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e bh: hobilinrruusicer , Coserotr he, Ureri'cos 14 3, We) ( Gita). 2005 — ga Mabawes LA MUSICA MISIONES JESUITICAS EN AMPTIAC Le historia de la musica de raiz europea en las misiones jesulticas de América del Sur comienza con estas instrucciones del pro- vincial Diego de Torres, registradas en 1609: «Cuanto mas presto se pudiere hacer, con suavidad, y gusto de los Indios, se recojan cada manana sus hijos.a deprender la Doc- trina, y de elles se escojan algunos, para que deprendana cantar y leer-»' Los misioneros no sélo les ensefaron a cantar y a tafier la flauta, sino que iniciaron y sustentaron un complejo y vigorose proce- 0 musical cuya parabola no se detuvo con la expulsion de la Orden en 1767, sino que ontinud jugande un importante rol en la vida de varios pueblos ameri anos iSe trata, como quieren muchos, de un barroco musical americano? Sin duda, su época de mayor florecimiento coincide ma- yormente con la del barroce tardio en Eu- ropa. Par cierte también, gran parte de la yY SU DIFUSIGN ACTUAL miisica que se ejecuté en las reducciones de guaranies, chiquitos y mojos durante esos afios se basaba en las técnicas compositivas del barroco eurepeo: el bajo continuo, los procedimientos arménicos basicos de la tonalidad, Ia instrumentacién a base de vio- lines, los géneres traidos de la Europa del setecientos No podemes, sin embargo, quedarnos ahi La vida musical en las misiones jesuiticas no estaba determinada exclusivamente por la voluntad y los canocimientos de los sacer- dotes; era la resultante de una dialéctiea entre su practica politico-cultural y las paw: tas propias de los pueblos indigenas a los que pretendian sreducir a la vida civils ya la fe cristiana, Tanto los productos sonores come sus significados para los participan- tes deben haber sido en las reducetones americanas muy diferentes a los que preva- lecian en ciudades y cortes europeas. Aun- [Diego de Torres: slwerucein para al Guayrt (1609)s,.en Pedro Lozano, Hintoria d a Compose defense a prowntio del Repoy Hasiid, M,Foendndes, 1764, vol 2, pp. 138-139, que las partituras conservadas (una selec: cién poco representativa) parezcan corres- ponder a una variante del barroco: tardio europeo, debemos ir mis alld de las notas escritas (e interpretar las notas escritas en luna clave distinta) para procurar reconstruir el mundo musical de las misiones jesuiticas del Cono Sur de América y para encontrar la diferencia con su correlative europeo Abordaremos los problemas y las conse- cuencias de esta propuesta hacia el final de nuestra presentacién. El Ambito geografico e historico Come seha hecho notar repetidamente, fas misiones jesuicicas en Sudamérica forma- ban un arce coinidente con gran parte de Jas fronteras entre los imperios espafol y portugués en el continente, donde los regi- mientos indigenas se enfrentaron en repeti- das oportunidades con los portugueses, y consiguieron mantenerlos a raya. Pero tam- bién es cierto que la actividad misionera de (os jesuitas se dirigié con igual impetu hacia los extremes del continente, hacia el Darién y la Araucania, y hacia las vastas llanuras interiores del Rio dela Plata, Silas etnias de estas regiones, los xuar, mapuches, abipo- nes y mocovies s¢ revelaron refractarias a la tarea misional, si sélo se pudieran conso- lidar las zonas de frontera, esto fue porque, en general, solamente all se encontraron los requisites imprescindibles para la fructifi- cacién de la tarea misional: 1) culturas se- dentarias de economia agricola y 2) distancia protectora de los centros de poblacién blan- cay mestiza, La dificultad de «reducir a la vida civily a némades cazadores se hace manifiesta en los mitos de los ayoréode 1 Bernd Feichermann: Las experiencis syorkods con lot feitar, an Lat mulaews jestices de Boe: Martin Semi, | actuales sobre su experiencia de hace dos siglos en las misiones —los jesultas aparecen come figuras satinicas que esclavizaban a Jos indigenas, trayende ademés la peste y la destruccién de su modo tradicional de vida? Esta constatacién pone de relieve algo que ‘estuvo escondido para los ojos occidenta- les durante siglos, y que sin embargo es ab- vio: la cultura de las misiones requeria de la colaboracién activa de los indigenos. Las zonas que abareaba {a colonizacion jesuitica eran casi en su (otalidad Hanuras de clima y vegetacion tropical: selvas y sa- banas de las cuencas del Plata, del Orinoco y del Amazonas. El proceso de su desarro- llo fue bastante uniforme, aunque el desfasa- je cronolégico entre las distintas regiones es notable. A partir de 1588 entre los gua- ranies, de 1626 en las llanuras del Orinoco, de 1638 entre las mainas, de 1668 en los llanos de Mojos y de 1683 entre los chiqui- tangs, se iniciaran «misiones volantes» que, recorriendo un amplio territorio, visitaban periédicamentea grupos indigenas. Una vez cumplida fa funcién exploratoria de estas incursiones, se convencia 0 coaccionaba a los aborigenes para que se reunieran en pue- blos («reducciones») de entre mil y tres mil almas,! y $# conflaba su conduccién espiri- tual y temporal a dos jesuitas (a menudo, dada la crénica escasez de misioneros, uno sola), A través de una red de oficiales (die~ tada en gran parte por las Leyes de Indias), los misioneros planifieaban y controlaban la, vida social, de la comunidad, Los indigenas disponian de algunos dias a la semana para cul -conémica, cultural y religiosa ivar sus terras (que les eran personalmente asigna- das al contraer matrimonio) y prover el aR CCatslogo de a exporicon homaana Santa Cra de a Siera. 198), pp. 47.4. Elaskuo aparecd originate oan Carton Rust (Let mivner de aye pox cha de maton, Sanca Cruz de ta Sierra Colepio de Arqueecton, 1992 + Qcabionalment un puablo pocks adr isp tars, pare lanerma generaera bce wande ¢obrepanaba estos linus, daletin mirler ND sustento basico de su familia, pero va veces por semana su fuerza laboral debia dedicarse a producir para la comunidad: labrantio de las tierras comunes y produc- cidn de excedentes «exportables» (yerba mate, cera, rosarios, eteétera). Con lo pro- duc alimentaba a fos desposeidos (viudas, en- jo por esta empresa comunitaria: |) se fermos); 2) se sestenia, al menos en parte, a los padres jesuitas ya los trabajadores espe cializados (carpinteres, herreros, sacristanes, misicos) y 3) se compraban utensilios nece- sarios para la produccién y para el equipa- miento del pueblo y Ia iglesia, Se trata de ‘a compleja organizacién, en la que se en- occiden- tremezclan elementos de utoy tales con las bases fundamentales de los sis- temas politico-econémicos indigenas, para los cuales el regalo constituye la base de las lealtades sociales. El que controla los bie~ nes tiene el deber de distribuirlos, yel que los recibe contrae obligaciones con respec- to al «regalo» recibido. En 1767, al llegar la orden de extrafia- miento de los jesuitas de los dominios espa- oles, el manejo de los pueblos pasa a ma- nos de curas y rdenes religiosas, en un ré- gimen compartido con administradores de- signados por el gobierno.” El periodo de la Independencia y las guerras civiles no fue benévolo con las misiones, pero los pueblos de Chiquitos y de Mojos pudieron mante- ner una vida musical basada en las tradicio- nes misioneras hasta bien entrado el siglo x0... Aunque desde mediados de esa centuria han desaparecido las bases institucionales de la organizacién de las reducciones fundamentalmente la propiedad comunita- ria de los bienes~ atin hoy quedan vestigios de las practicas musicales jesuiticas. Una vida pautada por la musica La existencia diaria de los indios de las docenas de etnias diversas agrupadas por los jesuitas en las reducciones de guaranies, chiquites, mojes y mainas estaba ri signada por hechos musicales que actuaban como anuncios © mareadores deun ordena- miento de la existencia en funcién dela cate- quesis y ta devcién, Las descripciones de la vida en las reducciones revelan una nota- ble uniformidad en sus lineas generales, ad- mitiendo, sin embargo, pequefias variantes regionales.* Eltranscurso del dia estaba marcado por la campana del Ave Maria, los tambores que desde Ia plaza convocan a la poblacién, el Alabado a cuyo compas entrael pueblo en la iglesia, las missicas instrumentales y vocales de la capilla durante la misa, las marchas de flautas y tambores para ir y regresar del tra- bajo, el rosario, la Salve y otra vez el Alaba~ do al atardecer. El riteno semanal también era marcado por eventos litiargico-musicales, como por ejemplo la misa cantada de Beato Virgine y |a Salve y letanias cantadas de los stbados, La liturgia para los dias de fiesta era mas * ftartomeu Ml, corsureseiin ateangresa Las mines de er para dase mana, Sara nde Sera, 1992 Eltentoro sprees cen ediciin de oe trabajos prevention al congren, 1 rete aspecto, nhisteriale la tints reglones meet algun eferencin, pero prs Gt gl elton into Gadi ores eras imparaba en Mojot. Chiqutosy Guava, + errand iat Actividades mucales de ln etuitas enti rnduceionac de los Chiqitos fos Guaraniet, informe de beca para ‘CONICET Cordoba, 1923, pp. 85.91 Una descrpcin de ruin shri y se algae Baxtan on ton ext enuan Panel Pera ‘evita et monibus tedeeim vrorurnparcpuo‘orun, Facnaa, Archi, 1793, pp. 441-444, Para Guaranies, ver por ejemplo evs Cardi 5 |. «Breve relacin des Maiores del Paragunys,en Pablo Hemainde Mexone del Farguay, Grgoraesa yc! de es dctrnen trrenie de Comper de eis, Barcelo, Gino GB, 1313 wo Hp. S14-614:S60-SE4, Sabre ogo at daripcones toner detatdas ver por e| Francisco Eder. 5.) Crewe descrip de a Redacciones de Moon try ec por Josep Barradas, Cochabsn Historia Rotana, 1985, p. 372 elaborada: una primera misa cantada y real- zada por cory orquesta, una segunda misa con musica instrumental para los que se ha- bian quedado cuidando enfermos durante la primera, desfiles 0 procesiones, danzas y pantomimas, y representaciones teatrales en castellano 0 en chiquitano. Las instituciones musicales Si hemos de guiarnas por lo que nos di- cen los cronistas y corresponsales jesuitas de la época (nuestra principal fuence de in- formacién), la musica en las reducciones es- taba fundamentalmente basada en Ia capita musical y su escuela anexa. Sin embargo, de una lectura atenta de esos mismos autores, relacionada con observaciones sobre las actuales supervivencias en los pueblos fun- dados por los jesuitas, se desprende que la vida musical involucraba una serie de insti- tuciones de las cuales Ia capilla era sélo la mas formalizada y eurepeizada La capilla y su escuela Una de las primeras tareas del misionero que fundaba un pueblo era establecer una escuela que ensefara alos hijos de los caci- ques y otros notables a leer y escribir en latin, en castellano y en el idioma local” los nifios mas aventajados centinuaban con un riguroso curso de estudios musicales y pa- saban luego a integrar Ia capilla. Neo esta claro hasta qué punto pedemos hablar de una corporacion de musicos pro- fesionales, ya que se nos dice que: «Ningiin cabildante, ni cabo militar, ni masico, no! cial macinico, ni sacristan, etc,, tienen suel- do alguno [...] Todos [...] son Labradores.»" Por cierto quenose puede hablar de un suel- doen una cuasi-pelis en la que no existiata economia monetaria. Pero, al menos en Mojos, donde la estratificacién en clases de 1a poblacion parece haberse cristalizade en forma mis acentuada, los censos dividian a la poblacién en «familia» (encabezada por el cacique, seguide del maestro de eapillay sus masicos, sacristanes, y todos los oficios artesanales) y «pueblar (todos los labrado- res),"El status privilegiado de ta familia in- cluye, por ejamplo, una mayor participacion en las distribuciones de carne.'* Dentro de esta clase privilegiads, los ma- sicos eran el grupo que detentaba el conosi- miento: wes tanto lo que [...] estiman los I~ dios (la mdsiea], que tienen por la mayor dignidad, a que puedan subir sus hijos, lade Cantor: estos son celebrados en aquellos Pueblos, como los mas Letradosu,"" En la estructura de poder, los misicos de la capi- fia jugaban un importante ro! ya en época 1 xtectun nay eaniano era io fon, puma gran mayor elon ingerasno domiuaban eealongus: een ents Korma, edacr en langue bin yan espaol amnpre cen caractare ounce. Ni-enanden ts erborgo to Gut les sparta aso nid chaque.» ain Knot 5 Relat vobee al pal la 7 las iinet en waterrtoro,redaciado para unas en Warr FECIC, 199, 1S 1+ ous Corde Carty Ralacin de nt Minors Prova (UAT )o, Exitos Colas oplotenses, 01.2, Bwana Anes, Leia dal Plata cid dhs hipaa en lat echas Occidentale 0 Arérica al Sa, Hollman Lonmilaesjenatean ere fox Chistes, Buenos Airs, Paraguays, en Guerre Futang ford Carly su Carta Raion 83, pp. 11502135139 + Scr Archive tara de ia Mi T2S, N24, Caro de Sanfoacg, 31/12/18 | Sibian ante conway postr’ eapaitin, mnomerowo docurnenan corroboran vu valides parkladpaca jeniica.Elanuitajové Carchl, que par? 10 efoe-n ls anisiones ds (part hbo eo cigs deca Cabal mit. tt meres. da rayon, los cit rrecinnos, do os cules eomponan aablers dl pueblo, en wurmoda deconcebirfotd Cara, S.|-Bravarlacion.».p $37 Ken Pusblos que mes venen dewtas vacs] man sn dial cto nolo mp necearo paras inch, Kara alas oe Toncustenan 660) srben al Cry snl saritanes, Muciot, Carptares,harerottelaraaay ua rat fica 480 eat Gl uwba dan an don veces ala sama en canada de dou oes bras de baa # toro cis fait, yen Pueblos esciso che tur el Pablo naa ona pricelist.» Cara Coronel year a Oba de Sota Crus, 20M O67. Sera, ‘Archive Naciartal de Bolivia, Moxon y Chiquar tH. 8 4-85, Franuinco Jaro baignet maionero,p. 343 \S jesuitica:!"las perturbaciones que siguieron a [a expulsién inerementaron su rol como. distribuldores de poder y mediadores entre las autoridades blancas y la poblacién indigena. En los pueblos ya estabilizados las capl- lias musicales constaban de entre treinta y cuarenta miembros, sin contar a los nifios de la escuela que cantaban como tiples. Su integracién era variable: ademas de algunas diferencias entre las distintas provincias mi- sioneras, se produjeron cambios alo largo de los mas de doscientos afios de vigencia dela institucién, Las orquestas del siglo xvi, como sus paralelas en las catedrales euro- peas, se basaban én un nutride grupo de bajo. vol que complementaban sobre todo convientos en cores homogéneos, Llegado el Siglo de las Luces, poco a poco se van imponiendo las cuerdas como conductores co fundamentales del sonido, La transicién no es clara, pero en Ia época final de la coloni- zacién jesuitica se estandariza la orquesta sobre la base de dos violines (ocho a dieci- séis instrumentistas) y continuo, con la par- ipacién comin de un par de flautas (ce. pico y traveseras) y trompetas; menos co- intinmente se agregan trompas y cornetas. En Guaranies y en Mojos son también co- rrientes las trompas ma as. EI bajo continuo, aunque retiene en los guaranies algunos instrumentos del tipo del laid, pasa a concentrarse en teclados (6r- ano y clave), arpas, y violones. Aunque en las misiones de Guaranies y Mojos se sigan usando gran cantidad de chirimias, es pro- bable que estén en manos de organizacio- nes musieales distintas de la capilla, que mencionaremos mas abajo. La corneta, adhe Carta Ratacibn p10, instrumento caracteristico del siglo xv, sélo se conserva en el ultima periode jesuities en Guaranies, seguramente gracias ala ma- yor profundidad histérica de la tradicién en los «treinta piieblose. Los bajanes son co- rrientes en las tres regiones: Repertorios, géneros, estilos, personalidades La pérdida de las bibliotecas musicales de las redueciones de Guaranies nos priva del conocimiento directo de la mayor parte de las partituras que constituian el reperto- rio jesuitico, Sélo se han conservade colec- ciones en Chiquitos y en Mojos;"? con poeas excepciones, éstas contienen material co- rrespondiente alas ultimas etapas jesuiticas con acrecimientos posteriores. De la misi- ca que se ejecuté en Guaranies durante todo: ef siglo x0 s6lo quedan unos poces rastros; Jas inmensas lagunas en nuestro conoeimien- to sélo pueden ser llenadas en alguna medi- da con datos literarios y documentales, Po- demos resumir la informacién disponible en cuatro momentos, correspondientes a otros tantos centros de irradiacién de musica eu- ropea: San Ignacio Guazu (sobre el Para- na), Yapeyti (sobre el Uruguay), San Javier (en Chiquitos) y, posteriormente a la ex- pulsidn, San Pedro en Mojosy Santa Ana en Chiquitos EnSan Ignacio Guazi, durante la primera mitad del siglo xvi, los jesuitas Louis Berger y Jean Vaisseau parecen haber sido respon- sables de un primer auge de la musica mi- sional, Resulta dificil, sino imposible, saber qué tipo de misica implantaron estos fun- dadores en las capillas de las reducciones, "Dieter petonesycailogen my Incompletos de ambos archivos en Waldemar Arel Rolin. -Catoge dels Arhovos de San gracio 1. Coneapeldn (Moxon y Cheiton)s Renta del retiuin de mergacion Manica «Corot Vegoe, Bunrin Aes, |! (1990). p. 225+ A701 CL moi daseripcin -E] Archive Musicale Chiqutone en Lat minis juices de Bava, pp. 129-130, Un eatilogs deta {de ese archivo, preparado por Bernardo lari, Gerardo Hib ye que mcrite. esti min inet, pero debemos suponer (por el bagaje técni- coy estétice que ellos podrian traer) que se basaba fundamentalmente en el stile antico cadificade en Europa a principios del siglo xvi. A partie de 1628, aparece el canto poli coral."* Los géneros que se mencionan son ‘exclusivamente litiirgicos: salmos, himnos, misas, salves y Vetanias.' A partir de 1690, y durante buena parte del siglo «vin, Yapeyii, sobre el rio Uruguay, tuvo la fama de ser el centro musical mas importante de las misiones. Entre 1691 y 1695 estuvo alli el jesuita tirolés Antonio Sepp," quien lleva cabo una reforma total de la musica de las ca las, reemplazando las antiguas tradiciones por las practicas y la estética del barroco medio con su énfasis enlas texturas policerales, en la suntuosidad de la erquestaci6n, y en el rol mas indepen dientey exigente confiado a los instrumen- tos, Asimismo, se produjo aparentemente en esta época un incremento en el use de los géneros no estrictamente litirgicos, como, motetes, arias’ y piezas dramatico-musica- les." A pesar de las referencias concretas en la correspondencia de Sepp al reperto- rio que deseaba implantar-en las misiones,"* éste no ha podido ser identificade con pre- cision. Tiene que haber sido él, sin embar- go. el que trajo un Loudate Pueria doble coro atribuide falsamente a Zipoli en el Archivo "Aino Reds: Carta ei Paseo» (Guaird 16 9), Je Corverto (ed) Jeni de Chiquitas, y que no hace mis de dos semanas ha sido identificado por Bernardo lari come a ‘ebrade una manja de Milan, Chiara Margherita ‘Cozzolani, publicada en Venecia en 1650. iComo se sostuve la preeminencia de Ya- peyti después de Ia partida de Sepp? Lo ig- norames, Quizas sus sucesores se encarga- ran de dar continuidad a su obra; 0 quizis los masicos y maestros de capilla indios su- pieren mantener viva ta energia y et dina- mismo que se adivina detras de los escritos del jesuita tirolés fo cierto es que a todo lo: largo del siglo (incluso despugs de la expulsion) se suceden los testimonios del excelente ni- vel de la actividad musical en esa reduccién, A partir de la década de | 720, el repertorio se renové con la inclusion de obras de Zipo- i y -seguramente- de otros maestros del barroca tardio. Basandose en la reduceién de San Javier, el suizo Martin Schmid, llegadoa Chiquitos en 1730, tuvo una funeién decisiva en la crea- clén de una nueva cultura musical, Los pa- peles de miisiea y libros licargico-musicales conservados en el Archivo Musical de Chi- quitos nos permiten una reeonstruccién bas- tante aproximada de la actividad de las ca- pillas musicales y su recreacion de los esti- los del barroca tardio eurapeo. En lo que hace a fa masica instrumencal, hay sonatas para conjunto de Corelli, Vivaldi, Benne anter na Gui (1594-1640), Mamacriton a Colecha x Ange, | Kio de janie, ibloreca Nacional, 1951p. 261 " Lawecepcion-es Antonia Mari, que haa siwntem e canon (Carta al Prowl de Min). $41 9 Aja ga hd gp Caries) Hipp 1S pa Saat Fane Parag En 1697 Qve lah {sn Higa Ro Gri rl condensers oldie cenparmsivetasrn gat ed Sap akc. Harun 71usreancangptresectnde Salam Evermde pasa Sener (Corenmnh donk pariah apne Fe cretni cra Ca (Cents ada uous an stock ene, Aen debe 70 tnirarte-Bererdola vot Sepp, reno Dexaseeidaa Egat Harman Mas ICCMU, a pr * sLaPon bos Rewproorn yh Protec aera rior otean acpi ba i 178-174, Bai Are, Archi Gara! dea acon, C de euin. cad po Furlony: Mas Arena Ver por temple Sepp Contmui, p.26S, 0 Carchal sBrove reich.» p57 * Relain, .204y Comoe, p71. Eero utes wanda ena raducin de Hira separa us vii hemos potideslacu, alavnta da rgnalaarsn * Lienmerciade narrated ips Yapopt 178 ah docu por ba da PR (ones Aes, chs Gane ‘ie laacs Ce et 1728) cago en Futon: Msn Aen Bb 227 ecin Morice Locatelli, Sammartini y Jommelli, Hay tam- bidn obras para teelado de Zipoli, compues- tas y publicadas en Europa, En las obras vocales, en cambio, es notoria la ausencia de grandes nombres entre los composito- res, Labasqueda de concordancias en fuentes europeas ha dade hasta ef momento resul- tados positives slo con respecto a obras sin canto, y a un motete de Joseph Ignaz Brentner, de Praga, compositor talentoso: pero poco conocido. Un buen numero de obras es de composi- cién local, la mayoria deellas probablemente dea pluma del mismo Schmid. Su predilec- cién por los ritmos ternarios, las frases si- métricas con dos o cuatro compases, el mode mayor, y clertos motives melédicos, pueden delatar la impronta de los dipfer del folklore suizo en su cide, Sus contribucio- nes al repertorio van desde sencillas can- nes hasta amplios motetes de gran efec- to sonore; son numerosos sus aportes a la musica de teclado. Las obras de Zipoli,”' en cambio, revelan la formacién profesional del compositor y su riqueza de recursos, dentro de lo que aparece como una deliberada simplificacion del estilo barroco tardio europeo para |o- grar piezas «ficiles pero agradables al oldo ‘yadecuadas para esta gente», como las des- eribié Julian Knogler. Abarcan desde sal- mos en estilo concertante, con gran lucl- miento de coloratura para los solistas, pa- sando por dos amplias misas con diversi- dad de solos y coros. hasta simples himnos estréfices. La musica de cmfi@europeo no abandond las reducciones cuando en 1769 el Ultimo jesuita salié rumbo al destierro, Si bien en Guaranies la decadencia sobrevino rapida- mente (ayudada par la proximidad de mu- chas de las reducciones alos centros pobla- dos espatioles y portugueses), pueblos como Santa Ana de Velasco y San Pedro de Mojos tno s6lo mantuvieron una actividad musical importante a pesar de las circunstancias poco auspiciosas, sino que en algunos sentidos sobrepasaron los logros de sus predecesores, Seguin algunos observadores, la actividad musical se transformé en una pantalla para ocultar los fracasos en la administraci6n. temporal y espiritual. El mayor despliegue de medios y el estilo mas brillante de las nuevas composicianes transformaron enal- ‘guna medida lo que habia sido un medio de comunién en un espectaculo. En las sonatas y sinfonias aparecen arpegios, trémolos y {giles figuraciones, Se multiplican las obras para teatro, no siempre de contenido religioso. Al- gunas obras vocales, muy adernadas, requie- renuna téenica de canto de nivel virtuasistico. Se produce ademés un proceso de aproxi- macién de las practicas musicales europeas introducidas por los jesuitas a un concepto indigena, evidenciéndose un cambio gradual pero profunde en las modalidades vigentes Este proceso de cambio se puede apreciar también en las copias sucesivas de que fueron objeto los manuseritos musicales del Archivo. Stadespfeiffer, musica militar, conjuntos informales Desde un principio, las descripciones ¥ jones narraciones pravenientes de las hacen refereneiaa conjuntos de misicos que cumplen funciones civicas mas que religio- sas, ala manera de los stadtspfeiffer 0 mi triles europeos. Los elementos que reguiar- 1" Undetatae ands extnico evel ue toda tat obras ar bul a Zip en algunas pcs Archivo punden er de et sess de Zot eel Archive extn airs ans parcels. er por feo, Berar Mart Los tales a Demarco Zoe trend en us Ques ora Argennas de Mucloghy Cuts Conforanen Ardea AA. Bonnos Ares, 999 1 En lottmann: Lasraioes,p. 174 mente se asocian con estos canjuncos son su rol ceremonial y los instrumentos «altos» (trompetas y sobre todo chirimias). Otros textos contienen referencias inequivecas a Ja existencia de grupos de masica militar, separados de la capilla: wen cada pueblo hay 8 companias de soldados [cada una con] 8 cajas y pifanos, y dos clarines de guerra, ademas de los que suele haber de misica eclesiastica».” En alguna ocasién aparecen también instrumentos aborigenes: «todos los Indios se lleben sus pingollos, o pifanos flau- tos [sie] con q.ese animen ala guerras.# Finalmente, por doquier leemes acerca de conjuntes de flautas y tambores, constituidos. con mayor omenor formalidad. Ellos proven la mosica que acompaha los trayectos hacia y desde los campos, los viajes de grupos peque- fos, los juegos y las diversiones. Actualmente, en queblos como Santa Ana de Velasco existen grupos con esa constitucién, la- mados «picocasy, que tienen un status semi-ofi- cial: acompafan al Cabildo en sus visitas, eje- curan durante las ceremonias publicas. El re~ pertorio para estas funciones estd estrictamen- te prescrito:en San javierito (cerca de San lgna- cio de Velasco), por ejemplo, hay una marcha para la crastacién de los cabildantes, otra para anunciar Ia legads a una casa, otra para anun- ciar ef fin de una visita, etcetera. Por otra parte, en las fiestas y bailes hay numerosos: flauteros, tamborileros y violineros, que ¢s- ponténeamente se combinan y recombinan para proveer el sustento musical de las in- terminables sesiones de danza y chicha. Los upitocas» de Santa Ana se entremezclan hoy con los musicos vocacionales en las fiestas privadas. 3 Card: Caren Race, p 157 © La colaboracién de fos «pitocass para dar mayor sokemnidad ala liturgia es testimonioade- mas de una coordinacién flexible entre grupos. Dice ef padre Cardiel; «junto al umbral (de Ia iglesia] estan fos tamborileros y flauteros, que tocan todos sus instrumentos al Sonctus, alakzar a Hostia, a las entradas y salidas».* Practicas similares se usan hoy en la aldea de San javierito, ‘en conexién con los rezos comunitarios. Musica comunitaria Peroel tipo de musica que mis impregna- ba la vida en las reducciones no era profe- sional, elaborada ni sofisticada, y tampoco era ~seguin las definiciones convencionales~ barroca, Se trataba de cancicnes simples, a menudo en la lengua indigena local, provis- tas por los misioneros. En ocasiones estos, trascendiendo su falta de formacién musi- cal, las componian expresamente; la mayo- ria de las veces, sin embargo, adoptaban melodias de sus paises de origen para los textos devecionales o catequisticos en gua- rani, chiquitano, canichana o yuracaré. Por ser muchos de los sacerdotes mas interesa~ dos en la musica originarios de paises de Eurapa central, las selvas sudamericanas resonaron con Idndfer austriacas y dlpler suizos tanto como con saetas espanolas. Son estos los simples stonas» que se em- pleaban para el catecismo, las canciones sobre la vida de Jestis, Maria y los santos que entenaban les nifios al amanecer, al me- diodia y al anochecer, las tonadas que usa- ban para el Alabado al entrar ala iglesia, las coplas de la historia de la Pasion en lengua moja,” la veintena de canticos en mapuche que imprimié el padre Havestadt. 2 buervacionesrealicadas por tena Ruy Leonardo Waisman, kode BPP. Carat Compenso, pp. 9-97, Diego Francie Akarrane: tun de kamavan de os Mor, ed Parwel¥ Balvibn (Laat, ntiite Botwane de Cunura-ishoseca ‘Jove Aguitin Palacons, 197%) pp (25-176, 201-223 botetio Myris \I Aofetinmssics En la missica comunitaria se encarnd, como en ninguna otra practica, el carisma de los misioneros jesuitas, ya que amalga- maba armoniosamente la catequesis, la acul turaci6n y él espiritu de comunidad. Quizas por eso sobrevivié con tanta tenacidad en las tradiciones indigenas Hasta aqui, Leonardo Waisman, musicélogo doctorado en la Universidad de Chicago. Torna ahora la palabra Leonardo Waisman, miisico latinoamericano. Algunos parrafos de lo que sigue fueronleidos hace un afio en Santiago de Chile; aprovecho esta ocasién para ampliar el tema, con laesperanzade que el debate que se originé en Ia primera ocasién pueda profun- dizarsea partir de esta presentacién Desde hace unos aftos, através de edicio- nes de partituras y de grabaciones sonoras, se esta difundiendo en el mundo la musica de las misiones, a partir de las partituras del Archive de Chiquitos. Sostengo que, lleva- dos por el impetu del movimiento de rena- cimiento de la milsica antigua y amparados y condicionades por el desarrollo de la in dustria cultural, los que participames en este fenémeno hemos sido culpables de una verdadera falsificacién. Hemos sido, consciente ‘oinconsclentemente, agentes del coloniali me cultural, en fa faceta que Leonardo Acos- ta caracteriza como: «devolucién alos pue- blos [eolonizados] de su propia imagen cultur ral deformada, mediante la cual [..]se les con- mina ala pérdida de su propia identidad».”” Pruebas al canto. Alrededor de 1740, los jesvitas de San Rafael de Chiquitos ensefia- ban alos indigenas esta plegaria a4 voces.” Dos siglosy medio después, el 23 de julio de 1991, recogiamos esta grabacién en San Antonio de Lomerio, un poblado chiquitano a.unas decenas de kilémetros de San Rafael.” jones que ha sufrido la pieza en su transmision oral, ni las Ni las notorias transforma: obvias imperfecciones de ajuste y afinaeién que asoman en la grabacién, llegana dificul- tar la percepcién de que'se trata de una mis- ma eancién, Eseuchemos ahora una de las grabaciones modernas de miisica de las mi- siones de Chiquitos, Desgraciadamente, no poseo ninguna deesta misma pieza.”” Evidentemente, entre el mundo musical chiquitano de hoy y laimagen sonora difun- dida en Europa y América por grupos como éste, no hay relacién alguna, La gran mayo- ria de las versiones recientes estan enfocadas con los criterios generalmente aceptados para Ia misica del barroco europeo —mias precisamente, el barroce italiane y aleman, con el agregado de alguna guitarra barroca para dar un exdtico toque de espafiolismo El tamano de los grupos instrumentales y vocales es muy exiguo (2 a4 violines, en lugar de los 15.0 20 que indican los docu- mentos), y los densos grupos de bajo conti~ nug ineluyen numerosos instrumentos de la familia del latid, al parecer ausentes de Mo- jos y de Chiquitos. También en el continuo se utilizan pequenes y discretos 6rganos positives con registros combinables de & pies, cuando la evidencia indica queen la ma- yoria de los pueblos los érganos no podian 1 Junto concomentariosyrespunttas de Mista Ext Grebe, Serio Candi: Sy Sublet Bernard Marl vate de ical fe publeado en Resononcir, no, 4; maro, 1999, pp. 50-BE Ahisicoy descolaiznein, La Habana, Artey iterator, 1962, $6, Ente pale da prexetacin ve dnird co grahaciéneealzada ad Pex por elaor cn soliboredores de hecho (voces capella), Arehive Muscalde Chiquitos, hi © yen, nerpretado pr learnt Sutobusira, San Antonio de Lamar Previn a Velen, Dpto, de Sarta Cr, oli grabado o!23 de ho de 1991 por Ber Rois ye suitor 1 Dhomenico ipo Betur We, eterpretad por elcarjunte hry Nie Cantores a Cordoba, dragon por Gabriel Garrido, Ost CP Domenica Zipel Vspere de Son fgnaco, Les Chemina tu Baroque, 4, K617 027, 1992 modificar sus registros, dando un perpetuo & invariable tutti de rica y agreste sonoridad, siempre en octava alta,” Cuando hay arpa, es una sola, en lugar de las tres o cuatro que indican los inventarios; y su ejecucin care- ce del vigor que conocemos en los arpistas folklricos paraguayos. Este ultimo aspec- to, el de la forma de tocar ode cantar, mues- tra quizas las mas notorias diferencias entre las dos grabaciones: la tradicién oral indi- gena y las actuales convenciones para musi- ca barroca europea. Pero, se preguntaran ustedes, iqué pue- de decirnas sobre la practica musical de las misiones del siglo xvu un grupo de po: bres indigenas, casi tacos analfabetos, ais- lados hasta hace poco de todo contacto con la sociedad moderna, herederos de un patrimenio artistico empobrecide por un proceso de doscientos cincuenta afios de decadencia? Deberé estar de acuerdo en que en prin- cipio, poca o ninguna es |a fuerza que tiene la grabacion de campo para gular Ja practi> camoderna, Pero examinando.con ojos aten- tos la documentacion existente, emergen datos interesantes, Escuchemos al Padre Sepp, hablando de sus pupilos: En la misica vocal ¢ instrumental tienen mucho més facilidad para aprender y per- feccionarse que todos los eurepeos; pero como no tienen ideas, ocurrencias, imagi= nacién o fantasia, ne son capaces de in- ventar algo nuevo y ponerlo por escrito, es decir, no sirven para componer misica Pero cantan bastante bien y sin desafinar; sus voces aw san, sin embargo, tan puras como los nuestras, especialmente en el tiple y el bojo, tal vex por culpa del agua mas o menos limpia y liviana que toman en sus pueblos," Los indios son buenos ejecutantes, pero no saben componer nlimprovisar adornos, y sus voces sno son tan purass, o ude tanta soavi- dad« come las de los espafioles, Estas «ca- rencias» deben ser evaluadas teniendo en cuenta la dptica de los escritores; Sepp, por ejemplo, nos habla de que para imitar las danzas espanolas del Corpus, debio elegir de entre sus indiecitos a aquellos de tez mas blanca, y disfrazarlos hasta que sus madres no les reconocieran, ya que «la mayoria es de.un marcado color moreno, come tostado por el sol, a veces de un matiz amarillento, asi que a los europeos que no les han visto antes les parecen bastante feos».!* Con la misma «diplomacias, e! padre Cardiel nos ha- bla dg la actitud y manera de expresién de los miisicos indigenas; «un mode de cantar [..] con mucha serenidad, devocién y mo- destia, [...] no.con la vanidad y desenvoltura con que eantan algunos de alli».”” Estos comentarios revelan que la musica de las misiones debe haber sonado muy dis- tinta ala del barroco europeo; los indios ne se limitaron a remedar modelos impuestos, sina que los incorporaron a sus pautas cul- turales. La musica misional era parte de lo que un estudiose ha llamado «cultura misio- nal," un hibride trabajosamente elabora- do por jesuitas indigenas a lo largo de muchas décadas. Tanto los comentarios apuntados sobre la emisién vocal como aquellos que se refiere! erro Mu Dik crypt macau ar Chagas y uirlevanca paral practca mac, Return, 00 4, nay. 1799p 8-81 ‘Arnone Sepp: Jrd se hires povocinay(ad. Hollen), Obra, wl 3, uenos Ares, EUDEBA, 1974, pp. 197-158, "= Frascsca Xanque nignes Manineron de ht Compatiade ead en ht roveciadel Aaopway,Pamnpiana, ar Mics. 1887, p42 ' Antonie Sepp Contnusideee ot bare apantcos (rad. W Hoftrann), Olu wol 2, Buenok Aes, EUDEBA, 197, p. 263 Card: Carta y Relaciin.-,p. 16S. end Block: Musto Calla oa the Upper Amaran ete Toston, jet Enteprne Sector Ray Manos, 1660-880, Lincoln, (Unmary of Hobeasha Press, 1994, \S foretin Musica ce a actitud artistica y corporal de los indige- nas nos remiten vividamente a fas imagenes que acabamos de observar. Inméviles y so- lemnes. fija la vista en el infinito, sin alterar la inmutable expresién de sus rostros y sin lamenar afectacién, tensos los misculos del cvello y relajado el resto del cuerpo, ellos y ellas cantan con voees agudas, nasales, es~ tridentes, en un perpetuo forte sin mati- ces, Su concepeién de la metodia incluye una abundante dosis de glissandi y adornes pre ‘© pospuestes a las notas en configuraciones que no encontramos en ningun tratada de ornamentacién barroco.” Podemos anotar ademas que su sentido del ritmo y la métrica es distinte del eurepeo: falta tanto laregula~ ridad mecdnica def pulso come el ruboto que juega con alla. La utilizacién en la grabacién de campo del burrirr (la flauta travesera de caiia ta~ cuara caracteristica de los chiquitanos), nos llama la atencién sobre otro punto; el uso de instrumentos indigenas. En todas las zonas misionales se mantuvieron algunos instrumentos musicales que los aborigenes utilizaban antes de ser reducidas. Esto es especialmente patente en Mojes, donde los: jesuitas adaptaron el bajo de una familia de trompetas multiples, al que llamaron «ba- jan» 0 «bajtin»,** para la linea de continuo. Hacia 1830 en Chiquitos ain perduran las ‘orquestas mixtas de instrumentos autécto- nos y europeos que, segin un visitante, ha- bian sido instituidas por fos jesuitas: una mixtura muy particular, que sin embar- go armonizaba de forma excelente (...] J bambues pequefios y grandes [...] ins- [con} todas las flautas traveseras de [ trumentos hechos de caparazén de tott! [armadillo], matracas (...] dos decenas de potentes tambores, trompetas, trom- pas, tridngulos, un [carillon], un sinnd- mero de violines, contrabajos, oboes, clarinetes y flautas, dos arpas, y final- mente [...] el 6rgano."' Moritz Bach, el visitante aleman que describe esta agrupacién, y que —quizis por hacer honor a su apellide~ es un buen conocedor de la musica, no encuentra for- ma de describir la sonoridad y los efectos psiquicos de estas ejecuciones: apelaa la comparacién con «la risa de Samiel en la cancién baquica de Caspars del Freischiitz de Weber, habla de la «sensacién de algo ultraterreno, © mas bien subterréneon (et- wos Ueberirdisches oder vielmehr etwas Un- terirdiesches), y termina llamandola «esta monstruosa orquestar.*’ La eleceién de imagenes y términos de comparacién, mas alli de evidenciar la sorpresa del oyen- te europeo, sugiere asociaciones con la fascinacién que provocan las esce nas infernales. En cuanto a Guaranies, las referencias a misicas e instrumentos autéctonos abun- dan en los primeros afios, especialmente bocinas y cuernos de distintos tipos. Luego tienden a desaparecer; sin embargo, aun por 1691 Antonie Sepp nos habla de wsesentz musici con toda clase de cornos americanos He exrea bre apm de eva efcicione, inka unatramcrfcin, en arslormaionesy eteamz dels mei coreg re Aube DATA. Rete del Isto de Esti Andie yAaninicas 7, 1997.9. 197-217. Presenth una versn mis sabore etandis de uni da ax versienes en sElcepertoco en lengn chctana dl Archive Minicalde Chagion i Jornacas Arent ide Ciqatony de Monon PV Jemaer de Tevioe Historic hes ter: Lr eres ene debote de Quan Centenrn. Buenos Ares. Cer serio de ivestgadores de Arie-Faeatad de Floweiny Letras de laUneersdadde unos Aes 1992. pp 128-134 1 Mane Bachy Ove Jeusten und ve Maun Chigutor in Sodeeria (ed. prbloga de Georg Laci Keg). Leon Per 1843, "Ih pifanos y chirimiase que junto con un coro ejecutaban el Te Deu." Llegados a este punto, debemos recono- cer que fos indigenas de San Antonioa qui nes escuchamos no son, después de todo, tan malos guias. En muchos aspectos, su tra- dicién parece perpetuar las caracteristicas de fa practica musical durante la época misional —precisamente en aquellos aspec- tos que fa diferencian de la misica europea contemporinea iDebemos, entonces, imitar en nuestros: conciertos y grabaciones a Pedro y Maria Chuvé? (Debemos dejar nuestras costosas flautas dé ébano y adoprar las de cafa (cul. dando de que estén siempre afinadas un o¢- tavo de tano mas bajo que tos violines)? iDebemos abandonar la regularidad de la métrica que nos indican las partituras con- servadas en Chiquitos? Evidentemente, no. No sdélo porque es artisticamente imposible y comerciaimente inviable, sino sobre todo porque seria una. nueva fatsificacion. Nosatros no somes in- dios, no somos los herederos de esa tradi- clon oral. Somes americanos que queremos rescatar una parte de nuestro patrimenio y recrearla para nuestra época, Lo quesi po- demos tomar de Pedro y Maria son indicios sobre las particularidades ne barrocas, no europeas, que debe haber tenido la practi~ ca musical en tas reducciones, Sino podemos yne debemos imitarlos, tampoco debemos (pero desgraciadamente si pedemes) imi- tar los modelos centro-europeos en forma acritica, No es necesario que sigamos pro- duciendo versiones en fas que los instrumen- tos autéctonos estén ausentes, las sonori- Hola), Obvos, wed, Buenos Aes. EUDESA, dades vocales sean europeas (dorninadas por el timbre del contratenor, con toda pro- babilidad inexistente en las misiones), los ‘organos sean de escuela germanica, y las practicas de ornamentacién sean las corres- pondientes al barraco europeo. Sélo un conocimiente exhaustive de la documentacién, sumado a.un profundo pro- ceso ala vez cauto € imaginative de recrea- ciénde los elementos de interpretacion puede llevarnos a producir versiones respetuosas de la identidad sonora del repertorio. Si agregamos una dosis de excelencia artisti- ca, tendremos un producto genuino, respe- table, y hasta quizds comercializable. El movimiento de resurgimiento de la misica antigua es imperialista, Como se ha hecho notar repetidamente, “ sus anteceden- tes se remontan al menos al siglo xvi, pero ‘en su fase moderna, hace su aparicién en la primera mitad de este siglo, propugnando la reanimacién de la musica medieval y re~ nacentista. A poco de andar, engloba también al periodo barroco, hasta juan Sebastian Bach. En los aos 70, fagocita ademas a Mozart y Haydn, y en losiltimos quince afios ha invadido buena parte del repertorio tra- dicional de concierto del siglo xix. Nuestra misica colonial esta siendo engullida por este movimiento, transformado en un apa- rato productor y consumidor de misica dentro de una industria cultural globalizada Se trata de un producto especialmente apto para su aprovechamiento por parte de este complejo, ya que reune muchos de los re- quisitos de una mercancia comercializa- ‘ble por las instituciones de la early musie: constituye una novedad para el piiblico Anisele Sapp Relcin e je ob miones jesus (traducodn de W, Haflmann y Monika Wrang; notas y prbloge de Werner 7p 122 + Yer par anges Howard M Brow -Pedwry or Sberation: A tet ofthe historical performance movements er Maclas Kero Joo) Auhenucy ant Bory Akane ASrposin (Ontord Nuva York: Oxlord Univarsey Pra, 1960): Marry Haskell The Eat Manic eval Hater, Lendres, Thame and Hochon, (988, : actual, es exdtica, suena al mismo tiempo agradablemente familiar & interesantemente distinta, Desde hace unos afies, existen con- juntos americanos que estan rescatando el repertorio colonial, Con mayor trascanden- cia, se han formada en Europa grupos con mayoria de integrantes americanos en el exi- lio, que también lo abordan. Se trata, en casi todos los casos, de musicos inicialmente de- dicados a la misica antigua europea, que apli can sin mas los ednones del Viejo Mundo al Nuevo. Ladifusién de estos productos sain relativamente débil, pero hay signos de que ‘estamos presenciando la lenta pero inexorable incorporacién de nuestra miisica al mercado mundial, a través del lente de la early music. Sin duda, la manera en que se esta interpre- tando la misica de las misiones es la mas «a manos, la que parece mas razonable dentro de las condiciones actuales de produccién dentro del campo. Hay cantantes e instrumen- tistas entrenados en las actuales convenciones de la praxis ejecutiva del barroce como para armar cualquier conjunto que sea necesario, y tienen un nivel suficiente como para garant zar una ejecucién correcta, agradable y acep- table para la industria y para el publico. De ‘ninguna manera, si tenemos algiin respeto por los principios de libertad artistica, podemos condenar esta actividad, Esto, silo considera- mos caso por caso es decir, las decisiones que debe tomar cada grupo 0 cada director. Pero si observames el fendmeno en su conjunto, aparece claramente una pauta general de comportamiento que. mi,al menos, me intranquiliza, Resulta que, como resulta- do de esta urazonabilidads, la misica ame- ricanano sélo esta siendo aprovechada per Jos capitales de la industria cultural del Pri- mer Mundo (esto en sino seria perjudicial, puesto que la aprovechan ellos pero no nos la quitan), sino que la estan deformando para que suene mids europea, para que pierda fa diferencia que choca, para suprimirle lo que tiene para ellos de otras, Entre los musi cos wespecialistase y las compaiias disco- grAficas estan construyendo una imagen falsa de este sector de América, y nos la estan vendiendo. Quizas no sea tan grave que le compremos al mundo desarrollado una ima- )... pero gen mas (iya nos vendieron tanta seamos al menos conscientes de que es nues- tro imagen, que somos nosotros mismos vis- tosa través del lente europeo, un lente que dulcifica, lima aristas asperas, y difumina vértices peligrosos. Somos nosotros, trans- formados, como siempre, en europeos de segunda clase, La globalizacién, entonces, en este caso, significa la pérdida de identidad de las cul- turas subordinadas, y la adopcién total de un punto de vista europeo, Una de las res- puestas a mi charla de Chile llegé a sugerir queel Ginico instrument especifico de la ‘zana que satin se mantienes, el llamado ba- jn, seutilice «en algunos trozos de caric- ter jocoso»."* iLo no-europeo sélo cabeen la categoria de lo ridiculo! Esto, dicho por un latineamericano, po- dria interpretarse como un simple retorno, ala actitud prevaleciente entre los conquis- tadoras europeos. Mas alld de algunas ex- cepciones significativas, durante los siglos del dominio espanol, las practicas musica- les indigenas eran objeto de burlay escarnio, cuando no de condenacion bajo sospecha de idolatria. El romanticismo musical eu- ropes, con su coneomitante nacionalismo, hizo despertar en nuestros paises el interés por el color local, y ~dentro de limites bastante es- trechos, por las miisicas autéctonas. Ahora la globalizacién quiere mostrarnos el espejismo. "Spl Soublatte: «Dia nterpretaclin del Barrocon,Resanances, no 4, msay, 1909, pp 64-42 de una circulacién irrestricta de les bienes jes, donde todo es de todos y nada evltu es privativo de nadie, Las misieas periféri- eas comienzan a interesar en esos términos, Pero hay dos vicios mayisculos en esta vision: 1) La musica académica que quiere acce- der ala difusién internacional tiene que pasar por los carries establecidos, que no toleran una diferencia que yaya mas alld del pinto resquismo. La mosica misional sudamericana sélo es tolerable dentro del ropaje canoci- do de la early music, Esto contradice la di- fundida imagen de fa cultura musical actual como una amezcia de subculturas en con- flicto [...] que no pueden ser vistas como satélites de una cultura central [sino que] en si mismas constituyen esa cultura», La cul- ura musical actual se trata, como Ia de cual- quier periodo, de relaciones de poder. Los que han adquirido el poder ejercen div 08 tipos de coercién sobre los que aspiran a adquirirlo. 2) Las sociedades nacionales de nuestros paises, en busea de la construccién de un pasado cultural, estén ansiasas por adoptar imagenes sonoras que les den una prosapia, Asi, se hagenerado una disputa sorda entre Un Domenico Zipolt presuntamente paragua- yo, otro supuestamente argentino, y un ter- cero que se define como boliviano. A la ma- nera de los héroes culturales, Zipoll encar- nia el mitiee pasado musical de cada una de estas (res naciones ~por supuesto- inexis- rentes en vida del compositor. ¥ Ia imagen que resume el pasado nacional esta siendo so- norizada, come hemos isto, con pautas exclu- sivamente europeasy hasta anti-ameneanas No se trata, entonces, de que el sistema capitalista nos someta al pillaje y nos asigne: una imagen deformada. Se trata de nosotros mismos, que construimos nuestra identidad ignorando y ahogande lo que nos diferencia de los paises wcentrales». Por otra parte, en nuestra mdsica popular nos permitimos tener caracteres propios: el son, la cancién ranchera o el tango se enor- gullecen de sus diferencias porque se man- tienen dentro de la esfera de la cancion y el baile del pueblo. Pero en la orbita de la missica académica, simbolo ¢ insteumento del poder y el prestigio de la civilizacién accidental, sélo tenemos un rol en la medi- da en que nos legitimemos des-americani- zandonos, Come la mayoria de los compo- sitores nacionalistas de hace cincuenta ocien afios, debemos suprimir lo mas intima, lo mas esencial de nuestras tradiciones: la priic- tica de ejecucién, Porque las notas de nues- tras canciones pueden ser inocuas, pero la manera en que las interpretamos constituye un desafio al mundo cuidadosamente pre- servado de la musica académica, Interpre- tar la misiea de misiones con pautas euro- peas supone ignorar la colaboracién entre jesuitas @ indigenas, y reducir a estos tilti- mos‘a un papel de sumisiony pasividad com- pletas, Intentar aproximarnas a su manera de tocar y cantar, en cambio, significa reeo- Rocer que fa apropiacién indigena del ba- rroco europeo fue un acto creative, que re- signified la musica del conquistador en tér- minos del conquistado para asumirla como parte de su propia identidad. Renunciar a esos componentes significa entrar en ta etapa de ta globalizacién, una vez mis, come colonizadas ~y esta vez, por yoluntad propia. i Leora Joba Wian (Argentina ) Muncogey Dvectoe Uneeridod Complutense de Masi Robert #rorgan. Rethinking Munal Cubes Carr Relinindasona iva Pou-Terul Age Dacpiiny Mic yarn Bergeron y Phi (Bohlen, ede |, Chicago, Abwrarncy of Chicago Press, 1792, pp 461,57 SI

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