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FRANTZ FANON Piel N egra, Maéscaras Blancas EDITORIAL ABRAXAS BUENOS AIRES ‘Titulo original: Peau noire, masques blancs... ‘Traduccién: ANGEL ABAD Disefio grafico: SERGIO CAMPOREALE © by Editorial Abraxas, 1973, Asamblea 1130, Buenos Aires, Argentina. Hecho el depésito que marca Ia ley 11728, Impreco en In Argentina, Printed in Argentina, Libo de Edicién Argentina, INTRODUCCION Yo hablo de millones de hombres a quienes sa- diamente se les ha inculcado el miedo, el com- plejo de inferioridad, el temblar, la genufle- zién, la desesperacion, el servilismo. (A. 06 saire, Discours sur le colonialisme.)" La explosién no tendré lugar hoy. Es demasiado pron- to... 0 demasiado tarde. No vengo en absoluto armado de verdades decisivas. Mi conciencia no esté transida de resplandores esenciales. Sin embargo, con toda naturalidad, pienso que seria bueno decir unas’ cuantas cosas que vale la pena que sean dichas. Estas cosas voy a decirlas, no a gritarlas, Porque hace tiempo, bastante tiempo, que el grito salié de mi vida, Realmente, queda muy lejos... 2Por qué escribir esta obra? Nadie me lo habla pedido, Sobre todo, no me la pidieron aquellos a los que va dirigida. 2Entonces? Entonees, con calma, respondo que en la tie. ra hay demasiados imbéciles, Claro que una afirmacién co- mo esta hay que probarla. Hacia un nuevo humanisme... La comprensién entre los hombres... Nuestros hermanos de color... Yo creo en ti, Hombre. El prejuicio de raza Comprender y amar... por doquier me asaltan e intentan imponérseme dece- nas y centenas de piginas Sin embargo, una sola linea bas taria, Una sola respu i ere Uns ola respuesta y ol problema negro se despoja de Qué quiere ei hombre? a quiere el hombre negro? i yo quisiese ganarme a pulso ef resentimiento de sni hermanos de color, yo diria que el Negro no es on homer, -,f*¥ wna zona de no-ser, una regién extraordinariamente estéril y Srida, una cuesta esencialmente calva, a cuyo térmi, Be puede nacer un auténtico surgimiento. En la mayoria de los casos, el negro no goza el beneficio de realizar oste des. cendimiento a los verdaderos Infiernos. _ El hombre no es solamente posibilidad de reemprendi- miento, no es s6lo negacién. La conciencia es actividad de trasceudencia; si esto es verdad, hemos de saber también que esta trascendencia est4 transida por el problema del amor ¥ Ja comprensién. E] hombre es un SI que vibra con las ar- monias e6smaicas. Arrancado de cuajo, dispersado, confundi. do, condenado a contempiar la disolucin, una tras otra, de las verdades por él elaboradas, el hombre dejaré algin dia de Proyectar sobre el mundo una antinomia que le es eoexistente. El negro es un hombre negro; es decir, que al ealor de tuna serie de aberraciones afectivas, se ha instalado en el inte. rior de un universo del que bueno-ser4 hacerle salir. El problema tiene su importancia, No buscamos otra cosa, nada menos, aie lberar al hombre de color de si mismo. a remos muy. lent 2 Bnee yees—amuy lentamente, porque thay dos campos: el Interrogaremos una y otra vex a las dos metafisicas; ya veremos que muchas veces son muy disolventes, No tendremos ninguna piedad para con los viejos gober- nedores ni. para los antiguos misioneros. Para nosotros, el . que_adora a los negros esté tan “enfermo” como el que los execra. ¥ al revés, el negro que quiere blanquear su raza es tan desgraciado como el que predica el odio. al blanco. En el absoluto, el negro no es més digno de amor que el chevo, y en verdad de lo que se trata es de desamarrar y soliar al hombre. Este libro deberia haberlo eserito hace tres afios... Pe- ro, entonces, las verdades nos quemaban. Hoy, podemos decirlas sin fiebre. No hay necesidad de arrojar estas ver- dades a la cara de los hombres. Su intencién no es entusias- mar. Desconfiamos del entusiasmo. Siempre que lo hemos visto despuntar en alguna parte, anunciaba fuego, hambre, miseria-.. También, el desprecio al hombre. E] entusiasmo es por excelertcia el arma de Jos impotert- tes, de los que calientan el hierro para forjarlo inmediata- mente, Nos gustaria ealentar el capatazén del hombre y par- tir. Quizé legésemos a este resultado: el Hombre mantenien- do este fuego por auto-combustién. Ei Hombre liberado del trampolin que es la resistencia del otro y cavando en su carne para encontrarse un sentido, Solo" unos pocos de los que nos lean adivinarén las difi- cultades que hemos tenido pars redactar esta obra. a En un perfodo en que Ja duda eseéptica se ha instalado en el mundo, y en que; al decir de una pandilla de marranos, ya no es posible discernir el sentido del sinsentido, arduo es bajar 2 un nivel en el que todavia no se han empleado las eate- gorias del sentido y el sinsentido, : El negro quiere ser blanco,’ El blanco busca apasiona- damente realizar una condieién de hombre. Bn esta obra iremos viendo cémo se elabora un ensayo de comprensién de la relacién negro-blanco. El blanco esta encerrado en su blancurs. El negro en su negrura. Intentaremos determinar las tendencias de este doble narcisismo y las motivaciones a las que nos remite, ‘Al comienzo de nuestras reflexiones, nos habia parecido 9 inoportuno explicitar las conclusiones que van a leerse, E] deseo de terminar con un circulo vicioso fue el Gnico guia de nuestros esfuerz0s. Es un hecho: hay blaneos que se consideran superiores a los negros. Otro hecho: hay negros que quieren demostrar_a Jos blancos, cueste lo que cneste, la rigueza de su pensamiento, Ja igual potencia de su espfritu. 4Cémo salir de este circulo? Hace un instante empleados la palabra narcisismo. En efecto, pensamos que sélo una interpretacién psicoanalitica del problema negro puede revelar las anormalidades afectivas responsables del edificio de los complejos. Trabajamos por una curacién total de este universo mérbido. Estimamos que un individuo ha de tender a asumir e] universalismo inhe- rente a la condicién humana, Al decir esto pensamos, indife- rentemente, en hombres como Gobineau 0 en mujeres como Mayotte Capécia. Mas, para conseguirlo, es urgente desem- barazarse de toda una serie de taras y secuelas del periodo infantil. La desgracia del hombre, decia Nietasche, es haber sido nifio. Sin embargo, diffcilmente podriamos olvidar, como lo da a entender Carlos Odier, que el destino def neurdtico sigue estando en sus propias manos. Por penosa que pueds sernos esta constatacién, estamos obligados a hacerla: para el negro, sélo hay un destino, ¥ este destino es blanco. Antes de abrir el proceso, tenemos que decir algunas co- sas, El andlisis que acometemos es psicolégico. No obstante, es evidente que para nosotros la verdadera desalienacién del negro implica una toma de conciencia abrupta de las realida- des econémicas y sociales. El complejo de inferioridad se deriva de un doble proceso: — Econémico, en primer lugar. — Por interiorizacién 0, mejor, epidermizacién de esta interioridad, después. Reaceionando contra la tendencia constitueionalista de finales del siglo x1x; Freud, mediante el psicoandlisis, pidié ° 10 que se tuviese en cuenta el factor individual, Freud substi- tufa la tesis filogenstica por la perspectiva ontogenética. Ya veremos més adelante que la alienacién del negro no es una cuestiOn individual. Junto a la filogenia y la ontogenia esta fa sociogenia, En un cierto sentido, y valga como respuesta a Leconte y Damey!, digamos que se trata de un sociodiag- néstico. 2Cuél es el pronéstico? Pero la Sociedad, al contrario de lo que ocurre en los Procesos bioquimicos, ‘no escapa a a influencia humana, El hombre es aquello por medio de lo cual la Sociedad es, El pro- néstico esté en manos de los que quieran sacudir sin mira. mientos las carcomidas rafces del edificio. El negro ha de luchar en dos planos: habida cuenta de que, histéricamente, ambos se condicionan, toda liberacién unilateral es imperfecta; el peor de los errores seria creer en su dependencia mecdnica, Ademés, los hechos contradicen una semejante inclinacién sistemética, Ya lo demostraremos, Por una vez, la realidad reelama una comprensién total. Tanto en el plano objetivo como en el subjetivo hay que en contrar una solucién. ‘No vale la pena venir aqui a proclamar que se trata de salvar el] alma con aires de compungido mea culpa. Sélo habré una desalienacién auténtiea en la medida en que las cosas recuperen su lugar, en el sentido mas ma- terialista, En _una obra de peicologia es de buen gusto avanzar un punto de vista metodolégico. Renunciamos a la costumbre. Dejamos los métedos a los boténicos y a los mateméticos. Hay un momento en que los métodos se reabsorben, Nos gustaria colocarnos en él. Intentaremos descubrir Jas diferentes posiciones que adopta el negro ante la cf zacién blanca. No nos referiremos aqu{ al “‘salvataje de la selva”. Y 3 que, para él, algunos elementos todavia no tienen significado propio. 1M, Leconte y A. Damey. Hszai eritigne des nosopraphics pshychia- triques actuelles, i cb Estimamos que, a causa de Ia presencia de las razas blanca y negra, hay un complejo masivo psico-existencial, Al analizarlo apuntamos a su destruccién. ‘Muchos negros no se descubriran a sf mismos en las pégi- nas que siguen. Algo semejante les ocurriré a muchos blancos, Pero el que yo me sienta extrafio al mundo de la esquizo frenia o al del impotente sexual no afecta para nada Ja reali- dad de ambos. Las actitudes que me proponigo describir son verdaderas. ‘Laz he comprobado un namero incalculable de veces. H Taentifiqué un mismo componente de agresividad y pa- sividad)en los estudiantes, obreros y chulos de Pigalle o de Marsella. Esta obra es un estudio elinieo, Los que se reconozcan en ella creo habrén avanzado un paso. Quiero verdadera- mente que mi hermano, negro o blanco, sacuda con la mayor energia ol lamentable eaparazén de servidumbre construido durante siglos de incomprensién. ‘La arquitectura del presente trabajo se sitéa on la tem- poralidad. Todo problema humano reclama ser considerado a partir del tiempo. Pues el ideal supone siempre que el pre- sente sirve para construir lo porvenir. Este porvenir, este futuro no es el del cosmos, sino al de mi siglo, mi pais, mi existencia, De ninguna manera me pro- pondré la preparacién del mundo que me sobrevivird. Perte- nezco irreductiblemente a mi época, Yo viviré para ella, El futuro seré una construccién sos- tenida por el hombre existente. Esta edificacién se vincula con el presente en la medida en que pongo este tiltimo como algo a rebasar. Los tres primeros capitulos se refieren al negro moder- no, ‘Tomo al negro actual ¢ intento determinar sus actitudes en el mando blanco. Los dos tiltimos estén consagrados a un intento de explicacién psicopatolégica y filoséfica del ezistir del negro. EI andlisis es, sobre todo, regresivo. Los capitulos cuarto y quinto se sitdan en un plano esen- cialmente diferente. 12 En el capitulo cuarto critico un trabajo* que, a mi jui- cio, es peligroso, El autor, Mannoni, es por lo demas cons- ciente de su ambigiiedad. Quiz4 sea éste uno de los méritos de su testimonio, Mannoni ha intentado dar cuenta de una situacién. ‘Tenemos derecho a declararnos insatisfechos. Te- nemos el deber de mostrar al autor en qué nos apartamos de €, BI capitulo quinto, que he titulado “La experiencia vi- vida del negro”, es importante por més de un concepto. Muestra al negro ante su propia raza, El lector se apercibiré de que no tienen nada que ver negro de este capitulo con ese otro que aspira a acostarse con la blanca, En este dltimo se descubria el deseo de ser blanco. Em cualquier caso, una sed de venganza. Por el contrario, en esta obra contempla~ remos los esfuerzos de un negro que busee. encarnizadamente ‘qescubrir el sentido de la identidad negra, La civilizacion blanca y la cultura europea han impuesto al megro una des- viacién existencial, Ya mostraremos cémo lo que se Wlama el alma negra es una construccién del blanco. E] negro evolucionado, esclavo del mito negro, volunta- rio, césmico, siente en un momento dado que su raza ya n0 le comprende. © que él ya no la comprende. Entonces, se felicita y, desarrollando esta diferencia, esta incomprensién, esta desarmonfa, halla e] sentido de su verda- dera humanidad 0, cosa muy rata, quiere anclar en el seno de su pueblo. Entonces, es la rabia en los labios, el vértizo en el corazén; se clava en el gran agujero negro. Ya veremos cémo esta actitud, tan absolutamente bella, rechaza la actua- Midad y lo porvenir en nombre de un pasado mistico. Antillano de origen, mis observaciones y conclusiones sélo valen para lag Antillas, por Io menos en lo que concierne al negro en au tierra, Habria que hacer un estudio consagra- do a explicar lat divergencias existentes entre antillanos y africanos. Quizd lo haga algin dia. Qaizé, ya para entonces, sea inGtil; entonees nos felicitaremos. 2 Paychologie de la colonisation, 0 Mannoni (Td. du Seuil, 1950). bt 1B I. EL NEGRO Y EL LENGUAJE Concedemos una importancia fundaments) al fenémeno del lenguaje, Por esto estimo necesario este estudio, que ha- bra de procurarnos uno de los elementos de comprensién de la dimensién para-otro del hombre de color. Damos por su- puesto que hablar es existir absolutamente para el otro. El negro tiene dos dimensiones, Una con su congénere, otra con el blanco. Un mismo negro se camporta de modo diferente con un blanco y con otto negro. Que esta gran dispa- ridad sea una consecuencia de la aventura colonialista, nadie To pone en duda... Que alimente su vena principal del cora- zn de las diferentes teorfas que han querido hacer del negro al Iento caminar del mono al hombre, nadie se atrove ya Boner en dua, Son evidencias objetivas ane expresan Ja Pero, une vez dado cuenta de esta sitnacién, un : prendida, nos encontramos con que la tarea no’ cata termine da... 1Cémo no escuchar de nuevo, desandando los peldafios de la Historia, aquella’ vor: “Ya no se trata de conocer el mundo, sino de transformarto!” En nuestra vida, se trata absolutamente de esto. Hablar. Esto significa emplear una cierta sintaxis, po- goer J morfologia, de éia o aquela lengu pero, fundamen- ente, es asumir una cult i talent; a ella, soportar el peso de ana 14 Pero como Ja situacién no presente, un sentido dnico, la exposicién lo habré de tener en cuenta, Quiera é) lector con- sentirnos algunos puntos que, por inaceptables que le parez- can al principio, encontraran més tarde en los hechos el erite- rio de su exaetitud. ‘El problems que abordamos en este capitulo es el si- guiente: el negro antillano seri tanto mas blanco, es decir, ge parecer tanto més al verdadero hombre, eusnto mas y me- jor haga suya la lengua francesa. No ignoramos que ésta es una de las actitudes del hombre ante el Ser. ‘Un hombre que posee la lengua posee, de rechazo, el mundo implieado y ex presado por esta lengua, Ya se ve a-dénde queremos llegar: en la posesion del lenguaje hay un poder extraordinario, Bien Jo sabia Paul Valéry, quien llamaba al lenguaje “el dios en la carne extraviado” *. Nos proponemos estudiar este fenémeno en una obra at- tualmente en preparacion?. ‘Por el momento, quisiéramos simplemente mostrar por ‘qué el negro antillano, sea cual fuere, tiene siempre que en- cararse con el lenguaje, Més atin, ampliaremos el horizonte Ge nuestra descripcién de manera que, a través, pero mas alld de él, contemplamos a todo hombre colonizado, Todo pueblo colonizado —es decir, todo pueblo en cuyo seno hays nacido un complejo de-inferioridad a consecuencia Gel enterramiento de la originalidad cultural local— se sitéa siempre, se encara, en relacién con la lengua de la nacién civi- Tizadora, es decir, de la cultura metropolitana, E} colonizado escapard tanto mas y mejor de su selva cuanto més y mejor haga suyos los valores culturales de Ia metrépoli. Ser tanto més blaneo cuanto més rechace su negrura, su selva. En el ejército colonial, y mas concretamente en los regimientos ide fusileros senegaléses, los oficiales indigenas son, ante todo, jnlérpretes. Sirven para transmitir a ‘sus congéneres las br- denes del sefior, gracias a lo cual también ellos gozan de una cierta honorabilidad. 1 Charmes, Ls Pythie. 2 Le langage et tegressivité, ae 15 Hay la ciudad; hay el campo. Hay a capital; hay la provincia. Aparentemente, el problema es el mismo, Tome, mos un lyonés en Paris; alabard la calma de su ciudad, la be. llcza embriagadora de ‘los muelles del Rédano, el esplendor de Jos plétanos y tantas otras cosas que cantan las personas que no tienen mada que hacer, Si le encuentran a su yuelts die Paris, y sobre todo si ustedes no conocen la capital, enton ces no parard de elogiarla: Parfs-ciudad-luz, el Sena, los ane. renderos, conocer Parfs y morir... EI proceso se repite en el caso de] martiniquense. Prime- to en su isla: Basse-Point, Marigot, Gros-Morne y, enfrente, Ja imponente Fort-de-France. Después, y éste es el moments crucial, fuera de su isla. El negro que conoce la metrépoit es un semidins. Recuerdo a este respecto un hecho que ha afectado considerablemente a mis compatriotas, Muchos. an- {illanos, al cabo de una estancia mas 0 menos larga en la me tropoli, vuelven para consagrarse, Con ellos, el indigena, el. queno-ha-salido-nunca-del-agujero, el “bitaco”, adopta la for- ma més elocuente de la ambivalencia, El negro que ha vivido algiin tiempo en Francia vuelve radicdlmenteanstariads, en genéticos, que su feno-fipo sufre una » absoluta Ya antes de Ta partida Se sien andar “aéreo, la quemazén de unas fuer- vas mievas, Cuando eneuentra a un amigo o compafiero, hay un amplio gesto humeral que Jo anuncia: diseretamente, nules- tro “futuro” se inclina. La vos, ronca de costumbre, deja adivinar un movimiento interno hecho de un sordo zumbido. Poraue el negro sabe que allé abajo, en Francia, hay una idea de 61 que le echaré la garra en Le Havre 0 en Marsella. “Sov martin‘qués, es Ia primera vez que vengo a Francia sabe que eso que os poetas llaman “arrullo divino” (léase criollo) es s6lo un término medio entre el “negrito” y el fran- cés. La burguesia de las Antillas no emplea el criollo, salvo en sns relaciones con Jos domésticos. En Ja escuela el joven martiniqués aprende a despreciar el patois. Se hable de crio- % Quoremos deci> con esto que los negros que vuslven con los sayor dan Ie impresién de haber realizado un cielo, de haberse afadide alge que les faltaba. Vuelven literalmente llenos do si mismos. 16 is ili fl ‘follo y Uismos, Algunas familias prohiben el uso del criollo y las mamés laman a sus hijos “tibandes” cuando Jo emplean, “Mi madre al querer un hijo memordndum sino te sabes la leccién de historia no irés a Misa ef domingo con tus cositas de domingo este nifo seré la serene de nuestro nombre este nifio ser nuestra blasfemia cdllate te he dicho que tenfas que hablar francés el francés de Francia el francés del: francés el francés francés Si, es conveniente que vigile mi elocucién, porque s2 me juzgara un poco por ella... Dirfn de m{, con gran despre- cio: ni siquiera sabe hablar francés, i: En un grupo de jévenes antillanos, e] que se expresa bien, quien posee 7 Gomina el lenguaie, resulta excesivamente lla- mativo y ehillon; hay que tener cuidado con él, es casi_un blanco, En Francia, se dice: hablar como un libro, En Mar- tiniea: hablar como un blanco. STE Leg entra en Francia reaccionara contra el mi- to il anata que-se-come-laserres. La emprendera con ellas, y en verdad que entrara en conflicto abierto con el mito, No solamente se apliearé a rular las erres, sino que las ador- naré ostentosamente, Espiando las menores reacciones de los demés, escuch’ndose a sf mismo, desconfiando de la lengua, Srgano desgraciadamente perezoso, se eneerraré on su cuarto y leer durante horas enteras..., para conseguir una buena oe la siguiente histo- Hace poco me contabs un compafiero la siguis ria. Un ‘martiniqués recién llegado a Le Havre entra en un eafé, Con una seguridad perfecta, lanza: “Garrrcon! Un v2 de bié.” Esto es una verdadera intoxicacién. Atento a i responder a Ia imagen del negroquese-comelaserres, hab’ 4 Lebn-G, Damas, Hoguet (Pigments), wt hhecho una buena provision de las mismas, pero sin saberlas repartir convenientemente, Hay un fenémeno psicolégico consistente en creer en una abertura de] mundo en la medida que las fronteras se quia bran. El negro, prisionero en su isla, perdido en una atmés- fora sin la menor salida, mira esta llamada de Europa como un respiradero, Porque, todo hay que decirlo, Césaire fue ain magninimo con su Cahier d'un retour au pays natal. Esta ciudad, Fort-de-France, es verdaderamente vulgar, malogra- da, Alla abajo, en los pliegues de su sol, “esta ciudad trivial, repantigada, dudosa de su buen sentido, inerte, sofocada bajo el peso geométrico de cruces que retornan una y otra vez, eternamente, indécil a su suerte, muda, contrariada en todas formas, perpleja, escatimada, reducida, rota en su fauna y ‘flora’”®, La descripeién de Césaire no es en modo alguno poética, Se comprende entonces que el negro, al anuncio de su viaje a Francia (como se dice de quien “viene al mando”), muestre su jiibilo y decida cambiar, Por lo demés, no hay en ello tematizacién alguna; @ cambia de estructura independiente- mente de’ todo paso reflexivo, En Estados Unidos hay un centro dirigido por Pearce Williamson, el contro de Packman. Los realizadores han probado que en las personas casadas $@ produeia un cambio bioquimico; segiin parece, estos investi gadores han detectado la presencia de ciertas hormonas en ¢l esposo de una wujer embarazada, Seria igualmente intere- sante, ya habré quien lo haga, imvestigar las transformacio- nes humorales de los negros a'su legada a Frarcia, 0, sim- plemente, estudiar mediante tests, las modificaciones de su psiquismo antes de su partida y un mes después de su insta- Jacién en Francia, ‘Hay um drama en eso que se ha convenido en lamar cien- cias del hombre. ;Se debe postular una realidad humana tipo ¥ deseribir sus modalidades psiquicas, tenienda en cuenta s6lo imperfecciones, 0 bien se debe intentar, sin pérdida de tiem- Po, una comprensién concreta y siempre nueva del hombre? Cuando se nos dice que a partir de los veintinueve afios 5 Pagina 30. : 18 el hombre no ‘puede amar, y que es necesario esperar hasta los cuarenta y nueve para que reaparezea su afectividad, sen- timos que el suelo vacila bajo nuestros pies. Solo saldremos el atasco a condicién de plantear correctamente los proble- mas, porque todos estos descubrimientos e investigaciones tienden a un solo fin: obligar al hombre a admitir que él na es nada, absolutamente nada, que tiene que terminsr con este narcisismo segiin el cual se imagina diferente a los demas “animales”. En ello hay, ni més ni menos, una eapitulacién del hombre. Para decirlo todo, yo afirmo mi narcisismo a manos llenas y abomino de la abyeccién de quienes quieren hacer del hom bre una mecénica. Es posible que el debate no se pueda abrir en el plano filoséfico, es decir, en el de la exigencia funda- mental de la realidad humana; en este caso, consiento le- varlo al plano del psicoandlisis, es decir, de “Jo fallido”, en el sentido en que decimos “el motor falla”. E] negro que entra en Francia cambia porque, para él, la metrépoli representa el Taberndculo; cambia,’ no sola- mente porque es de este pafs de donde le legaron Montesquiea, Rousseau y Voltaire, sino porque también de é1 legan los mé- Gicos, los jefes de servicio, los innumerables pequefios poten- tades, desde el sargento mayor con “quince afios de servicio” hasta’ el gendarme originario de Panissiéres, Hay una espe- cie de embrujamiento a distancia, y quien va a partir dentro de una semana con destino a la Metropoli, crea a su alrededor un halo mégico en el que las palabras Paris, Marsella, La Sorbona, Pigalle, representan las llaves de la béveda. El ne- ero parte, y la amputacién de su ser desaparece a medida que se precisa el perfil del paquebote. El negro que parte lee en los ojos de quienes le acompafian su poder, su mutacién... “Adieu madras, adieu foulard... Ahora que ya lo hemos levado al puerto, dejémosle va- gar; ya lo encontraremos de nuevo, Por el momento, vamos al encuentro de uno de los que vuelven, El “desembarcado”, desde su primer contacto, se reafirma; s6lo responde en fran- cés y, muchas veces, ya uo comprende ¢l criollo. A este res} pecto, el folklore nos proporciona una buene ilustracién. Tras 19 e unos meses en Francia, un campesino vuelve con los suyos. Reparando en un instrumento para arar, pregunta 2 su pa- dre, viejo campesino, aquiennoselapeganadie: “;Cémo se llama esta méquina?”’ Por toda respuesta, su padre se la tira @ los pies y la amnesia desaparece. Singular terapéutica, ‘Tenemos, pues un desembarcado, Ya no entiende el patois, habla de la Opera, que por cierto s6lo ha visto de lejos; pero, sobre todo, adopta una actitud critics para con sus ¢ompa- triotas. Ante el menor acontecimiento, se comporta original- mente, Hs “el que sabe”. Se le conoce por su lenguaje. En Ia Savana, donde se retinen los jévenes de Fort-deFrance, el espectaculo es revelador: inmediatamente; tiene la palabra el desembarcado, A la salida del liceo y de las escuelas, se reinen en la Savana, Parece como si hublese algo poético fen esa Savana, Imaginense un espacio de doscientos metros de largo por cuarenta de ancho, limitado en los lados por ta- marindos carcomidos, en lo alto por el inmenso monumento a los muertos —Ia patria reconocida a sus hijos—, em la parte baja por el Central-Hotel; ‘un espacio torturado, adoquines desiguales, cantos que Tuedan bajo los pies, y,' encerrados dentro de todo ello, paseando arriba y abajo, trescientos 0 cua- trocientos mozos y mozas que forman corrillos para hablar, que se ponen a hablar, pero que no, no hablan jamés, y luego se separan. —i Qué tal? —Bien, ¢¥ ti? —Bien. : ¥ asi durante cincuenta afios. S{. Esta ciudad esté la- mentablemente malograda. Esta vida también, Bien, Se vuelven a encontrar y hablan. Si el desembar- cado obtiene rapidamente la palabra es que le estaban espe- rando. Primero, la forma: se recoge al vuelo la menor falta, la analizan, y en menos de cuarenta y ocho horas todo Fort-de- France lo conoce. A quien se la confiere una superioridad no se le perdona faltar a su deber. Si dice, por ejemplo: “Il ne ‘ma pas été donné de voir en France des gendarmes a che- vauz”, esté perdido, Sélo le queda una alternativa: desha- eerse del parisinismo 0 miorirse de vergienza. Porque nadie 20 olvidard en absoluto; si esté casado, su mujer sabré que tiene Por marido una historia; sus hijos tendrén que aftontar y vencer a una anéedota. *De dénde proviene esta alteracién de la personalidad? 4De dénde proviene este nuevo modo de ser? Todo idioms €8 una manera de pensar, deeian Damourette y Pichon, El hecho de que el negro recién desembarcado adople un lengua- Je diferente del de la colectividad que le ha visto nacr ex. bresa un desajuste, una brecha. E] profesor Westermann escribe, en The African to-day, que los negros sufren un sen- timiento de inferioridad, sobre todo los evolucionados y los que intentan tenazmente dominar. Por lo general, afiade, la manera que tienen de hacerlo es inocente: “Llevar vestidos europeos 0 trapos a ta dltima moda, adoptar las cosas que uusa el curopeo, sus formas exteriores de urbanidad, adornar el lenguaje indigena con expresiones europeas, usar frases ampulosas hablando 0 escribiendo en una lengua europea, to- do lo intentan para conseguir sentirse en igualdad respecto del europeo y su modo de existencia” Quisiéramos, haciendo referencia a otros trabajos y a nuestras observaciones personales, intentar mostrar por qué el negro se sitia de manera peculiar ante el lenguaje euro- peo. Recordamos una vez mas que las conclusiones a las que Heguemos s6lo seran vélidas para los antillanos; no ignora. mos, sin embargo, que estos mismos comportamientos se dan también en todas las razas colonizades, Hemos conocido, y' desgraciadamente seguimos conocien- do, compatieros originarios de Dahomey 0 Congo que se la- man antillanos; hemos conocido y todavia conocemos antilla- os que se sienten ofendidos si se les supone senegaleses. ‘¥ ¢s que el antillano es més “evolucionado” que el negro de Africa (entiéndase bien, que esté més cerca del blanco); esta diferencia existe, no solamente en la calle y los pasevs’ sino también en la administracién y en el ejército. Todo antilla no que haya hecho su servicio militar en un regimiento de fusileros conoce esta desazonadora situacién: de un lado, los europeos de las viejas colonias u originarios, del otro, los fusi- leros, Ain me acuerdo a veces de un dia en que, en pleno 21 combate, se impuso la necesidad de aniquilar un nido de ame- tralladoras. Se lanz6. tres veces a los senegaleses, y tres veces fueron rechazados. Entonces, uno de ellos pregunté por qué no iban los toubabs. En circunstancias ya nadie sabe lo que es uno, si toubab o indfgena, Sin embargo, son muchos los antillanos que no se desazonan ante esta situacién, sino que, por e} contrario, fa consideran totalmente normal. jS6lo fal- ‘taria eso, que nos asimilaran a los negros! Los originatios desprecian a los fusileros; el antillano reina como seffor in- discutible entre toda esta despreciable negrada. Extremo opuesto, recuerdo un hecho que no tiene nada de cémico a mi fuicio: hace poco, un martiniqués me hizo seber lleno de e4- era que algunos guadalupenses se hacian pasar por nuestros, Pero, afiadfa, la mafia se ve en seguida, porque son més sal- vajes que nosotros; Kase otra ves: estin més alejados del blanco, Se dice que ef negro amaba las palabras; cuando yo pronuncio “palabras”, veo un grupo de niffos jubilosos, lan- zando al mundo lamadas inexpresivas, roncas; nifies en pleno juego, en la medida que pueda concebirse el juego como una Iniciacién a la vida, El negro ama las palabras y.no es largo el camino que conduce aesta nueva proposicién: el negro es sélo un nifio. Los psicoanalistas tienen aqui materia sobra- da; el término oralidad brota inmediatamente. Pero habremos de ir mas lejos. El problema del lenguaje es demasiado importante para que pretendamos exponerlo aqui integramente Los notables estudios do Piaget nos han ensefiade a distinguir diversos estadios en su aparicién; los de Gelb y Goldstein nos han mostrado que la funeién del len- guaje se distribuye en estantes, como en grados. Aqui nos interesa el hombre negro ante la lengua francesa. Queremos comprender por qué le gusta tanto al antillano hablar el francés. Jean-Paul Sartre, en su Introduccién a la Anthologie de Ue possi négre et malgacke, nos dice que el poeta negro se vuelve contra la lengua francesa, pero que no ocurre lo mismo con los poetas antillanos. A este respecto compartimos la opinién de Michel Leiris, quien, hace poco, escrib{a sobre al criollo Jo siguiente: 2 “El criollo, lengua popular todavia, , que todos conocen © menos, pero que s6lo los iletrados hablan exclusiva nivel de vida material) se difunda entre las capac mn heredadas de la. poblaciin,” I autor akade: “hen ms oo gue me refiero no pretenden en absoluto hacerse “axtilaro —en el plano del pintoresquismo felibrés— usando an le, guaje de prestado y sin irradincién exterior, cuslesguions que puedan ser sus cualidades intrinsecas, sino afirmar tee 7 a algunos Dlenens Jmbuides de tos peotes prejuicios racia- dea geet im orgullo cada vex menos jusificad, In intage Existe ciertamente un Gilbert Gratia i patois, pero habremos de confesar gue la jee as eae Fara, Digamos ademés que el valor poético de estas eromnin es es muy dudoso, En cambio, tenemos auténticas ote traducidas del wolofo, del pewhl;’ también seguimos con recs 6s los estudios de lingtiistica de Chetk Ante Dion # En las Antillas, nada recido, len; oficalmente al franeée; los macstroe sinieg eects te que los nifios no hablen el eriollo, Silenciaremos las rasa ¥I problema, aparentemente, podria ser el siguiente: en los Antillas, como en Bretafia, hay un dialecto y, ademas, eles Gun francesa, Pero esto es falso, pus los bretones no ee conse inferiores a log at Ceram inferiores los franceses, ‘Loe bretones no fueron ei __ Negéndonos a maultiplicar los elementos, riesgo de no delimitar adecuadamente el hogar; ahors View cs importante decir al negro que la actitud de raptura jamao ha salvado a nadie. Es verdad que yo debo liberarme de quice me ahoga, pues es evidente que no me deja respirar; pero atencién, sobre una base fistolégica. Si ia dificuttad de ree, 6 Temps Modernes, febrero 1950, -Martinique-Guedaloupe-Haitie, 23, iracién es mecénica seria malsano introdueir un elemento psicolégico, es decir, la imposibilidad de expansién. Qué quiere decir esto? Sencillamenie: cuando un ant llano licenciado en filosofia decide no presentarse a oposi- ciones alegando gy color, yo digo que Ja filosofia no ha sal- vado jamds a nadie, Cuando cualquier otro pretende a toda costa probarme que los negros son tan inteligentes como los laneos, yo digo que tampoco la inteligencia ha salvado ja- mis a nadie; y esto es verdad, porque si bien se proclama Ja igualdad entre los hombres en nombre de la filosofia y de la inteligencia, también em su nombre se decide su exterminio, Antes de continuar nos parece necesario decir algunas cosas, Hablo, por una parte, de los negros alienados (mixti- ficados) y, por otra, de blancs no menos alienados (mixtifi- cadores y mixtificados). Un Sartre o un Verdier, el carde- nal, ya han dicho que el esc4ndalo del problema negro dura ya demasiado; concluyamos diciendo que su actitud es perfec- tamente normal. También podriamos multiplicar las referen- cias y las citas y mostrar que, efectivamente, el “prejuicio de color” es una idiotez, una iniquidad que hay que destroir. Sartre comienza asi su Orfeo Negro: “Pues qué espe- ‘rébais cuando quitisteis la mordaza que tataba estas bocas negras? ;Que entonasen vuestra alabanza? ;Pensdbais leer adoracién cuando se levantasen estas cabezas doblegadas has- {a el suelo por la fuerza?” ? No sé, pero digo que quien bus- que en mis ojos otra cosa que una interrogacién perpetua per- derd la vista; ni reconocimiento ni odio. Si yo Janzo un gran grito, no ser& en absoluto negro. No, en la perspectiva adop- tada aqui, no hay problema negro, ¥ si lo hay, los blancos se han interesado por 61 por pura casualidad. Este es un asunto que se tramita en la oscuridad; bueno sera que el sol que yo trashumo ilumine hasta el Gitimo rincén, El Dr, H-L. Gordon, médico del hospital ‘de psicopatia de Mathari, en Nairobi, eseribe en un articulo de la Presse Medicala del Este Africano: “La observacién exhaustiva de ‘una serie de cien cerebros de indigenas normales establece descarnadamente una ausencia de cerebros nuevos, earacteri- (7 JoP, Sartre, Profacio ala Anthologie de la poésie négre et malgache, 24 zados, como se sabe, por células legadas al tiltimo estadio de su desarrollo. Esta inferioridad presenta cusntitativamente el 14’8 por 100” (citado por sir Alan Burs)’, Se dice que el negro es e) eslahén que une af hombre con ef mono; el hombre blanco, se entiende; sir Alan Burns con. cluye, allé por la pagina ciento veinte: “No podemos, por con- siguiente, considerar clentificamente establecida la teoria se- gin la cual el hombre negro seria inferior al hombre blanco ovprovendris de un tronco distinto.” cil nos seria, afiadi- mos por nuestra cuenta; mostrar lo absurdo de proposiciones tales como: “Segin la Escritura, la separacién de las razas blancas y negras perdurar4 en el cielo al igual que en la tie- ra; los indigenas que sean acogidos en el Reino de los Cielos serén apartados a algunas de esas casas del Padre de las cuales ya habla el Nuevo Testaments,” Y también: “Somos el pueblo elegido, mira el tinte de nuestra piel, otros son ne- gros 0 amarillos, es por causa de sus pecados.” Si, como se ve, echando mano de la humanidad, del sen- timiento de la dignidad, del amor y la caridad, facil ‘nos seria, Drobar o de hacer admitir que el negro es igual a) blanca. ero nuestra finatidad es muy otra: lo que nosotros queremos es ayudar al negro a liberarse del arsenal de complejos que Jo han dominado y que germinaron en una situacién colonial. M. Achille, profesor del liceo del Pare de Lyon, citaba en wna conferencia cierta aventura personal, Esta aventura ea conocida universalmente. Pocos son los negros residentes en Francia que no la han vivide. Catélico, Achille parti- cipaba en.una peregrinacién de estudiantes, Un sacerdote, avistando al bronceado Achille en su rebaiio, le dijo: “;De- Jaste la gran Savana para venir con nosotros?” El interpe- lado respondié cortésmente; el que salié trasquilado en esta historia no fue ef joven desertor de les Savanas. Los presen- tes rieron de este quid pro quo y la peregrinacifn siguié ade- ante, Pero, si nos detenemos un momento, veremos algunos datos interesantes en la manera cémo el sacordote se dirigié al negrito: 1. "Yo conozco a los negros; hay que dirigirse a ellos 8 Le préjugé de race et de couleur, pig. 112. : 26 con gentileza, hablarles de su pafs; lo importante es saber hablarles, Mire usted.” No exageraremos, Un ‘laneo que dirige la palabra a un negro se comporta igual que un adulto con un nifio, haciéndole carantofias y melindres, susurrén- dole, haciéndose e] simpatico, zalamero No es un blanco s0- Tamente al que hemos visto actuar asi, sino a cientos Nues- tras observaciones no se refieren a una determinada categoria, sino que, procurando adoptar una actitud esencialmente objetiva, ‘nos dedicamos a estudiar este hecho en médicos, agentes de policfa, empresarios. Se nos dird, olvidando al ha- cerlo nuestra intencién, que podriamos habernos fijado en otros, que hay blancos que no cuadran con esta descripcién. A estos objetores les responderemos que estamos hacien- do aqui un proceso de los mixtificados y de los mixtificado- res, de los alienados; si existen blancos que se comportan sanamente ante un negro, bien, pero no son ellos los que nos ccupan. Porque el higado de mi enfermo funcione bien no le voy a decir que tiene los rifiones sanos, Reconocidamente normal el higado, le abandono en su normalidad, que es nor- mal, y me pongo a reconocer sus rifiones; hombre! tiene us- ted los rifiones enfermos. Esto quiere decir que funto a per- Sonas normales que se comportan saludablemente segin una psicologia humana, las hay que se eomportan patolégicamen- te segiin una psicologia humana, Ocurre que la existencia de este tipo de hombres ha determinado unas cuantas realids- des y que deseariamos contribuir a liquidarlas, Hablar a los negros de esa manera es ir hacia ellos, po- nerlos eémodos, es querer ser comprendidos por ellos, tran- quilizarlos.. ‘Les médieos de las salas de consulta lo saben. Veinte enfermos curopeos, uno tras otro: “Siéntese, sefior -.. Qué se le ofrece? Qué le aqueja...? Entra un negro o un arabe: “Signtate, muchacho... {Qué tienes? ;Dénde te duele? Cuando no: “A ver, hombre, zqué tienes ah{... ?” 2, Hablar “negrito” a un negro es vejarlo, porque él es quien-habla~‘negrito”. Sin embargo, se nos dir, no hay in- tencién en ello, no hay voluntad de insultar. De acuerdo, pero 26 Jo vejatorio es precisamente esta ausencia de voluntad, esta desenvolture, esa facilidad con le que se le fija, se le apr i rrimitiviza y se le anticiviliza. some eae fe dirige en “negrito” 2 un hombre de color oa un frabe no reconoce en este comportamiento una tara, fm vieio, es quo jamas ha reflexionado, Personalmenté, me doy cuenta 2 veces, a interrogar a clortos enfermos, en qué momentos resbalamos . .- i momente aquella vieja campesina de setenta y tres afios, sub- normal, en pleno proceso demencial, siento que se me quie- bran las antenas con las cuales toco y mediante las cuales soy tocado, Cuando yo adopto un lenguaje apropiado a la de- meneia, a la debilidad mental, cuando me “‘inclino”, desde arriba,’ sobre la pobre vieja de setenta y tres afios, cuando voy hacia lla, a la bisqueda de un diagndstico, entonces, des- cubro el estigma de una recaida en mis relaciones humanas, Usted es un idealista, diré alguien. No, qué va. Los ypuercos son los otros. Por'mi parte, me dirijo siempre a los "bicots” en francés correcto y siempre he sido comprendido ‘Me responden como pueden, pero yo me rebelo contra toda comprensién paternalist: H “Bonjour mon zamif Ov y a mal? He? Dis voir un peu?, le ventre?, le coeur? asi Todo eso con aquel suave acento que los “infra” de Jas salas de consulta conocen bien. 7 ‘Cuando el “infra” recfbe la respuesta de la misma ma- nera; se siente con buena conciencia, “Vea usted, no es un chiste lo que le cuento, Son efectivamente asi En caso contrario, el “infra” habré de echar mano de sus pseudépodos y comportarse como. un adulto, Todo el edi- ficio se derrumba. Un negro que le dice: “Sefior, yo no soy en absoluto su muchacho ni su amigo...”, le obliga a reac- cionar y-le crea de nuevo su mala coneiencia. Pero ain hay que buscar mis profundo. Me siento en un café, en Rouen o en Strasburgo; deseraciademente, me ve un viejo borracho, Se sienta en mi mesa: “;Africano? Dakar, Rufisque, burdeles, mujeres, café, mangas, bana- as...” Me levanto y me voy, saludado con una sarta de ju- aa eT ramentos: “Sueio negro. {No te dabas tanta importancia en tu selva!” Mannoni ha descrito lo que él llama. el complejo de Prés- pero. Ya volveremos sobre estos descubrimienios que nos facilitarén la comprensin del eolonialismo, Pero ya desde ahora podemos decir: Hablar “negrito” supone expresar esta idea: “Td, quédate donde estis” Me encuentro con un alemén o un ruso que hablan mal el francés. Intento darles, gesticulando, Ja informacién que me piden, pero sin olvidar que uno u otro tienen su propia lengua, un pais y que, quiz, sean abogados o ingenieros en su cultura, En todo caso, son extrafios » mi grupo, ¥ Sus Rormss son segue ramente diferentes. Nada semejante ocurre con el negro. No tiene cultura, ui civilizacién, Carece de ese “largo pasado histérico”. Se comprende, quizd, de donde vienen esos esfuerzos que hacen tantos negros contempordneos: cueste 1o que eneste, hay que probar al mundo blanco la existencia de una civilizacién negra, Lo quiera o no, el negro tiene que ponerse la librea que Ie ha puesto el blanco, Miren las ilustraciones para nifios: los neyros tienen todos en la boca el owi missié de rigor. En el cine, la cosa Hegar a ser extraordinaria. La mayoria de los films norteamericanos doblados en Francfa reproducen negros del tipo: {Al rico plétano!”, con su correspondiente modulacién. _ En uno de estos films, reciente por cierto, Reguins d'acier (Tiburones de acero), un negro, miembro de la tripulacién del submarino, habla la jerga méS castiza que pueda imaginarse. Es un negro negro, que tiembla al menor movimiento de c6- lera del jefe de a bordo, que finalmente muere en la aventura, No obstante, estoy convencide de que la versién original no ofrece esta modalidad de expresién. Y, de todas formas,-aunque asi fuese, no veo por qué en la democratica Francia, con se- senta millones de ciudadanos de color, se tienen que doblar (en los dos sentidos) las imbecibilidades del otro lado del Atlén- tieo, Pero, claro, hay que presentar l negra de una cierts ma- nera, Esta esterotipia se deseubre ya on el negro de Sin Piedad —"18) buen cbreio, no miontas nunce, no robes rmanea”—, haste doméstica de Duelo al Sol... 1 daira] negro se le pide que sea un buen negro; ostablecido esto, todo 10 dems viene sol0. Hacerle hablar “negrito” supone Gdhoritlo ala imagen que de 41 se tiene, untarlo de negro cha- Jol aprisionarlo, hacer de él la vietima eterna do una esencia, de un aparecer del cual él no es responsable. Naturalmente de la misma manera que ¢8 sospechoso un judio que gasta di- Gero sin tasa, asi también hay que vigilar al negro que cita Montesquieu, Eutendimoncs: vigilarlo en la medida en que con alvomienza alguna cosa, Y, cfertamente, no estoy diciendo que a estudiante negro sea sospechoso a los ojos de sus compaiie- ete y profesores. Pero fuera de los medios universitarios sub- Tee un ejéreito de imbéciles: lo importante’ no es educarlos, sino que el negro consiga no ser esclave de sus arquetipos, Gue estos imbéciles son produoto de una estructura eo- pémico-psicolézica, de acuerde, pero hay que ir todavia mucho Tus lejos, pues hace tiempo que nos hemos estancado en se tructura. i ee NGuando un negro habla de Marx, la primera reaceién ta siguiente: “Se 08 ha edueado y ahora os volvéis contra nues- tree bienhechores. ;Ingratos! Decididamente, nada puede es- perarse de vosotros”. Ademds, hay también este argument dei Plantagor en Aftiea: nuestro enemigo os el maestro, To que venimos diciendo simplemente es que eb eurapeo tiene una idea definids del negro; no hay nada mas exasperante que oir decir: “;Cudnto tiempo lleva usted en Francia? Habla jen el francés”. usted may Piepundérveme que esto se debe al hecho de que muchos negros se expresan en “negrito”. Pero esto serin, demir Siado facil. Uno va en el tren; prezunta: °"perd6n, sefior. ;Querria usted indicarme el coche, res- inte, por favor? ij fanram cmon 2am, toi y en @ prendre couloir tout drot un deuz, trois, c'est l- No, hablar “negrito” quiere decir encerrar al negro. per= petuar ‘una situacién conflictual en la que el blanco infects al Regro de cuerpos extrafios oxtraordinariamente téxicos. No hay 29 nada tan sensacional como un Negro que se expresa co1 mente, porgue, en verdad, asume el mundo blanco. A coces he, mos charlado con estudiantes de origen extranjero, Hablan mal ¢1 francés; el pequerio Crusoe, alias Préspero, esté entonces a oud ‘anchas. Explica, informa, les acompafia, Con el negro, la esti, pier cola toda medida; 6), el negro, se ha puesio en regis n él, ya no es posible el jue i He gue nea, eee et eo, es pura réplca de blanco, spp Después de todo lo que hemos dicho se compre: Primera reaccién del negro sea decir no\a los que inate 3 Tinirle. Se comprende que la primera reaceién del negro sea una reaccion; y, puesto que el negro es apreciado segin la ealidad de su asimilacién, se comprende también que el desembarcado ff exbrese sélo en francés. El desembarcado tiende a subrayar 2 Tuptura que se ha producido, Realiza un nuevo tipo de hom, re, tipo que impone a sus compafieros y a sus parientes, Asa Yiele madre que ya no comprende, le habla de sus camises, de la en desorden . ie condi ° Beene en eeesorden Todo flo bien acondicionado ton el En todos los pafses de] mando hay arribistas: “ zo se sienten (lo que sea)”; frente a ellos, “py que un ‘a Recién de su origen”. El antillano que vuelve de la metropolt se expresa en patois si quiere dar a entender que no ha com: biado. Se siente en el desembarcadero, donde padres y_anrigos ke esperan. Le esperan no s6lo porque viene, sino en el sentide en que decimos: “A ver cémo viene éste”. Necesitan solamente un minuto para determinar e} diagnético. $i el desembarcadg dice 4 sus compafieras: “Je suis trds hereuz de me relrouy Parmi vous. Mon Diew, quiit fait chad dans ce pays, Je no gee ee cz bps Pega ee... ala ipertanat a earache Bie Go eri he Sse Ned cnatin’ cc adrtere paring» cece ri 2%, Ruesira lacrimasa ternurs, toda nuestra deforme solicitad queda aa Ha ae, eet ld ein sive he Eae apa ate anon ot a minsgi sin ln’ Sateen Africaine, nim. '5, pag. 726. ee 30 sawrais y demeurer longtemps”, se pondrén en guardia: ha Megado un europeo. En otro orden de cosas més particular, cuando se encuen- tran en Paris estudiantes antillanos, pueden ejercer dos posi- hilidades, —O sostener el mundo blanco, es decir, e] mundo verda- dero, en cuyo caso emplearén el’ francés; entonces podrdn abordar algunos problemas y orientarse en sus conclusiones hacia un cierto grado de universalismo. —O rechazar Europa, “Yo” (*), y entenderse y comu- nicarse mediante el patois, instalandose muy confortablemente en Jo que vamos a llamar la Umwelt martiniquense; con esto queremos decit— y va dirigido sobre todo a nuestros hermanos antillanos— que cuando uno de nuestros compafieros en Paris © en cualquier otra ciudad con Universidad, intenta conside- rar seriamente un problema, se le acusa de darse importancia, entonces el mejor medio para desarmarlo es echar mano del mundo antillano blandiendo el eriollo. En ello hay que ver una de as razones de fa quiebra de tantas amistades al cabo de algén tiempo de vida europea. ‘Siendo nuestra intencién la desalienacién de los negros quisigramos que sintiesen que, cada vez que hay incompresién entre ellos a propésito del blanco, hay una falta de discerni- maiento. ‘Un senegalés aprende el criollo para hacerse pasar por antillano: yo digo que en esto hay alienacién, ‘Los antillanos que lo saben tmultiplican su pitorreo; yo digo que en esto hay falta de discernimiento, Como se ve, no nos equivocébamos eando suponiamos ‘que un estudio del lenguaje entre los antillanos podia revelar- nos algunos aspectos de su mundo. Ya lo dijimos al principio; hay una relacién de apoyo entre Je lengua y ia colectividad, Hablar una lengua es asumir un mundo, una cultura. El antillano que quiere ser blanco lo seré, efectivamente, tanto més cuanto mejor haya hecho suyo ese instrumento cultural que es el lenguaje, Recuerdo que en Lyon, hace poco mas de 10 Menor do designar a los otros, considerados genézicemente; mas concretamente, los europecs, 8L un afio, después de terminar una conferencia en la que yo habia trazado un paralelo entre la poesia negra y la europea, un compafiero metropolitano me decfa calurosamente: “En el fon- do, ta eres un blanco”. Por lo visto, el haber estudiado con la Jengua del blanco un problema tan interesante me daba dere- cho de ciudadant: Hist6ricamente, se ha de comprender que el negro quiera hablar francés, porque es Ja lave capaz de abrir las puertas que hace sélo cincuenta aiios le estaban prohibidas, En los an- tillanos a los que nos referimos en nuestra descripeién pode mos descubrir una tendencia a buscar las sutilezas e intimida- des del lenguaje, que son maneras de probarse a sf mismos su Mayor o menor sdecuacién a la cultura (), Se ha dich Jos oradores antillanos tienen una fuerza expresiva que dejaria aténitos a los curopeos. Un hecho signifieativo viene a mi me- moria: en 1945, cuando la campaiia electoral, Aimé Césaire, candidato a la diputacién, hablaba en la escuela de Fort-de- France ante un numeroso auditorio, En plena conferencia se desvanetié una mujer. Al dia siguiente, un compafiero, con- tando el incidente, lo comentaba de esta suerte: “Frangais a eté tellement caud que la femme la taombé maleadi (#), {Poder del lenguaje! Ain hay otros hechos que merecen nuestra atepcién. Por ejemplo, Charles-André Julien, prosentado a Aimé Césaire: “Un poeta negro adjunto de la Universidad”: o bien sencilla~ mente, la expresién de “gran poeta negro”. Hay en estas frases hechas, que parecen responder a una urgencia de distincién —porque, en fin, Aimé Césaire es negro ¥ poeta —, una sutileza oculta, un meolio persistente. De Jean Paulhan s6lo sé que escribe obras muy interesantes. Ignoro In edad que pueda tener Caillois, y s6lo retengo las manifesta ciones de su existencia, que de ver en cuando arafian el cielo, . , 21 Véase, por ejemplo, ol niimero casi increible de anéedotas a que io lugar Ta eleceién a Ia, diputacién do este candidate, Una basura de pe- riédico liamado Canard déchainé, no se dio tregua en envolver @ B-.. CoM criollismos viscerales. Y¥ es que, en efecto el arma definitiva en las Anti- Tas es ésta: no sabe exprosaree en francés, 12 El francés (la elegancia de la forma) ora tan calionto que la majer eayé en trance. 82 e no se nos acuse de anafilaxia afectiva; queremos decir tue 10 Hay ninguna ravén para que Breton diga de Césaire: “Es un negro que maneja le lengua francesa como ningiin blanco contemporaneo” (3). ‘Aunque Breton, al decir esto, expresare pura y simple- mente la verdad, no veo d6nde esta tan asombrosa paradoja, no veo dénde pueda estar lo que merece subrayarse, poraue, a fin de cuentas, Aimé Césaire es martiniqués y adjunto de Unid- jidad. 4 versifeivemos a encontrar a Michel Leiris: “Zn los escritores antillanos hay una voluntad de ruptura con las formas lite- rarias ligedas a la ensefianza oficial; pero esta voluntad, ten- dida hacia un futuro més ventilado, diftcilmente podria revestir un aspecto folklérico, Deseosos ante todo, literariamente, de formula el mensaje que les es propio, de ser, por lo menos al- gunos, los portavoces de una verdadera raza con posibilidades Gesconocidas, desdefian el artificio que supondria el recarso ‘a.un hablar del que s6lo podrfan hacer uso como cosa aprendida, sin olvidar que su formacién intelectual se ha efectuado me- diante el francés de manera casi exclusiva”. (). ‘Pero, me replicardn los negros, es un honor para nosotros que un blanco como Breton eseriba cosas semejantes, Continuemos... 13 Introducctén al Cahior d'un retour au pays natal, pég. 14. 14 Michel Leitis, art. cit. 33 Il. LA MUJER DE COLOR Y EL BLANCO El hombre es movimiento hacia el mundo y hacia sus se-. mejentes. Movimiento de agresividad que engendra servidum- bre o conquista; movimiento de amor, donacién de si, término final de lo que ha dado en lamarse la orientacién ética, Toda conciencia parece poder manifestar, simultdnea o alternativa- mente, estos-dos componentes. Energéticamente, e] ser amado me respaldaré en la asuncién de mi virilidad; el anhelo de recer la admiracién o el amor de otro tejerg sobre mi visién del mundo toda una superestructura de valores, En la comprensién de los fenémenos de este tipo el tra- del analista y del fenomendlogo se revela por demés arduo. Giertamente, ha habido un Sartre para realizar una descrincién del amor-fracaso (Ei Ser y la Nada no es mas que el andlisis de la mala fe y de lo inauténtico) ; pero no es menos verdad que el amor- verdad, real —querer para los otros lo que uno pide para si, cuando esta repeticién integra los valores per- manentes de la realidad humana—, reclama la movilizacién de instancias psiquicas elementalmente liberadas de los conflic- tos inconseientes, Hace ya tiempo, mucho tiempo, que se desvanecieron las filtimas secuelas de una lucha gigantesca contra el otro. Hoy, creemos en la posibilidad del amor, precisamente porque ha- cemos lo posible por detectar sus imperfecciones y perversiones, Este capitulo lo consagramos a las relaciones de la mujer 34 de color con el europeo; nuestra intencién consiste en deter- minar hasta qué punto ser4 imposible el emor euténtico mien- ‘ras no s° expulsen ose sentimiento de inferioridad o esa exal- tacién adleriana, y hasta ese sobrecompensacién, que parecen constituir el indicativo de la Weltanschauung negra. Porque, en fin, cuando Jeemos on Je suis Martiniquaise (Soy martiniquesa)': “Me hubiera gustado casarme, pero con un blanco. Pero una mujer de color no es nunea del todo res- petable a los ojos de un blanco. Incluso aunque yo le ame. Yo lo sabia” (2), tenemos derecho a inquictarnos. Este pérrafo, que puede servir en cierto modo de conclusién de una enorme mixtificaci6n, nos incita 2 la reflexién, Cierto dfa, una mujer, de nombre Mayotte Capécia, cbedeciendo a un motivo cuyos ele- mentos no acabamos de ver claros, escribié doscientas dos paginas —su vida— por las que discurrfan a sus anchas las pro- posiciones més absurdas. La acogida entusiasta que obtuvo esta obra en algunos medios merece analizarse, Para nosotros, no es posible ningrin equivoco: Yo soy martiniquesa es una obra por entregas que predica un comportamiento malsano. Mayotte ama a un blanco del que acepta todo. Hs el sefior. Ella no reclama nada, no cxige nada; s6lo un-poco de blancura en su piel, Y cuando, al hacerse la pregunta de si él es her- ‘moso 0 feo, la amante dice: “Lo iinico que sé es que tenia los 08 azules, los cabellos rubios, la piel pélida, y que yo le amaba”, es facil obtener, colocando las palabras en su lugar, poco mAs 0 menos esto: “Yo le amaba porque tenia los ojos azules, los ca- bellos rubios y Ia piel palida”, Y nosotros, nosotros que somos antillanos, Jo sabemos demasiado bien: el negro teme a los ojos aaules, se dice allé abajo. Cuando deciamos, en Ia introduceién, que la inferioridad habia sido historicamente sentida como e¢ondmica, no erraba- mos gran cosa. “Algunas noches tenfa que dejarme, para cumplir con sus obligaciones mundanias. Iba a Didier, el barrio chie de Fort de France, donde viven Jos békés Martinique, que quizé no sean de raza muy pura pero que muchas veces son muy Ticos (se ad- 1 Mayotte Capécia (Corméa o4., pg. 202). 36 mite que se es blanco a partir de un cierto nimero de millones), y los bék2s France, la mayoria funcionarios y oficiales.” “Algunos compafieros de André, bloqueados como él en las Antillas a causa de la guerra, habian conseguido traer a sus mujeres. Yo comprendia que Andrés no podia estar mucho tiem- ‘po apartado, Aceptaba también no ser admitida, en este eireulo, pues yo era una mujer de color; pero no podia evitar tener celos. El gustaba explicarme que su vida intima era una cosa que le pertenecfa y su vida social y militar otra diferente de la ue no era duefio; pero yo insisti tanto que un dia me Yev6 a Didier. Pasamos la yeladas en una de las pequefias villas que me causaban admiracién en la infancia, con dos oficiales y sus esposas, Estas me contemplaban con una indulgencia que se me hizo insoportable. Yo sentfa que me habia arreglado demasiado, ‘que no era digna de André, quied solamente por el color de la piel; en fin, pasé una velada tan desagradable que decidi no volver a pedir a Andyé acompafiarle” (2). Los deseos de la bella apuntan a Didier, bulevar de los mar- tiniquenses riquisimos. Ella misma es la que dice: se es blanco a partir de un cierto nimero de millones. Las villas del barrio fascinaban hacia mucho tiempo a la autora, Por lo demas, te- nemos la impresién de que Mayotte Capécia consigue hacér- noslo creer: nos dice que conocié Fortde-France muy tarde, hacia los dieciocho afios; sin embargo, las villas de Didier ha- bian encandilado su infancia. Hay en este hecho una inconse- cuencia fécilmente comprensible si situamos la aceién. En Mar- tiniea, en efecto, es habitual sofiar en una forma de salvacién que consiste en blanquearse mégicamente. Una villa en Didier, su_introduccién en la sociedad de alla arriba (la colina de Didier domina la ciudad), y ya tenemos Yealizada la certeza subjetiva de Hegel, También se ve clarsmente, por lo demés, el lugar que ocuparfa en la deserfpeién de este comportamiento la dialéctica del ser y del tener (°). No obstante, no es éste to- davia el caso de Mayotte, Se “le va la cabeza”. Las cosas co- mienzan a darle vueltas ... No se tolera on estos efreulos por- que es una mujer de color. El resentimiento se elaboraré a 2 Je cuis Martiniquaise, pég. 150. 3 Etre et Avotr, Gabriel Marcel (Aubier). 36 partir de se factibilidad. Ya veremos por qué est4 prohibido el amor a todas las Mayotte Capécia de todos los paises. En Ia infancia de Mayotte Canécia deseubtimos un cferto niimero de rasgos que ilustran la linea de orientacién de Ja autora, Cada vez que se produzea un movimiento, uma conmo- cin 0 un estremecimiento, se Tevelard claramente que esté en relacién directa con ese fin, Parece, en efecto, que para esta mujer el blanco y ¢l negro representan los dos polos de un mundo, polos en lucha perpetua: verdadera concepeién mani- queista de] mundo, Ya hemos lanzado la palabra; convendré no olvidarla: blanco 0 negra, ésta es Ja cuestién. Yo soy blanco, es decir, me pertenecen la belleza y la virtud, que nunca fueron negras. Soy del color del dia... Yo soy negro: yo realizo una fusiGn total eon el mundo, una comprensi6n simpatica de la tierra, una pérdida de mi yo en el corazén del cosmos; el blanco, por inteligente que sea; ” \ndrés Marielle es blanca, toda soluel impos. bie, Sin embargo, sus frecuentes merodeos ro ‘Payot, Gide, oras y Voltaire parecian haber eliminado todo esa, Dre bat 2a fe, Jean Vencuse “creyé en esta cultura y se puso @ soe ele muevo mundo desrubiert y conguistads para a Qee error el styo! Basté que llegara a la mayoria de vdad yoo que le rodeaba no le habia traicionado, ¢1 1 el puebl aeeptindole entre los suyos, el negro cast rosie ea Jean Veneuse, sintiéndose incapaz de existir sin amor, lo sofiard. Lo sofiaré’ en poemas: E Cuando uno ama no hay que decir nada Hasta es mejor esconderse Andrée Marielle le ha escrito su amor, pero Jean Veneuse necesita una autorizacién, Precisa que un blanco le diga: toma 2 mi hermana, Veneuse hace unas cuantas preguntas a su ami- go Coulanges. Leamos, casi in extenso, la respuesta de Coulan- ges: “Old Boy, "Me vuelves aconsultar sobre tu caso. Te voy a dar mi opinién wna vez més y de una ver por todas. Vayamos por partes, Tu situaeién, tal como me la expones, es de las més claras, Permiteme, sin embargo, que despeje, mi horizonte, Te seré muy provechoso. {Qué edad tonias cuando saliste de tu pais para Fran- cia? Tres 0 cuatro afios, creo. Desde entonces no has vuelto fa ver a tu isla natal y no tienes la menor inteucién de volver~ jaa ver. Siempre has vivido en Burdeos. Desde que eres fun- cionario eolonial pasas tus vacaciones administrativas en Burdeos, Verdaderamente, eres de casa. Quiz no te das cuenta bien de esto, Para tu gobierno, eres un francés de Burdeos, Métete esto en la cabezota. Hasta me asombrarfa ‘que Ilegaras a entenderte con ellos, Los que yo conozco 0 se te parecen en nada. “De hecho td eres como nosotros, ti eres nosotros. Tus reflexiones son nuestras, ;TG te crees —y se te cree— ne- gro? iUn error! De negro s6lo tienes las apariencias. Por To demés, td piensas en europeo. Como el europeo sélo ama a la europea, ti sélo te puedes casar con una mujer del pats en que siempre has vivido, una chica de la buena tierra fran- cosa, tu verdadero, tu nico pais. Resuelto esto, pasemos al ‘objeto principal de tu ditima carta. Por un Jado, hay un tal Jean Veneuse que se parece a ti como un hermano, por otro, ja sefiorita Andrée Marielle, que es de piel blanea, ama a Jean ‘Veneuse, que es excesivamente moreno y adora a Andrée Ma- 56 rielle, j¥ aim me preguntas qué has de hacer! ;Delicioso eretino. Cuando vuelvas a Francia linzate sobre el padre de la que ya te pertenece en espiritu y gritale golpedndote el pecho con un estrépito salvaje: La amo. Ella me ama, Nosotros nos amamos. se casa conmigo o me mato ahora mismo.”® Solicitado, el blanco acepta darle su hermana, pero con una eondicién: té no tienes nada en comin con los verda- deros negros. Ta no eres negro, ti sélo eres “excesivamente moreno”. Los estudiantes de color en Francia conocen mente este desarrollo. No se les considera verdaderos negrot El negro es el salvaje, el estudiante negro es un_evolucio- nado. Ti eres “nosotros”, Je dice Coulanges, y si se creon que eres negro es por error, s6lo son apariencias, Pero Jean ‘Veneuse no quiere, No puede, porque sabe. Sabe que, rabioso por este humillante ostracismo, mula- tos del pueblo bajo y negros s6lo piensan en una cosa en cuan- to pisan Europa: “saciar su apetito de mujer blanca” ‘La mayoria de ellos, sobre todo los que, de tez més cla- a, reniegan de su pais y hasta de su madre, se easan menos per incinacién, gue por Ja satiafacelén.de dominar » 1a eu- isfaccién pigment i roped, satifaccién pigmentada de un cierto regusto de orgu- _“Entonces me pregunto sino me ocurre a mi lo mism y si, easéndome eon usted, que es una europea, no me daré aires de proclamar que, no sélo desdefio 2 las mujeres de mi raza, sino que, atraido por el deseo de la carne blanca, que nos esté prohibida a nosotros los negros desde que los hant- bres blancos reinan sobre el mundo, me vengo oscuramente en una europea de todo lo que sus antepasados han hecho a los ios Jo largo de los siglos.” 10 Cudintos esfuerzos para desembarazarse de una urgenci subjetiva, Soy un blanco, he nacido en Europe, todos mis amigos son blancos, Pienso en francés, mi religién es Fran- cla. ;Me oyen ustedes? Soy europeo, no soy un negro, y para » Pigs, 152-168-154, Pig. 185. 37 demostrarlo, voy s mostrar a los verdaderos negros, como funcionario civil que soy, la diferencia que hay entre ellos y yo. ¥, en efecto, relean atentamente la obra, se conven- cern: “;Quién llama a la puerta? ;Ab! Es verdad. —;,Eres ti, Sua? "Sf, comandante. "Qué quieres? "La novedad. Cinco centinelas al exterior, Diecisiete presos. No falta nadie. "Nada nuevo, aparte de eso? {No hay alguna carta en el correo? "No, mi_comandante.”# ‘Monsieur Veneuse tiene ordenanzas. Y una negra joven en su casa. A Jos negros que parecen sentir su marcha, Jean supone que s6lo les podria decir: “;Marchaos, marchaos! Ya véis... siento mucho dejaros, ;Morchaos! No olvidaré. Me alejo de vosotros porque este pais no es el mio y porque me siento demasiado solo, demasiado vacio, demasiado priva- do de todo ese confort que me es necesario y que a yosotros todavia no og reclama, por suerte para vosotros.” = Cuando leemos frases semejantes tenemos que pensar necesariamente en Félix Eboué, negro y bien negro, que en sus mismas condiciones comprendié cual era su debet_de ma- nera muy distinta. Jean Veneuse no es un negro, Sin ém- argo, a sus espaldas se ha producido un hiato. Hay algo indefinitie, irreversible, verdaderamente el that within de Harold. Rosenberg *. Louis-T. Achille, en su commnicacién a los Encuentros Inter-Raciales de 1959, decia: “Por lo que se refiere al matrimonio estrictamente inter- racial, cabe la pregunta de hasta qué punto no es, algunas ve- ces, para el cOnyuge de color una especie de consagracién sub- jetiva del exterminio, en su interior y a sus propios ojos, del 1 Pig. 182, 8 Pog. 218, : © “Du Feat au Jo, Eoquisse done geégraphie de Vactions, Lex Tempe Modornes, 1948 58 “ prejuicio de color tanto tiempo ‘sufrido, Seria interesante estudiar esto en un pufiado de casos y hasta buscar en este confuso mévil la razén de algunos matrimonios inter-raciaies realizados fuera de las condiciones normales de las parejas estudiar esto en un pufiado de casos y hasta buscar en este 48, con. personas de otra raza, poro de condicién o cultura ‘inferiores a la suya y a las que no habrian deseado como cén- yuges de haber sido de su propia raza; el valor principal que se buscaria en este sentido serfa una garantia de extra- famiento respecto del pais de origen y de "“des-racializacion” (horrible palabra). En algunas personas de color, el casarse con una persona de raza blanea parece haber tenido una im- portancia primordial, pues encontrarian en ese hecho el as- censo a una igualdad total con esta raza ilustre, sefiora del mundo, dominadora de los pueblos de color” ™. Hist6ricamente, sabemos que el negro culpable de haberse acostado con una blanca era castrado, El negro que ha poseldo una blanca queda tabi para sus congéneres femeninas, El es- pirita condesciende fécilmente a perfilar este drama con una preeupacién sexual. A esto tiende efectivamente, el arque- tipo del oncle Remus: Hermano Conejo, que representa al ne- gro. ¢Se acostaré con las clos hijas de Madame Meadow? Hay Momentos en que parece que sf, y otros que no, todo elle contado por un negro que rie, bonachén, jovial; un negro que ofrece sonriendo, Cuando empecé a despertar, muy Ientamenie, a la conrno- cién de la pubertad, tuve ocasién de admirar a uno de nuestros compafieros que volvia de la metrépoli y que habia tenido a una joven parisina en sus brazos. En un capitulo especial in- tentaremos analizar este problema, Hablando hace poco con unos antillanos, supimos que el anhelo més corriente entre los que legaban a Francia es el de acostarse con una blanca, Apenas han pisado tierra en Le Havre y ya se eneaminan hacia las casas piblicas, Una vez realizado este tito de iniciacién a “le auténtiea” virilidad, to- ‘man el tren de Paris. . % Pég. 118, Rytmes du Monde, 1949. Pero lo importants en nuestro caso es interrogar a Jean Veneuse. Recurriremos ampliamente a la obra de Germaine Guex, La nevrose d'abandon ®, Contraponiendo la neurosis Hamada de abandono, de ca- ricter pre-edipica, a los verdaderos conflictos post-edipticos deseritos por la ortodoxia freudiana, el autor analiza dos tipos, el primero de tos cuales parece ilustrar la situacién de Jean Veneuse: “Toda la sintomatologia de esta neurosis se edifiea sobre el tripode de la angustia que despierta el abandono, la agre- sivided que éste origina y la no-valoraciém de si correspon- diente” ¥, De Jean Veneuse habfamos hecho un introvertide. Sabe- mos que, caracteriolégicamente, o mejor, fenomenclégicamente, puede hacerse depender ej pensamiento artistic de una intro- versién primaria®, “En el sujeto del tipo negativo agresivo, la obsesién del pasado, con sus frustraciones, vacios y fracasos, paraliza el movimiento hacia la vida. Por Jo general més introvertido que el positivo inclinado a amar, tiende a examinar minuciosamente sus decepeiones pasadas y presentes, desarrollando en su interior luna zona més 0 menos secreta de pensamientos y resentimien- tos amargos (desengatios), que constituyen muchas veces una especie de autismo. Pero, al contrario que ¢] autista auténtico, el abandonista tiene conciencia de esta zona secreta que cultiva, y defiende contra toda intrusién. Mas egovéntrico que el neu- Tético del segundo tipo (el positive amante), todo lo relaciona consigo mismo. Tiene escasa capacidad oblativa, su_agresivi- dad y una constante necesidad de venganza acaparan sus im- pulsos, Su repliegue sobre si mismo no le permite hacer nin- guna experiencia positiva que compensase su pasado. También carece casi por completo de valoracién y, por tanto, de sexu- Tidad afectiva; de ahi un fortisimo sentimiento de impotencia ante la vida y los seres y la anulacién total del sentimiento 25 Presses Universitaires de Franco, 1950. 38 C, Guex, La névrose abandon, pig. 13. 17 Minkowsid, La Schizophénis, 1987. de responsabilidad, Los demas le han traicionado y frustrado; Por e30, s6lo de los demas espera una mejora de su suerte” ®. Maravillosa descripcién 2 la que se ajusta perfectamente el personaie Jean Veneuse. Porque, nos diee, “basté que legara a la mayoria de edad y que mi patria adoptiva me enviara a cumplir el servicio militar a la patria de mis antepasados para que me preguntase si todo lo que me rodeaba no me habla trai- cionado®, el pueblo blanco no aceptindome entre los suyos, el negro casi renegando de mi, Esta es mi situacién exacta”™. Actitud de recriminacién hacia el pasado, no valoracién de sf, imposibilidad de ser comprendido como 6! quisiera. Oi- gamos a Jean Veneuse: “Cémo expresar la desesperacién de los pequefios pays- chauds internades por sus padres en las, escuelas franccsas demasiado pronto, para hacer de ellos verdaderos franceses. En un abrir y cerrar de ojos trasladamos a un liceo, ellos, tan libres y vivarachos, por su bien, dicen lorando, “Yo he sido uno de esos huérfanos intermitentes y sufriré toda mi vida por haberlo sido. A los siete afios confiaron mi infancia eseolar a un gran licen, may triste, situado en pleno campo ... Pero fos mil juegos de la’adolescencia no consiguie- ron hacerme olvidar cudn dolorosa fue la mia. Mi eardcter le debe esta melancolfa intima y este temor a la vida en sociedad que reprime hoy hasta mis menores impulsos...”#!, Sin embargo, Je hubiera gustado, estar cefiido, envuelto. No hubiera querido ser abandonado. En las vacaciones todos se iban y solo, reténgase el término, solo en el gran liceo blanco “Ah! Esas légrimas de niffo sin nadie para consolarle... Jamis olvidard que se le puso muy temprano a hacer el apren- dizaje de la soledad.., Existencia enclaustrada, existencia re- plegada y recluida en la que aprendi demasiado pronto a me- 3 Pgs, 27-28. 38 Subrayado por mi 2G. Guex, op. cit, pag. 36. * Se reficre @ los originarios de pai 2 Pég, 227, $ 8 calidos, (N. del 7), él Gitar y a reflexionar, Vida solitaria que a la large se cot- mueve por una nada. A causa de un ser sensible interior, incapaz de exteriorizar mai alegria © mi dolor, rechazo todo lo que yo ano y me aparto, a pesar mio, de todo lo que me atrae” (2). 4De qué se trata? Dos desarrollos: yo no quiero que me amen, ;Por qué? Porque un dia, hace de esto algtin tiempo, bosquejé una relaciin de objeto y fui abandonado. Jamia he perdonado a rai madre. Porque he sido abandonado, haré sufrir a otro, y abandonarlo sera la expresin directa de mi necesidad de revancha. Me voy a Africa, No quiero ser amado y rehuyo el objeto. Esto se lama, dice Germaine Guex, “poner a prueba para hacer la prueba”. No quiero ser amado, adopto una posicién de defonsa, Y si ol objeto insiste, declararé: no quiero que me amen. iNo valoracién? Si, por supuesto. “Esta no valoracién de sien tanto que objeto digno de amor es de graves consecuen- cias, Por una parte, mantiene al individuo en un profundo ¢s- tado de inseguridad interior, y por este hecho, inhibe o falsea toda relacién con otro. Ei individuo duda de sf mismo en tanto que e8 objeto rapaz de suscitar Ja simpatia o el amor. La no- valoracién afectiva se observa imicamente en seres que han sufrido una earencia de amor y de comprension durante su pri- mera infancia” ™, Jean Venouse quisiera ser un hombre parecido a los de- mas, pero sabe que esa situacién es falsa, Jean Veneuse sabe que es un cuestor. Busea la tranquilidad y el permiso en los ojos del blanco, Porque él es ‘el otro” “La no -valoracién afectiva conduce siempre al abandonista a un sentimiento ex- traordinariamente penoso y obsesivo de exclusién, de no tener su lugar en ninguna parte, de estar demasiado en todas partes, afectivamente hablando... Ser el Otro es una expresi6a que he descubierto en varias ocasfones en el Jenguaje de los aban- donistas. Ser el Otro es sentirse siempre en posicién inestable, permanecer on el quién-vive, presto a ser repudiado y... ha- 2 Pig, 228. 3 Pégs, S132. 62 ciendo inconscientemente todo lo necesario pata que la catds- trofe peevista se produzea irremediablemente’ cen Hi® muy diffell hacerse cargo dé la intensidad del sufri- miento que se romite a las primeras experiencias de exclusion de a Infancia, cuya agudeza hace revivir en toda su pleni- a pt El abandonista reclama pruebas, No se contenta con sfir- maclones aisladas. No tiene confianza. Antes de anudar una relacién objetiva exige del otro pruebas reiteradas. El sentido de su actitud es “no amar para no ser abandonado”. B) aban- donista es un exigente, o sea, que tiene derecho a toda clase de repataciones. Quiere ser amado totalmente, absolutamente y ‘para siempre. Escuchad: “Mi muy amado Jean, Hoy he recibido su cara de julio gltimo. No es en abso- luto razonable. ; Por qué atormentarse asi? Es usted —1se da cuenta bien de lo que le dige?— de una crueldad sin limites. Usted me da una dicha mezclada de inquietud, Consigue ha: cerme la mas dichosa y, al mismo tiempo, la mis despraciada vde las criaturas. ;Cudntas veces habré de repetirle que le amo, que soy suya, que le espero? Venga pronto” =. Por fin, el abandonista ha abandonado, Se Ie reclama. Se Je necesita, Bs amado, ;Sin embargo, cuantos fantasmas! jMe oma verdaderamente? {Me ve abjetivamente? “Un dfa vino un sefior, un gran amigo de papi Ne funea me habia visio Pontaponte, Venis de Burdeos +Pece Dios! {Qué sucio era! Qué feo era aquel sefior gran amigo de de pap& Ned! Tenia un rostro negro de villano, todo negro, prueba de que ne se lavaba muy a menudo” ®, Jean Veneuse, anhelante de encontrar en el exterior ra- ones de a complejo de criada sucia y cenicienta, proyecta en cl rapaz de tres o cuatro afios el arsenal estereotipado as A Andrée le dice: ear anid 2 Paige, 95-38, % Pages, 20-204, 2 Paige, 84-85. 68 {eonsentira usted en ser “Digame, Andrée querida mi mujer si yo se lo pido?” Duda terriblemente. G. Guex dice: “La primera caracteristica parece ser el miedo de mos- trarse tal cual es. Hay en ello un vasto campo de temores di- versos: miedo s decepeionar, a disgustar, a abustir, a cansar... y, por cousiguiente, miedo a fallar la posibilidad de crear con dtro un lazo de simpatia o, si existe éste, de quebrar este laz0. El abandonista duda de que le pueda amar tal cual es, por- ‘que ha hecho la eruel experiencia del abandono ewando propo- nia su ternura a los otros, de muy pequefio, Por tanto sin arti- ficio” No obstante, Jean Vencuse no lleva una vida carente de compensations, Siempre est4 hurgando en Ja musa literaria. Sus lecturas son imponentes, su estudio sobre Suarés es muy inteligente. También G. Guex analiza esto: ‘Prisionero de si mismo, confinado en su respecto-de-si, el negativo agresivo eugorda au Sentiniento de irreparabitidad de todo Io que sieve rdiendo 0 que su pasividad le hace carecer... A exce Fevalgunas sonae privilegiadas, como su vida intelectual o su profesiin™, conserva todavia un profundo sentimiento de no-valor” ™. yAdOnde va a parar este anflisis? Nada menos que a de- mostrar a Jean Veneuse que, efectivamente, él no es semejante ‘2 los otros. Hacer que ls gente se avergtience de su existencia, decfa Jean-Paul Sartre, Si: levarlos a tomar conciencia de las fposibilidedes que los hombres se han prohibido a si mismos, de la pasividad que ‘exhiben en situaciones en las que habria_ ‘que clavarse en el corazén del munde como una astilla, forzar Si ast conviniese el ritmo del corazén del mundo, desplazar si fuera preciso el sistema de mando, y en cualquler caso, pero con absoluta certeza, plantar cara al mundo. Jean Veneuse es el cruzado de la vida interior. Cuando yuelye a ver a Andrée, cuando se encara con la mujer deseada 2 Pigs, 241-208. ® Pig. 39. ® Subrayado por mi. Pag. 44, 64 por largos meses, se refugia en el silencio... el silencio tan elocuente de los que “conocen Ia artificiosidad de Ia palabra oel gesto”. Jean Veneuse es un neurético y su color es s6lo un intento de explicacién de una estructura psiquica. Si no hubiese exis- tido asta diferencia objetiva, In habria creado pieza Dor pieza. Jean Veneuse es uno de esos intelectuales que quieren co- lecarse tinicamente en el plano de la idea, Ineapaz de realizar el contacto conereto con su semejante. ; Qué las gentes con bon- dadosas con él, gentiles, humanas? {Ah! Lo son porque ha sorprendido secretos de conserje, “Los conoce”, y se mantiene en guardia. “Mi vigilancia, vaiga la expresi6n, es como el se- guro de un arma. Recibo con cortesia e ingenuidad las insinua- ciones que me hacen. Acepto y agradezco los aperitivos que me ofrecen, participa en los pequefios juegos de sociedad que se organizan en el puente, pero no me dejo atrapar en la bene- volencia que se me testimonia, porque desconfio de esta socia- pilidad excesiva mia que ha reemplazade demasiado répida- swente la hostilidad en Ia cual se nos intents aislar no hace mucho™ Acepta los aperitivos, pero los restituye, No quiere deber nada a nadie, Si no los devuelve, es un negro, ingrato como todos Jos otros, 2Y si es malo? Precisamente porque es negro. No se puede dejar de detestarlos. Ahora bien, lo advertimos, Jean Veneuse, alias René Maran, no es ni més ni menos que un abandonista negro, Devolyémoslo a sy Luger, a su justo lugar. Es un neu- rético que precisa ser liberado de sus fantasmas infantiles. Digo que Jean Veneuse no representa una experiencia de las relaciones negro-blaneo, sino una cierta manera de compot- tarse un neurético, accidentalmente negro. Hl objeto de nuestro estudio se perfila: permitir al hombre de color, comprender, con ayuda de ejemplos concretos, los factores, los ingredientes psicolégicos que pueden alienar 2 sus congéneres, Volveremos a insistir sobre el particular en el capitulo reservado a la des- eripeién fenomenolégica, pero, lo recordamos de nuevo, nues- © Pag, 108, tra finalidad consiste en hacer posible un sano encuentro entre el negro y el blanco. Jean Veneuse es feo. Es negro, ;Qué més hace falta? Re- Keanse las observaciones de Guex y se convencerdn de esta evi- dencia. Un homme pereil auz autres es una impostura, un intento de hacer depender el contacto estre dos razas de una morbidez constitucional. Convengamos en que, en los planos del psicoandlisis y de Ia filosofia, la constitucién s6lo es mito para quien la rebasa. Si desde el punto de vista euristico debe negarse ala constitucién toda existencia, también es cierto que sigue habiendo individuos que hacen todo lo que pueden ¥ més para entrar y acomodarse en esquemas pre-establecidos. Es imposible impedirlo, No; algo podemos hacer. Hace un momento hablabamos de Jacques Lacan, y no era por casualidad, En 1982 hizo, en su tesis, una critica vio- Ienta de la nocién de constitucién. Aparentemente, nos apar- tamos de sus conclusiones, pero esta disidencia se comprende sino olvidamos que nosotros substituimos la nocién de cons- titueién en el sentido en que lo entendfa la escuela francesa por la de estructura..., “englobando la vida psiquica inconsciente tal como nos es posible, parcialmiente, conocerla, en particular bajo la forma de refluido y refluyente, en tanto’ que estos ele- mentos participan activamente en la organizacién caracteris- tica de cada individualidad psiquica” ®. Ya lo vimos: el examen de Jean Veneuse revela una es- tructura de abandonista del tipo negativo-agresivo, Puede in- tentarse una explicacién racional del caso, es decir, por la interaccién medio-individuo, y recetar, por ejemplo, un cam- bio de medio, “un cambio de aires”. Claro que, en este caso, nos damos cuenta inmediatamente de que la estructura permane- ceria. El cambio de aires que se impone Jean Veneuse no tiene por finalidad situarse en tanto que hombre, no tiene por fi- nalidad una sana conformaeién del mundo; Jean Veneuse no busca con su cambio de aires esa plenitud caracteristica del equilibrio psico-social, sino una confirmacién de su neurosis externizante. Pag. 54, La estructura neurbtica de un individuo seré I ti entonce precisamente, la elaboracién, 1a formacién, el brotar en el yo de nudos confliciuales provenientes en parle de] medio y, tam. ién, de su manera personsiisi le a Piece per lisima de reaccionar frente a esas De la misma manera que la pretensién de inferi . ma rir del com- portamiento de Nini y de Mayotte Capéeia una ley general del comportamiento de la negra eon respecto al blanco suponia tm ensayo de mixtificaci6n, también habria, afirmamos, falta de objetividad en la extensiOn de la actitud de Veneuse al kombre de color como tal. Descariamos con todo esto haber Gesanimado tedo intonto encaminado a reducir los fracasos de un Jean Veneuse a la mayor o mejor concentraciéi ingen ou epidermis, oe Bs conveniente que este mito sexual —la bisqueda 4: carne blanca— deje de estorbar una comprensién activa ca ‘ndividualidades transitades por conciencis alienadas. » ninguna manera debo mirar mi color como una tars ‘A partir del momento en que el negro acepta la escisi6n im: Duesta por el europeo ya no tiene un momento de reposo. '";No £ comprensible, entonees, que intente ascender hasa el blan. £0? ZNo es comprensible que intente ascender en la gama de colores alos que conflere una especie de jerarquia” *. | _ Ya veremos que es posible otra solucién, Una sotncié implica una reestructuracién del mundo, on & Claude Nordey, L’homme de ectleur. Coll, ae Présenees, Plon, or 0 Vv. SOBRE EL PRETENDIDO COMPLES WV og DEPENDENCIA DEL GOLONIZADO No hay en el mundo un solo pobre diablo linchado ni un pobre hombre tortwrado en los que yo io sea aae- ‘sinado y humillodo. (Aimé Césaire, Et les chiens se taisaint.) 5 i de_unos pocos ‘Al comenzar este trabajo s6lo dispontamos ; ectudiog de Mannoni, aparecidos en la revista Pevché, Nos propusimos eceribir af autne para parle nos comesite Jusiones a que habia legado. 3 cena 2 Pa ae um ne junto, Ya ha aparecido esia obra: Psychologie de le co! tion, Vamos a estudiarla, eh "Antes de entrar en faena digamos que el pensernienss er \tico et hanesto, Habiendo vivido en 1a extrema smi jnherente a la situacién colonial, Mann a iment tana eaptaci6n por desaracia demasiado exhaustive de los fends monos psicolégicos que Tigen las relaciones indigens- 700%; | caracteristica fundamental de la investigacion ysicolé- ssica actual parece ser la realizacién de una cierta exhaus Vidad. Mas no se debe perder de vista 10 real. 68 Por nuestra parte, pondremos de manitiesto que 0. Man noni, aun babiendo consagrado doscientas veinticinco paginas al estudio de la situacién colonial, no ha sabido eaptar sus ver- daderas coordenadas, Cuando se aborda’ un problema tan importante como el Inventario de las posibilidades de comprensién de dos pueblos diferentes, forzoso es redoblar la ateneién. Debemios a Mannoni el haber introducido en el procedi- miento dos elementos cuya importancia dificilmente podria pasar desapereibida nadie. ‘Un anilisis répido pareeia haber eliminsdo de este Am- vito ls subjetividad. El estudio de Mannoni es una investigacién sincera, porque se propone mostrar que es dificil explicar al hombre sin tener en cummta esa posibilidad saya de asumir onegar una situacién dada. EF] problema de la colonizacién com- porta, pues, no solamente la interseccién de condiciones obje- tivas ¢ histéricas, sino también la actitud del hombre para con esas condiciones. Paralelamente, tenemos forzosamente que adherirnos a Ja parte del trabajo de Mannoni que tiende a patologisar el con- flicto, es decir, a demostrar que al blanco colonizador sélo le mueve su deseo de poner fin a una insatistaccién en el plano de la sobre-compensacién adleriana, No obistante, no podemos estar de acuerdo con | cuando leemos: “B] hecho de que un malgache aduito aislado en otro medio puede devenir sensible a la inferioridad de tipo elésico prueba de manera poco menos que irrefutable que, desde su infancia, existia ya en él un germen de inferioridad’” (+). Al leer este pasaje sentimos que algo vacila dentro de nosotros; por si fuera poco, la “objetividad” del autor puede inducirnos 2 error. Con fervor hemos intentado descubrir Ja linea de orien- ‘tacién, el tema, eh tema fundamental del \ibro: “La idea central es que la presencializaciin de los ‘eivilizados’ y de los ‘primi- tivoz’ cree una particular situacién —la situacién colonial— que da lugar, que hace parecer un conjunto de ilusiones y 10, Mannoni, Peychologie de la colonisation, pég. 32 (Ed. du Seuil) 69 malentendidos que s6lo el andlisis psicolégico puede situar y definir” @). Ahora bien, puesto que éste es ef punto de partida de Mannoni, :por qué quiere hacer del complejo de inferioridad algo pre-existente a le colonizacién? En ello reconocemos el mecanismo de explicacién que, en psiquiatefa, daria: hay formas latentes de la psicosis que se hacen manifiestas después de un traumatismo, Y en cirujia: la aparicién de varices en un in dividuo no se debe a que se haya visto obligado a permanecer diez horas diarias de pie, sino a una fragilidad constitucional da le pared venosa; el modo de trabajo es sélo una condicién que actia en sentido positivo favoreciendo su aparicién; el su- perespecialista consultado decreta que la responsabilidad del patrono es muy limitada, Antes de abordar en detalles jas conciusiones de Mannoni nos gustaria precisar nuestra posicién, De una vez por todas expresamos este principio: una sociedad es'racista 0 no lo ¢s. Mientras no se acepte esta evidencia se dejarin inadvertidos, de lado, una gran cantidad de problemas. Decir, por ejemplo, que el Norte de Francia es még racista que el Sur, que el ra- cismo es obra de los subalternos —expendiente que absuelve absolutamente a Ia élite— o que Francia es el pais menos ra- cista del mundo, decir todo esto o cosas semejantes es propio de hombres ineapaces de reflexionar correctamente. Para demostrarnos que el racismo no reproduce la situacién econémicn el autor nos recuerda que “en Africa del Sur los obreros blancos se muestran tanto o mas racistas que los diri- gentes y patronos” Pedimos excusas, pero deseariamos que quienes cargan con Ja responsabilidad de describir la colonizacién recuerden esto: es utdpico intentar averiguar en qué se diferencia un eomporta- miento inhumano de otro comportamieno inhumano. De nin- guna manera gueremos inflar el mundo con nuestros proble- mas, pero sf nos gustaria preguntar a 0. Mannoni si no ha pensado alguna vez en las diferencias que pueda apreciar un * Gf. pig. 11 de la eubierta, (Subrayado por mi.) ST, Mannoni, op. cit, pég. 16. Al final de una rej i6 i: Presentacion de 1 en Aj : fete Pe ec a, Sartre: “Valdria la Pena que se en el Afri 5 Guretla claramente haste qué punta os mis felis ol er Pas ncés que su congénere americano” zai cia, Seeramente, Soe posed de que una experien- ‘i 3 ia por otro, Ne TGRit 0M diciendo: el problema negro eo ine fests ada », después de ponerme @ estudiarlo. Pero me pares que ue Mannoni no ha intentado ecoger racién del hombre de color ante "el Danco Me gece Putain respectueuse ¢Hay, en verdad, alguna dif i sey NO 8 descubre ahi Ia misma caida, Leer (aes y eine » fa misma bancarrota Mannoni estis detesta al negra imaeye et piamce Pobre de Africa del Sur » &n efecto, que la 7 esta. pasién rng eG SProvecha mis lo primers, Oradea et iprecisamente porque no po. Si yo trato al judio como un al mismo tiempo, mi perte. pene al irfamos ademds argum, Mraramiento de la agresividad del proletariads ‘blanch eee el proletariado negro es, fundame de la estructura econémica de Aiea ae a iQué i plan 2ue &S Africa del Sur? Una caldera en la que 2.680.300 18.000.090 de negros. Si Jos 1cOS aporrean y someten a $ Subrayado por me SP Sastee, Reflorions su la question juive, Pig, 22, m1 blancos pobres odian a los negros ello uo se debe, como deja entender Marnoni, a que “el racismo es obra de pequefios comerciantes y pequeffos colones afanados como mulos y al ca bo sin mucha ganancia’”’*, No, los odian porgue 1s estructura de Africa del Sur es una estructura racista: “Negrofilia y filan- tropia son injurias en Africa del Sur... se propone separar Jos indigenas de los europeos, territorialmente, econémica- mente y en el campo politico,’ parmitirles edifiear su propia civilizacién bajo la direceién do la autoridad de los blancos, pero con un contacto minimo entre las dos razas. Se propone reservar a !os intigenas algunos territorios y obligar a Ja ma- yorfa a vivir en ellos... La competicién econémica quedaria suprimida, preparando as{ un camino para la rehabilitacién de los blancos pobres, que constituyen el 50 por cionto de la poblacién europea... “No es ninguna exageracién decir que la mayoria do los sudafricanos experimentan una repugnancia casi fisiea ante todo lo que sitia @ un indigena o a una persona de color 2 su nivel” 7. Para terminar con el argumento de Mannoni recordamos que “la barrera econémica proviene, entre otras causas, del temor a la competencia y dol deseo de proteger las clases de Jos blancos pobres que forman la mited de le poblacién euro- pea a fin de impedir que éstos caigan atin mAs abajo”. Mannoni continia; “La explotacién colonial no se confun- de con las otras formas de explotacién, ef racismo colonial di- “ere de los otros racismos...”%, El autor habla de fenor~ nologia, psicoandlisis, de unidad humana, pero nos gustari- que diese a estos términos un cardcter més concreto. Todas le sormas de explotacién se parecen, Todas van a buscar su nt cesidad en algun decreto biblico. Todas las formas de explota cién son idénticas, porque se aplican, todas por igual, al mis- a0 “objeto”: el hombre. Al considerar en yn piano de abstrac. § Mannoni, op. cit, pag. 16. ; TR. P. Ogwin, Magrath dal convento dominieano de San Nicolés, Stalleboseh, Africa Austral Ingles, Lorene de couleur, phe. 140. (3 subrayado es mfo.) © Mannoni, op. eit, pag. 19, m cién la estruétura de’ tal ién se enmase © cual explotacié, problema capital, instalae fae eae ‘pital, fundamental, eso 8, reinstalar al hombre en a Facismo colonial no differs de los otros racismos, mudo, una semitismo me muerde en plena carne, yo me de- mi ome. resiatencia espantosa me deja anémico, me niegan suerte resengg Sef hombre. No puedo desolidarizarme de la poner 8 hermano, Cada tno de mis acos empetia ombre. C d reticeneias, cade bardias y bajezas manifiesta al hombre®’ Aig nas pateor ester pretty, Sean src ea ty ein cae Presoncia 0 los que no le eh wo apa ee or eee oo medica ie ial Baal art cone aren aides fee ce ile SS, a a BES ee , La culpabilies alle. ‘ me id eoaaen OR oe sie ie ia z Hes ai sled Sin ts ce te Pee slog EEL Gatto oe pen Prk cee aces udu fora Para otto, Ya ta inves, 4g ee rads ct motets att Boule Vehaes fate ies we 2s fey apt Ses aot e &ipets an donhet re Bad acetal pie aes Ste, Seti eeu, debi a ealebad gatas, Gee Ponsables de todos eat tauerion 7 de tao: ior Behe ueamENE Tes. 73 Hitler no ha muerto; cuando pongo la radio y me entero que se insulta, desprecia y pogromiza a los judios, digo que nos han mentido: Hitler no ha muerto; y si, ctra vez, pongo mi radio y Cigo que en Africa del Sur’se ha instituido y legalizado el trabajo forzado, digo gue, verdaderamente, nos kan mentido: Hitler no ha muerto” %, Si, la civilizacién europea y sus representantes més cali. ficados son responsables de] racismo colonial™; y vuelta a Césaire: “Entonces, un buen dia, la burguesfa se desperts sobresaltada por un formidable golpazo de rebote: las gesta- pos actian a sus anchas, lag prisiones se Ienan, los tortura. dores inventan, refinan, discuten en torno a los potros. Asombro, indignacién! Se dice: “Qué cosa mis curio- iBah! Es el nazismo. ;¥a paserd!” Y esperan, y confian (et on attend, et on espére); y se callan a si mismos la ver- dad, que es una barbarie, pero la barbarie suprema, la que corona, la que resume la cotidianeidad de las barbaries; es el nazismo, sf, pero antes de ser victimas han sido cémplices; a este nazismo le han soportado antes de sufrirlo, le han absuel- to, cerrando el ojo, le han legitimado, porque hasta que legé aquello sélo se habia aplicado a pueblos no europeos; a este nazismo lo han cultivado, son responsables de él; un nazismo que brota, revienta y rezuma, antes de engullirla en aus aguas rojas, de todas las costuras de ls civilizacién oceidental y cristiana” ®, = vémis arabes, ol andar medroso y fugitivo, desconfiados, envueltos en esas largas vestimentas trapajosas ‘que parecen fabricadas adrede para ellos, decimos: 0. Manno- ni se ha equivocado. Cantidad de veces me han detenido los ins- pectores de policfa en plena calle confundiéndome con un éra- be, y cuando comprobaban mi origen se apresuraban a decir: W Cito de memoria (Discours politiques, eampatia. electoral de 1045, Fort-de-Prance) "1 “La civilizacién europea y sus representantes més calificndos no son responsahles del racismo colonial; pero éste es obra de subalternos ¥ do pequefios comerciantes, de colonos que mucho trabajacon sin amasar Gran cosa.” (Mannoni, pig. 16.) HF Aimé Oésaire, ‘Discours gur le colonialieme, page. Uy Li. 4 lonial”? Pues no significa sino que el colonial aventureros y polities, mlanttas “los teprewafants Con s” se mantienen, en efecto, al , Pero, dico Francis Jeanson, todo cladadaee ee el acim oe responsable de los actos perpetrades en nombre de esta me clon: “Dia tras dia este sistema desarrolla a vuestco aivele, dor sus consecuencias perniciosas, dia tras dia sus Dromotorce os traicionan, Prosiguiendo en nombre de Francia una politica inimaginsblemente ajena, no adlo a vuentros verdadeos in, reoes, sino también a vuestras exigenciag mis profurde Os elorifiesis por manteneros a distancia de un vierte vcden de realidades: asf dejéis las manos libres a aquélice rodearian con holgura en atmésferas malsanas, que elle nie, Ties Se eFean con Su propio comportamiento, Y ‘i, a6lo paren temente conseguis lavaros. las manos, ello quisre dec sno ites s¢ las ensueian 9 cuenta ruestra. Tendie hombres cue Hitcen, pero las casas claras, vosotros gots los verdaderes Cals ables: porque sin vosotros, sin yuestra negligente eccucy fales hombres no podrian proseguir una accién que os sma, 7a a wototrs tanto como a ellos los deshonta’"® ‘amos hace poco que Africa del , tura racisa, ‘Vamos a dar un paso mis yn dene que Ewons fiome wma estructura racista, Ws evidente que Mantoni to oe a interesado por este problema, ptiesto que dice: “Pranic Shuts menos recista del mundo” ¥, Buenos negros, regoeijacs 14 Francis Jeanson, Cette Algérie conguis , abril 1980; pan, GAN Cette Alpérie congue ot paaifée.... (Zeprit, © Mannoni, op. eit, pég. 3. 15 malo forma parte del inconsciente de la colectividad. Ya lo veremos mas adelante (cap. VI) Sigamos con Mannoni: “Un complejo de inferiarided 1i- gado al color de la piel s6lo se aprecia, en efecto, en los indi- vviduos que viven en minorfa en el interior de un medio de otro color; en una colectividad bastante homogénea, como la mal- gaché, donde Jas estructuras sociaies son todavia bastante sé- lidas, el complejo de inferioridsd slo se da en personas aisla- das y casos excepcionales” ', ‘Unia vez mas pedimos al autor un poco de cireunspeccién. Un blanco en-las colonias jamés se ha sentido inferior en ni guna parte (de las colonias); como tan soberbiamente dice Mannoni: “O se hace dios 0 ¢s devorado”. Ei colonizader, aun- que “cn minoria”, no se siente inferiorizado, En Martinica hay 200'blaneos que se estiman superiores 2 300.000 elementos de color. En Africa austral hay 2.000.000 de blancos por cerca de 18.000.000 de indigenas, y a ningin indigena se le ha ocurrido nunca sentirse superior a un minoritario blanco, Los deseubrimientos de Adler y los no menos interesantes de Kuenkel explican sin duda algunos comportamientos neur6- ticos, pero mo hay que-inferir de ellos leyes aplicables a pio- blomas infinitamente compiejos, La inferiorizacién es el co- rrelativo indigena de la superiorizacién europea, Tengamos el valor de decirlo: es el racista et que erea al inferiorizado. Gon esta conclusi6n damos la mano a Sarire: “El judio es un hombre al que los otros hombres tienen por judio. Bsta es la verdad simple de la que hemos de partir... Bs el antise- mita el que hace al judfo” 2. {Qué som esos eases excepcionales de que habla Mannoni? Seneillamente, aquellos que, habiendo evolucionado, descubren Ge repente que la civilizacion asimilada por ellos los rechaza. De manera que la conelusién seria la siguiente: mientras el verdadero malgache-tipo de] autor asuma sus “conductas de- pendientes”, todo va bien; mas, si se olvida de cual es el lugar que le toes, si se encabezona en igualar al europeo, entonces 35 Ibid., pé. 108. %® Sartre; op, eit, pig. 88-89. 6 el llamado europeo se enfada i a 2 y rechaza al impradente, en esta ocasion y en este caso excepcional, pata con tar nn Plejo de inferioridad su negacién de la dependoncia, ie Nos parecié observar anteriormente, 2 3 parecié observa , en alranas alegacio- Ree Manzoni, un guid pro quo euando menos peligrose, En selo, Marnoni deja al malgache le opcién entre la inferior les relaciones (de dependencia) i 4 ¢ a) en Ia vida con i inferioridad ya no le molesta, todo va bien, Guande no fevsoe sigue, cuando su posicién de inseguridad no se regulariza de esta manera, gufre un fracaso” 1” i La primera intencién de Manmoni habi F mmoni habja tiea de los métodos empleados hasta, ho: i y por los diferentes négratos que se"han dedicado a considerar Ins poblacionee Primitivas. Esté claro el reproche que merece su obra, espués de haber encerrado al malgache en ens us bocpemaeig fader, realtendo un andlisis unilateral fe ou vats ‘el mundo, tras describir al malgache en cireulo cer - cir que el malgacke conserva relaciones de depondevi , tes antepasados, curactoristicas altamente trisates, el autor, ec Gerprecto de toda objetividad, aplioa sus conctusiones @ me comprensiin bilateral, ignor és il ated pee ignorando que después de Galileo yt Lo oue habiamos pedido a Mannoni 7 in era que nos i la situacion colonial, Se olvida. singularmente de ceri Nea se Plerde, nada se crea, estamos de acuerdo, Parodiendo a He. Raat aariier, dice sobre la dinémica de la ‘personas i in estudio dedicado a Kardiner y a Linton! "pl 6 {hie de sus estadios es el resultado de todos los ontadios antes lentes v debe contoner todos los principios de los: mimes. [uha,galida de tono, pero que sigue siendo regia para muchos invettigadores, Las’ rescciones y comportamicnto, nacidos “s engin seguido de la llegada de los europeos a Matayaccar no vinieron a sumarse a los pre-existentes. No so prodyio un % Marnoni, op. cit, pig. 61, f % 08 Petknolegie retrowve Punt de Chomme (Esprit, abril 1950), W aumento del paquete psiquico anterior, Si, por ejemplo, unos cuantos mareianos se pusiesen a colonizar a los terrestres, no digo iniciarlos a la cultura marciana, sino literalmente a colo- nizarlos, acabariamos dudando de la perennidad de una per- sonalidad (cualquiera). Kardiner corrige muchos juicios al es- cribir: “Ensefiar el cristianismo a las gentes de Alor es una empresa a lo Don Quijote... (Esto) no tiene ningin sentido en tanto en cuanto la personalidad sigue estando construida con elementos totalmente desarménicos con la doctrina cris- tiana...: con toda seguridad, es comenzar por el final ma- 1o”18, Y si los negros son impermeables a las ensefianzas de Cristo no es en modo alguno porque sean incapaces de asimi- larlas. Comprender algo nuevo nos exige disponernos para, prepararnos para, exige una nueva conformacién, Hs pura uto- pia esperar del negro o del Arabe la realizacién del menor es- fuerzo para integrar determinados valores abstractos en su Weltonscheuung cuando todavia anenas si pueden colmar su hambre. Pedir al negro del alto Niger que se calee, reprochar- Te su incapacidad de legar a ser un Schubert, es por lo menos igual de absurdo que asombrarse porque un obrero de la Ber- iet no consagre sus ratos libres al.estudio del lirismo en Ia li- teratura hindi o que declararle suspendido per in secula secur lorum. para ser un Binstein. En efecto, en el absoluto, nada se opone a semejantes co- sas, Nada, salvo que los interesados no tienen ninguna posi- bilidad en este sentido. iPero elios no se quejan! La pruebs: “Al amanecer, un poto distante de mi padre, de mi madre, el bohfo goteando por vegiias, como un pecador atormentado por sus ampollas y un tejado venido a menos, remendado con trozos de bidones de pettéleo. .. Eso hace charcos de herrumbre en el amasijo gris sérdido corrompido de la paja, y cuando el viento silba, esta auincalla hace un ruido estrambético, como un crepitar de fri- tanga primero, después como un tizén que se hunde en el agua con el humo de las chascas tomando aire, Y la cama de tablas donde he nacido mi casta, toda mi casta en esta cama de ta- blas, con sus patas de cajas de kerosene, como si esta cama ® Citado por Geonges Balandier, ibid, pég. 100. 8 tuviese la elefantiasis, y su piel de cabrito, y sus hojas de ba- nanas secas, y sus andrajos, un recuerdo de colchén la cama de mi abuela’ (més alto que la cama, en un pote leno de acelts un abo de vela cuya lama baila como un gran nabo... en el pote, en letras de oro: GRACIAS)” #, Desgraciadamenta, “es- ta actitud, este comportamiento, esta vida accidentada atrapada en el lazo de la vergiienza y el desastre, se insurreceiona, se opone, opone, voces, y come mi candidez le pregunte: “c¥ qué podemos hacer? “Entonces: —"Comenzar! —[poomenzer, aut : "La nica cosa en el mund - sar: a fn del mundo, parder”# eee eee _ Lo que Mannoni ha olvidado es que el m: existe; ha olvidado que ef malgache esate von ehestopee, aa blanco legado 2 Madagascar ha conmovido los horizontes y~ los mecanismos psicolégicos, Todo el mundo lo ha dicho: para #1 negro Ia alteridad no es ‘el negro, sino el blanco, Una isla como Madagascar, invadida de la noche a la mafiana por los “pioneros de la civilizacién”, aun en el caso de que estos pio- neros se hubiesen portado fo mejor que podian, experiments sin duda una destructuracién, Es el propio Mannoni quien lo dice: “Al principio de la colonizacién cada tribu queria tener su blanco” #. Bien se explique esto por determinados meca- nismos mégico-totémicos, por una necesidad de contacto con el Dios terrible 0 echando mano de un sistema de dependen. cia, sigue siendo evidente que en esta isla se produjo algo nue. vo con lo que habfa que contar go pena de hacer un andlisis falko, absutdo y cadueo, zHabia intervenido una aporiacisn ImevaT Pues entonces era necesario tntentar comprender las EI blanco desembarcado en Madagascar da absoluta, Las consecuencias de esta irrapelie eoronns en Madagascar no son solamente psicolégieas, puesto que, tam. heri Zi Aimé Clsaire, Cahier dun retour, nig. 66, ‘% Mannoni, op. eit, pég. 81, 9 {yin fo ha dicho todo ol mundo, existen relaciones internas en- tre la conciencia y el contexto social. 7Las consecuencias econdmicas? ;Pero si lo que habria que hacer es el proceso de le colonizacién! Prosigamos nuestro estudio, “gn términos abstractos el malgache puede soportar no ser hombre blanco. Lo cruel es heber deseubierta primero aue tno os hombre (por la identificacién) y después que esta, uni- Gad se rompe en blancos y nerros. Si el malgache “abandona- Go” o “traicionads” mantiene su identificacion, éta se hace Sntonces reivindieativa; el malgache exigiré igualdades abso- Jotamente innecesariss para él antes, Bstas ieualdades le ha- brian sido ventajosas antes de reclamarlas, pero después son remedio insuficiente pata sus msles: porque todo progreso en Tas iyualdades posibles har todavia més insoportables las di- ferencias que, de repente, aparecen siendo dolorosamente ind lebles. (E] meleache) pasa de esta manera de la dependencia 2 la inferioridad ps‘colégica” >. ‘Volvemos a encontrar el mismo melentendido, Es eviden- te, on efecto, que el tmaleache puede soportar perfectamente whe ser un blanco, Un malzache es un malgache; o, mejor, no, Jin maleache no es un maleache; en é] existe un “malgecher’ de una manera absoluta, Si €l es talgache ello se debe a aue hie llepado el blanco, y si en un momento dado de su historia se ha visto conducido a preguntarse si era o no era un hom- ihr= ello ge debe 2 ame se Ie ha diseutido esta realidad de hombre. © dicho de otra manera, yo comienzo a sufrir el no ser un lanes en Ie, medida en que cl hombre blanco me impone une disersminacién. haes de mf un colonizado, me usuroa todo va- Jor. toda orivinalidad, me dice que parasito el mundo, que ten ven ane nometme io mas rénidament® posible el vaso del mundo Hlanen. “nue soy una bestia bruta, que mi pueblo y yo somos feoma im estercoler® arbulatite horriblemente promiisor de ca- fa han-la v aloodén sedefio, cue no tengo nada que hacer en @ mundo” %, Entonces, sin més. intentaré hacerme blanco. es decir, obligaré al blanco 9 reconocer mi humanidad. Pero Man- 2 Manmoni, pig. 85. Aims Césaine, Cahier d'un retour. 80 noni viene y nos dice: usted no puede, poi és undo de usted hay un ecole aemeaeneeeaT "Todos los pueblos no son aptos para ser colonizados, s6Jo Jo sun aquellos que tienen esta necesidad”. Y més ‘adelante: Casi en todas partes donde los europeos fundaron coloniss del tipo que esté hoy “en cuestién” puede decirse que los espe- raban y basta los doseaban, en el inconsciente de sus habitan- tes, En todas partes corrian leyendas que Is prefigursban ba- jo Ia forma de unos extranjeros venidos del mar y destinados a traer beneficios” ®, Como puede verse, el blanco obedece a ao complejo de autoridad, un complejo de jefe, mientras que al malguche cbedece a un complejo de dependencia,Satistechos Cuando se trata de comprender por qué ¢l euroy tranjero, reeibi@ el nombre de Teeth, ba deat tapsorabis extranjero”; cusndo se trata de comprender por qué los euro- eos néufragos fueron acogidos con los brazos abiertos y no como enemigos, entonees, en lugar de intentar esa comprensibn a partir de Ia humanidad, de la benevolencia y de Ia cort raigos fundamentales de lo que Césaire llama las “viejas eivi- lizaciones corteses”, se nos dice que en los “hieroglifos fat cos” —en particular en el inconsciente— estaba escrito algo gue Yavin de] Dmto el seor esperado, Bl incosssiente, of v8 jemos llegado a él, Pero no hay que extrapolar, Un negro’ me cuenta el siguiente sueHo: “Camino desde hace rato, estoy may ansado, tengo In impresin de que me espera algo, Iranguco arreras y muros, Ilego a una sala vacla, detrés de unh puerta oigo un ruido, dudo antes de entrar, me decido al fin, entro, en esta segunda edmara hay Blanes, compruebo aue yo tam: ién soy blanco”. Cuando intento comprender y analizar este suefic, sablendo que este amiga tiene dificultades de aprove chamiento, concluyo que este sueiio realiza un deseo incons- ciente. Mas, cuando tenga que integrar mis conelusiones en el contexto del munto, fuera ya de mt nboratorio de psievanais 1. Mi paciente sufre un complejo de inferioridad. Su ex % Mannoni, pigs. 87-88, 81 tructura paiguiee corve el riesgo de disolverse, Hay que pre- servarle de dicho riesgo y, poco a poco, liberarle de eate deseo inconsciente. 2. Si este amigo esta sumergido hasta tal punto en el deseo de ser blanco es porque vive en una sociedad que hace posible su complejo de inferioridad, una sociedad que extrae su consistencia del mantenimiento de este complejo, una so- ciedad que afirma la superioridad de una raza; nuestro amigo esté afincado en una situacién neurética exactamente en la misma medida en que esta sociedad le crea dificultades. Entonces, lo que aparece, lo que sale a relucir, es 1a neve- sidad de una accién emparejada, sobre el individuo y sobre el grupo. En tanto que psicoanalista debo ayudar a mi cliente @ que haga consciente su inconseiente, a no intentar més una lactifieaci6n que es alueinacién, pero también debo actuar en el sentido de un cambio de las estructuras sociales, En otras palabras, el negro tiene que evitar e] encararse con este dilema: blanguearse o desaparecer. Tiene que tomar conciencia de una posibilidad de existir; en otras palabras otra vez, Si la sociedad le crea dificultades a causa de su color, si yo descubro en sus suefios la expresion de un deseo incons- ciente de cambiar de color, lo que yo he de hacer no es disua- dirle de ello aconsejéndole “mantener distancia”; lo que yo he de hacer, por el contrario, es, primero, poner en claro jos méviles, después ponerle en condiciones de eseoger la accién (0 la pasividad) con respecto a la verdadera fuente del con- Hlicto, es decir, con respecto a las estructuras sociales. Mannoni, ‘ansioso de abordar el problema desde todos los puntos de vista, ha interrogado también el inconsciente del malgache. Analiza siete suefios: siete relatos que descubren el incons- ciente, de los cuales seis manifiestan una dominante de terror. Seis nifios y un adulto nos camunican sus suefios; los vemos temblorosos, huyendo, desgraciados. .. Suefio del cocinero: Un toro furioso negro® me persigue. Lleno de espanto, % El subrayade es mio. 82 me subo a un érbol; me quedo hasta que i me bajo temblando. Re eae ite Sueiio de Rakevi, muchacho de trece afios: ‘Me paseo por el bosque, encuentro a dos hombres ne- gros®. “iOh!, digo, jestoy perdido!” Voy (quiero). hae a corer, pero me es imposible. Me rodean y farfullan a su ma. nera. Yo creo que dicen: “Vas a ver lo que es la muerte”. Yo tiemblo de miedo y les digo: “jDéjenme, sefiores, tengo mucho miedo!”. Uno de los hombres sabe el francés, pero a pesar de todo me dicen: “Pe llevaremos ante nuestro jofe”. ‘Se ponen a andar, a mi mo obligan también, me ensefian sus fusiles. Mi miedo (se) hace cada vez mas grande, pero antes de llegar a su campamento hay que atravesar un arroyo, Me tiro al agua, hasta el fondo, Gracias a mi sangre fria consigo llegar hasta una gruta de piedra y me escondo dentro. Cuando los dos home bees se van, huyo y vuelvo a casa de mis padres... ‘Suetio de Josette: La persona (una chica) se ha perdi i perdido y se sienta sobr un troneo de érbol tumbado, Una mujer vestida con un hanes blaneo le dice que esté en medio de unos handoleros, El relate continia asi: “Voy a la escuela, responde tomblando, y cuando volvia de la escuela me he perdido aqui”. 1 ice: “Si tote camino teens he Perdido aqut. Hla me dice: “Sigue Suofio de Razafi, muchacho de trece a catoree aios: Le persiguen unos tiradores (so met ig megaleses) que al correr “hacen un ruido de caballo al galope”, “enseffan sus fusiles de, lante de ellos”. Bl sujeto escapa haciéndose invisible. Sube Por una escalera y encuentra la puerta de la casa...” ‘Suefio de Eiphine, muchacha de trece a catorce aitos: “Suefio con un buey neyro™ que me persigue con fuerza, 2 Fl subrayado es mio. 3 El subrayado es mio. a3 i si i blanco (sic), El buey es vigoroso. Su cabeza, casi manchada de Teva ds largos eueros bien afilados. | Ah! 1 Qué mala sueriel me digo yo. El sendero se estrecha, ,Qué puedo hacer? Me euelgo dé un mango, 10h! Me caigo ent unas zarzas. Entouces el toro (se) apoya los cuernos contra mi. Mi intestino se sale y 61 se lo come. ..”. ‘Suefio de Raza: a ie 1 la que vienén En su suefio, el sujeto oye decir en la escuela qi é Jos senegaleses, “Salgo del patio a mirar”. Los senejaleses vie~ nen, efectivamente. Huye, toma e] camino de su casa. “Pero nuestra casa también la desparraman...". Suefio de Si, muchacho de catorce ajios: “Me paseaba por el jardin, sentia que algo formaba una sombra detras de mir Las Nojas choctban at alrededor, ca- yendo como (st) un bandido quisiese agarrarme. Cuando iba por todos Jos paseos, la sombra me seguia siempre. Entonces me agarré miedo y me ponfa a correr, pero la sorabra daba grandes zancadas (tan grandes que) me echaba su enorme mano para agarrarme con (por) mis ropas. Sentia mi eanisa desgarrada y srvitaba, Al ofr este qrto, mi padre saltaba de la cama y me miraba, pero la gran sombra desaparecia y yo ya no sentia mi rran miedo”, FPO" Face de esto unos diez afios, me llevé una buena sorpresa al comprobar que tos norteafricanos detestaban a los hombres de color. Nos era verdaderamente imposible entrar en con- tacto con los indigenas, Salf de Africa con destino a Francia sin haber comprendido Is Tazén de esta animosidad. Sin em- bargo, algunos hechos me levaron a ciertas reflexiones. El franeés no quiere al judio, el cual no quiere al arabe, el cual no quiere all negro... Al rabe le dicen: “Sois pobres porque al judio os ha engafiado y os lo ha llevado todo”; al judio le dicen: “no estdis en las mismas cireunstancias que los arabes porque, en realidad, sois blancos y ademas tenéis a Bergson y a ® Mannoni, op. cit, cop. I (Les eéves, pigs. 55 a 59). Einstein”; al negro le dicen: “sois los mejores soldados del Imperio francés, los érabes se creen superiores a vosotros, pe- To se equivocan”. Por lo demés, esto no es verdad, al negro no Ie dicen nada, no hay nada que decirle, el tirador senegalgs es un tirador, el buen tirador de su capitén, el valiente que sélo sabe la consigna, Ti no pasas, —iPor qué? = 2 que refuerzan las Cordilleras y la Uanura seré la explanada de aurora donde reunir nuestras fuerzas descuartizadas por la oxtucia de nuestros amos Como la contradiccién de los rasgos se resuelve en ia armonia del rostro proclamamos la unidad de! sufrimiento y de la rebelion a de todos los pueblos en toda [a superficie deta tirra y mezclamos el cemento de los tiempos fraternales en el polvo de los tdolos.” # Precisamente, responderemos nosotros, la experiencia negra es ambigua, porque no hay wn negro, sino negros. Véa- se la diferencia en este otro poema “Bl Bianco ha matado a mi padre Porque mi padre era arrogante El Blanco ha violado «mi madre Porque mi madre era hermosa : Bl Blanco ha encorvado a mi hermano bajo el sol de [los caminos Porque mi hermano ora fuerte Luego el Blanco se ha vuelto hacia mi Con las manos rojas de sangre i Me ha escupido Negro su desprecio a la cara : 4 con su voz de amo: i Eh boy, una butaca, ma toalla, agua’ Y este otro: iq : “Mi hermano ¢l de los dientes que brillan bajo el oe [cumplimiento hipécrita Mi hermano el de las gafas de oro Sobre tus ofos azulados por la palabra del Amo Mi pobre hermano al del smoking con forro de sola ic susurrando y pavonec se en salones area (de la Condescendencia Nos dag léstima 28 Jacques Roumain, Bois debéne, preludio. 1 David Diop. Troi peemer, Le temps du mariyre. 13 El sol de tu pats ya no es mds que wna sombra En tu frente serena de civilizado ¥ la cabafia de tu abucla Hace enrojecer un rostro blanqueado por afios de hue (millacién y de Mea Culpa Pero cuando saciado de palabras sonoras y vacias Como la caja que Nevas en tus hombros Pises la tierra amarge y roja de Africa Esas palabras angustiadas dardn ritmo entonces : (a tu marche inguieta iMe siento tan solo, tan solo aqui!” = A veces tiene uno ganas de detenerse. Expresar lo real e8 cosa ardua. Pero cuando a uno se le mete en la cabeza expresar Ja existencia, se corre el riesgo de encontrar sélo lo imexistente, Lo cierto es que en el momento en que intento una recogida de mi ser, Sartre, que sigue siendo el Otro, me Guita, al nombrarme, toda ilusién. Mientras que yo le digo: “Mi negrura no es una torre, ni una catedral, se sumerge en la carne ardiente del cielo, se sumerge en la curne ardiente de! cielo, agujerea el agobio opaco de su recta puciencia....” mientras que yo, en el paroxismo de lo vivido y del furor, proclamo eso, él me reouerda que mi negritud es sélo un tiem po débil. En verdad, en verdad os lo digo, mis espaldas se e5- currieron de la estructura del mundo, mis pies ya no sinti ron la earicia del sol. Sin pasado negro, sin futuro negro, me era imposible existir mi negrez. No blanco atin, no del todo negro ya, yo era un condenado, Jean-Paul Sartre olvidé que el negro sufre en su cuerpo de manera distinta que el blan- co”. Entre el blanco y yo hay, ciertamente, una relacién de trascendencia, 2 David Diop, Le Renégat. "22 i los eatndiog de Sartre sobre ta existencin del otro son exectos (en Ia medida, insistimos, en que el Ser y la Nade describen wna. con Gencia alienada), eu eplieacifn a una conciencia negra es falsa. El blanco ho es solamente Otro, sino el sefior, reel o imaginarie por otra parte. 2 En el sentido en gue la entiende Jean Wahl, Existence humaine ot transeondance, Etre et Penser. 14 Pero so ha olvidado ta constancta de mi amor. Yo me de- fino como tensién absoluta de abertura. Yo tomo este negri tud y, con lagrimas en los ojos, reconstituyo su mecanismo. Mis manos, lianas intuitivas, reconstruyen, edifican, lo que hab{a sido despedazado, Pero mai clamor resnena mas violento:’soy un negro, soy tun negro, soy un negro... Mi pobre hermano que vive su neurosis en el limite es quien se descubre paralizado: “1 Negro: —No puedo, sefiora, Lizzie: —, Qué? El Nogro: —No puedo disparar contra tos blancos. Lizzie: —jBs verdad! ;Se van a molestar! B] Negro: —Son blancos, sefiora Lizzie: Pero, entonces? jis que tienen derecho @ san- grarte como a un cerdo porque son blancos? El Negro: —Son bianeos.” iSentimiento de inferioridad? No, sentimiento de exis- tencia, B] pecado es negro, la virtud blanca. Es imposible que todos estos blaneos juntos, revélver en mano, se equivoquen. Soy culpable, No sé de qué, pero si sé que soy un miserable. “El Negro: —Es asi sefiora, siempre pasa Jo mismo con os blancos, Lizzie: —z También td te sientes culpable? El Negro: —Sf, seffora.” Este es Bigger Thomas, que tiene miedo, un miedo espan- toso, Tiene miedo, ;Pero, de qué tiene miedo? De si mismo. No sabe arin quién es, pero sabe que el mundo ser la morada del miedo cuando.el mundo sepa.., Y cuando el mundo sabe, el mundo espera algo del negro, Tiene miedo de que el mun- do sepa, tiene miedo de ese miedo que asaltaria al mundo si o} mundo supiese. Como la vieja mujer que nos suplica de rodi- Tas la atemos a la cama: % J.-P. Sartre, Le Putain reepectueuse. Véaso también, Je suis um ‘néore, “Fame of the braves”, film de Marx Robson. 5 “Doctor, siento en cada instante esto que me domina, "—LEI qué? Las ganas de suicidarme. Ateme, tengo miedo.” Alcabo, Bigger Thomas actéa, Para ponér fin a la ten- si6n, responde a la esfera del mundo, Este es el personaje de If he hollers, let him go, que hace precisamente lo que no queria hacer. Esa gran rabia que le Sale siempre en su camino, tenaz, sensual, ofrecida, abierta, temiendo (deseando) 1a violacién, se convierte final- mente en su amante. El negro ¢s un juguete en manos del bianco; entonces, para romper este circulo infernal, explota. Imposible ir al cine sin encontrarme conmigo mismo. Yo me espero. En el entreacto, 0 antes del film, me espero. Los que estén ante mi me miran, me espian, mt esperan, Un botones negro va a apareeer. El'corazén me vuelve la cabeza. EI invalido de la guerra del Pacifico dice a mi hermano: “Hlazte a tu color como yo me hago a mi mufién; somos dos aceidentados.”” Sin embargo, rechazo esta amputacién con todo mi ser Me siento un alma tan vasta como el mundo, en verdad un alma profunda como el mas profundo de los fos, mi pecho tiene un poder de expansién infinito. Soy gracia, donacién, presente, y me aconsejan la humildsd del enfermo... Ayer, al abrir mis ojos a\ mundo, vi demudarse el cielo del uno al otro confin. Quise levantarme, pero el silencio visceral reflu- y6 hacia mi, con las alas paralizadas. Irresponsable, a calva- Wo entre 1a Nada y el Infinito, me puse a lorar. ® Richard Wright, Native Son, 2 Cheater Rimes. 1 Jo suis un négre. us VL. EL NEGRO Y LA PSICOPATOLOGIA Las escuelas psicoanaliticas han estudiado las reaeciones neuréticas que nacen en algunos medios y en ciertos sectores de civilizacién, En obediencia a una determinada exigencia dialéctica, deberiamos preguntarnes hasta qué punto pueden utllizarse'las conclusiones de Freud 0 Adler en un intenta de explicacién de la visién del mundo del hombre de color E} psicoandlisis, nunca se repetird esto bastante, se pro- pone comprender unos determinados comportamientos dados en el seno del grupo espeetfiea que representa la familia, Cuando se trata de una neurosis vivida por un adulto, la ta- rea del analista consiste en descubrir, en la nueva estructura psiquica, una reproduccién de los conflictos surgides en el in- terior de Ja constelacién familiar. En todos Jos casos se con- sidera a la familia “come objeto y circunstancia psiquicos” 7, No obstante, en nuestro emperio los fenémenos van a complicarse de manera singular. En Europa, la familia repre- senta, en efecto, uns cierta manera que el mundo tiene de ofrecerse al nifio. Las estructura’ familiar y naciona] man- tienen entre sf relaciones estrechas. La militarizacién yla centralizacién de la autoridad paterna, En Buropa y todos los paises lamados civilizados o civilizadores, Ia familia es un 2 Whe compere, faceur coneret de Ie paychologie familiale”, J. T2- can, Enciclopécie francaise, 840-5. or wi trozo de naeién, El nifio que sale del medio parental descubre continuasién las mismas leyes, iguales princip'es, idénticos valores. Un nifio normal que se haya desartollado en una familia normal, sera finalmente un hombre normal ?. No exis- te desproporeién entre la vida familiar y'la nacional. Y a la inverea, si tenemos en cuenta una sociedad cerrads, es decir, protegida del flujo civilizador, descubrimos en ellas las mismas estructuras descritas lineas arriba, L’ime du Pygmée d'Ajri- que, del R. P. Trilles, por ejemplo, nos convence plenamente de ello; bien se percibe en todo momento la necesidad de cato~ licizar ‘el alma negrilla, pero la deseripeién que aqui leemos de la cultura —esquemas culturales, persistencia de ritos, su- pervivencia de mitos— no da la impresién artificial de La philosophie bantoue. ‘Tanto en un caso como en otro, hay proyeccién sobre el medio social de los caracteres de] medio familiar. Hs verdad que los hijos de unos ladrones o bandidos, habituados a una cierta legislacién de clan, se sorprenderan al constatar que el resto del mundo se comporta de modo diferente, pero una nue- va educacion —salvo perversién 0 atraso (Heuyer)*— habria de bastar para moralizar su visién, para socializarla, en una palabra. : Bin todos estos casos nos apercibimos de que la morbidez se sittia en el medio familiar. “La autoridad del Hstado es para el individuo la repro- Guecién de la autoridad familiar que lo modelé en su infancia, 2 Preferimes creer que no se nos acusaré por esta ltima frase, A los escéptioos les gusta proguntar: “ZA qué liawea usted normal?” Por elmomenia no tenemos fa intencién de responder a esta pregunta, Para fapaciguar ‘on tanto a Too mas neceaitados ettaremos la obfay muy instrue- tive, aunque refetida dnieamente al problema blolégiee, de G. Ganguil em Lo Normal tle pathologie." igus splcente aus, eh ol ‘campo mental, es anormal el que progutts, lama, implora, TPS De tolas formas esta reserve es tambien dcutfle, Véase por ejemplo la comunicacion de Juliette Boutonnier: “La perversién os, qulss, tun profando atruso afectivo mantenido o engendrado por iss condiciones en Tas que ha vivido el niffo 0 por lo menos tanto com por determinadas isposicionesconstiaclonalee que son eridentemnte digcatiles, st bien no ton probsblemente las dnicas responsables, (Revue Francaise de Pry- chanalyee, bre 3 1949, pag. 409-404). 118 El individuo asimila a Ia autoridad paterna aquellas otras au- toridades que va encontrando ulteriormente: percibe el pre- sente en términos de pasado. Como todos los demas compor- tamientos humanos, el comportamiento ante la autoridad es algo ensefiado y aprendido Ensefiado y aprendido en el seno de una familia, a la cual podremes distinguir desde el punto de Vista psicolégico por su particular organizacién, es decir, por la manera como se reparte y ejerce Ia autoridad.” « Ahora bien —y éste es un punto muy importante—, nos- otros constatamos el fenémeno inverso en el hombre de color. Un nifio negro normal, educado en el seno de una familia nor- mal, se anormalizaré al menor contacto con el mundo blanco, No es posible comprender inmediatamente esta proposicién, Iremos avanzando a reculones. Haciendo justicia al Dr. Breuer, Freud escribe: “Wn casi todos los casos probatorios que los sintomas eran algo as{ como residuos, experiencias emotivas digamos; por esta razén los denominamos mis tarde traumas psiquicos, Su carécter particular se entroncaba en la eseena traumética que los habia provocado. Segiin una expresién con. sagrada, las determinantes de los sintomas eran, precisamente, aquellas ‘escenas’ de las cuales eran residuos amnésicos. Asti, Ro era ya necesario ver en ellos (los sintomas) unos efectos arbitrarios y enigmaticos de la neurosis. Sin embargo, con- trariamente a lo que se esperaba, el sintoma no resultaba siem- Pre de un solo acontecimiento, sino, y esto casi siempre, de miltiples traumas muchas veces andlogos y repetidos. Por consiguiente, habfa que reproducir cronolégicamente toda esta cadena de recuerdos patégenos, pero en un orden inverso, en primer lugar el iltimo, y el primero al final; si uno se sal- taba los traumas intermedios era imposible penetrar hasta el primero, gue 2 menudo es el mas eficaz.” Es difiell ser mas afirmativo; en el origen de las neuro- sis hay siempre unas viveneias (Erlebnis) determinadas. Un poco después, Freud afiade: “Es verdad que los enfermos han expulsado este trauma de su concieneia y de su memoria, « Joachin Mareus “Structure famailiale et comportements politiques", Liautorité dana la famille et dans VEtat (Revue Francaise de Peychat rnalyese, abril-junio 1949). 1g ahorrandose aparentemente una gran cantidad de sufrimien- tos, pero el deseo refluido subsiste en el inconsciente; y ace- cha la menor ocasién para manifestarse y reaparecer, si bien bajo un disfraz que Je hace irreconoeible;, en otras palabras, el pensamiento refluido es substituido en la conciencia por un pensamiento de substitucién o sucedéneo (Ersatz), al que acaban ligdndose todas'las impresiones de malestar que se su- pone eliminadas por aquella remisién al inconsciente.” Asi, pues, estas Erlebnis quedan refluidas, remitidas al incons- ciente. Qué vernos en el caso del negro? A menos de utilizar este dato vertiginoso —hasta tal punto es capaz de desequili- brarnos— del inconscionte colectivo de Jung, no comprende- mos absolutamente nada. Em los paises colonizados se repre- seria todos los dias un drama... Cémo explicar, por ejem- plo, que un bachiller negro ingresado en la Sorbona para pre- parar, su licenciatura en filosofia se ponga autométicamente en guardia antes incluso de organizarse a su alrededor el me- nor conflicto? René Ménil daba cuenta de esta reaccién en términos hegelianos Para él se trataba de “la consecuencia de la instauracién en la conciencia de los esclavos, substitu. yendo el espiritu ‘africano’ (remitido al inconsefente), de una jinstancia representativa del Sefior, instancia instituida en lo més recéndito de la colectividad, que la vigila como una guar- nicién de su ciudad conquistada” 5. En. nuestro capitulo sobre Hegel veremos que René Ménil no se ha equivocado, No obstante, tenemos derecho a hacer- nos esta pregunta: ;Cémo expliear su persistencia en el si- glo xx, cuando’ existe, por otra parte, identificacién integral eon el blanco? Con frecuencia, el negro que se anormaliza no ha tenido jamis relaciones con el blanco. ;Ha habido ex periencia antigua y remisién al inconsciente? ;Ha visto el pequefio negro cémo el blanco kolpeaba y linchaba a su padre? iHa tenido un traumatismo efectivo? A todo lo cual respsf- deremos: No. ;Entonees? 5 Gita tomads do Michel Leiris, “Martinique, Guadeloupe, Haiti", (Temps Modernes, febrero 13950). 129 Si queremos responder correctamentte tenemos que hechar mano de la nocién de Catarsis colectiva, En toda sociedad y en toda colectividad existe, debe existir, un canal, una puerta de sa- lida por donde puedan liberarse las energias acumuladas en forma de agresividad, A esto tienden los juegos en las Insti- tuciones de nifios, los psicodramas en las curas colectivas y, de una manera mas general, los semanarios ilustrados para los jovenes, pues cada tipo de sociedad exige naturalmente, una determinada forma de catarsis. Las historias de Tarzin, de exploradores de doce afios, de Mickey, y todes esos periédicos ilustrados, tienden a una verdadera descomprensién de la agre- sividad colectiva. Son publicaciones eseritas por blancos y des- tinadas a nifios blancos. Aqui en las Antillas, y nos ereemos con toda razén para pensar que la situacién es anéloga en las otras colonias, estas revistas ilustradas son devoradas, no por los nifios blancos, sino por los nifios indigenas. El Lobo, El Diablo, el Genio Maligno, el Mal, el Salvaje se representan siempre me- Giante un negro’ un indio; y como siempre se produce una identificacién con el vencedor, resulta que el nifio negro “se haré” explorador, aventurero 0 misionero “que se arriega a ser comido por los por los negros malos” tan facilmente como el nifio blanco, “Salvo raras excepciones, todos los nifios america- mos que en el afio 1988 tenfan seis afios absorbieron riguros:- mente, como minimo, dieciocho mil escenas de feroces torturas y sanguinarias violencias... A excepcién de los boers, los ame- Ticanos son el tinico pueblo moderno que barrié totalmente del suelo en el que se instalé a Ia poblacién autéctona. No se re- cuerda un caso semejante en la historia (®). Sélo América (USA) podia, por tanto, tener una mala conciencia nacional que apaciguar, cosa que hizo forjando el mito histérico del Bod Injun ("), para poder, a renglén seguido, reintroducir la figura histérica del honorable Piel-Roja defendiendo sin éxito su suelo contra los invasores armados de biblias y fusiles. S6lo nos es posible apartar de nosotros el castigo que merece mos negando la responsabilidad del mal y endosando el re- 6 Seialemos do paso que los Caribes sufrieron la misma auerte con los aventureros espufioles y franeesos. 7 Deformacién peyorativa de “Bad Indian’ qt proche a Ja victima; en una palabra, demostrandonos 4 noso- tros mismos, por lo menos, que al asestar el primer y tinico golpe actaabamos simplemente en legitima defensa.” Al es- tudiar las repercusiones de estas revistas ilustradas gobre la cultura americana, el autor escribe: “Queda por esclarecer la cuestién de si esta fijacién manidtica a la violencia y Ia muerte e8 el sucedaneo de una sexualidad censurada, 0 si, mas bien, no seria su funcion fa de canalivar, por le via dejada libre por la censura sexual, el deseo de agresién de los nifios y de los adultos contra ln estructura econémica y social, que los per- vierte a unos y a otros, con su propio consentimiento, todo hay que decirlo, in ambos easos, la causa de la perversién, sea de orden sexual 0 econdmico, es esencial; por esa razén, mientras no seamos capaces de acometer la bistueda y andli- sis de remisiones fundamentales al inconsciente, todo ataque dirigido contra simple procedimientos de evasién como los, comic haaks serd inatil” (®) En las Antillas, el joven negro que en la escuela no se cansa de repetir “nuestros padres los galos” (°), se identifica con el explorador, el civilizador, el blanco, que es quien trae Ja verdad completamente blanca, Hay en esto auténtica idens {ificacién, © cea, que et joven negro adopta subjetivamente una actitud de blanco. Carga sobre el héroe, que es blanco, toda su agresividad, que a esta edad esta estrictamente vinculada a la oblatividad: una oblatividad cargada de sadismo. Un nifio de ocho afios que ofrece algo, incluso a una persona mayor, tolera con dificultad una negativa Poco a poco, va formandose y cristalizando en el joven antillano una actitud y un hdbito Ge pensar y ver que son esencialmente blancos. Cuando en la escuela tiene que leer historia de salvajes —en libros blancos-— piensa siempre en senegaleses. En mis tiempos de estudiante 5G. Legman, “Psychopathologie dos Comics” (Tempe Modernes, aiims. 43, ‘pgs. 916'y siguientes). ® Cuando se refiere este rasgo de Ie ensefianza en Martinics 60 Provora risa, cosa quo ocurre en suchas otras circunstancias. No 50 Berde do vista el cardoter cdmico de la casa, todo el mundo lo eonstota, pero no se habla de sus consecuencias a largo plazo. ¥ resulta que sam ‘tas Jo importante, puesto qué le visién del mundo en un joven antillano se clabora a partir do tres 0 cuatro frasté como ésta. 2 diseutfamos durante horas enteras sobre las pretendidas ¢os- tumbres de los salvajes senegaleses. En nuestras frases e in- tenciones habia una inconsciencia como mfnimo patadéjics. Pero ocurre que en la Antillas no se piensa en negro; se piensa en blanco. El negro vive en Africa, Subjetiva e intelectual- mente el antillano se comporta como un blanco. Ahora bien, eg un negro, De esto se daré cuenta en Europa, y cuando oiga hablar de negros sabré que se refieren tanto a Jos senegaleses como a él, Qué podriamos decir como conclusion a este res- pecto? Tmponer los mismos “Genios Malignos” al blanco y al ne- gro constituye un grave error de educacién (Si se hace un es fuerzo por entender el “Genio Malo” como un intento de hu- manizacién del “ello”, se captaré nuestro punto de vista. En rigor diremos que los cuentos se exponen 2 la misma critica, Esté claro, pues, que nosotros queremos, ni més ni menos, crear revistas ilustradas destinadas especialmente a los negros, canciones para los nifios negros y, en el limite, obras de his- toria, al menos hasta la obtencién del certificado de estudio. Porque, mientras no se demuestre lo contrario, estimamos que si efectivamente hay traumatismo, éste se sitda en dicha edad El joven antillano es un francés llamado en todo momento a vivir con compatriotas biancos. $e olvida eato con demasiada frecuencia, La familia blanca es el depositario de una cierta estruc- tura. La sociedad es, verdaderamente, el conjunto de familias. La familia es una institueién que anuneia una institucién mas vasta: el grupo social o nacional. Los ejes de referencia son siempre los mismos La familia blanca es el lugar de prepa- racién y formacién para una vida social, “La estructura fa- miliar queda interiorizada en el super yo ¥ proyectada en ol comportamiento politico (social, dirfamos nosotros)” (Mareus). En Ja medida en que permanece en su medio natural, el negro realiza el destino del nifio blanco con pocas diferencias, Pero, si va a Rurops, tendré que repensar su suerte. Porque el negro en Francia, en su pais, se sentiré diferente a los demas Se ha dicho demasiado aprisa: el negro se inferioriza. La ver- dad es que se le inferioriza, El joven antillano es un francés 128 llamado a vivir en todo momento con compatriotas blancos. ‘Ahora bien, la familia antillana no mantiene con I estructura nacional (francesa, europea) ninguna relacién en la practica. El antillano, entonces, tiene que escoger entre su familia y la sociedad europea; 0 dicho de otra manera, el individuo que sube hacia la sociedad —la blanca, la civilizada—, tiende a recha- zar la familia —la negra, Ip salvaje— en el plano de lo ima- ginario, en relacién con las Erlebnis infantiles que describimos anteriormente. El esquema de Marcus seria en este caso: Familia < Individuo > Sociedad puesto que la estructura familiar es rechazada en el “ello” El negro se apercibe entonees de la irrealidad de muchas proposicicnes que habia hecho suyas, con referencia a la ac- titud subjetiva del blanco. Inicia asf su verdadero aprendizaje. La realidad se muestra entonces extraordinariamente resis- tente... Pero, se nos diré, usted no hace otra cosa que descri- bir un fenmeno universal y, por otra parte, el criterio de la virilidad es precisamente la adaptacién a lo social. Replicaremos a eso que es una critica falsa puesto que, como ya demostramos, el negro tiene que afrontar un verdadero mito. Un mito s6- Tidamente snelado, E] negro lo ignora mientras su. existencia se desarrolla entre los suyos; més, a la primera mirada blanca, experimenta el peso de su melanina”, Ademés, esté lo inconsciente, If] drama racial se desarrolla 2 la vista de todos; el negro no tiene tiempo de “remitirlo al __# Recordemes a este rospesto lo que escribia Sartre: “Algunos nilios s¢ pegaban ya a sus siete affos con los compstieros que les llamaban “yapin”. A otros los tuvieron mucho tiempo en Ja ignorancia de su raze. Una muchacha israclita de una familia eonocida mia ignoré hasta Jos quince sfios el sentido mismo de Is palabra judio. Durante la ocxpacién, un doctor judfo de Fontainebleau que vivia’ oncerrade en eu east, edu caba a sus nietos sin decirles una palabra de su origen. Mas, de ona u otra manera, antes o después acabarén sabiendo Ia verdad: a veces por las sunrises de quienes Tos rodean, otras por un rumor © vor insultos. Cuanto més tardio es el descubrimiento més violenta es la sacudida; de epente, se dan cuenta de que los demés saben sobre ellos algo que igno- aban, que se les aplica ene califieative turbio ¢ inquietante alle nunca habion ldo en sur familian” (Heflarions sur le question 0, pi. 124 inconseiente”, El blanco si lo consigue, en una cierta medida; ¥ es que entonces aparece un nuevo elemento: J culpabiliday Bl complejo de inferioridad o su sentimiento igualitario son conscientes, Estos sentimientos y complejos le transitan cons- tantemente, viven su drama, En ellos no se da esa amnesia afec- tiva que caracteriza la neurosis-tipo. Siempre que he lefdo ura obra de psicoandlisis, discutido con profesores 0 conversado con enfermos europeos, me ha impresionado la inadecuacién entre los esquemas correspon- dientes y la realidad que nos ofrece el negro. Asf, he ido poco 2 poco llegando a la conclusion de que hay sustitucién de dia- léctica cuando se pase de la psicologia del blanco a la del negro, Los valores primeros de que habla Charles Odier (#) son diferentes en el blanco y en el negro. El esfuerzo de sociali- zacién No remite a las mismas intenciones. En verdad, pa- samos de un mundo a otro, Un estudio riguroso de la cuestién podria presentarse de la manera siguiente: —Interpretacién psicoanalitica de la experiencia vivide por el negro; —Interpretacién psicoanalitiea del mito negro, Pero lo real, que es nuestro tinico recurso, nos prohibe semejantes operaciones. Los hechos son mucho mas compli- cados. ;Cudles son éstos? El negro es un objeto fobigeno, angustiégeno. Desde la enferma de Sérieux y Capgras (#) hasta la muchacha que nos declara que dormir con un negro representa para ella algo terrorifico, puede establecerse toda una escala de grados de Jo que Ilamaremos la negro-fobigénesis. En relacién con el negro mucho se ha hablado de recurrir al psicoandlisis. Des- confiando de la utilizacién que podria hacerse de semejante expediente (*3), hemos preferido titular este capitulo “El negro y la psicopatologia”, habida cuenta de que ni Freud ni Adler, ni siguiera el c6smico Jung penssron en los negros al realiaar 3A Les deus sources consciente et inconsciente de tx vie morale, 9 Les folies raisonnantes, cltado por Hesnard, Lunivers morbide de la faute, pig. 97. . '9'Nos “referimoe especialmente en Amética; véase, por ejemplo, ‘Je suis un igre. 125 sus investigaciones. In lo cual tenian razdn, Se olvida con demasiada frecuencia que la neurosis no es constitutiva de la realidad humana, Quiérass o no, ¢: esmplejo de Edipo esté por aparecer entre los negtos. S2 nos porfa objelar, siguiendo a Malinowski, que el rézimen matriareal es el dnico responsable de esta ausencia, Pero, apariz de que podrismos preguntarnos si log etndlogos —imbuidos de los eomplejos de su civilizacién— yham intentado o no descubrir una copia de exe compleja’en los pueblos estudiados por ellos, nos seria relativamente f4cil mos- trar que en las Antillas frangesas el 97% de las familias son ineapaces de engendrar una neurosis edipiana. Incapacidad de Ja que nos felicitamos en sumo grado. (¥). Independientemente de algunos “fallidos” salidos de un medio cerrado, podemos decir que toda neurosis, todo corpor- tamiento anormal y todo erotismo sfectivo en un antillano es resultado de la situacién cultural, En otras palabras, hay una constelacién de datos y una serie de proposiciones que, lenta y socarronamente, a favor de escritos, periédicos, educacién, Vibros escolares, carteles, cine, radio..., penetran en un indi- viduo y constituyen su visién del mundo (de la colectividad) 2 Ta gue perteneve (). En las Antillas esta visién del mundo es blanca porque no existe ninguna expresiOn negra. El fol- Klore martiniqués es pobre y, en Fort-de-France, numerosos son los jévenes que ignoran las historias de “Comp Lapin”, réplicas dei Tio Remus de Luisiana, Un europeo, por ejemplo, al corriente de las manifestaciones poéticas negras actuales, se % Los psicoanslistas dudarén en compartir uucstre opinion este reapecto. El Dr. Lacan, por ejemplo, habla de Ia “fecundidad” del eom- plejo de Edipo. Mas si el nifio debe matar au padre, siguo siendo ne- eesario que este ditimo acepte morir. Pensamas en Hegal cuando dice: “Le guna del nifio es Ia tumba de los padres". Eu Nicolss Calas (Foyer incendie); en Joan Lacroix (Force et jaiblesses de tn jumlie.) Bl hecho de que so haya producido er Prancia un hundimiento de Jos valores morales después de Ia guorra, guid se deba a la derrota de ca persona moral que veprescntarla a la naeién, Son conacides perfe tomente los traumatismos que ux hecho semejanie puede detorminar et Ja familia, 7 %S A loa que no queden convercidos Jee. seonsejamos’ la experiencia ciguiente: asistir a la. proyeccién do una pelfeula de Tarzin en les An~ tillas ¥en Europa, En las Antilles el muchacho negro se identifica 42 126 asombraria si supiese que, hasta 1949, ningin antillano era capaz de pensar en negro. Sélo cuando aparecié Aimé Césaire se vio nacer una reivindicacién, una esuncién de 1a nzgritud, La prueba més conereta, por lo demés, es ose impres 6a qué experimentan las jévenes genevaeloncs de estudiantes que lle. gan a Paris: necesitan varias semanas para comprender gue el contacto de Europa les obliga a plantearse un cierto mimero do problemas que hasta entonces no habfan aflorado, Y, sin embargo estos problemas son perfectamente visibles (*) Siempre que hemos diseutido con profesores nuesiros o conversade con enfermos, europeos nos hemos dado cuenta de las, diferencias que podian llegar a existir entre estos dos mundos. Recientemente, en ana charla con un médico que ha ejercido su profesién siempre en Fort-do-France, le hicimos participe de nuestras conclusiones; fue todavia més lejos que nosotros al decirnos que todo era’ verdad, no solamente en patvlogfa, sino incluso en medicina general, Nunca encontraré usted, nos deefa, un tifoideo puro, tal como lo estudian los tratados de medicina; siempre se revela en este tipo de casos, come infer. tado un paludismo més o menos manifiesto. Seria interesante, por ejemplo, realizar una descripcién de Ia esquizofrenia vida por una conciencia negra, siempre que este tipo de crisis se padezea allé abajo. facto con Tareén y contra los negres. Hn une sala eftematogrétice curs. pea ito os mas difsel, porque lo asiateneia, blanca, le relaciora auto Meamente con, Tos selvajes de la pantalla. "Hla exyerianaia et davitiva, EL negro siento que no se eb negro imapunaamente. ‘Un documenta! sobre Africa proyectado en una ciudad francesa y en VorbdePrance provece reacciones endlogas.. Mejor sin: agirmarcs gue los booquimanos y Tos zulles. provocan ficilmento In hilaridad do los j6venes amniMauos. Sexia interesante mostrar que, en ects owe. [a exageraciin reateional deja adivingr un rastro de reconocimienta. Bn Francia el ogro quo ve €si3, Gocumnental se qutda Jteralmente petrifieads. No hay eccape para él: 9.0 la ver antillano, besquimono y zuld. 26 ¥, mis eoncratamente, se aperciban de que 1a linea de eutova vaein gue considerahan propia debe ser. jnvettids. Hamat isto, en efecto, que el antillano que va'a Francia conciba este viaje como latina ‘tapa do 80 pertonslided. Literelmente. podomos decir sn texior a € ‘Yoournos que el antillaro que yaa Francia para convencerso de su bia fra degcubre en dicho pais su auténtico rest. 127 iCual es nuestra intencién? Sencillamente, ésta: cuando Jos negros abordan el mundo blanco tiene lugar una cierta accida sensibilizante. Si Ia estructura psiquica es frdgil, asis- tiremos a un derrumbamiento del Yo, Bl negro deja de com- portarse como individuo capaz de aecién. La finalidad de su aecién, entonces, serd Otro (en forma de blanco}, porque s6lo Otro puede valorizarlo. Esto en el plano ético: valoracién de si, Pero ain hay mds. Hemos dicho que el negro era fobigeno. ;Qué es la fobia? Responderemos a esta pregunta apoydndonos en ta Gltima obra de Hesnard: “La fobia es una neurosis caracterizada por el temor angustioso a un objeto (en el sentido més amplio, cosa exterior al individua) 0, por extensién, a una situacién” (*”) Naturalmente, este objeto habré de incluir algunos aspectos. Hernard dice que ha de despertar temor y disgusto. Pero aqui vernos una dificultad. Al aplicar a la comprensién de la fobia €l método genético, Charles Odier escrihe: “Toda angustia pro- viene de una cierta inseguridad subjetiva vinculada a la an- sencia de Ia madre” (8). Esto oeurré, dice el autor, hacia el segundo afio, En su biisqueda de la estructura psiquiea del f6bien, llega a esta. conclusién: “Antes de abordar directamente las creen- clas de los adultos, es importante analizar en todos sus elemen- toa la estructura infantil de Ja que emanan y que suponen” (2), La eleccién del objeto fobigeno est, pues, sobredeterminada Este objeto no sale de la noche de la Nada; en una determinada eiteunstancia, dicho objeto ha provocado un afecto en el sujeto. ‘La fobia es la presencia latente de este afecto en el fondo del mundo del sujeto; hay organizacién, conformacién. Porque, naturalmente, el objeto no tiene necesidad de estar ahf, basta con que sea: es un posible. Este objeto esta dotado de inten- clones malévolas 7 de todos los atributos de una fuerza ma- Iéfica (29). En el f6bico hay prioridad del afecto, eon desprecio de todo pensamiento racional. Como vemos, un f6bico es un A Lrunivere morbide de le faute, P. W. F., 198, pig. 2. 28 Elengotese et la pensée magique, pag. 28, 239 Ibid, pig. 05. 2 pbid., pags. 58 y 78. 128 individuo que obedece las leyes de la prelégica racional y de Ja prelégiea afectiva: proceso de pensar y sentir que remite finalmente al momento en que se produjo el accidente dese- quilibrador, La difieultad a que nos referfamos antes es la si- guiente: {hubo traumatismo desequilibrados en aguella mujer de 1a que hablabamos \ineas arriba? ;Ha habide en la wayoria de los negréfobos maseulinos un intento de rapio, de fellotion? En rigor, si aplicamos las conclusiones analiticas obtendrfamos lo siguiente: si un objeto muy horrible, un agresor més 0 me- nos imaginario, despierta ¢) terror, éste también, entre otras cosas —pues se trata por lo general de una mujer—, y sobre todo, un miedo mezelado de horror sexual. El “tengo miedo do los hombres” quiere decir, cuando se pone en claro el mévil del horror, esto: —porque podrian hscerme toda clase de cosas pero no sevicias vulgares, sino sevicias sexuales, es decir, in- morales, deshonroses (2!), “EI simple contacto basta para provocar la angustia, ¥ 8 que el contacto es al mismo tiempo el tipo esquemético propio de la accién sexual inicial (con-tacto, tocamiento..., sexua- lidad).” () Estamos habituados a todos los artificios que em- lea el yo para defenderse, y por exo sabemos que es conveniente no tomar al pie de la letra sus denezacion2s. {No estamos presencia, con esto, de una transitivismo integral? ;No sera, en el fondo, este miedo a la violacién precisamente una Uamada la violicion? De un tipo de caras se dice que estén hechas pera darlas de bofetadas, earas que piden el cachete. ;No se podria describir un tipo de mujer que pide la violacién? En Sil braile, lachele, Chester Himes describe este mecanismo de modo notable. La opulenta rubia desfallece en cuanto el negro se aproxima. Pero no tiene miedo, porque la fabrica esté llena de blancos... Ast, pues, se acuestan juntos. En mis tiempos de militar pude apreciar el comporta- miento de algunas mujeres blaneas en tres 0 cuatro paises de Europa ante los negros, durante unas veladas de baile, Casi siempre, las majeres amagaban un movimiento de huida, de retirada, el rostra sinceramente horrorizado. Sin embargo, los 2 Hesnard, op. cit, pag. 38. 2 id page 40 129 negros que las invitaban habrian sido ineapaces, aunque lo hubiesen querido, de hacérlas ohjeto del més insignificante trastorno, El comportamiento de las mujeres en cuestida se comprende claramente sj fo situamos en el plano de lo ima- ginario. En realidad, la negréfoba no es mAs que una socia sexual putativa, de la misma manera que el negréfobo es un homosexual reprimido, En relacién con el negro, efectivamente, todo tiene lugar en el plano genital. Hace unos afios ddbamos a entender a nos amigos con los que discutiamos que, en términos gene- rales, el blanco se comporta con ¢l negro como el hermano mayor con el hermano recién nacido. Luego nos hemos enterado gue el americano Richad Sterba comparte también este criterio. Desde el punto de vista fenomenoléico habria que estudiar una doble realidad. Se tiene miedo del judfo por su potencial eapacidad de apropiacién (“Los judios”) estén en todas par- ‘tes, Bancos, bolsa, gobierno, todo esta infestado de judios. Rei- nan por doquier. ‘Pronto serén duefios de todo el pais. En las oposiciones y certémenes pasan por delante de los “verdaderos” franceses, Dentro de poco hardn la ley para todos nosotros. Hace poco, un compaiiero que prepara oposiciones para [a Administracién nos decfa: “Bien dices, se apoyan. Por ejem- plo, cuando Moch estaba en el poder nombré a una cantidad aterradora de youpins para cargos piblicos”. En el eampo de la medicina la situacién es semejante. Todo estudiante judio recibido en una oposicién es un “enchufado”. Los negros, por su parte, tienen la potencia sexual, {Tmaginese usted! ;Con la libertad de que disponen, en plena selva! Da la impresién de que estan haciendo el amor en todas partes y a todas horas, Son seres genitales, Tienen tantos hijos gue ni los cuerttan. No hay que fiarse de ellos porque nos inundarian de mestizos, Decididamente, todo va mal El gobierno y la Administracién copados por los judfos, Nuestras mujeres por los negros, Porque el negro tiene un vigor sexual alucinante. Hs el ‘término que convien2; es conveniente que este vigor sea alu- cinante. Los psicoanalistas que reflexionan sobre la cuestién des- cubren sin demasiadss difieultades el eafiamazo de toda neu- 530 rosis. La inquietud sexual es predominante en este caso, Todas las mujeres negréfobas que hemos conocido ten{an una vida sexual anormal. Sus maridos las frustraban; o bien cran viudas que no se atrevian a sustituir al difunto; también abandonadas por Sus esposos o divoreiadas: todas dudaban ante una nueva inversiOn espermética. Todas provelan al negro de poderes que otros (maridos, amantes episddicos) no poseian. Ademés, in- terviene un elemento de perversidad, reminiseencia de la es- tructura infantil: |Dios sabe cémo haéen el amor! Debe ser algo terrorifico (#), Existe una expresién que finalmente ha terminado ero tizdndose: un atleta negro Hay en ella, nos confesaba una mu- Jer joven, algo que conmueve el corazén, Una prostituta nos dijo en cierta ocasién que, al principio, la idea de acostarse con un negro le producia orgasmo. Los buseaba, sin siquiera pedirles dinero. Pero, afiadia, “dormir con ellos’ no resultaba mucho mejor que con los blaneos. Yo legaba al orgasmo antes del acto. Pensaba (imaginaba) todo lo que podrian hacerme, esto si que era formidable”. No obedece el blaneo que detesta al negro —seguimos mo- vigndonos en un plano estrictamente genital— a, un senti. miento de impotencia o de inferioridad sexual? En el aupuesto de un ideal de virilidad absoluta, ;no deberfamos hablar de un fenémeno de disminucién respecto del negro, percibido este Sltimo como simbolo félico? ;No seria el linchamiento de un negro una venganza sexual? Sabemos la carga sexual que come 3 Bn el trabajo de J. Mareus tomes {a opiniéa segén Ja coal Ja neurosis socal 6, si se Drfier, st eomportamiente enoravl ents oF Ota gualguiera que ‘ea, revela saliionss estrechas cong atvesien inde nal: “EI andlisis "co los cusstonaris paso te manifesto que los ind Yidvos més intonsemente antisenita.pertencelon Ins astoeturas Se. nillares més conflictivac, Su antisemilismo era “una resccén a deter- itadas frustraclones sufeidas en el aeno\ dal medio fawslien, Ls’ ace rer ‘hin clararente que Io nda on obleto de wnt en antisomitims, es el hecho. do que. nag sitvacionss familiares, fevalee, Sobre In bage'de una circumstencion oenles, engerdran‘al ollo a tos hoz ros, ol anticatolieiomo o el antiseritnmo, Boode decir por eosietionto Sue, contraramente’s ave opina ia mayoei, ‘es taTachfel a Que Halla wn eontenido y ‘no ée vlmo el que eren una acttiud™ (Op. a, pagina 282). 18 portan las servicias, las torturas y los golpes. Para conven- cerse baria relcer unas cuantas pAinas del marqués de Sade. iBs real la superioridad del negro? Todo el mundo sabe que no. Pero lo importante no est aqui. El pensamiento prelégico de] fob‘co ha decidido que si fuese (#). Conoei a otra mujer con fobia al negro tras la lectura de J'trai cracher sur vous tombes. Intentamos mostrarle la irracionalidad de su posicién haciéndole ver que las victimas blancas eran tan mérbidas como el negro. Ademés, le dijimos, no se trata de reivindicaciones negras, como podia suponerse por el titulo, puesto que su autor era Boris Vian. Nuestros esfuerzos fueron vanos, Aquella mujer no querfa ofr nada, Quienquiera que haya leido el libro compren- aera facilmente le ambivalencia que expresa esta fobia. Cono- cimes un estudiante negro de medicina que no se atrevia a rea- lizar ningiin reconocimiento vaginal a las enfermas que iban a Ja consulta del servicio de ginecologia. Un dia nos dijo haber ofdo estas palabras de una consultante: “Hay un negro ahi den- tro, Si me toca le doy una bofetada Con esta gente nunca se puede estar segura. Debe toner manos’ grandes y, ademas, $e- guro que es un bruto”. Si queremos comprender psicoanaliticamente la situacion racial, concebida no ya globalmente, sino a través de concien- cias particulares, habremos de conceder una gran importancia, a los fenémenos irracionales, Cuando se ixata del judio, se piensa en el dinero y sus derivados. En e] caso del negro; se piensa en el sexo. E] antisemitismo es susceptible de racionalizacién en el plano de los principios, Los judios son peligrosos porque se anexionan un pais tras otro. Hecientemente, un compafiero nos decia que, sin ser antisemita, se veia obligado a constatar. gue Ia mayoria de los judios que habia conocido durante ta guerra se habfan comportado como unos cerdos, Intentamos ente Ievarle a admitir que esa conclusién era conse- de una voluntad predeterminada de deteetar la esencia del judjo en cualquier parte que pudiese hallarse 2 Desdo ta dptica de Ch. Odier seria més exacto decir “paralégics ‘Podria proponerse el término de ‘paraldgico’ cusndo se trata de ragre- sién, e8 decir, de procesos y desartollos propios de! adulto”. (L’angoisse et lo pensée magijue, pag. 95) 132 En el plano clinico recordamos la historia de una mujer “joven que presentaba sintomas de delirio al tacto, lavandose una y otra vez las manos ¥ los brazos desde que le presentaron @ un israelita, Como Jean-Pau! Sartre ya ha estudiads magistralmente ¢. problema del antisemitismo, intentaremos nosoiros aproxi- marnes al problema. de la negrofobia. Esta fobia se sitia en el plano del instinto, en él biolégico. En el limite, diremos que el negro —su cuerpo— molesta la llenazén definitiva del esquema péstural del bianco, en el momento, naturalmente, en que el negro hace si aparicién en cl mundo fenomenal del blanco. No es ésto el lugar de pasar revista a las conclusiones a las que hemos legado en nuestras investigaciones sobre la influencia que tiene para un cuerpo la irrupcién de otro cuerpo. (Su- pongamos, por ejemplo, un grupo de cuatro “muchachos de quince atios, deportistas més o menos Geclarados, En cl salto en alto, uno de los muchachos salta 1 metro 48 centimetros, Si surge un quinto que salta 1,52 los cuatro anteriores sufren desestructurzefon,) Lo que nos importa es mostrar que, con la aparicién del negro, comienza el ciclo de lo bialSgice (). © Serie interesante preguntarse, on base a la_nocién leeariana el evtadio det copejo, hasta qué punte ls image del semeyante edificats en Ia joven blanca a Is edad apropiada no sufre una agresién imaginarie en el momento en que aparece el negro. Cuasido se ha comprendido este proceso, daserito por Lacan, va no pusie caber duda do que el verCadero Otro del Blanco es pereibido al nivel de le. imagen corporal, absoluts. Mento como al no-y0, es decir, lo no-identiicable, Io ne-asimilable. Por nuestra parte, mostramos que leo Zealidades econtmmicas e histbrices 08 Paro el negro lineas de eémputo. “EL seeonccimiento que €i sujeto have de su propla imagen en el espejo, dice Lacan, es un fenémeno doblemente Significativo para el anilisis do'csto estadio; el fendaeuo aparece des: ués do los scis meses, y su estudio en eso preciso momento revela de manera concluyente y demostrativa las tondoncias que constituyen la rea lidad del sujeto on ‘ese momento; la imagen espetulan, debico.prccsa. mente a ealas afitidades, ofrece un excelente simbolo de dicha realidad; de su valor afectivo, ilasorio comé la imagen, 7. de sa estructura: ¥ también es un reflejo de le forma humans.”” (Encyclopedic jraneaiee, 8:40, 9:9 10). Este deseubrimiento es fondamentsl, como veromos: siempre gue «1 sujeto pereibo su imsgea y la saluday selama al mismo tempo, ce Slgana manera, “la unigad mental que lees inbereate, En peologia raental, por sjemplo, en los casos de elise slucinstoris 0 de interpre: 133 A ningin antisemita se Ie ocurriré la idea de cestrar al judio. Se le mata o se le esteriliza. Al negro se le castra, El pene, simbolo de virilidad, es aniquilado, es decir, negado. Fa~ cilmente se percibe la diferencia estre estas dos actitudes. El judio se ve afectado en su personalidad confesional, en su historia, en su raza, en las relaciones que mantiene con sus antepasados y sus descendientes: en el judio que se esteriliza {asién, ae comprusba siempre un respeto hacia esta imagen de si, En tras palebras, hay una cierta armonia estructural, une totalidad del in- dividuo y de las construeciones que €l transita, y esto en todos los estadios del comportemiento dalirante. Aparte de que podria stribuirse cota fide- Tidad a los contenidos afectives, también eenvieae sefalar una evidenela que seria acientitico desconceer. Siempre que hay conviecén delirante iiny también reproduecién de si. El otro interviene, sobre todo, enol periods de inguietud y desconfianza deserito por Dide y Giraud, Por ‘consiguiente, no es asombroso encontrar el negro representando un papel de sitiro 0 asesino, Ahora bien, ya no hay lugar Tara el extranjero (el ‘extrazo, el otro) en al periodo de cistomatizacion cuendo se elabora la certidumbre... Bo ditita Instanela, por lo demas, no duderomos en decir que el tama del nagro en algunes delitios (¥ cuando no es central) figura al lado de otros fenémencs, tales como las zoopsiss. Lhermitte ha escrito Ia omancipseién de la imagen corporal. En elinica esto se desigua con al nombre de heotascopia. Lhermitte dice tambien que la. instanta nuidad de la aparicién de este fendmenc no deja de ser altamente curiosa, Se produce incluso entze las personas normales (Goethe, Taine, ete.). Afir- mamos que en el antillsno Ia alucinacién especular es siempre nevira. A quienes ‘nos har dicto haberlo observado personalmente les pregum:a mos: “;De qué color? Yo no tanfa ningin color’. Este proveso so repite igualmente en Iss visiones hipnagézicus y, sobre todo, en lo que desde Bubamel se lama is “eulavinaasin™ No any yo on tanto que negro uien actia, piensa o 9 acla jo tas bavedas... GS gulotes lee interete cates conelusones aeonéajamon Ia lestura de algunas composieiones francesas de rifos antillanos de diez a catorce aiios. Al tema propvesto “nspresiones antes de marchar de vacaciones! ‘responden como auténticog ninos peeisinos; obsérvense los siguientes temas: “Me gustan las vacaciones poraue podria corver por el campo, res- pirar aire pure'y ponerme las rieilag sonrosadas,” Come puede Yorse, fro nos equivocébames demasiado al dar o entendor que los antillanos deseonocen su calidad do negros. Yo tenia posiblemente trece aftos cuan- de, vi por primera ver args setogelss, Sobre eos sabia To aue con vices de 3914; “Atecan a la bayonets y, cuando esto no fun- ova, envsan por entre ins rafapas de-ametrlladere cong! ecto ef a mano... Corian las cabesas y hacen provisién de orejas”. Estaban de pase por Mrtanes, procedantes de La Guayana. Busedbaizos sus uni- 134 : se mata la cepa; cada ver que un judio cs perseguiio se per- sigue en él a toda la raza, Al negro se le toca en su ccrporeidad, Se le lineha en tanto que persona eoncreta. El negro es peligroso en tanto que ser actual, El miedo a la potencia sexual del ne- gro sustituye al “peligro judio”. 0: Mannoni, en Psychologie de le. colonisation, escribe: “Por su cardeter revelador merece menejonarse un argumento utilizado por todos los racistas del mundo contra los que no comparten sus conviceiones, Vamos a ver, dicen los racistas, ¢Si usted tuviera una hija ls daria en matrimonio a un negro? He conocido personas aparentemente formes con vides, unos uniformes de los que habfamae oido hablar; che= chia y cinturén rojes. Mi pedro reelut6 jnoluao a dos y les Lev 2 casa, donde hicieron las delicias de la familia. Un la escuela ge slittantaba est misma situacion; nuestro profesor de matematicas, teniente de la reset- ¥a, que habia mandado en 1914 una unidad de tiredores cenegaleses, nos huaefa temblar recordndonos “Cuando rezen no hay que molestarlos, Porque entonoes ya no hay teniento ni nada. En la pendeneis som come Teones, pero hay que respetar sus costumabres.” No hay rezdn, pues, para extrafiarss de quo Mayotte Capécia so vea blanca y sonrosada on sus ssueros; digamos que Ta eosa es perfectamente normal. Guiza se nea objete que, si bien en el blanco se produce elabx cién ‘de Ta imago del semejante, un fendmeno no menos nélogo deberi tener lugar en el antillano, pues Ia percapetén visual es el eafamazo de esta elaboraciin. Pero esto vendria a suponer de hecho un olvide de que fen las Antillas la recepeién se sitda siempre en al plano de lo imaginario. Insisto en las Antillas se pereibe el semejante en términes de blancos. Se dirs, por ejemplo, de una persona que es “"niuy negro"; os perfecta- mente normal ofr decir a la madre de familia: ee al mas negro ‘de mis hijos”. Es decir, el menos blanco... No podemos por menos que Tepetir Is reflexién de un compatiero europeo a quien hablaba-aos de cote fenémeno; en el plano humano esto es una verdadera mixticicacién. Lo Tepito uns ver més, todo antillano ost Hamado @ ser percibido por sa congénere con referencia a la esencia del blanco, En las Antillas elreule ‘exactamente el mismo mito que en Prancia; on Paris pe dice: es nezro, ero muy inteligente; en Martinica esto pensamiento se exprsa de Ia gguiente manera, Durante a guerra iban a Wartinics profesores de Gua Galupe oars dirigir los exdmenes de bachillerato; evades per la ‘carlo. sidad tharos ‘hasta el hotel donde so heopedaba MB. catedritico de filosofia, que tenia fama de ser exoceivamente negro; como a¢ dice en Martiniéa, no sin una cierta ironta, aquel negro era “leu”. C, por ejem= plo, de una determinada familia muy bien consigerada: “Son todos muy Tnegros, pero estan bien’. Beta familia cuenta, -efectivamente, con Un profescr de piano, antigco alumno del Conservatorio, un orefesor de ciensies naturales en el Instituto femenino, ele. Del padre, gue todos los 135 nada racistas perder todo su sentido eritico al sar interrogedas en este sentido. Y es que este arzumento revulsiona en ellos sentimientos muy turbios (exactamente incestuosos), que em- pujen al racismo por una reaccién de defensa” ().’ Antes de continuar, creemos importante hacer la siguiente observecién: en e] supuesto de que haya realmente tendencias inconscientes al incesto, ,por qué raz6n habrian de manifestarse éstas més especialmente cuando se trata del negro? ;En qué se diferencia, en términas absolutos, un yerno negro de uno blanco? ,No hey en ambos casos un afloramiento de tendencias inconscientes? 4Por qué no pensar, por ejemplo, que el padre se rebela por- Gue, segtin él, el negro introduciré a su bija en un universo sexual del qué él no posee la lave, las armas y los atributos? ‘Toda adquisicién intelectual reclama una pérdida del po- tencial sexual. E) blanco eivilizado conserva la nostalgia de Gpocas orgidsticas, de violaciones no sancionadas 0 incestos no reprimidos, Proyectando sus intenciones sobre el negro, el blanco se comporta “como si” el negro las tuviese realmente. Cuando se trata del judfo el problema est claro: hay descon- fianza porque quiere poseer las riquezas o instalarse en los puestos de dominio y mando. Por su parte, el negro esta fi- jado a lo genital, Dos ambitos: el intelectual y el sexual. El Pensador de Rodin en ereccién, una imagen chocants sin duda. No se puede decentemente “hacer ol duro” por doquier. El negro representa el peligro biolégico. Bl judio el peligro in telectual. Tener fobia al negro es tener miedo de lo biolégico. Por- que el negro no #s ms que pura biologia. Los negros son unas destias. Viven desnudos, S6lo Dios sabe... 0. Mannoni eseribe: “Esta necesidad de descubrir en los monos antropoides, el Caliban o en Jos negros, y hasta en los judios, la figura mito- Ging Paseaba yor ol baledn al ‘caer la tarde, o9 deefa que Hlegaba bn mo- monte en que ya 20 6 le vein... Se contaba de otra familia residente en el campo que, al llegar Ia noche y cuando habia cortes de fluid eléc~ fico, los nifiog tenian que reit para safalizar cu presencia. Tos Tones algunos funcionstios mantiniqueses, muy limpios con sus trajes de tela blancs, parecen segin el simbolismo lossl “une ciruela en un tazén de Teche”. F 0. Manaoni, op. eit, pg. 109. 136 légica de 16s sétiros, remite a} alia humane a unas profundi- dades (#*) en las cuales el pensamiento se mueve muy confu- samente y donde la exeitacién sexual aparece asombrosamente vinculada a la agresividad y a la violencia, resortes ambos de una gran potencia” (7), El autor integra al judio en la gama. No vemos inconveniente en ello Pero esté claro que el negro es seffor en dicha gama, BI negro es el especialista de la cues- tién: quien dice violacién dice negro, ‘Durante tres 0 cuatro affos hemos venido interrogando a unos guinientos individuos de raza blanca: franceses, ale. manes, ingleses ¢ italianos, Nos aprovechSbames de un cierto tono de confidencia, de un dejarse ir, en cualquier caso nues- tra intencién era la de que los interlocutores no temiesen abrirse a nosotros, es decir, se persuadiesen de que no mos ofendian. O bien, en intercambios libres, insertamos la palabra negro entre veinte diferentes. Casi seis aécimos de las reepues- tas eran como sigue: Negro = biolégico, sexo, fuerte, potente, boxeador, Joe Louis, Jess Owen, tiradores senegaleses, salvaje, animal, diablo, pecada, ‘La expresién tiradores senegaleses evoca las palabras te- rrible, sanguinario, fuertote. Es interesante constatar que a Ja palabra negro més del cincuenta por ciento contestaron: nazi, 8. 8.; habida cuenta del bien conoeide valor afectivo de la imagen del $ S, se ve que la diferencia con las respuestas anteriores es minima, Di- gamos también que algunos europeos nos ayudaron planteando ellos mismos ciertas preguntas a sus compafieros: la proporcién aumenté sensiblemente. Hay quo ver en este fenémeno una consecuencia de “mi” eatidad de negro cuande preguntaba; in- conscientemente, los entrevistados en este senido se retenfan. El negro simboliza lo biolégico. En primer lugar, la pu- bertad de los negros que sigue viviendo en su propio medio 7 Cuando exeminemos Iss respoeatas sbtenides grecias al sofiar des pierto veremos que estas figaras mitoligieas, “arguetines”, son teal te muy profundas en el alma humane. Siempre que el individuo “baja”, se topa con ol negro, coneret 0 simbélicamente, ® 0, Mannoni, op. cit, pag. 109. 181 ambiente comienza a los seis afios; tienen hijos a los dier. Son calientes, tienen la sangre fuerte; son robustos, Como nos de- cfa un blanco hace poco, con un dejo de amargura en la voz: “Ustedes son temperamentos fuertes”. “Es una raza espléndi- 4a, mire usted los senegaleses... No se les llamé durante la guerra “diablos negros"? Pero deben ser brutales... No me los imagino tocando mis kombros con sus grandey manos, Me echo a temblar de horror, A sabiendas de que en algunos ca- sos conviene leer al revés de Jo que dicen las palabras, com. prendemos a esta mujer tan delicada: en el fondo, le parece muy bien que el negro le martirice sus delicados hombres, Cuando se promuncis la expresién (citamos a Sartre) “joven judia”, se pereibe un tufillo imaginario de vielacién, pillaje. Y al revés, podriamos decir que en la expresién “espléndido negro” hay una “posible” alusién a fonémenos semejantes a Jos que se refiere Sartre. Siempre me ha dejado un tanto per- plejo la rapidez con que se pasa del “hermoso muchacha ne- gro" a“potrillo”, “semental”. En el film Le deuil sied d Electre una buena parte de la intriga se basa en la rivalidad sexual. Orin reprocha a su hermang Vinnia el haber admirado a los espléndidos indigenas desnudos de la isla Amor. No se lo per- dona 2, El andlisis de lo real es un empefio delicado. Un investiga- ior puede adopter dos actitudes em relacién con su objeto. 0 bien se contenta con deseribirlo, a la manera de 10s anatomis- tas que se quedan mudos de asombro cuando se les pregunta, ® Sefialemos, no obstante, que Is situacién es ambigus. Orin tiene clos también del prometido de ou hermans, Desde el punto do vista aiconnalitico lp acciin so presenta asi: ‘Trin es un atendonista fijado 41k madre e iocapar de coaliaar una verdadora inveroion objetal de su Iinido. “Vease, por ejenplo, Desde hace algin tiempo se habla mucho del negro. Un poco demasiado. Al negro le gustaria que le olvidasen, ‘a fin de reagrupar sus fuerzas, sus auténticas fuerzas. Un dia dijo: “mi negrura no es ni una torre...”, Y se han puesto a helenizarlo, orfeizarlo... a este negro gue busca lo universal, {Qué busea lo universal! Pero en junio de 1950 Jos hoteles de Paris se negaban a alojar a los peregri- Tos negros. {Por qué? Pues sencillamente porque los clientes anglosajoncs (ricos y nogréfobos, como todo el mundo sabe) podian marcharse. El negro mira hacia lo universal, pero on la pantalla se mantiene intacta su esencia negra, su’ “naturalezx” negra: “siempre servidor siempre obseguioso y sonriente vo, sin robar menca, menca mentir, eternamente jal rico pldtano! ...”. El negro se universaliza, pero en el liceo Saint-Louis de Paris se despidi6 a uno de ellos porque tuvo la imprudencia de leer a Engels. Hay en todo esto un drama, y los intelectuales negros co- tren el riesgo de dejarse cazar én sus redes, 4Cémo? {Apenas acabo de abrir los ojos que me habian tapado y ya me quieren ahogar en el universal? ;¥ los otros? Los que no tienen “boca en absoluto”, los que no tienen “vor en absoluto...”. Necesito perderme en mi negritud, ver los despojos, las segregaciones, las represiones, las violaciones, Jas diseriminaciones, los boicots. Necesitamos tocar con el de- de toda las lagas que rayan la librea negra, Abi tenemos a Aliun Diop pregunténdose ‘cuél seré 1a po- sicién del genio negro en el coro universal. Ahora bien, deci- mos que una verdadera cultara no puede nacer en las condi- ciones actuales. Se hablard de genio negro cuando el hombre do toda las llagas que rayan la librea negra, Una vez més recurriremos a Césaire; quisiéramos que se inspirason en él muchos intelectuales negros. También convie- 154 ne que yo mismo me repita: “Y, sobre todo, ml euerpo, lo mis- mo que mi alma, guardaos de cruzaros de brazos en actitud estéril de espectedor, porque la vida no es un espectéculo, porque un mar de dolores no es un proscenium, porque un hor bre que grita no es un oso bailando. ..”, Continuando con el inventario de lo real y esforzéndome por determinar el momento de la cristalizacién simbélica, me encontré un dia, de medo natural, en las puertas de la psico- logia jungiana. La civilizacién europea se caracteriza: por la presencia, en el seno de lo que Jung llama el Inconsciente co- lectivo, de un arquetipo: expresién de los malos instintos, de lo oseuro inherente a todo Yo, del salvaje no civilizado, del negro que dormita en todo blanco. Jung afirma haber compro- bado en los pueblos no civilizados la presencia de la misma es- tructura psfquiea que reproduce su diagrama, Personalmente, pienso que Jung se ha excedido, Por otra parte, todos los pue- blos que conocié —indios, pueblos de Arizona a negros de Ke- nia en Africa Occidental briténica— tuvieron contactos més ‘© menos trauméticos con los blancos. Dijimos mas arriba que, en sus hondas fantasies, el joven antillano jamés es negro; lo que nosotros hemos intentado es mostrar a qué corresponde este fenémeno. Jung sitiia el ineonsciente colectivo en la sus- tancia cerebral heredada, Mas, sin necesidad de recurrir a los genes, el. inconsciente colective es sencillamente el conjunto de prejuicios, mitos, actitudes eolectivas de un grupo deter- minado.' Se ha dicho, por ejemplo, que los judios instalados en Israel crearan en menos de cien afios un ineonsciente colec- tivo diferente del que tenfan en 1945 en los paises de los que fueron expulsados. En el plano de Ja discusién fllos6fica se suscita con esto el viejo problema del instinto y el habito; el instinto que es innato (ya sabemos a que ateriernos respecto de esta “inna- teidad”), invariable, espectfico; el habito que es adguirido. A este respecto habria que demostrar sin mds que Jung con- funde instinto y habito. Segiin él, en efecto, el inconsciente colectivo es solidario de la estrucura cerebral, y los mitos y arquetipos engramas permanentes de la especie, Esperamos haber demostrago que esto no es asi en absoluto y que, en rea 155 lidad, este inconsefente colectivo es cultural, es decir, adqui- ido.’ Un joven campesino de los Cérpatos viviendo’ en las condicfones fisicas de la rezién se encontrard un dia pade. ciendo un mixedema; de la misma manera, un negro somo Re é Maran, habiendo vivido en Francia, respirado e inge- rido los mitos y prejuicios de la Europa racista, asimilatio el inconsciente colectivo de esta Europa, tendré que consta. tar, si so desdobla, su odio al negro. Veamos qué fortuna consigue esta idea: en Europa el Mal evté reprosentado vor el negro. {Se comprende? Hay que ir suavemente, ya lo sabe. mos, pero no deja de ser diffeil, El verduga es al hombre negro, bien se aplique esto a la suciedad fisiea o a In moral Habria grandes sorpresas si nos toméramos la molestia de reunir la gran cantidad de expresiones que hacen del negro él _pecado, En Europa, concreta o simbélicamente, 61 negro representa el lado malo de la personalidad. Mientras no se haya comprendido esta proposicién nos condensmos a hablar en vano sobre el “problema negro”, El negro, lo oscaro, la sombra, las tinieblss, ls noche, los laberintos de la tierra, las profundidades abisales, manchar (de negro) la reputaelén do alguien; y en el otro lado: t2 mirada clara de la inoceneia, la dianea paloma de la paz, la luz maravillosa, paradistaca, Un magnifico nifio rubic inta paz en su expresién, eudnta alegria y, sobre todo, cudnta esperanza! Nada en comtin con un magnifico nifio negro: literalmente es una cosa insélita, De todas maneras, me absuelvo de remitirme ahora a las his- torias de angeles negros. En Europa, es decir, en todos los paises civilizados y civilizadores, el negro simboliza el peca- do. El arquetipo de los valores inferiores esta representado por el negro, Esta antinomia es precisamente la que se en- cuentra en el sofiar despierto de Desoille. ;Cémo explicar, por ejemplo, que el inconsciente represente las cualidades bajas © inferiores con un color negro? En el caso’ de Desoille —en el que, sin juego de palabras, la situacion es més elara— se trata evidentemente de bajar 0 subir. Cuando bajo veo caver- nas, gTutas en donde danzan salvajes. Es importante no equi- Voearse a este respecto, Es una de las sesiones del sofiar des. Pierto que nos comunica Desoille, vamos a unos galos en una 156 caverna, caramba, esto suena familiar, consecuencia quizé de “nuestros padres los galos...”. Creo qu2 nos hemos de volver un tanto nifios para comprender algunas realidades psiquicas. En esto Jung es un innovador: quiere bucear en la juventud del mundo, pero se equivoca de mode singular: no pasa de la javentud de Europa. En lo més profundo del inconsciente europeo se ha elabo- rado un “sedinaen!o” exeesivamente negro, donde dormitan los impulsos més inmorales y los deseos menos confesables. Y como tode hombre asciende hacia Is blancura y la luz, el europeo ha tenido a bien rechazar ose no civilizado que intentaba pre- servarse. Cuando la civilizacién europea entré en contacto con el mundo negro, con estos pueblos de salvajes eran el princi- pio, la génesis del mal, Jung asimila regularmente exético (extranjero) a oscu- ridad, a mala inelinacién, y tiene toda la razén, Este meca- nismo de proyeccion o, si se prefiere, de transitivismo, ya lo ha descrito el psiccandlisis clisieo. En Ia medida en que yo descubro en mi algo insélite, reprendible, sélo me queda una solucién: doserabarazarme de ello, atribuir su paternidad a otro, De esta manera pongo fin a un eireuito tensional que podria comprometer ini equilibrio. En el sofiar despierto, hay que poner mucho euidado en las primeras sesiones, porque no es bueno que 12 bajada se acometa con demasiada Tapidez, Es neeesario que el sujeto coniozea los mecanismes de sublima- cién antes ‘dal menor contacto con lo inconsciente, Si en la primera esvena aparece un negro hay que deshacerse de él inmediatamente; para ello, propégase al sujeto una esezlera, una cuerda, o invitesele a dejarse llevar en una hélice. El negro, con toda seguridad, se queda en su agujero. Eu Euro- pa el negro tiens su funcidn: representar los sentimientos infe- riores, las malas inelinaciones, el lado oscuro del alma. En el ineonseiente coleclivo del komo occidentalis el negro, 0 si se prefiere, el color negro, simboliza el mal, el pecado, la miseria, Ja muerte, la guerra, el hatabre, Todas las aves de presa son negras. En Martinica, que es un pafs europeo por su incons- ciente colestivo, se dice (cuando un negro “bleu” te hace una visita): “A ver qué desgracia nos trae”. 187 ‘Sin embargo, el inconsciente colectivo no os herencia cere- bral. Es la consecuencia de lo’ que yo ilamaria la imposicién cultural irreflexionada, Por tanto, nada asombroso hay en el hecho de que un antillano, sometido al método del sofiar des. pierto, reviva ios mismos fantasmas que wn europco. ES que 1 antillano tiene el mismo inconsciente colectivo que el europeo, Si se ha entendido'lo anterior ya podemos enuneiar la eon- lusién siguienta: es normal que el antillano sea negréfobo, Mediante el inconsciente colectivo, el antillano ha hecho suyos todos los arquetipos de} europeo, El anima del negro antilleno es casi siempre wna blanca, Iguaimente, e] animus de los anti- anos es siempre un blanco. Porque ni Anatole France ni Balzac ui ninguna otro de “nuestros” novelistas mencionan esa mujer negra vaporosa y, sin embargo, presente, ni el sombrio Apollon de ojos centellantes...! Pobre, he sido traicionado, he hablado de Apollon! Nada, nada, yo soy un blanco. Ahora bien, inconscientemente, desconfio ‘de Jo que hay en mi de neers, es decir, de la totalided de mi ser, Yo soy un negro, pero, naturelmente, no lo sé, puesto que Jo soy, En casa, mi madre me canta en franeés romances en Jos que nunca se habla de negros. Cuando desobedezco, enando hago demasiado ruido, me dicen que “no haga el negro”, ‘Un poco después leemos libros blancos y asimilamas, poco a poco, los prejuicios, mitos y folklore que nos vienen de Europa. Pero no lo aceptaremos todo, porque algunos preju cios no son aplicables a las Antillas. Por ejempio, el antise- mitismo no existe, pues no hay ju fos, 0 tan pocos que no me- rece la pena. Sin recurrir a la nocién de catarsis colectiva facil me seria demostrar que el negro se escoge irreflexiva- mente objeto susceptibie de levar el pecado original. El blan- co escoge para este papel al negro, y el negro que es un blanco escoge también al negro, El negro antillano es esclavo de esta imposicién cultural. Tras haber sido esclavo del blaneo, se aute- esclaviza, El negro es, en toda la acepeién de la palabra, tma victima de la eivilizacién blanca. No es, pues, asombroso que las ereaciones artfsticas de los poetas antillanos no leven con igo ninguna impronta especifica: son blancos. Volviendo a la psicopatologia digamos que el negro vive una ambigiiedad extra- 188 ordinariamente neurética. A los veinte aifos, ex decir, en el momento en que el inconsciente colectivo se pierde, mis 0 menos, 0 es menos difici] de reducir al nivel de Io conscien- te, el antillano se da cuenta de que vive en el error. {Por qué? Sencillamente, porque (esto es muy importante) el anti- llano se conoce entonces como negro, pero, por un desiiza- miento ético, se da cuenta (inconsciente colectivo) de que se. es negro en la medida en que se es malo, flojo, instintivo, Todo.lo que se opone a estas maneras de ser negro es blanco, Aquf reside el origen de Ia negrofobia del antillano, En el ineonsciente colectivo, negro = feo, pecado, tinieblas, tnmo- ral. O dicho de otra manera: es negro aquel que e3 inmoral, Si en mi vida me comporto como un hombre moral, no soy fen absoluto negro. De aqui, en Martinica, la costumbre de decir de un blanco que tiene el alma negra. El color no es nada, ni siquiera lo veo, sélo conozco una cos, y e3 Ja. pure- za de mi conciencia y la blancura de mi alma. “Mi, blanco como nieve”, que deeia el otro. La imposicion cultural s¢ ejerce fécilmente en Marti- nica, EI deslizamiento ético no halla obstaculos. Pero el ver- dadero blanco me espera. Me dird a la pritnera ocasiOn que no basta con que Ja intencién sea blanca, sino que es vecesario realizar una totalidad blanca. Sé6lo en este momento tomo conciencia eventualmente de la traicién, Concluyamos. Un antillano es blanco por el inconsciente colectivo, por una gran parte del inconsciente personal y por casi todo el proceso de su individualizacién, Bl color de su piel, del cual no se héce mencién en Jung, es negro, Todas las incomprensiones. pro- vienen de este quid pro quo. Césaire “descubrié sa cobardia” mientras preparaba en Francia su licenciatura en letras. Supo que era una cobardia, pero no pudo nunca decir por qué. Sintié que era absurdo. idiota, yo dirfa incluso malsano, pero lo cierto es que én nin- guno de sus escritos se ve rastro de los mecanismos de esta cobardia. Y es que habia que reducir a la nada la situacién presente y hacer un esfuerzo por aprehender lo real con un alma de nifio. El negro del tranvia era cémico y feo. Segu- ramente que Céssire se divirtié. Cierto que no habia nada : 158 en comin entre aguel verdadero negro y él, En un efreule de blancos, en Francia, so presenta ua hermoso negro, Si es un circulo de intelectuales, estemos seguros de que el negro inten. tard imponerse. Pediré’ que no se repare en su piel, sino solamente en su eapacidad intelectual, En Martinica son mu. chos fos que, a los veinte o treinta afios, se ponen a trabajar & Montesquieu 0 a Claudel eon el dinice fin de citarlos, Por- gue gracias al conochmionto de estos autores aspirai a que se pase por alto sa negrara, Ja conciencia moral implica una suerte de escisién, una rupttra de le conciencia, con una parte himinota gue se opone a la umbria, Para que haya moral es necesario que desapa- rezea de la conciencia lo negro, lo oscuro, el negro, Con lo cual, un negro combate en todo momento su imagen, Si, paralelamente, se acepta de Hesnard su concepcién ientifica de la vida moral, y si el universo mérbido se com- prende a partir de la Falta y Ja Culpabilidad, un individuo Normal sera aquél que se sepa descargar de esa cuipabilidad © bien consiga, a lo menos, no sufrirla, Més directamenie, todo individuo debe rechazar sus instancias inferiores, sus impulsos y cargarlos en la cuenta de un genio malo que sera el de Ia cultura a Ia’ que pertenece (ya vimos que ese genio malo era el negro). Hsta culpahilidad colectiva se soporta sobre lo que se ha convenido en llamar “una cabeza de turco” La cabeza de tured para una sociedad blanea —basada en Jos mitos: progress, civilizacién, liberalismo, educacién, luz, finura— seré precisamente aquella fuerza que se oponga a Ja expansion y victoria de estos mitos. Esta fuerea brutal, oposicional, la proporciona cl negro, En la sociedad antillana, donde los mitos son los mismos ‘que los da la sociedad de Difén o Niza, el joven negro, identifi. eandose con el civilizedor, haré del negro cabera de turco de su vida moral, y sobre este burro de carga cargara todas sus Gesdichas, Comprends el valor de lo que ahora llamo imposicién cul- tural a los eatoree afios, Tuve un compaficro, fallecido des- pués, cuyo padre, un italiano, se habia casado con una marti miguesa, Hste hombre lievaba en Fort-de-France mas de veinte 160 Uy ios. Se le considersha un antillano, pero por lo bajo-n0 ‘sa Slvdabe ou origen, Da Francia fulane militarmente ha- blando, no vale nada; un francés vale por dies italianos; los italiands no son valientes... Mi compaiiero habia nacido en Martinica y sdlo frecuentaba a martiniqueses. Cierto dia en que Montgomery puso en fuga al ejército italiano en Bengazi, quise constatar sobre un mapa el avance aliado. Ante la evi- dente ganacie, de terreno, exclamé con (entusiasmo: * {No dais ana...!” Me compafero, que no podia ignorar el origen de su padre, se molest extraordinariamente. Yo quedé también bastante aturdide. Los dos habiamos sido victimas de la im- posicién cultural Estoy convencido G2 que quien comprenda este fenémeno y todas sus consecuencias sabe exactamente en qué sentido busear 1a solueién. Bscuchomos a] Rebelde “Sube... sube deste las profundidades de !a tierra... le marea negra sube... oleadas de rugidos... chareas de olores animales... el hurecén rabioso de pies desnudos agitando siempre a otros que descienden los senderos de los montes, es- culpiendo la escarpadura de Jas torrenteras, obscenos 7 salva~ Jes preindores de rios eadtices, de mares padrides, de oeéanos convulsivos, en la risa carbuncosa de la cuchilla y el alcohol malo...” uSe ha comprendido? Cészire bajé. Quiso ver lo que ccurrfa on el fondo, y ahora puede subir, Wsti maduro para la aurora, Pero no'deja al negro ahejo. Lo acarrea en sus hombros y lo iza a las nubee, Ya nos habia prevenido en Cahier un retour au pays natal, Césaire escogi6 el psiguismo ascen- sional, valga la expresiOn de Bachelard @; “y, por eso, Sefior de los dientes blancos a los hombres dz cuello débil : recibes y percibes fatal calma triangular ya mt mis danzas ‘mis danzas de mal negro a mi mis dancas St Lair of les songer, 161 Is danza rompe-dogel Ia danza salta-prision Ia. danza s-hermoso-y-legitimo-ser negro A mi mis denzas y salta el sol en la raqueta de mis manos pero no el desigual gol ya no me basta enréllate, viento, en torno a mi nuevo crecimiento ponte on mis dedos meeswerados te entrego mi concionsia y su ritmo de carne te entrego los fucgos donde se asa mi debilidad te entrego el chain-Gang te entrego la marisma te entrego el inturist del cirewito triangular devora viento te entrogo mis palabras abruptas dendrate y enrdllate u al cnrollarts con un estremecimiento més vasto abrézame hasta el furioso “nos” abraza, abraze NOS pero habiéndonos también mordido mordido hasta la sangre de nuestra sangre abraza, mi pureza no s¢ une més con tu guveza pero entonces abraza toma un campo de justes filaos el atardecer y ata, diame sin remordimientos y ata, dtame sin remordimientos tame con tus vasios brazas a la areilla kumtinasa ata mi negra vibracion al mismo ombligo det mundla ata, dtame fraternidad éspera luego, estranguldnilome con tu lazo de estrellas sue, Paloma sube sube sube Yo te sigo, impresa en mi ancestral cornea blanca 162 sube, lamedor de cielo y el'gran agufero negra donde yo queria. ahogarme la otra luna jjalli es donde quiero peseur ahora la lengua maléfica de ta noche en su inmévil vidriacién” 1 Sc comprende ahora que Sartre vea en la toma de posi- efdn marxiste de los poetas negros el fin rico de la negritad Veamos, en efecto, Jo que ocurre Al darme cuenta de que el negro es el situbolo del pecads, me opongo @ odiar al negro. Pero entonces compruebo que yo soy negro. Para escapar al conflieta, dos soluciones, Q bien pido a los otros que no reparen en mi piel, o bien, por el contrario, quiero que la per- ciben y bien. Intento valorizar lo que es mala, puesto que irre- flexivamente, he admitido que el negro era.el color del mal, Para poner fin a esta situacién neurética, en la que me veo abligada a escoger una solucién malsana, conflictual, alimentada de fan- tasmas, antagonista, inkumena en diltima instaneia, sélo tengo una solucién; sobrevolar este drama absurdo que los demas han organizado a mi alrededor, apartar estos dos términas que son inaceptables de modo semejante y, a través de un humano particular, tender hacia lo universal. Cuando el negro se gam- bulle, dicho de otrs manera “baja”, algo extraordinario tiene lugar. Bscuchemos, una vez més, a Césaire: “Ho, ho Su poder esté bien anclado “Adquirido Requerido Mis manes se.baien en brefiales de mandioca En arrozales de achiote ¥ tengo prefiada mi calabaca de estrellas Pero estoy débil. Oh estoy abil. Agnudadme ¥ aqui vuelvo a hallar al hilo de la metomorfosis De lo dieses... no sois dioses. Soy libre.” x ® Aimé Ctasize Cahier d'un retour au poys natal, pfige, 4.06. 163 “E] Rebelde”: ‘Tengo un pacto con esta noche, siento que me llama dulcemente desde hace veinte afios... ‘Una ver descubierta esa noche, es decir, el sentido de su identidad, Césaire constata, primero que: “Queda bien pintar blanco el pie del arbol, Ia fuerza de Ja corteza grita por debajo...” Después, descubierto el blanco que hay en él, lo mata: “Porzamos las puertas. La alcoba del sefior, abjerta, era grande. La alcoba del sefior estaba brillantemente iluminada y el sefior estaba allf muy tranquilo... y los nuestros se detu- vieron... Bra el sefior... Yo entré, Eres ti, me dijo con mu- cha calma... Era yo, Bra yo, sin duda, le decia yo, el escla- vo bueno, el esclavo fiel, el esclavo y de repente sus ojos fue- ron dos animalitos atemorizados en dias de lluvia... yo gol- peaba, Ja sangre mané a chorro: éste es el tinico bautiemo que hoy recuerdo.” “Por una inesperada y benefactora revolucién interior, honraba ahora sus repulsivas deformidades.” * Qué més podemos decir? Después de haberse Hevado hasta los limites de la auto-destruccién, el negro, meticulosa- mente, salta al “agujero negro” donde fundiré “con tanta du- reza el gran grito negro que conmoverd los cimientos del mundo”, El europeo sabe y no sabe. En el plano reflexive un ne- gro es un negro; pero en el: insconsciente esté bien, bien apa- lancada, la imagen del negro-salvaje. Podria dar no ya diez, sino milés de’ ejemplos, Georges Mounin dice en Présence Africaine: “Tuve la suerte de no descubrir los negros a tra- vés de la Mentalidad primitiva, de Lévy-Bruhl, en el curso de sociologia; por lo general, la posibilidad, de descubrir a los negros de una manera distinta que por las lecturas, y yo me felicito por ello todos los dias. 9 Bet les chiens 90 teisaient, tagedia (Lee armes miraculeusee, pa- sginas 144 y 128) © A, Césaire, op. cit, pag. 136. % Pagina 65. a i a 5 Primeras respuestas @ la encuesta sobre el “Mito del negro”, Prégence africaine, nim. 2 164 Mounin, a quien dificilmente podria considererse un francés medio, afiade (con lo cual salta a nuestra éptica): “As{ pude aprender, en la época en que el eapfritu no estd prevenido, gue los negros son hombres como nosotros... Tuve la posibilidad, yo blanco, de ser natural para siempre con un negro... y de no estar nunca ante él estépida y sutilmente en esa posicién de buseador etnogréfico que demasiadas veces es sin duda nuestra insoportable manera de reinstalarlos en su lugar...” En el mismo mimero de Présence africaine, Emile Der- menghem, nada sospechoso de negrofobia, escribe: “Uno de mis recuerdos de la infancia es una visita a Ia Exposieién Universal de 1900, en la cual mi principal preceupacién con- sistia en ver un negro. Mi imaginacién estaba exeitada natu- ralmente por lecturas como Un capitin de quince aos. Las aventuras de Robert, Los viajes de Livingstone.” Emile Dermenghem nos dice que eso expresaba en él un“ gusto por el exotismo. Estoy dispuesto, mis dos mancs en las, suyas, a creer al Dermenghem del artfeulo, pero le pido per- miso para dudar del Dermenghem de la Exposicién de 1900. Yo bien quisiera volver sobre los temas que vienen agi téndose desde hace cineuenta afios. Eseribir sobre las posibi- idades de una amistad negra es una empresa generosa, pero desgraciadamente los negréfobos y otros principes consortes son impermeables a la generosidad, Cuando leemos: “Un ne- gro es un saivaje, y para dirigir salvajes s6lo hay un método: patadas en las nalgas”, pensamos desde nuestra mesa de tra- bajo, que “todas estas imbecilidades deben desapareczr”, Pe- ro sobre eso todo el mundo esté de acuerdo, Jacques Howlett eseribe en Présence africoine (nim. 6): “Dos cosas, ademas, contribuyeron, al parecer, a este alejamiento del negro en el mundo del otro, por supuesto conmigo: el color de su piel y su desnudez, porque yo imaginaba al negro desnudo, Ciertamen- te, es posible que determinados elementos superficiales (seria dificil decir hasta qué punto siguen frecuentando nuestras ideas nuevas o nuestras concepciones revisadas) recibriesen a veces aquel ser lejano, negro y desnudo, casi inexistentes como el buen negro con chechia y amplia sonrisa a lo Fernan- 165 del, simbolo del desayuno con chocolate, 0 ef bravo piupiu se- negalés “esclavo de la consigna”, un Don Quijote sin grande- za, ‘héroe buen chico’ de todo lo que sale a relucir en la ‘epo- peya colonial, o, en fin, ¢1 negro ‘hombre-a-convertir’, ‘hijo sumiso’ del misionero con barba.” En la continuacién de su comunicacién, Jacques Howlett nos dice que, por reaccién, habia hecho al negro simbalo de Ia inocencia, Nos da la razén, pero tenemos derecho a pensar que ya no tenfa ocho affos, porque nos habla de “mala con- ciencia de la sexualidad” y del “solipsismo”. Por lo demés, estoy convencido de que Jacques Howlett ha dejado atrés, esa “inoceneia de gran adulto”. Sin duda ninguna el testimonio més interesante es el de Michel Salomon, Aungue é1 diga que no, apesta a racista, Es judio, tiene una “experiencia milenaria del antisemitismo”, y sin embargo es racista, Eseuchémosle: “Pero negar que su piel y su melena y esa aureola de sensualidad que (el ne- gro) despide no provocan espontaneamente una cierta inco- modidad, atractiva o repulsive, es nezar la evidencia en nombre de una gazmofierfa absurda que jamds ha resuelto nada...” Més adelante nos habla incluso de la “prodigiosa vitalidad del negro”. 7 El estudio de M. Salomon nos da a entender que es mé- ico, Asi, habra que desconfiar de esas perspectivas litera- rias acientificas. B] japonés y el chino son diez veces mis prolifices que el nogro: ison por eso sensuales? Y, ademas, M, Salomon, me permito hacerle una confesién: munca ke no- dido evitar las nduseas cuando he ofdo a un hombre decir de otro: “;Qué sensual es!” No sé qué es la sensualidad de un hombre, Imaginese a una mujer diciendo a otra: “fs terrible- mente apetitosa, esta mufieca...” Sefior Salomon, el negro no despide una aureola de sensualided de su piel ni de su me- Jena. Lo amico que ocurre es que, al cabo de largos dias y largas noches, la imagen del negro-biol6gico-sexual-sensual- genital se le ha impuesto a usted, y usted no ha sabido qui térsela de encima. El ojo no es solamente espejo, sino espejo rectifieador. E] ojo tiene que permitirnos corregir los erro- res culturales. No digo los ojos, digo cl ojo, y ya se sabe 166 a dénde remite este ojo; no a la cisura caledirea, sino a ese muy igual fulgor que brota del rojo de Van Gogh, que resba~ la en un concierto de Tchaikowsky, que se deja llevar por el vocerio vermicular de Gésaire. E] problema negro no se resuelve 0 reduce al de los ne- gtos que viven entre blancos, pues muchos més negros son explatados, esclavizados, despreciados por una sociedad capi- talista, colonialista, accidentalmente blanca. Usted se pregun- ta, seiior Salomon, lo que usted harfa “si, hubjese ochocientos mil negros en Francia”; porque para usted hay un problema, el problema del ascenso de los negros, el problema del peligro negro. El martinigués es un francés, quiere permanecer en el seno de la Unidn Francesa, s6lo pide una cosa el. martiniqués, ¥ es que los imbéciles y los explotadores le dejen la posibi dad de vivir humanamente. Yo me veo totalmente perdido; sumergido por la marea blanca que constituirian hombres como Sartre 0 Aragon, yo sélo pediria cso, Usted, Salomon, dice que nada se gana con gazmofierfa, y estoy de acuerdo. Qué historia es ésta del pueblo negro, de la nacionalidad caséndome con una europea cualquiera; le aseguro que no es toy jugando los despropésitos. Si, s¢ olisquea 2 mis hijos, si se examina el blanco de sus ufias, entonces es que, sencilla- mente, la sociedad no ha cambiado, sino que ha mantenido intacta su mitologia, como usted bien dice, Por nuestra par- te, nos negamos a considerar el problema segin la formula: o bien..., 0 bien... iQué historia es ésta del pueblo negro, de la nacionalidad negra? Yo soy francés, Estoy nteresado en la cultura fran- vesa, en la civilizacién francesa, en el pueblo francés. Nos negamos a considerarnos “‘colaterales”, vivimos de leno el drama francés, Cuando unos hombres, 0 fundamentalmente malos, sino mixtificados, invadieron Francia para reducirla a la servidumbre, mi oficio de franeés me indie6 que mi lugar estaba no junto-a, sino en el centro del problems. Me intere- sa personalmente el’ destino francés, los valores francesca, ln’ nacién francesa. {Qué me va o me vien¢ a mi con un Imoperio negro? Georges Mounin, Dermenghem, Howlett, Salomon tuvie~ : 167 ron a bien responder a la encuesta sobre la génesis del mito de negro. Todos nos han convencido de una cosa, y es que la auténtica captacién de la realidad del negro tenia que hacerse en detrimento de Ia eristalizscién cultural. Hace poco lei en un periédico para nifios una frase que ilustraba una imagen en la que un joven scout negro presen- taba un pueblo negro a tres o cuatro scouts blancos: “Esta ¢s la caldera donde mis antepasados cocian a los. vuestros.” Ya se admite de buena gana que los negros antrop6fagos han desaparecido, pero no hay porqué olvidar aue...’En rigor, por lo demés, pienso que el autor hacia, sin saberlo, un gran servicio a los negros. Porque el joven blanco que lo lea ya no se representaré al negro comiéndose un blanco, sino habién- doselo comido ya. Incuestionablemente, esto os un progreso. Antes de terminar este capitulo quisiera comunicar una observacién que debemos a la cortesfa del médico del servicio de mujeres del hospital psiquiétrico de Saint-Ylie. Esta ob- servacién ilumina el punto de vista que defendemos aqui, Indiea que, en el limite del mito del negro, Ia idea del negro Wega a veces a determinar una auténtica alienacién, La sefforita B... de diecinueve afios a su entrada en el servicio en el mes de marzo de 19... El certifieado esté redac- tado como sigue: “El que suseribe, doctor P..., ex interno de los Hospitales de Paris, certifico haber examinado a la se- florita B..., afectada de crisis nerviosas consistentes en tras- tornos de agitacién, inestabilidad motriz, ties, espasmos cons- cientes, pero que no puede impedir, Estos trastornos van in crescendo y no le permiten Hevar una vida social normal. Es necesario su internamiento en un eantro de observacién regi- do por la ley de de 1838 y por via de internamiento voluntario.” El certificado de veinticuatro horas establecido por el médico jefe reza asi: “Atacada por una neurosis de ties sobre- venida a la edad de diez afios, agravada en la pubertad y con Jos primeros trabajos fuera de su casa. DepresiOn pasajera con ansiedad junto con’ una intensifieacién de los sintomas. Obesidad. Precisa ser atendida, Tranquila cuando esté acom- pafiada. Enferma de servicio abierto, A mantener.” En los antecedentes personales no se cita ningin desarro- 168 lo patolégico, Solo se recoje una pubertad a los dieciséis afios. El reconocimiento somético no revel nada, salvo adi- posidad, infiltracién minima de los tegumentos, lo cual hace pensar en una insuficiencia endocrina leve, Perfodos mens- ‘truales normales, ‘Una entrevista permite precisar los siguientes extremos: “Los ties aparecen sobre todo cuando trabajo” (la en- ferma estaba empleada y vivia fuera del medio paterno), Tic de ojos y frente; respiracién entrecortada, Duerme muy bien, sin pesadillas, se alimenta bien. No est4 enervada los dfas de reglas, En la cama, antes de dormirse, ties ner- viosos faciales en cantidad. Opinién de la vigilante: esto ocurre, sobre todo, cuando est sola. Cuando esté con las demés o en conversacién son menos marcados. El tie depende de lo que hace. Comienza.. dando golpecitos con los pies, luego se deja ir levantando los pies, las piernas, los brazos y los hombros, simétricamente, ‘Articula sonidos. Nunea se pudo comprender lo que de- cia, Después, termina dando gritos muy fuertes, inarticula- dos, En cuanto se la. lama, deja de actuar asf El médico jefe comienza las sesiones de ascciacién libre. Una entrevista previa pone de manifiesto la existencia de alu- cinaciones on forma de cfreulos horribles; se pide a la enfer- ‘ma que evoque estos circulos. ‘Veamos un extracto del informe de la primera sesién: “Profundos, concéntricos, aumentan y disminuyen al rit- ‘mo de un tam-tam negro. Este tam-tam evoca el peligro de perder a sus padres, a su madre principalmente. "Le digo entonces que haga el signo de la eruz sobre estos cireulos, lo hace, pero no desaparecen. Le digo que aga- tre un trapo y los borre; desaparecen. "Vuelve hacia el lado del tam-tam. La rodean hombres y mujeres casi desnudos, que danzan de modo horripilante. Le digo que no tema entrar en esta danza. Lo hace. Inmediata- mente, los danzantes cambian de aspecto, La reunién es en- tonces brillante. Los hombres y mujeres aparecen bien vesti- dos y bailan un vals: Estrella de las Nieves. 168 "Le digo que se aproxime a los circulos; ya no los ve, ‘Le digo que los evoque; lo consigue, pero estén rotos, Le digo que entre por la abertura. Ya no estoy rodeada del todo, dice espontineamente, podria volver a salir. Bl circulo se rompe en dos, después en varios trozos, Ya solo quedan dos trozos, que al final desaparecen, Muchos ties de garganta y ojos durante su relato. "Una serie de sesiones calman algo la agitacién motriz.” Resumen de otra sesién: “Le digo que recuerde los cireulos. No los ve. Luego, si, Estan rotos. Entra dentro, Se rompen, se levantan, luego caen suavemente unos iras otros, en el vacio. Le digo que escuche el tam-tam. No lo aye, Lo llama. Lo oye por su inquierda. "Le propongo un Angel para acompafiarla hasta el tam- tam: quiere ir completamente sola, No obstante, alguien baja del cielo, Es un angel; la lleva cerca del tam-tam, Sélo se ven hombres negros que danzan alrededor de un gran fuego; tie- nen un aspecto malvado, BW] Angel les pregunta qué van a yhaeer: van 2 quemar un blanco, Lo busea por todas part pero no Jo encuentra. "{Ah! Ya lo veo. Es un blanco de unos cincuenta afios, Bsté medio desnudo. "B] énge] habla con el jefe negro’ (pues ella tiene miedo). El jefe negro dice que este hombre blaneo no es de la regién, por eso van a quemarlo. Pero no ha hecho dafio ninguno, "Le ponen en libertad y se ponen otra vex a danzar de alegria. Ella no quiere participar en la danza. "Yo la envio a parlamentar con el jefe. Este esta bai- Jando solo, E] blanco ha desaparecido. Ella quiere partir y no parece tener ganas de conocer a los negros. Quiere mar- charse con su Sngel a alguna parte en donde esté a gusto, con su madre, sus hermanos y hermanas.” __ Los tice desaparecen, por lo cual se interrumpe «1 trata- miento. Unos dias después se vuelve » recibir a la enferma, que ha recaido, Informe de la sesién: 110 “Otra ver: los cfreulos, ahora més préximos. Agarra un bastén, Se rompe en pedazos. Es una varita magica. ‘Trans- forma esos trozos de hierro en una materia brillante muy hermosa, "Se dirige hacia un fuego: es el fuego de los negros que Ganzan. Quiere conocer al jefe. Va hacia él: "EI negro, que habia interrumpido su danza, la reem- prende de nuevo, pero con otro ritmo, Ella baila alrededor Gel fuego dando la mano. "Las sesiones han mejorado notablemente a la enferma, Escribe a sus padres, recibe visitas, asiste a las sesiones de cine de} establecimiento. Toma parte en los juegos del grupo. Una enferma toca un vals en cl piano dol pabellén, invita a una compafiera y, baila. Sus compaiteras la estiman mucho.” Resumen de otra sesién: “Yuelve a pensar en los efreulos, Se han compuesto en ~ una sola pieza, pero falta un trozo a la derecha, Los més pequefios estén enteros. Le gustaria romper los pequefios, Los toma con lax manos, los retuerce; se rompen. Sin em- Dargo, queda uno nequefio, Pasa a través de él, Al otro lado se encuentra en lg oscuridad. No tiene miedo, Llama a al- guien, su dngel guardién viene desde lo alto, gentil, sonriente. Se la eva hacia el dia, a la derecha.” La asociacién libre dio en este caso resultados aprecia- ples, Pero en cuanto la enferma se quedaba sola, los ties re- apareefan. No queremos extendernos sobre la infraestructura de esta psiconeurosis, E] interrogatorio del médico jefe habla puesto de relieve un miedo a negros imaginarios..., miedo vivido a los doce afios. ‘Tuve muchas entrevistas con la enferma, Cuando tenis diez o doce afios, su padre “‘antiguo de Ta Colonial”, gustaba sintonizar los programas de musica ne- gra, E] tam-tam retumbaba en la casa todas las noches. A tuna hora en que elia estaba en la cama. Por otra parte, como dijimos, los negros.salvajes-caniba- les apareven, precisamente en esta ép0ca. 1m i i | Bl winculo os tcilmente reconcile Ademés, sus hermanos y hermanas, que la habi eek! su punto débil, se divertian ‘asustandola fi ane . n su cama, el tam-tam retumbando en su oido, veia efec- tivamente negros. Se refugiaba debajo de las sdbanas tem. blando, Después aparecian unos circulos cad: Ais i ue alomizaban a tos negros. er es 8 circulos sirven como i tos cos stele meeanismos de defensa contra Hoy, los cireulos aparecen sin el ne i 5 10 : ‘gro, elm: defensa se impone haciendo Ignorar su determinism _,, He conocido a la madre Confirmé los recuerdos de su hija, Era muy emotiva y, a los doce afios, en su cama, solia ‘temblar. Mi presencia en el servicio no provocé ninguna mo- difieacién visible de su estado mental, Ahora, son los cfreulos, ellos solos, los que los fendmenos motores: grito: scales, gestieulstones les fenémen gritos, tics faciales, gesticulaciones Incluso pensando en Ja constitucién propia de la enfer- ma, es evidente que esta alienacién es consecuencia de un miedo al negro, miedo favorecido por circunstancias determi. nadas. Aunque la enferma ha mojorado nctablemente, es du- doso que pueda algiin dia volver a llevar una vida soeial normal, 12 Vil. EL NEGRO Y EL RECONOCIMIENTO A) EL NEGRO Y ADLER “Por cualquier lado que se aborde el anélisis de los esta- dos morbosos psicégenos, pronto se topa con el fendmeno si- guiente: todo el cuadro de la neurosis, asi como todos sus sin- tomas, parecen influenciados por un objetivo final, o como proyeceiones de este objetivo final. Cabe también atribuir a este fin el valor de una causa formativa, el de un principio de orientacién, arreglo y coordinacién, Inténtese comprender el ‘sentido’ y Ia direccién de los fenémenos mérbidos, sin tener ‘en cuenta este objetivo final, y bien pronto se toparé con una caética multitud de tendencias, impulsos, debilidades y anoma- Yias, capaz de desanimar a unos y de suscitar en otros e] te- merario deseo de penetrar cueste Io que cueste en las tinieblas, a riesgo de volverse con las manos vacfos o con un botin ila- sorio. Si, al contrario, se admite la hipdtesis del objetivo final o de una finalidad causal, oculta tras los fenémenos, se ‘ver& cémo desaparecen prontamente las tinieblas; entonces ya podemos leer en el alma del enfermo como en un libro abierto.”* 1 Alfred Adler, Le tempéramont norvour, pig. 12. 178 Las mixtificaciones més estremecedoras de nuestra épo- ca se estudian también a partir de posiciones teéricas anélo- gas. Por tanto, apliquemos la psicologia caracterial a las Antillas. Los negros viven comparando. Primera verdad. Viven comparando, 0 sea que en todo momento estarén preocupados por su autovaloracién y el ideal del yo. Siempre que entran en contacto con otro surge ‘en ellos el problema del valor y ol mérito. Los antillanos no tienen valor propio, son siempre tributarios de Ja aparicién del Otro, So trata siempre de me- hos inteligente que yo, mas negro que yo, menos bien que yo. Toda posicién de sf, todo anclaje de si tiene relaciones de dependencia con el resquebrajamiento del otro. Yo construyo mi viritidad sobre las ruinas de quienes me rodean, A los martiniqueses que me len les propongo la siguien- te experiencia. Determinar qué calles de Fort-de-France se parecen (comparacién) més. La calle Schoelcher, Vietor Hugo..., no, ciertamente, la calle Frangois-Arago, El marti. nigués que acepte llevar a cabo esta experiencia seré-de mi opinién en la exacta medida en que no se deje crispar al verse descubierto, Un antillano que se encuentra con un co afiero al cabo de cinco o seis. afios lo aborda agresivamente, Ambas tenfan en tiempos una posicién determinada, Bl infe. riorizado eree valorizarse.... y el superior tiende a la jerarquta. “No has cambiado nada..., sigues tan zopenco.” Conozeo, sin embargo, médicos y dentistas que siguen en- golfandose en los errores concepttiales viejos ya de quince afios. Mejor que unos errores conceptuales son ciertos “crio- Mismos” que se lanzan con temeraria audacia. El antillano se caracteriza por su deseo de dominar al otro. Su linea de orientacién pesa por el otro, Bl problema es siempre de suje- to, Jamas de objeto. EI objeto es negado en tanfo que indivi. dualidad y libertad. BI objeto es un instrumento, 'Tiene que vermitirme realizar mi seguridad subjetiva. Me doy entero (deseo de plenitud) y no admito ninguna escisién, El Otro entra en la escena para amueblarla. El Héroe soy yo. Se splanda a o so critique, da igual, yo soy el centro, Si el otro pretende inguietarme con su deseo de valoracién (su ficeién) 174 is sin’ contemplaciones. Ya no existe. No me habléis te Semejonte ipo, No quiero sufvir eh chooue del objeto, El contacto con el objeto es conilictivo. Yo soy Narciso i eee zo leer an los ojos del otro una imagen de mi que me satisfaga, En Martiica, en un elreulo dado (medio) hay el “pelao" (pelé), la corte del “pelao”, los indiferentes (que ee ¥ los hhumillados, Todos ellos son implacablemente machaes- dos. Es f4cil adivinar la temperatura que reina en esta jun- gla. No hay manera de salir de ella. Yo, y nada mas que yo. . i Los Trartinigueses eatin. vidos de soguridad, Quieren que se admita su fiecién, Quieren que se les reconozca en su deseo do vivlidad. Quleren parecer, brillar, distinguitse. Ce da uno de ellos es un Atomo aislado, Arido, cortante, eon las acoras ‘hien delimitadas, cada, uno ‘de ells. Cia uno | de ellos quiere ser, aparecer. ‘Tas las aesiones de os anti- Manos yazan por él Otro, No porque lotro sea el trmino liltimo de su accién en una perspectiva de comunién human: (la deserita por Adler)?, sino, més seneillamente, por que es el Otro quien le afirma en su necesidad de valoractén. : Ahora que hemos hallado la Tinea de orientacién adleria- del antillano nos queda por buscar su orig eee aqui empiezan las difiultades, En efecto, Adler eres una pricologin individual, Ahora bien, aeabamos de ver que al sentimiento de inferioridad es antillano. No es to eal antillano quien presenta la estrictura de lo neurético, sino to- dos los antillanos, La, sociedad antillana es una socieda neurética, una sociedad “comparaci in”, contraposicién. De ie do que somos remitidos del individuo a Ta Lire Caso de que haya un vicio, éste no esta afineado en él “al del individuo, sino més bien en la del medio. H : El martiniqués es y no oe See = jente las conclusiones de la escuela adleriana diriamos Kiel negro intnta protestar contra la inferioridad gue ex perimenta de un modo histérico. Como el negro de cualquier &poca ha sido siempre un inferior, intenta, el martiniqués. 2A, Adler, Connaissance de Thomme, 115 \ reaccionar mediante un coroplejo de superiaridad. que esto es Jo que viene a decir ‘prachfeld ‘oblande del sere Elmiento de inferioridad racial el autor ita una obra epa- ola de Andrés de Claramunte, Et valiente negro de Flandes, Bs evidente que la inferioridad del negro n0 data de este silo, puesto ase Chramunte es contemporénco de Lope de “BI color s6lo le falta Para ser un caballero ...” ¥ al negro Tuan de Mérida se exprese’asf: “En este mundo, gqué infamia es eh ser negro? Los negros ‘no son hombres? Be su dnimo més vil, mis torpe, més feo? aPor eto e les tasilia? “on et peso de Wa infamia de mi caler, yo me eleno a desafiar al mundo... 4Es tan infame ser negro?” El pobre Juan ya no sabe a qué darse, Normalmente, el a ‘atone Normalmente, el negro es un eslavo, Su posicién es total. “Parque ta soy un esclavo por mucho que sea negro.” ¥ sin embargo quisiera esta i Di par de tanta una actitud ética en la vida, Suisghomonte er un blanco: “Soy més Blanco que la nieve.” Porque, en definitiva, en el plano simbélico, “Qué es, entonces, el ser negro? 28s el ser de este color? 16 Al destino, al tiempo, al cielo me quejoré de esta ofense, 714 log que negro me hicieron. 70h, maldicién del color!” nse da cuenta de que la intencién no Acorralado, Just c 6 nina y corroe todas sus actiones: puede salvarle. Su aparecer m “gQué importon las almas? iLoco! 2Qué hacer, sino estar frenético Oh, cielos, qué cosa horrible ger negro... 1” jolor, s6lo una solucién le queda al En el paroxismo del d ruebas de su blancara a Jos otros despraciads negro: dar las pI y, sobre todo, a si mismo: “Si no he de poder cambiar de color, venturas quiero..."> que comprender @ Juan de Mé- Ya sobrecompensacién, El negro Como puede verse, hay porque’ pertenece a una rida desde Ia perspectiva jntenta parecetse a la raza superior raza “inferior”. ‘pero nosotros sabemos despegarnos de J ventosa adle- yiana, De Man y Bastmen than aplicado en América el mé- case Adler de up modo un tanto abusive. ‘Todas los hechos wei ee revelado son reales, pero, todo hay que decirlo, is. ae Yay poco que’ ver con la psicclogia aslerians, y lo que Tenen que ver es. simplemente en el plano de las relaciones teiomas. Bl martiniqués no se compara con él blanco, con: Herzde padre, jefe, Dios, sino que se compara con su seme, widwee bajo el paigosinio del aneo, Una. comparacion alle fiona se esquematiza de Ja siguiente manera: “Yo més grande que el Otro.” # Tipico romance espafol. aid En cambio, Ia comparacién antillana se presenta asi Blanco Yo diferente al Otro La comparacién adleriana comporta dos términos y ests polarizada por el yo. La comparaeién antillana esté recubierta por. un tercer sérmino: Ja fiecién dirigente no es en este caso personal, sino social. Teese E) martiniqués es un crucificado. Il medio que Jo ha he- cho (y que él no ha hecho) Io ha desangrado espantosamente; y este medio de cultura lo vive y lo mantiene con su sangre ¥ con sus humores. Ahora bien, la eangre del negro es um ‘abono muy estimado por los expertos. Desde un punto de vista adleriano, tras haber compro- bado que mi compafiero, en su sueiio, realiza e] deseo de blan- quearse, es decir, de ser virll, yo le diria que su neurosis, su inestabilidad psiquica, Ia brecha de su yo provienen de ‘esa ficoiin rectora; le diria también: “Mupnoni ha déscrito muy bien este fenémeno en e] malgache: mira, yo erco que con vendria que ecepteses quedarte en el lugar que te han fa- bricado.” i iPucs no, sefior! jYo no diré esto en absoluto! Yo diré a mi compafiero: los responsables de tu mixtificacién son el medio y la soeiedad. Dicho esto, lo demas vendré solo. Ya sabemos todos de qué se trata. Del fin del mundo. Me pregunto, a veces, si los inspectores de ensefiamia y los jefes de servicio son consejentes de su pspel en las colo- nias. Durante veinte afios se hen dedicado, programa en ristre, a hacer de] negro un blanco, Al cabo, le sueltan y Ie di- cen: tiene usted sin duda ninguna un complejo de dependes- cia respecto del blanco. 178 B) EL NEGRO ¥ HEGEL La concioncia de si es en si y para st cuan- do y porque ella es en st y para st para otra conciencia de si; ¢s decir, que séle es en tanto que ser reconocido ‘. E} hombre s6lo es humano en Ja medida en que quiere imponerse a otro hombre, a fin de hacerse reconocer por él. Mientras no sea efectivamente reconocido por el otro, os este otro el que ge constituye en tema de au accion. Su valor y su realidad humanas dependen de este otro, dependen de} reco- nocimiente por este oto. El sentido de su vida se condensa en este otro. ‘No bay lucha abierta entre el blunco y 4 negro. Un dfa el Duefio Blanco reconoci6 sin lucha al negro es- clave, Pero el antiguo esclavo quiere hacerse reconocer. Hn la base de la dialéctica hegeliana hay una reciprocidad absoluta que hay que poner en evidencia. ‘Yo realizo ¢} ser del otro como realidad natural y mis vque natural en tanto que rebaso el ser ahi inmediato, Si yo cierro e) cireulto, si hago irrealizable el movimiento de doble sentido, mantengo al otro en el interior de si. En definitiva, le quito incluso este ser-para-si. El tinico medio para romper este efroula infernal que me remite y devuelve a mi mismo consiste en restituir al otro, por Ta mediacién y el reconocimiento, su realidad hursana, dife- rente de Ja realidad natural, Akora bien, el otro debe efectuar una operacién semejante. “La operacién unilateral seria indtil, porque lo que-ha de suceder sélo puede producirse con la ope- racién de log dos,..”; ‘*...ellos se reconocen como retono- ciéadose reciprocamente” > ‘En eu immediater, la conciencia de af es ser-para pi sim- ple. Para obtener la certidumbre de s{ mismo, es necesaria la in- 4 Hegel, Phénoménologie de P'Eeprit, trad, Hyppolyte, pig. 155. 8 Ibid, pag. 187. we 8 tegracién del concepto de reconocimiento. Ei otro, be moto se- mejante, espera nuestro reconocimiento, para expandir en la conciencia de s{ universal. Cada conciencia de s{ busca la abso- luteidad. Quiere ser reconecida en tanto que valor primordial desinsertado de la vida, como transformacién de la certidumbre subjetiva (Gevisheit) en verdad objetiva (Wahrheit). Al encontrar la oposicién del otro, la conciencia de sf hace la experiencia del Deseo; primera etapa del camino que con- duce a la dignidad del espiritu, La conciencia acepta arriesgar su vida arriesgando su vide, conserva la libertad, y se prueba que Ja esencia de la conciencia de si no es el ser, no es-el modo inme- Giato en el eual la conciencia de si surge originariamente, no es inmersin en la expansién de la vida" § Asi, la realidad humana en-si-para-si no llega a la plenitud mds que en la lucha y por ei riesgo que implica ésta. Ese riesgo. significa que yo rebaso Ja vida hacia un bien supremo que es Ja transformacién en verdad objetive universalmente vélida de la certidumbre subjetiva que yo tengo de mi propio valor. Pido que se me considere a partir de mi Deseo, Yo no soy solamente aqui-ahora, encerrado en la coseidad. Yo soy para otra parte y para otra cosa, Reclamo que se tenga en cuenta mj actividad negadora en tanto que lucho por el nacimiento de un mundo humano, es decir, un mundo de reconocimientos reefproces, Quien dude en reconocerme s¢ opone a mi. En una lucha bravia acepto tocar las consecuencias del estremecimiento de la muerte, la disolucién irreversible, pero también la posibilided de la imposibilidad 7, © Ibid, pig. 159. 7 Cuando comenzamos esto trabsio queriamos dedicar un. estudio 1 sor Gel negro para-laznuerte, Lo consideribamos necesario, porque siempre se osté diciendo: el negro no se suicida, 'M. Achille sastuyo este punto de Vista en una conferencia. Richard ‘Wright hacer decir a un blanco en una de sus novelas: “Bi yo Sues. un negro me suicidaris...”, queriendo decir con esto que sélo un negro Puede acoptar semejanie’ tratamiento sin sentir Ja llamada del evicidio. Por su parte, Deshsies consagré su tesis a la euertion del suicidio. En ella pone de relieve que los trabajos de Jaensch, que oponen el tipo 180 El otro, sin embargo, puede reconocerme sin lucha: “BI individuo que no ha puesto su vida en juego puede muy bien ser reeonocide como persona, pero no ha aleanzado Ja verdad de este reconocimiento de una conejencia de si inde- pendiente” ®, Histéricamente, eh negro, sumergida en la inesencialidad ae la servidumbre, ha sido liberado por el sefior. No ha soste- ido la luche. por la libertad, De esclavo, el negro ha irrumpido en la liza en que s¢ afanaban sus sefiores, Semejante » esos domésticos a quienes se permite bailar en el salén wna ver al afio, el negro busca un soporte. EJ negro no ha devenido un sefior. Cuando ya no hay esclavos, tampoco hay sefiores, El negro es un esclavo a quien se ha permitido adoptar una actitud de sefior. E) blanco es un sefior que ha permitide a sus esclavos comer en Su mesa, ~ Un dia, un blanco, buen seffor y con influencias, dijo a sus igual “Seamos amables con los negros. Entonces, los sefiores blaneos, refunfuiando, porgue de todas maneras era un trago duro, decidieron elevar = unos hombres- méquinas- bestias al rango supremo de hombres. Nunca mis esclavos en tierra francesa. E) estremecimiento ha aleanzade al negro en lo exterior. El negro ha sido aetuado, Valores que no han nacida de su aceién, valores que no resulten de la subida sistéliea de su sangre, han venido a bailar una danza coloreada a gu alre- esintegrado (ojos azules, piel banca) al tipo intogrado (ojos y piel ‘orenos) son, euando menos, 4 ‘Pare. Dilrkheim los judios no se suicidaben. Hey son Jos negros, Ahora bien, ‘el hospital de Detroit’ repistré, entre ios euledas, un 15,5 por cienlo de negros, mientras que la proporcién de Estos ex la pabla- Glin eo s6lo gel 76 por cleala. Tin Cineinnati hay mAs del doble de’ dios entre le poblaclén nogra que entre la blanca, sobretara debi ‘asombross proporcién de negras: 858 por 76 negros. (Gabriel Del Paychalogie due ouside, 2, 23) # Hegel, op. city pag. 160, dedor, El estremecimiento, el cambio, noha diferenciado al negro, El negro ha pasado de un modo de vida a otro, pero no de una vida a otra, Cuando se anuncia a un enfermo mejorado que pronto saldré del asilo, ocurre a veces que el enfermo re~ cae; pues asi también la nueva de la liberacién de los esclavos negros determiné paicosis y muertes sdbitas. En una vida no se vive dos veces esta misma nueva. El negro se ha contentado con dar las gracias al blanco, y la prueba més brutal de este hecho esté en la imponente canti- dad de estatuas diseminadas por Francia y las colonias en las que se represent a la Francia blanca acariciande la melena rizada del buen negro al que se acaban de romper las eadenas. “Df gracias al sefior”, dice la midre a su hijo..., pero nosotros sabemos que muchas veces e] chiquillo gustaria gritar alguna otra palabra, més resonante.. El blanco en tanto que sefior ® ha dicho al nesro: “Yo eres libre.” Pero el negro ignora el precio de la libertad, porque no hha luchado por ella. De vez. en cuando lucha, sf, por la Libertad y la Justicia, pero siempre es la libertad blanca y la justicia iblanca, es decir, valores segregados por los sefiores. El antiguo esclavo, que no halla en su memoria la lucha por la libertad ni Ja angustia de la libertad de que habla Kierkegaard, tiene la garganta seca ante ese joven blanco que toca y canta sobre lz cuerda tensa de la existencia, 9 tenemos Ia esperanna de haber questo bien et claro que el psi an este caso, ifiere esenciatmente del doserito per Hegel. En eral hay reciprockéag, en nuestro caco el sefior se burla de la conciencia Gel esclavo. No’ reclama ol econocimiento de este Gomuma de la Martines. 188 - Quiérase 0 uo ef pasado no puede en absolute guiarme en [a actualidad. Como ya se habri podido observar, le situacién que he estudiado no es clésica. La objetividad cientifica me estaba vetiada, porque, alienado, el neurético cra mi padre, mi madre, mi hermano y mi hermana. He intentado en todo momento revelar al negro que en cierto modo se anormatiza; y el blanco que ©, 2 la ve, mixtificador y mixtificado, En algunos momentos el negro esté encerrado en Su cuerpo. Ahora bien, “para un ser que ha adquirido la conciencia de sf y de su cuerpo, que ha llegado a la dialéetica del sujeto y el objeto, el cuerpo ya no es la causa de la estructura de la conciencia sino que se ha convertica eri abjeto de canciencia’” El negro, aun sincero, es esclavo del pasado, Sin embargo, yo soy hombre, y on este sentido la guerra del Peloponeso es jan mia como él descubrimicnto de la brijula, Ante el blanco” el negro tiene un pasado a valorizar, una revancha que tomarse; ante ef negro ef blanco contempordneo siente fa necesidad de recordar el periodo de antropofagia, Hace algunos afios la ‘Asociaci6n Lyonesa de Estudiantes Franceses de Ultramar me pidi6 respondiese a un artfculo que hacia, literalmente, de la miisiea de jazz una irrupeién del canabalismo en el mundo moderno. Sabiendo dénde iba (yo), rechaeé as primicias del interlocutor y pedi al defensor de’ In pureza europea que se deshiciese de un espasmo que no tenia nada de cultural. Hay ciertas personas que quieren hinchar el mundo con su ser. Un fil6sofo alemén deseribié este proceso con el nombre de pato- iogia de ia libertad, No tenia yo por qué tomar posicién a favor de Ia mtisica negra y en contra de la blanca, y si ayudar a mi hermano a sbandonar una actitud que nada tenfa de beneficiosa, BI problema abordado en estas paginas se sitia en la temporalidad, dentro de la temporalidad. Se desalienarén aque- ios blancos y negros que se niefuen a dejarse encerrar en la ‘Torre sustarcializada del Pasado, Para muchos otros negros 1a desalienacién vendrs de la negativa a considerar Ja actualidad como algo definitive. 4 Merkau-Ponty, Phénoménolopie de ta perception, pig. 271. 237 Yo soy un hombre, me corresponde, quiero recu : iperer todo el pasado del mundo. No soy solamente responsabl a vuelta de Santo Domingo. sansa taa Siempre que un hombre ha hecho triunfar la dignidad del espfritu, siempre que un hombre ha dicho no a una tentativa de esclavizacién de su semejante, yo me he sentido solidario de su acto. _ En absoluto extraeré del pasado de los pueblos de color mi vocacién original. ___ En absoluto me dedicaré a reavivar una civilizacién negra justamente desconocida. No me hago el hombre de ningiin pa- sado. No quiero cantar el pasado a costa de mi presente y de mi porvenir. __El indochino no se ha revalucionado porque haya descu- bierto que tiene una cultura propia, sino porque, “a la fuerza ahorean”, le empezaba a ser imposible, en ms de un sentido, respirar, Cuando recordamos los relatos de los sargentos de carrera que en 1938 describian el pais de Jas piastras y Jos pousse- pouase (*), los boys y las mujeres baratas comprendemos de sok por qué com an con tanto furor 0 sobre po nt st los hombres del Recuerdo un compafiero de regreso de Indochina, con el cual estuve durante la segunda guerra mundial, Me puso al worriente de muchas cosas. Por ejemplo, de la serenidad con ‘que mozos vieinamitas de dieciséis o diecisiete affos cafan ante el pelotén de ejecucién. “Una vex tuvimos que hacer fuego, me dijo, en posicién rodilla en tierra: temblébamos ante aque- los ™muchachos fandticos”. En conclusién, afiadia: “La guerra que hicimos juntos (39-45) era un juego de nifios al lado de Jo que est4 ocurriendo alli”. Vistas desde Europa estas cosas son incomprensibles, Al- gunos imbéciles argumentan una supuesta actitud asidtiea ante Ja muerte, Estos filésofos de sotanillo no convencen a nadie. Bsa serenidad asiétiea la manifestaron por su cuenta, y no * Cochecito ligero tirado por hombre (en Oriente). N. del 7. 188 ‘hace mucho tiempo, los “voyous” del Vercors y los “terroristas” de la Resistenci Los vietnamitas que mueren ante el pelotén de ejecucién ‘no esperan que su sacrificio permita la reaparicién de un pa- sado, Aceptan marir en nombre del presente y el futuro, Si alguna ver se me ha plonteado el problema de solidari- ‘zarme efectivamente con algin pasado determinado ha sido en la medida en que yo me habfa empefiado, hacia mi mism> y hacia mi préjimo, en combstir con toda mi existencia, con todas mis fuerzas para que nunca hubiese, jams, pueblos escla- vizados sobre la tierra, No es ¢! mundo quien dicta mi conducta. Mi piel negra no es depositaria de valores especificos. Hace ya tiempo que el cielo estrellado que dejaba a Kant anhelante nos ha entregado sus secretos, Y la ley moral duda de sf misma. : En tanto que hombre me comprometo « afrontar el riesgo de la aniquilsci6n para que dos o tres verdades arrojen sobre el mundo su claridad esencial. Sartre ha mostrado que el pasado, en la linea de una ac- titud inauténtica, “agarra” en masa y, sélidamente labrado, acaba informando al individuo, Es un pasado transmutado en valor, Pero yo puedo también coger mi pasado, valorizarlo o condenarlo en elecciones sucesivas, Bl negro quiere ser_ como el blanco. Para el negro sélo hay un destino, Y es un destino blanco, £1 negro, hace de esto mucho tiempo, admitié Ia superioridad indiscutible del blanco, ¥ todos sus esfuerzos tienden a realizar una existencia blanca. GEs que no tengo otra cosa que hacer en esta tierra que vengar a los negtos del siglo XVII? ‘Tengo que plantearme el problema de Ja verdad negra en esta tierra que ya empieza a ocultars¢? jTengo que confinarme en la justificacién de un éngulo facial? Yo, hombre de color, no tengo derecho a busear en qué es superior 9 inferior mi raza a otra cualquiera, Yo, hombre de color, no tengo derecho a desear 1a cris- talizacién en el hombre. blanco de una culpabilidad respecto al pasado de mi raza. 189 Yo, hombre de color, no tengo derecho a preocuparme pot Jos medios que me permitirian pisotear le soberbia del anti guo sefior. No tengo derecho ni deber de exigir reparacién por mit antepasados domesticados. No hay una misién negra; no hay un fardo blanco, Un buen dia me-descubro en un mundo donde las cosas van mal; un mundo donde siempre se esté hablando de anigui lacién o de victoria, ‘Me descubro, yo, hombre, en un mundo donde las palabras se adornan con silencio; un mundo donde el otro, intermina blemente, se endurece, No, no tengo derecho a gritar mi odio al blanco. No tenge la obligacién o el deber de murmurar mi reconocimiento 4 blanco. Esté mi vida, atrapada en el lazo de la existencia. Esté m: libertad que me remite a mf mismo. No, no tengo derecho ser un negro. * a No tengo obligacién o deber de ser esto o aquello... Si el blanco me discute mi humanidad, yo le demostraré haciendo pesar sobre su vida todo mi peso de hombre, que yc no coy ese “{Al rico plétmo!” con que insiste en imaginarme. Yo me descubro un dia en el mundo y me reconozeo up solo derecho: el de exigir al otro un comportamiento humano. ‘Un solo deber. El de no renegar de mi libertad en mis elecciones, No quiero ser la vietima de la Trampa de un mundo negro. Mi vida no se consagrar4 a hacer el balance de los valores negros, No hay mundo blanco, no hay ética blanca, no hay su- perior inteligencia blanca. Hay del cabo al rabo del mundo hombres que busean. No soy prisionero de la Historia, No tengo que buscar en lla el sentido de mi destino, ‘Tengo que recordarme en todo momento que el verda- dero salto consiste en introducir Ia invencién en la existencia. En el mundo por el que yo camino, me creo intermina- blemente, 190 Soy solidario del Ser en la medida en que lo rebaso. ‘A través de un problema particular, vemos perfilarse el de la Accién. Puesto en un mundo, en siluacién, “embarcado” como queria Pascal, jvoy a dedicarme a amontonar armas? iVoy a pedir al hombre blanco de hoy que se haga res- ponsable de los negreros del siglo XVII? Voy a intentar por todos los medios que nazca la Cul pabilidad en las alinas? ZEl dolor moral ante la densidad del Pasado? Yo soy negro, y toneladas de cadenas, huraeanes de golpes, rios de salivazos surean mis bombros y espaldas, ~ Pero no tengo derecho a dejarme anclar. No tengo derecho a admitir la menor parcela de ser en mi existencia. No tengo derecho a dejarme engullir por las determinaciones del pasado, No soy esclavo de la Esclavitud que deshumaniz6 a mis padres, Para muchos intelectuales de color 'e cultura europea presenta un caracter de exterioridad. Ademés, en las relaciones humanas, el negro puede sentirse extraiio al mundo occidental. No queriendo parecer el pariente pobre ni hijo adoptivo ni reiofio bastardo, jintentard descubrir febrilmente una ci Tizacién negra? Y, sobre todo, que se nos comprenda, Estamos conven- cidos de que serfa de sumo interés entrar en contacto con una literatura o una arquitectura negras del siglo II antes de Cristo. Nos haria muy felices saber que existié una corres- pondeneia entre tal filésofo negro y Platén. Pero no vemos en absoluto en qué podrfa cambiar este hecho le situacién de los chiquillos de ocho afios que trabajan en los campos de cafia en Martinica o en Guadalupe. ‘No hay que intentar fijar al hombre, pues su destino es ser soltado, La densidad de la historia no determina ninguno de mis actos. Yo soy mi propio fundamento, Yo introduzco el ciclo de mi libertad superando el dato histérico, instrumental. 191 La desdicha y la inhumanidad del blanco es haber matad ‘al hombre en alguna parte. ‘Nim hoy tratan de organizar racionalmente esta desh manizaci6n, Pero yo, hombre de color, en la medida en qu he ee posible existir absolutamente, no tengo derecho a aca) Yonarme en un mundo de reparaciones retroactivas. ‘Yo, hombre de color, sélo quiero una cosa: Que jams el instrumento domine al hombre, Que ce para siempre Ta esclavizacién del hombre por el hombre. 1 Fecir, de mi por otro. Que se me permita descubrir y quer al hombre, donde esté. BI negro no es. No més que el blanco. Los dos tienen que apartarse de las voces inhumanas 4 fueron las de sus antepasados respectivos a fin de que nai sae matentiea comunicacién. Antes de empefiarse en 1a + positiva la Tbertad tiene que empefiarse en un esfuerzo Pestliguacién. Al comienzo de su.existencia, un hombre © Gupte congestionado, ahogado en la contingencia. La ¢ gracia del hombre es haber sido nifio. ‘Los hombres pueden crear las condiciones de exister jdeales de un mundo humano ‘mediante un esfuerz0 de reas a eeeie sf y de desprendimiento voluntario, mediante una 1 sién permanente de su libertad. jSuperioridad? ;inferioridad? aPor qué no intentar, sencillamente, la prueba de t al otro, sentir al otro, revelarme al otro? TAeaso no me ha sido dada mi libertad para elifica mundo del 7%? ‘Al final de esta obra quisiera que los demas sintfesen ¢ yo la, dimensién abierta de toda coneiencia, ‘Mi ditima oracién: 10k, cuerpo mio, haz de mi, siempre, u terrogue! n hombre qu: 192

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