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Según JUAN DIEGO UGAZ las principales teorías que han desarrollado la culpabilidad son las
siguientes:
a) Teoría psicológica
Esta teoría tiene como mayor exponente a VON LISZT, y entiende a la culpabilidad como
una relación psicológica entre el hecho y su autor. Esta visión de la culpabilidad sufre de
algunos críticas, aunque los principales son dos. En primer lugar, bajo este razonamiento
no habría cómo explicar las conductas imprudentes o culposas, puesto que en ellas no
existe conexión psicológica alguna entre el autor y el comportamiento, sobre todo en la
denominada culpa inconsciente. En segundo lugar, bajo esta teoría no sería posible la
aceptación de causas de exclusión de la culpabilidad, como el miedo insuperable o el
estado de necesidad exculpante, ya que en ella subsiste el dolo, por lo que al haber una
relación psicológica entre el hecho y el autor, este tipo de comportamientos debería ser
imputados al sujeto.
b) Teoría normativa
La noción de culpabilidad del autor parte de su concepción funcional de acción, entendida como
el sentido jurídico que comunica o expresa el comportamiento como el no reconocimiento de la
vigencia de la norma. De este modo, será culpable desde el punto de vista funcional la persona
que mediante su comportamiento antinormativo comunique una rebeldía o falta de fidelidad
hacia la norma y las expectativas normativas sociales. Lo importante para JAKOBS al momento de
determinar la culpabilidad no son los defectos volitivos –no interesa la intensión de los motivos
de la persona que defraudó la norma-, puesto que a juicio de este autor ello es sólo una forma
naturalista de interpretar la conducta defraudatoria de la norma, sino los defectos cognitivos –
que interesan en cuanto forma parte del rol de una persona fiel al Derecho de conocer la pauta
de conducta trazada por la norma La consecuencia directa de esta forma de concebir la
culpabilidad es que cuanto mayor sea la infidelidad de la conducta del autor frente a la norma,
más grave será su culpabilidad. Esto significa que se impondrá la pena a quien se le pueda
imputar la defraudación de la norma a fin de fortalecer el mantenimiento de la confianza general
en ella.
ELEMENTOS DE LA CULPABILIDAD
Para “JOSE LUIS BUSTAMANTE” los elementos de la culpabilidad son:
Define el diccionario de la Real Academia la palabra imputar como “atribuir a un sujeto un hecho
como suyo”. Así las cosas, sólo se puede imputar un hecho a aquel que es “dueño de sus actos”.
La imputación consiste, siguiendo la definición de la Real Academia, en extractar de un hecho una
consecuencia. La imputabilidad será entendida como la habilidad o actitud jurídica de un sujeto
para la realización plena de un hecho típico, antijurídico en cuanto culpable o reprochable, que
genera como consecuencia jurídica la imposición de una sanción penal.
No se puede tratar de un simple conocimiento con visos objetivos, ni mucho menos que tenga
por objeto el contenido exacto de la norma penal o de su punibilidad; se trata de una conciencia
que exige la aprehensión e internacionalización de la prohibición, aspectos que deben ser fruto
del proceso de socialización del individuo; sólo en esta media puede plantearse el tema del
conocimiento de la antijuridicidad.
Al agente no se le exige que en el momento de su actuación conozca exactamente que ella está
prohibida, sino que atendiendo a sus circunstancias personales, sociales, culturales, etc., haya
tenido la oportunidad de tomar conciencia de dicha ilicitud y a pesar de ello a actuar.
El conocimiento aquí requerido tampoco debe referirse al contenido exacto del precepto penal o
a la punibilidad como consecuencia jurídica de su inobservancia; el autor debe conformarse
simplemente con que el agente haya tenido la posibilidad, en cuanto ocasión, suficiente para
saber que el comportamiento realizado está prohibido normativamente; no se trata entonces de
una “conciencia moral”, del todo relativa y subjetiva, sino del conocimiento de la contrariedad del
hecho con las normas de convivencia, sujeta a los procesos de internacionalización y socialización.
Como principio general, aún plenamente admisible, advertimos que la observancia de los
mandatos normativos, sobre todo de los que ostentan contenido punitivo, puede y debe ser
exigida a la generalidad de los coasociados sin ningún tipo de distinción. Para la exigibilidad
jurídica de un comportamiento o una abstención el ordenamiento siempre ha de tener en cuenta
la propia naturaleza de la exigencia normativa, las circunstancias de realización y la jerarquía de
los bienes jurídicos comprometidos.
También como principio inherente al propio sistema jurídico, encontramos los rangos de
exigencia mínimos o comunes para todos los ciudadanos, en virtud de lo cual se asume que los
mandatos normativos pueden ser observados por todos. En el presente caso se habla entonces
de una exigibilidad normal o general, también denominada objetiva o material, que es examinada
sin atender a consideraciones, circunstancias o posiciones peculiares del individuo cuya actuación
se confronta con la norma.
En varias oportunidades hemos dicho que a los coasociados no se les puede reclamar
comportamientos heroicos o imposibles y por ello, este tercer elemento de la culpabilidad, fija un
ámbito normativo de conminación o un límite de exacción, que si bien se trata de nutrir
estableciendo fronteras de naturaleza objetiva, sigue siendo un elemento por determinar frente
al caso concreto.