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PASAJE BÍBLICO: Lucas 24:13-35

VAMOS A COMENZAR A VIVIR LA MISMA EXPERIENCIA DE LOS


DISCÍPULOS DE EMAÚS QUE SALEN CON SUS TRISTEZAS Y ANGUSTIAS
PERO QUE DESPUÉS DE RECONOCER A JESÚS EN LA FRACCIÓN DEL
PAN, REGRESARON A JERUSALÉN CON UN CORAZÓN INCENDIADO POR
LA PALABRA DE DIOS PARA ANUNCIAR A LOS DEMÁS QUE
JESUCRISTO HA RESUCITADO!

LUCAS 24:13-35. UN RESUMEN

Este Evangelio fue escrito hacia finales del primer siglo. En ese tiempo, la mayoría de la
iglesia se componía de cristianos que no habían presenciado a Cristo en carne y hueso.
Esta historia les conecta a ellos (y a nosotros) con Cristo, que aún hoy es revelado a
través de la lectura y la interpretación de escritura (v. 27), y la Cena del Señor (v. 30-
31).

Esta historia se parece a la historia de la aparición de los ángeles a Abrahán y a Sara en


Mambré (Gen 18:1-15). En ambas historias, los anfitriones fallan en reconocer el
significado de sus huéspedes, pero aún así les ofrecen su hospitalidad. En ambas
historias, la hospitalidad les dirige a revelación – y a bendición.

“El Evangelio de Lucas organiza su relato de la resurrección en tres


partes: la tumba, Emaús, y los discípulos reunidos.

Esta organización presta atención especial a la simbólica geografía de Lucas.


La historia establece a Jerusalén como un lugar de incredulidad y como el lugar
de la muerte (24, 11). La historia de Emaús, entonces – separándose de Jerusalén en
agonía (24, 17) – establece una palabra que, de nuevo, se trae a Jerusalén (24, 33,
35)… La tan esperada redención de Jerusalén (Lucas 2, 38)… viene, sorprendentemente,
de fuera de Jerusalén, al venir Jesús mismo de fuera de Jerusalén”.

Esta historia incorpora un alto nivel de lenguaje litúrgico, incluyendo “tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió, y se lo dio” (v. 30); “Es verdad: El Señor Ha
resucitado” (v. 34); y “al partir el pan” (v. 35). El Cristo resucitado es revelado al
contar la historia, al interpretar la escritura, y al partir el pan.

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1ra. Reflexión. LUCAS 24:13-16.

[13] “Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado


Emaús, que está unos doce kilómetros de Jerusalén, [14] e iban conversando
sobre todo lo que había ocurrido. [15] Mientras conversaban y discutían, Jesús
en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos, [16] pero algo impedía
que sus ojos lo reconocieran”.

DOS DE ELLOS IBAN A EMAÚS

“El mismo día” (v. 13). “El mismo día” se refiere al “primer día de la semana”
(en v. 1). Ésta es la tarde de la Pascua – solo horas después de que Jesús resucitara de
su muerte.

“Dos de ellos iban el mismo día a una aldea que estaba de Jerusalén que está a
unos 12-Kilómetros (otras traducciones hablan de sesenta estadios), llamada
Emaús” (v. 13).

“Dos de ellos” se refiere a “los once y todos los demás” (v. 9). Cleofás nunca es
mencionado en ninguna lista de apóstoles, entonces, estos dos están entre “los demás”
en vez de estar entre los once apóstoles. Algunos estudios sugieren que son marido y
mujer, en parte, porque ambos ofrecen su hospitalidad (como lo harían un marido y su
mujer) y porque además el Evangelio narra que María, la esposa de Cleofás, se
encontraba también al pie de la cruz (Juan 19, 25) y probablemente ya regresaba con
su esposo a su hogar en Emaús. Sabemos poco de Emaús, que estaba a 60 estadios (7
millas o 12 kilómetros – una estadios equivale a 607 pies o 184 metros), de Jerusalén.
Todas las apariciones de la resurrección de Jesús toman lugar cerca de Jerusalén.

La historia no nos dice por qué los viajeros van a Emaús, aunque su hospitalidad con
Jesús – invitándole a quedarse con ellos – hace probable que Emaús sea su hogar.
“Emaús es a donde vamos, a donde fueron éstos, para tratar de olvidar a Jesús
y el gran fracaso de su vida”. El hogar proporciona ese tipo de refugio.

“Mas los ojos de ellos estaban embargados, lo que hacía que no le


reconocieran” (v. 16). El problema no es que la apariencia de Jesús haya cambiado o
que los discípulos de Emaús estén distraídos. El verbo es pasivo, indicando que algo está
actuando sobre estos dos discípulos. Dios les está previniendo de ver lo que, de otra
manera, sería obvio.

Preguntas: ¿Alguna vez te han decepcionado? ¿Alguna vez le has pedido algo a
DIOS y al no ver o escuchar la respuesta que esperabas, te has enojado con
DIOS y te has sentido decepcionado?

Muchas veces, al sentirnos llenos de dolor y decepción es cuando le damos entrada a los
frutos de la carne descritos por el Apóstol San Pablo a los Gálatas 5, 19-21:

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“Es fácil reconocer lo que proviene de la carne: libertad sexual, impurezas,
desvergüenzas; culto a los ídolos y magia; odios, ira y violencia; celos, furores,
ambiciones, divisiones, sectarismo y envidias; borracheras, orgías y cosas
semejantes. Les he dicho, y se lo repito: los que hacen tales cosas no
heredarán el Reino de Dios.”

Estos dos discípulos ya se habían olvidado de las palabras de Jesús, de los


milagros, de las curaciones; ya nada tenía sentido.

Regresar a Emaús significa regresar al pasado, a nuestra vida de antes de conocer a


Jesús. Jerusalén está ubicada en un lugar alto, Emaús en un nivel más bajo. ¿Subimos
o bajamos, calientes o fríos? Alejarnos de Jerusalén es alejarnos de DIOS por
eso, Lucas menciona las palabras de Jesús a sus apóstoles en Hechos 4, 1:
«No se alejen de Jerusalén».

Qué fácil olvidamos lo bueno cuando nos toca vivir la prueba.

Santo Tomás Moro decía: “Nada de lo que nos ocurre, por malo que nos parezca,
ocurre sin que antes DIOS lo haya permitido, y si DIOS lo ha permitido es
porque era lo mejor”

La Palabra de DIOS no dice: Romanos 8, 28: “También sabemos que DIOS dispone
todas las cosas para bien de los que lo aman, a quienes Él ha escogido y
llamado”.

De modo que si tú te sientes llamado y escogido por DIOS:


“Prepárate para la prueba” Eclesiástico 2, 1.

Por esa razón, debemos de permanecer siempre en oración. Nuestra “humanidad” es


frágil, débil y sin la capacidad de soportar las pruebas y dificultades cuando dependemos
sólo de nuestras propias fuerzas; pero con Cristo todo lo podemos porque es Él y
solamente Él, quien nos fortalece y para esto ha enviado El Espíritu Santo a SU IGLESIA.

Pidámosle pues a Jesús que venga a nuestro encuentro, sobre todo cuando
vayamos caminando tristes y desanimados, para podamos ver todo a través de
SUS OJOS,… EN SU TIEMPO y EN SUS MANOS, sin olvidarnos que “todo sucede
para nuestro propio bien”.

“Conserva recto tu corazón y sé decidido, no te pongas nervioso cuando vengan


las dificultades. Apégate al Señor, no te apartes de Él; si actúas así; arribarás a
buen puerto al final de tus días. Acepta todo lo que te pase y sé paciente
cuando te halles botado en el suelo. Porque así como el oro se purifica en el
fuego, así también los que agradan a Dios pasan por el crisol de la humillación.
Confía en Él y te cuidará; sigue el camino recto y espera en Él. Ustedes que
temen al Señor, esperen Su Misericordia, no se aparten de Él, pues podrían
caer. Ustedes que temen al Señor, confíen en Él: no perderán su recompensa.”
Eclesiástico 2, 2-8.
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2da. Reflexión. LUCAS 24:17-24.

[17] Él les dijo: « ¿De qué van discutiendo por el camino? » Se detuvieron, y
parecían muy desanimados. [18] Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó:
“¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo
que ha pasado aquí estos días?” [19] « ¿Qué pasó? », les preguntó. Le
contestaron: “¡Todo el asunto de Jesús Nazareno!
Era un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por todo el
pueblo. [20] Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes renegaron de él,
lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz. [21] Nosotros pensábamos
que Él sería el que debía libertar a Israel. Pero todo está hecho, y ya van dos
días que sucedieron estas cosas.
[22] En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos han inquietado, [23]
pues fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron
hablando de una aparición de ángeles que decían que estaba vivo. [24] Algunos
de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las
mujeres, pero a él no lo vieron”.

¿ERES TÚ SÓLO EL QUE NO SABE?

“Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofás, le dijo…” (v. 18). Ésta es la única
mención de Cleofás en el Nuevo Testamento. Este pasaje está lleno de ironía. Cleofás
presume que Jesús es: “¿Eres Tú el único peregrino en Jerusalén, y no has sabido las
cosas que en ella han acontecido estos días?” (v. 18) cuando, el hecho es que, Jesús es
la única persona que verdaderamente comprende esos hechos. El mismo Cleofás
es ignorante.

Cleofás resume en finas palabras el Evangelio en estos versículos diciendo que:

• Jesús “Era un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por
todo el pueblo”. (v. 19). Esto es verdad, pero no toda la verdad. Jesús es un profeta, y
hablaba de sí mismo como tal en Lucas 4, 24: “Y Jesús añadió: «Ningún profeta es
bien recibido en su patria». Y Lucas 13, 33: «Pero tengo que seguir mi camino
hoy, mañana y un poco más, porque no es correcto que un profeta sea
asesinado fuera de Jerusalén». – pero también es mucho más. Es un profeta como
Moisés. Hechos 7, 23 (también escrito por Lucas) describe a Moisés como “poderoso en
sus dichos y hechos.” “y llegó a ser poderoso en sus palabras y en sus obras”.
Deuteronomio 34:12 dice que Moisés cumplió “grandes señales… a ojos de todo Israel.”
Qué mano tan poderosa y qué autoridad para obrar estos prodigios a los ojos
de todo Israel”. Ahora Cleofás describe a Jesús como “varón profeta, poderoso en
obra y en palabra” (v. 19).

• Los “entregaron los “príncipes” de los sacerdotes (SUMOS SACERDOTES) y


nuestros jefes a condenación de muerte, y le crucificaron” (v. 20). No se hace
ninguna mención de las autoridades romanas ni de las multitudes. Así, Lucas mantiene
que los líderes judíos son los responsables por la muerte de Jesús.

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• “Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel” (v.
21). “Esperábamos.” Éstas son palabras tristes – esperado en el tiempo pasado –
esperanza convertida en desesperanza.

Para estos discípulos, “la redención de Israel significaba la liberación de Israel de sus
enemigos, es decir, los romanos. Para Lucas, sin embargo, Jesús sí redimió Israel y le
trajo el reino de Dios. Pero fue a través de su muerte que Jesús cumplió con esta
redención y selló este nuevo convenio, Lucas 22, 20: “Hizo lo mismo con la copa
después de cenar, diciendo: «Esta copa es la alianza nueva sellada con mi
sangre, que es derramada por ustedes».

• “Hoy es el tercer día que esto ha acontecido” (v. 21). La ironía es que, aunque
cada día que ha pasado ha profundizado su agonía, los lectores de Lucas saben que
Jesús predijo su resurrección al tercer día (Lucas 9, 22; 13, 32; 18, 33; 24,7). La
mención del tercer día está llena de esperanza para los que saben cómo termina la
historia.

• “Unas mujeres de los nuestros nos han espantado” al decirles que “habían
visto visión de ángeles, los cuales dijeron que él vive” (v. 23).

El relato de las mujeres produjo sorpresa, pero no fe.

• “Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres
habían dicho; más a Él no le vieron” (v. 24).

Debemos admirar estos dos discípulos de Emaús. Los líderes judíos mataron a Jesús, y
los discípulos se escondieron temiendo que ellos podían ser los próximos en ser
perseguidos. Se podría esperar que los discípulos de Emaús no abrieran la boca sobre su
relación con Jesús – excepto, quizá, en compañía de fieles amigos. Aquí, sin embargo,
hablan abiertamente de Jesús con una persona que creen ser un desconocido.

Pidámosle a Jesús que nos anime a compartir nuestro testimonio, como


testigos y no como reporteros porque hemos experimentado Su AMOR no sólo
en la vida de los demás, sino también, en nuestras propias vidas. Estos dos
discípulos a pesar de haber escuchado el testimonio de las mujeres e incluso saber que
otros más habían ido al sepulcro, no creyeron en sus palabras. Así muchas veces nos
sucede, otros no nos van a creer lo que podamos decirles pero sí pueden ver lo que
hacemos. Por eso es importante tener un Testimonio de Vida o mejor aún,
¡UNA VIDA QUE DA TESTIMONIO DE NUESTRA VIDA CON JESÚS!

Que podamos hablar de Jesús aún con aquellos que no nos conocen y que
tampoco conocen a Jesús para que a través de nuestras palabras y nuestra
vida,…

¡Descubran un Jesús vivo en nosotros para


que les arda el corazón como a nosotros!
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3ra. Reflexión. LUCAS 24:25-27.

COMENZANDO DESDE MOISÉS Y LOS PROFETAS

[25] “Entonces él les dijo: « ¡Qué poco entienden ustedes, y qué lentos son sus
corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! [26] ¿No tenía que
ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» [27] Y les
interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés
y luego todos los profetas”.

“¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han
dicho!” (v. 25). Jesús regaña a los dos discípulos por no creer a los profetas (v. 25).

Es importante recordar que los 2-Discípulos de Emaús eran hebreos y por lo tanto, fieles
a las tradiciones y enseñanzas dentro del pueblo de Israel. Seguramente ellos mismos,
siguiendo las tradiciones, también frecuentaron a las enseñanzas propias de su
formación en las sinagogas. Allí escucharon todo lo anunciado acerca del Mesías y las
señales acerca de Él. Sin embargo, todo ese conocimiento estaba sólo en sus
cabezas y no había bajado a sus corazones.

Un ejemplo claro de esto en nuestros días, lo vemos con cada Celebración Eucarística…
cuando estamos presentes en ella, escuchamos La Palabra de DIOS (Liturgia de La
Palabra) pero no permitimos que La Palabra llegue a nuestros corazones y nos
transforme porque seguimos endurecidos y no queremos entender y reconocer al
“JESÚS PALABRA” quien nos habla y continúa hablándonos porque debemos recordar
además sus propias palabras:

“Pasarán el cielo y la tierra, pero mis palabras no pasarán.” Mateo 24, 35.

Se han visto a muchas personas servir en cualquier ministerio de la iglesia,


estar activos en muchos retiros y eventos, participando de conferencias y
reuniones en grupo, pero tristemente TODAVÍA NO TIENEN LA PALABRA DE
DIOS EN SU CORAZÓN.

Los profetas “señalaron a ambos, el ministerio (de Jesús) y su sufrimiento, muerte, y


resurrección (vv. 26-27, 44-47). Por esta razón, Lucas considera que las Escrituras son
suficiente para la generación de fe (Lucas 16, 31)”

“[16].Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era
su costumbre. Se puso de pie para hacer la lectura, [17].y le pasaron el libro del
profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito:
[18].El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar buenas nuevas a
los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver,
para despedir libres a los oprimidos [19].y proclamar el año de gracia del Señor.
[20].Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos
los presentes tenían los ojos fijos en él. [21].Y empezó a decirles: «Hoy les llegan
noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas». [22]. Todos lo
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aprobaban y se quedaban maravillados, mientras esta proclamación de la gracia de Dios
salía de sus labios. Y decían: *¡Pensar que es el hijo de José! [23].Jesús les dijo:
«Seguramente ustedes me van a recordar el dicho: Médico, cúrate a ti mismo.
Realiza también aquí, en tu patria, lo que nos cuentan que hiciste en
Cafarnaúm». [24].Y Jesús añadió: «Ningún profeta es bien recibido en su patria.
[25]. En verdad les digo que había muchas viudas en Israel en tiempos de
Elías, cuando el cielo retuvo la lluvia durante tres años y medio y un gran
hambre asoló a todo el país. [26].Sin embargo Elías no fue enviado a ninguna
de ellas, sino a una mujer de Sarepta, en tierras de Sidón. [27].También había
muchos leprosos en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue
curado, sino Naamán, el sirio». [28].Todos en la sinagoga se indignaron al escuchar
estas palabras; [29] se levantaron y lo empujaron fuera del pueblo, llevándolo hacia un
barranco del cerro sobre el que está construido el pueblo, con intención de arrojarlo
desde allí. [30].Pero Jesús pasó por medio de ellos y siguió su camino.”
LUCAS 4, 16-30.

“¿No era necesario (griego: dei) que el Cristo padeciera estas cosas, y que
entrara en su gloria?” (v. 26). Esta pequeña palabra, “dei”, sugiere un imperativo
divino – algo mandado por Dios. Jesús explica que Dios mandó el sufrimiento
del Mesías antes de que entrara en Su Gloria. Mientras que esto no era evidente
para los primeros discípulos, los discípulos de Emaús han identificado a Jesús como un
profeta, recordándonos que los profetas eran perseguidos (Lucas 6, 23-26) y matados
(Lucas 11, 47-49; Lucas 13, 34) – las propias palabras de Jesús. Las maneras de Dios
no son como las nuestras. Dios escogió la locura de la cruz, porque:

“Pues las locuras de DIOS tienen más sabiduría que los hombres y la debilidad
de DIOS es más fuerte que los hombres.” 1 Corintios 1,25.

No nos debe sorprender que Dios – que escogió al joven David y el pequeño ejército de
Gedeón y la pequeña Israel (Jueces Capítulo 6) – también escogiera una cruz.

“Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, les declaraba en todas


las Escrituras lo que de él decían” (v. 27). Lucas no nos dice cuáles escrituras Jesús
usó para revelarse. Algunas posibilidades incluyen Deuteronomio 18, 15; Salmo 2,7;
110, 1; 118, 21-23; y Daniel 7, 13-15.

Nos quedamos preguntando si Jesús explícitamente conectó el sufrimiento y muerte de


los profetas con su propio sufrimiento y muerte. Es verdad que los profetas sirvieron de
modelo para la crucifixión – y para el servicio humilde y de sacrificio que Dios espera de
nosotros.

La escritura es un vehículo poderoso para llegar a la revelación de Cristo. Cristianos son


guiados y re-fortalecidos por la escritura. Los que no son cristianos son persuadidos al
leer la Biblia. Gedeón cuenta historias verídicas de gente cuyas vidas cambian después
de leer la Biblia. Le damos a la Biblia un lugar importante en nuestra veneración porque
puede testificar poderosamente de Cristo.

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Si queremos estar transformados por La Palabra de DIOS, entonces debemos tener en
cuenta 4-actitudes fundamentales que serán nuestra coordenadas que orientarán
nuestra vida hacia DIOS:

1. LA PALABRA SE LEE.
2. LA PALABRA SE ESCUCHA.
3. LA PALABRA SE ESTUDIA.
4. LA PALABRA SE ORA.

1. LA PALABRA SE LEE:

Aquí es importante recordar las palabras del apóstol San Pablo a Timoteo:

“Recomienda todas estas cosas y enséñalas. No dejes que te critiquen por ser
joven. Trata de ser el modelo de los creyentes por tu manera de hablar, tu
conducta, tu caridad, tu fe y tu vida irreprochable. Mientras llego, dedícate a la
lectura, a la predicación y a la enseñanza.” 1ra. Timoteo 4, 12-13.

Aquí debemos hacernos un examen individual para saber cuánto tiempo estamos
dedicando a la lectura de La Palabra durante el día.

Leer La Palabra de DIOS es esencial para nuestra vida espiritual como cristianos, por eso
nuestra Iglesia nos enseña en el catecismo #133:

“La Iglesia recomienda insistentemente a todos los fieles…la lectura asidua de


la Escritura para que adquieran «la ciencia suprema de Jesucristo». “Más aún,
todo lo considero al presente como peso muerto en comparación con eso tan
extraordinario que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor.” Filipenses 3, 8ª.
«Pues desconocer la Escritura es desconocer a Cristo» – San Jerónimo.”

La Biblia es el libro más vendido del mundo. Muchos tienen al menos una en sus casas,
pero un gran número de estas personas desconocen completamente su contenido
porque prefieren leer otros libros, revistas, periódicos, etc. Prefieren ocupar su tiempo
viendo otras cosas menos importantes en lugar de alimentarse con LA PALABRA DE
DIOS.

2. LA PALABRA SE ESCUCHA:

Aquí pudiéramos tomar el ejemplo del pueblo del Israel después de haber regresado del
exilio:

“Esdras trajo la Ley ante la asamblea, en la que se mezclaban hombres y


mujeres, y a todos los niños que podían entender lo que se iba a leer. Era el
primer día del séptimo mes. Esdras leyó en el libro, ante todos ellos, desde la
mañana hasta el mediodía, en la plaza que está enfrente de La Puerta del Agua;
y todos los oídos estaban pendientes del libro de La Ley.” Nehemías 8, 2-3.

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Esta actitud del pueblo de Israel se da después de haber pasado por varios años de
esclavitud y sufrimiento. DIOS se valió de esas pruebas para preparar sus corazones a
una mayor disposición para que lo escucharan. Podemos calcular por lo menos 5-horas
escuchando La Palabra de DIOS!

Cuando nosotros hablamos con alguien, lo menos que podemos esperar de esa persona
es que por lo menos nos esté escuchando, ¿verdad? Entonces, cuando DIOS NOS
HABLA a través de SU PALABRA, desea que lo estemos escuchando
atentamente.

Lamentablemente, cuántas personas se quejan cuando salen de misa y dicen que las
Lecturas estuvieron demasiado largas o que el sacerdote se extendió mucho durante la
homilía. Sin embargo, cuando estamos con nuestras amistades o los partidos de
nuestro equipo favorito se van a tiempos extras, ahí sí,… no nos importa!

Es importante recordar que “LA PALABRA DE DIOS” desea que el hombre escuche con
atención, por eso nos lo recuerda el salmista:

“Pues ÉL es nuestro Dios y nosotros el pueblo que ÉL pastorea, el rebaño bajo


Su Mano. Ojalá pudieran oír hoy Su Voz.” Salmo 95, 7.

Además,

“En verdad les digo: El que escucha Mi Palabra y cree en el que ha enviado, vive
de vida eterna; ya no habrá juicio para él, porque ha pasado de la muerte a la
vida.” Juan 5, 24.

3. LA PALABRA SE ESTUDIA:

Y si continuamos leyendo al profeta Nehemías podremos confirmar esta actitud:

“Leyeron en el libro de La Ley de DIOS, aclarando e interpretando el sentido,


para que todos comprendieran lo que les estaba leyendo.” Nehemías 8, 8.

Un error frecuente de muchas personas es que no leen La PALABRA de DIOS porque no


la entienden, sin embargo ya hemos leído el ejemplo del pueblo de Israel que se
apoyaban en sus Maestros y Sacerdotes para poder comprender las Escrituras. No
basta solamente con realizar un estudio histórico y científico de La Palabra, es
además, muy importante, que podamos descubrir al Resucitado para que nos abra el
entendimiento y así comprender de verdad las Escrituras.

4. LA PALABRA SE ORA:

Concilio Vaticano II nos dice en su numeral 25 del documento Dei Verbum que
“La lectura de La Sagrada Escritura debe ser acompañada de la oración, de
modo que se entable coloquio (Conversación entre dos o más personas) entre DIOS y
el hombre, pues a ÉL hablamos cuando oramos; a ÉL oímos cuando leemos los
oráculos divinos”
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4ta. Reflexión. LUCAS 24, 28-29.

SEGUIR ADELANTE y HACER ORACIÓN…

[28]”Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir
adelante, [29] pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya
está cayendo la tarde y se termina el día.» Entró, pues, para quedarse con
ellos.”

“Y llegaron a la aldea á donde iban” (v. 28). Esto suena como si los discípulos de
Emaús han llegado a su casa. Jesús se adelanta para dejarles. Costumbre requiere que
ellos le inviten a Jesús a cenar, y costumbre requiere que Jesús se niegue a no ser que
ellos insistan. Como se menciona arriba, esta historia nos recuerda a Abrahán en
Mambré, que entretuvo a ángeles sin saberlo (Gen 18:1-15).

En esta etapa del camino, los dos discípulos están bien cerca de su meta ya
preestablecida,… y es allí mismo donde Jesús hace el ademán de continuar en el camino.

Este gesto de Jesús es para impulsarlos a ellos, de una manera silenciosa, a no


detenerse en el camino. Sin decir nada, “Jesús los impulsa a ir más allá”, porque sólo
cuando damos ese paso adicional para ir más allá es que podremos reconocer al
resucitado.

Una enseñanza similar nos la da Moisés, cuando por 40-años llevó las ovejas al mismo
lugar hasta que un día “DIOS lo impulsó para ir más allá del desierto” y fue cuando él
pudo tener el encuentro frente a frente en el fuego de la zarza ardiente:

“Moisés cuidaba las ovejas de Jetró, su suegro, sacerdote de Madián. Una vez
llevó las ovejas muy lejos en el desierto y llegó al cerro de Horeb, esto es, el
Cerro de Dios. Entonces fue cuando el Ángel de Yahvé se presentó a él, como
una llama ardiente en medio de una zarza. Moisés estuvo observando: la zarza
ardía, pero no se consumía. Y se dijo: «Voy a dar una vuelta para mirar esta
cosa tan extraordinaria: ¿Por qué la zarza no se consume?».
Yahvé vio que Moisés se acercaba para mirar; Dios lo llamó de en medio de la
zarza: « ¡Moisés, Moisés! », y él respondió: «Aquí estoy.» Yahvé le dijo: «No te
acerques más. Sácate tus sandalias porque el lugar el lugar que pisas es tierra
sagrada.» Luego le dijo: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el
Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Al instante Moisés se tapó la cara, porque
tuvo miedo que su mirada se fijará sobre Dios.” Éxodo 3, 1-6.

En ese lugar cambio no sólo su vida, sino además, la vida de un pueblo. Allí fue donde
Moisés recibió la misión de ir a Egipto para liberar a sus hermanos de la esclavitud y
conducirlos a la tierra prometida.

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Preguntas:

¿Tú, estás cumpliendo con tu misión?

¿Cómo está tu familia?

¿Cómo están tus seres queridos?

Cada uno de nosotros tenemos una misión desde el mismo momento que hemos tenido
ese encuentro con DIOS. Debemos primero ver a nuestro alrededor y llevar el mensaje
de salvación a nuestro hogar, a nuestra familia, a nuestros seres queridos.

SEGUIR ADELANTE… es saber que en nuestra vida espiritual nunca se llega a la


meta, siempre existe la posibilidad de ir más allá en el camino para conocer al Señor,
porque, con Jesús siempre estaremos de maravilla en maravilla, de sorpresa en sorpresa
y cuando damos ese paso hacia adelante nos damos cuenta que solamente hemos
llegado a un nuevo inicio.

En el encuentro con DIOS, descubrimos que DIOS es tan grande que


no cabe en nuestra cabeza y a la vez se hace tan pequeño que
puede habitar en nuestro corazón.

Como fruto de la “Escucha” de La Palabra a lo largo del camino y ese empujón silencioso
del Maestro, nace en los discípulos el deseo de estar más tiempo con este misterioso
peregrino, por eso “le insistieron” que se quedara con ellos.

La Insistencia es un aspecto necesario en La Oración, a través de ella estamos


“forzando” a Jesús para que se quede con nosotros y más aún cuando ya está el
atardecer, es decir, ya casi cae la noche, ya casi llega la oscuridad; y esta puede llegar
para llenarnos de tristeza, de preocupación, de miedo, de soledad, de depresión, etc.
Por eso siempre debemos decirle a Jesús: «Señor, quédate con nosotros, quédate
en mi hogar, quédate en mi vida».

Jesús siempre se quedará con aquel que realmente desea estar con ÉL.

Así como lo hizo Jacob:

“El otro le dijo: «Déjame ir, pues ya está amaneciendo.» Y él le contestó: «No
te dejaré marchar hasta que no me des tu bendición.»” Génesis 32, 27.

Si oramos así, DIOS PERMANECE SIEMPRE CON NOSOTROS.

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5ta. Reflexión. LUCAS 24, 30-31.

LA EUCARISTIA, ENCUENTRO CON EL RESUCITADO.

[30] “Y esto sucedió. Mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, [31] y en ese momento se les
abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero ya había desaparecido.”

“Estando sentado con ellos a la mesa, tomando el pan, lo bendijo, lo partió, y se


los dio” (v. 30). Éstas son casi las mismas palabras que Lucas usó para describir las
acciones de Jesús durante la Última Cena:

“Después tomó pan y, dando gracias, lo partió y se lo dio diciendo: «Esto es mi


cuerpo, que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía».”
Lucas 22, 19.

Debemos notar especialmente los cuatro verbos: tomó, bendijo, partió, y dio.
Jesús cumplió estas mismas acciones al alimentar a los cinco mil (Lucas 9:12-17).
Normalmente, el anfitrión cumpliría estas acciones en una casa y el celebrante las
cumpliría en un servicio de veneración. Jesús, el huésped, se convierte en ambos, el
anfitrión y el celebrante en esta mesa.

“Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le reconocieron” (v. 31).


Antes, “los ojos de ellos estaban embargados, estaban ciegos no lo podían reconocer
(v. 16). Ahora sus ojos fueron abiertos. La exposición de las escrituras les preparó para
reconocerle al partir el pan. Fue Dios el que tapó sus ojos, y es Dios el que se los
destapa. La unión de la mesa “no es un error; es un tema principal de Lucas. Muchas de
las apariciones de la resurrección que Lucas describe están asociadas con la unión de la
mesa (Lucas 24, 41-43; Hechos 1, 4; Hechos 10, 41; también Juan 21, 9-15). En cuanto
le reconocieron, Jesús desapareció.

Esta historia es un contrapunto a la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro que
leemos en el Evangelio según San Lucas 16, 19-31. En esa parábola, Lázaro estaba
acostado fuera a la puerta del hombre rico, pero el hombre rico ni lo reconoció ni
compartió su pan con él. En la muerte, sus situaciones se dan la vuelta, y el hombre rico
le suplicó a Dios que mandara a Lázaro con una gota de agua. La ironía es que por no
haber ayudado a Lázaro, el hombre rico se privó a si mismo de bendiciones. “Imagina
por un momento. ¿Qué hubiera descubierto el hombre rico si hubiera
compartido su pan con Lázaro?”

En comparación, los discípulos de Emaús le demostraron hospitalidad a Jesús, y son


recompensados con una audiencia privada con el Señor resucitado. Nunca sabemos qué
bendiciones podemos recibir al dar hospitalidad o qué bendiciones podemos perder al no
hacerlo.

12
Ya Jesús había empezado a revelarse por medio de las escrituras (vv. 25-27). En pocos
momentos, completará su revelación por medio de la Eucaristía (vv. 30-31). Cristo
todavía continúa revelándose a través de la Palabra y el Sacramento.

Los 12-Kilómetros de “Escucha” de La Palabra de DIOS a lo largo del camino, los ha


preparado interiormente para reconocer a Cristo en La Eucaristía. Pero, ahora que
finalmente han podido reconocerlo, sucede algo inesperado: “Ya había desaparecido.”

Jesús ha desaparecido de su vista, pero NO SE HA IDO, está allí mismo en


medio de ellos, presente en el Pan Eucarístico. Sólo con los ojos de la fe es posible
reconocer al Resucitado.

Nosotros debemos ser como ese pan, debemos decirle a Jesús:

«Señor, como en la última Cena, hoy te quiero pedir que yo sea ese
pan, que me tomes en tus manos, que me bendigas, que me partas
y que luego me repartas como tú quieras y a quien tú quieras, para
que aquellos que aún no te conocen, puedan conocerte a través de
mí porque en tus manos podré saciar el hambre y la necesidad de tu
presencia viva donde tú quieras, como tú quieras y cuando tú
quieras.»

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6ta Reflexión. LUCAS 24:32-35.

UN SÓLO CORAZÓN, LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS HOY…

[32]”Entonces se dijeron el uno al otro: « ¿No sentíamos arder nuestro corazón


cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
[33]De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once y a los de su grupo. [34]Estos les dijeron: «Es verdad. El
Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.» [35]Ellos, por su parte,
contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el
pan.”

“¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino,


y cuando nos abría las Escrituras?” (v. 32). En ese momento, estos dos discípulos
no comprendieron lo que estaba pasando, pero Jesús les estaba preparando para la
revelación que vendría con el partir del pan.

Ahora aunque eran dos, ya su corazón es uno: “Nuestro Corazón”. Estar con
Jesús trae frutos de unidad.

“De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén” (v. 33). Los discípulos de


Emaús se apresuran para compartir su historia con los discípulos en Jerusalén. “Eran
doce kilómetros de camino para regresar a Jerusalén” y era tarde, pero “no podían
quedarse sin compartir las buenas noticias.”

Aunque habían salido tristes de Jerusalén, incluso quizás con los pies bien pesados
debido a las cargas de sus decepciones y tristezas, ahora regresan de inmediato de
Emaús a Jerusalén. El mismo recorrido, el mismo camino, pero con otra actitud
porque ahora su corazón arde con el fuego de La Palabra.

Han vivido una experiencia similar al profeta Jeremías:

“Me has seducido Yahvé, y me dejé seducir por ti. Me tomaste a la fuerza y
saliste ganando. Todo el día soy el blanco de sus burlas, toda la gente se ríe de
mí. Pues me pongo a hablar y son amenazas, no les anuncio más que
violencias y saqueos. La Palabra de Yahvé me acarrea cada día humillaciones e
insultos. Por eso, decidí no recordar más a Yahvé, ni hablar más de su nombre,
pero sentía en mí algo así como un fuego ardiente aprisionado en mis huesos, y
aunque yo trataba de apagarlo, no podía.” Jeremías 20, 7-9.

La primera característica de quien ha tenido la misma experiencia que los


discípulos de Emaús es que de inmediato desean compartir el testimonio, tal y
como lo hizo María la madre de Jesús que “va con prontitud” a llevarle al mismo Jesús a
su prima Isabel (Lucas 1, 39) o como San Pablo que después de haberse encontrado con
Jesús camino a Damasco, “enseguida se puso a predicar en las sinagogas anunciando al
Hijo de DIOS” (Hechos 9, 20).

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La segunda característica de ese encuentro con Jesús y que nos impulsa a Regresar a
Jerusalén, es decir, regresar a la iglesia, a la parroquia, a la casa de DIOS.

«Es verdad. El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón.» (v. 34). Una vez
que los discípulos llegan a Jerusalén, encuentran a los once apóstoles y a sus
compañeros discutiendo la aparición de Jesús a Pedro.

Al regresar a Jerusalén, regresan también a La Eucaristía, a La Oración, a La Comunión


fraterna. Regresar a La Comunión con Su Iglesia. Es anunciar con nuestras acciones y
nuestras palabras que ¡Jesús está Vivo!

San Lucas le presta atención especial a Simón. Sin duda, es para indicar el
arrepentimiento y la rehabilitación de Simón después de haberle negado a Jesús (Lucas
22, 55-62) y, así, legitimar a Simón no simplemente como un auténtico ‘testigo de la
resurrección’ (Hechos 1, 22) sino también como líder de la comunidad de testigos
(Hechos 22, 31-34).

“Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y
cómo había sido conocido de ellos al partir el pan” (v. 35). Los discípulos de
Emaús comparten su testimonio solo con otros discípulos. “Solo más adelante, después
de haber recibido ‘el poder de lo alto’ (v. 49) expresarán su testimonio ante no
creyentes (vv. 47-48; Hechos 1,8)”.

Los Discípulos de Emaús de hoy, están llamados a ser antorchas que iluminan un mundo
que prefiere vivir en las sombras de la muerte llenos de oscuridad.

Emaús en un camino de sanación, no es una píldora mágica, es un camino y mientras


caminamos somos sanados por La Palabra de DIOS y La Eucaristía.

Al ser sanados, Jesús nos impulsa para que seamos testigos de la


gran experiencia que hemos tenido con ÉL, nos convertimos en
testigos de la Resurrección de Jesús para anunciarle al mundo
entero que ¡JESUCRISTO HA RESUCITADO!

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