You are on page 1of 85
Traduccién de ‘Mariana Sat FRANCOISE DAVOINE JEAN-MAX GAUDILLIERE HISTORIA Y TRAUMA La locura de las guerras FONDO DE CULTURA ECONOMICA ‘MEXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - EspaSa Estapos UN1Dos De AMERICA ~ GUATEMALA ~ PenG - VENEZUELA Beimer einen inglés, 2004 Pm ton nes 2006 Primera reimpesion, 2013 Davoine, Francoise "Historia y wauma: la locura dels Davoine y Jesn-Max Gaudi. - 12 Aurénoma de Buenos Aizes : Fondo de Cal 2013. 437 ps Riel om. - (Tezonte) desde a edciin francesa del rere vlumen sive i amd. La fle det quer, Dr Coruna Feonéucs De ARGENTINA S.A. T4BQE Buenos Aires, Argentina fondo@lce com ar / wwwlcecomar (Carrera Picacho Ajusco 227; 14738 México, DE ISBN: 978.950-557-876-4 Comentarios y sugerenciss: ei Fotocopiar libros ext penado por Prohibida eprint pat ibn o aig en Frm trodden espaol enc fananioh expres del ed Innparso ex ARGENTINA - PRIVTED IN ARGENTINA reco el depdsito que marca la ly 11.723 Indice Prélogo, por Gerard Fromm Advertencia Primera parte LECCIONES DE LA LocURA L Del kundimiento de wn mundo a la locura como biisquedl ere pas “sla Jocura quien habla’ Bs el analista quien habla... a Salir de la locura: una exigencia de verdad. IL Del principio de objetivacton a la génesis de un sujet. De la lesion en el cerebro ala lesién enel ott0?.... ch La guerra y la paz en el eel Mostrar fo que no puede decitse. IIL De las revoluciones cientificas a las revoluciones terapéuticas... Los peligros dele encuentro con Io Real. 7 1B 93 93 12 . 130 151 151 8 HISTORIA Y TRAUMA, Segunda parte LECCIONES DEL FRENTE WV. “On the RO enn iss Lo que no se puede decir, ‘Transferencias geogréfcas: encontrar tno se puede callar. a quién habler.... oe 175, “La historia del soldado" 183 Psicoandlisis de pa, psicoandlisis de guerra 196 V. Proxnminan. Construccién del espacio 209 209 \ 222, t 236 | Therap ot ou 250 Vi. Inmepuarez. Las coordenadas del tiempo cuando el tiempo se detuvo.. 269 Mis alla del principio de causalida 269 Un tiempo que no pasa... 284 El combate contra los fantasmas. 299 El nifio de los cabellos b1aNC0S mn neanr B15 ‘VIL. Expectancy. ee . 331 si, Una afirmacion inaugural so 331 No se elige la boca que dice: “Si, 10 e8peT0"wevvnnnnne 350 Sueftos que dicen NO. St 362 El sujeto de la “verdad hist6rica’ - 375 LY la sioaplicidad?. 387 Una conclusién simple: tempos congelados, palabras congeladas. 387 Bibliografia... 399 Indice de nombres. 431 asaroree: Bt lector advertra pronto que este libro hha debido pasar por Estados Unidos para «a Francia Los autores quisieran agradee Judith Gurewich (Other Press) y a Ann ‘mantelle (Stock) por comprender el sti ravesia y asumir los resgos. Francoise Davoine y Jean-Max Gauaillizre Prélogo Gerard Fromm* Env 1979, FRaNGoIsE DavoINe ¥ JeaN-Max Gaupinuibae legaron a Stockbridge, Massachusetts, para visitar por primera vez el ‘Austen Riggs Center. Riggs es un pequefio hospital psiquiatrico, bastante original, donde pacientes muy perturbados se curan a partir de una psicoterapia psicoanalitica intensiva, en un m- bito terapéutico completamente abierto, Este marco de trata- miento fue establecido a fines de los afios cuarenta por Robert Knight, David Rapaport y muchos otros j6venes psicoanalistas apasionados que habian salido de la clinica Menninger. Ense- ‘guida se sumé al grupo Erik Erikson, que realiz6 importantes tanto en el plano teérico como en el de la practica clinica. Bajo a direcci6n de Otto Will, que se convirti6 en director médico de Riggs a fines de los aflos sesenta, el hospital ter- 6 recibiendo pacientes mas evidentemente psicéticos. An- tes, Otto Will se habia formado a lo largo de numerosos aftos de experiencia en Chestnut Lodge. Dotado de un claro ca- risma, mostraba una especie de genio clinico en su trabajo con los pacientes esquizofrénicos. Los abordaba con una intrepi- dez hosca; como Sullivan, estaba convencido de que “todos so- * Director del Bekson Institute, Austen Riggs Center, agosto de 2003, 1B 4 HISTORIA Y TRAUMA mos mas humanos que otra cosa’, y daba la impresi6n de co- nocer de primera mano el sufrimiento de ellos. Sin embargo, progresivamente fue saliendo a la luz una tension en Riggs, con efectos a veces estimulantes y a veces Probleméticos: tensién entre la ego psychology, que ponia el acento en la adaptacién de los pacientes a su comunidad (in- cluida la comunidad del hospital, contexto social del trata- miento), y otro enfoque, que insistia en lo interpersonal, en el encuentro con el paciente a lo largo de la fase regresiva que éste atravesaba en determinado momento. Esas eran las perspectivas terapéuticas que estaban viva- mente enfrentadas cuando Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillidre legaron a Riggs. Esa primera vez, cada uno de ellos resenté un caso clinico que daba cuenta de su trabajo con un aciente psicético: atravesando la barrera de la lengua, esa his- toria les hablé a todas las tendencias representadas en los ana- listas de Riggs. Sin la menor duda, ellos dos se habian encon- frado de verdad con sus pacientes. Afirmaban que la locura no consiste solamente en un ataque contra el orden social; en un nivel mds profundo, es un esfuerzo intenso para llevar a la existencia un lazo social forcluido. Desde ese encuentro, Francoise Davoine y Jean-Max Gau- dilligre tuvieron numerosas ocasiones de hablar en el Austen Riggs Center y de trabajar con los clinicos del plantel. Estos ‘simos tuvieron la impresién no s6lo de comprender mejor a sus pacientes y de abordatlos de un modo distinto sino, ade- mis, de comprenderse a si mismos de otra manera en su rela~ ci6n con ellos. Los médicos se sienten liberados de cualquier Posicién doctrinaria que hayan podido asumir durante su for- macin. Trabajando con Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudi- iére, descubren una dimensi6n historica més amplia, en la que se ubican tanto el paciente como el analista. $i se acepta PROLOGO 18 ese hecho, los sintomas de los pacientes y el uso que ellos ha- ‘cen del analista adquieren una dimensién que hasta entonces habia sido descuidada. Muchos miembros del equipo de Riggs también tuvieron la oportunidad de presentar su trabajo en el seminario que Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillire dirigen desde hace varios afios en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de Paris. Desde el principio, conservan el mismo titulo gené- rico: “Locura y lazo social" Los temas abordados cambian cada afio: Harry Stack Sullivan, Wittgenstein, Bion, la Madre Loca del teatro medieval, Don Quijote, etc. En cada ocasién, buscan lo que la gran locura intenta realizar, la significacién social que intenta llevar (o traer) ala existencia. A través de esas bisque- das, sus pacientes se convierten realmente en miembros activos de su seminario: Io que ellos tienen para decir, asf como los ca- ‘minos que llevaron a Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre a entrar en contacto con ellos, constituyen el tema de este libro. Historia y trauma no es un libto que trate del desarrollo individual y la historia psicodinémica anteriores al trauma y la crisis. Cuenta historias de linajes ubicados del otro lado, mas é del trauma que los devast6, y habla de las fuerzas que, en el interior mismo de toda comunidad humana, contribuyen a cercenar esta historia de la transmisi6n socialmente autori- zada, Se trata de una historia real, la del lazo social, que debe ser descubierta, quiz4 incluso representada por primera vez en la transferencia, como algo que se puede pensar realmente a partir de los vestigios de un trauma llevados al primer plano por el paciente: momento crucial para salir de la locura, En julio de 2001, Francoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre organizaron una reunién de trabajo titulada “Casus b 16 HISTORIA Y TRAUMA casi veinte invitados venfan de toda Europa y de las dos Amé- ricas. Se les habia pedido que cada uno a su turno expresara un momento clave de la transferencia, en relacién con un ‘traumatismo sociohist6rico mas amplio. Hubo un punto que me parecié extremadamente importante: no era a partir de los oficiales o de nuestras atribuciones profesio- nales como debfamos presentamos unos a otros, sino a partir de un punto mucho més especifico, que mostraba la relacién con el paciente que cada uno de nosotros habia elegido para su presentacion, Las historias se desarrollaban en una especie de logica del inconsciente: cada una podria aclarar los puntos que se encuentran en este libro, dado que cada una se cons- trufa a partir de la enunciacién del orador anterior. Para mi enorme sorpresa ~pues no conocia muchas reu- niones en las que los participantes no se presentaran cada uno a su tumno-, fueron sus pacientes los que hicieron las presen taciones, Este fenémeno es central en lo que Francoise Da- voine y Jean-Max Gaudillitre tratan de transmitirnos: cual- quiera sea el sufrimiento, cualquiera sea el silencio, hay una necesidad que conduce las historias forcluidas hasta el decit. Si por alguna razén esas historias no pueden ser transmitidas, entonees serdn dichas por boca de otro. Si son impensables, entonces sus huellas y sus restos se llevaran por generaciones, vividos como locura por alguien que esta (en)cargado -en el doble sentido de la energia y de un deber que hay que llevar a cabo- de representar Jo que Freud lama la herencia arcaica del linaje. En la transferencia psicética que esta en juego con estos pacientes, los analistas responden a partir de su propia herencia arcaica, y es esta confluencia la que crea el campo en el cual el analista puede encontrarse encargado de representar algo en el lugar de ellos. PROLOGO Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudilliére nos proponen un bro personal, exigente y original. Fs personal en el sentido de que nos permite acceder a su experiencia con grandes maes- tos y colegas del mundo entero, y més atin con sus pacientes, todos los cuales han podido apelar, en momentos cruciales del trabajo terapéutico, a la existencia de aspectos cercenados de Ja historia del analista 0 de su linaje, De hecho, eso es lo que Jos autores nos piden como terapeutas, en el marco del trabajo ‘0, y ése es uno de los puntos que hacen de éste un li- bro exigente, Pero éno es acaso la misma exigencia que nos dirigen los pacientes, la exigencia de estar abi, en persona, en esos momentos en que buscan en nosotros y en nuestra histo- ria zonas que ellos pondran en marcha? Martin Cooperman, uno de los grandes maestros que encontramos en este libro, dijo alguna vez que al anélisis el paciente llega con sus sinto- mas y el terapeuta con su técnica, y que, si las cosas no van demasiado mal, ambos terminan saliendo de sus escondites. Por cierto, Frangoise Davoine y Jean-Max Gau rfan de acuerdo; como Martin Cooperman, no estén dispuestos a descuidar la verdadera apuesta del tratamiento por no sé qué glorificacién del supuesto poder terapSutico de la relaci6n dis dica, Antes bien, ellos dirian que la locura tiene que ver con una dislocacién radical del lazo social. Condicionado de un modo un tanto incomprensible por un trauma que atraviesa las generacio- nes, el paciente busca activamente anudar ese lazo social por medio del analista, cuyos propios vinculos y desvinculaciones respecto del campo social van a ser utilizados por el paciente en esta dindmica, Asf, el psicoandlisis no es un medio de tratamiento aplicado por una persona a otra persona, sino un proceso puesto en marcha por una de ellas en nombre de la otra ~y en nombre de todos los miembros del linaje y de los antepasados representa- dos por ella, cualquiera sea el momento transferencial- 18 HISTORIA Y TRAUMA Este libro sin duda es también exigente, particularmente para el lector estadounidense, #1 inglés no es la lengua ma- tema de los autores, y su estilo es verdaderamente “francés": ‘con este término quiero expresar la elegancia, la libertad y el giro un poco eliptico. Hl lector se sumerge en un bafio de expe- riencia y de cultura més que frente a una demostracién lineal y deductiva; y sin duda todo ello se articula con referencias historias, inmediatas 0 eruditas. Los europeos cultos conocen y viven esa dimensién de la historia mucho mas que nosotros, Jos estadounidenses. Tienen una aprehensién més extendida ~y més profunda- del sentido del tiempo, de su curso y de las, {ntersecciones entre la gran Historia y los pequefios aconteci- mientos, Las grandes guerras del siglo xx tuvieron lugar en su suelo, razén por la cual posiblemente tengan una intuicién més inmediata de la relaci6n entre las catéstrofes sociales y las, crisis que golpean a los linajes y los individuos. embargo, es para los estadounidenses que Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre escribieron este libro. Lo pu- Dlicaron primero en Estados Uniclos y en inglés: una manera de devolver algo de lo que aprendieron al compartir historias clinicas con colegas estadounidens¢s durante tantos afios. (De alguna manera, su libro representa un acto de gratitud hacia jos maestros como Otto Will, Ess White o Martin Cooper man, a quienes el lector tendré el placer de encontrar alo largo de todo este volumen) Se ha acusado de abstrusa la escritura lacaniana, pero Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudillitre qui- steton producir un libro comprensible, que pueda resultar de ayuda. Yo alfento vivamente a los lectores del "Nuevo Mundo’, a menudo tan poco informados sobre la historia y, hasta hace poco, tan proclives a sentirse fuera del alcance de cualquier catéstrofe social, para que se abran a esta sensibilidad europea y estos modos de conocimiento, Frangoise Davoine y Jean- PROLOGO 9 Max Gaudilligre escuchan la Historia: sus personajes, como los de la tragedia griega, trabajan para representar algo que debe curar a la comunidad. Estos personajes de la Historia son tam- ign maestros, tienen los mas diversos origenes, pero apelan a ‘un aspecto critica de la condicién humana, cualquiera sea su Angulo de enfoque. Por tiltimo, este libro es un trabajo original. Es innovador, atrevido y auténtico. La experiencia clinica aqui suena cierta No conozco nada parecido en la literatura analitica. Sin em- bargo, tiene en comiin con las buenas obras de psicoandlisis que fue esencialmente concebido a partir de historias de pa- cientes y momentos clinicos verdaderos. Es el diario del apren- dizaje mismo de los autores (de sus viajes, de sus encuentros con colegas que comparten el mismo interés por lo que la lo- cura quiere decit) y, por supuesto, el diario de los viajes y los encuentros analiticos adonde los llevan sus pacientes en los Iu- ¢gares donde los reciben, Frangoise Davoine y Jean-Max Gaudi- Ire son, como ellos mismos dicen, "coinvestigadores" con sus pacientes, “segundos en el combate” que llevan a cabo junto a ellos para restaurar el lazo social cercenado, que sin embargo es esencial y vital Advertencia LA PRIMERA REDACCION de este libro fue terminada el 11 de oc- tubre de 2001, La habfamos empezado en septiembre de 2000 y se la llevamos al editor, en Nueva York, a fines de agosto de 2001 Era un dia muy lindo, Para mostrarles el panorama a los j6- venes que nos acompatiaban, subimos hasta lo alto del World ‘Trade Center. Una semana después, cuando volvimos a Paris, la noticia nos Hegé a media tarde. No era posible, no era cierto. ‘Todos esos muertos, toxlos esos desaparecidos. De pronto nos dimos cuenta de que estébamos en guerra. Habia llegado la ‘guerra. El derrumbe de las torres y de las vidas detenia el tiempo. Pocos meses después, la vida retom6 su curso, Parecia que Ja guerra se habfa alejado de nosotros. Otros, en Afganistén, experimentaban esos derrumbes del tiempo. Como sigue ocu- rriendo hoy, o hasta hace muy poco, en Iraq, en Ruanda, en los Balcanes, en Camboya, en Argelia... Por un instante nos pare- ci6 revivir momentos de la Segunda Guerra Mundial, o incluso de la Primera. ¥, como en el siglo pasado, empezaban a resonar en un tono conocido esloganes totalitarios, banalizados. En pocos meses experimentamos aquello de lo cual habla- mos en este libro, La negacién: lo que pas6 no pas6. 21 2 HISTORIA Y TRAUMA, La culpa del sobreviviente: épor qué ellos y no nosotros? La identificacién con el agresor: nosotros nos lo buscamos. La perversién del juicio: las victimas son las culpables, y viceversa. La fascinacién por los criminales y la destruccién de ma- sas, detectada por Hannah Arendt en “Alianza entre populacho yelite’! La reviviscencia traumética de las catstrofes: los viejos nos alertaban, “Estamos en 1938 (Mtinich), estamos en 1939, en 1940 (la Blitakrieg), estamos en 1941 (Pearl Harbor). Ya \cibn de los comen- tarios va de la mano de la anestesia de las sensaciones. Alli reconociamos las escansiones de nuestro trabajo de psicoa- nalistas, en el hospital psiquiatrico, en el dispensario 0 en el con- sultorio, con pacientes cuya locura, pasajera o duradera, explora sin descanso esos traumatismos del lazo social y sus consecuen- cias politicas. La experiencia de atravesar esos momentos, por parte del analista y del paciente, y no su simple denuncia, es un paso obligado en el psicoandlisis que lidia con la locura. Lacan, la guerra, ta locura En 1945, Jacques Lacan, cuyos seminarios nosotros cursamos durante nuestros afios de formacion, viajé a Inglaterra para en- contrarse con W. R. Bion. En ese momento, observé el campo 1 HL arendt, “Une société sans classe’, en Les Origines di totalitarisme, trad. fr de J-L Bourget, R. Davreu y P. Lévy, Pars, Gallimard, 2002, p. 637 [sead. esp: Los origenes del totalitartsmo, trad. de Guillermo Solana, Madrid, ‘Alianza, 2009}, ADVERTENCIA 2B de investigaci6n que habia abierto la guerra y dio cuenta de él en su articulo “La psiquiatria inglesa y la guerra’? Alli, Lacan citaba al pasar el trabajo precursor del doctor Thomas W. Salmon; e indicaba ya la importancia que iba a adquirit la im- plicacién del lazo social en su teoria: Cuando, en septiembre de 1945, estuve en Londres, acababan apenas de apagarse las luces del V-Day, el dia en que la ciu- dad habia celebrado su victoria. La guerra me habia dejado 1un vivo sentimiento del modo de irrealidad en vvidad de los franceses la habia vivido de prin ime refiero a esas ideologias foréneas que nos habian mecido con fantasmagorfas sobre nuestra grandeza, Me refiero més bien al desconocimiento sistemético del mundo en cada uno, a los refugios imaginarios en que, como psicoanalista, no po- dia menos que identificar para el grupo, presa entonces de una disolucién verdaderamente terrorifica de su estatuto mo- ral, esos mismos modos de defensa que el individu Ja neurosis contra su angustia, y con un éxito no menos am- biguo, también paradojicamente eficaz, y que sella de! misino ‘modo, iay!, un destino que se transmite por generaciones Este tema ser desarrollado sobre todo en los seminarios que siguieron a los acontecimientos de 1968, en particular en ET Autres Boris, Parts, inglesa y la guersa’, >] A principios de los afos setenta tuvimos acceso a una copia de este aniculo ~que no habla vuelto a publicarse desde 1947~ gracias a Edmond Sanquer, psiqulatea y psicoanalista, jefe de médicas de diferentes hospi- tales psiguisticos del servicio publice dende nosotros tabajasiamos como analistas durante mis de 25 aios, 2 Ibid, p. 104, 24 HISTORIA ¥ TRAUMA revés del psicoandlisiss precisamente en la época en que noso- ‘ros habfamos empezado a asistir a su seminario, ‘Alo largo de toda su obra, Lacan propone conceptos para la exploracién psicoanalitica del campo de la locura, Pero en su seminario sobre Las psicosis® se detiene voluntariamente més, acé de la cuestion del manejo de la transferencia en la psicosis En cuanto a la psiquiatria en Francia, luego de la Segunda, Guerra Mundial se habia orientado hacia reformas esencial- mente institucionales, La institucién del encierro bajo todas sus formas y su critica hist6rica, por otra parte, hab ee elegido por el fildsofo Michel Foucault. Oportunamente, en 1977 se tradujeron unos articulos de Harold Searles que describian su trabajo clinico con la locura, con el titulo £t esfuerzo por volver loco al otra? Alli reconoci- ‘mos inmediatamente una de las modalidades de la transferen- cia a la cual nos habfamos visto enfrentados en la practica. Locura sin fronteras sta lectura nos comprometi6 a franquear el paso que separa el océano de ambas tradiciones, la anglosajona y la francesa, En Rabinovich, Buenos aites, Paid, 1983 ‘J Lacan, “Dune question préliminaize tout watement pos psychos’ en Hort, Pars, Seul, 1966, p. $83 fad. esp:"De una iodo tratamiento posible dela psicosis, en Exeritas ‘fort pour rendre Tautre fou, trad. fe. de B. Bost, Pars, Ga- i. esp: “El esfuerzo por voiver loco al otro", en Escrifos bre espuizofreni, trad. de N, Rosemblat, Barcelona, Gedisa, 1980], ADVERTENCIA 25 1979, fuimos invitados por Jim Gorey, John Muller y William Richardson a presentar en el Austen Riggs Center, un centro de- dicado a la psicoterapia analitica de las psicosis, nuestro trabajo linico a la luz de los conceptos lacanianos. Este primer contacto con clinicos que venian de diversos horizontes tedricos (Kleinia- nos, winnicottianos, anna-freudianos, sullivanianos, etc) nos re- sult6 de lo més saludable, Tras nuestra exposicién ~algunos de cuyos elementos se encuentran en este libro-, Ess White, direc- tor de admisiones, nos pregunté simplemente: "Todo eso esta ‘muy bien, pero ahora digannos cémo lo hacen’. En nuestro inglés vacilante, sin pensar, de pronto nos en contramos contando historias de sesiones, dirigiéndonos a pre- decesores cuyas respectivas referencias teGricas en ese mo- mento ignordbamos por completo. En esa época, las obras de Sullivan y de Frieda Fromm-Reichmann nos eran ampliamente desconocidas, sobre todo por falta de traducciones. Nos sor- prendia estar disirutando de ese verdadero intercambio impre- visto, En efecto, los clinicos de Austen Riggs nos contaban a cambio momentos de sesiones, con la intencién principal de exponer los callejones sin salida en que los pacientes a menudo arrinconan a sus analistas, Bran pacientes que venfan a vernos, as{ como iban a Riggs, al final de la carrera, sin aliento, luego de agotar las teorias y las ideologfas de los terapeutas anteriores. Encontramos esa forma de intercambio clinico unos meses después, cuando nos reunimos con los medicine men sioux de Dakota del Sur, gracias a la mediacién de Gerald Mohatt. Este titimo Ileg6 el verano siguiente para dictar una conferencia en el Austen Riggs Center, y encontré que nuestro Lacan parecta un pariente cercano de los indios de la llanura. Los juegos de J. Bagh icoln, Universiy of Nebraska P of @ Gift. A Lakota Healers Story, 000, 26 HISTORIA Y TRAUMA palabras, asf como la teorfa de la fata y de la pérdida como fun- damento del deseo, le recordaban a los give away, los rituales de potlatch. En realidad, en Lacan esa concepcién se anclaba en el Ensayo sobre el don de Matcel Mauss? que a su vez la habia ob- teniclo de los amerindios. Asi pues, nosotros nos transferimos a una de las fuentes de su teorfa. Asi fue como en Rosebud, Dakota del Sur, y luego en Manitoulin Island, Ontario, pasamos varios veranos consecutivos intercambiando historias clinicas ccon medicine men y analistas, En el marco ceremo: , uno no es recibido solamente lividuo, sino en nombre de todos aquellos con quie- nes uno esta relacionado (all my relatives) Este lazo pasa por la palabra, y por la palabra dada. Por eso fue que nos sorprendié experimentar una teoria de la palabra y del lenguaje que nos era familiar, Hasta el uso cémico de las ocurrencias y de las bromas de doble sentido durante la comida que segufa ala ceremonia, Como antafio, en la época medieval, la risa for- maba parte del rto, {Tan lejos habfamos tenido que llegar para buscar la huella cercana y lejana de juegos de lenguaje que se habjan usado en nuestras tierras? En cualquier caso, ésa fue la interpretacién de Stanley Red Bird, uno de los lideres de la re- serva de Rosebud, durante uno de esos encuentros: “Ustedes vienen a encontrar aquflo que también esté en su casa’! arte de narrar historias jas humanas en gene- izaci6n las relegaba al rango de lacer de ese tipo de intercambio clinicas no estaba bien visto, En las ci ral, la seriedad de la conce; anécdotas. Con la distancia, °M. Mauss, Essai sur le don’ en Soctologie et anthropolagie Pais, UF, 1968 (wad. esp.: Ensayo sobre ef don, trad. de Julia Bucci, Buenos Aires, Ki inio de 1984, comunicacién oral en elinsituro de al Studies, Universidad de Alaska, Fairbanks | | ADVERTENCIA 7 “en el Austen Riggs Center de Massachusetts, en la Universi- dad Sinte Gleska de la reserva de Rosebud, la de Mani- toulin en el lago Huron, en la Universidad de Alaska en Fair- banks~ se arraigaba en un detalle fundamental y a menudo olvidado: los terapeutas confesaban no lucisse siempre, ni tener 1a interpretacion precisa, y debian trabajar precisamente a par- tir de sus propias fallas, Ese trabajo formaba parte del camino por el cual habian tenido que pasar en la transferencia con un otro clegido, analista 0 medicine man, Semejante calificacién, por cierto, no se adquiria escalando simplemente los grados de formacién didécticos oficiales. Jacques Lacan ya ironizaba so- bella Lacan ~decia~ sélo puede dar lo que ella misma tiene’)* que tiene los limites de todos los con- formismos y otras marcas registradas, y que obviamente no ga- rantizan ningiin pasaporte definitivo para la experiencia clinica. Las historias de la Historia Ocurre que las historias que empezdbamos a contar alli, con toda libertad, aparecfan de entrada como historias de la Historia, a la cual estos pacientes nos conducfan incansablemente, El tf tulo de este libro sigue insistiendo en ello, aun treinta afios des- pués. Como hace poco sefialé la historiadora de la Revolucion Francesa Lynn Hunt!” al confrontar psicoandlisise historia, am- ‘bas disciplinas estaban destinadas a encontrarse, Peto el encuen- tro fue dific. La traba se explica, segiin ella, por la inconmensu- “Juego de palibas induce En anes, abel acon sell Lacan) se pronuea delmisn modo que la el Lace (la ella aca’). (N dea") TT stun Why Pochoanalyss, commit oral Radel Center for advanced studies tne cologio “History and Pycioaalyis 22 de febrero de 2002 28 HISTORIA Y TRAUMA rabilidad entre e! quehacer hist6rico fundado en el andlisis de las fuerzas sociales y el enfoque clinico tan répidamente redu- ido al individuo. Entre la “titania de lo social y la del individuo’, como siempre, la salida no puede hallarse en la dicotomia. La salida se perfila en la brecha abierta por esos pacientes que se quejan justamente de no tener self de no tener yo, de no tener individualidad. Nos enseflan que a esa carencia de- ben ciertos limites en su capacidad de contar historias enmar- cadas en la gran Historia, ciertos desmoronamientos del lazo social, cuyo desastre muestran aun al precio de su propia iden- tidad, Nos permiten ver, “en situaciones simplificadas de la vida ordinaria, manifestaciones de lo que constituye el sujeto de las ciencias sociales’, asi como ejemplos concretos de la confrontacién detectada por Lynn Hunt. De hecho, allf donde analistas ¢ historiadores tienen dificultades para articularse unos con otro: raices, mAs se} enfrenta a deci mos y las referencias analizados desde La Miada por el helenista Gregory Nagy.!? Las epopeyas cuentan siempre historias de guerra y de combates. En nuestra experiencia de psicoanalistas, guerra y Jocura mantienen relaciones extraflas. Pero, como Sécrates al principio del Gorgias, los analistas a menudo llegan después de in embargo, nosotros volvemos siempre all. HS. Sullivan, La Schizophrénie, un processus humatn, trad. fe. de D. Faugeras, RamonvilleSaint-Agne, Eres, 1998, p, 242 [trad esp.’ La es. qizofrenta como un proceso humano, México, Herrero, 1964) 0G, Nagy, Le Meileur des Achéens. La fabrigue du héros dans la poésie (archaigue, trad. fe. de } Carlier y N. Lora, Pars, Seuil, 1994. laton, Gorgias trad. fx de A. Croiset, Paris, Le Belles Letires, 1960, tad. esp.: Gorgias, en Didlogas, vol. 2, trad. de J. Calonge, Madrid, , 1983), paaeal ADVERTENCIA 29 Ls s6lo nuestro “caballito” [dada], nuestro hobby horse* que ros convirtié en los herederos del Don Quijote de Cervantes! 0 del tio Toby del Tristram Shandy de Laurence Sterne, para entrar en contacto con pacientes dificles? En condiciones extremas, un lazo social por fuera de la norma cen todo caso, atrapar a estos iltimos sin descalificar- los. Los eufemismos, como este adjetiv. "ya no resultan, esclarecedlores. Por eso hablaremos deliberadamente de locura, Es necesario aclarar desde ahora que con esta palabra nunca designamos la estructura de un individuo sino una forma de lazo social en una situacién extrema. Ahora bien: las guerras, cualquiera sea su envergadura ~guerras mundiales, civiles, &tni- cas, de descolonizacién, etc. son esas circunstancias extremas cn las que el desmoronamiento de todas las referencias hace ssurgir lazos por fuera de la norma. Esa gente a la que llamamos locos, en el sentido trivial del término, antes que nada nos dan lamedida de lo que ha debido hacerse para sobrevivir. ada, en francés, y hobby horse, en inglés, designan un te infantil que consiste en un palo con una cabeza de os. Amos remiss usa able pra indicar una ocupacion favorite, un tema predlect y, mas espectficamen te-una idea recarente. Alo largo de exe libro te ha traductdo dade de lerentes modos de acuerdo al context, pero se ha conservado el térmi- cfs entre corchetes. [N. dela T. : PM. de Cervantes, Dow Quichote trad. fr. de J. Canavagato, Pats, Gall- ard, col. "Bibliotheque dela Pleiade", 2001 [ed. esp: Dom Quijote de la ‘Mancha San Pablo, nat Alfaguara, 2004) "SL, Sterne, Vie et opinions de Tristram Shandy, trad. fr. de C. Macon, Paris, Garnier Hlammarion, 1982 [trad. esp. Vida y opiniones del cabalero ‘Tristram Shandy tra, de A. Lopez de Letona, Maded, Akal, 1985) 30 HISTORIA Y TRAUMA Es as{ como, en nuestra experiencia, los sucesivos choques que constituyen el ritmo de un andlisis de locura nos llevan siempre al mismo campo: el de los traumatismos de la historia y las sociedades. En efecto, a través de sus sintomas, pacientes que no padecieron directamente los traumas de los combates persisten, en el perfodo de entreguerras, en testimoniar esos derrumbes del tiempo y de las garantias de la palabra, a partir de su propia experiencia. Pero apenas percibidas y reconocidas, esas zonas catastré- ficas se actualizan de inmediato en el trabajo transferenci a guerra en el analisis, sin metafora. La experiencia analitica nos ha mostrado que las guerras de antafo se precipitan en las sesiones, a partir de resonancias con puntos de la historia del analista o de su linaje, Tales interferencias, extraflamente fami- liares, uncanny, como dice Sullivan, ponen de relieve esas z0- nas catastrOficas borradas, y las devuelven a la sensibilidad. Su historizaci6n produce efectos a escala singular, que se expan- den en el tefido social, por medio de diferentes juegos de len- guaje que son otras tantas formas de vida, para retomar la ex- presion de Wittgenstein.” Una memoria que no olvida Pero entonces, éy los que viven hoy en paises o en continentes «que no han sido territorialmente golpeados por las guerras mun- diales? ZY sus terapeutas, también demasiado j6venes como para haber sido afectados por esos sismos hist6ricos? Cuando unos 1 in, Investigations philosophiques tead.f. de P. Klossows- 9 [uad. esp: Investigaciones filosaficas, tad. udrez y U. Moulines, Barcelona, Critica, 2008 7 ADVERTENCIA 31 ottos, a través de los océanos, nos plantean estos interrogantes, simplemente les preguntamos: “ZY sus abuelos? LY sus antepasa- dos de hace tres 0 cuatro generaciones®. Los mismos comenta~ rios, las mismas preguntas valen para los antepasados de los analistas. Para no hablar més que de América, tendida hacia el futuro y el porvenir en construccién, esos sintomas resistentes pre~ guntan sin cesar: “LY sus familias inmigrantes? De dénde ve- nian? {Cuéndo abandonaron su tierra? JEn qué circunstancias catastréficas? £Y la frontera, las guerras indigenas, hispSnicas, Jas guerras civiles, la de Secesi6n? LY los cementerios africanos, estadounidenses, australianos, canadienses, ingleses en suelo francés? LY las guerras de Asia, de Aftica, las catéstrofes socia- les, econémicas, pero también naturales, a cualquier escala?” Seria demasiado largo enumerat todos los pafses de donde hu- yen los refugiados para intentar comenzar una nueva vida y olvidar, como ellos tratan de decir. A pesar de la legitima voluntad de olvidar el pasado, nos alcanzaba con evocar ese vinculo del psicoandlisis con cura de las guerras para que, en el puiblico de los seminarios donde exponfamos nuestra experiencia, surgieran, timida- mente pero con mucha facilidad, los derrumbes del mundo del que se habian escapado los antepasados de sus pacientes: iero también los de los analistas! “Mi padre fue herido en Ita- lia y mi suegro estuvo cautivo cinco afios en Alemania; volvie- ron muy cambiados’, nos confiaron hace poco durante una conferencia en Vermont. Una vez habfamos sido invitados a Knoxville, Tennessee, por la Appalachian Psychoanalytical Association."* Estabamos co- '* william McGilivray, que entonces era presidente de esta asociacién, hizo conoces la trlogia de Pat Baeker: Régénération, trad ft. de). Gous 32 HISTORIA Y TRAUMA mentando iAbsalén, Absalén!, de Faulkner, que estuvo en la vanguardia de nuestro seminario, Esa misma noche, mientras to- mabamos una copa, uno de los participantes siguié reconstru- xyendo para nosotros, con lujo de detalles, tal batalla de la guerra de Secesién en la cual dos de sus antepasados habian partici pado de un lado y del otro de la linea de fuego: por aqui la escar- padura, la pendiente abrupta ~y nosotros mirébamos, fascina- dos, las manos del sobrino nieto-, por acd la proteccién del refugio, por alld lo més seguro era terminar muerto, Como si hu- biera sido ayer, més intenso que en el cine, este an chaqueta militar, gran sombrero 0 casco— parecia haber salido directamente del humo y el polvo de la batalla. Astle hablaban también sus pacientes, en una temporalidad exterior al tiempo. Durante esas conferencias, nos ha ocurrido que algunos es- tadounidenses a su vez nos llamen al orden de una memoria que no olvida. En un pow wow de Manitoulin Island, donde vi- ven los indios Ojibwe de Ontario, durante una danza en tomo a la pluma que cae por cada uno de los guerreros muertos en combate, se nos presents el recuertio de aquellos que descansan en Francia bajo las cruces de madera o de cemento. En Alaska, un ex piloto de Ja Segunda Guerra Mundial nos Hev6 aparte, evocando el destino de su amigo caido en el cielo de Francia. Por tiltimo, en Washington en 1995, tras una conferencia por invitacién de la Washington School of Psychiatry sobre la relacién de las guerras con el psicoanilisis de las psicosis, Nancy Bakalar, por entonces psiquiatra en la Marina de Esta~ dos Unidos, se nos acercé para hablamos de la psiquiatria del rand, Atles, Actes Sud, 1995; The Eye in the De Nueva York, Penguin Books, - Books, 1995, aimbault, Paris, Galli rad, de B. F. Nelson, Buenos Ai 105, Emecé, 1965) ADVERTENCIA 33 frente (forward psychiatry) y de los ‘principios de Salmon’, de cia no tenfamos ni idea"Sin embargo, como he- ‘mos visto, este nombre habia pasado por delante de nosotros veinte afios antes, en el articulo de Lacan, sin que nosotros mi- diéramos su importancia. Bakalar nos remitié Iuego a otras obras que presentamos en 1997 en nuestro seminario en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (E11ES9), titulado “La folie des guerres" [La locura de las guerras]. De paso por Paris, en 2005, Homer Meade, apodado Skip, descendiente de un soldado negro estadounidense que luché en la Segunda Guerra Mundial, estaba encargado de un di curso oficial en honor de Martin Luther King. Vino a presentar a nuestro seminario extractos de los Dubois Papers, sobre el rol de los soldados negros estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial. £1 nos informs del papel heroico de la Red Hand 1n, que se distinguié bajo comando francés, e hizo una ‘i6n a partir de un ensayo de W. E. B. Dubois, The Seventh cit6 la carta fechada el 15 de diciembre de 1918 en la que el general francés Goybet ~que comandé durante ocho me- ses la “Divisién de la Mano Roja” compuesta por soldados afroamericanos, enfrentados al racismo de sus propios oficia~ les~ ponfa la division a disposicién del American Command tras el fin de las hostilidades, y la felicitaba luego de la batalla de Champagne en septiembre de “La Red Hand Division, durante los nueve dias de una batalla dificil, estuvo al frente de la avanzada victoriosa del Cuarto Ejército Francés, [...] nos con- dujo a la victoria. Empapados en la sangre de los valientes, estos lazos serdn por siempre indestructibles”, £Acaso habfamos olvi- dado nosotros también, cercenados en qué insensibilidad? 20 W.E. B. Dubois, The Seventh Son, The Black Man in the Revolution of 1914-1918, ed. de J lestes, Nueva York, Random House, 1986. ry HISTORIA Y TRAUMA Traumas sin lesion Fs precisamente en el Algido punto de la insensibilidad donde nosotros empezamos este libro, discutiendo, en la primera parte, las tesis del neurdlogo Antonio Damasio. Las relaciones entre locura y neurologia tienen una historia que nos Hleva al ‘menos hasta la lejana guerra de 1914. Fl libro del historiador Ben Shephard llamado A War of Nerves*! da cuenta de ella con mucha precisién. El psicoandlisis de las psicosis en parte nacié eri este frente, exponiendo a psiquiatras y neurdlogos, desde ‘un inicio, a la confusién entre locura, trauma psiquico y lesio- nes cerebrales, 4COmo se presenta la cuesti6n? A menudo se ven pacientes que claramente padecen ciertas lesiones cerebrales y que con- servan una inteligencia intacta. Pero, desconectada de sus emo- ciones, esta inteligencia los lleva a tomar decisiones incoheren- tes y desastrosas, Sin embargo, una transferencia muy particular que vincule al investigador con su paciemte, y que esté actedi- tada por el propio neurélogo, abre una zona de contacto fe- cunda entre neurologfa y psicoandlisis. Y nos lleva a nosotros a reflexionar sobre sintomas que a veces presentan el mismo as- 0 que no estan relacionados con ninguna lesi6n. Da- -ga incluso a €&trapolar esta paradoja a “sistemas socia- les enfermos" y se pregunta por esas inteligencias brillantes y desafectadas que pueden constituir su caldo de cultivo. En efecto, los sistemas totalitarios y los exterminios en masa “cien- sificamente programados” siguen siendo de actualidad, © B, Shephard, A War of Nerves Soldiers and Pxychiatriss inthe Twentieth on, Cambridge, Harvard University Press, 2000, ‘A. Damasio, LErreur de Descartes trad. fe de M. Blane, P 1995, p. 231 [tad, esp.: El error de Descartes. La nes, trad. de P.Jacomet, Santiago de Chile, andrés Bel [ADVERTENCIA 35 Las paradojas temporales de la transferencia con Ia locura Por nuestra parte, una triple determinacién nos condujo repe- tidamente hacia esas zonas de guerra 1. Las ctisis de nuestros pacientes abren una investiga- ci6n sobre las lineas de falla sociopoliticas donde el self exploté. 2, Bsas crisis resuenan con nuestra propia situacién durante la Segunda Guerra Mundial. Nacimos una y otro durante ese agitado periodo, que para nosotros se halla activado por esa zona andloga en el espacio-tiempo de nuestros pa- cientes, incluso si evocan experiencias del otro lado del planeta, con décadas de distancia entre si 3, Los analistas que orientaron nuestra investigacién y nuestro trabajo clinico estuvieron directamente im cados en estas guerras. Aqui damos cuenta de ese did- Jogo que continu6 durante mas de 25 afios, tanto de iva voz como a través de sus libros o sus articulos. Es ‘omo los principios de la psiquiatria de guerra se ‘nos fueron apareciendo como un marco y un método que nos eran familiares en la prctica, antes incluso de descubrir su formalizacién por parte de Thomas Sal- ‘mon, Este tiltimo los habfa enunciado a partir de su mi- sign de reconocimiento en Francia en 1917, ¥ ellos sos- tienen el marco de la presentacién de nuestro trabajo linico y teérico en la segunda parte de este libro. Por todo ello, no pretendemos tratar extensamente el campo del traumatismo, las guerras o Ta locura, que ya esté cubierto por una abundante literatura, ni enriquecer una semiologia, como minimo problemética cuando se trata de psicoandlisis 36 HISTORIA Y TRAUMA Asi, una presentaci6n objetiva clasificaria por criterio de canti- dad trauma de masas o trauma individual. Diferenciarfa en un relativismo cultural lo que aquf es normal y allé parece inso- portable. , segtin el contexto cronolégico, las gue- ras de antaiio de las actuales. Nosotros tomamios la decisiGn inversa. Por supuesto, no podriamos sostener la impostura de una realidad psiquica Los constantes cambios de escala y las paradojas temporales que encontramos en los ejemplos que aqui damos implican justamente el hecho de que estén ubica- das con la mayor precisién en la historia, el espacio y el tiempo. Peto nosotros pusimos el acento en los momentos cri- ticos de la transferencia, cuando todas esas distinciones se confunden, pierden su objeto, se desplazan, Las crisis del pla- neta son objeto de estudios rigurosos en cada disciplina en- cargada de analizarlas. Pero esos andlisis cambian brutal- mente de parmetros y de referente apenas el acontecimiento To toca a uno de cerca, En esos momentos en que uno de algiin modo es “tocado" [touche], como se dice en esgrima-, el analista es atrapado en Ja zona catastrofica de la investigacién. Sujeto y objeto se con- funden, como el aquf y el otra parte, el adentro y el afuera, El pasado es actual, vuelven los muertos, En una sesién, un nifio habla por la boca del adulto en que se ha convertido, en nom- bre de una sociedad que amenaza con desaparecer. Una ma- tanza ocurrida muy lejos, en las orillas de un rio afticano, acaba de alojarse, para existir, en una masacre que tuvo lugar en las montafias natales del analista, en la misma época o mu- chos afios antes. Nuestro trabajo hace existir zonas de no existencia, supri- midas por un golpe de fuerza que efectivamente tuvo lugar. Pero cualesquiera sean las medidas que se tomen para borrar |ADVERTENCIA, 7 hechos y gente de la memoria, las erradicaciones, aun las per- fectamente programadas, no hacen més que poner en marcha “una memoria que no olvida’ y que quiere inscribirse. En griego, el no olvido se enuncia exactamente: a-létheia, Es el nombre mismo de la verdad, punto clave tanto de esa memoria espect- fica como del quehacer cientifico, Desde entonces no hay que clegir entre ef detallefnfimo y el hecho masivo. A veces, un de- lirio dice mas que todos los cables de una agencia de noticias sobre hechos olvidados, sin derecho a la existencia. Historias breves para una microhistoria En nuestro libro, los relatos en que describimos cémo se impo- nen estos hechos olvidados serdn deliberadamente cortos. Co- rresponden, en su precisiOn, a momentos a la vez criticos y heuristicos, a momentos de impasse en que los sabetes dispo- nibles se vuelven inoperantes, Estos momentos decisivos apa- recen en una pequeiia cantidad de sesiones. Y nosotros quisi- mos captarlas en su brevedad. En esos relatos en que el proceso analttico fracasa, el hallazgo y la interpretaci6n siempre se fun- dan en un pedacito de historia que escap6 a la Historia. Actua- Iizado en Ia transferencia, ese pedacito a veces permite que el tiempo vuelva a ponerse en marcha. Tales relatos no son tanto ejemplos de un esquema te6rico ya existente como instantes de descubrimiento atrapados en vivo, y por eso su estatuto no obliga a la exhaustividad del relato de una terapia, Tampoco los vuelve muy asimilables a un tratamiento estadistico, ni mensurables con Ia vara de escalas estandarizadas, que los ha- ria entrar a la fuerza en una apariencia de cientificidad, Es cierto que hoy en dfa el psicoandlisis tiene aspecto de antigualla, Sus microhistorias parecen haber pasado de moda 38 HISTORIA Y TRAUMA cuando en éltima instancia la tiltima palabra remite a las me- diciones y la computadora. Vestigio cuasi folcl6rico, el psicoa- nilisis abandon6 las luces de Broadway de los coloquios sobre salud mental. De allf también la idea del presente libro Off: Broadway, donde el psicoandlisis aparece acompafiado de ex combatientes quijotescos, un poco ridiculos, no muy relucien- tes, Pero este escenario off ino es acaso desde siempre el lugar del encuentro, en los casos de locura, en un tiempo “fuera de sus goznes’”? entre viejos guerreros un poco locos, que cuen~ tan siempre lo mismo, y e50s nietos 0 terapeutas que no pue- den evitar escucharlos? El objetivo es intentar historiar lo que no es recibido por ningiin discurso, de formas diversas segin lugares y épocas Una de las apuestas de este libro es describir como esa gé- nesis del sujeto de la palabra es verdaderamente una cuestién de vida o muerte cuando ocurre en circunstancias implemen- tadas para su destruccién. La explosién, sin metAfora, de las garantfas de la palabra y la deconstruccién de todas las refe- rencias dejan al sujeto que se ve confrontado con ellas en un estado de extralamiento y de soledad absoluta respecto de todo el resto de los lazos que hasta entonces le eran familiares, Esta extrafleza en el mundo se transmite a tal o cual descen- diente que intentaré, mediante algiin golpe de locura, hacer oiry mostrar el estrépito y los gritos que han permanecido en tuna memoria que no olvida, Hasta encontrar a alguien a quien le ha sido dado dejarse levar hasta esos Iugares que ya nadie quiere ver ni of, para inscribirlo en la tradiciGn oral, parecida a la epopeya, ¢ iniciar una transmisiOn. Es asf, en efecto, como la W, Shakespeare, Hamlet trad. fr de J. Derocquigny, Pais, Les Belles 1989, 1, 5, v. 189: “The time is out of joint trad. esp: Hales trad de T. Segovia, Barcelona, Anagrama, 2002) ADVERTENCIA 39 mirada del nifio puede transmitir el reflejo de la desaparicion de un pueblo o de un lazo social, cualquiera sea la escala. {De veras hay que intentar apagar esa hipersensibilidad? Pero so- bre todo, écémo dar cuenta de sus efectos? Retorno a Ground Zero, con Descartes 1 Wittgenstein Hubigramos querido hacerlo en un orden de exposici6n lineal, yendo de las premisas a las conclusiones, desarrollando todo en un bello ordenamiento logico de argumentos. Pero no pu- ddimos acercamnos al tema sino al ritmo de las impresiones que nos dejaban los universos extrafios donde a menudo se nos condujo contra nuestra voluntad, ‘Nuestro lector primero, estadounidense desde hace poco to desde cuando?-, viene histéricamente de uno de esos “otra parte’, El y los suyos han dejado alli zonas de catastrofe, Han sobrevivido, se han escapado, han dejado allf a los suyos. Cuando volvimos a Nueva York, a fines de octubre de 2001, fui- mos, en actitud de recogimiento, cerca de Ground Zero, Casual- mente, era el dia de Todos los Santos. Luego del 11 de septiem- bre, todos esperaban la “psicosis" y el derrumbe colectivos. Pero en medio del horror y de los traumas se revel6 una resistencia a las catéstrofes y al terror que cada cual aqui debe ir a buscar a alguna parte, {por qué no también a alguno de esos otra parte? Para terminar esta presentacién, queremos ceder la palabra a dos ex combatientes que encontraremos a lo largo del libro: Ludwig Wittgenstein, en relaci6n con las dos guerras mundia- les, y ~mds inesperado- René Descartes, en relaci6n con la Guerra de los Treinta Aflos. 40 HISTORIA Y TRAUMA En su prefacio a las Investigaciones filosoficas, Wittgenstein, se justifica por “no poder evitar saltar de un tema a otro" y compara su libro con “un viaje a través de un vasto campo de pensamientos, enredados en todas las direcciones’, Es el movi- ‘miento mismo de la transferencia que s6lo puede describirse a través de una discontinuidad, andloga a sus “croquis y paisajes hechos durante viajes largos y sinuosos’. Fl agrega: “No es im- posible que este trabajo, a pesar de su pobreza y de la oscuri- dad del tiempo en que nos encontramos, leve algo de luz aun cerebro 0 a otr0; pero, por supuesto, ello es poco verosimail®* Sin ser tan pesimistas, contentémonos, como Descartes, con sacar a la luz un discurso que proceda menos de lo que sabemos que de Io que ignoramos, con algunas referencias que nos han sido ttiles a nosotros y a nuestros pacientes, sin por ello pretender cubrir un saber enciclopédico, pero espe- rando que este método pueda ayudar a algunos caballeros errantes como él Nunca he expuesto las cosas que provienen de mi es} No me he ereio obligado a escribir nada. |..] Pero de entonces, acd, hanseme ocurtido otras razones que me han hecho cam- bar de opinién [..] Sin duda mira uno con més atencién lo que piensa que otros han de examinar que lo que hace para si sol. Y, en efecto, es bueno que se sepa que lo poco que hasta aqui he aprendido no es casi nada, en comparacién de lo que ignoro y no desconfio de poder aprender; que a los que van descubriendo poco a poco la verdad, en las ciencias, les aconte- 2P1 Wegenein etc’ en uit phi pho. Descartes, Discours de la méthode, Pa ‘ini, 2002, ADVERTENCIA, 4 ce casi lo mismo que a los [...]jefes de ejército, que crecen en fuerzas conforme ganan batallas y necesitan mas atencién y es- fuerzo para mantenerse después de una derrota que para tomar ciudades y conquistar provincias después de una victoria, que verdaderamente es como dar batallas el tratar de vencer todas las dficultades y errores que nos impiden llegar al conocimien tode la verdad y es como perder una el admitir opiniones falsas acerca de alguna materia un tanto general e importante. Asi pues, haremos aqui la crénica de los combates que nos han provocado nuestros pacientes. Es0s momentos crticos son tam- bbién momentos de encuentros tedricos en Tos que, cada vez, ter= minamos comprendiendo que el lazo entre locura y trauma no es del orden de la causalidad. En efecto, el pasaje del pasado al presente no puede efectuarse cuando el impacto del desastre ha inmovilizado el tiempo. Por eso, las historias que nosotros conta~ ‘mos aqui son las historias de descendientes que tuvieron la carga de transmitir, de generacién en generaci6n, pedazos de tempora- lidad congelados. La dificultad esta en reconocer que esos mo- ‘mentos recortados de la histotia se actualizan en el presente del trabajo analitico. Seria entonces, como dice Descartes, “recibir una falsa opinién’ no pelearse con esos pacientes -codo a codo como adversarios- que literalmente luchan con la espalda con- tala pared por el advenimiento de verdades rechazadas. PRIMERA PARTE LECCIONES DE LA LOCURA L. Del hundimiento de un mundo a la locura como busqueda “Es LA LOCURA QUIEN HABLA” Auguste: al principio fue la vergienza Soy un disidente del mundo occidental. Mi delirio aparecié en el cruce entre la gran Historia de la wltima guerra y la peque- fia historia de mi familia, Soy portador de un samizdat, un mensaje clandestino que yo mismo ignoro. Tengo la misin de hacerlo llegar a destino, aun a riesgo de perder la vida. Desde un puente sobre el Sena tiré al agua mi ropa y mis pa peles para que no pudieran reconocer mi identidad* Esta teoria de la locura enunciada durante las primeras entre- vistas con la analista® parecia formar parte de un delitio, Aun- " Brasmo de Rotterdam, Hage de la folie td. fr. de P. de Nolhae, P Garier-Flammarion, 1964 [trad. esp. Elogio de la Tocura trad. de M.J.Cior- imum Moriae se aprovecha del nombre de sa amigo Tomés Moro, a quien Te dedica la obra > auguste aparece con el nombre de El Filésolo en F. Davoine, La Folte Wittgenstein, Pati, EEL, 1992 rad, esp: La locura Witigensein, Buenos Aires, EDEL, 1993} flo largo de tado este Wor, “analista” de amente a F Davoine o a J-M, Gaudilite. Con el pasar de los, alcanzari el ‘género ~masculino o femenino- para disting 45 46 LECCIONES DE LA LOCURA que no les guste a los ofdos sensibles, entre el afan por evitar diagnésticos descalificatorios y los eufemismos que no enga- fan a nadie, no dudaremos aqui en amar a la locura por su nombre, Por su compostura, su mirada borrada, el tono atono de su voz, el hombre sentado frente a la analista hacia todo para hacerse olvidable, como un chico en un costado de la foto familiar. Se lamaba Auguste, como el emperador romano, © come el payaso torpe que en el circo hace pareja con el pa- xyaso blanco, Su delirio habia estallado, justamente, en las colinas de Roma, Repatriado para su internacién, pidi6 ser internado en una clinica de avanzada, donde tenia la esperanza de hacer re- conocer el valor de su samizdat Esta palabra designaba la difu- si6n clandestina de las obras prohibidas por la censura en la URSS (y, por metonimia, una obra difundida de ese modo). Unos cuantos electroshocks envueltos en bellas palabras reem- plazaron al interlocutor que él, con toda confianza, habia ido a buscar a esos sitios tan reputados. Tras varios meses, salié con- tza la opinién médica, se quedé en su casa, cataténico, y ter- mind tocando a la puerta de la analista. Hizo falta un tiempo para que el samézdat, que ponia de manifiesto la historia de su linaje, comenzara a tejerse entre ellos. Su familia, en relacién comercial con Alemania desde ha- fa tiempo, habia quedado atrapada en los arreglos de cuentas de la depuraci6n de posguerra, Después, sus padres habian co- menzado una nueva vida, Su nacimiento los habia ayudado a olvidar el pasado. EI mimado nifio no debia saber nada de lo ocurrido, mientras en silencio su madre se morfa Jentamente de un céncer. EI conservaba de esta enfermedad fatal un re- cuerdo muy tierno, sin drama, Después, la vida habia retomado su curso como si nada, Pero ese “nada” habia sido levado al analisis bajo una forma concentrada, como “congelada’ en esa DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. a7 palabra rusa de sonoridad extrafia. Asi, Auguste abria para la analista las vias y las voces de la guerra, en el cruce de la gran Historia con la pequetia historia de cada uno, en consonancia con la de la analista. Poco a poco, los impasses de su vida fue~ zon cediendo su lugar a salidas creativas. Era dificil decir simplemente que la guerra lo habia vuelto loco: Auguste no habia vivido ese perfodo, y era el vinico de todos sus hermanos y hermanas que presentaba esos impre- sionantes trastomos. La causalidad objetiva aqui se encuentra con serios limites. En cambio, la tragedia de su familia pudo ser reconstruida, a partir de la vergiienza y el silencio que ro- dearon el perfodo de la depuracién y el colaboracionismo. De cualquier modo, Auguste rechazaba la pertinencia de esas construcciones, Dominaba el arte de hacer trastabillar a la analista, De hecho, el fracaso de esos intentos de interpreta- cin fue delineando poco a poco, en el trabajo analitico, un campo de catastrofes donde él no era el tinico que vagaba. La analista se sentia a menudo inadecuada y ridicula. Ese senti- miento desagradable era, al menos, el esbozo de una relaci6n. Era mejor que “nada, La tinica propuesta que se mantenia en este caso podia re- sumirse en aquella que inmortaliz6 el gran payaso Grock* "iQuiere usted jugar avec moa?" LA qué? Cada sesi6n era un combate contra el sinsentido, cada sesién era la wiltima sesi6n, Sin embargo, un dia la Vergiienza entr6 en escena durante la sesién. Era invierno. Auguste hablé de detener su anilisis, 4 Grock, seudénimo de Adrien Wettach (1880-1959), fue el mas célebre de los “Augustos” Segtin la tradiién, la apelacién Augusto nace de la de formacién de la expresién popular alemana dummer Augustus, que signii- ca “idiot “En francés avec modes un juego de lenguae del payaso de referencia, Avec mod, homéfono de avec met, que significa ‘conmigo’ [N. de la T] 48 LECCIONES DE LA LOCURA esta vez de veras. Presionado por la analista para explicarse, ‘terminé diciendo, no sin reticencia -La considero a usted fofia Como es sabido, la palabra estigmatiza Ia ausencia de energia, mezclada con una actitud quejumbrosa y compla- lente. La analista, que sintié el dedo en la llaga, replic6: ~8Y eso en qué lo hace pensar? Este automatismo mental analftico le permitié ganar ‘tiempo, en primer lugar para justificarse interiormente, ZEn- tonces no era la apatia de él la que obstruia las sesiones? Pero una asociacién flotaba, penosa, y a ella le costaba atraparla al ‘vuelo, Ese dfa la analista esperaba los resultados de una lapa- roscopfa que debian informarle si tenfa céncer o no. Tras un tiempo de reflexidn, termin6 por hacer participe a Auguste de ese suspenso, y recién al hablarle se dio cuenta de cudl era la verdadera dimensién de su propio abatimiento: Estoy esperando resultados de unos andlisis médicos; sin duda usted ha percibido mi aprensién Como si para él esa confesiGn de parte de la analista fuera obvia, Auguste se puso a contar por primera vez la vergiienza que sentia cuando su madre iba a buscarlo a la escuela, enve- jecida por la enfermedad, al lado de las madres de sus compa- fieros, Poco a poco, con el correr de las sesiones, en la ver- gienza insostenible encamada por esa madre se desliz6 la Vergtienza que, Iuego de la Liberacién, marcaba a aquellos que, en mayor 0 menor medida, habjan tenido algunas debili- dades con el enemigo. Después el tiempo habia suavizado esos Davoine, ‘Delusion as a Way of Knowledge’ en H.]. Schwartz y AL. Silver, ‘nes nthe Analyst. Implications for the Treatment Relationship, Madison, International University Press, 1990, pp. 47-71. DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 9 relieves, todos se habian arteglado con sus propios pasados y habfan reescrito la historia a su manera Auguste habia obligado a la verdad historica de la vergiien- za primero a encarnarse, después a decirse y finalmente a ins- ribirse, De alguna manera, podia retomar el tema de su tesis en filosofia, interrumpida muchos afios antes. El titulo del trabajo era precisamente “Delitio de verdad y verdad del d As{ fue como, poco a poco, pacientes como Auguste nos fueron mostrando el camino de la guerra y conduciendo a en- contrat las huellas de los principios de una psiquiatria particu- lar, que aparece en el contacto con los contflictos mayores del Ultimo siglo. Pues, paradéjicamente, en ese crisol se elabor6 ‘un psicoandlisis de las psicosis, Pero al final de cada conflicto, esos principios caen en desuso y deben ser reinventados para enfrentar las “pérdidas psiquicas’ del conflicto siguiente. A partir de esas biisquedas a la vez cli nos proponemos formular aqui las condiciones de posibilidad de un enfoque analitico de sintomas que muestren la ruptura de Ja transmisién sobre las fallas del lazo social. Desde esta pers- pectiva, el manejo de la transferencia, que aqui es muy dife- ente de su uso clésico en psicoanlisis, tiende a inscribir pe- dazos de historia cercenados, y no reprimidos, en el cruce de Jo mas singular cor'lo més general. La doble tradicién de la locura: hablar sobre, hablar a tras racionalidades cientificas abordan sfntomas andlogos en términos de lesiones neuronales o de transmisién genética. Asi, construyen un objeto de observacién al definir su campo 4 partir del principio de objetivaci6n. De hecho, desde la Anti- giiedad, la locura siempre fue recibida en una doble tradicion. 50 LECCIONES DE LA LOCURA Una concierne al interior del créneo, el funcionamiento o las averias de la maquinaria cerebral; la otra, a la dimensin de la palabra y los juegos de lenguaje que la locura entrega. Ahora bien, los avances recientes de la biologia en este campo no in- validan en nada la racionalidad del enfoque transferencial. Pero la locura resquebraja las certezas mejor fundadas. CCuestiona los limites que separan las ciencias de la materia de las del espiritu. Sobre este tema, que lo tocaba de cerca, citare~ mos aqui a Erwin Schrodinger el inventor de las ecuaciones fundadoras de la mecénica cudntica, Bs cierto que tenia cierta familiaridad con la locura. Durante su exilio en Irlanda para hhuir del nazismo, su mujer, Anny, fue internada en numerosas ocasiones en lo de un discfpulo de Wittgenstein, el psiquiatra ‘Maurice O'Drury? Asi como Anny se presté a los electroshocks prescritos por O’Drury ~quien Iuego-lo lament6 profunda- ‘mente-, la locura desafia al psicoandlisis y se presta ella misma ala reificaci6n. Su primer movimiento, como lo demuestra Au- guste en su puente, consiste en tachar todos los criterios del sujeto, incluso los de la identidad. Asi, por ejemplo, uno de los pacientes cr6nicos del primer hospital donde sbamos a empe- zara trabajar nos aclaré desde el principio, apenas llegamos: ~iConocen esos ratoncitos? Yo soy el conejillo de Indias de ustedes. Cedo mi alma a la ciencia. Hagan de mi todo lo que quieran SE Schrodinger, Lésprit et a matiére tad. fe inttod. de ML Bibol, Pats, Seuil, 1990 [trad esp: Mente y materia, trad, de. Wagensberg, Barcelona, 985]; La Nature et les Grecs, trad. fe de M. Bitbol y A ‘ger Life and Thought Camb: esp. Erwin Schrodinger. Una vida 7M. O‘Drury, The Danger of Words, Londres, Routledge & Keagan Paul, 1973, DEL HUNDI IENTO DE UN MUNDO, 51 Sabfa perfectamente que no éramos ni psiquiatras ni neu-)\ r6logos, De hecho, nos conminaba a que le respondiéramos, Wesde qué lugar? Desde el lugar, justamente, donde no ha otto para responder, Al hablar a los muros, a la televisi uuniverso, la locura plantea en su interlocutor el desatio de ha- ) el lugar de altetidad al cual ella pueda hablar. a del interior del erdneo y del sis- tema nervioso hoy usa los iltimos perfeccionamientos de la imagineria cerebral y de la biogumica. Pero en una psiquiatria elemental, se vulgariza en una teorfa mecanicista, surgida de Ja medicina humoral y dispensadora, como en la Edad Media, de shocks y drogas del olvido, En efecto, contratiamente a los lichés ~nos dice Jean-Marie Fritz— esa medicina humoral he- redada del médico romano Galeno no era una préctica de exorcistas ni de teblogos. ‘Como hoy en dia, la medicina medieval se limitaba a un Punto de vista rigurosamente somético, cuya imagen nos es dada por el cuadro de Hyeronymus Bosch Extraccién de la pie- dra de la locura, antepasado de las lobotomias del Disputada por los discursos jutidicos, teologicos y méd Tocura en la Edad Media hallaba refugio en la literatura, como en Amadas et Ydoine? o en Le Jen de la Feu Halle éede Adam de La i, el discurso del loco esté ‘en todas partes y en nin- SoM a, Le Doan fn a Me era sce decom pare des dicows liter, mica rig e dhclgiqe dela foe Paris, PUF, 1992, Pre si A " Anénimo, Amada et Yin ilo Caspion, 1986, Ade La Mal Le feu dea Feil e. de}. Da Fammation 1989 Vesse ambin Jean Duoarney, Adam de Lt recherche de le-meme, on le eu dramatigne de a Feats Pa 1974, p.299, 52 LECCIONES DE LA LOCURA lugar, yerra en el espacio salvaje de la maravilla que son a Ja vez la literatura y el bosque. Pero en esa época, contrariamente a lo que ocurre ahora, los dichos, los hechos y los gestos de aquel al que solia lla- marse ‘forsené”-con “s’, literalmente “fuera de sentido"-* eran objeto de una intensa curiosidad y una atencién apasionada, Se habia comprendido que ese “fuera de sentido’, Hegado desde los confines de los discursos, s6lo podia ser captado y amansado a través de ficciones, orales 0 escritas. Antes del Re- nacimiento, el loco, el el jester, ancestros del payaso Au- ‘gusto, eran los descendientes de los antiguos saberes de la tra- dicién oral: mostraban aquello que no puede decirse, a fuerza de gestos caravalescos e inconvenientes, herederos de las fiestas paganas, y como tales sospechosos a los ojos de la Igle- sia, como nos ensefia Jean-Claude Schmitt. Eran los histriones que Isidoro de Sevilla relaciona por mologia con historiones, los historiadores; los que, con ayuda | de gesticulaciones, mostraban la historia no oficial y decons- | truian, desde el “fuera de sentido’, los discursos constituidos, At6picos, eran el hombre salvaje, heredero de los espititus del terrulo, de las fiestas y los tances paganos, donde bodian da | (cuerpo a las divinidades antiguas. En un desierto semejante, la Terre Gaste, a Waste Land medieval? que canta T. $, Eliot justo después de la guerra de 1914, hay grandes probabilidades de que “los hombres y las mujeres salvajes’ de hoy en dia sean primero bosque yermo, + Bn francés actual no existe la palabra con esta ortografia; sf existe _forcené. con °C, que significa “loco” [N. de Ia T) J-C. Schmitt, La Raison des geses, Pats, Gallimard, 1990, pp. 131 y ss HL Rey-Flaud, Le Sphins of le Graal, Paris, Payot, "1S. Blot, La Terve vain, trad. ft. de P. Leyis, Pats, Sel, 1995 [ad esp: La terra jerma, trad. de A. Gir, Buenos Altes, raterna, 1988}. DEL. HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 53 recibidos, como en tiempos antiguos, por el bueno y viejo golpe en la cabeza, dispensado ahora por mecanismos cada vez mas modernos, magicos y milagrosos. “Las explicaciones materialistas que animan esos espititus esclarecidos, cuando buscan ansiosamente eliminat tan alejados de la demonologie puede ocurrir también que la locura encuentre a quién hablar. Quiza no esté de més recordar aqui que, hacia el final de la larga Edad Media, buena parte de Europa habia sido diezmada por la Gran Peste y por la Guerra de los Cien Afios. Uno de los disposi- tivos, social y literario, que entre los siglos xiv y xv formaliz6 los diferentes tiempos necesarios para que la locura entregara su mensaje de fin del mundo fue, en Francia, el “Teatro de los, Idiotas": las softies He aqui, brevemente, su articulaci6n. En tomo al personaje central, Madre Idiota, o Madte Loca, que al principio emite un gran grito, los Locos, sus sibditos, ruedan sobre el pequefio y precario escenario de la feria, Ha- biendo perdido toda identidad civil, apenas responden a un ntimero: Idiota mimero uno, Idiota mimero dos, Idiota ni- ‘mero tres, etc. Gesticulan y hacen piruetas en desorden, cada uno con su bast6n de bufén, su traje verde y amarillo, sus cas- cabeles y su sombrero con puntas que teoricamente los hace invulnerables. Protecciones necesatias, pues de lo que se trata es de juzgar los crimenes y los abusos de la época: los Idiotas arrastran tras de sf al tirano del da (rey, papa, general, nota- 16H sullivan, La Schzophréni, ux procesus human ad. fz de D, Faugeras, Ramonvillesait-Agne, Bs, 1998, p. 164 ad. espo La es izofenia como am proceso amano México, Herceo, 1964) "JC. Aubail, Le Monologue, le dialogue et la sot ssa sur quelques genres dramatigues dela fied Moyen Age et du début du x0 siecle, Pat, ‘Champion, 1984 5a LECCIONES DE LA LOCURA ble), vestido con el pomposo ropaje de su cargo, y dicen alto y fuerte lo que “Alguno” el quidam indeterminado que nos re- presenta, encamado en escena con ese pronombre comin ¢ indefinido- piensa por lo bajo. Algunas veces los reyes ~como Luis XII protegieron este teatro para saber mejor qué pasaba en el reino."® Otras veces los juglares, actores, autores y directores de sotties fueron per- seguidos ¢ incluso colgados. Este teatro politico era, en efecto, extremadamente vitulento, Pero lo més notable es el veredicto. Siempre el mismo: en ef momento en que menos se lo espera, el asaltado por la pandilla de locos, que lo desviste. Cuando ter- mina ese strip-tease, realizado al infernal ritmo de un verda- dero delirio verbal, con juegos de palabras de gran virtuo- sismo, aparece a ojos de todo el mundo: no completamente desnudo sino vestido, bajo su purpura y su oro, con el traje mitad verde mitad amarillo de los locos. Asi proceden las sottiesjuicios, la forma candnica de estas obras de teatro a la vex politicas y terapéuticas. Nos parecen muy parecidas, en su estructura, a las etapas de un andlisis de locara y trauma, donde la simple reviviscencia y denuncia de los abusos no sirve de nada sin el vehemente desvestir del tirano, ‘que se actualiza en el analista en el momento en que menos se lo espera!” Durante todo el espectéculo, un loco pudo pasearse con ‘un espejo pot entre el piiblico, para que Alguno pueda recono- cerse y comprobar que el limite entre el escenario y el pi no ¢s tan estanco. “Todo Alguno’, en efecto, puede convertirse "6 P.Zumthor, Le Masque et le lumiére. La poetique des grands rhétori- ‘qucurs, Paris, Seu, 1978, pp. 39 ss. "F Davoi Folle Estrasburgo, Arcanes, 1998 [trad.esp.: Madre loca, México, Cfeulo Psicoanalitico Mexicano, 2001] DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 55 en cierto momento en esa Madre Loca, ese Idiota, ese Bufon y ~tpor qué no?- ese Tirano, “Bs la locura quien habla [...] y no conozco a nadie que me conozca mejor que yo’ Con esas palabras, Erasmo comienza la célebre prosopopeya del Elogio de la locura, en la linea de este tipo de teatro. La locura es Madre Loca, sujeto de un dis- curso critico que pasa revista a la psicopatologia de las locu- ras cotidianas, Recibido en Europa como Best seller y répida- mente presente en el Nuevo Mundo, adonde acompaiia a los mis ilustres conquistadores,"? el Elogio afirma de entrada la autoridad de la palabra de la Locura. Al final, ésta explica: “Si encontréis en mi discurso demasiada petulancia 0 locuaci- dad, pensad que quien os ha hablado es la Locura, que ade- ms es mujer"? Dama Locura, esa Furia, expresa entonces con fuerza_un _saber no compartido\Hoy, el analista que intente constituirse en el destinatario de ese saber primero debe reconocerlo, allt donde otros discursos, médicos, juridicos y sociales, intentan, segin sus competencias respectivas, calmarlo o hacerlo callar. El consultorio del analista se convierte, en ese caso, en un es- pacio restringido, muy delimitado, no mucho més grande que los escenarios de feria de los Idiotas, donde poco a poco, con dificultad, algo de ese saber logra compartirse, Pero al princ plo el analista no quiere compartirlo y, al igual que todos los dems, desea secretamente que el otto se calle, 0 que al menos../ se calme y se vaya. l ' Erasmo de Rotterdam, Eloge de la folie op. cit, p17 Carlos Fuentes, Le Sourire d'Erasme, tra. fr de E.M.y C. Fell, Pais, Gallimard, 1992, pp. 67 ys. [ed esp. Valiente mundo nuevo, México, Fon: do de Cultura Econémica, 1990) © Erasmo de Rotterdam, Eloge de la fli op. ct, p. 94 56 LECCIONES DE LA LOCURA Al mismo tiempo, se ve expuesto al desaffo: “No conozco a nadie que me conozca mejor que yo" debe entenderse como casus belli Si el analista logra saber algo de eso también, ello se debe a que habré sido empujado y arrojado al escenario, muy a su pesar, impulsado contra su voluntad a mostrar la parte de idiotez, de locura, que él desempefia en este proceso, A veces bufén, e incluso a veces tirano, le habla entonces la locura, mas que hablar de la locura. Es en ese momento, mas bien breve en el transcurso del trabajo en comtin, cuando se efectiia verdaderamente el andlisis de un enigma que lev tanto tiempo abordar y cicunscxbi. 2A quién, pues, habla la Locura Erasmo? El humanista, en, laestela de una tradicién secular de folisofia* nos ensefia tam- ign que es a nosotros, “la Gente’, que también somos un per- Sonaje del Teatro de los Idiotas, Cuando la locura no le habla a nadie, La quién le habla? Un lazo social que se esté haciendo ina Para constitnir el d io de su discurso, la locura exige una modificacién del interlocutor sobre el cual cae, y al cual hhace caer con sus sintomas (la etimologia griega remite a ese sentido de “caer com’), La locura busca en ese improbable otro tuna resonancia para lo que la historia oficial dej6 de lado, 0 despertando en el analista detalles y anécdotas olvi- ;luso en su propio andlisis. El psicoan: una vez més la tradicién oral, que no queda confinada a la historia pretextual de la Antigdedad nia las sociedades de las, + En el original, folsophie: neolog las palabras folie (locura’ y philosophs que juega con la contraccién de (flosofia.[N. dela T] DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. sr que se dice que no tenian historia antes de su encuentro con la escritura, ¥ es precisamente en el espacio de esa atemporali- dad donde la locura hace malabares, gesticula y se debate. ‘Acr6nico, at6pico, de pronto desembarca un pedazo de his- toria que se escap6 de la Historia, en el cruce de lo singular y I plural, bajo la forma de un “lazo social que se esté haciendo’ segiin nos dice el historiador Jacques Revel?! a propésito de los trabajos de historiadores de la microhistoria como Giovanni Levi o Carlo Ginzburg Pero ese lazo social slo puede tomar forma siel sintoma encuentra a quién ditigirse. Cuando parece que no se refiere més que a si mismo, s6lo esta indicando que 4 solo intenta entenderse. Sin embargo, eso no quiere decir que no pueda haber alli alguien més. No obstante, para salir de la objetivacion hace falta tiempo, todo el tiempo que hace falta pata pasar de aquello que le cae uno encima, y que lo hace a uno caer, a la historia de sn caso (esta ver en latin, casus, del verbo cadere, que significa ‘caer’), Es decir, del relato singular de un agén, de una accién cuasi teatral donde el analista deviene el antagonista, Aquf damos cuenta de esos casos, captados en su inmediatez Iuego de un largo perfodo de acercamiento y cuya frecuente ocultacion de- bida al “deseo de generalizacién’ que denuncia Wittgenstein refleja el "desprecio por los casos particulares'?? 214, Revel, Jene d'échelles, la miero-analyse a Vexpérience, Pacis, Galli ‘mard, 1996; Revel y JC. Passeron (dirs), Penser par eas, Pa 2005. 2G, Levi, Le Pouvotr au village, tad. fr. de M. Aymard, Paris, Gallimard, 1989. Véase también C. Ginzburg, Le Fromage smeunier dx scl tad. de M. Aymard Pa 1980 trad. esp ro del siglo xr trad. de F et le Cahier bran, trad. fr de G. Dux rad. esp: Los cuadernos azul y marrén, wad. de F Gracia Gulllén, Madrid, Tecnos, 1984]. 58 LECCIONES DE LALOCURA A pattir de nuestro trabajo clinico psicoanalitico con Ia lo- cura, a lo largo de unos treinta afios en el hospital psiquitrico, el dispensario y a préctica privada, pretendemos describir aqui una ‘especie de constante antropol6gica cualquier interrupcién en la | ‘ransmisiGn que vincula entre sia los hombres busca, paradjica- ‘mente, las vias de una inscripcién. A menudo esta dinamica pa- rece chocarse con lo irreparable, Pero la locura constituye una de las relaciones sociales dedicadas a este trabajo duro y preciso, en contacto con lo imposible. Ella pone en movimiento una cobtis- queda, en la que el eventual analista ocupa el segundo lugar. Asi ‘es como forma parte del campo que habré de ser analizado. “ Por decitlo de algrin modo, el psicoandlisis es una de las vias, que encontré la locura en este siglo para hacerse oir por noso- ‘tos, decia a menudo Gaetano Benedetti, pero solamente “en la ‘medida en que estemos dispuestos a analizamos continuamente 4 nosotros mismos en el encuentro con el paciente‘* Por titud, la regularidad y el rigor de su disposi permite al analista entrar en contacto y “existir en zonas de no existencia” del paciemte. Este proceso es tan viejo como las so- ‘iedades humanas. Primero pas6 por los juegos de lenguaje? de ‘ransmisi6n oral, “que consisten en el sonido de la voz, a expre- si6n de la cara y las acciones en las cuales se tejen" para hacer texto,2lazo social, memoria, y por lo tanto, olvido posible. Pues Ja locura que se habla a si misma, 0 a todo el mundo, es decir a nadie, muestra fuera de temporalidad aquello de lo que nadie quiere saber nada y que no esta inscrito coma pasado. 2G, Benedetti, La Mort dans Vame, tad. f. de P. Faugeras, Ramonville- Est, 26G. Nagy, La Poésie en acte rad. de J. Boulfartigue, Pats, Belin, 2000, pp. 85 y 86. DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 59 Aqui nos veremos llevados a relatar cierto mvimero de casos particulares que permiten hacer surgit relaciones sociales peri- ids, erradicadas, a cualquier escala. Esas desapariciones a ve- ces son demasiado evidentes, demasiado sabidas, 0 bien por el contrario permanecen inadvertidas, anecdéticas, respecto de las grandes corrientes sociolégicas, hist6ricas 0 politicas. Fl caso particular constituye aqui el tinico nivel de pertinencia y, mal que le pese a la ley de los grandes niimeros, no debemos aver- gonzamos por ello: “El mundo es todo lo que es el caso" Ast co- mienza el Tractatus escrito por Wittgenstein mientras combatia cen as filas del ejército austriaco durante la Primera Guerra. Una variacién sobre la iiltima frase del libro, “Lo que no se puede decir hay que callar’?” igualmente famosa, inspir6 el epfgrafe de este libro: "Lo que no se puede decir no se puede callar’ Los indicios, los detalles sintomaticos sobre los cuales in- sisten las crisis de locura develan asi areas de catéstrofe, donde el tejido comunitario se frunce o se desgarra. Aqui se revelan contextos en los cuales es normal estar loco. Con la condicién de que el analista se ubique alli y se pregunte en qué consiste el lazo social en tal caso y cOmo, en ese caso, con ese paciente, como dice Jacques Revel, “podria haber lazo social més bien que nada’, Pues ese lazo no va de suyo, Cada vez, los casos de ocura ponen al analista en la situacién de responder a lo que ha sido dejado de lado, desecho de los discursos generalistas de las ciencias sociales, incluidas las psicoanaliticas. Estas pequefieces atascan las maquinarias significantes, per- turban el espititu de seriedad, Como lo indican los supervivien- tes de situaciones extremas, lo tragico y lo c6mico dibujan una 1, Wingenstein, Tructatus logico-philosophicus trad. fr, de P. Klos trad. de I Reguera Pérez y J. Musioz Veiga, Madrid, Alianza, 2005}, o LECCIONES DE LA LOCURA linea divisoria imprevisible, De la risa a la desesperacién hay un paso pequefio, Los hermanos Marx y todas las obras maestras del cine comico de entreguerras nos hacen desternillar de risa desmoronando un mundo que va de catdstrofe en catastrofe. Pero la invencin de Jo social, en momentos catastréficos en que se hunde toda fiabilidad, también esta marcada, en el pe- iodo de entreguerras, por rupturas epistemologicas. Freud pasa de su primera a su segunda t6pica, y Wittgenstein emprende el camino que lo levara de su primera a su segunda filosofia. En- tue el auto de fe de sus libros en 1933 y su muerte en 1939, Freud se pregunta cémo, a pesar de su erradicacién, una cultura puede seguir transmitiéndose. Su Moisés contempordneo del as- ‘censo del nazismo, “como un alma en pena no cesa de atormen- tarlo’, al punto de que retoma su escritura tres veces y sola- ‘mente lo termina cuando esta en suelo seguro, en Inglaterra.” En el mismo intervalo, el filésofo, al precio de severas crisis suicidas, pasa de la conclusiOn del Tractatus a la elaboracién de una filosofia que le resulta “como una terapia"; donde, aun “cuando la herramienta del nombre N, se rompe’, sigue siendo posible mostrar los pedazos e imaginar “una convencién®? que dé lugar al nombre roto, en el juego de lengua, incluso cuando la herramienta ya no existe, incluso cuando el nombre ya no incluso cuando su portador ha dejado de exist’ Los tres hermanos mayores de Wittgenstein, que era el mas joven de una fratria de ocho hermanos, se habian suicidado. se tipo de sacrificios siempre resulta una amenaza en las encru- rad. esp: Moisésy la rligton de J.L. Btcheverry, Buenos DEL HUNDI IENTO DE UN MUNDO. 6 cijadas de la buisqueda a la que nos arrastran los pacientes, pues centramos con ellos en un émbito en que las representaciones, las , Leer de Descartes, ad. fr. de M, Blanc, Pasi, Odile esp: El eror de Descartes. La razin de ls emociones, de P.Jacomes, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1999) 3 Shephard, & War of Nero Solder and Pychiatris inthe Twentieth ay, Cambridge, Harvard University Pres, 2000, Este es también eli tulo de uno dels primerosartiulos ya olvidedo, de W.. Bion YH. Crichtan-Milr (eds), The Newosis War DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO... n Desde hace unos treinta afios, nuestra biisqueda se llev6 a cabo en dos marcos. Uno, clinico, en el hospital psiquitrico, el dispensatio y la prictica privada. El otro, cientifico, en la ExEss. Vale decir que hubo un go between en el espacio sinéptico que une y opone esos dos dominios. Como psicoanalistas no médi- cos, no tenemos que diagnosticar ni medicar cuando la locura se presenta frente a nosotros. Pase lo que pase, como dice el Bar- tleby de Melville, "We prefer not to (Prefeririamos no hacerlo}"*! Ya en 1927, Harry Stack Sullivan ironizaba: Segiin los que saben, si el paciente se cura gracias a un psi- coanilisis, entonces no era esquizofrénico ni mantaco-depre sivo; era un evidente error de diagnéstico... Una vez més, las car cas fundamentales del proceso esquizofrénico son dudosas. Apenas estamos empezando a liberarnos de muchas {ideas falsas sobre la demencia precoz Hoy en dia, la “liberacién” que entreveia Sullivan sigue es- tando en el horizonte. En cuanto a los cientificos de nuestra Ecole des Hautes tudes en Sciences Sociales, en su mayorfa historiadores, an- tropélogos, lingitistas, psicélogos experimentalistas, socidlogos y economistas, facilmente expresan reservas sobre la validez Cientifica de la experiencia clinica. Peor aun: nuestra forma- ica se llev6 a cabo en el marco de la Escuela Freu- diana de Jacques Lacan‘ Aunque su seminario haya sido aco- 41H. Mebvlle, Bartleby le scribe, wad. fr. de Pierre Leytis, Pars, Galli= 1996 [trad esp: Barteby ef escribiente, trad. de]. . Borges, Madrid, disolver su Escuela Freudiana de n LECCIONES DE LA LOCURA gido durante afios como “conferencia complementaria” en la uss, llamada por entonces Ecole Pratique des Hautes Ftu- des, nuestros colegas cientificos hoy siguen juzgando su estilo como impenetrable, Pero esa posicién sobre la cuerda floja igada a su incomo- dad, e incluso a su incertidumbre. De todos modos, hemos aprendido por nuestra experiencia cotidiana que el tinico camino de rigor que conduce a resulta- dos significativos primero lo traza el paciente, De él proceden tos tedricos, El es el investigador principal, la investigacion psicética cubre apuestas __ (‘cognitivas,ligadas a reales sociohistéricos y emociones aferen- ‘Tests { tes,a las que s6lo puede accederse mediante la transferencia, En este campo especifico, la oposicién clasica entre saber cognitivo y saber inconsciente se ve cuestionada. El cambio de escala de lo individual a lo social ya no se sostiene, ysu articulacién cons-_) { te pecnencta pcm erery nahin No obstante, no se trata para nosotros de totalizar la suma de discursos que existen sobre la locura, sino de hallar lo que ella iene para decit. Es por eso que no descuidaremos ninguna de las herramientas que ella utiliza a lo largo de su historia, y emplearemos indistintamente las palabras “locura’, “psicosis', etc, palabras de la lengua de todos los dias, surgidas de la tra- diciOn ora, la literatura ola ciencia. En efecto, no se ve por qué deberfamos privamos de los descubrimientos de Shakespeare, Rabelais, Cervantes, Motiére, Erasmo, Faulkner, Feydeau, Piran- “HLS Sullivan, La Schizophréni., op eft, p. 204, DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. B dello, Musil, Kenzaburo 0¢, Toni Morrison, grandes descubri- dores de esas regiones, as{ como de investigadores tentados por esa cercania, como Descartes, Wittgenstein, Auguste Comte, Hanry Stack Sullivan, Erwin Schrodinger, Cantor, Gédel, Char- lotte Beradt, Hannah Arendt, John Nas Cada cual a su manera, todos respondieron a la imperiosa necesidad de escribir, enfrentando las convulsiones sociales que tienden a eliminar el sujeto. Sucesivamente, nos guiaron con sus propias investigaciones, y escandieron, afio tras afio, la elaboracién de nuestro seminario en la EHESS. muestro antiguo interés por la obra pionera fan se concentr6 en tres aspectos de su investigacion: la afirmaci6n de una transferencia posible con la psicosis, la descripcién de esa transferencia en relacion con practicas descritas por el antropélogo Edward Sapir en los in- dios de las Llanuras en un coloquio de 1929 y, por dltimo, su evidente convergencia con las tesis de Wittgenstein y de Lacan sobre el “campo de la palabra y del lenguaje’, en particular en un texto titulado “La ilusi6n de la individualidad personals# Presentada en mayo de 1944, esta conferencia no encontré quién la editara hasta 1950, pues “atacaba la dignidad de la per- sona’, Io cual era dificilmente soportable en la posguerra inme- iata. Sullivan también exigia que se recurtiera a instrumentos te6ricos nuevos, inspirados por la logica de la fisica moderna, 4 Sapir, Le Langage, introduction @ Vétude de ia parole, Pats, Payot, 1953 trad esp: El lenguaje.Introduccién al estudio det habla, México, For do de Cultura Econdmica, 1954], y su intervencién en “Le second col Toque: recherches sur la petsonnalité, en 1. Sullivan, La Sobtzophrénie. op. ct, p. 244. (HL Sallvan, "The ™ LECCIONES DE LA LOCURA como nos lo ensefia su bidgrafa Helen Swick Perry: Habiendo sido asistente de Sullivan, ella edité su obra -en gran parte oral~ elaborada a partir de su trabajo como analista de la esqui- zofrenia en el hospital Sheppard Pratt de Baltimore a principios de los afios veinte hasta su muerte en Paris en 1949. Su libro y su disponibilidad significaron para nosotros una ayuda excep- ional en el campo interdisciplinario que explors Sullivan. Este tiltimo no era un fandtico de los diagn6sticos y preferia, resaltar el potencial heuristico de Ta Jocura. Pequefia 0 grande, suave 0 furiosa, la locura da mas cuenta de una psicopatologia mis 0 menos violenta de la psicosis cotidiana que de los crterios, inmovilizados e informatizados del psm en sus versiones 1, 1V, Ww revisado* y demés, donde Europa rivaliza c6modamente con Estados Unidos. Entre nuestras pequeias locuras y la gran lo- cura de los asilos, entre las locuras més secretas y las locuras colectivas, como las que responden a las perversiones totalitarias que analiza Hannah Arendt, no hay solucién de continuidad, “Cuanto més se aprende del paciente ~escribe Sullivan en 1927~ menos se cree en los llamados tipos de reaccién anorma- les. El campo de los des6rdenes mentales parece ser una grada- ion continua en la cual hay muy pocas categorias discretas’*? Cualquiera sea su escala, doméstica, pitblica 0 politica, la lo- cura marca el campo de lo Real, que rompe el contrato social en un punto no simbolizable, y al mismo tiempo nos ofrece herramientas para su exploracién y su nominacién. Bvidentemente, nos referimos también al trabajo de los nu- merosos analistas que dan cuenta con precisién de la evolu- HL Swick Perry, Pywiatrist of America. The Life of Harry Stack Sulli- ‘van, Cambridge, Harvard Univesity Press, 1982. psmerv: Diagnostic and Statsical Manual of Mental Disorders, publi- ccado por la American Psychiatric Association, 4" ed, Washington nc, 1994 ‘HLS Sullivan, La Schtzophrénie., ep. et, p. 181 DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO, % ion de sus pacientes diagnosticados como psicéticos 0 que atraviesan un momento psicético durante un andlisis clésico, Cada vez, el trabajo analitico se topa con un Real irreducible e impone un cambio tebrico y técnico. Asi el trabajo psicoanali- tico de Harold Searles, levado a cabo en una coinvestigacién ccon sus pacientes esquizofténicos de Chestnut Lodge ~una cli- nica cercana a Washington que, como Austen Riggs, se dedic6 al psicoandlisis de las psicosis sin recurtir a tratamientos de shock, desde 1935 hasta su cere en 2001-, nos confirmé desde su traduccion al francés que “ puede salir de sus impasses, con el psicoandlisis, conservando ‘toda su fuerza heuristica. Aunque haga falta tiempo, aunque el tratamiento se vea limitado a pocos pacientes en comparacién on las masas administradas por la salud piblica. Después de algunos otros Por supuesto, esta posicién despierta la duda, incluso la hosti- lidad de ‘muchos sillones’, como se burlaba Sullivan, “que siempre seguirén filosofando sobre las ‘enfermedades del cere- bro, las lesiones” hoy el “gen, nuevo “pulmén" molieresco,$? y declarando a la locura inanalizable, aunque hablar un poco les agregue un “suplemento de alma” a los tratamientos qui- mico-eléctricos, los vinicos que son verdaderamente serios. 2H, Seatles, LEffort pour rendre Vautve fou trad, fr. de B. Bost, Pars, Gallimasd, sobre esguizofrenta, tad, de N, Rosemblat, Barcelona, Gediss, 1980). Sullivan, La Schizophréne... op. cit, p. 265. esp: H enformo tmaginario, ad. de F Castaflo, Madrid, Alianza, 2004), 6 LECCIONES DELA LOCURA, Eppur, si muove ~y sin embargo, se mueve-: muchos pa- cientes, ricos o pobres, salen de lo que médicamente se lama psicosis. Muchos libros, dedicados a su tratamiento psicoanali- tico en el adulto y el nif, deseriben desde los afios veinte los momentos precisos en que una nueva creatividad germina a partir de sintomas catastroficos, en los que el sujeto emerge a pesar del diagnéstico y el pronéstico psiquidtricos. En esos li- bros y articulos, el psicoandlisis de las psicosis se expresa bajo una gran variedad de estilos, segiin los autores, pero también con numerosos rasgos comunes que cualquier profesional del rubro puede reconocer y explicitar, {Cuadles son esos rasgos comunes? La ineficacia del re- curso a la anamnesis, el fracaso de la neutralidad, la violencia de la negatividad, el horizonte de la hospitalizacién, marcas de los smpasses de la técnica analitica clésica, Esos rasgos delinean situaciones en que los conceptos teéricos sobre el sujeto, el deseo y su represién deben ceder ante las caracteristicas de otro campo: aquel donde Lacan ubica el retomo de lo Real;? Sullivan, “the dreadful not-me, “el aterrador mot-me [...] aso- ciado a una emocién extraflamente inquietante, uncanny’; Bion, “the nameless dread’, “un horror particularmente aterra- dor porque no tiene nombre’ y que Freud connota como un inconsciente que no es del orden de la represion.S¢ 5 Lacan, Eevits, op. cit, p. 388. HLS Sullivan, The Fusion of Peychiary., op. ct, p. 248. W.R Bion, Cogttations Lonclres, Kamac Books, 1992, p. 45 [rad. esp 1d de R. Puchades Pérez, Valencia, Promolibro, 1996}, inguiétante étrangeté’, en Essais de paychanalyse aypliquée, wad fr. de M. Bonaparte, Paris, Galli- ard, 1985, p. 205 [trad, esp: Lo ominaso, en Obras completas, xv, trad DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. ” En esas Areas donde el proceso de simbolizacién se revela imposible no tiene ningiin sentido evocar el pasado, ni si- quiera como una “repeticién” que harfa huella. El futuro, tiempo gramatical del deseo, es igualmente imposible de enca- rar. El analista enfrenta un verdadero sintoma del tiempo, Puede volver a evocar recuerdos del paciente 0 hacer res significantes evidentes, alos que éste timo responder inva-_ riablemente: “No se moleste, todo es presente, Lo tinico que) ‘me importa es el aqui y el ahora’. En ese hic ef nunc, nosotros | planteamos la existencia de una experiencia traumética real que volatilizé las referencias espacio-temporales, a veces desde hace varias generaciones. La suspensién del fluir del tiempo no remite aqui a una causalidad mecénica del sintoma, sino a | tuna técnica de investigaciOn sobre la temporalidad especifica de esta érea de muerte® salida de la historia. El analista como annaliste de historias inaudibles* 1a experiencia de Auguste -pero también, como veremos mas | adelante, la de Gilda- nos ensefla que la temtica politica de la | ‘mayoria de las locuras expresadas en la plaza ptiblica a menudo ¢s pertinente desde el punto de vista de la historia de los linajes y las sociedades, Pedazos de historia hasta entonces cercenados de Ja transmisién surgen asia la luz del dia en formas extravagantes 0 minimalistas, pero siempre chocantes, hasta encontrar al anma- tu, 2000] y LHfomme Moise et ta Tranoés ya que en espafol se utiliza la palabra ‘ana ficados. [N.de la T] * LECCIONES DELA LOCURA {iste el cronista responsable de los anales de una gesta silenciada, La gesta medieval debe su nombre a las proezas, las grandes haza- fas que cuenta, pero también a los gestos utilizados por los jugla~ 105, 10s locos de antaiio, los bufones, ancestros de los locos de hoy. Aqui, el teorema formulado por Winnicott en su titimo ar- ‘culo, “Miedo al derrumbe’, prueba su eficacia respecto de esos pacientes: “El inconsciente aqui no es exactamente el incons- ciente reprimido... El paciente necesita recordar eso, pero no es {posible recordar algo que atin no ha ocurrido, y ese algo del pa- sado atin no ha ocurrido porque el paciente no estaba alli para que le ocuztiera’,* La catéstrofe inminente, el fin del mundo anunciado, de hecho ya tuvo lugar pero no pudo inscribirse en el pasado como pasado, pues el sujeto de la palabra, en este punto, no estaba ahi. Nada en ef otro, ninguna palabra Ie fue dada para nombrar fo que allf ocurria. Totalmente cercenada, ig- norada ~pero, en la misma medida, conocida por todo el mundo, | enunciada a veces en los libros de historia e incluso pregonada por el “deber de memoria” sin que ello signifique ninguna dife- _tencia-, la verdad no ha podido transmitirse. La informacién si- gue siendo letra muerta, fuera del campo de la palabra. Un repre- sentante del linaje, a su pesar y muchas veces al precio de perder su lugar en la sociedad, se encuentra encargadio de esa busqueda de la verdad: esté en buisqueda, es iisqueda* mas exactamente. £Cémo, entonces, abordar esos territorios donde nuestros pa- ientes nos preceden y hacia los cuales, paradéjicamente, nos * D, W. Winnicot, "La crainte de Veffondremer fi. de J. Kalma- ciones psicoanalicas J, Buenos Altes, * Juego de palabras construido a par entre los sintagmas ‘gutte Cesta en brisqueda’) e il est enguéte (‘es busqueda’ 0s in- vestigacion’) [N. dela T) DEL HUNDIMIENTO D2 UN MUNDO. p quieren guiar? En la tragedia Edipo en Colono (interpretada en el C), Sofocles precisa las reglas del juego para nosotros. ciego etrante conducido por su hija Antigona, sroga a un habitante del lugar para saber adénde acaban gar Este iltimo le responde que se acercan al pueblo de Colono, cerca de Atenas, y menciona la proximidad de un lugar tabit. Se trata de un espacio que no permite “ninguna mirada, ninguna vvoz, ninguna palabra”? ésas son las palabras del corifeo en el espanto del bosque sagrado de Ta tragedia. Esas palabras expre- san quizés el acercamiento poético mis impresionante de lo Real, y es alli exactamente donde Edipo va a “desaparecer’ La relacién transferencial consiste primero en un cruce de caminos como ése, en la proximidad de esas zonas. Alli, en el simple didlogo de la tragedia, o de la transferencia, se efectiia una primera referencia, un primer ajuste. Como dice también el tran- setinte interrogado por Edipo: “Son cosas, extranjero, que no han tenido el honor/ de ser incluidas en la historia, sino que se ha aprendido a frecuentar’®? SALIR DE LA LOCURA: UNA EXIGENCIA DE VERDAD Gilda. En el umbral del tiempo Alsalir de 15 afios de locura y de admisiones periédicas en el hospital, un dia Gilda le dijo a la analista: Giipe a Colone, trad. f. de P. 8 Aderitos, aphonos,alogos. Sf [trad. esp: Edipo en Colono, ‘Mazon, Paris, Les Belles Letres, 19 trad. de A. Alamillo, Barcelona, Planeta, © Ibid, we 62 y 63: aynousta, de syne twaduccion es muestra), mente “etre avec" Qa 80 LECCIONES DE LA LOCURA ~Ahora descubri la luz de la mafiana, Era hija de la noche, de la luna. Ahora me levanto a las siete. Descubro que mi cuerpo vive en tres dimensiones, siento el aire en la cara, la respiracién en el pecho. Tengo un lugar en el mundo, entre los, otros. Veo la vida en colores, en relieve Ahora entro en el tiempo. iQue sea esta hora, que llegue junio, pleno como un mes, no como una abstraccién! Antes corrfa detrés del tiempo, vivia en un no-tiempo. No descan- saba nunca, Etraba sin cesar por la calle. El mundo de la locura era plano. Todo en blanco y negro. Nunca dejaba de pensar. Mi tnica consistencia era la cavila- i6n, Las palabras corrian sin detenerse mientras yo quedaba, plana, detrés del vidrio, Cercenada, sin ningain contacto con el mundo, Las distorsiones de mi percepcién eran considerables. Era realmente la Diosa, Isis, Kali, Lilith. Era el diablo, el an- gel caido, Lucifer, iga que esta experiencia no fue nada. Que nadie borre con medicamentos esta experiencia, ‘Tomé més medicamentos de los que podia soportar. Y bebia, para estimularme, Era una zombi, pero nunca me cambié el nombre, Gilda, Todos pensaban que era un nombre falso, Siempre conservé ese iltimo pedacito de identidad. En las ca- Iles me quedaba tan poco de mf. De hecho, ya no existfa nin- giin yo. S6lo mi errancia a través de las edades. Era la gran Made, la Tietra, lista para matar su creaciOn, esa humanidad condenada para siempre Ahora me doy cuenta de que era un viaje, Como el de Dante con Virgilio, con perdén del énfasis. Desde que la co- nozco a usted... De hecho, nuestros cinco afios juntas fueron tun viaje al interior y el exterior del infierno de la cal ‘cura, el alcohol y los medicamentos. Después de decirme si, un dia usted me dijo no. No a la calle, no al alcohol. Tuve que parar todo, brutalmente, asi DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. a1 como todas esas drogas legales. Su no no era una condena. ‘Se acuerda? La analista se acordaba un poco de ese no, no a précticas sali- das de ideologias mortiferas que se ven sin disimulo en Salo, la pelicula de Pasolini, o en La catda de los dioses de Visconti. En cambio, recordaba muy bien que su historia, su histo- ria de analista, se tocaba con la de esta paciente durante la guerra, de un lado y otro de Ja misma frontera. ¥ recordaba ‘como esa conmocién historica habia exactamente despertado alos muertos, que habian balizado para ellas dos una parte del camino. En su tercer encuentro, la analista la habfa interrogado so- bre el origen de su acento: era italiana. LY usted de d6nde es? “le pregunts ella a su vez. EI espejo ya se habfa roto Io suficiente; alli Gilda habia perdido su cara y su imagen social. Ast que la analista le res- pondis sin vueltas: De Saboya, del otro lado de la frontera. Digamos que éra- ‘mos italianos hace algo mas de un siglo. {Usted qué edad tiene? —Cuarenta afios, ty usted? —Cincuenta Usted nacié durante la guerra. Su padre luché en la guerra? Si. EI mio también. Formaba parte de las tropas de montafia, los bersagliert P,P: Pasolini, Sald 0 las 120 jornadas de Sodoma, 1975, Sald es el nombre de una localidad ubicada sobre el lago de Garda, donde Mussolini 3, que Hitler lo pusiera al mando de un gobierno fascist, la ‘La caida de tos doses, 1969. Saboya, hasta entonces provincia del reino de Piamonte fue anexado a Francia en 1860, por plebiscto, cuando Italia se unific6 82 LECCIONES DE LA LOCURA El nombre sonaba fa el nombre de las tropas italianas que en 1942 habfan ocupado su valle natal, justo antes de la Hlegada de los alemanes. Agreg6, un poco a la ligera: —Quizé pelearon uno contra el otx0... Me sorprenderia ~respondié Gilda~. Por otra parte, tengo ‘un detalle que podria interesarle en su investigacién sobre lo- cura y lazo social. A tiltimo momento, mi padre fue enviado a Africa, Fue el tinico sobreviviente de su seccin, masacrada durante una de las batallas de El-Alamein que los ingleses consideran una victoria. Ese dia él no estaba alli, Encontr6 muertos a todos sus compafieros. Cuando volvié a su tierra, tuvo que contarles a los padres, familia tras familia, como ha- bian muerto sus hijos. A veces me ptegunto sino seré uno de cellos. Mi padre me consideraba su soldadito. Eramos pobres, él queria que yo fuera la primera de mi clase, y yo Io fui. Era demasiado. La analista se cuid6 bien de decizle que su pa- dre habia escapado por poco a la masacre de 21 rehenes que habjan llevado a cabo los alemanes, en el paso de Petit-Saint- Berard, exactamente en la frontera con Italia, Poco tiempo después de esa entrevista, se encontré con Gilda en el hospital. Verdadera Furia, era otra vez la diosa de los Infiernos, y volvi6 a decirle imperiosamente a la analista que preferia verla fuera, enel dispensatio, cuando saliera. Por una curiosa coincidencia, su cita cayé en un dia de hhuelga de transporte, a primera hora de la mafiana. Las dos se encontraron frente a la puerta cerrada del dispensario, Hacia sol. Por un acuerdo técito, las dos se sentaron en un banco © Célebee batalla durante la cual Montgomery detrot6 al general Rom- sel, e] 23 de octubre de 1942, en Egipto, DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 83 piblico de esa calle desierta y trabajaron todo el tiempo de la sesiGn que pas6 asi, agtadablemente. El ejército de los muertos Hasta ese dfa, la analista nunca habia advertido la medida del silencio que rodeaba la toma de rehenes y la masacre, que sin embargo a menudo se cuentan como tno de Jos numerosos episodios de la guerra cotidiana en su valle natal, el Tarentaise, Luego del Desembarco del 6 de junio de 1944, los alemanes se replegaron hacia los pasos alpinos, protegiendo su retaguardia con la ayuda de tropas italianas, Los lanzamientos de armas en paracaidas por parte de los Aliados ayudaron a las diferentes facciones de la Resistencia, La divisi6n alpina, que habia sido reunificada como ejército regular en 1944 bajo el comando del coronel De Galbert y oficiales cazadores alpinos, combatié en Ia linea que separa Francia de Italia durante un invierno glacial, ‘mientras los habitantes del valle padecian los excesos bajo una Iuvia de obuses que cafa desde los pasos de montafia, ‘Sin que ella se diera demasiada cuenta, los pasos de la ana- lista la Hevaban todos los veranos, paseando, hasta ese puerto, como en una peregrinacién. Muy recientemente se habfa ins- talado una placa de marmol que recuerda la masacre de los 21, que debieron haber sido 22. {Formaban parte del ejército de los muertos, del ‘ejército furioso” de los jévenes muertos en combate, conducidos por la Gran Diosa? Después supimos que cen las regiones contiguas del arco alpino, que reunfan a Gilda yalaanalista de un lado y otro de las montaiias, esos cultos, 61 JC. Schmitt, Les Revenant. Les vivants et les morts dans la socigte médiévale, Pars, Gallimard, 1994, 80 LECCIONES DE LA LOCURA ancestrales habfan originado juicios de brujas Ilevados ade- ante por la Inquisicién, El historiador Carlo Ginzburg’ descu- bri6 alli las huellas de un culto a una Diosa Madre y de précti- cas chaménicas procedentes de Asia Pero antes de leer las obras de este historiador de la micro- historia, el andlisis de Gilda oblig6 a la analista a revisar su pro- pia historia, Cuando, durante un paseo por el puerto, vio gra- bada en la placa la fecha real del suceso, 13 de agosto de 1944, dos meses después del Desembarco, entonces se dio cuenta, cin- ‘cuenta afios después, de que aparentemente ella ya habia nacido en ese momento. Asi pues, ella también habia sido contemporé- nea, en el lugar, de diversos episodios de la batalla de los Alpes, tan evocados por su familia. Pero contados fuera de cualquier cronologia que le hubiera permitido situarse, s6lo le quedaban de esos episodios imagenes precisas, sin relacién entre si, Podfa verse en el balcén, al lado de las banderas desplega- das en medio del jibilo y después retiradas precipitadamente. O se veia sola en un auto, a la noche, en la nieve, durante las, visitas clandestinas de su padre al hugarteniente De France. Ese joven hombre del ejército de las sombras seria asesinado poco antes del armisticio. Ala nifia le contaban cémo habia que atra- vvesat las calles bajo el fuego de las armas cuando debian refu- giatse en los pueblos al pie de las montafias. Alli, una amable dama le regal6 un libro, Ela lo lamé su “bada’, un nombre que no existia, y no fo abandoné nunca més, No le quedaba otra cosa de ella, salvo ese nombre. Segiin se verificé recientemente, ese famoso libro no era literatura, ni rg Le Sabbat des sorciores trad. de M. Aymaed,Patis, Ga- esp: Historia nocturna, trad. de A.C. Ibsiiez, Barcelo- nna, El Aleph, 195 & G, Galde, O. Mérendet y J-L. Penna, Un col, des hommes. Le Petit- Saint-Bernard Montmélian, La Fontaine de Siloé, 1996, DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 85 para nifios ni para adultos, sino una guia telefbnica que le- vvaba consigo a todas partes la nifia de 2 afios mientras estaban cortadas las comunicaciones. Como a Don Quijote, los libros le quedaron como Ia iiltima defensa contra los golpes del des- tino, Esta interpretaciOn Ie parece mas razonable que la que vefa deseos edipicos reprimidos en los repetidos sueiios en que ella huia, en peligro de muerte, ante los soldados armados. Poco a poco entendié que ella y los suyos debian la vida, antes yy después de su nacimiento, a esas carreras-persecuciones, _- _ Esos encuentros azarosos -objetos extrafios, suefios repe- » tidos- que esperan su tumo para entrar ala historia pueden io de los objetos transicionales. A veces pro- de suefios trauméticos. También han podido ocupar un lugar, por ejemplo como neologismos, en construc- ciones delirantes que buscan una salida para sobrevivir. 2Quién se atreverfa a considerar como un neologismo la pala- bra “sociologia"? Auguste Comte. Un exceso de subjetividad para enfrentar una sobrepositividad ‘Auguste Comte es su inventor. Paradéjicamente, es en él -mas- carén de proa del positivismo cientifico- donde se encuentra €1 ejemplo més riguroso del uso heuristico de la locura Su proyecto de positivismo subjetivo, del cual la Sintesis Sub- jetiva de 1857 representa la primera etapa, integra la subjeti Monod y J-B. Pontalis, id. de F Mata, Barce- Jona, Gedisa, 1982] 86 LECCIONES DELA LOCURA vvidad a la positividad, en algo que parece un pacto con la lo- cura. Apela a una positividad que seria metodol6gicamente subjetiva, sin renunciar al indispensable control del afuera, y deberia desembocar en una positividad ampliada, iberada de las ones del objeto, una positividad regenerada, una suerte de sobrepositividad, un modo de surrealismo Hace unos treinta afios, luego de recibir una formaci6n litera- ria clasica, entramos a la EHESS, al laboratorio de sociologia de Alain Touraine. Sabfamos que la sede de este centro de investi- gacién, ubicada en el miimero 10 de la calle Monsieur-le-Prince en el quinto distrito de Paris, se levantaba en la misma casa donde habia vivido y ensefiado Auguste Comte, Pero lo que entonces ignorébamos era que el ilustre ocupante de esos Tu- gares habia atravesado una intensa crisis de locura en el afto 1826, ala edad de 28 aftos.* Con més raz6n, ignorabamos que en ese templo fundante de las ciencias humanas el padre de la sociologia, disciplina ‘cuyo nombre habia inventado, toda su vida habia reivindicado sa crisis como uno de los fundamentos de su teoria, Internado en el hospital de Esquirol durante meses, "libe- rado" luego contra la opi indo de su exaltacién, al precio de un profundo abati- médica, poco a poco se fue re- luego retomé ante algunos happy few su ensefianza de positiva, Acababa de comenzarla, en 1826, cuando P Arbousse-Bastid, “Auguste Comte eta folie en Les Sctences de la Jolie Park, EHESS Mouton, 1972, p. 52 ©. Goubier, "Un épisode cérébral’ on La Vie dluguste Comte axis, iin, 1997, pp. 142 y ss, Raquel Capusro, picoanalista montevideans, companié generosamente con nosotros suinvesigacién sob de esta locura: Le postiisme est ot cule des mor, tad Pati, EP, 2001 DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. ar tuvo su crisis, Cuando en 1829 abrié el curso por segunda vez en la misma direccién, Esquirol, Fourier y Broussais eran esos happy few. Su delirio tenia un aire de familia” con el de Gilda, quien, como él, habia recorrido todas las edades de la humanidad. Sucesivamente ~y no sin estrépito-, ella se habia identificado con las Diosas Madees del mundo entero, Ast era como la poli- cia llevaba a la diosa al hospital una y otra vez. Ella fue més all de las obras con las que habia abonado su tesis, se haba convertido en esas figuras sagradas, las habia reactuatizado, en una fusiOn de identidad,”! pero sin ninggin ritual que la protegiera. a escuela positivista tuvo escisiones que rechazaron con ierto bochomo esos episodios criticos, antes de emigrar hacia América Latina (la bandera de Brasil todavia lleva la divisa po- sitivista “Orden y progreso”), Por su parte, Auguste Comte, a pesar de unas crisis similares que sobrevinieron veinte afios después y fueron mejor resueltas, nunca reneg6 del saber des- ccubierto durante esos episodios. Citemos un pasaje de su “Pre- facio personal” del tomo vi del Curso de filosofia positiva, fe- chado en 1842, donde evoca su crisis de la primavera de 1826 Sabiamente librada a su curso esponténeo, esta crisis sin duda hhubiera restablecido enseguida el estado normal. Pero gracias a la desastrosa intervencidn de una medicacién empirica, en elestablecimiento del famoso Esquirol, el més absurdo de Tos tratamientos me condujo répidamente a una alienacién muy caracterizada, Luego de que la medicina,finalmente y por for- PL, Wittgenstein, Investigations philosophiques, op. cit, pp. 67 y 179. 7G. Nagy, “LAphrodite de Sappho et la femme changeante des Apaches’, ‘en La Poésie en acte, op. cit, pp. 113 y 88. 88 LECCIONES DE LA LOCURA tuna, me hubo declarado incurable, el poder intrinseco de mi organizacién, asistida por los afectuosos cuidados domésti- os, triunfé naturalmente en pocas semanas, a principios del invierno siguiente, sobre la enfermedad y en especial sobre Jos remedios. EI éxito, en esencia esponténeo, se hallaba tan consolidado 18 meses después, que en agosto de 1828, sir- vigndome de la célebre obra de Broussais De la iritacién y de 1a locura, wilicé ya filosoficamente las luces personales que la triste experiencia acababa de procurarme tan caramente s0- bre este gran tema. [...] Cre deber protegerme, por esta fran- a exposicién, contra las insinuaciones infames que podrian suscitar secretamente las diversas animosidades que desper- tard, cada vez més, el desarrollo de mi nueva filosofia.”> Lo nuevo de esta filosofia, cuando se aplica a la locura, no es el ‘triunfo del estudio del cerebro, como podria esperarse de un que- hacer légico-positivista. Su teoria define la locura como un “ex- ceso de subjetividad” que justamente constituye el rasgo prin- cipal de la alienacién. Reconoce la emergencia “insurreccional” del sujeto, excluido por la investigacién anatémica, pero sobre todo desterrado por Jas conmociones politicas que rompen el lazo entre los vivos y los muertos. junca la palabra alienacién, desde. un punto de vista etimol6gico, pudo convenir mas que en este triste caso, cuando el conjunto de las poblaciones obj desconoce brutalmente el noble yugo del pasado, aun sofian- do con el porvenie?> 7 Chtado en P. Arbousse-Bastide, “Auguste Comte et la folie, op. ct, p. 48. 73 Carta de A Comte al doctor G, Audiltent, tid, p. 59. DEI. HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 89 Desafiando las certezas de la anatomopatologia reinante, Au- guste Comte, en una “definicién sociologica del cerebro’, plantea que este Srgano es un “aparato de la accién de los muertos sobre los vivos'”* Esta poderosa definicién que nada tiene que ver con un imaginario mérbido se une al paradigma del orden simbélico mismo, primero como funci6n ritual de “exorcizar la muerte, ha- cer morir la muerte’, como nos lo sefialan Wittgenstein”’ y La- can: “El primer simbolo en que reconocemos la humanidad en sus vestigios es la sepultura, el expediente de la muerte se re- conoce en toda relacién donde el hombre viene a la vida de su historia’ De alli que podamos apreciar el diagnéstico de Au- guste Comte sobre la enfermedad occidental: “una insurreccién ‘continua de los vivos contra los muertos’. ¥ que podamos recor- dar la figura emblemética de Antigona con su hermana Ismene "No te preocupes: ivives! Mi vida (psykké) hace mucho que esté muerta, de tal suerte que puedo ayudar a los muertos"”” EI sujeto de Ia Jocura en Auguste Comte trabaja para anu- dar los traumatismos de la pequefia historia y de Ja gran His- toria, en una inscripcién de la cual da cuenta su obra. El cti- tica la “esterilidad de los trabajos sobre la fisiologfa cerebral’. Frente al vértigo materialista y doctrinal en el que podria per derse un sujeto asi, el filésofo aconseja leer Don Quijote, que para él encierra una leccién ejemplar: “La admirable composi cidn de Cervantes caracteriza profundamente la manera en que nuestras emociones modifican nuestras sensaciones, es- 7 Cartas a varios, ibid, p. 68. zemarques sure Rameau dor de Frazer trad. ft. de) ymme, 1982, p. 22 [trad esp. Obsereaciones a La ad, de, Sédaba Gatay, Madrid, Tecnos, 2001} 75}, Lacan, Herts op. tt, p. 139. 7 S6focles, Antigone trad ft. de P. Mazon, Pars Les elles Lettres, 1955, v% 1559-562 [tad. esp Antigona, ad, de A Alamil, Barcelona, Planeta, 1995), 80 LECCIONES DE LALOCURA bozando la verdadera teoria de la locura antes que cualquier bilogo’7 Auguste Comte tenia en qué reconocerse en el Caballero de Ja Triste Figura, Como Cervantes, él también habia que- dado atrapado en las convulsiones de su tiempo. Habfa nacido en 1798, bajo el gobierno del Directorio, en el seno de una fa- milia modesta, apegada al Antiguo Régimen y a su religiSn, y habia perdido a una hermana menor, de corta edad, bautizada en la clandestinidad, igual que el resto de sus hermanos y que 41 mismo. Poco antes de su crisis de locura, perdi6 a su vez a ‘una hijita que habia tenido de una relacién con una mujer casada, una hija muy querida en secreto, a quien visitaba a escondidas, Uno puede preguntarse si la importancia que ad- ( quirieron para él los ritos finebres después de la muerte de Clotilde de Vaux en 1846, la Dama de sus Pensamientos, no std ligada a esos duelos confrontados con enormes turbulen- cias hist6ricas masivas en el registro de lo Simbélico. Fue en- tonces, en 1849, cuando fund6 la Religién de la Humanidad y la Iglesia Positivista, que lo alejaron de numerosos discipulos. Pero hay un segundo orden de hechos que lo acercan a Cervantes. Recibido muy joven en la Escuela Politécnica, poco después de Ia creaci6n de esta instituci6n durante la Revolu- ida, fue uno de sus alumnos més brllantes. All los estudian- tes, formados en disciplinas cientificas, tenian estatuto de ofi- Giales. En 1814, Comte y otros condiscipulos se preparan para pelear y dar su vida por la defensa de Paris cuando la coalicién de los ejércitos europeos, oponiéndose al regreso de Napoleén, amenazaba la capital. 7 A, Comte, Systime de politigue positive, t.1, p.712 (tad. esp. Ensayo de un sistema de politica positiva, México, UNAM, 1978), ctado en P. At- Dbousse-Bastide, “Auguste Comte et la fli’ op, ci, p. 52. DEL HUNDIMIENTO DE UN MUNDO. 91 Luego de Waterloo, durante la restauracién de la monar~ quia, Comte fue juzgado demasiado subversivo y revoltoso. Fue directamente expulsado de su escuela, Nunca se repuso, ni moral ni materialmente, del traumatismo que desde siem- pre, desde Aquiles hasta los soldados actuales, quiebra a aquel que ha sido traicionado por su propio mando.” Toda su vida vivié en una gran precariedad financiera y dependié, ademas de las lecciones que daba en la calle Monsieur-le-Prince frente a.un pequefio ntimero de discipulos, de la ayuda de Stuart Mi que junto a algunos alumnos ingleses le otorgé una pensién durante algtin tiempo. Advirtamos de paso que este tiltimo desempeiié un papel importante en el rescate de genios traumatizados, El famoso naturalista Jean-Henti Fabre, “monsieur Fabre" (1823-1914), pudo elaborar su obra gracias a él Era maestro, pero continué con su trabajo de entomélogo en soledad en el departamento de Vaucluse, donde conocié a Stuart Mill, que vivia en Avifion y lo acompaié en sus paseos. Cuando en 1871 sintié cercana Ja muerte, blanco de las chicanas de sus colegas, enfermo y sin. recursos, le escribié a su amigo que habia vuelto a Londres. Stuart Mill respondi6 inmediatamente y le envié 120 libras que le permitieron romper todo vinculo con el cuerpo docente, A partir de entonces, Fabre escribié una obra inmensa, que le valié el nombre de “el Homero de os insectos’®? ‘Auguste Comte pudo superar sus crisis en numerosas opor- tunidades gracias a su Dama, Clotilde de Vaux, que para él fue, en la vida y en la muerte, como Dulcinea para Don Quijote, J. Shay, Achilles in Vieinam. Combat Trauma and the Undoing of Cha- racter, Nueva York, Touchstone Books, 1995, pp-3-21, ‘8 J-H, Fabre, Les Inectes adaptacién francesa de C. Loriot Prévost, Centurion nature, 1980 [ttad, esp: Costumbres de los iasectos, Ma atid, Espasa-Calpe, 1940), 92 LECCIONES DE LALOCURA dama cercana jana del amor cortés. Es decir, en los hechos, el Ouzo por excelencia, la direccién de sus pensamientos, el ga- ante de la posibilidad de pensar, y que no lo traiciona. Esta fOrmula también nos acerca a Descartes, pues Auguste I tinico que da cuenta del poderoso lazo entre el 0 y los entusiasmos cuasi delirantes. Habiendo pasado por un momento semejante en 1619, Descartes no dej6 de anotarlos ¢ incluso de reivindicarlos, Pues se trata del fun- damento mismo del famoso Método, piedra angular de toda la filosofia cartesian, incluidos sus descubrimientos cientificos. IL, Del principio de objetivacién a la génesis de un sujeto UDE LA LESION EN EL CEREBRO A LA LESION EN EL OTRO? Neurologia y psicoandlisis. Un desafio contemporineo Dado que somos tan positivos como Auguste Comte, no nos embarcaremos aqui en una oposiciGn simplista entre biologia y psicoandlisis. Un campo de investigacién define su rigor, re- ites de sus investigaciones y dejando de menos, que son sacrificados para establecer las, fronteras de su validez, Imptesionados por libros como los de Oliver Sacks y Antonio Damasio, alguna vez, hemos llegado a hablarles directamente de ellos a ciertos pacientes, no sin efecto transferencial en sintomas andlogos a aquellos que des- cribe la neurologia, Pero en este caso no tienen la menor rela- ‘cién con ninguna lesi6n. La mayoria de las veces, las neurociencias se refieren, en laboratorio, a un concepto de conciencia atado al principio de objetivacién. Asf, deben descuidar procesos inconscientes, que de hecho son imposibles de aprehender rigurosamente por fuera de la dimensién de la transferencia, Entre los médicos, sin embargo, algunos investigadores como Oliver Sacks mues- tran permanentemente, en sus descripciones, que esta dimen- 93 94 LECCIONES DELA LOCURA sion les es familiar, Por nuestra parte, conocemos demasiado bien nuestros propios limites respecto de las ciencias duras. Aqu{ no se trata tanto de oponer la formacién cientifica a los, estudios filos6ficos o literatios, sino de trazar, a través de una practica cotidiana, una regién de conocimientos particulares, explorada por la locura y sus analistas. Winnicott nos habia advertido que esos pacientes, fa rizados con las fronteras entre la vida y la muerte, obligan a sus analistas a movilizar amplios dominios del saber y Ia cul- tura: “Yo sostengo que estos fendmenos que oscilan entre la vida y la muerte para nuestros pacientes esquizoides 0 border- line son los mismos que aquellos que aparecen en nuestras experiencias culturales’! Incluida la cultura cientifica contem- pordnea, accesible a través de investigadores que, como Erwin Schrddinger consideran su deber informar al paiblico cuando ‘sus descubrimientos originan revoluciones cientificas. EI plazo de cincuenta afios que el descubridor de las ecua- clones candnicas de la mecénica cudntica estima necesario para que las transformaciones epistemoldgicas lleguen al pi- blico es digno de atencién. Pues William Faulkner hace la misma observacién a propésito de la guerra de Secesién, sobre la transmisién de las transformaciones mayores de nuestras, sociedades. Su obra literaria halla el momento de su creacién a partir de ese tiempo transcurrido: Cincuenta aftos atrés, cuarenta y ocho para ser mas exactos, nego cuarenta y siete, cuarenta y seis, puesto que corria el D. W. Winnicott, Jeu et Paris, Gallimard, 1975, . 1 Barcelona, Gecisa, 1982) 2 Schradinger, Piysique quarntique et représentation du monde, trad. ft de J Ladebre, Paris, Seull, 1992, p. 30. ad. fr de J-C. Monod yJ-B. Pontalls, [trad esp: Realidad y juego, ad. de F. Mazia, DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION, 95; afto 64 y el 65 cuando aquel jirén de ejército, harapiento y diezmado, recorrié Alabama y Georgia y entré en Carolina, barrido no por un ejército victorioso que seguia sus huellas, sino por una mazea inmensa de nombres de batallas perdidas por ambos bandos.* Por nuestra parte, verificamos con regularidad el mismo plazo, en el trabajo que nuestros pacientes nos levan a hacer con ellos, para las catéstrofes histéricas del siglo xx. La escritura de este libro, a su vez, tiene lugar unos cincuenta afios después del final del segundo conflicto mundial, Como -es decir, des- tinado a quién— empezamos a redactarlo? Por su parte, el neurélogo Antonio Damasio escribié "como si mantuviera una conversaci6n con un amigo imaginario, in- teligente, curioso y culto, que no sabe mucho de neuro pero tiene una gran experiencia de vida‘ Nosotros decidimos sentamos en el precioso sill6n de esa conversacién. Por su- puesto que ese sillén puede convertirse inopinadamente en el Asiento Peligroso -el sitio vacio de la Mesa Redonda® donde Merlin predecia que nadie podia sentarse sin correr los mayo- res peligros- en el encuentro con lo Real que nos retine con muestros pacientes y nuestros colegas cientificos. Estos ilti- mos, en efecto, y en la misma medida que nosotros y nuestros pacientes durante el trabajo del andlisis, se enfrentan con el 3 We Faulkner, Absalon! Absalon trad. fr. de R.N, Raimbaul, smaré, 1953, p. 296 [trad. esp. Absalon, Absalon, trad. de B.F. Nelson, Bue nos Aires, Emecé, 1965] ‘Antonio Damasio, LErewr de Descartes, tad. fr. de M. Blanc, Paris, Odile Jacob, 1995, p ‘esp: El error de Descartes La razin de las 96 LECCIONES DELA LOCURA ploraci6n de lo Real, Para ellos, en la naturaleza; para nosotros, entre los hombres. 7 Asi pues, henos aquf, como dice el neurdlogo, en el medio de una conversacién con un amigo imaginario, que sabe poco de Ta préctica psicoanalitica de la locura pero esta al tanto de los ries- {g0s corridos por cada descubridor de los mundos inexplorados de nuestro mundo. Objetivacion/Positividad. Un nuevo paradigma para el psicoandlisis En sus Conferencias Tamer, que tuvieron Tugar en Cambridge en 1956 y fueron publicadas con el titulo Mente y materia$ Eewin Schrédinger habia insistido sobre los impasses del principio de objetivacién a escala de las particulas, y sobre la necesidad de su reemplazo por el estudio de las distancias y las interacciones con el dispositivo de observacién. Sugeria que el estudio de la psiquis, se chocaba con impasses semejantes, y que no cabia separar con ‘un muro estanco ambos campos de conocimiento. Schrodinger lamaba directamente a los “psi” a volver a examinar la “maniobra inicial" de exilio del sujeto, Alrededor del siglo v a. C, en Grecia, dicha maniobra habia instaurado el “principio de objetivacién” que hacfa posible la ciencia clésica? © Schrodinger, “Le principe dobjectivation’ en LEsprit et le matitre, trad fie intrd, de M. Bitbo, Pars, Seal, 1990, pp. 185 y ss. trad. esp: Men ‘ey materia tad. de. Wagensberg, Barcelona, Tusquets, 1985}, y W Moore, Sdbrodinger Life and Thought, Cambridge, Cambridge University Press, 1989, p. 429 [uad. esp Erwin Schrodinger. Una vida, Madi, Akal, 2003) 7 Schrdinger, La Nature eles Grecs, tad. ft. de ME. Bitboly A. Bit “Hespérits, Pars, Seu, 1992 [trad esp: La naturaleza y los griegos, trad. ‘V. Gémea Pin, Barcelona, Tusquets, 1997), DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 7 Por supuesto, nos tranquilizaba, “no toda la ciencia tiene que empezar de nuevo". ‘Apasionado por la biologia, a Schrddinger le gustaba citar a su amigo Sherrington, premio Nobel en 1932, que profetizaba las derivaciones que reducirian el encéfalo a un conmutador telefonico -hoy diriamos una computadora-, confundiendo los cables de la maquinaria electrOnica con los mensajes que esos cables transmiten. Schrodinger menciona incluso a un alumno de Sherrington, John Eccles, premio Nobel en 1963, que desafia en su campo de investigacién a los “crticos materialistas’. Estos iiltimos sostienen que hay dificultades irremonta- bles que se oponen a la hipétesis de que algunos aconteci- mientos mentales no materiales, como un pensamiento, de al- gin modo pueden actuar sobre estructuras materiales, como neuronas de la corteza cerebral, Eccles arriesga que “es sible salir de ese impasse, Pues las dimensiones de las estructu- ras que sirven a la transmisi6n sin4ptica son tan infimas que se las puede hacer funcionar de manera andloga a los campos de ptobabilidad de la fisica cudntica’® De acuerdo con nuestra modesta experiencia, podemos decir que existe la misma urgencia por efectuar ese “nuevo examen de la maniobra inicial” cuando se llega a las orillas de la Jocura. Omnipresente y hoy socialmente todopoderoso, el principio de objetivacion empuja a la sumisiGn. Hemos visto que, reducidos a la pasividad, hay pacientes psiquidtricos que legan a convertirse a si mismos en objeto de esas seudocien- cias, Es entonces cuando lo trigico raya en lo absurdo y puede despertar la vena c6mica, como en la feroz sétira de Monte 98 LECCIONES DE LALOCURA miseria:? wna instituciOn psiquidtrica donde los pacientes pa- san por la licuadora de todas las doctrinas en boga en Nueva Inglaterra. Pero el desafio sigue siendo que un sujeto se des- haga de la objetivacién. En efecto, renunciar al principio de objetivacién no significa que la arbitrariedad reine en el campo abierto por ese nuevo paradigma, No significa tampoco que no se produzca nada ri- guroso. Auguste Comte, que extrae las lecciones cientificas de su locura, habla de una “positividad’, e incluso de una “sobre- positividad’ De igual modo, Apollinaire, en una carta a Paul Dermée escrita en 1917,!° encuentra en esa huella las palabras “superrealismo* y “superrealidad', Por entonces, el poeta, mar- cado por una ‘estrella de sangre’, se estaba recuperando de una herida de guerra en la cabeza. La locura, pequefia 0 grande, se analiza a través de las dis- tancias donde el interlocutor se halla necesariamente ubicado, por ejemplo a través de la relaci6n imprevisible entre analista y paciente. En esos momentos, cuando se muestra lo que no puede decirse, s6lo el andlisis de interferencias registradas sin que lo sepan el analista ni el paciente esté en condiciones de producir el sujeto de la investigacién, y por lo tanto de rodear poco a poco lo Real de que se trata Singularidades, impresiones furtivas, fugitivamente pereibidas por el analista sin duda forman parte del campo y el proceso de investigaci6n, con la condicion de que el analista sea capaz, en un segundo momento, de elaborarlos; y en un tercer momento, de dar cuenta de ellos a su paciente. Del mismo modo, las excepcio- °S. Shem, Mouont Misery, Nueva York, Ivy Boo riser. cad. de J Zulia, Anagrama, Barcelona, "ML Nadeau, Histoire du surréalisme, Pais esp: His. tora del sureatismo, tad. de R, Navarro, Valencia, Ahimsa, 2001), rad. esp: Monte DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 99 nales dotes de observacién de este wihimo, sus facultades para {nterpretar las expresiones del rostro, del paisaje, de la atmésfera, forman parte integral de la investigacién: sabe distinguir entre una sontisa sincera y la mimica impostada, distingue los momentos en que el psi le plantea preguntas verdaderas y cuando sélo finge ‘hacerlo para sonsacarle informacién supuestamente objetiva." “Superpositividad” de Ia locura Esta *positividad’, punto clave de la investigacién en el trabajo analitico con la locura y el trauma, bordea el dominio de lo Real. ‘Una de las maneras de representar esta instancia, que por defini- ci6n es irrepresentable, es abordarla en su relacién con los otros dos érdenes: lo Simbélico y lo Lmaginario. La famosa sigla laca- niana nst adquiri6 la forma de la hoy célebre figura del nudo bo- rromeo. Lacan lo tom6 en préstamo del blas6n de los Borromeo; esté compuesto por tres anillos enlazados, un poco como en el emblema de los Juegos Olimpicos. Pero el anudamiento es dife- rente: “Si cualquiera de ellos se corta, los otros dos se liberan"? (Este desanudamiento es, para Lacan, la figura misma de la locura. ~ Aqui pretendemos acercar esta imagen sofisticada -que, mientras Lacan la elaboraba, requirié la contrbucién de matemé- ticos dela teorfa de Los mucdos- a las formulaciones de H. $. Su- liivan en un articulo escrito hacia el fin de la guerra. Justo des- pués de esa confrontacién com lo Real, cuando la herramienta de 8 A Damasio, LErreur de Descartes, op. cit, p. 187 esp: El seminarie sy J Sucre, Buenos Aires, Paidés, 2001} 18 P, Soury, Chaines ef neds ed, de M, Thomé y C. Léger, Pars, 1986 [tead. esp: Cadenas, nudosy superfcies en a obra de Lacan, trad. de P.Ro- sn y R, Kenia, Buenos aires, Xavier Boveda, 1984] uo 100 LECCIONES DE LA LOCURA Jos nombres y de la palabra se vio rota por los asesinatos en masa, Sullivan insistié sobre el ‘cordel de palabras” (string of words) Probablemente sea cierto que podemos hacer la experiencia de lo que fuere por un lapso indefinido, y sino tenemos la suerte de pasarlo a través del proceso que llamamos “formular’, en- tonces no sabemos muy bien lo que estamos haciendo, y por cierto no podemos decir nada sobre ello a nuestros hijos Sullivan produce entonces una palabra, nexus, que le gusta hace ya tiempo (y que también, dice, le agrada a Whitehead, tun matematico y légico inglés contemporaneo suyo y de Witt- " Los nifios también son muy répidos en detectar las zonas, de petrificacién, aunque sean fugaces, de quienes se supone que deben cuidar de ellos, Pueden expresarlo mediante afirma- ciones que a veces son raras, que equivalen a preguntas, con una percepcién agudizada de los vacios del otro, registrados quizd por aquello que Damasio llama “receptores corporales'2? Hay circunstancias en que la conciencia es alterada no pot da | fios cerebrales sino por dafios que alteran la dimensién de la | alteridad, hasta abrir la paradoja de convertirse en sujeto del "Lhypathése des marqueuts somatiques', en LErrewr de Descaries, op. cit, pp. 215 y ss. 106 LECCIONES DELA LOCURA suftimiento del otro y de su expresién, especialmente cuando ese otro es incapaz de sentir algo. Los “hijos” de Phineas Gage Para la neurobiologia, un caso clinico esté a punto de ser tan fa- ‘moso como el caso Schreber* lo es para el psicoandlisis de las psicosis, La mitad del lobulo frontal del cerebro de Phineas Gage habia sido destrozada por una barrena en un accidente de tra- bajo, en el siglo x1x¥ Como consecuencia, el paciente tena una cextrafia apariencia de perfecta normalidad y una buena capaci- dad para razonar, que contrastaban con resultados catastr6ficos en la vida cotidiana. Las lesiones frontales incluso dieron origen aun diagnéstico que se hizo popular: en francés, hoy yo puedo tratar a mi vecino de frontal {incapaz de expresar sus emociones e incoherente en sus decisiones), de la misma manera en que él podria tratarme de paranoico, histérico 0 perverso, Ahora bien: nuestro trabajo clinico nos acerca a descen- dientes de varios Phineas Gage cuya corteza cerebral no habia sido necesariamente mutilada, pero cuyas emociones sin em- bargo habrian sido perturbadas, anestesiadas, con consecuen- clas desastrosas (como por ejemplo, pésimas decisiones sobre 2 Freud, “Remarques psychanalytiques sur Tautobiographile dun cas de paranoia (le président Schreber’ en Cing Prychanalyses, tad. fee M. Bona parte y R Loewenstein, Pars, PUE, 1970, pp. 263 y ss, tad. esp: Sobre caso ide paranoia descritoautobiograficmente (Caso Schreberen Obras completa, ‘xu, ad de]. 1 Eicheverry, Buenos Aires, Amorrortu, 2000), pattir de D. P. Schreber, Mémoires d'un néoropathe, wad. tc de P. Duquenne y N. Sls, Pais, Seuil, 1975 [tad, esp: Memorias ce un enformo de nervio trad. de R. Alcalde, ‘Madrid Sexto Piso, 2008). >A, Damasio, “Désagrément dans le Vermont en Lrreur de Descaries, op. ci, pp. 19 y 86. | justofinjusto, vergienza/orgullo,felicidad/infelicidad, etcétera. DEL PRINCIPIO DE OBETIVACION. 107 en la expresin de incapaces de transmitir ciertas oposiciones \" El funcionamiento cognitivo a menudo enmascara esa ca- rencia como hipernormalidad: la indiferencia pasa por sabidu- 1a; la insensibilidad hacia los demas por devoci6n a causas le- janas; la habilidad retérica por inteligencia. Una sensibleria autocentrada, bien observada por Damasio, y que resulta enga- fiosa, reduce los colores del mundo a una visién monocromé- tica que priva a los que lo rodean de informacién esencial, ‘como de las sensaciones y los sentimientos que la vehi ‘Nuestros pacientes perpetiian la presencia de ese que perdura en la anestesia de varias generaciones. Esa gran dis- torsi6n rige la transmisién de Tos traumatismos: una insensibili- dad afecta todo aquello que recuerda a la catéstrofe, mientras en Ja familia ¥eina una seudonormalidad. S6lo uno de sus miem- bros sigue mostrand6 que algo no va: historias de lazos sociales destrozados, cuya expresién se ve amenazada de extincién. Si llegan al analista, esos descendientes slo pueden mani- festar una vergilenza omnipresente, una infelicidad indivisa, ‘una injusticia radical, la tristeza en todo nivel de una catéstrofe inminente que no pueden nombrar ni tampoco alejar. Desde hhace algiin tiempo, el diagnéstico de depresién llega primero, como un reflejo condicionado que barre el vasto espectro desde el nacimiento hasta la muerte, con la prescripcién de an- tidepresivos ad hoc. Recetadas de por vida, las drogas se com- binan cada vez mas con descargas eléctricas periédicas, trivia- lizadas con la sigla TEC, lamadas “de confor, en las que es facil reconocer el viejo electroshock "benigno’. En efecto, hoy 28 Terapia electroconvulsiva || bre de los otros, en nombre de los suyos, un representante del 108 LECCIONES DE LA LOCURA en dia algunos pacientes se presentan lo més tranquilos en su primera cita, con la cara rigida en un “todo bien" discordante. Pero cuando se los interroga sobre la dimensién ‘ambiental’, ‘como dice Damasio, no hay que dejar de lado el hecho de que el individuo aqui presente no estélimitado a su caja craneana y a las neuronas que ella encierra; hay que considerar a todos aquellos ‘con quienes él esté vinculado# por diversos juegos de lenguaje, e incluso, en casos precisos, por la ansencia de cualquier “teatro del cuerpo’?” A menudo ocurre que su linaje atraves6 espacios més alla del bien y del mal, en coincidencia con las turbulencias hist6- ricas, politcas y sociales del siglo, y en parte se detuvo all. {Dénde y cudndo? so es lo que viene a averiguar, en nom. | linaje en mala situacién cuando ya ha agotado sus recursos. | 1 Esta catdstrofe siempre futura rompié los limites imaginarios que separan el adentro del afuera, el futuro del pasado, el uno del otro, comprometiendo hasta la dimension simbélica de la alteridad: como se ha derrumbado la fiabilidad del otro, otra \, vez debe ser sometida a prueba “Una muerte en la familia® EL neurélogo al rescate del psicoanalista He aqui una historia clinica en la que el analista hace uso de la historia de Phineas Gage. S6lo que en este caso no hay lesion Ef relatos cen en sus cereroniss os sou lakers de Dako- adel Suz 8 J. McDougall, Theatres du corps, Paris, Gallimard, 1989 [trad esp: Tea- frost cuerpo, trad, de A. Domingues Palin, Madrid, Julian Yébenes, 1996) 2. Agee, A Death ts he Ferm, Nueva Yor, Bantam Books, 1969 trad. esp: ma mucre en a felt wad, ce C. Criado Femndes, Madi, aza, 2007, DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 109 de ningtin 6rgano; es la propia dimensi6n de la alteridad la que est lesionada. "Tristan tiene unos 40 afios. Se lo reconoce como a un maes- tro en el arte que ha convertido en su oficio. Lega a andlisis al borde de la quiebra, profesional y fami decisiones convirtié sus talentos en pesadillas y aqui esta, deri- vvado por su médico, que ya no confia en los psicotr6picos en su caso, Interrogado sobre otras catéstrofes anteriores, menciona, aunque con escepticismo ~"Todo eso esté tan lejos, 2qué quiere encontrar ahi"-, la muerte de su hermana, dos afios mayor, De ‘mala gana, revela las circunstancias del accidente “que no tiene nada que ver —repite él- con su desastre y su malestar actuales” A partir de entonces se expresa en presente. Tiene 4 afios. Esté con ella en un refugio en el medio de la calle, Su madre ya cruz6, llevando a otra hermana en el coche- cito, y su padre esté en la vereda detrés de ellos, esperando para cruzar, mirando para otto lado. El trai ga y toca la bocina con La chiquita suelta la mano de su her- mano y cruza -orriendo hacia su madre, Un auto que ‘viene a toda velocidad la atropella y ella es proyectada hacia la cuneta, donde él la ve retorcida como una mufieca de trapo. Cuarenta afios después se da cuenta de que es el tinico que puede repasar segundo a segundo la pelicula que ninguno de sus padres vio, De alguna manera, hoy de la calle y, un poco més tarde, en medio de la habitacion donde ve a su hermana tendida en una cama, con un gran mo- ret6n en la mejilla y la frente. Probablemente es entonces cuando le dicen que murié, La analista asiente sin decir palabra. Tristan protesta de inmediato: Eso no quiere decir nada. EI hecho se remonta muy lejos enel pasado, no LECCIONES DE LA LOCURA —De acuerdo —dice la analista-, pero ese momento no fue registrado como pasado; sigue suspendido como un presente fuera del tiempo. 4 no entiende: Soy como un boxeador que esta grogui. No dejo de reci- bir golpes en la cabeza, cada vez me vuelvo a levantar, sin pen- sar, sin dejar de pelear. Nunca me supe defender. Esta historia ocupé a la analista mucho més alld del marco de las sesiones. Ella tampoco dejaba de pensar en el episodio, sin sa- ber qué hacer con esta invasién. Al momento de escribir estas If- neas, recuerda que ella habia sido una hermana mayor més o me- nos de la misma edad, lanzéndose bajo las ruedas de una moto, envuna playa en circunstancias parecidas pero sin mayores dafis. Como justamente estaba releyendo los trabajos de Dama- sio sobre las lesiones frontales, se le present6 la ocasién para usar ese libro como objeto transicional éPodria ser —le dijo al paciente~ que el golpe en la sien de la chiquita produjera un efecto andlogo en su propia fr con consecuencias sobre sus capacidades para sentir el ins- 10 de conservaci6n, como dice usted? A la edad que usted en el momento del accidente, los nitios pequefios pue- den estar vinculados por algo que se llama “transitivismo": uno puede ponerse a llorar cuando el otro ha recibido el golpe. La analista piensa que esta hablando demasiado, que esta explicando demasiado, saliendo de su papel. . Por primera vez, este hombre, que hasta entonces habia conservado una distancia suave y amable, parece invadido por una fuerte emocién, Cuenta una experiencia extratia —Cuando estoy en el estado de gran concentracién que re- quiere mi trabajo, tengo un flash muy claro: veo la explosién de mi maquina que me da en la cabeza. Es una imagen muy precisa; demasiado precisa, diria. DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. mu Las sesiones siguientes transcurrieron elaborando decisiones radicales que él tomé répidamente para asegurar su supervi- vencia y salir del mal paso que se eternizaba desde hacia afos. Pues, aunque tenia dedos de oro y una inteligencia fuera de lo comin, nunca habia sido capaz de anticipar los peligros y los siesgos de la realidad. Pero el trabajo analitico apenas habia empezado. Como es que por primera vez se sentia actor, y no espectador, de esa secuencia dramética? El horror le leg6, pero sélo a partir dela impresi6n de la analista, pues hasta entonces su palabra de nitio no habia contado para nada. Las versiones oficiales, reco- sgidas en la prensa local, contaban la historia de un modo com- pletamente distinto, ¢ incluso divergente: a veces la pequenia estaba de la mano de su padre, a veces de la de su madre. Pero élera el tinico que habia visto el accidente que los adultos es- taban por una cuestién geométrica impedidos de ver. Desde entonces no habfa dejado de perseguir a su sflfide, bella nifia ‘inmortal, como un hada de la bruma, como una aparicion. La escena transcurria en una playa del Norte, cerca de Dunkerque. El abuelo habia participado heroicamente de los terribles combates que se habfan desarrollado alli durante la Segunda Guerra Mundial. La propia abuela se habia enrolado como enfermera de guerra, Ambos habfan visto mas de lo que podian soportar. Unos veinte afios después, la familia de Tris- tan estaba de vacaciones en casa de ellos. EI terror que se ma~ nifest6 el dia del accidente, no era el tinico que se habia aba- tido sobre los protagonistas del drama, El miedo impregnaba el lugar donde sus padres y sus abuelos habian visto caer a tan- tos jévenes. A su vez, el nifito habia sido dejado solo frente a lo que habia vist. La muerte de su hermana como iiltimo soldadito que muere en esas orillas no era concebible, Trataron de poner nn LBCCIONES DE LALOCURA buena cara, de blindarse, enmascarando la dolorosa verdad, La tumba de la pequefia fue rapidamente abandonada. El pro- pio Tristan no habia ido nunca lo cual, por otra parte, carecia para él de importancia, 2Acaso no tenia el poder de devol- verle la vida a través de su arte, de su propia vida? Desde la adolescencia siempre habia sabido cémo resucitar a sus jéve- nes amigas, que de hecho él elegia aplastadas por el peso de la vida, En su caso, hablar de lesién de la alteridad quiere decir que, a pesar de sus dotes extraordinarias, no habia nadie de con- fianza que pudiera, en esas ocasiones, tenerle la mano. La ana~ lista debia conquistar ese lugar de verdad, como dicen los chi- cos, y no formalmente, El leitmotiv de su falta de instinto de conservacién indicaba el blanco de su investigacién comin del tiempo y el espacio del trauma, LEso nos autoriza a decir | funciona aqui como causa de un déficit de la / conciencia de si? LA GUERRA ¥ LA PAZ EN EL PSICOANALISIS Una causalidad problematica En la linea de ese determinismo que sin embargo parece evi- dente, podrfamos haber predicho con facilidad que la vida de esa familia iba a verse trastocada: en apariencia, el pasado no puede cambiarse. La fatalidad parece regular el destino: la des- gracia, implacable, azota a una nifia una y otra vez, Como puede detenerse la autodestruccién, domesticarse el destino y berar su energia cteadora? No obstante, veremos més adelante que aquif el modelo causalista debe suspenderse y subvertirse. DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION.. Como sila muerte de un nifio no fuera suficiente, sobre los ‘trastomos de sus seres ms cercanos se abaten diagnésticos de- ficitarios, Causalidad genética de la depresién, bipolaridad, es- guizofienia, tendencia suicida son golpes que reciben, como la barrena de Phineas Gage. Suele decirse que no hay nada més normal que el hecho de que un nifio presente sintomas si una tia, por ejemplo, estuvo encerrada en un asilo. La antigua creen- cia de la transmisi6n hereditaria hasta la séptima generacién ‘busca, hoy por hoy, una garantia en la genética, en lugar de en- sefiamos cémo historizar los trozos cercenados de la Historia. 4Cémo pueden pensarse excepciones a la ley de hierro de la estadistica, que activa en el piiblico el terror sagrado de una maldici6n, segin un esquema que Sullivan” sefialé en los afios veinte, pero que se remonta a la noche de los tiempos? Los pacientes que vienen a vernos con la locura en la familia nos preguntan siempre lo mismo: “Usted cree que se puede torcer la fuerza del destino?"* Si el analista responde que si, en. un principio se lo considera un charlatén; si dice que no, se convierte en un instrumento de la Fatalidad misma, en griego, diosa que hace enloquecer. Semejante aporia constituye una parte de los desaffos que lanzan los pacientes que fre- ‘cuentan esas zonas de catéstrofe. La transferencia en los neurdlogos ‘Aquiinos topamos con uno de los impasses légicos més usuales enel Ambito de la locura y el trauma. La férmula wittgenstei- 2°11 S Sullivan, La Schizophrénie, un processus humain, trad. fe. de D. Saint-Agne, frés, 1998 liza. esp: La esquizofrenia camo un proceso humana, México, Herrero, 1964). 9G, Verdi, Lat fueraa del destino, pera, 1862. { niana ‘el lenguaje no es una 4 LECCIONESDELALOCURA "8" nos muestra la salida, EL filésofo nos pone en guardia al preguntarnos si “nombrar con- siste dinicamente en asignar una etiqueta a una cosa’, En ese | caso, si admitimos que esa cosa se rompe, “Excalibur, la es- pada de Arturo, no podria nombrarse, y la frase ‘Excalibur tiene una hoja afilada’ no tendria ningin sentido. Un nombre es, pues, lo que se utiliza también en ausencia de su soporte’? A Tristan no le faltaban palabras para “etiquetar’ lo que habia visto, pero faltaba alguien, un otro que las autentificara en la | ausencia de soportes, que habian desaparecido tiempo atrés. Pero si quedaban algunas formas, despegadas del accidente, que levaban una vida casi aut6noma, Estupefacto, Tristan las reconocié dispersas en sus creaciones y en el gesto de mos-, trarlas a la analista a ~ La apuesta del psicoandlisis freudiano, desde Proyecto de psicologia*® hasta Mas alld del principio de placer, desarrolla la génesis de la funcién relativa al lenguaje [fonction langa- Para mi, cualquier discontinuidad de los fenémenos es una ca- téstrofe. El borde de esta mesa, cuando la madera se transfor- ma en aire: es una superficie de separacién, un lugar de catés- trofe.[..] La accion de la sierra sobre la madera es la realizacion, de una catéstrofe elemental. [..] Esta catdstrofe estética es la ‘memoria de una catéstrofe dinémica que tuvo lugar cuando se fabricé esta plancha. Los cuerpos s6lidos conservan entonces, la memoria de todas las catéstrofes que suftieron. "5 R. Thom, Stabilité structurelle et morphogenése, Pari, Interéditions, 197 [trad. esp. Estabilidad estructural y morfogénests Ensayo de una teo- ria general de los modelos rad. de A. 1. Bixio, Barcelona, Gedisa, 1987); Paraboles et catastrophes. Entretiens sur les mathématiques, la science et la pphilosophie, Paris, Fa 1983, p. 6 [trad esp Pardbolas y catis Escriva, Barcelona, Tusquets, 1983); Apolagie dit 990; Prédive n’est pas expliquer. Entretiens avec 1991, pp. 28 y 49. 136 LECCIONES DE LA LOCURA Nos interesa esa discontinuidad, porque est en el principio de la necesidad de! simbolo, al alcance de todos: adultos, nifios e inocentes. Como ya lo mencionamos, el significado etimol6- gico de symbolon -medio de reunir- procede, en efecto, de una ruptura asf: es en ocasién de una separacién cuando el frag- mento de terracota testigo se rompe. Mucho después, incluso en la generacién siguiente, cuando los descendientes se en- cuentren, el otro fragmento de terracota se ajustard més o me- nos a la cesura de esa discontinuidad, lo que producird a la vex Ja huella y el medio para sobrellevarla y simbolizaré la alianza que se realiza durante la catéstrofe de una partida 0 justo des- pués de un contlicto. Notemos que ese hecho es lo que autentifica, en primer ugar, que realmente existié una ruptura. El sujeto de la pala- bra, que también es palabra dada, emerge de ese gesto. Renace a pesar de todos los intentos de anularlo al mismo tiempo que lo que sucedi6. No nos detendremos en los criterios de la ma- dre suficientemente buena, la good enough mother de Winni- cott,% que implica, ademas, un good enough Nombre del Pa- dre de Lacan.” Solo queremos seflalar el impresionante derrumbe del universo, para los nifios o los adultos infantili- zados, cuando se los deja en un estado de desolacién con el pretexto falaz de que “no pueden comprender’. la palabra puede cortarse radicalmente. En este punto, el Nom- bre del Pace, garante de la palabra dada, ya no puede conti- nuar funcionando. ‘Aqui nos referimos a un enfoque del lenguaje que tiene su ori- gen en el Otro ~marcado intrinsecamente por la incompletud— % D, W, Winnicot, Jeu et réalité, op. cit, p. 124. 77}, Lacan, “Fonction et champ dela parole et du langage’ op. cit, p. 278 DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 137 y no en una maquina de traduccién en el interior del créneo. La palabra procede de imagenes, colores, olores, gestos, pero siempre y cuando se autentifiquen en la dimensién del pacto ‘simbélico. Si, por ejemplo, esa madre turbada por el telegrama logté decir algunas palabras a su hijo para calmarlo, a pesar de su intranquilidad, su tono de voz habria transmitido, en esen- cia: *Pasé algo grave, no por nada sientes esta agitacién repen- tina. Las consecuencias serdn dificiles para nosotros, pero ten confianza’. En general, cuando el mundo se vuelve absurdo, los nitios tienden a pensar que ellos son Tos que causaron la catastrofe, pues no pueden explicarlo de otra manera, Luego arreglarén un poco el razonamiento y aprenderan a culpar al préjimo, cuando la construccién del yo y las relaciones imaginarias permitan las proyecciones. La tercera instancia de la funci6n simbélica, que no puede evocarse frente al absurdo y la negaci6n, se repliega entonces en dos dimensiones, que funcionan como remiendo de la logica: es preferible imputarse la causa de un hecho inex- plicable o pasarle la carga a otro que afrontar un hecho sin causa. Esta estrategia de supervivencia es una de las més efica~ ces frente al campo extraiio e inquietante de lo Real. Cantén, China, julio de 1985. Los silencios de una madre admirable™ Estas situaciones no son inusitadas. En la psicopatologia de la locura cotidiana nos tocé atravesar precisamente uno de esos ‘momentos catastréficos y pudimos contarlo a algunos de nues- 18 Relato resumido en F. Davoine, La Folie Wittgenstein, Pars, EPEL, 1992 rad. esp. La locura Witigensein, Buenos Aires, EDELY, 1993] 138 LBCCIONES DE LA LOCURA tos pacientes cuando fue necesario. Ocutrié durante un viaje a China, en 1985, con nuestros dos hijos pequefios. En este relato aparecemos nosotros con nuestros nombres. ‘Ya en la primera escala se anuncia una ruptura en la conti- nuidad de las vacaciones. Al borde de una piscina, descubri- mos que Frangoise tiene una leve protuberancia en la superfi- cie del vientre, indolora pero preocupante. A pesar del temor al cancer que surge de inmediato, decidimos que, para preser- var la tranquilidad del viaje, realizaremos las consultas médi- cas cuando regresemos, al mes siguiente, y que actuaremos in decir nada a los niftos. ‘Tres dias después, vamos juntos a visitar el zooldgico de Cant6n. Alli vemos un espacio tapado con telas cubiertas con cafacteres que para nosotros eran chinos (para los chinos tam- bién, por otra parte) que nos llama la atencién. Después de pagar un suplemento infinitamente médico, nos introducimos juntos, sin saber qué tipo de animal exético nos espera ‘Como en la época de oro de las ferias del siglo pasado, en las estanterias vemos frascos de varios tamafios que contienen una colecci6n de monstruos humanos, fetos siameses (si pode- ‘mos hablar, en Cantén, de tal diagnéstico), manos y pies de acromegilicos, fotograffas de gente andrégina, hidrocéfala, mi- crocéfala y otros freaks en formol. Al ver que los nifios abren Jos ojos como platos, Jean-Max se transforma répidamente en n profesor de ciencias naturales, con un toque filos6fico, que les explica la presencia en el lugar de esos cuerpos sin vida, que tienen un fin pedagégico de educacién colectiva: “La Na- turaleza sabe lo que hace; en general, no deja que sus errores Heguen a término, (En momentos como ése, uno hace lo que puede con lo que tiene) La visita y la tarde terminan sin otra sorpresa, ni pregunta alguna con respecto a esta exposicién mas bien exética, Pero DEI PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 139 al momento de acostarse el mayor, que generalmente se duerme inmediata y apaciblemente dondequiera que esté, nos llama orando desde la habitaci6n contigua. No puede dormirse. Su angustia resiste a todas las herramientas clésicas que se movi- lizan en esas circunstancias: la explicaci6n racional de la dife- rencia horaria, el calor, el cansancio, el cambio en la alimenta- ci6n, etc. Luego vienen los siempre eficaces cuentos de hadas, canciones infantiles, arrullos... nada funciona, Por el contrario, el nifio, sentado en el borde de la cama, ahora grita que ve monstruos por toda la habitaci6n. Sus padres, psicoanalistas, enseguida lo asocian con los monstruos de la tarde. Aliviaclos, le explican que esos seres im- presionantes lo han impresionado mucho, que no es grave, que es como una pesadilla, que todo va a desaparecer, sobre todo si se duerme rapido. El nifio grita més fuerte: esta vez realmente esta alucinando. Los padres incluso se dan vuelta algunas veces para verificar que en las paredes o las cortinas de ese insélito pais no puedan descifrarse extrafias formas, Finalmente, las miradas del padre y la madre se cruzan por encima del nifio afligido. Francoise, en un registro completamente diferente y con un poco de ver~ agiienza, le confiesa que, “en efecto’, algo anormal sucede en su vvientre: “No eres ti el que deberfa tener miedo, sino yo, Me des- cubrf un pequetio chichén en el vientre, que nos preocupé, at papé y a mi, Decidimos continuar con el viaje porque no me duele. Apenas volvamos, iné a consultar un médico’ El niffo se calma enseguida y concluye con ingenuidad: “Entonces, es que yo buscaba algo que me diera miedo” Son casi las tres de la mafiana. Se queda dormido mientras termina Ja frase. Su hermanito, que al principio de todo el desorden se ‘mostr6 curioso, duerme hace rato, dejéndole al mayor el en- cargo de terminar la tarea. 140 LECCIONES DE LA LOCURA Fue un lindo viaje. Mientras visitébamos varias tumbas de emperadores difuntos, a veces lenas de extrafias cohortes de te- rracota que acompafian al soberano més alld de la muerte, los nifios, risuefios, repetian a su madre con frecuencia: “En tu ‘tumba vamos a echar ean-de-vie’* Este es el nombre que se da a diferentes destilaciones que, a juzgar por el grado de alcohol, efectivamente parecen aptas para despertar a los muertos. Cuando volvimos, operaron a Francoise de un gran quiste en el ovario, afortunadamente benigno. Situaciones como ésta se repiten frente a sintomas que pa- recen psicéticos. Asi, ex bebés que crecieron demasiado rapido como para afrontar problemas que se hallaban fuera de su al- cance buscan como locos un compafiero que esté a la altura de su biisqueda. Sus preguntas, imposibles de articular, se ponen. de manifiesto, por ejemplo, a través de imagenes no verbales, hasta que encuentran a un otro capaz de responder. No existen diccionarios ni maquinas que puedan traducir esas imagenes. Por el contrario, la dimensi6n de la palabra puede perver tirse deliberadamente en técnicas de manipulacién de masas ~esloganes, mensajes subliminales- que impiden pensar. Aht se apoya la eficacia del universo ficticio (fictitious) ® de los to- talitarismos, en los que los seres humanos se han convertido en abstracciones superfluas al servicio de la Causa 0 el Movie miento: “Llamamos a los movimientos totalitarios sociedades secretas a plena luz del dia [..]; en un mundo completamente Ios fracasos no deben registrarse, admitirse darse”. Fn una escala particular, ése podria haber sido el primer * Literalmente, “agua de vida’ [IN dela T] 77H, Arendt, Les Origines du totaitarisme, op. cit, p. 388. El significado Ae fictitious limita con el de “raudulento DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. wt resultado de la anécdota, si se hubiera sometido al nifio ala primera doctrina oficial de sus padres. Imaginemos por un instante el siguiente escenario de ca~ tstrofe: Francoise, que continta representando ala madre ad- mirable, disimula y guarda el secreto, El nifio habrfa recibido Ja carga de la verdad cercenada de la historia. Se habria lan- zado a una exploraci6n hiperactiva 0 se habria encerrado en un repliegue hiperpasivo; hoy por hoy habria sido diagnosti- cado con rapidez.e invitado a entrar en raz6n con quimicos. En ese universo de cartén, también sus angustias legitimas ha- brian parecido superfluas. Luego, podria haberse vuelto adicto al sufrimiento mudo de su madre 0 a otras causas igualmente vacias y violentas, ‘Muchos nifios no recibieron palabras que les permitieran ‘mantener al margen los desastres que sufrieron sus padres y an- ‘tepasados. Por el contratio, igual que los hijos de Edipo o Medea, fueron abandonados, sacrificados en la itea del frente del odio, de las guerras, de las guerras civiles y domésticas; se los arm6 con fusiles, psiquicos o reales, para enviatlos como escudos hu- ‘manos a proteger a los adultos, que quedaron en Ta retaguardia, El analista vestido de bufon Pero en ese contexto, cuando se busca reviviscencia con el ana- ‘transferencia no es unidireccional, Es ah cuando vemos, al pasar alternativamente del lugar del paciente al del terapeuta, que, por ejemplo, las lesiones cerebrales no son la tinica causa de desafecto, Damasio precisa que esto puede verse con clari- dad en lo que él lama “sistemas sociales enfermos’®° que bus- © A, Damasio, LErreur de Deseartesop. ct, p. 231 1a LECCIONES DE LA LOCURA can aniquilar a todos los sujetos que se les resisten y aplican, incluso, la muerte psiquica y el lavado de cerebro, La escala puede extenderse desde una familia en particular hasta todo el Estado, Los pacientes que provienen de esos entornos totalitarios tienen dificultades para interpretar los “marcadores sométi- cos” que ven en los dems, incluso en sf mismos. Una confu- si6n que se les inyect6 deliberadamente los mantiene en un estado de duda constante sobre lo que sienten, Esta duda esta representada en la pelicula de Ingmar Bergman El huevo de la serpiente, en la que el protagonista, al investigar el suicidio de su hermano en los afios veinte, muestra con claridad el preém- bulo de las experimentaciones con humanos que comenzardn a perpetrarse a gran escala diez afios después, El cineasta mues- tra de qué maneta los discursos que pesan sobre ellos desmien- ten constantemente sus sensaciones. A veces, la contradiccién es tan insoportable que ef mismo aparato sensorial se ve ata- cado psiquicamente, Se podria creer en ideas delirantes de ne- ‘gaciGn de Srganos. Ahora bien, no se trata de un *Cotard# sindrome clasica~ mente cargado de ideas de condenacién, inmortalidad, nega- ci6n y negacién de érganos’, por lo demés muy poco frecuente en la actualidad, ya que los medicamentos modernos han lo- grado la inestimable proeza de silenciar la ausencia de drga- nos, Para dar cuenta de esos fenémenos debemos buscar pala- bras diferentes de “individuo’, “subjetividad’” o “interioridad’, que bloquean la reflexién en imagenes polarizadas por la dico- tomia adentro/afuera. En esos extremos preferimos represen- tar al sujeto como efectivamente dividido, pero dividido entre © HL By, P. Bemard y C. Brisset, Manuel de psychiatrie, Paris, Masson, 1967, 249 [uad. esp: Tratado de psiquiatri, Barcelona, Masson, 1978], DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 3 un paciente incapaz de sentir, por un lado, y, por el otro, un terapeuta impresionado, como una placa fotogréfica, por lo que se le muestra. Pues aqui el terapeuta se enfrenta a una situacién en la que debe confiar en sus propias impresiones, que detectan la vio- lencia y el terror que su paciente carga sin sentirlos. El ana- lista, entonces, est en guardia, como si fuera él mismo el que entra en la zona de peligro real. Pero s6lo puede formularlo a partir de representaciones que obtiene de zonas andlogas de su propia experiencia En esta encrucijada, y a riesgo de parecer un bufén, el ana~ lista debe expresar sus imprestones y animar, por asf decitlo, a un ser desafectado y, en esta ocasién, desubjetivado. Decimos entonces que sentimos, imaginamos, sofamos en lugar del pa- ciente. Al respecto, Sullivan hace una satira sobre el observador indiferente a la sociedad, contento consigo mismo ¥y con un juicio agradablemente “objetivo” en sus formulacio- nes verbales, No tiene ninguna “idea rara” o, més exactamen- te, no tiene ningtin contacto con sus propias “ideas raras":Iés- tas se desenvuelven solas durante su suefio y en el nonsense de sus suefios! Acertijo: {por qué no estudiar los suefios de los psiquiatras?™ Hay que tomar en serio esta propuesta, ya que, en efecto, de- bemos informar al paciente de ellos. De no ser asi, perpetua- ‘mos experimentalmente la ablacién de la alteridad perpetrada respecto de él, Benedetti nos dice que, en caso de transferencia psicética, “pasa algo mas que en la neurosis; pasa que el movi- 11.5 Sullivan, “La recherche soclopsychiatrique’, en La Schizophrénie, su processus Iaomain, op. cit, p. 276 144 LECCIONES DE LA LOCURA miento mismo del inconsciente s6lo puede manifestarse a tra- vés de la respuesta del terapeuta. [..] Hecho significativo: los ‘terapeutas que sueflan con sus pacientes siempre suefian para sus pacientes. Son suefios ‘terapéuticos”.® ‘Truce, Truth, Trust. “Entren al baile”®* La estabilidad del espacio y el tiempo en la especie humana no echa raices tinicamente en los programas biolégicos y la ex- traordinaria homeostasis de nuestros limites corporales. ‘Tam- bién se apoya en la dimensién de la promesa y de l cho mas fragil en los humanos que las leyes naturales que rigen las demas especies animales. En su propio campo de observaci6n, Damasio necesaria- mente pone esta dimensién entre paréntesis. Sin embargo, el neurdlogo deja que el “hombre” que hay en él la par del cien- tifico se ocupe de filosofar. Asi construye el “modelo de ser hu- mano" que subyace en sus hipotesis y experimentos, Se tata de organismos que, al nace, se encuentran dotados de ‘mecanismos automticos de supervivencia y que adquieren a través de la educacién y la cultura un conjunto de estrategias suplementarias, deseables y socialmente aceptadas, que les permiten tomar decisiones que, asu vez, aumentan sus posibi- 8G. Benedetti, ba Mort dans Vame, trad, ft. de P. Faugeras, Ramonville- Saint-Agne, frés, 1995, pp. 259 y 305. “ViHeamne, Adam's Task, op. cit, p. 134, asocta las palabras truce y frust alas que agregamos frufh. Acompafiades por la mente comin dee Anglesas (a tregua fe) damos lugar ala transferencia al eitmo de la canci6n:“ Vean cémo se baila /Salten (allen / Besen a quien quieran’ DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 145 lidades de superviv ésta y proveen la base de la construccién de la persona.®> Festejemos juntos el relleno de la brecha que habia entre la vida cotidiana y el sistema vegetativo. En el “Universal Studio" de la abstracciGn, se ve cémo unos egos rutilantes y bien edu- cados, propietarios de su vida privada y de sus imagenes men- tales, manipulan hébilmente esas mismas imagenes que pro- vienen del stock de sus recuerdos y toman en consecuencia decisiones correctas, por supuesto en el mejor de los mundos. Sin embargo, nuestros pacientes, que no presentan el perfil ideal para una agencia de empleos, ciertamente tienen otras cosas para ensefiarnos sobre el eslabén que falta entre el hom- bre-maquina,* su mecénica neurol6gica y los alegres actores de success stories Sobre todo, ensefian al analista otra manera de considerar sus sintomas, como instrumentos de investigacién adaptados a un mundo realmente extrafio, La mayoria también muestra una extrafia modificacién de Ja flecha del tiempo, cuyo curso a veces parece ir hacia atras 0 detenerse sin pasado ni futuro, Esta anomalia puede descri- birse como la destrucci6n de la “conciencia autobiogratica” que, en efecto, a veces puede estar causada por lesiones neu- rol6gicas especificas.*” Pero en ellos la destruccién alcanza al Otto, tan precario, de la buena fe, Entonces se perpetiia la di- mensién de un tiempo quebrado, petrificado, en zonas de ca- tdstrofes que tuvieron lugar hace muchas generaciones pero #5 A. Damasio, cartes, op. ct, pp. WO, deLa id. de A Taquierdo Sinchez y M. Ba- Madrid, Valdemar, 2000} © A. Damasio, Le Sentiment méme de soi, op. cit, pp-51y 146 LECCIONES DE LA LOCURA que contintian estando “presentes’ para algunos descendien- tes, incluso en medio de las success stories. En esa situacin de desesperanza, cuando se destruye la “confianza’, hay que recurrir a una “tregua” para garantizar nuevamente la “verdad". En Lacan, las dos nociones estén unidas Si dije que el inconsciente es el discurso del Otro, es para indi car el més allé donde se anuda el reconocimiento del deseo con el deseo de reconocimiento, Dicho de otra manera, ese otro es el Otro que invoca incluso mi mentira como fiador de Ja verdad, truth, en 1a cual él subsiste.. Puedo engatiar a mi adversario por un movimiento que es contrario a mi plan de batalla, pero en las proposiciones por las cuales abro con él tuna negociacién de paz, trie, es en un tercer lugar, que no es ni mi palabra ni mi interlocutor, donde lo que ésta le propone se sitia. Este Iugar no es otra cosa que el lugar de la conven- ‘i6n significante, [..] es decir, la relacién con el Otro que ga- rantiza la buena fe, trust 4 Se vuelve posible un nuevo juego de lenguaje, siempre que haya un otro que se muestre capaz de entrar en el juego. No cualquier otro y no cualquier juego. La mayoria de las veces, este otro ha atravesado un campo de experiencia paralelo; es el compaiiero, el buddy, listo para detectar el mas minimo de- talle en el cuerpo del otro, para salir con él del atolladero. Se instaura entonces un lenguaje silencioso a partir de imagenes ‘mostradas més que dichas, que muestran lo que no puede decirse, *J-Lacan, Eos op. cit, pp. 524 y 525. DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. ur “Aquello de lo que no se puede hablar...” Wittgenstein convirtié este delicado punto en el pasaje de su primera a su segunda filosofia, entre las dos guerras, cuando su salud mental comenz6 a preocupar a su entomo. La ttima oracién del Tractatus, “Lo que no se puede decir, hay que ca- lo’, se convierte entonces en algo que podriamos formular asf: “Lo que no se puede decit, no se puede impedir mostrar lo que no se puede decir’, fl bautiz6 esta “mostracién’ con el nombre de definicion ostensiva, que solo tiene lugar en la dimensi6n de la transferencia con el otro: “Su recepcién dependeré de las circunstancias y aquel que la re- ciba mostraré cémo la recibié por el modo en que la use" Eso era lo que esperaba, por ejemplo, el nifio mostrador de mons- truos en Canton, Hay que sefalar que Wittgenstein elaboré su Tractatus durante la Primera Guerra Mundial, en el frente oriental, en tuna situacién de soledad extrema en la que tuvo que enfren- tarse a la ausencia total de un otto con quien hablar” Ade- més, su tinico amigo, el inglés David Pinsent, cuyo recuerdo lo ayuda a resist, se encuentra en el lado del enemigo. Nunca més volverd a verlo, Sélo su trabajo filoséfico concebido en medio del peligro real y de los “suplicios del infiemno” lo ligaba a una comunidad espiritual. Elaborara su segunda filosofia, que Io hace salir del silencio, luego de su regreso a Cambridge en 1929, cuando finalmente encuentra su pequefio grupo de imterlocutores. © L Wittgenstein, vestigations philosophiques op. cit, p.28y 29. n, Carsets scores, 1914-1916, tad. fe. ¥ pres. de J esp: Cuadernos de otas (1914 1 Sintesis, 2009}. 48 LECCIONES DE LA LOCURA A Wittgenstein le hubiera gustado ser psiquiatra, incluso psicoanalista él alent6 a Maurice O’Drury? uno de sus es- tudiantes de filosofia, a tomar esta via y le regal6 la Trawm- deutung de Freud en 1936, cuando se recibié de médico. Dos afios después, justo antes del Anschluss, fue a Dublin a bus- car a O'Drury y le pidié que fo introdujera en su servicio del Saint Patrick Hospital, para poder hablar con pacientes “cr6ni- cos" con los que se encontré varias veces, incluso luego de la guerra, Pero en 1938 Tlegamos efectivamente al momento en gue la situaci6n politica que se vivia en su Austria natal lo afectaba en lo mas profundo. Durante la guerra, Maurice O’Drury fue médico militar de las campatias de Egipto y el norte de Africa; luego estuvo en el desembarco en Normandia, Volvié a ver a Wittgenstein entre 1947 y 1948, “Para mi -escribe~ fue una época de confusién emocional y de incertidumbres considerables; me era dificil retomar una vida normal luego de las experiencias de la gue- rra” Decidié entonces estudiar psiquiatria y Wittgenstein lo alent6: "Usted sabe al menos que hay més cosas en el cielo y en la tierra, etc, Pero me pregunto si tendré usted el sentido del humor que requiere ese trabajo" En sus escritos, O'Drury muestra las lecciones que recibié de 41: "La locura no debe considerarse una enfermedad; la lo- cura se sittia en el punto de contacto entre la investigacion #8. McGuinness, Witigensein, a Life. Young Ludvig (1889-1921), Lon~ [trad esp: Wittgenstein El joven Ludwig (1889-1921), “Recollections of Wittgenstein en Some Notes on Con sersations with Wittgenstein, Oxford, Oxford University Press, 1981. * W. Shakespeare, Hales trad. fide J Derocquigny, Pris, Les Belles Lets, 1989, 5, w. 165 y 166 luad. esp: Hamlet ud. de T Segov celona, Anagrama, 2002}: "Hay mas cosas en el cielo yen la tera, 0, deo que amis ha sonado vuestra floss DEL PRINCIPIO DE OBJETIVACION. 149 cientifica,filos6fica y psicoanalitica, del que da cuenta en su libro The Danger of Words? Alli vemos que un perfodo -que nadie imaginaba que era de entreguerras- realmente suscit6 investigaciones cientifi- «cas y psicoanaliticas a partir del desmoronamiento de un mun- do con el que nuestros pacientes nos obligan a enfrentarnos incesantemente. 2°R busca Dion de thd op ap. 136 26. asennad hy ers War don btgue di Dou de io Pah ss tae Dae fas 97 it ie act dr itn clas ead. de Meyer, tar amma, 18 ep: En cc des lgonee os ad doses Nas Fontoce DE LAS REVOLUCIONES CIENTIFICAS. Es verdad que la princesa Flizabeth, destinataria de este men- saje, tenia motivos pata entristecerse y deprimitse, como se dice en nuestros dias, luego de que su padre hubiera perdido el reino, y los checos sus libertades civiles, as y religio- sas por tres siglos. Elizabeth era la hija del elector palatino so- berano de Bohemia, Federico V, el "tey de un invierno’, derro- cado tras la decisiva batalla de la Montafia Blanca que, en noviembre de 1620, da inicio a la Guerra de los Treinta Afios. Descartes pudo asistir a una catéstrofe historica: el emperador ‘vuelve a tomar Praga, la ciudad en la que habian residido Ke- pler, Comenius, John Dee y Giordano Bruno, mientras las bi- bliotecas se incendiaban y las masacres despoblaban Bohemia y el Palatinado." El elector no podré superar la derrota y su hija Elizabeth se exiliard en Holanda Fl impacto de lo Real se ejerce, en cada oportunidad, sobre un sujeto que entonces pierde, para si mismo y a ojos de los demas, su consistencia misma de sujeto, Se vuelve un esquizo- frénico o un deprimido, una victima 0 un refugiado, incluso un tumor 0 un acténimo incomprensible, Prsp** por ejemp! como si esos nombres genéricos hubieran absorbido todas las singularidades. De hecho, entré en zonas de caos, en las que el “sentimiento de si mismo" asi como el ‘sentimiento de lo que ocurre’é estén comprometidos, a raiz de una catéstrofe social, 3A. Glucksman, Descartes, ces la France Pats Flammasion, 1987 p. 20, Post Traumatic Stress Disorder |teastorno por estrés postraumtico} Statistical Manual of Ment Disorder), revisado precisamente para introducie este nuevo diagndstico, ligado al regreso de los veteranos de Vietnam, 2 Nuestra traduccion del titulo The Feeling of What Happens de A. Da- fad. fr de C. Lazsonneut y C. Tercelin, 172 LECCIONES DE LALOCURA politica, natural 0 incluso famil corporal, e incluso neurolégica, r, relacional, pero también Asi, la convergencia de estas interrogaciones, clinicas,filos6fi- cas y neurologicas, nos ha mostrado cémo la ciencia en vias de formaci6n y la produccién de la locura se ubican en procesos cuyos criterios de andlisis son, en realidad, estrictamente los mismos. Descartes, hombre de ciencia, hombre de pensa- miento, hombre de pasién, es su sujeto por excelencia. EI nos ensefié que la préctica de su método requiere a menudo de largos viajes, para poner a prueba la critica de los prejuicios y volver a encontrar aquellos que, de vez en cuando, permiten dar un paso mas, En busca de este tipo de lecciones, incluso en el frente de sus propias guerras, Descartes contintia abriéndonos el camino: Y¥ como esperaba superarlo mejor conversando con los hom: bres que permaneciendo por més tiempo encerrado en el cuarto en donde habia meditado todos esos pensami proseguf mi viaje antes de que el inviemo estuviera del todo terminado, ¥ en todos los nueve aios siguientes, no hice otra cosa sino circular de aca para alli, por el mundo, procurando ser mas bien espectador que actor en todas las comedias que en él se representan, ¢instituyendo pasticulares reflexiones en toda materia sobre aquello que pudiera hacerla sospechosa y dar ocasién a equivocarnos, llegué a desarraigar de mi espiti- tu, en todo ese tiempo, cuantos errores pudieron deslizarse anteriormente” 2 R Descartes, Discours de la méthode, op. ct, p. 144, SEGUNDA PARTE LECCIONES DEL FRENTE

You might also like