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Indice jL &
e s o 6. A ‘OCA W A S T )L L O ^G0K5S .
7
Prólogo
Uno de los factores más importantes que caracteriza a los países «indus
triales» o «desarrollados» es el hecho de que la mayoría de la población vive
en un mundo artificial, «obra del hombre» en su mayor parte (es decir, lo con
trario de vivir en un entorno «natural»). Este mundo artificial incluye aspectos
tan diversos como edificios, equipamientos, máquinas, herramientas e instru
mentos afines, artefactos, vehículos, autopistas y otros aspectos del entorno
tales como la iluminación y el control atmosférico, muchísimos objetos personales
y «servicios» tales como los de sanidad y recreo.|Este texto trata de algunos
de los problemas y procesos comprendidos en los esfuerzos del hombre por
diseñar estos productos y ambientes que deben redundar óptimamente en
beneficio del ser humano. Por supuesto, estos objetivos son tan antiguos como
el mismo hombre; los seres humanos siempre han intentado adaptar lo que
hacen y los entornos en lo_s que viven a su propio uso. Sin embargo, solamente
en estos últimos años se ha procurado, de formá*”“sistemática, concertar la
acción respecto a los objetivos^sta área general de empeños (Junto con sus
diversas facetas) se ha designado con el nombre de ingeniería de los factores
humanos, o simplemente factores humanos, biomecánica, psicología de la
ingeniería, o (en la mayor parte de los países europeos) ergonomía.
La anterior edición de este libro se titulaba ingeniería de los factores
hum ados; sin embargo, hemos ampliado el título de esta edición al de Ergortomía.
Factores humanos en Ingeniería y D ise ño puesto que el diseño y el desarrollo
de muchas de las ayudas físicas y de los servicios que utilizan las personas no
entran del todo en el dominio de la ingeniería, sino que también tienen su campo
de aplicación en otras disciplinas (como las que se mencionan más adelante).
En beneficio de la brevedad, utilizaremos frecuentemente en este libro el término
«factores humanos».
La atención dedicada durante las últimas décadas a estos esfuerzos
revela un cambio importante de énfasis, un cambio que consiste en dar mayor
importancia a la investigación sistemática y en reducir la significación relativa
a la experiencia humana como base para desarrollar principios y datos que resulten
aplicables a los procesos de diseño de ¡os factores humanos. Debe afianzarse
esta utilización de los impulsos a prestar atención a los factores humanos,
impulso originado por apremiantes requerimientos en el-desarrollo de determinados
nuevos tipos de sistemas cuya disponibilidad es preciso asegurar. Aunque el
interés inicial estaba centrado en determinados aspectos de equipamiento
militar, electrónico o de! campo de la aviación y de los vehículos espaciales^»
j también se han efectuado incursiones en el diseño de otros aspectos, tales como
los de automóviles, implementos de transporte, herramientas y maquinaria,
computadoras, útiles agrícolas, determinados tipos de productos de consumo y
algunos aspectos del medio ambiente físico|Además, ha habido un cierto revuelo
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de interés en prestar una atención más sistemática a las implicaciones de los
factores humanos en el diseño arquitectónico, en la planificación urbana, y en toda
una serie de ayudas y servicios cívicos y comunitarios. Sin embargo, debemos
añadir aquí que la influencia de los factores humanos en otras muchas áreas ha
quedado muy limitada. Como marco de referencia (del que se hará mención
en el libro) cabe sugerir que todo lo que se utiliza (desde los abrelatas hasta
los grandes complejos industriales y los sistemas de transportes), los entornos
en los que se trabaja y se vive (incluyendo viviendas y todo io que haga referencia
a la comunidad), y muchos tipos de servicios públicos (ya sea ofrecidos por
'¡las mismas comunidades, por las empresas estatales o por las privadas), pueden
contemplarse y relacionarse con alguna u otra implicación propia de los factores
humanos.
De una u otra manera diversas profesiones están relacionadas con los
factores humanos. Se trata, esencialmente, de una actividad interdiscipiinaria,
más que de una profesión como tal. Mientras las profesiones afectadas solapen
sus papeles en este campo, generalmente se las clasificará en dos grupos.
Por una parte, hay aquellas profesiones que están relacionadas con la creación
de los elementos de ayuda que utilizan los seres humanos, los procedimientos
y maneras de utilizar tales ayudas y los entornos en los que la gente vive y
trabaja; en esta área trabajan ingenieros de todo tipo (mecánicos, eléctricos,
industriales, de iluminación, de acondicionamiento de aire, acústicos, civiles,
de construcción, de tráfico, etc.), diseñadores industriales, arquitectos, urbani-
zadores, y probablemente otros. Son los potenciales aplicadores de los datos y
principios de los factores humanos. Tienen en sus manos el facilitar o, por el
contrario, complicar e! uso posterior de todas aquellas ayudas que hayan
creado. Por otra parte, hay las disciplinas que producen información propia
de los factores humanos; en esta área trabajan principalmente los científicos
conductistas (taies como psicólogos, sociólogos y antropólogos) y los científicos
biólogos (biólogos, fisiólogos, etc.). Sus misiones predominantes, en cuanto al
área de los factores humanos, consisten en efectuar investigaciones que aporten
nuevos datos sobre los seres humanos y que puedan resultar de importancia
para el campo de los factores humanos, y en actuar como consejeros y consultores
en materias relacionadas con sus áreas de especialización.
Los objetivos de los factores humanos estriban en conseguir una
efectividad funcional de cualquier equipamiento o ayuda física que utilice la
gente, y en mantener y mejorar el bienestar humano (cosas taies como la salud,
la seguridad y la satisfacción) .mediante un apropiado diseño de implementos,
ayudas y entornos. El tema central de este libro es ilustrar cómo conseguir mejor
estos objetivos mediante la concentración sobre factores humanos durante la
etapa de diseño. Esto se hará, fundamentalmente, ilustrando con investigaciones
significativas las relaciones existentes entre varias características de «diseño»
y su efectividad funcional o algunos aspectos del bienestar humano.
En concordancia con este objetivo, el libro habla de algunas de las
áreas más importantes de los factores humanos, y, por lo tanto, tiene algo de
exploración acerca de éstos. En el caso particular de cada tema, se ha intentado
delimitarlo claramente, caracterizar sus dimensiones más importantes y los
conceptos relacionados con ellas, y presentar ejemplos de investigaciones
relevantes para tal área. En io que respecta a la selección de un material de
investigación que tratase de cualquier tema determinado, fue, naturalmente,
obligatorio escoger entre una enorme variedad de fuentes. Aunque las exigencias
prácticas han hecho necesario que nos mostremos exigentes en cuanto a la
selección de materia! ilustrativo, por lo general se eligió el material que pudiese
aplicarse de una forma amplia más bien que esporádica; sin embargo, en algunos
casos se incluye material de situación, debido, en parte, al deseo de dar cabida
al amplio espectro de! área de ios factores humanos. ‘'Los materiales se han
conseguido a partir de un cierto número de disciplinas relacionadas con ei área
de Sos factores humanos, pero, sobre todo, de las ciencias conductistas y
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biológicas; en este aspecto, ei mayor volumen de material procede deí campo
de la psicología. Este predominio es consecuencia de que ia psicología haya
contribuido, indudablemente, más que ninguna otra disciplina al área de los
factores humanos, y también a que es ei propio campo de trabajo del autor.
Un libro como el presente debería estar dedicado a todos aquellos cuyas
investigaciones han formado su base. Sus nombres pueden leerse a lo largo
del texto y su lista aparece en las referencias que a ellos se hace en cada
capítulo y en el índice de autores, de modo que no repetiremos sus nombres
aquí. Si sus datos y conclusiones han sido mal interpretados, el autor asume la
responsabilidad total y el lector no debe pensar mal respecto al investigador.
Queda expresado el agradecimiento a los editores que han dado los permisos
necesarios para poder reproducir o adaptar muchísimas de las tablas y figuras.
Me gustaría también expresar mi mayor reconocimiento a las señoras
Bernice Ezra y Charlene Warner quienes han pasado a máquina mi manuscrito.
Ernest J. McCormick
Primera parte
Introducción
1. Los seres humanos en el mundo
obra del hombre
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y at comportamiento en lo que se refierea! diseño de objetos hechos por el
hombrera los medios de trabajo y a los entornos que utiliza la gente.
parte más importante de los factores humanos puede
ser considerada como el proceso de diseño para el uso humano. Aparte del
énfasis en diseñar las «cosas» que se usan, la disciplina de los factores humanos
también puede ser considerada como abarcando ciertas funciones relacionadas
(cuando se refieren al material o servicio en cuestión), tales como métodos
operacíonales y procedimientos; comprobación y evaluación de estos artículos
en lo que se refiere a su aspecto de factor humano; diseño dei trabajo; creación
de ayudas al trabajo y materiales de adiestramiento; y la selección y entrena
miento del personal implicado en el uso de tales artículos. Además, se considera
en general que la disciplina de los factores humanos abarca a la investigación
relevante de apoyo que proporciona algunas de las pautas para el diseño y los
procesos que se relacionan con él.
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Entorno físico
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controlar de forma más adecuada el entorno en el que vive y trabaja. Pero durante
la mayor parte de la historia del hombre, el desarrollo de las herramientas y
de los materiales dependía en gran parte del proceso evolutivo, de la prueba y el
error. Gracias al empleo de un aparato particular — una hacha, un remo, un
arco y una flecha— fue posible detectar sus deficiencias y modificarlo como
correspondía para que la siguiente «generación» del útil cumpliera mejor con
su propósito.
La revolución industrial provocó cambios mayores en las herramientas,
equipos, mecanismos y aparatos para beneficio de sus usuarios; a pesar de que
el proceso evolutivo todavía seguía siendo importante sólo como base de un
perfeccionamiento concebido desde el punto de vista humano, es probable que
este desarrollo llevado a un ritmo cada vez más acentuado tecnológicamente
lo huviese conducido a una fabricación cada vez mayor de artefactos. El ritmo
continuó aumentando en los años siguientes, especialmente desde y durante
toda la segunda guerra mundial, en que surgió una epidemia de nuevos e
inoperantes tipos de artículos y artilugios para el uso humano. Se ha descubierto,
sin embargo, a menudo mediante desgraciadas experiencias, que muchos de
estos nuevos artilugios no habían sido concebidos de modo apropiado para el
ser humano. Por ejemplo, muchos elementos del equipo militar, tales como
aviones muy veloces, el radar y dispositivos de tiro, no podían ser manipulados
correctamente por sus servidores u operadores; los errores humanos eran
excesivos, y muchos accidentes se debían a equivocaciones humanas, todo lo
cual tenía que ser atribuido a deficiencias de diseño. Del mismo modo, se han
hallado parejas deficiencias en algunos tipos de equipos civiles.
Resultado de todo ello es la conclusión de que cada vez resulta más
apremiante en el momento que diseñar artefactos y equipos tener en cuenta los
factores humanos como un factor condicionante y de una manera sistemática.
Unas cuantas cuestiones que ilustrarán algunos de los tipos de consideración
que pueden ser tenidas en cuenta durante el estadio de concepción del diseño,
pueden ser: ¿Podría dotarse un equipo seleccionador de cartería de un escudri
ñador visual que automáticamente activase ciertos mecanismos para hacer
el reparto según ciertos códigos, o bien tienen que ser unos operadores humanos
los que seleccionen la correspondencia y aprieten botones de aparatos para
agrupar las cartas según códigos? ¿Una señal de aviso tiene que ser visual
o auditiva? ¿Qué cantidad de mandos táctiles pueden llegarse a admitir en el
salpicadero de un coche que dispone de mando asistido? ¿Existen límites para
determinar el número de instrumentos visuales situados en un dial y todos los
cuales tengan que facilitar una información? ¿Cuál es el grado de iluminación
que hay que suministrar para realizar una operación determinada?
En efecto, la creciente complejidad de todo lo que se usa (como
resultado de! proceso tecnológico) da un gran valor al hecho de tener una
seguridad completa desque el artículo en cuestión cumplirá los dos objetivos
primordiales: eficacia funcional y bienestar humano. La exigencia de tal ^seguridad
requiere que se tengan en cuenta los factores humanos, en primer lugar durante
el diseño (habitualmente lento) y en el proceso más tardío de aplicación.
Puesto que pretender dar cuenta de una manera cabal de toda la gama
de los factores humanos exigiría una biblioteca entera, este libro deberá
limitarse a un área más modesta de todo lo que a ellos concierne. El principal
tema buscado es ilustrar el camino en el que el cumplimiento de los dos objetivos
orimarios de los factores humanos (la eficacia funcional y el bienestar humano)
puede estar influenciado por la extensión que se quiera dar a las consideraciones
humanas más relevantes q u e tienen incidencia en ei diseño de objetos, instala-
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ciones o entorno. Por otra parte, este tema será seguido porque se relaciona
por lo menos con algunos de los factores más elementales que se admiten gene
ralmente como básicos {tales como el diseño de representaciones (displays)
o diales para suministrar información, el proceso de control y el entorno físico).
Nos ha parecido que tratar este tema general dentro de diversas subáreas
reportaría la ventaja adicional de proporcionar una visión más vasta de todo
lo que implican los factores humanos.
Las implicaciones según las cuales ciertas características perceptuales,
mentales y físicas pueden afectar o influir en los objetivos propuestos, segura
mente quedarán mejor reflejadas dando cuenta del resultado obtenido en
investigaciones relevantes y en documentadas experiencias operacionales. Por lo
tanto, el tema del libro generalmente se desarrollará presentando y discutiendo
los resultados de experiencias ilustrativas y aportando generalizaciones o suge
rencias que se apoyen en experiencias que incidan en el proceso de diseño.
Así, varios temas y áreas de información están complementados por material
consistente en sumarios de investigaciones que reflejan las relaciones entre
variables de diseño por una parte y los criterios de eficacia funcional o bienestar
para el ser humano, por otra parte.
Hay que reconocer que el material complementario del libro, así como
lo que en él se desarrolla, no puede ser de ningún modo exhaustivo, pero es de
esperar que ello se estimará como una valiosa y sugerente aportación para
cada una de las facetas más importantes de las áreas respectivas.
A pesar de que el tema central estriba en los aspectos generales de
los factores humanos que inciden en el diseño de las múltiples cosas que
usa el ser humano, se hará alusión también a algunos temas relacionados,
por ejemplo, cómo los factores humanos enlazan con posteriores fases del diseño
y de su proceso de desarrollo, y con las funciones relativas al personal, cuales
son las de selección y entrenamiento.
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Propósitos del sistema. En primer lugar, cada sistema tiene algún pro
pósito u objetivo. Esto tendría que quedar claro y, en la mayoría de las situa
ciones, debería darse como un hecho establecido, incluyendo una relación
definitiva de las especificaciones que se han de satisfacer. Al contemplar el diseno
de un coche eléctrico para ir de casa a la oficina y para ser utilizado en la
ciudad, por ejemplo, uno debería exponer en términos lo más precisos posible
especificaciones tales como velocidad, radio de acción y maniobrabilidad, antes
de ponerse a diseñar un vehículo que cumpliera dichas especificaciones.
Algunas de éstas pueden ser de naturaleza estrictamente propia da la ingeniería
(por ejemplo, el caballo de fuerza), en tanto que otras pueden tener fuertes
incidencias en los factores humanos (verbigracia, las dimensiones físicas para
los pasajeros o la relación de radio de giro de un vehículo con el de un volante).
Fig. 1.1. Tipos de funciones b ásica s realizadas por el hom bre o los com ponentes de
una máquina de io s siste m a s hombre-máquina.
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1. Sentido (recepción de información): Una de las funciones es el sentido
o información que se recibe. Parte de la información que entra en un sistema
procede del exterior del mismo. Por ejemplo, los aviones que entran en el área
asignada al operador de una torre de control, un pedido para la producción de
un producto, el calor que acciona una alarma automática de incendio, las señales
que indican la presencia de bancos de peces y las comunicaciones telegráficas.
Pero también cabe que alguna información se origine desde el interior del
mismo sistema. Esta información puede ser debida a la naturaleza de un feedback
(como leer en el velocímetro la acción sobre el acelerador o el tacto en una
palanca de mandos), o bien puede ser información que esté almacenada en el
propio sistema.
El sentido, si es percibido por un ser humano, lo será a través del uso
de los varios sentidos corporales como la visión, la audición y el tacto. Existen
varios tipos de dispositivos sensores de máquina, electrónicos, fotográficos y
mecánicos. El sentido en una máquina es en algunos casos simplemente un
sustituto de la misma función sensitiva que tiene el hombre. El dispositivo
automático que en una oficina de correos automatizada, identifica la localización
de un sello en un sobre, está haciendo simplemente lo mismo que haría un
hombre al colocar el sobre en la posición correcta para matar el sello. El sonar
empleado para detectar bancos de peces, en cambio, representa «sentir» el pez
de una manera que el hombre no es capaz de hacerlo.
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telegráficos o la presencia de objetos, como la de aviones dentro de un área.
En los sistemas de comunicación, el principal input sería la información de
cualquier clase. Además, el input puede consistir en energía: la fuerza eléctrica,
el calor u otros tipos. En cualquier sistema dado, el input puede constar de
cualquiera o de todos ellos. El output es, por supuesto, el resultado o la conse
cuencia del sistema, como puede ser un cambio en un producto, una comunicación
transmitida o un servicio prestado. Cuando el sistema en cuestión tiene varios
componentes, el output de un componente sirve frecuentemente como input
de otro.
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sentir estímulos y para dar respuestas correctas, es necesario que se pase por
los procesos de input-output de un sistema.
Ti(>os de sistemas
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sistemas de máquina. Tres de ellos están en la lista de la tabla 1-1 junto con
el modo de empleo y la naturaleza de sus componentes físicos y sus acopla
mientos.
Ensambla
Clase de sistema y jes entre
modo de operación Componentes componentes Ejemplos
1 . Sistem a manual, Herramien Un operador Cocinar m ás uten
operador directo, tas o ayudas humano . silios, artesano
flexible manuales m ás herramien
tas, cantante m ás
amplificador
* La fuente origina! s e refiere a todo e sto co m o su b siste m a s. S in em bargo, para nue stra finalidad
n o s refe rim o s a e llos com o siste m as.
Fuente: Adaptado de J o n e s/ tabla 1.
Siste m a s manuales
Siste m a s mecánicos
24
Hombre
Siste m a s automáticos
R e su m e n
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2. La base de datos en los factores humanos
07
« f if c
es decir, para llevar a cabo la Investigación en un laboratorio concreto o en el
mundo real. Sin embargo, hay otras circunstancias en las que la naturaleza
del problema de la investigación dicta virtualmente el lugar. Por ejemplo, uno
no puede estudiar adecuadamente en un laboratorio hasta qué punto los diferentes
f i
tipos de señales de velocidad afectan al comportamiento del conductor, ya que
el laboratorio eliminaría la espontaneidad de las reacciones del conductor. En
tal caso, el experimentador instalaría obviamente un puesto de observación en
las autopistas y calles. Por otro lado, si un investigador desea estudiar los umbrales
diferenciales de amplitud discriminadora de las vibraciones, tendría que hacerlo
en el laboratorio, ya que probablemente no hay situaciones en la vida real en
las que sea posible estudiar estas discrepancias. Cuando el investigador tiene
la oportunidad para elegir, existen ciertas consideraciones que son oportunas
antes de tomar una decisión de este tipo, como pueden ser el control de variables
(que generalmente es más fácil dentro de las prístinas paredes del laboratorio);
el realismo (si éste es relevante), que es claramente más importante en el mundo
real; la motivación diferencial de los temas; la seguridad en los temas, y tal
vez otras.
La simulación se emplea en la investigación de los factores humanos
para «representar» algún detalle de equipo, alguna operación o proceso, o algún
medio ambiente. Es utilizada generalmente cuando no es práctico o resulta
imposible llevar a cabo la investigación en una situación del mundo real. La
simulación física puede variar desde puntos muy simples (como pueden ser las
maquetas en un detalle del equipo) hasta formas extremadamente complejas,
como las que se usan en los programas de investigación espacial. La simulación
mediante ordenador también se emplea en algunas circunstancias.
M uestreo
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con los conceptos de error medio cuadrático, correlaciones y significado
estadístico, estos conceptos serán descritos muy brevemente.
Error medio cuadrático. Los valores cuantitativos de ios casos de un
muestreo, tales como los errores cometidos, la estatura de ia gente o los puntos
de los tests, varían naturalmente entre sí. Cabe utilizar ciertos índices estadísti
cos para cuantificar el grado de variabilidad entre los casos, y esta pauta es el
error medio cuadrático.* Está expresado en términos de valores numéricos origina
les de los datos y refleja la variabilidad en la distribución de aquéllos a partir
de la media. En las distribuciones relativamente normales, aproximadamente
dos tercios de todos ios casos caen dentro de un error medio cuadrático por
encima o por debajo de la media, y más de! 99 por ciento de los casos caen
dentro de tres errores medios cuadráticos por encima o por debajo de la media.
Si el error medio cuadrático de la altura de un grupo de chicos es, digamos,
10 cm, éstos serían más homogéneos (es decir, menos variables) que otro grupo
cuyo error medio cuadrático fuese 20 cm.
Correlaciones. Un coeficiente de correlación es una medida del grado
de relación entre las dos variables. La magnitud de correlaciones puede abarcar
desde -f 100 (que es una correlación perfecta positiva) pasando por varios
valores positivos intermedios hasta cero (que es la ausencia de cualquier relación),
y pasando por varios valores negativos hasta — 100 (que es una correlación
negativa perfecta).
Significado estadístico. Para evaluar sus resultados, un experimentador
debería determinar hasta qué punto los resultados son estadísticamente signifi
cativos, como puede serlo la diferencia entre dos medias o e! tamaño de una
correlación. El significado estadístico se refiere a la probabilidad de que los
resultados (cualesquiera que fueran) podrían haberse producido por casualidad
(en contraposición a haber sido ocasionados por las variables experimentales
bajo investigación). En la práctica, se usa comúnmente el nivel «5 por ciento»
o bien el «1 por ciento» como el nivel aceptable de significado estadístico;
Si una diferencia es significativa al nivel 1 por ciento, esto significa que la
diferencia obtenida es de tal magnitud que podría haberse producido por casua
lidad 1 vez de cada 100.
Tipos de criterios
En términos generales, ios criterios en los que nos interesaremos, se
dividen en dos amplios grupos: el d e ios que están asociados con ios sistemas
(y componentes), y los que se relacionan con la naturaleza humana.
30
R eq u isitos de los Criterios satisfactorios
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cretos. como puede ser el detectar un defecto o poner en marcha un coche);
2) tiempo medio para fallar (abreviado MTF; hay algunas variaciones posibles
en esto, pero todas tienen algo que ver con la cantidad de tiempo en que un
sistema o individuo funciona con éxito o bien, hasta el fallo o bien entre fallos;
este índice es el más aplicable a los tipos de actividades continuas). Hay otras
clases de variaciones que también podrían ser objeto de mención, mas para
nuestro propósito consideraremos la seguridad en términos de probabilidad de
un funcionamiento con éxito.
Si un sistema incluye dos o más componentes (máquina o ser humano,
o ambos), la seguridad del sistema conjuntado dependerá de la de los componentes
individuales y de cómo estén combinados en el sistema. Los componentes pueden
estar combinados en un sistema en serie o en paralelo.
Eterna = R, X R, X R, ... Rn
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Fig. 2.1. Ejemplo de fiabiiidades humana y de equipo en la fiabilidad de un sistema.
Esta misma relación se aplica a dos componentes físicos independientes o seres huma
nos. (Según Meister y Rabideau,12 p. 16.)
fl.i.te.™ = [1 — (1 — r)m]"
R , (1.2) = R, + (1 — R ,) R 2
y, a su vez:
R s (1,2,3) = R s (1,2) + (1 - R, [ 1, 2 ]) R,
y
R s (1.2,3, ... n) = R s (1,2, ... n - 1) + (1 - fl, (1,2.... n - 1) R„
33
Funcionamiento humano
Aunque las medidas fisiológicas y los juicios subjetivos tienen sus lugares
apropiados e importantes como criterios en los asuntos de los factores humanos,
gran parte de los datos brutos que, acerca de los seres humanos, tendrían que
ser utilizados en este desempeño, se refieren a algunos aspectos del funciona
miento humano. Por ejemplo, en diferentes contextos de factores humanos cabe
desear obtener respuestas tales como: ¿Cuál es el efecto sobre la inteligibilidad
del habla de los diferentes filtros de un sistema de comunicación? ¿Cuáles
son los efectos en la agudeza visual de los diversos tipos y niveles de vibración?
¿Cuál es la probabilidad de identificación de una señal luminosa desde varios
ángulos a partir del operador? ¿Cuántos defectos pueden aparecer en el trabajo
de soldar alambres eléctricos? La gama de información del funcionamiento
humano que puede necesitarse para responder a estas y a otras muchas pre
guntas abarca desde los datos básicos acerca de los seres humanos (y sus
capacidades de funcionamiento sensoriales, perceptivas, mediatas y físicas)
hasta datos que están muy orientados hacia la tarea en un sentido operacional
y que son específicos en un ámbito muy limitado de situaciones (como puede
ser un trabajo de soldadura). Este amplio espectro ha sido calificado como
datos de funcionamiento humano y, en un siguiente grado de abstracción, como
teoría del funcionamiento humano. Muchos de los datos que se presentan más
adelante partirán de una clasificación de datos del funcionamiento humano.
Los datos de funcionamiento orientados hacia un trabajo, están particularmente
relacionados con el motivo citado de la fiabilidad del sistema y exigirán una
cierta elaboración.
34
5. Recomendar cambios necesarios para reducir la frecuencia de fallos
del sistema o subsistema como una consecuencia de los resultados estimados
en esos cambios.
Lo más difícil en estas operaciones se concreta en el punto 3. la predic
ción de los grados de error en las operaciones humanas (es decir las labores),
que necesita algo más que una tablilla Ouija, * y de la que cabe esperar algunos
datos razonablemente cuantitativos. Sin embargo, antes de hablar sobre la
obtención de estos datos, exploremos la gama de errores humanos en los sistemas.
Tipos de errores hum anos en labores del sistema. La gente se muestra
muy imaginativa en el tipo de desaguisados que comete, pero puede servir
para algunos propósitos (como el de tratar de reducir su frecuencia o rigor)
comprender las clases de equivocaciones en las que se suele incurrir. Como
primer paso en esta dirección, puede ser de ayuda una clasificación. Rook 16
desarrolló un esquema, para ser usado en la clasificación de errores con un
sistema operante, que estipula una clasificación horizontal de errores a partir
de dos entradas, como se ilustra a continuación:
A Intencional AI AM AO
B No intencional Bl BM BO
C Omisión Cl CM CO
Tiempo *
que ha de
su m a rse
al tiempo
D im en sión base, s Fiabilidad
Longitud de la palanca
de m ando, pulgadas
6-9 1,50 0,9963
12-18 0.00 0,9967
21-27 1,50 0,9963
M o vim ie n to de
ia palanca, grados
5-20 0,00 0,9981
30-40 0.20 0,9975
40-60 0,50 0,9960
* T ie m p o b a se . 1,93 s.
N ota: O t r o s da to s {que no aparecen aquí) sirv e n para v ariacio
n e s en o tr a s d im e n sio n e s, en especial, la resiste n cia del control,
p re se n c ia o au se n cia del sop orte del brazo y retraso entre el
m o v im ie n to del control y el correspondiente m ovim iento dei
display.
Fu ente: M u n g e r . 11
36
concreta en que se aplicaría (como puede ser 1,50 s para una palanca de mando
de 60 cm, más 0,50 s si va a ser movida 50°, etc.).
Otro principio de recopilación de datos es el conocido, en esta época
de siglas, por SHERB (Sandia Human Error Rate Bank) (Rigby,17 consistente en
una compilación de datos de frecuencia de error basados a su vez en la THERP
(Technique for Human Error Rate Prediction) (Swain,19 y Rook 1S). Este conjunto
de datos precisa las frecuencias de errores humanos en muchas labores indus
triales. detectados por gran número de observaciones. A continuación damos
unos cuantos ejemplos (Rook ls).
Probabilidad Fiabilidad,
Tipo de error d e error, P 1— P
Tasa media
escala de 10 puntos
Tarea (10 = error m uy grave) Fiabilidad derivada
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Partiendo de estos datos a manera de trampolín, estos investigadores
propugnan que se haga una concentración de esfuerzos para reducir el fracaso
en los errores que con mayor verosimilitud puedan ocurrir y que presenten la
mayor probabilidad de tener consecuencias importantes en la escala de
«criticidad».
R esu m en
Input de información
y procesos de mediación
3. Input de información y procesos
Hombre Hombre
Hombre «-> Componentes físicos
Hombre Medio ambiente
Componentes físicos Componentes físicos
Componentes físicos Medio ambiente
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acontecimiento o condición ambiental. La información de estas fuentes originales
puede llegarnos directamente (como puede ser a través de la observación directa
de un avión), o puede llegarnos indirectamente a través de algún mecanismo
mediador o aparato (como puede ser un radar o un telescopio). En cualquier caso,
los estímulos distantes del centro son percibidos por el individuo únicamente
por medio de la energía que generan (directa o indirectamente) a través de los
estímulos próxim os (luz, sonido, energía mecánica, etc.). En el caso de la percep
ción indirecta, los nuevos estímulos distantes del centro pueden ser de dos
tipos. En primer lugar, pueden ser estímulos codificados, como las representa
ciones visuales o auditivas. En segundo lugar, pueden ser estímulos reproducidos,
como los presentados por la TV, radio o fotografías, o a través de aparatos
tales como microscopios, visionadoras de microfilms, binoculares y aparatos
para sordos. En tales casos, la reproducción puede ser modificada de alguna forma
intencionada o involuntaria, por ejemplo, por aumento, miniaturización, ampli
ficación, filtración o realce. Tanto en los estímulos codificados como en los
reproducidos, los nuevos o transformados se convierten en los estímulos reales,
distanciados del centro de los receptores sensoriales humanos. La figura 3-1
ilustra de una manera esquemática los diferentes caminos de la recepción de
la información hasta el individuo, tanto directa como indirectamente.
Por lo que concierne al aspecto del diseño en los factores humanos,
entra en el proceso cuando las circunstancias de la sensación indirecta lo requie
ren, ya que es en estas circunstancias cuando el diseñador puede concebir
representaciones con las que presentar información a la gente. D isplay es un
término que se aplica virtualmente a cualquier método debido al hombre para
presentar información: una señal de tráfico en una autopista, una radio familiar,
o una página con signos Braille. El input de información humana y las operaciones
del proceso, dependen, por supuesto, de la recepción sensorial de los estímulos
pertinentes (como la de las representaciones), pero también de los procesos
perceptivos y de aprendizaje. En otras palabras, es necesario que los estímulos
sensoriales sean reconocidos correctamente por el receptor, y que su «significado-
sea entendido. Si el estímulo es algún tipo de símbolo codificado (como una
luz roja), es necesario que su significado sea entendido (en este caso,
detenerse).
En el diseño de algunos sistemas, las circunstancias pueden requerir
la determinación de sí el input de información dado o la función del proceso
los puede realizar mejor un individuo o algún componente físico de un sistema.
En este capítulo se tratará de ciertos factores humanos que pueden ser
relevantes para las consideraciones de diseño relacionadas con la recepción
Fig. 3.1. Ilustración esquem ática de los cam inos que sig u e la inform ación d esd e su s
orígenes hasta los receptores sensoriales. (Aunque, por lo general, la fuente básica,
original, e s un objeto, suceso, condición, el entorno, etc., en algunas situ a cio n e s la
fuente original efectiva para un individuo co n siste en algún tipo de codificación hecha
por el hom bre o en estím ulos reproducidos; el persona! de oficinas, por ejemplo, uti
liza cotidianam ente sím b o lo s registrados que, con finalidad puramente práctica, son
su s e stím u lo s «originales» distantes.)
Al
humana de la información y las funciones de proceso. Pero antes de abundar
sobre estas materias, hagamos un paréntesis para comentar brevemente el tema
de la teoría de la información.
La teoría de la información
H = log, n
H = log2 1/p
43
en cuenta la naturaleza de! sistema sensomotor humano para ver cómo el
«caudal» de la información se relaciona con aquél.
Fig, 3.2. Representación del sistema sensoriom otor humano. Cabe contemplar este
sistem a como si representase la secuencia de input de información, procesamiento
y output por parte del ser* humano. (Según W elford ,33 p. 6, en A. T. W elford y J. E. Bi-
rren, Behaviór, Ageing and the Nervous System, 1965. Por cortesía de Charles C. Thomas,
editor, Sprinfield, Illinois.)
44
variedad de estímulos de nuestro medio ambiente, como son los códigos de
tráfico, el paisaje, las escenas de TV y los partidos de fútbol aunque en deter
minado momento especial, «sintonizamos» tan sólo un aspecto. A este respecto,
Steinbuch 27 ha resumido la reducción de la información, que aparece, a partir
de la recepción inicial por medio de los órganos sensitivos, a través de procesos
intermedios hasta el almacenaje permanente (memoria) y presenta las siguientes
consideraciones:
Fluencia máxima
de información,
Proceso bits/s
Recepción sensorial 1 000 000 000
Conexiones nerviosas 3 000 000
Conciencia 16
Almacenamiento
permanente 0.7
Número medio
de discrimina
Dimensiones del estímulo ciones Número de bits
46
se componen de pautas especiales de datos binarios inalterables por el tiempo)
y dinámicos (información en forma de impulsos eléctricos o mecánicos). A su
vez, hay cierta evidencia de que el cerebro también combina ambos esquemas
(Geyer y Johnson “ ). Uno de los esquemas es la provisión para almacenaje de
información «antigua», y el otro ha sido descrito como una concepción «circula
toria» que justifica el registro de información corriente o reciente (memoria
a corto plazo).
1. Cuando los estímulos distantes del centro son de un tipo que ios
humanos pueden sentir generalmente, pero que no pueden notar en otras
circunstancias, debido a factores tales como:
a] Estímulos que están en valores mínimos (por ejemplo, demasiado
lejanos, demasiado pequeños, o no suficientemente intensos) o por debajo
de ellos, y que necesitan ser amplificados por medios electrónicos, ópticos
u otros.
b) Estímulos que requieren reducción para su adecuada percepción
(grandes zonas de tierra convertidas en mapas).
c) Estímulos inmersos en un ruido excesivo que generalmente
necesita ser filtrado o amplificado.
d ) Estímulos que se hallan mucho más allá de los límites de per
cepción humana y que deben ser convertidos en otra forma de energía para su
transmisión, y luego reconvertidos a su forma original para su captación
(radio o TV).
e) Estímulos que necesitan ser percibidos con mayor precisión
de lo que la gente puede captar (temperatura, pesos y medidas, y sonido).
f) Estímulos que necesitan ser almacenados para una referencia
futura (fotografía o grabadora).
g) Estímulos de un tipo que probablemente puede ser percibido
mejor o más convenientemente si se convierte en otro tipo, ya sea en la misma
modalidad sensorial (gráficos para representar datos cuantitativos) o en otra
modalidad (aparatos de alarma auditivos).
h) Información acerca de acontecimientos o circunstancias que por
su naturaleza requieren específicamente la presentación display (emergencias,
señales de carretera y avisos de peligro).
2. Cuando los estímulos distantes del centro son del tipo que los
seres humanos generalmente no pueden notar o están más allá del espectro al
que son sensibles los humanos y tienen que ser captados por aparatos especiales
y ser transmitidos por un código apto para la recepción humana (formas de
energía electromagnética y vibraciones ultrasónicas).
C la se s de displays
Los principales tipos de información ofrecidos por los displays son los
descritos a continuación. Aunque la mayoría de los displays hay que considerarlos
48
como dentro de categorías paralelas a ellas, no existe una verdadera correlación
pues algunos displays específicos presentan dos o más «tipos» de información,
o porque el usuario emplea la información representada tan sólo para ciertos
propósitos.
50
■ M M M n H H I IM IB H H nB B B H naB K B - .
color único y una forma única). A su vez. un código completamente no redundante
es aquel en que cada combinación única de los estímulos específicos de cada
dos (o más) dimensiones de aquéllos, representa tan sólo un punto específico.
Por ejemplo, cada combinación de un color y una forma podría ser utilizada para
codificar los artículos de un almacén. En algunas circunstancias, cabría emplear
un esquema de codificación parcialmente redundante.
51
de una respuesta física Idónea. A este respecto, el grado de compatibilidad de
los sistemas de codificación tiende generalmente a estar en su punto máximo
cuando la labor en que operamos requiere una mínima cantidad de transformación
de la información — codificar o descodificar— . Así, deberíamos aprovechar las
asociaciones que ya están consagradas en el repertorio humano y pueden ser
asociaciones instintivas o aprendidas. Refiriéndonos otra vez a las luces de
tráfico, si alguien cometiera el disparate de cambiar el sistema de rojo, amarillo
y verde a violeta, amarillo verdoso y azul celeste, nos veríamos desconcertados
a causa de la necesidad de tener que volver a codificar a partir de otro sistema,
por lo menos hasta que aprendiésemos el nuevo.
52
Los efectos de carga y velocidad han sido investigados reiteradamente.
En un estudio de Mackworth y Mackworth 18 se hizo una labor de búsqueda
visual para la que se utilizó un panel de displays con 3 relojes en cabeza y
50 columnas con números en ciertas posiciones de cada uno de ellos. Los
relojes presentaban un número de tres dígitos que aumentaba de valor en un
número cada vez, identificándose este cambio por un fuerte chasquido. La tarea
del sujeto, bastante complicada y que no necesita ser descrita detalladamente,
consistía en una comparación continua del número cambiante de los relojes
con los números en las columnas, y luego indicaba la columna (es decir, A, B,
C, etc.) en la que aparecía el número más próximo correspondiente. La carga
fue variada controlando el número de columnas que se iban a usar (5, 10, 15,
20, 30, 40 o 50). y la velocidad fue controlada por el ritmo de cambio de Sos
relojes. Los sujetos puntuaban según el número de errores cometidos.
Algunos de los resultados aparecen en la figura 3.3. Concretamente
esto mostró la relación entre carga y errores para velocidades rápidas (6 deci
siones por minuto) y velocidades lentas (3 decisiones). Las líneas de rayas
(que reflejan las relaciones generales) indican que los errores aumentan con la
carga (aunque el número de decisiones por minuto es constante) y que la velo
cidad también está relacionada con los errores.
53
Fig. 3.4. Relaciones entre velocidad
X carga y «omisiones» en un estu
dio de cronometraje. La carga es el
número de fuentes (en este caso dos,
tres o cuatro esferas de reloj). La
relación es esencialmente lineal por
encima de la escala primaria de car
ga de tiempos de velocidad. (Según
datos de Conrad,* adaptados por Mack-
worth y Mackworth.18)
Velocidad x carga
^señales por m inuto x núm ero de esferas)
S,, R,, S 3, R3
Tiempo compartido
Fig. 3.5. Porcentaje de todos los errores a y omisiones b en tareas como función de
velocidad (en segundos por estructura]. Véase el texto para la descripción de las
tareas. (Según Weísz y McEIroy.32)
56
de un incremento en el error total. (Aunque no se muestra en la figura, el índice
de error total compuesto, cuando era computado, aumentaba desde el 18,4 hasta
el 32,2 por ciento.) Pero lo Interesante del caso es que el tanto por ciento de
todos los errores (a) en la labor media, a pesar de la dificultad de la labor,
no aumentaba como en las otras, y la labor de forma tampoco aumentaba tanto.
Estas dos labores también tenían el tanto por ciento más bajo en índices de
omisión (6), especialmente la labor media, con el grado de omisión virtualmente
inalterado por el esfuerzo.
Algunas especulaciones sobre los resultados de los investigadores pueden
proporcionar alguna luz respecto a los efectos del esfuerzo de velocidad en las
labores de input visual de tiempo compartido. Para empezar, debería tomarse
nota de que las labores medias y de forma necesitan una respuesta para cada
imagen, pero las otras no; estas otras suponen una inseguridad temporal y
espacial que requiere la búsqueda de una representación para identificar los
acontecimientos significativos. Eran más «probabilísimos» en el sentido de que
un acontecimiento que exigiera respuesta no ocurría en todas las estructuras.
Además, ia labor de recorrido (la que sufría más el esfuerzo de velocidad) tam
bién dependía de la memoria a corto plazo de una imagen a la siguiente. Así ,
parece ser que en las labores de tiempo compartido como éstas, el esfuerzo
de velocidad no afecta de igual modo a todas ellas, sino que más bien afecta en
particular a las labores con mayor seguridad y a las que dependen de la memoria
a corto plazo.
Otro estudio relevante es el que fue ¡levado a cabo por Olson.24 El
experimento consistía en ia división de la atención visual entre dos labores.
Una de éstas era la de seguimiento, que consta de una «carretera» movible
y una rueda que controla un indicador en aquélla; el objetivo estribaba en
mantener el indicador en el centro de la carretera. La otra labor era identificar
el indicador (en cualquier punto, desde 6 hasta 18 diales) que se desviaban
fortuitamente a partir de una posición neutral. Mientras que el interés principal
se volcaba más en las otras variables (distribución del dial, carga, velocidad, etc.),
un aspecto del estudio se relacionaba con el presente tema del tiempo com
partido. El funcionamiento en las dos labores era solamente correlativo hasta
el punto de 0,2, que sugiere la hipótesis de que los individuos tendían a adoptar
sus propias estrategias de prioridad para dar especial atención a una labor u otra.
Tanto si las estrategias de prioridad son bastante comunes en los sujetos a
causa de la naturaleza intrínseca de la labor (como en el caso del estudio de
Weisz y McEIroy), como sí son seleccionadas por ellas mismas (como, proba
blemente, en el caso de Olson), parece evidente que, cuando las presiones de!
esfuerzo de velocidad agotan las posibilidades del operante, algo tiene que
ceder, específicamente el funcionamiento en algunas de las labores de tiempo
compartido.
57
)
mente similar en contenido y palabras a un mensaje pertinente, los efectos de
interferencia sobre este último son mayores que si el mensaje no pertinente es
muy diferente (Peters 2S).
Resumen. Es bastante evidente que hay límites más allá de los cuales
el tiempo compartido de los inputs sensoriales da típicamente como resultado
alguna degradación en el funcionamiento. Cuando las circunstancias lo permiten
(y algunas veces no lo hacen), los esfuerzos deberían conducir a poder mani
pular aquella situación en que ia degradación sea reducida al mínimo, cuando
no eliminada. Como en otros contextos, conviene tomar las generalizaciones
con precaución. A partir de este punto de vista, la evidencia de la investigación
— citada anteriormente en parte— parece sugerir unas cuantas directrices
generales, aunque éstas no puedan ser aplicables a través del cuadro:
En esta tarea, los sujetos tenían que detectar 24 señales durante 60 mi
nutos de vigilancia; cualquiera que fuese la guardia, sólo se usaban señales
visuales o auditivas o combinadas. La figura 3-6 muestra el tanto por ciento de
señales de cada tipo que se detectaron. La consiguiente ventaja de la señal combi
nada queda evidente a través del horario de vigilancia.
En otro estudio que refuerza este punto, los sujetos tenían que oprimir
una de tres teclas (izquierda, centro, derecha) en respuesta a una señal visual
(rojo, naranja o verde, respectivamente), a una seña! auditiva (100, 700 o 5000 Hz)
o a una señal combinada (Klemmer !7). Los porcentajes de respuestas correctas
fueron las siguientes: señal visual, 89 % ; señal auditiva, 91 % ; y una señal visual
y auditiva combinada, 95 % .
59
o cualquier otro) en la detección de estímulos ha dado lugar a la formulación de
la teoría de la detección de señal (TDS) {Swets et alt.,29 Swets28).
Intensidad
más señal) como la de la derecha. En el caso de valores muy bajos o muy altos
no hay ningún problema apreciable para determinar si sólo está presente el ruido
o si lo está la señal. Es en áreas de superposición donde puede existir confusión.
Las probabilidades reales de una u otra se reflejan en la figura por la proporción
relativa de superposición de ambas distribuciones en los valores de intensidad
coincidentes.
Cuando se quiere determinar la presencia o ausencia de una señal, caben
cuatro alternativas de respuesta, como las siguientes, en las que hay una pro
babilidad (P) asociada a cada una:
Respuesta Estímulo
Ruido (R) Señal + Ruido (SR)
Sf (S) P (S/R) P (S/SR)
NO (N) P (N/R) P (N/SR)
60
Generalidad de la TDS. Aunque esta explicación se ha basado en la
ilustración de una señal auditiva contra un fondo de ruido (siendo e! continuo
sensorial la intensidad), los mismos conceptos se pueden aplicar en el caso de
otros tipos de «señales» y «ruido», como pueden ser la forma ondulatoria de
sonidos auditivos, luces y otras clases de señales visuales.
Implicaciones de la TDS. En la teoría de la detección de señales,
existen implicaciones importantes que incluyen por lo menos los siguientes
factores: siempre que sea posible, la señal debiera ser tal que, cuando se com
binase con el ruido, los valores mezclados formaran una distribución que resaltase
claramente de la del ruido. Y cuando no pueda evitarse una superposición, hay
que tomar una decisión en la que se considere el tipo de error que sea más
tolerable («falsas alarmas» o fracaso en la detección de señales) ya que ello
incide en el nivel de criterio que el observador debe establecer.
61
aprendido, no puede ser determinado directamente, sino a través de su realización
posterior. El espectro de las capacidades de funcionamiento humano está, por
supuesto, enraizado en el mismo conocimiento y capacidad que ei ser humano
ha ido adquiriendo. Aunque extraordinariamente variadas en su naturaleza
específica, las capacidades del hombre pueden ser probablemente clasificadas
en clases tales como: capacidad corporal bruta (caminar, mantener el equilibrio,
etcétera), habilidades de manipulación (incluidas las de tipo continuo, secuencial
y discontinuo), destreza perceptiva y destreza de lenguaje (incluidas las comu
nicaciones convencionales, matemáticas, metáforas y otras representaciones que
usa la gente al pensar y solucionar un problema, y al codificar un lenguaje de
ordenador, por ejemplo).
62
Transferencia de! saber. Gran parte de lo que aprendemos en una
situación es transferido a otra. Ésta, por supuesto, es la premisa en que se funda
toda la educación; lo que se aprende en la escuela será transferido a contextos
pertinentes del mundo real. En nuestro estudio de los factores humanos, estamos
M: interesados, por supuesto, en el proceso de la transferencia del aprendizaje
tal como se desarrolla al transferir el conocimiento y las destrezas previamente
adquiridos a los tipos de circunstancias de la vida para las que la transferencia
es pertinente, como al realizar un trabajo o al conducir un coche.
Han sido enunciadas varias teorías sobre la transferencia: La primera
formulación importante fue el principio de los elem entos idénticos propuesta por
Thorndike,30 es decir, la transferencia de una situación a otra ocurrida en el
sentido que había idénticos elementos en ambas situaciones. Otra teoría general
M B es la transferencia a través de principios (Bass y Waughn.3 p. 40). Esta teoría
postula que la transferencia positiva resulta cuando un individuo aplica a nuevas
situaciones los principios aprendidos en circunstancias específicas previas,
y cuando aquéllas tienen suficiente generalidad para cubrir ia clase de estímulos
que las circunstancias previas y las situaciones nuevas tienen en común. Sin
embargo, otras teorías están basadas en el grado de similitud o diferencia entre
la naturaleza de los estímulos y la de las respuestas, de la tarea en la que ei
saber inicial tiene lugar, y de aquella a la que el aprendizaje tiene que ser
transferido (Deese y Hulse,12 p. 349; Muckler et alt.22). Estas teorías afirmarían
que la transferencia sería tanto mayor cuando coincidan el estímulo y la respuesta
de ésta con las de la tarea inicial de aprendizaje, y que la transferencia sería
negativa si una nueva respuesta tuviera que ser asociada con un estímulo para el
que ya hubiera sido aprendida una respuesta diferente (como el aprender a
pararse en una iuz verde). Aunque tales teorías tienen una atracción intuitiva, se
debería añadir que no hay ninguna base operacional para medir el grado de
similitud entre estímulos o respuestas diferentes, o para calcular «cuánta»
transferencia ocurrirá en una situación dada. En este momento, probablemente
necesitamos reconocer el hecho de que, en general, no hay una teoría confirmada
relacionada con la transferencia del aprendizaje que lleve por sí misma a una
aplicación práctica.
Compatibilidad
Resu m en
El proceso de la visión
una cámara fotográfica, como se ilustra en la figura 4-2. La retina está compuesta
de dos áreas sensibles, los llamados bastones y conos. Los conos son principal
mente sensibles a las variaciones de la longitud de onda de la luz, la cual da
lugar a la sensación subjetiva del color. Hay aproximadamente 6 o 7 millones
de conos en el ojo, y generalmente predominan en la sección central de la retina.
Los bastones son esencialmente sensibles a la cantidad de luz y no lo son
65
particularmente a las diferencias de la longitud de onda. Hay aproximadamente
130 millones de bastones en el ojo, y tienden a predominar hacia las zonas
exteriores de la retina, alrededor de los lados del globo ocular. Los bastones
y los conos, al recibir luz a través de las lentes, envían impulsos a través del
nervio óptico hasta el cerebro, donde tiene lugar la traducción.
A cuidad visual
66
Miopía
Luz centrada delante de la retina
por lo que respecta a objetos lejanos
recibidas por ambas retinas de un objeto que tenga profundidad. (Estas dos
imágenes difieren más cuando el objeto está cerca de los ojos, y menos cuando
los objetos están lejos.) La acuidad estereoscópica suele medirse por la diferencia
entre ángulos paralácticos (a los ojos) de objetos similares que se hallan a
distancias poco diferenciadas entre sí.
Convergencia (foria)
Adaptación a la obscuridad
Sj — B
Contraste = ----------- x 100
S,
68
donde 6, — la más brillante de las dos áreas de contraste
B 2 = la más obscura de las dos áreas de contraste
80 - 10 70
----------- X 100 = — x 100 = 88 %
80 80
R esum en
Displays cuantitativos
Sin embargo, se debe tomar nota de que si los valores están cambiando
en un indicador digital, no pueden permanecer visibles suficientemente como
para ser leídos.
Aunque los displays digitales tienen ventaja tanto en cuanto a precisión
como de tiempo al indicar los valores específicos, los d isplays analógicos poseen
ventajas de otros tipos. La ventaja depende especialmente del diseño del
indicador movible de escala fija, en contraposición al diseño del indicador fijo
de escala móvil (Christensen 3), probablemente porque la posición del indicador
(en una escala fija) añade una indicación perceptiva de la que carece el diseño
de escala móvil. A este respecto, muchas escalas básicamente cuantitativas son
empleadas también de una forma cualitativa, como al tomar nota de una desviación
aproximada a partir de un valor deseado o al anotar la proporción y dirección
del cambio al observar la altitud. El uso de diseños de indicador móvil con escala
fija facilita ciertamente este propósito. Sin embargo, las escalas fijas tienen sus
limitaciones, especialmente cuando la gama de valores es tan grande que no
puede ser indicada en una escala relativamente pequeña. En tal caso, ciertos
diseños de indicadores fijos de escala móvil, como en el caso de una ventana
*
E S C A L A F U A . IN D IC A D O R M O V IL
0 50 D ism inuye
40 50 GO 70
tm liinlixníim iiiiiím itniilnn
(ó) Escala circular con valores ic) Escala semicír- ( cf) Escala { e ) Escala
positrvos y negativos cufar o curva vertical horizontal
H S C A L A M O V IL . IN D IC A D O R FIJO
50-
Aum enta Dism inuye
i 40 — 40 50
▼ 6 7^ _______ A
5 30 4
11
.1.1. !.. 1 j J
(/ ') D isp la y | g| 7 | 9 [4 l3 ]
digital
Fig. 4.5. Ejemplos de determinados tipos de displays utilizados para presentar informa
ción cuantitativa. (Posteriormente, se hace referencia a determinadas características
de estas escalas.)
T iem p o,
57
e n se g
N.° de
7
e rro re s
A d e la n t o
p orc en taje 12
e rro re s
Leyenda:
A. Altura real
B. Altura precedida (en 1 min)
C. Altura ordenada
Fig. 4.6. Cuatro diseños de display para presentar (A) altura real, (B) altura prede
cida (en 1 min), (C ) altura ordenada y tres criterios (tiempo medio para 10 intentos,
número de errores y porcentaje de 24 sujetos en comisión de errores). Estos displays
aparecen en forma muy simplificada. (Según Simón y Roscoe ,57 tal como los presenta
Roscoe.53)
79
significa abajo. (Esto es un nuevo ejempio de compatibilidad.) El diseño b, que
representa el espacio vertical de una forma deformada (alrededor de un círculo),
no se comportó tan bien como el a, pero era en general superior al c y al d,
que consistían ambos en representaciones separadas de los tres valores de
altitud en vez de una representación integrada. Así, se puede deducir una pista
según la cual los d isplays integrados (cuando son realmente apropiados) son
preferibles en general a los que tienen indicaciones separadas para los diferentes
valores.
Además, este ejemplo refuerza el punto de vista de que las genera
lizaciones rápidas son bastante traicioneras. Hemos visto, por ejemplo, que, en
este caso, una escala vertical era claramente mejor y que el uso de contadores
separados era manifiestamente inapropiado debido probablemente a la necesidad
de imaginar posiciones relativas en el espacio vertical.
73
Bosquejos básicos, «rwgdtefooes en pulgadas (los valores en centímetros aperecen entre paréntesis)
— ^0CH25(£)32) J-OO30U376)
M arcadores | ~ Í| i M arcadores m enores
•n a m en ores ?
—1 ‘**1fH J0ISW )32} e /
i l i II l i f t ato
(°2?| t- •! 0 0 5 (1 3 ) (-25)
-S e p a ra c ió n m inim s ' S eparación m ínim a
entre los centros entre los centros
Tamaóoreal
llliillll Il l l i i l l l l
{ a ) Condiciones norm ales de visión ( b ) Ilum inación baja
£
‘o
03
~036 1 1 1 1 1 1
g n i 1 1 i 1 I 1 1 1 i 1 g n I 1 1 1 1 Referencia
03
Ó.2 1 0 t 2 0.2 2 0 2 Q Valor de! intervalo
X> 2 10 0 10 20 2 20 0 20 de graduación
O 20 100 0 100 200 20 200 0 200
n Valor de! intervalo
2 numerado
Fig. 4.8. Ejem plos de ciertas escalas cuantitativas, generalm ente aceptables, con dife
rentes siste m a s de p rogre sió n numérica ( 1s, 2 s y 5s). Los valores de la izquierda
son, en cada ca so y respectivamente, el intervalo g de graduación de e scala (la dife
rencia existente entre los m arcadores m enores) y el intervalo n de la escala numerada
(ía diferencia existente entre los m arcadores num erados). En cada e scala existen
va ria cio n es de lo s valores b ásico s dei sistem a, siendo é sto s m últiplos decim ales
o m últiplos de 1, 2 o 5.
74
a ¡a escala y por la numeración de los marcadores de mayor escala. En general,
la variedad de progresión por medio de 1 s, de 0, 1, 2, 3, etc., es el más cómodo.
Y este mismo principio se presta a una escala con mayores cifras -— 0, 10. 20,
etcétera— , o con marcas intermedias en 5, 15, 25, etc., y con números menores
individuales. La progresión a base de 5 s también es bastante satisfactoria, en
tanto que la de 2 s lo es sólo moderadamente. Algunos ejemplos de escalas con
estas progresiones se muestran en la figura 4-8. El sistema de progresión excén
trico por 4 s y otros por 2,5 s, 3 s, 6 s, etc., acarrean generalmente problemas
y deberá ser evitado, excepto bajo circunstancias especiales que especialmente
lo justifiquen. Allí donde se usan grandes valores numéricos en la escala, las
relativas legibilidades de las escalas son idénticas si todas ellas son multiplicadas
por 10, 100, 1000, etc. Sin embargo, los decimales hacen que las escalas sean
de más difícil uso, aunque en las escalas con decimales las varias progresiones
numéricas tienen indistintamente ventajas o desventajas relativas. Ei cero frente
al punto decimal convendría omitirlo cuando se usa este tipo de escalas (Vernon66).
75
Tamaño de la escala y la distancia de visión. La anterior discusión
acerca de las características de las escalas está basada en una distancia de visión
de 28 pulgadas (70 cm).* Si una representación tiene que ser vista a una distancia
mayor, las características tendrían que aumentarse para mantener en el ojo el
mismo ángulo visual de las características. Para preservar el mismo ángulo
visual, se puede aplicar la siguiente fórmula para cualquier otra distancia de
visión (en pulgadas) (x):
La precisión de las iecturas fue muy alta (sólo 3 errores en 1440 lecturas).
No obstante, los tiempos medios tomados para las lecturas son interesantes,
especialmente cuando se comparan con los tiempos medios de lectura m ás bajos
para una lectura cuantitativa (que era con escalas graduadas hasta 5 s y leídas
hasta el 5 más próximo).
Para un com entario m ás com pleto del diseño de una escala (basado en
la práctica británica), debe tenerse en cuenta el prom edio de valores, distancia de
visión, p rogre sió n numérica, etc. V é a se M u rre il."
76
Así, en tanto que el diseño de ventana abierta requirió el menor tiempo
(de los tres tipos) para lectura cuantitativa, fue el que tomó el tiempo más
largo para lectura cualitativa.
Sin embargo, los diseños óptimos de displays para lectura cualitativa
dependen de cómo van a ser usados, es decir, del tipo particular de lectura
cualitativa. Si todo el espectro continuo de valores puede ser repartido en un
número limitado de gamas — cada una de las cuales representa algún «nivel»
general— , el diseño óptimo sería aquel en que cada gama de valores estuviese
codificada por separado, por ejemplo, mediante color, tal como se ilustra en la
figura 4-10. Cuando la codificación del color no es factible (como bajo ciertas
condiciones da iluminación o con individuos que no perciben claramente el color),
las zonas de un instrumento pueden ser codificadas por formas. A este respecto,
Normal
íverdei
Precaución
(amarillo} Precaución
(amarillo)
Caliente
(rojo)
Peligro
(rojo)
Fig. 4.10. Ilustración de codificación cromática de secciones de instrum entos que han
de ser leídos cualitativamente.
77
«significados» que eran los siguientes: precaución, inconveniente, mezcla pobre,
mezcla rica, límite máximo de peligro, límite mínimo de peligro y vibración
peligrosa. La figura 4-11 muestra el número de sujetos que entre 140 seleccionaron
el significado indicado a un nivel estadísticamente relevante. Se trata de un
ejemplo más del concepto de compatibilidad (en este caso de compatibilidad
con los «significados» del símbolo) tal como se aplica a un problema de diseño.
En algún caso, lo que es esencialmente una escala cuantitativa se utiliza
para la llamada «lectura de comprobación», es decir, determinar simplemente si
el valor representado refleja lo que es una condición normal (satisfactoria, natural,
nula) indicada por un solo valor o una gama muy limitada de valores o una
condición no normal. En el diseño de displays, esto se suele hacer con frecuencia
intercalando una señal significativa en ei recorrido de la escala que representa
un valor o una gama de valores.
Una variación interesante de diseño para lectura de comprobación del
instrumento cualitativo ha sido la investigada por Kurke,39 quien empleó simu
laciones de tres variaciones de un instrumento cuantitativo en el que una deter
minada gama de lectura indicaba una condición de «peligro» que requería
atención. Estas tres variaciones (ninguna indicación, una línea roja, una cuña roja)
se muestran en la figura 4-12, junto con los resultados de tiempos medios obte
nidos entre un grupo de sujetos.
Fig. 4.12. Tres d ise ñ o s de instrum entos cuantitativos em pleados en una situación de
lectura cronom etrada en la que debía identificarse la condición de «peligro». El di
se ñ o a no tiene indicación alguna de zona de peligro, el b tiene una línea roja en la
circunferencia, y el c posee una cuña roja que se ilumina cuando el indicador entra
en la zona de peligro. (Se g ú n Kurke,',J fig. 2 .) (Copyright 1956 Am erican Psychological
A ssocia tion . Reproducido con permiso.)
78
Paneles de displays para lectura de comprobación. Cuando se tengan
que utilizar varios o muchos displays básicamente cuantitativos para lectura de
comprobación (por ejemplo, para determinar si una condición es normal o anormal),
el diseño y la ordenación de los displays puede facilitar la identificación de
cualquier información anormal. Con respecto a la ordenación de varios de estos
displays, se ha observado que una pauta sistemática con indicadores que repre
senten las condiciones «normales» generalmente posibilita la inmediata identifi
cación de cualquier información de anormalidad (desviante) y con mayor rapidez
y precisión que si para la localización de condiciones «normales» variasen los
índices. Por ejemplo. Dashevsky 14 encontró que las posiciones de las 12 horas
y las 9 horas en los diales se prestaban para las localizaciones de normalidad.
A su vez, Johnsgard 38 descubrió que los diales con pautas de «simetría» para el
indicador o saeta (filas de diales verticales o dobles filas horizontales con
posiciones normales indicando una fila imaginaria entre las dobles) podían ser
leídos con tanta rapidez como los diales con indicadores dispuestos en la posición
de las 9 horas. El que haya una base para establecer una ventaja en alguna pauta
sistemática de las condiciones normales en estos diales, está otra vez esencial
mente en función de nuestros procesos perceptivos, en particular en lo que se
refiere a la gestalt, e s decir, la precepción de la forma de manera total; cualquier
dial que se aparte «rompe» con esta gestalt y, por lo tanto, dirige nuestra aten
ción hacia él.
Subgrupos
12 en punto S u b gru p o s en giro
©
oooo O 0 O 0 G 0
D iseño oooo 00 0O
G
©
O
0
O
O
0
abierto oooo G0G0 O © ©
o o[o]o o 0 O 0 0
(ó)
(O G 0 0
9 999
oooo ©© ©
0 +e
Diseño de saeta
extendida oooo e+e ©--o
©© ©
© ( D O © © --0
(</> (<?) U ) ©
Fig. 4.13. M o d e lo s de paneles para d iales de lecturas de com probación em pleados en
un estudio efectuado por D a sh e v sk y .15 (Copyright 1964 Am erican P sychological A s s o
ciation. Reproducido con permito.) En este estudio, el m odelo d de línea extendida
hacia las 12 en punto dio com o resultado el número m ás bajo de errores.
D isp o sició n
12 en punto Su b gru p o s Su bgrup o s en giro
79
embargo, ésta no es toda la historia. En un par de estudios posteriores de
Oatman 44 se hizo una comparación en la proporción de lecturas con el dial giratorio
con saetas diametrales (c y d de la figura 4-14) y de saetas cortas (a y b ) en
combinación con saetas diametrales (fe y c) y de pautas abiertas (a y d). En base
a estos estudios, llegó a la conclusión de que cualquiera de los factores que
hacen que el dia! desviante sea más evidente (por ejemplo, la longitud de la
saeta) es aparentemente más relevante en reducir errores en la lectura de
comprobación, que aquellos factores que simplifican la pauta del display (por
ejemplo, la saeta diametral). No obstante, es razonable suponer que la extensión
de líneas entre diales no menoscabaría el proceso de detección perceptivo y sería
seguramente una ayuda al facilitar un campo visual que, en combinación con una
saeta diametral, fuese roto por una saeta giratoria.
O ©00 0 0 00 0 0 00 000 0
0 ©00 O O O O O 0 O O 0000
0 000 O 0 O o O O O 0000
0 00 0 00 00 0 00 0000
(o) Abierto (b) Saeta extend. (r) Saeta extendida (di Abierto
Indie, corto Indie, corto Indie, extendido Indie, extendido
Indicadores de la «situación»
80
Tamaño, luminancia y tiempo de exposición. El umbral absoluto
para la detección de un destello depende en parte de una combinación de tamaño,
luminancia y tiempo de exposición. Trabajando en parte sobre estudio previo de
Graham y Margaría,23 Teichner y Krebs 62 han descrito los tamaños mínimos de las
luces (en términos del ángulo visual del diámetro en minutos de arco) que
pueden ser detectados en un 50 % del tiempo bajo diferentes combinaciones de
períodos de exposición (en segundos) y luminancia (en miliiambertios); estas
relaciones aparecen en la figura 4-15 de forma algo simplificada. A partir de ello,
queda claro que el umbral de luminancia decrece linealmente como una función
del tiempo de exposición hasta un valor particular, pero el tiempo de exposición
en que ei umbrai de luminancia se estabiliza decrece sistemáticamente con el
tamaño del objeto (en realidad, ei «área» de luz como implicado por su diámetro).
Así, la más mínima detectabilidad de menor determinación de luces (50 % de
precisión) resulta ser una función de medida, luminancia y tiempo de exposición.
(Los valores operacionales deberían rebasar los de la figura 4-15.)
Fig. 4.15. Dimensiones mínimas de luces (en minutos y grados de arco) que pueden
detectarse el 50 % de las veces bajo condiciones variables de tiempo de exposición
y luminancia. (Según Teichner y Krebs,62 basado parcialmente en datos aportados por
Graham y Margaría.:j)
81
!í
menos 0,05 s) para líamar la atención (Woodson y Conover,68 pp. 2-26), y
Markowitz40 exponen que la gama de 60-120 destellos por minuto (1 a 2 por s.},
tal como se emplea ahora en las autopistas y rutas aéreas, parecen ser compa
tibles con las capacidades humanas de discriminación y las restricciones de los
equipos disponibles.
Displays figurativos
82
Avión móvil Horizonte móvil
(horizonte fijo) (avión fijo)
Fig. 4.16. Ilustración de las relaciones de dos movimientos básicos para describir la
actitud de un avión, a saber, avión móvil (fuera-dentro) y horizonte móvil (dentro-fuera).
(Según Johnson y Roscoe.31)
Pese a que el display del horizonte móvil fue algo mejor en este estudio
que el del avión en movimiento, ello se debió sin lugar a dudas a que los sujetos
eran pilotos con alguna experiencia en el tipo de displays de horizonte móvil.
Sin embargo, aparte de los efectos de la experiencia previa, cabe indicar que la
parte móvil de un display debe ser mostrado respecto a una escala fija o a un
sistema coordinado (véase el principio de la movilidad, a continuación).
Aparte esta cuestión sobre si el avión, el horizonte o ambos se deberían
83
I
mover, los mandos del aparato se pueden presentar con relación a la actitud del
mismo en cuanto a permitir la búsqueda o el seguimiento que lo compense. (Un
display de seguimiento muestra a la vez el movimiento del blanco y del avión
perseguidor en relación con unos retículos de coordenadas, en tanto que un
display de compensación muestra solamente la diferencia, o el error, en sus
posiciones relativas.) En los experimentos de Illinois se compararon las versiones
de compensación y las de seguimiento en cada tipo de posición y, para todos los
ejercicios en que aparecían diferencias de prestación, los displays de seguimiento
proporcionan una actuación superior.
Un tipo más sofisticado de display de la posición del avión es el llamado
contacto analógico. Brinda, en un tubo de rayos catódicos, una representación
electrónica del terreno respecto al avión y superpuesto éste en una posición
correcta (Balding y Süskind 3). La figura 4.17 es una ilustración de este tipo de
display, que muestra un avión en sus tres relaciones con la pista de vuelo,
predeterminando una altitud mantenida. Este tipo de display se puede interpretar
elegida
Fig. 4.17. Ilustración de un tipo de contacto analógico en un display de posición de un
avión, el sistema Kaiser Flight-Path. El display puede ofrecer una representación, pro
ducida electrónicamente, del avión con su altitud y dirección en relación con el paisaje
y con su rumbo de vuelo. Esta determinada ilustración dei display muestra el avión en
una determinada altitud mantenida (su «camino» en el cielo). (Las fotografías son
cortesía de Kaiser Aerospace and Electronics, Palo Alto, California.)
84
deseado (algunas veces referido como blanco) y el índice da prestación real
(otras veces, también referido como blanco) se plasman representativamente
contra una escala común o un sistema de coordenadas. Generalmente, este
esquema permite mejor resultado que el seguimiento compensatorio, en e! que el
índice, tanto del funcionamiento deseado como del real, es fijo y con un índice
móvil que sólo muestra el error o diferencia.
5. El principio de separación de la frecuencia: Este principio hace refe
rencia a la velocidad relativa de movimiento en las indicaciones del display.
Cuando se reproduce la información de «alta frecuencia» (con cambio repentino
o con alternancias rápidas), el elemento móvil debe responder en la dirección
esperada (la compatibilidad de movimiento es especialmente crítica), pero cuando
se presenta la información de baja frecuencia, la dirección del movimiento no es
tan crucial.
6. El principio de escalada óptima: Este principio trata de la relación
física (en realidad el ratio ) de las dimensiones físicas de lo que se ha de repre
sentar (por ejemplo, características de la superficie de la tierra) con las dimen
siones que en el display representan tales características, como el número de
milímetros o pulgadas que en el display corresponden a una milla en la tierra. Este
problema queda entrelazado con los requisitos de precisión, pero teniendo éstos
en cuenta es posible una relación óptima.
85
100 100
75
50
25
aj
©
C onfiguraciones complejas
Representaciones gráficas
86
mación. Aunque hasta hoy no se ha procedido a una investigación a fondo refe
rente a dicho tema, resumiremos una prospección para mostrar que un estudio
en tal área no estaría desencaminado. El estudio de referencia trata de una
comparación entre tres formatos para describir datos de tendencia, como se
Fig. 4.19. Parte del sistema del metro de Londres según una representación esque
mática simplificada. La forma esquemática, usada en el centro de control, resulta mucho
más fácil para la gente. (Fotografía por cortesía de London Transport.)
6 6
-
5 5 J
- -
o4 O O
□b I
ii
h b E ^
o - 4>
Z 2 z 2 í ¡_ P 2
J d □ □ L j
0
i-
1
...1 -1- i
> 3 4 5 6 0
n nnt 1
i
□
3 5 6 0 1 > 3 4 5 6
Tiempo Tiempo Múmero
(<z) Gráf. de línea (ái Gráf. de barras vert. ic i Gráf. de barras horiz.
87
Displays alfanuméricos y relacionados
Tipografía .
Tabla 4-1. Distancias inedias en metros desde ias que pueden leerse números de dife
rentes ratios de anchura de trazo y altura
88
blancas, la legibilidad óptima (o sea la mayor distancia de lectura) se daba con
cifras de ratio 1:13,3, pero había una gama bastante amplia de ratios que daban
resultados razonablemente comparables. Sin embargo, con letras negras sobre
fondo blanco el ratio óptimo era claramente más bajo — cerca de 1:8, con una
gama de 1:5,8 hasta 1:10, aproximadamente, proporcionando resultados razonable
mente comparables; los ratios más altos eran más pobres. Esta diferencia en la
anchura óptima del trazo de caracteres blancos y negros ha sido confirmada en
otras investigaciones y se puede atribuir a un fenómeno de irradiación, en eí que
los caracteres blancos parecen expandirse en las áreas negras adyacentes, pero no
Proporción
anchura de Negro sobre blanco Blanco sobre negro
trazo-altura
í:5
c 4 56
1: 6
BC 456
1: 8
ABC 456
1:10
ABC 456
12
ABC 456
Fig. 4.21. Ilustraciones de correspondencias anchura de trazo-altura por lo que respecta
a letras y números.
89
Fig. 4.22. Prueba de letras y nú m e ros de la United States M ilitary Specification
No. M IL-M -18012B (20 de julio de 1964), también denom inada N A M E L (N a vy A e ro
nautic M e d ica l Equipm ent Laboratory) o A M E L . Las letras que aquí aparecen tienen una
proporción ancho-alto de 1:1 (exceptuadas la I, J, L y W ). E sta s p rop orcion e s pueden
reducirse a c a si 2:3 sin que haya una reducción apreciable de legibilidad. Los núm eros
guardan una proporción de 3:5 (exceptuados el 1 y el 4).
ABCDEFGHIJKLM
NOPQRSTUVWXYZ
0123456789
Fig, 4.23. L e tra s y n ú m e ro s de la U nited S t a t e s M ilit a ry S ta n d a rd M I L S ta n d a rd M S
33558 ( A S G ) (17 de d icie m b re de 1957). La p ro p o rció n b á sic a a n c h u ra de trazo-altura
e s de 1:8, y la a nch ura es c a s i el 70 % de la altura. A v e c e s e s c o n o c id a c o m o A N D
(A ir F o rc e -N a v y D ra w in g 10400).
E rro re s p ro m e d io s ( para d o s c o n d ic io n e s )
Tipo Luz diurna T ran silu m in ació n
90
Tamaño de los caracteres alfanuméricos. La capacidad para hacer
discriminaciones visuales (en caracteres alfanuméricos) depende de factores tales
como el tamaño, el contraste, la iluminación y el tiempo de exposición. Peters y
Adams 15 han propuesto un procedimiento sistemático para determinar el tamaño
de los tipos en el que se tienen en cuenta algunos de estos factores (iluminación,
condiciones de visión, distancia de visión y la importancia de la precisión en la
lectura). Este procedimiento está basado en la siguiente fórmula:
Tabla 4-2. Tabla de alturas A de letras y números recomendados para etiquetas y marcas
sobre paneles, para distintas distancias y condiciones, derivadas de la fórmula A
(pulgadas) = 0.0022D + K t* + K ,
A B C D
7 M odern 7 M odern
Extended, Extended 101 327 Times
Condición n.° 1 n.° 1 Imprint N e w Roman
Punto 11 9 11 9
A ltu ra de la letra, total, pulgadas 0,15 0,13 0,15 0,13
A ltu ra de la letra, caso m ás bajo 0.07 0,05 0,07 0,06
E sp a c io entre líneas 0,03 0,01 0,02 0,01
Longitud de la línea 5,2 2,8 5,0 2,8
C o lu m n a s por página 1 2 1 2
R e gistro de com prehensión, % 63 56 58 58
A 7 M o d e rn extended, n.° 1: punto 11; C 101 Imprint: punto 11; 0,02 pulgadas
0,03 p u lga da s de espacio entre líneas. de espacio entre líneas, 5 de longi-
5,2 de longitud de línea; 1 colum na por íu d de línea; t colum na por página.
pagina.
Fuente: Poulton/*
Q9
un tablero de instrumentos y para la identificación), la horma del zapato no es la
misma; las palabras escritas en letras mayúsculas, en ese tipo de situación,
son generalmente más fáciles de leer que las del tipo de caja baja o de formas
mezcladas.
El diseño y compaginación de la ergonom ía aplicada se realizó aprove
chando los resultados de la investigación relacionada con la legibilidad y facilidad
de lectura del material impreso (Poulton. Warren y Bond 51). Algunas de las
decisiones de diseño del autor (basadas en parte sobre fundamentos prácticos,
pero también estéticos) son las siguientes (según el interés que estos datos
puedan proporcionar en su traducción práctica, sobre todo aquellos que los
investigadores designaron como principios ergonómicos en el diseño de diarios):
dos columnas de 8,8 mm (3,3 pulgadas) con 5,0 hasta 7,5 mm (0,2 hasta
0,3 pulgadas) de separación; 13 mm (0,5 pulgadas) de margen; líneas no justifi
cadas uniformemente, tipo romano, cuerpo 10: 1 punto de interlínea, y títulos
y subencabezamientos con caja baja y alta.
REACH ■ re a ch
C0VER ■ cover
M0T0R | m o tor
{ a ) Punto de caja (b }Punto de caja
alta baja
REACH ■ re a c h
C0VER ■'■I c o v e r
Fig. 4.24. Ejem plos de palabras utili
M0T0R ■ /motor zadas en d isp lays con tubos de rayos
catódicos (C RT) para la com paración
(c ) Línea de caja (d) Línea de caja de cuatro tipos de letras. (Según
alta baja Vartabedian ,64 fig. 1.)
93
muestras con puntos (en 12 de 21 sujetos). Por k> tanto, los caracteres que
pueden ser generados más económicamente con tubos de rayos catódicos son
al menos tan fáciles de leer como los caracteres convencionales, e igualmente
aceptables para los usuarios.
La ventaja de las letras de caja alta que se refleja en los resultados del
estudio realizado por Vartabedian64 está de acuerdo con el uso de letras de caja
alta en otros contextos donde la labor es más la de una búsqueda o identificación
que la de una simple lectura. (La conclusión referente al tamaño está ligera-'
mente reñida con la de Giddings,20 que encontró que los símbolos de 0,187 pul
gadas eran mejores que los de 0,125 pulgadas.) En otra investigación, Plath 47
comparó la legibilidad de las cifras convencionales (las cifras NAMEL mostradas
en la figura 4-22) con dos formas de cifras segmentadas, inclinadas y verticales,
tal como se ilustra en la figura 4-25. Los errores de legibilidad bajo condiciones
apremiantes de tiempo eran mucho menos para las cifras NAMEL, tal como se
muestra en esta figura Estos resultados van en contra del uso de figuras
segmentadas allí donde la precisión es crítica y cuando el tiempo está severa
mente limitado. Sin embargo, como indicamos anteriormente, si no hay limita
ciones de tiempo en la visión de símbolos alfanuméricos, y si son de un tamaño
razonable y son presentadas bajo iluminación adecuada, prácticamente se puede
leer cualquier forma. E! diseño alfanumèrico sólo llega a ser crítico bajo condi
ciones adversas.
T ip o de N ú m e ro
n ú m e ro Ejem plos
d e errores
NAM EL
345 187
Se gm e n ta
d a s incli 391
nadas
Tiempo m edio
Grupo de de las cla ve s
dígitos (se g u n d o s)
95
tinuación para unas cuantas de las 16 combinaciones, con resultados obtenidos
por un test entre agentes de policía:
Porcentaje Porcentaje
Forma correcto Forma correcto
PO R FA V O R
Noticia
S u b a un piso. Baje dos
real
Para un mejor servicio
del ascensor
se haíla también lo que realmente se quería decir y además se ofrece una versión
mejorada más clara y concisa. Cuando ei material que se tiene que presentar
implica relaciones complejas, puede ser conveniente renunciar a una prosa florida
en favor de alguna presentación más sencilla, como puede ser el uso de un
«árbol lógico», tai como sugirió Wright.63
E n n u e s t r a p re se n t e c iv iliz a c ió n e x is t e u n a a m p lia v a r ie d a d d e c ó d ig o s
v is u a le s , s ím b o lo s y s i g n o s c o n c e b id o s p ara t r a n s m it ir n o s in fo rm a c ió n . S u
96
utilización forma parte de casi todas las fases de las actividades humanas, como
son los viajes, los negocios, la medicina, las ciencias, la religión, la ingeniería
y el recreo. En realidad, el uso de símbolos gráficos como medio de comunicación
tiene un origen temprano en la historia del hombre y forma parte del folklore
de la mayoría de culturas. Dreyfus,15 que creó una batería de datos con
20 000 símbolos gráficos usados en todo el mundo, llegó a la deducción de que
tales símbolos pertenecían a uno u otro de estos tres tipos: 1) figurativo
(dibujos bastante precisos, simplificados de objetos, como el cráneo y los dos
huesos cruzados para representar peligro, o de acciones, como un hombre en
bicicleta para indicar un camino destinado a bicicletas): 2) abstracto (símbolos
que reducen los elementos esenciales de un mensaje a términos gráficos,
conservando tan sólo un escaso parecido con el concepto original, como los
signos del zodíaco), y 3) arbitrario (símbolos que han sido inventados y que
después han de aprenderse, como el triángulo de «ceda el paso» como señal
de tráfico.
En el uso deliberado de códigos visuales, símbolos y signos para pro
pósitos específicos, se precisa tener en cuenta ias diversas directrices de
codificación, ta! como se expuso en el capítulo anterior, y, en particular, los
requisitos de detectabilídad, discriminabilidad y significatividad. La significati-
vidad, por supuesto, puede estar condensada en una representación simbólica
(lo que Dreyfus llama símbolos figurativos y abstractos), o en una asociación
aprendida (la necesidad de «aprender» ei significado, o sea lo que Dreyfus
denomina símbolos arbitrarios). Siempre que fuera posible, los sistemas de
codificación visuales convendría aprovecharlos como representaciones simbólicas
o de cualquier otro tipo de asociación ya aprendida por el común de la gente.
Antes de hablar sobre códigos visuales, símbolos y signos, hagamos primero un
resumen de los resultados de unas investigaciones muy ilustrativas a! respecto.
N úm eros
I 2 3 4 5 6 7 £
Letras
A B C D E F G H
Hi
m a\
Form as
1 i
geom étricas
Configuraciones
fflE B a m c ffla
Colores Bloc
ü[ Red | Blue Brown Tdfow
íreenj jptirpi
3E
Fig. 4.29. ilu stra c ió n de s ím b o lo s de c ó d ig o s u tiliz a d o s en un a co m p a ra c ió n de codifi
c a c io n e s de ob je tivos. (S e g ú n H itt.28}
97
símbolos de tipo deferente bajo condiciones alternadas (2. 4 y 8), y se variaba
(1, 2 y 3) la densidad (número de símbolos diferentes en una casilia).
Los sujetos realizaron cinco tareas diferentes con estas representaciones:
identificación (por ejemplo: identificar el tipo de industria en una casilla);
localización (por ejemplo: localizar la casilla en la que sólo hay una fábrica
siderúrgica); contar (por ejemplo: contar el número de fábricas de aluminio en la
fila C); com paración (por ejemplo: comparar el número de refinerías de petróleo
en una casilla y en otra), y verificación (por ejemplo: si la fábrica en una casilla
dada es una fábrica siderúrgica: cierto o falso). Su tarea consistía en leer una
lista de preguntas de este género y anotar sus respuestas. En la figura 4-30 se
da un resumen de los resultados más importantes, que muestra, para los diferentes
códigos y trabajos, el número de respuestas correctas por minuto.
C -5 4 C -4 7 F -1 0 0 F-1 0 2 B -5 2
Form as de
aviones
-i r 4
Triángulo Diamante Sem icírculo Círculo Estrella
Form as
geom étricas A ♦
Radar Cañón A vión M isil Barco
Sím bolos i
militares
1 * X i
Colores Verde Azul Blanco Rojo Amarillo
(según Í 2 . 5 G 5/8 ) (5 v a« ) (5 R
(5 B G « / sí 4/9) (10 Y R W t o )
MunseíS}
Fig. 4.31. Cuatro se rie s de códigos utilizados en un estudio efectuado por Sm ith
y Th om as .61 (Copyright 1964 Am erican P sych olo gical A sso c ia tio n y reproducido con
perm iso.) Las anotaciones bajo ios rótulos de color so n lo s tipos utilizados de color
M u n s e l !.72
QH ¿i'. J
A
S ii’ 3. Conjuntos en los que cada uno de los cinco símbolos de una clase
Sgig codificaba con un color único, con d isplays diferentes de cada combinación
Ííolor-sírnbolo.
40: 80
20 60 100 60 100
Densidad, número de tem as de! display
(a) Datos sobre tiempos medios (h) D atos sobre errores
Fig. 4.32. Tiempo medio a y errores b al contar temas de cuatro clases de códigos
considerados como una función de la densidad del display (Smith y Thomas61).
(Copyright 1964 American Psychological Association y reproducido con permiso.)
Las x indican los datos de comparación para displays de 100 temas con un color (o forma)
que se mantenga constante.
Como era de esperar, el tiempo y los errores aumentaron con la densidad (el
número de artículos de una representación); pero lo más importante fue que
el tiempo y los errores diferían evidentemente para cada tipo diferente de
códigos, con el color generalmente como el mejor.
Además de los resultados concretos de estos dos estudios, a partir de
ellos resulta obvio que el uso de los diferentes tipos de sistemas de codificación
puede dar como resultado una eficacia diferente según los sujetos, pero debemos
añadir que el punto crucial de la utilidad de un sistema de código determinado
puede depender del contexto en el que se emplea, en particular de la naturaleza
de la tarea que se está realizando.
Teniendo en cuenta que diferentes tipos de factores (incluido el buen
juicio) deben entrar en consideración en la selección de códigos visuales para
ciertos objetivos específicos, una interpretación como ¡a que se da en la tabla 4-4
puede servir de guía, por lo menos en parte. Esta tabla indica el número aproxi
mado de niveles de cada uno de los diferentes códigos visuales que se pueden
discriminar, a la par que sugieren notas suplementarias sobre algunos de los
métodos empleados.
99
Tabla 4-4. Resumen de determinados métodos de codificación visual
(L o s n ú m e ro s hacen referencia al núm ero de n ive le s que pueden d istin g u irse sobre una
b ase absoluta bajo condiciones óptim as.)
A lfa n u m è rico N ú m e ro s solos, 10; letras solas. 26; com binaciones, ilimitadas.
B ueno; especialm ente Indicado para identificación necesita poco
e sp a cio s i hay un buen contraste. Determ inados a sp e ctos se con
funden fácilm ente con otros.
C o lo r M a tic e s. 9 matiz, saturación y com binaciones de brillo, 24 o más.
(de su p e rficies) Lím ite aconsejable, 9. Particularmente indicado para trabajos de
b úsq ueda y contaje; pobre en cuanto a tareas de identificación.
A fe cta d o por algunas luces; problemático para individ uos con in
co nvenientes para detectar el color.*' *
C o lo r 10. Lím ite aconsejable, 3. Exigencias de espacio limitado. Bueno
(de luces) para lecturas cu alitativas.***
Form as 15 o m ás. Límite aconsejable, 5. Utilizadas generalm ente en s is
ge om é tricas tem as de codificación, sob re todo en representaciones sim bóli
cas; b u en a s para lo s tubos de rayos catódicos. Las form as que
aparecen juntas han de se r discrim inables; algunas se rie s de for
m as so n m ás difíciles de discrim inar que o tra s.***
Á n g u lo 24. Lím ite aconsejable, 12. Generalm ente satisfactorias para fina
de inclinación lidades especiales, tales com o indicar dirección, ángulo o p osi
ción sob re instrum entos redondos tales com o relojes, tubos de
ra yo s catódicos, etc.**
D im e n sio n e s de las 5 o 6 . Límite aconsejable, 3. Exigen un espacio considerable. S o
form as (tales com o lam ente útilizables cuando resultan específicam ente adecuadas.
cuadrados)
N ú m e ro visu al 6 . Lím ite aconsejable 4. Solam ente útilizables cuando resultan
específicam ente adecuados, tal com o para representar núm eros
de ítem s. Exigen un considerable espacio; pueden confundirse
con o tro s sím b olos.
Brillo 3-4. Límite aconsejable, 2. A utilizar sólo cuando resulten espe
de las luces cíficam ente indicadas. Las señales m ás débiles pueden quedar
enm ascaradas.*
F la sh e s Límite aconsejable, 2. Aplicabilidad limitada s i el receptor tiene
de luces que diferenciar d istintos flashes. Sin embargo, las luces de flash
tienen un posible u so en com binación con intervalos de tiempo
controlados (com o en los anuncios lum inosos y las se ñ a le s pro
pias de la com unicación naval) o para llamar la atención a áreas
especificas.
t Feallock et alt.'*
* Jones.”
" Muller et alt.”
■ ** Grether y Baker.1*
C ó d i g o s v is u a l e s m u lt id im e n s io n a le s
C o m o e je m p lo d e c ó d ig o v is u a l m u ltid im e n sio n a l, r e v is a r e m o s b re v e
m e n t e u n e s t u d io re a liz a d o p o r A n d e r s o n y F itts 1 en el q u e s e c o m p a r ó u n a
c o m b in a c ió n re d u n d a n te d e l c ó d ig o n u m é r ic o d e c o lo r (c ifra s n e g r a s s o b r e
m a n c h a s d e c o lo r ) c o n d o s v a lo r e s de c o d ific a c ió n ; u n a e ra u n c ó d ig o d e c o lo r
( n u e v e m a n c h a s d e c o lo r ) y ia o tra un c ó d ig o n u m é r ic o (n u e v e c if r a s n e g ra s ).
V a r ia n d o el n ú m e ro d e p u n t o s de c a d a c la s e , fu e p o s ib le a lte rn a r la c a n tid a d d e
in fo r m a c ió n a s e r p re s e n t a d a e n d ife re n te s - m e n s a j e s - d e s d e 9,51 h a s t a 2 5,36 b its.
S i n e n t r a r e n d e ta lle s, c a d a m e n s a je { e s d e c ir, c o lo r e s e s p e c ífic o s , c if r a s o c o m
b in a c io n e s ) e ra p re se n t a d o a fo s s u je t o s d u ra n te 0,1 s y lo s s u j e t o s a n o ta b a n
lo q u e c r e ía n q u e era el m e n s a je . Los r e s u lt a d o s del e s tu d io m o s t ra r o n q u e ia
in fo r m a c ió n total tr a n s m it id a a lo s s u je t o s {e n re a lid a d re cib id a p o r e llo s ) era
g e n e r a lm e n t e m á s alta p a ra el código re d u n d a n te n u m é ric o de c o lo r q u e p ara
el c ó d ig o d e c o lo r o p a ra el n u m é ric o .
La confirmación s u b s t a n c ia l de e s t o la da un estudio de Sm ith 60 en e!
to n
que los puntos específicos alfanuméricos en un campo de 20, 60 o 100 puntos
tenían que ser buscados o contados. En algunos displays, los puntos que se
tenían que buscar o contar estaban codificados en colores, y en otras no ¡o
estaban. Los porcentajes de reducción en los tiempos medios, cuando los puntos
■ alfanuméricos estaban codificados en colores (en contraposición a los que son
blancos o negros), se resumen a continuación. Estos resultados muestran reduc
ciones para a m b a s tareas, pero en particular para la labor de búsqueda.
i 01
El color es rotundamente un valor de codificación muy útil en algunos
contextos. Esto quedó ilustrado, por ejemplo, en los resultados de un estudio
realizado por Shontz et alt.,56 en el que los sujetos tenían que localizar (buscar)
cada objeto específico entre 28 puntos de verificación (por ejemplo, campos de
aviación, puentes, etc.) en cartas aeronáuticas. Las tres condiciones experimen
tales utilizadas fueron:
Fig. 4.33. Tiempo de búsqueda para varios puntos de identificación (por ejemplo, cam
pos de aterrizaje, puentes, etc.) sobre cartas aeronáuticas con lo s puntos identificados
mediante codificaciones de color y rótulos im presos. (Se gú n Sch on tz et alt .,56 fig. 2 .)
A A
deslizante peatones
Prohibido girar
a la izquierda
(S)
Prohibidas
las sartales
1 (
Servicio Teléfono
(derecha! acústicas m ecánico
[o ) A (e ) s\
' A / M \ " A
300 m Poliskontroll Tjofskador 1km 300 m
Velocidad
Control Fírme Otros Cruce Aním ales
limitada
de policía irregular peligros de peatones sueltos
5 0 km/h
76 % 66 % 29 % 26 % 62 % 55 %
103
2525 conductores que respondieron correctamente a esta pregunta se dan en la
figura 4-35, y estos valores abarcan desde el 26 % (señal d) hasta el 76 %
(señal a). (Se puede considerar a estos valores como reflejo de la «seguridad»
humana asociada a las señales.) Es interesante observar que hay una marcada
diferencia en el recuerdo de las distintas señales pese a que eran muy similares
desde el punto de vista de su carácter sugerente perceptivo. Estas diferencias
hacen suponer alqún tipo de «selectividad» diferencial al fijar la atención en las
señales, tal vez según sea su relevancia potencial para cada conductor. Además,
una comparación de las respuestas de cuatro grupos de conductores demostró
que aquellos que conocían de antemano la naturaleza del experimento lo hicieron
mucho mejor (como cabía esperar) que quienes no sabían nada al respecto.
El hecho de que muchos conductores pasen señales de carretera impor
tantes sin ni siquiera echarles una ojeada, es desde luego muy preocupante.
Puesto que no hay, por el momento, ningún enfoque claro conducente a la
modificación de este comportamiento, hay que tener este problema en cuenta
como algo a lo que no se ha dado perfecta solución en lo que se refiere a los
factores humanos.
M W i
B uena figura, estable Figura pobre, inestable
M ala
H K ZZ]
\ xt R i/ m in
El detalle excesivo Los detalles en el
----- J k \ La fig. abierta
M ala debilita e! símbolo exterior empobrecen
--------' ) f ejerce m enos .
' impacto el sím bolo
Fig. 4.36. Ejem plos de algunos principios im portantes sobre percepción respecto al
d ise ñ o de sím b o lo s visu a le s codificados. E s t o s ejempíos, en particular, relacionan ios
có d igo s utilizados con las m áquinas (Se gú n Easterby.17)
104
Cerramiento. Una figura cerrada como la que se ilustra en (c) de la
figura 4-36 aumenta el proceso perceptivo y debería ser usada a menos que haya
una razón concreta para que el contorno sea discontinuo.
Unidad. Los símbolos deben ser tan unificados como resulte posible.
Por ejemplo, cuando aparecen juntas figuras con un contorno y macizas, la figura
maciza debería hallarse dentro de la línea del contorno, como se muestra en (e)
de la figura 4-36.
Escalas cuantitativas
E s c a l a s cu a lita tiv a s
— Es preferible usar una escala fija con indicador móvil (para mostrar
las tendencias).
105
— Para grupos, utilizar escalas circulares y disponer sistemáticamente
las posiciones nulas para facilitar la exploración visual, como en las posiciones
de las 9 o de las 12 horas.
— Es preferible emplear indicadores extendidos, y eventualmente líneas
extendidas entre escalas.
Indicadores de status
Displays figurativos
Representaciones alfanuméricas
Representaciones simbólicas
Audición
El sonido se origina por las vibraciones que emite alguna fuente. Sí bien
estas vibraciones pueden ser transmitidas por varios medios, nuestro principal
interés radica en las que se transmiten a través de la atmósfera al oído. Sus
dos atributos principales son la frecuencia y la intensidad (o amplitud).
107
« ¡ r a s ? s » r - . '- -*<
a un ritmo constante, como se muestra en la figura 5-1. Como el punto P gira
alrededor de su centro O, su amplitud vertical, como función de tiempo, será
representada por la onda sinusoidal. La altura de la onda por encima de la línea
media en cualquier punto dado en el tiempo, representa la cantidad de presión
del aire por encima de lo normal. La cresta, por supuesto, es el punto máximo.
Las posiciones por debajo de la línea media representan, a su vez, la reducción
en la presión del aire por debajo de lo normal. En la escala musical, el do medio
tiene una frecuncia de 256 Hz. Cualquier octava dada dobla la frecuencia de la
que está por debajo de ella. En términos generales, el oído humano es sensible
a frecuencias en una gama que va desde 20 hasta 20 000 Hz, aunque hay notorias
diferencias entre los individuos.
Intensidad del sonido. Puesto que las sonidos son ondas de presión
que oscilan por encima y por debajo de la presión normal del aire, la medición
de la amplitud o intensidad del sonido estará relacionada a tales variaciones
en presión del aire. Las diferentes medidas absolutas de la presión del aire
(o poder acústico) incluyen medidas como watts, newtons, micronewtons y
microbares por unidad de área. Sin embargo, debido a que la gama de estos
valores para sonidos comunes es tan grande, se utiliza más bien una medida
logarítmica dei nivel de presión del sonido (SPL) cuando se quiere identificar
sonidos, medida que corresponde a una relación entre dos presiones de sonido.
El belio (llamado así en honor de Alexander Graham Bell) es el ratio básico
utilizado para este propositó. El número de belios es el logaritmo (base 10) del
ratio de las dos intensidades. En realidad, la medida más conveniente y más
común de intensidad del sonido es el decibelio (dB), equivalente a 1/10 de belio.*
Como el bel, expresa un ratio. Otro paso para la estandarización en la medición
de la intensidad es el de usar, para el más bajo de los 2 sonidos, un nivel de
referencia estándar que represente cero decíbelios. El nivel de referencia más
común es de 20 micronewtons por metro cuadrado (abreviado 20 pN/m2}. «Micro»
representa un factor de 1/1 millón con una sigla: la letra griega p. (mu). La pN
representa 0,000001 newton; m2 se refiere a los metros cuadrados. También se
d o n d e P, y P2 re p re se n ta n la s p re sio n e s de lo s d o s so n id o s.
108
puede expresar como 0,0002 dina/cm2, o 0,0002 N/m2 pbarios.* La figura 5-2
muestra la escala de decibelios con ejemplos de varios sonidos que se hallan en
posiciones ligeramente variables, dentro de la escala. Esta figura también muestra
la amplificación a niveles crecientes de decibelios; un incremento de 10 dB
denota un incremento décuplo de la potencia relativa de un sonido.
Fuentes
Proporción de intensidad R uido s específicas
del ruido Decibelios ambientales de ruido Decibelios
10 ,0 0 0 ,0 0 0 ,000,000 130
Sirena de 5 0 C V 3 0 m I
130
1
1 Despegue de un reactor (60 m)
1,0 0 0 ,000 ,000,000 120 120
100 ,0 0 0 ,000,000
I
I
110
Area de fusión
M áquina de rem a char* l]°
de una fundición
I G uillotina* 1
Area de un h om o Martillo neumático
10,0 0 0 ,000.000 too eléctrico 100
1, 0 0 0 ,000,000
I
I
90
Cámara de calderas N ave de telares*
90
Planta de una imprenta Tren subterráneo ( 6 m )
Sala de tabulación Taladradora (15 m)
100 ,000,000 80 Interior de un coche 80
deportivo (8 0 km/h)
Tren de m ercancías (3 0 m)
10,600,000 70 Aspiradora (3 m) 70
I Hablar (0,3 m) I
Cercanías de una autopista
1, 000,000 60 Grandes alm acenes 60
Oficina de contabilidad
100,000 50
Oficina privada
Tráfico ligero (3 0 m*
Transform ador (6 0 m) I
50
J Residencia de tipo medio
Niveles m ínim os
10,000 40 Areas residenciales en Chicago 40
I
J durante la noche
M urm ullos suaves (1,5 m)
1000 30 Estudio (hablar) 30
I
Estudio durante películas I
100 20 sonoras 20
10 10 10
*
1 0 Posición del operador 0
Fig. 5.2. Niveles en decibelios (dB) y proporciones de la intensidad del sonido para
diversos, sonidos. L os niveles de d ecibelios so n niveles de so n id o s p e sa d o s-A m edidos
con un contador de nivel de sonido. (V é a se la nota a pie de página n.° 2 en la que se
explica qué son los p eso s A.) (Ejem plos tom ados de Peterson y G r o s s ,24 fig. 2.1, p. 4.)
Sonidos complejos. Hay muy pocos sonidos que sean tonos puros.
Incluso los tonos de los instrum entos m usicales no son puros, sin o que constan
Hay que señalar aquí que el Am erican National Stand ard s institute
(A N S I) •— antes United States of A m e rican Standards Institute ( U S A S I) y Am erican
Standards A sso c ia tio n — estableció un estándar al que debían co n fo rm arse las m ediciones
de nivel de sonido. Este estándar requiere que s e disponga de tre s características
alternantes frecuencia-respuesta en ta le s instrum entos, co n sistie n d o en tram as de p eso
(denom inadas A, B y C) que discrim inan selectivam ente entre frecuencias altas y bajas
según determinados contornos de igual sonoridad (que se explican posteriorm ente).
Recom endam os en ¡a práctica la utilización de los tres pesos, pero en cualquier ca so
d esignándolos como uno so lo — lo que se utiliza en estos datos— de modo que «el
sonido pesado A e s de 45 dB», «Nivel de sonido (A ) = 45 db» o bien «45 d B (A )» .
109
de una frecuencia fundamental en combinación con otros más (especialmente
frecuencias armónicas que son múltiples de las fundamentales). No obstante, la
mayoría de los sonidos complejos no son armónicos. Los sonidos complejos se
pueden describir de dos maneras. Una de éstas es la forma de onda que resulta
de las ondas de los sonidos componentes individuales; forma de onda que se
ilustra en la figura 5-3. Otro método de representar los sonidos complejos es por
medio de un espectro acústico que muestra la intensidad de las distintas bandas
de frecuencias, como se aprecia en la figura 5-4. Las cuatro curvas ilustran análisis
espectrales del ruido de una máquina de anudar, utilizando analizadores de
distintas anchuras de banda, es decir, una octava, 1/2 octava, 1/3 de octava y
1/35 de octava. Cuanto más estrecha sea la anchura de banda, mayor será el
detalle deí espectro y menor el nivel de cada anchura de banda. Han habido varios
procedimientos para dividir el espectro del sonido en octavas, pero el procedi
miento preferido, tal como lo expuso ei American National Standard Institute
(ANSI), es el de dividir la gama audible en 10 bandas, con el centro de frecuencias
siendo de 31,5, 63. 125, 250, 500, 1000, 2000, 4000, 8000 y 16 000 Hz.<0 (Muchos
grupos de datos de sonidos y de audición existentes se ofrecen con el previo
procedimiento de definir las octavas según los extrem os de los intervalos en vez
de sus centros.)
E l o íd o m ed io. El o íd o m e d io e s t á s e p a ra d o d e l o íd o e x te rn o p o r el
tím p a n o . In c lu y e u n a c a d e n a d e t r e s h u e s e c illo s p e q u e ñ o s iia m a d o s m artillo,
y u n q u e y e s t r ib o , q u e tra n sm ite n la s v ib ra c io n e s del tím p a n o a la v e n t a n a o v a la d a
110
del oído interno. El yunque actúa de una forma parecida a un pistón sobre la
ventana, y su acción es la de transmitir ios cambios en la presión del sonido al
fluido del oído interno, al otro lado de la membrana. En este proceso, los pequeños
cambios de presión en el tímpano son amplificados cerca de veintidós veces
cuando llegan a alcanzar el fluido del oído interno (Békésy *j.
Banda de octava
Fig. 5.4. A n á lisis espectrográfico del ruido de una m áquina ai cerrarse, utilizando para
ello analizadores de diferentes am plitudes de banda. Cuanto m ás estrecha es la am
plitud de la banda, m ayor e s el detalle y m ás bajo es el nivel de cualquier amplitud
de banda considerada por separado. (Adaptado de Industrial N o ise Manual,37 p. 25.)
Fig. 5.5. Dibujo esquem ático dei oído, en el que aparece el canal auditivo a través
del cual las ondas so n o ra s llegan hasta el tím pano; éste, a su vez, hace vibrar los
h u e se c íllo s del oído m edio. Esta vibración se transm ite a través de la m em brana de la
ventana oval hasta el caracol, donde las vib ra cion e s pasan mediante un líquido a través
de las m em branas hasta ¡legar a unas células se n sitiv a s que envían im pulsos nervio
s o s al cerebro.
111
¡swwssas
y diferenciadas todavía no se conocen completamente. A este respecto, las
numerosas teorías sobre la audición pueden dividirse en dos clases. Las teorías
de lugar (o de resonancia) están fundamentadas sobre la base de que las fibras
situadas en varias posiciones (o lugares) a lo largo de la membrana basilar
actúan, como índica Geldard 10 (p. 243), a manera de un arpa o las cuerdas de un
piano. Puesto que estas fibras varían en longitud, son diversamente sensibles
a las diferentes frecuencias y dan lugar a las sensaciones de tono. A su vez, los
armónicos estimulan una serie de fibras distribuidas por la membrana. Por otro
lado, hay las teorías de frecuencia {o de teléfono), basadas en el principio de que
la membrana basilar vibra en su totalidad, de forma parecida al diafragma de
un teléfono o un micrófono. Las vibraciones transmitidas por el estribo al oído
interno también están presentes en ¡os movimientos de la membrana basilar y en
las células pilosas; este proceso completo de estimulación se reproduce en ¡a
respuesta del nervio auditivo, encargándose el cerebro de la tarea de examinar
e interpretar ios impulsos neurales recibidos.
Tal como comenta Geldard 10 (p. 257), no se trata ahora de aceptar una
teoría básica que excluya a las otras y explique todos los fenómenos auditivos.
En realidad, Geldard señala que el estado de conocimientos actual perjudica la
confianza que se pueda otorgar a la teoría de lugar en relación con los tonos altos
y una teoría de la frecuencia en relación con los tonos bajos, en la que un prin
cipio da así lugar a otro en la gama media de frecuencias. Como ocurre con las
teorías en otros aspectos de la vida, este concepto de que ambas teorías se
complementan entre sí todavía tiene que ser objeto de revisión a la luz de
otras aportaciones- adicionales.
S o n o r id a d e n s o n io s . El fo n io s ó lo n o s in d ic a la ig u a ld a d su b je t iv a
d e lo s d is t in t o s s o n id o s , p ero no n o s d ic e n a d a a c e rc a d e la sonoridad subjetiva
relativa d e lo s d ife re n te s s o n id o s . P a ra e s t o s p r o p ó s it o s c o m p a r a t iv o s n e c e s i
ta m o s to d a v ía o t ro patrón.
112
20 50 100 200 500 1000 2000 5000 20,000
Frecuencia, h e m o s (Hz)
Fig. 5.6. C u rva s de tonalidades puras de igual sonoridad. Cada curva representa ni
ve les de intensidad de d iv e rsa s frecuencias, que se supone son igualm ente so n o ra s.
La cu rva m ás baja m uestra las intensidades m ínim as de d ive rsas fre cu e n cias que
generalm ente pueden oírse. {S e g ú n Robinson y D a d so n .28 D e rechos re se rva d os. C o r
tesía del National Physical Laboratory, Teddíngton, M íddiesex, Inglaterra.)
KS
4. Se suma este producto al 0,7 del índice que lo tenga mayor io m¡VIj.
La sonoridad total en sonios es, pues, de (0,3 2 S +.0,7 S mal).
5. Esta sonoridad total (sonios) se puede convertir en nivel de sonoridad
(fonios), utilizando las dos columnas a la derecha de la tabla 5-1.
Tabla 5-1. Extractos de la tabla utilizada para calcular la sonoridad (sonios) de sonidos
complejos
■o
03 CO
<o
Indice de la sonoridad de la banda (S ) para bandas de octava ^3 _0 ^ o
_ c en Punto m ed io de la banda de octava
----- — ---------- ----------------------- ---------------- ---- § O
o 10
§_2 31,5 63 125 250 500 1000 2000 4000 8000 CO
E n m a s c a r a m ie n t o
El e n m a s c a r a m ie n t o ( m a s k in g ) e s u n a c o n d ic ió n en la q u e u n c o m p o n e n t e
d e l s o n id o a m b ie n ta l re d u c e la s e n s ib ilid a d d e l o íd o a o tro c o m p o n e n te . D e fin id o
e n t é r m in o s o p e ra c io n a le s , el e n m a s c a ra m ie n t o e s la c a n tid a d m e d ia n te la cu a l
* E sta c o m p a ra c ió n s e m ejora co n el e m p le o d e un d e te rm in a d o s is t e m a
d e p e sa je «E». Tal tram a de p e sa je para una m e d ic ió n del n iv e l de u n s o n id o — co m o
s e ría n ia s m e d id a s A, 8 y C — s e intenta qu e «a ju ste» la s le c tu ra s d e n iv e le s d e so n id o
p or ¡o q u e re sp e c ta a la s v a r ia c io n e s de s e n sib ilid a d de! o íd o fre nte a fre c u e n c ia s
d ife re n te s.
114
el umbral de audibilidad de un sonido (el sonido enmascarado) es rebasado por
la presencia de otro sonido (enmascarante). Al estudiar los efectos del enmasca
ramiento, un investigador mide, por lo general, el umbral absoluto (el nivel audible
mínimo) de un sonido (el sonido que ha de quedar enmascarado) cuando éste
se presenta aislado, y luego se mide su umbral en presencié del sonido
enmascarante. La diferencia se atribuye al efecto de enmascaramiento.
Los efectos de enmascaramiento varían según el tipo de sonido enmas
carante y el propio sonido enmascarado, ya sean tonalidades puras, sonidos
complejos, ruido en general, palabras, etc. En la figura 5-7 aparecen dos ejemplos
del efecto de enmascaramiento de tonalidades puras. En los efectos de enmas
caramiento que ejerce el ruido (a) podemos observar que el umbral de las
Fig. 5.7. Los efectos de enm ascaram iento de tonalidades puras por a) el ruido y b) otros
tonos. Las curvas m uestran el núm ero de decibelios mediante lo s cuales tonos de
diversas frecuencias son e n m ascarados por el ruido u otros tonos, (a se gú n W. A. Mun-
son en C. M . Harris, pp, 5 a 16; b se gú n W egel y Lañe.36)
Displays auditivos
115
general, a los displays visuales. Enumeramos a continuación algunas de tales
circunstancias:
— Cuando el origen de la señal es, asimismo, un sonido
— Cuando el mensaje es simple y corto
— Cuando, más adelante, no se hará referencia al mensaje
— Cuando el mensaje trata de sucesos temporales
— Cuando se emiten señales de aviso o cuando el mensaje llama a la
acción inmediata
— Cuando continuamente presentan cambios de información de algún
tipo, tal como sucede en aviones, informaciones de vuelo o radioescuchas
— Cuando el sistema visual está sobrecargado
— Cuando los canales de comunicación oral funcionan a tope (en cuyo
caso las señales auditivas deberían ser perfectamente distinguibles del habla,
como los tonos, por ejemplo)
— Cuando la iluminación limita el uso de la visión
— Cuando el receptor se mueve de un sitio para otro
Evidentemente, la aplicación de la anterior serie de sugerencias debe
adaptarse a las circunstancias en vez de ser seguida al pie de la letra. Por
supuesto, existen otras circunstancias en las que serían preferibles los displays
auditivos. De la enumeración anterior deberíamos destacar el hecho de que es
aconsejable reducir los mensajes auditivos a aquellos que son cortos y simples
(excepto en lo que respecta a la comunicación verbal), puesto que la gente no
comprende bien los mensajes complejos.
Bajo un punto de vista, hay tres tipos de funciones humanas compren
didas en la recepción de señales acústicas, y dependen de la naturaleza de la
señal en cuestión como sigue: 1) detección (determinar si una señal dada está
o no presente, tal como podría ser una señal de aviso); 2) discrim inación relativa
(diferenciar entre dos o más señales cuando aparecen muy juntas), y 3) identifica
ción absoluta (identificar una señal particular de cualquier clase, cuando solamente
es ésta la que aparece). La discriminación relativa y la identificación absoluta
pueden hacerse en base a cualquiera de las diversas dimensiones de los estímulos,
tales como intensidad, frecuencia, duración y dirección (diferencia en lo que
respecta a la intensidad de las señales transmitidas hacia los dos oídos).
116
En lo que se refiere a las tonalidades puras, tarda unos 200 o 300 ms en «perci
birlos» (M unson21), y unos 140 ms en dejarlos de oír (Stevens y D avis’*),
aunque los sonidos de banda amplia se perciben y dejan de oírse con mayor
rapidez. Debido a estos retrasos, las señales de menos de 200 a 500 ms de
duración no suenan tanto como las de mayor duración. Por lo tanto, las señales
auditivas (sobre todo las tonalidades puras) deberían tener, como mínimo, 300 ms
de duración; si necesariamente han de ser más cortas, debería aumentarse su
intensidad a fin de compensar la reducción de audibilidad.
Bajo condiciones más bien ruidosas, la intensidad de la señal tiene que
elevarse hasta alcanzar un nivel que supere al del ruido para asegurar su detec-
tabilidad. A este respecto, Deatherage6 ha propuesto un método empírico a fin
de especificar el nivel óptimo de la señal y que consiste en que la intensidad de
ia señal (en el momento en que llega al oído) esté a medio camino entre el
umbral enmascarado de la señal en presencia del ruido y los 110 dB.
117
de presión de sonido. Resulta evidente que las diferencias menores pueden
detectarse utilizando señales de intensidades superiores, tales como un mínimo
de 60 dB por encima del umbral absoluto. Las DM N de las señales por encima de
los 60 dB son mínimas por lo que respecta a las señales de frecuencias inter
medias (1000 y 7000 Hz) y, por supuesto, estas diferencias tienen su importancia
si las señales auditivas han de ser distinguidas por su intensidad.
118
puedan identificarse así és, por lo general, bastante pequeño, tal como ya se decía
en la explicación de la teoría de ¡a información en el capítulo 3. La tabla 5-2 nos
presenta, para cada una de determinadas dimensiones auditivas, algunas
indicaciones sobre el número de niveles que pueden identificarse.
i Principios generales
A Compatibilidad: Siempre que sea posible, la selección de las dimensiones
de la señal y su codificación deberían explotar las relaciones naturales
119
II Principios de presentación
F Evitar los extremos de las dim ensiones auditivas.
G Establecer la intensidad con relación al nivel de ruido ambiental.
H Utilizar señales variables o interrumpidas: siempre que sea factible debe
evitarse el utilizar señales estables, ya que es aconsejable la utilización
de señales variables o interrumpidas. Esto tenderá a reducir la adaptación
perceptiva.
III Principios de instalación de los displays auditivos
I Los tests de señales a ser utilizados: Tales tests deben hacerse con una
muestra representativa de la población usuaria en potencia, a fin de
asegurarse de que las señales pueden ser detectadas.
J Evitar el parecido con señales utilizadas anteriormente: Cualquier señal
recientemente instalada no debería ser contradictoria, en cuanto a su
significado, con cualquier otro tipo de señales parecidas usadas en
sistemas anteriores o existentes.
K Facilitar la sustitución de un display previo: Cuando las señales auditivas
hayan de reemplazar otro tipo de presentación (como las visuales), es
aconsejable que ambos sistemas aparezcan juntos durante un tiempo para
que la gente se acostumbre a las nuevas señales.
Capacidad
de llamar Capacidad de penetración
Alarma Intensidad Frecuencia la atención por el ruido
Diáfono Muy alta Muy baja Buena Mala en ruido de baja fre
(sirena de cuencia
niebla)
Bocina Alta Baja a alta Buena Buena
Pitido Alta Baja a alta Buena si es Buena si la frecuencia es la
intermitente adecuada
Sirena Alta Baja a alta Muy buena si Muy buena si las frecuencias
emite alti tienen altibajos
bajos
Campana Media Media a alta Buena Buena si el ruido es de baja
frecuencia
Zumbador Baja a media Buena Regular si ei espectro es pa
recido al ruido de fondo
Carriilón y Baja a media Baja a media Regular Regular si el espectro es pa
gongo recido al ruido de fondo
Oscilador Baja a alta Media a alta Buena si es Buena si la frecuencia es ia
intermitente adecuada
— Usar frecuencias por debajo de los 1000 Hz cuando las señales tengan
que atravesar largas distancias (sobre 3000 m), debido a que las altas frecuencias
no llegan tan lejos.
-— Usar frecuencias por debajo de los 500 Hz cuando las señales tengan
que «franquear» obstáculos importantes o atravesar tabiques.
— Usar una señal modulada (de 1 a 8 beeps por segundo o sonidos
intermitentes que se perciban una o tres veces por segundo) puesto que resultan
bastante diferentes de los sonidos normales que exigen atención.
— Usar señales con frecuencias diferentes de las que predominan en el
ruido de fondo, con la finalidad de reducir el efecto de enmascaramiento.
— Preferentemente, usar señales de aparición repentina de alta inten
sidad para poner al receptor en alerta. Cuando se utilicen auriculares, tener en
cuenta la presentación dicótica (señal alternante que pasa de un oído al otro).
— Si se utilizan diferentes señales de aviso para representar condiciones
diferentes, cada una debería ser perfectamente distinguible de las otras.
— Siempre que sea factible, usar un sistema de comunicación separado
para las señales de aviso, como altavoces, megáfonos u otros aparatos que no
se utilicen para otras finalidades.
121
condiciones de señales y de ruidos simulados, algo parecidas a las que pueden
darse en un avión (Flynn et a!t.8). Sin entrar en los detalles de esta investigación,
los resultados probablemente tendrán importantes consecuencias por lo que
respecta a diversos d isplays auditivos, pues en particular se encontró que la
jproporción señal-ruido era un factor mucho más crítico en las distinciones
auditivas efectivas, que la intensidad de la misma señal.
Displays táctiles
Método Braille
1 . .4
2 . . 5
3 . . 6
122
condiciones de señales y de ruidos simulados, algo parecidas a las que pueden
darse en un avión (Fiynn et alt.8}. Sin entrar en los detalles de esta investigación,
los resultados probablemente tendrán importantes consecuencias por lo que
respecta a diversos displays auditivos, pues en particular se encontró que la
proporción señal-ruido era un factor mucho más crítico en las distinciones
auditivas efectivas, que la intensidad de la misma señal.
Displays táctiles
Método Braille
1 . . 4
2 . . 5
3..6
Una combinación determinada de éstos representa a cada letra, número
o palabra común. Los aspectos críticos de estos puntos son la posición, la dis
tancia entre puntos y la dimensión (diámetro y altura), siendo todos ellos distin
guibles mediante el tacto.
Otro uso del sentido táctil es el que hace referencia al diseño de los
mandos de control y otros aparatos relacionados con ello. Aunque eso no son
«d isp lays » en el sentido convencional de la palabra, la necesidad de identificar
correctamente tales aparatos puede ser considerada como perteneciente al
concepto genera! de lo que entendemos por displays. La codificación de tales
aparatos para su identificación táctil incluye forma, textura y tamaño.
^ <® §
^ ^ 2
Fig. 5.10. Serie de mandos para palancas distinguibles por el solo tacto. Las formas
de cada serie rara vez se confunden con las de la otra. (Según Jenkins.16)
123
Una combinación determinada de éstos representa a cada letra, número
o palabra común. Los aspectos críticos de estos puntos son la posición, la dis
tancia entre puntos y la dimensión (diámetro y altura), siendo todos ellos distin
guibles mediante el tacto.
Otro uso del sentido táctil es el que hace referencia al diseño de los
mandos de control y otros aparatos relacionados con ello. Aunque eso no son
*d isp !ays* en el sentido convencional de la palabra, la necesidad de identificar
correctamente tales aparatos puede ser considerada como perteneciente al
concepto general de lo que entendemos por displays. La codificación de tales
aparatos para su identificación táctil incluye forma, textura y tamaño.
Fig. 5.10. Serie de mandos para palancas distinguibles por el solo tacto. Las formas
de cada serie rara vez se confunden con las de la otra. (Según Jenkins.16)
123
En la figura 5-11 aparecen los 15 mandos de estas tres clases.* Por lo que
respecta a las dimensiones de los mandos de estas tres clases, Hunt supone que
no deberían tener más de 10 cm como dimensión máxima y no menos de 1,2 cm
(excepto por lo que respecta a la clase C, para la que sugiere 1,8 cm como
mínimo). En cuanto a la altura, no deberían ser inferiores a 1,2 cm, pero tampoco
necesitan más de 2,5 cm.
Si, además de ser distinguibles uno de otro mediante el tacto, los con
troles tuviesen formas que estuviesen simbólicamente relacionadas con su uso,
el aprendizaje del empleo se simplificaría. A este respecto, la United States Air
Forcé ha creado una serie de 10 mandos que han sido estandarizados para las
carlingas de los pilotos. Estos mandos estándar, además de distinguirse unos de
otros por el tacto, incluyen aigún aspecto que tiene un significado simbólico. En
(n ) (o ) (p)
Clase C, m an d os de posición de retén
Fig. 5.11. D ise ñ o s de m andos de tres ciases, que rara vez se confunden por el tacto.
(S e g ú n Hunt.15)
124
Com presor Mezcla Aíre del Alerones Tren de
carburador aterrizaje
Fíg. 5.12. Mandos de forma codificada y estandarizada que emplean los aviones de la
United States Air Forcé. Algunos de ellos guardan una relación simbólica con su
función, como podría ser la rueda que representa el control del tren de aterrizaje.
(Personnel S u b s y s t e m s cap. 2, sec. 2D18, p. 3.)
característica fue estudiada (junto con otras variables) en una serie de experi
mentos con mandos cilindricos planos como los que aparecen en la figura 5-13
(Bradley3). En una fase del estudio, se emplearon mandos de este tipo de 5 em
de diámetro, y los individuos entraban en contacto con cada mando a través de
una abertura tapada con cortinillas y se les pedía que identificasen el diseño
particular que creían apreciar. Los resultados aparecen en la figura 5-14, etique
tados com o «matriz de confusión» e indicándose el número de veces que se
identificó correctamente cada mando y también las ve ce s incorrectas (y en tales
casos, los mandos con los que se les confundía). El mando liso no fue confundido
con ningún otro, y viceversa; los tres d ise ñ os estriados se confundían entre si,
pero no con los restantes diseños; y los d ise ñ o s nudosos también se confundían
unos con otros, pero no con ios restantes. Deberíam os añadir que (en una fase
posterior dei estudio) con las m anos enguantadas y m andos de menor tamaño,
hubo algún tipo de confusión entre fas clases, pero por lo general fue de poca
importancia. El investigador propone que las tres superficies características
pueden se r utilizadas, con una discrim inación razonablemente segura, es decir,
la lisa, la estriada y la nudosa.
125
rvianoo
Uso Estriado Nudoso
A B C D E F G H I J
A 45
B 42 6
C 3 33 1
D 6 44
E 29 11 1 4 t
F 8 8 7 8 5 6
G 1 7 27 15 9
H 6 7 27 1 2
I 1 7 6 5 2 18
J 5 4 1 21 10
Fig. 5.14. «Confusión matriz», con los resultados del estudio en el que s e presentaron
m andos de diferente textura de superficie a u n os 45 sujetos, a través de una abertura.
(L o s m an d o s a ¡os que se hace referencia so n lo s que aparecen en la figura 5.13.) Los
n ú m e ro s de las columnas so n ¡os núm eros de ve c e s que se «identificó» cada m ando
con el que s e tenía en la mano, cuando el real e s el que se indica en la parte su pe rio r
de la colum na. Los núm eros que corresponden a las identificaciones correctas so n los
que aparecen en las celdillas en diagonal. (Se gú n Bradley.1)
126
y vigilancia. Debido a las ventajas inherentes de los sentidos de la vista y del
oído en lo que se refiere a la comunicación, no se espera que los displays táctiles
dinámicos sean muy utilizados, pero que podrían ser utilizados en circunstancias
especiales. Teniendo en cuenta los efectos de varias formas de energía sobre la
piel, la adaptación de la piel al estímulo y otros factores, es probable que la
estimulación mecánica y eléctrica ofrezca buenas perspectivas.
128
i
50 mils; frecuencia de las vibraciones. 12,5 a 250 Hz; profundidad de penetración
en la piel, 2.6 mils (Bliss et alt.2}.
Aprender a «leer» con el Optacon exige su tiempo. Por ejemplo, uno de
los sujetos tardó unas 160 horas de práctica y entrenamiento en leer un promedio
de unas 50 palabras por minuto. Este promedio está muy por debajo de los
lectores del Braille, algunos de los cuales llegan a promedios de 200 palabras por
minuto. Al mismo tiempo, tal aparatíto sí que ofrece la posibilidad de que algunos
ciegos puedan leer lo impreso en forma convencional y por un precio moderado.
De la misma manera que el material impreso puede ser convertido en
forma táctil, así los objetos del medio ambiente pueden ser reproducidos en forma
de estimulación táctil. Un desarrollo reciente de este tipo es el Sistema de
Sustitución Visual por Tacto (SSVT) inventado por el Instituto Smith-Kettlewell
de Ciencias Visuales y el Departamento de Ciencias Visuales de la Universidad del
Pacífico (Coilins y Bachy-y-Rita 5). Este sistema, que se ilustra en la figura 5-16,
identifica los objetos mediante un par de «gafas lectoras» y transmite las imá
genes a través de un haz óptico de fibras flexibles a una cámara de televisión
de poco peso, la cual, a su vez, convierte la imagen visual en una correspondiente
red de impulsos electrónicos. Aunque tal sistema aún está en fase de perfeccio
namiento. las pruebas de investigaciones anteriores permiten suponer que, con
un entrenamiento adecuado, el cerebro puede integrar la «información» así
129
recibida en un «pozo» sensorio total de información y, por tanto, utilizarlo en el
análisis del medio ambiente de las personas.
R esu m en
IJ
130
6. Comunicación verbal
131
6. Comunicación verbai
131
(labios, lengua, dientes y paladar) a medida que, en su funcionamiento, cierran
o constriñen el canal de salida del aire. En la formación de posibles fonemas
generados por el proceso de articulación, hay cinco tipos de articulación
(Miller,10 p. 17):
— O clu sivos o implosivos, producidos por el cierre total del paso del
aire. Ejemplo, la p en popa.
— Fricativos o aspirantes, producidos al formarse un estrecho canal por
donde escapa e! aire ejerciendo una cierta fricción, como la z en zarza.
— Laterales, cuando el obstáculo se forma en el centro de la cavidad
bucal, dejando paso franco al aire por un lado de la lengua o por ambos a la vez.
Sería el caso de la / en lelo.
— Vibrantes, originados por la rápida vibración de un órgano de articu
lación, como la r vibrante de ciertas lenguas europeas (carro).
— Vocales, sonidos en los que no se produce ningún obstáculo a la
salida del aire.
132
y de hecho, cada individuo puede (y así lo hace) variar el registro de su espectro,
lo que depende en parte de las circunstancias, como la de estar hablando en
una conversación tranquila, en la que tonalidad y ruido son, por lo general,
relativamente bajos, o estar hablando en grupo, cuando tonalidad y ruido son
típicamente altos, o gritarles a los niños para que hagan tal o cual cosa (que es
cuando tonalidad y ruido alcanzan, normalmente, su máximo). Los hombres
generan un espectro algo más bajo que el de las mujeres, tal como se indica en
la figura 6-1, la cual muestra el nivel medio «total» del habla de comunicantes
varones y hembras. Existen diferencias notables entre las dos curvas, más en las
frecuencias bajas que en las altas, y el nivel total de las mujeres es de unos
3 dB menos que el de los hombres.
133
2. Listas de palabras fonéticamente equilibradas. Ejemplos: clove
(clavo) y rib (costilla): las 20 listas entre las que se seleccionan las palabras
son proporcionalmente representativas de diversos tipos de sonidos presentes en
el habla cotidiana. Base del recuento: porcentaje de exactitud.
3. Pruebas de consonancia modificada. Ejemplos: rang (tocado) y p/f
(hoyo). Base del recuento: porcentaje de exactitud en el reconocer uno de los
fonemas de cada palabra del test, sea la consonante inicial o la final.
4. Test de frases (dos tipos). Ejemplo del tipo 1: ¿Qué día viene antes
de! miércoles? Base del recuento: determinar si la respuesta indica que el receptor
ha entendido la pregunta. Ejemplo del tipo 2: Tú, chulo, da las cartas por la
derecha. Base del recuento, porcentaje de palabras «clave» recordadas
correctamente.
Registro de inteligibilidad
134
Frecuencias de centro de una banda a un terckj de octava,
contribuyendo a la inteligibilidad del habla
„ O O O O o O OO O
o o ir > 2 0 0 2 o m o o o
0 m » - 0 0 > o 0 o c j r o 0 ¡ r ) .
40
O oo
Nivel de banda a un tercio de octava, declbellos
sr
Fig. 6.2. Ejemplo del cálculo de un índice de articulación (IA ) m ediante el método
de banda a un tercio de octava. En cualquier situación dada, la diferencia (en dB) entre
el nivel del habla y el nivel de ruido queda determinada por cada banda. E sta s dife
rencias se multiplican por su s amplitudes. La sum a es el IA. (Se gú n Kryter.7)
N iv e l de Interferencia Verbal
135
- • wm
Frecuencias de centro de una banda a un tercio de octava,
contribuyendo a la inteligibilidad del habla
_ OO O o o O o o
O O i n O O O O o m o g 0 tn o o
W
O i n - ' - O o u t O o c v J t p O
O I I O V O I O O , - - «
^
« to 2
tr °in
Nivel de banda a un tercio de octava, declbellos 120
60
V
40
I
20
1
Esp ectro de ruido a b anda
de un tercio de octava
j_ , I __ L | 1 1 1 II
-20 3 4 5 6 789 2 3 4 5 6 7 8 9
100 1000 10,000
Frecuencia, herzfjs (Hz)
2. P ic o s del habla 4. C o lu m n a
t. B a n d a 3. P e s o
m e n o s ruido, d B 2 x 3
200 30 0 .0 0 0 4 0 .0 1 2 0
250 26 0 .0 0 1 0 0 .0 2 6 0
315 27 0 .0 0 1 0 0 .0 2 7 0
4 00 28 0 .0 0 1 4 0 .0 3 9 2
500 26 0 .0 0 1 4 0 .0 3 6 4
630 22 0 .0 0 2 0 0 .0 4 4 0
800 16 0 .0 0 2 0 0 .0 3 2 0
1000 8 0 .0 0 2 4 0 .0 1 9 2
1250 3 0 .0 0 3 0 0 .0 0 9 0
1600 O 0 .0 0 3 7 0 .0 0 0 0
2000 0 0 .0 0 3 8 0 .0 0 0 0
2500 12 0 .0 0 3 4 0 .0 4 0 8
3150 22 0 .0 0 3 4 0 .0 7 5 8
4000 26 0 .0 0 2 4 0 .0 6 2 4
5000 25 0 .0 0 2 0 0 .0 5 0 0
IA = 0 .4 7 3 8
135
Rg. 6.3. Relaciones entre el índice de Articulación UA) y la inteligibilidad de diversos
tipos de materiales para pruebas de habla. (Según Kryter,7 y French y Steinberg.6)
Una posterior elaboración del NIV dio como resultado el desarrollo de una
serie de curvas sobre criterios de ruido (CR) (Beranek ■ ), tal como aparecen en
la figura 6-4. No explicaremos sus derivaciones, pero, por lo general, tienen en
cuenta el NIV y el nivel de sonoridad en fonios (tal como se explicaba en el
capítulo 5); toda curva CR tiene un nivel de sonoridad en fonios que es 22 unidades
mayor que el NIV en dB, lo cual se expresa mediante el número CR de la curva.
Por lo que respecta a su empleo, se recomiendan las curvas individuales de CR
como niveles permisibles de ruido en las bandas de ocho octavos; ninguna banda
de octavos podría superar la curva tipo CR. Cada valor CR recomendado (tal
como aparecen posteriormente en la tabla 6-1} es propuesto para permitir las
comunicaciones verbales adecuadas exigidas por la habitación o el espacio en
cuestión, y a fin de minimizar las incomodidades en tal área.
136
C o m p o n e n te s d e ta s c o m u n ic a c io n e s v e r b a le s
El m ensaje
137
cuando resulta realmente difícil emitir sonidos, el número total de palabras que
pueden ser usadas tiene una notable influencia sobre la identificación correcta
de las palabras; cuanto menor es el vocabulario, mayor es la probabilidad de
identificación. Este principio general ha sido confirmado en experimentos tales
como el de Miller, Heise y Lichten,11 en el cual se presentaron los sujetos con
palabras tomadas de vocabularios de diversas extensiones (2, 4, 8, 16, 32 y
256 palabras, y monosílabos sin seleccionar). Se les presentó bajo condiciones
ruidosas y se emitieron señales que oscilaban entre los 18 y los 9 dB. Los
resultados -— véase la figura 6-5— muestran claramente que el porcentaje de
palabras correctamente reconocidas estaba muy claramente relacionado con la
extensión del vocabulario empleado.
138
equivalentes alfabéticos (como el hoy tan familiar Roger) en algunas organiza
ciones militares y en la aviación internacional, en la que cada letra se representa
medíante una palabra fonéticamente distinta.
El hablante
139
cuando se eliminan las frecuencias por debajo de este nivel; por otra parte, la
eliminación de frecuencias por encima de 2000 tiene muy poco efecto sobre
su inteligibilidad.
Con todo, la inteligibilidad de un proceso de comunicación normal no
depende por completo de la inteligibilidad de todos y cada uno de los sonidos
del habla. Por ejemplo, los filtros que eliminan todas las frecuencias por encima,
o todas las frecuencias por debajo, de los 2000 Hz, si el silencio e s completo,
harán que la transmisión oral sea bastante inteligible, aunque los sonidos del
habla no parezcan naturales (Rosenblith y Stevens," p. 112). En la figura 6-6 se
resumen los efectos de la distorsión sobre el habla al haberse filtrado ciertas
frecuencias. Esta figura nos muestra, en una aplicación para filtros low -pass y
high-pass con diversas divisiones, el porcentaje de inteligibilidad de la comunica
ción oral transmitida. Puede observarse, por ejemplo, que la filtración de fre
cuencias por encima de los 4000 Hz o por debajo de los 600 Hz ejerce un efecto
relativamente pequeño sobre la inteligibilidad. ¡Pero fijémonos en el efecto de la
filtración en frecuencias por encima de los 1000 Hz o por debajo de los 3000 Hz!
Datos como los que nos suministra la figura 6-6 pueden proporcionar al diseñador
de equipos de comunicación algunas lineas a seguir cuando vaya a decidir cuánta
filtración puede tolerar su sistema
140
transmitir los elementos restantes de las ondas sonoras. Por otra parte, la división
de la línea central elimina las amplitudes por debajo de un valor determinado
y deja los picos de las ondas. Este procedimiento es algo más experimental que
práctico. El total de la división puede controlarse mediante circuitos electrónicos.
La figura 6-7 ilustra las ondas sonoras que resultarían de la utilización de ambas
formas de división.
generalmente, tienen menor intensidad). Por lo tanto, cuando ios picos quedan
recortados, reducimos ía intensidad de ias vocales, lo que resulta menos crítico
por lo que respecta a la inteligibilidad y conserva los rasgos esenciales de las
consonantes. Pero cuando eliminamos ias amplitudes de la línea central, las
consonantes resultan afectadas por la misma razón, mientras mantienen las carac
terísticas de las vocales. Puesto que la inteligibilidad casi no se resiente de la
desaparición de los picos, ios ingenieros de comunicaciones pueden eliminar los
picos y reconstruir las formas de la onda sonora, empleando la intensidad
disponible a fin de amplificar las consonantes más débiles pero más importantes.
Efectos del ruido sobre ef habla. Siempre existe algo de ruido, pero
en grandes dosis se convierte en el coco cuando resultan interesadas las comu
nicaciones verbales, ya sea por ei ruido ambiental (ruido en el medio ambiente)
141
■S
o ruido de línea en un sistema de comunicación. Los efectos del ruido en las
comunicaciones cara a cara, tal como los presenta Webster,1* se muestran en la
figura 6-9, que nos indica qué nivel de voz necesitaría una inteligibilidad razonable
del habla para varias combinaciones de NIV y distancia respecto del emisor.
Por lo que respecta a las combinaciones de distancia y ruido de la parte blanca
de la figura sería suficiente con una voz normal, pero aquellas combinaciones
P S IL 4 0 50 60 70 80 SO 10 0 110 120
S IL 37 47 57 67 77 87 97 107 117
L^ 47 57 67 77 87 97 107 117 127
Fig. 6.9. Nivel de voz y distancia entre emisor y receptor para que exista una comu
nicación cara a cara satisfactoria en cuanto pueda estar limitada por un nivel de ruido
ambiental (expresado en NIV). Para cualquier nivel de ruido determinado (tal como 57)
y de distancia (como 3 m), es posible determinar el nivel de comunicación necesario
(en este caso una voz «aita»). (Según Webster,11 fig. 19, p. 69.)
Fig. 6.10. Gráfico de clasificación de ios ruidos de una oficina. (B a sa d o en datos to
m ados de Beranek y N e w m an ,3 y modificados por Peterson y G ro S s,” a fin de reflejar
la práctica normal de utilizar bandas de octava con centros a 500, 1000 y 2000 Hz.)
142
metalurgia) fueron deducidas, mediante cuestionarios, por Beranek y Newman.3
Los resultados de esta investigación se emplearon para desarrollar una tabla de
clasificaciones de ruidos en trabajos, tal como aparece en la figura 6-10. La línea
de cada grupo representa los NIV (líneas de la base) que se creía existían según
determinadas clasificaciones subjetivas (escala vertical). El punto que hay en
cada línea representa el supuesto límite de inteligibilidad. El límite supuesto en
oficinas particulares (tono de voz normal a 2,5 m) superaba ligeramente los 45 dB,
y el de oficinas de dimensiones considerables (tono de voz algo más alto a 90 crn)
era de 60 dB.
Las opiniones por lo que respecta ai uso del teléfono se dan a conti
nuación (Peterson y Gross,12 p. 38).
M e n o s de 60 Satisfactorio
60 a 75 Difícil
M á s c(e 80 Im posible
Tabla 6-1. Niveles de interferencia del habla y criterios de ruido recomendados para
determinados tipos de salas
N ive l m áxim o
perm isible
(m edido en sa la s
v a cia s)
Tipo de sala N IV CR
143
metalurgia) fueron deducidas, mediante cuestionarios, por Beranek y Newman.3
Los resultados de esta investigación se emplearon para desarrollar una tabla de
clasificaciones de ruidos en trabajos, tal como aparece en la figura 6-10. La línea
de cada grupo representa los NIV (líneas de la base) que se creía existían según
determinadas clasificaciones subjetivas (escala vertical). El punto que hay en
cada línea representa el supuesto límite de inteligibilidad. El límite supuesto en
oficinas particulares (tono de voz normal a 2,5 m) superaba ligeramente los 45 dB,
y el de oficinas de dimensiones considerables (tono de voz algo más alto a 90 cm)
era de 60 dB.
Las opiniones por lo que respecta ai uso del teléfono se dan a conti
nuación (Peterson y Gross,12 p. 38).
M e n o s d e 60 S a tisfa c to rio
60 a 75 D ifíc il
M á s efe 80 Im p o sib le
Tabla 6-1. Niveles de interferencia del habla y criterios de ruido recomendados para
determinados tipos de salas
N ive l m áxim o
perm isible
(m edido en sa la s
v a cía s)
Tipo de sala N IV CR
O f ic in a s d e se cre taría, m á q u in a s de
e s c r ib ir 60 50-55
C o lis e o e x c lu s iv o para d e p o rte s (am pli-
fica ció n ) 55 50
P e q u e ñ a oficin a privada 45 30-35
S a la d e c o n fe re n c ia s para 20 35 30
C in e 35 30
S a la d e c o n fe re n c ia s para 50 30 20-30
T e a tro 500 a s ie n t o s (s in a m plifica ción) 30 20-25
C a s a s , d o rm ito rio s 30 25-35
S a i a s p ara a sa m b le a s (s in am p lifica ción ) 30
A u la s e s c o la r e s 30 25
S a la d e c o n c ie rto s (sin a m plifica ción) 25 15-20
143
o auditorios, esta reverberación parece obliterar el habla o importantes segmentos
de ella. La figura 6-11 muestra aproximadamente la reducción de inteligibilidad
motivada por diversos grados de reverberación (específicamente, el tiempo, en
segundos, que tarda el ruido en desaparecer del todo). Esencialmente, esta
relación viene expresada por la línea recta.
El receptor
Resumen
144
inteligibilidad. Por lo que atañe al aspecto de proyectos de ingeniería, las posi
bilidades a considerar son aquellas que permitan minimizar la transmisión del ruido
en la medida de lo posible (ya sea mediante un tratamiento acústico o por otros
medios), mejorando el diseño del equipo de comunicación y modificando la natu
raleza de los mensajes que se hayan de transmitir; y por lo que respecta al
personal, las únicas posibilidades son las de selección y entrenamiento de
hablantes y receptores siempre y cuando ello sea posible.
145
Tercera parte
La estructura básica del cuerpo está formada por el esqueleto, que consta
de 206 huesos. Algunas estructuras óseas sirven fundamentalmente para albergar
y proteger órganos esenciales del cuerpo, tales como el cráneo (que protege
el cerebro) y las costillas (que protegen el corazón, los pulmones y otros órganos
internos). Los otros huesos (del esqueleto) — los de las extremidades superiores
e inferiores y los huesos articulados de la columna vertebral— están relacio
nados, fundamentalmente, con la ejecución de actividades físicas, y ellos son.
pues, los que más nos interesan. Los huesos del esqueleto están conectados con
el cuerpo mediante unos puntos de unión. Existen dos tipos generales de unión
que se usan sobre todo en las actividades de tipo físico, denominadas articula
ciones sinoviales y articulaciones cartilaginosas. Las articulaciones sinoviales son
aquellas que permiten una flexión (como las articulaciones de los dedos y rodillas),
un movimiento giratorio (como el del codo, que también és una articulación
diartrósica como las anteriores) y las articulaciones esféricas (como las del
hombro y la cadera). El ejemplo más claro de articulación cartilaginosa lo ofrecen
las vértebras de la columna que, en conjunto, permiten un grado considerable de
rotación y que el cuerpo se incline hacia adelante.
Los huesos del cuerpo están unidos a las articulaciones mediante liga
mentos. Los músculos del esqueleto (también llamados músculos «estriados»
o «voluntarios») consisten en haces de fibras musculares que tienen la propiedad
de ser contráctiles; las fibras de los músculos sirven para convertir la energía
química en trabajo mecánico. Los dos extremos de cada músculo forman los
tendones, que, a su vez, están unidos a los diferentes huesos del esqueleto de
tal manera que, cuando activamos los músculos, éstos actúan como lo haría una
palanca mecánica.
150
El control nervioso de la actividad m uscular
Los nervios que forman parte de un músculo son de dos clases y se les
denomina nervios sensoriales y nervios motores. Algunos de los nervios senso
riales están relacionados con las sensaciones cutáneas (tacto, calor y frío,
dolor, etc.). Los restantes nervios sensoriales son los receptores propios, distri
buidos entre los músculos, los tendones y la cubierta de los huesos y que forman
un circuito de realimentación cinestésico de gran utilidad en el control muscular.
En realidad, los nervios motores controlan las acciones de los músculos.
La realización de actividades físicas depende de un aprendizaje que
puede ser examinado desde un sistema jerárquico de coordenadas en dos etapas.
Empleando la terminología de los cerebros electrónicos, la primera etapa, el
program a ejecutivo, trata del propósito total o del planeamiento del acto y, esen
cialmente, está bajo el' control consciente del sistema nervioso central. La
segunda etapa, la subrutinaria, trata del control de los movimientos específicos
necesarios para llevar a cabo el acto físico en cuestión. En la práctica, las sub
rutinas típicas llegan a estar tan aprendidas que se realizan automáticamente
cuando el «plan ejecutivo» se pone en marcha. El «aprendizaje» de estos actos
subrutinarios se basa en el establecimiento de conexiones nerviosas en el centro
nervioso del sistema de nervios motores. A sí pues, si uno decide, a nivel de plan
ejecutivo, subir escaleras, la subrutina de hacer esto constantemente se realiza
sin un control consciente.
M etabolism o muscular
151
a los músculos es escasa {por ejemplo, cuando el nivel de actividad física es
elevado), el ácido láctico tiende a acumularse en la sangre. Si la proporción o la
duración de la actividad física dan como resultado una acumulación continua de
ácido láctico, los músculos acabarán por no responder. Si la proporción de
eliminación de ácido láctico no se equilibra con su formación, el oxígeno adicional
debe ser suministrado una vez haya cesado la actividad a fin de eliminar el ácido
láctico restante. Llamamos a esto deuda de oxígeno y, puesto que esta deuda
debe ser saldada, pulso y respiración no vuelven a sus niveles normales inme
diatamente después de cesar el trabajo, sino que lo hacen lentamente hasta
haber reemplazado todo el oxígeno prestado.
Metabolismo basal. La proporción de metabolismo basal es la que se
necesita, simplemente, para mantener el cuerpo en un estado de inactividad.
Aunque varía de un individuo a otro, el promedio de los adultos oscila, por lo
general, entre 1500 y 1800 kcal/día (Tuttle y Schotteiius 65}.* Tomando como base
el nivel basal más la energía necesaria para una existencia relativamente seden
taria, Passmore 49 supone que se gastan unas 500 kcal durante 8 horas de descanso
en la cama, además de unas 1400 kcal durante el tiempo en que no se trabaja,
lo que supone un total de unas 1900 kcal por día; a su vez, Lehmann 41 calcula
estas exigencias (metabolismo basal y ocio) en unas 2300 kcal al día, y Tuttle
y Schotteiius 45 estiman que el adulto típico que lleva una vida casi sedentaria
emplea unas 2400 kcal al día. Por lo tanto, las diversas suposiciones de total de
calorías exigidas durante el tiempo de no trabajo oscilan entre 1900 y 2400 kcal
por día. {Posteriormente se hará mención a ios costes fisiológicos del trabajo.)
152
Fískdógicas
P s fc o tó g fc s s
Trsbsgo pesado
T ra b a jo S o b re c a rg a in f o r m a t iv a
twfxjviSxaciócí
V ig ila n c ia
A tm ó s fe ra P e lig r o
E n to rn o B v fe to . V ib r a c ió n
C o n f in a m ie n t o
C a k x / T rio
P ro p ia * ktaomofcs In s o m n io
^ _______________________
Q u ím ic m s : Eléctricas: Físicas: A c tiv id a d : A ctitu d e s:
Ané&KS tís sanare EEG (E lectroencefalogram a) Pres. da la sangro Prom edio tí® trabajo Ab u rrim ie n to
Anáfisis 6 a orins EC G (Etecetrocardíogram a) R itm o cardíaco E rro re s Otros factores
C onsum o tía owSgena EM G (E te ctrom io gra m «) Arritm ia senoidal Prom edio tía la actitud
D á feft ds GsígSKK) EO G (EtectrocuJograma! V o lu m e n del puteo d® parpadeos
Ctsnrss da recup. R G P (respuesta galvánica Déficit de pulsee.
de oxigeno de la piel) Te m p . del cuerpo
Catorfes Tasa respiratoria
Fig. 72. Causas fundamentales del stress y principales mediciones del strain, en cuanto
está originado por ei stress. {Según Singleton,59 fig. 4.)
para ello grupos o individuos aislados). Algunas de estas mediciones son, por sí
mismas, indicativas dei nivel general de demanda fisiológica de la actividad en
cuestión, mientras que otros tipos de mediciones reflejan la actividad de grupos
musculares específicos, y otras son importantes si se las considera como índices
de la actividad mental.
Medición de la demanda fisiológica general. Las demandas fisiológicas
de trabajo son medidas, generalmente, mediante el ritmo cardíaco (o algún deri
vado del mismo) y el consumo de oxígeno. Estas dos mediciones están estrecha
mente relacionadas entre sí por lo que respecta a los niveles variables de trabajo
muscular dinámico general, pero ninguna de las dos resulta un índice sensible
del trabajo muscular estático, del trabajo muscular dinámico «local» (el de
músculos específicos o grupos de músculos), o del trabajo mental (Burger 8).
El pulso indica, de forma razonable, ¡os efectos del stress calórico o emocional,
pero también está relacionado con factores individuales (constitución, condición
física, sexo, etc.) y, por tanto, resulta menos aconsejable que el consumo de
oxígeno como índice absoluto de la presión exigida por diferentes tipos de trabajo.
Puesto que el ritmo cardíaco y el consumo de oxígeno tienen sus propias
limitaciones como medidas de demanda fisiológica sobre una amplia base, Burger 8
propone el empleo de un índice de presión sanguínea como una especie de índice
combinado de la presión de sistemas orgánicos diferentes. Esto sería aproxima
damente el producto del ritmo cardíaco, la presión media arterial y la capacidad
pulmonar.
Existen ciertas mediciones derivadas del ritmo cardíaco y el consumo
de oxígeno que algunas veces se emplean. La deuda de oxígeno, por ejemplo, es
la cantidad de oxígeno exigido por los músculos después de iniciar una actividad,
por encima de la que viene suministrada gracias al sistema circulatorio. Esta
deuda ha de ser «saldada» una vez ha finalizado el trabajo, y se refleja en un
promedio elevado (es decir, por encima del nivel de descanso) de consumo de
oxígeno durante el proceso de recuperación. Una medición algo parecida basada
en el ritmo cardíaco es la que Davies 16 denomina déficit de pulsaciones (DP).
El DP refleja el déficit dei output cardíaco en los primeros momentos del ejercicio
y, por tanto, resulta indicativo del nivel de metabolismo anaeróbico. Operacional-
mente, el DP se calcula tomando el pulso del quinto minuto como referencia
y calculando el área delimitada por la curva de pulsacíones/minuto durante los
cuatro primeros minutos del ejercicio. S in embargo, Shephard 58 pone en duda
este procedimiento, argumentando que el promedio de pulsaciones, por lo general,
continúa subiendo durante los se gu n do s cinco minutos del ejercicio y considera
que ia medición del déficit de pulso basada en los segundos cinco m inutos
153
tendría mucha más significación como medida de la intensidad del ejercicio.
Otra medición basada en el ritmo cardíaco es la curva de recuperación
del pulso normal tal como es empleada por Brouha,3 que es la curva resultante
de la medición de las pulsaciones a intervalos determinados después del trabajo
(como por ejemplo, 1, 2 y 3 minutos). En términos generales, cuanto más exte
nuante es la actividad, más tiempo tarda el corazón en recuperar su ritmo normal
de pulsaciones.
El total de energía requerida por el trabajo se mide, frecuentemente, en
términos de calorías o consumo de oxígeno, que por lo general se expresan en
unidades por minuto o por hora.
r iJ ■ ' 1,1
60 6 3 .6
15 17.9
1.9 9.7 1.2 5.1
Fig. 7.3. Electrom iogram as de cuatro m úscu los de un sujeto que m antenía una fuerza
constante de 828 kg/cm y de 207 kg/cm. La sum a de lo s cuatro va lore s es un índice
del total del co n su m o de energía. (Se gú n Khalil ,37 fig. 3.)
154
de pulsaciones. Por ejemplo, en uno de los análisis que publicó, las
arritmia senoidal para tres' niveles de carga mental eran las
Marca de arritmia
Condición senoidal
En calma 13.0
Bajo nivel de carga mental 1,5
Alto nivel de carga mental 0,5
Algunos de los movimientos que hacemos con los brazos, las piernas y
otros.miembros se consideran básicos. Enumeramos algunos de estos movimientos,
junto con su respectiva terminología en biomecánica (Damon, Stoudt y
McFarland 13):
155
á sumare
Fig. 7.4. S e rie de determ inados m ovim ientos de las extrem idades su p e rio re s e infe
riores, b asa d o en un conjunto de 39 hom bres sele ccion ad os a fin de representar los tipos
f ís ic o s m á s im portantes que cum plen el se rvicio militar. Los tres valores (en grados)
que s e dan para cada ángulo son, respectivamente, el porcentaje 5, el m edio y el por
centaje 95 de m ovim ientos voluntarios, no forzados. (Basado fundamentalmente en datos
p roced e n te s de Dem pster,1’ y analizados nuevam ente por Barter et alt.3)
156
— Los movimientos continuos son aquellos que requieren ;de
ajustes del control muscular durante el movimiento, como al m anejar^yólante
de un coche o guiar una pieza de madera mientras pasa por la sierra cinta.
— Los movimientos de manipulación comprenden el manejo de elemen
tos, herramientas y mecanismos de control, que por lo general se hace con los
dedos o las manos.
— Movimientos repetitivos son aquellos en los que se repite el mismo
movimiento, como al utilizar un martillo o un destornillador, o al cerrar un grifo.
Los movimientos de secuencia son movimientos que están relativa
mente separados e independientes dentro de una secuencia de movimientos.
— Un reajuste estático es la ausencia de movimiento que consiste en
mantener una posición específica de un miembro del cuerpo durante un período
de tiempo.
157
tentes entre los movimientos físicos y por lo tanto pueden prestarse a ser
empleadas para comparar fuerzas tridimensionales en diferentes actividades.
En la figura 7-5 se ilustra la comparación de registros de fuerzas en la utilización
de máquinas de escribir manuales y eléctricas.
Manual Eléctrica
Vertical
tn
O
Frontal
Transversal
0.75
Tiempo, segundos
158
los costes fisiológicos de algunas actividades cotidianas. Los siguientes éjempi4é"í
se facilitan en kilocalorias por minuto (Edholm):19 dormir: 1,3; estar sentado: 1,6;
estar de pie: 2,25. En relación con la proporción de movimiento del cuerpo {como
al pasear y correr), el precio por unidad de trabajo (en coste fisiológico) aumenta
cuando aumenta el promedio, lo que en la figura 7-6 queda demostrado de forma
bastante evidente. La figura muestra las pulsaciones durante y después de una
carrera de 1600 m en la que 18 individuos desarrollaron velocidades situadas
entre los 4,9 y los 15,2 km/h. El aumento del coste de energía aumenta de forma
notable al alcanzar velocidades de 8,1 km/h y superiores. Además, el tiempo de
recuperación también aumenta notablemente. Los costes de energía en ejercicios
del cperpo de intensidades diferentes se ilustran posteriormente en la figura 7-7.
Las cargas de trabajo fueron ia consecuencia de correr por una pista de circuito
cerrado a determinadas combinaciones de velocidad e inclinación. Las curvas
Fig. 7.7. Curvas de consumo de oxígeno desde el inicio hasta el final de una carrera
en un circuito cerrado, con determinadas cargas, consecuencia de velocidades e incli
naciones ya especificadas; las exigencias de energía de las cargas se expresan me
diante un índice de consumo de oxígeno derivado en forma independiente. (Según
Margaría et alt.43)
159
C on sum o s do energís en sctividsdes específicas ■
Fig. 7.8. Ejemplos de consumos de energía en diversos tipos de actividad humana. Los
consumos de energía se presentan en kiiocaloría por minuto. (Datos tomados de Pass-
more y Durnin;50 adaptados y presentados por Gordon.26)
160
Fig. 7.9. C on su m o relativo de oxígeno de siete m étodos de transporte de carga, utili
zando eí sistem a de la alforja com o base de! 1 0 0 % . Ilustra el hecho de que la form a
en que se lleva a cabo una actividad puede influir so b re las exigencias de energía.
(Se gú n Datta y Ramanathan.14) <
Consum o de energía
(kcal/mtn)
Fig. 7.10. C on su m o s de energía humana (Kcal/m in) para cinco posturas em pleadas
en una tarea para recoger objetos de poco peso al nivel dei suelo. (S e g ú n V o s ,67 fig. 5.)
to!
[ J j j Í J l i i M l Í Í J O M ^ l|iiiiM ii |i i iii mil. . . . . . . . . . . .. m u i .................. . . . . . . -
rencias por lo que respecta a las posiciones adoptadas en otras tareas llevarán
aparejadas costes diferenciales de energía.
C o n su m o de oxígeno
C onsum o de energía aproxim ado
Tipo d e trabajo kcal/min kcal/8 h. litros/m in
162
Al explicar los consumos de energía a lo largo dol pgi-a
de jornada de trabajo, Lehmann ** supone que el output enerc^llL..
puede suministrar un hombre a lo largo de este tiempo es de unas
restando de aquí los supuestos calóricos básales y de descanso, estimados en
unas 2300 kcal/día, queda un máximo de unas 2500 kcal/día disponibles para el
trabajo cotidiano. Esto hace suponer que se pueden gastar unas 5 kcal/minuto.
Pero, aunque esto sea lo que el investigador propone como máximo, sugiere que
el gasto más normal es el de unas 2000 kcal/día, lo que daría un promedio de
unas 4,2 kcal/min. Edholm 18 (p. 91) propone unos valores algo más bajos, en
el supuesto de que un gasto de unas 2000 kcal/día debería ser considerado como
el máximo y de que los niveles de trabajo deberían mantenerse, preferentemente,
por debajo de este margen. Puesto que las diferencias entre estos y otros mo
delos fisiológicos son de poca monta, obtenemos la impresión de que los costes
fisiológicos no deberían superar estos niveles generales.
Fuerza y aguante
164
fepno o cualquier aparato que sirva para medir la fuerza ejercida contra cualquier
jeto. Sin embargo, la medición de tal fuerza no sólo depende de la fuerza
trínseca del músculo, sino también de las motivaciones del sujeto, las instruc-
iones del investigador e incluso el índice de medida empleado (por ejemplo, si
emplea un valor máximo o un promedio de dos o tres esfuerzos). Puesto que
mayoría de las actividades humanas consisten en esfuerzos dinámicos antes
ue esfuerzos estáticos, Kroemer se plantea serias dudas sobre la utilización de
nedidas de fuerza per se, aduciendo que resulta mecánicamente difícil, si no
Imposible, el predecir la capacidad de un individuo para realizar una tarea
adinámica (por ejemplo, darie vueltas a una manivela) basándose en la medición
de su capacidad de fuerza estática (por ejemplo, levantar un peso).
Arriba
Afuera
Adentro
165
ángulos en 150° y 180°. Las diferencias existentes entre los restantes movimientos
no son acusadas, pero los modelos que emergen son la consecuencia de las
ventajas mecánicas de tales movimientos, considerando incluidas las palancas
y la efectividad de las contracciones del músculo al aplicar el anclaje a los
miembros del cuerpo. Deberíamos añadir aquí que, aunque no se indican los datos
de la mano izquierda, la fuerza de los movimientos de la mano izquierda es
aproximadamente un 10 % inferior a la de la mano derecha.
Flg. 7.14. Fuerza máxima que el brazo puede ejercer para movimientos en diversas
direcciones, por lo que respecta a diferentes ángulos del codo de la parte superior del
brazo derecho, a muestra los valores del quinto percentil, y b los valores medios (con
una escala vertical en libras) de una muestra de 55 hombres. Véase la figura 7.13
en la que se ilustran los movimientos y posiciones del brazo. (Basado en datos to
mados de Hunsicker.3*)
Aguante (endurance)
Fig. 7.15. Tiempo de aguante como función de ias exigencias de fuerza. (Se gú n Kroe-
mer,3! fig. 4 , adaptado de fuentes diversas.)
166
período de tiempo, ia fuerza exigida debería estar por debajo de la propia capacidad
de fuerza estática de cada individuo.
Deberíamos añadir que un concepto primario de aguante hace referencia
a la capacidad de mantener alguna actividad general del cuerpo durante un
período de tiempo (antes que al ejercicio constante de un músculo determinado
o de un grupo de músculos). En este marco de referencias, el «aguante» de ios
individuos estaría en función del coste total de energía de la actividad y del
consumo de energía que los individuos puedan mantener razonablemente durante
cierto tiempo. Si los costes de energía superan los límites razonables, debería
programarse un tiempo de descanso para mantener las exigencias de energía
total dentro de unos límites.
Partiendo del supuesto de que, siempre que sea posible, debería evitarse
ia utilización de un máximo de fuerza, diversos individuos y organizaciones se
han interesado por determinar las cargas máximas que son permitidas levantar
a los individuos.
Métodos de levantamiento. Las conclusiones de las pruebas efectuadas
sobre métodos de levantar pesos a partir del suelo (o cerca del nivel del suelo)
apoyan la siguiente técnica (tomada de Davies 1S): 1) pies suficientemente sepa
rados para equilibrar la distribución de! peso; 2) rodillas y caderas flexionadas,
espalda razonablemente recta; 3) los brazos tan cerca del cuerpo como sea
posible, con la carga tan cerca del cuerpo como sea posible; 4) siempre que sea
posible, debe usarse la mano entera, y no solamente los dedos; 5) levantar ¡a
carga suavemente, sin tirones bruscos. Este método de levantamiento se realiza
sobre todo mediante una extensión de las piernas. Una postura semejante es ia
que aparece en la figura 7-16 (ejemplo I), junto con otra técnica de levantamiento
(ejemplo II) que fue utilizada por Tichauer 61 en un estudio comparativo de estos
dos métodos, de! que obtuvo registros electromiográficos de dos músculos (el
glúteo máximo y el sacroespinal). Los ejemplos de estos registros muestran
menos actividad muscular en la técnica I que en la técnica II, lo que lleva a
recomendar el método propuesto por Davies.
Carga a levantar. AI explicar los diferentes tipos de cargas permisibles
o aceptables que han sido propuestos, Davies 15 hace referencia a una «notable
[o)
U>)
J W Í* 'W ___
Fíg. 7.16. R e gistros electrom iográficos de dos m úscu los (a, glúteo máximo, y h, sacro-
espinal) conseguidos a partir de un sujeto a! utilizar d o s técnicas de levantamiento.
La técnica i consigue m enos actividad m uscular que la técnica I!. (La s letras y las
líneas representan los re gistro s d e ¡os se gm e n tos corre spon die n te s de io s m ovi
m ientos efectuados por los d o s métodos.) (Se gú n Tichauer.64 fig. 9.)
167
variación» entre ambas técnicas y entre los diferentes tipos de carga. Aunque
algunas de las variaciones pueden atribuirse a las condiciones experimentales
específicas y a los métodos empleados para conseguir los datos, todavía existen
discordancias sin explicación aparente entre los diferentes datos. Aunque
posteriormente se presenten, con finalidad meramente ilustrativa, diferentes tipos
de estándares recomendados y resultados conseguidos, deberían recordarse las
disparidades de las que se ha hablado. Una serie de recomendaciones han sido
propuestas por el International Occupational Safety and Health Information
Center,72 y estas recomendaciones, que cubren unos razonables límites de peso
que pueden levantarse ocasionalmente con cualquier método, tienen en cuenta
las relaciones entre la eficiencia y la edad y son las que se expresan a continuación:
V arón 15 19 23 25 20 16
H e m b ra 10 12 14 15 13 10
Altura libras kg
168
Fig. 7.17. C on su m o de energía en el levantamiento por unidad de trabajo para diversas
clase s de p e so s y alturas especificadas. El levantam iento m ás eficiente e s el co n se
guido con un peso de unos 18 kg a partir de una altura entre 100 y 152 cm. (Tomado
de Frederick ,23 y presentado por D a vie s ,15 fig. 3.)
uno puede calcular e! número de levantamientos por hora que podrían realizarse
y mantener todavía el consumo tota! de energía dentro de algunos límites
deseables específicos, como el de 200 kcal/h.
Em pujar Estirar
Capacidad de respuesta
170
se emplea en hacer el movimiento que corresponde a uno de estos estímulos
consiste, realmente, en una combinación de retrasos; la naturaleza de estos
retrasos y la escala de tiempos estándar en milisegundos (ms) que necesitan han
sido resumidos por Wargo 68 de la siguiente manera: retraso del receptor. 1 a 38;
transmisión nerviosa a la corteza, 2 a 100; retrasos del proceso central, 70 a 300;
transmisión nerviosa al músculo, 10 a 20, y latencia muscular y tiempo de
activación, 30 a 70. Sumando todo esto, da un total que oscila entre 113 y 528 ms.
Se llama tiempo de reacción al tiempo total empleado en dar una respuesta que
corresponda a un estímulo. Con todo, se pueden establecer diferencias entre
el tiempo que se tarda en iniciar un movimiento (lo que sería una definición más
restringida del tiempo de reacción) y el tiempo que se tarda en realizar el
movimiento (que a veces se llama «tiempo de movimiento«).
Tiempe de reacción aproxim ado (s) 0,20 0,35 0,40 0,45 0,50 0,55 0.60 0,60 0,65 0,65
171
minada, como a intervalos de una hora o incluso de varios días; a esto se le
denominó «condición sorpresa», aunque, naturalmente, los conductores estaban
enterados de la existencia del mecanismo. Estos conductores también pasaron la
prueba del primer método y sus valores medios fueron los de 0,73 (condición
sorpresa) y 0,54 (anticipación). La proporción entre ambas (0,73/0,54, o 1,35) fue
considerada como factor de corrección que reflejaba la proporción aproximada del
tiempo adiciona! que se necesita para responder a la condición sorpresa. En la
figura 7-18 aparece la distribución de los tiempos de respuesta de los 321 conduc
tores bajo las condiciones de expectativa, junto con el tiempo estimado para la
condición sorpresa, ajustado ya con el 1,35 del factor de corrección. Aun teniendo
en cuenta lo poco elaborado de! proceso, se supuso que la capacidad de respuesta
ante eventos inesperados de casi la mitad de los conductores sería de 0,9 s
(900 ms) o superior.
Sean cuales sean las implicaciones que conlleva el aumento del tiempo
de respuesta frente a estímulos inesperados (como el aumento de la distancia
de frenado en el caso de los conductores), tales aumentos deben ser considerados
como parte integrante de la vida y que merece, por lo tanto, una mayor
investigación.
Tiempo m edio
(m s)
Em brague 613
C on m u ta do r de palanca (debajo del volante) 498
P u lsad or (én el volante) 412
Pu lsad or de aire comprimido (en el borde inferior del volante) 337
172
I
empleen. En algunos casos, el tiempo total exigido puede tener una consecuencia
sustancial. Por ejemplo, el tiempo de respuesta del piloto de un avión supersónico
en una trayectoria de colisión puede ser de 1,7 s, considerando este valor como
la simple suma de 0,3 s para ver al otro aparato, 0,6 s para cerciorarse del
peligro inminente, 0,5 para elegir una nueva ruta, y 0,3 para iniciar la respuesta
deseada de control. Súmese a esto el tiempo de respuesta del mismo aparato
y se comprobará que cualquier tipo tle acción sería inútil en el caso de que los
aviones estuvieran a menos de 4 millas.
Cuando el tiempo resulta, como se dice, esencial, uno no debe dejarse
abatir por los retrasos de las respuestas humanas. Por descontado, existen
sistemas que sirven para ayudar y animar a las personas a responder rápidamente
a los estímulos. Por ejemplo, las exigencias de rapidez pueden reducirse empren
diendo acciones tales como las de emplear modalidades sensorias con tiempos
de reacción más cortos, utilizar dos o más sentidos a fin de reducir e! tiempo de
reacción, presentar estímulos de manera clara e indudable, reducir el número
de alternativas de elección, avisar la existencia del estímulo siempre que sea
posible, utilizar ios miembros del cuerpo más cercanos a la corteza a fin de
disminuir e! tiempo de transmisión nerviosa, y emplear mecanismos de control que
reduzcan el tiempo de respuesta y el entrenamiento de los individuos. En circuns
tancias más exóticas, uno puede incluso pasar por alto ¡a respuesta física humana
mediante el uso directo de potenciadores musculares eléctricos para efectuar
las respuestas de control (Wargo 6S).
M o v im ie n t o s de p o s ic ió n
173
cerca de la terminal), y un tipo de movimiento secundario o de corrección para
llevar el miembro del cuerpo a la posición exacta deseada. Cuando existe una
terminal tija automática {como puede ser la del carro de una máquina de escribir),
el componente secundario, o de corrección, queda virtualmente descartado.
Fig. 7.19. Tiempos que exige el realizar movimientos de posición horizontal de longi
tudes diferentes. Los tiempos están tomados desde el sonido emitido por el zumbador
hasta la terminación del movimiento. El tiempo de reacción, que fue esencialmente el
mismo para todos los movimientos {unos 0,25 s ) , está incluido en los valores tiempo.
(Según Brown y Slater-Hammel;‘ y Brown, Wieben y Norris.’}
que se basa en un par de estudios relacionados en los que los sujetos trasla
daron un objeto deslizante hasta una posición determinada al oír un zumbador
{Brown y Slater-Hamme!,6 y Brown, Wieben y Norris 7). Se emplearon tres distan
cias diferentes -— 2,5, 10 y 40 centímetros— y los movimientos se efectuaron
de izquierda a derecha y de dentro hacia fuera. La figura en cuestión también nos
informa de que el tiempo del movimiento está relacionado con la distancia, pero
que no es proporcional a ella. Esta carencia de relación lineal entre la distancia
y el tiempo probablemente puede atribuirse al tiempo exigido por la aceleración
para llegar a la velocidad máxima y (excepto en el caso de que haya una terminal
mecánica) al movimiento secundario, o de corrección al llevar el miembro del
cuerpo a la terminal precisa.
174
Distancia de alcance, en centímetros Fig. 7.20. Tiempos concedidos «para
20 40 60 80 alcanzar», bajo tres condiciones de
movimientos de terminación, y para
varias distancias de movimiento, basa
dos en el MMT (Métodos de
ción de tiempo), un sistema de tle^n; .
pos ya determinados. (Reprodu<^jfjÉ^,
con permiso de Basic Motlons ót
MTM. por William Antis, John MV Ho-
neycutt Jr. y Edward N. Koch, pubib
cado por la Fundación Maynard, Co
pyright 1963, 1968, p . 2-2. La repro
ducción de este material está prohi
bida sin permiso expreso concedido
por la MTM Associatlon for Standards
and Research, Fair Lawn, N. J.)
175
miento de un punzón de acá para allá en un plano horizontal, entre un zumbador
(de 8 cm) y una diana. La diana podía estar in (enfrente del cuerpo) o out (a dife
rentes ángulos y distancias del cuerpo), con el zumbador situado en el lado
opuesto (out o in). Los círculos de la diana estaban dibujados sobre un trozo de
papel desplegado que era atravesado por el punzón. Se determinaba la precisión
contando las perforaciones en el interior de la diana que podía tener 1/4, 1/2, 3/4
o 1 pulgada de diámetro. La puntuación se basaba en el número de aciertos con
seguidos en 20 intentos y de aquí se desprendía una combinación de velocidad
y precisión. La figura 7-21 nos muestra la puntuación conseguida en cuanto a
precisión de movimientos de posición de 14 pulgadas, repetidos a diversos ángulos
a la derecha respecto de la frontal del cuerpo, con posiciones de diana in y out.
Nos viene a demostrar que la precisión alcanza su óptimo cuando los ángulos
del movimiento están a unos 60° a la derecha respecto al centro, y también que,
por lo general, la precisión es mayor cuando la diana está algo apartada del
cuerpo (out mejor que in).
Teniendo en cuenta este estudio, vamos a pasar a otra investigación
sobre el tiempo necesario para realizar movimientos de posición de 40 cm
(15 pulgadas) en ocho direcciones diferentes a partir de un punto inicial central
(Schmidtke y Stier57). Los resultados, que aparecen en la figura 7-22, nos indican
90° 55°
176
terminales que requieren un control visual aumentan de forma notable entre los
ángulos de 0 a 90°. La explicación más probable al respecto reside en la exigencia
del control visual por lo que se refiere a la terminación de los movimientos;
cuanto más cercanas estén las dos terminales a la posición frontal, más preciso
es el control visual de la terminación de los movimientos
Fig. 7.23. Tanteos de precisión relativa corre spo n die n te s a diferentes áreas en un e stu
dio sobre la posición ciega efectuado por F itts .22 La p osición de los círcu los repre
senta la situación de las dianas que oscilaban entre lo s 135° a la izquierda (núm ero 1)
y los 135° a la derecha (número 7), siendo el núm ero 4 la diana situada en p osición
recta enfrente. Las tres hileras representan las d ian as situadas arriba, en el centro
y abajo. El tamaño de cada círculo representa el núm ero relativo de errores, de m odo
que cuanto m ás pequeño es el círculo m ayor es la precisión. El tam año relativo de los
cuatro círculos negros in scrito s en uno blanco e s proporcional a ¡os errores en cada
cuadrante de la diana. (Cortesía de U SA F , AFH R L, Hum an Engineering División.)
f 177
medio, y poca en la hilera superior. Además, las dianas que correspondían a la
mano derecha podían ser alcanzadas con algo más de precisión que las de
la mano izquierda.
A sí pues, hay que suponer que, al colocar aparatos de control u otros
artefactos a los que se debe alcanzar a ciegas, las posiciones centrales y por
debajo de la altura del hombro pueden, por lo general, ser alcanzadas con más
precisión que las alejadas hacia los lados o algo más altas.
Al ejecutar movimientos horizontales con la mano en diversas direcciones
(adelante y atrás, a la derecha desde la posición frontal y atrás nuevamente),
sin un control visual, hay una tendencia a pasarse en las distancias cortas
y a no llegar en las distancias largas. Es lo que se denomina efecto medio.
180°
178
siguiendo una diana de velocidad constante que se movía debajo del cristal.
La dirección de la trayectoria estaba programada a 24 ángulos diferentes alrededor
de un centro, a intervalos de 15°. Los errores se registraban automáticamente
cuando el punzón tocaba cualquiera de las placas. Los resultados son los que
aparecen en la figura 7-24. Muestra el índice de error a diferentes ángulos
e indica que se cometen menos errores (y, por lo tanto, la precisión es mayor)
alrededor de los 135 y 315° (ias posiciones de las agujas del reloj que corres
ponden a estos ángulos son las de la 1.30 y de las 7.30), y la máxima de errores
estaría alrededor de los 45 y los 225°.
Las desviaciones de un movimiento sobre una trayectoria determinada
son producidas por temblores de los miembros del cuerpo. Una investigación
interesante sobre el estudio del temblor durante tales movimientos fue (a que
llevaron a cabo Mead, y Sampson,45 en la que unas personas movían un punzón
{de 33 cm de longitud, con una curvatura de 90° en su extremo) a lo largo de
una estrecha ranura en cada una de las cuatro posiciones qué se ilustran en la
figura 7-25. A medida que el sujeto movía el punzón en las direcciones que se
indican en la figura, cada vez que el punzón tocaba un lado de la ranura se
registraba electrónicamente un «error». Estos errores, que pueden ser considerados
como mediciones del temblor, aparecen en la figura 7-25, e indican que el
temblor era mayor durante un movimiento del brazo desde dentro hacia fuera
en el plano vertical (en el que el temblor era de arriba abajo), y que era mínimo
durante un movimiento de! brazo de derecha a izquierda en ei plano horizontal
(en el que el temblor era de dentro afuera).
Resulta interesante hacer notar que estos hallazgos guardan un parale
lismo razonable con los de Corrigan y Brogden, explicados anteriormente, en lo
que respecta a movimientos que tienen un componente esencialmente lateral
(de abajo a la izquierda hacia arriba a la derecha, de izquierda a derecha,
o viceversa) que tienden a dar como resultado una disminución del temblor,
cosa que no se produce en ¡os que siguen una dirección de dentro afuera
(como de abajo a ia derecha hacia arriba a la izquierda, de dentro afuera, o
viceversa). Además, las similitudes de la figura 7-24 (tomada de Corrigan
y Brogden), basada en ia precisión de ios movimientos continuos, y de la
figura 7-22 (tomada de Schmidtke y Stier), que está basada en los movimientos
de posición, dan crédito a la noción de ia biomecánica generalizada de la ventaja de
un movimiento de giro del codo frente a otro que necesite una actuación en
mayor grado del antebrazo y de! hombro.
179
Sin embargo, debemos mencionar aquí los resultados de una investigación, debido
a que están relacionados con una explicación previa del efecto medio. En este
estudio, ios individuos segufan un punto móvil de estímulo con un punzón,
y los movimientos individuales (laterales) del punto eran de 0,25, 0,50 y
1 pulgada (Ellson y Wheeler20). La precisión de la operación de seguimiento
quedaba automáticamente registrada. A continuación, presentamos una recapitu
lación de algunos resultados:
Movimiento Respuesta
del estímulo media Porcentaje
(pulgadas) (pulgadas) del estímulo
0.32 0,25 127
0,52 0,50 104
0,96 1,00 95
180
— Empleo de d iversos dedos: Los promedios de golpeteo varían
considerablemente teniendo en cuenta los dedos por separado. Serían los que
siguen (Dvorak et alt.18):
G o lp e s p o r 15 s 48 57 63 66 70 69 62 56
G o lp e s p o r s 3,2 3,8 4,2 4,4 4.7 4,6 4,1 3,7
181
R ea ccion e s estáticas
Resumen
La mayoría de los bocetos y planos en la mesa de dibujo predeterminan
la naturaleza de las actividades físicas que posteriormente se exigirán al emplear
los sistemas, incluyendo sus costes de energía, la magnitud de los movimientos
y su fuerza, aguante, velocidad y precisión. Cualquier consideración oportuna que
se aplique a estos aspectos durante los procesos de diseño del sistema, será,
con toda probabilidad, rentable en lo que respecta a lá posterior aplicación del
sistema, e incluso puede aliviar el dolor de espalda en más de un caso o a man
tener en forma la musculatura y la «bola» del bíceps.
182
8. Control humano de los sistemas
I 183
í'
dores y pedales. Sin embargo, se pueden utilizar otras respuestas en circunstancias
especiales, o bien pueden aparecer como prometedoras de un mayor uso. Éstas
incluyen algunas de las mediciones fisiológicas explicadas en el capítulo 7 (por
ejemplo, los REM). Además, se han registrado algunos adelantos interesantes en
el estudio de los movimientos oculares en los procesos de control. Naturalmente,
la elección del canal de output para una situación dada dependería de su adecua
ción a las finalidades inmediatas.
184
el número de errores cometidos. A continuación damos el número de errores
cometidos en cada diseño:
Número de errores
Diseño (sobre 1200 intentos)
I 0
II 76
III 116
IV 129
©0 A •
0® 00 0 © 0 ©
0® ©0 0 © 0 © 0 ®
C •
O •
R T = 0 . 7 9 sec 0 .8 0 0 .9 4 1.01 1 .0 6
10
0® 0© ©0 0 © 0©
0©
R T - 1.09 set
0® 0 ® 0 © 0©
1.10 1.11 1.12 1.14
187
Tiempo marcar 6.01 sec 6.17 sec 6 12sec 5.90 see 5.97 sec
Pore, de errores 2.5% 2,3% 1.3% 2 .0 % 3 .0 %
Vot, a favor 3d 1st (most) 5th (leoslt 2d 4th
Vot. en contra 2d 4fh 1st (most) 5 th (least) 3d
188
control rotatorio situado en el mismo plano, un giro del instrumento éh el f| ¡§
sentido de las agujas del reloj está relacionado con un aumento de
como se indica en los ejemplos de la izquierda de la figura 8-5, a u n q u é ^ ífllé
ciertas excepciones. Una de éstas es cuando aparece una escala fija, verfiéáir v
u horizontal, con un indicador móvil y un control rotatorio al lado de la escala;
en tales escalas, la relación más compatible la posee el indicador al moverse en
la misma dirección que la parte (o lado) del instrumento más cercano al
indicador (Warrick32). Tales son los ejemplos que aparecen en la parte derecha
de la figura 8-5.
Por lo que respecta a las escalas móviles con indicadores fijos, se ha
supuesto que las características siguientes serían las más indicadas (Bradley *):
1. Que la escala girase en la misma dirección que el mando (o sea
que exista una transmisión directa entre control y display ).
2. Que los valores de la escala aumentaran de izquierda a derecha.
3. Que el control girase en el sentido de las agujas del reioj para
aumentar los valores.
Sin embargo, con la orientación normal de los displays no resulta posible
integrar las tres características en un montaje convencional. Con la orientación
normal del display, solamente resultan posibles dos combinaciones de estas
fk,
H- 189
características, que son las que aparecen en la figura 8-6, señaladas A, B, C y D.
En un estudio que relacionaba los instrumentos de un display móvil y los
controles asociados, se utilizaron experimentalmente estos tipos y algunas
variantes de los mismos, en base a obtener los siguientes tipos de criterios:
1) errores iniciales (un movimiento inicial en dirección equivocada); 2) errores
de funcionamiento (elecciones incorrectas), y 3) el orden de preferencias del
sujeto. Algunos de los resultados aparecen al pie de la figura 8-6 (las dos o tres
series de datos de cada criterio proceden de diferentes grupos de sujetos que
intervinieron en diferentes fases del estudio en las que solamente se emplearon
ciertos montajes).
Aun cuando el conjunto A incorporaba la característica incompatible
de un control que giraba en sentido retrógrado para proporcionar un aumento
en la escala de valores (antes que una disminución), se observó que este conjunto,
a través de una serie de subexperimentos, por lo general era el que proporcio
naba mejores resultados, teniendo en cuenta los errores iniciales, los errores
O O O 6
Montaje A B c D
y////////////, ^
777777777777^
Conducción Directo Directo y. Inversa t Y Inversa 4.
Y///////////A (///////////ti
r
Aumento de números Izq. a der. ' Der. a izq.' Izq. a der. - Der. a izq.: yyy/y/yyyyyy/y.
en ia escala y////yy//y//Z
Si el mando tiene movim. /r¿Disminuye;/
777/7777/7/7/
Aumenta Aumenta
y7Zp7S& 777A
Disminuye '
directo éste seria de: /
' ///¿z/gy/Á
A B C O
13 11 87 106
Errores iniciales
11 116
0 9 1 8
Errores de situación
7 20
Preferencia 31 22 17.5 1.5
{número de veces 42 10
clasificado "primero") 11 9
d e fu n c io n a m ie n to y la s p re fe re n c ia s . A l e v a lu a r la s u p e r io r id a d a p a re n te del
m o n ta je A s o b r e a lg u n o d e lo s re s ta n t e s (e l C, p o r e je m p lo ) r e s u lt a b a e v id e n te
q u e la conducción in v e r s a (c o m o o c u rre e n C y e n D ) te n d ía a a u m e n t a r ei
n ú m e r o d e e rro re s in ic ia le s .
M ie n t r a s que, e n un s e n t id o e s tric t o , to d o e s t o h a c e re f e r e n c ia a u n a
c a r a c t e r ís t ic a c a s i a c c id e n ta l del d is e ñ o d/sp /ay-control, p o s ib le m e n t e s í q u e
te n g a im p lic a c io n e s d e c ie rta im p o rta n cia . S i e n u n a s it u a c ió n p u e d e h a b e r
d if e r e n t e s c l a s e s d e c o m p a tib ilid a d (c o m o , d e s d e lu e g o , la s h a y e n e s t e e x p e ri
m e n to ), p u e d e re s u lta r p e rtin e n te s a b e r q u é tip o de c o m p a t ib ilid a d e s la m á s
(o m a y o rm e n t e ) crítica en el c a s o d e a lg ú n c o n flic to p o s ib le (p o r e je m p lo,
la c o m p a tib ilid a d de la c o n d u c c ió n d ire cta p a r e c e s e r m á s c r ít ic a q u e la del
p r in c ip io d e a u m e n to en d ir e c c ió n d e la s a g u ja s d e l re lo j e n lo q u e re s p e c t a
a e s c a la s m ó v ile s).
190
Relaciones ds movimiento de displays y controles rotatorios en planos
diferentes. En las relaciones existentes entre el movimiento de los indicadores
del display y el de los instrumentos de control, algunos de éstos pueden estar
en un plano diferente del de los displays con los que están relacionados, como
puede suceder con un plano lateral y un plano ortogonal. En un estudio, los
mandos utilizados hacían que un indicador se desplazase a lo largo de una
escala en línea recta (Holding 17). El mando y el indicador estaban en planos
diferentes, tal como se aprecia en la figura 8-7. Intervinieron en el estudio más
de 700 sujetos y se les pedía que «girasen el mando» para mover el indicador.
En la figura 8-7 aparecen las relaciones más fuertes exhibidas por los sujetos
entre la dirección del movimiento de control y la dirección del movimiento
id)
del indicador. Los resultados llevaron a una conclusión que permitía suponer que,
en tales situaciones, las respuestas de las personas tendían a ser una de estas
dos: )1 una tendencia generalizada en el sentido de las agujas del reloj,
y 2) una tendencia helicoidal o de atornillar, en las que la rotación en el sentido
de las agujas del reloj está relacionada con el movimiento que se aleja (como
tornillos, pestillos, etc.) y el movimiento en el sentido contrario al de las agujas
del reloj está relacionado con el movimiento hacia atrás, hacia el individuo.
191
O Piano frontal
Abajo Abajo
o hacia o hacia
adelante delante
Fig. 8 .8 . R elaciones m ás com patibles entre la dirección del m ovim iento de controles
giratorios, m ontados de forma vertical y horizontal, y respuesta de ios vehículos. (S e g ú n
C h ap a n is y Kinkade ,9 figs. 8.6 y 8.7.)
t I
o.
O I
I
1
1
T
(a ) í¿) ic ) (d )
id ) Arriba-arriba
(b) Arriba-abajo
(c ) Adelante-abajo
(id ) Adelante-arriba
192
Por lo que respecta a una palanca montada horizontalmente (en el plano
vertical del display) se hizo evidente la superioridad de las relaciones arriba-
arriba (movimiento del control hacia arriba relacionado con el movimiento
hacia arriba del display) sobre las de arriba-abajo. Por lo que respecta a una
palanca montada verticalmente (en un plano horizontal lateral) existían menos
diferencias entre las relaciones adelante-arriba, adelante-abajo, aunque las
primeras fueron ligeramente superiores (pero no muy importantes). Los investi
gadores llegaron a la conclusión de que, si se atendía solamente a la finalidad
de la tarea encomendada, era casi igualmente efectivo el montar la palanca
en una posición vertical u horizontal, excepción hecha de la relación arriba-
abajo en una palanca montada horizontalmente.
Compatibilidad conceptual
lado) está fija y la otra se mueve. Cuando las dos quedan superpuestas, el
elemento controlado está encima del objetivo; cualquier diferencia representa
un error, y la función del operador es la de manipular los controles a fin de
eliminar o reducir tal error. Sin embargo, no se puede diagnosticar el origen
de las diferencias (o errores); no se puede saber si el objetivo se ha movido.
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r t 1
n 111 1m 111 1 1 1 1 1 b ) i m i m i 11111 M 1I I lÍ
Error
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\
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)
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Fig. 8.11. Ilustraciones de d isp la ys com pensatorio y de seguim iento. Un display com
pensatorio solam ente m uestra la diferencia (error) entre el objetivo (target T) y el
elem ento controlado C. Un display de seguim iento muestra la situación (o cualquier
otro valor representado) de am bos: el objetivo y el elemento controlado.
194
si ha variado la carrera o si una de las tareas de control ha sido imprecisa.
En la figura 8-11 aparece un ejemplo de esto. En un display para una tarea de
seguimiento, ambos elementos se mueven, indicando cada uno de ellos su propia
situación relativa al espacio representado por el display. Con un display de
seguimiento, el operador se enfrenta con la información sobre la situación real
de ambos elementos, mientras que con un display compensatorio conoce sola
mente el error absoluto o la diferencia. Sin embargo, los displays compensatorios
tienen a veces la ventaja práctica de conservar espacio sobre un panel de
instrumentos, puesto que no tienen la necesidad de representar la escala total
de posibles valores o situaciones de los dos elementos.
Circuitos de control
Fig. 8.12. Jerarquía de trabajos que exige el gobierno de una em barcación. N ótese
que la finalidad buscada por cualquier circuito (por ejemplo, un inventario de p osibili
dades) especifica el objetivo idóneo del sigu ien te circuito m ás bajo (por ejemplo,
la velocidad de crucero), etc. Nótese, también, la influencia de cualquier circuito dado
(por ejemplo, el sistem a del gobierno hidráulico) sobre el siguiente circuito m ás alto (por
ejemplo, rumbo).
del control, pasan, por lo general, de los circuitos externos a los internos,
especificando, como si de una reacción en cadena se tratase, los objetivos
operacíonales que han de completarse. A sí pues, el objetivo deseado en cualquier
nivel determinado (por ejemplo, el horario del barco) especifica el objetivo
idóneo del siguiente circuito más bajo (por ejemplo, la velocidad de crucero
adecuada), etc. Por otra parte, en el proceso de control real, el output (es decir,
la variable controlada) de cualquier circuito interno .determinado sirve de input al
siguiente circuito más alto. Tal como se muestra en la figura 8-12, el mando
hidráulico del ángulo de navegación controla la velocidad de avance del barco,
que, a su vez, controla las posiciones del buque. Si todo funciona bien en esta
secuencia, la posición del buque en un momento determiando será la indicada
para que cumpla con el horario establecido.
195
Orden de control de sistemas
NP
sen 0 = -----
OP
196
Curva: ángulo { 6 )
(orden cero)
Tracking:
control de posición
Tiem po
Tracking:
control de promedios
Tracking:
control de aceleración
Condiciones e=
de las varia
bles a dife
rentes fases a - 0 - 0
decefer. aceler. deceler. aceler.
197
de reacción en cadena, puede describirse en términos de funciones matemáticas,
tales como un cambio en la posición de una variable que cambia la velocidad de
la siguiente, la aceleración de la siguiente, etc. Por lo tanto, casi todas las
operaciones de control continuo pueden caracterizarse por su orden de control en
cuanto está predeterminado por la derivada matemática de la variable controlada,
incluyendo el orden cero (control de posición), el primer orden (el control de
velocidad media), el segundo orden (el control de la aceleración), etc.
Fig. 8.14. R e sp u e sta s de trackíng a inputs de seno, grado y ram pa que conducirían
a un tracking satisfactorio con control de posición, prom edio y aceleración. Sin embargo,
la re spu e sta deseada no logra muchas ve ces la perfección y, por lo general, las re s
p u e stas reales se apartan de! ideal. Por ejemplo, en una re spu e sta de p osición a un
input de grado, una persona normalmente se pasa de largo y luego busca el ajuste
exacto pasándose en am bas direcciones, d ism inuyendo la m agnitud hasta que alcanza
el ajuste correcto.
198
operador debería corresponder exactamente con aquella línea Pero si en su lugar
el sistema de control es un sistema de primer orden (por ejemplo, el control de '
promedios), entonces el operador tiene que anticiparse y efectuar los movimientos
de respuesta .lustrados. Por su parte, las restantes líneas representan los cambios
que el operador tendría que realizar con un aparato de control si de hecho el
sistema de control fuera un sistema de segundo, tercer o cuarto’orden. Ayunos
de los sistemas de orden elevado son. de hecho, especialmente característicos de
ciertos vehículos, como en el caso de nuestro barco. El timón y los alerones de
un avión sirven para controlar la frecuencia de los cambios de dirección y eleva
ción y son controles de segundo orden; y los submarinos tienen por lo general
como mínimo, un control de tercer orden.
Orden
cero Oh
Primer q
orden
o
c I Tercer
o orden
~o
O
199
compleja, que incluye funciones análogas a la diferenciación matemática, la
integración y la suma algebraica. Por ejemplo, sería necesaria una operación
mental análoga a la diferenciación para calcular la velocidad (media) y una
diferenciación doble para estimar la aceleración. Se necesitaría una operación
análoga a la integración para calcular la posición futura (en algún momento
específico) a partir de un cálculo hecho sobre una velocidad dada, y una doble
integración para calcular la posición futura a partir de un cálculo de la aceleración.
La suma algebraica es, por supuesto, la operación de sumar dos o más valores
(en realidad cálculos de valores) teniendo en cuenta su signo ( + o — ).
Por lo general, las personas no se desenvuelven bien en estas clases de
operaciones mentales, y cuando uno combina dos o más operaciones, tales como
diferenciación, integración, multiplicación y suma, la tarea se convierte en algo
virtualmente imposible de realizar.
A sí pues, en el caso de sistemas complejos que exigen controles de orden
superior (tales como segundo, tercer o cuarto orden) hay que inventar diversos
sistemas y modos para relevar al operador de la necesidad de efectuar opera
ciones mentales que, de otra manera, debería llevar a cabo, o bien para «compen
sar» la disparidad existente entre las demandas de respuesta frente a la situación
y las capacidades de respuesta de las personas. Algunos de tales procedimientos
se explican posteriormente.
200
Sujetos elegidos Sujetos "e le g id o s"
al azar
F¡g. 8.16. Com paración de la realización de una tarea de seguim iento de una hora en
labores de aceleración, con ayuda y sin ella. En el ca so de los sujetos elegidos, fueron
a sign ad os los ocho que una prueba anterior había señalado com o «m ás pobres» a la
tarea con ayuda, y los ocho se ñalad os com o m ejor dotados a la tarea sin ayuda:
incluso los sujetos «más m ediocres» lo hicieron m ejor con la ayuda. (Se g ú n G arvey.16)
ciones derivadas (Birmingham y Taylor 3). Resulta particularmente útil allí donde
la dinámica de un sistema es tal que se retrasa la respuesta aparente del sistema
a las acciones de control. Por lo general, esta premura se logra mediante una
modificación apropiada de la información que aparece en el display, de modo que
la información así dispuesta es traducible con mayor rapidez y eficacia en términos
de las consecuencias de las operaciones de control del operador, puesto que nos
indica qué acción de control hay que tomar para conseguir el output deseado
del sistema.
Debido a su naturaleza, un sistema así premurado resulta mucho más
apropiado allí donde las posibles consecuencias de las actividades del operador
no quedan inmediatamente reflejadas en el comportamiento del sistema, sino que
más bien tienen un efecto tardío, un retraso frecuentemente originado por la
dinámica del sistema, tal como sucede en aviones y submarinos. Volvamos
nuevamente a la figura 8-15 y consideremos las respuestas que exigiría un
sistema de segundo o tercer orden (es decir, las curvas más bajas de tal figura):
con este método de premura, el operador todavía debería hacer aquellas res
puestas, pero se le mostraría qué respuestas dar y no tendría que hacer una serie
de ejercicios mentales para calcular cuáles deberían ser aquellos movimientos
complejos (lo que, incidentalmente, no podría hacer).
Birmingham, Kahn y Taylor 2 realizaron una comparación de tareas de
seguimiento con un sistema premurado ”s rsu s un sistema sin premura. Los seis
marineros que sirvieron como sujetos emplearon, en diferentes momentos, tres
sistemas no premurados con una o dos palancas de mando que debían ser movidas
en una o dos dimensiones, y un sistema premurado con dos palancas de mando
en dos dimensiones. El resumen de resultados, que aparece en la figura 8-17,
indica una superioridad neta de! sistema premurado. De hecho, cuatro de los
seis sujetos consiguieron marcas perfectas con el display de premura.
Aunque, por lo general, la premura simplifica y mejora alguna tarea de
seguimiento, tiene ciertas p osibles desventajas y limitaciones. Por ejemplo, en
un sistem a ampliado, el operador no suele estar provisto de la información que
contempla la condición com ún del sistem a, puesto que su display muestra
fundamentalmente las acciones de control que debe realizar. También conviene
201
Fig. 8.17. C om paración de tareas entre un sistem a ampliado sim ulado y un sistem a
sin ampliar. {Se g ú n Birmingham, Kahn y Taylor.2)
202
información, como sería el caso de conducir un coche por una carretera serpen
teante cuando podemos ver ante nosotros la carretera y, por tanto, podemos
«predecir- qué acciones de control nos serán necesarias. En el caso de una
tormenta de nieve o de niebla espesa, no podemos hacer tal avance de informa
ción. Los displays predictores nos proporcionarían la información predictiva
relevante cuando no hubiera otro sistema.
Los displays de predicción ofrecen particulares ventajas por lo que
respecta a sistemas de control complejos en los que el operador necesita anticipar
varios segundos su avance, tal como sucedería con submarinos, aviones y astro
naves. Las ventajas que representan en tales situaciones han quedado demostradas
por los resultados de experimentos como el de Dey 14 al simular el control de
un avión VTOL {Vertical Takeoff and Landing = aterrizaje y despegue vertical).
Una de las mediciones que se hicieron sobre las realizaciones de tales experi
mentos fue el valor medio cuadrado de un índice de desviaciones a partir de una
«carrera» deseada. Los valores con el uso de un dispiay de predicción y sin él
fueron de 2,48 y 7,92, respectivamente. La evidencia que suponen este y otros
experimentos muestra un afianzamiento bastante notable en el aspecto de llevar
a cabo acciones de control mediante el empleo de un dispiay de predicción.
La efectividad del control humano de los sistemas está influida por una
gran variedad de factores, algunos de los cuales están relacionados con aspectos
particulares de los displays empleados. Sin embargo, al explicar unos cuantos
factores de tales displays deberíamos tener presente que la naturaleza de las
relaciones entre displays y controles frecuentemente ejerce un impacto sobre la
realización de una actividad de control.
203
D ire c c ió n de l error
Fig. 8.19. D isp la y s com pensatorios utilizados en un estudio acerca de los efectos de
la e specificidad del feedback de una información errónea y la realización de una tarea
utilizando tales displays. El feedback del error se presentaba m ediante el empleo de
luces (3, 7, 13 y continuas). (Se gú n Hunt.13)
los niveles de ruido (en este caso la densidad) suele originarse una degradación
de la realización, la degradación fue particularmente notable en tiempos de
exposición corta, pues cuando el tiempo de exposición es largo, el tiempo que
permite una observación más detenida es suficiente como para superar algunos
de los efectos adversos del ruido.
Los efectos del ruido visual bajo la forma de perturbaciones de las señales
del display se documentan mediante los resultados de un estudio hecho por
Howell y Briggs 18 y aparecen en la figura 8-20. Esta investigación se centraba
A m p l it u d d e i ru id o v is u a l
(desviación media, en puigadas, de las perturbaciones
de la señal del display!
204
en las perturbaciones en una trayectoria de seguimiento de la señal de input I, la
señal de respuesta R, de ambas / y R, y una trayectoria compensatoria del
error E. La amplitud de las perturbaciones ocasionadas por el ruido fue tal que,
en los tres niveles de ruido utilizados, la desviación media de las señales pro
ducida por el ruido fue de 0,03, 0,05 y 0,11 pulgadas, respectivamente. El hecho
más evidente que se desprende de la figura 8-20 es que la tarea de seguimiento
no resultó muy afectada cuando el ruido visual fue solamente el de la señal de
respuesta R; al parecer, la información del feedback codificada visualmente
(la señal de respuesta) resulta menos crítica para el operador que el input de
información. Se ha supuesto que sujetos experimentados en tareas de control de
posición pueden fiarse, en parte, de sus capacidades proprioceptívas {presión
y movimiento) como origen de feedback y, por lo tanto, pueden mantener un
grado razonable de realización.
Error medio absoluto Error de la media de la rate Tiempo para el objetivo (TET,
(EM A), pulgadas cuadrada (mrs), pulgadas time on target) segundos
0 0.050 0.100 0.150 0 0.050 0.100 0.150 0.200 300 350 400 450 500 550
~r
Control de posición
Control de aceleración
>x->x*x*x*x*x*x
0 0.050 0.100 0.150
Bueno Ipulg.) • . malo
Tracking seguim. r "1 Tracking compensatorio
Fig. 8.21. R e aliza ción de una tarea, m e dia n te t re s crite rio s, s o b re ta re a s de tra ck in g de
s e g u im ie n to y co m p e n sa to rio , con ó rd e n e s de p o sic ió n , ve lo c id a d m e d ia y con trol de
a ce le ra ció n . (Según O b e rm a ye r. Sw a rtz y M u c k ie r , 25 fig. 1. C o p y rig h t 1961 A m e ric a n
P sy c h o lo g ic a l A sso c ia tio n , reproducido con p e rm iso .)
205
control de aceleración. Sin embargo, aunque no hubo diferencias importantes en
cuanto a la realización del control de posición o bien del control medio entre
una trayectoria de seguimiento y una compensatoria, por lo que respecta al control
de aceleración la trayectoria compensatoria fue mucho mejor que la trayectoria
de seguimiento.
La complejidad de las tareas de seguimiento aumentan al introducir un
par de nuevas variables en este lío, en particular la frecuencia del input (es decir,
la frecuencia de cambios en la carrera del blanco, sobre todo en el caso de
inputs senoidales) y la amplitud del input. Con todo, no vamos a entretenernos
con la naturaleza específica de las ¡nterrelacíones de tales variables en cuanto
influyen sobre las realizaciones.
Al sopesar los resultados de los estudios hechos con trayectoria de
seguimiento y compensatorias, parece ser que, en la mayoría de condiciones
experimentales, son preferibles los displays de seguimiento, pero la elección real
de un display determinado debe hacerse a la luz de la clase de información
exigida por el operador. Por ejemplo, si los inputs son de frecuencias muy bajas,
los displays compensatorios pueden representar una cierta ventaja.
Feedback ¡ ( „ V , •’
206
1
o í .,í ,;
la)
(b !
Fig. 8.22. Ilustración de un con trol de palanca de mando isotónica de dos ejes (de
p osición libre o de d e sp la za m ie n to ) y de u n co n tro l de palanca de m ando isom ètrica
(de fuerza o de presión). (F o t o g ra fía s por c o rte sia de M e a su re m e n ts Syste m s, ine.,
Norwalk. Conn.)
volante). El otro es el total de fuerza aplicada a un control, ya que algunos contro
les de desplazamiento (también denominados «controles de posición») virtual
mente no ofrecen resistencia; tienen controles isotónicos o de posición libre y el
único tipo de íe e d b a ck que proporcionan es el total de movimiento del miembro
del cuerpo en cuanto está fundamentalmente sensibilizado por los sentidos a n e s
tésicos. Otros controles de desplazamiento ofrecen alguna forma de resistencia
y exigen algún grado de fuerza para ser operados. Tales controles proporcionan
combinaciones variadas de total de movimiento y feedback de presión. En la
figura 8-22 (a) aparece un ejemplo de un control de palanca de mando en posición
libre (isotónica). En la figura 8-22 (b) hay un ejemplo de una fuerza o de un control
de presión (isomètrico). En tales controles, el output está relacionado con la
cantidad de fuerza o de presión que se aplica al control, y abandonar el control
reduce el efecto a cero. El fe e d b a ck que recibe el operador desde los controles
operados mediante fuerza (isométricos) procede del «sentir» de la resistencia del
contro!, puesto que se le aplican cantidades variables de fuerza. En la práctica,
la mayoría de instrumentos de control participan de ambos tipos, ya que, por lo
general, comprenden algún tipo de movimiento y algún tipo de fuerza a fin de
superar la resistencia que encuentren en los controles.
R e s is t e n c ia e n le s co n tro le s
Fig. 8.23. Ilustración de determ inados tip os de resistencia en in stru m e ntos de control,
en su relación con las variables de movimiento.
208
no existe una relación sistemática entre tal resistencia y cualquier aspecto del
movimiento de control, tal como el desplazamiento, la velocidad o la aceleración;
por tanto, no puede producir ningún feedback significativo para el operador del
movimiento de control. Por otra parte, tal fricción puede presentar las ventajas de
reducir la posibilidad de activación accidental y de ayudar a mantener el control
en su sitio.
— Resistencia elástica: Tal resistencia (como en los controles provistos
de muelle) varía con el desplazamiento de un instrumentó de control (a mayor
desplazamiento, mayor resistencia). La relación puede ser lineal o no lineal. Una
de las ventajas más importantes de la resistencia elástica (como en los controles
provistos de muelle) es la de que, por lo general (pero no siempre), sirve de
origen a un feedback útil, debido quizá a que el feedback de desplazamiento posee
alguna relación sistemática con la resistencia. Ai diseñar un control que tenga
un gradiente distinto de resistencia en posiciones críticas (por ejemplo, cerca de
la terminal) pueden obtenerse mejoras adicionales. Además, tal resistencia
permite cambios repentinos de dirección y el regreso automático a una posi
ción neutra.
— • V iscosid ad (Viscous damping): Es originada por una fuerza que opera
oponiéndose a la del output. pero que es proporcional a la velocidad del output.
En general ejerce el efecto de ayudar a realizar un control suave, sobre todo en
lo que hace referencia a mantener una media de movimiento predeterminada.
Sin embargo, al estar relacionado el feedback con la velocidad y no con el des
plazamiento, es probable que no resulte fácilmente interpretable por los opera
dores. Con todo, tal resistencia contribuye a reducir la activación accidental.
— Inercia: Es la resistencia al movimiento (o cambio de dirección del
movimiento) originada por la masa (peso) del mecanismo implicado. Varía en
relación a la aceleración. Por lo general, contribuye a un control suave y reduce
las posibilidades de una activación accidental. Sin embargo, debido a las fuerzas
necesarias para vencer la inercia, complica el proceso de cambio de direcciones.
Su uso se aconseja, sobre todo, cuando está implicada una fricción pesada en un
control; en tai situación la inercia compensa, con toda probabilidad, la fricción
de arrastre.
2 09
renda media que a duras penas puede detectarse, dos presiones tienen que
diferenciarse por una cantidad superior a la del límite detectado para que
parezcan diferentes. El descenso sistemático de todas las curvas entre las 5 y
las 10 libras implica que, si han de usarse las diferencias de presión como
f e e d b a c k en la operación de instrumentos de control de los tipos empleados, las
presiones utilizadas, preferiblemente, deberían estar alrededor o por encima de
estos valores (y quizá más por lo que respecta a los pedales debido al propio peso
del pfe). El experimentador sugirió que. si se hacían variadas distinciones de los
niveles de presión, el equipamiento debería prever un amplio espectro de pre
siones hasta las 30 o 40 libras. Más allá de estas presiones, aumenta la proba
bilidad de fatiga y también la probabilidad de una operación más lenta.
Fig. 8.24. Lím ites de diferencia para tres instrum entos de control y para d ive rsas
p re sio n e s que debían s e r reproducidas. (Límite e s la d esviación estándar dividida por
la presión estándar.) (Se g ú n je n kin s.25)
210
superior a la presión. Sin embargo, tales estudios se han basado, por regla general,
en tareas de posición (en las que el control sirve para mover el elemento
controlado hasta una situación o posición determinada), antes que en tareas de
seguimiento. Por ejemplo, en un estudio efectuado por Weiss 33 sobre movimientos
de posición ciegos, se halló que la distancia que recorría la palanca (amplitud)
proporcionaba datos mejores para situar en una posición precisa la palanca, que
ios proporcionados por la presión (fuerza). Los errores de posición, sin embargo,
eran mayores en los movimientos cortos que en los largos. Otra investigación
(Bahrick, Bennett y Fitts *) tendía a confirmar estas sospechas al demostrar que
ios cambios en la fuerza de torsión (la fuerza de torsión aumenta a medida que
continúa el movimiento) contribuían a precisar la posición por lo que respectaba
a los movimientos cortos (recorridos angulares de 17,5 y 35°), pero no en lo que
hacía referencia a movimientos más largos (70°).
Es más, en otro estudio se encontró que los cambios en la amplitud dei
movimiento afectaban de modo significativo la realización sólo cuando los efectos
de la fuerza eran altos, y no cuando eran bajos; y que cambios en ios efectos de
la fuerza afectaban la realización solamente cuando la amplitud era elevada, pero
no cuantío era baja (Briggs, Fitts y Bahrick5). Se propuso que e! efecto combinado
de desplazamiento y fuerza se expresara mediante la siguiente proporción:
AF
F(AD)
211
vacío insondable de conocimientos acerca de los efectos de diversos tipos de
feedback de control, probablemente se pueda afirmar que, excepto las informa
ciones complicadas de la presión, ningún tipo de feedback (ya sea presión o
desplazamiento) en combinación con el otro parece afectar la operación de una
forma adversa. Aunque pueden plantearse problemas sobre si, con movimientos
largos, la combinación facilita realmente la realización sobre cada uno indepen
dientemente, las referencias de los pilotos y otros conductores de vehículos en
cuanto a «sentir» el instrumento de control parecen implicar la deseabilidad de,
como mínimo, tener un tacto moderado en tales mecanismos.
4
porcentaje m ed io del tiem po em pleado en co n se guir el objetivo (TeT) por lo que
respecta a su je to s que em plearon d iv e rsa s proporciones C / D en una tarea de tracking
com pensatorio. En retrasos largos (com o op u e sto s a los cortos), las proporciones
altas C / D (1:3 y 1:6) dieron com o resultado una degradación de la realización, m ientras
que las p rop orcion e s bajas C / D (1:15 y 1:30) dieron com o resultado una mejora de
la tarea. (S e g ú n Rockway.27)
212
considerable movimiento del display con relación ai movimiento del control), los
retrasos más prolongados no son importantes y, de hecho, estaban incluso
relacionados con mejoras en la ejecución de la tarea (sobre todo con una
proporción 1:30).
Quizás ha habido una tendencia a considerar como indeseable cualquier
retraso entre control y display, los resultados, sin embargo, sugieren que, por lo
que respecta a un retraso de tiempo exponencial, el principio más apropiado
sería el de que el retraso óptimo entre control y display depende, entre otras
cosas, de la magnitud del cambio del display producida por un input del control
determinado (Rockway27).
Anticipación del input. En algunas circunstancias, el operador puede
anticipar cambios del input, como sucede cuando se ve por delante la carretera
por la que se conduce. En otras circunstancias, cuando tal vez no haya ningún
avance de información disponibie, el operador puede ser capaz de deducir la
naturaleza de señales futuras basándose en sus experiencias pasadas, como
sucede cuando una persona aprende a esperar un intervalo de tiempo entre una
señal de aviso y la siguiente señal respecto a la cual deberá reaccionar, o cuando
(en una tarea de seguimiento) existe un input sistemático como podría ser una
onda senoidal. A este tipo de circunstancia, Poulton26 la denomina anticipación
perceptiva.
Retroceso
Espacio muerto
213
controlarse. Es prácticamente inevitable que exista algún espacio muerto en un
aparato de control. El espacio muerto de cierta importancia afecta, por lo general,
a la realización de la tarea de control, pero ahí, nuevamente, la cuantía del efecto
está relacionada con la sensibilidad del sistema de control, como se indica en
la figura 8-26 (Rockway 2‘). Cabe observar que la realización de una tarea de
seguimiento se deterioraba con aumentos del espacio muerto (en grados del movi
miento de control que no producía ningún movimiento en el aparato controlado),
pero el deterioro era menor en sistemas menos sensibles (proporciones C/D
más elevadas) que en sistemas más sensibles (proporciones C/D más bajas). Esto,
naturalmente, nos lleva a suponer que el espacio muerto puede, en parte, ser
compensado buscando relaciones C/D menos sensibles.
214
9. Controles, herramientas e instrumentos
afines
215
controles y herramientas. Lejos de nosotros el intento de recitar una serie com
prensiva de recomendaciones respecto al diseño de características específicas de
tales instrumentos, aunque una serie parcial de tales recomendaciones aparece
en eL apéndice B.
216
Tabla 9-1. Tipos comunes de controles y funciones de control que pueden cumplir
Pu lsad or manual X
P u lsad or de pie X
Interruptor X X
Se le cto r giratorio X
M ando X X X
Palom illa X X X
M a n ive la X X
Volante X X
Palanca X X
Pedal X X
Teclado X
Aunque un tipo general puede considerarse más apropiado para una función
determinada, la utilidad específica de una variante particular de este tipo para una
aplicación específica puede resultar influida por características tales (si es que
son importantes) como identificación, situación, tamaño, proporción control-d/sp/ay,
Fig. 9.1. Ejem plos de a lgu n o s tipos de instrum entos de control y s u s usos.
217
resistencia, retraso, retroceso, media de operación y distancia de movimiento.
Algunas de estas características fueron mencionadas en el capítulo anterior;
algunas de las restantes se explican a continuación.
Identificación de controles
Aunque la identificación correcta de ios controles no es realmente crítica
en ciertas circunstancias (como al operar una máquina de! «millón»), existen
algunas circunstancias operativas en las que la identificación rápida y correcta es
de la mayor trascendencia, e incluso puede ser asunto de vida o muerte. Por
ejemplo, McFarland“ (pp. 605 a 608) cita casos y estadísticas relativas a acci
dentes de aviación que fueron atribuidos a errores a! identificar instrumentos de
control. Por ejemplo, se dijo que la confusión entre los controles del tren de
aterrizaje y los alerones fue la causa de más de 400 accidentes de las Fuerzas
Aéreas en un período de 22 meses durante la segunda guerra mundial. En relación
con tales tipos de circunstancias, es cuando resulta importante la identificación
del control.
La identificación de los controles es, sobre todo, un problema de codifi
cación y ios métodos primarios de codificación incluyen forma, textura, tamaño,
situación, método operacional, color y rótulos. (Puesto que en los capítulos 3 y 4
ya explicamos forma, textura, tamaño, color y códigos alfanuméricos, no hablare
mos de ellos en este capítulo.) Por lo general, la utilidad de estos métodos se
valora mediante criterios como el número de diferenciaciones visibles que se
pueden hacer (como, por ejemplo, el número de formas que se pueden identificar),
bits de información y precisión en cuanto a su uso y a su velocidad.
Siempre que trasladamos el pie del pedal del acelerador al del freno,
cuando buscamos el conmutador d e la luz a obscuras o empuñamos un control de
una máquina sin verlo, estamos respondiendo a una codificación de situación.
Pero si hay varios controles parecidos entre los que elegir, la selección de lo que
es correcto puede resultar difícil, a menos que estén lo suficientemente sepa-
218
rados como para que nuestro sentido cinestésico nos permita distinguirlos. Algunas
indicaciones al respecto proceden de un estudio hecho por Fitts y Crannell y
citado por Hunt,14 en el cual se pedía a sujetos con los ojos vendados que alcan
zasen unos interruptores de palanca determinados que estaban situados en paneles
horizontales y verticales separados entre sí 2,5 crn. Los resultados más impor
tantes aparecen resumidos en la figura 9-2, que muestra el porcentaje de intentos
errados medíante totales especificados cuando los paneles estaban en las posi
ciones horizontal y vertical, a izquierda y derecha a partir de un punto central.
Las curvas indican claramente que la precisión fue superior cuando la posición de
los interruptores de palanca era vertical. Por lo que respecta a situaciones sobre
una disposición vertical, probablemente sería aconsejable una diferencia de 13 cm
para conseguir una posición razonablemente precisa. Puesto que el número de
errores desciende bastante al llegar a 6 cm, y puesto que estos errores se produ
cen en ambas direcciones a partir del control, el promedio central de errores es
el doble de esta distancia,-'o sea 13 cm. Por lo que respecta a controles dispuestos
horizontalmente, debería haber unos 20 cm o más entre ellos, si deben recono
cerse por su situación.
219
tacto, sin el uso de la visión; 2) pueden necesitar un suplemento de
identificación visual; 3) útil a la hora de estandarizar controles con el fin
de la identificación.
B Características no deseadas. 1) Limitación en cuanto al número de con
troles que puedan identificarse (menos por lo que respecta a la textura
que a la forma); 2) el uso de guantes reduce la discriminabilidad humana).
II Situación
A Características deseables. 1) Las mismas ventajas en cuanto a forma
y textura.
B Características no deseadas. 1) Limitación del número de controles que
puedan identificarse; 2) pueden aumentar las necesidades de espacio;
3) la identificación puede no resultar lo suficientemente segura (sería
aconsejable una combinación con otro esquema de codificación).
lil Color
A Características deseables. 1) Útiles en lo que respecta a la identificación
visual; 2) útiles a fin de estandarizar controles atendiendo a finalidades
de identificación; 3) número lo más moderado posible de categorías de .
codificación.
B Características no deseadas. 1) Debe ser visto directamente (pero puede
combinarse con algún otro método de codificación, como la forma); 2) no
puede utilizarse en malas condiciones de iluminación; 3) requiere per
sonas con una visión correcta del color.
IV Rotulación
A Características deseables. 1) Que puedan identificarse en gran número;
2) no requieren mucho aprendizaje.
B Características no deseadas. 1) Deben ser vistos directamente; 2) no
pueden utilizarse en malas condiciones de iluminación; 3) pueden exigir
un espacio adicional.
V Método operacional
A Características deseables. 1) Por lo general no puede utilizarse en forma
incorrecta (generalmente, el control sólo puede accionarse de una manera);
2) puede aprovecharse de relaciones compatibles (pero no necesaria
mente).
B Características no deseadas. 1) Debe probarse antes de saber si se ha
elegido el control correcto; 2) el diseño específico puede que deba incor
porar relaciones incompatibles.
Proporción control-display
220
Fig. 9.3. Ilustraciones generalizadas de proporciones altas y bajas de control-display
por lo que respecta a palancas y controles giratorios. La proporción C/D es una función
de enlace entre el control y el display.
Proporciones C /D óptimas
Fig. 9-4. Relación entre ia proporción C/D y el tiempo de movimiento (tiempo del
trayecto y tiempo de ajuste}. Los datos pertenecen a un estudio efectuado por Jenklns
y Connor,15 pero las proporciones C/D específicas no son significativas fuera de aquel
contexto, por lo que las omitimos. Los datos, sin embargo, describen de forma típica la
naturaleza de las relaciones.
Selectores
222
fijos y con 10, 3 o 1 posiciones visibles de la escala de 10. A continuación
presentamos algunos de los resultados obtenidos (Kolesnik ” ).
Ultimo mando:
N o inferior a media pulgada (1,3 cm)
se aconseja no superar
las 3 pulgadas (7,6 cm)
N o inferior a 5/8 de pulgada (1,6 cm)
M a n do medio:
de 1 1/2 a 2 1/2 pulgadas (3,8 a 6,3 cm),
aconséjase sobre las 2 pulgadas (5,0 cm)
Fig. 9.6. D im e n sion e s de m andos m ontados concéntricam ente y aptos para que los se re s
hum anos puedan distinguirlos mediante el tacto. (Se g ú n Bradtey.4)
223
íim sism
algún tipo de vehículo, instrumentos cortantes ti levantar objetos. Veamos hasta
qué punto las realizaciones que se llevan a cabo con tales instrumentos de control
resultan afectadas por su tamaño, fricción, dirección de rotación situación y
utilización de mano preferida versus la no preferida.
Dimensiones de manivelas y volantes. En un estudio realizado por
Davis 11 se utilizaron varias dimensiones diferentes de manivelas y volantes para
controlar la posición de un indicador sobre un dial. Por lo general, se necesitaba
casi una revolución de la manivela para conseguir la posición deseada. Manivelas
y volantes estaban montados de modo que el plano de rotación era paralelo al
plano frontal del cuerpo. Mediante el uso de fuerzas de torsión de 0, 20, 40, 60 y
90 libras, era posible determinar el tiempo necesario para conseguir la posición
deseada bajo las diferentes condiciones de fricción-fuerza de torsión que acos
tumbran aparecer cuando se operan tales controles.
La figura 9-7 muestra ios tiempos medios de determinados niveles de
fuerza de torsión por lo que respecta al tamaño de! volante o manivela. La figura
ilustra un par de puntos. En primer lugar, los tiempos para conseguir la posición
2 24
torsión resistentes, fue investigada por Katchmer19 rnn . . ,, ,
identificar las combinaciones óptimas. Las manivelas se ah.^! ,nter^ ion de
p , cintura de cada aaje.o y » dato, ae lea di|o , u , d e b i a T S ™ , t t a a t a
* manivela a una cierta velocidad, hasta que notasen que no nnHía„ ™ *
-ritmo (o haata que hubieran pasado .0 minuto,). En ía " X 9ri api rece un
|resumen de datos tomados de este estudio. En el total de libras-pie de trabaio
findicado por las barras) resulta evidente que las 30 y 50 libras de carga de torsión
dieron como resultado valores más altos que los de las cargas mayores y me
nores. Las manivelas de radio de 13 cm y. sobre todo, las de 18 cm dieron por
lo general mejores resultados que las de 10 cm. En los tiempos medios que los
sujetos pudieron «resistir., los mejores fueron, naturalmente, los correspondientes
a las cargas mas bajas, pero es evidente que podían accionar la manivela de
18 cm durante mas tiempo bajo cargas moderadas que con las manivelas más
cortas. Mientras que la media de caballos de vapor (cv) por minuto fue superior
para la fuerza de torsión de 90 Ib (promedio del período realmente trabajado)
la duración de los sujetos para levantar esta pesada carga fue corta (sobre
Med. en min
Med. en rpm-*-|
Med. en hp
Fig. 9.8. Mediciones medias de realización por lo que respecta a sujetos que utilizaron
manivelas de radios de 4, 5 y 7 pulgadas, bajo resistencias de torsión de 10, 30, 50, 70
y 90 pulgadas-libra. (Según Katchmer.19)
225
8 M c C O R M iC K
Radio de la manivela, centfmetros
Fig. 9.9. Precisión de una tarea de
2.5 5.0 7.6 10.2 14.0 seguimiento efectuada con diversos
tamaños de manivelas. Las dos curvas
muestran las relaciones existentes
entre el radio de la manivela y el
tiempo en alcanzar el objetivo (TeT)
por lo que respecta a dos combina
ciones de posiciones de la manivela
(1, ambas manivelas en vertical y
frente al cuerpo; 4, la manivela de la
izquierda en la misma posición que
en 1, pero la manivela de la derecha
vertical y formando ángulo recto
respecto del cuerpo). (Según Swartz,
Norris y Spragg,31 fig. 1.)
velas. Los resultados indican que el TeT fue superior para las manivelas de
5 y 7,6 cm, siendo la siguiente mejor la de 10,2 cm y que la posición de las
manivelas también influía en la lealización del seguimiento.
226
2 . Tanto con tres como con cuatro grados de velocidad, las longitudes
de mango de 23 y 30,5 cm dieron mejor resultado que los de 38 era; no hubo
diferencias con el mango de 38 cm para los seis grados de velocidad.
3. Con ios seis grados de velocidad, el arco de 20° de movimiento en
cada dirección dio peores resultados que los arcos de 35 o 50°.
227
condiciones experimentales) excluyen cualquier declaración de tipo general en
cuanto a si el pedal permite la activación más rápida o la frecuencia más elevada
en operaciones repetitivas bajo una cierta variedad de condiciones específicas.
Controles accionados con el pie para acciones de control discretas. Por
lo general, los mecanismos de control activados con el pie se emplean para
controlar una función o un par de ellas. Sin embargo, existen pruebas de que
el pie puede utilizarse para funciones de control más variadas. Por ejemplo,
en una investigación, Kroemer23 desarrolló una disposición para 12 posiciones
de los pies (dianas) para sujetos, tal como se ilustra en la figura 9-11. Empleando
orocedimientos que no es necesario describir aquí, fue capaz de medir \aj
velocidad y precisión con las que los sujetos alcanzaban los diferentes blancos
con sus pies. En conjunto descubrió que, después de un corto período de
aprendizaje, el sujeto podía realizar su trabajo con una precisión considerable
y en un tiempo de trayecto muy corto (promediando casi 0,1 s). Aunque los
movimientos hacia adelante eran algo más rápidos que hacía atrás o los movi
mientos laterales, estas diferencias no tuvieron ninguna consecuencia práctica.
Sus resultados nos dan una cierta base para suponer que es posible el asignar
al pie tareas de control que hasta el momento se habían considerado del dominio
exclusivo de las manos.
Tiempos de movimiento (s )
Situ ación del freno H om bres M ujeres
228
¡nputs y outputs están relacionados con la información, tales como máquinas
de escribir, computadoras, máquinas de calcular, calculadoras de bolsillo y
teléfonos. t\í%
Los datos que sirven de input a tales mecanismos son, por lo general,
alfabéticos, o pertenecen a otras formas simbólicas, y en la mayoría de los
casos son suministrados a las máquinas mediante el uso de instrumentos de
entrada de datos, tales como los teclados. Con todo, se están llevando a cabo
algunas investigaciones sobre el empleo de la voz y los movimientos de los
ojos como base para la entrada de datos.
Tiempo medio
para p ro cesar Porcentaje
Tipo de instrumento ÍO d ígito s (s) de errores
Teclado de 10 claves, com o en las calculadoras de mano 12 0,6
Teclado de una matriz de 10 por 10 13 1,2
Aparato de 10 palancas, una para cada dígito 17 2,3
10 m andos rotatorios, uno para cada dígito 18 2,3
229
De esta comparación resulta evidente el deducir que ciertos tipos de
instrumentos se prestan a un uso más efectivo (en términos de velocidad y
precisión) que otros, y que el mejor, en este caso particular, es el teclado de
10 claves (como el utilizado en las calculadoras de bolsillo).
Los teclados de cuerda no son tan comunes como los teclados sécuen-
cíales, pero se utilizan en las estenotipias, en los pianos y en las máquinas de
Burroughs que se utiliza en ciertas oficinas de correos para una clasificación
semiautomàtica. Los techos teóricos de ambos tipos de teclados pueden expre-
Fig. 9.12. Teclado de B u rro u gh s utilizado para clasificar cartas en algunas oficinas
de co rre o s. Los núm eros individuales pueden reproducirse m ediante la activación sim u l
tánea de determ inadas com binaciones de teclas, sigu ien d o el sistem a binario. Por
ejemplo, s e activa el 3 al p re sio n ar el 1 y el 2, y el 5 al presionar el 1 y el 4. (C ortesía
de B u rro u g h s Corporation.)
sarse en términos de bits de información por pulsación. Tal como indica Seibel,28
para cualquier número de claves dado hay una proporción aproximada de casi
2:1, en términos de tal información, en favor del teclado de cuerda. Sin embargo,
los límites reales están influidos por el sistema de codificación y vienen res
tringidos por las posibilidades humanas de realización. Por ejemplo, los prome
dios de información de la estenotipia comparados con la máquina de escribir
convencional, están en la proporción de 2:1, y los promedios de pulsaciones
por segundo de los buenos operadores guardan la proporción de 3:8,3 por
segundo, lo que da a la estenotipia una ventaja de 5,6:1 (por lo que respecta
a input de información por pulsación).
Una comparación real de los dos tipos de teclados fue llevada a cabo
por Bowen y Guinness2 en el contexto de una tarea simulada de clasificación
semiautomática de correo. En dicho estudio, la codificación memorística del correo
en varias clases (cada una con un código numérico de tres dígitos) fue hecha
por algunos sujetos mediante una máquina de escribir regular y por otros
sujetos mediante un teclado de cuerda pequeño (12 claves) (exigiéndose simul
táneamente el uso de una a cuatro claves) y un teclado de cuerda largo
(24 claves) (exigiéndose el uso de una a tres claves). Los modelos de digitación
empleados representaban la dificultad de tecleteo y la frecuencia que debería
er piearse para un esquema de clasificación de cartas de 500 separaciones.
Algunos de los resultados se resumen a continuación.
230
:jueño en cuanto a reducción de errores probablemente pueda atribuirse al
‘flecho de que no exige tal dificultad de tecleteo. Algunas pruebas que, por
lo general, confirman esto proceden de un estudio efectuado por Conrad y
Longman,1 quienes afirman que. entre sujetos que trabajaron durante un período
de varias semanas, aquellos que utilizaban un teclado de cuerda tenían un
promedio de pulsaciones por minuto superior a los que utilizaban máquinas de
escribir. Bowen y Guinness 2 suponen que la ventaja aparente del teclado de
cuerda sobre la codificación secuencia! en el contexto de su estudio puede
atribuirse al hecho de que, cuando se emplea una codificación memorística
aprendida, uno la empareja inmediatamente a una respuesta de unidad, no a
una respuesta que se esparce en el tiempo tal como se requiere en claves
secuenciales.
Aunque los teclados de cuerda parezcan ofrecer ventajas que superan
a los teclados secuenciales, no obstante los teclados de cuerda son, por lo
'general, de aprendizaje más difícil por lo que respecta a su sistema de codifica
ción (por ejemplo, las combinaciones de claves que representan informes
individuales).
Disposición de los teclados. Se han propuesto diversas disposiciones
alternativas para los teclados de las máquinas de escribir convencionales, uno
de los cuales fue propuesto, ya hace años, por Dvorak.12 Esta y otras distribu
ciones se han hecho basándose en la suposición de que resultan más eficientes
para el empleo combinado de los dedos, considerando la frecuencia de uso de
diversas letras individualmente y en combinación. Una de las características del
teclado de Dvorak era que todas las vocales estuviesen en la hilera del medio
a la izquierda, y las consonantes más comunes a la derecha, de la manera
siguiente:
A O E U I D H T N S
9 8 7 123
654 456
321 789
0 0
231
promedio algo más elevado de procesado de datos que la distribución de la
máquina de sumar (7,8 contra 7,4 ocho dígitos procesados por minuto). Sin
embargo, hubo una diferencia algo más específica por lo que respecta a la pre
cisión, tal como indicamos a continuación:
Porcentaje
Distribución de errores
Máquina de sumar 82
Teléfono 6.4
Teleoperadores
Fig. 9.13. Equipo experimental de control rem oto utilizado en d ive rso s estudios.
(Por co rtesía de USAF, A F H R L J
232
Patterson Air Forcé Base. Otro tipo de teieoperador es el modelo de hombre
articulado que aparece en la figura 9-14. Se trata de un artefacto exoesquelético
que, mediante un suministro de energía, posibilita el que una persona «ampli
fique» sus propios movimientos físicos, hasta el punto de poder levantar un
peso rayano en los 700 kg.
233
que se ha denominado «imagen verificada del cuerpo-; en términos más simples,
esto significa que el operador tiene que realizar alguna identificación o integra
ción significativa con su equipo.
Quizá se deba a su necesidad de integración con el equipo el hecho de
que los operadores de controles remotos tiendan a activar mejor con aquellos
equipos que operan sobre un principio pantográfico (en el que la respuesta del
operador se traduce directamente en ios correspondientes movimientos tridi
mensionales), en cuanto contrastan con algunos modelos rectolineales (en los
cuales ios manipuladores de energía eléctrica deben controlarse independiente
mente en cada una de las tres dimensiones). Una manifestación de este principio
procede del estudio efectuado por Crawford,8 en el que éste halló que el control
remoto de unos discos que tenían que emplazarse en unos hoyos sobre una
plataforma (una variación del aparato que aparece en la figura 9-13), era realizado
mejor con una palanca de mando que con controles de palancas múltiples. Estos
resultados aparecen en la figura 9-15. En realidad, las manipulaciones de ¡a
234
algunos casos también pueden ser importantes las consideraciones estéticas,
ya sea para bien o para mal; si la finalidad de un cuchillo es cortar la carne, no
hay nada como una buena cuchilla da matarife, pero si la finalidad es impresio
nar a los invitados, una cubertería de plata de ley es probablemente lo más
indicado.) A fin de ilustrar la importancia de las consideraciones antropométricas
y biomecánicas (si no los aspectos estéticos), vamos a citar dos o tres tipos
diferentes de ejemplos.
A licates
■ i
Fig. 9.17. Ejemplos de electrom iogram as dei m úsculo flexor del dedo durante ía fase
de «agarre» a! utilizar un m odelo original, y otro mejorado de un fórceps de bayoneta,
tai com o lo utilizan los neurocirujanos. (Se gú n Miller, Ransohoff y Tichauer ,'6 figs. 1 y 6 .)
235
Un instrumento quirúrgico rediseñado
Resumen
Antropometría
239
Unidos) sobre un conjunto representativo de 6672 hombres y mujeres adultos.
En la figura 10-1 aparecen las mediciones de estas características específicas
de! cuerpo, y en la tabla 10-1 los datos de cada una de ellas (más el peso)
expresados en los porcentajes 5, 50 y 95. Debemos recordar que estos
valores cubren edades que oscilan entre los dieciocho y los setenta y nueve años
y que la mayoría de las mediciones varían algo según la edad, sobre todo en
peso y altura, tal como se indica en la figura 10-2.
A d e m á s , io s d a t o s c o r r e s p o n d ie n t e s a in v e s t ig a c io n e s d e o t r a s m u e s t r a s
p u e d e n v a r ia r a p artir d e la fe c h a de la in v e s tig a c ió n . Y u n a lla m a d a d e a te n c ió n :
la s m e d ic io n e s e fe c t u a d a s s o b r e p e r s o n a l q u e lle v a tra je s e s p e c ia le s , c o m o
v e s t im e n t a s á rt ic a s o m o n o s d e trabajo, p u e d e a ñ a d ir c e n t ím e t r o s a la s e x ig e n c ia s
d e e s p a c io p e rso n a l.
L a s d im e n s io n e s fu n c io n a le s d e l c u e rp o s e to m a n a p a rtir d e la s
p o s ic io n e s de! c u e rp o r e s u lta n t e s del m o v im ie n to . A u n q u e la s d im e n s io n e s
e s t r u c t u r a le s d e l c u e rp o re s u lta n ú tile s para d e t e r m in a d a s fin a lid a d e s d e d is e ñ o ,
la s d im e n s io n e s fu n c io n a le s so n , p ro b a b le m e n te , m u c h o m á s ú t ile s p a r a la m a y o ría
d e lo s p r o b le m a s del d is e ñ o . En la mayor parte d e la s c ir c u n s t a n c ia s d e la v id a .
240
Tabla 10-1. Selección de dimensiones estructurales del cuerpo y de pesos de adultos
1 Altura 63,6 68,3 72,8 59,0 62,9 67,1 162 173 185 150 160 170
2 Altura sentado, erguido 33,2 35,7 38,0 30,9 33,4 35,7 84 91 97 79 85 91
3 Altura sentado, normal 31,6 34,1 36,6 29,6 32,3 34,7 80 87 93 75 82 88
4 Altura de la rodilla 19,3 21,4 23,4 17,9 19,6 21,5 49 54 59 46 50 55
S Altura poplítea 15,5 17,3 19,3 '14,0 15,7 17,5 39 44 49 36 40 45
6 Altura del codo en descanso 7,4 9,5 11,6 7,1 9,2 11,0 19 24 30 18 23 28
7 Separación brazo muslo 4,3 5,7 6,9 4,1 5,4 6,9 11 15 18 10 14 18
3 Longitud nalga-rodilla 21,3 23,3 25,2 20,4 22,4 24,6 54 59 64 52 57 63
9 Longitud nalga-poplíteo 17,3 19,5 21,6 17,0 18,9 21,0 44 50 55 43 48 53
10 Anchura de hombro a hombro 13,7 16,5 19,9 12,3 15,1 19,3 35 42 51 31 38 49
11 Anchura de asiento 12,2 14,0 15,9 12,3 14,3 17,1 31 36 40 31 36 43
12 Peso 120 166 ' 217 104 137 199 58 75 98 47 62 90
• Peso en libras (prim eras seis columnas) y en kilogramos (seis últimas colum nas).
" Los valores en centím etros han sido redondeados.
F u e n t e : W e ig h t , H e i g h t a n d S e l e c t e d B o d y D i m e n s i o n s o f A d u l t s : 1 9 6 0-1962. Datos proporcionados
por el National Health Survey USPHS Publication 1000, serle 11, n.° 8, junio de 1965.
Edad
Fig. 10.2. Peso medio (escala de la izquierda) y altura media (escala de la derecha)
de 6672 adultos, indicándose ¡os cam bios debidos a la edad. Las restantes caracterís
ticas físicas también se relacionan con la edad de alguna manera. (Basado en los datos
del National Health Survey ,25 tablas 1 y 2.)
n a d ie p e r m a n e c e in a c tiv o (n i ta n s iq u ie r a c u a n d o d u e rm e ). A n t e s bien, en la
m a y o ría d e la s s it u a c io n e s la b o r a le s o d e oc io , la s p e r s o n a s e s tá n « fu n c io n a n d o » ,
y a s e a p o rq u e m an e ja n el v o la n t e de u n a u to m ó v il, o p o rq u e p re p a ra n u n a ra to n e ra
o a lc a n z a n el s a le r o e n c im a d e la m e sa . La fig u ra 10-3 ilu s t ra la d ife re n c ia en
c u a n t o a la a p lic a c ió n de la s d im e n s io n e s e s t r u c t u r a le s del c u e rp o e n c o m p a ra c ió n
c o n la s fu n c io n a le s p ara el d is e ñ o d e la c a b in a d e un v e h íc u lo .
El p o s tu la d o c e n tra l s o b r e el u s o de la s d im e n s io n e s fu n c io n a le s s e
r e la c io n a c o n el h e ch o de q u e , al re a liza r f u n c io n e s fís ic a s , lo s m ie m b r o s del
c u e r p o d e u n in d iv id u o n o o p e r a n in d e p e n d ie n te m e n te , s in o m á s b ie n c o n c e rt a d o s .
P o r e je m p lo , el lím ite p rá c t ic o d e l a lc a n c e del b ra z o no e s la m e ra c o n s e c u e n c ia
d e la lo n g it u d del brazo, p u e s ta m b ié n re s u lta afe ctado, e n parte, p o r el
m o v im ie n t o del hom b ro, la ro ta c ió n p a rcia l del tro n co , la p o s ib le c u rv a tu ra d e
la e s p a ld a y la fu n c ió n q u e d e b e ría lle v a r a c a b o la m ano. É s t a y o t r a s v a r ia b le s
turafes funcionales
242
son las que hacen difícil, o como mínimo arriesgado, el intentar resolver todos
los problemas de espacio y dimensión sobre la base de las dimensiones
estructurales del cuerpo.
105r
100 -
95-
90-
85-
80-
75 L
Fig. 10.4. ilustración de las relaciones entre porcentajes de c aso s y mediciones antro
pométricas. Específicamente, esta figura muestra los porcentajes acumulativos (a lo
largo de ía línea base) cuya altura, estando sentada, es la m ism a o está por debajo de
los valores de la escala vertical de la izquierda. La escala vertical de la derecha muestra
las correspondientes exigencias de ajustabilldad del asiento por lo que respecta a grupos
de porcentajes diferentes. Las diferencias en cuanto a exigencias de ajustabilidad del
asiento resultan desproporcionadas en los extremos a los porcentajes adicionales que
s e acomodarían a ellos. (Según Hertzberg.13)
E n e s t e a sp e c to , c o m o en o tro s, la s c o n s id e r a c io n e s s o b r e la s p é r d id a s
p u e d e n o c u p a r u n lu g a r d e s t a c a d o . La p rá c tic a m ilit a r d e re c h a z a r a la s p e r s o n a s
q u e s o n m u y b a ja s o m u y a lt a s v ie n e o b lig a d a , en parte, p o r el h e c h o d e q u e
ia e x ig e n c ia d e a rt íc u lo s m á s p e q u e ñ o s o m á s g r a n d e s d e v e s tim e n ta , c a lz a d o , etc.,
im p o n d ría u n a c a rg a a d m in is t ra tiv a a d ic io n a l p a ra s u m in is t r a r t a le s a rt íc u lo s ;
r e s u lt a m ejo r, p o r tanto, re c h a z a r la p o s ib le u tilid a d de t a le s h o m b r e s e n b e n e fic io
d e u n a c ie rta s im p lic id a d en la a d m in is t ra c ió n .
244
Dimensiones del espacio de trabajo
' : I ■' i
El espacio de trabajo humano puede abarcar muchas situaciones físicas
diferentes, incluida la del fontanero que trabaja debajo de una cañería obstfuída,
la del astronauta en su cápsula, la del montador en su puesto frente a la^§i|feá
de montaje, la del que pinta el asta de una bandera, y la del sacerdote
pùlpito. Puesto que aquí no podemos resolver los problemas de espacioíSffpte
fontaneros o de los pintores de astas de bandera, vamos a tratar de a lg q ^ ^ í
de las situaciones más convencionales' de trabajo. .í v '
L 135 7,75
L 90 12,15 7,25
L 45 18,50 20,00 19,00 14.00 8,50
L 30 21,50 22,50 21,50 15,50 9,50
0 25,50 26,25 25,50 19,00 12,75
R 30 17,50 27,00 30,00 30,25 29,00 22,75 17,50
R 45 19,50 28,25 31.00 31,00 30,25 24,75 19,00
R 90 19,50 29 Z 5 32,25 32,25 31,25 26,25 21,00
R 135 16,50 26,25 20,00
180 12,75
245
0o
246
N ota :
L a s lín e a s de la
c u a d rícu la representan
6 p u lg a d a s (1 5 ,2 cm)
247
Exigen cias mínim as en esp acio s restringidos
Superficies de trabajo
Fig. 10.7. D im e n sio n e s de algunos e spa cios de trabajo que pueden resultar im prescin
dibles para individuos que trabajen en ellos o tengan que circular por ellos. Nota: Las
tres d im e n sio n e s que aparecen (pulgadas a la izquierda, cm a la derecha) so n (de arriba
abajo en cada ca so ): mínima, mejor (con ve stid os norm ales), y con vestim entas pesadas
(com o se ría el caso del Ártico). (Se gú n Rigby. C ooper y Spickard.1’)
248
Superficie horizontal de trabajo
Abajo: centímetros
Fíg. 10.8. D im e n sion e s (en pulgadas y cm ) de áreas de trabajo norma! y m áxim a en un
piano horizontal, propuestas por Barnes, junto con un área de trabajo normal que
propuesta por Squires, aparece en sob re im p re sió n a fin de m ostrar las diferencias.
(Se g ú n B a rn e s ,2 y Squires.21)
trabajo propuesta por Barnes goce de una amplia aceptación indica, probablemente,
que resulta bastante adecuada, aunque cabe que el área algo más baja propuesta
tienda a corresponder bastante mejor con las realidades dinámicas antropométricas.
2 49
individuales, excluyen evidentemente el que se establezca una altura única y
universal, apropiada a tales superficies. Sin embargo, teniendo en cuenta la
estructura del cuerpo y la biomecánica, uno puede manifestarse a favor de una
regla que convendría aplicar: la de que la superficie de trabajo (o, en realidad,
la situación de los instrumentos u objetos que deben utilizarse continuamente)
debería estar a un nivel tal que los brazos pudieran colgar de una forma relativa
mente natural, con una posición relajada del hombro y manteniendo con el codo,
tal como dicen Floyd y Roberts,8 una relación «satisfactoria» con la superficie de
trabajo. Por lo general, esto significa que el antebrazo debería mantenerse,
aproximadamente, horizontal o ligeramente inclinado hacia abajo cuando se realizan
las tareas manuales más simples. Cuando la superficie de trabajo exige que la
parte superior del brazo esté algo más alta que la altura del codo en su posición
relajada, los costes metabólicos del trabajo tienden a aumentar (Tichauer).22
Tal principio nos llevaría a suponer que, por lo general, las superficies de
trabajo deberían ser algo más bajas que lo que refleja la práctica cotidiana.
Por lo que respecta a la altura de los pupitres, Bex,3 basándose en unas investi
gaciones efectuadas en Europa, afirma que las alturas más corrientes se han
reducido de hecho de unos 76 cm en 1958 a unos 72 cm en 1970. Pero basándose
en datos antropométricos propios y de otros investigadores, defiende una nueva
reducción de la altura de ios pupitres hasta 68,5 cm. Sin embargo, se insiste en
que deberían fabricarse pupitres de alturas ajustables entre los 58 y 76 cm.
En caso de alturas ajustables de superficie de trabajo se apoya sobre la
base de tres factores, como sigue: las diferencias individuales en cuanto a
dimensiones físicas (sobre todo la altura del codo cuando se está sentado), las
diferencias individuales en cuanto a preferencias, y las diferencias en cuanto
a trabajos que han de llevapse a cabo. A este respecto, por ejemplo, Ward y
Kirk 24 efectuaron una estadística de las preferencias de las amas de casa britá
nicas respecto a las alturas de superficie de trabajo cuando realizaban tres
diferentes tipos de tareas. Los porcentajes de preferencia de superficies de
trabajo a determinados niveles (con relación al codo) cuando se realizaban tales
tareas, se reseñan a continuación:
H om bres M u jeres
Tipo de tarea cm cm
250
No obstante, la superficie de trabajo que resultaría más apropiada e n
tamaños. Por lo tanto, siempre que sea posible, deberían preverse algunas
A ltura Altura
lumbar del co d o A ltura
de! regazo
Altura
poplítea
características ajustables, tales como la altura del asiento, la posición del pie
(mediante el uso de algo para descansar el pie), o la altura de la superficie de
trabajo. A este respecto, la Western Electric Company ha hecho una interesante
innovación, que aparece en la figura 10-10 y en la que se ajusta la altura de la
superficie de trabajo mediante un control activado electrónicamente. También es
posible adaptar el asiento en cuanto a altura y respaldo (altura, ángulo, grado de
rigidez, etc.). La estructura que aparece en la superficie alberga el chasis del
equipo eléctrico que ha de ser rebobinado por el operador y que puede girar hasta
llegar a la posición deseada.
manipulación semejantes. Por lo que respecta a la altura por encima del suelo,
representarían unos valores m edios de — para hombres— unos 107 o 104 cm
a 81 cm, y para mujeres, de unos 97 cm a 84 cm.
Este promedio obtenido por las mujeres corresponde relativamente bien
con las preferencias de altura de trabajo expresada por la muestra de mujeres
británicas mencionadas anteriormente (Ward y Kirk 24). Las alturas medias
preferidas para superficies de trabajo y para los tres mismos tipos de tarea
mencionados anteriormente se citan a continuación:
A ltu ra preterida
Tipo de para la superficie
tarea d e trabajo (d e pie)
A 87,9 cm
B 90,9 cm
C 87,6 cm
En el f r e g a d e r o En la m e s a d e trabajo En lo s fo g o n e s
colada p e l a r p a t a t a s p lan cha r cortar p atatas freír hervir
252
Estos promedios — y sus correspondientes oscilaciones para llevar a cabo
otras tareas en otras circunstancias— son, por supuesto, una función de las
diferencias del individuo, las cuales siempre están presentes.
Una posterior indicación del hecho de que la naturaleza de la actividad
influye sobre la altura deseable de la superficie de trabajo queda reflejado en las
normas propuestas por Ayoub 1 para los tres tipos de tareas siguientes (basadas
sobre dimensiones medias):
H om b res M ujeres
Tipo de tarea cm cm
La ciencia de sentarse
253
Fig. 10.11. Representación de io que s e considera una distribución deseable del p e so
sobre las nalgas, m ostrando contornos de igual presión desde fas tuberosidades isq u ia le s
hasta la periferia. El valor superior de cada contorno e s en gram os/ cm 2 y el m ás bajo
es en libras/pulgada .2 (Según Rebiffé ,18 fig. 7, p. 256.)
Altura del asiento. A fin de evitar una presión excesiva sobre el muslo
(en la parte delantera del asiento), la parte delantera del asiento no debería ser
superior a la distancia desde el suelo al muslo cuando se está sentado (es decir,
la altura poplítea). Esta dimensión debería ser la generalmente elegida para
acomodarse a todos los individuos que superasen el porcentaje. Con refe
rencia a la tabla 10-1 diremos que el quinto percentil para hombres y mujeres
es de 39 y 36 cm respectivamente. Sin embargo, las alturas de asientos fijos de
tales valores pueden complicar los mecanismos de tomar asiento a los miembros
más altos de la raza humana mediante una reacción en cadena que empieza en
el ángulo de la rodilla y puede originar que el individuo en cuestión se siente
con su área lumbar de la espalda en posición convexa antes que cóncava. Teniendo
en cuenta el hecho de que los tacones añaden más de un par de cm a los
valores del porcentaje (más en el caso de las mujeres), se ha convertido
en una práctica bastante corriente utilizar asientos de una altura de unos 43 cm.
Esto encaja bastante bien con la recomendación hecha por Grandjean et alt.10
de 43 cm para sillas de finalidades múltiples que tengan el asiento inclinado.
Siempre que sea factible, naturalmente, deberían prepararse asientos de alturas
ajustabíes (quizá de 38 a 48 cm) a fin de que se pudiesen acomodar personas
de diversas alturas.
Profundidad y anchura de! asiento. La a n c h u ra y p ro fu n d id a d d e lo s
a s ie n t o s d e p e n d e n en parte d e l tip o de a s ie n t o (u n a silla d e u s o m ú ltip le , u n a
s illa d e m e c a n ó g ra fa , un b u ta có n , etc.). S in e m b a rg o , en té r m in o s g e n e r a le s , la
p ro fu n d id a d d e b e ría s e r la m á s in d ic a d a p ara p e r s o n a s p e q u e ñ a s (p a ra d e ja r u n a
s e p a r a c ió n e n tre p ie rn a y p a n to rrilla y re d u c ir la p re sió n d e lo s m u s lo s ) y la
a n c h u ra la m á s in d ica d a para p e r s o n a s g r u e s a s . S o b r e la b a s e de lo s r a n g o s d e
c o m o d id a d p a ra s illa s de d is e ñ o s d ife re n te s, G ra n d je a n e t a lt .10 r e c o m ie n d a n q u e
254
Illas de uso múltiple no excedan de los 43 cm de profundidad y que la
jra de la superficie del asiento no sea inferior a los 40 cm, aunque tal anchura
algo superior, por ejemplo 43 cm) sería la solución del problema de los
jtos individuales; si las personas están alineadas en filas, o los asientos
uno junto a otro, codo con codo, han de tenerse en cuenta los valores de la
¿hura. puesto que incluso los valores del porcentaje 95, de 45 a 50 cm, producen
moderado efecto de sardinas en lata (y para los hinchas de un equipo de
rol este efecto se amplifica más). En cualquier caso, éstos son los valores
jnitnos aproximados para sillas provistas de brazos (y para los buenos amigos
je están cansados uno debería tener butacones incluso más anchos).
-11.0(28)
2 7 0 -3 0 .0
(7 0 -7 8 ! ~
Variación
preferentemente
ajustable
13.8-15.8
Para 30.0(78) mesa: 1 7.0 -2 0 .2 (4 5 -4 3 ) 4 (3 5 -4 0 )
Para 28.0(71)m esa: 15.3-18.5(40-48) {
-4 .0 0 0 )
IC
WMF' (r 3.1(8)
Fig. 10.12. Dim ensiones recomendadas (en pulgadas) para características ajustables de
sillas de oficina. Nótense las variaciones de ajustabilidad de la altura del asiento en
relación con las dos alturas de mesa, 30 y 28 pulgadas (78 y 71 cm ). A fin de m antener
aproximadamente 11 pulgadas (28 cm) entre la altura de! asiento y la superficie de
trabajo, el asiento debería poseer una ajustabilidad que dependiese de la altura de la
superficie de trabajo, tal com o se indica. Las p erso n a s bajas necesitan apoyos para
los pies si la altura de la superficie de trabajo e s alta para ellos. (L o s datos en pu lgadas
han sid o convertidos a partir de centímetros.) (Se gú n Burandt y Grandjean.9)
255
D ise ñ o s de asientos para d iversas finalidades
Fig. 10.13. C ontornos de d o s sillas de u so múltiple consideradas (entre 12) com o las
m ás cóm odas por 50 sujetos, y las características de diseño, recom end adas para sillas
de u so múltiple, b asadas en este estudio. (Se gú n Grandjean et a lt .,10 figs. 2 , 6 , 13.)
2 56
Fig. 10.15. Ilustraciones de conside
raciones antropométricas en el diseño
de asientos para conductores de co
ches. Las partes a y b ilustran las
posturas aconsejable e indeseable en
•relación con la columna vertebral.
(Nótense en la ilustración inserta en
b las presiones desiguales entre las
vertebras, causadas por el ángulo
existente entre ellas.} La parte c
ilustra los ángulos de los miembros
del cuerpo que proporcionarían una
postura razonablemente satisfactoria
mientras se conduce, (a y b según
Rizzi,20 fig. 5, p. 230; c según Rebiffé,18
fig. 1, p. 247.)
259
circunstancia, estas pautas pueden tratar con una u otra de dos fases separadas
(o con ambas}, aunque interrelacionadas de la manera siguiente: lo que concierne
a ¡a situación general de los componentes (tales como los componentes espe
cíficos de un espacio de trabajo fijo o componentes más amplios que pueden
situarse en una área de trabajo más general, como podría ser una oficina) y lo que
concierne a la distribución específica de los componentes.
D is c u s ió n . A l juntar, c o m o s i s e tr a ta s e de la s p ie z a s de u n ro m p e
c a b e z a s , io s c o m p o n e n t e s d e u n s is t e m a , s e p o n e d e m a n ifie s to q u e n o s e p u ed e ,
o n o s e d e b ie ra , a p lic a r d e u n a fo rm a fe h a c ie n te u n a s o la p a u ta v á lid a para t o d a s
la s s it u a c io n e s . Pero, de u n a m a n e ra m u y g e n e ra l, y a d e m á s d e la p re m is a del
ó p t im o , ia s n o c io n e s de im p o rta n c ia y de fr e c u e n c ia p ro b a b le m e n te s o n a p lic a b le s,
s o b r e tod o, a la s f a s e s m á s b á s ic a s d e situ a r c o m p o n e n t e s d e u n á re a g e n e ra l
e n u n e s p a c io d e trabajo; a s u vez, lo s p r in c ip io s de s e c u e n c ia de u s o y d e
fu n c io n a lid a d tie n d e n a a p lic a r s e m á s a ia d ist r ib u c ió n d e lo s c o m p o n e n t e s d e n tro
d e u n á re a g e n e ra l
P o r lo g e n e ra l, la a p lic a c ió n d e e s t o s d iv e r s o s p r in c ip io s d e d is t rib u c ió n
d e c o m p o n e n t e s ha d e b id o a firm a rse s o b r e c o n s id e r a c io n e s r a c io n a le s d e ju icio,
p u e s t o q u e h a h a b id o p o c a s p ru e b a s e m p íric a s d is p o n ib le s q u e h a g a n re fe re n c ia
a ia e v a lu a c ió n de e s t o s p rin c ip io s . S i n e m b a rg o , e x is t e n a! m e n o s a lg u n o s d a t o s
de u n a in v e s t ig a c ió n qu e a rro ja n un p o c o d e lu z s o b r e e s t a m ate ria. El e s tu d io
e n c u e s t ió n , lle v a d o a c a b o p o r F o w le r e t a l *.,7 c o n s is t ía en la v a lo ra c ió n d e
d i v e r s a s d is p o s ic io n e s de p a n e le s de co n tro l, en to s q u e s e h a b ía n d is t rib u id o
d i s p l a y s y c o n t ro le s s ig u ie n d o ca d a u n o d e io s c u a tro p r in c ip io s d e s c r it o s
a n te rio rm e n t e . L o s p a n e le s in c lu ía n 126 d is p la y s y c o n t r o le s m ilit a r e s e stá n d a r.
No v a ie ia p e n a d e s c r ib ir s u d is t rib u c ió n s ig u ie n d o lo s c u a t ro p rin c ip io s , a u n q u e
sí d e b e r ía m o s a ñ a d ir q u e p a ra cada p rin c ip io s e d is p u s ie r o n t r e s p a n e le s de
control que v a ria b a n en cuanto a té r m in o s d e tre s « n iv e le s » d e a p lic a c ió n del
principio (basados en un sistem a de tanteo), y e s t o s niveles e ra n : alto, m e d io
y bajo. Los sujetos, estudiantes universitarios m a s c u lin o s , u tiliz a ro n ia s d ife re n te s
distribuciones e n eí c u r s o de una tarea simulada. Su e je c u c ió n s e m id ió en
términos de tiempo y errores, y lo s resultados de ¡o s c r it e r io s d e tie m p o a p a re c e n
260
en la figura 11-1. Esta figura (y los datos correspondientes que hacen referencia
a los errores) muestran una superioridad neta del principio de secuencia de uso.
Incluso las distribuciones basadas en los niveles de aplicación bajo y medio de
este principio fueron superiores, o iguales, a los niveles altos de los restantes
principios.
y -c «v
p , t ^ -- <
Métodos de análisis
D ispla y
A B C O E
262
anterior), la combinación de las clasificaciones (incluyendo cualquier sistema de
pesar) debería hacerse con sumo cuidado.
I Enlaces comunicativos
A Visuales (de hombre a hombre, o de implemento a hombre)
B Auditivos, voz (de hombre a hombre, de hombre a implemento, o de
implemento a hombre)
C Auditivos, sin voz (de implemento a hombre)
D Tacto (de hombre a hombre, o de hombre a implemento)
II Enlaces de control
E Control (de hombre a implemento)
III Enlaces de movimiento (movimientos de un lugar a otro)
F Movimientos de los ojos
G Movimientos de manos o pies
H Movimientos del cuerpo
263
Tabla 11-1. Análisis de enlace de determinados paneles en un tablero de despegue de un
sistema de vuelo
C O C \i O
2. Programador 31 637
3. Grabadora 51 81 0 1
4. Panel de metro 63 0 8
8
O
5. Suministro de energía 5 49
6. Osciloscopío 12 12
Por lo que respecta al empleo de los datos de actividad para hallar una
distribución razonablemente óptima de ios componentes, la aproximación típica se
hace mediante alguna forma de simulación física. Sin embargo, en algunas
circunstancias cabe utilizar métodos cuantitativos más sistemáticos.
Flg. 11.2. Secuencia de operaciones exigidas por la disposición de un panel prototipo (a),
y la disposición rediseñada después del análisis de la secuencia de operaciones (b).
(Figs. 5.2a y 5.2b.22}
Fig. 11.3. Valores de enlace de los movimientos del ojo entre los instrumentos de
un avión durante una maniobra de remontar el vuelo a una velocidad de crucero
constante. (Cortesía de USAF, AMRL, Behavioral Sciences Laboratory.)
265
un coste total, que sería la suma de los costes de utilidad de los varios controles
en sus situaciones especificadas por aquella distribución. Mediante la programación
lineal era posible identificar la distribución particular para la que el coste total
era mínimo. La distribución óptima resultante es la que aparece en la figura 1t-4,
en la que los controles individuales están simplemente identificados mediante un
código de letras. Nótese que ningún control está en su propia situación óptima,
pero que, colectivamente, la distribución obtenida es óptima por lo que respecta
a ios criterios de coste total. (El control C, anteriormente mencionado, quedó
situado en el espacio 6, aunque su coste de utilidad en tal situación era menor.)
Fig. 11.4. Perspectiva dibujada de ocho áreas utilizadas en una aplicación de la pro
gram ación lineal a la distribución de ocho controles de avio ne s (Freund y Sa d o sky.')
L o s p orcentajes m edios de p recisión de los m ovim ientos de p osición ciegos aparecen
entre p aré n te sis en las ocho áreas (basado en datos procedentes de Fítts.‘j Las letras
de lo s re cu a d ro s son los sím b olo s correspondientes a los och o controles, y las situ a
cio n e s qu e p resentam os aquí representan la solución óptima de program ación lineal.
Displays visuales
Se considera que la línea normal de visión está a unos 15° por debajo
de! horizonte. La sensibilidad visual, acompañada por movimientos moderados
de ojos y de cabeza, permite una exploración visual bastante completa de una área
alrededor de la línea normal de visión. El área que permite una visión más
conveniente (y, por tanto, la generalmente preferida para los displays visuales)
266
se ha considerado como la definida por un círculo, de un radio de unos 10 a 151,-
alrededor de la linea normal de visión.
Sin embargo, hay indicaciones de que el área que permite miradas <le
mayor efectividad no es un circulo alrededor de la línea de visión, sino que* más
bien es un óvalo. Tal prueba se basa en la investigación de Haines y Gilliland,?.v,v
quienes midieron los tiempos de respuesta de sujetos ante una lucecita quésy>
relampagueaba en diversos lugares dentro del campo visual. La figura 11-5 mqestra
los tiempos medios de respuesta ante las luces en diversas situaciones dentró
del campo visual. Cada límite que aparece en la figura indica la región en la que
Fig. 11.5 Tiem pos de isorrespuesta dentro de un cam po visual. Cada línea describe un
área en el interior de la cual el tiempo m edio de respuesta a las luces es casi el m ism o.
(Se g ú n H aines y Giliíland,9 fig. 2. Copyright 1973 Am erican Psychological Association ,
reproducido con perm iso.)
Controles manuales
2 67
otro factor, el de la fuerza que puede ejercerse en una dirección dada y con la
mano en una posición dada. Investigaciones efectuadas por Dupuis * y por Dupuis,
Preuschen y Schuite5 tratan de esta cuestión, sobre todo de la fuerza que puede
ejercerse estirando, cuando se está sentado, o cuando la mano está a diferentes
distancias del cuerpo (en realidad, desde el punto de referencia de un asiento).
La figura 11-6, que ilustra una serie de resultados, nos muestra la importante
reducción de fuerza efectiva a medida que el brazo se flexiona cuando estira
hacia el cuerpo. La fuerza máxima que cabe ejercer estirando va de 57 a 66 cm
hacia adelante a partir del asiento que sirve de punto de referencia, y, naturalmente,
este trecho define la situación óptima de un control de palanca (como podría ser
un freno de mano) caso de que la fuerza de estirar tenga que ser razonable
mente alta.
Fig. 11.6. Relaciones entre la fuerza máxima de arrastre (tal como se ejerce con un
freno de m ano) y la situación de! manejo dei control. (Se gú n Dupuis, P reuschen y Shulte.5)
268
urc>iaiH;i<3 d u e i b u i id tt u q u ie iu d p tilH U UC
del asiento, centímetros
i r~~i r~i ~r i ~ 1------- !------- 1------- 1
-5 0 - 4 0 - 30 - 20 -10 o 10 20 30 40 50
-S
o
4 0 -, c
Area màxima de superficie plana para g
e
controles secundarios ' *♦-
h i' - 90 ©
3 5 - ©
~o
- Uro. pref. para otros controles secundarios : o
c
3 0 - 3
Q.
-7 0 =
"©
;; Controles de emergencia y controles: X Ì
secundarios de precisión y ajuste 2 5 - kj m
cz es
J r X3
Ü «3
C 03
© 3
-5 0 2 0 - t- D.
o _
Q -o
i? c
1 5 - o ®
c ©
ro «3
OJ —
rr &
1 0 - ü -Q
269
deberían estar más separados o más juntos, y el- orden de preferencia de los
cuatro ángulos.
Sólo presentaremos algunos de los datos, pero caracterizan los resultados
de forma general. La figura 11-8 muestra datos respecto a cuatro de los criterios
para cuatro ángulos. Las escalas de criterios se han convertido en valores bastante
arbitrarios y solamente se indican las direcciones «deseables e indeseables».
Sin embargo, puede observarse que los cuatro criterios obtuvieron mejores resul
tados en los paneles laterales con lados esquinados a 65°. La solidez de todos
los criterios (de éstos y de los restantes) era bastante evidente.
Aunque las figuras 11-7 y 11-8 proporcionan pautas generales para situar
controles, incluyendo la consideración de prioridades relativas, deberíamos añadir
que ¡as exigencias operacionales de determinados tipos específicos de controles
algunas veces imponen restricciones imposibles de evitar en cuanto a su situación.
Esto fue ilustrado, por ejemplo, por los resultados de un estudio efectuado por
Sharp y Hornseth 16 en el que una serie de sujetos sentados operaron cada uno
de los 3 tipos de control (botones de mando, interruptores de palanca y pulsadores)
en cada una de las 12 situaciones que tenían en cada una de 3 repisas (lejana,
media, cercana). Los controles de la repisa cercana estaban situados pensando
en el alcance de individuos de pequeñas dimensiones (casi el quinto percentil
de los varones) y solamente presentamos los datos de esta repisa.
La figura 11-9, parte a, muestra el tiempo en segundos necesario para
activar los tres tipos de controles cuando están situados a diversos ángulos
a partir de ia posición central, indicando esta parte que el tiempo de activación
fue mínimo para los tres controles a unos 25° a partir de la posición central.
A su vez, la parte b muestra las áreas de los tiempos de realización más cortos
para cada tipo de control (por ejemplo, el área en la que los tiempos estuvieron
dentro del 5 % de tiempos m ínim os para el control en cuestión); el área más
pequeña para el interruptor de palanca nos lleva a suponer que la elección de
Fig. 11.9. D atos sob re el tiem po necesario para activar un pu lsad or y un interruptor y
tiempo n e ce sario para alcanzar un mando, cuando se está en d iv e rsa s posiciones. Los
d atos hacen referencia a ia m ano izquierda y a un tablero de m andos cercano. La parte a
proporciona lo s tiem pos m edios para controles en 25 posicion e s por encim a del nivel
de referencia del asiento. La parte b presenta los contornos del área en la que hubo
tiem pos m á s cortos para un control determinado (e s decir, tiem pos dentro del 5 %
del tiempo m edio correspondiente al control). (Se gú n Sharp y H o rn seth .16)
270
Controles con el pie
Fig. 11.10. Vertical óptim a y máxim a y espacio hacia delante de! pedaí para operadores
que trabajen sentados (S e g ú n Personnel S u b s y s te m s ,23 cap. 2, sec. 2D7, p. 3.)
para pedales de freno obtenidas de 100 pilotos de la Air Forcé cuando la pierna
estaba en posición «normal» y en posición extendida (con la pierna bastante
alejada del asiento). La figura muestra que las fuerzas máximas del pedal de
freno fueron superiores en la posición extendida y en los tres niveles de asiento
que se utilizaron en el experimento. (El nivel del asiento se ajustó de modo que
las distancias «suelo a ojo» quedasen estandarizadas.) Además de esto, la figura
también nos muestra que fas fuerzas para ías posiciones de ambas piernas
271
Distancia suelo-ojo
------ 3 7 pulg. (91 cm !
-------3 9 'A p u ig . ( 9 9 cm)
41 pulg. ( 1 0 4 cm)
45
55'
o o
Fig. 11.11. Fuerzas medias máximas del pedal de freno ejercidas por 100 pilotos de la
Air Forcé en dos posiciones de las piernas y en diversos ángulos del pedal de freno, y
en tres distancias «suelo-ojo». (El nivel del asiento se ajustó a tres condiciones, de
modo que el nivel del ojo estuvo a tres distancias específicas por encima del nivel del
suelo.) (Según Hertzberg y Burke,11 fig. 6.)
fueron superiores cuando el ángulo del pie sobre el pedal estaba entre los
15 y los 35° a partir de la vertical.
272
Rg. 11.12. Ejemplo de controles y
agrupados según su función,
d l s p la y s
en el que los diferentes grupos apa
recen claramente indicados.
273
Sean cuales sean estas limitaciones, deberían basarse en la combinación de
factores antropométricos (tales como dedos y manos) y en la precisión de los
movimientos psicomotores normales que se hacen durante el uso de los
instrumentos de control.
En ¡a figura 11-13 aparece una ilustración sobre ¡os efectos de tales
factores, que nos habla de «errores de toque» involuntarios durante el uso de
botones de mando de diversos diámetros como una función de las distancias
entre sus bordes. En este caso, la figura nos muestra que los errores disminuían
de forma notable cuando la distancia entre los botones de mando llegaba a ser
de aproximadamente 2,5 cm, mientras que, superada esta distancia, mejoraban
las realizaciones a mucha menor frecuencia. Cuando se hicieron comparaciones
por separado entre Sos centros de los botones de mando (más que entre los
bordes), sin embargo, las realizaciones estuvieron casi exentas de errores en los
mandos de 1,25 cm antes que en mandos de mayor diámetro. Esto nos lleva
a suponer que, cuando el espacio de un panel es de un interés primordial, se
prefieren los botones de mando de diámetro pequeño. Refiriéndonos nuevamente
a la figura 11-13, cabe observar que los errores de toque fueron superiores en el
botón de mando a la derecha del que debía ser activado, y resultaron casi mínimos
para el de la izquierda.
Sobre la base de diversos estudios de instrumentos de control, Chapanis
en Van Cott y Kinkade 2 han preparado una lista de distancias recomendadas
(las preferidas y las mínimas) entre pares de instrumentos similares, tal como
o,a
aparecen en la figura 11-14.
Núm . de m iem Dros
Cnss^ a i ?
1, C a su a lm e n te P- 2 (1 ) 20/2) 2(3/4) 4 (2 ) 6 (4 )
cm 5 (2 .5 ) 5 (1 .3 ) 5 (1 .8 ) 1 0 (5 ) 15(10)
1, S e c u e n c ia l- P- K V ri 1 ( 1/2 ) 4 (2 )
m en te cm 2.5(1.31 1 0 (5 )
2 . 5 Í. 6 )
2 , S im u ltá n e a - P- 5 (3 ) 5 (3 )
m en te cm 12.7(7.6) 12.7(7.6)
2, C a su a lm e n te , P- '/2 ( V e ) V 4 ! V e)
se c u e n c ía lm e n te cm 1.3(1.3) 1.8(1.61
274
cerca de los d isp la y s relacionados con ellos; relaciones de movimientos
compatibles, etc.).
— D e cuarta prioridad: Distribución de los elementos que hayan de
usarse en secuencia.
— D e quinta prioridad: Situación adecuada de los elementos que hayan
de usarse frecuentemente
— D e sexta prioridad: Coherencia con otros d isp la y s dentro del mismo
sistema u otros sistemas. jf*'
»
/
T ab le ro s d e m ando
Fíg. 11.15. Características de diseño recomendadas para tableros de mando en ¡as que
ios operadores trabajen sentados. Estas características están diseñadas para que se
adapten a personas entre ios porcentajes 5 y 95. (Según Van Cott y Kinkade,'" fig. 9.6.)
C abinas de vehículos
276
ocupa este vigilante, la necesidad fundamental fue la de asegurar una visibilidad
adecuada a fin de observar las señales, tanto las que aparecían enfrente como
las que podían aparecer al lado en las curvas, y la visibilidad hacia atrás
con objeto de poder vigilar el interior del coche. La figura 11-17 muestra el
tablero de mando del control y el prototipo del lugar de trabajo.
Fig. 11.17. Tabiero de control de Attendant para el prototipo de capsula del BART
(rapid transit car) descrrta por Sundberg y Ferar.” (Fotografia por cortesia de Sund-
berg-Ferar, Southfield, Michigan.)
En las industrias del hierro y del acero, lo mismo que en algunas otras,
se utilizan grúas a fin de desplazar materiales de un sitio a otro. Las exigencias
operacionales de este control móvil hacen suponer la necesidad de una visibilidad
sin obstáculos, controles que puedan operarse con facilidad y que respondan
con una fidelidad aceptable a las demandas del operador y una postura relativa
mente confortable. La British Iron and Steel Research Association se ha interesado
por el diseño y distribución de los implementos que se utilizan en las operaciones
del hierro y del acero incluyendo las grúas. Sobre la base de algunas investiga
ciones, más la aplicación de principio de factores humanos del sonido, se
efectuó una modificación de la cabina original de una grúa junto con sus
controles. En la figura 11-18 aparecen los diseños antes y después. Sólo con
observar las fotografías, cabe comprobar la mejora de la visibilidad, la mejor
distribución de los controles y la mejor postura del operador.
Resumen
277
vehículos} y la comodidad. Por lo tanto, en lo que respecta a los procesos de
diseño, los diseñadores deberían utilizar todos los datos antropométricos y de
realización disponibles {además de un buen juicio) a fin de diseñar el sistema
o la ayuda que mejor pudieran utilizar las personas.
278
Quinta parte
Entorno
12. Iluminación
281
Frecuencia, herzios
O
1 0 24 1 0 22 1 0 18 1 0 '6 10 i4 ,0 '2 1 0 10 10® 106 104 102 !
-6
__ 1_____— «------
R ayos R ayos Ray. infra Micro- Energía
uv TV Radio
có sm icos gamm a X rrojos ondas eléctr.
Espectro visible
objeto, una combinación específica de longitudes de onda queda absorbida por éste.
La luz que se refleja de este modo es el efecto de la interacción de las carac
terísticas del espectro de !a fuente de luz, con las características de absorción
espectral del objeto. Si un objeto coloreado es contemplado bajo luz blanca, se
verá en su color «natural». Si es contemplado bajo una luz que posee una
concentración de energía en una parte limitada de su espectro, la luz reflejada
puede alterar el color aparente del objeto, como el caso de una corbata azul que
parece verde cuando se la ve bajo una luz amarilla. En la figura 12-2 se ilustra
este efecto y, además, muestra cómo la complexión aparente de una persona
queda influida por la naturaleza del origen de la luz.
Fig. 12.2. Ilustración de! efecto del espectro de una fuente de luz sob re el espectro
de luz reflejada, en este ca so la luz reflejada por la complexión de la cara de una persona.
( Light and Color,26 p. 25.)
282
1 lumen, o bien la iluminación producida sobre una superficie, todos los puntos
de la cual están a una distancia uniforme de un pie respecto a una fuente de
luz de una candela de intensidad. La distribución de la iluminación sigue la
ley de la inversa del cuadrado de la manera siguiente:
pl
pe = ~q *~ ' en *a ^ue ^ es *a distancia en pies
Color
Fíg. !2.3. ilu stra ción de la d istrib u c ió n de ia luz a partir de una fu e n te de luz, sig u ie n d o
la le y del cuadrado in v e rso , (L ight M e a s u re m e n t a n d C ontrol’,27 pág. 5.)
figura 12-4. En ei cono cromático, el tono se indica mediante la posición alrededor
de la circunferencia. La saturación (también denominada a veces p u re z a o c ro m a )
es el radio del cono cromático. Un color saturado sería un tono único y estaría
situado sobre la circunferencia del cono. Los colores que aparecen hacia el
centro son mezclas de varios tonos, y mientras tengan un matiz predominante
no aparecerán como colores puros. La luminosidad (a veces denominada valor
o brillo ) aparece situada en la dimensión vertical, el centro de la cual va desde
el blanco hasta el negro, pasando por los diferentes grados de gris. Cualquier
color de un matiz determinado y de una saturación dada pueden ser variados en
su luminosidad. Aunque exista alguna relación de tipo general entre la luminancia
y la respuesta subjetiva del brillo, todos los colores que reflejan idénticas
cantidades globales de energía lumínica no son necesariamente percibidos como
colores de igual luminosidad. Esto se debe al hecho de que el ojo tiene una
sensibilidad diferente frente a las diferentes longitudes de onda.
Blanco
284
Total de iluminación
Fig. 12.5. Relaciones entre ia luminancia del fondo y el contraste n e cesario para que
exista un 50 % de discrim inabiíidad por lo que respecta a objetivos de diferentes dim en
sio n e s (m inutos de arco). (BlackweII, citado por Crouch.’)
verse era un disco de luz que podía proyectarse sobre ia pantalla. El disco podía
variar de tamaño {desde 1 minuto de arco basta 64), en su proporción de
contraste respecto al fondo {0,01 a 300) y en su tiempo de exposición
(0,001 a 1,0 s.). Se proyectaba un disco determinado durante uno de cuatro
intervalos, indicándose mediante un zumbador el inicio de cada uno de ellos.
En cuanto el disco se proyectaba sobre la pantalla (durante uno de los cuatro
285
intervalos indicados por el zumbador), el sujeto tenía qué identificar el intervalo
y presionar un botón que identificaba el intervalo en cuestión. En la figura 12-5
aparecen resumidos algunos de los resultados. Nos muestra, por lo que respecta
a diversas dimensiones del objetivo (1, 2, 4 y 10 minutos de arco), la relación
entre luminancia del fondo y el contraste necesario entre el fondo y el disco para
que existiese un 50 % de precisión en la identificación del disco. Para estimar
los valores que se necesitarían para conseguir un 99 % de precisión, debería
multiplicarse el valor del contraste por un factor de casi 2 (Crouch ’). Pueden
observarse los inicios de un esquema para utilizar tales datos a fin de determinar
las exigencias de iluminación de diversas tareas.
Al utilizar un procedimiento de investigación que comprendía la identifi
cación de defectos al mover los discos (procedimiento que no describiremos aquí),
era posible equiparar las exigencias de visibilidad de los objetivos móviles con
respecto a los estáticos.
1CP
10 \ X
X Función del criterio de realización
^v^visual (NV8J
to’
V
x
10° N c
IO ' 2 J ________ L
Fig. 12.6. D o s curvas de nivel de visibilidad (N V ), cada una de las cuales representa
co m b in acio n e s de lum inancia y contraste n e ce saria s para una visibilidad igual. N V 1
(Función de Referencia de la Visibilidad) es una curva básica relacionada con la luminancia
n ecesaria para alcanzar un umbral de visibilidad que permita una tarea estática c o n sis
tente en distin gu ir un d isco lum inoso de 4 m inutos de arco expuesto durante 1/2 s.
A su vez, la N V 8 (Función del Criterio de Realización Visu al) m uestra el nivel ajustado
a tres factores: objetivo dinám ico en com paración con el estático; desconocido o
conocido el lugar y m om ento en que aparecerá el objetivo; y una probabilidad de detec
ción de un 99 % com parada con un 50 % . (I E S líghting handbook,23 fig. 3.24, basado a s u
vez so b re un trabajo de Blackweil.)
286
Je Visibilidad es una entre los posibles niveles de visibilidad (NV). a la que
p designa como NVt. Por encima de ésta cabe ver diversas curvas NV, cada
_na de las cuales reflejaría iguales niveles de visibilidad superiores a la curva
J e umbral NV1.
Naturalmente, en la práctica alguien podría querer utilizar un nivel de
jminancia que proporcionase algo más que el «umbral» de discriminación para
;na tarea como la que utilizó Blackwell en su experimento. En el desarrollo de
"iun nivel de «sentido común» que pudiera adaptarse a muchas tareas reales,
deberían tenerse en cuenta tres factores y para cada uno de ellos se hizo un
íajuste compensatorio respecto al NV1. Los ajustes se hicieron en lo tocante a la
diferencia de niveles de visibilidad necesarios para compensar las diferencias en
ios siguientes factores: 1) presentación estática contra dinámica de la misma
tarea visual (es decir, objetivo); 2) la diferencia entre saber y no saber dónde
y cuándo una tarea visual (o sea objetivo) puede aparecer en el cambo visual;
y 3) las diferencias entre un 50 % de probabilidades de detección del objetivo y el
estándar más práctico de un 99 % de probabilidades. Los multiplicadores
estadísticos de estos tres factores son 2,78, 1,5 y 1,9 respectivamente, que,
multiplicados juntos, dan un producto de casi 8. La curva superior de la figura 12-6
refleja la combinación de éstos y está marcada NV8. Por lo tanto, esta curva
puede considerarse que caracteriza las combinaciones de contraste y luminancia
necesarias para la igual visibilidad de una tarea visual estándar bajo las condi
ciones de los tres factores mencionados anteriormente.
luminancia exigida, pL
iluminación necesaria, pe =
% de la reflectancia
287
de fondo (80, 50 y 20 % ) y por !o que respecta a dos niveles de iuminancia
necesaria (40 y 100 pL):
Tabla 12-1. Estándares de iluminación recomendados por el IES para varios tipos selec
cionados de situaciones y tareas
Ilum inación
recom endada
Situación o tarea D e ka lu x Pe
Montaje:
V isió n fácil 30 32
V isió n algo difícil 50 54
M e d ia 100 110
Fina 500 540
Extrafina 1000 1080
Sa la de m áquinas:
Producto bruto y trabajo de máquina 50 54
Producto medio y trabajo de máquina 100 110
Trabajo fino y trabajo de m áquina 500 540
Producto extrafino y trabajo de máquina, trabajo fino,
com o el efectuado con una muela 1000 1080
A lm a c e n e s y depósitos: inactivos 5 5,
O ficinas:
C artografía, diseño, dibujo en detalle 200 220
Contabilidad, clasificación de libros 150 160
C la sifica ción del correo 100 110
P asillo s, ascensores, escale ras 20 22
R e sid e n cia s:
Cocina, preparación de com ida 150 160
Leer, escribir 70 75
288
Aunque ya existen muchos iaboratorios que estudian la realización visual
bajo diversas condiciones de iluminación, aunque parezca raro han sido relativa
mente pocos los que han publicado estudios documentados sobre la realización
de trabajos reales bajo diversos niveles de iluminación. En un resumen de tales
estudios (McCormick 19), se suministran datos sobre los niveles de iluminación
«originales» (algunos de los cuales eran muy bajos) de 19 trabajos diferentes,
los niveles «nuevos» (que, en algunos casos, todavía estaban por debajo de lo
que recomienda la práctica), y el porcentaje de cambio en cuanto al output de
trabajo de los productores. En todos los casos se registraron aumentos en el
output de trabajo que oscilaban entre el 4 y el 35 por ciento. Por diversas
razones, hay que ser un tanto circunspecto a la hora de valorar tales resultados,
pero es innegable que tienden a indicar que la realización de un trabajo rea!
resulta influida en algo por el nivel de iluminación.
Resum en
Fig. 12.7. Ilustración de lo s efectos de una ilum inación general com parada con la
rasante por lo que respecta a la visibilidad < e un hilo descosido de un tejido. (Se gú n
Faulkner y M urphy ,11 figs. 3 y 4.)
que nos muestra los efectos de una iluminación general comparada con una
iluminación «de superficie». Por lo tanto, en algunas circunstancias, niveles de
iluminación más bajos (aunque del tipo apropiado) darían mejor resultado que
niveles altos, por lo que probablemente debería reconocerse que las exigencias
de iluminación de, como mínimo, algunas tareas visuales, no quedan cubiertas
por las recomendaciones presentes.
Deslumbramiento
,6
69%
°°
- - ' fió*
'" T i 0
4 ^ Línea de visión
Ojo
Objeto de prueba Reducción
(barras de la efectividad
paralelas) visual
Fig. 12.8. Efectos dei deslum bram iento directo sobre ía efectividad visual. Los efectos
dei deslum bram iento empeoran a medida que la fuente de deslum bram iento s e acerca
a ¡a línea de visión. (Se gú n Luckiesh y M o s s . 18)
La in c o m o d id a d v ís u a í c a u s a d a p o r el d e s lu m b r a m ie n t o e s, p o r d e s g r a c ia ,
una e x p e r ie n c ia c o m ú n y c o rrie n te , y u n m a y o r in te ré s p o r p a rte d e lo s d is e n a
290
dores de luces e instalaciones debería tender a reducir tales incomodidades.
Por este camino se han dirigido bastantes investigaciones relacionadas con el
deslumbramiento y sus efectos sobre las sensaciones subjetivas de comodidad
e incomodidad. Como resultado directo de tales investigaciones, el IES ha
adoptado un procedimiento estándar para calcular los grados de deslum bram iento
e incomodidad (GDI) de las iluminaciones y para intentar planificar las situaciones
de iluminación interior.31
deslumbramiento (PiD)
Fig. 12.9. Relaciones existentes entre lo s prom edios de incom odidad por deslum bram iento
(P iD ) en condiciones de iluminación e spe cífica s y las p robabilidades de comodidad
visual (P C V ), o se a el porcentaje de ob se rvad ores de los que s e e spe ra que consideren
si una condición de iluminación está a un lado o a otro de la d iviso ria entre com odidad
e incomodidad- (IE S Lighting Handbook,-s fig. 3-27.)
S ig u ie n d o io s p r o c e d im ie n t o s p ara o b t e n e r lo s v a l o r e s GDI, u n o p u e d e
d e riv a r, p a ra c u a lq u ie r tip o d a d o d e p u n to de lu z (ya s e a m o n ta d o lo n g itu d in a l
o t r a n s v e r s a im e n t e en u n a h a b ita c ió n ), lo s v a lo r e s P C V p a ra c u a le s q u ie r a d im e n
s io n e s de u n a h a b ita c ió n d a d a (a n c h u ra , lo n g itu d y a ltu ra d e l te c h o ). P o r ío q u e
re s p e c t a a la a p lic a c ió n d e l p ro c e d im ie n to , el Í E S S u b c o m m it t e e o n D ir e c t G ía r e 31
(p. 6 43 ) ha d e te rm in a d o q u e el d e s lu m b r a m ie n t o d ire c to n o r e s u lt a p ro b le m a
291
en una instalación lumínica si se cumplen tres condiciones específicas, y una
de estas condiciones es la de que el PCV sea de 70 o más.*
Aunque la mayoría de los que se han interesado en el deslumbramiento
directo lo han hecho respecto al deslumbramiento producido por puntos de luz,
Hopkinson 12 ha efectuado algunas investigaciones relacionadas con el deslum
bramiento originado por la luz del día (a través de las ventanas) y presenta una
fórmula modificada para calcular el índice de deslumbramiento respecto a la
iluminación de interiores con luz de día. Las ventanas, naturalmente, pueden
proporcionar un útilísimo caudal de iluminación, de modo que un problema básico
es el de diseñar ventanas a fin de proporcionar iluminación con luz de día (¡unto
con otros aspectos deseables, como serían ventilación, posiblemente panorámicas,
etcétera) y un deslumbramiento mínimo.
Distribución de la luz
Existen unos pocos indicios que prueban que la realización visual es,
por lo general (pero no siempre), mejor si existe un nivel razonable de iluminación
general en el área de trabajo.
Proporción de luminancia.
292
tabla 12-2 presentamos las proporciones recomendadas por el IES para diversas
áreas relacionadas con tareas visuales, tanto por lo que respecta a oficinas
como a situaciones industriales. En esta tabla la proporción entre tarea y lugares
circundantes adyacentes es de 3:1 (excepto si los alrededores poseen colores
muy luminosos).
Reflectancia
Proporción máxima
recomendada de luminancia
293
Fig. 12.10. Reílectancias recomendadas para una habitación y la superficie de su amue-
blamiento en una oficina. (Journal of the IES,23 fig. 11.)
Resumen
(a) (b)
Fig. 12.11. Efectos del cambio de colocación de focos sobre una cepilladora mecánica.
La posición original (a la izquierda) originaba reflejos en la superficie pulimentada, lo
cual distraía la atención de los operarios. La redistribución (a la derecha) proporcionó
menos reflejos, lo que permitió a los operarios centrar su atención. (Según Hopkinson
y Longmore,14 con permiso del Controller of H. M. Stationery Office.)
294
Ilum inación d e carreteras
Reducción
W- Año anterior a
la iluminación Ano siguiente N.° Porcent.
556 202 354 65
Tipo de farola
Pantalla S in pantalla
2 95
Fig. 12.12. Iluminación mínima y me-
Mínimo{//j
| Media fpi d¡a (pie candelas) y luminancia del
asfaltado (pie lambertios) producidas
pl por faros de 400 watios pertenecien
-í
YA ü ft M tes a tres tipos de iluminación de
carreteras a dos alturas diferentes
s sobre el nivel del suelo. (Según
g E i \ Rex.21)
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J D D Á l i_ e S J L h . d i rzfW
altura, pi es— 30 45 30 45 30 45
Sod io de alta lodino Mercurio
intensidad mercurio claro
P r o c e s o s d e r e c o n o c im ie n t o
296
ciones de inspección, la iluminación general es raras veces — si alguna vez
lo es— la mejor elección en cuanto al alumbrado de reconocimiento. Aducen que
el Eastman Kodak Human Factors Group ha preparado una «biblioteca de ilumi
nación» que contiene ejemplos de unos 20 tipos diferentes de iluminación para
finalidades específicas y que incluyen: el uso de la luz polarizada, iluminación
concentrada, iluminación periférica, iluminación estroboscópica, luz negra y
«sombreado». Una ilustración visual de los efectos comparados de la iluminación
general en comparación con la iluminación detallada, apareció anteriormente en
la figura 12-7.
A título de ejemplo de cómo la realización de una inspección visual puede
resultar afectada por la naturaleza de la iluminación, Lion 15 comparó la realización
en seis tareas utilizando filamento de tungsteno o fluorescentes. Los resultados
son los siguientes:
Resumen
297 -
13. Condiciones atmosféricas
298
El cuerpo puede estabilizarse aumentando el sudor y la afluencia de sangre hacia,
la superficie. .
°C °F
Las personas objeto de este estudio trabajaron 100 minutos cada una
durante 9 días, con un consumo de energía de 300 kcai/min en un clima cálido
(Lind y Bass 21). La figura muestra los cambios de temperatura rectal, promedio
cardíaco y pérdida de sudor. Los cambios por lo que respecta a estos indicios
fisiológicos son muy distintos. Aunque existen dudas acerca del tiempo necesario
para aclimatarse totalmente, es evidente que gran parte de la aclimatación ai
calor tiene lugar entre 4 y 7 días, y una aclimatación razonablemente completa
tiene lugar, generalmente, entre los 12 y 14 días siguientes a la exposición al
calor (Leithead y Lind,18 p. 21). Una parte de la aclimatación al frío tiene lugar
al cabo de una semana de exposición, pero la aclimatación total puede requerir
meses o incluso años (McBIair et alt.25). Sin embargo, ni siquiera una aclimatación
completa protege totalmente a un individuo del frío o del calor extremos, aunque
sea capaz de tolerar los extremos mucho mejor que otro individuo inadaptado.
299
general de balance térmico, que describe el calor recibido del entorno y perdido
en él (Gagge et alt.11):
Temperatura, “C
300
a la figura 13-3. Nos muestra los límites superiores de tolerancia en relación a la
temperatura y a la humedad relativa en cuanto ai trabajo y al descanso de sujetos
desnudos. Para cada una de las tres curvas de la figura 13-3. las combinaciones
de temperatura y humedad a la derecha de la curva representan condiciones que,
si se acentuasen o durasen más, darían como resultado ciertas consecuencias
fisiológicas que llegarían al desmayo, o incluso a la muerte. Una comparación
de las dos curvas a la derecha muestra que el movimiento del aire contribuye,
por lo general, a hacer las condiciones más tolerables al exponer la superficie
del cuerpo a más aire.
301
In d ic e s c o m p u e s t o s de fa cto re s a m b ie n ta le s
Fig. 13.4. La escaia original de temperatura efectiva (TE). Cada línea TE (por ejemplo,
la de 7 0 “) refleja las com binaciones de temperatura, de ampolleta seca y humedad
relativa que producen las m ism a s se n sa cio n e s térm icas bajo condiciones experim entales.
( A S H R A E , H a n d b o o k of F u n d a m e n ta ls.*6J
302
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Fig. 13.5. Nueva escala de tem peratura efectiva (TE1). Cada línea TE 1 representa
com binaciones de temperatura, de ampolleta se ca y humedad relativa que, por lo ge
neral, producen el m ism o nivel de «hum edad- de la piel, causado por una exudación
regulatoria. La figura tam bién m uestra las áreas de diversas se n sa c io n e s térm icas.
(A S H R A F Handbook of Fundam entáis, cap. 7, fig. 16.)
los efectos del movimiento del aire. Se perfeccionó a través de una serie de
estudios en los que los sujetos compararon las sensaciones térmicas relativas de
diversas condiciones del aire en habitaciones adyacentes pasando, y volviendo
atrás, de una habitación a otra. Cualquier TE dada, tai como la de 21 °C, fue
operacionalmente caracterizada como la sensación térmica producida por una
temperatura de termómetro de la misma temperatura (es decir, 21°) en combi
nación con la humedad relativa (hr) del 100 % . Sin embargo, otras combinaciones
de temperatura del termómetro y hr que producían la misma sensación bajo
condiciones experimentales tenían la misma TE (es decir, 21°). En términos
generales, las «otras» combinaciones para cualquier TE dada se caracterizaban
en términos de temperaturas de termómetro m ás altas y valores de hr m ás bajos.
En la figura 13-4 presentamos una versión simplificada de la escala original de la
temperatura efectiva (TE).
Se ha demostrado que la escala original de TE incrementaba el efecto de
la humedad en condiciones frías y minusvaloraba su efecto en condiciones cálidas,
y no tenía muy en cuenta el movimiento del aire en condiciones de humedad
cálida. Además, su uso se limitaba a condiciones sedentarias. Por ¡o tanto, la
ASH RAE patrocinó el perfeccionamiento de una nueva escala de temperatura
efectiva (TE*) que se ilustra en la figura 13-5. Esta escala se basa en parte en
consideraciones de la fisiología de la regulación del calor tal como se aplica a la
303
comodidad, a ia sensación de temperatura y a la saiud (Gagge et alt.12), sobre
todo si se tiene en cuenta que la regulación del calor depende de la pérdida del
calor por la evaporación. La pérdida de calor debido a la evaporación consta de
tres partes. El calor que se pierde ya desde los pulmones a través de la
respiración, y la pérdida de! calor a través del agua vaporizada que recorre la piel,
reciben el nombre de pérdida «insensible» de calor. El calor del sudor evaporado
necesario para regular la temperatura corporal se llama pérdida «sensible» de
calor. Por lo general, el cuerpo permanece en un estado de neutralidad térmica
con respecto a la pérdida de calor «regulatoria» (es decir, la sensible) cuando
la temperatura termométrica es de unos 25°C y la humedad relativa es del 50 %
Manteniendo la hr constante (al 50 %), temperaturas más altas o más bajas
podrían alterar el proceso de evaporación, afectando, por lo tanto, a la proporción
de humedad de la piel. La escala de TE1 se basa, esencialmente, en estas pro
porciones. La figura 13-5 las representa en la línea de 5 % hr. Sin embargo,
cualquier nivel dado de «humedad» de la piel puede ser producido por otras
combinaciones de temperatura termométrica y de rh, y éstas son las represen
tadas por diversas líneas de TE* en la figura.
Con todo, las líneas TE* también reflejan, por lo general, niveles variables
de sensación térmica, que son los que aparecen en la figura 13-5. El campo
confortable (para los valores de TEr de 74 a 81) Fa está delimitado por campos
algo fríos y algo cálidos, y también aparecen campos incóm odamente fríos,
incómodamente cálidos e Intolerables.
Deberíamos hacer notar que la escala original TE situaba las líneas TE
en la intersección de las líneas termométricas correspondientes en combinación
con el 100 % de hr. Puesto que la situación de las nuevas líneas TE* está en las
líneas de 50 de hr, los nuevos valores TE1 tienden a ser numéricamente más altos
que los‘ antiguos valores TE para las condiciones correspondientes. (La mayoría
de referencias posteriores a la temperatura efectiva están en la antigua escala TE,
antes que en la nueva escala TE1.)
304
diremos que la d ife re n cia entre estos dos valores (expresada en Btu por hora)
indica la carga que debe ser reducida o disipada de algún modo. Este a lgú n m o d o
puede revestir varias formas, tales como una más amplia reducción de la
convección o de las fuentes de radiación, una reducción de las demandas de tareas
mediante una reducción de las exigencias físicas o mediante pausas para descanso,
y unas prendas de vestir adecuadas.
A fin de ilustrar esta aproximación general, Herting y Belding 15 presentan
un ejemplo hipotético de una tarea, de la manera siguiente:
Ercq 3660
E „ „ (calculada mediante fórmula) 2530
Diferencia 1130
Fig. 13.6. Líneas de com odidad correspondientes a p e rso n a s contratadas en tres nive
le s de actividad laboral, ve stid as en forma m uy ligera (0,5 cío) o algo ligera (1,0 cío).
(E sto s d atos fueron co n se g u id o s con un bajo nivel de velocidad de! aire.) (Según
F a n g e r ,3 tal com o lo cita A S H R A of Fundam entáis ,47 cap. 7, fig. 18.)
E H a n d b o o k
306
Efectos fisiológicos
Uno de los efectos más directos del stre ss producido por el calor es el
que ejerce sobre la temperatura del cuerpo. Las medidas de la temperatura del
cuerpo incluyen mediciones de la temperatura interna (oral, rectal, etc.) y de la
temperatura externa o de superficie (por lo general, la temperatura de la piel
o temperatura epidérmica). Al explicar las temperaturas de la piel y rectal,
Welch et alt.4“ llaman nuestra atención sobre el hecho de que las relaciones
existentes entre ellas son relativamente limitadas, excepción hecha de condiciones
de temperatura y humedad altas. Añaden el comentario de que, en su experiencia,
la temperatura rectal es el mejor índice fisiológico de la «fatiga», apuntando que la
temperatura rectal de 38,8°C coincide, en la mayoría de los casos, con el inicio
del cansancio.
Reconociendo que las temperaturas rectal y de la piel no pueden
utilizarse como si fueran intercambiables, veamos en primer lugar las relaciones
entre la TE y la temperatura de la piel resumidas a partir de diferentes estudios
efectuados por Leithead y Lind,18 tal como aparecen en la figura 13-7. El que las
Temperatura efectiva, °C
15 20 25 30 35
Fig. 13.7. Relación entre temperatura efectiva (TE) y tem peratura de la piel tal com o
parece desprenderse de d iv e rso s estudios. (Se gú n Leithead y Lind,18 fig. 6.)
Temperatura efectiva, °C
10 15 20 25 30 35
Fig. ! 3.8. Temperatura recta! relacionada con la tem peratura efectiva (TE) por lo que
respecta a un individuo que trabaja a tres n ive le s de actividad y por lo que respecta
a tres individuos que trabajan a! m ism o nivel (300 kcai/h). (Se gú n Lind.19)
307
hacia arriba para los tres niveles de actividad laboral representados, curvamiento
que empieza en puntos sucesivamente más bajos al aumentar la carga de trabajo.
La línea más fina del medio (que representa a un individuo solo trabajando a un
nivel de 300 kcal) se mantiene paralela a la línea gruesa (que representa el
promedio de los tres individuos), un hecho que indica una estabilidad considerable
de los modelos de las curvas.
Tal como se muestra en la figura 13-8, el nivel de actividad laboral
contribuye al strain. Esto se ilustra posteriormente en la figura 13-9, que presenta
el coste metabólico de levantar diversas cargas desde un nivel y desde un desnivel.
Los niveles de trabajo en combinación con las condiciones ambientales
que efectúan el aumento de temperatura interna (tal como muestra la figura 13-8)
también originan otros cambios fisiológicos correspondientes, los cuales, si se
prolongan, pueden causar la hipotermia, una condición que dificulta la pérdida
normal de calor. La deshidratación, tal como podría causarla el sudor, es otra
consecuencia posible del s tre ss producido por el calor. En el caso de 51 ingenieros
de operaciones que trabajaron durante un verano de clima moderado en el valle
Central de California, el promedio de pérdida de peso originado por la pérdida
de agua diaria fue de unos 2,5 kg. Naturalmente, tal déficit tenía que ser reem
plazado durante la tarde y la noche.
Fig. 13.9. C o ste metabólico del transporte de d iv e rsa s cargas sobre un su e lo y sobre
un su e lo con un 4 % de inclinación a 4 y 5 km/h. (Se gú n Kam on y Belding,17 tabla 3.)
Trabajo físico. Los efectos del stress por el calor sobre la realización de
trabajo físico están bastante bien documentados, como sería el caso del estudio
mencionado por Mackworth.30 En este experimento, los sujetos llevaban a cabo
una prueba de tracción que consistía en levantar y bajar un peso de 6 kg doblando
y enderezando el brazo hacia un metrónomo que batía cada segundo, hasta que
ya no podían levantar el peso, y este trabajo se realizaba bajo diferentes TE.
Los resultados que aparecen en la figura 13-10 indican que la prestación (el total
de trabajo realizado) se deterioraba con TEs elevadas, tanto por lo que respectaba
a los buenos sujetos como a los medios, y bajo condiciones de estímulos altos
308