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Causas que originan el Trastorno de Conducta

Este comportamiento agresivo y violento, que puede incluso


llevar al menor a la utilización de armas de fuego, va
generalmente unido a una serie de causas multifactoriales que
han provocado esta situación. Algunas de las más significativas
son:

Relación de este trastorno con una afección en el lóbulo


frontal del cerebro, lo que impide a estos niños llevar a cabo
actuaciones de planificación o evitación de riesgos, así como
aprender de sus experiencias negativas.

Factores de origen genético, heredados de la familia. En este


sentido es frecuente encontrar en el entorno del niño familiares
con trastornos mentales graves, como esquizofrenia, paranoia,
trastornos de la personalidad o anormalidades neurológicas.

Es frecuente, también, encontrar niños con trastornos de la


conducta que presentan síntomas del Trastorno de la Atención
e Hiperactividad.

Familias desestructuradas y con problemas graves entre sus


miembros, que no suelen contar con el necesario apoyo
familiar. Suelen ser hijos de familias marginales y muy
inestables: los padres se han divorciado; son hijos de madre
soltera o de padres en paro. Estas situaciones han llegado a
provocar que estos niños sufran en sus propias carnes la
violencia en el hogar.

Problemas de rechazo social; niños que no son bien


aceptados entre el resto de sus compañeros.

Bajo nivel socioeconómico en la familia (pobreza, carencia de


medios, necesidades económicas de todo tipo).

Comportamiento agresivo o violencia previa. A veces, va


unido a situaciones de abuso físico o sexual, donde ellos han
sido las víctimas.
Exposición a la violencia en los medios de difusión
(televisión, radio, etc.).

Uso de drogas o de alcohol, o de ambos.

Presencia de armas de fuego en la casa.

Daño cerebral debido a heridas en la cabeza.

Convivir con compañeros delincuentes.

Algunos autores encuentran una asociación entre este trastorno


y los trastornos de la personalidad, en especial los referidos a la
personalidad sádica, que es uno de los síntomas más
destructivos de este trastorno. Este afán destructivo lo dirigen
hacia los demás y se identifica al principio de la edad adulta. En
los niños se presenta en forma de crueldad hacia los animales.

Cómo se supera este trastorno?

En primer lugar, debemos de tener muy claro que nuestro hijo o


alumno tiene un trastorno de conducta, de ahí la importancia
que tiene acudir a médicos especializados (psiquiatras) que
serán los que nos den un diagnóstico preciso; para ello será
fundamental la información aportada por los propios padres y
profesores. Una vez que los psiquiatras han diagnosticado que
el niño tiene un trastorno de conducta se le pondrá un
tratamiento temprano que ayude a prevenir problemas futuros.
Por otra parte, se tendrá en cuenta que el trastorno de conducta
suele manifestarse con otros trastornos de la salud mental
como la ansiedad, estrés, hiperactividad, etc., y que deben de
recibir un rápido tratamiento.

El tratamiento a seguir dependerá de diversas circunstancias y


que tendrá muy en cuenta el médico. Entre ellas: la edad del
niño y su estado general; los síntomas que presente; su
tolerancia a determinados medicamentos; etc. Los expertos nos
señalan los siguientes puntos a la hora de poner un tratamiento:
Un enfoque cognitivo-conductista, cuyo objetivo es “aumentar
la capacidad del paciente de resolver los problemas y sus
habilidades de comunicación, así como promover técnicas para
controlar los impulsos y la ira”.

Terapia familiar, dirigida a introducir una serie de cambios


dentro de la familia y a mejorar la comunicación y las relaciones
entre sus miembros. Se trata, por otra parte, también de un
entrenamiento del joven dirigido a resolver sus problemas.

Terapia de grupo con los compañeros, que pretende mejorar


las capacidades de socialización de los individuos. Esta ayuda
es muy importante que se lleve a cabo desde la escuela, donde
se ofrecerá un apoyo desde el servicio de psicología y de todo
el claustro, en general.

Medicamentos. No se disponen de fármacos específicos para


el trastorno de conducta. Sí se ha comprobado que la utilización
de ciertas técnicas de modificación de conducta en unión de
ciertos medicamentos han alcanzado una modificación de
ciertas conductas agresivas.

No obstante, la medida más eficaz será una prevención a


tiempo del trastorno, en el que tendrán mucho que ver padres y
maestros, que ante cualquier síntoma de agresividad por parte
del niño deben ponerse en alerta.

¿Qué hacer los padres?

Los que mejor conocen a sus hijos, sin duda alguna, son los
padres, por eso han de tener sumo cuidado en no quitar
importancia a algunos comportamientos que ven en sus hijos y
que no siempre se les puede achacar a aspectos meramente
evolutivos; son frecuentes entre los padres expresiones como
las siguientes, ante el comportamiento agresivo de sus hijos:
“es una rabieta de niños” o “ya se le pasará cuando madure”,
etc. Los padres, ante el menor síntoma de que su hijo padece
un trastorno de conducta deben poner los medios adecuados
para su corrección. Para ello se pondrán en manos de
especialistas médicos que le aconsejarán la mejor forma de
lograrlo, así como mantener una comunicación directa con la
escuela, con el fin de que la ayuda ofrecida al niño entre los
padres y profesores sea más completa.

Algunos de estos comportamientos se pueden impedir o, al


menos, reducir si se ponen las medidas adecuadas. Las
estrategias que proponen los expertos van encaminadas a la
prevención del abuso infantil; a una buena educación sexual; a
la potenciación de programas de intervención temprana; a la
supervisión de la programación infantil de la televisión,
eliminando escenas de violencia, etc.

Asimismo, se pueden evitar situaciones de riesgo en las que los


padres tienen mucho que decir y que están directamente
relacionadas con su vida familiar y de pareja. En este sentido
indicar que se deben de evitar discusiones de pareja delante de
los hijos, así como involucrarles en estas discusiones o evitar
tomar decisiones contrarias a la hora de enfrentarse con un
problema familiar. En toda esta dinámica es muy importante la
uniformidad de los criterios y la serenidad a la hora de
enfrentarse al problema.

En otro orden, incidir en la importancia que tiene dar ejemplo a


los hijos de todo aquello que criticamos: no tomar drogas ni
alcohol; controlar que tampoco ellos las tomen, etc. O estar
siempre en contacto con el colegio y con los maestros.

En definitiva, los padres tienen una importante labor en todo


este proceso. Algunos expertos en la materia han definido
como básicos las siguientes actuaciones que se pueden llevar a
cabo en nuestras casas cuando nos enfrentamos a un niño con
problemas de conducta:

Reconocer las virtudes de los hijos.

Alabarles cuando hacen lo correcto.

Hacer las cosas que les gusta hacer a ellos y no las nuestras.

Escucharles.

Tener un criterio amplio y justo.


No inculpar a nadie cuando hacemos lo incorrecto.

Mostrarles el camino de la solución de los problemas

Estimularles con el ejemplo.

Evitar enfrentamientos de pareja.

Establecer normas justas.

Permitir el diálogo en la familia.

No castigarles severamente ante una conducta agresiva, ya


que eso refuerza su conducta, al sentirse más aislado, todavía,
socialmente.

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