LA LENGUA NAHUATL EN EL
PROCESO EVANGELIZADOR
DEL NUEVO MUNDO
Pilar Maynez
constituy6 una seria preocupacién tanto de la Iglesia como de la corona es-
pafiola.
Desde la llegada de los primeros doce franciscanos a Nueva Espaiia en 1524 se
inicia, de manera sistemética, la ardua tarea de instaurar ef catolicismo entre la
poblacién iddlatra. A partir de ese momento, fray Martin de Valencia y sus once
compafieros comenzaron a idear diversos métodos para la implantacin de la nue-
va fe; sin embargo, pronto tropezaron con el primer obstéculo: el de la divergen-
cia lingufstico-cultural entre conquistadores y conquistados. Los misioneros
comprendieron entonces que para propagar la palabra de Cristo en las nuevas tie-
tras era requisito imprescindible conocer las lenguas, las costumbres y las regio-
nes de sus aborfgenes. Sobre este punto insistfa el padre Acosta en que “no era titil
sino del todo necesario que los cristianos y maestros en esa ley supieran los erro-
res y supersticiones de los antiguos para que vieran si clara o disimuladamente las
continuaban usando los indios".' Asimismo, fray Diego Durdn advertfa:
E: un hecho que la conversién de los indfgenas americanos al cristianismo
(...) he entendido que aunque queramos quitarles de todo punto esta memoria
de Amalek, no podremos por mucho trabajo que en ello se ponga si no tenemos
noticia de todos los modos de religién en que vivfan. Porque, a mi pobre juicio,
" ACOSTA citado por RICARD, Robert en La conquista espiritual de México, trad. Angel Ma. Garibay.
México, FCE, 1986, p. 109,146
no creo que hay hoy cosa en el mundo de trabajo més baldfo que ocuparse toda
la vida el hombre trayendo siempre entre manos lo que no entiende, teniendo
tan estrecha necesidad de saber de rafz los antiguos engafios y supersticiones
para evitar que esta miserable y flaca gente no mezcle sus ritos antiguos y su-
persticiones con nuestra divina ley y religién cristiana.
La necesidad de interiorizar en las lenguas y culturas ind{genas, para llevar a cabo
sus fines catequ{sticos, impulsé a los religiosos de las érdenes mendicantes a re-
alizar estudios que en la actualidad constituyen verdaderas lecciones tanto para
lingiistas como para etndlogos. Baste mencionar la minuciosa y sistematica in-
vestigacin de fray Bernardino de Sahagiin, que dio como resultado lo que el pa-
dre Garibay llamé la "Enciclopedia de los mexicas del altiplano central”.
Como vemos, el proceso de evangelizacién exigié de los misioneros no sélo
sus conocimientos teolégicos sino también sus indagaciones etnolgicas y lingiifs-
ticas. Fruto de estas ultimas son los vocabularios, sermonarios, confesonarios, ca-
tecismos, artes, etcétera, que hoy en dia son motivo de asombro entre los
especialistas.
Ahora bien, la predicacién evangélica fundamentada en la palabra tuvo que
realizarse, en un principio, en las lenguas amerindias. Las érdenes de la corona es-
pafiola al virrey de Mendoza en 1536 estipulaban claramente que los religiosos
debfan aprender las lenguas de los indfgenas “entre tanto ellos supieran la suya", y
para demostrar el interés que conferfa a este aspecto de sus funciones, el futuro
Felipe II solicitaba al papa, en 1547, gracias e indulgencias especiales para aque-
llos misioneros que dominaran alguna(s) de ellas. De ahf la proliferacidn de libros
que contribuyeran a la ensefianza de la estructura y léxico de las diversas lenguas
y ala divulgacign, mediante traducciones, del pensamiento cristiano.
Robert Ricard advierte que durante el periodo de 1524.a 1572, fijando.la aten-
cién solamente en la Nueva Espajia y en los libros que se refieren a las obras
evangelizadoras, se hallan, por lo menos, 109 obras de las cuales 80 fueron escri-
tas por franciscanos, 16 por dominicos, 8 por agustinos y 5 por anénimos, En len-
? DURAN, fray Diego. Historia de las Indias de Nueva Espafia e istas de tierra firme, . 1, ed. preparada
por Angel Ma. Garibay. México, Pornia, 1967, p. 5.
Gf GARIBAY, Angel Ma. "Prélogo” en SAHAGUN, fray Bernandino de, Historia general de las cosas de
‘Nueva Espafia,. 1. México, Pomia, 1981,147
gua ndhuatl, 66; en tarasco, 13; en otomf, 6; en pirinda, en mixteco y zapoteco, 5
respectivamente; en huasteco, 4; en totonaco, 2 y en zoque, 1.
La multiplicidad lingiitstica del territorio conquistado significé un enorme obs-
tdculo para la predicacidn; si bien es cierto que los religiosos se preocuparon por
aprender el mayor ntimero posible de lenguas, también es verdad que el néhuatl
goz6 de un lugar preferencial, por ser la m4s extendida a su legada. Los frailes
menores, como normalmente se hacfan llamar los franciscanos, consideraron que
el ndhuatl o mexicano constitufa un eficaz medio para homogeneizar lingiifstica-
mente a la poblacidn ind{gena; de esta forma se convirtié en lengua auxiliar gene-
ral de la empresa catequistica. Pero la preponderancia de este idioma no implicé
ni la desaparicién ni la muerte de los otros. Sabemos, por citar s6lo algunos ejem-
plos, que se "encontraban vivos con toda fuerza el huasteco y el totonaco en las
costas del Golfo de México, el otomf en el norte y el centro del territorio, en el sur
el mixteco y el zapoteco, y por el oeste el tarasco”.*
Ahora bien, a pesar de que la corona espaiiola habfa consentido en un principio
que sus religiosos se avezaran a las lenguas y costumbres de los indios para lograr
més répidamente Ja cristianizaci6n, su objetivo principal fue siempre extender el
idioma y las instituciones de Castilla a sus nuevos territorios en un afan de admi-
nistrar mejor las vastas poblaciones que cafan bajo su dominio, En 1550 las ins-
trucciones metropolitanas eran imperativas y el 7 de junio de ese aio una real
cédula ordenaba formalmente ensefiar el castellano a los indios. Las razones ex-
puestas por la corona se fundamentaban sobre todo en la dificultad de explicar los
misterios de la fe catélica utilizando las lenguas aborfgenes.
A partir de entonces, las 6rdenes de la metrépoli son categéricas en cuanto ala
politica de castellanizacién, aunque, como sostiene Ascensién H. de Leén-Porti-
lla, no fue hasta la ilustracién, periodo en que la critica racionalista y los concep-
tos de modernidad imperaban, cuando se decide desterrar definitivamente las
nativas expresiones lingiiisticas:
“ RICARD, Robes. Op. cit, p. 122.
* toid.,p.89.
* Al respecto Ascensién H. de Len-Portlla advieste que “cahe pensar que, a comienzos del siglo XVI, el
espafol era Ia lengua hablada en los grandes micleos de poblacién novohispasa, No es de extraiar que para esos
Pipilincultos el hablar castellano se aparejara con los conceptos de urbanismo, progreso y modemnidad, algo asi
como hoy es para muchos conocer otras lenguas, especialmerte el inglés" Tepusilahcuiloli, impresas en ndhuatl,
1.1. México, UNAM, 1988, p. 57)148
Los religiosos de este primer periodo de evangelizacién, principalmente los
franciscanos, no compartieron ese interés y prefirieron continuar la predicacidn en
las lenguas naturales.
Profundos admiradores y estudiosos de las lenguas ind{genas, difundidores del
néhuatl mas alld de su drea natural, los frailes menores rechazaban la hispaniza-
cién de México, El proceso de conversidn realizado mediante las lenguas vern4-
culas habfa permitido en un principio aislar a los indfgenas de lo que los
catequistas consideraban la nociva influencia del mundo hispano.
Desde el primer momento, los frailes advirtieron la noble condicién de sus nue-
vos catectimenos. Al respecto, Motolinia afirmaba que:
..estos indios cuasi no tienen estorbo que les impida ganar el cielo, de los mu-
chos que los espafioles tenemos, porque su vida se contenta con muy poco y
tan poco que apenas tienen con que se vestir y alimentar. Su comida es muy
paupérrima y lo mismo el vestido; para dormir la mayor parte de ellos no al-
canza una estera sana, No se desvelan en adquirir riquezas ni se matan por al-
canzar estados ni dignidades. Con su pobre manta se acuestan, y en
despertando estén aparejados para servir a Dios.
Los religiosos de este primer periodo consideraban que los indfgenas eran los se-
res més prdximos al ideal joaquinista que proclamaba, atendiendo a las ensefian-
zas de san Francisco de Asis, la vuelta a la pobreza como medio idéneo de llegar a
Dios. De ah la resistencia de los seguidores de Joaquin de Fiore a aceptar las im-
posiciones de la metrépoli que insitfan en que las colonias del nuevo mundo tarde
O temprano tendrian que heredar los patrones lingitisticos y culturales de los con-
quistadores, :
Los religiosos prefirieron continuar la traduccién de’ los textos sagrados del
cristianismo a las lenguas nativas, principalmente al nahuatl, con todos los proble-
mas filolégicos y polfticos que la empresa pudiera entrafar.
Renuentes a las disposiciones acordadas por el Concilio de Trento, los frailes
menores continuaron elaborando numerosas versiones de sermonarios, catecis-
mos, confesonarios, etcétera, Sin embargo, la tarea no fue facil. El transvase de
los contenidos de una cultura a otra, de una religign a otra, implicaba grandes pro-
blemas de indole lingiifstica y filolgica. Se trataba de ensefiar conceptos propios
de la doctrina cristiana sin que los naturales los asimilaran a su particular cosmo-
vision. Para evitar el peligro del sincretismo, los misioneros insertaron términos
que en castellano denotaban nociones especificas de su religién; asf, las versiones149
indfgenas de estos textos se vieron pobladas de vocablos espafioles y latinos que
aludfan a Dios, a los apdstoles, a los 4ngeles, a la Sant{sima Trinidad, etcétera.
No cabe duda que fueron muchos y muy diversos los procedimientos que idea-
ron los frailes para lograr la conversién de los naturales al cristianismo. Desde el
empleo de la m{mica para explicar la antinomia cielo-infierno hasta la creacién de
un teatro edificante a través del cual, con métodos que hoy calificarfamos de au-
dio-visuales, presentaron tanto diversos pasajes de la vida de Cristo como histo-
rias que contribufan a ensefiar la moral cristiana y el temor de Dios.’
El esfuerzo por propagar la fe catélica en el nuevo mundo hizo que los frailes
del primer periodo de la colonia se convirtieran en serios y rigurosos etndlogos y
lingiiistas. Por ello, su obra forma parte no s6lo del acervo religioso sino de la his-
toria de las investigaciones antropolégicas del universo indigena.
7 algunas de estas obras de teatro edificante fueron: La comedia de los reyes, La adoracién de los reyes, Las
Gnimas y los albaceas, La destruccién de Jerusalén, El sacrificia de Isaac. Para mayor informacisn véase el libro
de Fernando Horessitas, El teatro néhuatl. Epocas novohispana y modema. México, UNAM, 1974.