y que la conducta simbélica es conducta humana, * La evolucién primitiva de la laringe humana y la capa- cidad para el lenguaje han sido analizades en Jan Wind, “Phy- logeny of the Human Vocal Tract”, Annals of the New York Academy of Sciences, 280: 612-630 (1976); y Philip Lieber- man, ‘The Phylogeny of Language”, en T.A. Sebeok, ed, How Animals Communicate (Indiana University Press, “Blooming. ton, 1977) pp. 3-25. ™ Leslie A. White, The Science of Culture: A Study of Man ‘and Civilization (Farrar, Straus y Giroux, Nueva York, 1949) 46 rr smo recientemente salvado es el de la con- oid & famine caanas Gordon G. Gallup,” un psicblogo, permitié a los chimpancés que pudieran mi- Farse en el espejo durante dos o tres dias, aquellos de- jaron de tratar a su reflejo como un extrafio para Peonocerse como ellos mismos. En ese momento empe- garon a usar los espejos para explorar partes de sus propios cuerpos previamente inaccesibles. Hacian gestos, se quitaban restos de alimento de los dientes, y hacian burbujas de saliva ante el espejo. Esa conducta jamais la han tenido monos o gibones a los que se ha dado espejo, a pesar de repetidos intentos hechos por Gallup y otros. Cuando los investigadores tifieron parcialmente los rostzos de los chimpancés puestos bajo anestesia, los simios posteriormente dieron pruebas bastante mas con- vincentes de que tenian conciencia de si mismos. Pa- saban mAs tiempo ante los espejos, examinando inten- samente los cambios en su aspecto, y olian los dedos con Jos que habian tocado las partes alteradas de su Gf existe la conciencia desi mismo y la capacidad para comunicar ideas a otras seres inteligentes, zpueden estar lejos otras cualidades de la mente humana? Premack ha discutido las implicaciones de transmitir el concepto de muerte personal a los chimpancés, pero ha vacilado en hacerlo, Qué sucede —pregunta— si, como el hombre, el simio teme a la muerte y se enfrenta a este conocimiento de modo tan grotesco como nosotros Jo hemos hecho... el objetivo deseado no seria solamente comunicar el conoci- “s ition in i : A Com- * Gordon G. Gallup, “Self- ‘Recognition in Primates: cs parative Approach to the Bidirectional Propierties of Conscious ness”, American Psycologist, 32 (5): 329.338, (1977). * David Premack, “Language and Intelligence”. 47 miento de la muerte, sino m4s importante adn, encontrar un modo de asegurar que la respuesta de los simios no sea la del temor, la cual en el caso humano ha Ilevado a Ia invencién de ritos, mitos y religién. Hasta que yo pueda sugerir pasos concretos para ensefiar el concepto de la muerte sin el temor, no tengo intencién de impartir ‘el conocimiento de la mortalidad a los simios. e¥ qué de a existencia social de los chimpancés? Ellos tienen una organizacién bastante menos elaborada que la de los mas primitivos cazadores-recolectores, que mues- tran los arreglos econémicos més simples entre todos Jos seres humanos. Pero existen notables similitudes b&- sicas, Los monos viven en bandas de hasta 50 individuos dentro de las cuales se forman grupus casuales més pe- quefios en combinaciones cambiantes de individuos du- ante periodos tan breves como unos cuantos dfas. Los machos son de tamafio un poco mayor que las hembras, en una proporcién semejante a la de los seres humanos y ocupan la cima de una jerarquia de dominio bien marcada. Los infantes est4n asociados estrechamente con sus madres durante varios afios, en ocasiones aun hasta la madurez. Los jévenes chimpancés permanecen vincu- lados durante grandes periodos; los individuos ocasio- nalmente Ilegan a adoptar hermanos o hermanas més jévenes cuando muere la madre. Cada banda ocupa un habitat de unas 20 millas cua dradas. Son infrecuentes y generalmente tensos los en- cuentros entre bandas vecinas. En estas ocasiones, las hembras nébiles y las madres jévenes a veces emigran entre los grupos. Pero en otras ocasiones, los chimpan- és pueden ser territoriales y agresivos. En la reserva de Gombe Stream en Tanzania, donde Jane Goodall levé a cabo su famosa investigacién, las bandas de machos de una tropa, invadiendo los dominios de un grupo con- 8 re tiguo mas pequefio, atacaron y legaron a lesionar a los defensores. Finalmente, los residentes abandonaron su tierra a los invasores."* 'Al igual que los seres humanos primitives, los chim- pancés recogen frutas y otros alimentos vegetales princ palmente y cazan solamente de manera complementaria La diferencia entre sus dietas es proporcionada, Donde todas las sociedades de cazadores-recolectores considera- das conjuntamente muestran un promedio de 35 por ciento de sus calorias obtenidas de la carne fresca, los chimpancés obtienen entre uno y cinco por ciento. Y en tanto que los cazadores humanos primitives captura- ban presas de cualquier tamajio, incluyendo elefantes cuyo peso era cien veces mayor que el de un hombre, Jos chimpancés rara vez atacan a cualquier animal cuyo peso sea mayor que la quinta parte del peso de un macho adulto2° Tal vez la forma més notable de conducta hu- manoide entre los chimpancés es el uso de maniobras inteligentes y cooperativas durante la caceria, Normal- mente, s6lo los machos adultos intentan perseguir ani- males, lo que es otro rasgo humanoide, Cuando una victima potencial, tal como un mandril joven o un cer- ” Las primeras etapas en la agresién territorial en la pobla- cién de chimpaneés de Gombe se mencionan en Glenn E. Rime “Socioterritorial Units among Carnivores and Early Hominids”, Journal of Anthropological Research, 31 (1):69-87, (1975) Se dan otros detalles en Jane Lancaster, “Carrying and Sha- ring in Human Evolution”, Human Nature, 1 (2): 82-89 (1978); en tanto que una discusién més tedrica de las causas del fenémeno se encnentra en Richard W. Wrangham, “On the Evolution of Ape Social Systems”, en Trven De Vore, ed., Sociobiology and the Social Sciences (Aldine, Chicago, en prensa). ® Richard B, Lee, “What Hunters Do for a Living, or How to Make Out on Scarce Resources”, en RB. Lee ¢ Irven De Vore, eds., Man the Hunter (Aldine, Chicago, 1968), pp. 30-48. 9 vatillo ha sido seleccionada, los chimpancés manifiestan sus intenciones por medio de cambios caracteristicos en la postura, el movimiento y la expresién facial. Otros machos responden volviéndose a mirar a la presa ele- gida. Su actitud se hace tensa, los pelos se les erizan parcialmente, y guardan silencio, un cambio conspicuo desde el punto de vista del observador humano, ya que los chimpancés son ordinariamente los més ruidosos de Jos animales. E] estado de alerta se rompe por una per- secucién sibita, casi simulténea.* Una estrategia comin de los machos cazadores es mezclarse con un grupo de mandriles y después inten- tar capturar a uno de los jévenes mediante un ataque explosivo. Otra es rodear y acechar a la victima, aun cuando ésta empiece a retirarse con nerviosismo. En la reserva de Gombe Stream, un impetuoso macho Hamado Figan siguié a un mandril joven hasta que éste subié por el tronco de una palmera. Casi inmediatamente otros machos que habian estado descansando y espul- gandose en las cercanias se levantaron y se unieron a la persecucién. Algunos se detuvieron al pie de la palmera en Ja cual aguardaba el mandril, en tanto que otros se dispersaban hacia las bases de los Arboles adyacentes que pudieran servir como rutas alternas de escape. El man- dril entonces salté a otro Arbol, donde el chimpancé estacionado debajo del mismo empez6 a trepar répida- mente para capturarlo, El mandril finalmente pudo es- capar saltando al suelo desde una altura de siete metros para correr a buscar la proteccién de su cercano grupo, La distribucién de la carne también es cooperativa, mediante la peticién y otorgamiento de favores. El chim- * La conducta cazadora de los chimpancés se describe en Geza Teleki, The Predatori Behavior of Wild Chimpanzees (Bucknell University Press, Lewisburg, Pa., 1973) 50 rT pancé pedigtiefio mira la carne intensamente a corta distancia o al rostro del que la est4 comiendo, También puede extender la mano y tocar la carne y la barbilla y labios del otro animal, o extender una mano abierta con la palma hacia arriba, debajo de su mentén. En ocasio- nes el macho que tiene la presa se aleja abruptamente. Pero con frecuencia acepta permitir que el otro animal muerda la carne directamente 0 que retire pequeiios tro- zos con sus manos. En algunas contadas ocasiones los machos Ilegan a desprender piezas de carne y entregarlas a quienes las piden. Este es un gesto pequefio de acuerdo con las normas del altruismo humano, pero es un acto muy raro entre los animales, un paso gigantesco, pudié- ramos decir, para la comunidad de simios Finalmente, los chimpancés tienen una cultura rudi- mentaria. Durante 25 afios de investigacién en los grupos en libertad en los bosques de Africa, equipos de zodlogos de Europa, Japén y los Estados Unides han descubierto un notable repertorio de uso de herramientas en la vida ordinaria del mono. Dentro de ello se cuentan el empleo de trozos de madera y ramas como armas defensivas en contra de los leopardos; el lanzamiento de palos, piedras y puiiados de vegetacién durante los ataques en contra de los mandriles, los seres humanos y otros chimpancés; la excavacién con palos para abrir los monticulos de los termes y “pescar” los insectos con tallos desprovistos de hojas y partidos a la mitad; abrir cajas con palos y tomar agua de los agujeros de los Arboles con “espon- jas” hechas con hojas masticadas ° El aprendizaje y el juego son vitales para la adquisi- cién de habilidades en el uso de herramientas. Cuando se niega a los infantes chimpancés de dos afios de edad la oportunidad de jugar con palos, se reduce su capa- cidad para resolver problemas con ayuda de trozos de madera al ser de mayor edad. Dada la oportunidad 5 de jugar con objetos, los animales jévenes en cautiverio progresan hacia una relativamente invariable madura- cin de sus habilidades. Antes de los dos afios de edad simplemente tocan o sostienen los objetos sin intentar manipularlos. Cuando crecen, aumenta la frecuencia del uso de un objeto para golpear o tocar otro, en tanto que simulténeamente mejoran en Ja solucién de problemas que requieren el uso de herramientas. Una evolucién semejante ocurre en las poblaciones silvestres de Africa. Los pequefios chimpancés, desde las seis semanas de edad y todavia en el regazo de sus madres, extienden la mano para tocar hojas y ramas, Los de mayor edad inspeccio- han constantemente lo que les rodea, con ojos, labios, lengua, narices y manos, arrancando hojas periédica- mente y moviéndolas. Durante este desarrollo pasan en pequefias etapas a la conducta de uso de herramientas. Se observé a un infante de ocho meses de edad afiadir hojas de pasto a sus otros juguetes, pero con el propé- sito especial de frotarlas contra otros objetos tales como piedras y su madre. Este es el patron de conducta aso- Sado tinicamente con la “pesca” de termites, por medio Gel cual los simios provocan que los insectos se posen sobre el objeto y después rdpidamente los atrapan con los dientes o la lengua. Durante el juego, otros infantes prepararon talles de pasto como herramientas de pesca Gesgarrando los bordes de las hojas anchas y mordis- queando los extremos de los tallos demasiado largos. Jane Goodall # ha obtenido prueba directa de_con- dvicta imitativa en la transmisién de estas tradiciones. # Jane van Lawick-Goodall (Jane Goodall), “The Behavior of Free-Living Chimpanzees in ‘the Gombe Stream Reserve”, “inimal Behavior Monographs, 1 (3): 161-311 (1968); “Mot her-Offspring Relationships in Free-Rangin Chimpanzees”, en ed., Primate Ethology (Aldine, Chicago, 1969), pp. 364-436; “Toolusing in Primates and Others Ver 2 rm Ella observé a los intantes mirar a los adultos cuande ellos usaban herramientas, y después recoger herramien tas y usarlas luego de que se habjan alejado los adultos En dos ocasiones, un joven de tres afios de edad observé a su madre atentamente mientras ella se limpiaba el excremento del trasero usando hojas. Después, él reco- gi6 algunas hojas ¢ imité Jos movimientos, aun cuando su trasero no estaba sucio, ‘Los chimpancés son capaces de inventar técnicas y de transmitirlas a otros. El uso de trozos de madera para abrir cajas de alimentos es un caso de esto. El método fue inventado por uno o algunos de los individuos de la reserva de Gombe Stream, y evidentemente se difundié entre la banda por imitacién. Una hembra nueva en el Grea permanecié oculta entre la maleza mientras obser- vaba a Jos otros tratar de abrir una caja. En su cuarta visita salié de su escondite, tomé un trozo de madera, y empez6 a empujar las cajas con éste. Cada conducta de uso de herramienta registrada en Africa se limita a ciertas poblaciones de chimpancés, pero tiene una distribucién bastante continua dentro de esa rea, Esto es justamente el patron esperado si la con ducta se difunde culturalmente. Los mapas de uso de herramientas por los chimpancés preparados reciente- mente por el zoélogo espafiol Jorge Sabater-Pi ®® pueden colocarse sin que llamen la atencién en cualquier capi- tulo sobre culturas primitivas en un libro de texto de an- tropologia. Aunque soti indirectas la mayoria de Jas prue- bas concernientes a la invencién y transmisién de los tebrates”, Advances in the Study of Behavior, 3: (1970). ® Jorge Sabater-Pi, “An Elementary Industry of the Chim- pazees in the Okorobik6 Mountains, Rio Muni (Republic of Equatorial Africa), West Africa”, Primates, 15 (4): 351-364 (1g74). 195-249 33 usos de herramientas, sugieren que los simios han logra- do cruzar el umbral de la evolucién cultural y que de este modo, en un sentido importante, han pasado al dominio humano. Esta descripcién de la vida de los chimpancés tiene por objeto establecer lo que considero como un aspecto fundamental de la condicién humana: que de acuerdo con las medidas evolutivas convencionales y los criterios principales de Ia psicologia no estamos solos, tenemos una especie de hermanos menores. Los puntos de semejanza entre la conducta social humana y la de los chimpan- cés, unidos a las pruebas indidables anatémicas y bio- égicas de divergencia genética relativamente reciente, forman un conjunto de hechos demasiado acentuados como para desecharse como coincidencias. Ahora creo que estan basados —al menos en parte— en la posesién de genes idénticos. Si hay algo de verdad en esta pro- posicién, se hace atin més urgente la conservacién y un futuro estudio més preciso de estos y los otros grandes antropoides, asi como de los monos del Viejo Mundo y Jos primates inferiores. Un conocimiento més riguroso de estas especies animales nos puede proporcionar un cua- dro més claro de los cambios genéticos sucesivos que levaron al nivel de la evolucién ocupado ‘inicamente por los seres humanos. Para resumir lo que se ha dicho hasta este punto: los rasgos generales de la naturaleza humana parecen limi- tados e idiosincrdticos cuando se sitéan dentro del gran panorama de todas las especies vivientes. La prueba adi- cional sugiere que las formas més estereotipadas de la conducta humana son de caracter mamifero y atin més especificamente, primate, como se puede predecir con base en la teoria evolutiva general. Los chimpancés estan suficientemente cerca de nosotros en los detalles de su vida social y propiedades mentales como para conside- 54 Tr casi humanos en cic tos dominios donde aintes se rarse jumgaba inadecuado hacer cualquier comparacién, Estos srechos estén de acuerdo con la hipétesis de que la con- Gucta social humana descansa sobre bases genéticas, que fa conducta humana esti, para ser mis precisos, organi da por ciertos genes que compartimos con las especies @s- trechamente relacionadas con la nuestra y que hay otros Gque son dinicos de la especie humana. Les mismos hechos se desfavorables para la hipdtesis competidora que ha Gominado las ciencias sociales durante generaciones, que ta humanidad ha escapado de sus propios genes hasta et extremo de estar totalmente ligada a la cultura. ‘Revisemos esto sistemAticamente, el micleo de la hips- tesis genética es la proposicién, derivada en linea recta de la teoria evolucionista neodarwiniana, de que los rasgos de la naturaleza humana fueron adaptativos du- rante la era en la que la especie humana evoluciond y que consecuentemente Ios genes se extendieron entre la poblacién que predisponia a sus portadores a desarrollar esos rasgos. La adaplabilidad significa simplemente que si un individuo presentaba esos rasgos, tenia una mayor posibilidad de que sus genes estuvieran en la siguiente generacién que en el caso de no mostrar esos rasgos. La ventaja diferencial entre los individuos en este sen- tido estricto se llama capacidad genética. Hay tres com- ponentes basicos de la capacidad genética: una mayor supervivencia personal, una creciente reproduccién per- sonal, y el aumento de la supervivencia y reproduccién de los parientes cercanos que compartan los mismos genes debido a la descendencia comin. Una mejoria en cual- quiera de los factores 0 en cualquier combinacién de ellos da por resultado una mayor capacidad genética. El proceso, que Darwin Ilamé seleccién natural, describe tun circulo cerrado de causacién, Si la pasicién de ciertos genes predispone a los individuos hacia un rasgo parti- 55 rT cular, digamos un cierto tipo de respuesta social, y el rasgo a su vez confiere una capacidad superior, los genes ganarn una mayor representacién en la siguiente gene- racién. Si contintia Ja seleccién natural a lo largo de muchas generaciones, los genes favorecidos se extende- rin a toda la poblacién, y el rasgo se convertiré en ca- racterfstico de la especie. De este modo, muchos socio- bidlogos, antropélogos y otros cientificos postulan que la naturaleza humana ha sido determinada por la seleccién natural. Es un hecho curioso, sin embargo, que aumenta la dificultad del andlisis, que la teoria sociobiolégica puede funcionar por medio de la conducta puramente cultural asi como por la conducta genéticamente determinada. Es posible una sociobiologia casi puramente cultural. Si los seres humanos estuvieran dotados solamente con os impulsos més elementales de supervivencia y repro- duceién, junto con cierta capacidad de cultura, aun asi aprenderian muchas formas de conducta social que au- mentarian su capacidad biolégica. Pero, como he demos- trado, hay un limite para la capacidad de esta imitacién cultural, y existen métodos por medio de los cuales pue- den distinguirse de las formas més estructuradas de la adaptacién biolégica. El andlisis requeriré el uso cuida- doso de técnicas de biologia, antropologia y psicologia. Nuestro enfoque se centraré en el buen ajuste de la conducta social humana a la teoria sociobiolégica, y en los testimonios de coercién genética observados en la fuerza y en la naturaleza automética de las predisposi- ciones que muestran los seres humanos al seguir esta conducta.# ™ Criticas recientes en la versién moderna de Ja teoria de Ia seleccién natural aparecen en Anthony Ferguson, “Can Evolu- tionary Theory Predict?”, American Naturalist, 110: 1101-1104 36 Replantearé la proposicion central eu una fornia algo inés enérgica € interesante: si los componentes gené- ticos de la naturaleza humana no se originaron por medio de la scleccién natural, estaré en problemas la teoria evolucionista fundamental. Por lo menos Ia teoria de la evolucién tendria que alterarse debido a una nueva y todavia no imaginada forma de cambio gené- tico en las poblaciones, En consecuencia, un objetivo auxiliar de la sociobiologia humana es conocer si Ia evo- lucién de la naturaleza humana esti de acuerdo con la teorla evolucionista convencional. La posibilidad de que fracase el esfuerzo ofrece a los bidlogos més aventure- ros la no del todo desagradable oportunidad de encon- trar una grieta en el hielo delgado. ‘Se puede afirmar con certeza que la mayor parte de Ja evolucién genética en la conducta social humana ocurrié durante los cinco millones de afios anteriores a la civilizacién, cuando la especie consistia de pequefias poblaciones de cazadores-recolectores relativamente in- méviles. Por otro lado, la mayor parte de la evolucién cultural ha ocurrido desde el origen de la agricultura y las ciudades hace aproximadamente 10 mil afios, Aun- que durante este tiltimo periodo histérico tuvo lugar algiin tipo de evolucién genética, no puede haber con- formado sino una diminuta fraccién de los rasgos de la naturaleza humana. De otro modo, los pueblos cazadores- recolectores sobrevivientes diferirian genéticamente en (1976); G. Ledyar Stebbins, “In Defense of Evolution: Tau- tology of Theory?”, American Naturalist, 111: 386-390 (1977); “Theodosius Dobchansky, Francisco J. Ayaia, G, Ledyard Stebbins y James W. Valentine, Evolution (W. H. Freeman, San Fran 1977); y George F. Oster y Edward O. Wilton, “A Griigue of, Opsimization Theory Evcutionary Biloy", en vaste and Ecology in the Social Incects (Princeton Universi- ty Press, Princeton, N. J, 1978). : _ 37 Wwo de la gente de las naciones indus- ero esto no es el caso. La sociobiolo- gia humana puede someterse a prueba més directamente fen estudios de sociedades cazadoras-recolectoras y las més persistentes sociedades agricolas y pastoriles agrafas Como resultado, la ciencia social mas cercana a la so- Giobiologia es Ia antropologia mas bien que la sociologia ‘ola economia. Es en la antropologia donde pucde estu- Giarse més directamente la teoria genética de la natu- raleza humana El poder de una teoria cientifica se estima por su ca- pacidad para transformat un niimero pequefio de ideas Exiomaticas en predicciones detalladas de fenémenos ob- servables; asi, el tomo de Bohr hizo posible la quimica moderna, y la quimica moderna recreé la biologia ce- lular, Ademés, la validez de una teoria se mide por el grado en el cual sus predicciones compiten exitosamente fon otras teorias para explicar el fenémeno; el sistema Solar de Copérnico derroté al de Ptolomeo después de lun breve debate. Finalmente, una teorfa aumenta su in- fluencia y aprecio entre los cientificos a medida que reine un mayor cuerpo de hechos en esquemas explica torios facilmente recordados y iitiles, y la forma en que los hechos recientemente descubiertos confirman sus pre- tensiones: La Tierra redonda es més plausible que la Tierra plana. Se pueden obtener hechos fundamentales para el avance de la ciencia mediante experimentos Gesignados para el propésito de adquirirlos o a través de la observacién inspirada de fenémenos naturales inalte- tados. La ciencia siempre ha progresado aproximada- mente en esta manera oportunista y zigzagueante. En el caso de la teoria de la evolucién genética de la naturaleza humana, si ha de convertirse en parte de la ciencia verdadera, debemos ser capaces de seleccionar algunos de los mejores principios de la ecologia y la un grado significati triales avanzadas, p 58 ar genética, que en af mismas se basan en Ta teoria, y adap- Brjos en detalle 2 la organizacién humana. La teoria fo solamente debe explicar muchos de los hechos cono- Gidos en una manera mas convincente que las explica- Giones tradicionales, sino que también debe identificar la necesidad de nuevas clases de informacién previamente no imaginadas por las ciencias sociales. La conducta asi explicada debe ser la mas general y menos racional del repertorio humano, la parte més alejada de la influen- cia del reflejo cotidiano y las vicisitudes distractivas de la cultura, En otras palabras, deben implicar fenémenos biolégicos innatos que sean los menos susceptibles de imitacién por la cultura. Estos son requerimientos dificiles de imponer en la joven disciplina de la sociobiologia humana, pero pueden justificarse adecuadamente. La sociobiologia entra a las ‘iencias sociales con credenciales de las ciencias natu- rales e inicialmente con una injusta ventaja psicolégica. Si las ideas y los métodos analiticos de la ciencia “dura” han de trabajar de un modo duradero, se cerrard la divisién entre las dos culturas de las ciencias y las huma- nidades. Pero si nuestros conceptos de Ja naturaleza hu- mana han de alterarse, debe ser por medio de verdades de acuerdo con los canones de la evidencia cientifica y no con un nuevo dogma por més devotamente que se quiera. Varias exploraciones sociobiolégicas del modo ms pro- fundo, algunas razonablemente seguras y otras franca~ mente especulativas, son el tema de los siguientes seis capitulos de este libro. Por el momento, para ilustrar el método, permitaseme ofrecer dos ejemplos concisos. Los tabiies de incesto se encuentran entre los univer- sales de la conducta humana. La prohibicién de las re- laciones sexuales entre hermanos y hermanas y entre padres e hijos existe en todas partes y se logra por medio 59 de sanciones culturales. Pero por lo menos en el case del tabi hermano con hermana, existe una forma bas- tante més profunda y menos racional de obligar al cum- plimiento: autométicamente se desarrolla una aversién Sexual entre personas que han vivido juntas cuando uno ide ellos 0 todos alcanzan la edad de seis afios. Los estu- dios en los Kibutzim israelies, la mayor parte de los cuales han sido Hevados a cabo por Joseph Shepher * Ge la Universidad de Haifa, han demostrado que la aver- sign entre gentes de la misma edad no depende de la relacion consanguinea real. Entre los 2769 matrimonios registrados, ninguno se levé a cabo entre miembros del mismo grupo de edad de kibutz que hayan estado juntos Gesde su nacimiento. No hubo ni siquiera un solo caso registrado de actividad: heterosexual, 2 pesar del hecho dle que los adultos del kibutz no se oponian a ello. Donde ceurre el incesto de cualquier forma en baja frecuencia en sociedades menos cerradas, ordinariamente es una fuente de vergiienza y recriminacién, En general, las re- Jaciones sexuales madre-hijo son las més ofensivas, un poco menos la de hermano-hermana y las de padre+hija Jas menos ofensivas. Pero todas las formas generalmente estin proscritas. En la actualidad, en los Estados Unidos ‘una de las formas de pornografia considerada més re- pulsiva es la que muestra las relaciones sexuales entre padres y sus hijas piberes.2° * Joseph Shepher, Kibbutz Adolescents ve Imprinting”, “Mate Selection among Second-Generation and Adults: Incest Avoidance an Negat hives of Sexual Behavior, 1 (+): 293-307 (1971). La posibilidad de una aversién automftica basada en ik intimidad doméstica temprana fue sugerida por primera vex por Edward Westermark en 1891. ® ‘Tres de las principales explicaciones del tabit del incesto fueron formuladas por primera vez a fines del siglo aux durante EI petiode de florecimiento del evolucionismo en Ta antropo- 60 | a Qué ventaja confieren los tabies de incesto? Una explicacién favorecida entre los antropélogos es que los tabies preservan Ia integridad de la familia evitando la Confusion de roles que resultaria del sexo incestuoso ura, originada por Edward Taylor y convertida en una teorfa antropolégica general por Claude Lévi-Strauss en ga fundamental Las estructuras clementales del paren tesco, es que facilita el intercambio de Jas mujeres du- fante el comercio entre grupos sociales, Las hermanas y fas hijas, en su opinién, no se san para casarse sino para obtener poder. En contraste, la actual explicacién sociobiolégica con- sidera Ja integracién de la familia y el regateo de las novias como subproducto o cuando mucho como factores Contribuyentes secundarios. Identifica una causa mds profunda y urgente, el pesado castigo fisiolégico im- puesto por Ia endogamia, Varios estudios llevados a cabo por especialistas en genética humana han demostrado que aun una cantidad moderada de casamientos entre ‘1 mismo grupo dan como resultado nifios de menor {alla corporal, més pobre coordinacién muscular y des empefio académico. Se han descubierto més de cien genes recesivos que causan enfermedades hereditarias en el estado homozigético, una condicién grandemente Jogia: la hipétesis de Ia integridad familiar por Carl. N. Starcke (1889), la hipétesis de la alianza por Edward Taylor (1889) cee ms Sep defo cametonestndoginiegs por Lewis Henry Morgan (1877). La historia del asunto ha sido fevisada por Marvin Harris, en The Rise of Anthropological Theory (Thomas Y. Crowell, Nueva York, 1968). Una rigurosa revisin cultural eruzada, que considera todas las hipétess com- petidoras y ofrece un sitio para la explicacién biolégica, es la Que proporciona Melvin Ember, “On the Origin and Extension af the Incest Taboo”, Behavior Science Research (Human Re- fais Area Fes, Rew Haven, Connects, 10° 249281 61 aumentada por las mezclas dentro del grupo. Un anélisis de las poblaciones norteamericanas y francesas produjo la estimacién de que cada persona Heva un promedio de cuatro equivalehtes de genes letales: ya sea cuatro genes que causan la muerte directamente en el estado homozigético, © genes que causan la muerte en el 50 por ciento de los homozigotos, u otras diferentes com- binaciones aritméticamente equivalentes de efectos leta- les y debilitantes. Estos nimeros elevados, que son tipicos de las especies animales, significan que quienes se cru- zan con los de su misma familia corren un riesgo mortal, Entre 161 nifios nacidos de mujeres checoslovacas que tuvieron relaciones sexuales con sus padres, hermanos 0 hijos, 15 murieron prematuramente o dentro del primer afio de vida y més del 40 por ciento sufrieron diver- 308 defectos fisicos y mentales, incluyendo grave retraso mental, enanismo, deformidades cardiacas y cerebrales, falta del habla y el oido, agrandamiento del colon, y anormalidades del conducto urinario. En contraste, un grupo de 95 hijos nacidos de las mismas mujeres como producto de relaciones no incestuosas fueron de una nor- malidad promedio dentro de la poblacién en general. Cinco murieron dentro del primer afio de vida, ningu- no tuvo déficiencias mentales serias, y solamente otros cinco tuvieron anormalidades fisicas aparentes.?” * Para explicaciones generales sobre los genes recesivos y los efectos letales de los casamientos endogimicos en los seres hu- manos, véase Curt Stern, Principles of Human Genetics, 3a. ed. (W. H. Freeman, San Francisco, 1973); y L. L. Cavalli Sforza y W. F. Bodmer, The Genetics of Human Populations (W. H. Freeman, San Francisco, 1971). La estimacién de los genes letales en las poblaciones humanas esté en N. E, Morton J. F. Crow, y HJ. Muller, “An Estimate of the Mutational Damage in Man from Data on Consanguineous Marriages”, Proceedings of the National Academy of Sciencés, U.S. A., 42: 855-863 (1956). La investigacién de nifios checoslovacos naci- 62 Las manifestaciones de patologia endogimica consti tuyen una seleccion natural en una forma intensa y no gebigua. La teoria elemental de la genética de la po- biacién predice que cualquier tendencia de conducta evitar el incesto, por més ligero o dudoso, se habria Plrendido hace mucho tiempo entre las poblaciones hu- jranas. Tan poderosa es la ventaja del matrimonio exo- gamico que Puede esperarse que haya llevado consigo BMevolucién cultural. La integridad familiar y el equi- Iibrio de poder durante los regateos politicos pueden ser ciertamente felices resultados de la exogamia, pero més probablemente son mecanismos de conveniencia, adap- faciones culturales secundarias que han hecho uso de la jnevitabilidad de la exogamia por razones biologicas directas. De los millares de sociedades que han existido en la historia humana, solamente algunas de las mas recientes han poseido algtin conocimiento genético. Muy pocas oportunidades se presentaron para hacer cilculos racio- nales de los efectos destructivos de la endogamia. Los consejos tribales no computan las frecuencias de genes ni las cargas de mutacién. La exclusién automatica de la relacién sexual entre individuos que han formado previamente ciertos otros tipos de relaciones —la “voz de la sangre” que promueve las sanciones rituales en contra del incesto— es en gran medida inconsciente e irracional, La exclusion de relaciones mostrada por los nifjos israclies es un ejemplo de lo que los bidlogos Ila- man una causa préxima: en este caso, la exclusion psi- colégica directa es la causa del tabii del incesto. La causa final sugerida por la hipétesis biolégica es la pérdida de capacidad genética que resulta del incesto. Es un incestuesas fue Ievada a cabo por Eva Seema- formé en Time, 9 de octubre, 1972 68 rT hecho que los hijos producidos incestuosamente dejan menos descendientes. La hipétesis biolégica afirma que los individuos con predisposicién genética para la ex. clusién de relaciones y el hecho de evitar el incesto con- tribuyen con un niimero mayor de genes para la siguiente generacién, La seleccién natural probablemente ha avan. zado a lo largo de estas lineas durante millares de generaciones, y por esa raz6n Jos seres humanos int vamente evitan el incesto mediante la regla simple y automdtica de la exclusién de relaciones. Para expresar la idea de un modo mAs claro, que reconoce pero elude temporalmente el proceso del desarrollo consecuente, los seres humanos se guian por un instinto basado en Ios genes. Dicho proceso se indica en el caso de las rela- ciones sexuales hermano-hermana, y hay una fuerte po- sibilidad de que ocurra lo mismo en las otras categorias del tabi de incesto. La hipergamia es la pricctica femenina de casarse con hombres de igual 0 mayor riqueza y status. En los seres humanos y en la mayoria de las especies de animales sociales, es Ja hembra quien asciende mediante su elec- cién de pareja. ¢Por qué esta inclinacidn sexual? La pista vital la han proporcionado Robert L. Trivers y Daniel F. Willard en el curso de trabajos mas gene- rales de sociobiologia. Ellos notaron que entre Jos ani males vertebrados en general, y especialmente en las aves y mamiferos, los machos saludables de gran tamafio se aparean con una frecuencia re'ativamente elevada en tanto que muchos machos mas débiles y més pequefios no Hegan a hacerlo, Pero casi todas las hembras se apa rean exitosamente. Es verdad ademas que las hembras * R.L. Trivers y D. E, Willard, “Natural Selection of Pa- rental Ability to Vary the Sex Ratio of Offspring”, Science, 179: 90-92 (1973) 6 ‘en la mejor condicién fisica producen las crias mas sa- fudables, y que estos descendientes generalmente crecen para ser los adultes més vigorosos y de mayor talla. Trivers y Willard observaron entonces que de acuerdo con Ia teoria de Ja seleccién natural deberia esperarse Jas hembras dieran nacimiento a una proporcién tds elevada de machos cuando son mas saludables, por- que estas crias serfan de mayor tamaiio, se aparearian més exitosamente, y producirian el ntimero maximo de descendientes. Al deteriorarse la condicién de las hem- bras, cambiarfan progresivamente a la produccién de hijas, ya que la descendencia femenina presentaria ahora la inversién més segura. De acuerdo con Ja teorfa de la seleccin natural, los genes que producen esta estra- tegia reproductiva se extenderian a través de la pobla- cién a expensas de los genes que promueven estrategias alternas. Funciona. En los ciervos y en los seres humanos, dos de las especies investigadas con referencia a este pro- blema particular, las condiciones ambientales adversas para las hembras prefiadas se asocian con un promedio desproporcionado ‘en el nacimiento de hijas. Los datos de armifios, cerdos, ovejas y focas también parecen con- cordar con la prediccién Trivers-Willard, El mecanismo directo ms probable es la mayor mortalidad selectiva de los fetos masculinos en condiciones adversas, un fe- némeno que se ha documentado en numerosas especies de mamfferos. Por supuesto es un acto totalmente irracional la alte: racién de las proporciones de sexos del nacimiento; de hecho es fisiolégica. Mildred Dickeman,® una antropé- ® Mildred Dickeman, “Female Infanticide and the Repro- ductive Strategies of Stratified Human Societies! A Prelimna: ry Model”, en Napoleon A. Chagnon y William G. Irons, eds., 65 Tr toga, ha sometido a prueba la teoria en el dominio de Ineonducta consciente. Ella se ha preguntado si la pro porcién entre los sexos se altera por infanticidio después Fel nacimiento en una manera que se ajusta a la mejor estrategia reproductiva. Parece que ese es el caso. En la Tndia precolonial y britdnica, la movilidad social ascen- dente de las hijas por medio del matrimonio con hom- bres de mayor status estaba sancionada por la religién ¥ costumbres rigidas, en tanto que el infanticidio feme- Tino se practicaba rutinariamente en las castas superio- ves, Los Bedi-Sikhs, la subcasta sacerdotal de mayor Rleurnia en el Punjab, eran conocids como Kuri-Mar, los matadores de hijas. Ellos destruian pricticamente toda Ta descendencia femenina ¢ invertfan todo en la crianza de hijos que se casarian con mujeres de las castas fnferiores. En la China prerrevolucionaria, la mayoria dde las clases sociales practicaban habitualmente el infan- ticidio femenino, con los mismos efectos esenciales que en la India, esto es, un movimiento social ascendente de mujeres acompafiadas por su dote, una concentracién tanto de riquezas como de mujeres en las manos de una pequefia clase media y superior, y Ia exclusign casi total ve los hombres mas pobres en el sistema de reproduc: tcién, Queda por ver si este patrén est extendido en las Gultaras humanas. Por el momento, la existencia de aun tunos pocos casos sugiere la necesidad de reexaminar el Yenémeno con mayor atencién a la teorla bioldgica. La hipergamia y el infanticidio femeninos no se recomier dan como procesos racionales. Es dificil explicarlos ex- cepto como una predisposicién heredada para maximizar ‘lindmero de descendientes en competencia con otros tniembros de la sociedad. Si se extiende a otras socie- Evolutionary Biology and Human Social Organization (Dux- bury Press, Scituate, Mass., 1978). 66 dades Ja investigacién del tipo iniciado por Dickeman, ferd una ayuda para someter a prueba esta proposicién de modo més riguroso. Si tiene éxito, se espera que arroje luz sobre los mas profundos procesos mentales que motivan a Ia gente para elegir un complicado pro- grama de accién entre los muchos que estin a ta dis- posicién, en principio, de la opcién racional La naturaleza humana puede sondearse por medio de otras técnicas mas directamente psicolégicas, La conduc- ta que ¢s tanto irracional como universal también debe ser més resistente a los efectos distorsionantes de la pri- vacién cultural que la conducta mas intelectual e indi- vidual, y habr4 menos posibilidades de que sufra |; Jnfluencia de los Lébules frontales y los otros centros superiores del cerebro que sitven como sede de un os samiento racional a largo plazo. Dicha conducta proba- blemente sufra una fuerte influeneia del sistema, im bico, la porcién antigua desde el punto de vista evolutive de Ia corteza localizada cerca del centro fisico del ce rebro. Dado que los controles superiores e inferiores del cerebro estén anatémicamente separados hasta. cierto punto, podemos esperar encontrar seres humanos ocasio- nales cuyas facultades racionales hayan sido lesionadas yr una raz6n u otra pero que contini 4 mares eae que continien funcionando Existen personas de este tipo, En su estudio de pacien- tes en instituciones para retrasados mentales, Richard H. Willis®® ha encontrado que pueden identificarse d tipos distintes. Los “retrasades culturales” tienen una inteligencia bastante por debajo de la normal, pero su conducta conserva muchos atributos exclusivamente hu- manos. Se comunican entre si y con las personas que los » Richard H. Wills, The Institutionalized Sec (tsetse aaa sean fcl04 1ST aa a or rr atienden por medio del lenguaje, ¢ inician una variedad de acciones relativamente refinadas, tales como cantar solos 0 en grupos, escuchar grabaciones, ver revistas, trabajar en cosas sencillas, bafiarse, peinarse, fumar ci- garrillos, intercambiar ropas, jugar y dirigir a otros, y ofrecerse para hacer favores. El segundo grupo, los “re- trasados no culturales”, representan un sabito y drama. tico descenso en sus capacidades. Ellos no desempefian ninguna de las acciones que hemos sefialado. Sus inter. ‘cambios con ottos comprenden pocos actos que puedan ‘alificarse como comunicacién verdaderamente humana, De este modo, la conducta cultural parece un todo psico- légico ubicado en el cerebro o negado en un solo enorme paso. Pero los retrasados no culturales conservan un gran Tepertorio de conducta més “instintiva”, acciones indi- Viduales compleja y reconociblemente mamiferas. Se co- qnunican con expresiones faciales y sonidos cargados de emocién, examinan y manipulan objetos, se masturban manualmente, observan a otros, roban, recorren peque- os territorios, se defienden, y juegan, tanto como indi- viduos como en grupos. Frecuentemente buscan contacto fisico con otros; ofrecen y solicitan afecto por medio de gestos inconfundibles expresados vigorosamente. Précti- camente ninguna de sus respuestas es anormal en sen- tido biologico. Simplemente el destino ha negado a estos pacientes entrar en el mundo cultural de la corteza ex- terior del cerebro. “Trataré ahora de responder a la importante pero de- licada pregunta de cudnta conducta social varia gené- ticamente dentro de la especie humana, El hecho de que la conducta humana todavia tenga una estructura basada en Ia fisiologia y de que es mamifera en sus afi- ridades més cercanas sugiere que ha estado sujeta a la evolucién genética hasta época reciente. Si eso es verdad, a variacion genética que afecta a la conducta pudiera 8 haber persistido hasta la era de la civilizacién, Pero esto bavquiere decir que exista ahora dicha variacién. ‘Hay dos posibilidades igualmemte concebibles, la pri- mera es que al alcanzar su estado presente la especie fumana agot6 su variabilidad genética. Un conjunto de Shumanos que afecten la conducta social, y sdlo un eenjunto, sobrevivieron a la larga senda a través de la prehistoria. Esta es la opinion implicitamente favorecida por muchos cientificos sociales y, dentro del espectro de ths ideologias politicas que plantean dichas preguntas por muchos intelectuales de la izquierda. Ellos conceden Que los seres humanos evolucionaron alguna vez, pero solamente hasta el punto de convertirse en una especie tniforme, que posee un Ienguaje y que es portadora de Ja cultura. Para los tiempos histéricys la humanidad se habia convertido en arcilla en manos del medio am- biente. Ahora solamente puede ocurrir evolucién cultu- tal. La segunda posibilidad es que por lo menos existen todavia algunas variaciones genéticas. La humanidad pudo haber cesado de evolucionar, en el sentido de que €: viejo modo biolégico de la seleceién natural ha aflo- jado su presa, pero la especie todavia es capaz de evo- lucién tanto genética como cultural. El lector debe notar que cualquiera de las dos posi bilidades, la determinacién completamente cultural fren- te a la determinacién tanto cultural como genética en Ia variabilidad dentro de la especie, es compatible con el enfoque sociobiolégico més general de la naturaleza humana, o sea que los rasgos més diagnésticos de la con- ducta humana evolucionaron por seleccién natural y que ahora estén limitados en todas las especies por conjuntos particulares de genes.#* ® Revisiones de la genética de la conducta humana aparecen en G. E. McCleam y J. C, DeFries, Introduction to Behavioral Genetics (W. H. Freeman, San Francisco, 1973); y Lee Bhr- 69 rT Una ver presentadas estas posibilidades en forma de libros de texto, debo afiadir que hay pruebas convincentes, de que una considerable parte de la variacién de la con- ducta humana se basa en diferencias genéticas entre in- dividuos, Hay mutaciones innegables que afectan a la conducta. De estos cambios en la composicién quimica de los genes o en la estructura del ordenamiento de los cromosomas se han identificado mas de 30 que afectan a la conducta, algunos por desérdenes neurologicos, otros, por la limitacién de la inteligencia. Uno de los ejemplos més controvertidos pero al mismo tiempo informativos es el macho XYY. Los cromosomas X y Y determinan el sexo en los seres humanos; la combinacién XX pro- duce una hembra, la XY un macho. Aproximadamente 0.1 por ciento de la poblacién accidentalmente adquiere un cromosoma Y extra en el momento de la concepcién, y estos individuos XYY son todos del sexo masculino, Los individuos XYY se desarrollan como hombres de gran estatura, la gran mayoria de més de 1.80 m. Tam. bién entre ellos es mayor la frecuencia de los que ter- minan en prisién y hospitales para criminales dementes. En un principio se pens6 que el cromosoma extra inducia tuna conducta més agresiva, creando lo que es en efec- to una clase de criminales genéticos. Sin embargo, un es- tudio estadistico levado a cabo por el psicélogo de Prin- ceton Herman A. Witkin * y sus asociados, con una gran cantidad de datos de Dinamarca, ha Mevado a una in- terpretacin mas benigna, Se encontré que los hombres XYY no son mids agresivos que lo normal ni muestran ningiin patrén de conducta particular que los distinga man y P. A. Parsons, The Genetics of Behavior (Sinauer Asso- ciates, Sunderland, Mass, 1976). "HA. Witkin ef al., “Criminality in XYY y XXY Men”, Science, 193: 547-555 (1976). 70 del resto de la poblacién danesa. La nica desviacién Getectada fue un promedio més bajo de inteligencia. La explicacién més simple es que los hombres XYY sufren una mayor tasa de encarcelamiento porque simplemen- te son menos habiles para escapar a la deteccidn. Sin embargo, se requiere cautela, La posibilidad de la he- rencia de formas mas especificas de predisposicién hacia una ctiminalidad personal no ha sido excluida por este inico estudio. De hecho, se han identificado mutaciones que alteran rasgos espectficos de la conducta. El sindrome de Turner, que ocurre cuando solamente se trasmite uno de los dos cromosomas X, no solamente implica una inteligencia general mds baja sino también una incapacidad parti- cularmente profunda en la habilidad para recordar for- mas y orientarse entre la derecha y la izquierda en los mapas y otros diagramas. El sindrome de Lesch-Nyhan, inducido por un solo gene recesivo, causa tanto un des- censo de la inteligencia como una tendencia compulsiva para desgarrarse el cuerpo, dando como resultado auto- mutilaciones. Las victimas de estos y otros des6rdenes genéticos, al igual que los que sufren grave retraso mental, ofrecen oportunidades extraordinarias para una mejor comprensién de la conducta humana. La forma de andlisis por medio del cual pueden ser estudiados con mayor ventaja se lama diseccién genética. Una vez que aparece la condicién, a pesar de las precauciones médi- cas, debe examinarse rigurosamente en un intento de ubicar la proporcién alterada del cerebro y de encontrar qué hormonas y otros agentes quimicos produjeron el cambio sin que, sin embargo, hayan tocado fisicamente el cerebro, De este mado puede diagramarse la maquina a través del mal funcionamiento de sus partes. Y no caigamos en la trampa sentimental de llamar a esto un n fr procedimiento inhumano; es el modo més seguro de en. contrar una curacién médica para esos mismos males. ‘La mayoria de las mutaciones suficientemente inten sas como para analizarse con tanta facilidad como las ‘anomalias de Turner y de Lesch-Nyhan también causan defectos y enfermedades. Esto es cierto en plantas y ani. males asi como en seres humanos, y debe esperarse. Para comprender por qué, consideremos Ja analogia de la he- encia con la delicada construccién de un reloj. Si se altera un reloj al sacudirlo o golpearlo, de la misma ma- nera que la quimica del cuerpo humano se transforma al azar por una mutacién, la accién tiene una probabi- lidad mucho mayor de afectar que de mejorar la preci- sién del reloj. Este conjunto de ejemplos, sin embargo, deja sin respuesta la cuestion de Ja variacién genética y Ja evolucién de la conducta social “normal”. Como regla, rasgos tan complejos como la conducta humana sufren la influencia de muchos genes, cada uno de los cuales comparte solamente una fraccién del control total. Estos “poligenes” ordinariamente no pueden identificarse de- tectando y siguiendo la pista de las mutaciones que los, alteran, Deben ser evaluados indirectamente por medios estadisticos. E] método més ampliamente usado en la genética de la conducta humana es la comparacién de pares de mellizos idénticos con pares de mellizos frater- nos, Los mellizos idénticos se originan en el titero de un solo évulo fertilizado. Las dos células producidas por la primera divisién del évulo no permanecen unidas para ™ Los sindromes de Lesch-Nyhan y de Tumer se describen en J. G, DeFries, S. G. Vandenberg y G. E. McClean, “Gene- tics of Specific Cognitive Abilities", Annual Review of Genetics, 10; 179-207 (1976); y C. R. Lake y M. G. Ziegler, “Lesch- Nyhan Syndrome: Low Dopamine-Hydroxylase Activity and Di- minished Response to Stress and Posture”, Science, 196: 905- 906 (1977). 2 determinar los comienzos del feto, sino que se separan producir los comienzos de dos fetos. Debido a que Pe mellizos se originaron de la misma célula, que tenfa tun solo niicleo y un solo conjunto de cromosomas, son genéticamente idénticos. Los mellizos fraternos, por con- Beste, se originan de évulos separados que han Megado 2 Jos conductos reproductivos y que han sido fertilizados por diferentes espermatozoides al mismo tiempo. Produ- fen fetos que genéticamente no estin més relacionados entre si que lo que pudieran estar hermanos 0 hermanas nacidos en diferentes afios. ‘Los mellizos idénticos y fraternos nos ofrecen un ex- jmento controlado naturalmente. El control es el conjunto de pares de mellizos idénticos: cualquier dife- rencia entre los miembros de un par debe atribuirse al medio ambiente (climinando la muy rara ocurrencia de una mutacién nueva). Las diferencias entre los miem- bros de un par de mellizos fraternos puede deberse a su herencia, su. medio ambiente, o a cierta interaccién entre su herencia y su medio ambiente. Si en un rasgo determinado, tal como estatura y forma de la nariz, se demuestra que los mellizos idénticos son mas parecidos entre si como promedio que lo son los mellizos fraternos del mismo sexo, la diferencia entre las dos clases de me- Ilizos puede tomarse como prueba prima facie de que el rasgo esta influido hasta cierto grado por la herencia, Usando este método, los geneticistas han implicado a la herencia en la formacién de una variedad de rasgos que afectan las relaciones sociales: habilidad para los na- meros, fluidez con las palabras, memoria, el momento de Ia adquisicién del lenguaje, deletreo, construccién de frases, habilidad perceptual, habilidad psicomotora, in- troversién-extroversion, homosexualidad, la edad de la primera actividad sexual, y ciertas formas de la neuro- 3 Tr sis y psicosis, incluyendo conducta maniacodepresiva y esquizofrenia.* Hay una trampa en estos resultados que hace que no sean tan definitivos. Los mellizos idénticos regularmente son tratados de modo similar por sus padres, en una medida mayor en que lo son los mellizos fraternos. Se les suele vestir del mismo modo, se les mantiene juntos durante periodos mayores, se les alimenta de la misma manera, y asi por el estilo. Por lo tanto, en ausencia de otra informacién, es posible que la mayor similitud de los mellizos idénticos pudiera, después de todo, atribuirse al medio ambiente, sin embargo, ahora existen técnicas més refinadas que pueden tomar en cuenta este factor adicional. Dicho refinamiento fue empleado por los psi- célogos John C. Loehlin y Robert C. Nichols * en su anilisis de los antecedentes y actuacién de 850 pares de mellizos a los que se hizo la prueba de la National Merit » BI método del andlisis de meliizos se describe més amplia- mente en G. E. McClearn y J. C. DeFries, Introduction to Be- havioral Genetics. Estudios especiales interesantes son: L. L. Heston y J. Shields, “Homosexuality in Twins: a Family Study and a Registry Study”, Archives of General Psychiatry, 18: 149- 160 (1968); y N. G. Martin, L. J. Eaves y H. J. Eysenck, “Genetical, Enviromental and’ Personality Factors in Influen- cing the Age of First Sexual Intercourse in Twins", Journal of Biosocial Science, 9 (1): 91-97 (1977). Ademés, Sandra Scart y Richard. A. Weinberg han proporcionado nuevas pruebas im- Portantes sobre la herencia de la inteligencia y rasgos de la per- fonalidad basados en comparaciones de nifios criados por pa- dres biolégicos con relacién a los criados por padres adoptivos (Attitudes, Interests, and 1Q”, Human Nature, I (4): 29-36, 1978). Aunque ocurre considerable variacién genética entre {a- milias dentro de la misma poblacién, Scar y Weinberg no pi Gieron encontrar pruebas de diferencias de IQ en promedio entre los notteamericanos de ascendencta africana y europea. "J.C. Loehlin y R. C. Nichols, Heredity, Environment, and Personality (University of Texas Press, Austin, 1976). + Scholarship en 1962. Se examinaron y evaluaron no sola- mente las diferencias entre los mellizos idénticos y fra- ternos, sino también los ambientes iniciales de todos los sujetos, Los resultados demostraron que el tratamiento 4 los mellizos idénticos, generalmente més andlogo, no és suficiente como para explicar su mayor similitud en Jas habilidades generales, rasgos de personalidad, o aun de ideales, objetivos e intereses vocacionales, La conclu- sign es que las similitudes se basan en gran parte en proximidad genética, o que funcionan factores ambien- tales que permanecieron ocultos a los psicélogos. Mi impresién general de la informacién existente es que el Homo sapiens es una especie animal convencio- nal con referencia a la calidad y magnitud de la diversi- dad genética que afecta a su conducta. Si la comparacién es correcta, 14 unidad psiquica de la humanidad ha re- ducido su status de un dogma a una hipétesis que puede comprobarse. También creo que pronto podremos identificar mu- chos de los genes que influyen en Ja conducta. Gracias principalmente a los avances en las técnicas para iden- tificar diferencias diminutas en los productos quimicos prescritos por los genes, ha crecido mucho nuestro cono- cimiento de los detalles sutiles de la herencia humana durante los pasados 20 afios. En 1977 los geneticis- tas Victor McKusick y Francis Ruddle®* reportaron en Science que se habian distinguido 1200 genes; de éstos, la posicién de 210 se habia establecido con respecto a un cromosoma particular, y por lo menos habia sido ubicado un gene en cada uno de los 23 pares de cromo- somas, Muchos de los genes afectan rasgos anatémicos y bioquimicos que tienen una influencia minima sobre "V. A, McKusick y F. H. Ruddle, “The Status of the gene map of the chromosome”, Science, 196: 390-405 (1977). 15 Fr la conducta, pero algunos de ellos afectan a la conducta de modo importante, y algunas mutaciones de conducta han sido estrechamente relacionadas con cambios bio- quimicos conocidos. Tgualmente, se conocen controles sutiles de la conducta que producen alteraciones en los niveles de hormonas y substancias transmisoras que ac- tian directamente sobre las células nerviosas. Las re- cientemente descubiertas encefalinas y endorfinas son substancias semejantes a la proteina de estructura relati- vamente simple que pueden afectar profundamente el humor y el temperamento, Una sola mutacién que altere la naturaleza quimica de una o més de ellas puede cam- biar la personalidad del individuo que la sufra, 0 por lo menos se desarrollarA una personalidad opuesta a otra en un determinado ambiente cultural.!’ De este modo es posible, y a mi juicio aun probable, que las posiciones de los genes que tengan efectos indirectos sobre las for- mas més complejas de la conducta pronto serén locali- zadas en los cromosomas humanos. No es probable que estos genes prescriban patrones particulares de conducta; no habré mutaciones de una prictica sexual particular © del modo de vestir. Los genes de la conducta mAs po: siblemente influyen en las reas de la forma e intensi- dad de las respuestas emocionales, los umbrales de la excitacién, la facilidad para aprender ciertos estimulos en relacién a otros, y el patron de sensibilidad a los factores ambientales adicionales que sefialan a la evo- jucién cultural en una direccién en vez de hacia otra. Es igualmente interesante saber si llegan a ocurrir di- ferencias “raciales” en la conducta. Pero primero debo curarme en salud, ya que éste es el més emocionalmente * Véase, por-ejemplo, Joan Archart-Treichel, “Enkephalins: ‘More than Just Pain Killers”, Science News, 112 (4): 59, 62 (1977). 16 explosive y politicamente peligroso de todos los temas. La mayoria de los bidlogos y antropélogos usan la ex- ign “racial” de modo incidental y con ello no im- plican nada més que la observacién de que ciertos , como la estatura promedio o el color de la piel, varian genéticamente de una localidad a otra, Si se dice que los europeos y asidticos difieren entre sien una propiedad determinada, la afirmacién significa que el Fasgo cambia en algin patron entre Asia y Europa, No implica que ciertas “razas” puedan definirse en base en ese rasgo, y deja abierta una fuerte posibilidad de que el rasgo muestre variaciones adicionales dentro de par- tes diferentes de Asia y Europa, Ademis, diversas pro- piedades en la anatomia y la fisiologia —por ejemplo, al color de la piel y la capacidad para digerir leche— muestran patrones que varian ampliamente en su dis- tribucién geogrdfica (“racial”). Como consecuencia, la mayoria de los cientificos han reconocida desde hace mucho tiempo que no vale la pena tratar de defi razas humanas particulares. De hecho esas entidades no existen. Y no menos importante: la descripeién de varia- ciones geograficas en un rasgo u otro por un bidlogo o antropélogo o cualquier otro cientifico no debe evar consigo juicios de valor concernientes a la importancia de las caracteristicas definidas.3* ‘Ahora estamos preparados para preguntar de manera més plenamente objetiva: gocurren variaciones geogré- ficas en la base genética de la conducta social? Hay pruebas convincentes de que casi todas las diferencias entre las sociedades humanas se basan en el aprendi- » Para un andlisis més amplio de la naturaleza de la varia- cién geografica, véase Ed-O. Wilson y Willian 1. Brown, “The Subspecies concept and its taxonomic. application", Systematic Zoology, 2 (3): 97-111 (1953) 7 A al zaje y el acondicionamiento social més bien que en la hecencia. Y, sin embargo, tal vez no todas. Daniel G. Freedman, psicdlogo de la Universidad de Chicago, se ha enfrentado a esta cuestién con una serie de estudios sobre la conducta de infantes recién nacidos de diversos origenes raciales, Ha detectado un promedio significa. tive de diferencias en locomocién, postura, agilidad mus- cular de varias partes del cuerpo, y respuesta emocional que no pueden explicarse razonablemente como resul- tado del adiestramiento o aun del acondicionamiento dentro del seno materno. Los recién nacidos chino-nor- teamericanos, por ejemplo, tienden a ser menos cambia- bies, menos perturbables por el ruido y el movimiento, més capaces de ajustarse a nuevos estimulos ¢ incomo- Gidades, y més répidos para calmarse que los. infantes caucdsico-americanos. Para usar palabras més_precisas, se puede decir que una muestra al azar de nifios cuyos sneestros se originaron en ciertas partes de China difie- fen en estos rasgos de conducta de una muestra seme- jante de ascendencia europea. Hay también cierta indicacién de que las diferencias promedio continian en la nifiez. Uno de Ios estudian: ey de Freedman, Nova Green,!® encontré que los nifios chino-norteamericanos de las guarderias infantiles de Chicago pasaban menos tiempo para acercarse y tener jnteraccién con sus compafieros de juego y més tiempo fen proyectos individuales que el empleado por sus com- pafleros. europeo-norteamericanos. También mostraron Fiferencias interesantes en temperamento: » Daniel G. Freedman, Human Infancy: An Evolutionary Perspective (Lawrence Erlbaum, Hillsdale, N. J., 1974), ee” Green, “An Exploratory Study of Aggression and spacing in Two Preschool Nurteres: Chinese-American and Eoacpean Americén’” (tesis de maestria, Universidad de Chica- go, 1969). 78 ‘Aunque Ia mayoria de los nifios chino-norteamericanos es- aban en la “edad de clevada excitacién’, entre los tres y Jos cinco afios, mostraban conducta emocional poco intensa Corfan y saltaban, reian y se Hamaban mutuamente, mon faban en bicicleta y patinaban igual que tos nifios ‘de las beras guarderias infantiles, pero el nivel del ruido era no- fablemente bajo y la atmésfera emocional proyectaba se- fenidad en ver de escindalo. Las expresiones faciales im- pasibles daban a los nifios un aite de dignidad y control Be st mismos, pero éste era solamente un elemento que sfectaba a la impresign total. Los movimientos fisicos pa- fecfan més coordinados, no se observaban tropiezos, caidas, Empujones 0 roces, no se escuchaban gritos, Hantos 0 ‘hoques, ni siquiera ese sonido habitual en otras guarderias, fas voces que se elevan en disputas morales altamente indig- rnadas. No se observaron disputas de propiedad y solamente tna version moderada de “conducta combativa”, ciertas tuchas bien intencionadas entre los nifios de mayor edad. Los nifios navajos sometidos a prueba por Freedman y sus ayudantes eran atin mds tranquilos que los nifios chinos. Cuando se les levantaba en posicién erecta y se Jes empujaba hacia adelante tendian menos a impulsar las piernas con el movimiento natural al caminar; cuan- do se les colocaba en posicién sedente, sus espaldas se doblaban; y cuando se les colocaba sobre el estmago, hacian menos intentos para gatear. Ha sido algo con- vencional atribuir la pasividad de los nifios navajos a la prictica de Hevarlos en una tabla atados firmemente sobre la espalda de la madre. Pero Freedman sugiere que en realidad puede ocurrir lo contrario: que Ia rela- tiva tranquilidad de los nifios navajos, un rasgo apa- rente desde su nacimiento, les permite que toleren ser Ilevados de esa manera sujetos. El llevar a los nifios atados en una tabla a la espalda representa un compro- 9 miso funcional entre Ia invencién cultural y la constitu: cin infantil. Dado que la humanidad es una especie biolégica, no debe sorprender encontrar que las poblaciones hasta cierto grado sean genéticamente diversas en las propie- dades fisicas y mentales subyacentes a la‘conducta social, Un descubrimiento de esta naturaleza no altera los idea- les de la civilizacién occidental, No se nos obliga a creer en la uniformidad bioldgica para afirmar la libertad y la dignidad humana, El sociélogo Marvin Bressler ha expresado esta idea con precision. “Una ideologia que tacitamente apela a la igualdad biolégica como condi- ci6n para la emancipacién humana corrompe la idea de Ta Tibertad. Ademés, impulsa a los hombres decentes a temblar ante la perspectiva de hallazgos ‘inconvenientes’ que puedan surgir de la futura investigacién cientifica. Este indebido antiintelectualismo .es doblemente degra- dante porque probablemente es inecesario.” Tré més lejos para sugerir que el legado final de la diversidad genética es la esperanza y el orgullo y no el desaliento, porque somos una sola especie, no dos o més, tun gran sistema de reproduccién a través del cual fluyen y se mezclan los genes en cada generacién. Debido a ese flujo, la humanidad considerada a través de muchas generaciones comparte una sola naturaleza humana den- tro de la cual influencias hereditarias relativamente me- nores se repiten a través de patrones siempre cambiantes, entre los sexos y a través de las familias de poblaciones enteras. Para comprender la enorme importancia de esta unidad biolégica, imaginemos nuestro desaliento moral si los hombres-monos australopitécidos hubieran sobre- vivido hasta la época actual, con una inteligencia si- © Marvin Bressler, “Sociology, Biology and Ideology”, en David Glass, ed., Genetics (Rockefeller University Press, Nueva York, 1968), pp. 178-210. 80 \ entre la de los chimpancés y los seres humanos, rados genéticamente para siempre de ambos, evolu- sepnando detras de nosotros en lenguaje y en las facul- fades superiores del razonamiento, ¢Cudl hubiera sido fruestra obligacién para ellos? ¢Qué hubieran dicho los fedlogos, 0 10s marxistas, que pudieran ver en ellos la forma més extrema de una clase més oprimida? ¢Divi- giriamos el mundo, y harlamos su elevacién mental hasta el nivel humano, y estableceriamos un dominio de dos especies basado en un tratado de paridad intelectual y tecnologica? zNos asegurariamos de que no se ele- Yaran mas? Pero atin peor, imaginemos nuestro pre- Yicamento si coexistiéramos con una especie humana superior mentalmente, digamos Homos superbus, que nos Considerara, a la especie menor del Homy sapiens, como un problema moral. BL Fr IH. DESARROLLO Ex évuto recién fertilizado, un corpisculo que mide 1/500 de centimetro de didmetro, no es un ser humano, Es un conjunto de instrucciones que se envian flotando a Ja cavidad del titero, Envueltos dentro de su micleo esférico hay aproximadamente 250 mil o més pares de genes, de los cuales 50 mil dirigiran la combinacién de las proteinas y el resto regulardn su ritmo de desarrollo. Después que el Svulo penetra a la pared del titero lena de sangre, se divide nuevamente una y otra vez. Las masas expandentes de células hijas se doblan y se pliegan para formar bordes, curvas, y capas. Después, cambiando como algin caleidoscopio magico, se reordenan a sii mismas para formar el feto, una configuracién precisa de vasos sanguineos, nervios, y otros tejidos complejos, Cada di- visién y migracién de las células es orquestada por un flujo de formacién quimica que proviene de los genes del conjunto exterior de proteinas, grasas, y carbohidra- tos que forman la substancia de las células constituyentes. En nueve meses se ha creado un ser humano. Fun- cionalmente es un tubo digestivo rodeado por capas de misculo y piel. Sus partes se refrescan constantemente con sangre impulsada a través de vasos sanguineos ce- rrados por el ritmico bombeo de un corazén formado recientemente. Las acciones corporales limitadas estén coordinadas por un intrincado interjuego de hormonas y nervios. Los érganos reproductives permanecen dormi- dos; aguardan las precisas sefiales hormonales que afios después iniciardn la segunda y final fase de su creci- miento y les pediran que completen el papel biolégico definitive del organismo. Encima de este conjunto se 82 asienta el cerebro. Su peso es de 500 gramos, su con- sistencia la de la jalea espesa, y su fina estructura, la maquinaria mas complicada que se haya producido sobre Ia Tierra. Bl cerebro contiene una configuracién exacta de unos 10 mil millones de neuronas, o unidades celu- lares, cada una de las cuales hace cientos 0 aun miles de contactos con otras neuronas. Gran ntimero de fibras nerviosas pasan desde el cerebro a través de Ia espina dorsal, donde se conectan con otros nervios que tras- miten informacién e instrucciones en uno y otro sentido a los restantes drganos del cuerpo. El sistema nervioso central, que comprende el cerebro y Ia espina dorsal enlazados, recibe sefiales eléctricas de no menos de mil millones de elementos sensoriales, desde los hastoncillos visuales de la retina hasta los corptisculos sensibles a la presién de la piel. Vemos que el infante recién nacido esta ensamblado con precisién sobrecogedora. Los movimientos de sus ojos son dirigidos por millones de células nerviosas que se extienden desde los muisculos del ojo hasta estaciones reflejas entre el ojo y el cerebro, asi como por centros integradores superiores distribuidos en los campos ocu- lares frontales y en otros centros de la corteza cerebral. El bebé escucha: los sonidos de cada frecuencia activan un enjambre particular de reflectores en el oido interno, que envian sefiales a masas correspondientes de células nerviosas a niveles sucesivamente mis elevados del ce- rebro. Las sefiales pasan hacia dentro, como si se eje- cutaran melodias en un teclado de piano proyectadas desde el ofdo interno, y después mediante una nueva escala diaténica en diversas estaciones en el cerebro pos- terior, luego a los coliculos inferiores del cerebro medio y a los cuerpos geniculados medios del cerebro frontal, y finalmente a la corteza auditiva de éste, donde de al- 83 guna manera mis alla de nuestra comprensién actual la mente “escucha” el sonido.t Este maravilloso robot es enviado al mundo bajo el cuidado de sus padres. Su experiencia rpidamente acumulativa pronto lo transformaré en un individuo de pensamiento y sensaciones independientes. Mas tarde se agregan los componentes esenciales de la conducta so. cial: el lenguaje, la relacién con los dems, la indig. nacién del ego lastimado, el amor, el tribalismo, y todo fl resto del repertorio especificamente humano. Pero ghasta qué grado la conexién de las neuronas, tan ine. gablemente codificada en los genes, preordena las direc. ciones que seguir el desarrollo social? gEs posible que el diagrama de esas conexiones haya sido construido por Ia evolucién solamente para ser un mecanismo para todo propésito, adaptable mediante el aprendizaje a cual quier modo de existencia social? ‘Este es entonces e] marco de referencia por medio del cual apreciamos las plenas dimensiones del problema empirico de la conducta humana: de 250 mil genes a 10 mil millones de neuronas y a una variedad potencial desconocida de sistemas sociales. En el iltimo capftulo usé la comparacién de la humanidad con especies de animales sociales para demostrar que la conducta huma- na comtemporanea esté constrefiida por la herencia. Como Io anticipé la teoria evolucionista, el desarrollo de Ia conducta se canaliza en direccién de los rasgos més * Se ofrecen descripciones de las neuronas visuales, con una penetrante discusién filosdfica, en Gunther S. Stent, “Limits to the Scientific Understanding of Man”, Science, 187: 1052-1057 (1975); y para una de las principales investigaciones sobre el tema, David H. Hubel, en “Vision and the brain", Bulletin of the American Academy of Arts and Sciences, 31: 17-28 (1978); {1 sistema auditivo es descrito por Harry J. Jerison, “Fossi Evidence of the Evolution of the Human Brain”, Annual Review of Anthropology, 4: 27-58 (1975). ry \ aie eralmente mamiferos. Pero ces ésta la ultima etapa Be nuestro potencial? gHasta donde puede Ievarse a foe seres hummanos a través o aun fuera de los canales mmamiferos? La respuesta debe buscarse en el estudio Gel desarrollo individual con referencia especial al de- terminismo genético? “AI fin hemos legado a la frase clave: determinismo ftico. De su interpretacién depende toda la relacién Sitre la biologia y las ciencias sociales. Para aquellos que desean rechazar las implicaciones de la sociobiologia Ge primera mano, significa que el desarrollo es seme- jante al de los insectos, confinado a un solo canal, lo de un conjunto determinado de genes al co- iientemente predestinado patrén ‘nico de con- ducta. La vida de un mosquito encaja perfectamente en este concepto estrecho. Cuando un adulto alado emerge de su envoltura pupal, solamente dispone de unos pocos dias para completar un conjunto de complicadas ma- niobras que terminaran con el depésito de los huevos fertilizados en agua orginicamente contaminada. Ambos sexos entran en accién ripidamente. El zumbido creado por el aletear de Ja hembra, tan irritante para el ofdo humano, es una cancién de amor para el macho. Sin experiencia previa vuela en direccién del sonido. El zumbido de un mosquito hembra de la fiebre amarilla tiene entre 450 y 600 hertz (ciclos por segundo). En el laboratorio, los entomélogos han atraido a machos sim- plemente golpeando un diapasén afinado en esta fre- * Para una rigurosa discusién filosdfica del determinism, in- luyendo su posible significado en la psicologia, véase Bernard Berofsky, Determinism (Princeton University Press Princeton, N. J., 1971) 4+" Bl ejemplo del mosquito y otras historias de casos de conducta estereotipada aparecen en Thomas Eisner y Edward O- Wilson, eds., Animal Behavior (W H. Freeman, San Francisco, 1976). 85 cuencia, Cuando se coloca una tela delgada sobre ¢ diapasén, algunos de los mosquitos més excitados inten, tan acoplarse con ella, La hembra del’ mosquito no puede permitirse ser tan impetuosa, pero los. episodios de su vida siguen un orden rigido prescrito por sus genes. Ella busca presas humanas y otros mamiferos por su calor o, en el caso de algunas especies, por el olor de dcido lictico que emana de la piel. Posindose sua- vemente sobre ésta, Ia sondea con dos estiletes afilados microsc6picos. Las puntas atraviesan la piel en busca de tun vaso sanguineo, de modo muy semejante al de un buscador de petréleo perforando un pozo. En ocasiones aciertan a una vena y en ocasiones no. La hembra de por lo menos una especie de mosquito identifica la sangre por el sabor de una substancia quimica lamada difosfato de adenosina (DFA) encontrada en los glébu Jos rojos. La tinica importancia aparente del DFA entre Jos centenares de constituyentes disponibles en 1a sangre es que sirve como una sefial inmediatamente accesible, Otras “sefiales de estimulo” igualmente arbitrarias guian al mosquito a los estanques adecuados y pequefios de- pésitos de agua donde puede poner sus huevos con seguridad. EI mosquito es un autémata. No puede permitirse nada més. Hay aproximadamente 100 mil células ner- viosas en su diminuta cabeza, y cada una debe de so- portar su peso. El nico modo de funcionar con precisién y exitosamente a través de todo un ciclo vital que dura unos cuantos dias es por medio del instinto, una secuen- cia de conductas rigidas programadas por los genes para desarrollarse répida e inequivocamente desde el momen- to del nacimiento hasta el acto final de la postura de huevecillos. Los canales del desarrollo mental humano, en con- traste, son variables e intrincados, Ms que especificar 86 un solo rasgo, los genes humanos prescriben la capaci Jed para desarrollar un cierto ordenamiento de rasgos. En algunas categorias de conducta, el ordenamiento es Hmitado y el resultado puede alterarse solamente me- dante un adiestramiento riguroso, si acaso se logra. En Seros, el ordenamiento es amplio y facilmente se influye sobre el resultado. Un ejemplo de conducta restringida es el curdismo, Toda persona est biolégicamente predispuesta a usar Ia mano derecha o ser zurda.t En las sociedades occi- dentales contemporaneas, los padres son relativamente tplerantes en cuanto a la conducta de sus hijos en este aspecto, quienes por Jo tanto siguen la direcci6n esta- blecida por los genes que determinan este rasgo. Pero Jas sociedades tradicionalistas chinas todavia ejercen una fuerte presién social que favorece el uso de la mano derecha. En su estudio reciente de nifios de Taiwan, “La prueba del factor hereditario en el uso preferente de una mano aparece en Curt Stern, Principles of Human Gene- ier, Sin embargo, muchos de los datos importantes han sido feanalizados y puesta en duda su importancia por Robert L. Collins ("The Sound of One Paw Clapping: An Inquiry into the Origin of Left-Handedness”, en Gardner Lindzey y Delbert D. Thiessen, eds, Contribution: to Behavior-Genetic Analysis: The Mouse as a Prototype (Appleton-Century-Crofts, Nueva York, 1970). Collins preforia la explicacién de que el uso de la mano derecha se debe ya sea a influencias bioldgicas desco- nocidas en el feto oa la herencia de una regla de aprendizaje, tuna fuerte predisposicién para escoger a temprana edad uno u otro lado, dependiendo del azar o de la cultura. Los estudios chines de Teng citados en la nota siguiente, parecen preferir tuna determinacién prenatal a una regla de aprendizaje. Esta explicacién general (en la que se incluye la hipétesis puramente genética), también esté respaldada por el hecho de que las Personas zurdas han constituido una pequefia minoria, tal vez bn proporcién de 10 por ciento, desde la prehistoria; véase Gurtis Hardyk y Lewis F. Petrinovich, “Leftchandedness”, Psy- chological Bulletin, 84: 385-404 (1977). 87 ,F Evelyn Lee ‘eng § y sus ayudantes encontraron una com formidad casi completa en estas actividades, pero poco © ningiin efecto en el uso de la mano izquierda en otras actividades no sujetas a un adiestramiento especial. Asi, en este rasgo de conducta los genes han funcionade, @ menos que encuentren una oposicién especifica por adopcién consciente La evolucién de la capacidad se ilustra en una ma. nera todavia més grafica en la condicién genética llama. da fenilketonuria (FKU), que produce debilidad mental como efecto fisiolgico secundario, La FKU es causada por la posesién de un solo par de genes recesivos entre os centenares de millares de pares de genes en los cromosomas humanos. Las personas afligidas con una doble dosis del gene FKU son incapaces de utilizar un elemento dietético comin, el aminodcido fenilalanina. Cuando se bloquea la asimilacién quimica de la fenil. alanina, se acumulan en el cuerpo productos intermedios anormales. La orina se obscurece al exponerse al aire y emite un distintivo olor fétido. Un nifio de cada 10 mil nace con este defecto genético. A menos de que se eli- mine el envenenamiento para cuando el individuo FKU lega a la edad de cuatro o seis meses, sufriré retraso mental irreversible. Por fortuna, el desastre puede evi- tarse por medio de un diagnéstico temprano y una dieta alimentaria baja en fenilalanina. En el FKU la inter- accién entre los genes y el medio ambiente se muestra en la forma mas simple que se pueda concebir. El in- fante nacido con dos genes FKU tiene la capacidad para un desarrollo mental normal o para la incapacidad, con una fuerte inclinacién hacia esta tiltima. Solamente haciendo un cambio extraordinario y muy particular en * Evelyn Lee Teng,. Pen-hua Lee, K. Yang y P. C. Chang, “Handedness in Chinese Populations: Biological, Social, and Pathological Factors”, Science, 193: 1146-1150 (1976). ef medio ambiente —alimentar al infante FKU con una ieta baja en fenilalanina— puede eliminarse esa des- Gacién. De este modo, para predecir con razonable Gridumbre si cualquier nifio recién nacido tendré in- fgencia normal o sucumbiré a la debilidad mental del FEU, es necesario conocer tanto los genes como el mismo medio ambiente. ; Pocas conductas estén bajo el control de uno 0 dos ‘0 pueden determinarse o eliminarse en la manera ge] retraso mental FKU. Y aun en el caso del FKU, fd rasgo es de una afeccién cruda ms bien que de un Gambio sutil en Jos patrones de respuesta. Una relacién fais tipica entre los genes y la conducta es la que mues- tra la esquizofrenia, la forma més comin de enfermedad mental. La esquizolrenia no es una simple cesacién o @istorsion de la conducta normal. Algunos psiquiatras, incipalmente Thomas Szasz y R. D. Laing,? la han Ponsiderado como un marbete arbitrario impuesto por la sociedad a ciertos individuos desviados. Pero se ha demostrado que estin casi ciertamente equivocados. Es verdad que la esquizofrenia parece superficialmente como tuna mezcla sin propésito de respuestas extrafias, Con- siste de varias combinaciones de alucinaciones, ilusiones, respuestas emocionales inadecuadas, movimientos repe- tides compulsivamente que no tienen significado parti- cular, y aun la inmovilizacién semejante a la muerte del trance cataténico. Las variaciones son interminablemen- te sutiles, y los psiquiatras han aprendido a tratar a cada paciente como un caso “nico. La linea que separa a la te normal y a la esquizofrénica es muy amplia y casi imperceptible. Los esquizofrénicos moderados funcionan © T, §, Sense, The Myth of Mental Iiiness: Foundations of @ Theory of Personal Conduct, ed. rev. (Harper & Row, Nueva York, 1974). R. D. Laing y A. Esterson, Sanity, Madness and the Family (Tavistock, Londres, 1964). 89 entre nosotros en gran néimero sin que se les reconozca, en tanto que personas totalmente normales en ocasiones se diagnostican erréneamente como casos de esquizofre- nia. A pesar de todo, hay tres clases extremas de esqui- zofrenia que son inconfundibles: el paranoide perseguido rodeado por su comunidad imaginaria de espias y asesi- nos, el edefrénico que no se puede contener, de conducta jocosa, y el cataténico congelado. Aunque la capacidad para llegar a la esquizofrenia tal vez esté dentro de todos nosotros, no cabe duda de que ciertas personas tienen genes distintivos que las predisponen para esa afeccién, Los individuos alejados de padres esquizofrénicos en la infancia y colocades con padres adoptivos normales pos- teriormente desarrollan sintomas esquizofrénicos en una proporcién mucho més elevada que aquellos entregados por adopcién por parte de padres sanas. Los datos de centenares de esos casos han sido analizados laboriosa- mente por Seymour Kety en colaboracién con un equipo de psicélogos norteamericanos y daneses. Sus resultados demuestran conclusivamente que una parte considerable de la tendencia a la esquizofrenia es heredada.” ‘Se han encontrado pruebas de que la esquizofrenia est bastante extendida en otros tipos de sociedades hu- manas. Jean Murphy# encontré que tanto los esquima- Jes del Mar de Bering como los yorubas de Nigeria reconocen y dan nombre a un conjunto de sintomas que se parecen al sindrome occidental de la esquizofrenia. Los individuos afectados ademés se clasifican como enfer- * Sintesis de conferencias de Seymour S. Kety y Steven Matthysse, “Genetic Aspects of Schizophrenia”, en Bemard D. Davis y Patricia Flaherty, eds, Human Diversity: Its Causes and" Social Significance (Ballinger, Cambridge, Mass., 1976), pp. 108-115. ‘* Jane M. Murphy, “Psychiatric Labeling in Cross-Cultural Perspective”, Science, 191: 1019-1028 (1976). 90 rf nos mentales; su condicién recibe el nombre de nuthka- tihak entre los esquimales y de were entre los yorubas, y constituyen una parte considerable de la clientela de los Ghamanes y curanderos de las tribus. La incidencia de fa esquizofrenia bien definida es mis o menos la misma que en las sociedades occidentales; varia entre el 04 y 40.7 por ciento de la poblacién adulta. La esquizofrenia se desarrolla en una forma mas com plicada que el FKU y la mayoria de las otras formas fereditarias de retraso mental. No se sabe si es respon- sable un solo gene o muchos genes. Ocurren cambios distintivos en la fisiologia de los esquizofrénicos, y tal vez pronto tengan éxito los investigadores médicos en jos directamente con las aberraciones mentales. Por ejemplo, Philip Seeman y Tyrone Lee han encontrado aque las areas clave de los cerebros de algunos esquizofré- nicos contienen el doble del ntimero normal de recep- tores de dopamina, una substancia que trasmite sefiales entre las células nerviosas® Es posible que esta anor- malidad haga al cerebro excesivamente sensible a sus propias sefiales y que por lo tanto se originen alucina- ciones, Pero las viejas teorias psicolégicas también tienen tun elemento de verdad: el medio ambiente desempefia tun papel importante en el desarrollo del sindrome. Exis- te una conducta familiar tipicamente “esquizofrenogé- nica” (productora de esquizofrenia) que tiene mayores probabilidades de producir un adulto mentalmente en fermo de los nifios que tienen un potencial para la enfermedad. En las relaciones de este tipo de familia no existe la confianza, se ha interrumpido la comuni- cacién, y los padres expresan abiertamente su mutuo * La investigacién de Phillip Seeman y Tyrone Lee sobre re- eeptores de dopamina aparece reportada en Science News, 112: 342 (1977). a1 desprecio ul suisiue tiempo que hacen exigencias invazg. nables a sus hijos.1 Algunos psiquiatras aun Ilegan a ver una especie de razonamiento torcido en la mente del esquizofrénico: el individuo trata de escapar de sy intolerable ambiente social creando un mundo interior privado. Pero queda en pie el hecho de que ciertos genes predisponen a los individuos hacia la esquizofre. nia, Los individuos que los poseen pueden desarrollar la patologia aun cuando crezcan en el seno de familias normales y cooperativas. De este modo, en la relativamente simple categoria de la conducta, heredamos una capacidad para ciertos ras. gos, y una inclinacién para aprender uno u otro entre las opciones disponibles. Cientificos de filosofia tan di- versa como Konrad Lorenz, Robert A. Hinde, y B. F, Skinner con frecuencia han sefialado que no existe una frontera definida entre lo heredado y lo adquirido, Es claro que necesitamos nuevas técnicas descriptivas para remplazar a la arcaica distincién entre lo innato y lo aprendido. Una de las mas promisorias se basa en la imageneria inventada por Conrad H. Waddington,'? el gran geneticista que murié en 1975. Waddington dijo que el desarrollo es algo como un paisaje que se ex- tiende desde las montafias hasta las playas. El desarrollo * Los rasgos de la familia esquizofrenogénica y otros factores que influyen en la esquizofrenia aparecen bien descritos en Roger Brown y Richard J. Herrnstein, Prychology (Little, Brown, Mass., 1975). % Véase especialmente: Evolution and Modification of Be- havior por Konrad Lorenz (Phoenix Books, University of Chica- 0 Press, Chicago, 1965) ; Robert A. Hinde, Animal Behavior; y B. F, Skinner, “The phylogeny and ontogeny of behavior”, Science, 153: 1205-1213 (1966). © ©.H. Waddington, The Strategy of the Genes: A. Dis- cussion of Aspects of Theoretical Biology (George Allen y Unwin, Londres, 1957). 92 de un rasgo —color de los ojos, uso de Ia mano izquier- da, exuitofrenia o cualquier otro— se parece a una pe- fora rodando cuesta abajo. Cada rasgo atraviesa por ta parte diferente del paisaje, cada uno de ellos es ado por un patron diferente de accidentes del terre- wer En el caso del color de los ojos, dado un conjunto jnicial de genes para el pigmento del iris en color azul 9 cualquier otro, I2 topografia es un solo y profundo Canal, La pelota rueda inexorablemente hacia un des- tino: una vez que el espermatozoide se ha unido con el Gwulo, solamente es posible un color de ojos. El paisaje Gel desarrollo del mosquito puede imaginarse de modo Similar como una serie de valles paralelos y rectos, uno ie los cuales lleva a la atraccién sexual del sonido de! ‘sleteo, otro al acto automatico de chupar la sangre, y asi por el estilo en un repertorio de mis o menos diez wuestas discretas. Los valles forman una serie precisa, invariable, de etapas bioquimicas que proceden del ADN en el vulo fertilizado hasta las acciones neuromuscula- res mediadas por el cerebro del mosquito La topografia del desarrollo de la conducta humana es enormemente ms amplia y mas complicada, pero ‘aun asi sigue respondiendo a una topografia particular. En algunos casos los valles se dividen una o dos veces. Un individuo puede terminar usando la mano derecha © izquierda preferentemente. Si empieza con los genes o cualquier otra influencia fisiolégica temprana que lo predispone al zurdismo, esa rama del canal del desarro- llo puede considerarse como més profunda. Si no se ejerce presién social, la pelota en la mayoria de los casos rodaré por el canal del uso de la mano izquierda. Pero si los padres adiestran al nifio para usar la mano derecha, la pelota puede obligarse a rodar por el menos profundo canal del uso de la mano derecha. El paisaje de la esquizofrenia es una amplia red de canales anasto- 93 miésicos, més dificiles de identificar, y el curso que se guiré la pelota solamente se puede predecir de modo estadistico. El paisaje es solamente una metAfora, y ciertamente es inadecuado para los fenémenos mas complejos, pero sefiala una verdad crucial sobre la conducta social hu- mana. Si hemos de comprender plenamente su determi. nacién, debemos tratar y estudiar separadamente cada conducta, hasta cierto grado, como el proceso del desa- rrollo que va de los genes al producto final, Algunas formas seran mds susceptibles a este modo de anélisis que otras. Las expresiones faciales que muestran las emociones basicas de temor, desprecio, indignacién, sorpresa y felicidad parecen ser rasgos invariables de todos los seres humanos. El psicélogo Paul Ekman ?* tomé fotografias de norteamericanos expresando estas emociones. También tomé fotografias de grupos que todavia tienen una cultura semejante a la de la edad de piedra mientras relataban historias en las cuales se expresaban los mismos sentimientos. Cuando se mos- traba a cualquiera de los miembros de una de las dos culturas los retratos de la otra, interpretaban los signi- ficados de las expresiones faciales con una precisién su- perior al 80 por ciento. Irendus Eibl-Eibesfeldt,'* durante sus viajes por comunidades remotas alrededor del mun- do, ha filmado peliculas de gentes comunicandose por medio de gestos y expresiones faciales. Para evitar que tengan conciencia de lo que hacen, los ha retratado a * Paul Ekman y Wallace V. Friesen, Unmasking the Face (Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N. J., 1975); y Paul Ekman, “Darwin and Cross-Cultural Studies ‘of Facial Expression”, en Darwin and Facial Expression: A Century of Research in Review (Academic Press, Nueva York, 1973). ™ Trenaus Bibl-Bibesfeldt, Ethology: The Biology of Behavior, 2 ed, (Holt, Rinehart y Winston, Nueva York, 1977). oF F través de un prisina colocado sobre la lente de la c&- mara, un aditamento que le permite estar en posicion indirecta de Angulo recto con los sujetos. Eibl-Eibesfeldt ha documentado un rico repertorio de sefiales que estan ampliamente o aun universalmente distribuidas tanto en fas culturas que dominan la escritura como en las que no disponen de ese sistema. Un ejemplo relativamente . familiar es el movimiento de cejas, un repentino, generalmente inconsciente levantamiento de las. cejas usado como parte de un saludo amistoso. Otro ejemplo de un signo universal recientemente estudiado por los etélogos humanos es la sonrisa, que puede calificarse como un instinto en un sentido prac- ticamente zool6gico."® La sonrisa aparece en el rostro del infante entre los dos y los cuatro meses de edad e inmediatamente desencadena una participacién mas abundante del amor y afecto paternos. En la termino- logia de los zodlogos, es un aliviador social, una sefial innata y relativamente invariable que determina una re- lacién social bisica. Melvin J. Konner, un antropélogo, recientemente complet6 un estudio de la sonrisa y otras formas de conducta infantil entre los !Kung San (“bos- quimanos”) de la regién de Kalahari, Al empezar sus observaciones diarias estaba “preparado para cualquier cosa”, ya que los jévenes !Kung son criados bajo condi- ciones muy diferentes de aquellas que prevalecen en las culturas occidentales. Sus madres dan a luz solas, sin anestésico, los nifios son mantenidos en contacto fisico La informacién sobre la sonrisa en los nifios ciegos aparece en Bibel-Ribesfeldt, Ethology. * Melvin J. Konner, “Aspects of the Developmental Ethology of a Foraging People”, en N. G. Blurton Jones, ed., Etholo- ical Studies of Child’ Behavior (Cambridge University Press 1972), pp. 285-304; y citado por Joel Greenberg, “The Brain and Emotions”, Science News, 112: 74-75 (1977). 95, - casi constante con sus madres 0 con otras mujeres del grupo durante los meses siguientes, sostenidos en posi eign vertical durante la mayor parte del tiempo que estén despiertos, alimentados varias veces en cada hora durante los primeros tres 0 cuatro afios, y adiestrados més rigurosamente que los nifios europeos y norteame. ricanos, para sentarse, ponerse en pie y caminar, pero su sonrisa es idéntica, aparece a la misma edad que en los nifios norteamericanos, y parece servir exactamente para las mismas funciones. Aun més convincente es el hecho de que los nifios ciegos y aun los ciegos y sordos sonrien en ausencia de cualquier condicionamiento psi- colégico conocido que pudiera favorecer este acto.” Las més simples y més automiticas de dichas con- ductas bien pudieran estar genéticamente incorporadas a las unidades celulares del cerebro humano y los ner- vios faciales, tal como el patrén de contraccién de los misculos faciales que se determina durante el temprano desarrollo posnatal por medio de una cadena de acon. tecimientos fisiolégicos que requieren un minimo de aprendizaje. Investigaciones mas rigurosas en el futuro posiblemente leven al conocimiento de mutaciones ge- néticas que afecten la forma e intensidad de las acciones neuromusculares. Si ocurren dichos fenémenos excepcio- nalmente simples, su descubrimiento montard el escena- rio para nuestro primer acceso a la genética de la comunicacién humana. * Las pruebas del desarrollo canalizado de la sonrisa en los nifios con visién normal debe evaluarse con cautela. Reciente- mente, los psicélogos brithnicos Andrew N, Meltzoff y M. Keith ‘Moore demostraron que nifios de tan corta edad como dos se- manas, pueden imitar una variedad de expresiones faciales y gestos ‘manuales ejecutados por adultos cerca de ellos (“Imi- fation of Facial and Manual Gestures by Human Neonates”, Science, 198: 75-78, 1977). Sin embargo, todavia no se refuta la prueba de los nifios ciegos y sordos. 96 La imagineria del paisaje de desarrollo puede alte- ganse sutilmente cuando una cantidad creciente de apren- dizaje y cultura Hegan a prevalecer en la pendiente questa abajo. En el caso del lenguaje, vestido y las otras categorias de conducta culturalmente sensibles, el paisaje se disuelve en un vasto delta de intrincadas furvas y pequefios obsticulos. Consideremos en particu- lar la maduracién del lenguaje. Hay pruebas de que Ja mente humana est4 estructurada innatamente como a eslabonar palabras en ciertos ordenamientos y no fen otros. De acuerdo con Noam Chomsky y algunos otros psicolingiiistas, esta “gramética profunda” permite una adquisicién del lenguaje mucho mis rapida de lo gue seria posible por medio de simple aprendizaje. Es demostrable por medio de la simulacién matematica que no existe suficiente tiempo durante la nifiez para apren- derse de memoria las oraciones de! idioma inglés. Los nifios de poca edad, por el contrario de las crias de cualquier otro grupo de primates incluyéndose a los chim- pancés, poseen un impulso enérgico para adquirir el Ienguaje: balbucean, inventan palabras, experimentan con los significados, y rapidamente adquieren las reglas gramaticales y en una secuencia predictible; crean cons- trucciones que anticipan las formas adultas y que embargo difieren de ellas en detalles significativos.1* Roger Brown, un especialista en el desarrollo infantil, ha llamado apropiadamente a esa actividad el “primer Ienguaje”. Las comparaciones entre la actuacién de me- * La necesidad de una adquisicién programada de lenguaje se discute en G. A. Miller, E. Galanter y K, H. Pribram, Plans and the Structure of Behavior (Henry Holt, Nueva York, 1960) Roger Brown describe la ontogenia primitiva del lenguaje en A First Language: The Early Stages (Harvard University Press, Cambridge, Mass, 1973) 97 llizos idénticos y fraternos indican que la variacién en ' cuanto al momento en que aparece este desarrollo de. pende de la herencia hasta cierto punto. La pendients superior en el campo del desarrollo del lenguaje es, por tanto, un terreno relativamente simple y con canaley profundos. Pero los canales de la amplia pendiente in. ferior, donde surgen los aspectos intrincados del “segun. do” lenguaje, el adulto, constituyen una red de senderog poco profundos que se ramifica en muchas direcciones, Las manifestaciones externas del lenguaje cambian con Ja evolucién cultural; en un alto grado son una evolu. cién cultural. Las presiones més sutiles de la educacién y de las costumbres alteran el vocabulario, su énfasis y su ritmo ¢Pero qué corresponde en realidad a esos metaféri- cos obsticulos y canales? En algunos casos, hormonas que tienen un efecto potente sobre la conducta, 0 algu. nos otros productos bioquimicos prescritos por los genes durante la construccién de las células nerviosas, que sefialan la direccién de los canales. Hay compuestos simples que pueden alterar la capacidad del sistema nervioso para funcionar de un modo distinto a otros, De igual importancia pueden ser las un poco més dis. tantes “reglas de aprendizaje”, los pasos y procedimien. tos basados en la accién de conjuntos particulares de células nerviosas por medio de los cuales se adquieren las diversas formas del aprendizaje. Es un lugar comin pensar que el aprendizaje es un fenémeno para todo propésito que varia poco en prin cipio de una clase de organismo a otro. Muchas de los mejores psicélogos, particularmente B. F. Skinner y otros conductistas, se han aferrado tenazmente a la opinién de que la mayoria de las clases de conducta estan deter- minadas por unas cuantas formas elementales de apren- dizaje. Se descubriran las leyes generales que gobiernan 98 aje colocando a animales en ambientes sim- al apron sporatoro, donde el estimulo puede con pilieme estrictamente. “La topografia general de la rocta operativa no es importante —escribié Skinner cer938—, porque estin condicionados . sin que todos, los determinantes operatives especfficos, Sugiero que las propiedades dindmicas de la conduct sperativa se estudien con un solo reflejo.” En su in- flayente obra Beyond Freedom and Dignity, Skinner eimn que una vez que se comprendan bien estas leyes fen usarse para adiestrar a los seres humanos a Fovar una vida més feliz y mas rica, Primero los miem- for mas sabios de la sociedad deben disefar Ja cultura espués [os nifios se ajustarin a ella. eter son ideas poderosas, con precedentes seductores en las ciencias fisicas, y han dado como resultado avan- fs importantes en cl estudio de la conducta animal y humana, La idea central de la filosofia del conduc fismo, de que Ia conducta y la mente tienen una base Completamente materialista sujeta al anilisis experimen- tal, es bésicamente sélida. A pesar de todo, se han derrumbado las suposiciones bisicas de simplicidad y equipotencialidad en el aprendizaje. En su lugar ha sur- gido un cuadro de la existencia de muchos tipos pe- fuliares de aprendizaje que no se conforman a ninguna ley general excepto, tal vez, a la evolucion por selecci6n natural, El potencial de aprendizaje de cada especie pa- fece estar totalmente programado por la estructura de gu cerebro, la secuencia de las descargas de sus hormo- nas, y finalmente, por sus genes. Cada especie animal esta “preparada” para aprender ciertos estimulos, im- pedida de aprender otros, y neutral con respecto a otros a mayoria, sino ™ Skinner, B. F, The Behavior of Organisms (Appleton, Nueva York, 1938). 99, Fr més2° Por ejemplo, las grullas aprenden rapidamente a distinguir sus polluelos recién empollados, pero nunca sus propios huevos, que de todos modos son tan visual. mente caracteristicos como aquéllos. El gatito recién na. cido es ciego, dificilmente puede arrastrarse sobre ¢] estémago, y en general est indefenso. A pesar de todo, en las diversas categorias estrechas dentro de las cuales debe funcionar para sobrevivir, est dotado con una ca- pacidad avanzada para aprender. Usando solamente e| olfato, aprende en menos de un dia a arrastrarse a través de distancias cortas hasta el punto donde puede esperar encontrar a la madre que lo amamante. Con ayuda del olor o del tacto, el gatito memoriza la ruta alrededor del vientre de la madre para llegar a su pezén preferido, En las pruebas de laboratorio rapidamente aprende a diferenciar un pezdn artificial de otro por di- ferencias minimas de textura. Se han descubierto ejemplos atin mas impresionantes, Gada afio las calandrias azules emigran desde su Area de nacimiento en la parte oriental de Norteamérica hasta los terrenos donde pasan el invierno en América del Sur. Al igual que muchas de nuestras aves nativas viajan de noche. Después de dejar el nifio, las calan. drias jévenes estén preparadas para conocer Ia estrella polar y las constelaciones circunpolares, lo que hacen ré- pida y automdticamente. Estén inhibidas de conocer las otras constelaciones. Cuando a los polluelos de Jabora- torio se les da un breve choque eléctrico en el pico mientras beben agua y simulténeamente se les ofrece un estimulo visual tal como un destello de luz, después evitan el estimulo visual, pero no aprenden a evitar un * BL concepto de la limitacién del aprendizaje como una adaptacién biolégica se discute ampliamente en Martin E. P. Seligman y Joanne L. Hager, eds., Biological Boundaries of Learning (Prentice-Hall, Englewood Cliffs, N. J., 1972). 100 estimulo auditivo, un sonido metilico, de la misma ma- pera. Ocurre inversamente cuando el choque se admi- fistra en las patas; esto es, el polluelo esta preparado fa responder a estimulos sonoros pero no visuales Esta simetria puede parecer extrafia al principio, pero ‘en realidad es una regla precisa de supervivencia para un animal de cerebro pequefio. El procedimiento del polluelo puede resumirse en la siguiente férmula: apren- Ge las cosas que puedes ver que afectan la cabeza y las cosas que puedes oir que afecten las patas.%! ‘Asi algunas de las formas més rigidas de instinto ani- mal pueden basarse en formas idiosincraticas de apret dizaje preparado. Pero gest preparado el aprendizaje fumano? Ciertamente no de la misma manera robética que las respuestas de las aves y los gatitos que no pue- den ver. Nos gusta pensar que dado tiempo suficiente y con mucha voluntad podemos aprender cualquier cosa. Pero existen limites. Tenemos que conceder que hay Ii- mites precisos en la cantidad y complejidad de lo que pueden dominar aun los genios y los memoristas profe- sionales, y que todos adquieren ciertas capacidades men- tales con bastante ms facilidad que otras. Y lo que es todavia més importante, los nifios adquieren habili- dades y emociones de acuerdo con programas que son dificiles de alterar. El eminente psicélogo suizo Jean + Los ejemplos de aprendizaje preparado en los animales apa- recen en,Seligman y Hager, eds,, Biological Boundaries; J. S. Rosenblait, “Learning in Newborn Kittens”, Scientific Ameri can, 227 (6): 18-25 (1972); Sara J. Shettleworth, “Gons- taints on Learning”, Advances in the Study of Behavior, 4: 1-68 (1972, y “Conditioning of Domestic Chicks to Visual and Auditory Stimuli”, en Seligman y Hager, eds, Biological Boundaries, pp. 228-256; y Stephen T. Emlem, “The Stellar Orientation System of Migratory Bird”, Scientific American, 238 (2): 102-111 (1975). 101 Fr Piaget? especializade en el desarrollo, ha pasado toda una vida estudiando las frecuentemente sorprendentes etapas por las que pasan los nifios en su crecimiento intelectual. La mente sigue sendas paralelas pero estre- chamente acopladas en la elaboracién de movimientos intencionales, conceptos de significado y causalidad, ex pacio, tiempo, imitacién y juego, Su misma concepcién de la realidad cambia paso a paso al cambiar el infante dominado por los reflejos para convertirse en el nifio egocéntrico y después en el nifio sociable. Desde los esfuerzos tenaces para mover objetos la actividad del nifio se convierte en un reflejo separado de los movi- thientos mismos. Primero se perciben los objetos como entidades tinicas y después como miembros de grupos que hay que clasificar con ayuda de simbolos visuales y nombres, Piaget, quien originalmente estudié biologia, considera el desarrollo intelectual como una interaccién de un programa genético heredado con el medio am. biente. No es coincidencia que Mame a sus temologia genética”, que es el estudio del desarrollo he- reditario del entendimiento. En sus importahtes obras Attachment y Separation, John Bowlby ha estudiado los pasos andlogos en la formacién de relaciones emocionales por medio de las cuales el nifio crea un complejo mundo social alrededor de sus padres durante un periodo de meses. Lawrence # Jean Piaget, Genetic Epistemology, trad, del francés por Eleanor Duckworth (Columbia University Press, Nueva York, 1970), Véase también The Origins of Intellect: Piaget's Theory, 2a. ed. por John L. Phillips, Jr. (W. H. Freeman, San Fran- cisco, 1975). # "John Bowlby, Attachment (Basic Books, Nueva York, 1969) ; Separation: Anxiety and Anger (Basic Books, Nueva York, 1973). 102 Koblberg ®* ha identificado un orden relativamente ce mado de las etapas piagetianas en el desarrollo de los eBdigos morales, en tanto que los psicolingiiistas han Gemostrado que los nifios pequefios adquieren el len- jje de acuerdo con un programa tan preciso y tan breve como para ser explicable por la simple memori- zacin. Considerando en conjunto estos hechos, se tiene ia impresin de un mundo social demasiado complejo ser constrnido por procesos de aprendizaje fortui- tos dentro de un ciclo vital. "Ass, la mente humana no es una tabula rasa, Una pizrra en blanco sobre la cual la experiencia dibuja imAgenes complicadas con lineas y puntos. Se le puede describir con mayor precisién como un instrumento auté- nomo de torna dé decisiones, un explorador alerta dei medio ambiente que en primer lugar elige cierta clase de opcién y no otras, después se inclina de modo innato hacia una opcién entre otras y ordena que el cuerpo entre en accién de acuerdo con un programa flexible que cambia automAtica y gradualmente desde a infan- cia hasta la vejez. La acumulacién de viejas opciones, la memoria de ellas, la reflexién sobre las que vendran, la reexperimentacién de las emociones por las cuales fueron engendradas aquéllas, todo constituye la mente. Las particularidades en la toma de decisiones distinguen a un ser humano de otro. Pero las reglas que se siguen son Jo suficientemente estrechas como para producir una amplia superposicién en las decisiones tomadas por todos los individuos, y de aqui una convergencia lo suficiente- mente poderosa para ser llamada naturaleza humana. ™ Lawrence Kohiberg, “Stage and Secuence: The Cognitive- Descriptive Approach to Socialization”, en D. A. Goslin, ed., Handbook of Socialization Theory and Research (Rand-Mc- Nally, Chicago, Ill, 1969), pp. 347-480. * Ta comparacién de la disposicién para heredar diversas 103 Es posible estimar de modo general la relativa rigi- dez de los controles sobre diversas categorias de con- ducta. Los estudios genéticos basados en la comparacién de mellizos idénticos y fraternos sugieren que las habi- lidades mentales primarias y las capacidades perceptua- les y motoras son las mas influenciables por la herencia, en tanto que los rasgos de la personalidad son los menos influidos. Si se confirma este importante descubrimien- to por estudios posteriores, habré que inferir que las habilidades necesarias para enfrentarse con problemas relativamente invariables en el medio ambiente fisico se desarrollan a Jo largo de canales estrechos, en tanto que las cualidades de la personalidad, que representan aj tes al medio social que cambia répidamente, son mds maleables. La hipétesis evolucionista sugiere otras correlaciones de gran importancia. Mientras menos racionales pero més importantes sean los procesos de toma de decisién, por ejemplo, mayor emocién deberé emplearse para desarrollar esa conducta. Los bidlogos pueden restable- cer la relacién como sigue: gran parte del desarrollo mental consiste de pasos que deben tomarse répida y autométicamente para asegurar la supervivencia y la re- produccién, Pero el cerebro puede estar guiado por el cflculo racional, debe retroceder a las inconveniencias de que el placer y el dolor sean mediados por el sistema limbico y otros centros inferiores del cerebro. categorias de habilidad y de rasgos personales se muestra en S. G. Vandenberg, “Heredity Factors in Normal Personality Traits (as Measured by Inventories)”, Recent Advances in Bio- logical Psichiatry, 9: 65-104 (1967); y J. C. Loehlin y R. C. Nichols, Heredity, Enviroment, and Personality (Univeniity of Texas Press, Austin, 1976). La idea de la importancia adap- tativa de las diferencias se debe a D. G, Freedman, Human Infancy: An Evolutionary Perspective (Lawrence Erlbaum Aso- ciates: Hillsdale, N. J., 1974). 104 rr Podemos escudriftar entre las reglas inconscientes de aprendizaje, cargadas de emocién, para encontrar la clase de conducta més directamente afectada por Ja evo- ucién genética. Consideremos las fobias. Como muchos ejemplos del aprendizaje animal, se originan mas co- minmente en la nifiez y son profundamente irracionales, fuertemente emocionales y dificiles de eliminar. Parece significativo que suelen ser evocadas por las serpien- tes, arafias, ratas, alturas, espacios cerrados y otros ele- mentos que eran potencialmente peligrosos en nuestro antiguo medio, pero que sélo en raras ocasiones las pro- vocan artefactos modernos tales como cuchillos, armas de fuego y salidas de corriente eléctrica. En la historia humana primitiva las fobias pudieron haber proporcio- nado el margen extra necesario para asegurar la super- vivencia: es mejor retirarse del borde de un acantilado, enfermo por el temor, que caminar por su borde des- preocupadamente.2* El tabu de incesto es un ejemplo de otra categoria importante del aprendizaje. Como han sefialado los an- tropélogos Lionel Tiger y Robin Fox," el tabi puede considerarse como simplemente un caso especial de la regla més general de impedir los vinculos. Cuando dos personas forman entre ellas un tipo de fuerte depen- dencia mutua, encuentra dificil emocionalmente unirse con otras ciertas clases, Los maestros y estudiantes no se convierten facilmente en colegas aun después de que los estudiantes sobrepasan a sus mentores. Los padres hijos rara vez cambian el tono de su relacién original. ¥ los tabiies de incesto son prdcticamente universales * El significado de las fobias se discute en M. E. P. Selig- man, “Phobias and Preparedness”, en Seligman y Hager, eds., Biological Boundaries, pp. 451-462. * ‘Lionel Tiger y Robin Fox, The Imperial Animal (Holt, Rinehart y Winston, Nueva York, 1971). 105 en las culturas humanas, porque los padres e hijos, y hermanos y hermanas, encuentran que sus vinculos pri- marios excluyen casi todo. La gente, en pocas palabras, es disuadida de aprender los vinculos prohibidos. Reciprocamente, la gente estA preparada para apren- der las relaciones genéticamente mas ventajosas. Bl pro- eso de formacién de vinculos sexuales varia grande. mente entre las culturas, pero en todas partes estén Menos de sentimientos emocionales. En Jas culturas que tienen una tradicién romédntica, el compromiso puede ser répido y profundo, creando amor més alld del sexo que, una vez que se experimenta, altera permanente. mente la mente adolescente, La descripcién de esta parte de la etnologia humana es la especialidad refinada de Jos poetas, como vemos en la notable expresién de James Joyce: Una muchacha estaba ante él, en medio de la corriente, mirando sola y tranquila mar afuera. Parecia que un arte mégico le diera la apariencia de un ave de mar bella y extrafia. Sus piemas desnudas y largas eran esbeltas como las de la grulla y sin mancha, salvo alli donde el rastro esmeralda de un alga de mar... Pero el largo cabello tubio era el de una nifia; y de nifia, y sellado con el pro- digio de la belleza mortal, su rostro... Cuando sintié la presencia y la adoracién de los ojos de Stephen, los suyos se volvieron hacia él, soportando tranquilamente aquella mirada, ni vergonzosos ni provocativos. La imagen de la muchacha habia penetrado en su alma para siempre y ni una palabra habia roto el silencio de su éxtasis. (Retrato del artista adolescente). El aprendizaje preparado se busca légicamente en los otros puntos culminantes del ciclo de vida en los cuales estén fijos nuestros sentimientos més profundos. Los seves humanos tienen una fuerte tendencia, por ejemplo, 106 r a construir unibrales a través de los cuales pasan ritual mente de una existencia a otra. La cultura elabora los ritos de paso —iniciacién, matrimonio, confirmacién ¢ jnauguraciin— de modos que tal ver estan afectados i motivaciones primarias bioldgicas todavia ocultas. Bn todos los periodos de la vida hay un impulso igual- mente poderoso para dicotomizar, para clasificar a otros geres humanos en dos categorias artificialmente aguc zadas. Parecemos capaces de estar con plena como dad solamente cuando el resto de la humanidad pueden lasificarse como miembros contra no-miembros, parien- tes contra no-parientes, amigo contra enemigo. Erik Erikson ® ha escrito sobre la propensidn de la gente en todas partes para llevar a cabo una seudoespeciacién, Ia reduccién de las sociedades ajenas al status de espe cies inferiores, que no son totalmente humanas, que pueden degradarse sin remordimientos de conciencia ‘Aun Jos amables San de la regién de Kalahari se Haman ‘a si mismos, los !Kung, los seres humanos. Estas y otras predisposiciones demasiado humanas tienen sentido sola- mente cuando se evaliian en Ja moneda de la ventaja genética. Como las atractivas canciones de primavera de Jos machos entre las aves, que sirven para defender los territorios y proclamar la agresién, poseen una estética cuyo verdadero y mortal significado queda oculto de nuestra mente consciente. * Erik H. Erikson, Identity: Youth and Crisis (W. W. Norton, Nueva York, 1968). 107 - IV. SURGIMIENTO. St 1a biologia es destino, como dijera Freud, :qué su cede con el libre albedrio? Es tentador pensar que muy profundamente en el cerebro vive un alma, un agente libre que percibe las experiencias del cuerpo pero que viaja alrededor del craneo por su propia cuenta, refle. xionando, planeando y moviendo las palancas de la maquinaria neuromotora. La gran paradoja del deter. minismo y el libre albedrio, que durante generaciones cautivé la atencién de los més sabios de los fildsofos y psicélogos, puede expresarse en términos més biolégicos del modo siguiente: si nuestros genes son heredados y nuestro medio ambiente es una secuencia de eventos fisicos puestos en movimiento antes de que naciéra- mos, ¢cémo puede haber un agente verdaderamente in- dependiente dentro del cerebro? El mismo agente es creado por la interaccién de los genes y el medio. Pare- cerfa que nuestra libertad es solamente un autoengafio, De hecho, tal vez sea asi. Desde una posicién filosé. fica se puede pretender la prediccién de por lo menos algunos eventos por encima del nivel atémico, Hasta donde el futuro de los objetos puede ser previsto por una inteligencia que en si misma tiene una base mate- rial, aquéllos son determinados, pero solamente dentro del mundo conceptual de la inteligencia observadora. Y hasta donde ellos pueden tomar decisiones por cuenta propia —ya sea que estén determinados 0 no— posee- ran libre albedrio. Consideremos el acto de arrojar una moneda al aire y el grado de Ia libertad de la moneda. A primera vista nada pareceria menos sujeto al deter- minismo; arrojar una moneda al aire es el ejemplo 108 clfsico de un proceso fortuito en los libros de texto Paro supongamos que por alguna razén decidimos re fir todos los recursos de la ciencia moderna para ap Tarlos en una sola ocasién en que arrojemos una moneda saire. Se miden las propiedades fisicas de la moneda fon una aproximacién de picogramos y micrones, se gnalizan la fisiologia muscular y los contornos exactos Gel dedo pulgar de quien va a arrojar Ia moneda, se “ican las corrientes de aire de la habitacién, se hacen mapas de la microtopografia y la resistencia del suelo En el momento de lanzar la moneda al aire, toda esta informacion, més la de la fuerza y Sngulo de lanza- miento instantdneamente registrados, se coloca en una fomputadora, Antes de que la moneda haya ejecutado nis de unas cuantas revoluciones, la computadora re- la esperada trayectoria de la moneda y su posicién Final de cara o cruz, El método no es perfecto, y du- ante 1a computacién algunos errores diminutos en las condiciones iniciales del lanzamiento de la moneda pue- den producir un error en el resultado final. A pesar de todo, una serie de predicciones con ayuda de una com- tadora seran més precisas que un intento de adivi- hacién. Hasta un grado limitado, podemos saber cual sera el destino de la moneda —_ Se puede replicar que es un ejercicio interesante, pero que no viene mucho al caso porque la moneda no tiene mente. Esta deficiencia puede remediarse répidamente, al seleccionar un elemento de complejidad intermedia Hagamos que el objeto lanzado al aire sea un insecto, digamos una abeja. La abeja tiene memoria. Puede pensar de manera muy limitada, Durante su muy breve vida —morirA de ancianidad a los 50 dias— ha apren- dido Iz hora del dia, la ubicacién de su panal, el olor de sus compafieras de nido, y la situacién y calidad de hasta cinco campos de flores. Responderd vigorosa y 109 erraticamente al lanzamiento de la mano del cientifico que la deja en libertad, La abeja parecera ser un agente libre al observador humano no informado, pero si nue- vamente concentréramos todo lo que sabemos acerca de las propiedades fisicas de ese tamafio, el sistema ner- vioso de los insectos, las peculiaridades de la conducta de las abejas, y la historia personal de esa abeja par- ticular, y si nuevamente pusiéramos en practica Jas técnicas més avanzadas de computacién, podriamos pre- decir la ruta del vuelo de la abeja con una precisién que exceda al simple azar. Para el circulo de observa. dores humanos que sigan la lectura del computador, el futuro de la abeja sera determinado hasta cierto grado. Pero dentro de su propia “mente” la abeja, que per- manentemente est aislada de dicho conocimiento hu- mano, siempre tendra libre albedrio, Cuando los seres humanos evaliian sus propios siste- mas nerviosos centrales, en un principio parecen estar en la misma posicién de la abeja. Aun cuando la con- ducta humana es enormemente més complicada y va- riable que la de los insectos, teéricamente puede ser especificada. Las limitaciones genéticas y el namero res- tringido de ambientes dentro de los que pueden vivir los seres humanos limita de manera substancial el nii- mero de posibles resultados. Pero solamente con técnicas que estén mds alld de nuestra imaginacin presente podriamos esperar lograr una prediccién a corto plazo de la conducta detallada de un ser humano individual, y dicha hazafia estaria més alla de la capacidad de cualquier inteligencia concebible. Hay que considerar centenares 0 millares de variables, y cualquier minimo grado de imprecisi6n en cualquiera de ellas podria f4- cilmente amplificarse y alterar la accién de una parte de la mente o de su totalidad. Ademés, hay aqui una analogia del principio de la incertidumbre de Heisen- 0 r berg ep la fisica subatémica, pero en mayor escala quanto més profundamente sondea la conducta el ob- servador, mayor sera la alteracién de la conducta de- pido al acto de sondeo y més dependerd su mismo significado de las clases de mediciones escogidas. El razonamiento y el destino del observador esta ligado al de la persona observada, Solamente los aparatos de re- gistro ms refinados que se pudiera imaginar, capaces de registrar simulténeamente desde lejos un gran nit- mero de procesos nerviosos internos, podrian reducir la jnteraccién a un nivel aceptablemente bajo. Entonces, a causa de Ja indeterminacién matemitica y del prin- cipio de la incertidumbre, debe haber una ley de la na- turaleza que diga que ningiin sistema nervioso es capaz de adquitir suficiente conocimiento come para predecie significativamente en detalle el futuro de cualquier otro sistema inteligente. Ni tampoco las mentes inteligentes pueden lograr suficiente conocimiento de si mismas como para conocer su propio futuro, capturar el destino y eliminar de este modo el libre albedrio. Una dificultad igualmente basica para predecir una actividad tan complicada como la mente humana la en- contramos en las transformaciones a través de las cuales Tegan los datos en bruto a las profundidades del ce- rebro. La visién, por ejemplo, empieza su viaje cuando Ja energia radiante de la luz hace funcionar una acti- vidad eléctrica en los aproximadamente 100 millones de células receptoras de la luz primaria que forman la re- tina. Cada célula registra el nivel de brillo (0 color) que la toca en una fraccién de segundo; la imagen transmitida a través de la lente es entonces recogida como un patrén de sefiales eléctricas a manera de una cAmara de televisién, Detras de la retina hay més 0 menos un millén de células ganglios que reciben las sefiales y las procesan mediante una abstraccién. Cada ut célula recibe informacién de un enjambre circular de receptores primarios en la retina, Cuando un contraste de Juz-obscuridad de suficiente intensidad divide el en. Jambre retinal, se activa la célula ganglio. Esta infor. macién pasa a una regién de la corteza cerebral en la parte posterior de la cabeza, donde células nerviosas corticales especiales la reinterpretan, Cada célula cortical esté activada por un grupo de células ganglio subor- dinadas. Responde con actividad eléctrica si el patrén con el que se descargan las células ganglio reflejan un borde de linea recta de una u otra de tres orientacio- nes particulares: horizontal, vertical u oblicua, Otras células corticales, que levan atin més lejos la abstrac- cién, responden a los extremos de las Iineas rectas 0 a Jos dngulos.? Bien pudiera la mente recibir toda su informacién, originada tanto fuera como dentro del cuerpo, a través de procesos semejantes de codificacién y atraccién. La conciencia consiste de un niimero inmenso de represen- taciones simbélicas simulténeas y coordinadas llevadas a cabo por las neuronas participantes del neocortex del cerebro. Pero al clasificar la conciencia como la accién de una maquinaria organica de ningim modo subesti- mamos su poder. En la espléndida metéfora de sir Charles Sherrington, el cerebro es un “telar encantado donde millones de veloces lanzaderas tejen un disefio que se disuelve”, Dado que la mente recrea la realidad a partir de las abstracciones de las impresiones de los sentidos, puede igualmente simular la realidad por medio del recuerdo y la fantasfa. El cerebro inventa historias * La descripeién de la neurobiologia de Ia visién se basa en el articulo de Gunther S. Stent, “Limits to the Scientific Under- standings of Man”, Science, 187: 1052-1057 (1975). * Charles Sherrington, Man on His Nature (Cambridge Uni- versity Press, Cambridge, 1940). 12 r y mueve eventos imaginados y recordados a través del tiempo: destruyendo enemigos, abrazando a amantes, eaculpiendo herramientas en bloques de acero, viajando con facilidad en los dominios del mito y la perfecci El yo es el principal actor en este drama neural. Los centras emocionales del cerebro inferior estan progra mados para mover las cuerdas del titiritero més. cuida- dosamente cada ver que el yo entra en escena, Pero concediendo que nuestros sentimientos mas profundos son acerca de nosotros mismos, ;puede esta preocupa- cién explicar al ser mAs intimo —el alma— en términos mec4nicos? El misterio cardinal de la neurobiologia no es el amor por si mismo o los suejios de inmortalidad, sino la intencionalidad. ;Cual es la motivacién princi- pal, el tejedor que guia las veloces lanzaderas? Un en- foque neurolégico demasiado simple puede llevar a una imagen del cerebro semejante a una mufieca rusa: del mismo modo que abrimos una figura tras otra para revelar figuras cada vez mas pequefias hasta que no queda nada, nuestra investigacién resuelve un sistema de circuitos neurénicos tras de otro para llegar a sub- circuitos mAs pequefios hasta que sdlo quedan las células aisladas. En el extremo opuesto, un modelo neuroldgico demasiado complejo nos puede Ievar a una metafisica vitalistica, en la cual se postulan propiedades que no pueden traducirse en neurones, circuitos o ninguna otra unidad fisica. La solucién intermedia puede estar en el reconoci- miento de lo que los psicélogos cognoscitives Jaman esquemas 0 planes. Un esquema es una configuracién » El concepto del esquema o plan cerebral se discute en G. A. Miller, E, Galanter y K. H. Pribram, Plans and Structure of Behavior (Holt Rinehart y Winston, Nueva York, 1960); y Ulric Neisser, Cognition and Reality (W. H. Freeman, San Francisco, 1976). 113 dentro del cerebro, ya sea innata o aprendida, con la que se compara el estimulo de las células nerviosas. La com, paracién de las pautas reales con las esperadas pueden tener uno de varios efecios. El esquema puede con, tribuir al “estado” mental de una persona, a la elim nacién de ciertos detalles en favor de otros, de tal modo que la mente consciente perciba una cierta parte de} medio ambiente de manera més vivida que otras y pro. bablemente prefiera una clase de decisién en vez de otra, Puede afiadir detalles que faltan en la percepcién sensorial verdadera y crear en la mente un patron que no est del todo presente en la realidad. De este modo la gestalt de objetos —la impresién que dan de ser un cuadrado, un rostro, un Arbol, o cualquier cosa— ex ayudado por los poderes taxonémicos de los esquemas, Los marcos de referencia sirven para coordinar el movi. miento de todo el cuerpo al crear una conciencia y el control automAtico de sus partes movibles. El acopla- miento de la percepcién sensorial y estos marcos de re. ferencia se ilustra draméticamente cuando un miembro ha quedado inmovilizado por lesiones y nuevamente se pone en uso. El psicdlogo Oliver Sacks 4 ha descrito sus propias sensaciones cuando trataba de dar el primer paso después de una larga recuperacién de una lesién en una pierna: Sdbitamente me precipité en una especie de delirio per- cetual, un alud incontenible de representaciones e imd- genes diferentes a cualquier cosa que hubiera experi- mentado previamente: repentinamente mi pierna y el piso ante mi parecian inmensamente lejanos; después, justa- mente debajo de mi nariz; mis tarde, grotescamente in- clinados o torcidos-de una u, otra manera. Estas percep- Oliver Sacks, “The Nature of Consciousness", Harper's, 251 (1507): 5 (diciembre de 1975). a4 Jones locas (0 hipétesis perceptuales) se sucedian una tras 7 a ——— Ge una manera involuntaria ¢ incalculable, Poco a poco fe hicieron erriticas y alocadas, hasta que finalmente, des- és de transcurrides cinco minutos y un millar de dichos Festellos, se logré una imagen plausible de la pierna. Con esto la pierna repentinamente se sintié mis y nuevamente eal y pude entonces caminar, Lo que es més importante, los esquemas dentro del eqrebro podrian servir como la base fisica de la voluntad Un organismo puede ser guiado en sus acciones por un mecanismo de retroalimentacién: una secuencia de men- entre los érganos sensoriales y los esquemas del ce- gebro en ambos sentidos hasta que los esquemas “estén tatisfechos” de que se ha completado la accién correcta. La mente podria ser un mosaico de dichos esquemas, programados para competir entre ellos mismos por el tontrol de los centros de decisién, aumentando o dis- minuyendo individualmente su poder en respuesta a la ungencia relativa de las necesidades fisiol6gicas del cuer- que se trasmiten a Ia mente consciente a través del cerebelo y el cerebro medio. La voluntad 0 el albedrio podria ser el resultado de la competencia, sin requerir la accién de un “hombrecillo” ni de ningéin otro agente externo. No hay pruebas de que la mente funcione de esta manera. Por el momento baste sefialar que existen Jos mecanismos basicos; I retroalimentacién, por ejem- plo, controla la mayoria de nuestra conducta automé- tica. Es perfectamente posible que la voluntad —o el alma, si se desea— haya surgido de la evolucién de me- canismos fisiolégicos. Pero claramente esos mecanismos son bastante mas complejos que cualquier cosa que exis- ta sobre la Tierra. ; Entonces, por el momento, no solo parece tedrica- mente posible resolver la paradoja del determinismo y 115 — el libre albedrio, sino tal vez también reducir su impor. tancia a un problema empirico en la fisica y la biologia, Notamos que aun si la base de la mente es verdadera, mente mecanicista, es muy improbable que pudiera exis. tir alguna inteligencia con el poder de predecir las ac. ciones precisas de un ser humano individual, como Podriamos establecer hasta cierto punto los movimiento, de una moneda o el vuelo de una abeja. La mente una estructura demasiado complicada, y las relaciones sociales afectan sus decisiones en una manera demasia. do intrincada y variable como para que se puedan pre. decir de antemano las historias detalladas de seres hu. manos individuales por parte de los individuos afectados © por otros seres humanos. Usted y yo, en consecuencia, somos personas libres y responsables en este sentido fun’ damental Pero aun asi nuestra conducta est determinada par- cialmente en un sentido secundario y més débil. $i se hacen lo suficientemente amplias las categorias de la con- ducta, se pueden predecir eventos con confianza. La mo- neda dara vueltas y no quedard en equilibrio sobre su canto, la abeja volard alrededor de la habitacién en po- sicién derecha, y el ser humano hablar y Ilevard a cabo una amplia variedad de actividades sociales caracter's. ticas de la especie humana. Ademés pueden especificarse * Las complejas relaciones de cerebro, mente, individualidad, determinisme, libre albedrio y fatalismo, por supuesto han side temas centrales de la filosofia durante siglos y ahora atraen también Ta atencién de psicélogos teéricos. La opinién que aqui se presenta es personal y muy simplificada. Entre las obvat especialmente tiles que exploran el tema con gran detalle Podemos citar: The Concept of Mind por Gilbert Ryle (Hut. chinson, Londres, 1949); The Concept of Person, and Other Essays por A. J. Ayer (St. Martin’s Press Nueva York, 1963); y la revisi6n histérica y antologla proporcionadas en’ Antony Flew, Body, Mind, and Death (Macmillan, Nueva York, 1964), 116 las propiedades estadisticus de las poblaciones de indi- yiduos. En el caso de monedas lanzadas al aire, no se necesitan computadoras y otros.aparatos para hacer pro- Jones estadisticas exactas; la distribucién binomial y las leyes de arcos y senos que gobiernan su conducta jan escribirse en la parte posterior de un sobre, y estas formulas matematicas contienen mucha informa- cién Util. En otro nivel, los entomélogos han producido caracterizaciones detalladas de los patrones promedio de yuelo de las abejas hacia las flores. Saben de antemano las propiedades estadisticas de la danza voladora que ejecutardn las abejas para informar a sus compafieras de panal acerca de la ubicacién de las flores. Han me- ido Ia frecuencia y distribucion precisa de los errores que cometen las abejas al obedecer a esa informacién. Pueden predecirse en un grado menor y todavia des- conocido las conductas estadisticas de las sociedades hu- manas, siempre y cuando se tenga un conocimiento su- ficiente de la naturaleza humana, las historias de las sociedades, y su ambiente fisico. La determinacién genética hace més estrecha la ruta por la que puede ocurrir la siguiente evolucién cultu- ral. Por el momento, no hay modo de adivinar hasta dénde continuaré la evolucién. Pero puede interpretar- se més profundamente su curso pasado, y tal vez, con suerte y habilidad, se pueda establecer aproximadamente su futura direccién, La psicologia de los individuos des- empefiaré un papel clave en este andlisis. A pesar de las imponentes tradiciones holisticas de Durkheim en la * Bl andlisis de las caracteristicas del vuelo de la abeja apa- Karl von Frisch, The Dance Language and Orientation of Bees, trad. del alemin por L, Chadwick (Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1967); y George F. Oster y Edward O. Wilson, Caste and Ecology in the Social Insects (Princeton University Press, Princeton, N. J., 1978). nn? sociologia y de Radcliffe-Brown en la antropologia, las culturas no son superorganismos que evolucionan de acuerdo con su propia dindmica. Por el contrario, el cambio cultural es el producto estadistico-de las respues- tas de conducta por separado de gran miimero de seres humanos que se enfrentan lo mejor que pueden con la existencia social.” Cuando las sociedades se contemplan estrictamente como poblaciones, se puede definir con mayor ‘precisién entre cultura y herencia, La evolucién social humana avanza a lo largo de un camino doble de herenci cultural y biolégica. La evolucién cultural es lamarckia- na y muy répida, en tanto que la evolucién biolégica es darwiniana y por lo general muy lenta. La evolucién Jamarckiana avanzaria por medio de Ia herencia de caracteristicas adquiridas, la trasmision a la descendencia de los rasgos adquiridos durante Ia vida del padre. Cuando el bidlogo francés Jean Baptiste de Lamarck propuso esa idea en 1809, creia que la evo- lucién biolégica ocurria de la misma manera. Sugeria, por ejemplo, que cuando las jirafas estiran sus cuellos para alimentarse de las hojas de Arboles altos, sus crias adquirirfan cuellos més largos aun sin ese esfuerzo; y que cuando las cigiiefias estiran sus patas para conser- var seco su vientre, sus descendientes heredarén patas mds largas también de modo directo. El lamarckismo ha sido discontinuado del todo como base de la evolu- * Varios aspectos de una teorfa mas técnica de Ia interaccién de Ia evolucién genética y la cultural se presentan en L. L. Ca- valli-Sforza y M. W. Feldman, “Models for Cultural Inheritance: I. Group Mean and within Group Variation”, Theoritical Po- pulation Biology, 4: 42-55 (1973); Robert Boyd y-P. J. Rich- enon, “A Simple Dual Inheritance Model of the Conflict between Social and Biological Evolution”, Zygon, II: 254-262 (1976); y W. H. Durham, “The Adaptive Significance. of Cultural Behavior”, Human Ecology, 4: 89-121 (1976). 118 ww eign biologics, pero por supueste es esto precisamente Jo que ocurre en el caso de la evolucidn cultural, La principal teorfa competidora acerca de la evolu- cin, que propone que las poblaciones sufren modifi- faciones por medio de la seleccién natural, fue plantea- da por primera vez de manera convincente por Charles Darwin en 1859, Dentro de las poblaciones, los indivi- duos varian en st. composicién genética y por lo tanto en su capacidad para sobrevivir y reproducirse. Aquellos que tienen mas éxito trasmiten més elementos heredi- tarios a la siguiente generacién, y como resultado la po- blacién como un todo cambia progresivamente para ase- mejarse a los tipos que han tenido éxito, De acuerdo con la teoria de la seleccién natural, las jirafas indivi- duales difieren entre si en la capacidad hereditaria para desarrollar cuellos largos. Aquellas que desarrollan los cuellos ms largos se alimentan ms y dejan una pro- cién mas elevada de crias; como consecuencia, a lo largo de muchas generaciones aumenta la longitud pro- medio del cuello de la poblacién de jirafas. Si ademas ocurren mutaciones genéticas ocasionales que afecten la ongitud del cuello, el proceso de la evolucién puede continuar indefinidamente. El darwinismo se ha establecido como el modo preva- leciente de evolucién biolégica en todo tipo de organis- mos, incluido el hombre. Debido a que es también bas- tante mas lenta que la evolucién lamarckiana, la evolu- cién bioldgica siempre es dejada atrés répidamente por al cambio cultural. Pero la divergencia no puede llegar ‘a ser demasiado grande, porque a final de cuentas el medio ambiente social creado por la evolucién cultural sera seguido de cerca por la seleccién natural biolégica. Los individuos cuya conducta ha llegado a ser suicida 0 destructiva para sus familias, dejarén menos genes que aquellos genéticamente menos dispuestos a dicha con- 119 ducta Las sociedades que declinan a causa de una pro. pensién genética de sus miembros a generar culturas competitivamente més débiles, serdn_remplazadas por aquellas dotadas mas adecuadamente. Ni por un monte. to atribuyo las manifestaciones relativas de las socieds, des modernas a las diferencias genéticas, pero debemos dejar claro esto: hay un limite, tal vez més cercano para las prdcticas de las sociedades contemporaneas de lo que hemos podido apreciar, més alld del cual la evo. lucién biolégica empezard a revertir Ia evolucién cultus ral hacia ella misma. Y atin mAs: se puede esperar que haya seres humanos individuales que se resistan a una divergencia demasia. do grande entre las dos sendas evolutivas. En algiin siti de la mente, como dijo Lionel Trilling’ en Beyond Cul. ture, “hay un nucleo, duro, irreductible, tenaz, de ur. gencia biolégica, y necesidad biologica, y razén biold. gica, que la cultura no puede alcanzar y que se reserva el derecho, que tarde o temprano ejercera, de enjuiciar la cultura, de resistirla, y revisarla”. Dicha resistencia bioldgica se ilustra por el fracaso de la esclavitud como institucién humana. Orlando Patter. son,? socidlogo de la Universidad de Harvard, ha hecho un estudio sistemdtico de la historia de las sociedades es- clavistas en todo el mundo. Ha encontrado que la escla- vitud verdadera, formal, atraviesa repetidamente por el mismo ciclo vital aproximado, a final del cual las cir- cunstancias peculiares que surgen de su origen, unidas a * Lionel Trilling, Beyond Culture: Essays on Literature and Learning (Viking Press, Nueva York, 1955). * Orlando Patterson, “Slavery”, Anaual Review of Sociology, 3: 407-449 (1977); y “The Structural Origins of Slavery: A Gritique of the Nieboer-Domar Hypothesis from a Comparative Perspective”, Annals of the New York Academy of Sciences, 292; 12-34 (1977). 120 cualidades tenaces de Ja naturaleza humana, llevan cién, e wo oeavitud en gran escala empieza cuando se dis pea el modo de produceién tradicional, generalmente Bebido a la guerra, la expansion imperial y los cambios ce los cultivos basicos, Jo que a su vez induce a la po- placidn rural y libre a emigrar hacia las ciudades y los Jamientos coloniales recientemente abiertos. En el Pentro imperial, la tierra y el capital caen bajo el mo- fropotio de los ricos, en tanto que se hace més escasa Ia'mano de obra de los ciudadanos. La expansin te- mitorial del Estado resuclve temporalmente cl proble- na econdmico al beneficiarse con la esclavitud de otros pueblos. Si los seres humanos se conformaran con la PMeva cultura, se conducirian como las hormigas rojas Polyergus, para las cuales Ia esclavitud es una respuesta automitica, y ls sociedades esclvistas serian permanen- tex, Pero las cualidades que reconocemos como mis ca- racteristicamente mamiferas -—-y humanas— hacen im- posible dicha transicién, La clase trabajadora ciudadana fe divorcia en mayor grado de los medios de produccién debido a su aversion al bajo status asociado con tas la- bores comunes. Los esclavos, mientras tanto, intentan conservar las relaciones familiares y étnicas y reunir los restos de su antigua cultura. Cuando tiene éxito el es- fuerzo, muchos de ellos ascienden en status y alteran su posiin de la forma original meramente seri, Donde falla la autodeterminacién debido a Ia represién, de- clin la reproduccién y en cada generaién deben im portarse grandes cantidades de nuevos esclavos. Esa ré pida substitucién tiene un efecto desintegrador tanto fobre la cultura de los esclavos como sobre la de los amos. El ausentismo crece en tanto que los duefios de tsclavos intentan pasar la mayor parte de su tiempo en Jos centros de su propia cultura. Los supervisores inter- 121 vienen cada vez més en el control, Aumentan la inefi. ciencia, la brutalidad, las revueltas y el sabotaje, y len. tamente se derrumba el sistema. Las sociedades de base esclavista, desde las antiguas Grecia y Roma hasta el Irak medieval y la Jamaica de} siglo xvi, han tenido muchos otros inconvenientes, al. gunos de los, cuales pudieron haber sido fatales. Pero Ja institucién de la esclavitud por si misma ha sido su. ficiente para ordenar el cambio espectacular de su ciclo vital. “Su ascenso a la madurez es répido —escribe Patterson—, breve su periodo de gloria, y su caida y desaparicién aparatosa y répida.” EI hecho de que los esclavos bajo grandes tensiones insisten en conducirse como seres humanos en vez de como hormigas esclavas, gibones, mandriles 0 cualquier otra especie, es una de las razones por las que creo que la trayectoria de la historia puede predecirse, por lo menos en términos generales. Existen limitaciones bio- logicas que definen zonas de entrada improbable 0 pro- hibida. Al sugerir la posibilidad de que pueda existir cierta cantidad de revelacién del destino (un tema que ampliaré en el iiltimo capitulo), tengo plena conciencia de que dentro de la capacidad humana existen las posi- bilidades de legislar un curso hipotético de la historia con preferencia a cualquier otro. Pero aun si se utiliza plenamente el poder de autodeterminacién, se resuelven las crisis de energia y materiales, se eliminan las viejas ideologias y por Jo tanto quedan abiertas todas las op- ciones sociales, de todos modos quedan solamente unas cuantas direcciones que deseariamos tomar, Pueden in- tentarse otras, pero llevarén a problemas sociales y eco- némicos, a una declinacién en la calidad de la vida, a Ja resistencia y al retroceso, Si es cierto que la historia est4 guiada en un grado apreciable por la evolucién biolégica que la ha prece- 122 se pueden encontrar datos valiosos para predecit so estudiando las sociedades contempordneas cuyas sa olfeas culturales y econémicas se aproximan mas a Pro que prevalecieron durante la prehistoria, Estas sae de cazadores-recolectores: los aborigenes.austra- fBinos, 1os de San de Kalabari, los pigmeos africanos, varigritos de Andaman, los esquimales y otros pue- eg que dependen totalmente de la captura de anitma- pee ja recoleccion de especies botGnicas de crecimiento vedere, Todavia sobreviven mis de un centenar de siyas culturas. Pocas de ellas comprenden a més de $0 mil miembros, y casi todas estén en peligro de ser MBmiladas por las culturas vecinas o de extinguirse. Los Mropélogos, plenamente conscientes de la importancia febrica de estas culturas primitivas, estan empefiados en wee carrera contra el tiempo para registrar todo lo rela- tivo a estos pueblos antes de que desaparezcan, Tos cazadores-recolectores comparten muchos rasgos que son directamente adaptativos para su primitive modo $e vida, Forman bandas de un centenar 0 menos de fniembros que recorren amplios territories y que con frecuencia se dividen o se unen entre si en la busqueda de alimentos. Un grupo que comprende a 25 individuos tipicamente ocupa entre un millar y tres millares de ki- JGmetros cuadrados, un rea comparable a los dominios de un grupo de lobos numéricamente igual, pero cien weces mayor que la que ocuparia un grupo de gorilas Exclusivamente vegetarianos. Ciertas partes de esas freas g veces se defienden como territorios, especialmente aque- flas que contienen fuentes abundantes y confiables de alimentos, La agresién intertribal, que en algunas cul- furas llega a convertirse en una guerra limitada, es lo fuficientemente comin como para considerarse como tuna earacteristica general de la conducta social de los cazadores-recolectores. 123 La banda es, en realidad, una familia extensa. Elma: trimonio se arregla dentro y entre las bandas por medig de negociaciones y rituales, y las complejas redes de parentesco que resultan son objeto de clasificaciones es. peciales y de reglas que se hacen cumplir estrictamente, Los hombres de la banda, en tanto que se inclinan hacia soluciones mas o menos poligdmicas, emplean una parte considerable de su tiempo en criar a sus descendientes, También suelen proteger sus inversiones. El asesinato, quees tan comin entre ellos como en la mayoria de las ciudades norteamericanas, tiene por causa més frecuen. te el adulterio y las disputas acerca de las mujeres, Los nifios pasan por un largo periodo de indoctrina- miento cultural durante el cual cambia gradualmente el enfoque de sus actividades desde sus madres hasta sus grupos de edad y clase. Sus juegos tienden a estimu- Jar sus habilidades fisicas, pero no la estrategia, y simu. lan en forma relativamente desorganizada y rudimen. taria los papeles adultos que més tarde adoptarén. En todas las facetas de la vida prevalece una fuerte divisién sexual del trabajo. Los hombres dominan a las mujeres solamente en el sentido de controlar ciertas fun. ciones tribales. Presiden en los consejos, deciden las for~ mas de los rituales, y controlan Jos intercambios con los grupos vecinos. Fuera de eso, el ambiente es infor. mal.e igualitario en comparacién con la mayoria de las sociedades mas econémicamente complejas. Los hombres cazan y las mujeres recogen los alimentos de origen vegetal. En ocasiones se sobreponen estos papeles, pero esta superposicién es menor cuando hay mucha caza y es necesario perseguirla a grandes distancias, General. mente la caceria tiene un papel importante, pero no abrumador en la economia. En su investigacién de 68 sociedades cazadoras-recolectoras, el antropélogo Richard 124 Lee? ha encontrado que, en promedio, solamente Lr ———C————_——— |. Aun asi, este alimento contiene las fuentes mds ese y deseadas de proteinas y grasas, y generalmente Sonfiere el mayor prestigio a quienes la disirutan. Entre los muchos carnivoros que recorren el medio am- biente natural, los hombres primitives muestran la ca- racteristica poco comin de capturar presas de mayor tamaio que el suyo propio. Aunque muchos de Tos ak males que persiguen son pequefios —aun de la talla de ratones, pAjaros y pequefios lagartos— no es inmune inguna criatura de gran tamafio. Morsas, jirafas, anti- kudd y elefantes caen en las trampas y en las ar- mas talladas a mano de los cazadores. Los tinicos otros carnivoros mamiferos que cazan animales ‘de gran oat Zo son los leones, las hienas, los lobos y los perros sal- vajes africanos, Cada una de estas especies Henen una vida social excepcionalmente avanzada, uno de cuyos rasgos més prominentes es la persecucién de la presa e1 equipo. Los dos rasgos, el gran, tamatio de las presas y In eaceria socialmente organizada, estin incuesionable- mente ligados, Los lones, que son Tos inicos miembros con organizacién social en la familia de los felinos, du- plican el nimero de sus presas cuando cazan en grupo. ‘Ademds, son capaces de dominar a las presas aa f ciles y de mayor tamafio, incluyendo jiafas 0 bifalos maches adultos, que son casi invulnerable a los anima les de presa aslados. Los hombres primitivos son anélo- gos ecologicamente a los Ieones, los lobos y las hienas Son los Gnicos entre Ios primates, con Ia tinica excepeién de los chimpancés, que han adoptado la costumbre de : ra Living, or How * Richard B. Lee, “What Hunters Do foi to Make Out on Scarce Retourees”, en R. B, Lee © Irven DeVore, eds., Man the Hunter (Aldine, Chicago, 1968), pp. 1968), pp. 30-48. 125 cazar en grupo para atrapar piezas de mayor tamafo, ¥ se parecen a los carnivoros de cuatro patas més que los otros primates por la costumbre de matar a las pre. sas excedentes, guardar la comida, dar a las crias ali. mentos s6lidos, practicar la divisién del trabajo, el ea. nibalismo, e interactuar agresivamente con las especies competidoras.! Los huesos y herramientas de piedra des. enterrados de antiguos asentamientos en Africa, Europa y Asia indican que este modo de vida persistid durante un millén de afios © més y que fue abandonado en la mayoria de las sociedades durante los iltimos miles de afios. De este modo, las presiones selectivas de la exis. tencia de cazadores-recolectores han persistido durante ms del 99 por ciento de la evolucién genética humana, Esta aparente correlacién entre la ecologia y la con. ducta nos trae a la teorfa prevaleciente del origen de la conducta social humana, Consiste en una serie de re. construcciones interrelacionadas que se ha reunido con fragmentos de sefiales f6siles, extrapolaciones hacia la época de las sociedades cazadoras-recolectoras y compa- raciones con otras especies de primates vivientes, El ni. cleo de Ia teoria es a lo que me he referido en mi ante. rior libro Sociobiology como el modelo de autocatélisis.2 ® Los paralelos de la organizacién humana primitiva y la de los carnivoros de cuatro patas han sido explorades en GB. Schaller y G. R. Lowther, “The Relevance of Carnivore Beha- vior to the Study of Early Hominids", Southwestern Journal of Anthropology, 25 (4): 307-341 (1969); y P. R. Thompson, en “A Cross-Species Analysis of Carnivore, Primate, and Ho. minid Behavior”, Journal of Human Evolution, 4 (2): 112-124 975). ® La descripcién del modelo de autocatilisis de la evolucién social humana es de Wilson, Sociobiology, pp. 566-568, La Prueba arqueolégica de la ecologia y los hibitos alimentarios de los seres humanos primitives han sido adecuadamente resus midos en Glynn Isaac, “The Food-Sharing Behavior of Proto. 126 término tiene su origen en Is quia se aplica a wuier proceso que aumenta su velocidad de acuerdo Ta cantidad de producto que ha creado, Mientras tas tiempo dura el proceso, mayor seré su velocida De acuerdo con este concepto, los hombres uw hombres- goncs primitivos empezaron a caminar en pestura ere cuando tuvieron que pasar la mayor parte del tiem f obre el suelo. Se liberan sus manos, resulta mas facil Pr manufactura y manipulacién de artefactos y crece la fnteligencia al mejorar el hibito del uso de tas herra- jentas. Al aumentar por el esfuerzo mutuo la capaci Ba mental y la tendencia a usar artefactos, se expandi6 toda la cultura basada en los materiales. Ahora la es- ie paso a Ia senda doble de Ia evolucién: Ia evolu Hon genética por medio de la seleccién natural ampli hy eapacidad para la cultura, y la cultura aumenté la w acad genética de quienes hacian el uso maximo de aquélla. Se perfecciond la cooperacién durante la caza frecié un nuevo impetu para la evolucién de la in- teligencia, lo que a su vez permitié un refinamiento atin mayor del uso de herramientas, y asi por consiguiente a través de repetidos ciclos de causacién. La reparticién de los productos de la caza y de otros alimentos contri buy6 al surgimiento de Tos usce sociales, En las moder- nas bandas de cazadores-recolectores, es una ocasion di Constantes conversaciones y maniobras.!? Leel* ha dicho acerca de los [Kung San: human Hominids”, Scientific American, 238; 90-108 (abril de oP i hn E. Preiffer, Se ofrecen excelentes descripciones en John The Bincrsence of Man (Harper, & Row, Neva York, 1969), 1 The Emergence of Society (MeGraw Hill, Nueva York, 1977). ‘Las conversaciones de los campamenios de lor Kung describen en Richard B. Lee, “The !Kung Bushmen of Botswana’ M. G. Bicchieri, ed, Hunters and Gatherers Today (Hol Rinehare y Winston, Nueva York, 1972), pp. 527-968, 127 El rumor de la conversacién es un fondo constante en lag actividades del campo: hay un flujo interminable de pla tica acerca de la recoleccién, la caza, el clima, la distri, bucién de’ alimentos, el otorgamiento de obsequios ye escéndalo. A ningin Kung le faltan nunca palabras, y con frecuencia dos o mds personas se enredan al mismo tiem, po en una sola conversacién, dando a los interlocutores Iq oportunidad de escoger uno de varios canales. Una buen, proporcién de esta platica termina en discusiones aun en medio de los grupos mas alegres, La gente discute acerea de la impropia divisién del alimento, acerca de las faltas de etiqueta y acerca del olvido de pagar una deuda de hospi. talidad 0 de obsequios recibidos. .. casi todas las discusio. nes son ad hominem. Las més frecuentes acusaciones que se pueden escuchar son las de orgullo, arrogancia, peiera ¥ egoismo. La seleccién natural generada pot dichos intercambios puede haber aumentado por la més refinada conducta social requerida por la accesibilidad sexual casi conti. nua de las hembras. Debido a que existe dentro de la banda un elevado nivel de cooperacién, la seleccién natu. ral se relacionaria con la habilidad para cazar, la capa. cidad directiva, la habilidad para fabricar herramientas, ¥ otros atributos visibles que contribuyen al fortaleci, miento de la familia y de la banda masculina. Al mismo tiempo tendria que restringirse la agresividad. y las for- mas antiguas —desde el punto de vista filogenético— de dominacién abierta entre los primates serian rempla- zadas por habilidades sociales complejas. Los jévenes del sexo masculino encontrarian conveniente funcionar den- tro del grupo controlando su sexualidad y agresividad, y aguardando su turno para ser jefes. E] macho dominante en estas sociedades hominidas primitivas consecuente- mente deberfa poseer un mosaico de cualidades que 128 jejaran las necesidades del compromiso. Robin Fox'® refierido el siguiente cuadro: “Controlado, astuto, co- be soefo, atractivo para las damas, bueno con las nifios, ais ‘duro, elocuente, hAbil, con capacidad de apren- wea eapaz en Ja defensa propia y la caza.” Debido a be Tabria tuna relacién continuamente reciproca entre que egos sociales mas refinados y el éxito para reprodu- doe rae evolucion social continuaria indefinidamente sin Gresiones sclectivas adicionales del medio. Bn algin moment, postblemente durante la transciin de los més primitivos hombres-monos australopitéci es la forma més temprana de hombres verdaderos, la § ocatilisis Hlevé las poblaciones en proceso de evolu- aoe an nuevo umbral de competencia, momento en oan Jos hominidos pudieron aprovechar a los elefan- tery otros grandas animales herbivores que aburdaban su alrededor en las planicies africanas, Muy posible- 3 ante el proceso s¢ inicié cuando los hominidos apren- Heron a alejar de sus presas a los grandes felinos, las hienas y otros carnivores. Con el tiempo, los hominidos convittieron en los principales cazadores y se vieron Sbligados a proteger sus presas de otros animales caza- aces. : +o cuidado de los niffos debio de haber mejorado mes diante la estrecha relacién social entre los individuos de sexo masculine, ue abandonaban el domiciio del grupo para cazar press de gran tamafo y entre [os individuo Gel sexo ferenino, que cuidaban a fos nifos y Hevaban a cabo la mayor parte de Ia recoleccin de alimentos de origen vegetal. En cierto sentido, el amor se afadis gl sexo. Muchos de los pequefios detalles peculiares de i ual Selection in * Robin Fox, “Alliance and Constraint: Sexual S oe Camptell ed, Sexual Selection and Descent of Man 1871-1971 (Aldine, Chicago, 1972), pp. 262-331. 129 conducta sexual humana y la vida doméstica surgen eon facilidad de esta basica divisién del trabajo. Pero diches detalles no son esenciales para el modelo de autocatélisy Se integran a la historia evolutiva solamente porque apa, recen practicamente en todas las sociedades de cazado. res-recolectores, Las reacciones autocataliticas nunca se extienden hasta el infinito, y los procesos biolégicos en st mismos nor. malmente cambian a través del tiempo para disminuiy su desarrollo y finalmente detenerse, Pero de modo casi milagroso, esto no ha sucedido en la evolucién humana, EI aumento del tamafio del cerebro, y el refinamiento de los artefactos de piedra, sefiala hacia un ininterrumpy. do adelanto en capacidad mental durante los filtimos dos © tres millones de afios. Durante este decisivo perio. do el cerebro evolucioné ya sea de manera de un rapido salto o a través de una serie de saltos y descansos alter. nados. Ningiin érgano ha crecido con mayor rapidez en Ja historia de la vida. Cuando los hombres verdaderos surgieron separandose de los hombres-monos ancestrales, el cerebro empezé a crecer a un ritmo de una pulgada clibica —aproximadamente una cucharada— cada 100 mil afios. El ritmo se mantuvo hasta hace més o menos un cuarto de millén de afios, cuando aproximadamente en la época de la aparicién de la especie moderna Homo sapiens se disminuyé ese ritmo. El crecimiento fisico fiie suplantado entonces por una evolucién cultural cada vez ms prominente.!* Con la aparicién de Ja cultura mus- teriense de herramientas del hombre de Neanderthal hace unos 75 mil afios, adquirié més velocidad el cambio cul- * Las tasas estimadas del incremento evolutivo en el tamafo del cerebro humano se basan en todos los datos de los f6siles cexistentes publicados hasta 1977 y fueron proporcionadas pot Harry J. Jerison (comunicacién personal). 130 dando origen en Europa a la cultura del Paleolt- 1 oerior del hombre de Gro-Magnon hace unos 40 Sil afios. Desde hace 10 mil afios se invents y se difundid fp agricultura, aument6 considerablemente a densidad Ye las poblaciones, y las bandas de cazadores-recolector tts dieron paso finalmente al incansable crecimiento de fuibus, cacicazgos y Estados. Finalmente, después del afio 1400 ‘de nuestra era, las civilizaciones establecidas en Europa nuevamente aceleraron su paso para levar el qrecimiento de la humanidad y la tecnologia hasta nive- jes capaces de alterar el mundo. ; 'No hay razén para creer que durante esta carrera final hacia Ta era espacial haya cesado la evolucién de la ca- idad mental o de la predileccién hacia conductas, fociales particulares. Segim la teoria de la genética de poblacién y los experimentos en otros organismos, pueden feurrir cambios substanciales en el periodo comprendi- do a lo largo de unas cien generaciones que para el hom- bre representa apenas el tiempo transcurrido desde la éoca del Imperio Romano. Dos mil generaciones, apro- simadamente el tiempo transcurrido desde que el Homo sapiens tipico invadié Europa, es un periodo suficiente para crear nuevas especies y modelar su autonomfa y con- ducta en aspectos importantes. Aunque no sabemos cudn- ta evolucién mental ha ocurrido realmente, serfa pre- maturo asumir que las civilizaciones modernas se han construido totalmente sobre un capital genético acumu- lado durante el largo periodo de la Edad Glacial. De todos modos, ese capital es muy grande, Podemos asumir que la mayor parte de los cambios que ocurrie- ron en él intervalo transcurrido desde la vida de los ca- zadores-recolectores de hace 40 mil afios hasta los p: meros balbuceos de la civilizacién en las ciudades-Estados sumerias, y practicamente todos los cambios que han ocu- rrido desde Sumeria hasta Europa, fueron creados por 131 la evolucién cultural més bien que por la genética, Lp interesante, entonces, es saber hasta qué grado han in fluido las cualidades hereditarias de la existencia de ca, zadores-recolectores en el curso de la evolucién cultura) subsecuente. Creo que Ia influencia ha sido muy amplia. Se ha Puesto en evidencia el hecho de que el surgimiento de la civilizacin en todas partes ha seguido una secuencis definida. Al aumentar de tamaiio las sociedades a partir de las diminutas bandas de cazadores-recolectores, au. menté la complejidad de su organizacién mediante ly incorporacién de rasgos que aparecieron en un orden bastante consistente. Al convertirse la banda en tril aparecieron verdaderos lidercs masculinos y obtuvieron el control, se fortalecieron, y formalizaron las alianzas entre grupos vecinos, y se generalizaron los rituales para seffalar los cambios estacionarios. Con una poblacién ai més densa aparecieron los atributos de cacicazgo gent co: ladistincién formal del rango de acuerdo con la mem. brecia en determinadas familias, la consolidacion hered taria del liderazgo, una divisién mas aguda del trabajo y Ja redistribucién’ de la riqueza bajo el control de la élite dominante. Cuando los cacicazgos dieron origen a su vez a las ciudades y los Estados, se intensificaron estas cualidades bésicas. El status hereditario de la élite se vio santificado por las creencias religiosas. La especial zacién de los oficios formé la base para estratificar en clases a la restante sociedad, Se codificaron las leyes y la religion, se organizaron ejércitos, y aumentaron las burocracias. Se perfeccionaron Jos sistemas de irrigacién y la agricultura, y como consecuencia se hicieron atin ads densas las poblaciones. En el apogeo de la evolu- cién del Estado, la arquitectura era monumental, y las clases dominantes eran exaltadas como una seudo-es- 132 in se. El enfoque de la religidu se concentré entonces en rados ritos de Ia nacién.*? a ‘oa notables las similitudes entre las civilizaciones mas son sa de Egipto, Mesopotamia, India, China, México, ang Central y América del Sur en estos rasgos prin- Aas, No pueden explicarse como productos del azar Pre una fertilizacién cultural cruzada, Fs verdad que 0 ae chivos de la etnografia y la historia estin Ilenos con lor anles ¢ indudablemente importantes variaciones de Pa detalles de la cultura, pero lo que exige nuestra ma- atencién para considerar la teoria de la doble senda Ia evolucién social humana es el paralelo entre los ‘inci de organizacién. its pinion, la clave del surgimiento de la civili- sacibn es la hipertrofia, el crecimiento extremo de las es- Bucturas preexisteites. Al igual que los incisivos del ele- fante bebé que se alargan para convertirse en colmillos, Tos huesos craneanos del alce macho que se convierten sia sorprendente y enorme cornamenta, las respuestas Sociales bésicas de los cazadores-recolectores se han me- famorfoseado de las adaptaciones ambientales relativa- mente modestas a formas inesperadamente elaboradas {aun monstruosas en las sociedades més avanzadas. Pero Ia dieecin que puede tomar este cambio y eur resulta des finales extn limitados por las prediposciones de conducta genéticamente influidas que constituyen las adaptaciones mAs primitivas y més simples de los seres, a ne puede observar la hipertrofia desde sus comienzos. Un ejemplo en sus etapas tempranas es fa subordinacion de las mujeres en las culturas elemen- tales. Los {Kung San del desierto de Kalahari no im- * , “The cultural evolution of civilizations”, Annnal Revieu of Boology and Systematics, 37 399426 (1972). 133, vonve ners vunivs3e ooviss Fetereciones_pentiboes | coenaice af de oevcendenc Economia seditribvive defor neresive Ensogonia prou0de wp wopse so “eeojoaneyanuntiy 13° 00000) swag 00209 oh oonyooeg €3® 0009-00001) cotepm enn 33 oP 02 12210 a A epOne Susans ‘uo ov ‘eanpie coupwooren ag be ‘1e03 01 #9 8220, ponen roles sexuales en los nifios. Los adultes tratan a $s pequefias aparentemente de la misma manera a los nifios pequefios, esto es, con una considerable fbdulgencia y tolerancia. Pero, como descubrié la antro- fa Patricia Draper!® durante un estudio especial del Fesrrollo infantil, todavia aparecen pequefias diferen- ‘Gas en promedio, Desde el principio las nifias estan mas gerca del hogar y es menor la frecuencia, con que se ‘gnen a grupos de adultos que estin trabajando. Durante fl juego, los nifios tienden a imitar a los hombres, y las nifias a imitar a las mujeres. Al crecer los nifios, estas diferencias llevan a través de pasos imperceptible a una diferencia todavia mds fuerte en los roles sexuales adul- tor. Las mujeres recogen nueces de mongongo y otros alimentos vegetales y acarrean el agua, generalmente sin alejarse mas de una milla del campamento, en tanto fe los hombres se alejan mas en busca de caza. Pero la vida social Kung es relajada e igualitaria, y con fre- quencia se comparten las tareas, En ocasiones los hom- bres recogen nueces de mongongo o construyen las ca- bafias (lo que es una ocupacién femenina), acompaiia- dos 0 no de sus familias, y ocasionalmente las mujeres atrapan especies pequefias. Pero ambos roles sexuales son variados y estimados por todos. De acuerdo con Draper, las mujeres Kung mantienen un control personal sobre Jos alimentos que recogen, y generalmente son ‘“‘vivaces y tienen confianza en si mismas”. En algunas localidades las bandas se han establecido en aldeas para adoptar la agricultura. El trabajo es més, pesado, y por primera vez en le historia ;Kung cono- cida, es compartido hasta un grado importante por Patricia Draper, “!Kung Women: Contrasts in Sexual Ega- litarianism in Foraging and Sedentary Contexts”, en Rayna R. Reiter, ed., Toward an Anthropology of Women (Monthly Re- view Press, Nueva York, 1975), pp. 77-109. 135 Jos nifios pequefios. Los roles sexuales se endurecen ng. tablemente desde los primeros dias de la infancia, Lay nifias estén atin mas cerca del hogar que antes pare atender a los nifios pequefios y auxiliar en las tareas dev mésticas. Los nifios cuidan de los rebafios de animales domésticos y protegen los huertos de los monos y las ca, bras, Al llegar a la madurez, los sexos se han separady mucho uno de otro tanto en modo de vida como en status, Las mujeres son més plenamente domésticas, tra bajan casi continuamente en una multitud de tareas en las que se les somete a supervisin. Los hombres cont nitan_vagando libremente, responsabilizéndose por su propio tiempo y actividades, Asi, ha bastado una sola generacién para generar el patrén familiar de dominacién sexual en una culture, Cuando las sociedades crecen atin mds y se hacen may complejas, las mujeres tienden a suftir una reduccién en su influencia fuera del hogar, y a estar més restrin. gidas por las costumbres, los rituales y las leyes forma, les. AI hacerse mayor la hipertrofia, pueden convertirse literalmente en una mercancfa, ser vendidas y cambia. das, ser objeto de luchas, y estar gobernadas bajo una moral doble. La historia ha contemplado algunas in- versiones locales notables, pero la gran mayoria de las sociedades ha evolucionado hacia la dominacién sexual como si se deslizara por un tobogan, La mayoria y tal vez todas las otras caracteristicas prevalentes en las sociedades modernas pueden identi. ficarse como modificaciones hipertréficas de las institu. ciones biolégicamente significativas de las bandas de ca. zadores-recolectores y de los Estados tribales primitivos, El nacionalismo y el racismo, para ofrecer dos ejemplos, son el resultado culturalmente nutrido del simple triba, Jismo. En tanto que los !Kung Nyae Nyae hablan de si mismos como perfectos y limpios y de otros pueblos 136 como extranjeros asesinos que usan venenos mor- Hee civilizaciones han elevado el egotsmo al rango Multura superior, exaltindose a ellas mismas por me- Ye Ja sancin divina y menospreciando a otras con de historias escritas elaboradamente falsificadas. ayuda a beneliciados de Ia hipertrofia han encontrado Gifell enfrentarse al cambio cultural extreme, pergue socoboligcamente equipados solamente ‘por una Gisiencia mis primitva y simple. En tanto que los ca- gadores-recolectores desempefian cuando mucho uno 2 dos papeles informales de entre los que extn a au dis scion, sus semejantes alfabetos en una sociedad in- Bistrial deben elegir diez o mAs entre millares de acti- fidades, y emplarar un conjunto con otro en diferentes odes de su vida o aun en diferentes momentos del Ga. Ademis, cada ccupacion —el_médico, el jue, el snaestro, la camarera— se desempefia tal como es, Tmportar los verdaderos mecanismos de la mente que aipedetrds de la persona. Las desviaciones significativas srt desempeiio de es0s papeles son inerpretados por otros como una seal de incapacidad mental o de ire: sabiidad, La vide cotiiana es una mezca de com Promiso entre la represetacén de un papel y dives evelaciin, Bajo esas condicic tision, como sefiala Erving Goffman: ign entre Ias personas y el rol. Pero la re- face arr Sistema interactive —al marco de rele rencia— en el cual se desempefia el roly el yo del ejecutan: te apenas se viskumbra El yo, entonces no es una entidad medio oculta detds de los eventos, sino una Lees biable para manejarse a uno mismo dur » Erving Goffman, Frame Analysis (Harvard University Press, Cambridge, Mass, 1974). im mismo modo en que la situacién present il manera oficial dtr de a cul not ceceeet ee dice dénde y cémo podemos mostraros, preseribi Ja misma cultura el tipo de entidad que debemos nt? que somos para tener algo a través de lo cual moet? de esta manera. omrarcg No debe sorprender entonces que la crs de sea una de las principales fuentes de | na, y que la clase media urban: ieee existencia més sencilla AI mulipiarse estas divers rales, en la mayoria de las veces se ha perdi lam perdido su ver. ee Para los practicantes, En Cannibals and Kings, Marvin Hartis® ha sugerido una serie de ejemplos sorprendentes sobre el modo en que las ea Gas erénicas de care afectan al frmacin de las = cias religtosas. Si bien los anti e eligi iguos cazadores-recol suftfan peligros cotidianos i van i s y fluctuaciones limitati cl medio ambiente lo au conservaba uma baja den, el néimero de sus integrantes, por | ; odian contar en su dieta con una porciSn relativerses te elevada de carne fresca, Li imit ‘vos, como he dicho, ban un nicho ecologies eo lenaban un nicho ecolégico especi . fe es * gran los primates camivoros de ls nics sie Gonservaron sta poicin durante toda la Edad Glacial a funding per Baron, sia y finalmente Australia . Cuando agricult iti aumento de la densidad de poblacin, ya ie en irae ttn yc mo tecimiento suficiente de carne fresca, y las natientes oh vilizaciones se volvieron hacia los animales doméstions lentidag e moder. a aspire a retornar a ung superestructuras culty. * Marvin Harris, Cannibals in igir tures (Random Howe, Nueva bot ia oe Me. gedujeron sus raciones. Sea como fuere, la aficién ‘ carne continud siendo un impulso dietético bisico, efectos culturales que variaron de acuerdo con las ndiciones especiales del medio ambiente en el cual Geolucionaba la sociedad. El antiguo México, al igual que la mayorfa de los tr6- cos cubiertos por la selva del Nuevo Mundo, carecia Bil tipo de caza mayor que florecia en las planicies de Africa y Asia. Ademfs, los aztecas y otros pueblos que gonstruyeron civilizaciones no tenian animales domésti- ‘gos como fuentes importantes de carne. Al aumentar Ia Jacién humana en el Valle de México, la clase do- fainante entre los aztecas todavia podia disfrutar de pla- {ills delicados como perros, pavos, patos, venados, co- nejos y pescado. Pero la carne animal pricticamente estaba eliminada de la dieta del pueblo comin, que ocasionalmente se limitaba a comer trozos de alga espi- tulina recogida en la superficie del Valle de Texcoco. La situacién se aliviaba parcialmente al comerse a las vfetimas de los sacrificios humanos, Cuando Hernén Cortés entré al Valle de México, se consumian hasta 15 mil personas por afio. Los conquistadores encontra~ ron 100 mil craneos ensartados en hileras en Ia plaza de Xocotlan y otros 136 mil en Tenochtitlan, Los sacer- dotes decian que el sacrificio humano era del gusto de Jos principales dioses, y lo santificaban con ritos com- plicados ejecutados en los santuarios de los dioses situa- dos en imponentes templos blancos erigidos con este pro- pésito. Pero estos adornos no deben distraernos del hecho de que inmediatamente después de que se les arrancaba ‘el coraz6n, las victimas eran descuartizadas sistematica- mente como animales y los fragmentos de sus cuerpos distribuidos y comidos. Entre aquellos favorecidos por Jas {estas estaban la nobleza, su servidumbre y los sol- 139 dai ras. palabras, eet otras palabras, los grupos con mayor poder La India surgié de una base nutritiva mas vi la de México y siguié una transformacion cultuny ferente pero igualmente profunda al disminuiy 1 carne. Los primitivos invasores arios de la Ianurz a Ganges tenian fiestas en las que se comian reses, ¢ hi Hos, cabras, biifalos y ovejas. Para las posteriores is : védicas y los comienzos de la hinduista, durante ete mer milenio de nuestra era, las fiestas quedaron en baa, nos de la casta sacerdotal de los brahmanes, quienes in, ventaron rituales de sacrificio alrededor de la matanay de los animales y la distribucién de la carne en bre de los jefes y caudillos militares arios. Después del ane 600 a. c., cuando se hizo més densa la poblacién Te animales domiésticos escasearon proporcionalmente, os tringié progresivamente la alimentacién con came hasta que se convirtié en un monopolio de los brahmanes los grupos estrechamente ligados con ellos. La gente on dinaria trataba de conservar suficiente ganado para sa. tisfacer sus propios requerimientos desesperados de leche, de estiéreol usado como combustible y de transporte, Dux rante este petiodo de criss, surgieron las religiones Telos mistas, principalmente el budismo y el jainismo, qui intentaron abolir las castas y los sacerdocies hereditarios y de poner fuera de la ley la matanza de animales, Lac * La hipstesis del origen canibalisti ee te debe a Michael Harner: vse “The Enigma of Ace Set cre, Natrel Hoty, 4; 4651 (aril de 1977). Ha sido or otros a juienes pone prueba de la insuficiencia de proteina toca, Vee por ejemplo, Michael D. Coe, “Struggles of "Human Fintoor ‘Science, 199: 762-763 (1978); y “Demyntication Tnrialemeae ‘Aztec Cannibalian: Matera Rejinder to Harner", Por Barbara Price, American Ethnologist, 5: 98-115 (1978), 140 adoptaron las nuevas sectas, y a final de cuentas Mrpoderoso apoyo logré que se reclasificaran a las vacas animales sagrados. De este modo, parece que algunas de las practicas seligiosas mis desconcertantes de la historia pudieran vantecedentes que van en Tinea racta hasta los an- Mguos habitos carnivoros de la humanidad. Los antro- ‘os culturales gustan de acentuar el hecho de que fp evolucién de las religiones ocurre a través de muchas gendas que se ramifican, Pero no es infinito el ntimero fe estas sendas. Tal vez ni siquiera sean muy numero: tas. Aun es posible que, con un conocimiento més se- de la naturaleza humana y la ecologia, puedan nu- Srerarse esas sendas y explicarse con un elevado nivel de confianza las direcciones de la evoluci6n religiosa en fas culturas individuales. ‘Yo interpret la conducta social humana contempo- rénea como el conjunto de retofios hipertréficos de los fasgos mas simples de la naturaleza humana unidos en Un mosaico irregular. Algunos de los retofios, tales como jos detalles de la atencién de los nifios y la clasificacién del parentesco, representan solamente ligeras alteracio- nes que aiin no ocultan sus orfgenes pleistocénicos. Otros, tales como la religiOn y la estructura de clases, son trans- mutaciones tan grandes que solamente los recursos com- binados de la antropologia y la historia pueden aspirar a remontar su filogenia cultural hasta los rudimentos en el repertorio de los cazadores-recolectores. Pero aun éstas podrian someterse con el tiempo a una caracterizacién estadistica congruente con la biologia. El segmento mas extremada y significativamente hiper- tréfico es la reunién y participacién del conocimiento. La ciencia y la tecnologia se expanden con un ritmo acelerado en modos que alteran nuestra existencia afio tras afio, Para juzgar de modo realista la magnitud de a4 ese crecimiento, sefialaremos que ya est4 dentro de ugg, tro alcance la construccién de computadoras con la ae pacidad de memoria de un cerebro humano, Diche ify trumento ciertamente no seria muy préctico: ocupary ta mayoria del espacio del Empire State Building y uit SL™L™Lr™r—rt~—‘“C—™s™™—S—C—C—C™CE_CNCC*CN Producida por la represa del Grand Coulee. En la de cada ‘de 1980, sin embargo, cuando se aiiadan nueveg clementos de “memoria en burbujas” que ya estén en su etapa experimental, la computadora podria en; ara llenar un conjunto de oficinas en uno de los pises del mismo edificio.* Mientras tanto, los adelantos en e] almacenamiento y recuperacién son igualados por los incrementos en el ritmo del flujo de informacion, Dut rante los pasados veinticinco afios las lamadas telefé; cas transocéanicas y Ia transmisién de radio de aficio. nados se han incrementado enormemente, la television se ha vuelto global, ha crecido exponencialmente el ni mero de libros y publicaciones periddicas, y el alfabe. tismo universal se ha convertido en el objetivo de la ma. yoria de las naciones. La fraccién de norteamericancs que trabajan en ocupaciones relativas prineipalmente a la informacién ha aumentado desde un 20 hasta cerca del 50 por ciento de la fuerza de trabajo. EI conocimiento puro es el emancipador definitivo, Tguala a los pueblos y a los Estados soberanos, corroc las arcaicas barreras de la supersticién y promete elevar 'a trayectoria de la evolucién cultural, Pero no creo que ® Esta descripcién del desarrollo de la tecnologia de las com: Putadoras se basa en el articulo de Robert Jastrow, “Pon Human Intelligence", Natural History, 84: 12°18 (junio-julio de 1977). Nétese que la capacidad citada e de la memoria no abarca necesariamente los poco comprendides, y posible. mente ain més complejot, procetos de la formacién’de Lenguaje ¥ de la toma de decisiones, 142 reglas bisicas de a conducta humana cara prinepal de la predcible tayectera 6 sieistoria, El conocimiento de nosotros mismos re- ge a is elementos de la naturaleza humana biolégica velar jue la vida social moderna surgio en: todas sus de oe formas, Ayudari a distinguir con mayor pre- Bion los cursos futuros de accién | cegures de fos pei etosos. Podemnos esperar decidir més Iviiowmente ul soos elementos de In naturaleza humana del mes el Gwar y cuales subvertir, cuales podemos tomar a pla imuales debemos manejar con cautela. Sin embargo, no pee Ia dura subestrctra bilgi sin hasta : jentro de muchos affos, en Bitmnon genes, Una ver establecida esa propoticién bi- fica, invito al lector a reconsiderar cuatro de las cate- orias clementales de la conducta: la agresién, el sexo, BPiltruismo y la religign, con base en la teotia socio- €l altruismo y la religién, biolégica. 143 V. AGRESION éSon los seres humanos innatamente agresivos? Esta tuna pregunta favorita en los seminatios de las univents dades y en las conversaciones de los cocktail parties, un Pregunta que despierta emociones en los idedlogos ticos de todas clases. La respuesta es afirmativa, A’ he vés de la historia de la guerra, representando solameny Ja técnica més organizada de agresién, ha sido endémic Para todas las formas de sociedad, desde las bandas ae cazadores-recolectores hasta los Estados industriales, Dis ante los pasados tres siglos, una mayoria de las nacre nnes de Europa han estado’ comprometidas en. guerres durante aproximadamente la mitad de todos esos aren, pocas han Ilegado a contemplar un siglo de paz conti nua.! Virtualmente todas las sociedades han invented sanciones complicadas contra la violacidn, la extonah, y.el homicidio, al mismo tiempo que regulan su comer. cio cotidiano mediante complejas costumbres y leyes pars minimizar las formas mas sutiles pero inevitables de rane flicto, Y lo mas importante, las formas humanas de condueta agresiva son especificas de la especie? aunque de forma bésicamente primate, contienen rasgos que las distinguen de la agresién en todas las otras especies, Se. lamente redefiniendo las palabras “innato” y “agresién™ hasta el punto de la inutilidad podriamos decir correc. tamente que la agresividad humana no es innata, una Poli. Los datos sobre la frecuencia de las guerras a1 6 sobre le las guerras se deben Pitiim Sorokin, Social and Cultural Dynamics (Porter Sevens Boston, 1997); véase también el clésica de Quincy Wrigth, A Study of War, 2. ed. (University of Chicago Press, Chica. 144 Ww Los teéricos que desean exonerar los genes y hacen caer Ja culpa de la agresividad humana totalmente en las perversidades del medio ambiente sefialan a la dimi- nuta minoria de sociedades que parecen ser casi o total- mente pacificas, Olvidan que lo innato se refiere a la probabilidad evaluable de un que rasgo se desarrollans fen un conjunto especifico de ambientes, no a la certi- dumbre de que el rasgo se desarrollar4 en todos los am- bientes. Segiin este criterio, los seres humanos tienen una sefialada predisposicién hereditaria a la conducta agre- siva. De hecho, el asunto es atin més claro que lo que implica esta calificacién. Las tribus més apacibles de nuestros dias solian ser los destructores de ayer y pro- bablemente en el futuro produzcan soldados y asesinos. Entre los !Kung San contemporaneos es casi descono- cida la violencia entre adultos; Elizabeth Marshall Tho- mas? Jos ha llamado correctamente e! “pueblo inofensi- vo”. Pero en fecha tan reciente como hace 50 afios, cuando estas poblaciones “bosquimanas” eran mas den- sas y menos tigidamente controladas por el gobierno cen- tral, su tasa de homicidio per capita igualaba a las de Detroit y Houston.* Los Semai de Malasia han demos- trado una plasticidad ain mayor. La mayor parte del tiempo parecen tan inocentes que no tienen siquiera el concepto de agresin violenta, El homicidio es descono- cido, no existe una palabra explicita para el acto de matar (el eufemismo preferido es “golpear”), no gol- pean a los nifios, y los pollos son descabezados solamente como una necesidad que se lamenta profundamente. Los * Elizabeth Marshall Thomas, The Harmless People (Alfred Knopf, Nueva York, 1959). * La tasa de homicidios de los !Kun San: basada en una conferencia, “!Kung Bushman violence”, por Richard B. Lee, en la reunién anual de la Anthropological Association, no- viembre de 1969. 145 padres adiestran cuidadosame: habitos de no-violenci tdnico recluté a los hol nte a sus hijos en estoy Cuando el gobierno colonial bre bres Semai para unirse a la cam, S,r~—~—t—“—™™—C—“CitCSC—C—CO™CO™SCO de la década de 1950, simplemente no sabian que seat Ponfa que los soldados debian luchar y matar. “Muchas Sentes que conocfan a los Semai insistian en que un Pueblo tan contrario a la guerra nunca se convertiri en buenos soldados”, escribe el antropélogo norteame. ricano Robert K, Dentan.4 Pero estaban equivocados, Los terroristas comunistas habian matado a los Parientes de algunos soldados Semai de la contrainsurgencia, Ale. Jados de su sociedad no-violenta y con érdenes de matar, Parecfan poseidos de una clase de locura a la que lane, ban “embriaguez de sangre”. Una tipica historia de un Velerano es la siguiente. “Nosotros matamos, matamon matamos. Los malayos se detenian y revisaban los bolsilte, de los enemigos para tomar sus relojes y su dinero. Now otros no pensébamos en: relojes o dinero. Solamente pen. sébamos en matar. Ciertamente estabamos ebrios con van. gre.” Uno de los hombres. llegé a relatar cémo habia bebido Ja sangre de un hombre a quien habia ™matado. Al igual que la mayorfa de los otros mamiferos, los seres humanos muestran una escala de conducta, un espectro de respuestas que aparecen o desaparecen de acuerdo con circunstancias particulares. Difieren gené. ticamente de muchas otras especies animales que care. cen del todo de dicho patrén de conducta, Debido a que existe una compleja escala en vez de una respuesta sim. ple, como un reflejo, los psicoanalistas y los zodlogos por igual han tenido extraordinarios problemas para llegar * Robert K, Dentan, The Semai: A Nonviolent People of Malaya (Holt, Rinehart y Winston, Nueva York, 1968). 146 fo caracterizacién general satisfactoria da la agresi6n wana? Encontrarfan exactamente la misma dificultad fini la agresién de los gorilas o la agresién de los id defi reud® interprets la conducta en los seres huma- como el resultado de un impuso que constantemen- ca desahogo. Konrad Lorena,’ en su libro On +e partion, moderniz6 este punto de vista con nuevos eer omados de los estudios de la conducta animal. gr ala conclusion de que los seres humanos compar- fun instinto general de conducta agresiva con otras verecies animales. Este impulso debe aliviarse de algén wep, aun cuando sea solamente por medio de deportes etitives. Erich Fromm, en The Anatomy of Huma Decructivencss, adopta un punto de vista diferente y ee ‘més. pesimista de que el hombre esti sujeto in Gnico instinto de muerte que habitualmente leva a Formas patolégicas de agresin més alld de aquellas que . en los animales. AL goal que tantas otras formas de conducts "Snsin 1, la agresin en cualquier especie determinads ef jidad un mal definido ordenamiento de respuestas diferentes con controles separados en el sistema nervio- So. Pueden distinguirse por lo menos siete categorias! * * Se ofree una dicusén de ls escalas de conduct y otras propiedades de la conducta agresiva en Wilson, Sociobiology, 7 Seannd Freud ", en Collected Papers (J. Strax * Si reud, “Why war”, en Collecte hey dole a Be conrad Lone, On Angreson (Harcourt, Brace & Word jueva York, 1966). en Nee Brom "The Anctomy of Human Desructoe (Holt, Rinehart y Winston, Nueva York, 1973). — +a diversidad de tipos de conducta agresiva se examina Sociobiology, pp. 242-255. 47 La defensa y conquista de territorio, la afirmacié dominio dentro de grupos bien organizados, la agreut® sexual, los actos de hostilidad por medio de lov se pone fin a la lactancia la agresién en contra duu Presas, los contrataques defensivos a los predatores la agresién moralista y disciplinaria para hacer ane) las reglas de la sociedad. Las serpientes de carcabel oe cen un ejemplo instructivo de las distinciones deo categorias basicas. Cuando dos machos competen poe acceso a las hembras, entrelazan sus cuelloe s Teng —rr————S muerden, auri cuando su veneno es tan letal po ot” serpientes de cascabel como lo es para los concn ote — CL ——————— bresa ataca desde cualquier posicién sin que se adviertan ntemano sus intenciones, Pero cuando se volenn las cartas y la serpiente se enfrenta con un animal tamaiio suficiente como para amenazss a canted enrella, leva la cabeza hasta el centro de los anil que forman su cuerpo en posicién de ataque y sseud sus cascabeles, Finalmente, si el intruso es una cerpionts rey, una especie que se caracteriza por alimentare on, otras serpientes, la serpiente de cascabel utilien une sn niobra totalmente diferente: se enrolla, oculta la cabe za debajo de su cuerpo, y golpea a la serpionte sein con uno de los anillos de su cuerpo, De este modo, nave comprender la agresién de las serpientes de coasted = de los humanos es necesario especificar cudl de las for. tas particulares de la conducta agresiva nos intemea 0 La continua investigacién en la zoologia ha estable. “ El ejemplo de la agresién de la ie Be , le 1a serpiente de cascabel ex de George W. Barlow, “Ethologieal Unie ef Behsvices en 1s ingle, ed., The Central Nervous System and Fish Behavior (University of Chicago Press, Chicago, 1968), pp. 217-232, 148 ‘do que ninguna de Jas categorias de vonducta agresiva iste en forma de un instinto general sobre amplios or- denamientos de especies. Cada categoria tiene que afia- ‘dirse, modificarse 0 eliminarse en una especie individual durante el curso de su evolucién genética, de la misma manera que el color de ojos puede alterarse de un tono 2 otfo, 0 afiadirse o eliminarse una particular gléndula de la piel. Cuando Ia seleccién natural es intensa, estos cambios pueden ocurrir en toda una poblacién en sola- mente unas cuantas generaciones; la conducta agresiva ede hecho uno de los rasgos genéticos més moldeables. Cominmente encontramos que una especie de ave o de mamifero es altamente territorial, con cada metro cua- drado de su medio ambiente habitable cuidadosamente sefialado; los residentes ejecutan danzas espectaculares ‘o emiten gritos intensos y olores molestos para repeler a Jos rivales de la misma especie que puedan amenazar sus pequefios dominios privados. Pero coexistiendo en el mismo habitat puede haber una segunda especie similar que no muestre ningiin rasgo de conducta territorial, En las otras categorias de la agresién ocurren habitual- mente diferencias abruptas entre especies. En pocas pa- labras, no hay prueba de que exista un difundido ins- tinto agresivo unitario. La razén de la ausencia de un instinto agresivo gene- ral nos ha sido revelada por las investigaciones en la ecologia. La mayoria de las clases de conducta agresiva entre los miembros de la misma especie se deben a un excesivo agrupamiento en el medio ambiente. Los ani- males emplean la agresion como una técnica para con- trolar los bienes, generalmente alimento o abrigo, que son escasos 0 que probablemente Jo sean en algtin mo- mento durante el ciclo vital. Ellos intensifican sus ame- nazas y atacan con creciente frecuencia al hacerse més 449 aument: eric Siento numérico. Otras especies, en contrast, o unc gafrentan al agotamiento de sus requeniny cos. Su ntimero se i Cn dependientes de la deatiad ei a a Pas sts, © Ia migracién. Dichos animales t, len eraiGes entre ti, porque rara vez llegan 2 sage cea merOCE pr. que a conducta res a Pars losindvides.* Yi ser sufi. agresiva la agresién no Periodistas que si . eras oe la linea de Loren; Tepresentado a la humani oe de Sangre esté més all4 de le la ciencia, Pero esto también Au ridty Man and Beait: Combarace Goes i PP. 183-217 87 institution Press, Washington, ae on tnt : . C., mal apanes ra eves. re de las cflulassuperficales de un sitero neutro. Aun ahora, ccure un ripido método de reproduccién asexual seme. Jante al de las baceris en las raras ocasones en que crean mellizos idénticos por medio de una sola div sin de un évulo ya frtiizado, “ ‘ampoco es la principal funcié i pal funcién del sexo dar y re bir pices La gran mayoria de las especies animales ej : mecénicamente y con i iniima de actos preliminares, Pares Ge bacterias y pind tozoarios forman uniones sexuales sin el beneficio de un Sistema nervioso, en tanto que los corales, las ontras wuchos otros animales invertebradoe simplemente aro. im wr jan sus células sexuales en el agua que los rodea, lite: inte sin pensar en ello, ya que carecen de un cere- fro adecuado. El placer es, en el mejor de los casos, un mecanismo para capacitar a los animales que copulan, tm medio de inducir a criaturas con sistemas nerviosos Versétiles para invertir la gran cantidad de tiempo y de gnergia que se requiere para cortejar, tener relaciones sexuales y criar a los retofios. "ademés, el sexo es en todo sentido una actividad riesgosa y agotadora. Los érganos reproductivos de los eres humanos son de una complejidad anatémica que fos expone a sufrir accidentes letales, como el embarazo ectopico y las enfermedades venéreas. Las actividades Ge cortejo se prolongan més alld de las necesidades mf- fnimas de sefialamiento. Son enérgicamente costosas y gun peligrosas, hasta el grado que los més ardientes co- fren el mayor riesgo de ser muertos por rivales o preda- tores. A nivel microscépico, los mecanismos genéticos por medio de Jos cuales se determina el sexo estn cui- Fadosamente dispuestos y sufren perturbaciones con fa- tilidad. En los seres humanos un cromosoma sexual de mas o de menos, 0 un cambio sutil en el equilibrio hor- jonal de un feto en desarrollo, crean anormalidades en Ia fisiologia y la conducta.t ‘De este modo, el sexo por si mismo no concede una ventaja darwiniana directa, Ademés, la reproduccién sexual automaticamente impone un déficit genético. Si tun organismo se multiplica sin sexo, todos los descen- dientes serdn idénticos a él mismo. Si por otra parte, un + Se describen con gran detalle los defectos hereditarios en ta determinacién del sexo humano en G. E. McClean y J. C. De Fries, Introduction to Behavioral Genetics (W. H. Freeman, San Francisco, 1973); y John Money y Anke A. Ehrhardt, ‘Mon and Woman, Boy and Girl (Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1972). 175, organismo acepta sociedad sexual con otro individuo ajeno, la mitad de los genes de cada uno de sus descen. dientes ser de origen extraiio. De alli en adelante, con cada generacién se disminuiré a la mitad la inversién en genes por descendiente. Por Jo tanto, hay buenas razones para que la repro- duccién sea no-sexual: puede lograrse de modo priva- do, directo, seguro, con bajo costo en energias y de modo egofsta. @Por qué, entonces se desarrollé el sexo? La respuesta principal es que el sexo crea diversidad, ¥ la diversidad es la manera en la que un padre apoya sus apuestas en contra de un medio ambiente impredic- tiblemente cambiable? Imaginemos el caso de dos es- pecies animales, ambas de las cuales consisten entera- mente de dos individuos portadores de dos genes. Lla- memos arbitrariamente A a un gene y a al otro. Por ejemplo, estos genes pudieran ser los de color de ojos pardos (A) y de color azul (a) 0 de uso de Ia mano derecha (A) y uso de la mano izquierda (a). Cada in- dividuo seré Aa porque posee ambos genes. Supongamos que una de estas especies se reproduce sin sexo. Enton- ces todos los descendientes de cada padre seran Aa. La otra poblacién usa el sexo para su reproduccién; produce células sexuales, cada una de las cuales conti ne solamente uno de los genes A 0 a, Cuando dos indi- viduos copulan, combinan sus células sexuales, y dado que cada adulto contribuye con células sexuales que son portadores de A o a, son posibles tres clases de descen- dientes: AA, Aa, aa. De este modo, a partir de una poblacién inicial de individuos Aa, los padres asexuales solamente pueden producir descendencia Aa, en tanto » Muchos bibloges han desarrollado Ia teoria sobre la base genética de las diferencias de rol sexual, y se revisa en detalle en Wilson, Sociobiology, y David P. Barash, Sociobiology and Behavior (Elsevier, Nueva York, 1977). 176 Y que los padres sexuales pueden producir descendencia AA, Aa y aa. Supongamos ahora que cambia el medio ambiente —digamos un invierno intenso, una inunda- cién o la invasién de un predator peligroso— de tal modo que resultan favorecidos los individuos aa. En la siguiente generacién, la poblacién que se reproduce se- xualmente tendré la ventaja de consistir predominante- mente de organismos aa hasta que combien las condicio- nes para favorecer tal vez a los individuos AA y a los Ae. La diversidad, y por lo tanto la adaptabilidad, explica por qué muchas clases de organismos se toman Ja mo- lestia de la reproduccién sexual. Exceden con mucho a las especies que descansan en el modo més directo y simple, pero a largo plazo menos prudente, de la multi- plicacién sin sexo. Por qué entonces usualmente sélo hay dos sexos? Es tedricamente posible que haya un sistema sexual ba- sado en un sexo, individuos anatémicamente uniformes que produzcan células reproductivas formadas idéntica- mente y que las combinen indiscriminadamente. Algu- nas plantas inferiores hacen precisamente eso. Es posi- ble también tener centenares de sexos como ocurre entre algunos hongos. Pero en la mayor parte del mundo vi- viente prevalece el sistema de dos sexos. Este sistema parece permitir la divisién del trabajo més eficiente que es posible. La hembra perfecta es un individuo especializado en hacer huevos. El gran tamafio de los huevos le permi- te resistir a la resequedad, soportar periodos adversos consumiendo la yema almacenada, ser transportados a un lugar seguro por los padres, y dividirse por lo menos en algunas ocasiones después de la fertilizacién antes de necesitar ingerir nutrientes procedentes de! exterior. El macho se define como el fabricante de la esperma, el Pequefio gameto. Un espermatozoide es una unidad ce- m7 lular minima, que consiste en una cabeza llena de ADN ¢ impulsada por una cola que contiene apenas la re- serva de energia necesaria para llevar el vehiculo hasta el huevo. Cuando los dos gametos se unen en la fertilizacién, crean una mezcla instanténea de genes rodeados por la proteccién durable del huevo. Cooperando para crear igotos, la hembra y el macho hacen més posible que por lo menos algunos de sus descendientes sobrevivan en el caso de un cambio del medio ambiente. Un huevo difiere de una célula que se reproduce asexualmente en un aspecto fundamental: contiene una nueva mez- cla de genes. Suele ser extrema la diferencia anatémica entre las dos clases de células sexuales, En particular, el Svulo humano es 85 mil veces mas grande que el espermato- zoide humano. Las consecuencias de este diformismo gamético se extienden a toda la biologia y psicologia del sexo humano. El més importante resultado inme- diato es que la hembra hace una gran inversién en cada una de sus células sexuales. Una mujer puede es- perar producir solamente unos 400 évulos en toda su vida De éstos, un maximo de 20 pueden convertirse en vida. De éstos, un maximo de 20 pueden convertirse en descendientes saludables. Es relativamente enorme el costo de Ilenar e! desarrollo del infante hasta su término y cuidarlo posteriormente. En contraste, un hombre descar- ga 100 millones de espermatozoides en cada eyaculacién. Una vez que ha logrado la fertilizacién su compromiso meramente fisico ha terminado. Sus genes contribuiran en igual medida que los de la hembra, pero su inversion seri bastante menos que a de ella a menos que ésta puedo inducirlo al cuidado de la descendencia. Si se diera a un hombre libertad para actuar, teéricamente podria inseminar a millares de mujeres durante su vida. 178 - El resultante conflicto de intereses entre los sexos es una propiedad no solamente de los seres humanos sino de la mayoria de las especies animales. Los’ machos son caracteristicamente agresivos, especialmente hacia los de- més y mas intensamente durante el periodo de aparea- miento. En la mayoria de las especies, la dominacién es Ja estrategia masculina que da mejor resultado, Durante todo el periodo que Ieva terminar el desarrollo del feto desde la fertilizacién del évulo hasta el nacimiento del infante, un macho puede fertilizar a muchas hembras, pero una hembra solo puede ser fertilizada por un ma- cho. De este modo, si los machos fueran capaces de cor- tejar a una hembra tras otra, algunos serian los grandes ganadores y otros serian los perdedores absolutos, en tanto que prdcticamente todas las hembras saludables lograrian ser fertilizadas, Les conviene a los machos ser agresivos, arrojados, veleidosos ¢ indiscriminantes. En teoria, es més ventajoso para las hembras ser timidas, resistirse hasta que puedan identificar a los machos con Jos mejores genes. En las especies que crian a los hijos, es también importante para las hembras escoger a los machos que tengan mds. probabilidades de permanecer con ellas después de la inseminacién. Los seres humanos obedecen fielmente a este princi- pio biolégico, Es cierto que los millares de sociedades existentes varian enormemente en los detalles de sus cos- tumbres sexuales y en la divisién del trabajo entre los sexos. Esta variacién se basa en la cultura. Las socieda- des conforman sus costumbres de acuerdo con los reque- rimientos del medio ambiente y al hacerlo asi duplican totalmente gran parte de los ordenamientos que se en- cuentran en todo el resto del reino animal: desde la monogamia estricta hasta las formas extremas de la po- ligamia, y desde un enfoque cercano al unisexo hasta las diferencias agudas entre los hombres y las mujeres 175 en conducta y vestuario’ La gente cambia consciente- mente sus actitudes a su voluntad; la moda reinante en tuna sociedad puede cambiar en una generacién, Sin em- bargo, no es interminable esta flexibilidad, y detrés de todo descansan rasgos generales que se apegan estrecha- mente a las expectaciones de la teorfa evolucionista, Concentrémonos inicialmente en las generalidades bio- lsgicamente significativas y dejemos de lado, por el mo- mento, las consideraciones de la innegablemente impor- tante plasticidad controlada por la cultura. Antes que nada, somos moderadamente poligenos, y los machos inician la mayorfa de los cambios en la so- ciedad sexual. Alrededor de tres cuartas partes de todas las sociedades humanas permiten varias esposas, y la ma- yorla de ellas hacen cumplir esa prictica por medio de leyes y de cotumbres. En contraste, el casamiento con varios maridos solamente se acepta en menos del uno por ciento de las sociedades. El resto de las sociedades monégamas generalmente encajan en esa categoria sélo en un sentido legal, ya que las concubinas y otras estra- tagemas extramaritales equivalen a la tolerancia de una poliginia de facto. Debido a que las mujeres habitualmente son tratadas por los hombres como un recurso limitado y por lo tanto como propiedad valiosa, ellas son las beneficiarias de la hipergamia, la practica de casarse para mejorar en posicién social. La poliginia y la hipergamia son esen- cialmente estrategias complementarias.‘ En diversas cul- turas los hombres persiguen y adquieren, en tanto que _* George P, Murdock, “World Ethnographic Sample", Ame- Anthropologist, 59: 664-687 (1957). __* Las relaciones entre la poliginia y la hipergamia son ob- jeto de una amplia discusién en Pierre L. van den Berghe y David P, Barash en “Inclusive Fitness and Human Family Structure”, American Anthropologist, 79 (4): 809-823 (1977) 180 2 as unujeres son protegidas y vendidas. Los hijos hacen travesuras juveniles y las hijas se arriesgan a arruinarse. Guando se vende el sexo, generalmente los hombres son Jos compradores, Es de esperarse que las prostitutas sean miembros despreciados de Ia sociedad; ellas han aban- donado su valiosa inversién reproductiva a los extrafios. En el siglo x1, Maiménides* expresaba claramente esta légica biolégica del modo siguiente. Los sentimientos fratemales, el amor mutuo y la ayuda mutua solamente pueden encontrarse en su forma perfecta entre aquellos que estin relacionados por sus ancestros. Por lo tanto, los miembros de una sola tribu que esté unida a través de un ancestro comin —aun si éste es remoto—, a causa de esto, se aman entre si, se ayudan mutuamente y tienen piedad unos de otros; y el logro de estas cosas es el mayor propésito de la ley. Por lo tanto, se prohiben las rameras, porque a través de ellas destruyen las lineas de ancestros. Un hijo nacido de ellas es un extrafio para el pueblo; nadie sabe a qué grupo familiar pertenece, y nadie de su grupo familiar lo conoce; y ésta es la peor de las condiciones que pueden existir para él y para su padre. La_anatomia leva el sello de la divisin sexual del trabajo. Los hombres son en promedio de un 20 a 30 por ciento més pesados que las mujeres. Kilogramo por kilogramo son més vigorosos y mAs répidos en la mayo- ria de las cctegorias deportivas. La proporcién de sus miembros, su resistencia esquelética, y la densidad de sus misculos son particularmente adecuados para correr y arrojar, las especialidades arcaicas de los ancestrales machos cazadores-recolectores. Los récords mundiales de pista reflejan esta disparidad. Los campeones siempre son entre cinco y veinte por ciento més rapidos que las * Moses Maimonides, The Guide of the Perplexed, trad. por Shlomo Pines (University of Chicago, 1963). 181 wr campeonas: en 1974 la diferencia fue de ocho por ciento en los cien metros, once por ciento en los cuatrocientos metros, quince por ciento en la milla, diez por ciento en los diez mil metros, y asi por el estilo en todas las competencias de distancia, Aun en el maratén, donde cuentan poco la talla y la fuerza bruta, la diferencia fue de trece por ciento. Las mujeres maratonistas pueden tener una resistencia analoga, pero los hombres son mis répidos, sus campeones recorren 26 millas de cinco mi- nutos una tras otra. La brecha no puede atribuirse a la falta de incentivos y adiestramiento. Los grandes co- rredores de la Alemania Oriental y de la Unién Sovié. tica son producto de reclutamiento nacional y progra- mas de entrenamiento cientificamente planeado. Pero sus campeonas —que consistentemente establecen récords mundiales y olimpicos— no tendrian lugar en una com- petencia masculina regional. Por supuesto, es grande la semejanza en las actuaciones entre todos los hombres y todas las mujeres; las mejores mujeres atletas son mejores que la mayoria de los hombres atletas comu- nes, y el mundo femnenino de la pista y campo tiene sus propios excitantes valores competitvos. Pero hay una diferencia considerable entre las actuaciones promedio y las mejores actuaciones. La mejor corredora de maratén en las Estados Unidos en 1975, por ejemplo, hubiera ocupado el 752 lugar en la lisia nacional de com petidores del sexo masculino, El tamafio no es determi nante. Los corredores més pequefios, con un peso de 125 a 130 libras, corren también con més rapidez en rela- cién a las mujeres que los competidores més pesados y de mayor estatura.* * Las diferencias sexuales en Ja actuacién en las pistas se basan en los récords mundiales al aire libre hasta 1974 segin Ia International Athletic Federation; la clasificacién de 1975 de los corredores norteamericanos de maratén fue publicada en 192 Es de igual importancia que las mujeres igualan o sobrepasan a los hombres en algunos otros deportes, y que éstos se cuentan entre los que estan mis alejados de las primitivas técnicas de caceria y agresién. La nata- cién de larga distancia, los tipos més acrobatics de mnasia, el tiro con arco de precisién (no de distancia) y_el tiro con rifle de pequefio calibre. A medida que tos deportes y las actividades deportivas toman caminos més refinados que dependen de la destreza y de la agilidad, es de esperarse que converjan mas estrechamente las actuaciones en general de los hombres y de las mujeres. Las diferencias temperamentales promedio entre los sexos humanos también corresponden a las generalida- des de la biologia de los mamiferos. Las mujeres como grupo son menos posesivas y fisicamente agresivas. La magnitud de la distancia depende de Ja cultura. Varia de una tenue y apenas estadistica diferencia en los esce- natios igualitarios hasta la virtual esclavitud de las mu- jeres en algunas sociedades extremadamente_poligineas. Pero la variacién en grado no es tan importante como el hecho de que las mujeres difieren consistentemente en esta manera cualitativa independientemente del grado. La diferencia promedio fundamental en los rasgos de la personalidad rara vez se altera, si es que lega a ocurrir es0. Las diferencias fisicas y temperamentales entre los hombres y las mujeres han sido amplificadas por la cul- tra hasta egar a una dominacién masculina univer- sal.” La historia no registra una sola sociedad en la cual Editor of Runner's World 1975 Marathon Yearbook (World Publications, Mountains View, California, 1976). * Gon referencia a la preponderancia de la dominacién mascu- lina, véase Steven Goldberg, The Inevitability of Patriarchy, (Morrow, Nueva York, 1973); y Marvin Harris, “Why Men 183, ae las mujeres hayan controlado las vidas politic némicas de los hombres. Aun cuando hee mae reinas y emperatrices, sus intermediarios siguieron siendo principalmente hombres. En nuestros dias no hay un solo pafs que tenga a una mujer como jefe de gobierno, aunque Golda Meir de Israel e Indira Gandhi de la India fueron hasta fecha reciente lideres enérgicos y ca- risméticos de sus paises. En mas 0 menos el 75 por ciento de las sociedades estudiadas por los antropélogos se es- pera que la novia se traslade de la residencia de su propia familia a la de su esposo, en tanto que solamente en el 10 por ciento de los casos se requiere un inter- cambio opuesto. El linaje se reconoce exclusivamente a través de la linea masculina con por lo menos cinco veces mayor frecuencia que en los casos en que para ello se considera la linea femenina. Los hombres tradi- cionalmente han asumido las posiciones de caciques chamanes, jueces y guerreros. Sus modernas contrapar. tes tecnocraticas dominan los Estados industriales y en- cabezan las corporaciones y las Iglesias. Estas diferencias son bien conocidas. Pero, gcudl es su importancia para ¢ 2 au importancia para el futuro? ¢Se pueden aterar con Obviamente, es de vital importancia social tratar de hacer un recuento exento de juicios de valor de las con- tribuciones relativas de la herencia y el medio ambiente a la diferenciacién de los papeles de conducta entre los sexos. Creo que los hechos demuestran lo siguiente: existen diferencias genéticas modestas entre los sexos; los genes de la conducta interactian practicamente con todos 1os medios ambientes existentes para crear una no- table divergencia en e] desarrollo psicolégico temprano; Dominate Women”, New York Tir Magazine, viembre, 1977, pp. 46, 115-123, Maer 19 de noe 194 Ja divergencia se amplia casi siempre en el desarrollo jcolégico posterior por medio del adiestramiento y la Jancién cultural. Probablemente las sociedades pueden cancelar totalmente las diferencias genéticas modestas por medio de una cuidadosa planeacién y adiestramien- fo, pero la convergencia requerira una decision cons- ciente basada en un conocimiento mas completo y exacto de lo que podemos disporer. La prueba de una diferencia genética en la conducta es variada y sustancial, En general, las nifias estan pre- dispuestas a ser més intimamente sociales y menos fisi- camente aventureras. Desde el momento de! nacimiento, por ejemplo, ellas sonrien més que los nifios. Este rasgo puede ser especialmente revelador, ya que, como de- mostré anteriormente, la sonrisa infantil es la mas ple~ namente innata de todas las conductas humanas en cuanto a que su forma y funcién son practicamente invariables. Diversos estudios independientes han demos- trado que las nifias recién nacidas responden mis fre- cuentemente que los nifios con sonrisas reflexivas con Jos ojos cerrados. El habito pronto es remplazado por una sonrisa comunicativa deliberada que persiste hasta el segundo afio de vida. La sonrisa frecuente se convierte entonces en uno de los rasgos femeninos més persisten- tes y contintia a través de la adolescencia y la madurez. Para la edad de seis meses, las nifias también ponen més atencién a las imagenes y sonidos empleados en la comunicacién que la que prestan a los estimulos no sociales. Los nifios de la misma edad no hacen dicha distincin. Después procede la ontogenia del modo si- guiente: las nifias de un afio de edad reaccionan con mayor temor ¢ inhibicién a los rostros de yeso que se les presentan, y se resisten mas a dejar el regazo de su madre ante situaciones novedosas. Las nifias de mayor edad continian siendo més afiliativas y menos aventu- 195 reras que los nifios de la misma edad. En.su estudio de los !Kung San, Patricia Draper? no encontr6 diferencia en el modo en que criaban a los nifios y las nifias. Todos son supervisados estrecha pero inobtrusivamente y rara vez se les da trabajo que hacer. Pero los nifios se alejan con més frecuencia que las nifias, y los chicos de mayor edad parecen ligeramente més predispuestos para unirse a las mujeres recolectoras. En estudios atin més riguro- sos, N. G. Blurton Jones y Melvin J. Konner? encon- traron también que los nifios se dedican con mayor fre- cuencia a juegos rudos y a la agresién abierta. También se asocia menos con los adultos que las nifias. A partir de estas sutiles diferencias surge en pequefias etapas la caracteristica vigorosa de la divisién sexual del trabajo en los campamentos !Kung. En las culturas occidentales también los nifios son mAs aventureros que las nifias y en promedio son més agre- sivos fisicamente. Eleanor Maccoby y Carol Jackin,” * Daniel G. Freedman revisa los estudios sobre las diferencias, sexuales en el desarrollo temprano de la condueta en Human Infancy; A. F. Korner, en “Neonatal Startles, Smiles, Erections and Reflex Sucks as Related to State, Sex and Individuality”, Child Development, 40: 1039-1053 (1969) ; y Jerome Kagan, en Change and Continuity in Infancy (Wiley, Nueva York, 1971). * Patricia Draper, “Social and Economic Constraints on Child Life among the !Kung”, en Richard B. Lee e Inven DeVore, eds., Kalahari Hunter-gatherers: Studies of the ;Kung San Their Neighbors (Harvard University Press, Cambridge, Mass, 1976), pp. 199-217. Los datos de Draper son pocos, pero estadisticamente significativos y en mi opinién suficientes para Ja distincién que he sefialado en el texto. »* N. G. Blurton Jones y M. J. Konner, “Sex Differences in Behavior of London and Bushman Children”, en R. P. Michael y J. H. Crook, eds,, Comparative Ecology and Behavior of Pri- mates (Academic Press, Londres, 1973), pp. 689-750. Eleanor E. Maccoby y Carol N. Jacklin, The Psychology of Sex Differences (Stanford University Press, Stanford, 1974). 186 — en su estudio The Psychology of Sex Differences, conclu- yeron que este rasgo masculino est profundamente arrai- gado y pudiera tener un origen genético. Desde los pri- meros momentos de juego social, entre los dos y dos y medio afios de edad, los nifios son més agresivos tanto en palabras como en acciones. Tienen un niimero ma- 1 de fantasias hostiles y con mas frecuencia se dedican a imitar la lucha, a amenazar abiertamente y a llevar a cabo ataques fisicos, que preferentemente se dirigen hacia otros nifios durante sus esfuerzos para adquirir un status dominante, Otros estudios, resumidos por Ronal P. Rohner,? indican que las diferencias existen en mu- chas culturas. Los escépticos que prefieren una explicacin amplia- mente ambiental todavia pudieran argilir que la tem- prana divergencia en el papel de los juegos no tiene componente bioldgico sino que es simplemente una res- puesta a las practicas preferentes de adiestramiento du- rante los primeros dias de la infancia, Si ocurriera esto, el adiestramiento tendria que ser sutil, de aplicacién por lo menos parcialmente inconsciente, y practicado por los padres de todo el mundo. La hipétesis del ambien- talismo total es todavia mas improbable de acuerdo con datos recientes relativos a la biologia de las hermafro- ditas, que genéticamente son del sexo femenino pero que durante las primeras etapas del desarrollo fetal ad- quieren grados diversos de anatomia masculina, La ano- malia ocurre en alguna de las dos siguientes formas. La primera es una rara condicién hereditaria causada por un cambio en la ubicacién de un solo gene y que se conoce por el sindrome femenino adrenogenital en cualquiera de los dos sexos, la posesion de los dos genes ™ Ronald P, Rohner, They Love Me, They Love Me Not (HRAF Press, New Haven Connecticut, 1975). 187 rT ulterados © sea una carencia completa del gene nor. mal en cada eélula del cuerpo— evita que la glandula adrenal produzca la hormona adecuada, el cortizol. En su lugar, la glindula adzenal secreta una substancia pre- cursora que tiene una accién similar a la de la hormona sexual masculina. Si el individuo es genéticamente de] sexo masculino, el refuerzo hormonal no tiene efecto significativo sobre el desarrollo sexual. Si el feto es fe. menino, el nivel anormal de hormonas masculinas altera Jos genitales externos hacia la masculinidad. En ocasio- nes, el clitoris de dichos individuos se agranda hasta semejar un pequefio pene, y se cierran los labios mayo res. En los casos extremos, se desarrolla un pene de tamafio normal y un escroto vacio. La otro causa del desarrollo de esta condicién es el tratamiento con hormonas artificiales. Durante la déca- da de 1950 era frecuente que las mujeres recibieran tratamientos con progestinas, un tipo de substancias ar- tificiales que actiéian como la progesterona, la hormona normal del embarazo, para ayudarlas a evitar abortos. Se descubrié que en algunos pocos casos las progestinas al ejercer un efecto masculinizante en los fetos femeni. nos, los transformaban en hermafroditas del mismo tipo causado por el sindrome feinenino adrenogenital.!® * Se proporcionan revisiones eriticas de la masculinizacién genética y hormonal en W. J. Gadpaile, “Research into te rhysiology of Maleness and Femaleness", Archives of General Psychiatry, 26: 193-211 (1972); Money y Ehrhardt, Man and Woman; Julianne Imperato McGinley, Ralph E. Peterson y Teo- Gautier, “Gender Identity and Hermaphroditism”, Science, 194: 182 (1976); y June M. Reinisch y William CG. Karow, watal Exposure tu: Synthetic Progestin and Estrogens: Ef ee eee 6: 25-288 (1977). El estudio Reinisch-Karow es especialmente importante porque demuestra los efectos sobre la personalidad de muchachas que estuvieron expuestat a progestinas, pero que 188 Por accidente, el caso de las hermafroditas inducidas nalmente se asemeja a un experimento cientifico sdecuadamente controlado y previsto para estimar la fafluencia de la herencia en las diferencias sexuales. Bl rimento no es perfecto, pero es tan bueno como gualquier otro, Las hermafroditas son genéticamente del Sexo femenino, y sus Srganos sexuales internos son com- pletamente femeninos. En la mayoria de los casos estu: iados en los Estados Unidos, los genitales externos se giteraron quirdrgicamente durante Ia infancia para lo- wr una condicion enteramente femenina, y dichos suje~ we de estudio fueron criados como nifias. Estas nifias eatuvieron sujetas durante el desarrollo fetal a hormonas masculinas © substancias que las imitan, pero después we les “adiestré” para ser nifias ordinarias hasta la ma- Gurez. En esos casos, es posible localizar los efectos del aprendizaje y separarlos de los efectos de las alteraciones bioldgicas profundas, que en algunos casos son el resul- tado directo de una mutacién genética conocida, La masculinidad de la conducta casi ciertamente tendria que adscribirse a los efectos de las hormonas en el des- arrollo del cerebro. ~Mostraron las nifias cambios de conducta relacio- nados con su masculinizacién hormonal y anatémica? John Money y Anke Ehrhardt descubrieron que los cam- bios estaban bastante sefialados y correlacionados con los cambios fisicos. En comparacién con nifias no afectadas de antecedentes sociales similares, las nifias hormonal mente alteradas eran consideradas mas frecuentemente como marimachos durante su crecimiento, Tenfan un mayor interés en las habilidades atléticas, estaban mas dispuestas a jugar con los nifios, preferian los pantalones no fueron hermafroditas al nacer y por Io tanto no fueron tra- tadas en ninguna manera especial posteriormente a su creci- miento. 189 a los vestidos y las pistolas de juguete a las mufiecas El grupo con el sindrome adrenogenital estaba més pro. penso a demostrar insatisfaccién cuando se les asignaba uun papel femenino, La evaluacién de este diltimo grupo se vio alterada porque fue necesatio administrar corti- sona a las nifias para aliviar su defecto genético. Es posible que el tratamiento hormonal por si solo hubiera podido inclinar de algiin modo a las nifias hacia la con- ducta masculina. Si ocurrié el efecto todavia era de na: turaleza biolégica, aunque no tan profundo como la masculinizacién fetal. ¥ por supuesto, el efecto no pudo haber ocurrido en las nifias alteradas por Ia progestina “Por lo tanto, en el nacimiento ya existe cierta inclina. cién, 2¥ qué obtenemos de eso? Sugiere que la existen. cia universal de Ia divisién sexual del trabajo no es to- talmente un accidente de la evolucién cultural. Pero también apoya la opinién convencional de que la enor- me variacién entre las sociedades en el grado de esa division se debe 2 la evolucién cultural, La demostra- cién de un ligero componente biolégico esboza las opcio- nes que pueden seleccionar conscientemente las futuras sociedades. Aquf est4 el segundo dilema de la naturaleza humana, Reconociendo plenamente que la lucha por los derechos de Ia mujer se extiende en todo el mundo, cada sociedad debe adoptar alguna de las tres siguientes op- ciones: Condicionar a sus miembros para exagerar las dife- rencias sexuales en la conducta. Este es el patron de casi todas las culturas. El resultado mas frecuente es el dominio de las mujeres por los hombres y la exclusién de las mujeres de muchas profesiones y actividades. Pero no es necesario que asi ocurra, Por lo menos en teoria, una sociedad cuidadosamente disefiada con fuertes di- visiones sexuales tendria mayor riqueza de espiritu, seria més diversificada, y aun més productiva que una socie- 190 rr dad unisex, Dicha sociedad podria salvaguardar los de- rechos humanos aun cuando canalizara a los hombres y las mujeres en diferentes ocupaciones. Sin embargo. Jeria inevitable cierta dosis de injusticia social que f4- Gimente podria aumentar hasta proporciones desastrosas. ‘Adiestrar a sus miembros para eliminar todas las di- ferencias sexuales en la conducta. Mediante el uso de ‘quotas y educacién sexualmente inclinada seria posible ‘gear una sociedad en la que los hombres y mujeres como grupos compartieran igualmente todas las profe- siones, actividades culturales y aun, para llegar al extre- mo absurdo, las competencias atléticas. Aunque tendrian que embotatse las primitivas predisposiciones que carac- terizan el sexo, las diferencias biolégicas no son tan gran- des como para hacer imposible dicha tarea. Dicho con- trol ofreceria la gran ventaja de eliminar aun cualquier insinuacién de prejuicio de grupo (ademas del prejuicio individual) basado en el sexo. Daria como resultado una sociedad mucho mas armoniosa y productiva. Pero la cantidad de reglamentos que se requeririan ciertamente pondrian en entredicho algunas libertades personales y por lo menos algunos individuos no podrian alcanazr su pleno potencial. Ofrecer iguales oportunidades y accesos, pero sin nin- guna accién complementaria, La tercera opcién abierta para todas las culturas es por supuesto la de no hacer ninguna eleccién. A primera vista el laissez-faire podria parecer e] curso més adecuado para la libertad y el des- arrollo personal, pero esto no es necesariamente cierto. ‘Aun con educacién idéntica para hombres y mujeres y un acceso igual para todas las profesiones, es probable que los hombres mantengan una representacién despro- porcionada en la vida politica, los negocios y la ciencia. Muchos no participarian plenamente en los aspectos formativos igualmente importantes en la cria de los hij 191 EL resultado podria considerarse legitimamente como: trictivo, del desarrollo emocional rs de los oe duos. Dicha divergencia y restriccién ha ocurrido en los kibbutzim iraelies, que representan uno de los mAs po. experimentos en igualitarismo que se ha llevado a cabo en los tiempos modernos,! Desde la época del mayor surgimiento del movimien. to kibbutz, en las décadas de 1940 y 1950, sus dirigentes fomentaron una politica de completa igualdad sexual estimulando a las mujeres para desempefiar actividades Previamente reservadas para los hombres, En los pri. ‘eros afios casi lleg6 a funcionar. En la primera gene. raci6n, las mujeres estaban comprometidas ideolégica. mente, y en gran ntimero se dedicaron a la politics, la administracién y el trabajo. Pero ellas y sus hijas han regresado de algin modo a sus roles tradicionales, pesar de haber sido adiestradas dentro de la nueva cul. tura desde su nacimiento, Ademas, las hijas han ido mds lejos que las madres. Ahora exigen y reciben un periodo de tiempo més prolongado cada dia para estar en compaiifa de sus hijos, un Pperiodo significativamente Mamado “la hora del amor”. Algunas de las mejor dota. das se han resistido a ser reclutadas en los niveles su. Periores de la direccién comercial y politica, por lo que la representacién en estos papeles es bastante més baja que el que disfruta la misma generacién de hombres, Se ha comentado que esta reversién simplemente representa Ja influencia de la fuerte tradicién patriarcal que per- siste en el resto de la soci dad israeli, aun cuando la divisi6n de roles es ahora mayor dentro de los kibbutsimn que en el exterior.!® La experiencia iraeli demuestra lo y* Lioner Tiger y Joseph Shepher, Women in the Kibbuts (Hyeourt_ Brace Jovanovich, Nueva’ York, iss) ae influencia inhibidora’de la profunda tradici iar cal de Tarael sobre la liberacién de lax mujeres es deena wa, 192 . dificil que es predecir las consecuencias y evaluar el sig nificado de los cambios de conducta basados en heren- cia 0 en ideologia. De esta perturbadora ambigiiedad concerniente a los roles sexuales se puede obtener una conclusion firme las pruebas de limitacién biolégica por si solas no pue- den ayudamos a definir las opciones y a estimar el pre~ cio de cada una de ellas. El precio no habra de medirse en Ja energia extra requerida para la educacién y el refuerzo ni en la disminucién de la libertad y potencial individuales, Y enfrentémonos de Ileno con el verdade- 1 problema: dado que cada opcién tiene un costo, y que los principios éticos concretos raramente encontra- ran aceptacion universal, no es facil hacer una eleccién. En esos casos bien podriamos considerar el prudente consejo de Hans Morgenthau:'® “En la combinacién de la sabiduria politica, el valor moral y el juicio moral, el hombre reconcilia su naturaleza politica con su destino moral. El hecho de que esta conciliacién no es otra cosa que un modus vivendi, inseguro, precario y aun paradé- jico, solamente puede desalentar a aquetfos que prefieren el brillo y la distorsién de las contradicciones pricticas de la existencia, humana con la ldgica tranquilizado- ra de un acuerdo especifico.” Sugiero que las con- tradicciones estan enraizadas en las reliquias supervivien- tes de nuestra historia genética previa, y que uno de los més inconvenientes y sin sentido, pero al mismo. tiempo cuadamente por Lesley Hazleton en Israeli Women: The Reality Behind the Myths (Simon y Schuster, Nueva York, 197). % Hans J. Morgenthau, Scientific Man Versus Power Politics (University of Chicago’ Press, Chicago, 1946). Morgenthau plantea elocuentemente su argumento de que la ciencia puede tener poco que decir con respecto a la conducta politica y los asuntos del espiritu. Por las razones expresadas en el presente libro, yo soy més optimista, pero no discuto la necesidad de opciones més alld del alcance de la objetividad cientifica. 193 inevitable de estos residuos, es la predisposicién moder- na hacia las diferencias en los roles sexuales. Otro residuo que evaluar y estimar en la teoria social biolégica es la familia, La familia nuclear, basada en Ja alianza sexual a largo plazo, la movilidad geografica y la domesticidad femenina, en estos momentos est declinando en los Estados Unidos. Entre 1967 y 1977 se ha duplicado el niimero de los divorcios, y ha aumen- tado en un tercio el niimero de hogares jefaturados por mujeres.” En 1977 uno de cada tres nifios en edad esco- lar vivia en un hogar dirigido por solamente uno de los padres 0 una persona de Ja familia, y ms de la mitad de todas las madres con hijos en edad escolar trabaja- ban fuera del hogar. Las guarderias infantiles diurnas han remplazado a los padres en muchas familias traha- jadoras; sus hijos de mayor edad constituyen una gran poblacién de nifios con “Ilavero” que no disfrutan de ninguna supervisin en el periodo transcurrido entre la terminacién de las tareas escolares y el regreso de los padres después de trabajar, La tasa de natalidad norte- americana ha declinado agudamente, de 3.80 por fami- lia en 1957 a 2.04 en 1977. Dicho cambio social en el pafs més avanzado tecnolégicamente, cuando se correla- ciona con la liberacién de las mujeres y su entrada ma- siva en la fuerza de trabajo, es un evento que cierta- mente tendré profundas consecuencias de largo alcance. Pero gsignifica también que la familia es un artefacto cultural destinado a la extincién? No lo creo. La familia, ampliamente definida como un conjunto de adultos estrechamente relacionados asi como sus hijos, continéia siendo uno de los universales * La fuente de las estadisticas sobre la estructura de la fa- milia norteamericana es el Population Reference Bureau, tal como se indica en “The family in transition", The New York Times, 27 de noviembre, 1977, p. 1. 194 Yr de la organizacién social humana. Aun las sociedades parecen romper Ja regla, como los nayar de la India ¢ 10s Kibbutzniks israelies, realmente no son grupos so- ciales auténomos sino subgrupos especiales que viven dentro de comunidades mayores. La familia, ya sea en fa forma nuclear o extensa, ha renacido después de in- contables episodios de tensién en muchas sociedades a través de la historia. En los Estados Unidos, frecuente- mente se desintegraban las familias de esclavos durante fas ventas. Las costumbres africanas se desechaban 0 eran obstaculizadas, y no se daba proteccién legal ni al ma- trimonio ni a la paternidad. Pero durante generaciones sobrevivieron los grupos de parentesco, se clasificaron a los parientes individualmente, se dieron apellidos far Iiares a los nifios, y se observaron fielmente los tabties de incesto. El apego de los africanos hacia sus familias continué siendo profundo y emocional. Son testimonio de ello muchos fragmentos de tradiciones orales y de registros escritos, tal como la siguiente carta enviada por el jornalero Cash a su familia en 1857, después de que se les habia separado de sus parientes més cercanos en una plantacién de Georgia: Clarisa, tu afectuosa madre y tu padre envian todo su amor a tiy a tu esposo y a mi nieta Phebea. Mag. y Cloe. John. Judy. Sue. mi tia Aufy y Minton y la pequefia Plaska, Charles Nega, Fillis y todos sus hijos. Cash. Prime. Laffate. Trasmite nuestro carifio a los Cashes el hermano Porter y su esposa Patience. Victoria envia su carifio a prima Beck y Miley. De acuerdo con el historiador Herbert G. Gutman,'* las redes de este tipo, desconocidas muchas de ellas por ™ Herbert G, Gutman, The Black Family in Slavery and Free- dom 1750-1925 (Pantheon Books, Nueva York, 1976). 195 los propietarios de esclavos, se extendian por todo el sur. Actualmente persisten con poca o ninguna altera- cién aun en los ghettos mas pobres. Como ha demostrado Carol Stack!® en su notable libro All Our Kin, el cono- cimiento detallado de los parientes y un incuestionable cédigo de lealtad mutua son la misma base de la super. vivencia entre los mas pobres de los negros norteameri- canos. En algunas de las comunidades norteamericanas de las décadas de 1960 y 1970 hubo intentos, la mayor parte Por cuenta de blancos de clase media, de organizarse en sociedades igualitarias criando colectivamente a sus hijos. Pero, como descubrieran Jerome Cohen y sus colabora. dores?° la familia nuclear tradicional se reafirmé repe- tidamente. A final de cuentas, las madres de la comuna expresaron una necesidad de atender a sus propios hijos de modo mis vigoroso que el mostrado por las madres de los hogares ordinarios de matrimonios, Una tercera parte de ellas cambié de la paternidad colectiva al siste- ma de atencidn a los hijos por parte de dos padres, En comunidades més tradicionales, un creciente niimero de parejas han optado por vivir sin casarse y posponer el acto de tener hijos. A pesar de todo, las formas de su vida social todavia son semejantes al clasico nexo ma- trimonial, y muchos acaban por criar a sus hijos con los medios convencionales. La predisposicién humana para reunirse en familias se afirma a si misma aun en circunstancias anormales. En el reformatorio federal para mujeres en Alderson. * Carol B, Stack, All Our Kin (Harper & Row, Nueva York, 1974). ® Jerome Coben y Berenice T. Biduson, “Changing Patterns of Child Rearing in Alternative Life Styles", en Anthony Da- vids, ed., Child Personality and Psychopathology: Current To- pics, vol. 3 (John Wiley, Nueva York, 1976), pp. 25-68 196 De : West Virginia, Rose Giallombardo®! ha encontrado que Ibs reclusas se organizan en unidades de tipo familiar entradas en un par sexualmente activo lamados esposo y esposa. Se afiaden tipicamente mujeres clasificadas ‘como hermanos y hermanas, y las reclusas de mayor edad sirven como substitutos de madres, padres, tias, tfos y aun abuelas. Los roles asignados en estas categorias son semejantes a los que se encuentran en el mundo hetero- sexual del mundo exterior. La seudofamilia de Ja pri sién proporciona a sus miembros estabilidad, proteccién y consejo, asi como alimentos y drogas durante los pe- riodos de castigo. De manera muy interesante, los reclu- sos en las prisiones para hombres se organizan de manera més libre en jerarquias y castas que abarcan a toda la institucién, en las que son fundamentales la dominacién y el rango. Las relaciones sexuales son bastante comu- nes entre estos hombres, pero los participantes pasivos, que desempefian el papel femenino, usualmente son tra- tados con desprecio. El rasgo mas distintivo del vinculo sexual, de enorme importancia para la organizacién social humana, es aquel que trasciende a la actividad sexual. La diversificacién genética, la funcién efectiva del sexo, es asistida por el placer fisico del acto sexual y sobrepasa en importancia al proceso de reproduccién. El placer también sirve al nexo sexual, y a su ver satisface otras roles, algunos de los cuales estin conectados con la reproduccién solamen- te de manera remota. Estas funciones multiples y ca- denas complejas de causacién son Ia razén més profunda por la cual la conciencia sexual invade tan ampliamente Ia existencia humana. La poliginia y las diferencias sexuales en tempera- mento pueden predecirse por medio de una deduccién * Rose Giallombardo, Society of Women: A Study of @ Women’s Prison (John Wiley, Nueva York, 1966). 197 Seereeeree eee directa a partir de la teoria general de la evolucién, Pero eso no es posible para las funciones encubiertas del vinculo sexual y la familia. Es necesario afiadir ade- més las historias de casos de otras especies relacionadas con la nuestra, y hacer inferencias adecuadas concernien- tes a los caminos actuales de la evolucién. Algunos otros primates, particularmente los lemiridos y los gibones, tienen agrupamientos familiares superficialmente pare- cidos a los humanos. Parejas de adultos se unen para toda la vida y cooperan para criar a sus retofios hasta que éstos alcanzan la madurez, Los zodlogos creen que los ambientes selvaticos especiales en los que viven estas especies confieren una ventaja darwiniana al vinculo se- xual y a la estabilidad familiar. Ellos dicen que la familia humana también se origind como una adaptacién a con- diciones ambientales peculiares, pero esta hipétesis se basa en muy pocos hechos. Sabemos en particular que los més primitivos hombres verdaderos, por lo menos hasta el Homo habilis, hace dos o tres millones de afios, eran diferentes de otros pri- mates en dos aspectos: se alejaron de los habitats sel- vaticos de sus ancestros, y cazaban a otros animales. Los animales que capturaban, incluyendo antilopes, elefantes y otros grandes mamiferos, no eran explotados por los monos y antropoides cuya alimentacién era principal- mente vegetariana. Aquellos seres de talla diminuta, apro- ximadamente la de un nifio contemporaneo de doce afios de edad, estaban desprovistos de colmillos y garras, y casi ciertamente eran més lentos para desplazarse que los animales de cuatro patas que los rodeaban, Sélo po- dian. haber tenido éxito en su nuevo método de vida descansando en las herramientas y en la conducta coope- rativa refinada. ¢Qué forma tomé la nueva cooperacién? Pudo haber implicado el esfuerzo conjunto e igual de todos los miem- 198 . bros de la sociedad, hombres, mujeres y jévenes. Pero bien pudiera haberse basado en cierta divisién del tra- bajo. Tal vez las mujeres cazaban en tanto que los hom- bres permanecian en los campamentos, 0 viceversa, 0 iblemente los cazadores eran individuos por encima de cierta talla independientemente de su sexo. En su ac- tual estado rudimentario, la teoria sociobiolégica_no puede sefialar cual de esas y otras posibilidades conce- bibles es la més aproximada a Ja verdad. Tampoco el rastro arqueolégico de hace dos millones de afios es ade- cuado para mostrarnos qué era lo habitual. Mas bien, debemos descansar en los datos de las sociedades de ca- radores-recolectores vivientes, que en su economia y es- tructura de poblacién se aproximan a los seres humanos ancestrales. En este caso, las pruebas son sugestivas, pero no definitivas. En prdcticamente todas las cien © mds sociedades que se han estudiado en todo el mundo, los hombres son responsables de la mayor parte o de toda la caza y las mujeres de Ia mayor parte o de toda la recoleccién de alimentos de origen vegetal. Los hombres forman gru- pos organizados, miéviles, que se alejan de los campa- mentos en busca de presas de mayor tamafio, Las muje- res participan en la captura de animales mas pequefios, y recolectan la mayor parte de los alimentos de origen vegetal. Aunque los hombres evan al hogar las protet- nas de grado mas elevado, las mujeres generalmente proporcionan la mayor parte de las calorias. Ain son fre- cuentemente, aunque no siempre responsables de la fabri- cacién de vestidos y de la construccién de los albergues.22 Los seres humanos, como tipicos primates de gran ta- ® Lionel Tiger desarrolla ampliamente la teoria de la caza cooperativa en grupos de hombres y sus implicaciones para la sociedad moderna en Men in Groups (Random House, Nueva York, 1969), 199 >A majio, son lentos para reproducirse. Las madres llevan a los fetos durante nueve meses y después tienen el estor. bo de los nifios pequefios que requieren leche a interv los frecuentes durante todo el dia. En la banda de ca- zadores-recolectores resulta ventajoso para las mujeres asegurar la devocién de hombres que contribuyan con carne y pieles al mismo tiempo que comparten la acti- vidad de cria de los nifios. Es reciprocamente ventajoso para los hombres obtener derechos sexuales exclusivos sobre las mujeres y monopolizar su productividad eco- némica. Si se ha interpretado correctamente la informa. cién sobre la vida de los cazadores-recolectores, el inter- cambio ha resultado de la casi universalidad del vinculo de la pareja y el predominio de las familias extensas en Jas cuales forman el nicleo los hombres y sus esposas, Se puede postular razonablemente que el amor sexual y Ja satisfaccién emocional de la vida familiar se basan en mecanismos capacitadores de la fisiologia del cerebro, y debido a que los hombres pueden contribuir a la re. produccién a intervalos més breves que las mujeres, el nexo de la pareja se ha atenuado en cierto modo por la prictica comin de la poliginia, la adquisicién de muchas esposas, Los seres humanos son ‘inicos entre los primates por la intensidad y variedad de su actividad sexual, Entre los otros mamiferos superiores solamente los superan en capacidad sexual los leones, Los genitales externos tanto de los hombres como los de la mujeres son de tamafio excepcionalmente grande y anunciados por el vello pi- bico. Los senos de las mujeres tienen un tamafio mayor del requerido para alojar las glandulas mamarias, en tanto que las pezones son eréticamente sensibles y estn todeados por aureolas conspicuamente coloreadas. En ambos sexos, los Idbulos de las orejas son carnosos y sensibles al toque. 200 Las mujeres tienen la caracteristica extraordinaria de earecer del estro, 0 periodo de celo. Las hembras de la mayoria de las otras especies de primates solamente son sexualmente activas, hasta el punto de la agresividad, ‘en el momento de Ja ovulacién, Sus genitales se hinchan y cambian de color. Probablemente también ocurre un tambio en el olor; las monas rhesus producen cantida- des de dcidos grasos que atraen y excitan a los machos. Nada de esto ocurre en las mujeres. La ovulacién es oculta, hasta el grado que es dificil iniciar el embarazo © evitarlo aun cuando se elija cuidadosamente el mo- mento de la inseminacién. Las mujeres permanecen se~ xualmente receptivas, con pequefias variaciones en cuan- to a la capacidad de respuesta, durante todo el ciclo menstrual, Nunca alcanzan el climax de disposicién que define el estro en otros mamiferos. En el curso de la evolucién han eliminado el estro al distribuirlo de modo regular en todos sus momentos.%* ~Por qué se hizo casi continua la capacidad de res- puesta sexual? La explicacién mds plausible es que el rasgo facilita el establecimiento de vinculos: la adapta- cién fisioligica confirié una ventaja darwiniana al unir més estrechamente a los miembros de los clanes primi- tivos. Generalmente, la actividad sexual frecuente entre machos y hembras servia como el principal mecanismo para consolidar el nexo de la pareja. También reducia la agresién entre los hombres. En las bandas de mandri- les y otras sociedades de primates no-humanos, la hos- tilidad masculina se intensifica cuando las hembras entran en celo, La eliminacién del estro en los seres humanos primitivos redujo las posibilidades de dicha competencia * R. P. Michel, P. W. Bonsall y Patricia Warner reportan la substancias sexualeé femeninas en los monos y su probable au- sencia en los seres humanos en “Human Vaginal Secretions Volatile Fatty Acids Content”, Science, 186: 1217-1219 (1974). 201 y azeguré las alianzas de los cazadores del sexo mascu- lino. Los seres humanos son grandes conocedores del pl cer sexual, Se satisfacen a si mismos por la inspeccién casual de las parejas posibles, por medio de la fantasia, la poesia y el canto, y en todas las deliciosas tonter‘as del flirteo que legan a las caricias y al coito. Esto tiene muy poco que ver con la reproduccién. Pero tiene que verlo todo con la relacién permanente. Si la insemina- cién fuera la “nica funcién biolégica del sexo, podria lograrse bastante més econémicamente en unos cuantos segundos de acoplamiento e insercién, Ciertamente, los menos sociales de los mamiferos se aparean casi sin ce- remonias. Las especies que han desarrollado compromisos a largo plazo de las parejas son también, con mucha ventaja, las que necesitan rituales refinados de cortejo. Es congruente con esta tendencia el hecho de que la mayoria de los placeres del sexo humano constituyen refuerzos primarios para facilitar el establecimiento de la relacién permanente. Se puede decir que el amor y el sexo van de la mano. La importancia biolégica del sexo ha sido mal inter- pretada por los tedricos del judaismo y el cristianismo. Hasta nuestros dias, la Iglesia catélica romana afirma que el principal rol de la conducta sexual es la insemi- nacién de las esposas por los esposos, En la enciclica Humanae Vitae de 1968, que fue reafirmada por medio de un mandato dela Congregacién para la Doctrina de la Fe en 1976, el papa Paulo VI prohibié el uso de cual- quier forma de control natal excepto la abstinencia du- rante la ovulaci6n. También estén condenados todos los “actos genitales” fuera del marco del matrimonio. La masturbacién no es una parte normal del desarrollo erdtico; es un “acto intrinseca y seriamente desordenado”. La Iglesia toma su autoridad en la teoria de la ley 202 . natural, que se basa en la idea de que Dios determina mandamientos inmutables en la naturaleza humana. Esta teorla es errénea; las leyes que cita son bioldgicas, fue- ron escritas por la seleccién natural, requieren muy poca fo ninguna presién por parte de las autoridades secula- reso religiosas, y han sido interpretadas erréneamente por los tedlogos que escriben ignorantes de la biologia. Todo Jo que podemos encontrar en la historia genética de la humanidad respalda una moralidad sexual mas liberal, en la cual las pricticas sexuales deben considerarse pri- meramente como mecanismos de unién y solamente de modo secundario como medio de procreacién, En ningiin sitio ha sido més dafiina la santificacién de las hipétesis biolégicas prematuras que en el trata- miento de los homosexuales. La Iglesia prohibe la con- ducta homosexual porque es “intrinsecamente desorde- nada”, Muchas culturas estin de acuerdo con ello. En Sachsenhausen, Buchenwald y otros campos nazis de la muerte, los homosexuales usaban tridngulos de color de rosa para distinguirlos de los judios (estrellas amarillas) y los prisioneros politicos (estrellas rojas) ; mas tarde, ‘cuando escaseé la mano de obra, los cirujanos trataban de rehabilitar a los homosexuales castrandolos. En la Repiblica Popular China y otras naciones socialistas re- volucionarias, con el temor de las més profundas impli- caciones politicas de la desviacién, se suprimia la homo- sexualidad, En algunas partes de los Estados Unidos todavia se niegan algunas de las libertades civiles a los homéfilos, en tanto que una gran mayoria de los psi- quiatras continiian tratando la homosexualidad como una forma de enfermedad y expresan su desaliento profe- sional ante Jos problemas de su tratamiento, Es comprénsible que los centinelas morales de Ia cul- tura occidental hayan condenado a los homosexuales. La moralidad judaicocristiana se basa en el Antiguo Testa- 203, mento escrito por los profetas de una agresiva nacién pastoril cuyo éxito se basaba en un rapido y ordenado crecimiento demografico acentuado por repetidos episo- dios de conquista territorial. Las prescripciones del Le- vitico estén adaptadas a esta existencia especializada, Entre ellas se dice: “No te acostarés con varén como con mujer; es abominacién.” Esta légica biblica parece congruente con un concepto simplista de la ley natural cuando se busca el crecimiento de la poblacién, ya que el propésito fundamental de la conducta sexual bajo esas circunstancias parecerfa ser el de la procreacién de hijos. La mayoria de los norteamericanos todavia siguen la prescripcién arcaica, aun cuando sus objetivos demo- graficos son ahora totalmente diferentes de los que tenian los primitivos israelies. E] razonamiento dice que los homosexuales deben ser fundamentalmente personas des- viadas porque su conducta no produce hijos. Siempre ha habido muchos pecadores de acuerdo con esta definicién, Hace una generacién, Alfred Kinsey en- contré que hasta el dos por ciento de las mujeres norte- americanas y el cuatro por ciento de los hombres son exclusivamente homosexuales, en tanto que el 13 por ciento de los hombres son predominantemente homo- sexuales durante por lo menos tres afios de sus vidas. Actualmente, el niimero de homosexuales exclusivos se calcula conservadoramente en cirico millones, mientras que los mismos homosexuales creen que el ntimero apro- ximado podria elevarse a 20 millones. Ellos forman una subcultura norteamericana, que emplea un lenguaje ¢s- pecial de centenares de palabras y expresiones. La con- ducta homosexual de una o de otra forma es también comin en practicamente todas las otras culturas, y en algunas de las civilizaciones més refinadas ha sido permi- tida o aprobada: en las sociedades de 1a Atenas clisica, de Persia y del Islam, por ejemplo, y a fines del periodo 204 7 republicano y comienzos del periodo imperial en Roma, en las culturas urbanas helenisticas del Oriente Medio, en el Imperio Otomano, y en el Japén feudal y los co. mienzos de su época moderna? ‘Me gustaria sugerir que hay una fuerte posibilidad de que Ja homosexualidad sea normal en sentido biolé- gico. Que sea una conducta claramente benéfica que surgi como un elemento importante en la organizacién social humana primitiva. Los homosexuales pueden ser los portadores genéticos de algunos de los raros impul- sos altruistas de la humanidad. EI apoyo para esta radical hipétesis viene de ciertos hechos considerados bajo la nueva luz de la teotia socio- biolégica. La conducta homosexual es comin en otros animales, desde los insectos hasta los mamiferos, pero en- cuentra su expresién més plena como una alternativa a la heterosexualidad entre los primates més inteligentes, ineluyendo a los macacos rhesus, los mandriles y los chimpancés, En estos animales, la conducta es una ma- nifestacién de verdadera bisexualidad latente dentro del cerebro. Los machos son capaces de adoptar una pos- tura plenamente femenina y de ser montados por otros machos, en tanto que las hembras ocasionalmente mon- tan a otras hembras.2* Los, seres humanas son diferentes en un aspecto im- portante. Hay un potencial de bisexualidad en el cerebro que en ocasiones se expresa plenamente en personas que Agradezco al doctor John E. Boswell, de la Universidad de Yale, la informacién sobre ia distribucién mundial de la aceptacién de las pricticas homosexuales. * La comparacién entre la homosexualidad en animales y en seres humanos se basa en Frank A. Beach, ‘“Cross-Species Com- parisons and the Human Heritage”, Archives of Sexual Behavior, 5 (3): 469-485 (1976); y F. A. Beach, ed., Human Sexuality in Four Perspectives (Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1976). 205 alternan su preferencia sexual. Pero en el caso de la homosexualidad plena, al igual que en la heterosexuali- dad plena, se pierden tanto la eleccién como la simetria del patron animal. La preferencia es verdaderamente homéfila: los hombres mas completamente homosexua- les preficren parejas masculinas, en tanto que sus con- trapartes femeninas son atraidas por parejas de su mismo sexo, Como regla, los amaneramientos afeminados en Jos hombres generalmente no estén relacionados con su eleccién de compafieros sexuales. En las sociedades mo- dernas —pero no en las primitivas— rara vez son homo- sexuales los transvestistas, y la gran mayoria de los hom. bres homosexuales no difieren significativamente de los hombres heterosexuales en vestuario o maneras, Se puede afirmar lo mismo respecto a las mujeres homosexuales. Esta especial propiedad sexual homéfila puede ser la clave de la importancia biolégica de la homosexualidad humana, La homosexualidad es sobre todo una forma de establecer vinculos. Es congruente con la mayor parte de la conducta homosexual como mecanismo que con- solida las relaciones. La predisposicién para ser homé- filo pudiera tener una base genética, y los genes pudie- ran haberse difundido en las sociedades primitivas de cazadores-recolectores a causa de la ventaja que confe- nia a quienes los poseyeran. Esto nos lleva al meolio del problema, a la dificultad por la que la mayoria de las personas no consideran “natural” la homosexualidad. ¢Cémo pueden difundirse a través de la poblacién los genes que predisponen a sus portadores hacia la homo- sexualidad si los homosexuales no tienen hijos? Una res- puesta seria que sus parientes cercanos pueden tener més hijos como resultado de su presencia. Los miembros homosexuales de las sociedades primitivas pudieron ha- ber. ayudado a miembros del mismo sexo, ya sea al cazar y recolectar 0 en ocupaciones mds domésticas de 206 -r Jos asentamientos humanos, Libres de las obligaciones especiales de los deberes paternos, estarian en posicién de operar con especial eficiencia para ayudar a sus pa- rientes cercanos. Tal vez hayan adoptado los papeles de adivinos, chamanes, artistas y conservadores del cono- cimiento tribal. Si los parientes —hermanos, hermanas, sobrinas, sobrinos y otros— se beneficiaban por tasas més elevadas de supervivencia y reproduccién, Jos genes que estos individuos compartian con los especialistas ho- mosexuales habrian aumentado a expensas de los genes alternativos, Inevitablemente, alguno de estos genes ha- brian sido aquellos que predisponian a los individuos hacia la homosexualidad. Una minoria de la poblacién tendria consecuentemente el potencial para desarrollar preferencias homofilicas, por lo que seria posible que Jos genes homosexuales contintien difundiéndose a través de Iineas de descendencia colateral, aun si los mismos homosexuales no tienen hijos. Este concepto puede ser Mamado la “hipdtesis de seleccién por parentesco” del origen de la homosexualidad. La hipétesis de seleccién por parentesco puede tener un apoyo sustancial si se demostrara que es hereditaria cierta medida de predisposicién a la homosexualidad. Y existe dicha prueba. Los mellizos monozig6ticos se ori- ginan de un solo évulo fertilizado, y por lo tanto son genéticamente idénticos y més semejantes en el grado en que expresan conducta homosexual o heterosexual que en el caso de los mellizos fraternos que se originan de dvulos fertilizados separados. Los datos, revisados y analizados por L. L. Heston y James Shields,?* sufren de los defectos habituales que producen la mayorla de Jos anélisis sobre mellizos que son menos que conclusi- * L.L. Heston y James Shields, “Homosexuality in Twins", Archives of General Psychiatry, 18: 149-160 (1968). 207 vos, pero sugieren lo suficiente como para justificar otros estudios, Algunos de los mellizos idénticos, de acuerdo con Heston y Shields, “no solamente coincidian en la homosexualidad, sino los miembros de cada par habjan desarrollado modos de conducta sexual notablemente si- milares entre si, Ademés, hacian esto ignorantes de la homosexualidad del otro mellizo y {en un par de ellos] aun cuando estuvieran muy separados geogréficamente.” ‘Al igual que otros muchos rasgos humanos que se pue- den considerar con mis confianza como sometidos a la influencia genética, la disposicién hereditaria hacia la se- xualidad no necesita ser absoluta. Su expresién depende del medio ambiente familiar y las experiencias sexuales del nifio. Lo que el individuo hereda es la mayor proba- bilidad de ser homosexual bajo las condiciones que per- miten el desarrollo de esta conducta Si es correcta la hipétesis de seleccién de parentesco, Ja conducta homosexual posiblemente esté asociada con la especializacién del rol y la preferencia por los parientes en las sociedades de cazadores-recolectores y de agricul- tura incipiente; en otras palabras, las culturas contem- pordneas ms semejantes a aquellas en las cuales la con- ducta social humana evolucioné genéticamente durante la prehistoria2" Parece que existe una conexién, En algu- nas de las culturas més primitivas que sobrevivieron lo suficiente como para ser estudiadas por los antropélogos, Jos homosexuales masculinos eran berdaches, individuos * James D. Weinrich describe el papel de los homosexuales en sociedades de cazadores-recolectores y sociedades avanzadas en “Human reproductive strategy” (tesis profesional, Universi- dad de Harvard, 1976); y “‘Non-Reproduction and Intelligence: An Apparent Fact and One Sociobiological Explanation”, Jour- nal of Homosexuality (en prensa); y R. Reiche y M. Dannecker, “Male Homosexuality in West Germany— a Sociological Inves- tigation”, Journal of Sex Research, 13 (1): 35-53 (1977). 208 que adoptaban vestuario y modales femeninos y que aun legaban a casarse con otros hombres. Con frecuencia Iegaban a ser chamanes, miembros poderosos del grupo capaces de influir en sus decisiones clave, o se especia- lizaban de alguna otra manera en ocupaciones femeni- nas, como casamenteros, conciliadores 0 consejeros de Jos dirigentes de la tribu. También se sabe de equiva- lentes femeninos de los berdaches, pero se dispone de menos documentacién. Ademés, es verdad que en las so- ciedades industriales occidentales los iornbres homosexua- les alcauzan niveles mas elevados que los heterosexuales, en las pruebas de inteligencia y que tienen una movili- dad social ascendente excepcionalmente amplia. Seleccio- nan profesiones de cuello blanco en un porcentaje mayor que los heterosexuales, ¢ independientemente de su status socioeconémico inicial, estan predispuestos a entrar en especialidades en las cuales tratan directamente con otras personas, En promedio, alcanzan mas éxito dentro de las profesiones que eligen; finalmente, fuera de las difi- cultades creadas por la desaprobacién de su preferencia sexual, se considera a los homosexuales como general- mente bien adaptados en las relaciones sociales. Toda esta informacién apenas es un poco més que un conjunto de indicios. No es decisiva de acuerdo con los cénones usuales de la ciencia. Se necesita una gran cantidad de investigacién adicional cuidadosa. Pero los indicios son suficientes como para establecer que la ac- titud tradicional judaico-cristiana con respecto a la con- ducta homosexual es inadecuada y probablemente erré- nea. Las bases de esta hipétesis sancionada por la religién han estado ocultas durante siglos, pero ahora pueden exponerse y ser sometidas a prueba con normas objeti- vas. Creo que es correcto decir que la hipétesis de la seleccién por parentesco es més consistente con los datos existentes, 209 La yuxtaposicién de la biologia y de la ética en el caso de la homosexualidad requiere sensibilidad y cau- tela. Seria inadecuado considerar a los homosexuales como una casta genética separada, por mas benéficos que pudieran parecer sus roles histéricos y contempora- neos. Seria atin mds ilégico e infortunado tomar como criterio necesario para la aceptacién la capacidad de adaptacién genética en el pasado. Pero seria tragico con- tinuar discriminando a Jos homosexuales con base en un dogma religioso respaldado por la improbable supo- sicién de que son biolgicamente aberrantes. El argumento central de este capitulo ha sido que la sexualidad humana puede definirse con mucha mayor precisién con ayuda en los nuevos avances de la teoria evolucionista. Omitir este modo de razonamicnto qt vale a cegarnos ante una parte importante de nuestra historia, el significado final de nuestra conducta y el sig: nificado de las opciones a las que nos enfrentamos. A través de los instrumentos de educacién y ley, cada sociedad debe hacer una serie de elecciones concernien- tes ala discriminacién sexual, las normas de la conducta sexual y el reforzamiento de la familia. Al hacerse mas complejos ¢ interdependientes el gobierno y la tecnolo- gia, las opciones tendrin que ser adecuadamente precisas y tefinadas. De un modo o de otro, intuitivamente o con ayuda de la ciencia, la historia evolucionista entrarA dentro del céleulo, porque la naturaleza humana es tenaz y no puede sufrir presiones sin que nos cueste algo. Hay un costo, que nadie puede estimar, para la socie- dad que se mueve de la igualdad juridica de oportuni- dades entre los sexos hacia la igualdad estadistica de su desempefio en las profesiones, 0 que retrocede hacia Ja discriminacién sexual deliberada, Otros costos desco- nocidos aguardan a la sociedad que decide reorganizarse 210 Yr en la forma de familias nucleares de funcionamiento nitide, o que busca abolir la familia en favor de los fkibbutzim comunales. Y todavia hay otro costo —que algunos de los miembros de nuestra sociedad va estin paganda en sufrimiento personal— para fa sociedad que insiste en conformarse 2 un espectro particular de pric ticas heterosexuales, Creemos que las culturas pueden disefiarse racionalmente. Enseflamos y damos recompen- sas y obligamos. Pero al hacerlo, también debemos con- siderar el precio de cada cultura, medido en el tiempo y energia requerides para adiestrar y para obligar sl cumplimiento de las normas y en la moneda menos tan- gible de la felicidad humana que debe gastarse part aislar nuestras predisposiciones innatas. aut VH, ALTRUISMO. “La sanore de los mértires es 1a semilla de la Iglesia.” Gon ese escalofriante dictado, el tedlogo del siglo in Tertuliano confes6 la falla fundamental del altruismo humano, una insinuacién de que el propésito del sacri- ficio es elevar a un grupo humano por encima de otro. La generosidad sin esperanza de reciprocidad es la mis rara y més preciada de las conductas humanas, sutil y dificil de definir, distribuida en un patrén muy selectivo, rodeada por ritual y circunstancia, y honrada por meda- Mones y oraciones emocivnales. Santificamos el verdade- ro altruismo para recompensarlo y hacerlo de este modo menos que verdadero, y por ese medio fomentar su recurrencia en otros. El altruismo humano, en pocas palabras, esté saturado hasta sus cimientos con Ja am- bivalencia mamifera que es de esperarse. Al igual que todos los mamiferos y a diferencia de Jas hormigas, nos fascinan las formas extremas de auto- sacrificio. En la primera y segunda Guerras Mundiales, en Corea y Vietnam, un elevado porcentaje de las Me- dallas de Honor del Congreso fueron otorgadas a hom- bres que se arrojaron encima de granadas para salvar a sus camaradas, que ayudaron al rescate de otros en batallas al costo de una muerte cierta, 0 que tomaron otras decisiones extraordinarias que Ievaron al mismo desenlace fatal. Ese suicidio altruista es el acto defini- tivo del valor y enfaticamente merece los mayores ho- nores del pais, Pero todavia hay un gran enigma: gqué puede ocurrir en las mentes de esos hombres en el mo- mento de desesperacién? 212 La vanidad y orgullo personal siempre son factores impor- tantes en situaciones de esta clase —escribié James Jones! en The Second World War—, y la aguda excitacién de Ja batalla con frecuencia puede llevar a un hombre gus- tosamente a la muerte, ante la que hubiera retrocedido sin aquélla. Pero en el final absoluto, definitive, cuando Ja extincién total esté a unas cuantas yardas de distancia y Contemplindonos a los ojos, puede haber una especie de masoquismo nacional, y social, y aun racial —un tipo gozoso de disfrute y aceptacién casi sexual— que obliga a dar los iiltimos pasos. El lujo definitivo de que ya no importa nada. La mezcla aniquiladora de razén y pasion, que se ha descrito con frecuencia en los testimonios personales del campo de batalla, es solamente el fendmeno extremo que esti detris de los innumerables impulsos mas peque- fios de valor y generosidad que unen a las sociedades. Es tentador dejar aqui el asunto, aceptar los elementos més puros del altruismo simplemente como el lado mejor de la naturaleza humana. Tal vez, para expresar del mejor modo posible la situacién, el altruismo consciente es una cualidad trascendental que distingue a los seres humanos de los animales. Pero los cientificos no estan acostumbrados a dejar ningiin fenémeno fuera de sus limites, y es precisamente a través del andlisis mas pro- fundo del altruismo que Ja sociobiologia parece mejor preparada en este momento para llegar a una contribu: cién novedosa. Dudo que cualquier animal superior, como un Aguila © un leén, haya Ilegado a merecer la Medalla de Honor del Congreso de acuerdo con el criterio ennoblecedor * James Jones, WWII (Ballantine Books, Nueva York, 1976). Impresiones similares basadas en testimonios personales aparecen en John Keegan, The Face of Battle (Viking Press, Nueva York, 1976). 213 usado en nuestra sociedad. Pero con frecuencia ocurren actos. menores de altruismo, en formas comprensibles instantaneamente en términos humanos, y que benefi- cian no solamente a las crias sino también a otros miem- bros de la especie. Giertos pajaros pequefios como ios petirrojos y los zorzales, por ejemplo, avisan a otros cyan: do se acerca un halcén. Se encogen y emiten un silbido distintivo. Aunque la llamada de advertencia tiene pro- piedades aciisticas que hacen que sea dificil localizar su origer: en el espacio, el hecho de silbar por lo menos parece poco egoista; el pajaro que hace la llamada mos- traria més prudencia al no traicionar su presencia y per- manecer en silencio. Fuera del hombre, los chimpancés tal vez sean los més altruistas de todos los mamiferos. Ademis de com- partir la carne después de sus cacerias cooperativas, tam. bién practican la adopcién, Jane Goodall ha observado tres casos en el parque nacional de Gombe Stream en ‘Tanzania, en los cuales los infantes huérfanos fueron adoptados por hermanos y hermanas adultos, Es muy interesante, desde el punto de vista tedrico, que la con- ducta altruista fue exhibida por los parientes mas cer- canos més bien que por las hembras experimentadas con hijos propios, hembras que hubieran podido pro- porcionar a los huérfanos leche y una proteccién social més adecuada. ‘A pesar de una relativa abundancia de dichos ejem- plos entre los vertebrados, es solamente en los animales inferiores, y particularmente en los insectos sociales, don- de encontramos un tipo de suicidio altruista comparable al del hombre. Muchos miembros de las colonias de hor- * La descripcién del altruismo animal esté tomada de mi articulo “Human decency is animal”, New York Times Ma- gazin, 12 de octubre, 1975, pp. 38-50 (copyright 1975 por la New York Times Company; reproducido con licencia). 24 abejas y avispas estin prontos a defender sus nidos con ataques violentos en contra de los intrusos. Esta es la razén por la cual la gente se conduce con cautela alrededor de los panales de abeja, pero pueden abandonar esta cautela cerca de los nidos de especies solitarias como Jas sweet bees y las avispas del barro. Las abejas sociales sin aguijén de los trépicos vuelan sobre la cabezas de los seres humanos que se aventuran demasiado cerca y cierran sus mandibulas tan estrecha- mente en Ios mechones de cabellos que cuando se usa el peine para eliminarlas, se llega a separar sus cabezas de sus cuerpos. Algunas especies depositan una secrecién glandular irritante sobre la piel durante estos ataques suicidas. En Brasil, se les lama cagafogos (“cagafuego”). Fl gran entomélago William Morton Wheeler describié un encuentro con las “terribles abejas” —durante el cual le arrancaron pedazos de piel del rostro— como la peor experiencia de su vida. Las obreras de las abejas smeliferas tienen aguijones tos por ganchos invertides como los de los anzue- Jos de pescar, Cuando una abeja ataca a un intruso en el panal, el aguijon penetra en la piel; cuando se aleja la abeja el aguijén continda clavado, desprendiéndose del insecto Ia glandula venenosa y una gran parte de sus visceras. La abeja muere pronto, pero su ataque ha sido mas efectivo que si retirara intacto el aguijén. La razén es que la gldndula venenasa contintia vertien- do veneno en la herida, en tanto que un olor semejante al de las bananas que emana de la base del aguijén incita a otros miembros del panal a lanzarse en ataques kamikaze sobre el mismo sitio. Desde el punto de vista de la colonia como un todo, el suicidio de un individuo proporciona més ventajas que pérdidas. La fuerza total de las obreras consiste de entre 20 y 80 mil miembros, todas ellas hermanas nacidas de huevos depositados por 215 cul la abeja reina. Cada abeja tiene un periodo natural de vida de solamente unos 50 dias, después de los cuales muere de vejez. Por ello, dar una vida es algo pequeito, sin desperdicio de genes. : Mi ejemplo favorito entre los insectos sociales es el de un termes africano con el rimbombante nombre cien- tifico de Globitermes sulfureus. Los miembros de la casta de soldados de esta especie son pricticamente bombas ambulantes, Tienen una serie de grandes glandulas que se extienden desde sus cabezas a lo largo de la mayor Parte de sus cuerpos. Cuando atacan a las hormigas y @ otros enemigos, arrojan por la boca una secrecién glandular de color amarillo; ésta se solidifica al contacto con el aire y frecuentemente atrapa letalmente tanto a los soldados como a sus antagonistas. La aspersign pa- rece estar motivada por contracciones de los miisculos de las paredes abdominales. En ocasiones, las contrac- ciones se hacen tan violentas que estallan el abdomen y la glandula arrojando en todas direcciones el fluido de- fensivo. El hecho de compartir la capacidad para el sacrificio extremo no significa que la mente humana y la “mente” del insecto (si es que existe) funcionen de la misma manera. Pero si significa que el impulso para Mevarlo a cabo no necesita ser divino 0 de alin otro modo trascendental, y que estamos justificados al buscar una explicacién biolégica més tradicional. Surge inmedia- tamente un problema bésico en relacién con dicha ex. Plicaciém: los héroes cafdos no tienen hijos. Si el au- tosacrificio da como resultado un nimero menor de los de descendientes, los genes que permiten la existencia de Jos héroes deben desaparecer gradualmente de la pobla- cién. Una interpretacin estrecha de la seleccién natu- tal darwiniana predeciria el siguiente resultado: debido @ que los seres humanos gobernados por genes egoistas 216 deben prevalecer sobre aquellos que tienen genes altruis- tas, siempre habrd una tendencia a Jo largo de muchas generaciones para que los genes egoistas aumenten en predominio y que una poblacién Megue a tener una menor capacidad para responder de modo altruista. gEntonces, por qué persiste el altruismo? En el caso de los insectos sociales, no hay ninguna duda. La selec- cién natural se ha ampliado para incluir la seleccién por rentesco, El soldado termes que se autosacrifica pro- tege al resto de su colonia, incluyendo al rey y la reina, sus padres. Como resultado, prosperan los hermanos y hermanas mis fértiles del soldado, y a través de ellos se multiplican Jos genes altruistas con una mayor repro- duccién de sobrinos y sobrinas. Es natural, entonces, preguntarnos si a uavés de la seleccién por parentesco la capacidad para el altruismo también ha evolucionado en los seres humanos. En otras palabras, las emociones que sentimos, que en indivi- duos excepcionales pueden llegar al autosacrificio total, surgen a final de cuentas de unidades hereditarias que fueron implantadas por la preferencia por los parientes durante un periodo de centenares o millares de gene- raciones? Esta explicacién adquiere cierta fuerza con la circunstancia de que durante la mayor parte de la his toria de la humanidad la unidad social predominante fue la familia inmediata y una estrecha red de otros pa- rientes cercanos. Esta excepcional cohesién, combinada con las clasificaciones detalladas de parentesco hechas posibles por una inteligencia superior, podria explicar por qué la seleccién por parentesco ha sido mds vigoro- sa en los seres humanos que en los monos y otros ma- miferos. Para anticipamos a una objecién comin planteada por muchos cientificos sociales y especialistas de otras 27 ramas, debo conceder de inmediato que la forma e ins tensidad de los actos altruistas estan determinadas en gran parte por la cultura, La evolucién social humana obviamente es més cultural que genética. El punto a discutir es que la emocién subyacente, manifestada po- derosamente en practicamente todas las sociedades hu- manas, es lo que se considera que evoluciond a través de los genes. La hipétesis sociobiolégica no explica por lo tanto las diferencias entre las sociedades, pero puede explicar por qué los seres humanos difieren de otros mamiferos y por qué, en un sentido estricto, se parecen més estrechamente a los insectos sociales. La teoria evolucionista del altruismo humano se com- plica mucho por la cualidad definitiva del autoservicio de la mayoria de las formas del altruismo. Ninguna forma sostenida de altruismo humano es explicita y to- talmente autoaniquitadora. Las vidas del herofsmo mé grandioso se pagan con la esperanza de una gran recom- pensa, en Io cual no es lo menos importante la creencia en Ia inmortalidad personal. Cuando los poetas hablan de la feliz aceptacién de la muerte no quiere decir muer- te sino apoteosis o nirvana; ellos regresan a lo que Yeats lamé el artificio de la eternidad* Cerca del final de Pilgrim’s Progress conocemos la préxima muerte de Va- liant-for-Truth. Entonces dijo él: “Voy a donde estén mis padres, y aun- que voy con gran dificultad, no me arrepiento de todos Jos. problemas que he pasado para llegar a donde estoy. Mi espada daré a quien me suceda en mi peregrinacién, asi como mi valor y mii habilidad, para el que pueda ob- tenerla. Llevaré conmigo mis cicatrices y mis marcas, para * Debo la interpretaci6n de la aceptacién de la muerte por el poeta a Lionel ‘Trilling, Beyond Culture: Essays on Literature and Learning (Viking Press, Nueva York, 1955). 218 que sean testimonio de que he librado las batallas que ahora seran mi recompensa.” Valiant-for-Truth murmura entonces sus ‘iltinias pa- abras, Grave where in thy victory?, y muere mientras gus amigos escuchan que del otro lado suenan Jas trom- petas en su honor, La compasién es un autoservicio selectivo y frecuen- temente definitive. El hinduismo permite una gran preo- cupacién por el yo y los patientes cercanos, pero no fomenta la compasin por individuos no emparentados, 6 en ningiin caso, por los descastados. Un objetivo cen- tral del budismo nibbanico es conservar al individuo a través del altruismo. El devoto gana indulgencias para una mejor vida personal llevando a cabo actos generosos y eliminando sus malas acciones con otras de cardcter meritorio. Al abrazar el concepto de la compasién uni- versal, tanto las naciones budistas como las cristianas han encontrado adecuado entablar guerras agresivas, mu- chas de las cuales justifican en nombre de la religién La compasién es flexible y eminentemente adaptable a la realidad politica; es decir que se conforma con los mejores intereses del yo, de la familia y de los aliados del momento. Los refugiados palestinos han recibido la simpatia del mundo y han sido los beneficiarios de la in- dignacién entre las naciones Arabes. Pero poco se dice de los 4rabes muertos por el rey Hussein o de aquellos « Melford Spiro describe las reglas del budismo nibbanico en Buddhism and Society: A Great Tradition and Its Burmese Vicissitudes (Harper & Row, Nueva York, 1970). Debe se- fialarse que algunos budistas birmanos buscan el nirvana como ‘una forma de extincién, pero la mayoria lo concibe como una especie de paraiso permanente. Debo los ejemplos det altruisino dirigido en el mundo islamico a Walter Kaufmann, “Selective Compassion”, The New York Times, 22 de septiembre, 1977, p. 27. 219 que viven en naciones Arabes con derechos civiles atin mis escasos y bajo condiciones materiales bastante peo- res que Jos de Ja gente desplazada de la “orilla izquier- da”. Cuando Bangladesh empezé a buscar su indepen. dencia en 1971, el presidente de Pakistin desencadend al ejército punjabi en una campafia de terror que costé finalmente las vidas de un millon de bengalies y envié a otros 9.8 millones al exilio, En esta guerra murie- ron més musulmanes y fueron arrojadas de sus ho- gares un niimero mayor de personas que el que com. prenden las poblaciones totales de Siria y Jordania. Sin embargo, ningin Estado arabe, conservador o radical, respaldé la lucha de Bangladesh por su independencia, La mayor parte de ellos hablaron en contra de los ben- galies al mismo tiempo que proclamaban su solidaridad con Pakistin occidental. Para comprender esta extrafia selectividad y resolver el enigma del altruismo humano debemnos distinguir dos formas basicas de conducta cooperativa. El impulso al- truista puede ser irracional y dirigido unilateralmente hacia otro; el otorgante no expresa deseo de una reci- procidad equivalente y no realiza acciones conscientes que evan al mismo objetivo. He llamado a esta forma de conducta el altruismo “duro”, un conjunto de res- puestas relativamente no afectadas por la recompensa © el castigo social més alla de la nifiez. Cuando existe dicha conducta, es posible que haya evolucionado a tra- vés de seleccién por parentesco o seleccién natural que opere sobre familias 0 unidades tribales enteras en com- petencia. Podemos esperar que el altruismo duro sirva a los parientes més cercanos del altruista y decline agu- damente en frecuencia e intensidad al hacerse mAs dis- tante la relacién. El altruismo “blando”, en contraste, €s definitivamente egoista. El “altruista” espera una reciprocidad de la sociedad para si mismo o para sus 220 a parientes mis cercanos. Su buena conducta es calculada, con frecuencia de un modo plenamente consciente, y sus maniobras estén orquestadas por las complicadas san- ciones y exigencias de la sociedad. La capacidad para el altruismo blando puede haber evolucionado principal mente por la seleccién de los individuos y estar profun- damente influida por las variaciones de Ja evolucién cul- tural. Sus medios psicolégicos son la mentira, la pre- tensién y el engafio, incluido el autoengaiio, porque el actor mas convincente es aquel que cree que su actua- cién es verdadera.® Una cuestién clave de la teorfa social, entonces, debe ser la cantidad relativa que existe de altruismo duro en comparacién con el altruismo blando. En las abejas y las termitas ya ha sido resuclto el problema: la selec- cién por parentesco es la més importante, y prictica- mente todo e! altruismo es duro. No hay hipocresias entre los insectos sociales. Esta tendencia también prevalece entre los animales superiores. Es cierto que entre los monos y los grandes antropoides existe una pequefia me- dida de reciprocidad. Cuando los mandriles anubis ma- chos luchan por la dominacién, en ocasiones solicitan la * Gran parte de la teoria bésica de la seleccién por paren- tesco ¥ la evolucién genética del altruismo fue elaborada por William D. Hamilton. Robert L. Trivers sefialé por primera vez la importancia del “altruismo reciproco” en los seres humanos que yo he llamado “altruismo blando” en el presente libro en la creencia de que esta metéfora es mas descriptiva de la base genética. La teoria de la evolucién del altruismo se revisa en Wilon, Sociobiology, pp. 106-129. Las implicaciones de la yx icién del altruismo blando y el duro en la conducta hu- fauna se daeut en ms comentarios sbre el articulo de Donald T. Campbell, “On the Conflicts between Biological and Social Evolution and betwoen Puchology and Moral Tradition”, Ame. i ichologist, 30: 1103-1126 (1975); estos comentarios We futlicaron Se American Piycholopi, 31% 370271 (1976) 221 ayuda de otros. Un macho permanece cerca de un ene- migo y un amigo y pasa su mirada de uno a otro en tanto que amenaza continuamente al enemigo. Los man. riles aliados de esta manera pueden excluir a los ma- chos solitarios durante la competencia por las hembras en el periodo reproductivo. A pesar de las obvias ven- tajas de dichos arreglos, sin embargo, las coaliciones son la excepcién entre los mandriles y otros animales inte- ligentes.® Pero entre los seres humanos el altruismo blando ha sido evado a extremos complicados. La reciprocidad entre individuos remotamente emparentados 0 no empa- rentados del todo es la clave de la sociedad humana, La perfeccién del contrato social ha roto las antiguas limitaciones vertebradas impuestas por una rigida selec- cién de parentesco. Mediante la convencién de la reci- procidad, combinada con un lenguaje flexible intermi- nablemente productivo y un don para Ja clasificacién verbal, los seres humanos crean convenios que se recuer- dan durante largo tiempo y sobre los que se pueden establecer culturas y civilizaciones. Pero queda viva la cuesti6n: ghay una base de al- truismo puro que va sobre toda esta superestructura contractual? El concepto recuerda la notable conjetura de David Hume de que la razén es esclava de las pa- siones. Por lo que preguntamos, ghacia qué finalidad biolégica se hacen los contratos, y hasta dénde es tenaz el nepotismo? La distincién es importante porque el altruismo duro en estado de pureza, basado en la seleccién del paren- tesco es enemigo de la civilizacién. Si los seres humanos estén guiados en gran medida por reglas de aprendi- * G, Parker, “Reciprocal Altruism in Papio Unnubis”, Nature, 265: 441-443" (1977). 222 - zaje programadas y un desarrollo emocional canalizado para favorecer a sus propios parientes y tribu, solamente fs posible una cantidad limitada de armonia global. La cooperacidn internacional alcanzara un limite superior, desde el cual serfa derribada por las perturbaciones de las guerras y las luchas econémicas, cancelando aquéllas el ascenso basado en la razén pura. Los imperativos de Ja sangre y del territorio serian las pasiones que escla- vizarian la razén. Podemos imaginar al genio que sigue sirviendo a los objetivos biolégicos aun después de que haya puesto al descubierto y explicado plenamente las raices evolutivas de lo irrazonable. Mi propia estimacién de las proporciones relativas de altruismo puro y blando en Ja conducta humana es op- timista. Los seres humanos parecen ser lo suficiente- mente egoistas y calculadores como para ser capaces de una infinitamente rhayor armonia y homeéstasis social. Esta afirmacién no debe contradecirse a si misma. El verdadero egoismo, si obedece a las otras limitaciones de la biologia de los mamiferos, es la clave para un con- trato social casi perfecto. Mi optimismo se basa en hechos concernientes a la naturaleza del tribalismo y la etnicidad. Si el altruismo fuera rigidamente unilateral, se mantendrian las ligas de parentesco y las étnicas con una tenacidad relativa. Sien- do imposibles de romper las Iineas de lealtad, progresi- vamente se enmarafiarén hasta que el cambio cultural se detuviera, Bajo esas circunstancias seria de la mayor importancia la conservacién de las unidades sociales de tamajio intermedio, la familia extensa y la tribu. La ve- ramos operar a expensas del bienestar individual por un lado y el interés nacional por el otro. Para compren- der més claramente esta idea, regresemos por un mo- mento a Ja teoria basica de la evolucién. Imaginemos todo un espectro de conducta de autoservicio. En un 223 extremo solamente se pretende beneficiar al individuo, después seguird la familia nuclear, mAs adelante la fa- milia extensa (incluyendo primos, abuelos y otros que pudieran desempefiar un papel en la seleccién por pa- entesco), después la banda, la tribu, los cacicazgos, y finalmente, en el otro extremo las unidades sociopoliti- cas més elevadas. ¢Qué unidades a lo largo de este es- pectro son las mAs favorecidas por las predisposiciones innatas de la conducta social humana? Para legar a una respuesta debemos considerar la seleccién natural desde otra perspectiva: aquellas unidades sujetas a la seleccién natural més intensa, aquellas que se reproducen y mue- ren con mayor frecuencia y de acuerdo con las exigen- cias del medio ambiente, serén las que estén protegidas por la conducta innata de los organismos individuales que les pertenezcan. Entre los tiburones, la seleccién na- tural ocurre abrumadoramente a nivel individual; toda la conducta es egofsta y es exquisitamente adecuada para la guerra entre un tiburén y sus retofios inmedia- tos. En las medusas y otros moluscos sifonéforos que consisten en grandes masas de individuos altamente co- ordinados, Ia unidad de seleccién es casi exclusivamente la colonia. El organismo individual, un zooide reducido y compactado a la masa gelatinosa, cuenta muy poco. Algunos miembros de la colonia carecen de estémago, otros carecen de sistemas nerviosos, Ja mayorfa nunca se reproducen, y casi todos pueden ser cortados en pe- dazos y regenerados. Las abejas, los termes y otros in- sectos sociales son apenas un poco menos centrados en sus colonias. Los seres humanos obviamente ocupan una posicién en el espectro de algiin lugar entre los dos extremos, ero gexactamente dénde? Los hechos me sugieren que Jos seres humanos estin bastante inclinados hacia el ex- tremo individual del espectro. No estamos en la posi- 224 cién de los tiburones, o de los egoistas monos y antro- poides, pero estamos mis cerca de ellos que lo que esta- mos con respecto a las abejas en este pardmetro aislado. La conducta individual, incluyendo los actos aparente- mente altruistas realizadas en beneficio de la tribu y la nacién, estan dirigidos, algunas veces de manera muy retorcida, hacia la ventaja darwiniana del ser humano solitario y sus parientes mas cercanos, Las formas més elaboradas de la organizacién social, a pesar de sus apa- fiencias externas, sirven a final de cuentas como ve- hiculos del bienestar individual. El altruismo humano parece ser substancialmente duro cuando se dirige a los parientes cercanos, aunque todavia en un grado bastan- fe menor que en el caso de los insectos sociales y los invertebrados coloniales. El resto de nuestro altruismo es esencialmente blando. El resultado predicho es una mezcla de ambivalencia, engaiio y culpa que continua- mente preocupa a la mente individual.’ A la misma conclusién intuitiva ha Iegado indepen- dientemente el antropélogo Robert L. Trivers, y en térmi- nos menos técnicos el psicdlogo social Donald 'T. Camp- bell,* quien ha sido responsable por un renacimiento del interés en el estudio cientifico del altruismo y la con- ducta moral. Y al revisar una gran cantidad de infor- macién adicional procedente de la disciplina sociolégica, Milton M, Gordon? ha generalizado que “el hombre * Las circunstancias bajo las cuales se considera moralmente aceptable la mentira han sido analizadas por Sissela Bok en Lying: Moral Choice in Public and Private Life (Pantheon, Nueva York, 1978). * Donald T. Campbell, “On the Genetics of Altruism and the Counter-Hedonic Components in Human Culture”, Journal of Social Issues, 28 (3): 21-37 (1972); y “On the Conflicts”. *'Milton M, Gordon, “Toward a General Theory of Racial and Ethnic Group Relations”, en Nathan Glazer y D. Patrick 225 que defiende el honor o bienestar de su grupo étnico es un hombre que se defiende a si mismo.” El predominio del egocentrismo sobre la raza ha sido muy claramente revelado por la conducta de grupos étnicos colocados en posicién de sufrir condiciones di- versas de tensién. Por ejemplo, los judios sefarditas de Jamaica que emigraron a Norteamérica o a Inglaterra pueden, de acuerdo con las circunstancias personales, permanecer plenamente judios uniéndose a los judios de la sociedad huésped, o pueden abandonar répidamente sus vinculos étnicos, casarse con gentiles y mezclarse con la cultura huésped. Los puertorriquefios que emigran constantemente entre San Juan y Nueva York son ain mas versdtiles. Un puertorriquefio negro se comporta como miembro de la minora negra en Puerto Rico y como miembro de la minorfa puertorriquefia en Nueva York. Si se le da la oportunidad de usar accién afir- mativa en Nueva York, puede poner énfasis en su ne- gritud. Pero en las relaciones personales con los blancos muy probablemente minimice el color de su piel con referencias a su lenguaje espafiol y su cultura latina. Y al igual que los judios sefarditas, muchos de los puerto- triquefios mejor educados cortan sus vinculos étnicos y répidamente penetran en la cultura continental. Orlando Patterson,! de la Universidad de Harvard, ha demostrado cémo dicha conducta en el crisol de mez- cla, cuando se analiza adecuadamente, puede llevar a conocimientos generales concernientes a la misma natu- raleza humana. Los chinos del Caribe son el ejemplo de un grupo étnico cuya historia parece un experimen- Moynihan, eds., Ethnicity: Theory and Practice (Harvard Uni- versity Press, Cambridge, Mass., 1975), pp. 84-110. ® Orlando Patterson, “Context and Choice in Ethnic Alleg- iance: A Theoretical Framework and Garibbean Case Study”, en Glazer y Moynihan, Ethnicity, pp. 304-349, 226 - to controlado. Al examinar cuidadosamente sus expe- fiencias podemos distinguir algunas de las variables clave afectan la lealtad étnica. Cuando los inmigrantes ghinos Hegaron a Jamaica a fines del siglo xx se les present6 la oportunidad de ocupar y dominar el sistema Ge comercio al menudeo, Existia un vacio econémico el campesinado negro todavia estaba atado a una exis- tencia rural centrada en las viejas plantaciones de escla- yos, en tanto que los judios y gentiles blancos consti- tuian una clase superior que consideraba el comercio al menudeo como indigno de ellos, Tos hibridos “de color” pudieron haber llenado el nicho pero no lo hi- ieron, porque estaban ansiosos de imitar a los blancos a cuya clase sociceconémica esperaban ascender. Los chinos eran una diminuta minoria de menos del uno por ciento, pero pudieron apoderarse del comercio al menu- deo en Jamaica y mejorar enormeinente su_participa- cién. Lo hicieron especializandose en el comercio y si- multineamente consolidando sus filas mediante la leak tad étnica y costumbres restrictivas de matrimonio. La conciencia racial y la deliberada exclusividad cultural se pusieron al servicio del bienestar individual. En la década de 1950 cambid drasticamente el medio ambiente social, y con ello el ethos de los chinos. Cuan- do Jamaica se hizo independiente, la nueva élite domi- nante era una mezcla racial comprometida firmemente con una cultura criolla nacional sintética. Ahora con- venia al enclave chino unirse socialmente a la élite, y Jo hicieron con presteza. Al cabo de 15 afios cesaron de ser un grupo cultural distinto. Cambiaron su modo de hacer negocios de la venta al menudeo para dedicarse a la construccién y administracién de supermercados y centros comerciales. Adoptaron el estilo de vida bur- gués y la cultura criolla y cambiaron el énfasis de la tradicional familia extensa a la familia nuclear, Duran- 227 te todo el proceso mantuvieron a conciencia racial, no como un imperativo genético ciego, sino como una es- trategia econdmica. Las familias de més éxito siempre han sido las mas endégamas; las mujeres eran los me- dios para intercambiar la riqueza, consolidarla y con- servarla dentro de pequefios grupos familiares. Debido a que la costumbre no interferia con la asimilacién en el resto de la cultura criolla, los chinos jamaiquinos la conservaron. En Guyana, el pequeiio pais en la costa norte de América del Sur conocida previamente como Guayana Briténica, los inmigrantes chinos se enfrentaron a un problema muy diferente, aunque sus antecedentes eran os mismos que los de los chinos jamaiquinos. Habjan sido Ievados a la colonia de las mismas partes de China de donde salieron los que poblaron Jamaica y en gran medida transportados por el mismo agente. Pero en las poblaciones de la vieja Guayana Britdnica encontraron que el comercio de menudeo ya estaba ocupado por otro grupo étnico, los portugueses, quienes habian lle- gado en las décadas de 1840 y 1850. La clase dominante blanca preferia 2 los portugueses como grupo racial y culturalmente més préximo a ellos mismos. Algunos chi- nos entraron al comercio, pero nunca tuvieron gran éxito. Otros fueron obligados a entrar a otras ocupa- ciones, incluyendo posiciones en el gobierno. Ninguna de estas opciones conferia la misma ventaja en la con- ciencia étnica; no era posible, como en el comercia al menudeo, maximizar las ganancias mediante una exclu- sividad étnica. Y asi los chinos de la Guayana Britanica Avidamente se unieron a la surgiente cultura criolla. Para 1915 uno de sus observadores més habiles, Cecil Clementi, pudo decir: “La Guayana Briténica posee una sociedad china de la cual China no sabe nada, y para-la cual China es casi totalmente desconocida.” Pero 228 \ gu éxito eta tis que Compersaturio: aunque les chinos elamente comprendian el 0.6 por ciento de la pobla- Gon total, ahora son elementos poderosos de la clase media, y de sus filas surgié el primer presidente de la viblica, Arthur Chung. Ne su propia investigacién. en el Caribe y de otros estudios Hevados a cabo por otros socidlogos, Patterson ha Tegado a tres conclusiones acerca de Ja lealtad y ¢l altruismo: 1) Cuando las circunstancias histéricas pro- Gocan un conflicto entre les intereses de raza, clase y jnembrecia étnica, los individuos maniobran para que haya la cantidad menos posible de conflicto; 2) como regia, el individuo maniobra para optimizar sus propios fntereses sobre todos los demas; 3) aunque puedan pre~ valecer Jos interescs raciales y étnicos temporalmente, jas clases socioeconémicas son las mas importantes a largo plazo. La fuerza y el alcance de Ia identidad étnica de un individuo estan determinadas por los intereses genera- les de su clase socioeconémica, y sirven a los intereses de, primero, él mismo, después los de su clase, y final- mente su grupo étnico, Hay un principio convergente en la ciencia politica conocido como la Ley de Di- rector, que afirma que el ingreso de una sociedad se distribuye para beneficio de la clase que controla el go- bierno2! En los Estados Unidos, por supuesto, ésta es la clase media, Y puede notarse ademas que toda clase de instituciones, desde las corporaciones hasta las Igle- sias, evolucionan de una manera que fomenta los mejo- res intereses de aquellos que las controlan. El altruismo * La “Ley de Director sobre Ia redistribucién del ingreso piblico” se debe a Aaron Director y fue elaborada por George Stigler. Véase la reciente discusin en James Q. Wilson, “The Riddle of the Middle Class, The Public Interest, 39: 125- 129 (1975). 229 humano, para vegresar al inarea biologico de referen- cia, es blando. Para buscar elementos duros, se debe buscar muy cerca del individuo y ciertamente no mas lejos que sus hijos y unos cuantos de sus paricntes mis cercanos. Pero es un hecho notable que todo el altruismo hu- mano esti conformado por controles emocionales po- derosos de la clase que intuitivamente esperamos que ocurra en las formas mas duras. La agresin moral se expresa mds intensamente en los mecanismos para hacer cumplir la reciprocidad, El tramposo, el traidor, el apés- tata y el que cambia de bandera son objetos de odio universal. El honor y la lealtad son respaldados por los cédigos més rigidos. Parece probable que las reglas de aprendizaje basadas en un refuerzo primario innato lle- ven a los seres humanos a adquirir estos valores y no otros con referencia a los miembros de su propio grupo. Las reglas son las contrapartes simétricas del desarrollo canalizado de la territorialidad y la xenofobia, que son las actitudes igualmente emocionales dirigidas hacia los miembros de otros. grupos. Iré ms alld para especular que la profunda estruc- tura de la conducta altruista, basada en reglas de apren- dizaje y salvaguardas emocionales, es rigida y univer- sal. Genera un conjunto de respuestas de grupo prede- cibles del tipo que han sido catalogadas en la mayoria de las obras técnicas tales como las preparadas por Ber- nard Berelson, Robert A. LeVine, Nathan Glazer y otros cientificos sociales? Una de esas generalizaciones es la siguiente: mientras més pobre sea el grupo interno, ma- Bernard Berelson y Gary A. Steiner, Human Behavior: An Inventory of Scientific Findings (Harcourt, Brace & World, Nueva York, 1964); Robert A LeVine y Donald T. Campbell, Ethnocentrism (Wiley, Nueva York, 1972); Nathan Glazer y D. P. Moynihan, eds., Ethnicity: Theory and Practice. 230 ol yormente usar el narcisismo de grupo como forma de compensaciin, Otra: mientras sea mayor el tamaiio del po, mis débil serd la gratificacién narcisista que los individuos obtienen al identificarse con él, y menos co- hesivos serin los vinculos del grupo, y mas posiblemente os individuos se identificardn con grupos mas pequetios dentro dei grupo. Y otra mis: si ya existen subgrupos de algiin tipo, una regién que parezca homogénea e tanto todavia sea parte de una nacién mayor, proba- blemente no permanecerd asi si se hace independiente La mayoria de los habitantes de dichas regiones respon- den al estrechamiento de las fronteras politicas estre- chando el enfoque de su identificacién de grupo. En resumen, el altruismo duro se caracteriza por una fuerte emocién y una lealtad proteica. Los seres hu- manos son congruentes en sus cddigos de honor, pero dudan interminablemente con referencia a quién se apli- can los cédigos, El genio de la sociedad humana estriba en la facilidad con que se forman alianzas, se rompen y se reconstituyen, siempre con fuertes apelaciones emo- cionales a reglas que se creen absolutas. Actualmente, la distincién importante es, como parece que ha sido desde la Edad Glacial, entre el grupo interno y el grupo externo, pero la ubicacién precisa de la linea divisoria se mueve con facilidad hacia atrés y hacia adelante. Los deportes profesionales medran con la persistencia de este fenémeno bisico, Durante una hora 0 més el espectador puede resolver su mundo en una lucha fisica elemental entre substitutos tribales. Los atletas provie- nen de todas partes y son vendidos y cambiados casi todos Ios afios. Los mismos equipos cambian de ciudad en ciudad, Pero eso no importa; el fanatico deportivo se identifica con un grupo interno agresivo, admira el trabajo de equipo, el valor y el sacrificio, y comparte la excitacién de la victoria. 231 Las naciones juegan de acuerdo con las mismas re- glas. Durante los pasados treinta afios los lineamientos geopoliticos han cambiado de una confrontacién entre el Eje y los Aliados a una entre los comunistas y el Mun- do Libre, y después @ oposiciones entre grandes bloques econémicos. Las Naciones Unidas es al mismo tiempo un foro para la ret6rica més idealista de la humanidad y un caleidoscopio de alianzas rapidamente cambiantes basadas en intereses egoistas. La mente se desconcierta simulténeamente con las luchas religiosas, Algunos Arabes extremistas piensan que la lucha contra Israel es una guerra santa por la causa sagrada del Islam, Los evangelistas cristianos establecen una alianza con Dios y sus Angeles en contra de las huestes de Satan para preparar al mundo para el Se- gundo Advenimiento. Fue intructivo ver a Eldridge Clea- ver, el antiguo revolucionario, y a Charles Colson, el arquetipo de agente secreto, apartarse de sus viejos mar- cos epistemolégicos y pasar al lado de Cristo en este antiguo campo de batalla de la religién. La substancia importa poco, la forma lo es todo. Es exquisitamente humano hacer compromisos espi- rituales que son absolutos hasta e] mismo momento en que se rompen, La gente invierte grandes energias en ordenar sus alianzas en tanto que conservan disponibles otras opciones igualmente catécticas, Hasta donde el im- pulso altruista es tan poderoso, es una fortuna que tam- bién sea blando, Si fuera duro, la historia podria ser una gran intriga himenéptera de nepotismo y racismo, y el futuro serfa insoportablemente obscuro. Los seres humanos estarian dispuestos, literal y horriblemente a sacrificarse a si mismos por sus consanguineos. Por el contrario, hay en nosotros una capacidad para el con- trato social, mamifera en sus limitaciones, combinada 232 a con un cinisino optimista perpetuamente renovado con Jos cuales la gente racional puede lograr mucho. Retornamos entonces a la propiedad de la hipertro- fia, la inflacién cultural de las propiedades humanas innatas. Malcom Muggeridge una vez me pregunté: a¥ qué hay de la madre Teresa? ¢Cémo puede la bio- logia explicar a los santos vivientes que hay entre nos- otros? La madre Teresa, miembro de los Misioneros de la Caridad, cuida a los mas pobres de Caleuta; recoge a los moribundos de las aceras, rescata nifios abandona- dos en los basureros, atiende las heridas y enfermedades de personas que nadie més tocaria. A pesar de] recono- cimiento internacional y premios cuantiosos, la madre Teresa vive en una pobreza total y trabaja arduamen- te En Something Beautiful for God, Muggeridge des- cribié sus sentimientos después de observarla de cerca en Calcuta: “Cada dia la madre Teresa encuentra a Jestis; primero en la misa, de donde ella obtiene res- paldo y fuerzas; después en cada necesidad, en cada alma sufrida que ve y atiende, Ellos son uno con Jestis; en el altar y en Jas calles, No existe el uno sin el otro.” qPuede la cultura alterar la conducta humana para aproximarse a la perfeccién altruista? Seria posible tocar algiin talisman magico o aparato de tecnologia skinneriana para crear una raza de santos? La respuesta es no. Reflexionando, recordemos las palabras del Jesis del Evangelio de Marcos: “‘Id por todo el mundo y pro- damad la Buena Nueva a toda la creacién. El que crea y sea bautizado se salvard, el que no crea, se conde- nara.” Alli esté el manantial del altruismo religioso. * La descripcién de las actividades de la Madre Teresa se basa en el articulo “Saints among Us”, Time, 29 de diciembre 1975, pp. 47-56; y Malcolm Muggeridge, Something Beautiful For God (Harper & Row, Nueva York, 1971). ™ Jesiis a los apéstoles, San Marcos, 16: 15-16. 233 Formulaciones pricticamente idénticas, igualmente puras en su tono y perfectas con respecto al altruismo de los grupos internos, han sido enunciadas por Jos profetas de todas las principales religiones, sin omitir el marxismo- leninismo. Todos han aspirado a la supremacia sobre las otras. La madre Teresa es una persona extraordina- ria, pero no debe olvidarse que ella est segura en el servicio de Cristo y el conocimiento de la inmortalidad de su Iglesia. Lenin, quien predicaba un pacto no menos utépico, si bien opuesto, calificaba al cristianismo de inenarrablemente vil y lo llamaba un contagio de la clase més abominable; cumplimiento que ha sido regre- sado en muchas ocasiones por los teélogos cristianos. iSi solamente todo fuera tan simple! —escribié Alexander Solzhenitsyn!® en El Archipiélago Gulag—. Si solamente hubiera en algin sitio gente malvada cometiendo insidio- samente malas acciones, y si solamente fuera necesario separarlos del resto de nosotros y destruirlos. Pero la linea que divide el bien y el mal pasa por enmedio de todos los corazones de los seres humanos. ¢Y quién desea destrui un pedazo de su propio corazén? La santidad no es tanto la hipertrofia del altruismo humano como su osificacién. Esta alegremente subordi- nada a Jos imperativos biolégicos por encima de los cuales se supone que debe colocarse. La verdadera hu- manizacién del altruismo, en el sentido de afiadir sa- biduria y percepcién al contrato social, solamente puede venir a través de un examen cientifico mas profundo de la moral. Lawrence Kohlberg,’ un psicélogo de la edu- ® Aleksander I. Solzhenistsyn, The Gulag Archipielago 1918- 1956, vols. 1 y 2, trad. por Thomas P, Whitney (Harper & Row, Nueva York, 1973). » (Heep ™ Lawrence Kohlberg, “Stage and Sequence: The Cognitive Developmental Approach to Socialization”, en D. A. Goslin, 234 cacién, ha esbozado lo que cree son las seis etapas con secutivas del razonamiento ético por medio del cual cada persona progresa como parte de su desarrollo men- tal normal. El nitio pasa de una incuestionable depen- dencia en las reglas y controles externos a un conjunto erecientemente refinado de normas internalizadas, de la siguiente manera: i) Obediencia simple a reglas y autoridad para evitar el castigo; 2) Conformidad a la conducta de grupo para obtener recompensas ¢ intercam- biar favores: 3) Orientacién de buen-muchacho, con- formidad para evitar el desagrado y el rechazo por otros; 4) Orientacién del deber, conformidad para evitar la censura de la autoridad, el rompimiento del orden, y la resultante culpa; 5) Orientacién legal, reconocimiento del valor de los contratos, algunas arbitrariedades en la formacién de reglas para mantener el bien comin; 6) Conciencia u orientacién de principios, lealtad prima- ria a los principios de eleccién, que pueden superar a la ley en casos donde se juzga que la ley hace mas dafio que beneficio. Las etapas se basaron en las respuestas verbales de los nifios obtenidas por medio de preguntas acerca de pro- blemas morales. Dependiendo de Ja inteligencia y el adiestramiento, los individuos se pueden detener en cual- quier peldafio de la escala. La mayorfa alcanzan las eta- pas 40 5, Para la etapa 4 estan aproximadamente al nivel de moral alcanzado por las bandas de mandriles y chimpancés, En la etapa 5, donde la referencia ética se convierte en parte contractual y legalista, incorporan la moralidad en la que yo creo se ha basado la mayor ed., Handbook of Socialization Theory and Research (Rand- MeNally Co., Chicago, 1969), pp. 347-380; véase también John C. Gibbs., “Koblberg’s Stages of Moral Development: A Constructive Critique", Harvard Educational Review, 47 (1): 43-61 (1977). 235, ~~ parte de la evolucién sovial humana, Hasta el grado en que sea correcta esta interpretacién, la ontogenia del desarrollo moral pudo haber sido asimilada genéticamen- te y es ahora parte del proceso automaticamente guiado del proceso mental. Los individuos estén guiados por reglas de aprendizaje y respuestas emocionales relativa- mente inflexibles para pasar por la etapa 5. Algunos son desviados por eventos extraordinarios en situaciones eri- ticas. Existen los sociépatas. Pero la gran mayoria de la gente llega a las etapas 4 0 5 y de este modo estin pceparados para existir armoniosamente. .. en los cam- pamentos de cazadores recolectores del Pleistoceno Dado que ya no vivimos como pequefias bandas de cazadores-recolectores, la etapa 6 es la més estrecha- mente no-biolégica y por lo tanto susceptible a la mayor dosis de hipertrofia. El individuo elige principios con respecto a los cuales habré de juzgar al grupo y a la ley. Los preceptos elegidos por intuicién basados en la emocién son de origen principalmente biolégico y po- siblemente no hagan mds que reforzar los ordenamientos sociales primitives. Dicha moral est inconscientemente conformada para dar nuevas racionalizaciones para la consagracién del grupo, el papel proselitista del altruis- mo, y Ja defensa territorial, Pero hasta donde los principios se eligen mediante conocimiento y razén alejados de la biologia, por lo menos en teorfa no son darwinianos. Esto nos lleva in- eludiblemente de regreso al segundo dilema espiritual. La cuestién filoséfica de interés que genera es la s guiente: Puede la evolucién cultural de los valores éticos superiores ganar impulso y direccién propios y remplazar completamente la evolucién genética? Creo que no. Los genes sostienen a la cultura al extremo de una correa. La correa es muy larga, pero los valores in- evitables se limitaran de acuerdo con sus efectos en el 236 banco genético humano. El cerebro es un producto de a evolucién, La conducta humana —como las capaci- dades més profundas para la respuesta emocional que la orientan y la gufan— es la técnica tortuosa por medio de la cual el material genético humano ha sido y seré conservado intacto, No es posible demostrar otra fun- cion definitiva de la moral 237 VIII. RELIGION La prepisposicién a la creencia religiosa es la fuerza mas poderosa y compleja de la mente humana y con toda probabilidad una parte inseparable de la natura- leza humana. Emile Durkheim, que era agnéstico, ca- racteriz6 la prictica religiosa como Ia consagracién del ‘grupo y del nitcleo de la sociedad.’ Es uno de los un versales de la conducta social, que toma formas recono- cibles en todas las sociedades desde las bandas de c: zadores-recolectores hasta las repiiblicas socialistas. Sus rudimentos se rerontan por Jo menos hasta los altares le huesos y ritos funerarios del hombre de Neanderthal En Shanidar, Irak, hace 60 mil afios individuos Nean- derthal decoraron una tumba con siete especies de flores que tenian valor medicinal y econémico, tal vez para honrar a un chamén,? Desde esos tiempos, de acuerdo con el antropdlogo Anthony F. C. Wallace, la huma- nidad ha producido alrededor de 100 mil religiones. Los escépticos continian alentando la creencia de que la ciencia y el conocimiento aboliran la religion, la que consideran que no es més que un tejido de ilusiones. Los més nobles de ellos estén seguros de que la huma- nidad avanza hacia el conocimiento por medio de la logotaxis,* una orientacién automatica hacia la informa- * Robert A. Net, The Socitogy of Bs ford University Pres, Nueva Yorks 1974) Dw’ (O Burittlph S. Solecki, “Shanidar IV, a Neanderthal Flower urial in Northern Iraq’, Science, 190: 480-881 (1975). Rafinthony F.C. Wallace, Religion: An Anthropological View (Random Howse, Nueva York, 1966). ygotaxis: de las raices griegas logos (palabra, discurso} 238 cién, de tal modo que la religion organizada debe con- tinuar su retirada como la obscuridad ante Ia luz de la aurora. Pero este concepto de la naturaleza humana, cuyas raices se remontan hasta Aristételes y Zenén, nunca ha aparecido tan fittil como ahora. El conocimiento esta siendo puesto con todo entusiasmo al servicio de la re- ligién. Los Estados Unidos, que tecnologica y cienti camente es la nacién mis avanzada de la historia, tam- bién ocupa el segundo lugar en cuanto a religiosidad, después de la India. De acuerdo con una encuesta Gallup realizada en 1977, el 94 por ciento de los norteamerica- nos creen en Dios 0 en alguna forma de ser supremo, en tanto que el 31 por ciento han atravesado por un momento de repentina percepcién o despertar religioso, su roce con la epifania. El libro de mas éxito en 1975 fue Angels: God’s Secret Messengers de Billy Graham, del cual se vendieron 810 mil copias empastadas.* En 1A Unién Soviética, la religién organizada todavia florece y tal vez esté pasando por un pequeiio renaci- miento después de 60 aiios de obsticulos oficiales. En una poblacién total de 250 millones, por lo menos 30 millones son miembros de la Iglesia ortodoxa —el doble del niimero de miembros del Partido Comunista—, cinco millones son catélicos romanos y luteranos, y otros dos millones pertenecen a sectas evangélicas como los bau- tistas, pentecostistas y los adventistas del séptimo dia. Otros 20 0 30 millones son musulmanes, en tanto que 2.5 millones pertenecen al mas persistente de todos los grupos, los judios ortodoxos. De este modo, el marxis- y taxis (oriente, sitio); el témino de usa en biologia para designar el movimiento orientado de un organismo hacia un estimulo particular, como en la fotetaxis, una reorientacién hacia la luz. * Las ventas de Angelt de Billy Graham fueron reportadas en John A, Miles, Jr, Zygon, 12 (1): 42-71 (1977). 239 mo soviético institucionalizado, que es en sf una forma de religién embellecida con hermosas trampas, ha fra. casado en su intento de desplazar Jo que muchos rusos durante siglos han considerado el alma de su existencia nacional . El humanismo cientifico no lo ha hecho mejor. En su Sistema de politica positiva, publicado entre 1846 y 1954, Augusto Comte alegé que la supersticién religiosa puede ser derrotada en sus origenes, Recomendaba que los pueblos educados fabricaran una religién secular con- sistente de jerarquias, liturgia, cdnones y sacramentos del todo distintos a los del catolicismo romano, pero rem. plazando a Dios por la sociedad como ser supremo a quien adorar. Actualmente, los cientificos y otros eru- ditos, organizados en grupos intelectuales tales como la American Humanist Society y el Institute on Religion in an Age on Science, patrocinan pequefias revistas distri- buidas por medio de suscripcién y organizan campaiias para desacreditar el fundamentalismo cristiano, la astro- logia y,las obras de Immanuel Valikovsky.* Sus agudos ataques ldgicos, patrocinades por la arrogancia de los ganadores de premios Nobel, pasan como balas de acero a través de la niebla.* Los humanistas son ampliamen- te superados en miimero por los creyentes verdaderos, por las gentes que siguen a Jeane Dixont pero que nunca han oido hablar de Ralph Wendell Burhoe. Pa- * Autor de Mundos en colisién y otras obras seudocientificas donde “explica” los milagros y portentos de la Biblia de acuerdo con Ia “‘ciencia moderna”. [7.} + Famosa “vidente” norteamericana. [T-] * Véase, por ejemplo: Objetions to Astrology (Prometheus Books, Buffalo, N. Y., 1975), una declaracién firmada por 192 “‘destacados cientificos, incluidos 19 ganadores de premios No- bel” con articulos de Bart J. Bok, “A Critical Look at Astro logy”, pp. 21-33, y Lawrence E,” Jerome, “Astrology: Magic or Science?”, pp. 37-62. 240 rece que los hombres prelieren creer a saber. Prefieren tener el vacio como propésito, que estar vacias de pro- posites, como Nietzsche" escribié con desaliento hace mu- chos afios cuando la ciencia estaba Ilena de promesas, Otros eruditos bien intencionados han tratado de re- conciliar la ciencia y la religién estableciendo limites de- finidos entre los dos umbrales. Newton se veia a si mismo no solamente como cientifico sino también como erudito en historia cuyo deber era descifrar las Escritu- ras como verdadero registro histérico.* Aunque su propio poderoso esfuerzo creé la primera sintesis moderna de Ia ciencia fisica, é consideraba ese triunfo como sola- mente una estacién en el camino hacia la comprensién de lo sobrenatural. Creia que el Creador daba a los sa bios dos libros que leer, el libro de la naturaleza y el libro de las Escrituras, En nuestros dias, gracias al in- alcanzable avance de Ja ciencia de In que fue precursor Newton, la omnipotencia de Dios ha sido situada en algiin lugar por debajo de las particulas subatémicas 0 mas alla de la galaxia mis lejana que podamos percibir. Esta aparente exclusion ha estimulado a otros filésofos y cientificos para crear la “teologia de proceso”, en la cual la presencia de Dios se infiere de las propiedades inherentes de la estructura atémica, Como lo concibié originalmente Alfred North Whitehead,? Dios no debe * Friedrich W, Nietssche, The Genealogy of Morals, trad, al inglés de Francis Golffing (Doubleday Anchor Books, Nueva York, 1956). ; ; * Fara una discus ilustrativa de las creencias rligionas de Newton y su relacién con sus investigaciones cientificas, véase Gerald Holton, “Analysis and Synthesis as Methodological Therata en Phe Scent Imagination: Case Studies (Cam- bridge University Press, Cambridge, “Allred N. Whitehead, Science and the Modern World (Cambridge University Press, Cambridge, 1926) ; y Process and Reality (Macmillan, Nueva York, 1929). Para una exposicién 241 considerarse como una fuerza extrafia, que crea mila. gros y percibe las verdades metafisicas. £1 esta presente continua y ubicuamente. Guia el surgimiento de las mo- léculas a partir de los atomos, de los organismos vivos a partir de las moléculas, y de la mente a partir de la materia, Las propiedades del electrn no pueden anun- ciarse defintivamente sino hasta que se comprenda su producto final, la mente. El proceso es realidad, la tea- lidad es proceso, y la mano de Dios est manifiesta en las leyes de la ciencia. De aqui que las empresas reli- giosas y cientificas sean intrinsecamente compatibles, de tal modo que los cientificos bien intencionados puedan regresar a sus vocaciones en un estado de paz mental, Poro todo esto, como reconocera inmediatamente el lec- tor, es algo muy diferente de la religién real de los abo. rigenes y del Concilio de Trento. En nuestros dias, como siempre ha ocurrido, la mente no puede comprender el significado de la colisién entre el irresistible materialismo cientifico y la fe religiosa inamovible. Tratamos de enfrentarnos a ello mediante un pragmatismo cauteloso. Nuestras sociedades esquizo- frénicas avanzan por medio del conocimiento, pero so- breviven apoyadas en la inspiracién derivada de las mis- mas creencias que el conocimiento socava, Sugiero que la paradoja puede ser resuelta por lo menos intelectual mente, no de golpe, sino al cabo del tiempo y con con- secuencias dificiles de predecir, si prestamos la debida atencién a la sociobiologia de la religién. Aunque las manifestaciones de la experiencia religiosa son resplan- decientes y multidimensionales, y tan complicadas que los mejores psicoanalistas y filésofos se pierden en su reciente de la teologia del proceso por un biélogo distinguido que cree en ella, véase Charles Birch, “What Does God Do in the World?” Union Theological Seminary Quarterly, 30 (4): 76-84 (1975). 242 Iaberinto, creo que las practicas religiosas pueden esque- matizarse en las dos dimensiones de la ventaja genética el cambio evolutivo. Permitaseme moderar esta afirmacién al momento con- cediendo que si los principios de la teoria evolutiva contienen la Piedra de Rosetia de la teologia, no puede esperarse que la traduccién abarque en detalle todo el fendmeno religioso. De acuerdo con los métodos tradi- cionales de reduccién y andlisis, la ciencia puede expli car la religién, pero no puede disminuir la importancia de su contenido. Un episodio histérico servira como parabola en la sociobiologia de la religion, El pueblo aborigen de Tas- mania se ha extinguido, al igual que los exéticos Lobos marsupiales que antaiio compartieran su habitat selva tico. Solamente necesitaron los colonos britdnicos 40 afios para acabar con ellos (los lobos duraron otros 100 afios, hasta 1950).1° La rapidez de su desaparicién es particularmente lamentable desde el punto de vista de Ja antropologia porque los tasmanianos —los “salva- jes’— no tuvieron oportunidad de trasmitir ni siquiera una descripcién de su cultura al resto del mundo. Poco se sabe ms allé del hecho de que eran cazadores y re- colectores de pequefia estatura, de piel de color pardo rojizo y cabellos lanudes, y que de acuerdo con los ex- ploradores que los encontraron por primera vez, tenian un temperamento abierto y feliz. Solamente se puede especular con respecto a su origen. Muy probablemente eran los descendientes de aborigenes australianos que legaron a Tasmania hace unos 10 mil aiios, y después * Se ofrecen descripeiones de la extincién de los aborigenes tasmanianos en Alan Moorehead, The Fatal Impact (Hamish Hamilton, Londres, 1966) y Robert Brain, Into the Primitive Environment (Prentice-Hall, Englewood Cliffs, Nueva Jersey, 1972) 243, se adaptaron biolégica y culturalmente a los bosques frios y hiimedos de la isla. Solamente nos quedan unas cuantas fotografias y esqueletos. Ni siquiera puede re- construirse su lenguaje porque pocos de los europeos que conocieron a los tasmanianos pensaron que valia la pena tomar notas. Los colonos briténicos que empezaron a legar a prin. cipios del siglo xix consideraban a los tasmanianos como algo menos que humanos. Eran solamente pequefios obstdculos morenos para la agricultura y la civilizacién, Por consiguiente, se les capturaba por medio de cace- rias organizadas y se les asesinaba por cualquier delito eve. Un grupo de hombres, mujeres y nifios fueron aba- tidos con armas de fuego simplemente por correr en direccién de los blancos durante una de las cacerfas de canguros llevadas a cabo en masa por los aborigenes. La mayorla murieron de sifilis y otras enfermedades europeas. El punto decisivo legé en 1842 cuando el niimero de tasmanianos habia disminuido de unos 5 mil originalmente hasta menos de 30 individuos, Las muje- res eran ya demasiado viejas para tener hijos y la cul- tura se habia atrofiado. Las iiltimas etapas de la declinacién de los aborige- nes fueron presididas por un notable altruista, George Robinson, un misionero de Londres. En 1830, cuando todavia quedaban algunos centenares de tasmanianos, Robinson inicié un heroico y practicamente solitario in- tento de salvar la raza. Al acercarse con simpatia a los perseguidos sobrevivientes, los persuadié para que salie- ran de sus escondites selvaticos y se rindieran. Algunos de ellos se establecieron en las nuevas poblaciones de los colonos, donde invariablemente se convirtieron en vagos. El resto fue llevado por Robinson a una reserva de la isla Flinders, un lugar aislado al noteste de Tas- mania, Se les alimentaba con carne de res salada y té 244 dulce, se les vestia con ropa europea y se les instruia en los cuidados de higiene personal, el intercambio mo- netario y un estricto calvinismo. Se les prohibié com- pletamente su antigua cultura. Cada dia los tasmanianos iban a la pequeiia iglesia a escuchar un sermén de George Robinson. Tenemos datos de esta iiltima fase de su historia cultural, regi trados en inglés criollo. “Un Dios... Nativos buenos, nativos muertos, van al cielo... Nativo malo muerto, va abajo, espiritu malo, fuego detiene. Nativo llora, Ilo- ra...” El catecismo repetia el mensaje facilmente com- prendido: éQué haré Dios con el mundo? ;Quemarlo! ee gusta el Diablo? No! ¢Para qué nos hizo Dios? Para su propio propésito. . Los tasmanianos no sobrevivieron a la fusién de sus almas, Cada dia eran més y mas sombrios y letargicos, y dejaron de producir hijos. Muchos murieron de in- fluenza y neumonia, Finalmente, los restantes fueron enviados a una nueva reserva cerca de Hovart, en la Isla de Tasmania. El iltimo varén, conocido por los europeos como King Billy, murié en 1869, y algunas mujeres ancianas que quedaban lo siguieron unos pocos afios después, Fueron objeto de gran curiosidad y, final- mente, de respeto, Durante este periodo, George Robin- son creé una gran familia propia. El objetivo de su vida habia sido rescatar a los tasmanianos de la extincién, sustituyendo en una buena conciencia la forma mis ci vilizada de dominacién religiosa por el asesinato. Pero de acuerdo con el algoritmo biolégico que lo guié in- conscientemente, Robinson no fue un fracaso. 245 ¥ Si bien cada dia se refinan mas, la antropologia y la historia continian respaldando la conclusién de Max Weber de que las religiones més elementales buscan lo sobrenatural por motives puramente mundanos: una larga vida, abundantes tierras y alimentos, evitar ca. tastrofes fisicas y las conquistas de los enemigos. Tam- bién opera una especie de darwinismo cultural durante la competencia entre las sectas en la evolucién de las religiones mas avanzadas. Aquellas que ganan prosélitos crecen; aquellas que no logran hacerlo, desaparecen. En consecuencia, las religiones son como otras instituciones humanas en cuanto a que evolucionan en direcciones que aumentan el bienestar de quienes las practican, De- bido a que este beneficio demografico debe alcanzar el grupo como un todo, puede lograrse en parte par medio del altruismo y en parte por medio de la explotacién, con ciertos sectores beneficiéndose a expensas de otros. Recfprocamente, el beneficio puede surgir como la suma del aumento general de la aptitud de todos sus miem- bros. La distincién resultante en términos sociales es entre las religiones mas opresivas y las més benéficas, Todas las religiones son probablemente opresivas hasta cierto grado, especialmente cuando las promueven se- fiorios y Estados. Hay un principio en ecologia, la Ley de Gause, que establece que la maxima competencia se encuentra entre aquellas especies que tienen necesidades idénticas. De modo similar, la Gnica forma de altruismo que rara vez muestran las religiones es la tolerancia de otras religiones. Su hostilidad se intensifica cuando cho- can las sociedades, porque la religién sirve maravillosa- mente para los propésitos de la guerra y la explotacién ‘econémica. La religién del conquistador se convierte en una espada, la del conquistado en un escudo, La religién constituye el mayor reto a la sociobiolo- gia humana y su més excitante oportunidad para pro- 246 gresar como una disciplina teorica verdaderamente ori ginal. Si en cualquier medida la mente es guiada por fos imperatives kantianos, ¢stos se encontrarén mis pro- bablemente en los sentimientos religiosos que en el pen- samiento racional. Aun si hay una base materialista del proceso religioso y esti dentro de las posibilidades de fa ciencia convencional, ser dificil descifrarla por dos razones, Primera, la religion es una de las categorias princi- pales de conducta inegablemente exclusivas de la espe- cie humana. Los principios de la evolucién de la con- ducta obtenidos de la biologia de las poblaciones y los estudios experimentales realizados en animales inferio- res no pueden aplicarse de ningtin modo directo a la religion. En segundo lugar, las reglas clave del aprendizaje su motivacién genética definitiva estan probablemente fuera del alcance de la mente consciente, porque la igidn esta por encima de todos los procesos emplea- dos para persuadir a los individuos para subordinar su interés propio inmediato a los intereses del grupo. Se espera que los creyentes hagan sacrificios fisiolégicos a corto plazo en beneficio de sus ganancias genéticas a lar- go plazo. El autoengafio de los chamanes y sacerdotes perfecciona sus propias representaciones y acrecienta el engafio perpetrado en sus fieles. En medio del absurdo la llamada es concreta. Las decisiones son autométicas y rapidas, y no hay cAlculo racional por medio del cual los grupos de individuos puedan computar su aptitud genética inclusiva dia con dia y saber de esa manera la cantidad de conformidad y celo para cada acto. Los seres humanos requieren reglas simples que resuelvan problemas complejos, y tienden a resistir cualquier in- tento de escudrifiar en el orden inconsciente y de resol- ver sus vidas cotidianas, El principio ha sido expre- 247 sado en la teor‘a psicoanalitica de Ernest Jones de} modo siguiente: “Dondequiera que un individuo considere un proceso (mental) dado como demasiado obvio para per- mitir cualquier investigacién sobre su origen, y muestre resistencia para dicha investigacién, tendremos razén al sospechar que el origen verdadero esta oculto para él, casi ciertamente debido a su naturaleza inaceptable."! La profunda estructura de la creencia religiosa puede sondearse examinando la seleccién natural en tres ni- veles sucesivos. Superficialmente, la seleccién es ecle- sidstica. Los rituales y convenciones son elegidos por los dirigentes religiosos a causa de su impacto emocional bajo las condiciones sociales contempordneas. La selec- cién eclesidstica puede ser dogmética y estabilizadora 0 evangélica y dinamica. En cualquiera de los dos casos los resultados se trasmiten culturalmente; de aqui que Jas variaciones en la préctica religiosa de una sociedad a otra se basen en el aprendizaje y no en los genes. Al siguiente nivel la seleccién es ecoldgica. Cualquiera que sea la fidelidad de Ja seleccién eclesidstica para las emo- ciones de los fieles, por mAs fécilmente que se apren- dan sus convenciones preferidas, la practica resultante debe ser puesta a prueba a final de cuentas por las exigencias del medio ambiente. Si las religiones debil tan sus sociedades durante la guerra, fomentan la des- truccién del medio ambiente, acortan las vidas, o inter- fieren con la procreacién, se iniciaré su decadencia in- dependientemente de sus beneficios emocionales a corto plazo. Finalmente, en medio de estos epiciclos compli- cados de evolucién cultural y fluctuacién demogratica, cambian las frecuencias de los genes. La hipétesis en este caso es que algunas frecuencias genéticas cambian consistentemente por medio de la se- ™ Emest Jones es citado en Conrad H. Waddington, The Ethical Animal (Atheneum, Nueva York, 1961). 248, leccion eclesidstica. Los geues humanos, se recordar, pro- graman el funcionamiento de Jos sistemas nervioso, sen- sorial y hormonal del cuerpo, y por lo tanto casi podemos tener la certidumbre de que influyen en el proceso de aprendizaje, Limitan Ja maduracién de algunas conduc- tas y las reglas de aprendizaje de otras. Los tabties de incesto, los tabies en general, la xenofobia, la dicoto- mizacién de los objetos sagrados y profanos, el nosismo, Jos sistemas de dominacién jerarquica, la atencién intensa hacia los lideres, el carisma, el trofismo y la induccién del trance, se cuentan entre los elementos de conducta religio- sa que mas probablemente serdn alterados por los progra- mas de desarrollo y las reglas de aprendizaje. Todos estos procesos actiian para circunscribir un grupo social y unir a sus miembros en alianzas incuestionables. Nues- tra hipétesis requiere que existan tales limitaciones, que tengan una base fisiologica, y que la base fisiolégica a su vez tenga origen genético. Implica que las opciones eclesidsticas son influidas por la cadena de aconteci- mientos que a través de la fisiologia conducen desde los genes hasta ¢l aprendizaje limitado durante un solo ciclo vital. De acuerdo con la hipétesis, las frecuencias de los mismos genes se alteran reciprocamente con la secuen- cia descendiente de varios tipos de seleccién —ecle- sidstica, ecoldgica y genética— a lo largo de muchos ciclos de vida, Las practicas religiosas que consistente- mente aumentan la supervivencia y procreacién de sus practicantes, propagarin los controles fisiolégicos que favorecen la adquisicién de las prdcticas durante ciclos vitales aislados. Los genes que prescriben los controles también resultaran favorecidos. Debido a que las pric: ticas religiosas estin muy alejadas de los genes durante el desarrollo de los seres humanos individuales, pueden variar ampliamente durante la evolucién cultural. Es 249 atin posible que ciertos grupos, tales como los shakers, adopten convenciones que reducen la aptitud genética por una o varias generaciones. Pero después de muchas generaciones, los genes basicos pagan su tolerancia de- clinando en la poblacién como un todo. Prevaleceran otros genes que gobiernan mecanismos resistentes a la declinacién de la aptitud producida por la evolucién cultural, y desapareceran las prdcticas desviadas. De este modo, Ia cultura incansablemente somete a prueba los genes de control, pero lo més que puede hacer es remplazar un conjunto de genes por otros. Esta hipétesis de la interaccién entre los genes y la cultura puede ser probada o rechazada si examinamos los efectos de la religin en los niveles ecoldgico y ge- nético. El mas accesible de éstos es el ecoldgivu. Nece- sitamos preguntar: zcudles son los efectos de cada pric- tica religiosa en el bienestar de los individuos y las tri- bus? ;Cémo se originé la practica en la historia y bajo qué circunstancias ambientales? Hasta donde represente una respuesta a una necesidad o haya mejorado la eficiencia de una sociedad después de muchas genera- ciones, la correlacién se ajusta a la hipétesis de la in- teraccién. En la medida en que contrarie estas expecta- ciones, aun sino puede relacionarse con la capacidad reproductiva de un modo razonable, relativamente sim- ple, la hipétesis se encontraré en dificultades. Final- mente, las limitaciones al aprendizaje genéticamente pro- gramadas, reveladas por la psicologia del desarrollo, de- ben resultar consistentes con las principales tendencias de la practica religiosa. Si no lo son, la hipétesis es dudpsa, y puede suponerse legitimamente que en este caso la evolucién cultural ha imitado el patron tedricamente predicho de la evolucién genética. Para levar a cabo la investigacién sobre una tidad suficientemente amplia de tépicos, Ia defini. 250 yy de Ja conducta religiosa debe ampliarse para incluir la magia y los rituales tribales més santificados, asi como Jas creencias mas elaboradas construidas alrededor de la mitologia. Creo que aun cuando se dé este paso, la evi- dencia es consistente con la hipétesis de la interaccién entre los genes y la cultura, y hay poco en la historia de Ia religion que lo contrarie Consideremos los ritos, Agitados por un temprano en- tusiasmo por la etologia Lorenz-Tinbergen, algunos cien- tificos sociales establecieron una analogia entre las ce- remonias humanas y las demostraciones de comunicacin animal. La comparacién es imprecisa, La mayoria de Jas manifestaciones animales son sefiales discretas que transmiten un significado limitado. Se basan en postu- ras, expresiones faciales y lus sonidos clementales de la comunicacién humana no-lingiiistica. Algunas pocas de las demostraciones animales, tales como las formas mds complejas de exhibicién sexual y formacién de los vincu- Jos entre las aves, son tan impresionantemente elabo- radas que ocasionalmente los zodlogos las han llamado ceremonias. Pero aun aqui la comparacién tiende a des- orientar. La mayoria de los rituales humanos tienen algo més que un simple valor de sefial inmediata, Tal y como acentué Durkheim, no solamente califican, sino que también reafirman y rejuvenecen los valores mora- les de la comunidad’? ‘Los ritos sagrados son los més distintamente humanos. Sus formas elementales estén relacionadas con la ma- gia, el intento activo para manipular la naturaleza y Jos dioses. El arte del Paleolitico Superior en las cuevas de Europa occidental indica una preocupacién hacia los animales de caza. Hay muchas escenas que muestran % Esta descripcién del significado del ritual es de Wilson, Sociobiology, pp. 560-562. 251 lanzas y flechas encajadas en los cuerpos de las presas. En otros dibujos aparecen hombres danzando con ves- timenta animal o en pie y con las cabezas inclinadas enfrente de los animales. Posiblemente la funcién de las pinturas era de magia simpatica, derivada de la no- ci de que lo que se hace con una imagen se trans- 4 al objeto real. La accién anticipatoria es com- parable con los movimientos de intencién de los ani- males, que en el curso de la evolucién con frecuencia se han ritualizado para convertirse en sefiales comu- nicativas, La danza voladora de la abeja es en realidad un ensayo miniaturizado del vuelo desde el panal hasta el alimento. La “carrera en Iinea recta” ejecutada a la mitad de la “danza del nimero ocho” varia precisa- mente en direccién y duracién para informar la mag- nitud de estos pardmetros en el vuelo verdadero que debe seguirse. El hombre primitivo hubiera compren- dido fAcilmente el significado de esta compleja conduc- ta animal: La magia fue y todavia es en algunas socieda- des, una actividad practicada por individuos especiales que reciben diversos nombres de chamanes, hechiceros © curanderos. Se creia que solamente ellos tenian el conocimiento y poder secretos para tratar con las fuer- zas sobrenaturales de Ja naturaleza y como tales su in- fluencia en ocasiones excedia a la de los jefes tribales. Como ha demostrado el antropélogo Roy A. Rap- paport!® en un reciente estudio critico sobre el tema, los ritos sagrados movilizan y exhiben a las sociedades * Se ha observado que las abejas exploradoras comunican el descubrimiento de un campo de flores a las demés habitantes del panal por medio de una pantomima en vuelo que consiste en ejecutar una serie de movimientos en forma de ocho [T.] * Roy A. Rappaport, Pigs for the Ancestors: Ritual in the Ecology of a New Guinea People (Yale University Press, New Haven, 1968); y “The Sacred in Human Evolution”, Annual 252 primitivas en modos que parecen directa y biolégica- mente ventajosos. Las ceremonias pueden ofrecer infor- macién sobre la fuerza y riqueza de las tribus y fami- lias. Entre los maring de Nueva Guinea, no hay jefes © Iideres de otro tipo que exijan lealtad durante la guerra. Un grupo ofrece una danza ritual, y los hombres individualmente indican su deseo de prestar apoyo mi- litar mediante su asistencia o su ausencia de la danza. La fuerza del consorcio se determina entonces con toda precisién contando a los asistentes. En las sociedades mas avanzadas, los desfiles militares, embellecidos por la parafernalia y rituales de la religién de! Estado, sirven para el mismo propésito. Las famosas ceremonias po- tlach de los indios de Ia costa del Noroeste de los Es- tados Unidos permiten que los individuos anuncien su tiqueza por medio de la cantidad de bienes que regalan. Los dirigentes son asi més capaces de movilizar las ener- gias de los grupos de parientes para la fabricacién de bienes excedentes, aumentando el poder de las familias Los rituales también regulan las relaciones en las que de otra manera habria ambigiiedad y una costosa im- precisin, Los mejores ejemplos de este modo de comu- nicaciérr son los ritos de paso. Al madurar el joven su transicién de nifio a hombre es muy gradual tanto en sentido biolégico como psicolégico. Habr ocasiones en que se comporte como nifio cuando hubiera sido mas adecuada una respuesta adulta, y viceversa. La sociedad tiene dificultades para clasificarlo de un modo o de otro. El rito de paso elimina esta ambigiiedad al cam- biar arbitrariamente la clasificacién de una gradiente continua a una dicotomia, Esto también sirve para con- Review of Ecology and Systematics, 2:23-44 (1971). Este al- timo articulo es una contribucién especialmente importante para la sociobiologia de la religién. 253 vy solidar Jos vinculos de la persona joven con el gru adulto que lo acepta. 7 La propensién de la mente humana para abordar los problemas por medio de una clasificacién binaria tam. ign se manifiesta en la hechiceria. La etiologia psico. Jogica de la brujeria ha sido reconstruida con gran habi. lidad por cientificos sociales como Robert A. LeVine, Keith Thomas y Ménica Wilson.1® Las motivaciones inmediatas reveladas por sus estudios son en parte emo. cionales y en parte racionales. En todas las sociedades el chamén esta en posicién ya sea de curar o de lanzar conjuros maléficos. En tanto que no haya oposicién a su funcién él y sus parientes disfrutan de mayor poder, Si sus acciones no solamente son benévolas sino que tam. bign son sancionadas por medio de rituales, contribuyen a la resoluciOn e integracién de la sociedad. Parecen claras, por lo tanto, las ventajas biologics de la hechi- ceria institucionalizada. La persecucién de las brujas, que es lo opuesto a la practica de la hechiceria, es un fenémeno bastante mas desconcertante y ofrece un reto verdaderamente intere- sante para nuestra investigacién tedrica, Por qué de cuando en cuando la gente se dice embrujada, © pre- tende que su sociedad sufre dafios, y trata de encontrar en sus vecinos poderes sobrenaturales malévolos? Los * Para una excelente revisién del anilisis funcional d ' Pa in del anilisis funcional de la brujeria, véase Robert A. LeVine, Culiure, Behasion, and Per- sonality (Aldine, Chicago, 1973). : * Keith Thomas, “The Relevance of Social Anthropol the Historical Study of English Wicheraft", om Mesy ees Douglas, ed., Witchcraft Confessions and Acussations (Tavis- tock, Londres, 1970), pp. 47-79. Véase también Keith Thomas, Religion and the Decline of Magic (Charles Scribner's Sons, eva York 1971 ) ¥ Monica Wilson, Religion and the Tran formation of Society: A Study of Social Change in Africa (Cam- bridge Univenity Pres, Cambridge 1671) 1 (Cam 254 exorcismos y las inquisiciones son fenémenos tan com- plejos y poderosos como Ia prictica de la magia, pero gun aqui se comprueba que sus motivaciones estin en- aizadas en la busqueda del yo de los individuos. La “idemia de caceria de brujas en las épocas Tudor y Estuardo de Inglaterra es uno de los ejemplos mejor documentados. Antes de este periodo (1560-1680) Ia Iglesia catélica habia ofrecido a la ciudadania un bien organizado sistema de persecuciones rituales en contra de los malos espiritus y los conjuros maléficos. En efec: ta, la Iglesia habia practicado hechiceria positiva. La Reforma eliminé esta proteccién psicolégica. Los minis- tros protestantes denunciaron las antiguas practicas reli- josas en tanto que reafirmaban la existencia de la magia malévola. Privadas de medidas rituales contra rrestantes, las personas hechizadas atacaban_personal- mente a quienes fueran sospechosos de hechiceria, los acusaban piblicamente y buscaban su exterminio. Un examen cuidadoso de los archivos legales ha re- velado la probable motivacién profunda que animaba las persecuciones. Tipicamente, el acusador habia re- chazado a alguna mujer pobre que le pedia alimentos fo algim favor y después suftia algiin infortunio personal tal como pérdida de cosechas o alguna muerte en la fa- milia. Al culpar de esos hechos a la mujer, el acusador lograba dos propésitos. Tomaba una accién directa en contra de lo que sinceramente creia que era la causa de sus problemas, en obediencia a cierta Idgica que re- conocia la extrafia y oficiosa conducta de las supuestas brujas. La segunda motivacién es mis sutil y dificil de probarse. De acuerdo con Thomas, El conflicto entre el resentimiento y un sentido de obliga- ci6n producia la ambivalencia que hacia posible que los hombres rechazaran a las pordioseras bruscamente de sus 255, Puertas y que sufrieran, sin embargo, el tormento de la conciencia después de haberlo hecho. La consiguiente cul- pa era un terreno fértil para las acusaciones de brujeria, ya que los infortunios que podian seguir se consideraban f4cilmente como una represalia por parte de la bruja. Las tensiones que producian las acusaciones de brujeria eran aquellas generadas por una sociedad que ya no tenia u clara visibn de cémo deberia tratarse a sus miembros de. pendientes; reflejaban el conflicto ético entre las doctrinas hermanas y opuestas de que aquellos que no trabajaban no deberian comer, y de que era una obra pia que los ricos mantuvieran a los pobres, Por lo tanto, al transformar el dilema en una guerra contra los espiritus malignos, el acusador elegia el curso ids egoista entre las posibles opciones. _Entre los nyansongan de Kenya las brujas se iden- tificaban a través de los rumores ms que por medio de una denuncia formal. Los dirigentes nyansongan, in- cluyendo a los jefes de la tribu, los ancianos y los miem- bros de Jos tribunales, generalmente rechazaban las his- torias de brujeria e intentaban resolver las disputas mediante discusion y arbitraje. La ligereza del procedi- miento permitia que los individuos hicieran correr ru- Mores y acusaciones como un medio para lamar la atencién hacia sus problemas personales. : La naturaleza practica de la hechiceria y de otras formas de magia es la razén de que dichas actividades con frecuencia se distingan de los estratos superiores de la religién “verdadera”. Muchos eruditos han se- guido a Durkheim al hacer una distincién fundamental entre lo sagrado, el niicleo de la religin, y lo profano, Ja cualidad que se atribuye a la magia y a la vida ordi naria. La santificacién de un procedimiento o de una afirmacién equivale a certificar que esti mas alla de duda y que habré castigo para cualquiera que se atreva 256 Ty a contradecirlo, En los mitos hinduistas de la creacién, aquellos que contraen matrimonio fuera de su casta van al reino infernal de Hamas después de la muerte, donde se les obliga a abrazar formas humanas al rojo vivo. Tan alejado esti lo sagrado de lo profano, que hablar de ello en las circunstancias equivocadas es una transgre- sién, Los ritos sagrados engendran temor, una insinua- cién de cualidades mis allé de la comprensién humana. Esta forma extrema de certificacién se otorga a las pricticas y dogmas que sirven a los intereses vitales del grupo. El individuo se prepara para el esfuerzo supre- mo y el autosacrificio por medio de los rituales sagra- dos. Abrumado por los conjuros, el vestuario especial, las danzas y musica rituales adecuadamente a tono con sus centros emotivos, la experiencia religiosa lo transfor- ma. El devoto est listo para reafirmar la lealtad a su tribu y familia, Hevar a cabo caridades, consagrar su vida, partir a la caceria, unirse al combate, morir por Dios y la nacién, Esto era verdad en el pasado, como ha dicho John Pfeiffer:1® Todo lo que sabian y crefan, la plena fuerza de Ia auto- ridad y tradicién ancestrales, convergia en un creciente enfocamiento en el ceremonial. Lo que empezaba con un chaman desempefiando sus funciones en estado de trance entre la gente alrededor de las hogueras de los campa- mentos, culminaba en espectaculos dirigides por sumos sacerdotes y sus cortes desde plataformas elevadas por encima de la multitud. Habia cantos y coros, palabras que se repetian una y otra ver, recitadas en patrones mé- tricos monétonos con rimas acentuadas al final de las Kineas; la miisica establecia el compés de fondo y hacia eco elevandose en crescendos y acentos climéticos, refor- zando el ritmo. Los danzantes enmascarados levaban el ™ John E. Pleiffer, The Emergence of Society: A Prehistory of the Establishment (McGraw Hill, Nueva York, 1977). 257 comps con las palabras y la misica mientras represen- taban los papeles de dioses y héroes. Los espectadores se movian al mismo ritmo y cantaban respuestas rituales. Y asi continéa hasta nuestros dias, en versiones ge- neralmente mAs fragmentadas y calladas. La moderna herejfa tradicionalista del catolicismo y los movimientos evangélicos y revitalizantes de los protestantes son es- fuerzos para invertir la secularizacién socavadora de la sociedad y regresar a las viejas formas. El sometimiento impensado a lo comunal se conservar& como una de las virtudes mas potentes emocionalmente entre la gente “buena” en las cortientes principales de la sociedad. “Jesiis es la respuesta” es el equivalente contempordneo de Deus vult, el grito de batalla de la primera cruzada, Dios lo quiere, cualquiera que sea la accién, por més dura que sea la senda, Mao Tse-tung”” dijo: “Debe- mos perseverar y trabajar sin descanso, y nosotros, tam- bign, Megaremos al corazén de Dios. Nuestro Dios no es otro que el pueblo chino.” Cuando se sirve a los dioses, la aptitud darwiniana de los miembros de la tribu es la beneficiaria final aunque no se le reconoce asi. Debemos preguntar ahora: jes la facilidad para ser in- doctrinado una regla de aprendizaje basada neurolégi- camente que evolucioné a través de los clanes que com- petian entre si? En apoyo de esta simple hipétesis biolégica esté el hecho de que Ia fuerza cegadora de la libertad religiosa puede funcionar aun en ausencia de una teologia, Los desfiles del primero de mayo en la Plaza T'ien An Men hubieran sido comprendidos instanténeamente por las multitudes mayas, la tumba de Lenin por los adorado- res del ensangrentado sudario de Cristo. Consideremos 4 Mao Tse-tung et citado por Alain Peyrefite en The Chinese. 258 la siguiente reflexién de Grigori Pyatakov,'* uno de los discipulos més cercanos de Lenin Un verdadero comunista, esto es, un hombre criado en el partido y quien ha absorbido su espfritu, se convierte en Gierto modo en un hombre milagroso. Por dicho partido, el verdadero bolchevique debe alejar de su mente las ideas en las que ha crefdo durante afios. Un verdadero bolche- vique ha sumergido su personalidad en la colectividad, el partido, hasta un grado tal que puede hacer el esfuerzo necesario para apartarse de sus propias opiniones y con- vicciones, y puede honestamente estar de acuerdo con el partido, éa es la prueba de un verdadero bolchevique. En The Denial of Death, Ernest Becker'® nos recuer- da que el fenémeno gurd es un mecanismo para rendir el ser ante una fuerza poderosa y benevolente. El maes- tro del zen exige una absoluta dedicacién en toda téc- nica —Ia exacta posicién de la cabeza, el modo exacto de respirar— hasta que el aprendiz es arrancado de su ser y mantenido por un poder mégico. El arquero zen ya no dispara la flecha; el interior de la naturaleza sale al mundo a través de la entrega perfecta del arquero y suelta la cuerda. Los cultos satisfactores del yo de nuestros dias, inclu- yendo Esalen, est, Arica y la cienciologia, son los rem- plazos vulgares de las formas tradicionales. Sus dirigentes, obtienen de norteamericanos inteligentes un grado de obediencia que arrancaria sonrisas de admiracién del més fandtico shaykh sufi. En los Erhard Training Semi- nars (est), los novicios reciben del maestro verdades ™ Pyatakov es citado por Robert Conquést en The Great Terror: Stalin’s Purge of the Thirties, ed. rev. (Macmillan), Nueva York, 1973), p. 641 Emest Becker, The Denial of Death (Free Press, Nueva York, 1973). (FCE. (EU eclipse de la muerte 1* reimp. 1979). 259 simplistas de las ciencias conductistas y de la filosofia oriental en tanto que los ayudantes los hostilizan y atur- den. No se les permite abandonar sus asientos para ali- mentarse 0 para ir al cuarto de bafio o aun ponerse de pie para estirar los miembros. La recompensa, de acuer- do con el estudio personal de Peter Marin,? es el alivio masoquista que resulta de colocarse en las manos de un maestro a quien ha atribuido omnipotencia. Esa subordinacién voluntaria puede ser ventajosa tanto para el individuo como para la sociedad. Fue Henri Bergson el primero en reconocer que aquélla pudiera ser el agente definitive de la gratificacién emocional. La extrema plasticidad de la conducta social humana, se~ fialé Bergson, es al mismo tiempo una gran fortaleza y un gran peligro. Si cada familia estableciera sus propias reglas de conducta, la sociedad como un todo se desinte- graria en el cas. Para contrarrestar la conducta egoista y el poder disolvente de la inteligencia superior y la idiosincrasia, cada sociedad debe codificarse a si misma. Dentro de limites amplios cualquier conjunto de conven- ciones funciona mejor que sino hubiera ninguna. Debi- do a que funcionan cédigos arbitrarios, las organi ciones tienden a ser ineficientes y a estar obstaculizadas por desigualdades innecesatias, Como lo ha expresado sucintamente Rapaport: “La santificacién transforma lo arbitrario en lo necesario, y tienden a santificarse los mecanismos reguladores que son arbitrarios.” Pero Ja arbitrariedad de la santificacién engendra critica, y dentro de las sociedades més liberales y con mayor conciencia propia los visionarios y los revolucio- narios tienden a cambiar el sistema. Su propésito final es elevar los cédigos que han inventado ellos mismos. La * Peter Marin, “The New Narcissism”, Harper's de 1975), pp. 45-56. ee ee 260 reforma es recibida con la represién, porque en la me- dida en que el cédigo vigente ha sido santificado y mi- tologizado, la mayoria de la gente lo considera mas alla de toda duda, y la disidencia se define como blasfemia De este modo se establece el escenario para el con- flicto de la seleccién natural a nivel de individuo y de grupo. Para llegar a este conflicto hemos recorrido un Ereulo completo hasta llegar a la cuestién teérica del rigen del altruismo. Consideramos por el momento que hay una predisposicién genética a 2 conformidad y Ia consagracién. ¢Fue establecida por la seleccién a nivel de sociedades enteras 0 por la seleccién a nivel del in- dividuo? La pregunta puede formularse dentro del terre- no de la psicologia: {Es la conducta dura, programada para salvaguardar los intereses de toda 1a comunidad, o és blanda y por lo tanto propensa a la manipulacién en interés personal de los individuos? En un extremo, el que mas probablemente produzca una religiosidad dura, el grupo cs la unidad de la se- leccién, Cuando la conformidad Hega a ser demasiado débil, el grupo sufre una decadencia y tal vez la extin- cién. En esta versin hipotética todavia es posible que algunos miembros egoistas, individualistas, salgan ga- nando y se multipliquen a expensas de los otros. Pero la reciente influencia de sus predisposiciones desviacio- nistas acelera la vulnerabilidad de la sociedad y apre- sura su decadencia. Las sociedades que tienen frecuen- cias més elevadas de dichos individuos, y por lo tanto de los genes que presdisponen a ellos, dejardn el sitio, a aquellos menos debilitados en la “resolucién genética”, y se elevara la frecuencia total de individuos confor- mistas en la poblacién como un todo. La capacidad ge- nética para un conformismo ciego se extiende a expen- sas de la incapacidad genética, Aun el potencial para el autosacrificio puede fortalecerse de esta manera, por- 261 que Ja disposicién de los individuos para rehusar las recompensas 0 aun para ofrecer sus propias vidas favo- recerd a la supervivencia del grupo. La pérdida de genes sufrida con las muertes de los individuos disciplinados puede equilibrarse de modo més que suficiente con la ganancia de genes obtenida a través de la expansion del grupo beneficiado. En el otro extremo, generando una religiosidad més blanda y més ambivalente, la seleccién individual es la fuerza directiva en la evolucién darwiniana. La capa- cidad de los individuos para conformarse les permite disfrutar los beneficios de la membrecia con un mini- mo riesgo y gasto de energia, y su conducta se sostiene durante largos periodos como regla social. Aunque los rivales de los conformistas en la sociedad puedan obtener una ventaja momentinea mediante el egoismo y la irreverencia, la perderan a largo plazo a causa del ostracismo y la represi6n, Los conformistas ejecutan actos altruistas posiblemente hasta el extremo de arriesgar sus propias vidas, no a causa de una pre- disposicién genética seleccionada por medio de la com- petencia entre sociedades enteras, sino porque el grupo es capaz ocasionalmente de aprovechar la indoctrinabi- lidad que en otras ocasiones es favorable al individuo. Estas dos posibilidades no necesitan ser mutuamente excluyentes; la seleccién de grupo y la individual pue- den reforzarse entre si. Si el éxito del grupo requiere de virtudes espartanas y de religiosidad altruista, la vic- toria puede recompensar con exceso a los fieles sobre- vivientes con tierras, poder y oportunidades de repro- duccién, El individuo promedio saldré ganando en este juego darwiniano, y su apuesta le daré ganancias, por- que los esfuerzos. conjuntos de los participantes dan al miembro una ventaja més que compensatoria:: Hablé Yahvéh a Moisés y le dijo: 262 Sacad la cuenta, ti, el sacerdote Eleazar y los principa- les de las familias de la comunidad, del botin y de los cautivos, hombres y bestias. Luego repartiras el botin, la mitad para los combatientes que fueron a la guerra y la otra mitad para toda la comunidad. Reservaréis, como ofrenda para Yahvéh, de la parte de los combatientes que fueron a la guerra, uno por cada quinientos, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas. Lo tomaras de la mitad que les cortesponde y se lo dards al sacerdote Eleazar, como ofren- da reservada a Yahvéh. Y de a mitad de los hijos de Is- rael, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas, cualquier clase de bestias, y se lo darés a los levitas, que estin encargados del ministerio de la Morada de Yahvéh. (Nimeros 31: 25-30). Cuando se examinan con més cuidado las formas superiores de la prictica religiosa, se puede observar que confieren ventaja biolégica, Sobre todo, congelan la identidad. En medio de las caéticas y potencialmente desorientadoras experiencias por las que pasa cada in- dividuo cotidianamente, la religién Jo clasifica, le pro- porciona una membrecia incuestionada en un grupo que pretende tener grandes poderes, y por este medio Ie da un propésito para la vida compatible con sus in- tereses personales. Su fuerza es la fuerza del grupo, su guia el pacto sagrado. El tedlogo y sociélogo Hans J, Molt ha Hamado adecuadamente a este proceso clave la “sacralizacién de la identidad”. La mente estd pre- dispuesta —se puede pensar que las reglas de aprendi- * Hans J. Mol, Identity and the Sacred: A Sketch for a New Social Scientific Theory of Religion (The Free Press, ‘Nueva York, 1976). Las conclusiones de Mol son muy inte santes en cuanto a que se obtienen sin referencia a la sociobio- logia. Las etapas evolutivas de la prictica religiosa han sido establecidas claramente en Robert N. Bellah, Beyond Belief: Essays on Religion ina Post-Traditional World (Harper & Row, Nueva York, 1970). 263, zaje estin programadas fisiologicamente— para partici- par en algunos procesos de sacralizacién que en conjunto generan las instituciones de la religién organizada. El primer mecanismo es la objetificacion, la descrip- cién de la realidad con imagenes y definiciones que son fécilmente comprendidas e invulnerables a contradic- ciones y excepciones. El cielo y el infierno, la vida hu- mana como un campo de batalla para las luchas entre las fuerzas del bien y el mal, dioses que controlan cada fuerza de la naturaleza, y los espiritus dispuestos a hacer cumplir los tabties, son ejemplos de este meca- nismo. La objetificacién crea un marco atractivo en el cual colocar los simbolos y los mitos. El compromiso es el segundo proceso de la hechura de una religién. Los ficles consagran sus vidas a las ideas que han sido objetificadas y al bienestar de aque- los que hacen lo mismo. El compromiso es tribalismo puro representado a través del autorrendimiento emo- cional. Su enfoque son los pactos misticos y los chama- nes y sacerdotes cuya traduccién de los cédigos se con- sidera necesaria para la certificacién. El compromiso se obtiene con ceremonias, mediante las cuales las reglas arbitrarias y los objetos sagrados son consagrados y de- finidos repetitivamente hasta que parecen una parte tan comtin de la naturaleza humana como el amor 0 ¢l hambre, Finalmente est4 el mito: las narraciones por medio de las cuales se explica el lugar especial de la tribu en el mundo en términos racionales congruentes con la comprensién del mundo fisico que tengan quienes las escuchan, Los cazadores-recolectores Agrafos relatan his torias sagradas crefbles sobre la creacién del mundo. Se- res humanos y animales con poderes sobrenaturales y una relacién especial con la tribu, luchan, se alimentan, y tienen descendencia, Sus acciones explican un poco 264 de cémo funciona la naturaleza y por qué Ja tribu tiene tuna posicién favorecida sobre la Tierra. La complejidad de los mitos aumenta con los de las sociedades. Ellos duplican la estructura esencial en forma mas fantastica, Tribus de semidioses y héroes, en guerra por el poder y la posesién territorial, establecen su dominio sobre diferentes partes de las vidas de los hombres mortales. Una y otra vez los mites recurren al concepto maniqueo de dos fuerzas sobrenaturales en lucha por controlar el mundo de los hombres. Para algunos de los amerindios de las selvas del Amazonas y el Orinoco, por ejemplo, los contendientes son dos hermanos que representan el sol y la luna. Uno es un creador benevolente, y el otro es un personaje Ileno de trucos. En los mitos hinduistas tardios, Brahma, el sefior benevolente del universo, crea la noche. Ella da nacimiento a los rakshasas, quienes tratan de devorar a Brahma y de distruir a los hombres mortales, Otro tema recurrente en las mitologias més elaboradas es el apocalipsis y el milenio, donde se pre- dice que cesardn las Iuchas cuando un dios descienda a terminar el mundo existente y a crear un nuevo orden. No es universal la creencia en tales dioses superiores. Entre 81 sociedades de cazadores-recolectores investiga- das por John W. M. Whiting,2? solamente 28, 0 sea el 35 por ciento, tenian dioses superiores en sus tradicio- nes sagradas. El concepto de un dios active y moral que creé al mundo est atin menos difundido; ademés, este concepto generalmente surge con el modo de vida pas- toril2? Mientras mas se dependa de los rebafios, més ® John W. M, Whiting, “Are the Hunter-Gatherers a Cul- tural Type?”, en Lee y DeVore, Kalahari Hunter-Getherers, pp. 336-339, 7 ‘® La correlacién entre Ia vida pastoril y Ja creencia en un dios moral y activo esté documentada por Gerhard E. y Jean Lenski en Human Societies (McGraw-Hill, Nueva York, 1970). 265 frecuente sera la creencia en un dios pastor del tipo de Ja tradicién judaico-cristiana. En otras clases de socie- dad, las creencias ocurren en un diez por ciento © menos de aquellos cuya religién se conoce. _EL dios de las religiones monoteistas siempre es del género masculino; esta fuerte tendencia patriarcal tiene diversas fuentes culturales. Las sociedades pastoriles siem- pre tienen una gran movilidad, estin estrechamente or- ganizadas, y suelen ser militantes. Todos estos rasgos inelinan la balanza hacia la autoridad masculina, Es también significativo que el pastoreo, la principal base ‘econémica, sea fundamentalmente responsabilidad de los hombres. Debido a que los hebreos fueron originalmente un pueblo pastoril, Ia Biblia describe a Dios como un pastor y al pueblo elegido como sus ovejas. El Islam, una de las més estrictas de todas las religiones monoteis- tas, surgié originalmente entre los pueblos pastores de la peninsula arébiga. La explicacién sociobiolégica de la fe en Dios leva a la parte crucial del papel de la mitologia en la vida moderna. Es obvio que los seres humanos todavia estan gobernados por los mitos en una gran medida, Ademés, gran parte de la lucha intelectual y politica contempo. ranea. se debe al conflicto entre tres grandes mitologias: el marxismo, la religién tradicional y el materialismo cientifico. Todavia los puristas consideran al marxismo como una forma de materialismo cientifico, pero no lo ¢s. Se supone que la percepcién de Ia historia como una inevitable lucha de clases que dara lugar al surgimiento de una sociedad igualitaria con un gobierno leve en la que la produccién esté bajo el control de los trabaja- dores esta basada en una comprensién de las fuerzas subterrdneas del proceso econémico puro. De hecho, esti igualmente basada en una interpretacién imprecisa de la naturaleza humana. Marx, Engels, y todos los discipulos 266 y desviacionistas que los han seguido, por mas refinados que sean, han operado sobre un conjunto de grandes pre- misas ocultas acerca de los deseos profundos de los seres humanos y el grado en el cual la conducta humana puede ser conformada por los medios ambientes socia- les. Nunca se han sometido a prueba esas premisas. Hasta el punto en que se les puede explicar, son inade- cuadas 0 simplemente estin equivocadas. Se han conver tido en los guardianes ocultos del dogma_historicista que se suponen deben generar. El marxismo es una sociobiologia sin biologia. La opo- sicién mds vigorosa al estudio cientifico de la naturaleza humana ha venido de un pequefio nimero de bidlogos y de antropélogos marxistas que estan comprometidos con la opinién de que la conducta humana surge de unos cuantos impulsos no estructurados. Ellos creen que nada existe en Ia mente humana no adiestrada que no pueda canalizarse con facilidad hacia los propésitos del Estado socialista revolucionario, Cuando se han encon- trado con las pruebas de estructuras mayores, su respues- ta ha sido declarar la naturaleza humana fuera de los limites de una mayor investigacién cientifica. Otros eru- ditos, por otra parte muy capaces, han ido tan lejos como para sugerir que es peligroso el solo hecho de ha- blar del tema, por lo menos en cuanto a su concepto del progreso. Espero haber sido capaz de demostrar que esta percepcién est profundamente equivocada, Al mis- mo tiempo, se justifica la ansiedad sobre la salud del marxismo como teoria y como sistema de creencias, Aun- que el marxismo se formulé como enemigo de la igno- rancia y la supersticién, hasta la medida en que se ha convertido en dogmatico ha fallado en ese compromiso y ahora est4 mortalmente amenazado por los descubri- mientos de la sociobiologia humana. Pero si el marxismo es solamente un producto im- 267 perfecto del materialismo cientifico, un sdtrapa fraca- sado por decirlo asi, la religién tradicional no lo es. Al proceder Ja ciencia a desmantelar las antiguas historias miticas una por una, la teologia retrocede hacia el ba- luarte final del cual nunca puede ser expulsado. Esta €s la idea de Dios en el mito de la creacién. Dios como voluntad, causa de la existencia y agente que generé toda Ja energia de la original bola de fuego y que esta- bleci6 las leyes naturales de acuerdo con las cuales evo- lucioné el universo. En tanto que exista ese reducto, la teologia puede deslizarse por sus lumbreras y hacer sa- lidas ocasionales al mundo de la realidad. En tanto que otros filésofos bajan la guardia, los deistas pueden, a la manera de la teologia de los procesos, postular una voluntad trascendental todopoderosa. Aun pueden tener hipétesis sobre los milagros. Pero no nos equivoquemos acerca del poder del ma- terialismo cientifico. Ofrece a la mente humana una mi- tologia alternativa que hasta ahora siempre ha logrado derrotar a la religién tradicional punto por punto en todas las zonas de conflicto, Su forma narrativa es épi la evolucién del universo a partir del Gran Estallido hace 15 mil millones de afios, pasando por el origen de los elementos y los cuerpos celestes hasta los comienzos de la vida sobre la Tierra. La epopeya evolucionista es una mitologia en el sentido de que las leyes que plantea ahora mismo son crefdas, pero nunca pueden ser defi- nitivamente comprobadas para formar un continuo de causa y efecto desde la fisica hasta las ciencias sociales, desde este mundo hasta todos los otros mundos en el universo visible, y hacia el pasado a través del tiempo hasta los origenes del universo. Cada parte de la exis- tencia se considera obediente a leyes fisicas que no re- quieren control externo. La devocién del cientifico a la parsimonia en la explicacién excluye el espfritu divino 268 y otros agentes extrafios. Y lo mas importante, hemos legado a la etapa crucial en la historia de la biologia cuando la misma religién esta sujeta a las explicaciones de las ciencias naturales. Como he tratado de demos- trar, la sociobiologia puede explicar los mismos origenes de la mitologia por el principio de la seleccién natural en accién sobre la estructura material del cerebro hu- mano que evoluciona genéticamente.** Si es correcta esta interpretacién, el momento decisive final disfrutado por el naturalismo cientifico vendré de su capacidad para explicar a la religién tradicional, su principal competidor, como un fenémeno plenamente material. No es probable que la teologia sobreviva como una disciplina intelectual independiente. Pero la religion en si perduraré mucho tiempo como una fuerza vital de la sociedad. Como el mitico gigante Anteo que tomaba energia de su madre, la tierra, la religion no puede ser derrotada por aquellos que simplemente la derriban. La debilidad espiritual del materialismo cientifico se debe al hecho de que no tiene una fuente de poder primario de ese tipo. En tanto que explica las fuentes bioldgi- cas de la fuerza emocional religiosa, en su forma actual * Mi pensamiento sobre la relacién entre la ciencia y la re- ligién ha sido influido en gran medida por los escritos de Robert A. Nisbet, especialmente su critica de C. D. Darlington, The Evolution of Man and Society, en The New York Times Book Review, 2 de agosto, 1970, pp. 2-3, 26; Donald T. Camp- bell, “On the Conflicts between Biological and Social Evolu- tion and between Psychology and Moral Tradition”, American Psychologist, 30: 1103-1126 (1975); Ralph W. Burhoe, “The Source of Civilization in the Natural Selection of Coadapted Information in Genes and Culture”, Zygon, 11 (3): 263-303 (1976) ; John A. Mites, Jr., “Burhoe, Barbour, Mithology, and Sociobiology”, Zygon, 12 (i): 42-71 (1977); y Charles Fried, “The University as @ Church and Party”, Bulletin of the Ame- rican Academy of Arts and Sciencies, 31 (3): 29-46 (1977) 269 es incapaz de acudir a ella porque la epopeya evolucio- nista niega inmortalidad al individuo y privilegios divi- nos a la sociedad, y sugiere solemnemente un significado existencial para la especie humana, Los humanistas nunca disfrutardn los ardientes placeres de la conversién espi- ritual y el autorrendimiento; los cientificos honestamente no pueden servir como sacerdotes. Por lo tanto, ha Ile- gado el momento de preguntar: existe un modo de desviar el poder de la religion para ponerlo al servicio de la nueva gran empresa que pone al desnudo las fuen- tes de ese poder? Hemos regresado por fin al segundo dilema en una forma que exige una respuesta. 270 IX. ESPERANZA Ex primer dilema ha surgido del aparentemente fatal deterioro de los mitos de la religién tradicional y sus equivalentes seculares, entre los cuales los principales son las ideologias basadas en una interpretacién mar- xista de la historia. El precio de estos fracasos ha sido una pérdida del consenso moral, un gran sentido de im- potencia acerca de la condicién humana y un estrecha- miento de la preocupacién hacia el yo y el futuro inme- diato. La solucién intelectual del primer dilema puede alcanzarse mediante un examen mas profundo y valeroso de la naturaleza humana que combine los descubrimien- tos de la biologia con los de las ciencias sociales. La mente seré explicada con mayor precisién como un epi- fenémeno de la maquinaria neuronal del cerebro, Esa maquinaria a su vez es producto de la evolucién gené- tica a través de la accién de la seleccién natural sobre las poblaciones humanas durante centenares de millares de afios en su antiguo medio ambiente. Mediante una prudente extensién de los métodos ¢ ideas de Ja neu- robiologia, la etologia y la sociobiologia, se puede esta- blecer una base adecuada para las ciencias sociales, y pudiera eliminarse la discontinuidad que todavia separa las ciencias naturales por un lado y las ciencias sociales y las humanidades por el otro: Si se demuestra que es correcta esta solucién al pri- mer dilema aun cuando sélo sea de manera parcial, Nevard inmediatamente al segundo dilema: las opciones conscientes que deben hacerse entre nuestras propensio- nes mentales innatas. Los elementos de la naturaleza am ] : ; | ~ humana son las reglas de aprendizaje, los refuerzos emo- cionales, y la retroalimentacién hormonal que guia cl desarrollo de una conducta social por ciertos canales con Preferencia a otros. La naturaleza humana no es sola- mente el ordenamiento de resultados obtenidos en las sociedades existentes. Es también el ordenamiento po- tencial que puede alcanzarse mediante un disefio cons. ciente en las futuras sociedades, Al observar los sisternas sociales realizados de centenares de especies animales y encontrar los principios por los cuales han evolucionado estos sistemas, podemos estar ciertos de que todas las opciones humanas representan solamente un diminuto subconjunto de las que son teéricamente posibles. La naturaleza humana es, ademds, una mezcla de adapta- ciones genéticas especiales a un medio ambiente que en gran medida ha desaparecido, e! mundo de los cazadores- recolectores de la Edad Glacial. La vida moderna, tan tica y répidamente cambiante como parece a aquellos atrapados dentro de ella, sin embargo, es solamente un mosaico de hipertrofia cultural de las arcaicas adapta- ciones de conducta. Y en el centro del segundo dilema encontramos un circulo vicioso: estamos obligados a ele- gir entre los elementos de la naturaleza humana con referencia a sistemas de valores que esos mismos elemen- tos crearon en una época evolutiva que ha desaparecido hace mucho tiempo, Afortunadamente, este cardcter circular del predica- mento humano no es tan slide que no pueda romperse mediante un ejercicio de voluntad. La principal tarea de la biologia humana es identificar y medir las limi- taciones que influyen en las decisiones de los filésofos ticos y de todos los demés, para inferir su importancia mediante reconstrucciones mentales neurofisiologicas y filogenéticas, Esta empresa es un complemento necesa- 272 i inuo estudio de la evolucién cultural ‘Ateraré fos cnientos de las ciencias sociales, pero de ninguna manera disminuiré su riqueza e importancia. En el proceso daré lugar a una biologfa de la ética que hard posible la seleccin en un cédigo de valores cu rales més profundamente comprendido y duradero. En los comienzos, los nuevos éticos desearin ponde- rar el valor cardinal de Ja supervivencia de los genes hnumanos en la forma de un acervo comin a lo largo de las generaciones. Pocas personas se dan cuenta de las verdaderas consecuencias de la accién disolvente de la reproduccién sexual y Ia correspondiente falta de impor- tancia de las “lineas” de descendencia. E] ADN de un individuo esté formado por contribuciones més o menos i todos los ancestros en una yeneracién deter- wSinada, : se dwidira de una manera més 0 menos igual entre todos los descendientes en cualquier momento fu- turo. Todos tenemos mas de 200 ancestros que vivian en 1700 —cada uno de los cuales contribuyé con bas tante menos que un cromosoma para los descendientes vivientes— y, dependiendo de la cantidad de matrimo- nios fuera del grupo que hayan tenido lugar, podemos tener millones de ancestros que hayan vivido en el aiio 1666. Henry Adams' lo sefialé de manera agradable para aquellos de ascendencia normanda-inglesa cuando observé que si “pudiéramos regresar al pasado y vivir nuevamente entre nuestros 250 millones de ancestros aritméticos del siglo x1, nos encontrarfamos haciendo muchas cosas sorprendentes, pero entre ellas ciertamente se contaria el estar arando la mayor parte de los cam- pos del Contentin y de Calvados; ir 2 misa en todas las iglesias parroquiales de Normandia; prestar servicio * Henry Adams, Mont-Saint-Michel and Chartres (Houghton- Mifflin, Boston, 1936). 273 7 | militar a todos los sefiores, espirituales 0 temporales, en toda esta regi6n; y ayudar a construir la abadia en el Monte de Saint Michel.” Si regresamos todavia unos cuantos millares de afios més —solamente un tic en el reloj de la evolucién—, el conjunto de genes del cual surgié un bretén modemo se extendia sobre toda Eu- ropa, el norte de Africa, el Oriente Medio y més alla El individuo es una combinacién de genes emanados de este conjunto, cuyo material hereditario pronto se disolverd en él. Debido a que la seleccién natural ha actuado sobre la conducta de los individuos que se be- nefician en si mismos y a sus parientes inmediatos, la naturaleza humana nos inclina ante los imperativos del egoismo y el tribalismo. Pero un enfoque més objetivo del curso a largo plazo de la evolucién nos permitira ver més allé del proceso ciego de toma de decisiones de la seleccién natural y considerar la historia y el fue turo de nuestros propios genes dentro del panorama de toda la especie humana. Una palabra que ya esté en uso define intuitivamente este enfoque: nobleza. Si hu- bieran tenido los dinosauros ese concepto podrian haber sobrevivido. Tal vez ellos hubieran sido nosotros. Creo que una correcta aplicacién de la teoria evolu: cionista también considera como un valor cardinal la diversidad en el conjunto genético, Si la variacién en la capacidad mental y atlética es influida hasta un grado moderado por la herencia, como sugieren las pruebas, debemos esperar que los individuos de capacidad verda. deramente extraordinaria surjan inesperadamente en fa- milias que no se distingan en ninguna manera y que estos individuos no transmitan estas cualidades st hijos. El biélogo George C. Williams? ha llamado ge- * George C. Williams, Sex and Evolution (Princeton i: versity Press, Princeton, N. J., 1975). (Princeton, Unie 274 notipos sisifeanos a las producciones semejantes en plantas y animales; su razonamiento se basa en el siguiente ar- gumento de la genética elemental. Casi todas las capa- cidades estén prescritas por combinaciones de genes yt muchos sitios en los cromosomas. Los individuos verda- deramente excepcionales, débiles o vigorosos, por defi- nicién se encuentran en los extremos de las curvas esta- disticas y el subestrato hereditario de sus rasgos viene junto en raras combinaciones que surgen de procesos al azar en la formacién de nuevas células sexuales y la fusin de las células sexuales para crear nuevos orga- nismos, Dado que cada individuo producido por el pro- ceso sexual contiene un conjunto tinico de genes, es poco probable que aparezcan combinaciones muy excepciona- les de genes en dos ocasiones aun dentro de la misma familia. Por lo que si el genio es hereditario en alguna medida, aparece y desaparece en el conjunto genético de manera que seria dificil medir o predecir. Al igual que Sisifo empujando su roca una y otra vez hasta la cima de la montafia solamente para verla rodar nuevamente hacia abajo, el acervo genético humano crea el genio hereditario en muchas maneras y en muchos sitios sola- mente para verlo desintegrarse en la siguiente genera- cién. Los genes de las combinaciones sisifeas estan pro- bablemente distribuidos en todas las poblaciones. Por esta dinica razén, estariamos justificados en considerar la conservacién de todo el conjunto genético como un valor primario contingente hasta que llegue el momento en que un conocimiento casi inconcebiblemente mayor de Ia herencia humana nos proporcione la opcién de una eugenesia democriticamente estructurada. ‘Los derechos humanos universales podrian adecuada- mente considerarse como un tercer valor primario. La idea no es general; es en gran medida invencién de la 275, reciente civilizacién europeo-norteamericana.® Sugiero que desearemos darle su status primario no a causa de que es una orden divina (los reyes solian reinar por derecho divin) 0 mediante la obediencia a un principio abstracto de origen extrafio desconocido, sino porque somos mamiferos. Nuestras sociedades estén basadas en el plan mamffero: el individuo lucha ante todo por el éxito reproductivo personal y en segundo lugar por el de sus parientes inmediatos; el resto de la cooperacién representa un compromiso adquirido para disfrutar los beneficios de la membrecia en el grupo, Una hormiga racional —imaginemos por un momento que las hormi- gas y otros insectos sociales han logrado desarrollar una inteligencia superior— encontraria dicho ordenamiento biolégicamente flojo e intrinsecamente malo el concep- to mismo de la libertad individual. Accederemos a los derechos universalles porque el poder es demasiado fluido en las sociedades tecnolégicas avanzadas como para evitar este imperative mamifero; las consecuencias a largo plazo de la desigualdad siempre serdn visiblemente peligrosas para sus beneficiarios temporales. Sugiero que ésta es la verdadera razén del movimiento de los derechos uni- versales y que una comprensin de su causa bioldgica cruda seré mAs obligatoria a final de cuentas que cual- quier racionalizacién inventada por la cultura para re- forzarla y eufemizarla. La biisqueda de valores ird entonces més all del céleu- lo utilitario de la capacidad genética. Aunque la selec- * La mayorfa de las sociedades estén en contra de Ja cruel- dad extrema bajo la forma de genocidio, tortura, trabajos forzados y la separaci6n forzada de las familias, pero los més refinados derechos humanos en el sentido europeo-norteameri- cano todavia los aceptan con limitacién, Véase Peter L.. Berger, “Are Human Rights Univeal?", Commentary, 64: 60-63 (septiembre de 1977). 276 cién natural ha sido la principal motivacién, opera a través de una cascada de decisiones basadas en valores secundarios que han servido histéricamente como meca- nismos capacitadores de la supervivencia y el éxito repro- ductivo.4 Estos valores se definen en gran medida por nuestras emociones més intensas: el entusiasmo y una agudizacién de los sentidos surgen de la exploracién; la exaltacin, del descubrimiento; el triunfo, en la batalla y en los deportes competitivos; la satisfaccion inquieta, del acto altruista situado adecuada y verdaderamente; el orgullo étnico y nacional; la fuerza de las ligas fami- liares, y el placer biofilico de la cercania de los anima- Ies y las plantas. Hay que descifrar la neurofisiologia de dichas res- puestas, y todavia no se reconstruye su historia evolu- tiva, Entre ellas opera una especie de principio de con- servacién de energia, de tal manera que el énfasis de cualquiera de ellas sobre las otras todavia conserva el poder potencial conjunto de todas. Los poetas lo han sefialado adecuadamente, como en las tranquilas frases de la Safo de Mary Barnard:® Algunos dicen que un cuerpo de caballeria, algunos de la infanterfa, otros también, mantendran que los rapidos remos « Algunos cientificos han empezado a tratar de inventar mé- todos para externalizar y hacer evaluaciones objetivas de valo- res secundarios. Véase Kenneth Hammond y Leornard Adelman, “Science, Values, and Human Judgment”, Science, 194: 389- 396 (1976); y George E. Pugh, The Biological Origin of Hu- man Value: (Basic Books, Nueva York, 1977). Cancién de amor por Safo a Anactoria (“A la exposa de uun soldado en Sardis”), trad. de Mary Barnard, en Sappho: A New Translation (University of California Press, Berkeley, y Los Angeles, 1958; copyright © 1958 por el patronato de la Universidad de California y reproducido con permiso de la University California Press). 277 de nuestra flota son la mejor vision sobre la obscura Tierra; pero yo digo que lo serd cualquier cosa que se ama. Aunque carecemos de los medios para medir estas energias, sospecho que los psicélogos estaran de acuerdo en que pueden ser recanalizadas substancialmente sin perder fuerza, que la mente lucha para conservar cierto pe de orden y recompensa emocional. Pruebas re- cientes sugieren que los suefios se producen cuando gran- des fibras del bulbo raquideo asclenden a través de éte durante el suefio, provocando actividad en la corteza cerebral.6 En ausencia de informacién sensorial ordina- ria del exterior, la corteza responde produciendo im4- genes tomadas de los bancos de memoria y fabricanda historias plausibles. De modo anélogo, la mente siempre crear4 moral, religién y mitologia, y las dotaré de fuerza emocional. Cuando se eliminan las ideologias ciegas y las creencias religiosas, otras se manufacturan rdpida- mente como sustitutos, Si la corteza cerebral est rigida- mente adiestrada en las técnicas del andlisis critico y saturada con informaciones probadas, registrar todo eso en alguna forma de moralidad, religién y mitolo- gia, sila mente esté instruida de tal modo que su ac- tividad pararracional no pueda combinarse con la ra- cional, se dividiré a si misma en dos compartimientos de tal modo que ambas actividades puedan continuar floreciendo lado a lado. ‘ Para detalles de ta hipétesis de activacién de lot suef iste Robert W. McCarey y J. Allan Hobton, “The Neurobio- logical Origins ‘of Peychoanslyie Dream Thor", dmerion urnal of Psychiatry, 134: 1211-1221 (1977); y 2 Hobson y Robert W. McCarley, “The ange oes eae Generator: An Activation-Synthesis Hypothesis of the Dream Proce American Journal of Psychiatry, 134: 1335-1348 278 Este impulso mitopoeico puede someterse al aprendi- zaje y a la investigacién racional para el progreso hu- mano si finalmente concedemos que el materialismo cien- tifico es en si mismo una mitologia definida en sentido noble. Por lo tanto, permitaseme dar nuevamente las ra- zones por las que considero que el ethos cientifico es superior a la religién; sus repetidos triunfos para expli- car y controlar el mundo fisico, su naturaleza autoco- rrectiva abierta a todas las competencias para inventar y llevar a cabo las pruebas; su presteza para examinar todos los temas sagrados y profanos, y ahora la posibi lidad de explicar la religién tradicional con los modelos mec&nicos de la biologia evolucionista. El ailtimo logro ser crucial, Si la religién, incluidas las ideologias secu- lares dogméticas, puede ser analizada sistemdticamente como producto de la evolucién del cerebro, se habré ido para siempre su poder como una fuente externa de mo- ralidad y la solucién del segundo dilema se convertiré en una necesidad prictica. El niicleo del materialismo cientifico es la epopeya evolucionista. Repetiré sus pretensiones minimas: que las leyes de las ciencias fisicas son congruentes con aquellas de las ciencias biolégicas y sociales y que pueden esla- bonarse en cadenas de explicacién causal; que la vida y la mente tienen una base fisica; que el mundo como Jo conocemos ha evolucionado de mundos_primitivos que obedecen a las mismas leyes; y que el universo visi- ble en la actualidad est4 sujeto en todas partes a estas explicaciones materialistas. La epopeya puede fortale- cerse indefinidamente abajo y arriba de la linea, pero sus afirmaciones mAs totalizadoras no pueden probarse definitivamente. Lo que yo sugiero, al final, es que la epopeya evolu- cionista es probablemente el mejor mito que hayamos tenido. Puede ajustarse hasta que se acerque tanto a la 279 verdad conto esté construida la mente humana para juz- gar la verdad. Y si ése fuera el caso, los requerimientos mitopoeicos de la mente deben ser satisfechos de algu- na manera por el materialismo cientifico para reinvertir nuestras soberbias energias. Hay maneras de conducir ese cambio honestamente y sin dogma. Una es cultivar mds intensamente la relacién entre las ciencias y las hu- manidades. El gran bidlogo briténico J. B. S. Haldane dijo de la ciencia y la literatura: “Estoy absolutamente convencido de que la ciencia es bastante més estimulan- te para la imaginacién que lo que son los clésicos, pero Jos productos del estimulo no ven normalmente la luz porque los cientificos como clase estin desprovistos de toda percepcién de la forma literaria.” Ciertamente, el origen del universo en el Gran Estallido de hace 15 mil millones de afios, como lo han deducido los astrénomos y los fisicos, es bastante més sobrecogedor que el primer capitulo del Génesis 0 la epopeya ninevita de Gilgamés Cuando los cientificos proyectan los procesos fisicos hacia atrés hasta aquel momento con la ayuda de modelos matemdticos hablan acerca de todo —literalmente de todo— y cuando avanzan hacia delante en el tiempo para tratar de pulsares, supernovas y la colisién de los agujeros negros sondean en distancias y misterios més all de las imaginaciones de las generaciones anteriores. cordemos como Dios fustigé abjeto era abrumar la mente buses nnePtOe oO? eQuién es éte que empafia el Consejo con razones sin sentido? Cifie tus lomos como un bravo: voy a interrogarte, y ti me instruiris... eHas penetrado hasta las fuentes del mar? zhas circulado por el fondo del Abismo? ¢Se te han mostrado las puertas de la Muerte? 280 i ghas visto las puertas del pais de la Sombra? gHas calculado fas anchuras de la Tierra? Indicalo, si sabes todo esto. Y asi ha sido, lo sabemos y lo hemos dicho. El reto de Yahvéh ha sido satisfecho y los cientificos se han dedicado a descubrir y a resolver enigmas atin mayores. Se conoce la base fisica de la vida; comprendemos apro- ximadamente cémo y cuando se inicié sobre la Tierra; se han creado nuevas especies en el laboratorio y se ha estudiado Ia evolucién al nivel molecular.’ Se pueden dividir los genes para que cambien de un organismo a otro, Los biélogos moleculares tienen ya la mayoria del conocimiento necesario para crear formas elementales de vida. Nuestras méquinas, posadas sobre Marte, han trans- mitido visiones panordmicas y los resultados y andlisis quimicos del suelo. zPodrian haber concebido dichas actividades quienes escribieron el Antiguo Testamento? ¥ los procesos de los grandes descubrimientos cientificos incrementan todavia més su velocidad. Sorprendentemente, la cultura superior de la civiliza- cién occidental existe muy separada de las ciencias na- turales. En los Estados Unidos los intelectuales se definen pricticamente como aquellos que trabajan en la moda prevaleciente de las ciencias sociales y las humanidades.* Sus reflexiones estin desprovistas de los idiomas de la quimica y la biologia, como si la humanidad fuera toda- * Para una descripci6n reciente de la historia primitiva de Ia vida reconstruida por los bioquimicos y los paleont6logos, véase Robert M. Schwartz y Margaret O. Dayhoff, “Origins ‘of Procaryotes, Mithochondria, and Chloroplasts", Science, 199: 395-943 (1978). * Esta afirmacién acerca de Ja igualdad de los intelectuales ‘con los cientificos sociales y los humanistas se basa en la en- ‘cuesta de opinién reportada por Charles Kadushin, “Who Are the Intellectuals?", The Public Interest, 29:109-125 (1972). 281 via un simple espectador de la realidad fisica. En las paginas de The New York Review of Books, Comment ary, The New Republic, Daedalus, National Review, Saturday Review y otras revistas literarias dominan los articulos cuyo texto haria suponer que la mayoria de la ciencia basica se detuvo en el siglo xix. Su contenido consiste en gran medida de anécdotas histéricas, mezclas diacrénicas de teorias obsoletas de la conducta humana, y juicios de los eventos actuales de acuerdo con la ideo- logia personal, todos avivados por las agradables pero frustrantes técnicas de la efervescencia. La ciencia moder- na todavia se considera como una actividad de resolu- cién de problemas y como un conjunto de maravillas técnicas, cuya importancia ser4. evaluada en un ethos extrafio a la ciencia. Es cierto que muchos cientificos “humanistas” se apartan del materialismo cientifico para participar en la cultura, en ocasiones como testigos ex- pertos y en ocasiones como autores incipientes, pero casi nunca cierran la brecha existente entre. los dos mundos del discurso. Con raras excepciones, ellos son los cienti- ficos déciles, los emisarios elegidos de lo que debe ser considerado por sus huéspedes como una cultura barba- ra todavia no agraciada por el lenguaje escrito. Se les degrada con el marbete que ellos aceptan con demasiada facilidad: popularizadores. Muy pocos de los grandes escritores, aquellos que pueden perturbar y movilizar las capas més profundas de la mente, Ilegan a dirigirse a Ia ciencia verdadera en sus propios términos. ;Conocen ellos la naturaleza del reto? El deseado cambio en la atencién ocurriria més facil- mente ahora que la mente humana est sujeta a la red de la explicacién causal. Toda epopeya necesita un héroe: le mente serviré para ello. Aun los astrénomos, acostum- brados a pensar en téminos de 10 mil millones de ga- laxias y en distancias que casi son infinitas, deben estar 282 de acuerdo en que el cerebro humano es el aparato mas complejo que conocemos y el punto focal de las inves- tigaciones de todas las principales ciencias naturales, Los cientificos sociales y los sabios humanistas, sin omitir a Jos tedlogos, finalmente tendran que conceder que el naturalismo. cientifico esti destinado a alterar los ci- mientos de su indagacién sistemdtica al redefinir el mismo proceso mental. Empecé este libro con una exposicién de la frecuen- temente dialéctica naturaleza del adelanto cientifico. La disciplina engendra Ja antidisciplina; la antidisciplina logra reordenar los fenémenos de la disciplina por medio de la reduccién a sus leyes mas fundamentales; pero la nueva sintesis creada en la disciplina altera profunda- mente la antidisciplina al hacerse mas amplia la inter- accién. He sugerido que la biologia, y especialmente la neurobiologia y la sociobiologia, serviran como antidisci- plina de las ciencias sociales. Ahora iré més allé para sugerir que e) materialismo cientifico encarnado en la biologia serviré, a través de un reexamen de la mente y de los cimientos de la conducta social, como una es- pecie de antidisciplina para las humanidades. No tendra lugar ninguna revolucién comtiana, ninguna creacién sibita de una cultura primitivamente cientifica. El cam- bio ser gradual. Para tratar los problemas centrales de las humanidades, incluyendo la ideologia y la creencia religiosa, la ciencia debe hacerse més refinada y en parte capacitarse especialmente para tratar con los ras- gos peculiares de la biologia humana? Espero que al darse este sincretismo, un verdadero sentido de asombro invada la cultura mas amplia. Ne- » He discutido las direcciones en las que la biologia de la po- blacién y Ia sociobiologia deben seguir para acomodar la conducta humana en “Some Central Problems of Sociobiolo- , Social Sciences Information, 14 (6): 5-18 (1975). 283 cesitainos hablar mis explicitamente de las cosas que no conocemos. La epopeya de la cual escriben los cienti- ficos de la naturaleza en fragmentos técnicos todavia tiene brechas y misterios absorbentes, el menor de los cuales no es la base fisica de la mente. Como espacios en blanco en un mapa de un mundo parcialmente ex- plorado, pueden establecerse sus fronteras cercanas, pero su magnitud interior solamente puede estimarse de ma- nera muy vaga. Los cientificos y los humanistas pueden hacer mucho ms de lo que han logrado al definir los Brandes objetivos hacia los que avanza la gente culta como en un viaje de descubrimiento. Le aguardan cosas desconocidas y sorprendentes, Son tan accesibles como en aquellos dias del primitivo asombro cuando los prime- tos exploradores europeos recorrieron nuevos mundos y cuando los pritneros cientificos armados con microscopios observaron las bacterias atravesar nadando en las gotas. de agua. Al aumentar el conocimiento, la ciencia debe convertirse cada vez mis en el estimulo de la imagi- nacién. Esta opinién indudablemente ser4 tachada de elitista y tendré la oposicién de aquellos que consideran el pre- dominio de los problemas sociales y econémicos en todas Partes. Hay cierto elemento de verdad en esa objecién, ¢Puede realmente importar alguna cosa en tanto que la gente se muere de hambre en el Sahel y la India y se pudre en las prisiones de Argentina y la Union Sovié. tica? Y en respuesta se puede preguntar: ;deseamos saber, con profundidad y de una vez por todas, por qué os preocupamos? Y cuando se resuelvan estos proble- més. equé ocurriré entonces? El propésito seguido por los gobiernos en todas partes es la satisfaccién humana de alguna manera superior a la supervivencia animal. En casi todas las revoluciones socialistas los objetivos de Prioridad més elevada, después de la consagracién a la 284 7 revolucién, son la educacién, la ciencia y Ia tecnologia, la combinacién que leva inexorablemente al primero y segundo dilemas. | Este punto de vista seré rechazado con firmeza ain mayor por aquellos cuyas necesidades emocionales se sa- tisfacen_con Ja religién tradicional organizada. Dios y la Iglesia, pretenderin ellos, no pueden ser eliminados por una mitologia rival basada en Ia ciencia. Tienen ra- zn. Dios continiia siendo una hipétesis viable como la motivacién inicial; por mas indefinible y poco demos trable que pueda ser ese concepto. Los rituales de ta religién, especialmente los ritos de paso y la santificacién de la nacionalidad, estan profundamente arraigados ¢ in- cluyen algunos de Jos elementos mis soberbios de las culturas existentes. Ciertamente continuard su practica mucho tiempo después de que se haya puesto al descu- bierto su etiologia. La sola angustia de la muerte serd suficiente para mantenerlos vives. Seria arrogante su- gerir que desapareceré la creencia de un dios moral y personal, del mismo modo que seria imprudente pre- decir las formas que tomard el ritual cuando el mate- rialismo cientifico se apropie de las energias mitopocicas asus. propios fines. : Peo imaging Ja generalizacién cientifica como substi- tuto del arte o como otra cosa més que una simbiosis, nutriente del arte, El artista, incluyendo al escritor crea- tivo, comunica sus experiencias y visiones mas persona- les en un modo directo escogido para comprometer emo: cionalmente a su piblico con esa percepcién. Se puede esperar que la ciencia explique a los artistas, y el genio artistico, y aun el arte, y continuar& usando cada vez mas el arte para investigar la conducta humana, pero no est disefiada para transmitir experiencias a nivel personal o para reconstituir la plena riqueza de la ex- 285 periencia a partir de las leyes y principios que son, por definicién, su principal objetivo. Sobre todo, no sugiero que el materialismo cientifico se use como una forma alternativa de religion formal onganizada. Mi propio razonamiento sigue en linea di- recta al humanismo de los Huxley, Wadington, Monod, Pauli, Dobzhansky, Cattel y otros que se han arriesgado a contemplar en el rostro a esta Gorgona. Gada uno de ellos ha alcanzado menos de lo que era su propésito, creo yo, por cualquiera de las siguientes razones, Habrd rechazado la creencia religiosa como animismo 0 habré recomendado que sea aislado en alguna discreta reser- vacién de la mente donde pueda vivir su existencia cul- tural fuera de la corriente principal de la empresa cien- tifica, Los humanistas mucstran una fe conmovedora en el poder del conocimiento y en la idea del progreso evolutivo de las mentes de los hombres. Yo sugiero una modificacién del humanismo cientifico mediante el re- conocimiento de que el proceso mental de Ia creencia religiosa —la consagracién de la identidad personal y de grupo, la atencién a los dirigentes carismaticos, el mito- poeismo, y otros— representan predisposiciones progra- madas cuyos componentes autosuficierites se incorpora- ron al aparato neural del cerebro a lo largo de millares de generaciones de evolucién genética. Como tales son poderosas, no se les puede erradicar, y se encuentran en el centro de la existencia social humana. También estan estructuradas hasta un grado no apreciado debidamente por la mayoria de los fildsofos. Sugiero ademas que el materialismo cientifico debe acomodarlas en dos niveles: como un enigma cientifico de gran complejidad e inte- rés, y como una fuente de energias que pueden orien- tarse en nuevas direcciones cuando el mismo materialis- mo cientifico se acepte como la mitologia més poderosa. La transicién continuaré a un ritmo acelerado. El 286 destino del hombre es saber, aunque sélo fuera porque las sociedades culturalmente inclinadas al conocimiento dominan a las sociedades que carecen de él. Los ludditas y los antintelectuales no dominan las ecuaciones dife- renciales de la termodindmica 0 las curas bioquimicas de las enfermedades. Permanecen en cabafias con techo de paja y mueren jévenes. Las culturas con objetivos unificadores aprenderan ms répidamente que aquellas que no los tienen, y el crecimiento autocatalitico de la ensefianza continuar4 porque el materialismo cienti- fico es la dinica mitologia que puede manufacturar ob- jetivos importantes con la constante busqueda del co- nocimiento puro. Greo que un efecto notable sera la cada vez mas precisa especificacin de la historia. Uno de los grandes suefios de los tedricos sociales —Vico, Marx, Spencer, Spengler, Teggart y Toynbee, entre los mas innovadores— ha sido el establecimiento de leyes de la historia que pue- dan ayudar a predecir algo del futuro de la humanidad. Sus esquemas han sido de pobres resultados porque su comprensién de la naturaleza humana no tiene base cien- tifica; eran, para usar una expresién favorita de los informes cientificos, 6rdenes de magnitudes demasiado imprecisas. La mano invisible permanecia invisible; las acciones conjuntas de millares de millones de seres hu- manos individuales mal comprendidos no podian compu- tarse, Ahora tenemos razones para sustentar la opinion de que la cultura de cada sociedad viaja a lo largo de una u otra de un conjunto de trayectorias evolucio- nistas cuyo pleno ordenamiento esté limitado por las reglas genéticas de la naturaleza humana. En tanto que esté ampliamente disperso desde un punto de vista an- tropocéntrico, este ordenamiento apenas representa sola- mente un diminuto subconjunto de todas las trayecto- 287 rias que serian posibles en ausencia de las limitaciones genéticas Al aumentar nuestro conocimiento de la naturaleza humana y empezar a elegir un sistema de valores sobre una base més objetiva, y alinear por fin nuestras mentes con nuestros corazones, se estrecha atin mas el conjunto de trayectorias, Ya sabemnos, para tomar dos ejemplos extremos y opuestos, que los mundos de William Graham Sumner, el darwinista social absoluto, y Mikhail Bakunin, el anarquista, son biolégicamente imposibles. Al madu- rar las ciencias sociales para convertirse en disciplinas predictivas, no solamente disminuiré el nimero de las trayectorias ermine, sino que nuestros descendientes serin capaces de mirar més lejos a lo largo de ella La humanidad se enfrentaré Cemtalerees y tal ver final dilemma espiritual. La genética humana ahora avan- za répidamente junto con todas las otras ramas de la ciencia. Con el tempo, se acumularé mucho conoci- miento concerniente a las bases genéticas de la con tocial y se dispondré de tZenieas para alterar lot ome plejos de genes por medio de la ingenieria molecular y una rdpida seleccién mediante el cloning.* Por lo menos, ser& posible el cambio evolutivo lento por medio de la eugenesia convencional, La especie humana puede cam- biar su propia naturaleza, ;Qué elegird? ¢Permanecers igual, temblando sobre una cimentacién mal construida de adaptaciones parcialmente obsoletas de la Edad Gla- cial? zO avanzaré en pos de una inteligencia y creati- vidad superiores, acompafiadas por una mayor —o me- ppor— capacidad para las respuestas emocionales? Podrian instalarse nuevos patrones de socializacién en pequefias __ * La teéricamente posible creacién de un organismo a par- tir de los genes de una de las células de otro, Este tipo de reproduccién asexual darfa como resultado que los “hijos” fue- ran idénticos a los “padres” en todo detalle. [7.] 288 dosis, Podria ser posible imitar genéticamente a la casi perfecta familia nuclear del gibén de manos blancas 0 ‘a las armoniosas hermandades femeninas de las abejas, Pero aqui hablamos de la misma esencia de la humani- dad. Tal vez ya haya algo presente en nuestra natura: leza que evitara que Meguemos hacer cambios semejan- tes, De cualquier modo, y afortunadamente, este tercer dilema pertenece a generaciones posteriores. Dentro del espiritu del enriquecimiento de la epo- peya evolucionista, los escritores modernos suelen usar fa los clisicos héroes mitolégicos para ilustrar sus puntos de vista sobre el predicamento de la lumanidad: el Si- sifo existencial, que convierte el destino en el ‘inico medio de expresion de que puede disponer; el vacilante Arjuna en guerra con su conciencia en el campo de la rectitud; la desastrosa Pandora entregando lus males de la existencia mortal a los seres humanos; y el paciente ‘Atlas, sostén de la finita Tierra, Prometeo de algiin modo ha pasado de moda en afios recientes como una concesién a la limitacién de recursos y a Ja prudencia administrativa. Pero no debemos perder Ia fe en él. Re- gresemos un momento al original Prometeo esquiliano. Coro: ¢Fuiste tal vez més allé de lo que nos has dicho? Prometeo: Causé que los mortales cesaran de predecit la catdstrofe, Coro: ¢Qué cura les diste en contra de esa enfermedad? Prometeo: Puse en ellos esperanza ciega El verdadero espiritu prometeico de la ciencia signi- fica liberar al hombre dandole conocimientos y cierta medida de dominio sobre el medio fisico. Pero en otro nivel, y en una nueva era, también crea la mitologia del materialismo cientifico, guiado por las mecanismos correctivos del método cientifico, haciendo un Hamado 289 a. con intencién precisa y deliberadamente afectiva, a las necesidades mas profundas de la naturaleza humana, y conservado vigoroso por las esperanzas ciegas de que la jornada en que hoy nos embarcamos ser4 mejor y nos levara més lejos que la que acabamos de completar INDICE ANALITICO abejas: 109-110, 215, 252 acervo genético: 273 ‘Adams, Henry: 273 ym Adelman, Leonard: 277 n ADN: 25, 178 afro-americanos: 195-196 agresién: 144-173, 179 agresin moral: 230 Alexander, Richard D.: 36n alma: 113-115 altruismo: 51, 212-237 ambientalismo: 35-36, 69, 145 amor: 106, 129, 200 antidisciplina: 22-26, 283 antropolagia: 22, 46, 56, 118, 14t aprendizaje: 98-104, 153, 230, 247-248 4rabe, nacionalismo: 232 Arehart-Treichel, Joan: 76n arte: 27, 251, 285 asesinato: 124, 151-152 australopitécidos: 80, 129 autocatilisis, modelo de: 126 yn autoidentidad: 136-138 Ayala, Francisco J.: 57 Ayer, A. Ju: 1160 antecas: 139, 1400 babuinos (véase mandriles) Bakunin, Mikhail: 208 Bangladesh: 220 Barash, David P.: 180n Barlow, George W.: 148m Barnard, Mary: 277 yn Beach, Frank A.: 2050 Becker, Ernest: 259 ym Bellah, Robert N.: 2630 berdaches: 208-209 Berelson, Bernard: 230 ym Berger, Peter L.: 2760 Berghe, Pierre van véase Van den Berghe, Pierre Bergson, Henri: 260 Berofsky, Bernard: 85n Biechieri, M. G.. 127% biologia celular: 24-27 biologia molecular: 25 jioquirnica: 23-26, 44-45 Birch, Charles: Blurton Jones, 186 ym Bodmer, W. F.: 62n Bok, Bart J.: 240% Bok, Sissela Bonsall, P. W. Boolos, George: bosquimanos (véase Boswell, John E. Bower, T. G. Ro: 390 Bowlby, John: 102 y = Boyd, Robert: 118” Brain, Robert: 243n Bresslar, Marvin: 80 y = Brown, Roger: 92n, 97 y = brujeria: 254 y m, 255-256 budismo: 219 y n Bunyan, Jobn: 218 Buthoe, Ralph W.: 240, 269" 291 caceria de brujas: 254-256 Campbell, Bernard G.: 1291 Campbell, Donald T.; 20n, 22in, 225 y m, 230, 269n canibalismo: 139-140, 151- 152 Catélica, Iglesia: 202-204, 239 -240, 255 Cavalli-Sforza, L. L.: 62n, 118 cazadores de cabezas: 160-165 cazadores recolectores: 57, 123 -132, 136-138, 168, 199.200, 206, 208, 236 cerebro (mente): 21, 68, 83, 96, 110-117, 130, 271, 278 ciencia: 141-142 ciudades: 131-132 civilizacin: 42, 131 clase: 66, 132 Cleaver, Eldridge: 232 Coe, Michael D.: 1400 Cohen, Jerome: 196 y Cohen, Mark N.: 164n Collins, Robert L.: 87n Colson, Charles: 232 computadoras: 35, 36n, 109, 142 yn Comte, Augus comunas: 196 comunicaciones: 94-96, 142 conductismo: 98-99 conocimiento: 141-143 Conquest, Robert, 259" conservacién: 54 contracultura: 27 criolla, cultura: 227-228 cristianismo: 202-203, 209, 232-234, 239-240 Crook, John H.: 186n Crow, James F.: 62n cultura: 35-36, 40, 43, 51-54, 292 240, 283 67-69, 227-228 cultural, evolucién: 118n, 130 -133, 165-166 cultural, imitacién: 56 Chagnon, Napoleon A: 36n, 65n, 166 yn chimpancés: 42, 44-54, 205, 214 China: 66, 78, 228 chinos-americanos: 78-79 chinos en Jamaica y Guyana: 227.228 Chomsky, Noam: 97 Dannecker, M.: 2080 danza: 149, 257-258 Darwin, Charles: 187, 55, 119 darwinismo: 55 Davids, Anthony: 196% Davis, Barnard D.: 90n Dayhoff, Margaret O.: 2810 DeFries, J. C.: 72n, 175n Dentan, Robert K.: 146 yn dependencia en la densidad, en la ecologia: 149-150, 164 deporte: 181-183, 231 derechos humanos: 275, 276n desarrollo: amor, 196; cere- ‘bro, 83; esquizofrenia, 90- 93; general, 82-107 ; lengua- Je, 97-98; FEU, 88-8: isa, 95-96; uso preferente de tna mano, 87-88 destino: 108, 111, 112, 116, 287 determinism: 85 y n, 108 116 DeVore, Irven: 49n, 164n, 186n, 2650 Dewey, John: 198 Dickeman, Mildred: 65 y x dilemas: 15-30, 271 Dillon, W. S.: 43n, 1500 dimorfismo (sexual): 38 y a 175-187 Dios: 13, 265-268, 280 Dirac, P. A. M.: 23 Director, Aaron: 229 y director, ley de: 229 y n Dixon, Jeane: 240n Dobzhansky, Theodosius: 40 yn, 57m Douglas, Mary Tew: 254n Draper, Patricia: 135 y m, 186 y Durham, William H.: 118n, 161 yn, 162 Durkheim, Emile: 117, 251 Dyson-Hudson, Rada: 157 y = Eaves, L. Ju: 74m Ehrhardt, Anke: 175n, 1881, 189 Ehrman, Lee: 69-70 Eibl-Eibesfeldt, Irendus: 32n, 94 yn, 95 y 0 Eiduson, Bernice T.: 196m Eisenberg, John F.: 43n, 150" Eisner, Thomas: 85n Ekman, Paul: 94 yn Ember, Melvin: 61” Emlen, Etephen T.: 10in emocién: 21, 277-278 engafio: 225 Engels, Federico: 266 Erhard ‘Training Seminars (est): 259 Erikson, Erik H.: 107 y = esclavitud: 120-122 esquemas: 113-115 Esquilo: 289 esquizofrenia: 89-93 Esterson, A.: 897 ética: 18-22, 210, 235-236. 272 etnicidad: 107, 223, 22: ctnicidad judia: 226 etologia: 32.33, Evans, Howard E.: 31 y extroversién: 73 Eysenck, H. J: 740 230 faciales, expresiones: 94-95 milia! 194-202, 210-211 familia nuclear: 194, 196, 211 Feldman, Marcus W.: 118 Ferguson, Anthony: 561 Flaherty, Patricia: 90" Flannery, Kent V.i 134 Flew, Anthony: 19n, 1161 Fobias: 105 Fox, Robin: 43n, 105 yn, 129 ___—CSsete 79, 104n, 186% Freud, Sigmund: 42, 108, 147 ym, 152 Fried, Charles: 269n Fried, Morton: 173n, 269n Friesen, Wallace V.: 94n Frisch, Karl von: 32, 117" Fromm, Erich: 147 y , 150 Gadpaille, W. J.: 1882 Galanter, E.: 97m, 1130 Gallup, Gordon G.: 47 ym Gandhi, Indira: 184 Gardner, Beatrice: 45 Gardner, Robert: 45 gatitos: 100 Gause, ley de: 246 Gautier, Teofilo: 1880 genes: 75-76, 84, 274 293 genética: 24-27, 31s genético, determinismo: 85, 117, 118m genocidio: 220, 276n ‘genotipo sisifeano: 274-275 Gerald, Holton: 241 Ghettos: 196 Giallombardo, Rose: 196 y Gibbs, John G.: 235n gibones: 47 Glazer, Nathan: 173n, 230 y 1m, 235, Goffman, Erving: 137 yn Goldberg, Steven: 1830 Goodall, Jane: 48, 52 y n, 214 Gordon, Milton M.: 225 yn Goslin, D. A.: 103n, 234n Graham, Billy: 239 y Green, Nova: 78 yn Greenberg, Joel: 95n guayaki, indios: 156 guerra: 144, 151-152, 1605s., 212-213, 219-220 guerra nuclear: 169 guris: 259 Gutman, Herbert G.: 195 ym Guyana: 228 Hager, Joanne L.: 99n, 100n, 101m, 1050 Haldane, J. B. S.: 280 Hamilton, William D.: 221n Hammond, Kenneth R.: 277n haplodiploidismo: 29-30 Hardyk, Curtis: 87% Harner, Michael: 140n Harris, Marvin: 61m, 138 y 7m, 173m Hazleton, Lesley: 1930 hechiceria: 254-256 294 Heilbrooner, Robert L.: 17 herencia, véase genética: hermafroditas: 188-190 hherofsmo: 212-213 herramientas: 51-53, 126-128 Herrstein, Richard J.: 92n Heston, L. L.: 74m, 207 y 1, 208 hienas: 151-152 Hinde, Robert A.: 32n, 92 y n hinduismo: 140, 183, 265 hipergamia: 64-66, 180 hipertrofia: 133-142 historia: 287 Hobson, J. Allan: 278n Hombre de Neanderthal: 130, 238 hhombres-monos, véase Austra- lopithecus hombre de Cro-Magnon: 131 Homo Sapiens: 81, 130-131 homologia: 53-54 homosexualidad: 203-211 hormigas: 29-30, 121, 152, 276 hormonas: 33, 188-190 Horowitz, Donald H.: 173n Howell, Nancy: 164n Hubel, David H.: 84n humanidades: 280-289 humanismo: 240, 270, 286- 288 Hume, David: 13, 222 Imperato-McGinley, Julianne: 1880 India: 66, 133, 140, 195 infantes neonatos: 78-83 66, 152 insectos sociales: 29-30, 32, 214-215, 225 instinto: 64, 85-86 inteligencia (genética de la) 73-74 introversién: 73 Irons, William G.: 38n, 65n Isaac, Glynn: 126n islam: 266 israelitas: 192, 204, 263 Jacklin, Carol N.: 186 y = Jacobo IV: 43 Jastrow, Robert: 142m Jeffrey, Richard: 36n Jerison, Harry J.: 84x, 130” Jerome, Lawrence E.: 240n Jess: 233n, 258 Job: 280 Jones, Ernest: 248 y Jones, James: 213 yn Joyce, James: 106 judaismo: 202 Kadushin, Charles: 2810 Kagan, Jerome: 1867 Karow, William G.: 188° Kaufmann, Walter: 219" Keegan, John: 213n Kenia: 256 Kety, Seymour: 90 y 2 Kibbutzim: 60, 192, 195 King, Gleen E.: 49n, 156n King, Mary-Claire: 45 ym Kinsey, Alfred: 204 Kohlberg, Lawrence: 103 ym, 234 yn, 2350 Konner, Melvin J.: 95 y , 186 yn Korner, A. F.: 1862 Kruvk, Hans: 151 y 7 Kiing, Hans: 13 y n 'Kung San _ (bosquirianos) 95, 107, 123, 127 y m, 128, 133-136, 157, 145, 156, 16+ n, 186 yn Laing, R. D.: 89 yn Lake, CR: 72m Lamarck, Jean Baptiste de ng. lamarckismo: 118119 Lancaster, Jane: 49n Leach, Edmund: 160 Lee, Richard B.: 49m, 124 125 y n, 145m, 164n, 1867, 263n Lee, Tyrone: 91 y n lenguaje: 45-47, 73, 96-98, 222 Lenin, V. 1: 234 Lenski, Gerhard B.: 265 Lenski, Jean: 265 Lesch-Nyhan, sindrome de N72 yn Lévi-Strauss, Claude: 61, 117 LeVine, Robert A.: 230 y n, 24 yn ley natural: 202-204 libre albedrio: 108-116 liderate: 128 Lieberman, Philip: 46n Linton, Ralph: 40n literatura: 280-289 Loehlin, John C.: 74 ym, 104m logotaxis: 238n-239n Lorenz, Konrad: 20n, 32, 92 ym, 147 ym, 150, 251 Lowther, G. R:: 126m Maccoby, Eleanor: 186 y Mach, Ernst: 27 y 2 madre Teresa: 233 y n, 234 magia: 251-252, 255-256 Maiménides, Moses: 181 y = 295 mandriles: 50, 153, 205, 222 Mao Tse-Tung: 16, 258 y maories: 169-172 Marin, Peter: 260 yn maring: 253 Martin, N. G.: 74n Marx, Catlos: 266, 287 marxismo: 16, 35, 81, 173, 234, 267 materialismo cientifico: 266- 269, 279-289 Mathews, David: I4n matrimonio: 107, 124 Matthyse, Steven: 90n McCarley, Robert W.: 278 McClearn, Gerald E.: 72n, 1750 McKusick, Victor A.: 75 y = Mead, Margaret: 173n Medalla de Honor del Gon- greso: 212.213 mellizos, estudios genéticos de: 12-75 Meltzoff, Andrew N.: 96 mente: 102-104, 110-116 y n, 271, 278 Michael, R. Mier, Golda: 184 migracién de las aves: 100 Miles, John A., Jr: 239, 269n Mill, Stuart J.: 180 Miller, George A.: 97m, 113m mito: 264-266, 278, 279, 286- 287 ‘Mol, Hans J.: 263 yn Money, John: 175n, 188n, 189 monogamia: 180-181 monos: 38, 44-45, 54, 198 Moore, N. Kei Moorehead, Ala 296 186n, 201n Moral, véase Btica Morgan, Lewis H.: 61n Morganthau, Hans J.: 193 y Morton, Newton E.: 62n mosquitos: 85-86 Moynihan, D. Patrick: 173n, 225.226 muerte: 47-48 Muggeridge, Malcon: 233 y n Muller, H. J.: 62n mundurucé: 166-167 Murdock, George P.: 40 y n, 1808 Murphy, Jane: 90 y Murphy, Robert F.: 161 y 2, 164 mésica: 297-258 musulmanes: 220, 266 nacionalismo: 136, 232 naturalismo: 14 yn navajos: 79 nayar: 195 Neisser, Ulric: 113n neurobiologia: 24 Newell, Allen: 36 Newton, Isaac: 241 y = Nichols, Robert G.: 74 y n, 104m Nietzsche, Friedrich: 241 y n nifios, cuidado de los: 129, 133-136 nifios, desarrollo de los: 133- 136 nirvana: 218, 219n Nisbet, Robert A.: 17, 238n, 269n noroeste, indios de la costa: 253 Nozick, Robert: 20-21, 34 ym nyansongan: 256 objetificacién: 264 oldo: 83 ojos, color de los: 36-37, 37" ‘ona, indios: 156 Oster, George F.: 57n, 781 Otterbein, Keith: 168 yn Paisaje evolutivo: 92-97 paiutes: 158 Pakistan: 220 palestinos: 220 Parker, C.: 2220 Parsons, P. A.: 70n Patterson, Orlando: 120 y m, 122, 226 yn, 229 Paulo’'VI: 202 Peterson, Ralph E.:_ 188n Petrinévich, Lewis F.: 870 Poyrefitte, Alain: 16 yn, 258" Pfeiffer, John E.: 127n, 172n, 27 yn Phillips, John L., Jr.: 102n Piaget, Jean: 101-i02 y Pilgrim’s Progress: 218-219 PKU (fenilketonuria) : 88-89 poliginia: 179-180, 197 pollos: 100-101 Premack, David.: 45n, 46, 47 Polbram, Karl H.: 97m, 1130 Price, Barbara: 140n primates: 125-126, 128, 199 201 prisiones: 196-197 Prometeo: 289 prostitucién: 180-181 Psaméticos: 43 pricologia: 56 puertorriquefios: 226 Pugh, George E.: 19n, 2770 Pyatakov, Grigori: 259 y n quimica: 28-29 racismo: 76-78, 136 Radcliffe-Brown, A. R.: 118 Rappaport, Roy A.: 252 y m, 260 raza: 76-80 Rawls, John: 20-21 reduccionismo: 27-30 Reiche, R.: 208 Reinisch, June M.: 188m Reiter, Rayna R.: 1350 religién: 27, 48, 138-141, 238- 270, 285-286 Rensberger, Boyce: 150m retraso mental: 67-68 Richerson, Peter J.: 118n ritos de paso: 107 ritual: 251-255 Robinson, George: 245-246 Rohner, Ronald P.: 39n, 187 yn Rosenblatt, J. S.: 101m Roszak, Theodore: 27 yn Rousseau, Jean Jacques: 34 y Ruddle, Francis H.: 75 y Ryle, Gilbert: 116n Sabater-Pi, Jorge: 53 yn Sacks, Oliver: 114m sacralizaci6n: 263-264 Saro: 277 y n, 278 Sagan, Carl: 45n San (bosquimanos), véase ‘Kung San santidad: 232-235 Scarf, Sandra: 74n Schaller, George B.: 126n Schwartz, Robert M.: 2811 Sebeck, Thomas A.: 46n Seeman, Philip: 91 y n Seemanova, Eva: 63n 297 seleccién de grupo: 162, 261- 262 seleccién natural: 55-57, 64 65, 127-128, 220, 224, 261 seleccién por parentesco: 207- 208, 217, 220, 221, 222, 225 seleccién sexual: 128-129, 201 -202 Seligman, Martin E. P.: 100 Semai de Malasia: 145-146 y * serpientes de cascabel: 148 seudoespeciaci6n: 107 sexo: 174-211 sexuales, diferencias: 38-39, 424, 128-130, 133-136, 177- 194, 199-200 sexual, dominacién: 133-135 sexual, juiego: 200-201 Shepher, Joseph: 60 y n, 192 Sherrington, Charles: 112 yn Shettleworth, Sara J.: 101 n Shields, James: 74n, 207 yn, 208 shoshones: 157 sifonoforas: 224 simbolos, véase arte;. musica; mito; ritual Simon, Herbert A.: 36n sindrome de Turner: 71-72 y * Sipes, Richard G.: 153 yn sistema limbico: 21 Skinner, B. F.: 92 y n, 98-99 ym, 233 Smith, Eric A.: 157 y n Snow, Charles P.: 260 socializacién: 38-39 sociobiologia: 9-10, 32-36, 56- 60, 126 y n, 205, 267 sociologia: “118 298 Solecki, Ralph S.: 238m Solzhenitsyn, Aleksander: 234 yn sonrisa: 95 y n, 185 Sorokin, Pitirim: 144 n Spencer, Herbert: 19 Spiro, Meldford: 219” Stack, Carol: 196 y m Starcke, Carl N.: 6In Stebbins, G. Ledyard: 57 Steiner, Gary A.: 230n Stent, Gunther 8.2 17 yn, 19m, 84n, 112n Stern, Curt: 62n, 87n Stigler, George: 229" Stravianos, L. S.: 17 suefios: 278, Sumner, William Graham 288 Szasz, Thomas: 89 yn tabi de incesto: 59-64, 105- 106 tasmanianos, aborigenes: 243- 246 Teleki, Geza: 50n Teng, Evelyn Lee: 87n, 88 y teologia del proceso: 241-232 yn termites: 155, 216 territorialidad: 155-161 Thomas, Elizabeth Marshall: 145 ym ‘Thomas, Keith: 254 y n, 255- 256 tiburones: 31, 224-225 Tiger, Lionel: 105 y n, 192, 199 timidez: 179 Tinbergen, Nikolaas: 32, 251 traidores: 230 teansvestistas: 206 tribalismo: 123, 223 Trilling, Lionel: 120 yn, 218% Trivers, Robert Liz 64 ym 22in, 225 Tylor, Edward: 61 yn Unién Soviética: 182, 239 ‘uso preferente de una mano 87 yn, By Am Valentine, James W.: 570 Van den Berghe, Pierre L. 159 y n, 1800 Vandenberg, S. G.: 72n, 104n Vayda, Andrew: 169 y n-171 vegetarianismo: 34 vinculos, formacién de: 105- 106, 197-198, 201-202 violacién: 144 visién: 83, 111-112 voluntad: “115-116 Waddington, Conrad H.: 92 walbris 156-157 Wallace, A. F. C.: 238 yn Wallace, Alfred R.: 18” Warner, Patricia: 201n Washo, indios: 156 Weber, Max: 246 Weinberg, Richard Av: 74 Weinberg, Steven: 15 yn Weinrich, James D.: 208 Westermarck, Edward: 601 Wheeter, William M., 215 White, Leslie Av: 46 y = Whitehead, Alfred N.: 241 yn Whiting, J. W M.: 265 y 9 Willard, Daniel E.: 64 y 1 Williams, George C.: 274 y Willis, Richard H.: 67 y = Wilson, Allan C.: 45 yn Wilson, James Q.: 229 Wilson, Ménica: 245 y n Wind, Jan: 46 Witkin, Herman A.: 70 yn Weangham, Richard W.: 49n. Wright, Quincy: 144n, 168 y yanomamé: 166, 172 yn Yeats, William B: 15 y m, 218% XYY (anomalia de los cromo- somas): 70 y n, 71 zen: 259 Ziegler, M. G.: T2n 299 {NDICE GENERAL Prefacio L I IIL Iv. v. VL. VI. Vul. Ix El dilema Herencia Desarrollo Surgimiento . Agresién Sexo Altruismo Religion Esperanza InpIce DE NOMBRES . 13 31 a2 108 i4t 174 212 238 an 291 301

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