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Hay un México que todos los días vemos y que no quisiéramos ver. Un México
violentado por el narcotráfico y el crimen organizado. Un México cuyos
representantes en el Congreso se preocupan prioritariamente por atender los
intereses de sus partidos, ignorando las necesidades y reclamos ciudadanos.
Un México dividido por partidos que utilizan fondos públicos para comprar
votos, haciendo promesas de cambios que nunca se cumplen. Un México de
poderes fácticos que custodian intereses de grupo e impiden cambios
necesarios para el progreso y crecimiento del país. Un México donde la
ilegalidad, la corrupción y la impunidad restan credibilidad a las instituciones
que nos gobiernan y que a toda costa debemos defender, pues por imperfectas
que sean, son la base de nuestra incipiente democracia. Un México violento y
criminal profusamente difundido y resaltado por los medios en búsqueda de
“ratings” pero que indirectamente incrementa el impacto del terror en
beneficio de los grupos criminales. Un México de pobreza, golpeado por
desastres naturales que destruyen viviendas precarias y provocan enormes
tragedias y sufrimiento entre la población. Un México cuya economía no crece
al ritmo necesario para dar empleo a millones de jóvenes frustrados ante la
falta de oportunidad.
Este es el México que todos queremos vivir y que juntos con esfuerzo y
compromiso estamos logrando, mas allá de intereses mezquinos encumbrados
en su lucha por el poder con visión de corto plazo. Podemos ser optimistas, ese
México Invisible es el verdadero México, el México que crece y se desarrolla
calladamente guiado por principios y valores, y el que va a perdurar por encima
de todo.
Con esa verdad y confianza podemos con optimismo celebrar y volver a gritar,
¡VIVA MEXICO!
Manuel Arango A.
Agosto 19, 2010