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Coleccisndivsida por JOSE MANUEL SANCHEZ RON Versidn castellana de MERCEDES GARCIA y RODOLFO HERNANDI Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacién e de los ttulares «lel Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra Por cualquier medio o procedimiento, comprendlidas la reprogratia yeel tratamiento informético, y la distribucién de ejemplares dle ella, mediante alquiler o préstamo pitblico, Primera edicidn: noviembre 1996 Titulo original: Writings on Phystes an Philosophy © Springer Verlag Berlin Heidelberg 1994 © tlustraci6n de portada, Brad Holland, 1996 © Dela traduccisn, Mercedes Garefa y Rodolfo Hernindex © Dela traduccién de los textos de Pauli en alemiin, Concha Rolin © Dela versicn castetlana, Editorial Debate, S.A., O'Donnell, 19, 28009 Madrid LS.B.N.: 84-8306-031-01 Depésito legal: M.20,888-1996 Compuesto en VERSAL A. G., S.L. Impreso en Unigrat, Arreyomolinos, Méstoles (Madrid) Impreso en Espaita (Printed in Spain) Wolfgang Pauli ESCRITOS SOBRE FISICA Y FILOSOFIA Editado por Charles P. Enz y Karl von Meyenn Bane Wofgang Paudi (1900-1958) Foto hecha en 1953 en Zurich, en su nominacién como miembro cextranjero de lt Royal Society | i SUMARIO Wolfgang Panli (1900- 1956). Una introduccién bing Charles P. Bitz. WOLFGANG PAUL 1. Ma . 27 2. El significado filosdfico dela idea de complementariedad 39 3. Probabilidad y 49 4, Enel sesenta aniversatio de Niels Bok 57 5. Contribuciones de Sommerfeld a la teorfa cwinti 69 6. Amnold Sommerfeld f .. 83 7. Rydberg y el sistema periddico de los elementos 87 8, Paul Ehrenfest +. La teoria de la relatividad y la ciencia ee 129 12, Impresiones sobre Albert Einstein 13. Albert Einstein y el desarrollo de experimento meno y realidad fis 17.1 del inconsciente desde el punto de vista de la ciencia natural y de la epistemologia re e historia del neutrino Lainfluencia de las ideas arquetipiea en ls teoris cient ficas de Kepler... Indice onomiastico.... Wolfgang Pauli (1900-1958) Una introduccién biografica. Charles P. Enz 1. La familia Jacob W. Pascheles, abuelo de Wolfgang Pauli, habfa hereda- do de su familia una librerfa en Praga que él convirtié en préspero negocio y que le permitié adquirir una casa en la Plaza de la Ciu- dad Vieja, que. curiosamente, habia sido con anterioridad un convento de la congregacién de los Patiles. Jacob Pascheles perte- necia a la comunidad judia de Praga, y como miembro mds anti- guo y respetad de la conocida sinagoga «Gitana» habia presidido fa econfirmac.n» (bar mitzvah) de Franz Kafka, cuya familia también vivia en la Plaza de la Ciudad Vieja. El hijo de Jacob y padre de Wolfgang, Wolfgang Joseph, nacié en Praga el 11 de septiembre de 1869 y estudié medicina en Ia Universidad Carlos al mismo tiempo que Ludwig, hijo de Ernst Mach, donde obtuvo su doctorado en 1893 [1]. Ernst Mach fue profesor de fisica experimental en la Univei dad Carlos hasta que en 1895 se traslad6 a Ia Universidad de Vie- na. Wolfgang Joseph Pascheles ya se encontraba alli desde 1892, pues Ie habjan oftecido un puesto de ayudante en la Facultad de Medicina, de la que mis tarde llegé a ser profesor y reconocido experto en la fisicoquimica de las proteinas [2]. Una vez estableci- do definitivamente en Viena, abrazé la fe catélica y escogis el nuevo apellide de Pauli (véase la especulacién que se hace en la ref. respecto a esta cleccién). También alli se casé con Bertha Camilla Schiiez el 2 de mayo de 1899 y tuvo su tinico hijo vardn, Wolfgang, el 25 de abril de 1900. E131 de mayo, el recign nacido fue bautizado con los nombres de Wolfgang Ernst Friedrich, el segundo de los cuales fue elegido en honor de Ernst Mach, quien habfa accedido a ser el padrino. Mucho tiempo después, Pauli describe esta relacién en una carta dirigida a C.G. Jung (ref. 3, carta [60] de 31 de marzo de 1953), un extracto de la cual se exhibe en la sala Pauli del CERN en Ginebra junto con el vaso bautismal y la tarjeta de Ernst Mach. Alli se puede leer: «Esto sucedié asi porque mi padre tenia mucha amistad con su familia, y en aquella época ejercia sobre él una gran influencia intelectual. Asi pues, él (Mach) acepté gusto- so ser mi padrino... Evidentemente su personalidad era més fucr- te que la del sacerdlote catélico, y, en consecuencia, parece ser que fui bautizado como “antimetafisico” més que como catdlico. En cualquier caso, la tarjeta permanece en el vaso, y pese a mis gran- des transformaciones espitituales de los tileimos afios siempre Il vo mi etiqueta de “descendiente de antimeraflsico”» (véase ref, 4, pigs 766 y 787) Pauli recibié su cercer nombre en honor de su abuelo Frie- drich Schiitz, un acaudalado vienés cuya esposa Bertha, nacida Dillner von Dillnersdorf, era de noble ascendencia. Bl joven «Wolfiv quiso mucho a su abuela, que era cantante en la Opera Imperial de Viena y con quien pasé muchas horas interprecando canciones al piano. Protegido por ella y por su madre Bertha, que era corresponsal de Newe Freie Presse, su infancia transcurtié sin mis novedades que el nacimiento de su her mana Hertha, quien hered6 la aficién de su madre y llegé a ser una renombrada tora de novel 2. El nifio prodigio Durante la primera guerra mundial, Pauli fue alumno de la seccién de humanidades del Gymnasium (escuela de segundo grado) de Débling, un distrito de la ciudad de Viena, en la que también se impartfan latin y griego. Pronto se manifest como un nifio prodigio en macemiticas y fisica, pero mostré asimi 8 i | | t | 4 gran interés por la historia de la antigiiedad clasica. Su padre con- sultaba regularmente con el padrino Mach acerca de los libros que sobre fisica y matematicas se debian recomendar al joven Wolfgang. Ast, cuando al finalizar la guerra Pauli pasé su Abieur (exémenes finales) formando parte de la élite del Gymnasium de Dabling (véase ref. 4, pag. 767), posefa ya el conocimiento sufi- cienve de matematicas y Fisica como para escribir tres articulos sobre relatividad general que fueron publicados en 1919 [5 a, b, ¢] (también ref. 6, vol. 2) y que inmediatamente acrajeron la aten- cidn del ilustre matemético Hermann Weyl. La vocacién de Pauli por la fisica tedrica era clara: decidié estudiar con Sommerfeld en Munich, adonde llegé en el otofio de 1918. Arnold Sommerfeld, junto con Niels Bohr en Copenha- gue, era un reputado profesor y una autoridad en teorfa cudntica atémica, y aunque Pauli no podia soportar regularmente sus con- ferencias, admitié con posteriotidad que el estimulo recibido de Ay de sus discipulos habia sido decisivo para su desarrollo cienti- fico (véase Autobiographie de Pauli reproducida en la ref. 7, trad. ing, en la ref. 6, vol.1, pag X; véase asimismo el ensayo 5 de este volumen) Durante toda su vida Pauli profesé un respetuoso afecto por su maestro Sommerfeld, quien, cuando aquél sdlo contaba 19 afios, le sugirié que escribiera en su lugar un articulo en la Enciclo- pedia sobre la teorfa de la relatividad. Este articulo, publicado en 1921, afirmé el prestigio de Pauli y causé la admiracién del pro- pio Einstein. Sin contar los suplementos que Pauli afiadié en el liltimo afto de su vida a su versién inglesa de dicho articulo, éste mantiene atin hoy dia plena vigencia sobre el tema (8). Puede parecer sorprendente que las posteriores contribucio- nes de Pauli a la teoria de la relatividad sean modestas si se compa- n con el resto de sus aportaciones; no obstante, la evidencia de que mantuvo interés activo en el tema la constituye no sélo la publicacién de los suplementos antes mencionados, sino asimis- mo el examen critico que hizo de los problemas a medida que se iban planteando y que ha quedado reflejado en su Sehlufivore durch den Priisidenten der Konferenz, del congreso Fiinfvig Jahre Relativititstheoric, celebrado en Berna en 1955 [9] (véase tam- bién el ensayo 11 de este volumen). n 1921, el mismo afio en que escribié su articulo en la Enci- clopedia, Pauli recibié su diploma de doctor summa cum laude por la Universidad de Munich. Su tesis doctoral versé sobre la investi- gacién del ién de la molécula de hidrdgeno (H,)* en el marco de la teorfa cutntica de Bohr-Sommerfeld [10]. Un resumen de este trabajo, escrito en el sofisticado alemén tipico de Pauli, se repro- duce en la ref. 7. También de esta época data la amistad que man- tuvo de por vida con Werner Heisenberg, quicn, aunque un aio mis joven, también era discfpulo de Sommerfeld. 3. El principio de exclusién y el espin El interés de Pauli en los problemas de la antigua teoria cudn- tica s¢ inicié cuando, con motivo de su tesis, tomé contacto con Jos principales centros de investigacién curopeos en los que se tra- bajaba sobre este tema. Tal como queda reflejado en su Autobio- graphie, antes mencionada, trabajé durante el invierno del curso 1921-1922 en Gotinga como ayudante de Max Born, con quien formulé la aplicacién sistemitica de la teoria de perturbaciones astronémica a la fisica atémica [11]. También en Gotinga, en 1922, conocid a Bohr, quien, para sorpresa de Pauli, le invité a colaborar con él en su insticuto durante un afio (véase la ref. 12, que es una versién més personal de la primera parte del discurso de aceptacién del premio Nobel de Pauli reproducido en el ensa- yo 18 de este volumen). Asi, tras haber permanecido un verano en Hamburgo como ayudante de Wilhelm Lenz, al que habia conocido en Munich como uno més de los discipulos de Sommerfeld, Pauli llegé a Copenhague. Alli se inicié su trabajo sobre las irregularidades producidas por un campo magnético en los espectros atémicos, el denominado efecto Zeeman. Pauli comentaba asi su actividad: «Un colega que me encontré vagando por las bellas calles de Copenhague me dijo amistosamente: “Pareces muy preocupado”, alo que yo le contesté abruptamente: “;Cémo se pucde no estar preocupado cuando se esti reflexionando sobre el efecto Zeeman anémalo?”» Esta investigacién culminé a finales de 1924 con la formula- cién del principio de exclusién [13], por el que Pauli recibié el premio Nobel en 1945. Aunque este principio causé sensacién 10 entre sus colegas, d le comentaba en una carta a Bohr: «Mi desati- no ha sido conjugar el desatino que habia sido habitual hasta aho- ri» (carta del 12 de diciembre de 1924 publicada en la ref. 14, vol. I, reproducida en la ref. 7). Sin embargo, esta carta constituye una descripcién atinada de todas las razones que condujeron a Pauli a su hipétesis de trabajo, a saber, que sla estructura de doblete de los alcalinos es una propiedad exclusiva de los electrones exter nos» [la traduceién inglesa es de Enz). De esta forma, el estado de un clectrén ya no queda descrito por los tres ntimeros cudnticos conocidos: energia, momento angular orbital y proyeccién del mismo sobre el eje de cuantizacién, sino por cuatro. sta posible «ambivalencia del estado electrénico, que no admite descripcién clisica» (véase la primera parte del ensayo 18 de este volumen), no es otra que el sentido del espin del clectrén proyectado sobre el eje de cuantizacién, La razén de la prudente formulacién de Pauli se basaba en que habfa llegado a la convic- cién de que, en el estado actual de la teorfa, era preciso renunciar ala intuicién (Anschaulichkeit), y, concretamente, a que «los valo- res de la energia y el momento de los estados estacionarios eran algo mucho mids real que las “érbitas"» (véase la mencionada carta a Bohr de 12 de diciembre de 1924). Esta fue una de las razones que indujeron a Pauli, atin vacilante, a aceptar la idea de un espin del electrén; la otra fue el factor 2 de Thomas del desdoblamiento del doblete (para mas detalles, véase el ensayo 18 de este vo- lumen). Es interesante destacar que, aun antes de formular el princi- pio de exclusién, Pauli habia postulado la existencia de un espin nuclear a fin de interpretar determinados «satélites de algunas lineas espectrales», situacidn a la que més tarde se le dio el nombre de estructura hiperfina [15]. Goudsmie, que habia Hegado a ser un experto en este problema, no se percats de la aparicién de este articulo hasta pasado algiin tiempo, y de ahi que no comprendic- ra la razdn de por qué siempre quie Pauli le saludaba le hacfa la observacién de que no deberia haberse molestado en citarle Como puede verse en la segunda parte del ensayo 18 del presence volumen, Pauli se tomé la revancha mencionando a Zeeman, pero no a Goudsmit, cuando hablé acerca de la confirmacién experimental de su idea (véase mas detalles en la ref.16) 4, La nueva mecinica cudntica Laconviccién de Pauli, expresada en su carta a Bohr de 12 de diciembre de 1924 antes mencionada, acerca de que «los valores de la energfa y del momento de los estados estacionatios son algo mucho mis real que las “érbitas"», constituy6 el principio que guid a Heisenberg cuando formulé la mecanica de matrices en el verano de 1925. Aunque histéricamente se le ha asignado a Paul un papel secundario en la creacién de la nueva mecdnica cudntica, fue realmente su mente analitica y critica la que estuvo detras de este empefio. Como puede comprobarse en la correspondencia dle este perfodo que figura en la ref.14, vol. I, tanto Bohr como Hei senberg le consideraban como el juez supremo; era ela conciencia viva de la fisica teérica» (ref. 6, vol.1, pag. VIID. En realidad, la coneribucién de Pauli la consticuyé su brillan- te solucién del itomo de hidrdgeno a partir de la mecdnica de matrices [17], y en lo que respecta al espin, descarté sus dudas anteriores introduciendo las famosas matrices de Pauli [18] y mostrando que l espin del electrén junto con la estadistica de Fermi-Dirac, basada en el principio de exclusién, da lugar al para- magnetismo de los electrons en merales, fenémeno que leva su nombre [19]. En su fundamental articulo Die allgemeinen Prinzipien der Wellenmechanik, que incluso hoy compite en fama con el que escribié sobre relatividad en 1921, Pauli revisé el estado de la nueva teoria, De hecho, este trabajo se edits por dos veces en ale- and y se hizo de él una versién inglesa [20]. En este anilisis, que no pretende ser axionritico, se da cuenta de los fundamentos fis cos y mateméticos de la nueva teorfa, y quiz consticuya una de las exposiciones mis claras acerca de la necesidad de la introduc cién de las distribuciones de probabilidad en mecénica cudntica, cuestién que Pauli habia tratado deralladamente en respuesta alas cuestiones suscitadas por Paul Ehrenfest [21]. Tras pasar un afio con Bohr en Copenhague, Pauli regresé a Hamburgo, donde llegs a ser Privatdozenty donde entablé amis- tades que perduraron el resto de su vida, entre las que se cuentan 2 las que mantuvo con el fisico experimental Otco Stem, el astrofi- sico Walter Baade y ef matemitico Erich Hecke. Fue también en Hamburgo donde se origind el legendario «efecto Pauli», que Fiera relataba asi: «..pese a su cardcter préctico, los fisicos experi- mentales estaban convencides de que Pauli tenia el don de propi- ciar efectos extrafios. Se crefa que stu mera presencia en un labora- torio desencadenaba toda suerte de percances experimentales, incluida la de trastocar los objetos, y a esto es a lo que denomina- ron “efecto Pauli”, Esta y no otra fue la causa de que su amigo Otto Stern, el famoso creador de los haces moleculares, le impi- diera acceder a su laboratorio, algo de lo que puedo dar fe pues conocfa muy bien tanto a Pauli como a Stern. Ademés, el propio Pauli crefa en su efectos una vez me confesé que antes de que sucediera algiin percance sentia una especie de tensién desagrada- bley que cuando, una vez. mas, habia tenido lugar se sentia extra fiamente liberado, como si se le quitara un peso de encima, Es bastante legitimo tratar de comptender el “efecto Pauli” como uno de los fenémenos sincrénicos concebidos por Jung...» (ref. 22, pag, 190). [La traduccién inglesa es de Enz.) 5. El neutrino BL 1 de abril de 1928, cuando Pauli contaba 28 aos de edad, toms posesién de su nuevo cargo de profesor en la Eidgendssische ‘Technische Hochschule (ETH) de Zurich, puesto que habria de desempefiar ininterrumpidamente hasta su muerte, acaecida en 1958. Sucedié en el cargo a Peter Debye, mientras que su colega experimental Paul Scherrer asumié la direccién del departamento de fisica de Debye. Hacia esta época, Pauli prescinde del atributo junior que seguia siempre a st. nombre en las publicaciones, y que habia mantenido hasta entonces debido a que su padre publicaba bajo el mismo nombre y era también conocido. : Los primeros afios de Zurich fueron muy duros para Paulis como veremos, no hubo nada que fuera trascendente en su vi cientifica. El 15 de noviembre del aio anterior, su madre, que profesaba la doctrina evangélica, habia muerto intoxicada a la edad de 48 afios. Su padre, que se habfa separado de ella, se casd 13 después con la escultora Maria Rottler, mucho mas joven que él [2]. E16 de mayo de 1929 Pauli abandons la religién catélica, y el 23 de diciembre de ese mismo afio contrajo matrimonio en Berlin con Kiithe Deppner, una joven builarina de la escuela de danza de Trudi Tschopp de Zurich. Sin embargo, ya desde su inicio esta unién no debis caracterizarse por su estabilidad, a juzgar por lo que Pauli le escribe a su amigo Oskar Klein el 10 de febrero de 1930: «En el caso de que mi mujer me abandone algin dia, tanto ti como el resto de mis amigos recibiréis cum- plida noticia» (la traduccién inglesa es de Enz] (ref. 14, vol. II, pag. 4). En realidad, a Kithe no le gustaba Pauli; solia pasar la mayor parte del tiempo en Berlin, ¢ incluso antes de la boda habia conocido al quimico Paul Goldfinger, con quien se casaria posteriormente. El divorcio tuvo lugar el 26 de noviembre de 1930 en Viena, y posteriormente Pauli comentaria: «Crei que habia escogido a un torero, pero no era mas que un quimico valgar. En su desesperacién, Pauli comenz6 a abusar del alcohol y del tabaco, y su padre le recomendé consultar con el psicoanalista Carl Gustav Jung, de Zurich, quien, al percatarse de su extraordi- naria personalidad, se lo encomendé a Erna Rosenbaum, joven psicoanalista, manteniéndose dl en la sombra (véase nota en pag. 9 de la ref. 3). No obstante, Jung supervisé el tratamiento y se interesé especialmente por los frecuentes suefios de Pauli. Tal fue el comienzo de una relacién de por vida entre ambos hombres que dio lugar a una correspondencia profundamente fascinante [3]. Los beneficiosos efectos del psicoanilisis permiticron que Pauli conerajera matrimonio el 4 de abril de 1934 con Franca Bertram, nacida en Munich el 16 de diciembre de 1901, quien le demostré ser una esposa abnegada y carifiosa hasta el final de sus dias. Durante esta época de crisis, Pauli hizo su propuesca sobre el neutrino. Unos dias antes de su divorcio escribié la famosa carta dirigida a «las damas y caballeros radiactivos» presentes en una reunién de fisica que tuvo lugar en Tubinga, y a la que excusé su asistencia por la participacidn en un baile que se celebraba esa noche en Zurich. Esta carta, que se reproduce en el ensayo 20 de este volumen, contiene los puntos esenciales del inicio de la histo- sia del neutrino. No obstante, su contenido era tan revolucio rio que Pauli prefirié esperar a que la situacién se aclarase antes de a 4 redactar un informe por escrito, lo que llevé a cabo en el VII Congreso Solvay que se celebré en octubre de 1933 [23]. Para poder apteciar en st integridad la audacia que impli: laidea del neutrino, hay que tener presente que las tinicas particu- las clementales que se conocian antes de 1932 eran (aparte del fotdn) el protén y el electr6n. El problema habia surgido como consecuencia de un déficit de energia presente en la desintegr: cién beta del radén (una emanacidn del radio). Si bien Bohr, haciendo suya una especulacién anterior, estaba dispucsto a sact ficar Ja conservacién de la energfa en cl dominio subatémico, esta ley de conservacién constituia para Pauli uno de los pilares de la fisica moderna, No obstante, como é mismo relata de forma par- ticularmente lticida en la conferencia pronunciada en Moscti el 27 de octubre de 1937 sobre Las leyes de conservacién en la teorla de la relatividad y en fisica nuclear (reproducida en la tef. 7), esta conviccién no constituia sélo un articulo de fe, sino que se basaba en el argumento que a continuacién se expone: en la relatividad general de Einstein, la conservacién de la energia desempefia for- malmente el mismo papel que la conservacién de la carga en la electrodinamica de Maxwell, y puesto que nunca se ha observado violacién de la conservacién de la carga, no es aceptable que se viole la conservacién de la energia. La verificacién de la existencia del neutrino llevé su tiempo; la primera noticia de su deteccién Hegé a Zurich hacia finales de 1953. Para celebrar el acontecimiento, Pauli y un grupo de ficles, realizaron la ascensi6n del monte Uetliberg, que se alza sobre Zurich. En el descenso, ya avanzada la tarde, y segtin refiere am Barker, «Pauli estaba un poco vacilante como consecuct cia del vino tinto ingcrido durante la cena (habia respondido afa- blemente a todos y cada uno de los brindis). [Konrad] Bleuler me dijo: “Cégele del brazo izquierdo que yo le cogeré del derecho, pues no nos podemos permitir el lujo de perderlo ahora.” Mas tarde, aproximadamente a mitad del camino, Pauli se volvié ha ia mi y me hizo un comentario que siempre recordaré: “Recuerde, Barker, las cosas buenas siempre llegan si se ¢s paciente”» [24] Sin embargo, la noticia de la confirmacién definitiva de la deteccién se hizo esperar hasta el 15 de junio de1956. El telegra- ma procedente de Los Alamos, donde se habia desarrollado la bomba atémica durante la guerra, decia: «Nos complace infor- marle que hemos detectado definitivamente neutrinos proceden- 15 tes de los fragmentos de la fisién al observar la desintegracién beta inversa de protones, La seecidn eficaz observada concuerda con lo esperado, es decir, seis por diez elevado a menos cuarenta y cuatro centimetros cuadrados. Frederick Reines, Clyde Cowan.» Pauli les contesté por Ia noche: «Gracias por la notici cuando se sabe esperar. Pauli.» Aun cuando el resultado de Reines y Cowan constituyé un triunfo personal para Pauli, «esta loca criatura de mi crisis vital» (carta dirigida a Max Delbriick el 6 de octubre de 1958, ref, 14, vol. II, pag. 38, por referencia al neutrino) atin habrfa de reservar- le otras sorpresas. Apenas seis meses después, varios experimentos descubrieron ui defecto de nacimiento: el neutrino era zurdo (véase ensayo 20 de este volumen). Esta noticia de la violacidn de fa paridad aparecié incluso en The New York Timesde 16 de ene- to de 1957 (véase ref. 3, pag. 218). De nuevo fue el neutrino el motivo de la colaboracién que Pauli mantuvo con Heisenberg hacia finales de 1957 para elaborar su ecuacién del espinor no lineal (véase més detalles en C.P. Enz, Paulis Schaffen der letzten Lebensjabre, ref. 7, pag. 105). Esta colaboracién, que hasta finales de afio se habfa desarrollado en un ambiente de gran euforia, lego su término cuando Pauli hizo una severa critica en una reunién especial convocada a tiltimos de enero de 1958 en la Universidad de Columbia en Nueva York (véase mis detalles en la ref. 25). El Heado de esta colaboracidn fue un manuscrito titulado Sobre ef grupo isoespin en la teorta de las particulas elementales, que, embargo, no fue publicado hasta fecha reciente [26]. . Todo llega 6. Cuantizacidn del ampo. Princeton Cuando en 1928 Pauli se establecié en la ETH, su principal interés se centraba en la teorfa cudntica de campos. Ya en st época de Hamburgo habia escrito un articulo en colaboracién con Jor- dan sobre la cuantizaci6n covariance relativista del campo electro- magneético [27]. Sin embargo, en aquella época no parecta facti- ble generalizar este ipo de cuantizacién al resto de los campos € interacciones. A esta razén se debe que los dos articulos funda- mentales que escribieron Heisenberg y Pauli se b: nel for- 16 malismo canénico {28}. Pese a que la falta de covariancia explicita en estos trabajos resulté ser un obstaculo veinte afios mis tarde, las prescripciones de cuantizacién de cardcter general que se for- mularon en el primero de ellos se mostraron de gran ucilidad. Una aplicacién importante de este trabajo fue la (segunda) ivacién de particulas con masa cargadas y espin nulo que siguen la estadistica de Bose-Einstein y la ecuacién de onda relati- vista 0 ecuacién de Klein-Gordon. El andlisis Hlevado a cabo en 1934 por Pauli y su ayudante Victor Weisskopf [29] sobre este sistema, mostré el sorprendente resultado de la existencia de anti- particulas que posefan la misma masa pero carga opuesta. De esta forma, la teor‘a lograba exactamente lo mismo que la ecuacién de Dirac de la segunda cuantizacién pero «sin la necesidad de intro- ducir un vacio Ileno de particulas», caracteristica ésta que habia desagradado tan norablemente a Pauli que denominé a su trabajo wel articulo anti-Dirae» [30]. En aquella época, este trabajo parecia més un ejercicio acadé- mico que algo con significado fisico. El comentario de Weisskopf a.este respecto es explicito: «No tenfamos idea de lo que el mundo de las particulas reservarfa un cuarto de siglo despus a las entida- des de espin nulo, y tal fue la razdn de publicarlo en Helvetica Physica Acta, revista respetable pero de escasa difusién.» Sin embargo, la consecuencia més importante del trabajo de Pauli-Weisskopf fue con seguridad la que «condujo al primero a formular la famosa relacidn entre espin y estadistica» (30). En su forma més general, Pauli demostré dicha relacién en su primer articulo remitido desde Princeton en agosto de 1940, al poco de su llegada al Instituto de Estudios Avanzados [31]. En el mismo se establece que las particulas con espin entero 0 semientero deben cuantizarse respectivamente seguin las estadisticas de Bose- Einstein o de Fermi-Dirac. En una nota a pie de pagina, Pauli escribe: «Este articulo es parte de un informe que preparé el autor para el Congreso Solvay de 1939 y al que se han aportado ligeras mejoras. Habida cuenta las desfavorables circunstancias del momento, el congreso no pudo celebrarse y la publicacién de los restimenes se pospuso por tiempo indefinido.» Un segundo articulo enviado por Pauli desde Princeton, y que también planeaba pre n el Congreso Solvay de 1939, revisaba las teorfas de campo relativistas de particulas con espines 0, Ly 1/2 (32). Este trabajo es notable, ya que Hama la atencién cuan entar 7 sobre el hecho de que los casos de espines | y 1/2 admiten momentos magnéticos anémalos arbitrarios. Estos «términos de Pauli» se detectaron posteriormente en todas las particulas ele- mentales de espin no nulo. En julio de 1940, Pauli y su esposa abandonaron Zurich en circunstancias dificiles; viajaron en tren por el sur de Francia ha ta Lisboa, desde donde embarcaron a Nueva York llegando final- mente a Princeton, donde Pauli habia aceptado un puesto de pro- fesor invitado ofrecido por el Instituto de Estudios Avanzados. Suiza, cada vez mas aislada, se estaba volviendo insegura como consecuencia de la ocupacién alemana de Austria y Francia. Para su disgusto, Pauli no habfa logrado obtener la nacionalidad suiza, y atrés quedaron la nueva casa de Zollikon sobre el lago de Zurich ysu perro Dixi (véase més detalles en la Introduccién al vol. [Il de la ref. 14). Su amigo Gregor Wentzel, que era profesor de la Uni- versidad de Zurich, reemplazé a Pauli en la ETH durante toda la guerra y defendié vigorosamente su cétedra. Peto, por otra parte, Pauli no afioraba especialmente su hogar, como se desprende de la correspondencia mantenida durante este perfodo (ref. 14, vol. III); para dl, la fisica no admicia tregua. No obstante, sf cabe apreciar un cambio definido en el centro de su interés, En lugar de abordar cuestiones tedricas sobre el campo en general, dirigié su atencién al problema mis conereto de la fisica del mesén. Como él mismo afirma, este cambio se debié funda mentalmente a la influencia ejercida por Robert Oppenheimer (véase la Introduccién al vol. III de la ref. 14). Los resultados de esta labor fucron publicados con sus colaboradores de Princeton en varios articulos y analizados por Pauli en una serie de confi rencias que tuvieron lugar en el MIT de Boston cn el otofio de 1944 (33). En un principio, Pauli enconeré en Estados Unidos una atmésfera cientifica muy activa, Sin embargo, cuando se logré organizar el proyecto de la bomba atémica en Los Alamos, a ini- cios de 1943, comenzé a sentirse solo. Por supuesto, mantenia buenas relaciones con sus colegas del Instituto, en especial con el hiscoriador de arte Erwin Panofsky (véase la Nota preliminar del ensayo 21 de este volumen) y con Albert Einstein (cn el ensayo 13 de este volumen Pauli menciona sus discusiones con Einstein acerca del trabajo realizado por éste con Rosen y Podolsky). Aun- que Pauli se mostraba muy receloso respecto de cualquier interfe- 18 rencia de la ciencia con la politica, habia pedido la opinién de Oppenheimer acerca de la conveniencia de su participacién en la nvestigacién bélica, pero éste pensaba que era més importance que Pauli asegurara la continuidad de la investigacién basica en Estados Unidos (véase carta de Oppenheimer [671] de 20 de mayo de 1943 y respuesta de Pauli (672) en la ref. 14, vol. Il). Pauli recibid la noticia de la concesién del premio Nobel en Princeton en noviembre de 1945, pero el hecho de carecer de pasaporte vilido complicé los preparatives para viajar a Estocol- mo, y Finalmente decidié no acudit. En su lugar, se organizé en el Instituto de Estudios Avanzados una espléndida cena que tuvo lugar el 10 de diciembre de ese afio; en ef curso de la misma Pauli pronuncié una alocucién que figura cn la ref.12. Para sorpresa general, Finstein comé la palabra y oftecié un brindis en el que designé a Pauli como su sucesor en el Instituto y como su hijo intelectual (véase la nota de la pag, 213 de la ref, 12). Este deseri bié la escena cn una carta ditigida a Max Born el 24 de abril de 1955, poco después de la muerte de Einstein, en la que decia: «Nunca olvidaré el discurso que me dedicé en 1945 en Princeton tras la concesién del premio Nobel. Daba la sensacién de un rey que abdicara y me nombrara como una especie de “hijo adopti vo", como su sucesor. Por desgracia, no existe registro alguno de su alocucién (fue improvisada y no se conserva ningtin manuscri- to)» [34]. Pauli estuvo a punto de ser nombrado miembro permanente del Instituto de Estudios Avanzados, y recibié la nacionalidad estadounidense en 1946; asimismo, le habian hecho una oferta en Ja Universidad de Columbia. Sin embargo, en la primavera de 1946 decidié retornar a su citedra de la ETH de Zurich ya su casa de Zollikon. Alli, el 25 de julio de 1949 también se le conce- dié la nacionalidad suiza. En diciembre de 1946 acudié a las cele- braciones del Nobel en Estocolmo, donde pronuncié su discurso de aceptacisn. a cit alm 7. Zurich. Lo fisico y lo psiquico ‘Tras su retorno a Zurich, la enorme reputacién de Pauli ateajo de inmediato a los jovenes tedricos mas brillantes, de modo que su instituto se convirtié en uno de los centros del mundo mis activos en teoria de campos y problemas de renormalizacién. Durante un curso que impartié en el afio académico 1950-1951 en la ETH, Pauli hizo una revisién critica de los nuevos métodos covariantes desatrollados por Tomonaga, Schwinger, Feynman, Dyson y otros investigadores [35]. Sin embargo, las «grandes transformaciones espirituales» mencionadas en la carta de Pauli que se exhibe en el CERN y cita- das al comienzo de esta Introducccién, se hacen patences si se considera el aspecto cada vez mis filosdfico que adquiere su tra jo durante el tltimo p mai fodo de su vida; aspecto que se pone de esto en el contenido del presente volumen. A su retorno de Princeton reanudé sus discusiones ¢ ine cambio de correspondencia con Catl Gustav Jung (3). Un inter- cambio epistolar igualmente fascinante fue el que mantuvo con Markus Fierz, su antiguo ayudante, que habfa llegado a ser profe- sor de la Universidad de Basilea y que participaba regularmente en los seminarios tedricos vespertinos que tenian lugar en Zurich todos los lunes (Ia primera parte de esta correspondencia esta publicada en la ref. 14, vol. III). La correspondencia mantenida entre Pauli y Marie-Louise von Franz, una de las p boradoras de Jung, se puede calificar como de mas profunda y personal; no en vano fue ella quien tradujo ka mayor parte de los textos latinos del articulo de Pauli sobre Kepler (véase la nota al Prefacio en el ensayo 21 de este volumen). Pau ' mo sus contactos regulares con su amigo C.A. Meier, que habj sido ayudante de Jung y que més adelante habria de desempefiar los puestos de presiclente del Curacorium del Instituto C.G. Jung de Zurich y de profesor de la ETH. Pauli traté de forma recurrente en sus ens cipales cola- os el significado del proceso de la medida en meciinica cusintica, y especialmente el el obs papel que, en esta tort, desemp 20 cudo filosifico de la idea dle complementariedad (ensayo 2) y de nue: vo en su articulo sobre Kepler (ensayo 21), hace hincapié en el hecho de que el papel jugado por el observador en microfis ica es esencialmente diferente del que desempefia el «observador objeti- vo» de la fisica clisica, y compara el efecto de la observacién de un sistema cudntico («la reduccién de! paquete de ondas») con una transformacién (Wandlung) en el sentido alquimista. Esta trans- formacién, desde el punto de vista de la alquimia, es descrita en Ciencia y pensamiento occidental (ensayo 16) como sigue: «Segtin fa concepcién alquimista, la liberacién de sustancia por el hombre que la transforma y que culmina en la produccién de la piedra es, de resultas de una correspondencia mistica entre'el macro y el microcosmos, idéntica a la transformacién redentora (Wandlung) del hombre mediante el opus que sdlo acaece Deo concedente.» La nocién de «observador objetivo» aparece tan frecuente- mente en los ensayos de Pauli que sorprende por su recurren con ella designa siempre una visién del mundo, la clésica, que ha sido abandonada de una vez por todas. Atin mas sorprendente es la conjetura que hace en Fendmeno y realidad fisica (ensayo 15) acerca de que «el observador en la fisica actual es atin demasiado objetivo; Ia fisica se alejara cada vez mas del ejemplo clésico». Dentro del estricto dominio fisico, Pauli eset pensando en una futura teorfa cudntica de campos capaz de describir el campo y st fuente (la carga de prucba) como dual o complementaria (véase también ref. 25). Esta opinién se expresa de forma vehemente en las observaciones finales de Albert Einstein y el desarrollo de la fisi- ca (ensayo 13; véase también los ensayos 1, 15, 17 y 18). Un detalle importante en esta forma de pensar acerca de la dualidad es advertible en el significado del valor numérico de la rga cléctrica que, en el formalismo de la constante de estructura fina de Sommerfeld, es aproximadamente 1/137. Pauli repetia hasta la saciedad que el progreso en la teorfa cudntica de campos estaba ligado a la comprensidn de este nimero (véase ensayos 9, 10, 15 y 18, y también la ref, 29 y la ref. 8, nota 23). No obstante, para él el niimero 137 tenia también un significado magico, irra- cional. El 137 fue el ntimero de la habitacién del Hospital de la Cruz Roja de Zurich donde murié el dia 15 de diciembre de 1958 (véase ref. 4, pig. 792, ref. 7, pags. 11 y 110, y ref. 34). La enigmitica conjecura de que «el observador en la fisica actual es atin demasiado objetivo» tiene un significado que tras- a ciende la fisica. Realmente, en el articulo escrito para conmemo- rar el 80 aniversario de Jung (ensayo 17), Pauli compara la cidn del observador en fisica con la del de la psicologa. En dicho articulo se puede leer: «Puesto que el inconsciente no es mensura- ble cuantitativamente, y por ende no es susceptible de descrip- cién matemética, y ya que cada extensién de la conciencia (“lo que se introduce en la conciencia”) debe reaccionar alterando el inconsciente, cabe esperar un “problema de observacién” relativo a éste, que si bien presenta analogias con el de la fisica atémica, implica, no obstante, dificultades considerablemente mayores.» Para Pauli, esta analogia tenia implicaciones cn ambas direc- ciones. Por una parte, en las observaciones finales del articulo conmemorativo del aniversario de Jung (ensayo 17) expresa la esperanza de que, en el futuro, la idea de inconsciente pueda emerger del Ambito puramente terapéutico y pase a ser considera- da como un problema de investigacién objetivo. Por otra, piensa que, en fisica, el remedio para conseguir la total imparcialidad del observador podria radicar en la integracién de lo subjetiva, e decir, de lo psiquico. En realidad, en Ciencia y pensamiento ocei- dental (ensayo 16), Pauli se plantea la siguiente pregunta: «Seria- mos capaces de realizar, en un plano superior, cl viejo suefio de los alquimistas de la unidad psicofisica mediante la creacion de una base conceptual unificada para la comprensién cientifica tanto de Jos problemas fisicos como de los psiquicos?» Este interrogante acerca de una unidad de lo fisico y lo psi- quico es un tema recurrente en el intercambio epistolar entre Pau- liy Jung, y consticuye cl toma fundamental de Fondo de la fisicade Pauli, en el cual se guia por los motivos de sus suefios (Hinter= grundsphysik, ref. 3, Apéndice 3). Fue también esta cucstién la que le Hlevé a escribir su articulo sobre Kepler (ensayo 21), en el que describe la polémica entre un Kepler racional, que representa la nueva actitud cientifica, y un Fludd irracional que defiende la visién del mundo de la vieja alquimia. Kepler, al igual que des- pués Newton, crefa firmemente en la Trinidad del Dios Cristia- no, mientras que Fludd obtenia su inspiracién de la cuacernia pitagérica que consticufa para él un simbolo de la unidad del mundo. ita Pauli admite que su simpatia no se inclina exclusivamente del lado de Kepler, recordando que el descubrimiento del principio de exclusién fue sélo posible tras constatar que el estado del clec- 22 trén depende de un cuarto ntimero cuiintico. Hacia el final de la seccién 6 del articulo sobre Kepler, Pauli caracteriza la visién de unidad de Fludd como sigue: «Aun a costa de la pérdida de con- ciencia que implica cl aspecto cuantitativo de la natutaleza y de sus leyes, las figuras “jeroglificas” de Fludd incentan preservar un unidad cntre la experiencia interna del “observador” (como lo ll marfamos hoy) y los procesos externas de la naturaleza, y, por tan- to, una integridad en su contemplacién; integtidad contenida antiguamente en la idea de la analogia entre micro y mactocos mos pero aparentemente ausente ya en Kepler y perdida en la visidn del mundo de las ciencias naturales clisicas.» Charles P. Enz 23 Referencias [LE Smutny, Erase Mach and Wolfeang Pauli’s Ancestors in Prague, Gesnerus 46, 183 (1989). Mfgang ‘ors in Prague, [2 EL Valko, Professor Wolfang Pauli zum achzigsten Geburtstag, Osterreichische ie Oe Zeitung, 50. Jabrgang, Heft 9, 1949, pag. (3] C.A. Meier (ed,), Wolfgang Pauli und C.G. 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Barker, carta a Physics Today, febrero de 1979, pig, 11. (25] CP Enz, Wolfgang Pauli between Quantum Reality and the Royal Path of Dreams, en Symposia on the Foundation of Modern Physics 1992. The Copenhagen Interpretation and Wolfgang Pauli, pig. 195, eds, ICV. Lautikainen y C. Montonen (World Scientific, Singapur, 1993) [26] W. Heisenberg, Collected Works, eds. W. Blum, H.-P. Diirr y H. Rechenberg, serie A/parte III (Springer, Berlin, 1993), pag. 337; la versién final de marzo de 1958 incluye la circular (posdata) de Pauli de 8 de abril de 1958. 27] P Jordan y W. Pauli, Zeitschrift fir Physile47, 151 (1928). [28] W. Heisenberg y W. Pauli, Zeitschrift fir Physik 56, 1 (1929); 59, 168 (1930); reproducido en la ref, 7. [29] W. Pauli y V.E Weisskopf, Helvetica Physica Acta 7, 709 (1934); reproducida en la ref. 7. [30] VF. Weisskopf, The development of field theory in the last 50 years, Physics Today, noviembre de 1981, pag. 69. (31) W. Pauli, Physical Review 58,716 (1940). [32] W. Pauli, Reviews of Modern Physies 13, 203 (1941). [33] W. Pauli, Meson Theory of Nuclear Forces (Interscience, Nueva York, 1946); 2a. ed., 1948. (34) CP. Enz, Wolfgang Pauli, Physicist and Philosopher, er Symposium on the Foundations of Modern Physies eds. P. Labi y P. Mittelstaede (World Scientific, Singapur, 1985), pag. 241. 25 [35] W. Pauli, Ausgewithlte Kapitel aus der Feldquantisier 26 redaccién, lag VMP ETH, Zcirich, 1962; Selected Topics in Margulis y H.R. Lewis, en Pauli i, vol. 6 (MIT Press, Cambridge, de U. Hochstrasser y M.R. Schafroth (Ve 1957); reproducido por Boringhieri, Turi Field Quantization, trad, ing, Lectures on Physics, ed. C.P. Mass., 1973). * Publicado por ver primera en in ‘Me gustarta ver el boceto que de mit ha lecho Tom Kelder. (ELescultor Haller, de Zurich, ha hecho un brusto que me hace parecer bastante introspectivo, es decir, tipo Buda.) Carta de Pauli a Ralph Kronig, 22 de diciembre de 1949. és en Man's Right to Knowledge, seri i 10 (Universidad de Columbia, Nueva York, 1954). 7 La materia ha sido y seré siempre uno de los principales obje- tos de la fisica, Al hablar de «la materia como wn 3 naturaleza de las co: : pecto de la 6», intenco dar una impresién de eémo pue- den encontrarse y desatrollarse graduslmente las leyes de la ea taleza concernientes a la materia y pertenecientes a la fisica. Es cierto que estas leyes y las ideas de realidad que presuponen estin haciéndose cada vez mis abstractas. Sin embargo, para un profe, sional es titil tener presente que, detris de la forma técnica matematica de los pensamientos que sirven dle base las leyes de Ja natutaleza, permanece siempre el estrato de cotidianeidad con su lenguaje ordinario, La ciencia es un refinamiento sistemitico de los conceptos de la vida cotidiana que revela una realidad pro, funda y, como veremos, no visible directamence en la realidad diaria de las cosas que nos rodean. Pero no deberia olvidarse que esta profunda realidad dejaria de ser un objeto de la fisiea difez rente de los objetos de la matennitica y lt especulacién pur, si se desvinculara por completo de las realidades dela vida cotilian, __Tomemos como ejemplo las leyes fuundamentales de la mess nica que ahora llamamos clisica, pero que eran totalmente descon nocidas hace trescientos afios. La ley de la inercia dice que, en ausencia le causas externas, los cuerpo lock ¢ Mueven con velocidad Constante tanto en magnitud como en diteccién, Cuando se hizo esta afitmacién, lo mas revolucionario fu que un movimiento uniforme alguna. cl reconocimiento de es un hecho esencial, sin cat Esto era extrafio para Ia mentalidad antigua, ya que se a rrrrr—LC——C “eh el reposo, y que cualquier velocidad era debidla a una caus Por otra parte, més problematica atin fue en épocas posteriores In cuestién de cémo se podia establecer ka uniformidad del movi. miento de un cuerpo sin relacionarlo con otros en movimiente Tras los muchos trabajos erfticos desarrollados en el siglo pasado, este titimo interrogante condujo a una nueva formulacion de las leyes de la gravitacidn por parte dle Einstein, __ Retornemos, sin embargo, dentro del espirieu de ka mecini clisica, al problema poscetior de cul es la influencia de las causas xternas sobre el movimiento de un cuerpo. Newton llamé a lee ausas externas «fuerza», y las definis como el producto de la 28 masa por la aceleracién. Pese a que, por sencillez, supongamos que sabemos lo que es la accleracién, esta explicacién parece con- tener un circulo vicioso: la fuerza esté definida por la masa, y la masa por la fuerza. Pero esto no ¢s tan malo como parece a prime- ra vista gracias a otra ley de Newton que dice que la accién y Ia reaccién son iguales y opuestas, Esto implica que la suma de todas las Fierzas en un sistema cerrado es siempre cero. Consecuente- mente, hay algo que se conserva, algo que es constante en el tiem- po, a saber, la suma de las velocidades, para cada direccién pos! ble, multiplicadas por las masas de todos los cuerpos de un sistema cerrado. De esta forma, vemos que ya hemos dado algunos pasos en la direccién de los conceptos abstractos que tienen su origen en la vida cotidiana. La masa, originariamente el peso que se media con las balanzas, es ahora un coeficiente abstracto de las velocidades determinado de tal manera que la suma es constante. Més adelan- te habré de tenerse en cuenta una dependencia de la masa con la velocidad. Deseo decir aqui que el producto de la masa por la velocidad se denomina momento y que, al igual que la velocidad, cs una magnitud dirigida, un vector, como dicen los profesiona- les, La fuerza, que originariamente daba cuenta de los esfuerzos realizados por los muisculos humanos, ha Hegado a ser ahora algo que se mide por medio del producto de la masa por la aceleracién. Dealgxin modo, las fuerzas tienen que ser conocidas a través desu dependencia de las distancias recorridas por los cuerpos, de forma que las leyes de la mecinica puedan ser verificadas por la expe- riencia, Esto es lo que sucede realmente en el caso del movimien- to de los cuerpos celestes bajo la influencia de la gravedad, segtin establece la famosa ley de Newton de la inversa del cuadrado. Sea lo que fueren las fuerzas, una consecuencia inmediata de estas leyes mecinicas es que son las condiciones iniciales las que determinan de forma tinica el movimiento de todos los cuerpos siempre que incluyan la posicién y la velocidad, 0 ef momento, de los mismos en un instante dado. Para verificar las leyes de la mecénica clisica, el experimentador terrestre escoge, 2 su libre albedrio y de forma arbitraria, Ins condiciones iniciales, mien- tras que él astrénomo cuenta con la ventaja de poder observar condiciones diferentes de los distintos cuerpos celestes de la nacuraleza ‘Como consecuencia de estas leyes mecinicas existe otra mag- 29 nitud que se conserva, a la que Ilamamos energia y que consta de dos partes. Una de ellas es la denominada energia potencial, fun- cién de la posicién de los cuerpos, a partir de la cual se pueden calcular las fuerzas. La suma de las dos partes es constante en el tiempo. La energia, en contraste con el momento, no tiene direc- cién. Los quimicos encontraron otra ley de conservacién, a saber, a ley de la conservacién de la masa en las reacciones quimicas. Sin embargo, Einstein mostré, por medio de un cuidadoso anilisis de las leyes de la electricidad y del magnetismo ~quea partir de Max- well incluyen la éptica, es decir, la fisica de la luz que estas dos leyes de conservacién son realmente una. Siempre que cambiat I cnergfa, también lo hace la masa. No obstante, la variacidn es muy pequefia, ya que el factor involuctado es el cuadrado de la velocidad de la luz. Son necesarios cambios de energia muy gran- des para obtener un cambio mensurable de masa. Esto significa un paso importance en la abstraccién del propio concepto de materia. Qué es la materia? El papel en el que estoy escribiendo es materia, el aire tambign es materia, pero incluso la uz ha llegado a ser ahora considerada materia debido a los descu- brimicntos de Einstein. Tiene masa y peso, no es diferente de la materia ordinaria y posce asimismo cnergia y momento. La tinica diferencia es que la luz nunca esté en reposo, sino que siempte se esté moviendo con la misma velocidad caracteristica. He aludido ya a las leyes del electromagnetism. ;Son conse- cuencia de las leyes mecdnicas de Newton? No, son de un tipo diferente pese a similitudes fundamentales, como puede ser la de Ia determinacién completa del curso de los acontecimientos a partir de las condiciones iniciales. Desde los tiempos de Faraday y Maxwell, en el siglo pasado, se habla de un campo. ;Qué es un campo? Otro refinamiento de un concepto de la vida cotidiana; algo que es continuo en el espacio y en el tiempo, ciertas cualida- des fisicas de los puntos del espacio y del tiempo que varian conti- nuamente con ellos. ;Cual es la naturaleza de estas cualidades fisi- cas? La respuesta moderna es: no importa; sélo necesito un medio para meditlas, y si varian continuamente, eso es un campo, En el siglo pasado la respuesta era muy diferente: la naturaleza de las cualidades involucradas debia de ser mecénica, es decit, deforma- ciones, tensiones y esfuerzos, quizé de un medio hipotético, pero en cualquier caso mecdnicas. Gradualmente. los fisicos abando- naron Ia premisa mecinica, Una descripei no incluyé una descripcién mecanica en el espacio y el tiempo absolutos, sino que pasé a ser una descripcién més abstracta de fenémenos representados por funciones continuas dependientes de un sistema de referencia. Sin embargo, las leyes de ka nacurale- za son las mismas cualquiera que sea el sistema de referencia. No s6lo es que no tenga influencia sobre los fenémenos el movimien- to uniforme de observador ¢ instrumento, sino que incluso un movimiento acclerado, segtin Einstein, es, al menos localmente, equivalence a un campo gravitatorio. No intentaré explicar aqui las ideas mateméticas de la teoria de grupos que sirven para for- mular exactamente tal equivalencia, y que no sélo constituyen una de las herramientas mits fundamentales de la fisica moderna sino que pienso que ain no han brindado todo el provecho posi- ble, Solamente diré al pasar que también esta parte de las mate- maiticas es una gencralizacién de experiencias cotidianas, como se pone de manifiesto en las ideas subyacentes al problema de distin- guir la izquierda de la derecha, Al fornvular la equivalencia entre aceleracién y gravitacién, uid establecer una teoria del campo gravitatorio andloga a la antigua tcorfa de campo del clectromagnetismo, enriquecida por la idea de la invariancia de las leyes de la naturaleza respecto a las transformaciones de coo: denadas espacio-temporales, ntimeros que varian continuamente con los puntos. En esta etapa del desarrollo de los conceptos generales de la fisica nos encontramos con la vieja cuestién de si existe 0 no un limite a la divisibilidad de la materia, 0, en otras palabras, si la materia es continua o discontinua. La experiencia decidié en favor de Ia existencia de unidades elementales de materia, cal como pensaban los atomistas de la antigua Grecia. Losquimicos ya habfan encontrado que la idea de moléculas y dcomos estables como constituyences de la materia era la forma mas sencilla de describir las cransformaciones quimicas, pero fueron los fisicos del siglo pasado los que inventaron los métodos para contar estos comos y moléculas midiendo el mimero clave que les dijo cudn- tos dtomios reales existfan en las unidades quimicas. Los fenéme- nos radiactivos mostraron que los étomos que caracterizan la naturaleza quimica de una sustancia estén constituidos por un niicleo relativamente pequefo cargado positivamente y rodeado por particulas eléctricas negativas denominadas electrones, de la 1 cientifica objetiva ya 31 misma forma que los planetas rodean al Sol. Experimentos poste- riores mostraron que los micleos, mucho mis pesados que los electrones, son también capaces de transformaciones y constan de otras particulas lamadas nucleones, que son protones de carga positiva y neutrones eléctricamente neutros de aproximadamente a misma masa que los protones. No citaré aqui los denominados mesones, revelados por los rayos césmicos y posteriormente pro- ducidos artificialmente en laboratorio, cuyas masas son interme- dias entre las de los electrones y las de los protones. Slo mencio- naré la existencia de positrones, cuyas masas son iguales a las de los electrones pero con carga eléctrica opuesta. Cuando se encuentran un electrén y un positrén, se aniquilan y se transfor- man en radiacidn electromagnética, y, recfprocamente, esta tadia- cién puede crear pares de electrones y positrones. Teniendo en cuenta la existencia de todas estas transmutacio- nes, gqué es lo que queda de las viejas ideas de materia y de sustan- cia? La respuesta es: energia, Esta es la aucéntica sustancia, la que a solamente cambia la forma en la que se manifiesta. mbign otra magnitud que se conserva, pero que, en con- traste con la energia, es capaz. de tomar alores positivos y negati- vos: la carga eléctrica, Esta magnitud no sélo se conserva, sino que tiene un cardcter atomistico, discreto: cada carga eldctrica est presente en la naturaleza en una cantidad que es un miileiplo entero de un cierto ntimero, el cuanto elemental de clectticidad, No sabemos atin por qué es asi. La teorfa da cuenta del hecho pero todavia no es capaz de interpretarlo, Este problema esta fntimamente relacionado con otras carac- terfsticas de la naturaleza incluidas bajo el nombre de «cuanto de acciény inventado por Planck. Este descubrid que las leyes de | radiacién electromagnética, incluida la luz, en equilibrio térmico con la materia ordinaria, podian ser explicadas formulando una hipétesis toralmente nueva que cuviera en consideracién los valo- res posibles de la energfa de Ia radiacién de una frecuencia dada. Estos valores pueden ser tinicamente muiltiplos enteros de una determinada cantidad proporcional a la frecuencia. La constante universal de proporcionalidad aqui involucrada es el cuanto de accién de Planck. Hay que hacer constar que la accién es otta abs. traccién de la mecénica newronian; magnitud con dimensiones dle energia multiplicada por tiempo, que teemplaza el concepro meramente cualitativo de accién de la vida cotidiana. asaber, ui 32 La nueva hipétesis sugitié inmediatamente la idea de «fon», una particula que englobara su energia y su momento en el espa- cio de forma que sdlo el conjunto pudiera ser absorbido 0 emitido al mismo tiempo. Existen, no obstante, otros fenémenos épticos, denominados interferencia y difraccién, que s6lo pueden ser explicados utilizando la imagen ondulatoria, Fue necesatio un andlisis atin més profundo para librarse de estas contradicciones Paradéjicamente, esto fue posible por el hecho de que los electro- nes, como el resto de las particulas materiales, tienen también propiedades ondulatorias ademas de sus propiedades de particu- la, al igual que la luz tiene propiedades de particula ademds de sus propiedades ondulatorias. Estas paradojas del cuanto de accién hacen de nuestros 4r0- mos algo muy diferente de los objetos de la mecinica newtonia- na. Realmente, aunque los efectos de un tinico dtomo pueden hacerse visibles en forma de efectos colectivos 0 de avalancha mediante dispositivos adecuados, conviene no olvidar que esca- ‘mos tratando con una realidad invisible, cuyos rasgos han llegado a ser tan fundamentals que son despreciables y carecen de importancia prictica al referirnos a objetos mactoscépicos. Bohr no s6lo desarrollé las ideas de Planck sobre la teoria de la estructu- a Atomica y de las Iineas espectrales, sino que también fue capaz de explicar las consecuencias epistemolégicas de la nueva mecini- ca cudintica o mecinica ondulatoria, que desde 1927 puso fin a las contradicciones légicas como resultado de la explicacién teéri- cade los fendmenos cudnticos. Estas consecuencias no son dema- siado sencillas de entender, y la nocién denominada «comple- mentariedad» que Bohr y otros desarrollaron para este propésito, aunque compartida por la mayorfa de los fisicos, no fue totalmen- ce aceptada. Para comprender el significado del concepto de complemen- tariedad hemos de imaginar objetos que comienzan a moverse tan pronto como los obscrvamos con la ayuda de un insttumento adecuado para localizar su posicién. No habria ningtin problema si pudiéramos calcular este movimiento y determinar ast tedrica- mente la perturbacién causada por la medida. Sin embargo, ¢qué sucederia si, en general, esta perturbacién no pudiera ser contro- lada o si la medida empirica de la misma inerodujera nuevos ins- trumentos de medida cuya interaccién con los anteriores diese lugar a nuevas perturbaciones indeterminables ¢ incontrolables? 33 Esta es la situacién real creada por el valor finito del cuanto de accién, Nos encontramos, tal como Heisenberg sefialé por pri- mera ver, con el dilema de optar por el sacrificio o la cleccién, una situacién que implica una determinada libertad por parte del observador para escoger su dispositivo experimental como una de entre, al menos, dos posibilidades mucuamente excluyentes. Las antiguas condiciones iniciales de la ley clisica de la inercia, que inclufan posicidn y velocidad (0 momento), aparecen ahora como tun par de antagonistas reales constituidos por magnitudes inde- pendientes. Segtin la teorfa, se puede adscribir un valor perfecta- mente definido a una de ellas sélo sila otra estd, en general, inde- terminada y de forma que el producto de las incertidumbres de ambas magnitudes sea dado por el cuanto de accién. Habida cuenta que esta indecerminacién es un elemento includible de los diversos estados iniciales posibles, segiin las leyes de la naturaleza, nunca se puede determinar la evolucidn del sistema, como era el caso en la mecdnica clisica. La teoria unicamente predice la esta~ distica de los resultados de un experimento cuando éste se repite bajo una condicién especificada. Sin embargo, como si de un efecto sin causa se tratara, el resultado individual de una medida no esti, en general, comprendido en las leyes, Este ¢s el caso si se interpreta la mecénica cusintica u ondulatoria como una generali- zacién racional de la fisica clisica que tuviera en cuenta el valor finito del cuanto de accidn. Las probabilidades presences en la nuevas leyes han de considerarse primarias, lo que implica que no se pueden deducir a partir de Leyes deterministas. Como ejemplo de estas probabilidades primarias mencionaré aqui el hecho de que el tiempo en el que un &tomo individual experimentard una determinada reaccién esté indeterminado, incluso bajo condicio- nes en las que Ia probabilidad de esta reaccién para una gran coleccién de dtomos sea pricticamente segura De esta manera fue como se superd la contradiccién entre la idea de onda y la de particula, ya que la relacién de indecermina- cién anteriormente mencionada, que es inherente a las leyes de la naturaleza, hace mutuamente excluyentes los experimentos que sirven para verificar las propiedades ondulatorias de un objeto atémico de los que permiten comprobar sus propiedades de parci- cula. El significado de este desarrollo nos permite adentrarnos en la posibilidad lgica de un modelo de pensamiento nuevo y més amplio que tome en consideracién al observador incluyendo el instrumento que utiliza, a diferencia de lo que acontecia en la fisi- ca clisica, tanto en Ia mecénica newtoniana como en las teorias del campo de Maxwell-Einstein, En el nuevo modelo de pensa- miento ya no suponemos el observador objetivo presente en las idealizaciones teéricas de tipo clésico, sino un observador que, debido a sus efectos indeterminables, crea una situacién nueva descrita tedricamente como un nuevo estado del sistema observa- do. De esta forma, cada observacién es una singularidad de un resultado objetivo particular, un aqui y ahora de las posibilidades tedricas que pone de manifiesto cl aspecto discontinuo de los fenémenos fisicos. No obstante, pese a que estas teorf impiden que el observa dor influya en el resultado de una medida una ver, que se ha esco- gido el dispositivo experimental, en el nuevo modelo atin perma- nece una realidad objetioa. Por tanto, las cualidades personales de un observador individual no forman parte del marco conceptual de la teorfa, sino que, por el contrario, ésta describe los fenéme- nos a la escala microscépica de los objetos atémicos de forma tal que es valida para cualquier tipo de observador, y lo hace por medio de leyes matemticas basadas en teoria de grupos, que pue- den ser asequibles a cualquiera que posea un conocimiento gene- ral suficiente de fisica y matematicas, En este sentido amplio, la descripcién mecano-ctsintica de los fenémenos atomicos es toda- via objetiva, pese a que ya no se asuma que el estado de un objeto sea independiente, en cuanto que las posibles fuentes de informa- cién acerca del mismo son altcradas irrevocablemente por las observaciones. La existencia de tales alteraciones revela una nueva clase de integridad en la naturaleza, desconocida en fisica clésica, en el sentido de que el intento de subdividir un fenémeno defini- do por el dispositivo experimental completo utilizado para su observacién da lugar a un fenémeno totalmente nuevo. Existe un acuerdo general en que la mecinica cuintica actual deja sin explicar muchos hechos fundamentales, por ejemplo, el cardcter atomistico de la clectricidad al que me referf anterior- mente. Ademis, no oftece una interpretacién satisfactoria de la variedad de masas y de los diferentes grados de estabilidad de un gran niimero de particulas que, de manera provisional, se deno- minan «lementales». Las limitaciones de la aplicabilidad de la teorfa admitida hasta el momento han propiciado gran diversidad 35 de opiniones acerca de su ulterior desarrollo. Algunos fisicos aio- ran la posibilidad de un recorno a la idea clisica de observador objetivo cuyos efectos sobre el sistema observado pudiesen ser eli- minados por correcciones determinables tedricamente. Otro: entre los que me incluyo, desean justamente lo contrario, Lo que mas me ha impresionado en el desarrollo que en 1927 condujo eventualmente al establecimiento de la actual mecinica ondula toria es el hecho de que, en fisica, existan parejas de antagonista reales, como es el caso de las particulas y las ondas o el de la posi- cién y el momento, cuyo contraste sélo es superable de forma simécrica. Esto quiere decir que un miembto de la pareja nunca es eliminado en favor del otro, sino que ambos son romados sideracién en un nuevo tipo de ley fisica que expresa cardcter complementario. Me parece probable que se pueda compatar esta situaci6n a la que se da entre los conceptos de campo y cuetpos de prucba. Un campo sélo se puede medir a través de sus efectos sobre los cuer pos de prueba, y éstos pueden ser considerados asimismo como fuentes del campo. Esto no ocasiona dificultades en el caso de los fenémenos macroscépicos que tienen lugar a escala ordinaria, puesto que la perturbacién del campo por parte de estos cuierpos siempre se puede suponer pequefia y mantenida bajo control. Sin embargo, no es este el caso para cucrpos de prueba cuya constitu cién atémica sea esencial, y, en particular, para particulas elemen- tales tales como los electrones 0 los propios nucleones cuya local zacién 0 movimiento ya no es controlable, como sucede con los cuerpos de prueba macroscépicos. Mientras en la teoria actual persista una dualidad entre los conceptos de campo y cuetpos de prucba, pienso que es necesari una nueva forma matematica de la ley fisica que haga que los campos sin cuerpos de prueba scan, no sélo fisica sino también logicamente, inviables. Asimismo, por una parte deberia expresar de forma apropiada la complementariedad entre la medida ce un campo con un objeto atémico, y, por otra, la descripeién del mis- mo objeto como fuence de dicho campo. En realidad, ambas posibilidades deberfan ser mutuamente excluyentes a fin de ade- cuarse a las leyes de la naturaleza, Ideas similares ya han sido sugeridas por Bohr y otros. Sin embargo, no deberfa ser preciso recalcar que nos encontramos en un dominio hipotético en el que nada se ha probado atin y cuyas 36 posibilidades han de ser refrendadas, Unicamente menciono estas hipotéticas posibilidades para recomendar que, en general, no se ha de pensar simplemente en formas tradicionales para tratar de explicar la nacuraleza, aun cuando éstas estén correctamente for- muladas en sistemas filoséficos histéricos. Antes bien, se deberfa estar abierto a nuevas posibilidades ldgicas y empiricas incluso si no estén previstas en dichos sistemas. Confiamos en que el espiritu humano siempre seré capaz de crear ideas que se adapten de alguna forma a los objetos externos que nos expresan a través de nuestros sentidos, datos que actian a modo de testigos de la materia o de la energia en el sentido de la fisica, ya que tanto el interior del espititu humano como los obje- tos que percibimos exteriormence estan sometidos al mismo orden césmico. 37 El significado filosdfico de la idea de complementariedad* Se explica la situacién denomin mentariedad» con la ayuda del ejemplo proporcionado por los Ambitos de aplicacidn de los conceptos contrapuestos de «onda» y aparticula» en la fisica atémica moderna. $ que los dispositivos experimentales a los que se aplica una u otra de estas imagenes intuiti yentes como consecuen determi {a por N. Bohr «omple- basa en el hecho de son por necesidad mutuamente exchi- ade la interaccién, nunca totalmente entre los instrumentos de observacin y el sistema observado, Se sefiala, en general, la analogia entre esta sieuacién de complementariedad y las paradojas en la relacién «sujeto-objeto», ysen particular, entre la pargja de antagonistas «onsciente-incons- ‘iente» empleada en la psicologia més reciente ™. 1. Publicamos esta conferencia en la esperanza de sumarnos, pot medio de esta pequeiia contribucién, a esos esfuerzos mis ambiciosos que tienen como objetivo fundamental conseguir de * Publicada bajo el ritulo «die philosophische Bedeucung der ldee der Kom- plementaricio» en Experientia 6 (cuaderno 2), pigs . 72-75 (1950). Conferencia pronunciads en la Sociedad Filoséfica de Zurich en febrero de 1949. No ha sido posible dar més que un breve esbozo cualitativo de la situacién fisica desarrollada en laconferencia, el cual figura en el sparcado 2. El lector que desveampliae de Hes puede consular articulos relevantes de N. Bohr en Lt teorta atéiice y la des cripcién de la naturaleza, Mlianta, Madtid, 1988, asi como su articulo en’el volu- men de Einstein dela Library of Living Philosophers Evanston, 1949); también en W. Heisenberg, The Physical Principles of Quantum Theory (Chicago, 1930). La anterior conferencia del autor en la Sociedad Pilosdfica de Zurich, «Raum, Zeit tund Kausalitit in der moderen Physil, ha sido publ 59, 65-76 (1936) (traduccidn espaiiola en el ens ada en la revista Scientia #10 de este volumen). (resumen en inglés que apareeié en la version original no esti reproduci- doen la edicin alemana de los Aufiize ber Physik und Erkennenitheoviede Pali 39 nuevo una mayor aproximacién entre las distintas disciplinas par- ciales que nuestra vida intelectual (Geistigkeit) ha separado. La dicoromfa entre las ciencias exactas y las matemiticas como disci- plinas parciales independientes provenientes de una filoso natural unificada pero precientifica, que cuvo sus orfgenes en el siglo XVII, fue, por supuesto, una condicién necesaria para el subsiguiente desarrollo intelectual del mundo occidental (Abend- Jand). Sin embargo, en la actualidad parecen arse las condiciones adecuadas para un renovado entendimiento entre fisicos y filéso- fos sobre los fundamentos epistemolégicos de la descripcidn cien- tifica de la naturaleza. Como resultado del desarrollo de la teoria ay cudntica a partir de 1910, la fisica se ha visto gradual- mente obligada a abandonar la altanera pretensién de que podia, en principio, comprender el Universo en su conjunto. Todos los fisicos que aceptan el desarrollo que tuvo lugar en la construccidn sistemética del formalismo matemitico de la mecénica ondulato- ria, que alcanzé una conclusién provisional en 1927, deben admitir que, si bien en la actualidad tenemos ciencias exactas, ya no poseemos una imagen cientifica del Universo (Weltbild). B: justamente esta circunstancia la que puede contener en sf, como correctivo a la sesgada perspectiva anterior, el germen de progreso hacia una imagen unificada del conjunto del mundo, de la que las ciencias exactas sean s6lo una parte. Es en este contexto donde me gustaria incluir el significado mas general de la idea de comple- mentatiedad, tna idea que ha trascendido més alla de la fisica como resultado del trabajo realizado por el fisico danés Niels Bohr. El ntimero de especialistas en filosofia que hasta ahora han tenido conocimiento de esta nueva tendencia de la fisica moderna ¢ pequefio si se lo compara con el de aquellos que se han intere do por la teorfa de Ia relatividad. Por otra parte, algunos fisicos han interpretado la fisica cudntica moderna como una confirma- cién de tendencias filoséficas concretas, como puede ser la referi- da al positivismo. Contrariamence a esta opinién, adopraré aqui el punto de vista de que la situacién epistemoldgica a la que se enfrenta la fisica moderna no ha sido prevista por sistema filoséfi- co alguno, En lo que sigue, deseo explicar mediante ejemplos sencillos cémo la idea de complementariedad ha hecho posible, dentro del campo de la fisica, una sintesis de hipétesis contrapuestas y, a pri- 40. mera vista, mutuamente contradictorias, Por supuesto, para con- seguir este objetivo se van a requerir generalizaciones trascenden- tes del viejo ideal de causalidad e incluso de Ia idea de realidad fisica. 2. El ejemplo de dos ideas mutuamente contradictorias que ha Megado a ser célebre en fisica, y que concitaré nuestra atencién aqui, es el que se refiere a la «imagen de particula» y a la «imagen de onda». Que las partfculas no son ondas y que las ondas no son parciculas puede ser ficilmente puesto de manifiesto interponien- do una placa semitransparente en la trayectoria de un haz de ener- gla. Si el haz esta constituido por un tren de ondas 0 por muchas particulas, una fraccién definida seré reflejada por la placa y el res- to pasar asu través. Pero :qué sucede si, en el easo del haz de par~ ticulas, se disminuye la intensidad del mismo hasta tal punto que, durante el experimento, incida sobre la placa una tinica particula? En contraste con el tren de ondas, al ser la particula una entidad indivisible, bien pasaré a través de la placa, bien seré reflejada por ella, pero lo seguro es que no aparecerd a la vez. en ambos lados de a misma. La diferencia entre ambas imagenes es tan irreconcilia- ble como la diferencia andloga entre las dos relaciones Idgicas «aano tt otto» y «ambos». Ahora se ha demostrado empiricamente que la luz posee pro- piedades que tinicamente se pueden describir mediante la imagen de onda, y otras de las que sélo se puede dar cuenta por medio de la imagen de particula, Entre las primeras se cuentan los fendme- nos de interferencia y diftaccién que ahora se consideran clisicos. Su caracteristica comiin estriba en dividir luz, procedente de la misma fuente en al menos dos haces diferentes, los cuales se hacen coincidir posteriormente. Sin embargo, en cl tiltimo proce- so no se suman las intensidades de los rayos constituyentes sino sus amplitudes (principio de superposicién), a cuyos cuadrados son proporcionales las intensidades. La intensidad resultante depende por tanto de una forma periddica de la diferencia de fase de las ondas constituyentes, que, a su vez, es determinada por las longitudes de las trayectorias recorridas, asi como por las constan- tes dpticas de los medios a través de los cuales ha pasado la luz. La determinacién geométrica exacta de esta diferencia de fase es, por consiguiente, una condicién necesaria para que tengan lugar los fendmenos de interferencia. Se ha demostrado que estos fendme- 4 nos son independientes de la intensidad de la luz, con la sola con- dicién de que el dispositivo empleado para decectar la misma es activo durante un tiempo suficientemente largo. Por otra parte, el efecto forocléctrico suministra un ejemplo particularmente llamativo de un fendmeno para cuya interpreta- cidn la imagen de particula cs la apropiada. Este efecto consiste en la liberacién de electrones de una placa metilica por la accién de la luz. Mientras que la intensidad de la luz incidente determina sélo el nsimero de clectrones liberados en la unidad de tiempo, se encuentra que la energia de los mismos es independiente de la incensidad de la luz y solamente depende de la longitud de onda (0 frecuencia) de la luz incidente. Tal como mostré Einstein en 1905, el fendmeno del efecto forocléctrico puede ser descrito cuantitativamence mediante la idea de que la energia Ly el momento Pde luz de longitud de onda y direccién de propaga- cién dadas permanecen concentrados en el espacio y en el tiempo en acuantos de luz» 0 «forones» de magnitud E=hv, P=bia. (1) Aqui, Vdenota la frecuencia, 2 la longitud de onda, relacionada con ella por vada; Q) ces la velocidad de la luz y / la constante universal incroducida por Planck en la teoria de Ia radiacién térmica, conocida como cuanto de accién. Para comprender el efecto forocléctrico es sufi- ciente asumir que las cantidades elementales de energia y momento dadas por (1) sélo pueden set emitidas y absorbidas en su cotalidad, Esta suposicidn es asimismo vilida pata la interpre tacién de otros fendmenos en los que intervienc transformacién de energfa luminosa. Sc llega pucs a la conclusién de que el experimento con la pla- ca semitransparente para luz de baja intensidad descrito anterior mente se revela a favor de la relacién légica uno «i otro: un tinico fot6n producird un efecto sobre una fotocélula 0 una emulsién forogrifica situadas delante o detris de la placa, pero no en ambos lados a la vez. Sin embargo, la aplicacién de esta imagen de cula alos fenémenos de interferencia resulta ser impracticable, ya the 42 | que si suponemos que un tinico forén se propagara por sdlo ua de las posibles trayectorias épticas que en su conjunto hacen posi- ble el fenémeno de interferencia, cl nimero de veces que se pro- ducirfa un efecto en un punto efecto que es siempre proporcio- nal a la intensidad de la luz en ese punto (es decir, al cuadrado de la amplicud resuleante), tal como se deduce de la tcoria ondulaco- ria~ tendria que depender de la existencia de trayectorias, quiad Iejadas, por las que cl fotén no se ha propagado. En realidad, esta probabilidad de registrar un impacto experimentaria un cambio esencial si, por poner un cjemplo, el observador obseruyera una de las aberturas, aun cuando a través de la misma no hubiera pasado el fotdn. Pero en la imagen de onda, tal operacién aleera ncialmente las posibles trayectorias de las ond es qu determinan la distribucidn resultante de los impactos del fotén Ademis, cl resultado es particularmente sorprendente en aquellos puntos en los que la tcoria ondulatoria predice intensidad nula, ya que entonces la mera posibilidad de aparicién de un fotén en uno de tales puntos (o de un ntimero de forones en el caso gene ral) depende de la totalidad de posibles trayectorias del fordn. El experimento de interferencia decide, por tanto, en favor de la relacién légica ambos». Durante largo tiempo este dilema parcefa ser insoluble. Sin embargo, la situacién experimenté un vuelco inesperado cuando se encontrs que la dualidad entre la imagen de onda y Ia de particula cera universal, No se verifica s6lo para la luz, sino para todas las pat- ticulas materiales, las cuales dan lugar, asimismo, a efectos de inter- ferencia que tnicamente pueden ser descritos mediante la imagen de onda, Ades, segtin De Broglie, la frecuencia y la longitud de onda de estas ondas deben de estar relacionadas con la energia y el momento de las particulas por una expresidn idéntica a la que se verifica en el caso de la luz (1). (Sin embargo, para ondas materiales (2) ha de ser reemplazada por u general.) La primera consecuencia de esto es que existe asimismo una limitacién caracteristica en la imagen de particula no sélo para la luz sino también para la materia. En cinemitica ondulatoria se muestra ficilmenee que, en general, estas superposiciones de ondas, denominadas paguetes de ondas, deben contener un inter- a expresion mi valo A (1/2) de nuimeros de onda (inverso de las longitudes de onda) en su espectro que sea mayor cuanto menor sea nextensién espacial del paquete y viceversa. En general, el producto 43 aca (4)-1 Bi esal menos de orden de magnitud 1, De la relacién fundamental entre longitud de onda y momento (1), sigue que APAx >h (4) (donde Py xse reficren a componentes de la misma direccién de los vectores correspondientes). Este es el contenido del célebre principio de incertidumbre de Heisenberg. No es posible adscri- bir simuleéneamente a un cuerpo material una posicién exacta y un valor exacto de su momento, sea este cuerpo macroscdpico o atémico, esté cargado eldctricamente como un electrdn o sea eléc- tricamente neutto como un fotén. En Ia imagen de onda no e ten «paquetes» que contradigan la relacién (3). (Un resultado anlogo se verifica para la energia y el tiempo, pero no es necesa- rio cratarlo aqui.) Este principio universal de indefinicién 0 incertidumbre nos posibilita comprender que la aplicacién de las imagenes de onda y particula deja de ser recfprocamente conflictiva, ya que los dispo- sitivos experimentales que sustentan la relacién «ambos» (imagen de onda) y aquellos otros que justifican la relacién «uno u otro» (imagen de particula) son meutuamente excluyentes, Pata decidit si un fotén ha seguido tno u otro de dos (0 de varios) caminos, es necesario detectar tn retroceso ejercido por el fotdn sobre dete minadas partes del dispositivo (pantallas, diafragmas, espejos, etc.). Se puede entonces deducir la direccién de propagacién del fotdn mediante los reoremas de conservacién de la energia y del momento, Para que la medida de tal retroceso sea posible es nece- sario no s6lo que determinadas partes del dispositive pucdan moverse libremente respecto a otras, sino también que su momento sea conocido con suficiente precisidn antes de que inte- racttien con el fordn. Sin embargo, segiin la relacién de incerti dumbre (4) esto significa que las posiciones de esas partes del dis- positivo, antes del experimento, slo pueden ser conocidas con una incertidumbre inevitable. Un examen cuantitativo, que no puedo reproducir aqui, muestra que la cuantfa de esta incerti- dumbre es siempre tal que la definicién de la diferencia de fase, requisito para que se pueda llevar a cabo un experimento de inter. 44 sc ha demostrado que un forén no ia concreta, no es necesario ferencia, se pierde, Por tanto, si ha seguido, en efecto, una trayector tomar en consideracién esta trayectoria al calcular las probabili- dades de impactos. Por otra parte, un montaje interferencial requiere que existan partes del dispositivo fijas en el espacio cuyo ferencial momento siempre esté indeterminado. Un montaje interferen para un fotdn es, por consiguiente, un todo tinico; no puede de: componerse en secuencias catisales de eventos sucesivos, en los que esté implicado el forén, que puedan ser investigadas en el espacio y en el tiempo. Cualquier intento que se hiciera de seguir al fotdn en el espacio y en el tiempo destruiria el fendmeno de interferencia por cambios indeterminables en la posicién de las, partes del dispositivo. 3. El valor finio del cuanto de accién, que impide una subd visién de los procesos cunticos individuales, enfrenta al fisico con la siguiente situacién: es imposible tener en cuenta, mediante correcciones determinables, la influencia del conjunto del apara- to de medida sobre el objeto medido. La informacién que se gana al observar objetos atémicos hay que pagarla por una pérdida i vocable de algtin otro tipo de informacién. Por ejemplo, las leyes de la naturaleza impiden que el observador adquiera simulténea- mente informacién acerca de la energia y el momento de un obje- to y de su localizacién en el espacio y en el tiempo. Cul es la informacién que se gana y cul es la que irrevocablemente se pier- de queda al libre arbitrio del observador cuando elige disposi experimentales mutuamente excluyentes. Esta situacién es la que Bohr denominé «complementariedad». La imposibilidad de con- trolar la interferencia entre el acto de observacién y el sistema observado es la razén de la imposibilidad de describir objetos até- micos de una manera tinica a partir de las propiedades fisicas ustiales. Asi, ya no se cumple la condicién previa para una des ipcién de los fenémenos independiente de su modo de observa- cin, adquiriendo los objetos fisicos valores dobles o miiltiples y, por tanto, cardcter simbélico. Por consigutiente, los observadores o instrumentos de obser- vacién que ha de considerar la microfisica moderna difieren de manera esencial del observador objetivo de la fisica clisica, obser- ador que no es que no pueda influir en el sistema observado, pero cuya influencia puede, en cualquier caso, eliminarse por vos 45 correcciones determinables. En microfisica, sin embargo, cada observacién es una interferencia de extensién indeterminable tanto con los instrumentos de observacién como con el sistema observado, e interrumpe la conexién causal entre fenémenos pre- cedentes y subsiguientes a la misma, La interaccién indetermina ble entre observador y sistema observado en cada medida hace imposible llevar a buen término la concepcién determinista de los fenémenos postulada en la fisica clisica. Incluso bajo condiciones fisicas bien definidas solamente es posible, en general, hacer pre- dicciones estadisticas de los resultados de observaciones futuras, mientras que el resultado de una tinica observaci6n no esta deter- minado por ley alguna. En este sentido, podemos decir que la irracionalidad se le presenta al fisico moderno segin la forma de observacién elegida (austwiblende). El curso de los acontecimi tos que tiene lugar segiin reglas predeterminadas se interrumpe por medio de esta observacién, evocéndose una transformacién (Wandlung*) con un resultado impredecible, una modificacién que, por tanto, se concibe como un acontecimiento que sucede de una forma esencialmente no automitica'. 4, Esta situacién respecto a la complementariedad en fisica conduce de forma natural, salvando el reducido campo de esta disciplina, a situaciones andlogas relacionadas con las condiciones generales de! conocimiento humano. Por supuesto, en fisica no es necesario utilizar directamente el concepto de conciencia, ya que © Pauli tiene aquf en mente el significado alquimista; véase Ciencia y pen- samiento occidentalen el ensayo 16 de este volumen. "La operacién matematiea formal que ci correlacionada con una obser- |, y cuyo resultado no determinan las leyes teéricas, es ln denomin da sreduccién de paquetes de ondav, La funcién de onda absteaeta involuerada (que es en general una magnitud compleja en un espacio multidimensional) tiene el significado de un simbolo que unifica las earacteristicas conteadictorias de las imagenes visualizables (anschauliche Vorstellungen). La relacién estadisti- cade esa funcign de onda con series de observaciones sobre sistemas de la mis- ma nacuralezat, que han sido sometidos al mismo tratamiento previo, es anilo- ala relacién, mencionada antes, entre la probabilidad de impacto de un Sn y el campo de onda clisico. Este nuevo tipo de ley natural constituye un enlace entre las ideas de discontinuo (particula) y continuo (onda) y puede, por tanto, ser considerada como «correspondencia» en el sentido de Boh, dan= do lugar a una generalizacién racional del tipo determinista ekisico de una ley de la naturale: 46 se da por supuesto que los instrumentos de observacién consticu- yen un dispositive de registro automatico, con la tinica hipétesis de que se deberian poder describir en lenguaje ordinario, comple- mentado, si fucra preciso, con la terminologia de la fisica clésica. Los inserumentos de observacién ocupan pues el lugar de un suje- to perceptor con recursos técnicos ampliados. De esta forma, la fisica moderna generaliza el vicjo plantcamiento antagénico entre sujeto perceptor y objeto percibido a la idea de corte entre obser- vador 0 instrumento de observacién y sistema observado. Mien- tras que la existencia de tal corte es una condicién necesaria de la cognicién humana, la fisica moderna considera la posicién del corte hasta cierto punto arbitraria y como resultado de una elee- cidn en cierto modo determinada por condiciones de convenien- cia, y, por tanto, de alguna manera, libre. La relacién entre sujeto y objeto posee de hecho connotacio- nes paraddjicas que tienen una analogia trascendental con la rela- cién que encontramos en fisica cuintica entre los instrumentos de observaci6n y el sistema observado, Bohr caracteriza esta para- doja de cognicién como sigue’: Para describir nuestea actividad mental requerimos, por una parte, confrontar un contenido dado objerivamente con un suje to perceptor, mientras que por la otra... no se puede mantener una separacién nitida entre objeto y sujeto, ya que el sujeto per- ceptor también pertenece a nuestro contenido mental En relacién con esto, Bohr sefiala también que «el anélisis iente de cualquier concepto comparte una relacién de exclusién con su aplicacién inmedi De hecho, el concepto de conciencia requiere un’ corte entre sujeto y objeto, pero mientras que la existencia de tal corte es una necesidad ldgica, la pasicién del mismo es hasta cierto punto arbi- traria, El no reconocimiento de esta situacién da lugat a dos tipos diferentes de extrapolaciones metafisicas que pueden ser descritas como mutuamente complementarias. Una de ellas ¢s la del mate- rial 0, en general, la del objeto fisico cuya naturaleza se supone independiente de la manera en la que es observado. Hemos visto cons iatan, TN, Bohr, Atomic Theory and the Description of Nature (Cambridge, 1934), pig. 96. 7 cémo la fisica moderna, obligada por los hechos, ha tenido que abandonar esta abstraccién por demasiado restrictiva. La abstrac- ién complemenraria es la de la metafisica hindi, que propone tun sujeto perceptor puro, sin objeto contrapuesto alguno. Perso- nalmente, no dude de que esta idea se debe reconocer, asimismo, como una extrapolacién insostenible. La mentalidad occidental (abendlandischer Geist) no puede aceptar semejante concepcién de conciencia césmica suprapersonal sin un objeto correspon- diente, debiendo mantenerse en el término medio prescrito por la idea de complementariedad. Contemplado desde este punto de vista, en el concepto de conciencia ya esté postulada la dualidad de sujeto y objeto, En lugar de la conciencia universal oriental carente de objeto, {a psicologia occidental establece la idea de inconsciente, cuya relacién con la conciencia presenta caracteristicas paradéjicas similares a las que encontramos en fisica. Por una parte, | psico- Jogfa moderna muestra una realidad, en gran parte objetiva, de la psique del inconscientes por la otra, cada aportacién a la concien- cia, es decit, cada observacién, genera una interferencia con el contenido del inconsciente que, en principio, es incontrolable Esto limita el cardcter objetivo de la realidad del inconsciente y le confiere una cierta subjetividad. ‘Tratar otras analogias de la complementariedad fisica relacio- nadas con el patalelismo psicofisico dentro del ambito biolégico me llevaria demasiado lejos Deseo haber conseguido dar una impresién de la capacidad de sintesis de la idea de complementariedad, que si bien establece, en principio, un limire al campo de aplicacidn de las concepcio~ nes antagénicas, asegura que un sis con ellas estaré libre de contradi ema conceptual que opere ciones. 48 Probabilidad y fisica* Como vers en la separata de mi conferencia sobre «probabi dad y fisica» que le he enviado, me parece bastante apropiado denominar «el ideal del observador objetivo» a la descripcién conceptual de la nacuraleza en fisica clasica, que Einstein desea conservar a coda costa. Por expresarlo de forma radical, el obser- vador, segiin este ideal, ha de desaparecer por entero y de manera discreta como espectador oculto, nunca como actor, dejando ala nacuraleza sola en una sucesién predeterminada de aconte mientos que sea independiente de la forma en la que son observa- dos los fendmenos. Einstein me dijo el pasado invierno que «al igual que la Luna tiene una posicién definida independientemen- te de que la miremos o no, lo mismo debe suceder con los objeros atémicos, ya que no existe distincién precisa posible entre éstos y los objetos macroscépicos. La observacién no puede crearun ele- mento de realidad como es el de una posicién; debe haber algo contenido en Ia descripcién completa de la realidad fisica que se corresponda con In posibilidad de observar una posicién con ante- rioridad a que Ia observacién haya sido realmente efectuada» Espero haber citado a Einstein correctamente, ya que siempre es dificil citar de memoria a alguien con quien no se est de acuerdo. Es precisamente esta clase de postulado al que yo Hamo el ideal del observador objetivo. Carta de Pauli a Niels Bohr, 15 de febrero de 1955. El concepto matemitico de probabilidad surgié del intento de interpretat, tan objetivamente como fuera posible, la esperanza subjetiva de que ocurra un tinico suceso. Para llevarlo a cabo, la Versién ampliada de una conferencia pronunciad nin de la Swiss Society of Natural Sciences en Berna en 1952. Publicada primera vea en Dialectica 8, 112-124 (1954). cen ocasién de la reu- 49 esperanza debe ser reemplazada por la frecuencia promedio obje- tiva de un suceso cuando éste se repite bajo las mismas condicio- nes. Se supone que cuando el ntimero de repeticiones es grande, la probabilidad de un suceso A difiere muy poco del cociente mm/n, donde mes el mimero de repeticiones y m el nimero de veces que ha ocurrido el suceso A. Nos encontramos asi con la cuestion de una esperanza que se ha de interpretar objetivamente y con la existencia de muchos sucesos. No es ficil realizar un anilisis mas profundo de estas cuestio- nes, ya que, en particular, la eransicién de la formulacién Idgico- matemética a la experiencia conlleva profundos problemas episte- molégicos. Creo que todo fisico se ha de sentir dichoso_ por disponer de un conjunto impecable de axiomas macemiticos, ya que esto le permite establecer una separacién nitida entre probie- mas de matematicas y légica por un lado y problemas fisicos de filosofia natural por el otro. Como ha recalcado Van der Waerden ', los axiomas del célculo de probabilidades no incluyen una reduc- cién del concepto de probabilidad a otros conceptos; por el con- trario, el concepto de «probabilidad» no puede climinarse del conjunto de axiomas que constituyen las reglas basicas para su adecuado tratamiento, es decir, no esté definido explicita sino s6lo implicitamente. No es necesario dar aqui un sistema de axiomas in extenso, pues tal cosa ya se ha hecho desde la vertiente matematica. La escuela briténica (Keynes, Jeffreys, Broad) se inclina por la proba- bilidad contingente (probabilidad de p cuando se conoce #), y et matemitico Kolmogorov? formula los axiomas desde el punto de vista de la teoria de conjuntos, lo que quiza resulee menos familiar para el fisico. Los axiomas més importantes son los conjuntivos y disyunti- vos de la suma y multiplicacién de probabilidades. Ciertamente, las frecuencias de los elementos de clases finitas satisfacen auto- midticamente los axiomas’, “BLL. van der Waerden: «Der Begriff der Wahrscheinlichkeit», Stadium Generale 4 (cuaderno 2), 65-68 (1951), "CE Harold Jeffreys, Theory of Probability, 2a, ed. Oxford, 1948, "A, Kolmogorov, «Grundbegriffe der Wahrscheinlichkeiesrechnung», Exgebnisse der Mathematik und ihrer Grenagebiete2 (cuaderno 3), 195-262 (193). * SiAy Bson clases finitas, forman el cociente del mimero de los de la cla- se Bqueestin en la clase A, dividido por el ntimero total de los dela clase B. 50 i i | | Debo mencionar al pasar el hecho curioso de que no fuera un matemitico sino un fisico, A.M. Dirac, quien tuvo Ia idea de renunciar al axioma segin cl cual las probabilidades deben ser niimeros comprendidos entre 0'y 1, aunque mantuvo los axiomas restantes, y que fue también él quien admicié las «probabilidades negativas» (siendo constante y normalizada la suma de todas las probabilidades). Naturalmente, estas «probabilidades» generali- zadas no pueden interpretarse ya como frecuencias, y, en conse- cuencia, la amplia aplicacién en fisica que Dirac esperaba en prin- cipio de ellas no pudo llevarse a la practica. Sin embargo, son ocasionalmente titiles como magnitudes matematicas auxiliares sin significado fisico directo. Pero volvamos, tras esta digresidn, a las probabilidad. narias comprendidas entre 0 y 1. La consecuencia légica mis importance de los axiomas es cl reorema de Bernoulli, tambign conocido como ley de los nimeros grandes. El teorema presupo- ne que la posibilidad de que ocurra un suceso particular en cada una de las repeticiones es siempre la misma, digamos p. La tesis del teorema expresada en lenguaje matemitico es: pata «todo» par de ntimeros positivos (€ ,8) «existe siempre» un niimeto ente- ro grande Nque tiene la siguiente propiedad: «La probabilidad de que la fraccidn del nimero de repeticiones en las que ocurre el suceso, desde Ven adelance, difiera de p en un mtimero mayor que €, es menor que 8.» Debe observarse que esta afirmacién no lo es en el sentido de la de un limite. Sélo lo seria si 8 fuese sustituida por cero, lo cual, sin embargo, no esté. permitidg, El célculo de probabilidades exi- ge expresamente la existencia de una probabilidad muy pequefia, pero no nula, para que ocurra un suceso posterior cuya diferencia entre la frecuencia empirica y la probabilidad matemética p sea mayor que €. esta forma puramente matemitica, el reorema de Bernou- Uli no es atin susceptible de comprobacién empirica. Para ello es necesario incluir por algiin lado una regla referente a la actitud en la prictica del observador humano, 0 del cientifico en particular, que tenga en cuenta también el factor subjetivo, a saber, que la realizacidn, incluso una tinica ver, de un suceso muy poco proba- ble sea considerada como imposible hasta cierto punto en la pric- tica. Tebricamente debe aceptarse que atin existe una posibilidad de error diferente de cero, pero en la prictica se llega a las decisio- ordi- 51 nes reales de esta manera, y, en particular, eambign a aquellas rela tivas a la exactitud empirica de las afirmaciones estadisticas de las teorfas de la fisica o de la ciencia nacural. Llegados a este punto, se alcanzan finalmente los limites que se fijaron en principio a la posibilidad de llevar a cabo el programa original consistente en hacer tacionalmente objetiva la esperanza subjetiva unica * La primera aplicacién del célculo de probabilidades en fisi- ca, fundamental para nuestra comprensién de las leyes de la naturaleza, es Ia ceorfa estadistica gencral del calor establecida por Boltzmann y Gibbs. Como es sabido, esta teoria condujo necesariamente a la interpretacién de la entropfa de un sistema como una funcién de su estado, la cual, a diferencia de la ene! gfa, depende de nuestro conacimiento acerca del sistema. Si este conocimiento es el maximo que resulta consistente con las ley: de la naturaleza en general (microestado), la entropfa es siempre nula. Por otra parte, los conceptos termodinémicos son aplica- bles a un sistema s6lo cuando el conocimiento del estado inicial del mismo es inexacto; entonces, Ia entropia se mide de forma apropiada mediante el logaritmo de un volumen en el espacio de las fases. El mas bello ¢ importante resultado de esta teorfa fue la concepcién de «irreversibilidad» termodindmica de los procesos como una ttansicién dirigida en el sentido de los esta- dos més probables. Ademés, dicha concepcién condujo a la posibilidad de la existencia de desviaciones reales del comporta- miento de sistemas postulados mediante termodinamica feno- menolégica, a saber, alos llamados fenémenos de fluctuaciones, que posteriormente han sido confirmados brillantemente por la experiencia. Esta aplicacién del concepto de probabilidad en fisica, aun siendo fundamental, resultaba logicamente consistence con una forma determinista de las leyes de la nacuraleza. Sin embargo, la perspectiva se ha ampliado a la posibilidad mds satisfactoria de que el concepto de probabilidad, separado de cualquier forma determinista y causal de las leyes de la natutaleza, no resulee ser ya susceptible de posterior reduccién, es decir, constituya una nocién fundamental primaria de la fisica. Asi que las conclusiones inductivas de la babilfstica smo, el hecho de s ciencias sean siempre pro- ha ayudado a mantener dicha perspectiva. imi * CF también Van der Waerden, doe. eft Sin embargo, se debe recalcar que tales consideraciones gene- rales no son por si mismas suficientes para decidir sobre la presen- ciao ausencia de un marco determinista de las leyes de Ja nacura- leza. La mecénica ondulatoria, 0 cudntica, fue la primera capaz de afirmar la existencia de probabilidades primarias en las leyes natu- rales, impidiendo, en consecuencia, su reduccién a leyes determi- nistas mediante hipétesis auxiliares, como es el caso, por ejemplo, de las probabilidades termodinamicas de la fisica clasica. Esta revolucionaria consecuencia es considerada como irrevocable por la gran mayoria de los fisicos tedricos modernos, entre los que se cuentan M. Born, W, Heisenberg, N. Bohr y yo mismo. La oposicién a esto no se hizo esperar, pero, al estancarse en el estadio de esperanzas conservadoras, resulté infructuosa, Ade- més, por la propia naturaleza del caso, esta opescin estuvo divi- dida desde el principio en dos categorfas. Aquella (a la que perte- nece Schrddinger) de los que consideran que las ondas son més bellas que las particulas y a los que por ello les gustaria climinar este tiltimo concepto, y la de aquellos otros que siguiendo la teo- rfa original de De Broglie de la «onda guia» en una de sus posibles variantes, serfan partidarios de introducir particulas y ondas como mitades coexistentes de una realidad fisica constituida, de esta forma, por dos partes. No deseo emprender aqui un discusién detallada sobre los recientes intentos que se han hecho para revivir estas viejas ideas, sino més bien caracterizar las consecuencias epistemoldgicas de la interpretacién estadistica de la mecinica ondulatoria, que, en mi opinién, es la nica satisfactoria. Segtin esta concepcién, cada dis- positivo experimental va acompafiado de una interaccién inde- terminable entre el instrumento de medida y el sistema obser do; en consecuencia, cualquier conocimiento adquirido mediante una observacién se debe pagar con la irremediable pér- dida de algiin otro. Cuil es el conocimiento que se gana, y cual el que se pierde irrevocablemente, depende de la libre eleccién que haga el experimentador entte dispositivos experimentales mutua- mente excluyentes. Es precisamente en la posibilidad de esta libre cleccién en donde radica el carfcter indeterminista de las leyes naturales que postula la mecinica cudntica. De este modo, la observacién adquiere el carécter de algo inracional, de algo realmente tinico cuyo resultado es impredecible. Por otra parte, la imposibilidad de subdividir el dispositivo expe- 53 encialmente el fenémeno, dota de una nue- va cualidad de completitud a los sucesos fisicos. En contraste con este aspecto irracional de fenémenos concretos que estan determi nados por su realidad, se encuentra el aspecto racionalde un orden abstracto en las pasibilidades de expresion a través del concepto matemidtico de probabilidad y de la funcién Matematicamente, la nueva forma mecano cuntica de las leyes de la naturaleza resuelve de manera muy elegante el proble- ma de la medida de la probabilidad, que es dada por el cuadrado del valor absoluto de un nimero complejo, la amplitud de proba- bilidad, la cual cumple unas leyes mas simples que la propia pro- babilidad. Estas leyes confieren a las amplitudes el significado de vecrores de un espacio de Hilbert que se pueden superponer li- nealmente, lo que conduce, por definicidn, a una métrica inein- seca que ¢s una forma definida positiva’, ‘A pesar de la conclusion légica y de la elegancia matematica de la mecinica cudntica, existe por parte de algunos fisicos una cierta esperanza regresiva de que la situacién epistemoldgica que hemos esbozado pueda no ser la definitiva. Esco se debe, en mi opinién, a la fuerte carga inherence a las formas de pe tradicionales incluidas en las denominaciones de «ontologia» 0 erealismo». Incluso aquellos fisicos que no se consideran compl camente asensualistas» 0 «empiristas» deben plantearsc la cuestién de lo que es posible demandar como consecuencia del cardeter de postulado de estas formas tradicionales de pensamiento, y de lo que es inevitable a causa de la existencia de la mecanica cudntica, es decir, interrogarse acerca de si estas formas de pensamiento son i6n necesaria para que la fisica esté al alcance de todos osise deben plantear formas de pensamicato mis generales opucstas a ellas. El andlisis de los fundamentos tedricos de la meedinica ondulatoria 0 cusntica ha demostrado que la segunda alternativa es la correcta stas formas de pensamiento, por lo que a su aplicacidn a la sica se refieren, han sido formuladas, por poner un ejemplo, recientemente y de forma clara por Einstein de la siguiente mane- ra’ «Hay algo como el estado real de un sistema fisico que existe rimental sin alterar e: micnto una con Para las «probabilidades negativas» mencionadas anteriormente, la meétrica correspondiente es una forma cuadritica indefinida, Louis de Broglie, Plysicéew et penscur, Paris, 1952, pig. 6. 54 objetivamente con independencia de cualquier observacién o medida y que se puede describir, en principio, mediante las for- mas de expresién que se utilizan en la fisica.» Sin embargo. estas formulaciones de Einstein no dejan de ser una pardfrasis del ideal de una forma especial de la fisica, a saber; la forma wclasica». A este ideal al que can pertinazmente ha recurrido Einstein yo lo deno- minarfa el del observador objetivo. En realidad, «existentes y «no existenter, 0 «real» y «ficticio», no son caracterizaciones tinicas de cualidades complementarias. Estas s6lo son susceptibles de ser confirmadas mediante series estadisticas de experimentos que uti- lizan dispositivos diferentes y libremente elegidos y que pueden, en algunos casos, ser mutuamente excluyentes. La nueva teoria, por cl contrario, generaliza estos ideales y postulados clisicos. Sometida al empuje de los fendmenos fisicos contenidos bajo el cpigrafe «valor finico del cuanto de accidn, esta generalizacién légica ha emergido en una sintesis ms amplia como una solucién finalmente satisfactoria de las contradicciones originales: la inclu- sién macematica en la mecinica cudntica de las posibilidades de sucesos naturales ha resultado ser un marco suficientemente amplio como para abarear también la realidad irracional de un tinico suceso. Asimismo, al incluir tanto los aspectos racionales como los irracionales de una realidad esencialmente paradéjica, se Ja podtrfa designar como una teorfa de lo conveniente*. Me parece enormemente significativo que el concept mate- mitico de probabilidad tenga también su propia justificacién en sta nueva situacién que denominamos «omplementariedad». Parece que le correspondiera a un nivel muy profundo una reali- dad natural, ya que ha suminiserado una base légica sdlida para el tipo de ley de la naturaleza que generaliza la explicacién clasica y determinista de la misma proporcionando el nexo entre continuo (onda) y discontinuo (particula), y para el cual yo he sugerido el nombre de «correspondencia estadistica»”™ * Se puede, siguis aspectos como wdiakéctica», sperientia 6 (cuadceno 2), 72-75 (1950). * Compairese nota 1 del ensayo 2 de este volumen. ndo a F. Gonseth, designar a la inte 55 4 En el sesenta aniversario de Niels Bohr* Niels Bohr (1885-1962) Fotografia publicada en Reviews of Modern Physics 17, 97 (1945) en nde la celebracién de su sesenta aniversario (cortesia del archivo de Niels Bohr, Copenhague). ~~ * Publicado por primera ver en inglés en Reviews of Modern Physies 17,97 (1945). 37 El sesenta aniversario de Bohr fre celebrado con grandes fes- tividades, pero cn el auténtico espiritu de Copenhague. Por la mafana hubo una reunién en el instituto con Rozental como conferenciance. Los discursos y regalos corricron a cargo de Moller, Jacobsen y otros miembros del instivuto como Klein, Rosenfeld, Hylleraas y Gustafson. Se le entregaron las publicacio- nes con dedicatorias en dands y noruego, y, por supuesto, el nuic- vo nimero del Journal of Jocular Physics. Entre los obsequios habia una bonita y bien hecha miniatura de Van de Graaff. (Brostrém y su gente estuvieron trabajando toda la noche para construirla.) También se proyectaron algunas peliculas y dibujos cémicos. Como es obvio, Bohr disfrutd con esta forma de cele- brar su cumpleafios tanto como lo hicimos todos. Por la tarde hubo una recepcién oficial en Carlsberg, a la que asisticron representantes del gobierno danés y de las asocia- ciones cientificas, primeros ministros, ete. A Bohr le fue entre~ gado un regalo de unas 400.000 coronas danesas destinadas a la Fundacién Niels Bohr, recaudadas en circulos financieros da- nese La cena en Carlsberg fue muy divertida y alegre, ya sabe la anfitriona tan encantadora que es la sefiora Bohr. Durante la cena escuchamos primero el programa especial que emitié la radio danesa dedicado a Bohr, quien pronuncié entonces un largo dis- curso (no muy ficil de entender), el cual fue contestado mis tarde por su vicjo amigo el quimico Bjerrum. Bohr estuvo también acompaiiado por una procesién de 3.000 estudiantes que porta- ban antorchas, a los que se dirigié con un maravilloso discurs0. Se le vela profundamente conmovido. Verdaderamente, fueron un diay una noche inolvidables para todos nosotros. Carta de Lamek Hulthén a Pauli de 13 de noviembre de 1945, El presente volumen, al que han contribuido a pesar de los tiempos adversos cientificos de muchos paises de tres continentes, constituye una prueba de que realmente el sesenta cumpleafios del profesor Niels Bohr, que tuvo lugar el 7 de octubre de 1945, no fue tinicamente un dia de celebracién personal y privada para l sino de obligado cumplimiento para toda la comunidad de fisicos'. ic ada uno de los autores que ha contribuido a este ntimero desea expre- 58 ‘Aun cuando en cualquier época los estudiantes destacados han conseguido sus intuiciones fundamentales trabajando en solitario y aislados del mundo, Niels Boht, gracias a su genial per- sonalidad se relaciond, a medida que se desarrollaba su trabajo cientifico y su propia formacién, con un niimero cada vex mayor de personas, entre las que encontrd muchos colaboradores y disct- pulos. Después de dos afios decisivos en el laboratorio de Ruther- ford cn Manchester volvié en 1916 como profesor a Copenha- gue, su lugar de nacimiento, donde en 1920 se funds el Institue for Teoretisk Fysik. Pronto este institut atrajo a Copenhague, considerada como «la capital de la fisica atémi ‘entificos de todas las partes del planeta. Como director del laboratorio que estaba vinculado al instituto, Bohr encontré la oportunidad, al mismo tiempo que realizaba su principal trabajo tedrico, de supervisar la investigacién experimental por la que habia sentido un interés entusiasta desde muy joven. El descubrimiento del cle- mento hafnio realizado en este kaboratorio por Coster y Hevesy fue consecuencia tanto de la estrecha colaboracién entre investi- gacién tedrica y experimental como de la existence entre fisica y quimica, disciplinas que se habéan fundamentado por primera vex sobre principios comunes en la teorfa de la estructura atémica de Bohr. Asi como la teorfa de Bohr unificé distintas ramas de la ciencia, él mismo, en disertaciones en congresos internacionales y en las cuidadosamente planificadas conferencias de Copenhague, integré los diversos puntos de vista cientificos y las actitudes epis- temol6gicas de los fisicos, comunicando de este modo a todos los a», a participantes en aquellas reuniones la sensacién de pertenecer a una gran familia a pesar de sus disensiones. Sin entrar en detalles sobre el trabajo de Bohr, caracterizare- mos brevemente algunos aspectos del desarrollo’ general de los conceptos fundamentales de la teoria cudntica de la estructura de los dcomos. Esta teorfa tuvo su comienzo propiamente dicho cuando Bohr logré la afortunada sintesis del étomo nuclear de Rutherford con las ideas basadas en la existencia del cuanto de accién implicado en la teorfa de la radiacidn calorifica de Planck, rou deuda personal y su gratitud al profesor Bohr, pero los editores han encar- gado al autor de este escrito que transmita este mensaje en nombre de todo el grupo. Elautor queda muy agradecido al doctor M. Delbriick, del departamen- to de fisica de la Universidad de Vanderbilt, por la traduccién al inglés det contenido. manuscrto original, at como por ls sugerencias relativasas y el posterior desarrollo de éstas en la interpretacién que hizo stein del efecto foroeléctrico. Bohr formulé originariamence is postulados de la forma siguiente *: 1) Que el equilibrio dindmico de los sistemas en los estados estacionarios se puede analizar con ayuda de la mecinica ord! mientras que eseados ¢s a s transiciones de los sister entre diferentes jonarios no se pueden eratar bajo este punto de vista 2) Que estos tiltimos procesos van acompafiados de la emi- sién de una radiacién homagénea, en la que la relacién entre la fre- cuencia y la cantidad de energta emi Planck. it es dada por la reorfa de Con estos postulados, Bohr consiguié una interpreta rica de las regularidades de los especttos que se consideraban has ta entonces desconcertantes. La ambigtiedad del fundamento conceptual ~claramente expresada en la formulacién del primer postulado— mediante el cual se realizé esta interpretacién, se hi particularmente evidente con la asuncién de dos clases de fre- cuencias que, segtin ambos postulados, se suponian distincas entre sf en el caso general, aunque coincidian en la imagen clasica, caracterfstica que eta discutible para muchos fisicos. Por un lado estaban las frecuencias de la radiacién emitida asociada a un par de estados estacionatios, los estados inicial y final de un «proceso de transicién», y, por otro, las frecuencias cinematicas de las parti culas en las érbitas meciinicas correspondientes a sus estados esta- cionatios. Sin embargo, el desarrollo posterior, que condujo ala elimi nnacién del concepro de érbita mecinica a partir de I deseripcién tedrica, fue previsto por Bohr en su célebre «principio de corres- pondencia» 0 «argumento de correspondencia». Demostré ast, en primer lugar para sistemas con movimientos periddicos simples que en el caso limite de los nuimeros cutinticos grandes, en los que los valores de la energia de los distintos es hace estar relativamente préximos, las frecu culadas por medio del segundo postu tados estacionarios les nncias de emisién cal- do coinciden asintética- ~~ EN. Bohr, Philosophical Magazine 26, | (1913), contenido como articu 1 en Abbandlungen ter Atombau (Friedrich Vieweg und Son, Brau ‘o weig, 1921); traducido del Philosophical Magazine de 1913-1916, ineluy. elarticulo que fue retirado de la publicacién en 1916. nsch- ido 60 mente con los arménicos ta de la frecuencia fundamental w de Ja érbita mecinica periédica, si se identifica el entero T con la diferencia n’ - n” de los valores de los ntimeros cuanticos de los estados inicial y final respectivamente®, Sin embargo, segtin la concepcién clasica estas Frecuencias deberfan emitirse todas simultineamente, y de acuerdo con la teoria curintica, fa existen- cia de las distintas transiciones es descrica por leyes estadisticas que fueron formuladas por vez primera por Einstein en su forma general (emisin espontinea, emisién estimulada y absorcién). Enel caso limite de los ntimeros cunticos granides antes mencio- nado, la frecuencia de que ocurra una transicién es proporcional al cuadrado de la amplitud del arménico «correspondientens de este modo, las amplitudes del movimiento mecénico se convier- ten en «amplitudes de probabilidady. Kramers, un discfpulo de Bohr, ha demostrado cémo se puede utilizar esta correspondencia para estimar las intensidades de las lineas espectrales también en dl caso de ntimeros cudnticos pequefios. Ya en 1913, Bohr * demostré que el postulado de la idencidad asintdtica de las frecuencias mecénicas con las frecuencias dadas por el cociente enere las diferencias de energia de los estados esta- cionatios y la constante de Planck era suficiente para calcular la constante de la formula de Balmer del espectro del hidrégeno, también llamada constante de Rydberg, a partir de la carga y la masa del electrdn y del cuanto de accién (incluyendo la correc- cién debida a la masa finita del nticleo). De los argumentos expuestos en este articulo queda claro que, para el cilculo de esta constante, la hipdtesis de la validez. exacta de Ia mecinica clisica para los estados estacionarios no es necesaria si se acepra la formu- la de Balmer como una ley empirica. Partiendo de la ampliacién de las reglas de cuantizacién, realizada en particular por Sommer- TN. Bohr, Philosophical Magazine 27, 506 (1914) y 28, 394 (1915), con- tenido en N. Bohr, Abhandlungen itber Atomban (Friedtich Vieweg und Sohn, Braunschweig, 1921) como articulos VI y IX. Véase especialmente el articulo X, que fue en principio excluido de la publicacién, * Com, yo len N. Bohr, The Theory of Spectra and Atomic Constitution (Cambridlge University Press, Teddington, Inglaterra, 1922), surso pronunciado con anterioridad en la Soci ese el en: que es la traduecién de un di dad de Fisica de Copenhague, en diciembre de 1913, y publicado en Fysisk Tidsskrift 12, 97 (1914), 61 feld y sus discipulos, Bohr * generaliz6 el principio de correspon- dencia de modo que también pudiera aplicatse a los llamados sis- temas multiperiédicos. Simulténcamente, propicié el avance de la teoria de estos sistemas al proponer el método de las perturba- ciones seculares de las que Kramers hizo interesantes aplicaciones Esta teorfa se mostré vilida incluso para incerprecar cualitati- vamente las propiedades de dtomos complicados, y permitié cla- sificar sus niveles de energia mediante nimeros cudnticos, esta- blecer reglas de seleccién, interpretar los espectros de rayos x y describir la formacién de las capas mas internas del sistema perié- dico incluyendo las tierras raras. A pesar de estos logros, se hacia vex més evidence que una formulacién cuantitativa del cot tenido expresado en el principio de correspondencia, en particu- lar el célculo de las probabilidades de eransicién y de los niveles de energia de los étomos con mas de un clectrén, sdlo serla posible si se abandonaba la idea de visualizar los estados estacionarios por medio de la cinemitica clisica. Durante mi estancia en el insticu- to de Bohr en Copenhague durante 1922 y 1923 me impresiond la cautela con la que Bohr utilizaba estos modelos clisicos en contraste con otros fisicos. fil siempre recalcé su cardcter provisio- nal, y en sus deducciones prefirié cefiirse al caso limite de los ntimeros cudnticos grandes, tinicos para los que existia una correspondencia formal entre las teorfas clsica y cudntica. Esta actitud se reflejé en una formulacién del primer postulado que Bohr * dio por entonces, y que quiero citar aqui a fin de compa- rarla con la formulacién original: El primer postulado de la teorfa cuntica para un sistema Iece que entre los movimientos relativos ticameente posibles de las particulas del dtomo existen cie tos estados, llamados estados estacionarios, que se distinguen pot tuna estabilidad peculiar que se pone de manifiesto por el hecho de que cada cambio permanente en el movimiento del sistema atémico aislado es *N. Bohr, «On the quantum theory of line spectra», partes Ty I. Der Kon gelige Danske Videnskabernes Selshabs, matematish-fysiske Meddelelser (8] LV, nim. 1 (1918). “N. Bohr, «On the application of q atoms, Part I: The fundamental postulates, Cambridge Philosophical Society, 1924, Trad. sik 13, 117 (1923). ntum theory to the structure of Suplemento de Proceedings of the ng. a partie de Zeitschrift ir Phy 62 aislado debe de consistir en una transicidn completa desde el esta- do estacionario original hasta otro. La hipétesis de la validez de la mecénica elésica en el caso de los estados estacionarios fue formulada aparte de los posculados fundamentales.Tenemos aqui un ejemplo de la sutileza del estilo de Boht. Para aquellos lectores que no estén familiarizados con el desarrollo histérico de sus publicaciones, estos matices de signifi- cado sern dificiles de apreciar. El sabia bien lo que no queria decir cuando se esforzaba en utilizar largas frases para explicarse en sus trabajos cientificos. La actitud critica hacia el uso de las imigenes mecano-cine- miticas condujo a otto desarrollo, Aunque se abandonaron pron- to dudas momentineas, como las de la validez exacta de las leyes de conservacién dela energfa y del momento aplicadas a procesos clementales individuales, sc demoseré la utilidad de la imagen de los osciladores virtuales introducida en este contexto como una generalizacién de los osciladores de la teorfa chisica del clectrén de Ia refraccidn de la luz, Utilizando este concepto y extrapolando audazmente el resulta a, Kramers estable- cid la primera ley que se verifica exactamente incluso en el caso de Jos mimeros cudnticos pequefios, formula que relaciona los fené- menos de dispersién con las probabilidades de transicién de la emision espontanea de la luz, Mas tarde, su uso se extendid estudio de la difusién incoherente de la lu, y en ottos casos tam- bién fue posible conjeturar correctamente las reglas cuantitativas que tendrian que satisfacer las energfas de los estados estaciona- rios y las amplitudes de probabilidad. El terreno ya estaba abonado para dar el paso decisive que lle- g6 con la teoria de matrices de Heisenberg (1925). En esta teorfa se obtuvieron por vez primera, a partir de un formalismo mate- mitico coherente, las amplitudes de probabilidad de los oscilado- res vireuales y los valores de las energias de los estados estaciona- rios. Inmediatamente después Schrédinger (1926), utilizando la idea de las ondas de materia de De Broglie, descubrié su famosa ecuacién de onda cuyas soluciones periédicas demostraron ser equivalentes a las de la teorfa de matrices. A partir de entonces se pudo ya disponer de los métodos formales necesarios para una descripcién consistente de los fenémenos cudnticos; sin embargo, atin hubo que resolver muchos problemas de interpretacién fisica lo de la mecanica clasi 63 afin de clucidar los fundamentos de la teoria. Las discusiones del Congreso Solvay de 1927, en el que Bohr participé, mostraron una clara imagen de estas dificultades. Después de la interpret cidn estadistica que hizo Born de la funcidn de Schrddinger, y del establecimiento de la teoria de las transformaciones de la mecini- ca cudntica general, cuidadosamente elaborada por Dirac, estos temas evolucionaron hacia una mayor claridad. Finalmente, Hei senberg descubrié su principio de indeterminacién e intuiti mente constaté su gran importancia, pero fue Bohr quien hizo una sencilla y correcta deduccién de este principio a partir de las propiedades de los paqueces de ondas, deduccién que todavia puede hallarse en todos los libros de texto’. También puntualizé la imporcancia de la solucién general dependiente del tiempo de la ecuacién de Schrédinger, en el debate mantenido sobre el retorno a la mecéinica clisica, en aquellos casos en los que la difuu- sidn de los paquetes de ondas es insignificance. Mediante una pormenorizada discusién basada en numero- sos experimentos mentales, Bohr demostré que el concepto de complementariedad caracteriza el contenido fisico esencial de las nuevas teorfas. En armonfa con el principio de indeterminacién, definié este concepto con las siguientes palabras: Cualquier aplicacién de los conceptos clisicos dada imposi- bilita ef uso simultinco de aquellos otros conceptos clisicos que, aun en una relacién diferente, son igualmente necesarios para la aclaracién de los fendmenos' Son ejemplos bien conocidos de esta mutua exclusién los siguientes conceptos: el momento y la posicién de una particula, el retroceso en la emisién de un forén y la coherencia de la luz emitida en diferentes direcciones, y la onda y el corpiisculo. Segtin Bohr’, la nocidn de complementarie d sirve * Véase ensayo Len N. Bohr, La teoria atémiea y la descripcin de la natura- deed, Alianza, Madrid, 1988. " La teoria atémica y la descripcién de la naturale, * Véase N. Bohr, «Light and Life», discurso pronunciado en el [nternatio- nnal Congress on light-therapy de Copenhague, agosto de 1932; Nature 131, 421 y 457 (1933), pag. 423, (Comparese también Die Naturwissenschafien 2A. 245 (1933).] 64 para simbolizar la limitacién bésica, hallada en la fisica atémica, de nuestea arraigada idea acerca de que los fenémenos existen con independencia del medio con el que se los observe. En verdad, es esta limitacién la que hace a la teorfa Iégicamen- te consistente. Los «procesos de transicién» de la teorfa en su for- ma original han sido ahora sustituidos por la seleccién discontinua de las posibilidades tedricas de un suceso mediante el acto de la observacién, por «el aqui y el ahoran. Las propias posibilidades tc6ricas estan sometidas a leyes estad{sticas con amplitudes de pro- babilidad que varian continuamente como funciones del tiempo. Bohr siempre ha considerado a la mecénica cudntica como Ia realizacién precisa del programa que tenfa en mente cuando for- mulé originariamente sus postulados fundamentales, y en conso- nancia con ella caracteriza asf el eargumento de cotresponden- Nuestro empefio es obtener, por medio de una utilizacién convenientemente limitada de los conceptos mecinicos y electro magnéticos, una descripcién estadistica de los fenémenos atémi- cos que se muestre como una generalizacién racional de las teorias cas clisicas, a pesar del hecho de que el cuanto de accién, de: stas, deba ser considerado como una irra- deel punto de vista de cionali En realidad, la meciinica ondulatoria, o mecinica cudntica, en su formalismo actual puede considerarse como la clave para trasladar los resultados de la teorfa clésica a un lenguaje cudntico compatible con la existencia del cuanto de accién. Una excelente herramienta que ha demostrado su utilidad para ello ha sido el formalismo canénico que expresa las ecuaciones del movimiento a partir de la llamada funcién de Hamilton o hamiltoniano. Sin embargo, aun adoprando Ia forma del hamilroniano de la teorfa clisica, Ia mecdnica cudntica incorpora a su ver. una dualidad en su fundamento, a saber, los conceptos de Ia mecéinica de particu- las y los de la teorfa del campo electromagnético de Maxwell y Lorentz, En consecuencia, la forma actual de la teorfa cudntica no explica el aromismo de la carga cléctrica ni establece una relacién Logica entre el cuanto elemental de carga y el cuanto de accidn. © Véise N. Bohr, «Light and Lifes, Nature 131, pig. 422. 65 Independientemente de lo que se pueda pensar acerca de los origenes de la mecinica cuantica desde un punto de vista episte~ maol6gico, es bastante evidente, teniendo en cuenta la situacién que surgié por la creacién de esta teoria, que Ja via de un desarrollo fururo no va a retroceder sino a avanzar. Pensamos que los indicios acerca de cual seri la direccién especifica de este avance surgirin no tanto de discusiones y postulados filoséficos como de nuevos resultados experimentales concernientes a las reacciones de parti- culas elementales, especialmente en la regidn de altas energias, y posiblemente del enriquecimiento, mediante la introduecién de huevos conceptos formales, del estudio tedrico de aquellas conse- cuencias de la teorfa que revelan una limitacién en la aplicacién de su formalismo matemitico. Una de estas limitaciones la encontra- mos en la aplicacién de la mecinica cudntica a la interaccidn entre la radiacién electromagnética y los electrones. Por un lado, esta interaccidn, cuando se desarrolla en serie de potencias de la cons- tance de estructura fina, conduce, debido a la pequefiez de esta constante, a una aproximacién titil para los procesos de emisi6n, absorcién y difusién de forones sdlo cuando se utiliza el término del desarrollo en el que primero tiene lugar el proceso concreto. Por otto lado, en el formalismo légicamente completo de la teoria en el que se cuantiza el propio campo electromagnético (electrodi- ndmica cudntica), las aproximaciones mis altas son divergentes. En consecuencia, algunos efectos dbiles (pero susceptibles de ser medidos experimentalmente) no pueden calcularse de forma pre- cisa con esta reoria. Como ejemplo podemos citar la influencia de la emisién de una pequefia cantidad de energfa, en forma de muchos fotones de baja frecuencia, sobre la scccidn eficaz de difu- sién de electrones bajo un dngulo especificado por un campo de fucrzas culombiano, un efecto que debe dar lugar a términos de corteccién en la bien conocida formula de Rutherford. Los inge niiosos intentos que en fechas recientes se han hecho para extender la teoria a estos débiles efectos electrodindmicos no parece que hayan tenido el éxito suficiente. Es por tanto probable que las divergencias de la teoria no puedan resolverse sin atacar directa- mente problemas mas bisicos que permanecen intactos en Ia teo- ria actual. De entre ellos, los mas importantes son los que se refie- ren a la interpretacién del cuanto elemental de carga eléctrica y ala prediccién teérica de los tipos de particulas elementales que & ten en la naturaleza, as{ como a la de sus mas 66 Podria parecer que esta opinién estd también en consonancia con una interesante publicacién de Bohr y Rosenfeld " relativa a la inverpretacién fisica de las relaciones de incertidumbre involu- cradas en Ia electrodindmica cudntica del campo clectromagnéti- co de la radiacién libre. En este articulo Bohr demuestra ser, como tan a menudo, un maestro en cl uso de los experimentos meneales, Se ha demostrado que las relaciones de incertidumbre requeridas pot la clectrodindmica cusntica para los valores de las diversas componentes de campos intensos, promediadas sobre areas finitas espacio-temporales, se verifican_ realmente por prin- cipio. Este articulo es una buena ilustracién de un comentario que hace mucho tiempo hizo Bohr al autor de este escrito. Dijo que su interés en [a fisica no era tanto el de un matemitico como el de un artesano y un fildsofo, En el articulo antes referido, esta feuctifcra combinacién queda reflejada en el hecho de que los complicados mecanismos de resortes y estructuras se basan en el sencillo principio de que se pueden usar como cuerpos de prueba cuerpos extensos con una discribucién practicamente uniforme de carga y de masa, en tanto que no se introduzcan hipdtesis re trictivas en cuanto a las particulas elementales que existen en la naturaleza, Como han sefalado Bohr y Rosenfeld, se puede espe- rar una nueva situacién epistemoldgica sélo si la constitucién até- mica de los cuerpos de prueba se considera una caracteristica esencial del argumento. La extensién de este ensayo no me permite comentar las inte- resantes aplicaciones del punto de vista epistemolégico de la com- plementaricdad de Bohr a los dominios de la biologia y de la psi cologfa'?. Sin embargo, la fisica volver con toda probabilidad, tascendiendo el argumento de correspondencia, a los problemas de las particulas clementales y a aquel mas estrechamente relacio- nado con la naturaleza de las fuerzas nucleares. Es evidente que esta fisica del futuro necesitard, al igual que el anterior desarrollo de la fisica atémica, de coherencia intelectual y de un sentido uni- ficador, El profesor Niels Bohr, cuyo interés por los problemas de "'N. Bohr y L, Rosenfeld, «Zur Frage der Messbarkeit der clektromagne- tischen Feldgrissenm, Det Kongelige Danske Videnskabernes Selihabs, matema- sisk-fisiske Meddeleler XU, mim. 8 (1933). " Véase N. Bohr, Atomie Theory and the Description of Nature, La teor «atémica y la descripcién dela naturaleza, Alianza, Madeid, 1988, Estudio preli- minar y Ensayos II y 1V. or ar y de la radiactividad se remonta a aquellos dias que compartié con su maestro lord Rutherford y sus colabo- radores, seré llamado mas que cualquier otro a desempefiat un papel importante en el cumplimiento de esta dificil rarea. Por ello, sus amigos y alumnos pueden permitirse expresar, en su 60 cumpleafios, el deseo de que las circunstancias le permitan reanu- dar pronto las conferencias de fisica en Copenhague, que tan fructiferas y estimulantes han sido para todos los que han asistido acllas. la estructura nu 68 DI) Contribuciones de Sommerfeld ala teorfa cudntica* Arnold Sommerfeld (1868-1951) Fotografia de principios de los afios 20, cuando Pauli y Heisenber estaban estudiando fisica en Munich. En la pizarta, la frmula de Balmer para la linea de Paschen en el infrarrojo y el dibujo de las érbitas cortespondientes segtin Ia teorfa atémica de Bohr-Sommerfeld. (Procedencia: Albert Einstein / Arnold Sommerfeld, Bricfwechsel, sfa de Armin Hermann, Schwabe & Co. AG, Basilea, 1968) * Dedicado a A. Sommerfeld cn su 80 aniversario, celebrado el 5 de diciembre de 1948, Publicado por primera vex en Die Naturwissensehaften 35, 129 (1948). 9 ‘Tendré mucho gusto en contribuir con un trabajo al home- naje que la Zeitschrifi fir Natusforschung prepara para conmemo- rar el 80 cumpleaiios de Sommerfeld, bajo la condicién de que antes del 31 de julio de 1948 consi publicar. Esto es muy posible, puesto que tiltimamente he vuelto ai parar a la clectrodinémica cudntica, en relacién con los experi- mentos realizados en Estados Unidos sobre el cesplazamiento de los niveles $ del dtomo de hidrégeno (recientemence constatado por un efecto anélogo en las lineas He*) y los dems experimen- tos que inducen a pensar que el factor magnético del electrén libre es un 0,12 por 100 mayor que un magnerén. Quizé vuelva mils tarde sobre esta cucstién. a tener algo idéneo para Carta de Pauli a Werner Heisenberg, 22 de enero de 1948. El trabajo de la primera época de A. Sommerfeld traté, en parce, sobre aplicaciones de las matemaiticas de la teorfa ondulato- ria, como la integracién de las ecuaciones de Maxwell en proble- mas de difraccién y de telegrafia sin hilos, y, en parte, sobre pro- blemas de la teorfa cldsica del electrén. Los rayos x que se emicen al frenarse los electrones le habian ya familiarizado con la tcorfa ‘cuintica's y la ccoria formal de Voigt sobre el efecto Zeeman and- malo del doblete de los espectros, que él fue capaz de simplificar sustancialmente al considerar la emisién en lugar de la absorcién+, le hizo entrar en contacto con la gran complejidad de los proble: mas relacionados con la interpretacién de los espectros. Poco des- pués, el modelo nuclear del dtomo de Rutherford, a través del tra- bajo fundamental de Bohr (a partir de 1913), se fusioné con la tcorfa cudntica de la radiacién térmica de Planck, y la constante de Rydberg de los espectros se redujo al cuanto de accién y ala carga y a la masa del clectrén (con una correccién suplementari pata incluir el movimiento del néicleo). Fue a finales de 1915 cuando Sommerfeld, fuertemente impresionado por este nuevo descubrimiento, volvié su atencién a la interpretacién tedrica de los espectros y a los problemas asociados con la estructura atémi- ca. Se puede decir que este periodo marcé el comienzo de un nue- vo capitulo en la actividad cientifica de Sommerfeld, lo que signi- "A. Sommerfeld, informe al Congreso Solvay, Bruselas, 1911. A A. Sommerfeld, Géctinger Nachrichten, mat.-fis, Kasse (1914), 70 ficé no sélo un cambio en la temética de sus estudios sino tam- bign un cambio fundamental en Jos métodos empleados en su trabajo. Fue una afortunada circunstancia que Sommerfeld teco- nociese cl significado formal de las integrales de fase sobre las lla- madas coordenadas de separacién de un sistema mecinico y que Jas aplicase inmediatamente en sus primeros articullos, publicados bajo el titulo Sobre la teoria endusica de las lineas espectrales?, al movimiento de un tinico clectrén que describe clipses keplerianas simplemente periédicas bajo influencia de la atraccién culombia- na del niicleo, sin tomar en consideracisn la degeneracién de este sistema, Igualando las integrales de fase de cada una de las dos coordenadas polares ry @, extendidas a un periodo completo, a miiltiplos enteros del cuanto de accién, introdujo en la teorfa un néimero cudintico azimutal ng ademis del ntimero cudntico radial n,. Sin embargo, si se asume la mecinica newtoniana, esto no aporta resultados nuevos en comparacisn con la teoria de Bohs, ya que en este caso la energia total depende solamente de la suma 1 = H+ Ny donde 16s el llamado ntimero cwintico principal. No obstante, ef célculo de Sommerfeld le permitié generalizar su resultado al caso en el que se considere la dependencia de la masa del electrén con su velocidad, como exige la teoria de la relativi- dad espe ial. Esto conduce a una rotacién superpuesta del perihe- lio de la elipse, y, en consecuencia, a la climinacién de la degene- racién. La energia del sistema depende, por tanto, de los dos niimeros cudnticos 1, 1g por separado, un resultado que abrié el camino al esquema de la teorfa entonces en uso de los sistemas simplemente periddicos. Sommerfeld advirtié inmediatamente la posibilidad de aplicar la teorfa a la estructura fina de los espectros del hidrégeno (resultado que fue pronto completamente confir- mado por kas medidas de Paschen del especero del helio ionizado) y alos dobletes relativistas equivalences de los espectros de rayos x, asf como a las series espectrales de dtomos mas pesados, en los que la influencia del worazén» atémico sobre un electron mas externo (Lewchtelektron) se puede representar aproximadamente por un campo central no culombiano. En este caso no hay dege- neracién incluso cuando no se considere la variacién relativista de ‘A. Sommerleld, Sitzungsberiehte der Mitnehener Akademie der Wissens- chafien, pigs. 425, 459 (1915); pige131 (1916). Annaten der Plysile51, 1, 125 (1916) («Teoria ewintica de las lineas espectrales»). 7 Ja masa, y los tétminos 5, p, d, que en el étomo de hidrdgeno es muy préximos, aqui estén ampliamente separados, La teorfa cuintica general de los llamaidos sistemas mecinicos multiperié- dicos se desarrollé répidamente a partir del trabajo de Sommer- feld. Fue formulada independientemente en 1916 por Epstein“ y Schwarzschild * y aplicada con éxito al efecto Stark del espectro del hidrégeno. A pesar de la total concordancia en los resultados, se puede distinguir una diferencia entre los puntos de vista de ambos autores. Mientras que en el trabajo de Epstein, disefpulo de Sommerfeld, se pone el énfasis en Ia separacién de las variables del problema mecinico cn coordenadas adecuadas, Schwars child incide en las propiedades de periodicidad de la érbita mecé- nica, Las integrales de fase sobre las variables de separacién estan intimamente relacionadas con el problema de la divisién del espa- cio de las fases en celdas finitas, que surge de forma natural desde un punto de vista termodindmico y que fue tratada en un articulo de Planck ¢ que se publicé al mismo tiempo. Por otra parte, el método de las «variables angulares», con las que Schwarzschild estaba familiarizado como astrénomo que era, ha demostrado ser més util en lo que se reficre al principio de correspondencia de Bohr y al método de las perturbaciones seculares derivado de Ia mecénica celeste. Las variables angulares son coordenadas del s tema tales que los momentos ordinarios y las coordenadas de posicién son funciones periddicas de ellas (por conveniencia, el periodo suele normalizarse a 1 o bien a 2m), pero a su vez son fun- ciones lineales del tiempo. Todas las frecuencias de las compo- nentes de Fourier del movimiento de un sistema de este tipo son, por tanto, combinaciones lineales con coeficientes enteros de cierto mimero de frecuencias fundamentales, cuyo ntimero sno es ciertamente mayor que el ntimero f'de grados de libertad del sistema, sino que en algunas circunstancias puede ser menor (degeneracién). Estas frecuencias fundamentales se deben el s- “D.S. Epstein, Plysibalische Zeitschrift 17, 148 (1916); Annalen der Physile 50, 489; 51,168 (1916). *K. Schwarzschild, Siszunysberichte der Berliner Akademie der Wissenseha| ter fis-mat., Klasse, pig, 548 (1916); ef. tambign conferencia de Haarlem (1918). *M, Planck, Verbandlungen der Deutschen Physitaischen Gesellicbafi 17, 407, 438 (1915); Aunalen der Physik 50, 385 (1916). M. Burger, 2 de tal modo que no existan relaciones lineales homogéneas con coeficientes enteros entre ellas. Sélo estas «variables de accién» que son candnicamente conjugadas de las variables angulares que corresponden a estas frecuencias fundamentales independientes, cuyo mimero por tanto coincide con s, poseen un significado fisi- co directo y una definicién tinica. Ya que la energfa de un sistema multiperiédico sélo depende de estas s variables de accién, Sch- warzschild propuso que tal sistema se debia caracterizar por exac- tamente s condiciones cudnticas que determinen dichas variables deaccién como miiltiplos enteros de la constante de Planck. Esea fue la formulacién de las condiciones cudnticas que Bohr utilizé exactamente cuando logré adaptar su ya mencionado principio de correspondencia, que con anterioridad s6lo habia formulado para sistemas simplemente peridédicos, a la teoria general de los sistemas multiperiédicos’. El principio de cortes- pondencia afirma que la oscilacién de combinacién general en el movimiento mecénico, que tiene una frecuencia 7,0; + 7,0; + -.- iendo £, ...7 ,entetos positives, negatives 0 cero, y Vy... ., Ia base elegida de las frecuencias fundamentales), esté asociada con una transicién en la que los valores n'y ... ng yn; 1", delos niimetos cudinticos en los estados inicial y final respectivamente difieren exactamente en 7; ... T,. De hecho, es fécil demostrar que en el limite de los mimeros cudnticos grandes a frecuencia de la luz emitida, calculada a partir de la condicién de frecuencia bv = E (ay... 11.) - E(n", ... n,) coincide asintéticamente con la expresién (1) - n";) Dy + ..4 (ng = n",)V., como consecuencia de la forma adoptada para las condiciones cudnticas de los siste- mas multiperiédicos. ;Cudl es la drbita mecdnica cuyas frecuen- as fundamentales han de sustituirse aqui por Vy... D,? Mien- tras que 7 sea grande comparado con el correspondiente , lai diferencias entre los valores de las Dj... V., en los estados inicial y final pueden despreciarse y no es necesario responder a esta emba- razosa pregunta, Bohr tuvo la feliz idea de que, en cualquier caso, en el limite de los ntimeros cusinticos grandes los cuadrados de las amplitudes de cada oscilacién componente deben determinar la intensidad dela transicién «correspondiente». Extrapolando a los TN, Bohr, Kongelige Danske Videnskababernes Selskab Skrifter, naturvi: densk. og mat. Afa. 8 Raekke IV, 1, partes Ty 11 (1918); trad. alem. de P, Herz situlada Uber die Quantentheorie der Linienspektren (Braunschweig, 1923). 73 niimeros cusinticos pequeiios esto se reducitfa, sin embargo, a meras conjeturas. No obstante, Bohr fue capaz de obtener en algunos casos, a partir de su principio, las reglas de seleccién y pola rizacién vélidas incluso para los nimeros cudnticos pequeiios; es decis, para aquellos casos en los que para fodaslas Srbitas mecdni- cas de un sistema las oscilaciones con determinados valores de T,...T, no aparezean (es decir, que su amplitud sea cero) 0 perte- nezcan a una forma concreta de la oscilacién. De este modo fue posible que Sommerfeld * y Debye ® completasen la teorfa del efecto Zeeman normal. Bohr ya habia indicado claramente que su principio de cotrespondencia no deberia servir en caso alguno para climinar la diferencia encre mecénica cldsica y teoria cudntica, sino que mas bien era un indicador que marcaba el objetive de una traslacién general del tratamiento de un sistema dado por la mecénica clisi- ca a un tratamiento ldgicamente coherente de la teorfa eudintica. Incluso el propio Sommerfeld mostré cierta aversién hacia el uso del principio de correspondencia, quizé porque no era posible, en el estadio en que se encontraba la teoria en la época, utilizar este principio para obtener resultados generales cuantitativos para los nuimetos cudnticos pequefios. También se mostrs poco dispuesto sistema degencrado por menos ntimeros cuinti- cos que el de su ntimero de grados de libertad mecénicos, aunque era perfectamente consciente de que las constantes orbitales, que son diferentes de las s integrales de fase determinadas por la regla de Schwarzschild, son muy sensibles a la perturbacién por cam- pos de fuerza externos débiles por cuanto sus valores experimen- tan cambios acumulativos con el tiempo (perturbacién secular, en contraste con la perturbacion periddica de las s integrales de accién). En este punto se debe sefialar que esta sicuacién tiene su anélogo actualmente en la mecinica ondulatoria. Si un valor dela energla es gveces degenerado, existe asociado un subespacio lineal ¢-dimensional del espacio general de Hilbert de las funciones pro- pias; cuddsea el vector particular de este subespacio que describe el estado del sistema (cada uno de estos vectores se puede represen- tar como combinacidn lineal de g vectores linealmente indepen- a caracterizar un =A. Sommerfeld, Physikalische Zeitschrift 17,491 (1916) («Teorfa del efecto man de las Iineas del hidrégeno, con un apéndice sobre el efecto Starke). "P, Debye, Physikalische Zeitschrifi 17, 507 (1916) dientes) depende, antes de la climinacién de Ja degeneracién, de circunstancias imprevi endo sensible a las perturbaciones exteriores al sistema. Sin embargo, siempre tuve la impresién de que las diferencias entre los métodos de Sommerfeld y su escuela, por un lado, y los de Bohr, por otro, ejercieron una favorable y fecunda influencia en el posterior desarrollo-de la teorfa, En el perfodo siguiente, el problema fue delimitar ms claramente el limite de la validez de la mecinica clisica. Aunque pronto se puso de manifiesto que la mecé~ nica clasica debfa fracasar ya en la explicacién del espectro del helio, puesto que el problema de dos electrones no conduce a 6rbitas multiperiddicas, al principio se concibieron falsas espe- as en cuanto al alcance de la teoria de los sistemas multiperié- dicos. Mas tarde se reveld, ademas, que en el caso de estos siste- mas cl tratamiento de los estados estacionarios por medio de la mecénica clisica no conducia necesariamente a resultados correc- tos, y que en realidad la utilidad de esta tcorfa, incluso para niimeros cudnticos pequefios, estaba restringida a sistemas muy especiales y cra mits 0 menos fortuita. En este contexto, cl princi pio de correspondencia fue muy til para separar las aplicaciones de la teoria, en las que la mecinica clisica se usaba simplemente para interprecar las reglas de seleccidn y de polarizacién sobre la base del tipo de orbical gencral, 0 sélo en cl limite de los ntimeros cusinticos grandes (como por ejemplo en la obtencién de la f6r- mula para la constante de Rydberg ), de aquellas otras en las que seacude de forma esencial a los pormenores de los modelos mecé- nicos (como por ejemplo la exclusién de ciertas érbitas en el dto- mo de hidrégeno). En esa época, Sommerfeld se encontré I6gicamente obligado aabandonar cada v Jos modelos cltsicos y a volver a la clasi- ficacién de los términos espectrales mediante ntimeros cudnticos, as{ como a buscar leyes empiricas sencillas gobernadas por nime- ros enteros. No podemos seguir refiriéndonos a esta época sin considerar su tratado fundamental, Atombau wnd Spekrallinien™, en el que se combina de forma magistral la abundancia de mate- rial con Ia capacidad para proporcionar informacién esencial casi A. Sommerfeld, Atombuae und Speltrallinien, Vieweg, Braunschweig: 1* ed. (1919); 24 ed. (1920); 34 ed. (1922); 44 ed. (1924); Wellenmechanischer Exgiinzungsband (1929); 5 ed. vol. 1(1931), vol. H (1939) 75 a cualquier tipo de lector. En el Prefacio de la prime ademas de rememorar las tu de éste cuando escribe* a edicién, ipses de Kepler evoca el propio espiti El lenguaje de los spectros que hoy dia escuchamos es auténtica muisica de las eras en el interior del dtomo, acordes de relaciones enteras, un orden y una armonfa que, pese a la diversidad del conjunto, alcanza gran perfeccién. La ceorfa de las cas espectrales llevard para siempre el nombre de Bohr, pero a partir de ahora el nombre de Planck estard permanentemente asociado con ella, Todas las leyes enteras de las lineas espectrales y de ka worfa atémica surgen origin: ‘ de iamente de la teoria cwintien. Esel misterioso drgano en el que fa nacuraleza interpreta la muisi- cade los espectros, y es su ritmo el que regula fa estructura de los itomos y de los niicleos, Es como un eco de la busqueda de las armontas del cosmos emprendida por Kepler y guiada por el sentimiento musical de la belleza de las proporciones exactas en el sentido de la filosofia pitagérica, un eco de su «gcomettia est archerypus pulchritudinis mundi» (la geometria es el arquetipo de la belleza del Universo). iY cudn admirablemente comprendia Sommerfeld el arte de comunicar a su gran citculo de discipulos su percepcién infalible de las proporciones justas y de lo armonioso! Fue en los afios ante- riores al establecimiento de la nueva mecénica cudntica cuando los fisicos jévenes, alterando ef ema publicitario de una conocida firma de éptica de la época, solfan decir: «Si estd entero, acuda a Sommerfeld.» Si se comparan las sucesivas ediciones de su libro, desde la pri- mera publicada en 1919 hasta la que adopta su forma final en Wellenmechanischer Exgiinzungsband de 1939, se pueden seguir con todo detalle la evolucién de la teorfa de la a y la de las lineas espectrales durante esos veinte afios. Vamos a mencionar aqui brevemente sdlo los hitos mas significativos de ese desarrollo. La similitud entre los espectros de chispa de los alcalinotérreos y los espectros de arco de los elementos condujeron a Sommerfeld y a Kossel " a establecer alcalinos ley del de ___* Trad. ing. de Henry L. Brose, en A. Sommerfeld, Atomic Structure and Spectral Lines, Londres y Nueva York, Dutton, 1923. "A. Sommerfeld y W. Kossel, Verhandlungen der Deutschen Phpsibelis- 76 plazamiento espectroscépico». Mis tarde adquirieron importan- las excepciones a esta regla para aquellos elementos en los que a capa mas interna de electrones se encuentra en proceso de lle- entacién de los términos (niveles de energfa en un campo magnético) en el efecto Zeeman anéma- lo llevé a Sommerfeld a la formulacién de Ia «regla de descompo- icidn magneto-Sptica» para los denominadores de Runge " que fue seguiida poco después por la introduccién del nimero cudnti- co «interno» jy pot las reglas de seleccién para los espectros de dobletes y tripletes". Ambas investigaciones fueron ampliadas mais tarde con sustanciales contribuciones por A. Landé, que fire cl primero en dar una representaci6n completamente adectiada de los términos en el efecto Zeeman anémalo y quien dedujo cambién, para los términos singlete, los valores del niimero cudn- tico interno que fue interpretado en seguida como el nimero cuintico del momento angular total. Continuando con su ante- rior trabajo sobre la teoria de Voigt del efecto Zeeman anémalo, Sommerfeld consiguié volver a interpretarla de forma tedrico- cuuintica, y de este modo representar mediante una formula las posiciones de los niveles de energia, en un campo magnético externo, de todos los términos de los espectros de dobletes en el intervalo completo de la transicién magneto-dptica desde los campos débiles a los intensos, descubiertos por Paschen y Back " “También estudié la relacién entre los datos espectroscépicos del efecto Zeeman y el paramagnetismo", y después del descubri- miento experimental de los multipletes pudo también asignar Ficilmente su tercer numero cudintico j a estos términos". Fue de a u nado. El trabajo sobre la repre chen Gesellechaft21, 240 (1919) («Principio de seleccién y ley del desplawa- mento en series espectrales). "A, Sommerfeld, Die Nasurwissensebafien 8, 61 (1920) (+Un rompeca ico dela teoria del efecto Zeeman "A, Sommerfeld, Annalen der Physik 63, 221 (1920) («Regularidades espectroscdpicas generales, especialmente una regla de descomposicién mag- neto-6pticar). “A. Sommerfeld, Zeitschrift fiir Physik 8, 257 (1922) («Reinterpretacién en términos de la tcoria cudintica de la ceorfa de Voige del efecto Zeeman and- malo en ineas del ipo D») “A, Sommerfeld, Pbysilulische Zeitschrift 24, 360 (1923) («Niimeros del netdn espectrosedpicon); Zeitslrifi fr Physik 19, 221 (1923) (w Teoria del magnetén). “A, Sommerfeld, Annalen der Physik 70, 32. (1923) (slncerpret ién de 7 gran importancia para el desarrollo de la teoria que Sommerfeld fijara su atencién sobre la cuestién de Ui intensidad de las lineas espectriles después de que las medidas de Utrecht hubieran revela- do regularidades en esta magnitud determina ntimeros enteros. Basindose en estas medidas, Hénl ”, discfpulo de Somme feld, y de maneta independiente Goudsmit y Kronig ", atinaron con la forma cuantitativa correcta de dotar de precisién a las fr- mulas que Sommerfeld y Heisenberg" habfan estimado anterio mente a partir del principio de correspondencia. Del mismo modo, Sommerfeld y Hénl, al mismo tiempo que Russell y Kro- nig, fueron capaces de establecer las fSrmulas correctas de las intensidades de las lineas de los multipletes Asi, el terreno estaba abonado para la aparicién de la mecén ca cudntica de Heisenberg, discipulo de Sommerfeld, el cual encontré en el célculo de la multiplicacién de matrices la clave apropiada para efectuar un traslado cuantitativo de la mecinica clisica a la mecénica cudntica racional, un traslado que el princ pio de correspondencia de Bohr habia en realidad apuntado pero no consumado. En esta mecadnica cudntica, cada oscilacién armé- nica componente est realmente asignada a un par de estados estacionarios. El abandono de esta imagen mecinica implica que no existe evolucién temporal de un tnico estado estacionario, y la embarazosa pregunta, mencionada anteriormente, rel ustitucién de los valores de las Frecuenci volt cidn, resulta superflua, ya que la concepcién de tales frecuencias esta ahora completamente climinada de la teoria A este petiodo de clarificacién de los principios fundamenta- las también pot tiva ala spectros complejos, tales como Ma, Cr, ete., por el método de los nvimeros curtncicos internos»); Annalen der Physik 73, 209 (1924) (cl eoria de los rule pletes y su efecto Zeeman»). "HL. Honl, Zeitschrift fir Plysilt 31, 340 (1925). 5. Goudsmic y R, Kronig, Die Naturwissenschafien 13, 90 (1925) "A. Sommerfeld y W. Heisenberg, Zeitschrift fir Physile 11, 131 (1922) («Intensidad de las lineas multipletes y de sus componentes Zeeman»). ™ A. Sommerleld y H.Hénl, Sitzungsbericlte der Berliner Akademie der Wissenschaften, fs.-mat. Klasse, pig.141 (1925) («lntensidad de las lineas mul tipleces»); H.W. Russell, Narre 115, 885 (1925); Paceedings of the American Academy of Arts and Seiences 11, 314, 322 (1925); R. Kronig, Zeitschrift fir Physil:31, 885 (1925). 78 seen eU REE entre Sn ESET NEE TIT de nueva me: I nica cuintica pertenecen las contribuciones de Sommerfeld no relacionadas con los espectros sino con la teo- rfa electrénica de los metales. Cuando yo apliqué la estadistica de Fermi, basada en el principio de exclusin, al paramagnetismo de los metales, Sommerfeld, mas emprendedor que yo, amplié ripi- damente el rango de aplicacién de \s propiedades de los metales, como la conductividad eléctrica, la conductividad térmica (la constante de la ley de Wiedemann-Franz) y los fend- menos termocléctricos" Se abrié, asi, un nuevo y amplio campo Ja mecénica cudntica, del que puede encontrarse un extenso informe en cl articulo de Sommerfeld y Bethe de Handbuch der Physik El propio Sommerfeld no intervino en los debates sobre cues tiones de principio ligndas a la relacidn de incertidumbre de Hei- senberg ni tampoco con las de causalidad y probabilidad que sur gicron del planteamiento por parte de Schrédinger de su célebre ecuacién de onda. A pesar de ello, enconeré en la formulacién mecano-ondulatoria de Ia nueva teoria cudntica un fértil campo de aplicacién de los métodos matematicos, tan familiares para dl, como eran la integracién de ecuaciones diferenciales en derivadas parciales y el relativo a los problemas de los valores propios. Todos cllos aparecen recogidos cn cl volumen suplementario de Som- merfeld sobre mecénica ondulatoria. También se encuentra en él un informe detallado sobre la teorfa relativista de la estructura fina de los espectros de los sitomos con un electrdn, que se deduce de las ecuaciones del espinor del electrén de Dirac. Resulta so: prendente que la formula original de Sommerfeld de 1916 de los niveles de energta s que incluye al espin del clectrén. Sin embargo, existe una impor- cante diferencia en cuanto a las reglas de seleccién comparadas con Ia antigua teorfa, en relacién con el hecho de que el espin del clectrdn da lugar, incluso en stomos con un tnico electrn, a una duplicacién del nimero de niveles de energia. Esta duplicacion habia pasado inadvertida con anterioridad para los fisicos, ya que ja teoria a ot pueda también deducir de esta nueva teoria "A, Sommerleld, Die Naturwissensehufien 15, 825 (1927); Zeitschrift fer Physil 47, 1 (1928) («Teoria eleetréniea de los metales A, Sommerfeld y H. Bethe, Handbuch der Plyysik (Springer, Berlin), vol XXIV/2, 2° ed. pigs. 333-620 (1933) («Teoria electrsnica de los metales»). El primer capitulo de este informe es del propio Sommerfeld 7 en estos étomos existe coincidencia para cada par de nivel difieren sélo en el signo del niimero cudntico de Dirac. Segtin la teorfa de Dirac, esta coincidencia deberia ser exacta. Hace aproximadamente un afio comenzé a vislumbrarse un nue- vo y significativo descubrimiento en relacién con este asunto, en el que ya colaboran fisicos experimentales y tedricos. El miento de las técnicas de medida con ondas cortas en Estados Unidos ha hecho posible establecer, a partir de medidas de las Iineas del dtomo de hidrégeno correspondientes a las transiciones entre términos del mismo némero cudntico principal, que |: degeneracién requerida por la ceoria de Dirac desaparece por un pequefio desplazamiento hacia arriba de los términos-S. Mas tar- de se detects un efecto anslogo en las medidas espectroscspi ordinarias de los términos del helio ionizado. Probablemente se pueda decir que la clectrodinémica cusntica, correctamente inter- pretada, permire una explicacién de este efecto, Sin embargo, no se debe olvidar que, a causa de las conocidas divergencias en los resultados que se obtienen de la teoria cusintica de campos ondula- tories, nos encontramos ya fuera del rango de una teorta légica cerrada y una vex ms nos vemos obligados a adivinar las fSrmulas finales correctas. La pequefier, de estos nuevos efectos es con: cuencia del pequefto valor de la llamada constante de estructura fina, relacionada a menudo con Sommerfeld debido a que su sig- nificado fundamental salié a la luz por primera vez en su teoria de 1916 sobre la estructura fina de los espectros hidrogenoides. La interpretacidn tedrica de su valor numérico es uno de los mas importantes problemas que atin no ha resuelto la fisica atémica. El trabajo cientifico y creativo de Sommerfeld constituye slo una parte de la actividad que desasrollé como profesor excelente y de reconocido prestigio. En Munich fue capaz de comunicar su inspiracién, en un grado igualado por pocos investigadores, a un circulo de discipulos cada vez mis numeroso. Este citculo, disper- so por vatios paises a ambos Iados del Atkintico y cn el que me abe el honor de que refina- nncluirme, se encarga de teansmitir a los jévenes universitarios, y por tanto a la posteridad, la tradicién intelectual que Sommerfeld nos legs, ddicién que se remonta a stu maestro Felix Klein, y a través de dl hasea Riemann, En realidad, el trabajo tan magnificamente concebido sobre la teorfa del giréscopo que Sommerfeld escribié con Klein, también contiene «los parime- tos de rotacién de Cayley-Klein» que han sido tan i 80 para la teorfa de espinores, y, por tanto, también para las ecuacio- nes de onda del clectrén de Dirac. Los discfpulos de Sommerfeld no sélo se sentirén siempre familiarizados con los nitmeros ente- ros, sino también con el plano complejo que a él tanto le gustaba utilizar para evaluar las les de fase y encontrar soltciones de ecuaciones diferenciales en derivadas parciales. ; Kepler nos ensefié con su ejemplo que la percepcién especial de la armonfa que contienen las proporciones de ntimeros enteros debe ser incorporada en exacta relacién como parte de ese todo que constituye el avance del conocimiento, Si bien Kepler no vivid para ver la clarificacién conceptual a la que dieron lugar los Discorsi de Galileo, ni la intérpretacién de sus propias leyes en los Principia de Newton, Sommerfeld si ha sido capa de participar en la incorporacién al nuevo sistema conceptual de la mecinica ondularoria 0 cudntica de las armonias por él descubiertas, Tam- bien puede considerarse més afortunado que Kepler en las cir- cunstancias externas de su vida, por cuanto ahora le es permitido, tras cumplir ochenta afios, escribir y publicar tranquilamente las conferencias que impartié durante tanto tiempo. En un sentido amplio, yo no dudaria en encabezar los trabajos cle Sommerfeld con el titulo que Kepler dio a su obra maestra, Harmonices mundi. al Arnold Sommerfeld +* Arnold Sommerfeld (1868-1951) Fotografia procedente de Festschrifi dedicada a Sommerfeld por sus discipulos y amigos con motivo de su 70 aniversario celebrado el 5 de diciembre de 1938. © Feitshvipi flr Natuarfinschnang 6a ampliada de li nota reprodtacida en «lero 8 (1951). 3 alemana ee ai rsede Pauli, 83 EL 26 de abril de 1951 murié en Munich, a los 82 afios de edad, A. Sommerfeld, uno de los mis destacados fisicos alema- nes de su generacién. La muerte le sobrevino como consecuen- cia de un accidence callejero ocurrido cuatro semanas antes. Sommerfeld legé a la posteridad cinco voltimenes tetminados de los seis proyectados, los cuales contienen sus conferencias Sélo quedé incompleto el volumen dedica- termodindmica, cuya preparacién habia dejado expresa- mente para el final. Sommerfeld era asombrosamente versitil. Fue un maes aplicaciones técnicas de las marematicas, en ecuaciones en deriva- Jas parciales de la fisica (confréntese a este respecto sus articulos publicados en Mathematical Encyclopaedia y on la nueva edicién de Ph. Frank y R. von Mises del «Riemann-Weber» clisico), en ka clasificacién formal de los espectros e igualmente en Ia mecsnica ondulatoria, contribuyendo en todas estos campos con decisivos ances. Entre su des ro en, plicaciones de la teorfa a problemas técnicos, las que han Hegado a ser més conocidas son su teorfa sobre el ro: “al- miento de los lubricantes y sus contribuciones a la telegrafia sin hilos. El tratado clasico sobre la «teorfa del giroscopio», que escri- bi6é en colaboracién con su maestro F. Klein en la época en que atin era un Privatdozent en Gotinga, y en el que se discuten muchos problemas técnicos, tiene un significado que trasciende las maremiticas aplicadas. Baséndose en el trabajo de Euler y Cayley y en los cuaternios de Hamilton, la teorfa contiene los fundamentos esenciales de lo que mucho més tarde se Hlamé teo- ria de las representaciones del grupo de rotacién en el espacio tei- dimensional. En particular, Klein habia desarrollado de forma clara, inspirindose en Cayley, la relacién de este grupo con el «grupo recubridor» de las transformaciones unitarias lineales uni- modulares de dos variables complejas. Asf, en este tratado que actualmente se puede considerar un clisico, se desarrolla el fan- damento matemético de los «espinores» le dos componentes que aparecerfan mucho mds tarde en la mecinica ondulatoria. Los planes de F. Klein de enrolar a su discipulo favorito, Som- merfeld, en las filas de los investigadores en mateméticas aplica- das se vieron modificados como consecuencia de la clarividente iniciativa de W.C. Rénegen que en 1906 llamd a Sommerfeld para que ocupara la cétedra de fisica reérica de Munich, ciudad 84 | que a partir de entonces fre su hogar permanente. En un princi- pio centré su interés en Ia teoria de la relatividad especial y, en patticular, en la forma geométrica dada por H. Minkowski a esta teorfa. Sommerfeld hizo contribuciones originales que sirvieron para clucidar los célculos de los vectores y de los tensores cuadri dimensionales, y también escribié comentarios aclaratorios sobre el trabajo de Minkowslé tras la prematura muerte de éste. Som- merfeld siempre fue un ferviente partidario de la teoria especial, y ms tarde también de la teoria general de la relatividad, de cuyo creador, A. Einstein, s6lo hablé en términos de la mayor venera- cién y respeto. “Tras la decisiva y revolucionatia introduceién del modelo at6- mico de Bohr (1913), las sugerencias que anceriormente se ha- bian recibido en Gotinga por parte de C. Runge y W. Voigt para creat una teorfa de las Iineas espectrales produjeron abundante fruto. Después de que Sommerfeld hiciera la ampliacién funda mental de los sistemas simplemente periddicos a los sistemas multiperiédicos en la teorfa de Bohr (1915-1916), ampliacién que fue capaz de aplicar inmediatamente a la teorfa relativista de Ia estructura fina de los espectros hidrogenoides y a los espectros de rayos x, sus contribuciones a la clasificacién de los espectros encontraron su expresién visible en las sucesivas ediciones de su Jo fundamental Atombau und Speltvallinien. Sus discipulos iempre recordardn cémo, con su elegante sentido de las armo- nnfas basado en los ntimeros enteros, evocaba de nuevo el espfritu de Kepler y cémo de esta forma su sereno recuerdo le guié en el descubrimiento y en la formulacién de las leyes espectroscépic: generales, aun cuando el fracaso de los modelos atémicos basados en la mecénica clisica se hacia cada vez més evidente. Tras el des- cubrimiento de la nueva mecinica cudntica (1927), Sommerfeld fac también capaz de aportar su antigua maestria en el manejo de las mateméticas de fa teoria ondulatoria de las erayectorias en el plano complejo, que tan bien conocfa, en beneficio de la teoria de la estructura arSmica. Wellenmechanischer Ergdnzungsband que siguid a su libro Atomban und Spektrallinien confiere mayor inte- gridad a su trabajo cientifico ‘Aun cuando en la obra de Sommerfeld no se discuta con espe- cial detalle la vertiente epistemolégica de la fisica en general y de la mecinica cuntica en particular, él siempre mantuvo amplitud de mitas frente a problemas fundamentales, tales como los de la tl 85 dualidad onda-corptisculo, lo que le preservé d nes unilaterales cuando se traté de reconocer el sentido de la complementariedad. Sommerfeld conjugé a la perfeccién las caracteristicas de investigador y de profesor hasta un nivel que slo les est permi- tido a algunos hombres. Al transmitir su propia inspiraci6n a las generaciones més jévencs, creé un grupo numeroso de discipulos que ya ocupan muchas de las citedlras de fisica tedtica en diferen- tes paises. Ast, sus hijos y niecos espirituales que lloran su pérdida continuarin ahora su obra. adoptar solucio- gonismo en el anta 86 Rydberg y el sistema periddico de los elementos* Johannes Robert Rydberg (1854-1919) Foto publicada en Proceedings of the Rydberg C Atonic ntennial Conference on Spectrascopy celcbrada en el laboratorio de Fisica de la Universidad de Lund, 1-5 de julio de 1954, Publicada por primera vez en inglés en Proceedings of the Rydberg Cemten- nial Conference an Atomie Spectroscopy, Land, 1954, vol 50, rains. 21. Universi- setes Arssbrifi, Lund, Suecia, 1955, No es demasiado conocido que Iineas espectrales tuviera su origen s por el sistema periddico de los elementos; sin embargo, este interés ya no le abandonaria a lo largo de su vida. Tras un primer intento (1885) de descubrir nuevas leyes de la famosa curva de Lothar Meyer de los voltimenes atémicos de los elementos mediante af actividad de Rydberg sobre ‘lisis de Fourier, en su primer articulo extenso! sobre los espectros de emisién de los elementos quimi- cos, publicado en 1889, formulé ya claramente la idea de que dichos espectros debian proporcionar la clave para la compren- sién del sistema periddico. Kirchhoff y Bunsen habfan estableci- do empfricamente la relacién entre los espectros y las propiedades quimicas, pero los intentos para conseguir una explicacién tedrica de tal relacién eran atin muy vagos. Rydberg afirmé genéricamen- te que el sistema periddico de los elementos mostraba que «la fuerza efectiva encre los dtomos debia set una funcién periddica del peso atdmico», lo que considers como un indicio de que los movimientos periédicos de los étomos estén relacionados con dicho peso atdmico, y esto fue lo que le condujo al andlisis de los espectros, Ast llegé a la conclusion de que el anilisis espectral pro- piciarfa una aproximacién mayor a la comprensién de la mecéni- ca de los étomos y del sistema periddico que «las investigaciones de cualquier otra propiedad fisican. Cito aqui las propias palabras de Rydberg * Gracias al descubrimiento de Mendeleiev del sistema perié- dico de los clementos se ha conseguido un nuevo punto de parti- da para codos los trabajos relativos a esta materia, y, sin embargo, se ha hecho poco uso de él. Para dar al menos ttn empujon a estas Investigaciones, intenté decerminar en un ensayo anterior (con- tribucién a Kongl. Soenska Verenskapsakademiens Handlingar, vol. 10, ntim. 2), con algo mis de exacti entre el peso especifico y el peso consideraba que se puede repres cud, la relacién periddic atémico de los elementos. Alli ntar aproximadamente esa rela J.R. Rydberg: «Recherches sur la constitution des spectres d'émission des éléments chimiques», Kong. Suenska Vetenskapsakademiens Handlinger, vol 23, niim, 11, Estocolmo, 1890. (En alemsin: «Untersuchungen tiber die Bese chaflenheie der Emissionsspektren der chemischen Elemente», Ostwalds Klas- siker der exakien Wissenschaften, ntimn, 196, Leiptig, 1922.) * De Ostwalds Klusiker, wim. 196, pig, 9g, 1 por medio de una seri senoidal con coeficientes variable partir de esto deduje, ademss, que la periodicidad de muchisimas conscantes Fisicas depende de que la fuerza efectiva entre dos &to- mos de uno y cl mismo elemento, 0 de elementos diferentes, una funcién periddica del peso atémico. Si se contintia avanzan- do, se llega a la muy probable opinién de que cohesién, adhesién y afinidad quimica pueden reducirse en el fondo a movimientos periddicos de los étomos. Por consiguiente, lo mas importante seria investigar los movimientos periddicos en general, y, puesto que los espectros de los elementos quimicos descansan en movi- mientos de ese tipo, se nos remite al campo del anlisis espectral Ciertamente, no podemos saber movimientos periddicos son los mismos que buseibamos al principio, pero una investiga cidén de estas oscilaciones nos proporcionaré en cualquier caso iosos conocimientos sobre la estructura del étomo y nos apro- ard a nuestra finalidad mis que una investigacién sobre cual- dquier otra cualidad fisi esto Pienso que ha de admicirse que si bien las especulaciones de Rydberg pecaban a veces de impetuosas, estaban siempre sujetas al control que le proporcionaba el estudio del material empirico. En un articulo de 1897? (cap. XI) expuso de manera expresiv: «En las investigaciones sobre el sistema periédico deberfan de emplearse como variables independientes los ntimeros de orden (Ordnungszahlen) de los elementos en lugar de los pesos atémi- cos.» El tinico argumento que esgrimié fue que los niimeros até- micos eran todos enteros En aquella época no se presté suficiente atencién a la preter sign de Rydberg, siendo asi sdlo mis adelante, cuando aparecié el trabajo de Julius Thomsen y otros sobre el sistema periddico de los elementos. n el articulo citado anteriormente, Rydberg establece una sencilla regla que relaciona el mtimero mésico My el ntimero at6- mico Z, Hemos de afiadir que, en la actualidad, la regla implica a Ja masa de los isétopos mis frecuentes de niimero atémico Z. La regla es STAC Rydberg: «Studien diber Atomgewichtszahlenn, Zeitschrift fir anor- ganische Chemie V&, 66 (1897). 89 siZ es impar (valencia quimica impat) M= 2Z+ 1s Z. es pat M= 22. Rydberg era consciente de que el nitrdgeno (Z= 7, M = 14) constituye tina excepcién; sin embargo, es cierto que esta regla se verifica hasta el Ca, y ¢l confiaba tanto en ella que siempre dejaba huecos y desplazaba los ntimeros atémicos hacia arriba has lograr que encajara. Esto ocasioné que tuviera una tendencia general a plantear un sistema periédico con muchos huecos y con valores demasiado altos de los ntimeros atémicos, Tras la conferencia del profesor Bohr, slo mencionaré breve- mente la idea de Rydberg de establecer una relacidn enere la par- dad de la multiplicidad de las lineas espectrales y la de la valen: quimica, en el sentido de que si una es pas, la otra es impar y vice- versa. Sin embargo, Rydberg no tenfa confianza en esta relacién, ya que no fue capaz de verificarla de manera general. En primer lugar, porque el orden y la resolucién de los espectros mis com- plejos (por ejemplo, el del cobre) no estaban suficientemente avanzados en aquella época como para poder determinar correc- tamente la multiplicidad; y, en segundo lugar, porque la diferen- cia entre los espectros de chispa y los de arco presentaba compli- iciones, pues en aquella época no se conocfa que los primeros son emitidos por iones. Sélo con posterioridad quedé cla de manifiesto que la regla se verifica sin excepcién si se reemplaza la valencia quimica por el ntimero de electrones del étomo emi- sor. Esta regla exacta de alternancia (Weebselsatz) fue denominada posteriormente, por Sommerfeld, regla de Rydberg, En el articulo «Elektron, der erste Grundstoff' de 1906, Rydberg introdujo un nuevo orden en cl sistema petiddico cuan- do afirmé por vez primera (pig.11) que los eres ntimeros 2, 8 y 18 de los petiodos del sistema de los elementos estaban representa- dos por 2. 13,2. 2#y 2. 3%, Existia atin alguna incertidumbre acerca del ntimero de tierras raras, que Rydberg suponia que eran 36 en lugar de 32. Sus ntimeros atémicos continuaban siendo demasiado altos, aunque no tanto como en s ticulos, En un articulo extenso publ mente anteriores a do en 1913 y titulado «Unter- JR. Rydberg, Hlektron, der erste Grendstoff (Land, 1906). 90 suchungen iiber das System der Grundstoffe»’ dio un pas Jante, ya que tras citar las anteriores formulas 2 = 2+ 14, 8=2 18 = 2-34, afirma en el apartado 3: «La continuaci6n serfa 24? 32, 2+ 5* = 50, etc» Esta es la famosa fSrmula 2p? (p, entero) que Sommerfeld denominé «cabalistica» en su libro Arombate tind Spektrallinieny que tanto me impresioné cuando yo era estudian- te, Definitivamente, afirma entonces acerea del «grupo Gy» (p 4, tierras raras) que est constituido por 32 elementos y no por 36. Existe una importante diferencia de interpretacién entre el articulo de Rydberg de 1913 y la actual, ya que él denominé «un semigrupo» a los ntimeros 2p*, que determinan la distancia entre dos gases nobles, y «un grupo completo» a su duplo, 4. 12,4. 24. 4. p*, Llegé a esta interpretacién basdndose en el hecho de que los periodos 8 y 18 estén duplicados en cl sistema, y estaba con- vencido de que se verificaba lo mismo para el primer grupo correspondiente a p= 1, que pensaba que estaba constituido por cuatro y no por dos elementos. Le parecié que el valor 4 del ntimero atémico del He estaba respaldado por lineas espectrales de las nebulosas y de la corona, por lo cual se lo asigné a dos hipo- téticos nuevos elementos a los que denominé nebulitin y coro- nium. “Todo esto puede verse en la fig.1 comada del a berg de 1913, que muestra su representacién del sistema periédi- co en forma de espiral. El «semigrupo» y el «grupo completo» corresponden a los 180° y 360" respectivamente. Todos los hueccos del sistema son ya absolutamente correctos, pues los nuimeros atémicos de Rydberg difieren, a partir del He, de los reales sélo por la diferencia constante de dos que se debe a la inclusibn, ante- rlormente mencionada, de los dos elementos nebulitim y coro- nium entre el H y el He, Ahora se sabe que las lineas en cuestién se deben a dtomos ionizados de clementos conocidos, las del nebulium a oxigeno y nitedgeno ionizados y las de [a corona a hie- ro fuertemente ionizado, Rydberg recibié el manuscrito del famoso articulo de Mose- reiculo® de Ryd- *T.R. Rydberg, «Untersuchungen tiber das System der Grundstoffe», Univ. de Lund, Arsskrifi, como 9, ai, 18 (1913). En francés: «Recherches sut le systtme des elémentsn, Journal dechimie et physique 12,585 (1914) *Véine nota 5, a” ley antes de que fuera publicado y le satisfizo la confirmacién de su vieja idea (1897) acerca de la importancia del ntimero atémi- Co, asf como los detalles de su representacién del sistema periédi- co. No obstante, en una nota’ acerca del trabajo de Moseley publicada en 1914, atin mantiene la mencionada diferencia de dos y su hipétesis de los dos nuevos elementos situados entre el H yel Hi Esta nota parece haber puesto fin a las publicaciones de Ryd- berg. Tengo entendido que su salud no le permitié ya seguir el desarrollo subsiguiente, y fallecié en 1919. Asi, este breve examen histérico concluye de forma natural con el amanecer de una nue va era en nuestro conocimiento de los espectros, la inaugurada por el trabajo de Bohr de 1913 que contiene sus fimosos y revolu- cionarios postulados de la teorfa cuntica de la estructura atomi- ca, y que ya no habrian de influir en Rydberg, Fig. 1. Representacién de Rydberg del sistema preriédico de los elementos JR. Rydberg, «The ordinals of the ements ana che highfrequency spee- tia», Philosophical Magazine, serie 6, 28, 144 (1914) 92 8 Paul Ehrenfest + Paul Ebrenfest (1880-1933) Fotografia romada en Leiden en lo artin J. Klein). 10s 20 (cortest Publicado por primera vex en Die Naturwisenschafien 21, 841 (1933) 93 Una vex escribié Ehrenfest a instein una carta llena de mali jas ~se referfa a la estadistica Einstein-Bose, sobre todo a la «fase condensaday-, y Kinstein le contesté: «Tus chistes son magnifi- cos, pero flojos cus argumento Carta de Pauli a Gunnar Killen, 21 de nero de 1955. E125 de septiembre de 1933, bajo circunstancias trigicas y para consternacién de su familia y de sus numerosos amigos y conoci- dos, Paul Ehrenfest llevé a cabo la funesta resolucién de abando- la pesada carga de una vida que para él se habia tornado sufi- cientemente dura como para poder ser soportada. Nuestra misién ahora es la de tememorar su trabajo cientifico y la imagen de su personalidad, desprovista ya de esas inquietudes y complejos de inferioridad que al irse acentuando oscurecieron su alma en los tiltimos afios de su vida. La imagen que de él tenemos es la de un hombre de intelecto centelleante y agudo que intervenfa en los debates con espiritu critico mordaz, pero al mismo tiempo con un profundo discernimiento de los fundamentos de la actitud cientifica, llamando la atencién sobre algiin punto esencial que hasta ese momento habia pasado inadvertido o no se haba cons derado de forma suficiente. Ehrenfest nacié el 18 de enero de 1880 en Viena, donde cur- 6 estudios en su Universidad y en la que recibié de su maestro Boltzmann el estimulo decisivo para hacer objetivo permanente de su trabajo creativo el estudio de la teoria cinética de la materia y de la mecinica estadistica. Siempre siguié atentamente los tilti- mos progtesos en este campo, desarrollados bajo la naciente teorfa cuiintica, ¢ intervino de forma de: mentales de su posterior evolucién. Ehrenfest se dio a conocer en un amplio circulo debido a su importante articulo «Los fundamentos conceptuales del punto de vista estadistico en mecinica», publicado en la Enciclopedia, y que escribié en colaboracién con su mujer T. Ehrenfest-Afanasie- va durante su estancia en Rusia, donde trabajé- algunos afios. En el articulo en cuestién, que atin hoy dia constituye un erabajo de referencia con plena valides, a Ehrenfest no le interesd tanto dar cuenta de la teorfa estadistica del calor como doctrina compacta autocontenida, como defenderla contra posibles objeciones y establecer como conclusidn la consistencia del punto de vista de iva cn algunos puntos funda- 94 Boltzmann, en especial de su eélebre teorema de H sobre el aumento de la entropia en el promedio estadistico. A este respe to, logré una precisién conceptual mayor en muchos de sts pun tos, lo que se pone de manifiesto incluso cuando se compara con los excelentes trabajos anteriores sobre dicho teorema debidos a ELA. Lorentz. En particular, recales la necesidad de distinguir entre densidad de agrano fino» y de «grano grueso» (es decir, ya promediada sobre celdas finitas) en cl espacio de las fases, diferen- cia que es esencial para demostrar cl teorema de /1 de forma gene- ral y rigurosa, Se dice que fue precisamente esta circunstancia la que influyé en la decision que tomé HA, Lorentz de recomendar a Ehrenfest como su sucesor en Leiden (Holanda). Alli erabajé desde 1912 hasea el fin de sus dias desarrollando una vigorosa actividad y con- tagiando a muchos jévenes su entusiasmo por la fisica En una época en la que la teoria cusintica estaba progresando ripidamente, gracias a los trabajos fundamentales de Planck, Einstcin, Debye y otros; sc planted una cuestién concreta cuya respuesta habria de conducir a Ehrenfest a su descubrimiento mis importante. Tal como él la formulé (de forma radical y Hamativa desde el punto de vista didiictico, como era propio de él), la pre- guna era la siguiente: ;edmo es posible que la ley del desplaza- miento de Wien, que después de todo se deduce a partir de fun- damentos clisicos, no naufrague entre las rompientes de la teoria cudntica? Para obtener una respuesta general que abarcara las implicaciones estadisticas tanto desde el punto de vista de la teo- ria clésica como del de la cuintica, Ehrenfest introdujo primero la idea de un peso estadistico a priori por cl que han de multiplicarse las diversas regiones del espacio de las fases formando las funcio- nes de particién continuas o discretas utilizadas paca calcular las funciones termodinamicas. En el caso especial del oscilador rménico, el primero eratado por Planck, rodas las regiones del espacio de las fases que corresponden al mismo intervalo de ener- gfa total tienen en teoria clisica el mismo peso (lo que, como es sabido, conduce en el caso de la radincién del cuerpo negro a la la «catiscrofe violeta», por utilizar de nuevo la expresién de Ehren- fest). Sin embargo, en tvoria cusincica sélo se tienen en cuenta y con el mismo peso aquellas regiones que corresponden a valores discretos de energia E, = uhv + Ey (Ey = encrgfa de punto cero, V li I E, = ubv + Ey (Ey = encegia de punto cero, V = frecuencia del oscilador). Bhrenfest investigé la funcién ponde- 95 rada més general (Ev) que fuera consistente con Ia ley del des- plazamiento de Wien, y encontré como resultado: es deci: que la funcién ponderada puede depender sdlo del cociente entre la energia del oscilador y Ia frecuencia, y puesto que las regiones elementales de Planck eran proporcionales a la frecuencia, la ley del desplazamiento de Wien se verificaba. {Qué significado fisico tiene este resultado? El trabajo poste- rior de Ehrenfest respondié a esta pregunta. Para ello, considerd los denominsdos procesos adiabaticos que en termodindmica esta- distica se caracterizan por la propiedad de que al sistema tinic: mente se le comunica desde el exterior trabajo, pero no calor. Desde el punto de vista mecinico, estos procesos verifican la con- dicién de que el sistema pasa a través de una sucesién de estados de equilibtio como consecuencia de alteraciones «infinitamente entas» de los pardmetros externos, entendiendo por «infinica- mente lentas» que la variacién fraccionaria de los valores de dichos parimetros es despreciablemente pequefia para tiempos del orden de los periodos orbitales del sistema considerado como petiddico o cuasi-periédico. A continuacién, Ehrenfest demostrd en primer lugar que la funcién de ponderacién estadistica citada anteriormente debe, en general, ser invariante en un proceso adiabético sila entropia, definida estadisticamente, no cambia de valor durante el proceso, lo cual es necesario por razones termodi- namicas (principio de la invariancia adiabdtica de las fiunciones ponderadas aprioristicas). En segundo lugar, mostté, a partir de ideas anteriores de Rayleigh, que es justamente la expresin Z/V la que permanece invariante cuando la frecuencia propia del oscila- dor experimenta un cambio adiabitico, o cuando se la aplica a un modo normal de la radiacién de cuerpo negro que esté adiabati- camente comprimido si este proceso se fundamenta en la mecini- ca clésica. Para sistemas mecinicos periddicos atbitrarios, la inte- gral temporal | 2B jade del doble de la energia cinética extendida sobre el perfodo Tel sistema habia de ser sustituida por E/v. Esto condujo a Ehrenfese 96 aestablecer la hipdtesis adiabdtica, segin la cual las condiciones cutinticas deben ser siempre tales que los invariantes adiabaticos de la mecénica clasica sean miiltiplos enteros del cuanto de accién. El propio Ehrenfest inform6', en ocasién del décimo aniver satio del modelo atémico de Bohs, de la utilizacién de la hipétesi adiabética como una ayuda heurfstica en el descubrimiento de las condiciones cunticas para sistemas complejos y de la posicién especial de los denominados sistemas degenerados, que estaban proliferando de forma manifiesta en las publicaciones de Bohr y en las de aquellos que habian optado por su modelo atémico. En la actualidad, cuando se cumplen los veinte afios del modelo até- mico de Bohr, hemos de afiadir que la hipétesis adiabitica de Ehrenfest ha mantenido también su vigencia en mecinica ondu- latoria, Ahora ya no se enfatiza sobre la validez de la mecénica clé- sica cuando un sistema experimenta una transformacién adiabé- tica (ya que incluso la mecénica elésica no da cuenta en general de la descripcién de los estados estacionarios del sistema), pero sf, en cambio, sobre el hecho, admitido por vez primera en mecinica ondulatoria por Born, de que cuando un sistema experimenta una transformacién adiabatica, permanece siempre en uno de los posibles estados estacionatios definidos con parametros externos fijos (en el caso de acciones externas no adiabiiticas r4pidas, las transiciones tienen lugar generalmente desde un estado estacio- nario a los demés como consecuencia de la denominada Sebiittel- wwirkungo «accién perturbadora»).. ‘Aun cuando el logro principal de Ehrenfest en el campo de la estadistica cudntica fuera el de establecer la hipétesis adiabatica, también debemos mencionar aqui otras contribuciones que, aun- que menos conocidas, no son menos importantes. Es el caso del articulo escrito en colaboracién con V. Trkal sobre la teorfa de la constante quimica’. Aqui, el ojo critico de Ehrenfest se fij6 en la circunstancia, aparentemente trivial, de que la entropfa de un volumen doble de un gas se define como el doble de la del volu- men simple a la misma densidad y temperatura. Sin embargo, la prescripcién general de la estadistica clisica para el célculo de fun- "Die Naturwissenschafien V1, 543 (1923). *P. Bhrenfest y V. Trkal, Koninklijke Akademie van Wetenschappen te Amsterdam, Proceedings ®, 162 (1920); Annalen der Physik 65, 602 (1921). 7 ciones termodinamicas conduce, cuando s¢ la aplica a los gases ideales, a un resultado diferente. Sélo existia concordancia con la convencién fenomenolégica citada si se dividfan las probabili des implicadas por el factorial de N! (sicndo N! el néimero de moléculas presentes), divisién que, en aquel entonces, se conside- 16 injustificable y arbitraria. Ehrenfest advirtié correctamente que este «punto oscuro», consistente en dividir las probabilidades termodindmicas por el factorial de N!, estaba ligado a la imposi- bilidad de transformar reversiblemente un volumen de gas en uno doble y determinar asi la entropia de modo que quedara definida Posteriormente mostré que la teoria del equilibro de disociacién de los gases se puede establecer prescindiendo de este punto oscu- ro, considerando sélo aquellos procesos reversibles de disociacién molecular que son realmente posibles, y refitiendo todo al espacio de las fases de los dcomos (o grupos de écomos) cuyo néimero esti determinado. De este modo se obtuvo el primer indicio de la eras- cendencia, para los valores de las constantes quimicas, de los ntimeros de simetrfa de una molécula, ntimeros que son los de las permutaciones de dtomos similares de la molécula que pueden producitse también mediante rotacién rigida de la misma. En cuanto ala aclaracién del punto oscuro, sdlo se la logré aplicando la mecdniea ondulatoria a un sistema de NV particulas idénticas (por ejemplo, las moléculas de un gas contenidas en un recipiente) y a sus estados estacionarios. Cuando esté dada la energia de las particulas individuales, existen, en ausencia de inte- racciones entre las mismas, V! (factorial de N) funciones propias posibles y diferentes del conjunto del sistema en el espacio de configuracién. Sin embargo, en la naturaleza (si por sencille ignoramos una leve complicacin de la situacion debida sencia de espin nuclear) sdlo tiene lugar una tinica combinacién lineal de esas funciones propias, bien la simétrica, bien la an métrica. Por tanto, el niimero de estados no degenerado del gas en su conjunto es 1/N! veces menor que el originariamence supuesto, y el «punto oscuro» deja de serlo. Desde el punto de vis ta histérico, Ehrenfest hizo una segunda contribucién que fue esencial para el ¢ hecho. Cuando todavia no habia sido formulada la mecdnica ondulatoria del espacio de configuracién, de forma que no era posible atin hablar sin ambigticdad de los estados estacionarios del conjunto del g; Einstein, investigando una idea debida a Bose sobre la entropfa ala pre- ie “0 sclarecimienco gradual de es 98 —oneeereereeteenmentne Rt e TSEC aO TTT LOC de la radiacién de cuerpo negro, con: cuantos de luz», abi de un iderada como un «gas de introducido un modo de contat los estados monoardmico que condujo a un método de célculo nuevo de la entropia del gas ideal, y, como consecuencia, a una nueva teuria de la degeneracién del gas. Posteriormente resulté que esta teorfa era idéntica a la que se deducia a partir de la hipé- tesis de que en la nacuraleza existen tinicamente aquellos estados del gas que tienen funciones propias simétr s coordena- das de particula. En el primer articulo de Bose y Einstein, estos autores no aportaban gran claridad acerca del fundamento de sus consideraciones, siendo Ehrenfest quien les hizo notar que en sus razonamientos no habian tenido en cucnta la hipétes comportamiento estadistica del gas. Lo que hemos presentado aqui deberia ser contemplado como un mero ejemplo del pensamiento y del trabajo creativo de P. Ehrenfest. La limiracién de un ensayo hace imposible tratar cexhaustivamente todas las ideas estimulantes que de él surgicron. Sélo mencionaremos al pasar sus contribuciones a la teoria de los efectos de interferencia que tienen lugar cuando los rayos Rént- gen son dispersados por moléculas poliatémicas; o ala teoria de la presién osmética y a la del movimiento browniano (en relacién con la cual se le podria justificadamente imputar una excesiva predileccién por paradojas sin importancia). Son asimismo nota- bles su conocido teorema de la mecénica ondulatoria sobre el movimiento clisico del centro de un paquete de ondas, su suge- rencia de un procedimiento para el célculo del espinor desde un punto de vista matematico, y, finalmente, sus tempranas contri- buciones a la clarificacién de los fundamentos fisicos de la teoria de la relatividad especial, en particular al concepto de «velocidad de la sefial». También debemos mencionar su discurso inaugural en Leiden, Sobre la evisis en la hipitesis de un éter luminifero, que auin hoy merece la pena ser lefdo y con el que eruté de hacer justi- cia a la teoria de su amigo, prematuramente fallecido, W. Rit descubridor del principio de combinacién de espectros, una teo- ria insostenible a la Lu interesante as en usual del mente independiente de los atomos z, de la experiencia, pero no por ello menos en su concepcién Sus reflexiones en aquella época también condujeron a Ehrenfest a una cuestién surgida de la teoria de la relatividad especial y a la que no se podia responder sélo con la electrodina- 99. mica de Maxwell y Lorentz. Me refiero a la cuestién de la «estrue- cura» del electrén y dela naturaleza y magnittd de su autocner- gfa. (EI dedicé a este asunco una pequefia nota relacionada con el par o torque electromagnético que acttia sobre un electrén que se mueve elipsoidalmente,) Esta cuestién, tras haber permanecido aletargada durante mucho tiempo, ha surgido ahora de nuevo y constituye un tema ciencifico vivo que concita polémica. Llega- dos a este punto, quizé deba concluir con una reminiscencia per- sonal a propésito de una intervencién critica de Ehrenfest en un debate, Tavo lugar en Ia época en que Dirac acababa de publicar su primer articulo sobre la teorfa de la radiacién, en el que se cuantizaba el’campo electromagnético, Ehrenfest sefialé inmedia- tamente que esta teoria debfa implicar una autocnergia infinita del clectrdn, ya que utiliza esencialmente el valor de los potencia s de campo en la posicisn del propio electtdn y debe ser consi derada como una reinterpretacién en términos de corresponden: cia de la teorfa clasica de un electrén puntual, Esta dificultad fue, de hecho, extremadamente embarazosa y mole curso del subsiguiente desarrollo de In electrodinémica cuantica, y no se ha resuelto en la actualidad. Cuando, una vex més, consideramos retrospectivamente actividad cientifica de Ehrenfest, ésta se nos muestra como un vivido testimonio de una realidad permanente: la de que la critica cientifica objetiva, independientemente de su severidad, tiene siempre un efecto estimulante y fecundo, a condicién de que esté encaminada a la resolucién de un problema rien eb 100 9 Contribucién de Einstein a la teorfa cudntica * Albert Einstein (1879-1955) Fotografia de Trude Fleischmann (procedencia: Catt ine dolumentarische Biogmphie, Europa Verlag, P.A. Schi lig, Albert Einstein ich, 1954), Ipp, Albers Hinstein: Philosopher wvanston, Ill, 1949, pags insein als * Publicado por primera vex Scientist, The Library of Living Philosop) 149-160. La versin inglesa es trad. de la versién alemana, Albert Philasoph und Naturforscher, ed. PA. Schilpp, Stuttgart, 1955, pigs. 74-84, nence por Pav que se supone redactada original 101 Cuando se descubren nuevas caracteristicas de los fenémenos naturales que son incompatibles con el sistema de teorfas acepta- das en una época, la cuestién radica en saber cules de los princi- pios conocidos utilizados para describir la nacuraleza son suficien- temente generales como para dar cuenta de la nueva situacién, y cules deben modificarse o abandonarse. La actitud de los dife rentes fisicos ante problemas de este tipo, que exigen gran aporte de intuicién y de tacto por parte del cientifico, depende en gran parte del temperamento personal del investigador. En el caso del descubrimiento por Planck del cuanto de accién en 1900, en el transcurso de sus célebres investigaciones sobre la ley de la tadia- cién del cuerpo negro, fue evidente que las leyes de laconserva- cidn de la energia y del momento, asi como cl principio de Bolt mann que relaciona entropia y probabilidad, eran dos soportes suficientemente firmes como pata resistir impertérritos la evolu- cidn resultante del nuevo descubrimiento. En realidad, fue la fidelidad a estos principios la que permitié que Planck introduje- se la nueva constante 4, el cuanto de accidn, en su teoria estadisti- ca del equilibrio termodinamico de la radiacién. Sin embargo, la investigacién original de Planck traté con cierta cautela la cuestién de si la nueva ehipétesis cuantica impli- caba la necesidad de cambiar las propias leyes de los fendmenos microscépicos independientemente de las aplicaciones estadisti- cas, 0 si solo habria que mejorar los métodos estadisticos para enumerar estados equiprobables. En cualquier caso, la tendencia a mantener un compromiso entre las ideas mas antiguas de la fisi- ca, ahora llamadas «clisicas», y Ia teorfa cudntica, fue apoyada por Planck tanto en sus ptimeros como en sus tiltimos trabajos sobre el tema, aunque la adopcién de tal postura disminuyé consider blemente el significado de su propio descubrimiento. Estas reflexiones fueron el tema de fondo del primer articulo de Einstein sobre teorfa cudntica {1]*, al que habian precedido los publicados sobre los fundamentos de la mecénica estadistica' **, que vio la luz en 1905, el mismo aio en el que lo hicieron sus ar- * Nota del editor: todos los niimeros que aparecen entre corchetes [ ] en este articulo se refieren a publicaciones de Einstein que tratan sobre teoria rica, apareciendo con los mismos mimeros al Final de este capftulo. i Annaler der Physik (4), 9, V7 (1902); 11, 170 (1903); 14, 354 (1904) ** Aqui, la traduccidn corrige la cronologia de la versi6n alemana, ticulos fundamentales ‘obre la teoria del movimiento browniano? y la teorfa de la relatividad?, En este articulo y cn los siguientes [2, 3, 4b] Einstein clarifics y potencis los argumentos termodindmi- cos subyacentes en Ia teoria de Planck, de tal modo que fue capaz de obtener conclusiones definitivas sobre los propios fendmenos microscépicos. También doté de un significado fisico concreto a la ecuacién de Boltzmann que relaciona entropia Sy «probabili- dad» W, S=klog W’+ constante o) al definir Wp, tun estado dado (que puede desviarse mas menos del estado de equilibrio rermodinamico) como la duracién relativa en la que un sistema cerrado con un valor dado de su energfa se halla en dicho estado. Por tanto, la relacién de Boltz- mann no es slo una definicién de Wsino que también propor- ciona una relacién entre magnitudes que, en principio, son obser- vables. Por ejemplo, como consecuencia de (1) se obtiene para la media cuadratica de la fluctuacién de energia € de un volumen parcial pequefio de un sistema cerrado i as . o£ OE") ww > (2) donde Tes la temperatura y Ela energia media (hacemos aqui caso omiso de la complicacién de la formula debida a las fluctua- ciones de densidad, ya que no existen para el caso de la radiacién). Esta relacién debe satisfacerse independientemente del modelo tedrico adoptado. Si se conoce empiricamente la energfa de un istema en funcién de la temperatura, el modelo ha de concordar con la fluctuacién calculada con ayuda de la ecuacién (2), ¢, inver- samente, la asuncidn de ese modelo tedrico dicta la eleccién de supuestos estados equiprobables en la relacién de Boltzmann (1). Para la media cuadratica de la fluctuacién de energia de la radia- ibn cuya frecuencia est comprendida en el intervalo (V, v+dv), A. Einstein, Anaten der Physitt (4) 17, $49 (1905) “A. Einstein, Aunaten der Physik (4) 17,891 (1905). 103 en tin pequefio volumen parcial Vee una cavidad Mena de radi cién en equilibrio termodinsmico, la formula de la radiacion de Planck proporciona, segtin (2), la expresién que Einstein obtuvo por primera ver. [4 b], G E 8xv? Viv * IvE+ (3) si Bes la energfa media en Vde la radiacién del intervalo de fre- cuencia en cuestién. En tanto que el segundo término se puede interpretar ficilmente, con ayuda de la teorfa ondulatoria cltsica, como debido a las interferencias entre las ondas parciales*, el pri- mero esté en evidente contradiccién con la electrodinmica clési embargo, puede ser interpretado, por analogia con las nes del nimero de moléculas de los gases ideales, con ayuda de una imagen en la que la energia de la radiacidn esté con- centrada en regiones limitadas del espacio en cantidades de ener- gia hy, las cuales se comportan como particulas independient se denominan «cuantos de luz» 0 « forones». Puesto que existfa cierta reticencia a aplicar mécodos estadisti- cosa radiacién propiamente dicha, Einstein considers también el movimiento browniano de un espejo que reflejara perfectamente la radiacién comprendida cn el intervalo de frecuencias (v, v+dv) pero que transmitiera el resto (4 b]. Si P, es la fuerza de rozamien- to correspondiente a la velocidad v del espejo normal a su superfi- cie, la teorfa general de Einstein del movimiento browniano pro- porciona, para la variacién irregular A experimentada por el momento del espejo en la direccién normal y durante el intervalo de tiempo T, la relacion estadistica fluctua At = 2Pmv* 2PRTe, (4) puesto que mu’ = &7 (m es la masa del espejo). En primer lugar se calcula 2 que de acuerdo con Ia teorfa ondulatoria habitual es dada por *Para un eileulo cuantitativo, véase HLA. Lorentz, Uories statistiques en thermodynamique, Leipaig, 1916, Apéndice 1X. 104 (5) donde gdv es la energia radiada por unidad de volumen en el intervalo de frecuencias (V, V+dv) considerado y f la superficie del espejo. Sustituyendo (5) en (4) y utilizando la formula de Planck, se obtiene dv. f (6) Esta formula esta intimamente relacionada cori la ecuacién (3), ya que utilizando E= gdvVse obtiene a (6a) toc V Al igual que en (3), s6lo ef tiltimo término de la ecuacién (6) se puede explicar con la teorfa ondulatoria clisica, mientras que el primero se puede interpretar con la imagen de los cuantos de luz corpusculares de energia bvy momento Av/cen la direccién de su propagacién. Tenemos que afiadir dos puntualizaciones: 1. Sise parte de la ley de Wien simplificada de la radiacién del cuerpo negro que se cumple para v>>AT (0 cuya valid tringida a este intervalo), sélo se obtiene el primer término de la ecuacién (3). 2. En su primer articulo [1], Einstein calculé para el rango de validez de la ley de Wien, y con la ayuda de una aplicacién directa dela ecuacién (1), la probabilidad de un estado poco comtin en el que toda Ia energfa de la radiacidn estuviera contenida en cierto volumen parcial en lugar de considerar la media cuadritica de la fluctuacién de energia. Tamb aso pudo interpretar los resultados con la ayuda de la ya mencionada imagen de los «cua tos de luz» corpusculares. De este modo Einstein llegé a su famo- sa «hipétesis del cuanto de luz» que aplicé inmediatamente al std re los efecto fotoeléctrico y a la ley de la fluorescencia de Stokes [1], y posteriormente a la generacién de rayos catédicos secundarios por rayos x (5], asi como a la prediccién del limite de alta frecuen- cia en el Bremsstrablung (9). Todo esto es ahora tan bien conocido que no es necesario entrar en una discusidn detallada de estas consecuencias. Vamos sdlo a recordar brevemente que debido a este primer trabajo de Einstein se vio claro que la existencia del cuanto de accién implica un cambio radical de las leyes que gobiernan todos los fenémenos microscépicos. En el caso de la radiacién, este cambio se evidencia en el contraste entre el uso de la imagen de particula y la de onda en fenémenos diferentes. Las consecuencias de la teorfa de Planck de que los oscilado- res arménicos de frecuencia propia V slo pueden tener valores discretos de cnergia dados por miltiplos enteros de AV [2], tam- bign fue aplicada con éxito por Einstein a la teoria del calor espe- clfico de los sélidos [3]. Sistematicamente se ha sefialado que en esta ocasién Einstein aplicé por primera vez el métode mas senci- Ilo del conjunto canénico para la deduccién de la energfa libre y de la energia media de dichos osciladores en funcién de la tempe- ratura, mientras que en los primeros articulos de Planck la entto- pfa en funcién de la energia se calculaba con ayuda del método de Boltzmann, en el que se utiliza el conjunto microcanénico. En cuanto al contenido fisico de la teorfa, parece evidente que supo- ner sélo un valor Gnico para la frecuencia de los osciladores en el cuerpo sélido no podfa ser correcto. A propésito del descubri- mento de Madelung * y Sutherland de la relacién existente entre el supuesto valor de esta frecuencia y las propiedades elisticas del sélido, hay que decir que el problema fue tratado en algunos era- bajos posteriores de Einstein [7, 8, 9}, entre los cuales el que con- tiene su contribucién al Congreso Solvay de 1911 es el mas inte: resante, ya que fue presentado después del escablecimiento de la formula empitica de Nernst y Lindemann de la energia térmica de los sdlidos y exactamente antes de que el problema fuese resuelto tedricamente por Born y Kérmén’ y de forma indepen- diente por Debye ". Hoy dia puede parecer bastante extraiio que TE, Madelung, Physikalische Zeitschrift 11, 898 (1910). “W. Sutherland, Philosophical Magazine (6) 20, 657 (1910). ”M. Born y Th. von Kirin, Physikalische Zeitschrift 13, 297 (1912) "P, Debye, Anmalen der Physik (4) 39, 789 (1912). 106 estas tiltimas teorias no se hallaran mucho antes, tanto mas cuan- to que hacia ya mucho que Rayleigh y Jeans habjan aplicado el método de las vibraciones propias a la radiacién del cuerpo negro desde el punto de vista de la teoria elisica. Sin embargo, hay que tener presente que hasta entonces no se habfa encontrado ninguna regla geftcral para deverminar los valores de energia discretos de los los, y también que los fisicos dudaban sobre la conveni: nici de aplicar las leyes cutinticas a objetos tan ampliamente extendidos en cl espacio como las vibraciones propias de un cuerpo. La conferencia pronunciada por Einstein sobre la navuraleza de la radiaci6n en la seunién de fisica de Salzburgo (5] de 1909, en Ia que por primera vez se presentaba ante una gran audiencia, se puede considerar como uno de los puntos de referencia del desarrollo de la fisica tebrica. Trata de la relatividad especial y de la teorfa cudntica, y contiene la importante conclusién de que los procesos elementals deben escar controlados (radiacién dirigida) no sélo por la absorcién sino también por la emisién de radia- cidn, si bien este postulado estaba en abierto conflicto con la idea clisica de la emisién por ondas estéricas, idea que es indispensable para comprender las propiedades de coherencia de la radiacién que se manifiestan en los fenémenos de interferencias. El postula- do de Einstein sobre el proceso de una emisién dirigida fue poste- riormente reforzado con potentes argumentos termodindmicos en su siguiente trabajo. En los articulos publicados con L. Hopf {6} (quien més tarde tendrfa una interesante discusién con Von Laue [12] sobre el grado de desorden en la radiacién enegra») amplié el primer trabajo, sobre las fluctuaciones del momento de un espejo bajo la influencia de un campo de radiacién, a las correspondientes fluctuaciones del momento de un oscilador arménico. De esta forma fue posible, al menos para este sistema particular que tan importante papel desempenié en la teoria origi- nal de Planck, calcular el movimiento traslacional en equilibrio con la radiacién que le rodea, ademés de su movimiento oscilaco- tio que ya habia sido tratado mucho antes por Planck. El resulta- do fue decepcionante para aquellos que atin tenian la vana espe- ranza de obtener la formula de la radiacién de Planck con un simple cambio de las hipétesis estadisticas en vez de con una rup- rura fandamental con las ideas chisicas en lo referente a los pro- pios microfenémenos clementales. Asi, el céleulo cldsico de la Auctuacién del momento de un oseilador arménico en su interac: 107 cién con un campo de radiacién sélo es compatible con el valor n conocido de 3/2 kT de su energfa cinética en equilibri modindmico, si el campo de radiacién satisface la ley cl Rayleigh-Jeans en lugar de la ley de Planck. Si, por el contrario, se asume esta tiltima ley, las fluctuaciones del momento de los osci- ladotes deben ser atribuidas a irregularidades del campo de radia- cidn, las cuales han de ser mucho mayores que las clisicas para una densidad pequefia de la energla de Con la afortunada aplicacién de la teorfa cuintica de Bohra la explicacién de las lineas espectrales de los elementos, mediante sus dos conocidos «postuladas fundamentales de la teorfa cus ca» (1913), comenz6 un répido desarrollo en el curso del cual esta teorfa se liberd de estar restringida a sistemas tan particulares como los osciladores de Planck. No obstante, el problema surgié al obtenerse la formula de la cidn de Planck utilizando hipstesis generales valida todos los sistemas atémicos, de acuerdo con los postulados de Bohr. Este problema fue resuelto por Einstein en 1917 en un célebre articulo [13] que se puede considerar como la culmina- cién de su serie de éxitos en teoria cudintica (véase también [10] y (11) y como la constatacién de la madurez aleanzada por su pr mer trabajo sobre el movimiento browniano. Con ayuda de leyé estadisticas generales de los procesos de emisién espontdnea ¢ inducida, y de los procesos de absorcién, inversos a los primeros, dio un nuevo fundamento a la frmula de la radiacién de Planck al plantear la hipétesis de la validex de dos relaciones gene! entre los tres coeficientes que determinan la frecuencia de estos procesos, y que permiten el cilculo del tercero si se conocen dos de ellos. Como quicra que estos resultados hoy dia en todos los libros de texto de teorfa curintica, no es nec: sario comentar aqui los detalles de esta teorfa y su posterior gene- ralizaci6n a procesos de radiacién mas complicados [15]. Adem dela obrencidn de la frmula de la radiacién de Planck, el mismo articulo trata, de forma concluyente y muy general, del intercam- bio de momento entre el sistema aeémico y la radiacién, utilizan- do de nuevo la ecuacién (4) de la teoria del movimiento brown no que relaciona la media cuadratica del momento intercambiado en un intervalo de tiempo determinado y la fuerza de rozamiento P,. Esta iltima puede calcularse haciendo uso de la hipétesis general, derivada de la experiencia y del experimento, a radiacin. ra para de Einstein figuran 108, de que la emisién o la absorcién inducidas por haces de radiacién con ditecciones diferentes son independientes entre si”. La condi- cién (4) se cumple entonces en el campo de radiacién de Planck sélo si se supone que la emisidn espontanea se produce de tal manera que por cada proceso elemental de radiacién se emite una cantidad de momento Av/een una direccién aleatoria, y que el si tema atémico experimenta el correspondiente retroceso en la direccién opuesta, consecuencia confirmada més tarde, experi- mentalmente, por Frisch". En opinién del autor, se ha prestado poca atencién al juicio critico del propio Binstein acerca del papel fundamental adscrito al «azar» cn esta descripcién de los procesos de radiacién median- te leyes estadisticas. Por esta razén citamos el patrafo siguiente de su areiculo de 1917: La debilidad de la teorfa esttiba, por un lado, en que no nos aproxima a una fusién con la eeorfa ondulatoria, y, por otro, en {que deja el tiempo y Ia direccidn de los procesos elementales al «azar; a pesar de ello, vengo plena confianza en lo fidedigno del camino emprendido. La confrontacién entre las propiedades interferenciales de la radiacién, para cuya descripcién es indispensable el principio de superposicién de la teorfa ondulatoria, y las de los intercambios de energia y momento entre radiacién y materia, que sélo pue- den describirse con ayuda de Ia imagen corpuscular, lejos de di minuir parecia convertir, en principio, a ambas propiedades en irreconciliables. Como es sabido, De Broglie posteriormente for- mulé cuantitativamente la idea de un contraste andlogo en el caso de la materia, Einstein era muy favorable a esta nueva idea, y cl autor recuerda que en una discusién mantenida en la reunién de fisica de Innsbruck en el otofio de 1924, propuso investigar los fendmenos de interferencia y difraccién con haces molecula- res". Al mismo tiempo, en un articulo de $.N. Bose aparecié una deduccién de la formula de Planck que sélo utilizaba la ima- gen corpuscular sin concepto tedrico-ondulatorio alguno, lo que > Comparese en este punto la discusién entre "R. Frisch, Zeitschrift fir Physik 86,42 (1933). "Ce irese también, en relacién con esto, la anterior discusién entre nastein y Jordan (16). 109 inspiré a Einstein a dar una aplicacién andloga a la teoria de la llamada degeneracién de los gases ideales [17], que en la actuali- dad describe las propicdades vermodinamicas de un sistema de particulas con funciones de onda simétricas (estadistica de Eins tein-Bose). Resulta interesante que posteriormente se intencara aplicar esta teoria al helio liquido. La diferencia fundamental entre las propiedades estadisticas de particulas idénticas y de par- ticulas diferentes, que tambign se trata en los citados articulos de Einstein, est relacionada, segtin la mecdnica ondulacotia, con la circunstancia de que debido al principio de indeterminacién de Heisenberg, que es parte de los origenes de la nueva teoria, se pierde la posibilidad de discernir particulas idénticas por medio dela continuidad de su movimiento en el espacio y en el tiempo. Poco después de aparecer el articulo de Einstein, se considers en la literatura (estadistica de Fermi-Dirac) la consecuencia termo- dindmica de la alternativa que se aplica a los electrones, la de particulas con funciones de onda antisimetricas La formulacién de la mecinica cudntica, que pronto siguid a Ja publicacién del articulo de De Broglie, no s6lo fue decisiva al establecer por vez primera desde el descubrimiento de Planck una descripicién teérica autoconsistente de fendmenos en los que el cuanto de accién desempefia un papel esencial, sino que hizo tambign posible profundizar mas en la situacién epistemolégica general de la fisica atémica en relacién con el punto de vista que Bohr denominé «complementariedad» , El autor pertencce a ese grupo de fisicos que cree que la nueva situacidn epistemoldgica subyacente a la mecénica cuantica es satisfactoria, tanto desde el punto de vista de la fisica como desde aquel més amplio que con- templa las condiciones del conocimiento humano en general. Lamento que Einstein parezca tener una opinién diferente de esta situacién, tanto més cuanto que del nuevo aspecto de la descrip- cién de la naturaleza, en contraste con las ideas subyacentes a la fisica clisica, parece abrirse la esperanza de un futuro desarrollo hrenfest [14] acerca de problemas relacionados con haces molec © Una nota de la postura de Einstein sobre este desarrollo aparece en el posterior articulo de N. Bohr. (Esta observacién se reficre a la contribucién hecha por Bohr en el mismo volumen de Schilpp consagrado a Kinstein, al que dedicé su propio artfculo; esta excluido en fa edicidn alemana de Aufitee de Pauli.} 110 | de diferentes ramas de de todas elas. En realidad, en sentido fisico estricto somos conscientes de que el actual edificio de la mecinica cudntica se encuentra atin lejos de su forma definitiva, pero también de que abre el camino a problemas que Binstein ya habia considerado hace tiempo. En st articulo de 1909 [4b], citado anteriormente, insiste en la impor- tancia de la observacion de Jeans acerca de que la carga eléctrica clemental ey ka velocidad de la luz edecerminan la constante e*/ , que tiene las mismas dimensiones que el cuanto de accién 4 (apuntando asi a la ahora bien conocida constante de estructura fina 2m ¢/he). Binscein subrayé (loc. cit., pig. 192) que «el cuan- to clemental de electricidad ees un desconocido en la clectrodina- mica de Maxwell-Lorentz», y expresé el desco de que «la misma modificacién de la tcoria que contiene al cuanto elemental ¢ ciencia que posibilite una mayor unidad como una consecuencia tenga también como consecuencia la estructura cudintica de la radiaciénm. La reciproca de esta afirma- cién ha resultado no ser cierta, ya que la nueva teoria cudntica de la radiacién y la materia no incluye como consecuencia el valor de la carga elemental eléctrica, de modo que esta tiltima es también una desconocida en la mecdnica cudntica. La determinacién tedrica de la constante de estructura fina es realmente el mas importante de los problemas que ain no ha resuelto la fisiea moderna. Creemos que cualquier recorno a las ideas de la fisica clisica (por ejemplo, al uso del concepto chisico de campo) no nos aproximard a este objetivo. Presumiblemente para conseguirlo tendremos que pagar el tributo de realizar cam- bios atin mis revolucionarios de los conceptos fundamentales de Ia fisica, Jo que conllevaré una digresién atin mayor de los concep- tos de las teorfas clésicas. Mm Relacién de articulos de Einstein sobre teorfa cudntica 1. «Uber einen die Erzeugung und Verwandlung des Lichtes betteffen- den heuristischen Gesichtspunke», Annaler der Physil, Leipzig (4) 17, 132 (1905). 2. «Zur Theorie der Lichterzeugung und Lichtsa der Physik, Leipzig, (4) 20, 199 (1906) heorie der Strahlung und die Theorie der spezifis- » Annalen der Physik, Leipzig (4) 22, 180 y 800 sorption», Araalen chen Warme (1907). 4, Discusin con W, Ritz: a) W. Ritz, Physikalische Zeitsebr (1908) y 10, 224 (1908); b) A. in, «Zum gegenwirtigen Stand des Strahlungsproblems», Physikalische Zeitschrift 10, 185 (1909); c) W. Ritz y A. Einstein, «Zur Aufktirung», Physikalische Zeitschrift 10, 323 (1909). 5. «Uber die Entwicklung unserer Anschauungen iiber das Wesen und die Konstitution der Strahlungy (informe comunicado en la reu- nién de fisica de Salzburgo, septiembre de 1909), Physikalische Zeitschrift 10, 817 (1909). 6. A. Einstein y L. Hopf: a) «Uber einen Satz der Wahrscheinlichkeits- rechnung und scine Anwendung in der Strahlungstheorie», Ana Jen der Physik, Leipzig, 33, 1096 (1910) [com también la referencia 12); b) «Statistische Untersuchung der Bewegung eines Resonators in einem Strahlungsfeld», Annalen der Physik, Leipzig, 33, 1105 (1910). 7. «Eine Bezichung zwischen dem elastischen Verhalten und der spezi- fischen Wairme bei festen Kérpern mit einatomigem Molekil», Annalen der Physik, Leipzig, 34, 170 y 590 (1911). 8. «Elementare Betrachtungen tiber die thermische Molekularbewe- gung in festen Kérpern», Annalen der Physik, Leipzig, 35, 679 (agit). 9. La théorie du rayonnement et les quanta, Rapports et discussions de la Réunion tenue a Bruselles, du 30 octobre au 3 novembre 1911, sous les auspices de M.E, Solvay, Parts, 1912. (Informe de Einstein: «Létat actuel du probléme des chaleurs spécifiques».) 10. «Thermodynamische Begriindung des photochemischen Aquiva- lentgesctzes», Annalen der Physik, Leiprig, 37, 832 (1912) y 38, 881 (1912). 11. A. Einstein y O, Stern, «Einige Argumente fiir die Annahme einer molekularen Agitation beim absoluten Nullpunke», Analen der Physik, Leipzig, 40, 551 (1913). 12. Discusién entre Einstein y Von Laue: a) M. von Laue, Annalen der Physik, Leipzig, 47, 853 (1915); b) A. Einstein, Aunalen der Physile #9, 903 ha i ' i - Zur Q . eZur Quantentheorie d » 47, 879 (1915); c) M. von Laue, Annalen der Physik, Leip- ig» 48, 668 (1915). tentheorie der Strahlungy, Physikalische Zeitschrifi 18, 121 (1917) [compitese también Verhandlungen der Deutschen Phy- sikalischen Gesellschaft, nim. 13/14 (1916)]. A, Einstein y P, Ehrenfest, «Quantenth zum Experiment von Stern und Gerlach», 326 (1922). A. Einstein y P. fest, «Zur Quantentheorie des Strahlungs- gleichgewichtes», Zeitschrift fir Physik 19, 301 (1923) [véase tam- bién W. Pau itschrifi fiir Physik 18, 272 (1923). Discusién Jordan-Einstein: a) P. Jordan, Zeitschrifi fiir Physik 30, 297 (1924); b) A. Einstein, Zeitschrift fiir Physik 31, 784 (1925). cinatomigen idealen Gases», Sieexengsbe- richte der Berliner Akademie der Wissenschafien (1924), pag. 261 y (1925), pigs. 3 y 18 [véase también $.N. Bose, Zeitschrift lr Physik 26, 178 (1924) y 27, 384 (1924)]. sische Bemerkungen itsclvif fir Physile 1, 3. 10 Espacio, tiempo y causalidad en fisica moderna * Mediante un anilisis del papel que desempefian en la estruc- tura de la fisica las tres constantes universales de la naturaleza velocidad de la luz en el vacio ¢ constante de gravitacién K y cuanto de accién de Planck 4, es posible delimiar ciertos domi- nios cerrados de las leyes narurales que son vilidos bajo determi- nadas aproximaciones. Estos dominios son: cl de la fisica clisica, en el que se atribuye un significado independiente al espacio y al tiempo y que esta gobernado por la causalidad en el sentido clisi- cozel dela reoria de la relatividad espe tiempo estén unidos en un continuo; el de la teorfa de la relativi- dad general, en el que las relaciones geométricas del continuo espacio-tiempo son dependiences de la materia, y, por dltimo, el tbandona el concepto clisico de causalidad y se lo reemplaza por la complementariedad me- cano-citintica ee En muchos aspectos, el presente aparece como una época de inseguridad de los principios y de inestabilidad de los fundamen- tos. Ni siquiera el desarrollo de las ciencias exactas ha escapado a este talante de inseguridad, como queda de manifiesto, por ejem- plo, en la utilizacién de frases tales como «crisis de los fundamen- tos» en matemriticas 0 de «revolucién de nuestra imagen del Uni- verso» en fisica. En realidad, muchos conceptos que ch apariencia derivan directamente de modelos intuitivos proporcionados por percepciones sensoriales, y que antiguamente eran considerados naturales, triviales o sencillamente obvios, se le antojan al fisico I, en el que cl espacio y el dela mecinica cuantica en el qu ersidn ampliada de una conferencia pronunciada en la Philosophical Society de Zurich, en noviembre de 1934, Procedente de Scientia 59, 65-76 (1936) ** Este resumen fue omitido en la edicisn original alemana de Aufiitse diber Physik und Erkenntnistheariede Pauli 115 Mo A ~ moderno de aplicabilidad limitada. Este contempla con escepti- cismo aquellos sistemas filosdficos que, aun imaginando que han admitido definitivamente las condiciones a priori del propio entendimiento humano, solo han conseguido en realidad estable- cer condiciones a prioride los métodos de las matemiticas y de las ciencias exactas de una época conereta. Pero zjustifica esto el abandono total de los resultados y méto- dos cientificos anteriores y que, una ver liberados de ellos, nos dediquemos a buscar formas de conocimiento totalmente nuevas para la especie humana? Una sencilla consideracién muestra que esto no es asi. $i hasta ahora hemos inteneado delimitar el punco de partida de la fisica moderna para preservarla de tendencias uleraconservadoras, a partir de este momento estamos igualmente obligados a imponer limites a tendencias que sean demasiado revolucionarias. De hecho, el astrénome, indiferente en la pricti- ca.a los logros de la fisica moderna, contintia calculando las érbi- tas planetarias con notable éxito mediante la ley de la gravitacién de Newron; de la misma forma, el ingeniero, haciendo caso omi- so del conocimiento actual sobre la constitucién de la materia, sigue haciendo calculos para sus maquinas dictados en gran por las leyes de la mecinica chisica, la termodiniimica y la electro- dindmica, Este hecho, que refleja la continuidad histérica del desarrollo de la fisica, esta también expresado en su estructura légica. De hecho, no parece que haya que considerar a las anteriores etapas de la fisica simplemente inttiles 0 vacias como consecuen- cia del desarrollo de las posteriores, sino sencillamente tenet pre- sente su alcance limitado de aplicacién mediante su inclusién como casos limite en los sistema na, De aqui surgen dominios separados con miiltiples intercone- xiones légicas, cada una de las cuales incluye sus propias condi- ciones a priori; cada dominio es completo en el sentido de que no se pueden afiadir nuevas leyes al sistem dominio implicado sin que se alvere pat aquellas propias del mismo. La fisica, en comparacién con ottas disciplinas como la psico- logia o Ia historia, tiene una especial ventaja en tanto que al tratar con objetos cuantitativamente mensurables e independientes en muy alto grado de valores emotives humanos, es susceptible de una formulacién macemitica exacta. La fisica moderna no ha s mis amplios de la fisien moder de leyes naturales del Lm nte el contenido de 16 1 HY alterado en forma alguna esta situacién. Asi, vemos que la existen- "jl cia de los distintos dominios ldgicos anteriores esté ligada a la de o1[) ciertas constantes de la naturalezd cuyos valores numéricos pueden ‘\ determinarse exactamente mediante mediciones, Ya que estamos dirigiendo fundamentalmente nuestra aten- cidn al espacio, al tiempo y a la causalidad, consideraremos en particular tres constantes naturales fundamentales de la fisica: 1) Ia velocidad de la luz ¢= 3 x 10! cm/s 2) la constante de gravitacién K = 1,87 X 10°27 cm/g (nos referimos aqui a la llamada constante relativista de la gravitacién; estd relacionada con la constante newtoniana usual &, que expresa en dinas la fuerza graviracional mutua entre dos masas de | g separadas 1 cm de distancia, mediante la formula « = 810k /¢2); y 3) el cuanto de accidn (constante de Planck), 4 = 6,545 x 10°? ergios. Vamos ahora a caracteri: un dominio particular de las leyes de la naturaleza por la condicién de que las velocidades de Has particulas materiales se puedan considerar pequefias compa- radas con la velocidad de la luz, y porque, ademés, todas las sacciones» implicadas (con dimensiones de energia x tiempo o momento X longitud) sean muy grandes comparadas con el cuanto de accién b. En términos técnicos, este dominio se pue- de deseribir como el de «aproxim términos descartados cn todas | acién c= 09, b= On, ya que los implican que hemos hecho c=, b= 0 formulas. Este es el dominio de la mecinica de Galileo y Newton, en el cual la simultaneidad de sucesos sepa rados espacialmente tiene un significado objetivo. El siguiente dominio general es aquel en el que se tiene en cuenta el valor finito de ¢, mientras que h sigue siendo igual a 0, y en el que todas las acciones proporcionales a k= 8:4/¢ son también des- preciables. Nos encontramos aqui en el dominio de la teoria de la relatividad especial, de la electrodinamica clisica (Maxwell- Lorentz) y de la éptica, en el cual el espacio y el tiempo se fusionan en un dnico continuo cuadridimensional. En este See eee eee eas ait continuo, el «intervalo» As entre dos sucesos de coordenadas (xf, 4, (sft), (é= 1, 2, 3), que esté definido de la forma (try, Eo- tiene todavia un significado fisico objetivo al igual que sucede con las leyes de la geometria euclidiana. El tercer dominio con cl que se agota la fisica chisica es aquel que sélo considera 4 = 0, pero que tiene en cuenta acciones pro- porcionales a x. Nos encontramos en el dominio dela woria de la relatividad general, segiin la cual la geometria debe ser consider da dependiente de la materia, y la realidad fisica directa es atribui da solamente a la coincidencia en el espacio y cn el tiempo de cosas definidas objetivamente. Esta idea conduce de la manera conocida a la equivalencia de todos los sistemas de referencia; no obstante, hay wi hipétesis légica de los dominios anteriormente discutidos que permanece intacta: es la que supone que una vez establecido el sistema de referencia, los fendmenos fisicos conti- nian su curso (y pueden ser descritos) independientemente de cémo sean observados, y que el requerimiento de determinismo (causalidad) se satisface en el sentido de que a partir del conoc miento de cierto nimero de funciones fisicas de estado (que puc- den ser funciones continuas de la posicién en el espacio) en un instante dado f= f conocimiento que puede en principio obte- nerse con gran precisién mediante mediciones, se pueden calcu lar los valores de estas funciones de estado en otro instante (pos- terior 0 anterior) ¢= 4 y, en consecuencia, predecir exactamente los resultados de las demas mediciones posibles en dicho instante t Sin embargo, cuando comamos en consideracién aquellos fenémenos que incluyen al cuanto de accién de Planck, nos enfientamos a una situacién epistemolégica completamente nuc- va respecto a las hipéresisfisicastltimamente mencionadas. Pues- to que los logros mas recientes de la fisica cudntica son para la mayor parte de la gente (y esto incluye particularmente alos cftculos filoséficos) menos familiares que los de la teorfa de la relatividad, aunque no menos relevantes quic los de ésta, se explicarin algo mids detalladamente en Ja seccién siguiente. Antes de pasar a ello, us é i resumiremos en una tabla lo que se ha dicho hasta ahora sobre la secuencia de los dominios de ls leyes que tienen validez aproxi- mada bajo determinadas condiciones. —T com ‘Aproximaciin: wfinica | x0 x20 Aproximacis h b= bo | Mecca de alieoyale | Hlecwatninien de ‘iviadel | New, Maxwell y Lorentz y i estalsica cis Testa de la reluividad especial | ; T Siguifieado objetivo del | Séloel continuo expacio- | Las propiedades viempo independiente del_| tiempo desi dimensiones | geometries y cinemétiens espacio. tiene realidad Asin del continuo espacio- tiempo esti condicionadas parciainente por los objets sens, estando descrtas por el campo g también produce 10s grvitacionales, Equivalencia de todos los sistas de referencia, Significado objetivo del movimiento uniforme sin rota- isn, Propiedades geometricas y cinemitieas del conti rnuo espacio-tiempo independicnces de la materia (los objets fsicos) Significado objetivo de coincidlencia en espacio y en tiempo de objetosfisicos definidos, exactamente, Causalidad en el sentide de la detern idm inca dey evolucién tem riben de forma eshaustiva los posi- bles resulrados de ki medieidn a partir de los valores iniciales qu dlen averiguar mediante medidas, Regularidades en la evolucin de los Fenémenos endientemente de eémo sean observados: posbilidiad de su caracterizaci6n, poral de torts as funciones de estado fisicas que de: objetiva sin ambigtiedad. Tabla I. Los dominios logics de la fisica ck cierto sentido, los conceptos de la fisica clisica han resul- tado tambidn indispensables para la descripcién de los fendmenos cunticos, ya que los resultados de la medida se obtienen siempre, n9 J ) en Ia prictica, con aparatos que funcionan segtin las leyes de la fisica clisica. Por otro lado, parece que puede consticuir tna limi- tacidn esencial el uso simultduco de dos 0 mas conceptos chisicos imagenes visualizables (anschauliche), habida cuenta el valor fini- to del cuanto de accién, Un ejemplo de esto lo proporcionan los conceptos de onda y de particula de la fisica clésica. El primero de ellos es indispensable para comprender los fendmenos de interfe~ rencia involucrados en el principio de superposicién, y el tiltimo, para la descripcién de los intercambios de cuantos de cnergfa y momento entre la luz y Ia materia (y también entre materia y materia). En estos incercambios, las leyes de conservacién de la energia y del momento se han verificado sin excepeidn incluso en procesos arémicos clementales. Este aparente dilema entre los conceptos de onda y particula, que en principio surgié con los fendmenos dpticos, se repitid en el caso de la materia y es cierto, en particular, para clectrones y protones, ya que los haces de parti culas materiales también producen efectos interferenciales. Fue precisamente cl reconocimiento del ciracter universal de este apa- rente dilema lo que ofrecié la posibilidad de una descripcién con- sistente de todos los fendmenos asociados, culminando con el establecimiento de la llamada relacién de incertidumbre. Esta tela- ‘ma que no tiene sentido asignar simulténeamente valores numéricos 2 In coordenada de posicién x de una particula mate- rial o de un cuanto de luz, y a la componente p,.de su momento, si cl producto de sus precisiones Ax y Ap,.es menor en orden de magnitud que el cuanto de accién A, Luego, es necesario que nes A « Aprg> h a Por ello se desprende de la meciinica cudntica que, f medir exactamente la posicién por u otro, se deban utili lado y el momento por ar dispositivos experimentales mut excluyentes, ya que cada medida exacta de este tipo implica una interaccién entre el aparato de medida y el objeto medido, la cual, en parte, es esencialmente indeterminada e indetermina- ble. De hecho, una delimitacién espacio-temporal del objeto que se mide est4 asociada invariablemente a una transferencia de energfa y momento indeterminable entre él y un sistema fijo. Por otro lado, los dispositivos experimentales que permiten medir esta cransferencia con precisién implican necesariamente mente 120 una renuncia poral de Ia inte 1 la posibilidad de seguir la evolucién espacio-tem- cidn entre el objeto a medir y el aparato de medida. De esta forma, la fisica da un paso mas hacia Ia abstrac cidn alejindose de las imagenes visualizables, pero, por otra par te, surge la oportunidad de utilizar de forma consistente algunos de los conceptos clisicos para describir los fendmenos atémicos. El uso del término complementariedad se ha introducido para dar cuenta de la relacidn ldgica entre dos conceptos clisicos, cada uno de los cuales puede, debido al valor finito del cuanto de accién, controlarse por separado, pero no pueden utilizarse simulténeamente en el dominio de la mecénica cudntica. En el caso general del estado mecano-cusintico de una particula mate- rial, no se pueden predecir con exactitud la posicién ni el momento, por lo que el estado de dicha particula s6lo puede describirse mediante predicciones estadisticas realizadas sobre la distribucién de los resultados de las posibles medidas de la posi- cidn o del momento en dicho estado. Formalmente, estas pre~ dicciones estin contenidas simbélicamente en una funcién de onda con partes real ¢ imaginaria, Pin ere sermicho; tar coMplenien- _-riviedad mecano-cidntica se puede considerar como una genera- lizacién natural y til de la causalidad elasica que hemos defini- do en el apartado anterior. Hasta ahora nos hemos limitado al caso general de la coincidencia de entidades individuales definidas sélo aproximadamente—es decir, de objetos fisicos cuyas propiedades silo pueden predecirse en un sentido estadistico dentro de dominios fintitos del espacio-tiempo. ie Tiesdew mus alld, vamos a incentar explicar la idea de com- plementariedad y la relacién de incertidumbre con un ejemplo relacionado con la conocida controversia acerca de si el proceso de emisién espontinea de luz por un étomo es direccional o no. La imagen de la radiacién de luz en todas las di s indispensable para describir los fené- ecciones como una onda esférica elésiea a que surgen debido a la coherencia de los menos de interferenc rayos emitidos en direcciones diferentes. Sin embargo, sélo la imagen de emisién direccional conduce a las predicciones correc- tas relativas al retroceso que experimenta el atomo en el proceso de emisién, Este retroceso tiene un valor 4/ A, siendo A la longi- cud de onda dela luz, y tiene lugar en un sentido arbitrario opue to al del cuanto de luz emitido. Recientemente, este retroceso se ha puesto de manifiesto en experimentos con haces moleculares. 121 Fig. Si fuera posible poner en evidencia este retroceso y la coherencia de la radiacién emitida en varias direceiones mediante el mismo dispositivo experimental, se demostraria que existe una contra. dliecidn interna entre los conceptos utilizados pata describit los fenémenos de emisién (el concepto de cuantos de luz.por un lado y el de ondas esféticas por otro). : ___ Para investigar con mis detalle esta cuestion consideremos un dromo A que emite un cuanto de luz espontineamente (wéase fig. 1). Delance de el se encuentra una panealla Scon dos aberturas Lry Lyy teas ella una segunda pantalla $” en la que es observado el cuanto de luz. Segtin la teorta ondulacoria, el cuanto de lu puede alca camino 6p a parte, lo no nzar aquellos puntos P para los que la diferencia de decir, la diferencia entre los c L,Py miileiplo impar de una semilongitud de onda, Por otra se podria determinar, midiendo el retroceso experimentado por el tomo, si el cuanto de luz ha sido emitido en la direccién AL, 0 en la AL;, El vector diferencia de los momentos de A en ambos casos tiene la direccidn, designada por x, perpendicular a la bisectriz. del angulo que forman AL, y Aly y est en su mismo phino, Ademis, si Oes el ingulo que forman AL; y Al, el valor de este vector diferencia de los vectores momento es b = 2sen—. Ahora bien, la relacién de incertidumbre muestra que esto es un caso tipico de complementariedad. Para que se pueda deducir una conclusién de las mediciones del retroceso acerca de si el camino que ha seguido realmente el cuanto de luz ha sido AL; 0 AL», es necesario que el momento del tomo en la direccién xsea conocido antes de la emisién de Ia luz. con una precisién 4) b, e fa) a < G2 (a Por otra parte, una diseminacién del objeto luminoso en la direccién xen una cantidad 4/2 sen 6/2 * conlleva la desaparicién completa de todas las figuras de interferencia de la éptica ondula- toria producidas por los dos rayos AL, y AL. Asi, la condicién que establece la dptica ondulatoria para que las interferencias sean observables es 4 A (b) * SD sen 6/2” donde Aves la precisién con la que se conoce la posicién del 4to- mo en la diteccidn scantes de que emita luz. Pero septin la relacidn de incertidumbre (1), es imposible que (a) y (b) se cumplan simultdneamente, de modo que para medir el retroceso y la coherencia es preciso utilizar dispositivos experi- mentales mutuamente excluyentes, Se veré fécilmente que inclu- so si se midieran los retrocesos experimentados por las pantallas S, esto no afectaria al resultado. Para decidir, a partir de dicha medi- da del retroceso, si el cuanto de luz ha atravesado 0 no la abertura Ly, la parte 5, de Sque esté a la izquiierda de L; cendrfa que supo- nerse mévil respecto a la parte restante Sy, y una ver mas la rela- cidn de incertidumbre haria mutuamente excluyentes el conoci- miento de su momento y de su posicién (y, por tanto, también el dela abertura [,) antes del retroceso '. ‘Con este ejemplo vemos, por una parte, que la validex. univer- Tato corrige un error del original * Para consultar otros ejemplos se remite al lector a W. Heisenber Physical Principles of Quantum Theory. Chicago, 1934 The 123 sal de la relacién de incertidumbre es una condicién necesaria para que la mecdnica cudntica esté libre de contradicciones, y, por otra, que es hasta cierto punto una cuestidn de eleccién en el sen- tido de qué es lo que se considera como perteneciente al objeto medido y qué al procedimiento con el que se ha medido. En reali- dad, la demarcacién entre el objeco que se mide y el proceso de medida, el acto de corte, como podria decirse, es en mecinica intica una operacién mucho mis incisiva que en teorfa chisica, ya que en aquélla una parte de la interaccién entre el proceso de medicién y el objeto queda siempre indeterminada. El formalis- mo matemitico de la mecénica cudntica muestra que las predic- cones estadisticas a las que conduce la teoria, para diferentes elec- ciones de la posicién del corte, no pueden nunca ser mutuamente contradictorias. No podemos entrar aqui en una discusién detallada de ¢s situacién, y solamente me referiré ain a una cuestidn de pr a nei- pio. A causa del caricter estadistico de sus postulados, la mecini- -{ ca cudntica ha sido comparada a menudo con la teorfa cinética de Jos gases; esto ha ido unido ala esperanza de que se podria mpliar la mecdnica cudincica con otros postulados ajenos a clla fin detrimento de la exactitud de sus afirmaciones estadisticas, volviéndose asf al determinismo en el sentido de la fisica clisica, como sucede en cl c: de la teorfa cingcica de los gases. Sin embargo, esta comparacién me parece completamente errénea, ya que la caracteristica fundamental de la mecinica cudntica, a saber, la posibilidad de utilizar los resultados de medidas anterio- res para predecir los resultados de otras posteriores, que podria perderse al llevar a cabo una medida, no tiene equivalente en la teoria cinética de los gases. Ademis, se puede demostrar que, en el sentido de la determinacién, no es posible ampliar los postulad dela mecinica cuintica con otros sin que las afirmaciones estadis ticas de la teoria pierdan también, en ciertos casos, su validez, En otras palabras, la mecénica cudntica satisface el criterio légico de completitud de un sistema de leyes naturales, expresado en la pri- mera seccidn, El hecho de que en esta teoria se deba uno confor mar con leyes estadisticas no debe ser motivo de lamentacién por la pérdida del paraiso perdido de la causalidad, y mas teniendo en cuenta que, como consecuencia de la nueva situacidn epistemolé- gica surgida de la necesidad de diferenciar entre el proceso de medida y el objeto medido, y de la indeterminacién parcial de su 124 i interaccién, el concepto especial de dererminismo fenomenoldgi- dlido en fisica clisica, pierde su significado inequivoco.___- Por una parte, sedebesostener que la mecanica cudntica tiene que considerarse como una generalizacion légica natural de la mecénica cldsica, al igual que la teorfa de la relatividad represe: tina generalizacién de la mecinica de Galileo y Newton, Pero, por otra, debe hacerse una cierta restriccién, ya que el conjunto de leyes nacurales que aqui se describen corresponden, en cuanto a sus hipétesis principales se refiere, a la aproximacién que en nues- tra terminologfa designamos como c= ©, «= 0. En princip particulas son no se tienen esto sélo es valido si las velocidades de todas | pequefias comparadas con la velocidad de la luz, y en cuenta los efectos gravitacionales, En la seccién siguiente se discutira brevemente hasta qué punto la creacién de una teorfa ahora como un pro- cuantica «relativista» se ha considerado has blema irresoluble. Segtin lo dicho hasta ahora, cada intenco de generalizar la teo- rfa conocida hasta el momento (si omitimos, por sencillez, los fendmenos gravitacionales) se enfrenta con dos dominios cerra- dos que deberian ser incluidos en cualquier teoria Futura como casos limite; en primer lugar, el dominio «cldsico» «efinita, b= 0», yen segundo lugar el mecano-cxintico «=e, / finita», Aunque se han obtenido algunos resultados pertenecientes al dominio mis general «cfinita, / finita», éste nada tiene que ver con un sis- tema de leyes naturales establecido y autoconsistente, como era el caso de los dominios considerados hasta ahora, y por tanto sélo se fundamenca en hipétesis. En consecuencia, nos vamos a limitar a dat algunas indicaciones provisionales sobre estos problemas atin no resueltos. La mecinica cudntica expuesta en la seccidn anterior se puede caracterizar, por un lado, por la complementariedad entre las leyes de conservacién de la energia y del momento, y, por otro, por la posibilidad de una descripcién de los objetos fisicos en el espacio y en el tiempo. Al intentar incluir las magnitudes del campo electromagnético en el contexto de la mecdnica cuintica, se ha puesto de manifiesto que este tipo de complementariedad I posible. Ademis, en los ejemplos hasta ahora no es ef mas gen! 125 considerados, el ntimero de parciculas maceriales presente era fijo ¥ Constante en el tiempo. Sin embargo, uno de los descubrimien- tos més importantes de los fisicos experimentales en los tiltimos tiempos ha sido la demostracidn de la produccidn de pares de particulas con cargas opuestas a expensas de la radiacién, asf como el proceso inverso. De esta forma, la interaccién entre el instrumento de medida y el objeto que se mide ser en estos casos de tal tipo que no sélo sigan siendo indeterminados entre si los intercambios de cnergia y momento, sino que también queda indeterminada la pregunta acerca del miimero de particulas que pertenece al instrumento de medida y al objeto medido. Por otro lado, larley cle Ia conseroattowde la carga eléciviaa oc pa un lugar fundamental ¢ igualmente importante junto a las leyes de conservacién de la energia y del momento,{Se hair Waliza wo algunos ihtentos Interesantes Gi lis feorias clisicas de campos, las cuales utilizan una representacién formalmente més unificada de la relacidn encte los campos electromagnético y gravitatorio, para tratar de unificar Ia ley de conservacién de la carga eléctrica con las leyes de consery: estructura sencilla con ién de la energia y del momento en una tituida por cinco ecuaciones. Sin embar- go, hasta ahora estas reorfas no tienen relacién natural alguna con Ja teorfa cudntica y no sirven para interpretar la propiedad adicio- nal fundamental de la carga, a saber, que es atémica, queriendo decir con esto que cada carga eléctrica (sea positiva o negativa) se presenta siempre en la naturaleza como un miiltiplo entero de la carga eléctrica elemental e=48x 10 ues. A-esta consrante de la naturaleza no se le ha encontrado atin su lugar apropiado junto a las constantes ¢ hy K:Sélo seria satis- factoria una nueva formulacién de la teorfa cutdntica si una inter- pretacién del valor numérico del niimero sin dimensiones he = = 1368 £0,2 me opusiera la naturaleza atémica de la carga a la ley clisica de su conservacién, al igual que su equivalente tedrico-cwxintico corre- laciona de la misma forma que opone como complementarias las 126 y leyes de la conservacidn de la cnergia y del momento a la descrip- cidn en el espacio-tiempo. No sabemos atin si esa futura teoria modificaré 0 no la relacién entre la nocién de carga y la de espa- cio-tiempo tan caracteristica de las teorfas de las que ahora dispo- nemos. En las tentativas realizadas hasta el momento en el erata- miento tedrico-cuantico, la carga cléctrica se considera localizable en el espacio hasta regiones arbitrariamente pequefias, por lo que es posible hablar de tina densidad de carga que se pueda determi- nar, al menos en principio, mediante medidas, y que sea una fun- cin continua de las coordenadas espaciales y temporales. En rela- cién con esto se plantca Ia cuestién de que en la teorfa cudntica, tal como se ha desarrollado hasta ahora, Ia energfa electromagné- tica del electrén se hace infinita, como le sucede a la energia eléc- trica de una carga punctual en tcorfa clésica, lo que est en contra- diccién con la experiencia. Parece que sélo serd posible superar esta dificultad con una nueva generalizacién del concepto de complementariedad de In mecénica cudntica actual y no retor- nando al concepto de causalidad de las teorfas clisicas, si bien esta generalizacién demandaré una renuncia atin mayor de la capaci- dad de visualizacién (Anschaulichkeit) en sentido estricto. No podemos entrar aqui en una discusién general de los pro- bblemas pendientes de resolucién de la fisica nuclear; sin embargo, debemos afiadir una puntualizacién més en este sentido. Existen algunos indicios de que el fenémeno llamado radiactividad B, es decir, la emisién espontinea de clectrones por nticleos atémicos i como el fenémeno recientemente descubierto de la radiacti- vidad de positrones inducida artificialmente~ da cuenta a un nivel mas profundo, por asi decirlo, de la realidad fisica que los demis fenémenos de la fisica nuclear conocidos empiricamente. Segiin las teorias recientes, estos fenémenos estén gobernados por una constante mas de la nacuraleza que no se puede reducir direc- tamence a las constantes habituales de la fisica atémica. En rela- cidn con esto, es importante sefialar que las teorias de campos clé- sicas actuales, incluyendo a la teorfa relativista de la gravitacién, al cartcter esencialmente no dan una ineerpretacién satisfactori jpositivo de la constante x, que es responsable de que la gravitacién se manifieste como una atraccién entre masas gravitatorias y no como una repulsién. La interpretacién en cuestién podria consi tir dnicamente en la reduccién de la constante Kal ewadrado de otra constante de la naturaleza. Esto sugiere Ia busqueda de fend- 127 menos en los que intervenga la raz cuadrada de k. Si bien hasta el momento se ha considerado como casi seguro que los fenémenos gravitacionales no desempefian pricticamente ningtin papel en fisica nuclear, no hay que descartar la posibilidad de que los pro- ul cesos de la radiactividad i pudieran estar relacionados con la ralz / . _ cuadrada de k. Sin embargo, se debe dejar que el futuro decida si La teorfa de la relatividad y la ciencia esta hipétesis ¢s 0 no apropiada, Durante el Congreso de la Relatividad he hablado con dife- rentes personas en Estados Unidos, tanto de palabra como por escrito. Einstein me ha vuelto a contar tambign su vieja «historian acerca de la «descripcién imperfecta» de la mecénica cudntica (véase al respecto también su contribucién al librito Scientific ‘papers, presented to Max Born), pero conjuntamente con su recha- zo absoluto de Bohm (lo mismo que de De Broglie), lo que me result6 psicolégicamente interesante. Carta de Pauli a Markus F 3 de mayo de 1954. Si consideramos la teoria de la relatividad dentro de un con- texto més general que el de la fisica, incluyendo la astrofisica, nos debemos de interesar, en primer lugar, por su relacién con las matemiticas, por un lado, y con la epistemologia o la filosofia de la nacuraleza por otro. En realidad, puede decirse que la relacién de la fisica con estos dos campos —relacién que ha dejado su hue- Ila caracteristica en la ciencia desde el siglo XVII ha suscitado una vez mds el interés general debido a la teorfa de la relatividad, La teorfa de la relatividad especial se vinculé al concepto matemitico de grupo, como ya lo habia hecho la mecdnica de Galileo y de Newton can firmemente establecida ahora sobre una base empitica. En esta mecinica, todos los estados de movimien- to del abservador, 0, expresado matemticamente, todos los siste- mas de coordenadas relacionados entre si mediante un movi- miento de traslacién uniforme, sin rotacién, son equivalentes. Puesco que para mantener el estado de reposo de un cuerpo mate- ial no se requiere causa alguna, habia que hacer en mecinica clé- sica una hipétesis semejante en cuanto al estado de movimiento uniforme, ya que éste surge del de reposo mediante una de las * Helvetica Physica Acta, suplemento IV, pigs. 282-286 (1956) 128 129 transformaciones incluidas en el grupo de la mecinica. Por supuesto que esta formulacién de la ley de la inercia de la mecani- ca clisica no es la original, sino que tiene en cuenta el desarrollo posterior del concepto matemitico de grupo introducido en el siglo XIX. El desarrollo de la electrodindmica, que tuvo lugar durante el mismo perfodo, culminé con las ecuaciones diferenciales en deri- vadas parciales de Maxwell y H.A. Lorentz. Era evidente que dichas ecuaciones no admitian el grupo de transformaciones de la mecénica eldsica, ya que, en particular, el hecho de que la veloci- dad de la luz en el vacfo sea independiente del movimiento de sus fuentes es consecuencia de ellas. ;Seria pues necesario abandonar Ja propiedad por la cual las leyes de la naturaleza admiten un gru- po de transformaciones al ser aquélla sélo aproximadamente vili- da? O bien, zera tinicamente el grupo de la mecéinica el aproxima- damente valido y deberia ser reemplazado por otro més general que sirviera: para describir tanto los procesos mecinicos como los clectromagnéticos? La decisién fue favorable a la segunda alterna- tiva. Sin embargo, a este postulado se podia llegar por dos cami- nos. Existia Ia posibilidad de investigar, mediante matematicas puras, cual era el grupo més general de transformaciones bajo el que las ecuaciones de Maxwell y Lorentz, bien conocidas en aque- Ila época, conservaban su forma. Este fue el que siguid cl matemé- tico H. Poincaré. El otro implicaba determinar, mediante un and- lisis critico, aquellas hipétesis fisicas que habian conducido al grupo concreto de la mecinica de Galileo y Newton. Este segun- do fue el seguido por Einstein. El demostré que, desde el punto de vista general de la equivalencia de todos los sistemas de coorde- nadas que se mueven entre sf con velocidad constante, la inva riancia de la simultaneidad de sucesos separados espacialmente, en el sentido de Ia mecinica clisica, implica la hipéresis adicional de la posible existencia de sefiales con velocidades infinitamente grandes. Si se omite esta suposicién, y se la reemplaza por la hips- tesis de una sefial de velocidad maxima finita, el tiempo también se transforma, y el grupo, matematicamente hablando, deja inva- riante una forma cuadrética indefinida en cuatro dimensiones, tres espaciales y una temporal. De hecho, la electrodinamica de Maxwell y Lorentz, resulraba ser invariante bajo cl grupo de trans- formaciones determinado por Einscein a partir de estas considera- jones generales, si se identificaba la velocidad mixima de la sefial con la velocidad de propagacién de la luz en el vacio. Tanto Eins- tein como Poincaré habfan partido del trabajo preliminar de H. ‘A. Lorentz, quien ya se habfa aproximado bastante a este resulta- do aunque sin lograr alcanzarlo. De la concordancia entre los resultados de los métodos seguidos independientemente por Einstein y Poincaré, hay que destacar el profundo significado de la armonia existente entre el método matemitico y el andlisis rea- lizado mediante experimentos mentales (Gedankenexperimente), el cual descansa sobre caracteristicas generales de la experiencia fisica. Estos primeros articulos de Einstein sobre la teorfa de la rela- tividad especial demostraban ya el éxito que puede tener en fisica un método que no procede del conocimiento autoritario de lo que son las cosas en y por sf mismas. El nos ha mostrado repeti- damente que el fisico debe aprender a nadar en un océano ilimia- do de ideas sin apoyos ni reglas fijas, ideas para las que él pudo haberse inspirado en un océano igualmente ilimitado de material empirico, pero que no podfan deducirse de éste por pura légica. Se suponia que el fisico no conocia a priori lo que es el éter en realidad, desde la época de Einstein se acataba el mandamiento que decia: «No tendras ninguna opinién acerca del estado de movimiento del éter» Esta proposicién fundamental ha sido cla- rificada por la teorfa relativista de la gravitacién o teorfa de la rela- tividad general que Einstein establecié, sin colaboracién alguna, entre 1908 y 1916. El soporte matemético que utilizé fue una combinacién de la teorfa de la curvatura de Riemann y la formu- lacién geométrica cuadridimensional de Minkowski de la teorfa de la relatividad especial. Esta tiltima es valida localmente, como caso limite, pero a gran escala se generaliza y es sustituida por un campo constituido por diez funciones continuas del espacio y el tiempo, que son los coeficientes de la forma diferencial cuadritica indefinida del universo espacio-tiempo cuadridimensional. Este concepto estd incluido en el ambito de las ideas de la geometria diferencial de los espacios curvos, en los que la geometrfa eucli- diana sdlo se cumple localmente. El grupo se extiende al grupo general de las cransformaciones de coordenadas continuamente diferenciables, las cuales, sin embargo, deben dejar totalmente invariante la métrica diferencial cuadratica. No obstante, esta estructura matemitica no constituye el origen de las considera~ ciones de Einstein acerca de la teorfa de la relatividad general, 131 sino que es el resultado final. Su punto de partida fue, mis bien, su principio de equivalencia entre el movimiento uniformemente acelerado de un observador y de su sistema de referencia y un campo gravitacional uniforme. Este principio se fundamenta en la igualdad exacta que existe entre masa inercial y masa gravitato- ria, que ya se conocia desde la época de Newton aunque nadie ntes que Einstein habfa llegado a esa conclusién. Este principio de equivalencia garantiza la armonia entre la estructura matems- tica de la métrica del campo del universo espacio-temporal, que Einstein denominé abreviadamente campo-G, y la fisica de los efectos gravitacionales. Por cierto, esta tiltima se obtiene auroma- ticamente de leyes diferenciales mis simples, consistentes con cl grupo general de transformaciones. En lugar de la ecuacién dife- rencial estatica de Poisson de la teoria newtoniana, las diez ecua- nes relativistas del campo de Einstein se obtienen sustituyendo dl primer miembro de la expresién diferencial de Laplace y Pois- son por una combinacién adecuada de tensores de diez compo- nentes obtenidos por contraccién del tensor de curvatura de Ric- mann y reemplazando, en el segundo miembro de la ecuacién, la densidad de materia por el tensor energia-momento, tomado de la célebre deduccién de Einstein sobre equivalencia encre masa y energfa de la teoria de la relatividad especial. Este tensor, asi como la constante de gravitacién, representan el constituyente fenome- nolégico de la teoria de la relatividad general. Las telaciones de esta teoria con la filosofia de la naturaleza y su desarrollo histérico son multiples. Mientras que en la época de Galileo, Descartes y Newton desempefiaron papel esencial la supresin de la nocién aristorélica de la cualidad fisica de los pun- tos del espacio y el establecimicnto de un concepto de espacio independiente, el campo-Gde Einstein es exactamente una repre sentacién matemtica de las cualidades fisicas de los puntos en el espacio-tiempo. Estas cualidades no estan, evidentemente, fijadas de forma inalterable, como el lugar que, segiin Aristételes, ocu- pan los cuerpos materiales, sino que estin determinadas en si mismas por leyes naturales y son dependicntes de la materia. Sin embargo, el campo-G, que segiin Einstein es exactamente el éter en una nueva forma, mantiene su independencia conceptual de la materia, aunque, como ha manifestado en repetidas ocasiones, él se sen satisfecho si el campo-G se anulase completamen- te en ausencia de materia. A este principio fundamental lo deno- ia ma 132 mind principio de Mach en honora Ernst Mach, quien preparé el terreno a una posterior reflexién sobre la teorfa de la relatividad general con su critica sobre cl espacio absoluto. No obstante, hay que decir que el principio de Mach no se deduce de las ecuaciones de la teorfa de la relatividad general sin la adicién de unas hipdte- sis dificiles de justificar. Seguin estas ecuaciones, la existencia de un campo-G no nulo en un universo espacio-temporal libre de materia es légicamente posible, y, en tanto exista el campo-G, el espacio y el tiempo no estan vacios. __Elulterior desarrollo de las ideas cientificas del espacio y el tiempo, y de su dependencia de la sustancia material que los ocu- a, se plantea en el futuro como un problema abierto canto en lo concerniente a las pequefias como a las grandes dimensiones Esto esti intimamente relacionado con el alcance de la validez del concepto de campo que ahora denominamos «clésico», cuestién en Ia que tanto profundizé Einstein. Yo mismo soy uno de esos fisicos que ve en los fundamentos de la mecénica cudntica actual, postulada como probabilidades primarias, una evolucién del modo de pensar que creé Einstein, Las condiciones experimenta- les especificas, y en algunos casos complementarias, desempefian aqui el papel de los estados especificos del movimiento del obser- vador en la teoria de la relatividad de Einstein. El valor finito del cuanto de accidn que establece un limite a la divisibilidad de los fenémenos en el dominio atémico, juega el papel de la velocidad méxima de la sefal en la teoria de la relatividad especial de Eins- tein; cl grupo de transformaciones unitatias de la mecénica cudn- tica, que abarca todas las especificaciones posibles de las condicio- nes experimentales, equivale al grupo de transformaciones de coordenadas que en la relatividad general relaciona todos los esta- dos posibles de movimiento de los observadores con las afitma- ciones que éstos hacen de acuerdo con las leyes. En mecdnica cuintica también se discuten posibles medidas con ayuda de experiments mentales (Gedankenexperimente) basindose en una estructura matématica aceptada, en este caso estadistica, de las leyes de la naturaleza, Este es exactamente el método que Einstein ha utilizado con tanto éxito en fisica, y que de este modo ha recu- perado vigencia A pesar de esto, Einstein se mantuvo firmemente adherido al concepto estricto de realidad de la fisica clisica, y desde este pun- to de vista, una descripcién de la naturaleza que permite sucesos 133 singulares no determinados por leyes se le antojaba «incompleta». Acesto unia su afioranza no tanto de la antigua idea mecanicisea del punto material como de st concepcién geométrica del campo en la teoria de la relatividad general. Explicé con franqueza que lo que le movia a adoptar esta actitud era que el abandono del con- cepto de realidad propio de la fisica anterior a la mecinica cudnti- ca le parecta que se aproximaba peligrosamente aun punto de vista en el que es imposible distinguir con suficiente claridad entre suefio o alucinacién y «realidad». Por el contrario, a los demés nos ha parecido que el cardcter objetivo de la descripcién de la naruraleza dado por la mecinica cudntica esta garantizado adecuadamente por la circunstancia de que sus leyes estadisticas describen procesos reproducibles, y porque, ademis, el resultado de la observacién que puede ser comprobado por cualquiera no puede resultar influido por el observador una vez que ha elegido su dispositivo experimental. Es probable que la discusién sobre estas cuestiones contintie durante mucho tiempo. Einstein admitié que no podia justificar Ja posibilidad de una teorfa de campo pura que incluyese tambign la estructura atémica de la materia. No obscante, insistié en que lo contrario, es deci, la imposibilidad de tal teoria, nunca habfa sido demostrada. Incluso los fisicos que ~como yo mismo~ no compartimos la actitud general de Einstein ante la moderna fisica cudntica, pode- mos, no obstante, aceptar ficilmente su opinién basica sobre las diversas tendencias 0 «ismos» de la filosoffa tradicional. El las consideraba no como verdaderas o falsas de forma absoluta, sino telativas entre si, y en su opinién el fisico puede aceptar algo de cada una de ellas. En el volumen de la Library of Living Philo- sophers dedicado a él dice, en su «réplica a las criticas» (pag. 684): (El cientifico) se muestra como un realista en tanto que intenta describir un mundo independiente de los actos de la per- cepeién; como un idealista en tanto que contempla los conceptos y las teorfas como invenciones libres del espiritu humano (no deducibles légicamente de lo estableci un positivista en tanto que considera que sus conceptos y teorias silo se justifican en la medida en que proporcionan tria represen- tacién légica de las relaciones entre las expresiones sensoriales. Pucde incluso aparecer como un platénico oun pitagérico en tan lo empiricamente); como 134 to que considera el punto de vista de la sencillez légica como herramicnta indispensable y efectiva de su investigacién Encuentro sencillo compartir estas propuestas, mientras que pensar en «ismos» me resulta raro ¢ incluso imposible. Seguramente, el gran poder de sintesis de Einstein como s humano y como pensador sea un ejemplo para la fisica del fucuro a la hora de contrastar cl legado empirico y la estructura légico- matemitica de la teoria 135 12 Impresiones sobre Albert Einstein * ia tomada por Ehrenfest en el otofio de 1926 (cortes del CERN, Ginebra), Neue Zitrcher Zeitung, 22 de abril de 1955. 137 ede Einstein me ha afectado tambign personalmen- te. Un amigo tan benévolo, ran paterna I para conmigo, ya no est, Nunca olvidaré el discurso que pronuncié en 1945 en Pi ceton sobre mi y para mi, después de que yo recibiera el premio Nobel, Era como un rey que abdicase y quisiera desig como una especie de «hijo-electon, su sucesor, Desgraciadamen- te, no existen apuntes sobre ese dliscurso de Einstein (fue impro- visado y tampoco existe manuscrito alguino). Carta de Pauli a Max Born, 24 de abril de 1955, Hace cincuenta aftos, un joven empleado de la Oficina de Patentes de Berna tenfa la costumbre, cada ver que el jefe daba su ronda, de hacer desaparecer un fajo de papeles en un cajén y sus tituirlos répidamente por otros en los que estaban escritos sus informes sobre las especificaciones de las patentes. El jefe se lla- maba Haller y me parece bastante improbable que no se diera cuenta de esta maniobra, Ademés, gqué razén tendrfa para hacer alguna objecién si estaba satisfecho con el trabajo del empleado? Una tarde, después de haber refucado satisfactoriamente las vehe- mentes protestas de los clientes contra los informes de la oficina basados en su trabajo, Haller se senté y, tras haber apurado su ro suizo y su jarra de vino, comentd con satisfaccién y sin referitse a nadie en particular: «Les mostraremos quién es Dios ‘Todopoderoso» («dénde se sienta Dios Todopoderoso»).. «EI viejo Haller» Hegé a ser mucho mas familiar para mia tra- vés de la descripcién de Einstein, como personaje original y sim- pitico, que por los breves y ocasionales comentarios de su hijo, el escultor Hermann Haller. Einstein disfrutaba rememorando su de Berna, de fa que hablaba mis a menudo y también mis positivamente que de la de Zurich. El aio de 1905, en Berna, fue para él particularmence provechoso. Su trabajo sobre aplicaciones de patentes le habfa dejado como rastro un vinculo perdurable con las aplicaciones técnicas de la fisica. Tavo tiempo suficiente para escribir, en el mismo lugar, tres articulos fundamentales Acerca dewn punto de vista heuristico en relacién con la generacién y transformaciin de la luz, El movimiento de particulas suspendidas en liquidos estacionarios requerida por la teoria cinética molecular del calory Sobre la electrodindmica de las cuerpas en movimiento. Bl primero de ellos le condujo, a través del efecto foroeléctrico y fend= menos relacionados, a fa complejidad de los problemas de la teo- 138 tfa cudineica cuyo origen estaba en la nueva constante de la natura lera introducida por Max Planck, y que posteriormente goberna- ria todas las ideas relativas a la estructura del tomo. El segundo confirmaba lo ya demostrado experimentalmente por el «movi- miento molecular browniano», que, aunque conocido en aquella Epoca, no habia sido suficientemente investigado, pero que en las manos de Einstein pronto se convirtié en una herramicnta teil para la investigacién del enigma que por entonces consticusa la estructura cudntica de la radiacion. La tcoria desarrollada en el tercero de los articulos se denominé posteriormente «teoria de la relatividad especial», nombre que no invents el propio Einstein sino que adopts de ottos fisicos. Al tercer articulo mencionado le sucedié de forma inmediata una breve comunicacién que llevaba por titulo: ;Depende la inereia de un cuerpo de su contenido energé- que contiene la deduccién de la identidad esencial entre a y energia que tanto peso teético y consecuencias practicas tico m ha tenido. ‘As{ pues, de aquellos papeles que de forma temporal desapa- recfan en el cajén de la Oficina Federal de Patentes surgié, en ripida sucesién, una nueva forma de pens: Elestilo de Einstein en sus articulos, y atin més en sus debates cientificos verbales, tiene la misma capacidad de penetracién (Eindvinglichkeit) y senciller que cuando describe su vieja época de Berna. Al mismo tiempo que se diferencia del mundo que le rodea en su apego ala tradicién y en su libertad de eleccién, se afs- la de dl refugidndose en un mundo propio, més abstracto, en el que se encuentra en paz consigo mismo. En todas las novedades que nos ha legado en el campo de la fisica, siempre existe algo en lo que permanece fiel al pasado. Asi, en sus investigaciones sobre teorfa cuintica se adhiere firmemente al principio de Boltzmann de la interpretacién estadistica de la entroptfa; en Ia teoria de la relatividad especial mantiene los fundamentos de la electrodina- mica de H.A. Lorentz; cn su teoria de la relatividad general, com- pletada en 1916, y que implica una concepcién totalmente nueva de la gravitacién como geometrfa espacio-temporal, se suma al concepto de campo en la fisica del continuo de Faraday y Max- well, que originariamente se consideré como un estado mecinico de tensién del éter, pero que desde finales del siglo pasado se ha concebido de forma mts general y abstracta. El rasgo caracteristico del nuevo modo de pensamiento que 139 Einstein introdujo en la fisica es el anitlisis imparcial de los con- ceptos fundamentales cradici sobre la base de principios generales, y, en tiltima instancia, confirmados experimentalmen- te, En este proceso, determinadas hipétesis se revelan como in cesarias y demasiado restrictivas, y algunos conceptos son suscep- tibles de ser eliminados. En la tcorfa de la relatividad especial, fue el concepto de tiempo sobre el que Einstein develé nuevas facetas. Demostré la imposibilidad de la existencia de sefiales de veloci- dad arbitrariamente alta, al situar como limite superior de la mis- maa la velocidad de la luz en el vacio, lo que conlleva que la simultaneidad de sucesos en diferentes lugares dependa del estado de movimiento del observador. Asf, el observador también forma parte de manera esencial de la descripcién del orden temporal. Ademis, todos los posibles estados de movimiento del observa- dor, as{ como sus juicios acerca de los sucesos fisicos, estdn rela- cionados por transformaciones matematicas ~«grupos de trans- formaciones», en términos técnicos— que actiian como una ley esencial bajo la cual todos los posibles movimientos gozan del mismo privilegio. Este programa culminé en la teoria de la relati- vidad general. La igualdad entre masa inerte y masa gravitatoria se conocia desde los tiempos de Newton, pero necesitaba un Eins tein que, sobre esta base, reclamara y levara a cabo una interpre tacién geométrica del campo gravitatorio, En esta interpretacién, la energia no sélo posee masa sino también gravedad 0 peso, y el estado de movimiento del «éter» lumfnico pasa a ser un concepro susceptible de ser climinado. La situacién es més bien que el nue vo campo, permaneciendo conceptualmente independiente cuando se lo compara con la materia, juega el mismo papel que el aéter», representando, de hecho, cualidades fisicas de los puntos del universo espacio-temporal. La cuarta dimensién de este uni- verso, el tiempo, ha llegado a sernos Jas tres primeras dimensiones ales, y, en la actualidad, para expresar algo fucra de lo comin tenemos que recurrir a un ntime- ro de dimensiones mayor que cuatro. Entre tanto, la teoria cudntica de la materia en el dominio atémico, a la que Einstein contribuyé, se ha desarrollado en una diteccién que generaliza atin mas los principios que explican la naturaleza y que ahora denominamos «clisicos». Ya no es sélo el estado de movimiento del obscrvador el que interviene en las leyes de la fisica, sino, de forma mas general, las condiciones expe- nales n familiar a los fisicos como 140 rimentales especificas. La indivisibilidad del cuanto de accién y, con ella la de los fendmenos atémicos, dat lugar, cn el dominio de la teoria cudntica, a una indeterminacién de la interaccién encre los sistemas observados y los instrumentos de observacién. Sin embargo, también aqui existen transformaciones matemadticas que relacionan de manera comprensible las expresiones estadisti- cas esenciales de las leyes de la naturaleza a las que corresponden las distinas condiciones experimentales posibles. Einstein se mostré reacio a reconocer esta generalizacién de la idea eclisica» de realidad fisica como definitiva y permisible, aunque en cierto sentido esto esté en linea con el modo de pensamiento critico que él mismo habfa creado. Los muchos debates habidos en torno a esta cucstién, particularmente los suscitados entre Einstein y Niels Bohr, en los que nunca se llegé a un acuerdo, han s publicados en su toralidad en el volumen Einstein de la Library of Living Philosophers (1949). Esto esta intimamente relacionado con el problema del alean ce del concepto de campo que Einstein habia propuesto. En su buisqueda de una unificacién del campo clectromagnético con su meétrica del campo gravitatorio, pretendié también en sus tiltimos aiios fusionar el concepto atémico y el de campo geométrico de la fisica del continuo. Las razones generales que otros aducian con- tra esta posibilidad extrema, y con las que yo estaba de acuerdo, no le patecieron a dl suficientemente convincentes. Sin embargo, en nuestro tiltimo encuentro, hace un afio en Princeton, admitié con su vieja rectitud y honradcz que no habia logrado demostrar Ja posibilidad de una teoria pura de campo de la materia, y que consideraba que el problema todavia estaba en el aire. La hiscoria de una idea progresa hasta que Hega a ser indepen= diente y escapa finalmente del control de su creador. En sus tilti- mos afios comenzé la soledad intelectual de Einstein en Prince- ton, donde se prestaba poca atencidn a los resultados mis -cientes en fisica experimental y donde él, utilizando métodos que antafio se habjan revelado como provechosos, prosiguié de forma obstinada c inflexible la btisqueda de los objetivos teéricos que se habia impuesto. Su vida, marcando el futuro, seré un recuerdo continuo para nosotros del arquetipo, hoy cuestionado, de pensador intelectual cuyas idleas se extienden sosegadamente y sin rodeos sobre los gtandes problemas de la estructura del co mos. M41 13 Albert Einstein y el desarrollo de la fisica * Busto de Albert Einstein Hermann Hubach ETH de Zurich (corte stituto de fisica de la N, Ginebra). y dedicada al ivo del CE Zitrcher Zeitung 12 de enero de 1958. La triste noticia de ayer sobre Einstein me impresioné mucho, Pienso que con él desaparece un capitulo de la fisica. No podria rehusar escribir un articulo breve sobre él en Newe Ziireber Zeitung. Cart de Pauli a Léon Rosenfeld, 19 de abril de 1955. Ante el busto de Einstein descubierto hoy * rememoramos al hombre con el que tantas conversaciones mantuvimos, tanto den- tro como fuera de las instituciones, y en las que debatimos sobre los mis arduos problemas de la fisica. Al concemplar la expresion de intemporalidad plasmada por el artista, debemos también recapaci- tar sobre como las ideas de Einstein, desligadas ya de su creador humano, adquieren ahora una existencia independiente que las conduce a regiones distantes, fuera de nuestro alcance Me ha parecido consecuente elegir como tema de este discur- so Albert Einstein y el desarrollo de la fisica. Su labor ha sido fre cuentemente reconocida; concretamente, durante el congreso de Berna sobre los cincuenta afios de la tcorfa de la relatividad euvi- mos ocasién de discutir en detalle la trascendencia de dicha teoria en otras discipinas ciencificas. Sus articulos sobre teoria cudntica también han sido comentados por diversos autores en el volumen Einstein de la Library of Living Philosophers; entre ellos cabe hacer meneién especial ai escrito por Bohr, un extenso ¢ importante articulo sobre sus discusiones con Einstein. Sin embargo, no se han mencionado hasta el momento las vicisicudes que la interaccién de estas dos lineas de investigacién ocasioné en la vida de Einstein. Comencemos con el primer afio que fue determinante en su actividad, el de 1905 en Berna, en el que vieron la Tu simuleinea- mente su interpretacién del efecto fotoeléctrico, su teoria del movimiento browniano y la teorfa de la relatividad espec (nombre que le fue dado posteriormente). Para Einstein, las expe- riencias cientificas definitivas eran la interpretacin estadistica de la entropia de Boltzmann, la teorfa de la radiacién térmica de Planck y el trabajo sobre clectrodinamica de Lorentz en el estadio que habia alcanzado en 1895. * Discurso pronunciado por el auror en ocasidn de la dedi to de Albert Bis del ETH, :atoria del bus tein, realizado por Hermann Hubacher, al instivuto de fisiea 144 ici tal cinpeccsncaane : ; x : ‘ & Hoy dia, hablamos justificadamente del «grupo de Lorentz»; pero, desde un punto de vista histérico, fue precisamente de esta propiedad de grupo de sus transformaciones de la que Lorentz no se percat. La constatacién de la misma les estaba reservada a Poincaré y a Einstein, quienes la descubrieron de forma indepen- diente, aunque lamentablemente se generd alguna disputa por la asuncién de su prioridad. Lo realmente interesante es estudiar la diferencia en el método con el que trataron el mismo problema el matematico Poincaré y el fisico Einstein. Poincaré parte de las familiares ecuaciones de Maxwell y muestra que admiren deter- minadas transformaciones. Una carta que Einstein escribié a Seelig, que ya fuera citada por Born, contribuye a esclarecer las motivaciones del primero. Como consecuen sobre el efecto fotoeléctrico, ia de su trabajo instein sabfa que la teorfa de Max- well no era totalmente correcta. Por tanto, formuld la invariancia de las leyes de la naturaleza respecto a las transformaciones de Lorentz, como un postulado general, algo que ofrecia mas con- fianza que las ecuaciones de Maxwell. Establecié dicho postula- do, independientemente de las citadas ecuaciones, sirviéndose de sideraciones cinemidticas y de experimentos mentales (Gedan- sxperimente) sobre la compatibilidad entre cl principio de rela- tividad para movimientos traslacionales y el principio de constan- cia de la velocidad de la luz, asumiendo la relatividad de la simultaneidad. El proceso de desligar la electrodindmica maxwelliana de los modelos mecinicos del eter, que habia ya comenzado en el traba- jo de Lorentz, fue completado por Einstein, Citando sus propias palabras, «la emancipacién del concepto de campo de la hipétesis de un portador material es, desde el punto de vista psicolégico, uno de los procesos mas interesantes en el desarrollo del pensa- miento fisico», Asi, pronto Hegé a la conclusién de que el estado de movimiento de un medio evérco debia ser eliminado como concepto fisico. El aleance del trabajo sobre relatividad y teoria cudntica que Einstein tuvo entre manos en aquella época ha quedado reflejado en la conferencia que pronuncié en la Convencién de Cientificos de Salzburgo! de 1908. Detrds de su nombre como autor aparecia el dela ciudad de Zurich, y la conferencia llevaba por eftulo: Sobre Piypsikalishe Zeiechrifi VO. 817 (1909), 145 el desarrollo de nuestras opiniones acerca de la naturaleza y de la constitucién de la radiaciéy, Tras exponer de nuevo su célebre deduccién de la equivalencia entre energia y masa inercial, Ja estructura cudntica de la radiacién para dar cuenta de su resul- tado principal, que no es otro que el proceso elemental de emi- sién de la luz ha de ser diteccional, considerando pues una teoria eque se puede concebir como tna fusién entre las teorfas ondula- toria y de emision». Aqui, sin embargo, atin se aferra a la utilizacién de imagenes izables basadas en el concepto de campo clisico, en contra te con su punto de vista sobre el estado de movimiento del éter. A este respecto, éito su réplica a Planck en el curso del debate Mi idea de cuanto es la de una singularidad rodeada por un gran campo vectorial. Se puede generar, mediante un nimero grande de cuantos, un campo vectorial que difiera poco del tipo de campo que asumimios en las radiaciones. Puedo imaginar que cuando los rayos inciden en una superficie limite, la separacién de los cuantos tiene lugar por la acci posiblemente de la fase del campo resultante con Ia que los cuan- tos aleanzan In superficie de separacién. Las ecuuaciones del ca po resultante diferirfan poco de las de la teoria existente. Resp to 1 de la misma, dependiendo m- los fendmenos de interferencia, yo diria que no es preciso realizar muchos cambios en las concepciones actualmente esta blecidas. Lo podemos comparar con el proceso de moleculariza- cidn de los portadores del campo electrostitico, El campo, cor derado como producido por particulas eléetricas atomizadas, no esen esencia muy diferente del correspondiente al concepto a rior, y no es imposible que sucediera algo similar en la teorfa de la radiacién. En principio, no veo ninguna dificultad respecte alos efectos de inter Sin embargo, la cuestién no era tan sencilla. Los fenémenos de interferencia son independientes de la intensidad de la luz, aun cuando sélo haya algunos cuantos de luz implicados. Einstein fue de inmediato plenamente consciente de esto, pero en aquella épo- <4 Y por una u otra rxzén, continué considerando su punto de vista como modelo para tratar de explicar el enigma del cuanto, cosa que no consiguié hasta pasado algtin tiempo. En 1917, Einstein culminé una nueva y esencial etapa de su trabajo. 146 En esta época se completé la teorfa de la relatividad general, que dif tworla especial en que fue elaborada exclusiva- mente por Einstein, es decir, sin contribucién alguna de otros cientificos, y que siempre serd considerada como una teorfa mod&lica y de consuimada belleza de la estructura macemética. Su aplicacién a los problemas de la estructura del Universo a gran escala es tinica, Mencionaré brevemente algunos de los recientes proyectos a los que ha dado lugar la verificacién experimental de sus fundamentos. Uno de ellos, el de Dicke en Princeton’, esti relacionado con la repeticién refinada del antiguo experimento de Eétvis para tratar de establecer la igualdad entre masa inerte y masa gravitatoria, es decir, Ia igualdad de la aceleracién gravitaro- ria de todos los cuerpos con una precisién mejorada en mucha potencias de diez, Por supuesto, esta igualdad constituye una pic- dra angular de la teorta de Einstein. Otro proyecto, el de Zacha rigs (Cambridge, Mass.) se refiere a la comprobacién experimen- al de la dependencia **, postulada por Einstein, de la marcha de un reloj en el campo gravitatorio, mediante una comparacién entre ln hora que marca un reloj atémico en el Jungfraujoch *** y la de otto reloj al nivel del mat: Para llevar a sario un considerable aumento de la precisién aleanzada hasta hoy. Quiero mostrar por medio de estos ejemplos que, frente al reproche que a menudo se ha hecho a la teoria de la relatividad general sobre su carencia de soporte relacionado con el experi mento, en la actualidad esté ejerciendo una influencia fértil sobre la investigacién experimental. abo esto, seria nece- La relatividad general no fue la tinica de las investigaciones de Binstein que culminaron en los afios 1916-1917; también lo hizo a que se desarrollé en cl {imbito de la teorfa etdntica. En aquel n publicé su articulo fundamental sobre el época Einstein tamb "CER, Dicke en Relativity, Groups and Topology, eds. C. DeWiee y BS. DeWitt (Nueva York, 1964), pig.167; P.G, Roll, R. Krotkov y RH, Dic- ke, Annals of Physies (Nueva York) 26, 442 (1967). ** Jerrold Reinach Zacharias (1905-1986) ue profesor de fisica en el MI'T en Cambridge, Mass, Sus plan de 1955, para verificar junto con su colaborador Rainer Weiss la woria de la relatividad general utilizando sus relo- jes atmicos nunea se realizaron debido a su implicacién en otros proyectos. Véase Jack 8. Goldstein, A Different Sort of Tine, The Life of Jerrald R. Zacha- ras. Scientist, Engineer, Edneator, Cambridge, Massachusetts, 1992, pig. 149. ** Observatorio de los Alpes suizos. 147 balance entre la energia y el momento de la radiacién y de los éto- mos, deducido a partir de la forma general de las leyes estadisticas de los distintos tipos de procesos cuinticos de emisién y absorcién de la luz. Una vex més, la teorfa condujo al resultado de que se ha deasumir que el proceso de emisién de la luz ¢s diteccional, lo cual también fue confirmado experimentalmente més adelante. Al final de este articulo de Einstein hay un célebre pasaje sobre el significado del azar que cito a continuaci La debilidad de la teoria estriba, por un lado, en que no nos aproxima a una fusidn con la tcoria ondularoria, y, por otra, en que deja el tiempo y la direccién de los procesos elementales al cazarm; a pesar de ello, tengo plena confianza en lo fidedigno del camino emprendido. A Einstein no le gustaba aceptar probabilidades a priori. En aquella época solia decir: «Durante el resto de mi vida reflexiona- ré acerca de lo que es la luz.» El éxito de la teoria de la relatividad general no debilité su idea de que el concepto de campo clisico podria ser suficiente, en principio, para explicar el conjunto de la fisica, y para él era asf hasta tal punco que dificilmente podia ima- ginar cualquier otra solucién. Durante el desarrollo subsiguiente de la teoria de la relativi- dad general surgié un problema que, en tiltimo extreme, no pudo ser aclarado, Ernst Mach habfa sugerido que se podia replantear por completo el concepto de inercia teniendo en cuenta la accibn de masas distantes. Si este principio era correcto, el campo-G de Einstein tendria que anularse en ausencia de materia. Al estable- er su teorfa, Einstein seguramente se guié por este principio y lo consideré adecuado; sin embargo, no ha sido posible deducitlo a partir de las ecuaciones de la misma. Parece ser inherente a la naturaleza del concepto de campo que aunque esté influido por la disteibucién de masa continta, no obstante, existiendo como una realidad independiente aun cuando se elimine toda la masa. Des- conocemos cul ser la solucién final de este problema. Mientras Einstein meditaba sobre una unificacién de su teo- rfa del campo gravitatorio que abarcara también al electromagne- tismo, fue cuando se descubrié que el cuanto de accién no era aplicable exclusivamente a la estructura de la luz, sino que st apli- cacién se extendia también a la materia, Cuando Einstein cono- 148 cid el trabajo de De Broglie sobre ondas materiales, fue uno de los primeros que se mostrd partidario de aceprar esta idea. Poco tiempo después, y como consecuencia de un articulo publicado por Bose, se interesé por un nuevo tratamiento de la estadistica de un sistema constituido por particulas idénticas que se conoce ahora como «estadistica de Einstein-Bose» En 1927 se abse un nuevo capitulo en la actividad creativa de Einstein al completarse la estructura de la nueva mecanica ondu- latoria. Yo tuve la fortuna de estar presente en los grandes debates que sobre esta teoria protagonizaron Bohr, Einstein y otros y que cavicron lugar en la Conferencia Solvay de Brusclas. Para mi consticuyé una experiencia inolvidable. Por supuesto, Einstein admitia la consistencia légica de la nueva mecinica ondulatoria, pero consideraba incompletas las leyes estadisticas de la nueva teorfa. A menudo afirmaba que «no se puede hacer una teorfa a base de puede ser, y también: «Aun cuando sea empitica y légica- mente correcta, en el fondo esté equivocada.» Lo que se negaba a acepear era una forma de pensar que inclufa parejas de antagonis- tas, imagenes visualizables dependientes de la eleccidn de los dis- positives experimentales y probabilidades a priori. No obstante, estos conceptos y puntos de vista que rechazaba eran constituyentes esenciales de la denominada winterpretacién de Copenhague» de la mecdnica cusntica fundada por Bohr y aceptada por la mayoria de los fisicos tedricos, entre los que me cuento. La oposicién de Einstein quedé de nuevo reflejada en los articulos que publicé, en primer lugat, con Rosen y Podolsky y posteriormente solo, y que conticnen una actitud critica hacia él concepto de realidad en mecinica cuintica. A menudo discutfa- mos estas cuestiones juntos, con gran provecho por mi parte aun cuando no compartiera sus puntos de vista. «Después de todo, la fisica es la descripcién de la realidad», me decfa antes de dirigirme una mirada sarcéstica y continuar argumencando: «:O quizé debiera decir que la fisica es la descripeién de lo que uno simple- mente imagina?» Este interrogante muestra claramente la impor- tancia que Einstein concedfa al carcter objetivo de la fisica que él pensaba que podia perderse a través de una teoria del tipo de la mecénica cudntica en la que, como consecuencia de su amplia concepcién de la objetividad en la explicacién de la naturaleza, se puede llegar a no discernir entre lo que es la realidad fisica y lo que es un sucio o una alucinacién. 149 Sin embargo, ln objetividad de la fisica cn mecinica cudntica estt salvaguardada por complero en el sentido siguiente, Aunque, en principio, segtin la teorfa sélo se pueda determinar, con caric- ter general y mediante leyes, la estadiistica de series de experimen- tos, el observador es incapaz. de influir en el resuleado de su obser- vacién, aun en un caso singular imposible de predecir, como pudiera ser el de la respuesta de un contador en un instance de tiempo dado. Ademis, al no intervenir, en modo alguno, en la teorfa las caracteristicas personales del observador, es posible rea- zat la observacién mediante instrumentos de registro objetivos, cuyos resultados igualmente objetivos estan a diposicidn de c quiera, De lx misma forma que en la teorfa de la relatividad un gtupo de cransformaciones matemiticas relaciona todos los siste- mas de coordenadas posibles, en mecdnica cuintica todos los posibles dispositivos experimentales estén conectados por un gru- po de transformaciones matemiticas Con todo, Einstein abogaba por un concepto de realidad mis restringido que asumiera una separacién total entre un estado co con existencia objetiva y su modo de observacién, cualquiera que éste fuera, Desgraciadamente, nunca se llegé a un acuerdo, y hasta sus tleimos dias mancuvo viva la esperanza de poder tratar de explicar la constitucién atémica de la materia mediante el con- cepto de campo clisico. A parti de 1927, Einstein se sintié desencantado por el desa- rrollo de la fisica, y poco a poco se fue sumiendo en una soledad intelectual. Sus posteriores articulos sobre teorfa del campo, aun- que escritos con la misma maestria que los anteriores, parecian carecer de una aproximacién real a la naturaleza, y es dudoso que sus tiltimas formulaciones teéricas puedan aplicarse de forma real en fisica. Tras abandonar desilusionado su linea de investigacién sobre teorfa cudntica, también la cultivada sobre tcoria del campo comenzé a ser problemitica desde el punto de vista fisico. Si hubiéramos podido ofrecer a Einstein una sintesis de su teoria general de la relatividad y de la teorfa cusntica, el debate hubiera sido mucho mis ficils pero la dualidad entre el campo y Jos instrumentos que lo miden, atin lacente en la meciinica cudn- tica actual, no esti expresada con claridad conceptual; y la cone- xidn que posibilite aplicar el concepto ordinario de espacio-tiem- po aaquel en el que estan implicadas las propiedades de los 150 objetos fisicos mintisculos, las denominadas «particulas elemen- tales», atin no ha sido develada. La vida de Einstein terminé planteando a la fisica una pre- gunta, y a nosotros el reto de la buisqueda de una sintesis que este busto de Hubacher se encargaré de recordarnos siempre que pase- mos por su lado. En un futuro remoto, en el que nuestros proble- mas habrén perdido ya su trascendencia, esta esculeura represen- tard para las nuevas generaciones un simbolo de la perseverancia en medio del cambio. 151 14 “Teoria y experimento * Los puntos de vista que se exponen a continuacién tratan de reforzar los comentarios y cesis de FE Gonseth y P, Bernays con los que, en principio, me identifico, pero sobre los que se puede aportar mas claridad si se los considera desde otras perspectivas. 1. El punto de vista dual de F. Gonseth respecto al didlogo entre experimento y tcorfa me parece un caso especial de una rela- cién més general encre los conceptos de interno (psiquico) y externo (fisico). En la situacién de conocimiento nos interesamos por la relacidn existente entre el convcedor (lem Lrkennenden) y lo conocido. El punto de vista puramente empirico que busca reducir cada «explicaciénm a una «descripcién» (aunque genérica y conceptual) no tiene en cuenta el hecho de que en cualquier caso la postulacién de un concepto o sistema de conceptos (y por tanto también de una ley natural) es una realidad psiquica de importancia decisiva, (En inglés esto se expresa por medio del vocablo explanation, ya que éste implica que algo es «evidente» 0 claro pata alguien, alusién que no contiene la palabra description.) Teniendo pr filosofia de Platén, me gustarfa sugerit que el proceso de comprensién de la nacuraleza, asi'como el de felicidad que el ser humano experimenta al comprenderla, esto es, la realizacién consciente de un conocimiento nuevo, deberia ser interpretada como una correspondencia, como una aproxima- cién congruence (zur Deckung kommen *) entre las imagenes internas preexistentes en la psique humana y los objetos externos y su comportamicnto. El puente entre percepciones sensorial: por una parte, y conceptos por otra, no s¢ puede construir vente Dialectica 6 (15 de junio de 1952), pigs 141-142. ** Véase la misma expresion en los ensayos 2, 15 y 16 de este volumen. 153 mediante légica pura, sino que descansa, segtin esta concepe sobre un orden césmico que es independiente de nuestra el cién; un orden diferente al constituido por cl mundo fenomeno- légico y que abarca tanto lo psiquico como lo fisico, tanto al suje- to como al objeto. Respecto a la situacién de conocimiento, la psicologta moder- na ha establecido que la comprensién es un extenso proceso que se inicia mediante otros que se desarrollan en el inconsciente, y que tienen lugar mucho antes de que se pueda formular racional- mente el contenido consciente. En el nivel preconsciente del conocimiento, el lugar de los conceptos claros es ocupado por imagenes con fuerte contenido emocional, no pensadas, sino contempladas como si estuviesen pintadas. La busqueda del puente entre percepciones sensoriales ¢ ideas 0 conceptos me parece estar condicionada por operadores o factores de orden, (que a diferencia de Bernays no describirfa como «racionales»), mediante los cuales se gobierna, asimismo, este sustrato precon- ceptual de imagenes simbélicas. Es interesante hacer notar que el nino «arquetipo» utilizado, por ejemplo, por Kepler para de: cribir las imagenes preexistentes' (platénicas) ha sido ahora reto- mado por C. G. Jung para dar cuenta de factores de orden no visualizables que se supone que se manifiestan tanto psiquic como fisicamente?. no, res 2. Segtin la concepcién aqui propuesta, el carscter a priori de las ideas formuladas racionalmente por Kant, abandonadas de z por todas, se transfiere asi a las imagenes preexistences (arquetipos) presentes y opera fuera de la conciencia (ven el inconsciente»). Coincidimos con P. Bernays en no considerar ya las ideas especiales, que Kant denominaba juicios sintéticos « priori, como las precondiciones de la comprensién humana en general, sino simplemente como precondiciones especiales de la una vi En un escudio histérico que ha aparecido mientras tanto, «Der cinflut archetypischer Vorstellungen auf die Bildung naturwissenschaftlicher Theo- rien bei Kepler» (Navurerkliirung und Psyche, Rascher Verlag, Zurich, 1952 trad. ing. en The interpretation of Nature and the Pyyche, Londres, 1955), erate de explicar mis exhaustivamente fa situaeiéa que brevemente he esboxado aqui, [Ensayo 21 de este volumen. | C.G, Jung, Eranos Jabrbuch, 1946: «Der Geist der Psychologien; trad ing. en Eranos Yearbook, Londres, 1954 154 ciencia exacta (y de las matemiéticas) de su época. Sin embargo, a diferencia de Platén y en concordancia con la philosophie ouverte de Gonseth, consideramos las imagenes primordiales preexisten- tes no como inalterables, sino como relativas al desarrollo del punto de vista consciente. Es precisamente la reaccién de la con- ciencia sobre las imagenes del inconsciente’ una reaccidn que probablemente no pueda ser separada de la accidn inversa de las imagenes sobre la conciencia en el sentido dela existencia de una «complementariedad»— la que a mi juicio constituye la esencia del proceso de desarrollo del conocimiento humano que F. Gonseth lécticon. ha denominado «di .G. Jung habla ocasionalmence de un «desplazamiento secular del pun- to de vista del inconscienten (ef. por ejemplo Pyycholagie und Alchemie, Zxirich, 1944, pig. 181; trad. ing. en Collected Works of C.G. Jung (Pundacién Bollin- igen, Nueva York, vol. 12).Hay erad. eastellana: Paeolagie y alguimia, Rueda, Buenos Aires, 1957, 155 15 Fenémeno y realidad fisica* En este articulo se analizan, sin aceptar ni favorecer ningin sismop filosofico particular, los conceptos de «fenémeno» y «rea lidad» desde el punto de vista de la vida cotidiana profesional del f las ccor o, Asimismo, se comenta brevemente la estructura légica de fisicas incluyendo sus reluciones caracteristicas con | observacidn y la experimentacién, tomando como ejemplos la meci- nica clisica, las teorias ckisicas de campos relativistas y la mecini- ca cudntica, Igualmente, se resalta el hecho de que los fisicos con- sideren que sti ciengia esté en fase de desarrollo. El problema no esti, por tanto, en si prevalecerin o no s teorfas actuales, sino mas bien en saber hacia qué direccidn cambiarin™. n esta conferencia quiero dar algunas indicaciones en lo que se refiere a problemas relacionados con las palabras clave fendme- no y realidad que desempefian un papel importante en la fisica contemporinea, pero sin atribuirme autoridad alguna sobre tan exhaustivo tema. En el eranscutso de mis observaciones me refer ré también a cuestiones controvertidas, por cuanto el interés general esta principalmente dirigido hacia ellas. Para tranquilidad de los filésofos debo decir en primer lugar que no estoy adherido uningtin «ismo» filoséfico en particular, y que ademas soy opucs- to a asociarlos con tcorfas fisicas concretas, como pueden ser la teorfa de la relatividad o las teorias ondulatoria o cudntica, aun- * Dialectica 11 (15 de marzo de 1957), pags. 35-48. Introduccién a un simposio celebrado cn ocasién del Congreso Internacional de Fildsofos, en Zurich, de 1954 ** Este resumen no estd reproducido en la edicidn alemana de Aufiitze dither Physik und Evkennmnisheoriede Pauli. 157 sionalmente as que o icos. Mi tendencia general es més bien la de mantener una posicién intermedia entre extre- mos opuestos, En ¢ te sentido, pienso que es mejor comenzar por considerar cémo inciden fendmeno y realidad en la vida cotidi na profesional del fisico. . Fenémeno y realidad en la vida cotidiana del fisico El fenémeno, o aparicién, puede ser elemental 0 sumamente complejo. Entre los fendmenos percibidos directamente se encuentran los contenidos de la conciencia. Su descripcién como percepciones es unilaters F I, ya que en cuanto que pensamientos ¢ ideas surgen también de forma espontinea; en aleman hablamos de Einfiille (ideas que se le ocurren a uno), refiriéndonos con ello aalgo que se produce e ra conciencia. Por tanto, sugiero que, al igual que sucede con los tonos, los colores o las impres nes tictiles, a las apariciones de ideas y pensamientos se las debe- ria también denominar fendmenos, Nuestras ideas no siguen un curso arbitrario, sino que apare- cen en cierto orden. La conexién entre los contenidos de la con- ciencia es lo que nos permite distinguir el sucfio de la vigilia y per- cibir como existentes, de forma involuntaria, tanto los objetos exteriores como la conciencia de nuestro prdjimo. Lo que desig- hamos como real es aquello que encontramos que trasciende nuestra capacidad de eleccién y que nos vemos obligados a consi- derat. En inglés existen dos palabras que expresan esto con signifi- cados diferentes; una de cllas es reality (del latin res = cosa), y la otra, actuality (de agere = hacet); sus andlogas en aleman son Rea- litte y Wirklichkeit. BI concepto mas abstracto derivado de agere o de wirken es mis afin al utilizado en ciencia. : Si intentamos ahora formular lo que es el fendmeno fisico y lo que es la realidad fisica, aparece de inmediato una diferencia. Per- sonalmente, no veo cémo en fisica se puede dar una definicién de fendmeno que pretenda aislar los datos de la percepcidn de los principios racionales y de orden. Mas bien me parece que una separacién de esta nacuraleza es ya en sf el resultado de un esfuer- hues 158 20 mental critico especial que elimina el inconsciente, siempre presente, y los ingredientes instintivos del pensamiento, La limi- tacién a los contenidos de la conciencia, que estan o pueden set establecidos, harfa imposibles tanto la vida como la ciencia. Al principio de forma involuntaria, y més tarde conscientemente, el hombre postula lo que no puede observar por si mismo, o, dicho de otra manera, lo que es relativamente trascendental, como son, por ejemplo, la conciencia de los demas, la cara oculta de la Luna 6 una historia de la Tierra que ¢s inasequible en su totalidad para cualquier ser vivo, y todo ello lo hace con el fin de obtener algo que pueda ser comprendido. Desde esta posicidn intermedia se hace igualmente largo el camino que conduce a la eliminacién del concepto de realidad, por un lado, y ala aceptacién, por otro, de lo metafisico, es decit, de juicios ontolégicos que sean permanentemente vélidos de for- ma incondicional. Creo que por lo que a las ciencias exactas se refiere no es necesaria ninguna de estas alternativas. El hombre cendré continuamente la experiencia espontinea de una realidad que describiré en los términos que a él le parezcan apropiados. No obstante, puede admitir juicios ontoldgicos condicionado por los esfuerzos, las esperanzas, los descos, 0, més brevemente, por la actitud espiritual general de los individuos 0 grupos de indivi duos que los formulan. Entre estas actitudes figuran, especial- mente en el caso del investigador cientifico, su grado de capaci- dad y el nivel del conocimiento de su época. De esta forma, se produce una tensién entre fenémeno y realidad que constituye lo fascinance de la vida dedicada a la investigacién. El investigador en ciencias exactas tiene que tratar con fend- menos especiales y con una realidad especial. Debe restringirse a Jo que es reproducible, ¢ incluyo en esto la reproduccién de cual- quiet cosa proporcionada por la naturaleza. No afirmo que lo reproducible en si mismo sea més importante que lo tinico, sino que lo esencialmente tinico esta fuera del alcance del tratamiento mediante métodos cientificos, ya que, despues de todo, la final dad y el propésito de estos métodos es descubrir y constatat la leyes de la naturaleza sobre las que tinicamente se centra y se debe centrar el interés del investigador. Se denomina teoria fisica a la formulacién cones constituidos por reglas y ecuaciones mate- mentales; y a la ionada de sistemas conceptuales que se pueden vincular con datos experi mati 159 que, dentro del émbito de su aplicacién, se la puede asf describir como un «modelo de la realidad». Como ya he explicado en otro lugar’, considero indil especular sobre si fue primero la idea o el experimento, y confio en que nadie mantenga atin que las teorfas se deducen mediante consideraciones estrictamente légicas surgi- das de los cuadernos de laboratorio, idea que todavia estaba bas- tante de moda en mi época de estudiante. Las teorfas nacen de una comprensién inspirada por el material empitico, una com prensibn que puede esclarecerse si, siguiendo a Platén, la conside- ramos como el establecimiento de una aproximacién congruente (zur Deckung kommen) entre las imigenes internas y los objetos exteriotes y su comportamiento. La posibilidad del entendimien- to muestra de nuevo la presencia de dispositivos reguladores tipi- cos alos que esté sometido tanto lo mas intimo del hombre como el mundo exterior. Coincido con la opinién de Bohr de que la objetividadde una explicacién cientifica de la naturaleza deberia definirse tan libe- ralmente como fuera posible. Denominaremos objetivo a cada modo de contemplar las cosas que uno puede comunicar a quic- nes, teniendo el conocimiento preliminar nece: entender y a su vez aplicar, ¢s decir, a aquello de lo que podemos hablar con los demas. En este sentido, todas las teorias y las leyes fisicas son objetivas. Sin embargo, por su diversa estructura el _fenimeno fisico no cs simple sino complejo, y normalmente su descripcidn ya incorpora tanto una gran cantidad de conocimien- to tedrico previamente adquirido como una experiencia instru- mental. Es justamente esto, y no el aislamiento de los datos de la percepcién, lo que le resulta teil al fisico en su vida cotidiana Bohr define el fenémeno como «el relato de las observaciones que se obticnen bajo circunstancias especificas, y que incluye un jui- cio acerca del experiment completo». Esta definicin permite hablar de un fenémeno nuevo cuan- do se cambia una parte del dispositivo experimental, ast, como tenet en cuenta la limitacién concerniente a la divisibilidad del fenémeno cuando se trata de explicar la naturaleza. ‘trio, las pueden "Theorie und Experiment, Dialectica 6,141 (1952); ensayo anterior. 160 2. Estructura ligica de las teorias fisicas Esta definicién de fendmeno puede parecer abarcar un signi- ficado cuyo aleance incluso trasciende la fisica, Sin embargo, ya que ha sido formulada pensando especialmente en la mecdnica cutintica, parece natural abordar ahora la discusién de la estructu- ta légica de las diversas ceorias fisicas. Nos estamos refiriendo principalmente a la mecdnica de Galileo y Newton, que actual- mente llamamos clisica, a la teoria de la relatividad y a la mecani- ntica, Existe una extensa bibliografia? en la que figuran tan- to estas teorias como su contenido epistemolégico, por lo que debo darme aqui por satisfecho seleccionando algunos puntos de forma algo arbitraria, Uno de ellos esté relacionado con el con- cepto de causalidad en mecénica clisica. Entre los més importan- tes avances realizados por esta teoria figura el de que no se puede hallar causa alguna que justifique el movimiento uniforme ni el estado de reposo. El reconocimiento de este hecho estuvo estre- chamente relacionado con la aplicacién del concepto matemético de grupo en fisica. La mecinica clisica admire cl grupo de todos los movimientos de traslacién uniformes, hoy dia llamado grupo de Galileo, Dos estados relacionados por un elemento del grupo sellaman equivalentes (respecto al grupo considerado), por lo que la descripcién de la naturaleza no debe incluir preferencia alguna de uno de estos estados sobre el otto. Este concepto tedrico de grupos ha conducido, en manos de Einstein, a resultados de gran belleza reflejados en xecial y general de la relatividad En la primera de ellas, el grupo de Galileo es sustituido por el gru- po de Lorentz, el cual también transforma el tiempo y deja inva- riante una forma cuadritica indefinida en cl sistema cuadridi- mensional del espacio-ticmpo. En la teoria de la relatividad general, cl grupo se extiende al grupo de transformaciones de todas las coordenadas. Sin embargo, esto slo puede hacerse incluyendo en la teoria una realidad fisica nueva, a saber, el cam- ~*En relacidn con esto, ef: también Dialectica 2, nim. 3/4, pigs. 305-424 (1948); y el volumen sobre Einstein en la serie Library of Living Philosophers (94a), 161 po gravitacional. Este campo es representado por diez. funciones del espacio y el tiempo, las cuales, como coeficientes de la forma cuadritica invariance de la métrica, experimentan la transforma cién adecuada en una transformacién general de las coordenadas. Me parece probable que aiin no se haya agotado la capacidad de aplicacién del concepto matematico de grupo en fisica. Hemos visto que la aparicién de este concepto en fisica estaba asociada desde el principio a un tratamiento mas libre de la idea de causa. Se explicard posteriormente que la idea de causalidad, criticada inicialmente desde el punto de vista empirico por D. Hume, ha experimentado posteriormente una generalizacién esencial en la miecinica cudntica. A lavista de los intentos de dividirel concepto de causalidad er tun concepto «fisicoy y otro wontoldgico», me gustarfa hacer una cri- tica general del método que se emplea a menudo, con la intencién de preservar un concepto que requiere ser enmendado, y que consis- te en introducir dos regiones metodolégicamente separadas, una en la que se lo aplica y otra en la que ya no sc lo hace. Asi, me parece errdneo utilizar el término wontoldgico» para calificar a la palabra «cause», como si con ello se pretendiera afianzar algo poco firm En lugar del término weausal», el fisico prefiere decie determinis- za, entendiendo por esto una teoria en la que el estado de un sistem: en cualquier instance, anterior o posterior, se deduce matemética- mente del estado en un instante dado, Para conseguitlo, es necesatio introducir en mecénica la posicién y la velocidad inicial de todas las masas como dos magnitudes independientes que caracterizan dicho estado, A partir de esto se ha desarrollado posteriormente en meci- nica cudntica el concepto de par de antagonistas complementarios. Tan fundamental como la mecinica clisica de las particulas puntuales es Ia fisica clisica cle campo creada por Faraday y Max well, denominada electrodinmica, y que fue ampliada por Eins- tein en Ja teorfa relativisca de la gravitacién antes mencionada. Quiero sefialar aqué tinicamente que el concepto clisico de campo surge por abstraccidn de las condiciones bajo las que se puede medir el mismo. Se introduce asf una dualidad entre el campo y sus fuentes, que, en mi opinidn, ocasiona problemas hasta ahora in solucién. Sin embargo, Einstein todavia confia’ en ser capa de establecer una teoria del campo unificado que abarque a la tovali- * Escrito en 1954 162 dad de la fisica, aunque confiese que no puede demostrat la posibi- lidad de semejante teorfa. Me parece insatisfactoria la caracteristi- ca del concepto clisico de campo por la que un campo tinico no puede interaccionar con otros objetos, y que, como consecuencia de ello, no renga en cuenta la complementariedad entre los inscru- mentos de observacién y el sistema observado, y nunca pueda ser medido, Pese a que esto sea ldgicamente posible en esta teorta, fis camente ¢s ficticio. En mi opinién, una teoria satisfactoria deberia permitir que el campo y el cuerpo de prueba que sirve para medir- lo sean considerados como antagonistas complementarios. Mencionaré sélo brevemente que la fisica clésica de campos, al igual que la mecénica cldsica, se encuentra entre las teorfas determiniscas, Resulta interesante que Einstein considerase esta caracter{stica determinista de las teorlas fisicas menos fundamen- tal que otra mas general, que se puede designar como wealista» en sentido estricto. El lo explica de la forma siguiente‘: Hay algo, como el estado real de un sistema fisico, que existe objetivamente con independencia de cualquier observacién 0 medida, y que en principio puede describirse por los métodos de expresién de la fisica”. Sin embargo, este requisito simplemente parafrasea un ideal especial que se satisface en la mecénica clisica de particulas, en la electrodinamica y en la teorfa de la relatividad, pero no en la des- cripcidn igualmente objetiva de la naturaleza dada por la mecéni- stein ha sefialado de forma reiterada que a este respecto considera a la mecénica cudntica como incompleta, y que no esti dispuesto a renunciar ala esperanza de que cuando ésta se com- plete se restablecerd su estricto requisito de realidad. Manifiesta claramente que el motivo de su actitud’ es su opinién de que sdlo Chia) A. Einstein, Memorial volume to Louis de Broglie, axis, 1951, pag. 6 'b) The Meaning of Relativity, 4 ed., Princeton, 1953; y, en especial, c) su ensayo publicado en Scientific Papers presented to Mas: Born, Nueva York, 1953, pags. 33- 40, Hay erad. castellana El significado de la relatividad, Calpe, Madtid, * Esto corrige el final, erréneamente coocado, de la cita de la edicién ale- * Veéase el ensayo de Einstein Scientific Papers presented to Max Born, Nue- va York, 1953, pigs. 33-40. 163 tuna teorfa de este tipo, realista en sentido estricto, puede garanti- zar el discernimiento entre suefio o vigilia y entre imagi alucinacién, asi como una realidad objetiva valida en cualquier caso. Otros investigadores, especialmente Bohr, Heisenberg y Born, con quicnes coincido plenamente, no comparten estos recelos y consideran como definitivo el paso que dio la mecéinica cudntica al incluir, de manera fundamental, al observador y a las condiciones del experimento en la explicacién fisica de la nacur: leza. En realidad, yo incluso me permito conjeturar acerca de que el observador en la fisica actual es atin demasiado objetivo, y que la fisica se desviard atin mas del ejemplo clisico. Puesto que los fundamentos de la mecénica cudntica y su sig nificado epistemoldgico general han sido frecuentemente expues- tos", puedo permitirme ser breve y referirme sélo a algunas cir- cunstancias especiales. acién oO 1. La indivisibilidad de los procesos cusinticos elementales (valor finito del cuanto de accién) encuentra su expresién en una indeterminacién de la interaccién entre el instrumento de obser- vacién (sujeto) y el sistema observado (objeto), que no puede eli- minarse mediante correcciones determinables. Por consiguiente, tinicamente el dispositivo experimental el que define el estado fisico del sistema, cuya caracterizacién involucra asi esencialmen- te algin conocimiento acerca del mismo. Todo acto de observa- cién es una interferencia de magnicud indeterminable, tanto con Jos instrumentos de observacién como con cl sistema observado, ¢ interrumpe la relacién causal entre fenémenos anteriores y pos- teriores, La ganancia en conocimiento a partir de una observa- cién trac como consecuencia necésaria y Ja perdida de algtin otto. Sin embargo, el observador tiene la libertad de elegir, entre dos dispositivos experimentales mutuamente excluyentes, cual es el conocimienco particular que se gana y cudl el que se pierde (pares de antagonistas complementarios). Por tanto, la interferencia ineludible de una observacién con las fuentes de informacién del sistema altera el estado de éste, y crea un fendme- no nuevo en el sentido expresado por Bohr. Cualquier intento de © CE, ambién W. Pauli, volumen| Experientia VU2, 72. (1950) lensayo 2 de 164 subdividi el fendmeno, por ejemplo al de seguir a una particula concreta en el espacio y en el tiempo, crea otro fenémeno como consecuencia de la interaccién indeterminable con el aparato que se introduce para este propésito, sin conseguir el objetivo de la subdivisién del fenémeno original. Por tanto, se ponen de mani- fiesto caracteristicas nuevas de indivisibilidad o completitud, aje- nas a la descripcién clisica de la naturaleza 2. Dado el estado de un sistema (objeto), s6lo se pueden hacer en general predicciones estadisti observacion t as sobre los resultados de futuras (probabilidad primaria), por cuanto el iltado de una sola observacién no est determinado mediante leyes, siendo, de este modo, un hecho final sin causa. Esto es necesario a fin de que la mecénica cudntica se pueda considerar como una generalizacién racional de la fisica clésica, y la comple- mentariedad como una gencralizacién de la causalidad en el sen- tido més estricto. La posibilidad de llevar a cabo esta gencralizacién de forma que esté libre de contradicciones esta garantizada por el formalis- mo matemitico de la mecinica cudntica u ondulatoria. Esta for- mulacién caracteriza cada sistema (objeto) por la estructura abs- tracta de las reglas de conmutacién de los operadores, asf como por el operador hamiltoniano que determina la evolucién de los estados en el tiempo con tal de que no se realice ninguna observa cién desde el exterior que interfiera con el sistema. 3. Tal como ha sefalado Heisenberg, Ia mecénica cuntica descansa cn Ia existencia de un nitido corte entre observador 0 instrumento de observacién, por un lado, y el sistema observado, por otro. En meeinica cusntica no relativista, la posicidn de este corte, a diferencia de su existencia, es hasta cierto punto arbitraria. Sin embargo, me parece que aqui existen atin algunos proble- mas fundamentales ocultos. Aun cuando en las medidas de los campos se tengan en cuenta sus propiedades cudnticas, la relacién entre el aparato de medida y el campo medido se muestra menos simétrica, Pero en relacién con esto, Bohr ha demostrado cudn esencial seria el requisito de poder considerar el aparato de medi- da como casi clisico, y de hecho prescindir asf de su constitucién atémica como algo innecesario. Por consiguience, se tiene la impresi6n de que el instrumento de observacién (sujeto) debe 165 poseer mayor grado de estabilidad que el sistema observado (objeto). Esta circunstancia me parece intimamente relacionada con el problema, mencionado anteriormente, relativo a la com- plementariedad entre el cuerpo de prueba y el campo, pero atin no conocemos las consecuencias que podria tener en una woria de particulas elementales ain no disponible. 4, En fisica cuntica, los resultados de observaciones tini- cas, que no estin predeterminadas por leyes, son también suscep- tibles de ser comprobados por varios observadores y no pueden ser influidos por ellos al tratarse de fendmenos que, en tiltima ins- tancia, tienen lugar en aparatos de medida clasicos. En este senti- do, los propios resultados se presentan a los obsetvadores como realidad objetiva regida por leyes de probabilidad. En mecinica cudnntica, las propiedades subjetivas o psiquicas del observador no forman parte de las deseripciones fis naturaleza. La wransformacién (Wandlung *) del estado, que segtin la mecinica cuntica es inherente a cualquier medida, no aparece como com- pletitud de sujeto y objeto en cuanto que ef observador, al habs ganado o perdido informacién a través de la medida, se separa una ver mis del sistema medido, es decir, del objeto. En tanto que la pereepcién de un contenido de la conciencia es también una observacién, Ia cuestidn genética relativa a la separacién entre sujeto y objeto nos conduce desde el restringido Ambito de la fisica hasta el mas extenso de los fenémenos de los seres vivos. icas de 3. La fisica en un estado de desarrollo (abierto) El fisico nunea se pregunta si exiscen 0 no dificultades, sino que invariablemente se cuestiona en qué puntasexisten y en cusles no. Nunca se plantea si la teoria actual perderd o no st vigencia, ino en qué direccién evolucionars, Sobre todas estas controversias no se pueden hacer més que conjeturas, aun cuando se hayan sopesado todas las circunstancias, entre las cuales la estructura * Vase Ia nota 1 en el ensayo 2 de este volumen. 166 maremética y Iégica de las leyes conocidas desempefia un papel tan importante como el de los resultados empiticos. El logro ms importance del desarrollo alcanzado hasta ahora por la fisica até- mica es, en mi opinién, el de que los pares antagénicos (por ejem- plo, el de onda y corpiisculo) deben considerarse como comple- mentarios y no pueden climinarse de forma unilateral rompiendo la simecria de la situacién global empfrica y mental. La filosofia también esté familiarizada con estas situaciones contradiccorias de las cuales no parece, en principio, que haya forma de salir (como es el caso de la vieja controversia sobre los universales). El desarrollo que en fisica tuvo la mecinica ondulatoria o cudntica en 1927 demostrs que las contradicciones aparentemente itreme- diables que surgen al aplicar imagenes visualizables diferentes (anschauliche) podrian, después de todo, climinarse, aunque al precio de sacrificar las ideas e ideales tradicionales de causalidad y realidad de la naturaleza. Sin embargo, ya que estas viejas ideas estén contenidas como caso limite en las nuevas, las cuales son a su ver generalizaciones racionales de las primeras, semejante sactificio no se me antoja en modo alguno excesivo. No deseo aburrisles con especulaciones etéreas acerca del futuro de la fisica; antes bien, prefiero devolverles a la vida coti diana profesional del fisico con la que habiamos comenzado. Lo que las investigaciones epistemolégicas consideran acertado es que tna teoria aeabada sen acompafiada de su comprobacién 0 viceversa, pero esto sdlo acontece en casos excepcionales. Lo que generalmente se presenta son resultados empiricos ya desarrolla- dos a través de teorias conocidas, resultados que, sin embargo, trascienden lo que es explicable mediantes tales teorfas. Existen tablas de constantes de fase deducidas tedricamente a partir de medidas de difusion de mesones y nucleones, pero no existe una teorfa a partir de la cual se obtengan a priori los valores de estas constantes y su dependencia funcional de la energfa de las parti culas difundidas. Dénde encontrar algo sencillo y comprensi- ble? zTiene alguien una buena idea que explique, mediante una ley de fuerza, los resultados de la interaccién entre nucleones y mesones? Otro caso en el que la ley de fuerza si se conoce realmente es el de la interaccién de electrones de muy alta energfa con nticleos La teoria conocida es suficientemente buena como para permitir extraer conclusiones acerca de la distribucién de la carga atémicos 167 eléctrica de los protones en los nticleos, pero la distribucion de carga obtenida de esta manera no se deduce de ninguna teorfa dis- ponible, ;Se puede comprender esto? Podemos referirnos a un tercer ejemplo atin mis fu tal: uno de los resultados empiricos que merece mas con! fisica es el de la estructura atomistica de la carga eléctrica, Li valores de la carga son multiplos enteros de una unidad fund: mental, el cuanto elemental de carga, a partir del cual, y junto con el cuanto de accién y la velocidad de la luz, se puede obtener el nuimero sin dimensiones, 137,04’. Para llegar a este resultado se necesita una contribucién considerable de la teoria clasica de la clectricidad. Por ejemplo, cuando en cl siglo XVII atin no se sabia cémo medir las cargas eléctricas ni cémo estaban definidas cuan- titativamente, no se habria podido obtener y formular este resul- tado empirico. Sin embargo, somos incapaces de entender 0 explicar dicho ntimero. ‘Asi, gran parte de la rutina diaria del fisico incluye en un pri- mer plano el panorama de la fisica como algo abierto, como algo correcto que nos muestra las realidades a las que nos tenemos que enfrentas; y, de entre ellas, cusles nos han sido transmitidas y cus- les conciernen a nuestro quehacer cotidiano. Al final, esto no nos ha llevado a los datos aislados de la percepeién como fenémenos clementales por una parte y como simbolos mateméticos por otra, y ni siquiera a la metafisica ultima y absoluta de los juicios ontoldgicos que pretenden mantenerse siempre. Mas bien nos ha devuclto a la tarea de los fisicos, a la gente real que expresa todas estas opiniones tan importantes sobre fenémenos y realidad, que son en su conjunto lo que denominamos fisica. damen- anza en J-M. DuMond y E.R. Cohen, Physical Review 82, 555 (1951) da 137,0429 + 0,0009; R. Arnowiet, Physical Review 92, 1001 (1953), especial- mente pig, 1008: 137,0377* + 0,0016 (‘la diltima cifra es 4 w 8 dependiendo dela correccién aplicada). 168 ee enn ee eee ee eee ee ne 16 * Ciencia y pensamiento occidental Melancolia | (15-1 grubrada de Alberta Durero Este grabado, analizado en detalle por el historiador de arte Erwin Panofsky, amigo de Pauli, fue objeto de discusién en la correspondencia man- tenida entre ambos: «Por lo que respecta a Melancolia, de Durero, naturalmente depende mucho de si Durero tuvo relacién con los alquimiscas, de a que fuentes tuvo acceso, de cul era su experiencia inferiarante su cuadro, y muchas otras cosas. El ro solo no basta, evidentemente, para decidiese por uno w otro significado.» Carta de Pauli a Erwin Panofsky, 13 de marzo de 1952. Pr ublicadlo por primera vex en M. Gohring (ed.), Europa-Evbe und Auf: rag, lnternationaler Gelehrtenkongref, Maguncia, 1955, Wiesbaden, 1956, pigs. 71-79. 169 «gSabe usted algo de un “Instituto para la historia cle Europa” en Maguncia?» Me pregunté esto (Firma el profesor doctor M: cin Gahring) para saber si podria yo dictar una conferene’ octubre, en el marco de unas jornadas de trabajo del mismo, sobre el rema «La ciencia y el concepto de mundo occidental (Nora bene. Me gustaria susticuir el término «concepto de mun- do» por «pensamiento». Por lo visto, Von Weizsiicker esté muy impresionado por mi articulo sobre Kepler, que usted conoce, ast como por una carta que le escribi al respecto, dado que me reco- mienda por todas partes en Alemania como conferenciante y arti- calista,) El ema me atrae, pues es laciencia (y no la religién cristia lo que me liga espiritualmente a Occidente, Siento simpat intuitivamente tanto por la mistica hinds como por Lao Tsé, pero cl pensamiento cientifico me impediré con seguridad una eventual conversién a Oriente (como sucedié con el aleman R. Wilhelm y el inglés A. Huxley) La diferenciacién y la delimitacién de la ciencia frente a la mistica ~creo que se las presenta a los paises occidentales moder- nos como «problema Este-Ocster— es, por consigi que me atrae mucho; al mismo tiempo, contestaria de manera implicita ala cuestidn de en qué medida yo soy un occidencal ente, un tem Carta de Pauli a Pas ual Jordan, 19 de mayo de 1954 Es ciertamente temerario comprometerse a hablar en tan bre- mpo sobre un tema como ciencia y pensamiento occidental, que ficilmente podria ocupar un ciclo de conferencias completo. En su conjunto, el pensamiento occidental ha estado siempre influido por el cercano y el lejano Oriente. Sin embargo, parece existir acuerdo en que la ciencia, mas que nada, es realmente caracteristica de la civilizacién occidental, Las matemdticas y las ciencias nacurales se distinguen especialmente de otras activida- des intelectuales del hombre por ser susceptibles de explicacién y de verificacién, cualidades ambas que requieren una interpreta- cién prolongada y en parte critica. Cuando hablo de que son sus- ceptibles de explicacién, me estoy refiriendo a la posibilidad de comunicar a otros una serie de pensamientos y de resultados que son consecuencia de wna tradicién progresista en la cual el apren- dizaje de lo que ya es conocido demanda un esfuerzo intelectual 170 de un tipo bastante diferente del que se requiere para el descubri- miento de algo nuevo. El elemento irracional creativo encuentra en el ultimo proceso una expresién ms esencial que en el prime- ro. En ciencia no existe una regla general que permita pasar del material empitico a nuevos conceptos y teorfas capaces de ser for mulados mateméticamente. Por un lado, los resultados empiricos proporcionan estimulos para ejercitar el pensamiento; por otro, los pensamientos y las ideas son fenémenos en si mismos que a menudo surgen espontineamente para experimentar a continu cién una modificacién cuando se enfrentan a los datos observa- cionales. No siempre es posible constatar mediante el experimen- to cada uno de los asertos de una teorfa cientifica, aunque el sistema de pensamiento considerado en su conjunto deba conte- nes, si merece el nombre de teorfa cientifica, posibilidades de constatacién a través de métodos empiticos, lo que consticuye su capacidad de verificacién. La cualidad de explicable matemiticas, demostrables l6gi demostracién matematica, y la de aplicar las mateméticas a la naturaleza, son experiencias fundamentales de la humanidad que surgieron por vez primera en la antigiiedad. Estas expericncias fueron en un principio consideradas como enigméticas, sobrehu- manas, divinas y ligadas al ambito religioso. Es aqui donde nos encontramos con ef problema fundamental de la relacién entre el conocimiento de lu salvacién y el conocimiento cientifico, Se han sucedido con frecuencia periodos de investiga- cién desapasionada sobre lincas criticas con otros en los cuales el objetivo era tratar de incluir a la ciencia en un espiritualismo mas amplio que contuviera clementos misticos, En contraposicién ala ciencia, la acticud mistica no es caracteristica del mundo occiden- tal (Abendland), sino que, pese a diferencias de deralle, es comin a Oriente y a Occidente. A este respecto recomiendo al lector el excelente libro de R. Otto West-dstliche Mystik (Gotha, 1926), en el cual se hace una comparacién entre el misticismo de Meister Eckhart (1250-1327) y el del indio Shankara (cn torno a 800), fundador de la filosofia vedanta. El misticismo procura la unidad de todas las cosas externas y, a su vez, la del interior del hombre con ellas, intentando verlas a través de su multiplicidad como si fueran ilusorias e irreales. Asi tienc lugar, paso a paso, la unidad del hombre con la divinidad, tao en China, samadhi en India 0 s comain a la ciencia exacta y a las amente. La posibilidad de la 71 nirvana en el budismo, estados que son probablemente equiva- lentes, desde el punto de vista occidental, a la extincién de la con- ciencia del ego. El misticismo escrupuloso no se pregunta «por qué, sino «z¢dmo puede escapar el hombre de! mal y del sufti miento de este universo terrible y amenazador? ;Qué puede reco- nocerse como apariencia? ;Cémo se puede distinguir la realidad tiltima, el Brahma, el Uno, la Divinidad (no la que anhela Eck- hart)?» Sin embargo, dentro del espiritu de la ciencia occidental, 0 en cierto sentido, del espiritu gricgo, esto es lo mismo que, por ejemplo, preguntarse zpor qué el Uno se refleja en lo Multiple? {Qué es lo que refleja y qué lo reflejado? ;Por qué no ha permane- cido el Uno solo? ;Qué origina lo que denominamos ilusién?. En el libro antes mencionado, Otto se reficre oportunamente (pag. 126) alo concerniente a Ja salvacién como «algo que partiendo de determinadas situaciones de calamidad trata de encontrar recur- sos para intentar aliviarlas, pero que no resuelve tedricamente el problema de su procedencia, contentandose con plantear otros insolubles o remendarlos de la mejor manera posible mediante teorfas auxiliates insuficiences». Pienso que éste es el destino del mundo occidental, el de mantener una relacién continua entre estas dos actitudes fundamentales, por una parte la racional y cri- tica que intenta comprender, y por otra la irracional y mistica que busca la experiencia redentora de la unidad. Ambas residiran siempre en el alma humana, y cada una de ellas contendra a la otra como germen de su antagonista. Es asi como surge una espe- cie de proceso dialéctico que no sabemos adénde nos conduce. Pienso que en tanto que occidentales (Abendlinder) tenemos que comprometernos con este proceso y reconocer el par de antago- nistas como complementarios. No podemos sactific la conciencia del ego que observa el Universo, pero estamos capa- citados para aceptar intelectualmente la experiencia de unidad como un tipo de caso limite o de concepcién rayana con lo ideal. ‘Aun manteniendo esta tensién entre antagonistas, hemos de reco- nocer asimismo que cualquier via hacia el conocimiento o la sal- vacidn depende de factores que escapan a nuestro control, y que en términos religiosos se denominan gracias divinas. Entre los intentos que se han sucedido en el curso de la histo- ria para efectuar una sintesis entre las actitudes basicas de la cien- cia y del misticismo, hay dos que me gustarfa sefialar de forma particular. Uno de cllos ¢s el Ilevado a cabo por Pitagoras en el totalmente siglo VI a.C., continuado por sus diseipulos, desarrollado poste- riormente por Platén y que resurge a finales de la antigiiedad como neoplatonismo y neopitagorismo. Puesto que gran parte de esta filosofia fue asumida por la antigua tcologia cristiana, perse~ vera asociada al cristianismo y florece de nuevo en el Renacimien- to. La ciencia moderna, que ahora Ilamamos clisica, surge en el siglo XVII como consecuencia del rechazo del anima mundi, cl alma del mundo, del retorno a la doctrina del conocimiento de Platén contenida en la obra de Galileo, y del resurgimiento par- cial de los elementos pitagéricos que figura en la de Kepler. Des- pués de Newton, se separa répidamente en Lincas criticas raciona- Jes abandonando sus elementos misticos originales. El segundo de los intentos es el de la alquimia y la filosofia hermeética, que p! cribié desde el siglo XVII. Fuera del largo proceso del desarrollo histérico del pensa- miento en el que este problema de las relaciones alcanza forma nueva, puedo scleccionar, sélo a titulo de ejemplo, unas cuantas caracteristicas que son tambign significativas de nuestra época. Investigaciones recientes han revelado la enorme influencia que gjercicron los matemticos y astrénomos babilonios sobre los comienzos de la ciencia en Grecia. Sin embargo, fue allf, en la a, donde primero culminé el espiritu cient coy donde se formularon esos conteastes y paradojas que también nos conciernen a nosotros como problemas, aunque su forma haya sido modificada: la apariencia y la realidad, el ser y el llegar a ser, lo tnico y Jo plural, la experiencia de los sentidos y el pensa- miento puro, lo continuo y lo entero, la proporcién racional y el niimero irracional, la necesidad y la finalidad, Ia causalidad y el azar. Fue alli también donde la especulacién acerca de una forma de climinar las dificultades de la relacidn entre unidad y multipli- cidad condujo, como un triunfo del modo racional de pensa- miento, a la idea del como de Leucipo (en torno a 440 a.C.) y de Deméctito (en torno a 420 a.C.). No seria cortecto designar a estos pensadores como materialistas en el sentido moderno, ya gue entonces lo espiritual y lo material no estaban tan separados como en épocas posteriores; asi, Demécrito supuso que los ato- mos del alma y los de los cuerpos materiales estaban relacionados por medio del fuego. En la dispura que se mantuvo a lo largo de ade la cuestidn de si podia existir el espacio despro- visto de materia, los atomiseas se alinearon con aquellos que ico crfti- un siglo ac 173 admitfan esta posibilidad, pues el espacio entre los Atomos se sponta vacio. Demécrito niega el azar y las causas con finalidads los dtomos se desploman en el espacio vacfo segtin las leyes de la necesidad. Sin embargo, si yo lo he entendido correctamente, se supone que tiene lugar un «desvio» inicial de los dtomos de su movimiento tectilineo en el sentido de un movimiento circular incipiente, y es sdlo este tiltimo el que puede conducir al vértice cosmogénico (generador del mundo). Esta antigua forma de ato- mismo no contiene el elemento de verificacién empirica, por lo que no es una teorfa cientifica desde el punto de vista moderno, sino tinicamente una especulacién filoséfica precursora de una Con antetioridad a la aproximacién racional de Demécrito, Pitdgoras, mencionado anteriormente, ya habfa comenzado a bajar (en torno a 530 a.C.). El y sus disepulos encontraron una doctrina de salvacién cacegéricamente mistica que estaba intin mente ligada con el pensamiento matemético, y que se basaba e el antiguo misticismo babilénico del ntimero. Pata él y para los pitagéricos, allf donde existiera el ntimero existfa asimismo el alma, expresién de la unidad, que es Dios. Las relaciones entre los ntimeros enteros, como las que intervienen en las proporciones de las frecuencias de los intervalos musicales simples, son armo- s, es decir, Io que aporta unidad a los conerastes, Como parte de las matemticas, el ntimero pertencce también a un mundo exter- no suprasensual y abstracto que no puede ser percibido por los sentidos sino tinicamente mediante la contemplacién intelectual Asi, para los pitagéricos, las matemmticas y la meditacién contem- plativa (el significado original de sheoria) estaban intimamente relacionadas; para ellos, el conocimiento matemtico y la tia (ophia) eran inseparables, Al tetvaltys, cuddruplo, se le un significado especial, existiendo un juramento tradicional de los pitagéricos que dice: «Por aquél por quien se ha confiado a nuestra alma el getnakeys, fuente originaria y rai ralezan Como reacci6n frente al racionalismo de los atomistas, Pla- t6n (428-348 a.C.) asumié en su doctrina de las ideas muchos de los elementos misticos de los pitagéricos. Comparte con ellos su alta valoracién de la contemplacién frente a la experiencia senso- rial ordinaria y la pasién con la que hacen participar a las mate- miticas, y en especial a la geometria asigné z. de la eterna natu- en sus abjetos ideales. Los 174 descubrimientos de su amigo Teeteto sobre intervalos inconmen- surables (proporciones que no se pueden representar por fraccio- nes racionales), le causaron profunda impresién. En realidad, nos enfrentamos aqui con una cuestién fundamental, la de aquello que no puede ser decidido por medio de la percepcidn sensorial, sino Gnicamente mediante el pensamiento. : Es justamente la distincién entre los objetos geométricos idea- les y los cuerpos percibidos por los sentidos lo que determina la concepcidn platénica de lo que hoy dfa llamamos materia. Para Platén, esta distincién radica en algo totalmente pasivo, algo dif cil de comprender a través del pensamiento y que él designa por medio de diversos vocablos femeninos como, por ejemplo, vasija o nodriza de las ideas. También se debe mencionar aqui el térmi no xpd. que denota el espacio ocupado por la materia. Aristéte- les intenté concebir este femenino indeterminado x de forma mds positiva; lo Hlamé Ayla y resalt6, frente a los eledticos, que no es una mera privatio, es decir, que no es simplemente una caren- cia, sino que es algo que, al menos, «existe potencialmente», entendiendo pot «existe», en el sentido de Parménides, lo que se puede entender como algo «comprensible mediante el pensa- miento conceptual», en contraposicién con la «no existencia» que no significa slo ausencia, sino algo que es «inaccesible a fa mente pensante», Cicerén tradujo al latin el término aristotélico Ayla como «materia», palabra que después ha designado el concepto que ahora nos es familiar. : Se ha escrito tanto acerca de la doctrina de las ideas de Plan y desu teorfa del conocimiento como recuerdo por parte del alma de un estado previo (anamnesis), que seré muy breve. Estas teorfas han tenido, mas que ninguna otra, influencia permanente en el pensamiento occidental. El hombre moderno, que busca una posicién intermedia entre la evaluacién de la impresién sensorial yel pensamiento, puede, siguiendo a Platén, interpretar el proce- so de comprensién de la naturaleza como una cortespondencia, es decir, llegar a establecer una aproximacién congruente (zur Dec- Aung kommen) entre las imagenes internas preexistentes de Ia psi- quc humana y los objetos externos y su comportamiento. Por supuesto, el hombre moderno, a diferencia de Platén, considera las imagenes originales preexistentes no como invariables, sino como relativas al desarrollo del punto de vista consciente, de for- ma que la palabra «dialécticon, que Platén tenia a gala utilizar, 175, puede ser aplicada al proceso del desarrollo del conocimiento humano. En tanto que evolucién posterior de las ensefianzas pitagéri- cas, el misticismo de Platén se puede calificar de hticido.-Com- prende, en diferentes niveles, desde la opinién (86&0) hasta el conocimiento superior de las verdades generales y necesarias (extotnH1n), pasando por el conocimiento geométrico (Stéxvore). Tan hicido es este misticismo que es capaz de develar muchas de las sombras ante las que hoy dia nosotros nos mostra- mos incapaces. Esto se trasluce, por ejemplo, en la concepcién platénica que identifica a Dios con la «realidad» suprema que nos es dada a conocer mediante la medicacidn. Asi, la tesis de Sdcrates acerca de la posibilidad de ensefiar la virtud y que considera a la ignorancia como tinica causa de las acciones funestas, se transfor- man la doctrina platénica en la identificacién de la idea de Dios con la causa del conocimiento, de la verdad y de la ciencia. Mientras la ciencia se fue desarrollando racionalmente dentro del sistema axiomatico de la geometria con los elementos de Euclides (en torno a 300 a.C.), los cuales resistieron a toda critica durante largo tiempo y sdlo experimentaron una ampl tancial en el siglo XIX, la vertiente mistica de la obra de Platén dio lugar gradualmence al neoplatonismo, que alcanzé una for- mulacién mis 0 menos sistematica de la mano de Plotino (204 a 270). Aqui nos encontramos con que la identificacién de Dios con lo comprensible ha sido Ilevada a un extremo, si se compara con el punto de vista de Platén, y envilecida por la doctrina que afirma que la materia (Ayla) es una simple carencia (privatio) de ideas. Se dice ademas que es la encarnacién del diablo y por tanto una mera privatio boni, es decir, una carencia de Dios que no puc- de ser objeto de pensamiento conceptual. Surge por tanto una mezcla bastante grotesca entre el par de antagonistas éticos ebue- no-malo» y el nacuralista 0 légico «ser-no ser» al que nosotros denominariamos «acional-irracional». Mas que cualquier otra corriente de pensamiento filosdfico de finales dela antigiiedad, el neoplatonismo fue el que demoseré ser el mds apro para ser absorbido por la antigua teologia cristia- na. De hecho, antes de su conversidn al cristianismo Agustin fue neoplaténico, y posteriormente hubo siempre entre los pensado- res cristianos varios tedlogos y fildsofos a quienes conceptualmen- te se podia calificar de platénicos. ni sus 176 hag cn bap ino neste punto propongo dar un salto, histéricamente hablan- do, y trasladarnos al Renacimicnto, no sin mencionar que el medievo esti representado en este ensayo tanto por el maestro del gotico Eckhart como por la alquimia, cuya presencia se mantiene alo largo de toda aquella época. E] Renacimiento fue una época de extraordinaria pasién, de furor, en la que Italia, en el curso de los siglos XV y XVI, rompe Jas barreras existentes entre las diferentes actividades humanas y establece una relacién més intima entre cosas que estaban formal- mente separadas, como la observacién empitica y las matemsti s; las técnicas manuales y el pensamiento, y el arte y la ciencia. La filosofta que gobierna esta época es la correspondiente a un desenterrado neoplatonismo de estampa critica, aunque por supuesto modificado, representado por Marsilio Ficino (1443- 1499), quien, bajo el mecenazgo de Lorenzo de Médicis, fundé la Academia Platénica de Florencia cuyo miembro més importante, aparte de él mismo, era Pico della Mirandola. Esta academia era, al mismo tiempo, una especie de secta mistica que cultivaba como valores supremos una vida contemplativa y una inspiracién metafisica divina. A diferencia del propio Platén, cuyas obras bia traducido Ficino al latin y cuya autoridad se respeté duran- te mucho tiempo, este circulo no tenfa relacién con las matemiici- cas. Sus principios se oponfan en parte a la tendencia cientifica orientada hacia las mateméticas como era, por ejemplo, la repre- sentada por Leonardo da Vinci (1452-1519). La obra principal de Ficino, Theologia Platonica, constituyé un intento de sintesis enere la teologéa cristiana y la antigua Filosofia pagana planificado sobre grandes Iineas. A esta obra pertenece la idea de Afrodita Urania (Venus coelests), la espicitualizacién de Eros 9 Amos, que aparece tambign en los estados extiticos de profetas religiosos como Moisés y Pablo, y la cual, as amor intellectualis Dei, se corresponde aproximadamente con nuestro deseo de conoci- miento, Las discusiones sobre astrologia y magia, basadas en la vieja idea de sympatheia de Plotino, constitufan més una aficién de los miembros de la Academia Platénica que un debate cientifi- co. Tanto Agripa de Nettesheim como Paracelso se vieron fuerte- mente influidos por este modo de pensamiento En este perfodo tinico se conmovid todo aquello que parecia sentado. Se tomaba partido a favor o en contra de Atistételes, del vacfo, o del sistema heliocéntrico redescubierto firmemente 17 por Copérnico (1473-1543). En un principio, todo esto no era iencia desapasionada, sino misticismo religioso que surgia de un nuevo sentimiento césmico y que se expresaba de forma particu lar en una deificacién del espacio. Ast, Francesco Pacrizzi (1529- 1597) sostenia la equivalencia de todos los puntos del espacio auténomo. El hecho de que, desde la época de Nicolis de Cusa, el espacio hubiese perdido sus Ifmites y se pensara que era infinito, hizo posible el panteismo de Giordano Bruno (1548-1600), quien se inclinaba a considerar el conocimiento del mundo como un ulterior desarrollo de la filosofia de los primeros platénicos del Renacimiento. A partir de entonces, la forma mas desapasionada de ver las cosas, propia del siglo XVII, condujo a la geometrfa analitica de Descartes y al concepto de espacio absoluto de la mecanica de Newton. A fin de no echar en olvido la vertiente mas oscura en Ia extra- ordinaria expansién experimentada por acceder a Ambitos de comprensién de la naturaleza totalmente nuevos, deseo mencionar a Francis Bacon (1561-1626), un pre- cursor algo superficial de la ciencia moderna. Sin poseer un parti cular talento para las matematicas, defendié el empirismo y el método inductivo que entonces constitufa una novedad. Su obje- tivo prictico reconocido era domefiar las fuerzas de la naturaleza mediante el descubrimiento cientifico y la invencién. A este r pecto, utilizaba el lema propagandistico de «conocer es poder». Yo pienso que este presuntuoso deseo de dominar la naturaleza subyace de hecho en fa ciencia moderna, y que incluso los parti- darios del conocimiento puro no niegan totalmente esta motiva- cidn. Asi, los modernos nos sentimos atemorizados frecuente- mente por nuestra wemejanza con Dios». Utilizando una frase bien conocida del historiador Schlosser *, lo que realmente nos preguntamos es si también este poder, es decit, nuestro poder occidental sobre Ia naturaleza, es 0 no perverso. En primer lugar hay que sefialar que esta actitud del hombre, deseoso de comprendery de paso dominar la naturaleza aun a costa de entrar en conflicto con la unidad de la misma, es la que le pet- mite ocupar una posicién externa desde la que observa y teflexiona. Y es esta actitud la que propicia que se pueda celebrar el gran triun- fo del advenimiento de la ciencia moderna durante lo que se ha la conciencia humana al * Friedrich Schlosser (1776-1861). 178 dado en llamar el grand sitele, el siglo XVIL. Ast, el alma del mundo es sustituida por una ley maremtica abstracta de la nacuraleza, Por un lado, el sistema copernicano conduce a la astronomia de Kepler, que, aunque basada todavia en motivaciones religiosas, ya comien- empirica; por otro, plancea cuestiones desapasionadas que Copérnico es incapaz. de responder. Por ejemplo, por qué la Tierra no genera un fuerte viento al rotar?, zpor qué participa la atmésfera en esta rotacién?, zpor qué un cafién dispara tan lejos hacia el oeste como hacia el este? Hasta que Galileo no formulé la ley de fa iner- cia, no se pudo responder sensatamente a estas preguntas. No me es posible entrar aqui en el desarrollo de la mecéinica que culmina con los Principia de Newton en 1687 y que experimenta una evolucién sustancial con la teorfa de la relatividad de Einstein, que ya perte- nece ala isica moderna. Entre las manifestaciones de carcter general que tienen lugat en el siglo XVII, se cuentan el restablecimiento de nuevos limites entre disciplinas y artes y el desdoblamiento que experimenca la imagen del mundo en una vertiente religiosa y otra racional. Es disociacién era inevitable y se encuentra reflejada particular mente en la filosofia de Descartes y en los escritos teolégicos de Newton. Casi al mismo tiempo, el destino propicié que se acometiera un segundo intento de efectuar una sintesis entre una via de salva- cidn que contenia clementos gnéstico-misticos y el pensamiento cientifico. Me refiero a la alquimia y a Ja filosofia hermética. Esta filosoffa, cuyo origen se remonta a épocas antiguas, se extendid a finales de la antigtiedad con la aparicién de Hermes Trimegisto y se propagé a lo largo de todo el medievo alimentada por fuentes irabes y por traducciones latinas de las mismas, Finalmente, tras un perfodo de florecimiento en el siglo XVI, entrd en decadencia hacia finales del XVII coincidiendo con el comienzo de la ciencia moderna. En este caso también quedé demostrado lo limitado del fandamento de dicha sintesis, y la pareja de antagonistas se separé una vez més: por un lado, en una quimica de carécter cien- tilico, y, por otro, en un misticismo religioso, como el representa- do por Jakob Béhme, que aparecfa nuevamente divorciado de los acontecimientos materiales. Las hipétesis de la filosofia alquimista, pese a que puedan parecer muy extrafias a primera vista, establecen una cierta sime- trfa entre la materia y el espiritu. Esto acttia de forma que com- waa ta 179 pensa la tendencia unilateral hacia la espiritualizacién, intensifi- cada de forma considerable en el neoplatonismo si se la compara con las ensefianzas del propio Plaeén, y que fue asumida por el cristianismo. En contraste con la identificacién neoplaténica de Ia materia con el mal, la concepcién alquimista sostiene que resi- deen ella un espirieu que espera su liberacién. El practicante de la alquimia siempre est involucrado en el curso de la naturaleza, de forma que los procesos quimicos, supucstos o reales, que tienen lugar en la retorea suelen identificarse misticamente con los pto- pios procesos psiquicos, designdndosclos con las mismas pil Hoy dia nos resulta algo extraiia Ja identificacién de los siete pla- netas con siete metales, incluyendo la de Hermes tanto con el pla- ncta Mercurio como con el argentum viowm, la plata viva, que ha conservado asimismo el nombre de mercurio. En el calificativo de spitituoso que se aplica al alcohol, y en la denominacidn de esen- cia (naturaleza esencial) que designa la materia resultante de la destilacién, existen vestigios de la identificacién de las sustancias ficilmente evaporables o volatiles con el espiritu. El camino de la liberacién, de nuevo simbolizado por Hermes, es una opus (obta) que comienza en la oscutidad (nigredo.o melancholia) y acaba con la produccién de la /apis sapiensium, la piedra filosofal, la cual, en tanto que filius philasophorum y filius macrocosmi, se dispone en paralelo con Cristo, el filius microcosmi. Segtin la concepcién alquimista, la liberacién de sustancia por el hombre, que culmina en la produccién de la piedra, es consecuencia de una correspon dencia mistica entre el macro y cl microcosmos idéntica a la trans formacién redentora (Wandlung) del hombre a través de la opus que sdlo acontece Deo concedente, En [a alquimia nos enfrentamos a un monismo j cxpresado en un Lenguaje unificado que nos resulta excraiio, y que se entremezcla con lo concreto y lo visible. Pero la actitud general del hombre hacia la naturaleza que expresa la alquimia, y que esti dirigida hacia la experiencia de unidad, no deberfa equipararse simplemente con sus resultados, entre los que se cuentan fa fam iar y siempre estérl fabricacién fraudulenta de oro. Las concepciones cientificas de Goethe, a menudo cone ala ciencia oficial, se tornan més comprensibles a la luz de sus fuentes alquimistas, cuya terminologia queda al descubierto de forma Ilana especialmente en Fausto, Goethe era un tipo emocio- nal y por tanto mas susceptible a la experiencia de unidad que a | bras. icofisico ia 180 { | ciencia critica «nichts ist drinnen, nichts ist drauRen, denn wa innen, das ist auBen» (nada adentro, nada afwera, para lo que est adentro aquello esta afuera)-, y desde este punto de vista solo la alquimia encajaba en su actitud emocional. Este ¢s el trasfondo del antagonismo entre Goethe y Newton, un lugar comin sobre el que se ha escrito mucho. Menos conocidas son las anteriores polémicas mantenidas entre Kepler, representante de la ciencia que comenzaba a desarrollarse, y el médico inglés Robert Fludd, que pertenccia ala orden de los rosactuces y representaba la tradi- cién hermética. Pienso que a ambas parejas, Kepler-Fludd y New- ton-Goethe, se les puede aplicar el viejo dicho «Was die Alten sungen, das zwitschern die Jungen» (el joven gorjeaba cuando el viejo ya cantaba) Recientemente, C. G. Jung ha comenzado a revelar, a partir de la psicologia del inconsciente, el contenido psicolégico de los viejos textos alquimicos y a descubrirnos su secreto, Deseo que en este proceso salga a la luz algtin material valioso, en particular el referido al papel que desempefian los pares antagénicos en la opus alquimica. La alquimia, que representa un contrapeso a la espir tualizacién extrema, tiene también para la psicologia del incons: ciente el significado de un encuentro entre la psicologia, la mace- riay el resto de la ciencia. En este punto se plantea un interrogante que es vital para la ciencia contemporinea: «:Seriamos capaces de realizar, en un pla no superior, el viejo suefio de los alquimistas de la unidad psicofi- sica mediante la creacién de una base conceptual unificada para la comprensién cientifica tanto de los problemas fisicos como de los psiquicos?» Atin no conocemos la respuesta. Muchas cuestiones bioldgicas fundameneales, en particular las referentes a la # existente entre lo causal y lo final y sus relaciones psicofisicas, no han sido en mi opinién respondidas o clarificadas de forma con- cluyente. Sin embargo, la fisica cuintica moderna, segdn la ha formula- do Niels Bohs; ha encontrado asimismo pares antagénicos en sus objetos atémicos, como los de particula-onda 0 posicién- momento, y ha tenido en cuenta la libertad que posee el observa- dor para efectuar una eleccién entre dispositives experimentales mucuamente excluyentes, los cuales interfieren con el curso de la naturaleza de una forma que no puede ser caleulada de antemano, Para el observador de la fisica moderna, incluso el resultado obje- 181 tivo de la observacién ya no est sometido a su influencia una ver que se ha elegido el dispositivo experimental. Esta cuestidn, diff- cil de comprender para el lego, ya ha sido frecuentemente expues ta por varios fisicos, por lo que sélo me referité a ella brevemente. La vieja cuestién que planteaba si, bajo algunas condiciones, el estado fisico del observador puede afectar el curso materi externo de la nacuralezat, ya no tiene cabida en la fisica contempo- ranea. A esta cuestién, los antiguos alquimistas contestaban de forma afirmativa, En el pasado siglo un pensador tan critico como el filésofo Arthur Schopenhauer, importante experto y admirador de,Kant, sostenia en su ensayo Magnetisma animal y ‘magia que los denominados efectos migicos eran en gran medida posibles. El los incerpretaba, con su particular terminologia, como «influencias directas de la voluntad que se abren camino a través de los limites del espacio y del tiempo». A este respecto, probablemente no se pueda decir que existan razones filosdficas a priori suficientes como para rechazar de forma terminante tale: posibilidades. Existe desde hace poco una parapsicologia empiri- ca que exige una merodologia cientifica exacta, que, por un lado, opera con métodos experimentales modernos, y por otro, con procesos de estadistiea matemitica actuales. Si se demostrase la fiabilidad de los resultados positives obtenidos en un campo todavia tan controvertido como el de la percepcidn exttasensorial (PES), se podrfa llegar a desarrollos hoy dia imprevi A la luz de nuestra perspectiva histérica, que por razones externas se ha limitado a un ambico excesivamente restringido, podemos decir que actualmente se ha llegado a un punto en el cual la concepcidn racionalista ha sobrepasado su cenit y se encuentra constrefiida. Desde el exterior da la sensacién de que los contrastes se han acentuado de forma extraordinaria. Por tna parte, la forma de pensamiento racional conduce a la asuncidn de una realidad que no puede ser percibida directamente por los sen- tidos, pero que se hace comprensible mediante simbolos matems- ticos 0 de otra indole, como pueden set los relativos al aromo o al inconsciente. Sin embargo, por otto lado, los efectos visibles de esta realidad abstracta son tan concretos como lo pueden ser las explosiones atémicas, a las que no s6lo no se las puede calificar en modo alguno como buenas, sino que se sittian realmente en el extremo opuesto. Asi pues, parece obvio y emocionalmente com- prensible que tenga lugar una huida desde lo meramente racional, bles. 182 en cuyo fondo siempre esté presente In voluntad de poder, hacia su antitesis, que bien puede estar representada por el misticismo cristiano 0 budista. No obstante, para quien el racionalismo angosto haya perdido su capacidad de conviccién, asi como para quien la magia de la actieud mistica que experimenta en su mule plicidad el mundo externo se haya tornado ilusoria, pienso que no existe otro cumino mds efectivo que el de exponerse de una u otra forma a estos contrastes acentuados y a sus conflictos. Tal es, precisamente, la manera en que el cientifico encuentra mis 0 menos conscientemente su via de salvacién interior. El lento desa- rrollo de imagenes internas, fantasfas o ideas, que compensen la situacién externa, indica la posibilidad de que tenga lugar una aproximacién mutua entre los polos de parejas antagénicas. Escarmentado por el fracaso experimentado, alo largo de la histo- tia del pensamiento, por todos los esfuerzos realizados en pro de una unidad, no me aventuraré a hacer predicciones futuras. Como contrario a la divisién estricta de las actividades del espiti- tu humano en departamentos separados, que se viene mantenien- do desde el siglo XVII, considero atin como objetivo conceptual tratar de superar los contrastes, objetivo que debe de incluir una {ntesis que abarque tanto el entendimiento racional como In experiencia mistica de una unidad semejante a la de los mitos tacitos o expresos de nuestra época actual, 183, 17 Ideas del inconsciente desde el punto : de vista de la ciencia natural y de la epistemologia * Cart Gustav Jung (1875-196) En su estudio de Kiisnache en torno a 1930. (Foto: © herederos Jung.) * Dialectica 8, ntim. 4 (15 de diciembre de 1954), pigs. 283-303. 185 En este articulo me he desviado de mi rama cientfica espect- fica motivado por las coincidencias de senido de algunas ideas que surgen de forma casi simulténea en ciencias diferentes. Los conceptos de «correspondenctaw, «pares antagdnicos complemen- jos» y «completicud» aparecen canto en fisica como en ideas relacionadas con el inconsciente, El propio sinconsciente» pre- senta una cierta analogia con el «campo» fisico, y ambos, debido a un problema de observacién, se desplazan desde el Ambito visual al paraddjico. Aunque en fisica no se habla de «arquetipos» que se feproduzcan por sf mismos, sino de wleyes estadisticas de la natu- raleza con probabilidades primarias», ambas formulaciones coi ciden en su tendencia a ampliar la antigua y restrictiva idea de «causalidad (determinismo)» a una forma ms general de relacién con la nacuraleza, hacia Ia que asimismo apunta el problema psi cofisico. Este tipo de consideracién me hace concebir Ia esperan- za de que las ideas acerca del inconsciente no tengan lugar ya en el estrecho marco de las aplicaciones terapéuticas, sino que su unién con Ia corriente general de las ciencias naturales que se ocupan de los fenémenos vitales sea algo determinante en su desarrollo", EL 26 de julio de este afio se conmemora el ochenta anivers rio de C. G. Jung, representante de las tendencias mas actuales en el campo de la psicologta del inconsciente. Esto me brinda la oca- sién de intentar considerar, sin duda con osadia y como alguien ajeno al tema, caminos alternativos y posibilidades de desarrollos Fucuros en este area, estableciendo para ello una comparacién entre las ideas acerca del inconsciente y las de otras ramas del conocimiento. Puesto que para mf el tinico punto de vista direc- amente accesible es el del cientifico puro, no comaré en conside- racién en este ensayo aquell yen en el campo médico de l inclu plicaciones pricticas que s terapéutica. ‘I problema de la observacién Las sugerencias hechas por Kant en el siglo pasado conduje- ron, através de Schelling, al desarrollo de una filosofla del incons- fe resumen escrito en inglés (que no se reprodujo en la edicién ) cambién formaba parte de la version original del articulo de Paul 186 1 ciente plasmada en el trabajo de C.G.Carus y E. von Hartmann. Aproximadamente en la misma época, las imagenes concretas de Faraday originaron Ia idea del campo fisico que culminé en las leyes del campo electromagnético de Maxwell. Este campo se pensaba como algo real independientemente de que se pudiera o no ponerlo de manifiesto mediante procedimicntos adecuados catgados, limaduras de hierro, agujas magnéticas, etc.); Isctita al inconsciente como misma forma, la realidad fu tun estrato marginal de «contenido» subliminal, el cual, no obs- ante, en algunas circunstancias puede ejercer una considerable influencia sobre acontecimientos percibidos por la conciencia. Esta comparacién entre un estrato psfquico no directamente per- ceptible que rodea la conciencia y un campo fisico, concretamen- te un campo magnético, fuc Hlevada ya a cabo por William James en 1902': El hecho importante que recuerda esta formulacién del acam- pon es el de la indeterminacién del margen. Habia pasado inad- vertido que es la materia la que contiene el margen; sin embargo, estd ahi y nos ayuda tanto a guiar nuestro comportamiento como a determinar el siguiente movimiento de nuestra atencién, Nos rocea como un «campo magnético» en cuyo interior nuestro cen tro de energfa gira lo mismo que la aguja de una brijula cuando la fase presente de la conciencia se transforma en su sucesora. L totalidad de nuestro pasado, repleto de memorias, flota més alld de este margen dispuesto a llamar para entrar; y la masa total de energias residuales, impulsos y conocimientos que constituyen nuestra experiencia se esta extendiendo continuamente al otro lado del mismo, Asi de vagos son los contornos entre lo que, en cualquier momento de nuestra vida consciente, es real y lo que es tinicamente potencial, por lo que se hace dificil decir si somos 0 nno conscientes le determinados elementos mencales como si lo hiciera Este algo subliminal que guia la concienc entre bastidores es lo que se denominé «subconsciente». Freud, que fue el primero que lo descubrié ¢ investigé, propuso otigina- riamente reducirlo a aquello que habia sido reprimido de la con- * William James, The Varieties of Religious Experience, Nueva Yok, 1902, conferencia X, piigs. 226, 227 de la edicién en la serie Modern Library (Nueva York). [Hay ed. cast., Las variedades de la experiencia religiosa, ED. 62, 1986, Barcelona,] 187 ciencia, de forma que el subconsciente pudicra ser climinado de nuevo al cesar la represign (Verdriingung). Pronto se demostré que el «subconscicnte» era estructural- mente més complejo de lo que se habia supuesto. En particular, Jung probé que es s6lo una pequefia parte del mismo la que esté constituida por lo que ha sido reprimido, y que en su mayor parte lo esté por contenidos colectivos arcaicos, no conscientes con anterioridad, que son los que condicionan la autonomia del ainconsciente» y el hecho de que esté sometido a sus propias leyes El término «inconsciente», que de nuevo volvié a utilizatse, repre senté un retorno ala antigua cerminologfa de los fildsofos. Entre tanto, el concepto fisico de campo también habia origi- nado nuevos problemas. Mientras que los cuerpos de prucba (por gjemplo, limaduras de hierro) utilizados como medio de observa- cién suministren una indicacién real del campo, ya existence antes de su uso, sin apreciable perturbacién del mismo, la situa- cién ¢s relativamence sencilla. Sin embargo, cuando en el domi- nio atémico llegamos a una regién en la que la reaccién de los cuerpos que producen el campo (por ejemplo, clectrones) sobre el original ya no es despreciable y no puede ser realmente compen- sada con certidumbre, nos enfrentamos al problema de la existen- cia de una dualidad entre el campo y las fuentes del mismo, pro- blema que persisce en nuestra época. Esca conffictiva situacién forma parte de la car damental de la mecinica cudntica, que establece que las interac- ciones de los instrumentos de medida con el sistema observado permanecen parcialmente indeterminables, siempre que inter- venga la limicacién del cuanto de accidn. Segtin esta teorfa, para decerminar las propiedades de los objetos atémicos, el observador puede clegir libremente entre dispositivos experimentales que, en general, son mutuamente excluyentes, Por una parte, esto se apli- ca en particular al momento y a la energia (relacién de incerci- dumbre de Heisenberg), y por otra al curso espacio-temporal de los acontecimientos (complementariedad de N. Bohr). En conse- cuencia, la situacién del observador cambia en la fisica cuintica desde la propia de un espectador oculto a otra en la que éste desempeiia el papel de agente activo, cuyos efectos sobre el siste- ma que observa, mediante instrumentos apropiados, ya no se pueden compensas Esca situacidn de «complementariedad» obliga racteristica fun- invoducir 188 en fisica las probabilidades primarias como wna generalizacién Logica de la forma determinista de las leyes de fa naturaleza de la Fisiew ckisiea, Estas probabilidades estin determinadas por eam- pos en espacios multidimensionales, los cuales describen la esta= distica de series de medidas realizadas en condiciones iniciales similares, y que, en el caso de una sivica medida, sélo expresan posibilidades. A diferencia de los campos de la fisica clisica, estos «campos de probabilidad», que han sido también denominados «catilogos de expectativas», no se pueden medir simultineamente en lugares diferentes. El hecho de e itio implica el paso a un fe ciales distin fectuarse una medida en uw meno nuevo, con condiciones ini- de las que cabe esperar un conjunto también nue- vo de posibilidades, y, en consecuencia, el establecimiento por doguierde un nuevo campo. Asi, los fénomenos dela fisica atémi- gozan de otra propiedad, la de completitud, que hay que enten- der en el sentido de que no son susceptibles de descomponerse en otros parciales sin que cambie, en cada caso, de forma esencial el fenémeno total Una vex que el observador fisico ha escogido su dispositive experimental, no puede ya influir en el resultado de la medida, cuyo registro objetivo es universalmente asequible. Las propieda. des subjetivas del observador o su estado fisico no tienen una incervencién mayor en las leyes de la mecénica cudntica que la que tienen en las de la fisica chisica. Ch. de Montet', hombre dotado de gran perspicacia para esta- blecet paralelismos entre fendmenos fisicos y psicolégicos, ha caracterizado la situacién de la fisica cudntica aqui desctita como de «sactificio y eleccibn». El concepto de sacrificio en fisica es esen- cialmente distinto del psicolégico, pese a que exista acuerdo en considerarlo como una renuncia a determinados valores (pérdida de conocimiento) en favor de otros: en la medida Fisica, el «don de sacrificio» no forma parte de uno mismo, sino de una porcién del mundo externo, de modo que no tiene lugar la transformacién AWandlung) del observador. Tras la medida, el sistema observado, ya separado del observador, ¢s abandonado a si mismo. CE. mi articulo «Wahrscheinlichkeit und Physik» en Diulectica 8, 112- 124 (1954) [ensayo 3 de este volumen]. “Ch. de Montet, /.Yoalutian vers Fessentiel, Lausana, 1950, Desgraciada- inente, l antor murid poco después de que aparceiera el libro, de forma que no Hegué a conocerlo, 189 Esto sugiere establecer una comparacién’ entre el proceso interno de percepcidn sensorial, 0, de forma mds general, entre cada aparicién de contenido nuevo de la conciencia y la observa cién que se realiza en fisica, ya que los instrumentos fisicos de medida pueden considerarse como extensiones técnicas de los Srganos sensoriales del observador. Sin embargo, en el caso de la percepcién sensorial el contenido nuevo de conciencia queda incorporado como una parte constituyente del sujeto perceptor. Puesto que el inconsciente no ¢s mensurable cuantitativamente, y por ende no es susceptible de descripcién matemidtica, y ya que cada extensién de la conciencia (ao que se introduce en fa con- ciencia») debé reaccionar alterando el inconsciente, cabe esperar un «problema de observacién» relativo a éste, que si bien presenta analogfas con el de la fisica atémica, implica, no obstante, dificul- tades considerablemente mayores. Estas dificultades deben ma festarse como paradojas Iégicas cuando se intenta comprender el inconsciente de forma conceptual. Por ejemplo, los propios sue fios, que segtin Freud son un «amino real» al inconsciente, desde el punto de visea epistemolégico se consideran como un conteni- do de la conciencia tan pronto se rememoran al despertar; ade mis, constituyen un episodio psicofisico, ya que neces in acompaa riamente dos de procesos fisiolégicos cerebrales, La mer aprehensidn del suefio altera, por asf decitlo, el estado del incons- ciente, y con ello crea un fendmeno nuevo, de forma andloga a lo que sucede en el caso de la medida observada en fisica cudntica. La reflexién consciente sobre un suefio debe por tanto causar una alteracién del inconsciente, que, por su: mayor aleance, carece de aniloga en Las siguientes citas intentan mostrar cémo los juicios de Jung™* acerca del inconsciente pueden esclarecer las paradojas légic: las que da lugar el problema de la observaciér Elllama al contenido de la conciencia «consciente ¢ incons- “t ica. “Cf. también, en relacién con esto, P. Jordan, Verdviingung und Komple- memaritie, Hamburgo-Bergedort, 1947. *C.G. Jung, Vor den Waurzeln des Bewnfiseins, Zuich, 1954. El eap. VU, «Theoretische Uberlegungen zum Wesen des Psychischenm, citado aqut, es tuna reproduccién de su ensayo titulado «Der Geist der Psychologie» publicado por primera vez.en Eranas Jahrbuch 14, 385-490 (1946). n son de ke trad. ing. The Collected 13, Nueva York, 1953. ‘ Works of CG. Jung, vols. 6, 8, 9, 12 190 ciente simulténeo, es decir, consciente bajo un aspecto e incons- ciente bajo otro», y aftade: Como sucede con las paradojas, esta afirmacién no es com- prensible de manera inmediata, Debemos, sin embargo, hacernos Ia idea de que el conscience y el inconsciente no tienen demar- caciones claras, uno comienza donde acaba el otro. Mas bien, la psigite es un conjunto de consciente e inconsciente’ Hasta ahora nada he dicho acerca del concepto de «psique>, que aparece aqui ligado al par antagénico consci te, Este concepto fue ya definido por Jung, en concordancia con la cita anterior, como «la totalidad de todos los procesos psiqui- cos, tanto conscientes como inconscientes»”. Sin embargo, unas cuantas paginas después del pasaje citado afirma que Tanto la materia como el espiritu aparecen en el ambito pst- quico como eualidades distintivas del contenido del consciente. La naturaleza tiltima de ambos es transcendente, esto es, inrepre- sentable, puesto que la psique y sus contenidos constituyen Ia nica realidad que se nos otorga sin un medio. causa de las dificultades légicas presentes en este punto no se debe al catdcter no intuitive de la materia y del espiritu, sino a la afirmacién contenida en el tiltimo parrafo de que la psique «se nos otorga sin un medio». Porque gedmo es posible que «la torali- dad de los procesos conscientes ¢ inconscientes» y «el conjunto consciente-inconsciente (Ganzheit)» esean otorgados sin cl con- curso de un intermediario (unmittelbar)»? Tanto el fisico como el ingenuo lector podrian tener la sensa- cin de que son sélo los contenidos de la conciencia los que «se otorgan sin intermediation. Sin embargo, al profundizar un poco, "The Collected Works of C.G. Jung, vol. 8, pig. 200. C.G. Jung, Pychologisehe Typen, Zurich, 1921. Cap. XI, Definitions, 661 término salman, de la cual, sin embargo, spsiquer esti expresamence Trad. ing. H.G. Baynes, en The Collected Works of C.G. Jung, jgicos, Editorial Sudamericana, fee vol. 6, pag. 463. [Hay trad. cast., Tipos psico Buenos Aires.] * Warzehr des Bevouftscins, pig. 580. ( vol. 8, pig. 216.) he Collected Works of C. G. Jung, 1 al fsico se le puede plantear la duda de si un «conjunto conscien- te-inconsciente» no tendria que tener un mayor alcance que el que le confiere su descripcién como «psique». En realidad, y como cuestién de significado susceptible de ser considerada cien- tificamente, al fisico no le parece convincente que el alcance del cérmino «psique» como sustantivo sea necesariamente el del adje~ tivo «psiquico»”, término que realmente abarca p nes y actividad sensual. La utilizacion de la palabra «psique» como nombre, que obviamente rememora la filosofia platénica y su alma universal (Weltseele), implica el riesgo de que el elemento psiquico pase inadvertido y como absolutamente aislado de los sucesos materiales de Ja nacuraleza, en la cual ef dominio atémico, al igual que sucede en el caso del inconsciente, no es determinable en si mismo més que de forma indirecta. El empleo del sustantivo psique en psicologia pretendia real- za el contraste con la imagen del mundo mecanicista, que demandaba reducir todos los sucesos a la fisica determinista por entonces conocida. Mientras tanto, el cuanto de accién de Planck, que desde 1900 se habia introducido como un extrafio en esta imagen limitada del mundo, habfa causado una revolucién en la fisica al utilizar «argumentos de correspondencia» que per: miticron alcanzar conclusiones provisionales con el estableci- miento de la mecdnica ondulatoria 0 cudntica en 1927. Algunos fisicos vivieron esta etapa con la esperanza de que trajera consigo un retorno a la situacién anterior, y otros, buscando nuevas vias que les alejaran atin més del viejo ideal «cldsico» que habia servido para explicar Ia nacuraleza. Esta segunda categoria de fisicos, a la que pertenezco, se incliné incluso por considerar que el ambito de aplicacién de la fisica atémica contemporanea cra limitado, por lo que estaban dispuestos a dirigir su atencién hacia un proce- so que tuviera lugar en un sustrato material, aun sin comprender- jones, emocio- En esta ocasién me gustarfa llamar la atencién sobre la curlosidad Iégica contenida en la utilizacién que C.G. Jung hace de la combinacién de palabras sjuicio psiquico». En realidad, los juicios no se clasifican en psiquicos y no ps quicos, sino por la propiedad asociada a toda juicio,independientemente de st contenido, de formar parte del contenido de la conciencia del estado de fa per- sona, es decir, de la «psique» (iendo por tanto tambien accesible a la investiga- cidn referida a las condiciones psicoldgicas). Desde el punto de vista cle la ligi- ca formal, la combinacién de palabras wjuicio psiquico», cuando es utilizada de esta forma, es un pleanasma, como, por ejemplo «weiBe Schimmel», ublanco caballo blanco» (Schimmel = caballo blanco). 192 Io, con tal de que se dirigi a hacia un fin, que fuera adecuado para algtin propésito y que poseyera integridad en si mismo, cua- lidades que nosotros contemplamos como caracteristicas de la vida y de los seres vivos. Asi, por ejemplo, Bohr resalté tn aspecto nuevo del problema de la observacién al conjeturar que la condi- cidn adicional de que un organismo permanezea vivo cuando se le somete a un experiment, limita, en principio, la posibilidad de verificar y de aplicar a un objeto vivo las leyes de la fisica cudntica del imbito inorginico". De esta manera, las interconexiones psico- Jisicas que frecuentemente encontramos en la vida cotidiana pare- cen haber Hegado a ocupar, una yer ans, una posicién central en el desarrollo cientifico". Ya desde el siglo XVI estas conexiones se han manifestado como algo embarazoso para la imagen del mundo de la fisica wclisica», por lo que se ha hecho necesatio pos- tular, ademas de la conexién causal ordinatia, y solo a este respec- to, otra con un tipo de «paralelismo» diferente. :Existe snicamen- zeuna relacién paralela en la asociacién de procesos fisicos y psiquicos, y no asf en otras situaciones? Y una relacién de parale- lismo, gno justifica una demanda de que aquello que esté asociado 0 «se corresponda» (lo correspondiente) sea también abarcado conceptualmente en una unidad de esencia? Me parece ahora interesante resaltar que la tendencia més actual en la psicologia del inconsciente, es decir, la representada por C.G. Jung, se ha desarrollado en la direccién del reconoci- mienta de lo no fisico en relacién con el problema de la unidad psico- ‘fisica. El primer paso fue dado a partir del encuentro de la psico- punto de vista de Bohr sobre los fendmenos vitales, que difiere tanto del emecanicista» como del de las ideas evitalistass, esti expuesto por ejemplo en la revista Erkenntuis, 14, 293, 1936, en el articulo «Kausalitit und Komple- mentaritit» (causalidad y complementariedad), que también contiene referen- cias bibliogesficas anteriores En su libro Newere Probleane der Abstammuungslebre, 2° edu, 1954, el 206 logo B. Rensch acu en relacidn con la cuestién del origen de los seres vivos, tun concepto al que denomina «hylopsiquico». Segtin esta idea, «los procesos psfquicos son, de alguna forma, una propiedad de todos los seres vivos» (pig. 361. Uilando el aguenso de qu en prineipi, es improbable que ly de conexisn paralela intrara repentinamente en el ser en tino u otro momen- co en el curso de tn proceso de filogénesis continuo, gradual ¢ inmutabl indica, en principio, In posibilidad de «adseribie tambien a las cos das, y por ende a las inorginieas, componentes de procesos psfquicos muy pri- nitivos que discurren estriccamente en paralelo» (pig. 381). 193 logta con la alguimia", hecho que considero como un auténtico «simbolo» ". La alquimia era una doctrina dotada de elementos mistico-gnésticos, que mediante la utilizacién de identificaciones', que hoy en dfa nos resultan extrafias, confirié por medio de su lenguaje una expresién nueva y extrema tanto a la unidad psico- fisica como a la de lo que pertenece al experimentador (el «attis- ta», como lo denomina la alquimia) con lo que pertenece a la materia (correspondencia entre micro y macrocosmos). Asi pues, la psicologia de Jung se encontré con la materia, y de la misma forma que la alquimia fue la precursora de la quimica moderna, lo fue también del resto de la ciencia. No es sorprendente que tras este primet encuentro con la alquimia, tanto el problema psico- fisico como el de la inclusién del observador en el curso de la naturaleza llegaran a ser cuestiones relevantes en psicologfa. De hecho, en 1946 Jung" alteré de forma sustancial los conceptos que empleaba en la consideracién de estos problemas fundamen- tales, y lo hizo, de manera especial, motivado por los fenémenos de «percepcidn extrasensorial» (PES), a los que nos teferitemos brevemente al final de la secci6n siguiente. Jung intenté dar cuenta de lo no psiquico mediante el con cepto especial de «psicoide» y, también, modificando su antiguo concepto de «arquetipo» "” que originariamente utilizé como inénimo de «imagen primordial». Este concepto de la psicologia ™ Los escritos mis importantes de C.G. Jung sobre alquimia son: Das Gebeimuis der goldenen Bliite, en colaboracién con R. Wilhelm, 1* ed., Munich, 1929 [The Collected Wavks of CG. Jung, vol. 13, rips. 1-56]; Psyeho= Logie und Alchemie, 18 ed, Zurich, 1944; 2 ed., 1952, |The Collected Warks of CG. Jung, vol, 12} {hay ed. cast., Peicologia y alquimia, Editorial Ruedit, Bue- nos Aires); y en Symnbalik des Geistes, Zurich, 1948, contribucidn V, «Der Geist » [The Collected Works of C.G. Jungvol. 13, pigs 191-250]. es, «simbolow, Jung define ka jor descripeién posible... de un hecho eelati- wente desconocido». El lector puede recordar las correspondencias: los siete planetas, los siete metales, entre ellas la del planeta Mercurio = Hermes alma = alcohol, ete. Es casualidad que Freud haga hineapiéen misca «sublimars? " Véase C.G, Jung, Von den Wurzeln des Bewufiseins 5 anterior). The Collected Works of CG. Jung, vol. 8, pigs. 183 sig. 1 profesor E, Panofsky (Princeton) me ha hecho saber amablemente que la aparicién ms antigua que se conoce en literatura de | a viva; espiritu palabra alqui- Zurich, 1954 (nora 194 de Jung, que supongo que no es demasiado conocido, puede elu- cidarse de forma breve por medio de las citas siguientes que, al estar dispuestas en orden cronolégico, muestran también su gra- dual alteracién y desarrollo. No se puede disociar de la idea de Jung antes mencionada la de un estrato colectivo y arcaico del inconsciente que es capaz de reproducir motivos mitolégicos espontdneamente, C.G. Jung, Tipos psicolégicos (1921), cap. XI, «Definiciones» (véase «lmagen»)* La imagen primordial, tambign denominada en otro lugar carquetipo», es siempre colectiva, es decir, ¢s al menos comin a pueblos enteros, épocas... la imagen primord como un depésito mnémico, como una huella 0 engramm (Semon) que ha surgido mediante una condensacién de innume- rables procesos de indole similar... La imagen primordial es la precursora de la idea y su matriz, se puede concebir Uber die Energetil der Seele (Psychologische Abbandlungen, vol Il, Zurich, 1928), pig. 198°": Los arquetipos son modos tipicos de comprensién, y donde- quiera que nos encontremos con modos recurrentes regulares y uniformes, estamos tratando con un arquetipo, independiente- mente de que se reconozca 0 no su caricter mitoldgico. Paychologie und Religion, Zurich, 1940, pig. 93***: Incluso los stefios estén constituidos en muy alto grado por material colectivo, y al igual que en la mitologia y en el folclore de distintos pueblos, determinados motivos se repiten a si mismos de estos motivos earqueti- pos, y por ello entiendo formas 0 imagenes de nacuraleza colectiva que se manifiestan pricticamente por toda la Tierra como constitu- forma casi idéntica, Yo he denominad UPYETVMOS se encuentra en Cicerdn, Cartas a Atica, 12.5 y 1 dond wraduce dicha palabra al latin, Se desconocen las fuentes griegas de Cicerén coridad la palabra llegé a ser de uso comin en la antigiedad peso * the Collected Works of C.G. Jung, vol. 6, pigs. 443 sigs. ** The Colected Works of C.G. Jung, vol. 8 pigs. 137 sig. “The Collected Works of C.G. Jung, vol. 11, pig. 50. 195 yences del mito, y, al mismo tiempo, como productos individuales antéctonos de origen inconsciente. Los motivos arquetipicos deri- van presumiblemente de patrones de la mente humana que son tidos no sélo por tradicién y migeacién, sino también por hherencia, Esta tiltima hipétesis es indispensable, ya que incluso imi genes arquetipicas complicadas pueden reproducitse espontinea- mente sin que haya habido posibilidad de tradicién directa transn Ibid., pig, 186": (Suponemos la existencia de) una determinada condicién de inconsciente como un [actor heredado « priori. Con esto, nacuralmente, no me refiero a la herencia de las ideas (Vorstellimgen), lo cual serfa dificil si no imposible de demostrar; antes bien, supongo que la cualidad heredada es algo asi como la posibilidad formal de producir Ia misma idea o ideas similares una y otra vez. Yo he llamado a esta posibilidad el «arquetipo» a, ef arquetipo serfa luna cualidad estructural o una condicién peculiar de una psique que esta de alguna manera conectada con el cerebro. En consecuen Wurzeln des Bewufiescins (1954), pag. 577°": Sin embargo, debemos constantemente tener presente que lo que entendemos por «arquetipo» es en si mismo irrepresentable (unanschaulich), pero tiene efectos que posibilitan su visualizacién, saber, las imagenes y las ideas arquertpicas (Vorstllungen). Ibid., pig. 573***: (arquetipo,) endo ast una imagen por derecho propio, es al mismo tiempo un dinamismo que se percibe en la luminosidad y el poder fasci nante de la imagen arquetipica. Ibid., pag. 579****: Asi como el «infrarrojo psiquico», la psique instintiva biolé- gica penetra gendualmente en la fisiologia del organismo y emer- * Thid. pigs. 103 sig. * The Collected Works of CG. Jung, vol. 8 pi * Ibid. pig, 11. 1 bid, pig, 215. 196 * Ibid p ge después con sus condiciones gedssp ; fisicas y quimicas, as el eultravio- lets psiquico», el arquetipo, describe un campo que no presenta ninguna de las peculiaridades de lo psicoligico y, por into, en tun tiltimo anilisis ya no se puede considerar como psiquico pese aque se manifieste psiquicamence. También los procesos fsioldgicos se comportan de la misma forma, sin que por este motivo se de Fen psiquicos. Aunque para nosotros no hay forma de existencia que no esté intermediada psiquicamente y s6lo psiquicamente, seria dificil decir que todo es simplemente psiquico. Légicamen. te, este arguumento debe aplicarse asimismo i los arquetipos, Ibid., pag, 601": Las unidades con las que funciona el inconsciente, definibles cualicativamente mais que cuantitativamente, es decir, [os arqueti- Pos, tienen por tanto una naturaleza que no puede ser definida can certeza como pstquici. Ibid., pig.602**: (Los arquetipos son) postulados derivados empfricamente ~arquetipos~ cuyo conteni- do, si existe, no se puede representar en la mente. Los arquetipos, en lo que podemos observarlos y experimentarlos, se manifiestan a si mismos sélo mediante su capacidad para organizar imagenes c ideas (Vorstelltngen), y esto siempre es un proceso del incons- iente que no se puede detectar hasta despué Aion (1951), pag. 260"; (Esté relacionado con) formas de pen miento complejas, los arquetipos, que pueden ser conjeturados como los organizadores inconscientes de rues : s configuracio- nes no se puede distinguir del factor trasconscienee (Tatbestand) conocido como instinto. Por tanto, no hay justficacién algu para visualizar el arquetipo como algo diferente de la imagen (Gestalt) dc instinto del hombre. ideas. La fuerza motriz que produce es vig. 230. * Ibid pig, 231 °° The Callected Works of CG. Jung, vol. 9, parte 2, pig. 179. 197 Warzeln des Bewufiscins (1954), pig, 5°: «Arquetipo» es una parifrasis explicativa del e180, platé- nico. Ibid. pig, 6": ncialmente un contenido inconsciente que se transforma al volverse consciente y ser percibido, y que adopta fa apariencia de la conciencia individual en fa que se va a manifestar El arquetipo es Ibid, pig. 6, nota 4***: Para ser precisos, se debe dlistinguir entre varquetipor e «ideas pias» (Vorstellungen). Bl arquetipo, como modelo hiporé- tico ¢ itrepresentable (nnanschaulich), es algo similar al «pacrény de comportamiento» dela biologla. arqui Estas citas pueden ofrecer al lector una imagen de fa funcién que desempefia el concepto de «arquetipo» en la psicologia de Jung, asf como de la transformacién experimentada desde el sen- tido original de «imagen primordial» hasta el de un elemento estructural irrepresentable (unanschatliches) del inconsciente; se trata de una especie de regulador que organiza las representacio- nes (Vorstellungen). Personalmente, veo en ello la primera indica- cidn de los principios de orden, que aun siendo neutros" respecto al discernimiento psicofisico, en cont guaje unificado psicofisico de la antigua alquimia, son idea abstractos, es de naturale. Asi ste con el concreto len- les y ir, irrepresentables (unansehanlich) por su propii se manifiestan de forma clara las grandes dificulta- des y paradojas que encraiia el problema de la observacién. Estos cambios en las ideas sobre el inconsciente muestran que, lejos de haber sido definitivamente resucleas desde la vertiente logica, consticuyen la expresién de una linea de investigacién en desarro- * The Collected Works of C.G. Jung, vol. 9, paste 1, pi ** Wid. pig. 5. Ibid. pig. 5. "CE cambie 373. relacién con esto, C.G. Jung, Aion (1951), pags. 372, 198 Ilo. EI fisico conoce muy bien que ambas cosas a menudo van de la mano y sabe de la inutilidad de ir contra lo que esta en proceso de desarrollo, ya sea por mera repeticién o mediante axiomas cla- borados légicamente. En este caso, pienso que es importante con- siderar la investigacién desde un punto de vista més general que el del campo especifico. 2. Aplicaciones de las ideas acerca del inconsciente a las ciencias cuantitativ: Sin entrar demasiado en discusiones generales acerca de vicjos problemas filoséficos relacionados con el hecho de que nuestras ideas esti dispuestas (Angeordnetsein) de forma tal que, por ejemplo, pucdan coincidir formas de ser y de pensar, me gustaria eratar aqui sobre algunas aplicaciones de las ideas del inconsciente a las ciencias cuuantitativas, A este propésito se pueden prestar tanto las matemti- cas y la biologia como la frontera que separa la fisica y la fisiologia. Al considerar las aplicaciones del concepto de arquetipo fuera del marco de la moderna psicologfa del inconsciente, me encuen- ro en primer lugar con el hecho histérico de la utilizacién amplia y regular por parte de Kepler de los términos archesypusy archety- vpalisy, ademés, en un sentido similar al de Jung, es decir, en el de cimagen primordial». Ciertamente, el campo al que Kepler apli ea este concepto es mas especializado, ya que abarca exlusivamen- te ideas matemudtieas, Asi, denomina a la geometrfa wel arquetipo de la belleza del Universo», y a las proporciones matemsticas, que l piensa que estin implantadas desde la eternidad en el alma del hombre hecho a imagen del Creador, las llama armonias arqueti- s. Yo, como discipulo de Sommerfeld, conozco bien que estos clementos pitagéricos que aparecen en la obra de Kepler mantie- nen hoy dia su vigencia, Esa antigua dynamis espiritual del " Véase mi articulo «Der Kinflu8 archetypischer Vorstellungen auf die Bildung naturwissenschafilicher Theorien bei Kepler», en Naturerlediirung und Payche, Zurich, 1952, [Trad. ing, en The Interpretation of Nature and the Pry- chy, Londres, 1955, ensayo 21 de este volumen.} Véase mi ensayo «ommerfeld!’s Beitriige zur Quantentheorie», Die Naturwissenschafien 35, 129-132 (1948) [ensayo 5 de este volumen] 199 niimero, atin activa, fue en tiempos pasados expresada en Ia vieja doctrina pitagérica que afirmaba que los ntimeros son el origen de todas las cosas y que, como las armonias, representan la unidad en la multiplicidad. Por tanto, si en nuestra época se utiliza un concepto mis gene- ral de «arquctipo», es necesario que se formule de forma tal que comprenda esa eintuicién matemitica primitivay, intuicién que, por ejemplo, se manifiesta a si misma en aritmética mediante la delos mimeros enteros, y en geomeusia, en la idea del continuo. Ciertamente, nosotros estamos interesados aqui en «los modos de comprensién uniformes y regularmente recurten- tes», pot lo que pienso que seria de interés decerminar de forma pre cisa lo que es especifico de esas «representaciones arquetipi (Vorstellungen), que constituyen el fundamento de las matemi cuando se comparan con ideas arquetipicas mis generales. Como es sabido, a través del propio anilisis ha resul imposible demostrar formalmente que el andlisis matematico, utilizado constantemente en fisica, no implica contradicciones La razén de esta ausencia de contradieciones debe consecuente- mente buscarse fuera de las propias matematicas, de forma que aparezca como un hecho natural relacionado con la manera en que opera la mente humana. Aqui también nos encontramos con el hecho de la «organizacién» (Angeordnetsein) de nuestras repte- sentaciones (Vorstellungen). ‘A pesar de los enormes logros del espiricu humano, como pue- den set las mateméticas, no debemos olvidar que la continuidad de la vida establece un vinculo entre el origen de los conceptos y los fenémenos de adaptacién de todos los organismos vivos; a este res pecto, podemos recordar la concepcidn alquimista de que el espir tues «el hijo antiguo de la madre». La concepcién de Jung acerca de que los arquetipos son un depésito heredado de la linea ancestral ha sido desestimada mucho tiempo. ¢Cémo surgieron en el curso de la evolucién biolégica y cémo cambiaron en el proceso? Esto nos lleva a la cuestién de la forma en que se adquieren y heredan patrones especificos del comportamiento como pueden set los instintos, un campo que, pese a los grandes éxitos cosecha- dos por la genética moderna, atin se me antoja muy oscuro”. Es bien conocido que la vieja concepcién lamarckiana de que «la idea de la serie infir * GF el ensayo de B. Peyer, «Das Problem der Vererbung von Reizwit- 200 | funcién hace al érgano» * no se sostiene ante el hecho, empiri mente establecido, de que «las caracteristicas adquiridas indivi- dualmente no son heredadas», Por otra parte, se conocen acciones instintivas hereditarias (por ejemplo, la orientacién del vuelo de las aves migratorias) que han sido probablemente adquiridas en algiin momento En la actualidad, parece tener gran aceptacién entre los bidlo- gos un modelo teérico de evolucién biolégica basado en una combinacién de «mutaciones aleatorias» con wseleccién». El tilei- mo término, comado de Darwin, expresa la influencia del entor- no, Este modelo de evolucisn representa un intento qu esti en keungens, en Viertefnbreschrift der Nuturforschenden Gaesellchaft in Zurich fanaa i if forchenden Cselcluft in Zarieh 97, 21 relacisn com ks ideas acerca del ineonse aqui al spsico-lamarckiano» A. Pauly, Darwinisnas und Lamarelins « Ent. taf ciner pyehophysichen Telealogie, Munich, 1905, quien. hace responsable 28 psig fos onganismos plants neue, de oe fenmsnoe de adap cin que denomina sjuicios del incanscienten (lac. ct. pig. 119 y pai 2 ooo eee nte me gustaria mencionar Por supuesto, la texminologta de esta nacuraleza vs fundamentalmente una ‘mera panifrasis de lo que se pretende explicar. El autor pasa con frecuencia por alto Jos resultados empiricos antes mencionados, que son evidentemente anti- lamarckianos, con expresiones de opinién dogmiiticas. Adems, su visién ac cade que «la psique» puede evocar eausulmente fenémenos fisicos, es probable- mente insostenible desde el punto de vista epistemolégico. Menciono a este autor mils por ince : s historico que por sus dudosas opiniones. Recientemente, C.G. Jung cn «Synchronizitae als Prinzip akausaler Zusammenhinges, en Naturerklirung und Psyche, Zurich, 1952, véase especialmente pigs. 78 sig. (trad. ing, en The Interpretation of Nature and Psyche, Londres, 1955, pig, 107), sin aplicar en modo alguno ideas lamarekianas, establece una conexién entre procesos biolégicos con wina finalidad y «un conocimiento “inconscien- te* autosubsistente» al que también denomina «conocimiento absoluto». Y anade: «No es el conocimiento, sino lo que Leibniz denomina magistralmente percepcidn”, lo que esti coi tituido, o mas cautamente, lo que parece estar constituido por imgenes 0 “simulacros” sin tema definido. Estas imagenes que postula son probablemente las mismas que mis arquetipos, de los cuales se puede demostrar que son Factores formales de productos espontiincos de la Fantasia.» Me gustarfa seiialara este respecto la relacién entre el wconocimiento absoluto» postulado por Jung y los xjuicios del inconsciente» de A. Pauly. ___*Acerca del material empfrico y de su discusién teérica, véase por ejemplo G.G. Simpson, The Meaning of Evolution, Yale University Press, 1949; ed. abreviada, Nueva York, 1951. Otra referencia ¢s O.H. Schindewolf, Der Zeit- Siksor in Geologie und Palioniologie, Seaiygt, 1950, donde se presta especial atencidn a los wtiempos de impulsion (Sta iten)en In evolucién, 201 la linea de las ideas predominantes en fa segunda mitad del siglo XIX, y que pretende dar apoyo teérico a la eliminacién total de cualquier vestigio de teleologia, la que debe ser reemplazada de alguna forma por la introduccién del azar». Como fisico, me gustaria expresar a este respect mis recclos™, indicando que hasta el momento este modelo no esté respaldado por consideracién probabilistica positiva alguna. Esta considera jén consistirfa en efectuar una comparacidn entre la escala tem- poral tedtica de la evolucién que se deduce del modelo y su escala temporal empitica: Habréa que demostrar que sobre la base del modelo asumido, algo que tenga una finalidad (Zweckmiiges), lo cual es en realidad corriente, tuviera el azar suficiente para surgi en Ja escala temporal que se conoce de forma empirica. Sin embargo, hasta ahora no se ha planteado una consideracién de esta natural za***, En cambio, se ha desviado la atencién de esta cuestién esencial sefialando que si existicra algo que no tuvieta una finali- dad (Unaweckmifiges) ciectamente sucumbiria, 0 también que se derrumbarfan determinados conceptos evitalistas» antiguos (cuyos nombres, generalmente, tienen fa misma terminacién). Si bien, al igual que sucede en fisica atémica, los resultados genéticos firmemente establecidos:” se basan en leyes estadis verificadas mediante series de experimentos realizados sobre suc: sos reproducibles y que se presentan con frecuencia, las sucesos raros 0 incluso tinicos son es mente importantes para la evolu- ‘icas peci: é que varios matemitticos y fisicos estan de acuerdo con esta critica. Sin embargo, pienso que los reponsables de las diffcultades son los propins prob amas y no los fisicos, ment ® Esta eritica cambign es aplicable al libro de Rensch ya citado (nota Lt de sayo), en el cual se acepta este modelo. HI modelo deberia soscenerse tuna consideracién positiva de este tipo, especialmente en lo que se refiere a la I de la eanageénesis» (desarrollo superior) que se define y estable- este eseala tempor ceen el libro. * En las reflexiones de G, Wald sobre el origen de la vida (Scientific Ameri can 191, 45, 1954), que estd envucleo atin en la oscuridad mis Hie alr maciones tales como asdlo hay que espe gros, juegan también un papel esencial pese a que no se pueda hacer una estimacién de cuéna tiempo se requeritia, : ' 1. el propio tiempo realiza los mil * Los antiguos pitagsricos, que reverenciabsan el ndimero ran sentido felices por la estructura quimica cuarernaria basada en dos pares ‘opuestos de un fcido nucleico (abreviadamente ADN), esencial para el proce- so de la herencia y de la reproduccidn (J.D. Watson y ELH.C. Crick, Mature 171, 964, 1953), 202 cién bioldgica”, En tanto que persona ajena al tema, debo con- centarme con sefialar esta diferencia fundamental y confirmar mi impresién de que los fenémenos a los que nos enfrentamos, que ciertamente presentan gran complejidad, no han sido atin anali- zados y comprendidos. Para terminar, me gustaria tratar brevemente la controvertida cuestibn de la epercepcién extrasensorial» (PES), que constituye una Frontera entre la fisica y Ia psicologia y que tanto se podria denominar «parapsicologian como «biofisica». Existen ya experi- mentos cuantitativos en este campo Hlevados a cabo mediante meétodos cientificos y utilizando la estadistica matematica moder- . Normalmente, se trata de adivinar cifras o figuras en naipes. a frontera ya habfa suscitado interés entre los fisicos, y, tam- bign, una buena dosis de rechazo. Unos hablan de errores mate- maticos o experimentales, y otros, mas cautos, dicen que estos temas «les enferman». A los primeros yo les dirfa que, por lo que conozco, en aquellos experimentos que se han realizado cuidado- mente no se han detectado realmente errores. Por supuesto, siempre hay involtctados fendmenos relativamente raros que, en erta medida, se asoci igtin don especial que posee el suje- to experimental. A los segundos les seftalarfa que, probablemente, Jos fundamentos epistemolégicos a priori no son suficientes para descartar la existencia de la PES. Incluso un fildsofo tan erftico como Schopenhauer no sélo ha considerado que los efectos parapsicoldgicos son posibles, sino que los encuentra sustentados por su filosofia, lo cual rebasa realmente lo establecido por el empirismo cientifico”. En cu », In existencia de la PES debe decidirse mediante empirismo critico. Investigaciones recientes sobre estos fenémenos confieren actualidad a la vieja cuestién de cémo interviene el estado psiqui- co de las personas que toman parte en el experimento en el curso de los acontecimientos externos. ,Pueden ser influidos positiva 0 negativamente los fénomenos de percepcidn extrasensorial? Has- "C logenien en Scientific Papers presented to Max Born, Edimburgo, 1953. » CE especialmente S.G. Soal y F. Bateman, Modern Experiments in Tele- pathy, Faber, Londres, 1954. En esta referencia se mencionan asi ‘mismo los experimentos anteriores de Rhine y otros. "CE. el ensayo de A. Schopenhauer «Animalischer Magnetismus und ven el vol. 4, Naturphilosophie und Exhil, de sus Obras. E tambign P. Jordan, «Der Begriff der Wahrscheinlichkeit in der Phy- May 203 ta ahora, los resultados concuerdan en la presencia del «efecto de faciga (mengua)» que destaca la importancia que tiene el fuctor emocionalen el sujeto sometido al experimento. Schopenhauer habla metafisicamente del «albedrion que se abre camino por el espacio y el tiempo, el principinm individua- tionis, como él lo denomina, y compara el nexus metaphysicus con el nexus physicus ordinario. Jung" emplea una terminologia cien- tifico-psicolégica en lugar de la metafisico-filoséfica, e intenta generalizar las relaciones paralelas a esos fendmenos de frontera relativamente raros* hablando, en este caso, de una «conexién (nexus) que se realiza por medio de la identidad de clase o “signifi- cado”». Siguiendo su intuicién psicoldgica, vincula esto con ef concepto temporal mediante la introduccién del término «sin- cronismo». Hemos hecho un primer intento para tratar de pene- trar en un campo totalmente nuevo. Hasta el momento, la idea de Jung no ha sido verificada ni siquiera en parte por comparacién detallada con los resultados experimentales de los fenémenos de percepcién extrasensorial. En resumen, puedo sefialar que en este articulo me he permi- tido franquear los limites de mi campo especifico, més limitado, solamente motivado por la concordancia existente entre el signifi- cado de ideas que proceden més 0 menos simulténeamente de diferentes ramas del conocimiento, Las coincidencias significati- vas que aparecen de forma independiente, tanto en fisica como en las ideas sobre el inconsciente, son: «correspondencia (Ensspre- chung)», spares antagdnicos complementarios» y «completitudy. El propio «inconsciente» presenta cierta analogia con el «campo» fisico, manifestindose ambos en el dominio de lo irrepresentable (Unanschauliche) y de lo paradéjico debido a un problema de observacién. Sin embargo, en fisica no se habla de «arquetipos» autorreproducibles sino de alcyes estadisticas naturales que invo- lucran probabilidades primarias», pero ambas formulaciones "CG, Jung, «Synchronize als Prinzip akausaler Zusammenhiinge», en Naturerkdarung und Pyche, Zutich, 1952, (trad. cast. en La interpretacién de la naturaleza y la pique, Paidés, Barcelona, 1991] ™ Me gustaria plantear la cuestidn de si los componentes psiquicos mis primitivos (véase nota 11 de este ensayo) asumiidos por Rensch y adscritos alos seres inorginicos no se manifiestan en rales fendmenos de frontera. 204 coinciden en su cendencia a ampliar la antigua y restrictiva id de «causalidady (decerminismo) a una forma mas general de 1 cién con la naturaleza, conclusién a la que también apunta el pro- blema psicofisico. Esta manera de considerar las cosas me hace concebir la e: a de que las ideas acerca del inconsciente no tengan ya lugar en el estrecho marco de las aplicaciones terapéuti- cas, sino que se caractericen por su asimilacién a la cortiente general de las ciencias naturales como una aplicacién a los fend- menos vitales. 205 18 Principio de exclusion y mecdnica cudntica * Representacién grifica del itomo de radio, segin la teorta atbmica de Bob, vealizada por Hendrile Anthony Kramers. Escas representaciones geificas coloreadas del como (bute Bilderbitcer), sealiaadas antes de que se formmulara el principio de exclusion y del advenimiento de la nueva mecinica cuintien, fueron acerbamente ctiticadas por Pauli. [De Die Narurwisensebaften U1 (1923).) t colmo el 13 de 130 de recepeidn del premio Nobel pronuneiado en inglés en Esto- iciembre de 1946 (stocolmo, 1948). 207 Los preparativos cle mi viaje a Europa se de plan previsto y partiré en unas cuatro semanas, Mi primera etapa seri probablemente Dublin. :Sabe algo acerca de si el discurso de Estocolmo que corresponde pronunciar a un ganador del premio Nobel debe ser técnico (como pretenderia realmente un te6rico) 0 algo mas popular? Yo preferitia lo primero. srollan segtin el Carta de Pauli a Lamek Hulthén, 30 de enero de 1946, De momento he decidido conservar mi puesto de profesor en Zurich y posponer para mis adclante mii viaje a Estados Uni- dos. Por otra parte, he propuesto a Waller ya Westgren (el secre- tario de la Real Academia Sueca) pronuneiar mi discurso de acep- tacién del Nobel el 10 de diciembre de este aio. Carta de Pauli a ‘Torsten Gustafson, 4 de agosto de 1946. La historia del descubrimiento del principio de exclusién, por dl que he tenido el honor de ser galardonado con el premio Nobel del afio 1945, se remonta a mis dias de estudiante en Munich. Aunque en la escuela de Viena ya habia adquirido algunos cono- cimientos de fisica clisica y de la por entonces nueva teoria de la relatividad de Einstein, fue en la Universidad de Munich donde fui introducido por Sommerfeld en la estructura del stomo, algo extraiio desde el punto de vista de la fisica chisica. Yo no me libré de la conmocién que todo fisico, acostumbrado a la forma de pensamiento clisico, experimentaba cuando legaba a conocer por primera vez los «Postulados bisicos de la teoria cudntican de Bohr. En aquella época existian dos formas de aproximarse a los dificiles problemas relacionados con cl cuanto de accién. Unarde ellas cra un intento de llevar un orden abstracto a buscando una clave que permitiera trasladar la mecinica y la elec trodindmica clisicas al lenguaje cudintico, lo que constituiria su generalizacién Iégica. Tal fue ka direccién escogida por el princi- pio de correspondencia de Bohr. Sin embargo, Sommerfeld, a la vista de las dificultades que impedfan cl uso de conceptos basados en modelos cinematicos, prefirié llevar a cabo una interpretacién directa, tan independiente de los modelos como fucra posible, de las leyes de los espectros en términos de ntimeros enteros, motiva- do, como ya lo hiciera Kepler cn su investigacion del sistema pla- netario, por un sentimiento més profundo de la armonfa. Ambos is nuevas ideas, 208 iota i métodos, que no me parccieron irreconciliables, cuvieron influet cia sobre mi, La serie de los ntimeros enteros 2, 8, 18, 32... que da las longitudes de los perfodos en el sistema natural de los elemen- tos quimicos, incluyendo la obscrvacién del fisico sueco Rydberg de que estos ntimeros son de la sencilla forma 2°, cuando «i toma todos los valores enteros, cra discutida apasionadamente en Munich. En especial, Sommerfeld intenté relacionar el nuimero 8 con el ntimero de vértices de un cubo. Cuando me encontré por prime ver personalmente con Niels Bohr comenzé una nucva etapa de mi vida ciencifica, hecho que acaecié en 1922, cuando se le invité a dictar una serie de con- ferencias en Gotinga, en las que dio cuenta de sus investigaciones tedricas sobre el sistem a periddico de los elementos. Recordaré sélo brevemente que el avance esencial logrado por las considera- ciones de Bohr en esa época consistié en explicat, por medio del modelo arémico de simetrfa esférica, la formacién de las capas intermedias del dtomo y las propiedades generales de las tierras raras, La pregunta de por qué todos los electrones de un éromo en su estado fundameneal no caen a su capa mas profunda ya habia sido sefialada por Bohr como un problema fund: anteriores trabajos. En sus conferencias de Gotinga traté especial- mente del llenado de esta capa mas interna Ken al tomo de helio y desu relacién esencial con los dos espectros no combinables del helio, el orto y el parahelio. Sin embargo, no se pudo dar ninguna explicacién convincente a este hecho a partir de la mecanica clési- ca. Me causé una fuerte impresién que Bohs, entonces y en poste- riores discusiones, estuviera buscando una explicacién general que incluyese el Hlenado de eadla capa electrdnica, y on la que el niime- 0 2 fuese considerado tan esencial como el 8, en contraste con la aproximacién de Sommerfeld. Atendiendo a la invitacién de Bohr fui a Copenhague en el orofio de 1922 y alli hice un serio esfuerzo por explicar el llamado efecto Zeeman anémalo», nombre con el que los espectroscopis- tas designaban a un tipo de desdoblamiento de las lineas espectra- les en un campo magnético que es diferente del triplete normal. Por un lado, el tipo de desdoblamiento anémalo presentaba leyes bellas y sencillas, y Landé" ya habia logrado encontrar el desdo- mental en sus A, Lande, Zeitchrifi fir Plysil'5, 231 (V2 y 7, 498 (1921): Physi che Zeitscbnifi 22, 417 (W921). 209 blamiento mas sencillo de los términos espectroseépicos a partir del observado en las lineas. Su resultado mas importante fue la utilizacién de semienteros como ntimeros cudnticos magnéticos para los dobletes de los metales alcalinos. Por otro lado, el desdo- blamiento anémalo era dificil de comprender desde el punto de vista del modelo mecanico del dtomo, ya que las hipétesis més generales acerca del electrén, tanto si se utilizaba la teotia clisica como la cudntica, conducfan siempre al mismo triplete. Una investigacién més profunda sobre este problema me causé la sen- sacién de que incluso era inabordable. Ahora sabemos que en aquella época uno se enfrentaba simultineamente con dos difi- cultades diferentes desde el punto de vista Iégico. Una era la ausencia de una regla general que permitiera trasladar wn modelo mecinico dado a la teoria cudntica, para lo cual se intentaba en vano utilizar la mecénica cldsica en la descripcién de los propios estados cudnticos estacionarios. La segunda dificultad era nuestra ignorancia acerca del modelo chisico adecuado que sirviera para obtener un desdoblamiento anémalo de las lineas espectrales emitidas por un dcomo en un campo magnético externo. Por tan- to, no resulta sorprendente que yo no pudiera por aquel entonces hallar una solucién satisfactoria al problema. Sin embargo, al generalizar el anilisis del eérmino de Landé para campos magnéti- cos muy intensos®, logré encontrar un caso que, como resultado de la transformacién magneto-dptica (efecto Paschen-Back), era en muchos aspectos mis sencillo. Este primer trabajo tuvo una importancia decisiva en el descubrimiento del principio de exclu ién. Poco después de mi retorno a la Universidad de Hamburgo, en 1923, pronuncié mi discurso inaugura sobre el sis como Privatdozent ema periddico de los elementos. El contenido de esta conferencia me resulté muy insatisfactorio, ya que el problema del Ilenado de las capas electrénicas no habia sido todavia aclara- do. Lo tinico que estaba claro era que debia de existir una relacién mis estrecha de este problema con la teorfa de la estructura de los multipletes. En consecuencia, intenté examinar de nuevo critica- mente el caso més sencillo, el de la estructura de doblete de los espectros alcalinos. Segtin el punto de vista ortodoxo, por enton- ces imperante, y que tam ién habia sido renido en cuenta por W. Pauli, Zeitebrifi fir Physil 16, 155 (1923) 210 Bohr en sus ya mencionadas conferencias de Gotinga, se suponia que la causa de esta estructura de doblete era un momento angu- ar no nulo del «corazén» atdmico. En una publicacién del otofio de 1924 argumenté en contra de este punto de vista, que definitivamente rechacé como inco- rrecto, proponiendo en su lugar la hipétesis de una nueva propie-~ dad teérico-cusintica del electrén a la que llamé eambivalencia sin descripcién clisican’, En esa época aparecié un articulo del cienti- fico inglés Stoner‘ que contenia, ademas de mejoras en la clasifi- cacién de los electrones en subgrupos, la siguiente observacién esencial: para un valor dado del niimero cudntico principal, el nitmero de niveles de energia de un electzén, en los espectros de los metales alcalinos en un campo magnético externo, es igual al nuimero de electrones de la capa completa del gas noble que corresponde a dicho ntimero cuintico principal. Sobre la base de mis resultados preliminares acerca de la clasificacién de los térmi- nos espectrales en un campo magnético intenso, la formulacién general del principio de exclusién se hizo clara para mi. La idea fundamental se puede explicar de la forma siguiente: los compli- cados ntimeros de electrones en los subgrupos cerrados se reducen al simple néimero sno si se realiza la division de los grupos que dan los valores de los 4 mimeros cuanticos de un electrén hasta que desaparezca toda degeneracién. Un nivel de energia comple- tamente no degenerado esté ya «cerrado» si esta ocupado pot un nico electrén, debigndose excluir los estados que estén en con- tradiccién con este postulado. La exposicién de esta formulacién general del principio de exclusidn fue hecha en Hamburgo en la primavera de 1925%, después de que durante una visita a Tubinga, ayuda del material espectroscépico alli disponible, fuera capaz. de verificar algunas conclusiones adicionales concernientes al efecto Zeeman anémalo de atomos mas complicados. ‘Acexcepcién de los expertos en la clasificacién de términos espectrales, los fisicos tropezaron con dificultades para compren- der el principio de exclusién ya que no conferia significado, en términos de un modelo, al cuarto grado de libertad del electrén. Esta salvedad fue cubierta por la idea del espin clectrénico de 'W. Pauli, Zeitschrift fiir Physik 31, 373 (1925). E.C. Stoner, Philosophical Magazine 48,719 (1924) SW. Pauli, Zeitschrif fiir Physil 31, 765 (1925). 21 Uhlenbeck y Goudsmit®, ¢ hizo posible comprender el efecto Zeeman anémalo, suponiendo simplemente que el ntimero cuxin- tico de espin de un electrén era igual a 1/2, y que el cociente entre el momento magnético y el momento angular mecénico tiene para el espin un valor dos veces mayor que para la érbita norm del electrén. Desde entonees, el principio de exclusién ha estado intimamente relacionado con la idea de espin. Aunque en un principio tuve grandes dudas en cuanto alo correcto de esta idea a causa de su caracter meciinico clisico, los célculos de Thomas? sobre el valor del desdoblamiento del doblete acabaron por con- vyencerme. Por otro lado, mis primeras dudas se desvanecieron en parte, ya que la cauta expresién «ambivalencia sin descripcién cl sica» experimenté cierto grado de verificacién en el curso de pos- teriores desarrollos, pues Bohr fue capaz de demostrar, sobse la base de la mecanica ondulatoria, que el espin del electrén no se puede medir mediante experimentos que se puedan describir cli- sicamente (como, por ejemplo, la desviacién de haces molecula- res en campos electromagnéticos externas) y que debe, por tanto, considerarse como una propied ialmente mecano-cusnei- ca del electrén*”. Los desarrollos subsiguientes estuvieron determinados por la aparicién de la nueva mecdnica cudntica. En 1925, el mismo aiio en que publiqué mi trabajo sobre el principio de exclusién, De Broglie formuld su idea sobre las ondas de materia y Heisenberg la nueva mecénica de matrices, ala que, en el aito siguiente, siguié inmediatamente la mecinica ondulatoria de Schrédinger. Actual- mente resulta innecesatio insistir en la importancia y en el caric- ter fundamental de estos descubrimientos, tanto mas cuanto que ©S. Goudsmic y G. Uhlenbeck, Die Nasnrwissenschafien 13, 953 (1925), Nature 1X7, 264 (1926). "LH, Thomas, Nature 117, 514 (1926) y Philosophical Magazine 3, 1 (1927). Comparese con J. Frenkel, Zeitsebrift fir Physik 37, 243 (1926). “ Comparese con el Rapport du Sixidme Conseil Solvay de Plyysique, P 1932, pags. 217-225. * Sobre esta primera etapa de la historia del principio de exclusién, compa rese también Ia nota del autor en Seience 103, 213 (1946), que coincide par- cialmente con la primera parte de esta conferenci 212 stocolmo el significado de sus principales ideas". La carencia de tiempo me impide explicar con detalle el significado epistemolégico general de la nueva discipli- na de Ja mecinica cudntica, lo cual ya ha sido hecho, entre otros, por Bohr en varios articulos en los que sc utiliza, como un nuevo concepto central, la idea de wcomplementariedad» ". Sélo recor- daré que los principios de la mecénica cudntica tratan s6lo con probabilidades y no con realidades. Se presentan bajo la forma de eesto no es posible» o de «es posible esto 0 aquello», pero nunca pueden decir wo que realmente sucedera entonces y aqui». La observacién real aparece como un suceso fuera del alcance de una descripcién mediante leyes fisicas y da lugat, en general, a una seleccién discontinuia a causa del niimero de posibilidades previs- to por las leyes estadisticas de la nueva teorfa. Sélo esta renuncia a las antiguas pretensiones de una descripcién objetiva de los fené- menos fisicos, independientemente de la forma en la que son observados, permitié lograr de nucvo la autoconsistencia de la teorfa cuintica que, en realidad, se habia perdido desde el descu- brimicnto del cuanto de accién de Planck. Sin detallar més el cambio de actitud experimentado por la fisica moderna, en com- paracién con la antigua fisica clésica, en lo concerniente a concep- tos tales como los de «causalidad» y «rcalidad fisica», comentaré a continuacién mas concretamente la posicién que ocupa el prin- cipio de exclusién en la nueva mecénica cuéntica. Tal como demostré por primera vex. Heisenberg ", la mecéni ca ondulatoria conduce a conclusiones cualitativamente diferen- tes para particulas del mismo tipo (por ejemplo, para clectrones) que para particulas diferentes. Como consecuencia de la imposi: bilidad de distinguir una de estas particulas idénticas de las dems, las funciones de onda que describen el conjunto de un nitmero dado de particulas idénticas en el espacio de configura- cién estén claramente separadas en distintas clases de simetria, que nunca pueden transformar fsicos ya explicaron aqui en se unas en otras mediante pertur- " Los discursos de acepracién de los premios Nobel concedidos a W. Hei senberg, E. Schrédinger y P.A.M. Dirac figuran en Die moderne Atomtbeorie, Leipzig, 1934. "Los articulos de N. Bohr figuran en La reoria atdsnica y la descripcin de ta naturalezd, Alianza, Madrid, 1988. Véase tambign su articulo «Light and Lifes, Nature 131, 421 y 457 (1933). "WW. Heisenberg, Zeitschrift fir Physik 38, 411 (1926) y 39, 499 (1926). 213 baciones externas. En el término «espacio de configuracién» s incluye el grado de libertad del espin, que es representado en la funcién de onda de una particula por un indice que posee sélo un niimero finito de valores posibles. Para los clectrones, este nime- 10 ¢s igual a dos; el espacio de configuracién de NV clectrones tic- ne, por tanto, 3V dimensiones espaciales y V indices ebivalua- dos». Entre las diferentes clases de simetefa, la (que ademés en el caso de dos particulas son las tinicas) son las clases simécricas, en las que la funcién de onda no cambia su valor cuando se permutan las coordenadas espaciales y de espin de dos parciculas, y las clases antisimeétricas cambia el signo de la funcidn de ond: mits importantes en las on que esta permuta En esta fase de la teorfa, y en relacién al conjunto real de particulas idénticas existentes en la naturaleza, se pueden considerar tres hipdtesis como ldgicamente posibles: I. Este conjunto es una mezela de todas las ch I, Sélo existen las clases simétricas. ILL, Sélo existen las clases antisimétricas. Como veremos, la primera de ellas no se produce nunca en la naturaleza, Adem, sélo la rercera hipstes al principio de exclusién, ya que u contenga dos particulas en el mismo estado es idénticamente nula, Esta hipétesis puede, por tanto, considerarse como la for- mulacién mecano-ondulatoria correcta y general del principio de exclusién. Es esta posibilidad la que verifican realmente los elec- trones. st de acuerdo con funcidn antisimétrica que sta situacién me resulté decepcionante en un aspecto importante. Ya en mi articulo original subrayé la circunstancia de que ta incapaz de dar una razén I6gica al principio de exclusién 0 de deducir de él hipdtesis mas generales. Siempre tuve la sens cién, y atin la sigo teniendo, de que esto es una deficiencia. Por supuesto, en un principio config en que la nueva mecnica cuin- tica, con cuya ayuda era posible deducir rantas reglas formales semiempiricas al uso de esa época, posibilitarfa también una deduccién rigurosa del principio de exclusién. En cambio, en el caso de los electrones se puso de manifiesto otra exclusién, no tanto referida a los estados individuales sino a las clases completas de estados, a saber; la exclusidn de todas las clases diferentes de la 214 antisiméerica. La impresién de que la sombra de algo incompleto se cernia sobre la brillante luz del éxito de la nueva mecinica cudntica me parecié inevitable, Resumiré este problema cuando tratemos sobre mecinica cusintica relativista, ya que antes quiero dar cuenta de algunos resultados més acerca de la aplicacién de la mecinica ondulatoria a sistemas de varias particulas idénticas. En el articulo de Heisenberg que hemos comentado, él tam- bign fixe capaz, de dar una sencilla explicacién de la existencia de los dos espectros no combinables del helio que ya mencioné al principio de esta conferencia. En realidad, ademis de la separa cién rigurosa de las funciones de onda en clases de simetrfa res pecto a las coordenadas espaciales y a los indices de espin, existe una separacién aproximada en clases de simetria tinicamente res- pecto a las coordenadas espaciales, Esta tiltima es vilida en tanto que se pueda despreciar la interaccidn entre el espin y el movi- miento orbital del eleccrén. De esta forma, los espectros para y orto del helio se pueden interpretar como pertenecientes alas cla- ses de funciones de onda siméricas y antisimétricas respectiva mente sélo en las coordenadas espaciales. Llegé a ser claro que la diferencia de energia entre los correspondientes niveles de ambas clases no tiene nada que ver con interacciones magnéticas, sino que es de un nuevo tipo, de un orden de magnitud mucho mayor, al que se denominé energia de intercambio De significado mas fundamental es el hecho de la relacién existente entre las clases de simetrfa y los problemas generales de la tcorfa estadistica del calor. Como es sabido, esta teorfa conduce al resultado de que la entropia de un sistema (salvo un factor constante) es dada por cl logaritmo del ntimero de estados cudinti- cos del sistema completo en la Hamada capa de energia. Uno podria esperar, en primer lugar, que este ntimero fuera igual al volumen correspondiente del espacio multidimensional de las fases dividido por 4 siendo / la constante de Planck y fel nime- ro de grados de libertad del sistema total. Sin embargo, resules que pata un sistema de V particulas idénticas habia adn que divi- dir este cociente por MI, a fin de obtener un valor de la entropia que concordara con el postulado convencional de homogeneidad de que dicha entropia ha de ser proporcional a la masa para un estado interno dado de In sustancia. De esta forma, en la mecéni- ca estadistica general ya se preconcebfa una distincidn cualitativa : particulas idénticas y particulas no idénticas, diferencia que ent 215 Gibbs intenté describir mediante sus conceptos de fase especifica. A la luz del resultado proporcionado por la mecs nica ondulatoria en relacién a las clases de simetria, esta divisién por N!, que habfa originado tanta polémica, puede incerpretarse ficilmente si se acepta una de nuesttas hipétesis (II y III), segiin las cuales en la naturaleza sélo tiene lugar wna clase de simetti Asi, In densidad de estados cunticos del sistema completo dismi- nuye realmente en un factor M1, si se la compara con la densidad que podria esperarse segtin una hipétesis del tipo I en la que se admicen todas las clases de simetti Incluso en el caso de un gas ideal, en el que se puede despre- ciar la energia de inceraccién entre las moléculas, se deben esperar desviaciones de la ecuacién de estado ordinaria pot el hecho de que sdlo es posible wna clase de simetria, por cuanto la longitud de onda media de De Broglie de una molécula del gas se hace de un orden de magnitud comparable al de la distancia media entre dos moléculas, lo que ocurre para bajas temperaturas y densida des altas. Fermi y Dirac'* han deducido las consecuencias estadis- ticas para la clase antisimétrica, mientras que los resultados para la clase simétrica ya habfan sido obtenidos por Einstein y Bose" antes del descubrimiento de fa nueva mecdnica cuintica. El pri mer caso s¢ pudo aplicar a los electrones en un metal y pudo ser utilizado para interpretar tanto las propiedades magp como otras propiedades de los metales. ‘Tan pronto como se clarificaron las clases de simetria en el caso de los electrones, surgié la cues ase genérica y cas, ién acerca de cudles eran las de las dems particulas. Un ejemplo de particulas con funciones de onda exclusivamente simétricas (hipétesis Il), conocido desde hacfa tiempo, era el de los fotones. Este no es tinicamente una consecuencia inmediata de la deduccién de Planck acerca de la distribucién espectral de la energfa de la radiacién en el equilibrio tetmodindmico, sino también algo necesario para la aplicacién de los conceptos clisicos del campo a las ondas luminosas, en el caso limite en el que hay un ntimero grande so de forones impret E, Fermi, Zeitsebrifi flir Physik 36, 902. (1926). P.A.M. C dings of the Royal Society A112, 661 (1926) WS.N, Bose, Zeitschrifi fiir Physik 26, 178 (1924) y 27, 384 (1924); A. Einstein, Sitzungsberiebte der Berliner Akademie der Wissensehafien, 1924, pig, 261; 1925, pigs. 1 y 18. 1c, Procee- 216 tin estado cudntico individual. Observemos que para los forone la clase simétrica aparece para un valor entero ¢ igual a 1 de su espin, mientras que la antisimétrica del elect un valor semientero ¢ igual a 1/2 del espin. Sin embargo, la importante cuestién acerca de las clases de simetrfa de los niicleos ha de ser atin investigada. Por supuesto, la clase de simetria se refiere, también en este caso, a la permutacién de las coordenadas espaciales y de los indices de espin de dos niicleos idénticos. El indice de espin puede tomar 2/+1 valores, siendo /el ntimero cuntico de espin del nticleo que puede ser entero o semientero. Quiero incluir la referencia histérica de que ya en 1924, antes de que fuera descubierto cl espin del electrén, propuse la hipétesis de un espin nuclear para interpretar la esteuc- tura hiperfina de las lineas espectrales"., Esta propuesta encontrd, por un lado, fuerte oposicién desde muchos dmbitos, pero, por otto, influyé en la pretensién de dorar de espin al electrén hecha por Goudsmit y Uhlenbeck. Seria slo algunos afios después cuando mi tentativa de interpretar la estructura hiperfina pudo ser confirmada cxperimentalmente de forma definitiva, gracias Investigaciones en las que particips el propio Zeeman, y que mos- traron, tal como yo habja predicho, la existencia de una transfor- macién magneto-dptica de la estructura hiperfina, Desde enton- la estructura hiperfina de las lineas espectrales se convirtié en un mécodo general para determinar el espin nucle Para determinar tambign de forma experimental la clase de simetria de los micleos fueron necesarios otros métodos, entre los cuales el mis idéneo, aunque no el tinico, consistié en la investi- gacién de espectros de bandas debidos a una molécula con dos tomes idénticos". Se pudo demostrar facilmente que, en el esta~ do fundamental de la configuracién electrénica de tal molécula, los estados con valores par ¢ impar del mimero cudntico rotacio- nal son simétricos y antisimétricos, respectivamente, ante una permutacién de las coordenadas es s de los dos nticleos. Ademuis, entre los (2/41)? estados de espin del par de nicleos ex: ten (2/+1)(J+1) estados simétricos y (2/+1)/ estados antisimétri- cos de los espines, ya que los (2/+1) estados con dos espines del nt one lugar para SW. Pauli, Die Nururwissenschafien 12,741 (1924), 'W. Heisenberg, Zeitschrift fir Physile4 1, 239 (1927). F, Hund, riff Physile§2, 39 (1927). 217 mismo sentido son necesariamente simétricos. Asi se llegé ala siguiente conclusidn: si Ia funcién de onda total de las coordena- das espaciales y de los indices de espin de los niicleos es simétrica, la relacidn entre los pesos de los estados con un nuimero cuintico roracional par y los de los de ntimero cusintico rocacional impar, es dada por (/+1) : Z En el caso contrario de funcién de onda total antisiméttica de los micleos, dicha relacién es /: (/+1). Las transi- ciones entre un estaclo de mimero cusintico rotacional par y otro impar serdn extremadamente raras, ya que s6lo pueden producir- se mediante una interaccién entre los movimientos orbitales y los espines de los nticleos, Asi, In relacién entre los pesos de los esta~ dos-rotacidnales con paridad diferente dara lugar a dos sistemas distintos de espectros de bandas con diferences intensidades y cuyas lineas se alternan La primera aplicacién de este método condujo al resultado de que los protones tienen espin 1/2 y de que cumplen, al igual que los clectrones, el principio de exclusién. Las dificultades iniciales para comprender cuantitacivamente el calor especifico de las moléculas de hidrégeno a bajas temperacuras fueron superadas por la hipstesis de Dennison” de que, a esta baja temperatura, no se aleanzaba atin el equilibrio cérmico entre las dos variedades de la molécula de hidrégeno (orto-H, : nuimeros cudnticos rotacio- nales impates y espines de los protones paralclos; pata-Hy: nim: ros cudnticos rotacionales pares y espines antiparalelos). Como sabido, esta hipstesis fue confirmada posteriormente por los experimentos de Bonhoeffer y Harteck y por los de Eucken, quie- nes demostraron, tal como se habia predicho tedricamente, ka transformacién lenta de una de las variedades en la otra Entre las clases de simetria de otros niicleos tienen especial interés las de aquellos en los que la paridad de sus nimeros mis cos M es diferente de la de sus ntimeros de carga Z. Si considera- mos un sistema compuesto que esti constituido por cantidades Ay, Ay, de constituyentes diferentes, cada uno de los cuales verifica el principio de exclusién, y un ntimero S de constituyen- tes con estados simetricos, se deben esperar estados simétricos 0 os si la summa A,+Ap+... ¢s par o impat, y esto se cum- dependientemente de la paridad de S. Con la hipétesis planteada con anterior dad, de que los nticleos estaban formados D.M, Dennison, Proceedings of the Royal Society A, ANS, 483 (1927). 218 por prorones y electrones, de modo que M fuera el ntimero de protones y M-Zel de electrones del nticleo, cabria esperar que la paridad de Zdererminase Ia clase de simetrfa del nticlco comple- to. Ya desde hace algtin tiempo se conoce el contraejemplo del nitrégeno, que tiene espin 1 y estados simétricos"*. Sin embargo, después del descubrimiento del neutrén los nticleos se han cons derado compuestos por protones y neutrones de tal forma que un nticleo de nimero masico M y ntimero de carga Ztendrfa Z pro- tones y M-Z neutrones. En cl caso en que los neutrones tuvieran estados simétricos, cabria de nuevo esperar que la paridad del miimero de carga Zdeterminase la clase de simetria de los nticleos. Sin embargo, si los neutrones satisfacen el principioide exclusion habria de esperarse que fuera la paridad de Mla que determinase la clase de simetria: para M par se tendrfan siempre estados simé- tricos, y para M impat serfan antisimétricos. Esta tltima regla fue confirmada experimentalmente sin excepcién, demostrindose asi que los neutrones satisfacen el principio de exclusion. El ejemplo crucial més importante y sencillo de un nuicleo con distinta patidad de My Z es el del hidrdgeno pesado o deute- rén con M=2y Z=1, que tiene estados simétricos y espin J = 1, como se comprobé investigando los espectros de bandas de una molécula con dos deuterones”. A partir del valor 1 del espin del deuterén se puede concluir que el neutrén ha de tener espin semientero. Ast, resulté ser correcta la hipétesis posible més senci- Ila de que, al igual que el del prot6n y el electrén, el espin del neu- trén es igual a 1/2. : Existe la esperanza de que experimentos posteriores con nicleos ligeros, especialmente con protones, neutrones y deute- rones, nos darén mas informacién sobre la naturaleza de las fuer zas quic existen entre los componentes de los micleos, algo que hasta el momento no esta suficientemente claro. No obstante, hoy dia sabemos que estas interacciones son fundamentalmente diferentes de las electromagnéticas. La comparacién entre la dis- persién neutrén-protén y protén-protén ha mostrado incluso que las fuerzas entre estas particulas son, en buena aproximacién, Rode Laer Kronig, Die Naturwissensebafien 16, 335 (1928). W. Heitler yG, Heraberg, Die Nasurwissenschafien 17, 673 (1929). “GIN, Lewis y MLE. Ashley, Physical Review 43, 837 (1933). G.M Murphy y H. Johnston, Physical Review 45, 550 (1934) y 46,95 (1934). 219 iguales, es decir independientes de su carga eléctrica. Si se tuviera s6lo en cuenta el valor de su energia de interaccién se podréa, por tanto, esperar un di-protén estable o He! (M= 2, Z= 2), con pricticamente la misma energia de enlace que el deuterén. Sin embargo, un estado asf est prohibido por el principio de exclu- sién en concordancia con la experiencia, ya que dicho estado adquirirfa una funcién de onda simétrica respecto a los dos proto- nes. Este es sdlo el ejemplo mas sencillo de la aplicacién del prin- cipio de exclusién a la estructura de nticleos compuestos, para cuya comprensién es indispensable este principio ya que los com- ponentes de estos nticleos mas pesados, los protones y los neutro- nes, lo cumplen. Con objeto de pasar a dar cuenta de cuestiones més funda- mentales, queremos hacer hincapié en una ley de la naturaleza que es generalmente valida, a saber, la de la relacidn existente entre espin y clase de simetria. Un valor semientero del ntimero cucntico de espin estd siempre relacionado con estados antisimétricos (principio de exclusién), y un espin entero con estados simétricos. Esta ley se cumple no sélo para protones y ncutrones, sino también para fotones y electrones. Ademds, puede comprobarse facilmen- te que se cumple para sistemas compuestos si se la verifica para todos sus componentes, Para buscar una explicacién tebrica de esta ley debemos trasladarnos al ambito de la mecinica de ondas relativista, ya que, como vimos, no se la puede explicar mediante la mecnica ondulatoria no relativista. Consideraremos en primer lugar campos clisicos, los cuales, al igual que escalares, vectores y tensores se transforman, con res- pecto alas rotaciones en el espacio ordinario, segdin una represen- tacién univaluada del grupo de las rotaciones. De ahora en adelante podemos denominar brevemente a estos campos «univalua- dos». En tanto que puedan despreciarse las interacciones de los distintos tipos de campo, podemos suponer que todas las componentes del campo satisfarin una ecuacién de onda de ® En lo que sigue compiese el informe del autor en Reviews of Modern Physics 13, 203 (1941), en el cual figura bibliogealia anterior. Véase también W. Pauli y V. Weisskopf, Helvetica Physica Acta 7, 709 (1934), 220 segundo orden que admite como solucién general una superpos ién de ondas planas. La frecuencia y el ntimero de ondas de estas planas estén relacionados por una ley que, segtin la hipdte is fundamental de De Broglie, se puede obtener a partir de la relacién entre la energfa y el momento de una particula, estableci- da en mecénica relativista por el inverso del factor constante 4, resultado de dividir la constante de Planck por 2x. En conse- cuencia, aparecerd en las ecuaciones del campo clisico, en gene- ral, una nueva constante {f con dimensiones inversas a las de una longitud, y cuya relacién con la masa 1 en reposo de la particula es dada por la expresién m = bit Ie, siendo cla velocidad de la luz cn el vacfo. Tenicndo en cuenta la hipétesis de que el campo sea univaluado, se puede concluir que el ntimero de ondas planas posibles para una frecuencia, mimero de ondas y direccién de ptopagacién dadas es siempre impar, para un valor de st distinto de cero. Sin entrar en detalles sobre la definicién general de espin, podemos considerar esta propiedad de la polarizacién de ondas pla~ nas como una caracteristica de aquellos campos que, como conse- cuencia desu cuantizacién, da lugar a valores enteros del espin, Los casos més sencillos de campos univaluados son el campo escalar y un campo constituido por wn cuadrivector y un tensor ntisimecrico andlogos a los potenciales y a las incensidades de campo de la teoria dé Maxwell. Mientras que el campo escalar satisface simplemente la ccuacién de onda usual de segundo orden, en la que se debe incluir el término proporcional a, el otro campo debe satisfacer las ecuaciones debidas a Proca que son una generalizacién de las ecuaciones de Maxwell obtenidas en el caso particular* en el que Jt = 0. Resulta satisfactorio que para estos casos mits sencillos de campos. univaluados, la densidad de nergfa sea una forma cuadritica definida positiva de las magni- tudes del campo y de sus primeras derivadas en un punto dado. Para el caso gencral de campos univaluados, se puede conseguir al menos que la energia total después de la integracién sobre el espa- cio sea siempre positiva. Las componentes del campo se pueden suponer reales 0 com- plejas. Para un campo complejo, ademas de la energia y el momento del campo, se puede definir un cuadrivector que satis- faga la cei acién de continuidad y que pueda interpretatse como * Coneccisn del original. 221 el cuadrivector de la corriente eléctrica. Sus cuatro componentes determinan la densidad de carga eléctrica y pueden adoptar valo- res positivos y negativos. Es posible que los mesones con carga observados en los rayos césmicos tengan espines enteros y se pue- dan describir, por tanto, mediante uno de estos campos comple- jos. En el caso particular de los campos reales, este cuadrivector de corriente se hace idénticamente nulo. En especial, y a la vista de las propiedades de la radiacién en el equilibrio termodinmico, en el que las propiedades especificas de las fuentes del campo no desempefian papel alguno, parece estar justificado, en principio, despreciar en el proceso formal de cuantizaci6a del campo la interaccién del mismo con las fuentes. Realmente, al tratar con este problema se intenta aplicar el mismo método matematico que el que permite pasar de un sistema clési- co al correspondiente sistema gobernado por las leyes de la meca- nica cudntica, y que se ha revelado tan titil para trastadar a mecé- nica clisica del punto ala mecénica ondulatoria. Sin embargo, no debe olvidarse que un campo slo puede observarse por medio de sus interacciones con cuerpos de prueba, los cu nuevas fuentes del campo. Los resultados del proceso formal de la cuantizacién del cam- po fueron en parte muy alentadores. Los campos ondulatorios cuantizados se pueden caracterizar por una funcién de onda que depende de una sucesién infinita de enteros (no negatives) como variables. Como la energia total y el momento total del campo y, en el caso de los campos complejos también su carga eléctri total, resultan ser funciones lineales de estos ntimeros, éstos se pueden interpretar como el nimero de partéculas presences en un estado especifico de una sola particula. Urilizando una sucesin de espacios de configuracién con un ntimero de dimensiones diferente que corresponds a los distintos valores posible: nuimero total de particulas presente, podria demostrarse ficil- mente que esta descripcin de nuestro sistema mediante una fun- cién de onda, que depende de mimeros enteros, es equivalence a un conjunco de particulas con funciones de onda simétricas en sus espacios de configuracién. Ademas, Bohr y Rosenfeld" han demostrado que, en el caso ales a su vez son del N. Bohry L. Rosenfeld, Kongelige Danske Videnskabernes Selskubs, mate- matisk-fsiske Meddelelier XM, nim. 8 (1933). 222 | del campo clectromagneético, las relaciones de incertidumbre, que se obtienen para los valores medios de las intensidades de campo sobre regiones del espacio-tiempo finitas a partir de las reglas for- males de commutacién de esta teorfa, tienen un significado fisico directo con tal de que las fuentes se puedan tratar clésicamente y se pueda despreciar su estructura atémica. Debemos resalear la siguiente propiedad de estas reglas de commutacién: todas las magnitudes fisicas en dos puntos del Universo pata las que el cua- drivector de la linea recta que los une es de género espacio, con- mutan entre si. En realidad, esto es necesatio por razones fisicas, ya que cualquier perturbacién originada por medidas realizadas en un punto del universo ?, sélo puede alcanzar aquellos puntos P, para los que el vector P, P, es de género tiempo, es deci, para los que ¢(f,-%) >r9. Los puntos P, con un vector de géneto espa- cio P,P, pata los que ¢(f,-4) < m3, no pueden ser alcanzados por las en P, y P, nunca pue- esta perturbacién, y las medidas realiza den influirse entre si. Esca consecuencia permitié investigar la posibilidad légica de partfculas con espin entero que obedecieran el principio de exclu- sién, Dichas partculas podrfan describirse mediante una secuen- cia de espacios de configuracién de distintas dimensiones y fun- ciones de onda antisimétricas en las coordenadas de estos espacio, o también mediante una funcién de onda que deper diendo de nuevo de los ntimeros enteros, sea interpretada como el nuimero de particulas presentes en estados especificos que en este caso s6lo pueden adoptat los valores 0 y 1. Wigner y Jordan han demostrado que, también en este caso, se pueden definir opera- dores que sean funciones de las coordenadas espacio-temporales ordinatias y que se los pueda aplicar a dicha funcién de onda tos operadores ya no cumplen las reglas de conmutacién: en este caso es Ia suma y no la diferencia de los dos productos posi- bles de los dos operadores, que se distinguen por el orden de sus factores, la que esté determinada por las condiciones matematicas que deben satisfacer los operadores. En estas condiciones, el sim- ple cambio de signo altera por completo el significado fisico det formalismo, y en el caso del principio de exclusién nunca puede istir un caso limite en el que tales operadores puedan ser susti- P. Jordan y E, Wigner, Zeitschrift flr Physi 47, 631 (1928). Compirese también V. Fock, Zeitschrifi ir Physile 75, 622 (1932). tuidos por un campo clisico. Urilizando este formalismo de Wig ner y Jordan pude probar, bajo suposiciones muy generales, que una teoria relativista invariance que des de parti- culas idénticas con espin entero que obedezcan al principio de exclusién, conducirfa siempre a la no conmutabilidad de las mage nitudes fisicas unidas por un vector de género espacio”. Esto vio- laria un_ principio fisico razonable que es valido para particulas con estados simétricos. De esta forma, al combinat las exigencias de la invariancia relativista y las propiedades de la cuantizacin del campo se puede dar un paso ms en la comprensién de la rela- cién existente entre espin y clase de simetrfa. La cuantizacién de campos complejos univaluados con un cuadrivector no nulo de la corriente eléctrica conduce ademés al resultado de que deberian existir particulas con carga positiva y negativa, y que podrfan aniquilarse y crearse en campos clectro- magnéticos externos™, Estos pares de creacién y aniquilacién exi- gidos por la teorfa hacen necesario distinguir claramente entre el concepto de densidad de carga y el de densidad de particulas. Este tiltimo concepto no existe en una teorfa ondulatoria relativista, ni para campos que transportan una carga eléctrica ni para campos neutros. Esto resulta satisfactorio, ya que el uso de la imagen de particula y de las relaciones de incertidumbre (por ejemplo, al analizar experimentos imaginarios del tipo de la microscopia de rayos 7) conduce también al resultado de que sélo es po: localizacién de la particula con precisin limitada*s, lo que es vili- do tanto para particulas con espines enteros como semienteros. En un estado con un valor medio Ede su energia , descrito por un paquete de ondas con frecuencia media v = A/h, una particula sélo puede ser localizada con un error Ax > he/ E 0 bien Ax> e/ v. Para Jos forones, esto implica que el limice de st localizacién es Ja longitud de onda; para una particula con masa en reposo finita my con una longitud caracteristica r'=//me, este limite, en el si tema en reposo del centro del paquete de ondas que describe el estado de las particulas, es dado por Ax> b/ mo Ax >". ibiese sis crema W. Pauli, Annales de l'Institut Henri Poincaré 6, 137 (1936) y Physical Review 58, 716 (1940). © Vase nota 20. L, Landau y R. Peierls, Zeitschrift fir Physik 69, 56 (1931). Compsirese tambign el articulo det autor en Handbuch der Physil24, parce 1, 1933, cap. Ay itrafo 2. 224 Hasta ahora s6lo he mencionado aquellos resultados de la aplicacién de la mecinica cusntica a los campos clisicos que son satisfactorios. Ya hemos visto que los postulados de esta teorfa acerca de los promedios de la intensidad de campo sobre regiones finitas espacio-temporales tienen un significado ditecto, mientras que no sucede asi para los valores de la intensidad de campo en un punto concreto, Desgracindamente, en la expresién clisica de la energia del campo intervienen promedios de los cuadrados de las incensidades de campo sobre tales regiones, que no se pueden cexpresar mediante promedios de las propias intensidades de cam- po. Esto tiene como consecuencia que la energia de punto cero del vacio obtenida del campo cuantizado se haga infinita, lo que esti directamente relacionado con el hecho de que el sistema con- siderado tenga un mimero infinito de grados de libertad. Es evi- dente que esta energia de punto cero no tiene realidad fisica; por gjemplo, no es la fuente de un campo gravitacional. Formalmente ¢s facil sustraer términos infinitos constantes, que sean indepen- dientes del estado considerado, sin que nada varfe; no obstante, me parece que este resultado constituye ya un indicio de que ser necesatio un cambio fundamental en los conceptos subyacentes a Ja teorfa actual de los campos cuantizados. A fin de clarificar algunos aspectos de la teoria cudntica relat vista, me he referido aqui en primer lugar, y sin seguir el orden cronolégico de los acontecimientos, a los campos univaluados. Con anterioridad, Dirac habia formulado sus ecuaciones de onda relativistas para particulas materiales con espin 1/2, utili- zando un par de los denominados espinores, cada uno de ellos con dos componentes, ecuaciones que aplicé al problema de un electrén en un campo electromagnético. A pesar del gran éxito que tuvo esta teoria en la explicacién cuantitativa de la estructura fina de los niveles de energia del aeomo de hidrdgeno, y en el cdleu- lo de la seccién eficaz de difusién de un fotén por un electrén libre, hubo una consecuencia de la teoria que estaba obviamente en contradiccién con la experiencia. Segtin la tcoria, la energia del clectrén deberia tener valores positives y negativos, y en campos electromagnéticos externos las transiciones tendrfan lugar entre estados con un signo de la energfa y estados con el otro signo. Por otro lado, existe en esta teorfa un cuadrivector que satisface la "PAM, Dirac, Proceedings af the Royal Society A, 117, 610 (1928). 225 ecuacién de continuidad con una cuarta componente que corres pondea una densidad que es definitivamente posit Se puede demostrar que existe una situacién andloga para todos los campos, los cuales, al igual que los espinores, se trans- forman por rotaciones en el espacio ordinario segiin representa ciones bivaluadas, cambiando asi su signo en una rotacién com- pleta. A estas magnitudes las denominaremos, brevemente, «bivaluadasy. A partir de las ecuaciones de ondas relativiseas de dichas magnitudes, se puede obtener siempre un cuadrivector bilineal en las componentes del campo que satisfaga la ecuacién de continuidad, y para el que la cuarta componente, al menos después de fa integracién sobre el espacio, da una cantidad esen- cialmente positiva. Por otro lado, la expresién de la energfa total puede tener signo tanto positivo como negativo. @Hay algiin procedimento para trasladar el signo menos de la energia a la densidad del cuadrivector? Si asi fuera, este ultimo podria interpretarse de nuevo como densidad de carga en lugar de como densidad de particulas, y Ia energia se haria positiva tal como tiene que ser. Se sabe que la respuesta de Dirac fue que esto realmente se podrfa conseguir aplicando el principio de exclu- sién. En la conferencia que pronuncié aqui, en Estocolmo*’, él mismo explicé su intencidn de dar una nueva interpretacién a su teorfa, segtin la cual en el vacio real codos los estados de energfa negativa deberfan estar ocupados y sélo se supondrian observa bles las desviaciones de este estaclo de menor energia, es decir, los huecos existentes en el mar de estos estados ocupados. Es el prin- cipio de exclusion el que garantiza la estabilidad del vacio en el que todos los estados de energia negativa estén ocupados. Ade- mis, los huecos tienen todas las propiedades de particulas con energia y carga elécctica positivas, y se pueden crear y aniquilar por pares en campos electromagnéticos externos. Estos positrones predichos, que son imagenes especulares exactas de los clectrones, han sido de hecho descubiertos experimentalmente Por cierto, la nueva interpretacién de la teoria abandona i Imente el punto de vista del problema de un cuerpo y conside- ra, desde el principio, el de muchos cuerpos. Ya no se puede exig que las ecuaciones de onda relativistas de Dirac sean las tinicas posibles, pero si se quiere tener ecuaciones de campo relativistas iva » Véase nota 10, 226 correspondientes a particulas para las que se conoce que el valor de su espin es 1/2, ciertamente hay que asumir las ecuaciones de Dirac, Aunque es Igicamente posible cuantizar estas ecuaciones como campos clisicos, lo que produciria estados simétricos de un sistema constituido por muchas de estas particulas, esto estarfa en contradiccién con el postulado de que la energia del sistema ha de ser efectivamente positiva. Por otra parte, este postulado se satis- face si aplicamos el principio de exclusién y Ia interpretacién de Dirac del vacfo y los huecos, lo que al mismo tiempo sustituye el concepto fisico de densidad de carga con valores de ambos signos por la abscraccién matemtica de una densidad de particulas posi- tiva. Una conclusién parecida es valida para todas las ecuaciones de onda relativistas cuyas componentes del campo son magnitu- des bivaluadas. Este es el otro paso (histéricamente el primero) que conduce a la comprensidn de la relacién existente entre espin y clase de simetria. Quiero solamente destacar, brevemente, que la nueva inter- pretacién de Dirac de los estados de energfa negativa vacfos y oct- pados se puede formular de forma muy elegante con ayuda del formalismo de Jordan y Wigner, mencionado anteriormente. La transicién de la vieja a In nueva interpretacién de la teorfa puede, en realidad, llevarse a cabo intercambiando simplemente el signi- ficado de uno de los operadores por el desu hermitico conjugado, si se los aplica a estados originalmente de energfa negativa. La «carga cero infinita de los estados ocupados de energia negativa es entonces formalmente andloga a la energia de punto cero infi- a de los campos univaluados cuantizados. La primera de ellas no tiene realidad Fisica, y tampoco es la fuente de un campo elec tromagnético. A pesar de la analogfa formal existente entre la cuantizaci6n de los campos tnivaluados, que conduce a conjuntos de partic las idénticas con estados simétricos y a particulas que cumplen el principio de exclusién que son descritas por operadores bivalua- dos, y que dependen de las coordenadas del espacio y el tiempo, existe por supuesto la diferencia fundamental de que para estas tiltimas no hay caso limite en ef que los operadores matematicos se puedan tratar como campos ckisicos. Por otro lado, cabe espe- rar que las posibilidades y las limitactones de las aplicaciones de los conceptos de espacio y tiempo, que encuentran su expresién en los conceptos diferentes de densidad de carga y de densidad de 207 particulas, serdn las mismas para particulas cargadas con espines enteros y semienteros. Las dificultades de la presente teoria se acenttian atin mits si se tiene en consideracién Ja interaccién del campo electromagnético con la materia, ya que los conocidos infinitos relatives a la energia de un electrén en su propio campo, la llamada autocnergia, apa- recen como consecuencia de aplicar a este problema el formalis- mo convencional de las percurbaciones, La raiz de esta dificultad parece residir en el hecho de que el formalismo de la cuantizacién del campo tiene sélo un significado directo en tanto que las fuen- tes del campo se pucdan considerar distribuidas de forma conti- nua, siguiendo las leyes de la fisica clisica, y en tanto que sola- mente se utilicen promedios de las magnitudes del campo sobre regiones espacio-temporales finitas. Sin embargo, los propios electrones son esencialmente fuentes de campo no cli Al término de esta conferencia quicro expresar mi opinién critica de que una teorfa correcta no deberfa conducir a energias de punto ceto infinitas, ni a cargas cero infinitas, que no deberia hacer uso de trucos mateméticos para sustraer infinitos o singula- ridades y que no deberfa inventar «un mundo hipotético» que sea Gnicamente una ficcién matemiticas antes bien, deberia ser capaz de formulas la interpretacién correcta del mundo real de la fisica Desde el punto de vista de la logica, mi conferencia sobr «Principio de exclusién y mecinica cuntica» carece de conclu- idn. Creo que s6lo seria posible escribir esta conclusién si estu- viese establecida una teoria que determinase el valor de la cons- tance de estructura fina, y que, por tanto, explicase la estructura atomistica de la electricidad, que es una cualidad esencial de toda 1s fuentes atémicas de los campos eléctricos que se manifiestan realmente en la nacuraleza cas, 228 19 La violacién de las simetrias de reflexién en las leyes de la fisica atémica* Tiung-Dao Lee y Chang Ning Yang n su despacho del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, Physics / Emilio Seget Visual Archives) mia 14, 1-5 (1958), Fotografia de Alan W. Richard (cortesia: American Institute of 229 En este ensayo se explican las reflexiones dle la eanga (C), la de las coordenadas espaciales (P)y la del tiempo (7), asi como la diferencias existentes entre vector polar y axial y entre productos escalar y seudoescalar en el caso conereto de la reflexién espacial. Asimismo, se hace una incroduccién a los tres tipos de interaccio- nes, fuerte, intermedia (clectromagnética) y débil. Mi que las dos primeras satisfacen por separado todas las invariancias por reflexién mencionadas, Lee y Yang (1956) han mostrado que en el caso de las interacciones débiles no hay evidencia empiica sufi- ciente de invariancias por reflexi6n, habiendo sugerido exper mentos para comprobarls ‘También se revisa el aspecto cualitativo de los resultados experimientales disponibles en noviembre de 1957, que mostra- ron la violacién de las invariancias Cy Pen las interacciones débi- les. Los métodos aplicados aqui fueron la desintegracién beta de niicleos orientados, la polarizacién de electrones emitidos en dicha desincegracién, la correlacién beta-gamma y la asimetria en la desintegracién de mesones jt originados por desintegracién de mesones rt, Asimismo, se menciona que la hipdtesis que implica a una tinica particula (el mesén K)sin paridad definida, puede conducir ala solucién del problema 0-1. En el apartado de conclusiones se discuren brevemente alg nos aspectos de problema entra teéricos, atin sin resolver, sobre razones mas profundas de las violaciones de las simetrias por p: te de las interacciones débiles, que probablemente conduzean tambien a cuestiones cosmoldgicas todavia abiertas*. 1. Tipos de interacciones. Las simetrias C Py T Cuando se tratan los grados de simetrfa de las leyes fisicas, resulta iil clasificar las interacciones de la fisica en eres categorfas: interacciones fuertes, que incluyen las que tienen lugar entre los nucleones y entre éstos y los mesones; interacciones electromagné ticas, de intensidad intermedia, que son también responsables de la capa mas externa del tomo, ¢ interacciones débiles, ca cegoria Este resumen en inglés, que figuraba en la versién original, no esti repro- ducido en la versién alemana de Aufiitze tber Physik und Exkenntnistheorie de Pauli 230 cen la que se incluyen todos los fenémenos de la radiactividad beta asociados con la emisién o absorcién de neutrinos, asi como las desintegraciones de los mesones A y K, en las que no intervienen neutrinos. Las interacciones fuertes tienen incluso un grado mayor de simetria que las electromagnéticas, pero, para lo que se pretende en esta revisidn, no se requiere una pormenorizacién de este hecho, Bastard con sefialar que las dos primeras categorias como se deduce con gran precisién del material empirico~ riantes por separado respecto a las tres operaciones de simetria que se explicardn a continuacién. Cada una de estas operaciones se asocia a cualquier estado fisico posible o a otro proceso, lo que es ademis consisrente con las leyes de la naturaleza consideradas. son inva- 1. Conjugacién particula-anciparticula (simetria de carga ) C' a general de las leyes de la naturaleza que : articulas elementales» y sus nes ¢s la que hace corresponder a cada particula una antiparticula. Si estan cargadas eléctricamente, particula y anciparticula tienen cargas de signo optesto. Por el contratio, no necesariamente una particula semejante a otra, pero con carga opuesta, ha de ser su antiparticula. Es més, incluso en el caso de particulas neutras pue- den existir anciparticulas diferentes de ellas. Asi, el antineutrén, cuya existencia ha sido recientemente establecida experimental mente, tiene un momento magnético de sentido opuesto al del neutrén cuando los espines de ambos tienen la misma d tin no se ha respondido a la cuesti6n de si el antineutrino corres pondiente al neutrino se pucde distinguir experimentalmente de éste utilizando una ley de conservacién de la diferencia entre el niimero total de «particulas ligeras» (leptones) y el nimero roral de «antiparticulas ligeras», aunque una ley de conservacién de este tipo se cumple para la diferencia correspondiente entre «par- ticulas pesadas» (bariones = nucleones ¢ hiperones). interaccio- no s Taleu Cdenota wearge 2. Reflexién espacial o s imetria de la paridad P Esta operacién cambia el signo de las tres coordenadas espa- ciales, asignando por tanto a cada tornillo roscado a derechas un tornillo roscado a izquierdas. Ténicamente, esta operacién espa- cial de reflexidn distingue los denominados vectores «axiales» de los «polares». Solamente estos tiltimos estiin caracterizados ade- cuadamente por un segmento orientado, mientras que los primeros lo estan por un dvea dotada de sentido de circulacién. Los vectores axiales, también llamados seudovectores, no cambian de signo en la reflexidn, pero sf lo hacen los vectores polares. La velocidad es un vector polar, y un momento angular, en particular el del «espin», es un vector axial. La direccidn asociada a un seudovector no ¢s por tanto inva- riante en la reflexién; cuando se define el sentido asociade, el tor- nillo roscado a izquierdas tiene siempre preferencia sobre el torni- Ilo roscado a derechas. La asociacién de la normal al area con sentido de circulacién, que representa el vector axial, es invariante bajo las rotaciones, si bien se elige por convenio cual de los dos sentidos se asigna a esta normal. Para definirlo se pueden utilizar las reglas de Ampére u otras equivalentes, como la siguiente: si se toma como superficie el plano horizontal del papel, y el sentido de circulacién es antihoratio, el sentido asociado a la normal debe de apuntar hacia arriba, es decir, hacia el lector; y, recprocamen te, debe de apuntar hacia abajo si la circulacién tiene sentido horario. Expresiones tales como «sentido del espin» deben siem- pre entenderse en relacién con este tipo de convencién, Mientras que es posible formar a partir de dos vectores ordi natios (polares) el escalar invariante P (producto de las longicudes de los vectores por cl coseno del angulo que forman), dados un vector polar y otro axial solamente existe la posibilidad de definir su producto como un seudoescalar que es invariance bajo las rot ciones del sistema de coordenadas, pero que cambia de signo bajo la reflexidn espacial. Pero para poder formar este producto seudo- escalat, incluyendo su signo, se debe asignar al vector axial (area con sentido de circulacién) un sentido de la normal mediante el convenio antes mencionado. El producto seudoescalar es, enton- ces, el producto del valor del area por la longitud del vector polar 232 y por el coscno del Angulo que forman su diteccién con la de la normal al drea del vector axial en el sentido asignado por el conve- nio, sentido que no ¢s invariante bajo las reflexiones, __ Las leyes de la naturaleza en una teoria invariante bajo refle- xiones espaciales (invariante P) no deben, por tanto, cambiar st forma cuando estos seudoescalares cambicn su signo, y en tal teo- rfa a cada proceso le corresponde otro equivalente en el que los scudoescalares tienen el signo opuesto. Cuando se refiere a un entero, la palabra paridad (Paritat en alemiin, parité en francés y parity en inglés) designa la diferencia entre par e impar, La aplicacién de este concepto a las reflexiones espaciales surge del hecho de que en el caso de invariancia de todas las interacciones bajo reflexiones espaciales, segtin la mecé- nica ondulatoria, los estados propios se dividen en «pares» ¢ cimpares» de tal forma que las funciones de onda de los estados pares no cambian cuando lo hacen los signos de todas las coorde- nadas espaciales (reflexidn), mientras que las funciones de onda de los estados impares cambian de signo. El signo asi definido, +1 para pares y -1 para impares, se denomina paridad del estado. Las intcracciones que no son invariantesP no tienen paridad de los estados de energfa, ya que en este caso las funciones de onda no se comportan necesariamente de forma tan sencilla bajo reflexién espacial. Segtin la concepcién usual (convenio), la carga eldctrica no cambia de signo bajo la operacién 2 de modo que la intensidad del campo elécttico es un vector polar y la intensidad del campo magnético es un vector axial. 3. Inver sién temporal 7 definida de tal forma que tanto las coordenadas espacia- les como la carga eléctrica conserven su signo. Por tanto, esta op: racién Tse puede definir de forma més precisa como li inversién del sentido del movimiento de todos los procesos. Pot ejemplo, el movimiento de una particula cargada en un campo magnético externo ¢s invariante T'sdlo si la intensidad de dicho campo cam- bia de signo al mismo tiempo. Una consecuencia importante de la invariancia Tes la anu- lacién del momento dipolar eléctrico de los nucleones (que es 233 ansloga a la del momento eléetrico de moléculas en un estado de energia de rotacién concreto), de lo que se sigue que, a este respecto, las interacciones débiles son pricticamente desprecia- bles. La cuestién del alcance de la simecria de las leyes de la natura- leza se ha convertido de nuevo en centro de atencidn a través de investigaciones experimentales y cedricas recientes. El logto de Lee y Yang *, por el que fueron galardonados con el premio Nobel de fisica en 1957, fue sefalae y resalear la absoluta insuficiencia de evidencia experimental acerca de la validez de estas tres operaciones de simetria en el caso de las interacciones adbiles (3! categoria). Asi- mismo, describieron experimentos mediante los cuales se pucdlen com- probar estas simetrlas en dichas interacciones débiles Mientras tanto, Ia realizacién reiterada de estos y otros experimentos similares ha demostrado de forma definitiva la violacién de las simetrias Cy P por parte de las interacciones debiles. Esto se explicard con mis detalle en la seccién I. Aqui, lo primero que debemos sefialar es que la cuestién de la validez dela invariancia T por parte de las interacciones débiles estd atin pendiente desde el punto de vista experimental. Desde el punto de vista tedrico, esto es equivalente a la cuestidn sobre Ia validex de la operacién combinada CP (o de su inversa PC). El llamado teorema CPT es valido bajo hipétesis muy generales y bien establecidas, que incluyen la invariancia de Lorentz caracteristica de la teorfa de la relatividad especial. Este teore- ma establece que, basindose en estas hipétesis generales, ya se deduce la invariancia de la teoria para la combinacién (produc- to) de las tres operaciones C, Py 7 (en cualquicr orden). Para ms detalles, se remite al lector a la bibliograffa existente sobre el tema’. WD. Lee y C.N. Yang, Physical Review 104, 254 (1956). ‘El teorema CPT fue considerado en primer lugar par G. Liders, Der Kongelige Danske Videnskabernes Selskabs, matematish-fisiske Meddelelser 28, rniim. 5 (1954). Véase tambien Annals of Physics (Nueva York) 2, 1 (1957) Orras referencias: J. Schwinger, Physical Review 82, 914 (1951); W. Pauli en Niels Bobr and the Development of Physies (Pergamon Press, Londres, 1955), pag. 30; una condicién equivalente al teorema CPT para ceorfas no locales, que se satishace idénticame: ias locales, ha sido dada por R. Jost, Heloe- tica Physica Acta 30, 409 (1957); para otras aplicaciones, véase TD. Lee, R Ochme y C.N. Yang, Physical Review 106, 340 (1957). 234 Una consecuencia de esto es que las masas de parciculas y antiparticulas (0, de forma ms general, los valores de la energia de un sistema de particulas y los de sus particulas conjugadas en la arga C) deben ser iguales entre s IL, Evidencia experimental de la violacién de la simetria izquierda-derecha (P)y de la simetria de carga (C) Vamos a tratar aqui, breve y tinicamente, del aspecto cualita- tivo de los experimentos, remitiendo al lector a la literatura espe- ectos cuuantitativos que todavia estiin en fase cializada sobre los de desarrollo. El primer experimento, aunque de ningtin modo el mas sen- cillo, consiste en la orientacién de los espines de nticleos radiacti- vos para lo que ya se disponia de una técnica especial, altamente desarrollada, que utiliza campos magnéticos a bajas temperaturas. El objetivo es investigar si hay una asimetrfa en la direccién de la emisidn de los electrones (negatones ¢, 0 positones ¢,) con rela- cidn al plano (invariante bajo las reflexiones) del espin nuclear all que ¢s perpendicular, por convenio, el vector Z En otras palabras, se investiga la distribucién del seudoescalar (Z.p,) = [p,.cos 8, donde p, es el vector momento de los electrones emitidos y 6 el Angulo que forman Ty p, Sila teorfa fuera invariante bajo la refle- xidn, esta distribucién deberfa ser simétrica respecto a 0; es decir, con relacién al plano del espin, ya que se moverén el mismo néimero de electrones en la direccién @ que en Ja direccién opues- ta 1-6, Los experimentos* realizados con Co" (e.) y con Co™ (¢,) han mostrado una notable asimetria; en promedio “CS. Wu, E, Ambler, R.W. Hayward, D.D. Hoppes y R.P. Hudson, Physical Review 105, 1413 (1957): Co"; H, Postma, WJ. Huiskamp, AR, Miedema, M.J. Steenland, H.A. Tolhoek y C.J. Gorter, Physica 23, 259 (1957): CoM: E. Ambler, R.W. Hlayward, D.D, Hoppes, R.P. Hudson y CS. Wa, Piysical Review 106, 1361 (1957): Co", Co" experimentos andlogos con neutrones polarizados: M.T. Burgy, RJ. Epstein, V.E. Krohn, T.B. Novey, S. Raboy, G.R. Ringo y V.L. Telegdi, Physical Review 107, 1731 (1957), 235 (I. p,)<0 parala desintegracién e., (I. p,)> 0 para la desintegracion ¢, - Un andlisis mas detallado* mucstra que esto ya implica una violacién de la simetria C, pues en una teorfa invariante C este efecto debe desaparecer puesto que la interaccién culombiana entre el nticleo y cl clectrén emitido es despreciable. Ademds, con el mimero de carga nuclear 27 del Co, la influencia de la interac- cién de Coulomb es atin demasiado débil como para explicar por misma el efecto de asimetria observado. Un experimento mis sencillo relacionado con esto ¢s la medi- da de la polarizacién de clectrones emitidos en la desintegracién bera en una direccién dada. En este caso, la polarizacién esta determinada por el plano del espin clectrénico con sentido de culacién (definido en el sistema en el que el electrén esti en repo- so); el sentido asociado convencionalmente al vector Ges el de avance en este plano de un tornillo roscado a derechas visto desde la particula, y lo que se mide es el seudoescalar (6,. p,)- Los resultados experimentales* mostraban una fuerte polari- zacién, en el sentido de que para la desintegracién ¢, en prome- dio (6,.. p) < 0, es decir, el vector axial 6, p, siguen la regla del tomnillo roscado a izquicrdas, y para la desintegracién ¢,, en pro- medio (6,. p) > 0, es decir, el vector axial 6, p,siguen la del vor- nillo roscado a derechas. De naturaleza parecida es la medida del sentido de la polariza- cidn circular de forones emitidos, en un proceso secundatio, tras Ja emisién de electrones (desintegracién beta del niicleo exci TTD. Lee y C.N. Yang, Physical Review 104, 254 (1956);'T.D. Lee, R. Ochme y C.N. Yang, Physical Review 106, 340 (1957). * Llevado a cabo por primera vee por H. Frauenfelder, R. Bobone, E. von Goeler, N. Levine, H.R. Lewis, RIN. Peacock, A. Rossi y G. de Pasquali, Péy- sical Review 106, 386 (1957): Co; después, por M. Goidhaber, L. Grodzins y A.W. Sunyar, Physical Review 106, 826 (1957): Bremsstrahlung; S.S. Hannay RS. Preston, Physical Review 106, 1363 (1957): Cuts H. Frauenfelder, A.O. Hanson, N. Levine, A. Rossi y G. de Pasquali, Physical Review 107, 643 (1957): difusién de Moller; M. Deutsch, B. Gittelmann, R.W. Bauer, L. Grodzins y A.W. Sunyar, Physical Review 107, 1733 (1957): Ga, CPs A. de Shalit, S. Kuperman, HJ. Lipkin y T. Rothem, Physical Review 107, 1459 (1957): difusién doble; F. Bochm, T.B. Novey, C.A. Barnes y B. Stech, Physi cal Review 108, 1497 (1957): N”. 36 do). En este caso, lo que se mide es el seudoescalar (p..6,) « El resultado de esta experiencia también resulté ser positivo’. Llegamos ahora al importante experimento, realizado tam- bidn a sugerencia de Lee y Yang, sobre la desintegeacién del mesén fl, cuyo resultado positivo" coincidié més o menos en el tiempo con el que tuvo lugar con espines nucleares orientados. Consideremos mesones 7 que se desintegran en un mesdn fly un neutrino, segtin la reaccién T9U+V tra la cual el mesén 1 se desintegra en dos neutrinos (més exacta- mentecn un neutrino Vy un antineutrino ¥)y en un electrén: Umea, La primera reaccién acta como polarizador del mesén ft, y la segunda como analizador. La asimetria observada en la emision clectrénica, con relacién al plano perpendicular a la direecién del movimiento de los mesones {1, demuestra que se viola la simetria de reflexién en ambas reacciones. Como resultado secundario de la fuerte polarizacién de los mesones ft respecto a su direccién de movimiento, surge la posibilidad de medir con precisién su momento magnético. Se estén realizando ya experimentos que permitan determinar el signo del seudoescalar (6, . p,)- Todos los experimentos mencionados aqui concuerdan con un modelo especial del neutrino que ha sido propuesto indepen- dientemente por varios autores”. Normalmente se lo describe, un tanto imprecisamente, como «teoria de las dos eomponen- tes», pero a mi me gustarfa llamar de forma abreviada a ntes «modelo Rv y «modelo L», La caractertstica pr is dos cipal vai 1. Schopper, Philasophical Magazine 2,710 (1957); H. Appel y H. Schopper, Zeitschrift fir Physik 149, 103 (1957); F. Boehm y AH. Wapstra, Physical Review 106, 1364 (1957): 107, 1202 y 1462 (1957) FR.L, Garwin, L.M. Ledermann y M, Weinrich, Physical Review 105, 1415 (1957): ciclotrén; J.1. Friedman y VL. Telegdi, Physica! Review 105, 1681 (1957): placas fotogeificas: véase también D, Berley, T. Coffin, R Ganwin, LM. Ledermann y M, Weinrich, Plasina! Reries: 106, 885 (1957) "ALS, 105, 229 (1957) TD. Leey CAN, Yang, Physical Review 10 Landau, Nncleor Physics. 127 (1987), del «modelo Ro es que sélo puede existir el neutrino cuyo espin y sentido de movimiento formen un tornillo a derechas y que, ad mas, el espin y el momento del antineutrino asociado han de for- mar, por el contrario, un tornillo roscado a izquierdas. Por tanto, esto significa que cualquier interaccién con otras particulas slo puede tener lugar, en el caso del neutrino, para (6, p,)> 0.0en el del antineutrino para (6, . p,) <0. En un modelo de este tipo se produce necesariamente la violacién de las invariancias Cy P; Jas invariancias CPy T'son posibles pero no necesarias, y se cum- ple una ley de conservacién para la diferencia entre el ntimero de parciculas y el de antiparticulas en el caso de los leptones. Sin embargo, los experimentds realizados hasta ahora no bastan para establecer con seguridad la exactitud de este modelo especial. Con el fin de determinar las constantes en la interaccién mas general de la desintegracién beta sin simetrias Py C, se hace necesario realizar experimentos que no tengan nada que ver con la paridad y determinar Ia correlacién direccional en la emisin del electrdn y el neutrino. Esto no se puede medir directamente, pero sf es susceptible de medicién el rettoceso de las particulas pesadas producidas (nticleos, o en el caso de la desintegracién del neutrén libre, protones). A partir de esta medida se puede dedu- cir la direccién y el valor del momento del neutrino segiin la ley de la conservacién del momento. Aunque estas medidas resulean ahora considerablemente mas faciles de realizar mediante las potentes fuentes radiactivas disponibles en los reactores de ura- nio, todavia se encuentran en un estado confuso y contradicto- rio, y habré que esperar a su ulterior desarrollo. Aun cuando los modelos especiales Ry L del neutrino se mostraran cortectos para todas sus reacciones, apenas darfan una explicacién suficiente de la violacién de la simetria Pen el caso de las interacciones débiles en general. Como ya sefialaron Lee y Yang en su primer articulo™, hay también, casi con toda seguri- dad, interacciones que violan la paridad en las que el neutrino no interviene en absoluto. En el denominado «problema 6 - t, la hipdtesis de la invariancia P (conservacién de la paridad en las reacciones implicadas) conduce a la necesidad de suponer la exis- tencia de varias particulas con, aproximadamente, a misma masa y la misma vida media". No se ha encontrado ninguna explica- ibn plausible para esto. Sin embargo, si se acepta la violacién de la paridad, basta con suponer en estas diversas reacciones de desintegracién una y siempre la misma particula (el mesén K)que no tenga necesariamente paridad. Il. Panorama de los problemas teéricos Las dificultades mas profundas y atin no resueltas que surgen en las teorfas del campo cuantizadas, y que se manifiestan en divergencias matematicas, no aparecen en el caso de las interac- ciones débiles, para las que es suficiente la aproximacién mas baja de la teorfa de perturbaciones. Tampoco el hecho de que no exis- tan una deduccién y una interpretacién tedricas de las masas y del espin de las particulas de la nacuraleza, hace por s{ mismo percibir sila teoria debe adoptar un punto de vista puramente fenomeno- logico respecto a los nuevos fendmenos. En la situacién actual de dicha teoria parecen existir muchas mds posibilidades formales, respecto a la violacién empirica de las simetrias Cy 2 que una fal- ta de explicacién formal ‘Aun cuando en esta ocasién también ha resultado ser meto- dolégicamente correcto plantear en primer lugar la pregunta de cémo y posponer Ia cuestién mas profunda del por qué, esca ilti- ma no ha sido respondida y probablemente se haga més apre- miante en el futuro. Pienso que es un error incentar refugiarse en Jo que se me antoja como una «filosofia de alto secreto» (Besch- wiehtiqungsphilosophie) superficial y oportunista o en las, excesi vamente simples, «soluciones evidentes». ‘A partir de aqui, se puede proceder en dos direcciones. En Ja primera de ellas, In pregunta de por qué las interacciones débiles violan las simetrias Cy P puede sustituirse por la de por qué estas simetrfas estiin presentes en las interacciones fuertes y electromag Ein relacidn con esto, véase R. Dalitz, Philasophical Magazine 44, 1068 (1953): E, Fabri, Nuovo Cimento 11, 479 (1954); también, Proceedings of the sixth Rochester Conference 1956). Expresién debida a Paul El renfest. 239 néticas, y se puede incentar reducir estas simecrfas a otras propie- dades mis especiales de esas interacciones. En la segunda, se puede intentae descubrir y justificar una relacién entre las violaciones de simetrfa a pequefia escala y las propiedades del Universo a gran escala . Sin embargo, esto esti fuera del alcance de las teorias de gravitacién conocidas hasta aho- ra, Las acciones gravitatorias, que no estin incluidas en las res categorfas de interaccién que introdujimos al principio, deben evidentemente caracterizatse por ser mucho mas débiles atin que s «interacciones débiles», Sin embargo, segiin la teorfa de la gra- vitacién de Einstein, no contradicha por los fendmenos conos dos, las acciones gravitatorias satisfacen las simetrfas C, Py T; Por otra parte, las influencias directas del campo gravitatorio sobre los fenémenos atémicos que estamos tratando son completamente despreciables en la précti Si se pret ponder con algo mais que con vagas especu- laciones a la pregunta sobre la relacién entre lo pequefio y lo gran de, hacen falta ain algunas ideas esencialmente nuevas. Sin embargo, esto no significa aceptar definitivamente la imposibili dad de tal relacién. De este modo, los nuevos resultados empiricos discutides aqui nos conducen a problemas cuya solucién quiza se encuente cin en un futuro remote. nde r WED. Lee, «Weak Interaction», en Proceedings of the seventh Rochester Conference (1957), seccisn sobre Mach’s principles para un tratamiento yeneral véase también E.P, Wigner, Reviews af Modern Physies29, 255 (1957). 240 i Anuneio de Pauli sobre la violacién de la paridad. 241 20 Acerca de la anterior y la Pauli y Chien-Shiung War Fotografia tomada en Rehovot, Is ‘American Institute of Physics / E |, en septiembre de 1957 (cortesfa: ilio Segre Visual Archives). * Versidn (septiembre de 1958) extensa y ampli secciéin 5) de una conferencia pronuneiada en el Ziircher Naturforschende Gesellschaft el 21 de enero de1957 (después del anuncio de los primeros expe- rFimentos sobre la violacidn de fa paridad). Una trad. ing, independiente de este ura en Khiws Winter (ed.), Neutrino Physies, (Cambridge University Cambridge, 1991), psigs. 1-24, que fue realizada antes de que se cono- incin de la trad. de Schlapp (véase el Prefacio, de C.P. Enz) a (especialmente en la 243 Junto con otros fisicos, espero con alegria su. 80 cumpleaios 17 de noviembre de este aio, ‘Todavia es demasiado pronto para felicitarle, pero no deberfa ser demasindo pronto para hacerle y ahora un regalo. No me fue posible tener algo listo para la publi- cacién con motivo de esa fecha, Sin embargo, pude acabar a tiempo un manuscrito mecanografiado de una versidn extensa de mi conferencia sobre la historia del neutrino, que le adjunto aqui personalmente para usted. (Por supuesto, la idea es que usted quiera conservarlo.) Usted es uscrito y estoy ansio- so por saber si tiene algo que objetar a mi interpretacidn, en parti- cular en fo que atafie a Ia historia ms antigua, He leido conside rablemente mas que lo que aparece citado en el manuscrito, Pero Jo mencionado me parece suficiente para los lectores actuales. “Tambign la historia mas antigua es la que suele despertar cierto interés hoy en dia, como es el easo de Reines (Los Alamos), quien me ha pedido una copia. Tan pronto como exista una traduccién inglesa, se la envi primera que recibe ester Carta de Pauli a Lise Meitner, 3 de octubre de 1958. 1. Problemas de interpretacién del espectro de energia continuo de los rayos beta El espectto de energia continuo de los rayos beta, descubierto por J. Chadwick en 1914, dio lugar de inmediato a complicados problemas de interpretacién teérica. Se cuestionaba si habia que adscribirlo directamente a clectrone’ primarios emitidos por el niicleo radiactivo, 0 si podfa ser imputable a procesos secunda- ros. La primera de estas opiniones, que results ser la correcta, fue propuesta por C.D. Ellis’, y la segunda, por L. Meitner' nvestigadora apelaba al hecho, ya conocido en los casos de los rayos alfa y gamma, de que los nticleos poscen niveles de energia discretos, por lo que centré su argumentacién en las energias dis- "J. Chadwick, Verbandlungen der Deutschen Physilatischen Gesellschaft V6, 383 (1914). C.D. Ellis, Proceedings of the Royal Saciety (Landves) A101, 1 (1922) ‘Li Meitner, Zeitscrifi fir Phys, 131 y 145 (1922); 11, 35 (1922) 244 de los electrones, que igualmente se observaban en muchos nticleos radiactivos beta. Ellis los inrerpreté como electrones: expulsados de las capas avis externas por radiaci6n nuclear gam- ma monocromitica debido a conversién interna, y los telaciond con los observaddos en las lineas de rayos x. Sin embargo, segtin la tcorfa de L. Meitner, al menos uno de los clectrones de energfa discreta era un electrén genuinamente primatio que provenia del nticleo, el cual posteriormente podia expulsar otros secundarios de menores energias provenientes de las capas més externas‘. No obstante, este electrén primario de energia discreta no pudo jams ser detectado. Adems, existen niicleos radiactivos beta, como el de Raf, que no emiten rayos gamma y que, por afiadidu- ra, carecen tovalmente de electrones de energia discreta. En la controversia mantenida en 1922 entre Ellis y L. Meitner, aquel resumid su postura como sigue’ tcoria de Meitner constituye un intento muy interesante cidn sencilla a la desinvegracién B. Sin shechos experimentales no encajan en el para dar una expli embargo, | esta teoria, y todo parece indicar que no se puede mantener la simple analogia entre las desintegraciones ot y B, La desintegra- cién Bes un proceso mucho mis complicado, y las indicaciones generales que yo he dado acerca del mismo me parece que en este momento merecen una minima consideracién co de Obviamente, la cuestién suscitada acerca de la interpretacién del espectro beta continuo estaba lejos de ser respondida median- te esta afirmacién, por lo que prosiguié la discusién sobre si la energéa era primaria (Ellis) o si, aunque originariamente discreta, se ensanchaba en un continuo mediante un proceso’ secundario (L. Meitner). Sin embargo, esta controversia quedé zanjada gra- cias a un experimento, el que proporcioné da medida absoluta del calor de absorcién de los electrones beta. Como resultado de experi- mentos de recuento, se sabia que por cada desintegracién se emite wn clectrén desde el niteleo. En el caso de procesos secundarios n un articulo posterior (Zeitschrift fir Phyrik 34, 807, 1925), L. Melt- nner mostré de modo experimental que, contratiamente a un punto de vista anterior de Ellis, los rayos y son emitidos por el niicleo producido inas la emi- sidn de las particulas 0 0 B. C.D. Ellis, Zeitschrif fir Physile 0, 303 (1922), 245 Virkitongshurve der f-Teithen von Realm E Anzahl der f-Teitehen Energie in 10 Wore Fig 1. Bspectro beta continuo del Rai. subsiguientes, el calor por cada desintegracién medido en el calo- imetro deberfa cortesponder al limite superior del espectro beta, mientras que en el caso de un proceso primario serfa cl de su ener gfa media. La medida fue llevada a cabo en los Ra. por C.D. Ellis y WA. Wooster’, y la cantidad de calor por desintegracién, expresada en voltios, resulté ser de 344.000 V + 10%, cancidad que concordaba bien con Ia energia media del espectro beta. Por otra parte, al limite superior del espectro beta le hubi eran corres pondido en torno aun millén de voltios, cifra totalmente desca tada por los experimentos. Ellis matizé que su experimento de ba atin una puerta abierta ala posibilidad de que el nivel energético estuviera producido por un espectro gamma continuo que no hubiera sido absorbido en el calorimetro, y por canto hubiera escapado a la observacién AL, Meitner no le convencié este experimento, ¢ inmediata- mente decidié repetirlo con un dispositive mejorado. A este pro- pésito, W. Orthmann, un colaborador de Nernst, construyé un calorimetto diferencial especial con el que se repitié la medida del calor de los electrones beta de los Ra con mayor precisién’. El nuevo resultado, 337.000V « 6%, confirmé completamente el de Ellis y Wooster. Yendo atin més li, L. Meitner puso de manifiesto, med “CD. Ellis y W.A, Wooster 117, 109 (1927). "L, Meitner y W, Orchmann, Zeitsebvifi fir Plysil 60, 143 (1930) + Proceedings af the Royal Society (Londres) A 246 tie experimentos con contadores, la ausencia clel espectro gamma continuo que Ellis habia romado en consideracién. Segiin estos resultados experimentales, quedaban sélo dos posibilidades tedricas que permitieran la interpretacién del espectro beta continuo, 1) Que en aquellas interacciones responsables de la radiacti- vidad beta la conservacién de la energfa se verificara s6lo estadist camente. 2) Que la ley de la energia fuera estrictamente vélida para cada proceso individual primario, pero que, junto con los electro- nes, fuera emitida en el curso del mismo otra radiacién muy penetrante constituida por nuevas particulas newtras primera posibilidad fue defendida por Bohr. y Ia segunda por mf; pero antes de profundizar en la historia de ¢stas cuestio- nes, que finalmente se saldaron de forma positiva en favor de la segunda posibilidad, desctibiremos brevemente cual ha sido el desarrollo de nuestras ideas acerca de la estructura nuclear. 2. El neutrino y la estructura nuclear Después de los primeros experimentos de Rutherford sobre transmutaciones nucleares artificiales, la iden generalmente acep- tada acerca de la estructura de los nticleos era que estaban consti- tuidos por protones y clectrones. Desde este punto de vista fue como el propio Rutherford explicé la estructura nuclear en su célebre Conferencia Bakeriana*. Entre otras hipdtesis se inclufa ka de Ia existencia de un nticleo de carga 0 y de sus posibles propie- dades. Pronto se supo’ que Rutherford habia propuesto el nom- bre de newtrdn para esta nueva ¢ hipotética particula que él imagi- naba como una combinacién, de dimensiones nucleares, de un protén y un electron, En consecuencia, puso en marcha en su laboratorio experimentos que pusieran de manifiesto el neutrén en descargas de hidrdgeno, pero esta busqueda se revelé estéril TEL Rutherford, Proceedings of the Royal Society (Londres) A 97, 374 (1920); para el nticleo neutro, véase pig. 396. °CE por ejemplo J.L. Glasson, Philosophical Magazine 42, 596 (1921). 247 Aun cuando a disgusto, y de forma muy lenta, se fue abando- nando la idea de que los nticleos estaban constituidos por proto- nes y electrones. A ello contribuyé de manera decisiva el estable- cimiento en 1927 de la mecdnica cudntica u ondulatoria. Segtin esta teoria existen dos tipos de particulas, los fermiones antisimé- tricos y los bosones simeétricos. Las partfculas compuestas son fet- miones o bosones segtin que el ntimero de fermiones que conten- gan sea impar o par. Por lo que respecta al espin, los fermiones lo tienen semientero y los bosones entero. Puesto que pronto se puso de manifiesto que los electrones y los protones eran fermio- nes, la idea de que tinicamente ellos constitufan los cimicntos de todos los ntieleos condujo a la conclusidn de que la paridad del niimero de carga determinaria el cartecer de la simetria del néicleo. Sin embargo, esta conclusién no obtuvo respaldo experi- mental. El primer ejemplo conerario fue lo que se denominé en aquella época la «anomalia del nitrégeno», ya que R. Kronig" por una parte, y W. Heitler y G. Herzberg" por otra, demostraron a partir de los espectros de bandas que el nitrégeno con ntimero de carga 7 y ntimero de masa 14 tenia espin 1 y estadistica de Bose. Se sucedieron otros casos anilogos, tales como el del Li 6 (carga 3, masa 6) y el deuterdn (carga T, masa 2), ambos asimismo con espin 1 y estadistica de Bose. Al final, resuleé que es la paridad del ntimero de masa y no la del ntimero de carga la que determina el metria de los nticleos. Intentaré ahora relacionar este problema del espin y de la estadistica de los niicleos con el del espectro beta continuo, sin tener que sacrificar la ley de la energia por la idea de una nueva particula neutra. En diciembre de 1930, cuando atin no se habia descubierto experimentalmente el neutrdn pesado, dirigi una car- ta sobre este tema a una conferencia de fisicos que se celebraba en Tubinga, y cn la cual participaban Geiger y L. Meitner™. *R. Keonig, Die Naturwisenschafien 16, 335 (1928). YW. Heitler y G, Herzberg, Die Naturwissenschafen 17, 673 (1929). " Estoy muy agradecido aL. Meitner por proporcionarme una copia de esta carta que ella conservaba, 248 Carta abierta al grupo de personas radiactivas en la Con Ja Sociedad Comarcal de Tubinga Instituto de fisica del Instituto Federal deTecnologia, Zarich Zarich, 4 de diciembre de 1930, Gloriastr. Queridos damas y caballeros radiactivos: Tal como el portador de estas linens, a quien os ruego encare- cidamente prestéis atencién, os explicard con mas detalle, he encontrado un remedio desesperado para preservar la sley de la "de la estadistica y Ia ley de la energia en relacién con la estadistica eerrénea» de los niicleos de N y de Li 6, asi pectro Beontinuo, Estriba en la posibilidad de que en los nticleos puedan existir particulas cléctricamente neutras, que denominaré neucrones, con espin 1/2, que obedezcan al princi- pio de exclusién y que ademas se diferencien de los cuantos lumi- nosos por no viajar ala velocidad de la luz, La masa de los neutro- nes tendria que ser del mismo orden que la masa clecerénica y, en cualquier caso, no mayor que 0,01 veces la masa del protén. El pectro B continuo seria entonces comprensibe bajo la hipdtesis de que en la desintegracién B, junto con el electrdn, se emite tam- bign un neutrén, de tal forma que la suma de las energias de ambos sea constante, Queda ahora por responder la cuestién de cudles son las Fuer- zas que actitan sobre los neutrones. El modelo mas apropiado para el neutrén me parece que podria ser, segiin la mecinica cutintica (el portador de estas Iineas sabe mas acerca de ello), un neurrén estacionario consistente en un dipolo magnético con un cierto momento L. Por supuesto, los experimentos requieren que la accién ionizante de ral neutrén no sea mayor que la de un rayo HY por tanto LL no deberia ser, probablemente, mayor que ex 10cm. Puesto que atin no tengo la suficiente seguridad para publicar algo acerea de esta idea, me dirijo confindamente y en primer lugar 8 vosotros, querida gente radiactiva, pata plantearos la siguiente pregunta: equé posibilidad existitia respecto a la deteccién experi- mental de un neutrén de estas caracteristicas si poseyera un poder de penecracién igual o qu mayor que el de un rayo 7? Admito que mi remedio pueda tal ver, parecer inapropiado rernancian como del es ri dice veces "Su enunciado es: «Principio de exclusién (estadistiea de Fermi) y espin semientero si el niimero toral de pa las es impar: estadistica de Bose y espin entero si el ntimero total es par.» 249 desde el principio, pues probablemente hace mucho que se hubieran observado los neutrones en el caso de existir, pero «quien no se arriesga, no gana», y Ia gravedad de la situacidn res pecto al espectro B continuo queda esclarecida por el juicio de mi respetado predecesor, el sefior Debye, quien recientemente me dijo en Bruselas: «Oh, es mejor no pensar en todo eso, lo mismo que en los nuevos impuestos.» Se debe por tanto tratar de encot trar seriamente cualquier via que posibilite una salida, Ast pues, querida gente radiactiva, ponerlo a prueba y juzgarlo, Desgracia damente, mi presencia en Tubinga no es posible a causa de un baile que se celebra en Zurich la noche del 6 al 7 de diciembre y que me impide salir de aqui. Muchos saludos tanto a vosotros como a Vuestro mis humilde servidos, seftor Back. W. Pauli Se puede apreciar la modestia de las cifras en las que yo pensa- ba en aquella época. Realmente, el poder de penetracidn de las particulas que hoy dfa dentminamos neutrinos es de aproxima- damente 100 afios luz en Pb en lugar de 10 cm, factor que si se compara con los rayos yes de 10" 0 10" en vez de 10, mientras que la masa en reposo y el momento magn mente 0, y los limites superiores experimentales son de 0,002 veces la masa del electrdn y de 10" magnetones de Bohr. Pronto tecibf una carta de Geiger en respuesta a la mfa en fa que referfa haber discutido mi propuesta con las demas personas presences en Tubinga y especialmente con L. Meitner. Desgracia- damente, no la conservo pero recuerdo que su respuesta era posi- tivay aleneadora, pues afirmaba que, desde el punto de vista expe- riméntal, mis nuevas particulas eran viables. Habida cuenta los valores empiticos de la s nucleares, pronto abandoné la idea de que las particulas neutras emitidas en Ja desintegracién beta fueran al mismo tiempo constituyentes de los nticleos. En una conferencia que pronunci¢ en Pasadena en junio de 1931, en ocasidn de una reunién dela American Physical Society, hice publica por vez. primera mi idea acerca de las nuevas particu- las neutras de alta penetracién que intervenian en la desintegra- cidn beta, pero ya no las consideré como constituyentes del ico son tedrica "CLL, Cowan je. y P. Reines, Physical Review 107, 528 (1957). 250 néieleo, por fo que en esta ocasién no las denominé neutrones y no me refer a cllas con nombre especial alguno. Sin embargo, la cuestién atin me parecia dudosa y no publiqué mi conferencia. En ese mismo afio, 1931, viajé directamente de Estados Uni- dos a Roma, donde en octubre tuvo lugar un gran congreso intel nacional sobre fisica nuclear. Alli me encontré con Fermi, que en seguida mosteé vivo interés por mi idea y una actitud francamen- te positiva respecto a mis nuevas particulas neutras, También se encontraba allf Bohr, que, en contraposicién, defendié su idea de que en la desintegracién beta la energfa sdlo se conservaba estadis ticamente. Poco después harfa puiblica esta idea en su conferencia Faraday’. Con objeto de dar una nocién acerca cle sus ideas, cito el siguiente pasaje Sin embargo, en el estado actual de la teoria atémica podem decir que carecemos de argumento, desde el punto de vista tanto empirico como teérico, que sustente el principio de In energia en el easo de las esintegraciones de rayos Bi, ¢ incluso nos puede con- ducir a dificultades y complicaciones si pretendemos hacerlo. Por supuesto, una desviacién radical de este principio implicaria con- 1 cl easo de que el proceso se pudiera invert En realidad, si en un proceso colisional un clectrén pudiera por si mismo ligarse un ntieleo con pérdida de su individualidad mecé- nica, y subsiguientemence transformarse en rayo B, encone mos que la energia de éste diferivia, por lo general, de la del el tr6n original. No obstante, asi como la importancia de esos aspectos de la consticucién atémica, esencial para la explicacién de las propiedades fisicas y quimicas ordinarias de la materia, implica tuna renuncia de la idea clfsica de causalidad, Ins caracteristicas de cabilidad acémica, ain mas profundas, y responsables de la existencia y de las propiedades de los micleos atémicos, pueden obligarnos a renunciar a la misma idea de equilibrio energético. No profundizaré en tales especulaciones ni hablaré de su posible fandamento en la tan debatida cuestién de la fuente de energfa estelar, Sime he referidlo a ella ha sido slo con el nimo de poner de manifiesto que en ceorfa atémica, pese a todos los progresos recientes, siempre debemos de estar preparados para nuev: resis. secuencias extrafias arta sor- N Bohr (conférencia Faraday), «Chemistry and the Quancum Theory of Atomic Constitution», Journal of the Chemical Society (Londres), 1932, pags 349-384 "N, Bohr, lc. ci, pi 383, 251 Respecto a la apuntada posiblidad genérica de sorpresas, Bohr tuvo por fin razdn aunque en un contexto diferente, en el que se tefiere al caso de las interacciones que ahora denomina les», Sin embargo, su idea acerca de una validez meramente esta- distica de la ley de la energia para estas interacciones no nos pare cid aceptable ni a Fermi nia mi. Pese a las discusiones mantenidas en Roma en 1931 sobre esta cuestidn, yo no vela razén teérica algu- nna que permitieta considerat Ia ley de la conservacidn de la ener- gfa menos cierta que, por ejemplo, la de la conservacién de la car- ga eléctrica. Desde el punto de vista empirico, a mi me pareeia que el factor decisivo radicaba en si los espectros beta de los elec- trones presentaban un limite superior definido, o, por el contr rio, obedecian a una distribucién de Poisson que se extendia hasta cl infinito, En mi opinién, en el primero de los casos mi idea de nuevas partfculas era correcta”. Aunque en aquella época la cues- tién, desde el punto de vista experimental, atin no estaba decidi- da, Ellis, cambign presente en Roma, ya habi experimentos sobre este problema. En 1932, es decir, al afto siguiente, Chadwick descubrid el tan esperado neutrén de mimeto de carga 0 y nimeto de masa 1, al bombardear micleos ligeros con particulas alfa. En consecuen- cia, en Jos seminarios de Roma, Fermi denominé a mi nueva par- ticula, la emitida en la desintegracién beta, neutrino con objeto de diferenciarla del neutrén pesado"; este nombre italiano pronto se utilizé de forma general. Después de esto, la nueva idea de estruc- tura nuclear se desarrollé répidamente; segiin ésta, los micleos estan constituidos por protones y neutrones, que ahora llamamos «nucleones», y ambos son fermiones con espin 1/2. La idea tuvo su origen independiente en varios autores; en Italia fue defendida por Majorana y apoyada por Fermi. Asf pues, [a situacién se clarificé tras la Conferencia Solvay sobre micleos atémicos que tuvo lugar en Bruselas en octubre de 1933 y en la cual, entre otros conferenciantes, Chadwick y Joliot dieron cuenta de sus descubrimientos experimentales acerca del neucrén y de la desintegracién del positron, y Heisenberg diserts mos «d¢bi- ia planeado nuevos " Para la ineerpretacién tedrica del limite superior del espectro véase tam: bign C.D. Ellis y NF. Mote, Proceedings of the Royal Society (Londres) A141, 502 (1933). Esta informacin se la Lebo a, Amal 252 sobre la estructura nuclear, Asimismo, estuvieron presentes Fermi y Bohr. Ahora parecfa evidente que sobre esta base de estructura nucleat, los neutrinos, como hoy los Hlamtamos, deberfan ser fe miones a fin de que se pudiera conservar la estadistica en la desin- tegracién bera. Ademis, Ellis presents una comunicacién sobre los nuevos experimentos realizados por su discipulo W.J. Hender- definido del son”, los cuales confirmaban el limire supe espectro beta, asf como su interpretacién. A la vista de esta nueva situacién, mi cautela anterior para posponer la publicacidn me parecié ya superllual En la discusién que siguié a la exposicién de Heisenberg comuniqué mis ideas sobre el neutrino (como ahora se denomi- na), las cuales aparecieron publicadas en el Informe de la Confe- ™y que se reproducen a continuacién rencia La dificultad proveniente de la existencia del espectro con- tinuo de los rayos B consiste, como es sabido, en que la dura- cién media de la vida de los nticleos que emiten estos rayos, asi como la de los niicleos de los cuerpos radiactivos que de ellos resultan, posee valores bien determinados, De ahi se concluye necesariamente que el estado, asi como la energia y la masa del expulsién de la particula B, estén asimismo bien determinadas. No insisto sobre los esfierzos que se podrian intentar para escapar a esta conelusién, pero erco, de acuerdo con la opinién de Bohs, que siempre nos enfrentaremos a situaciones insuperables en la explicacién de los hechos expe- rimentales, En este sentido, se presentan dos interpretaciones de las cexperiencias. La que defiende Bohr admite que las leyes de la con- servacién de la energia y del impulso no se verifiean de forma total cuando se erata de un proceso nuclear en el que las particulas ligeras juegan papel esencial. Esta hipéresis no me parece satisfac- toria ni incluso plausible. En primer lugar, la carga elécerica se conserva en el proceso, y no veo por qué nde la car- gi habria de ser mis fandamental que la de la energia y la del impulso, Ademas, son precisamente las relaciones energéticas las xicleo que permanece tras conserva "WJ. Hend (1934). ® Septidme Conseil de Physique Salvay, 1933: Noyans Atamiques, Paris, 19M pags. 3.24 sig, son, Proceedings af the Royal Society (Londees) A 147, 572 253 254 que regulan varias propiedades earacteristicas de los espectros (exiscencia de un limite superior y relacién con los espectros 7 criterio de estabilidad de Heisenberg). Silas leyes de la conserva cién no fueran vilidas, sevfa preciso concluir de estas relaciones que una desintegeacidn i es siempre acompafiada de una pérdida de energia y nunca de una ganancia; esta conclusién impli irreversibilidad de los procesos respecto al tiempo, que no me parece aceprable. En junio de 1931, con motive de una conferencia en Pasade- 1a, propuse la interpretacién siguiente: las leyes de la conserva- cidn siguen siendo vilidas, la expulsién de particulas B es acom- pafiada de una radiacién muy penetrance de particulas neutras que no ha sido observada hasta el momento, La suma de energias dela particula By de la particula neutta (0 de las partéculas neu- tras, pues se desconoce si hay una o varias) emitidas por el nticleo en un solo proceso, ser igual a la energia que corresponde al limi- te superior del espectro i, Ni que decir tiene que no admitimos solamente la conservacién de la energfa, sino tambien la del impulso, la del impulso angular y la del cardcter de la estadistica en todos los proc in cuanto a -auna ‘os elemencales las propicdade: pesos atémicos de los elementos radiactivos nos ensefian, en pri- mer lugar, que su masa no puede sobrepasar mucho la del elec trdn, Para distinguirlas de los neutrones pesados, Fermi ha pro puesto el nombre de «neutrino». Es posible que la masa propia de los neutrinos sea igual a cero, de forma que deberfan propagarse con a velocidad de lx luz, como los fotones. Adem, su poder de penetracién sobrepasaria en mucho el de los fotones de la misma energia. Me parece admisible que los neutrinos poscan espin 1/2 y que obedezean a la estadistica de Fermi, aunque las experien no nos suministren prucha directa alguna de esta hipdtesis, Nad sabemos de kt interaecién de los neutrinos con las dems particu las materiales y con los forones: lx hipétesis segtin la cual poseen un momento magnético, como yo habia propuesto anteriormen- te (la teorfa de Dirac conduce a prever la posibilidad de la existen- cia de particulas neutras magnéticas), no me parece del todo fun- dads En es de estas particulas neutras, los sentido, el estudio experimental del balance del pulso en las desintegraciones constituye un problema de la ‘or importancia; se puede prever que las dificultades serin muy grandes a causa de la pequefiez de la energia de retroceso del nticleo. La dificultad de las medidas del retroceso, a las que aqui se hace mencién, s6lo ha logrado superarse en fecha reciente. Prosiguiendo con esto, Chadwick dio cuenta de los primeros ¢ infructuosos intentos llevados a cabo para detectar Ia absorcién de neutrinos experimentalmente; estos experimentos dieron un limite superior de 0,001 magnetones para el momento magnético del neutrino. La oposicién de Bohr, comparada con la postura mantenida en su conferencia Faraday, se fue debilitando de forma apreciable, Como habia sido muy cauto al afirmar la no validez de In ley de la energfa, se restringié a su proposicién, mucho m general, de que nadie sabfa las sorpresas que atin podia deparar- nos este campo. : Por cierto, hasta 1936*' no acepts completamente la validez de la ley de la energia en In desineegracién beta y Ja existencia del neutrino; por aquella época ya se habia desarrollado con éxito la teoria de Fermi. 3. La creacién de una teorfa de la des ntegracién beta Estimulado por las dicusiones de la Conferencia Solvay, Fet- mi” desarrollé su teoria de la desintegracién beta poco después. Paree de las conclusiones de Fermi en relacién con la forma del espeetto beta, y la deduccién de la masa en reposo del neutrino, fueron también esbozadas de forma independiente y simuleinea por E Perrin”, quien estaba igualmente presente en dicha Confe- rencia. De hecho, para este propdsito no es necesaria una eo! completa de la interaccién si uno se limita a las Hamadas transi- ciones upermitidas», en las que es suficiente la aproximacién no relativista para los nucleones del niicleo. Aparte de las correccio- nes debidas a la interaccién de Coulomb entre nticleo y electrén, que sélo tienen importancia en el caso de cargas nucleares gran- des, la forma del espectro beta est completamente determinada fa 2 'N. Bohr, Nature 138, 25 (1936). "E, Fermi, Riceren Scientifiea 2, parce 12 (1933). Zeitschrift fir Physil 88, 161 (1934), *F, Perrin, Comptes Rendus 197, 1625 (1933). 255 para estas transiciones por el factor de peso estadistico p(l,) de la densidad de estados en el espacio de las fases. Este factor, que es muy sensible al valor de la masa en reposo my del neutrino es dado por: apy PE) AE, = pid pepe re pe Eepy Ed E. a) dE, Aqui se han utilizado las unidades naturales b= c= 1; los subindices ey Ve refieren 2 electrones y a neutrinos respectiva- mente, y la energia £ y el momento p estan relacionados por Z = fF +m, de modo que dE/ dp = p/ E. Si AE es la diferencia entre las energfas del niicleo en los esta- dos inicial y final de la desintegracién, la ley de la energia requiere que £, =AE-E, (2) Puesto que my es la energia minima del neutrino, ef limite superior Z; de la energia del electrén en el espectro satisface la ecuacién AE-m,, @) es decir 4) y PE) AE, =p. B, (Eg~E, + my) V (Ey-E,Ey-E, +2m,) dE. (5) En el caso en que m, #0, cl comportamiento de Een las pro- ximidades del limite superior £, es decir, para E,— E, << my es bastante diferente de su comportamiento para my, = 0,0 sca @ pUE,) dE, = pe EE J, param Por comparacién con la forma empirica del espectro, Fermi y Perrin Hegaron ya en 1933 a la conclusin de que my = 0. 256 La estimacion més precisa del limice superior de la masa en reposo m, del neutrino, a partir del espectro beta del tritio (HP) medido con gran exactitud por L.M. Langer y R.J.D. Moffie, se obtiene mediante el mismo principio”. El resultado es my < 250 eV = 0,002 m, Asi, en lo que sigue supondremos siempre que my = 0. El diagrama de Kurie de las transiciones permitidas muestra que (salvo un factor F(Z, E) debido a la correccién de Coulomb) cl factor de densidad estadistico p (E,) basta para determinar la forma del espectro beta. Fue necesario que la técnica experimen- tal se desarrollara lo suficiente antes de que se pudiera confirmar este resultado” En el diagrama de Kurie 7) esta repre: : (8) AE-m,_ “LM. Langery RJ.D. Mott, Pysical Review 88, 689 (1952). ® Ademis cel factor estadistico p, para m, # 0 incerviene otra correecién que fue sefalada por primera vex por J.R. Pruett, Physical Review 73, 1219 (1948). Depende de un factor que, en general, puede estar comprendido entre Ly J. La expresisn mas general de este fietor en funcidn de las con acoplamiento puede verse en C.P. Enz, Nuovo Cimento 6, 250 (1957). Sin embargo, esta correccidn se anula en la forma de la interaccién que hoy se acepta © En relacidn con esto, cf. también 1. Friedman y LG, Smith, Plysiead Review 109, 2214 (1958) tkurai, Physical Renew Letters 1, 40 (1958); L. Friedman, ibfd., 1, 101 (1958). * Un ejemplo de ttansicién prohibida es la desintegracién del RaE, que tan importante papel ha desempeiiado en la historia de la interpretacién del expectio electrdnico continuo. La forma del espectro del Ral: no esté determi- nada exelusivamente por el fretor de la densidad de estados p, por lo que atin hoy dia esulta de interés como cema de investigacién. Véase W. Biihring y J Hintze. Phsivst Reviews Letters 1.176 (19) i Plvik 153. 25 (1958), 8) y Heirs donde N(E, )dl segundo, teorfa da zs el nimero de electrones emitido por ncegrado sobre todas las direcciones, Para my = 0 la K(x) =1-. (9) La fig. 2 muestra el caréicter lineal del diagrama de Kutie para un gjemplo tipico. (3) om oz wine y wah aS ‘Cet ao 2 Fig.2. Diagrama de Kui je del espectro del eri A partir del resultado empirico de que para las transiciones permitidas el factor de peso estadistico p (E,) determina por si mismo la forma del espectro, se pueden obtener atin ms conse- cuencias sobre la base de la ecoria de Fermi de 1933 de la desinte- gracién beta y de sus generalizaciones. Fermi dedics toda su aten- cidn al formalismo de la electrodinémica cudntica, desattollado por Heisenberg y por mi, en el que los campos se representan como sumas de operadores de emisin y absorcién dependientes del espacio y del tiempo, y sus propias contribuciones pronto le dieron una forma mas elegance, Inmediatamente después de la conferencia de Bruselas 26 a desarrollar una teoria de la desintegracién beta, como ejemplo de una aplicacién de estos métodos de cuantizacién del campo, que tuviera una relacién tan estrecha como fuera posible con Ia clectrodindmica. Ast, expresd la energia de interaccién por cm’ como una suma de productos de 258 las componentes de entatro campos de espinores diferentes. (aso- ciados con dos nucleones y dos leptones respectivamente), en el mismo punto del espacio-tiempo. Aunque es posible que este cardcter local de li interaccién de Fermi haya de ser refinado més adelante, ha demostrado ser una aproximacién extraordinaria~ mente buena en todos los casos. La expresién completa de la den- sidad de la energfa de interaccién debe ser un invariance relativis- ta que satisfaga ademés estrictamente la ley de conservacién de la carga eléctrica. Para ello existen cinco posibilidades tipicas depen- diendo de que se utilicen productos escalares de dos escalares (S) de dos seudoescalares (P), de dos vectores (V), de dos pseudovec- tores o vectores axiales (A) o de dos tensores antisimétricos (7). En particular, y sugerido por la electrodinémica, Fermi eligié el tipo v En un principio, cada uno de estos tipos parecfa dar lugar a una sola constante, pero esto se debfa a la asuncién de hipétesis especia- les. Una de ellas es la de la conservacidn de la carga lepténica, que se explicard en la seccién siguiente y que ha resistido hasta ahora la comprobacién empirica. La otra era la hipétesis de una invariancia bajo la reflexién espacial sin cambio de la carga eléctrica («par dad»). En la seccién final veremos que, en contra de lo esperado, esta hipotesis ha demostrado no ser valida. Asf, la expresién més general que se puede concebir para la «interaccién de Fermin tiene axin diez constantes arbitrarias correspondientes a los cinco tipos. Sin embargo, en la nacuraleza se da un caso particular (véase la sec- cién 5), de modo que al final slo permanece tedricamente indeter- minado un cociente de constantes de acoplamiento. Para profundizar en esto debemos primero sefialar que en la aproximacién no relativista para los nucleones, el tipo seudoesca- lar Pno contribuye. Para saber algo acerca de este tipo es necesa- rio considerar transiciones «prohibidas», en Ins que Ia aproxima- cidn no relativista desaparece, pero nosotros nos limitamos aqui a transiciones «permitidas» de la desincegraci6n beta en la aproxi- macién no relativista, por lo que omitimos el caso P. Estas transiciones permitidas pertenecen a dos categorfas segtin las reglas de seleccién del. momento angular J del nticleo: AJ SV Fermi (A), (10a) (0 — 0 permitida) 259 AJ=0,21 Gamow-Teller (GT). (10) (0 > 0 prohibida) iciones ral ambos. ransiciones de Fermi puras como t de Gamow-Teller puras, mientras que en el caso gen elementos de matriz son diferentes de cero. Fier fue el primero en sefialar la importante conclusién de gue en el caso general hay un factor adicional de la forma 1 + (bm, | E,)en la expresion de la distribucién de energia del espectro beta; este es el caso en el que 5, Vo 7; A tienen lugar simuleinea- mente. Sin embargo, la linealidad del diagrama de Kurie most que, en una buena aproximacién, estos «términos de Fier» deben anularse. Asi, la conclusién es que tanto los casos S y V como los casos Ty A no pueden presentarse simultdneamente”. Este resultado fue relacionado por B. Stech y J.H.D. Jensen con una propiedad de transformacidn formal de la densidad de la energfa de inceraccién, la cual, eras descubrirse la violacién de la paridad, se ha demostrado que se puede generalizar y ha conti nuado siendo vilida. Para explicar esto, debemos introducir la matriz. de cuatro filas y cuatro columnas designada por 7 que tie ne dos valores propios +1 y dos valores propios -1, de modo que a (1) son operadores de proyeccién. Las letras Ly R significan izquier- day derecha y su justificacién es que las componentes del spinor asociado yreaty; wheaty (12) corresponden a estados en los que el espin oy el momento p (es decit, el sentido del movimiento) son antiparalelos o paralelos res pectivamente: "M. Fier, Zeitsebrifi fiir Physil 101, 553 (1937). » La conclusién s6lo es vilida en esta forma si existe invariancia bajo Gn temporal, lo que, sin embargo, parece ser vilido en la naturale: mB. Stech y J.H.D. Jensen, Zeitschrifi fir Physil 141, 175; 403 (1955). 260 =o yey we sp (iornillo a iquierdas) (orillea dercas) Fig.3. Direccién relativa del espin 6 y del momento p para los estados caracterizados por YW" y W*de una particula libre de Dirac con masa en repaso nla Sélo en el caso de una particula cuya masa en reposo sea nula, como es el del neutrino, estos estados son también estados esta- cionarios exactos de la particula libre, mientras que en el caso del electrén, el término de masa de la ecuacién de Dirac acopla las componentes Ly @ entre si. Sin embargo, para energias del elec- trén que sean grandes en compara eposo" se puede codavia hablar, de forma aproximada, de estados Ly Rde particulas libres, La atransformacién de Stech-Jensen» original consiste enton- cesen muhtiplicar las componentes L por +1 y las componentes R par -1, para cl clectrén y el neutrino simulténeamente, lo cual segtin 61 con su masa en Jas ecuaciones (11) y (12) es equivalente a =P. (13) Los cinco tipos de interaccién se dividen cntonces en dos clases SEP (14a) y YA (14b) la primera de las cuales esed multiplicada por -1 y la segunda por +1 bajo la transformacién mencionada. Stech y Jensen propusieron que, en su transformacién, la densidad total de la energia de inte- raceién deberia mostrar uno w otto comportamiento, fo que exclu ye una mezela de ambas clases. Esto a su vee garantiza la anulacién de los «términos de Fierz», demostrandose que es igualmente cierto. Ouaa deduecisn teérica obtenida a partir de la i ad del diagrama de Kurie que podemos mencionar aqui es a debida aS. Kusaka", quien logré excluir el valor 3/2 del espin del neutrino, confirmando asi cl valor 1/2 que Fermi habia supuesto. jempre utilizamos las unidades naturales = ¢= 1 YS. Kusaka, PApsicul Review 60, 61 (1941). 261 a forma de la interaccidn, fue ademas posible verificar experimen- ralmente la validez de la ley del momento en la emisin de net nos. Un dispositivo experimental particularmente claro es el de G.W, Rodeback y J.S, Allen, que ut por el A”: Con independencia del problema mas profindo relative a Av 4,9 Cl" + v (capeura K). (15) El recroceso del electrén de Auger es despreciable, por lo que el momento del neutrino se pone totalmente de manifiesto como retroceso de los étomos de Cl. La energia de retroceso de estos tiltimos se puede obtener experimentalmente a partir de su tiem- po de vuelo, y concuerda con Ia calculada segtin la hipotesis de que my= 0". Zihlungen am Versigerungsxeit —e see Fig 4. Tiempo de vuelo de los étomos de Cl en retroceso cela reaecién (15) W. Rodeback y .S. Allen, Physical Review 86, 446 (1952). Ch. también fa comprobacisn de kt ley del momento en la desintegen- cin beta ordinaria Hevada a cabo por CW. Sherwin, Physical Review 82, 52 (1951), 262 ala reaccidén de captura K i i i | | 4, Comprobacién experimental de laabsorcién de neutrinos libres. Conservacién de la carga lepténica, neutrino y antineutrino Pese al éxito de la teorfa de Fermi que, basada en Ia hipétesis del neutrino, establecfa la interaccién que daba lugar a la desinte- gracién beta, el neutrino continué siendo considerado por algu- nos fisicos como algo no totalmente real. Todavia faltaba com- probar la absorcién del neutrino libre, lo que fue posible mediante la utilizacién de reactores de uranio cgmo fuentes de neutrinos, ya que éstos emiten del orden de 10” neutrinos por segundo. Para el aniilisis que sigue es importante que en la practi- ca consideremos tinicamente la desintegracién en la que inter ne el negatén (e_), pues para la del positén (¢,) no existen fuentes disponibles. Al neutrino que acompaiia al ¢. se lo describe ahora convencionalmente como un antineutrino, asignndosele el sim- bolo ¥. La desinregracién en la que interviene el negatén corres- ponde entonces a la reaccién noprewW (16) que tiene lugar tanto para neutrones libres como para neutrones ligados en los miicleos. Existe también la posibilidad tedrica de un proceso de absorcidn de un antincutrino por un protén, que dé lugar a un neutron y a un positén, pwonse, i) Esta posibi por inver idad surge de la desintegracién ¢, ordinaria (16) n de un proceso parcial en el que, en lugar de la absor- cién de e., venga lugar la emisin de ¢,. Reines y C.L. Cowan " lograron superar finalmente las Cowan hijo, F, Reines, F.B, Harrison, H. Kruse y A.D. McGui- re, Science 124, 103 (1956). F. Reines y C.L. Cowan hijo, Nature 178, 446 (1956). 263 extraordinarias dificuleades técnicas de la deteecién experimental, debidas al pequefio valor de la secci6n eficaz de esta reacci6n. Para ello fue necesatio construir un «amplificador gigante» que permi- tiera la deteccién de los neutrones y positones que, segtin (17), se producen en la absorcién de los antineutrinos generados por el reactor de uranio. Tras un tiempo finito de vuclo, los neutrones son absorbidos en nticleos de Cd, emitiendo radiacién gamma, mientras que los positones sc hacen visibles como rayos gamma debido a su aniquilacin con Los negatones. Un circuito de coin- cidencias retardadas permite detectar ambas radiaciones gamma. En la fig. 5 se describe el dispositivo experimental En la primera publicacién (1956) del resulcado experimental, la seccién eficaz medida fue Q= 6,3 x 10 cm? + 25% por neutrino, que debido a la intensa corriente de neutrinos suministrada por el reactor da lugar a 2,88 + 0,22 colisiones por hora. Yi J — a” A Fig. Dispositivo experimental para la deteccién de antineucrinos segiin Reines y Cox A fin de poder comparar las secciones eficaces de absorcién medidas y las te6ricas, sc debe determinar experimentalmente el espectro de energia de los electrones emitidos en la fisién. Sin embargo, el valor tedtico de la absorcién (cuando la probabilidad de emisién es dada empiricamente) también depende de la forma particular de la interaccién, ya que incluye un factor que puede tomar valores comprendidos entre 1 y 2. Esto fue analizado con 264 detalle por C. PB. Enz. El valor de la seccién eficaz de absorcién publicada recientemente por Reines y Cowan.” es Q= (6,7 1,5) x 10” cm? por fisién que (si se utiliza el espectro electtdnico genetado por los prodwe- tos de fisién) concuerda con el valor tedrico™ que se obtiene a partir del modelo de dos componentes del neutrino ahora acepta- do (véase seccién 5) que es por fisién. Q= (6,0 +1) * 10" cn Nos encontramos ya con la pregunta de si hay dos clases de neutrinos simétricos, un neutrino V emitido junto al e, segtin la ecuacién ponte, sv (16a) para protones ligados, y otro, el antineutrino que se emite con el ¢., Segtin esta concepcién, la reaccién (17) con Ven lugar de V serfa imposible, aunque esto no admite comprobacién experi mental ya que no existen reactores como fuentes de neutrinos con emisién de positones. No obstante, podemos considerar la reac- cidn correspondiente al proceso inverso a (15), CP 4V AM te (18) con antineutrinos en lugar de neutrinos ¥, lo que corresponde a n+V> pre. . (18a) para neutrones ligados en el nticleo de Cl”. Segiin la idea de dos clases de neutrinos simétricos, esta reaccién seria imposible. Esto se puede formular de forma mis concisa por medio de una carga lepténica cuya suma se conserve en todas las reacciones posibles y “GP. Ema, Helvetica Physica Acta31, 69 (1958). ” P Reines y CL. Cowan je., Physical Review 113, 273 (1958). ™ RAE, Carter, F. Reines, J.J. Wagner y W.E. Wyman, Physical Review 113, 280 (1958) 265 que, aunque no tenga relacién directa con el electromagnetismo, puede, al igual que fa carga eléctrica, comar ambos signos. Asignar un signo comtin de la carga lepténica a todos los leptones es pura- mente convencional; por otro lado, el signo del cociente entre la car ga lepténica y la carga clectromagnética de diversas particulas se debe fijar experimentalmente, Por ejemplo, que el muén (mesén-f1) Hy y ele, ys de forma similar, el (ty el ¢., tengan la misma u opuesta carga lepténica no es cuestién de convenio. Los valores aceptados actualmente para la carga lepténica del «, fry Vson +1 para fl,e,Vv., =I parapi,,c,, V a9) Retornaremos al mudn mis adelante. Para particulas pesadas (bariones) tales como my py para bosones como el Tr, la carga lepténica se supone nula. Vemos que esta asignacién conduce al resultado de que bajo la hipétesis de una ley de conservacién de la carga lepténiea, las reacciones(16), (6a) y(17) son permitidas, y las reacciones (18) y (18a) son prohibidas. La reacci6n (18) ha sido en realidad investigads por R. Davis” con restultado negativo, obteniendo un valor limite superior de 0,9 x 10 cm* para la s ficaz de la reaccién. La precision experimental, limitada por los efectos de fondo de la radiacin césmica, no es la suficiente para las necesidades tedricas. El maxi- mo valor teérico posible de esta seccidn eficaz es sdlo 2,6 x 10° y son posibles teorias en las que este valor ma sté multiplica- do por un factor comprendido entre 0 y | La reaccién (18a) combinada con la (16) daria emisién de dos clectrones e sin emisién de neutrino, siendo. dos neutrones los que se convertirian simultineamente en protones. Esta reaccidn, que evidentemente no satisface una ley de conservacién de la carga lepténica, ha sido con frecuencia buscada directamente, aunque en vano, como una «desintegracién beta doblen. El resultado negativo mas preciso de los conocidos es el relativo a la ausencia de una transicién Nd" (Z=60) > Sm" (2262), La vida media del Nd resulta ser mayor que 4,4 x 10" afios. Aunque hay que decir que en este caso la es imacién tedrica es incierta, ya que "R. Davis, Physical Review 97, 766 (1955); Bulletin of the American Physi cal Society, Reunién de Washington, 1956, pag. 219, * CLL, Cowan jt F.B, Harrison, LiM. Langer y F. Reines, Narovo Clmen= 10.3, G49 (1956); Physical Review 106 (1.), 825 (1957). 266 implica elementos de matriz,desconocidos, conduce, como maxi mo, al valor plausible de 4 x 10" afios para la vida media del Nd que podria, sin embargo, elevarse hasta 1,9 x 10" afio: ; En resumen, podemos decir que la verificacién empirica cuantitativa de una ley tan fundamental como la de la conserva- cién de la carga lepténica deja en realidad mucho que desear. Por otro lado, todos los experimentos conocidos estén en armonfa con la hipétesis de esta ley de conservacisn, y en lo que sigue la supondremos correcta. 5. Violacion de la paridad. Ley de la interaccién débil Hace dos afios tuvo lugar un critico debate sobre las simetrfas de reflexién de las interacciones débiles que dio lugar a un nuevo desarrollo de este amplio campo de la fisica, del cual las propieds des del neutrino, tratadas en esta conferencia, constituyen sdlo un caso especial, El denominado «problema - t» relativo a la desin- tegracién de los mesones K, condujo a’T. D.Lee y a C. N.Yang"" a gar mas profundamente, en el caso de fas interacciones debiles, la evidencia empirica de la valider de la simecria de carga C (en general, Csignifica el intercambio entre particula y anti- particula), asi como a la de la reflexién espacial P (que viene de paridads en ella, por definicidn no cambia el signo de la carga). Encontraron que esta evidencia era incorrecta y propusieron experimentos mediante los cualles se la podia comprobar. Para gran sorpresa cde muchos fisicos, entre los que me inclu- yo, la primera ver que algunos de estos experimentos se llevaron a cabo, en enero de 1957, dieron el resultado anunciado de que canto en la desintegracidn beta como en Ia produccién y desin- tegracién de mesones {1“, las operaciones de simetria Cy P no se verificaban por separado. nves T.D, Lee y C.N. Yang, Physical Review 104, 254 (1956). “CS. Wa, E. Ambler, RAW. Hayward, D.D. Hoppes y R.P. Hudson, Physical Review 105, 1413 (1957): espines nucleares dirigidos de Co 60. “RL. Garwin, LM. Lederman y M. Weinrich, Physical Review 105, 1415 (1957): ciclotrén; J.L, Friedman y V.L. Telegdi, Physieat Review 105, 1681 (1957): placas forogrificas. 267 En lo que se tefiere al significado fundamental de las cuestio- nes de simettfa, remito a otro cle mis ensayos en el que se expli- can extensamente las eres categorfas de interacciones: fuerte, elec tromagnética y débil. Sobre este tema, me limitaré aqui a hacer las siguientes observaciones. Ademis de las operaciones de simetria Cy P, existe también la de inversién temporal T (en la que por definicién no cambia el signo de la carga). El denominado teore- ma CPT afirma que, bajo hipétesis muy generales, la invariancia respecto al producto de las tres operaciones discretas C, P, T (en cualquier orden) ya se deduce de la invariancia respecto al grupo de Lorentz continuo. Ademis, los experimentos" realizados hasta ahora con este propésito han mostrado la compatibilidad con la simetria T 0 con la simnesria equivalence CP. Gustosamente aplico ahora la advertencia de Bohr, antes mencionada, de que en el caso de las interacciones débiles (como hoy las llamamos) «se deberia estar preparado para sorpresas», como la de la violacién de las simetrfas Cy P por separado. Su idea acerca de la violacién de la ley de la energia en estas interac- ciones, idea que abandoné posteriormente, hubiese concernido al grupo continuo de traslaciones en el espacio y el tiempo (conteni- das en el grupo de Lorentz inhomogénco). Sin embargo, nuestra sorpresa actual se refiere a la inferior de las simcerias de los grupos de reflexiones diseretos en el caso de las interacciones debil Ciertamente, esta sorpresa no hubiera tenido lugar si todas las leyes de la naturaleza manifestaran sé/a las simecrias infetioses CP o T. Por canto, se puede decir que el problema estriba en com- prender da razin dle por qué las interacciones fuerte y electromagnéti- ca manifiestan la simetria superior Co P por separado. Este problema atin no esté resuclto, Mientras que en el electromagnetis- mo la simetrfa de reflexién superior podria tenet alguna relacion con la forma especial de la ineeraccién, en las interacciones fuertes la situacién es mas compleja. Ademis, aqui surge la cuestién, que ha de ser decidida empiricamente, ade refle- sobre si esta simet “W, Pauli, Experientia 14/1, 1958, pag. 15 ensayo 19 de este vol En este articulo se dan mits referencias de experimentos realizados has de 1957. © Para la situacién actual de los experimentos (septiembre de 1958), remi- timos al informe de M. Goldhaber en Proceedings of the Highth Annual fnterna- sional Conference on High Energy Physics Ginebra, 1958, pig. 233. 268 xidn superior esta realmente presente en sodas las interacciones fuertes o solamente en las interacciones pién-nucledn y nuclesn- nucleén, El futuro responderd a estas cuestiones. La simetria de reflexién inferior de las interacciones débiles no se limita al neutrino, y por tanto no hay que atribuirla exclusi- vamente a propiedades especiales del mismo. Esto esta bien esta- blecido, por ejemplo, en la desintegracién del hiperén neutro A® en un protén py en un pién negativo 2”. Para cl neutrino existe una posibilidad especial que ya se traté en la seccién 3: el denominado madelo de dos components. Segiin éste, en la naturaleza tienen lugar las dos componentes R, 0 bien las dos componentes L [véase ecuaciones (11) y (12)]. Después del primer articulo de Lee y Yang, varios autores, de forma indepen- diente, sugirieron aplicar este modelo al neutrino”. De hecho, el neutrino libre sélo tiene ya la simetria de reflexién que hemos designado por CPo T, puesto que la reflexidn espacial (inversion del sentido del movimiento respecto al sentido del espin) esta combinada simuledneamente con la transicién de neutrino a anti- neutrino, Hasta abora, a la luz de todos los resultados experimenta- les, el modelo de dos componentes del neutrino es satisfactoria. Durante algiin tiempo, mi acticud hacia este modelo especial fue algo escéptica®, ya que me parecia que hacia demasiado énfa- sis en una posicién excepcional del neutrino. Sin embargo, resul- t6 ser susceptible de una interesante generalizacidn respecto a la forma de la energfa de interaccidn de todas las interacciones débi- les, siguiendo la linea de pensamiento expresada por Stech y Jen- sen (véase seccién 3). En primer lugar, tanto los experimentos realizados sobre la polarizacién del clectrén en la desintegracién beta como los que se llevaron a cabo sobre la distribucién angular de los electrones * La «teoria de dos componentes» para particulas de masa en reposo cero fue dada en primer lugar por H. Weyl, Zeitsehrifi fir Physik 56, 330 (1929). En mi artéculo de Handbuch der Physik («Principles of Wave Mechanics», B lin 1933), especialmente en la pig, 226, se discute criticamente, Esto fue antes de que Dirac diera a conocer su teorta de huecos, por lo que atin no se tenia noticia de la simettia de reflexién del modelo (CPo T) por el que se intercam- bia particula por antiparticula A, Salam, Nuova Chnenta 8, 229 (1957) cal Review 10S, 1671 (1957) Le L # Vase nova 46, D. Lee y C.N. Yang, Plysi- at, Nuclear Physies3, 127 (1957). 269 con espin nuclear dirigido, eran compatibles con la siguiente alternativa: o se tiene sélo interaecin Ay Veon un modelo L del nen- trino, osblo se tiene interaccién Sy T con un modelo R. En el caso de la desintegracién de mesones fy sobre la base del modelo de dos componentes, en seguida fue posible discrimi- nara favor de la segunda posibilidad de entre las dos siguientes: Her Ve VOU >e+ V4 Vy oeevev — (20) _Solamente para esta posibilidad concuerda con la experi la forma del espectro de energia de los electrones (el denominado «parimetro de Michels p = 3/4). La medida de la direccidn de vue- Jo en el espacio de los electrones respecto a la direccidn de movi- miento de los mesones {l que se producen en el proceso Roy +v obien ryrae a1 dio entonces como resultado que, segiin la teorfa de las dos com- ponentes, sélo permanezcan las interacciones del tipo Vy A, y en eb caso (20) deben de tener la misma intensidad. Pot lo que se refiere al mes n fl, mencionaremos que debe asimismo estar presente la interaccién débil entre (p, n)y (fh, V), como lo demuestra la eap- tura de mesones {1 por nticleos. La reaccién R>eé+v obien Toe +¥ (22) ha sido buscada en vano durante mucho tiempo; recientemente sin embargo, ha logrado mostrar su presencia”. No obstante, de momento es atin premacuro tratar la cuestién cuantitativa acerca de la frecuencia relativa de las reacciones (22) y (21) com- parando teoria y experimento. El orden de magnitud del cociente T. Fazzini, G. Fidecaro, AW. Merrison, H. Paul y A.V. Tollestrup, Physical Review Letters \, 247 (1958); asi como G. Impeduglia, P, Plano, A. Prodell, N. Samios, M. Schwartz y J. Steinberger, Physical Review Letters 1, 249 (1958), Pa ros anteriores negatives y estimaciones teéricas, véase por ejemplo S. Lokanathan y J. Steinberger, Nuovo Cimento, suplemento al volumen 2, 151 (1955). ‘También HL, Anderson y C.M.G, Lactes, Nuovo Cimento 6, 1356 (1957), : 270 de las secciones efic integraciones electrénicas y mes6nicas del pidn csté comprendido entre 10° y 10°. ‘Adin mas dificil fue la decisién de adoptar la alternativa de las interacciones S, T frente a la de las V; Aen la desintegracin beta. Esta decisién se mantuvo durante mucho tiempo como consecuencia de las medidas de retroceso errdneas realizadas Het, La primera indicacién correcta en favor de la alternativa (V, A) fue dada por la cortelacién angular entre electrén y neutrino cn A®™, determinada mediante experimentos de retroceso, indicacién que concordaba asimismo con el resultado de un ele- gante experimento realizado por M. Goldhaber, L. Grodiins y AW. Sunyar™, Este experimento posibilité deducir directa mente el sentido del neutrino emitido a partir del sentido de la polarizacién circular de los rayos gamma emitidos, tras la captu- ra de un electron de las capas atémicas internas, mediante dift sién de resonancia de los rayos gamma en los miicleos residuale El experimento con Ex" dio un neutrino L, lo que, en concot- dancia con otros expetimentos ya mencionados, corresponde a la alternative (V, A). Esto se confirmé® posteriormente (mediante nuevos experi- mentos de retroceso en He’), de forma que se puede considerar como seguro. Sobre la base de la transformacién de Stech y Jensen, en com- binacién con el modelo de dos componentes de! neutrino, la interpretacién tedtica parece quedar reflejada en el siguiente pos- tulado: la energia de toda interaccién débil de 4 fermiones debe implicar, «con cardcter universal», sdlo componentes Ro L de los fer- miones involuerados®, Una formulacién equivalente de este requi- sito es que en la transformacién YW ’ = 4 de cada una de las par- ticulas que participan, la densidad de la energia de interaccién "WB. Hermannsfelde, D.R. Maxson, P. Stihelin y J.S. Allen, Physica! Reniew 107, (L), 641 (1957). * M, Goldhaber, L. Grodzins y A.W. Sunyar, Plysical Review 109, 1015 (1958). * Véase nota 45. © Histo ha de verificarse para que incluya la condicién de que esta interac- cidnt no debe involucrar las derivadas de estas componentes de espinor explici- tamente. Para particulas de masas en reposo distintas de cero, las componentes Rse pueden expresar en funcién de las derivadas primeras de las componentes Ly vicever am debe, «con carécter universal», permanccer invariable o cambiar su signo™, Ta transformacién de Stech-Jensen se refiere a un par de par- ticulas simultdncamente, mientras que el modelo de dos compo- nentes del neutrino es equivalente al resultado que se obtiene de la transformacién para el neutrino solo. El postulado en cuestién, referido a la transformacién ampliada de Stech-Jensen, es por tanto una generalizacién natural del modelo de dos componentes del new- srino. Como puede verse ficilmente, este postulado conduce a la unica ley de interaccién (automaticamente invariante CP o 1) UF, (18%) Wal [Ps % (12%) Yad (23) 1% 4 (12%) Ya) (% yy (129) A) La identidad de ambas expresiones es puramente una cues- tién de algebra, El signo de % debe ser, «con caricter universal», el mismo, y su eleccién depende de lo que el convenio considere icula y antiparticula. Como es usual, Y= Y*y,, y Y* denota el operador hermitico conjugado de ‘V. En (23) no figura explici- camente la constante de acoplamiento, El postulado, en Ia forma que se utiliza aquf, 10 tiene por qué ser el mismo pata la interac- cidn de parciculas diferentes. El postulado de las interacciones débiles Ro L, «con caricter universal, exige en general /a igualdad de las intensidades de las interacciones Vy A. Sin embargo, esto no es empiricamente correcto para los nucleones en la desintegracién beta. El resultado empirico puede ahora resumirse como sigue. La tegracién beta es reraccién para la desin- Boe ty (1 + Aga ey, (1 + 96)V] + erm. conj. (24) * Este postulado, o uno equivalence, fixe sugerido independientemente por varios autores: E.C.G. Sudarshan y RLE. Marshak, Physical Review 109 (L), 1860 (1958); J.J. Sakurai, Nuovo Cimento 7, 649 (1958); R.P. Feynman y M. Gell-Mann, Physical Review 109, 193 (1958). * Véase nota 45, Aqui se ha hecho uso esencialmente de una nueva medi- da realizads por los autores rusos A.N. Sosnovskij, P.E. Spivak, Yu. A. Proko- fiev, LE. Kustikov y Yu. P. Dobrynin de la vida media del neutrén libre, a saber, 11,74 0,3 min. 272 i ; i i ; Para esta expresién mds general de la interaccién, la invarian- cia CPo Tes equivalence a afirmar que la constante A es real, lo que esté refrendado por la experiencia". Los valores numéricos de las constantes son A= 1,25 40,04, C 1,410 + 0,009) x 10” erg em, La expresién siguiente de la energia de interaccidn es apropia- da para la desintegracién del mesén ji: fr CLV y (1+ 96)u (ZH (1 + OV] + herm. conj. 1 (25) FB CUM C1 + I Ley (I + Al + erm. con}. Las dos constantes C de lus desintegraciones de mesbn y nuclebn son, en buena aproximacién, empiricamente iguales. Para interpretar la divergencia de la constante A de la unidad, Feynman y Gell-Mann * han propuesto una hipétesis interesan- te, Sise reemplaza en (24) [7y,(1+%6)n/ por la componente apro- piada del espin isotépico coral, que incluye los mesones ™, de for- ma que la ley de la interaccién sea ahora On* On, © {Len iy — nt 2 Dnty ky } fey (+m (24a) therm. conj. se restaura cl postulado de [a interaccién débil L «con cardcter universal», En esta expresidn, cl campo T(x) corresponde al mes6n ncutro, y el campo (complejo) (x) al mesén cargado T. * Véase nora 45. © Véase nota 54, CE. cambign $.8. Gershtcin ¢ la.B. Zel'dovich, Sovier Physics JETP 2, 576 (1956), y M. Gell-Mann, Physical Review 111, 362 (1958), donde se discuten posibles comprobaciones experimentales de la nue va expres Para explicar A se invoca el concepto de «renormalizacién de las constantes de acoplamiento». La conservacién del isoespin total en el acoplamiento (fuerte) pidn-nucledn asegura que éste cam- biard sélo Ia constante de acoplamiento de la parte axial (A) de la interaccién, mientras que dejard invariable la constante de aco- plamiento V. A modo de critica, deberfamos decir que tinicamente un célcu lo de A, a partir de otros datos empiricos de la interaccién pién- nucledn, transformard el esquema de «rcnormalizacién» formal, atin incompleto, en una teorla adecuada, Sin embargo, tal teorfa no esta de momento disponible. La inreraccién directa de piones con electrén y neutrino propuesta, abre la esperanza a posibil des de comprobacién experimental. Hemos seguido la historia del neutrino desde el comienzo y hemos visto cémo las ideas y conceptos originales se han demos trado posteriormente vilidos. Parece haberse alcanzado ahora un punto en el que la fisica del neutrino se funde con la fisica mis general de las particulas elementales. Hoy dia atin describimos cada una de estas particulas por su propio campo, y cada tipo de interaccién por sus propias constantes de acoplamiento. Por ejemplo, zcual es el significado del pequefio valor numéri- co de la constante de la interaccién de Fermi, con dimensiones de seccién eficaz, comparada con otras secciones eficaces atémicas El siguiente paso, la supresin de la fisica fenomenoldgica de los campos individuales y de las constantes de acoplamiento en favor de una concepcidn unificada, sera probablemente mucho més dificil que lo conseguido hasta ahora 274 ‘ Utciusque Cofmi ‘ "Marois (cilicet cc MINORIS METABYSICA , PLIYSICN p ATQVE TECHNICA HISTORIA. ) In duo Volumina fecunclum COSML diercntian di VTHORE ROBERTO ELUD als de Fl bes Ag AVTHORE Ro Medome Diltore Oran _ Tomus Primus De Macracofin: Hig fora in ite teat Pros de tare omar Fi ' Peerage fe sie Portadilla de la obra de Robert Fludd Usriusqne casmi maiarisscilicet et minoris metaphysiea, physica atque technica historia Oppenheim, 1617-1621 La influencia de las ideas arquetipicas en las teorias cientificas de Kepler * Enere tanto he continuado mi excursién por el siglo XVI. El el espacio y el tiempo quasia hi cha de Dios, y, ciertamente, en el lugar dejado vacfo por el de Dios desalojado por él de alli, es un sépico cuento mordaz de la que lleg gracias la lectura de su conferencia sobre Newton. Como es sabido, sup extraordinario volver a bajar después de ese Olimpo al espaci al tiempo, Este trabajo se tornd, si cabe, mis dificil, de fi ico de Kant de cerrar ka entrad: Olimpo para la ra Por este mot que Newton colo ano d uué a conocer y rma arci~ por el intento filo 76n humana, lo particularmente interesado por la Epoca en la que espacio y tiempo zadavia no estaban alli arriba, y, sobre todo, por el momento justamente anterior a esa operacién fatal, De ahi mi estudio sobre Kepler. He prometidoa C.A. M pronunciar una conferencia en el Club de Psicologia sobre El influjo de representaciones arquetipicas en la formacién de las teorias ciemtifico-naturales en Kepler. Kepler utiliza el término «arqueti- pos», y también sarquetipico», de manera bastante similar al uso que Jung hace de ese concepto, de forma que no es necesatio subrayar u xecial. (Ambos utilizan’asimismo las mismas formas antiguas.) Acto seguido, creo poder demostr partir de los escritos de Kepler, una conexién quiz no del todo carente de interés entre su simbolo trinitario esférico, que arrastra a través de casi toda su obra, y su conviccién heliocéntrica, defen- dida con tanto apasionamiento (en este sentido, resultan particu- adistincién * Publicado por primera vex.en alemsin con el titulo «Der Einfluf archecy- pischer Vorscellungen auf die Bildung nacurwissenschafilicher Theorien bei Kepler», en Naturerkliirung und Pyyche, Rascher Verlag, Zurich, 1952. Trad ing, Priscilla Silz publicadha en The Interpretation of Nature and the Psych Bollingen LI, Pantheon Books, Nueva York, 1955. 27 larmente enriquecedores los argumentos de Kepler en el libro de Gpticn Puralipomenc ad Vitellionem), Carta de Pauli a Markus Fier, 29 de diciembre de 1947. Nota introductoria Constituye un deber para mi expresar mi mis caluroso agra- decimiento a todos aquellos que me han prestado su ayuda y esti- mulo para escribir y publicar este ensayo. En particular, agradezco al profesor Erwin Panofsky, del Instituto de Estudios Av: de Princeton, por los muchos debates mantenidos acerca de los problemas que aqui se craran relativos a la historia de las ideas, ast como por la recopilacién y juicio critico de los textos originales y de varias traducciones de! latin; al profesor C. G. Jung y al doctor C.A. Meier les agradezco las detalladas y esenciales discusiones mantenidas sobre cl aspecto psicolégico de la formacién de los conceptos cientificos y de su fundamento arquetipico, y a la doc- tora M.-L. von I 1s traducciones del latin, las mis numero- as ¢ importantes de este ensayo, asi como el esmerado y a veces tedioso examen de los diferentes textos originales. Sus traduccio- nes en la edicién inglesa han sido revisadas por el profesor Panofsky. Debo afiadir que dicha edicién contiene algunas correcciones de poca importance’ zados ia, Aun cuando el tema de este estudio es histérico, no es su pro- pésito ln enumeracién de hechos concernientes a la historia de la ciencia, ni tan siquiera el de hacer una valoracién de un gran cien- tifico; antes bien, prevende iluscrar puntos de vista concretos sobre el origen y el desarrollo de conceptos y teorias de las ciencias * Esta Nora introductoria figura como poscata en la versién alem: i cease itl nla alia acetate naturales a fa luz de un ejemplo histérico. Al hacerlo tendremos ocasién, asimismo, de considerar el significado que tienen para la ciencia moderna los problemas surgidos durante el siglo XVII, periodo al que vamos a referirnos. En contraposicién a la concepcién puramente empitica segtin la cual las leyes de la naturaleza pueden derivar con certeza virtual sdlo del material proporcionado por Ia experiencia, muchos fisi- cos han hecho notar recientemente que la intuicién y la forma en que se ditija la atencién juegan considerable papel en el desarrollo de los conceptos ¢ ideas, que generalmente trascienden la mera experiencia, y que son necesarios para fundamentar un sistema de leyes naturales (es decir, una teoria cieneifica). Desde el punto de vista de esta concepcién no puramente empirica, de la cual parti- cipamos, cabe plantearse la siguiente cuestién: zcudl es Ia nacura- leza del vinculo entre las percepciones sensoriales y los conceptos? Todos los pensadores légicos han llegado a la conclusién de que la légica pura es fundamentalmente incapaz de construir tal vincu- Io. Parece mas satisfactorio, llegados a este punto, postular un orden césmico independiente de nuestro arbitrio y diferente del mundo fenomenoldgico. Tanto si se habla de «la participacién de naturales en las ideas» como de «un comportamiento de las cosas metafisicas, es decir, de aquellas que son reales en sf mis- mas», s¢ afirma la relacién entre percepcidn sensorial ¢ idea sobre el hecho de que para ser objetivos, tanto cl espiritu del perceptor como el reconocido por la percepcién han de estar sometidos aun pensamiento de arden, Cada reconocimiento parcia cn la naturaleza conduce a la formulacién de juicios que, por una parte, concier- al mundo fenomenolégico, y, por otra, lo trascienden al emplear, «idealizandolos», conceptos I6gicos gencrales. El proceso de comprensién de la naturaleza, asi como la felicidad que el hombre experimenta al comprenderla, esto es, la verificacién las co I de este order consciente del nuevo conocimiento, parece estar basada en una genes inter- na stentes en la psique humana con los objetos externos y con su comportamiento. Por supuesto, esta interpretacién del conocimiento cientifico se retrotrae a Platén y, como veremos, es asumida claramente por Kepler, De hecho, éste habla de ideas preexistentes en la mente de Dios y que fueron implantadas en el alma, la imagen de Dios, durante la creacién. Estas imagenes pri- correspondencia, en un shermanamiento» de las in 279 marias que el alma puede percibir con la ayuda de un «instinto» innato son las que Kepler denomina arquetipicas (archetypalis) Existe gran concordancia entre dichas imagenes y las «imagenes primordiales» o arguetipos introducidas en la psicologia moderna por C.G. Jung, que funcionan como «instintos de la imagina- cidn». La psicologia moderna, al probar que el mecanismo de la comprensién es un prolijo proceso desencadenado por otros que tienen lugar en el inconsciente, antes de que el contenido del consciente pueda ser formulado racionalmente, ha ditigido de nuevo la atencién al preconsciente, el nivel arcaico del conoci- miento. En este nivel, ef lugar de los conceptos claros es ocupado por imagenes con fuerte contenido emocional, no pensadas, sino observadas como si estuvieran siendo dibujadas. Como quicra que estas imagenes son «la expresién de un oscuro estado de cosas, sospechado pero atin desconocido», pueden ser denominadas simbélicas segtin el concepto de simbolo propuesto por C.G. Jung. Por consiguiente, en tanto que operadores de orden y for- madores de imagenes en este mundo simbélico, los arquetipos funcionan como al vinculo perdido entre las percepciones senso- riales y las ideas, siendo, en consecuencia, una presuposicién que ¢s incluso necesaria para el desarrollo de una tcoria cientifica de la nacuraleza. Sin embargo, hay que ser cautos a la hora de transferir este a priori del conocimiento a la mente consciente y relacionar- lo con ideas definidas susceptibles de ser formuladas racional- mente. Como consecuencia de la actitud racionalista de los cientificos a partir del siglo XVII, los procesos de fondo que acompafian el desa- rollo de las ciencias naturales, aunque siempre presentes y de efecto decisivo, permanecieron en gran medida desatendidos, es deci, confinados al inconsciente. Por otra parte, en el medievo y hasta el comienzo de la edad moderna no se puede hablar de ciencia natural en dl sentido actual, sino meramente del estadio precientifico antes mencionado, 0 sea, de una descripcién simbélica y magica de la naturaleza. Por supuesto que esto se encuentra también en la alqui- 280 mia, cuya significacién psicolégica ha constituido el tema de una incensa investigacién por parte de C.G. Jung. Asi pues, he centrado especialmente mi acencién en el siglo XVII, en el que como fruto de un gran esfucrzo intelectual emergié del Fertil suclo de una concep- cin mégico-animista de la nacuraleza una forma auténticamente cientifica de pensamiento bastante novedosa en aquella época. La figura de Johannes Kepler (1571-1630) me ha parecido sumamente adccuada al propésito de ilustrar la relacién existence entre las ideas arquetipicas y las teorias cientificas de la naturaleza, ya que sus ideas representan un estadio intermedio notable entre las antiguas des- ctipciones magico-simbdlicas de la naturaleza y las modernas, carac- terizadas por su contenido maremitico cuantitativo '. En aquella época, muchas de las cosas que posteriormente experimentaron una divisién como consecuencia de un esfuerzo critico atin permaneefan fucrtemente interrelacionadas. Ast, la visidn del Universo no estaba escindida como ahora en una pers- pectiva religiosa y otra cientifica. En Ad Vitellionem paralipomena figuran meditaciones religiosas, un simbolo casi macematico como el de la ‘Trinidad, toremas épticos modernes y descub mientos esenciales en la teoria de la visidn y de la fisiologia del ojo (cales como la comprobacién de que la retina es el érgano sensible del mismo). Kepler era partidario apasionado del sistema heli céntrico copernicano, y sobre él escribié el primer libro de texto cohetente, al que ticulé Epitome astronomiae Copernicanae, En las paginas siguientes examinaremos con detalle, y en términos gene. rales, la relacién entre su credo heliocéntrico, como me gustaria denominarlo en clara alusién al credo religioso, y su forma con- “Tas obras maeseeas de Kepler son: Mysterium cosmographicum (Cubingsy 1% ed., 1596: 24 ed, 1621). Ha cascellana: El secreta del Universo, Madtid, Aliana, 1992. Ad Vitellionem paralipomena, quibus astronomiae pars opsica traditur (Prank fare del Meno, 1604) De stella nova in pede serpentarii (Prag De motibus sellae Martis (Praga, 1609), Tertius interveniens (Prankturt del Meno, 1610). Diopuvice (Augsburgo, 1611). Harmonices mundi (en cinco libros, Augsburgo, 1619). Epitome astronomiae Copernicanae (Livvt y Frankfurt del Meno, 1618-1621), Debe seiialarse que la obra maestra de Newton, Philesophiae Naturalis Princi- pia Mathematica, apavecis en\687.[Prineipios mateméticas de la filosofta ‘natural, 2 vols., Alianza, Madrid, 1987.) yr trad. 1606). 281 creta de religién cristiano-protestante, y, en particular, la existente con sus simbolos ¢ ideas arquetipic Partiendo de la concepcién heliocéntrica, Kepler descubrié sus tres famosas leyes del movimiento planetario: 1. Los planetas describen elipses en las que el Sol ocupa uno de sus focos, ley des- crita en De motibus stellae Martis; . El radiovector de cualquict planeta barre direas iguales en tiempos iguales, que figura asimi mo en dicha obra; y 3. El tiempo de revolucién t ¢s proporcional a2", siendo a el semieje mayor; ley que aparece reflejada en Har- ‘monices mundi, libro V. No mucho después de su descubrimien 10, estas leyes que hoy dia figuran en todos los libros de texto se convirtiefon en uno de los pilares sobre los que Neweon® basé su teorfa de la gravitacién, es decir, la ley que establece que la fuerza gravitacional varfa proporcionalmente a la inversa del cuadrado de la distancia que separa dos objetos masivos. Sin embargo, las leyes descubiertas por Kepler, la tercera tras afios de esfurerzo, no eran las que en principio estaba buscando. S estaba fascinado por la antigua idea pitagérica de la mtisica de esferas (la cual, incidentalmente, también desempefiaba un papel relevance en la alquimia de la época), ¢ incentaba encontrar en el movimiento de los planetas las mismas proporciones que apar cen en los armoniosos sonidos de los tonos y en los poliedros regulares. Para él, auténtico descendiente espititual de los pitagd- ricos, todo lo bello debia fundarse en una proporcidn correcta, pues estaba convencido de que «Geometr ritudinis mundi» (La geomeerla archerypus pulch- el arquetipo de la belleza det mundo). Este axioma incluye simultincamente su fuerza y su limitacién, pues sus ideas sobre los cuerpos regulates y las propo: ciones armoniosas no funcionaban, después de todo, en el sist ma planetario, y una linea de investigacién como la emprendida por st cocténeo Galileo, quien habfa centrado su interés en la ace- Jeracién constante de los cuerpos en cafda libre, era bastante ajena alaactitud de Kepler, ya que implicaba la desespiritualizacin del mundo fisico, idea que sdlo iba a ser completada en Principia de Newton y que atin no habia progresado lo suficiente. Desde el punto de vista de Kepler, los planetas constitufan atin entidad vivas dotadas de almas propias, y puesto que la Tierra habia perdi- do su posicidn singular encre ellos, tuvo que postu asimismo Principia 282 isco un anima terrae, Vercmos cémo las almas de los cuerpos celestes desempefan papel esencial en la concepcidn astrolégica de Kepler, pero, con todo, la desespiritualizacién del mundo fisico ya habia hecho mella en su pensamiento. Es cierto que ocasional- mente menciona el alma del mundo alquimico, el anima mundi que permanece latente en Ia materia, responsable del origen de una nueva estrella (De stella nova, cap. 24) y del que se dice que tiene su sede, esto es, su concentracién especial, en el Sol, pero puede verse con clatidad que ese anima mundi ya no es mas que una reliquia en Ja mente de Kepler, desempefiando un papel subordinado si se la compara con las almas individuales de los diferentes cucrpos celestes. Aunque las ideas de Kepler revelan de forma inequivoca la influencia de Paracelso y de sus discipulos, el antagonismo entre su método de aproximacién cientifico y la actitud mégico-simbélica de la alquimia era, pese a todo, tan fuerte que Fludd, famoso alquimista de su tiempo y miembro de los rosactuces, mantuvo una violenta polémica a propésito de la obra maestra de Kepler, Harmonices mundi. En la seccién 6 tendre- mos ocasidn de referirnos a esta pélemica en la que se pone de manifiesto la colisién entre dos mundos intelectualmente opucstos. Antes de referir con detalle las ideas de Kepler, aportaré algu- nos breves datos biogrsficos que ayuden a esclarecer el trasfondo histérico de su vida. Nacié en 1571 en la ciudad de Weil, en Wiire- temberg, y se educé en la fe protestante. Aunque en realidad sus padres pretendicron que fuera clérigo, como consecuencia de su aceptacién de la doctrina copernicana pronto entré en conflicto con la teologia evangélica predominante en Wiirttemberg. Miis- tlin, su profesor de maremsticas y astronomia, Ie consiguié un puesto de docente en Graz y cuando Kepler le envié su primer tra- bajo, Mysterium cormographicum, para que se publicara en Tubin- ga, tuvo que hacer frente a la objecién del Senado, ya que la doctri- na concerniente al movimiento de la Tierra que figuraba en el mismo se decia que podia menoscabar la reputacién de la Sagrada Escritura. Sin embargo, las dificulcades se superaron y el trabajo pudo aparecer publicado. Pero no fue ésta la tinica dificultad a la que tuvo que enfrentarse Kepler, ya que posteriormente el archi- duque Fernando, gobernador de Estiria, aplicé de forma rigurosa en sus tierras la Contrarreforma, y aquél, como protestante que cera, fue desterrado del pais bajo pena de muerte. Afortunadamen- te, esta decisidn le Hlevé a establecer relacién con Tycho Brahe, 283 quien, en 1599, algunos afios después de la muerte de su benefac- tor Federico II de Dinamarca, habfa aceptado la sugerencia del emperador Rodolfo IL se habia trasladado a Praga, abandonando su famoso observatorio Sjarneborg en la isla de Hiven, Ese mismo afio, nada més haberse exiliado de Graz, Kepler recibié invitacién de ‘Tycho desde Praga, y la colaboracién entre ambos astrnomos se revelé en extremo fructifera. Es cierto que Tycho murié dos aiios después, pero a partir de sus observaciones exactas Kepler logrd deducir sus dos primeras leyes, y la sustitucién de los circulos por clipses (1609) constituyé una gran revolucién en astronomia. Tras la muerte de Rodolfo Il, Kepler se erasladé a Linz, donde se vio obligado a efectuar gran derroche de energia en defensa de su madre, que habia sido acusada de brujeria debido a que una vecina habfa caido enferma, afirmando que como consecuencia de un hechizo de aquélla; finalmente, logré rescatarla de la tortura y de la hoguera. En 1619, afio en que Kepler publicé su obra Har- monices mundi, el anterior archiduque, Fernando II, ascendié al trono imperial. Las persecuciones de los protestantes se reaviva- ron, y en 1626 Kepler hubo de renunciar a su puesto de Linz. ‘Tras diversas negociaciones con Wallenstein que acabaron a la caida de éste, Kepler viajé cn 1630 a Regensburgo para presentar sus t maciones financieras en Ia Dieta Imperial. Su salud ya estaba bas tante debilitada y al pronto de su Hegada sucumbié a las emocio- nes y agiacién del viaje. Fue enterrado exeramutos de la ciudad, y la guerra de los treinca afios borré pronto todo rastro de su tumba, nosotros mucha amente en sus Sin embargo, la rumba de Kepler tiene p menor importancia que las ideas que expres6 cl bien conservados trabajos y que ahora examinaremos de cer como documentos de una época que, pese a las confusiones pe ticas y religiosas de todo tipo, constituyé un periodo de floreci- miento cientifico. Los conceptos arquetfpicos de Kepler estén ordenados jerdr: quicamente de forma tal que la Divinidad Cristiana trina, ineapaz de ser representada, ocupa el lugar mas clevado y cada nivel es una 284 imagen del que ocupa el lugar superior. A este respecto, Kepler invoca la autoridad de la doctrina signature rerum, los signos de las cosas, doctrina que utilizaron y extendieron Agripa de Nettes heim y Paracelso y sus discipulos, Segiin esta teoria, que se origind en el medievo y que esté relacionada de cerca con la vieja idea de la correspondencia entre el micro y el mactocosmos, las cosas tic- nen un significado oculto que esté expresado en su forma externa, ya que é a otro nivel, no directamente visible, de reali- dad. Ahora bien, para Kepler la imagen mas bella, la que repre- senta la forma de ser del mismo Dios (idea ipsius essentiae), es In esfera tridimensional. Habja afirmado ya en su anterior trabajo, Mysterium cosmographicum, que La imagen del Dios trino est en la superficie esfériea, a saber, el Padre en el centro, el Hijo en la supe cie externa y el Espiritu Santa en la igualdad de la relacién entre punto y circunferencia®. Bl movimiento o emanacién que proc dente del centro llega a la superficie externa constituye para él el simbolo de la creacién, mientras que la superficie externa curva representa el Ser eterno de Dios. En cuanto a las magnicudes (quanta 0 quantitates) desarvolladas en el comienzo por el Crea- dor, la curva es el simbolo de lo intelectual o espiritual y es mais perfecta que la rec a de lo creado, representa cl mundo fisico. Esto se refleja en la siguiente cita que muestra, asimismo, que en la disposicién jerdrquica de Kepler la mente humana mantiene la misma relacién con lo perfecto, la Mente Divina, que el circulo con la esfera. la cual, como |: aparienc De aqui se sigue, por tanto, +» Sequitur igitur recta que la linea recta, que esti luyendo linea, quae ex fluxu puneti in desde un punto situado en el centro centro in punetum unicum {de la esfera] a un tinico punto dela superficici prima rudimenta superficie, representa los primeros _creationis delineat, aemula instantes de la creacién, emulando la acternae generationis filii ererna generacién del Hijo, por — (egressu centri versus infinita cuanto el centro fluye hacia infinitos. puncta rotius superficiei, puntos de toda la superficie, la cual, lineis infinitis sub acqualica. sometida a la regla dela mas perfecta te omnibus perfectissima *Joannis Kepleri Astrononi Opsra omnia, ed. Ch. Frisch (8 vol. Frankfurt del Meno y Erlangen, 1858 sigs.) vol. 1, pigs. 122 sig. «Dei triuni imago in sphacrica superficie, Patris scilicer in centro, Filii in superficie, Spiricus in atequalitate OXGE0E inter punctera ec ambitum» igualdad, se forma y se dese medio de infinitas lineas; y ni que decir tiene que esta linea recta es el forma corpérea. AL extenderla, Ia Iinea recta ya presagia la propia forma corpérea creando el plano. Pero al ser intersectada por un plano, la esfera origina en esta sec- cidn el circulo, la auténtica imagen de la mente creada, dispuesta para gobernar el cuerpo sometido a la regl: como la mente humana es ala Mente Divina, es decir, como la linea es a superficie; pero, ciertamente, ambas son circulares. El cfrculo esti relacio- nado con el plano en el que est con- tenido como lo esti la curva con la linea recta, siendo ambas mutua- mente incompatibles ¢ inconmens rables, y el circulo encaja bellamente en el plano intersectar (circunseri- bigndolo) asi como en ka esfera inter- seetada, por mor de la reciproca de ambos, de igual a que la mente es inherente al cuerpo al que informa y coneeta con la forma corpérea y cs confortado por Dios como si se cracar itradiacién que fluyera en su incerior proveniente del semblante divino, y de donde deriva su naturaleza mai noble [la de la mente]. Tal como demuestra esta situacién, el eftculo, como principio subyacente de las proporciones armoniosas y fuente de sus causas determinantes, demanda el mayor grado posible de abstrac- cidn porque la imagen de la Mente de Dios no reside en un circulo de cualquier tamaio ni en uno imper- fecco, como son los circulos materia les y perceptibles, y, lo mas impor- be por elemento de 3 y este circulo es a la esfera coincidencia mane de una 286 figuratae et depictae), quae recta linen elementum scili- © corporeae. Hace in lacum ducea jam ipsam formam corpoream adumbrat, planum creans; plano vero seetum sphacri- cum circulum sectione repraes quae corpori regendo sit pra cfecta, genuinam imaginem, quae in ea proportione sit ad sphacricum, uc est mens humana ad divinam, linea scilicet ad superficie, utra- que tamen circularis, ad pla- num vero, in quo et inest, se haber ut curvum ad receum, quae sunt incommunicabilia et incommensurabilia, inest- que pulchre circulus tam in plano secante, circumscri- bens illud, quam in sphacri- co secto, mucuo utriusque concursu, sicut animus et in corpore inest, informans illud connexusque formae corporeae, et in Deo susten- catur, velusi quaedam ex vul- tu divino in corpus derivaca irradiatio, trahens inde nobliorem nacuram. Quae usa sicut stabilit propor- tionibus harmonicis circu- lum pro subiecto et vermino- rum fonte, sic vel maxime bscractionem commendat, cum neque in certae quanti tatis circulo, neque in imper- fecto, ut sunt mater sensiles, insic divinitatis ani- mi adumbratio, ct quod put est, tancum a corporeis cet est forma at, mentis creatae, Jes et cance, debido a que el efrculo ha de mantenerse libre (abscracto) de todo Jo que sea material y perceptible, las férmulas de la linea curva, simbolo de la mence, estén separadas como si hubieran sido extrafdas de la recta, el simulacro de los cuerpos. Asi, esta- mos ahora suficientemente prepara- dos para la tarea encomendada de deducir las causas determinantes de Jas proporciones armoniosas, sujetas sélo a la mente, a partir de cantida- des abstractas. et sensilibus deceat esse abi tractum circulum, quancum cutvi rationes, animi symbo- lum, a recto, corporum umbra, secretae et velut abs- tractae sunt. Satis igicur muniti sumusad hoc, ut har- monicis proportionibus, ani- mi solus obiectis, terminos ex abscractis potissimum quantitatibus peramus’, Esta imagen de la relacién entre Ja mente humana y la Divina encaja perfectamente con la interpretacién de conocimiento mencionada anceriormente, y expresada como un «hermana impresiones externas con las imagenes internas zxistentes. Kepler formula esta idea de forma muy clara recu- miento» de la pre triendo a Proclo, su autor favorito, en apoyo de sus argumentos. Para conocer es preciso comparar lo que se percibe externamente con las ideas internas y discernir lo que con- cuerda con ellas, proceso que Proclo expresé maravillosamente con la pa bra cdespertar», como si de un sueiio se tratara, Para que las cosas perceptibles ‘que aparecen en el mundo exterior nos hhagan recordar lo que sabfamos antes, como experiencias sensoriales realiza- das conscientemente, precisan nociones intelectuales ya presentes internamen- te; de forma que lo que anteriormente permanecia oculto en el alma, bajo un velo de potencialidad, se manifieste ahora allf dentro de forma real. ;Cémo accedlen, entonces; las idens intelectua- les? Mi respuesta es: todas las ideas © conceptos formales de las armonias, tal Nam agnoscere est, exter~ num sensile cum ideis inver- nis conferre eisque congruum judicare, Quod pulchre exp mit Proclus vocabulo susci- tandi, velut ¢ sommo. Sicut nim sensil faciunt nos recordari corum, quae antea cognoveramus, sic mathemata sensilia, si agnos- cuntur, eliciunt igitur inte- Hectualia ante intus praesen- tia, ut nunc accu reluceant in anima, quae prius veluti sub velo potentiae latebane in ea. Quomodo igitur irruperunt intro? Respondeo, omnino ideas seu formales rationes harmonicarum, ut de iis supra a for s ocurentia " Harmonices mundi, bro V (Prisch, vol. V, pig. 223). 287 como las he tratado, residen en aque- disserebamus, inesse jis, quae Hlos seres que poseen Ia facultad de hac agnoscendi facultate conocimiento racional, yno son reci-pallent, sed non demum bidas en modo alguno por medio del introrsum recipi per discur- razonamiento discursivo; antes bien, sum, quin porius cx instinetu derivan de un instinto natural yson —nacurali dependere iisque innatas a aquellos seres, al igual que el connasci, ut formis planta niimero (algo intelectual) de pétalosde rum eonnascitur numerus una flor o el de semillas de un feuto es (res intellectuals) foliorum in innato ala forma de las plantas flore et cellularum in pomo’. Retornaremos a los puntos de vista especiales de Kepler acerca de la morfologia de las plantas. El concepto de instinto que aparece aqui, es también utilizado por él en el sentido de una faculead de la percepcidn, por medio de la cual imagina formas geomécricas deter- minadas cuantitativamente. De hecho, la geomettfa representa para algo de la mayor importancia. «Los contornos de la geometria estén expresados en el mundo, de forma que ela ¢s, por asi decitlo, una clase arquetfpica de éste»®. «Lo geométrico, es decir, lo cuantita- tivo, simboliza entidades racionales. Al ser la raz6n eterna, también Jo son las figuras geométricas, y en la Mente de Dios estaba desde la exernidad que, por ejemplo, ef cuadrado del lado de un cuadrado sea igual a la mitad del cuadrado de la diagonal, Por tanto, las cantida- des son el arquetipo del mundo»’. «...]a mente de Dios, cuya copia aqui [en la Tierra) ¢s la mente humana, la cual a partir de su arqu po conserva Ia impronta de los datos geométricos desde el mismo comienzo de la humanidad»". Voy a citar ahora dos pasajes del ya mencionado libro IV de Harmonices mundi: * Toc. cit, libro IV (Prisch, V, pig. 224) * De stella now, cap. IX (Frisch, U1, pags. 642 sig,). «..geomettiae vestigia in mundo expressa, sic ut geometria sit quidam quasi mundi archetypus.» ” Carta de Kepler a Hegulontio (Frisch, 1, pag. 372): «Nobis constat, crea- tum mundum ex quantum factum; geometricae figurae (he. quantitativac) sunt rgo figurae geomecticae sunt aeternse, nempe ab laerisrecragonici quadratum, . ge, esse dimi- cntia rationis. Ratio acterna, eterno verum erat in mente D dium de quadrato diametri, Ergo quanta sunt mundi archetypus.» * Apologia contra Fludd (Frisch, V, pig. 429): «..in mente divina, cujus exemplar hic est humana, characterem rerum geometricarum inde ab ortu hominis ex archetypo suo retinens.» 288 Los cristianos aben que los prin- - rationis creandorum Gipios matemiticos segin los cualesha _corporum mathematicas Deo sido creado el mundo corpéreo son coaeternas fuisse Deumque coetemos con Dios; que Dios esalma —animam et mentem esse supe- y mente en el sentido mas genuina- _ rexcellenter, animas vero huma- ‘mente supremo de la palabra, y que ls nas esse Dei creators imagines, almas humanas son imaigenes creadas etiam in essentialibus suo asemejanza de Dios, modo, id sciunt cheistiani”, EI razonamiento matemitico es «innato al alma humana» (cius inerant animae), Se puede preguntars emo puede Quaeras, qui possit inesse ser innato el conocimiento de una scientia rei, quam nunquam cosa que la mente no ha aprendido ni mens didicit nec fortasse disce- aprenderfa nunca sie ensu rerum exter visea de la percepcidn sensorial de las. _-narum destituatur? Ad hoe res- cosa externas? Proclo respondia a upra Proclus, verbis in cuestién en el lenguaje utilizado cons- sua philosophia tritis; nos tantemente en su filosolia. Hoy dia tuviera despro- re potest, si sta pondits si hodie, ni fallor, vocabulo in: no me equivoco, utilizamosadecuada- —tinerus rectissime uremur, mente la palabra «instinto». Asi, la Menti quippe humanae ceteris cantidad es conocida por la mente que animis ex instinctu nota est humana y por el resto delasalmas por quantitas, etiamsi ad hoc omni inscinto, aunque carezca de los senti- sensu dlestitwatursilla se ipsa dos requetidos para este propésito, La lineam tectam, ipsa intervallum mente es capaz.de conocer por si mis aequale ab uno puncto intelli ma ki linea recta y un incervalo dado a git, ipsa per haee sibi circulum partir de un punto, pudiendo, en con-_ imaginatur. Si hoe, potese multo secuencia, imaginar un circulo, Sila magis in eo demonstrationem mente puede hacer esto, es atin mis invenire itaque oculi officium capaz de descubrir evidencias internas in adspiciendo diagrammate (si (verbigeacia en el instincins|y desem- amen opus co habet) supplere. pefiar la funcién del ojo, al observar — Quippe mens ipsa, si nullius un esquema (si fuera necesario). De unquam oculi compos fuisset, hecho, si la propia mente nunca posceret sibi ad comprensio- hubiera poseidon ojo, lo pediriaa fin nem rerum extra se positarum de comprender las cosas ajenas.a ella y _oculum legesque ejus formandi dliccarfa las leyes ce st formacidn obte- ex se ipsa petitas pracscriberet nidas a partir de si misma... El mismo (siquidem pura et sana et sine sonocimiento de las cantidades, inna- impedimentis, hoc ese si id "Libro IV, 1, comentario sobre Praclo (Frisch, V, pig. 219). 289 toalamente, dicta cémosedebecom-solum esset, quod est), ipsa portar el ojo, y, en consecuencia, éste enim quantitatum agnitio, ha llegado a serlo quees, debido aque congenita menti, qualis oculus la mente es como es y no al revés. Pero esse debear dictat, ct ideo talis gpor qué rantas palabras? La geometrla est factus oculus quia talis mens escoeterna con a Mentede Dios desde est, non vicissim. Ex quid mul- antes de que las cosas fueran creadas;es tis? Geometria ante ortum el Propio Dios (zo que esti'en Dios no menti divinae coacterna, Dens esel Propio Dios?) y ha proporcionado —_ipse (quis enim in Deo, quod a Este los modelos para [a creacién del non sit ipse Deus?) exempla mundo, Porlo quealaimagen de Dios creand!i mundi suppeditavie ct se refiere, ésta ha penctmadoen el hom- cum imagine Dei rransivie in bre, y,ciertainente, no ha sido recibida hominem, non demum per através de los ojos culos introrsum est recepta” Sin embargo, cuando Kepler dice que en la Mente de Dios estaba desde la eternidad que, por cjemplo, el cuadrado del lado de un cuadrado sea igual a la mitad del cuadrado de su diagonal, ciertamente que no le regatearemos su juibilo por uno de los pri meros descubrimientos cuantitativos placenteros de las leyes naturales formuladas mateméticamente, pero, como hombres modernos, debemos sefialar criticamente que los axiomas de la geometria euclidiana no son los tinicos posibles. Yo ya he dado la sefial de alarma acerca de que estas esis, dererminadas mediante formulaciones racionales, nunca deberfan ser aceptadas como las Ainicas premisas posibles del razonamiento humano, En relacién con esto, me vienen a la mente determinadas formulaciones de la Filosofia de Kant que a mi me parecen erréneas. Propongo, por tanto, incluso en lo que a la geometrfa se refiere, dejar que 6 priorien el estadio preliminar metaférico cl que gute al insrinetus (razdn por la cual no estoy de acuerdo con la traduccién que se ha hecho del término empleado por Kepler, instinto por reine Ans- chauung), Por otra parte, comparto totalmente la opinién de que el hombre tiene una tendencia instintiva, que no radica mera- mente en Ia experiencia externa, para interpretar sus percepciones sensoriales en términos de la geometrfa euclidiana. Representa un esfuerzo intelectual singular reconocer el hecho de que las hipéte- sis de la geometria euclidiana no son las nicas posibles. Proba blemente incluso el pensador moderno comparta la siguiente for- «De configurationibus harmonis» (pigs. 2 290 mulacién general de Kepler: «Las armonfas perceptibles tienen en comuin con las arquetipicas que requieren fines y comparacién entre los mismos, y esta comparacién, la actividad de Ia propia alma (Energeia), es lo que constituye la esencia de ambas»". Descendamos ahora un escalén en el orden jerdrquico del universo de Kepler, es decir, pasemos de las ideas de la mente de la divinidad al mundo corpéreo. Es aqui donde los cuerpos celestes, con el Sol como centro en el sentido de la signatura rerum, consti- tuyen para él una realizacién del ideal, la imagen esfériéa de la Tri- nidad aunque sin su perfeccidn. El Sol en el centro como fuente de luz y calor, y en conformidad con la vida, se le antoja como especialmente idéneo para representa a Dios Padre. En este pun- to, voy a citar tun pasaje muy tipico de su libro sobre 6pti En primer lugar, la naturaleza de Primum omnium rerum cada cosa se destind a representara natura Deum conditorem, Dios su creador en tanto que fue quantum quaeque suze essen- capaz de hacerlo ast por lacondicién _tiae conditione potuit, reprae- desu esencia, Por cuanto elsapientisi--__sentare debuit. Nam cum mo Creador procuré hacer cada una Conditor_sapientissimus de las cosas tan buena, bellay execlen- omnia studeret quam optima, te como fuera posible, se dio cuenta ornatissima, praestantissima de que nada podia ser mejor, ni mas que efficere: nihil seipso bello, ni més excelente que El Mismo. _melius ornatiusque, nihil pra- Por canto, cuando concibié en Su estantius repperit, Properea Mente el mundo corpéreo, cligid para. cum corporeum mundum él una forma que se asemejara lo mas agitaret animo, formam ei posible a Si Mismo, De esta suerte detinavit sibi ipsi quam simi- cred toda la categorfa de las canti llimam. Hinc ortum totum " Harmonices mundi libro IV (Frisch, V, pag. 223): «Comune enim habent harmoniae sensiles cum archetypalibus, quod terminos requirant corumque comparationem, ipsius animae energiam; in hac comparatione utrarumque essentia consistit.r 201 des, y, dentro de ella, las diferencias entre lo curvo y lo recto y la mis exee- lente figura de entre todas, la superfi- cic esférica. Para realizar esto, cl sapientisimo Creador cred jubilo: mente la imagen de su venerable Tii- nidad. En ella, el punto central esti situado como si fuera el origen del cuerpo esféricos la superficie externa, como si fucra la imagen del punto mis interno, como el camino para lle- gaa dl, y esa superficie puede enten- derse como que tiene lugar debido a una expansién infinita del punto situado al otro lado de ella hasta que se alcanza una determinada igualdad de cada uno de los actos expansivos. El propio punto se despliega sobre esta extensién, de forma que punto y superficie se confunden salvo por el hecho de que la relacidn entre la den- sidad y la extensi6n es inversa. En consecuencia, existe por doquier entre punto y superficie la igualdad mis absoluta, la unidad mds estrecha, Ja armonia [literalmente: la respira- cién al unisono), la conexida, la rela- cidn, la proporcién y la conmer bilidad mas bellas. Y a pesar de que Centro, Superficie y Distancia son manifiestamente Tres, son sélo Una, ya que ninguna de ellas puede imagi narse ausente sin destruir el conjunto. Esta es, por tanto, la imagen mis auténtica y adecutada del mundo cor- péreo, y cada tno de los ser aquellas criaturas fisicas que aspiran a Ja mis alta perfeccién, ln asume [verbi- gracia, la forma esférica) ya sea absolu- tamence 0 a determinado respecto. Asi, los propios cuerpos que, como tales, estén confinados por los limites de sus superficies, y son stira- de encre n consecuen- 292 quancitatum genus, et in eo curvi rectique discrimina, praestantissimaque omnium figura, Sph Nam in ea formanda lusic sapientissimus Conditor ado- randae suac Trinitatis imagi- nem. Hine Centri punctum, est Sphacrici quaedam quasi origo, superficies puncti inti- mi imago, et via ad id inve- niendum, quaeque infinito puncti egressu ex se ipso, usque ad quandam omnium egressuum acqualicacem, gig- ni incelligicur, puncto se in hane amplitudinem commu- nicante, sic ut punctum et superficies, densitacis cum amplitudine commutata pro- portione, sint acqualia: Hine est undique punctum inter et superficiem absolutissima acqualitas, arctissima unio, pulcherrima conspiratio, con- nexus, relatio, proportio, erica superficies commensus. Cumque Tria sine plane Centrum, Superfi- cies et Incervallum; ita tamen unum sunt, ut nullum ne cogitatu quidem abesse pos- sit, quin covam desteuatur, Hace igicur genuina, hace aptissima corporel mundi est imago quam vel simpliciver vel respect quodam suscipic, quicquid ad summam perfec- tionem inter corporeas crea curas pora ipsa, cum per sese suarum superficicrum finibus continerentur, nec se ipsa spirat. Propter ea cor incapaces de expandirse en forma esférica, estén dotados de distintos poderes que re cuales gozan de algo més de libertad que los Propios cuerpas, no poseen materia corpérea, pero estin constituidos por una materia exclusiva que implica dimensiones geomeétricas y cuya ener- sfa flaye deellos y aspira a la forma cir- cular, como puede verse de manera especialmente clara en el iman, pero también en muchas otras cosas. Es pucs algo maravilloso ese principio de toda la belleza del mundo? que el divino Moisés introduce en la apenas creada materia ya desde el primer dia de la creacién, como (por asi decirlo) instrumento del Creador pata por su intervencidn dar forma visible y vida a todas las cosas. :Y no es algo maravi- Hloso, digo, que este principio prima- tio y este ser, ef mis bello de todos los del mundo corpéreo, matrix de todas las facultades de las animales y en entre cl mundo intelectual y fisico, esté sometido a aquellas mismas leyes por las que cl mundo ha sido forma do? Ast pues, el Soles un cuerpo deter- minado en el que reside la facultad de comunicar por si mismo a todas las cosas lo que denominamos luz. Por cesta tinica razén, el lugar que por dere cho le corresponde es el punto medio y centro de todo el mundo, de forma que se pueda difundir perpetua y uni formemente por todo el Universo. E resto de los seres que comparten la luz, imitan al Sol. iden cn ellos, los EI Sol. “Ad Vitellionem paralipomen, pigs. 6+ multiplicare possene in orbem, variis sunt praedita virtutibus, quae nidulantes quidem in corporibus, seipsis vero paulo liberiores, et mate~ a carentes corporea, sed su: quadam constantes materia, quae dimensiones suscipit Geometricas, egrederencur, orbemque adfectarent: ut pra ecipue in Magnete, sed et in multis aliis clare apparet Quid mirum igitur, si princi- pium illud omnis in mundo ornatus, quod divinus Moses quasi quoddam Creatoris ins- trumentum, ad figuranda et vegetanda omnia, die stacim primo in maceriam vix condi- tam introducie: si hoc inquam principium, et res in toto cor poreo mundo pracstantissi- ma, matrix animalium facul- acum, vinculumque corporei ct spiricualis mundi, in leges easdem transiverit, quibus mundus erat exornandus. Sol itaque corpus est quodpiam, in co haec sese rebus omnibus communicandi facultas, quam lucem appellamus; cui vel ob hane causim medius in toro mundo locus, et centrum debetur, ut aequabiliter pe petuo sese in Orbem rotum diffunderet, Solem omnia alia, quae lucis sune participia, imitantur", 293 En primer lugan debo sefialar que Kepler alude aqui a ta ley forométrica expuesta por él en este libro, y segtin la cual, como decimos en la actualidad, la intensidad de la iluminacién disminu- ye en razén inversa al euadrado de la distancia ala fuente luminosa, que se considera puntual. La palabra amplitudo, craducida por wextensién», obviamente significa aqui el area de la superficie estéri ca que, por supuesto, ¢s proporcional al cuadrado de la longitud del radio. Esta ley fotométrica de Kepler es de gran importancia, habiéndole aproximado mucho al descubrimiento de la ley de la gravitacién, A partir de este ejemplo, puede verse que en Kepler la imagen simbélica precede la formulacién consciente de una ley natural. Son las imagenes simbdlicas y las concepciones arquetipi- cas las que originan en él la buisqueda de las leyes naturales. Por esta razén, podemos considerar como primario su punto de vista sobre la correspondencia entre el Sol y los planetas que le rodean y su imagen esférica abstracta de la Trinidad: ya que al considerar el Soly los planetas con esta imagen arquetipica, en el fondo eree con fervor religioso en el sistema heliocéntrico, lo cual no significa que asumir otra via, como puede ser el punto de vista racional, sca erréneo. Esce pensamiento heliocéntrico, al cual Kepler pemanecié fiel des- de su més temprana juventud, le impulsé a Ja busqueda de aucénti- cas leyes sobre la proporcién del movimiento planerario como genuina expresién de la belleza de la creacion. Al comienzo realiz6 esta btisqueda en una direccidn equivocada, que posteriormente corrigié con los resultados de su medida real, La concepcién de Kepler sobre el Sol y los planeras como imagen de la ‘Trinidad se pone de manifiesto también de forma muy clara en la siguiente cita de su tratado, Tertius interveniens, escrito en alemain. Posteriormente haremos hincapié sobre el sig- nificado del titulo y el contenido del libro. El pasaje en cuestién esta tomado de la seccién 126 que se titula «Un discurso filoséfico de signaturis rerum», Dice ast Y como los corpand (orbes) cele dos y representados en los corporibus geomeétricos y contra, también los movimientos cclestes que tienen lugar en un circula corresponden al plunis eirenlo inscriptis geométtico, En realidad, la Santisima Trinidad esté representada por un sphacrico concavo, y ésce en el mundo y prima persona, fons Deitatis, s estin vel quasi simboliza 294 | i i i in centro; sin embargo, el centrumes i representado por el Sol, qui est in centro mundi; por ello es también fuente de toda luz, movi- miento y vida del mundo. Asi, anima movens esti representada in cireulo potentiali, cl cual esti in puncto distincto: de esta suerte, una cosa fisica, una materia corporea, est representada por tertia quanti tatis specie trium dimensionuim: asi, cuiusque materia forma esté representada int superficie. Como la materia est modeiada por su forma, ast un corpus geométrico esta formado por sus caras externas ¥y superficies,delo cual se pueden aducir muchas més cosas. ‘Ahora bien, cuando ef Creador jug6, también ensei a jugar alia naturaleza a Su imagen, y a jugar el mismo juego que El jugs primero para ell De estas palabras de sencilla belleza se deduce que Kepler relaciona la Trinidad con la tridimensionalidad del espacio, y que el Sol y sus planctas son considerados como una imagen menos perfecta del simbolo esférico abstracto. Mediante esta concep- cidn, ligada a la idea de correspondencias, Kepler elude un culto pagano de Helios y permanece fiel al pensamiento cristiano. A este propésito, me gustaria mencionar el «Epilogus de Sole con- jecturalis» con el cual finaliza Harmonices mundi, cn el que, entre otras cosas, define desde su punto de vista cristiano su actitud hacia el himno pagano al Sol de Proclo, su autor favorito. La nocién que tiene Kepler de actividad jubilosa, establecida desde la creaci6n del mundo y repetida por la naturaleza imitando la origi- nal, concuerda asimismo con la idea de «fireman. Respecto al concepto de anima movens, me gustaria sefialar que las nociones de Kepler acerca del movimiento son titubean- tes. En uno de los pasajes de su tratado sobre la estrella nova, dice Finalmente, esas energias motti- Denique ut faculeates ticipan de algu-_illae stellarum motrices sunt nera en la capacidad de pensa- mentis quodammodo partici- micnto, ya que al igual que él, pes, ut suum iter quasi intelli- comprenden, imaginan y rigen su gant, imaginentur, affectent, destino, no por supuesto mediante el non ratiocinando quidem, ut raciocinio (reflexién y conclusidn nos homines, sed ingenita vi légica) como es propio de los seres ct quae in prima creatione humanos, sino por un impulso inna ipsis est instincta: sic fuculta- to implantado en ellas desde el tes animales rerum nacura- comienzo de la Creacién, de la mis- lium obtinent quendam inte- ma forma que las facultades animales eceum finis sui (sine quidem ces de las estrellas pa 295 de las cosas adquieren, aunque sin ratiocinatione) in quem omnes raciocinio, algiin conocimiento del suas actiones dirigune™. fin al que dirigen sus acciones Aqui, Kepler adopta el punto de vista animista, Sin embargo, en otro lugar dice: El Sol, en medio de las estrellas Sol in medio mobilium méviles, permanece en reposo y no quietus ipse et tamen fons obstante es fuente de movimiento y — mocus, geric imaginem Dei soporta la imagen de Dios Padre, el patris creatoris. Nam quod est Creador, Al ser la creacién movi- Deo creatio, hoc est Soli miento para Dios, lo es para cl Sol; motus, movet aucem in fixi sin embargo, se mueve entre las _ut Pater in Filio creat. Fixac estrellas fijas como el Padre crea cn el enim nisi locum praeberent Hijo. Ya que si las estrellas fijas no sua quiete, nihil moveri pos crearan espacio mediante su inmovi- set. Dispertitur autem Sol vir- lidad, nada se moverfa. Sin embargo, _tutem motus per medium, in el Sol disctibuye su fuerza motriz a quo sunt mobilia, sicut Pater través del medio en el que existen las per Spiritum vel virtute Spiri- cosas méviles, asi como el Padre crea tus Sui creat" aceavés del Espiritu Santo 0 median- te la energfa del Espiritu Santo. Esta concepcién tiene mucho en comin con la moderna fis cade campos. De hecho, Kepler piensa que la gravitacién emana del Sol de forma similar aunque diferente a como lo hace la wz. ‘También compara esta gravitacién con el efecto de los imanes en referencia a los experimentos de Gilber ‘A ptopésito del conflicto de Kepler con Fludd, represencante de la alquimia tradicional, conflicto que trataremos més adclance, es importante destacar que el simbolo kepleriano, al que C.G. Jung catacteriza como un mandala por su forma esférica, no contenga alusién alguna al ntimero cuatro 0 cuaternia. Esto es particular- mente significativo, ya que Kepler posefa un conocimiento exce- lente acerca de las especulaciones numéricas pitagéricas, concreta- mente del retraktys, del que crata en detalle en el tercer libro de su Harmonices mundi, como introduccién hist6rica a su propia teorla de los intervalos musicales. Sin embargo, estas antiguas especula- ™ De stella nova, cap. XVII (Frisch, HL, pig. 719). spistola ad Maestlinum (Priseh, 1, pig. 11). ciones slo constituyen aél una mera curiosidad, ya que no en consideracién el caricter simbélico del ntimeto cuatro. {a carencia de un simbolismo tenyporal en la imagen esférica de Kepler esté relacionada con la ausencia de cualquier sugerencia de cuaternia. El tipo de movimiento rectilinco dirigido desde el centro ¢s el tinico que contiene el simbolo kepleriano, y en vista de que este movimimiento es captado por la superficie externa de la esfera, el simbolo puede denominarse estético. Puesto que la Trini dad jams habfa sido representada de esta manera antes de Kepler, y dado que él esté ubicado en el umbral de la época cientifica, ¢s seductor asumir que el «mandala» kepleriano simboliza una forma de pensamiento o una acticud psicolégica que, trascendiendo el sig- nificado de su persona, da lugar a la ciencia natural que hoy deno- minamos clisica. Desde un centro interior, la psique parece mover- se hacia afuera, en el sentido de una extraversién, dentro del mundo fisico en el que, por definicién, cada cosa sucede de forma automética, de mancra que la mente, permaneciendo en reposo, abarea este mundo fisico como ¢s, con sus ideas". “ Acorde la psicologia de Jung, el proceso psicolégico que acompaiia a una ampliacidn de a conciencia se puede representar como el advenimiento de un nuevo centro (denominado por Jung «egocentro») que abarca los conteni- dos tanto conscientes como inconscientes, Estos procesos de «centrado» estén siempre caracterizados por las imagenes simbolicas del mandala y del movi- miento giratorio. En los textos chinos se denomina a este tiltimo, de forma muy geifica, ecirculacién de la kuz Alintentar aplicar estos resultados de a psicologfa analitica a la fase de la his- toria intelectual, que en el siglo XVII se conocié como Ia ascensién de la mecinica dlisica (y que esta estrechamente vinculada a la idea heliocéntrica), deberfamos {ener presente que la atencién de los cientificos que contribuyeron a establecer In mecinica chisica estaba divigido ti ia afuera, Cabe por tanto espe aque el proceso de centrado interno antes mencionado, junto con las imagen apropiadas, estuvicra proyectado hacia el exterior. Realmente, se puede observar, particularmente en las opiniones de Kepler, que el sistema planetatio con el Sol camo centro se convierte en el soporte de la imagen cel mandala, y que la relacién, entre la Tierra y el Soles la que existe ere el ego y el concepto ms amplio de egocentro, Al parecer cle eta forma la wort hligeentiea ecbis por parte de sus adepros ania inyeccidn ile contenido fuertemente emocional proveniente del inconsciente. Quid la proyeccién de la imagen simbdlica antes mencionada, del movimiento giratorio interno sobre la rotacién externa de los euerpos celeste, contribuyera al establecimiento de ibsoluta que sobre- pasaba la experiencia empirica. Un argumento adicional que sustenta esta opinién s que las ideas de Newton sobre el espacio y el tiempo absolutes formaban parte desus puntos de vista wolsgicos a con una vigencia ta 297 El siguience escalén en el orden jerarquico del cosmos keple- riano, por el que hemos descendido, a través de su modelo estéri- co, desde la Divinidad trina y las ideas sobre la Mente de Dios hasta el mundo fisico, el Sol y los cuerpos celestes que giran en su torno, nos conduce ahora a las almas individuales Yahemos dicho que para Kepler la Tierra es algo vivo semejan- teal ser humano. Al igual que los cuerpos vivientes poseen cab llo, la Tierta tiene hierba y arboles, y las cigarras, caspa; al igual que las criaturas vivas secretan orina de la vejiga, surgen las mon- tafas; el azufre y los productos voleanicos se corresponden con los excrementos; los metales y la Iluvia, con la sangre y el sudor, y el agua de mar es el sustento de la Tierra, Como ser vivo que es, la Tierra posee alma, el anima terrae, cuyas cualidades se pueden considerar en gra n medida anilogas a las del alma humana, el avi- ma hominis". Podemos por tanto entender como alma individual canto el artima terrae como las de los planetas y las humanas. Al mismo tiempo, el anima terrae es también una energia formativa (facultas formatris) que radica en cl interior de la Tierra y que se manifiesta, por ejemplo, en los cinco cuerpos regulares, en las pi dras preciosas y en los fésiles. A este respecto, Kepler adopta los argumentos de Paracelso, quien habfa empleado el concepto del Archuens como principio formative de la na que en tanto que signator, crea también la signature. De hecho, en su dispuca con Fludd, Kepler le admitié que Ilamara Archaeusal anima terrae si asf lo preferfa"*. Es importante sef rorales; lar que, desde lt perspectiva "La concepeidn dela Tierra como ser vivo que posee alma se encuentea ya finales de la antighedad, Véase sobre esta cuestién: Cicerén, De natura deo- rian U1, 83; Ovidio, Metamorphoses, XN, 342; Sérvcea, Quaestiones naturales, VI, 16, 15 Plotino, IV, 4. Véase asimismo el articulo «Plotino», de H.R. Schwyzer en A. Pauly, G. Wissowa y W. Kroll, Real-Encyklopiidie der klassise chen Altertumswissenschafi (ed. 1951), XI, cols. 471-592, especialmente la col 578, cn la que la idea de In animacién de la Tierra se remonta a Posidonio. " Brisch, V, pig. 440, 298 kepletiana, el anima ternae es responsable de la climatologfa y de los meteoros. Por ejemplo, demasiada lluvia implica una enfer- medad de la Tierra ‘Ahora bien, la idea bésica caracteristica concerniente al alma individual consiste en que se trata de una imagen de Dios pero imperfecta, en parte un punto y en parte un circulo: «Anima est punceum qualitativum.» Esta tcoria nos retrotrae a los fildsofos neoplaténicos y neopitagéricos de la tilcima etapa de la antigiie~ dad, en cuyos trabajos se pueden encontrar ideas similares". Cus- s son las funciones que cabe atribuir al punto central y al circulo petiférico es algo dudoso. En general, las funciones contemplati- vas ¢ imaginativas se asignan al punto, y los efectos motores y activos del cuerpo, al circulo. Sin embargo, cambign se supone que a este tiltimo le corresponde la facultad de ratiocinatio, es decir, la reflexién y conclusién légica. El proceso de emisién del alma desde el punto centeal ala periferia del circulo es comparado por Kepler frecuentemente con la emanacién de una llama. Asi- mismo, enfatiza de manera expresa la analogia de este movimien- to con el de los rayos luminosos que fluyen desde el Sol consiera- do como centro, y establece también una relacién con los radios que parten del punto central en su simbolo de la Trinidad. No es dificil establecer una analogia entre este proceso de emanacidn del alma desde el punto al cfrculo con el de extraversién de la psicolo- gia moderna, desde cuyo punto de vista la creacién, en el sistema Kepleriano de ideas, seria el modelo divino, mientras que el ser de Dios habria de ser considerado como el modelo de introversién. El siguiente pasaje de Harmonices mundi aclarar4 el punto de vista de Kepler: W Segiin Sexto Empirico (Adversus mathematicos, 111, 22), €l punto (ort) es yevvn|TARN y no ineorpéreo: lo es la ménada y el alm, Segiin Plotino, IV, 4, 16, el alma esté adaptada como lo esté un cireulo a su propio centro, unida por tanto al centro en una extensién limitada {pug} yf toucde, oiov KOKAOE tQOGaQHdttY Kévtge EDOUE peti révtgov avn Oelt, dudatypa adidatatoy. Sobre el concepto Inlocalitas animae (GOvGsTUXOt, 0 ABLETTEBLY) ensayo de E. Bickel «lnlocalitas, Zur neupythagoreischen Metaphysil, en Immanuel Kant (esteudios en memoria del 100 aniversario de Kant, Leipzig, 1924); ademas, F. Bihmer, Der lateinische Neuplatonismus tnd Neupythago- reismus und Claudius Mamertns in Sprache und Philosophie (Leipzig, 1936). especialmente pigs. 124 y 139. 299 En primer lugar, el alma tiene en Primum anima puncti realidad la estructura de un punto (al__rationem sortita est actu (sal- menos por razdn de su conjuncién rem ratione alligationis ad conel cuerpo) ya figura de un circu- corpus suum), circuli figuram Jo en potencia. Ahora bien, puesto potestate; quae cum sit ener- que es energfa, fluye por si misma gia, edidit sese ab illa sede desde su lugar de residencia puncual —_ puneti in circulumy sive enim al interior del circulo, Tanto si preci- _sentire debeat res externas; sa percibir las cosas externas que la illae sphaericum in modum rodean en forma esférica, como si sese circumstant, sive corpus debe gobernar el cuerpo (el cuerpo regere, corpus quoque cir- también la rodea), la propia alma cumjectum habet, ipsa latet permanece oculta en el interior, radi intus, radicata in puncto eius cada en su punto fijo desde donde certo, unde exit per speciem sale al resto del cuerpo como una sui in corpus reliquum. At qui en de si misma. Pero geémo —_exeat, nisi per lineas rectas? podria salir si no fucraen linea recta? hoc enim vere est exires qui (Por eso es una auténtica wsalida».) —_alium exeundi morem habeat, {Cémo podria salir de otra forma, ipsa ct lux existens et flamma, siendo tanco luz como llama, que de quam a fontibus suis exeunt Ja manera en la que sale la luz de sts alia lumina, lineis sc. rectis? fuentes, es decis, en linea recta? Sale Egredicur igicur versus exte~ ima pucs al exterior del cuerpo en vir- _riora corporis iisdem legibus, tud de las mismas leyes por las que quibus circumstancia firma- Jas luces del firmamento circun- —_ menti lumina versus illam in dantes llegan al alma que reside en puncto residentem ingre- un punto. diuntur®. Las peculiares opiniones de Kepler sobre la astrologfa, a cuyo desarrollo dedicé especificamente el tratado Tertius interveniens, estan relacionadas con esta concepcién puntual y circular del alma. En él se refiere la discusién mantenida entre Hl. Réslino, que representa el punco de vist astrologia cradicional, y P. Feselio, que la menosprecia considerdndola una supersticién, y en Ja que Kepler intervene como tercero para oponerse a los dos autores manteniendo su propio punto de vista, que difiere esen- cialmente del de ambos. En la primera pagina del libro, inmedia- tamente después del titulo, aparece el siguiente comentario: «Una advertencia para los diversos teélogos, médicos y fildsofos, y en particular para D. Philippus Fesclio, a fin de que, en su justo * Libro IV (Frisch, V, pig. 258) 300 repudio de la supersticién de la observacién de los astros, no tiren al nifio con el agua del bafio y actiien asi sin saberlo en contradic cidn con su profesién.» Kepler cambién expone sus ideas sobre astrologia en su anterior tratado sobre la estrella nova discutiendo esta ver con Pico della Mirandola, y, ya de forma definitiva, reto- ma de nuevo el tema en Harmonices mundi. En lo que sigue intentaremos en primer lugar, y dejando de lado la cucstién acerca de la validez objetiva de los fundamentos astrolégicos, caracterizar la forma en la que se integra la astrologia kepleriana, tan diferente de la usual, en el conjunto de sus ideas sobre la ciencia natural, que son las que nos interesan, Segiin Kepler, el alma individual, que él denomina vis forma- srix.o matrix formativa, posee la capacidad fundamental de reac- cionar con la ayuda del instinctus a ciertas proporciones arméni- cas que corresponden a divisiones racionales especificas del circulo. En mtisica, esta energia intelectual se manifiesta a sf mis ma en la percepcién de la cufonfa (consonancia) de ciertos inter- valos musicales, efecto que Kepler no explica de forma puramente mecinica, Ahora bien, se afirma que el alma posee una capacidad de reaccién especifica similar a las proporciones arménicas de los Angulos que los rayos de la luz escelar forman entre sf al impactar con la Tierra, y, en opinidn de Kepler, son éstos los que concier- nen a la astrologfa. Seguin él, las estrellas no ejercen influencia remota especial, ya que sus distancias reales carecen de importan- cia para la astrologfa, y son tinicamente sus rayos los que se pue- den considerar efectivos. Bl alma percibe las proporciones armé- nicas at s del instinctus sin reflexién consciente (sine ratiocinatione) debido a que aquélla, en vircud de su forma circu- lar, es una imagen de Dios en el Cual estas proporciones y las exacticudes geométricas permanecen desde toda la eernidad. Puesto que el alma, como consecuencia de su forma circular, las percibe, queda marcada por las formas externas de las confi clones de los rayos, guardando memoria de ello nacimicnto, Cito las palabras de Kepler a este resp: Hablo aqui como los astrslogos Loquor cum astrologis. Si expresara mi propia opinién, ésta_ Nam si meam sententiam seria la de que no existe estrella noci-dicam, nullus in coelo malefi- va alguna en los ciclos, y esto es asi cus mihi censetur: idque cum fundamentalmente y, entre otras ob alias rationes tum maxime 301 hominis se halla ipsius natura est hie in Terra ravones, por las siguientes: es la natu~ proper hane qu raleza del hombre, aqui en la Tierra, la que presta alas versans, quae radiationibtus radiaciones planetarias su efecto sobre planecarum conciliat effectum la misma, de igual manera que el sen- in sese; sicut audieus, insertic- tido del ofdo, dorado con la facultad cus facultate dignoscendi con de discernir acordes, presta a caaquella energia que incitaabailara — musicae hane vim, we illa inci quien Ia oye. He expresado s la mitsi- cordantias vocum concil ficiente- ter audlientem ad saltandum mente mi opinién sobre este puntoen De hac re egi multis in respon- mi réplica.a las objeciones que hizo el saad objecta Doctoris Roeslini doctor Réslino al libro Sobre la estrella contra libellum de stella nova nova y también en otros sitios, como —_evalibi passim, etiamauie in lib, enel libro IV de Harmonices,en espe- IV Harmonicorum passim, cal en el capitulo 7, praesertim eap. 7 En cuanto al punctwm naturale (el alma nacural de cad humano, o también del propio globo terrestee), tiene tanta ener- 6 propter plagas unde adveniune radii se mucuo in hoc puncto secantes» como un cfrculo real. «ln puncto inest circulus in potentia El alma natural del hombre no es mayor que un solo punto, y sobre estos puntos estin porencialmente grabadas la forma y el icter del conjunco del cielo, que es cien veces mayor", card La naturaleza del alma se comporta como tn puntos por esta razén puede tambign ser teansformada en los puntos del conflu- wus raciorum” El alma, segtin Kepler, contiene en sf la idea del zodfaco en virtud de su forma cicular inherente, pero son los p Ly no las estrellas fijas (y por intermedio de la lt), los vehiculos efecti- vos de la influencia astrolégica. La «distribucién de los doce sig- nos entre los siete planetas» constituye para él una fabula, aunque piensa que la doctrina directionum esta basada en una buena razén, pues enfatiza lt combinacidn arménica de dos rayos lumi- nosos, que se denomina un «visor». * Mysterium cosmographicum (Frisch, {, pig. 133): «in Caput nonum nnotae autoris (en la 2 ed. del libro). "Tertius interveniens, wim. 40, * Loe. cit, rim. 42. * Loe. cit, mim. 65, 302 | | | Kepler expresa esto en Harmonices mundi con especial claridad: Paesto que el alma leva en sf la Quarenus igitur haec ani- idea del zodiaco, o mas bien de su ma circuli zodiaci seu potius centro, también percibe la posicién y _eius centri gestat ideam, persen- el tiempo del planeta situndo en una tiscit etiam, qui planeta quovis fico y mide el Angulo de tempore sub quo zodiaci geadu los rayos que inciden en la Tierra; _versetur angulosque radiatio- pero como quiera que recibe desde In. num, coeuntium in Terra, irradiacién de la esencia Divina las metitur; quatenus vero ex Di figuras geométricas del cfrculo y(por nae essentiae irradiatione ratio zona del zod comparacién del mismo con deter- nes circuli geometricas et (per minadas partes de él) las armonias __circuli comparationem cum arquetipicas (no ciertamente en for- _certis suis partibus) harmonias ma geométrica pura, sino como si__archetypales suscepit, non pure estuvieran recubiertas o mas bien quidem geomettieas, sed radia- saturadas de un Iiquido de radiacio- _tionum lucidarum veluti sacca- nes resplandecientes), reconoce tam- ro quodam inductas, imo peni- bign las medidas de los dngulos y juz- tus imbutas, mensuras eciam gaa algunas como congruentes 0 angulorum jam agnitas, has arménicas y a otras como incon- _congruas seu harmonicas, illas gruentes incongruas iudica. El alma humana, desde el punto de vista de Kepler, desembo- ca en el nacimiento en una forma preexistente que es modelada en la Tierra por estos rayos de luz procedentes de las estrellas (pla- netas). CE. Tertius interveniens: Por esto no debe de ser calificado en modo alguno de nece- dlad que ef hombre esti diversificado y calificado naturali necessi- tate segiin Configurationibus stellarum; esto, avés bien, podria en bre en In estrella (como la del yeso fluido en un molde) que, por el contrario, una «influenciay de la estrella en el hombre *, idad denominarse una «influencia» de la naturaleza del hom- Los dngulos efectivos entre dos rayos de luz son, segtin Kepler, bien aquellos que corresponden a poligonos regulares con los que se puede cubrir un plano sin dejar huecos, como los tridn- * Libro 1V (Frisch, V, psig, 238). * Tertius interveniens, nia, 107. 303 3 Se Fig 1. Figura circunterencial y figura eenteal, De Harmonices mundi de Keples libro 1V: De coufigurutianibus harmonicis, cap. 5 (Frisch, V, piigs. 238 y 239: figs. 32, 33, 34, 35). gulos equilateros, los cuadrados o los hexdgonos, bien las figuras con forma de estrella que guardan rclacién estrecha con los polie- dros regulares. Aqui, Kepler trata de establecer una conexién inti- ma con las proporciones propias de las consonancias de los incer- valos musicales; sin embargo, se ve forzado también a admitir determinadas diferencias entre éstas y las divisiones efectivas astrolégicas del circulo, No entraré en detalles acerca de esto, sino que simplemente reproduciré algunas figuras de Harmonices ‘mundi. En ellas (fig, 1) puede verse la relacién reciproca entre Ia figura de la circunferencia y otra central; esta relacién es tal que el Angulo de la periferia entre dos lados adyacentes de la tiltima es igual al angulo central que forman los radios en puntos adyacen- ces de la primera, y viceversa. ‘A juicio de Kepler, se supone que ambas figuras corresponden alas formas circular y puntual del alma. Reproduzco el siguiente pasaje extenso, pues quiz estas ideas puedan ser de cierto interés psicolégico. 304 | i | { | i | | | Se puede demostrar lo mismo a partir de las propiedades internas det alma, como ya fue esbozado en el capitulo 3. Puesto que las armontas de las configuraciones obticnen st set formal (esse formate) del alma, ésta posee ciertamente un conaci- miento intimo de las figuras, ranto de la de la circunferencia como de la central; [este conocimiento lo posee] en virtud del mismo discernimiento por el cual el alma es canto un cireulo como un punto, es decir, el centro de un cfrculo. Pero aunque cada alma lleva en sf una idea determinada del circulo -un circule no méramente. desprendido de la materia, sino tam- bign en cierto modo de la magnitud (como se dijo en el capitulo 3), de modo que en este o centro y circu lo casi coinciden y la propia alma puede denominarse un circulo porencial o un punto diferenciado segtin las direcciones, pero en cua quier caso idénea-, sin embargo debe observarse la diferencia de algunas de sus Facultades cuando se considera como circulo 0 como punto. De lat misma manera que no se puede ima- ginar un circulo sin centro y, recfpro- camente, el punto esta rodeado por un drea que puede ser circunscrit por una linea circular, ast tampoco hay actividad en el alma sin una impresién sobre la imaginacin, A la inversa, toda recepeién o meditacién interna es causada por movimiento externo, cada funcién interna del alma lo es por movimientos exter- nos. La facultad principal y mas sobresaliente del alma, que se deno- mina mente, qué es sino el centro? La facultad de razonamiento, gqué es Idem etiam sie probacur ex intimis anima 1 proprictati- bus, cap. 3 tactis. Cum enim anima sit, quae configuratio- num harmoniis suum conci- liat esse formal, certe quo discrimine anima vel circulus est vel punctum, cenerum cit cali, eodem discrimine etiam familiares illi erunt figurae, circumferentialis et centralis. Ersi vero omnis anima circuli quandam ideam gerit, abs- cracti quidem illius non tan- cum a materia, sed etiam a magnicudine quodammodo, utdictum cap. 3, eoque civeu- lus et centrum hic fere coinei- dunt ipsaque vel circulus potentialis, vel punctum pla- gis distinctum et sic quodam- modo qualitativam ici potest; tamen discrimen hoc videcur observandum, quod iae faculeates potius ut cir- culus considerandae sunt, aliae porius ue puntum. Que- madmodum enim circulus sine centro cogitari nequit, omne vieissim punctum citea se haber regionem scribendo ‘culo, sic in anima quoque operatio nulls est sine imps sione imaginativa, omnis vicissim interna receptio vel meditatio est proprer motum externum, omnis animac faculeas interior propter magis (Iéase: mous] exterio- res. Ipsa princeps et suprema animae facultas, mens dicta, quid est nisi centrum? quid ratiocinaciva, nisi circulus? 305 sino el circulo? Lo mismo que el c tro es interno y el circulo externo, asi la mente [mens] permanece dentro de s{ misma, mientras que el razona- mienco teje una especie de cubierta externa; y de igual manera que el centro es el fundamento, fuente y origen del circutlo, ast lo es la mente del razonamiento. Por otra parte, todas estas facul- tades del alma —la mente, la faculead de tazonamiento, ¢ incluso la facul- tad sensible~ son una especie de cen- tro, mientras que las Funciones mottices del alma son la periferia; de nuevo, al igual que el cfrculo externo. se dibuja alrededor del centro, asi la accién se ditige haci: afuera, mien- tras que el conocimiento y la medita- cidn acttian interiormente; y de la misma manera que el cfrculo esta relacionado con el panto, lo esté la accién externa con la contemplacién interna, y el movimiento animal con Ia percepcidn sensorial, El punto, debido 2 que se opone por doquier a la circunferencia, es por su misma naturaleza idéneo para representar el receptivo pasivos y el alma sensible la que pereibe los rayos de los pla- netas-, gqué otra cosa hace sino sen- tir y percibir que es pasiva, es decir, que es movida por aquello a lo cual se opone? Comparemos ahora ambas proposiciones: al igual que el punto central es el mismo en ambos casos, también la forma de conocimiento es, de alguna manera, la misma, la superior, [a forma de conocimiento mental, y la sensorial, mejor su analoga, la que percibe las radiacio- nes. Ninguna de estas [funciones 306 Nam sicut centrum intus ese, circulus exterius, sic mens secum ipsa manet, ratiocina- tio celam quandam exterio- rem texit; et sicut centrum circuli, sic mens ratiocinatio- num basis, fons et origo est. Rursum omnis hace ani- mae facultas cam intellectus, quam discursus, denique et quoddam, at faculeates ani- mae motrices, circulus; quia rursum ut circulus externus circumponicur centro, sic operatio ad extra est, cognitio meditatioque perficitur intus, ecut circulus ad punctum, sic quodammodo se habet actio externa ad contemplationem incernam, mocus animalis ad sensionem. Punctum enim, quia undique oppositum cir- cumferentiae, apcum natum est repraesentando patienti, et anima sensitiva vel haee radia- tionum perceptiva, quid aliud sentiendo et percipiende, quam paticur? sc. quia move- tur objectis. Comparando etiam ucramque comparatio- nem: ut idem utrinque cen- trum, sic etiam eadem quo- dammodo cognitionis forma est, mentalis princeps et sensi- tiva vel ci analoga, perceptiva radiationum; neutra discurst in se ipsa, quacenus tals, uti- tur, sed cognoscit citra illum Uc ita sit hace illius, nacura iam sensitiva, sune centrum cognoscitivas| hace, como tal, uso del razonamienco discursivo, pero poseen conocimiento sin su concur so. Asi como ésta~me reficro ala nacuraleza sublunar y también a la naturaleza sensible (en el hombre}- es una leve imagen de aguélla, @ saber, la faculead} principal, la men= te humana, lo mismo aguel razona- miento légico es una imagen de estas acciones tt operaciones del alma, y cualquiera de los dos es un efrculo, a tanto que lasalmas son percep- iaciones celestes, y son, por ende, movidas por ellas como si de un movimiento aucocontenido incer- no se tratara, debemos considerarlas como puntos; pero como a su vez ca san movimiento, es decir, cransfieren Jas armonias de las radiaciones que han percibido en sus operaciones y son esti- muladasa la aecién por ellas, deben ser consideradas como circulos. De esto se deduce que, puesto que el conocimiento de las armonias de los rayos, debe, fundamentalmente, estar relacionada con ka figura central; pero habida cuenta que acttia provocando fendmenos meredricos (o lo corres- pondiente a éstos en los seres huma nos), cabe asignarla a la figura de lacie cunferencia, Sin embargo, en un aspecto, e de la eficienci tro mayor interés la forma en ka cual se perciba el alma operante; por lo que la consideracidn de la figura de fa cireun- ferencia es més importante para noso- ros que la dela figura ceneral toras de las rad ima tiene “esdenues- dico sublunaris aut etiam sen- sitiva, mentis humanae prin- cipis tenuis quuaedam imago, sicut ille discursus rationis harum actionum aut ope cionum animac imago est, ucraque circulus. imae Quacenus igitur a percipiune radiationes coele tes et sic fis quasi moventur secum ipsae intus, nobis puncta sunto, quatenus vero vicissim movent, hoc est qua- renus perceptas radiationum harmonias transferunt in ope- fisque stimulantur ad ra su agendum, considerari debent ut circulus. Sequitur igieur, ue in quantum cognoscit harmo- nias radiorum, occupecur potissimum circa centralem figurams in quantum vero operatur, ciens meteora (et quae similia in homine), cit- cumferentiali sexe accomodet Et vere in aspectu prior est nobis cura efficaciae quam modi, quo is percipiatur ab anima operante, prior igitur et circumferent centralis figurae respectus”. is quam * Como se define en el libro 1V, eap. 5 (Frisch, V. prig. 235), ” Harmonices mundi, livro 1V,, proposicién VI (Frisch, V, pig, 238). 307 En Jo quea los aspectos de las figuras interna y externa se rel re, parece que la mayor importancia que Kepler atribuye a la exter- na puede indicar, una ver mis, una acticud extravertida predomi- nante, Puesto que el anima terrae es causa de la climatologia y, como todo lo que participa de la naturaleza del alma, tiene la facul- tad de reaccionar a los aspectos, la climatologta debe ser sensible a Jos mismos. Kepler esti convencide de haber demostrado esto en numerosos informes sobre climatologia y, por consiguiente, consi- dera, reciprocamente, que constituye una prueba de la existenci del anima terrae, Esta concepeién animista de la causa del movi- miento planerario, a la cual ya nos hemos referido, conduce a Kepler a la hipétesis de una relacién universal entre los fendmenos celestes y las facultades receptivas de las almas individuales No existe ni sucede nada en el Nihil esse vel fieri in coc- firmamento visible cuyo significado lo visibili, cuius sensus non no se extienda mis alla, en vireud de occulta qu igiin principio oculto,alaTierraya Terram ingue facultaces las facultades de las cosas naturales; y rerum naturalium porrigatur: asf, estas facultades animales se ven casque faculeates animales sic afectadas aqui en la Tierra exacta- _affici hic in Terris, ur coclum, mente igual que es afectado el propio ipsum afficitur”. firmamento. dam ratione in Resulta interesante que Kepler intente complementar la manifestacién receptiva pasiva de la vis formatrix con un efecto activo de la misma vis formatrix haciéndola responsable de la morfologia de las plantas. Cualquier cosa que sea sensible a las formas arménicas pucde también producir formas arméni tales como, por ejemplo, los capullos de las plantas con sti ntime ro regular de pétalos, y viceversa. Por tanto, suscita la cuestién de si el alma vegetativa de las plantas posee también la capacidad de proporciones de los rayos planetarios, pero no la stablece juicios sin haber realizado sus reaccionar a responde, porque nunca propios experimentos De lo dicho hasta ahora se desprende que las ideas « sobre astrologia de Kepler estén rotalmente integradas cn el pen- samiento cientifico-causal, pues al cnfatizar insistentemente el éricas ™ De stella now, cap. 28 (Krisch, Ul, pig. 719). 308 papel de los rayos lumiinosos, esti contribuyendo a una parte de a Fisica y, concretamente, de la éptica. La efectividad astrolégica de las direcciones, que estén geomécricamente definidas respeeto ala esfera de las estrellas fijas, pero que no coinciden con los rayos luminosos (como, por ejemplo, la direccién de la Tierra al punto vernal), es rechazada de forma exptesa por Kepler. demas, hace hincapié una y otra vez.en el hecho de que, desde su punto de vis. tt, Jos efectos astroldgicos no esti originados po los euerpos celestes, sino por las almas individuales, as cules poseen ona capacidad de reaccién especifica a determinadas proporciones, Ya que, por una parte, esta energia de reaccidn recibe influencia del mundo corpéreo, y, por otra, esti basada en larelacién de imagen con Dios, estas aimas individuales (el anima terrae y el anima hominis) Megan a ser para Kepler exponentes esenciales de la armonfa césmica (harmonia mundi). La peculiar concepcién astrolégica de Kepler no logré teco- nocimiento, De hecho, si se analiza desde esta base, diffcilmente parece posible evitar la conclusién, empiticamente insostenible, de que las fuentes luminosas artficiales serian eapaces de prod, cir efectos astrol6gicos. En general, me gustaria hacet notar, como a la astrologta, que como consecuencia del vago caricter de Sus juicios (incluyendo el famoso horéscopo que Kepler le hizo a Wallenstein), no veo razén para que se conceda a estos horésco- pos algtin significado objetivo independiente de la psicologia sub- jetiva del astrdlogo Las opiniones de Kepler sobre la armonia césmica, basadas wencialmente en pr -misas cuantitativas demostrables matemiti- camente, eran incompatibles con el punto de vista de una des- cripcidn arcaica y miigica de la naturaleza como el expuesto en la obra maesera Usriusque Casini Matoris silice et Minoris Metaphy- * Sobre este punto, ef. también el resultado neg dle . el resultado negativo del experimento cstadistico deserito por C.G. Jung en el cap. 2 desu contribucidn a La interpre- saci de la natuvaleza y de ld psique, Paidés, Barcelona, 1991. 309 sica, Physica atque technica Historia, 1 ed., Oppenheim, 1621, del respetado médico de Oxford y miembro de los rosacruces Robert Fludd. En un Apéndice al libro V de Harmonices mun- di, Kepler critics este trabajo de Fludd de forma muy violent Este, representante de la alquimia tradicional, publics en su do Demonstratio quaedam analytica" una detallada polémic: gida contra dicho apéndi gia™ que, Fld. El «contramundo» intelectual al que Kepler se oponia consi tuye una descripei gica de Ja naturaleza que cul- mina en un misterio de transmutacién (Wandlungsmysterium). el proceso alquimico ordinario que mediante diversos procesos quimicos libera de la prima materia el alma del mundo latente en ella, y al hacerlo redime la materia y transforma al iniciado Fludd, al contrario que Kepler, carecia de ideas originales propias susceptibles de ser comunicadas, ya que incluso sus nocione: acerca de la alquimia estin formuladas de forma muy primitiva. El Universo esta dividido en cuatro esferas que se corresponden con la antigua doctrina de los cuatvo elementos. El superior es el empiteo, ef mundo de los espiritus, y esta seguido en orden des cendente por el éter, que acta de vinculo entre la esfera de los cle- mentos y las cosas sublunates, y por el inferior, que representa la Tierra y que es también sede del diablo. El mundo es la imagen especular del Dios trino invisible que se manifiesta a Si Mismo en A, As{ como Dios esta representado simbélicamente mediante un tridngulo equilitero, existe un segundo triingulo rellejado debajo que representa al mundo, Esto puede verse claramente en una figura tomada de Urriusque Cosmi... de Fludd (Kimina 1) Al lado del cridngulo superior se encuentra la explicacidn (I): a diri- ea la que Kepler replicé con una Apolo su vez, fue seguida por una Replicatio® por te de El mis divino y mas bello Obje- Divinissimum et formo- to [Dias] visto en el lébrego espejo —sissimum Hlud objectum in del mundo representado debajo. subscripto aqueo speculo " Frankfuure del Meno, 1621 (denominado Disursns analyticus) Brisely V. pigs. 413-468, " Brankfure d 310 Ldmina I. Los trigngulos divinos y mundanos, Fludd, Urriusque cosmi..., pilg. 21, En lo que se reficre al tringulo inferior (11) La sombra, apariencia o refle- ‘Trianguli incomprehensi- xién del cridngulo impenetrable que bilis umbra simulacrum seu se ve en el espejo del mundo. reflexio in speculo mundano visa, En el cridngulo superior, en caracteres hebreos, se lee «Yahvé> (2). En el cexto de debajo se puede leer (III) Aun cuando Hermes Trimegisto At vero quacenus Trisme- llamé al mundo la imagen del Propio_gistus appellavit mundum Dios, yo mantengo que la imagen y _ ipsius Dei imaginem, eatenus jencia del Propio Dios pueden ipsius Dei imaginem et simu- aT Léming II, La interpenetracién de las pirimides material y forma (con el infans solaris), Fludd, Utriusgue cosmi..., pag, 81 ser discernidas del espiritu del mun- — lacrum in mundi spiritu, tam- do al igual que la reflexién de un quam effigiem humanam in hombre en un espejo. speculo, conspici dicimus. Los dos principios polares fundamentales del Universo son la como principio de la luz. que procede de arriba. y la maze Fa como princi jae mors en Is Tie forn Todos © de 1a osc Lamina III, Lainterpenetracién de las pirmides material y formal: 2 (con el infns solaris), Fludd, Usriusque cosmi..., pig. 89. un drbol se tratara, y la materia se va afinando a medida que s aptoxima al extremo; simulténeamente, la pirkmide formal crece hacia abajo con su ctispide sobre la Ticrra, reflejando exactamente la pirimide material. Fludd nunca distingue claramente entre un proceso material real y una representacidn simbdlica, Debido a ka analogfa entre ef micro y el macrocosmos, el proceso quimico es realmente al mismo tiempo una reflexién del conjunto del Uni- verso. Los dos movimientos, el que tiene gar hacia abajo y cl que tiene lugar hacia arriba, se denominan también simpatla y antipatia 0, con referencia a la eibala, voluntas Deiy noluntas Dei. Tras la retirada del principio de Ia luz formal, la materia queda detrés como el principio de la oscuridad, aunque estaba presente 313, Lina IV, La imerpenetracién de | pirdmides material y formal: 3, Pludd, Urrinsqu 7 cosmii... pig, 97. antes de forma latente como una parte de Dios. En el centro, exactamente donde es oi os principios opuestos se compensan, encuenera fa esfera del Sol donde en ef misterio del enlace alqu ico se engendra el infims solaris, que es al mismo tiempo el alma del mundo liberada, Este proceso se describe en una serie de | imi- “Esto concuerda con el Ziimtsun (Retirada), teoria del cabialista Isaac (1539-1572, que vivid en Safad, Palestina). CE. Gershom Scholem Majar Trend in Jewish Miystcion (Nica Yorks 946), conle Me parece que esta doccrina mistica debe ser conside, unde los incentos para armonizar la idea aristocéliea y alguien de ‘na materia aceptadla en esencia por Fudd, con la doctrina biblica, La ded le aque l materia exsta desl toda la eternidad es tambicn inwocada fo italiano Giacomo Zabarella (1532-1589), 4 como uno de los 1 increatumde la pri- porel fldso- 314 Lémina ¥. Monochordus mundanus, Fludd, Usrinsque cosmi ..., pig. 90, nas (picturae) que Fludd también denomina «figuras jeroglificas» inas Ha IV representa algunos 0 aenigmaury de las cuales las cjemplos. En concordancia con las viejas ideas pitagéricas, Fludd desa- rrolla a partir de las proporciones de las partes de estas pirdmides la mtisica césmica, en la cual los intervalos musicales sencillos desempefian el papel principal. Disdiapasén = Octava doble — Proportio quadrupla 4:1 Diapasén = Octava Proportio dupla = 2:1 Diapente = Quinta Proportio sesquialtera 3 +2 Diatessaron = Cuarta Proportio sesquitertia 4:3 Esto se pone de manifiesto en la figura caracteristica de la Kimina V, que representa el monochordus mundanus. Bs de desta car que la idea de miisica eésmica aparece también en las obras del alquimista Michael Maier. Desde un punto de vista general, Fludd opina que tanto la armonfa del mundo como la astronomia auténtica son realmente imposibles de comprender sin poscer un conocimiento de los misterios alquimicos 0 rosacruces, y que todo lo que se manifieste sin conocer estos misterios ¢s una ficcién subjetiva y arbitraria. Por otra parte, y segiin Kepler, sélo aquello que sea susceptible de comprobaciones matematicas cuantitativas pertenece 2 la ciencia objetiva, siendo el resto personal. Esto ya se deduce de las pala- bras finales del apéndice al libro V de Harmonices mundi, ev el que Kepler tuvo que esforzarse para justificar la adopcién de métodos de comprobacién mateméticos estrictos Tal como se deduce de este breve Ex his paucis constare men, queda claro que para com-—_arbitror, etsi ad intelligenda prender los densos misterios dela mysteria conferta philosop- filosoffa sumamente profunda que _hiae profund ensefia Robert [Fudd], se hace muy tradit Robertus, cognitione necesario algiin conocimiento acerca proportionum harmonic: simae, quam de fas proporciones arménicas; sin rum omnino opus est, amen embargo, él, que ha estudiado todo illum, qui vel rocum opus mi trabajo, de momento se encuen- _ meum edidicit, adhuc a mys- tra no menos alejado de aquellos tris illis pexplexissimis abfu- misterios que lo que éstas [las pro- warum haud paulo longitts ac porciones} lo estin [para él] dela ipsac ab accutatissima certitu- precisa exactitud de las demostracio- dine demonstrationum mat nes matemitticas: hematicarum recesserunt La aversién de Fludd a codo lo que implique una medida cuantitativa se pone de manifiesto en los siguientes pasajes: Lo que dl [Kepler] ha expresado Quod igitur ille multis sirviéndose de tantas palabras y de verbis et longa oratione un largo discurso, yo lo he compri-__expressit, hoc ego brevibus mido en unas cuantasy lo heexplica- contraxi, figurisque hie~ 334. * Frisch, V, pa 316 do mediante jeroglificos y figuras en roglyphis et valde significanti- extremo significativas, y no, eierca- bus explicavis non sane ideo, mente, porque me delcite con las quia picturis delector (ut ipse imagenes (como él ha afirmado en alibi dicie) sed quoniam mul- ‘otro lugar), sino porque yo (uno de ta paucis congregare et more los que, como parece aludit mésade- Chymicorum (quippe quem lance, asocia con los alquimistas y cum Chymicis et Hermeticis fildsofos herméticos) habia tomado _versari infra innuere videtur) la determinacién de reunir mucho excractam essentiam colligere, en poco y, ala manera de fos alqui- facculentam vero substantiam, mistas, recoger la esencia extraida, —_teiicere, et quod bonum est in desechar la sustancia sedimentaria y suo proprio vasculo collocare eseanciar lo bucno en su vasjaade- _deereveram, ut detecto sie cual, fin de que se pudicra poner scientiae arcane occuleam de manifiesto el misterio de la cien-_manifestaretur, reique natura cia, que, habiendo sido revelado, interna exutis vestibus, more permanece oculto; y para que la gemmae pretiosae aurco naturaleza interna de las cosas, tras annulo insertae, figurae natu. haber sido despojada de sus vestidue rae stae magis aptac includ ras externas, pueda ser engarvada en rerun, in qua elus virtus, tan- un anillo de oro, cual side ana pre- quam in speculo, absque ciosa gema se tratara, como simbolo —verborum plurimorum, cit= ‘is adecuado a su naturaleza, esto cuitione oculo et animo cons- es, un simbolo cuya esencia pueda piceretur ser contemplada por el ajo y por la mente como en un espejo y sin com plejos circunloquios. Es por ello por lo que los mate- miticos vulgares se interes sombr. Nam mathematicorum san por las vulgariuim est circa umbras cuantitativas, mientras que quantitativas versari Chymici los alquimistas y los flésofos hermé- et Hermetici veram corporum ticos perciben ef auténtico nticleo de naturalium medullam am- Jos cuerpos naturales. Para los mate-_plectuntur-”, miiticos selectos que han estudiado ‘A Mathematicis exquisi matemiticas formales, la naturaleza tis et circa mathesin formalem se mide y se revela en toda su desnu-_versatis mensuracur atque dlevs sin embargo, para los expurios e revelacur Natura nuda; a spt imprudentes permanece invisible y ris autem et mendosis invisi- coculta. Es decir, estos timos miden _biliser occulta manet, Hi ergo las sombras en lugar de la sustancia yy umbras pro substantia me- Demonstratio quacdain analyrica, phi * Loe. eft, pig. 12. ix. 5. 317 se alimentan a si mism nes incons con opinio- —tiuncur, opinionibus variis centes, mientras que los nutriuntur; ili, umbra rejec- primeros rechazan In sombra,aferran ta, substantiam amplectun- la sustancia y se recrean en la con- tut, veritatisque visione gau- templacién de la verdad, dene. Pero aqui se oculea toda la ver- Sed hic tota latet dfficul- dad, pues él [Kepler] reflexiona sobre tas, quod ipse motus rei natu los movimientos externos de las ratae exteriores excogitat, ego cosas creadas”, mientras que yo con- actus incernos et essentiales ab templo" los impulsos internos y ipsa natura profluentes consi- esenciales que surgen de la propia dero; ipse caudam tenet, ego naturaleza; él agarra la cola, yo aferro. caput amplector; ego cauisam la cabeza; yo percibo la eau principalem, ipse illius ra, él sus efectos. Yaun cuando «is animadvertit. Ee tamen (como él dice) sus movimientos psc, quamvis motus eius externos puedan ser reales, sea extremi sine reales (ut dicit), hundido ya demasiado en Ia inmun- magis coeno et luto impos: dicia y en el barro de su imposible _bilitatis suae doctrinae inhae. doctrina, ¢ , indeciso, se ha dejado ret et perplexissimus obscura- apresar con demasiada firmeza por tis vinculis obligacut, quam, ocultos grilletes como para ser capa utse facilis ex laqueis isis, sal~ de liberarse faicilmente de esas liga- vo suo honore, liberate, cap- duras, sin riesgo para suhonra, yde — cumque redimere queat mini- redimirse a si mismo de su cautivi- mo acque qui foveam ali sin pagar un precio excesivo®. Y_— fecit in el que cava una fosa para los dem acabaré sin saberlo cayendo en ella. sandem ipsemet igno- s,— ranter incidic*. Semejante rechazo de todo lo cuantitativo en favor de la «for- ma» (que nosotros llamariamos simbolo), es obviamente por completo incompatible con el pensamiento cientifico. Kepler replica a lo anterior de la siguiente manera: Loe. cit, pig. 13. ” Res naturata:el objeco natural realmente existente. © Kepler wdesenreda» (auskligeln), Fludd econtemplae (schanen) © Los actus interiores son los impulsos creatives que tienen lugar en ka «propia naturales de estos. (ves mati ; raleay Cpa naturales motes esteriaes resultant impulsos son los sucesos flsicos que se originan en wlas cosas cread: rata). . © Minima: mis barsto, © Bludd, Discursnsanalyticns, pay, 36 318 .Cuando pronuncio sus enig- «- Quod igitur aenigma- mas ~armonias, las lamarfa yo, ta cua, harmon hablo de forma tenebrosa segtin mi renebrosa appello, loquor ex discernimiento y comprensidn, y _ judicio et captu meo, et habeo usted mismo me ayuda allo, yaque te astipulatorem, qui negas, uw intencién sea someter-tuam intentionem subjici crationibus mathema- ine quibus ego coee a inquam, niega que Jos a demostracién macemitica, sin demon Ja-cual yo me siento como un ciego. —_ticis, Asi pues, los contendientes ya ni siquiera se ponen de acuerdo entre lo que se llama luz y oscuridad. Las picturae simbélicas de Fludd y los diagramas geométricos de Kepler manifiestan una conttadiccién irteconciliable. Por ejemplo, para éste es Facil sefia~ lar que las dimensiones de las esferas planetarias presences en Ia figura de Fludd del monochordus mundanum, anteriormente ilus- trada, no se corresponden con las dimensiones empiricas reales. Cuando éste replica que los sapientes no se han puesto de acuerdo sobre las dimensiones definitivas de las esferas, y que esta cuestién no es realmente importante, Kepler sefiala, oportunamente, que las proporciones cuantitativas, por lo que a Ja mtisica se refiere, son esenciales, de manera especial en el caso de la proporcién 4 : 3, caracter(stica del intervalo de cuarta, Naturalmente, Kepler obje- t6 ademis la hipétesis de Fludd de que era la Tierra y no el Sol la que ocupaba el centro de las esferas planetati El desprecio de Fludd por todo lo cuantitativo, como son todo tipo de divisiones y multiplicidades, y que pertenece en su opinién al principio de oscuridad (materia, diablo), da lugar a ch, Vi pai 24, licario, pip, 27, sobre Francisco Jorge Veneto: Elconcluye por tanto que el Conchudit igitur, quod ani- tuna y simple, pero se puede lamar divi- va it unica et simplex, ad res vero inferiores descendens divisa dici- tur. Acque hace est generationis et cidn y de la descomposicién en las esfe-_cotruptionis ratio in rebus inferio- ras inferiores. Por ello, Pitigoras dice _ribus. Hic ergo dicie Pythagoras cuando escribe a Eusebio: eDios esti en scribendo ad Eusebium: Deus est la unidad, pero el Diablo y lo maligno in unitate, in dualitate vero est estd en la d porque en ésta hay Diabolus ec malum quippe in quo muliplicidad material.» « multitudo material Replicatia, pig. 37: La materia se expande s6lo en masa alida Materiam, quae sola in mul- 319 otra diferencia esencial entre las opiniones de ambos, la que se refiere a la posicién que ocupa el alma en la nacuraleza. La sensibi- lidad del alma a las proporciones, tan fundamental para Kepler, ajuicio de Fludd tinicamente el resultado de su implicacién en el mundo corpéreo (oscuro), mientras que sus facultades imaginati- vas, que reconoce como una unidad, surgen de su naturaleza real cuyo otigen radica en el principio de la luz. (forma). Mientras que Kepler represcnta el punto de vista moderno segtin el cual cl alma es una parte de la naturaleza, Fludd protesta incluso por la aplica cién del concepto «parte» al alma humana, puesto que ésta, al no participar de las leyes del mundo fisico, es decir, en cuanto que pertenece al principio de la luz, ¢s inseparable del alma del mun do en su conjunto (véase Apéndice 1). Kepler se ve obligado a rechavar las «matemiticas formales» que Fludd opone a las matemdticas «vulgares ima, Si usted conoce otras macemati- Mathesin si tu aliam nosti cas (ademds de las vulgares de (practer vulgarem illam, a qua cuales han recibido, hasta cl momen- _denominati fuerunt quotquot to, su nombre los reputados como —_haetenus mathematici eel matenviticos), es decir, unas mate- brantur), quae scilicet sit miticas que scan simulténeamente — naturalis et formalis, cam ego naturales y formales, yo debo confe-fateor numguam delib: sar que nunca las he experimentado, nisi ad generalissimam vocis salvo que nos refugiemos en clorigen _originem confugimus, dimis- mas general del mundo {ensefianza, sis quantitatibus. De illa igi docttina] y renunciemos a la tur scito me hic non esse locu- dades. Como usted sabe, no voy a tum; habeas tibi, Roberte, hablar aqui de eso. Usted, Robert, —_laudem er illius et demonstra- puede quedarse con su famay con las tionem in illa, quae quam sint evidencias que la sustentan, y pienso accuratae, quam certae, tute que juzgerd, sin necesidad de mi ayu- recur judicabis sine me arbi- da, lo precisas y ciertas que son. Yo. tro. Motus ego cogito visibiles reflexiono sobre los movimientos _ sensuque ipso determinabiles, visibles determinables por los pro- tu actus internos considerato pios sentidos, usted puede considerar — deque iis in gradus distin- los impulsos internoseintentar dife- _ guendis laborato; caudam ego feneo sed manu, tu capuc renciarlos segtin los grados. Yo agg y no en forma, la cual siempre esti inin-tudine dilatatur et non in forma terrumpidamente ligada con su fuente quaesemper continua estad sum de esplendor... fontem lucidum 320 rro In cola pero la mantengo en mi amplectaris mente, modo ne manoj usted puede aferrar la eabeza somnians; eyo contentus sum mentalmente, aunque tnicamente, —efféctisseu planetarum moti. me temo, en suis suenos, Yo me con- bus, si in ipsis causis invee tento con los efectos, esto es, con los nisti harmonias adeo liquidas, movimientos de los planetas. Si quam sunt meac in motibus, usted enconcrara en las propias cau-aequum erit, ut ego et tibi de sas armonias tan didfanas como lo inventione et mihi de percep son las mfas en los movimientos, _ tione gratuler, ubi primum seria justo que yo le felicitara por su percipere potero talento inventivo y que lo hiciera conmigo mismo por mi talento de observacisn tan pronto como fuera capa de obscrvar algo. Sin embargo, la situacién no e entender. Despu mente empiri sencilla como Kepler daa s de todo, su punto de vista tedrico no es pura- ‘0, sino que contiene elementos tan esencialmente especulativos como puede ser el de lt nocién de que el mundo fisico es la realizacién de imagenes arquetipicas preexistentes, interesante hacer norar que esta vertiente especulativa de Kepler (no manifestada aqui) esti conerarrestacla en el caso de Pludd por una tendencia empitica menos abvia. De hecho, éste intenté fan lamencar su filosofia especulativa de los principios de la luz y de {a oscuridad en experimentos cientiicos realizados con la ayuda del denominado sbardmetro». Puesto que esta eencativa arroja luz sobre lo que nos pucde parecer un episodio raro en la historia intelectual del siglo XVII, me gustaria aiiadir algo acer Punto, aunque los pasajes relevantes sdlo se encuentran en un Postrero trabajo de Pludd, Philosophia Moysaica (Gouda, 1637), que no aparecis hasta después de la muerte de Kepler, El barémetro se construfa mediante inmersién de un reci- piente de vidrio abierto por cl extremo inferior en un recepticulo que contenia agua. El aire contenido en el recipiente, al rarificarse Por calentamiento, originaba en su interior una columna de agua cuyo nivel era determinado por la temperatura y por la presién del aite. Sin embargo, este tiltimo concepto, no conocido antes de Torricelli y las variaciones temporales en el nivel del agua, cau das en parte por las de la presién del ai se interpretaban nor. * Apologia (visch, V, pig, 460). 32 Evenpli gratis. Polus Ryemalis. Polus #suvalis, Lémina V1. E\ barémetro de Fludd. Fludd,, Philosophia Moysaica, fol. 4 malmente sélo como debidas a las variaciones de temperatura. La columna de agua baja al ser calentada y sube al ser enfiriada como consecuencia de la expansién o de la contraccién del aire que que da sobre la misma, El instrumento, una especie de combinacién de barémetro y termémetro, se comporta, por supuesto, al rev de lo que para nosotros es habitual”. Lalim. VIy las siguientes citas de Philosophia Moysaica dejan ‘obre la historia de este instrumento, ef G. Bolfivo, Gli serumenti della scent lt sins deg strament (Plena, 1929), donde shace referencia tuna iluseracién (Lim, 66) y descripcidn del ebarémetron de Sphaera Mundi de Giuseppe Biancani (Bolonia, 1620), pig. 111, y tambien a las de un inser nilar de Galileo llamado «termoscopios (Kim, 115). Esta informacién it ha sido gentileza del profesor Panofiky. en daro que Fludd considera el barémetro como un simbolo dela competencia entre los principios de la luz y de la oscuridad en el mactocosmos, tema del que ya se ha tratado aqui. Los tridngulos de la lim. VI son los mismos que los de las figuras anteriores (lams. I-IV). Algunos contemporineos se Quod instrumentum vul- atribuyen falsamente ese instrumen- go speculum Calendarium to comtinmente denominado baré- dictum, falso a quibusdam metro; es decir, alardean engafiosa- _nostti seculi hominibus sibi- mente de él como si hubiera sido mecipsisarrogacur, utpote, qu inventado por ellos, illud propriam suam inventio- nem esse falso glor ‘Tan apasionadamente vido de Glorine tam impense avi- renombre y codicioso de fama y dus atque famae et reputation reputacién es el hombre, que para cupidus est homo, wt quomo- adquirirlos le importa poco si los do, quave ratione illam acqui- tur. procedimientos son rectos 0 tortuo- rat, nimirum an sit directe vel sos, Esta fue la tinica razén por la que indirecte, parum refer. Ista sola los filésofos paganos se atribuycron erat causa, ob quam Ethnici fraudulentamente aquellos princi-__philosophi sibi ipsis ea philo- pios filosdficos que por derecho sophiae principia more surrep- supremo pertencefan al sabio y divie sitio ascripserunt, quae summo no filisofo Moisés, los velaron y disi- jure sapienti divinoque philo- mularon su robo mediante nuevos sopho Moysi pertinebant, nombres o titulos para asi poder nominibusque sive titulis novis ostentarlos como debidos a su propia __illam suam latrociniam vela- invencién (como se ampliaré més bant et quasi deaurabant, ut adelante). Asf ambi trumento experimental o barémetro _priis suis inventionibus fuisse tiene muchos inventores espurios 0 stabifita (ut infra dicetur latins) ilegitimos, quienes, alterando algo la simili plane ratione instrumen- forma del original, alardean de que tum sive speculum hoc nos- hac ratione ostentarent ea pro- in, nuestro in: fucron ellos los primeros que tuvie- trum experimentale, plurimos ron esta idea (inventionem). En lo habet inventores spurios seu que a méconcierne, juzgo que es jus adulkerinos, qui, quoniam typi toy honesto atribuir acada uno lo formam aliquanculum immu- que es suyo: por ello no me aver- _ tatunt, ipsius inventionem a giienza atribuir los principios de mi seipsis prius excogiratam glo- filosofia a mi maestro Moisés, quien riantur. Quod ad me actiner, su ver los recibid integras y eseritos _cuiliber quod suum erit tibue- de la propia mano de Dios, No puc- re acqam atque honestum esse do por tanto, en justicia, arrogarme —existimo: non enim erit mihi 323 te ins © pretender la invencidn de trumento aunque haya hecho uso de 4l (bien que en otra forma) en mi histor en otra parte, a fin de comprobar la veracidad de mi argumento filos6fi- co; y he de confesar que lo encontré verbalmente especificado y geomé- tricamente disefiado en un manus- crito de al menos hace cincuenca aos. Ast pues, en primer lugar expli« caré la forma en que lo enconeré en ese viejo registro que acabo de men- cionar y después describiré su forma y posicidn, asf como la manera en la que habitualmente lo utilizamos. del macrocosmos natural, y Antes de que procedamos a nuestra demostracién ocular, que realizaremos mediante nuestro ins: crumento experimental, debemos considerar en primer lugar que el cen general, esto es, el elemento ge rico del mundo sublunar es fa parce mas delgada y espiritual de was aguas bajo el firmamento» mencionadas por Moisés. Por tanto, ¢s cierto que cualquicr parte de este aire corre: pondeasu toralidad y, en consecuen- ia, el encerrado en el recepticulo de vidrio de esce instrumento es de la misma naturaleza y condiciones que claire del mundo en general. De *R.Fludd, Philosophia Maysatea, Gi 324 dedecus istius meae philosop- hiae principia praeceprori meo Moysi ascribere, utpote qui ipsa etiam divino digito formata auque designata accepit, neque jure mihi fabricam buius ins- trumenti primariam arrogare aut vendicare queam, quamvis illo in nacurali Macrocosmi, mei historia et alibi ad verica- tem argumenti mei philosophi- ci demonstrandam (lict in alia form 1a) Stim UUstIs: CE ABNOSCO, me illud in veteri quingento- rum saltem annorum antiqui- tatis manuscripto graphice spe- cificatum, atque geometrice delincacum invenisse. Primo jiaque formam, sub qui illud in monumento pracdicto antiguo inveni, vobis exponam: deinde cius iguram atque positionem, quod valgariver inter nos est cognitum atque usicacum hic Priusquam ad ocularem nostram istam demonstratio- nem procedamus, quae erit in e¢ per experimentale nostrum instrumencum considerare debemus, quod C regionis sublunaris Elemen- tum, sic subrilior et magis spi- ritualis Aquarum, infra Firm: mentum portio, de quibus Moyses facit mentionem Quare certum est quod quacli- ula oi, et p acta, inprimis holicus aer seu generale bee eiusdem aeris parti cortespondeat cit consequens acr ine asis in Ins- nucla, 1637, LU, fol salere donde se deduce que, debido ala trumenti huius continuidad entre ambos, claire di general del mundo sublunar se com- porta en su diposicién exactamente de la misma manera que el aire par cial encerrado en el recepticulo, ef cual es una parte del aire generals y &te a su vez, se comporta como el Espiritu de Ruach-Elohim que flota sobre las aguas y con Su presencia las anima, vivifi vitro est cius- m naturae et conditionis cum aere Catholico mundano. Unde liquet, quod ratione continuitatis ipsorum, ut acr generalis mundi sublunatis in sua dispositione se haber, ita ctiam cius aer particulatis vitro inclusa, qui est Catholici pars, se habet iterum ut Spiritu ac informa, y las Ruah-Elohim, qui ferebatur extiende proporcionindoles super aquas, ipsas sua pracsen- miento; de forma que en Su ausen- tia animavit, vivificavit, infor cia, esto es, tras cesar fa acruacién de mavie, easque dando iis motio- Su fuerza y lt emanaci6n activa, o nem dilatavie; ita quidem tras concentrar en Si Mismo la acti- ipsius absentia seu actus ot Vidadl de Sus rayos, las aguas se con-emanationis agilis cessatione, seu radiorum activieatis suae in seipsum contractione, aquae similiter sunt contractae, con- densatae, obscuratae et immo- biles atque quietae facrae ”. movi traen, se condensan, se oscurecen y se tornan inméviles y calmadas. ‘A Ia vista de esta descripcién, casi se esté tentado de denomi- nar al barémetro, en el sentido de Fludd, un «noluntémetron, significativo, en lo que a la confrontacién entre Kepler y Fludd se refiere, que para éste el mimero cuatro tenga un cardcte imbélico especial, que, como hemos visto, no tiene en el caso de Kepler. Una cita de Discursus analyticus de Fludd, que figura en el Apéndice Il, pucde arrojar algo de luz sobre esta cuestion. Esperamos que lo dicho anteriormente le haya servido al lec- tor para conocer algo acerea de la atmésfera que prevalecia en la primera mitad del siglo XVIT, en la que la nueva forma de pensa- miento cientifico, matemitico y cuantitativo colisioné con la tra- dicisn alquimica expresada cualitativamente mediante imagenes simbélicas. La primera, representada por el productivo y creativo Kepler, siempre esforzindose en encontrar nuevos modos de expresién, y la segunda, por el epigono Fludd que no sdlo no podia colaborar, sino que vefa claramente amenazado su mundo “OR. Flu, Philosophie Maysaiva, tol. 27 v. (ly 1M). 325 de misterios, que se iba quedando arcaico en virtud de ft nueva alianza entre induccién empirica y pensamiento ldgico matemti- co. Da la impresién de que Fludd nunca tenfa razén cuando dis- cutia sobre fisica o astronomia, y es que, como consectiencia de st rechazo del elemento cuanticativo, permanecié forzosamente aje- no asus leyes y entr6, inevitablemente, en un confli liable con el pensamiento cientifico. to irreconci- Sin embargo, Ia actitud de Fludd nos parece algo mas com- prensiva cuando se analiza desde Ia perspectiva de una diferencia- cién més general entre dos tipos de mente, diferencia que, por otra parte, puede rastrearse a lo largo de la historia. Uno de los tipos considera esenciales las relaciones cuantitativas de las partes; el otto, Ia indivisibilidad cualicativa del todo, Un ejemplo de esto ntra ya en Ia antigiiedad cuando se contemplan las dos jones de belleza, Una de ellas se refiere a la concordancia idénea de las partes entre si y con el todo; la otra (remonténdonos a Plotino) no hace referencia a las partes, sino que afirma que la belleza es el esplendor eterno de «Aquéls que resplandece conti- nuamente en el fendmeno material, Puede también encontrarse una comparacién andloga en la conocida polémica mantenida entre Goethe y Newcon acerca de la teorfa de los colores. El pri- mero tenfa una aversién similar a «las partes» y siempre resaltaba la influencia perturbadora que ejercfan los instrumentos sobre los fendmenos «naturales». Nos gustaria manifestar nuestra opinién sobre ef hecho de que estas actitudes discutibles son en realidad ilustraciones que muestran la diferencia entre el tipo sensible 0 intuitivo y el tipo pensante. Goethe y Fludd representan al sensi- bley alt aproximacidn incuitiva, y Newton y Kepler, al pens incluso no se deberia considerat a Plotino como pensador s matico si se lo compara con Aristételes y Platén” nee; ste Los eruditos modernos preficren en principio no adseribirse a © La controversia entre ambas definiciones de belleza jugs papel particu larmente importante en el Renacimiento, cuando Ficino tomé partido por Plotino, * Como quiera que el pensamiento cientifico, basado en la cooperacién de teoria y experimento, es una combinacidn de reflexidn y sensacidn, su polo ‘opuesto se puede describir de forma mis precisa por el rérmino upercepcién intuitivar, Sobre Plotino, cf. tambidn Schopenhauer, Frugmente zur Geschichte der Philosophie, 7: sNeuplatonikers (en Parerga und Paralipomena, ed. R. von Kocber, Berlin, 1891). 326 i i | i ninguno de estos tipos antagénicos, caracterizados porque uno de clos implica un mayor grado de conciencia que el otro, y esta es la causa de que la vieja disputa entre Kepler y Fludd mantenga atin su interés, como cuestidn de principio, en una época en la que las ideas cientificas acerca de ln miisica del mundo han perdido por completo su significado. Otro indicio de esto puede verse en el hecho singular de que la actitud «cuaternaria» de Fludd, por con- traposicidn con la «ttinitaria» de Kepler, se corresponde, desde un punto de vista psicolégico, con una mayor completitud de la expe- riencia (Erleben)*, Aunque Kepler concibe el alma pricticamente como un sistema de resonadores capaz de ser descrito matemiiti- camente, siempre ha intentado expresar la imagen simbélica, ade- mas de la parte inconmensurable de la experiencia, que también incluye los imponderables de las emociones y de las evaluaciones cemocionales. Aun a costa de la pérdida de conciencia que implica el aspecto cuantitativo de la nacuraleza y de sus leyes, las figuras «jeroglificas» de Fludd intentan preservar una wnidad entre la experiencia interna del «observador» (como lo llamarfamos hoy) y los procesos externos de la naturaleza, y, por tanto, una integridad en su contemplacién; integridad contenida antiguamente en la idea de la analogia entre micro y mactocosmos, pero aparente- mente ausente ya en Kepler y perdida en la visién del mundo de las ciencias naturales clisicas ™ La fisica cudntica moderna incide de nuevo sobre el factor de la perturbacién de los fendémenos a través de In medida (véase la siguiente seccién), y la psicologia moderna hace uso otra vez de las imagenes simbilicas (especialmente de las originadas esponts- neamente en suefios y Fantasias) como materia prima para la com- prensién de procesos de la psique colectiva (wobjetivan). Ast, la fisica y la psicologia vuelven a reflejar, para el hombre moderno, el vicjo antagonismo entre lo cuantitativo y lo cualitativo. Sin embargo, desde la época de Kepler y Fludd cada vez se ha vuelto 10 esti en armonfa con los textos alquimicos més antiguos, segtin los cules sélo fa roralidad de los cuatro elementos hace posible producir la quinta cxeentia y ol lapis, que es la eeansmutacion real, En el Apéndice Ill se pueden encontrar mais datos sobre el simbolismo de los nimeros tres y cuatro. ~ Como paralelismo moderno a esta tenclencia hacia la unidad y la com pletitud, ef. especialmente el estudio del sincronismo de Jung y su ensayo «The Spirit of Psychology», en Spirit and Nature (conferencias en Evanes Yearbooks, 1, Nueva York, 1954, Londres, 1955) 327 menos remota I posibilidad de relacionar estos polos anttéticos Por otra parte, la idea de complementariedad de la fisica mavlma nos ha demostrado, mediante un nuevo tipo de sintesis, que la conttadiccién en las aplicaciones de antiguas concepciones ansi- téticas (tales como las de partfcula y onda) es sélo aparente; por oxro lado, Ia posibilidad de emplear ideas de la vieja alquimia, puesta de manifiesto en la psicologia de Jung, apunta hac i unidad més profunda entre los acontecimientos psiquicos y cos (Gesehehen). Pasa nosotros, al contrario que para Kepler y Fludd, el nico punto de vista aceptable es aquel que are anbas partes de la realidad —Ia euanciativa y la cualicativa, la s cay la psiquica- como compatibles entre sf, y que sea capaz de abarcarlas simulténeamente. El hombre modero, obviamente, no se cuestiona la posibili- dad de retroceder al punto de vista arcaico que pagaba el precio de su unidad y completitud a costa de una ignorancia ingenua de la nacuraleza. El fuerte deseo de una mayor unificacién de su visi6n del mundo le impulsa, sin embargo, a reconocer la trascendencia del estadio del conocimiento precientffico en el desarrollo de las ideas cientificas -trascendencia le la que ya se ha hecho mencién al comienzo de este ensayo complementando la investigacin de este conocimiento (Erkenninis nach aufien) con el ditigido hacia dentro (Erkenntnis nach innen). El primero de estos procesos ests dedicado a adaptar nuesto conocimiento a los objetos externos, y el segundo deberia arrojar luz sobre ls imagenes arquetipicas ut- lizadas en la creacién de nuestros conceptos cientificos. Sélo com binando ambas ditecciones de investigacién puede obtenerse el conocimiento completo, El deseo universal de una mayor unificacidn de nuestra visién del mundo, particularmente entre los cientificos, se a intensifi- cado en gran medida por cl hecho de que si bien ahora a ciencias naturales, ya no poseemos una imagen cientifica total del mundo (Weltbild). Desde el descubrimiento del cuanto de accién, la fisica se ha visto gradualmente obligada a renunciar a la 328 soberbia pretensién de su capacidad para comprender, en princi- Pio, el mundo ev su conjunto. Sin embargo, esta misma citcuns- fancia, como correctora de anteriores desviaciones, podeia conte. ner el germen de progreso hacia una concepcién unificada de la toralidad del cosmos (Gesemtweltbild), del que las ciencias natu. rales son sélo una parte. Incenvaré demostrar esto refiriéndome al problema, atin no resuclto, de la relacién entre acontecimientos del mundo fisico y del alma, problema que ya atrajo la atencién de Keples, quien, tras haber demostrado que las imagenes dpticas formadas en la retina estin invertidas respecto a los objetos originales, se burlé dlel mundo cientifico durante algiin tiempo preguntando por qué ja gente no veia los objetos invertidos en lugar de derechos, Por suptesto, esta cuestién tuvo Ficil solucién al tratarse sélo de un problema ilusorio, ya que de hecho el hombre es incapaz de com- parar imagenes con objetos reales, pues tinicamente registra las impresiones sensoriales resultantes de la estimulacién de determi. nadas dreas de la retina. Sin embargo, el problema general de la relacién entre lo fisico y lo psiquico, entre lo interno y lo externo, dificilmente puede decirse que haya sido re de «paralelismo psi uuelto por el concepto ofisico» adelantado en el siglo pasado, No obstante, la ciencia moderna puede habernos aproximado a una concepcién mas satisfactoria de esta relacién estableciendo, den- tro del campo de la fisica, el concepto de complementariedad. Serfa enormemente satisfuetorio que lo fisico y lo psiquico pudic- ran ser aspectos complementarios de la misma realidad; sin embargo, atin no sabemos si en este caso nos enfrentamos o no ~como suponian Bohr y otros cientificos— con una auténtica rela- cién de complementariedad que involucre exclusién mutta, en cl sentido de que una observacién exacta del proceso fisiolégico ori- gine una interferencia con el proceso psiquico que haga toralmen- te inaccesible In observacién de éste. No obstante, es cierto que la isica moderna ha generalizado la antigua confrontacién entre sujeto aprehensor y sujeto aprehendido a la idea de hendidura o divisién (Schnitt) existence entre observador o medio de observa. cién, por un lado, y sistema observado, por otto. Mientras que la existencia de tal divisién es una condicién necesaria del conoci- miento humane, la fisica moderna sostiene que su nbicacién (Lage) es, hasta cierto punto, arbitraria, y resulta como conse. cuencia de una eleccién codeterminada por consideraciones de 329 conveniencia y, ¢ consecuencia, parcialmente libre. Ademis, mientras que los antiguos sistemas filosdficos situaban lo psiquico en el lado subjetivo de la divisién, es decir, en el lado del sujeto aprehensor, y lo material en el otro, o sea, en el lado de lo que es observado objetivamente, el punto de vista moderno es mis libe- ral a este respecto. Asi, la microfis observacién puede consist a muestra que el medio de ir en aparatos de registro automatico, y la psicologia moderna prucba que en el lado de lo que es observa- do introspectivamente existe una psique inconsciente de conside- rable realidad objetiva. Por tanto, el orden objetivo que se presu- mia en la natur s, por una parte, relative respecto al no menos indispensable medio de observacién exterior al sistema observado, y, por otra, esté situado mis alli de la distincidn entre Io «fisico» y lo «psiquicon. Ahora bien, existe una diferencia bisica entre los observado- res o instrumentos de observacién que deben ser tomados en con- sideracién por la mictofisic: moderna y el observador objetivo de la fisica clisica. Por éste, yo entiendo no a aquel que necesaria- mente no tiene efecto sobre el sistema observado, sino a aquel cuya influencia puede ser siempre eliminada mediante correccio- nes determinables, Sin embargo, las leyes naturales en microfisica son tales que cada pizca de conocimiento adquitido a partir de una medida debe ser pagada como pérdida de otros datos com- plementarios de dicho conocimiento, Por tanto, cada observacién interfiete, en una escala indeterminable, tanto con los instrumen- tos de observacién como con el sistema obscrvado, ¢ interrumpe la telacién causal entre los fendmenos precedentes y los posterio- res, Esta interaccién incontrolable entre observador y sistema observado, que tiene lugar en cada proceso de medida, invalida la concepcidn determinista de los fendmenos que se asume n fisica clisica. Asi, la serie de acontecimientos que tienen lugar segtin reglas predererminadas se interrumpe, después de que el especta- dor haya elegido libremente entre dispositivos experimentales mutuamente excluyentes, por la observacién selectiva, la cual, como acontecimiento esencialmente no automitico (Geschehen), puede ser comparable a la creacién en el microcosmos o incluso a la cransmutacién (Wandlung), cuyos resultados son, sin embargo, imposibles de predecir y trascienden el control humano™ “CE sobre esta materia ef ensayo del autor «Die philasophische Bedeu- 330 Asise explica de forma satisfuctoria el papel del observador en la fisica moderna. La reaccién del conocimiento ganado sobre el ganador de ese conocimiento (Erkenmenden) da lugar, no obstan- te, a.una situacidn que trasciende la ciencia natural, ya que seria necesatio, en virtud de la completitud de la experiencia relaciona- da con dl, que ejerciera una fuerza includible para el investigador (fiir den Erkennenden verbindlich), Hemos visto cémo no sola- mente la alquimia, sino también Ja idea heliocénerica, suminis- tran un cjemplo inscructivo acerca del problema de cémo esta do el proceso del conocimiento con la experiencia reli- giosa de transmutacién experimentada por aquel que lo adquiere (Wandlungserlebnis des Evkennenden). Esta relacién s6lo puede ser comprendida mediante simbolos que expresen imaginativamente el aspecto emocional de la experiencia, y que permitan establecer una afinidad vital enere la suma total del conocimiento contem- relacio: pordinco y el proceso real de comprensidn. Ya que hoy dia la posi- al simbolismo se contempla como una idea extrafia, interés examinar otra época en la a cientifica bilidad de podria considerarse de especial cial los conceptos de lo que ahora Hlamamos mecénic clisica fueran asimismo extrafios, pero que nos permitierr com- probar Ia existencia de un simbolo que tuviera simultineamente una funcién cientifica y religi tung det Idec der Komplementatititn, en Experientia 6 (cuaderno 2), pigs. 72- 75 ensayo 2 de esta coleccién). EI nuevo tipo de estadistica, ley nacural de la fisica cwintica, que funciona como intermediario entre el discontinuo y el con- tina, no puede, en principio, ser reducido a leyes deterministas causales en el sentido de la fisica ckisiea, y so limitando lo que sucede, segtin la ley, a fo que es reproducible se debe volver a percibir la existencia de lo esencialmente tinico en los acontecimientos fisicos. Me gustaria proponer, siguiendo a Bohr, que tural se designara como «correspondencia estadis- esta nueva forma de ley na 331 Apéndice I Rechazo de Fludd a la propo ‘ién de que el alma del hombre es una parte de la nacuraleza Replicatio in Apolog. ad Anal, XII (Frankfurt del Meno, 1622), pags. 20 sig. * De estos fundamentos de su Harmonices surgen, cn mi opinién, miilciples cuestiones y dudas no facilmente resolubles, a saber: 1. sel alma humana una parte de la nacuraleza? 2. gHisté reflejado el circulo con sus divisiones mediante poligonos regul ma por ser ésta [el ima) una imagen de Dios? 3. ;Se asientan los determinantes de las armontas intelectuales en la Men- te Divina como consecuencia de la divisién del circulo que tiene lugar en la esencia de la propia alma, como le gus- tarfa a Johannes Kepler (pag, 21), cuyo modelo aquf es ka mence humana, x cual ha mantenido de su arquetipo la impresién de los datos geométricos desde el mismo comienzo del hombre? 4. dis el sentido del ofdo una parce de la naturaleza y da testimo- nio de los sonidos y de sus propieda- des como si representara [para el intelecto} el sensus communis 5. Suponiendo que (sobre la Uc mihi videcur, ex hisce Harmonicae tuae fundamen- tis quaestiones et dubia multi- faria non facile dissolvenda oriuntur: videlicet 1. An anima humana sit pars naturac? 2. An in Anima reluceat Circulus cum suis divisioni- bus per regularia plana, prop- sit in ipsius animac css constituantur termini harmo- njarum intellectualium in mente divina, ut vule Johan- nes Keplerus (p. 21) cuius exemplar est hic humana, characterem rerum Geometti- carum inde ob ortu hominis cx Archetypo suo retinens? 4. An Auditus pars sit Naturae, resteturque de sonis corumque qualicatibus, quas sensus communis repracsen~ ra? 5. Si inveniretur propor- CE Apologia de Kepler (Frisch, V. pig. 429). 332 base de lo dicho anteriormente) la proporcién esté reflejada en Ia mente desde st origen, zse pueden conside- rar armoniosos los sonidos y derivar- se placer de ellos? 6. Aligual que el cuadrado, ges el triingulo una parte de la naturaleza de las cosas inteligibles?, y adem divide al cfrculo en partes que deter. minan, por su cantidad o longitud, alguna proporcién armoniosa?', y los dems valores naturales presentes en el canto artificial, zsiguen los valo- res numéricos establecidos de las consonancias? Comenzaré, Johannes mio, a hablar, siguiendo un orden, sobre los puntos principales de estas pregun tas, intentando no contradecitle ni tampoco causar dao alguno a su Harmonices, guiado s6lo por el placer de discutir y, como un filésofo es mulado por otro, de tratar de resol- ver algunas cuestiones que se apartan de su propia opinién, eel abna humana una parte de Ja natuvaleza? A esta pregunta, aun en contra de su deseo, debo responder negati vamente 1. Debido a que la naturaleza, en su capacidad de alma universal, con- tiene la férmula del codo y no es divie sible en partes esenciales, como ates- tigua Placén. 2. Hermes ‘Trimegisto dice que elalma, o la mente humana (a la cual no dudé en lamar la naturaleza de Dios), puede ser separada o dividida * Literalmence: tio (ex praedictis) in intellect ab otigine relucens, an soni ntur harmonici et utrum ab iis delectatio oria- tur, necne? 6. An pars nacurae rerum intelligibilium sit eiangulum, pars quadrangulum et quodli- bet distinguat circulum in par- tes, quae sunt quantitate seu longitudine sus termini pro- portionis alicuius harmonicac, etan ad numerum consonan- 'um sic constitutum sequan- tur reliqua, quae insunt in can- twaartificiali Naruralia? De harum, inquam quaes tionum praecipuis, mi Johan- nes, ordine, non ut tibi in re aliqua contraclicam, aut aliquid Harmonicae tuae damni aff ram, sed disputandi solummo- do gratia, atque ue Philosophus 2 Philosopho ad quaestionum quarundam resolutionem pra- ter opinionem suam irritacus, sic exordior: An Anime humana sit pars Naturae? Quaestio hace negative a contra me spem tuam tene- cur censea 1. Quia Natura quatenus anima universalis rationem haber cotius, nec in partes quidem essentiales dividicur, ut testatur Plato, 2. Dixit Mercurius Tris- megistus, Animam 5. mentem humanam (quam Dei naturam, appellare haud dubitavie), a son los ferminio, verbigracia, dleterminantes. 333 de Dios can poco como lo hace un rayo de luz del Sol. 3. Tanto Platén como Aristéte- les parecen afirmar que el Creador de : como alma algo completo frocal] antes de cual- guier divisién, denominando Plaeén teste alma, nacuraleza universal. cosas posefa 4, Platén dice que el alma, cuan- do se separa de las leyes corpor no es un ntimero que tenga una m nitud definida y no puede ser dividi- da en partes ni multiplicada, sino que es una [un continu} 5. ¥ Yimblico parece mantener que el alma, aunque parezea tener dentro de si todos los drdenes y cate gorfas, sin embargo se ajusta siempre aalgo unitario. 6, Finalmente, Pitigoras, y el resto de los filésofos que fueron dorados de algtin don divino, reco- nocian que Dios es uno ¢ indivisible, Por canto, podemos argumentar mediante el siguiente silogismo: A. Aquello que fie wn todo antes de cualquier division no es una parte de algo. B. Abora bien, el alma antes de ewalguier division: C. Por tanto, no puede ser una parte dela naturaleza we uns todo B esta demostrado mediante el tercer axioma mencionado anterior- mente, Pero si para objecar A usted firma que el ilésofo se teferia al alma no las parces Deo non minus separari aut dividi, quam radius Solis Sole 3. Plato cum Aristorcle affirmare videcur, quod omnium possideret animam totale quiddam ante divisio- nem. Er Plato hane animam Universalem naturam nunc pave 4, Plato dicit, quod Anima separata.a legibus corporeis non sit numerus habens quantic tem, nec dividitur nec multipli- eatur in partes, sed est unifor- mis. 5. Et Jamblichus adstipu- lari videeur, quod Anima, quamvis videacur omnes ratio- nes et species in se habere, ator eta amen determinata semper secundum aliquid unum. Pythagoras denique et omnesalti Philosophi divinitate liqua pracditi Deum agnov runt esse unum et indivisibil Sic ergo Syllogistice dispuca- mus Quod erat torale quiddam ante ullam divisionem, non est parsalicuius rei, At Anima erat tole quid ante divisionem, Ergo non potest esse pars naturae Minor probacur per ter- tium axioma supra allegacum Atsiad Maiorem dicis, Philo- sophum intellexisse de Anima silogisimo por A, By C. Aes lo que Fludd lam: maior, la premisa mayor, la expresién mais generals B es minor, la premisa menor, la mas es 334 ecifica, y Ces lu conclusidn, del mundo o universal, y usted al alma humana, le replicaré con el cuar- to axioma que expresa que el alma, separada de las leyes corpéreas, ni es un ntimero ni es divisible. Ahora bien, el alma del mundo, fa cual, en opinidn de Platén y segiin cl axioma 3, es la propia natu da de las leyes corpéreas. En conse- exencia, el alma humana no puede ser considerada tampoco una parte de la primera, ya que ésta es indivisible (como lo demuescran los axiomas 2, 3 y 4). También pucdo explicirselo de ora forma extrayendo mi argumento de sus propias palabras: A. La imagen de Dios no es parte de cosa alguna, B. Ahora bien, partiendo de la base de que ha sido otorgada, el alma humana es la imagen de Dios C. Por tanto, no es una parte de la naturales Aes claro, ya que Dios es Uno e Indivisible segiin el axioma 6. B es una afirmacién suya, como se cita en segunda pregunta y como declara el discurso de Hermes Trimegisto acerca de la extensidn de la mente segiin el axioma 2. Vayamos ahora ala segunda cuestisns zestd reflejado el clrewlo con sus divisianes mediante poligonos regn- ares en el alma por ser ésta la imagen de Dios lena, est separ “‘Tampoco dudaré en responder a esta pregunta de forma negativa, y ello sustentado por los argumentos mais Fuertes y al sofas. A sabe adores de los filé- mundi sew torali, te autem de ill humana, replicamus cum axiomate quarto, quod Ani- ma separata a corporeis legi- bus non est numerus, neque dividivur: At Anima illa mun- di, quac secundum Platonem iuxta axioma 3 est ipsa natura, separatur a corporeis legibus, ergo nec Anima humana potest recenseri pro parte illius, cum sit indivisibilis, ac per 2,3 et 4. Vel alirer s tecum agam, argumentum meum a tuo proprio ore desu- mendo: Imago Dei non est pars ali- euius rei, At vero, ex concessis, Ani- ‘ma humana est imago Dei go non est pars Natura. Maior patet, quia Deus est unum et indivisibile, per 6. Minor est assertio tua, ut in quaestione secunda declaratur ct ‘Trismegisti sermo de Men- tis amplitudine hoc declarat Axioma 2. Jam vero ad secundam Quaestionem properabimus, An in Anima reluceat Circulus cum suis divisionibus per regu laria plana, propterea quita ipsa est imago Dei? Hanc etiam Quaestio- nem validissimis Philosopho- rum sufragiis stipacus et ad hoc incitantibus negare non hacsitabo. Videlicet quoniam 335 1. En primer lugar, Placén afit= ma que el alma separada de las leyes corpéreas no es un ntimero que posea magnicud, no siendo divisible ni multiplicable, pero es uni giratoria por si misma, racional, y supera a todas las cosas corpéreas y materiales me, 2. Aristdteles y Platdn dicen que el Creador mantuvo el alma como una cotalidad antes de cualquier division, y Pitdgoras la considera auna en s{ misma» y dice que tiene su unidad en el intelecto. 3, Picigoras, en su carta a Euse- bio ”, agradece que Dios sea una unidad ¢ indivisible, y dice que la dualidad es el Diablo y el perverso porque cen clla reside la multiplicidad y la marerialidad. Y Placén sostiene que todo lo bueno existe como Uno, pero lo perverso proviene de la mul- tiplicidad cadtica, 4. Cicerén dice que no seria posible que existiera el orden perfec- to en todas las partes del mundo no estuvieran unidas™ por un espiri- tu divino inico y continue. 5. Dios nunca puede ado [definido] ni dividido ni com: puesto (segtin Francisco Jorge) 6. Los filésofos placénicos han dicho que Dios esta presente [lit vertido en el incerior] en todas las {El es llamado] el alma del mundo (la cual, segiin ellos dicen, contiene la fSrmula del codo), puesto que El, al difundirse universalmente, lena y vigoriza todas las coss ar limi- cos: + Vase la carta cit, en ka nota 45. 1. Imprimis Plato dicit, quod Aninya separaca a leg corporeis non est numerus bus habens quantitarem, unde nec dlividicurilla nec multiplicacus. Sed est uniforms, in se rever tens, et rationabilis, quite supe- racomnes rs corporens et mite- rales 2. Aristateles ac Plato dicunt, quod Creator retinucrit animam torale quiddam ance divisionem: ct Pythagoras ipsam in se ipsa unum facie, dicieque illam unitatem suam habere in intellect. 3, Pythagoras ad Eusebium aagnoscit, Deurn esse uniatem et indivisibilem dicitque dualita- tem esse Diabolum et ma quippe in qua est multitude et mater bonum esse per unum: at ialitas. Ex Plato vult omne Malum vule esse propter multi- tudinem confusam, 4, Cicero dicit, quod non se ordinis perfectio in omnibus mundi partibus, nisi de uno solo divino et continuo spiritu non essent continuatne. 5. Deus nec potest defini, nec dividi nec componi. Fran- ciscus Georgius. 6. Deus infusus in omni- bus rebus a Platonicis dicitur Anima mundi [scil., dicitur), quam dicunt rationem habere cotius, quatenus universalit diffusus implet et vigora omnia, * Continuatae: unida, relacionada de forma continua. 336 7. Dios no puede estar determi- nado por la esencia o por la cualidad, ni por la cantidad, ya que no puede estar comprendido en ninguna afir- macién. Escoto. 8. Los pitagéricos y los platéni: cos consideran el alma del mundo encerrada dentro de las siete esferas planetarias, y dicen que en cl interior de la primera de ellas resiele ef sumo intelecto, y afirman ademas que se ha identificado con él, 9. Como todos los nimeros estin en el Uno, como todos los radios de los circulos estin en el cen- 10, como todas las potencias de los miembros estin en el alma, asi se dice que Dios esta en rodas las cosas y todas las cosas en Dios. Ars chymica. 10. Hermes ‘Trimegisto dice que Dios es el centro de etialquier cosa, un centro cuya periferia no esta en parte alguna *, Con la ayuda de estos axiomas de los filésofos, discuto de nuevo su afirmaciones, Argumento I A, Aquello que en sé. 0 por st no es ton mimero ni tiene magnitud", no es capaa de recibir en sf ninguna figura (como el cireulo) cuantitativa (mensu= rable). B, Abora bien, el alma, que esté iberada de las leyes conpireas, no es un mimero y no tiene maguitud. C. Por tat, el alma no recibe en Expresién ci ada frecuentemente por Fludd. Esta cita es de san Bucia nts Jn Sententias, 1, d. 37, partes La. 1. qe 1, 7. Deus est necque quid, necque quale, nec quantum, quatenus cum nullum com. prehendit praedicamentum Scotus. 8. Pythagorici et Platoni- ci includentes Animam inter 7. limites, dicunt ipsam in primo limite quiescere in summo intellectu ee cum dicunc ipsam factam esse idem cum eo, 9. Sicut omnes nume n unitate, sicut in centro sunt omnes lineae circuli, icut membrorum vires sunt in anima, sic Deus dicitur in omnibus et omnia in Deo. ‘Ars Chym. 10. Mercurius Trismegis- tos dicit, quod Deus est cui liber rei centrum, cuius cir- cumferentia est nullibi Sic igitur super ista Philo- sophorum Axiomata contra vestram assertionem argu- sunt mencamur, Arg. 1 Quad per se sumptum non est numerus nec quantitate haber illud quidem figuram quantitativan (qualis est circu- hus) in se non recipit, At Anima separata a legi- bus corporeis non ést numerus, nec quantitate babes, Exgo anima figuram quan- vaggte abundan los paral lismos en la literatura medieval. Parece ser que la fuente es el seudohermético Liber XXIV Philasephorum (siglo Xl; véase D. Mahnke, Unencdliche Sphare snd Alluittelpunrks, La Haya, 1937) 337 st desde el mismo comieweo uma figuen mensurable (coma el etventa), yen consecuencia, un céreulo no esta de modo alguno reflejado en ella. Acs claro ya que un nonguan- tum no puede recibir en si cantida- des algunas, lo mismo que el Uno no admite multiplicidad, y en conse- cuencia no es un ntimero, B. firmada por el primer axioma, y eam= bién por el segundo y por el rercero, los cuales demuestran que el alma es una. Pero si usted replica que el alma, tal como usted Ia concibe, no es separada de las leyes fisicas puesto que esl alma humana, yo digo que a lo que usted se refiere esa la esencia del Ima, como se infiere de sus palabras subsiguientes; y en el hombre, como existe, esta esencia no difiere de la del alma del macrocosmos de la cual habla la segunda cuestién del axioma 1, y que concuerda con la primera cuestién del axioma 2, en la que se muestra que la esencia del alma no puede ser separada de Dios. O tam- bign ast A. Si el abna es una imagen de Dios, no es una cantidad ni un nii- mera, B, Ahora bien, como usted mismo admite, es la imagen de Dios C. Por tanto, no es un mimero ni admite cantidad alguna Asta demostrado ya que Dios, segtin el axioma 7, no puede ser determinado segtin la esencia ni segiin la cualidad o la cantidad en nto que se halla fuera y por enci- ma de cualquier afirmacién. Por lo que cin desu manifestacién (en la que demuestr confirr Una magnitud no euanticativa 338 itativan (qualis est eiveulus) in se ab origine non recipit, et per consequens, civculus in ea minime relucet Maior pater in eo, quod non quantum quantitates recipere non potest, quemad- modum unum non admittit multitudinem, et consequen- ter, non est numerus, Minor confirmacur per axioma 1 et similiter per 2 et 3, quibus Anima profacur esse unum Quod si respondeas, Ani- mam, quatenus a te accipitur, non esse a legibus separatam, quippe humanam; dico ego, te de animae essentia intelle- xisse, quemadmodum ex sequentibus apparet, quae in homine existente non differt ab illa magni mundi, de q) tendit Axioma 1, in secun- da quaestione, et per 2. pri- mae, ubi probatur animae essentiam non posse dividi a Deo. Vel aliter sie: Si anima sit imago Dei, non est quantitas mee nume- ms, As, te confitente, est Imago Dei, Engo nec numerus est, nec quantitatem adinitst, Maior constat, quia Deus est nec quid, nee quale, nee ma 7, quit- omne pre quantum per axi onus extra et sup edicamentum, Quod autem ad confir- mationem tuae senrentiae i | ‘ | 4 aque el alia es la imagen de Dios) se reliere, tambign esti clemostrada por cl axioma 7, que testifiea el hecho de que el alia descansa en todo momen- to en Dios y se unifica con El en la prema esfera de su ser. Y [esto tam- bign esta demostrado] en la primera cuestidn del axioma 2, seggin la cual la mente no se ha dividido de Dios. A. Si-el cfreula con sus divisiones mediante poligonos regielares esta refle- judo en el alma desde el mismo comienza (como usted dice), entonces el alma es divisible y multiplicable. B. Abora bien, ef alna ui es divi- sible ni mulsipicable. C. Por tant. Acs evidente, ya que si el circulo llend por completo [el alma} (de ah que sea designa circulo por los filésofos platénico: aunque sélo_metaféricamence hablando), y si este circulo fuera divisible cn partes mediante los poli- gonos regulares, se sigue que el alma {a dividida por las divi- siones de ese circulo. mado por el axioma Jems, esté claramence demostra- también como asimismo sei B estd cont Iya do por cl axioma 2, que dice que el Creador mantuvo el alma como un codo ances de cualquier divisién; por consiguiente, desde el mismo comien- zo el circulo no estaba reflejado en ella, ni admitié las divisiones del eireulo mediante polfgonos regulares. Pero esto se puede exponer atin més hicida- mente con el siguiente argumento: A. Elalma humane es (incluso como usted asevera) una imagen de Dios B. Ahora bien, Dios ni puede ser dividido ni compuesto. (Animam Dei imaginem pro- banti) attines, illud axionrate 7. comprobatur, quod testa- cur, Animam quandoque quiescere in Deo, et idem cum co in summo suae limite fetam esse. Ee per Axioma 2, in Quaest. | men- tem a Deo non esse divisam. Si in Anima reluceat civen- lus cum suis divisionibus per regularia plana ab origine, ut dicis, tune Anima dividitur aut multiplicatn. At Anima nee dividirur, nec multiplicatir entiae Maior constat, quia si cam impleat circulus, unde a Plaronicis et circulus (quam- vis metaphorica locutione) dicitur, et ille circulus divida tur in partes per regularia pla- na, sequitur, quod et anima per divisiones illius cireuli etiam dividetur. Minor confirmatur per Axioma 1. Practerea per axio ma 2. liquet, quod Creator obtinuerit Animam torale quiddam ante ullam divisio- nem, unde a primordio nec circulus in se relucebat, nec Girculi divisiones per regularia plana admictebat. Sed et hoc luculentius Argumento isto sequenti declaratur: Anima humana (etiam te adstipulante) est imago Dei, At Dens nec dividi nee coniponi potest, 339 C. Por tanto, tampoco lo puede se el alma humana. Replicatio, pig, 34 «Usted sostiene entonces que el alma humana es una parce de la naturaleza, y que el circulo con sus divisiones mediante polfgonos regu- lares est reflejado en ella por el hecho de que el alma es la imagen de Dios, Pero yo digo que el alma, al menos en lo que respecta a su esen= cia, no puede ser dividida de la natu- raleza como se divide una parte del codo, ya que segtin manifiesta Her- mes Trimegisto (Poimandres 12), la mente de ninguna manera se divide de la esencia de Dios. Antes bien, esté ligada a El como lo esti la luz con el cuetpo del Sol. Pues vemos que los rayos solares estén ligados al cuerpo del Sol y no pueden realmen- te, por medio alguno, dividirse de dl, luzes una uni- ya que la esencia de dad y no puede ser dividida en par- tes; naturalmente, nosotros, que Fes dimos en la multiplicidad, decimos que el alma de un hombre dificre de la de otro en ntimero y clase, aunque en verdad codas las almas tienen una relacién continua con el alma tinica del mundo 0 Metathron, lo mismo que la tiene la luz solar con el Sol. Consecuentemente, la multip! cidad reside realmente en la materia y no en la forma, la cual no es sino una emanacién continua de Dios 0 de la Palabra de Dios que imparte vida y existencia a todas las criaturas Cuando aquélla se retira fanula}, la vida se destruye, como se dice en el Salmo 104... Exgo nec Anima humana. .. Tu igitur dicis, quod Anima humana sit pars nacu- rae, et quod in anima reluceat circulus cum suis divisionibus per regularia plana, proprerea, quia animus est imago Dei: at ego dico, quod Anima, quate- nus habevue ad eius essentiam respectus, non possit dividi a natura, tanquam pars a toto, iuxca illud Mercur, Trismeg, Pim. 12: Mens ab essentia Dei nequaquam divisa, sed illi porius eo modo connexa, quo Solis corpori Lumen. Vide- mus enim radios solares cum corpore solari esse coniunc «os, et minima revera divi dos, quoniam Lucis essentia est unica, et in partes non dividenda: at vero respectu nostrum, qui in multitudine ti, dicimus Ani- iden- sumus versa mam huius ab illa alcerius numero et specie differre, cum nihilominus omnes ani- macad unam mundi animam seu Merathron habeant rela- tionem continuam, wt lux Solis ad Solem, List ergo reve 1a pluralitas in materia et non in forma, quae nihil aliud est quam continua a Deo s. Verbi emanatio, vitam et essentiam omnibus creaturis impartiens, cuius quidem revo tolligur vita, iuxta illud Psalm, 104, ione © Nibilosminns:a pesar de todo, no obstante 340 Replicatio, pig, 35: Concluyo por tanto que como la esencia de Dios es indivisible, asi la propia naturaleza, que es Su emana- cién en el mundo, es, por todos los conceptos, una forma tiniea e indivi- sible en si. ¥ [s6lo] en cuanto que Dios ~y, por consiguiente, las fun- ciones y cualidades producidas para perfeccionar el mundo~ es divisible cn tres Personas, y [s6lo] en vista de esto, se dice que el alma puede tam- bign ser dividida en varias partes, por lo que algunas veces es memoria, sentidos, imaginacién; por tanto raz6n, intelecto, mente, etc. Asi, aquellos que intenten considerar el alma tal como reside en las cosas perecederas, observarin con sus ojos fisicos que puede ser distinguida del cuerpo y de sus propiedades. Pero aquel que se introspeccione y, des- preciando el mundo externo como una sombra engaiio: , Craspase sus puertas internas, percibiré con sus ojos espiricuales que no hay divisibi lidad ni cantidad en el alma, y que en Dios no se pueden descubi ros ni figuras geométricas (que Dios esti por encima de la cantidad y de la cualidad y qui ene cia continua )... Pero por este moti- vo. ol alma del mundo no es un cir= culo ni tampoco hay un cfrculo en st interior, sino mas bien que debido a st movimiento circular rod ntime- Su alma es una es ay cone tiene al Universo como la figura mis capar, y también lo divide de la oscu- idad de la materia, El cfrculo y sus divisiones imaginarias existen, por tanto, en el espiricu pasivo creado y no en el alma creadora Concludo igitur, ut Dei sentia est indivisibilis, sic ctiam ipsa Natura, quae est ciusdem emanatio in mun- dum, est omnimodo unica for- ma et in se indivisibilis, et qua- tenus Deus est divisibilis in Personas tres, inde arguendo officia ct proprictates ad huius mundi perfectionem produc- tae, sic etiam et anima in partes varias dividi dicitur, unde quandoque est sensus, nune memoria, aliquando imagina- tio, deinde ratio, intellectus, Mens etc. Qui igitur Animam considerare gestiunt rebus caducis inditam, oculis corpo- reis cam cum corpore ciusque proprieratibus distingui ani- madvertent, At qui in se et ad centrum suum revertendo, externo, quasi umbra praesti- giosa, neglecto, ad interiores suos adicus penctrabit, is qui- dem oculis spiritualibus perci pict nec divisionem nec quanti- tatem inesse animae, nec in Deo (qui est supra quantum et quale, cui animag essentia con- ‘nua est) numeros aut figuras geometricas posse investigari Nec tamen propterea anima mundi est circulus, neque circu- lus ci inest, sed ipsa potius suo mott circular’ quasi per figuram capacissimam mundum termi- natatque continer, ueetab hyles tenebris dividit. Est ergo circulus jusque divisiones imaginariae in spiritu passivo creato et non in anima creante, 341 Apéndice I udd. Sobre la cuaternid lad Demonstratio quaedam analytica (Discursus analyticus) (Frankfurt del Meno, 1621), andl Aqui se discutirs sobre la digni- dad de la cuaternidad y yo la defen- deré con vigor y tanto como me lo permita mi débil intelecto, estimula- do por la insolencia del autor [Kepler]. No solamente ha sido sagrada teologia la que ha glorificado la superiori ntimero sobre los demits, razén por la cual me inclino a consideratlo y reconocerlo como divino, sino tam= bin la propia nacuraleza, sierva de la Divinidad; y las nobles ciencias matemitticas, es decir, la aritmeética, la geometria, la mitsica y la astrono- mia han demostrado sus efectos maravillosos. De aqui que cuando examinamos la alabanza que de ¢l iad suprema de este hace la teologia, fo primero que per cibimos es que este nuimero cuadriti- co es semejante a Dios Padre, cual esté compre rio de la sagrada nel ndido todo el mist Trinidad, La prime :1y simple proporcién de nidad, quees 1: 1, denota el simbolo de la ménada, Ia esencia suprasus ancial del Padre, procedente de kt cual la segunda ménada engendrd al Hijo a Su Propia Imagen, y esta custter- del texto XX1, pag, 31. Hoc loco in quaestionem vocatur numeri quaternatii dig- nitas; quam quidem, ut pro ingenit mei tenuitace manibus pedibusque defendam, urget me Authoris importunitas Numer igitur hujus prac ris excellentiam non modo were summam celebravit dlivinitas, quo equidem eum pro divino habere et a gnoscere inducors ura, Divie ntiaeque verum etiam ig nitatis ancilla, sci Mathematicae nobilioves, vil licet Arichmetica, Geometria, Musica arque Astronomia mirabiles declaraverunt eff tus. Proinde, si ejus in divinitate Inudes diligenter fuverimus seru- tati, percipiemus primo loco. quod numerus hic quadeatus Deo patri adapreeur, in quo totius ‘Trinitatis sacrosanetac mysterium inducicur. N quaternacii proportio simpl prima, unius videlicet unum, supersubstantiales essentiae paternae Monadis ymbolum denotat, ex qua segunda progresin es ean sencilla como 11, La proporcién de 2: 2, que es la segunda progresién de los niimeros simples, denota al Espiritu Sanco procedente de ambos, es decir, del Padre y del Hijo. Estas progresio- nes de la cuaternidad estén expresa- das de forma licida por el inefable nombre de M™M(Yahvé], donde la doble He 0 71 [h] significa la progre- sidn de Jod al Padre y de Vau al Hijo, por lo que este nombre, que sélo expresa la esencia de Dios y de nin- atin otro, se conoce como eeragrant- ‘maton. Y esta es la razén por la cual el cencendido denomina a este miimero Origen y fuente de la Divinidad total La propia naturaleza, cuyo origen deriva de la Divinidad, cambién reclama este ntimero como principio fundamental suyo. Ys por esta mis- ma razén por la que los pitagéricos Hamaban a este ntimero ef ererne manantial de la naturaleza, como apar 6 siguientes que ellos cenfan la costumbre de decla- mar cuando prestaban juramento en los ver Yo te juro mantener el corazdn puro por el sagrado Cuatro, manantial de la eterna natura- leza, el procreadar del alma, ¥ mi lo siguiente: los pitagéricos no consi- deraban la duali 10, sino como una combinacidn de Jas unidades. Consecuentemente, manifestaban que su cuadrado era el primer ntimero par, y no sin razén, pues la primera unidad significa la tras trato este tema, dire lad como un niime- Monas secunda procedens filium genuit sibi aequalem. ‘Atquue haec processio secunda mplex est ut 1 ab 1 Proportio aurem duorum ad duo, quae est secunda a simpli- cibus processio, denocac Spir cum Sanceum, a duobus, videli- cet a Patre et Filio, Quas quidem processiones in nume- ro quaternario exprimit lueu- lenter nomen illud inneffabile Mim : Ubi duplex He seu denotat processionem a Jod Pacre, et Vau Pilio: Unde nomem hoc solum essentiam Dei exprimens, et non aliud dicieur Témagnnmaton. Mique hinc est, quod hic numerus Caput.etfonsa Sapientibus dici- cur sotins Divinitats,Ipsa nac ra, quae ortum suum ducic a divinit: rum pro suo principio sibi vi cats atque hoc idem est, quod cecinere Pythagorei, qui hunc numerum perpetusn Naturae _fontem vocaverunt, quemad ‘modum ex his versibus sequen- tibus apparet, quibus Pythago- rel iurare solebant. Juro ego per sanctum pura tibi mente quaterniun, Aeternae fontem Naturte animique parentem. Atvero quomodo hoe sit dicam: dualicacem etiam , hune etiam num verbo Pychagorei sed unicacum confusionem : Unde ejus quadra- tum pro primo numero pari scatuerunt; nec quidem hoc sine ratione: nam cum una non numerum, fecerun 343 forma divina o actus; sin embargo, kt segunda significa la divina poteitia o la materia potentia debe nec mente emerger de la oscuridad en virtud del actus. Ahora bien, la pri- mera de estas unidades fue creada por medio de la accién de enlace de la Unidad trina, a partir de la sustan- cia general (no especificada) del mundo, en concordancia con la nnacuraleza de la Sancisima ‘Trinidad, Pero como el primer cuadrado estaba basado en el mimero 2, la progresin dela naturaleza continué hasta el ntimero 4, cuya proporcidn con el niimero 2 ¢s2: 1 y que, asimismo, el cuadrado del ntimero 2. Y de esta manera la sustancia acuosa general del mundo se dividié en cuatro cle- mentos diferentes entre si. A partir deeste niimero [4] 6 progr sidn cn el orden de las cosas igual a la primera, a saber, el primer cubo es el niimero 8 0 2 x 4 la composicién de los elementos como los propios elementos, e igual que el cuadrado, ha procedido del niimero 2, que designa y diferencia la materia y la forma simples. A par- tir de éste se originan después los cuatro grados dela naturaleza que n relacionados con los cuatro cle- mentos, a saber, ser, vida, percepcién sensorial e inteligencia; los cuatro puntos cardinales del Universo; las ro triad ste un ste denota tanto del firmamento [es decir, los cuatro grupos de tres signos zodiacales que corresponden a cada una de las estaciones}; las cuatro cus lidades primarias existentes bajo el firmamento y las ewatro Realmente, se puede explicar toda Ia ancién de cuatro con- naturaleza en 344 unitas denotet formam seu actum divinum, alrera vero pocentiam divinam seu niace- iam, necesse est, ut potentia per acum ex tenebris appareat: quarum sane unicaum prior per nexum Unitatis trinac uni- versa mundi substantia secun- dum proprietatem ‘Trinicatis facta est. At vero, quoniam primum quadracum erat a numero binario, ideo progressio naturac erat in humerurm istum quaterna rium, qui est ad numerum binarium proportio dupla, seu binarii quadracum; acque hac via divisa ese universalis mundi substantia aquea in 4, Elemen- ta ab invicem distincta. A quo quidem numero pari primario progressus sit ad Cubum pri- mum in rerum natura, qui est numerus Octonarius, seu quae ternarius duplicatus composi- tiones denotans ex Elementis, sicuti ipsa clementa, tanquam quadracum, processerunt a numero binario maceriam sim- plicem ec formam simplicem ab invicem divisas denotante. Hinc igitur procedebant qua wor naturac gradus ad quatuor Elementa relati, videlicer Esse, Vivere, Sentire, Intelligere, 4 mundi Cardines, 4 in coelo “Triplicitates, 4 sub coclo quali- tates primae, 4 anni tempora: Imo vero tota Natura 4 termi nis comprchendicur, vid substantia, qualitace, quantita te, e¢ motu: quadruplex deni que dispositio nacuram unive: sacr san cet cepto: , cualidad, cancidad y movimiento, En verdad, un orden cuidruple Hena constantemente saber, fuerza 1. desarrollo natural, forma de maduracidn y estiércol. Por ello toda la nacuraleza. podemos demostrar con claridad que este mimero 4 deberia clegirse, preferentemente al niimero 3 0 al 5, para diferenciar y dividir la materia hiimeda [primordial]. aricmética demuestra También la superioridad de este miimero sobre los demas. ‘Como bien explica esta cienci sélo por su proporcién doble (la pri- mera que 1 :2s la segunda, que 2:4), sino asimismo por el origen de ésta, ya que se produjo y nacié de una progresién y proporcién dobles, a delesal yde2esa2. Asi, el niimero 4 comienza con la unidad y acaba en la cuaternidad, yy'en reali- dad, los demas estin contenidos en Gy yaquet+1=2,1+2=3y3+1 4, Asi es como se fandamentan cl 1, 2,3 y 4 en los cuales estin conte- nidos todos los misterios de la totali- dad del mundo, de la propia natura leza y la capacidad de la arieméticas pues el 3 y el 4 producen ef ntimero 7, el cual farmaliter |simbélicamen- te] considerado es couilmente misti- co y esti repleco de seeretas, De la suma del 2 y el 3 resulta el ntimero 5; de 1 +2+3,el niimero 6 de 14+ 34 4, cl numero 8; de 24 34 4, niimero 9; y, finalmente, de la suma de la progresién natural entera 1 + 2 +3 +4 surge el miimero 10, por enci- na del cual ya no se puede progresar. A partir de estas progresiones se of ginan tod: gcometrfa y de la miisiea, como t, 2, sabe las proporciones de sam implere solet, videlicet vir- lis pullu- Jatio, adoleseens forma et com= positum: Sed et infiniti aliis sionibus hane Naturae qua- ernariae proprietacem in ean- dem causam respicere licet. Quibus equidem luculenter probare possumus, tus seminaria, nat m magis ad naturae (debe leerse mute- riae) humidae divisionem et distinctionem eligendam esse, quam aut ternarium auc quina- rium, Arithmerica etiam huius numeri eminentiam prae aliis numeris arguit; quippe qua scientia tam duplex ¢jus pro- portio optime explicatur, qua- rum videlicee prior est unius ad duo, posterior vero duorum ad quatuios, quam cj cum gemina processione et proportione producitur ac nas- itu, videlicet unius ad unum duo. Ab unitate exgo incipic et in quaternitate definit. Et quidem in hoe alii numeri comprchenduntur: Nam unum et unum faciune 2 et ex 1+ 2 exurgunt 3, arque ex tribus cum unitate 4 oritur: Sic ergo stabunt 1, 2, 3,4, in quibus omnia torius mundi et ipsius Natu metives dimensio eontinentur; Nam ex 3 et 4 numerus septe- narius prodis, qui si formalicer considerevur plane mysticus areanisq asdlem origo ec duorun numero omn we mysteria atque Arih- ¢ plenissimus est; Ex 2e¢3 numerus quinarius addi- tione resulta; ex 1, 2,3 nume- rus senarius, ex T, 3.e¢4 nume- 345; 4, 6,8, 10; 13,6, 9y 1.4.8. Y para aquel que sepa utilizar adecuads mente esta progresién nacural, 1, 2, 3, 4, en forma de especulacién [sim- bélica], no constiuiré un secreco el misterio de los siete dfas de la crea- cidn, por qué cl Sol fue creado el cuarto dia, cémo 3 + 4 constituyen el 7, e110 0 el 4 entre los nimeros racionales, por qué el nimero 4 es el del dia del Sabbath, es decis, de des- canso, y por qué el ntimero 4 esel dia del Sol; asithismo, podra conocer cémo, en la accién real de la nacura- leza, Ja triada denota y fundamenta al seis y da lugar a los seis dias de la creacién. También seré capaz de determinar las férmulas de los Dias Criticos y de los Afios Climaticos, Cuando considere el 4 como una unidad, vers, como si fuera con sus propios ojos, la creacién de los siete planetas del mundo, y muchas ou as maravillas, Su poder en geometrfa es infinito, ya que abarca cuatro con- ceptos cle esta parte de las maremati- cas: pum, linea, superficie y cuerpo. De él {el ntimero 4] vemos tambign cemerger ese primitivo cubo de cuya parte interna nuestro autor Kepler ha generado todo lo dems como si de los cuatro elementos procedentes de las entrafias del caos se trata sin embargo, el eubo, que él mismo reconoce como primordial y conti- nence de la férmula de todo, se obtiene de la multiplicacién del cua drado. Puesto que esto es asi, me vi mis divisiones ef niimero 4, en el cual el cubo se puede resolver en sus elementos primarios ~a saber, cuadrados-, de los cuales, como él mismo admite, se obtienen obligado a elegir en 346 rus octonarius, ex 2, 3.6¢4 humerus novenarius et wndem ex aggregatione totius progres- sionis nacuralis 1, 2, 3, 4 numerus producitur denarius ulera cujus denominationem non est digeessio, Ex his igitur progressiones omnes Geome- tricae et proportiones Musicae oriuneur, ut 1, 2,4, 6, 8 10. Ee 1,3,6,9. Ect, 4,8, Eequidem qui recte intelligie usum pro- gressionis iscius naturalis 1, 2, 3,4 in formali speculatione, ei non occultabitur mysterium 7 dierum creationis, et cur Sol quarto die factus sit, ac quo- modo 3 ad 4 constituant numerum sive seprenaritim, sive denarium, sive quaterna- rium in numeris rationalibus, cet cur numerus quaternarius sit dies Sabbathi seu requietis, et cur numerus quater dics solis, item quomodo in vera operatione natwrali tria denotent et constiuant nume- rum senarium, diesque in erea- tione sex importent; dieram criticarum annorumque eli- macteriorum rationem expli- cabicur, imo vero et consid rando 4 pro unitate videbitur arius sit oculis quasi apertis septem Pha- netarum in mundo procreatio- nem, et multa alia mirabilia, In Geometria infinita est ejus anc Mat- hesis partem 4 terminis ample- citur, nempe puneto, linea, superficie et corpore: Ab eo etiam Cubum illum Geomerti- potestas, quacenus cum originalem procedere cer- cl eriingulo y el pentsgono, Conse- catentemente, dna cosa natural con puesta, relacionada con el cubo, se dividirs en cuartos, es decir, en cua- tres tercios 0 en drados antes que € cinco quintos, Asi, en el acto de des- composicién tiene lugar la disolu- cin del compuesto, el cubo, en cua tro elementos, 0 sea, en ef cuadrado; al igual qu acto de la gencracién existe una pro- gresidn natural del cundrado al cubo. Finalmente, el poder de este niimnero se manifiesca de la forma més clara posible en la ciencia de la mtisica, ya que abarca en si la armonfa musical completa, Pues en la (proporcisn] doble, como 1 : 2 se halla la octava; cn la sesquisltera, es decir, 2:3, la quinta, y en la sesquitercia, 0 sea, 3: 4, la cuarta, demas, del nitmero 4 y st raiz se obticnen todas las propor- ciones de las consonancias completas [acordes}. Por ejemplo, la octava est respecto a la quinca en la [propor- cidn] triple, o sea, como 2, 4, 6. Entre 2 y 6 se retine una proporcién triple dela doble, 2+ 4, y la sesquial- tera, 4: 6. La octava doble se encuentra en la [proporeién] cus {procamente, en ef ter: druple, como 2, 4, 8; sin embargo, la cuarta més la quinta forman una octava, como 2, 3, 4. De aqui puede verse que todas las proporciones musicales reciben sus propiedades de la cuaternidad y su rafz, y bien se resuielven en sus medidas 0 prov nen deellas. Y para finalizar, si consi- deramos Ia astronomfa mfstica biremos realmente y con lam claridad el poder absoluro que en ella tiene la cuaternidad; todo su secreto ica en la ménada, jeroglifico que perci- ayor nimus, ex cuits medullis ipse uuthor noster procluxit eaetern tanquam 4 clementa ex ventre Chaos: nam ex quadradi multi- plicatione Cubus producitur, quem ipse agnovic esse primi- genium, et rationem torius habentem. Quod quidam cum ita sit, necesse erat, ut nume- rum quaternarium potius eli- gercmus in nostris divisonibus; quippe in quem Cubus resolvi- tur tanquam in prima sua ele- menta, videlicet quadrata, ex quibus triangulus et pentangu- lus secundum proprius illius confessionem cliciuncur. Proinde dividenda est potius res naturalis composita Cubo relata, in suas quartas, tan- quam quadrata, quam in 3 ter- tias aut quingue quintas; quo- niam in corruptione sit resolutio compositi seu Cubi in 4 clementa seu quadratum, sicuts a converso in generatione progressio nacuralis aq) fir ad Cubum, Quam exactiss- me denique reperitur huius numeri vis in scientia Mu quatenus ipse in se omnem Musica h hendit; Nam in dupla, ut 1 ad 2 consistie Diapason in ses- quialtera, we2 ad 3 consistic Diapente, et in sesquitertia, ut 3 et 4 Diatessaron se haber. Porro etiam ex numero quacer- rio et gjss radice omnes con- drato monicam compre- sonantiarum composicarum proportiones oriuntur; ut Dia pason cum Diapente se habet in tripla, we 2, 4, 6. Nam inter 347 representa los simbolos del Sol, de la Luna, de los elementos y del fuego, es decir, aquellos cuatro que estin trabajando activa y pasivamente en el Universo para producir en él los cambios perpecuos que propician la generacién y la descomposicién. La interpretacién de la figura [véase fig. 2) es la siguiente: Luna lementos Fucgo Fig, 348 2 et 6 proportio tripla est aggregata ex dupla, nempe 2 et 4 sesquialera, videlicet 4 et 6. Sed bis Diapason reperitur in quadrupla, ut 2, 4, 8. Dia- tessaron autem et Diapente unum consticuunt Diapason, ut 2,3, 4, Ex quibus videre licet, quod omnes proportio- nes in Musica ex numero qua- ternario, et ejus radice vireutes suas reeipiant, et in siones vel cadane vel exurgane. Ad Astronomiam denique mysticam si respiciamus, cotam equidem numeri quaver- narii vim in ea perspiciamus, idque luculentissimes cum totum ejus arcanum in Mona- de hicroglyphica comprchen- datur, Lunae, Solis, elemento- rum, et ignis symbola prac se ferente, tanquam quatuor illa, quae in mundo agune et patiuncur ad inducendas assi- duas in €o mutationes, quibus tam corruptiones, quam gene- rationes in eo fiune Figura est hhujusmodit [véase fig, 2} Luna Sol Element Ignis En esta imagen simbélica vemos cn primer lug; temnidlad en fa cruz; cuatro lineas dis un indicio de la cua- puestas de manera que se corten en tun punto comin, sta [ewaternidad] junto con el mimero tres, que denora ta Luna, el Sol y el fuego producies el niimera 7, que también puede ser puesto de manifiesto por los cuatro nentos. Y asf, este niimero 7 no es en si otra cosa que la euaternidad for- malmente considerada. Ademés, incluso los profesionales de la astronomia ordinaria han esti- mado esta cuestidn como de la mayor importancia al establecer el zodiaco, al que ellos dividen en cuatro trfadas Concluimos, por tanto, que el erudi- to denomind a este ntimero tetrakiysy le dio preferencia sobre cualquiera y, como ha sido dicho, constituye el funclamento y raiz de todos los dems. De aqui que todas las cosas canto artificiales como naturales, incluido el dominio divino, sc hayan cxplicado anteriormente como eua- drados. Hin consecucncia, se sigue que {a divisién de una cosa natural por el tntimero 4, que esel orden dela propia naturaleza, es preferiblea dividirla por los niimeros 3.0 5, los cuales derivan por naturaleza de la raz de la cuater- nidad y estén, en consecuencia, subordinados a ella, Finalmente, cuando se divide la Tierra en cuatro partes, cl agua en tees, el aire en dos y cl fuego en una, no deberfa entender se esta distribucién como lo hace el autor [Kepler] y ha sido expuesto anteriormente, sin en relacidn con fa proporcién formal en esos elementos In quo quidem symbolis- mmo videmus primum in eruce numeri quaternarii indicium per dispositionem quatuor linearum in communi punto, qui juncto numero terario, Lunam, Solem et Ignem deno- tance numerum producet sep- cenarium; id quod etiam ex 4 clementis praestari potest: Et tamen hic humerus septenarius in se est nihil aliud quam numerus quaternatius formali- ter consieeracus. Porro etiam rem obscrva- unt Astronomine vulgaris petitores magni momenti, creando Zodiacum in triplici- tates 4 diviserunt, Concludi- mus ergo, quod Sapientes hune numerum Tetractin appellaverint, ipsumque om- nibus aliis numeris virture praetulerine, quippe qui es fundamentum et radix om- nium aliorum numerorum, ut dictum est. Unde omnia fun- damenta, tam in artificiali- bus, quam in naturalibus, imo vero et in divinis quadra- ta sunt, quemadmoda superioribus decla Sequitur ergo, quod praestan- sior sit rei nacuralis per nume- rum quaternarium divisio, qui est ipsius Naturae ordo, quam per ternarium aut qui- narium, qui natura sunt radict quaternariac et pet conse- quens ipsi quaternario post- ponendi. In divisione denique terrac in 4 partes, aquae tres, aeris in duas, et ignis in nin ratum est, 349 De ahé mi esferzo por mostrar que la naturaleza de la ‘Ties mento, y como si fuera fuente y cubo de la materia, tiene poco o nada de forma o de luz vivificante en si; como funda- 5s, por as! decirlo, la vasija o macriz de la naturaleza y el receptaculo de las influencias celestiales, de manera que cs mis por aecidente que por nacuraleza, ya que ella (la’Tie- tra] est muy 3 fuente de luz y es el mis Frio de codos los ele- mentos, esté en’el euarto grado; el ies también frfa pero en un grado menor. Por esta razdn, ella (la Tierra sdlo recibe en st wn grado de luz y eso nel caso de los demés. El sabio, por tanto, debié compren- der correctamente antes de condenar inreflexivamence, la fur que tiene Hejada de la tambign al 350 unum, distibutio illa non est intelligenda authoris more, ut supra declaracum est, sed res- pectu proportionis formalis in illis clementis: namque d monstrare nitor quod natura terrae, quatenus est basis et quasi fons ac cubus materiag, parum auc nihil habeat for- su lucis vivificae in se et quod fic quasi vas sew matrix Narurae, atque inluentiarum coclestium recepraculum, ita cescilla lux, quam haber, magis ci adsic per aceidens, quam a natura, quatenus longius dis cata fonte lucide, et est omnium clementorum frigi- dissimum, idque in gradu quarto; sicuti aqua etiam Fri gi sioris quare unicum lucis gr dum in se admiccit, et sic in cacteris. Sapientis igicur esset recte intelligere, priusquam inconsulte condemnare. mac s est, sed in grades remis Apéndice III Las tendencias herméticas y platénicas: Juan Escoto Erigena (8102-8772) La controversia entre Kepler y Fludd esta relacionada, desde el punto de vista de la historia de las ideas, con Ia existencia en el medievo de dos tendencias filoséficas diferentes que puedo denomi nar de forma sucinta platénicasy alguimicas (0 herméticas). Por un lado, existian entre ambas puntos de concordancia importantes ¢ incluso estadios intermedios 0 transitorios, pero, por otro, se mani- fescaban diferencias fundamentales que, a mi entender, eran algo mis que meras discrepancias, Para el platénico, que concebia la vida de la Deidad con un espiricu mas 0 menos panteista, es decix, idénti- co ala toralidad del mundo, éste constituia tn ciclo eésmico que comenzaba en primer lugar con el efluvio desde la Divinidad de las ideas» y de las ealmas», para continuar con el del mundo corpéreo, y finalizar con el retorno de todas las cosas a Dios. La idea de la opus y su consecuencia, y por tanto la de transmutacién (Wandlung), era ajena alos platénicos. La etapa final del ciclo es idéntica a la inicial y el ciclo contintia indefinidamente. ;Cudl es pues el significado de este ciclo eterno que no conduce a conclusién alguna? La belleza, Esta es la respuesta que dan los platénicos. La causa bisica del ciclo es inmutable ¢ inamovible y hace refugiarse a las cosas en si s6lo en cud de su belleza “, El ciclo persigue una belleza autosuficiente garancizada por ereglas del juego» que estin determinadas de una vez por todas y que no requieren resultado alguno, El alma individual, aun sin hacer nada, encaja en el ciclo césmico y llega a ser part dela belleza del universo®, Este es el propésito de la contemplacién, que siempre comienza con la melancolfa y con la afioranza del alma © Escoto Erigena: «Finis enim corius motus est prineipium suis non enim allo fine terminacae nisi suo principio a quo ineipic mover» * Bscoto rigena: «lta rerum omnium causa omnia, quae ex se sunt, ad se ¢. sine ullo sui motu, sed sola suae pulchritudinis vireute.» En el Renacimiento plardnico de Ledn Flebreo y Massilio Ficino, el ire lo aparece espectficamente como cireulus amorasus. Segiin estos autores, el 351 por su origen divino. (Para los alquimistas, ef aniilogo de la «melan- colfa» de los platénicos es el nigredo,) Pese a todos mis respetos por la filosofia de los platénicos, me parece que la actitud de los alquimistas, con su filins philosphorum como simbolo de la totalidad transformada, esta mas préxima a la pereepcién moderna. En particular, a idea platdnica de una caus primordial que produce efectos pero que no puede, a su ver, ser ale tada, no es aceptable para el cientifico moderno que esta acostum- brado a ka relatividad de los efectos reciprocos (Weehselwirkungen). Picnso que esta idea dificilmente puede superar el examen del sis psicolégico, ya que parece estar decerminada por la peculiar psi- cologia de sus autores y no por una vélida en términos generales; una psicologia que se caracterizaba por mostrar una tendencia a negar la reciprocidad entre la conciencia del ego y el inconsciente. ‘Como hemos visto también en el caso de Kepler, los platéni- n favorables, en general, a mantener una actitud trinitaria en la cual el Sol ocupa una posicién intermedia entre la mente y el cuerpo. Sin embargo, puede resultar de gran inter que la idea de cuaternia aparece ya en cl antiguo pensador platénico del medievo Escoto Erigena. En su trabajo De divisione naturae (862-866) introduce dos pares de antagonistas: un par de princi pios activos, el ereans (el que crea) como opuesto al non ereans (el que no crea), y un par de principios pasivos, el ereatum (el que creado) y el non creatum (el que no es creado). Con ayuda de esta cerminologia, muy atractiva desde el punto de vista matematico, Escoto llega a sus cuatro naturalezas, concepcidn que se puede representar mediante el esquema de la fig. 3, el cual pone asimi mo de manifiesto la relaci6n entre el sistema de Erigena y el ciclo de emanacidn y reabsorcién platénico. Al identi 1 a3 del ciclo con las tres Personas Divinas, cos ‘s conocs ar los estadios Srigena incen- “oto E deleite del amor radiea en el hecho de que los amantes se insertan a si mismos en la corriente ciclica que ocupa ef eosmos. La concepeisin del amor es suli- cientemente amplia como para incluir tanto el deseo del conocimient, «amar intelleccualis de, como los e adlos extiticos de los proferas religiosos, amar cae- ests, Para conocer los paralelismos alquimicos de este circulus amarasus, cf. la serie de imagenes de «Psychology of the Transferences de Jung (en The Practi- ce of Psychotherapy, Nueva York y Londres, 1954), y la lig. 131 desu Pychelogy and Alchemy (Nueva York y Londres, 1953), que corresponde al origen de este cireulo, 352 1. Natura ereans nec creata. 2. Natura creans ereata, «ldeasv: Origo: Dios Padre Dios Hijo Increatum Creatum, Non creans 4, Natura nec creata nec creans. 3. Natura creata nec creans. Propésito: theosis(deificatio) «Mundo»: productos de ema nacién, el mundo corpéreo, la materia; sheophaniai, el Espiei- tu Santo. «E] Propio Dios ha creado el mundo» Fig, 3.1 cuaternidad segtin Escoto Erigena, en De divisione nature taalcanzar un compromiso con el dogma de la Iglesia. Sin embar- go, en el caso del cuarto estadio, el de natura nec creata nec ereans, parece encontrarse en una posicién embarazosa, ya que como pla- ténico no podia permitir, como hicieron los fildsofos herméticos, que apareciera una transformacién de la totalidad-(Wandlung) simulténeamente con esta cuarta etapa. Puesto que deseaba retor- nar al punto de partida sin disponer de una cuarta Persona Divi- na, pensarfa que nada mejor quic actuar como si l data nee creans fuera la mi natura nec ere- ma cosa que la natin creans nec ereata al comienzo, hipétesis para la que no dio razén satisfactoria algu- na, Por tanto, a la pregunta de qué le sucedié a la cuarta Petso- na, la respuesta, en el caso concreto de Escoto Erigena, debe ser: «Ha desaparecido al identificarse con la primera.» “Fue el pe olesor Markus Piers quien lhimé mi atencién sobre 393 Indice onomastico Abrahanel, Judas Leén (Leén Hebreo), 351 Achuthan, 25 Agripa von Nettesheim, 177, Allen, James Sicrom, 262, 271 Amaldi, Eduardo, 252 Ambler, Ernest, 235, 267 Anderson, Herbert Lawrence, 270 Appel, H., 237 334, 336 Arnowict, RL, 168 Ashley, Muriel B, 219 Atico T. Pomponio, 195, Augen Pierre, 262 Baade, Walter, 13 Back, rnst, 77, 210, 250 sancis, 178 Balmer, Johann Jakob, 61, 69 Barker, William, 15, 25 Berays, Isaae Paul, 153, 154 Bernoulli, Jakob, 51 Bertram, Franca, 14 Bethe, Hans Albrecht, 79 Siuseppe, 322 299 Bjerrum, Niels, 58 Bleuler, Konrad, 15 132, 175, 177, 326, Blum, Walter, 25 Bobone, R., 236 Boehm, Felix Hans, 236, 237 Boffito, Giuseppe, 322 Bohm, David, 129 Bahme, Jacob, 179 Bahmer, F, 299 Bohr, Niels, 9-12, 15, 33, 36, 39, 40, 45-47, 49, 53, 57-65, 67-76, 78, 85, 90, 92, 97, 108, 110, 141, 144, 149, 160, 164, 165, 181, 188, 193, 207-210, 212, 213, 222, 223, 247, 250-253, 255, 268 Boltzmann, Ludwig, 52, 94, 95, 102, 103, 106, 139, 144, 329 Bonhoeffer, Karl Friedrich, 218 Born, Max, 10, 19, 53, 97, 106, 129, 138, 145, 164 Bose, Satyendra Nath, 17, 94, 98, 99, 109, 110, 149, 216, 248, 249 Brahe, Tycho, 283, 284 Broad, Charlie Dunbar, 50 Broglie, Louis de, 43, 53, 54, 63, 109, 110, 129, 149, 212, 216, 221 Brose, Le, 76 Brostréim, K; Bruno, Gior Jacob, 58 no, 178 ng, Bunsen, Robert, 88 Burgers, Johannes Martinus, 72 Burgy, Merle Thomas, 235 455 Carter, RE., 265 Carus, Carl Gustav, 187 Cayley, Archur, 80, 84 Chadwick, James, 244, 252, 255 Cicerén, Marco Tuli, 175, 195, 298, 336 Coffin, T., 237 Cohen, E. Richard, 168 Copétnico, Nicolés, 178, 179 Coster, Dirk, 59 Cowan, Clyde Lorrain, 16, 250, 263-266 Crick, Francis, 202 Dalitz, Richard Henry, 239 Darwin, Charles Galton, 201 Davis, Raymond, 266 Debye, Peter, 13, 74, 95, 106, 250 Delbriick, Max, 16, 59 Demécrito, 173, 174 Dennison, David Mathias, 218 Deppner, Kathe, 14 Descartes, Reng, 132, 178, 179 Deutsch, Martin, 236 DeWitt, Bryce Scligman, 147 DeWice, Cécile, 147 Dicke, Robert Henry, 147 Dillner von Dillnersdorf, Bertha, 8 Dirac, Paul Maurice Adrien, 12, 17, 51, 64, 79-81, 100, 110, 213, 216, 225-227, 254, 261, 269 Dobrynin, Yu. B, 272 DuMond, Jesse W. Monroe, 168 Durero, Alberto, 169 Diirr, Hans Pecer, 25 Dyson, Freeman J., 20 Eckhart, Meister, 171, 172, 177 Ehrenfest, Paul, 12, 93-100, 110, 137, 239 356 Bhrenfest-Afanasjewa, 1 94 Einstein, Albere, 9, 15, 17-19, 21, 28, 30, 31, 35, 39, 42, 49, 54, 35, 60, 61, 69, 85, 94,95, 99, 101-111, 130- 135, 137-141, 143-151, 161- 163, 179, 208, 216, 240 Ellis, Charles Drummond, 244- 247, 252, 253 2 Charles B, 11, 13, 14, 16, 23, 25, 243, 257, 265 Batis, Roland, 147 Paul Sophus, 72, 235 Erigena, Juan Escoto, 337, 351- 353 Eucken, Arnold, 218 tuclides, 176 ler, Leonhard, 84 Eusebio de Emesa, 319, 336 cyana, Fabri, E., 239 Michael, 30, 139, 162, 187, 251, 255 zini, T., 270 Federico Il de Dinamarca, 284 Fermi, Enrico, 12, 17, 79, 110, 216, 249, 251-256, 258-261, 263, 274 Fernando II, 284 Feselio, Felipe, 300 synman, Richard, 20, 272, 273 Ficino, Marcelo, 177, 326, 351 Fidecaro, Giuseppe, 270 eld, G., 24 ier, Markus, 13, 20, 129, 260, 261, 278, 353 Fludd, Robert, 22, 23, 181, 276, 283, 288, 296, 298, 310-316, 318-328, 332, 334, 337, 342, 351 Pliigge, Siegfried, 25 Fock, Via in Frank, Philipp, 84 Franz, Johann Carl Rudolph, 7 Franz, Marie-Louise von, 20, 278 Frauenfelder, Hans Frenkel, Freud, Sigmund, 187, 190 Friedman, Jerome L., 237, 267 Friedman, Lewis, 257 Frisch, Ch., 287-289, 291, 296, 298, 300, 302, 303, 307, 308, 310, 316, 319, 321, 332 h, Otto Robert, 109 ir Alexandrovich, il, 236 F Galilei, Galileo, 81, 117, 119, 125, 129, 130, 132, 161, 173, 179, 282, 322 Garwin, Richard Lawrence, 237, 267 Geiger, Hans, 25, 248, 250 Gell-Mann, Murray, 272, 273 Ger m, 296 celmann, B, 236 sson, J.S., 247 Goeler, H. von, 236 Goethe, Wolfgang von, 180, 181, 236 Gohring, Marcin, 169, 170 Goldfinger, Paul, 14 Goldhaber, Maurice, 236, 268, 271 Goldstein, Jack S., 147 Gonseth, Ferdinand, 55, 143, 155, Gorter, Cornelius, 235 Goudsmit, Samuel, 11, 24, 78, 211, 212, 217 Grodzins, Lee, 236, 271 Gustafson, Torsten, 58, 208 Haller, Friedrich, 138 Haller, Hermann, 27, 138 Hamilton, William Rowan, 65, 84 Hanna, Stanley S., 236 Hanson, Alfred O., 236 Hartison, F B., 263, 266 Harteck, Paul, 218. Hartmann, Eduard von, 187, 201 Hayward, Raymond W., 235, 267 Hecke, Erich, 13, Hegulontio, 288 Heincze, J.. 257 Heisenberg, Werner, 10, 12, 16, 34, 39, 44, 53, 63, 64, 69, 70, 78, 79, 110, 123, 164, 165, 188, 212, 213, 215, 217, 252-254, 258 alter, 219, 248 Henderson, William James, 253 Hermann, Armin, 24,69 Hermannsfelds, W.B., 271 Hermes ‘Trimegisto, 179, 311, 333, 335, 337, 340 Hertz, Paul, 73 Herzberg, Gerhard, 219, 248 Hevesy, Georg von, 59 Hochstrasser, U., 25.” Hénl, Helmut, 78 Hopf, Ludwig, 107, 112 Hoppes, D.D., 235, 267 Hubacher, Hermann, 143, 144, 151 Hudson, Ralph P, 235, 267 Huiskamp, WJ Hulthén Lamek, Hume, David, 162 Hund, Friedrich, 217 Hurley, Aldous, 170 5, 208 357 Hylleraas, Egil, 58 Impeduglia, G., 270 Jacobsen, Jacob Christian, 58 James, William, 187 Jeans, James, 107, 108, 111 Jeffreys, Harold, 50 Jensen, Johannes Hans Daniel, 260, 269, 271, 272 Johnston, Herrick Lee, 219 Joliot, Fréderick, 252 Jordan, Pascual,24, 109, 170, 190, 203, 223, 224, 227 Jost, Rest, 234 Jung, Carl Gustav, 8, 13, 14, 20, 22, 154, 155, 181, 185, 186, 188, 190-201, 204, 278, 280, 281, 296, 297, 304, 327, 352 Kafka, Franz, 7 :llén, Gunnar, 94 Kant, Immanuel, 154, 182, 186, 277, 290, 299 Karman, Theodore von, 106 Kelder, Tom, 27 Kepler, Johannes, 20-23, 76, 81, 85, 154, 170, 173, 179, 181, 199, 208, 277-285, 287, 288, 290, 291, 294-304, 308-310, 316, 318-321, 325-329, 342, 346, 349, 351, 352 Keynes, John Maynard, 50 Kirchhoff, Gustav, 88 Klein, Felix, 58, 80, 84 Klein, Martin J., 93 Klein, Oskar, 14, 17 Koeber, R. von, 326 Kolmogorov, Andréi Nikolaevich, 50 Kossel, Walther, 76, 77 Kramers, Hendrile Anthony, 61-63, 207 358 Krohn, Vic, 235 Kroll, Wilhelm, 298 Kronig, Ralph, 27, 78, 219, 248 Krotkoy, R., 147 Kruse, H. Ulrich E., 263 Kuperman, S., 236 Kurie, Franz Newell Devereux, 257, 258, 260, 261 Kusaka, Shui Kustikov, I. arck, Jean-Baptiste, 201 Landau, Lev Davidovich, 224, 237, 269 Landé, Alfred, 77, 209, 210 Langer, Lawrence M., 257, 266 LaoTTsé, 160 ierre Simon de, 132, re M. Giulio, 270 Laue, Max von, 107, 112 Laurikainen, Kalervo V., 25 Lederman, Leon M., 237, 267 Lee, Tsung Dao, 229, 230, 234, 236-238, 240, 267, 269 Leibniz, Gostfried Wilhelm, 201 Lenz, Wilhelm, 10 Leén Hebreo, véase Abrahanel Leonardo da Vinei, 177 Leucipo. Levine, Lewis, G.N., is, HAR, 25, 236 Lindemann, Frederick Alexander, 106 n, Harry J. 236 Lokanathan, S., 270 Lorentz, Hendrik Antoon, 65, 95, 100, 104, 111, 117, 119, 130, 131, 139, 144, 145, 161, 234, 268 Liiders, Gerhard, 234 Luria, Isaac, 314 Mach, Ernst, 7, 8, 9, 133, 148 Mach, Ludwig, 7 Madelung, Erwin, 106 Mahnke, Dietrich, 337 Maier, Michael, 316 Majorana, Ettore, 252 Mamerto, Claudio, 299 Margulis, S., 25 Marshak, Robert Eugene, 272 Mistlin, Michael, 283 Maxson, D.R., 271 Maxwell, James Clerk, 15, 30, 35, 65, 70, 100, 111, 117, 119, 130, 139, 145, 162, 187, 221 McGuire, A.D., 263 Medici, Lorenzo di, 177 Mehra, Jagdish, 24 Meier, Carl Alfred, 20, 24, 277, 278 Meitner, Li 44-246, 248, 250 Merrison, A.W., 270 Meyenn, Katl von, 24 Meyer, Lothar, 88 Miedema, A.R., 235 Minkowski, Hermann, 85, 131 Mises, Richard von, 84 Mitcelstacde, P, 25 Molfac, R.J. Douglas, 257 Moller, Christian, 58, 236 Montet, Charles de, 189 Montonen, C., 25 Moseley, Henry, 91 ses, 17 Mott, N.E Neville, 252 Murphy, George Mosley, 219 Nernst, Walther, 106, 246 Newton, Isaac, 22, 28-30, 81, 116, 117, 119, 125, 129, 130, 132, 140, 161, 173, 178, 179, 181, 277, 282, 297, 326 Nicolas de Cusa, 178 Novey, Theodore Burton, 235, 236 Ochme, Reinhard, 234, 236 Oppenheimer, J. Robert, 18, 19 Orchmann, Wilhelm, 246 Ouco, Rudolf, 171 Ovidio, Publio Ovidio Nasén, 298 Panofsky, Erwin, 18, 169, 194, 278, 322 Paracelso, 177, 283, 285, 298 Parménides, 175 wscheles, Jacob Wolfgang, 7 Paschen, Friedrich, 71, 77, 210 Pasquali, G. de, 236 Patrizzi, Francesco, 178 Paul, H., 270 Pauli, Franca (véase Bertram) Pauli, Hertha, 8 Pauli, Wolfgang Joseph, 7 Pauly, August, 201, 298 Peacock, R.N., 236 Peierls, Rudolf, 224 Perrin, Francis, 255, 256 Peyer, B., 201 Pico della Mirandola, Giovanni, 177, 301 Picdgoras, 172, 174, 319, 334, 336 Planck, Max, 32, 33, 42, 59-61, 70, 72, 73, 76, 95, 96, 102- 110, 115, 117, 118, 139, 144, 146, 192, 213, 215, 216, 221 Plano, B, 270 Placén, 153, 155, 160, 173-177, 180, 279, 326, 333-336 Plotino, 176, 177, 298, 299, 326 359 Podolsky, Boris, 18, 149 Poincaré, Henri, 130, 131, 145 Poisson, Siméon, 132, 252 Posidonio de Apameia, 298 Postma, H., 235 Preston, Richard S., 236 Proca, Alexandre, 221 Proclo, 287, 289, 295 Prodell, A., 270 Prokoficy, Yu. A., 272 Pruett, John R., 257 Raboy, $., 235 Rayleigh John William Struct), lord, 96, 107, 108 Rechenberg, Helmut, 25 Reines, Frederick, 16, 250, 263- 266 Rensch, Bernhard B., 193, 2 204 Rhine, Joseph B., 203 Richard, Alan W,, 229 Riemann, Bernhard, 80, 8 Rodeback, George W., 262 Rodolfo II, 284 Roll, PG., 147 Réntgen, Wilhelm Conrad, 84, 99 Rosen, Nathan, 18, 194 Rosenbaum, Erna, 14 Rosenfeld, Léon, 58, 67, 144, 222, 223 Réslino, Heli Rossi, Andrea Rothem, T,, 236 Rottler, Maria, 14 Rozental, Stefan, 58 Runge, Carl, 77, 85 Russell, Bertrand, 78 1s, 300, 302 iulio, 236 360 Rutherford, Ernst, 59, 66, 68, 70, 247 Rydberg, Johannes Robert, 61, 70, 75, 87-92, 209 San Agustin, 176 an Buenvencura (Juan de idanza), 337 San Pablo, 177 akurai, Jun John, 257 alam, Abdus, 269 mios, Nicholas P, 270 Schafroth, Max Robert, 24 Schelling, Friedvich von, 186 Scherrer, Paul, 13 Schilpp, Paul Arthur, 101, 110 chindewolf, O.H., 201 hhlapp, Robert, 243 chlosser, Friedrich, 178 Scholem, Gershom, 314 Schopenhauer, Arthur, 182, 203, 204, 326 Schopper, Herwig, 237 Schriidinger, Erwin, 53, 63, 64, 79, 212, 213 Schiitz, Bercha Camilla, 7 Schiitz, Friedrich, 8 Schwartz, Melvin, 270 Schwarzschild, Karl, 72-74 Schyinger, Julian, 20, 234 hwyzer, H.R, 298 carl, 101, 145 nilio, 229, 243, Heh) is Annacus, 298 co, 299 cara, 171 Sherwin, Chalmers W., 262 Silz, Priscilla, 27 Simpson, G.G., 201 Smith, Lincoln Gilmore, 257 Solvay, Ernest, 112 Sommerfeld, Arnold, 9, 10,21, 61, 69-72, 74-81, 83-86, 90, 199, 208, 209 Sosnovskij, A.N., 272 Spivak, BEL, 272 Stihelin, O., 271 Stark, Johannes, 72 Stech, Berthold, 236, 260, 269, pee ee Steenland, M.J., 235, Steinberger, Jack, 270 Stern, Otto, 13, 112, Stokes, George Gabriel, 106 Stoner, Edmund, 211 ‘raumann, Norbert, 25 Sudarshan, Ennackel Chandy George, 272 Sunyar, Andrew W., 236, 271 Sutherland, William, 106 Teeteto, 175 ‘Telegdi, Valentine L., 235, 237, 267 ‘Thomas Llewellin Hillech, 212 ‘Thomsen, Julius, 89 ‘Tolhock, H.A., 235 ollestrup, Alvin, 270 ‘Tomonaga, Sin-itiro, 20 Torricelli, Evangelista, 321 Tikal, Vikeor, 97 Uhlenbeck, George, 211, 212, 217 Venkatesan, K., 25 Voigt, Woldemar, 70, 77, 85 faerden, Bartel van der, 50, 52 agner, J.J, 265 Wald, George, 202 Wallenstein, Albrecht von., 309 ller, Ivar, 208 apstra, A.H., 237 atson, J.D., 202 Weinrich, Marcel, 237, 267 Weiss, Rainer, 147 Weisskopl, Victor F,17, 24, 220 Weizsticker, riedrich von, 170 Wentael, Gregor, 18 Westgren, Arne, 208 79 Wien, Wilhelm, 105 Wigner, Eugen Paul, 223, 224, 227, 240 Wilhelm, Richard, 170, 194 Winter, Klaus, 243 Wissowa, Georg, 298 Wooster, W.A., 246 Wa, Chien Shiung, 235, 243, 267 Yang, Chan-Ning, 229, 230, 234, 236-238, 267, 269 iacomo, 314 ias, Jerrold R., 147 Zeeman, Pieter, 10, 11, 70, 71, 77, 78, 211, 212, 217 Zeldovich, Yakov Borisovich, 273 361

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